Sala Civil - 19-07-2017 - Expediente - 17-277
Sala Civil - 19-07-2017 - Expediente - 17-277
Sala Civil - 19-07-2017 - Expediente - 17-277
Exp. 2017-000277
De conformidad con lo dispuesto en el ordinal 1 del artículo 313, en concordancia con los
artículos 12 y 15 del Código de Procedimiento Civil, se delata la infracción del artículo 243,
ordinal 5 eiusdem, por incongruencia negativa.
CAPITULO II
DE LA CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA
Estos alegatos no fueron tomados a consideración por el Tribunal de alzada, de allí que se
produjera la tan nefasta e inadecuada decisión aquí impugnada; acogiendo criterios
jurisprudenciales como suyos, y en razón de ello, no valoró las pruebas promovidas en
juicio; lo cual da como resultado la declaratoria sin lugar de la apelación ejercida por la
parte demandante. Por todas las razones de hecho, antes señaladas, es que, el presente
recurso de Casación debe prosperar, lo cual hace procedente una infracción de las descritas
en el ordinal 1 del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil (Negrillas, subrayado y
cursivas del escrito de formalización).
Con respecto al vicio delatado, esta Sala, entre otras sentencias, en decisión N 41, de fecha
27 de febrero de 2003, caso: Luis Pineda Bracho, contra la sociedad mercantil Cadenas de
Tiendas Venezolanas C.A. (CATIVEN), expediente N 01-581, ratificada en sentencia N 553,
de fecha 18 de septiembre de 2015, caso: Ana María Trias Rodríguez Contra William
Armando Hernández Contreras, expediente N 15-256, y en sentencia N 715, del 10 de
noviembre de 2016, expediente N 16-373, estableció:
( Omissis )
El ordinal 5 del artículo 243 del Código de Procedimiento Civil establece los presupuestos
para que la sentencia llene el requisito de la congruencia, entendiéndose por tal, como lo
afirma Hernando Devis Echandía, el principio normativo que delimita el contenido y alcance
de tal instancia, para el efecto de que exista identidad jurídica entre lo resuelto y las
pretensiones (en sentido general) y excepciones de los litigantes, oportunamente aducidas,
a menos que la Ley otorgue facultades especiales para separarse de ellas y que tal principio
es una consecuencia lógica de la relación de jurisdicción como derecho y deber del Estado.
El derecho de acción y de contradicción no sólo impone al Estado el deber de proveer
mediante un proceso en una instancia, sino que al complementarse con el ejercicio de la
pretensión y la oposición de excepciones, delimita el alcance y contenido de este
procedimiento. La relación de jurisdicción comprende tanto la acción y la contradicción,
como la pretensión y la excepción que en ejercicio de estos derechos se formulan al Juez
para determinar los fines mediatos y concretos del proceso (Nociones Generales de Derecho
Procesal Civil)
El primer presupuesto es el de que toda sentencia debe contener decisión expresa, positiva
y precisa; y el segundo presupuesto prevé que la decisión debe ser con arreglo a la
pretensión deducida y a las excepciones o defensas opuestas.
Según Guasp, la congruencia es la causa jurídica del fallo y Prietro Castro agrega, como otra
derivación de la congruencia, el principio de la exhaustividad, esto es, la prohibición de
omitir decisión sobre ninguno de los pedimentos formulados por las partes.
La sentencia es congruente cuando se ajusta a las pretensiones de las partes, tanto del actor
como del demandado, independientemente de si es acertada o errónea. No se puede
apreciar, más ni menos, de las cuestiones controvertidas, ni dejar de resolver algunas.
Cuando se deja de examinar la prueba, todos o algunos de sus hechos fundamentales, la
sentencia está viciada por omisión de análisis fáctico y cuando se considere innecesario el
análisis de algunos elementos probatorios, el juez debe dejar constancia motivada de ello.
De allí que la incongruencia adopta dos modalidades y tres aspectos. Las modalidades
son: incongruencia positiva, cuando el juez extiende su decisión más allá de los
límites del problema judicial que le fue sometido, o la incongruencia negativa, cuando el
juez omite el debido pronunciamiento sobre alguno de los términos del problema judicial, y
los aspectos son: a) cuando se otorga más de lo pedido (ultrapetita); b) cuando se otorga
algo distinto de lo pedido (extrapetita), y c) cuando se deja de resolver sobre algo pedido u
excepcionado (citrapetita)... . (Resaltados de la sentencia).
En efecto, hay que establecer con absoluta explicitud que la Constitución tiene un valor
normativo inmediato y directo sobre el sistema procesal siendo parte del ordenamiento
jurídico, -su parte primordial-, comenzando por los valores superiores consagrados en su
artículo 2 y desarrollados, entre otros, como garantías constitucionales, donde destaca la
tutela judicial efectiva (artículo 26 Constitución de la República Bolivariana de Venezuela) y
dentro de ésta la consideración del proceso como instrumento para la realización de la
justicia (Art. 257 ibidem), a través de un debido proceso (Art. 49 eiusdem), carácter
normativo éste que vincula inmediatamente a la totalidad de los Jueces y Tribunales del
Poder Judicial para su enjuiciamiento y aplicación directa e inmediata sobre las leyes y que,
involucra un cambio de paradigma en el Derecho Venezolano que obliga a una revisión
integral de las instituciones, en el caso de autos, del sistema procesal, de las leyes formales o
adjetivas. Con base a ello, conviene no olvidar nunca que la Constitución lejos de ser un
mero catálogo de principios, constituye la norma suprema jurídica de aplicación en cuanto a
los Jueces y ciudadanos sujetos a ella. Ésta necesidad acuciante surge de la vida del hombre
en sociedad, cuando conforme a ello busca arbitrar un sistema eficaz que dé solución a los
intereses que se planteen entre sus miembros. La solución civilizada a tal necesidad es la
organización de la justicia y la implementación de un sistema de juzgamiento, según el cual,
cualquier persona pueda y deba ser protegida y amparada en el ejercicio pacífico de sus
pretensiones para que le sean satisfechas, lo que no quiere decir aceptadas, sino resueltas
razonadamente, con arreglo a un Sistema de Justicia y Derecho, en un plazo de tiempo
también razonable a lo largo de un debido proceso, que culmina en su parte cognitiva con
parte de la Tutela que es el fallo definitivamente firme. Así, el fallo o resolución judicial es
uno de los objetivos de la actividad del Estado como garantía de la paz social, pues no debe
olvidarse que la finalidad última de la función judicial es resolver definitiva y eficazmente
los conflictos que se someten a su conocimiento.
Por eso, el Maestro E.J. Couture (Estudios de Derecho Procesal Civil. Tomo I. Ed Depalma),
advertía desde hace ya más de medio siglo, sobre la tutela constitucional del Proceso Civil y
la transformación política de la Justicia Civil y, en especial de la Sentencia como la
construcción o diseño más importante de todo el sistema constitucional de Justicia.
Así, mientras se está gestando el andamiaje procesal a través del desarrollo del proceso,
todavía no hay Tutela, ella nace tras un proceso, obteniéndose una resolución fundada sobre
la litis que se planteó, que atienda sustancialmente el núcleo de las pretensiones formuladas
por las partes, de manera que ofrezca una respuesta judicial congruente, coherente y
exhaustiva con los términos del debate suscitado en el proceso, decidiendo todas y sólo las
cuestiones planteadas y que ésta se ejecute debidamente, vale decir, que se otorgue a los
ciudadanos una prestación jurisdiccional, una resolución fundada jurídicamente sobre el
fondo de la litis planteada ante el órgano judicial. Este fallo o resolución judicial que
caracteriza parte de la tutela viene apoyada en que la sociedad y en especial las partes en el
sistema civil, puedan conocer cuáles han sido los criterios jurídicos que aplicó el juez a las
pretensiones y excepciones, que fundamentaron el modo normal de terminación del
proceso, pues pudiera ocurrir un desajuste entre el fallo judicial y los términos en que las
partes formulan sus pretensiones, al conocer más, menos o cosa distinta de lo pedido, lo
cual genera una oscuridad, un punto muerto un elemento no resuelto o resuelto fuera de lo
pretendido o con más de lo pedido en el vertimiento de las cargas alegatorias. Por ello, la
congruencia del fallo desde una perspectiva constitucional pretende la mayor inmediación
entre lo pedido y lo decidido acercando en forma pétrea la relación entre pretensión,
defensa y fallo, evitando en el Proceso Civil el progresivo alejamiento entre Juez y Partes,
dando una mayor rigidez a esta relación, como parte de la tutela judicial efectiva y del
derecho de defensa y del equilibrio procesal, se busca que no exista un divorcio entre la
praxis del proceso y la realidad social del fallo, lograr la fidelidad alegatoria o teoría del
espejo procesal.
Hay que agregar, que la tutela judicial efectiva si bien es ejercitable desde las premisas
constitucionales, baja a convertirse en un derecho de prestación no incondicionado y
absoluto, sino de configuración legal, que no puede ejercerse al margen del procedimiento
legalmente establecido, pues incumbe al legislador la configuración de la actividad judicial y
del proceso en cuyo seno se ejercita el derecho fundamental ordenando la satisfacción de
las pretensiones y excepciones. Ella constituye una garantía constitucional que se
personifica concretamente por obra de las leyes procesales que desarrollan esa garantía y
que el Juez en su interpretación, ante un ordenamiento pre constitucional (CPC 1986) debe
ajustar desde la Carta Política (1999). Entendiendo que la finalidad de la jurisdicción no se
agota, entonces, en el aseguramiento de la legalidad formal, sino en el aseguramiento de los
valores y principios para cuyos objetivos fue dictada la Constitución, en el entendimiento
del fin social del proceso y la decisión justa de la litis.
Este desarrollo, en el caso de la congruencia del fallo , llamada también como principio de
la jurisdiccionalidad limitada , se funda en el poder del justiciable (dispositivo) de fijar el
tema decidendum, que impide que el mismo exceda de los límites fijados a la controversia
por la voluntad de las partes y responde a una resolución del fondo, estimable o
desestimable, favorable o desfavorable a las pretensiones y defensas trabadas o
contradichas en las oportunidades preclusivas de alegación al objeto del proceso, o a la
negativa a entrar a la cuestión de fondo o por falta de cumplimiento de los requisitos
exigidos legalmente para acceder a las distintas acciones.
Pero, para que se entienda vulnerada la tutela judicial efectiva de rango constitucional, es
necesario se haya incurrido en una incongruencia negativa (omisiva, minus petita ó citra
petita) de la cuestión planteada cuyo fallo no dé, no resuelva, todas las pretensiones y
excepciones, no da una respuesta razonada, y que además, razonablemente, no pueda
deducirse del conjunto de la resolución la existencia de una desestimación tácita de la
pretensión planteada, circunstancia ésta que se traduce en una denegación técnica de
justicia, pues quedó imprejuzgado lo que efectivamente fue planteado ante el órgano
judicial en el momento procesal oportuno, contrariando el contenido normativo de los
artículos 26 y 257 constitucionales.
Así, bajo esta visión constitucional de la congruencia, el juzgador sólo está vinculado por la
esencia y sustancia de lo pedido y discutido en la carga alegatoria, no por la literalidad de
las concretas pretensiones ejercitadas, tal y como han sido formalmente formuladas por los
litigantes, de forma que no existirá la incongruencia extra petitum cuando el Juez o Tribunal
decida o se pronuncie sobre una de ellas que, aun cuando no fuere formal o expresamente
ejercitada, estuviere implícita o fuere consecuencia inescindible o necesaria de los
pedimentos articulados o de la cuestión principal debatida.
También puede ocurrir una incongruencia por tergiversación de los hechos y; por ultra
petita, por reforma en perjuicio (Reformatio in peius), o reforma peyorativa. La primera
de ellas consiste en un apartamiento por parte del juez que tergiversa los argumentos de
hecho contenidos en la demanda o en la contestación, no resolviendo la controversia tal cual
como fue planteada por las partes y simultáneamente resuelve algo no pedido. La segunda,
(incongruencia: reforma en perjuicio) consistente en una interdicción constitucional
(prohibición de indefensión) al órgano judicial ad quem que conoce por el recurso de
gravamen (tantum devolutum, quantum appellatum), para que éste no se exceda de los
límites de la apelación que está circunscrita al gravamen, el agravio es la medida de la
apelación , sufrido por el recurrente en la recurrida, en otras palabras, es un
empeoramiento del gravamen sufrido en la condición jurídica de un apelante, vale decir,
que ésta forma o variante de la incongruencia es una proyección de la congruencia en el
grado posterior de jurisdicción en vía de recurso.
Bajo una interpretación constitucional, vale decir, a la luz del caleidoscopio de valores
principios y garantías constitucionales y su reglamentación procesal, la incongruencia es el
desajuste entre el fallo judicial y los términos en que las partes formularon sus
pretensiones, concediendo el Juez en su fallo, un irrespeto o desvinculación a lo alegado
(hechos), consistente en: más, menos o cosa distinta o tergiversando (modificando) los
términos en que discurrió la controversia procesal, vale decir, de lo realmente trabado en el
contradictorio, propia de una efectiva denegación de justicia y del derecho a una tutela
judicial efectiva. La relevancia constitucional de la incongruencia viene dada, en
consecuencia, por la situación de indefensión generada por la alteración de los términos del
debate y ésta es de tal naturaleza que supone una trascendental modificación del debate o
dialéctica procesal, violándose el contradictorio, el derechos de defensa, pues solo la
resolución que se ajusta al debate y a la dialéctica del proceso es una decisión justa. La
nulidad de la sentencia, entonces, debe ser la consecuencia de una incongruencia
trascendente e importante, y sin posibilidad de posterior saneamiento, que adquiere
relevancia constitucional en tanto forma de incongruencia determinante de una situación de
indefensión, estando así consagrado él: iudex iudicare debet secundum allégate el probata
partium, como parte del derecho de defensa que establece el artículo 49.1 de la Carta
Política de 1999.
Por eso, el proyecto de Código Procesal Civil, como iniciativa legislativa del Tribunal
Supremo de Justicia, ha dispuesto, como objeto y fin, entre otros del instrumento procesal,
el de interdictar la incongruencia, a través de la obligación del Juez de la etapa de Juicio de
sanear la litis trabándola, es decir, de fijar junto con las partes los límites de los extensos
escritos de demanda y de contestación, para que ya no yerre éste sobre los límites de las
peticiones, generándose una situación de espejo (reflejo idéntico de la carga alegatoria de la
litis y el fallo) que culmina con una sentencia perentoria que obliga al juez dentro de la
hermenéutica de su construcción a que realice: una relación lógica entre premisas y
conclusiones con decisión expresa, precisa y positiva, con arreglos a las pretensiones deducidas
y las excepciones o defensas opuestas . De ello deriva que el fallo no puede entenderse como
un único silogismo cuya premisa mayor está constituida por una norma abstracta y la
premisa menor por los elementos de hecho, y la conclusión por la aplicación de aquella a
ésta (lógica), sino que a los efectos de no incurrir en incongruencias, como dice Rosenberg
(Tratado de Derecho Procesal Civil. Tomo II, pág 331. Ed EJEA. 1955), no se trata de un solo
silogismo (silogismo único), sino de tantos como sean las pretensiones u oposiciones
planteadas en el proceso, y que aquéllos a su vez se apoyan en silogismos auxiliares
derivados en las menciones contenidas en la norma o normas aplicables al caso y,
agregando con Gozaini (Derecho Procesal Civil. Tomo I, pág 663, Ed EDIAR. 1992), la
voluntad, pues, la sentencia no es un simple silogismo, también es una voluntad, por ello
Guasp, señala que: se olvida que el resultado al que llega el juez, y que expresa en la
sentencia, es el fruto, no de un juicio lógico objetivo realizado por el órgano jurisdiccional a
base de los materiales recogidos en el proceso, sino de una convicción psicológica que no está o
no debe estar sometida, en cuanto a su formación, a reglas fijadas a priori, y en la que entran o
puedan entrar, en lo que a valoración de los hechos se refiere, no sólo razonamientos puros,
sino simples expresiones, creencias e incluso típicos actos de voluntad .
La sentencia, vista esa dualidad, se encuentra dentro del ojo de la tormenta procesal y es
labor de los jueces, emitir un pronunciamiento sobre todo lo que forma parte del thema
decidendum, siendo obligatorio para el ad quem, en el sub iudice pronunciarse en relación
con los alegatos expuestos por las partes, tanto en el escrito libelar por lo que respecta a los
demandantes, así como lo expresado por la accionada en su escrito de contestación a la
demanda, los cuales constituyen el fundamento de su defensa y que conformaron la
trabazón de la litis.
Ahora bien, con respecto a los alegatos esgrimidos en informes presentados ante la alzada,
esta Sala ha señalado, entre otras, en sentencia N 190, del 1 de abril de 2014, expediente N
13-712, que son de obligatorio pronunciamiento por parte de los jueces de instancia, los
siguiente:
...El vicio de incongruencia que constituye infracción del artículo 12 y del ordinal 5 del
artículo 243 del Código de Procedimiento Civil, tiene lugar cuando el sentenciador no decide
todo lo alegado o no decide sólo sobre lo alegado por las partes, en las oportunidades
procesales señaladas para ello: en principio, en el libelo de demanda, en la contestación o en
los informes cuando en estos se formulen peticiones, alegatos o defensas que, aunque no
aparezcan contenidas en la demanda o en su contestación, pudieran tener influencia
determinante en la suerte del proceso, como serían los relacionados con la confesión
ficta, reposición de la causa y otras similares, que de acuerdo con reiterada
jurisprudencia, el sentenciador está en el deber de resolver en forma expresa,
positiva y precisa.
En relación con el pronunciamiento de los jueces sobre lo alegado por las partes en el
escrito de informes, la Sala de Casación Civil, ha sostenido lo siguiente:
Dicho lo anterior, esta Sala evidencia que el alegato presuntamente expresado en informes
atinente a que la acción de nulidad de titulo supletorio intentada va dirigida únicamente a la
nulidad del mismo y no a la discusión de derecho de propiedad o posesión del inmueble, por
cuanto dicho título habría sido utilizado de manera fraudulenta por la demandada para
lograr la compra a la Alcaldía del municipio Simón Bolívar del estado Anzoátegui del
terreno sobre el cual están construidas las bienhechurías relacionadas con el título objeto
de la demanda, constituye en todo caso un tipo de defensa sobrevenida que no afectaría de
manera determinante la suerte del juicio, por tanto, es considerado que no ata al juez a
pronunciarse sobre ello en su sentencia; razón suficiente para desechar este aspecto de la
denuncia. Así se decide.
Ahora bien, en relación con la supuesta incongruencia negativa cometida por el juez
superior, al omitir pronunciarse sobre alegatos contenidos en la demanda, a saber, que el
titulo supletorio cuya nulidad se pretende adolece de vicios por cuanto según el accionante-
recurrente- no cumple con lo establecido en el ordinal 3 del artículo 492 del Código de
Procedimiento Civil, ya que el mismo contiene declaraciones de los testigos que contradicen
la realidad de los hechos, y que no se evidencia que esos testigos den razón fundadas de sus
dichos, es preciso revisar el libelo en cuestión, el cual cursa a los folios del uno (1) al cinco
(5) de la pieza N 1 de 2 del expediente, del mismo se desprende:
Efectivamente, el actor en el libelo señaló que el titulo supletorio de marras no cumple con
lo establecido en el ordinal 3 del artículo 492 del Código de Procedimiento Civil, por lo que a
su decir, sufre de vicios, ya que dicho título contiene declaraciones de los testigos contrarias
a la realidad, y asimismo no se evidenciaría que esos testigos den razón fundadas de sus
dichos.
Nuestros padres, en vida, establecieron nuestro hogar en la calle 23 de enero, numero 28-
91, entre las calles Andrés Eloy Blanco y Sucre, del sector Barrio Sucre de la ciudad de
Barcelona Estado (Sic) Anzoátegui; lugar donde construyeron una casa, la cual fue el único
bien que nos quedo (Sic) como herencia. Dicha casa fue construida por nuestro padre, en el
año 1957; (...Omissis...) Dicha casa tiene dos (02) inscripciones catastrales a nombre de
nuestro finado padre, de fechas 15 de febrero de 1977 y 19 de octubre de 1982, los cuales
reposan en el archivo de la Oficina de Catastro Municipal del Municipio (Sic) Simon Bolívar
del Estado (Sic) Anzoátegui, con sede en la ciudad de Barcelona Pero es el caso, , que en
oportunidad posterior a la fecha en que ejercí acción mero declarativa, por ante el Tribunal
Tercero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Transito y Agrario de este estado,
expediente N BP02-V-2013-1527, para que se declarara como único propietario, a nuestro
finado padre, de las bienhechurías enclavadas en la dirección arriba señalada, con el fin de
legalizar la compra del terreno por ante la Alcaldía del Municipio Simon (Sic) Bolívar; ,
María Elena Gamardo, aquí demandada, había hecho un titulo supletorio, como única
propietaria, de la casa ya existente, construida por nuestros padres, el cual le fue otorgado
por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil de la Circunscripción
Judicial del Estado (Sic) Anzoátegui, en fecha 30 de Enero de 1989, , con tal falso
documento, hizo la solicitud de compra de la parcela de terreno ante la Alcaldía (Sic), la cual
fue acordada y le fue otorgada la venta mediante documento inscrito por ante la Oficina
Subalterna de Registro Publico del Distrito Bolívar (hoy Municipio Bolívar), de la ciudad de
Barcelona, en fecha ocho (08) de agosto de 1997, anotado bajo el N 35, folios 91 al 93, Tomo
Noveno (9), Protocolo Primero, Tercer Trimestre de mil novecientos noventa y siete;
Consecuencia de la nulidad de dicho titulo (Sic) supletorio, debe declararse la nulidad del
documento de compra-venta, otorgado sobre la parcela de terreno donde esta (Sic)
construida la casa dejada por nuestros padres, puesto que dicho documento es producto del
fraude y el engaño cometido por la demandada, para lograr que la Alcaldía (Sic) incurriera
en error otorgando la aprobación para la venta, basada en información falsa y fraudulenta;
puesto que de no haber presentado, la demandada, dicho documento titulo supletorio ante
la Alcaldía (Sic) del Municipio (Sic) Simon Bolívar (Sic), como basamento para que le fuera
otorgada la venta de dicha parcela de terreno
Dado lo anterior, este Operador (Sic) de Justicia (Sic) estima que vista la norma del Código
de Procedimiento Civil invocada y en la cual fundamenta su acción el actor de marras, es
pertinente resaltar que en todo caso las normas del Código de Procedimiento Civil, se
refieren a la instrumentación de este tipo de justificaciones que impone, en beneficio de los
terceros, ajenos al interesado en esas actuaciones, que aquellos les queden incólumes los
derechos que pudieren tener sobre la cosa a que se contrae dicho Justificativo (Sic) para
perpetua memoria, pero de ellas no se puede deducir una acción para obtener en todo caso
una anulación en virtud de la posesión o en su defecto la propiedad que pudiera tener el
tercero sobre la cosa.
Así entonces, los Títulos (Sic) Supletorios (Sic) son aceptados por la Doctrina (Sic) y la
Jurisprudencia (Sic) Patria (Sic) únicamente para reconocer de manera auténtica el
principio del término requerido por la Ley (Sic) para adquirir por usucapión aquellos
inmuebles o derechos reales cuya propiedad pueda ser obtenida por esa vía. Es decir,
marcan el comienzo de la posesión de la cosa. Es por ello que, según afirma el Maestro (Sic)
Procesalista (Sic) ARMINIO BORJAS, si el interesado a quien dichos títulos favorecen aspira
a prescribir el inmueble o el derecho real a que ellas se refieren, podría alegar la legitimidad
de su posesión treintañal ánimo domini (se refiere a la prescripción que contempla el
Código Civil de 1.922, que aparece reducida a Veinte (20) años en el Código Civil Vigente),
pero no podría alegar la prescripción decenal basada en el título válido y debidamente
registrado, porque su título supletorio no equivale al de adquisición de buena fé (Sic), que sí
puede oponerse a terceros .
En tal sentido es conveniente hacer énfasis, debido a que en la presente litis se plantea un
conflicto entre dos derechos que son completamente diferentes, como lo son la propiedad y
la posesión, cada uno de los cuales tienen sus propias acciones que los protegen. Así pues la
posesión cuenta con las acciones interdictales posesorias, mientras que la propiedad posee
la acción reivindicatoria. Vale resaltar, en este sentido que se ha venido asentando el
criterio jurisprudencial de que ni la ley, ni la doctrina, ni la jurisprudencia misma admiten
para hacer efectivo el derecho de propiedad a favor del actor, ninguna acción nugatoria, y
por ello nunca podrá prosperar una acción como la intentada por el demandante, mediante
la cual se aspira a que, por ser Heredero (Sic) de los de cujus Mónica Velazquez (Sic) de
Gamardo y Enrique Gamardo, supuestos propietarios del inmueble objeto del presente
juicio, el Tribunal (Sic) declare que la demandada ningún derecho tiene sobre el mismo,
siendo por demás, indiferente el título o títulos que se invoquen como fundamento de la
propiedad del actor.
El Título (Sic) Supletorio (Sic) cuya nulidad se pretende, no impide el ejercicio del derecho
de propiedad que pudiera tener la parte demandante y más aún si se toma en cuenta que
estas actuaciones siempre dejan a salvo los derechos de terceros. Si el poseedor o el
propietario en todo caso sintiere afectado su derecho, podrá incoar las acciones que están
consagradas en la Legislación (Sic) Venezolana (Sic) para defender la posesión o la
propiedad si se amerita.
El Título (Sic) Supletorio (Sic) es una actuación no contenciosa, que forma parte de la
Justificaciones (Sic) para perpetua memoria contempladas en el Código de Procedimiento
Civil (artículo 937), y los derechos de terceros siempre quedan a salvo, así el Juez (Sic) que
los evacuó los haya declarado bastante para asegurar la posesión de algún derecho. En
consecuencia los títulos supletorios no requieren de impugnación, ya que quien se pudiere
ver afectado por la declaración judicial que contienen, le basta hacer valer sus derechos,
para enervar cualquier efecto jurídico que pudiere producir contra ellos los títulos .
De igual manera, sobre la naturaleza y valor jurídico del Título (Sic) Supletorio (Sic) la Sala
Político Administrativa de la extinta Corte Suprema de Justicia en fecha 27 de Junio de
1.996, dejó establecido lo siguiente:
ha de tenerse presente que los títulos supletorios no constituyen medio instrumental para
asegurar la propiedad sobre terrenos, ni produce cosa juzgada la decisión del Tribunal (Sic)
que la pronuncie En efecto, es doctrina de esta Corte, que se ratifica en esta oportunidad,
que Los títulos supletorios carecen de eficacia para comprobar la propiedad u otro derecho
real sobre los terrenos urbanos o rurales, y que por lo tanto, no pueden ser invocados como
título inmediato de adquisición respecto a esta clase de bienes . (Sala Político
Administrativa, de fecha 27 de Junio de 1.996). Código de Procedimiento Civil, PATRICK J.
BAUDIN L, año 2.004.)
Así, en fallo de fecha 17 de Diciembre de 1.998, en el caso PEDRO SILVA contra CORCOVEN
S.A., la Sala Política Administrativa estableció:
En este sentido se aprecia que el título supletorio no es documento suficiente para probar y
justificar el derecho de propiedad, es decir, no constituye un elemento de convicción
suficiente sobre la propiedad de un inmueble
Por todo lo expuesto, a criterio de este Sentenciador (Sic), la nulidad de título
supletorio que se pretende y por ende la nulidad de la venta, no puede ser declarada
con lugar por cuanto carecen de fundamentación legal resultando improcedente la
acción intentada en el presente caso, por lo que para este Operador (Sic) de Justicia
(Sic) resulta inoficioso entrar a valorar las pruebas de autos. Y así se decide (Subrayado
y Negrillas agregadas)
La recurrida declaró sin lugar la demanda con base en decisiones de la Sala Político
Administrativa y Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, de acuerdo con las cuales
el titulo supletorio deviene de una actuación no contenciosa que no requieren de
impugnación- pues quien pudiera verse afectado por la declaración judicial en el contenida
le basta hacer valer sus derechos, en el entendido que como carecen de eficacia para
comprobar la propiedad de un inmueble, siempre quedan a salvo los derechos de terceros,
siendo que en el sub iudice se aspiraría a que se declare que la demandada no tiene ningún
derecho sobre el inmueble objeto del título supletorio cuya nulidad se pide.
Así las cosas, esta Sala observa que el pronunciamiento del juez de la recurrida
precisamente concluyó en que no cabe examen alguno sobre el referido título que ostenta la
accionada, por lo que ciertamente no se pronunció sobre los supuestos vicios de los cuales
adolecería el título supletorio tantas veces mencionado, destacando que la parte
demandante podrá instaurar la demanda correspondiente, como lo sería, acción interdictal
en defensa de la posesión, o acción reivindicatoria en defensa de la propiedad.
Como corolario de lo anterior, esta Sala de Casación Civil desecha la presente denuncia por
incongruencia negativa. Así se decide.
II
Al amparo del artículo 313, ordinal 1 del Código de Procedimiento Civil, se denuncia la
violación de los artículos 12, 243, ordinal 4 y 509 íbidem, por parte de la recurrida, por
inmotivación.
El fallo objeto d impugnación del presente recurso de casación adolece igualmente del vicio
de inmotivación o falta de fundamentos; dado que infringe lo dispuesto en el ordinal 4 del
artículo 243 del Código de Procedimiento Civil, no señaló los motivos de hecho y de derecho
en que se fundamentó; consecuencialmente, quebrantó los artículos 12, y 509 eiusdem ;
omite total pronunciamiento, el Tribunal (Sic) Superior (Sic), referente a la valoración de las
pruebas evacuadas en juicio, elemento esencial para constatar la veracidad de lo argüido por
las partes y garantizar debido proceso, a su vez la finalidad del proceso judicial, establecidos
en los artículos 49 y 257 de la constitución nacional; se trascribe: Por todo lo expuesto, a
criterio de este Sentenciador (Sic), la nulidad de título supletorio que se pretende y por
ende la nulidad de la venta, no puede ser declarada con lugar por cuanto carecen de
fundamentación legal resultando improcedente la acción intentada en el presente caso, por
lo que para este Operador de la Justicia resulta inoficioso entrar a valorar las pruebas
de autos. Y así se decide .
Aduce el formalizante que el juez de alzada dejó de cumplir su obligación de valorar las
pruebas evacuadas en juicio y su relevancia para la resolución de la controversia, cuando lo
correcto es que debió valorar dichos medios probatorios.
Del texto transcrito, se desprende que la denuncia formulada por el recurrente se refiere a
un silencio de pruebas, toda vez que el ad quem habría omitido analizar las pruebas
promovidas y evacuadas en el juicio, así como el hecho de que la demandada no llevó a los
testigos que le sirvieron en el titulo supletorio para que ratificaran sus dichos.
Entonces, se observa que el formalizante sustentó su delación con base al vicio de silencio
de pruebas, bajo la modalidad de una denuncia por defecto de actividad (inmotivación),
incumpliendo de este modo con la técnica casacional para este tipo de delaciones.
Al respecto, considera oportuno y necesario esta Sala señalar que la doctrina relacionada
con la técnica casacionista para denunciar el vicio del silencio de pruebas por defecto de
actividad, fue abandonada en sentencia N 204 del 21 de junio de 2000, en el juicio seguido
por FARVENCA ACARIGUA C.A. contra FARMACIA CLEALY C.A., expediente N 99-597, y la
establecida al respecto, fue ampliada por fallo N 62, de fecha 5 de abril de 2001, juicio
Eudocia Rojas contra Pacca Cumanacoa, expediente N 99-889, que expresó que el silencio
de pruebas es un error de juzgamiento y su formalización debe hacerse con fundamento en
el ordinal 2 ) del artículo 313, con denuncia de infracción del artículo 509 ambos del Código
de Procedimiento Civil, doctrina aplicable al caso de autos por haber sido admitido el
recurso de casación en fecha 9 de noviembre de 2015, fecha evidentemente posterior al
cambio jurisprudencial señalado, a saber:
No obstante, la declaratoria de procedencia de la denuncia anterior, esta Sala Civil, en
ejercicio de su misión pedagógica, entiende oportuna la conveniencia de expresar lo siguiente:
En tal sentido, bastaba que se observare el silencio total o parcial con relación a determinada
prueba para que se produjera la demolición del fallo recurrido con la consecuente reposición
al estado de dictar nueva sentencia, independientemente de la importancia o banalidad de la
prueba silenciada en el dispositivo del fallo fulminado de nulidad.
Lógicamente, es fácil comprender que, en esas condiciones, se podía producir una nulidad
innecesaria, desde luego que, era posible que la prueba silenciada en nada pudiera influir para
sentenciar de otra manera, como sucedería si se dejaba de analizar el dicho de un testigo que
declaraba en contra de lo contenido en un instrumento público.
Ahora bien, llama poderosamente la atención de esta Suprema Jurisdicción Civil, que
aunque han transcurrido más de diecisiete (17) años desde aquel cambio de doctrina y,
dieciséis (16) años desde su ampliación, aún se formalicen denuncias en los recursos
extraordinarios de casación en franca contravención a la doctrina diuturna, pacífica,
reiterada y ya de vieja data, relativa a la fundamentación del vicio de silencio de pruebas
como una infracción de ley, al amparo del artículo 313, ordinal 2 ) del Código de
Procedimiento Civil. Este señalamiento cobra importancia, toda vez que las partes ponen en
manos de los profesionales del derecho su confianza y a éstos les corresponde ejercer con
conocimiento su labor profesional.
Al ser desestimadas todas las denuncias del escrito de formalización, el presente recurso de
casación se declarará sin lugar en el dispositivo del fallo. Así se decide.
DECISIÓN
Por haber resultado sin lugar el recurso formalizado, se condena al recurrente al pago de las
costas.
Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Civil, del Tribunal
Supremo de Justicia, en Caracas, a los diecinueve días del mes de julio de dos mil diecisiete.
Años: 207 de la Independencia y 158 de la Federación.
Presidente de la Sala,
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Vicepresidente,
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Magistrado Ponente,
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Magistrada,
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Magistrada,
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La Secretaria Temporal,
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Exp. N AA20-C-2017-000277
La Secretaria Temporal,