Lamarkismo
Lamarkismo
Lamarkismo
Con la Revolución Neolítica, comenzó un larguísimo proceso por el que las sociedades
humanas fueron pasando de una vida nómada y depredadora (caza y recolección) a una
sedentaria y productora (agricultura, ganadería, comercio, artesanía, etc.).
Con la Revolución Industrial, en poco más de dos siglos se produjo la industrialización de las
actividades productivas, que cambió la economía, sociedad e impactó en el medioambiente.
1.3 INGLATERRA:
CUNA DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
La Primera Revolución Industrial dio sus primeros pasos en Inglaterra. A partir de 1750
comenzaron a darse ciertos cambios en la forma de producir, pero la industrialización
completa de la economía inglesa no tuvo lugar hasta el siglo XVIII, cuando se dieron los
primeros síntomas de esta transformación.
La Revolución agraria que estaba experimentando Inglaterra en este mismo siglo fue otro
factor que favoreció el surgimiento de la Revolución Industrial:
La industria textil fue pionera. Las máquinas que funcionaban con energía hidráulica fueron
sustituidas por telares mecánicos (Cartwright, 1785) accionados por máquinas de vapor. La
industria siderúrgica también se transformó debido a la demanda de instrumentos y
maquinaria de hierro, que fue creada por madera de carbón de coque y mejoró producción.
A partir del pensamiento ilustrado desarrollaron una oposición radical al Antiguo Régimen,
sistema feudal de su época que se caracterizaba por el absolutismo político, la sociedad
estamental y una economía agraria basada en el sector primario.
● La igualdad ante la ley de las personas. Todo el mundo debía estar sometido a las
mismas leyes independientemente de su origen social.
● La existencia de derechos individuales inalienables, es decir, que no se pueden
arrebatar. Esta idea, inspirada en la obra de John Locke, significaba que el ser
humano poseía por naturaleza derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad.
Asimismo, implicaba el establecimiento de libertades como la de prensa, imprenta,
cátedra y reunión.
● La división de poderes. En línea con Montesquieu, defendieron que el poder tenía
que estar moderado por derechos individuales y por la división en tres Poderes: el
Ejecutivo, ejercido por el gobierno, el Legislativo, ejercido por el Parlamento, y el
Judicial, en manos de los tribunales. Además, debía darse una separación entre la
Iglesia y el Estado.
● La soberanía reside en la nación. Propugnaron que el pueblo debía gobernarse a sí
mismo a través de sus representantes en el Parlamento, que debían ser elegidos
mediante votaciones. En definitiva, propusieron un poder político representativo.
El triunfo de estos principios significaría que las personas dejarían de ser siervas para
convertirse en ciudadanas.
Frente a las restricciones que imponían privilegios, bienes vinculados, controles de precios y
regulaciones comerciales, y frente a teorías como el mercantilismo y la fisiocracia, los
liberales opinaban que el papel del poder público debía reducirse a la de árbitro de las
relaciones económicas. El Estado no debía intervenir ya que, en el libre mercado la ley de la
oferta y la demanda determinaba qué producir, cuánto y a qué precio.
La monarquía británica organizó a los colonos en trece colonias. Debían pagar impuestos a
la Corona británica, y un gobernador sustentaba la máxima autoridad en cada colonia. Para
todos los demás asuntos, los colonos realizaban asambleas coloniales.
LA GUERRA DE INDEPENDENCIA
Tras la guerra de los Siete Años (1756-1763) entre Gran Bretaña y Francia, los británicos
establecieron un ejército permanente en América y los colonos lo financiaron mediante
nuevos impuestos. Los colonos se rebelaron con el lema «Ningún impuesto sin
representación», ya que no tenían representantes en el Parlamento de Londres.
Como muestra de este malestar, entre todas las ciudades y pueblos franceses se reunieron
más de 25 000 Cuadernos de quejas, en los campesinos exponían sus reivindicaciones.
La convocatoria de los Estados Generales se hizo ante los problemas de la Hacienda Real
para afrontar sus gastos y plantear que los privilegiados pagaran impuestos. El sistema de
votación era de un voto por estamento. El tercer estado exigió un voto por asistente, sin
embargo, el rechazo de la nobleza y del clero provocó la disolución de los Estados
Generales.
Aunque Luis XVI pareció aceptar la situación, contactó con otras monarquías absolutas para
conspirar contra el nuevo régimen, pero fue descubierto y detenido en el palacio de las
Tullerías.
En los meses siguientes los jacobinos se hicieron con el control de la Convención. El rey fue
ejecutado en la guillotina, se organizaron comités para atender a las tareas de gobierno, se
abolió la esclavitud y se aprobaron medidas en favor de las clases bajas.
La Convención elaboró una Constitución que no llegó a ser aprobada. De inspiración
jacobina, preveía una mayor democratización política, mediante el establecimiento del
sufragio universal masculino, y el reparto de la riqueza consagrando el derecho a la
alimentación, a la educación y al trabajo.
Los excesos y la inestabilidad llevaron a los diputados a dar un golpe de Estado en 1794. Se
hicieron con el poder y condenaron a muerte a Robespierre, lo que desencadenó el conocido
como «Terror blanco» contra los jacobinos. La Convención comenzó la elaboración de una
nueva Constitución.
EL DIRECTORIO (1795-1799)
En 1795 se aprobó la nueva Constitución, que fue menos abierta en derechos y libertades. El
nuevo texto legal establecía un poder ejecutivo denominado «Directorio».
EL CONSULADO (1799-1804)
Napoleón Bonaparte, encabezó un golpe de Estado en 1799. Se hizo con el poder y elaboró
otra Constitución ese mismo año. El nuevo texto constitucional estableció un Congreso y un
Senado con muy pocas atribuciones. Napoléon pudo gobernar de forma autoritaria.
Debido a este origen, el Imperio de Napoleón supuso la reforma del Estado nacional francés.
Para ello, se compaginaron algunos triunfos revolucionarios con el retorno al orden
monárquico:
Bonaparte creó un nuevo orden internacional en el que Francia tuviera mucho poder.
Gran Bretaña, fue una gran resistencia para Napoleón, como no lo pudo invadir decretó su
bloqueo continental, ningún barco podía atracar en puertos europeo y la economía británica
sufrió mucho. El ciclo de guerras napoleónicas se puede organizar en dos fases.
GUERRAS NAPOLEÓNICAS:
FASE 1
FASE 2
Las potencias que dirigieron el Congreso y condicionaron sus resultados fueron las grandes
monarquías absolutas, Prusia, Rusia y Austria, y Gran Bretaña, que era una monarquía
parlamentaria.
Además, se incluyó a un representante de Francia. En la reunión se propusieron tres
objetivos fundamentales:
● Restaurar el absolutismo, bajo el nuevo nombre de legitimismo. Los reyes eran los
únicos legitimados por la historia para gobernar. En varios países europeos se
restauraron las antiguas dinastías, como en Francia.
● Crear una coalición, la Santa Alianza, formada por grandes monarquías absolutas de
Europa, Prusia, Rusia, Austria y Francia. La alianza se llevó a cabo mediante nuevos
congresos. En estos plenarios se evaluaron las amenazas que surgieron frente al
legitimismo.
● Recomponer el mapa de Europa.
Se crearon dos nuevos reinos para controlar a Francia. Países Bajos, formado por las
antiguas Provincias Unidas y los Países Bajos Católicos, y el reino de Piamonte-Cerdeña,
Italia, Niza y Saboya.
● El resto del territorio italiano se mantuvo dividido, aunque Austria se hizo con
Lombardía, Venecia y sus regiones balcánicas en la costa adriática.
● Francia perdió Saboya y Niza.
● Dinamarca cede Noruega a Suecia.
● El Sacro Imperio fue sustituido por la Confederación Germánica, una entidad sin
apenas poder real y compuesta por numerosos Estados.
● El este de Europa quedó repartido entre Austria, Rusia y Prusia, lo que significó el
reparto de Polonia.
El ejemplo más claro de la nueva situación estuvo en la propia Francia, donde pervivieron
disposiciones como el Código Civil de Napoleón. Además, Luis XVIII adoptó una Carta
Otorgada por la que el monarca limitaba voluntariamente sus poderes. En este documento
se garantizaron la igualdad ante la ley, la propiedad privada y la tolerancia religiosa. Lo más
importante de la Restauración fue el mantenimiento del orden y la preservación de sus
tronos.
Cuando Napoleón llegó al poder (1799), el nuevo primer ministro español, Godoy, retornó a la
política de alianzas con Francia. Se unieron para imponer el bloqueo continental a Gran
Bretaña. Sin embargo, ésta venció en la batalla de Trafalgar (1805). Dos años más tarde,
Godoy firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau, que permitía la entrada en España
de tropas francesas para atacar a Portugal, aliado de Inglaterra.
El plan de Napoleón no era solo cruzar España para llegar a Portugal, sino hacerse con el
territorio, ocupación que empezó en 1808. Además, convocó a la familia real española en
Francia, donde bajo presión del emperador Fernando VII le devolvió la Corona a su padre, y
este se la cedió a Napoleón, quien designó a su hermano José como monarca de España.
Sin embargo, José I apenas contaba con apoyos entre la población española y, el 2 de mayo
de 1808, el pueblo de Madrid se rebeló de forma espontánea contra las tropas francesas
que ocupaban la capital.
Dado el enorme poder del ejército napoleónico, la Junta Central se vio obligada a aliarse con
el enemigo tradicional de España durante el siglo XVIII, Gran Bretaña, que envió tropas a la
Península. Se sucedieron los enfrentamientos, que se saldaron con el precario dominio
francés del territorio. Los sitios de ciudades como Zaragoza, Gerona o Vitoria fueron
algunos de los sucesos más dramáticos de la guerra de la Independencia.
Finalizada la guerra y muerto Carlos IV, Fernando VII regresó a España en 1814. Fue
magníficamente recibido, como símbolo de la recuperación de la libertad. Sin embargo, el
rey seguía siendo partidario del absolutismo y suprimió la Constitución de 1812 y las leyes
aprobadas por las Cortes gaditanas. Gran parte del ejército le apoyó y los liberales fueron
perseguidos y hubieron de exiliarse.