El Porvenir A La Espalda
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Los mejores das del presidente Hugo Chvez parecen haber quedado atrs.
BORIS MUOZ | GATOPARDO | DICIEMBRE 2011
I. "Uh, ah, Chvez no se va! Uh, ah, Chvez s se va!", grit el hombre mientras atravesaba un
costado de la Plaza Bolvar en el centro de Caracas. Hace cinco aos, en este mismo lugar, que representa para muchos el corazn simblico de Venezuela, ni siquiera los ms desprevenidos espectadores hubieran permanecido indiferentes a consignas de adhesin o repudio al presidente. Llevados por el impulso ciego de la polarizacin, que ha desgarrado a la sociedad venezolana, habran tomado automticamente partido a favor o en contra. Pero esta tarde de principios de noviembre nadie hizo el ms mnimo gesto. Los viejos continuaron en los bancos viendo pasar el tiempo. Los novios siguieron comindose a besos como si fuera la ltima vez. Los padres vieron jugar a sus hijos con una pelota. E incluso los militantes chavistas, uniformados con camisetas rojas, permanecieron conversando sus asuntos sin prestar atencin al hombre que sigui cruzando la plaza mientras gritaba lo que ya se oa como desvaro: "Uh, ah, Chvez no se va! Uh, ah, Chvez s se va! Uh, eh, Chvez ya se fue!". Pese a lo corto de mi visita a Caracas, haba apartado unas horas para visitar el centro. Diez das antes, la noche de mi llegada desde Cambridge, Massachusetts, donde vivo actualmente, asist a una cena en casa de un amigo. Entre los comensales se encontraba un encumbrado funcionario de la alcalda del municipio Libertador, comandada por el alcalde chavista Jorge Rodrguez. Coment lo difcil que era mejorar la calidad de vida en ese municipio del oeste de la ciudad, donde vive cerca de un tercio de la poblacin y que tiene algunas de las barriadas ms populosas. En una redistribucin de competencias, el alcalde haba sido despojado de autoridad para intervenir en problemas cruciales como la seguridad pblica y el transporte. Le pregunt entonces en qu destacaba la gestin del alcalde. "Podemos decir que hemos rescatado
los espacios pblicos para devolvrselos a la gente asegur rotundo. Si no me crees, date una vuelta por el centro para que veas que no lo reconocers". Le ped a mi amiga la poeta Nidia Hernndez que me acompaara. En el trayecto en metro pude comprobar que el hacinamiento que se vive no es una metfora. Ni siquiera en el subterrneo de la ciudad de Mxico haba visto tal nivel de apretujamiento. En el corto viaje record aquello que, en referencia al metro del DF, el cronista postapocalptico Carlos Monsivis calificaba de lgida lucha por el oxgeno y el centmetro. Ciertamente, el centro ha mejorado. Hace cinco aos se encontraba en franca ruina y pareca el escenario de una pelcula apocalptica, atestado por vendedores informales, con paredes cariadas por la suciedad y los grafitis polticos, vitrinas rotas, fachadas desvencijadas, una slida hediondez a orina y heces, en tanto que omnipresentes adictos al crack mendigaban la prxima dosis gesticulando con sus dedos quemados y sus negras encas. Ahora se advierte que las fachadas de los edificios histricos han sido refaccionadas y pintadas de colores llamativos. Los cafs, que haban desaparecido para dar lugar a tugurios de apuestas, han vuelto a algunas esquinas, y con ellos un aire a normalidad y vida urbana. Incluso hay unas sencillas chocolateras donde se vende muy buen chocolate socialista. Lo evidente, en todo caso, es que el trabajo es todava muy elemental para cantar victoria sobre la barbarie que reina en Caracas desde hace dos dcadas. Pero haba ido a la Plaza Bolvar tambin para tomarle la temperatura a la situacin poltica. Trat de sacarle conversacin a algunas personas sin mucho xito. Todas parecan querer evitar que la realidad saboteara el disfrute de su tiempo. Al fin Nidia y yo nos sentamos en un largo banco junto a un grupo de mujeres que conversaban. Tante a la mujer a mi lado. Su nombre era Tibisay Ochoa y haba trabajado en un banco de vivienda durante veinticuatro aos. Dijo estar esperando a su hija, que estaba en clases de catecismo en la iglesia de Santa Capilla, situada en la esquina norte de la plaza. Iba vestida con jeans y camiseta fucsia. Al principio de la conversacin Tibisay se mostr tmida pero receptiva. Para ella, Chvez ha mostrado un gran espritu de lucha desde el anuncio de su enfermedad. "Es bastante dedicado al pas, a pesar de sus cosas. Mi mam, que no es chavista, llor al or la noticia y ahora simpatiza ms con l". Tibisay vive en La Pastora, el sector ms antiguo de Caracas, donde an hay casas de zagun y altos techos de caa brava que datan de la Colonia. Chvez tambin ha significado un cambio positivo en la vida de los pastoreos. "Uno que viene de tiempos atrs ha visto con l progreso e igualdad. Veo en La Pastora que gente que antes no tena oportunidades y educacin ahora las tiene". Tibisay es parte de una familia de once hermanos. "Algunos trabajan en el gobierno sin ser chavistas", aclara. Hace una mencin oblicua a su filiacin poltica. "Ni siquiera soy del otro
lado", dice refirindose a la oposicin. A estas alturas doy por descontando que Tibisay es chavista. Sin embargo, un momento despus de hablar de los logros en educacin dice que lo ms negativo de Chvez ha sido la inseguridad y el alto costo de la vida, "que no perdonan a nadie". A diferencia de mucha gente que he entrevistado sobre la situacin poltica en Venezuela durante la ltima dcada, Tibisay emplea un tono realista, pero sosegado y sereno, para nada militante ni teido de la furia poltica, la rabia contenida o la alegra resentida, que han sido el pan de los venezolanos en los trece aos del gobierno de Chvez. Al escucharla, jurara que llevaba siglos sin hablar con un compatriota de poltica sin esa vehemencia capaz de arruinar celebraciones familiares y acabar con amistades de toda la vida. Cuando comenzamos a desandar el camino hacia el metro, le comento a Nidia que una de las cosas que he sentido durante este viaje con respecto a los tres anteriores de este ao es que ha bajado el nivel de crispacin entre la gente. No s si es resignacin, conformismo o esperanza, le comento. O que estoy viendo el mundo al revs. Nidia suele tener una visin espiritual de la vida que siempre me ha gustado mucho. Le pregunto cmo ve todo ella: "La enfermedad del presidente me dice , ha enfriado las pasiones como si les hubieran echado un cubo de granizo. Unos respiran aliviados, otros contienen el aliento. A los que lo detestan pero no le desean el mal les ha enseado que tambin para l existe la muerte, que existe el fin. l dibujaba lo contrario con su alharaca de estar en el poder hasta 2021 o hasta 2025, que para muchos no era otra cosa que la eternidad". II. UN COMPS SE ABRE Hace cinco aos, Hugo Chvez lleg a la cspide de su poder al ganar las elecciones presidenciales del 3 de diciembre 2006 con 63% de los votos escrutados. Era la culminacin de un ciclo de relegitimacin que se haba iniciado el 14 de abril de 2002, con su casi milagroso retorno a Miraflores despus de un golpe de Estado chapucero, perpetrado por la cpula empresarial y algunos barones de los medios privados de informacin. A fines de aquel ao, Chvez sobrevivi un paro petrolero comandado, esta vez, por la fuerza combinada de la gerencia insubordinada de Petrleos de Venezuela y los mismos empresarios y medios que haban intentado derrocarlo ocho meses antes. Gracias al fuerte apoyo de los militares leales, Chvez super esa nueva prueba. El pas, sin embargo, qued sumido prcticamente en la quiebra. La oposicin vio otra oportunidad de salir de l por la va de un referendo revocatorio que, de ser ganado, lo deslegitimara, obligndolo a renunciar. En aquellos das, una amiga que luego sera ministra me coment que el crculo interno de Chvez le haba recomendado enrgicamente que abortara el referendo, pero que l, desafindolos a todos, les haba jurado aplastar a la oposicin en las urnas. Chvez cre una estrategia a la que llam la Batalla de
Santa Ins, inspirndose en un episodio de la guerra federal de mediados del siglo XIX, en el que el caudillo Ezequiel Zamora, uno de sus hroes, atrajo al enemigo al campo de batalla hacindole creer que hua en desbandada para luego cercarlo y rematarlo en una carnicera sin cuartel. As fue. Chvez sali victorioso con 61% de los votos, un resultado que fue protestado como fraude, pero esta hiptesis nunca fue probada. En marzo de 2007 habl con la historiadora del siglo XX venezolano, Margarita Lpez Maya, sobre la acumulacin de poder de Chvez. Era evidente que, tras ganar en 2006, el presidente haba iniciado una radicalizacin rpida y furiosa para acumular control y poder por todas las vas posibles. Lpez Maya todava era una de las intelectuales cercanas al chavismo, pero ya estaba preocupada por la galopante prdida de pluralismo. De hecho, un furibundo Chvez haba regaado a Lpez Maya por televisin: cambie sus lentes, seora, para que vea que aqu nunca haba habido tanta democracia. La intolerancia del presidente, puesta de manifiesto en las excomuniones televisadas de los antiguos compaeros de viaje, era un psimo anuncio del porvenir de la democracia. Lpez Maya me dijo que Chvez aspiraba a liquidar el pluralismo liberal. Era cierto, pero se equivoc pensando que las luchas soterradas del chavismo crearan una alternativa al caudillo o serviran de influencia moderadora a sus impulsos autocrticos. A lo largo de los aos, Chvez ha devorado a todos aquellos que han pretendido estar a su altura siguiendo un curso ciego hacia el poder absoluto. Al terminar de conversar, Lpez Maya no se mostr pesimista. "La sociedad venezolana cuenta con reservas democrticas para sobrevivir este envin". Muchas cosas pasaron aquel ao, entre otras el cierre del canal Radio Caracas Televisin, el ms antiguo y de ms alcance en el pas. Chvez pareca ciertamente invulnerable e imbatible. Pero su derrota en el referendo consultivo para la reforma constitucional de 2007, en que, entre ms de medio centenar de artculos en debate los electores dijeron NO a la peticin de prolongar el periodo presidencial de seis a siete aos y tambin a la controversial reeleccin indefinida, lo hizo estrellarse contra su propia ambicin. Lpez Maya tena, a fin de cuentas, la razn. Al aceptar su derrota, el indmito Chvez dej, sin embargo, en el aire su famoso comodn: "Por ahora ", como anunci que no aceptara el NO como definitivo. En esta ocasin quise ponerme al da con su opinin sobre cmo haba cambiado el cncer de Chvez el paisaje poltico que haba descrito casi cinco aos antes. "Chvez se ha vuelto terrenal. Hasta hace poco era un titn, con una energa desbocada y desproporcionada, todopoderosa e infinita, que pareca no tener lmites fsicos ni temporales. Hoy todo eso ha quedado en el pasado, lo que permite un gran reajuste en el juego poltico. Ahora todos los competidores son ms o menos humanos. En la medida en que los venezolanos tengamos ms clara la magnitud de su enfermedad, la dimensin humana tendr cada vez ms peso".
Hasta ahora, la enfermedad de Chvez ha sido manejada desde Cuba como un secreto de Estado, mientras los males que afligieron a dignatarios latinoamericanos como Fernando Lugo y Dilma Rousseff y actualmente al ex presidente Lula se han ventilado pblicamente. Ms all de si le quedan dos aos o veinte, el secreto en el caso de Chvez sugiere que se trata de una enfermedad difcil de sobrevivir. Para Lpez Maya, Chvez debe mucho del repunte en popularidad que vive desde junio al manejo meditico que se ha hecho del cncer. "No se sabe si el presidente trabaja una, cinco o doce horas al da. Lo cierto es que su tiempo es administrado milimtricamente en funcin de crear la ilusin de que est trabajando: hace tres llamadas telefnicas, pone tuits, y hace transmisiones en cadena nacional en Al Presidente. Sin embargo, por las declaraciones que da, pareciera no estar tocando tierra totalmente". Lpez Maya se refiere al tono grandilocuente con que el presidente asegura que Venezuela est en ruta al autoabastecimiento agrcola, cuando es justo lo contrario. O a las felicitaciones que ofrece a la ministra de Servicio Penitenciario, Iris Varela, mientras se producen motines y reyertas carcelarias con numerosos heridos y muertos. "Me queda la duda de si est un poco desprendido de la realidad". Nadie en su sano juicio dira que Chvez est acabado. Sin embargo, las alternativas en su camino poltico son cada da ms exiguas. "Cuando gan en 2006 tena dos grandes opciones. l poda haber razonado: Tienes la legitimidad que confiere el apoyo popular y puedes seguir con el proyecto de la democracia participativa descentralizada'. Era el momento de tender puentes, acabar la polarizacin y consolidar el camino del primer gobierno". En otras palabras, Lpez Maya piensa que Chvez pudo profundizar la democracia para convertir gradualmente a Venezuela en una sociedad descentralizada y participativa, e incluso al socialismo, sin divorciarla de las corrientes globales ni aniquilar el pluralismo, como estaba expresado en la Constitucin de 1999. "l no tom esa opcin prosigui la historiadora . Dijo: Ahora que tengo todo el poder, no se trata del proyecto anterior sino del que yo digo'. se es un proyecto centralizador, regido por una sola persona, sin alternancia democrtica ni independencia de poderes pblicos, que ha podido ir avanzando gracias a la concentracin de dinero, poder y popularidad. Pero no hay que olvidar que la reforma constitucional de 2007, que segn Chvez mismo sali de su propio puo y letra, fue rechazada por los electores. Y cuando algo de esa magnitud es rechazado queda herido sin remedio". Pero, por qu era tan decisivo ese voto? En mi opinin, simplemente porque hubiera dado a Chvez la legitimidad de reelegirse indefinidamente. Y aunque lo logr en el Referendo Aprobatorio de la Enmienda Constitucional de febrero de 2009, la forma de lograr la aprobacin de la reeleccin presidencial continua fue extenderla a todos los cargos de eleccin popular. Pero la logr a costa de perder su invicto electoral en 2007, cuando, de paso, despreci la voluntad popular expresada en el NO, calificndola como "una victoria de
mierda". Desde entonces, Chvez est atrapado en un laberinto. En 2008, a consecuencia de la cada de los precios del petrleo, se inici una recesin econmica en la que, pese a la recuperacin del precio, slo ha comenzado a superar este trimestre. El estancamiento econmico, sumado a la terrible inseguridad que se vive a todo nivel, los cortes elctricos en las principales ciudades del interior, la escasez de vivienda y la precarizacin del empleo, han hecho que Chvez pierda parte de su magnetismo. Lo ms grave es que la radicalizacin hoy slo motiva a muy pocos. A lo largo de este ao, los estudios de opinin han mostrado que la gente no quiere ms polarizacin, est cansada de la diatriba incesante contra la riqueza y no cree que las confiscaciones y expropiaciones solucionen sus problemas. Hasta los que apoyan a Chvez y viven de subvenciones directas demandan trabajo formal, en tanto se quejan de la corrupcin y de la dolce vita que ostentan los jerarcas del gobierno. Lpez Maya reflexiona: "Cuando Chvez insiste tanto en radicalizar, me queda la duda de si la propaganda no ha creado para l una realidad virtual o si tiene real capacidad de tocar tierra". Tuve, adems, la oportunidad de reunirme con una corresponsal extranjera que cubri Venezuela durante los ltimos cuatro aos. Haba regresado a Caracas para terminar un libro de crnicas sobre el socialismo del siglo XXI. Le pregunt cmo resuma ella su vivencia: "Creo que la gran frustracin de Chvez es que a pesar de su gran popularidad no ha podido sembrar su proyecto en el corazn de sus seguidores. Quin quiere realmente el socialismo? ste es un pas consumista y eso no ha cambiado con Chvez, sino que se ha acentuado. l lo sabe y le produce gran frustracin. Por eso ha cado en el juego de sobornar a sus seguidores". Pese a lo que les d no los har socialistas, pero si sabe seducirlos puede continuar en el poder. III. CHVEZ FNIX Todo esto es profundamente paradjico. Porque, pese a todo, Chvez contina representando la esperanza de los humildes, que lo ven como una figura protectora que los ayudar a salir adelante. De acuerdo con todas las encuestas crebles, Chvez sufra un declive leve pero sostenido hasta justo antes de la enfermedad. En mi visin, eso se deba al agotamiento de su propuesta y al mal gobierno. El cncer le dio una tregua. Su aprobacin supera en estos das 50%, lo que resulta prodigioso despus de trece aos ejerciendo el poder sin nunca sacarle el cuerpo a la friccin. Ese porcentaje asciende a 60% en los sectores ms humildes, en los que se le percibe como un gobernante experimentado. Pero esos mismos votantes piensan que su vida est igual o peor que hace seis aos. Siguen creyendo que podran mejorar en los prximos dos aos, si Chvez resuelve. Es esto posible con un presidente cuya salud, pese a que l jure estar curado, es un secreto de Estado? La pregunta ms importante es si Chvez puede resurgir de su enfermedad y, pese a su discurso gastado, renovar la ilusin. O si, por el contrario, la oposicin puede llegar a encarnar la esperanza necesaria para que los electores decidan finalmente probar algo nuevo. Para eso
tendran que morder la mano que les ha dado de comer votando por un futuro distinto en las elecciones presidenciales del 7 de octubre de 2012, para muchos la encrucijada en la que se jugar el destino de la revolucin bolivariana. Lo que es evidente es que no se trata del mismo juego de las elecciones de 2006. Entonces la oposicin apenas poda sostenerse en pie despus del periodo autodestructivo 2002-2005. Manuel Rosales, el candidato opositor, fue elegido por un acuerdo interno, labrado a pulso por el veterano poltico de izquierda Teodoro Petkoff, quien declin su propia candidatura para forjar una unidad centrista. Pese a sus exitosas gestiones como alcalde de Maracaibo y gobernador de Zulia, Rosales era identificado como un representante de la vieja poltica, llamada por Chvez la IV Repblica, contra la que el hombre fuerte haba arremetido al refundar la nacin. En la visin de Lpez Maya, 2012 es un escenario bastante nuevo. "Todo indica que los electores tienen el deseo de superar las confrontaciones y la polarizacin con polticos que no sean una referencia directa al pasado medio siglo", alega Lpez Maya. Esto ya se ha empezado a sentir con la competencia por la candidatura unitaria de la oposicin. De los cinco precandidatos, cuatro tienen menos de cuarenta y cinco aos. "No son caras exactamente nuevas, pero es difcil decir que Leopoldo Lpez, Pablo Prez, Mara Corina Machado o Henrique Capriles Radonski son el pasado, por ms que cada uno tenga un pasado". El juego electoral de 2012 ser muy cerrado. Chvez no retroceder en su discurso a menos que sea indispensable. Eso le har muy difcil ofrecer algo distinto. "Salvo la Misin Gran Vivienda, este ao ha lanzado varios nuevos programas sociales que son ms de lo mismo". Pero esto no es tan simple como un asunto de discurso. El presidente ofrece ciento cincuenta mil casas equipadas que otorga por medio de un censo de vivienda. Quiz slo pueda construir treinta mil, pero las familias que las habitarn transmitirn la ilusin de que ms vale tarde que nunca: el presidente les ha cumplido. Sea quien sea, el candidato opositor caminar todo el trayecto hasta las elecciones del 7 de octubre sobre una cuerda floja. Por una parte, deber continuar el paternalismo y el clientelismo de Chvez, sin renunciar a la bsqueda de una sociedad integrada, igualitaria, inclusiva y productiva. Por el otro, tendr que crear una visin creble de un futuro prspero muy diferente al socialismo del siglo XXI, pero tambin al pasado previo a Chvez. sa es una ecuacin compleja. Porque Venezuela es un petroestado. Remplazar el socialismo del siglo XXI implicara un alto grado de compromiso de muchos factores polticos y econmicos en un pas acostumbrado a la molicie por la renta petrolera. Tal vez el comandante no ha logrado sembrar el socialismo en el corazn de los venezolanos. En cambio, ha logrado intensificar una huella preexistente en la cultura nacional: el mito de que los venezolanos se merecen todo y de que el petroestado puede garantizrselo.
IV. UNA NUEVA ESPERANZA Por ahora, no obstante, es claro que los vientos de cambio empiezan a soplar. Unos das antes de mi partida, me sent a tomar un trago solo en la terraza del hotel donde me quedaba. Mientras lo paladeaba, fui sorprendido por un grupo de amigos que andaba de parranda con el escritor colombiano Santiago Gamboa. Un poco ms tarde bajamos todos a su cuarto, donde haba una botella de whisky Ballantine's colocada en una mesa junto a la infinidad de libros que le obsequiaron en su visita. Entre trago y trago nos pusimos a hablar sobre sus impresiones. Miembro de una ilustre estirpe de intelectuales latinoamericanos trashumantes, Gamboa abandon Bogot en 1992, cuando la ciudad se encontraba sitiada por la violencia del narco. Era la cuarta vez que estaba en Caracas, si bien slo en esta ocasin se haba quedado tiempo suficiente para observarla. Elogi la vitalidad de la multitud de pequeos emprendimientos editoriales y culturales. Un trago ms adelante, le ped que compartiera qu conclua sobre la situacin poltica: "El proceso tiene el sol en la espalda. Y eso significa que hay una nueva esperanza", me dijo. Esto puede ser verdad. El 14 de noviembre los precandidatos opositores se reunieron a debatir sus propuestas. En cualquier pas, hubiese sido un evento importante pero normal. En Venezuela, sin embargo, suscit la expectativa de una gran novedad, como si hubiese entrado un viento fresco en una habitacin mucho tiempo cerrada. Aunque yo me encontraba en Cambridge de vuelta, vi el debate por internet. Desde Caracas me contaron que la ciudad estaba callada. Mucha gente se qued en su casa a ver la transmisin. En la vspera, Chvez, en su primera larga cadena nacional desde la enfermedad, le rest total importancia y calific a los precandidatos de "jinetes del Apocalipsis". En Twitter la oposicin celebr el talante civil del encuentro en el que los aspirantes intentaron diferenciarse unos de otros. El custico articulista Ibsen Martnez resumi con lucidez un nuevo espritu de los tiempos que puja por conformarse: "Fue realmente un debate? No; no lo fue, pero result ser algo mucho mejor: una especie de ejercicio coral animado por el gesto y la emocin de una genuina confrontacin democrtica. Algo que hace tres lustros no veamos ni de lejos. No fue un debate porque, en rigor, los candidatos no escrutaron las ideas de cada quien con nimo de hacer valer razonadamente las suyas propias , pero, sin duda, en una Venezuela acostumbrada al monlogo opresivo, ampuloso, ignorantn y desdeoso de las ideas ajenas nica oferta cuartelaria de Hugo , la experiencia fue mucho ms que refrescante: mostr, incluso a los ms desasidos, que la oposicin cuenta con un elenco con profundidad de banca', dira un comentarista de futbol y que, sin que difieran en mucho sus pareceres sobre los tpicos que les fueron
ofrecidos, quien desde ya est en aprietos, no slo oncolgicamente medicamentosos, sino comunicacionales y mediticos, es el Gran Patn, el Enfermo Insustituible". Desde luego que a Chvez no le hizo ninguna gracia el debate. Al da siguiente, en otra maratnica transmisin en cadena nacional, tuvo una de sus tpicas salidas de macho alfa: "[Ms nunca me van a sacar del gobierno. Ahora no me voy en el 2021, sino en el 2031, diez aos ms, y si siguen con su jurungadera me les voy pal' 2041". Qu puede ofrecer la oposicin para contrastar estas bravuconadas? Mucho se avanza con una actitud diferente. Sin embargo, eso no es todo. Un buen amigo, fantico del bisbol y agudo observador de la dinmica poltica, me ha dicho que de acuerdo con sus encuestas personales en el estadio, la oposicin todava no logra alcanzar la velocidad de escape para vencer al chavismo. "Lo que te puedo decir se sintetiza en una frase: la oposicin ha sabido sacarle partida al mal gobierno, pero todava no enamora". Hay otro problema, de acuerdo con otro amigo periodista: "La oposicin no ha hecho una evaluacin seria de la dcada de Chvez, tampoco ha hecho una ruptura real con el periodo de la IV Repblica. Recuerda la consigna chavista: No volvern'. Hasta el sol de hoy, la oposicin no puede decirle al pas que ellos no son lo anterior ni lo traern de nuevo". Teodoro Petkoff, veterano de mil batallas, reconoce que esa ruptura es uno de los principales problemas polticos de la oposicin. A sus ochenta aos sigue siendo uno de los analistas ms lcidos del pas y la conciencia moral de quienes se oponen a Chvez. Fui a su oficina en el diario poltico Tal Cual, donde me recibi con los pies sobre el escritorio, como hace cuando est en confianza para contrarrestar una vieja dolencia de las rodillas. Para Petkoff, el asunto ms importante es construir una unidad slida y preferiblemente inclinada a la centro izquierda. De hecho, aunque no es candidato a ningn cargo, ha recorrido el pas una y otra vez abogando por una oposicin unida. Cuando le pregunto quin representa mejor la unidad que l avizora, dice que es Pablo Prez, actual gobernador del Zulia y precandidato por los partidos de la socialdemocracia, Un Nuevo Tiempo y el histrico Accin Democrtica, a quien Petkoff ve como de centro izquierda. "La lucha es por cinco o seis puntos electorales que separan a Chvez del candidato de la oposicin. Ese candidato no puede ser de derecha o centro derecha, porque es ms difcil que los indecisos le nieguen el respaldo a Chvez por alguien de derecha". Como argumento, recuerda la transicin de Chile de la dictadura de Pinochet a la democracia, a principios de 1990. "Ricardo Lagos haba forjado la Concertacin alianza de los partidos socialistas con los democratacristianos , pero que, personificando a la izquierda, no poda ser su candidato. Tuvo que cederle la oportunidad a los democristianos que estaban ms a la derecha. Si Pablo Prez no es el candidato este pas est jodido". V. SANGRE NUEVA
El primer debate sirvi para recordar a los venezolanos que las buenas maneras y el dilogo de altura son un sustrato tan indispensable al paisaje civilizado como las constituciones y los derechos civiles. Diego Arria, diplomtico de las Naciones Unidas y hombre de el ancien rgime, a quien Chvez humill despojndolo de su pequea hacienda, fue el nico que recurri a la polarizacin, prometiendo llevar a Chvez a la Corte Penal Internacional de la Haya, lo que le gan la simpata instantnea de los opositores ms rabiosos. En teora, los candidatos jvenes tienen perfiles polticos e ideolgicos diferenciados. Henrique Capriles Radonski: progresismo; Leopoldo Lpez: la mejor Venezuela; Mara Corina Machado: capitalismo popular, y Pablo Prez: nuevas oportunidades y futuro seguro para Venezuela. En realidad todos coinciden en impulsar el desarrollo combinando, la plataforma del Estado con la inversin nacional y extranjera y el emprendimiento privado. Todos afirman que para que Venezuela progrese, se haga menos dependiente del petrleo y participe en la globalizacin, necesita educarse, desarrollar la competitividad y crear empleo decente. Pese a su poder y control sobre el Estado, Chvez ha mostrado ser mortal. Eso ha abierto an ms las oportunidades. El candidato ser, por consiguiente, quien capte la empata de la franja de 20% de votantes llamados no alineados que histricamente ha favorecido a Chvez. Pero para ganar necesitar conjugar el descontento, la credibilidad personal y un programa que le d un fuerte empujn a la idea del cambio. Actualmente, todas las encuestas dicen que Henrique Capriles Radonski, gobernador de Miranda, se encuentra en la mejor posicin para lograr la candidatura opositora. Miranda es el segundo estado ms poblado, y forman parte de l tres municipios de Caracas. Se puede decir que es uno de los ms difciles, porque gran parte de su poblacin vive en barrios, algunos de los ms grandes de Amrica Latina, en condiciones deplorables. Hace poco ms de un ao recib una invitacin suya a un almuerzo informal, con su equipo de trabajo, en su oficina en el este de la ciudad. En medio del almuerzo, que consisti en una sencilla comida rabe, le pregunt qu era lo esencial de su gobierno. Me explic que haba iniciado un agresivo programa educativo para dotar de escuelas y maestros a los barrios. "En lo personal, siento que la gente quiere cario y yo les estoy dando cario". El jueves 10 de noviembre habl con l finalmente por Skype. Lo salud preguntndole cul ha sido el impacto del cncer del presidente en los venezolanos. "Solidaridad. La gente le ha mostrado una tremenda solidaridad. Personalmente, tengo la impresin de que el presidente est bastante recuperado. La enfermedad le ha permitido comprar tiempo y que los venezolanos no sean severos con las promesas incumplidas". Es un presidente listo para la batalla electoral? "El presidente hace rato que dej de visitar barrios y pueblos. Llevo cuatro aos recorriendo mi estado como nadie lo haba hecho y sa ha sido una de las razones de nuestro xito".
Cuando le pregunto cmo se diferencia del populismo de Chvez, saca a relucir la gran inversin educativa en Miranda. Sin embargo, est consciente de que slo la educacin no soluciona los problemas. Su idea de un Estado eficiente est inspirada en el Brasil de Lula. "Tenemos un programa llamado Hambre Cero, pero el hambre termina con un empleo decente. Es eso populismo?". Como buen aspirante a un alto cargo de eleccin popular, no es tmido para ensalzarse hablando a travs de un nosotros mayesttico, pero su precandidatura ha logrado calar con un discurso y una imagen sencillos. De hecho, sus expresiones y entonacin son ms parecidas a las de la calle que a la del resto de los candidatos. Sin embargo, por su filiacin al partido conservador Primero Justicia y su proveniencia de una familia de empresarios, una buena parte de la poblacin lo identifica como miembro de la derecha, lo que en lenguaje chavista se expresa como la lite burguesa. Es posible una transicin del chavismo desde la centro derecha? "Lo que pasa es que hay grupos que se creen una lite y representan determinados intereses. Es la gente que cree que los barrios hay que desaparecerlos, y probablemente eso t lo conceptes como derecha". Capriles Radonski cree que la falta de buenos empleos y la inflacin golpean a los venezolanos, incluso ms que la criminalidad desbordada. Esos flagelos representan una debilidad del gobierno que no hay que desaprovechar. "El gobierno podr darte una lavadora o un televisor, pero no te dar un empleo, porque la economa no puede generarlos en los meses que quedan. El sector privado no invertir. Venezuela tiene la ms baja inversin extranjera en la regin". Ms adelante da un giro: "Yo soy ms fuerte entre los no alineados y los simpatizantes del gobierno de lo que son las otras opciones. De hecho, me quieren hacer ver como otro Chvez por populista y estatista. No soy como Chvez. Tengo una gran diferencia conceptual con l. No creo en un modelo estatista, sino en uno progresista Me acusan de que no abrir la economa al mercado. No les hago caso porque mi competencia no es con ellos, sino con el gobierno, para hacerle ver a los venezolanos que con este modelo el pas no va a mejorar". VI. CMO VAMOS A HACER? Desde que se supo del cncer de Chvez, el rumor de cambios inminentes es vox ppuli dentro y fuera de Venezuela. En septiembre estuve en Washington en una reunin de analistas sobre el futuro de Amrica Latina. Desde el balcn seguro de las instituciones regionales, la situacin venezolana se ve con alarma, pero no porque Chvez represente una amenaza para la estabilidad hemisfrica. Por el contrario, muchos elogian la incidencia positiva de iniciativas como Unin de Naciones Sudamericanas (Unasur) el Banco del Sur. Sin embargo, en los pasillos, los ministros comentaban que los presidentes amigos de Chvez que lo han visitado tras la enfermedad le haban recomendado un cambio inmediato de curso,
dicindole incluso que el socialismo del siglo XXI no lo conducir a ninguna parte, sino al colapso. Desde su incorporacin a la escena poltica el 22 de septiembre, luego de finalizar la quimioterapia en La Habana, y hasta los primeros das de noviembre, el maratnico Chvez se haba mantenido de bajo perfil, vistiendo mayormente de civil en sus espordicas apariciones pblicas, en las que se daba a invocar vrgenes y deidades de la santera. Cambi la consigna "Patria, socialismo o muerte!", por "Viviremos y venceremos!". Y baj la intensidad de sus arengas. Esas novedades generaban la impresin de que algo en l se haba apaciguado. Pero el efecto del balde de granizo que, de acuerdo con mi amiga Nidia, trajo la enfermedad, puede haber desaparecido tan de improviso como lleg. Ante la movilizacin de los competidores, Chvez ha tenido que dejar claro que sigue siendo el jefe de la manada. Lo primero que hizo fue sacar del clset el uniforme militar, y con l al hombre fuerte desapacible y capaz de rudezas desproporcionadas. Pero tambin firm leyes fulminantes para las libertades econmicas y la movilidad social: la ley del trabajo, una ley de control de precios, una nueva ley de arrendamiento. Y no dej para despus una reforma temeraria a la Ley de Ejercicio de la Medicina, aprobada sin la debida consulta con los gremios y academias mdicas. Estas medidas perfilan aun ms una sociedad controlada por el Estado lo que he llamado una autocracia electoral y sealan con certeza que ante el repunte de su popularidad en las encuestas, ha decidido volver por sus fueros y apostar todo una vez ms al radicalismo. Ansiados por muchos venezolanos, los cambios que activen la produccin y el trabajo decente, con un gobierno que controle el desastre de la inseguridad, son ms necesarios que nunca, independientemente de quin gane las prximas elecciones. Lpez Maya, quien ha estudiado los movimientos sociales y las protestas en Venezuela, cree que se estn acumulando condiciones de descontento que pueden llevar, dentro de un par de aos, a una crisis social. "Chvez puede ganar en 2012, pero no creo que pueda gobernar hasta . Las condiciones econmicas son muy graves. El pas se sostiene por un barril a ms de cien dlares, pero el endeudamiento crece sin medida hipotecando nuestro futuro. Encima de eso, no hay criterios profesionales de gestin pblica, porque en el gobierno hay un profundo desprecio por la educacin formal y la clase media profesional. Esos ingredientes sumados son explosivos". Otros analistas coinciden en que el pas est siendo hipotecado a acreedores como China. Creen que el bolvar fuerte ser devaluado la tercera vez desde 2005 despus de las elecciones, seguramente a principios de 2013. De aqu a diciembre de 2012, no obstante, se puede prever la danza electoral de los millones con un incremento brutal del gasto pblico de hasta 25%. De hecho, a mediados de noviembre, Chvez anunci con bombos y platillos que la
economa haba crecido 4% en el ltimo trimestre, dejando atrs la recesin de los ltimos tres aos. Un amigo me dijo: "Cmo van a votar contra Chvez si es el nico que puede ofrecerle a los pobres una casa equipada con televisor y nevera, un carro iran comprado sin intereses, educacin gratuita, dinero en efectivo, alimentos por debajo del costo de produccin?". Sin embargo, Chvez no las tiene todas consigo. Como el capitn Garfio, archirrival de Peter Pan, Chvez es perseguido por un cocodrilo desde cuyo vientre se escucha un incesante tictac. Ese saurio que hace tictac representa, por supuesto, tres cosas: el tiempo, la enfermedad y la muerte que no puede conjurar ni dejan de acecharlo. Hay indicaciones muy crebles de que el gran secreto que rodea su enfermedad, cuyo diagnstico nunca ha sido divulgado, es que el cncer que padece es grave y de mal pronstico. Lpez Maya concluy nuestro encuentro de aquel sbado en la maana con una sbita pregunta retrica: "Cuntos aos ms puede aguantar un pas de treinta millones de personas con un Estado que hace todo improvisadamente con un criterio de pulpera?". Su pregunta se qued en m todo el da acompandome por la tarde hasta la Plaza Bolvar. Sentado en el banco junto a Tibisay, escogiendo con cuidado cada palabra para no romper el hechizo de nuestra conversacin, por fin me atrev a preguntarle: Crees que el presidente deba permanecer por un nuevo periodo? "No veo un remplazo todava. Leopoldo no est listo. Mi mam dice que Pablo Pueblo es el hombre. Se ve fuerte fsicamente, pero eso no es suficiente. Y a m no me convence. Sin embargo, creo que Chvez ya cumpli y que hay que dar paso a otro presidente". Al decir esto, Tibisay se despidi diciendo que ya haba terminado la hora de catecismo y deba recoger a su hija.