Heno Medigas Que No
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Con los libros de esta colecci�n, mayores y peque�os podr�n compartir un viaje de
aventuras a trav�s de esas historias de si
AGUS Y LOS MONSTRUOS
CUENTOS INFANTILES
CUENTOS PARA BEB�S
FERIA DEL LIBRO
LIBROS PARA EMBARAZADAS
Troquelados cl�sicos
El pastor mentiroso
Con los libros de esta colecci�n, mayores y peque�os podr�n compartir un viaje de
aventuras a trav�s de esas historias de siempre que no han perdido vigencia y que
conservan, a pesar del paso del tiempo, el encanto de los relatos cl�sicos.
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�Bienvenida, Maisy!
septiembre 12, 2024
palabras clave:
Filosofia con ni�os, pinocho, educaci�n no formal.
Abstract:
The Adventures of Pinocchio is one of those few stories that has not only stood the
test of time, but has become part of the culture and, 139 years later, continues to
be recreated in literary, cinematographic, theatrical, plastic and even pedagogical
versions. In this article we try to address some of the silences that Disney
imposed on an important part of the story, leaving out, for example, the issue of
poverty. Today we ask ourselves if a cultural product such as The Adventures of
Pinocchio can trigger conversations and reflections with today's children, and if
the school can appropriate this material to philosophize with students and even
with adults. Why in a world of evildoers who steal, cheat, cook, sell or hang
children, is the reproachful gaze fixed on a child who tells lies? What experiences
does a child have to go through to see himself as "bad"? What are the risks of
classification, on the other hand, so necessary in knowledge? Although we start
from an experience carried out in a school in Mexico City, the analysis presented
here is mainly concerned with the link between reading(s) and philosophical
reflection in this story.
keywords:
Philosophy with children, pinocchio, non-formal education.
Resumo:
As Aventuras de Pin�quio � um dos poucos contos de fadas que n�o apenas resistiu ao
teste do tempo, como tamb�m se tornou parte da cultura e, 139 anos depois, continua
a ser recriado em vers�es liter�rias, cinematogr�ficas, teatrais, pl�sticas e at�
mesmo pedag�gicas. Neste artigo, tentamos abordar alguns dos sil�ncios que a Disney
imp�s a uma parte importante da hist�ria, deixando de fora, por exemplo, a quest�o
da pobreza. Atualmente, nos perguntamos se um produto cultural como As Aventuras de
Pin�quio pode desencadear conversas e reflex�es com as crian�as de hoje, e se as
escolas podem se apropriar desse material para filosofar n�o s� com os alunos, mas
tamb�m com os adultos. Por que, em um mundo de malfeitores que roubam, trapaceiam,
cozinham, vendem ou enforcam crian�as, o olhar de reprova��o se volta para uma
crian�a que conta mentiras? Por quais experi�ncias uma crian�a precisa passar para
enxergar a si mesma como �m�? Quais s�o os riscos da classifica��o, por outro lado,
t�o necess�ria no conhecimento? Embora partamos de uma experi�ncia realizada em uma
escola na Cidade do M�xico, a an�lise apresentada aqui se preocupa principalmente
com o v�nculo entre a(s) leitura(s) e a reflex�o filos�fica nessa hist�ria.
palavras-chave:
Filosofia com crian�as, pin�quio, educa��o n�o formal.
des-clasificar a pinocho
Los libros mencionados reflejan una Italia empobrecida, pero Collodi elige el humor
y la iron�a para introducirnos en ella, como lo muestra la descripci�n de la casa
de Geppetto: �En la pared del fondo se ve�a un hogar con el fuego encendido; pero
el fuego estaba pintado y junto al fuego aparec�a dibujada una olla que herv�a
alegremente y arrojaba una nube de humo que parec�a de verdad� (Collodi, 2020, p.
12). El mundo de Pinocho es un lugar miserable y hostil, pero el autor lo conoce
bien y no cae en estereotipos. Nos habla, por ejemplo, de una familia con una buena
situaci�n econ�mica, donde �el m�s rico de todos ped�a limosna�.
El car�cter irreverente del personaje convoca a una lectura divertida, pero tambi�n
genera una avalancha de preguntas, por lo que quisimos convertirlo en un pretexto
para pensar, para filosofar con los ni�os de primaria y secundaria de una escuela
privada de la Ciudad de M�xico5. Han pasado muchos a�os de aquella experiencia y,
sin embargo, la pel�cula Pinocho de Guillermo del Toro nos hizo volver sobre ella.
Nuestra lectura fue distinta a las anteriores; si bien no nos despert� las
emociones de la primera vez, fue m�s minuciosa, descubri� maravillas que nos hab�an
pasado inadvertidas y se fue enriqueciendo con las reflexiones de los docentes y
alumnos con los cuales tuvimos la suerte de trabajar. En este art�culo, nuestro
objetivo es dar cuenta de c�mo es posible utilizar los productos culturales -
espec�ficamente Las aventuras de Pinocho- como aliados de la educaci�n, con el fin
de despertar en los ni�os, los maestros y los padres, dudas e inquietudes respecto
a su entorno, a sus relaciones, a la vida cotidiana. Que descubran c�mo sus
preocupaciones los inscriben en una cultura que les da respuestas que ellos, a su
vez, pueden convertir en nuevas interrogantes para elaborar sus propias respuestas.
1. un objeto de vida
�Para qu� se escriben cuentos infantiles, �para educar?, �para entretener?, �para
pensar?, �para vender?, �para que los autores se liberen de sus fantasmas? �Alguno
los escribir� buscando un intercambio, un di�logo con las infancias y con el ni�o
que �l sigue siendo? Son pocos los libros infantiles que trascienden, aunque en
algunos casos, como �ste, lo que mantiene vivo a Pinocho en la mente de las
generaciones actuales es la versi�n m�s simplista -la pel�cula de Disney- que
constituye un producto de consumo masivo. Simplificar significa, de acuerdo con la
RAE, volver algo m�s sencillo6, acto que coloca al otro -el interlocutor, el
lector- en un lugar de incapacidad, de minor�a de edad. En la pel�cula mencionada
fueron seleccionadas algunas escenas y otras, modificadas. La historia se centra en
la mentira y olvida elementos mucho m�s presentes en la original, como la pobreza.
Un solo dato para mostrar esto �ltimo: la palabra �hambre� aparece 32 veces en el
cuento. Una sola cita lo ilustra:
Las aventuras de Pinocho7 -novela o cuento- no nace como libro, sino como una
columna, Historia de una marioneta, que aparec�a con cierta regularidad en el
Giornale per bambini, diario infantil de corta vida creado en 1880. La nota que
envi� al editor -�Ah� te mando esa chiquillada, haz con ella lo que te parezca
pero, si la publicas, p�gamela bien, para que me entren las ganas de proseguirla�
(Rubio, 2009, p. 9)- sugiere que uno de los motivos de Collodi para enfrascarse en
esta aventura era el econ�mico.
La protesta de los lectores nos muestra c�mo, en su momento, este texto maravill�
tanto a los ni�os como a los adultos, a aquellos que aceptan entrar en el juego y
divertirse. No es un cuento para dormir, ni para formar, en el sentido de
implantar, de trabajar para que alguien deje de ser lo que es y sea lo que otro
quiere que �l sea (Kohan, 2000, p. 17). Las aventuras de Pinocho es una historia
compleja en la que conviven las contradicciones de los seres humanos, sus
desventuras y sus esperanzas. Es una historia para disfrutar y tambi�n para pensar
que muestra c�mo la literatura y la filosof�a se cruzan.9
Nuestra lectura de esta obra est� contaminada y enriquecida por m�s de 80 a�os10 de
pel�culas, teatro, juegos de mesa, postales, res�menes y versiones: algunas de
ellas anestesian nuestra mirada y nos llevan a rechazar la obra por �infantil�. Sin
embargo, este es uno de esos libros que se resisten al olvido y con el tiempo se
convierten en cl�sicos. Es el segundo libro m�s vendido en el mundo despu�s de La
Biblia (West, 2002) y el primero que leen los italianos despu�s del abecedario. A
m�s de 130 a�os de su publicaci�n aparecen nuevas pel�culas, novelas gr�ficas y
an�lisis. �Cu�l es la clave de su longevidad? Para Calvino, una de las
caracter�sticas fundamentales de este libro es �ofrecerse a la perpetua
colaboraci�n del lector para que lo analice y lo glose, para que lo desmonte y lo
vuelva a montar� y su secreto reside �. . . en la necesidad interna de su ritmo, de
su sintaxis de im�genes y metamorfosis, que determina que un episodio tenga que
seguir a otro en concatenaci�n propulsora� (1982, P. 12). La historia de la
marioneta lleva a los lectores a filosofar, pues tiene la virtud de no ser
indiscutible, y ninguna interpretaci�n es la �correcta�. Es, para usar los t�rminos
de Rodari, un �juguete hecho de palabras�:
Las aventuras de Pinocho es un buen ejemplo de los libros a los que alude Rodari11,
por las muchas preguntas que (nos) detona acerca de la vida: �trata de un ni�o que
miente?, �del deseo de un anciano por tener un hijo o de la tristeza por haberlo
perdido, como sugiere Guillermo del Toro?, �de un ni�o travieso e irresponsable que
logra redimirse y convertirse en humano? �de la oposici�n entre las reglas y el
deseo?
Uno podr�a estar tentado a pensar que es un libro moralizante: una historia sobre
un ni�o al que le va mal en la vida por mentiroso e ingrato y por no escuchar
consejos. Cuando el grillo parlante quiere prevenirlo, �l lo ignora; cuando le dice
que le tiene l�stima porque tiene la cabeza de madera, le avienta un mazo que lo
aplasta. Esta lectura superficial no da cuenta de la relaci�n particular entre el
narrador y el protagonista: lo presenta como un peque�o granuja que no obedece, no
cumple y cae en todas las tentaciones, como nosotros� Posee todas las man�as de la
infancia -todos los peque�os ego�smos- y todas sus cualidades:
�Qu� podemos decir de Pinocho? Que es un ni�o sin padres, arrojado al mundo
pr�cticamente sin ninguna gu�a; el carpintero lo construye y lo manda afuera sin
ninguna herramienta (Meirieu, 2010, p. 35). �Y de Geppetto? Un viejo pobre, que
quiere conseguir dinero para viajar por el mundo y ganarse un mendrugo de pan y un
vaso de vino. Cuando su amigo Cerezo le habla del le�o parlante, lo que lo mueve a
fabricar una marioneta no es un sentimiento de paternidad, sino el deseo de salir
de la pobreza. Sin embargo, ya que lo fabrica, intenta convertirlo en un ni�o
decente, es decir, productivo.
Apenas terminada, la marioneta huye y Geppetto sale a buscarla; sacrifica sus pocos
haberes para comprarle una chaqueta y un abecedario, incluso lo llama �hijo�.
Comete un error, que el narrador comenta de pasada: olvida esculpirle unas orejas.
�Ser� esta una de las causas de que Pinocho no obedezca y no atienda consejos?
Este cuento contiene todos los elementos de una pedagog�a moralizadora, pero est�n
subvertidos: Pinocho es un ni�o que no se deja educar, no va a la escuela, cae en
todas las tentaciones, es impulsivo, promete y no cumple, pero posee cualidades y
cuenta con nuestra simpat�a. Estas caracter�sticas lo convirtieron en una buena
opci�n para nuestro trabajo de filosof�a con infancias.12 Para averiguar si cumpl�a
con los requisitos, realizamos una lectura en clave infantil, con el fin de
determinar si podr�a generar en los lectores preguntas nuevas, asociaciones
sorpresivas, problemas que nunca lo hab�an sido y que aparecen en sus vidas de
manera inesperada. No cualquier relato pasa la prueba: tiene que ser una historia
atractiva, personajes con los cuales puedan identificarse los lectores, situaciones
extrapolables a sus propias vidas, cuestionamientos que desestabilicen sus
creencias. La literatura no solo atraviesa nuestra raz�n, sino tambi�n los afectos�
y provoca lecturas opuestas; sin duda este es el caso de Pinocho13. Al analizar su
potencial en la educaci�n, Meirieu plantea que
Los ni�os se sienten convocados por esta marioneta que, al igual que ellos, sabe lo
que los dem�s esperan de ella, pero tambi�n experimenta la tentaci�n de resistir,
de alejarse de esa expectativa y hacer lo que realmente quiere. El dilema se resume
en una pregunta: ��Dar gusto al otro o d�rselo a uno mismo?� (Meirieu, 2010, p.
38)14, dilema que todos enfrentamos. Convertir a Pinocho en ellos mismos o
convertirse ellos en Pinocho por un rato supone, de alguna manera, vivir otra vida
y hacerlo con la distancia necesaria para que no les duela. El hecho de que este
texto permita m�ltiples lecturas impide que el adulto se apropie de �l e imponga su
propia visi�n.
Si bien esta propuesta permite que los ni�os piensen por s� mismos y desarrollen
capacidades reflexivas, coincidimos con Kohan en que
La filosof�a es una forma de encuentro para preguntar juntos lo que nos interesa,
para pensar modos diferentes de responder esas preguntas, para compartir un espacio
que nos ayude a pensar lo que parece imposible pensar. Hacemos filosof�a sintiendo,
con el cuerpo, con la vida, enteramente (Kohan, 2015).
Se trata de filosofar para construir(se), para ser. Las aventuras de Pinocho nos
plantea preguntas y situaciones que nos hacen dudar de las respuestas autom�ticas,
de los clich�s, de los prejuicios. La exposici�n �Las fantas�as de Pinocho�
interpel� tambi�n a los adultos porque provoca un pensar involuntario, una ruptura
con el sentido com�n que los devuelve a la infancia entendida no como
infantilizaci�n, sino como un acontecimiento que permite abrirse a lo nuevo, a la
creaci�n, a lo imprevisto. Para utilizar la categor�a de Deleuze y Guattari:
�devenir ni�o� (Martins, 2021, p. 137). Fue emocionante ver a padres y maestros
entrar al mundo del cuento e inquietarse con algunas de las preguntas15:
Cuando Pinocho, reci�n fabricado, le dice a Geppetto que va a ser un buen ni�o,
�sabe lo que es ser un buen ni�o? Y nosotros �lo sabemos? �Nos referimos con esa
expresi�n a un ni�o obediente? �Y los ni�os a los que no les ense�an a obedecer
son, por ello, malos? �De d�nde nos viene esa certeza? �Qu� opinan los aludidos
sobre esto? �Se han apropiado de forma acr�tica de dicha barbaridad? No lo sabemos,
por ello conviene pregunt�rselos.
Al proponer esta novela para reflexionar filos�ficamente con los ni�os, nuestro
objetivo no va por el lado de la explicaci�n -existen un sinn�mero de ellas- porque
esta, sostiene Ranci�re, funciona como dispositivo de inferiorizaci�n: �Lleva a una
visi�n del mundo seg�n la cual nadie puede aprender si no hay alguien que sepa para
explicar lo que hay que saber� (Ranci�re, 2023). Nuestra postura es cercana a
Larrosa (2003), cuando afirma que
Los ni�os pueden leer solos este libro, pero los educadores podemos ser una gu�a no
a lo largo del texto, sino a trav�s de este. Detenerlos en ciertas situaciones que
los lleven a plantearse interrogantes por primera vez, a alterar algunas de sus
creencias, a defender sus posturas con argumentos v�lidos. Esto se logra formulando
cuestionamientos capaces de generar m�s preguntas y problemas en los lectores,
porque quien las plantea desconoce la respuesta. Preguntas que llevan a mirar lo
existente desde una perspectiva cr�tica orientada al compromiso. La invitaci�n al
otro es, entonces, a pensar juntos, a construir; es ayudar a que nazca una palabra
propia, un acontecimiento. Aceptamos el reto que plantea Manguel:
No s� si la escuela puede ense�arle no s�lo a entender lo que dice una p�gina, sino
a obligar a esa p�gina a revelar verdades ocultas entre los renglones, ense�arle no
s�lo a respetar y a obedecer lo escrito, sino a rebelarse contra �l, a discutirlo,
a subvertirlo, a obligarlo a renovarse (2003).
�Pinocho es un mentiroso?
Este tema atrae mucho a los ni�os, probablemente porque se les repite sin cesar que
no digan mentiras, sin analizar los vericuetos de este pacto social que posibilita
confiar en otros. Abrir el tema a la discusi�n les permite abrir una brecha entre
mentira y culpa; llevarlo al plano �tico implica distinguir las mentiras piadosas,
las que no hacen da�o y las que perjudican a otros. Las de Pinocho, en realidad,
solo lo perjudican a �l.
En un momento dado, Pinocho acepta su error: �Siempre quiero hacer las cosas a mi
modo, sin atender a los que me aprecian y tienen mil veces m�s sentido com�n que
yo�� (Collodi, 2020, p. 84). Aceptemos, pues, que la confianza en el juicio de
quienes nos quieren inclina la balanza a favor de sus consejos. Pero no siempre:
mientras est�n felices en el Pa�s de los juguetes, Larguirucho le dice a Pinocho:
�Si hoy est�s libre del fastidio de libros y de la escuela, me lo debes a m�, a mis
consejos, a mis apremios, �no crees? S�lo los aut�nticos amigos hacemos favores
como este.� (Collodi, 2020, p. 150). El favor recibido casi le cuesta la vida a
Pinocho; sin embargo, Larguirucho es sincero, no podr�amos acusarlo de querer un
mal para su compa�ero. Surgen entonces preguntas como las siguientes: �Basta con
confiar en las personas que nos aconsejan o tambi�n es necesario analizar las
posibles consecuencias de dicha conducta? Cuando alguien nos malaconseja, �nos
damos cuenta? �Por qu� a veces no seguimos consejos que nos parecen sensatos? Ser�a
f�cil regirnos por una regla, pero seguir o ignorar consejos de otros es una opci�n
que nos obliga a decidir cada vez y saber por qu� lo hacemos.
Esta escena nos permiti� discutir con los ni�os varias cuestiones, por ejemplo: si
las monedas eran para Geppetto, �Pinocho puede arriesgarlas? �C�mo saber en qui�n
podemos confiar? Por otro lado, si bien es evidente que la Zorra y el Gato son
responsables de enga�ar a Pinocho, tambi�n nos preguntamos de qu� es responsable
�l. �Qui�n decide de qu� es responsable cada uno? Pinocho cae en el enga�o por
ambicioso pero tambi�n por ingenuo, y no sabemos si esta �ltima caracter�stica lo
disculpa o si es un defecto que debe superar. Quiz�s su negativa a escuchar
consejos lo vuelve m�s vulnerable: siempre conf�a en las personas que le ofrecen lo
que �l desea. Cuando el Grillo Parlante le aconseja que vuelva a casa con las
monedas y le advierte: �No te f�es, hijo m�o, de aquellos que prometen hacerte rico
de la ma�ana a la noche. . . Hazme caso, regresa�. La respuesta de Pinocho es: �Yo
en cambio, quiero seguir adelante� (Collodi, 2020, p. 53). Pero luego se
arrepiente.
En repetidas ocasiones, Pinocho promete ser un buen ni�o; les preguntamos a los
alumnos si consideran que �l cree que podr� cumplir su promesa o si est� mintiendo.
De ah�, pasamos al siguiente cuestionamiento: �Por qu� a veces no cumplimos las
promesas? �Cu�les son las consecuencias? Estas preguntas derivan en conversaciones
importantes, por ejemplo: �qu� sucede cuando se vuelve imposible cumplir una
promesa? �Cu�l es la responsabilidad que asumimos cuando prometemos? Con los
adultos, estas discusiones nos llevan a otra pregunta: �Prometer se refiere a la
intenci�n de quien promete o a la convicci�n de que el futuro es previsible y
controlable?
- �Es que no lo soy? - Los ni�os formales son obedientes y t�, en cambio� - Yo no
obedezco nunca. - Los ni�os formales se aficionan a estudiar y a trabajar y t�, en
cambio� - Yo, en cambio, haraganeo y vagabundeo todo el a�o. - Los ni�os formales
dicen siempre la verdad. - Y yo, siempre mentiras. - Los ni�os formales van de
buena gana a la escuela. - Y a m� la escuela me da dolor de cabeza (Collodi, 2020,
p.109).
Pinocho logra su objetivo -�ser� suyo?- renunciando a sus deseos e inclinaciones:
se convierte en un ni�o �bueno� y en alumno responsable. Sin embargo, esa conducta
no es celebrada por todos, sus compa�eros se burlan de �l y le reclaman:
Un tema interesante. Pero Pinocho sabe a qui�n quiere complacer, por lo que trabaja
para mantener a Geppetto e incluso le manda dinero al Hada Azul que lo enga�a
haci�ndole creer que est� enferma. El premio a sus esfuerzos es dejar de ser una
marioneta para despertar como ni�o �de carne y hueso�.
e) La tentaci�n de clasificar
Cu�n tentador es el af�n de distribuir el mundo entero seg�n un c�digo �nico: una
ley universal regir�a el conjunto de los fen�menos: dos hemisferios, cinco
continentes, masculino y femenino, animal y vegetal, singular plural, derecha
izquierda, cuatro estaciones, cinco sentidos, cinco vocales, siete d�as, doce
meses, veintinueve letras. Lamentablemente no funciona, nunca funcion�, nunca
funcionar� (Perec, 1986).
Una tentaci�n constante a lo largo de la novela es poner en pr�ctica eso que se nos
da tan bien: clasificar, un ejercicio que nos permite dar al mundo una suerte de
coherencia y la ilusi�n de que lo controlamos. A medida que avanzamos en la
lectura, surge, casi de manera clandestina, la tentaci�n de colgarle a la marioneta
un adjetivo que lo incluya en una categor�a conocida. �Es Pinocho travieso,
generoso, valiente, irresponsable, curioso, necio, desobediente, ingenuo,
mentiroso, solidario�? La consecuencia de encasillar a un individuo en una
categor�a fija es el bloqueo de su libertad y de sus posibilidades, tal como lo
plantea el efecto Pigmali�n. Clasificamos para entender con ayuda de nuestros
conceptos previos, pero Meirieu18 nos advierte: si dicha clasificaci�n no es
provisoria, susceptible de ser modificada a partir de las acciones y decisiones de
un individuo, terminamos cosific�ndolo; es decir, convirti�ndolo en un objeto que
no puede modificarse a s� mismo (2020, p. 166). Ponerle una etiqueta a Pinocho es
fijarlo en una de sus caracter�sticas o de sus conductas, desechando todas las
dem�s.
En muchos pasajes Pinocho es pedante e irresponsable, pero hay ciertas escenas que
destacan su solidaridad, como cuando Comefuego, el titiritero, lo libera y pretende
usar como le�a, en su lugar, a Arlequ�n: �En este caso ya s� cu�l es mi deber.
�Adelante, se�ores gendarmes! Am�rrenme y �chenme al fuego. No, no es justo que el
pobre Arlequ�n, mi amigo del alma, tenga que morir por m� (Collodi, 2020, p. 42).
Tambi�n veremos que salva a Alidoro de ahogarse y que es leal al hombre que,
despu�s de encadenarlo, lo convierte en perro guardi�n de sus gallinas� Quiz�s el
momento en que muestra mayor generosidad y responsabilidad sea cuando, con gran
riesgo de ahogarse, decide salir del tibur�n19 y llevar a Geppetto sobre su espalda
hasta la playa. Su actitud valiente inspira al at�n -que ya estaba resignado a
morir- a salir del tibur�n, por lo que, en agradecimiento, los llevar� hasta la
playa.
Cuando trabajamos con los ni�os (y los adultos) propusimos un ejercicio: a lo largo
del libro que utilizamos (Charabati, 2004), fuimos poniendo las etiquetas que
supusimos m�s recurrentes para calificar a los personajes. Les pedimos que
describieran a Pinocho con una sola etiqueta y les preguntamos si una persona puede
ser irresponsable y generosa, necia y solidaria; si todas esas etiquetas
corresponden a Pinocho como ni�o o solo reflejan determinados aspectos de su
personalidad o momentos de su vida. Este ejercicio deriv� en una conversaci�n
acerca de si las personas podemos ser y comportarnos de maneras muy distintas. Con
los adultos, nos llev� al tema de la identidad: �Qui�nes somos?, �la suma de todos
los instantes de nuestra vida o un producto acabado, que podemos definir?, �somos
un producto de las circunstancias? �Qu� papel juega la voluntad en la construcci�n
de la identidad?
Si bien Pinocho parece compartir con su creador algunos rasgos de car�cter, estos
son m�s comunes de lo que confesamos. Es dif�cil pensar en un ni�o que no ha
mentido, no ha prometido sin cumplir, no se ha dejado llevar por sus impulsos, no
se ha arriesgado, no ha ignorado los consejos de sus padres o de alguna otra
autoridad. Ya Croce lo declar� en su momento �El tronco en el que ha sido esculpido
Pinocho es la humanidad� (Porras, 1992) En otras palabras, m�s que preocuparnos de
si esta novela narra la historia de un ni�o �malo� o �bueno� o �malo que se vuelve
bueno�, deber�amos reconocerla como una obra maestra, que retrata la condici�n
humana.
Las aventuras de Pinocho nos permiti� vivir dos experiencias �nicas: la lectura de
la obra y la interacci�n con los ni�os, los maestros y otros adultos. Siguiendo a
Larrosa, la experiencia es lo que nos pasa (2003, p. 28) pero, afirma, esto no
sucede siempre que leemos, pues �la experiencia de la lectura es un acontecimiento
que tiene lugar en raras ocasiones� (p. 39) y no se puede prever.
En nuestro caso, leer esta historia deliciosa -nuestra primera novela- en distintas
etapas de la vida, deriv� en un ejercicio de reflexi�n y autocr�tica, pues cada
lectura interpel� las anteriores, las confront�, crey� superarlas, para finalmente
descubrir que todas conviven: Pinocho es el ni�o que se porta mal, el ni�o
impulsivo que al final madura y tambi�n el ser humano que nos representa a todos,
con flaquezas y virtudes, momentos vergonzosos y decisiones acertadas. Es, sobre
todo, un texto que nos sacude con las interrogantes que provoca. Esta �sacudida�
era la que quer�amos provocar en los ni�os.
La lectura fue solo el primer paso: trabajar con Pinocho y otras obras literarias21
nos oblig� a realizar investigaciones sobre la creaci�n de estas obras y su
utilizaci�n por medios como el cine, el teatro, la televisi�n, pues estas son las
versiones que conocen los ni�os. Esta informaci�n y los distintos abordajes nos
permitieron descubrir su gran potencial, ya que articulan dos maneras
complementarias de acercarse a la realidad y problematizarla: la literatura y la
filosof�a. No deber�amos desperdiciar la oportunidad de acercar a los ni�os a las
obras cl�sicas. Al invitar a los alumnos a discutir las preguntas que nos hab�a
generado la lectura, pasaron de espectadores a protagonistas de las situaciones
referidas. Hablaron de sus propias experiencias y escucharon las de los dem�s.
Tambi�n se convirtieron en �preguntadores�, tomando el papel que en un principio
estaba pensado para el maestro.
Cuando hablo de los adultos, debo separarlos en dos grupos distintos. El primero es
el de los maestros que se involucraron porque m�s adelante abordar�an el material
con sus alumnos: empezaron planteando preguntas metodol�gicas, pero la mayor�a
termin� aportando sus reflexiones y sus experiencias escolares. El segundo grupo22
lo constituyen personas que voluntariamente asistieron a la exposici�n de Las
fantas�as de Pinocho: personal administrativo y de mantenimiento del colegio,
profesores de otras escuelas, padres y visitantes en general. Al principio, pon�an
distancia frente a las situaciones que les ofrec�a el cuento: iban a divertirse con
un cuento infantil. A medida que la lectura propiciaba cuestionamientos,
participaban en el debate con opiniones y preguntas. En estos grupos, fueron pocos
los que hablaron de sus experiencias, m�s bien se plantearon algunas preguntas
propias de los seres humanos, dudas sobre la cultura que hemos construido y en la
que nos hemos formado, preguntas que probablemente hayamos formulado alguna vez,
para luego desecharlas por falta de respuestas.
Este trabajo tan motivador con ni�os y con adultos nos permiti� �poner una
experiencia junto a otra experiencia� (Larrosa, 2003, p. 45). No hubo
explicaciones, sino una lectura compartida de ciertos fragmentos, alguna
informaci�n sobre el contexto y, sobre todo, preguntas. Las de ellos, las nuestras
y las que nacieron del intercambio.
bibliograf�a
HAZARD, P. (1989). Los libros, los ni�os y los hombres. La Habana , Cuba: Gente
Nueva.
MEIRIEU, Ph. (2020). Pedagog�a: el deber de resistir (10 a�os despu�s). Nueva
edici�n revisada y aumentada. Ecuador: UNIPE.
PEREC, G. (1986). Pensar, clasificar. Trad. Carlos Gardini. Barcelona: Gedisa. pp.
108-126.
Notas
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