Cuento A Salto de Canguro
Cuento A Salto de Canguro
Cuento A Salto de Canguro
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daron empapados por culpa de B · vaga-.
de·ar que sigas
,
¡Como . , entonces!
se enojo urnbuk·11 ue te voy a ~ d se viene conrru-
_ .crees q No señor, uste situación. Se
--Chiquillo torpe, ¿por qué no llJiras d . c.
ndean do? ta que a clare su
de pisas? ¡Estoy hecha una sopa! ºn-
bU a casa hastura jovencito. b" , al ómnibus
-Fue sin querer, señora. DiscúlpellJe. go aven ' - ra su 10 .
-¡Tus disculpas no me secan! . ndo esto, la senollevando a Bu mbuki
acabÓ. su
D1c1\aba de llegar,
-Y. .. No me disculpe ...
ue aca . hizo en
-¡Maleducado! ¡Se piden disculpas cuan. q . 1 rastra- el viaje, que e
1 cangunto
,.
casi a a
do uno hace algo incorrecto! Durante·1 nCio, . ella le conto.
En este momento de la charla, Bumbuk; P
com ue _
le to s1 ela Senora Maissen. •·
era
ya no sabía qué decir. Se le ocurrió enton-
-q
-que VlVI· ,a sola.. • . nda dond e trabajaba
ces estirar su hociquito, en fonna de tubo, tenía una ne
-que .
y soplar con fuerza sobre la señora. Pensaba d
que de ese modo podría secarla y calmar su d las tar es.·· buela su "casia-
to as casi podía ser su a . debía tenerle
enojo. ¡Para qué! La señora se puso peor. -que Bumbuqm
-¿Te estás burlando de mí, insolente? huela"' por lo que ué le pasaba.
y contarle q , lo cuando llega-
Claro, ¿qué se puede esperar de un niño confianza
y por fin pudo contarse
que anda solo por la calle a estas horas?
Ni hizo fulta que Bumbuki le explicara ron a la casa. r se elevaba has~ el1
Mi tras el ascenso . , Bumbuki e
nada. La señora se preguntaba y se contestaba. den e n el que ella VIVIa,..
El <:angurito se dio cuenta de que era mejor no piso oce al a mennnta.
dijo la verdad ... y gun
interrumpirla hasta que se le pasar;¡ el enojo.
LA VERDAD: uki
-¿Dónde vives? Seguro que te escapaste
de tu casa luego de una travesura. Tienes mie- -Me llamo Bumb . ·udad.
do al castigo de tu padre. -Estoy solito en esta ~ asa
, de m1 e ·
-¿Te parece gracioso empapar a una vie- -No me escape - ra buenísima.
ja como yo? ¡Malcriado! ¡Ni a los ancianos -Usted es una seno ha traído a su casa.
respetas? dezco que me ya
-Quiero ser su "casinieto" •
-Le agra
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1A MENTIRITA:
-Soy un "niño" huér fano ...
(·No puedo revelarle que soy un cangur
l
¡No puedo contarle que mis• d ª·
pa res son can~
1
guros!) .
Así fue cómo -a parti r de esa noche-
Bumbuki se qued ó a vivir con la Seiiora
Maissen.
-¡Pequeño salvaje! ¡Cua ndo comes eres
lo más parecido a un animalito que he visto
nunca! Te .voy a enseñar buen os modales:
1º) Debes usar cuchara, cuchillo y tene-
dor.
2º) Debes pasarte la servilleta sobre los
labios antes de beber.
3º) No debes hablar con la boca llena, ni
masticar con la boca abierta.
4º) No debes acercar tu cabeza al plato.
Cualquier niño apren de fácilmente estas
normas de conducta... ¡pero Bumbuki era un
cangurito!
-No entiendo por qué hay que cortar con
el cuchillo, si es mucho más fácil hacerlo
con los dientes -pens aba. Y pelaba naranjas
Yb~nanas a mordiscones, para disgusto de la
Senora Maissen.
Además, ¡cómo se confundía tratando de
memorizar tantos DEBO y NO DEBO!
1
36 37
¡P ob re cit o! Se po ní a tan ne sus có m od as za pa til las po r
rv io so q un pa r
ve ce s- an te s d e b eb er se pa Ue ......,
sa ba la cu h ' \o ver de Y
so br e los lab io s, se es fo rz ab c ara _.QtaS
de bo ue···no qu ier as ir co n la ca be
a pa ra ma st· za descu-
co n la bo ca to ta lm en te ab ie . ica
rta y acercaba elr bierta, vaya y pa se . Ca pr ic ho
pl ato de co m id a a la ca be za ~e- ne ne . Qu e
, en un a mezcla te em pe ñe s en co lg ar te es a
ter rib le de DE BO y NO DE nd1Cula me di a
BO . como si tuvieras un a co la, lo
-¡P eq ue ño salvaje! ¿S er á po ag ua nt o. Capri·
sib le que te cho de ne ne . ¡P er o de ni ng un
laves las m an os a len gü eta zo a m an er a voy a
s? -p ro tes tab a la perlllitir qu e sigas us an do es
se ño ra -. ¡A ba ña rs e ah or a mi a ro pa vitjal -le
sm o! había di ch o la se ño ra -. Qu
A Bu mb uk i le gu sta ba m et er ie ro qu e luzcas
se en la bañe- elegante co m o yo, cu an do sa
ra lle na de ag ua tibia. Lo di limos de paseo.
ve rtí a chapotear Para alg o er es m i ca sin iet o,
allí, sa lp ica nd o ha sta el tec ¿n o es cierto?
ho . Lo qu e odia- Salir de pa se o ... ¡Eso sí qu e er
ba er a el ja bó n. Ta mb ién , ¡es a lindo! Lás-
a pi ed ra qu e se tima qu e po r la ca lle , Bu mb uk
de rre tía ten ía un sa bo r tan feo i de bí a pa re ce r
! Cl ar o qu e no más qu e nu nc a un ni ño ... Y
un ni ño educa-
tan feo co m o el de la pa sta do, qu e er a lo qu e ta nt o le co
de nt ífr ica ... Esa staba. Po r eso,
cr em a bl an ca sí qu e er a im po cu an do su ca sia bu ela se m ar
sib le de tragar. ch ab a a la tie nd a
Pa ra co lm o, en vez de po né rs du ra nt e las tar de s, Bumbuk
el a di re cta me n- .i ap ro ve ch ab a
te en la bo ca , ap re ta nd o el pa ra qu ita rse las ro pa s y co m
tu bo , ¡te ní a que er a su an to jo el
co me rla co n el cepillo! ¡C os pa sti to qu e ar ra nc ab a en la pl
tu mb re s ra ra s las az a y qu e luego
de la ge nte ! oc ul tab a en su valija. Ja ! ¡S
in ten ed or , po r
¡P eq ue ño salvaje! Estas do s
pa lab ra s er an su pu es to!
el ale rta de la Se ño ra Mais Pe ro er a en su eñ os cu an do
sen. Ni bi en las volvía a ser
oía, Bu mb uk i se da ba cu en ca ng ur o, to ta lm en te ca ng
ta de qu e ha bí a ur o ... Todas las
he ch o algo mal. ¡Y las oí a a ca
da rato! no ch es so ña ba lo mismo:
"P eq ue ño salvaje" -p or ej em Se ve ía sa lta nd o en
pl o- po rq ue la pr ad er a, co n pa pá
se ha bí a resistido a ca mb iar su Y ma má . Pi so de cé sp ed y tec
so mb re rit o de ho de cielo. De
pa ja po r un go rro de lan a co pr on to , la Se ño ra Maissen se
n po mp ón ; su asomaba desde
gastado ma me lu co az ul po r un la co pa de un ár bo l y le de
o de terciope- cía: -¡Bumbukil
~ -
¿Por que no me ensena s a ser una cangura
?
mod e1o.
. ab a-
Entonc es, él la animab a a saltar hac1a
jo, cosa que ella hacía dándos e un porrazo.
¡Cómo le costab a animalizarse!
Tenía frío sin su ropa, a menud o se pin-
chaba los pies por camina r descalza; apenas
si lograb a dar unos saltitos de gorrión; le
repugn aba comer hierbas ; no podía defen-
derse a trompa das ... ¡y por más que lo desea-
ba, no conseg uía que le crecier a la cola!
-¡Muje r civilizada! -la retaba Bumbuki-.
Usted es lo más pareci do a una person a que
he visto nunca. Pruebe saltar otra vez, sin
caerse. Quiero que luzca elegan te como yo,
cuando salimo s de paseo. Para algo es mi
casiabuela, ¿no es cierto?
-¡Pequ eño salvaje! -se decía Bumbuki al
desper tar-. ¡Meno s mal que sólo yo puedo
ver mi sueño!
Se reía de tal modo entonc es, que conta-
giaba a la Señora Maissen.
¡Y es tan hermo so empez ar cada nuevo
día riendo !
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L a S eñ o ra Maissen en cu en tr a a
Bumbuki solito e n u n a calle y
se lo lleva a su casa.
Creyendo q u e es u n n iñ o , quie-
re ed u ca rl o . Se si en te su
"casiabuela" y él, su "casinieto".
Cuando pasaron varios días, vivir en su
nuevo hogar con la Señora Maissen empezó
a ponerse difícil para Bumbuki. No porque
ella hubiera dejado de quererlo y de cuidar-
lo como al principio. Nada de eso. Su casi
abuela lo atendía con el mismo cariño. Pero
el cangurito no se acostumbraba a estar tan-
tas horas encerrado en el departamento,
mientras ella trabajaba en la tienda.
Además, allí había paredes por todos los
costados, techo por arriba, piso de parqué
por abajo ... Y alfombras sobre el piso, y mue-
bles sobre las alfombras, y jarrones sobre los
muebles ... ¡Qué distinto el ancho espacio de
su pradera, con todo el verde libre para sal-
tar, correr y jugar!
¿Saltar en la sala? Un problema. La pri-
mera vez que Bumbuki lo había intentado,
. por dela nte. El pim-burn .
, ,.
, . na mesita VI,,a reso nab a en sus o idos
se llevo u ,. d ,
rron to a
1·
crash de Jª ·tos de la Seño ra Mais sen al
orno los gn
tanto e _ . de porc elan a... . .
,,
edac1 tos
barre r 1 P fast1d10! Tan
O n? ¡Que
balcó
·Cor rer en e1 d.,
e B mbu ki sólo po 1a corr er en
chico era, que u d
, . - lo hasta acab ar mare a o.
. ugar c on el emor
circu , "'\ 0·fic1·1ís1m . o. ¿J t
¿Jugarr I I
e nuev o sobr e las .alfombras,
de res b a1ar d
trand o sillas o lámp aras de .
pie?
arras
-Si al men os tuvie ra un pano ...
-suspira · ba Bum buki , mira ndo . por la vent ana
hacia la plan ta baja -. Un pano com o aquel...
Pero el gran cuad rado de bald osas qued a-
ba tan lejos de ese piso doce com o el cielo. Y
-com o el cielo - tamb ién era ajen o.
El cang urito se abur ría a más no pode r.
Una tarde , estab a tan abur rido de cami-
nar por la sala esqu ivan do mue bles , que
-de repe nte- se acos tó sobr e una alfom bra,
panc ita arrib a. Quie to, así muy quie to y con
los ojos abier tos, se pasó un bue n rato con-
tem_plando el cielo raso. De allí pen día una
ara~a, colgada de larg a cade na. U na gran
arana de cristales tran spar ente s, que el sol
coloreaba. En el med io del tech o que a su
alred edor se extend"'1a bl aneo y vac1: 0. Vac1, .0 Y
L.
blanco. Vacío. Vacío.