Pautas de Crianza

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“Es que mi hijo nunca me obedece”.

Si usted es de los que repite esa frase,


ojo, está en problemas: puede ser que sus pautas de crianza no estén
funcionando o que su hijo presenta problemas de salud.

Con los hábitos, los menores se disciplinan en sus actividades y, de la misma


manera, aprenden a obedecer órdenes de los mayores.
Sin embargo, el hecho de que un niño no cumpla una orden del padre, no
quiere decir que sea desobediente. Si, por el contrario, el niño siempre se
subleva, se debe revisar la causa de esta actitud.

El especialista Álvaro Izquierdo explica otras razones por las que un niño
podría desobedecer: “Puede tener retardo mental, poca comprensión del
lenguaje, déficit de atención o trastorno de posición desafiante”.

Si el caso es que en la casa es terrible y en el colegio un ‘santo’, o viceversa,


se deben revisar las estrategias de educación. En alguno de los lugares están
fallando con las pautas de crianza.
¿Cómo reconocerlo?
Un niño desobediente es aquel que hace pataleta, rabieta, situaciones de ira,
que no hacen caso a las normas que le ponen en casa ni en el colegio, o que
son voluntariosos.
Según Ana María Chapiro, siquiatra infantil, los padres y cuidadores deben
aprender a determinar si el niño está haciendo una rabieta porque está
cansado, o porque las jornadas escolares son muy largas.

“Una de las causas principales de desobediencia es que los límites de la casa


no están bien implantados. Esto lleva a que los niños se sienten inestables y
que no sepan hasta dónde llegar”, señala Chapiro.

Otro de los momentos usuales es cuando dicen que solo le obedece a la


mamá. Si esto sucede es porque el niño no tiene claridad con la autoridad. Lo
más importante es recalcarles a papá y a mamá que ellos son los que tiene la
autoridad de crear estos hábitos y sobre el chiquito.
Pasos para establecer rutinas
* Cree una lista con las actividades y reglas más importantes: horarios de
sueño, alimentación, baño, entre otras.
* Negocie las ocupaciones con los niños. Hay que comprender que las rutinas
son un plan flexible y no unas normas rígidas.
* Acompañe a los pequeños en las primeras semanas de rutinas; de esta
manera, ellos sentirán seguridad.
* Entienda que la rutina impera sobre el llanto del pequeño. Cumpla el horario
de los hábitos. De esta forma se crea la disciplina en el pequeño.
* Enséñele que existen los turnos.

Los elementos teóricos están basados en la cartilla “ENSEÑANDO A


APRENDER” manual para el aprendizaje normal del niño Luis Villareal y
Patricia Gaviria, psicólogos.

Frecuentemente padres y educadores nos vemos abocados a conflictos serio


en el manejo de la conducta de los niños y cada vez ensayamos métodos
nuevos o viejos, tradicionales e innovadores quedándonos un sabor amargo de
fracaso o frustración, que nos impele a utilizar el castigo como indiscutible y
eficaz y ante nuestra culpa, terminamos afirmando: “ A mí me castigaron y aquí
estoy…”esto hace entonces que perpetuemos el castigo físico de generación
en generación como norma educacional por excelencia, que hagamos de la
tarea de crianza una lucha de titanes y que el maltrato al menor se convalide
como una practica NATURAL. (ICBF)

Vamos aquí a mirar los cuatro procedimientos útiles para enseñar el niño a
aprender cualquier conducta, ellos son:

I. El castigo
II. El premio
III. El ignorar
IV. Los modelos

I. Comenzamos por el CASTIGO porque es quizás el que mayor perspectiva


nos ofrece ya que lo hemos recibido y a su vez, lo hemos infringido.
El castigo es útil en la supresión de una conducta, pero para que ello sea
efectivo tenemos que identificar las diferentes clase de castigo así:
a) Físico
b) Social y
c) Moral.
El castigo físico podemos definirlo como: golpes, pellizcos empujones,
correazos…etc, o cualquier ataque que lesione leve o seriamente el cuerpo del
niño. Cuando es leve, o sea no deja daño severo, pensamos que estamos
corrigiendo y cuando es serio decimos que la intención era corregir, pero en el
ejercicio ocurrió un accidente.

Si usted cree en el castigo físico y lo va seguir utilizando, debe hacerlo bajo


tres condiciones, ninguna de las cuales puede faltar así:

1. Debe ser inmediatamente se comete la falta. si se hace tarde o se guarda la


pela, no sirve, porque el niño aprende de las consecuencias de su conducta y
si Usted le pega unas hora o unos días después del hecho, el no asocia, aún
cuando usted se lo diga.

Tiene otro problema, cuando la pela se guarda para otro (generalmente el


padre) Usted logra que el niño vea que Usted no es la autoridad, no en vano
nos quejamos las madres de que los hijos no nos obedecen; muy seguramente
aquí está la clave. Además con esto es lo único que conseguimos es distanciar
afectivamente los hijos de los padres, porque lo sienten como un justiciero
peligroso, que solo se acerca para pegar.

2. Se debe hacerse SIN RABIA. Si usted pega con rabia, corre el riesgo de que
se le vaya la mano. Por que ese sentimiento, nos impide medir la fuerza y
terminamos en un accidente, que según el código del menor y el código penal,
se constituye en un delito llamado “lesiones personales”.
La rabia además enseña al niño otro sentimiento bien distinto y perverso que
deberíamos acabar, cual es LA VENGANZA. Fíjese como Usted no castiga
cuando no tiene rabia y termina diciéndole al hijo: “la próxima vez…
convirtiendo entonces la amenaza y el chantaje en norma educativa.

3. Debe ser adecuado a la falta, si Usted castiga físicamente por todo, faltas
grandes y chiquitas y a veces por situaciones que no son falta, el niño podrá
discriminar la gravedad de sus actos, ya que se le pega indiscriminadamente,
volviendo al niño como usualmente dicen algunos padres, insensible o
indolente y a sus padres creer que lo que se necesitan son castigos mas
fuertes y severos.

El castigo social seria entonces la supresión de satisfactores o privilegios,


como no darle algo que le gusta ( nunca castigar con la comida) o no
preemitiéndole a algo como salir o ver TV., participar de una actividad, etc.
Este sistema de castigo también supone que sea inmediatamente se comete la
falta y obviamente el que sea adecuado para la falta.
A veces los padres imponemos castigos tan largos y difíciles de hacer de
cumplir, que lo que terminamos es saboteándolos nosotros mismos. Ejemplo:
no sale a la calle todo el año, o no ve televisión en un mes…cuando una o dos
semanas después nosotros mismos lo sacamos a la calle o al día siguiente
estamos viendo televisión con él. De donde la norma de oro es : Imponga
castigo que usted pueda hacer cumplir y no sume castigos a una misma falta…
Cuando el niño pierde el año le decimos: No sale en todas las vacaciones
Y no ve TV.
Y no oye música
Y no tendrá regalo de navidad
Y no piense en que le doy plata, y…
Si usted hace tal lista es muy probable que sea usted el que falle.

4. El castigo moral, es todo evento que humille, minimice, aterrorice o


descalifique como: Ridiculizarlo, avergonzarlo o hacerlo sentir inútil, incapaz o
bruto; lo mismo que infundirle el temor.

Este tipo de castigos tienen que desterrarse de nuestro repertorio.


II. El premio que también utilizamos cotidianamente pero en forma
inconsciente, también tiene varias formas así:
a) Material
b) Social
c) Emocional

El premio material es todo aquello que le damos al hijo como reconocimiento a


su conducta, ejemplo: plata, chitos, juguetes, regalos… Esto lo hacemos todos
los padres, pero es tanto l que le tenemos que enseñar al hijo, a aprender, que
nuestro bolsillo quedaría roto… así que utilicemos más el reconocimiento de la
buena acción, el abrazo, la alabanza, la ternura, el permiso; a esto lo podemos
llamar premio social.

El premio como el castigo, también debe ser inmediatamente se hace la buena


acción pues los premios dados en forma LERDA no sirven para enseñar, y así
como el castigo debe ser adecuado a la falta el premio también el premio
requiere de adecuarse a la acción pues un castigo desmedido como un premio
desmedido NO ENSEÑAN.

El premio emocional es cuando con palabras y actitudes, hace sentir a su hijo


orgulloso de sí mismo, éste tipo de premio hará que él eleve su autoestima o
amor propio y éste si será garantía para el buen comportamiento personal
porque fallarse uno mismo es mas difícil que fallarle a otro.

lll. Los Modelos

recuerde Usted es modelo para su hijo y nada le puede enseñar a él desde su


discurso… para el niño mas importante lo que Usted hace que lo que usted
dice.

Quiere que su hijo aprenda a respetar? Sea Usted una persona respetuosa con
el y con los demás y eso él, lo aprenderá de verlo en Usted.

No desea que su hijo fume no lo haga Usted.

Para que su hijo no mienta no debe mentirle nunca. Y así cada cosa que usted
desee moldear en su hijo, recuerde que su hijo lo imita a Usted y es esa
condición de modelo lo que Usted debe revisar.
Toda conducta premiada incrementa la frecuencia de aparición y toda conducta
castigaga decrementa su aparición pero frente a quien la castiga o si no
recuerde usted todas las cosas prohibidas en su crianza que de saberlo sus
padres le castigarían, no las repitió usted mil veces?
Aprender a ignorar: Una clave para enseñar el buen comportamiento para su
hijo es el ignorar lo malo y premiar inmediatamente lo bueno, pues la atención
que Usted de al mal comportamiento lo agrava; así las cantaletas y los regaños
sirven como premios al MAL comportamiento.
Hay conductas como la pataleta o las malas palabras que si nosotros
atendemos los reforzamos; si queremos que esto pase y se extinga tendremos
que ignorarlos y premiar siempre las aproximaciones sucesivas a la conducta
que deseamos fomentar y dejar en firme.

Entonces una mezcla de estas (4) estrategias o medios nos serán de inmensa
utilidad en la difícil tarea de la crianza para la cual nadie fue entrenado.

BEATRIZ ZULUAGA URIBE


Psicóloga

El secreto del éxito de la labor parental en la educación del hijo descansa en el


máximo respeto a la dignidad humana del niño, en el estímulo a su
autorrealización y al ejercicio de su responsabilidad y de su libertad, según su
grado de maduración.
La mayoría de las veces los padres castigan las malas conductas de los niños,
pero muy pocas veces aplauden lo bueno. Muchas veces se están buscando
constantemente hombres de bien, pero no se percibe que se está haciendo
todo lo contrario, se esta reforzando sentimientos de impotencia, se está
formando una autoimagen, un autoconcepto y una autoestima negativa con
resultados quizás de ansiedad y depresión.

Al castigarlos no se debe hacer con cólera porque es mucho más importante el


ser que el hacer, es decir, el niño debe sentir que es corregida su conducta
inadecuada, que está mal pero que él sigue siendo importante y valioso para el
padre. Se debe corregir para que el niño adquiera responsabilidad de sus
propios actos y no porque nos molesta que lo haya hecho. Para el niño el
castigo no debe ser sinónimo de la pérdida de amor de los padres sino al
contrario porque le aman es que corrigen lo que ha hecho mal.

Un aspecto fundamental en la generación de los problemas en la infancia y en


la adolescencia o de su adecuado desarrollo es la relación que los padres
tengan con sus hijos. En los padres se puede distinguir las actitudes que tienen
frente a la norma y las que tienen frente a los hijos, ésta influirá en la forma
como los educa y forma.

Las actitudes inadecuadas frente a la norma son:

El Autoritarismo: Parte de una actitud profundamente normativa. Tiene como


idea fundamental que la norma TIENE que cumplirse, es poco realista pues
ésta puede cumplirse o incumplirse, generando una percepción de
desautorización su no cumplimiento, una amenaza a la autoridad. Los niños
educados bajo este patrón tienden a ser poco autónomos y dependientes,
tienden a pensar que cuando incumplen la norma pierden el valor como
personas.

La Pasividad: Esta actitud no educa, deja pasar. Puede haber conciencia de la


norma, pero NO SE HACE nada cuando la norma se cumple o se incumple,
está la creencia de que si se es fuerte con el niño, puede afectarlo psicológica
o emocionalmente. Parte de la idea fundamental de que el niño sabe cómo
comportarse porque ya se le ha dicho, él decide como hacerlo. Los niños
pueden sentir que no son lo suficientemente queridos, ya que los padres
parecen indiferentes frente a su comportamiento, lo que puede significar para
ellos indiferencia emocional.

La Queja- súplica: Este patrón se da a partir de la impotencia que sienten los


padres ante el comportamiento de sus hijos, generalmente cuando se han
agotado los modelos autoritarios y pasivos; se combina con actitudes agresivas
(rechazo) o de indiferencia. Los padres se ven INCAPACES de educar a sus
hijos, su actitud es de implorar que las normas se cumplan. La idea
fundamental es que la norma tiene que cumplirse para complacer a los padres,
no hacerlo es mortificarlos. Este es el modelo más dañino, pues los niños
aprenden a molestar a los demás, generando relaciones conflictivas, trayendo
como consecuencia problemas emocionales y de personalidad.

Las actitudes inadecuadas frente al hijo son:

La Sobreprotección: No significa exceso de afecto, el dar afecto no es en sí


mismo problemático, el problema está cuando las muestras de afecto incluyen
el hacer las cosas por los hijos impidiéndoles enfrentar los problemas o
responsabilidades, o manifestar el afecto cuando no está congruente con la
situación (ej. Cuando el niño está grosero o no ha cumplido con sus
responsabilidades). Estos comportamientos puede dar el mensaje a los hijos de
no ser capaces, que algo malo va a pasar, que necesitan depender de alguien
para hacer las cosas bien. La sobreprotección no prepara para los momentos
difíciles o dolorosos, que son inevitables en la vida; más bien brinda una
sensación momentánea de seguridad, que no es real, ya que la fuente de
seguridad no está en el exterior, está en el descubrir que con el Señor todo lo
podemos.

El Rechazo: Es uno de los modelos más perniciosos, puede ser utilizado por
los padres de forma no intencional, pues muchas veces está relacionado con el
comportamiento del niño, los niños “difíciles” generan en los padres
sentimientos de frustración, de impotencia, pero esto a su vez reforzará el
comportamiento del niño y afirmarán su idea de ser rechazado o ser diferente,
generando en él sentimientos de rabia, resentimiento tanto hacia los otros
como hacia él mismo. Los niños necesitan sentirse aceptados
incondicionalmente, pues eso ayudará a desarrollar seguridad y confianza en sí
mismo y en los demás.

La Indiferencia: Son padres que no son afectuosos con sus hijos, pero
tampoco muestran un rechazo abierto; el mensaje que le dan al niño es “no me
importas”. No proporciona en el niño ni la sensación de protección ni de
rechazo, sino una sensación de no importar, de no ser querido. El niño
desarrolla frente a esto, una actitud de autocompasión, se queja de no ser
valorado, de no ser querido, lo que puede llevarlo a pensar que no es digno de
ser amado y puede generar un desinterés afectivo.
Lo anterior exige entonces, que los padres tengan una actitud diferente frente
al niño y la administración de la norma, de manera que les permita tener una
adecuada interacción y así pueda ayudar al niño a desarrollar adecuadamente
su identidad, partiendo de su dignidad de hijos de Dios.

La actitud adecuada frente a la norma y el niño:

Frente a la norma y los hijos, la actitud de los padres debe ser de “realismo”,
parte de lo que puede realmente suceder, parte de la realidad, no de lo que
debería o tendría que pasar. La idea fundamental es que la adhesión a la
norma por parte del niño es libre, no es una imposición de los padres, ante la
norma hay dos opciones que se cumpla o no. Esto implica educar al niño en el
recto ejercicio de su libertad para que sepa escoger entre lo mejor y lo óptimo,
educar la capacidad de juicio de los niños y en la asunción responsable de las
consecuencias de sus actos. La libertad nos hace responsables de nuestros
actos, al reconocer que todo acto es una decisión personal, si bien los padres
no la imponen deben orientar a sus hijos a decidir correctamente, y exige de los
padres tener expectativas realistas frente a sus hijos para poder esperar lo que
ellos, de acuerdo a su edad, están en capacidad de dar.

En este modelo, los padres tienen un papel activo en la educación y formación


de sus hijos, exige administrar adecuadamente la norma, teniendo los
refuerzos y castigos adecuados para cada situación, y evitando totalmente la
retirada de afecto como consecuencia del incumplimiento de la norma, implica
sobre todo que los padres eduquen a sus hijos más con el testimonio que con
la palabra, siendo modelos coherentes. Los padres reconocen que sus hijos no
son propiedad suya, sino un don de Dios, educándolos en la libertad, la
autonomía, la responsabilidad, todo esto según el Plan de Dios para ellos.

Deben fomentar en los niños la autonomía, la capacidad para expresar sus


propias necesidades, emociones, así como fomentar en ellos la asignación de
responsabilidades; igualmente deben ayudarlos a establecer adecuadas
relaciones interpersonales a partir de proporcionarles un amor confiable, un
ambiente familiar seguro, atención, respeto, cuidados, etc. Para fomentar una
recta autovaloración en los niños, deben proporcionarles amor, respeto,
aceptación incondicional, apoyo. Pero también es importante que los niños
desarrollen un sentido de límites, capacidad de autocontrol, la capacidad para
dejarse de ver mucho a sí mismos y preocuparse por los demás, darles la idea
de que no son perfectos y no tienen que serlo para ser amados y aceptados
por los padres.
Los niños muchas veces se niegan a hacer lo que se les ordena y se
comportan como si no oyeran, hacen lo contrario de lo que se les dijo, se
burlan de la persona que dio la orden o dicen que “no” frecuentemente.
La desobediencia se puede presentar por alguno de los siguientes motivos:
Se le manda a hacer algo que no le gusta, o no está en capacidad de realizar.
El niño esta muy entretenido en otra cosa muy importante para él.
Se le da la orden con gritos, con rabia o pegándole.
Se cree que el niño es un “adulto pequeño” y se le exige que se comporte
como tal, sin tener en cuenta que tiene necesidades e intereses distintos.
Lo sobreprotegen y no se le exige al niño, y terminan haciendo los padres lo
que le ordenaron al niño.
Algunas pautas para el manejo de la desobediencia pueden ser:

Déle órdenes al niño de una forma clara, que el niño las entienda.
No le muestre rabia o prevención; háblele suavemente pero con firmeza.
Espere un momento para ver si las cumple. Si no las cumple, guíe al niño y
hágalo obedecer (sin mostrarle rabia); si no es posible, anímelo con cosas que
sean del interés del niño. Cuando las cumpla, felicítelo y si le promete algo,
cúmplalo.
Mantenga un mismo criterio acerca de las normas que debe cumplir el niño:
prohibir hoy unas cosas y mañana permitirlas, le ocasionará inseguridad y
dificultades.
Piense si el niño puede cumplir las órdenes que le dan, o si lo que le prohíbe es
justo.
Enséñele a obedecer sin crear miedo y rabia en el niño. El miedo le impide
organizar su mente y se puede convertir en odio.
Asígnele al niño pequeñas tareas y permítale participar en las actividades y
decisiones de la familia.
Algunas pautas para ejercer adecuadamente la autoridad:
Establezca previamente las "reglas del juego", procure que sean formas
aceptadas por todos y exigibles a todos.
Póngase de acuerdo en quien ejerce la autoridad en un momento dado y
apóyense, para que su hijo confíe en ambos.
No ejerza la autoridad fiscalizadora, su hijo necesita un margen de libertad y
confianza para su desarrollo.
Ofrezca razones claras, válidas y cortas, evitando la "cantaleta", cuando hagan
uso de su autoridad. Su hijo necesita saber por qué y para qué razón obedece.
Respeten sus procedimientos o estilos personales de mandar siempre y
cuando estén en función del beneficio del hijo.
Procuren exigirse a sí mismos lo que exigen a sus hijos.
El ejercicio de la autoridad es para siempre, algunas veces no se obtiene lo
deseado, pero hay que insistir.
Evite chantajear o amenazar afectivamente al hijo, eviten la ironía despectiva,
la burla o el sarcasmo porque la autoridad se desgasta en ella.
Garanticen la armonía familiar con una autoridad razonable y justa.
Sepan resistir las dificultades y frustraciones. No se desanime cuando el hijo
falle, acójanlo por grande que sea la falta.
Recuerde que comprender a su hijo no significa dejar de hacerle exigencias.
Confíe en el ejercicio de la autoridad que ustedes, como padres, establecen.
No lo suprima por el hecho de que los demás no lo hacen, o lo hacen de forma
diferente.
Procuren que la sanción sea proporcional a la falta, piensen antes de hacerlo y
sean firmes. Ofrezca siempre una explicación.
Hagan participar al hijo en la elaboración de las sanciones y revísenlo
periódicamente.
Ofrezcan disculpas al hijo cuando lo hayan juzgado equivocadamente o le
hayan impuesto una sanción injusta, ganarán su respeto y él seguirá aceptando
su autoridad.
Eviten que la sanción sea humillante para el hijo o que lo avergüence frente a
otros, la discreción, y la oportunidad tienen mejores efectos educativos.
Valoren a su hijo por lo bueno que hace, no estén pendientes sólo de sus
fallas.
Demuéstrele a su hijo que confía en él, no preguntándole constantemente
sobre su vida, sino esperando pacientemente que él decida qué y cuando
quiere contarle, escúchelo como amigo sin juzgarlo: después serenamente
pensarán que conviene decir o hacer.
Sean respetuosos con las confidencias que hacen los hijos.
Formación Integral

A la hora de educar a sus hijos los padres deben tener en cuenta que cada
persona es una unidad biopscioespiritual, esto implica que la formación que
se les dé esté orientada al desarrollo de cada una de estas dimensiones en el
niño y el adolescente para que pueda crecer en armonía en todo su ser.

Es importante formarlos de acuerdo a su edad, en el área física fortaleciendo el


cuerpo a través del cuidado y aseo personal, el deporte, estimulando la
adquisición adecuada de su psicomotricidad fina y gruesa, la sobriedad en la
alimentación, etc.
A nivel psicológico propiciando el desarrollo adecuado de su propia identidad y
personalidad, una recta visión de sí mismos y de los demás, de ellos en
relación con su entorno, generándoles seguridad y confianza, estando siempre
disponibles para cuando necesiten ayuda, pero al mismo tiempo dándoles un
poco de libertad para realizar cosas y responsabilizarse de sus actos,
generando en ellos madurez emocional y afectiva, así como una actitud crítica
frente a la realidad.
Espiritualmente, desde niños deben descubrir su dignidad de hijos de Dios,
enseñarles a relacionarse y encontrarse con el Señor Jesús y Santa María,
ayudarles a crecer en su fe, enseñarles a rezar y a participar de la Eucaristía,
de acuerdo a su edad; y llegado el momento, propiciar su preparación para la
confesión y la Primera Comunión. Enseñarles a tener al Señor como el centro
de sus vidas, de manera que puedan confiar siempre en su Providencia, estar
seguros de su compañía y de su amor. Fortalecer en ellos la adquisición de los
valores que regirán sus vidas, una actitud combativa y una vida virtuosa.

ORACIÓN PARA LA LIBERTAD

Creador del Universo, hoy te pedimos que compartas con nosotros una fuerte
comunión de amor. Sabemos que tu verdadero nombre es Amor, que comulgar
contigo significa compartir tu misma vibración, tu misma frecuencia, porque tú
eres lo único que existe en el Universo.

Hoy te pedimos que nos ayudes a ser como tú, a amar la vida, a ser vida, a ser
amor. Ayúdanos a amar como tú, sin condiciones, sin expectativas, sin
obligaciones, sin juicios. Ayúdanos a amarnos y a aceptarnos a nosotros
mismos sin juzgarnos, porque cuando nos juzgamos, nos hallamos culpables y
necesitamos ser castigados.

Ayúdanos a amar todas tus creaciones de un modo incondicional, en especial a


los seres humanos, y sobre todo a las personas que nos rodean: a nuestros
familiares y a todos aquellos que nos esforzamos tanto por amar. Porque
cuando lo rechazamos, nos rechazamos a nosotros mismos, te rechazamos a
ti.

Ayúdanos a amar a los demás tal como son, sin condiciones. Ayúdanos a
aceptarlos como son, sin juzgarlos, porque si los juzgamos, los encontramos
culpables y sentimos la necesidad de castigarlos.

Limpia hoy nuestro corazón de todo veneno emocional, libera nuestra mente de
todo juicio para que podamos vivir en una paz y un amor absolutos.

Hoy es un día muy especial. Hoy abrimos nuestro corazón para amar de nuevo
y para decirnos los unos a los otros: “te amo”, sin ningún miedo, de verdad.
Hoy nos ofrecemos a ti. Ven a nosotros, utiliza nuestra voz, nuestros ojos,
nuestras manos y nuestro corazón para compartir la comunión del amor con
todos. Hoy, Creador, ayúdanos a ser como tú. Gracias por todo lo que
recibimos en el día de hoy, en especial por la libertad de ser quienes realmente
somos. Amén.

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