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Hispanoamerica en La Epoca Colonial

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Hispanoamérica en la época colonial Manuet Lucena SALMORAL La historia colonial de Hispanoamérica cubre un largo proceso de trescientos dieciocho afios —el doble, casi, de la de Angloamérica colonial (1620-1777)— que dificilmente pueden estudiarse, ni aun en sintesis, sin una previa periodizacién, porque la Historia es, en defi- nitiva, un quehacer humano y el hombre es, en gran parte, producto de su circunstancia, de su mundo cambiante en el tiempo y en el espacio. No podemos por ello hablar en tér- minos «generales» sobre el hombre hispanoa- mericano de la colonia, porque ese hombre es diferente en el siglo xv (1492) y en el siglo xix (1810), y lo es precisamente por la evolucion de las ideas, de la sociedad, de la economia, y de Ja cultura: de la Historia, en definitiva. La periodizacién mas elemental es la secular, que vamos a utilizar, y que nos permitira fijar al hombre hispanoamericano dentro de un marco mas homogéneo y coherente, como es el de los tres grandes siglos de la historia colonial. El siglo xvi tiene un pequefio prologo de ocho afios en la centuria anterior, y el xvit leva el epilogo de la primera década del xix. No es ninguna periodizacién ideal, sino por el contrario muy discutible, segiin los criterios de enfoque, pero tampoco se trata aqui de establecer teoria histérica, sino de facilitar al lector la compresion del fenémeno histérico hispanoamericano. En cuanto al espacio geogrifico es sobra- damente conocido. Abarca desde la mitad meridional del tertitorio que hoy son los Es- tados Unidos, hasta el estrecho de Magallanes, pero su micleo es Mesoamérica, la América andina y el area circuncaribe. 1. EL SIGLO XVI 0 LA ETAPA DE LA EXPANSION Corresponde a la gran expansién espafiola en el mundo, que alcanz6 su cenit en la monar- quia universal de Felipe II. América fue la pieza maestra del gigantesco edificio y sufrid una transformacion radical: fue descubierta, con- quistada y colonizada: se cambié totalmente su agricultura y ganaderia y sus minas fueron exprimidas para producir plata y oro con los que mover la costosa maquina imperial, su sociedad indigena fue exterminada en una gran parte y tuvo que integrarse finalmente en convivencia con los grupos humanos que venian de Europa y Africa; su cultura se transformé mediante una sintesis entre lo indigena y lo espaiiol y modulé las caracte- risticas propias de lo hispanoamericano 1.1. Descubrimientos, conguistas y colonizacién El descubrimiento de América es, en rea- lidad, el hallazgo de la ruta hacia la Especieria, empresa en la que se empefiaron algunas po- tencias meridionales de Europa, especialmente las italianas y las ibéricas. Las especias eran entonces el renglén comercial de mayor ren- tabilidad, y afluian a Europa desde Asia, a través de una serie de intermediarios, arabes por lo comtn. Los venecianos y genoveses trataron de controlar el Mediterraneo oriental, por donde llegaba dicha mercancia. Los por- tugueses intentaron hallar una ruta directa, costeando Africa. En 1488 pudieron doblar el cabo de Buena Esperanza, que ponia fin al inmenso litoral, y se dispusieron a establecer conexién con los productores de las anheladas especias. Castilla habia emprendido también la ruta africana. En 1402 se anexioné las islas Cana- rias, pero su lucha contra los arabes de la pe- ninsula le impidi6 centrarse en el objetivo mer- cantil, al que incluso renuncié en el tratado de Alcazobas, Toledo (1479-80), donde cedid a los portugueses el dominio del litoral y na- vegacion africana, a cambio del reconoci- miento de Canarias como soberania castellana El | de enero de 1492 se rindié la ciudad de Granada —iltimo baluarte musulman en la peninsula— y los Reyes Catdlicos decidieron de inmediato auspiciar el proyecto de un mari- no genovés, Cristébal Colén, quien pretendia alcanzar Asia y la Especieria, por una ruta diferente de la portuguesa: por el Occidente, eruzando el océano, Era la dltima oportunidad de los castellanos para adelantarse o, simple- mente, para competir con los lusitanos. La empresa colombina era ciertamente te- meraria, pues nadie habia cruzado el Mar Tenebroso. Se desconocia su régimen de vientos y la posibilidad de hallar algunas islas, que sirvieran de escala para tan largo viaje. Colon afirmaba que podria encontrarlas (Antilia, Cipango), dentro del espacio existente entre u costa noroeste de Croquis autégrafo de Colén: La Espaftola las Canarias y el Catay (China), segan las informaciones que tenia (Marco Polo, Tos- canelli). Los reyes se arriesgaron entonces a poner un pequefio capital y tres embarcaciones (las carabelas «Pintan y «Nifiay y la nao «Santa Marian), en las que se embarcaron unos cien hombres, la mayor parte de ellos palefios. El 3 de agosto de 1492 comenzé la aventura, en el puerto de Palos (Huelva). Los navios se dirigieron a las Canarias y luego se adentra- ron en el océano. Respondieron bien a la prueba: tenian quillas redondeadas y resis- tentes, hechas con cuadernas de roble, y es- taban dotadas de un poderoso velamen, que les permitia avanzar a gran velocidad, incluso con vientos de costado (velas latinas). Eran del nuevo tipo de buque denominado carabela, que utilizaban los portugueses y espafioles en sus navegaciones atlanticas, donde los navios mediterréneos, alargados y movidos por medio de remos, eran perfectamente in- servibles, De los miltiples problemas surgidos en esta primera travesia —que se narran con prodi- galidad en él Diario de a bordo— deseamos resaltar uno: el hallazgo de los vientos del poniente. Los navios habian cogido los alisios y marchaban hacia poniente a gran velocidad, pero esto comenzé a inquietar a los tripulantes, Pues pensaron que no podrian regresar jams a Espaiia. El viento de poniente surgié final mente el 22 de septiembre, cuando Colén anoté gozoso en su Diario: «Mucho me fue necesario este viento contrario, porque mi gente andaban muy estimulados, que pensaban Que no ventaban estos mares vientos para volver a Espafia.» Este hecho supuso no sélo 'a posibilidad de regresar, sino también la de tepatr ol vai © la de establecer una serie de 3 Posteriores. Nacié asi la vine culacion entre América y Europa. Saree etabTe de 1492 las tres naves al- Sala sla que bautizaron como San han tof que los indios llamaban Guana. Wat Y que hoy es, probablemente, la isla ing. Los espafioles descubrieron América, Pero no encontraron las especias que les habian 2 Hevado hasta alli. Colon y Pinzén persiguie- ron su objetivo, pero slo hallaron una serie de islas —entre ellas Cuba y La Espafiola— emprendiendo finalmente el tornaviaje. En el segundo viaje (1493) se organizo en La Espaiiola (Santo Domingo) una coloni- zaciOn del tipo de factorias comerciales, mien- tras Colén siguié buscando. Hallé Puerto Rico y Jamaica, pero ni‘rastro del continente asiatico. En el tercer viaje (1498) encontré el continente en la tierra venezolana, donde vio algunos refinamientos culturales, que le hi- cieron sospechar que se encontraba cerca del rio Ganges, pero no pasé de una ilusion. El siglo xv termind sin otras consecuencias que las factorias dominicanas y el descubrimiento de una gran zona del Caribe. . El siglo xvi trajo una nueva situacién, como la conquista —que veremos mas adelante—, pero la obsesién especiera continud. Colén (1502) y otros descubridores (Ojeda, Pinzon, Bastidas, Lepe, Nifio, La Cosa, Vespucio) siguieron hallando partes de la enorme costa atlantica y demostraron que aquello era un continente que $e interponia entre Europa y Asia, al que empez6 a denominarse América. Confirmé esto Vasco Nutiiez de Balboa en 1513, cuando descubrié en el golfo de San Miguel (Panama) el Mar del Sur u océano Pacifico. Se activé entonces el deseo de alcanzar Asia desde Espaiia. El cometido se dio a Diaz de Solis, en 1515, pero murié en el Rio de la Plata, regresando la expedicién. Las noticias de que Portugal estaba préxima a alcanzar las islas Molucas, de donde venian las especias, volvié @ poner en marcha a los espafioles, con animo de anticiparse. En 1519 se organizé la armada a la Especieria, que dirigié Hernando de Maga- lanes. Tras pasar por el estrecho que lleva su nombre, cruzé el Pacifico y alcanz6 las Filipi- nas, donde murid. La llegada de Juan Sebastian Elcano ala isla moluca de Tidore. en noviembre de 1521, marca la conclusion del viaje que Colén iniciara veintinueve afios antes. Ya era tarde. Los portugueses se habian establecido en las islas y tenian bajo su control la ruta hacia Europa. Los espafioles intentaron en- tonces encontrar una nueva entre las Molucas y. América, pero todo fue inatil. En 1529 el emperador Carlos V firmaba el tratado de Zaragoza, por el que renunciaba a sus derechos sobre las Molucas, a cambio de una cantidad de 350.000 ducados. La huella espafiola de esta carrera hacia las especias fueron las islas Filipinas, que se in. tentaron vincular con América. En 1565 Andrés de Urdaneta encontré finalmente la ruta del {ornaviaje: habia que subir hasta el paralelo 30 (Japén) para tomar la corriente del Kuro Shivo, que conducia a la costa pacifica nortea- mericana y a la Nueva Espafia. Seria el camino del futuro Galeén de Manila. La conquista fue el epilogo natural a la decepcién producida por la pérdida de la ruta hacia la Especieria. Las tierras americanas ofrecian al principio muy pocos alicientes econdmicos: algo de oro, perlas y algunas maderas tintoreas. Nada, en definitiva, capaz de compensar los cuantiosos gastos del envio de naves, con avituallamientos y tripula- ciones. Los Reyes Catdlicos. especialmente la reina Isabel, hallaron compensacién con la evangelizacion de los indios paganos, pero era una empresa demasiado costosa pata sopor- tarla sin un apoyo econémico. La tarea exigia todo un dispositivo de gran envergadura, para garantizar la vida y la labor de los misioneros. Se pensé en una colonizacin, para lo que previamente era necesaria una accién de con- quista, con objeto de someter a los naturales. Espafia tenia una gran experiencia militar y colonizadora, adquirida en los ocho siglos de reconquista contra los arabes. La solucién fue natural y fruto de la Historia Cristobal Colén comenzé la accién conquis- tadora, con animo de asegurar los estable- cimientos espafioles (factorias, lavaderos de oro y fortalezas), pero la dominacién de los naturales de La Espafiola fue realizada por el gobernador Ovando. Luego se repartieron los indios y se acometié a gran escala la puesta en produccién de la isla: ganaderia, agricul- tura y obtencion de oro en las arenas de los rios. Paralelamente los teligiosos franciscanos y dominicos emprendieron su labor de evan- gelizacion. Muy pronto aparecieron los grandes beneficios, los hombres adinerados, que todo lo corrompieron. Los religiosos comenzaron a elevar su voz, diciendo que los fines habian justificado los medios, y que esos fines, la evangelizacion de los naturales, se habian incluso olvidado. La corona escuché los reclamos, y se puso en marcha la revision del sistema de conquista y de sus fundamentos. EI proceso de La Espajiola se repitio en otras islas. Ponce de Leon emprendié en 1508 la conquista de Puerto Rico, Pedro de Es- quivel en 1509 la de Jamaica y Diego Velazquez en ISI1 la de Cuba. Desde Santo Domingo se apoyaron las conquistas continentales’ de Veragua y Uraba. Esta iltima fue iniciada en 1509 por Alonso de Ojeda. Tras la fundacién frustrada de San Sebastian de Uraba, se erigid la ciudad de Santa Maria la Antigua, que seria el centro de la conquista panameiia. Desde La Espafiola también se apoyé la penetracién misionera en Cumana (Venezuela) y la explo- tacién perlifera de Cubagua (1514). Las tierras conquistadas se convirtieron a su vez en bases para nuevas conquistas. Desde Puerto Rico se exploré La Florida (1512), donde posteriormente se intent6 colonizar, con poca fortuna. Desde Cuba se emprendié la conquista de México por Hernan Cortés (1519). Las islas empezaron a dar sintomas de agotamiento y sus poblaciones emigraron al continente. Su iltimo esfuerzo fue la pene- tracién en tierra firme: Margarita (1525), Santa Marta (1526), Coro (1527) y Cartagena (1530). *” México y Panama fueron los nuevos ejes de la accién continental. Desde México se hicieron numerosas penetraciones hacia el norte, alcanzandose las tierras aridas de los Estados Unidos (Coronado, 1540), que care- cian de interés, Hacia el sur se conquistaron Guatemala y El Salvador, y se penetré en Honduras y Nicaragua, donde las huestes mexicanas se encontraron frente a la expansion panameiia, que se extendia por Centroamé. rica, Desde Panamé, Pizarro inicio igualmente la conquista del Pert: (1532), lo que produjo un nuevo desplazamiento del centro de gra- vedad de las conquistas hacia el sur. Expe- diciones de «peruleros» conquistaron Quito (1534) y Chile (1541), al tiempo que se pene- traba por el Rio de la Plata para dominar el Paraguay (1537). El altiplano boliviano fue batido desde el Peri y desde el Paraguay, y el altiplano colombiano por tres expediciones procedentes de Santa Marta, Coro y Quito (1538). La conquista resulta un fenémeno inexpli- cable sin una causacién plural y compleja, que movié a los hombres: ambici6n, espiritu de cruzados, honor y fama, deseo de aventuras, servicio al rey, etc. Su dinamismo radicé en buena parte en su cardcter particular, La hueste conquistadora era una empresa privada y limitada. Cada soldado se inscribia volun- tariamente, poniendo su caballo, su arcabuz © simplemente su espada, a modo de accion. Esto le daba opcién a una parte del botin que se lograse: dos partes si era caballero, parte y media si era arcabucero y una parte si era peon. Su ideal, no obstante, no radicaba en el botin, sino en obtener un territorio, donde esta- blecerse como colono. En América volvié a repetirse la imagen de la Reconquista espa- fiola, en la que los territorios recuperados a los drabes pasaban a poder de la corona, que podia, a su vez, distribuirlos entre los con- quistadores, pero dejando siempre a los ven- cidos en sus propiedades, si aceptaban la do- minacion cristiana. Esta norma evité que en Hispanoamérica se despojara a los indios de todas sus tierras, tal como ocurrié con otros sistemas de colonizacién. La corona otorg6 solo una parte de las tierras ocupadas a los vencedores, a modo de recompensa. Estas concesiones territoriales no pasaron por lo comiin de cinco peonias o de tres caballerias. La peonia era la parcela de tierra que corres- pondia a un infante transformado en colono, y, en la época de Felipe If, se fijo en 50 pies de ancho por 100 de largo y una tierra de labor de 100 fanegas, para cereales. La caballeria era lo que se otorgaba comtinmente a un caba- lero: dos veces el solar de la peonia y cinco veces la tierra de labor. No hubo pues, contra Jo que usualmente se piensa una proyeccion hacia el latifundio, fenémeno que aparece posteriormente en la historia de América. La presién producida por la Ilegada de nuevos colonos, la afioranza de la milicia, el hastio por la rutinaria vida de la colonia o el deseo de aventuras, movia a los conquistadores Ya asentados a invertir sus recursos en busca de nuevas empresas, lo que explica asimismo la dinamica conquistadora, que operd sobre un reinversionismo continuo de los capitales obtenidos, hasta que se dominé la mayor parte del nuevo continente, La conquista dejé un balance de violencia y muerte, que motivé los justos reclamos de los religiosos. El rey Fernando el Catélico promo- i6 diversas juntas de tedlogos y juristas, que Fernando el Catélico 44 estudiaron el asunto. En las juntas de Burgos, Valladolid y Madrid se dieron una serie de normas para evitar la explotacién de los indios vencidos y se ordené que antes de emprender una conquista se leyese a los indios el Reque- rimiento; un escrito en el que se recogieron los. principios juridicos y morales que motivaban la accién de los espafioles. Mas tarde, el padre Bartolomé de las Casas se unié al bando de los inconformistas y condené el sistema de con- quista, propugnando una evangelizacién pa- cifica. Ginés de Sepulveda intervino en favor de la corona, argumentando que la conquista era licita, y necesaria para cumplir la labor evangelizadora impuesta por los Papas a los reyes espafioles. El padre Vitoria rechazé el poder de los Papas para otorgar dominios en el mundo, pero sefialé que existia un derecho de gentes, que autorizaba plenamente a los espa- ioles a predicar la fe a los indios y a comerciar con ellos. Por primera vez en la historia, un gobierno afronté criticamente su accién ex- pansiva y acepté piblicamente que se habia realizado con injusticia. En 1550 el emperador Carlos V ordené suspender toda accién con- quistadora, para no perjudicar a sus stibditos indianos. A partir de entonces, segiin se sefiald, s6lo en casos muy especiales, justificados por verdadera necesidad, y con exciusivo propésito defensivo, podrian efectuarse acciones de gue- rra contra los naturales, pero no para conquis- tarlos, sino para «pacificarlos» Hasta la pala- bra «conquistan fue suprimida del vocabu- lario (el padre Las Casas lo consideraba un vocablo «mahomético ¢ infernal»), sustituyén- dose a partir de 1573 (Ordenanzas de Ovando) por la de «pacificacion». El resultado de la polémica, aparte de un riquisimo bagaje intelectual, fueron algunas aportaciones no- tables al derecho de gentes, la fijacién de unos méviles espirituales sobre los materiales en la accién colonizadora, y una setie de leyes en favor de los vencidos, que sirvieron de fun: damento para la famosa legislacién indiana. La segunda mitad del siglo xvi constituy6 propiamente la época de la colonizacién. Los espafioles entraron en una febril actividad de creacién de ciudades, pueblos y villas; orga- nizaron el sistema laboral de los indigenas: establecieron un complejo aparato tributario, una forma de explotacién minera, agricola y pecuaria, y toda una red comercial. La ad- ministracién de justicia motivé la creacién de audiencias en Santo Domingo, México, Gua- temala, Panama, Bogota, Quito, Lima, Char- cas y Santiago de Chile. En 1535 se creo el virreinato de México con jurisdiccién sobre Norte y Centroamérica (hasta Panama) y en 1542 se erigi6 el del Pera, con los territorios suramericanos y el panamefio. Al frente de filos se colocaron los virreyes 0 «visorreyes», fndximas autoridades indianas que controlaban os aspectos politicos, administrativos, eco- némicos, religiosos, militares ¢ incluso juri- dicos, de la audiencia en la que residian, 1.2. Los origenes de la sociedad hispanoamericana La larga polémica existente entre los demé- grafos indigenistas —que tienden a aumentar el numero de aborigenes.en el momento de iniciarse la invasién espaiiola—, y los hispa- nistas —que tienden, por el contrario, a dis- minuitlo— parece haberse inclinado del lado de los primeros. Del total de 11 a 13 millones de indigenas dados por Angel Rosemblat hace algunos afios (1954), hemos pasado hoy a unos 90 a 112 millones, segiin Dobyns. Cook y Borah, por ejemplo, calculan que la pobla- cién del centro de México era de 25,3 millones en el momento de llegar los espafioles. La poblacién indigena hizo frente a dos grandes problemas a lo largo del siglo: la conquista y su integracién en la sociedad colo- nial. como pueblo dominado. La primera produjo una enorme mortandad. Borah sefialé que los 25,3 millones de México central en 1519 quedaron reducidos a sélo 16,8 millones en 1523. Resulta ingenuo pensar que el medio millar de espafioles de Cortés, aun reforzados hasta dos mil o tres mil hombres, pudiera matar a 8,5 millones en cuatro afios, cosa que no se consiguid ni con las armas sofisticadas de la Segunda Guerra Mundial. No, el pro- blema no esta en los muertos en combate, pese a que serian numerosos. El verdadero problema estriba en la entrada en el Nuevo Mundo de una serie de epidemias euroafri- canas, perfectamente desconocidas, y para las que los naturales no tenian anticuerpos. Conocemos bien el caso de la viruela introdu- cida en México por un negro al servicio de Panfilo de Narvaez y que caus6 la muerte a la mitad de la poblacién azteca sitiada en Te- nochtitlan. Esta epidemia pasé luego a Gua- temala y Centroamérica, causando estragos similares, y finalmente al Peri, antes de la Megada de los espafioles. Parece que el Inca Huayna Capac fue una de sus victimas, en 1524. El azote de las epidemias siguié flagelando _ con violencia a las poblaciones conquistadas: sarampién en 1529, matlazahuatl (tifus o influenza) en 1545, gripe en 1558, viruela en 1563, matlazahuatl en 1576, viruelas en 1588 y 1595, Coloquemos al lado de ellas a la poblacion indigena en su terrible situacién de pueblo conquistado y adscrito a durisimos trabajos, como los mineros o los exigidos por la primera generacién de encomenderos. Sa- bemos que, al igual que ocurrié en las islas durante los primeros afios, muchos naturales prefirieron autoeliminarse o dejar de cultivar, lo que venia a ser una variante de una huelga de hambre, o practicar el infanticidio para evitar a los hijos el sufrimiento, Sabemos tam- bién que gran parte de los pueblos indigenas conocian sistemas para reducir y controlar la natalidad en tiempos dificiles, lo que indu- dablemente hicieron. Todo esto produjo un descenso de la poblacién originaria de hasta un 60 6 70% para el afio 1570 (porcentajes muy variables que alcanzaron por ejemplo el 90% en México central, el 57% en Colom- bia, etc.). El proceso siguié sin interrupcién hasta fines del siglo, cuando se redujo otro 25%, con lo que tendriamos para el afio 1600 una poblacién indigena de unos 20 a 27 mi- llones. La suerte de las poblaciones aborigenes fue muy diversa, segiin las regiones. En tér- minos generales podriamos decir que desapa- recié en las islas, se redujo enormemente en Los indios a la Hegada de los espafioles, del codice Historia destas Yndias, de Diego Duran las costas, menos en los altiplanos, y se pre- serv mejor en las regiones montafiesas y selvaticas. Los espafioles procuraron su con- servacion, ya que deseaban usufructuar la mano de obra, pero fueron perfectamente conscientes de que ei sistema laboral contri- buiaa la caida demografica, por lo que dictaron una serie de leyes, suavizando y mitigando el sistema de explotacion. Para facilitar la labor evangélica, y para controlar y administear mejor la mano de obra, establecieron las re- ducciones de los indios a pueblos, En Nueva Espaiia se hizo esto a mediados de siglo, y en el Perit en la época del virrey Toledo. La emigracién espaiiola no logré com- pensar la caida demografica, Bowman logro establecer una lista de 45.000 espafioles Ile- gados a América antes de 1580, a los que hay que afiadir la emigracion ilegal, bastante apre- ciable. En términos muy referenciales se supone que pasaron unos 2.000 espafioles a America cada afio, lo que nos daria un total de unos 200.000, a lo largo de todo el siglo. Procedian Principalmente de Andalucia (37.5%), Castilla (26.7%) y Extremadura (14,7%). Per- tenecian a las mas variadas capas sociales y profesiones (marineros, soldados, merca- deres, criados, religiosos), pero muy pocos eran campesinos, ya que los sefiores espafioles no les permitian abandonar sus tierras. Es- pecialmente curioso es el alto mimero de hidalgos «hijos de algo» y segundones que pasaron a Indias. En cuanto a la poblacion femenina espafiola se calcula en un 10% de la masculina, para los primeros afios y en el 23% posteriormente. En gran parte fueron mujeres, hijas, parientes y criadas («cria- das en la casa de») de los conquistadores 0 funcionarios. La poblacién espaiiola se establecié en ciudades y villas. En 1574 habia en Hispanoa- mérica 225 poblaciones, con unos 23.000 veci- nos, lo que hace un total de 150.000 habitantes. Estas ciudades se fundaban a imagen de las espafiolas, pero de una forma menos rigida de lo que usualmente se piensa, ya que en la Peninsula estaba ya muy lejana la politica de creacién de nuevas ciudades, salvo el pre- cedente de Santa Fe. De aqui que se fueran reuniendo experiencias, hasta definir el modelo lipico de trazado en damero, uno de cuyos cuallros vacios era la plaza mayor, donde se instalaba la iglesia (catedral), el Cabildo y la casa del gobernador (virrey). En 1573 se dieron las famosas Ordenanzas de Felipe II sobre el particular, que establecian minuciosamente los pormenores de cualquier nueva fundacién, Los vecinos recibirian un solar dentro del Perimetro urbano (jerarquizado con arreglo a su cercania a la plaza mayor) y una parcela de tierra en el entorno, donde se fijaban ademas precios comunales para pastos y bosques (de donde se obtendria madera y lefia). Muchos de los conquistadores transformados en co- lonos recibieron también una encomienda o grupo indigena, que ayudaria a su manteni- miento: el encomendero protegeria y adoc- trinaria a los indios (pagando a un doctrinero) y los indios pagarian al encomendero un iributo y le harian algunas prestaciones perso- nales. Es de advertir que la propiedad terri- torial de los primeros afios fue relativamente pequefia, pues la tierra no tenia gran valor y practicamente ninguno si no se tenian traba- jadores para cultivarla. Los indios encomen- dados seguian teniendo su tierra, que en ningun caso pasaba a ser propiedad de los encomen- deros, aunque si fue frecuente que éstos le pidieran a los indigenas que labraran alguna parcela de maiz o trigo, para sustento del sefior y su casa. Los naturales aceptaban esto para tener contento al encomendero y evitar las conducciones a las minas u otros trabajos mas penosos. El verdadero problema con las tierras de los a finales del siglo y como conse- cuencia de tres factores: la disminucién de la poblacién aborigen, el crecimiento de los centros urbanos y la demanda de articulos alimenticios en las grandes ciudades y en los reales de minas. En términos muy simples diriamos que las urbes habian triplicado su poblacién original, mientras que las comunida- des indigenas se habian reducido a la mitad, como minimo. Empez6 entonces la voracidad de tierta de los vecinos, mediante el arrenda- miento frecuente de parcelas en las enco- miendas y el pago de salario a los trabajadores indigenas, lo que trastocé toda la situacién anterior. En la dltima década del siglo el asalto a la propiedad de los indigenas era tan evidente, que la corona ordené una compo- sicién de tierras en 1591, para legalizar los dominios sin titulo de propiedad. Los negros —el tercer grupo basico de la demografia hispanoamericana— legaron a América bajo la condicién de esclavos y como acompajiantes de los descubridores y conquis- tadores. Muy conocido es el caso de Este- banico, que acompaiié a Cabeza de Vaca en su travesia pedestre por los Estados Unidos, sem- brando el desconcierto entre los indigenas de las praderas, que no comprendian por qué uno era tan blanco y otro tan negro. El envio de esclavos para las labores mineras se inicid en 1505, cuando el rey Fernando el Catélico envio a 17 de ellos a la isla de La Espaiiola. En 1510 se ordend a la Casa de Contrata- cion mandar 200 esclavos a las Indias, pero la introduccién no se activé hasta la sustitucion de la economia minera por la azucarera, en Santo Domingo. Los padres Jerénimos apo- yaron entonces la idea de los dominicos y del padre Las Casas (todavia era simple clérigo) de sustituir la mano de obra indigena por la esclava. Durante el predominio flamenco de la época inicial de Carlos I, se otorg6 una licen- cia a Lorenzo de Gorrevod (1518) para llevar 4.000 esclavos. Luego los Welzer, dofia Marina de Toledo (esposa de Diego Colén) y Simon Bolivar (antepasado del libertador) tuvieron otras concesiones, pero siempre fueron insu- ficientes para la demanda existente, lo que animé al inglés. John Hawkins a establecer el contrabando de negros. Al finalizar el siglo, en 1595, la corona decidi6 organizar el trafico, concediendo un asiento a los portugueses. Sélo en el periodo 1595-1600 se llevaron al area caribe 25.338 esclavos, que Enriqueta Vila distribuye asi: Cartagena... .. . 20.048 Veracruz ceeees 2.960 La Habana. en L718 Margarita pence estiee nese 529) Santo Domingo. .. cise 256 Puerto Rico . 292 Cuamana y Rio Hacha 238 La Guayra. 237 Curtin ha sefialado que Hispanoamérica re- cibio durante este siglo un total de 75.000 esclavos, cifra que ciertamente nos parece con- servadora. En el Nuevo Reino de Granada habia unos 30.000 negros a fines del siglo xvi, si bien constituia seguramente la mayor concentra- cin esclavista. El fendmeno se debio al boreo de las minas de oro en el Choco Los esclavos procedian por lo comin de las zonas de Guinea, Senegal y el Congo. Eran transportados en condiciones infrahumanas, en buques negreros que atravesaban la zona térrida, y depositados en los puertos ameri- canos, donde se les subastaba. Venia entonces el problema de la adaptacién a un régimen de vida en esclavitud, en un medio diferente y alimentandose con productos desconocids. Entre la travesia y la adaptacién moria facil- mente el 50% de los embarcados en Afri- ca, Solo la gran fortaleza fisica y psiquica del africano, le permitié vivir y subsistir en este régimen de esclavitud. Muchos se levantaron y se convirticron en cimarrones, atacando a quienes vivian en zonas rurales o transitaban por los caminos. El primer levantamiento fue Seguramente el de 1522, en la isla de Santo Domingo, que fue reprimido con mucha du- reza, pero abundaron en otros lugares. Los habitantes de Nombre de Dios, por ejemplo, tenian guardia permanente, para avisar de un posible ataque de los negros cimarrones, y en Cartagena se produjeron numerosos levan- tamientos. Pese a que la corona espaiiola pensé siem- pre en una sociedad bipolar en América (espa- fioles e indios) surgié pronto el problema del mestizaje, consecuencia de la falta de mujeres » espafiolas, del atractivo de las indigenas y de las costumbres mas libres del continente en materia sexual. Téngase en cuenta que muchos grupos aborigenes tenian establecida la poli- gamia, por lo que no resulté extrafio que un espafiol tuviera varias barraganas, ademas de la mujer principal. La falta de prejuicios ra- ciales de los espaiioles (los tenian religiosos y sociales) facilité también la mezcla racial. El resultado de la unién con indios y con negros cred los grupos mestizos y mulatos. Los pri- meros fueron adscritos al grupo espafiol, hasta que su numero aumenté de manera alarmante. Los mulatos formaron parte de la poblacién libre, pues cominmente el padre espajiol con- cedia la libertad al hijo habido con la esclava. La mezcla racial menos numerosa fue la del negro con el indio, que generé los grupos denominados zambos. La sociedad basica hispanoamericana tendi a una estamentalizacién cada vez mas fuerte. Los espajioles dominaban la administracion, el comercio al por mayor, los grandes centros mineros, y empezaron a traspasar sus bienes economicos a sus hijos, los criollos, nacidos ya en América. Los grupos mestizos se alinea- ron en las areas marginales que dominaban los espafioles: funcionarios de pequefia cate- goria, clérigos de pueblos de indios 0 doct neros, capataces de minas, pequefios comer- ciantes, etc. Los grupos indigenas y esclavos mantuvieron sus delineamientos y los mulatos empezaron a controlar los oficios duros de las poblaciones, como herreros, transportistas ete. 1.3. La economia de predominio minero La directriz mercantilista que guid la em- presa del descubrimiento de América se pro- yecto desde el principio acia una economia de tipo comercial que configuré el complejo de las factorias comerciales y motivé incluso la creacién de la Casa de Contratacién (1503), institucion estatal modelo, que debia cen- tralizar el trato y contrato con las nuevas tierras, dotada de grandes almacenes, donde se guardarian las especias. La realidad americana pe La cultura hispanoamericana en la época colonial JEAN FRANCO LA EPOCA COLONIAL La conquista del Caribe, América Central y América del Sur por los espafioles a partir de 1492 repercutid no solamente en la vida cotidiana, la politica y las relaciones internacio- nales de los paises europeos, sino que también influyo profundamente en todas las ramas del conocimiento. En primer lugar, los cuatro viajes de Colon y, sobre todo, el cuarto, que lo condujo a la desembocadura del Orinoco, demostraron la inaplicabilidad de la antigua cosmografia. Ya con el viaje de Américo Vespucci en 1504 se comprobd que las tierras recién descubiertas no formaban parte de Asia. Este descubrimiento constituyd un grave pro- blema en relacion a las teorias vigentes, ya que hizo factible la existencia de una pluralidad de mundos y, a su vez, de una variedad de seres humanos no descendientes de Adan. De ahi la necesidad de, en palabras de Edmundo O'Gorman, «inventar a Américay!. Le tocé a un imperio como el espaiiol, jerarquico, legalista y con un alto sentido de su mision social y religiosa, tomar arduas decisiones trascendentales y totalizadoras, tales como la definicin de la naturaleza de los habitantes del Nuevo Mundo, su conversion al cristia- nismo, la construccién e institucionalizacion de una red administrativa y el desarrollo de los instrumentos ideolégicos pertinentes, a fin de incorporar el mundo’ recién descubierto al resto de la cristianidad. Los espafioles habian descubierto no tan solo una geografia inédita, sino también socie- dades que abarcaban todos los niveles de desa- rrollo, desde los pueblos némadas de las lla- nuras y los cazadores de los bosques hasta las grandes civilizaciones de los Aztecas y los Mayas, en Mesoamérica, y los Incas, en la cordillera andina. Lo que es hoy dia México, por ejemplo, abarcaba una variedad étnica considerable que incluia a mas de seiscientos grupos indigenas, en muy distintas etapas de desarrollo. Se hablaban unas ochenta lenguas Pertenecientes a quince diferentes familias. El dominio azteca sobre el México central se basaba en un sistema tributario. No obstante, ' Edmundo O'Gorman, La invencion de América, ef tniversalismo de 1a cultura de Occidente, México, Fondo de Cultura Econémica, 1958 Coronacién de un rey azteca, de la Historia de las Indias, de Diego Duran en su movimiento de expansion no se esfor- zaron en imponer su idioma y religion sobre los territorios conquistados. En contraste, el estado tarasco (situado en el moderno estado de Michoacan), que era menos poderoso, extendia su influencia lingiiistica y cultural sobre los vencidos?. Al norte de Guatemala, Tabasco, Honduras y en el norte de Yucatan se encontraron en 1520 los fragmentos del imperio maya, ya en desintegracién después de unas guerras civiles. En la cordillera andina, el imperio inca, también tributario, extendia una red econémica, administrativa y religiosa que se extendia desde lo que hoy conocemos como Colombia hasta Chile. Todas estas civi- lizaciones habian desarrollado las artes plas- ticas y la arquitectura, pese a que contaban con una tecnologia primitiva. Asimismo, la escultura, el tejido, la orfebreria y la ceramica habian alcanzado un alto grado de perfeccién artistica. Y aunque la escritura estaba rela- tivamente poco desarrollada en los imperios aztecas y mayas, restringiéndose a los quipus en el caso del imperio inca, florecia la poesia transmitida oralmente y la narrativa mitica. Quizas el poeta mas conocido del México precolombiano es el principe Netzahualcoyotl, (1402-72), que habitaba en la region del lago Texcoco y cuya poesia pertenece a una tradicion lirica bastante sofisticada en cuanto a recursos técnicos de simbolos y metaforas se refiere. Su poesia alcanza gran patetismo sobre 2 Enrique Semé, Historia del capitalismo en México. Los origenes 1521-1763, México, Era, 1973, pag. 22. todo en algunos poemas que tratan lo efimero de la vida, como el que sigue: Yo Netzahualcdyotl lo pregunto jAcaso de veras se vive con raiz en la tierra? No para siempre en la tierra sélo un poco aqui. ‘Aunque sea de jade se quiebra, aunque sea de oro se rompe, aunque sea plumaje de quetzal se desgarra. No para siempre en la tierra: s6lo un poco aqui, Pese a la fuerte imposicién de la adminis- tracién espafiola y la conversion de los pueblos indigenas al catolicismo, las antiguas creencias y leyendas se conservan a través de la tradicion oral en las lenguas indigenas. La alfabetiza- cién, sobre todo en los primeros aiios después de la conquista, permitia la conservacion de tradiciones como el caso de los manuscritos mayas de los libros del Chilam Balam y el Popol Vuh4. Dado que la alfabetizacion creaba una élite de letrados, el cultivo oral tendia a transmitir las tradiciones, populares y es lo que més contribuye a la cultura de ia resis- tencia que a veces brota en motines y rebeliones abiertas, como en el caso de Nueva Espafia en los sighos xvi y xvit; en la rebelién de Tupac Amaru en el siglo xvitt en el Peri, etc. Por otra parte, la tradicién oral indigena ha tenido una fuerte influencia en la literatura culta, sobre todo en este siglo, especialmente en Mé- xico y en el Perit (por ejemplo, en las novelas de José Maria Arguedas y en la poesia de Ernesto Cardenal, para citar sélo dos ejem- plos). Al iniciarse el trafico de esclavos africans en el siglo xvt se introduce un nuevo grupo de oprimidos que se veian obligados a mantener su identidad mediante la transmision oral de leyendas, canciones y ritos alusivos al pasado. La aculturacion de los negros fue atin mas brutal que la de los indigenas, ya que aquéllos, a diferencia de éstos. constituian un proleta. riado desarraigado de sus origenes en un mun- do nuevo que les era totalmente ajeno. En las plantaciones del Caribe y Suramérica se mez- Slaron_y aislaron en barracas, hombres y mujeres africanos de diversas tribus y lenguas. Pero también alli se originé una cultura de resistencia. que desde entonces se plasmé en Gabriel Zaid. Omnibus de poesia mexicana, México, Siglo XXI. 1971, pig. 74 ” j Adrian Recinos (ed). Popol Vuh, México, Fondo de Cultura Econémica, 1953. Antonio Mediz Bolio (ed Libro de Chilam Balam de Chumaye, México. UNAM. 1941, Miguel Lopez Portilla, La tiveravuras precolumbinay de México, México, Pormaca 6 los ritos de santeria y brujeria, en la misica y en el baile, y que se ha conservado hasta nuestros dias. LA INTEGRACION DE LOS INDIGENAS Y LA EDUCACION DE LOS CRIOLLOS Los primeros frutos literarios de la conquista fueron las cartas, las crénicas, las relaciones y las historias que trataban sobre las hazafias del descubrimiento, la conquista y las primeras impresiones del nuevo mundo y sus habitantes. Entre estos documentos se encuentran los libros de bitacora de Colén, las cartas de Hernan Cortés. la Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espaka de Bernal Diaz del Castillo (1496-1584), la Historia general y natural de las Indias de Gonzalo Fernandez de Oviedo (1478-1557), la Historia oficial de la conquista de México por Francisco Lopez de Gomara (1510-722), la de la conquista del Pera por Pedro Cieza de Leén (1520 6 22-60) y las crénicas de los franciscanos que se Tefieren a la conquista espiritual del Nuevo Mundo —sobre todo, la Historia de los indios de la Nueva Espafa de fray Toribio de Bena- vente, llamado Motolinia (?-1569). A esta lite- ratura, que sera discutida en detalle mas adelan- te, se afiadian las investigaciones de los frailes, sobre todo la del dominico Diego Duran (1538-88) y la del franciscano. Bernardino de Sahagiin (1500-90), autor de la Historia ge- neral de las cosas de la Nueva Espaka, para la cual utilizo los informes de los mismos indios a fin de averiguar sobre el nacimiento, el casamiento y la muerte, la vida doméstica y las costumbres de ellos, la organizacion econémica de los pueblos indigenas, su go- bierno y su manera de hacer la guerra, su religion y sus dioses. Mas tarde se contaria con los Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), y con la Historia natural 3 moral de las Indias del jesuita, padre José de Acosta (1539-1606). A este rico material se podrian sumar los artefactos y objetos de las civilizaciones indigenas que llegaban a Europa, muchos de los cuales paraban en las bibliotecas de los humanistas, y también los mismos indigenas, que eran traidos como muestra ante las cortes de Europa y a quienes hacian tomar parte en guerras simuladas, Este material ofrece a los europeos las pri- meras visiones profundas de los pueblos no europeos y su impacto se hizo sentir inmedia. tamente en la politica civil y eclesiastica que se aplicaria sobre los pueblos indigenas. En 1537 una bula papel habia reconocido la capacidad de los indios para comprender la fe catélica Sin embargo, existian graves discrepancias entre colonizadores y misioneros referentes a la definicién de la naturaleza de los indios. Aun cuando se admitia su ascendencia adanica, algunos colonizadores opinaban que estos habian perdido las virtudes inherentes al vin- culo adanico dadas las influencias negativas ejercidas por Satanas, y que, por lo tanto, eran vulnerables a toda clase de vicios e idolatrias. Otros, como el tedlogo Francisco de Vitoria (1486-1546), adjudicaban el desarrollo de la sociabilidad y la economia indigenas a su intelecto natural. Y Sahagin alegaba que era cierto que los indigenas eran hermanos de los europeos, apoyandose en la comtin ascenden- cia en Adan: «Son nuestros hermanos que tenemos que amar como a nosostros mismos, quid quid sit»’, El dialogo sobre la naturaleza del indio culminé en la famosa polémica soste- nida entre Juan Ginés de Septilveda (1490-1573) y fray Bartolomé de Las Casas (1474-1566), sobre el problema de si los indios eran acepta- bles como hombres en el sentido pleno de la palabra, o simplemente debia considerarseles como esclavos naturales®. La protesta del do- 5 Fray Bernardino de Sahagin, Historia general de las cosas de Nueva Espafia. ed, Angel Maria Garibay. México, Porrita, 1969, I, pig, 31 © Lewis Hanke, Aristotle and the American Indians. Londres, Carter and Hollis. 1959 minico fray Bartolomé de Las Casas contra el trato dado a los indios de Santo Domingo y Cuba, en su Brevisima relacion de la destruccién de las Indias (1552), tuvo amplia resonancia en Europa y contribuy6 parcialmente a crear la leyenda negra de la crueldad de la Espafia colonial. El universalismo cristiano vigente en el im- perio de Carlos V abogaba por la integracion de los indigenas a través de la conversién dirigida bajo la tutela de los franciscanos. En consecuencia, a fin de posibilitar y facilitar el trabajo de la conversion y educacién de los indigenas, el clero aprendié los idiomas nativos. También se experimenté con la fundacién de republicas para los indios, como la fundada por Las Casas en Alta Vera Paz (Guatemala). Impulsado por el espiritu humanista, Bernardo de Sahagiin recopilé informacién sobre los indios mexicanos, enfocada especificamente hacia el conocimiento de la mentalidad del nahuatl parlante, con la esperanza de asegurar una conversién mas eficiente y duradera. Como él mismo explicé, «para predicar contra estas cosas y aun para saber si las hay, menester es de saber cOmo las usaban en tiempo de su ido- latria, que por falta de no saber esto, en nuestra presencia hacen muchas cosas idolatricas, sin que lo entendamos». Sahagtin empleaba métodos sofisticados en Su trabajo de recopilacién de datos, utilizando informantes indigenas, y haciendo, como se- fala Robert Ricard, «un verdadero trabajo colectivo»?. La redaccién definitiva de su obra que abarcaba religin, astrologia, filosofia mo- ral y vida intelectual y social, flora y fauna, historia de la conquista y un diccionario de lengua nahuatl se compieté en version né- huatl en 1569. Sin embargo, esta etapa en que Prevalecian los ideales humanistas estaba de: tinada al fracaso, dadas las necesidades econ: micas de mano de obra india o afticana y la Contrarreforma. Con la subida al trono de Felipe Il en 1555, domina la Politica de la hispanizacién de los indigenas al mismo tiempo que se manifiesta la influencia de la Contrarreforma en la supresion de cualquier expresiOn religiosa indigena y la intolerancia hacia la tarea misionera. En 1578, Felipe IL mando confiscar la obra de Sahagan’, En lo que a los indios se refiere, la evangeli- zacién se dificulté grandemente. Hubo mil- tiples ejemplos de hostilidad abierta y de resis- tencia activa en toda América, cundiendo movimientos mesiénicos como lo fue Taqui Onquoy en el Pera, 0 «satanicos» como los ocurridos en la Valle de Tlaltenango, México, donde fueron quemadas la cruz y la iglesia, y se practicaron ceremonias sacrilegas. A lo largo del siglo xvt, los obispos se quejaban de la facilidad con que los indios convertidos al cristianismo recaian en la idolatria. Durante todo el periodo colonial (y, en algunos casos y regiones, atin en el presente) se puede hablar de la supervivencia del paganismo en relacion sincrética con el catolicismo. Después de la primera etapa de las conver- siones, dominada por los franciscanos, y en la cual también actuaron dominicos y agusti- nos, se continud, a partir del Concilio triden- tino, una politica de integracién de los indige- nas. Después de 1572, se destacaron los jesuitas, quienes transformaron la educacién de todas las clases sociales, encargandose sobre todo de la educacién de los criollos. Los jesuitas estuvieron muy conscientes de la funcién jerar- quica de la educacién y, por consecuencia, de la necesidad de formar élites dirigentes. Por ejemplo, en México se fundaron colegios donde se educaban «en policia y virtud a los hijos de 7 Robert Ricard, The Spiritual Conquest of Mexico: an essay on the apostolate and the evangelizing Methods of the Mendicant orders in New Spain, Betkeley U. C. Pres * Ver el prefacio a la traducci6n inglesa de Fanny R. Bandeleir, A History of Ancient Mexico, Rio Grande Press, 1976. pig. 16. ° John Hemmings, The Conquest of the Incas, Londres, MacMillan and Co., 1970, pag, 310, los caciques y principales de la provincian'0. Muy pronto ‘se institucionalizé la educacion avanzada, fundandose colegios donde se ofre- cian cursos de teologia, artes y retérica. La influencia mas notoria de los jesuitas en el Nuevo Mundo repercutid sobre todo en Amé- rica del Sur, especificamente en la regién que hoy abarca parte de Bolivia, Argentina y Para- guay. Alli establecieron misiones en donde se organizé la vida de los indigenas, conservando el guarani como lengua cotidiana y logrando crear una especie de utopia regida por el tra- bajo y la religion. El paternalismo excesivo y la vida regimentada de los trabajadores misio- heros, en comparacién con el lujo en que vivian los padres, seria mas tarde el blanco de ataque de la burla volteriana en Candide. Dos instituciones importantes se introduje- fon temprano: la imprenta y la ensefianza universitaria. La imprenta, que se establecié a partir de 1535 en México y a partir de 1583 en Lima, servia al principio para la publica- cin de textos didacticos que se utilizaban en la obra de conversién. La Universidad de Santo Tomas en Santo Domingo se fund en 1538; las de Lima y de México se fundaron en 1551 y la Ultima pronto se convirtié en un centro de erudici6n humanista. ADMINISTRACION Y ECONOMIA Desde 1533 el imperio espafiol ya tenia organizadas y establecidas las instituciones basicas para la administracién de las colonias: el poder se concentraba en el virrey, el repre. sentante personal del rey de Espafia. Su cargo normalmente duraba siete afios. Los dos gran. des virreinatos eran el de Nueva Espaiia, cuya capital fue la ciudad de México, y se extendia desde California hasta casi Panamé, inclu- yendo ademas las islas del Caribe; y el del Perit, que abarcaba toda Suramérica, con la excepcion de las colonias portuguesas y ho- landesas. La administracién se centraliz6 bajo la autoridad de un organismo supremo esta- blecido en 1524, el Consejo de Indias, el cual rendia cuentas directamente al rey y se reunia en Espaiia, Los altos cargos de la jerarquia colonial siempre quedaban en manos de los oriundos de Espafia, aunque pronto aparece én la colonia una poblacion de criollos y de mestizos nacidos en América. Sin embargo, los criollos, es decir, los nacidos en América de ascendencia espafiola, sélo podian parti- vyegltan Sanchez Baquero, S.J. Fundacién de la Compania Oe destis en Nueva Espana 1571-80, México, Editorial Patan 1945, pig. 164, Como ha sefialado el investigador mexicano Enrique Semé!, el estudio de las leyes del mercado no explica el conjunto de las activida- des de la colonia porque éstas respondian a muchas influencias extraeconémicas: «Un ti- tulo nobiliario vale mas que un capital. Una absolucién se adquiere convirtiendo un flo- reciente negocio en convento.» El status social dependia més de la riqueza y el boato que del capital productivo que se poseia. Definir la economia colonial como una estructura pre~ capitalista (Sem6) o capitalista dependiente (Gunder Frank)!? ha dado lugar a diferencias de interpretacion de la historia colonial, pero lo que queda fuera de duda es e! papel impor- tante de la corona que, a través de regalias, tributos, impuestos, monopolios y préstamos forzosos, lograba importantes ingresos prove- nientes de América, El ingreso llegé al maximo durante el reinado de Felipe II cuando aleanz6 45 millones de pesos. Hasta fines del siglo xv, la corona mantuvo casi intacto su monopolio del comercio (fuera del contrabando), Ile- vando a Nueva Espaiia articulos de lujo, libros y ciertos comestibles e importando oro, teji- dos y articulos como el cacao. LA VISION DE LOS CONQUISTADORES. El aporte cultural de la conquista consiste en las cartas, relaciones, crénicas ¢ historias de los conquistadores y de los primeros frailes evangelistas ya mencionados. El libro de bi- técora de Colén y las cartas de Cortés interesan por el papel de protagonista desempefiado por sus autores. Por su dominio del arte de narrar se destaca el relato de Bernal Diaz del Castillo, Historia verdadera de la conguista de la Nueva Espaiia. Soldado de las tropas de Cortés, su relato no solamente se esfuerza por dar «la verdadera historia», a diferencia de los relatos oficiales, sino que también esta motiva- do por un fuerte sentido dramatico. Las hazafias de los conquistadores solo podrian equipararse con las de los héroes épicos, Los grandes mo- mentos destacados por Diaz del Castillo se centran en episodios que se han convertido en motivos legendarios: la destruccién de los barcos de Cortés, el primer contacto con los emisarios de Moctezuma, la intervencion de dofia Marina, amante e intérprete de Cortés @ quien los indios llamaban la Malinche, la Primera visita de Tenochtitlan con sus lagos " Opscit. pag. 131 1 Andrés Gunder Frank, Le développement du sous développement, Paris, Maspéro, 1972: Lumpenburguesia v umpendesarrolio, Mexico, Era, 1971 y templos, la huida de Cortés de la ciudad azteca en la «noche triste», la muerte de Moc- tezuma y la de su hijo Cuauhtémoc, etc. No es de sorprenderse que Diaz del Castillo slo pudiera encontrar antecedentes a las cosas relatadas en la historia antigua o en las novelas de caballeria: nos quedamos admirados, y deciamos que parecia a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadis, por las grandes torres y cués (templos) y edificios que tenian dentro en el agua, y todos de calicanto, y aun algunos de nuestros soldados decian que si aquello que veian si era entre suefios, y no es de maravillar que yo escriba aqui de esta manera, porque hay mucho que ponderar en ello que no sé como lo cuente; ver cosas nunca ofdas, ni aun sofiadas, como veiamos. Todos Ios cronistas de la época —Pedro Cieza de Leén que escribe sobre la conquista del Peri; Agustin de Zarate (?-1560), autor de la Historia del descubrimiento y conquista del Perti (1555); Gonzalo Jiménez de Quesada (? -1579), cronista del descubrimiento y con- quista de Nueva Granada: Fray Gaspar de Carvajal (1504-84), el primero que descri- bid el Amazonas— tenian que resolver el problema de la verosimilitud, Fuera de Diaz del Castillo, se destaca, quizas por lo raro de los acontecimientos, el relato de Alvar Nufiez Cabeza de Vaca (14902-15592), autor de los Naufragios y comentarios, obra én la que habla de su cautiverio entre los indios némadas del norte de México durante varios afios, viajando con ellos por las llanuras de México. LA VISION DE LOS VENCIDOS La alfabetizacién y las recopilaciones de los frailes proven una vision de la conquista desde la perspectiva de los vencidos, una vision tragica y amarga. La poesia, antes que ningiin otro género, oftecia un lenguaje sim- bélico que se adecuaba a este intento de vision no menos trégico por integrarse a un ciclo preordenado por el Dador de la vida, como se puede observar en el siguiente poema sobre la derrota de Tlatelolco: En los caminos yacen dardos rotos: los cabellos estan esparcidos, Destechadas estan las casas, Enrojecidos tienen sus muros. Gusanos pululan por calles y plazas, y estan las paredes manchadas de sesos. Rojas estan las aguas, cual si las hubieran tefido, Y si las bebiamos, eran aguas de salitre. Golpeabamos los muros deadobeen nuestra ansiedad y nos quedaba por herencia una red de agujeros. En los escudos estuvo nuestro resguardo, pero los escudos no detienen la desolaci6n. Heros comido panes de colorin, Hemos masticado grama salitrosa, Pedazos de adobe, lagartijas, ratones, ¥ tierra hecha polvo y aun los gusanos. Llorad, amigos mios. ‘Fened entendido que con estos hechos Hemos perdido la nacién mexicana. jEl agua se ha acedado, se aced6 la comida! Esto es lo que ha hecho el Dador de la vida en [latelolco"®, Los libros de Chilam Balam, una serie de relatos proféticos descubiertos en Yucatan, también recuerdan dolorosamente Ia ruina de la civilizacién maya, y se han preservado varias tradiciones en las leyendas y en la poesia quechua sobre la conquista del imperio Inca Uno de los ejemplos mas destacados contiene la version oral quechua de la muerte de Ata- hualpa, la.cual difiere de la version espafiola en la que el ultimo Inca muere agarrotado. Tanto en la version oral como en la crénica de Guaman Poma de Ayala, que se menciona més adelante, Atahualpa es decapitado. La figura decapitada de Atahualpa se encuentra en una elegia anénima de autor cuzquefio, Apu Inga Atahualpaman, Al igual que en los libros proféticos mayas, se alude a la resu- rreccién de las civilizaciones derrotadas; en la leyenda de Inkarri, por ejemplo, se anuncia la resufreccién del Inca y por consiguiente la de los pueblos andinos, una vez que Inkarri encuentre su cabeza! ‘Ademas de la tradicién oral, existen dos fuentes escritas interesantes. En primer lugar. cl informe del Inca Titu Cusi Yupanqui, en- contrado en este siglo y dirigido al rey de Espafia, se destaca por ser el finico relato auto- biografico sobre la conquista del Peru y por ofrecer un resumen de la conquista desde el punto de vista de los conquistados. La otra fuente, de sumo interés también, es la Nueva Corénica y buen gobierno del mestizo Felipe Guaman Poma de Ayala, cuyo relato sobre el imperio Inca y la conquista de los pueblos andinos fue descubierto en 1908 en Copenha- gue. Una edicién facsimil publicada en Paris en 1936 nos permite apreciar este importante y excéntrico libro ilustrado por dibujos de la vida peruana del siglo xvi. Segiin su propio relato, Poma de Ayala 1 Omnibus de poesia mexicana, pag. 46, '4 Mercedes Loper Baralt, «Millenarism as liminality:an interpretation of the Andean myth of the myth of Inkarri», Point of Contact. 6 Nueva York. Spring, 1979. pigs. 65-82, nace alrededor de 1535 de una vieja dinastia de sefiores de Andamarca (pueblo situado en el norte del Pera actual) y su juventud transcurre durante los afios mas traumaticos de la época colonial, en los que se consolida la nueva fe y el nuevo gobierno. Ocupa cargos en la admi- nistracién de Andamarca, sirviendo de ayu- dante a varios visitadores y probablemente ayudando a Cristobal de Albornoz, gran ex- tirpador de «herejias», como la de Taqui On- quoy, un movimiento mesidnico que surge alrededor de 1565. * La Nueva corénica se divide en dos partes: la primera narra el pasado andino hasta la Hegada de los espaiioles y la segunda relata cial es la situacién de los indios frente a la conquista. Poma de Ayala no da una vision de una edad de oro inca, sino que, despues de describir las cuatro edades del mundo segin las tradiciones andinas, introduce en sus des- cripciones referentes a la dominacién inca una nota de crit igida sobre todo contra los gobernantes cuzquefios, la cual probable- mente refieja el resentimiento local hacia éstos No menos interesante es su relato de las difi- cultades vividas durante los primeros afios de la colonia. «De cémo los indios andaban per- Agricultura inca, de la Nwera Cordnica didos de sus dioses y huacas y de sus reyes y de sus sefiores grandes y de sus capitanes en este tiempo de la conquista ni habia Dios de los cristianos ni rey de Espaiia ni habia justicia asi dieron a hurtar y robar los espafioles...» A pesar de su firme creencia en la fe catélica, este autor peregrino reconocié la explotacién despiadada ejercida sobre los pueblos indi- genas. Da fe de los motines de los pobres, acusando a algunos corregidores de abuso del poder y de haber castigado cruelmente a sus nuevos subditos. No hay que olvidar que la conquista coin- cidié en gran parte con el florecimiento del humanismo en Europa, y que el ideal huma- nista se fundaba en la visién de la armonia global encabezada por un rey filésofo. El humanismo modelé el pensamiento de ciertos historiadores y cronistas, Entre ellos sobresale el «Inca» Garcilaso de la Vega (1539-1616), hijo de una noble Inca cuzquefia y de un con- quistador espafiol, quien desde 1560 se tras- lado a Espafia donde pasé el resto de su vida. Alli contribuyé en forma destacada a la vida intelectual espafiola, traduciendo al espafiol los Dialoghi d'amore del neoplaténico Leén Hebreo. En 1606 publicd la Florida del Inca, una relacién de las aventuras de Hernando de Soto, el descubridor de la Florida, y una de las primeras descripciones conscientemente lite- rarias del Nuevo Mundo. Sus Comentarios reales que tratan del origen de los incas apa- recieron en 1609 (una segunda parte con el titulo de Historia general del Pert, se publicd en 1617) ¢ influyeron en la literatura de tema indianista y en el mito del buen salvaje. Los Incas (1777) de Marmontel es quizds el libro mas conocido que debe mucho a los motivos de la obra del Inca. Los Comentarios reales oftecen un testimo- nio de un mundo desaparecido, como explica su autor: Yo naci ocho aiios después que los espa- fioles ganaron mi tierra, y como lo he dicho, me crié en ella hasta los veinte afios, y asi vi muchas cosas de las que hacian los indios en aquella su gentilidad, las cuales contaré, diciendo que las vi. Sin la relacién que mis parientes me dieron de las cosas dichas y sin To que yo vi, he habido otras muchas rela- ciones de las conquistas y hechos de aquellos eyes; porque luego que propuse escribir esta historia, escribi a los condiscipulos de escuela Y gramatica, encargindoles que cada uno ‘me ayudase con la relacién que pudiese haber de las particulares conquistas que los Incas hicieron de las provincias de sus madres. Esta exposicion consciente de la metodolo- gia a seguir demuestra que el Inca tenia una 42 clara idea de su mision humanista, la cual con- sistia en el descubrimiento de las creencias y practicas de la sociedades andinas en relacion con los rasgos universales. Por esta razon tam- bién rechazo el latin a favor de la lengua espa- fiola, pues esta ultima alcanzaba a los que no entendian «indio ni latin», y, sobre todo, a los que como el mismo Inca habian tenido que pasar tiempo en las guerras «entre armas y caballos. pélvora y arcabuces...». Dirigién- dose a un piblico que sabria reconocer los velores caballerescos de lo heroico, el Inca representa un nuevo tipo de hombre, el del mestizo en cuya sangre se mezclan lo europeo y lo americano. La importancia de los Comentarios reales no reside en su autenticidad histérica: el Inca habia abandonado su tierra natal muy joven y no tenia manera de verificar sus recuerdos. Lo que es mucho mas importante es su alta valo- racion de la civilizacién Inca y la dignidad de sus reyes, quienes van cobrando una esta- tura clasica. Por ejemplo, al describir a Atahualpa en el momento de su muerte, co- menta: «recibié aquella pena y tormento con el valor y la grandeza de 4nimo que los Incas y todos los indios nobles suelen recibir cual- quiere inhumanidad y crueldad que les ha- gan* Al igual que la obra del Inca, la del padre jesuita José de Acosta (1539-1600) se basa en el conocimiento directo del Nuevo Mundo, y especificamente de virreinato del Pert, donde tesidid desde 1570 hasta 1587. Este conoci- miento le permitid corregir la obra de los antiguos: Platén, Plinio, Ptolomeo y Aris- t6teles. El ultimo, por ejemplo, habia sostenido que la «zona térrida» no era habitable, mien- tras que el padre Acosta sabia que era «c6- moda, placentera y agradable», y, ademas, fue uno de los primeros en sugerir que los indios americanos tenian sus origenes en las migra- ciones que fueron hechas a través del estrecho de Bering. La taxonomia que utiliza Acosta se basa en un cosmos geocéntrico cuyos mine- rales, vegetacion y animales se ordenan segin la distribucion de los elementos del fuego, del agua, del aire, y de la tierra. Se distribuyen todos también segiin su posicién en la gran cadena evolutiva que culmina en el hombre, Como los habitantes del Nuevo Mundo tenian gobiernos y sociedades, no se les podia clasi- ficar de salvajes. Desgraciadamente, la codicia = los europeos ya habia exterminadoa muchos y también muchos aspectos de la * Véase, en este mi Gare ae He mM? Volumen, B. Lavalle, «Et Inca vida indigena que hubiera servido de mucho conocer. Ademas, Que demas de ser agravio y sinrazén que se les hace € un gran dafo por tenernos abo- rrecidos como 2 hombres que en todo, asi en lo bueno como en lo malo, les somos y hemos sido siempre contrarios. La VIDA CULTURAL EN EL SIGLO XVI La vida cultural de las nuevas colonias se encontraba gobernada por y subordinada a las exigencias de la conquista. Entre los colo- rizadores predominaban militares, eclesids- ticos y comerciantes, la mayoria de los cuales carecian de gustos sofisticados. La conver- sion de los indigenas y la necesidad de control ideoldgico restringia ‘ain més las actividades culturales. Por ejemplo, se prohibe la impor-, tacién de novelas, las cuales eran consideradas de gran peligro para los nuevos cristianos incapaces de distinguir entre ficcion y verdad Aunque se importaban novelas y otros libros prohibidos de contrabando, las prohibiciones tenian que afectar profundamente la pro- duccién literaria*. En arquitectura, se impu- sieron reglas sobre la construccién y en las artes plasticas se prohibieron los temas pro- fanos. Aun en 1680, se denuncid en piblico a un dominico por poseer una pintura de Héctor y Aquiles!5. En 1570, la iglesia en Quito pro- hibio la venta de imagenes profanas a los indios. En Mexico, desde 1556, y mas tarde en otras partes de la América espafiola, se controlaban los gremios de los pintores y en Ciudad de México, Puebla, Bogota y Lima se excluyo a los indigenas de los gremios hasta 1700. A partir del Concilio de Trento, se fortaleci6 la reglamentacién de la vida cul. tural colonial. La Inquisicién se mostré in- fatigable en su extirpacion de la idolatria y se encarcelé a varios pintores y grabadores de origen flamenco, italiano y francés bajo la acusacion de ser luteranos. En compensacién, se gastaba mucha energia ¥ talento en la organizacin de espectaculos ¥ fiestas: la legada de un virrey 0 una gran fiesta religiosa (en.particular la fiesta de Corpus Christi) daban motivo a toda clase de acti- vidades, ya fuera misica, poesia, teatro o artes plisticas. Por ejemplo, la llegada de las 7, Wéase, sin embargo, en este mismo volumen, CG “La novela hispanoamericana colonial ae. Spccores Kubler, Martin Soria. are and Architecture ng tin ane Portugal and their American Donnintons 1500, ‘ondres, Penguin Books. 1959, pag. 103, santas reliquias de la Compaiiia de Jestis a México, en 1578, fue celebrada con certa- menes literarios, y procesiones de indios y criollos: «Salié una danza de nifios indios a recibir la procesion, vestidos de seda y plu- meria galana, danzando a su modo, y cantando a canto de érgano (que todos eran cantores), una letra en su lengua y en nuestra poesia y medida espafiola, que acompafiadas las voces de flautas y otros instrumentos, parecié muy bien» 16, Después de otra danza de nifios co- legiales «dieron libertad a varios géneros de saves, que habian estado cautivas dentro del arco, las cuales con el ruido que con su vuelo hicieron, saliendo por lo alto, entretuvieron a la gente». Hacia el final de las festividades, que duraron ocho dias, se escenificé «la tra- gedia grande de la persecuci6n y triunfo de la Iglesia, de los dos Emperadores, Diocleciano y Constantino, representada por los princi- pales de los estudios, con el mayor aparato que se vio ni parece se podra ver en esta ciudad, con aquel afecto y nocién del auditorio que se pudo desear», Este espectculo total, tan carac- teristico del medievo europeo, unificaba todas las artes, utilizandolas con un propésito tanto religioso como estético Las primeras obras de teatro escritas en el Nuevo Mundo formaban parte de las fiestas religiosas. En 1553, Fray Andrés de Olmo (7d. 1571) escribidé una Alegoria del juicio final, en idioma nahuatl, que se estrené en el Colegio de Santiago de Tlatelolco. Los patios de las iglesias daban amplio espacio para las Tepresentaciones teatrales, y las fiestas de los santos proporcionaban los temas y las oca- siones. Las obras religiosas también predo- minaban en el teatro en espaiiol. Hernan Gonzalez de Eslava, dramaturgo espaiiol (1534 1621?) que se traslad6 a México en 1559, escri- bid entremeses y coloquios, muchos de tema pastoril, ademas de dramas religiosos. Su entremés Entre dos rufianes es una de las pocas obras de tema no religioso que ha llegado hasta nuestros dias. También se conocen los dia- logos satiricos de Cristébal de Llerena (1540- 1610) de Santo Domingo, escritos alrededor del afio 1548. Llerena fue expulsado de la isla por una satira que protestaba contra los abusos de los abogados, Como Gonzalez de Eslava, muchos otros escritores emigraron al Nuevo Mundo en el siglo xvi: entre ellos, el novelista Mateo Aleman (1547, d. 1613), el poeta petrarquista Gutierre de Cetina (a. 1520-577), y el drama- turgo y pocta Juan de la Cueva (1543 72-1610). Muchos escritores se dedicaban a la poesia "© Sanchez Baquero, op. cit. pig. 119. lirica, como lo evidencia la Epistola de Lope de Vega dirigida a la Amarilis peruana. La tendencia:petrarquista predomino en Ia lirica de Francisco de Terrazas (15257-16007), mien- tras que Juan de Castellanos (1522-1607) de Nueva Granada fue autor de las Elegias de tarones ilustres de Indias (1589). Uno de los poetas mis versdtiles del siglo fue Bernardo de Balbuena (15627-1627), nacido probablemente en Valdepefias, Espafia, pero que fue llevado a México de nifio, Estudié en el Colegio de todos los Santos de la ciudad de México y luego se ordené de sacerdote. Su primera obra con- siste en doce églogas, Siglo de oro en las selvas de Erifile (1608). cuyos modelos lite- farios son los églogas de Teécrito, Virgilio y Sannazaro, mientras que El Bernardo 0 Vie- toria de Roncesvalles (1624) es una imitacion de Ariosto. Su obra mas conocida, Grandeza mexicana (1604), es una vision de la «soberbia ¥ populosa ciudad» que describe como «fénix de galas, museo de ciencias, jardin de Venus». Alli encuentra realizado el suefio de la armonia de fa cultura y la naturaleza: Bafiado de un templado fresco viento. donde nadie creyé que hubiese mundo g0z0 florido y regalado asiento, Casi debajo el trépico fecundo. que reporta las lores de Amaltea, ¥ de perlas empefa el mar profundo. labrado en grandes proporciones y cuenta de torres, capiteles, ventanajes, su maquina soberbia se presenta. Balbuena fue nombrado obispo de Puerto Rico en 1619, y sufrio una amarga experiencia en 1625, cuando unos piratas holandeses Incendiaron su biblioteca, destruyendo los manuscritos de la Cosmografia universal, Al- teza de Laura y Arte de poesia* La conquista del Nuevo Mundo ocasiond un tema magnifico para la poesia épica, mientras el ambiente religioso estimuld la epopeya religiosa. Como ejemplo de ésta se destaca La Christiada (1611) de Diego de Hojeda (1571-1615) de Lima. una epopeya mistica con fines misionales basada en los Evangelios y en las obras de la. patristica. Existen dos poemas épicos sobre la conquista de Chile: El Arauco domado (1596), de Pedro de Ofia (1570-1643) que, segiin la confesién del autor, se escribié «por el slo deseo de hacer algin servicio a la tierra donde naci, tanto como esto puede el amor a la patrian. Mas interesante, por el tono realista y las circuns- * (Vease, en este mismo volumen, A. Roggiano, «Ber- nardo de Balbuenan tancias de su composicién, resulta La Arau- cana de Alonso de Ercilla y Zajtiga (1533. 94), publicada en tres partes en 1569, 1578 y 1589. Dicha obra es la primera epopeya escrita en el Nuevo Mundo y quizas la unica escrita durante el curso de una guerra. La con- quista de lo que es ahora Chile tuvo que enfren- tarse con una resistencia feroz de los indios araucanos. Como explica Ercilla, La Araucana «se hizo en la misma guerra y en los mismos Pasos y sitios, escribiendo muchas veces en cuero por falta de papel y en pedazos de cartas, algunos tan pequefios que apenas cabian seis versos». Sin embargo, el poema no aparenta ser una obra escrita apresuradamente. Com- puesta en octavas reales, consta de treinta y siete cantos que abarcan la descripeién de Chile. los preparativos para la guerra, las victorias de Lautaro y Caupolican, la muerte de Pedro de Valdivia y la victoria de los es- paftoles. Ademas, incluye muchas digresiones, como la historia de la hermosa Glaura y la de Tegualda, narradas al propio Ercilla, quien en ese momento se convierte en personaje de su propio poema. Un aspecto interesante de La Araucana es la manera en que el autor trata de captar el punto de vista de los cacique indi- genas, defendiéndose en su prologo de una posible critica al respecto: «Y si a algunos le pareciere que me muestro algo inclinado a la parte de los araucanos, tratando sus cosas y valentias mas extendidamente de lo que para barbaros se requiere; si queremos mirar su crianza, costumbres, modos de guerra y ejerci- cio della, veremos que muchos no les han hecho ventaja, y que son pocos los que con tan gran costancia y firmeza han defendido su tierra contra tan fieros enemigos como son los es- Pafioles.» Despierta su admiracién este pueblo que con «puro valor y porfiada determinacién luché por la libertad, derramando en sactificio della tanto sangre asi suya como de espaiioles, que con verdad se puede decir haber pocos lu. Bares que no estén tefiidos y poblados de hue- sos», No obstante. en el curso del poema justifi- ca las guertas como mandadas por Dios. Suma- mente interesante por la perspectiva del autor, La Araucana intenta superar la monotonia de su estilo mediante al realismo de sus des- cripciones bélicas. El logro del autor es sola- mente parcial, pues tiene notoria dificultad en manejar las transiciones de una escena a otra. Sin embargo, es una obra cuya visién caballeresca y humanista despert6 aun en nuestros dias la admiracion de Neruda *. Pese a los decretos contra el género nove- * Vase, en este mismo volumen, L. i 1. «Alonso de Ercilla y Zinigay, listico, se encuentra material fantastico y novelesco incorporado en los libros de hi toria y en algunas crénicas, como El carnero (1636), escrita por el neogranadino Juan Ro- driguez Freile (1566-16402), en la cual, por medio del didlogo y otras técnicas narrativas, relata los’ amores ilicitos, las brujerias y los asesinatos acuecidos en Nueva Granada * El arte y la arquitectura de la primera mitad del siglo xvi también reflejan las exigencias practicas y espirituales surgidas a raz6n de la conquista. Algunos de los edificios construidos durante el primer periodo de la época, como la Casa del Almirante, en Santo Domingo (1510), ya demuestran cierta originalidad y una tendencia hacia la simplificacion. La primera catedral consiruida en el Nuevo Mundo, la de Santo Domingo, empezada en 1521-23, adapta tanto los estilos del medioevo como del plate- resco renacentista. Herederos de una larga tradicion de vida urbana. los espafioles construian lus ciudades del Nuevo Mundo en forma de damero, es- tructura cuyos antecedentes se remontan a la civilizacion romana y que consiste basicamente en calles rectilineas divididas en cuadras rec- tangulares. Un dibujo hecho por un artista indio y fechado alrededor de 1580 demues- tra en detalle el proyecto de ingenieria dist flado para la ciudad de Cholula, México. en el cual se ve el modelo de lo que seguiria siendo el plano para toda la América espafiola: una plaza mayor rodeada de edificios piiblicos con una iglesia franciscana en el centro!7. General- ease, en este mismo volumen, E. Camacho, «Juan Rodriguez Freilen. no. "7 Kubler y Soria, op. cit. pag. 69. meute la iglesia se contruia primero con un patio amurallado para acomodar al gran ni- mero de nuevos conversos. Las posas u ora- torias se tncontraban en las cuatro esquinas. Algunas capillas abiertas semejaban teatros, con muros diagonales convergiendo sobre el proscenio. Cada orden religiosa aporté su estilo especial, como ocurrié en México, donde Jos franciscanos se guiaron segiin un esquema de la Usopia de Santo Tomas Moro. Las iglesias de los franciscanos, muchas de ellas construidas en poblaciones pobres, eran las mas sencillas, mientras que los agustinos utilizaban fachadas decoradas al estilo plateresco y murales didac- ticos. Por su parte, los dominicos practicaban la construccion masiva. Todos los misioneros se valian de la mano de obra indigena. Otra caracteristica de esta arquitectura temprana, sobre todo en las fronteras, es el estilo de for- taleza que se adopts para proteger a los frailes de posibles ataques por los indigenas hostiles. Un ejemplo de este estilo se encuentra en la iglesia franciscana de Tepeaca (Puebla), cons- truida entre 1543 y 1580, que tiene caminos internos y postes de centinela. En el siglo xvi predominé la pintura reli- ziosa, siendo los primeros notables, en su ma- yoria, de origen peninsular o flamenco. El primer pintor importante que trabajé en Méxi- co fue el flamenco Simén Pereyns (1566- 1603), un manierista tardio que pintaba las piezas de los altares conventuales. La transicion al barroco se hizo con un pintor espafiol, + Alonzo Vasquez (c. 1565-1608). Otro pintor espafiol, Baltasar de Echave e/ Viejo, se esta- blecié en México hacia fines del siglo xvi. Contd con muchos discipulos entre los que estuvo su hijo, Baltasar de Echave ef Joren,

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