Coloquial Vulgar OK

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El registro coloquial.

Características generales

 El lenguaje coloquial es principalmente afectivo, con la proyección del emisor


del mensaje, que transmite a través de la lengua sus sentimientos, opiniones y
expresividad. Es un lenguaje centrado en el emisor, lo que explica el predominio de la
función emotiva. Esta caracterización genera la aparición de los siguientes
mecanismos:
• Abundancia de palabras con valores simplemente expresivos, tales como
interjecciones, formas verbales lexicalizadas, etc...: ¡Hombre! ¡Anda! ¡Vaya!....
• Empleo impersonal de ‘tú’, ‘uno’... en vez de la primera persona gramatical:
‘uno no sabe qué decir....’ ‘Cuando te llevas mucho tiempo allí te aburres’.
• Uso de ‘que’ enfático, ‘pero’, ‘y’ y otros nexos con valores semejantes: ‘¡Que te
digo la verdad!’ ‘¡Pero, bueno!’, ‘¡Y que lo digas!’.
• Repeticiones, para transmitir así mayor intensidad: ‘Es tonta, tonta’, ‘Que no,
que no y que no. Que no puede ser’.
• Ordenación subjetiva: ‘Manías, eso es lo que tienes, manías’.
• Adjetivos y adverbios valorativos: ‘A mi me parece horrible, muy feo, que no
queda bien, vamos’, ‘Lo hizo estupendamente, de maravilla’.
• Los diminutivos y aumentativos, así como muchos prefijos, adquieren valores
apreciativos, afectivos, irónicos, etc...: ‘Es feílla, pero ¡tan agradable!’, ‘Tiene
poquita voz, pero desagradable’, ‘Es un niñato’, ‘¡Vaya un comistrajo que nos
dieron!’.
• Afirmación y negación afectiva y categórica: ‘Pues yo eso ni loca’, ‘¡Uy, sí, sí,
por supuestísimo!’.
• Expresiones afectuosas e insultos ficticios: ‘¡Qué burro eres, mira que decirle
eso!’, ‘No seas gallina, hombre’.
• Metáforas e hipérboles coloquiales: ‘Ando muerta de frío', ‘Ese tío es un zorro’,
‘Tengo más hambre que el pavo de una rifa’, ‘Me costó un ojo de la cara’.
• Recursos autoformativos: la argumentación se basa en la propia autoridad o en
el consenso general: ‘Es lo que digo yo, que no se puede soportar’, ‘A perro
flaco todo se le vuelven pulgas’.
• Frecuente aparición de verbos de valoración subjetiva: ‘Me encanta el cine’.
• A la función emotiva se unen con frecuencia otras funciones, como la conativa
y la fática: ‘Mira, Álvaro, ve a la cocina’, ‘Me dijo lo que te conté ayer, ¿sabes?,
y parecía cortado, ¿no?’.

Es un lenguaje eminentemente práctico, que persigue fines concretos e


inmediatos y, por ello, es bastante económico. Esto genera:
• Elipsis, dado el alto conocimiento del contexto y la situación por parte de los
interlocutores: ‘Y que no, que no tiene, porque tú ya sabes que en eso..., en fin,
un desastre’.
• Escasa subordinación con nexos polivalentes: ‘A ese le dices eso y no viene’, ‘No
vengas, que no voy a estar’.

Es un lenguaje espontáneo y con poca elaboración y cuidado. Se puede


apreciar en los siguientes rasgos:
• Ruptura de la construcción sintáctica provocada, bien por la rapidez, bien por la
interferencia de asociaciones: ‘Sí, María, esa que le dijimos que no viniera’,
‘Pero no quiero hacerlo por eso, por cierto, ¿qué le pasó a tu madre ayer?’.
• Empleo de muletillas (frases o palabras que se repiten continuamente y que
suelen estar desprovistas de significado): ‘Bueno’, ‘Pues’, ‘Como te decía’, ‘Por
consiguiente’,
• Empleo de palabras “comodín”, "ómnibus" o proformas léxicas, válidas para
cualquier contexto: ‘¡Y hace unas cosas!’.

Jergas y Argot

Los miembros de ciertos grupos profesionales o los aficionados a determinados


temas emplean a menudo unas variantes lingüísticas para comunicarse entre ellos que
son difícilmente comprensibles para todos aquellos que no compartan esa profesión o
afición. Esas variedades especiales es lo que se denomina jerga (jerga profesional de
los médicos, de los abogados, de los aficionados a los toros, etc...). Con el término
argot nos solemos referir a las jergas específicas que emplean los miembros de
algunos grupos marginales y que tienen la finalidad de no ser entendida por todo
aquel que no pertenezca al grupo (argot carcelario, del mundo de la droga, de la
delincuencia, etc...).

El nivel vulgar. Vulgarismos

Llamamos “vulgarismo” a un uso de la lengua producido por el deficiente


conocimiento de las normas que regulan su utilización. Algunas incorreciones están
tan extendidas que no se restringen a un ámbito puramente vulgar. Entre los más
habituales podemos citar:

Vulgarismos fónicos:
• Metátesis, o cambio de posición de los fonemas: ‘cocreta’, ‘Grabiel’.
• Vacilación en la pronunciación de las vocales no acentuadas: ‘tiniente’.
• Tendencia a la reducción de los diptongos: ‘concencia’, ‘pacencia’.
• Formación de diptongos con dos vocales en hiato: ‘Juaquín’.
• Adición a principio de palabra de fonemas vocálicos: ‘arradio’, ‘amoto’, ‘afoto’.
• Pérdida de consonantes intervocálicas como /n/ o /r/: ‘quies’, ‘paece’.

Vulgarismos morfosintácticos:
• Empleo del género incorrecto: ‘las alfileres’, ‘el afoto’.
• Desviaciones morfológicas de los tiempos verbales: ‘tuvistes’, ‘predecido’,
‘andó’.
• Abandono de la construcción sintáctica exigida:'Yo me parece que sí’.
• Concordancias incorrectas, como el empleo del verbo impersonal ‘haber’,
concertando con el C.D.: ‘Habían muchos coches en la calle’.
• Anteposición de los pronombres ‘me’ y ‘te’ al "se": ‘me se ha perdido un libro’.
• Utilización de laísmo, loísmo y leísmo: ‘la dije que viniera’, ‘lo di un puñetazo’,
‘el libro le puse sobre la mesa’.
• Uso del “dequeísmo”: ‘me dijo de que vendría’, ‘resulta de que no tenía trabajo’.

Vulgarismos léxico-semánticos:
• Empleo de palabras con un significado impropio: ‘me aprendió a conducir’.
• Presencia de arcaísmos: ‘naide’, ‘mesmo’.
• Uso de la etimología popular (una palabra que no se entiende muy bien se la
relaciona con otra que sí se conoce): ‘destornillarse de risa’ (por
‘desternillarse’), ‘dolores asiáticos’ (por ‘dolores ciáticos’), ‘mondarinas’ (por
‘mandarinas’).

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