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NATURALEZA DE LA MENTE Ok-1

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Naturaleza de la mente

RESUMEN
Llamamos mente al conjunto de funciones cerebrales activas en determinado espacio-
tiempo, natural y con acumulación sociohistórica y cultural. Tiene la cualidad de
interiorizar significados sociales, siempre mediado por el funcionamiento del cuerpo e
instrumentos. Es un fenómeno emergente de la naturaleza biopsicosocial en el universo
de la realidad perceptible y representable por el ser humano. No es un objeto en sí
mismo, es la cualidad de un sujeto. Contiene en sí misma las características primigenias
de la materia y de las relaciones de estas, del cual emergen niveles de organización de
mayor complejidad que brindan soporte a un sistema sobre otro, configurando universos
interconectados que aún no comprendemos plenamente. Es un fenómeno dimensional
que parte de lo simple a lo complejo; es diverso por la multiplicidad de formas de vida,
y el caso humano es resultante de la herencia biológica, del aprendizaje social, de la
interiorización de la cultura y de las relaciones sociales a lo largo del proceso histórico-
social y personal. La mente humana es expresión de un ser biológico, con herencia
biológica, histórico-social y cultural, con capacidad de ontogénesis a nivel micro y
macro celular. El desarrollo de las neurociencias y de la física cuántica permitirá un
salto epistemológico en la comprensión de la naturaleza humana, de la realidad, y, por
lo tanto, de la mente.
Estudiar la naturaleza de la mente nos plantea preguntas fundamentales como: ¿Qué es
la mente? ¿Cómo es la fisiología de la mente? ¿La mente es un fenómeno humano
solamente? ¿O es una cualidad de mayor complejidad en el ser humano, pero también
presente en otras especies vivas? ¿Sus características esenciales son propias de los seres
vivos o ya se encuentran presentes en la materia en sí misma? ¿La mente es un
fenómeno emergente de las complejas relaciones del universo de las macromoléculas,
de las células, o ya está presente en el nivel subatómico y obedece a las leyes de la física
cuántica? Ensayando respuestas, delimitando el orden de las preguntas y los conceptos,
será el tránsito por el cual irán fluyendo los argumentos que cuentan con mayor
aceptación y evidencia en la comunidad científica. Estudiar la mente en la psiquiatría
tiene crucial importancia, puesto que su objeto de estudio es el ser humano en el proceso
salud-trastorno mental.

Esta definición identifica al sujeto como poseedor de la cualidad mental; por lo tanto, la
mente es una cualidad de alguna cosa, mas no es un objeto en sí mismo. Por lo tanto, la
mente humana es una cualidad de la naturaleza humana. En la dimensionalidad y
diversidad de los fenómenos mentales, la mente del ser humano es genuina y singular.
Estudiar sus características pasa por estudiar la naturaleza del ser humano. El ser
humano es un ser complejo, por lo tanto, la mente es un fenómeno complejo. Es posible
de ser comprendida si, y solo si, se estudia al ser humano, pues, como propone
Aristóteles, los físicos no estudian el movimiento, estudian las cosas que se mueven.
Por lo tanto, los científicos y filósofos que estudian la mente, estudian a los objetos que
producen mente. Bajo ese mismo argumento lógico, estudiar la mente requiere estudiar
al ser humano; este es un ser complejo en el sentido planteado por Edgar Morin en el
pensamiento de la complejidad, reconociendo al fenómeno tal cual, desintegrando la
complejidad sin simplificar al punto de reducir, mutilar, unidimensional izar, llegando a
simplificaciones cegadoras.

Todo lo contrario, haremos el esfuerzo de construir una concepción multidimensional,


aceptando la incertidumbre en la infinidad del espacio-tiempo a nivel microscópico y
macroscópico, considerando que las relaciones de causa y efecto son multidireccionales.
Como plantea Pascal, “todas las cosas son causadas y causantes, ayudadas y ayudantes,
mediatas e inmediatas, y que todas (subsisten) por un lazo natural e insensible que liga a
las más alejadas y a las más diferentes”. Así, el presente manual estudia la mente en un
afán afectivo de un saber no parcelado, no dividido, no reduccionista, asumiendo las
preguntas sin respuestas, los vacíos del conocimiento, dejando claras las interrogantes.
Por ello, partimos de la idea fundamental de que estudiar la naturaleza de la mente pasa
por estudiar la naturaleza humana en su totalidad biopsicosocial. Como establece
Platón, para saber de amor hay que saber del objeto que se ama; por lo tanto, para saber
de mente hay que saber del objeto que produce mente.Precisar que la mente es una
cualidad sienta la base de la naturaleza de la mente. La mente es una cualidad del ser
humano. Sobre el ser humano, partimos de la siguiente certeza científica ampliamente
aceptada: el ser humano es un ser complejo biopsicosocial, con una herencia
filogenética biológica, producto de la evolución de la vida a lo largo de millones de
años.

Es un ser social, con una herencia cultural, producto del desarrollo histórico de la
sociedad (humanidad). Es un ser vivo que, como todo ser vivo, está compuesto por
materia organizada, por lo tanto, está determinado por las propiedades primigenias de la
materia, de la cual se reconocen niveles de organización, entre los cuales pertenece el
nivel celular, que es la unidad funcional de organismos pluricelulares, dotados de un
programa genético que determina, en el nivel celular y orgánico, la formación de
tejidos, órganos, aparatos y sistemas con funciones específicas, integradas entre sí para
la constitución de un sistema vivo que nace, crece, se desarrolla y muere en determinado
medio ambiente social y natural. Se encuentra en constante movimiento e influye y es
influido por el ambiente natural y social, tiene la capacidad de aprender y acumular el
aprendizaje biológica y culturalmente.

Asumimos la propuesta de Pedro Ortiz, quien plantea que en el ser humano existen
varios niveles de organización, desde las partículas subatómicas, atómicas, la formación
de elementos y moléculas, que dan lugar a proteínas, carbohidratos, lípidos, enzimas y
vitaminas. En conjunto, generan el fenómeno emergente celular. La interacción de
estos en colonias de células y el ambiente dio lugar a la formación de órganos y
sistemas (sistema circulatorio, respiratorio, digestivo, osteomuscular, excretor y otros)
y, entre ellos, aquel que integra, decodifica, interpreta, crea información, etc., el llamado
sistema nervioso. Las características, propiedades y cualidades de este sistema dan lugar
al fenómeno emergente de la mente, como parte de una persona que nace, crece, se
desarrolla y muere. Este existe, interactúa con el medio social y natural, influye y es
influido. A partir de la interacción social, las facultades mentales han permitido la
emergencia de la cultura y la formación de civilizaciones.

El ser humano es un ser vivo con mente. ¿Será la mente cualidad de otros seres vivos?
Al respecto, proponemos que un fenómeno constante, trascendente en el espacio-tiempo
infinito, es la interacción de las propiedades de la materia entre sí, la cual transita entre
las posibilidades de la materia y la energía. Esta interacción, en el nivel de las
macromoléculas, permitió la emergencia del nivel unicelular, en el cual se comprueba el
fenómeno constante de interacción de este ser unicelular con el medio que lo rodea. En
esta relación se precisan límites definidos por la membrana celular, con capacidad de
identificación de moléculas y elementos que pueden ingresar al intracelular y aquellas
que no.

El desarrollo de sistemas cibernéticos en el intracelular, con funciones específicas para


cada organela y el núcleo que contiene el código genético, en el caso de las células
humanas, tiene la capacidad de mantener estados de equilibrio entre el medio interno y
externo, al cual denominamos homeostasis. En esta actividad, las concentraciones de
iones y aniones como potasio, cloro, sodio y calcio determinan las cargas eléctricas intra
y extracelulares, hecho determinante en la comunicación celular. Este sistema celular ya
caracteriza elementos básicos del funcionamiento de la mente: la identidad, la unidad, la
enacción, un sistema con subsistemas que procesan información, capacidad de
almacenamiento de información y aprendizaje. Si a ello le añadimos la capacidad de
mantener un estado de equilibrio (homeostasis) para mantener el sistema, sobrevivir y
reproducirse, estamos caracterizando las funciones básicas que, en la evolución hacia
organismos pluricelulares, darán lugar a procesos de especialización celular.

Precisamos que el mantenimiento constante, como un "sí o solo si" de las matemáticas,
es la relación de un ser con sus pares, otras especies y el ambiente, que es infinitamente
macroscópico e infinitamente microscópico. Es la relación la que permite la emergencia
de cualidades que evolucionan sobre cualidades previas. En este orden de ideas, en las
relaciones de los seres unicelulares con otros de su especie, se forman colonias celulares
que interactúan con el medio natural. Esta interacción condiciona experiencias en las
cuales hay que garantizar la sobrevivencia, lo cual exige la asociatividad de millones de
células que forman colonias, como se puede apreciar en las bacterias actualmente. Estas
tienen la capacidad de desarrollar resistencia a los antibióticos y heredar esta capacidad,
lo cual es un fenómeno de aprendizaje bioquímico. Por lo tanto, es la interacción natural
la que permite la emergencia de cualidades no presentes en los elementos de los
sistemas previos, constituyendo un todo (sistemas y subsistemas) que contiene a la parte
en sí, pero con cualidades emergentes nuevas, como la especialización celular en los
organismos pluricelulares, que previamente fueron colonias de seres unicelulares. En
este proceso, la relación con el medio ambiente favoreció el desarrollo de células
especializadas en la recepción de estímulos, procesamiento e integración de información
para la emisión de respuestas, en un primer momento como acto reflejo simplemente, y
en etapas subsecuentes con procesamiento de información interna, capacidad de
almacenamiento de información, aprendizaje y creación de respuestas, en principio
habituales y luego novedosas. En la medida en que la relación se multiplica de lo
particular a lo general de manera infinita en espacio y tiempo, sobre principios y leyes
determinados por las cualidades primigenias de la materia, van surgiendo en cada nivel
de organización fenómenos emergentes de mayor complejidad. En este orden de ideas,
es preciso citar al profesor Pedro Ortiz, quien expone en su obra Teoría Informacional
de la Personalidad lo siguiente:

“La biogénesis y la emergencia de la información, como proceso culminante de la


evolución neguentrópica, permiten comprender que los sistemas vivos abiertos, como
una célula, utilizan la información como medio o instrumento para mantener un mayor
nivel de orden. El orden relativo a los organismos vivos es denominado homeostasis, un
estado de equilibrio entre el medio interno y externo, en una relación íntima con el
ambiente. Por lo tanto, el sistema procesa las interacciones como energía y como
materia (teoría de la relatividad de Albert Einstein), al punto que podemos afirmar que
la vida es posible a partir de una matriz cósmica. En la biogénesis se requiere de una
superestructura que refleja, en sentido biogenético, los procesos físico-químicos
intrínsecos del sistema, y en sentido ecocinético la estructura de las condiciones físico-
químicas de su entorno. De esta manera, la actividad de dicha superestructura se refleja
en el mismo sentido cinético en los procesos internos del sistema, los cuales de este
modo llegarían a convertirse en el soporte activo del sistema total, que existe por sí
mismo, el cual incluye lógicamente aquella misma superestructura que empezaremos a
denominar como la información. Esto significa que la estructura informacional ubicada
dentro de cada sistema vivo tiene como modelo externo al ambiente de desarrollo que la
rodea. En su evolución, llegó a constituirse en el modelo interno que organiza el
desarrollo del sistema total, es decir, del individuo, el cual de este modo adquirió
atributos fundamentales de memoria, anticipación, emociones, pensamientos,
sentimientos, y los atributos objetivos de integridad, estabilidad, reproducibilidad y
mutabilidad”.

Los procesos esenciales que determinan la estructura y la actividad de todo sistema vivo
son de naturaleza informacional, considerando que informar es dar forma. Cada sistema
vivo individual está organizado por alguna clase de información, es decir, en base a la
actividad de ciertas estructuras que son el modelo de desarrollo del mismo sistema.
Podremos concluir que deben existir relaciones entre un nivel de organización y otro, de
un nivel de menor a otro de mayor complejidad, y viceversa.
Entre el ser unicelular y el pluricelular existe un continuo evolutivo temporal de
interrelaciones celulares entre sí y con su medio en una colonia. ¿Acaso sucedió que la
colonia de células llegó a constituir un ser pluricelular? Si así fuera, ¿qué determinó este
paso evolutivo?

En un organismo pluricelular, pronto aparece una distinción funcional entre células


receptoras de estímulos diversos —sonoros, de luz, químicos, físicos— que trasladan
los estímulos para ser almacenados y decodificados por células que procesan la
información y emiten una respuesta. La evolución del sistema nervioso en diversas
especies muestra que este se encuentra distribuido en todo el organismo, integrándose
como un todo único. Sin embargo, existen casos como el de la estrella de mar, donde
hay células nerviosas nodulares que no se comunican con otros nódulos.

Los fenómenos emergentes, en la epistemología biológica propuesta por Varela, son


aquellas cualidades de un sistema de las que los elementos del sistema carecen. Esto,
aplicado a la biología de la mente, nos permite afirmar que el sistema nervioso produce
la mente, es decir, pensamientos, emociones, percepciones, y reflexión. Aceptamos que
la unidad funcional del cerebro es la neurona; por lo tanto, la pregunta es si la neurona
es capaz de pensar, sentir, y percibir en el sentido humano. La respuesta es que no, sin
embargo, la sumatoria de las redes neuronales, el cerebro, el sistema nervioso periférico,
sumado al cuerpo en su totalidad, son capaces de producir la mente, es decir, de sentir,
pensar, y reflexionar.

Reconocemos que el cerebro y el cuerpo están íntimamente integrados, y que el


fenómeno mental es posible solo en la medida en que el sistema en su totalidad funcione
bien. Prueba de ello son las repercusiones cerebrales de un cuerpo enfermo, como en
una insuficiencia cardíaca, renal o hepática. Es decir, no puede haber mente si no hay un
sistema cardiovascular, digestivo, respiratorio, y excretor, obviamente en un proceso
continuo y sistemático. Cuando una parte del sistema enferma, el cerebro enferma, por
lo tanto, la mente enferma, y el sistema puede compensarse, eventualmente recuperarse,
o persistir enfermo y morir. Si el cuerpo muere, también el cerebro, y por lo tanto,
también la mente. Sin embargo, el conocimiento de las partículas subatómicas y las
leyes de su actividad ponen en cuestionamiento el fin de la mente con el fin de la vida.

Cannon se refiere a una función biológica que llamó homeostasis, y la describió como
"las reacciones fisiológicas coordinadas que mantienen la mayoría de los estados
estables del cuerpo... y que son tan característicos del organismo vivo”. Ya en los seres
unicelulares (probablemente en un estadio de madurez evolutiva), se produce la
emergencia de la sensación, o "sentisciencia" difusa. Para ello, es vital comprender el
primigenio fenómeno relacional con los otros seres y el medio ambiente. A esto,
Cannon llama "sentisciencia". La pregunta lógica es: ¿cómo es posible que un ser
unicelular pueda sentir? Las aportaciones de Roger Penrose establecen quizá el marco
más serio de aproximación. Recordemos sus hipótesis sobre la función del citoesqueleto
celular y acerca de los "nichos cuánticos" formados en el interior de los microtúbulos;
un constructo teórico que, en el fondo, nos vendría a decir que el sentir sería, en último
término, una propiedad ontológica incoativamente presente en la naturaleza primigenia
de la materia.

El ensayo expone una perspectiva amplia sobre la mente como un fenómeno


dimensional que se encuentra presente desde el nivel unicelular hasta el nivel humano,
evolucionando en complejidad y diversidad a lo largo del tiempo. Esta visión considera
que la mente no es solo una función del cerebro humano, sino que tiene raíces profundas
en la estructura y propiedades de la materia misma, evolucionando a lo largo de
millones de años en diversas formas de vida.

Se argumenta que, aunque la mente humana tiene un grado de desarrollo particular que
ha permitido la creación de civilizaciones y la emergencia de nuevos mecanismos de
adaptación y supervivencia, la mente no puede ser enajenada de las funciones básicas de
la vida. Estas funciones están en la raíz misma de su esencia, y la mente, como
fenómeno emergente, involucra todas las funciones psiconeurales y surge de múltiples
relaciones a nivel biológico, psiconeural, social y ambiental.

La mente es vista como un fenómeno diverso debido a la multiplicidad de formas,


funciones y especializaciones que observamos en diferentes especies. Aunque sabemos
poco de las facultades mentales de otras especies, estudios en etología han comenzado a
caracterizar las sociedades de ballenas, delfines, abejas, y monos, reconociendo la
existencia de capacidades mentales en estas especies.

Se destaca la afirmación de Damasio, quien sostiene que el cerebro puede tener circuitos
complejos sin necesariamente poseer una mente, ya que la mente requiere la capacidad
de representar internamente imágenes y de ordenar dichas imágenes en un proceso
denominado pensamiento. Sin embargo, se propone que la mente no puede ser
simplificada al pensamiento, ya que es un fenómeno emergente que requiere la
integración de todas las funciones psiconeurales y de múltiples relaciones en todos los
niveles, incluyendo el social y ambiental.

Finalmente, se reconoce que la mente es un producto de las relaciones de la materia y


que su origen está en las propiedades de la materia misma, habiendo evolucionado
durante millones de años hasta dar lugar a una de las formas de vida más complejas: el
ser humano. La mente en el nivel pluricelular es una función de células especializadas
organizadas en órganos y sistemas que interactúan entre sí y con el ambiente natural,
social y cultural en el que se encuentran.

La obra de Konrad Lorenz es citada para respaldar la idea de que los comportamientos
animales, como la socialización, la comunicación, y la defensa territorial, se basan en
mecanismos protomentales altamente evolucionados en cada especie. Sin embargo,
también se reconoce que cada especie tiene particularidades que han sido moldeadas por
las exigencias de adaptación impuestas por su ambiente y el instinto innato de
supervivencia.

Lorenz ganó el premio Nobel por sus experimentos en gansos y patos, en los cuales
demostró, en el contexto de la socialización y el vínculo filial, el fenómeno rotulado
como impronta, para referirse a cierto tipo de aprendizaje temprano en estas aves.
Observó que cuando los gansos y patos eclosionaban en su presencia, lo seguían como
si fuera su madre. Son famosas las imágenes de Lorenz paseando o nadando delante de
los gansos a quienes imprimió este fenómeno. La impronta consiste en una fijación
rápida y permanente entre el animal y un objeto notorio de su entorno, como su madre,
durante el periodo posnatal precoz. Es un tipo especial de aprendizaje que ocurre solo
durante un tiempo restringido, llamado periodo crítico de aprendizaje, y es irreversible.
En los humanos, entre la madre y el bebé se establece un estrecho vínculo por medio del
comportamiento de acoplamiento durante el amamantamiento, succión-alimentación.
De esta forma, cuando el bebé llora y la madre le ofrece el pezón, este se siente
protegido. El vínculo establecido entre madre y cría prepara los canales de
comunicación y confianza que se requieren en el futuro (Constância et al., 2004). Las
especies que interactúan con su progenie en periodos críticos aprenden las bases de la
socialización, lo cual es de gran importancia, ya que la información social aprendida le
servirá al individuo para ser más eficiente en su medio (Bennett & Laland, 2005).

Cuando se investigan fenómenos de impronta en los seres humanos, se describe que


algunos de los periodos críticos coinciden con episodios de actuación aguda de los
sentidos, como la visión, la audición, el olfato e incluso el tacto. De tal forma que quizá
la impronta se dispara con base en el sentido dominante de la especie, además del estado
de motivación apropiadamente orientado (Klopfer & Hess, 1959; Fraser, 1980; Vaz-
Ferreira, 1984; Maier, 2001). Esto ayuda a que el contacto social temprano determine el
carácter del comportamiento social en la adultez (Mandujano, 2010).

Romper el vínculo entre madre e hijo, que debe existir en algunas especies, puede ser
socialmente dañino para el individuo, ya que deja de aprender algunas destrezas, como
el empleo de herramientas observado en chimpancés o en carpinteros copetones de
Galápagos (Bennett & Laland, 2005).

La impronta es un complejo proceso ontogénico que hace que los animales adquieran y
almacenen información, usándola a su favor en el momento que se requiera. Ese
aprendizaje, complementado con la información genética del individuo, se fortalece, y a
través del ensayo y error en el empleo de la conducta, el individuo mejora su
desempeño. De tal forma, algunos factores ambientales acarrearán cambios
conductuales en los individuos, y dichas conductas les ayudarán a lograr más o menos
éxito en la consecución de recursos, realizando ajustes de dichas conductas a lo largo
del tiempo (Bennett & Laland, 2005).

El psicólogo John Bowlby, en su trabajo en instituciones con niños privados de la figura


materna, formuló la Teoría del Apego. El apego es el vínculo emocional que desarrolla
el niño con sus padres (o cuidadores) y que le proporciona la seguridad emocional
indispensable para un buen desarrollo de la personalidad. La tesis fundamental de la
Teoría del Apego es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño es
determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su
principal figura de afecto (persona con quien se establece el vínculo).

Las referencias anteriores nos permiten concluir que en la raíz de los fenómenos
mentales se encuentra la socialización, tanto en seres humanos como animales, y una de
sus principales variantes es la relación filial, la cual garantiza la supervivencia y el
desarrollo de redes neuronales que serán el soporte de funciones mentales y
consecuentes conductas fundamentales para la supervivencia. En el caso de los
animales, aprenden a volar, a nadar, a cazar, a identificarse con la manada, a establecer
un territorio. En el caso humano, el desarrollo del lenguaje, el pensamiento, el
procesamiento emocional, las funciones ejecutivas, la conducta moral, las destrezas
psicomotrices, etc. Al respecto, expongo en los próximos párrafos las teorías del
desarrollo psicoevolutivo.
Nos es familiar representar la realidad en imágenes mentales, como propone Damasio.
Quizá esta sí sea una facultad solo humana. A partir del manejo de estas imágenes
mentales en la línea del tiempo, somos capaces de pensar. Sin embargo, la actividad
mental puede ser mecánica, consciente e inconsciente, como cuando manejamos una
bicicleta, por ejemplo. Aún en esa actividad no dejamos de pensar; la mente siempre
está en actividad permanente. Esto explica la capacidad de integración de funciones
mentales como el pensamiento, el lenguaje, la imaginación, la percepción, la atención,
la memoria, el afecto, las funciones ejecutivas y otras. Si consideramos que esto es
producto de la actividad de las redes neuronales y, como se ha descrito, las redes
neuronales están organizadas por módulos difusos, especializados, podemos imaginar
que constantemente todas estas redes están integrando información, como un concierto
solemne de una orquesta sinfónica o el armónico amanecer de un paisaje primaveral.
Asimismo, esto es particular y único en cada persona, e incluso en cada momento, varía
a lo largo del tiempo; por lo tanto, nace, se desarrolla y probablemente muere.

Bien, ahora intentaremos desvelar esta capacidad de representar la realidad. Henri


Wallon (París, 15 de junio de 1879 - 1 de diciembre de 1962) fue un médico y psicólogo
francés, profesor y director del Instituto de Investigaciones Psicobiológicas del Niño, de
París. Su obra versa sobre el acto al pensamiento, los orígenes del carácter en el niño,
estudios sobre psicología genética de la personalidad y los orígenes del pensamiento en
el niño. Wallon, en El símbolo en formación, refiere que el bebé humano, al nacer, tiene
pocos recursos para sobrevivir. El sistema nervioso autónomo (ANS) ya está
suficientemente desarrollado para regular la respiración, los ciclos de sueño y vigilia, y
el bombeo de la sangre. Sin embargo, el sistema de control de la temperatura y de la
postura, asegurado por la función tónica, no está completamente desarrollado. De
hecho, nuestra especie se caracteriza por una larga maduración biológica. El niño, en
este periodo, actúa de este modo impulsivo, con movimientos limitados, y todavía
carece de la madurez neurológica, pero ya puede expresar emociones básicas. Los
primeros actos son, por tanto, movimientos impulsivos, en gran medida desordenados,
pero cargados de significado emocional. El bebé humano, por lo tanto, actúa
principalmente hacia el medio ambiente humano a partir de sus necesidades básicas de
alimentación, afecto y abrigo. Para delimitar con mayor claridad y mostrar cierta
estabilidad, el niño va, al mismo tiempo, controlando sus movimientos, haciéndolos
intencionales y expresivos, y construyendo la conciencia de sí mismo. El desarrollo
motor y la conciencia están estrechamente correlacionados desde su creación. Por lo
tanto, la conciencia no está presente desde el primer momento, sino que es el resultado
de una síntesis dialéctica derivada de la maduración del sistema nervioso, la relación
social y la experiencia personal, lo que permite que el bebé los use de forma
instrumental. El gesto o acto nace de la intención y, así, es expresivo. El gesto prefigura
el símbolo, y el grito prefigura la palabra. El niño tendrá que desarrollar su capacidad de
controlar los gestos y movimientos hasta que aparezca la representación simbólica. Sin
embargo, para la transición entre el desarrollo motor y la representación, se reproduce
una nueva función psicológica: la función simbólica. El niño simboliza su aprendizaje
en gestos, conductas, sonidos, palabras. Es preciso entender que gestos, conductas,
sonidos y palabras simbolizan, significan un mensaje en el mundo relacional. Cuando
esto se multiplica de lo particular a lo general, de manera infinita, surge la
representación, que, según Wallon, solo se utiliza en la función simbólica del lenguaje.
Este fenómeno complejo tiene múltiples procesos involucrados: aprendizaje,
inteligencia, imitación, juego, lenguaje, psicomotricidad. Parece ser que todo en las
actividades del hombre está medido, en mayor o menor medida, por símbolos.
Jean Piaget refiere sobre el desarrollo cognitivo que es la maduración del sistema
nervioso para adaptarse al ambiente, sobre la inteligencia que es un tipo de rendimiento
biológico, que facilita la interacción con el medio ambiente. Propone como funciones
invariantes la organización y la adaptación; organizar es la tendencia a formar
estructuras cada vez más complejas que se da en una sucesión continua coherente con el
desarrollo corporal. En este proceso se desarrollan esquemas, que son patrones de
pensamiento para manejar una situación. La adaptación implica la asimilación de
esquemas, la experimentación de estos en situaciones nuevas, que exigen la
acomodación de los preexistentes y el surgimiento de nuevos esquemas.

Entre los teóricos del desarrollo encontramos a Lev Semionovitch Vigotsky, cuya corta
vida transcurrió entre los años 1896 y 1934. Nace en la pequeña ciudad de Orsha, en
Bielorrusia, de descendencia judía. Desarrolla su pensamiento en una Rusia en
transformación, producto de la revolución socialista. Estudia medicina y derecho en la
Universidad Popular de Shanyavsky (Derecho). Esta universidad no estaba reconocida
por el Zar Nicolás II dado su acento político contrario a sus intereses, pero enseñaban
muchos de los mejores profesores de Moscú. Fue en este entorno académico donde
Vigotsky consolida su visión dialéctica del hombre, la naturaleza y la cultura que
tomaría de Spinoza, Hegel, Marx y Engels, y que sería empleada como herramientas
conceptuales para interpretar el mundo, más que como dogma ideológico de la época.
Este centro, al que Vigotsky ingresó con 18 años, fue el contexto interpersonal
académicamente potente que marcaría el resto de su vida como hombre de
humanidades. Su producción científica se da en el contexto cultural del clásico debate
del cuerpo y el alma, signado entre los frentes de la reflexología y la fenomenología.
Una de sus preguntas científicas sería: ¿cómo se originan los procesos de pensamiento
(simbólicos) superiores como el de la creación artística? La respuesta sólida se da en el
desarrollo de la teoría sociocultural (comprensión histórica y dialéctica), que surge
como una respuesta a una carencia conceptual de la época que, gracias a Vigotsky,
terminaría quebrando la tradición y abriendo un nuevo horizonte en la explicación de la
conciencia.

La teoría sociocultural sostiene que “Tenemos conciencia de nosotros mismos porque la


tenemos de los demás y por el mismo procedimiento por el que conocemos a los demás,
porque nosotros mismos con respecto a nuestra individualidad (yo) somos lo mismo que
los demás con respecto a nosotros (Otro, los otros)”. “La individualidad (yo) se
construye como derivada y secundaria sobre la base de lo social y según su modelo
exacto”. El desarrollo de un proceso largo, marcado por saltos cualitativos, ocurre en
tres momentos: de la filogénesis (herencia de millones de años de evolución) a la
sociogénesis (naturaleza social y cultural del hombre), de la sociogénesis a la
ontogénesis (que define el ser de las cosas), y de la ontogénesis para la microgénesis (el
aprendizaje social deja huellas biológicas).

Vigotsky tendría sólidos antecedentes sobre Alexander Potebnya y George Herbert


Mead (1862-1931), quienes, usando el concepto de evolución emergente, explican la
dinámica de las relaciones sociales, elaborando para ello categorías como el “yo social”
o “el otro generalizado”, con los que explica el yo como consecuencia de los procesos
sociales, llegando a afirmar que solo se adapta el que actúa y que la mente es un
producto social que se desarrolla a través del lenguaje, que estructura el yo, que no es
otra cosa que lo social dentro del individuo. Finalmente, para Vigotsky, las funciones
mentales “se enraízan en el espacio exterior, en la relación con los objetos y las
personas en condiciones objetivas de la vida social. No son un resultado de las
asociaciones reflejas de un cerebro sumido en un vacío social”. Por ello formula el
concepto de la Zona de Desarrollo Próximo: “no es otra cosa que la distancia entre el
nivel real de desarrollo, determinado por la capacidad de resolver independientemente
un problema, y el nivel de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución de
problemas bajo la guía de un adulto o en colaboración con otro compañero más capaz”.
Postula que, para el desarrollo del potencial, se requieren relaciones sociales, el mismo
que se dará en determinado contexto sociohistórico, directamente vinculado con la
persona, es decir, en el seno de una familia que pertenece a determinada comunidad y
este a determinado sistema social. Al ser formado en el contexto revolucionario ruso, su
pensamiento, su potencial de desarrollo, se realiza al amparo del pensamiento marxista
que al respecto precisa claramente en la Introducción a la Crítica de la Economía
Política: "El modo de producción de la vida material determina los procesos sociales,
políticos y espirituales. No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino
por el contrario, es su ser social lo que determina su conciencia". Es decir, esta visión de
carácter macrosocial complementa la concepción de la influencia de lo microsocial.

Una de las funciones que mayor admiración nos causa es el desarrollo moral, es decir,
lo que explica que en determinada circunstancia que representa un dilema moral, por
cierto, hecho tan cotidiano y que representa un problema estructural del país como la
corrupción, la persona ejecuta una conducta, toma una decisión, mentaliza conductas
que se encuentran dentro del ordenamiento de valores éticos, morales, o todo lo
contrario. Al respecto, Damasio, en la obra En busca de Spinoza, refiere que los valores
éticos son sentimientos morales y Honorio Delgado, en sus descripciones de
psicopatología, caracteriza personas que no pueden desarrollar sentimientos morales y
tipifica como estupidez moral. Uno de los científicos más citados es Lawrence
Kohlberg, psicólogo norteamericano (1927−1987). En 1958, defiende su tesis doctoral,
en la que se reseña la reflexión que posteriormente realizará sobre el desarrollo. Afirma
que, en un principio, los individuos comienzan asimilando las reglas de conducta como
algo que depende de la autoridad externa. Posteriormente, perciben dichas reglas como
elementos indispensables para lograr la recompensa de satisfacer las propias
necesidades. En un tercer estadio, las considera como un medio para alcanzar la
aprobación social y, por tanto, la estima de los demás. Después, las reglas se convierten
en soportes de determinadas órdenes ideales, y finalmente se transforman en elementos
que establecen los principios sociales que cumplir por el individuo para sentirse bien
consigo mismo y que se le manifiestan como indispensables para poder vivir al lado de
los demás.

Bien, con los argumentos anteriores, concluimos que las funciones mentales tienen
determinantes biológicos, heredadas filogenéticamente tras millones de años de
evolución. Investigaciones recientes están demostrando que el medio ambiente y las
correspondientes experiencias tendrían efectos epigenéticos en menos tiempo y que
permitirán la expresión o apagamiento de determinados genes. Sobre lo heredado
biológicamente, el recién nacido, en interacción con su medio al compás de las
vivencias sociales y el tránsito del desarrollo neurológico, dará fruto a las funciones
mentales y, finalmente, a la mente única y particular. Por lo tanto, las funciones
mentales evolucionan a lo largo de la historia sociobiográfica de una persona.
Sabemos que las funciones mentales se forman en especial a lo largo de la primera
infancia. Esto requiere conocer las características del órgano que produce mente: el
cerebro.

ANTOMIA E HISTOLOGIA DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL

En el momento de nacer, el cerebro ya está altamente desarrollado y tiene alrededor de


un cuarto del peso que alcanzará en la edad adulta, a pesar de que el peso corporal total
sea aproximadamente un décimo del peso normal de un adulto. Cuando nace un niño, su
cerebro ya contiene los 100 billones de células cerebrales especializadas, las "neuronas"
o "materia gris". Las mayores concentraciones de ellas se encuentran en el cerebelo y la
"corteza", que forma las capas superficiales del cerebro. Lo principal de la organización
del cerebro ya está en marcha, con las respectivas subdivisiones funcionales en
rombencéfalo (cerebro posterior), mesencéfalo (cerebro medio) y prosencéfalo (cerebro
anterior), reconocibles inclusive a partir de los 40 días de embarazo.

A medida que el cerebro del niño se desarrolla, las diferentes partes se van
especializando gradualmente cada vez más, según van evolucionando los circuitos
neurales específicos para las distintas funciones. Aunque las funciones en cierta medida
se localizan, el cerebro es un órgano complejo en el cual muchas secciones trabajan al
unísono. El desarrollo del carácter del sujeto en el cerebro depende de que uno tenga las
experiencias adecuadas; el cerebro joven es una parte muy reactiva y "plástica" del
cuerpo, con un elevado número de neuronas y conexiones entre ellas. Los caminos entre
las varias partes del cerebro se van estableciendo siguiendo las conexiones más activas,
formando sistemas que sirven de apoyo a las diferentes funciones sensoriales,
cognitivas, emocionales y conductuales. El carácter único de cada niño es resultado de
las complejas acciones entre los genes que controlan el crecimiento del cerebro y las
experiencias formativas provenientes del entorno del niño, que tienen que ver tanto con
la sensibilidad como con la resiliencia.

El cerebro consta de dos hemisferios cerebrales, izquierdo y derecho; cada uno de estos
tiene cuatro lóbulos: anterior, el lóbulo frontal, y dividido por la cisura de Rolando,
hacia la región posterior tres lóbulos: el parietal, el temporal y el occipital. Posterior y
caudal se encuentra el cerebelo. Al interior de los lóbulos se encuentra el sistema
límbico, compuesto por la amígdala, el hipotálamo, la hipófisis y el hipocampo. Por
debajo del diencéfalo se encuentra el tronco encefálico (de donde emergen los pares
craneales), compuesto por el mesencéfalo, puente y bulbo, al que continúa la médula
espinal. Esto configura un sistema nervioso periférico y central. Al interior del cerebro
se encuentran los ventrículos, en cuyo interior se produce el líquido cefalorraquídeo por
los plexos coroideos, clave para la mantención de la presión intracraneana normal. El
sistema nervioso está recubierto por tejido conectivo que forma la duramadre.

El cerebro y el cerebelo tienen capas superficiales externas relativamente delgadas de


sustancia gris y regiones internas mayores de sustancia blanca. Estas regiones de
sustancia gris se denominan respectivamente corteza cerebral y corteza cerebelosa. La
sustancia gris que conforma la corteza cerebral está organizada en 6 capas de neuronas
en las que se establecen sinapsis transversales, verticales, y multidireccionales,
generando un sistema de redes neuronales, todas interconectadas por millones de
sinapsis. Es en donde parece que se ejecutan los diversos tipos de funciones mentales (la
unidad funcional del cerebro es la neurona, que forma redes neuronales a partir de las
cuales emergen las funciones mentales), mientras que la sustancia blanca consiste en
largas fibras nerviosas que transportan señales de una parte del cerebro a otra.

Cada área de la corteza cerebral está asociada con funciones específicas. La corteza
visual se encuentra en el lóbulo occipital, donde se configuran neuronas y redes
neuronales especializadas en la recepción, decodificación y memoria de estímulos
visuales. Las sensaciones del tacto tienen que ver con la región del lóbulo parietal,
denominada corteza somatosensorial, ubicada posterior a la cisura de Rolando. El
neurocirujano Wilder Penfield describió la correspondencia muy concreta entre las
diversas partes de la superficie del cuerpo y las regiones de la corteza somatosensorial
(homúnculo de Penfield). Sabemos que el sistema nervioso se ha organizado de tal
manera que las funciones del lado derecho del cuerpo se corresponden con las funciones
del hemisferio izquierdo y viceversa. En el lóbulo frontal, situado justo delante de la
cisura de Rolando, está el área motora primaria, que está relacionada con la activación
del movimiento de las diferentes partes del cuerpo, y de nuevo existe una
correspondencia muy específica entre los diversos músculos del cuerpo y las regiones
de la corteza motora; esto se denomina el "homúnculo motor". En el lóbulo temporal se
ha identificado la corteza cerebral relacionada con el sentido auditivo. Hay suficiente
evidencia para argumentar que los lóbulos son redes neuronales especializadas en la
decodificación de un tipo de estímulo somatosensorial y motor, que existen áreas
primarias de recepción y decodificación de estímulos, en un continuo con áreas
secundarias de asociación intralobular y, finalmente, con áreas terciarias de asociación
interlobular. Si recordamos la propuesta de Canon sobre la sensación como elemento
nuclear de la representación mental y advertimos las explicaciones de Damasio, que
afirma que tenemos mente porque podemos representar imágenes e hilar estas unas con
otras, y a este hecho le llamamos pensamiento, estamos reconociendo que la estructura
y arquitectura cerebral están diseñadas para producir mente.

En líneas generales, el funcionamiento cerebral se daría de la siguiente forma: Los datos


externos de los sentidos entran en las regiones sensoriales primarias, son procesados con
sucesivos grados de sofisticación en las regiones sensoriales secundarias y terciarias,
transferidos a la región motora terciaria y, finalmente, son transformados en
instrucciones específicas para el movimiento en las regiones motoras primarias. En las
áreas terciarias (de asociación) es donde se lleva a cabo fundamentalmente la actividad
más abstracta y sofisticada del cerebro. Aquí, en conjunción, en alguna medida, con la
periferia, se mezcla y analiza la información de las diversas regiones sensoriales de una
manera muy compleja, donde reside la memoria, se construyen las imágenes del mundo
externo, se conciben y evalúan planes generales, y se entiende o se formula el habla.
El funcionamiento cerebral es Integrado

El desarrollo y funcionamiento del cerebro humano es un tema fascinante que ha sido


objeto de estudio durante siglos. Desde el momento del nacimiento, el cerebro ya está
altamente desarrollado, con un peso que representa aproximadamente una cuarta parte
del que alcanzará en la edad adulta. Contiene cerca de 100 billones de neuronas, las
células especializadas responsables de las funciones cerebrales. Estas neuronas están
distribuidas en diferentes regiones del cerebro, como el cerebelo y la corteza, que
forman la capa superficial del cerebro.

El cerebro humano se organiza en tres partes principales: el rombencéfalo (cerebro


posterior), el mesencéfalo (cerebro medio) y el prosencéfalo (cerebro anterior), que son
reconocibles desde los 40 días de embarazo. A medida que el niño crece, las distintas
partes del cerebro se especializan y desarrollan circuitos neurales específicos para
diversas funciones. Esta especialización está influenciada tanto por la genética como por
las experiencias formativas del entorno, lo que da lugar a un carácter único en cada
individuo.

El cerebro se compone de dos hemisferios, cada uno con cuatro lóbulos principales:
frontal, parietal, temporal y occipital. Estos lóbulos están asociados con diferentes
funciones sensoriales, cognitivas y motoras. Por ejemplo, el lóbulo occipital es
responsable de la visión, mientras que el lóbulo parietal está involucrado en la
percepción táctil. Además, estructuras como el sistema límbico, el tronco encefálico y el
cerebelo desempeñan roles cruciales en la regulación emocional, la memoria y las
funciones motoras.

El lenguaje, una de las funciones más complejas del cerebro, fue estudiado por Paul
Broca y Karl Wernicke. Broca identificó un área en el lóbulo frontal, conocida como
área de Broca, que está relacionada con la formulación de enunciados. Wernicke, por su
parte, identificó una región en el lóbulo temporal, conocida como área de Wernicke, que
está involucrada en la comprensión del lenguaje. Estas áreas están conectadas por el
fascículo arqueado, y su lesión puede provocar diferentes tipos de afasia, donde el habla
puede ser fluida pero sin sentido o dificultosa pero con comprensión intacta.

El hipocampo juega un papel fundamental en la consolidación de la memoria a largo


plazo. Sin un hipocampo funcional, como se vio en el caso del paciente H.M., una
persona no puede formar nuevos recuerdos después de que los estímulos han dejado de
estar presentes. El hipocampo trabaja en conjunto con la amígdala, que asigna un
contenido emocional a los recuerdos.
El cuerpo calloso es la estructura que permite la comunicación entre los hemisferios
cerebrales, y su sección puede llevar a sorprendentes cambios en el comportamiento. El
eje hipotálamo-hipofisario regula funciones endocrinas y es influenciado por señales
desde la corteza y el sistema límbico, integrando aspectos psiconeuroinmunoendocrinos.

En resumen, el cerebro humano es un órgano increíblemente complejo donde la biología


y la experiencia se entrelazan para crear la mente humana. Cada una de sus partes y
conexiones contribuye a un sistema intrincado que permite la vasta gama de funciones
cognitivas, emocionales, y físicas que definimos como la mente.

La Conciencia

La exploración de la conciencia y sus implicancias en la psiquiatría ha sido un tema


central en la obra de muchos autores, incluido Honorio Delgado, quien en su Curso de
Psiquiatría no define la conciencia directamente, sino que describe sus alteraciones,
como la desorientación. Según Delgado, la orientación mental abarca diversas funciones
como la memoria, la atención, la inteligencia, y las tendencias instintivas. La
desorientación ocurre cuando no se pueden integrar datos objetivos en la experiencia
personal, afectando la orientación en el espacio, el tiempo, las personas y el propio yo.

Partiendo de esta base, se puede inferir que para Delgado, la conciencia implica estar
orientado en espacio, tiempo y en relación con uno mismo, un concepto que coincide
parcialmente con la concepción moderna de la conciencia. Según esta perspectiva, la
conciencia no solo requiere un estado adecuado de vigilia (regulado por el sistema
reticular ascendente), sino también una orientación contextual y una identidad con una
historia socio-biográfica.

Este enfoque se complementa con la obra de neurocientíficos como Penfield, quien


argumentaba que la "atención consciente" o "conciencia de acción voluntaria" se
produce cuando el tronco cerebral está en comunicación con la corteza cerebral.
Moruzzi y Magoun también sugirieron que la formación reticular, responsable del
estado general de alerta, podría considerarse como la "sede" de la conciencia.

La conciencia, según esta visión, es el resultado de la integración de diversas funciones


cerebrales. Esta integración permite no solo la vigilia, sino también una conciencia
autobiográfica, como lo sugiere Damasio, quien describe la evolución de la conciencia
desde la unificación sensitiva hasta la conciencia ampliada que produce un ser
autobiográfico. Para que esta conciencia del yo exista, es esencial la memoria, que a su
vez depende de la neuroplasticidad y el aprendizaje.

La relación entre lenguaje y conciencia es otro aspecto clave. Muchos filósofos y


psicólogos sostienen que la conciencia humana está íntimamente ligada al lenguaje, que
es la expresión del pensamiento. Damasio sostiene que la capacidad de representar
imágenes y pensamientos en el tiempo es crucial para la conciencia. Así, la conciencia
se complejiza al asociarse con otras funciones mentales, permitiendo la aparición de la
conciencia del yo, del otro, y de diversas formas de conciencia (moral, filosófica,
política, etc.).

A lo largo de la historia, los casos clínicos han sido fundamentales para entender las
funciones cerebrales. El caso de Phineas Gage, por ejemplo, reveló la importancia del
lóbulo frontal en el control de los impulsos y la regulación del comportamiento social.
El caso de H.M. mostró el rol del hipocampo en la memoria a largo plazo, y el síndrome
de Klüver-Bucy demostró la función de la amígdala en la regulación de las emociones
básicas como el miedo.

Los avances en neurociencia, desde los trabajos de Ramón y Cajal hasta las
investigaciones modernas de Kandel, Damasio, y otros, han ampliado nuestro
entendimiento del cerebro y la mente. Sin embargo, aún quedan muchas preguntas sin
respuesta, como la capacidad de representar imágenes y la cognición social. Las
neuronas y las conexiones sinápticas, aunque esenciales para la transmisión de impulsos
nerviosos, plantean el interrogante de cómo estas funciones bioquímicas crean la mente
y permiten abstraer y simbolizar la realidad.

Este es un campo en constante evolución, donde la relación entre lo biológico y lo


mental sigue siendo uno de los mayores desafíos para la ciencia y la filosofía.
Neuroplasticidad, Aprendizaje y Psicoterapia

1. Aprendizaje y Neuroplasticidad

 Neuroplasticidad: La capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse a lo largo


de la vida, formando nuevas conexiones sinápticas y fortaleciendo las existentes
en respuesta a la experiencia, es fundamental para el aprendizaje. Este fenómeno
permite que el cerebro, aunque tenga una arquitectura básica al nacer, desarrolle
habilidades y conocimientos a través de la vida.
 Aprendizaje como función mental compuesta: Al considerar el aprendizaje
como una función mental compuesta, se reconoce que no es un proceso simple,
sino que involucra la integración de múltiples funciones cognitivas (memoria,
atención, percepción, etc.). Este proceso permite a las personas manejar y
procesar enormes cantidades de información.
 Conexiones sinápticas: Como describes, Eric Kandel mostró que las
conexiones sinápticas pueden variar y desarrollarse, lo que subraya cómo la
experiencia modifica la estructura física del cerebro. La plasticidad sináptica,
con el crecimiento y la reestructuración de las espinas dendríticas, es central
para el aprendizaje.

2. Psicoterapia y Plasticidad Neuronal

 Mecanismo de acción de la psicoterapia: La plasticidad cerebral no solo


subyace al aprendizaje de habilidades y conocimientos, sino también al proceso
terapéutico. En la psicoterapia, se busca modificar patrones de pensamiento y
comportamiento desadaptativos a través de nuevas experiencias y aprendizajes.
Este proceso implica la reorganización de redes neuronales, lo que respalda la
idea de que la terapia efectiva se basa en la capacidad del cerebro para cambiar.
 Teoría psicoterapéutica: La relación terapeuta-paciente, el método utilizado y
la teoría subyacente forman un modelo que puede optimizar la terapia según las
necesidades del paciente. Este enfoque personalizado puede maximizar la
plasticidad neuronal y, por ende, los resultados terapéuticos.

3. Conciencia del Yo y Neurociencia

 Conciencia del Yo según Jaspers: Los cuatro caracteres formales de la


conciencia del yo (existencia, unicidad, continuidad y demarcación) son
aspectos fundamentales de nuestra identidad. La neurociencia intenta explicar
estas características mediante el funcionamiento integrado de redes neuronales,
pero como mencionas, esta explicación no es completamente satisfactoria.
 Roger Penrose y la Mecánica Cuántica: Penrose introduce la idea de que la
unicidad de la percepción consciente podría estar más relacionada con
fenómenos cuánticos que con la simple actividad paralela de redes neuronales.
Esto sugiere que la conciencia, y específicamente la conciencia del yo, podría
involucrar procesos cuánticos que aún no comprendemos completamente.
 Paralelismo Cuántico: La noción de que diferentes estados cuánticos pueden
coexistir en superposición podría ofrecer una explicación para la complejidad y
la unidad de la conciencia. Sin embargo, esta teoría es especulativa y se
encuentra en la frontera entre la física y la filosofía de la mente.

4. Implicaciones y Preguntas Abiertas

 Neurociencia y Mente: El desafío de integrar los descubrimientos de la


neurociencia con nuestra comprensión de la mente y la conciencia es
significativo. Las teorías actuales, incluidas las ideas de Penrose, nos invitan a
reconsiderar cómo la actividad física del cerebro puede generar experiencias
subjetivas y conscientes.
 Aprendizaje Desadaptativo y Psicopatología: La capacidad de aprender,
aunque generalmente es beneficiosa, también puede llevar a aprendizajes
desadaptativos o patológicos, que se reflejan en las disfunciones mentales. Esto
subraya la importancia de enfoques terapéuticos que puedan "reaprender"
patrones más saludables mediante la neuroplasticidad.

Este enfoque holístico conecta la biología, la psicología, y la física en un intento de


comprender la complejidad de la mente humana, abriendo puertas para futuras
investigaciones y teorías en la intersección de estas disciplinas.
EL PROBLEMA MENTE CUERPO

El problema mente-cuerpo es uno de los grandes enigmas filosóficos y científicos, y ha


generado diversas teorías y debates a lo largo de la historia. En el texto que presentas, se
abordan varias perspectivas sobre cómo podemos entender la relación entre la mente y
el cuerpo, así como las implicancias de este problema en el campo de las neurociencias
y la filosofía.

1. La Relación Mente-Cuerpo: Un Enigma Histórico

 Cuestionamientos Fundamentales: Las preguntas sobre cómo una conciencia


puede surgir de un cerebro material y cómo esa conciencia puede influir en el
mundo físico son centrales en el problema mente-cuerpo. Estas cuestiones tocan
la esencia de lo que significa ser consciente y tener una mente que interactúa con
el mundo físico.
 Mario Bunge y el Problema Mente-Cuerpo: Bunge identifica este problema
como uno de carácter científico, filosófico, ideológico, religioso y cultural.
Destaca la diversidad de enfoques, desde el dualismo hasta varias formas de
monismo, que intentan responder a estas preguntas.

2. Diversas Respuestas al Problema Mente-Cuerpo

 Dualismo: Plantea que mente y cuerpo son entidades distintas. Este enfoque ha
sido influente en la historia del pensamiento, pero ha sido criticado por su
dificultad para explicar la interacción entre mente y materia en términos
científicos.
 Monismo:
o Idealismo: Todo es mental, y la realidad material es una proyección de
la mente.
o Monismo Neutral: Propone una sustancia neutra que tiene
manifestaciones tanto mentales como materiales. Este enfoque sugiere
que la mente y el cuerpo son dos aspectos de una misma realidad
subyacente, que es incognoscible en su totalidad.
o Materialismo Eliminativo: Niega la existencia de la mente como algo
separado, argumentando que solo existen propiedades físicas.
o Materialismo Reductivo o Fisicalismo: Sostiene que los procesos
mentales pueden ser reducidos a procesos físicos en el cerebro.
o Materialismo Emergente: Propone que las propiedades mentales
emergen de la complejidad de la materia cerebral, particularmente en
organismos con sistemas nerviosos complejos como los vertebrados.

3. Reificación de la Mente y el Avance de la Ciencia


 Reificación de la Mente: Bunge advierte contra la tendencia a reificar la mente,
es decir, tratarla como un objeto en sí mismo, cuando en realidad es una cualidad
emergente de la actividad cerebral.
 Física Cuántica y la Mente: La posibilidad de que la física cuántica ofrezca
nuevas formas de entender la relación entre la mente y el cuerpo sugiere un
posible cambio paradigmático en nuestra comprensión de la naturaleza humana.
La teoría cuántica, con sus fenómenos de superposición y entrelazamiento,
podría proporcionar una base para explicar aspectos de la mente que aún no
comprendemos completamente.

4. Conclusiones Propuestas

 Mente como Fenómeno Emergente: La mente es un conjunto de funciones


mentales emergentes de la naturaleza biopsicosocial, una cualidad del sujeto que
surge de las complejas interacciones de la materia.
 Interdisciplinariedad en el Estudio de la Mente: Un enfoque integrado que
combina neurociencia y epistemología positivista, con un marco de pensamiento
complejo, es esencial para comprender la mente.
 La Mente Humana y su Contexto Social: La mente es producto de la
evolución biológica y social, profundamente influida por la cultura y las
interacciones sociales. Esto resalta la naturaleza contextual de la mente humana.
 Perspectiva Cuántica y el Futuro de la Ciencia: El desarrollo de la física
cuántica podría abrir nuevas vías para comprender la mente y la realidad,
permitiendo un salto epistemológico que redefina cómo entendemos la
conciencia y su relación con el mundo físico.

5. Reflexiones Finales

 Naturaleza Compleja de la Mente: La mente no puede entenderse únicamente


desde una perspectiva biológica o física; requiere un enfoque multidisciplinario
que reconozca su complejidad y su relación con la cultura, la sociedad y la
biología.
 Futuro de la Investigación: Las conclusiones que propones subrayan la
importancia de continuar investigando la mente desde múltiples perspectivas,
manteniendo un enfoque abierto a nuevas teorías y descubrimientos,
especialmente aquellos que podrían provenir de la física cuántica.

Este enfoque integrado y abierto es fundamental para avanzar en la comprensión de uno


de los problemas más profundos y persistentes en la ciencia y la filosofía.
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