Predicacion Expositiva de Douglas White

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 131

PREDICACION EXPOSITIVA

Douglas M. Blanco

AYUDA PRACTICA PARA PASTORES

CAPITULO 1

ORIGEN DE LA PREDICACION

EXHIBICIÓN

Agrado a Dios salvar a los creyentes... por la... pre dicación (1 Corintios
1:21). Dios... manifestó su palabra por medio de la predicación (Tito 1:2,
3),

LA PREDICACION ES FUNDAMENTAL, Si bien esta afirmación es positiva y


dogmática, no va- cilamos un instante en formular tal premisa, porque Ta
revelación divina, la historia y la experiencia cris-/ tiana la corroboran.

Reconociendo el hecho de que hay muchas mane- ras de llegar al


corazón humano, y sin el menor propósito de empequeñecer o
desacreditar a ninguna de ellas, nos aferramos al hecho indubitable de
que la predicación es primordial.

Aunque el propio apóstol Pablo aconsejaba que debemos "de todos


modos salvar a algunos", sin em- bargo el enseñó, y lo demostró por su
propio ministe rio, que la predicación es primordial, y que todos los otros
medios deben ser secundarios y suplementa- rios. Cuando los otros
medios o recursos han ocupa- do el primer lugar, ello ha resultado en
detrimento de la iglesia.

Siendo así, la predicación debiera ser motivo de primerisima


consideración en el ministerio de nues

tros dias. Triste es decirlo, la mayoría de las veces no se cumple. La


preparación y presentación del mensa- je de Dios merece lo mejor que
podamos darle bajo la dirección del Altisimo. Exige del que lo predica
cada gramo de energia, cada átomo de inteligencia, cada pizca de
talento, cada destello de la personali- dad, cada emoción del ser entero,
en plena y total consagración a Dios. Todo lo demás debe ser secun-
dario y debe hacerse al solo fin de reconocer la supe- rioridad de la
predicación y contribuir a tal propósí- to. La predicación ha de tener
prioridad sobre todas las demás funciones ministeriales si ha de
glorificar a Dios y cumplir el propósito para la cual fue ordena- da.

Es nuestra firme y meditada convicción que, a la Tuz del hecho de que la


predicación es primordial, el estilo o método conocido como predicación
expositi- va es de vital importancia, y capacitará al ministro a magnificar
más noblemente su ministerio, con mayor eficacia que cualquier otro
método. Estas y otras conclusiones expresadas en estas páginas, no son
simplemente las opiniones privadas del autor. Cuen- tan con el respaldo
y testimonio de los dirigentes cristianos de siglos pasados y el apoyo de
los evangé- licos contempогалеως.

EVIDENCIAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

La predicación expositiva data por lo menos desde los tiempos de


Esdras, el escriba. Dice el doctor Ro- bert Lewis Dabney:

Fue bajo Esdras que la predicación asumió, por manda- to, casi el lugar
que ocupa hoy como parte constante del

15
culto, y también su carácter moderno como exposición de la palabra
escrita de Dios, "Y se junto todo el pueblo como un solo hombre en la

plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el


escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual Jehová había dado
a Israel. Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así
de hombres como de mujeres y de todos los que podían entender, el
primer día del mes séptimo. Y leyó en el libro delante de la plaza que
está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodia,
en presencia de hombres v mu- jeres y de todos los que podían
entender; y los oidos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley.
Y el eseri ba Esdras estaba sobre un púlpito de madera que habían
hecho para ello... Abrió, pues, Esdras el libro a ojos de todo el pueblo,
porque estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el
pueblo estuvo atento. Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande... Y
leian en el li bro de la ley de Dios claramente, y ponian el sentido, de
modo que entendiesen la lectura' (Nehemias 8:1-8).

Buscaremos en vano una definición más adecuada y más apegada a las


Escrituras, sobre la tarea del predicador, que ésta, contenida en las
palabras trans- critas. De ahí en adelante, tal como nos informan los
Vestudios de la historia judía "la predicación expositi- va predominó,
como práctica regular en los servicios de la sinagoga, a continuación de
la lectura de las Es- crituras".

En Nehemías 9 lecmos que "puestos de pie en su lugar, leyeron el libro


de la ley de Jehová su Dios la cuarta parte del día" (9:3). El resto del
capítulo es una exposición histórica de la misericordia y bondad de Dios
hacia Israel, en el pasado. Las anteriores son ilustraciones típicas de
predicación en los días del Antiguo Testamento. Pareciera haber sido el
método empleado en los siglos anteriores a la venida de Cris-

to, y aunque ya corrompido por la tradición y por la ceguera espiritual, y


por lo tanto, despojado de auto- ridad y de poder, todavía en boga
cuando Jesús inició su ministerio público.
Muchisimo más podría decirse, tal vez provechosa mente, sobre el tema
de la predicación expositiva en el Antiguo Testamento. Pero puesto que
nuestro mi- nisterio es particularmente neotestamentario, nos parece
suficiente exponer un solo caso ilustrativo para demostrar que no es una
innovación, sino más bien el método aceptado y seguido por los
ministros del Señor en todas las generaciones precedentes.

EVIDENCIAS DEL NUEVO TESTAMENTO

Es por demás decir que Jesucristo fue superior a todos los demás
expositores. Si bien su método y doc- trina, en muchos casos, se oponían
directamente a los métodos y doctrinas que prevalecían en aquel enton-
ces, adoptó el acostumbrado método de leer y expo- ner las Escrituras.
Ya fuera en la sinagoga, en el ho gar, en las laderas de las montañas,
desde la proa de un bote, o en cualquier sitio, predicó al pueblo. Pú-
blica y privadamente les abrió las Escrituras, para que pudieran
entenderlas.

"Y entraron en Capernaum; y los días de reposo, en trando en la


sinagoga, enseñaba. Y se admiraban de su doctrina; porque les
enseñaba como quien tiene autori dad, y no como los escribas" (Marcos
1:21, 22).

"Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algu nos días; y se oyó
que estaba en casa. E inmediatamente se juntaron muchos, de manera
que ya no cabian ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra (Marcos
2:1, 2). "A sus discípulos en particular les declaraba todo" (Marcos 4:34).

Lo que distinguía a Jesús de los escribas de su tiempo, tanto en sus


enseñanzas como en su predica- ción, era el hecho de que "hablaba con
autoridad". La suya no era una repetición mecánica y precipita- da, sino
una poderosa, apasionada interpretación y aplicación de la verdad,
destinada a convencer a sus oyentes de la necesidad de una relación
con Dios por medio de su persona, y del derecho que a él le asistía de
exigir de ellos fe y lealtad. Jesús nunca tuvo que predicar a bancos
vacíos. La gente acudirá a escu- char la predicación de las Escrituras,
aun cuando su orgullo se sienta ofendido (como lo fue gran parte de la
predicación de Cristo), cuando dicha predicación lleve el sello de la
aprobación divina y el acento de la autoridad celestial.

"Aunque a sus discípulos en particular les declara- ba todo (Marcos


4:34). Las verdades más profun- das, las que escapaban a la
comprensión de la gente de pueblo, fascinaban a los apóstoles, a
medida que Jesús, en privado, se las explicaba a sus seguidores. Wuest
dice que la palabra "declaraba" significa lite- ralmente "dar una
desatadura adicional en el senti- do de desatar lo complicado y hacer
más sencilla y clara la Palabra de Dios.

Posiblemente el ejemplo más notable de exposi- ción pública brindada


por Jesús, figura en Lucas 4:16-22:

"Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la


sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dió el
libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde
estaba es-

crito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me

ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha en-

viado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar

libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en li bertad a los


oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo
dio al ministro, y se sento; y los ojos de todos en la sinagoga estaban
fijos en él. Y co menzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura de-
lante de vosotros. Y todos daban buen testimonio de él, y estaban
maravillados de las palabras de gracia que salian de su boca."

Aunque Jesús solamente leyó dos versículos del capítulo 61 de Isaias, es


muy posible, y aún probable que les diera, en su contexto, una extensa
explicación de tales declaraciones. Solamente se registra la frase: "Y
comenzó a decirles", con el consiguiente resulta- do de que sus oyentes
estaban "maravillados (llenos de admiración) de las palabras de gracia
que salian de su boca". Esa fue una predicación expositiva en su mejor
expresión. Algo de los resultados prácticos de esta clase de predicación,
hecha por nuestro Señor, se encuentra en la experiencia de los
discípulos de

Emaús. "Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de co- razón para
creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo
padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y confenzando desde
Moisés, y si guiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las
Escrituras lo que de él decían... Y se decian el uno al otro: ¿No ardía
nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y
cuando nos abría las Escrituras? Y levantándose en la misma hora,
volvieron a Jerusalén, v hallaron a los once reunidos, y a los que estaban
con ellos,

que decían: Ha resucitado el Señor Señ verdaderamente" (Lu

Lu

caso 24:25-27, 32-34).

Al declararles Jesús "en todas las Escrituras lo que

de él decían", recién entonces "ardió" el corazón de

19

estos apesadumbrados y desalentados discípulos. Y fue esa exposición y


revelación de las Escrituras, que Jesús presentó a sus entendimientos, lo
que los hizo regresar a la ciudad, aquella misma noche, con el tes
timonio atdiente de su renovada fe.
Lucas demuestra, en su segundo tratado, que los dirigentes de la iglesia
apostólica se ajustaron al mis- mo modelo de predicación ejemplificado
por Jesús. El primer mensaje evangélico predicado por Pedro en el día de
Pentecostés, fue una exposición de pasa- jes tomados de la profecía de
Joel y del libro de los Salmos. Debemos recordar, sin embargo, que la pre
dicación del Nuevo Testamento no se redujo a una exposición
declarativa, sino que involucró la intro- ducción de una nueva revelación,
lo cual no cabe para la predicación de nuestros dias, y por lo tanto, no es
estrictamente un modelo aconsejable en todo sentido, aún cuando los
principios básicos sean idén- ticos.

El discurso de Esteban (Hechos 7) es una diserta- ción expositiva que


abarca porciones históricas de Génesis y de Exodo, e incluso un breve
resumen de la cautividad babilónica y una acerba crítica a aquella
generación.

Felipe sigue el mismo procedimiento al tratar con el etiope (Hechos


8:26-35), haciéndole una exposi- ción de Isaías 53: "... y comenzando
desde esta Es- critura, le anunció el evangelio de Jesús" (versiculo 35).

El segundo lugar como expositor, después de Cris- to, lo ocupa el apóstol


Pablo.

"Llegaron a Tesalónića, donde había una sinagoga de los judíos. Y Pablo,


como acostumbraba, fue a ellos, y por

Predicación expositiva

tres días de reposo discutió con ellos, declarando y expo- niendo por
medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y
resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él,
es el Cristo" (He- chos 17:1-3).
La frase "como acostumbraba" describe el carac- terístico método de
Pablo, es decir, el método exposi- tivo. En ese mismo capítulo, en los
versículos 10 al 12, descubrimos que tal manera de predicar impulsó a
los bereanos más sinceros a estudiar personalmente las Escrituras, lo
cual dio como resultado su creencia en el evangelio y su poder salvador.

"Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los


cuales les declaraba y les testificaba el rei- no de Dios desde la mañana
hasta la tarde, persuadiéndo- les acerca de Jesús, tanto por la ley de
Moisés como por los profetas" (Hechos 28:23).

XAl final de su largo y fructífero ministerio, cuando el Apóstol sufría su


último encarcelamiento, antes de su ejecución, constatamos que la
experiencia nó ha- bía hecho apartar a Pablo, ni un ápice, del método
expositivo que, evidentemente, había resultado ser el más provechoso.

☑ Que Pablo estimó el método expositivo superior a todos los demás, se


deja de ver más adelante en su consejo a Timoteo, su joven hijo en la fe
y en el mi- nisterio: "Entre tanto que voy, ocúpate en leer públi- camente
las Escrituras, en exhortar, en exponer" (1 Timoteo 4:13).

Este pasaje es un llamado a la explicación expositi-

va de los pasajes de las Escrituras, presentada de tal

manera que provoque una reacción favorable en los

que escuchan. De esta manera los oyentes son adoc-

trinados en las verdades de la revelación divina y de- ben


necesariamente hacer frente a las demandas que alli se exigen. Procura
con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de
qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad" (2 Timoteo 2:15).
Resulta algo difícil verter al castellano la frase "que usa bien la palabra
de verdad". Ha sido tradu- cida de diversas maneras: "que maneja
acertada- mente la palabra de verdad"; "que declara la pala- bra de
verdad sin distorsiones"; "que administra bien la palabra de verdad";
"que traza bien la pala- bra de verdad"; "que no se aparta de la verdad";
"que exhibe bien la palabra"; "que expone la verda- dera palabra en la
forma más correcta"; "que mane- ja bien y enseña habilidosamente la
palabra de ver- dad".

Los siguientes comentarios medulosos provienen de otros eruditos que


en términos generales, coinci- den con el pensamiento esbozado por los
primeros: "Dando a cada persona, ocasión, o situación, lo que se
necesite, es decir, la verdad apropiada de su Palabra" (Autor
desconocido).

"De lo que aquí se trata, no es de separar la Escri- tura de la Escritura,


sino de enseñar las Escrituras con toda exactitud."

"Trazar (término utilizado por Reina-Valera, revi- sión 1909, N. del T.) o
dividir la palabra es una metá- fora tomada de un padre o de un
mayordomo que corta o distribuye el pan entre sus hijos" (Preacher's
Homiletic Commentary). Esta última opinión encajaría a la perfección
con

el consejo dado por Jesús: "¿Quién es, pues, el siervo

fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa

para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventura do (feliz) aquel


siervo al cual, cuando su señor ven ga, le halle haciendo asi" (Mateo
24:45, 46).
-La idea pareciera ser la de cortar, arar, construir caminos, distribuir. La
idea es ir a través de la Pala- bra, sin ninguna desviación ni descarrio,
exponiendo lo que se encuentra en la Escritura (guste o no gustel según
se ajuste, claro está, a la situación local y ac tual. Debe aplicarse la
verdad de una manera prácti ca a las necesidades de los oyentes, para
que rinda los resultados para la cual fue establecida.

Asi como un dietista especializado sabe como pre- parar y servir una
comida balanceada y nutritiva, de igual manera el ministro diligente y
adecuadamente instruido es capaz de edificar la iglesia tanto como de
instruir al incrédulo.

¿Cómo podría el ministro de Dios seguir mejor este consejo que por
medio de una exposición conti- nuada de la Palabra de Dios, capítulo por
capitulo y libro por libro?

El ministro que se prepara concienzudamente y es versado en la


predicación expositiva estará capacita- do para proveer a "los de la
familia de la fe" con las cosas más necesarias y beneficiosas, en todo
tiempo y lugar. Llevará, estampado en su ministerio, el sello de la
autoridad divina, ya no tendrá necesidad de de- fender su tesis ni sentir
desconcierto alguno,

La última palabra del Apóstol, sobre esta materia.

es:

"Persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién


has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras,
las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en
Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para en

señar, para redargüir, para corregir, para instruir en jus. ticia, a fin de
que el hombre de Dios sea perfecto, entera- mente preparado para toda
buena obra. Te encarezco de- lante de Dios y del Señor Jesucristo, que
juzgará a los vi vos y a los muertos en su manifestación y en su reino,
que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiem- po:
redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque
vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina... apartarán de la
verdad el oido ple tu ministerio" (2 Timoteo 3:14-4:5). cum-

Eso es definitivo. El mandato se basa en el valor intrínseco de las propias


Escrituras, y es seguido del franco reconocimiento de que tal predicación
no siempre resulta popular, aunque sí fructifera y con- veniente.

Las Escrituras, en primer lugar, activarán el co- Fazón del ministro y


luego, al exponerlas él a los demás, tendrán el mismo efecto sobre
aquellos que presten atención al mensaje.

El corazón y meollo del pasaje, el mandato en st, es expresado en tres


palabras vigorosas y pertinentes: "Predica la palabra". A la luz que nos
brinda el con- texto del pasaje, no podrían significar otra cosa que la
predicación expositiva. De muchos predicadores se podría decir que
predican la Palabra, porque el contenido de sus sermones es ortodoxo y
a tono con la verdad divina (como debieran ser todos los sermo- nes),
pero el desafío del Apóstol no puede ser recogido literalmente sino por
medio del método ex- positivo. El siguiente breve artículo resume de una
manera muy satisfactoria el asunto que nos ocupa:

Tres de los veintisiete libros del Nuevo Testamento se conocen con el


nombre de epístolas pastorales. Y se las de nomina así porque Pablo, el
gran Apóstol de los gentiles,

las escribió para dos de sus amigos más jóvenes. Timoteo y Tito, que
eran pastores. En estas breves, pero vitales epistolas, se encuentran
consejos valiosos en grado extre- mo para los pastores de todas las
épocas. Entre los conse- jos que el Apóstol da, se encuentra una
sugerencia conci- sa: que "prediques la palabra". El vocablo original
usado en el Nuevo Testamento es kerusso, que significa vocear,
proclamar o exhortar. Es como si el mensaje ardiera tanto en el corazón
de uno mismo, que no pudiera menos de ex- presarlo apasionadamente
y con fervor religioso. Tal es la tarea del pastor, pregonar la Palabra; es
decir, el conteni- do de sus sermones tiene que ser la Escritura
propiamente dicha, no hablar acerca de la misma, ha de ser la Palabra
de Dios misma la que se expresa en ellos.

Es en este punto donde reside el secreto de la predica- ción exitosa.


Hombres piadosos, con una elara percepción de la verdad de Dios, han
expresado que nada es compara- ble a la predicación expositiva. Si un
pastor anhela que la bendición de Dios descienda sobre su
congregación, su método de predicar debe ser tomar la Palabra misma y
"exponerla" a su pueblo. Para ello será imprescindible desechar muchos
sermones muy bien pensados y pulidos, verdadera música al oído de los
oventes. Si en lugar de ello se predica la Palabra de Dios, se verá
cumplido el propósito deł Altisimo.

También Pedro tiene para nosotros un saludable consejo al respecto:


"Apacentad la grey de Dios" (1 Pedro 5:2). Los corderos deben ser
alimentados de "leche espiritual no adulterada" (1 Pedro 2:2) hasta que
lleguen a ser ovejas en plena madurez. Solamen- te el método
expositivo de predicación será capaz de desarrollar un rebaño vigoroso,
saludable y bien ali- mentado. Al final de cuentas, lo único que tiene la
autoridad y el respaldo garantizado de Dios, es su propia Palabra.

"Así será mi palabra. (Isaias 55:11). hará ..y será prosperada"

"¿No es mi palabra... como martillo que quebranta la piedra?" (Jeremias


23:29).

"La palabra de Dios es viva y eficaz (que da vida y obra maravillas) y


más cortante que toda espada de dos filos" (Hebreos 4:12).

La Palabra de Dios es lo único que tiene garantía para desbaratar la


oposición satánica a la voluntad del Señor. Su Palabra es el escalpelo
divino que tras- pasa los tejidos exteriores de la incredulidad, expo-
niendo el corazón a los rayos reparadores y desinfec- tantes de la gracia
de Dios. Es su Palabra lo único que puede ejecutar el propósito del Señor
en y para el hombre pecador, y proporcionar felicidad al alma. "La
exposición de tus palabras alumbra" (Salmo 119:130).

Pareciera que el Apóstol tenía en mente el método expositivo de


predicación cuando les formuló un pe- dido a los cristianos de
Tesalónica: "Hermanos, orad por nosotros (no para que seamos grandes
predicado- res, sino) para que la palabra del Señor corra y sea
glorificada" (2 Tesalonicenses 3:1).

CAPITULO 2

EL DESARROLLO DE LA PREDICACION EXPOSITIVA

DESDE PABLO HASTA EL PAPADO

Hay muy poca duda que el método expositivo de predicación fue el


método utilizado casi exclusiva- mente en los tiempos apostólicos.
Jesucristo fue, des- de luego, el príncipe de los expositores. Pablo siguió
de cerca en sus pisadas, como también lo hicieron los apóstoles y
dirigentes de la iglesia primitiva. So- bran las evidencias en el libro de
los Hechos para de- mostrar que el método expositivo fue el aceptado
para impartir la verdad divina; y estamos seguros que Timoteo, Tito,
Crescente, Lucas y Juan Marcos, con muchos otros de sus
contemporáneos, siguieron el consejo y el ejemplo del Apóstol, a quien
ellos ama- ron y a quien tanto debían en el ámbito espiritual.

No contamos con mucha información respecto a los métodos de


predicación empleados durante los tres o cuatro primeros siglos, pero los
eruditos coin- ciden en que prevaleció el tipo expositivo de ministe- rio
con fuerte énfasis en las afirmaciones del cristia- nismo evangélico.
"Después que la predicación dejó de ser lo que era en labios de los
apóstoles, es decir un mensaje pro- piamente dicho, se convirtió en una
exposición de la

Palabra de Dios, de los escritos apostólicos, de su doctrina, y en una


aplicación para el rebaño reunido y silencioso, de todo lo que se leía"
(Herder).

"En la iglesia primitiva la exposición fue la re- gla, y los discursos sobre
temas determinados o tex- tos breves, la excepción" (Kidder).

Los dos renombrados predicadores de los primeros siglos (Agustín y


Crisóstomo), dejaron volúmenes de mensajes expositivos sobre el
Génesis, los Salmos, Mateo, Juan, las Epístolas Paulinas, y muchos otros
libros de la Biblia. No cabe la menor duda que el mé- to do expositivo
predominó al menos en los primeros doce siglos.

"La predicación textual comenzó a principios del siglo XIII" (doctor J. W.


Alexander).

La exposición expositiva fue el método casi exclu- sivo utilizado hasta el


siglo XIII" (T. Harwood Patti- son).

Al referirse a la exposición textual, que ha prevale- cido cada vez más en


los últimos siglos, el doctor Agustín Phelps acota: "Durante los doce
primeros si- glos del cristianismo, pareciera no haber predomina- do esa
costumbre."

De la misma manera que la vida espiritual de la iglesia declinó


gradualmente, también gradualmente se abandonó el método apostólico
de predicación. Así como poco a poco desapareció la distinción entre
iglesia y estado, y aumentaron el ritualismo, la tradi- ción y la
superstición (fue instaurado el sistema pa- pal que rige hasta nuestros
días), así disminuyó la di- ferencia entre la iglesia y el mundo. A medida
que la Biblia dejó de ser reconocida como la autoridad final y última en
todas las cuestiones relativas a la reli- gión, y el Papa y el
eclesiasticismo reclamaron ma-

yor autoridad, perdió vigencia el gobierno apostólico de la iglesia. En vez


de seguir, sin vacilaciones, el or- den bíblico de predicación y los
precedentes dejados por los apóstoles, los ministros comenzaron a
adoptar métodos de su propia invención, preparados para be- neplácito
de las congregaciones a las cuales ministra- ban, pero carentes de la
autoridad y poder del Espíri- tu Santo.

Esto no pudo haber ocurrido de la noche a la mañana, pero es altamente


significativo que el aban- dono total del método de predicación
expositiva, para adoptar el método textual, fue seguido del eclipse
espiritual conocido como la edad del oscu- rantismo o Edad Media.

Sería aventurado afirmar que durante esos años no hubo predicación


expositiva o algún otro buen méto- do de predicación bíblica. No
obstante, el predomi- nio de un tipo más débil de ministerio impidió el
pre- dominio del método expositivo. Al parecer Erasmo se dio cuenta de
esta debilidad, como se demuestra por el consejo dado a seminaristas:

Para llegar al verdadero significado no es suficiente to- mar cuatro o


cinco palabras aisladas; es preciso saber de donde provienen, qué se
dijo, por quién fue dicho, a quién fue dicho; en qué tiempo, en qué
ocasión, con qué pala- bras, lo que precedió y lo que sigue.

No hay la menor duda de que el abandono de la predicación expositiva


jugó un papel preponderante en la producción de la ceguera espiritual y
en las tie- nieblas de aquellos siglos.

DE LUTERO AL LETARGO

Lo opuesto también es cierto. La principal carac-terística de ese período


conocido con el nombre de Reforma, fue el retorno a la predicación
expositiva.
Cuando la luz de la verdad divina resurgió después de su prolongado
eclipse, en la época de la Reforma, pocas cosas fueron más notables que
el retorno universal de los evangélicos al método expositivo (Alexander).

La predicación temática de Moody movió a dos conti- nentes para Cristo;


los sermones textuales de Spurgeon iniciaron movimientos que aún
siguen bendiciendo a la humanidad; pero fueron los sermones
expositivos de Lute- ro los que redimieron a la cristiandad de la Edad
Media e instituyeron la Reforma (R. B. Jones).

Fue un avivamiento de la predicación biblica. En vez de largas historias y


generalmente fabulosas de santos y de mártires, y de relatos milagrosos
estos hombres predicaron la Biblia. La cuestión no era qué dijo el Papa; y
aun los Padres de la Iglesia, a pesar de la alta estima en que se los tenía,
no constituían la autoridad decisiva; la autoridad final era la Biblia. La
gran tarea del predicador era expresar las enseñanzas doctrinales y
morales de la Palabra de Dios; y la mayor parte de su predicación era
expositiva. Una vez más, después de largos siglos, la gente leía la
Escritura en su propio idioma, y los predicado- res explicaban
cuidadosamente al pueblo las enseñan- zas correlacionadas de pasaje
tras pasaje y de libro tras li- bro. Por ejemplo, Zwinglio... anunció su
intención de predicar, no solamente sobre los pašajes de las Sagradas
Escrituras que se leen en los órdenes de culto de los servi- cios
religiosos, sino sobre todo el Evangelio de Mateo, capítulo tras capítulo.
Algunos de sus amigos le objetaron que eso constituiría una innovación,
y hasta si se quiere nociva, pero él, con toda propiedad, les respondió:
"Es una antiquísima costumbre. Recuerden las homilías de Crisostomo
sobre Mateo y las de Agustín sobre Juan." Además, en el fundamento
mismo de estas predicaciones expositivas por parte de los reformadores,
hubo una exé- gesis mucho más estricta y razonable, como no se veía
desde los días de Crisostomo.

Tal exposición cuidadosa y continuada de la Biblia basada


principalmente sobre una exégesis sana y seguida de un celo amoroso,
no podía menos que producir grandes resultados, especialmente cuando
un conocimiento direc- to y cabal de las Escrituras constituía la más
atractiva y alentadora novedad (John A. Broadus).

La predicación del Nuevo Testamento volvió a im- ponerse, una vez más,
con expositores tan renombra- dos como Lutero y Calvino, señalando el
camino. Sin embargo, no duró mucho el predominio de la predi- cación
expositiva. La historia se repite periódica- mente. El proceso fue lento,
como antes, y también como antes, se generalizó el abandono del
método. Juntamente con ello surgieron infinidad de sectas y otras
influencias satánicas subversivas. El abandono del método se agudizó
durante los dos últimos siglos, con un notable bajón desde los
comienzos del siglo actual. Este hecho, sin duda alguna, da cuenta y
razón del estado de anemia espiritual que se percibe en la iglesia
universal; la generalizada apostasía en territorios donde el evangelio ha
sido intensamente predicado (por ejemplo, en Alemania, cuna de Lute-
ro), y la tremenda invasión de sectas y falsas religio- nes en todas partes
del mundo.

La ausencia de exposición expositiva, hoy en díą, es alarmante en grado


sumo.

Y llegamos a nuestros tiempos, en los cuales, hasta don- de sepamos, no


hay una docena de ministros que hagan de la exposición de las
Escrituras parte permanente de su práctica oratoria (Alexander 1860).

Esta afirmación data de más de cien años atrás. Si aquello ocurría


entonces, ¡imaginémonos en qué me- dida la situación es peor en
nuestros días!

A la luz de este hecho deplorable, Alexander hace un vehemente


llamado, que tiene vigencia en la épo- ca actual:

Insto a que el método expositivo (entendiendo por tal la explicación de


extensos pasajes de la Escritura en su debi- do orden) sea restaurado al
lugar que ocupó en las iglesias primitivas y luego en las reformadas,
porque éste es, sin lugar a dudas, el único modo natural y eficaz de
hacer aquello que es el único y legítimo fin de la predicación, es decir,
brindar al pueblo el mensaje completo de Dios.

Alrededor de treinta años atrás apareció en una re- seña literaria, un


comentario elogioso sobre un libro de mensajes expositivos:

La exposición expositiva es una de las formas más pro- vechosas de


exponer la verdad de la Palabra de Dios, y muy poco usada por los
predicadores modernos.

El doctor D. P; Kidder, escribió:

Debe admitirse que la predicación expositiva ha sido muy descuidada en


los últimos años, a pesar de que su im- portancia fundamental no puede
dejar de ser percibida por todo aquel que reflexione sobre su valor
particular como método para hacer más inteligible la Palabra de Dios.

A pesar de haber sido escrita en el siglo pasado, la apelación tiene


mayor vigencia hoy que en aquel en- tonces. El doctor H. Jeffs es más
enfático aún sobre el asunto, casi mordaz en sus juicios, pero a nuestro
entender habla con verdadera autoridad.

La Biblia es el libro y la gloria del predicador. La expo- sición bíblica es la


tarea y responsabilidad primaria del predicador. Si no puede o no quiere
exponer la Biblia ¿qué derecho tiene a ocupar el púlpito? Se convierte en
un estorbo ocupando terreno que bien podría ser ocupado por un árbol
que diera fruto y alimentara a las almas. Si no expone la Biblia, ¿qué
otra cosa le queda por hacer? Puede dirigir la palabra sobre cualquier
tema que se le ocurra, producto de su propia mentalidad, y puede hacer-
lo bien; ¿pero por qué utilizar el púlpito para ello? ¿Es su propio
evangelio o, en otras palabras, tiene un evangelio que puede predicar
tan provechosamente con la Biblia o sin ella? Presumiblemente es un
predicador de una iglesia cristiana, pero no habría iglesia cristiana hoy si
no hubie- ra habido Biblia. En tanto subsista la triple tragedia del
pecado, el sufrimiento y la muerte, la Biblia seguirá ha- blando al
corazón humano; y la humanidad, que una vez conoció la Biblia,
repudiará, una vez perdido el interés por lo novedoso, los substitutos
superficiales de la Biblia que nuestros modernos atenienses quieren
imponernos como el último grito de la moda espiritual.

Finalmente oigamos lo que tiene que decirnos un europeo de la


generación anterior:

Sería de desear que esta clase de predicación se genera- lizara cada vez
más. De ocurrir ello tendríamos una expo- sición consecutiva de la
Palabra de Dios y no una trama de razonamientos humanos en la cual
acomodar el texto. Los sermones de los Padres de la Iglesia eran
homilías. Las homilías hechas con buen gusto y por hombres capa- ces
de hacerlas, serían utilísimas. Tomamos un pasaje de las Escrituras y lo
explicamos en su contexto; ponemos al descubierto su sentido interior;
se nos presentan multitud de ideas como en un católogo; en pocas
palabras se expli- can diversos deberes y obligaciones. Es una forma de
pre- dicar más eficaz, más escritural, más cristiana. De este modo
enseñamos a las personas a cómo leer las Sagradas Escrituras; se las
explicamos; les mostramos la relación

existente entre ideas que en un principio aparecían como totalmente


inconexas. Al mismo tiempo nosotros mismos nos apegamos más
estrechamente a la verdadera Palabra de Dios (Dutoit Membrini).

La palabra "homilía" fue sinónima de exposición. Sin duda alguna nos


vemos obligados a sacar la si- guiente conclusión: durante la presente
generación se ha hecho abandono completo del método expositi- vo, lo
cual es deplorable en grado máximo. Por cierto que las apasionadas
súplicas de los dirigentes y mi- nistros bien informados de generaciones
pasadas, de- bieran llegar a nuestros oídos y corazones con reno- vado
énfasis, en vista de la resultante declinación es- piritual que se observa
en todos los estratos de la cristiandad.
El doctor W. Graham Scroggie declara enfática- mente que "cuando el
púlpito retome la erudita y apasionada predicación expositiva, los
bancos de los templos se llenarán de nuevo". Por lo menos vale la pena
ensayarlo.

A partir de la terminación de la segunda guerra mundial, la tendencia


resulta más alarmante que nunca. Muy raras veces se oye en las
iglesias, en la actualidad, un verdadero sermón expositivo. En rea- lidad,
los sermones auténticamente bíblicos brillan por su ausencia. El autor
espera con ansias darse un banquete bíblico cuando está de vacaciones,
pero rara vez logra ese placer. Es una experiencia desalen- tadora partir
con grandes esperanzas y volver a casa con las manos vacías. Y esto le
ha ocurrido una y otra vez, aun viajando largas distancias para escuchar
a un predicador de renombre. El reconocer esta situa- ción nos trae gran
tristeza. ¡Ojalá no fuera así!

CAPITULO 3

LA EVALUACIÓN DE LA PREDICACIÓN EXHIBITIVA

OBJECIONES

Aunque la mayoría de los profesores de homiléti- ca y los predicadores


alaban el método expositivo y deploran su ausencia en los púlpitos de
hoy, han sur- gido algunas objeciones al empleo generalizado de la
predicación expositiva. Será útil considerar tales ob- jeciones que
parecieran indicar la inconveniencia del método expositivo de las
actuales circunstancias.

Falta de esfuerzo Muchos están en contra del método expositivo por- que
consideran que es un recurso de pereza intelec- tual, y lo utilizan como
un substituto en alguna emer- gencia. Esto puede atribuirse al hecho de
que el pre- dicador no dedicó el tiempo necesario para la prepa- ración
de su sermón, o como lo expresa Broadus:
En domingos lluviosos o en servicios de entre semana, el predicador que
no tiene un sermón preparado o quiere ahorrarse el trabajo de su
elaborada preparación para una ocasión más propicia, resuelve su
problema "leyendo un pasaje de la Escritura, y matizándolo con algunos
comen- tarios" en la seguridad de que esta práctica no entraña riesgo
alguno porque, como lo expresó un viejo y experi- mentado predicador,
"si se ve en apuros en un versículo salte rápidamente a otro". De ahí que
la gente deduzca, naturalmente, que si el predicador toma un texto
largo, lo hace por la sencilla razón de ahorrarse trabajo.

El doctor R. Ames Montgomery comenta este pun- to de una manera


positiva:

Mucha gente tiene la peregrina idea de que la predica- ción expositiva es


un gusto o un respiro que se permite el predicador después de haber
sido sometido a la presión de diversas circunstancias. Algunos
holgazanes han imagina- do que pueden compensar su negligencia y
falta de res. ponsabilidad con el simple recurso de preparar lo que ellos
denominan predicación expositiva. Escogen un pasa- je de la Escritura y
durante media hora hablan contando anécdotas sugeridas por el pasaje
seleccionado. Procuran dignificar su actitud y calmar su conciencia
llamando a esto predicación expositiva. De ninguna manera lo es.

Esta actitud ofrece una idea distorsionada de la ex- posición, que


naturalmente es considerada árida, pero de ninguna manera justifica el
prejuicio, bien que lo provoca. Aceptemos que la predicación expo- sitiva
puede ser árida, si el predicador lo es. Estamos dispuestos a conceder
eso, pero lo mismo se puede decir de otros métodos.

Esta objeción podrá ser fácilmente superada si el predicador se entrega


diligentemente a sobresalir en el método expositivo. El hecho real es
que, lejos de ser un recurso para ahorrar trabajo y esfuerzo, en- traña de
parte del predicador un esfuerzo más labo- rioso que cualquier otro tipo
de predicación, como veremos más adelante.
Carencia de Biblias

Otra objeción es que una gran mayoría de miem- bros de las


congregaciones nunca llevån sus Biblias a la iglesia (un hecho
lamentable), y que, por lo tanto,

no pueden seguir el hilo del pensamiento conforme se desarrolla el


pasaje propuesto y a consideración del auditorio.

Lo más probable es que la gente haya abandonado el hábito de llevar su


Biblia consigo al culto, o que nunca lo cultivó por la sencilla razón de no
hallarlo necesario. Esta objeción constituye tanto un desafío como una
oportunidad. Si de veras existe esta situa- ción (y sin duda existe), se
debe al hecho de que la gente nunca fue educada para apreciar los
valores de la predicación expositiva. Por lo tanto, cuando el pueblo
cristiano haya sido enseñado a amar y a dis- frutar de la vitalidad de la
predicación expositiva, quedará superada tal deficiencia. Abrirán sus
ojos a la realidad de que la hora de culto no es completa sin una Biblia
abierta ante ellos, que es lo que anhela- mos que ocurra.

Hemos disfrutado de la gozosa experiencia de ini- ciar un pastorado y


ver Biblias en manos solamente de uno o dos feligreses, y poco tiempo
después (lue- go de anunciar el capítulo) tener que esperar apenas unos
cuantos segundos antes de escuchar el suave murmullo del hojear de las
Biblias en manos de casi todă la congregación. ¡Qué hermoso y celestial
rui- do!

Un hombre de negocios llegó a nuestra ciudad pro- veniente de otro


estado. Asistió a otras iglesias antes de venir a la nuestra. Cuando se
anunció el pasaje de la Escritura, escuchó el sonido de hojear de muchas
Biblias, mientras buscaba en la suya propia. Al mirar en derredor vio que
casi todos los asistentes busca- ban en sus Biblias la página
correspondiente al pasa-

je anunciado. Y cuenta que le susurró a su esposa en


el oído: "-Este es el lugar para nosotros-," Provenían de una iglesia
acostumbrada a un ministerio bí- blico desde el púlpito y lo que ellos
buscaban lo en- contraron en nuestra iglesia.

1 Carencia de conocimiento Siguiendo el mismo razonamiento surge otra


obje- ción: que hay una ignorancia general de la verdad bí- blica y
poquísimo interés en ella. Las congregaciones modernas no parecen
dispuestas a interesarse por la predicación expositiva. Nuevamente nos
vemos obli- gados a reconocer la exactitud de esta acusación. Al mismo
tiempo, esta falta de conocimiento se debe en gran parte al hecho de
que el púlpito ha fracasado en su misión de instruir a la gente y por lo
tanto, a des- pertar el interés y el deseo por conocer y entender la Biblia.
Una vez más pareciera que tal situación cons- tituye tanto un desafío
como una oportunidad. No se diga que esto no se puede hacer, por lo
menos hasta haberlo intentado por un período más o menos pro-
longado. La realidad es que sí puede hacerse. Mucha razón tiene el
doctor Jones cuando dice:

Creo que honradamente puede decirse que la predica- ción expositiva,


bien expuesta y persistentemente practi- cada, engendrará en el
corazón de las personas tal aprecio por la Biblia, que no se conformarán
con ningún otro tipo de predicación.

El doctor Phelps cuenta de un ministro de Brooklyn que se especializó en


la predicación exposi- iva, con magníficos resultados:

Avivó al máximo su capacidad inventiva imaginando métodos y recursos


para hacer que la Biblia fuera más in- teresante. Contaba con un fondo
inagotable de información bíblica. En sus sermones recorría a toda
carrera un capítulo entero de la Biblia haciendo comentarios tan ani
mados y alegres, que lograba mantener vivo el interés del auditorio sin
un instante de aburrimiento o cansancio. Era capaz de hacer arder la
enseñanza exegética con el fuego de la oratoria.
Carencia de variedad

Una objeción más, compartida por muchos minis- tros, es la gran


carencia de variedad en el contenido de la predicación expositiva. En el
próximo capítulo analizaremos la falta de fundamento de esta obje- ción.

La época en que vivimos es una época inquieta, apurada. Se percibe una


tendencia a quererlo todo (aun los sermones) condensado, procesado,
vitami- nado y administrado en cápsulas revestidas de azúcar con un
vaso de agua.

La alusión constante al mismo libro de la Biblia cada domingo se hace


monótona, casi molesta por la necesidad de tener que concentrarse.
Resulta mucho más conveniente y entretenido si el predicador se re-
duce simplemente,a anunciar un texto bíblico como punto de partida, y
luego se hace a la mar en un cru- cero de interés humano, con
novedades recién sali- das del horno, o un resumen de noticias, o la
reseña de algún libro, o simplemente con relatos de inciden- tes festivos
o de cualquier naturaleza.

Esta preferencia es el fruto de un ministerio de púlpito diluido y gastado.


Cuando se despierte un apetito por la predicación verdaderamente
bíblica, la gente esperará ansiosa la lectura y explicación del próximo
capítulo o porción de la Escritura. Leerán anticipadamente y con
entusiasmo el pasaje que será tema del siguiente domingo, esperando
disfrutar de

los ricos tesoros que les serán revelados en el próxi- mo culto religioso.
Se garantizará de esa manera una mayor asistencia, pues los feligreses
tendrán clara conciencia de lo que habrán de perder si faltan a un solo
mensaje de la serie.

El autor pronunció una serie de sermones expositi- vos basados en el


segundo libro de Crónicas, que le demandó la mayor parte de un año. Se
sintió grata- mente estimulado cuando próximo a terminar con la serie
una señorita le dijo: "Espero que haya pensado usted en otro libro de la
Biblia para comenzar a estu- diarlo no bien termine éste. Esta es la clase
de predi- cación que me hace muchísimo bien.

Algunos han pensado que una escuela dominical bien organizada exime
de la necesidad de una predi- cación expositiva, pero no es así. El
maestro de es- cuela dominical, aún en su mejor forma y prepara- ción,
jamás debe pretender estar capacitado para substituir el método
expositivo; por el contrario, bus- ca de abrir el apetito para recibir una
exposición fer- vorosa en el culto de adoración. Los/maestros de la
escuela dominical serán los oyentes que más apre- ciarán nuestros
sermones expositivos. Tal vez la razón por la cual muchos abandonan el
templo des- pués de concluida la clase de la escuela dominical es
porque descubren que la lección es superior al sermón, debido al hecho
de que el maestro se mantu- vo dentro del ámbito de las Escrituras, en
tanto el pastor las tocó apenas tangencialmente.

Es muy dudoso que pueda oponerse una objeción concreta al valor y a la


excelencia de la predicación expositiva, si se la expone bajo la dirección
e inspira- ción del Espíritu Santo.

Si "la variedad es la sal de la vida", en ese caso elmétodo expositivo,


particularmente la exposición consecutiva, rescatará el menú de nuestra
predica- ción del monótono siclo de la sopa de picadillo, y nos proveerá
de una dieta bien sazonada y balanceada, cada vez que nos sentemos
en el templo.

Virtudes

Las virtudes o ventajas de la predicación expositi- va se destacan en


abierto contraste con las objecio- nes.

REVELACION DIVINA
La Biblia es, sencillamente, la revelación escrita del propio Dios, dada a
los hombres, con el propósito de iluminar sus inteligencias respecto de
sus desig- nios amantes y planes eternos para con ellos. De esta
manera, la predicación es considerada como el me- dio divinamente
escogido mediante el cual Dios obra a través de aquellos a quienes ha
comisionado para ser sus ministros, a fin de impartir esa verdad a los
hombres de todas partes. Por lo tanto, el método ex- positivo es, sin
duda alguna, la forma más adecuada de hacer conocer a los hombres
este mensaje divina- mente revelado.

El doctor Kidder cita a Tomás Jackson cuando di- ce:

El tipo más eficaz de predicación, a nuestro juicio, es el expositivo; es el


que da el significado correcto a la Palabra de Dios y el que la aplica a la
conciencia de las personas para convencerlas de pecado, llevarlas al
Salvador y vigo- rizar la responsabilidad cristiana en todos los aspectos,
porque la Palabra de Dios tiene una autoridad que supera a las demás.

El testimonio del doctor Dabney, respecto al elocuente Randolph, es


también interesante en este sen- tido:

Cierta vez le pregunté a un hombre humilde y sensible, familiarizado con


la oratoria popular de Randolph, cuál era su apelación a la gente común.
No mencionó, como supuse que lo haría, la magia de su voz, su
esmerada gra- cia, la pureza de su idioma, su intensa pasión, la energía
de su voluntad, su agudo ingenio, su sarcasmo, o la inimi- table aptitud
de sus ilustraciones. Me respondió: "Es que el señor Randolph es muy
instructivo; enseña a la gente muchas cosas que antes ignoraban."

El autor ha creído que, a menos que alguien en la congregación haya


aprendido algo acerca de la Bi- blia o de la experiencia cristiana, que no
haya sabido antes, el sermón ha hecho muy poco o ningún bien
permanente. La posibilidad de tal falta disminuye notoriamente, o
desaparece por completo, con la predicación expositiva.
El precedente

Ya señalamos que aquellos a quienes estimamos, como destacados


ejemplos e incomparables maestros en el arte de la predicación, tanto
de la historia bíbli- ca como de la eclesiástica, a lo largo de dieciséis si-
glos por lo menos, se'aferraron, casi exclusivamente a este método. Es
prácticamente imposible, y hasta improbable, que los aventajemos o nos
comparemos favorablemente con ellos, utilizando el mismo méto- do y,
menos aún, si utilizamos un método inferior. Como lo dice el doctor
Pattison:

Los avivamientos religiosos se han distinguido por una incrementada


reverencia por las exactas palabras de Dios, mientras que los grandes
maestros de la predicación portópicos se han lamentado a veces que sus
sermones rara vez conducen a la conversión de la gente.

Si se alegara que estas verdades tuvieran vigencia en estos días,


bastaría exhibir este reconocimiento o admisión aparecida en una
publicación religiosa:

Después de haber practicado durante diez años la pre- dicación por


tópicos, la textual y la general, me he dedica- do, en los últimos tres
años, a usar exclusivamente el mé- todo expositivo en la predicación,
con los siguientes resul- tados: más almas han sido salvadas, se han
mejorado las propiedades de la iglesia, y se ha recogido más dinero para
la causa misionera que en ningún otro período simi- lar en la historia de
la iglesia. ¡Y fue Dios el que lo hizo to- do, obrando por su Palabra!

Con toda seguridad no habremos de equivocarnos siguiendo los


precedentes sentados por quienes tu- vieron ministerios tan fructíferos
siguiendo el méto- do expositivo.

El complemento personal Siempre existe la tendencia de seguir la línea


de menor resistencia escogiendo aquello que más nos atrae, y la
preparación de sermones no hace excep- ción a esta regla. La
predicación textual y por tópicos tiende a complacer esta debilidad. Dice
Scholl, refiriéndose al método expositivo:

Esta clase de predicación incluye, de una manera natu- ral y sin


esfuerzo, una mayor variedad en la enseñanza, y de ahí que se adapta
mejor a las diversas necesidades de las almas. Se opone a la
uniformidad en la selección de los temas, y a las tendencias exclusivas
por las cuales se incli- nan tantos predicadores.

Por otra parte, el expositor se verá obligado a ex- plorar regiones


desconocidas hasta el momento, y transitar nuevos senderos que
previamente no le lla- maron la atención. De pronto sentirá su mente
ilumi- nada y su espíritu edificado, independientemente de que haga o
no uso de sus descubrimientos en los ser- mones que predique. Verá
ampliada su comprensión y entendimiento de la revelación divina, con el
resul- tado final de que tanto él como los demás saldrán be- neficiados.
El doctor William Evans comenta:

Ningún predicador puede adoptar el método expositivo de proclamar la


verdad, sin salir él mismo instruido y enri- quecido por el estudio de la
Palabra.

Se abrirán nuevas avenidas de pensamiento, y an- tes de que haya


concluido una serie de mensajes, otra serie, totalmente distinta, tomará
forma en su mente. Tanto el expositor como la congregación captarán
mejor la Palabra como un todo, y ambos madurarán al unísono. Esa es
una de las razones por las cuales el expositor nunca se desgasta. De ahí
se sigue que el predicador que prefiere el método expositivo a todos los
demás, se ajustará más a lo bíblico en el resto de

su predicación.

El testimonio del doctor Jeff D. Ray es digno de consideración:


Después de más de cincuenta años de estudiar cuanto se relaciona con
la predicación, y luego de alrededor de treinta años de enseñar el arte
de preparar sermones, es- toy plenamente convencido de que la
predicación exposi- tiva es el método ideal y más provechoso, tanto para
el predicador como para los oyentes. Espero que nadie se

eche atrás o deje de intentarlo por el hecho de que es, como lo admito
francamente, el método más difícil.

El complemento congregacional En vez de verdades desligadas y


fragmentadas, aparentemente sin relación las unas con las otras, y
carentes de unidad de significado, el expositor estará capacitado para
unirlo todo, de tal manera que una verdad complemente a la otra y
ambas instruyan a la congregación.

"Ninguna... Escritura es de interpretación priva- da (separada)" sino que


es parte de un sistema unifi- cado de doctrina. Y de esta manera el
expositor es- tará capacitado para hacer de su congregación un cuerpo
de intérpretes, que aprenderán a comparar Escritura con Escritura, y a
realizar sus propios y personales descubrimientos para su encanto y
edifi- çación. Citamos nuevamente a Evans y Scholl, res- pectivamente:

Bajo un ministerio de esta clase, ninguna congregación tarda mucho en


adquirir un profundo conocimiento de las Escrituras. De esta manera, ni
el predicador ni su audito- rio se apartan de lo bíblico. 4

Resulta más apropiado para instruir en el conocimiento de las Sagradas


Escrituras, tanto en su totalidad como en sus detalles, el gusto por la
meditación de esta divina Pa- labra, y enseñar a aquellos que la estudian
a leerla con en- tendimiento, con reflexión, y en todos los casos con una
directa y personal aplicación.

Ya hemos señalado que, como resultado de que Pa- blo estuvo con los de
Berea "escudriñando cada día las Escrituras" los béreanos "recibieron la
palabra
con toda solicitud, escudriñando cada dia las Escrita- ras para ver si
estas cosas eran asi".

Si esto ocurre con incrédulos, ¿cuánto más plausi- ble será que
semejante anhelo por la verdad sea cul- tivado en el corazón de los
cristianos, con un similar escudriñamiento de las Sagradas Escrituras
realizado por sí mismos!

El doctor Francis Wayland se sintió particular- mente impresionado a


este respecto con los favora- bles efectos de la predicación expositiva
sobre la congregación y escribió extensamente sobre ello. Creemos que
será de valor citarlo extensamente:

El ministro que ha cumplido notablemente su labor es aquel que ha


logrado hacer de su congregación un grupo de fervientes, devotos e
inteligentes estudiantes de las Es- crituras.

¿Por qué la predicación expositiva ha muerto totalmen- te entre


nosotros? Cuando los ministros contaban con una relativamente escasa
preparación teológica, era común aquel tipo de predicación. Estaba
íntegramente despojada de connotaciones teológicas, pero era sencilla y
piadosa, y en la mayoría de los casos arrojaba luz sobre el asunto, y de
cualquier manera generalmente inducía a los oyentes a examinarlo por
sí mismos. Ahora, cuando se gastan ocho o diez años en el estudio de
idiomas y en la preparación para el ministerio, rara vez escuchamos algo
semejante. ¿Cómo es posible que después de tanto estudiar, los predi-
cadores no confíen en si mismos para explicar y observar un párrafo de
la Palabra de Dios? ¿O suponen que este tipo de predicación atenta
contra la dignidad del púlpito y ha de quedar confinada a las escuelas
dominicales y clases de estudio bíblico? Cada ministro debe preguntarse
si no ha caído en esa deficiencia.

Múltiples son los beneficios de la predicación expositi- va. En primer


lugar, el pasaje -con sus asociaciones, la envergadura de su
pensamiento, la fuerza especial de sus expresiones individuales- es
puesto a consideración de los oyentes. De aqui en adelante será como
un punto lu minoso que brilla con clara luz en todas las lecturas subsi
guientes. De un pasaje extraerá un claro concepto del de- ber; de otro
buscará la gracia que consuela en la aflicción; y es aquí que su Biblia
estará cuajada de piedras precio- sas, que probablemente nunca hubiera
descubierto de otra manera. ¿Cuántas de nuestras congregaciones han
visto así enriquecidas sus Biblias por la exposición del mi- nistro de
Cristo?

Al familiarizarse con la forma en que el ministro abre ante sus ojos la


Palabra de Dios, el oyente aprende a ha- cerlo por sí mismo. Descubre
importantes significados en cada párrafo y tiene la fe suficiente para
creer que, si lo desean, pueden captar su profundo significado.

La Biblia deja de ser un libro de enigmas o de frases sueltas e inconexas,


para transformarse en un libro que tiene la certeza de que Dios quiso
que tuviese. El ora soli- citando el auxilio del Espíritu Santo... con el
ardiente deseo de conocer integramente la voluntad de Dios, para
cumplirla.

¿No vale acaso el esfuerzo de toda una vida para lograr un efecto
semejante sobre almas inmortales, almas por las cuales murió Cristo?

Comparemos con esto la reputación que se gana por un preciosismo


retórico, la alabanza que recibe por, escribir çon elegancia, el cumplido
de superficiales discípulos "en un idioma lleno de adulaciones", por el
banquete intelec- tual que han disfrutado ¡y cuán despreciables se
mues- tran! La voluntad de nuestro Padre celestial es que debe- mos
"apaceptar la iglesia del Señor, la cuál él ganó por su propia sangre. ¿Y
acaso no nos conviene estar, como dijo Cristo: "en los negocios de mi
Padre"?

Esta observación de Wayland trae a mi memoria un comentario que hizo


mi esposa al comenzar nues- tra vida matrimonial. Habiéndose
acostumbrado a mantener su Biblia abierta cuando yo predicaba
mensajes expositivos, resultaba que al leer ese mismo capítulo en sus
lecturas devocionales, le rendía más provecho y obtenía mayor
bendición que al leer otras porciones de la Biblia.

El tacto

Si el uso de cierto tacto en el ministerio es necesa- rio, no es menos


necesario en el sermón. A veces nos detenemos excesivamente en las
cosas de mayor im- portancia y pasamos por alto las de menor cuantía.
La predicación expositiva nos ayudará a evitar este defecto. No por
parecer ciertas cosas de poca impor- tancia debemos considerarlas
carentes de valor. El expositor les asignará el valor que tienen, en el
lugar apropiado, cuando las descubra en el pasaje.

Hay ocasiones en que el ministro debe referirse a ciertos asuntos algo


delicados y a veces muy persona- les. En estos casos el expositor se
encuentra en una posición muy ventajosa. Por ejemplo, si un miembro
de la iglesia carece de visión misionera y ha protesta- do porque el
ministro hizo hincapié en el programa de misiones al extranjero de la
iglesia, el predicar un sermón tomando como tema justamente eso,
podría resultar ofensivo o'dar la impresión de una represalia o un ataque
personal. Pero si luego de una discusión entre ambos sobre el tema, el
expositor llegara, en una serie de sermones sobre la epístola a los Roma-
nos, al capítulo 10, la cuestión planteada aparecería perfectamente
normal y lógica. En vez de ofensa y probable hostilidad, habría más bien
convicción y comprensión.

Si se diera un caso de divorcio en un matrimonio de la iglesia y en una


serie de sermones basados en el Evangelio de Marcos, el expositor
arriba al capítulo 10, no habrá ningún énfasis referido a nadie en
particular.

El método expositivo evita más de una desagrada- ble experiencia y


permite impartir grandes verdades para edificación de todos.

El balance
El doctor W. Graham Scroggie afirma que "la ta- rea del predicador es la
exposición, sacando de las Escrituras cuanto ella contiene, y no la
imposición, incorporando cosas que no tiene". "Es más fácil ma- chacar
la Biblia que explicarla, pero no es tan prove- choso." El expositor
predica lo que encuentra. A ve- ces lo que encuentra es asombroso,
cuando se mete en el meollo de un pasaje. También resulta sorpren-
dente lo que no encuentra. Muchas veces sondea un pasaje con un tema
en mente y a poco andar descu- bre que el principal énfasis de ese
pasaje particular es totalmente distinto a la idea preconcebida que uvo
del mismo. El expositor honesto siempre cam- Diará su tema y nunca
relacionará ese pasaje con algo que previamente se formuló. No debe
necesa- iamente descartar su tema. Si vale la pena, habrá lgún pasaje
de la Escritura que encaje con el mis- 10.

El doctor E. P. Barrows ha escrito:

La función y responsabilidad del expositor es determi- nar y poner al


descubierto el verdadero y real significado de los escritos inspirados, sin
agregar nada, sin quitar nada y sin cambiar absolutamente nada... El
verdadero expositor, ajustándose estrictamente a las palabras de las
Escrituras, no trata de asignarles forzosamente un signifi- cado acorde
con sus opiniones preconcebidas, sino extraer de ellas las ideas que el
escritor quiso expresar.

A veces se echa mano de textos y afirmaciones sim-

emente como apoyo de un sermón misceláneo que cristalizó en la mente


del predicador mucho antes de abrir su Biblia.

Recuerdo un predicador que deseaba pronunciarse en contra de los


deportes y de las competencias atlé ticas. Había preparado su sermón,
con material abundante y pertinente, pero necesitaba un texto, para
aparecer ortodoxo, y acudió a 2 Pedro 2:13: "Estos son inmundicias y
manchas, quienes aun mientras comen con vosotros, se recrean en sus
erro- res." (En la versión inglesa de la Biblia la pala bra manchas es
spots. El autor pone entre parentesis "yo creo que el ministro de que se
trata pronunció sports", que significa "deportes". La palabra caste- llana
recrean en inglés es sporting, que figura en el texto inglés y que aparte
de significar "recrearse" o "divertirse", también significa "hacer
deportes". De este modo, por medio de un juego de palabras, el mi-
nistro aludido acomodó al tema de su sermón la cita de 2 Pedro
mencionada. Nota del Traductor.)

De esta manera el pastor "acomodó" un texto para condenar, de un solo


plumazo, a todos los deportes en general. No cabe duda que hay
aspectos objeta- bles en muchas de las expresiones deportivas, pero aún
admitiendo el hecho de que el antagonismo del pastor fuera justificado,
ello no lo exime de haber co- metido una grosera mala interpretación de
la Pala- bra de Dios.

Un adecuado tratamiento de 1 Corintios 9:19-27 hubiera sido más


beneficioso, produciendo un equili brado efecto tanto sobre el predicador
como sobre el oyente, y ajustado estrictamente a las Sagradas Es-
crituras. No cabe duda que la predicación expositiva

es el método por excelencia para lograr un equilibrio

ajustado en todo cuanto hace a la interpretación.

La constancia

Esta última de las virtudes siempre ha revestido enorme importancia y


ha sido una de las más desea- bles, pero ahora más que nunca. Jamás
en la historia hubo una época en la cual se escucharon más voces
religiosas que hoy en día, cada una de ellas gritando más fuerte que la
otra, procurando tapar con la suya la voz de los demás.

La predicación expositiva servirá de antídoto a los venenos de la


confusión y de la inestabilidad doctri- nal.
El doctor Evans nos recuerda que:

La tarea del predicador es hacer que los hombres vean las cosas, luego
las sientan, y finalmente actúen de acuer- do con ellas. De no lograrse el
primer propósito los otros dos, naturalmente, tampoco se lograrán. En
cambio, si se gana el primero, los otros dos le irán en zaga.

Es notable la importancia que Pablo le asigna al tema de instruir a los


ministros jóvenes respecto a la necesidad de enseñar a su congregación
cómo evitar ser arrastrados por falsos maestros y falsas doctrinas.
Veamos unos cuantos ejemplos que expresan tanto la enfermedad como
el antídoto.

La enfermedad: "Algunos apostatarán de la fe, escu- chando a espíritus


engañadores y a doctrinas de demo- nios" (1 Timoteo 4:1).

El antidoto: "Ocúpate en la lectura, (públicamente) la

exhortación y la enseñanza" (1 Timoteo 4:13). La enfermedad: Hay


quienes contienden "sobre pala- bras, lo cual para nada aprovecha, sino
que es para perdi- ción de los oyentes" (2 Timoteo 2:14), se dan a
"profanas y vanas palabrerías" (v. 16) y a "cuestiones necias e insen-
satas" que "engendran contiendas" (v. 23) y por lo tanto

"se oponen" (v. 25) y caen en "lazo del diablo, en que están cautivos a
voluntad de él" (v. 26).

El antidoto: "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como


obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa (dispensa) bien la
palabra de verdad (2 Timoteo 2:15).
La enfermedad: "Vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina
apartarán de la verdad el oido y se vol- verán a las fábulas" (2 Timoteo
4:3, 4).

El antidoto: "Te encarezco... que prediques la pala- bra; que instes a


tiempo y fuera de tiempo; redarguye, re- prende, exhorta con toda
paciencia y doctrina" (2 Timo-

teo 4:1, 2). La enfermedad: Luego de una larga lista de deficien- cias, el
Apóstol concluye con la siguiente acusación: "Amadores de los deleites
más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la
eficacia de ella; a éstos evita .. mas los malos hombres y los
engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados" (2
Timoteo 3:4, 5, 13).

El antidoto: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar,


para redargüir, para corregir, para ins- truir en justicia, a fin de que el
hombre de Dios sea per- fecto (maduro), enteramente preparado para
toda buena obra" (vv. 16, 17).

La enfermedad: "Hay aún muchos contumaces, habla- dores de


vanidades y engañadoręs... a los cuales es pre- eiso tapar la boca; que
trastornan casas enteras, enseñan- do por ganancia deshonesta lo que
no conviene fábu- las judaicas... mandamientos de hombres que se
apartan de la verdad... Profesan conocer a Dios, pero con los he- chos lo
niegan, siendo abominables y rebeldes, reproba- dos en cuanto a toda
buena obra" (Tito 1:10, 11, 14, 16). El antidoto: "Retenedor de la palabra
fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con
sana enseñanza y convencer a los que contradicen por tan- to,
repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe" (vv. 9, 13).
También leemos admoniciones a Timoteo, de carácter personal, que
encajan a las mil maravillas con esta línea de pensamiento.

"Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues


haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que
te oyeren" (1 Timoteo 4:16). "Retén la forma de las sanas palabras que
de mi oiste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús" Jesús" (2 Timoteo
1:13).

"Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persua- diste, sabiendo de


quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas
Escrituras, las cuales te pue den hacer sabio para la salvación por la fe
que es en Cristo Jesús (2 Timoteo 3:13-15).

Un estricto apego a la Palabra de Dios mantendrá al ministro en un


óptimo equilibrio doctrinal y en permanente contacto con Dios. De esta
manera podrá mantener a su congregación dentro de los cá- nones de la
verdad y dirigirá sus pasos por sendas de rectitud. La congregación, por
su parte, aprenderá a "escudriñar las Escrituras" y a desarrollar un
discer- nimiento personal que los capacitará para descubrir y evitar por
sí mismos las trampas en que pudieran caer. Esta es la forına como debe
llevar a cabo su co- misión un apóstol: "Lo que has oído de mi ante mu-
chos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para
enseñar también a otros" (2 Timoteo

2:2). Nada como la predicación expositiva se adapta tan bien a lo que


Pablo propugna para estos jóvenes mi- nistros. Ni los falsos cultos, ni las
religiones espurias, ni los fanatismos de cualquier índole que sean, lo-
gran incursionar exitosamente en la membresía de una iglesia
acostumbrada a un ministerio expositivo. Veremos, a lo largo de este
estudio, que las virtudes del método expositivo son numerosísimas, en
tanto las objeciones son ínfimas.

CAPITULO 4

LA CONVENIENCIA DEL METODO EXPOSITIVO

LA DIFERENCIA
Dificilmente pueda mejorarse la triple y tradicio- nal clasificación de los
sermones dividiéndolos en sermones temáticos, textuales y expositivos.
Algunos han pensado en una división separada para los ser- mones
biográficos, pero forzosamente tendrá que en- casillarse en una de esas
tres categorías, según el ti- po. Por ejemplo, un sermón biográfico
basado en un personaje como Jabes, encajaría en la categoría de sermón
textual, pues todo lo que sabemos de él figu- ra en 1 Crónicas 4:9, 10.
Un sermón biográfico sobre Naamán el leproso (2 Reyes 5) sería un
sermón expo- sitivo. Sermones biográficos sobre personajes como
Moisés, David, Pedro y Pablo tendrían que ser temá- ticos, si han de ser
enjundiosos, porque el material habría que seleccionarlo de diversas
porciones de la Biblia. Es posible preparar una serie de sermones ex-
positivos sobre personajes tan bien conocidos, pero no es tarea fácil.

Para dejar bien en claro las diferencias existentes entre estos tres tipos
de sermones, ofrecemos algunos bosquejos de ejemplos muy
simplificados. El sermón temático es el que desarrolla un tema que
habitual- mente abarca un campo muy extenso y que puede involucrar
diversos aspectos de verdades doctrinarias. En el bosquejo se entretejen
en forma ordenada versículos o expresiones de cualquier libro de la Bi-
blia, denominados "textos probatorios", al desarro- llar el tópico
principal, sugerido por el tema. El Sal- mo 136:1-4 serviría como base
para un mensaje de gratitud a Dios. El sermón podría arreglarse de la si-
guiente manera:

RENDIR GRATITUD A DIOS

1. La Expresión Pública de la Gratitud Instrucción y actitud. Levítico


22:29 (Reina- Valera Revisión 1909) de vuestra volun- tad..."; tiene que
ser un acto voluntario. Salmo 50:14, 15: primero "alabanza" y luego
"invócame" en el día de la angustia. 1 Crónicas 23:30: mañana y"...
asimismo por la tarde.. cada regu- larmente. En 1 Crónicas 16:1, 4, 8, la
gratitud es pre- dominante en los actos de adoración.
Inspiración y actividad. 1 Crónicas 29:9-13: grati- tud porque el pueblo
descubrió la bendición que sig- nifica ofrendar liberalmente. 2 Crónicas
29:31: la consagración y la gratitud estrechamente unidas. La actitud de
dar genera gratitud. Salmo 35:18: el testi- monio público de gratitud.

2. El Piadoso Ejemplo de la Gratitud

El ejemplo positivo. Daniel 6:10: devoto aunque su vida corría peligro de


muerte. Mateo 15:25: Jesús agradecido en el día de su rechazo. Lucas
17:15-19: por lo menos uno de los diez (un samaritano, nada menos) se
mostró agradecido y lo proclamó a viva VOZ. El ejemplo persuasivo.
Filipenses 1:3, 4: la gratitud conduce a la oración. Filipenses 4:6, 7: la
grati- tud coincide con el crecimiento. Colosenses 4:2-4: la gratitud
estimula la intercesión en favor del testimo- nio.

3. La Extensión Personal de la Gratitud

Es inclusiva. Salmo 69:30: melodiosa alabanza en la acción de gracias.


Salmo 92:1, 2: buen consejo. La permanente gratitud le hace bien a
todos. Salmo 95:1, 2: las oraciones de un grupo de hermanos pro- voca
una jubilosa alegría entre los hijos de Dios. Sal- mo 107:1, 22: las
oraciones unidas multiplican la mi- sericordia de Dios. También el Salmo
136:1-3.

Es individual. Salmo 116:17: a veces hay un precio que pagar en la


acción de gracias pública. Salmo 119:62: la acción de gracias es siempre
apropiada, a cualquier hora del día o de la noche. Hechos 27:35: frente
al peligro y la incredulidad. ¡Qué testimonio! 1 Tesalonicenses 5:18 y
Efesios 5:20: gratitud "por todo" debido a Romanos 8:28. Romanos 1:21;
la total apostasía es la consecuencia de la ingratitud. Jonás 2:9: la
gratitud conduce al arrepentimiento.

Otro ejemplo de un sermón temático basado en la idea de estar


protegido bajo las alas del Señor, puede ser arreglado según lo
explicaremos a continuación. Se observará que todas las citas, excepto
la última, han sido tomadas del Antiguo Testamento. Para este ejemplo
anotamos únicamente el bosquejo y las refe- rencias.

BAJO SUS ALAS

1. LA LIBERACION

El rescate providencial: Exodo 19:4, 5; Deuteronomio

32:11-13. La abundante recompensa: Rut 2:12 en contexto.

2. EL REFUGIO

La protección paternal: Salmo 17:8. 9. Salme 16:7 El pánico personal:


Salmo 55:47 Salmo 57.1 Salmo

6:14.

3. LA RELACION

Un permanente regocijarse: Salmo 63:7

Una constante renovación: Isaias 40:31. Malaquias 4:2: futura v eterna.


Mateo 23:37: aprovecharse de la actual provisión, ahora.

Observamos que el tema se ajusta a una sola idea, pero hay amplísimo
material en este tópico. "La nano derecha de Dios" sería otro ejemplo de
un tema único y algo limitado, si bien para esto también hay muchísimo
material.
En el sermón textual el predicador se reduce a uno o dos versículos de
las Escrituras, o simplemente a un párrafo dentro de ese pasaje, o a una
frase dentro de ese párrafo. Luego se amplía esta breve porción de las
Escrituras y se la somete a un exhaustivo trata- miento. En este caso no
se hace necesaria ninguna otra referencia bíblica, si bien una ocasional
cita de alguna otra porción de la Biblia puede prestar un énfasis
particular a cierta verdad vital, o corroborar lo que está bajo
consideración. Un sermón textual basado en el versículo bíblico mejor
conocido, po- dría disponerse de la manera que veremos a conti-
nuación. El título para Juan 3:16, podría ser "Amor superlativo" o
simplemente "Dios te ama". Escoja- mos este último.

DIOS TE AMA

1. EL ALCANCE DE SU AMOR

La gracia de Dios. "De tal manera: ¿cuánto? "ha da

do": no un trato, un convenio, un negocio o una permuta, sino un don


gratituo.

La grandeza de Dios. "Su Hijo": el más querido y cos- toso de todos los
dones. Un regalo único, pues su Hijo es único en su género. Se entregó
por nosotros. No hubo nin- guna otra manera, pues de haberla habido
Dios la habria utilizado.

2. LA EXCELENCIA DE SU AMOR

Condenación eterna. "Pierda": es inevitable sin la in- tervención de Dios.


Sin Cristo el destino eterno ya está determinado (véase el v. 16).
Liberación eterna. Tenga "vida eterna": esto es hecho posible por la
muerte de Cristo. "Mas": la razón de ser de su muerte. En Cristo el
destino es el opuesto, pues él es "la dádiva de Dios" (Romanos 6:23). La
certeza la da Juan 3:36.

3. LA EXPERIENCIA DE SU AMOR

La condición. "Cree": fe, aceptación, recepción, entre- ga, aferrarse,


asirse, apropiarse.

Los beneficiarios. "Todo aquel": una de las más am- plias y completas
expresiones del idioma humano. Nadie es excluido, siempre y cuando
crea. Nadie puede ser in- cluido, si rechaza. No es obligación utilizar las
otras refe- rencias, pero de querer hacerlo encajan a la perfección. Todo
lo que el pecador necesita saber sobre el amor de Dios está incluido en
el texto.

A diferencia de los sermones temáticos y textuales, el sermón expositivo


desarrolla un solo y extenso pa- saje de las Sagradas Escrituras, un largo
párrafo, un capítulo o más de un capítulo, o hasta un libro entero de la
Biblia. El predicador se limitará a tratar el pa- saje en cuestión, pero no
intentará agotarlo. A conti- nuación veremos un bosquejo simple y
conciso de Hechos 3:1-11. El tópico está compuesto por pala- bras de la
propia Escritura. Los títulos principales también están reducidos a una
sola palabra.

LEVANTATE COJO

1. MIRANDO

El lugar. Estaban en el sitio adecuado, con un objetivo apropiado. La


oración es vital, particularmente cuando está en juego el testimonio de
la iglesia.
La persona. El cojo simboliza al pecador perdido, en to- tal dependencia:
"era traído", "ponían cada día". Pidió ayuda y recibió más de lo que
esperaba. "Miranos"; ¿qué ve el mundo cuando nos mira a nosotros?

2. LEVANTAR

Los recursos. "En el nombre de Jesucristo"; es el secre- to del poder para


sacar a los pecadores de su desespera- ción. Tenemos algo mejor que
"plata y oro" para ofrecer a un mundo necesitado.

Los resultados. "La mano derecha": la gente necesitada merece lo mejor


que podamos ofrecerles. Debemos "dar- les una mano". Alguien me dio
una mano a mí. "Y al mo- mento se le afirmaron." Cuando el hombre
miró fue le- vantado.

3. SALTAR

El triunfo. Un cristiano levanta. Dios robustece, el pe- cador salta.


Levantado se afirmó... anduvo... ; entró andando... saltando alabandoć
Evidencias de una verdadera conversión. Eso es vivir.

El testimonio. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios, no a Pedro ni


a Juan. Y le reconocían y se llena ron de asombro y espanto. La profesión
pública siempre tiene un efecto saludable sobre la comunidad, cuando
es genuina. Todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos. Eso es
exactamente lo que se espera que ocurra cuando un hom- bre es
liberado de la esclavitud espiritual. Levantemos a alguien, esta semana,
y regocijémonos cuando salta y los demás se asombran.

Toda predicación, sea temática, textual o expositi- va, debiera ser


bíblica. Desgraciadamente, esto no se cumple en un gran porcentaje de
las predicaciones

LEVANTATE COJO
1. MIRANDO

El lugar. Estaban en el sitio adecuado, con un objetivo apropiado. La


oración es vital, particularmente cuando está en juego el testimonio de
la iglesia.

La persona. El cojo simboliza al pecador perdido, en to- tal dependencia:


"era traído", "ponían cada día". Pidió ayuda y recibió más de lo que
esperaba. "Miranos"; ¿qué ve el mundo cuando nos mira a nosotros?

2. LEVANTAR

Los recursos. "En el nombre de Jesucristo"; es el secre- to del poder para


sacar a los pecadores de su desespera- ción. Tenemos algo mejor que
"plata y oro" para ofrecer a un mundo necesitado.

Los resultados. "La mano derecha": la gente necesitada merece lo mejor


que podamos ofrecerles. Debemos "dar- les una mano". Alguien me dio
una mano a mí. "Y al mo- mento se le afirmaron." Cuando el hombre
miró fue le- vantado.

3. SALTAR

El triunfo. Un cristiano levanta. Dios robustece, el pe- cador salta.


Levantado se afirmó... anduvo... ; entró andando... saltando alabandoć
Evidencias de una verdadera conversión. Eso es vivir.

El testimonio. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios, no a Pedro ni


a Juan. Y le reconocían y se llena ron de asombro y espanto. La profesión
pública siempre tiene un efecto saludable sobre la comunidad, cuando
es genuina. Todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos. Eso es
exactamente lo que se espera que ocurra cuando un hom- bre es
liberado de la esclavitud espiritual. Levantemos a alguien, esta semana,
y regocijémonos cuando salta y los demás se asombran.

Toda predicación, sea temática, textual o expositi- va, debiera ser


bíblica. Desgraciadamente, esto no se cumple en un gran porcentaje de
las predicaciones

en el día de hoy. La gran mayoría de los sermones que hoy se predican


no pueden ser clasificados en ninguna de estas tres categorías. La
predicación temática es la más popular, pero con muy poco con- tenido
biblico y por ello carente de autoridad. Tam- bién se utiliza mucho la
predicación textual, pero al igual que en el caso anterior, una real
interpretación de la verdad bíblica es escasa. Se cita un versículo de las
Sagradas Escrituras que sugiere una idea; esa idea es luego incorporada
a un tópico, y el tópico es utilizado como punto de partida para una
demostra- ción trotamundesca de un sermón que dura media. hora. En
otros casos se usa una frase o una cláusula como tema que es repetida
media docena de veces o más durante el sermón, con dos o tres largas
anécdo- tas (que pueden o no estar relacionadas) intercaladas entre las
repeticiones. Un ministro a quien conozco denomina este tipo de
sermones como "predicación de la rana: un croar y un brinco",

Cierta vez conversé con un hombre de cierta repu- tación sobre el tema
de la predicación. Le pregunté qué tipo de sermón usaba con
preferencia, men- cionándole la conocida triple clasificación. Se rio y
afirmó no saber cuál de ellos utilizaba. Me dijo que el profesor que tuvo
aconsejaba a los estudiantes a utilizar su propio estilo, de modo que
simplemente predicaba; no sabía cómo clasificar sus sermones. Había
asistido a clases de homilética probablemente durante cuatro o cinco
años, y era un predicador des- tacado. Predicaba con todo fervor una
correcta doc- trina, pero se me ocurre que un hombre entrenado y con
experiencia debe saber cómo elasificar sus ser- mones, aún cuando no
fueran reconocidos como obras maestras en el arte de predicar
sermones.

El doctor Ray nota las deficiencias y limitaciones de la predicación de


hoy en día, y las analiza en su inimitable manera:
Setenta y cinco años atras (más de cien años a la fecha). John A.
Broadus dijo: "¡Cuán pocos son los sermones real- mente buenos que se
predican semanalmente en todo el mundo! Si bien los predicadores de
hoy hemos tenido mejores oportunidades, el juicio algo severo del buen
hombre se aplica más a nosotros que a los predicadores de su tiempo.
La mayoría de los ministros de hoy en dia son excelentes personas pero
no predicadores de primera li- nea. Lo trágico de todo esto es que
parecieran no darse cuenta que la preparación y predicación de
sermones es la principal tarea y responsabilidad del predicador. El re-
sultado es que gastan más tiempo, más energía y más tra- bajo en
menesteres secundarios que en su tarea más im- portante. Es como
poner a una gallina a empollar sobre huevos de porcelana (Bastardillas
del autor).

Hablando desde la perspectiva de un octogenario, el doctor Ray nos da


el siguiente testimonio personal con respecto al valor de la predicación
expositiva:

Bien sé que la predicación expositiva es tan rara como la otrora multitud


de búfalos en nuestras praderas de Te- xas. Si me preguntan porqué se
los puedo decir. No lo sé por haberlo leído en un libro ni por observar a
otros predi- cadores. Lo sé por una experiencia práctica y personal.
Cuando planco un sermón, me resulta una tarea fácil, que demanda
poco tiempo, extraer de un pasaje un tema, ha- cer un bosquejo retórico
del mismo y vestirlo y adornarlo de triviales superficialidades y
presentarlo como si fuese un mensaje de la Palabra de Dios. Por el
contrario, es difi- cil, laborioso y exige mucho tiempo extraer una
adecuada interpretación de un pasaje de las Sagradas Escrituras y
coordinar los resultados de esa paciente investigación has- ta obtener un
bosquejo lógico y eficaz. Por haber permitido que tantas inconsecuentes
nimiedades interfieran con mi tiempo, opté por el camino de menor
resistencia y de ahí que yo (y seguramente mis lectores) adquiri el
hábito de preparar casi siempre sermones temáticos. Soy ahora un
"perro viejo" y me dicen que es dificil enseñarle nue- vas costumbres a
un viejo can, pero afirmo con toda so- lemnidad que si pudiera volver
atrás cincuenta años en mi vida, mi mayor ambición sería llegar a ser un
verdadero expositor de la Palabra y no un retórico declamador de te-
mas y dichos.
Su capacidad para discernir y su humilde confe- sión, unido a una
madura y rica experiencia, hace que su predicción tenga mucho peso:

El predicador del futuro es el hombre munido de una gran pasión por el


método expositivo junto con el don de explicar en forma atractiva y
convincente la Palabra de Dios.

El doctor Faris D. Whitesell es categórico en su afirmación con respecto


al valor relativo del método expositivo:

Es este el método favorito de predicación escritural para la mayoría de


los predicadores bíblicos. Es el que más estrictamente se adhiere a la
Biblia, el que más se so- mete a la autoridad de la Biblia, y el que más
honra la Pa- labra de Dios.

Más que ningún otro método, toma a la Biblia tal cual es y procura hallar
y aplicar el verdadero significado gra- matical e histórico en el contexto
del pasaje.

La predicación expositiva alcanza su más elevado nivel cuando el


predicador explica un libro de la Biblia, sección por sección, en su mejor
estilo homilético. Y puesto que el

predicador expositivo querrá ajustarse estrictamente a la

verdad revelada de Dios, escogerá a menudo, tal vez habitualmente, un


pasaje largo y no un solo versículo. La idea clave a recordar sobre la
predicación expositiva es que la misma es explicativa. Herrick Johnson
dice: "El trata- miento explicativo tiene su máxima gloria y corona en lo
que técnicamente se conoce como predicación expositiva. Este tipo de
predicación se basa sobre una sección más o menos extensa de las
Escrituras. Pero a la par que el prin- cipal objetivo de la predicación
expositiva es explicar, será siempre una explicación con fines
persuasivos. No debe ser nunca un mero comentario." La exposición
expli- cativa ideal es la que de tal manera revela la verdad de Dios por
medio de la narración, la descripción, la ejempli- ficación o la exposición,
que no solamente aclara perfec- tamente su significado, sino que
además muestra un claro y determinado propósito de alcanzar las
voluntades y guiarlas hacia Dios.

Al analizar que es un sermón expositivo, tal vez convenga previamente


decir unas palabras sobre lo que no es.

No es un comentario a la carrera. Algunos predica- 'dores "corren" por


un capítulo o pasaje de las Escri- turas, haciendo uno que otro
comentario sobre una palabra, una frase o un versículo entero, creyendo
que al obrar así están predicando un sermón expositi- vo. Con frecuencia
es un subterfugio para disimular su falta de preparación. Claro está que
en alguna ocasión esta práctica puede resultar beneficiosa, bajo ciertas
y determinadas circunstancias. En gene- raciones anteriores hubo
hombres piadosos que prac- ticaban lo que se conocía como "lecturas
bíblicas", prolijamente meditadas y eficazmente ejecutadas, pero es algo
que pertenece al pasado, según lo en- tiende el autor. De cualquier
manera, eso no es un sermón expositivo.

No es un estudio bíblico. Hay una necesidad, cla1

ramente sentida, para un sistemático y exegético es- tudio de un libro de


la Biblia, cuando se imparten verdades teológicas y doctrinales como
ocurre en la clase (a un nivel congregacional) para instrucción y
edificación del pueblo de Dios, pero esto tampoco es

predicación expositiva. ¿Qué es, entonces, una predicación expositiva?

El doctor G. Campbell Morgan define la predica- ción en general de la


siguiente manera:
Predicar es declarar la gracia de Dios a una humanidad necesitada
basado en la autoridad del Trono de Dios; y exige a los oyentes que
obedezcan las instrucciones recibi- das.

Por haber sido un destacado predicador expositivo, me inclino a creer


que el doctor Morgan pensaba en la predicación expositiva cuando dijo
lo anterior, por lo menos más que en cualquier otro método.

El doctor F. B. Meyer tiene una definición mucho más extensa, con


aplicación directa al método expo- sitivo:

El tratamiento consecutivo de algún libro o extensa por- ción de las


Escrituras, sobre el cual el predicador ha con- centrado su mente y
corazón, cerebro y músculo, sobre el cual ha meditado, llorado y orado
hasta arrancarle su más recóndito secreto, y el espíritu del cual se ha
incorporado a su espíritu... No es un artificio ni una treta; es proba-
blemente la posesión de la naturaleza humana por el Espí- ritu que se
esconde en sagradas y veraces palabras, como chispas en potencia que
yacen en el pedernal... El más alto nivel en la predicación de un sermón
se alcanza cuan- do el predicador está "poseído", y ciertamente, a juicio
del autor, tal posesión opera con mayor frecuencia y ma- yor facilidad en
aquel que ha vivido, dormido, caminado y comido en estrecha
camaradería con un pasaje una buena parte de la semana. Esto, por
supuesto, incluye tanto la preparación y la predicación, como asimismo
el sermón. El producto es un sermón expositivo.

El doctor Ray formula la siguiente pregunta: ¿Qué es exposición? Y a


continuación da la siguiente res- puesta:
En la predicación la exposición es interpretación deta- llada, la
amplificación lógica y la aplicación práctica de un pasaje de las
Escrituras.

A mi modo de ver, sugiero la siguiente definición:

La predicación expositiva es la técnica de desarrollar y presentar


extensos pasajes de las Escrituras de una mane- ra comprensible,
aplicando la verdad, y procurando cap- tar el interés y asegurar una
reacción favorable de los oyentes.

Sin duda esta definición puede ser notoriamente mejorada. De cualquier


modo, las definiciones no re- visten mucho valor a menos que
proporcionen una clara comprensión del tema, pero es de esperar que
los lectores se hayan formado ya una buena idea de lo que tenemos en
mente cuando utilizamos la expre- sión predicación expositiva. El doctor
Whitesell dice con toda razón:

Los escritores que escribimos sobre homilética no nos ponemos de


acuerdo con respecto a la naturaleza de la predicación expositiva. Hay
un acuerdo general en cuanto a lo que no es. No es comentario vago ni
exégesis, ni análi- sis, ni pura explicación. Es más que todas o cualquiera
de

esas cosas. Utiliza todos los ingredientes fundamentales del proceso


homilético y presenta un sermón completo.

Sea que estemos o no de acuerdo con el concepto del autor que


acabamos de citar respecto a lo que verdaderamente es la predicación
expositiva, pode- mos arribar a la conclusión de que este tipo de predi-
cación es altamente beneficiosa y muy de desear para los púlpitos hoy
en día.

El doctor Pattison lo sintetiza todo en una concisa y vigorosa frase:


Cuando procedemos a exponer algún pasaje completo de las Escrituras,
ascendemos a un nivel mucho más ele- vado de predicación.

LA DIVERSIDAD

Ya hemos dicho que hay quienes creen que el mé- todo expositivo no
permite mayor variedad, que hay demasiada repetición, demasiado
decir lo mismo. Pero no es así; de hecho, ocurre todo lo contrario.
Tomando diferentes libros de la Biblia, como asimis- mo numerosos y
extensos pasajes separados, el predi- cador incursionará
constantemente en nuevos cam- pos y descubrirá nuevas cosas en
territorios aún in- tactos. En consecuencia, habrá muchísimas menos
probabilidades de repetición.

Un ministro a punto de cambiar de pastorado, hizo la siguiente


observación a un colega amigo, pastor de otra iglesia en la misma
ciudad durante varios años: "Después de cinco años de estar en esta
ciudad, es tiempo de ir a otra parte. Yo soy un predicador temá- tico, y
los mejores temas se agotan en cinco o seis años. Tú eres un predicador
expositivo, y puedes quedarte aquí indefinidamente."

Roberto Murray McCheyne fue reconocido por su habilidad expositiva. El


doctor Andrés A. Bonar dice de él:

En sus sermones procuraba asemejarse lo más posible a la manera


primitiva de exponer las Escrituras. De ahí que cuando le preguntaron si
no tenía miedo que alguna vez se quedara sin sermones, contestó: "No;
en mis sermones no soy más que un intérprete de las Escrituras; cuando
la Bi- blia se agote yo me quedaré sin sermones." Consecuente con ello
evitaba cuidadosamente la práctica demasiado corriente de acomodar
textos, asignándole una doctrina a las palabras y no extrayéndola del
obvio contexto del pa- saje. Ponía todo su empeño en interpretar el
pensamiento del Espíritu en cada pasaje que predicaba pues temía, de
no hacerlo así, entristecer al Espíritu que fue quien lo es- cribió.
Respecto a cómo réaccionaban sus feligreses ante este tipo de
predicación, Bonar dice lo siguiente:

También en los días regulares de culto mucha gente acudía de gran


distancia a la iglesia de San Pedro, muchos desde lejanos lugares y
regresaban a sus hogares con sus corazones ardiendo mientras
comentaban lo escuchado aquel día.

Hay una ilimitada variedad y diversidad para el expositor, aun cuando


esté considerando un libro completo de la Biblia. Respecto a predicar
capítulos o pasajes salteados, son innumerables los que existen para
cada propósito u ocasión. Así, por ejemplo, su- pongamos que hacemos
una clasificación general de

los sermones de la siguiente manera: históricos, biográficos, de


avivamiento, evangelísticos, de con- sagración, de mayordomía, de
oración y doctrinales. La mayoría de los sermones encaja en uno de
estos grupos, con la posible excepción de sermones para ocasiones
especiales tales como Navidad, Día de la Madre, Semana Santa y otros.
Claro está que puede haber superposición porque un sermón histórico
po- dría ser también cualquiera de los otros. No obstante ello, esta
clasificación general nos permite ilustrar lo que pensamos respecto de la
variedad.

Historia

Para una predicación rica en pasajes históricos de inmediato recurrimos


al libro del Génesis. Hay abundante material histórico en el Génesis para
una serie de sermones que podrían abarcar de ocho a die- ciocho meses
de continua exposición. Lo mismo cabe decir de otros libros del Antiguo
Testamento como Jueces, Rut, Samuel, Reyes, Crónicas, Esdras, Nehe-
mías y Ester, que se prestán a las mil maravillas para la exposición de
tipo histórico. En el Nuevo Testa- mento, el libro de los Hechos es uno de
los más férti- les, inspiradores, deliciosos y fructiferos para una se- rie de
mensajes expositivos, que demandará ocho o más meses en completar.
El predicador que no puede hacer que esos capítulos históricos del libro
de los Hechos de los Apóstoles vibren y latan con vida espi- ritual,
debería echar una mirada introspectiva a su propia experiencia y
condición ante Dios. Hay nu- merosas porciones históricas en otros libros
de la Bi- blia tradicionalmente considerados como doctrina- rios y éticos
en su enfoque. Demandaría muchísimo tiempo agotar los capítulos
históricos de la Biblia. Biográfico

También es abundante el material biográfico apto para predicaciones


expositivas. Entre los personajes veterotestamentarios que primero se
nos ocurre, con- siderando los de más alta alcurnia y los que triunfa- ron,
anotamos los nombres de Noé, Abraham, Jacob, José, Moisés y David.
Por otra parte, y para mostrar el otro lado de la moneda podemos hablar
de Caín, Esaú, Amán, Acab, Jezabel y Atalía. Lot, Sansón, Ba- laam y Elí
son buenos ejemplos de hombres de carác- ter débil.

En el Nuevo Testamento tenemos a Juan el Bautis- ta, Pedro, Nicodemo,


la mujer samaritana, Felipe, Pablo y muchos otros que se destacaron,
cada uno en su esfera de acción, y de acuerdo a su modalidad. Ca-
racterísticas indeseables representan Demas, Alejan- dro, Diótrefes. En
algunos casos, como en el caso de Naamán el leproso, la biografía se
limitará a un sermón, basado en un capítulo. En otros, el predica- dor se
reduce a una sola experiencia aisláda en la vida de un hombre, como la
benévola actitud de Da- vid hacia Mefiboset, en 2 Samuel 9, bajo el título
de

"Pies Lisiados".

Por otra parte, pudiera ser oportuno predicar una serie completa de
sermones biográficos sobre perso- najes tales como José, Moisés o Pablo.
El autor tiene cuatro sermones basados en Gedeón y cuatro basa- dos en
Balaam.

Avivamiento
Cuando el tema del avivamiento exige un énfasis especial, hay
numerosos capítulos excelentes para tal fin. En este aspecto, uno de los
que primero vienen a la mente es 2 Crónicas 7. Suele considerarse ideal
para un sermón textual el versículo catorce. Sin embargo, aun cuando el
versículo catorce, ya menciona- do constituye el meollo del capítulo,
todo el pasaje constituye un material rico y sugestivo. Bien hace- mos en
demostrar cómo tener un avivamiento, tal como lo describe ese
versículo; pero hay días en que también necesitamos hacer hincapié en
lo que ocu- rrirá si no tenemos avivamiento, como sería el caso (y lo es)
cuando hacemos oídos sordos a lo que se re- quiere de nosotros. En los
versículos 19 y 20 Dios di- ce: "Mas si vosotros os volviereis, y dejareis
mis esta- tutos y mandamientos. yo os arrancaré de mi tie-

rra

En 2 Crónicas 34 tenemos el relato de un aviva- miento "limitado" bajo


el reinado de Josías. Fue grande en los objetivos logrados, pero no
suficiente. Fue limitado porque el pueblo no se consagró ínte- gramente
a Dios.

Nehemías 8, Isaías 1, los Salmos 51, 86 y 126 son excelentes pasajes


para esfuerzos de avivamiento.

Evangelístico Difícilmente haya un libro en la Biblia que no pueda


brindarnos un capítulo o un mensaje adapta- ble a un mensaje
evangelístico. Cuando se trata de evangelismo, el problema se
circunscribe solamente a saber qué capítulo utilizar y cuándo hacerlo.

En primer lugar, señalemos la diferencia que hay entre avivamiento y


evangelismo. Muchos no ven que haya mayor diferencia y otros piensan
que am- bas cosas son idénticas. Pero no es así. El avivamien- to
siempre precede al evangelismo. Puede ocurrir, ocasionalmente, que un
énfasis evangelístico encien- da un fuego de avivamiento, pero el
evangelismo
prosperará sólo en la medida en que ese fuego arda en el corazón de los
creyentes. Evangelismo y aviva- miento van siempre tomados de la
mano, pero cuan- do el avivamiento irrumpe en el corazón del pueblo de
Dios, el evangelismo será su inevitable resultado. Cuando cristianos fríos
e inactivos son sacudidos a una nueva vida, a un renacido vigor y
entusiasmo por Dios, recién entonces estarán en condiciones de
evangelizar a los perdidos. La predicación de aviva- miento lleva el
propósito de sacar a la iglesia de su estupor y llevarla de vuelta a una
buena relación con Dios, en tanto que la predicación evangelística tiene
por objeto indicar el camino y la provisión de Dios para la salvación de
los pecadores perdidos, a fin de que puedan nacer de nuevo. Billy
Graham dice: "El avivamiento concierne al pueblo de Dios; el evange-
lismo a los inconversos."

El mensaje evangelístico se propone despertar en- tre los impíos el


"arrepentimiento para con Dios, y la fe en nuestro Señor Jesucristo".
Relacionado con es- to, pensamos de inmediato en pasajes tales como
Gé- nesis 3 y 4; Exodo 12 y 14; Josué 2; 1 Reyes 18; Salmo 22; Isaías 53
y 55; Daniel 5; Juan 3 y 4; Lucas 15; He- chos 9 y 10 y muchísimos otros.

Consagración El llamado a una consagración personal de la vida es algo


que exige una constante consideración. Hay muchos ángulos desde los
cuales enfocarlo y muchas facetas que considerar, pero en términos
generales, y como un llamado a la gente a entregarse a Dios, po-
dríamos utilizar tales pasajes como Exodo 32; Isaías 5; Lucas 9; 1
Corintios 6; 2 Corintios 6; Efesios 6 y Romanos 12. Difícil será encontrar
un libro en la Bi- plia que no proporcione algún pasaje para adaptarlo
■ese llamado.

Misionero

Se ha dicho bien que la Biblia es un libro de texto misionero, de modo


que tampoco aquí faltará mate- rial adecuado a este tema. Con
propósitos tanto didácticos como gráficos, se destacan ciertos capítu- los
como si hubieran sido escritos específica y exclu- sivamente con ese fin.
En ese sentido mencionamos Génesis 12; Números 32; Isaías 6; el libro
de Jonás; Mateo 28; Juan 21; Hechos 13 y Romanos 10; todos ellos
magníficos. El trabajo personal de ganar almas caería también en esta
categoría, ya que esto es mi- sión en pequeño. Riquísimos, a ese fin, son
diversas entrevistas que tenemos en el Nuevo Testamento, ta- les como
la de Jesús con Nicodemo en Juan 3; Jesús y la mujer samaritana en Juan
4; Felipe con el eunuco en Hechos 8; Pedro y Cornelio en Hechos 10; la
con- versión de Pablo, en Hechos 9; y los apóstoles Pablo y Silas con el
carcelero en Filipos, en Hechos 16.

Mayordomía

Cuando se habla de mayordomía suele hacerse hincapié en el hecho de


devolver a Dios las cosas ma- teriales de la vida. En este tema no
debemos sentir- nos constreñidos únicamente a que "el diezmo es del
Señor" o a "Traed todos los diezmos al alfolí". ¿Por qué no predicar un
sermón expositivo basado en Levítico 27 o Malaquías 3? Otros
destacados capítu- os que ponen de relieve esta particular verdad son
Exodo 36; Lucas 16 (primera parte); 1 Corintios 16; y Corintios 8, 9.

Muy aplicables, para ser tratados desde una pers- ectiva expositiva, son
ciertos personajes bíblicos. En su aspecto negativo mencionamos a
Acán, Geha- , Ananías y Safira. En su aspecto positivo a Abrajamón,
Jacob, Arauna, María, Lidia, Bernabé y Era-frodito.

Oración

El concepto de la oración es ilimitado y merece una amplia y constante


atención. Tampoco aquí nos vemos en figurillas para encontrar pasajes
que poda- mos usar en mensajes expositivos. Imposible no estar de
acuerdo en que Juan 17 es un verdadero clásico en este sentido.
También contamos con Mateo 6 y con las dos sucesivas parábolas en
Lucas 18 que se complementan a la perfección. Pueden ser tratadas en
un mensaje o separadamente, pero una detrás de otra. En el Antiguo
Testamento la oración de Sa- lomón (2 Crónicas 6) constituye un
inmejorable ejemplo. La oración de Pablo en favor de los cristia- nos de
Efeso (Efesios 3:13-21), que por supuesto, in- cluye a todos los santos de
todos los tiempos, es una de las joyas de la oración intercesora en el
Nuevo Testamento. Hay abundante material para mensajes expositivos
en este vital ministerio de la intercesión y de la íntima comunión con
Dios.

Devoción

Cuando se trata de mensajes devocionales conce- bidos para consolar,


fortalecer, edificar e inspirar a los santos, volvemos nuestras miradas,
naturalmente, a los salmos. Podríamos dar breves series de mensa- jes
devocionales anualmente, tomados de los Salmos, sin vaciar ni en cinco
años esta fuente inagotable de consoladores tesoros espirituales. Bien
sabemos que algunos salmos son de difícil trámite para una predi-
cación expositiva por falta de continuidad de pensa- miento que se
observa en muchos de ellos. A veces el salmista simplemente anota
preciosos pensamientos,

tal como surgen de su inspiración sin preocuparse por la relación o falta


de relación entre un pensa- miento y otro. Sin embargo, hay salmos que
parecen ser hechos a pedido. Veamos si no, por ejemplo, esa
preciosísima trilogía de los Salmos 22, 23 y 24. El Sal- mo 22 describe el
"Buen Pastor" de Juan 10, que da su vida por sus ovejas; el Salmo 23
pinta el "Gran Pastor" de Hebreos 13, resucitado, ascendido e inter-
cediendo por sus ovejas; el Salmo 24 presenta el "Príncipe de los
Pastores" de 1 Pedro 5 que viene de nuevo en gloria para llevar consigo
a su rebaño a la Patria Celestial. Los Salmos 34, 37 y 121 se destacan
por su función de consolar y elevar. El libro de los Salmos es una fuente
casi inagotable de agua viva para la exposición devocional.

Otros libros de la Biblia encajan también en esta división. El libro de Rut


(la gran historia de amor), la Epístola a los Filipenses (el libro del gozo), y
la Epís- - tola de 1 Pedro (el libro del sufrimiento), son ideales para
mensajes devocionales expositivos. Muchísimos capítulos aislados tales
como Isaías 35 y 40; Miqueas 4; Juan 14; 2 Corintios 1; 1 Tesalonicenses
4; 2 Timo- teo 4; juntamente con Apocalipsis 21 y 22 dan calidez al
corazón de los santos y aumentan su capacidad de amar.
Doctrinal Están en un error quienes creen que para adoctri- nar a la
iglesia debemos dejar de lado el método ex- positivo. En todos los casos
habrá un capítulo o pasa- Te apropiado para cada doctrina, siempre y
cuando sea una doctrina bíblica. También, de esta manera, quedarán
eliminadas muchas tradiciones y doctrinas no Escriturales. Sugerimos, a
modo de ejemplo, algu- mas de las principales doctrinas. La
encarnación: Juan 1; Filipenses 2

La crucifixión: Juan 19; todos los Evangelios; Salmo 22;

Isains 53 La resurrección: Lucas 24; 1 Corintios 15; Filipenses 3

El arrepentimiento: Mateo 3; Lucas 13

La regeneración: Efesios 2

El nuevo nacimiento: Juan 3

La justificación: Romanos 3. 4

El castigo eterno: Marcos 9; Lucas 16: Apocalipsis 20

El bautismo: Mateo 3; Romanos 6

La cena del Señor: Mateo 26: 1 Corintios 11

El amor: 1 Corintios 13; 1 Juan 4


Hemos sugerido solamente porciones escogidas para cada doctrina. Sin
duda alguna los lectores habrán imaginado ya otros pasajes apropiados,
en cada caso, para una disertación doctrinal. La Epísto- la a los Romanos
es, por supuesto, la crema y nata de todos ellos. Recorre toda la escala
de la doctrina cris- tiana de comienzo a fin, y nunca cesa de conmover el
corazón de los hijos de Dios y de instruir al pecador, cuando se lo explica
en una serie consecutiva de pre- dicaciones expositivas.

Es dudoso que alguna vez surja una situación o una ocasión en la que el
predicador tuviera que re- nunciar necesariamente al método expositivo
para encarar su estudio, y hacerlo de una manera natural y hábil.

Si estamos encarando un proyecto de edificación, resultan insuperables


2 Reyes 6:1-7 y los dos capítu- los de Hageo. Asimismo es excelente en
este sentido todo el libro de Nehemías.

Para un sermón de graduación: Salmo 1; 1 Reyes 18: Daniel 1 y 6; 2


Timoteo 4.

Para un sermón de ordenación: Jeremías 1; Ezequiel 2 v 3 (tratados


juntos); Daniel 1; Juan 15

Para funerales: Numerosos salmos, como el 116 por ejemplo: Juan 11 y


14; 1 Corintios 15; 1 Tesalonicenses 4 Para Navidad: Lucas 1 y 2; Mateo
1 y 2; Isaías 7

Para el Día de la Madre: 2 Crónicas 22 (una madre per versa): Génesis


27 (una madre indulgente); 1 Samuel 1 (una madre triunfante); 2
Timoteo 1 (una madre ideal) Para el Día de Acción de Gracias:
Numerosos salmos: Mateo 11: Lucas 17

Demás está decir que la lista no es exhaustiva sino solamente indicativa.


Lo hacemos para indicar que nunca debemos abandonar el método
expositivo por carecer de un pasaje extenso que se adapte de una
manera adecuada a la necesidad o a la ocasión. Pue- de darse el caso de
que un sermón temático o textual sea el más apropiado y conveniente,
pero no por el hecho de que falte material para un sermón expositi- vo.

El método expositivo se adapta a todas las edades. Tanto jóvenes como


niños captarán perfectamente la verdad bíblica siempre y cuando se la
expongan inte- Higiblemente. Herder dice:

A mi modo de ver la exposición de las Escrituras es la mejor y más


elevada manera de predicar, principalmente en nuestros días; y en
particular lo considero el mejor y más seguro método para los jóvenes.

Un pastor contemporáneo escribió al autor a este especto: "Mañana y


noche explico a mi congrega- ión los libros de la Biblia siguiendo el
método expo- itivo. He descubierto que nutre a mi rebaño, cautiva los
jóvenes y logra mantener vivo el interés."

Recuerdo dos experiencias relacionadas con esto. Un domingo en la


mañana le dije a mi esposa que en esta oportunidad predicaría un
sermón que escaparía al entendimiento de los jóvenes, pero que lo creía
ne- cesario. Deseaba considerar 1 Juan 4, tomando como tema "El
Análisis del Amor". Después del culto, una niña de once años de edad,
que había puesto mucha atención, dijo: "Mamá, este es el mensaje más
lindo que el pastor nos ha predicado desde que está aquí." ¿Será
necesario decir cuán dulces sonaron esas pala- bras en los oídos del
pastor?

En otra ocasión comentábamos el libro de Amós. Habíamos preparado


mucho material, pero el tema había cautivado el corazón del pastor y no
podía ter- minar. No había colocado su reloj sobre el púlpito (práctica que
mantiene desde entonces). Se preo- cupó cuando descubrió que su
sermón había durado cincuenta y cinco minutos. No obstanțe eso,
aquella paciente congregación no daba muestras de cansan- cio y nadie
bostezaba. Quedó muy gratamente sor- prendido cuando una señora
comentó que su hijo de frece años de edad le había dicho "que en
cuanto a él podría haber hablado una hora más".
Nunca más abusé así de mi congregación desde ese entonces. La razón
por la cual me soportaron en quella ocasión, fue porque el sermón había
sido ex- ositivo.

El doctor Jones parafrasea diciendo: "Y ahora per- manecen los sermones
temáticos, textuales y exposi- vos, estos tres; pero el mayor de ellos es
el expositivo

CAPITULO 5

LA TECNICA DE LA PREDICACION EXPOSITIVA

LA PREPARACION DEL PASTOR

Respecto al tema de la preparación, es bueno seña- ar que se trata de


un proceso doble. En primer lugar enemos la preparación del mensajero
y luego la del mensaje, en ese orden y en esa jerarquía. La efectivi- Lad
del segundo dependerá totalmente de la prepa- ación del primero. El
mensajero debe estar imbuído el Señor y entonces Dios lo capacitará al
preparar I mensaje que habrá de predicar. Bien ha dicho el octor Griffith
Thomas:

Se impone en la actualidad, para los estudiantes de teo- logía y en


particular para los jóvenes pastores, un especial énfasis en la
predicación. Tanto en los institutos teológi- cos como en la obra pastoral
debemos asignarle a la pre- paración del mensaje un altísimo valor
considerándolo un factor primordial en nuestra función eclesiástica.
Debe- mos poner el máximo de nuestra capacidad tanto en lo esencial
como en lo formal, y trabajar con todo ahínco para lograr los mejores
resultados. Nunca será demasiado el tiempo, el entusiasmo, el
pensamiento y el esfuerzo que dediquemos a este empeño. Aun cuando
ello significara descuidar algo de la organización de la iglesia, el resulta-
do a la larga no será perjudicial sino ventajoso. Pudiera ser que sea
necesario hacer menos para poder hacer más.
Los ignorantes (que a menudo prefieren permane- cer en esa categoría)
suelen sostener que son innece- sarios el aprendizaje y la preparación.
Piensan que todo cuanto tienen que hacer es abrir al máximo la cavidad
bucofaringea para que automáticamente sal- gan los sermones a
torrentes. Tales personas se glo- rían en su ignorancia, justifican la
holgazaneria, y por lo general critican a todo aquel que busca elevar el
nivel de su ministerio con una adecuada prepara- ción. Interpretan mal y
le hacen decir cosas que no dice el Salmo 81:10, cuya última parte dice:
"Abre tu boca, y yo la llenaré." Tomado en su contexto, y con la primera
parte del versiculo que reza "Yo soy Je- hová tu Dios, que te hice subir de
la tierra de Egip- to", obviamente significa que el mismo Dios, obra- dor
de maravillas, que de una manera tan milagrosa los liberó de la
esclavitud de Egipto, todavía es capaz de atender a las necesidades de
sus hijos. Cuando los suyos esperan en él, como un pichoncito en su nido
espera al gusano, con el pico bien abierto, pueden te- ner la certeza más
absoluta que Dios los llenará con lo más nutritivo de la verdad divina, y
de ahí que serán llenados. Cuando el pastor espera en el Señor para ser
llenado a plenitud, mastica y digiere la ver- dad revelada por el Espíritu,
y se prepara para brin- darlo a otros de manera que sea fácilmente
recibida. El pastor debe estar siempre sujeto a esta santa e im- periosa
obligación, y contando con la dirección de Dios debe hacer todo lo
posible para exponer esta verdad con claridad y máximo énfasis, de una
mane- ra concienzuda y sistemática. Y esto se logra sola- mente con una
cuidadosa y prolija preparación.

En la preparación del sermón nada hay que substi-

tuya al tesón, al trabajo duro y laborioso. Y esto es

cierto más en la predicación expositiva que en cual- quier otro tipo de


predicación. Quienes quieran so- bresalir en el arte de la predicación
expositiva deben saber que no hay atajo ni camino fácil al éxito. Para
"salir del paso" resulta más sencillo cualquier otro tipo de sermón, si no
estamos dispuestos a trabajar duro y parejo. El doctor W. B. Riley, a
quien le sobra autoridad para opinar sobre este tema, ha dicho:

Creo sinceramente que el término medio de los sermo- nes han


requerido, en su preparación, poquísimo esfuerzo mental. Una de las
razones por las cuales no abundan los grandes predicadores, radica en
el hecho de que hay esca- sos estudiantes concienzudos que toman a
pecho sus estu- dios. La buena predicación es siempre, exclusivamente,
el producto de intenso estudio.

Carlos Haddon Spurgeon también tuvo algo que decir al respecto.

La preparación para el púlpito es la principal obliga- ción, y si


descuidamos ese aspecto sufrirá nuestra reputa- ción e irá en desmedro
de nuestro ministerio. Las abejas elaboran su miel de la mañana a la
noche, y así debiéra- mos nosotros hacer acopio de provisiones para
nuestro pueblo. No creo en un ministerio que descuida la prepara- ción
laboriosa.

Prestemos atención a las palabras de Salomón, ese sagaz y elocuente


"Predicador" del Antiguo Testa- mento:

"Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis manda- mientos guardares


dentro de ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu
corazón a la prudencia,

si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; si como a la


plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces
entenderás el temor de Jehová, y ha- llarás el conocimiento de Dios"
(Proverbios 2:1).

Así como el cateador en arrojado empeño busca el precioso metal, y el


buceador rastrea el fondo del mar tras un tesoro, así debe el pastor
adentrarse en las Escrituras en busca de ese conocimiento que edi- fica
y enriquece.

"Bienaventurado (feliz) el varón. que en la ley de Jehová está su delicia,


y en su ley medita de día y de no- che" (Salmo 1:1, 2).
"Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de
noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo
que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y
todo te saldrá bien" (Josué 1:8).

Tan excelente consejo probablemente se aplique más al pastor que a


ninguna otra persona, y si lo tie- ne en cuenta y lo lleva a cabo
sinceramente y a con- ciencia, verá coronado su esfuerzo con el mayor
de los éxitos. Sus óptimos resultados se perciben clara- mente en la
predicación expositiva.

"Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a


todos abundantemente y sin reproche, y le será dada" (Santiago 1:5).

El ministro que dedica tiempo a invocar a Dios es- peranzado, y


confiadamente espera su respuesta, no saldrá defraudado.

"Fueron halladas tus palabras, y yo las comi; y tu pala- bra me fue por
gozo y por alegría de mi corazón" (Jere- mías 15:16).

El tímido, retraído y perseguido profeta, sintió aguijoneado su corazón


cuando la Palabra de Dios se introdujo en lo más íntimo de su ser. Tanto
se entu- siasmó que su depresión se transformó en alegría. "Y dije: No
me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante,
había en mi corazón, como un fuego ardiente metido en mis huesos;
traté de sufrirlo, y no pude" (Jeremías 20:9). Nuevamen- te, bajo la
tensión y el tremendo nerviosismo provo- cado por la persecución, con
su vida en peligro, tomó la determinación de no predicar más. Sin
embargo, y en virtud del hecho de estar literalmente saturado de la
Palabra, era como un fuego consumidor que tenía que encontrar alguna
vía de escape. El Profeta no podía contenerse. Y no era a resultas de una
súbita inspiración o de una noche de alborozo, sino la ex- presión de un
continuo y permanente empaparse de la verdad divina hasta sentirse
poseído por la misma. Sólo después de horas de concentrada lectura de
la Palabra nos sentimos invadidos de un santo entusias- mo, y estamos
en condiciones de predicar a otros, de manera tal, que logremos crear
en ellos similares an- sias y deseos de conocer la verdad. Los bereanos
"es- cudriñaban cada día las Escrituras" para examinar lo que allí
encontraban. Esa es la principal tarea y obje- tivo del pastor. Habiendo
hallado lo que hay, tene- mos la obligación de impartir su contenido tal
cual se encuentra en la Escritura, en su unidad, en su inte- gridad, con
sencillez de entendimiento. Jesús nos dejó el siguiente consejo:
"Escudriñad las Escrituras; porque. son las que dan testimonio de mí"
(Juan 5:39).

Todo esto toma tiempo, muchísimo tiempo. Nues- tro profesor de


homilética nos aconsejaba nunca pre- dicar un nuevo sermón (uno que
no hubiera sido pre- viamente preparado y utilizado) sin dedicar por lo
menos seis horas en prepararlo. Es una limitación muy conservadora,
particularmente referida a una predicación expositiva. Cuando el doctor
G. Camp- bell Morgan preparaba su análisis de los libros de la Biblia, leia
un libro cincuenta veces seguidas antes de escribir una palabra. Sus
volúmenes de pura expo- sición, capítulo por capítulo (que en nuestra
opinión no han sido superados), son clara evidencia de largas y
cansadoras horas de diligente labor, de concentra- da meditación, de
agotadora investigación y agudeza mental. Decía que las horas de la
mañana las dedica- ba a esa tarea y jamás leía el diario antes de pasado
medio día. Y eso le rindió grandes dividendos.

Un cierto profesor del seminario se caracterizaba por su fértil


imaginación. Un día lo abordó un estu- diante y disertó exageradamente
sobre este talento, afirmando que también él podría alcanzar un eleva-
do nivel en ese aspecto, si tan solo contara con una imaginación similar
a la del profesor. Terminada su larga perorata el profesor le replicó: "Hijo,
aquí se trata solamente de un cinco por ciento de imagina- ción y
noventa y cinco por ciento de transpiración."

Y así es, efectivamente. W. J. Dawson dijo una vez: "La mitad de la mala
teología que hay en el mundo se debe a la carencia de transpiración."
Spurgeon señala correctamente:

Estimados según la solidez de su contenido y no por su superficialidad,


muchisimos sermones constituyen pobres ejemplos de disertaciones
piadosas... Con mucha fre cuencia la verborrea es la hoja de higuera que
sirve para cubrir la ignorancia teológica.

Cierta vez un pastor olvidó sus notas sobre el púl- pito, y estaba a punto
de retirarse de la iglesia cuan- do un joven, que las había visto, se las
entregó. Al echar un rápido vistazo a la hoja de papel observó al- gunas
manchas que borroneaban parte de la escritu- ra. Al preguntarle al
pastor sobre el origen de esas manchas, recibió una lacónica respuesta:
"Sudor y lágrimas". Son inseparables y son esenciales. Alguien dio una
vez un excelente consejo: "Preparemos nues- tro mensaje como si todo
dependiera de nosotros mismos. Luego, pongámonos a un lado y oremos
como si todo dependiera de Dios." Muy apropiado consejo. Dios nunca
pudo ni quiso bendecir la holga- zanería, y jamás lo hará. Dios se hará
cargo de una manera real y efectiva en alguna emergencia, pero la
actitud soberbia terminará siempre en un fracaso ro- tundo.

Nos parece oportuno incorporar aquí, una extensa cita del doctor
Broadus:

Veamos ahora la exposición hecha en forma continua- da. Lo primero


que debemos hacer, como lo hemos seña- lado, es un cuidadoso estudio
previo del libro en su totali- dad, o de otras porciones de la Escritura que
serán objeto de la serie a iniciar, Muy poco se practica hoy en dia el
método de estudiar la Biblia tomando cada libro en su to- talidad,
procurando captar su mensaje, y luego señalar prolijamente el contenido
o argumento de la narración.

Una de las ventajas del método de predicación expositiva

es que obliga al predicador a estudiar de esta manera. Po-

demos afirmar, en términos generales, que nadie tendrá

1
87

éxito en la predicación expositiva, a menos que encuentre verdadero


placer en el estudio exegético de la Biblia, a menos que le encante
investigar el significado exacto de cada párrafo, cada frase, cada
palabra. Para lograr esto es conveniente, pero de ninguna manera
indispensable, co- nocer los idiomas originales en los cuales se
escribieron los libros de la Biblia. Andrés Fuller, que se especializó y
adquirió renombre aplicando este método, no era versado ni en hebreo
ni en griego, y el tema de sus escritos no ver- saba en comentarios sino
en una teología didáctica y polé- mica. Sin embargo, le encantaba
estudiar la Escritura pa- labra por palabra. Es dable observar claramente
en sus obras que no se contentaba con captar el significado gene- ral de
un pasaje, sino que anhelaba conocer su exacto sig-

nificado.

Uno de los más elocuentes pastores de los Estados Uni- dos de América
de comienzos de este siglo, nunca se sintió más feliz ni era más
atractivo, que cuando predicaba ser- mones expositivos. Tampoco él
estaba familiarizado con el griego y el hebreo y no era versado en el arte
del co- mentario; pero amaba, sobre todas las cosas, analizar y re-
flexionar sobre el significado de la Palabra de Dios. El au- tor se refiere
aquí a su pariente, el celebrado Andrés Broa- dus (padre), del condado
de Carolina, en Virginia, quien siendo un hombre notablemente dotado y
muy solicitado, prefirió, toda la vida, un pastorado rural.

Pareciera haberse producido un lamentable cambio en este aspecto.


Contamos con una multiplicidad de comen- tarios y una inmensa
cantidad de estudios más o menos auténticos de las Sagradas Escrituras
en las escuelas do- minicales; a diferencia de los anteriores los ministros
de ahora conocen algo de los idiomas originales; pero tene- mos razones
más que suficientes para temer que el estudio meditado, apasionado y
paciente de la Biblia es menos común hoy en día entre los pastores que
lo era antaño. Y en cuanto a las charlas que se tenían sobre el
significado de éste o aquél pasaje, como se acostumbraba cuando los
pastores tenían por costumbre reunirse para ello, ha pasa do de moda.
Quien quiera retomar hoy día esa costumbre y planteara su
conveniencia a un grupo de pastores reunidos en alguna sesión o
convención, sería mirado como un bicho raro.

LA PREPARACION DEL MENSAJE

Habremos de considerar ahora la preparación del mensaje propiamente


dicho. La más clara expresión de todos los tiempos, respecto a este vital
tema de la preparación, la encontramos en el estudio sobre la homilética
que hace Tomás Griffith: "Debemos 'va- ciarnos' a fuerza de pensar; leer
a más no poder; es- cribir para aclarar; y orar para poder ansiar." Es una
definición concisa pero completa, y habremos de considerar cada frase
por separado y en detalle. "Debemos 'vaciarnos' a fuerza de pensar." Por
cierto que eso es lo primero que debemos hacer. No podemos pensar
con originalidad si nuestras mentes están llenas de ideas y
pensamientos provenientes de otras fuentes de información. Debemos
agotar nues- tros recursos mentales antes de recurrir a otras fuen- tes.
(Y esto no demanda demasiado de nuestro valio- so tiempo.) Resulta
sumamente provechoso ajustarse al texto escogido hasta haberle
extraído la última gota de jugo posible, antes de acudir a otros libros en
busca de información. Por supuesto que eso no exclu- ye las diversas
versiones y traducciones o el léxico. Cuando hayamos agotado
totalmente nuestras reser- vas personales de pensamiento tendremos
una base para nuestro mensaje, El doctor Morgan, hablando sobre cómo
procede él, dijo:

Hace años ya que me ajusto a la bien meditada norma de no consultar


un comentario sobre un pasaje determina- do, sin antes meditarlo
profundamente, y debemos poner

en ello nuestro máximo empeño. Ese es mi método... El pasaje es el


sermón, y a él se entrega el predicador en hon- da y sería meditación.
Posiblemente es una de las cosas más difíciles de hacer, pero una vez
adquirido el hábito, llega a ser uno de los grandes gozos de la vida, el
pensar en forma real, personal y desprejuiciada. Cuando hemos logrado
formar una buena biblioteca resulta fácil y tenta- dor echar mano a un
libro que hable del tema. Y ello constituye un gran peligro. Antes de
recurrir a un libro de- bemos poner todo nuestro empeño en pensar
sobre el pa- saje, en analizarlo y examinar todas sus posibles facetas.

"Leer a más no poder." Habiendo completado nuestra propia y original


exploración sobre el pasaje, recurriremos entonces a los comentarios,
exposicio- nes, al estudio del significado intrínseco de los voca- blos, y a
los sermones de los eruditos que se han des- tacado a lo largo de los
siglos. Ocurre muchas veces que descubrimos cosas que también
descubrieron los comentaristas a quienes hemos recurrido. En otras
ocasiones logramos extraer preciosas verdades que los demás no
descubrieron. Y esto último nos estimu- lará a ser más diligentes que
nunca en investigar pri- mero los hallazgos originales.

Por otra parte, también habrá casos en que erra- mos el camino, y
pasamos por alto verdades muy sig- nificativas que enriquecerán
nuestro mensaje. De esta manera se salvarán muchos errores y a lo
largo del camino podremos hacer un gran acopio de mate- rial a ser
utilizado ahora y en el futuro. Finalmente,

podremos eliminar lo ajeno e inapropiado para esta

ocasión particular, y utilizar solamente lo que es

aplicable y viene al caso.

"Escribir para aclarar." La mayoría de los predi-

cadores estamos en déficit en este punto. Sospecho

que son pocos los pastores que escriben integramen- te dos sermones
completos todas las semanas. Sin embargo, y aun en el caso de no
hacerlo habitual- mente o peor aún, de no escribir nunca un sermón
completo, conviene escribir constantemente frases o párrafos. Nos
ayudará a pensar sistemáticamente y con claridad; desarrollará nuestro
vocabulario, culti- vará la claridad de nuestros discursos y la exactitud
de expresión, como asimismo la sencillez de nuestras explicaciones.
Mientras más escribamos mejor ha- blaremos, aun cuando dejemos de
decir muchas de las cosas que escribimos. Es casi tan necesario decir las
cosas en forma correcta como expresar las cosas correctas. Escribiendo
ganaremos en eficacia. A ve- ces vale la pena escribir los sermones
luego de haber sido predicados, aunque no aspiremos a publicarlos. El
autor ha escrito muchísimas cosas que jamás se publicaron. ¡Menos mal
que algunas de esas cosas no o fueron!

"Orar para ansiar." Bien colocado al final de la lis- a, pero no por su


menor importancia. Si bien debe Drivar una actitud de oración durante
todo el proce- o, para que el Espíritu de Dios brinde su protección -n el
período preparatorio, debe haber al final una otal entrega a Dios. Mente
y corazón deben marchar Hempre en perfecta armonía y coordinación.
Cuando entimos haber captado el primer indicio de la ver- ad en el
pasaje que estamos considerando, debemos aer sobre nuestras rodillas
y pedirle a Dios que le renda fuego a ese indicio. El lema de una institu-
ón cristiana que conocemos es: "El conocimiento fuego." Debemos orar
para que Dios haga que la erdad que reveló a nuestras mentes cobre
vida en estros corazones y sea una realidad en nuestra ex1

periencia, pues sólo así nuestra predicación será con- vincente y


poderosa. Exponer una verdad que no se siente es una tarea no sólo
peligrosa sino inútil.

Habiendo hecho todo lo humanamente posible para una adecuada


preparación, tanto del mensajero como del mensaje, nos volvemos a
Dios y le pedimos que prepare el corazón de quienes habrán de oírnos y
nos ayude a predicar de una manera que permita al Espíritu Santo lograr
óptimos resultados, que sin duda servirán para glorificar a Dios en las
vidas de todos los involucrados.

La combinación de estos cuatro principios carac- terísticos y directrices


asegurará la clase de éxito que Dios desea para nosotros y garantizará
resultados sa- tisfactorios. El pastor que obra con diligencia en es- tos
aspectos, que con fidelidad pone todo en las ma- nos de Dios pidiéndole
su aprobación, su ratificación y su gracia divina para poder presentar el
producto terminado a la gente bajo la dirección del altísimo, podrá
testificar con el salmista: "Se enardeció mi co- razón dentro de mí; en mi
meditación se encendió fuego, y así proferí con mi lengua" (Salmo 39:3).

LA PRESENTACION

El análisis, la exégesis, la interpretación y la ilus- tración se combinan en


la predicación expositiva. Un correcto análisis del contenido del pasaje,
poniendo de relieve el tema principal de una manera ordenada y
sistemática, resulta utilísimo tanto para el predica- dor como para sus
oyentes. El mensaje será mejor predicado, mejor comprendido y
recordado, si lo analiza como se debe. La explicación detenida y de-
tallada de ciertas afirmaciones y expresiones del pa- Saje, serán
esenciales para una correcta comprensión

PAG

del conjunto. De la misma manera, la sintesis de ciertos artículos de fe,


adquiere importancia capital para el propósito del mensaje. Los puntos
difíciles y de mayor trascendencia deben ser ilustrados con toda
sencillez para que el sermón sea entendido por todos los oyentes. La
presentación del conjunto es la predicación expositiva.

En los dominios del arte, el mazo, el cincel, el gol- petear, el


desmenuzar, el alistar, el pulir, y el colocar el pedestal son herramientas
y actos que preceden al momento en que se descubre la escultura. El
mortero y el almirez, el meticuloso medir y pesar de los ingre- dientes,
tiene que estar dispuesto antes que el far- macéutico pueda preparar el
compuesto medicamen- toso que devuelva la salud al enfermo. De la
misma manera, en el campo de la predicación expositiva, deben
combinarse el conocimiento y la técnica para que el Espíritu Santo
pueda emitir su vivificante mensaje de verdad, a través de mentes y de
labios humanos.
Según lo exija la ocasión, la exposición puede ser un párrafo
relativamente corto, o nada más que un segmento de una larga
narración; ở una sección com- pleta, o incluir todo un capítulo,
abarcando más de una unidad; o hasta puede ser un libro entero de la
Biblia.

Por ejemplo, podríamos tomar integramente los treinta y seis versículos


del capítulo 3 de Juan, que tratan del nuevo nacimiento de una manera
muy ela- ra y fácil de entender. Después de la conversación de Jesús con
Nicodemo (vv. 1-21), tenemos el testimo- nio de Juan el Bautista (vv. 22-
30), y finalmente el testimonio del autor del cuarto Evangelio (vv. 31-
36). Cada sección refuerza, subraya y amplia el testimonio del propio
Jesús respecto al nuevo nacimien- to.

Si tratáramos la narración biográficamente, con Nicodemo como


personaje, en ese caso los versículos 1-21 constituirían un pasaje
completo. (Podríamos hacer alusión a Juan 7:50-52 y a Juan 19:38, 39,
pero no necesariamente.)

Los versículos 14-18 conforman un párrafo com- pleto en sí mismo para


un sermón que llevaria como titulo: "La vida eterna" u otro tema similar,
sin refe- rencia alguna a Nicodemo como personaje (si bien habría que
hacer mención de la entrevista) o el nue- vo nacimiento como doctrina
específica.

Tomando el capítulo 4 del Evangelio de Juan, po- demos preparar un


mensaje sobre "La proscripta" o: "La mujer samaritana", o un tema
semejante, con los versículos 1-43 tomados biográficamente como una
unidad completa. De hacerlo así sería conveniente omitir los versículos
31-48. Ese trozo sería tratado en otro momento como sermón misionero,
o en un pro- grama evangelístico para ganar almas, o tal vez para un
sermón de acción de gracias, ya que es la época de la cosecha.
Al tomar como tema un capítulo como 1 Corintios 13, se advierte la casi
necesidad de tratarlo íntegra- mente. No hacerlo así sería mutilarlo. Es
una joya de tal perfección que rechaza todo intento de dividirlo y exige
un engaste propio, de platino. En realidad, uno duda en exponerlo, no
vaya a ser que se ensucie en nuestras indignas manos. Se impone una
expresión de disculpas antes de iniciarlo y una sensación de in-
suficiencia después de hacerlo. Si hay alguna ocasión en que el
predicador se dirige a su congregación en

situaciones desventajosas, es cuando encara el tratamiento de ese


capítulo. ¡Cuidado con "descuartizar" esas obras maestras espirituales!

Veamos ahora algunos puntos claves en la prepara- ción de los


sermones expositivos. Como ya lo hemos indicado, la predicación ideal
es la exposición conse- cutiva de un libro de la Biblia, capítulo por
capítulo (o sección por sección), domingo tras domingo. En primer lugar
la gente sabrá, con anticipación, el tema que tratarán el primer
domingo, y muchos de ellos leerán el pasaje correspondiente de
antemano y de esa manera estarán mejor preparados para el mensaje.

El predicador no se ve obligado a sondear en su mente para decidir el


tema de su próxima predica- ción. No se trata de buscar algo para
predicar, sino de decidir cuál predicará. Los que están en el minis- terio
pastoral activo son los únicos que saben cuán difícil resulta escoger el
tema del próximo sermón. Esta dificultad queda eliminada si nos
ajustamos al procedimiento consecutivo. Luego, si la ocasión lo exige, y
el Espíritu del Señor indica claramente lo imperativo de otra cosa,
podemos suspender el pro- cedimiento por un domingo y retomar la
serie al si- guiente. No será perjudicial hacerlo siempre y cuan- do ocurra
ocasionalmente, que es como generalmen- te ocurre.

Claro está que no siempre se puede seguir el plan consecutivo a lo largo


de cincuenta y dos domingos al año, y ponemos en duda la conveniencia
de hacer- lo a menos de ser específicamente guiados por el Señor a
realizarlo de esa manera. De cualquier mo- do, es útil que lo hagamos
así frecuentemente, tan a menudo como sea posible. Mientras más lo
hagamos mayor será la demanda. A la gente le encantará y

querrá que sea siempre así. Sin embargo, indepen- dientemente del
procedimiento seguido, el Señor se las arreglará para guiar a su siervo al
pasaje adecua- do en el momento apropiado. Los textos de homiléti- ca
general nos brindan buenos consejos para la selec- ción de un pasaje.

Al encarar el tratamiento de un libro de la Biblia en forma consecutiva,


conviene leer todo el libro, previamente, también en forma consecutiva.
Si es uno de los voluminosos libros de la Biblia bueno es leer
cuidadosamente por lo menos la primera see- ción, para obtener una
vista panorámica del conjun- to. A continuación debemos leer meditando
profun- damente el primer capítulo o sección sobre el cuál habremos de
exponer para captar la totalidad de su contenido, al menos en un
sentido general y para señalar las divisiones más obvias y evidentes.
Luego volver atrás y recomenzar lentamente, versículo por versículo,
frase por frase, palabra por palabra; "línea por línea; un poquito aquí y
un poquito allá". A me- dida que la luz se abre paso por alguna que otra
ren- dija, debemos efectuar breves anotaciones y posibles aplicaciones.
De cuando en cuando pueden acudir a la mente otras expresiones de
otros sitios de la Biblia, lo cual permite establecer comparaciones y
posible- mente anotar algunas referencias, para reforzar un punto de
particular interés o importancia. Otra refe- rencia pública puede ser útil
para ilustrar o aclarar una verdad que se expone. Como regla general
mejor es ajustarse al pasaje y predicar la otra idea en otra ocasión.

Habiendo estudiado el pasaje en la versión de Reina-Valera, lo cual es


aconsejable puesto que la utilizaremos en el púlpito (si queremos
cultivar en

nuestra feligresía la práctica de traer sus Biblias a los cultos), podemos


luego recurrir a otras versiones y traducciones. Ocurre muchas veces
que en la prime- ra lectura no logramos captar el significado de mu-
chas frases y declaraciones. También puede ser que algunas cosas que
descubrimos hacia el final del pa- saje arrojen nueva luz sobre aspectos
anteriores, al leer el pasaje por segunda vez en otra versión. Además las
diversas versiones nos brindan distintas traducciones y sentido
etimológico de ciertos voca- blos; o una mejor y más exacta selección de
las pala- bras y tiempos de verbos, derivadas de otras fuentes: o un
estudio de primera mano del hebreo y del grie- go, todo lo cual amplía
nuestra perspectiva y saca a luz verdades hasta el momento ignoradas.
"La expo- sición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples"
(Salmo 119:130) es muy cierto tratándose de la preparación de
sermones. El estudio continua- do del pasaje iluminará todo lo
concerniente a la re- velación divina.

Eventualmente trataremos el capítulo con vistas al análisis


particularizado. A esta altura ya estamos fa- miliarizados con el
contenido, y estamos ya listos para formular un tópico de coincidencia
con el tema del pasaje. Las divisiones que surjan serán anotadas y
designadas con subtítulos adecuados. A veces esto casi cae de maduro y
resulta fácil hacerlo, pero en otras ocasiones es arduo y trabajoso
disponer el ma- Herial en forma sistemática. Todo esto puede resultar en
nuevos hallazgos referidos a la interpretación, y en una revelación de la
verdad doctrinal y práctica. Es posible que el análisis no pueda
completarse antes de terminar con la investigación en otras fuentes

aparte de la Biblia. Sin embargo, lo mejor es hacer el análisis lo antes


posible.

Habiendo agotado todas las otras fuentes de infor- mación, estamos


listos para consultar los comenta- rios y exposiciones de los eruditos.
¡Cuánta alegría por haber agotado primero nuestros propios recursos
mentales y descubrir luego que el Espíritu de Dios nos reveló gran parte
de lo que otros descubrieron. No obstante ello, siempre habrá detalles
que nos re- sultaron algo enigmáticos o que pasamos por alto, y que los
eruditos nos aclaran. Nadie escapa a la ten- dencia de estudiar desde el
punto de vista que más nos atrae (nuestra "inclinación") o, como lo dijo
al- guien, "nuestro propio y peculiar estilo de torpeza". Por esa razón
todos nosotros obtenemos beneficios de las investigaciones de los
demás. Cuando todos es- tos rayos luminosos, que Dios nos permite ver,
se acomodan en el espectro de la divina iluminación, tendremos una
vista panorámica del tema en estudio.

A continuación debemos proceder a la supresión y eliminación de todo


material extraño o ajeno al tema escogido por más deseable y rico en
contenido que sea. Dicho material será de inestimable valor en otra
oportunidad, en conexión con otro tema o simple- mente en otra
ocasión. Se archivará para futura refe- rencia. Como resultado de este
estudio, más de un buen sermón será reservado para uso futuro como
va- lioso subproducto del original y adquirirá, más ade- lante, la
jerarquía de sermón en toda la extensión de la palabra.

Durante este proceso es probable que se nos haya ocurrido alguna


ilustración, sea bíblica o extrabíblica o tomada de alguna otra fuente.
Ciertos temas que exigen una ilustración para aclarar un concepto nos

harán buscar algún acontecimiento cotidiano, o un poema, o tal vez un


versículo o un himno.

Hay ciertos peligros que debemos evitar. Hay una tendencia, observable
especialmente al comienzo del ministerio, de querer predicar todo de
golpe. Nos enamoramos de estas nuevas "revelaciones" (feliz- mente) y
queremos proclamarlas de inmediato, para que los demás compartan la
misma dicha. Podemos malograr nuestros buenos propósitos dando
demasia- do de una vez. Existe tal cosa como la dispepsia espi- ritual. A
veces no disfrutamos de una buena comida por la sencilla razón de que
el anfitrión exagera las cosas. Coloca al mismo tiempo, sobre la mesa,
dema- siada comida, rica, pesada y apetitosa. Un pastor puede cometer
el mismo error. Puede traer confu- sión el presentar muchas verdades
nuevas y difíciles de digerir. Mejor es reducirnos, al comienzo, a expo-
ner sobre la particular verdad que deseamos subra- yar. Si no estamos
seguros de algo, dejémoslo de la- do. Mejor es ignorarlo que hacer con
ello un revoltijo que nos avergonzará, más tarde, cuando nos demos
Cuenta de los desatinos que dijimos.

¡ Cuidado con el excesivo uso de las ilustraciones! Esta es, justamente


una de las grandes debilidades e la predicación de nuestros días, y debe
ser evitada costa, en el ámbito de la predicación expositiva. La Topia
naturaleza del método expositivo excluye la ilización indiscriminada de
ilustraciones y de citas. enemos ante nuestros ojos el material
necesario, y bemos recurrir a las ilustraciones para aclarar as- ctos
difíciles en nuestra exposición. Usemos las straciones y las citas como la
excepción y no como norma. Si una verdad se ha hecho carne en
nosotros, debiéramos poder comunicarla de modo que haga lo mismo
con los demás. Poca o ninguna necesidad habrá de recurrir a las
ilustraciones cuando nuestra exposición sea de tipo biográfico o
narrativo. Más bien debemos reservarlas para los sermones doctri- nales
o devocionales.

El doctor James Black ofrece buenos y prácticos consejos para el uso de


las ilustraciones:

Una ilustración que no ilustra es peor que inservible, jes irritante! La


ilustración tiene como propósito mostrar el pensamiento o la idea en
acción. Si no logra cumplir ese propósito satisfactoriamente, es mejor no
usarla. Debe- mos esmerarnos para que nuestras ilustraciones nunca
sean de mal gusto. Pueden ser sobre cosas corrientes -las mejores lo son
lo cual no significa que sean necesaria- mente vulgares. Al usar una
ilustración, ¡por favor no pro- longuemos la agonía! Evitemos los detalles
inútiles y que no vienen al caso.

Algunos nos inclinamos en contra de las ilustraciones. Y tal vez no nos


falten buenas razones para pensar así. ¡Qué el cielo nos libre del
predicador cuyos sermones son una sarta interminable de ilustraciones!
Tengo un amigo pastor, correcto en todo lo demás, pero que padece de
esta enfermedad. La última vez que lo vi, me dijo: "Tengo tres
ilustraciones fantásticas y estoy buscando un buen pasaje para
utilizarlas." Esa es, por supuesto, la última trinchera. Algunos quisieran
morir antes de llegar a ella.

EL PROCEDIMIENTO

Ya es hora de considerar el bosquejo. Tiene mayor importancia de lo que


piensan la mayoría de los pre- dicadores. Cierto es que alguno con
mente muy analítica cree tener un sermón, cuando en realidad no pasa
de ser un bosquejo, pero por lo general ocu- rre al revés. El predicador
puede tener una abundancia de excelente material pero no
adecuadamente or- ganizado. En consecuencia su prédica será pobre. La
verdad presentada sistemáticamente será siempre más efectiva que
cuando lo es en forma heterogénea.

Recordemos, en primer lugar, que el bosquejo siempre se deriva del


pasaje, nunca al revés. Nunca dispongamos el bosquejo y luego
tratemos de hacer que el pasaje encaje en el bosquejo. El bosquejo no
es un objetivo en sí mismo, sino un colaborador del objetivo, que es el
de exponer la enseñanza del pasa- je en ralación al sujeto. Preferible es
tener un pobre bosquejo que se ajuste estrictamente al tema, que un
artístico bosquejo que exija una distorsión del tema o una desproporción
de la verdad.

Un bosquejo no es simplemente una idea. A veces un predicador estudia


un pasaje y anota algunas ideas pensando que con ello ha esbozado un
bosque- jo. En realidad, lo que tiene no es más que un mate- rial con
ciertas sugerencias que debe ser bosquejado y dispuesto de manera
ordenada para ser expuesta.

Hay unos cuantos principios que ayudarán para la elaboración del


bosquejo o del análisis. En primer lugar debemos decidir en cuanto al
tema. Antes de concluir nuestro proyecto, es probable que modifi-
quemos varias veces su redacción, pero al menos de- bemos contar con
la substancia de nuestro tema y re- cién entonces esbozar el bosquejo.
El tópico, que por Supuesto incorpora el tema, viene primero. Aunque no
estemos enteramente satisfechos con la redac- -ión, anotemos algo que
sintetice el pensamiento principal que vamos a desarrollar. La selección
del ópico estará determinada por el tema central de odo el pasaje.
Debemos cuidarnos de no escoger un Opico que incluya solamente una
porción del pasaje

o una parte de nuestro mensaje. Debe incluirlo todo, y mientras más


corto, mejor. Supongamos que deci dimos predicar un sermón expositivo
sobre la conver- sión de Zaqueo, relatado en Lucas 10:1-10. Titulos tales
como "Subido a un árbol", "Desde la rama", "Tratando de ver", o
"Impedimentos", no hay duda que despertarían el interés y la curiosidad,
lo cual es de desear, pero abarcarían sólo parcialmente el rela- to. Serían
buenos títulos para un sermón textual, pero no para un sermón
expositivo, que abarca todo el pa- saje.
Otros títulos como "Determinación", "Denodada iniciativa", "Del fracaso
al triunfo" o "Del árbol a la familia" serían llamativos en grado sumo,
pero no abarcarían el mensaje en toda su extensión.

Cuando hayamos decidido el tema, al menos bási- camente, nos


ocuparemos de sus divisiones. El pasaje tendrá siempre divisiones
naturales, que dependerán en gran medida, del tema o del énfasis
particular que querramos poner en un momento determinado. El mismo
capítulo puede ser el objeto, según el caso, de un sermón biográfico o de
un sermón doctrinal. A ve- ces una división consta de ocho a diez
versículos y otra solamente de uno o dos, según la importancia del
contenido o la continuidad del pensamiento.

No hay reglas rígidas ni inmutables que puedan aplicarse a todos los


sermones respecto al número de divisiones y subdivisiones.
Generalmente se acepta que las principales divisiones son entre dos y
cinco. Si pasamos de cinco se corre el riesgo de volverse te- dioso o
cansador y se atenta contra la unidad. Sa- lomón dijo una vez: "Cordón
de tres dobleces no se

rompe pronto." Por experiencia personal y el estudio

de sermones escritos, he llegado a la conclusión que

la disposición ideal para el bosquejo de un sermón es tres divisiones


principales y dos subdivisiones corres- pondientes a cada división. Claro
está que siempre hay excepciones a la regla, pero en términos genera-
les pensamos que ese ordenamiento es el más benefi- cioso tanto para
el predicador como para el oyente. Cada una de las divisiones
desarrollará, por su parte, el tema principal expresado en el título, y
cada sub- división desarrollará el tema establecido en el enca-
bezamiento de esa particular división.
La continuidad es la principal ventaja del bosque- jo, y por lo tanto
debemos cuidarnos de que cada punto se ajuste al tema que figura en el
tópico. Hace- mos especial hincapié en esto, pues el valor de nues- tro
bosquejo depende de ello. A menos que cada una de las divisiones del
bosquejo se amolden a la perfec- ción entre sí, y encajen como el
engranaje del meca- nismo de transmisión de un automóvil, habrá
confu- sión, falta de progreso y las probabilidades de un ac- cidente.

La originalidad es otra de las características muy deseable y altamente


beneficiosa. Compongamos nuestro propio bosquejo, sin pedírselo
prestado a na- die. Tal vez hallemos mejores bosquejos en libros de
sermones, pero el nuestro será más efectivo por la sencilla razón de que
es nuestra propia creación, y nos consta que saldrá bien. Y para ello hay
varias ra- zones. En primer lugar, al haberlo creado, tenemos una razón
para cada una de sus partes y tiene una vi- tal relación con el texto.
Todos los títulos y subtítulos tienen su importancia y significación porque
son el producto del pasaje. Hay una relación tan definida y vital entre el
encabezamiento y el texto que un sim- ple vistazo es suficiente para
refrescar nuestra me-

moria respecto a todo un segmento de la verdad divi- na. De allí se


deduce fácilmente que para lograr un buen bosquejo, tenemos que estar
totalmente fami- liarizados con el pasaje en cuestión, y eso requiere
estudio e investigación a fondo. Y eso es ventajoso en ambos sentidos.

Un buen bosquejo evitará que el predicador ande sin rumbo de un lado a


otro y además permitirá que los oyentes retengan por más tiempo el
mensaje. A este respecto digamos que la aliteración suele ser de gran
ayuda. Palabras que comienzan con la misma letra o con un sonido
similar, sea para expresar con- trastes o comparaciones, fluirán
fácilmente y fijarán los conceptos emitidos en la mente de los oyentes.
Claro está que a veces se puede llegar a extremos to- talmente
inaceptables. Alguien cierta vez me leyó un bosquejo sobre la historia
del hijo pródigo y que re- zaba así, si mal no recuerdo:

EL HIJO PRODIGO
1. Su locura

a. Quiso su parte

b. Se creyó fuerte

c. La derrochó sin arte

2. Su malura

a. Abandonó a los cuerdos

b. Quedó entre los lerdos

c. Vivió con los cerdos

3. Sobre la satisfacción

a. Llegó afligido

b. Fue bien recibido

c. Por el padre querido

Alguno puede animarse a predicar semejante sermón, pero al hombre


que tenga la audacia de haPre
cerlo debemos pedirle que nos muestre sus creden- ciales.

El bosquejo es al sermón lo que el esqueleto al cuerpo, y por ello nunca


debemos olvidar que el púl- pito no es un musco sino una galería de
arte. El bos- quejo debe vestirse con el mensaje. Recordar un bos- quejo
tiene muy poco valor, pero recordar un mensa- je por virtud de un bien
planeado bosquejo es de inestimable y eterno valor.

Habiendo formulado un bosquejo en estrecha rela- ción con el tópico, y


habiendo dispuesto el material bajo los diversos títulos y
encabezamientos, debemos dedicar nuestra atención a la forma en que
habremos de presentarlo.

Antes que nada, la introducción. Debe ser bien pensada, prolijamente


planeada, pero breve. Una fa- tigosa introducción puede arruinar lo que
pudo ser un buen mensaje. Debe ser clara y nítida la relación con el
contexto, incluyendo a veces lo que sigue, en un posterior meńsaje,
como asimismo lo que antece- de, para establecer el marco donde
ocurren los suce- sos. Cada "por lo tanto" y "por consiguiente" exige al
menos una palabra de explicación respecto a lo que se dijo o escribió
con anterioridad. Si bien el doctor B. H. Carroll se refiere
específicamente a la predicación textual, en lo que sigue, su consejo es
ex- celente aplicado también a la predicación expositiva:

En todo pasaje siempre hay un mejor sermón, según su verdadero


significado, que cualquier sermón que poda- mos predicar acerca de él.
Todo predicador tiene la obli- gación, cuando escoge un pasaje, de
brindar su significa- do principal y recién entonces, en segundo lugar, su
signi-

ficado contextual. Luego puede deducir, de los principios

involucrados, una nueva linea de pensamiento, pero este


nuevo tema debe ser un desarrollo lógico del significado primario y
contextual. Jamás debe tomar un pasaje y pre- dicar un sermón sin
explicar qué significa primariamente y luego en su contexto.

La introducción que explica la relación contextual debe ser


particularmente breve en la exposición con- secutiva, en los casos en
que se desarrolla la serie con una continuidad de pensamiento bajo un
tema en particular. No obstante ello, es menester señalar cla- ramente la
situación, la localización, las circunstan- cias o condiciones que rigen en
la época, siempre que el pasaje lo requiera, antes de abordar el tema
principal. Aun en la introducción debemos dirigir el pensamiento de la
congregación hacia la idea princi- pal que deseamos destacar, para que
en ningún mo- mento deje de predominar en sus mentes.

Con el meollo del tema principal bien metido en la mente de los oyentes,
en su verdadera relación, esta- mos en condiciones de seguir adelante
con el tema. Combinando todos los datos en una única y sola uni- dad,
podremos transitar fácil y orgánicamente de una división a otra, al igual
que pasamos de una par- titura a otra en una pieza musical, para
terminar en un gran final y glorioso clímax. Prediquemos lo que sabemos
y a los impulsos de nuestro propio corazón, y olvidemos lo demás.
Asignemos importancia a las cosas vitales y no nos enfrasquemos en
inútiles deta- lles, pues corremos el riesgo de vernos ataseados por
cosas de poca monta, perdiendo nuestro precioso tiempo que debería
ser utilizado para exponer la ver dad que activará nuestra audiencia
tanto en su co- razón como en su vida. No incorporemos nada que no
tenga relación directa con el tema principal.

Nunca debemos evitar temas por el hecho que pu- dieran ser objetados
por algunos, o que presentan ciertas dificultades. Debemos predicar lo
que haya en el pasaje sin temor ni pavor. Es la Palabra de Dios y no
necesitamos excusa alguna por hacerlo. Predi- quemos "la verdad, toda
la verdad y nada más que la verdad tal cual la tenemos en la Escritura.
Conduz- ca a los oyentes con el entusiasmo, pasando rápida- mente de
un nivel a otro, siempre adelante, hasta verlos ansiosos esperando el
climax final.
Ese es el momento de arribar a una conclusión bien definida. Y este
aspecto reviste tanta importan- cia, si no más, que la introducción.
Debemos planear de antemano el punto final y saber cómo, cuándo y
dónde habremos de terminar. jy terminemos! Pue- da que no haya base
bíblica para lo que vamos a de- cir, pero "Bendito sea el predicador que
sabe cuando ha terminado, y termina" es una excelente bienaven-
turanza homilética. Muchos sermones que de otra manera hubieran sido
magníficos, se echaron a per- der porque el predicador no supo terminar
o ignoró la señal de PARE. Un profesor dio a sus alumnos tres buenos
principios para regir sus sermones: 1. Inicien su sermón; 2. Prediquen su
sermón; 3. Terminen su sermón.

Debemos planear la conclusión y sujetarnos a ese

plan. Cuando nos entusiasmamos tanto que nos pare-

ce imposible terminar, pensemos que a ciertas perso-

nas de la congregación les puede resultar imposible

permanecer en sus asientos. Todo el valor del mensa-

je puede perderse si prolongamos nuestra conclu-

sión. Nadie jamás se ha ofendido, ni ha dejado de

asistir a la iglesia, nadie ha perdido interés en la pre-

dicación porque el sermón fue demasiado corto. Por

cierto que no propugnamos sermoncitos o "charlas" devocionales. Ese


tipo de predicación no logra resul- ados vitales y permanentes. Pero
debemos tener mu- cho cuidado de no abusar de los miembros de
nuestra congregación, que es la gente más paciente y com- prensiva del
mundo.

Por otra parte, es más probable que la congrega- ción acepte


predicaciones prolongadas cuando el pastor predica un bien preparado
sermón expositivo no otro tipo de sermón.

Debemos asegurarnos también que nuestra con- lusión verdaderamente


ponga punto final al mensa- e, y no termine en puntos suspensivos. Hay
que con- luirlo de tal manera que la gente sienta que no hay necesidad
de decir más. Todo está dicho, y ahora odo lo que resta por hacer es
poner en práctica las enseñanzas recibidas.

Relacionada con nuestra conclusión, está la aplica- ción final. También


este detalle debe ser bien pla-, meado e incorporado a la conclusión. En
cierta medi- a forma parte de la conclusión y a veces llega a ser a
conclusión propiamente dicha. Aunque a lo largo Hel mensaje podemos
mencionar diversas aplicacio- es, debe haber una aplicación final de la
verdad pri- mordial, principio básico de nuestro tema. No es su- iciente
mostrar lo que Dios desea o requiere de quellos que han de recibir su
aprobación, y ní si- uiera cómo hace Dios para que estas cosas se tra-
uzcan en acción; pero sí debemos explicar cómo es as cosas se aplican a
la vida individual de cada per- Ona en la acción práctica de la
experiencia diaria. Hay que hacerle sentir a la gente que este tema en
articular reviste suprema importancia en estos mo- mentos, y que Dios
espera que todos, sin excepción,

actúen aquí y ahora, sometiéndose por completo, a sus demandas y


expectativas en este asunto. La apli cación tiene que ser personal, tiene
que ser práctica y tiene que ser pertinente. Recuerdo haber escuchado,
años atrás, un esplén-

dido sermón cuyo tema era la triple tentación de Jesús. Fue bien
preparado y hábilmente expuesto. La conclusión fue excelente,
demostrando que el fin nunca justifica los medios. Como ilustración el
pre- dicador citó un caso de Sudamérica, muy bien esco- gido y que
venía perfectamente al caso. Como yo es- taba familiarizado con las
condiciones existentes en aquella iglesia, comprobé de inmediato qué
bien en- cajaba el mensaje con la situación local. El predica- dor logró
muy hábilmente plantear la necesidad de aquella iglesia y pude
anticipar su aplicación. Tenía a la congregación sobre ascuas, y no había
forma de escapar a la verdad y a la necesidad de someterse a ella.
Habló con tanta propiedad que nadie podía, ra- zonablemente,
ofenderse, por más personal que lle- gara a ser la aplicación. Mi
estimación por su discer- nimiento (era un nuevo residente, en la
localidad) y por su coraje, crecía a medida que pasaban los minu- tos.
Sin embargo, para mi gran sorpresa y desilusión, nos dejó a todos
varados en Sudamérica. Sin duda los oyentes se convencieron que el
principio enunciado obraba a las mil maravillas en América del Sur y que
allá era de aplicación, pero no se les hizo sentir que ellos burlaban de
una manera flagrante ese mismo principio en su propia vida y en el
ámbito de su igle- sia. El predicador debió hacerles sentir que el princi-
pio exigía inmediata conformidad de parte de la con- gregación, y que
no podían esperar que la bendición de Dios se derramara sobre esa
iglesia, a menos que hicieran algo al respecto. El sermón contaba con
una conclusión pero sin una aplicación, lo cual constituye una tragedia.
"Todo lo que os dijere": conclusión: "haced": aplicación (Juan 2:5).

Hay muchas cosas que necesitan ser simplificadas o aclaradas, y para


ello se recurre obligadamente a las ilustraciones. Utilizando hechos
comunes v co- rrientes podemos captar y entender muchas cosas es-
pirituales de dificil interpretación. A menudo Jesús cchaba mano de
cosas cotidianas para ilustrar y sim- plificar las profundas enseñanzas
que tantas veces desconcertaban a sus oyentes: la puerta, la vid, el
pámpano, la sal, la luz, el pan, el agua y muchas otras. Las relaciones
familiares, la agricultura, la mecánica, las ciencias naturales, la botánica,
la as- tronomía, la sociología y diversas otras artes y cien- cias, nos
brindan un espléndido material ilustrativo para crear imágenes de
verdades calculadas para ac tivar el corazón y la vida de la gente. No
olvidemos que nuestra función didáctica va dirigida a la gente. no a los
hechos. La verdadera prueba para conocer si una predicación fue buena
o no, consiste en pregun tarnos si la gente aprendió o no aprendió lo que
se dijo en el mensaje. Ya hemos señalado que las ilustraciones deben ser
utilizadas con mucha prudencia. La predicación hoy

en día muestra cierto desequilibrio debido al uso

exagerado de materiales ilustrativos. Casi todos los

sermones modernos constan de un ochenta a noventa por ciento de


ilustraciones. Muchos de ellos no pasan de ser un tópico y una colección
de ilustraciones. No edifican y carecen de valor permanente.

Los sermones expositivos requieren menos ilustra- ciones que otros tipos
de sermones. En algunos casos

no usaremos ninguna. Pudiera parecer exagerada esta última


afirmación, pero hemos comprobado en más de una ocasión que la
congregación presta su máxima atención cuando el predicador se reduce
ex- clusivamente al método expositivo. El predicador no debe dedicar
más de un veinticinco o un treinta por ciento de su predicación a las
ilustraciones y preferi- blemente menos de ese porcentaje. Claro está
que eso requiere una prolija preparación y una cuidadosa elaboración
por parte del predicador.

Pero por sobre todas las cosas, debemos evitar a toda costa detalles
tediosos y cansadores. Hemos es- cuchado algunas ilustraciones tan
largas y detalla- das, que pudimos anticipar de antemano, tanto el fi- nal
como el corolario, antes que el predicador llegara a la mitad de su
historia. Y eso es muy aburrido. No pudimos sino pensar (estemos o no
en lo cierto) que estos detalles innecesarios no eran más que material
⚫de relleno para disimular la falta de verdadera pre- paración por parte
del predicador. Debemos practi- car el arte de condensar cuanto nos sea
posible, y ha- cerlo apresuradamente para arribar a la verdad que
tratamos de exponer. Cierto es que las ilustraciones son ventanas que
permiten la entrada de la luz, pero no debemos hacer de nuestro púlpito
un invernadero religioso, porque entonces se vuelve frágil y falto de
substancia. Las plantas de invernadero no pueden so- portar la
temperatura exterior. Nuestro pueblo nece- sita estar "arraigados y
cimentados en amor" y en la verdad de Dios, para no ser como "niños
fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina" y
pervertido por "las asechanzas del diablo". Necesita crecer "en todo, en
aquel que es la cabeza, esto es, Cristo" (Efesios 3:17; 6:11; 4:14, 15).
Las ilustraciones, no importa cuán bien se las relate o cuán bien se
adapten al tema, nunca lograrán ese resultado.

Asegurémonos que las ilustraciones ilustren de verdad. Ilemos


escuchado interesantísimos e inspira- dores incidentes que nada tenían
que ver con el tema en cuestión, y sin ninguna conexión con la verdad
re- cién expresada. El predicador la utilizó porque en ese instante se le
ocurrió o la tenía aún fresca en su memoria de otra ocasión. No importa
cuán inspira- dora o sugestiva sea, si no viene al caso es totalmente
inútil. Lo mismo cabe decir de la poesía.

Como regla general es preferible no comenzar un mensaje con una


ilustracion, particularmente en una predicación expositiva, pero hay
ocasiones en que conviene hacerlo y resulta muy eficaz. Lo contrario
también es cierto respecto de la conclusión. Una de las mejores maneras
de finalizar un mensaje, es con una adecuada y cautivadora ilustración.

LA PROCLAMACIÓN

No debemos olvidar el papel que juega la memoria en la predicación. A


veces resulta difícil traer a la memoria lo más apropiado en el momento
oportuno. A veces no es que uno lo haya olvidado, sino que no viene a la
mente en el instante en que lo necesita- mos. El recurso de las notas,
para salvar esta dificul- tad, merece detenida consideración, porque
puede acrecentar o disminuir notoriamente el valor del mensaje. Aquí se
impone un equilibrio adecuado. Conozco un hombre que puede recitar
íntegramente de memoria el pasaje de la Escritura y luego predica un
bien planeado y vigoroso mensaje sin una sola nota escrita. Quisiera
poder hacerlo así, pero carezco de esa capacidad. Conozco otro hombre,
uno de los

predicadores más prominentes de la nación, que lle- va al púlpito su


sermón íntegramente escrito, palabra por palabra. Pero a menos que
uno se siente arriba, en el sitio destinado al coro (o fuera tan curioso
como lo soy yo) no se daría cuenta de ello. Lee sus notas con tanta
habilidad, que no le significan ningu- na desventaja, y no ofende ni
molesta a su congrega- ción.

Los dos casos que acabamos de mencionar no son típicos sino


excepcionales. La mayoría de los que predican sin notas suelen divagar
o echar el carro de- lante de los bueyes, es decir, invertir el orden de sus
ideas. Al predicador término medio le resulta difi- cilisimo sostener un
sermón analítico durante treinta minutos o más sin notas, a menos que
haya predicado ese sermón tantas veces que ya esté totalmente fami-
liarizado con su mensaje. Por otra parte, si el predi-

cador se aferra textualmente al manuscrito que tiene

por delante, no logrará mantener la atención de sus

oyentes. Nada hay más molesto que las prolongadas

pausas de un predicador que busca, a través de sus

lentes bifocales, el sitio de la página donde tiene que

archivo.

Lo aconsejable es, por lo menos, un bosquejo bási- co, con una que otra
frase, alguna expresión sabrosa, un epigrama, una cita o una nota para
recordar una ilustración. La experiencia nos dice que es suficien- te,
como regla general, un lado de la mitad de una hoja tamaño carta.
Ocasionalmente habrá necesidad de escribir algunas palabras al dorso.
Las poesías pueden ir en hoja aparte si no las recitamos de me- moria.
De poder hacerlo, con anotar el título será su- ficiente.
Lo ideal es tener en el archivo un sermón integramente escrito, para
consultar de antemano, y aparte de ello un bosquejo condensado para
llevar al púlpi- to. Aún así, no debemos atarnos a lo que ya tenemos
escrito, sea breve o largo, sino que debemos dejar en libertad a nuestras
mentes para captar nuevos pensa- mientos que vendrán de Dios, a
veces al instante pero más frecuentemente luego de una cuidadosa y
prolija preparación.

Debemos cuidarnos en el uso de las notas, por bre ves que sean, para
que la gente no se percate que las usamos. No es pecado usar notas,
por supuesto, pero distraen la atención de los oyentes. En cierta ocasión
me sentí muy satisfecho conmigo mismo, durante una serie de
reuniones que se prolongaron por una semana en una iglesia vecina. Un
conocido y califi- cado abogado, que también era notable orador y ex
celente instructor de Biblia, me dijo: "Algo que real- mente aprecié en su
predicación fue el hecho de que usted no usó notas." Se extrañó
muchísimo cuando le dije que había usado notas en todos mis sermones
ex- cepto en dos de ellos, y comentó: "Bueno, lo observé atentamente y
no me di cuenta."

Esto no es accidental. Es el resultado de una inten- sa práctica para


desarrollar una técnica que impida que la gente se distraiga y se
desvirtúe la verdad de Dios que deseamos exponerles. En otras
palabras, no debemos exponer al público todas las herramientas de
nuestro taller.

Finalmente nos toca considerar el uso de la propo- sición. ¿Por qué


habremos dejado este aspecto para el final cuando obviamente
pertenece al comienzo, en un ordenamiento lógico? Difieren muchísimo
las opiniones respecto al uso de la proposición. Algunos opinan que es
indispensable y que sin ella el sermón

es incompleto. Otros afirman que no es necesaria. Los especialistas se


han expresado poco sobre el te- ma. Sin duda muchos han utilizado la
proposición sin prestarle particular consideración como tal y sin
asignarle su verdadero significado.
Esto es lo que nos dice al respecto el doctor White- sell:

La proposición es la parte substancial del sermón, el sermón condensado


en una oración, la espina dorsal que corre a lo largo del mensaje. Es lo
que deseamos probar y llega a ser el meollo del mensaje. Es lo que
sostiene el abogado al iniciar su alegato ante el jurado; es lo que ex-
presa el legislador cuando aboga por la aprobación de un proyecto.
Debiera expresarse como una afirmación, o como una pregunta, en una
sola oración... Si el predica- dor cuenta con una buena proposición, y se
ajusta a ella, su mensaje tendrá unidad, progresión, claridad, peso y
energía; pero si carece de una proposición vacilará en su discurso y no
llegará a ninguna parte. El doctor Carlos W. Koller dice que la diferencia
entre el tema y la proposi- a propost- ción es la siguiente: "El tema es de
lo cual habremos de hablar. La proposición es el sermón en miniatura."

Lo que "la idea clave" es al periodista, la proposi- ción es al predicador.


Un buen periodista necesita un meduloso, llamativo y condensado
encabezamiento, seguido de un conciso resumen del relato y luego la
narración en detalle. El encabezamiento es para crear suficiente
curiosidad, para captar la atención del lector; la idea clave es para
despertar suficiente interés en la historia, para hacer que el lector quiera
conocer todos los hechos del caso en cuestión.

Igual cosa ocurre con la proposición. Despierta el

apetito de los oyentes, quienes desean saber qué ocu-

rre a continuación para poder deducir cómo suceden

los hechos, cómo pueden ser verificados, y cuál es el significado de la


conclusión final. Por lo general la proposición viene inmediatamente
después de enun- ciar el tópico, pero puede seguir a la introducción;
todo dependerá del contenido y de la amplitud de la introducción. En
cierta medida debería formar parte de la introducción.
Pareciera haber, por lo visto, una infinidad de ele- mentos constitutivos
de un sermón. La mayoría de los predicadores incluyen en 'sus sermones
estas di- versas partes, sea que les hayan prestado o no debida
consideración, o señalado y catalogado cada una de ellas. Debieran
fundirse todos esos elementos en una fluida corriente de verdad
espiritual de tal modo que cautive al auditorio y opere en los creyentes
una hu- milde y sincera obediencia a los propósitos divinos.

Por lo habitual incluímos una lectura de la Biblia al comienzo del culto. Si


el pasaje es relativamente corto, como ocurre en el caso de Zaqueo,
debemos leer todo el relato. Si el pasaje contiene más de doce o trece
versículos, es preferible escoger un párrafo pertinente dentro del pasaje,
de una longitud razona- ble, que leer todo el pasaje. A veces es mejor
reducir la lectura a tres o cuatro versículos. Si hay una sec- ción a la cual
quisiéramos dar mayor énfasis, leamos esa sección. La lectura al
comienzo hará que los oyentes empiecen a pensar en una determinada
di- rección, mucho antes de lanzarnos de lleno al sermón. El trozo
escogido no debe necesariamente ser al comienzo del capítulo o del
pasaje; puede ser hacia la mitad o al final del mismo. Ese solo detalle
puede provocar cierta curiosidad y despertar antici- Dadas conjeturas.

CAPITULO 6

EL DESARROLLO DEL METODO EXPOSITIVO

LA CLINICA PRACTICA

En esta era de invenciones electrónicas se utiliza muchísimo el circuito


cerrado de televisión en nume- rosos institutos educacionales.
Imaginemos por un momento que instalamos una cámara en el gabinete
de estudio de un expositor, sin distraerlo por un ins- tante, mientras
comienza a preparar sus mensajes para el próximo domingo. Estamos a
martes por la mañana. Por control remoto tal vez podamos descu- brir
algunas indicaciones que nos permiten un buen comienzo en el ámbito
de la predicación expositiva.
Este expositor en particular procura no preparar sus sermones los días
lunes; permanece fuera de su estudio, y apartado lo más posible de sus
libros, bus- cando algún entretenimiento que lo distraiga y le permita
renovar su capacidad intelectual. Ahora es el martes a la mañana, y
planea mantener un ritmo de tres a cuatro horas todos los días hasta el
sábado in- clusive. Coincide plenamente con el doctor Gerald Kennedy,
quien dijo en una oportunidad: "Un hábito constante de por lo menos
cuatro horas diarias de es- tudio es el único fundamento sobre el cual
edificar una adecuada preparación de sermones."

Este expositor del que hablamos, está ocupado preparando una serie de
sermones basados en el Evangelio de Lucas. El domingo pasado predicó
so- bre "El significado del día de reposo" (Lucas 6:1-5). El próximo
domingo se referirá a Lucas 6:6-11. Toma una hoja de papel e inicia su
labor de la siguiente manera:

Versículo 6. "Entró... sinagoga": Estableció un buen ejemplo respecto a la


devoción en el apropiado lugar del culto. "Enseñaba": la gente necesita
ser instruida en la honradez y en la virtud. La adoración entraña tanto
ins trucción como inspiración. "Estaba allí un hombre": en el sitio
correcto y en el momento apropiado para recibir la ayuda que
necesitaba. Asistir a la iglesia no salva, pero puede resultar en la
conversión. "Tenía seca la mano de- recha": su mejor mano estaba
estropeada, no la podía uti- lizar y nadie podía hacer nada al respecto.
Pero ahí estaba quien podía remediar la situación. Siempre está presente
cuando un alma quiere entrar en contacto con Dios.

Versiculo 7. "Le acechaban": críticamente. Estaban alli para encontrarle


alguna falta, para condenarlo si se ani maba a ayudar a este hombre. "Si
en el día de reposo lo sanaria": el dia y sus códigos y tradiciones
religiosos, re- vestían mayor importancia que el culto o la bendición a los
demás. No querían ser iluminados; lo único que busca- ban eran bases
para una "acusación". Quienes deberian haberle apoyado y brindado su
cooperación, procuraban destruirlo. Eran lisiados espirituales, tan
necesitados espi- ritualmente como lo estaba fisicamente el impedido.
Versículo 8. "conocía los pensamientos de ellos": mu- cho más allá de la
percepción extrasensorial, solamente Dios puede escudriñar el alma
humana. Esto debería ha- berlos convencido si sus mentes hubieran
estado abiertas a la verdad. Levántate, y ponte en medio": deliberada-
mente creó la situación; los desafió. No entró por la va riante de una
transacción ni tomó la vía de la amabilidad, para evitar una crisis o
protegerse a sí mismo. No tomó el camino fácil. Levantándose su

mente asombrado, asustado, temeroso, perplejo, pero ac- tuo según las
instrucciones recibidas. Sin razonar, ni cues tionar, ni dudar, y sin aplicar
lógica alguna, le tomó la pa labra a Jesús, y actuó en concordancia. Eso
es le. De ha ber discutido hubiera perdido la mayor experiencia de so
vida. Simplemente obedeció.

Versiculo 9. Sus criticos sabian qué podían esperar, te- nian la certeza de
que Jesús obraría misericordiosamente Tenian clara conciencia de su
carácter, pero ignoraban su persona. "Os preguntaré una cosa no sólo
desafio, tie- nen que saber porqué obrará el milagro. Tienen que ver que
solamente él puede brindar la curación espiritual que tanto necesitan.
"¿Es licito... hacer bien... salvar la vi da?": ¿qué mejor uso del dia de
reposo que liberar a un hombre impedido? (Ver Mateo 12:9-12; los
criticos eran inconsistentes, pues asignaban mayor valor a una oveja
que a un hombre: buena ilustración.) No hacer el bien es un pecado. No
quieren ver, y por lo tanto, no pueden ser ayudados. (Marcos 3:4: "pero
ellos callaban".) Su réplica pondría al descubierto su infidelidad, su
hipocresía y su

traición. Versículo 10. Y mirándolos a todos alrededor": no al lisiado, sino


a los críticos. Desafiándolos con los ojos, in- vitándolos a que
cuestionaran la validez de lo que estaba a punto de hacer. (Ver Marcos
3:5.) Que expongan las razo- nes por las cuales este hombre no debía
ser curado. Las críticas mezquinas son inconsistentes e infundadas. "Ex-
tiende tu mano": una orden directa. "Y él lo hizo así": hizo lo que no
podía hacer. Sin ninguna vacilación, ni pre- gunta, ni queja, ni expresión
de debilidad o insuficiencia. Sin razonamiento lógico ni meditación
sicológica. Simple- mente lo hizo. Su respuesta produjo el milagro. "Y su
mano fue restaurada": una restauración instantánea y to- tal, no un
proceso gradual. Cuando se le obedece Jesús ejecuta a fondo su tarea y
la termina totalmente. No un simple alivio temporario o una mejoría
pasajera.

Versículo 11. "Se llenaron de furor"; debería haber sido de alegría. Nada
significa para los juicios prejuiciados el que se produzca un milagro, una
restauración, que un hombre sea liberado, una vida cambiada, que hava
gozo y

un hogar bendecido. "Hablaban... qué podían hacer contra Jesús" (Mateo


12:44). Jesús interfería con sus con- ceptos, códigos, tradiciones y
programas, de modo que ha- bía que deshacerse de él, liquidarlo.
Debieron haber caf- do de rodillas en espíritu de arrepentimiento,
rogando ser perdonados y brindando su fidelidad a su Mesías. Com-
plotaron destruirlo. Y nunca dejaron de hacerlo hasta que lo clavaron en
la cruz. ¿Se interpone él en nuestro cami- no?

El expositor ha agotado, por el momento, su pro- pio razonamiento


intelectual de este trozo de la Es- critura, y es por ello que ahora recurre
a otras tra- ducciones y estudios semánticos. Serán identificados de la
siguiente manera: RV (Reina-Valera); BJ (Bi- blia de Jerusalén); NC (Nácar-
Colunga); TA (Torres Amat); Str (Straubinger); LA (Latinoamericana); VM
(Versión Moderna).

Lucas 6, versículo 7. "A fin de hallar de qué acusarle" (RV). "Para


encontrar de qué acusarle" (BJ). "Y hallar asi acusación contra él" (Str.).
"A fin de tener de qué acusar- le" (NC). "Para tener de qué acusarle"
(TA).

Versículo 8. "Mas él conocía los pensamientos de ellos" (RV). "Pero él


conocía sus pensamientos" (BJ). "El cono- cía los pensamientos de ellos"
(Str.). "El conocía los pen- samientos suyos" (NC). "Pero Jesús, que
calaba sus pen- samientos" (TA).

Versículo 9. "Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer
bien o hacer mal? ¿salvar la vida o quitar- la? (RV). "Yo os pregunto si en
sábado es lícito hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de
destruirla" (BJ). "Os pregunto: ¿Es lícito en sábado hacer el bien o hacer
el mal, salvar una vida o dejarla perder?" (Str.). "Voy a haceros una
pregunta: si es lícito hacer bien o mal en sábado, salvar una vida o
perderla" (NC). "Tengo que haceros una pregunta: ¿Es lícito en los días
de sábado ha- cer bien, o mal? ¿Salvar a un hombre la vida o quitárse-
la?" (TA).

PAG.

En el análisis semántico del Evangelio de Marcos, Ken- neth Wuest dice:


"Ahí yace la diferencia esencial entre Jesús y los fariseos, en cuya teoría
y práctica, deber reli gioso y benevolencia, lo divino y lo humano, están
divor- ciados." "Omitir hacer el bien que podemos hacer, es una maldad;
no salvar una vida cuando podemos hacerlo, sig nifica destruirla"
(Wuest, Marcos 3:4).

Versículo 10. "Su mano fue restaurada" (RV). Quedo restablecida su


mano" (BJ). "Su mano fue restablecida" (Str.). "Su mano quedó sana"
(NC). "La mano quedó sa- na" (TA).

Versículo 11. "Y ellos se llenaron de furor, y hablaban entre sí qué


podrían hacer contra Jesús" (RV). "Ellos se ofuscaron y deliberaban entre
sí qué harían a Jesús (BJ). "Pero ellos se llenaron de furor y se pusieron a
discutir unos con otros qué harían contra Jesús" (Str.). "Ellos se llenaron
de furor y trataban entre sí qué podrían hacer contra Jesús" (NC). "Mas
ellos llenos de furor, conferen- ciaban entre sí, qué podrían hacer contra
Jesús" (TA).

Cuando el expositor llegó a la frase: "Extiende tu 'mano", vislumbró de


pronto una idea pára un tema. Tantos en nuestros días buscan algo por
nada, que un tema con el título "La mano extendida" debería de llamar
la atención. De cualquier manera que sea, la mano seca es el aspecto
principal del pasaje. Luego el expositor inició la tarea de elaborar las
divisiones más importantes del bosquejo. ¿Cuáles fueron las
circunstancias de la limosna? ¿Qué ocurrió? ¿Qué si- guió a
continuación? De modo que el bosquejo em- pezó a tomar forma.
Tema: "La mano extendida" 1. La ocasión para ello (vv. 6, 7). El impedido
en la si nagoga necesitado de ayuda. Hipócritas en la sinagoga con
intenciones aviesas. 2. La operación (vv. 8, 9). La divinidad puede
sondear

las profundidades del alma y desafiar a la conciencia. La situación ha


sido creada, y silenciadas las protestas inte- riores. La escena está
preparada.

3. El resultado (vv. 10, 11). La mirada de autoridad. La orden. La


respuesta: inmediata. El resentimiento y el re- chazo: también
inmediato.

Habiendo definido el tópico y las principales divi- Liones de su bosquejo,


el expositor se vuelve ahora a os comentarios y libros de sermones que
tiene en su biblioteca para ahondar su investigación. Al avanzar en esta
parte de su preparación descubre que por su cuenta alcanzó muchas de
las conclusiones a las cua- les arribaron los diversos autores, y esto le
resulta muy estimulante. Aquí y allá atisba nuevos rayos de luz, o
descubre alguna joya espiritual de la cual no se había percatado. Se
establecen algunos paralelismos y se sugieren algunas aplicaciones
prácticas. Al en- contrar una poesía que viene al caso, decide incorpo-
rarla al sermón.

Si bien la lectura de tantas páginas significa repe- tir las mismas cosas,
que a veces resultan obvias o aún superficiales, esa constante repetición
del pasaje graba en forma indeleble las verdades contenidas en su
mente, y logra una escena de contornos nítidos en la pantalla de su
imaginación. Antes de terminar la semana prácticamente vive con ella.
Parte de la in- vestigación resultó algo tediosa y hasta cansadora, pero
sivió para activar su mente-en pro y en contra- hasta casi dominar el
pasaje. Ahora a duras penas puede esperar hasta el domingo para subir
al púlpito y compartir con su congregación estas benditas ver- dades.

Una vez completada su investigación, el expositor


PredicaciON CAMPUS

se entrega a la tarea de completar su bosquejo. Se ob- servará que


condensó sus hallazgos en afirmaciones concisas, breves y medulosas,
que serán suficientes para traer a su mente las verdades que impartirá a
su feligresía. Algunas de las cosas que descubrió para su propia
iluminación y edificación, no las predicará esta vez. Otras cosas que
logró descifrar poco a poco, serán sintetizadas brevemente y en cambio
otras serán aumentadas y subrayadas con énfasis. Lo que sigue es el
bosquejo y las notas que el expositor lle- vará al púlpito el domingo.

LA MANO EXTENDIDA (Lucas 6:6-11)

1. LA OCASION

La invalidez evidenciada: versículo 6

Jesús estaba allí, un ejemplo consistente. "Enseñaba": la instrucción es


esencial. El lisiado estaba allí. Tenemos que ver que se acerquen a Jesús.
"La mano derecha": lo mejor del hombre, pero inútil. Sólo Jesús puede
resolver nuestros problemas.

La deslealtad manifestada: versículo 7

Los críticos estaban alli. "Le acechaban": para descu- brirle alguna falla,
para destruirle. No buscaban aclara- ciones sino motivos para acusar y
condenar. Deberían ha- ber cooperado, ayudando a Jesús. Lisiados
espirituales vo- luntarios. "No hay peor ciego que el que no quiere Mejor
ser lisiado que crítico. ver."

2. LA ACCION
El pensamiento revelado: versículo 8

"Conocía los pensamientos de ellos": La Deidad puede percibir la


duplicidad interior, leer la conciencia. La ho- nestidad los habría
convencido de su deidad. "Levántate, y ponte en medio": queda
planteada la circunstancia y de- safiada la hipocresía. No se protegerá a
ší mismo a expen-

sas del lisiado. Un lisiado es más importante que una

hueste de críticos, y aun más importante que da. su propia vi

La intención resentida: versiculo 9

Una pregunta justa. Solamente Dios responde pregun tas antes de ser
formuladas. Eso los hubiera convencido, de haber sido sinceros. Mateo
12:9-12. Inconsistentesen la incredulidad, una oveja más importante que
un hombre. Marcos 3:4: "Pero ellos callaban." Una contestación hu biera
puesto al descubierto su irrazonable infidelidad y traición.

3. EL RESULTADO

La orden impartida: versículo 10 "Y mirándolos a todos alrededor."


Escudriña uno a uno los corazones. Mira a los críticos, no al lisiado. En
forma seca, cortante v osada, los desafía a cuestionar su autori- dad
para actuar en beneficio del lisiado. La crítica mez- quina es siempre
infundada. "Extiende tu mano": una or- den directa y positiva. "Y él lo
hizo así": sin formular pre- guntas, ni entrar en discusiones, ni plantear
excusas, ni pedir explicaciones. Simplemente obedeció y acató la or den
ahi mismo. Hizo lo que no podía hacer, cuando Jesús se lo ordenó. Sin
razones, sin dudar. Hizo simplemente lo que se le dijo que hiciera, sin
duda con gran asombro de su parte. Su respuesta desencadenó el
milagro. "Restaura- da" permanentemente. Figura de la conversión, no
mejo-
ramiento o alivio, sino regeneración. La conmoción provocada: versículo
11 Jesús constantemente creaba conmociones. "Se llena ron de furor",
"llenos de furor", "se ofuscaron", "se eno jaron mucho". No se
comportaron inteligentemente. Ten drían que haberse regocijado
muchisimo. Ignoran al lisia do. Egoismo total. En primera fila los dogmas
y tradicio nes. Hay que eliminar a Jesús.

¿Se interpone Jesús en nuestros caminos? "Tuvieron consejo contra Jesús


para destruirle" (Mateo 12:14). ¿Nos ha costado algo nuestro testimonio?

Aplicación final. "Y él lo hizo asi." ¿Lo harán mis oyen tes? Sea lo que sea
que él nos exija, les aconsejo lo hagan ahora. Ilustración final.

El mensaje no es profundo y no plantea serios pro- blemas de exégesis.


El bosquejo no puede ser más sencillo, pero le permite al expositor
transitar por el tema coherentemente y sin tropiezos. Como intro-
ducción sería útil hacer algunos breves comentarios respecto al otro día
de reposo (vv. 1-5). La restaura- ción puede aplicarse a la experiencia de
la conver- sión o también a los cristianos que perdieron su pri- mer amor.

La aplicación final puede hacerse también con las palabras del versículo
11, señalando el mortal peli- gro de la incredulidad. Rechazo de parte de
los incré- dulos o desobediencia de parte de los cristianos. Am- bos
casos son actos despreciables de vileza. O "locu- ra" o "alegría". También
podría hacerse la aplica- ción final, según el versículo 8. Los cristianos
necesi- tan ponerse de pie y ser contados. Los pecadores ne- cesitan
decidirse con respecto a Cristo.

Hay otros tópicos sugeridos por el relato. "¿Lisia- do o crítico?" "¿En qué
posición estamos?" "No hay términos medios". Se habrá observado que
el bos- quejo es aliterado. No es esencial pero puede ser be- neficioso. Al
autor le resulta fácil el empleo de la ali- teración. De no ocurrir así con el
lector mejor no usarla. Lo que interesa es que los encabezamientos
compendien el contenido de esa porción de la Escri- tura y posibiliten
que nos movamos cómodamente de un punto a otro. Cada uno de los
encabezamientos debe revelar una nueva fase de la verdad incorpora-
da al tema.

Uno de los argumentos en favor de la aliteración es que sirve, entre


otras cosas, para mejorar y acre- centar nuestro vocabulario. Para lograr
la palabra

correcta, que se vincula con las demás, debemos sa ber exactamente


qué es lo que tratamos de describ y asegurarnos así la precisión y
exactitud de nuestr predicación. Sugerimos echar mano de la aliteració
si nos resulta útil, y no utilizarla si nos plantea pro blemas.

Es ahora el sábado por la mañana, y el exposito acaba de escribir a


máquina sus notas que utilizara en el púlpito, en una media página de
tamaño carta Sus notas son suficientes para refrescar su memoria sobre
lo que intenta decir, pero no tan engorrosas y pesadas que resulten
contraproducentes. Podrá ha- blar extemporáneamente y mantener la
atención y el interés del público, sin tener que leer de un manus- crito y
sin el peligro de confundirse. Ni deambulará ni decaerá.

Necesita una emotiva ilustración para concluir su mensaje, un


argumento decisivo. Para ello consulta en su archivo y encuentra un
recorte que guardó ahí justamente con este propósito. Dice así:

El doctor Howerton me relató la historia de un viejo es- clavo en Carolina


del Norte, que no sabía leer. Envió a llamar al doctor Howerton, y le pidió
que le leyera Juan 3:16. Luego dijo: "Señor Jim, firme mi nombre en ese
versículo y déjeme tocar la pluma." El tío Charlie poseia un pequeño lote
de terreno y una cabaña que le había sido donada y conocía el aspecto
legal de un contrato cuando el destinatario no sabía leer ni escribir.
Cuando el tio Charlie murió, le oyeron decir: "Nada tengo que hacer para
ser salvo excepto creer en Jesús y he firmado la Bi- blia para mostrar que
creo en él." ¿Han estirado en fe sus manos, mis oyentes, y han "tocado
la pluma"?

Mañana por la mañana el expositor entrará a su es- tudio y repasará sus


notas; luego repetirá mental- mente las cosas que piensa decir cuando
ascienda al púlpito. Algunas de esas cosas tal vez no las diga, y otras,
que no había planeado decir, le vendrán a la mente de improviso. Claro
está que eso no ocurriria así, de no haberse preparado tan
diligentemente du- rante la semana. Dios nunca bendecirá al presuntuo-
SO.

Llegado a este momento, el expositor cae de rodi- llas para


encomendarlo todo en manos de quien es- cribió el Libro, el que lo llamó
a predicar su Palabra "poniéndolo en el ministerio".

Es tiempo de desconectar la cámara y de apresu- rarnos a nuestro


propio estudio. Hay corazones ham- brientos que esperan y no debemos
-no nos atrevemos- desilusionarlos.

La variedad es deseable en la predicación expositi- va. Lucas 15 se


presta muy bien para ilustrar este as- pecto. De varias maneras se
puede considerar este capítulo. Se pueden tomar las cuatro facetas de
esta parábola y tomarlas separadamente, en un largo pe- ríodo de
tiempo, sin referencia alguna al resto del capítulo. Ni siquiera haría falta
tomarlas en orden. Cada mensaje sería un mensaje completo en sí mis-
no, y serviría para la necesidad de la hora en ese iempo. Al no haber
ningún tema, los tópicos podrían er los siguientes: 1. "Encuentre esa
oveja" o "Qué- Hese ahí", 2. "Mantenga encendida esa lámpara" o
Economía doméstica". 3. "Vuelva a casa" o "Su pa- re corrió". 4. "El hijo
pródigo que se a" o "Déjate de llorar". quedó en ca- En fecha posterior,
aún en el mismo pastorado,

pueden desarrollarse una serie de mensajes. El tema general podría ser


"La vocación celestial". Bajo ese tema los mensajes podrían seguir el
siguiente orden: versículos 1-7: "Divina persecución"; versículos 8- 10:
"Determinada persistencia"; versiculos 11-24: "Deliciosa posesión";
versículos 25-32: "Degenera- das lágrimas".

También puede tratarse todo el capitulo en un solo mensaje bajo el


encabezamiento de "Dios busca al hombre" o "buscando a los perdidos".
Versiculos 1. 7: "Dios en Cristo redimiendo al pecador". La oveja
representa al pecador azorado. Versículos 8-10: "Dios es el Espíritu
Santo recuperando al pecador". La moneda representa al pecador
inconsciente. Versículos 11-32: "Dios el Padre reclamando al pe- cador".
El hijo perdido representa al pecador que peca premeditadamente. Que
la parábola haya o no tenido la intención de transmitir la idea de que las
tres personas de la Deidad se muestran activas en la redención de los
perdidos, lo cierto es que se presta adecuadamente a tal adaptación.

La última división podría tener un carácter doble, utilizando los dos hijos,
o el mensaje podría concluir con el hijo descarriado. Un hijo penitente y
un hijo impenitente. Ambos pertenecen al padre por genera- ción
natural, pero uno solo por regeneración espiri- tual. Los autosuficientes
suelen ser más difíciles de alcanzar que los vencidos. Dada la cantidad
de mate- rial con que contamos, tal vez fuera preferible elimi nar al hijo
farisaico. En cualquiera de los dos casos será necesario moverse
rápidamente de un cuadro a otro, para evitar que el mensaje sea tedioso
y aburri do.

Esto sirve para señalar la manera en que pueden ser tratados muchos
pasajes de la Escritura, en diver- sas circunstancias, para lograr variedad
en la predi- cación expositiva. Para asegurar esa variedad en la
predicación no es preciso adoptar la predicación tex- tual o por tópicos.
Sin embargo, sería conveniente no encarar todo ese capítulo hasta no
contar con varios años de experiencia en este arte.

A menudo el mismo pasaje puede ser tratado en fe- cha muy posterior,
con un impacto totalmente distin- to. El autor predicó sobre un pasaje al
comienzo de su ministerio, y luego descubrió, varios años después. que
había desarrollado un segundo sermón (con un nuevo tópico y un nuevo
arreglo), sin percatarse de haber predicado previamente basado en ese
pasaje. Eso fue antes de adquirir el hábito de archivar las no- tas de sus
sermones. El descubrimiento lo hizo, justa- mente, cuando inició la
práctica de archivar sus no-

eso.

LA DEMOSTRACION ANALITICA
Tal vez la mejor manera de representar, de una manera práctica y
comprensible los principios pre- viamente señalados, es ofreciendo
algunos ejemplos de bosquejos y de análisis expositivos. Los que da-
mos a continuación no han sido escogidos por su ex- celencia literaria o
por ser superiores en esta catego- ría, sino en razón de su sencillez y
objetividad. Son representativos y sirven como ejemplo, según su
adaptabilidad. Son prácticos, en el sentido de que han sido ensayados y
probados, con resultados satis- factorios. Donde no se indica en otra
forma son el

fruto y producto del autor, ideados y revisados a lo largo de muchos


años. Al principio habremos de con- siderar la exposición de pasajes
aislados de la Escri- tura, totalmente desconectados de otros pasajes.

Para comenzar tomaremos un pasaje con solamen- te dos divisiones


principales. El pasaje es Génesis 35:1-15. El título del sermón es BAJO LA
ENCINA.

1. La encina del convenio (v. 4)

2. La encina de la consagración (v. S)

Los dos árboles parecieran ocupar un lugar prominente en este pasaje, y


por ello el desarrollo del mismo puede hacerse alrededor de estos dos
versículos. Podemos incor- porar subtítulos, por supuesto, pero en este
caso no lo ha- remos.

La encina del convenio. Los siete primeros versiculos trazan un cuadro


del convenio. El capítulo anterior relata los resultados desastrosos de
este convenio, con toda su vi- leza. Luego viene el llamado de regresar a
Bet-el, y la sa- bia decisión de ir. Bet-el era el lugar donde Jacob se
apartó de Dios. Dios nunca nos abandona, simplemente rehusa
participar de nuestros convenios, de modo que de- bemos regresar al
punto donde nos separamos de él. A continuación recibieron sepultura
los simbolos de la car- nalidad y de la apostasía, en un lugar prominente
y bien visible, donde fueran fácilmente recuperados, en caso de no
cumplir con su determinación de volverse a Dios. "No proveáis para los
deseos de la carne" (Romanos 13:14).

La encina de la consagración. Los últimos ocho versícu- los del pasaje


hablan de la consagración. Ellos regresaron a Bet-el. Es bueno
conmemorar y marcar claramente el lugar de descanso de una persona
pía y devota como lo era Débora. Esta es una de las cosas que debemos
recordar una y otra vez, para nuestra inspiración y estímulo.

Sería aconsejable la incorporación de dos a tres subtitu- los para cada


título principal.

Veamos ahora un pasaje con tres divisiones principales. El pasaje es Juan


21:1-25. El tema es FI 1 IDERATO

1. EL LIDERATO HUMANO (vv. 1.5)

Su fragilidad

Pedro no era otra cosa que el vocero del grupo. Todo lo que necesitaban
era alguien que les sugiriera volver a los barcos de pesca.

Su esterilidad

No pescaron "nada" y se les indicó que reconocieran su

fracaso.

2. LIDERATO DIVINO (v. 6:11)


Exige obediencia

"A la derecha de la barca" es el lado de su elección. Este es el "lado" que


garantiza la bendición y el éxito. Brinda abundancia

"Gran cantidad de peces", "La red no la podían sa- car", "Traed de los
peces que acabáis de pescar". Supera- bundancia a continuación de una
noche de fracaso, y an- tes que ninguna otra cosa habrán de participar
de su pro- visión.

3. LIDERATO LLENO DEL ESPIRITU (vv. 12-25)

La nueva comisión Hubo una experiencia humillante, pero hecha con be-
nignidad. No fue un rechazo sino una nueva comisión. No fue un repudio
sino una renovación. A través de Pedro, el vocero, a los demás.

La consagración final

Pedro es notificado de los sufrimientos qué le espera- ban y el fin de su


vida. No ha de ser gobernado por lo que les ocurra a los demás o por lo
que puedan hacer. Simple- mente vivir y morir por Cristo. "Sígueme" es
el mandato para todos, en todo tiempo.

El doctor Griffith Thomas era un experto analiti- co, y este bosquejo,


surgido de su pluma, es realmen- te lúcido. El pasaje escritural es el
Salmo 16:1-11.

LA VIDA DEL CREYENTE

1. Su comienzo (vv. 1-4)


2. Su curso (vv. 5-8)

3. Su culminación (vv. 9-11)

Algunos pasajes parecieran prestarse para una cuádruple división del


material. De esta manera po dría tratarse la experiencia de David
registrada en Crónicas 21:1-30. (Nótese 2 Samuel 24.)

EL ORGULLO DE LA VIDA

1. LA TRANSGRESION DEL ORGULLO (vv. 1-7)

David estaba envanecido por el éxito Satanás lo incitó a David a que


hiciese censo de Israel "para que yo sepa" cuán grande pueblo es éste.
Es sufi- ciente que lo sepa Dios.

David fue impermeable al consejo Si bien Joab no se destacaba por su


espiritualidad, en esta ocasión le dio a David un práctico y valioso
consejo, pero David se empeñó en salirse con la suya "y esto desa-
gradó a Dios".

2. LA CONFESION DEL ORGULLO (vv. 8-13)

La sinceridad de su confesión Se ha dicho que las dos palabras más


duras en el idioma humano son "me equivoqué". El orgullo de David no
era tan grande que no reconociera su error cuando Dios cas- tigó al
pueblo. "He pecado gravemente", "te ruego que quites la iniquidad de tu
siervo". Busca una inmediata co- rrección a la situación planteada.

La sensitividad de su confesión Dos de los castigos sugeridos


difícilmente alcanzarian y afectarían directamente la vida del rey, de
modo que es- cogió el que más probablemente lo incluiría a él mismo.
Además sería de una duración comparativamente corta, y los pondrían a
todos ellos en las manos de su misericordio so Dios. No escogió lo más
ventajoso para él.

3. EL JUSTO CASTIGO DEL ORGULLO (vv. 14-17)

Es inevitable

La ley de la retribución moral exige que recojamos lo que sembramos.


No hubo forma de escapar a la peste, pero podía aliviarse el castigo. El
castigo puede moderar- se con misericordia si hay una genuina
penitencia.

Es indispensable

El justo castigo hace que la gente recupere el juicio per- dido y caiga de
rodillas. Escapar a la acción punitiva sig- nificaria eliminar el factor
disuasivo para el futuro. A Dios le preocupa la totalidad de nuestra vida.
Citando Da- vid aclaró que estaba dispuesto a tomar sobre si el resto del
castigo. Dios disminuyó la severidad del mismo.

4. LA ABOLICION DEL ORGULLO (vv. 18:27) Hubo una devoción


obediente

David se apresuró a seguir las instrucciones, tanto en lo que respecta al


lugar como a la acción a ejecutar. Está dis- puesto a lograrlo "por su
cabal precio" para esta impor- tante expresión de su devoción a Dios.
Hubo una abrumadora dedicación

"No tomaré para Jehová lo que es tuyo, ni sacrificaré holocausto que


nada me cueste." Lo que nada cuesta nada vale. No habremos adorado
ni probado nuestra devoción a Dios, antes de habernos costado algo. Ese
espiritu elimi- nará todo vestigio de orgullo. En vista de semejante devo-
ción y dedicación, "Jehová habló al ángel, y éste volvió su espada a la
vaina".

El doctor J. O. Williams fue otro excelente analis- ta, y sugirió el siguiente


bosquejo de cuatro puntos, basado en el Salmo 111:1-10:

ALABANZA POR LAS OBRAS DE DIOS

1. Las obras de Dios son grandes (v. 2) 2. Las obras de Dios son
gloriosas (v. 3)

3. Las obras de Dios son genuinas (v. 7)

4. Las obras de Dios son gratas (v. 9) 3. EL JUSTO CASTIGO DEL


ORGULLO (vv. 14-17)

Es inevitable

La ley de la retribución moral exige que recojamos lo que sembramos.


No hubo forma de escapar a la peste, pero podía aliviarse el castigo. El
castigo puede moderar- se con misericordia si hay una genuina
penitencia.

Es indispensable

El justo castigo hace que la gente recupere el juicio per- dido y caiga de
rodillas. Escapar a la acción punitiva sig- nificaria eliminar el factor
disuasivo para el futuro. A Dios le preocupa la totalidad de nuestra vida.
Citando Da- vid aclaró que estaba dispuesto a tomar sobre si el resto del
castigo. Dios disminuyó la severidad del mismo.
4. LA ABOLICION DEL ORGULLO (vv. 18:27) Hubo una devoción
obediente

David se apresuró a seguir las instrucciones, tanto en lo que respecta al


lugar como a la acción a ejecutar. Está dis- puesto a lograrlo "por su
cabal precio" para esta impor- tante expresión de su devoción a Dios.
Hubo una abrumadora dedicación

"No tomaré para Jehová lo que es tuyo, ni sacrificaré holocausto que


nada me cueste." Lo que nada cuesta nada vale. No habremos adorado
ni probado nuestra devoción a Dios, antes de habernos costado algo. Ese
espiritu elimi- nará todo vestigio de orgullo. En vista de semejante devo-
ción y dedicación, "Jehová habló al ángel, y éste volvió su espada a la
vaina".

El doctor J. O. Williams fue otro excelente analis- ta, y sugirió el siguiente


bosquejo de cuatro puntos, basado en el Salmo 111:1-10:

ALABANZA POR LAS OBRAS DE DIOS

1. Las obras de Dios son grandes (v. 2) 2. Las obras de Dios son
gloriosas (v. 3)

3. Las obras de Dios son genuinas (v. 7)

4. Las obras de Dios son gratas (v. 9)

A veces un pasaje de las Sagradas Escrituras gira alrededor de un


versículo o de un enunciado en ese pasaje. Un ejemplo de ello lo
encontramos en el Sal mo 51. El eje o centro de rotación es el versiculo
10 "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto
dentro de mí." El resto del Salmo puede desarrollarse alrededor de esa
afirmación.
ORACION DE AVIVAMIENTO

1. El arrepentimiento expresado (vv. 1-9)

2. La rededicación experimentada (vv. 11, 12)

3. La renovación esperada įvv. 13-19)

Otro pasaje que podría ser tratado de manera simi- ar, con un bosquejo
de cuatro puntos, es Números 32:1-32. El eje o centro de rotación es el
versículo 6, - el pasaje en su tótalidad girará alrededor de la pre- unta:
"¿Irán vuestros hermanos a la guerra, y voso- Fos os quedaréis aquí?"

LA PREGUNTA CANDENTE

1. LA OCASION QUE LA MOTIVO (vv. 1-6) Indolencia

Egoísmo

2. LA RAZON DE FORMULARLA (vv. 7-15) Desaliento

Menoscabo

EL, SACRIFICIO IMPLICADO EN ELLA (VV,16,22)

Ninguna renuencia
Ninguna reserva

Predicación expuesta

4. EL DESAFIO CONTENIDO EN ELLA (vv. 23-32)

Es ineludible

Es irresistible

Es imposible abarcar un libro entero de la Biblia

en un solo sermón expositivo, de una manera inteligi-

ble. Como es obvio, mientras más largo el libro, más difícil resulta
hacerlo. Para una mayor eficacia es preferible limitarnos a los libros más
cortos. El autor desconoce dónde se originó, pero muchos años atrás
alguien apareció con el siguiente bosquejo

del libro de Jonás:

UN HOMBRE EN FUGA

1. Corriendo (huyendo) de Dios (capítulo 1)

2. Corriendo hacia Dios (capítulo 2)

3. Corriendo con Dios (capítulo 3)


4. Corriendo delante de Dios (capítulo 4)

El autor ha predicado una serie de cuatro sermo- nes bajo el título


general de Un hombre en fuga. La Epístola a los Filipenses se presta, de
la misma manera, a un tratamiento similar. Puede ser objeto de cuatro
sermónes, bajo el mismo encabezamiento general.

EL GOZO DEL CREYENTE

1. Gozo en el cautiverio (capítulo 1)

2. Gozo en la humildad (capítulo 2)

3. Gozo en la adversidad (capítulo 3)

4. Gozo en la aflicción (capítulo 4)

Más difícil es preparar un mensaje basado en Fili136

penses que en Jonás, pues en la Epistola la doctrina es abundantisima,


en cambio el libro de Jonás es pu- ramente narrativo. Por la misma razón
sería fácil de manejar el libro de Rut.

Finalmente consideremos el tema de la exposición consecutiva. Esta es


la joya más preciada en la exce- lencia expositiva. Es la crema y nata de
toda predica- ción. Si el expositor es prudente no se atreverá a una serie
consecutiva al comienzo de su ministerio pasto- ral. Cuando finalmente
decida encarar una serie que abarque un libro entero de la Biblia, es
mejor no ha- cerlo con Romanos o el Apocalipsis. Para empezar sería
bueno, por ejemplo, el Evangelio según Mar- cos. Es más corto que los
otros Evangelios, presenta- do en forma sistemática (lo que no ocurre
con Lu- cas), y escrito con una perspectiva de servicio; por lo tanto
presenta menos dificultades teológicas.

Si este tratamiento es una nueva experiencia para el expositor, puede


preferir inclinarse por una serie de mensajes misceláneos, carentes de
un tema gene- ral. Pero si persigue un tema específico, será preciso un
arduo trabajo preparatorio antes de encarar una serie. Muy satisfactorios
resultaron los temas de las series que anotamos a continuación. El
versículo cla- ve reconocido en el Evangelio de Marcos es: "Por- que el
Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su
vida en rescate por mu chos" (Marcos 10:45). Esta afirmación provee la
fuente de la cual surgirán los temas.

EL SIERVO DE TODOS

1. Aparece el siervo (1:1-20)

2. El siervo en acción (1:21-45)

3. El siervo en conflicto (2)

4. El siervo y la oposición (3)

5. El siervo instruye (4:1-34) 6. El siervo es el amo (4:35-5:43)

7. El siervo se topa con la incredulidad (6)

8. El siervo extiende misericordia (7)

9. El siervo trata la ceguera (8:1-26)


10. El siervo busca la confesión (8:27-9:13) 11. El siervo prueba el
carácter (9:14-50)

12. El siervo responde preguntas (10) 13. El siervo afirma su autoridad


(11)

14. El siervo pone al descubierto la hipocresía (12)

15. El siervo predice el futuro (13)

16. El siervo en las sombras (14:1-26)

17. El siervo es probado (14:27-15:15) 18. El siervo está muerto (15:16-


41)

19. El siervo está vivo (15:42-16:20)

El tópico del sermón número seis debiera crear in terés y especulación,


puesto que aparece como un paradoja. Claro está que solamente el
Siervo pued ser el amo, y es el amo en toda situación. Es el am en tres
ámbitos, todos los cuales están fuera de nues tro control; no podemos
lidiar con ellos. Por lo tant es el amo de toda circunstancia y situación en
la cua nos encontremos. El mensaje fue bosquejado de la s guiente
manera:

EL SIERVO ES AMO

1. ES EL AMO EN EL AMBITO NATURAL La tempestad (vv. 35-37)


El terror (vv. 38:41)

2. ES EL AMO EN EL AMBITO ESPIRITUAL La dominación (5:1-5)

La liberación (vv. 6-20)

3. ES EL AMO EN EL AMBITO FISICO La enfermedad (vv. 25-34)

El deceso (vv. 21-24-(interludio)- 35-43

El doctor Russell Bradley Jones desarrolló una se- rie de mensajes


tomando como base la primera Epis- tola a los Corintios, ajustándose
específicamente al siguiente tema:

UNA IGLESIA PURIFICADA

1. La posesión de la iglesia: el poder de Dios (1:1-9) 2. El peligro de la


iglesia: un Cristo dividido (1:10-16)

3. La proclamación de la iglesia: Cristo, poder y sabi- duría de Dios (1:17-


2:16)

4. El propósito de la iglesia: pasar la prueba del fuego (3:1-23)

5. El placer de la iglesia: insensatos por amor de Cristo (4:1-21)

6. La contaminación de la iglesia: llagas en el cuerpo cristiano (5:1-6:20)

7. La peculariedad de la iglesia: separados para Cristo (7:1-8:13)


S. Los problemas de la iglesia: el mundo, la carne y Sa- tanás (9:1-12:31)

9. El prerrequisito de la iglesia: amor constante (13:1- 13)

10. El privilegio de la iglesia: identificación con Cristo (4:1-16:24)

Estas series fueron desarrolladas en los días cuan- do solíamos tener


campañas de avivamiento que du- raban dos semanas, con servicios
matutinos todos los días, de lunes a viernes. Estas series las
utilizábamos a la mañana. Algunos de los mensajes cubren muchí- simo
material, y sería difícil exponerlos en un servi- cio regular del domingo a
la mañana. Y esto es parti- cularmente cierto con respecto a los
sermones ocho y diez. Sería mejor desarrollar una serie de doce o más
sermones siguiendo el mismo tema general y el mis- mo procedimiento.

El doctor K. Owen White desarrolló otra serie ba- sada también en la


primera Epístola a los Corintios. No siguió un tema determinado, sino
que expuso una serie miscelánea, domingo a domingo. Esto sería lo
mismo que un cierto número de exposiciones separa- das, excepto que
cubrió un libro entero y fueron pre- dicadas en forma consecutiva.
Incluye algunos tópi- cos interesantísimos (particularmente diez o
quince), no obstante no estar relacionados unos con otros.

1. Cristo, poder y sabiduría de Dios

2. El único mensaje

3. El fundamento único de fa iglesia

4. Humillación que conduce a la gloria


5. La levadura de la inmoralidad

6. Deshonrando a Dios en nuestro cuerpo

7. La gloria de un hogar cristiano

8. Nuestra personal responsabilidad

9. Que podamos por cualquier medio salvar a algunos

10. Cuando la tentación nos acosa

11. Entender y apreciar la cena del Señor

12. ¿Cuál es nuestro don espiritual particular?

13. El camino más excelente

14. Un sonido incierto

15. La muerte desafiada y derrotada

16. La gran puerta y los muchos adversarios

Es de observar que se ajustó a las divisiones de los

capítulos, puesto que no estaba restringido a un es-


pecífico número de sermones. Otra serie, con un tema específico, cubre
la prime- ra Epístola de Pedro:

LOS SUFRIMIENTOS DE LOS SANTOS

1. Regocijo: el antídoto al sufrimiento (1:1-9)

2. Santidad: el producto del sufrimiento (1:10-25)

3. Crecimiento: el fruto del sufrimiento (2:2-10)

4. Sumisión: el vigor del sufrimiento (2:11-25) 5. Sujeción: la hermosura


del sufrimiento (3:1-22)

6. Victoria: el valor del sufrimiento (4:1-11)

7. Participación: la satisfacción del sufrimiento (4:12 19)

8. Perfección: la finalidad del sufrimiento (5:1-11)

Cada uno de los mensajes es completo en sí mis- 10, pero


estrechamente vinculado al tema, y coinci- ente con otros mensajes.

Una serie más prolongada, que cubra gran parte de no de los libros de la
Biblia, puede ser desarrollada ajo un tema determinado. En esta serie
del libro de echos, cada mensaje está vinculado al tema, si bien hay una
continuidad de pensamiento particular los mensajes propiamente
dichos, aparte del he- o de que el material tiende a ver con la formula-
On y continuidad de la iglesia local.
LA IGLESIA NEOTESTAMENTARIA EN ACCION

1. La mobilización de la iglesia (1:1-26)

2. La reglamentación de la iglesia (2:1-47)

3. La actitud agresiva de la iglesia (3:1-4:4)

4. La crisis de la iglesia (4:5-21)

5. El poder de la iglesia (4:32-5:42) 6. La participación de la iglesia (6:1-


15)

7. El linaje de la iglesia (7:1-60)

8. La expansión de la iglesia (8:1-40) 9. Los triunfos de la iglesia (9:1-43)

0. La úniversalidad de la iglesia (10:1-48)

1. El desarrollo de la iglesia (11:1-30)

2. La fuerza de la iglesia (12:1-25) 3. La extensión de la iglesia (13:1-52)

4. La perseverancia de la iglesia (14:1-28)

5. El adoctrinamiento de la iglesia (15:1-41)

16. La proyección de la iglesia (16:1-40)


17. La persistencia de la iglesia (17:1-34) 18. El progreso de la iglesia
(18:1-28)

19. El predominio de la iglesia (19:1-41) 20. La edificación de la iglesia


(20:1-38)

21. La dinámica de la iglesia (21:1-40)

22. La declaración de la iglesia (22:1-30) 23. El consuelo de la iglesia


(23:1-35)

24. El análisis de la iglesia (24:1-27) 25. La defenså de la iglesia (25:1-


27)

26. El testimonio de la iglesia (26:1-32) 27. La perseverancia de la


iglesia (27:1-44)

28. La firmeza de la iglesia (28:1-31)

El doctor J. C. Macauley es un maestro en el ar del análisis, y se atiene


casi exclusivamente a la t ple división. Los siguientes ejemplos son
formic bles:

Pasaje: Hechos 5:1-21

EL FANTASMA DE ACAN

1. El pecado que amenazó a la iglesia


2. La severidad que salvó a la iglesia

3. La santidad que glorificó a la iglesia

Pasaje: Hechos 11:19-30; 12:25 TAN LEJOS COMO ANTIOQUIA

1. El origen de una iglesia de los gentiles

2. El ordenamiento de una iglesia de los gentiles

3. La ofrenda de una iglesia de los gentiles

Pasaje: Hechos 16:11-34

EL ASALTO A EUROPA

1. Una cabeza de playa asegurada

2. Un contraataque instigado

3. Una ofensiva lanzada

Pasaje: Hechos 22:17-22

PABLO RECUERDA UNA DISCUSION


1. De cómo Pablo percibió la voluntad de Dios
2. 2. De cómo Pablo protestó la voluntad de Dios
3.
4. 3. De cómo Pablo fue tras la voluntad de Dios
5.
6. UN PRODUCTO TERMINADO
7.
8. El siguiente sermón es sometido a consideración simplemente
como un ejemplo. No hay nada mayor- mente extraordinario en
este sermón. Es completo en sí mismo, pero podría ser fácilmente
incluido en una serie de exposiciones históricas sobre el segundo
li- bro de Reyes. El mensaje trata sobre el tema del avi- vamiento,
y va dirigido a la comunidad cristiana. Po- drían usarse otros
tópicos, posiblemente con mayor significado. Sin embargo, el
autor pensó que el meo- llo del mensaje es el hecho de que, con
toda la tarea preparatoria que se hizo, proyectada para crear una
atmósfera de avivamiento, no se produjo el aviva- miento que
esperaron, y de ahí el tema.
9.
10. Este mensaje ha sido predicado más de una vez, y el
bosquejo fue revisado cada vez más. El contenido es básicamente
el mismo. Esperamos que servirá de ejemplo, en parte al menos, a
lo que este libro tiene por meta.
11.
12. NO OBSTANTE 2 Reyes 22-23
13.
14. Estos capítulos nos relatan el avivamiento que se produjo
durante el reinado de Josías, rey de Judá. No obstante el hecho de
que tanto su padre como su abuelo fueron hombres viles y
malvados, hombres que hicieron "lo malo ante los ojos de Jehová",
que 'sirvió a los ídolos, a los cuales había servido su paPredicación
Expositiva
15.
16. dre", y no anduvieron "en el camino de Jehová" (2 Reyes
21:20-22), Josías fue un hombre piadoso, quien "hizo lo recto ante
los ojos de Jehová, y andu- vo en todo el camino de David su padre
(antepasa- do), sin apartarse a derecha ni a izquierda (2 Reyes
22:2). Esto indica que un hombre puede sobreponer- se a su linaje
y ambiente, si así lo desea, y permitirle a Dios que gobierne su
vida.
17.
18. 1. LA RENOVACION PARA EL AVIVAMIENTO Restauración: de
la Palabra de Dios
19.
20. A la temprana edad de veintiséis años Josías inició la
gigantesca tarea de reparar el templo de Dios. Por casi 250 años el
santuario había permanecido en un estado de abandono y
descuido. Si las cosas se dete- rioraban entonces con la misma
velocidad con que se deterioran ahora, tiene que haber sido
lamentable la condición en que se encontraba la casa de Dios. Es-
piritualmente hablando es de dudar que estuviera en condiciones
mucho peores que algunos de nuestros mausoleos de la
actualidad. De lanzar hoy en día un movimiento de renovación
espiritual la mayoría de nuestras iglesias no lograrían la respuesta
que logró
21.
22. Josías. Y sin embargo, el procedimiento no parece haber sido
diferente entonces de lo que se hace ahora, cuando se trata de
planear un programa. Es de dudar que tuvieran tantas comisiones,
o tomaran tanto tiempo en iniciar la tarea, pero no hubo ninguna
duda de que la obra habría de financiarse con "el di- nero que han
traído a la casa de Jehová, que han re- cogido del pueblo los
guardianes (¿ujieres?) de la puerta" (v. 4). El dinero tenía que ser
entregado a las
23. personas designadas para ejecutar la obra, sin tene durías
de libros, sin fianza de cumplimiento, sin con tratos que firmar, sin
escritura de fideicomiso en el banco. Y algo muy concreto puede
decirse en favor de los obreros: que "proceden con honradez" (v.
70). Quisiéramos poder decir lo mismo de todos los miembros de
las iglesias en el día de hoy, por no de cir nada de los incrédulos.
24.
25. Cuando se iniciaron las obras de reparación de la casa de
Dios se descubrió la Biblia. Fueron solamen te los cinco primeros
libros del Antiguo Testamento, como máximo, y no sabían qué era,
pero se dieron cuenta que alguna significación tendría. (A pesar
del hecho de estar tan difundida la venta de Biblias en todas
partes, y a un precio fácilmente asequible, una inmensa cantidad
de gente, incluso miembros de las iglesias, no tiene la menor idea
de lo que se trata. Es probable que la tengan entre sus libros de la
bi- blioteca en sus hogares, o en la mesa del comedor -si esperan
que el pastor pueda llegar a visitarlos- pero su contenido bien
pudiera estar en su idioma original, dado el poco conocimiento que
tienen de su contenido.) Cuando fueron a trabajar en la casa de
Dios, encontraron la Palabra de Dios. La inmensa mayoría de los
cristianos profesantes necesitan reini- ciar su comunión con Dios
mediante una viva expe- riencia. La Biblia es un libro traspapelado
en la vida personal, en la vida doméstica, y aun en la vida ecle-
siástica de la mayoría de nuestras familias cristianas de hov en
día.
26.
27. Comprensión: de la verdad de Dios Aparentemente el sumo
sacerdote no sabía leer (el saber leer era un raro privilegio en
aquellos días) y por lo tanto entregó el libro a Safán el escriba,
quien
28. lo leyó y se lo entregó al rey luego de haberle rendi- do un
informe sobre la obra. El rey le ordenó que le leyera el libro. A
continuación el rey no sólo recono- ció el origen divino del libro,
sino que lo aceptó líte- ralmente, y brindó público testimonio de
aceptarlo como la verdad, rasgando sus vestidos. Así se mani-
festó su humildad y penitencia. Hoy en día es prácti- camente
imposible lograr que un miembro de la igle- sia admita que hay
algo malo en su vida, y mucho menos que lo reconozca
públicamente.
29.
30. Josías no delegó en nadie la tarea, sino que tomó el asunto a
pecho, y aplicó la verdad a su propia vida y a la de su pueblo. No
hubo discusiones ni vacilacio- nes, ni echar en saco roto, y nadie
adoptó la actitud de que "podría ser peor". Hubo una clara y
concreta expresión de culpabilidad y desmerecimiento. ¡Cuán
edificante sería ver hoy en día semejante sinceridad, sin
indagaciones, sin ofensas, sin regaños!
31.
32. "Id y preguntad a Jehová por mí, y por el pueblo", fue la
orden, "porque grande es la ira de Jehová que Se ha encendido
contra nosotros, por cuanto nuestros Dadres no escucharon las
palabras de este libro" v. 13). Nada más fácil que haber culpado a
sus an- epasados, y conformarse con el "status quo". Mu- hos
dirían, simplemente: "No tiene vigencia en muestros días y lo
echarían al olvido. No ocurrió así on Josías. Se asustó al descubrir
el contenido del li- ro, y quiso averiguar qué podrían hacer para
salvar- e del desastre anunciado. Cuando lo vemos clara- mente
enunciado, cómo aborrece Dios el pecado y la esobediencia,
nuestros corazones tendrían que lle- arse de miedo. 2. LA
REGLAMENTACION PARA EL AVIVA- MIENTO Revelación
33.
34. Al parecer Jeremías no se encontraba lo suficiente-
35.
36. mente cerca, y al no haber ningún otro hombre en la
37.
38. escena que estuviera en íntima relación con Dios.
39.
40. para brindar la necesaria interpretación, el Señor uti-
41.
42. lizó para esta tarea a una piadosa mujer. Cuando
43.
44. Dios no puede proceder por los canales regulares,
45.
46. encontrará siempre la forma de hacer llegar su ver-
47.
48. dad a quienes necesiten conocerla. Cuando con sin-
49.
50. ceridad mostramos el desco de conocer la verdad de
51.
52. Dios, Dios hallará la forma de que la conozcamos. El
53.
54. problema hoy en día es que un elevadísimo número
55.
56. de personas hacen cuanto pueden por evitarla, y se
57.
58. resienten o muestran total indiferencia cuando al-
59.
60. guien se las expone.
61.
62. La interpretación fue fácilmente entendida, pero muy lejos
de ser reconfortante. "Así dijo Jehová: He aquí yo traigo sobre este
lugar... todo el mal de que habla este libro..." debido a su
vergonzosa idola- tría; "... mi ira se ha encendido contra este
lugar, y no se apagará" (vv. 16, 17). Habían transferido la fi-
delidad al verdadero Dios hacia lo que era falso, espúreo, impío y
deshonesto, es decir lo opuesto a lo que les habían enseñado. Por
lo tanto eran insoporta- bles a los ojos de Dios.
63.
64. Hay cristianos profesantes en el día de hoy que han
transferido su lealtad a cosas que son abomina- bles a Dios. Todo
lo que asegura la devoción de quie- nes se llaman sus discípulos,
es igualmente intolera- ble a Dios. Puede ser la botella, o la lancha
a motor,
65.
66. o una moticicleta. O simplemente las carreras de ca-
67.
68. ballos o las competencias automovilísticas. Puede ser
69. un mazo de naipes, o la pantalla del televisor en un rincón
de la sala. También podría ser una caja de productos cancerígenos
de tamaño largo, con filtro. Puede ser el piso encerado y el compás
del jazz, o la adulación de una dorada sociedad. Puede ser el al-
bañal social de Hollywood, que ha logrado finalmen- te destrozar
la fibra moral de la sociedad o simple- mente una vida entregada a
obtener en lugar de dar. Puede ser una infame, maligna, satánica y
mordaz lengua, que desgarra y destroza, zahiriendo y morti-
ficando a quienes procuran vivir para Dios o predi- car su Palabra;
que critica todo y a todos los que osan oponerse a los deseos
personales de una egoísta, fari- saica y sofisticada membresía de
la iglesia. Cual- quiera cosa que sea que exige la preocupación, la
de- voción y el interés de toda persona que profesa el nombre de
Cristo, hoy en día, cuenta con la maldi-
70.
71. ción de Dios, y es tiempo de huir de ella.
72.
73. Pero ante esta inminente sentencia y condena, sue- na una
nota de misericordia. Mas le dijo el Señor a Josías: "por cuanto tu
corazón se enterneció, y te humillaste" la sentencia quedará en
suspenso duran- te quince años, "y no verán tus ojos todo el mal
que yo traigo sobre este lugar" (vv. 18-20).
74.
75. Si un hombre de tierno corazón, humillándose sin-
ceramente ante Dios, pudo posponer el juicio y la condena de una
nación, ¿qué no podría hacer Dios si toda una congregación se
humillara ante el Señor? Si uno solo pudo posponerlo por quince
años, todos po- drían impedir el desastre en forma permanente y
to- tal. Sin embargo, resulta casi imposible encontrar ni siquiera un
Josías que se humille hasta al polvo hoy en día. Sería útil volver a
leer el tercer capítulo de Jonás,
76. cuando la malvada ciudad de Nínive recibió un men- saje
similar de desastre. "Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron
de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les
haría, y no lo hizo (Jonás 3:10).
77.
78. Resolución
79.
80. Josías hizo todo cuanto pudo para lograr que el pueblo se
incorporara a una relación correcta con Dios. Reunió al pueblo y
les expresó la verdad tal cual la leyó del libro. Al parecer lo leyó él
mismo, lo cual fue algo inusitado. Imposible no captar el so- lemne
significado de esta actitud, cuando el propio rey tomó la iniciativa.
Luego el rey suscribió el pac- to, firmándolo él mismo, y
posibilitando de esta ma- nera que el pueblo también lo
suscribiera. No era un endoso superficial lo que el rey requería de
ellos. Te- nían que poner en ello "todo el corazón y toda el alma" (2
Reyes 23:3). Habrían de ir "en pos de Je- hová, y guardarían sus
mandamientos, sus testimo- nios y sus estátutos. y que cumplirían
las palabras del pacto". Por cierto que eso va más lejos y más
hondo que la propuesta que solemos hacer a los miembros de
nuestra congregación en la actualidad, de "hacer las cosas un
poquito mejor". "Y todo el pueblo confirmó el pacto". No
saldríamos de nuestro asombro si lográramos que una cuarta
parte de la gente prestara oídos en la actualidad a semejante
pacto, menos aún de adherirse al mismo. La mayoría de nuestros
actuales "simpatizantes" se opondrían a emejante pacto, si
descubrieran que ha sido pro- uesto a la iglesia. Josías no les pidió
que dieran su aprobación y
81.
82. Cuerdo al hecho de ser una bien elaborada resolu-
83.
84. ón que debiera ser publicada en el boletín denominacional.
La exigencia obligaba no solamente a su adopción sino a su
ejecución por parte de todos los congregados. La ejecución es el
prerrequisito a la paz y a la bendición. De ahí en más todo
dependía de la autenticidad y sinceridad de la gente en la posi-
ción que habían adoptado. Josías no podía proveer a nadie de ello,
sino solamente a sí mismo.
85.
86. 3. LA REFORMA PARA EL AVIVAMIENTO Repudio: el aspecto
negativo
87.
88. La aprobación del pacto fue seguida de una formi- dable
acción de limpieza. La basura, los desperdi- cios, lo falso y
espúreo, tenían que desaparecer antes de poder lograr una
verdadera actitud de adoración. Las imágenes, los ídolos, los
altares, los vasos, tenían que ser destruidos, y excomulgados los
falsos sacer- dotes. "Hizo también sacar la imagen de Asera fuera
de la casa de Jehová... y la convirtió en polvo" (v. 6). No habría de
haber transferencia alguna de lo impío para "elevados propósitos",
ni "tomar lo mejor de cada uno" y ensamblarlo para el servicio
divino. Todo tiene que estar limpio y en orden cuan- do hacemos
negocios con Dios. Son muchísimos los que llevan con ellos la
basura y los desperdicios de su antigua vida carnal, y luego nos
preguntamos como es que Dios no bendice sus actividades. La
descrip- ción de este programa de limpieza demandó diecisie- te
largos versículos. "Derribó los lugares de prostitu- ción idolátrica"
(v. 7) y acabó con los sacerdotes que descarriaron al pueblo.
Suprimió de un plumazo a los que enseñaron el error y dieron un
mal ejemplo. Tal procedimiento sería muy de desear en algunas de
nuestras actuales instituciones educativas.
89.
90. Montañas de basura y de residuos deben ser barri- das de
nuestras vidas, de nuestros hogares, y aun de

nuestras iglesias en el día de hoy, si queremos disfru tar de las


bendiciones de Dios en nuestro culto de adoración y en nuestro trabajo.
Nuestras oraciones y nuestros programas continuarán siendo futiles e in-
fructuosos, en tanto no comencemos como comenzó Josías... con una
gran escoba. Reclamación: el aspecto positivo

Inmediatamente después del operativo limpieza. viene el


restablecimiento de la celebración de la pas- cua. Podemos mencionar,
en favor de aquella gente. que en tanto se dabança la idolatría, no
pretendieron hipócritamente celebrar esta observancia divina- mente
ordenada. En primer lugar, por lo tanto, es preciso eliminar lo falso antes
de reemplazarlo con lo verdadero. En sólo tres versículos se describe la
rei- niciación de esta fiesta. No toma mucho tiempo reto- mar la buena
dirección, si Dios logra apartarnos de nuestras viejas carnalidades.
"Asimismo barrió Jo- sías a los encantadores, adivinos y terafines, y
todas las abominaciones... para cumplir las palabras de la ley" (v. 24).
¿Cuándo aprenderemos que tenemos que "barrer" para poder alcanzar
las metas? Habien- do eliminado lo que era abominable a Dios, el rey
procuró guiarlos al verdadero culto y devoción a Dios. Eso es todo lo que
podía hacer, pero fue sufi- ciente para traer del cielo un gran
avivamiento y pre- venir el juicio de Dios, si eso fuera un verdadero y
auténtico avivamiento.

Imposible imaginar mayor tributo a un hombre que el que se le rindió a


Josías. "No hubo otro rey an- tes de él, que se convirtiese a Jehová de
todo su co-

razón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, confor-

me a toda la ley de Moisés; ni después de él nació

otro igual" (v. 25). Está fuera de cuestión dudar norun instante de la
absoluta buena fe y sinceridad de ese hombre.

No obstante... Esas palabras resaltan con relie- ves propios, en letras de


fuego. "Con todo eso (no obstante) Jehová no desistió del ardor con que
su gran ira se había encendido contra Judá" (v. 26). ¿Por qué no desistió?
¿Qué más podía hacer Jo- sías? A pesar de las condiciones favorables y
prepa- ración adecuada, no hubo un verdadero avivamiento. ¿En qué
fracasó Josías? No fracasó; la gente fracasó. Josías se entregó entero a
Dios, pero el pueblo no llegó ni siquiera a la mitad de camino en esa
inten- ción. Se pusieron de pie pero no caminaron. Profesa- ron pero no
ejecutaron. Aprobaron pero no guarda- ron los mandamientos de Dios. El
rey tiene que ha- berse emocionado cuando vio a la multitud ponerse de
pie, en un acto voluntario, pues no se formularon amenazas contra los
que no se adhirieran al movi- miento. Sin embargo, fue todo superficial,
una sim- ple demostración exterior, sin convicción interior, y sin un claro
propósito que le sirviera de apoyo. Con todo eso no hubo avivamiento.
¡Qué trágico!

Muchos pastores se avergüenzan hoy en día al des- cubrir que aun


cuando la gente pasa al frente con lá- grimas en los ojos, no puede
evitar preguntarse sobre la autenticidad de sus emociones. Una vez
terminada la campaña, ¿habrá una devoción renovada a Dios y a su
santuario? ¿Se producirá un incremento en la asistencia a todos los
cultos, un incremento en los diezmos y ofrendas, un nuevo entusiasmo
en testifi- car por Cristo, que resultará en muchas genuinas profesiones
de fe de parte de los perdidos? ¿O es de imaginar que todo volverá a la
vieja rutina y dentro

de dos semanas estaremos como de costumbre reducidos al mismo


puñado de fieles? ¡Quiera Dios que todos nos pongamos de pie, con
auténtica intención. y salgamos a realizar! ¡Que Dios lo conceda, antes
que todo el mundo se torne totalmente pagano! "Que cuando digan: Paz
y seguridad, entonces vendrá so- bre ellos destrucción repentina" (1
Tesalonicenses 5:3).

Fin del libro

También podría gustarte