Lunes 09 de Setiembre Del 2024 Celebracion de La Palabra

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Pasamos a saludar a Dios Padre con la oración que su hijo Jesús nos enseñó: En el nombre

del padre, del hijo y del espíritu santo, amen.

Padre nuestro

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer
en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Ave María

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Evangelio del día


Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 6-11 la señal de la cruz

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar.

Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.

Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué
acusarlo.

Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada:


«Levántate y ponte en medio».

Y, levantándose, se quedó en pie.

Jesús les dijo:


«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar
una vida o destruirla?».

Y, echando en tomo una mirada a todos, le dijo:


«Extiende tu mano».

Él lo hizo y su mano quedó restablecida.

Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús. PALABRA DEL
SEÑOR
Reflexión del Evangelio de hoy
La enseñanza de Jesús no se limita a una exposición doctrinal, sino que incluye la acción
salvadora, sanadora, de búsqueda de lo que está enfermo o perdido. Y tiene la costumbre de
hacerlo en la sinagoga, en los días dedicados al Señor, el sábado. Nunca hay un día más
apropiado para actuar que aquel singularmente dedicado a Dios.
Enseña con los ojos abiertos, mirando a la gente y atendiendo las situaciones que están a la
vista. Nos dice San Lucas, que había entre los reunidos un hombre que tiene la mano derecha
paralizada. Para quienes estaban allí, eso no tenía especial relieve y los escribas y los fariseos no
andan pendientes de esas cosas, van a lo suyo. ¿Qué es lo suyo? Acechar a Jesús, tratar de
sorprenderlo haciendo lo que “no se debe en sábado”. No están allí para aprender, para
contractar y examinarse. Ellos están seguros de sí mismos y de su perfección.
Jesús coloca en el centro de la comunidad al hombre de la mano atrofiada y les pregunta ¿Qué
se puede hacer en sábado, el bien o el mal, salvar una vida o destruirla? La pregunta está
planteada, pero el remedio para esa persona no quiere que aguarde su posible contestación. Ha
venido a salvar y salva. Y se dirige al hombre de la mano atrofiada, mirando a todos, y le dice:
“Extiende tu mano”. La obediencia de la fe manifiesta la fuerza de la palabra. Hizo lo que Jesús
le pidió y quedó su mano restablecida. La fe en Jesús es la que sana, salva y devuelve al buen
camino.
Cuando no hay fe no hay posibilidad de experimentar la acción salvadora de Dios. Aquellos
que, repetidamente son testigos de las obras buenas de Jesús, no se sienten interpelados y nos
dice el evangelista: “Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús”.
Jesús abre nuevos caminos, da plenitud a lo mandado, poniendo ante los ojos lo que encierra
cada mandamiento y cuando eso es comprendido, la mente, el corazón y las entrañas se abren y
la sensibilidad ante las situaciones que vive cada ser humano, reacciona para hacer lo que hizo
Jesús. Nunca ha habido un día más apropiado para hacer el bien que el día que decimos ser del
Señor.
PETICIONES

1. Oremos para que los enfermos terminales y sus familias reciban siempre los
cuidados y el acompañamiento necesarios, tanto desde el punto de vista médico
como humano. ¡Roguemos al Señor!

2. Oremos para que cada uno de nosotros escuche con el corazón el clamor de la
Tierra y, de las víctimas de las catástrofes naturales y del cambio climático,
comprometiéndonos personalmente a cuidar el mundo que habitamos.
¡Roguemos al Señor!

Gloria al padre al hijo y al espíritu Santo como era en un principio ahora y siempre por
los siglos de los siglos. Amen

En el nombre del padre, del hijo y del espíritu Santo. Amen

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