Este Proyecto Científico-Artístico Trata de Descubrirlo

8/9/24, 23:17 ¿Cómo percibe la Inteligencia Artificial la naturaleza?
Este proyecto científico-artístico trata de descubrirlo
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8/9/24, 23:17 ¿Cómo percibe la Inteligencia Artificial la naturaleza? Este proyecto científico-artístico trata de descubrirlo
Ciencia Inteligencia Artificial
¿Cómo percibe la Inteligencia Artificial la naturaleza? Este proyecto científico-artístico trata de

descubrirlo
Los humanos podemos tener una visión del mundo antropocéntrica, ecocéntrica o antipática; y parece
que estos mismos criterios pueden ser aplicados a la IA.
Paula Mateu
Periodista especializada en Medio Ambiente
Actualizado a 08 de septiembre de 2024, 12:39
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Imagen generada con DALL-E
Representación realizada por Inteligencia Artificial del proyecto 'Synocene' bajo su propia interpretación del mismo.
Piensa en un entorno natural que conozcas muy bien. Un bosque, un prado, una playa... Puede ser cualquiera. ¿Lo tienes? ¡Bien! Ahora, si puedes, trata de recordar
algún paseo en ese lugar. A qué huele, qué escuchas, qué miras o qué tocas. Todos estos detalles importan en el recuerdo y constituyen una parte de nuestra
percepción del entorno. Pero, ¿y si modificamos los sentidos?
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Imagina volver a ese lugar. Esta vez, sin embargo, te vamos a equipar con algunos artilugios. Primero, una máscara reflectante que te convertirá en alguien anónimo a
los ojos de los demás e integrará tu figura en el paisaje. Luego, unos auriculares que reproducen sonidos binaurales amplificados, grabados en ese mismo entorno
pero en diferentes días (puede que estés transitando un espacio soleado mientras escuchas la lluvia). Y ahora, con estos cambios... ¡Vuelve a andar! ¿Crees que tu
percepción del entorno sería la misma?
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Todo comenzó en una escuela de verano

Este mismo ejercicio se llevó a cabo en la vida real en Glengarriff Woodland, un espacio natural protegido de entre los más de 27000 que forman parte de la Red
Europea Natura 2000, como parte del proyecto "Synocene: Beyond the Anthropocene" (en español, Sinoceno: más allá del Antropoceno). La experiencia involucró
a una comunidad local que conocía íntimamente este lugar, pero su percepción natural del entorno fue alterada mediante el uso de máscaras y auriculares.
"Perdías tu rostro humano, empezabas a reflejar la naturaleza", relata Marina Wainer, una artista radicada en París que ideó el proyecto junto con Sam Nester,
artista que vive en Nueva York. Sin embargo, no estuvieron solos en este proceso: este es un proyecto transversal que combina a artistas, científicos y legisladores, y
para ellos, esta colaboración ha sido la clave del éxito.
Marina y Sam cuentan que ellos se conocieron en una escuela de verano organizada dentro del marco de "NaturArchy", una convocatoria lanzada por el Centro
Común de Investigación (JRC, Joint Research Centre) y la Dirección General de Medio Ambiente (DG ENV) de la Comisión Europea, en la que ambos fueron
seleccionados.
"Fuimos invitados artistas, científicos y responsables de la formulación de políticas (policy-makers). Además de conferencias y mesas redondas, se organizaron
momentos diseñados para que todos nos conociéramos. Al final del encuentro, nos pidieron que formáramos un proyecto en grupos mixtos, con dos meses para
presentarlo", explica Wainer.
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*The Conversation
De esa escuela surgieron un total de 14 proyectos que exploran cómo, a través de expresiones artísticas, científicas y jurídicas, se puede dotar a la naturaleza y sus
fenómenos de un contrato que la integre plenamente en nuestra sociedad, redefiniendo nuestra relación antropocéntrica con el entorno. Synocene escogió una forma
curiosa de investigar este paradigma: la Inteligencia Artificial (IA).
Ser antropocéntrico, ecocéntrico o antipático... Esa es la cuestión también para la IA
Synocene
Imagen de una de las participantes del taller realizado en Irlanda, equipada con la máscara y los auriculares.
Existen distintas formas en las que los humanos podemos percibir la naturaleza. Podemos ser, por ejemplo, ecocéntricos: ver el mundo como un valor en sí mismo,
extendiendo la consideración moral a entidades no humanas y reconociendo el valor de todas las formas de vida y ecosistemas. También podemos adoptar una
postura antipática, caracterizada por un valor negativo hacia la necesidad de conservación.
Por último, podemos tener una visión antropocéntrica, en la que la naturaleza se percibe como proveedora de servicios y recursos que pueden ser aprovechados por
el ser humano.
"Synocene: Beyond the Anthropocene" parte de la premisa de que la visión antropocéntrica es la dominante en nuestra especie. A la vez que trata de romper con esta
visión, lanza una potente pregunta: ¿Percibe la Inteligencia Artificial –un invento nuestro– la naturaleza de la misma manera que nosotros?
¿Cómo percibe ChatGPT la naturaleza?

Para responder a esta pregunta, los investigadores sometieron a un modelo de ChatGPT a diversos experimentos. El primero fue un cuestionario de actitudes,
utilizando la Escala de Actitudes Ecocéntricas, Antropocéntricas y Antipáticas, desarrollada por Thompson y Barton (1994). Esta escala de 27 preguntas se utilizó
para determinar cuál era la postura del chatbot. Los resultados mostraron altos niveles tanto en actitudes ecocéntricas como antropocéntricas y bajos en actitudes
antipáticas.
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Asimismo, se observó que ChatGPT tendía a evitar respuestas relacionadas con emociones humanas cuando se le preguntaba sobre actitudes ecocéntricas que
involucraban sentimientos (por ejemplo, "Me consuelo en la naturaleza cuando me siento infeliz"). En estos casos, ChatGPT incluía a menudo una advertencia,
indicando que, como IA, no tiene emociones personales, pero que entiende por qué estas experiencias son agradables para muchas personas.
Este ejercicio se acompañó también de una prueba con imágenes: en algunos casos, se le pedía a Inteligencia Artificial (en este caso, a BLIP) que interpretara
fotografías en las que aparecían humanos y naturaleza, en conjunto o por separado. Después, a partir de descripciones como "un espacio natural en Namibia con
humanos interactuando con él", se le pedía a la IA que generara ella misma las imágenes.
Los resultados de esta prueba mostraron un alto antropocentrismo, además de otros sesgos sexistas y racistas, dando prioridad a las personas sobre la naturaleza,
y a los hombres blancos y jóvenes sobre cualquier otro grupo. ¿El motivo? Somos nosotros quienes hemos entrenado a la IA, de modo que sus sesgos reflejan los
nuestros propios. Sin embargo, había otra prueba más, y es aquí donde entra en juego aquel paseo en Irlanda.
Señor río, ¿Y tú qué sientes cuando nos bañamos dentro de ti?

Aunque ese paseo fue en sí mismo una experiencia artística y multisensorial, su objetivo iba más allá. Se buscaba que los participantes abandonaran parte de su
naturaleza humana y de su percepción, y una vez logrado esto, se les pidió que colaboraran con la IA para construir narrativas juntos y estudiar si el resultado
seguía mostrando un elevado grado de antropocentrismo.
Para ello, se crearon cinco personalidades para la IA y se le pidió que actuara según estas. Los cinco personajes estaban adaptados al bosque irlandés: Sika (una
cierva Sika), Kerry (una babosa Kerry), Oak (un roble), AIW (una escritora naturalista IA) y Glengarriff (el río Glengarriff).
Sin embargo, la conversación terminó convirtiéndose en un diálogo entre humanos y chatbots en lugar de una experiencia de co-creación, lo cual los investigadores
identificaron como una dificultad respecto a los resultados esperados. Aun así, lograron algo fascinante.
Entre los participantes surgieron preguntas como "¿Y tú cómo te sientes cuando nos bañamos dentro de ti?", dirigidas al río. Los chatbots, en estos casos, supieron
desempeñar su papel. Por una parte, mostraron una actitud positiva hacia los humanos y el placer que, como río, sentiría al ser admirado y acompañado; pero por
otra, también expresaron una impresión negativa sobre las molestias que los humanos generan. En este sentido, los resultados de la IA fueron evaluados como
mucho más ecocéntricos.
"Después de aquella experiencia, los participantes podían grabar sus voces con Sam sobre cuáles habían sido sus impresiones", relata Wainer. "Luego, él espacializó
el sonido y con un algoritmo generativo combinó las declaraciones humanas con sonidos de la naturaleza y otros generados por la IA para crear una atmósfera
donde se reúnen las diferentes voces". El resultado fue expuesto en Bruselas.
Valor para la ciencia, para el arte y para la política de conservación
Synocene
Imagen de la exposición en Bruselas del proyecto artístico, en la que los espectadores pueden sumergirse en una atmósfera sonora que combina humanos,
Inteligencia Artificial y sonidos de la naturaleza.
El trabajo combinado entre artistas, científicos y legisladores ha dado lugar a un curioso resultado: un artículo científico –donde se intenta responder a la cuestión
sobre cómo percibe la IA la naturaleza–, una exposición en Bruselas –dentro del marco de NatureArchy, donde los visitantes pueden experimentar la atmósfera
creada por Sam y Marina– y una potente herramienta para la política de conservación, que encuentra en este proyecto una manera de acercar a las comunidades
locales a sus entornos naturales pertenecientes a la Red Natura 2000 bajo una perspectiva distinta.
"En el marco de este proyecto, la colaboración transdisciplinaria nos ha permitido ir más allá de la producción y la representación de datos entre el mundo científico
y artístico: crear, a partir de un enfoque común, un proceso singular que ha dado lugar a la vez a una propuesta artística y a un estudio científico, y en dónde la
colaboración con comunidades locales y la relación a su entorno natural es central", expresa Wainer y añade que, aunque no pretenden que su proyecto termine con el
antropocentrismo, esperan que ayude a romper sesgos.
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"En estos casos, los artistas estamos trabajando con conceptos complejos y filosofías complejas, pero que nos afectan a todos nosotros y que necesitan ser
entendidas", continúa Sam Nester. Y concluye: "Todo esto exige formas complejas de respuesta, y este es el valor social de los proyectos artísticos: no son sólo
un artículo científico (aunque también sean esenciales), sino que tienen el poder emocional para inspirar a las personas".
El proyecto, sin embargo, todavía no ha finalizado. Esperan crear nuevos talleres, repetir experiencias con nuevas comunidades de otros Estados Miembro de la UE y
ampliar horizontes en su relación con los espacios Natura 2000 de su entorno. Todo para prepararnos para lo que podría ser una nueva era: el Sinoceno, donde el ser
humano queda descentralizado en la relación con la tecnología y la naturaleza.
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