001 - Capítulo 1 - La Predestinación
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EL Anotaciones
LA PREDESTINACIÓN
Pero antes de que procedamos a considerar por las condiciones sobre las que
los forasteros pueden asegurarse del favor de nuestro Padre Celestial, pudiera
ser bueno informarse sí, hay o no alguna cosa que ellos puedan hacer que sea
conveniente para este fin. Hay doctrinas sobresalientes enseñadas por aquellos por
cuyo aprendizaje y piedad tenemos el más profundo respeto, el cual, si es verdad,
suministra totalmente lo innecesario, al parecer para nosotros, para gastar tiempo
o labor en la instrucción del pecador con respecto a su obligación ya sea para con
Dios o el hombre.
Para que podamos colocar estas doctrinas adecuadamente delante de la mente del
lector, sin alguna probabilidad razonable de mala representación de ellas, pedimos
permiso para hacer unas pocas citaciones de la fuente de donde ellas fluyen.
«Dios, desde la eternidad, hizo, por medio del más sabio y santo consejo de
Su propia voluntad, el orden libre e incambiable de cualquier cosa que vaya a
pasar». Confesión de Fe Presbiteriana (Presbyterian Confession of Faith), Cap.
III, sec. 1. A la misma implicación tenemos la respuesta a la Pregunta 12 (Larger
Cathecism), como sigue: «Los decretos de Dios son los hechos sabios, libres, y
santos del consejo de su voluntad, por lo cual, desde toda la eternidad, él ha, por
medio de su propia gloria, predestinado incambiablemente cualquier cosa que
vaya a pasar, especialmente concerniente a los ángeles y hombres».
Del mismo modo como Dios plenamente ha prohibido cosas que acontecen,
no puede ser verdad que Dios incambiablemente las haya prescrito. Que Dios
incambiablemente prescribiera que una cierta cosa debería suceder, y al mismo
tiempo positivamente prohibirla, es una inconsistencia enteramente incompatible
con Su carácter divino, especialmente cuando añadimos esto al pensamiento de
que Él amenaza al culpable con castigo perpetuo. Ciertamente Él, cuyas leyes
siempre llevan la marca de esa justicia infinita, bondad, amor y misericordia que
caracterizan a su Autor, no debería castigar a Su hombre criatura dependiente en las
brutales llamas de un inflamable infierno por hacer eso que Él incambiablemente
había prescrito que debería hacer:
Por lo tanto, cuando el asesino mancha sus manos con la sangre de su compañero,
él no puede recibir protección bajo la doctrina del credo por medio de decir que
Dios, en la prescripción de toda cosa que va a suceder, ordenó que él debería matar
a su vecino, y de esta manera evitar la responsabilidad del acto y el castigo debido
a su crimen. Es verdad que los hacedores del credo desconocen (o rechazan) las
consecuencias de la doctrina, diciendo, «Con todo así de este modo ni Dios es el
autor del pecado»; pero ellos han faltado en mostrarnos cómo su carácter puede
ser defendido (o justificado) de un cargo tal en armonía con una doctrina tal; y
somos incapaces de ver cómo Dios no es el autor de lo que Él incambiablemente
ha prescrito que ocurriera. ¿Si Él incambiablemente ha prescrito toda cosa que
sucede, entonces cómo puede el hombre cambiar la incambiable prescripción de
Dios? y si él no puede cambiarlo, ciertamente imputación de culpa puede adherirse
a él por cualquier cosa que él haga. Si Dios incambiablemente prescribió que
un cierto hombre, en un cierto día, debería hacer cierta cosa, entonces no hay
ningún poder dejado a ningún hombre para hacer la cosa; para él evitar hacer eso,
él debería haber cambiado el decreto incambiable de Dios, y por lo tanto, tener
más poder para cambiar lo que Dios había obligado. ¿Está alguno preparado para
asumir una posición tal como ésta? El lector se complacerá en notar lo extenso de
la doctrina en controversia. No es que Dios desde toda la eternidad ha prescrito,
sino que Él ha prescrito incambiablemente; no algunas cosas, sino cualquier cosa
que vaya a suceder - toda cosa. Ciertamente, las prescripciones o decretos de Dios
son quebrantados todos los días. Él ha prescrito que los hombres no maten, aún
así ellos los matan. Él ha prescrito que ellos no hurten, aún así ellos hurtan. Él
ha prescrito que ellos no hablen contra su prójimo falso testimonio, aún así ellos
juran falsamente todos los días. Dios no obliga a ningún hombre a guardar sus
ordenanzas, pero enviará sobre él el merecido castigo si él no los guarda. Pablo
nos dice que,
«... no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios
han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo
establecido por Dios resiste, y los que resisten, acarrean condenación
La Predestinación 3
para sí mismos». Romanos 13:1-2.
Anotaciones
¿Cómo puede alguno con buen éxito resistir a lo que Dios incambiablemente
ha prescrito? Dios dijo,
Aquí está, otra ordenanza positiva la cual fue cambiada, porque Ezequías volvió
su rostro a la pared y oró, después de lo cual Dios dijo a él:
Aquí vemos la misma ley establecida como a las naciones que hemos visto,
aplicadas a ciudades y a individuos. Si ellos, habiendo hecho lo malo, se volvían de
lo malo, entonces Dios proponía volverse de la maldad que Él propuso hacerles; al
contrario, si ellos persistían en la desobediencia, ellos sufrirían las consecuencias,
aún el exterminio. En consecuencia, las circunstancias siempre han variado el trato
de Dios con los hombres.
Otra vez:
Ahora, si Dios predestinó toda cosa que acontece, Él predestinó todas las cosas
que los antediluvianos hicieron: ¿por qué, entonces, debería Él apesadumbrarse
sobre la maldad de ellos, cuando todo acto era sino la consumación de Su
propio decreto inalterable y eterno? Realmente, esto debería parecer como Dios
apesadumbrándose sobre Su propia ignorancia (o disparate).
«Edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle del hijo de
Hinom, para quemar al fuego a sus hijos y a sus hijas, cosa que yo no
les mandé, ni subió en mi corazón». Jeremías 7:31.
«Y edificaron lugares altos a Baal, para quemar con fuego a sus hijos
en holocaustos al mismo Baal; cosa que no les mandé, ni hablé, ni me
vino al pensamiento». Jeremías 19:5.
Si Dios predestinó toda cosa, Él predestinó estas cosas, porque ellas sucedieron;
sin embargo Él dice que no se lo mandó a ellos, ni se los habló, ni le vino al
pensamiento. ¿Los defensores de la doctrina por favor iluminen al mundo en cuanto
a cómo predestinó Dios cosas que nunca entraron en Su pensamiento? Pero no
presionaremos más el argumento. Si la doctrina es verdad, la teoría completa de
pecado, responsabilidad, recompensa, y castigo, en armonía con la justicia y la
misericordia, es para nosotros enteramente incomprensible. Todo acto del hombre
es sino el llevar a cabo los inalterables propósitos de Jehová; y cuando Él da a un
hombre una ley, Él lo hace expresamente para que él pueda violarla, así como para
proveer un pretexto para el castigo previamente ordenado para él. Tome el pecado
de Adán como un ejemplo: Dios lo hizo y colocó bajo ley. Sucede que él violó esta
ley. Él comió del fruto del cual Dios mandó no comer. Si Dios predestinó cualquier
cosa que acontezca, entonces por su puesto Él predestinó que él lo comiera. En
consecuencia Adán estaba en una tensión entre la ley y la ordenación incambiable
o decreto. Sucede que él comió, por lo tanto Él ordenó que él comiera. La ley
dijo que él no debería comer. Uno o el otro debe ser quebrantado. Él debe comer,
y violar la ley; o no comer, y cambiar el incambiable decreto de Dios. Esto era
imposible: en consecuencia comer y violar la ley era una necesidad; y ¡aún así
Dios debería castigarle por eso! ¡Ciertamente, una teoría tal es una guerra con
la Biblia - con toda razón y sentido común - también como un reproche sobre el
carácter de nuestro Padre Celestial. Los hombres capacitados e inteligentes lo han
enseñado, los hombres buenos y verdaderos lo creen; por lo tanto debemos tratarla
respetuosamente, además examinarla clara, paciente, y enteramente.