El Escudo de La Fe

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1.

Armas de ataque
Efesios 6:16
Además de todo, tomen el escudo de la fe, con que puedan
apagar todos los dardos de fuego del maligno.

INTRO

A. El escudo – Una de las armas


de defensa más indispensables era su escudo. El
escudo romano fue uno de los mejores escudos de
todos los tiempos.

Protegían no solo de la espada enemiga en la lucha


cuerpo a cuerpo, pero cuando había flechas en el aire,
el escudo, generalmente largo, podía protegerle casi
todo su cuerpo (en una formación específica, los
protegía absolutamente de todo tipo de armas, y
podían avanzar hasta llegar a donde querían).

Una de las armas más peligrosas en las guerras


antiguas eran las flechas incendiarias. Se mojaba la
punta en brea, se le prendía fuego y se lanzaba. El
escudo grande tenía dos capas de madera pegadas
entre sí. Cuando se le incrustaba un dardo incendiario,
se hundía en la madera y se le apagaba la llama.
El escudo servía también para abrirse paso entre una
multitud, y hasta para golpear a su oponente. Era, al
mismo tiempo, un arma de defensa y de ataque.

Ahora, mire qué dicen algunas escrituras:

Génesis 15:1
Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram
en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y
tu galardón será sobremanera grande.

Salmos
3:3 Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí;

5:2 Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo;


Como con un escudo lo rodearás de tu favor.

18:2 Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador;


Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;
Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.

91:4 Con sus plumas te cubrirá,


Y debajo de sus alas estarás seguro;
Escudo y adarga es su verdad.

Y la lista sigue…
A lo largo y ancho de las escrituras se nos dice que
nuestro Dios es nuestro escudo. En Él estamos
seguros; con Él tenemos la seguridad de la victoria.
Por eso Romanos 8:37 declara que “somos más que
vencedores por medio de Aquel que nos amó…”

Ten fe en Dios. Cree en él, pero es también importante


que le creas a Él. Abundaré en esto la proxima semana

Creer implica confiar y obedecer. Porquer le creo, haré


lo que Él me dice.

Ahora, el apóstol Pablo relacionó el escudo con la fe.


Lo ha llamado el escudo de la fe, porque eso
exactamente es lo que te protegerá de los dardos de
fuego del maligno.

B. La fe es nuestro escudo. La duda


es una de las principales armas del enemigo, y el
temor es otra de sus armas. El tratará de atemorizarte
y llenarte de dudas, pero una fe fuerte es un escudo
alrededor de nosotros.

La fe puede dar cuenta de los dardos de la tentación.


Para Pablo, la fe es siempre la confianza absoluta en
Cristo. Cuando caminamos cerca de él estamos a salvo
de la tentación.
Cuando nuestra fe en Dios es nuestro escudo, nos
levantaremos con la victoria, no sin lucha, porque para
que haya victoria tiene que haber lucha.

Mira la historia de 2 Crónicas 20


13
Todo Judá estaba de pie delante del SEÑOR, con sus
pequeños, sus mujeres y sus hijos. 14 También estaba allí
Yajaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaías, hijo de Jeiel,
hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual
vino el Espíritu del SEÑOR en medio de la
congregación, 15 y dijo: “Oigan, todo Judá y habitantes de
Jerusalén, y tú, oh rey Josafat, así les ha dicho el SEÑOR:
‘No teman ni desmayen delante de esta multitud tan
grande, porque la batalla no será suya, sino de
Dios. 16 Desciendan mañana contra ellos. He aquí que ellos
subirán por la cuesta de Sis, y los encontrarán en el
extremo del valle, frente al desierto de Jeruel. 17 En esta
ocasión, ustedes no tendrán que luchar. Deténganse,
estense quietos y vean la victoria que el SEÑOR logrará
para ustedes. ¡Oh Judá y Jerusalén, no teman ni
desmayen! ¡Salgan mañana a su encuentro, y el SEÑOR
estará con ustedes!’ ”.
18
Entonces Josafat inclinó su rostro a tierra. Del mismo
modo, todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron
delante del SEÑOR, y adoraron al SEÑOR. 19 Luego se
levantaron los levitas de los hijos de Cohat y de los hijos de
Coré, para alabar con fuerte y alta voz al SEÑOR Dios de
Israel.
20
Se levantaron muy de mañana y salieron hacia el
desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat se puso
de pie y dijo: “Óiganme, Judá y habitantes de Jerusalén:
¡Crean en el SEÑOR su Dios, y estarán seguros! ¡Crean a
sus profetas y serán prosperados!”. 21 Después de consultar
con el pueblo, designó a algunos de ellos para que
cantaran al SEÑOR y lo alabaran en la hermosura de la
santidad, mientras iban delante del ejército, diciendo:
“¡Alaben al SEÑOR, porque para siempre es su
misericordia!”.

¿Resultado? vs 22
22
Cuando comenzaron el canto y la alabanza, el SEÑOR
puso emboscadas contra los hijos de Amón, los de Moab y
los de la región montañosa de Seír que habían venido
contra Judá, y fueron derrotados.

Creer fue la clave. Así como cuando cayeron las


murallas de Jericó, porque el pueblo creyó y obedeció,
así fueron librados de sus enemigos ese día.

Y no es diferente con nosotros hoy.


2 Corintios 5:7 dice que “por fe andamos, no por
vista”. Las cosas pueden no verse claras hoy, pero no
andamos por lo que vemos, sino por lo que no vemos;
por fe.

Por eso 1 Corintios 16:13 se nos exhorta a “estar


firmes en la fe”.

Pedro, en 1 Pedro 5:9 nos dice que debemos resistir


al enemigo “firmes en la fe”.

Jesús dijo: “En el mundo tendrán aflicción, pero confíen


en mí; yo he vencido al mundo”

Y 1 Juan 5:4 nos asegura que “4 …todo lo que ha


nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria
que ha vencido al mundo: nuestra fe.”

¿CÓMO ESTÁ TU FE?

Fortalécete en el Señor y en el poder de su fuerza.

Haz de tu oración la misma de los apóstoles, en Lucas


17:5 que oraban “—Auméntanos la fe.”

Oremos juntos hoy, fortalezcan su fe y estarán seguros


y protegidos contra los dardos de fuego del maligno.
Para la próxima semana…
B. La espada del Espíritu –
Los romanos no daban tajos con la espada. Y
muchísimo menos se dedicaban a la esgrima.
Combatían en orden cerrad.
Unían los escudos y pinchaban lo que se encontraban
por delante por el espacio que quedaba entre escudo y
escudo.
Después, una fila tras otra pasaba por encima (con
unas botas de cuero claveteado). Así que lo que
quedaba era poco más que carne picada.
Una espada corta, como el gladius hispanicus era el
arma ideal para eso.

Si te das cuenta, es la única parte de la armadura de


Dios que tiene que ver con el ataque. Y es suficiente.
La Palabra de Dios es espada de dos filos, que penetra
hasta lo más profundo del ser del hombre.

La Palabra de Dios tiene el poder de transformar hasta


el corazón más duro. La Palabra de Dios es nuestra
espada. La versión RVContemp dice “esgriman la
espada…”, dando la idea de una lucha cuerpo a
cuerpo con la espada. El enemigo te atacará con sus
dudas y temores, con sus argumentos de este mundo
(argumentos que se levantan contra Dios y contra
Cristo), pero en la Palabra de Dios tenemos la verdad.

Es comparada a una espada de dos filos, en Hebreos


4:12.

Y no solo se trata de leerla, sino de creerla. Y, una vez


que hemos creído, ser hacedores de ella.

Santiago 1:22 y 25 dice


22 “
Pero sean hacedores de la palabra, y no solamente
oidores engañándose a ustedes mismos… 25 Pero el que
presta atención a la perfecta ley de la libertad y persevera
en ella sin ser oidor olvidadizo sino hacedor de la obra,
este será bienaventurado en lo que hace.”

Es la mejor manera de atacar cuando estamos en


medio de la batalla.

Y no me refiero a ponerse a reprender exactamente,


(es parte de nuestra guerra), pero vivir las escrituras es
más poderoso.

Hechos 19:13-16 narra la historia de unos judíos


exorcistas ambulantes que andaban queriendo liberar
a un endemoniado. Ellos reprendieron, diciendo: “les
conjuro por el Jesús que Pablo predica”. A lo que los
demonios respondieron: “—A Jesús conozco, y sé quién
es Pablo; pero ustedes, ¿quiénes son?”

Y la historia termina diciendo:


16
Y el hombre en quien estaba el espíritu malo se
lanzó sobre ellos, los dominó a todos y prevaleció
contra ellos, de tal manera que huyeron desnudos y
heridos de aquella casa.

1 Pedro 5:8 dice: “al cual resistid firmes en la fe…”


Santiago 4:7 dice “7 Sométanse, pues, a Dios. Resistan al
diablo, y él huirá de ustedes”.

Saber usar la espada del Espíritu no es traer una biblia


bajo el brazo. No es saberse la biblia al derecho y al
revés, sino ser hacedores de sus principios, ser
obedientes en lo que ella nos enseña.

Es como el escudo de la fe, la fe que te lleva a ser


obediente a Dios.

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