Capitalismo Industrial, Desarrollo Asociado y Distribución

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Instituto de Desarrollo Económico y Social

Capitalismo industrial, desarrollo asociado y distribución del ingreso entre los dos gobiernos peronistas: 1950-1972
Author(s): Pablo Gerchunoff and Juan J. Llach
Source: Desarrollo Económico, Vol. 15, No. 57 (Apr. - Jun., 1975), pp. 3-54
Published by: {ides}
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/3466209
Accessed: 19-03-2015 20:31 UTC

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CAPITALISMO INDUSTRIAL, DESARROLLO ASOCIADO Y
DISTRIBUCION DEL INGRESO ENTRE LOS DOS
GOBIERNOS PERONISTAS: 1950-19721 2

PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH ”

En este trabajo se estudia el desarrollo industrial argentino entre


1950 y 1972 poniendo especial énfasis en su última etapa, iniciada hacia
1964, por entender que en ella se producen cambios de importancia
respecto de las previsiones que surgirían de las interpretaciones corrientes
y que estos cambios crean nuevos condicionamientos para el desarrollo
posterior.
Desde fines de la década del cincuenta comenzaron a aparecer los
estudios referidos a la etapa del crecimiento industrial argentino, iniciada
pocos años antes como consecuencia del fin de la llamada sustitución

1 Los autores agradecen la colaboración prestada por el Departamento de Cuentas


Nacionales del Banco Central de la República Argentina.
2 Miembro de la carrera del investigador científico del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad del
Salvador.
1
Entre los trabajos específicamente referidos a la Argentina cabe citar a JUAN
CABEOS ESTEBAN, pionero frecuentemente olvidado, en su Imperialismo y desarrollo
económico, Palestra, Buenos Aires, 1961; OSCAR BRAUN: Desarrollo del capital
monopolista en Argentina, Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires, 1970; República
Argentina, Secretaría de Planeamiento y Acción de Gobierno: El desarrollo industrial en
la Argentina: sustitución de importaciones, concentración económica y capital extranjero
(1950-1970), Buenos Aires, 1971-1973; MÓNICA PE- I(ALTA RAMOS: Etapas de
acumulación y alianzas de clases en la Argentina (19301970), Siglo XXI, Buenos Aires,
1972; y ELSA CIMILLO, EDGARDO LIFSCHITZ, EUGENIO GASTIAZORO, HORACIO
CIAFARDINI y MAURICIO TURKIEH: Acumulación y centralización del capital en la
industria argentina, Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires, 1973.
Los problemas de restricciones en el sector externo y sus consecuencias sobre el nivel
de actividad económica tienen una larga tradición en la literatura, iniciada en las Memorias
del Banco Central de la década del treinta y continuada en los trabajos de la CEPAL; no es
posible incluir aquí la reseña completa de los trabajos que aportaron al tema sin incurrir en
exclusiones importantes.
Hubo dos estudios referidos a América Latina en general y que tuvieron vasta
repercusión: los de MARÍA CONCEIQAO TAVARES: “El proceso de sustitución de
importaciones como modelo de desarrollo reciente en América Latina" (1964) y
FERNANDO H. CARDOSO y ENZO FALETTO: Dependencia y desarrollo en América Latina
(1969). Sus autores, que en su momento aportaron para la construcción del modelo
interpretativo que describimos, matizaron posteriormente sus conclusiones iniciales. Cf.
nota 7.

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“fácil” de importaciones, a saber, la que tuvo como eje a los bienes de
consumo no durables, incluyendo en menor medida a los durables,
intermedios y de capital. Por extensión, y a la luz de la creciente
importancia de la industria en el conjunto de las actividades económicas,
tales trabajos apuntaron de hecho a caracterizar una nueva etapa del
desarrollo capitalista de la Argentina y eventualmente de aquellos otros
países de América Latina con un grado semejante de industrialización.
Aunque cada uno de los estudios hacía aportes específicos, se
encuentra en su progresión algo así como un modelo implícito,
internamente coherente y que llegó a gozar de un considerable consenso,
inclusive fuera de los ámbitos académicos2. La siguien

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4 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

te es una síntesis de los principales aspectos destacados en la literatura


mencionada:
a) El proceso de sustitución “fácil” de importaciones produjo un
paulatino pero incesante aumento en la demanda de combustibles,
bienes intermedios, tecnologías y bienes de capital. En tales
circunstancias, la escasa capacidad de importar se constituyó en
el principal freno inmediato del crecimiento industrial y, en
consecuencia, del crecimiento de la economía.
Esta incapacidad se originaba, por un lado, en factores
externos a la propia industria: deterioro de los términos del
intercambio exterior o intercambio desigual y una oferta casi
estática de exportables agropecuarios. Por otro lado, a medida
que se recurría al capital extranjero para salvar las brechas
tecnológicas y/o de capitales, los servicios de la deuda y la
remisión de utilidades y regalías al exterior achicaban a su vez la
capacidad de importar antes que el proceso sustitutivo hubiese
contribuido a elevarla. Finalmente, no parecía que la propia
industria fuera capaz de generar exportaciones que aliviaran sus-
tancialmente la situación del balance de pagos.
b) En tales condiciones, pese al crecimiento más o menos
espectacular de algunos sectores o ramas, la economía en su
conjunto mostraba un escaso dinamismo.
c) Por otra parte, la economía se veía afectada por ciclos violentos y
recurrentes, originados generalmente en el sector externo.
d) El capital extranjero sólo teóricamente fue atraído para
determinar un efecto neto positivo sobre la balanza de pagos. En
la práctica se radicó en ramas de la industria con una alta
demanda derivada de importaciones. Estas ramas —bienes
durables de consumo, intermedios y algunos bienes de capital—
se convirtieron entonces en dinámicas sin llegar, empero, a
contagiar su dinamismo al resto de la industria y menos aún al
conjunto de la economía.
e) En la práctica, lo que se constituyó fue una especie de polo
industrial moderno, muy concentrado en lo técnico, en lo
económico, en lo geográfico y en cuanto a ramas de la
producción. En virtud de su alta tasa de crecimiento, esto hizo
elevar el nivel de concentración técnica y económica de toda la
industria y cristalizó las pautas de concentración geográfica.
Por otro lado, este sector moderno se caracterizó por un uso
relativamente alto del factor capital, que dio lugar a una elevada
productividad pero escasa absorción de mano de obra. Al mismo
tiempo, los beneficios de esta mayor productividad no se
volcaban al conjunto de la economía porque la política

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 5
empresaria no era la de reducir precios sino la de elevar las
remuneraciones de sus factores —trabajo y capital—,
ocasionando de este modo una suerte de fractura en el mercado
de trabajo, con un sector especializado y de salarios altos y otro
sector menos especializado y de salarios bajos, cuando no
desocupado.
f) Entretanto, el polo industrial tradicional permanecía dedicado a
la producción de bienes de consumo no durables, enfrentando una
demanda poco menos que estancada, con niveles de
productividad y concentración relativamente más bajos y con una
mayor incidencia de empresas de capital local.
g) Se configuraba de tal modo un desarrollo económico socialmente
excluyente debido a la diferenciación salarial, la escasa absorción
de mano de obra y el crecimiento de la producción de bienes
destinados a grupos de altos ingresos. Considerados estos tres
hechos como factores de demanda, eran ellos los que cerraban el
circuito al incentivar la producción en el sentido indicado.
h) En cuanto a las fuerzas sociales involucradas, algunos autores
señalaron el fortalecimiento del estado empresario como único
actor capaz de confrontar exitosamente al capital extranjero en
algunos sectores de la economía. En cuanto a la burguesía
industrial nacional, existió un consenso general respecto de su
decadencia social y económica, aunque casi ningún estudio
precisó hasta qué punto alcanzaba ésta 3.
i) Finalmente, en algunos de los últimos estudios se consideró la
posibilidad de que las exportaciones industriales adquirieran
alguna importancia para las grandes empresas multinacionales en
el marco de una nueva división internacional del trabajo4 5.

I. CAMBIOS EN EL CRECIMIENTO INDUSTRIAL DESPUÉS DE LA CRISIS DE

3 Se hicieron algunos aportes en cuanto a puntualizar el carácter “cautivo” de buena


parte del empresariado local vía acuerdos tecnológicos o de otro tipo con capitales
extranjeros. Pero la imprecisión respecto del papel de la burguesía nacional fue manifiesta
cuando, al ascender el peronismo al gobierno en 1973, se intentó explicar su política en
función de un nuevo sector social, hasta entonces ignoto, denominado burguesía nacional
monopolista.
4 En los estudios referidos a la Argentina, la inclusión de las exportaciones
industriales fue bastante marginal, no sentando las bases para que de allí pudiera predecirse
el boom de 1972-74. La excepción más saliente fue la de GUIDO DI TELLA, quien planteó
reiteradamente la necesidad de volcarse a las exportaciones industriales; cf., por ejemplo,
“Objetivos específicos de una política industrial”, en Cuadernos del Centro de Estudios
Industriales, año 1, número 1 (1968).
5 Mientras no se indique lo contrario se trabaja con promedios trienales para los años
1951, 1958, 1964, 1971 y, en ocasiones, 1969. Esto significa que el análisis se extiende
desde 1950 a 1972 y que se han tomado como puntos de referencia los años citados.

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6 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

1962-63.

La observación de los datos del crecimiento industrial argentino a


partir de 1964 parece indicar una modificación de algunos aspectos
importantes del modelo descrito* Conviene aclarar desde un comienzo
que no se trata de cambios que puedan concebirse como “estructurales”
en el sentido de derogar, por ejemplo, las condiciones de dependencia
indicadas en el punto a) de la síntesis anterior. Es en el marco de tales
factores estructurales que se han producido cambios en el dinamismo, las
condiciones y posibilidades de desarrollo y el peso relativo de algunas
fuerzas sociales de la industria en la Argentina.
Es conveniente empezar con una enumeración de estos hechos,
analizarlos luego con algún detalle y preguntarse finalmente por sus
posibles causas, razonando hasta qué punto ellos marcan el comienzo de
una nueva etapa, diferenciada de la descripta en los trabajos mencionados.
Los cambios referidos son éstos:
1) Elevación de la tasa de crecimiento industrial en un 50 por
ciento.
2) Crecimiento sostenido del producto industrial, sin ningún año de
recesión.
3) Las industrias vegetativas crecieron a tasas dos veces y media
mayores que las históricas 5.
4) Consecuentemente, la producción de bienes de consumo no
durables registró un importante incremento, a la vez que se
desaceleraba la producción de los bienes durables de consumo y
se recuperaban las tasas de los bienes de capital e intermedios.
5) El aumento de las exportaciones industriales no llegó a afectar el
consumo interno de bienes no durables, que se expandió a tasas
similares a las de su producto.
6) El sector industrial aumentó su capacidad de emplear mano de
obra, los aumentos de productividad fueron menores 6 y los
costos unitarios del trabajo tendieron a estancarse después de la
brusca disminución de los períodos anteriores.
7) El proceso de concentración económica de la industria mostró
modificaciones. Por un lado, se produjo una diversificación del
liderazgo empresario: los mayores crecimientos del monto de
ventas —antes y después de la crisis de 1962-63— no fueron
solamente los de las grandes empresas extranjeras y “de punta”
sino también los de las empresas medianas de las ramas
dinámicas y, más todavía, los de las grandes empresas de las
ramas vegetativas, en ambos casos, tanto nacionales como
extranjeras. Aunque la cuestión no es susceptible todavía de una

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 7
demostración contundente, es muy probable que las diversas
formas de asociación con el capital extranjero hayan ju-
B
Este hecho está implícitamente indicado por JAVIER VILLANUEVA en Natas sobre
inflación, distribución del ingreso y comercio internacional. El Coloquio, Buenos Aires,
1974, página 23, al señalar que desde mediados de la década deí sesenta ambos tipos de
industrias mantienen su participación relativa estable.
« Cf. ADOLFO CANITROT y PEDRO SEBESS: “Algunas características del com-
portamiento del empleo en la Argentina entre 1950 y 1970”, en Desarrollo Económico,
vol. 14, No 53, abril-jimio de 1974. La caída de los aumentos de productividad fue
destacada también por OSCAR ALTIMIR: “La distribución del ingreso y el empleo en el
sector manufacturero argentino”, en Desarrollo Económico, vol. 13, N<> 51, octubre-
diciembre de 1973. Más adelante se comentan algunas de las conclusiones de estos
trabajos, así como algunos problemas que surgen de la imprecisión de los datos de empleo
en la Argentina, gado un importante papel en esta diversificación del lide-
razgo empresario.
Por otra parte, la participación de las mayores empresas en la
producción aumentó más lentamente que en el período anterior.
Finalmente, esta mayor variedad del liderazgo empresario, típica
del proceso de desarrollo asociado, no impidió que se acentuara
la tendencia a la desaparición de empresas pequeñas e inclusive
medianas.
8) En algunas ramas de la industria las empresas que sobrevivieron a
la crisis encontraron más dificultades en el crecimiento basado en
la desaparición de competidores, y la búsqueda de nuevos
consumidores se fue volviendo decisiva.
Además de la mencionada expansión del consumo interno,
sobre el final del período las exportaciones empezaron a tomar
alguna importancia para el aumento de las ventas. Contrariamente
a lo esperado, en estas exportaciones no participaron solamente
las grandes empresas extranjeras “de punta’’ —en función de
estrategias empresarias multinacionales—, sino una gama muy
variada de tamaños, ramas y nacionalidades.
Para la cabal comprensión de estos cambios es importante destacar
que ellos se produjeron en el contexto de otros no menos notables
ocurridos en la economía en su conjunto, a saber: su mayor crecimiento,
una mayor capacidad de generar empleo de asalariados, la atenuación de
los ciclos originados en el sector externo incluyendo la ausencia de
recesiones, la aceleración de la producción agropecuaria, una creciente
participación del Estado en el proceso productivo y, finalmente, una
reversión o estabilidad —según los indicadores utilizados— en los
patrones de distribución del ingreso6.
6 La creciente importancia del papel del estado y su probable influencia como
regulador del ciclo industrial y económico, tanto por su papel de productor y demandante
como por medidas de política económica, fue sugerida por JULIO BERLÍNSKI y es, con toda

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8 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

CUADRO 1
Tafias de crecimiento anual del producto industrial bruto al costo
de factores, 1951-1972
(Precios de 1960)
Tasa de crecimiento
calculada considerando a
cada año como un promedio
Tasa de crecimiento anual acumulativa trienal
1951 2,6 __
1952 —1,9 0,1
1953 -0,6 1,8
1954 7,9 6,6
1955 12,2 9,0
1956 6,9 8,9
1957 7,9 7,8
1958 8,4 1,5
1959 —10,3 2,3
1960 10,1 3,0
1961 10,0 4,4
1962 —*5,5 -0,1
1963 —4,1 2,7
1964 18,7 9,6
1965 13,8 10,3
1966 0,9 5,0
1967 1,3 3,1
1968 6,9 6,8
1969 11,6 7,5
1970 6,4 7,6
1971 10,1 4,3
1972 5,8 —
Fuentes: Calculado sobre datos del Banco Central de la República Argentina, Origen del producto y distribución
del ingreso. Años 1950*69, Buenos Aires, 1971, y datos obtenidos directamente del Departamento de Cuentas
Nacionales de dicha institución para los años 1970 a 1972.

El análisis de todos estos cambios, claro está, excede por completo


las posibilidades de este trabajo. Aquí nos limitaremos a presentar un par
de cifras ilustrativas sobre el crecimiento de la economía y la mayor
absorción de mano de obra. En la sección siguiente se analizará con algún
detalle lo ocurrido con la distribución del ingreso, por considerar que se
seguridad, un tema que debería ser profundizado.
El cambio de situación de la economía argentina, además de comentarios
periodísticos de tipo apologético, fue señalado por MARIO S. BODERSOHN en “Sobre
‘Modernización y autoritarismo’ y el estancamiento inflacionario argentino”, en
Desarrollo Económico, vol. 13, No 51, octubre-diciembre de 1973. El cambio en la
distribución del ingreso fue señalado también por HÉCTOR L. DIÉGUEZ y ALBERTO
PETREOOLLA en “La distribución funcional del ingreso y el sistema provisional en la
Argentina, 1950-1972”, en Desarrollo Económico, vol. 14, No 55, octubre-diciembre de
1974.
Quizás faltaron, en cambio, comentarios más generales referidos al dinamismo del
sistema en su conjunto, tales como los que para el caso del Brasil hicieron MARÍA DE
CONCEIQAO TAVARES y JOSÉ SERRA en “Más allá del estancamiento. Una discusión sobre
el estilo del desarrollo reciente de Brasil” (1971), y para el conjunto de países avanzados
de América Latina efectúo FERNANDO HENRIQUE CARDOSO en su comprehensivo trabajo
“Las contradicciones del desarrollo asociado”, Desarrollo Económico, vol. 14, N° 53,
abril-junio de 1974.

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 9
trata del punto más estrechamente relacionado con los cambios en la
industria que constituyen el tema del trabajo. En las conclusiones se
efectúan algunas referencias tangenciales a los cambios ocurridos en el
agro y el sector externo.
El producto bruto interno de la economía argentina creció desde
1964, en coincidencia con la etapa aquí indicada para la industria, a tasas
relativamente altas, sin ningún año de recesión y solamente en un caso
menor que el crecimiento de la población. Esto determinó que entre 1964
y 1971 la economía argentina se expandiera en total sólo un 10 por ciento
menos que la brasileña, por citar un caso frecuentemente esgrimido. Este
mayor crecimiento del producto determinó que el nivel de desocupación
pasara del 7,2 al 5,8 por ciento entre los trienios 1964 y 1971, hecho al
que debe otorgarse toda la importancia que tiene como indicador de la
“capacidad de incorporación” del sistema vigente 7.
Teniendo ahora en cuenta la significación de los cambios ocurridos
en el conjunto de la economía, podemos encarar el prometido detalle
sobre lo acontecido en la industria.

1. El crecimiento de la industria
Como ya se indicó, la tasa de crecimiento industrial entre los trienios
1964 y 1971 (7,0) resultó superior a la del conjunto del período (5,4) y a
la de cualquier otro lapso comparable. El trienio base elegido hace más
destacable este desempeño puesto que promedia un año de caída en el
producto industrial (1963: — 4,1) con los dos de mayor crecimiento
(1964: 18,7, y 1965: 13,8), elevando de tal modo el punto de llegada del
período 1958-64 y el punto de partida de la etapa siguiente. Por lo mismo,
el crecimiento registrado desde 1964 difícilmente puede ser explicado
como una mera resultante de la salida de la recesión.

2. La evolución de las ramas de la industria8


Entre 1964 y 1971 las ramas vegetativas se expandieron en razón de
un 4,1 por ciento anual contra un 1,5 del período 1951-64; para las ramas
dinámicas las tasas fueron de 9,4 y 8,2 por ciento,
7 Los porcentajes corresponden al promedio ponderado para las ciudades de Buenos
Aires, Córdoba, Mendoza, Rosario y Tucumán de los datos del Instituto Nacional de
Estadística y Censos. De acuerdo con Canitrot y Sebess, ob. cit., por otra parte, el empleo
de asalariados entre 1950 y 1970 se expandió al 1,2 por ciento anual y entre 1965 y 1970 al
2,0 por ciento anual; los datos censales indicarían un 2,1 por ciento anual entre 1960 y
1970. Ambas cifras coinciden en cuanto a señalar en el último periodo una tasa mayor que
la del crecimiento de la población.
8 Por razones de disponibilidad de datos el comportamiento de las ramas de industria
fue estudiado sobre la base del “valor agregado censal” previa comprobación de que su
dinámica es similar a la del producto bruto interno al costo de factores.

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10 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

CUADRO 2
Valor agregado industrial: Tasas de crecimiento anual de las
distintas ramas, 1951-1971

1951-58 195864 1964-71 1951-


71
Alimentos 2,9 0,3 3,8 2,5
Bebidas 4,5 6,1 5,8 5,5
Tabaco 2,5 1,9 3,3 2,6
Textiles 1,6 0,04 4,4 2,1
Calzado y confecciones 0,8 —3,4 2,0' —0,1
Madera 3,5 0,2 4,9 3,0
Muebles 6,4 -0,4 3,5 3,3
Cuero 4,1 -4,3 4,5 1,7
Ramas vegetativas 2,6 0,4 4,1 2,4
Papel 7,7 1,3 7.5 5,7
Imprentas y editoriales 3,5 -0,8 6,4 3,2
Minerales no metálicos 1,9 2,3 9,0 4,5
Ramas intermedias 3,7 1,1 7,9 4,4
Caucho 3,4 6,2 7,7 5,7
Química 7,3 5,7 10,2 7,8
Derivados del petróleo y carbón 6,6 6,5 7,0 6,7
Metalurgia básica 12,7 8,3 9,3 10,2
Otros metales, excluido maquinarias 5,3 4,9 8,2 6,2
Maquinaria no eléctrica 17,5 2,3 9,4 9,9
Maquinaria eléctrica 16,5 6,1 7,9 10,3
Material de transporte 8,7 14,4 8,6 1’0,3
Ramas dinámicas 9,1 7,2 9,4 8,6
Industrias varias 11,1 7,4 8,3 9,0
Producción artesanal 0,9 —0,1 4,0 1,6
Total industria (sin artesanado) 5$ 3,8 7,a 5,4
Total industria (con artesanado) 5,1 3,7 7,0 5,3
Notas: Como se indicó en el texto, cada año es un promedio trienal. Convencionalmente, siguiendo costumbres muy
arraigadas, se ubicó entre las ramas vegetativas a bebidas, de comportamiento intermedio; entre las intermedias, a
imprentas y editoriales, por asociarse generalmente a papel; entre las dinámicas, a caucho y otros metales, también
de comportamiento próximo al promedio.
Fuentes: Calculado sobre datos del Departamento de Cuentas Nacionales del Banco Central. Cf. nota 8.

respectivamente. En el cuadro 2 puede verse que las ramas vegetativas,


además de crecer en todos los casos por encima del promedio del período
—algo que ocurrió con sólo cuatro de las nueve industrias dinámicas—, se
colocaron holgadamente por encima de la tasa de crecimiento de la
población. Por supuesto, estas industrias crecieron menos que el promedio
de la industria; pero el fenómeno es suficiente para concluir que en la
elevación de la tasa de crecimiento del conjunto de la industria durante el
período iniciado en 1964 jugaron un papel decisivo las industrias vegeta-
tivas, un hecho que escapa bastante a las previsiones corrientes.
Que estas ramas hayan crecido menos que el promedio, empero, es
un fenómeno de tipo estructural originado en la ley de Engel y las pautas
de distribución del ingreso propias de una sociedad capitalista en la que
perduran importantes situaciones de marginalidad y, por lo tanto, de
crecimiento potencial de las ramas vegetativas. En su evolución
encontramos, por otra parte, un argumento adicional para descartar la

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 11
explicación de la etapa posterior a 1964 en términos de recuperación de la
profunda crisis de 1962-63: ocurre que, salvo el caso de muebles, todas las
ramas vegetativas crecieron más en el último período que entre los años
1951 y 1958 9 10.
Varias de las industrias dinámicas, en cambio (material de
transporte, metalurgia básica, maquinaria eléctrica y no eléctrica),
crecieron más en el período de la crisis o en el precedente que en el
posterior, sustentando así las premisas del modelo corriente, pero
demostrando también que muchas de ellas se ajustaban más a la etapa que
siguió inmediatamente a la crisis de 1952 y a la caída del gobierno
peronista en 1955 u.

3. Cambios en el uso económico de la producción industrial

Las modificaciones ocurridas en la oferta estuvieron lógicamente


asociadas a cambios en el destino del producto industrial. En este trabajo,
la consideración de lo ocurrido con esos destinos, según la clasificación
tradicional en bienes de consumo (durables y no durables), bienes
intermedios y bienes de capital, tiene además el sentido de primera
aproximación al estudio de la distribución del ingreso considerada desde
el ángulo de la oferta de bienes, algo que probablemente puede echar
nueva luz sobre este problema.
Las tasas de crecimiento del producto de bienes de consumo no
durables —cuadro 3— muestran un comportamiento similar al de las
ramas vegetativas, que son las que les dan origen. Por lo tanto,
encontramos la misma e importante recuperación a partir de 1964. Es
igualmente remarcable el bajísimo crecimiento ocu-

9 Este comportamiento de las industrias vegetativas estuvo en alguna medida


impulsado por la producción de algunos alimentos “no tradicionales”: concentrados y
preparados, alimentos para animales, conservas y bebidas gaseosas, cuyo crecimiento
superó largamente a su participación en el producto. El ciclo ganadero, en cambio,
deprimió la tasa de crecimiento: los alimentos, excluida la carne, crecieron entre 1964 y
1971 al 4,8 por ciento anual (vs. 3,8) y las industrias vegetativas en su conjunto, excluida
la carne, al 4,4 por ciento (vs. 4,1). Esta influencia negativa del ciclo ganadero se
manifestó también en el período 1958-64.
10 No está de más enfatizar que las altas tasas de crecimiento de casi todas las
ramas “pesadas” de la industria entre 1951 y 1958 muestran que la sustitución de
importaciones básicas comenzó durante la finalización del período de la sustitución “fácil”
y no abruptamente y por obra de deterjpinado gobierno.

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12 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

CUADRO 3
Tasas de crecimiento del producto industrial según tipos principales
de demanda, 1951-1969
1951- 1958-64 1964- 1951-69
58 69
1. Bienes no durables de consumo 2,7 1,3 4,3 2,
2. Bienes durables de consumo 13,4 13,1 7,5 7 11,
3. Bienes de capital 8,7 3,6 7,5 6,
4. Bienes intermedios 5,0 3,9 7,5 5,
1.1. Alimentos y bebidas 3,1 1,5 4,6 3 3,
1.2. Tabaco 2,5 1,9 2,8 0 2,
1.3. Indumentaria 0,4 —1,4 3,1 0,
1.4. Menaje 8,4 5,9 5,9 6,
1.5. Diarios y revistas 3,5 8,6 6,8 6,
1.6. Otros 7,6 0,2 2,2 3,
2.1. Automotores 11,0 35,0 7,01 6 17,
2.2. Mobiliario 4,9 —1,1 2,6 3 2,
2.3. Artefactos para el hogar 14,3 5,6 10,4 4,
2.4. Radio, TV, discos, etc. 23,4 6,2 10,5 13,
2.5. Otros 24,9 —11,1 —0,4 5,
3.1. Máquinas y motores diversos 11,9 5,8 8,4 2 8,
3.2. Equipo oficinas y comercios 8,8 1,1 12,5 8 5.
3.3. Sector agropecuario 8,4 2,0 1,4 7,
3.4. Transporte colectivo 7,4 10,0 7,7 8,
3.5. Desarrollo cultural y científico 6,2 —2,0 9,6 4,
3.6. Equipo electricidad, gas, agua, etc. 19,5 6,1 9,2 1'2,
3.7. Otros 4,8 —0,9 8,1 3,
3.8. Mantenimiento y reparaciones 4,0 0,9 7,3 3,
4.1. Intermedios para no durables 3,3 1,4 5,8 9 3,
4.2. Intermedios para construcción 5,2 3,9 10,4 4 6,
4.3. Combustibles 6,6 6,5 6,3 6,
4.4. Intermedios para durables 7,0 8,9 7,2 7,
4.5. Intermedios para bienes de capital 7,9 5,6 8,0 7,
4.6. Intermedios para mantenimiento y 2
reparaciones 8,0 5,8 15,0 9,
4.7. Otros bienes intermedios 8,1 6,8 7,6 7,
Notas: También en este caso se ha trabajado con promedios trienales. Para los detalles de clasificación de9los bienes,
cf. Apéndice Metodológico.
Fuente: Calculado sobre la base de una reclasificación de los datos de valor agregado censal a cinco dígitos del
Banco Central (Departamento de Cuentas Nacionales).

rrido entre 1958 y 1964, inferior al de la población y ampliamente


ratificatorio de las interpretaciones habituales para ese período.
En realidad, con excepción de los bienes de consumo durables, los
restantes agregados fueron muy afectados por la recesión de 1962-63. El
crecimiento de los durables de consumo entre 1958 y 1964 —13,1 por
ciento, casi igual a la máxima de 13,4 del período anterior— constituye
una nueva evidencia de la especial validez del modelo descripto para el
período de la crisis.
En cambio, durante la última etapa se modificaron las pautas del
perfil de la demanda de bienes industriales producidos en el país. Aunque
más espectacular en el caso de los no durables de consumo, la
recuperación de las tasas de crecimiento alcanzó también a los bienes de

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 13
capital e intermedios, de tal suerte que, con excepción de los bienes
durables de consumo, las otras clasificaciones crecieron más entre 1964 y
1969 que en el conjunto del período.
La producción de durables de consumo, sin embargo, siguió teniendo
un alto nivel comparativo. Por lo tanto, el perfil de la demanda no se
alteró en lo sustancial. En efecto, los bienes no durables bajaron su
participación del 29 al 26 por ciento y las otras tres categorías,
particularmente los intermedios, la aumentaron. Pero cabe consignar que,
mientras entre 1951 y 1964 las posiciones perdidas por los no durables
fueron ganadas primordialmente por los bienes de consumo durables, y en
menor medida por los de capital, a partir de 1964 fueron los intermedios y
los de capital los que más aumentaron su participación.
Finalmente, cabe reiterar que en la última etapa el crecimiento de
toda la industria aumentó, a pesar de la importante desaceleración
registrada en los durables de consumo que, por lo tanto, perdieron la
exclusividad de su liderazgo.

4. Aumento del empleo y desaceleración de la productividad

4. 1. El empleo
Canitrot y Sebess, en el trabajo antes citado, han presentado una serie
de conclusiones que cuestionan varias de las premisas del modelo
sintetizado al comienzo. En primer lugar, observaron que —a nivel de
ramas de la industria— cuanto más ligero se crece más rápidamente
aumentan la productividad de la mano de obra y el empleo. En
consecuencia, el efecto de los cambios estructurales —esto es, el mayor
peso relativo de las industrias dinámicas, presuntamente intensivas en
capital— es mucho menos importante que los aumentos de productividad
como determinante de la escasa absorción de empleo.
En otras palabras, ellos afirman que no fue el desarrollo de las ramas
“pesadas” de la industria lo que inhibió la capacidad de generar empleo
entre 1950 y 1970 y que, por el contrario, sí influyó el aumento de
productividad de las ramas tradicionales en un contexto de crecimiento
lento.
También indican que hacia 1965 se produce un cambio importante en
la evolución del empleo industrial total. De hecho, dos tercios de la
ocupación generada entre 1951 y 1970 corresponden al período iniciado
en 1965, como consecuencia de tasas anuales del 0,5 y 2,4 por ciento
hasta y desde 1965, respectivamente 11. Este brusco cambio, según los

11 Considerando trienios, esas cifras serían del 0,1 y el 2,7, respectivamente, y, por
otra parte, el aumento del producto sería mucho más veloz en la segunda etapa. Por lo

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14 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

autores, se debió a razones más bien excepcionales, tales como un


aumento del consumo no respaldado por inversiones y el inusual
comportamiento de ramas de industria intensivas en trabajo.
Cabría agregar que, al estudiar por separado las ramas vegetativas y
dinámicas después de 1964, parece debilitarse la correlación producto-
empleo. En el cuadro 4 se ve que la ocupación en las industrias
vegetativas a partir de dicho año se aceleró más que proporcionalmente
que el producto; en las ramas dinámicas, en cambio, la ocupación se
desaceleró más que proporcionalmente. En consecuencia, estudiando las
ramas industriales con ese nivel de agregación durante el período 1964-
70, se configura una situación más parecida al modelo descripto, a saber,
una mayor elasticidad producto-empleo en las ramas vegetativas que en
las dinámicas.
Es posible que esta discrepancia respecto del trabajo aludido se
produzca por la inconveniencia de hacer un análisis “continuo” de un
período que presentó discontinuidades tan importantes como el
transcurrido entre 1950 y 1970. No es extraño que hasta 196 b las
industrias dinámicas muestren una significativa correlación producto-
empleo, como que se instalaron por lo general antes de esa fecha y,
además, con reconocida capacidad ociosa. También es probable que el
proceso de concentración y aumento de productividad en las ramas
vegetativas haya sido posterior y que, una vez superada la crisis, cuando el
producto empezó a crecer más rápido, haya crecido también el empleo
complementario de aquellas inversiones. Sobre este punto se insistirá más
adelante al estudiar el comportamiento de las empresas 12.
4. 2. La productividad

Tanto Altimir como Canitrot y Sebeas han señalado en los trabajos


ya referidos los importantes aumentos de productividad de la mano de
obra industrial desde comienzos de la década del cincuenta y la paulatina
desaceleración desde mediados de la década del sesenta. Nuestros
cálculos, efectuados sobre la base de promedios trienales, confirman las
tendencias señaladas por estos autores, aunque disminuyen la magnitud de
la desaceleración ocurrida después de 1964 (cuadro 4). Este menor
mismo, las conclusiones de Canitrot y Sebess parecen demasiado afectadas por la elección
de 1965 como año comparativo.
12 Los datos de los Censos Económicos de 1954 y 1964 y los del poblacional de
1970 sugieren conclusiones bastante distintas de las que inspiran los datos del Banco
Central. En efecto, estos últimos tienden a infravaluar la caída del empleo en industrias
vegetativas entre 1954 y 1964 así como el aumento posterior; en cambio, sobrevalúan el
aumento del empleo en industrias dinámicas entre 1954 y 1964. Si los datos del Censo de
Población de 1970 son poco confiables, quizás no puede decirse lo mismo de los
económicos de 1954 y 1964. Por lo tanto, hacemos aquí esta reserva y sugerimos que
deben perfeccionarse todavía las cifras retrospectivas sobre ocupación industrial; dicho
perfeccionamiento, probablemente, mostraría un cuadro más parecido al tradicional.

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 15
crecimiento de la productividad fue responsabilidad casi exclusiva de las
ramas vegetativas, que recién en el período posterior a la crisis de 196263
mostraron, en alguna medida, la intensidad en el uso de mano de obra que
les atribuía el modelo tradicional. Este resurgimiento de su supuesta
cualidad empleadora, como indicaron Canitrot y Sebess, se produjo
después de una etapa —1951-64— en la que habían expulsado mano de
obra un 1,3 por ciento cada año y, en consecuencia, habían aumentado su
productividad en mayor medida que el producto 14.

5. La complicación del liderazgo empresario


El análisis del comportamiento de las empresas nos pone frente a una
de las hipótesis que dieron origen a este trabajo. Como ya se anticipara, la
síntesis de las conclusiones de este capítulo

CUADRO 4
Tasas de crecimiento del producto, la ocupación y la productividad. Ramas de la industria,
1951-1969
Producto Ocupación Productividad
195 64-69 51-69 1951-64 64-69 51- 1951- 64-69 51-69
1-64 69 64
1 Ramas 1, — — 2,
. vegetativas 5 4,3 2,3 1,3 2,9 0,2 9 1,4 2,5
2 Ramas 8, 5,
. dinámicas 2 7,9 8,1 2,2 1,8 2,1 8 5,9 5,9
3 Total industria 4, 4,
. 6,6 5,2 0,1 2,7 0,7 3,7 4,1
6 3
Nota: Cada año es un promedio trienal.
Fuente: Calculado sobre datos del Banco Central de la República Argentina. Respecto de los datos de producto, cf.
nota 8.
14
Reiteramos que, de acuerdo con las cifras censales, la elasticidad producto- empleo de
las industrias vegetativas sería aún mayor. Por otra parte, Juan Basco sugirió que la
utilización creciente de horas extras tiende a sobrevaluar los aumentos de productividad de
las industrias dinámicas.
nos indica que el liderazgo empresario —entendiendo por tal la velocidad
del crecimiento y el aumento del poder en el mercado— no se ha limitado
a las empresas extranjeras y dinámicas sino que, en diferente medida,
participaron también de él empresas grandes y/o medianas, nacionales y/o
extranjeras y de las ramas vegetativas y/o dinámicas1®.
No puede dudarse de la verdad de uno de los principales hechos
destacados por el modelo descripto al comienzo, a saber, el notable
aumento de la concentración industrial global que se ha producido en los
últimos veinte años, acompañado de un proceso paralelo de
extranjerización de la industria. Los datos al respecto son concluyentes. Sí
es dudosa, en cambio, la asociación que tendió a establecerse entre
concentración y extranjerización con predominio exclusivo de las grandes
empresas de las ramas dinámicas. Este error se pudo deber, al menos

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16 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

parcialmente, a la forma en que se conceptualizaron las dos grandes crisis


económicas de 1952 y 1962-63, así como al significado económico del
derrocamiento del peronismo en 1955.
Ninguno de estos fenómenos puede ser cabalmente entendido si no
se acepta previamente que el principal conflicto económico que se dirimía
entre 1952 y 1955 no se basaba exclusivamente en el fin de la etapa de
sustitución “fácil” de importaciones sino en la necesidad de sustituir
trabajo por capital en la industria y en los servicios directamente
productivos. La forma en que se continuó a partir de allí con el proceso de
sustitución de importaciones, mediante la incorporación de nuevas
plantas, generalmente extranjeras, ubicadas en las industrias que, por
definición, pasaban a ser “de punta” y muchas de las cuales —no todas—
hacían un uso relativamente intensivo del factor capital, tendió a oscurecer
el otro fenómeno de la sustitución de trabajo por capital, que comprendía
al conjunto de ramas de la industria y algunos servicios, aunque no, claro
está, a la totalidad de las empresas.
El origen de esta necesidad no es difícil atribuirlo, por un lado, al
alto nivel de salarios reales, ocupación y participación de los asalariados
en el ingreso existente en aquel momento y, por otro lado, quizás más
gravitante, al gran poder de negociación sindical, basado a su vez en el
apoyo gubernamental, que no sólo promovía las consecuencias salariales
indicadas sino también un
15
En el citado trabajo de Altimir se ha señalado con claridad que el corte fundamental
no es entre ramas sino entre empresas líderes y satélites. En otro de los trabajos más serios
sobre el tema —el ya referido de la Secretaría de Planeamiento y Acción de Gobierno—, si
bien se puso todo el énfasis en que la variable discriminante fundamental era el nivel de
concentración, tendió a asociarse en demasía dicha variable a industrias extranjeras y
dinámicas. considerable poder obrero en la vida diaria de las fábricas. Algu-
nas interpretaciones apresuradas sobre la política económica aplicada por
el gobierno entre 1952 y 1955 —cuando se detuvo el avance de los
salarios y se produjo inclusive un retroceso parcialmente recuperado
desde 1954— han soslayado el hecho de que tal política, dada la
naturaleza del estado que la originaba, seguía siendo inadecuada para los
intereses de la mayor parte de las empresas, tal como se demostró después
de la caída del gobierno y del fugaz intento lonardista.
A partir de ese momento, la nueva política económica no sólo
facilitó la referida sustitución de trabajo por capital, alterando en
consecuencia las condiciones de ofertas de todas las principales ramas de
la industria; también fue decisiva como causa de las caídas de la
ocupación, los salarios reales y la participación de los asalariados en el
ingreso, factores estos que, a su vez, afectaron negativamente las
condiciones de demanda de las industrias vegetativas aunque no en forma
pareja para los distintos tipos de empresas.
Mientras muchas empresas desaparecían paulatinamente del

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 17
mercado, otras con mayor poder financiero y/o acuerdos sobre marcas o
tecnologías con matrices extranjeras se adueñaban de porciones crecientes
de las ventas y, casi seguramente, desplazaban la relación capital-trabajo,
técnica y económicamente, en beneficio del primer factor.
De tal manera, el estancamiento del producto, la disminución de la
mano de obra ocupada y los aumentos de productividad ocurridos en las
ramas vegetativas hasta 1964 encuentran su explicación tanto en la
concentración y profundización de su desarrollo capitalista —desde el
punto de vista de la oferta— como en la ya indicada modificación de las
condiciones de su demanda.
Muy distintas fueron las razones que impulsaron el crecimiento de
las ramas dinámicas, aunque en absoluto desvinculadas de aquéllas. Las
principales deben buscarse en la instalación de nuevas plantas de capitales
extranjeros —posibilitada por la nueva estructura del estado y los
convergentes intereses inversores de firmas europeas y norteamericanas
—, orientadas a la sustitución de importaciones y en presencia de una
demanda insatisfecha de considerable magnitud16.
i® El problema de la demanda insatisfecha fue indicado por TAVABES, ob. cit. En
vista de tal demanda preexistente era lógico que las plantas se radicaran con
sobrecapacidad; no obstante lo cual en algún momento se afirmó que el problema de la
sobrecapacidad no podía resolverse dentro de la dinámica intema de la sustitución de
importaciones.
Más allá de la intensidad con que ellas usaran trabajo —diferente
según las ramas; por ejemplo, alta en aquellas donde el armado es
importante—, lo cierto es que estas nuevas empresas, orientadas a la
producción de bienes durables de consumo así como a algunos bienes de
capital destinados a otras industrias y a los servicios productivos y bienes
intermedios para la fabricación de aquellos dos tipos de productos, no
producían para el mercado que ellas mismas creaban al absorber mano de
obra obrera, algo que fue característico de la industrialización argentina de
los años treinta al cincuenta. Esto era así, en primer lugar, por el tipo de
bienes producidos, mayoritariamente destinados a grupos de ingresos
medios y altos13.
A medida que se iba satisfaciendo la demanda preexistente, y a
medida que aumentaba todavía más la ya elevada concentración existente
desde un comienzo, mediante el desalojo de competidores nacionales y
extranjeros, es probable que las plantas radicadas en estas ramas hayan ido
empleando más mano de obra, disminuyendo en consecuencia la
sobrecapacidad y también los aumentos de productividad, según se
insinuara en la sección anterior.

13 El mercado que estas empresas crean a través del empleo de oficinas y servicios
colaterales no es, en absoluto, despreciable; pero sí menor que la demanda preexistente o el
mercado obrero potencial.

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18 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

La posterior evolución de las condiciones de demanda para las ramas


dinámicas serán estudiadas más adelante, pero desde ya puede anticiparse
que tanto el paulatino agotamiento de la demanda preexistente como la
menor importancia del proceso de concentración, en tanto factor promotor
de las ventas de cada firma, determinan que las empresas de las ramas
dinámicas se vean cada vez más impulsadas a buscar nuevos mercados,
internos o externos14.

5. 1. Tendencias a la estabilización en las 100 empresas mayores


En el cuadro 5 se observa que la participación de estas empresas en
el total de la producción no ha avanzado sustancialmente desde 1961-62 y
después de la brusca pero efímera alza de 1967-68. Lo mismo ha ocurrido
con el grupo de empresas extranjeras que están dentro de las 100 mayores
del país.
Los datos referidos a este grupo de empresas son coherentes con los
que veremos más adelante, indicativos del comportamiento
CUADRO 5
Concentración de la producción en grandes empresas: participación de las
ventas de las 100 mayores y de las extranjeras de ese grupo en kx
producción industrial total, 1956-1971

Empresas extranjeras en el
grupo de 100
1 2 Empresas extranjeras en la Las 100 empresas en la
producción total producción total
1956 48,9 64,8 12,2 18,8
1957 47,8 63,3 12,5 19,8
1958 43,1 64,8 10,8 16,7
1959 61,4 73,3 15,0 20,4
1960 60,7 78,2 17,0 21,7
1961 63,6 80,3 19,7 24,5
1962 60,9 76,6 19,3 25,2
1963 62,2 75,1 18,6 24,8
1964 60,1' 77,3 18,6 24,1
1965 65,3 79,3 18,2 22,9
1966 65,3 79,1 19,8 25,0
1967 68,7 81,6 20,7 25,4
1968 68,6 80,7 21,6 26,8
1969 66,4 79,4 21,4 26,9
1970 66,2 78,8 1'9,9 25,3
1971 66,6 79,2 18,2 23,0
Nota: La primera columna incluye empresas con más del 50 por ciento- de capital extran jero. La segunda, el total de
empresas con aporte extranjero. La tercera columna se calculó en base a la segunda.
Fuente: Tomado de Juana Piotrkoski y Miguel Khavisse, "La consolidación hegemónica de los factores
extranacionales: El caso de las cien empresas industriales más grandes", en Secretaría de Planeamiento y Acción de
Gobierno, ob. cit. Las columnas tercera y cuarta fueron corregidas a la luz de las nuevas cifras de valor bruto de la
producción industrial del Banco Central de la República Argentina.

14 Más adelante se verá que la relativa estabilidad del proceso de concentración es


muy variable según las ramas.

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 19
de un grupo de empresas medianas. Los que se refieren a las empresas
extranjeras no deben ser interpretados con ligereza; ellos se encuadran en
un cambio de tendencias de la inversión extranjera, ahora con mayor
propensión —en el caso argentino— hacia la provisión de marcas o
tecnologías, un hecho que no se registra en los datos del cuadro 5. Por lo
tanto, esos datos no reflejan en su verdadera magnitud la extranjerización
de la industria, ni tampoco las del grupo de 100 empresas; pero tampoco
sería correcto asimilar ambas formas de penetración, dado que la nueva
tendencia trae aparejadas nuevas contradicciones propias del desarrollo
asociado que ha indicado Fernando H. Cardoso.
Otros datos de interés que se desprenden de la observación del grupo
de mayores empresas son los que se refieren a la relativa estabilidad de
participaciones de empresas de las ramas vegetativas y dinámicas, después
de 1965. De hecho, la profunda transformación estructural del grupo de
las 100 se debió principalmente al avance de las empresas extranjeras y
dinámicas que, entre 1957 y 1971 —no hay datos elaborados para 1965—
aumentaron de 24 a 55 y elevaron su participación en las ventas del 36,1
al 61,5 por ciento15.

5. 2. Las ramas menos concentradas crecen más que antes


Cuando estudiamos el comportamiento de las distintas ramas de la
industria según su nivel de concentración encontramos, también en este
caso, tendencias hacia la diversificación del liderazgo empresario 16. Como
se aprecia en el cuadro 6, hasta 1964 fue saliente el liderazgo de las ramas
altamente concentradas con pocas empresas (RACP), apoyado
fundamentalmente en las industrias dinámicas (principalmente:
automotores, neumáticos, derivados del petróleo, materias primas para la
industria plástica e hilados sintéticos). En la última etapa, en cambio,
dentro de un cuadro mucho más parejo para los distintos niveles de
concentración, sobresalieron las ramas medianamente concentradas. Pese
a que el proceso de concentración ha avanzado desde 1964 —cosa que,
efectivamente, se comprueba más adelante—, lo menos que puede decirse
es que en dicha concentración ha participado un número de ramas y de
empresas considerablemente más amplio que en la etapa anterior. Por otro
lado, no deja de ser interesante que el listado de ramas dinámicas y
medianamente concentradas más importantes no parece estar tan asociado
15 Cf. Secretaría de Planeamiento y Acción de Gobierno, ob. cit., páginas 131 y
134. Cabe consignar que el proceso de avance de las industrias dinámicas continuó
después de 1965 en cuanto a su participación en las primeras veinticinco empresas.
16 Los estratos de concentración fueron tomados de Secretaria de Planeamiento y
Acción de Gobierno, ob. cit.; son importantes las reservas metodológicas que allí mismo se
mencionan, la principal de las cuales es que el nivel de concentración está medido sobre
agregados todavía heterogéneos, pese a tratarse de ramas a cinco dígitos del CIIU. Esto
conduce a una obvia infravaloración del poder de mercado real de las empresas.

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20 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

al consumo de altos ingresos (medicamentos, cocinas y calefones,


televisión y radio, artículos moldeados y laminados de plástico) y sí, en
cambio, a inversiones de capital más reproductivas (maquinaria agrícola,
electrónica, generadores, carrocerías). Este crecimiento más variado de los
diferentes estratos de concentración se apoyó en aumentos de la pro-
ductividad no tan desiguales como cabría esperar.

5.3. Comparación de los períodos 1958-64 y 1964-72


Contra lo afirmado en algunas versiones del modelo referido antes,
en este trabajo se sostiene la hipótesis de que a partir de

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 21
CUADRO 6
Evolución del producto y la productividad de las ramas de la industria
según su nivel de concentración, 1951-70

Producto Productivida
Base, Base d
1951 = 100 1964= 100
1964 1970 Base, 1964=100
1970

1. Ramas altamente concentradas con po-


cas empresas 229,9 141,8 128,1
1.1. Vegetativas 114,0 121,4 105,0
1.2. Intermedias 247,4 163,7 177,0
1.3. Dinámicas 435,8 149,9 157,3
2. Ramas altamente concentradas con mu
chas empresas 180,8 147 2 141,0
2.1. Vegetativas 132,0 129,2 117,9
2.2. Intermedias 166,7 1’62,1 126,2
2.3. Dinámicas 281,3 160,1 170,9
3. Ramas medianamente concentradas 207,6 157,3 (ft) 137,7
3.1. Vegetativas 126,9 131,2 128,9
3.2. Intermedias 146,7 149,9 111,7
3.3. Dinámicas 317,8 170,7 145,3
4. Ramas escasamente concentradas 125,0 133,6 (*) 118,3
4.1. Vegetativas 113,3 118,1 100,5
4.2. Intermedias 90,5 154,1 115,8
4.3. Dinámicas 184,3 152,9 164,5
5. Ramas residuales 98,7 157,2 (*)
5.1. Vegetativas 103,7 140,1
5.2. Intermedias 72,1 212,8
5.3. Dinámicas 105,0 165,7
6. Totail de la industria 179,1 147.0

Fuente: Calculado sobre la base de datos de valor agregado a 5 dígitos del Banco Central de la República Argentina.
Los estratos de concentración se tomaron de la citada obra de la Secretaría de Planeamiento y Acción de
Gobierno y su significado es éste: a) ramas altamente concentradas con pocas empresas: hasta 8 empresas
generan un 50 por ciento y más de la producción en un universo de hasta 40 empresas; b) ramas altamente
concentradas con muchas empresas: el mismo caso anterior pero cuando hay más de 40 empresas; c) ramas
medianamente concentradas: hasta 8 empresas generan entre el 25 y el 49,9 por ciento del valor de la
producción; d) ramas escasamente concentradas: hasta 8 empresas generan menos del 25 por ciento de la
producción; e) las ramas aquí llamadas residuales son las 101 que fueron eliminadas del referido estudio
por ser de carácter artesanal y generar sólo el 4 por ciento del valor agregado total.
(*) Los datos de productividad así señalados están sobrevaluados porque no se contó con información desagregada
para varias subramas de la rama productos metálicos, que aumentaron mucho su nivel de empleo entre 1964 y
1970.

1958, por lo menos, la tasa de crecimiento de las ventas de las grandes


empresas fue similar en todas las ramas de la industria. Manteniendo la
clasificación utilizada hasta ahora, se analiza el comportamiento de
grandes y medianas empresas de los tres agregados básicos 17. Las
conclusiones, desprendidas del cuadro 7, son éstas:
1. Tanto en 1958-64 como entre 1964 y 1972 —en este caso no se
usan promedios trienales— la expansión de las grandes empresas
vegetativas y dinámicas tuvo muy leves diferencias, a favor de las últimas

17 Cf. Apéndice Metodológico.

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22 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

y proporcionalmente menos importantes después de 1964.


2. Desde ese año, las medianas de las ramas dinámicas alcanzan el
índice de crecimiento de las grandes. Se puede inferir una

CUADRO 7
Empresas grandes y medianas; comportamiento comparado
y concentración, 1958-1972
A) Evolución de todas las empresas con base en 1958. Período 1958-72.
1958-1964 1964-1972
1 2 Creci- 3 4 1 2 3 4
miento Creci-
N9 empresas miento 2/3.10
de (1958=100 ramas 0
caso )< '1958=
Tipos de empresas s 100)
4 103 1
Empresas grandes 9 706 656 1'08 97 6 914 13
Vegetativas 2 700 595 11 3 100 79 1
Intermedias 4 8 610 464 9 13 411 4 106 91032 ’2 1
Dinámicas 1 760 789 9 52 105 941 1
71 6 0 ’1 9
Empresas medianas 544 656 108 177 838 914
51 7 8 2 7
Vegetativas 479 595 71 623 799
Intermedias 0 2 520 4’64 1 11 36 929 1032 8 9
Dinámicas 5 635 789 8 7 100 941 1
Mixtas 4 552 — — — — — —
4

IB) Evolución de las empresas con base en 1958, pero que no desaparecieron en el período 1958-
1972. Período 1958-64.

1 2 4
Crecimiento 3 Crecimiento
empresas ramas 1958=100
N9 de casos 1958=100 2/3.100
Tipos de empresas
1
Empresas grandes 44 714 656 09
Vegetativas 19 720 595 1
Intermedias 7 580 464 21 125
Dinámicas 18 760 789 96
Empresas medianas 95 596 656 91
Vegetativas 43 500 595 84
Intermedias 16 500 464 1
Dinámicas 33 761 789 96
Mixtas 3 670 — —
Nota: La columna 4 de los tres sectores del cuadro, donde se indica el cociente entre el
índice de crecimiento de las empresas y el índice de crecimiento de las ramas, se utiliza aquí como índice de la
concentración que se ha verificado en cada período para cada tipo de empresas. Obviamente, los valores menores
que 100 indican que ese tipo de empresas, como agregado, ha perdido posiciones en el mercado de la rama
respectiva.
Fuente: Elaboraciones propias. Cf. Apéndice Metodológico.
mayor participación de empresas nacionales en este grupo, lo mismo que
en el de las grandes vegetativas, en términos comparativos con el que
tienen entre las grandes empresas de las ramas dinámicas 18. Por otra

18 En 197'1, el 40 por ciento de las empresas vegetativas dentro de las cien más
grandes eran nacionales, contra un 11 por ciento de las dinámicas. Calculado sobre datos

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 23
parte, la dispersión de los índices de crecimiento es mucho mayor entre
las medianas; es, entonces, desde este tipo de empresas hacia abajo donde
se verifica la brecha en el crecimiento de las distintas ramas.
3. Si para el período 1958-64 se toman en cuenta sólo las empresas
que luego sobrevivieron hasta 1972 —es decir, si se excluyen las
empresas presentes por sus quiebras futuras—, el comportamiento
empresario es semejante al del período posterior: las empresas vegetativas
grandes se acercan a las dinámicas y las medianas de ramas “de punta” se
colocan a la cabeza. La diferencia estribaría en las grandes ramas
intermedias, pero su retraso no es confiable por el bajo número de casos
considerado (cuadro 7 B).
4. En ambos períodos se verifica que las grandes empresas crecen
más que sus respectivas ramas, lo cual indica un proceso de
concentración. Naturalmente —puesto que el crecimiento de las ramas
vegetativas es más bajo que el de toda la industria—, este fenómeno
aparece con mayor fuerza en dichas ramas, para ambos períodos. El alto
nivel de crecimiento de las ventas mantenido por las grandes empresas de
las ramas vegetativas no debe sorprender si se tiene en cuenta que, en
muchos casos, su desplazamiento del grupo de las cien mayores empresas
se debió a la nueva —posterior a 1958— presencia de empresas grandes,
generalmente extranjeras, de las ramas dinámicas, que nacieron con un
alto volumen de ventas19.
5. A partir de 1964 también participan en el proceso de con-
centración las empresas medianas de las ramas dinámicas. Por otra parte,
el índice de crecimiento de las grandes respecto de las medianas
disminuye, excepto en el caso de las ramas vegetativas que, de tal modo,
quizás paradójicamente, presentan un proceso de concentración más
acentuado.

de la obra citada de la Secretaría de Planeamiento y Acción de Go bierno, página 133.


Respecto de las medianas no contamos con datos, pero sí parece lógico sugerir que el
aumento de contratos de marcas y tecnología puede haber influido considerablemente en
esta mejor actuación de las empresas medianas.
1933 La baja performance de las industrias dinámicas se explica porque, para efectuar
un análisis con datos homogéneos, debieron suprimirse para el primer período todas las
empresas que se instalaron después de 1958, lo cual desplazó de la muestra considerada un
espectro de empresas que prácticamente nacieron con sus ramas o modificaron
sustancialmente su estructura. En efecto, de las 102 empresas privadas que vendieron más
de 120 millones de pesos en 1958, desaparecieron 59 (37 vegetativas) de entre las primeras
100 en 1964 y fueron reemplazadas en su gran mayoría por extranjeras dinámicas. Sin
embargo, no en todos los casos el desplazamiento se debió a una caída en la tasa de
crecimiento. En efecto, 13 firmas (8 vegetativas) todavía figuraban entre las 150 empresas
ma>

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24 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

II. CAMBIOS EN LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO Y EN LAS CONDICIONES DE


DEMANDA DE BIENES INDUSTRIALES DESPUÉS DE 1964

En cuanto a las manifestaciones más inmediatas de la demanda


efectiva, corresponde señalar que las hipótesis del modelo des- cripto al
comienzo de este trabajo han sido coherentes con las presentadas en el
terreno de la producción.
El fuerte crecimiento de las ramas de consumos durables se
vinculaba a un proceso de redistribución regresiva del ingreso, del que
habrían resultado favorecidos los no asalariados en general y fracción de
trabajadores privilegiados de altos ingresos. Simultáneamente, el
estancamiento de todas las categorías de salarios básicos de convenio
informaba estadísticamente sobre lo que ocurría en el otro polo, el de la
miseria creciente o la marginalidad, asociado al estancamiento de las
industrias vegetativas.
En lo que sigue, se intenta demostrar que esta versión de los hechos
deja inexplicados los cambios ocurridos a partir de la crisis de 1962-63.
Con el objeto de cerrar la explicación, por otra parte, se analiza la
evolución de las exportaciones industriales, ya que en varias ocasiones se
las ha presentado —a la manera “brasileña”— como la salida alternativa
para la producción manufacturera cuando la tasa de expansión del
mercado interno es insuficiente20. Los principales cambios ocurridos
después de 1964 son éstos:
1. Crecimiento del mercado de asalariados
Comparando los promedios trienales 1964 y 1971, se observa una
expansión del 33,7 por ciento en el ingreso real de asalariados activos y
pasivos, así como una nítida aceleración de su crecimiento en el último
período, cuya tasa es la más alta desde 1950; de este modo, la variable
repite la performance observada a través de los datos de producción física
para los bienes de consumo no durables21 (cuadros 8 y 9).

20yores en 1972; si perdieron posiciones fue por el surgimiento de otras que operaron con
niveles de ventas muy superiores desde el momento de su instalación. Otras 19 (14
vegetativas) se mantienen entre las medianas en 1972, mientras que el resto quebró en
algún momento del período considerado, o bien dejó de cotizar en Bolsa.
De las 43 empresas que se mantenían desde 1958, 5 desaparecieron entre 1964 y
1972. La tendencia al congelamiento de la estructura empresaria se hace más notable si se
considera que 3 son frigoríficos, víctimas del proceso de reconversión de la industria de la
carne, y sólo 22 (contra 59 del período anterior) desaparecieron de entre las 100 primeras
entre 1964 y 1972.
24
Aun para el caso del Brasil, TAVABES y SERBA, ob. cit., mostraron de qué manera
era posible el crecimiento basado en el mercado interno.
21 La utilización de esta variable, tomada de DIÉGUEZ y PETRECOLLA, ob. cit., se
adapta a las necesidades del presente apartado porque mide mejor que ninguna otra la
evolución de la demanda dirigida a los bienes-salario, independientemente de si éstos están

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 25
CUADRO 8
Dinámica de algunas variables del ingreso y el consumo de asalariados. Tasas
de crecimiento del ingreso real de asalariados, el ingreso de asalariados ajus-
tado, la producción de bienes de consumo durables y no durables y el consumo
interno de algunos bienes no durables, 1951-69 y 1951-71

Consum
1. 2. Ingreso 3. o 4. 5. Produc- 6. Produc-
Ingre real intemo Consumo ción de ción de
so ajustado interno de bienes de bienes de
real de ali- textiles y
de de asa- mentos, confec- consumo consumo
asala- lariados bebidas ciones no durable durable
riado y tabaco
s
1951- 1,
9 2,9 2,8 1,3 2,7 11;6
69/71
1951-1958 2, 3,0 2,2 1,6 2,7 13,4
2 1,
1958-1964 1,1 2,1 —1,5 1,3 13,1
1964- 0 2, 4,2 4,1 3,5 4,3 .7,5
69/71 9
Notas: Cada año es un promedio trienal. Las columnas 1, 5 y 6 fueron calculadas hasta 1969 por no disponer de
datos posteriores. Las columnas 2, 3 y 4 están calculadas hasta 1971.
Fuentes:
Columna 1: Calculada sobre los datos de Alfredo Monza, "La medición empírica de la distribución funcional del
ingreso", Desarrollo Económico, N9 50, julio-septiembre de 1973. La particularidad del cálculo de
Monza reside en haber defla- cionado el ingreso del conjunto de asalariados por el índice del costo de
vida de INDEC.
Columna 2: Calculada sobre los datos de Héctor L. Diéguez y Alberto Petrecolla, ob. cit., correspondientes al total
de asalariados activos y pasivos y neto ael efecto financiero de las cajas provisionales, deflacionado
por el índice de precios al consumidor.
Columnas 3 y 4: Calculadas deduciendo a las cifras del valor bruto de producción de las respectivas ramas (Banco
Central) el valor de las exportaciones a precios corrientes (Anuarios de Comercio Exterior, INDEC).
Posteriormente, se deflacionó cada año por el respectivo índice de precios implícitos y se efectuó el
promedio trienal de esta variable que, por tratarse de ramas de la producción de las que se importa
muy poco, mide aproximadamente el consumo interno de los respectivos bienes.
Columnas 5 y 6: Tomadas del cuadro 3.

correctamente representados en la canasta familiar de 1960.

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26 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

CUADRO 9
Salarios reales netos, ingreso de asalariados per cápita e ingreso ajustado
del sector asalariado, 1950-1972
(Indices base, 1960 = 100)

Ingreso neto Ingreso total


Salarios reales ajustado de
de asalariados asalariados
Peó ac’ávcs per activos y
Peón n Oficial Oficial Promedio cápita
Años soltero soltero casado general pasivos
casa
195 141,5 12 159,6 1’43, 144,7 113,9 96,7
0
195 118,6 6,0*
10 131,9 0
117,3 119,8 106,9 94,5
195 108,5 9 119,6 105 2 108,4 100,4 85,7
195 108,8 9 1’19,7 105,1 108,4 104,8 93,8
195 125,5 10 133,1 117 7 122,6 114,2 104.6
195 115,1 10 121,4 107,3 112,1 11’1,0 105,3
195 134,9 11 142,2 124,3 130,6 119,2 1'14,6
195 11'0, 11 116,3 119,6 115,9 115,7 112,6
195 121,8 11 128,4 124,6 124,1 130,5 130,0
195 99,8 9 100,9 98,5 99,3 99,7 987
196 100,0 10 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
196 108,5 10 108,5 107,9 108,2 109,2 111,5
196 105,7 10 105,7 105,5 105,6 110,5 108,9
196 105,4 10 103,9 103,2 103,9 108,2 106,1
196 110,2 11 108,9 116,0 112,9 119,3 121,9
196 113,7 13 112,2 128,2 120,8 131,4 138,2
196 118,1 13 116,1 131,4 124,5 132,6 142,1
196 117,7 13 116,9 128,1 122,8 130,0 1’46,1
196 112,3 12 111,6 124,0 118,1 124,8 143.8
196 114,8 13 113,8 130,7 122,7 131,5 154,9
197 118,0 13 1’15,6 130,5 124’,0 135,7 163,5
197 120,4 12 117,0 125,6 122,5 132,5 161,9
197 iro,i 12 106,5 1183 113,7 132,9 164,2
2
Fuentes: 2,8
a) Los salarios reales fueron directamente calculados sobre la base de los básicos de convenio publicados por el
Ministerio de Trabajo en su Boletín de Estadísticas Sociales Los referidos a los trabajadores casados discrepan
con otras fuentes porque aquí se ha computado el subsidio por escolaridad primaria a partir de 1960; igualmente,
las diferencias no son sustanciales. El promedio general fue calculado según la metodología propuesta por
Lorenzo Sigaut: Acerca de la distribución y niveles de ingreso en la Argentina. 1950-1972, Ediciones Macchi,
Buenos Aires, 1972, 52 y sigs.,
b) El ingreso neto de asalariados activos per cápita fue tomado de Diéguez y Petrecolla,
ob. cit, y es el resultado de restar al total de los jornales y sueldos la diferencia entre
los ingresos de las cajas de jubilaciones de asalariados y los aportes patronales jubi- latorios. El resultado fue
dividido por el número de asalariados activos en cada año, llevado a índice y dividido por el índice
del costo de vida.
c) El ingreso ajustado de asalariados activos y pasivos fue tomado de la fuente citada
en b). Es la suma del ingreso neto de los activos y los egresos de las cajas de jubilaciones. Se deflación© por el
índice del costo de vida. Nótese que esta columna no mide valores per cápita.

Este perfil se ha de repetir con algunas modificaciones insustanciales


en casi todas las variables de la distribución del ingreso: un valle —el del
subperíodo que va de 1958 a 1964, asociado a la recuperación de los
incentivos empresarios tras la “desviación” distribucionista del peronismo
— entre dos picos cuyas alturas relativas dependen de la variable
considerada.
Cabe consignar que el hecho de que el ingreso real de asalariados
evolucione a una tasa más acelerada hacia 1971 que hasta 1958 constituye
un hecho relevante, porque el punto de llegada del primer subperíodo está
muy influido por el valor excepcional de 1958, recién superado en 1965.

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 27
Como ya se ha dicho, el crecimiento del mercado de asalariados y los
valores del producto de los bienes de consumo no durables guardan un
alto grado de correlación. Esto, que sería tautológico en una economía
cerrada donde los asalariados gastaran todo su ingreso en una canasta fija
de bienes, resulta sin embargo de comprobación indispensable dadas las
técnicas de medición del producto y aun en el caso de ausencia (o
constancia) de las exportaciones de esta clase de bienes 22.
En cambio, no es tan obvio verificar que un tipo de evolución
parecida —caída durante 1958-64 y posterior recuperación— pudo
observarse en bienes que no forman parte de la canasta familiar ni pueden
ser clasificados como de consumo no durable. Sin que el grado de
correlación sea tan alto como en el caso anterior, esto ha ocurrido con los
artículos para el hogar, radios, televisores, discos, etcétera (cuadro 3). Ya
se señaló que uno de los factores que pudo haber influido en este
comportamiento —inverso, por ejemplo, al caso de los automóviles— es
la probable incorporación de nuevas capas populares al consumo de estos
bienes. No se ignora, por supuesto, que también deben haber pesado la
renovación más acelerada del parque de bienes durables en sus versiones
suntuarias, la aparición de nuevos modelos, etcétera. Tampoco se pasa por
alto el hecho de que la categoría asalariado abarca sectores privilegiados,
de altos ingresos, cuyos consumos divergen en forma sustancial de la
canasta relevada en 1960. Lo que se quiere señalar aquí es, precisamente,
la estrecha correspondencia entre la recuperación duradera del ingreso de
asalariados y la producción de un conjunto no estático de bienes de
consumo.

2. Aumento de los salarios reales básicos de convenio


También en este caso ocurre la recuperación en el último subperíodo,
pero es conveniente hacer algunas precisiones, dado que la comparación
entre puntos distantes en el tiempo y categorías de ingreso distintas
presentan algunos problemas metodológicos que hay que esclarecer. Se
han considerado —cuadros 9 y 10— los salarios de obreros peones y
oficiales, solteros y casados, netos de aportes jubilatorios 21. Por otra parte,
al considerar el salario de los trabajadores casados se introduce una
variante que mejora los salarios posteriores a 1957, fecha a partir de la

22 Al medir el producto sobre la base de lo ocurrido en empresas, un au mento del


poder de mercado de aquellas que están incluidas en la muestra podría aparecer como un
aumento del producto. Las tasas de crecimiento de los diferentes estratos de concentración,
que muestran altos niveles para ramas poco concentradas, constituyen una evidencia no
concluyente para descartar esta hipótesis de crecimiento aparente.

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28 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

cual empezó a regir el subsidio familiar23 24.


Las cifras del cuadro 9 pueden ayudar a extraer dos conclusiones. En
primer lugar, todas las categorías se recuperan a partir de 1963, pero sólo
el peón casado llega a superar el nivel de 1950, mientras los demás
permanecen muy lejos de esa marca. Por otro lado, esta recuperación
poscrisis se produce trazando una curva suave, sin ascensos ni caídas
bruscos, exceptuando la de 1972. Pero esto no debe oscurecer el hecho de
que, en tres de los cuatro casos, los básicos de convenio no alcanzan a
cubrir la brutal caída iniciada en 1950.
Por fin, vale la pena considerar un par de hechos que relati- vizan en
parte los juicios que puedan hacerse observando las series estadísticas. Por
un lado, se están considerando peones y ofi-
CUADRO 10
Salarios reales e ingreso rea] de asalariados per cápita. Promedios trienales
de años y periodos seleccionados, 1951-1971
(Base, 1960= 100)
Ingreso neto Ingreso ajus- Salarios realesreal de asa- todo de tesa-
Peones Oficiale - loriados ac- loriados
Peones soltero Oficiales s Promedio tivos per activos y
casados casados general cápita pasivos per
Años s solteros
cápita
A) Promedios trienales
1951 108, 1’22 121, 137,0 124,3 107,1 11’0,4
1958 3 110, ,9 110, 8 114, 115,2 113,1 115,3 115,8
1964 117, 109, 115, 108,3 11'2,5 119,6 116,0
1971 128, 116,2 124, 113,0 120,1 133,7 129,3
9 8
B) Promedios de los subperíodos
1951- 106, 119,7 1’15 128,1 118,5 111,9
1958- 5 108, 106,9 ,1 108, 107,5 107,9 1’10,9
1964- 129, 114,8 125, 113,3 120,1 128,7
0
71 Los promedios
Nota: 8 fueron realizados tomando el promedio trienal en el punto de llegada y de
de los subperíodos
partida y los valores simples para los años intermedios.
Fuente: Calculado sobre los datos del cuadro 9. Nótese que, en este caso, los valores de la última columna son per
cápita.
cíales de la industria manufacturera y no los básicos del total de
asalariados, lo cual puede introducir un factor de distorsión 25. Por otro, los
aspectos puramente monetarios del salario real son insuficientes si no se

23 El hecho de tratarse de salarios netos implica, en la práctica, que el trabajador


puede percibir un aumento de sus ingresos vía la reducción de los descuentos jubilatorios,
como ocurrió en 1968.
24 A través de sucesivas mejoras y agregados, el subsidio familiar pasó a representar
de un 8 por ciento sobre el salario básico en 1950 a un 40 por ciento, aproximadamente, en
1965, para bajar luego de esa fecha pero nunca más allá de un 30 por ciento.
25 No obstante, no hay razones para pensar que la cantidad de asalariados que
percibían menos que el básico haya aumentado después de 1964. En cuanto a otros
sectores de la actividad económica, la evolución de los mínimos de convenio entre 1964 y
1969 sólo fue inferior al promedio industrial en el caso de algunos servicios estatales como
ferrocarriles, electricidad y petróleo y en el caso de los bancarios. La evolución de los
mínimos del personal agropecuario transitorio, por ejemplo, fue semejante a la de los
metalúrgicos.

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 29
los integra con otras variables de la vida social y económica. No se trata
solamente del conocido problema de la participación indirecta de los
servicios de educación, salud y vivienda en la cuantificación del salario,
sino también del grado de regimentación y disciplina laboral en las
empresas. La pregunta a formularse es: ¿qué se está entregando a cambio
del salario?
Los años 1969 y 1970 —caracterizados por un alto grado de
convulsión social— fueron relativamente “buenos” desde el punto de vista
del salario real, a pesar de algunas interpretaciones parciales al respecto.
Pero el autoritarismo político y social, incluyendo en ello lo que ocurría
dentro de las empresas, y las exigencias de aumentos en los ritmos de
producción amortiguaron los efectos reales de la recuperación salarial. No
da la impresión de que los levantamientos populares de 1969 y 1970 —al
margen de la influencia de aspectos económicos parciales— hayan sido
rebeliones contra el hambre.
Conclusión: en el apartado anterior se había analizado la re-
cuperación experimentada por el ingreso real de asalariados activos y
pasivos, pero éste puede aumentar por razones desligadas de los salarios
básicos de convenio: ingresos de asalariados que ganan más de lo
estipulado, aumento de la ocupación —incluyendo horas extras— o
aumentos del déficit del sistema previsional. Hasta aquí se intentó
demostrar que los salarios básicos de convenio, considerados
aisladamente, siguen la tendencia de recuperación señalada.

3. Correlación entre el ingreso neto per cápita y los salarios básicos


Una de las consecuencias de la adaptación del “modelo brasileño” al
caso argentino ha sido la generalizada hipótesis de que, aproximadamente
a partir de 1958-60, los salarios básicos de convenio y el ingreso medio
neto real de asalariados se mueven en direcciones contrarias como
producto de la formación de una capa de trabajadores privilegiados y la
creciente marginación y miseria del resto. Para verificar esta hipótesis, y
con el propósito de que los datos analizados sean más homogéneos, se
utiliza como variable de comparación el ingreso de los asalariados activos
exclusivamente; se mantiene, en cambio, un factor distorsionante al
considerar solamente los básicos de la industria manufacturera (cuadros 9
y 10).
Comparando la situación del primero y el último trienio —1951 y
1971— parece verificarse la hipótesis: el ingreso medio neto real creció
un 24,8 por ciento, mientras que el salario básico promedio cayó en más
de un 3 por ciento. Un análisis más detallado del fenómeno —incluyendo
la periodización utilizada hasta el momento— matiza tales conclusiones.
En primer lugar, contra la creencia generalizada, la brecha más

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30 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

importante se abre entre 1951 y 1958. En esta etapa, efectivamente, se


produce tanto la caída de los salarios básicos como el alza de los ingresos
medios, que en el año 1950 tenían un índice menor al de aquéllos.
En los períodos que siguen, la brecha se ensancha pero a una tasa
decreciente. Por cierto que en lo que se refiere al segundo tramo —1958 a
1964— esto no debe inspirar conclusiones muy ambiciosas, ya que es una
consecuencia directa de haber incluido dos años de recuperación en el
promedio del punto de llegada.
En cambio, es destacable lo que ocurre en el último subperíodo,
porque a partir de 1964 los básicos de convenio y el ingreso medio de
asalariados evolucionan en la misma dirección, con excepción de 1972
(cuadro 9) 30.
Cuando en lugar de considerar trienios comparamos los promedios
del conjunto de años que integran cada período (cuadro 10 B) se observa
que los peones casados han mejorado más que el ingreso medio en el
último y que la recuperación del promedio de básicos (+ 11,3 por ciento)
no es muy inferior a la del ingreso medio (+ 16,1 por ciento).

80
Cabe aquí hacer la siguiente aclaración: en términos puramente estadísticos, la
brecha se ensancha a un ritmo menor entre 1958 y 1964. Pero se trata de una igualación a
la baja, es decir, una consecuencia de la menor expansión del ingreso medio real. Esto es
importante porque la hipótesis que estamos discutiendo sostiene la constitución de dos
polos, uno que gana cada vez más y otro que se mantiene estancado o gana cada vez menos
en términos reales. Es categórico el contraste al respecto entre los datos que presentamos y
los que muestra Luiz C. BRESSER PEREIRA referidos al Brasil para el período 1960-1970,
en Desarrollo Económico, vol. 14, Nv 55. Allí se muestra que, en ese período, ningún
estrato dentro del 80 por ciento más pobre aumentó sus sueldos reales en más del 10 por
ciento; en la Argentina, los básicos de peones industriales han excedido dicha cifra.
Conclusión: a nuestro juicio, la versión “clásica” sobre el punto no es
de fácil verificación. Desde 1950 hasta 1964 el ingreso medio real se
elevó a pesar de lo que ocurría con los básicos de convenio; desde 1964,
lo hizo impulsado por ellos aunque, obviamente, no sólo por ellos. Podría
argumentarse que la formación de una capa de trabajadores privilegiados
no pesa lo suficiente como para incidir establemente en el nivel de ingreso
medio real. En tal caso, no sólo estaríamos en presencia de un fenómeno
mucho más amortiguado que, por ejemplo, en Brasil, sino que la fracción
de privilegiados en cuestión carecería del suficiente peso social. Esta
conclusión debe leerse en el marco de las limitaciones que se le señalaron
en la nota 29.

4. Fractura salarial por rama


En este punto volveremos a vincular a los asalariados con las ramas
de la producción industrial, pero no por su condición de demandantes de
bienes y servicios —como hicimos en el apartado 1—, sino en su carácter

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 31
de oferentes de trabajo. Puesto que existe una generalizada impresión en
el sentido de asociar grados de concentración con ramas de la industria,
conviene abordar el tema brevemente31. También en este caso existen
indicios suficientes como para sostener la hipótesis de un cambio de etapa
en el modelo de acumulación capitalista a partir de la salida de la crisis de
1962-63.
Efectivamente, un análisis de los salarios básicos de convenio por
rama entre 1950 y 1972 permite captar dos aspectos salientes (cuadro 11).
Primero, el corte abrupto en 1959 medido por alguno de los índices de
dispersión. Esto es coincidentemente con el período de instalación de las
empresas de capital extranjero, fundamentalmente en las ramas llamadas
dinámicas.
En segundo lugar, el hecho de que, a partir de un máximo en 1967,
los índices de dispersión se reducen, primero gradualmente y en 1971-72
con mayor intensidad. Esta caída se ha producido tardíamente en
comparación con la mejoría experimentada por las otras variables
analizadas, lo cual vincula su evolución a la ausencia de convenciones
paritarias y su sustitución por aumentos ma-
En el trabajo de la Secretaría de Planeamiento y Acción de Gobierno, ob. cit., las
diferencias salariales fueron vinculadas, en líneas generales, al nivel de concentración. No
se percibió, en cambio, la importancia en muchos casos mayor que tenía la variable
tamaño del establecimiento. En todo caso, el enfoque de dicho trabajo es más certero que
el presentado en ELSA CIMILLO y OTROS, ob. cit., páginas 132-33 y 144-47, donde tiende a
establecerse una asociación entre niveles de salarios y ramas de la industria.

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32 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

CUADRO 11
Diferencias salariales por ramas de la industria, 1950*1972
Año* Rama más alta ..... # 10Q Tres ramas más altas ___ , 100
Rama más baja Tres ramas más bajas

1950 130,8 127,8


1951 136,6 129,6
1952 135,1 125,9
1953 137,2 127,4
1954 120,5 11’8,2
1955 122,0 117,4
1956 124,9 120,9
1957 125,3 1’21,7
1958 127,0 122,1
1959 154,7 148,3
1960 147,5 141’,9
1961 151,0 137,2
1962 146,7 130,9
1963 1’49,3 133,7
1964 150,1 133,8
1965 155,4 138,1
1966 167,8 143,2
1967 172,3 150,4
1968 172,3 148,6
1969 170,7 149,0
1970 162,2 143,2
1971 145,8 1'36,4
1972 142,9 134,2
Fuente: Calculado en base a los datos del Boletín de Estadísticas Sociales del Ministerio de Trabajo.

sivos durante la Revolución Argentina. Sin embargo, éste es un dato en


contra de la creencia generalizada: la de que precisamente en esa etapa fue
cuando se profundizó la fractura de salarios por rama.
Conviene, sin embargo, manejar con cautela estos elementos, porque
aquí no entran en consideración los salarios fuera de convenio. La
ausencia de información básica —o lo dudoso de algunas fuentes—
impidió el estudio de esa variable, que puede haber modificado
profundamente el cuadro que mostramos. No obstante, se puede afirmar
algo: en 1967 y 1968, puntos máximos de la diferenciación según los
salarios básicos, la práctica de las remuneraciones fuera de convenio
estaba ampliamente generalizada; de áto se deduce que el excedente sobre
el básico, a partir de 1967, debe remontar el aplanamiento del índice de
dispersión para que la fractura entre ramas se mantenga o crezca.
A riesgo de resultar reiterativos, vale la pena indicar que la
diferenciación salarial es un atributo de personas (trabajadores) y no de
ramas de la producción o de la industria, y que dichas ramas ni siquiera
son el factor determinante de la diferenciación.
Esta apreciación suele chocar con evidencias empíricas cir-
cunstanciales. Los datos en los que se basa el cuadro 11 indican que la
industria química, la automotriz, la metalurgia y el papel son las primeras

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 33
cuatro ramas del ranking, mientras que el calzado, las confecciones, la
carne y las imprentas ocupan los cuatro últimos lugares. Pero si esto es
así, es porque existe algún grado de correlación entre el tipo de rama —
dinámica o vegetativa— y el nivel de progreso técnico y concentración
alcanzados. Lamentablemente, las correlaciones disponibles entre
concentración, tamaño de empresas y salarios llegan sólo hasta 1964. La
utilización de las ramas de industria en este apartado es, por lo tanto, sólo
un indicador sustituto.

5. Distribución del ingreso: reversión o estabilidad

Hemos analizado casi todas las variables determinantes de la


distribución del ingreso: empleo, productividad, nivel de salarios, ingreso
real de asalariados, etcétera. En principio, de acuerdo con las mediciones
corrientes, estaríamos en condiciones de afirmar que también en este caso
se ha producido una recuperación en el último subperíodo que cubre
nuestro estudio. Según los datos del cuadro 12, todas las fuentes menos
una convienen en que los trienios 1969 ó 1971 promedian una
participación de los asalariados en el ingreso superior a la del período
1958-64.

CUADRO 12
Participación de los asalariados en el ingreso bruto interno. Distintas fuentes y mediciones.
Promedios trienales seleccionados, 1951-1971
Diéguez y
Diéguez y Petrecolla
Promedios Petrecolla (sólo (activos y
Banco Alfredo pasivos)
trienales Central Plan Trienal Monza activos)
1951 45,8 45,8 46,4 45,0 46,8
1958 39,1 39,li 43,6 38,2 41,3
1964 37,1 37,1 37,9 35,6 39,4
1969 41,1 41,6 36,5 40,0 45,2
1971 39,7 40,3 s/d 38,6 43,0
Nota: El promedio de 1969 para el cálculo de A. Monza es, en realidad, bienal (1968 y 1969) puesto que los datos
llegan hasta este último año. Las cifras excluyen los aportes jubilatorios patronales.
Fuentes:
Columna 1: Se trata de cifras corregidas del Banco Central respecto de las publicadas en Origen del producto.... ob.
cit. Fueron tomadas de Diéguez y Petrecolla, ob. cit., cuadro 5.
Columna 2: Tomada de República Argentina, Poder Ejecutivo Nacional, Plan Trienal para la Reconstrucción y la
Liberación Nacional, Buenos Aires, diciembre de 1973. Columna 3: Tomada de Alfredo Monza, ob. cit.
Columnas 4 y 5: Tomadas de Diéguez y Petrecolla, ob. cit. Su significado está definido en los puntos b) y c) del
cuadro 9. Los porcentajes están calculados respecto del ingreso bruto interno ajustado, que es la diferencia entre el
ingreso bruto interno y el superávit de todo el sistema provisional.
Sin embargo, la mencionada ruptura de la unanimidad y el
florecimiento de la discusión metodológica sobre la medición del
fenómeno obligan a no apresurar las conclusiones. En les últimos tiempos,
Sigaut26, Diéguez y Petrecolla27 y Monza28 han propuesto modificaciones o
26 SIGAUT, ob. cit. (cuadro 9).
27 DIÉGUEZ y PETRECOLLA, ob. cit.
28 MONZA, ob. cit. (cuadro 8).

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34 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

ajustes a la técnica corriente. El segundo trabajo mencionado no requiere


mayores comentarios y sólo cabe acotar que tira levemente hacia arriba
las cifras oficiales de participación de los asalariados del último período
—y hacia abajo las de los dos restantes— debido al incremento de los
déficit del sistema previsional. Los aportes de Sigaut y Monza, en cambio,
requieren algunas observaciones a los efectos de nuestro trabajo.
Sigaut ha objetado que las técnicas corrientes para determinar la
distribución del ingreso han ignorado los cambios en la estructura
ocupacional de la población económicamente activa. Si la proporción de
asalariados decrece en el tiempo, una participación en el ingreso
nominalmente constante significará mejorías para cada integrante del
agregado. Si la proporción de asalariados decrece menos que la
participación nominal en el ingreso —como el autor sostiene que ha
ocurrido en el caso argentino—, se amortiguaría el efecto regresivo de la
distribución para cada persona. Dicho en otras palabras, la propuesta de
Sigaut consiste en desestimar la información que suministra la
participación en el ingreso a favor de una comparación del ingreso per
cápita de asalariados y no asalariados, ambos deflacionados al uso
tradicionl por el índice de los precios implícitos en el producto.
No hay ninguna reserva teórica que hacer a lo anterior, pero sí a la
resolución empírica de Sigaut. En el cuadro 13 se compara la proporción
de asalariados suministrada por este autor con la que proveen los datos
censales. De acuerdo con estos últimos, el porcentaje de asalariados creció
1,2 puntos entre 1947 y 1970, mientras que para Sigaut bajó 3 puntos en
un período sustancialmente similar29.
Estas diferencias arrojan resultados importantes en la distribución
del ingreso. Como se observa en el cuadro, la participación de asalariados
—que según la corrección de Sigaut pasa del 43,3 al 47,2 en 1969'— no
podría ser superior al 45,4 en base a los datos censales en su versión
utópica. A partir de la versión realista, el porcentaje baja al 41,7.
CUADRO 13
Diferentes estimaciones del impacto de cambios en la estructura ocupacional
sobre la participación de los asalariados en el ingreso
Banco
Cálculo de Sigaut Cálculo censal (a) Cálculo censal (b) Central
Por Participa- Por Participa- Por Particip Participación
ciento de ción de ciento ción de ciento de ación de de asala-
asa- asala- de asa- asala- asa- asala- riados
lariados riados lariados riados lariados riados
1947- 76,9 49,7 72,4 — 72,6 — 49,7
50
1960 75,4 40,0 69,9 — 72,0 — 38,0
1969 74,0 47,2 — 45,1 — 41, 43,3
1970 73,9 s/d 70,8 73,8 7 45,3
— —
Notas:

29 Nuevamente, la disparidad entre las cifras censales y las del Banco Central todavía
insuficientemente aclarada, obliga a postergar las conclusiones definitivas.

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 35
1 Para el primer año, los datos de Sigaut y Banco Central corresponden a 1950 y los censales a 1947.
2. Los datos de participación de Sigaut para 1970 no se colocaron por estar estimados con una metodología no
homogénea con las restantes.
3. El significado del cuadro se centraliza en el año 1969, cuyas participaciones de asalariados son las que resultarían
de mantener constante la estructura ocupacional de 1950 (en el caso Sigaut) o de 1947 (en el caso de los censos).
En este último caso, se calculó la participación de asalariados para 1969 con la estructura ocupacional de 1970,
año de realización del censo.
4. El cálculo censal (a) supone que la población de categoría ocupacional desconocida era toda no asalariada. El
cálculo censal (b), evidentemente más realista, supone distribuida dicha población entre asalariados y no
asalariados en proporción a la estructura de los de ocupación conocida.
Fuentes: Los datos de Lorenzo Sigaut, tomados de su ob. cit.
Los datos censales, tomados de los Censos Nacionales de Población de 1947, 1960 y 1970.

La tesis de Monza, por su parte, es que si los asalariados consumen


una canasta fija de bienes, sus ingresos deben deflacionarse por el índice
de precios de dicha canasta y no por el de los precios implícitos. La
corrección es teóricamente válida y conduce a resultados en buena medida
contradictorios con la hipótesis de una mejoría en la distribución del
ingreso, según se aprecia en la columna respectiva del cuadro 13. Sin
embargo, también en este punto debe formularse una reserva empírica:
¿en qué medida la canasta relevada en 1960 refleja auténticamente los
consumos de los asalariados?
Hemos visto antes un indicio, al comprobar que una serie importante
de bienes de consumo durables evolucionaba, en su producción física,
análogamente al ingreso de asalariados. También vimos, al analizar en
detalle la evolución de las industrias de demanda vegetativa, que los
bienes que más crecían eran, por así decirlo, los “menos tradicionales”
(gaseosas, alimentos preparados, conservas). En cambio, las prendas de
vestir o el calzado crecían menos que su participación en el producto.
Si no fuera porque ya se analizó en apartados anteriores, podría
existir la tentación —a la manera “clásica”— de atribuir esto al
estancamiento de los salarios reales y a la redistribución regresiva del
ingreso a favor de sectores altos y medios. En cambió, nos inclinamos a
pensar que son mayores las evidencias para creer que, en buena medida, el
hecho es revelador de una diversificación de los consumos de asalariados
no reflejada por la canasta.
Finalmente, debe tenerse en cuenta que la distribución del ingreso
puede mejorar (empeorar) con un aumento (descenso) relativo de la
proporción de trabajadores mejor pagos en el total de asalariados, aunque
se mantenga proporcionalmente constante el ingreso per cápita de los
restantes.
En tal sentido, toda recuperación de la participación de los
asalariados en el ingreso que respondiera a este fenómeno debería ser
computada en contra de la hipótesis del cambio de etapa en 1964. Para
aislar esa variable se confeccionó un cuadro de distribución de los
asalariados por tramos de ingreso, procediéndose luego a modificarlo a
partir de un dato censal: el cambio ascendente en la proporción de
directores, gerentes, profesionales y técnicos en el total de asalariados
entre 1960 y 1970. Las modificaciones resultantes en la distribución del

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36 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

ingreso fueron bajas pero no enteramente desestimables: verbigracia, el


45,7 por ciento de la distribución de Diéguez y Petrecolla para el año 1970
se elevaría hasta un 47 por ciento s®.
Conclusión. Las mediciones corrientes, así como las correcciones
efectuadas por Sigaut y Diéguez y Petrecolla, indican una reversión en la
tendencia regresiva de la distribución del ingreso del período 1958-1964.
Sin embargo, las reservas que surgen del cálculo efectuado por Monza, las
que derivan de la discrepancia acerca de la estructura ocupacional y el
posible efecto de un aumento en el porcentaje de asalariados de altos
ingresos, cuestionan el significado real de aquellos resultados. Entretanto,
todo lo que puede decirse es que en el último período parece haberse pro-
ducido, por lo menos, una estabilización de la distribución del ingreso ® 7.
36
Cf. Apéndice Metodológico.
37
En realidad, las razones aducidas por Monza para descartar el deflactor precios
implícitos, parecen incuestionables. El problema que se plantea es de índole empírica. Si la
canasta del Instituto de Estadística del año 1960 es dudoso aue represente hoy el consumo
obrero, casi no caben dudas acerca de su irre- presentatividad para el conjunto dé los
asalariados. De hecho, la nueva canasta de consumos que prepara aquella institución,
totalmente diferente de la de 1960 por haberse integrado la muestra con casi todo tipo de
asalariados y no solamente con obreros industriales, mostraría fuertes caídas en la
participación de los rubros carne (del 15 al 10,5 por ciento) y alimentación (del 57,3 al
46,0 por ciento), justamente dos ítem que hacen bajar la participación de asalariados de los
últimos años cuando se usa el índice de precios al consumidor basado en la canasta de
1960.
6. Las exportaciones industriales
Evaluadas ya las tendencias del mercado interno, cabe preguntarse
acerca de la influencia que los mercados exteriores han tenido sobre la
producción industrial. Ya fuera porque las empresas empezaron a trasladar
a los precios sus aumentos de productividad, ya por el alto nivel de
subsidios registrado en los últimos años o en algunos casos aislados por la
intervención coercitiva del estado, las exportaciones industriales
estuvieron creciendo a tasas completamente inusuales en los años finales
del período considerado.
Sin embargo, puede afirmarse que, excluido en parte el año 1972, el
impulso al crecimiento industrial por el lado de la demanda provino
fundamentalmente del mercado interno. Sobre la base del cuadro 14 se
pueden extraer dos conclusiones al respecto:
a) Si se excluye el caso de alimentos —rama altamente influida por
las exportaciones de carne y otras tradicionales—, se verá

■CUADRO 14
Proporciones y relaciones incrementóles de las exportaciones sobre la
producción industrial por ramas, 1951-1972

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 37
Relaciones increméntales Proporción de las expor- (Incremento exportaciones/ taciones en la producción
incremento de la producción)
195 195 196 197 1972 1971-1964 1972-
1 8 4 1 1971
Alimentos 8 15, 12, 15, 18,2 16,1 26,
Bebidas ,3
0,1 50,0 0,2 8 50,3 0,4 0,3 4 0,7
Tabaco 0 0,4 2,6 5,2 7,0 6,6 12,
Textiles 0 0,5 0,3 2,5 2,7 3,3 3,2
Calzado y confecciones 0 0,2 0,2 2,3 2,6 2,8 2,6
Madera 0 0,1 0,0 0,0 0,0 0,0 0,1
Muebles 0 0,0 0,0 0,1 0,1 0,1 0,2
Imprentas y editoriales 0 0,2 4,0 4,0 4,8 4,0 7,9
Papel 0 0,0 0,1 0,4 1,0 0,4 1,4
Cuero 0 0,2 0,2 2,3 2,6 2,8 2,6
Química 0 1,4 1,3 6,8 7,1 8,0 6,3
Derivados del petróleo ,1
y carbón 0 o,r 0,9 0,5 0,4 0,4 0,2
Caucho 0 0,2 0,1 0,9 1,1 1,2 2,3
Minerales no metálicos 0 0,1 0,1 0,6 0,8 0,7 1,5
Metalurgia básica 0 0,1 1,6 2,7 2,7 2,9 2,7
Otros productos metálicos 0 0,1 0,3 1,1 1,3
Maquinarias eléctricas y ,0 1,2 1,9
no eléctricas o 0,4 1,3 4,4 4,7 5,1 5,3
Material de transporte 0 0,0 0,1 1,5 2,0 1,8 3,5
Total 2 4, 3, 5, 5,7 5,3 8,
Total excluido alimentos 0 0,3 0,7 2,1 2,3 2,4 2,9
Fuentes: Calculado directamente sobre la,2
base de los datos de exportaciones de los Anua rios de Comercio Exterior
del Instituto Nadional de Estadística y Censos y los datos de valor bruto de producción del Banco Central de la
República Argentina» Los cálculos fueron hechos a precios corrientes.
que la estructura productiva argentina sigue siendo “intensiva en mercado
interno”30. En muchos casos, la proporción de las exportaciones sobre el
valor bruto de la producción permaneció próxima a cero, aun en el año
record de 1972; tal es el caso de bebidas calzado y prendas de vestir,
madera, muebles, derivados del petróleo y carbón, minerales no metálicos.
En otros, como productos químicos o tabaco —las más altas después de
alimentos— recién se superó el 5 por ciento en el trienio 1971.
b) También en el margen —como se comprueba al analizar la
relación incremental de las exportaciones sobre el valor bruto de
producción— las exportaciones tuvieron escasa incidencia desde la
perspectiva de la tasa de crecimiento industrial. En tal sentido, los datos
del cuadro están indicando que, por ejemplo, sólo un 6,6 por ciento del
aumento de producción de la rama tabaco entre 1964 y 1971 fue absorbido
por las exportaciones 31. Esto es importante porque, si bien es aceptado
que las exportaciones constituyen una baja proporción de la producción
industrial, muchas veces se argumentó que eran cruciales para la tasa de
crecimiento.
En principio, los argumentos anteriores no excluyen la posibilidad de
que las exportaciones hayan adquirido importancia para algunas empresas
en particular. Y esto puede ser cierto cuando se considera el nivel de
ganancias, pero sigue siendo incorrecto, en términos generales, desde el

30 Cf. cuadro 14.


31 En otras palabras, la rama tabaco hubiera crecido un 24,1 por ciento en lugar del
25,8, en ausencia de las exportaciones.

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38 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

punto de vista de la relación exportaciones-producción.


Naturalmente que lo anterior no pretende ser una regla ex- cluyente,
pero el cuadro 15 ilustra sobre la situación de 122 de las 150 empresas de
mayores ventas en 1973, un año en el que las exportaciones industriales
alcanzaron su pico. La relación, que en 1969 había sido del 1,62 por
ciento, pasó al 3,08 en 1973. Ambas tasas, así como el 3,5 por ciento de la
relación incremental, pueden resultar sorprendentemente bajas si se
atiende al conocido juicio de que las empresas grandes se abrieron a los
mercados exteriores como respuesta a un mercado interno estancado.
De tal manera, salvo algunas pocas empresas que se integraron a la
nueva división internacional del trabajo en el marco de la ALALC, el
resto de las grandes firmas no muestra diferencias sustantivas con el
análisis a nivel de ramas. Contrariamente a un supuesto “clásico” por
excelencia, las grandes corporaciones no pueden desestimar desde ningún
punto de vista la evolución del mercado interno, sean quienes fueren sus
demandantes potenciales.
CUADRO 15
Exportaciones de las grandes empresas, 1969 y 1973
Exportaciones Exportaciones Relación
(Millones Ventas de sobre ventas (por incrementa!
moneda pesos nacional) ciento) (por ciento)
1969 24.963,3 1.534.51'7 1,62
3,5
1973 208.293,4 6.768.307 3,08
Nota: Se consideraron 122 empresas —las de mayores ventas— después de descontar las estatales y las que carecían
del número de exportador. Las ventas de estas últimas se computaron en el total por considerar que sus exportaciones
eran — 0.
Fuentes: Datos de la Dirección Nacional de Aduanas y de la revista Mercado.

Dos consideraciones finales sobre las exportaciones manufactureras.


En primer lugar, debe destacarse la escasa correlación de rangos existente
entre las relaciones exportaciones/producción por rama y la ubicación
como industrias vegetativas o dinámicas, naturalmente excluyendo el caso
de la carne. Una vez más, esto indica que no ha sido el estancamiento de
la demanda de los asalariados lo que motivó la salida de la industria a los
mercados externos.
En segundo lugar, nos encontramos, también en el caso de las
exportaciones, con un liderazgo industrial bastante diversificado. Por un
lado, se ha producido una alta tasa de incorporación de empresas a la
exportación: pasaron de 1.561 en 1968 a 3.140 en 1973. Por otro, esto
vino acompañado por un descenso en el grado de concentración de las
exportaciones y en la porción correspondiente a las empresas extranjeras
(cf. cuadro 16)32.

III. CONCLUSIONES
32En la parte del estudio referida a exportaciones según tipo de empresas se contó
con la colaboración de Sara Zricky.

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 39
Es probable que después del farragoso análisis estadístico de las
secciones precedentes apenas estemos en condiciones de intentar algunas
respuestas —a modo de conclusiones— a las preguntas que sugiere el
texto. En algunos casos, incluso, las hipótesis que se formularán sólo
servirán para remitirnos a nuevos interrogantes, puesto que se refieren a
fenómenos no estudiados aquí y tampoco muy estudiados en general.
Por otra parte, no es sorprendente que así sea, ya que los cambios
ocurridos en la dinámica industrial tienen muchas veces su explicación en
modificaciones más globales de la economía. En ese sentido, este trabajo
supone un enfoque fragmentario, aun cuando parte de su estrechez
pretenda ser subsanada en lo que sigue.
CUADRO 1'6
Concentración y participación extranjera en las exportaciones, 1968-1973
Concentración de las exportaciones Participación extranjera
Por ciento de
exportaciones Cantida
de empresas d de Por ciento
de la muestra empresa Por ciento de
sobre el total s extranjero en exportacione
Cantidad de Total de de exporta- extranje- el total de s de
empresas en empresas doras ras en la empresas de empresas
la muestra exportadoras muestra la muestra extranjeras
196 94 1561 77,5 29 30,9 32,4
8
196 120 1981 73,9 39 32,5 30,9
197 115 1911 77,7 49 42,6 46,6
197 123 2046 75,6 45 37,4 38,0
197 151 2511 66,5 52 34,4 30,7
197 188 3140 7Í,6 53 28,2 22,8
Fuentes y métodos: SQ confeccionó una muestra, para cada año, integrada por aquel 6 por ciento de empresas que
más exportaban y que, en 1973, eran aquellas que superaban individualmente el 0,1 por ciento del total de
exportaciones promocionadas. Al incluirse solamente las exportaciones promocionadas quedan fuera aquellas
exportaciones de origen industrial más tradicionales.
Los datos de base provienen de la Secretaría de Comercio Exterior y de la Dirección Nacional de Aduanas.
Cuando en el cuadro se habla de por cientos sobre el total de exportaciones debe entenderse el total de exportaciones
promocionadas.

1. El primer interrogante que, a nuestro juicio, vale la pena discutir


es el siguiente: el período que comienza en 1964, ¿es de poscrisis —y por
lo tanto coyuntural— o puede ser definido como una nueva etapa? Sería
inútil embarcarse en una discusión semántica acerca de cómo definir un
cambio de etapa, puesto que todo lo que los autores han querido decir en
ese sentido es que algunas características originales de estos últimos años
favorecen la posibilidad de excluir el tratamiento del período como una
simple fase de recuperación cíclica:
a) cambios en los sectores más dinámicos de la estructura industrial (ya
no los bienes durables de consumo exclusivamente);
b) recuperación que excedió largamente los niveles de producción
previos a la crisis y, en general, tasas de crecimiento mayores que las
del período 1951-58;
c) perdurabilidad de los rasgos distintivos del período aun dentro de
“microcrisis” como la de 1972;
d) estabilidad (o reversión) en las pautas de distribución del ingreso.

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40 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

En definitiva, el trabajo ha mostrado que el capitalismo industrial


argentino ha tenido, en los últimos años, mayor “capacidad de
incorporación” y de desarrollo del mercado interno que las que hace
algunos años se hubieran considerado típicas de un capitalismo
dependiente avanzado.
No se ignora que a partir de esta conclusión —que implica una buena
dosis de apreciación puesto que compara expectativas— muchos
pretenderán deducir que se trata de un problema duramente resuelto, que
la Argentina puede convertirse en un régimen económico ascendente, tal
vez único en América Latina y similar a los países más desarrollados.
En realidad, lo que debiera deducirse es casi lo contrario:
manteniéndose las tradicionales dependencias del sector externo,
últimamente acentuadas por las inversiones extranjeras más recientes y la
subordinación tecnológica, y con una relación de fuerzas sociales muchas
veces caracterizada como en situación de tenso empate, el capitalismo
industrial argentino ha mostrado alguna capacidad para desarrollar el
mercado interno de asalariados y, a la vez, profundizar el desarrollo
capitalista en el sentido de incrementar, heterogéneamente, la dotación del
factor capital. Este es, a nuestro juicio, su rasgo peculiar.
Una correcta visión de la nueva etapa que aquí se ha señalado es la
de Fernando H. Cardoso en su análisis sobre las contradicciones del
desarrollo asociado; con el término “asociado” se hace referencia a la
incorporación de nuevos sectores propietarios al modelo de crecimiento
dirigido por el capital monopolista extranjero; dicha incorporación no
elimina las contradicciones, sino que plantea problemas inéditos en el
plano de la dependencia tecnológica y la distribución del ingreso. En este
trabajo se intenta estudiar la evolución reciente del capitalismo industrial
argentino como un caso de desarrollo asociado, sin olvidar su originalidad
—sobre todo lo que hemos llamado su mayor “capacidad de incorpora-
ción”— con respecto al caso brasileño.
2. Algunas de las causas que explican el cambio ocurrido pueden
encontrarse en la dinámica propia del capitalismo industrial. La
diversificación del liderazgo empresario —que en los últimos años abarca
un espectro cada vez más amplio de ramas, tamaños y nacionalidades—
no sería concebible de no tenerse en cuenta la forma que adoptó la aludida
profundización del capital. En este sentido, nuestra hipótesis es que, tras
una etapa en la que el rasgo predominante fue la instalación masiva de
grandes empresas oligo- pólicas —sobre todo extranjeras—, en las ramas
llamadas dinámicas de la estructura industrial, el tipo de acumulación se
com- plejizó notablemente, distanciándose de los esquemas teóricos que
tradicionalmente explicaron los procesos de concentración.
En efecto, lo distintivo del desarrollo industrial argentino después de
la crisis de 1962-1963 parece haber sido la pluralidad de ramas, tamaños,

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 41
nacionalidades y tecnologías que impulsaron hacia arriba la tasa de
crecimiento. La vinculación de este proceso —verificado en nuestro
trabajo en lo referido a la diversidad de ramas y tamaños— con las
hipótesis cada vez más difundidas sobre la creciente conglomeración de
las economías capitalistas resulta indudable 41. Desgraciadamente, no se ha
analizado todavía en forma exhaustiva, ni aquí, ni en otros trabajos, la
relación comercial, financiera o tecnológica que, también en el caso
argentino, debe estar entrelazando a los diversos miembros de esta
aparentemente heterogénea vanguardia empresaria. Por ello, permanece
como hipótesis a verificar una de las proposiciones fundamentales de la
teoría del conglomerado: que las pequeñas y medianas empresas que se
asocian al liderazgo de los monopolios son las que mantienen con éstos
algún tipo de relación subordinada en los mercados de productos (sea
como vendedores o como compradores), financieros o tecnológicos,
mientras que el resto de las pequeñas y medianas empresas tienden a ser
desplazadas.
En lo que se refiere al desarrollo del mercado interno de asalariados
y el consecuente crecimiento de las ramas no durables de consumo junto a
bienes-salario “no tradicionales”, algunas explicaciones deberán buscarse
fuera del propio sector industrial. Es el caso de la construcción, destacado
por Canitrot y Sebess, por el importante sesgo al alza que su
comportamiento dio al nivel de ocupación. También hay que considerar el
caso del sector agropecuario, dada la influencia que tuvo en el
mejoramiento del ingreso real de asalariados. En efecto, entre 1964 y
1969 (trienios), la participación de asalariados en el ingreso agropecuario
subió un 33,8 por ciento contra un 13,9 en el industrial. Debe darse a este
hecho toda la importancia que tiene como indicativo del desarrollo del
mercado interno hacia el campo.
De todas maneras sigue siendo el sector industrial el que más ha
influido en la mejora de la participación, dada la magnitud del ingreso
global de sus asalariados. Sin embargo, aunque teóricamente más próximo
al tema de este trabajo, no pueden presentarse conclusiones definitivas
acerca de las causas determinantes de esa mejoría. Recientemente, Altimir
ha presentado hipótesis y conclusiones de una investigación en plena
marcha cuya finalización muy probablemente depare nuevas respuestas.
Este autor encuentra un cambio de etapa hacia 1965 en cuanto a las pautas
de distribución del ingreso industrial. Por un lado, las empresas líderes,
ubicadas en ramas muy diversas de la industria, habrían comenzado a tras-
ladar a los salarios y a los precios una parte de sus ganancias de
W Esta idea acerca de la importancia de la conglomeración como forma alternativa de
comportamiento de las grandes empresas ante alguna suerte de dificultades en el mercado
interno está señalada en TAVABES y SERBA, ob. cit. productividad, dado el nivel ya

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42 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

bastante elevado de los beneficios 33. No obstante, las responsables


principales del aumento de participación salarial habrían sido las empresas
satélites; es que sus moderados incrementos de productividad no pudieron,
según la hipótesis, contrapesar los aumentos de salarios y disminuciones
(reales) de precios inducidos por las empresas líderes, lo cual significó
una caída de los beneficios.
Tampoco habría que descartar la influencia de los sobresalarios
abonados por las empresas líderes que, por otra parte, se han ido
extendiendo con cierta vastedad a las diferentes industrias, disminuyendo
inclusive la fractura salarial por ramas industriales. De hecho, las
variaciones de los costos unitarios de la mano de obra entre 1964 y 1970,
medidos para cada uno de los estratos de concentración, no resultan
significativas34. Lo cierto es que sobre este punto —el de las razones que
impulsaron la mayor participación de los salarios en el ingreso industrial
— tampoco pueden sacarse conclusiones definitivas.
3. Las relaciones causales que comenzaron a esbozarse en el punto
anterior se asentaron, sin embargo, sobre una estructura económica que,
de alguna manera, permitió el desarrollo de los rasgos originales que
hemos venido mencionando. Cabe entonces preguntarse: ¿cuáles fueron
las condiciones de posibilidad de la nueva etapa?
En lo que se refiere al proceso de acumulación industrial previo a la
etapa en cuestión, deben subrayarse dos aspectos. Por un lado, la forma en
que se operó la sustitución de importaciones en bienes de consumo
durable y algunos de capital e intermedios, basada en ramas que en
algunos casos nacieron concentradas y, en otros, desplazaron con relativa
rapidez a competidores nacionales y extranjeros, generando un fuerte
grupo de empresas líderes.
A ello habría que agregar, sobre todo en lo referido a las industrias
vegetativas, la estructura fabril creada durante el proceso de sustitución
“fácil” y aun antes, durante la economía primaria exportadora. Algunas de
estas empresas lograron pasar el rubicón de la crisis, pese a haberse
estancado la demanda en dichas ramas. Las razones específicas de la
perduración de algunas empresas y de la extinción de otras sólo podrían
aclararse con estudios más profundos. No obstante, algunos factores de
33 Cf. Altimir, ob. cit, en cuyo trabajo se intenta, quizás por primera vez, definir una
función de beneficios adaptada a las circunstancias históricas presentes en nuestro país. Sin
embargo, no resulta claro que un nivel alto de beneficios pueda ser causal de mayores
salarios; más bien puede tratarse de una condición de posibilidad activada por otros
factores tales como las luchas obreras.
34 Se analizaron los costos unitarios de la mano de obra para los cuatro estratos de
concentración y se encontró una tendencia general hacia la estabilización entre 1964 y
1970; se produjeron leves aumentos en las ramas altamente concentradas con pocas
empresas y en las escasamente concentradas; se observaron disminuciones también muy
leves en las ramas altamente concentradas con muchas empresas y en las medianamente
concentradas.

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 43
orden general ya mencionados antes jugaron su papel: pertenencia de
ciertas empresas a grupos de capital o conglomerados que proveyeron fa-
cilidades comerciales y financieras; progresiva vinculación tecnológica
con capitales extranjeros. Finalmente, no habría que descartar la presencia
de especiales capacidades gerenciales en algunos casos, lo que determinó
la constitución de grupos económicos locales.
Por otra parte, queda fuera de toda duda que el aumento general de
productividad por trabajador ocupado fue la condición general, interna a
la industria, que permitió la posterior “estabilidad ascendente” en la
distribución del ingreso. Deben recordarse aquí las cifras del cuadro 6,
donde puede verse que para muy diversas ramas y estratos de
concentración dichos aumentos no fueron en absoluto despreciables,
incluso en un período que, como el posterior a 1964, mostró una
desaceleración general de la productividad. Sólo en este sentido puede
considerarse a la última etapa como “típicamente” de poscrisis, en tanto se
asentó en buena medida sobre los aumentos de productividad y
redistribución regresiva del ingreso del período 1958-1964.
Pero la más importante condición de posibilidad económica ha sido
la ausencia de crisis en el sector externo, lo cual permitió que el proceso
de profundización del capital se desarrollara sin estran- gulamientos, con
la consecuente estabilidad en la tasa de crecimiento industrial.
No hay todavía un estudio detallado sobre las causas que permitieron
superar las agudas fluctuaciones registradas en esta materia hasta 1963,
pero una combinación de las variables que se mencionan a continuación
deberán ocupar un lugar relevante en las futuras explicaciones: 1) Cierta
tendencia a la atenuación en las restricciones de oferta de bienes
agropecuarios. Con distinto énfasis, la literatura reciente parece convenir
en que, al menos, el producto agropecuario registra una “plataforma” más
alta desde 196435. Esto pudo haber amortiguado la contradicción entre el
abastecimiento del mercado interno con salarios reales moderadamente
crecientes y el aumento de las exportaciones agropecuarias.
2) Aumento de las exportaciones provenientes de la propia industria. Sin
entrar a polemizar sobre el conocido problema del “auto- abastecimiento”
industrial de divisas, lo cierto es que esto contribuyó, junto con lo
mencionado en el punto anterior, a que las exportaciones totales zafaran
del estancamiento, incluso en términos monetarios entre 1950 y 1962. 3)
Un eventual efecto positivo de la sustitución de importaciones. El nivel
monetario de las importaciones totales de 1951 sólo se supera en 1969, a
pesar de que la tasa de crecimiento del producto industrial no fue nula en

35Cf., entre otros, los trabajos de MIGUEL TEUBAL: “Estimaciones del ‘excedente
financiero’ del sector agropecuario argentino”, en Desarrollo Económico, vol. 14, No 56,
enero-marzo de 1975, pág. 689; Lucio G. RECA: “Producción de cereales y carne vacuna;
evolución reciente y perspectivas”, publicación No 12, Servicio de Investigaciones
Económicas del Banco Ganadero Argentino.

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44 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

el mismo período. En este sentido, la sustitución operada en materia de


petróleo y petroquímica parece haber tenido una incidencia relevante. 4)
Cierta independencia del nivel de importaciones de algunas empresas
respecto a la tasa de cambio efectiva. A ello pudo haber contribuido la
vinculación creciente entre dichas empresas y sus proveedores
internacionales de insumos y bienes de capital, lo cual derivó en mayores
facilidades crediticias y financieras para la importación. 5) Visible
aumento de la deuda externa. Esto se debió en parte a las repetidas
financiaciones, que trasladaron importantes cargas financieras a los años
presentes 36, pero también al innegable esfuerzo de inversión registrado en
el último subperíodo y eventualmente financiado con nuevos préstamos.
Finalmente, debe otorgarse la importancia que tiene a la condición
política que permitió el sendero de desarrollo capitalista analizado en el
trabajo. Nos referimos al derrocamiento del gobierno peronista en 1955.
Paradójicamente, cuando pareciera que este proceso ha terminado de dar
“todo lo malo y todo lo bueno que tenía en sí”, nuevamente ha conseguido
el poder un gobierno peronista. Con seguridad, esto no ha sido ni será
inocuo para la evolución posterior.
4. Los diversos aspectos desarrollados hasta ahora en estas
conclusiones constituyen el escenario sobre el que se movieron los actores
sociales. De tal modo, ¿qué intereses impulsaron la nueva etapa?
Desde el ángulo de los sectores empresarios parece indudable la
disminución del número y el tipo de empresas cuyo crecimiento puede
realizarse a expensas de sus competidores en decadencia y, por lo tanto,
más necesitadas de lo que podríamos llamar expansión “real” de los
mercados, ya sea por un aumento del número de Consumidores nacionales
o extranjeros, ya sea por un aumento en el gasto de un número constante
de consumidores. Por supuesto, esto no se da en igual medida en las
distintas ramas de la industria. Automotores, cigarrillos, tractores,
alimentos preparados, son algunos ejemplos que muestran la variedad de
ramas en las que se ha alcanzado una relativa estabilidad de la estructura
empre- saria. Bodegas, electrónica doméstica y artículos para el hogar,
calzado y confecciones son, en cambio, casos demostrativos de con-
centración inestable y mayor probabilidad de crecer a expensas de los
competidores.
Este aumento de la propensión “mercado-internista” de algunas
grandes empresas es un fenómeno todavía endeble pero de indudable
existencia. También es cierto, no obstante, que la estabilidad de la
estructura empresaria puede incrementar el interés por la exportación,
sobre todo si se mantiene una tasa de ganancia diferencial, o bien por la

36La deuda externa, por completo independiente de la política económica del actual
gobierno, se ha convertido, sin embargo, en uno de los principales causantes de las oscuras
perspectivas del sector externo para 1975-76.

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 45
conglomeración como alternativa a la expansión más acelerada del
volumen de ventas de empresas individuales.
En lo relativo a las luchas sindicales no podría ignorarse que entre
1955 y 1963 los trabajadores carecieron de una central única que contara,
simultáneamente, con un mínimo de consenso y con el reconocimiento
estatal. Fue a partir del último año mencionado que, coexistiendo con
otras variadas formas de lucha social que ya se verificaban antes y
continuaron después, la especificidad de los contenidos reivindicativos
sindicales pudo apoyarse en mayor medida en una estructura orgánica
única que, por otra parte, fue adquiriendo un fluido contacto con el estado.
iLo que se intenta significar es que la etapa que bosquejamos resulta
impensable en ausencia de tal estructura, mas allá de los cuestionamientos
de su representatividad.
5. La periodización “económica” de este trabajo requiere una
aclaración, ya que la etapa 1964-72 unifica dos modelos políticos y dos
tipos de estado completamente diversos. En realidad, los autores piensan
que tampoco hubo continuidad ni en los objetivos ni en la política
económica. Precisamente, la Revolución Argentina vino a frenar un
proceso redistributivo que, a los efectos del modelo de acumulación
naciente y que hemos descripto en el artículo, debía ser dirigido desde el
estado (premisa principal) y llevado a cabo con “cuentagotas”, tal como
efectivamente ocurrió. Si pudiéramos imaginar un retorno exitoso por
parte de Perón en 1965, o aun un triunfo electoral del justicialismo al
término del gobierno radical (1969), una estrategia económica como la
aplicada durante 1973 y 1974 hubiera contado con un margen amplio,
precisamente el margen que otorgaba la fuerte redistribución regresiva de
1958-64.
En cambio, como ya señalamos, el nuevo gobierno peronista llega
cuando la estrategia de acumulación analizada está a punto de agotarse. El
cambio en los objetivos y en la política económica son tan profundos
como en 1946, o tanto como lo hubieran sido en 1964 y 1965. Sin
embargo, el punto de partida es distinto. Así ocurre, por ejemplo, que la
distribución del ingreso de 1974 no haya alcanzado el pico de 1970, y que
los salarios reales encuentren grandes dificultades para superar los niveles
de entonces, pese a la aplicación de una política de control de precios.
6. El gobierno peronista que asume en 1973 confronta una doble
situación económica, cuya resolución parece todavía incierta.
Por un lado, como se manifestó en el punto anterior, la naturaleza de
la etapa vivida hasta 1972 en materia de ingreso de asalariados dificulta
una eventual política distribucionista acelerada, al estilo de la de treinta
años atrás. La reedición de aquella política se ve trabada por la tendencia
al agotamiento de la capacidad ociosa en las ramas de bienes-salario y,

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46 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

más a largo plazo, porque el peso social y la claridad de intereses de los


grupos empresarios industriales “mercado-internistas” son menores que en
aquel entonces 46.
Por otro lado, después de haber alcanzado algo así como un “piso”
más elevado que el precedente en lo que hace a pautas distributivas y
desarrollo de la inversión, la economía argentina parece necesitar una
reestructuración de la dinámica sectorial que mantenga o mejore los
actuales niveles de crecimiento. Mucho más, después de que la política
económica de los años 1973 y 1974 acelerara la redistribución de ingresos
y redujera sustancialmente la capacidad ociosa en las ramas de bienes-
salario.
Efectivamente, no aparecen claros en este momento cuáles serán los
sectores o ramas de la economía que con su dinamismo tenderán a
convertirse en núcleos expansivos del conjunto. El abanico de
posibilidades que se abre es, aproximadamente, el que sigue: 1)
sustitución selectiva y gradual de importaciones de bienes intermedios —
papel, cobre, hierro, aceros especiales, recuperación del terreno perdido en
materia de petróleo. Parece indudable que ésta sería una estrategia
derivada de las crecientes dificultades
48
El permanente aumento de la participación de los bienes industriales en la canasta
de consumo de los asalariados, e inclusive de los obreros, juega a favor de la propensión
empresaria hacia el mercado interno.
para avanzar masivamente en base a la sustitución de importaciones,
camino que según todos los indicios estaría llegando a su fin; 2)
mantenimiento de las pautas de redistribución de ingresos, con la
consiguiente expansión de las industrias de bienes-salario, es decir,
algunas de las vegetativas tradicionales más ciertos consumos durables. Si
bien la estrategia descripta se asemeja a la de 1973, parece seguro que
ahora el sendero de crecimiento sólo se podrá prolongar mediante nuevas
inversiones en esas ramas, dadas las mencionadas dificultades para seguir
expandiéndose en base a la capacidad ociosa; 3) impulso en la demanda
global del sector agropecuario, especialmente en lo referido a bienes de
capital; 4) intento de profundizar los consumos durables de las clases
medias, extendiendo los métodos de financiación y acentuando la
sofisticación y la diversidad de los bienes; 5) crecimiento hacia afuera,
apoyado en una política de fuertes subsidios a las exportaciones
industriales y de aliento a la oferta de bienes agropecuarios; 6)
concentración del esfuerzo inversor en las ramas de bienes de capital.
Naturalmente éstas son las alternativas teóricas, ante las cuales los
autores se sienten tentados de dar una respuesta ecléctica que afirme la
necesaria variedad del crecimiento en todos los frentes mencionados.
Incluso este atajo puede aportar alguna verdad, si es que con ello se refleja
aunque sea en parte el grado de complejidad que ha alcanzado la

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 47
economía argentina. No obstante, quizás sea posible avanzar algo más en
la respuesta.
En primer lugar, existe una restricción política y otra estructural —la
crisis del sector externo— que limitan algunas estrategias e impulsan
otras. Por ejemplo, es seguro que estando el peronismo en el gobierno
resulta imposible un desarrollo muy sesgado a favor de los consumos
durables sofisticados; o que la escasez de divisas frenará cualquier tipo de
desarrollo basado en el alza del coeficiente de importaciones y alentará —
en la medida en que el mercado internacional lo permita— el crecimiento
sustentado en las exportaciones industriales.
Por otra parte, algunas de las alternativas mencionadas tienen
carácter subsidiario, en el sentido de que no definen la originalidad de una
estrategia. Por ejemplo, la demanda de bienes de capital e intermedios por
parte del sector agropecuario se verá incrementada de cualquier manera,
puesto que se trata de un objetivo en alguna medida común del conjunto
urbano, independientemente de las alianzas que se consoliden en su
interior. Por ello, difícilmente puedan prosperar las resistencias que a ese
respecto se registran en algunos sectores del campo. Aunque en menor
medida, también la sustitución selectiva de importaciones parece ser de
interés más o menos “general”.
De tal manera, habrá que diferenciar las estrategias posibles en base
a los siguientes parámetros: la importancia relativa que se otorgue a los
bienes no durables o a los durables simples en contraposición a los bienes
durables más sofisticados; por otro lado, la importancia que se adjudique
al desarrollo de las industrias de bienes de capital. Tan sencilla como
aparece, esta opción implica complejos juegos de alianzas sociales y
políticas, conducciones alternativas del gobierno y, de manera central,
distinta asignación de roles al estado en la acumulación del capital.
Una política más liberal y proclive a las fuentes tradicionales de
capital y tecnología inclinaría la mezcla de producción hacia los consumos
durables y el desarrollo financiero. En cambio, una política de mayor
avance estatal y deseosa de francas aperturas comerciales y tecnológicas
favorecería el desarrollo de los bienes de capital. El caso de las industrias
de bienes-salario es algo más matizado: en el primer modelo, por la
naturaleza de las fuerzas que lo impulsan, se intentará hacer retroceder la
actual estructura de distribución de ingresos, aunque la gravitante posición
sindical implicará una fuerte “rigidez a la baja”. En cuanto al modelo más
“capitalista de estado”, el rol decisivo que eventualmente tendrían en él
los sectores gremiales supone el mantenimiento o la mejoría de las
actuales pautas de distribución. Desde ya que, en uno y otro caso, la crisis
internacional debe tener un efecto de retroceso, pero esto es relativamente
independiente de los objetivos estratégicos de cada modelo.
7. No es la primera vez que se plantean en el país encrucijadas

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48 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

históricas de tanta importancia. La crisis de 1952 puso punto final a varios


años de expansión basada en la distribución progresiva del ingreso, la
incorporación de mano de obra, el fortalecimiento del capital nacional y el
sector estatal y el desarrollo del mercado interno; los rasgos principales de
la crisis fueron la notoria escasez de divisas y el agotamiento de la
estrategia basada en las industrias “livianas”.
Una vez “resuelto” el problema político en 1955, se promovió desde
el estado un profundo proceso de sustitución de trabajo por capital, uno de
los principales reclamos de buena parte de la clase empresaria desde el
comienzo de la crisis. Así, la nueva estrategia de crecimiento implicó una
escasa incorporación de mano de obra y redistribución regresiva del
ingreso. Los sectores dinámicos de la industria fueron las ramas de bienes
de consumo durable y algunos de capital e intermedios.
Como hemos intentado probar en nuestro trabajo, esa etapa finalizó
con la grave crisis de 1962-63. Desde entonces comenzó a modif icarse —
en un proceso que adquirió mayor celeridad a partir de mayo de 1973— el
sendero de desarrollo vigente. Se verificó una reversión de las pautas de
distribución del ingreso, mayor incorporación de mano de obra, más altas
tasas de crecimiento en las ramas tradicionales de la industria y mayor
heterogeneidad del liderazgo empresario, incluyendo una creciente
participación estatal
La actual coyuntura presenta aspectos comunes no desdeñables con
la de 1952: hay amenazas fundadas de crisis en el sector externo, techos
aparentes en el empleo y la distribución del ingreso, agotamiento de los
senderos de expansión del producto iniciados hace veinte años. Como
entonces, el peronismo está en el gobierno. En 1952, sin embargo, los
cambios ocurridos en la política económica como respuesta a la crisis no
significaron una “solución” estable para los problemas del desarrollo
capitalista y es a partir de ello que se produce la ruptura política de 1955 y
la posterior implementación de una estrategia económica que facilitó la
redistribución regresiva del ingreso y la sustitución de trabajo por capital,
objetivos trabados por el gobierno peronista.
Pero ahora cabe preguntarse: ¿cuál de los dos modelos bosquejados
más arriba —el “neoliberal” asociado al capital externo o el más
“capitalista de estado”— tiene mayores posibilidades de imponerse? En
principio, cualquier predicción en torno de la forma en que se dirimirá la
disyuntiva planteada pertenece, con buena suerte, al campo de la ciencia
política. Sin embargo, los autores están lejos de pensar —tampoco es algo
que pueda demostrarse— que la analogía con la crisis de 1952 sea tan
fuerte como para deducir un remate político-económico idéntico. El
pasado no enseña a predecir y —aunque sea tema de este trabajo— las
fuerzas sociales y políticas parecen alinearse de manera menos favorable
para el “neoliberalismo”.

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 49
APÉNDICE METODOLÓGICO

1) Cálculo de la producción industrial según uso económico de los bienes

Lamentablemente, son imposibles de detallar todos los pasos que se siguieron para
pasar la lista CIIU a 5 dígitos a un cuadro según uso económico de los bienes. Detallamos
aquí los más importantes:

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5É PABLO CERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

1) La clasificación de los bienes según uso económico se efectuó siguiendo los


criterios tradicionales al respecto, salvo algunas excepciones que se explican más abajo. La
discriminación entre bienes intermedios y finales se tomó del estudio del Instituto Nacional
de Estadística y Censos, Las transacciones de bienes intermedios en la industria
manufacturera argentina, basada en el Censo Económico de 1964. Virtualmente en ningún
caso resultaba de carácter intermedio la totalidad de la producción de una rama,
verbigracia “curtido, teñido y apresto de pieles”. En consecuencia, el resto de la
producción se imputaba como de carácter final, clasificándose como de consumo (durable
o no durable) o de capital, según correspondiere mediante la aplicación del criterio general
antes mencionado.
Este método tiene una limitación obvia y es el de resultar estáticas las pon deraciones
de bienes intermedios os. bienes finales para la producción de cada rama de la industria.
Por lo mismo —y por otras limitaciones que se indican más abajo—, los resultados deben
ser tomados como indicativos de tendencias generales y no en su detalle.
Las producciones que constituyen insumos típicos para la industria de la
construcción y que no figuraban como insumos de otras ramas de la industria fueron
clasificadas por separado como “intermedios para construcción”. Pero si el producto en
cuestión figuraba total o parcialmente como insumo para la producción de ese mismo o
algún otro material de construcción, fue clasificado en este último carácter.
Este último criterio fue adoptado con todos los bienes intermedios que, hasta donde
fue posible, se clasificaron según su utilización intermedia última. La presencia de la
categoría “otros bienes intermedios” reúne los casos en que no resultó posible rastrear el
destino último, aunque se tenía la certeza de tratarse de un bien intermedio.

2. El porcentaje final de productos que no pudieron clasificarse es relativamente


bajo, según el siguiente detalle:

195 1958 1964 1969


1
No clasificados más
errores u omisiones 2,4 2,9 3,2 3,5 En porcentajes
"Otros intermedios" 2,1 2,5 3,0 3,3 sobre el valor agregado
Total 4,5 5,4 6,2 6,8 industrial total

3. Entre los productos de clasificación imposible más importantes figuran las


categorías residuales del CIIU “no clasificados en otra parte de las ramas madera, caucho
e industria metálicas básicas; acumuladores, pilas y baterías; conductores eléctricos y
máquinas de coser. De ello resulta que las categorías más afectadas sean las de bienes
intermedios para construcción, para capital y para consumo durable. En menor medida,
los bienes de consumo durable y de capital. Entiéndase que esto cuestiona la validez del
valor absoluto de cada tipo de bienes pero no necesariamente su comportamiento
dinámico.
4. Entre los “intermedios otros”, los casos más destacados son distintos porcentajes
correspondientes a estas ramas: fabricación de papel, cartón y cartulina; ácidos, bases y
sales; materias primas para la industria plástica; productos químicos diversos; productos
de laminación de metales no ferrosos y, el más importante por su magnitud, productos
básicos de hierro y acero. Respecto de esta última rama merece destacarse que,
probablemente por una omisión, la misma

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SOBRE EL DESARROLLO INDUSTRIAL ARGENTINO 53
no figura proveyendo insumos para la industria automotriz, siendo que en ella se generan
todos los laminados de acero.

5. En los casos en que fue posible se utilizó ponderación variable para discriminar
entre bienes de consumo durable y bienes de capital; tal fue el caso de automotores, cuya
producción de utilitarios (bienes de capital) y particulares se ponderó con un valor distinto
para cada año según las cifras de la cámara respectiva. En otros casos la ponderación fue
constante; así se discriminó el uso final de heladeras, lavarropas, cocinas, aparatos
electrónicos, lámparas eléctricas y tubos y caños de acero.

6. Las excepciones más notables al criterio general, es decir, los casos en que se
clasificaron los bienes según un criterio que puede considerarse particular de este estudio
fueron:
—bienes de consumo no durables: diarios y revistas;
—bienes de consumo durables: reparaciones de autos particulares; muebles de
madera; alfombras, tapices y otros bienes suntuarios; motonetas y motocicletas
(que explica el comportamiento anormal de “otros bienes de consumo durables”);
—bienes de capital: algunos de los elementos considerados como de “inversión en
capital humano”, en este caso, libros, medicamentos y aparatos e instrumentos
profesionales y científicos.

2) Cálculos relativos al comportamiento de empresas

Se definió como empresas grandes a aquellas que figuraban en los listados de las
mayores empresas del país publicados por las revistas Panorama de la Economía
Argentina (años 1958 y 1964) y Mercado (1972). Se excluyó a las estatales y, obviamente,
a las no industriales.
Fueron consideradas empresas medianas las privadas, industriales, cotizantes en la
Bolsa de Comercio de Buenos Aires y, obviamente, que no figuraban en el listado de
grandes.
Los balances considerados fueron los cerrados dentro del año respectivo. Puesto que
existen empresas que finalizan su ejercicio en marzo (pocas), junio, setiembre o diciembre,
es obvio que el monto de ventas está infravaluado respecto del valor bruto de producción
que se utiliza como parámetro comparativo. En consecuencia, el índice de concentración
presentado en el cuadro 7 está levemente infravaluado. Finalmente, debe tenerse en cuenta
que se están estudiando los casos en algún sentido “exitosos”, o sea aquellas empresas que
no solamente no habían desaparecido sino que mantenían su condición de cotizantes en
Bolsa (caso de las medianas) o integrantes de la lista de grandes empresas.

3) Cálculo del impacto de un aumento en el porcentaje de asalariados calificados sobre


su participación en el ingreso

En primer lugar, se comprobó que los asalariados de nivel gerencial, profesional y


técnico han pasado a constituir un 9,'2 por ciento de la población asalariada total en 1970
contra un 8,4 por ciento en 1960 (Censos Nacionales de Población).
Como se disponía de datos de distribución de ingresos de asalariados por tramos de
ingreso, aquellos 0,6 puntos porcentuales se restaron de los asalariados de menores
ingresos y se los sumó a los de mayores ingresos. Los tramos cuyo número de asalariados
se aumentó fueron del sexto en adelante, comenzando por los niveles inferiores. Pero se
aumentó más que proporcionalmente al estrato de más altos ingresos y de allí en orden
decreciente, de acuerdo con este detalle: 50, 40, 10, 7 y 3' por ciento. Puesto que estos
asalariados que “se incorporaban” al grupo de altos ingresos debían provenir de algún sitio,

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54 PABLO GERCHUNOFF Y JUAN J. LLACH

se disminuyó el número de asalariados de los cuatro grupos más bajos en un 4 por ciento,
aproximadamente, y la del quinto más bajo en un 36 por ciento. De esta forma se obtiene
una imagen aproximada del resultado que podría tener sobre la distribución del ingreso una
movilidad ascendente dentro de los asalariados, manteniendo constantes las otras variables.

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