Derecho de Autor y Derechos Conexos

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“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”

UNIVERSIDAD SAN PEDRO

FACULTA DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

TEMA: DERECHO DE AUTOR Y DERECHOS CONEXOS

ESTUDIANTE:

ALEXANDER STALIN TERAN ESQUIVEL

DOCENTE:

DR. JHAN CARLOS VEREAU TRIGOSO

CURSO:

DERECHO PENAL ECONOMICO

CICLO:

CHIMBOTE – PERU
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CONTENIDO

Dedicatoria:……………………………………………………………………….

Introducción:………………………………………………………………………

1. Concepto:…………………………………………………………………………..

2. Obra protegible:…………………………………………………………………..

3. Los derechos morales Según el art. 22 LDA:…………………………………….

4. Contenido del derecho de autor:………………………………………………….

5. Los derechos patrimoniales:……………………………………………………

6. Limitaciones o límites del derecho de explotación:…………………………..

7. Derechos conexos:………………………………………………………………

8. Artista intérprete o ejecutante:…………………………………………………

9. Productores de fonogramas:……………………………………………………

10. Organismo de radiodifusión:…………………………………………………..

11. Otros derechos conexos Grabaciones de imágenes con o sin sonido que no sean

creaciones susceptibles de ser calificadas como obras audiovisuales

11. Protección Penal:……………………………………………………………….


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11.1. El Ilícito:……………………………………………………………………..

11.2. Figuras Penales:………………………………………………………………

11.3. Tipos Penales:………………………………………………………………..

12. Conclusiones:…………………………………………………………………..

13. Bibliografía:……………………………………………………………………….
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DEDICATORIA:

A mis padres, que con su dedicación y trabajo me

dieron el tiempo y los medios necesarios

Para terminar este trabajo.


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INTRODUCCION

El derecho de protección de la propiedad industrial e intelectual, DPI, es una disciplina que

surge como mecanismo para incentivar la actividad creativa. A través de ella, el Estado otorga

títulos que ofrecen derechos de exclusiva para explotar por tiempos determinados, los

inventos, marcas o derechos de autor de los individuos y organizaciones que se dedican a

actividades innovadoras. La introducción de normas de protección de la propiedad industrial e

intelectual en los diversos países del mundo se ha producido en distintos momentos

históricos; algunos países empezaron a dar protección mucho antes que otros, diferenciándose

marcadamente en relación con el ámbito de lo que era sujeto de exclusividad, así como con

los plazos de protección y los sistemas específicos. Sin embargo debido a que los derechos de

protección exclusiva colisionaban en muchos casos con otros derechos que la sociedad está

interesada en proteger, como el derecho a la salud, a la vida, al bien común, a la competencia,

etc., la legislación sobre esta materia ha tenido también regímenes de excepción que sirven

para equilibrar los distintos propósitos de los diversos tipos de derecho. En cuanto se refiere a

los acuerdos internacionales sobre esta materia, si bien estos han sido suscritos por diversos

países desde el siglo pasado, el hecho más destacable ha sido la adopción del Acuerdo sobre

Propiedad Intelectual que se produjo en el seno de la Organización Mundial de Comercio

(OMC) en 1994. En esa oportunidad, todos los países de la OMC aceptaron respetar con

carácter vinculante el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual

Relacionados con el Comercio (ADPIC o TRIP por sus siglas en español o inglés,

respectivamente), quedando cada país en libertad de profundizar el reconocimiento de


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derechos más allá de estas normas básicas en sus propias jurisdicciones. El Perú ha adecuado

sus leyes y normativas de propiedad intelectual de acuerdo a los estándares y criterios

incorporados en los ADPIC.


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DERECHO DE AUTOR Y DERECHOS CONEXOS

1. El núcleo esencial de los distintos derechos de la Propiedad Intelectual consiste en un

derecho de exclusividad que confiere a su titular no sólo la facultad de explotar el bien

inmaterial, sino también de impedir que pueda ser utilizado por terceros. Esta suerte de

monopolio legal supone un derecho de exclusiva en favor del titular, el mismo que es

oponible erga omnes en las condiciones y términos expresados por la Ley. En cuanto al

derecho de autor, puede afirmarse que la tutela de la creación intelectual sirve tanto a los fines

de difusión de los valores culturales como a los de fomento del desarrollo tecnológico. De

hecho, puede decirse que tan importante como la creación, es la difusión. Parecería poco

atractivo consumir mucho talento y esfuerzo en crear algo, para que sean otros los que se

aprovechen indebidamente de nuestra obra. De ahí que la ley protege al autor para

garantizarle: i) un derecho de cuasi-disposición sobre su obra; y ii) la apropiación del

producto económico que pueda obtener de ella. De esto, la protección jurídica puede

traducirse en dos aspectos fundamentales: el señorío del autor sobre su obra y el goce de los

beneficios económicos que su explotación reporta (Baylos 1993, 48 y ss). El Derecho de

autor, consecuentemente, está preordenado a la protección de los derechos reconocidos al

creador de una obra personal y original. Estos derechos nacen por el mismo acto de creación.

Por tanto, el registro de la obra no es constitutivo, aun cuando pueda servir como prueba de

anterioridad en caso de plagio.


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2. Obra protegible Una obra es una creación intelectual personal y original. En efecto,

estamos ante un bien inmaterial, carente de una existencia sensible per se, y que sólo puede

ser percibido en tanto es fijado y reproducido en un soporte material. Ahora bien, siendo que

la obra es objeto de protección por el derecho de autor, también es de resaltar que no toda

«obra» o producto del ingenio humano es susceptible de este tipo de protección. Una obra

para ser tal –por lo menos a los efectos del Derecho de autor– debe reunir una serie de

requisitos. Así, según el artículo 2 inc. 17 del Decreto Legislativo 822 [del Perú] Ley sobre el

Derecho de Autor (en adelante: LDA), una obra es «Toda creación intelectual personal y

original, susceptible de ser divulgada o reproducida en cualquier forma, conocida o por

conocerse». De esto, la obra, como fruto del ingenio y el esfuerzo creativo del hombre, debe

ser original. Ahora bien, la originalidad de una obra no se desvirtúa por el solo hecho de que

existan obras anteriores que hayan podido servirle de modelo. En este sentido, no cabe duda

de que la pintura del artista colombiano Fernando Botero, al recrear La Monalisa de Leonardo

da Vinci, es original. Y lo es porque desde el punto de vista del Derecho de autor, la

originalidad debe ser entendida como aquella característica consistente en la individualidad

que el autor imprime a su obra, esto es, cuando en ella vuelca la impronta o sello de su

personalidad. Por tanto, la originalidad no debe ser confundida con la novedad. El valor o

mérito de una obra son indistintos para que una obra sea susceptible de protección por el

derecho de autor. Por lo demás, así lo señala también el primer párrafo del artículo 3 LDA. Y

es que la valoración de una obra, sea esta artística o científica, tiene una carga subjetiva tan

grande como para hacer depender de ella la protección que deba brindar el Derecho .
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También debe tenerse en cuenta que no se protegen las ideas, sino la forma en que se

exteriorizan. La razón es sencilla: existe un interés en el libre uso de las ideas, pues ello

permite el desarrollo y progreso de la ciencia, el arte y las humanidades. En consecuencia, no

se puede establecer un monopolio o un derecho exclusivo sobre ellas.

El artículo 5 LDA contiene un listado enunciativo de las obras que son susceptibles de

protección. Entre ellas podemos mencionar las obras literarias, ya sean estas escritas (novelas,

cuentos, monografías) u orales (conferencias, clases, alocuciones); las composiciones

musicales; las obras audiovisuales (p. ej. una película); las obras de artes plásticas (pinturas,

esculturas, dibujos); las obras de arquitectura; las obras fotográficas; los programas de

ordenador.

se trata de un listado enunciativo, toda vez que el último literal del artículo en mención

contiene una cláusula abierta con el objeto de comprender entre las obras protegidas a «toda

otra producción del intelecto en el dominio literario o artístico, que tenga características de

originalidad y sea susceptible de ser divulgada o reproducida por cualquier medio o

procedimiento, conocido o por conocerse».

3. Contenido del derecho de autor El derecho de autor comprende dos aspectos: por un

lado, los derechos morales, que son perpetuos, inalienables, inembargables, irrenunciables e

imprescriptibles (art. 21 LDA); y, por otro, los derechos patrimoniales, que, a diferencia de

los anteriores, sí tienen un plazo de vigencia (toda la vida del autor y setenta años después de

su fallecimiento: art. 52 LDA), transcurrido el cual, la obra pasa al dominio público. Cabe

mencionar que algunos países — principalmente Estados Unidos y otros que adscriben al
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sistema del copyright— se muestran más sensibles a las infracciones de los derechos

patrimoniales de autor y derechos conexos, que a ilícitos que inciden en el aspecto moral.

4. Los derechos morales Según el art. 22 LDA son derechos morales el derecho de

divulgación, el derecho de paternidad, el derecho de integridad, el derecho de modificación o

variación, el derecho de retiro de la obra del comercio y el derecho de acceso. En cuanto al

primero de estos derechos, se tiene que sólo al autor corresponde decidir si su obra será

divulgada, esto es, puesta en conocimiento del público y en qué forma (p. ej. por fascículos o

entregas). Y si sólo al autor corresponde la decisión de dar a conocer su obra, también tiene el

correlativo derecho de mantenerla inédita o reservada en la esfera de su intimidad (Lipszyc

1993, 105). Por el derecho de paternidad, según el art. 24 LDA, el autor tiene el derecho de

ser reconocido como tal, es decir, a reivindicar la obra como suya. De este modo, el autor

tiene el derecho a que el fruto de su creación lleve su nombre, o que la divulgación de su obra,

si así lo considera conveniente, se haga bajo seudónimo, signo o de manera anónima. Por el

derecho de integridad se reconoce al autor la facultad de oponerse a cualquier modificación o

mutilación de la obra. Este derecho es oponible incluso a quien haya adquirido el objeto

material que contiene la obra (art. 25 LDA). Como señala Lipszyc (1993, 168), El autor tiene

derecho a que su pensamiento no sea modificado o desnaturalizado, y la comunidad tiene

derecho a que los productos de la actividad intelectual creativa le lleguen en su auténtica

expresión.

El autor también ostenta el derecho de modificar su obra, antes o después de su

divulgación. Lo que es muy usual en las obras literarias de carácter científico (p. ej. Manuales

de Derecho), en las que se procede a correcciones, ampliaciones o cambios de postura en las


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ediciones posteriores de las mismas. El autor goza asimismo del derecho de retirar su obra del

comercio, generalmente por un cambio en sus convicciones. Puede ocurrir que el autor llegue

a repudiar su obra, como ocurriría por ejemplo, si el autor de una novela anticlerical se

convierte posteriormente al catolicismo.

Este derecho no comprende el retiro de las obras que estén fuera de los canales de

distribución comercial (bibliotecas, usuario final, etc.). Atendiendo al art. 28 LDA, el autor

tiene la facultad de acceder al ejemplar único o raro de la obra cuando se halle en poder de

otro a fin de ejercitar sus demás derechos morales o patrimoniales reconocidos por la ley. Es

que una cosa es ser propietario del objeto donde se manifiesta la obra (quien compra una

escultura o pintura), y otra distinta el ostentar la titularidad de los derechos morales y

patrimoniales sobre la misma. Como ya dijimos, los derechos morales son inalienables e

irrenunciables. Y en el aspecto patrimonial, es el autor quien goza del derecho exclusivo de

explotar su obra, ya sea personalmente o a través de terceros. Con lo cual, quien adquiere una

pintura no tiene, por ese solo hecho, la facultad de modificar la obra o ejercer actos de

explotación. Estos derechos permanecen en el autor, y es por ello que esta disposición

garantiza el derecho de acceso, justamente para que el creador de la obra pueda ejercer sus

derechos morales o patrimoniales.

5. Los derechos patrimoniales. Los derechos patrimoniales reconocidos al autor están

preordenados a garantizarle el disfrute de los beneficios económicos obtenidos por la

explotación de su obra. El art. 31 LDA contiene un listado enunciativo de los derechos de

contenido patrimonial, pudiéndose apreciar un doble aspecto. El primero, consistente en el

derecho que tiene el autor de utilizar su obra por sí o a través de terceros, para lo cual el
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legislador utiliza la expresión «el derecho exclusivo de realizar, autorizar. El segundo aspecto

reconoce al autor el derecho de prohibir el uso o explotación de su obra por terceros que no

cuenten con su autorización o consentimiento (iusprohibendi). Específicamente, el autor

podrá realizar, autorizar o prohibir la reproducción de la obra; la comunicación pública; la

distribución al público; la traducción, adaptación y otras formas de transformación; la

importación de copias hechas sin autorización; y cualquier otra forma de utilización no

prevista como excepción La reproducción supone la fijación de la obra o producción

intelectual en un soporte o medio que permita su comunicación, incluyendo su

almacenamiento electrónico y la obtención de copias de todo o parte de ella (art. 2 inc. 37

LDA). Ello comprende la obtención de ejemplares por medio de la imprenta; la fijación y

reproducción de obras sonoras o audiovisuales en soportes digitales; el almacenamiento de

programas en un computador, etc. La comunicación pública es todo acto por el cual una o más

personas, reunidas o no en un mismo lugar, pueden tener acceso a la obra sin previa

distribución de ejemplares a cada una de ellas, por cualquier medio o procedimiento, análogo

o digital (art. 2 inc. 5 LDA). Es el caso de la exhibición de una obra de arte en una galería; la

puesta en escena de una obra de teatro; la proyección de películas en salas cinematográficas;

la comunicación a distancia por medio de la radio o televisión.

Según el art. 34 LDA, la distribución comprende la puesta a disposición del público, por

cualquier medio o procedimiento, del original o copias de la obra, por medio de la venta,

canje, permuta u otra forma de transmisión de la propiedad, alquiler, préstamo público o

cualquier otra modalidad de uso o explotación. No obstante, es de aclarar que respecto de las

obras ya divulgadas lícitamente, es permitida sin autorización del autor el préstamo al público
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del ejemplar lícito de una obra expresada por escrito, por una biblioteca o archivo cuyas

actividades no tengan directa o indirectamente fines de lucro Al autor también le corresponde

el derecho de autorizar o prohibir la traducción, adaptación, arreglo u otra forma de

transformación de la obra, lo que da lugar a una obra derivada. Es derivada en tanto está

basada en otra ya existente (obra originaria), tal como lo señala el art. 2 inc. 25 LDA. En

cuanto a la importación de copias hechas sin autorización, es de apreciar el mayor ámbito de

aplicación que la LDA concede al término importar con relación al previsto en el derecho de

marcas. En este último la importación alude a la introducción en territorio nacional de objetos

fabricados en el extranjero por cualquier medio terrestre, aéreo o marítimo (Oré 2007, 118).

Cuando del derecho de autor se trata, en cambio, la importación incluye la transmisión,

analógica o digital, de copias de la obra.

6. Limitaciones o límites del derecho de explotación Si los derechos morales admiten

ciertos límites, con mayor razón los derechos de explotación están sujetos a determinadas

limitaciones o excepciones. Con esto se alude a la existencia de actos que entrañan un uso o

aprovechamiento no autorizado de la obra que no pueden ser prohibidos, esto es, que deben

ser tolerados por el autor o por quien ostente la titularidad de los derechos de explotación de

la obra. En este sentido, el art. 41 LDA enumera una serie de actos de comunicación cuando

una o más personas tienen o pueden tener acceso a la obra sin previa distribución de

ejemplares que no requieren autorización del autor, ni están sujetos al pago de remuneración

alguna: cuando se realicen en un ámbito exclusivamente doméstico; las efectuadas en el curso

de actos oficiales o ceremonias religiosas; las verificadas con fines exclusivamente didácticos,

en el curso de las actividades de una institución de enseñanza. En estos tres casos, la


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comunicación no deberá perseguir o traducir un fin lucrativo o interés económico. Asimismo,

están permitidos los actos de comunicación realizados dentro de los establecimientos

comerciales que tengan un fin demostrativo de equipos de sonido o para la venta de soportes

sonoros o audiovisuales.

El art. 43 LDA contiene diversos supuestos de reproducción lícita sin autorización del

autor: la reproducción de artículos o breves extractos de obras que se realicen para la

enseñanza o realización de exámenes en instituciones educativas, siempre que no haya fines

de lucro y se haga conforme a los usos honrados; la reproducción por reprografía (p. ej.

Fotocopias) de breves fragmentos o de obras agotadas para uso exclusivamente personal; la

reproducción de obras, con fines de conservación o sustitución, que tengan por fin preservar

los ejemplares de bibliotecas o archivos públicos; la reproducción de una obra para

actuaciones judiciales o administrativas; la reproducción de una obra de arte expuesta

permanentemente en espacios abiertos (calles, plazas, fachada exterior de edificios) por medio

de un arte diverso al empleado para la elaboración del original; los préstamos efectuados por

bibliotecas o archivos; la reproducción de obras de ingenio para uso privado de invidentes

efectuadas en sistema Braille u otro procedimiento específico. Igualmente, el art. 45 LDA

establece como límites del derecho de explotación: la difusión con fines informativos de

imágenes o sonidos de obras vistas u oídas en acontecimientos de actualidad (p. ej.

Conciertos, exposición de obras de arte); la difusión de los discursos, disertaciones,

alocuciones sermones y obras similares que, a título informativo, sean difundidos por la

prensa; la emisión por radiodifusión, por cable o cualquier otro medio de la imagen de una
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obra arquitectónica, plástica, de fotografía o de arte aplicado, que se encuentren situadas

permanentemente en un lugar abierto al público.

7. Derechos conexos Los derechos conexos no protegen obras, al menos en el sentido del

Derecho de autor. Pero sí protegen las interpretaciones o ejecuciones artísticas; los derechos

de los productores de fonogramas; los derechos de los organismos de radiodifusión sobre sus

emisiones, etc. Como dice Rangel (1998, 115), «existen trabajos de naturaleza intelectual que

aun cuando no pueden considerarse una creación en sentido estricto, se asimilan a ella por

revelar un esfuerzo de talento que les imprime una individualidad derivada ya sea del

conocimiento científico, de la sensibilidad o de la apreciación artística de quien los realiza».

En caso de conflicto entre estos derechos y los del autor, priman los de este último.

8. Artista intérprete o ejecutante Se define como la «Persona que representa, canta, lee,

recita, interpreta o ejecuta en cualquier forma una obra literaria o artística o una expresión del

folklore, así como el artista de variedades y de circo» (art. 2 inc. 2 LDA). De conformidad con

los arts. 131 a 135 LDA, gozan de algunos derechos morales (el reconocimiento de su nombre

sobre sus interpretaciones y la oposición a cualquier modificación o mutilación de sus

actuaciones que lesione su prestigio o reputación) y patrimoniales (explotación de sus

interpretaciones o ejecuciones mediante actos de comunicación al público o reproducción; a

percibir una remuneración por la comunicación pública de los fonogramas que contenga la

interpretación o ejecución, etc.). La duración de la protección se extenderá a toda la vida del

artista y setenta años después de su fallecimiento.


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9. Productores de fonogramas Por fonograma se entiende, según el art. 2 inc. 14 LDA, Los

sonidos de una ejecución o de otros sonidos, o de representaciones digitales de los mismos,

fijados por primera vez, en forma exclusivamente sonora. Las grabaciones gramofónicas,

magnetofónicas y digitales son copias de fonogramas. También se les reconoce derechos

patrimoniales, ya que tienen el derecho de uso exclusivo de sus fonogramas, con lo cual,

pueden realizar, autorizar o prohibir la reproducción directa o indirecta de sus fonogramas, su

distribución al público, su inclusión en obras audiovisuales, etc. (art. 136 LDA). Asimismo

tienen derecho a percibir una remuneración por la comunicación de sus fonogramas al público

(art. 137 LDA), como es el caso de bares, discotecas, locales abiertos al público, etc. La

protección es de setenta años, contados a partir del primero de enero del año siguiente a la

primera publicación del fonograma, transcurridos los cuales, el fonograma pasará a dominio

público (art. 139 LDA).

10. Organismo de radiodifusión Según el art. 2 inc. 30 LDA, el organismo de

radiodifusión es «La persona natural o jurídica que decide las emisiones y que determina el

programa así como el día y la hora de la emisión». Por emisión, en tanto, se entiende la

difusión a distancia directa o indirecta de sonidos, imágenes, o de ambos, para su recepción

por el público, por cualquier medio o procedimiento (art. 2 inc. 11 LDA). Los organismos de

radiodifusión tienen el derecho de realizar, autorizar o prohibir la retransmisión, grabación o

reproducción de sus emisiones, así como a obtener una remuneración por la comunicación

pública de sus emisiones o transmisiones de radiodifusión, cuando se efectúe en lugares a los

que el público acceda mediante pago de un derecho de admisión o entrada (art. 140 LDA).
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11. Otros derechos conexos Grabaciones de imágenes con o sin sonido que no sean

creaciones susceptibles de ser calificadas como obras audiovisuales; fotografía u otra

fijación obtenida por un procedimiento análogo que no reúna los requisitos necesarios para ser

considera una obra; quien publique por primera vez una obra inédita que esté en el dominio

público. En estos casos, el ámbito de protección que concede la ley tanto por el contenido

como por el plazo— es menor (arts. 143 a 145 LDA).

Protección penal.

III.1. Bien jurídico protegido El bien jurídico protegido en las figuras penales ahora

analizadas es el derecho de autor y, en algunos casos, los derechos conexos. La protección

penal se encamina a perseguir aquellos comportamientos que supongan una vulneración tanto

de las facultades morales como patrimoniales, con cierta preeminencia de estas últimas. En

efecto, si bien se reprimen conductas que suponen la afectación de derechos morales tales

como el derecho a la paternidad, a la integridad y a la no divulgación de la obra, lo cierto es

que buena parte de los comportamientos delictivos con más razón desde la entrada en vigor

de la Ley 29263 que incorpora nuevas figuras típicas tienen que ver con actos de

comunicación, distribución, reproducción e importación atentatorios contra las facultades

patrimoniales de los derechos de autor y conexos. Parece claro que algunos países

principalmente Estados Unidos se muestran más sensibles a las infracciones a los derechos

patrimoniales de autor y derechos conexos que a ilícitos que inciden en el aspecto moral.

Aquéllos son los que generan mayor preocupación en los países que han alcanzado un gran

desarrollo de sus industrias fonográfica, audiovisual, satelital y del software. Estamos ante

intangibles que generan grandes ganancias. Debe tenerse en cuenta que entre los derechos de
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autor (que atiende en sentido estricto a los creadores) y los derechos conexos (esto es, de los

intérpretes o ejecutantes; de los productores de fonograma, y de los organismos de

radiodifusión) se pueden establecer vasos comunicantes: «Lo que se observa sin mayor

esfuerzo es que las obras de los autores son el insumo o la materia prima de la cual se valen

los titulares de los denominados derechos conexos o vecinos, y a su vez los autores

encuentran en los titulares de derechos conexos sus mejores aliados en la labor de dar a

conocer y de difusión de sus creaciones, lo cual crea una especie de matrimonio por

conveniencia entre unos y otros.

1. El ilícito: infracción administrativa vs. Delito Es de notar cierta yuxtaposición entre el

ilícito penal y el ilícito administrativo. Lo que parece difícil de evitar si se tiene en cuenta que

estamos ante dos sistemas de protección, pero con un único objeto de tutela. Más aún cuando

el art. 183 LDA prescribe: «Se considera infracción la vulneración de cualquiera de las

disposiciones contenidas en la presente ley». Resulta difícil fundamentar las diferencias

materiales en cuanto al contenido del delito y del ilícito administrativo, si se compara el

segundo párrafo del art. 186 LDA con algunas conductas previstas por el legislador en el

catálogo punitivo: vulneración de derechos morales [arts. 216, 218 a) y 219 CP]; presentación

de declaraciones falsas en cuanto a certificaciones de ingresos, repertorio utilizado, número de

ejemplares producidos [art. 220 c) CP]; realización de actividades propias de una entidad de

gestión colectiva sin contar con la respectiva autorización de la Oficina de Derecho de Autor

[art. 220 b) CP]. Queda la impresión de que el legislador no parece preocuparse de la mayor

dañosidad que debe comportar un delito con relación a la mera infracción administrativa, esto
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es, al mayor grado de injusto. Lo que en el caso concreto puede generar dificultades para

determinar si estamos o no ante un comportamiento punible.

2. Figuras penales En el art. 216 CP (copia o reproducción no autorizada), el legislador

recoge una serie de modalidades que tienen en común que el agente cuenta con la autorización

–ya sea del autor o del titular del derecho– para la publicación de la obra. Como veremos

posteriormente, este hecho nos lleva a plantear que estos supuestos sean regulados en la vía

civil o administrativa, mas no en vía penal. Las conductas previstas atentan contra los

derechos de paternidad (omitir el nombre del autor o estampar su nombre con adiciones o

supresiones), de integridad (modificar la obra) y divulgación (publicar la obra –separada o

conjuntamente– de manera contraria a la especificada por el autor). Asimismo, es de tener en

cuenta que el objeto de protección no solo está constituido por la obra originaria, sino también

por las obras derivadas (traducción, adaptación, arreglos y compilaciones). En el art. 217 CP

(reproducción, difusión, distribución y circulación de la obra sin la autorización del autor), se

protege tanto el derecho de autor (con respecto a una obra), como los derechos conexos (sobre

una interpretación, ejecución, fonograma; sobre una emisión o transmisión de radiodifusión; o

con relación a una grabación audiovisual o a una imagen fotográfica). Las conductas típicas

tienen que ver con afectaciones tanto a los derechos morales (no modificación), como a los

patrimoniales (distribución, comunicación, reproducción, etc.). Estas conductas se realizan sin

la debida autorización del titular del derecho (de autor o conexo), salvo el supuesto previsto

en el literal «d», en el que hay autorización, pero la reproducción, comunicación o

distribución se hace en mayor número al autorizado.


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3. Tipos penales incorporados por la Ley N° 29263 Como ya se adelantó, las

modificaciones efectuadas al CP han venido de la mano de las obligaciones asumidas por el

Estado peruano a propósito del Acuerdo de Promoción Comercial Perú – Estados Unidos

(APC), cuyo capítulo 16 está referido justamente a la Propiedad Intelectual 5 . Toca ahora

analizar los tipos penales incorporados. III.4.1. Elusión de medidas tecnológicas En primer

lugar, se tipifican penalmente figuras que suponen la elusión de medidas tecnológicas, es

decir, de mecanismos técnicos o informáticos dispuestos por los titulares de un derecho de

propiedad intelectual para la evitación o neutralización de actos de infracción por terceros.

Desde hace buen tiempo, la falsificación y piratería han venido exigiendo de los empresarios

la búsqueda de mecanismos o dispositivos de seguridad que alertasen al público sobre la

autenticidad o no de los productos puestos en el mercado. Más allá del tradicional precinto de

seguridad, se ha llegado a utilizar hologramas, tintas foto cromáticas, dispositivos electrónicos

y otros.

No obstante, como bien señala Rodríguez Gómez (1996, 344), estos dispositivos presentan

algunos problemas: no todos los tipos de productos pueden ser protegidos e identificados por

estos métodos; los costes añadidos de tales medidas de seguridad no se justificarían para

productos de bajo coste; y, por último, se trataría de medidas a corto plazo, pues los

falsificadores pronto tendrían a su disposición medios más sofisticados y rápidos para

vulnerar dichas medidas. Por lo demás, debe tenerse en cuenta que muchos de estos

dispositivos sirven para facilitar la tarea de diferenciar un producto auténtico de uno falso, con

lo cual, poco se puede hacer en aquellos casos en el que el propio consumidor está dispuesto a

comprar un producto con pleno conocimiento de que se trata de un producto falsificado Como
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se ve, la búsqueda de dispositivos que eviten o dificulten la vulneración de derechos de

Propiedad Intelectual es una constante. Siendo así, algunos países «se han visto en la

necesidad» de incorporar en sus legislaciones normas que reprimen la fabricación y

distribución de instrumentos o equipos específicamente destinados a suprimir o neutralizar

dispositivos técnicos o tecnológicos de seguridad. Así por ejemplo se tiene la Directiva

2001/29/CEE del Parlamento Europeo y del Consejo de 22 de mayo, relativa a la

armonización de determinados aspectos de los derechos de autor y derechos afines a los

derechos de autor en la sociedad de la información, a partir de la cual los Estados miembros

de la Unión Europea han venido incorporando en sus legislaciones normas similares a las que

venimos comentando. La Ley 29263 incorpora en el Código Penal estas figuras delictivas. Se

reprime tanto la elusión de medidas tecnológicas con fines de comercialización (art. 220-A),

cuanto la fabricación, importación o distribución con fines de comercialización de productos

destinados a la elusión de medidas tecnológicas (art. 220-B).

Asimismo, se tipifica la prestación de servicios para eludir dichas medidas (art. 220-C).

Las medidas tecnológicas vienen a constituir un elemento normativo del tipo, el mismo que es

definido en el art. 2.51 de la Ley sobre el derecho de autor. Ahí se consigna que medida

tecnológica efectiva significa cualquier tecnología, dispositivo o componente que, en el curso

normal de su operación, controla el acceso legal a una obra, interpretación o ejecución o

fonograma, o que protege cualquier derecho de autor o conexo. La Directiva 2001/29/CEE

entra en más detalle, y define las medidas tecnológicas como «toda técnica, dispositivo o

componente que, en su funcionamiento normal, esté destinado a impedir o restringir actos

referidos a obras o prestaciones protegidas que no cuenten con la autorización del titular de
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los derechos de autor o de los derechos afines a los derechos de autor establecidos por ley o el

derecho sui generis previsto en el Capítulo III de la Directiva 96/9/CE. Las medidas

tecnológicas se considerarán ‘eficaces’ cuando el uso de la obra o prestación protegidas esté

controlado por los titulares de los derechos mediante la aplicación de un control de acceso o

un procedimiento de protección, por ejemplo, codificación, aleatorización u otra

transformación de la obra o prestación o un mecanismo de control del copiado, que logre este

objetivo de protección Lo anterior nos merece algunos comentarios.

i) Si el bien jurídico protegido es el derecho de autor, la tipificación de conductas que

eluden o neutralizan dispositivos de seguridad de las mismas, en especial las que suponen la

fabricación y comercialización de productos destinados a esos ilícitos fines, supone un

adelantamiento de las barreras de protección del bien jurídico. Como dice Miró Llinares

(2005, 159), se sancionan actos preparatorios para el posterior ataque a los derechos de

propiedad intelectual. El adelantamiento de las barreras de protección para crear condiciones

de aseguramiento del bien jurídico protegido es, ciertamente, una opción político criminal,

pero que debe ser utilizada de manera racional.

ii) Se aprecia la concurrencia de tipos mixtos alternativos que, en algunos casos y como

acabamos de señalar, muestran conductas con distintos grados de desarrollo del itercriminis.

De esta suerte, así como no puede concurrir en un mismo hecho la tentativa con un delito

consumado, tampoco podrían concurrir dos figuras que están dirigidas aunque en distinta

proximidad a la afectación del mismo bien jurídico. Salvo las particularidades del caso

concreto, claro está (p. ej. distintos autores, siendo que a uno se le impute conductas

posesorias y al otro actos de comercialización). iii) El elemento del tipo penal no es


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«cualquier medida tecnológica», como podría aparecer de una simple lectura de las figuras

penales recientemente incorporadas por el legislador. Debe tratarse de una medida tecnológica

efectiva, es decir, medidas específicamente destinadas a controlar o bloquear el acceso a la

obra protegida a terceros que no cuentan con la autorización del titular. Podría entenderse

comprendido en este supuesto aquellos mecanismos previstos para impedir los usos no

autorizados en el ámbito de internet, televisión satelital o por cable (Matiz 2002, 12). Sin

embargo, es de notar que esta conducta también puede quedar abarcada por el art. 218 d) del

CP que se refiere a dispositivos o equipos capaces de permitir o fomentar la recepción de un

programa codificado, radiodifundido o comunicado en otra forma al público. Lo curioso es

que en esta última disposición la pena va de cuatro a ocho años de pena privativa de libertad,

mientras que en el tipo penal previsto en el art. 220-D la pena será no mayor a los dos años de

pena privativa de la libertad. Tal parece que el apresuramiento con que fue aprobada y

promulgada la Ley 29263 ha impedido una reestructuración sistemática de estos delitos.


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CONCLUSIONES

Las principales causas que permiten el desarrollo de la piratería editorial en el Perú son: el

ineficiente control y vigilancia del cumplimiento de las leyes en protección de la propiedad

intelectual, el cual refleja una actitud contemplativa y pasiva por parte de las autoridades

judiciales y del Estado; la concientización de la protección de la propiedad intelectual y del

derecho de autor en la ciudadanía, es la segunda causal que facilita el desenvolvimiento del

mercado informal, cabe mencionar, que la sociedad en su mayoría tiene conocimiento de la

existencia de preceptos que amparan a la propiedad intelectual, pero quienes prefieren

mantenerse al margen de la formalidad.

Como consecuencia de ello, el factor económico, es el elemento decisivo en la compra de

un libro, por citar un ejemplo: los libros originales tienen precios elevados debido a los costos

de derecho de autoría, promoción, gastos administrativos y el efecto multiplicador del tiraje;

en cambio, los libros piratas no contemplan los costos mencionados anteriormente por lo que

se refleja la oferta de libros módicos. Con estas causales, se precisa que la Piratería de libros

necesidad en nuestra sociedad.

Es un delito y una necesidad en nuestra sociedad Finalmente, la ley del libro recientemente

promulgada, ampara y pretende impulsar a la industria editorial y afines, con esta medida

estamos insertos en la formalidad de las legislaciones, sin embargo, la expectativa resulta

insuficiente en la lucha contra la piratería.


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BIBLIOGRAFIA

https://www.indecopi.gob.pe/documents/20182/143803/DecretoLegislativo822.pdf

https://investigacion.pucp.edu.pe/propiedad-intelectual/preguntas-frecuentes/derechos-de-

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%C3%A9llos,de%20radiodifusi%C3%B3n%20sobre%20sus%20emisiones.

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