El Tabernáculo de Dios
El Tabernáculo de Dios
El Tabernáculo de Dios
como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:14 RV60).
INTRODUCCIÓN
“Una cruda noche de invierno un hombre oyó un golpeteo irregular contra la puerta de la
cocina. Fue a una ventana y observó como algunas diminutas golondrinas, atraídas por el
evidente calor de adentro, se estrellaban en vano contra el cristal.
Conmovido, el agricultor se abrigó como es debido, y se abrió paso por entre la nieve
fresca para abrir el granero para que entraran las aves. Encendió las luces, puso algo de
paja en una esquina, y regó pedazos de galletas para guiarlas al granero. Pero las
golondrinas, que se esparcieron en todas direcciones cuando él salió de la casa, seguían
escondidas en la oscuridad, con miedo de él.
Intentó varios métodos: irse detrás de los pájaros para empujarlos al granero, lanzarles
pedazos de galletas al aire, retirarse a la casa para ver si ellas volaban al granero por
cuenta propia. Nada sirvió. Él, una criatura extraña y gigantesca las había aterrorizado;
los pájaros no podían entender que él en verdad deseaba ayudarles.
Paul Harvey
El llamado prólogo del evangelio de Juan nos muestra la procedencia del Verbo y Su
eternidad (La Biblia de Estudio DDH comenta que este es un himno). Nos transporta a
Génesis 1, a la creación misma. A través del testimonio de Juan el Bautista podemos tener
claridad que el Verbo de Dios es antes que nosotros y que no somos digno ni siquiera de
amarrar sus sandalias.
Debemos tener claro que el propósito del evangelio de Juan se muestra bastante explícito en
Juan 20:31, donde se declara que está: “…escrito para que creáis que Jesús es el Cristo,
el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre”. Ahora debemos
preguntarnos ¿Cómo nuestro pasaje seleccionado hace parte de este propósito general del
evangelio? En el pueblo de Israel era necesario que Dios estuviese con ellos para
experimentar su compañía y creer en Él; consideraría que es un buen fundamento para
partir en este punto. De allí la necesidad de la mención de factores importantes que
manifestaban la presencia misma de Dios, como lo son: gloria, gracia y verdad.
1. Habitó entre nosotros: Dios fijó tabernáculo con nosotros, hizo tienda con
nosotros. En el AT nos muestra que el tabernáculo moraba la presencia gloriosa de
Dios, y es así como se cierra el libro de Éxodo (cf. Éxodo 40:34-38). El tabernáculo
cuando se llenaba de la Gloria de Dios el hombre no podía acceder a ella, le era
imposible, ya que Dios es Santo y el hombre pecador. Así que el tabernáculo es
donde habitó Dios en medio de los hombres (cf. Salmo 78:60), y en medio de Su
pueblo (cf. Éxodo 24:8-9). Luego en el templo de Jerusalén (cf. 2 Crónicas 7:1-3).
2. Gloria, la gloria de Dios manifiesta su bondad suprema (cf. Éxodo 33:18-19). Isaías
vio la gloria de Cristo (Juan 12:41) antes de su encarnación. Antes de la creación,
Jesús era glorioso (Juan 17:5). Las referencias de los profetas que hacen de la gloria
de Dios son muy específicas (cf. Isaías 60:1). Ese despliegue de gloria se intensifica
cada vez más después de la encarnación y culmina en la cruz. Por ende, la gloria de
la cruz es más gloriosa que la gloria del tabernáculo.
2.1.“Yo Soy” el Nombre Divino reside en Jesucristo (cf. Juan 8:24, 58), en contraste de
la teofanía que recibió Moisés (cf. Éxodo 3:14-15). Ahora, con esa gloria
resplandeciente que tiene del Padre, realiza en el Nuevo Pacto esta presencia divina
que debe asegurar la salvación del pueblo de Dios (cf. Éxodo 34:9). Él es
verdaderamente el Emmanuel “Dios con nosotros” anunciado por Isaías 7:14 (cf.
Mateo 1:23).
3. Lleno de gracia y verdad, tomando como paralelismo a Moisés, en Éxodo 34:5-6
el amor y la fidelidad de Dios es inherente a Su esencia (a Su Nombre) (cf. Salmo
115:1).
“Contamos con la misericordia de Dios para nuestros errores pasados, en el amor de Dios
para nuestras necesidades presentes, y en la soberanía de Dios para nuestro futuro”
Agustín.
3.1.Gracia, Se suele definir la gracia como el favor inmerecido que se recibe de Dios.
Sin embargo, aunque esto es una verdad, no expresa toda la dimensión de esa
palabra. Realmente la gracia es un atributo de Dios, a quien se le llama Dios de toda
gracia (1 Pedro 5.10). La gracia es una de las manifestaciones de Su amor. Ese
amor infinito descansa en dos grandes elementos, la gracia y la misericordia.
Gracia es el amor en descenso cf. 2 Corintios 8:9 (Samuel Pérez Millos, Comentario
Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento: Evangelio según San Juan, pág.
138).
“Tratar de ganar, merecer o comprar la salvación es insultar al Dador. Imagínese que el
presidente de los Estados Unidos de América lo invita a un banquete en la Casa Blanca. Lo
sientan ante una mesa llena de los mejores manjares. Se ha hecho todo esfuerzo para darle
una cena de lo más agradable. Al final de una encantadora visita, el presidente está a la
puerta para despedirlo.
¿Qué hace usted? ¿Al salir le pone una moneda en la mano y le dice: Muchas gracias por
su bondad, he disfrutado mucho la cena, me doy cuenta de que le ha costado mucho dinero,
y quiero ayudarle a pagar por la comida?
¿Es ésta la respuesta apropiada para su bondad? Por el contrario, es un gesto grosero e
insultante. Lo mismo sería a la gracia de Dios.”
CONCLUSIÓN
En Cristo tenemos todo. A pesar que no pedimos a Dios que enviara la solución a nuestro
problema, es decir, el pecado que rompió nuestra comunión con Él. En su infinito amor
optó por hacerlo: enviar a Su Hijo en semejanza a nosotros para rescatarnos. Esto es un
recordatorio que Dios está con nosotros constantemente. Su gracia y Su gloria está en
medio nuestro. Su amor se derrama por medio de Su Santo Espíritu.