Temas-De-Examen-Derecho Constitucional

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1. TEORÍAS SOBRE LA DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN.

En la historia constitucional europea, siguiendo al profesor De Vega, podemos distinguir


tres situaciones político-ideológicas perfectamente diferenciables, en las que la temática
de la defensa de la Constitución se orienta por caminos diversos:
a) La primera etapa se corresponde con el momento mismo en que hacen su aparición en la
realidad y en la historia de Europa los primeros textos constitucionales. En aquella época, los
ataques a la Constitución se configuraban como impugnaciones políticas, totales y globales, a
los nuevos valores que el constitucionalismo expresaba. Porque se niegan la igualdad y la
libertad, la soberanía popular y la democracia, los textos constitucionales son objeto del más
absoluto de los rechazos. Frente a los ataques de esa naturaleza fue como surgió la idea de
que el único guardián de la Constitución capaz de defenderla es el propio pueblo.

b) La segunda etapa o momento histórico de los antes aludidos es la correspondiente al largo


siglo XIX, esto es a la centuria en la que el liberalismo doctrinario, negando el principio
democrático en virtud del cual el titular del poder constituyente es el pueblo, acabó haciendo
inviables también el principio liberal y el de supremacía constitucional, desvirtuando así el
constitucionalismo auténtico hasta el punto de convertirlo en un seudoconstitucionalismo
ficticio que, como ha subrayado el profesor Ruipérez, sólo sirvió para enmascarar situaciones
de dictadura más o menos encubierta. Se integró al Rey en la estructura del Estado
Constitucional. Va a ser, en definitiva, el Rey el que en cuanto titular de ese poder moderador
va a ser configurado como el guardián de la Constitución.

c) En última instancia podemos decir que fue el reconocimiento del sufragio universal, esto es,
la realización efectiva del principio democrático, el que hizo necesario plantearse desde una
nueva perspectiva la problemática de la defensa de la Constitución. Fue el sufragio universal el
que condujo a los Parlamentos a los partidos socialistas, y entre ellos y los partidos liberal-
conservadores aparecían alternativas radicales para la reforma del Estado. La democracia era
entonces un compromiso entre fuerzas políticas y sociales antagónicas, cada una de las cuales
temía que la victoria electoral de la otra le proporcionara una mayoría parlamentaria suficiente
para cambiar la normativa fundamental del Estado. Fue esa circunstancia la que determinó
que las nuevas constituciones se hicieran rígidas y fue a partir de esa rigidez donde el control
de constitucionalidad de las leyes como problema teórico y práctico comenzó a tener sentido.

Según Kelsen: la anulación del acto inconstitucional es la garantía principal y más eficaz de la
Constitución. Dicho con mayor claridad y contundencia: la Constitución sólo se encuentra
garantizada en la medida en que la anulación de los actos inconstitucionales es posible. Que
dicha anulación no puede quedar confiada al propio autor del acto irregular es obvio: “No es
pues el Parlamento mismo con quien puede contarse para realizar su subordinación a la
Constitución. Es un órgano diferente a él, independiente de él, y por consiguiente, también de
cualquier otra autoridad estatal, al que es necesario encargar la anulación de los actos
inconstitucionales, esto es, a una jurisdicción o tribunal constitucional.

Reacciona Schmitt contra la construcción kelseniana: ningún Tribunal de Justicia puede


desempeñar dicha función. La exposición de Schmitt se divide en tres partes. En la primera,
toda su argumentación tendrá por objetivo demostrar la contradicción intrínseca entre la
función de defensa de la Constitución y la función de la Justicia en el marco de una
Constitución liberal. En la segunda parte, Schmitt expone la situación constitucional de la
época y en ella realiza una crítica contundente al Estado pluralista de partidos en la que
subyace una opción política claramente antidemocrática. Su enemigo es el pluralismo, su
obsesión, la unidad. En la tercera y última parte de su exposición, como consecuencia de lo
anterior y retomando las formulaciones de Benjamín Constant sobre el poder neutro
sostendrá que únicamente el Jefe del Estado puede ostentar el honroso título de protector o
defensor de la Constitución.

La Constitución tiene que ser defendida principalmente del Parlamento legislador, pero no
tanto del hecho de que éste no se ciña a los límites materiales y formales que aquella le
impone, como advirtiera Kelsen, sino de la circunstancia de que el pluralismo en él
representado le impida adoptar las necesarias medidas para el funcionamiento del Estado
total. Por todo ello, no cabe atribuir al legislador la función de protección de la Constitución. Y
es ahora cuando comprendemos la reiterada insistencia de Schmitt en negar la posibilidad de
configurar a la Justicia como defensora de la Constitución: si no cabe atribuir la defensa a la
Constitución ni al Parlamento ni a la Justicia, la errónea y falsa conclusión a la que el jurista
alemán quiere conducirnos se presenta como evidente: es preciso acudir al Gobierno, y dentro
de él al Jefe del Estado como único defensor, real y eficaz, de la Constitución del Estado. Si el
Parlamento no puede decidir, que decida el Jefe del Estado encarnación de la unidad del
Pueblo. La primera y gran objeción de Schmitt a la Justicia Constitucional consistía, como
hemos visto, en la reiterada afirmación de que declarar inconstitucional una ley no es misión
de un Tribunal, porque no se trata de una función jurisdiccional sino de una función política.

Concepción contemporánea según Héctor Fix Zamudio:

- Protección de la constitución: presupuestos: división de poderes, constitución


económica, existencia de mecanismos de participación popular (o democracia semi
directa: rendición de cuentas, referéndum, remoción)
- Garantías constitucionales: instrumentos procesales que tienen todas las personas
para preservar, tutelar, restituir sus derechos fundamentales que fueron violentados.

2. APORTES CIENTÍFICOS DEL DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL


- Hans Kelsen con su texto “sobre la jurisdicción constitucional” sienta las bases teóricas de la
disciplina. Hans Kelsen es el autor del primer estudio sistemático sobre la jurisdicción
constitucional desarrollado en 1928 en su obra La garantie jurisdictionelle de la Constitution
(La justice constitutionnelle), donde fundamenta y desarrolla en forma sistemática la existencia
de una jurisdicción constitucional concentrada y especializada.

- Alcalá Zamora y Castillo, bautiza la disciplina.

- Eduardo Couture incorpora garantías constitucionales al proceso al crear la disciplina de


“Derecho Constitucional Procesal”. Eduardo Couture se refiere al derecho procesal
constitucional en su trabajo Las garantías constitucionales del proceso civil, publicado en el
libro Estudios de Derecho Procesalen Honor de Hugo Alsina (Buenos Aires, 1946, pp. 158-173),
como asimismo en su obra clásica Fundamentos del Derecho Procesal Civil, cuya primera
edición es de 1947, donde dedica la tercera parte del tomo I a los casos del Derecho Procesal
Constitucional. Asimismo, se le considera el padre del Derecho Constitucional Procesal, el cual
comprende el estudio de las garantías constitucionales de acceso a la jurisdicción o tutela
judicial efectiva y las reglas sustantivas y adjetivas del debido proceso.

- Piero Calamandrei gestor del TC italiano; control constitucional de las leyes a partir de las
sentencias que emitiría esta corte. Calamandrei estableció las bases de la doctrina italiana sobre la
Jurisdicción Constitucional; y es así como independientemente de sus discursos parlamentarios, en los cuales
orientó con su vivísima luz a los representantes, en los difíciles problemas de su estructuración de un organismo
constitucional que carecía de antecedentes directos en su patria.Piero Calamandrei, distinguido
procesalista y luego profesor de derecho constitucional italiano en la postguerra, realizará
aportaciones significativas al posterior desarrollo del derecho procesal constitucional al
establecer los fundamentos de la jurisdicción constitucional italiana en su obra La Illegittimita
constituzionale delle leggi nel processo civile la cual fue posteriormente, en 1962, traducida al
español. Asimismo, el autor aborda la materia en tres artículos: "Potere Giudiziario e Suprema
Corte Costituzionale", "La Illegittimita constituzionale delle leggi nel processo civile", y "Corte
Costituzionale e autoritá giudiziaria", publicados en Opere Giudiríche (Napoli, 1968, tomo III,
pp. 215-225; 337-412; y 609-654), los cuales son traducidos al español por Sentís Melendo.

- Mauro Cappelletti “jurisdicción constitucional de la libertad”. Mauro Cappelletti, por su


parte, aportará en el ámbito de la jurisdicción constitucional, que esta no sólo se refiere al
control constitucional orgánico, sino que se amplía con la jurisdicción constitucional protectora
de los derechos fundamentales o la jurisdicción constitucional de las libertades, lo que precisa
en su obra La giurísdizione costituzionale delle liberta (Giuffré, Milano, 1955), la que será
traducida al español por el propio Fix Zamudio como La jurisdicción constitucional de la
libertad.

3. NATURALEZA JURÍDICA
- derecho constitucional concretizado según Peter Häberle (aunque este luego confirmó la
postura de Néstor Pedro Sagüés). Considera al derecho procesal constitucional como un
derecho constitucional sustantivo y concretizado. Así lo explicita desde 1973 en Alemania,
como él mismo lo señala, donde sostiene la peculiaridad del derecho procesal constitucional,
el cual lo considera emancipado del resto del derecho procesal. La judicatura constitucional
debe contar no solo con instancias y procedimientos propios, sino que requiere de principios y
reglas autónomos que configuren un Derecho procesal constitucional, entendido como
derecho constitucional concretizado.

- Según Néstor Pedro Sagüés tiene naturaleza mixta, (sustantiva y procesal) el derecho
procesal constitucional tiene "un rol instrumental, en el sentido que le toca tutelar la vigencia y
operatividad de la Constitución, mediante la implementación de la judicatura y de los
remedios procesales pertinentes.

- Gustavo Zagrevelsky refiere que es un derecho dúctil, el derecho es algo maleable. Las
normas jurídicas ya no pueden ser ni expresión de intereses de parte ni la formulación de
concepciones universales e inmutables que alguien pueda imponer y los demás deban acatar.
La ductilidad jurídica se traduce en la huida de los dogmas para convertir las Constituciones en
textos abiertos (la "textura abierta del derecho" de la que hablaba Hart), en donde los
diferentes valores, incluso los heterogéneos, puedan coexistir en pacífica armonía. Aplicando
el concepto químico apuntado, el autor defiende la posibilidad de descomponer y deshilvanar
toda idea, valor o principio, excluyendo la rigidez dogmática, germen de fanatismos, de las
épocas anteriores. Es claramente una decidida apuesta por el pluralismo jurídico.

- Domingo García Belaunde simplemente nos dice que es derecho procesal. Atiende a su
naturaleza jurídica que es claramente instrumental, por lo que concluye que es
ineludiblemente de carácter procesal.

Héctor Fix-Zamudio hablaba sobre la existencia de un Derecho Constitucional Procesal


Estimando que esta disciplina estudia las instituciones o categorías procesales establecidas por
la Constitución, advirtiendo tres aspectos esenciales: a) la jurisdicción, no en su sentido
procesal sino constitucional, es decir, como “ la función pública que tiene por objeto resolver
las controversias jurídicas que se plantean entre dos partes contrapuestas y que deben
someterse al conocimiento de un órgano del Estado, el cual decide dichas controversias de
manera imperativa y desde una posición imparcial” , b) las garantías judiciales, entendiendo
como tales al conjunto de instrumentos establecidos por las normas constitucionales con el
objetivo de lograr la independencia y la imparcialidad del juzgador, entre las que se
encuentran, la estabilidad, la remuneración, la responsabilidad y la autoridad de los
juzgadores, y c) las garantías de las partes, que comprenden aquellas que poseen los
justiciables cuando acuden a solicitar la prestación jurisdiccional. Así, la acción procesal y la
defensa o debido proceso se han incorporado en los ordenamientos constitucionales como
derechos fundamentales de la persona.

La crítica que hace Domingo García Belaunde al pontífice del Derecho Procesal Constitucional
latinoamericano. El reputado jurista azteca viene sosteniendo en diversos trabajos que, aparte
del Derecho Procesal Constitucional, coexiste otra disciplina: el Derecho Constitucional
Procesal. El planteamiento viene teniendo acogida ya en diversos círculos. Sin embargo, a
criterio de García Belaunde: Aquello que pretende estudiar el llamado Derecho Constitucional
Procesal puede ser distribuido en dos: los aspectos netamente procesales pueden ir al Derecho
Procesal Constitucional y los netamente constitucionales, pueden desarrollarse en el Derecho
Constitucional. En última instancia, pueden alojarse en el Derecho Procesal Constitucional, ya
que estamos tratando de instituciones netamente procesales. El hecho notorio de que hayan
sido paulatinamente constitucionalizadas dentro de este fenómeno antes descrito, no nos
autoriza a crear una nueva disciplina que, como decimos, pese a su utilidad docente, carece de
rigor científico.

4. AUTONOMÍA PROCESAL.
Noción de Autonomía Procesal

Aquella potestad discrecional que tienen los tribunales constitucionales para crear figuras
procesales y procedimentales distintas o interpretativas de las reguladas en la ley.

Autonomía Procesal delegada o interpretativa

Se entiende por tal la interpretación y desarrollo de aquellas instituciones y reglas procesales


que existen en el Código Procesal Constitucional, pero que el intérprete, el Tribunal
Constitucional, ha venido enderezándolas, realizando algún tipo de interpretación, dotándoles
una dimensión dinámica de acuerdo más o menos a lo que la legislación procesal le confiere.
Ya veremos para más adelante los casos que podríamos tener en esta variante. Pero esa es una
interpretación que no es autónoma del Tribunal, sino que surge de la propia legislación
procesal positiva, y a eso le denominamos autonomía procesal delegada, porque el propio
Código Procesal Constitucional lo prescribe y el Tribunal Constitucional, intérprete supremo, lo
dinamiza, lo concretiza.

Autonomía Procesal autárquica o cuasilegislativa

Sin embargo, hay que señalar que la autonomía procesal autárquica o cuasi legislativa es una
autonomía en donde el Tribunal Constitución crea, recrea e innova figuras procesales a través
de su jurisprudencia, muchas veces contra legem, en oposición frontal contra lo que dice el
Código Procesal Constitucional —ya veremos los casos— o contra lo que puede decir el propio
testamento histórico del poder constituyente, como es la Constitución; situación que ha
llevado a que algunos críticos califiquen a los miembros del Tribunal Constitucional como una
“banda de facciosos”. Con todo, ésta sería la autonomía procesal autárquica, la que dimana de
lo que el Tribunal establece exclusiva y excluyentemente, prescindiendo de la legisla ción
procesal constitucional

Críticas a la Autonomía Procesal

Una es la vulneración del orden legal; las normas procesales son normas de orden público. Es
decir, si el Código Procesal Constitucional establece las reglas procesales de todos los procesos
constitucionales —esto es, hábeas corpus, amparo, hábeas data, proceso de incumplimiento,
proceso de inconstitucionalidad, conflicto competencial—, el Tribunal no puede ir contra las
reglas procesales que el legislador democrático le ha configurado. Y las reglas procesales son
de orden público e incluso el Tribunal Constitucional está obligado a cumplirlas.

La otra crítica está referida a la autonomía como autarquía, es decir, si hay una autonomía
como autarquía, habría una suerte de “dictadura constitucional” de un colegiado. Es decir, el
Tribunal Constitucional en el Perú —y en todos los países que forman parte de este modelo
llamado modelo concentrado europeo o modelo austriaco o modelo kelseniano—, y los
miembros que lo conforman, el colegiado constitucional, realmente sería un órgano que
impondría una dictadura, y eso no se condice con el tema de la seguridad jurídica. Esas son las
críticas brevísimas, sintetizadas, del estado de la cuestión.

Límites a la Autonomía Procesal

Uno de esos límites, en primer lugar, es el principio de corrección funcional, lo cual significa
que el propio Tribunal Constitucional tiene que autolimitarse en la medida en que es el
intérprete supremo. El Tribunal Constitucional debe establecer sus propias reglas de auto-
limitación y no generar una suerte de autonomía autárquica.

En segundo lugar, el otro límite está referido al principio de la proscripción de la arbitrariedad,


es decir, no puede haber ningún órgano exento del control de, entre otras cosas, la
arbitrariedad. El propio Tribunal Constitucional ha dicho: “no hay ningún órgano que esté fuera
del control de la constitucionalidad, y cualquier tipo de exceso tiene que interdictarse”; tiene
que proscribirse la arbitrariedad, por lo tanto, el Tribunal Constitucional, también se incluye y,
ergo, no puedo estar generando arbitrariedades al hilo de la autonomía que él tiene.

En tercer lugar, tenemos el principio de la seguridad jurídica, que es otro límite; es decir, si hay
un orden jurídico, un sistema de fuentes, que son fuentes positivas —esto es, la Constitución,
las leyes, las normas infralegales, además de la propia jurisprudencia—, el Tribunal
Constitucional no puede estar cambiando permanentemente y afectando lo que se llama la
predictibilidad, porque la seguridad jurídica, entre otros temas, presupone predictibilidad. La
seguridad es la cualidad del ordenamiento que produce certeza y confianza en los justiciables y
en los ciudadanos sobre lo que es el Derecho en cada momento y sobre lo que posiblemente
será en el futuro.

Y, finalmente, el cuarto rubro corresponde al principio de máxima protección de los derechos


fundamentales, lo cual significa que, bajo el manto de la autonomía procesal, siempre se tiene
que afirmar aquel norte insoslayable que está consignado en el artículo 2.o del Código Procesal
Constitucional, que afirma la vigencia efectiva de los derechos humanos y la supremacía
constitucional, entre otros temas.

La Autonomía Procesal a nivel comparado

Para poder entender mejor el asunto, descorramos más bien un poco la cortina, abramos la
ventana y oxigenemos cómo han ocurrido las creaciones de figuras procesales a nivel
comparativo, en el marco de la autonomía procesal. Vamos a dar un brochazo panorámico a la
autonomía procesal a nivel comparado.

a) La creación de la judicial review y el caso Marbury vs. Madison

En la judicial review, por ejemplo, en el famoso caso Marbury versus Madison. La Suprema
Corte de los Estados Unidos de América ejercitó y ha ejercitado la figura de la autonomía
procesal. Planteó una figura que no existía en la Constitución, que no estaba prevista: creó la
figura del control judicial de la constitucionalidad de las leyes

b) La introducción del amparo en Argentina

Otra figura de creación de autonomía procesal es la introducción del amparo en Argentina.

Existieron algunos casos que fueron emblemáticos, como el de Samuel Cox o el de Ángel Siri.
En Argentina, no existía el amparo hasta la década del sesenta; existía el hábeas corpus. Pero
¿qué ocurre? Los jueces de la Corte Suprema de Justicia de Argentina, al hilo de una
jurisprudencia, empezaron a crear la figura y a reconocer que el hábeas corpus habría de
redimensionarse en una figura homóloga, que es el amparo, para la tutela de cualquier tipo de
derecho constitucional, porque el hábeas corpus sirve exclusivamente para la tutela de la
libertad individual. Argentina tenía el hábeas corpus, pero no tenía el amparo. Entonces, en la
Argentina, por una creación pretoriana —entiéndase, por el juez— y no por el legislador
democrático, se creó esa jurisprudencia y, a partir de ese momento, se reconoció la figura del
amparo en Argentina. Y, tiempo después, vendría el legislador a desarrollarla ya en el nivel
positivo.

c) La creación del bloque de constitucionalidad por el Consejo Constitucional francés

Otra figura es la creación del bloque de constitucionalidad por el Consejo Constitucional


francés. El tribunal constitucional francés, que en dicho país se llama Consejo Constitucional,
creó una figura que hoy forma parte del pensamiento continental europeo: el bloque de
constitucionalidad. El bloque de constitucionalidad significa que si la Constitución es la que
tiene, en términos kelsenianos, la máxima jerarquía y no puede haber otra norma que compita
en esa jerarquía más que la Constitución, entonces, el Consejo Constitucional francés crea la
figura de que habrían otras normas que se incorporan en ese mismo rango de jerarquía y, en
este caso, crea la figura del bloque. El bloque está conformado por la Declaración Uni versal de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1787, Preámbulo de la anterior Constitución a la
de 1958, y con otra ley que tiene ese mismo rango de jerarquía.

d) El desarrollo de las tipologías de sentencias interpretativas por la Corte Constitucional


italiana

Otra figura es el desarrollo de la tipología de sentencias interpretativas por la Corte


Constitucional italiana. Sucede que en Italia, bajo el influjo primigenio de la Suprema Corte
Federal de los Estados Unidos de América, se crean sentencias distintas a las sentencias
estimativas o desestimativas. Es decir, las sentencias típicas eran sentencias que declaraban o
no inconstitucional; a eso se denomina sentencias típicas. Pero, en Italia, empieza a crearse
una figura que se llama sentencias atípicas, en donde el intérprete supremo, esto es, la Corte
Costituzionale della Reppublica Italiana, prefiere no declarar inconstitucional la ley, porque, si
la declara inconstitucional, el remedio puede ser peor que la enfermedad y se generarían
gruesas afectaciones a la seguridad jurídica y, por lo tanto, decide utilizar mejor otra técnica,
llamada sentencias interpretativas. Si el legislador dijo que la ley A es B, el intérprete supremo
trata de hacer una interpretación en conformidad con la Constitución y dice, si el legislador dijo
que A es B, de ahora en adelante, este intérprete dice que esta ley debe entenderse que A es
C, porque C es una interpretación que se acomoda a la Constitución. Entonces, a eso se le
denomina sentencias interpretativas y, a partir de ahí, hay varias figuras, como son las
sentencias interpretativas en sentido estricto, las sentencias interpretativas manipulativas, las
sentencias aditivas o las sentencias exhortativas, entre otras.

e) La creación del estado de cosas inconstitucional por la Corte Constitucional de Colombia

Siguiendo con el tema de la presente exposición, la autonomía procesal, tenemos otra figura
que es la creación del estado de cosas inconstitucionales. Esa es otra preciosa figura que el
Tribunal Constitucional peruano también ha incorporado. Esa creación viene de la Corte
Constitucional de Colombia. Entonces, a partir de un caso concreto, se declara el estado de
cosa inconstitucional y, a partir de una sola sentencia, ésta tendrá efectos que trascienden a
las partes. Porque normalmente las partes son las que se benefician en un proceso, y solo
ellas, y no pueden beneficiarse terceras personas. Pero, en este caso, se crea
revolucionariamente esta figura y habrá la declaración del estado y cosas inconstitucionales
con efectos que van más allá de las partes. Si bien la sentencia se dicta al hilo de un solo caso,
tendrá un efecto dominó para todas las personas que tengan análogamente el mismo caso y ya
no tendrán por qué estar planteando otro proceso, que en este caso fue de hábeas data.

El Tribunal Constitucional peruano y la utilización de la Autonomía Procesal

La aplicación de la autonomía procesal delegada o interpretativa

Tipología de las sentencias interpretativas

Quiero recoger un pequeño manojo de sentencias interpretativas que dictó el


Tribunal Constitucional al hilo de una sentencia, la STC 0010-2002-AI/TC; se trató de
una legislación que declaró inconstitucionales muchas normas antiterroristas. El 3
de enero de 2003, el Tribunal Constitucional emitió una sentencia extraordinaria
donde incorporaba las figuras de las sentencias interpretativas, sentencias aditivas,
sentencias exhortativas, etcétera. Dicha tipología fue afinada en la posterior STC
0004-2004-AI/TC, donde se establecieron los siguientes tipos de sentencias:
A) Las sentencias estimativas: Son aquellas que declaran fundada una demanda de
inconstitucionalidad. Su consecuencia jurídica específica es la eliminación o
expulsión de la norma cuestionada del ordenamiento jurídico, mediante una
declaración de invalidez constitucional. Estas sentencias, a su vez, pueden ser:

1. Las sentencias de simple anulación: En este caso el órgano de control


constitucional resuelve dejar sin efecto una parte o la integridad del contenido de
un texto.

2. Las sentencias interpretativas propiamente dichas: En este caso el órgano de


control constitucional declara la inconstitucionalidad de una interpretación errónea
efectuada por algún operador judicial, lo cual acarrea una aplicación indebida. Así,
el órgano de control constitucional puede concluir en que por una errónea
interpretación se han creado “normas nuevas”, distintas de las contenidas en la ley
o norma con rango de ley objeto de examen. Por consiguiente, establece que en el
futuro los operadores jurídicos estarán prohibidos de interpretar y aplicar aquella
forma de interpretar declarada contraria a la Constitución.

3. Las sentencias interpretativas-manipulativas (normativas): En este caso el órgano


de control constitucional detecta y determina la existencia de un contenido
normativo inconstitucional dentro de una ley o norma con rango de ley. Su emisión
se justifica en el principio de conservación de la ley, de interpretación conforme a la
Constitución, y en la función pacificadora y de colaboración de poderes del Tribunal
Constitucional. Existe una pluralidad de sentencias manipulativo-interpretativas; a
saber:

3.1. Las sentencias reductoras: Son aquellas que señalan que una parte (frases,
palabras, líneas, etc.) del texto cuestionado es contraria a la Constitución, y ha
generado un vicio de inconstitucionalidad por su redacción excesiva y
desmesurada. En ese contexto, la sentencia ordena una restricción o acortamiento
de la “extensión” del contenido normativo de la ley impugnada.

3.2. Las sentencias aditivas: Son aquellas en donde el órgano de control de la


constitucionalidad determina la existencia de una inconstitucionalidad por omisión
legislativa. En ese contexto procede a “añadir” algo al texto incompleto, para
transformarlo en plenamente constitucional. En puridad, se expiden para completar
leyes cuya redacción róñica presenta un contenido normativo “menor” respecto al
exigible constitucionalmente. En consecuencia, se trata de una sentencia que
declara la inconstitucionalidad no del texto de la norma o disposición general
cuestionada, sino más bien de lo que los textos o normas no consignaron o
debieron consignar. Es usual que la omisión legislativa inconstitucional afecte el
principio de igualdad; por lo que al extenderse los alcances de la norma a supuestos
o consecuencias no previstos para determinados sujetos, en puridad lo que la
sentencia está consiguiendo es homologar un mismo trato con los sujetos
comprendidos inicialmente en la ley cuestionada.

3.3. Las sentencias sustitutivas: Son aquellas en donde el órgano de control de la


constitucionalidad declara la inconstitucionalidad parcial de una ley y,
simultáneamente, incorpora un reemplazo o relevo del contenido normativo
expulsado del ordenamiento jurídico; vale decir, dispone una modificación o
alteración de una parte literal de la ley.
3.4. Las sentencias exhortativas: Son aquellas en donde el órgano de control
constitucional declara la incompatibilidad constitucional de una parte o la totalidad
de una ley o norma con rango de ley, pese a lo cual no dispone su inmediata expul-
sión del ordenamiento constitucional, sino que recomienda al Parlamento para que,
dentro de un plazo razonable, expida una ley sustitutoria con un contenido acorde
a las normas, principios o valores constitucionales. En este tipo de sentencias se
invoca el concepto de vacatio setentiae, mediante el cual se dispone la suspensión
de la eficacia de una parte del fallo.

3.5. Las sentencias estipulativas: Son aquellas en donde el órgano de control de la


constitucionalidad establece, en la parte considerativa de la sentencia, las variables
conceptuales o terminológicas que utilizará para analizar y resolver una
controversia constitucional. En ese contexto, se describirá y definirá en qué
consisten determinados conceptos.

B) Las sentencias desestimativas: Son aquellas que declaran, según sea el caso,
inadmisibles, improcedentes o infundadas las acciones de garantía, o resuelven
desfavorablemente las acciones de inconstitucionalidad. En este último caso, la
denegatoria impide una nueva interposición fundada en idéntico precepto
constitucional (petición parcial y específica referida a una o varias normas con-
tenidas o en una ley); además. Ahora bien, la praxis constitucional reconoce una
pluralidad de formas y contenidos sustantivos de una sentencia desestimativa, a
saber:

1. La desestimación por rechazo simple: En este caso el órgano de control de la


constitucionalidad resuelve declarar infundada la demanda presentada contra una
parte o la integridad de una ley o norma con rango de ley.

2. La desestimación por sentido interpretativo (interpretación strictu sensu). En este


caso el órgano de control de la constiucionalidad establece una manera creativa de
interpretar una ley parcial o totalmente impugnada. Es decir, son aquellas en donde
el órgano de control de la constitucionalidad declara la constitucionalidad de una
ley cuestionada, en la medida que se la interpreta en el sentido que éste considera
adecuado, armónico y coherente con el texto fundamental.

Entonces, ahí tenemos un ejemplo de la manera como el Tribunal Constitucional


peruano empieza a desarrollar una autonomía procesal, pero que no es cuasi
legislativa, sino que la interpreta de acuerdo a lo que el propio Código Procesal
Constitucional le faculta.

Las reglas para la adecuación de los procesos de amparo a procesos contencioso-


administrativos en materia previsional

El establecimiento de reglas para el reencauzamiento de los procesos de amparo a


los procesos contencioso-administrativos.

Los requisitos del mandamus en el proceso de cumplimiento

Las reglas para la determinación del mandamus en el proceso de cumplimiento. Al


hilo del precedente, esto es, la STC N. º 0168-2005-AC/TC, el Tribunal Constitucional
se ha despachado a su gusto y ha establecido los parámetros para que haya la
figura del mandamus. Estos criterios o requisitos que debe ostentar el mandato
contenido en la ley o acto administrativo cuyo cumplimiento se reclama deben ser:

a) Ser un mandato vigente.

b) Ser un mandato cierto y claro, es decir, debe inferirse indubitablemente de la


norma legal o del acto administrativo.

c) No estar sujeto a controversia compleja ni a interpretaciones dispares.

d) Ser de ineludible y obligatorio cumplimiento.

e) Ser incondicional. Excepcionalmente, podrá tratarse de un mandato condicional,


siempre y cuando su satisfacción no sea compleja y no requiera de actuación
probatoria.

f) Reconocer un derecho incuestionable del reclamante.

g) Permitir individualizar al beneficiario

Supuestos de procedencia del proceso competencial

Tenemos otra figura de la autonomía procesal delegada, que es la ampliación de las


formas de conflicto de competencia. Se trata prácticamente del tema del conflicto
por menoscabo de las atribuciones constitucionales. Se trata de que, con relación a
los conflictos competenciales, el Tribunal Constitucional ha dicho que una forma en
que se presenta un conflicto competencial no es tanto cuando un órgano se
atribuye funciones que no le corresponden —conflicto positivo— ni tanto tampoco
cuando un órgano con otro órgano no se creen competentes —conflicto negativo
—, ni cuando como producto de la omisión de cumplimiento de un acto obligatorio
por parte de un poder público se afectan las competencias constitucionales de otro,
sino de un tipo de proceso competencial más sui generis, determinada en el ámbito
de la actuación concreta y real de los organismos estatales, donde lo que se discute
no es la titularidad de la competencia, sino el modo procesal y sustancial en la que
ésta se ejerce. Así, ha dicho el TC que el conflicto de atribuciones entre po deres
puede surgir también por el hecho de que un poder, sin invadir la esfera de
competencias de otro poder, por el modo ilegítimo en que obra en la esfera de sus
competencias, turbe su actividad y le impida desarrollar, en todo o en parte, la
actividad que le compete. A este conflicto le ha llamado “conflicto constitucional
por menoscabo de atribuciones constitucionales”, el cual al mismo tiempo ha
clasificado en los siguientes sub-tipos:

a) Conflicto constitucional por menoscabo en sentido estricto: en este tipo de


conflicto cada órgano constitucional conoce perfectamente cuál es su competencia;
sin embargo, uno de ellos lleva a cabo un indebido o prohibido ejercicio de la
competencia que le corresponde, lo que repercute sobre el ámbito del que es
titular el otro órgano constitucional.

b) Conflicto constitucional por menoscabo de interferencia: En éste, las


competencias de los órganos constitucionales están enlazadas a tal punto que uno
de ellos no puede ejercer la suya sino tiene la cooperación o la actuación de la
competencia que le pertenece al otro.
c) Conflicto constitucional por menoscabo de omisión: Aquí, uno de los órganos
omite ejercer su competencia produciéndose, como consecuencia de ello, una
atrofia o imposibilidad de ejercicio de la competencia del otro órgano
constitucional, solo que, en este caso, la omisión funcional no es condición
indispensable para el ejercicio de la competencia o atribución del otro órgano
constitucional.

El iura novit curia y la suplencia en la queja deficiente.

El iura novit curia significa que si el demandante plantea una demanda y se


equivoca en el postulatorio en la parte sustantiva, el juez no debe declarar
desestimativa la demanda. El juez es la boca que pronuncia la ley; el juez,
conocedor del derecho, debe aplicar lo que corresponda. Eso es el iura novit curia.
Se diferencia de la suplencia en la queja deficiente en que hay errores procesales
del demandante. En el iura novit curia, hay errores sustantivos, pero, en ambos, el
juez está obligado a aplicar lo que corresponda.

Entonces, el Tribunal Constitucional ha dicho: “La suplencia en la queja deficiente


se encuentra subsumido dentro del iura novit curia”.

La distinción entre precedente y doctrina jurisprudencial vinculante

El Tribunal Constitucional ha hecho una distinción entre doctrina jurisprudencial y


precedente vinculante (artículos vi y vii del título preliminar, respectivamente, del
Código Procesal Constitucional). La idea es que debería mantenerse la figura de la
doctrina jurisprudencial y no la del precedente vinculante, porque el precedente en
nuestro actual sistema de fuentes tiene status de norma, como si fuera una ley, y
que incluso está por encima del legislador. Entonces, hay que tratar de
autorrestringirnos en la producción de este tipo de fallos.

La actuación inmediata de la sentencia en el amparo.

Consiste en que si el demandante de amparo gana en primera instancia y la


contraparte apelare o no, el juez del amparo está obligado a ejecutar, en los
propios términos, la sentencia de primera instancia, aunque la contraparte haya
apelado. Esa es la figura de la actuación inmediata de la sentencia. El Tribunal
Constitucional en la STC 0607- 2009-PA/TC, ha desarrollado los supuestos
procesales para viabilizar la figura de la actuación inmediata de la sentencia, y así
ha establecido los siguientes principios:

i. Sistema de valoración mixto: si bien la regla general debe ser la actuación


inmediata de la sentencia estimatoria de primer grado, el juez conservará, empero,
cierto margen de discrecionalidad para tomar una decisión ajustada a las especiales
circunstancias del caso concreto.

ii. Juez competente: será competente para resolver la solicitud de actuación


inmediata y, de ser el caso, para llevarla a cabo, el juez que dictó la sentencia de
primer grado.

iii. Forma de otorgamiento: si bien como regla general la actuación inmediata


procederá a pedido de parte; ello no impide que el juez pueda ordenarla de oficio
cuando exista el riesgo de un perjuicio irreparable para el demandante, ello, en
virtud de la obligación del juez constitucional de proteger de modo efectivo los
derechos constitucionales, conforme a lo dispuesto por el artículo II del Título
Preliminar del C.P.Const.

iv. Sujetos legitimados: tendrá legitimación activa para solicitar la actuación


inmediata el beneficiado con la sentencia estimatoria de primer grado o, en su
caso, el representante procesal, según lo dispuesto por el artículo 40 del C.P.Const.

v. Alcance: por regla general, la actuación inmediata ha de ser otorgada respecto de


la totalidad de las pretensiones estimadas por el juez a quo; sin embargo, el juez
podrá conceder también la actuación inmediata de forma parcial, es decir, sólo
respecto de alguna o algunas de las referidas pretensiones, cuando ello
corresponda según las circunstancias del caso concreto y teniendo en consideración
los presupuestos procesales establecidos en el punto viii. No serán ejecutables por
esta vía los costos y costas del proceso, ni los devengados o intereses.

vi. Tipo de sentencia: podrá concederse la actuación inmediata de la sentencia


estimatoria de primer grado, tanto de sentencias que no hayan sido apeladas pero
que aún puedan serlo, como de sentencias que ya hayan sido apeladas. La
actuación inmediata de la sentencia estimatoria de primer grado se entiende sólo
respecto de sentencias de condena.

vii. Mandato preciso: la sentencia estimatoria de primer grado debe contener un


mandato determinado y específico (mandato líquido), de acuerdo a lo establecido
por el inciso 4 del artículo 55 del C.P.Const., en el cual debe sustentarse el mandato
contenido en la actuación inmediata.

viii. Presupuestos procesales:

1. No irreversibilidad: la actuación inmediata no debe generar un estado de cosas


tal que no pueda revertirse más adelante; en caso contrario, no procederá la
actuación inmediata.

2. Proporcionalidad: no obstante que, por regla general, el juez debe conceder la


actuación inmediata; al momento de evaluar la solicitud, éste deberá tener en
cuenta también el daño o perjuicio que puede causarse a la parte demandada,
ponderando en todo caso, el derecho de éste a no sufrir una afectación grave en
sus derechos fundamentales y el derecho de la parte demandante a no ser afectada
por la dilación del proceso; de manera que la actuación inmediata no aparezca en
ningún caso como una medida arbitraria, irracional o desproporcionada.

3. No será exigible el otorgamiento de contracautela. Sin embargo, de modo


excepcional el juez puede solicitarla cuando las pretensiones amparadas posean
algún contenido patrimonial, y siempre atendiendo a criterios de proporcionalidad.

La represión de actos homogéneos.

La represión de actos lesivos homogéneos es un mecanismo de protección judicial


de derechos fundamentales frente a actos que presentan características similares a
aquellos que han sido considerados en una sentencia previa como contrarios a tales
derechos. En este sentido, lo resuelto en un proceso constitucional de tutela de
derechos fundamentales no agota sus efectos con el cumplimiento de lo dispuesto
en la sentencia respectiva, sino que se extiende hacia el futuro, en la perspectiva de
garantizar que no se vuelva a cometer una afectación similar del mismo derecho.
Subyace como fundamentos de este instituto procesal los siguientes: a) evitar el
desarrollo de un nuevo proceso constitucional; b) garantizar la obligatoriedad de las
sentencias ejecutoriadas.

La Autonomía Procesal autárquica o cuasilegislativa

La técnica del estado de cosas inconstitucional

Supone una superación de la doctrina clásica del efecto “inter partes” del amparo,
pues aquí ya no se trata de proteger solamente al justiciable que interpuso su
demanda, sino que al reconocerse una vulneración sistemática y masiva de
derechos fundamentales, los efectos de la sentencia se extienden a todos aquellos
sujetos colocados en la misma situación jurídica del demandante. Del mismo modo,
las entidades comprometidas con el cumplimiento de la sentencia no serán sólo
aquellas que fueron emplazadas con la demanda, sino todas aquellas cuya
actuación sea necesaria para superar el déficit estructural e institucional que
originó el estado de cosas inconstitucional.

El recurso de agravio constitucional a favor del precedente

el Tribunal Constitucional prácticamente incurrió en una audacia interpretativa al


señalar que la “resolución denegatoria” a que hace referencia la Constitución, como
condición procesal para interponer el recurso de agravio ante el Tribunal, no es sólo
denegatoria de la pretensión del demandante, como es su sentido literal, sino que
es también resolución denegatoria de justicia constitucional, en sentido objetivo, es
decir una resolución que niega tutela constitucional al apartarse del precedente
vinculante.

El recurso de agravio excepcional por vulneración del orden constitucional

Ha sido puesto en vigencia a partir de la publicación de las SSTC


02663-2009-PHC/TC y 02748-2010-PA/TC, como respuesta al uso inadecuado del
proceso constitucional de hábeas corpus frente a una aparente lesión y
consecuente tutela del derecho al plazo razonable al que deben sujetarse todos los
procesos judiciales de orden penal. Así, el TC ha admitido la posibilidad de aceptar
la procedencia del RAC en sentencias estimatorias, cuando se cuestionen procesos
penales por tráfico ilícito de drogas o lavado de activos, esto en razón de
comprender que la permisibilidad de uso de un proceso constitucional como
herramienta para evitar un proceso judicial por responsabilidad penal en dichos
ilícitos, supone promover el incumplimiento de uno de los fines del Estado, como lo
es el combate del tráfico ilícito de drogas, situación que supone un evidente
ejercicio abusivo del derecho por parte del presunto responsable.

En tal sentido, el TC comprende que situaciones donde se ha dispuesto la


reanudación del proceso judicial parcial o totalmente, como consecuencia de
haberse evidenciado la presencia de un vicio procesal que transforma en irregular
al proceso penal, no puede admitirse la exclusión de la responsabilidad penal a
través de un proceso constitucional, sin que de por medio exista un proceso judicial
en donde se haya determinado a través de pruebas, la irresponsabilidad penal del
imputado.

El recurso de agravio a favor del cumplimiento de las sentencias del Tribunal


Constitucional y el recurso de apelación por salto.

Corresponde al juez de primera instancia ejecutar la decisión judicial que puso fin a
la controversia promovida en esta vía procesal; sin embargo, y considerando que
por lo general no es el juez de primera instancia aquel que ha emitido la decisión
final en el proceso constitucional, pueden presentarse supuestos en los que dicha
instancia considere que la sentencia final debe ejecutarse en un sentido diferente al
contenido en el fallo.

Esta modalidad del RAC debe dirigirse a evaluar las razones de la demora de la
ejecución del fallo, el grado de incumplimiento o tergiversación de la sentencia del
Tribunal Constitucional y la fórmula interpretativa utilizada por el órgano ejecutor,
a fin de verificar si la etapa de ejecución se realiza con normalidad o existe la
presencia de mecanismos dilatorios promovidos por alguna de las partes; si el
incumplimiento o tergiversación del fallo por parte del órgano de ejecución resulta
de acciones dirigidas por algunas de las partes o resulta de motu proprio; o si la
interpretación que se le viene otorgando a la sentencia en esta etapa resulta
contraria al propio contenido de la sentencia y la tutela del derecho fundamental.
En buena cuenta, con esta modalidad del RAC a favor del cumplimiento de las
sentencias del TC se configura un nuevo canon de autopercepción del propio TC:
ser el señor del proceso4, con miras a que lo resuelto por el máximo órgano
jurisdiccional se cumpla en los términos de la sentencia allí dispuestos.

En la actualidad la participación del TC en el conocimiento de la ejecución de las


sentencias que ha emitido, se produce a través de la promoción del recurso de
apelación por salto, medio impugnatorio que permite al recurrente evitar el
tránsito por la Sala Superior respectiva y permite al TC pronunciarse en segunda
instancia por el incumplimiento de sus decisiones.

El recurso de agravio a favor del cumplimiento de las sentencias del Poder Judicial

mediante el que se amplía el supuesto anterior en atención a la búsqueda de


eficacia de la tutela otorgada al derecho restituido con el pronunciamiento de los
órganos jurisdiccionales del Poder Judicial, que viene siendo alterada, menoscabada
o tergiversada en la etapa de ejecución, situación que incluso puede producirse por
el propio órgano que tuteló el derecho.

Frente a esta irregular situación, el Tribunal Constitucional ha considerado que el


RAC se constituye como el medio impugnatorio idóneo, directo e inmediato en la
etapa de ejecución de los procesos constitucionales de la libertad, destinado a
restablecer el orden jurídico constitucional establecido como mandato en la
sentencia que ha dispuesto la reposición del derecho fundamental vulnerado.

La figura del amparo contra amparo


Es autonomía procesal autárquica, porque según el artículo 5.8 no prospera el
amparo contra amparo; así lo dice el Código Procesal Constitucional. Se entiende
que no procede un proceso constitucional firme contra otro proceso constitucional;
así lo establece el referido Código. Pero, antes de que lo regulara el Código, el
Tribunal Constitucional venía planteando la figura de que el amparo contra amparo
es una modalidad específica del amparo contra resoluciones judiciales; aunque lo
restringía a supuestos excepcionales y con la sentencia 4853, emitida después de
publicado el Código Procesal Constitucional, se ha ampliado la figura a varios
supuestos que los podemos quintaesenciar del siguiente modo:

a) Su procedencia se condiciona a los casos en que la vulneración constitucional


resulte evidente o manifiesta,

b) Su habilitación sólo opera por una sola y única oportunidad,

c) Resulta pertinente tanto contra resoluciones judiciales estimatorias como contra


las desestimatorias,

d) Su habilitación se condiciona a la vulneración de uno o más derechos


constitucionales independientemente de la naturaleza de los mismos,

e) Procede en defensa del precedente y la doctrina constitucional vinculante


establecida por el Tribunal Constitucional,

f) Se habilita en defensa de los terceros que no hayan participado en el proceso


constitucional cuestionado y cuyos derechos han sido vulnerados, así como
respecto del recurrente que por razones extraordinarias no pudo acceder el agravio
constitucional,

g) No procede en contra de las decisiones emanadas del Tribunal Constitucional.

El partícipe en el proceso de inconstitucionalidad

El Tribunal Constitucional también ha creado la figura del partícipe en el proceso de


inconstitucionalidad, que no está en el Código Procesal Constitucional. Con el
objeto de integrar al proceso a quien puede aportar una tesis interpretativa
cualificadamente relevante en el caso concreto.

La adecuación del proceso de cumplimiento para el control de la


inconstitucionalidad por omisión

el TC ha dispuesto que, aún cuando no es la vía creada por el constituyente para el


control de las omisiones legislativas inconstitucionales, el proceso de cumplimiento
puede ser adecuado o redimensionado, de cara a efectivizar determinados
mandatos constitucionales o que se encuentren contenidos en tratados
internacionales sobre derechos humanos, y que han sido desatendidos por el
legislador o la autoridad reglamentaria correspondiente, durante un lapso bastante
amplio, produciendo a su vez un resultado inconstitucional.

En este contexto, con el objeto de poder apreciar en qué casos nos encontramos
ante la figura de la inconstitucionalidad por omisión, el TC ha delineado los
requisitos o elementos que deben presentarse para afirmar que el legislador o la
autoridad reglamentaria correspondiente han incurrido en un incumplimiento de su
deber de legislar o reglamentar un mandato constitucional. Estos requisitos o
condiciones son:

a) La existencia de un mandato constitucional de regulación normativa.

b) Transcurso de un periodo de tiempo razonable.

c) Efecto inconstitucional de la omisión o resultado inconstitucional.

El cómputo del plazo razonable

Nuestra Constitución no tiene un reconocimiento expreso de este derecho, mas si


podemos afirmar que el mismo constituye una garantía implícita del derecho al
debido proceso contenido en el artículo 139, inciso 3) de la Carta Magna, cuya
finalidad no es otra que impedir que los acusados por la comisión de un delito
permanezcan durante un largo tiempo en un status jurídico de incertidumbre,
asegurando de este modo que la tramitación del mismo se realice de manera
pronta.

Aunque parezca evidente que la disposición normativa alcanza sólo al plazo que
transcurre dentro de la tramitación judicial del proceso, la realidad y el objeto de
los procesos constitucionales ha obligado al Tribunal Constitucional ha ir
extendiendo el contenido de este derecho a nuevos y complejos supuestos de
hecho. Así, hoy por hoy, y a la luz de lo expuesto en la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional, bien podríamos hablar del plazo razonable en tres esferas: a) Del
proceso strictu sensu; b) De la Investigación Preliminar o Fiscal; c) De la detención
preventiva.

5. MODELOS O SISTEMAS DE JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL.


Históricamente la jurisdicción constitucional estuvo limitada al control de la constitucionalidad
de las leyes; por lo menos así lo entendió Kelsen. Sin embargo, dicho objeto fue desbordado a
la protección de otros derechos y valores constitucionales, tales como los Derechos

Humanos, los conflictos entre los órganos del Estado, el enjuiciamiento de los delitos políticos,
etc.

La primera vez que se abordó en el mundo el tema de la jurisdicción constitucional fue en


Alemania, en Heidelberg en 1961, bajo el auspicio del Max Planck Institute. A nivel
iberoamericano se estudió por segunda vez en el Segundo Coloquio Iberoamericano de
Derecho Constitucional organizado por el Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional
con el patrocinio de la Universidad Externado de Colombia8. Recientemente se ha abordado
en Santiago de Chile el Primer Seminario Latinoamericano sobre Justicia Constitucional, lo cual
confirma ser un tema de palpitante actualidad9.

Por nuestra parte, mantenemos la noción clásica a que se arribó en Heidelberg, en el sentido
de que por jurisdicción constitucional debe entenderse todo procedimiento jurisdiccional que
tiene como fin directo garantizar la observancia de la Constitución.

Contenido de la Jurisdicción Constitucional


De acuerdo al esquema planteado por Mauro Cappelleti y divulgado en Iberoamérica por
Héctor Fix-Zamudio, la Jurisdicción Constitucional comprende tres aspectos. En buena cuenta,
se distinguen pues, tres tipos de contenido de la jurisdicción, que son:

i) Jurisdicción constitucional de la libertad;

ii) Jurisdicción constitucional orgánica; y

iii) Jurisdicción constitucional comunitaria e internacional.

La Jurisdicción constitucional de la libertad

Esta expresión fue acuñada por el profesor italiano Mauro Cappelletti, en su obra que lleva
precisamente el mismo título y que fuera traducida por el profesor Fix Zamudio. Ahora bien,
por jurisdicción constitucional de la libertad debe entenderse a todo el conjunto de
instrumentos procesales o “garantías” en sentido estricto, que se han establecido con el objeto
de tutelar los derechos de las personas, estos instrumentos o remedios procesales han sido
agrupados bajo la expresión de JCL, partiendo de la base de que los derechos del hombre han
sido considerados acertadamente como “derechos de libertad”, ya que tales derechos
proporcionan a los gobernantes una esfera jurídica protectora para lograr, a través del respeto
de su igualdad y dignidad, la plena realización de su destino

La Jurisdicción constitucional orgánica

La JCO regula fundamentalmente el control de la constitucionalidad de las leyes, además los


conflictos de competencia entre los órganos del Estado, entre los Estados Federales y el
Gobierno Central, el Estado o Gobierno Central con las Regiones y las Regiones entre sí. Por
otro lado, también comprende la responsabilidad de los altos funcionarios, esto es, el
enjuiciamiento de las actividades ilícitas de los titulares de los órganos constitucionales
(llamado juicio político), se incluye también el problema de los partidos políticos.

La Jurisdicción constitucional comunitaria e internacional

Por jurisdicción constitucional supranacional se debe entender a los diversos mecanismos de


protección procesal que tienen las personas para servirse de determinados organismos
jurisdiccionales internacionales, a fin de que le sean reconocidos sus derechos fundamentales,
cuyo quebrantamiento y vulneración ha provenido de la jurisdicción interna de un país. Esta
protección supranacional de la libertad importa que, previamente, sean agotadas la
jurisdicción doméstica de dicho país para posteriormente ejercitar la acción en el ámbito
internacional. Importa, por otro lado, para su ejercicio, que los Estados hayan reconocido
formalmente los diversos instrumentos internacionales de Derechos Humanos y que hayan
sido incorporados a la legislación interna.

En lo que respecta a la denominada “jurisdicción constitucional comunitaria”, supone el


ejercicio de competencia por determinados tribunales para dicha región. Así por ejemplo,
existen tribunales a nivel latinoamericano (Corte Interamericana de Derechos Humanos) como
también a nivel europeo (Tribunal Europeo de Derechos Humanos).

Modelos o Sistemas de Jurisdicción Constitucional

A nivel doctrinario hay consenso en distinguir dos grandes categorías de jurisdicción


constitucional que han influido en diversos ordenamientos constitucionales: el sistema
americano y el modelo o sistema austríaco. Aquí no comprendemos el modelo o sistema de
control político de constitucionalidad, propio de los regímenes socialistas.

La Jurisdicción constitucional americana o modelo difuso

Este modelo se le califica así por haberse establecido, en sus principales lineamientos en
la Constitución Norteamericana de 1787 y ha tenido una irradiación en gran parte de
América Latina y otros continentes. Este sistema comprende la revisión judicial de las
leyes atribuidas a todos los jueces para declarar en un proceso concreto la inaplicabilidad
de las normas ordinarias que contravienen por la forma o por el fondo a la Constitución.
La inaplicabilidad de la ley opera sólo para las partes que han intervenido en esa
controversia.

Las características generales de este sistema son:

i) es de carácter “difuso”, en cuanto no se concentra en un solo órgano exclusivamente


competente, sino que cualquier juez, sin importar su jerarquía, puede resolver las
cuestiones de constitucionalidad de las leyes;

ii) es de carácter incidental, porque los problemas de constitucionalidad no pueden


plantearse en vía principal, sino que únicamente debe expresarse en el seno de un
proceso ordinario siempre y cuando las partes lo planteen, aunque también en algunos
países se plantea de oficio por el juzgador;

iii) es de carácter especial, toda vez que tiene un efecto limitado a la decisión del caso
concreto (inter partes) y no una eficacia general.

En la práctica, estas características aparecen matizadas pues, en diversos países existen


elementos sui generis que difieren del arquetipo clásico de control judicial de las leyes.

La jurisdicción constitucional austriaca, europea o concentrada

La inspiración de este sistema dimana de la Constitución Austríaca en la que Kelsen fue su


artífice. Por este sistema, se atribuye el control de la constitucionalidad de las leyes a un
órgano específico que esté fuera del Poder Judicial. Este órgano especial es denominado
Corte o Tribunal Constitucional. En este sistema, la magistratura ordinaria está impedida
de conocer asuntos de constitucionalidad de las leyes; en consecuencia, se debe plantear
en la vía principal o de acción por determinadas personas legitimadas procesalmente para
tal efecto. El fallo dictado por el Tribunal Constitucional declara la inconstitucionalidad,
teniendo efectos generales o erga omnes.

Entre sus características generales se aprecian las siguientes:

i) es de carácter concentrado, en la medida en que existe un único órgano que ejerce


jurisdicción constitucional;

ii) es de carácter principal, toda vez que se plantea en vía de acción, a través de un juicio
especial que es la acción de inconstitucionalidad de las leyes;

iii) es de carácter general, pues los efectos de la declaratoria de inconstitucionalidad


opera para toda la ciudadanía.

La nota fundamental del sistema de jurisdicción constitucional europeo o concentrado


son los Tribunales Constitucionales, el mismo que, según expresa García de Enterría, en
lugar de competidores del Parlamento, terminan siendo su complemento lógico. El mismo
autor señala que una Constitución “sin un Tribunal Constitucional que imponga su
interpretación y la efectividad de la misma en los casos cuestionados es una Constitución
herida de muerte, que liga su suerte a la del partido en el poder, que impone en esos
casos, por siempre prevalencia fáctica, la interpretación que en ese momento le conviene.
La Constitución pasa a ser instrumentalizada políticamente por unos grupos o partidos
frente a otros”

A tres décadas de presencia de una jurisdicción constitucional conformada en su momento por


el antiguo Tribunal de Garantías Constitucionales y el actual Tribunal Constitucional, bien se
puede identificar un modelo dual o paralelo de jurisdicción constitucional, entendido como la
presencia de dos órganos jurisdiccionales en coexistencia pacífica –Poder Judicial y Tribunal
Constitucional– que imparten y resuelven controversias de naturaleza constitucional.

6. PRECEDENTES VINCULANTES CONSTITUCIONAL


¿Cuándo estamos ante un precedente?

a) Por principio, se requiere la existencia de una resolución judicial; esto es de un


pronunciamiento judicial que se ha emitido en el pasado; por tanto, no se puede hablar de un
precedente sin que ella descanse morfológicamente en una resolución o más propiamente en
una sentencia.

b) Dicha resolución tiene el status iuris de res judicata, esto es, ha resuelto una
controversia o disputa jurídica, por lo que al tener dicha condición resulta ya inimpugnable
entre las partes.

c) Ha sido emitida por un órgano judicial de la más alta jerarquía. Esto es explicable y
entendible: en todo sistema de justicia existe una rigidez piramidal. El fallo emitido por la alta
corte (que puede ser del Poder Judicial o de un Tribunal Constitucional) tiene efecto dominó.
“La eficacia obligatoria de un precedente se mueve, por así decirlo, desde arriba hasta abajo, o
sea desde las Superior Courts a las Inferiors Courts”

d) La resolución judicial (el precedente) luego es aplicado en tiempo posterior para casos
que tienen una analogía con lo que originalmente resolvió, de ahí que el sistema jurídico le
impone a los jueces aplicar las reglas de derecho establecidas en dicho fallo.

e) Predica un precedente judicial las garantías de uniformidad, coherencia y certeza del


derecho.

f) En perspectiva de la línea anterior, los jueces no pueden rechazar o desaplicar dicho


precedente prefiriendo otras reglas que no han sido consagradas jurisdiccionalmente. Esto
significa que el fallo judicial es invocado en casos futuros, para una nueva decisión. Por tanto,
la judicatura se encuentra “atada” a sus propios fallos, y los órganos jurisdiccionales menores
vinculados al fallo superior.

g) En el decurso del tiempo, un precedente judicial puede devenir en inaplicable por


desuetudo; otras veces por overruling, y por otro lado puede ocurrir que entre un precedente
judicial y un precedente constitucional se generen contradicciones.
h) Igualmente, un precedente judicial puede ser desaplicado en términos pacíficos y
clásicos por su cambio de precedente (overruling), por otro lado se puede desaplicar apelando
a la técnica del distinguish, y también un precedente puede ser desaplicado cuando su
resolución resulta ser inconvencional y el juez puede aplicar la técnica del control difuso de
convencionalidad.

i) No siempre y en todos los casos, los conflictos jurídicos están previstos por
precedentes judiciales, y sí más bien por normas jurídicas provenientes del legislador. Se
podría afirmar que el uso de los precedentes sólo se legitimizan cuando hay un vacío
normativo. Es ahí donde la sempiterna pregunta tiene una elocuente respuesta: ¿el juez crea
derecho? Sí, cuando cubre un vacío.

j) En los Estados constitucionales coexisten, según fuere los modelos o sistemas de


jurisdicción constitucional dos tipos de precedentes: el judicial y el constitucional. El primero
tiene efectos vinculatorios, por lo general, en la propia judicatura y solo con efectos inter
partes; en el segundo, el precedente constitucional tiene efectos erga omnes, y sus efectos son
de naturaleza normativa, por tanto comprende y vincula a todos los poderes del Estado y a los
particulares.

Noción de precedente constitucional vinculante

Regla jurídica expuesta en un caso particular y concreto que el Tribunal Constitucional decide
establecer como regla general; y, que, por ende, deviene en parámetro normativo para la
resolución de futuros procesos de naturaleza homóloga

Naturaleza del precedente constitucional


Normalmente la decisión jurídica de un precedente tiene una naturaleza binaria. El TC lo
describe así: “Por un lado, aparece como una herramienta técnica que facilita la ordenación y
coherencia de la jurisprudencia; y por otro, expone el poder normativo del Tribunal
Constitucional dentro del marco de la constitución, el Código Procesal Constitucional y la Ley
Orgánica del Tribunal Constitucional.

Condiciones formales de establecimiento del precedente vinculante

La expedición de un precedente judicial requiere de determinados presupuestos que aquí el


Tribunal Constitucional lo ha delineado en dos ámbitos:

a) Existencia de relación entre caso y precedente vinculante.

En este supuesto el TC, ha tenido apego al modelo del sistema del common law, es decir a
partir de un caso concreto, el órgano de justicia crea determinadas reglas no solo para
solucionar la disputa que tiene en manos, en este caso el colegiado constitucional sino que el
intérprete impone una heurística jurídica de reglas que van a servir de pauta hermenéutica
para casos futuros vinculando de esta manera a todo el sistema jurídico y, en especial a los
jueces y al propio colegiado constitucional. Así lo ha entendido el propio TC al precisar que:

“La regla que con efecto normativo el Tribunal Constitucional decide externalizar como
vinculante, debe ser necesaria para la solución del caso planteado. El Tribunal Constitucional
no debe fijar una regla so pretexto de solución de un caso, si en realidad esta no se encuentra
ligada directamente con la solución del mismo”.

b) Decisión del Tribunal Constitucional con autoridad de cosa juzgada.


Es claro que cuando el precedente lo emite su intérprete supremo dicha resolución tiene una
doble característica: nos encontramos ante una cosa juzgada constitucional; pero aparte dicha
resolución tiene efecto normativo pues el precedente vinculante se convierte en una norma
que va a estar por encima de las normas jurídicas que emitan cualquier órgano legiferante del
estado. Es decir, si nos encontráramos ante un conflicto entre una norma y un precedente del
TC, prima este último antes que la norma jurídica del legislativo. Igualmente si hubiere
contradicción entre un precedente constitucional y un precedente judicial se reputa el primero
que tiene, en el sistema de fuentes una mayor jerarquía vinculante por ser una resolución
judicial emitida por su intérprete final que es el colegiado constitucional.

Los presupuestos materiales para el establecimiento de un precedente

a) Cuando se evidencia que los operadores jurisdiccionales o administrativos vienen


resolviendo con distintas concepciones o interpretaciones sobre una determinada figura
jurídica o frente a una modalidad o tipo de casos; es decir, cuando se acredita la existencia de
precedentes conflictivos o contradictorios.

b) Cuando se evidencia que los operadores jurisdiccionales o administrativos vienen


resolviendo en base a una interpretación errónea de una norma del bloque de
constitucionalidad; lo cual, a su vez, genera una indebida aplicación de la misma.

c) Cuando se evidencia la existencia de un vacío normativo.

d) Cuando se evidencia la existencia de una norma carente de interpretación jurisdiccional en


sentido lato aplicable a un caso concreto, y en donde caben varias posibilidades
interpretativas.

e) Cuando se evidencia la necesidad de cambiar de precedente vinculante.

En este supuesto, de conformidad con lo establecido en el Artículo VII del Título Preliminar del
Código Procesal Constitucional, el Tribunal Constitucional debe obligatoriamente expresar los
fundamentos de hecho y de derecho que sustentan la sentencia y las razones por las cuales se
aparta del precedente”.

A partir de este enunciado normativo que señala el TC, se abre un amplio elenco de
presupuestos donde se impone la necesidad de un fallo con las características de precedente
constitucional vinculante. Y, es obvio que cada vez que se emita un precedente, el TC deviene
en un órgano de creación normativa, ello en virtud a que la realidad de un sistema jurídico
aconseja, frente a la dinámica compleja de vacíos, deficiencias, antinomias e incluso incuria y
negligencia del legislador, el propio sistema obliga e impone al colegiado constitucional a
actuar como un órgano de creación normativa.

El precedente como forma de cubrir una laguna normativa.

Otro de los argumentos que subyacen en los precedentes vinculantes es que dichos fallos
sirven para cubrir la aplicación adecuada del derecho aun cuando existan lagunas jurídicas. En
esta perspectiva anota Leonor Moral que “una polémica acerca del contenido del
razonamiento jurídico que normalmente se relaciona con los precedentes, es el carácter
creativo o no de la actividad judicial. El binomio creación-aplicación” no será suscrito aquí, y en
su lugar, otra pareja de conceptos será adoptada: la de justificación/aplicación del Derecho. La
pregunta “¿El juez crea o aplica el derecho?” no equivale a “¿el juez justifica o aplica el
Derecho?”. No cabe duda que el uso de los precedentes judiciales en el ordenamiento jurídico
depende de cómo se describa su contenido: ya como actividad justificativa, ya como actividad
de aplicaron de normas1.

En este contexto una de las formas en que se presenta la necesidad de crear precedentes
constitucionales es cuando se presenta en un sistema jurídico alguna laguna o vacío que
necesariamente debe ser cubierta por el propio sistema jurídico.

Juan Ruiz Manero ha replanteado en los últimos tiempos el rol del juez en el campo de las
lagunas del derecho, argumentando que existen casos que normalmente encuentran su
solución en una regla pre existente; y hay casos en donde su solución depende del juez que ha
de construir discrecionalmente la regla en que subsuma tal caso. Y así plantea los siguientes
escenarios:

a. Casos cubiertos por una regla y solo por una regla (o por dos o más reglas
redundantes): la solución jurídica correcta sería la regla que configura el caso genérico sin más
detalles ni especificaciones;

b. Casos no cubiertos por regla alguna (lagunas normativas) : se trata aquí de una
solución jurídicamente correcta cualquiera que decida el juez, con tal de que se funde en una
regla general.

c. Casos cubiertos por dos reglas incompatibles (antinomias): aquí no cabe resolver la
incompatibilidad a través de la meta reglas que en el fondo serían los principios de integración
jurídica como, lex superior, lex posterior o lex specialis es una solución jurídicamente correcta
la fundada en cualquiera de las reglas incompatibles, entre las cuales elije el juez
discrecionalmente.

d. Casos en los que es dudoso si resultan o no subsumibles en una regla, por falta de
determinación semántica de los términos empleados en la configuración del caso genérico
contemplado en la regla (lagunas de reconocimiento)

Con todo más allá de la solución que existe cuando se presenta un vacío en un sistema jurídico,
una de las alternativas de solución es precisamente el uso de un precedente judicial que sienta
una regla jurídica para llenar ese vacío. Así las cosas, el TC ha establecido en líneas generales la
siguiente posición vinculado al precedente como una metodología para cubrir una laguna
normativa. Veamos

“La función integradora del Tribunal Constitucional permite que, a través de la constitución de
un precedente vinculante, se resuelvan las situaciones derivadas de un vacío normativo.

En ese orden de ideas, dicha función verificable mediante la expedición de un precedente


vinculante se hace patente cuando, se acredita la ausencia absoluta de norma; cuando, a pesar
de la existencia de prescripción jurídica, se entiende que esta se ha circunscrito a señalar
conceptos o criterios no determinados en sus particularidades; cuando existe la regulación
jurídica de una materia, pero sin que la norma establezca una regla específica para solucionar
un área con conflicto coexistencial; cuando una norma deviniese en inaplicable por haber
abarcado casos o acarrear consecuencias que el legislador histórico no habría establecido de
haber conocido aquellas o sospechado estas; cuando dos normas sin referencia mutua entre sí
–es decir en situación de antinomia indirecta– se contradicen en sus consecuencias jurídicas,

1
haciéndose mutuamente ineficaces; cuando, debido a nuevas circunstancias, surgiesen
cuestiones que el legislador histórico no tuvo oportunidad de prever en la norma, por lo que
literalmente no están comprendidas en ella, aunque por su finalidad pudieran estarlo de
haberse conocido anteladamente; y cuando los alcances de una norma perteneciente al
bloque de constitucionalidad no producen en la realidad efectos jurídicos por razones de ocio
legislativo.

En relación con lo anteriormente expuesto, debe precisarse que la antinomia indirecta se


entiende como la coexistencia de dos normas incompatibles, que tienen la misma validez
jerárquica en el tiempo y en el espacio, pero que inspiran consecuencias jurídicas en fines o
criterios ideológicos contrapuestos (interés público y seguridad jurídica de los particulares,
etc.); en tanto que el ocio legislativo aparece como consecuencia de la omisión, inactividad,
inacción o non facere por parte de un órgano con competencias legislativas, lo que implica el
desobedecimiento al mandato de una norma perteneciente al bloque de constitucionalidad
que hubiese establecido que el goce de un derecho o el ejercicio de una competencia queda
supeditada a la expedición de una norma reglamentaria. Dicha omisión se constata por el
vencimiento del plazo determinado para legislar complementariamente o por el transcurso del
plazo razonable para ello

Distinción con precedente judicial.


Es conocido que el precedente judicial en el sistema del Common Law se ha desarrollado como
precedente vinculante en sentido vertical; es decir, aplicable desde la Corte Suprema (para el
caso norteamericano) hacia las cortes y juzgados inferiores de todo el sistema judicial. O sea, el
efecto vinculante se establece aquí básicamente respecto de los jueces. Cualquiera que
invoque un precedente, para que éste logre sus efectos, deberá acudir ante un juez, quien
deberá aplicarlo en un caso concreto.

El precedente constitucional en nuestro sistema tiene efectos más generales. La forma como
se ha consolidado la tradición de los tribunales constitucionales en el sistema del derecho
continental ha establecido, desde muy temprano, el efecto sobre todos los poderes públicos
de las sentencias del Tribunal Constitucional. Esto significa que el precedente vinculante
emitido por un Tribunal Constitucional con estas características tiene, prima facie, los mismos
efectos de una ley. Es decir, que la regla que el Tribunal externaliza como precedente a partir
de un caso concreto, es una regla para todos y frente a todos los poderes públicos; cualquier
ciudadano puede invocarla ante cualquier autoridad o funcionario sin tener que recurrir
previamente ante los tribunales, puesto que las sentencias del Tribunal Constitucional, en
cualquier proceso, tienen efectos vinculantes frente a todos los poderes públicos y también
frente a los particulares. Si no fuese así, la propia Constitución estaría desprotegida, puesto
que cualquier entidad, funcionario o persona podría resistirse a cumplir una decisión de la
máxima instancia jurisdiccional

Cambio de precedente

La técnica de cambiar un precedente por otro, sea dejando sin efecto el precedente sentado o
matizándolo de acuerdo a las contingencias y a los nuevos tiempos se identifica con la técnica
del llamado overruling; y es la técnica que eventualmente suelen utilizar las altas cortes en los
modelos anglosajones; si bien también se reconoce que aunque no opere el overruling,
muchos precedentes por desuetudo dejan de aplicarse constituyendo una mutación en la
dinámica jurisdiccional. Con todo, es obvio que muchas reglas que se establecen en algún
momento, deben ser objeto de un aggiornamento, esto es una puesta al día para que el
precedente no sea visto como un cadáver momificado y sin vida.

De este modo, aun en los sistemas donde el precedente es la fuente principal de organización
de su sistema jurídico, se han previsto mecanismos no sólo para ‘evadir’ sus efectos mediante
la técnica del distinguishing en el caso de los tribunales inferiores; sino incluso para ‘cambiarlo’
por un nuevo precedente, en el caso del propio Tribunal que lo ha establecido con efecto
vinculante.

En este sentido, la técnica del overruling permite cambiar un precedente en su ‘núcleo


normativo’ aplicando el nuevo precedente, ya sea al caso en análisis (eficacia retrospetiva) o,
en la mayoría de los supuestos, a casos del futuro (prospective overruling). Precisamente, la
técnica del prospective overruling se utiliza cuando un juzgador advierte a la población del
inminente cambio que va a realizar de sus fallos, sin cometer la injusticia ínsita en una
modificación repentina de las reglas que se consideraban como válidas

La competencia para el apartamiento y sustitución de un precedente vinculante está sujeta a


los tres elementos siguientes:

a) Expresión de los fundamentos de hecho y derecho que sustentan dicha decisión.

b) Expresión de la razón declarativa-teológica, razón suficiente e invocación preceptiva en que


se sustenta dicha decisión.

c) Determinación de sus efectos en el tiempo

El precedente constitucional solo lo emite en términos exclusivos y excluyentes el Tribunal


Constitucional.-
Estamos ante un precedente constitucional cuando este ha sido emitido por el Tribunal
Constitucional. Ergo, no puede ningún otro órgano en el marco de la pluralidad de intérpretes
constitucionales emitir “precedentes vinculantes en materia constitucional”.

El problema de la jerarquía entre los precedentes constitucionales y los precedentes


judiciales
A estas alturas bien cabe distinguir que, en nuestro modelo de justicia tenemos dos grandes
categorías de resoluciones judiciales que van a tener efectos vinculantes en el propio sistema
jurídico y son los emitidos por las Salas que integran la Corte Suprema, como lo resuelto por el
Tribunal Constitucional. El problema aquí que se presenta es el relacionado a un eventual
conflicto entre un precedente constitucional y un precedente judicial, aunque no se encuentra
expresada esta previsión normativa; bien cabe decantar aquí algunos aspectos:

a) Los precedentes constitucionales constituyen la más alta categoría de resolución


judicial emitida por el TC. Ello en función a los efectos normativos que sienta dicho
precedente. Por tanto, si ante una eventual contingencia, la Corte Suprema a través de sus
Salas ha emitido un precedente judicial, no cabe duda que en el sistema de fuentes se
encuentra en superior jerarquía la emitida por el Tribunal Constitucional;

b) Sin embargo, el precedente vinculante del Poder Judicial en materia de tutela ordinaria
se encontraría en superior jerarquía frente a un precedente vinculante en materia
constitucional emitido por el TC. Esta aparente temeraria afirmación tiene su explicación en lo
siguiente: le corresponde a la justicia ordinaria resolver los conflictos de los derechos
subjetivos privados; es decir los conflictos que normalmente se ven regulados a través de las
normas-reglas; por tanto se trata de temas sobre tutela ordinaria; en este contexto, la
competencia le asiste a la jurisdicción ordinaria emitir eventualmente reglas sustentadas en los
precedentes vinculantes de la judicatura ordinaria; lo propio ocurre en el campo penal cuya
competencia le es consustancial a la judicatura ordinaria, de ahí que se observa permanentes
plenos casatorios que interpretan aspectos sustantivos y procesales en el ámbito penal;

c) El problema que se puede presentar es cuando se encuentra vinculado frente a un


eventual conflicto entre Poder Judicial y Tribunal Constitucional, precedentes judiciales de
ambos órganos en la que se ven involucrados derechos fundamentales. Frente a esta situación
cabría afirmar que impera la jerarquía del precedente del TC; ello sin embargo puede tener
matices que relativicen esta afirmación, puesto que puede existir un precedente judicial de la
justicia ordinaria que establezca algunas reglas a partir de algún tema-problema de derechos
fundamentales de regulación legal ordinaria. Advirtamos aquí que ha sido el propio Tribunal
Constitucional el que ha hecho un deslinde epistémico a partir del articulo 5,1 y 38 del
CPConst., en el precedente vinculante STC-1417-2005-AA/TC, Caso Anicama Hernández. Ahí el
Tribunal Constitucional preciso las competencias entre un órgano y otro. Así sostuvo que si se
trata de derechos fundamentales de sustento constitucional directo el competente para
conocer dicho proceso será el TC; pero si se tratara de derechos fundamentales de regulación
legal ordinaria, dicha disputa no debe ventilarse por un proceso constitucional, sino por un
proceso ordinario, dado que existen procesos paralelos. Esta fórmula ha sido desde otra
perspectiva reiterada por el actual Tribunal Constitucional, al haberse expedido el precedente
en el caso Elgo Ríos (STC 02383-2013-PA/TC, fj. 12 al 15 y 17).

d) Lo descrito líneas arriba lleva a la conclusión que en materia de conflictos y de


jerarquías en el sistema de fuentes, respecto al rol de los precedentes judiciales, tanto del TC
como del PJ, el tema ciertamente no es pacífico; aun cuando el propio TC pueda afirmar que su
precedente se encuentre en superior jerarquía frente al precedente del Poder Judicial. En los
hechos, esto no es novedad y a nivel comparado se le conoce como “choque de trenes” o
“guerra de cortes”.

Precedente vinculante y conflicto con normas legales ordinarias

La interrogante es breve y concreta: ¿qué pasa si se presenta un conflicto entre un precedente


constitucional y una norma de rango legal?

Es obvio que hoy por hoy, precisamente con el ingreso de este tipo de fallos a nuestro sistema
romano canónico la fuente del derecho ya no es solo el derecho escrito; estamos hoy en día
ante la creación del derecho a golpe de sentencias que caracterizan en régimen del common
law. En caso hubiera un conflicto ya aludido, lo que va a primar es el precedente vinculante,
antes que la norma jurídica. Subyace como argumento que los efectos del precedente
constitucional tienen un efecto normativo, esto es, la parte que establece determinadas reglas,
son fruto de una interpretación desde la Constitución (y se entiende también, desde el bloque
de convencionalidad), en tanto una norma legislativa, ha de suponerse que al entrar en
colisión con el precedente, dicha norma estaría contraviniendo una cosa juzgada interpretada.
Ante tal situación, los jueces deben tener el apego al precedente y no a la norma jurídica. Hoy,
como anota Zagrebelzky, el juez es el señor del derecho y ya no el legislador.

7. INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
Respecto a la interpretación constitucional entendida como comprensión del texto
constitucional, el TC peruano ha sido enfático en señalar que la interpretación no puede ser
entendida como una operación formal que se desenvuelva solo en el plano de las normas, sino
que su carácter de “concretización”, entendida como una actividad de intermediación entre el
momento constituyente y el momento de aplicación de las disposiciones constitucionales, le
asigna una forma de actividad histórica concreta, indesligable del tiempo histórico en que se
lleva a cabo. Así, ha sostenido el TC que “el contexto y sus múltiples manifestaciones son las
que dan sentido y objetividad a la interpretación, que es ante todo una actividad humana que
partiendo del texto de la Constitución, debe sin embargo ser capaz de incorporar otros
elementos de la vida cultural, social y anímica del momento en que la sociedad, a través del
proceso, solicita la “ejecución” de determinada cláusula constitucional.

Diferencia entre interpretación constitucional y mutación constitucional

Si bien ambos conceptos pueden tener relación con la realidad histórica en que la Constitución
se desenvuelve, es necesario distinguir ambos términos. Así, según el TC “la interpretación de
un sistema jurídico significa su desarrollo, sin que por ello se varíe su base. La mutación, por el
contrario, se produce cuando se han modificado los fundamentos mismos del sistema. En este
esquema, […] se sostiene que la interpretación es un procedimiento racional y controlable, que
procura certeza y previsibilidad jurídica en las normas, mientras que la mutación modifica de la
manera que sea, el contenido de las normas constitucionales de modo que la norma,
conservando el mismo texto, recibe una significación diferente”

Principios de la interpretación constitucional

Como hemos destacado líneas arriba, el TC peruano también ha desarrollado una serie de
principios que orientan el proceso de interpretación constitucional. Estos principios, sin
embargo, es necesario apuntar, no son los que van a definir el proceso de interpretación, sino
son solo los principios que van a permitir una suerte de control sobre la corrección del proceso
interpretativo; por ello funcionan en la práctica como normas de self-restraint en la actividad
jurisdiccional de las salas, cortes o tribunales constitucionales. Veamos a continuación cada
uno de ellos.

a) El principio de unidad de la Constitución: Conforme al cual la interpretación de la


Constitución debe estar orientada a considerarla como un “todo” armónico y sistemático, a
partir del cual se organiza el sistema jurídico en su conjunto.

b) El principio de concordancia práctica: En virtud del cual toda aparente tensión entre las
propias disposiciones constitucionales debe ser resuelta “optimizando” su interpretación, es
decir, sin “sacrificar” ninguno de los valores, derechos o principios concernidos, y teniendo
presente que, en última instancia, todo precepto constitucional, incluso aquellos
pertenecientes a la denominada “Constitución orgánica” se encuentran reconducidos a la
protección de los derechos fundamentales, como manifestaciones del principio-derecho de
dignidad humana, cuya defensa y respeto es el fin supremo de la sociedad y el Estado (artículo
1º de la Constitución).

c) El principio de corrección funcional: Este principio exige al juez constitucional que, al realizar
su labor de interpretación, no desvirtúe las funciones y competencias que el Constituyente ha
asignado a cada uno de los órganos constitucionales, de modo tal que el equilibrio inherente al
Estado Constitucional, como presupuesto del respeto de los derechos fundamentales, se
encuentre plenamente garantizado.
d) El principio de función integradora: El “producto” de la interpretación sólo podrá ser
considerado como válido en la medida que contribuya a integrar, pacificar y ordenar las
relaciones de los poderes públicos entre sí y las de éstos con la sociedad.

e) El principio de fuerza normativa de la Constitución: La interpretación constitucional debe


encontrarse orientada a relevar y respetar la naturaleza de la Constitución como norma jurídi-
ca, vinculante in toto y no sólo parcialmente. Esta vinculación alcanza a todo poder público
(incluyendo, desde luego, a este Tribunal) y a la sociedad en su conjunto.

Interpretación constitucional de la ley

En la interpretación constitucional confluyen dos momentos interpretativos: el de la


interpretación de la norma canon de control, es decir el de la interpretación de la Constitución
y el de la interpretación de la ley conforme a los sentidos interpretativos encontrados en la
interpretación de la Constitución. Este segundo momento de la interpretación constitucional
se encuentra, al igual que el primero, conformado por un proceso particular y sujeto a
determinados principios que el TC peruano también se ha encargado de explicitar. La
interpretación constitucional de la ley, sin embargo, adquiere particular relieve cuando la
interpretación arroja alternativa o conjuntamente uno o más contenidos inconstitucionales.
Ante esta situación y de acuerdo al principio de conservación de la ley es que el Tribunal ha
desarrollado lo que en la experiencia comparada se ha dado en llamar “interpretación
conforme”, directamente conectado con el tema de las sentencias interpretativas y
manipulativas.

El principio de conservación de la ley

Mediante este axioma se exige al juez constitucional “salvar”, hasta donde sea
razonablemente posible, la constitucionalidad de una ley impugnada, en aras de
afirmar la seguridad jurídica y la gobernabilidad del Estado. Es decir, la expulsión de
una ley del ordenamiento jurídico por inconstitucional, debe ser la última ratio a la
que debe apelarse. Así, la simple declaración de inconstitucionalidad no debe ser
utilizada, salvo si es imprescindible e inevitable.

El principio de interpretación desde la Constitución

Mediante este axioma o pauta básica se asigna un sentido a una ley cuestionada de
inconstitucionalidad, a efectos que ella guarde coherencia y armonía con el plexo del
texto fundamental. Dicha interpretación hace que la ley sea conforme a la
Constitución; cabiendo, para tal efecto, que se reduzca, sustituya o modifique su
aplicación para los casos concretos.

Interpretación de los derechos fundamentales

La interpretación de los derechos fundamentales también se halla informada por ciertos


principios o pautas hermenéuticas que el Colegiado Constitucional también se ha encargo de
precisar, entre los cuales destaca primordialmente, en la jurisprudencia del TC, el prin cipio pro
homine y el principio de interpretación conforme a los Tratados Internacionales de Derechos
Humanos y a la jurisprudencia de los tribunales internacionales en materia de derechos
humanos.

Principio pro homine


Este principio esencial en la interpretación de los derechos fundamentales y que
puede ser denominado también como la “regla de la preferencia”, significa
básicamente que, ante eventuales diferentes interpretaciones de un dispositivo legal,
se debe optar por aquélla que conduzca a una mejor protección de los derechos
fundamentales, descartando así las que restrinjan o limiten su ejercicio. Como ha
establecido el TC, “el principio pro homine impone que, en lugar de asumir la
interpretación restrictiva, se tenga que, por el contrario, optar por la tesis que
posibilite que el particular pueda ejercer su derecho.

La interpretación de los derechos fundamentales conforme a los tratados


internacionales

Conforme ha prescrito la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución y el


artículo V del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, los derechos
fundamentales reconocidos por nuestra Constitución, deben ser obligatoriamente
interpretados de conformidad con los tratados y los convenios internacionales sobre
derechos humanos ratificados por el Perú y en concordancia con las decisiones
adoptadas por los tribunales internacionales sobre derechos humanos constituidos
según tratados de los que el Perú es parte.

En tal sentido, como ha enfatizado el TC “el ejercicio interpretativo que realice todo
órgano jurisdiccional del Estado (o que desempeñe funciones materialmente
jurisdiccionales), para determinar el contenido constitucionalmente protegido de los
derechos fundamentales, debe estar obligatoriamente informado por las
disposiciones de los tratados internacionales de derechos humanos y por la
interpretación de las mismas realizada por los tribunales internacionales sobre
derechos humanos a través de sus decisiones”

La interpretación de los derechos fundamentales conforme a la jurisprudencia de


los tribunales internacionales

Como ha sido señalado profusamente en la doctrina, las fuentes del derecho


internacional se influyen recíprocamente. Así, éstas, a su vez, influyen y son influidas
por las fuentes domésticas. La interpretación de las normas internacionales también
puede beneficiarse de la jurisprudencia que se genere sobre el punto en los países
parte del sistema, puesto que la aplicación de normas domésticas a casos
particulares también puede dar alcance y contenido más precisos a las normas de
derechos humanos. Mirando esto desde otro ángulo, el juez nacional, al interpretar
una norma de derechos humanos nacional, también debe tener en consideración las
normas internacionales y la jurisprudencia internacional.

El principio de proporcionalidad

En la interpretación de los derechos fundamentales un capítulo de especial relieve es


el de la proporcionalidad. En el desarrollo de la jurisprudencia constitucional
contemporánea, el principio de proporcionalidad es frecuentemente utilizado tanto
en el examen de validez de los actos públicos, como en la adecuada resolución de un
conflicto de derechos fundamentales. La interpretación del alcance y contenido de
un derecho fundamental no es realizado, en la actualidad, en abstracto, sino en
relación con el conjunto de bienes jurídicos que la Constitución contiene.
El TC ha sostenido que “[…] el principio de proporcionalidad, entendido en su
acepción clásica alemana como “prohibición de exceso” (Untermaβverbot),
comprende, en cambio, tres sub-principios: idoneidad, necesidad y proporcionalidad
en sentido estricto. Este principio constituye el parámetro para examinar la
constitucionalidad de las intervenciones en los derechos fundamentales”

El principio de proporcionalidad ha sido estructurado a la vez que como un principio


sustancial del Estado Constitucional que proscribe la existencia de cualquier
arbitrariedad en su seno, como una estrategia para la determinación de la
intervención legítima o ilegítima en los derechos fundamentales. En dicho contexto el
principio de proporcionalidad como test ha sido estructurado a través de los
siguientes sub-principios que pueden ser tratados también como pasos sucesivos del
proceso de interpretación. Veamos:

“1. Subprincipio de idoneidad o de adecuación: De acuerdo con este subprincipio,


toda injerencia en los derechos fundamentales debe ser idónea o capaz para
fomentar un objetivo constitucionalmente legítimo. En otros términos, este
subprincipio supone dos cosas: primero, la legitimidad constitucional del objetivo; y,
segundo, la idoneidad de la medida utilizada.

2. Subprincipio de necesidad: Significa que para que una injerencia en los derechos
fundamentales sea necesaria, no debe existir ningún otro medio alternativo que
revista, por lo menos, la misma idoneidad para alcanzar el objetivo propuesto y que
sea más benigno con el derecho afectado. Se trata de una comparación de la medida
adoptada con los medios alternativos disponibles, y en la cual se analiza, por un lado,
la idoneidad equivalente o mayor del medio alternativo; y, por otro, su menor grado
de intervención en el derecho fundamental.

3. Subprincipio de proporcionalidad stricto sensu: Según el cual, para que una


injerencia en los derechos fundamentales sea legítima, el grado de realización del
objetivo de intervención debe ser, por lo menos, equivalente o proporcional al grado
de afectación del derecho fundamental. Se trata, por tanto, de la comparación de dos
intensidades o grados: la realización del fin de la medida examinada y la afectación
del derecho fundamental”

8. LA SENTENCIA
El TC ha precisado por su parte que las sentencias constitucionales son aquellos actos
procesales emanados de un órgano adscrito a la jurisdicción especializada, mediante las cuales
se pone fin a una litis, cuya tipología se deriva de alguno de los procesos previstos en el Código
Procesal Constitucional.

Así, en los casos de los procesos de Hábeas Corpus, Amparo, Hábeas Data y Cumplimiento, el
fin de su expedición apunta a proteger los derechos constitucionales, reponiendo las cosas al
estado anterior a la violación o amenaza de violación de un derecho constitucional, o
disponiendo el cumplimiento de un mandato legal o de un acto administrativo. En los casos de
los procesos de acción popular e inconstitucionalidad su finalidad es la defensa de la
Constitución frente a infracciones contra su jerarquía normativa; mientras que en los procesos
competenciales tiene por objeto resolver los conflictos que se susciten sobre las competencias
o atribuciones asignadas directamente por la Constitución o la leyes orgánicas que delimitan
los ámbitos propios de los poderes del Estado, los órganos constitucionales, los gobiernos
regionales o municipales. Nos encontramos básicamente con un concepto descriptivo de
sentencia, similar al que establece el Código Procesal Civil, que define a la sentencia como
aquella resolución que pone fin a la instancia o al proceso en definitiva, pronunciándose en
decisión expresa, precisa y motivada sobre la cuestión controvertida declarando el derecho de
las partes, o excepcionalmente sobre la validez de la relación procesal. Y esto en relación no
solo con el TC, sino también con el Poder Judicial.

Estructura de las sentencias constitucionales

Entre nosotros el TC ha optado por delinear la estructura interna de sus propios fallos,
siguiendo a la doctrina comparada y a ciertas características que perfilan algunos tribunales
como la Corte Constitucional de Colombia. Así, el TC ha expresado que sus fallos se componen
de los siguientes elementos: la razón declarativa-axiológica, la razón suficiente (la ratio
decidendi), la razón subsidiaria o accidental (obiter dicta), la invocación preceptiva y la decisión
o fallo constitucional (decisum)

El Tribunal Constitucional considera necesario estipular que la estructura interna de sus


decisiones se compone de los siguientes elementos: la razón declarativa-teológica, la razón
suficiente (ratio decidendi) la razón subsidiaria o accidental (obiter dicta), la invocación
preceptiva y la decisión o fallo constitucional (decisum).

La razón declarativa-axiológica es aquella parte de la sentencia constitucional que ofrece


reflexiones referidas a los valores y principios políticos contenidos en las normas declarativas y
telológicas insertas en la Constitución. En ese sentido, implica el conjunto de juicios de valor
concomitantes a la interpretación y aplicación de las normas técnicas y prescriptivas de la
Constitución, que permiten justificar una determinada opción escogitada por el Colegiado. Ello
a efectos de consolidar la ideología, la doctrina y hasta el programa político establecido en el
texto supra.

La razón suficiente expone una formulación general del principio o regla jurídica que se
constituye en la base de la decisión específica, precisa o precisable, que adopta el Tribunal
Constitucional. En efecto, esta se constituye en aquella consideración determinante que el
Tribunal Constitucional ofrece para decidir estimativa o desestimativamente una causa de
naturaleza constitucional; vale decir, es la regla o principio que el Colegiado establece y precisa
como indispensable y, por ende, como justificante para resolver la litis.

Se trata, en consecuencia, del fundamento directo de la decisión; que, por tal, eventualmente
puede manifestar la basa, base o puntal de un precedente vinculante. La razón suficiente (la
regla o principio recogida como fundamento) puede encontrarse expresamente formulada en
la sentencia o puede ser inferida por la vía del análisis de la decisión adoptada, las situaciones
fácticas y el contenido de las consideraciones argumentativas.

La razón subsidiaria o accidental es aquella parte de la sentencia que ofrece reflexiones,


acotaciones o apostillas jurídicas marginales o aleatorias que, no siendo imprescindibles para
fundamentar la decisión adoptada por el Tribunal Constitucional, se justifican por razones
pedagógicas u orientativas, según sea el caso en donde se formulan. Dicha razón coadyuva in
genere para proponer respuestas a los distintos aspectos problemáticos que comprende la
materia jurídica objeto de examen. Ergo expone una visión más allá del caso específico; por
ende, una óptica global acerca de las aristas de dicha materia.
En efecto, en algunas circunstancias la razón subsidiaria o accidental aparece en las
denominadas sentencias instructivas, las cuales se caracterizan por realizar, a partir del caso
concreto, un amplio desarrollo doctrinario de la figura o institución jurídica que cobija el caso
objeto de examen de constitucionalidad. La finalidad de estas sentencias es orientar la labor
de los operadores del derecho mediante la manifestación de criterios que pueden ser
utilizados en la interpretación jurisdiccional que estos realicen en los procesos a su cargo;
amén de contribuir a que los ciudadanos puedan conocer y ejercitar de la manera más óptima
sus derechos.

Al respecto, son ilustrativas las sentencias de los casos Eleobina Aponte Chuquihuanca
[Expediente N.º 2663-2003-HC/TC] y Taj Mahal Discoteque [Expediente N.º 3283-2003-AA/TC].

En la primera de las citadas, de manera pedagógica se precisaron los alcances de los diferentes
tipos de hábeas corpus; en tanto que en la segunda se determinó académicamente la
procedencia o improcedencia de una acción de garantía con sujeción al tiempo de realización
de los actos que requieren tutela constitucional. Asimismo, el Tribunal Constitucional emplea
la razón subsidiaria o accidental en aquellas circunstancias en donde, a través del proceso de
conocimiento de una determinada materia constitucional, establece un criterio pro persuasivo
o admonitorio sobre posibles determinaciones futuras en relación a dicha materia.

Este pronunciamiento, a modo de dicta, permite a los operadores jurisdiccionales y a los


justiciables “predecir” o “pronosticar” la futura manera de resolver aquella cuestión hipotética
conexa al caso en donde aparece manifestada. Como bien expone Ana Magatoni Kerpel [El
precedente constitucional en el sistema judicial norteamericano. Madrid: Mc Graw Hill, 2001,
pág. 82] esta dicta tiene fuerza persuasiva.

Dicho “vigor convincente”, en razón del rango jerárquico de la autoridad que la emite, auspicia
que se garantice que en el futuro las decisiones de los órganos jurisdiccionales
jerárquicamente inferiores no sean revocadas; o que los justiciables puedan preveer las
consecuencias de determinadas conductas dentro del marco de una eventual litis de
naturaleza constitucional. Al respecto, puede citarse la sentencia del caso Eusebio Llanos
Huasco [Expediente N.º 976-2001-AA/TC], en donde se expusieron las consideraciones del
Tribunal Constitucional relacionadas con las modalidades de despido laboral que generarían
readmisión en el empleo.

La invocación preceptiva es aquella parte de la sentencia en donde se consignan las normas del
bloque de constitucionalidad utilizadas e interpretadas, para la estimación o desestimación de
la petición planteada en una proceso constitucional.

La decisión o fallo constitucional es la parte final de la sentencia constitucional que, de


conformidad con los juicios establecidos a través de la razón declarativa-axiológica, la razón
suficiente, la invocación normativa y, eventualmente, hasta en la razón subsidiaria u
occidental, precisa las consecuencias jurídicas establecidas para el caso objeto de examen
constitucional.

En puridad, la decisión o fallo constitucional se refiere simultáneamente al acto de decidir y al


contenido de la decisión. El acto de decidir se encuentra justificado cuando se expone dentro
de las competencias asignadas al Tribunal Constitucional; mientras que el contenido de la
decisión está justificado cuando se deriva lógica y axiológicamente de los alcances técnicos y
preceptivos de una norma perteneciente al bloque de constitucionalidad y de la descripción de
ciertos hechos consignados y acreditados en el proceso constitucional.
En suma, la decisión o fallo constitucional constituye el pronunciamiento expreso y preciso,
por medio del cual el Tribunal Constitucional estima o desestima el petitorio de una demanda
de naturaleza constitucional. En ese contexto, en dicha decisión puede surgir una exhortación
vinculante o persuasiva conforme a cánones establecidos en el caso Edgar Villanueva N. y 64
Congresistas de la República [Expediente N.º 0006-2003-AI/TC].

CLASES DE SENTENCIAS.

1. Las sentencias estimativas

Son aquellas que declaran fundada una demanda de inconstitucionalidad. Su consecuencia


jurídica específica es la eliminación o expulsión de la norma cuestionada del ordenamiento
jurídico, mediante una declaración de invalidez constitucional. En dicha hipótesis, la
inconstitucionalidad se produce por la colisión entre el texto de una ley o norma con rango de
ley y una norma, principio o valor constitucional. Las sentencias estimativas pueden ser de
simple anulación, interpretativa propiamente dicha o interpretativas-manipulativas
(normativas).

1.1. Las sentencias de simple anulación

En este caso el órgano de control constitucional resuelve dejar sin efecto una parte o la
integridad del contenido de un texto. La estimación es parcial cuando se refiere a la fracción de
una ley o norma con rango de ley (un artículo, un párrafo, etc.); y, por ende, ratifica la validez
constitucional de las restantes disposiciones contenidas en el texto normativo impugnado. La
estimación es total cuando se refiere a la plenitud de una ley o norma con rango de ley; por
ende, dispone la desaparición íntegra del texto normativo impugnado del ordenamiento
jurídico.

1.2. Las sentencias interpretativas propiamente dichas

En este caso el órgano de control constitucional, según sean las circunstancias que rodean el
proceso constitucional, declara la inconstitucionalidad de una interpretación errónea
efectuada por algún operador judicial, lo cual acarrea una aplicación indebida.

Dicha modalidad aparece cuando se ha asignado al texto objeto de examen una significación y
contenido distinto al que la disposición tiene cabalmente. Así, el órgano de control
constitucional puede concluir en que por una errónea interpretación se han creado “normas
nuevas”, distintas de las contenidas en la ley o norma con rango de ley objeto de examen. Por
consiguiente, establece que en el futuro los operadores jurídicos estarán prohibidos de
interpretar y aplicar aquella forma de interpretar declarada contraria a la Constitución.

1.3. Las sentencias interpretativas-manipulativas (normativas)

En este caso el órgano de control constitucional detecta y determina la existencia de un


contenido normativo inconstitucional dentro de una ley o norma con rango de ley. La
elaboración de dichas sentencias está sujeta alternativa y acumulativamente a dos tipos
de operaciones: la ablativa y la reconstructiva.

La operación ablativa o de exéresis consiste en reducir los alcances normativos de la ley


impugnada “eliminando” del proceso interpretativo alguna frase o hasta una norma cuya
significación colisiona con la Constitución. Para tal efecto, se declara la nulidad de las
“expresiones impertinentes”; lo que genera un cambio del contenido preceptivo de la ley.
La operación reconstructiva o de reposición consiste en consignar el alcance normativo de la
ley impugnada “agregándosele” un contenido y un sentido de interpretación que no aparece
en el texto por sí mismo.

La existencia de este tipo de sentencias se justifica por la necesidad de evitar los efectos
perniciosos que puedan presentarse en determinadas circunstancias, como consecuencia de
los vacíos legales que surgen luego de la “expulsión” de una ley o norma con rango de ley del
ordenamiento jurídico. Tales circunstancias tienen que ver con la existencia de dos principios
rectores de la actividad jurisdiccional-constituyente, a saber; el principio de conservación de la
ley y el principio de interpretación desde la Constitución. Conviene tener presente en qué
consisten:

– El principio de conservación de la ley. Mediante este axioma se exige al juez constitucional


“salvar”, hasta donde sea razonablemente posible, la constitucionalidad de una ley
impugnada, en aras de afirmar la seguridad jurídica y la gobernabilidad del Estado.

Es decir, la expulsión de una ley del ordenamiento jurídico por inconstitucional, debe ser la
última ratio a la que debe apelarse. Así, la simple declaración de inconstitucionalidad no debe
ser utilizada, salvo si es imprescindible e inevitable.

– El principio de interpretación desde la constitución. Mediante este axioma o pauta básica se


asigna un sentido a una ley cuestionada de inconstitucionalidad, a efectos que ella guarde
coherencia y armonía con el plexo del texto fundamental.

Dicha interpretación hace que la ley sea conforme a la Constitución; cabiendo, para tal efecto,
que se reduzca, sustituya o modifique su aplicación para los casos concretos.

La experiencia demuestra que residualmente la declaración de inconstitucionalidad puede


terminar siendo más gravosa desde un punto de vista político, jurídico, económico o social,
que su propia permanencia dentro del ordenamiento constitucional. Así, pues, los efectos de
dicha declaración pueden producir, durante un “tiempo”, un vacío legislativo dañoso para la
vida coexistencial.

En ese sentido, no debe olvidarse que la jurisdicción constitucional desarrolla una función
armonizadora de los conflictos sociales y políticos subyacentes en un proceso constitucional,
por lo que dichas sentencias se constituyen en instrumentos procesales necesarios para el
desarrollo de tal fin.

Este tipo de sentencias propician el despliegue de los efectos de las normas constitucionales
que podrían ser obstaculizados por los “huecos normativos” emanados de un simple fallo
estimatorio.

Las normas inducidas y deducidas emanadas de una sentencia manipulativa-interpretativa


(normativa) se encuentran implícitas dentro del ordenamiento constitucional, pero son
objetivables mediante este procedimiento.

Existe una pluralidad de sentencias manipulativo-interpretativas; a saber:

1.3.1. Las sentencias reductoras

Son aquellas que señalan que una parte (frases, palabras, líneas, etc.) del texto cuestionado es
contraria a la Constitución, y ha generado un vicio de inconstitucionalidad por su redacción
excesiva y desmesurada.
En ese contexto, la sentencia ordena una restricción o acortamiento de la “extensión” del
contenido normativo de la ley impugnada. Dicha reducción se produce en el ámbito de su
aplicación a los casos particulares y concretos que se presentan en la vía administrativa o
judicial.

Para tal efecto, se ordena la inaplicación de una parte del contenido normativo de la ley
cuestionada en relación a algunos de los supuestos contemplados genéricamente; o bien en
las consecuencias jurídicas preestablecidas. Ello implica que la referida inaplicación abarca a
determinadas situaciones, hechos, acontecimientos o conductas originalmente previstas en la
ley; o se dirige hacia algunos derechos, beneficios, sanciones o deberes primicialmente
previstos.

En consecuencia, la sentencia reductora restringe el ámbito de aplicación de la ley impugnada


a algunos de los supuestos o consecuencias jurídicas establecidas en la literalidad del texto.

1.3.2. Las sentencias aditivas

Son aquellas en donde el órgano de control de la constitucionalidad determina la existencia de


una inconstitucionalidad por omisión legislativa.

En ese contexto procede a “añadir” algo al texto incompleto, para transformarlo en


plenamente constitucional. En puridad, se expiden para completar leyes cuya redacción róñica
presenta un contenido normativo “menor” respecto al exigible constitucionalmente. En
consecuencia, se trata de una sentencia que declara la inconstitucionalidad no del texto de la
norma o disposición general cuestionada, sino más bien de lo que los textos o normas no
consignaron o debieron consignar.

En ese sentido, la sentencia indica que una parte de la ley impugnada es inconstitucional, en
tanto no ha previsto o ha excluido algo. De allí que el órgano de control considere necesario
“ampliar” o “extender” su contenido normativo, permitiendo su aplicación a supuestos
inicialmente no contemplados, o ensanchando sus consecuencias jurídicas.

La finalidad en este tipo de sentencias consiste en controlar e integrar las omisiones


legislativas inconstitucionales; es decir, a través del acto de adición, evitar que una ley cree
situaciones contrarias a los principios, valores o normas constitucionales.

Es usual que la omisión legislativa inconstitucional afecte el principio de igualdad; por lo que al
extenderse los alcances de la norma a supuestos o consecuencias no previstos para
determinados sujetos, en puridad lo que la sentencia está consiguiendo es homologar un
mismo trato con los sujetos comprendidos inicialmente en la ley cuestionada.

El contenido de lo “adicionado” surge de la interpretación extensiva, de la interpretación


sistemática o de la interpretación analógica.

1.3.3. Las sentencias sustitutivas

Son aquellas en donde el órgano de control de la constitucionalidad declara la


inconstitucionalidad parcial de una ley y, simultáneamente, incorpora un reemplazo o relevo
del contenido normativo expulsado del ordenamiento jurídico; vale decir, dispone una
modificación o alteración de una parte literal de la ley.

Ahora bien, debe aclararse que la parte sustituyente no es otra que una norma ya vigente en el
ordenamiento jurídico.
La actividad interpretativa se canaliza con el traslado de los supuestos o las consecuencias
jurídicas de una norma aprobada por el legislador, hasta la parte de la ley cuestionada –y en
concreto afectada de inconstitucional-, con el objeto de proceder a su inmediata
integración. Dicha acción se efectúa excepcionalmente para impedir la consumación de
efectos políticos, económicos, sociales o culturales gravemente dañosos y derivados de la
declaración de inconstitucionalidad parcial.

1.3.4. Las sentencias exhortativas

Son aquellas en donde el órgano de control constitucional declara la


incompatibilidad constitucional de una parte o la totalidad de una ley o norma con rango de
ley, pese a lo cual no dispone su inmediata expulsión del ordenamiento constitucional, sino
que recomienda al Parlamento para que, dentro de un plazo razonable, expida una ley
sustitutoria con un contenido acorde a las normas, principios o valores constitucionales.

Como puede observarse, si en sede constitucional se considera ipso facto que una
determinada disposición legal es contraria a la Constitución, en vez de declararse su invalidez
constitucional, se confiere al legislador un plazo determinado o determinable para que la
reforme, con el objeto de eliminar la parte violatoria del texto fundamental.

En este tipo de sentencias se invoca el concepto de vacatio setentiae, mediante el cual se


dispone la suspensión de la eficacia de una parte del fallo. Es decir, se modulan los efectos de
la decisión en el tiempo. Dicha expresión es un equivalente jurisprudencial de la vacatio legis o
suspensión temporal de la entrada en vigencia de una ley aprobada.

Debe señalarse que la exhortación puede concluir por alguna de las tres vías siguientes:

 Expedición de la ley sustitutiva y reformante de la norma declarada incompatible con


la Constitución.

 Conclusión in totum de la etapa suspensiva; y, por ende, aplicación plenaria de los


alcances de la sentencia. Dicha situación se cuando el legislador ha incumplido con
dictar la ley sustitutiva dentro del plazo expresamente fijado en la sentencia.

 Expedición de una segunda sentencia. Dicha situación se produce por el no uso


parlamentario del plazo razonable para aprobar la ley sustitutiva.

Asimismo, este Tribunal ha emitido en múltiples procesos constitucionales sentencias


exhortativas que, a diferencia de las anteriormente descritas, no tiene efectos vinculantes.

Dichas sentencias son recomendaciones o sugerencias, estrictu sensu, que, partiendo de su


función armonizadora ante los conflictos, se plantean al legislador para que en el ejercicio de
su discrecionalidad política en el marco de la constitución pueda corregir o mejorar aspectos
de la normatividad jurídica. En tales sentencias opera el principio de persuasión y se utilizan
cuando, al examinarse los alcances de un proceso constitucional, si bien no se detecta la
existencia de un vicio de inconstitucionalidad, se encuentra una legislación defectuosa que de
algún modo conspira contra la adecuada marcha del sistema constitucional.

Al respecto, deben mencionarse las sentencias emitidas en los Expedientes Acumulados


N.os 001/003-2003-AI/TC, en donde se exhorta al Poder Ejecutivo para que, en salvaguarda del
principio de seguridad jurídica que debe informar al Sistema Registral, reglamente el uso del
formulario registral legalizado por notario, previsto en el segundo párrafo del artículo 7° de la
Ley N.° 27755; o la sentencia del Expediente N.° 022-2003-AI/TC, en donde se exhorta a la
autoridad competente y a los Poderes del Estado involucrados a asumir las funciones que,
conforme al artículo 102.°, inciso 7.° de la Constitución y a las normas de desarrollo, le
corresponde en materia de delimitación territorial, especialmente en lo que respecta a la
controversia suscitada por los límites territoriales de la Isla Lobos de tierras, que genera un
conflicto entre los gobiernos regionales de Lambayeque y Piura.

1.3.5. Las sentencias estipulativas

Son aquellas en donde el órgano de control de la constitucionalidad establece, en la parte


considerativa de la sentencia, las variables conceptuales o terminológicas que utilizará para
analizar y resolver una controversia constitucional. En ese contexto, se describirá y definirá en
qué consisten determinados conceptos.

2. Las sentencias desestimativas

Las sentencias desestimativas son aquellas que declaran, según sea el caso, inadmisibles,
improcedentes o infundadas las acciones de garantía, o resuelven desfavorablemente las
acciones de inconstitucionalidad. En este último caso, la denegatoria impide una nueva
interposición fundada en idéntico precepto constitucional (petición parcial y específica referida
a una o varias normas contenidas o en una ley); además, el rechazo de un supuesto vicio
formal no obsta para que esta ley no pueda ser cuestionada ulteriormente por razones de
fondo. Ahora bien, la praxis constitucional reconoce una pluralidad de formas y contenidos
sustantivos de una sentencia desestimativa, a saber:

2.1. La desestimación por rechazo simple

En este caso el órgano de control de la constitucionalidad resuelve declarar infundada la


demanda presentada contra una parte o la integridad de una ley o norma con rango de ley.

2.2. La desestimación por sentido interpretativo (interpretación estrictu sensu)

En este caso el órgano de control de la constiucionalidad establece una manera creativa de


interpretar una ley parcial o totalmente impugnada. Es decir, son aquellas en donde el órgano
de control de la constitucionalidad declara la constitucionalidad de una ley cuestionada, en la
medida que se la interpreta en el sentido que éste considera adecuado, armónico y coherente
con el texto fundamental.

En ese entendido, se desestima la acción presentada contra una ley, o norma con rango de ley,
previo rechazo de algún o algunos sentidos interpretativos considerados como infraccionantes
del texto supra. Por ende, se establece la obligatoriedad de interpretar dicha norma de
“acuerdo” con la Constitución; vale decir, de conformidad con la interpretación declarada
como única, exclusiva y excluyentemente válida.

Qué defienden las sentencias constitucionales.

Lo que normalmente ha caracterizado a toda decisión constitucional es el objeto o materia que


va a definir; esto es, en torno a qué materias relevantes de naturaleza constitucional se va a
pronunciar o va a defender.

El art. II del Título Preliminar del C.P.Const. Define los fines de los procesos constitucionales:
garantizar la primacía de la Constitución y la vigencia efectiva de los derechos constitucionales.
Del conjunto de procesos constitucionales que existen en el Perú, se podrá apreciar que las
sentencias de cada proceso constitucional van a defender los derechos fundamentales; el
cumplimiento de las normas o actos administrativos, la jerarquía normativa y la competencia o
atribuciones asignadas por la Constitución a los distintos poderes del Estado, los órganos
constitucionales, los gobiernos regionales o municipales.

En mérito a esto, y apelando a los contenidos de la jurisdicción constitucional que diseñara en


su momento Mauro Cappelletti, se puede distinguir:

a) Las sentencias constitucionales que defienden la parte dogmática de la Constitución

- sentencia de hábeas corpus (libertad individual en sus distintas manifestaciones), sentencias


de amparo (los demás derechos fundamentales), sentencias de hábeas data (defiende la
autotutela o información sensible, y el derecho de acceso a la información), sentencias de
cumplimiento (ordenar a un funcionario que cumpla una norma).

b) las sentencias que defienden la parte orgánica de la Constitución (regula la estructura del
Estado):

- proceso de inconstitucionalidad (defiende la supremacía de la constitución), acción popular


(defiende el principio de legalidad), y proceso competencial.

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