Covid Cuestionario

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Un virus es un microorganismo infeccioso microscópico que consta de un segmento de acido

nucleico rodeado por una cubierta proteica. Un virus ni puede replicarse solo por el contrario
debe infectar a las células y usar componentes de la celula huésped para fabricar copias de si
mismo.

En el mes de diciembre de 2019, un brote de casos de una neumonía grave se inició en la


ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, en China. Los estudios epidemiológicos iniciales
mostraron que la enfermedad se expandía rápidamente, que se comportaba más
agresivamente en adultos entre los 30 y 79 años, con una letalidad global del 2,3% [1]. La
mayoría de los primeros casos correspondían a personas que trabajaban o frecuentaban el
Huanan Seafood Wholesale Market, un mercado de comidas de mar, el cual también distribuía
otros tipos de carne, incluyendo la de animales silvestres, tradicionalmente consumidos por la
población local [2,3]. Los estudios etiológicos iniciales dirigidos a los agentes comunes de la
infección respiratoria aguda, incluyendo los agentes de la influenza aviar, del síndrome
respiratorio agudo severo (SARS, del inglés, Severe Acute Respiratory Syndrome) y del
síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS, del inglés, Middle East Respiratory
Syndrome), arrojaron resultados negativos. El uso de métodos de secuenciación profunda, que
no requieren información previa sobre el agente que se busca, así como el aislamiento en
cultivo de células, seguido de microscopía electrónica y de secuenciación profunda, demostró
que se trataba de un agente viral nuevo, perteneciente al grupo de los coronavirus, y fue
inicialmente llamado 2019-nCoV (novel coronavirus de 2019), genéticamente relacionado,
pero distinto al agente del SARS [1,3,4]. El brote se extendió rápidamente en número de casos
y en diferentes regiones de China durante los meses de enero y febrero de 2020. La
enfermedad, ahora conocida como COVID-19 (del inglés, Coronavirus disease-2019), continuó
propagándose a otros países asiáticos y luego a otros continentes [1,3]. El 11 de marzo de
2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la ocurrencia de la pandemia de
COVID-19, exhortando a todos los países a tomar medidas y aunar esfuerzos de control en lo
que parece ser la mayor emergencia en la salud pública mundial de los tiempos modernos [5].

Los coronavirus pertenecen a la familia Coronaviridae: se trata de ARN-virus encapsulados, de


sentido positivo y de una sola hebra. Existen cuatro géneros: alfacoronavirus, betacoronavirus,
gammacoronavirus y deltacoronavirus. De ellos, los dos primeros son capaces de afectar a
seres humanos y los segundos predominantemente a las aves. La estructura genética está
compuesta por una cadena de ARN que contiene 14 sitios de lectura proteicos y no proteicos
que codifican las proteínas spike (S), de envoltura (E), de membrana (M) y de nucleocápside
(N) y, finalmente, otros genes accesorios. Desde 1968, se otorga su nombre por la morfología
en «corona» observada en la microscopia electrónica, donde las proyecciones de la membrana
de lvirus, conocidas como espículas, le dan la apariencia

Se propone que es sensible a la radiación ultravioleta y a la exposición a altas temperaturas.


Algunos estudios describen que el virus puede inactivarse a una temperatura de 56 o C
durante media hora, y con el uso de solventes lipídicos como etanol al 75%, desinfectantes con
cloro, ácido peroxiacético y cloroformo; no obstante, no es sensible al uso de clorhexidina.14
El espectro de enfermedades generadas por la infección de coronavirus son principalmente
respiratorias agudas y crónicas, entéricas, hematológicas y del sistema nervioso central
Su reproducción a través de replicacion y ensamblaje de nuevas cadenas de ARN genera la
probabilidad de mutaciones que suceden de manera espontánea durante los procesos de la
replicación viral. Para su replicación, los virus ARN utilizan una ARNpolimerasa que es
intrínsecamente propensa a cometer errores. En la mayor parte de los casos el destino de
estas mutaciones está determinado por la selección natural: las que confieren una ventaja
competitiva respecto de la replicación viral, la trasmisión o la virulencia tenderán a
incrementar su incidencia y prevalencia. Las variaciones que, por el contrario, provoquen que
el virus sea menos resistente a diferentes estímulos o que sea menos trasmisible, es más
probable que tiendan a desaparecer

El mecanismo de transmisión de la enfermedad por SARS-CoV-2 es de persona a persona por


medio de la vía aérea a través de las gotas de Flügge que se exhalan al toser, estornudar o
hablar y son inhaladas o depositadas en boca y conjuntivas oculares, así como superficies, que
pueden fungir como fómites. Informes recientes indican que el SARS-CoV-2 se puede detectar
en la orina y las heces de pacientes confirmados, lo que implica un riesgo de transmisión fecal-
oral.

Factores virales y del huésped influyen en la patogénesis del SARS-CoV-2. La ACE 2 es una
proteína de membrana tipo I que tiene receptores en el pulmón, corazón, riñón e intestino,
principalmente asociados con enfermedades cardiovasculares. Se ha documentado que la
replicación viral primaria ocurre en el epitelio de la mucosa de la cavidad nasal y faringe. Los
receptores ACE 2 que están localizados en el tracto respiratorio inferior de los humanos son los
receptores celulares para SARSCoV-2.

Al llegar a la célula blanco, la proteína S se une al receptor en la célula, la enzima convertidora


de angiotensina 2 (ACE2). Luego de su entrada a la célula, mediante la formación de un
endosoma, el virus es desenvuelto y el RNA viral es liberado al citoplasma, para iniciarse en los
ribosomas la traducción de los genes en sus proteínas, las cuales realizan la replicación del
genoma viral. Las proteínas estructurales codificadas hacia el extremo 3' son traducidas a
partir de mRNAs transcritos desde la hebra de polaridad negativa que se forma durante la
replicación del genoma viral. Estas proteínas estructurales son posteriormente ensambladas
con el genoma viral, en las membranas celulares internas del retículo endoplasmático y
aparato de Golgi, formándose las nuevas partículas virales. Finalmente, las vesículas que
contienen los nuevos viriones se fusionan con la membrana celular para liberar los virus al
exterior de la célula, proceso llamado exocitosis.

La evidencia biofísica y estructural sugiere que la proteína S del SARS-CoV-2 probablemente se


une al ACE 2 humano con una capacidad 10 a 20 veces mayor que el SARS-CoV que influye en
su gravedad. Cuando la enfermedad progresa, ocasiona SDRA que representa la causa de
mayor mortalidad en los trastornos respiratorios agudos. Literatura reciente describe la
relación de la susceptibilidad genética y la inflamación, ya que no todas las personas expuestas
a SARS-CoV-2 están infectadas y no todos los pacientes infectados desarrollan enfermedad
grave.

Se ha observado que los casos graves de COVID-19 presentan niveles de angiotensina II altos, y
que sus niveles se correlacionan con la carga viral y el daño pulmonar . Por otra parte, se ha
observado que el SARS-CoV-2 induce la producción de daño cardiaco agudo e insuficiencia
cardiaca, con un aumento en los niveles de troponina asociados a una mayor mortalidad . En
un estudio reciente llevado a cabo por Guo y colaboradores [44], se encontró que de 187
pacientes con diagnóstico confirmado de COVID-19, el 27,8% tenía daño cardiaco asociado a la
infección. La alta incidencia observada de síntomas cardiovasculares parece relacionada con la
respuesta inflamatoria sistémica. Se sugiere que en gran parte, la virulencia asociada a la
infección por SARS-CoV-2 es debida a su poderosa capacidad de activar una respuesta inmune,
con una cascada de citoquinas inflamatorias, como uno de los mecanismos para el daño a nivel
de órganos.

La enfermedad COVID-19 se asemeja al SARS en términos de replicación viral en el tracto


respiratorio inferior, y generación de viremia secundaria, seguida de un ataque extenso contra
los órganos diana que expresen ACE2, como el corazón, los riñones, el tracto gastrointestinal
entre otros. Este proceso de propagación viral se correlaciona con el deterioro clínico que
ocurre, principalmente, alrededor de la segunda semana después del inicio de la enfermedad.
No obstante, se ha reconocido generalmente que la evolución de la enfermedad hasta la etapa
tardía no solo se atribuye al daño viral directo, sino que también a consecuencia de un efecto
inmunomediado inducido por el SARSCoV-2. Es importante destacar que se han encontrado
dos características distintivas en pacientes graves y críticos con COVID-19; la primera, es el
aumento progresivo de la inflamación (hiperinflamación o tormenta inflamatoria); la segunda,
una tendencia exagerada a la hipercoagulación⁴. Aunque el concepto de tormenta inflamatoria
(tormenta de citocinas) sigue siendo controvertido, no hay duda de que la inflamación
inmunomediada juega un papel importante en la patogénesis de COVID-19, tal como lo hizo en
el SARS. La progresión de COVID-19 se asocia con una disminución continua en el recuento de
linfocitos (linfopenia) y una elevación significativa de los neutrófilos (neutrofilia). Mientras
tanto, marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva (PCR), ferritina, interleucina (IL) -
6, IP-10, MCP1, MIP1A y TNFα se elevan notablemente. El recuento reducido de linfocitos y los
niveles elevados de ferritina, IL-6 y dímero D se informaron en varios estudios que se asocian
con una mayor mortalidad de COVID-19³. Los mecanismos subyacentes a la linfopenia⁵
progresiva en pacientes graves y críticos con COVID-19 siguen sin estar claros. Varios estudios
chinos³ e italianos han notado una proporción exageradamente alta de coagulación aberrante
en pacientes graves y críticos con COVID-19.

LOS PACIENTES COVID MUESTRAN un estado hipercoagulable, caracterizado por un tiempo


prolongado de protrombina (TP), niveles elevados de dímero D y fibrinógeno, mientras que el
tiempo de tromboplastina parcial activada (TPTa) se encuentra normal. Algunos pacientes
finalmente progresan a una coagulación intravascular diseminada (CID). El estado inflamatorio
persistente en pacientes graves y críticos con COVID-19 actúa como un desencadenante
importante para la cascada de coagulación. Ciertas citocinas; pero en particular la IL-6, podrían
actuar como activadora del sistema de coagulación y al mismo tiempo ocasionar la supresión
del sistema fibrinolítico. Asimismo, la lesión endotelial pulmonar y periférica viral directa
podría ser otro inductor igualmente importante de esta hipercoagulación. La lesión de células
endoteliales puede activar fuertemente el sistema de coagulación a través de la exposición del
factor tisular y otras vías. Además, la respuesta inmune agresiva también podría verse
aumentada por la coagulación disfuncional. La aparición de anticuerpos antifosfolípidos puede
intensificar la coagulopatía (Anticuerpos anticardiolipina y antiβ2GP1) ⁴.
ETAPAS.

El curso clínico de la infección por SARS-CoV-2 inicia con un período de incubación que varía
entre 5 a 7 días, aunque podría llegar hasta los 14 días (tiempo utilizado como margen de
seguridad en las cuarentenas), una vez el paciente desarrolla síntomas podría dividirse en tres
fases

Fase de viremia (I) para la mayoría de las personas implica un período de incubación (5-14
días) asociado con síntomas leves, y a menudo no específicos, como malestar general, fiebre y
tos seca. Durante este período, el SARS-CoV-2 se multiplica y establece la residencia en el
huésped, centrándose principalmente en el sistema respiratorio;

Fase aguda, (fase de neumonía o fase II) la multiplicación viral y la inflamación localizada en el
pulmón es la norma, durante esta etapa los pacientes desarrollan una neumonía viral con tos,
fiebre y, posiblemente, hipoxia (definida como una PaO2 / FiO2 de tórax o tomografía
computarizada (Figura 2) en esta etapa revelan infiltrados bilaterales u opacidades en vidrio
esmerilados.

la Fase grave (hiperinflamación o fase III) una minoría de pacientes con COVID-19 pasará a la
tercera y más grave etapa de la enfermedad (aproximadamente un 15% casos) que se
manifiesta como un síndrome de hiperinflamación sistémica extrapulmonar. En esta etapa los
marcadores de inflamación sistémica están marcadamente elevados, particularmente, la
interleucina (IL) -2, IL-6, IL-7, factor estimulante de colonias de granulocitos, la proteína
inflamatoria de macrófagos 1-α, el factor de necrosis tumoral-α, la proteína C reactiva, la
ferritina y el dímero D. También se encuentran niveles elevados de troponina y péptido
natriurético de tipo B N-terminal pro (NT-proBNP). La infección por COVID-19 produce una
disminución en los recuentos de células T auxiliares, supresoras y reguladoras

Pacientes con funciones inmunes competentes y sin factores de riesgo obvios (vejez,
comorbilidades, etc.) pueden generar respuestas inmunes efectivas y adecuadas para suprimir
el virus en la primera o segunda fase sin una reacción inmunológica excesiva. En contraste, los
pacientes con disfunción inmune pueden tener un mayor riesgo de fallar en la fase inicial y
convertirse en el tipo grave o crítico y, por ende, cursar con mayor mortalidad.

Manifestaciones clínicas

El curso de la COVID-19 es variable y va desde la infección asintomática hasta la neumonía


grave que requiere ventilación asistida y es frecuentemente fatal La forma asintomática y las
presentaciones leves son más comunes en niños, adolescentes y adultos jóvenes, en tanto que
las formas graves se observan más en los mayores de 65 años y en personas con condiciones
crónicas como diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), enfermedad
cardiovascular o cerebrovascular, e hipertensión, entre otras [40,46,47].

Los síntomas más comunes, fiebre y tos, están presentes en la mayoría de los pacientes, pero
no en todos los casos sintomáticos. La fiebre puede ser alta y prolongada, lo que se asocia a
desenlace desfavorable . La tos puede ser seca o productiva con igual frecuencia, y a veces se
acompaña de hemoptisis. La fatiga es común, y las mialgias y la cefalea ocurren entre el 10% y
20% de los casos. La disnea se ha reportado con frecuencias muy variables, Otros síntomas de
afectación del tracto respiratorio alto, como dolor de garganta, congestión nasal y rinorrea, se
presentan en menos del 15% de los casos Las manifestaciones gastrointestinales, como
náuseas, vómito, malestar abdominal y diarrea, se presentan tempranamente entre el 10% y
20% de los pacientes. La anorexia se manifiesta en uno de cada cuatro casos, y es más
frecuente a partir de la segunda semana de la enfermedad Estos síntomas digestivos se
correlacionan con mayor frecuencia de detección y mayor carga viral en materia fecal Las
alteraciones de los sentidos del gusto (ageusia) y del olfato (anosmia) también son frecuentes
Entre las complicaciones más comunes de la COVID-19 se menciona la neumonía, presente
virtualmente en todos los casos graves, el síndrome de dificultad respiratoria del adulto
(SDRA), la miocarditis, el daño renal agudo y las sobreinfecciones bacterianas, frecuentemente
en la forma de choque séptico Los trastornos de la coagulación, expresados por la
prolongación del tiempo de protrombina, el aumento del dímero D y la disminución en el
recuento de plaquetas, han llevado a pensar que la coagulación intravascular diseminada es
uno de los fenómenos comunes en los casos graves, por lo que algunos recomiendan
anticoagulación temprana. El compromiso de múltiples órganos se expresa por la alteración de
las pruebas bioquímicas, como la elevación de las aminotransferasas, deshidrogenasa láctica,
creatinina, troponinas, proteína C reactiva y procalcitonina .

DEFINICIONES DE CASOS

De acuerdo con la OMS, Las definiciones de los casos se establecen de la siguiente manera

Caso sospechoso: ■ Paciente con enfermedad respiratoria aguda (con fiebre y al menos un
signo o síntoma de enfermedad respiratoria, como tos, disnea, etc.), Y

con historia de viaje o de residencia en un área en la que se haya reportado transmisión


comunitaria de COVID-19, en los 14 días previos a la aparición de los síntomas.

■ Paciente con enfermedad respiratoria aguda, Y que haya estado en contacto con un caso
probable o confirmado de COVID-19, en los 14 días previos a la aparición de los síntomas.

■ Paciente con enfermedad respiratoria aguda severa (con fiebre y al menos un signo o
síntoma de enfermedad respiratoria severa, como tos, disnea, etc.), Y que requiera
hospitalización, Y que no tenga otra alternativa diagnóstica que pueda justificar la clínica.

Caso probable: ■ Caso sospechoso con resultados no concluyentes en las pruebas para la
detección de SARS-CoV-2. ■ Caso sospechoso en quien no se haya podido realizar una prueba
diagnóstica.

Contacto: un contacto es una persona que haya tenido exposición a un caso probable o
confirmado en los dos días previos o en los 14 días posteriores al comienzo de los síntomas de
este caso, de una de las siguientes formas:

■ Contacto cara a cara con un caso probable o confirmado a menos de un metro de distancia y
por más de 15 minutos.

■ Contacto físico directo con un caso probable o confirmado.


■ Estar al cuidado de un paciente con enfermedad COVID-19 probable o confirmada, sin
utilizar el equipo de protección adecuado.

■ Cualquier otra situación señalada como un riesgo a nivel local.

DIAGNOSTICO.

Al inicio del brote epidémico se utilizó la secuenciación del genoma viral como método
diagnóstico, pero esta técnica es costosa y poco práctica para el procesamiento de grandes
cantidades de muestras. Hasta el momento, la FDA (del inglés, Food and Drug Administration),
ante la emergencia, ha aprobado 6 pruebas serológicas, 2 de ellas rápidas, que detectan
anticuerpos contra el SARSCoV-2.

SEROLOGIA IGG IGM Inicialmente también se desarrolló una prueba de ELISA para detectar
IgM e IgG contra la proteína de la nucleocápside viral del SARSCoV-2, pero tiene el
inconveniente de que puede arrojar resultados falsos positivos al detectar anticuerpos contra
otros coronavirus que causan resfriado común.

Prueba rápida para la detección de antígenos. La prueba rápida para detección de antígeno de
SARS-CoV-2 está basada en la detección del antígeno de la nucleocápside viral presente en las
células epiteliales de las vías respiratorias humanas infectadas. La detección se realiza en
muestras de hisopado nasofaríngeo (HNF). El ensayo se basa en el análisis
inmunocromatográfico de flujo lateral (prueba rápida). El casete de ensayo emplea
anticuerpos monoclonales anti-SARS-CoV-2, en la línea test (T); y anticuerpos monoclonales de
ratón anti IgY de pollo, en la línea control (C) los cuales se inmovilizan sobre una membrana de
nitrocelulosa. Sobre una almohadilla (pocillo de ensayo) se encuentra el conjugado oro coloidal
con el anticuerpo monoclonal anti-SARSCoV-2 y el conjugado oro coloidal con IgG de pollo
purificada. Cuando se agrega la muestra y una solución tampón al pocillo de ensayo, el
antígeno SARSCoV-2 (si estuviera presente), se unirá al conjugado oro coloidal con el
anticuerpo monoclonal anti-SARS-CoV-2 y se formará el complejo antígeno-anticuerpo; este
complejo migra a través de la membrana de nitrocelulosa hacia la línea T, donde es capturado
por el anticuerpo inmovilizado (anti SARS-CoV-2) este complejo quedará atrapado formando
una línea de color purpura el cual evidencia un resultado reactivo de la prueba.

Las indicaciones para uso intrahospitalario son: Pacientes con alta sospecha clínica, sin PCR o
con PCR negativa, con varios días de evolución: • Si es positivo, se confirma el diagnóstico
(infección reciente o pasada). • Si es negativo, se debe realizar o repetir la PCR a las 48 horas.

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