La Observación Como Intervención Práctica - A. Chalmers
La Observación Como Intervención Práctica - A. Chalmers
La Observación Como Intervención Práctica - A. Chalmers
Así pues, las observaciones que hizo Galileo con el telescopio de las lunas
rodeando Júpiter tenían su envergadura. Galileo pudo convencer a sus rivales en un
periodo de dos años, a pesar del escepticismo inicial y de la aparente incapacidad de un
número de sus contemporáneos de distinguir las lunas con el telescopio. Veamos cómo
pudo hacerlo, cómo fue capaz de “objetivar” sus observaciones de las lunas de Júpiter.
De esta manera, Galileo pudo registrar los movimientos diarios de las cuatro
"estrellitas" que acompañaban a Júpiter y mostrar que los datos eran consistentes con la
hipótesis de que las estrellitas eran en realidad lunas girando en órbita alrededor de Júpiter
con un periodo constante. La hipótesis quedó demostrada no sólo por las mediciones
cuantitativas sino también por la observación más cualitativa de que los satélites
desaparecían de vez en cuando de la vista al pasar por detrás o por delante del planeta o se
desplazaban detrás de su sombra.
Galileo podía argüir con fuerza acerca de la veracidad de sus observaciones de las
lunas de Júpiter, a pesar de que eran invisibles a simple vista. Pudo, y así lo hizo,
argumentar contra la sugerencia de que eran una ilusión producida por el telescopio
señalando que así no se explicaba que las lunas aparecieran cerca de Júpiter y en ningún
otro lugar. Galileo pudo también apelar a la consistencia y repetitividad de sus mediciones
y su compatibilidad con la hipótesis de que las lunas giran alrededor de Júpiter con un
periodo constante. Los datos cuantitativos de Galileo fueron verificados por observadores
independientes, incluidos observadores del Collegio Romano y de la corte romana del
Papa, que se oponía a la teoría copernicana. Aún más, Galileo era capaz de predecir las
posiciones de las lunas y la ocurrencia de fases y eclipses, lo que fue también confirmado
por él mismo y por observadores independientes, según consta en Stillman Drake (1978,
pp. 175-6, 236-7).
La veracidad de lo visto con el telescopio fue pronto aceptada por los observadores
competentes contemporáneos de Galileo, incluso por aquellos que se le habían opuesto en
un principio. Si bien es cierto que algunos observadores no consiguieron nunca distinguir
las lunas, yo sugiero que esto no tiene más importancia que la incapacidad de James
Thurber (1933, pp. 101-103) para distinguir al microscopio la estructura de células de
plantas. La solidez de la postura de Galileo en cuanto a la veracidad de sus observaciones
de las lunas de Júpiter con el telescopio se deriva del cúmulo de pruebas practicas y
objetivas que pudieron resistir sus afirmaciones. Aunque sus razones pudieran no haber
llegado a ser absolutamente concluyentes, eran incomparablemente más sólidas que las de
la alternativa, esto es, que lo visto eran ilusiones o artefactos producidos por el telescopio.
Hay que pagar un pequeño precio por la noción de hecho observable presentada en
el parágrafo anterior, y es que los hechos observables son falibles en cierto grado y están
sujetos a revisión. Aunque un enunciado pueda ser calificado de hecho observable porque
ha superado todas las pruebas a las que se le haya sometido hasta un cierto momento, esto
no quiere decir que necesariamente superará los nuevos tipos de prueba posibles a la luz de
los adelantos en el conocimiento y en la tecnología. Nos hemos encontrado ya con dos
ejemplos importantes de enunciados observacionales que fueron aceptados con buen
fundamento pero que en algún momento hubieron de ser rechazados debido a tales
adelantos, y son 'la Tierra es estacionaria" y "los tamaños aparentes de Marte y Venus no
cambian apreciablemente en el transcurso del año".