Nitrógeno
Nitrógeno
Nitrógeno
Fósforo (P): El fósforo es importante para la formación de ADN, ARN, ATP (adenosín trifosfato) y
membranas celulares. Es esencial para el desarrollo de raíces, flores, frutas y semillas. El fósforo
también está involucrado en el metabolismo energético de las plantas y en la transferencia de
energía.
Potasio (K): El potasio es esencial para la regulación del agua en las plantas, la apertura y cierre de
estomas, la síntesis de proteínas y la activación de enzimas. Ayuda a las plantas a resistir el estrés
hídrico y mejora la calidad de los frutos.
Azufre (S): El azufre es un componente de los aminoácidos cisteína y metionina, que son
importantes para la formación de proteínas. También está presente en algunas vitaminas y
coenzimas.
El ciclo del carbono es el más importante y complejo de los ciclos biogeoquímicos, dado que toda
la vida conocida se compone sin excepción de compuestos derivados de ese elemento. Además,
este ciclo involucra los principales procesos metabólicos de plantas y animales: la fotosíntesis y la
respiración.
La atmósfera está compuesta por un importante volumen de dióxido de carbono (CO2). Las
plantas y algas lo captan y convierten en azúcares (glucosa) mediante la fotosíntesis,
empleando para ello la energía solar. Así obtienen energía y pueden crecer. A cambio
liberan oxígeno (O2) a la atmósfera.
Además de obtener el oxígeno durante sus procesos de respiración, los animales acceden
al carbono de los tejidos de las plantas, para a su vez poder crecer y reproducirse. Tanto
animales como plantas, al morir brindan al suelo el carbono de sus cuerpos que, a través
de procesos sedimentarios (especialmente en el fondo oceánico, donde el carbono
además se halla disuelto en las aguas), se convierte en diversos fósiles y minerales.
El carbono en su estado fósil o mineral puede durar millones de años bajo la corteza
terrestre, sufriendo transformaciones que arrojan materia tan distinta como el carbón
mineral, el petróleo o los diamantes. Dicha materia resurgirá gracias a la erosión, las
erupciones y, especialmente, la mano de obra humana: la explotación de combustibles
fósiles, la extracción de cemento y demás industrias que arrojan a la atmósfera toneladas
de CO2 tanto al océano como a la tierra, además de otros desechos líquidos y sólidos ricos
en carbono.
Por otro lado, los animales están constantemente liberando CO2 al respirar. Otros procesos
energéticos como la fermentación o la descomposición de la materia orgánica generan
CO2 o generan otros gases ricos en carbono, como el metano (CH4) que van también a la
atmósfera.
Ciclo del Nitrógeno
El ciclo del nitrógeno es uno de los principales ciclos biogeoquímicos, en que los microorganismos
procariotas (bacterias) y las plantas fijan en sus cuerpos el nitrógeno, uno de los gases mayoritarios
de la atmósfera. Resulta indispensable para diversos compuestos del cuerpo de los animales,
incluido el ser humano.
Ciertas bacterias fijan en sus cuerpos el nitrógeno gaseoso (N2) de la atmósfera, formando
con él moléculas orgánicas aprovechables por las plantas, como el amoníaco (NH3).
Las plantas aprovechan esas moléculas nitrogenadas y las transmiten a través de sus
tejidos a los animales herbívoros y estos a través de sus tejidos a los animales carnívoros y
estos a sus depredadores, a lo largo de la cadena trófica.
Eventualmente, los seres vivos retornan al suelo el nitrógeno, ya sea mediante la orina
(rica en amoníaco), o cuando mueren y son descompuestos por bacterias, que fijan las
moléculas ricas en nitrógeno, liberando a la atmósfera nuevamente el nitrógeno en estado
gaseoso.
Ciclo del Azufre
El azufre es un nutriente secundario requerido por plantas y animales para realizar diversas
funciones, además el azufre está presente en prácticamente todas las proteínas y de esta manera
es un elemento absolutamente esencial para todos los seres vivos.
El azufre circula a través de la biosfera de la siguiente manera, por una parte, se comprende el
paso desde el suelo o bien desde el agua, si hablamos de un sistema acuático, a las plantas, a los
animales y regresa nuevamente al suelo o al agua.
Algunos de los compuestos sulfúricos presentes en la tierra son llevados al mar por los ríos. Este
azufre es devuelto a la tierra por un mecanismo que consiste en convertirlo en compuestos
gaseosos tales como el ácido sulfhídrico (H2S) y el dióxido de azufre (SO2). Estos penetran en la
atmósfera y vuelven a tierra firme. Generalmente son lavados por las lluvias, aunque parte del
dióxido de azufre puede ser directamente absorbido por las plantas desde la atmósfera.
El azufre, como sulfato, es aprovechado e incorporado por los vegetales para realizar sus
funciones vitales.
Los consumidores primarios adquieren el azufre cuando se alimentan de estas plantas.
El azufre puede llegar a la atmósfera como sulfuro de hidrógeno (H2S) o dióxido de azufre
(SO2), ambos gases provenientes de volcanes activos y por la descomposición de la
materia orgánica.
Cuando en la atmósfera se combinan compuestos del azufre con el agua, se forma ácido
sulfúrico (H2SO4) y al precipitarse lo hace como lluvia ácida.
Ciclo del Fósforo
El ciclo del fósforo es el último y más complejo de los ciclos biogeoquímicos principales, ya que el
fósforo es un elemento abundante en la corteza terrestre, en forma mineral, pero que los seres
vivos requerimos esencialmente, aunque en cantidades moderadas. El fósforo forma parte de
compuestos tan vitales como el ADN y el ARN.
El fósforo proviene de minerales terrestres, que por acción de la erosión (solar, del viento,
hídrica) son liberados y transportados hasta diversos ecosistemas. La acción minera
humana puede contribuir con esta etapa también, aunque no necesariamente de una
manera ambiental positiva.
Las rocas ricas en fósforo brindan nutrientes a las plantas, que fijan el fósforo en sus tejidos
y, de nuevo, lo transmiten a las demás formas de vida animal a través de la cadena trófica.
A su vez, los animales retornan los excedentes de fósforo al suelo mediante defecaciones y
la descomposición de sus cadáveres, manteniendo el fósforo en un ciclo dentro del ciclo
entre los seres vivos.
Sin embargo, el fósforo también llega al mar, donde las algas lo fijan y lo transmiten a los
animales. En este caso el elemento se deposita lentamente en el lecho marino, donde
diversos procesos sedimentarios lo harán retornar a las rocas que, más adelante, en un
lentísimo y larguísimo proceso geológico, quedarán expuestas y volverán a brindar fósforo
a la biósfera.