Niveles de Competitividad
Niveles de Competitividad
Niveles de Competitividad
País
Industria
Firma
Región
Figura 1.
Niveles concéntricos jerarquizados de competitividad
1. El nivel de la empresa
El significado de competitividad de la empresa es bastante claro y directo. Éste deriva de la
ventaja competitiva que tiene una empresa a través de sus métodos de producción y de
organización (reflejados en el precio y en la calidad del producto final) con relación a los de
sus rivales en un mercado específico. Así, la pérdida de competitividad se traduciría en una
pérdida de ventas, menor participación de mercado y, finalmente, en el cierre de la planta.
Como se puede observar, la definición que aparece en la sección introductoria (“la
capacidad para competir en los mercados por bienes o servicios”) se ajusta claramente a
la definición de competitividad al nivel de la empresa. La capacidad para competir se basa
en una combinación de precio y calidad del bien o servicio proporcionado, de manera
que cuando la calidad es la misma en mercados competitivos (esto es, mercados con una
cantidad importante de productores en los que cada uno de ellos no tiene el poder de fijar
precios), los proveedores seguirán siendo competitivos si sus precios son tan bajos como (o
más bajos que) los precios de sus rivales. Por otra parte, las empresas que han logrado
establecer una reputación de calidad superior pueden destacar del resto y seguir siendo
competitivas, incluso cobrando precios más elevados que sus rivales en ese mercado
específico.
¿Cuáles son los factores subyacentes de la competitividad de las empresas? A finales de los
ochentas, las empresas estadounidenses eran consideradas como no competitivas
debido a que seguían utilizando métodos de producción en masa (mientras que los
japoneses ya utilizaban plenamente sistemas de manufactura flexible y de producción “justo
a tiempo”), seguían una organización jerarquizada de las responsabilidades, y asignaban a los
trabajadores tareas definidas en forma limitada. Además, las actividades de investigación y
desarrollo se consideraban como muy alejadas de la producción, de manera que el
tiempo transcurrido entre el diseño y la producción en masa de un producto era mucho más
amplio que el de sus rivales japoneses (Reich, 1989). Aún cuando intervinieron otros
factores (de orden macroeconómico), ciertamente la lista apunta hacia algunas de las
debilidades percibidas de las empresas que, a final de cuentas, se vieron reflejadas
negativamente en su capacidad para competir.
Otros factores que vale la pena mencionar son la importancia de la capacitación de los
trabajadores, especialmente en un entorno con una elevada rotación de personal (como el
estadounidense), en donde se reducen los incentivos para la capacitación debido al miedo de
que los conocimientos técnicos exclusivos de una compañía puedan ser transferidos hacia
sus rivales potenciales. Asimismo, las empresas deben estar dispuestas a cooperar con
otras empresas en cuestiones en las que la colaboración puede implicar retornos
elevados (por ejemplo en investigación y desarrollo). Puesto que, como resultado de los
factores antes mencionados, será necesario realizar inversiones para perfeccionar y mejorar
el desempeño de la planta, un último factor de vital importancia es la disponibilidad de
crédito para las compañías.
Una industria es el conjunto de todas las empresas que se dedican a actividades económicas
similares, por lo tanto la discusión de la sección anterior aplica también en buena medida
a este nivel. De esta manera, la competitividad de una industria deriva de una
productividad superior, ya sea enfrentando costos menores a los de sus rivales
internacionales en la misma actividad, o mediante la capacidad de ofrecer productos con
un valor más elevado. Dada nuestra definición de industria, se infiere que su
competitividad es el resultado, en gran medida, de la competitividad de empresas
individuales, pero al mismo tiempo la competitividad de las empresas se verá
incrementada por el ambiente competitivo prevaleciente en la industria. Las empresas
que forman parte de una industria competitiva tienden a verse beneficiadas en distintas
formas, al crearse un círculo virtuoso entre el desempeño de la empresa y el desempeño
de la industria. Las economías de escala al nivel de la industria fomentan la creación de
infraestructura especializada, incluyendo centros de investigación e instituciones
educativas, que ayudan a desarrollar habilidades técnicas y conocimientos específicos
para la industria. Desde una perspectiva de la producción, los eslabonamientos
verticales permiten una mayor capacidad de respuesta y flexibilidad a los cambios en los
requerimientos del mercado, tanto en cantidad como en las especificaciones de los productos.
Siguiendo Battat et al. (1996), definimos los eslabonamientos hacia atrás como
las “relaciones interempresariales en las que una compañía adquiere bienes y servicios como
sus insumos de producción en forma regular, de una o más compañías en la
cadena de producción” (p. 4). Al proporcionar insumos para las empresas en industrias
competitivas, los subcontratistas deberán atender preferencias superiores con
respecto al diseño, especificaciones técnicas, calidad del producto y tiempos
de entrega. Además, la subcontratación puede permitir a las empresas aumentar su
producción y beneficiarse de economías de escala. La naturaleza de la industria tiene
un efecto importante sobre la probabilidad de observar eslabonamientos hacia atrás.
Como Battat et al. (1996) señalan, la tendencia a desarrollar eslabonamientos hacia atrás
aumenta cuando el producto final requiere de diversos tipos de componentes o su
manufactura involucra habilidades o tecnologías específicas. Cuando la capacidad para
proporcionar estos componentes dentro de la misma empresa es limitada, resulta
inevitable la contratación de terceros.
Como se señaló anteriormente, no todas las industrias son iguales, por lo que
distintas características jugarán diversos papeles para determinar su competitividad;
entre estos podemos citar: la naturaleza de los bienes producidos (intermedios, bienes
perecederos o no duraderos, y bienes duraderos); concentración del mercado y barreras
de entrada (para determinar la naturaleza y el vigor de las fuerzas competitivas);
intensidad de capital y complejidad técnica; madurez de la tecnología utilizada (con el
objeto de determinar el dinamismo tecnológico del sector); potencial de exportación (la
participación en los mercados internacionales actúa como un incentivo adicional para
mejorar la competitividad de la industria); presencia extranjera (que puede funcionar
como un mecanismo de transferencia de tecnología8); y la estrategia seguida por los
inversionistas extranjeros (búsqueda de mercado, búsqueda de eficiencia o búsqueda de
recursos naturales).
3. El nivel regional
¿Las regiones compiten entre sí?9 Podemos argumentar que, en cierta forma, en efecto éste es
el caso. Las regiones compiten por empresas que buscan una ubicación, así como por
personas talentosas en busca de empleo. Como señalan Charles y Benneworth (1996) “el
debate crucial con respecto a la competitividad regional gira en torno a la relación entre la
competitividad de las firmas y la repercusión que ésta tiene sobre la competitividad de los
territorios relacionados con estas firmas, ya sea a través de su propiedad o su ubicación” (p.
5).
7
Los autores reportan que entre las industrias con los mayores prospectos de crear eslabonamientos
hacia atrás están la industria automotriz (que requiere de partes y componentes que constituyen el 70%
o más del valor final de venta), la manufactura de maquinaria e instrumentos de precisión, así como las
industrias eléctrica de consumo y electrónica.
8
Para leer más sobre la importancia de la inversión extranjera directa para contribuir al desarrollo
tecnológico del país receptor, ver Romo Murillo (2002).
9
En este caso utilizamos una definición bastante amplia de lo que constituye una región. Puede
abarcar desde un área geográfica que contiene un conjunto de empresas, hasta un estado entero o
incluso un conjunto de estados.
El elemento regional en la discusión sobre competitividad no puede ser exagerado.
Una vez que el ambiente empresarial mejora (gracias a una mejor infraestructura, mejores
centros de educación, niveles de vida, u otras políticas gubernamentales explícitas diseñadas
para atraer inversiones a la región), las compañías empiezan a concentrarse en ubicaciones
geográficas específicas, dando origen a la formación de clusters. Según la definición de
Michael Porter, “los clusters son grupos geográficamente cercanos de compañías,
proveedores, prestadores de servicios e instituciones relacionadas en un campo particular, que
están interconectados y vinculados entre sí por aspectos comunes y complementarios” (Porter,
2003, p. 26). En opinión de Porter, los clusters tienen el potencial de afectar de manera
positiva la competitividad, principalmente a través de los tres mecanismos siguientes:
Podemos añadir que la aglomeración reduce asimismo las barreras para la difusión de
conocimiento. Como indican Malmberg et al. (1996), “las redes formales e informales entre
las personas en una ubicación común, que con frecuencia se han desarrollado a través de una
interacción de largo plazo, y la evolución resultante de las instituciones locales forma parte
del capital social que rodea los procesos de innovación” (p. 92).
La importancia de la aglomeración geográfica tiene que ver con el hecho de que ésta
da origen a la generación de las llamadas “economías externas,” las cuales pueden ser de dos
tipos: tecnológicas y pecuniarias (Krugman, 1991). Las economías externas tecnológicas
10
Blomström et al. (2000) observaron que la introducción exitosa de nuevas técnicas de producción
reduce el riesgo subjetivo inherente a la adopción de la innovación, y por lo tanto alienta su adaptación
a un nivel más amplio. Ciertamente, antes de que un nuevo tipo de organización de la producción o de
que una nueva máquina o equipo se diseminen en el mercado, los usuarios potenciales cuentan con
información limitada sobre los costos y beneficios de la innovación y, en consecuencia, pueden
relacionarla con un grado de riesgo elevado. A medida que se divulga la información con respecto a
los pros y contras de la innovación a través de canales informales, se reduce la incertidumbre y
aumenta la probabilidad de imitación.
involucran la transferencia (o derrama11) de conocimiento entre las empresas; esta
transferencia contribuye a que la parte receptora desarrolle capacidades tecnológicas que
tienden a robustecer la ventaja competitiva de la industria. Por otra parte, las economías
externas pecuniarias involucran la creación de un mercado para la mano de obra especializada
y para los proveedores, que nuevamente tiende a fortalecer la ventaja competitiva de la
industria. Dicho en otras palabras, la aglomeración mejora el desempeño de las empresas (y
consecuentemente de la industria) al reducir los costos de transacción tanto en los activos
tangibles como en los intangibles.
4. El nivel nacional
Hemos alcanzado ahora en la discusión el anillo externo de competitividad, esto es, el nivel
nacional. No hace falta decir que este nivel es crucial, ya que determina en gran medida la
competitividad de los demás niveles inferiores. Un asunto fundamental con respecto a la
cuestión de la competitividad nacional es si los países realmente compiten entre sí, o si el
término competitividad es una forma inadecuada de evaluar la “salud” general de una
economía. Ciertamente, se puede argumentar que los países compiten por atraer inversiones
extranjeras, pero tal como señala Siggel (2003), “los atributos que atraen la inversión
extranjera son la estabilidad, el buen gobierno y las oportunidades de inversión rentables, los
cuales no son idénticos a un fuerte desempeño en las exportaciones” (p. 6). Exploramos ahora
las distintas facetas de la competitividad nacional.
11
Más formalmente, por derramas tecnológicas (spillovers) Grossman y Helpman (1991, p. 16) se
refieren a que “(1) las empresas pueden adquirir información creada por otros sin pagar por esa
información en una transacción de mercado, y (2) los creadores (o actuales propietarios) de la
información no cuentan con un recurso efectivo, bajo las leyes existentes, si otras empresas utilizan la
información adquirida de esta forma.”
12
Citado en Gilpin (2001), p. 180.
Comisión Europea, Jacques Delors, afirmaba que la pérdida de competitividad internacional,
especialmente la incapacidad de competir contra los estadounidenses y los japoneses, era la
culpable de la tasa de desempleo tan elevada en Europa (no culpó al elaborado sistema de
asistencia social europeo que desalentaba a los patrones a crear nuevos empleos). Con este
telón de fondo, Paul Krugman lanzó un ataque en contra del concepto de competitividad
nacional en un artículo aparecido en la revista Foreign Affairs (Krugman, 1994). En éste
expuso que, a pesar de lo atractivo del argumento, enmarcar los problemas económicos
nacionales en términos de una competencia internacional era infundado y resultaba peligroso,
puesto que esta perspectiva contribuía a desviar la atención de los verdaderos problemas
subyacentes y conducía a la aplicación de malas políticas económicas, con el subsecuente
desperdicio de recursos escasos.
13
Klein (1988) y Krugman (1991) elaboran más sobre los problemas de la industria estadounidense
durante el final de la década de los ochentas.
14
No obstante, Boltho señala asimismo las dificultades inherentes en la medición de esta variable,
proponiendo en su lugar el uso de indicadores de costos relativos. El indicador utilizado con mayor
frecuencia en trabajos empíricos es un índice de costos laborales unitarios relativos en el sector
manufacturero.
La ventaja competitiva es creada y sustentada a través de un proceso altamente
localizado. Las diferencias en los valores, cultura, estructuras económicas,
instituciones e historias de los distintos países contribuyen a sus respectivos
éxitos competitivos. Existen diferencias sorprendentes en las estructuras de
competitividad en cada país; ningún país puede o será competitivo en todas o
incluso en la mayoría de las industrias. En última instancia, las naciones tienen
éxito en industrias específicas debido a que su entorno interno se percibe como
el más avanzado, dinámico, y el que presenta más desafíos (Porter, 1990, p.
73).
1. Condiciones de los factores. Incluye los factores de producción (mano de obra calificada,
infraestructura, financiamiento) necesarios para competir en una industria determinada.
2. Condiciones de la demanda. Esto se refiere a la naturaleza (esto es, al grado de
sofisticación) de la demanda en el mercado doméstico para los bienes o servicios
producidos por una industria determinada.
3. Industrias relacionadas y de apoyo. Se refiere a la presencia de proveedores y otras
industrias relacionadas competitivas a nivel internacional.
4. Estrategia de la empresa, estructura y rivalidad. Esto refleja las condiciones generales
que rigen como se crean, organizan y administran las empresas, así como la naturaleza de
la competencia entre las mismas.
Cada uno de los cuatro factores determinantes interactúa con los demás para crear un
entorno en el que las empresas desarrollarán y acumularán activos o habilidades
especializados para incrementar su ventaja competitiva. Porter rechaza de manera explícita la
definición puramente macroeconómica de la competitividad. Escribiendo en 1990, él
argumentaba que Japón, Italia y Corea del Sur disfrutaban de niveles de vida crecientes a
pesar de tener déficits presupuestarios; en Alemania y Suiza sucedió lo mismo a pesar de la
apreciación de sus monedas; y en forma similar en Italia y Corea, a pesar de sus tasas de
interés elevadas. De igual forma, rechaza las explicaciones con respecto a las diferencias en la
competitividad de un país a otro con base en la abundancia de la mano de obra barata,
recursos naturales o diferencias en las prácticas administrativas. Porter concluye que “el único
concepto significativo de competitividad a nivel nacional es la productividad.” Este es el caso
debido a que la productividad es el principal factor determinante del nivel de vida a largo
plazo en un país, así como del ingreso per capita (esta variable determina el salario de los
trabajadores y el retorno del capital).
En este punto resulta interesante señalar que prácticamente todos los autores, sin
importar si son de formación economistas o de escuelas de negocios, o si existe entre ellos un
consenso sobre el uso del término cuando se aplica a las economías nacionales, concuerdan
15
Este marco de referencia es ampliamente utilizado para el análisis competitivo de industrias. Para un
ejemplo de su aplicación al caso mexicano, ver NAFIN (1995).
que la tasa de crecimiento de la productividad (no la tasa de crecimiento de la productividad
con relación a otros países) es la medida última de la competitividad. La productividad de un
país determina su nivel de vida, ya que una productividad más elevada puede sustentar
mejores salarios y rendimientos atractivos del capital invertido.
16
Tanto el WEF (World Economic Forum) como el IMD (Institute of Management Development)
tienen su sede en Suiza. Éstos solían publicar en forma conjunta un índice de competitividad, pero se
separaron en 1996. A partir de entonces, ambos organismos publican índices por separado.