Resumen El Capital

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RESUMEN

COMPENDIO “EL CAPITAL”

CAPITULO I

MERCANCÍA, MONEDA, RIQUEZA Y CAPITAL

La mercancía tiene dos valores: el de uso, basado en las cualidades intrínsecas del

objeto, y el de cambio, que se refiere a su capacidad de intercambio por otros bienes. Por

ejemplo, el café puede ser consumido personalmente o intercambiado por otros objetos según

la necesidad. Su valor de uso se aprovecha si se necesita café, mientras que su valor de

cambio permite intercambiarlo por otros bienes a través del comercio.

En resumen, el valor de una mercancía está determinado por la cantidad de trabajo

humano necesario para producirla, lo que hace que todas las mercancías sean iguales en

esencia. El valor de cambio se basa en la cantidad de trabajo necesario, haciendo que sean

intercambiables. La grandeza del valor depende de la cantidad de trabajo requerido, no de la

velocidad de un trabajador. El trabajo social promedio determina el valor de las mercancías.

Una mercancía no surge sin trabajo útil para todos y la producción de objetos inútiles no genera

mercancías. En resumen, el valor está determinado por el trabajo necesario y la utilidad para la

sociedad.

En resumen, en la sociedad actual las mercancías se intercambian utilizando la moneda

como equivalente general. La moneda ha monopolizado esta función por costumbre o sanción

legal, lo que permite un sistema de intercambio más eficiente. Una vez que la moneda aparece,

los intercambios directos de mercancías dejan de ocurrir y deben realizarse a través de la

moneda.
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Esto crea una cadena alternante de mercancías y monedas, que es la esencia del

capital. La capacidad de hacer que el dinero se multiplique es fundamental en el capitalismo.

Para hacer crecer el capital, es necesario encontrar formas de aumentar el dinero de manera

progresiva, siguiendo la fórmula Moneda - Mercancía - Moneda 1 - Mercancía - Moneda 2 -

Mercancía - Moneda 3.

CAPITULO II

COMO NACE EL CAPITAL

La fórmula del capital consiste en encontrar una mercancía que produzca más de lo que

ha costado, como la fuerza de trabajo. El capitalista busca trabajadores dispuestos a vender su

fuerza laboral por un salario diario, calculado según los costos de vida. Si el proletario vendiera

toda su fuerza de trabajo, se convertiría en una mercancía esclava de su empleador. Al vender

solo una parte de su fuerza de trabajo, el proletario mantiene cierta libertad para él y sus hijos.

El precio de la fuerza de trabajo se calcula a través de determinar el valor del trabajo

necesario para producir las cosas necesarias para el trabajador. Según la ley de los cambios,

una mercancía solo puede intercambiarse por otra del mismo valor. Por lo tanto, si un

trabajador necesita 3 bolívares al día para obtener las cosas esenciales, ese será el precio de

su fuerza de trabajo por un día.

A través de este cálculo se determina el precio exacto de la fuerza de trabajo de un

obrero. Según la ley de los cambios, una mercancía solo puede intercambiarse por otra de

igual valor en términos de trabajo necesario para producirlas. Por lo tanto, si un trabajador

necesita 3 bolívares al día para todas sus necesidades, ese será el precio de su fuerza de

trabajo diaria.
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En un ejemplo dado, un obrero recibe un salario diario de 3 bolívares y puede producir

15 gramos de plata en seis horas de trabajo, equivalentes a esos 3 bolívares. El empleador, un

burgués honesto, ha contratado al obrero a un precio justo por su fuerza de trabajo.

El trabajo consta de la fuerza de trabajo, la materia prima y el medio de trabajo. En este

caso, el empleador ha adquirido la fuerza de trabajo y la materia prima (algodón) en el

mercado, teniendo ya listo el medio de trabajo para comenzar la labor inmediatamente.

El hombre de los escudos y el trabajador llegan al taller del patrono, donde el trabajador

convierte 10 kilogramos de algodón en hilo durante una jornada de 12 horas. Al terminar,

calcula mentalmente lo que el patrono podría ganar con el hilo, llegando a la conclusión de que

el patrono sólo puede obtener ganancias vendiendo el hilo a un precio mayor al costo de

producción. Si descubrieran este fraude, los obreros podrían obligar a los patronos a cerrar los

talleres y posiblemente abrir grandes establecimientos gubernamentales, lo cual sería mejor.

El obrero regresa a casa después de un día de trabajo y sueña con la desaparición de

los patronos y la creación de talleres nacionales. Sin embargo, pronto se da cuenta de la

realidad cruel: su patrono se convierte en un capitalista despiadado que amenaza con

aplastarlo y explotarlo. El trabajador ve cómo el capital crece y se convierte en un monstruo

que absorbe la sangre de miles de personas. La visión aterradora lo llena de miedo y anticipa

su propia destrucción y la de su familia.

Por otro lado, el burgués cuida meticulosamente sus cuentas, estableciendo el precio de

su mercancía teniendo en cuenta el desgaste de los medios de trabajo y otros gastos, pero no

el salario del obrero. Sabe que la fuerza de trabajo del obrero no se valora completamente en

su salario, que solo cubre las necesidades básicas de subsistencia. La diferencia entre el

salario y el valor real de la fuerza de trabajo es explotada por el capitalista para su beneficio

propio.
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El poseedor de dinero paga un salario a su obrero sabiendo que este producirá más de

lo que le cuesta su salario. Esto se asemeja a como un agricultor sabe que la producción de

una vaca vale más que su mantenimiento. La fuerza de trabajo tiene la propiedad de producir

más de lo que cuesta, por lo que el poseedor de dinero la compra en el mercado. Se explica

con un ejemplo donde en 12 horas de trabajo se producen 6 bolívares de valor.

CAPITULO III

LA JORNADA DE TRABAJO

El capitalista, una vez nacido el capital, busca nutrirlo mediante la prolongación de la

jornada de trabajo. Sin embargo, esta prolongación tiene límites impuestos por la Naturaleza y

la sociedad. El capitalismo compra la fuerza de trabajo por el valor de una jornada, lo que le da

el derecho de hacer trabajar al obrero todo el día. El tiempo de trabajo es el tiempo en el que el

capitalista consume la fuerza de trabajo comprada. El capitalista busca obtener el mayor

beneficio posible del valor de uso de su mercancía.

El trabajador argumenta que el uso de su fuerza de trabajo crea valor, y que el

capitalista le roba al consumir más fuerza de trabajo de la que el trabajador puede reproducir.

El trabajador reclama una jornada de trabajo normal para no ser explotado. No hay límites

naturales que regulen la duración de la jornada de trabajo, y el capitalista busca prolongarla

para obtener más trabajo del obrero. El trabajador, como vendedor de su fuerza de trabajo,

busca limitar la jornada de trabajo a una duración normal. Existe una antinomia entre los

derechos del capitalista y del trabajador, ambos amparados por la ley del intercambio de

mercancías. En última instancia, quien decide es la fuerza.

El libro expone hechos tomados de encuestas en la industria cerámica en Inglaterra,

donde se muestra la explotación de niños en jornadas laborales extremadamente largas y

condiciones insalubres que afectan su salud. En diferentes industrias como la de cerillas y


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alfombras, se observa también la presencia de menores de edad trabajando largas horas,

poniendo en riesgo su bienestar físico y mental. Se relata el caso de una modista de 20 años

que murió por exceso de trabajo, trabajando 26 horas seguidas en un taller lleno y mal

ventilado. La resistencia de los trabajadores se manifiesta en la solicitud de una jornada normal

de trabajo, pero se advierte que las leyes a favor de los trabajadores son hechas y aplicadas

por los capitalistas, lo que dificulta su lucha contra la explotación laboral. En resumen, se

evidencia cómo el capital explota y maltrata el trabajo, provocando resistencia por parte de los

trabajadores en busca de mejores condiciones laborales.

CAPITULO IV

LA PLUSVALIA RELATIVA

La fuerza de trabajo crea capital al generar una plusvalía más allá del salario recibido, lo

que impulsa al crecimiento del capital. Para lograr un aumento en la plusvalía, se prolonga la

jornada laboral. Aunque existe un límite natural, el capital busca formas de superarlo, como

reducir el trabajo necesario en favor del sobre trabajo, generando así más plusvalía. Esta

práctica, llamada plusvalía relativa, se basa en la disminución del trabajo necesario mediante

una reducción del salario y de los precios de los bienes esenciales para el trabajador. A pesar

de ser éticamente cuestionable por ser considerado como explotación laboral, la plusvalía

relativa es una estrategia utilizada por el capital para aumentar su riqueza de forma "legal"

dentro de las leyes del mercado.

El capitalista vende seis artículos por 7 bolívares y 50 céntimos, con una ganancia de 3

bolívares. Con un nuevo sistema de trabajo, duplica la producción a doce artículos por 6

bolívares de costo, lo que reduce el valor de cada artículo a 75 céntimos. Para vender más,

reduce el precio a 1 bolívar por artículo, ganando 6 bolívares en total. Aunque al principio

obtiene una gran ventaja con el aumento de la producción, eventualmente todos adoptan el
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nuevo sistema y el valor de la mercancía se equipara al precio de venta, reduciendo la

ganancia del capitalista pero manteniendo la plusvalía. El aumento de la producción resulta en

una disminución del precio de la fuerza de trabajo y un aumento de la plusvalía relativa.

CAPITULO V

COOPERACIÓN

Durante el intervalo en el que no nos ocupamos del capitalista, él ha prosperado y ahora

dirige un taller donde muchos trabajadores colaboran bajo supervisión de vigilantes e

inspectores. Surge un nuevo personaje mientras el hilandero parece abrumado por la larga

jornada laboral. El capitalista, desde su Olimpo, envía órdenes a través de intermediarios,

aprovechando el trabajo cooperativo en su búsqueda de aumentar su capital. Ha implementado

la colaboración de diversas fuerzas de trabajo, lo que le permite aprovechar las ventajas de la

cooperación y utilizar la fuerza de trabajo promedio. En resumen, el capitalista evoluciona y se

beneficia del trabajo cooperativo para prosperar.

La cooperación en el trabajo conlleva varias ventajas significativas. En primer lugar,

permite la utilización más eficiente de recursos existentes, como talleres y herramientas, que

antes solo servían para un trabajador y ahora pueden ser compartidos por varios. En segundo

lugar, la cooperación aumenta la fuerza de trabajo, creando una sinergia que mejora la

productividad. Además, al combinar fuerzas, se pueden realizar trabajos que antes eran

imposibles o se ejecutaban de manera deficiente. Por ejemplo, un grupo de obreros puede

mover grandes cargas en poco tiempo, mientras que un trabajador solo tardaría mucho más.

En resumen, la cooperación es esencial en la producción capitalista ya que maximiza la

eficiencia y productividad en el trabajo.

CAPITULO VI

DIVISIÓN DEL TRABAJO Y MANUFACTURA


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La manufactura, liderada por el capitalista, reúne a los obreros en un taller para ejecutar

diferentes partes del trabajo necesario para fabricar una mercancía. Esto establece la división

del trabajo y la manufactura, formada por hombres. Puede surgir al unir operaciones

previamente separadas o al dividir operaciones que solían ser parte de un todo. Por ejemplo,

en la fabricación de una carroza, distintos artesanos se reúnen en un mismo lugar para trabajar

juntos. La fabricación de alfileres se divide en más de veinte operaciones parciales. La

manufactura aprovecha la especialización de fuerzas de trabajo en operaciones simples,

aumentando la intensidad y precisión del trabajo, lo que resulta en un aumento de la plusvalía

para el capitalista. La división del trabajo en la manufactura convierte al obrero en una máquina

especializada, limitando su independencia y capacidad de subsistencia.

Las potencias intelectuales de la producción se concentran en el capital en lugar de los

trabajadores parcelarios en la manufactura, lo que lleva a la división del trabajo y la separación

de la ciencia del trabajo en beneficio del capital. Se valora la ignorancia en ciertos sectores

manufactureros, prefiriendo obreros poco instruidos para ciertas tareas. Adam Smith y Germain

Garnier discuten sobre la instrucción del pueblo y su impacto en la división del trabajo.

Ferguson señala que el arte de pensar se convierte en un oficio separado en una sociedad

dividida por el trabajo, generando un envilecimiento del cuerpo y el espíritu en la sociedad en

general y una patología industrial en el periodo manufacturero. La división del trabajo en el

contexto capitalista busca aumentar la plusvalía a costa del trabajador, aumentando la

dominación del capital sobre el trabajo y siendo visto como un refinado método de explotación.

CAPITULO VII

MÁQUINA Y GRAN INDUSTRIA

En resumen, John Stuart Mill analiza cómo las invenciones mecánicas han

transformado la vida cotidiana de las personas, aumentando el número de desempleados y


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beneficiando al capitalista al reducir los costos de producción y aumentar la plusvalía. En este

sistema capitalista, el trabajador vende su fuerza de trabajo para que el capitalista la explote y

aumente su capital. Con la introducción de máquinas, la producción se incrementa, el valor de

los bienes necesarios para el trabajador disminuye y se genera más sobretrabajo y plusvalía.

Las máquinas forman parte del capital constante y benefician al capitalista al aumentar la

eficiencia y la producción, mientras que limitan al trabajador a un rol pasivo en el proceso

laboral.

El capitalista se beneficia de la gran industria al utilizar trabajo pasado de manera

gratuita a través de máquinas costosas que contribuyen al valor de la mercancía. La

introducción de la maquinaria llevó al aumento de la producción a costa de la explotación de

mujeres y niños, obligando a toda la familia a trabajar bajo control capitalista. Esto dividió el

valor de la fuerza de trabajo entre los miembros familiares, reduciendo el valor del trabajo

individual del obrero. La maquinaria permitió extender la jornada laboral más allá de lo natural y

facilitó la explotación al capitalista al convertir a los trabajadores en esclavos vendiendo la

fuerza laboral de sus familiares. En resumen, la maquinaria en la industria ha cambiado la

dinámica laboral, llevando a la explotación y disminución del valor de la fuerza de trabajo

individual en beneficio del capitalista.

El desgaste de las máquinas puede ser causado por su uso continuo o por la falta de

uso, lo que se conoce como destrucción por los elementos. Para evitar pérdidas de valor, los

capitalistas buscan maximizar la producción prolongando las horas de trabajo con turnos

nocturnos y relevos. Gracias al perfeccionamiento de las máquinas, se ha logrado aumentar la

eficiencia y reducir el consumo de energía. Con mejoras en el mecanismo de transmisión, se

ha reducido el rozamiento y aumentado la velocidad de transmisión de la fuerza. Esto ha

permitido mayor velocidad y potencia en las máquinas, resultando en una mayor productividad.

Sin embargo, esto también ha incrementado el esfuerzo y la atención requerida por los
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trabajadores. Las máquinas han sido una herramienta poderosa que ha sustituido la fuerza

humana, pero ha impuesto nuevas demandas y desafíos a los trabajadores.

Según el texto, en la fábrica la habilidad en el uso de la herramienta se traslada del

obrero a la máquina. Se distingue entre obreros que trabajan directamente en las máquinas y

maniobras subordinadas a ellos, como los alimentadores. También hay trabajadores

encargados de controlar y reparar el equipo mecánico. Los obreros deben ser entrenados

desde temprana edad para coordinar sus movimientos con los de la máquina, convirtiéndose

en una parte de ella.

En la fábrica, el trabajador sirve a la máquina, que se convierte en un medio de control y

dominación sobre su trabajo. El obrero se convierte en una fracción de la máquina, perdiendo

su independencia y dependiendo completamente de la fábrica y el capitalista. La facilidad del

trabajo se convierte en una forma de tortura, ya que la máquina no libera al trabajador de su

tarea, sino que vacía su trabajo de contenido.

La subordinación técnica del trabajador al instrumento de trabajo y la composición

diversa de los trabajadores en las fábricas crea una disciplina estricta y un régimen cuartelario.

La organización de la vigilancia y la división entre obreros y capataces alcanzan su máximo

nivel en este ambiente. El capital dicta normas arbitrarias sobre los trabajadores, imponiendo

castigos en forma de multas y descuentos salariales. Friedrich Engels describe la esclavitud a

la que se somete al proletariado en las fábricas, donde pierden toda libertad y son controlados

en cada aspecto de sus vidas.

Los fabricantes ejercen un control absoluto sobre los obreros, imponiendo reglas a su

antojo y castigando cualquier desviación. Se les exige estar presentes temprano en la fábrica, y

cualquier retraso conlleva sanciones que afectan su salario. Los trabajadores son forzados a
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vivir bajo un régimen opresivo desde una temprana edad hasta la vejez, sin libertad ni

derechos.

Los trabajadores han sufrido los efectos negativos de la introducción de máquinas y la

gran industria, como se evidenció en las revueltas en Europa en el siglo XVII. A pesar de los

disturbios iniciales causados por el miedo a la pérdida de empleo, las máquinas se impusieron

en las fábricas, reduciendo la cantidad de trabajadores necesarios.

La revolución industrial del siglo XIX exacerbó la situación, con la introducción de

tecnologías como las máquinas de hilar y tejer, que causaron desempleo masivo y conflictos

sociales. Aunque los economistas burgueses argumentaban que la introducción de máquinas

generaría nuevos trabajos, en realidad el desempleo y la disminución de salarios prevalecieron.

La construcción de máquinas proporcionaba trabajo a algunos obreros, pero en general

ocupaba menos personas de las que desplazaba, dejando a muchos desempleados y sin

medios de subsistencia.

En conclusión, las máquinas y la gran industria impactaron negativamente en los

trabajadores, generando desigualdades y explotación en el sistema capitalista.

CAPITULO VIII

EL SALARIO

Los defensores del sistema capitalista argumentan que el salario es la remuneración por

el trabajo y la plusvalía es la ganancia del capital. El trabajo puede ser la fuerza para realizar

una tarea o la tarea misma ya realizada. El trabajador vende su fuerza de trabajo al capitalista

ya que no posee los medios de producción. El capitalista paga el valor de cambio de la fuerza

de trabajo y obtiene valor de uso de la mercancía producida. La plusvalía proviene del trabajo

ya que el capital por sí solo no puede generar valor.


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Existen diferentes formas de salario, como por tiempo o por destajo. El capitalista puede

manipular la duración de la jornada laboral para afectar el precio pagado por la fuerza de

trabajo. En el salario por destajo, el capitalista puede modificar la cantidad de trabajo realizado

para afectar el precio pagado por hora, manteniendo el precio constante. En resumen, el

capitalista busca maximizar la plusvalía manipulando el salario y la cantidad de trabajo. La

relación entre salario y trabajo es compleja, ya que la disminución del salario puede aumentar

la cantidad de trabajo pero afectar la calidad de vida del trabajador y la introducción de

tecnología puede impactar en la productividad y reducir la demanda de mano de obra.

El salario a destajo es una forma de salario que se utiliza en lugar del salario por

tiempo, a menudo en la misma industria. En este sistema, el trabajador es pagado por la

cantidad de trabajo producido en lugar de por horas trabajadas. La calidad y la intensidad del

trabajo son controladas por la misma labor, lo que puede llevar a descuentos en el salario del

trabajador y a una mayor intensidad de trabajo. El salario a destajo también permite la

intervención de intermediarios, como negociantes, entre el capitalista y el trabajador. Además,

puede llevar a que el trabajador principal explote a sus propios auxiliares. El sistema de salario

a destajo motiva al trabajador a trabajar más intensamente para aumentar sus ingresos, lo que

beneficia al capitalista al aumentar la productividad. Sin embargo, esta intensificación del

trabajo puede llevar a conflictos entre el capitalista y el trabajador, ya que el aumento de

productividad no siempre se traduce en un aumento proporcional del salario. En resumen, el

salario a destajo es una parte fundamental del sistema de salario por hora en las fábricas,

donde el capital busca aumentar la productividad a costa de los trabajadores.


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CAPITULO IX

LA ACUMULACIÓN DEL CAPITAL

La conservación del capital en el sistema de producción capitalista se basa en su

reproducción continua. El capital se divide en capital constante, que incluye medios de trabajo y

materias primas que se desgastan y se reproducen en igual medida durante la producción de

mercancías, y en capital variable, representado por el salario pagado a los trabajadores, que

también se reproduce en el valor de la mercancía. Esta reproducción perpetúa la sujeción del

trabajador al capitalista, ya sea en forma de esclavitud, servidumbre o asalariado.

El observador superficial puede creer que el esclavo trabaja de forma gratuita, pero en

realidad debe resarcir a su amo por su manutención, que a menudo es mayor que la que recibe

un asalariado. Tanto el siervo como el obrero trabajan en parte para su propia subsistencia y en

parte para el beneficio de su amo, lo que demuestra la misma cadena de sujeción y explotación

humana en diferentes formas.

El trabajo no solo produce capital, sino también plusvalía, que se convierte en renta

para el capitalista. Al acumular esta renta en el capital, se produce un aumento en la

acumulación de capital. La abstinencia del capitalista en sus gastos personales y la reinversión

de su renta en la acumulación contribuyen al crecimiento del capital, gracias al trabajo que

produce plusvalía.

El deseo de dominio y enriquecimiento es un elemento presente en la acumulación

capitalista, como lo demuestra el ejemplo del usurero como forma antigua de capitalista. La

acumulación capitalista exige un aumento en el número de trabajadores para convertir una

parte de la renta en capital variable.

El texto explora la relación entre la acumulación de capital y la fuerza de trabajo en el

sistema capitalista. Muestra cómo la acumulación de capital lleva a una disminución de la parte
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variable (salarios) y un aumento de la parte constante (medios de producción). La competencia

y el crédito enriquecen a algunos capitales y empobrecen a otros, generando un excedente de

población obrera. Este exceso de población se convierte en un ejército industrial de reserva

que beneficia al capital al mantener la oferta de mano de obra alta y los salarios bajos. Se

mencionan diferentes categorías de población obrera, desde los mejor pagados hasta los más

marginados, como los pauperistas. Se destaca cómo el desarrollo de las fuerzas productivas en

el capitalismo lleva a una mayor explotación del trabajador, convirtiéndolo en un apéndice de la

máquina y privándolo de su humanidad. Se critica la visión de los economistas que culpan a los

trabajadores por su situación, argumentando que es el sistema capitalista el que crea el exceso

de población y la miseria de las capas sociales. La conclusión es que la acumulación capitalista

beneficia a unos pocos a expensas de la mayoría, perpetuando la desigualdad y la explotación.

El equilibrio entre la riqueza y la pobreza es un tema recurrente en varios escritos,

donde se destaca que la abundancia de riqueza para unos lleva a la falta de bienes para otros.

Se argumenta que la pobreza es necesaria para la generación de riqueza, ya que motiva a las

personas a trabajar arduamente. Se critica la idea de proporcionar ayuda a los pobres,

considerándola como algo negativo que va en contra de la armonía social establecida por Dios

y la naturaleza.

Se menciona que la acumulación de capital en una sociedad capitalista tiene efectos

negativos en la población, especialmente en los obreros, como se evidenció en un estudio

realizado en Inglaterra sobre la angustia de la clase obrera peor alimentada. Se describe las

precarias condiciones en las que viven los trabajadores pobres, obligados a realizar trabajos

extenuantes por una paga miserable que apenas les permite sobrevivir. A pesar de sus

esfuerzos, muchos se ven atrapados en la pobreza y la precariedad.

Cuanto más se concentran los medios de producción, más se aglomeran los

trabajadores en espacios reducidos, lo que empeora las condiciones de vivienda de los


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obreros. La construcción de edificios para bancos y almacenes, la expansión de calles para el

comercio y la introducción de ferrocarriles en las ciudades resulta en el confinamiento de los

pobres en lugares insalubres. Los nómadas del proletariado, reclutados en los campos, se

emplean en diversas operaciones industriales, llevando consigo enfermedades a los lugares

donde trabajan. En épocas de crisis, la clase trabajadora se enfrenta a la extrema pobreza,

como se puede observar en relatos de obreros sin trabajo que luchan por sobrevivir.

En Bélgica, se compara el presupuesto anual de una familia obrera con el de un

soldado, un marino y un prisionero, mostrando que los ingresos de las familias obreras son muy

limitados. En Inglaterra, se muestra que los penados reciben una mejor alimentación que los

trabajadores pobres, y que la exigencia de trabajo es menor para los condenados. Las

condiciones de vida de los campesinos y trabajadores agrícolas en Inglaterra son

desfavorables, con familias enteras viviendo en condiciones precarias. La acumulación de

capital en Inglaterra ha dado lugar al sistema de las bandas ambulantes, donde mujeres,

adolescentes y niños se emplean temporalmente bajo la autoridad de un jefe de banda,

generando beneficios significativos para él pero condiciones de trabajo difíciles para los

trabajadores.

El sistema de las bandas en la agricultura es criticado por explotar a niños y jóvenes,

obligándolos a trabajar largas horas en condiciones precarias. A pesar de que el líder de la

banda rara vez recurre a la violencia y busca ser popular entre sus seguidores, la vida en la

banda se caracteriza por la falta de control y desenfreno. Las bandas son utilizadas por

grandes colonos y propietarios para maximizar la productividad a bajo costo, pero los

trabajadores son mal pagados y maltratados. Algunos argumentan que el sistema es necesario

debido a la escasez de trabajadores agrícolas, pero otros critican su impacto negativo en los

jóvenes. En general, el sistema de bandas se ha extendido debido a su supuesta eficacia y

rentabilidad para los propietarios.


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CAPITULO X

LA ACUMULACIÓN ORIGINARIA

El drama llega a su fin con la historia del trabajador que se ve obligado a vender su

fuerza de trabajo al capitalista. El capitalista, una vez modesto poseedor de riqueza, se

convierte en un opresor que explota al trabajador a través de una jornada de trabajo excesiva y

prolongada, sacrificando su bienestar por el beneficio del capital.

El trabajador se ve sometido a la disciplina y extenuación en la cooperación simple,

luego mutilado y deprimido por la división del trabajo en la manufactura, y finalmente

expropiado de su virtud de artesano en la gran industria. Su familia se convierte en esclava del

capital, mientras el capitalista se enriquece a costa del sufrimiento del trabajador.

La acumulación originaria se basa en la injusticia de la propiedad individual y el trabajo

asalariado, causando sufrimiento y pobreza. Sin embargo, se justifica a través de leyes eternas

y antiguas justificaciones del orden burgués, que atribuyen la riqueza a la virtud y la pobreza al

vicio.

La historia revela que la acumulación originaria se ha dado a lo largo de la historia a

través de la expropiación violenta de las masas populares durante la Antigüedad, la Edad

Media y la época moderna. La Reforma y el robo de los bienes de la Iglesia en Inglaterra han

contribuido a la formación de masas obreras destinadas a alimentar las industrias modernas.

En resumen, el trabajador se ve atrapado en un ciclo de explotación y pobreza a manos

del capitalista, resultado de un sistema basado en la injusticia y la acumulación originaria a lo

largo de la historia.
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En el siglo XVIII, se llevaron a cabo leyes de cierre de tierras comunales que

permitieron a los terratenientes adueñarse de la propiedad que antes pertenecía al pueblo. Esto

resultó en la expropiación de las tierras y la expulsión de los habitantes que las cultivaban. En

Escocia, la duquesa de Sutherland aplicó una política radical que llevó a la expulsión de 15,000

habitantes para convertir las tierras en pastos para ganado lanar. Este proceso de expropiación

se llevó a cabo de manera brutal, con la destrucción de pueblos y la quema de campos. Los

nativos fueron reubicados en áreas costeras y se les asignó solo una pequeña porción de

tierra. Las tierras robadas fueron divididas en grandes granjas para carneros, dejando a los

habitantes originales sin medios de subsistencia. Posteriormente, algunas de estas tierras se

convirtieron en cotos de caza, lo que privó a la población local de recursos y los obligó a

depender de la pesca para sobrevivir.

Otros periódicos hablaron sobre los instintos feudales en Inglaterra y el aumento de la

riqueza nacional con los ingresos de los propietarios de tierras. La creación del proletariado sin

hogar se desarrolló más rápido de lo que la industria podía absorber. La legislación represiva

contra la vagancia en la Europa occidental resultó en castigos severos para aquellos que no

podían adaptarse a las nuevas condiciones sociales. Bajo Enrique VII y Enrique VIII, se

aplicaron duras medidas contra los mendigos y vagabundos, incluyendo azotes,

encarcelamiento y la marca con hierro candente. La Utopía de Thomas Moro describe la difícil

situación de los desafortunados afectados por estas leyes atroces. Las atrocidades cometidas

por las naciones cristianas en las colonias también se mencionan, con W. Howitt describiendo

las barbaridades perpetradas en nombre del cristianismo. La historia de la acumulación de

capital está manchada de sangre y sufrimiento, y la explotación de las colonias solo agrava

esta situación.

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