UNIDAD 9 UNC (Manual) Investigación Penal Preparatoria
UNIDAD 9 UNC (Manual) Investigación Penal Preparatoria
UNIDAD 9 UNC (Manual) Investigación Penal Preparatoria
Como se ha dicho anteriormente, la actuación de los órganos públicos encargados por la ley
debe ser inmediata y diligente tendiente a reunir las pruebas que permitan determinar si el
hecho existió o no e individualizar a los partícipes del mismo (art. 304 CPP). Si estos
extremos se logran -aunque sea con un grado de probabilidad- ello justificará que el
Ministerio Público formule acusación (requerimiento de citación a juicio, arts. 354 y 355).
Caso contrario, si la prueba es insuficiente, existiendo la certeza de que el hecho no existió
o no lo consumó la persona que se encuentra imputada, o dudas sobre estos extremos, el
trámite culminará con sobreseimiento (arts. 348 y 350), sentencia que cierra definitiva e
irrevocablemente el proceso.
Artículo 304 - Investigación directa. Los órganos de la investigación penal deberán
proceder directa e inmediatamente a investigar los hechos que aparezcan cometidos
en la ciudad de su asiento.
Del mismo modo procederán con respecto a los delitos graves que aparezcan
perpetrados fuera de dicha ciudad pero en su circunscripción. Cuando sea necesario
practicar diligencias fuera de la circunscripción, podrá actuarse personalmente o
encomendarlas al órgano que corresponda.
Iniciación
Como se viene diciendo, sólo podrá iniciarse frente a la hipótesis de la comisión de un delito
de acción pública (notitia críminis), puesta en conocimiento de aquél a través de los modos
previstos por las leyes. Esto importa que si el hecho en cuestión no encuadra en una figura
penal, la investigación no puede comenzar y deben rechazarse o desestimarse los actos
que daban cuenta de su existencia: es la expresión procesal del principio de reserva de la
ley penal. En virtud de este principio constitucional, para iniciar una persecución penal y
mantenerla, el hecho que la motive debe encuadrar en la ley penal sustantiva. Por ello es
que los actos de iniciación del procedimiento deberán señalar expresamente cuál es el delito
que se incrimina, el encuadramiento legal.
Actos idóneos para provocarla
El Código establece cuáles son los actos que, conteniendo una notitia críminis, son idóneos
para provocar el inicio de la investigación preparatoria, los que pueden variar según a quién
se la encargue.
Si el responsable de ella fuese el juez (investigación jurisdiccional) sólo tienen tal efecto la
iniciativa del fiscal (requerimiento fiscal) basado en una denuncia o en otra fuente de
conocimiento, v. gr.. el periódico, o noticias o actuaciones provenientes de la policía
(información o prevención policial). Nunca puede el juez iniciar de oficio la investigación.
Si el responsable de la investigación preparatoria fuese el fiscal, éste podrá servirse de
cualquier información sobre la posible existencia del delito (denuncia, o comunicación o
prevención policial, informes oficiales, noticia publicada en un periódico, etcétera). También
se ha propuesto que la querella de la víctima pueda provocar el inicio de la investigación”.
Hoy se reflexiona sobre la necesidad de superar la idea de que la mera notitia criminis sea
base suficiente para la iniciación formal de la persecución penal, exigiendo en cambio un
mínimo de verosimilitud”.
En la Provincia de Córdoba coexisten ambas formas de investigación, previendo la ley, en
concordancia con lo expuesto precedentemente, dos situaciones distintas en relación a los
actos iniciales del procedimiento.
Entre los actos mas comunes que pueden provocar la iniciación de la investigación
preparatoria es importante hacer una breve referencia a la denuncia y los actos de la Policía
Judicial.
DENUNCIA
La denuncia ha sido definida como una manifestación de voluntad de una persona que
pone en conocimiento de una autoridad competente para recibirla, la existencia de un
delito de acción pública (Vélez Mariconde, 1986).
De acuerdo al concepto, únicamente se puede denunciar un delito de acción pública
(perseguible de oficio o dependiente de instancia privada). Los delitos perseguibles de oficio
pueden ser denunciados por cualquier persona; los dependientes de instancia privada sólo
por el ofendido, su tutor, curador, guardador o representante legal (art. 72 C.Penal).
Respecto a los delitos de acción privada, no pueden ser denunciados. El ofendido -titular de
la acción penal- debe presentar una querella, y el procedimiento posterior será diferente (art.
424 y sgts.).
El acto contiene una manifestación de voluntad de la persona que lo practica. Por regla
general, la denuncia es facultativa (el art. 314 establece que una persona que tenga noticia
de un delito “podrá” denunciarlo), a diferencia de otros sistemas que establecen la
obligación de denunciar delitos que atentan contra la seguridad del Estado o contra la
libertad personal (por ejemplo, Francia y Alemania). En nuestro sistema, entonces, no existe
esa obligación. Los particulares tendrán la facultad de hacerlo. Actuarán según su
conciencia, su espíritu solidario con la sociedad, o su ánimo de colaborar con la justicia.
Artículo 314 - Facultad de denunciar. Toda persona que tenga noticia de un delito
perseguible de oficio podrá denunciarlo al Fiscal de Instrucción o a la Policía Judicial.
Pero también la ley establece excepciones, regulando los supuestos en los que existe la
obligación de denunciar. El art. 317 establece dos casos. Según la norma, deberán
denunciar los delitos perseguibles de oficio “...1) los funcionarios o empleados públicos que
los conozcan en el ejercicio de sus funciones; 2) los médicos, parteras, farmacéuticos y
demás personas que ejerzan cualquier ramo del arte de curar, que conozcan esos hechos al
prestar los auxilios de su profesión, salvo que el conocimiento adquirido por ellos esté por la
ley bajo el amparo del secreto profesional”.
Artículo 317 - Obligación de denunciar. Excepción. Tendrán obligación de
denunciar los delitos perseguibles de oficio:
1) Los funcionarios o empleados públicos que los conozcan en el
ejercicio de sus funciones.
2) Los médicos, parteras, farmacéuticos y demás personas que
ejerzan cualquier ramo del arte de curar, que conozcan esos hechos al
prestar los auxilios de su profesión, salvo que el conocimiento adquirido por
ellos esté por la ley bajo el amparo del secreto profesional.
Esto plantea la necesidad de encuadrar estas normas jurídicas en sus respectivos límites. El
análisis del caso particular determinará si corresponde o no que el profesional de la salud
formule la denuncia. El examen comprenderá los bienes en conflicto y cuál deberá
prevalecer. Si la revelación de la información obtenida en la atención profesional puede
causar un perjuicio al paciente, deberá preservarse, y la denuncia no deberá formularse. El
médico que atiende a un paciente y éste le confiesa un delito relacionado con su afección, a
pesar de que no le haya exigido reserva, tiene la obligación de atenderlo, ya que la vida y la
salud son los bienes que debe preservar. Y tiene la obligación de preservar el secreto de lo
que ha conocido, ya que su revelación puede causar un daño al paciente: la formación de un
proceso por el delito cometido. Caso contrario, el paciente, ante el temor de ir en prisión o
ser sometido a proceso, podría optar por no solicitar auxilio médico, ocultar el delito y poner
en riesgo su vida o salud. Por otra parte, debe recordarse que el art. 18 de la C. Nacional
establece que nadie puede ser obligado a declarar en contra de si mismo. Al respecto, la
confesión del paciente sobre la autoría de un delito no es hecha con libre voluntad, sino
forzadamente para recibir atención médica (ver fallo plenario “Frías, Natividad”, C.C.C.,
26/88/66, J.A. 1966-V-69, y C.S.J.N., 20.4.10, “Baldivieso, Rec. de hecho).
Es por todo ello que el deber de guardar secreto debe prevalecer sobre la obligación de
denunciar, cuando la situación es la señalada. Será una denuncia mal formulada la del
médico u otro profesional del arte de curar que anoticie hechos delictivos en las condiciones
expuestas. Esta denuncia no podrá fundamentar ningún proceso, el que será nulo si se
realiza. En cambio, será bien formulada la denuncia del médico que atendiendo a su
paciente toma conocimiento de un delito en el que ha sido víctima, ya que la revelación del
hecho no puede ocasionar perjuicio al último. En este caso, el profesional tendrá la
obligación de hacerlo; la denuncia estará bien formulada (Ej. El médico que al revisar un
menor de edad advierte lesiones y signos de maltrato, debe formular la denuncia).
Además, existe otro supuesto para el análisis: cuando el médico es además un funcionario
público (la situación encuadra en ambos incisos del art. 317). Es el caso de los médicos de
hospitales públicos. Aquí también debe prevalecer el deber de guardar secreto, por los
motivos expuestos. Escapa a esta situación el médico forense o el perito, ya que en estos
supuestos no existe una relación de médico a enfermo, sino que la actividad profesional está
ordenada por un fiscal o juez; el médico actúa por una orden superior.
Otros casos de obligación de denunciar son los delitos de violencia familiar (ley nacional
24.417 y provincial 9283), indicando la normativa quiénes tienen ese deber, cuando las
víctimas sean menores de edad, incapaces, ancianos o discapacitados imposibilitados de
accionar por sí mismos (representantes legales, obligados por alimentos, Ministerio Público,
integrantes de organismos asistenciales, públicos o privados, entre otros).
Por último, “cuando se trata de funcionarios encargados de la persecución penal -Ministerio
Público y órganos auxiliares- la omisión de denunciar puede constituir delito (CP, art. 277, 1,
d).
ARTICULO 277.-
1.- Será reprimido con prisión de seis (6) meses a tres (3) años el que, tras la
comisión de un delito ejecutado por otro, en el que no hubiera participado:
………..
d) No denunciare la perpetración de un delito o no individualizare al autor o
partícipe de un delito ya conocido, cuando estuviere obligado a promover la
persecución penal de un delito de esa índole…………
La ley no exige capacidad específica para denunciar, salvo los casos de delito de acción
pública dependiente de instancia privada (arts. 72, CP y 6 del CPP). Cualquier persona
podrá hacerlo. Ello es así ya que la denuncia es un acto meramente informativo y no
contiene una imputación formal. Además, esta amplitud de la ley posibilita que los hechos
sean comunicados a la autoridad con facilidad, sin restricciones.
Es por el mismo motivo que si bien la ley exige un contenido mínimo, la falta de alguno de
los elementos requeridos, no está conminada con sanción procesal. El art. 316 exige que la
denuncia deberá contener, en cuanto fuere posible, “...la relación circunstanciada del hecho,
con indicación de sus partícipes, damnificados, testigos y demás elementos que puedan
conducir a su comprobación y calificación legal...”. Estos elementos posibilitarán iniciar una
investigación.
Artículo 316 - Contenido. La denuncia deberá contener, en cuanto fuere posible, la
relación circunstanciada del hecho, con indicación de sus partícipes, damnificados,
testigos y demás elementos que puedan conducir a su comprobación y calificación
legal.
Cuando la denuncia fuere formulada por el titular de la acción civil, podrá contener
también la manifestación prevista en el inciso 1 del artículo 25.
En el caso de que la denuncia sea recibida por la Policía Judicial (en las Unidades
Judiciales, a cargo del o de la Ayudante Fiscal), o Administrativa en funciones judiciales (en
las Comisarías o destacamentos policiales en las localidades donde aún no cuentan con
Unidades Judiciales), deberá inmediatamente comunicar el hecho al Fiscal de Instrucción,
independientemente de que podrá practicar actos urgentes (art. 326).
Artículo 326 - Comunicación y procedimiento. Los oficiales de la Policía Judicial
comunicarán inmediatamente al Fiscal de Instrucción todos los delitos que llegaren a
su conocimiento y practicarán los actos urgentes que la ley autoriza y los que aquél
les ordenare, observando las normas que este Código establece.
Sin perjuicio de lo dispuesto por el artículo 278, las actuaciones y las cosas
secuestradas serán remitidas al Fiscal de Instrucción o al Juez de Paz (39), dentro
del plazo de tres días de iniciada la investigación; pero dichos funcionarios podrán
prorrogarlo por otro tanto cuando aquélla sea compleja o existan obstáculos
insalvables.
La resolución confirmatoria del archivo que dicte el juez (salvo que sea consecuencia de lo
dictaminado por el Fiscal de Cámara en el supuesto del art. 359) es apelable por el
querellante particular que se hubiera opuesto, ante la Cámara de Acusación. Como puede
observarse, no obstante esta facultad autónoma del fiscal, la ley ha previsto y asegurado
para las partes afectadas en sus derechos -especialmente el ofendido que se constituya
como querellante- un doble control jurisdiccional ante el decreto de archivo que dicte el fiscal
de instrucción.
Desestimación de la denuncia
Otro supuesto previsto en la ley que implica no iniciar una investigación es la desestimación
de la denuncia. Está contemplado en el art. 319 del CPP.
Artículo 319 - Denuncia ante el Fiscal de Instrucción. Cuando proceda la
investigación fiscal preparatoria, el Fiscal que reciba la denuncia actuará de
inmediato. Si se tratare de un hecho por el que procede investigación jurisdiccional,
el Fiscal formulará requerimiento conforme al artículo 341, en el término de tres días,
salvo que por la urgencia del caso deba actuarse de inmediato.
Si el Fiscal requiere la desestimación y el Juez no estuviera de acuerdo, regirá el
artículo 359.
Si bien la norma no es suficientemente clara (no expresa los motivos por los que se puede
desestimar una denuncia, o si el fiscal puede hacerlo de oficio en los casos que corresponde
su intervención, o si las partes agraviadas pueden impugnar), desde la vigencia de la ley
8123, la jurisprudencia de la Provincia de Córdoba se ha encargado de salvar el vacío legal.
Se ha establecido que la situación es similar al archivo que ordena el Fiscal de instrucción,
previsto en el art. 334. Por ello, cuando se trata de una denuncia por hechos en los que en
un principio no corresponde investigación jurisdiccional, el fiscal de instrucción puede -en
forma autónoma- disponer su desestimación por decreto fundado en los casos ya
analizados: cuando el hecho denunciado no encuadre en una figura penal o no se pueda
proceder.
Así también, en el supuesto que el ofendido -y denunciante- se haya constituido como
querellante particular, tendrá la facultad de impugnar esa decisión por vía de oposición para
que el juez examine nuevamente la cuestión, resolución que, a su vez, es apelable. Es decir,
el trámite es similar al establecido en el art. 334 del CPP. Es lógico que así sea, porque las
situaciones que se presentan son similares, encargándose la jurisprudencia de interpretar
armónicamente los arts. 319 y 334, como así también con el resto de la normativa vigente,
en cuanto a las amplias facultades otorgadas al fiscal, con un control jurisdiccional efectivo,
a requerimiento de las partes. Solo resta agregar que el art. 319, en su último párrafo,
establece la posibilidad de discrepancia entre el fiscal y el juez en relación al pedido de
desestimación formulado por el primero, la que será dirimida -por remisión que hace esta
norma al art. 359- por el Fiscal de la Cámara de Acusación. Pero este supuesto es aplicable
a los casos en los que deba procederse por investigación jurisdiccional (por ejemplo, cuando
sea denunciado un magistrado).
B) SUPUESTO DE INVESTIGACIÓN JURISDICCIONAL
En cuanto a la investigación jurisdiccional, el juez no puede proceder de oficio (ne
procedat iudex ex officio) por lo que el fiscal deberá formular previamente un requerimiento
de investigación (art. 14), o sea, promover la acción penal para que aquél pueda actuar.
Artículo 14 - Desafuero, Juicio Político y Jurado de Enjuiciamiento. Si se
formulare requerimiento de investigación jurisdiccional contra un Legislador,
Magistrado o Funcionario sujeto a desafuero, a juicio político, enjuiciamiento o juicio
de destitución, el Tribunal competente practicará la investigación jurisdiccional y
podrá ordenar todas las medidas previstas en este Código con excepción de las
dispuestas en los artículos 208 y 216, pero no podrá conducir al imputado por la
fuerza pública, ni detenerlo, ni disponer la elevación de la causa a juicio, sin solicitar
previamente el allanamiento de su inmunidad ante quien corresponda,
acompañando copia de las actuaciones y expresando las razones que justifiquen tal
solicitud.
Si el Legislador, Magistrado o Funcionario hubiere sido aprehendido en flagrancia, el
Tribunal dará cuenta inmediatamente al órgano competente, con información
sumaria del hecho, a fin de que proceda, según el caso, a su suspensión o
destitución.
Si se rechazare el desafuero o hubieren transcurrido los plazos previstos en el
artículo 95 de la Constitución Provincial, sin que la Cámara se hubiese expedido, el
Tribunal competente pondrá inmediatamente en libertad al imputado, declarará por
auto que no se puede proceder y ordenará el archivo de las actuaciones. Se
procederá de igual modo cuando el imputado fuere pasible de juicio político,
enjuiciamiento o juicio de destitución y éste no hubiere sido destituido [según art. 1,
ley 8.913].
El art. 341 establece los requisitos que debe contener el requerimiento mencionado. Previo
a expedirse, el fiscal podrá practicar una breve investigación tendiente a determinar un
mínimo de verosimilitud respecto al hecho denunciado. Ello es así ya que la ley exige -bajo
pena de nulidad- que los requerimientos y conclusiones del Ministerio Público sean
fundados (art. 154).
Por su parte, el art. 342 establece que el juez podrá rechazar el requerimiento del fiscal y
ordenar por auto el archivo de las actuaciones, por los motivos ya explicados: cuando sea
manifiesto que el hecho no encuadra en una figura penal o no se pueda proceder. La
resolución será recurrible por el Ministerio Público y el querellante particular.
El juez podrá también, y por los mismos motivos, desestimar la denuncia previo
requerimiento del fiscal de instrucción, trámite previsto en el último párrafo del art. 319. Pero
la norma también establece -como ya se dijo- que en el caso de no compartir el criterio del
requirente, tal discrepancia será resuelta por el Fiscal de Cámara de Acusación, el que
determinará si la denuncia debe ser desestimada o la investigación jurisdiccional debe
iniciarse con el requerimiento respectivo.
CARACTERES
La investigación penal tiene los siguientes caracteres: es preparatoria, escrita, limitadamente
pública, relativamente contradictoria y cautelar.
Preparatoria.
Es preparatoria porque sus actos tienen como finalidad fundamentar una acusación o
determinar el sobreseimiento. La prueba obtenida durante la investigación no puede ingresar
directa y definitivamente al debate y constituir fundamento de la sentencia ulterior, salvo que
haya sido ofrecida por las partes, producida y discutida durante el debate.
Escrita
Es escrita, no por la forma como se practican los actos, ya que algunos se oralizan (la
declaración del imputado, declaraciones testimoniales, careos). Es escrita, porque todos los
actos que se practiquen, en su completo contenido, deberán hacerse constar en actas, que
conformarán el respectivo sumario (art. 313).
Artículo 313 - Actuaciones. Las diligencias del sumario se harán constar en actas
que el Secretario extenderá y compilará conforme a lo dispuesto en el Capítulo II,
Título VI del Libro Primero.
Limitadamente pública
Es limitadamente pública, a diferencia del debate que es público, salvo excepciones. El
concepto se relaciona con la posibilidad de acceder al sumario e intervenir en los actos
procesales en momentos de practicarse.
En cuanto a la publicidad externa (para la sociedad), debe tenerse en cuenta que es
esencial su existencia en un régimen republicano de gobierno, el que exige de sus
funcionarios la actuación responsable ante el pueblo soberano. Para ello, y para su debido
control, los actos de los funcionarios deben ser públicos. Ello incluye a los órganos del
Poder Judicial. No obstante ello, los códigos procesales regulan el secreto de esta etapa
preliminar (es “secreta para los extraños”, consignan los textos vigentes). El público no
puede enterarse del desarrollo de la investigación en resguardo tanto del éxito de las
diligencias probatorias (que podrían frustrarse por su difusión, sobre todo si es anticipada),
como de la reputación del imputado (procurando evitar su estigmatización social por simples
sospechas, que no por fundadas dejan de ser sólo eso). Estos constituyen los motivos para
restringir la publicidad.
Se ha dicho que “sin embargo, en virtud de la revolución comunicacional que caracteriza a
estos tiempos, la aludida prohibición -que hay que reconocerlo, siempre tuvo una vigencia
muy relativa- hoy sólo vive en los papeles, es casi letra muerta por obra de los
“trascendidos”, cuando no de informaciones directas. El tiempo dirá si esto es más bueno
que malo” (Cafferata Nores, 1998). Se ha propuesto que en ciertos procesos de especial
interés público -sea por la naturaleza de los hechos o por las condiciones personales del
imputado o de la víctima- puedan emitirse comunicados oficiales informando sobre actos,
resoluciones o planteos de las partes (Frascaroli, 2002).
En relación a la publicidad interna, el art. 312 establece que el sumario podrá ser solamente
examinado por las partes y sus defensores después de la declaración del imputado. Pero no
obstante ello -agrega la norma- se podrá ordenar el secreto de sumario por un término
máximo de diez días, por resolución fundada, siempre que la publicidad ponga en peligro el
descubrimiento de la verdad. El término podrá ser prorrogado por otro similar. Cuando
investigue el fiscal la reserva deberá ser autorizada por el Juez de Instrucción; cuando
investigue el juez, la medida deberá ser requerida a la Cámara de Acusación.
Artículo 312 - Carácter de las actuaciones. El sumario podrá ser examinado por
las partes y sus defensores a partir de la declaración del imputado o aún antes, si así
lo autoriza el Fiscal de Instrucción o el Juez de Control a cargo de la investigación.
Se podrá ordenar el secreto de las actuaciones por resolución fundada, siempre que
la publicidad ponga en peligro el descubrimiento de la verdad, con excepción de las
actuaciones referentes a los actos mencionados en el artículo 308 de este Código.
El secreto no podrá durar más de diez (10) días y será decretado sólo una vez, salvo
que la gravedad del hecho o la dificultad de su investigación exijan que aquélla sea
prolongada hasta por otro tanto. Pero si se lograre la detención de un prófugo o
surgieren nuevas imputaciones el secreto podrá volver a decretarse del mismo
modo.
En este caso el Fiscal de Instrucción deberá solicitar autorización al Juez de Control
y éste, cuando corresponda investigación jurisdiccional, a la Cámara de Acusación.
El sumario será siempre secreto para los extraños, con excepción de los abogados y
auxiliares que tengan algún interés legítimo o si ello pusiera en serio peligro
derechos de terceros en cualquier momento de las actuaciones.
Las partes, sus defensores, auxiliares y los sujetos mencionados en los párrafos
anteriores estarán obligados a guardar secreto sobre los actos y constancias de la
investigación. [según art. 22, ley 10.457].
Pero cuando se trata de actos que por su naturaleza son definitivos e irreproductibles, las
partes no pueden ser impedidas de intervenir, a quienes se les debe notificar su realización
bajo pena de nulidad (arts. 308 y 309). Además la ley autoriza a las partes a proponer
diligencias (arts. 335 y 344), que el órgano investigador deberá practicar, salvo que
considere que no son pertinentes o útiles; tal negativa puede ser impugnada por el
solicitante afectado.
Cautelar.
Por último, la investigación preparatoria es cautelar. Ello es así ya que cumple una función
preventiva en relación a la prueba que se debe reunir a los fines de reconstruir
históricamente el hecho anoticiado. Sólo la reacción automática, ágil y diligente de los
órganos públicos encargados de intervenir posibilitará preservar los elementos mas
importantes relacionados al delito, y evitar que desaparezcan o se modifiquen. Además, una
vez individualizado el supuesto autor, ante el peligro de que pueda eludir la acción de la
justicia u obstaculizar el desarrollo del proceso, y con un carácter cautelar y en forma
excepcional, podrá imponérsele una medida de coerción que frustre esa intención.
Propuestas
De los caracteres analizados, los que se relacionan con la forma como se desarrolla esta
etapa preliminar -escrita, con publicidad y contradictorio restringidos- son rasgos del sistema
inquisitivo que todavía permanecen en las legislaciones procesales. Si bien no se advierte
que el esquema legal pueda constituir o consagrar violaciones a la garantía constitucional de
la defensa en juicio, también es cierto que ésta no se puede ejercer con total amplitud -como
sucede en la etapa del debate- ya que tanto la reserva de las actuaciones como la
posibilidad limitada de intervenir en los actos implican una restricción a ese derecho.
Por eso, para poder revertir o atenuar esta situación, sin sacrificar los fines que debe cumplir
la investigación penal, habría que pensar en otras alternativas. Una sería adelantar la
oralidad -con todos sus beneficios- a esta etapa, mas concretamente a la fase crítica (Novillo
Corvalán) tal como se regula en algunos códigos (v. gr., Paraguay).
FINALIDAD
La finalidad de la investigación penal es “impedir que el delito cometido produzca
consecuencias ulteriores y reunir las pruebas útiles para dar base a la acusación o
determinar el sobreseimiento”, establece el art. 302.
Artículo 302 - Finalidad. La investigación penal preparatoria deberá impedir que el
delito cometido produzca consecuencias ulteriores y reunir las pruebas útiles para
dar base a la acusación (355) o determinar el sobreseimiento (350).
La investigación penal también debe tener como objetivo, dentro de las posibilidades que se
presenten, procurar una solución del conflicto inter-personal que produce la mayoría de
los delitos.
El órgano encargado de investigar, si las circunstancias lo permiten, debe propiciar esa
solución entre los involucrados en el hecho (imputado y víctima). Ello es así ya que la
práctica ha demostrado en reiteradas oportunidades que no obstante la actuación eficaz del
órgano que investiga (sea fiscal, juez o policía), y el éxito obtenido, el conflicto ocasionado
por el hecho, el daño en la víctima, no ha podido ser revertido. Ello, independientemente de
las facultades que la ley otorga al damnificado para accionar civilmente.
Valor de las pruebas.
Cuando se califica de preparatoria a esta etapa del procedimiento se hace referencia,
especialmente, al valor procesal de las pruebas que en ella se recojan: éstas sólo podrán
utilizarse para dar base a la acusación. Si se quisiera usarlas para fundar la sentencia
definitiva deberán ser -como ya dijimos- ofrecidas y producidas durante el juicio, con plenas
garantías para la defensa y a la vista del público.
Sólo aquellas pruebas que no puedan practicarse más de una vez, pues por su naturaleza o
características son irreproductibles, podrán escapar a esta limitación y ser idóneas para dar
base a la sentencia sin haber sido recibidas en el juicio. Para que así ocurra será
indispensable que se haya garantizado a la defensa la posibilidad de participar en su
recepción, lo que excluye la posibilidad de practicarlas en secreto, e impone la previa
notificación a los defensores.
Sin embargo, se admiten algunas excepciones fundadas en razones de emergencia no
previsibles, que deben ser interpretadas restrictivamente (v. gr., se permite que la sentencia
utilice en su motivación un testimonio brindado en la investigación preparatoria, por una que
persona que luego murió).
Vale la pena insistir en que, como sostiene Binder, el juicio es “el momento de la prueba”, y
que “el sistema de la oralidad no tolera el desarrollo de un juicio sin producción de prueba
alguna, ya que este método exige, para la tutela del debido proceso, que los juzgadores
experimenten el peso o la fuerza de la percepción por sus sentidos, según el principio de
inmediatez. Y más todavía, porque esa prueba, adquirida y evaluada en el contradictorio, es
la que luego servirá de sustento para dictar una sentencia razonada y válida, fundada en los
hechos verificados y el derecho vigente”. (Del dictamen del Procurador General de la
Nación, C.S.J.N., “Barbone”, 2008).
Actos definitivos e irreproductibles.
Según enseñaba Núñez, un acto es definitivo “si, para servir de prueba en el juicio, no es
necesario repetirlo y mejorarlo procesalmente”; y es considerado irreproductible “si no se lo
puede repetir en idénticas condiciones”. (1978)
El Código en el art. 308 señala alguno de estos actos (reconocimientos, reconstrucciones,
pericias, testimonios de personas que por algún impedimento no podrán deponer durante el
juicio, etc.), estableciendo el art. 309 la obligación de notificar a las partes previamente, bajo
pena de nulidad.
Artículo 308 - Derecho de asistencia y facultad judicial. Los defensores de las
partes tendrán derecho de asistir a los registros, reconocimientos, reconstrucciones,
pericias e inspecciones, salvo lo dispuesto por el artículo 198, siempre que por su
naturaleza y características se deban considerar definitivos e irreproductibles.
Asimismo, podrán asistir a la declaración de los testigos que por enfermedad u otro
impedimento no podrán presumiblemente deponer durante el juicio, o exista el
peligro de que puedan luego ser inducidos a falsear su declaración.
Se podrá permitir la asistencia del imputado o del ofendido, cuando sea útil para
esclarecer los hechos o necesaria por la naturaleza del acto.
Las partes podrán asistir a los registros domiciliarios.
Respecto a las pericias, la exigencia de la notificación se reitera en el art. 236.
Artículo 309 - Notificación. Casos urgentísimos. Antes de proceder a realizar
alguno de los actos que menciona el artículo anterior, excepto el registro domiciliario,
se dispondrá bajo pena de nulidad, que sean notificados los defensores y el
Ministerio Público, cuando corresponda. La diligencia se practicará en la oportunidad
establecida aunque no asistan.
Sin embargo, se podrá proceder sin notificación o antes de la oportunidad fijada,
cuando el acto sea de suma urgencia o no se conozcan, antes de las declaraciones
mencionadas en el artículo anterior, la enfermedad o el impedimento del testigo. En
el primer caso se dejará constancia de los motivos, bajo pena de nulidad, y en el
segundo, se designará de oficio el Asesor Letrado, quien deberá concurrir al acto,
bajo la misma sanción.
Artículo 236 - Nombramiento y notificación. Se designará un perito, salvo que se
estimare indispensable que sean más. La resolución se notificará al Ministerio
Público, cuando corresponda, y a los defensores antes de que se inicien las
operaciones, bajo pena de nulidad, a menos que haya suma urgencia o que la
indagación sea extremadamente simple. En estos casos, bajo la misma sanción, se
les notificará que se realizó la pericia pudiendo las partes, a su costa, y el Ministerio
Público, requerir su reproducción cuando fuere posible.
El vencimiento del plazo y sus prórrogas en forma injustificada, sin que haya finalizado la
investigación produce una grave sanción ya que importará automáticamente el cese de la
intervención en la causa del Juez o representante del Ministerio Público actuantes, los que
serán sustituidos, con la posibilidad de la apertura del procedimiento ante el Jurado de
Enjuiciamiento (art. 183). Quedarán excluidos del cómputo de este término fatal la duración
del diligenciamiento de prueba fuera de la circunscripción, incidentes o recursos.
Artículo 183 - Vencimiento. Efectos. El vencimiento de un término fatal sin que se
haya cumplido el acto para el que está determinado, importará automáticamente el
cese de la intervención en la causa del Juez, Tribunal o representante del Ministerio
Público al que dicho plazo le hubiera sido acordado. El Tribunal Superior o el Fiscal
General, según sea el caso, dispondrán el modo en que se producirá el remplazo de
aquéllos. Las disposiciones de este artículo sólo son aplicables al Juez, Tribunal o
representante del Ministerio Público titular y no a quienes ejercieran competencia
interinamente por subrogación en caso de vacancia o licencia.
El funcionario judicial sustituido será pasible de la apertura del procedimiento del
Jurado de Enjuiciamiento. Para los sustitutos se computarán los plazos íntegros a
partir de su avocamiento, los que serán fatales, con las mismas consecuencias.
El Fiscal General o los Fiscales Adjuntos deberán controlar, bajo su responsabilidad
personal, el cumplimiento de los términos fatales.
La celeridad en el trámite fue una de las ideas fuerza de la última reforma procesal en
Córdoba, es decir, revertir el estado de morosidad judicial que existía en el fuero penal,
especialmente en las causas con personas privadas de libertad. Se incorporaron nuevos
institutos (la investigación a cargo del Ministerio Público, el juicio abreviado) y luego de la
sanción de la ley 8123, otros, como la integración de los Tribunales colegiados en Salas
Unipersonales. Se ha señalado que los resultados en la práctica han sido positivos en
relación a esta cuestión, ya que el trámite se ha agilizado -en ambas etapas del proceso- y
la producción se ha elevado: las estadísticas así lo demuestran (Novillo Corvalán).
Atribuciones de los sujetos privados
Frente a los caracteres de la investigación preparatoria precedentemente consignados,
resulta de especial importancia destacar las atribuciones que el Código reconoce, en su
transcurso, a los sujetos privados. Las analizamos a continuación.
El imputado
En la investigación preparatoria se debe proveer a la defensa técnica del imputado en la
primera oportunidad que se presente, y siempre antes de su declaración (art. 305). El
hacerse defender por un abogado de su confianza y elección, desde el primer momento de
la investigación (aún cuando se trate de averiguaciones policiales), es un derecho
irrenunciable de aquél (art. 8.2,d, CADH; art. 14.2,b,d, PIDCP).
En el acto de la declaración del imputado el defensor deberá estar presente; caso contrario,
nada de lo que diga podrá ser utilizado en su contra (Constitución de Córdoba, art. 40). La
ausencia del defensor está sancionada con nulidad (art. 258). El imputado deberá ser
invitado a elegir defensor. En el caso de no hacerlo deberá designarse de oficio al Asesor
Letrado (arts. 305 y 121). Además sólo la designación y notificación previa del defensor
garantizará la validez de los actos de prueba irreproductibles, y posibilitará el control sobre
la restante actividad probatoria.
El imputado debe tener la posibilidad de ejercer su defensa material, decidiendo libremente
si efectúa alguna manifestación relativa a la imputación que se le formula, o no lo hace. El
acto procesal previsto a tal fin se denomina declaración del imputado (arts. 258 y sgts.). El
imputado, al declarar, tiene derecho a indicar las pruebas que estime oportunas, a lo que
debe invitarlo el órgano judicial que le recibe la declaración, quien deberá investigar todos
los hechos y circunstancias pertinentes y útiles a las que aquél se hubiese referido (art.
267).
Tendrá derecho en cualquier momento de la investigación a proponer diligencias, que serán
admitidas si son pertinentes y útiles; igual derecho tendrá su defensor (arts. 335 y 344).
De la misma manera que no puede ser obligado a declarar en contra de si mismo (art. 18,
CN), tampoco puede ser constreñido o violentado a producir pruebas en contra de su
voluntad, por interpretación de ese precepto constitucional. Así, se proscribe imponerle su
intervención activa como órgano de prueba (v. gr., en una reconstrucción del hecho, en un
careo, o formar un cuerpo de escritura para una pericia caligráfica, etcétera). La abstención
en dichos actos no puede ser considerada como presunción de culpabilidad.
Como se ha venido explicando, y en razón del estado jurídico de inocencia que goza, tiene
el derecho a mantener su estado de libertad ambulatoria durante todo el procedimiento. Sólo
en casos excepcionales y con un carácter cautelar, en los supuestos expresamente
previstos en la ley, ese estado podrá ser restringido (arts. 7.1 y 3, CADH y 9, PIDCP, 42 de
la Constitución Provincial, 268, 269 y 270 del Código).
Tiene el derecho de impugnación, que surge de la posibilidad de cuestionar mediante
recursos el fundamento fáctico y jurídico de cualquier acto que pueda afectar su libertad
personal (v. gr., prisión preventiva) o cualquier otro de sus derechos (v. gr., propiedad), y
esencialmente el de la acusación que se formule en su contra.
Debe asegurarse durante la investigación penal el respeto a las otras garantías
constitucionales, como la propiedad, la intimidad (pudor, privacidad del domicilio,
inviolabilidad de la correspondencia y papeles privados, comunicaciones, vida familiar), los
que podrán ser restringidos únicamente con carácter cautelar y excepcionalmente.
Deberá tener derecho a examinar las actuaciones, después de su declaración, lo que
también podrá hacer su defensor (art. 312).
El defensor del imputado también podrá participar en los actos de investigación (art. 310).
Véase Capítulo 5.
Las partes civiles.
La legislación procesal del país admite mayoritariamente la posibilidad de que el
damnificado (víctima del delito) pueda ejercer la acción civil resarcitoria en el proceso penal.
En el caso de la Provincia de Córdoba esta posibilidad existe únicamente para los delitos
dolosos, y para los culposos, en los casos de homicidios y lesiones gravísimas (art. 24). La
acción civil podrá ser ejercida en forma plena recién en la etapa del juicio. Ello es así ya que
si bien durante la investigación preparatoria la ley autoriza al damnificado a presentar la
instancia antes de que ésta concluya, el tratamiento de esta presentación y el trámite
posterior han sido derivados recién para la etapa del juicio, mas concretamente para la fase
de los actos preparatorios (ver arts. 100 y sgts.). Conforme a lo expuesto, entonces, el
damnificado que ha instado su constitución en actor civil, durante la investigación penal no
es parte, y no puede intervenir en el trámite. Sólo puede solicitar embargo preventivo (art.
533). Como lógica consecuencia y en la misma situación se encuentra el demandado civil.
Véase el apartado X del Capítulo 5.
Ambas limitaciones (en cuanto a los delitos y la intervención en el trámite) pueden ofrecer
críticas, pero no se advierte la violación o restricción a la garantía de acceder a la justicia, ya
que siempre el damnificado tendrá la alternativa de accionar ante la justicia civil. De acuerdo
a las circunstancias del caso analizará la conveniencia de iniciar la acción en sede penal -
con la limitación de no poder intervenir en la investigación preparatoria- o en sede civil. Pero
siempre tendrá la posibilidad de hacer valer sus derechos judicialmente. Véase Capítulo 5.
Rol de la víctima querellante
La víctima que se constituya en querellante tendrá derecho a examinar las actuaciones
después de la declaración del imputado (art. 312) . Lo mismo el letrado que lo patrocine o
represente.
Podrá -lo mismo que su defensor- asistir a los actos de investigación con las obligaciones
previstas en la ley (arts. 310 y 311).
Tendrá derecho a que se notifiquen a su letrado patrocinante o representante, con
anterioridad a su realización, los actos definitivos e irreproductibles para poder controlarlos.
Podrá proponer diligencias que sean pertinentes y útiles para esclarecer el hecho (arts. 335
y 344).
Tendrá el derecho a impugnar las resoluciones del fiscal de instrucción (oposición u
ocurrencia) o del juez (apelación), en los casos expresamente establecidos en la ley, como
por ejemplo, el archivo de las actuaciones (arts. 334 y 342) y el sobreseimiento (art. 352).
Véase punto VI del Capítulo 5.
El Código de Córdoba regula como regla la investigación a cargo del fiscal de instrucción,
con el auxilio policial y bajo el control de los jueces (arts. 301, 328 y sgts.), y como
excepción la investigación a cargo del juez (arts. 301, última parte, 339 y sgts.). Pero no
siempre fue así.
Evolución histórica
En la Provincia de Córdoba, de acuerdo al código anterior (Dec. Ley 5154, 1970), coexistían
dos procedimientos diferentes relacionados a esta etapa preparatoria del proceso penal:
a) La “instrucción”, que era la regla, aplicable para la mayoría de los delitos -cuyo máximo
en la escala penal superaba los tres años de prisión- en la que el Juez de Instrucción era el
órgano encargado de practicarla, con amplias facultades (investigaba, imputaba, aplicaba
medidas de coerción y resolvía la situación del imputado), siendo que el fiscal era el órgano
de control, con facultades limitadas (era parte en sentido formal).
b) La “citación directa”, a cargo del fiscal, que constituía la excepción, regulada para
delitos leves (cuya pena no superara en su máximo los tres años de prisión) o de fácil
investigación (delitos consumados en audiencias judiciales ante jueces letrados o falso
testimonio). En este trámite el fiscal estaba autorizado para investigar y practicar
determinados actos, pero en forma limitada, y el juez era el órgano que ejercía el control.
Pero, como se advierte, el procedimiento común era el primero de los señalados, teniendo
en cuenta los hechos que comprendía. La “instrucción” a cargo del juez todavía se mantiene
en algunos códigos argentinos, aunque existe la idea general de reemplazarla por la
investigación a cargo del Ministerio Público (como es actualmente en la Provincia de
Córdoba).
Constituyeron los fundamentos de la última reforma procesal en Córdoba y que culminara
con la sanción de la ley 8123 -el Código actualmente vigente- los siguientes argumentos:
preservar al juez como sujeto imparcial del proceso, procurar un trámite de mayor agilidad y
eficacia, profundizar el marco de las garantías constitucionales, posibilitar la actuación
objetiva del Ministerio Público, además de rescatar al juicio como etapa principal.
Se entendió que el sistema anterior confundía los roles de los órganos públicos
intervinientes en el proceso, no respondiendo al esquema constitucional y de los tratados
internacionales con jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22, CN). La Constitución Nacional
distingue y separa la actividad acusatoria de la jurisdiccional (arts. 60 y 115), asignando la
primera al Ministerio Público (art. 120) y la segunda a los jueces y tribunales (arts 108 y
116). Dentro de estas actividades o funciones, la “investigación” de los delitos está
comprendida en la primera. Correspondía, entonces, asignar las actividades a los órganos
públicos en concordancia con las funciones que naturalmente deben desempeñar,
respetando el marco constitucional y de los tratados internacionales. Es por todos estos
motivos que la reforma -quizás en el aspecto más importante- invierte los roles que la ley
anterior regulaba para estos sujetos del proceso: el fiscal -que antes controlaba la
instrucción que practicaba el juez- pasa a ser -por regla- el investigador; y el juez -que antes
investigaba- es el órgano de control. Sólo se mantiene la investigación a cargo del juez para
casos muy excepcionales (cuando existan obstáculos fundados en privilegios
constitucionales), actuando como órgano de control el fiscal. Este último procedimiento -
similar a la “instrucción” del código derogado- no se corresponde con el diagrama
constitucional referido.
Ventajas
La investigación a cargo del Ministerio Público presenta considerables ventajas, si se
combinan ciertas condiciones. Posibilita preservar al juez como sujeto imparcial,
manteniéndolo ajeno a la investigación, debiendo actuar como órgano de control ante la
posibilidad de que se puedan afectar -o concretamente se conculquen- las garantías
constitucionales. Por otra parte, este esquema posibilita una investigación más ágil y eficaz
para el logro de sus fines. Todo ello ocurrirá siempre y cuando también el sistema -desde un
punto de vista institucional- garantice una actuación objetiva de los órganos del Ministerio
Público.
La imparcialidad del juez
El desempeño de tareas de investigación que cumple un juez de instrucción no se
corresponde con la imparcialidad que debe presidir el ejercicio de la función jurisdiccional.
Además, la triple función asignada al juez de instrucción (investigador del imputado,
contralor de la observancia de las garantías de éste frente a su propia actividad, y evaluador
del mérito probatorio de su propia investigación), es menos una utopía institucional que una
hipocresía práctica. De tal forma, al poner en manos de un juez actos propios de la
persecución penal, como son los de investigación, se distorsiona la separación entre las
funciones de acusar y de juzgar y se afecta la necesaria imparcialidad de esta última, pues,
como se ha dicho “sólo un juez dotado de una capacidad sobrehumana podría sustraerse en
su actividad decisoria a los influjos de su propia actividad agresiva e investigadora”.
También es criticable la inversión de roles, ya que el fiscal que por naturaleza debería
investigar, se limita a controlar la investigación; y el juez que la debería controlar, la realiza
personalmente.
Debe recordarse que los tratados internacionales con jerarquía constitucional (CN, 75 inc.
22), consagran expresamente la garantía de imparcialidad del juez o tribunal (CADH, art.
8.1; DUDH, art. 10; PIDCP, art. 14 inc. 1), principio que debe gobernar el trámite del proceso
en su totalidad; esto incluye la investigación preparatoria.
Agilidad
La investigación a cargo del Ministerio Público Fiscal con el auxilio de la Policía Judicial
posibilita una actuación ágil, a diferencia de la que tradicionalmente han practicado los
jueces de instrucción. Ello depende también de las atribuciones que se acuerden al fiscal y a
la policía.
En los sistemas que admitían la “instrucción” a cargo del juez (todavía en el ámbito Federal),
constituye una demora en el trámite que el fiscal base su acusación en pruebas que no son
recibidas por él sino por el juez, y para cuya selección carece, generalmente, de toda
iniciativa vinculante, pues sólo puede proponer diligencias probatorias que éste cumple sólo
si, a su exclusivo criterio, resultan pertinentes y útiles. Por ello, por una cuestión de agilidad,
y para respetar el esquema constitucional mencionado, lo lógico es que el fiscal fundamente
la acusación en los elementos que él ha obtenido durante la investigación que ha practicado.
Por otra parte, el funcionamiento en la práctica de una policía especializada en la
investigación, como órgano dependiente y auxiliar de los fiscales, favorece este trámite mas
ágil. Cuando el fiscal, por imposibilidad material o humana, no actúa directa y personalmente
en los primeros actos de investigación, la policía judicial lo hace -bajo las directivas y el
control del primero- y sus actos pueden constituir fundamento para la acusación o
determinar el sobreseimiento, sin necesidad de ser repetidos en las fiscalías. En cambio, en
la “instrucción” a cargo de los jueces, la práctica judicial de varios años ha demostrado que
numerosos actos practicados por la policía -especialmente la prueba testimonial- son
mecánicamente reiterados ante el juez. La investigación (o instrucción) se torna pomposa y
prolongada, y además causa perjuicio a los testigos quienes deben comparecer mas de una
vez a declarar en esa etapa -además del juicio- con las molestias que esta situación
ocasiona. Por ello, la investigación debe ser despejada de pomposidad y desformalizada, sin
que ello implique conculcar garantías ni privarla de eficacia.
Eficacia y garantías.
Este es otro aspecto muy importante que debe tenerse cuenta, y que está íntimamente
relacionado con la agilidad. Ello es así ya que generalmente la reacción o actuación
inmediata y automática del órgano investigador -y no “acelerada”- es lo que la torna eficaz
para lograr los objetivos propuestos. Pero, como se viene diciendo, esta actividad tendiente
a lograr los fines del proceso -siendo uno de los mas importantes la reconstrucción histórica
del hecho anoticiado- no puede realizarse menoscabando las garantías constitucionales,
especialmente las que se relacionan con la persona del imputado. Ambos aspectos -eficacia
de la investigación y respeto de las garantías- deben tener vigencia y realización simultánea
durante el trámite, procurando el debido equilibrio. La práctica ha demostrado en algunos
casos que es difícil lograr el equilibrio justo, y que cuando excepcionalmente se sacrifica la
eficacia (el “éxito de la investigación”) para preservar las garantías, muchas veces ello no es
comprendido por la sociedad.
Pero la eficacia de la investigación es también una garantía para la víctima del delito. Es que
el Estado debe garantizar el derecho a la justicia de las víctimas, lo que implica una
actuación eficaz, adquiriendo relevancia especial en ello la investigación penal. En ese
sentido, los órganos supranacionales de protección de los derechos humanos (Corte
Interamericana de Derechos Humanos y Comisión Interamericana de Derechos Humanos)
han señalado que el Estado tiene el deber jurídico de “investigar seriamente con los medios
a su alcance (...) las violaciones -delictivas de los derechos- que se hayan cometido”
proporcionando como razón principal para esta actuación estatal la necesidad de dar
cumplimiento a su obligación de “garantizar el derecho a la justicia de las víctimas, cuando
sus derechos hayan sido violados por el delito...” (Cafferata Nores, 2000).
Para que la investigación sea eficaz, entonces, lo más conveniente es que esté a cargo del
Ministerio Público con el auxilio de la Policía Judicial. Corresponderá a estos órganos
obtener la prueba para esclarecer el hecho anoticiado, individualizar los partícipes y cumplir
los otros objetivos ya expuestos. Debe recordarse que son las pruebas -y no los jueces- las
que condenan, y las mas importantes se obtienen en esta etapa.
La investigación a cargo del Ministerio Público brinda más posibilidades para el logro de
estos objetivos. También dependerá de su organización, forma de actuación, de que exista
una Policía Judicial o especializada en la investigación a su cargo y bajo su dirección. Tiene
ventajas de las que carecen los jueces.
Así, posibilita que, en causas complejas, pueda actuar mas de un fiscal (o un equipo de
fiscales), o éstos bajo la dirección o coordinación de un fiscal de jerarquía superior, o la
conformación de un equipo de trabajo con funcionarios de la Policía Judicial en un territorio
determinado, lo que posibilitará un funcionamiento coherente y una actuación inmediata en
el lugar del hecho para preservar la prueba. El Ministerio Público, a los fines de una
actuación eficaz, debe ser dotado de los medios técnicos adecuados. Ello posibilitará la
investigación de la criminalidad organizada, o las nuevas y complejas modalidades
delictivas, ante las que el Poder Judicial en numerosas oportunidades no puede responder
por ser superado en cuanto a posibilidades materiales y humanas.
Pero también debe tenerse en cuenta que las posibilidades de una investigación exitosa
dependerá de las atribuciones que la ley acuerde al fiscal, pues mientras mayor sea la
autonomía que tenga del juez en cuanto a los poderes de investigación y coerción, mejores
serán las posibilidades de éxito. Siempre dentro del marco de respecto a las garantías
constitucionales, como se ha dicho. El rol del juez en esta etapa será justamente el de
controlar que estas garantías se respeten debiendo prever la ley los casos en que deba
intervenir.
Objetividad
La actuación del Ministerio Público en la investigación debe ser objetiva. Pero esta
modalidad de actuación dependerá de su situación institucional.
Sin duda que no es lo mismo el marco de objetividad e independencia funcional que ofrece,
por ejemplo, la pertenencia de este organismo al Poder Judicial (Constitución de Córdoba,
art. 171) o su situación de autonomía (Constitución Nacional, art. 120), que su dependencia
del Poder Ejecutivo, por cuanto la inserción del Ministerio Público Fiscal en el Poder Judicial
hace partícipes a sus miembros de las cláusulas sobre designación, estabilidad absoluta,
remoción y otras previstas para los jueces. La misma diferencia se advierte en la ubicación
de aquél como órgano extrapoder, autónomo y autárquico (art. 120 de la Constitución
Nacional).
La objetividad e independencia depende de la situación institucional y de los principios que
gobiernan su actuación. Si el Ministerio Público Fiscal integra el Poder Judicial o es un
órgano extrapoder (en las condiciones mencionadas supra), si actúa libre de órdenes o
influencias de los otros poderes y de presiones políticas o sociales, y si debe buscar sin
prejuicios ni caprichos la verdad sobre la imputación delictiva, ofrece suficientes garantías
como para alcanzar un grado de confiabilidad que haga razonable otorgarle ciertas
facultades autónomas de investigación y coerción, que permitan que su tarea sea
desempeñada con eficacia y agilidad. Por cierto que siempre debe asegurarse la
autorización jurisdiccional previa o el control jurisdiccional posterior -según sea el caso- de
los actos que afecten derechos del imputado o de terceros.
ATRIBUCIONES COERCITIVAS Y PROBATORIAS
Como se ha expresado, para que el Ministerio Público pueda cumplir con eficacia el rol
asignado por la ley como encargado de la investigación, habrá que reparar en las
atribuciones que se le acuerden.
En la Provincia de Córdoba estas facultades en materia probatoria y coercitiva son más que
amplias, si se las compara con otros códigos procesales del país que adoptan un modelo
similar (Tucumán, Provincia de Buenos Aires, Mendoza, entre otros).
Forma de actuación
En relación con la forma de actuación, en Córdoba, los Fiscales de Instrucción podrán dictar
decretos (por ejemplo, para ordenar la prisión preventiva, disponer el archivo, hacer lugar a
la instancia de constitución como querellante particular, ordenar medidas probatorias, etc.),
formular requerimientos (por ejemplo, la acusación), o instancias (sobreseimiento). La ley
exige el fundamento en los decretos cuando expresamente así se contemple, bajo pena de
nulidad; en el caso de los requerimientos, siempre deben ser fundados (ver art. 154).
Atribuciones probatorias
En cuanto a las atribuciones probatorias, el fiscal debe ser el dueño de la estrategia de la
investigación y estar facultado para recibir todas las pruebas, debiendo garantizarse la
intervención de la defensa. Pero los elementos de convicción que recoja sólo tendrán valor
para dar fundamento a la acusación o al sobreseimiento. Si se pretendiera utilizar esas
pruebas para fundar la sentencia, habrá que producirlas durante el juicio, bajo el régimen del
contradictorio pleno, salvo que hubiesen sido cumplimentadas con arreglo al sistema
excepcional de los actos definitivos e irreproductibles, que impone garantizar la intervención
de la defensa (una especie de anticipo de contradicción).
El fiscal practicará y hará practicar actos de investigación, establece el art. 329. Esto
quiere decir que el fiscal puede optar entre realizar los actos de investigación
personalmente o delegarlos -bajo su dirección y control- a otro órgano, como sería la
Policía Judicial o la Policía Administrativa cuando cumple funciones judiciales.
Artículo 329 - Facultades. El Fiscal de Instrucción practicará y hará practicar todos
los actos que considere necesarios y útiles para la investigación, salvo aquellos que
la ley atribuya a otro órgano judicial. En este caso, los requerirá a quien
corresponda.
El fiscal, en la práctica judicial, procede de acuerdo a las circunstancias, ya que hay delitos
que justifican la intervención inmediata de la policía para preservar la prueba (robos,
homicidios, lesiones, entre otros) mientras que en otros ilícitos el fiscal actúa personalmente
(v. gr., estafas, delitos contra la administración pública, delitos funcionales, etc.). Pero esta
facultad de delegar funciones que la ley le acuerda al fiscal se ha desvirtuado en la práctica
judicial de los últimos años -también sucedía cuando los jueces practicaban la “instrucción”-
ya que casi siempre es la policía la que interviene primero, practicando actos de
investigación bajo las directivas del fiscal. El sistema exige una mayor intervención directa y
personal de los fiscales (ver art. 304).
El Código autoriza al fiscal en forma amplia a practicar medidas probatorias, incluyendo los
actos definitivos e irreproductibles (art. 330). Puede, entonces, recibir testimonios, ordenar
pericias, reconocimientos de persona o cosas, careos, reconstrucciones de hechos, etc. Las
medidas pueden ser dispuestas de oficio o a pedido de parte (art. 335). Otro acto que puede
practicar el fiscal -que no es un medio de prueba, sino de defensa- es recibir declaración al
imputado.
Artículo 330 - Actos definitivos e irreproductibles. Cuando deba practicar actos
que por su naturaleza y características fuesen definitivos e irreproductibles, el Fiscal
procederá conforme a los artículos 308 y 309.
Atribuciones coercitivas
Respecto a las atribuciones coercitivas, si bien la intervención jurisdiccional resulta
insoslayable, será de política procesal establecer si esa intervención debe ser obligatoria y
anterior a la ejecución de la medida (autorización), o si, por el contrario, puede ser
inmediatamente posterior a su imposición por el fiscal y a instancia del imputado o de su
defensor (control). En el Código se ha optado por esta segunda vía: se faculta al Fiscal de
Instrucción a disponer medidas coercitivas, y que estas puedan ser controladas por el juez
con posterioridad, siempre que haya requerimiento del interesado.
Conforme a ello, se faculta al fiscal de instrucción a citar al imputado (arts. 271 y 332),
mantener su libertad e imponerle una caución (art. 268). Puede también ordenar el
arresto (art. 274), y su detención (art. 272), y hasta la sanción de la Ley 10.457, disponer
su prisión preventiva, la que ahora debe solicitarla al juez. Las dos últimas medidas deberán
ser dispuestas por decreto fundado. Así como puede privar de libertad al imputado, tiene
facultades para disponer el cese de ese estado (arts. 280, 283). (Véase para todos los
casos expuestos el art. 332).
Artículo 332 - Situación del imputado. En el ejercicio de su función el Fiscal de
Instrucción podrá citar, privar y acordar la libertad al imputado conforme a los
artículos 271, 272 y 280 de este Código, recibirle la declaración bajo la condición del
artículo 258 y solicitar al Juez de Control el dictado de la prisión preventiva, su
cesación o la revocación de la cesación, conforme a los artículos 281, 283 y 284,
respectivamente, siempre del presente Código. [según art. 23, ley 10.457].
Como se ha dicho, el imputado podrá requerir que el Juez de Instrucción o Control examine
la decisión del fiscal -por vía de oposición u ocurrencia- y de apelar la resolución del juez si
le es desfavorable, ante la Cámara de Acusación (art. 333).
Artículo 333 - Control jurisdiccional. En cualquier momento, el imputado podrá
solicitar directamente al Juez de Control la aplicación de los artículos 269, 280 y 283,
quien requerirá de inmediato las actuaciones y resolverá en el término de 24 horas.
La resolución será apelable por el Fiscal de Instrucción o el imputado, sin efecto
suspensivo.
Actos prohibidos
Pero hay medidas -tanto probatorias como coercitivas- que el fiscal de instrucción no podrá
practicar y que la Constitución Provincial o la ley asignan exclusivamente al juez. No podrá
allanar domicilios (art. 45 de la Constitución Provincial y 203, 204 del CPP), intervenir
comunicaciones (art. 216), interceptar correspondencias (art. 214), ni abrir la interceptada
(art. 215). Tampoco podrá ordenar la incomunicación de un detenido (arts. 43 de la
Constitución Provincial y 273 del CPP), ni disponer la internación provisional del imputado
(art. 287). Si el fiscal desea que estos actos se realicen, deberá requerirlos al Juez de
Instrucción o Control.
En estos actos la Constitución y la ley han priorizado determinados derechos personales,
estableciendo que sea el juez -y no el fiscal- el órgano encargado de limitarlos
excepcionalmente, cuando las circunstancias lo justifiquen. Es una de las formas de control
jurisdiccional para los supuestos en que procede la investigación fiscal preparatoria (Novillo
Corvalán).
Límites constitucionales
Disposiciones constitucionales imponen límites a los amplios poderes que el Código de
Córdoba confiere al Fiscal de Instrucción a los fines de dirigir o practicar la investigación
penal, que se concretan -como se viene diciendo- en las medidas probatorias y coercitivas
que puede disponer. Aquella normativa prevé la intervención de un juez (que el Código
asigna al Juez de Instrucción, llamado también “de control”) como órgano de control de los
actos del fiscal, a quien las partes podrán recurrir cuando las decisiones o conclusiones de
éste puedan afectar sus derechos o garantías constitucionales. También se encarga de
regular los casos concretos en que esa intervención jurisdiccional podrá producirse.l
La intervención de un juez como órgano de control durante la investigación preparatoria -
cuando el fiscal es quien investiga- no puede ser soslayada por la normativa procesal. Al
respecto, los Pactos Internacionales con jerarquía constitucional (CN, 75 inc. 22), aseguran
esta actuación jurisdiccional, consagrando el derecho del imputado a ser oído por un juez
competente, independiente e imparcial, como así también que en el supuesto de ser privado
de su libertad, un juez verifique la legalidad de esa detención (CADH, arts. 7.5, 7.6 y 8.1;
P.I.D.C.P., art. 14.1). La garantía del juez natural debe preservarse durante todo el proceso,
lo que comprende la investigación penal preparatoria. Entonces -como ya se señaló- será
una cuestión de política procesal determinar si ese control jurisdiccional debe ser anterior a
los actos del fiscal (mediante autorizaciones del juez), o posterior (mediante requerimiento
de parte).
Diferencias con otras legislaciones
En cambio, otras legislaciones que receptan el modelo acusatorio (o con una tendencia
hacia el mismo), no consagran esta amplitud para el Ministerio Público en cuanto a los actos
que puede practicar, limitándole sus facultades probatorias y coercitivas (códigos de
Provincia de Buenos Aires, Tucumán y Mendoza, en nuestro país; Paraguay, Italia,
Alemania, entre las legislaciones extranjeras).
Así, por ejemplo, establecen que los actos definitivos e irreproductibles serán practicados
por el Juez de Control o de garantías, o que sólo éste podrá ordenar la prisión preventiva.
Dichas medidas deberán ser requeridas por el fiscal interviniente en la investigación.
Además, la mayoría de estos códigos aseguran -en forma obligatoria- la intervención del
juez en la etapa intermedia, regulando una “audiencia preliminar”, oral, ante el juez de
garantías, cuando ha mediado acusación del fiscal. En dicho acto las partes, en pie de
igualdad, harán valer sus pretensiones sobre el mérito de la investigación (especialmente
regulan esta audiencia los Códigos de Paraguay e Italia). Como puede advertirse, a
diferencia de Córdoba, en estas legislaciones, en algunos casos la actuación del juez está
prevista en forma obligatoria o automática. Pero a pesar de las diferencias señaladas, el
denominador común de ambos modelos es haber previsto el control jurisdiccional a los actos
del Ministerio Público.
CONTROL JURISDICCIONAL
Las mencionadas limitaciones constitucionales son las que exigen la posibilidad de un
estricto control de los jueces (control jurisdiccional) sobre los actos que los fiscales puedan
disponer durante la investigación preparatoria, en cuanto estos puedan afectar derechos
constitucionales del imputado o las otras partes privadas.
Equilibrio
Por otra parte, con la actuación del Juez de Instrucción o Control, se procura equilibrar el
trámite en cuanto a los derechos de las partes. En realidad, la investigación en manos del
fiscal es una “instrucción de parte”, como algunos le llaman, en la que una parte -en sentido
formal-, que es el fiscal, investiga a la otra -el imputado-, pudiéndose sumar el ofendido
como querellante particular. Este esquema podría consagrar una desigualdad, poniendo al
imputado en una situación de inferioridad ante el fiscal que investiga con el auxilio de la
Policía Judicial y la colaboración del querellante. Pero la intervención del juez, ejerciendo el
“control jurisdiccional”, posibilita el equilibrio. Así, éste, como órgano imparcial, será el
encargado de resolver todas las cuestiones que planteen las partes -imputado y querellante-
en las que el acto o decisión del fiscal pueda afectar garantías constitucionales.
Eventual
En el Código de Córdoba, como se ha dicho, el control jurisdiccional a la actuación del fiscal
está previsto con carácter eventual, modalidad que favorece un trámite ágil, ya que puede
suceder -y muchas veces ocurre en la práctica judicial- que el proceso sea elevado a juicio
sin la intervención del juez. Ello estaría indicando que las partes han consentido la actuación
del fiscal y no han utilizado algunas de las numerosas vías que la ley les otorga para solicitar
el control jurisdiccional. En estos casos, si bien el juez no intervino en forma efectiva, está
en situación latente, existe, y las partes pueden optar entre recurrir a él o no.
Por ejemplo, si el fiscal ordena la prisión preventiva del imputado como partícipe de un delito
cualquiera, existiendo prueba muy importante que indica esa participación, el defensor podrá
optar, como mas conveniente para la situación de su defendido, no impugnar esa decisión
ante el juez y consentir que el trámite prosiga, con la intención de llegar rápidamente al juicio
oral, y en esa etapa ejercer plenamente su estrategia defensiva. Por el contrario, si la
medida restrictiva de la libertad se ha dispuesto sin prueba suficiente, el defensor tendrá la
posibilidad (o mejor dicho, la obligación propia de su cargo), de provocar el nuevo examen
de esa decisión por parte del juez. Si esta impugnación no prospera, la ley le concede una
segunda posibilidad: recurrir en apelación la resolución del juez ante la Cámara de
Acusación. En este supuesto, como en otros, se regula un doble control jurisdiccional.
Duplicación
Como puede advertirse, la ley 8123 -código vigente- ha producido una reforma muy
importante en este sentido, al invertir los roles de los órganos públicos intervinientes. La
investigación preparatoria a cargo del fiscal, con la presencia de un juez que lo controle, al
que las partes podrán o no ocurrir, posibilita una actuación ágil y práctica, que respeta las
garantías establecidas por la Constitución y la normativa supranacional. Los casos de
control jurisdiccional previstos en la ley son justamente los de mayor relevancia e
importancia para la situación del imputado, y también del querellante. Ese control
jurisdiccional puede ser doble para algunas situaciones mas importantes: ante el juez, y
luego ante la Cámara de Acusación -por vía del recurso de apelación- si el primero confirma
la decisión del fiscal.
Vías y supuestos
El control jurisdiccional a los actos del fiscal durante la investigación preparatoria comprende
distintas vías. El marco de actuación del juez es bastante amplio. Comprende desde la
resolución de impugnaciones deducidas por las partes a los actos del fiscal (por vía de
oposición u ocurrencia), hasta autorizaciones relacionadas a medidas que el fiscal no puede
practicar, o decisiones sobre incidentes de distinta naturaleza que se plantean durante la
investigación. Además del control sobre la privación de libertad del imputado (art. 333).
Como ya se ha dicho, en todos estos casos el juez actuará por requerimiento del interesado.
Nunca lo podrá hacer de oficio.
Seguidamente se analizan los supuestos de control jurisdiccional denominados “oposición” y
“ocurrencia”.
OPOSICIÓN y OCURRENCIA.
La actividad del fiscal está regida por normas sustantivas y adjetivas, pero la legalidad o
justicia de sus decisiones no queda por esa situación garantizada. Por eso se acuerda a las
partes un “poder” de impugnación, para la corrección o eliminación de defectos o injusticias
de la decisión judicial o de un particular acto de parte. Así, un nuevo examen de la cuestión -
por el mismo órgano o uno de grado superior-, parece aconsejable, ya que a la necesidad
de certeza, firmeza y seguridad jurídica que merecen los actos de autoridad (resoluciones
de fiscales o jueces) se suma -y como superior a estos caracteres- el valor justicia, lo que
autoriza el cuestionamiento en procura de una corrección.
La oposición y la ocurrencia en un sentido amplio, se tratan de vías de impugnación que
la ley acuerda a las partes durante la investigación fiscal preparatoria cuando una
decisión -o requerimiento- del fiscal ha producido un agravio, mediante la que se
procura -ya sea en forma directa o indirecta- un nuevo examen por parte del juez de
instrucción o control, tendiente a modificarla, revocarla o anularla.
Se trata de un control jurisdiccional posterior a la decisión del fiscal. Es eventual, como ya
se ha dicho, porque sólo corresponderá la intervención del juez si ésta es provocada por
alguna de las partes (imputado o querellante).
Existen semejanzas entre estas vías impugnativas y los recursos, aunque los últimos se
interponen en contra de las resoluciones jurisdiccionales (reposición, apelación, casación,
inconstitucionalidad, revisión, queja). En virtud de las similitudes existentes entre ambos,
algunos autores denominan estas impugnaciones como recursos (Balcarce, 2000).
Con ambos institutos -oposición y ocurrencia- y el recurso de apelación que la ley autoriza a
deducir contra las decisiones del juez, queda garantizado en esta etapa del proceso el
derecho a la impugnación consagrado en los Pactos Internacionales con jerarquía
constitucional, especialmente en lo relacionado a las medidas restrictivas de la libertad
(CADH, 7.6; PIDCP, 9.4) (Novillo Corvalán).
El Código de Córdoba no ha hecho una adecuada sistematización de ambos institutos,
dando la impresión que no existió la intención de diferenciarlas con claridad, optándose por
incluir una vía ágil y práctica -compatible con lo que debe ser la investigación penal- con un
carácter facultativo para las partes a los fines de provocar la intervención del juez en casos
concretos: por eso es que hay quien piensa que oposición y ocurrencia son el mismo
instituto (Cafferata Nores). No obstante ello, algunos casos previstos en la ley provocan
confusión en la práctica judicial en relación al trámite que debe seguirse. No es lo mismo
“oponerse” a una decisión del fiscal (la presentación debe hacerse en la fiscalía, en un plazo
y con las formalidades previstas en la ley, y el fiscal puede modificar su decisión) que
“ocurrir” ante el juez (la presentación se hace directamente ante el juez, sin formalidades, y
éste resuelve). Como se advierte, las diferencias no dejan de ser importantes. Sería
conveniente, para una futura reforma procesal, unificar el trámite en relación a ambos
institutos (Novillo Corvalán).
OPOSICION
Concepto y regulación legal
La oposición es un medio de impugnación contra un requerimiento o una decisión del
fiscal de instrucción considerada ilegal y agraviante, que se interpone con las
formalidades previstas en la ley, para que el órgano que la dictó -el fiscal-, o en su
caso el juez de instrucción o control, mediante un nuevo examen, la modifique,
revoque, o si corresponde, la anule.
El trámite está previsto en el art. 338 del CPP. Se deduce bajo pena de inadmisibilidad, por
escrito, con indicación de los puntos de la decisión que fueren impugnados y fundadamente,
ante el fiscal. El término para presentar la instancia es de tres días -es un plazo perentorio-
salvo que la ley establezca otro trámite.
Artículo 338 - Oposición. Trámite. En los casos que la Ley autoriza la oposición a
una resolución o requerimiento del Fiscal de Instrucción, ésta se deducirá, bajo pena
de inadmisibilidad, por escrito, con específica indicación de los puntos de la decisión
que fueren impugnados y fundadamente, ante quien la dictó, en el término de tres
(3) días, salvo que se establezca otro trámite. Si el Fiscal de Instrucción mantuviera
su decisión, elevará la oposición en igual término, ante el Juez de Control, junto con
las actuaciones y sin perjuicio del cumplimiento de los actos urgentes de
investigación. El Juez resolverá en el término de tres (3) días [según art. 2, ley
8.930].
La voluntad de impugnar no debe surgir sólo del escrito, sino que debe fluir de la invocación
de puntos de agravio que demuestren el interés en cuestionar la decisión. Agravio equivale
a afirmar una hipotética afectación al interés que se pretende hacer prevalecer. Interés y
perjuicio integran el agravio y estas manifestaciones son un límite para la intervención de
quien deba examinar la impugnación, porque éstas están sujetas al principio general de
iniciativa de parte.
Conforme a ello, el fiscal de instrucción, teniendo en cuenta los argumentos del impugnante,
puede modificar su criterio y hacer lugar a la oposición. En el supuesto de que así no ocurra
-que mantenga su decisión- elevará el incidente ante el juez de instrucción o control en el
mismo término. El juez también tendrá tres días para resolver, salvo que en algún caso se
establezca otro término (v. gr., el auto de elevación a juicio, art. 358). Como puede
advertirse, el trámite es similar al del recurso de reposición con apelación en subsidio (art.
459). La actuación del juez será en forma indirecta, a diferencia de la ocurrencia, ya que las
actuaciones le serán remitidas en el supuesto que el fiscal mantenga su decisión atacada.
Por otra parte, mientras el incidente se sustancia y resuelve, el fiscal podrá proseguir con la
investigación, practicando actos urgentes.
Los casos de oposición están previstos expresamente en la ley: prejudicialidad (art. 11),
archivo de las actuaciones (art. 334), prisión preventiva (art. 336) y acusación (art. 357).
Salvo el primero, los demás casos admiten el recurso de apelación contra la resolución del
juez, por ante la Cámara de Acusación.
OCURRENCIA
Concepto y regulación legal
La ocurrencia, es un medio de impugnación que se interpone contra una decisión del
fiscal de instrucción considerada ilegal y agraviante, la que se presenta directamente
ante el juez de control, sin formalidades preestablecidas legalmente, para que el
último, mediante un nuevo examen, proceda a modificarla, revocarla o anularla.
En cuanto al trámite, como ya se ha dicho, existen diferencias con la oposición: la
ocurrencia se presenta directamente al juez de control y la ley no exige formalidad alguna. El
fiscal, no tiene la posibilidad de modificar su resolución. En cambio, la oposición se presenta
ante el fiscal -quien tiene la posibilidad de modificar su decisión acogiendo los argumentos
del impugnante-, y la presentación debe hacerse dentro del término establecido en la ley y
con las formalidades que exige.
Si bien la ley no establece requisitos formales para ocurrir ante el juez, debe entenderse que
la presentación deberá contener un mínimo de elementos para posibilitar el examen del juez
(por ejemplo, la mención del proceso, la decisión atacada y el agravio). Ello es así ya que la
ausencia de estos elementos mínimos imposibilitarían que el juez pueda conocer sobre el
objeto de la impugnación.
Los casos de ocurrencia previstos en la ley son los siguientes: rechazo de la instancia de
constitución como querellante particular (art. 93), denegatoria del mantenimiento de libertad
(art. 270), denegatoria de proposición de diligencias (art. 335) y control jurisdiccional amplio
de las medidas restrictivas de la libertad dispuestas por el fiscal (art. 333). La ley prevé el
recurso de apelación contra la resolución del juez de control en todos los casos, salvo el
primero (art. 93), que es irrecurrible.
Corresponde aclarar que si bien en el supuesto de la denegatoria del mantenimiento de la
libertad, el art. 270 remite al trámite para la oposición (art. 338), en realidad se trata de una
“ocurrencia”, ya que la decisión del fiscal de denegar un pedido de mantenimiento de la
libertad es muy concreta y parece difícil que la pueda modificar, quedándole al interesado
como única vía “ocurrir” directamente ante el juez.
También es importante resaltar la importancia del control amplio previsto en el art. 333 en
relación a las medidas restrictivas de la libertad impuestas por el fiscal. La ley no establece
término para ocurrir en este caso, debiendo entenderse que el interesado lo puede hacer
durante toda la etapa de la investigación penal preparatoria, hasta su clausura. Tampoco ha
previsto formalidades para esa presentación. Pero, como se ha dicho, es necesario que el
escrito tenga los elementos mínimos para posibilitar la intervención del juez.
¿Taxatividad?
En relación a los casos de oposición y ocurrencia previstos en la ley, regiría el principio de
taxatividad. Así parece indicarlo el art. 338 al expresar “en los casos que la ley autoriza la
oposición a una resolución o requerimiento del fiscal...”. No obstante lo señalado, la
jurisprudencia se ha encargado de ampliar los supuestos comprendiendo otras situaciones
que puedan afectar garantías constitucionales y que hayan producido un gravamen
irreparable, por interpretación analógica de los supuestos previstos para el recurso de
apelación (art. 460).
Así, se ha declarado la nulidad del decreto del fiscal que admitiera indebidamente a un
querellante particular, ante la oposición formulada por el imputado -situación que no está
prevista en la ley- llenando un vacío legal, entendiéndose que esa omisión legal atenta
contra el principio de igualdad de las partes en el proceso (Cámara de Acusación, Auto Nro.
84, 13/05/99). También prosperó la oposición contra el decreto del fiscal que no hacía lugar
a la entrega de un vehículo secuestrado -caso tampoco previsto en la ley para esta vía
impugnativa- entendiéndose que la decisión producía un gravamen irreparable y el oponente
tenía un interés legítimo (Cámara de Acusación, Auto Nro. 251, 2.12.99). De igual manera,
se habilitó esta vía impugnativa para otras situaciones que podían causar gravamen
irreparable, como los “efectos del delito”, diligencias que no son probatorias, o prohibiciones
de salida de la provincia o del país. Son algunos ejemplos para demostrar de qué manera la
jurisprudencia ha ampliado el marco de impugnabilidad objetiva.
Asimismo, son reiterados los casos en la práctica judicial en los que las partes solicitan la
nulidad de los actos para casos no previstos en la ley como impugnables por alguna de
estas vías, motivando la intervención del Juez de Control.
Pero también se advierte que, bajo el pretexto de invocar nulidades, las partes provocan la
intervención del Juez de Control en situaciones irrelevantes, abusando de este instituto. Ello
desvirtúa el propósito del legislador y atenta contra la agilidad que debe tener esta etapa, la
que tiende a desformalizarse en las legislaciones modernas (Novillo Corvalán).
Aplicación supletoria
Por último, cabe señalar que ante la falta de una previsión legal similar a los recursos, en
general deben aplicarse a la oposición y ocurrencia los principios generales que gobiernan
los primeros.
En el sentido señalado, por ejemplo, el órgano encargado de hacer el examen de
admisibilidad de la impugnación será en el caso de la oposición, el fiscal, y en el caso de la
ocurrencia, el juez.
La competencia del Juez de Control quedará limitada a los puntos del agravio invocados
(aplicación analógica del art. 456), rigiendo la prohibición de la reformatio in peius
(prohibición de modificar el perjuicio del imputado la decisión impugnada por éste o a su
favor -texto legal citado, último párrafo-) (Novillo Corvalán).
Con relación a los efectos de la impugnación, rige el “extensivo” o comunicante, con el
mismo alcance previsto en el art. 452 para los recursos, pero adaptable a los actos del fiscal
durante la investigación (por ejemplo, no se concibe en esta etapa la impugnación del
demandado civil, debido a que recién intervendrá como parte en el juicio).
Respecto al efecto suspensivo -que rige para los recursos en forma general, art. 453- de
acuerdo a los casos previstos en la ley, no se advierte que tal efecto pueda operar.
Entonces, el acto de interposición no suspende el trámite ni lo resuelto.
También es aplicable a estas vías impugnativas el “desistimiento” previsto para los recursos
en el art. 454.
Otras formas de control jurisdiccional
El Código establece otros casos de intervención del Juez de Control: resolución de
incidentes, como las excepciones (art. 19, segundo párrafo), recusación del fiscal (art. 78)
y nulidades (art. 188).
También otros supuestos de autorizaciones: el secreto de sumario (art. 312), prórroga del
término de la investigación (art. 337) y la autorización de las medidas prohibidas al fiscal
que ya se mencionaran: allanamientos de moradas, intervención de comunicaciones o
correspondencias, incomunicación de detenidos e internación provisional del imputado.
Sobre estas últimas el juez tendrá a su cargo tanto el examen sustancial como el formal de
la petición que haga el fiscal, pudiendo rechazarla si considera que afecta garantías
constitucionales.
Constituye una forma de control jurisdiccional -en sentido amplio- el análisis de la instancia
de sobreseimiento que formula el Fiscal de Instrucción, con la que el Juez de Control puede
discrepar, conflicto que deberá dilucidar el Fiscal de la Cámara de Acusación (art. 359).
También el análisis de la acusación (oposición a un requerimiento- art. 338) en el supuesto
de oposición de la defensa a la elevación a juicio (art. 358). Véase Capítulo 10.
No puede dejar de mencionarse,. por ser esencial, el control jurisdiccional sobre la privación
de libertad del imputado (art. 333).
Todas las situaciones expuestas comprenden el “control jurisdiccional”, que como puede
advertirse es suficientemente amplio, abarcando un abanico de posibilidades para que las
partes puedan solicitar la intervención del juez.
ASPECTOS ORGANIZATIVOS Y FUNCIONALES
La entrada en vigencia del nuevo modelo procesal en la Provincia de Córdoba, con la
investigación a cargo del Ministerio Público Fiscal, fue acompañada, paralelamente, con una
reforma en la organización institucional de la justicia penal.
Con el sistema anterior (cuando la investigación estaba a cargo del juez de instrucción)
regía el criterio temporal de distribución de tareas (sistema de turnos). Con la vigencia de la
ley 8123 este sistema fue reemplazado por el criterio territorial. Según éste, la ciudad de
Córdoba fue dividida en Distritos Judiciales, asignándose un grupo de fiscales para
intervenir en cada Distrito, en un número acorde a las necesidades (índice delictivo, índice
poblacional, territorio, etc.).
Así también, en cada Distrito se instalaron Unidades Judiciales (con Ayudantes Fiscales y
Oficiales de la Policía Judicial) y Comisarías Seccionales de la Policía Administrativa). Estas
funcionan como auxiliares de los Fiscales de Instrucción.
Se entendió que el reemplazo del sistema temporal por el territorial posibilitaría una mayor
intervención directa y personal de los fiscales en la investigación o dirigirla y controlarla mas
de cerca cuando fuera delegada en la Policía Judicial o Administrativa en función judicial, a
los fines de un procedimiento mas ágil y eficaz.
Baste un ejemplo para que se pueda entender este cambio: con el sistema anterior (criterio
temporal), todos los delitos ocurridos en la ciudad de Córdoba un día determinado del año
eran atendidos por un juez de turno y un fiscal, asignado a ese juez. Era muy difícil que
existiera una intervención directa del juez en esos hechos, pudiendo atender los de mayor
urgencia. Con el sistema actual, son varios los fiscales que están de turno cualquier día del
año (uno por Distrito), y esto posibilita mejorar considerablemente la presencia directa o
personal del órgano judicial en el lugar del hecho y en la investigación. Por otro lado, los
Jueces de Instrucción (de control) también se organizan en un sistema de turnos a los fines
de autorizar los actos que la ley veda al fiscal (allanamiento de moradas, incomunicaciones
de detenidos, etc.).
Este criterio de actuación territorial está previsto en la ley (arts. 76 del CPP y 31 de la Ley
Orgánica del Ministerio Público n° 7826), la que también faculta al Fiscal General para
hacer rotar los fiscales periódicamente por razones de servicio (art. 31 de la ley 7826). Esta
rotación -que todavía no se ha concretado en ningún caso- es una cuestión delicada ya que
puede llegar a desvirtuar el sentido de este modelo procesal, si es utilizado con un criterio
diferente al mencionado (verbigracia, para “sacar” a un fiscal de una investigación). Por ello,
el ámbito territorial del fiscal de instrucción debe estar preestablecido legalmente (Novillo
Corvalán).
CODIGO PROCESAL PENAL
Artículo 76 - Ámbito de actuación. En la investigación fiscal, el ámbito material y
territorial de actuación del Fiscal de Instrucción y lo relativo a conexión de causas, se
regirá por lo dispuesto en los artículos 40 al 49, en cuanto sean aplicables. En el
caso del artículo 48, inciso 3, el Fiscal General designará al Fiscal que deba
intervenir.
No será de aplicación lo dispuesto en este artículo cuando la investigación la deban
realizar Fiscales de Instrucción con asiento en distintas sedes, salvo que pudiera
afectar los fines de aquélla (302 y 303).
LOMPF N° 7826
ARTÍCULO 31.- AMBITO DE APLICACION: Los Fiscales de Instrucción ejercerán
sus funciones en forma exclusiva en el ámbito territorial que el Fiscal General
determine, dentro de la sede en que fueron designados, por un período que no
podrá ser inferior a dos años. El Fiscal General podrá, en el mes de febrero del año
que corresponda, disponer las rotaciones que estime pertinentes. Fuera de los días y
horas de oficina, se turnarán para los actos urgentes, en la extensión y con las
modalidades que disponga el Fiscal General.
Por otra parte, también debe aprovecharse la organización funcional del Ministerio Público,
su estructura -con la Policía Judicial incluida- y la interrelación de todos sus órganos, para
procurar una actuación coherente y eficaz.
El Fiscal General es quien fija las políticas de persecución penal, y para tal fin puede impartir
instrucciones convenientes al servicio de justicia (arts. 171 de la C. Provincial y 16, incs. 6º y
7º de la ley 7826). A modo de ejemplo, ante la imposibilidad humana y material de investigar
todos los hechos delictivos anoticiados, puede instruir a los fiscales para que prioricen la
atención de hechos de mayor gravedad o los que en el momento tengan una mayor
repercusión social, sobre otros de escasa relevancia (ver lo expuesto al desarrollar “Principio
de legalidad” y “Principio de oportunidad”, Capítulo 2). También puede organizar la
actuación de los fiscales en los procesos de complejidad, encargando la atención de éstos a
un grupo de funcionarios, o que el mismo sea dirigido o coordinado por un fiscal superior
(art. 16 inc. 13 de la ley 7826).
En relación a las instrucciones que puede impartir el Fiscal General a los fiscales inferiores
(art. 16 inc. 7° de la ley citada), deben tener por objetivo mejorar el servicio de justicia,
exceptuándose de éstas “...los requerimientos, conclusiones e imposición o cese de
medidas de coerción...” (art. 11, último párrafo). Esta excepción está indicando que debe
respetarse la autonomía de cada fiscal para expedirse en los procesos en particular, y que
debe tener libertad para decidir o concluir. Es un límite infranqueable. El fiscal superior debe
respetarlo. La ley autoriza al fiscal inferior a manifestar su posición personal o
disconformidad con la instrucción en el supuesto de no compartirla, pero estará obligado a
cumplirla si es ratificada por el Fiscal General, bajo la responsabilidad de éste (art. 13, ley
citada).
En definitiva, la organización del Ministerio Público en cuanto a los funcionarios que lo
componen, la interrelación entre éstos y las amplias facultades que la ley le acuerda a los
fiscales en la persecución penal posibilitan que la investigación pueda ser ágil y eficaz.
Favorecen también el logro de estos objetivos los principios que gobiernan esta institución:
legalidad, imparcialidad, unidad de actuación y dependencia jerárquica (art. 171 de la C.
Provincial). Este es el marco teórico.
Pero ello debe concretarse en la práctica. Porque de la misma manera como esta
conformación del Ministerio Público puede servir para el logro de esta finalidad, en la
práctica puede desvirtuarse, y conducir al fracaso el modelo procesal que se procura
consolidar en la Provincia de Córdoba. La propia estructura piramidal de esta institución
puede conspirar en contra de la intención de la ley. Ello es así si se repara en las amplias
facultades otorgadas al órgano jerárquicamente superior -el Fiscal General- el que, además,
es el único funcionario que tiene periodicidad en el cargo (art. 173 de la Constitución
Provincial).
Sólo la ubicación institucional del Ministerio Público dentro del Poder Judicial (como es en
Córdoba), o funcionando como órgano extrapoder (como es en la Nación, art. 120 de la
C.N.), y la vigencia plena de los principios de imparcialidad y legalidad en su actuación,
como así también el respeto por la libertad y autonomía de los fiscales en los procesos que
les toque intervenir, pueden aventar el peligro de un proceder no deseado por la ley.
Finalizada la investigación, si concurre alguno de los motivos previstos en el art. 350 del
CPP, el juez dispondrá el sobreseimiento, que será apelable por el fiscal, el querellante
particular y el propio imputado en las situaciones previstas en el art. 352.
Caso contrario, si a criterio del juez de instrucción existiera probabilidad sobre los extremos
de la imputación, y habiendo recibido declaración al imputado, correrá vista al fiscal de
instrucción a los fines de la acusación (art. 347). La norma mencionada señala que en el
término de seis días el fiscal podrá requerir diligencias probatorias que estime necesarias
(que se complete la investigación) o formulará el requerimiento de elevación a juicio. El
término podrá prorrogarse por otro similar para los casos graves y complejos.
Artículo 347 - Vista Fiscal [texto vigente según ley 8.123] Cuando el Juez hubiere
recibido declaración al imputado y estimare cumplida la investigación correrá vista al
Fiscal de Instrucción a los fines de la acusación.
El Fiscal, en el término de seis días, requerirá las diligencias probatorias que estime
necesarias o procederá con arreglo al artículo 355. Sólo en casos graves y
complejos el término podrá prorrogarse hasta por otro tanto.