Anatomia y Biomecanica de La Cintura Escapular
Anatomia y Biomecanica de La Cintura Escapular
Anatomia y Biomecanica de La Cintura Escapular
Luxación acromioclavicular
Concepto. La luxación acromioclavicular (fig. 1) supone una rotura no sólo de los
ligamentos intrínsecos sino también de los coracoclaviculares (conoide y trapezoide). Da
lugar a una saliencia en falsa charretera y
al signo de la tecla. Su tratamiento no es Fig 1
tan urgente y además es engorroso;
derivarla al especialista sin reducirla.
Etiopatogenia. Frecuencia: 1 cada 12
fracturas de clavícula. Por choque de
muñón del hombro contra el suelo.
Carillas articulares ovales alargadas en el
eje anteroposterior, levemente oblicuas
hacia abajo y adentro. Ligamentos
acromioclaviculares menos potentes que
los extrínsecos (coracoclaviculares:
conoide y trapezoide).
Conviene distinguir la luxación de
la subluxación y del esguince. En la subluxación están desgarrados los ligamentos
acromioclaviculares, para que haya verdadera luxación también deben estarlo los
coracoclaviculares.
La clasificación más aceptada
es la de Rockwood y Young que
diferencia 6 tipos de lesiones de
acuerdo al grado de desplazamiento
del extremo distal de la clavicula, de la
lesión ligamentaria y de la integridad
de las fascias musculares. Esta
clasificación orienta el tratamiento a
seguir que veremos más adelante en
el presente material.
Luxación. Se caracteriza por
dos signos: seudo-charretera
superior exagerante y fenómeno de
la tecla.
La falsa charretera (así
llamada por contraposición a la
charretera clásica de la luxación de
hombro) no siempre es evidente
(edema, reducción espontánea o por
el vendaje). Hay enfermos que vienen
diciendo: "Me mandaron aquí porque
se me salió el hombro", y en que no se
nota deformación; nos asalta la duda, ¿será una luxación de hombro reducida? ¿será una
luxación acromioclavicular? Para esos casos es conveniente hacerles levantar un balde u
otro objeto de 5 kilogramos en cada mano: la saliencia se exagera o evidencia, de
inmediato se saca Rx de frente de pie de ambos lados para comparar.
El signo de la tecla confirma la luxación que pudiese ya sospecharse por la
saliencia visible y palpable del extremo clavicular. Consiste en que al deprimir el médico
hacia abajo dicha saliencia desaparece la deformación (luxación reducida): al dejar de
comprimir, la saliencia aparece (el extremo clavicular se levanta, como la tecla de un
piano). Hacemos notar que este signo no será obtenible si no se lleva algo el muñón del
hombro hacia arriba, atrás y afuera, dejando sitio para que calce el extremo óseo en su
lugar normal. Del mismo modo, cuando han pasado los días desde la lesión inicial ya el
muñón se desplaza hacia adentro y no es posible reproducir el signo.
Tratamiento
Se sigue la clasificación de Rockwood y Young
• Grado 1: Tratamiento conservador con brazo en cabestrillo y medicación
sintomática hasta el final de las molestias.
• Grado II: tratamiento conservador con brazo en cabestrillo y medicación, aumento
del período de inmovilización a 3 semanas e incorporación progresiva a la
actividad física. No somos partidarios de los vendajes que pretenden reducir la
extremidad de la clavícula, como el de Robert Jones.
• Grado III: existe una marcada controversia sobre el mejor tratamiento. La opción
conservadora, similar a la del tipo II, es aplicable de entrada a los pacientes
sedentarios o sin demanda física que acepten la deformidad. La cirugía se reserva
inicialmente para trabajadores manuales y deportistas con brazo dominante. Al
igual que en el grado anterior, no recomendamos los vendajes que pretenden la
reducción. La cirugía implicará la reducción del desplazamiento, la contención
temporal (p. ej., con cerclaje desde la coracoides) y la reconstrucción de los
ligamentos. Las lesiones inveteradas sintomáticas implican la resección de un
pequeño fragmento distal de la clavícula asociada a los tiempos anteriormente
descritos.
• Grados IV, V y VI: requerirán, en general, tratamiento quirúrgico, asociando a los
tiempos anteriores la reconstrucción de los planos miofasciales.
• La cara anterior de la cápsula articular (muy laxa) está reforzada por tres
ligamentos gleno-humerales, que dejan entre ellos un sector capsular sin refuerzo
ligamentoso (foramen oval de Weibrecht); por allí escapa la cabeza humeral.
• El nervio circunflejo (motor del músculo deltoides) circunscribe estrechamente el
cuello del húmero; es muy corto y su distancia al origen del plexo es muy pequeña.
Por ello su capacidad de elongación es mínima. Tiene una pequeña zona de
sensibilidad cutánea en la cara postero externa del 1/3 superior del hombro y
brazo.
• La cavidad glenoidea presta inserción al rodete de ampliación, en el cual a su vez
busca sujeción la cápsula articular. Es tan sólida esta unión que, con mucha
frecuencia, se desprende la inserción del rodete en el hueso, quedando intacta la
unión entre cápsula y rodete.
Los detalles anatómicos referidos ayudan a explicar por qué la luxación del
hombro corresponde al 50% de todas las luxaciones.
Pueden ser anteriores (preglenoideas), posteriores (retroglenoideas) o
inferiores, si bien hay formas raras de gran desplazamiento que reciben otros nombres
(subclavicular, subespinosa, erecta, respectivamente).
La enorme mayoría son anteriores (95 al 98 por ciento en las diversas estadísticas)
de las cuales las recidivantes merecen un párrafo especial. Consideraremos pues
sucesivamente la luxación anterior, la posterior, la inferior y la anterior recidivante. Esta
luxación anterior es quizá la urgencia más frecuente en las guardias. Antes de ir de lleno a
las luxaciones vamos a describir el concepto de inestabilidad de hombro.
Inestabilidad de hombro:
La luxación aguda de hombro se conoce desde el antiguo Egipto (1500 aC) pero la
primera descripción de su reducción se debe a Hipocrates (400 dC) y se utilizaban hierros
candentes colocados en la cara anterior y posterior del hombro para eliminar la
inestabilidad mediante la formación de una cicatriz. En el siglo XIX se interpreta la
inestabilidad como una insuficiencia de la cápsula. En 1923 Bankart observó que la
avulsión de la cápsula y el labrum era la primera causa de la inestabilidad anterior.
Debido a su bajo perfil óseo el hombro es la articulación que mas inestabilidad
presenta, la superficie de la cabeza humeral es tres o cuatro veces mayor que la glenoides
y aunque en la radiografía se aprecia que la superficie de la glena es mucho mas plana que
la de la cabeza humeral la presencia de un cartílago más grueso en la periferia hace que el
radio de la glenoides sea algo superior que el de la cabeza.
El rodete glenoideo no tiene semejanza con el menisco de la rodilla ni su misma
función. Tiene más del doble de profundidad que la cavidad glenoidea pero su resección
completa no modifica su estabilidad siempre que la cápsula permanezca intacta. En la
actualidad se piensa que no es un elemento estabilizador sino el lugar de inserción de la
cápsula y ligamentos glenohumerales.
La alteración del perfil óseo tiene importancia para la inestabilidad, así como la
hipoplasia glenoidea o la reducción insuficiente después de una fractura. No está
demostrado que las alteraciones en la retroversión de la glenoides (normal 5° a 15°) tenga
influencia en la inestabilidad. En cambio, se especula con que la disminución de la
retroversión de la cabeza humeral puede tener influencia en la inestabilidad anterior.
El elemento estabilizador pasivo más importante es el ligamento glenohumeral
inferior (nombrado insistentemente en Biomecánica 2) que actúa como una hamaca
envolviendo la cabeza humeral especialmente en la rotación externa. La banda anterior
estabiliza la cabeza humeral a 30° de extensión y la banda posterior a 30° de flexión. La
importancia del complejo ligamentoso glenohumeral inferior fue detectada por McGlynn y
Caspari en 1984 al observar que una lesión del labrum sin lesión de los ligamentos no
provoca inestabilidad y que una lesión de los ligamentos sin alteración del labrum si la
provoca.
Motzkin y varios autores seccionaron la mitad anteroinferior de la cápsula del
hombro y observaron un aumento significativo de la traslación inferior de la cabeza
humeral. Esto sugiere que estos ligamentos contribuyen a la estabilidad inferior del
hombro con el brazo en abducción y que limitan dicho movimiento de abducción.
El intervalo de los rotadores es el espacio anatómico delimitado por el borde
anterior del tendón del supraespinoso y el borde superior del subescapular. Tiene forma
triangular con el vértice en la inserción del ligamento que cubre la escotadura bicipital
(ligamento humeral transverso). La base de este triangulo se localiza en la inserción en la
escápula, es el espacio que ocupa la coracoides entre los músculos que tiene por encima y
por debajo, por lo tanto, sobre esta zona no existe cobertura muscular.
Esta reforzada superficialmente por el ligamento coracohumeral y en profundidad
por el ligamento glenohumeral superior. Bajo la cápsula se encuentra la porción
intrarticular del tendón largo del bíceps. La importancia de esta zona en la estabilidad del
hombro todavía no está bien definida.
El ligamento coracohumeral es un gran estabilizador al descenso de la cabeza
humeral con un área de sección transversal 4 veces superior al del glenohumeral superior.
Se pierde propiocepción después de la luxación glenohumeral debido a un aumento de la
laxitud de la cápsula anterior.
En el hombro inestable los mecanoreceptores no se excitan hasta que no se
produce una subluxación y un estiramiento de la cápsula. Los elementos estabilizadores
activos son los músculos del manguito rotador y la acción conjunta de los dos tendones del
bíceps. En abducción y rotación externa las dos cabezas del bíceps son los mayores
estabilizadores de la articulación ya que centran la cabeza en la glenoides junto con el
manguito rotador (Esto también fue mencionado insistentemente en Biomecánica 2).
Al realizar la rotación externa del brazo la corredera bicipital arrastra al tendón
del bíceps largo y se forma un triangulo rectángulo entre los dos tendones. En esta
posición los tendones ejercen un potente efecto centrador de la cabeza (Bio 2). El
subescapular es el que ofrece menos estabilización. En cadáveres se ha demostrado un
notable desplazamiento inferior de la cabeza del humero al seccionar la porción larga del
bíceps. La contracción muscular selectiva puede ajustar la tensión de la cápsula de modo
que actúa como ligamentos dinámicos. La contracción del supraespinoso y del redondo
menor produce la tensión del ligamento glenohumeral inferior con fuerzas de rotación
externa superiores a 9 kgm. El hombro es estable cuando la combinación de vectores de
todas las fuerzas que se ejercen sobre la cabeza humeral coincide en la glenoides, cuando
se desequilibran el hombro se luxa.
Para clasificar la inestabilidad del hombro se deben tener en cuenta 4 conceptos:
1) grado de inestabilidad; 2) cronicidad; 3) voluntariedad; 4) dirección.
El grado de inestabilidad comprende el concepto de luxación (separación completa
de las superficies articulares) y subluxación (desplazamiento incompleto y sintomático).
La subluxación recidivante puede ocurrir con o sin luxación. La lesión de Hill-Sachs
(hundimiento de una porción de la cabeza humeral por golpear sobre la glenoides se
observa en el 40% de las subluxaciones) indica que en algún momento ocurrió una
luxación.
La inestabilidad aguda es el resultado de una luxación traumática. Como
consecuencia puede quedar una dislocación glenohumeral o una subluxación-luxación
intermitente. La inestabilidad congénita es rara y siempre es consecuencia de la alteración
del perfil óseo de la glenoides o del humero.
La inestabilidad del hombro puede ser voluntaria. La cabeza humeral se desplaza
mediante un movimiento deliberado, concreto y conocido. Puede suceder que la repetición
Matsen utilizó una clasificación con acrónimos (TUBS y AMBRI) que perfilan una
etiología, anatomía patológica y tratamiento.
TUBS: Traumática, unidireccional, con lesión de Bankart, y tratamiento quirúrgico.
AMBRI: Atraumática, multidireccional, bilateral, tratada con rehabilitación y cuando
requiere cirugía se efectúa un retesando inferior.
Como era de esperar esta clasificación se ha hecho popular ya que contiene un
algoritmo de tratamiento.
En 1998 Schneeverger y Gerber introdujeron el concepto de gravedad del
traumatismo y de la dirección de la inestabilidad.
No laxitud
Traumatismo repetido →Inestabilidad multidireccional
Traumatismo único → Inestabilidad unidireccional
Laxitud generalizada
Traumatismos mínimos →Inestabilidad unidireccional
Anatomía patológica
La cabeza humeral, al irrumpir con violencia contra la pared antero-inferior de la
cápsula articular y provocar su desgarro, determina lesiones extensas de sinovial,
manguito capsular, ligamentos, rodete glenoídeo, vasos, nervios, músculos y sus
inserciones. Los desgarros son extensos, y la hemorragia profusa. Todo ello va a un
proceso de cicatrización, fibrosis, retracción y rigidez. Debe tenerse en cuenta la sucesión
de estos procesos anatomopatológicos para explicarse y poder prevenir sus
consecuencias.
Aproximadamente un 25% de las luxaciones se asocian con fracturas del troquíter;
la violencia y magnitud del desplazamiento, lesiona por tracción o contusión ramas del
plexo braquial, especialmente del nervio circunflejo (25% de los casos). Más raros son el
compromiso de la arteria o vena axilar o sus ramas circunflejas.
Síntomas y diagnóstico
En general el diagnóstico es simple; al antecedente de la caída, la posición del
brazo, enfermo con mucho dolor en el hombro, sujetándose el antebrazo con el codo
flexionado, revela lo que ha ocurrido.
Cuadro clínico
• Enfermo joven.
• Con el antecedente de una caída con el brazo en abducción y rotado externamente.
• Brazo fijo en abducción ligera.
• Aplanamiento del contorno del hombro; "hombro en
charretera", producido por la prominencia del acromion;
en ausencia de la cabeza humeral bajo del deltoides, éste
cae vertical hacia abajo.
• Desaparece el hueco delto-pectoral; ahora allí se ve y se
palpa la prominencia de la cabeza humeral.
• La región sub-acromial está vacía; y allí puede introducir sus dedos bajo el
acromion: "golpe de hacha" sub-acromial.
• Miembro superior en ligera rotación interna; palma de la mano mira ligeramente
hacia adentro y atrás.
• El brazo aparece algo más largo, especialmente en la luxación infra-glenoidea.
Examen radiográfico
Idealmente debiera tenerse una buena radiografía del hombro, previa a la
maniobra de reducción; sin embargo, ésta no debiera ser pospuesta si no es posible
obtener una radiografía inmediata.
Objetivos
• Investigar si hay fractura del troquíter y sus caracteres.
• Confirmar el diagnóstico exacto.
Tratamiento
Las maniobras por las cuales se reduce la luxación debieran ser tan suaves que, en
general, no debiera ser necesaria una anestesia general para conseguirla.
Así, pudiera intentarse esta reducción sin anestesia, en casos excepcionales:
• Luxación de menos de dos horas.
• Enfermo joven.
• Enfermo tranquilo y confiado.
• Cirujano con una buena experiencia traumatológica.
Sin embargo, son tales las ventajas que la anestesia general le ofrece tanto al
enfermo como al cirujano, que es excepcional que se intente la reducción sin ella. En
luxaciones que tengan ya más de dos a tres horas, en enfermos de edad avanzada con muy
probable osteoporosis que hace fácil una fractura del cuello del húmero, con mucho dolor,
excitados, temerosos, etc., o cuando se carece de la debida experiencia, resulta
desaconsejable el intento de reducir sin anestesia.
Son tres los métodos más usados para conseguir la reducción.
Método hipocrático
Se consigue la reducción practicando una suave tracción del miembro, colocando la
cabeza humeral en rotación externa suave; usando el talón del propio operador como
punto de apoyo al húmero, se aduce el brazo logrando desplazar la cabeza hacia afuera,
colocándola a nivel de la glenoides; con un suave movimiento de rotación interna, la
cabeza es colocada frente al desgarro capsular; la tensión muscular y el movimiento de
rotación introducen la cabeza dentro de la cavidad articular:
Técnica
1. Enfermo tendido de espaldas.
2. El operador toma con sus dos manos la muñeca del enfermo.
3. Se coloca el talón del pie descalzo (hombro derecho-pie derecho; hombro
izquierdo-pie izquierdo), junto a la axila, entre la pared del tórax y el 1/3 superior
del húmero, sin presionar con el talón en el fondo de la axila.
4. Tracción suave, firme, sostenida.
5. Suave y lenta rotación externa, que desencaja la cabeza humeral.
6. Cuidadosa aducción del brazo, presionando contra la del punto de apoyo del talón;
así se consigue desplazar la cabeza hacia afuera y colocarla frente a la glenoides. Es
el momento más peligroso de la maniobra. El talón desnudo, actuando como
dinamómetro, va indicando el grado de la presión ejercida. Una fuerza excesiva, en
un hueso osteoporótico, puede provocar fácilmente la fractura del cuello del
húmero.
7. Manteniendo la tracción y la aducción del brazo, mediante una suave rotación
interna se reduce la luxación.
Maniobra de Kocher
Pretende movilizar la cabeza del húmero haciéndola seguir una trayectoria inversa
a la que describió al luxarse; si se pone atención en el desplazamiento de la cabeza en cada
una de las distintas etapas de la maniobra de reducción, se verá que, con la tracción,
rotación externa, aducción del brazo y por último, con la rotación interna, se ha hecho
seguir a la cabeza humeral, en sentido inverso, el mismo camino que siguió al luxarse.
Las maniobras deben ser extremadamente suaves, sostenidas, sin violencia alguna,
a tal extremo que es la maniobra más adecuada para reducir la luxación sin recurrir a la
anestesia general.
Técnica
1. Enfermo acostado, codo flexionado en 90º.
2. Hombro en el borde mismo o un poco por fuera del borde de la camilla.
3. Tracción sostenida, manteniendo el brazo en ligera abducción.
4. Manteniendo la tracción, hacer rotación externa del brazo, en forma muy suave,
firme y sostenida, hasta llegar a los 80° (casi al plano de la camilla).
Es el momento más peligroso de la maniobra. Si la cabeza del húmero no está libre,
si hay fuerte contractura muscular, si hay dolor y si la maniobra es descontrolada y
violenta, la fractura del cuello del húmero es inminente.
5. Siempre manteniendo la tracción y la rotación externa, llevar el codo hacia adentro
(aducción del brazo) y adelante, de modo de colocarlo en un punto cerca de la línea
media, sobre el hemitórax; con esto se desplaza la cabeza humeral hacia afuera y la
enfrenta a la glenoides y la deja frente a la brecha capsular.
6. Rotar el brazo hacia adentro y colocar la mano del enfermo sobre el hombro del
lado opuesto. Generalmente es en este momento cuando la cabeza se introduce en
la cavidad articular, a través de la brecha articular.
Procedimiento post-reducción
La reducción de la luxación no determina el fin del tratamiento; quedan por
cumplir los siguientes procedimientos:
• Comprobación de indemnidad del nervio circunflejo, y que no haya compromiso
vascular (pulso radial, temperatura y color de los tegumentos de la mano, ausencia
de dolor muscular por isquemia).
• Radiografía del hombro para comprobar que no ha habido una fractura (troquíter)
y que la luxación está reducida.
• Inmovilización del hombro, de modo que impida los movimientos de abducción y
rotación externa.
El vendaje Velpeau es una buena inmovilización, que se debe mantener por 10 a 15
días, para iniciar ejercicios activos del hombro y codo, controlados por el médico por lo
menos una vez por semana y realizados todos los días y varias veces al día.
No se autoriza la práctica de actividades deportivas, atléticas, de esfuerzo físico,
antes de los dos a tres meses.
Los plazos señalados son más largos y la estrictez en el cumplimiento de las
indicaciones es mayor en enfermos pasados los 40 a 45 años de edad.
Complicaciones
Lesión del nervio circunflejo
Quizás sea la más frecuente de todas las complicaciones; por estudios
electromiográficos se ha llegado a determinar que en no menos de 30% de los casos es
posible detectar algún daño del nervio.
La lesión está provocada por elongación del nervio que circunscribe muy
estrechamente el cuello del húmero, y siendo relativamente corto, su margen de capacidad
para soportar tracción es muy limitada.
La lesión generalmente es transitoria, dependiendo de la magnitud del daño, pero
el período de recuperación es lo suficientemente dilatado como para permitir una atrofia
progresiva del músculo deltoides, que es, entre todos, el más sensible a la inactividad.
El diagnóstico debe ser realizado de inmediato, y en lo posible con confirmación
electromiográfica.
Informe de inmediato, por escrito, de la complicación, al enfermo o a sus
familiares.
Tratamiento
• Inmovilización en yeso tóraco-braquial con miembro en abducción de 90°
(horizontal).
• Se retira la parte dorsal del segmento braquial y antebraquial del yeso.
• Se invita al enfermo a realizar esfuerzo muscular con el deltoides. Control
periódico.
• Fisioterapia: masaje muscular, estimulación eléctrica, con el objeto de evitar la
atrofia por desuso.
• Se retira el yeso sólo cuando haya habido suficiente recuperación del deltoides, de
tal modo que sea capaz de sostener el brazo elevado sobre la horizontal.
Con respecto a la patogenia del proceso debemos admitir que no está aún bien
aclarada, a pesar del énfasis con que los diversos autores sostienen rotundamente sus
opiniones.
En ese sentido Bankart señaló como substrato anatómico (base anatómica) de la
recidivancia el desprendimiento anterior del rodete glenoideo (fibrocartílago de
ampliación, labrum, limbo, etc) y adecuó su operación a dicha alteración.
La TAC permite evidenciar trazos glenoideos y cefálicos. La RNM permite el
diagnóstico del desprendimiento del labrum en forma precisa.
Varios autores dieron valor en su momento al defecto óseo posteroexterno de la
cabeza humeral, causado por impactación de ese sector contra el reborde anterior
glenoideo, en la abducción-rotación externa el defecto y reborde mencionados se ponen en
contacto y se favorece la nueva luxación: este defecto óseo, fue descripto primeramente
por Broca y Hartmann. Los autores de habla inglesa lo rebautizaron "lesión de Hill-Sachs".
McLaughlin da el mayor valor al desgarro de los ligamentos glenohumerales; y
De Palma afirma que lo fundamental es la distensión y debilitamiento del manguito
muscular rotador, en especial en la zona del subescapular.
Estos últimos autores consideran que muchas lesiones que se presentan en el acto
operatorio, entre ellas el desprendimiento del rodete y la muesca ósea posteroexternas
son consecuencia de las repetidas luxaciones, pero no la causa de las mismas.
De Palma interpreta la infrecuencia de la recidiva después de los 30 años por el
hecho de que al avanzar la edad se va limitando normalmente la rotación externa, al irse
alterando con el desgaste las estructuras periarticulares, de modo que se elimina el sector
angular de movimiento que favorece la reluxación. El mismo autor insiste en que, de
acuerdo a sus estudios en casos operados, tanto la primera luxación como las recidivas se
producen en su mayoría dentro del fondo del saco del subescapular.
El diagnóstico de estos casos surge más que todo de la anamnesis. Para el
diagnóstico diferencial con la laxitud articular examinamos el hombro contralateral, los
codos, los dedos buscando hiperextensión anormal.
Para evaluar la estabilidad glenohumeral realizamos maniobras forzando la
articulación en diversas direcciones experimentando el grado de temor a que se le luxe.
- El signo del cajón. Una mano fija el hombro desde arriba y la otra maneja el húmero
proximal. Un sobresalto hacia adelante evidencia una desinserción labral.
- El signo del surco. Al traccionar hacia inferior si se subluxa pensamos en laxitud, común
en mujeres flacas.
- El test de la aprensión. Paciente sentado brazo en abducción, rotación externa. El
examinador empuja con su pulgar la cabeza humeral hacia adelante, el paciente con
inestabilidad anterior refiere temor o aprensión.
- La prueba del fulcrum: Paciente acostado brazo en abducción. El examinador pone una
mano "tope" debajo de la cabeza humeral, mientras que la otra lleva el codo hacia atrás en
rotación externa, en ese momento el paciente tiene pánico de luxarse si padece
inestabilidad anterior. Alguna vez puede plantearse la duda de si se trata de una luxación o
de una subluxación; y aún de si estamos frente a una luxación anterior o posterior.
Ante los antecedentes suministrados por el enfermo, se pide la Rx de frente en
rotación interna de 70°, donde se demuestra la muesca del sector póstero-interno de
la cabeza en un importante número de casos.
Pero, en general, el único tratamiento exitoso de la luxación recidivante es el
quirúrgico. En esto hay consenso unánime; no así en la elección del procedimiento, para
el cual se han propuesto cerca de centenar de técnicas. Aún con las más experimentadas
hay un leve porcentaje de recidivas.
Periartritis de hombro
(Lesiones tendinobursales)
Concepto. Con el nombre de periartritis u hombro doloroso se agrupan cuadros
caracterizados por dolor, impotencia
funcional y rigidez de hombro, originados Fig. 3
por lesiones de tipo degenerativo
traumático de las estructuras que rodean la
articulación, en especial del tendón
supraespinoso (tendinitis degenerativa,
calcificaciones, rupturas), de la bolsa serosa
(adherencias que llevan al hombro
congelado) y del tendón de la porción larga
del bíceps en su corredera (tenosinovitis
dolorosa, ruptura). Después de los cuarenta
años nuestro hombro envejece y está expuesto a estas contingencias por traumas leves.
El hombro doloroso es la tercera causa más frecuente de consulta
musculoesquelética en atención primaria. La prevalencia en la población en general se
estima que es del 6 al 11 % en menores de 50 años y del 16 al 25% en los mayores de esa
edad.
El dolor en hombro es más frecuentemente poco localizado (difuso), pero hay
algunos cuadros más típicos:
a) La calcificación aguda del supraespinoso, con dolor intensísimo (generalmente
nocturno), rigidez antálgica de hombro y dolor exquisito en ese punto (fíg. 3 y 4).
Fig 4
(calcificación, ruptura completa); (3) síndrome de fricción acromial (en dos planos); (4)
síndromes bicipitales (tenosinovitis, luxación o ruptura de la porción larga).
Esta distinción es importante, ya que el tratamiento es diferente. Aclarando, una
ruptura completa del supraespinoso puede no dar el cuadro típico, sino un cuadro bursal o
un síndrome de fricción; pero el tratamiento que requiere es el de su manifestación. Una
tenosinovitis del bíceps largo puede no ser típica, sino dar una reacción bursítica crónica;
por lo tanto, debe tratarse como este proceso crónico inespecífico.
Síndrome bursítico
(Periartritis de sintomatología difusa, sin localización lesional)
AGUDO. Dolor intenso, desgarrante, con dolor provocado sobre la bolsa, difícil de
localizar en ese momento. La axila (punto articular inferior) es indolora, lo que la
diferencia de la artritis aguda glenohumeral; inmovilidad antálgica. La causa más común
es la existencia de una calcificación del tendón del supraespinoso; la Rx aclara el
motivo (fig 3).
Otra causa de periartritis aguda es la congestión reactiva algunas horas después
de una ruptura total del supraespinoso, que más adelante se manifestará por su cuadro
típico de impotencia de la elevación.
Sean ésas u otras las causas, el tratamiento es siempre el mismo: anestesia
infiltrando el nervio supraescapular, vendaje de Velpeau, hielo, analgésico-
antinflamatorio.
SUBAGUDO. Se queja mucho de dolor y de limitación de la movilidad (en especial
para la abducción-elevación), pero ya no es un cuadro de urgencia. Hay puntos dolorosos
localizados. Buscarlos y efectuar la infiltración local. En general el tratamiento es
cuádruple: infiltraciones, medicamentos, fisioterapia, gimnasia. (Tener en cuenta este
tratamiento dado que se menciona reiteradamente en los temas que siguen).
Indicación quirúrgica
El no mejorar a los cuatro meses (para Neer, al año) puede ser motivo, para
algunos, de exploración operatoria; si no se encuentra lesión típica, efectuar:
acromiectomía, extirpación de vellosidades bursales si las hay, sección del ligamento
acromiocoracoideo, trasposición del bíceps largo a coracoides.
Esta conducta se basa en que estos cuatro elementos son causa habitual de
desacuerdo mecánico y molestias
Todos los trabajos recientes coinciden en que siempre deben combinarse los dos
siguientes aspectos:
-técnicas "reparativas" (o reconstructivas) de cada una de las lesiones
comprobadas;
-técnicas "decompresivas" (liberadora) dejando un mayor espacio subacromial a la
excursión de las estructuras en juego.
Dentro de lo difícil que resulta tomar decisiones quirúrgicas en casos de
sintomatología difusa, inclinarían en algo hacia la operación: (a) una artrografía con pasaje
de sustancia de cápsula a bolsa (Campbell); (b) un acercamiento radiográfico de 5 mm o
más entre cabeza y acromion (lo normal es de 7 a 14 mm.); (c) una osteítis reaccional de
acromion.
CRÓNICO (Hombro congelado) (periartritis escapulohumeral). Este estadio es
todavía motivo de muchas controversias, pero en la práctica es un cuadro de dolor muy
molesto y de rigidez; la posición antálgica es de aducción y rotación interna, a lo Napoleón,
al principio corregibles con anestesia general, luego fijadas por la fibrosis y retracción.
Se ha descrito el curso clínico como consistente en tres fases: dolor, rigidez y
«descongelación». La fase de dolor dura de 2 a 9 meses y su localización es difusa, lo que
Tratamiento
Entre los principios básicos están el control del dolor, la preservación del balance
articular y la recuperación completa de la movilidad. La analgesia permitirá al paciente
participar adecuadamente en el programa rehabilitador. Utilizaremos AINE e inyecciones
intraarticulares y subacromiales de esteroides.
La rehabilitación es fundamental para mantener y recuperar la movilidad, y los
ejercicios deben repetirse cuatro o cinco veces diarias. Se ha utilizado la distensión
capsular por distintos mecanismos, como inyección bajo anestesia local, en el curso de una
artrografía o una artroscopia. Cuando el proceso no responde a una rehabilitación
correcta, en general tras unas 6-12 semanas de tratamiento supervisado sin alcanzar los
90° de elevación, se interviene para facilitar el proceso de recuperación utilizando técnicas
de movilización bajo anestesia, artrólisis artroscópica o artrólisis abierta. La elección del
gesto terapéutico dependerá del momento evolutivo, de los procesos asociados y de las
preferencias del cirujano. En general, la movilización bajo anestesia es satisfactoria en
cuadros poco evolucionados. La artrólisis artroscópica permite la liberación selectiva
intraarticular y subacromial y evitará lesiones incontroladas de las partes blandas o la
fractura yatrogénica en hueso osteopénico. La artrólisis abierta permite abordar los casos
de rigidez posquirúrgica y las adherencias extraarticulares. Tras todos estos métodos el
paciente volverá al proceso rehabilitador.
La posibilidad operatoria depende de la interpretación patogénica. Para
muchos, la periartritis es un proceso cíclico que cura con tratamiento incruento entre los 6
meses y los 3 años; nunca operan. Para otros la evolución cíclica sólo ocurre en el 33 por
ciento de los casos, por lo que aconsejan operar, explorando las causas y terminando con
la misma técnica (de actuar sobre varios elementos) detallada en las subagudas. Para De
Palma la causa más común es la tenosinovitis bicipital y recomienda trasponer el tendón a
coracoides. De Anquín realiza, además, la ruptura forzada de adherencias durante la
operación.
Vemos que, en general, el tratamiento incruento es el mismo en la subaguda que en
la crónica; para adoptar el tratamiento quirúrgico no hay criterio uniforme. Pero durante
la operación, todos coinciden en combinar las técnicas reparativas con las decompresivas
(liberadoras de todo obstáculo en el espacio subacromial). Las fibrosis y adherencias
hacen que las técnicas sean más difíciles que en los casos subagudos. Eso y la posibilidad
de estar ante un caso de evolución cíclica, desaniman a menudo al cirujano, llevándolo a
preferir el temperamento incruento.
Un grupo de autores insiste en que el concepto de "hombro congelado" debe dejar
sitio al de capsulitis adhesiva, proceso en que desaparece gran parte del espacio sinovial
articular por adherencia de todo el sector inferior, el axilar. La artrografía así lo
demuestra. Es una secuela muy posible si se mantiene prolongadamente la actitud
napoleónica.
Esta entidad tiene caracteres propios, aparte de la imagen artrográfica del fondo
de saco inferior obliterado: casi siempre son mujeres, en miembro superior menos hábil,
evolución insidiosa, gran dolor sobre la V deltoidea que hasta les impide dormir sobre ese
lado. Suele ser autolimitante (cíclica) igual que la periartritis recién considerada. Está
indicada la movilización forzada. Si no mejora, a la larga puede imponerse la operación por
vía axilar (artrotomía).
Síndrome bicipital
Las lesiones más comunes del tendón del bíceps son:
(a) Tenosinovitis. Boehler afirma que las agudas son a veces consecutivas a gripe
o reumatismo y las trata con novocainización y masaje, que moviliza las adherencias.
Son inflamaciones del fondo de saco sinovial que rodea la porción larga del bíceps.
De sus signos, el más importante es el dolor al intentar desplazar el tendón en su
corredera.
A los residentes les gusta recordar el signo de Yergason: dado que el bíceps es el
principal supinador de antebrazo, si el médico ofrece resistencia a la supinación forzada
que intenta el enfermo, el tendón largo se tensa al máximo y duele en la corredera bicipital
cuando su bolsa sinovial está inflamada.
Para De Palma esta entidad es muy importante, quizá más que las lesiones del
manto, y la causante más común de la periartritis.
El tratamiento es el habitual de la bursitis subaguda (tétrada) al que se agrega,
cuando no cede, la supresión de la función de alojamiento bicipital de la corredera
mediante la trasposición a la coracoides junto al tendón de la porción corta. Otros
eliminan la movilidad tendinosa seccionando el tendón largo y anclando el cabo distal en
corredera.
(b) Luxación del tendón del bíceps fuera de la corredera. Aparte del dolor, se
palpa un chasquido al pasar a la abducción y rotación externa, que a menudo también se
oye. Puede ser útil la artrografía para su diagnóstico.
(c) Ruptura del tendón largo del bíceps. Por realizar esfuerzos de flexión de
codo (sostener un objeto pesado en su caída, por ejemplo). Se ve el vientre muscular
retraído hacia abajo. Duele un tiempo. Hay cuatro soluciones: (1) dejarlo así. El bíceps
corto y braquial anterior suplen la función; (2) suturarlo, lo que es aconsejable en
personas jóvenes que deben realizar esfuerzos. Sin embargo, lo habitual es encontrar esa
ruptura en gente madura o de edad, ya que es favorecida por las lesiones degenerativas a
que nos hemos referido; (3) trasponerlo a la coracoides (Gilcreest) si la sutura es
técnicamente difícil; (4) fijarlo a metáfisis (anclarlo en corredera).
Diagnóstico diferencial del hombro doloroso. Ya vimos, al estudiar las cervico-
braquialgias, que procesos de columna cervical o de la fosa supraclavicular pueden dar
dolores a lo largo del brazo.
El dolor provocado tiene mucho valor localizador del proceso en hombro para
diferenciarlo de los dolores reflejos o referidos. Suele coexistir con este dolor provocado
un punto doloroso espontáneo y provocado sobre la inserción del deltoides en
húmero, lo que va a favor de hombro doloroso, y cuyo hallazgo tiene mucho valor
diagnóstico.
Si el enfermo señala que se corre el dolor hacia cuello, pensar en causa cervical
(cérvico-artrosis); lo mismo si hay parestesias en mano.
Fractura de clavícula
Es una lesión común, frecuente en la infancia y la adolescencia y raras veces
requiere tratamiento quirúrgico. La fractura se produce por un golpe directo en el 94%
de los casos. En más de 2000 casos estudiados por Neer, encontró solamente 3
pseudoartrosis en tratamiento incruento. De 14 pseudoartrosis, 10 habían sido
quirúrgicas. Siempre se han encontrado pseudoartrosis en pacientes operados.
Clínica
Por una caída generalmente sobre el hombro afectado se produce la fractura de
clavícula. El paciente experimenta intenso dolor, impotencia funcional, se toma el codo
con la otra mano (posición de DESAULT); se aprecia deformación en la zona de clavícula,
un aumento de volumen y en algunas oportunidades equimosis, y desaparición de fosa
supra e infraclavicular.
Clasificación
La fractura puede ser:
a. Fractura simple o a varios fragmentos.
b. Fractura del extremo interno.
c. Fractura del extremo externo.
d. Fractura de la parte media.
Complicaciones y secuelas
a. Lesiones pleuropulmonares. La clavícula se encuentra muy próxima a la primera
costilla, de manera que una fractura puede tocar la pleura o el parénquima pulmonar
produciendo lesiones inesperadas. Unas veces irritación pleural, produciendo tos
persistente. Otras veces puede colapsar el parénquima pulmonar (lesiones raras).
b. Lesiones vasculares y nerviosas. La clavícula también está muy próxima a los
vasos claviculares y al plexo braquial pudiendo producir lesiones muy graves que obligan
a una intervención quirúrgica urgente.
c. Pseudoartrosis. Es una secuela que se presenta con más frecuencia que las
anteriores sobre todo en las fracturas a varios fragmentos. No existe una consolidación
normal en el tiempo adecuado de inmovilización, produciendo movilidad anormal de la
zona fracturadas disminución de la fuerza al cargar objetos y deformación de la clavícula
a los movimientos.
Este tipo de fractura requiere de operación. La causa de su presentación es: corto
tiempo de inmovilización, muchos fragmentos o tejido interpuesto en los extremos de la
fractura o fracturas ya operadas.
d. Cabalgamiento. También es posible que, durante el tiempo de tratamiento, se
incluya en el callo óseo de consolidación una parte de un vaso o nervio, como ya se
describió, por estar cerca de estas estructuras. También es necesario operar.
Todas estas lesiones de secuela, felizmente, no son de presentación frecuente.
Tratamiento
El tratamiento es generalmente incruento y el cruento es sólo en casos de
complicaciones y secuelas.
El método incruento es el preferido ya que la clavícula generalmente se fractura
en dos partes. Es un hueso muy noble porque consolida pronto y recupera la fuerza y los
movimientos del hombro completamente. El problema está cuando al tratar de alinear los
fragmentos quedan unas puntas que sobresalen sobre la piel que dañan la estética del
escote de alguna dama.
El método que se usa es el “vendaje en 8”, que consiste en colocar en los hombros
una venda de tela jalando los hombros hacia atrás tratando de corregir el cabalgamiento
de la fractura, o en otros casos es preferible sentarlo en una silla y colocarle una rodilla
en la espalda y tirar los hombros hacia atrás y colocarle el vendaje. Al final se ve que por
delante la venda pasa por los hombros y por detrás se cruza de hombro a hombro. Así
permanece por 30 días y luego se le indica ejercicios. En los niños, hasta los dos años, se