El Uso Adecuado Del Idioma y Las Redes Sociales

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EL USO ADECUADO DEL IDIOMA Y LAS REDES SOCIALES

Julio Sierra Domínguez (*)

ENTRADA
Hablar del idioma es hacer un recorrido en un tren, para disfrutar el
paisaje, desde la ventanilla. Y convertir cada estación en una ciudad,
que sea posible en un mapa, y que permanezca abierta a todas las
miradas.
Esto nos indica que el universo es un conjunto de esferas, que circulan
sin tropezarse, para que, cada una de ellas, hable por sí sola: Con la
voz de sus habitantes. Con la melodía y el ritmo que se impregna en
nuestros sentidos, desde que el sol y la luna se hicieron una promesa
de amor. Tal vez, por lo mismo, los versos del rapsoda ( Julio Sierra Domínguez.
Poemas de medianoche. 2001. Poema 5):

En el tranvía de los sueños que pasa por tu ventana


Sólo espero que me ames en cada estación

Los planteamientos expuestos, hasta aquí, nos conducen a la posibilidad de


contemplar a la humanidad, como parte de un contexto, donde comunicarse
es fundamento de vida. Lo que indica que los hechos que se despiertan ante
nuestros ojos, son claves para entender la razón fundamental de la
convivencia.

No somos seres aislados, somos un entendimiento compartido que, en


lugar de separarnos, nos une, sin derecho a la exclusión. Luego, lo que
yo veo y el hecho de lo posible, hacen un pentagrama cuya música no
se niega a la coexistencia. Todo lo contrario, somos uno con el otro;
somos uno con lo otro.
Este momento, de ser uno con lo que no soy yo, mantiene activa, la
posibilidad de estar en el vagón del tren, bebiendo lo que percibo. Y,
de verdad, el génesis se queda corto ante lo que quisiéramos ver,
desde la ventanilla del vagón del tren, aunque fuéramos a la velocidad
de la luz, y aunque las cosas y los aconteceres de la cotidianidad,
hicieran del tiempo, la acción de dilatarse y de contraerse, según
necesidad; como sucede con los fuelles de un acordeón, que nos
entrega una nota musical entrando y una diferente saliendo.
Cada paso adelantado en este viaje temático, nos acerca a una realidad
vivencial que no se escapa a lo que sucede, diariamente, en nuestra
casa grande. Igualmente, en la alcoba donde dormimos o en el
comedor donde compartimos el pan con los más próximos. En la sala
o en el patio cargado de frutos y aún de soledades.

EL USO DEL IDIOMA


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Para hablar del uso del idioma se requiere abrir la corteza de un fruto
resguardado, sentir la expresión intangible del evento, el gozo que uno
tiene sobre un hecho o acontecer. Lejos del aprovechamiento de las
cosas que se miden por su utilidad (utilizar) y, mucho más lejos, del
uso indebido de lo que se desea (burlar/abusar).
Esto nos conduce a sentir que somos parte del todo, pero de igual
forma, que somos uno con el todo. Nosotros no nos podemos
desprender de lo que tenemos alrededor nuestro y, mucho menos, de
lo que sentimos. Esto lo podemos desgranar manifestando que, cuando
estamos en casa, no somos elementos aislados. Somos una familia que
está conformada por seres que están separados y unidos, a la vez.
En este preciso momento se puede traer a consideración el retrato del
cuerpo místico: “Cuando una parte del cuerpo se resiente, el cuerpo
entero se resiente”. Aún más: aquí la suma de las partes es mayor que
el todo. No cabe excluir. Cada elemento, por muy pequeño que sea, es
tan importante como el más grande.
Dado este planteamiento, podemos entender el lenguaje como la
capacidad general de comunicación. Si sucede así, la lengua o el
idioma es la capacidad particular de comunicación y el habla, la
capacidad singular de comunicación. Luego, de esta esfera mágica
nadie se escapa. Entonces, las abejas, en el factor de la comunicación,
hacen parte del lenguaje, claro que sí. Y de la lengua o idioma,
también. Y del habla, también. ¿Sucede lo mismo con un árbol? Claro.
Y con una piedra, igual. Repetimos, de esta esfera mágica nadie se
escapa.
Usted ahora, entraría en duda, y se preguntaría: ¿Por qué yo no hablo
con las abejas, si ellas, como yo, tenemos la capacidad de
comunicarnos? La respuesta no se hace esperar: por cuestiones de
idioma. ¿Y con un árbol? Igual. ¿Y, con una piedra?: igual.
Bien sabemos que, que conversar, al igual que dialogar, los sujetos
que conversan o dialogan, son sujetos de preguntas y respuestas. O,
como bien dice Frank Dance, en su obra sobre la Comunicación
Humana: el diálogo, vía para hallar algo, es “la elicitación de una
respuesta”. Entonces se puede dar el caso que el interlocutor no le
corresponda con lo que usted busca, si no con lo que él contiene.
Trayendo a consideración el caso antes citado, de las abejas, podemos decir: Ellas
aprenden a navegar con precisión, kilómetros de distancias, lejos de su nido;
localizan y recuerdan qué flores brindan las mejores recompensas; recolectan
polen y néctar y vuelven a casa, sanas y salvas; procesan información compleja y
toman decisiones (Ignasi Bartomeus. (Investigador de la estación biológica de
Doñana. España) El sofisticado e interesante cerebro de las abejas. (Artículo en
revista The Conversation. Reino Unido. 10 de mayo de 2022)

¿Qué tiene de raro el idioma que no me permite hablar con las abejas,
con el árbol y con la piedra? Nada. Porque el idioma, no aleja; el
idioma aproxima. Usted ahora mismo no sabe alemán. Pero la otra
persona, no sabe español. Ello no indica que no se entiendan, porque
entenderse es cuestión de sentimientos. Simplemente, no se
decodifican. Y de esto sí que sabe la tecnología.
De aquí se puede proyectar que un idioma que no se contextualiza es
similar al sabor de un chicle que ya otro ha masticado. Luego, el
idioma y el uso del idioma es cuestión de sentimiento, más que de
códigos. Esto, no nos aleja de la importancia de la codificación, sino
que reafirma lo que se siente cuando el idioma hace del lenguaje su
casa grande para poder solicitar, agradecer, persuadir y expresar lo
que siente.
Igual hecho acontece, cuando el sentir trasciende a los códigos
aislados y los empapa de sentimientos inquebrantables, cual la parte
jugosa de una naranja madura. Aquí, lo físico y lo trascendente
cohabitan y se reconocen y se añoran, si algo intenta separarlos o
distanciarlos. Ahora el poeta lo hace patético en los siguientes versos
(Julio Sierra Domínguez. Amantes en el paraíso. 2000. Poema 3: Tu sonrisa.):
Extraño como un niño tu sonrisa fresca
Solo mi silencio sabe
Cuantas veces me acomodo en tus labios para sonreír contigo

Para tejer los hilos aquí descritos, se prefiere a un conversador con


estilo de hablada hablada, ese que muestre el otro lado del habla, que
entone y exprese lo que siente tal como lo siente, sin abandonar el
mismo sentir que el autor dejó heredado en el texto, como bien lo
menciona el filólogo Otto Armando Ricardo Torres (Caimito, Sucre,
Colombia) en sus escritos sobre esta temática.

Similar trato es hallado en las distintas manifestaciones del autor José


Elías Cury Lambraño (Corozal, Sucre, Colombia) al profundizar las
líneas de un estudio gramatical sobre el habla de la Costa Caribe
colombiana, que fue denominada por el autor como El Costeñol.

En época paralela, Guillermo Valencia Salgado (Montería, Córdoba,


Colombia), Benjamín Puche Villadiego (Montería, Córdoba,
Colombia) y Aquiles Escalante Polo (Barranquilla, Atlántico,
Colombia) ascendieron a la montaña a decodificar hechos y
condiciones de vida de los hablantes de corredores indígenas y de
comunidades triétnicos. De ello, hacen historia el Palenque de San
Basilio (Bolívar, Colombia), el Palenque de Mazinga(Guajira,
Colombia) y las extensas sabanas que sirvieron de escenario físico y
espiritual a los Zenúes (Córdoba, Sucre y Bolívar en Colombia)
2
Llegado a este punto, se aproximan hechos de una matriz que retrata
el idioma por dentro. No en vano, el nacimiento de rapsodas y
cantores de historias vivenciales, que toman el idioma como vehículo
para reconocer y reconocerse en las calles de las ciudades y pueblos y
provincias. Tal el caso de La Ilíada, la Biblia, El Quijote, Cien años de
soledad, entre otros.

De igual forma, compositores que juegan con las palabras ante


episodios naturales o hechos significativos. Tal el caso de Juan Manuel
Polo Cervantes – Juancho Polo Valencia - (Cerro San Antonio, Magdalena,
Colombia) con Lucero Espiritual; Pablo Flórez Camargo (Ciénaga de Oro,
Córdoba, Colombia), con los Sabores del porro; Leandro José Díaz Duarte -
Leandro Díaz- (Hato Nuevo, Guajira, Colombia) con la Diosa Coronada; Julio
Fontalvo Caro (Las Palmas, San Jacinto, Bolívar, Colombia) con Río Crecido;
Octavio Daza Daza ( San Juan del Cesar, Guajira, Colombia) con Río Badillo,
por sólo mencionar algunos compositores del Caribe Colombiano, que
entonan las palabras con sentimientos hasta el punto de hallarles ritmo
y melodía, más allá de lo que nuestros ojos pueden ver y nuestros
oídos escuchar.

Lo anterior nos conduce al idioma onomatopéyico de los corredores


indígenas Zenú y Embera Katío en las zonas de las sabanas del gran
Bolívar, hoy sur de Bolívar, Córdoba y Sucre; los Kowis y los
Arawaks en las sabanas y proximidades de la Guajira, Magdalena y
Cesar.

Se incluye en esta gestión, el sentimiento de los abuelos al relatar sus


cuentos, nominar a sus pueblos, nombrar a sus hijos, agradecer por los
favores recibidos. La gratitud al saludar cuando se llega por primera
vez o cuando ya es costumbre. Tal el caso de la despedida, entre los
Arawaks: ((En occidente se dice: Adiós. Entre ellos: Hasta cuando nos
volvamos a ver)). Esto nos conduce a confirmar que todo el sentir
aborigen es contextualizado. No es decir por decir, es decir lo que se
siente.

Entonces, nos ha llegado el momento de mirarnos frente al otro. Para


ello, ocupemos nuestras posiciones. La persona quien habla es el
comunicador de hechos y sentimientos de convivencia, que se pueden
manifestar, que se pueden compartir; o aquellos de intimidad que se
pueden entregar con sana discreción. Estos hechos y sensaciones
pueden ser simples, fríos, desganados o pueden ser nutridas, alegres,
melódicos y rítmicos.

La persona quien escucha es el receptor de los hechos y emociones del


comunicador. Luego la comunicación es un matrimonio y, como bien
dice el místico Osho, “yo no puedo juntarme para hacer infeliz a una persona
que antes no lo era”. De aquí, la responsabilidad de ser evangelizador; de
llevar la buena nueva al otro; o de recibir la claridad del camino.
Razón por la cual, todo acto comunicativo debe ser claro y sencillo. El
evangelizador de Emaús uso, para su caso, la parábola

Nace, entonces, un compromiso mayor al simple acto de codificar o


decodificar textos: la responsabilidad. Cuando yo digo algo, lo que
digo soy yo. Es lo que llevo como equipaje. Y aquí se cumple la
expresión, ya de uso popular, “nadie da lo que no tiene”.

Basado en este fundamento, vale la pena considerar la expresión del


otro. La habitabilidad de buenos contenidos o la soledad y el vacío.
Esto genera fundamentos filosóficos en el quehacer cotidiano: “al
necio poco caso” o “de la abundancia del corazón habla la boca”.
Cobra vigencia el principio del filósofo y ensayista José Ortega y
Gasset (Madrid, España): “yo soy yo más mis circunstancias, y si no la salvo
a ella no me salvo yo” (Meditaciones del Quijote, 1914). De igual, cuando
considera que el pensamiento emana de la vida misma como función
vital (La rebelión de las masas, 1930)

Al final de este trayecto nos podemos dar cuenta que: “por el equipaje
se conoce al pasajero”, Si usted no tiene algo que dar, no lo ofrezca.
Es preferible ser moderado en cada palabra, para que el discurso tenga
credibilidad y para que el mensaje sea una semilla que llegue y se
quede; o que llegue y se multiplique. Ello permitirá una comunicación
eficaz. Que sea equipaje ligero, pero efectivo y sustancioso, en lo
físico, al decir y expresar; y en el afecto, al recibirlo con admiración y
respeto, aunque, en algunos momentos, se acepte el contenido, pero no
se comparta.
LA COMUNICACIÓN Y LAS REDES SOCIALES

Hemos hallado en este proceso, al comunicador y al receptor.


Igualmente, al mensaje. Elementos claves para entenderse y entender
lo que sucede en la cotidianidad y en el desarrollo de cualquier
actividad personal o profesional.

Ahora haremos una aproximación al código y al canal. Y aquí,


precisamente, ingresan las redes sociales o comunidades formadas por
diferentes usuarios y organizaciones que se conectan a partir de
intereses comunes y se relacionan a través de plataformas de internet.
Ejemplo de redes sociales: Facebook, twitter, google, Linkedin,
Instagram o Tik Tok, entre otras.

Estas redes sociales y sus plataformas brindan algunas ventajas


técnicas y tecnológicas y, aún más, benefician la comunicación a nivel
del micro y macro universo, comunicación instantánea, inteligencia
colectiva al integrar grupos, ampliar el intercambio empresarial, entre
otros, pero, se va perdiendo la identidad, menos contacto cara a cara,
ruptura de relaciones familiares y de intercambio de sinceridad de
afectos.

Aquí el idioma tiende a ser elemento de consumo, cuya base es la


utilidad de las cosas, más que su uso. La contextualización de los
hechos y situaciones tienden a jugar un papel con falta de piedad. Lo
que es útil, aunque sea instantáneo, es lo que más se apetece. Hay una
aproximación al robot con piel humana. Una tendencia a minimizar
los hechos y situaciones a través de vocablos de piedra muda.

Se busca abreviar el decir y se deshabita de las emociones y del


contacto trascendente de cada palabra. Decodifica, pero no
contextualiza. Usa datos personales con fines desconocidos y hay
mucha exposición a contenido inapropiado. No todo lo que se publica
se puede usar con confianza, hay mucho deshecho de información. Sin
embargo, como todo elemento público, el riesgo no descarta la
posibilidad de mantener equilibrio al buscar y captar información.
El lenguaje obedece a un giro dirigido de unificación, de uniformidad
que genera un idioma que debe saberse manejar para acertar. Esto
requiere, la formación necesaria para no caer en la frecuencia del
anonimato y la esclavitud del texto sin contexto: aquí vale le pena
distinguir entre el elemento técnico unificador de utilidad y el uso de
vocablos que no degeneren el afecto de la comunicación

En lo técnico usted frecuenta: internet (red de ordenadores conectados entre sí),


buscador (sistema para buscar archivos), dominio (nombre exclusivo que se da a un sitio web),
archivo, formulario (documento para recoger datos), home (página principal de un sitio web), link
(enlace que lleva a una página web), menú (herramienta para navegar en el sitio web), página web
(una parte del sitio web). Sitio web (conjunto de páginas web a las que se entra desde un mismo
Y de aquí en adelante, se puede
dominio. Un sitio web es como un libro).
conformar un listado mayor de términos que hacen parte de un idioma
atado a un tecnicismo calculado, de sólo utilidad. Ej.: Cliquear, selfie,
postear, entre otros

A renglón seguido, el riesgo de la pérdida de la sensibilidad contextual


idiomática, con términos de uso rápido: ok. TQM. Bye. Muá.
Jajajajajaja. Al igual, la reiteración y el abuso de: caritas, manitos y
corazoncitos. Es bien sabido que el uso rápido de términos y figuras
puede llegar a malograr el uso del idioma. De aquí la necesidad de no
perder el hilo conductor.

La capacidad de conocer, relacionarse con los otros seres, analizar,


interpretar y comprender, nos coloca a los seres humanos, en el nivel
del disfrute. Cualquier otro aspecto va degradando nuestra situación.
Basta colocarse frente al espejo y reconocer que, la melodía y el ritmo
de la vida, se fueron de nuestra casa.

A nivel de consulta personal, académica o profesional, la brújula debe


estar bien orientada. Hay mucha información que no contextualiza y
desubica al lector primario, y lo que es peor, perturba a la cadena de
lectores del producto final. Tomando este hecho como referente,
podemos reafirmar, el decir popular: “No todo lo que brilla es oro”.

El taller del Alfarero


Sede de la biblioteca Juana Domínguez
Mayo 13 de 2022

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