Orbita de Marta Brunet
Orbita de Marta Brunet
Orbita de Marta Brunet
Marta Brunet
I IIIIIII~UI
Berta López Morales
028951
Consejo asesor:
Andrés Oallardo
Osear Parra
Antonio Femández
Juan O. Araya
Pablo Oaete
Mario Alarcón
Vladimir Sánchez
Alfredo Barría
Director:
Aleja ndro Witker
Coordinador:
Santiago Araneda
Diseño y diagramación:
Soco P. e 1. Renacimien to Ltda.
Digitación:
HildaCarriel Y.
Impreso por:
Impresos Andalién
Rozas 159 1 Fono Fax (41) 228773
Concepción
CHILE
Tiraje: 2.000 ejemplares
Introducción .. .. ... .. .. ... .. .. ... .. .. ... .. .. .... .. .. .. .. ... .... ... .... 7
A este propósito se dirige este número de la serie Cuadernos del Bío Bío
que ha creado la Universidad de Concepción y que cuenta con el auspicio de va-
rias municipalidades de la región.
Queda abierta la invitación a leer y a reflexionar sobre una gran escritora y una
gran mujer que se alza majestuosa como uno de los mejores frutos de esta tierra,
a la que la hi storia señaló el destino como capital cultural de la República.
I Muñoz. Luis y Oelker, Dieter. Diccionario de movimientos y Grupos Literarios Chilenos, Concepción, Universi·
13
za chilena" ( 1904); La conquista de Chile e ll el siglo XX'; los discursos de Lui s Emilio
Recabarren' ; Sinceridad, Chile íntimo' y Nuestra inferioridad econ6mica' entre otras.
' Palacios, Nicolás. Raza cllilellll, Val paraíso. Imprenta y Litografía Alemana de Gustavo Schafer. 1904 .
• Pinochcl, Tancrcdo. La cOllq/lis/(I de Chile en el siglo XX. Santi ago. 1909
' Rccnbarren. Emilio. Obras e,w':ogillfls. Santiago, Edil. Rccab:lrrcn, 1965.
' Latorrc. Mariano "Algunas preguntas que no me han hecho sobre el criollismo", en Memorias )' otras COI/filien ·
ci{l.f.Santiago. Ed.An drés Bello. 1971.p.58
' Durand. Fernando,"MoIIlW1t1 adentro", en diario El Mercurio. Santi ago-Chile. octubre \ . 1978
I° Lalorre. Mariano."AutobiograJía de una vocación" en Memorias ... , op. cit., p.27 .
• Casi todas las citas de obras de la autom correspondcn a Brunet. Marta. Obras CO/llplews. Samiago. Edit. Zig-Zag
11 Torre de. Guillermo. "Marta Brunet y su narrativa chilena" en Tres COllceptos de la literatl/ra Ilispalloamerical/o,
t4
Como se recordará, las perspectivas criollistas en términos de exaltar la chi-
lenidad, el paisaje, la vida rural, etc., constituyen, para muchos críticos, su propia
limitación porque producen generalmente obras plenas de didactismo, descriptivas,
cuyos personajes se diluyen en el relieve del mundo externo y de las fuerzas telú-
ricas; en la acentuación de lo inmediato y de lo contingente; en la obviedad de las
intenciones que orientaban el proceso creativo hacia la invención de una "chileni-
dad" situada mayoritariamente en los valles del centro y sur del país". Frente a es-
ta poética explícita del criollismo, la escritora chillaneja introdujo su propia
percepción del contexto sociocultural en que se insertaba y, utilizando la norma
literaria en vigencia, agregó nuevos motivos junto al tratamiento de la naturaleza
y del paisaje de una manera, hasta entonces, insólita y sorprendente. Al respecto,
¿cómo reaccionó la crítica de la época?, ¿aplauso o rechazo? ¿Fué capaz de
captar en lo que parecía una fiel ejecución de las reglas del código, otro subyacen-
te que anticipaba a uno lejano y más próximo al de las postrimerías del siglo XX?
La respuesta no es fácil ni simple si se consideran las condiciones de recepción
existentes en el momento en que las obras de Marta Brunet fueron publicadas; se-
gún éstas se tiende a privilegiar algunos aspectos y se descuidan otros en función
de la norma literaria dominante en la época. Es así como en MOIlla/ia adelllro, Bes-
tia daiiina y María Rosa, flor del Quillén se destacó positivamente la plasmación
de la realidad rural , la idiosincrasia e idiolecto de sus personajes típicos, el énfasis
en el paisaje; en suma, la capacidad de la autora para mostrar "el alma popular con
sus sombrías pasiones, sus fatalidades, su poder de resistencia para el trabajo y pa-
ra el sufrimiento, sus amores silvestres y sus traiciones medio inconscientes, sus
crueldades, sus venganzas y sus sacrificios generosos ..."", aunque tampoco faltó la
crítica adversa que valoró negativamente aquella misma temática: "Esa gente de
instintos salvajes, supersticiosa, ignorante, fatalista, más o menos estúpida, acaba
por fastidiar y nos embrutece"". La contradicción observada en la valoración de las
obras citadas obedece a la polémica suscitada entre criollistas e imaginistas alrede-
t5
dor de 1930 y que caracteriza las condiciones de recepción a que se aludía más arri -
ba. Pero al margen de los efectos generados por la disputa entre estos dos mov imien-
tos literarios, todos los críticos reconoc ieron el manejo brill ante que la autora hace
del lenguaje, la conc isión del esti lo, "la precisión y exactitud del idioma"", la obje-
ti vidad e impersonalidad de la narración y la fuerza dramática que emana de ellas.
Posteriores novelas y cuentos de la escritora recibieron una crítica semejante, en par-
te " por el vigor con que se pl antifica a ejercer su profesión de novelista", que impi -
de locali zarla "en algú n lugar preciso de la literatura chilena", pues su originalidad y
vibrante persona lidad " la li gan a las más diversas tendencias que han dado movi-
miento a nuestra literatura"" . Y en parte, porque en el horizo nte de expectativas de
la época no estaba considerada la mujer en su problemática o aparecía relegada a un
plano silencioso, sirviendo "como pantalla o espacio en blanco en que el hombre ha
proyectado sus miedos, deseos, fatigas O fantasías"". Por eso, no es extraño que Re-
loj de Sol, colección de cuentos publicada en 1930, recibiera una crítica si no adver-
sa, al menos errada y a veces contradictoria en sus apreciaciones; por ejemplo, en al-
gunos comentarios se señala que el autor "siendo mujer, no reivindica su sexo. Sus
heroínas, casi todas, son mujeres vencidas por el hombre"" , en otro que "es una obra
reveladora del alma femenina. Marta Brunet ha sido leal a su sexo al dar importan-
cia especialísima ( ... ) a la mujer"" . Como puede advertirse, en el primer ejemplo se
ignora el régimen patriarcal que sustenta las relaciones sociales y en el cual las he-
roínas de Marta Brunet sólo tienen dos opciones, someterse o rebelarse. Lo que es
válido en estas narraciones es el protagonismo feme nino aun si ejercen o no su dere-
cho a elegir. En cuanto al estilo impersonal de Marta Brunet, tan celebrado en sus
anterio res novelas, ahora suscita un velado rechazo como en esta afirmación: "A lgu-
nas de sus breves impresiones y tal cual silueta estili zada hasta el maximum adquie-
1< S il va Castro. Raúl , "Prosistas chile nos jóvenes. Marta Brulle''', revista A/ellea N° 8 (Concepción-Chile) año IV,
la narrativa latinoamericana y que compartimos para upoyur nuestro punto de vista. En Vilarós, Teresa
,. M clfi , Domingo. "Reloj de Sor', diario El M ercurio. Santiago-Chile. diciembre 28. 1930
19 Sin firma.. " Reloj de sor'. diario El Mercurio (Santillgo-Chile). diciembre 2 1. 1930.
16
ren por esta virtud, una especie de rigidez voluntaria, hierática o matemática.
Diríanse autómatas obedientes a una geometría interna, cuyos menores movirnjen-
tos no se apartan un milímetro de leyes rigurosamente establecidas"" o franca crí-
tica en lo señalado por Melfi : "El impersonalismo en el arte lleva, sin duda, a mirar
la realidad como un espectáculo. Pero aún en el caso de una escritora, en el caso de
una mujer, un grano de filosofía ni daña ni perturba, ni se ve mal. Lo que perturba
es el exceso"" . Entonces, ¿cómo conc ili ar las expectativas de la crítica frente
al criollismo, si ataca en Marta Brunet la concisión e impersonali smo que
preci samente reclaman de este movimiento? Aguas abajo, publicado en 1943 y que
reúne tres cuentos "Piedra callada", "Aguas abajo" y "Soledad de la sangre" ,
tampoco obtJJvo la resonancia debida y mereció algunos reparos de la crítica
sobre todo en lo que respecta al estilo de la autora: " De Aguas abajo no puede,
desgraciadamente, decirse lo mismo. La concepción sigue siendo de extraordinaria
fuerza dramática, y no pocas de las escenas de estos cuentos tienen el relieve
necesario y preciso para que el dramaturgo las transporte a las tablas: tales
son la vivacidad y el movimiento de que están henchidas. En donde falla decidida-
mente la auto ra es en la forma"". Lo curioso es que la Universidad de Concep-
ción , en ese mismo año confiere el Premio Atenea destinado a la mejor obra
de imaginación publicada en el país, a ese mismo libro que tanto mortifica
a Silva Castro" . Con la firma E.E. , la revi sta Babel N° 21 de mayo-junio
de 1944 reseña también esta obra destacando como uno de los mejores relatos
el cuento " Piedra callada" que " finca su mérito no en la reproducción tartajosa
del lenguaje aldeano, sino en el sentimiento individualísimo que se impone
finalmente a sus protagonistas, a pesar del medio semifeudal en que los evoca
su autora con cierta nostalgia poética de antigua patrona (con minúscula, es
lO Díaz Arrieta, Hernán (Alone). "Reloj de sor, diario Ul NaciÓII (Santiago-Chile), diciembre 14, 1930
:1 M elfi.op.cit
:u Silva Castro, Raúl."Aguas abajo", diario El Mercurio. Santiago-Chi le. 1943.
!' En el artícu lo c ilado allleriormente señala: "Marta Brunel ha permanecido en silencio varios años e.. ) esperába-
mos que este silencio no fuera otra cosa que la pausa necesaria para sorprendernos con una obra en la cual la autora
se supera a sí mismo, y nos probara que \a vida no la había distraído del arte, s ino al revés. Romper ese silencio pa-
radarnos frases inconcl usas. y siniestramente construidas. es másdeloquepodemossoportarencalma".
17
claro)""; el tercer y último relato, "Soledad de la sangre", considerado en estudios y
trabajos de análi sis literario posteriores a su publicación como una obra maestra",
obtiene una pobre mención que destaca negati vamente aquellos elementos del relato
ilustrati vo de los principios del criolli smo, entre ellos, cierto sabor local a pesar de
que "la búsqueda del color local por el color local, lleva ya un siglo de fracaso en
América"". Al respecto, es necesario recalcar que la crítica de la época se apegó de-
masiado a la norm a literari a en vigencia, insistiendo en buscar, acentuar y/o incluso
detractar los rasgos del criollismo que, por la fec ha de publicación, le correspondía.
De este modo, la crítica fluctuaba entre la aceptación y el rechazo, sin preocuparse
de la evolución de una escritura que, aunque tu viera un trasfondo campesino, iba más
all á del "color local", como puede advertirlo cualquier lector de "Soledad de la san-
gre", por ejemplo. Hasta Aguas abajo , la recepción crítica refl ej a el horizonte de ex-
pectativas del momento en que las obras fu eron publicadas; por un lado el anhelo de
una literatura capaz de plasmar lo autóctono, lo propio, la chilenidad y, por otro, el
de una literatura que alcanzara dimensiones uni versales a través de otros temas, me-
nos singulares. Las tendencias divergentes de la crítica expresada en la polémica en-
tre crio lli stas e imag inistas no se sati sfacen en la narrati va de Marta
Brunet, porque el discurso brunetiano, transparente, exacto y casi matemático en-
vuelve otro, subterráneo, cortado, de "frases inconclusas" O más bien, construido por
interrupciones, vueltas atrás, pinceladas sueltas, etc., que expresa una nueva sensibi-
lidad, una visión di stinta de las relaciones hombre-mujer y, tal vez sin proponérselo,
del patriarcado.
lO E. E.: "A gll{/.~ abajo", rev ista Babel N° 2 1, Buenos Aires. mayo-jun io, 1944
n Véase "Una lectura de Soledad lle fa sangre de Marta Bruncl" de Gabriela Mora en Rev ista Est/uJios Filológicos
N° 19. Univ. Austral deValdi via. 1984
:.. Param . Ch:trles "Soledad lle fa .sallgre: A sludy in Syrnmctry", Hispanic Rcview L I ,2. mayo, 1968.
t8
través de un jurado compuesto por Enrique Amorín, Adolfo Bioy Casares, Ricardo
Baeza, Pedro Henríquez Ureña y Jorge Luis Borges, le otorga la misma distinción.
En general, la crítica resalta la hondura psicológica de sus personajes, entre los que
sobresale doña Batilde", así como el estilo pulcro y bello en que está escrita. Sin
embargo, los juicios discrepantes no están ausentes; por un lado, se afirma que Hu-
mo hacia el Sur mantiene la fidelidad al criollismo, patente en la descripción y re-
lato de "todo aquello que es típico de un lugar, donde hombres y naturaleza tienen
un sello peculiarísimo"" y por otro lado, se advierte en la autora una superación de
su tendencia al regionalismo literario" Indudablemente, el desconcierto de la recep-
ción se debe a un cambio en la narrativa de Marta Brunet, específicamente, en su
forma de narrar, presente ya en Aguas abajo. Es así como la ruptura en la linealidad
del relato, una puntuación más libre, y menos constreñida por la gramática, frases
inconclusas, interrupciones, etc., indican para unos "desequilibrio estructural y fal-
ta de armonía en el ensamblaje de los personajes""', para otros, " reminiscencias
proustianas"", sin reparar que el clima asfixiante y desolado que envuelve tanto a
los personajes como al lector es un efecto de este lenguaje para crear una aparien-
cia de realidad, alejado de la descripción naturalista o del retrato de la realidad. Es
cierto que esta percepción se impone a algunos de los comentaristas", pero desde
otra perspectiva, no olvidemos que la crítica opera bajo ciertos supuestos propios de
las circunstancias sociales, culturales, políticas, religiosas en que se inscriben y en
esa época, con un claro predominio de criterios miméticos y pragmáticos.
17 Véase liBo, Victoriano. "Hwno hacia el Sur. novela de Marta Brune,", revista Arte v CII/tura. Viña del Mar, año
1, N°], 1946. Torres Rioseco, Arturo. "Marta Brune!'", diario El Mercurio (Sant iago-Chile).marzo 16. 1958. Mo-
tina, Horado. "Humo hacia el Sur de Marta Brunet'", diario El Mundo (Buenos Aires-Argentina), junio 10. 1946.
ZI RosseL Milton. "Reencuentro con Marta Brune'" en revista Atenea W 394. octubre-dic iembre. 1961
19 Anónimo. "Humo hacia el Sur". diario La Nació" (Buenos Aires - Argentina), marzo 3. 1946
JO ¡bid.
n Díaz, Miguel Angel "Humo hacia el Sur. Vida y obra de Marta BruneC', revista Occidellte N° 248 (Santiago-
Chile),1972
19
sos interiores de los personajes. Al respecto, la crítica -aunque escasa- fue unánime en
reconocer una superación del descriptivismo de sus novelas anteriores"", la creación de
una "realidad subjetivo - objetiva"", "una técnica y un estilo nuevos"" y una renovación
"con ansias de alcanzar la perfección plena y de dar visiones inéditas de su alma proyec-
tada en el mundo tangible, en una íntima correspondencia entre el yo y el no - yo"" , que
sin embargo conserva su acento americano" . La reedición de La mampara, cuarenta
años más tarde ( 1987) por la Editorial Universi taria motivó una nueva lectura crítica ca-
racterizada por la brevedad y la insistencia en su actualidad y vigencia, sin referirse a la
causa de tales afirmaciones. En algunos casos, la reedición de La mampara sirvió para
comentar la biografía de la autora y para un recuento bibliográfico donde se repetían los
juicios de Hugo Montes en su prólogo a dicha edición" . Cabe concluir que La mampa-
ra en esta segunda oportun idad no logró una real acogida, que su lectura fue defectuosa
y que el horizonte creado en tomo a la producción de Marta Btunet la dejó a la deriva y
en el desconocimiento del público mayoritario.
Raíz del sue/lo, colección de cuentos publicada en 1949, tampoco fue acogi-
da con abundancia de crítica, destacando sólo el artículo "Raíz del sueño de Marta
Brunet" de Gustavo Muñoz39 , en el que reseña cada uno de los cuentos y agrega co-
mentarios personales que destacan e l virtuosismo de la autora, a pesar de "pequeños
defectos" del esti lo "que restan brillo a la fluidez cristalina de su prosa", y la galería
de personajes atormentados y humildes, rebeldes y vencidos "que recuerdan, aunque
lejanamente a personajes emergidos de algu na página rusa - Dostoiewsky , Chejov,
Artzybacheff'. Será a partir de la Antología de cuentos de Marta Brunet, editada por
JJ Ripper. "LA mampara. revista Zig-lag, por Marta Brunet", diario El M ercurio. Santiago-Chile. mayo 12, 1946
.. Ibid.
:» Rossel, Millon. "La mampara. revista Zig-Zag (Santiago-Chile), agosto. 1948
'6 lbid.
3) Huerta. Eleazar.
20
Zig-Zag en 1962 y una selección de ellos con el título de Soledad de la sangre, publi-
cada en Montevideo en 1967, que su obra cuentística comienza a ser valorizada con
justicia. Nicomedes Guzmán en el prólogo a la Antología titulado La escritora Marta
Brunet en las letras chilenas, realiza un recorrido por toda su obra, concluyendo que
'.'si como novelista es uno de nuestros más genuinos escritores, el relato corto es para
ella un instrumento de contundente eficacia emocional, descriptiva, lingüística. En 10
primero cala lo humano en su más estricta esencia. En lo segundo, el cuadro ambien-
tal resulta casi siempre una agua fuerte. En lo tercero, se impone una fuerza renovati-
va que altera siempre y positivamente los relieves de cuanto conforma'''''. Por su par-
te, Angel Rama en "La condición humana de la mujer" que sirve de prólogo a la se-
lección de cuentos de Soledad de la sangre, logra dar una visión de su escritura con
gran certeza, profundidad y perspicacia: "Bajo la mudanza que mueve el tiempo per-
manece un terco elemento unifican te: la presencia de la mujer y su aprendizaje del
mundo adulto", agregando que "mientras en los regionalistas masculinos la visión de
la naturaleza como un orden cerrado e inescrutable incluye todavía ( ... ) a la mujer,
en los cuentos de Marta Brunet es el hombre quien se integra a la naturaleza hacién-
dose uno con su elementalidad poderosa, vital e irracional ( ... ), de tal modo que el res-
quicio de 10 humano queda reducido a esa chispa de inteligencia o astucia con que res-
guarda la mujer su humanidad dentro de la global naturaleza, vencedora e inescruta-
ble". Refiriéndose a los cuentos de Raíz del sueño, Rama dice que en ellos "habrá mu-
jeres integradas al orden de la sociedad, fieles servidoras y transmisoras de los valo-
res establecidos, y a un lado los rebeldes que niegan el sistema y de él se excluyen,
apostando sin cesar por su libertad con el fin de alcanzar, plenamente, la condición
humana. Optan en este caso por el riesgo, por el desamparo, por la vida adulta, por la
modernidad". Como puede observarse, el comentario de Rama es penetrante, ilumi-
nador y hasta clarividente, cuando señala que el contraste entre "el gozoso encuentro
con la objetividad del universo" y la "dura sombra" de sus rotundos personajes "gene-
ró la fascinación de su fuerte literatura: deseo y soledad jugaban allí sus cartas y la ho-
ra era la de mañana"". Cuánta razón tiene el estudioso uruguayo, ya que la crítica
..o Guzmán, Nicomcdes. La escritora Marta Brunet elllas letras chilenas en Alltología . Op. cit. , p./5.
01 Rama. Angel. "La condición humana de la mujer" en So/edad de la sangre, Montevideo. Edil. Arca, 1967. pp. 10-13.
21
ahora se pronunció con más entusiasmo frente a los relatos que recogen ambas
antolog ías.
Hernán Poblete Varas afi rma que el conjunto de cuentos permite la yisión
global "de la eyolución estilística y creadora de Marta Brunet", de que su arte na-
rrati vo "se abre año tras año hacia una más vasta polifonía", donde "prima la sole-
dad protagóni ca", conclu ye ndo que "talento y ofi cio: ambas cosas mu y unidas, ha-
cen el milag ro de estos cuentos admirables cuya lectura reconforta, porque en ellos
se asie ntan con confi anza los prestigios de la ac tual literatura chilena"" . Hernán del
Solar se refiere a la seducció n que la lectura de estos cuentos proyoca en el lector;
" mie nt ras los leemos (... ) nos o lyidamos de cuanto ex iste a nuestro alrededor. Arte
de brujería que la escritora domina, renueya, impone"" ; Juan Carlos Ghiano remon-
tándose a las opini ones tempranas sobre la obra de Marta Brunet, señala: "Se repi-
te n con ell a las limitaciones impuestas por la sobreestimación masc ulina de los crí-
ticos y un criteri o que e n el fondo sigue dudando de la paridad intelectual de ambos
sexos", y enseguida aborda el protagoni smo de la muje r en su obra cuentística: "To-
das el las, momentáneamente rebeldes, yiyen lo desconoc ido, o el pasado rehecho
por sus ilusiones, negándose así al presente habitual. Sus esperanzas afirman o bal-
bucean distintas maneras de reacción, ligadas profundamente a ex periencias de
nuestra Améri ca" . Finalmente, y di screpando de la cl asificación de Marta Brunet en
el cri olli smo: opina que la escritora "solo se apoyó en las facilitaciones regionales
para pe netrar el interés de las almas ( .. .). Para Marta Brunet el criollismo fue punto
de partida, no meta, un sosté n para los relatos que refl ejan el entorno yiyo en sus
mujeres, del Chill án natiyo y los fundos sure ños. Se alejó también del criollismo en
las descripciones im presioni stas y yiyidas desde sus propias sensaciones, que de
pronto cortan poemáticamente el reali smo dominante"" .
..: Poblete Varas. Hernández. "Antología de cuentos de Marta Brunet". Se lección, prólogo, nOlas y bibliografía de
icomedes Guzmán", diario UI /Ji.W:/lJiÓn . Chillán -Chilc, mayo 2 1. 1962.
.. Solar de. Hernán . "A ntologfa de cuentos de Marta Brunet". diario El Merc/lrio. Santiago-Chile, El Mercurio.
abri16, 1962
.. Ghiano. Juan Carlos "Cuentos dc Mart .. Brunct". di.. rio La Nación, Santiago-Ch ile, 1963
22
Vicente Mengod reconoce en Marta Brunet la evolución de una escritura que se
desprende de la lectura del conjunto de relatos seleccionados en la Anrología ... , partien-
do por señalar que "Marta Brunet, criollista de signos propios en su primera fase, ha evo-
lucionado hasta convenirse en una escritora que maneja el buril, después de haber en-
gastado sus palabras"". Enseguida ejemplifica con algunos relatos los logros y acienos
narrativos, acentuando los rasgos de criollismo, de psicología y de humor que confluyen
en la vitalidad "no sólo de hembras y varones, sino de los paisajes reales o intuidos""'.
Con su penúltima novela Ma ría Nadie ( 1957) se repiten los comentarios mio-
pes que acogieron sus an teriores obras; como muestra valgan las siguientes citas:
" Novela cuya composición adolece de serios defectos en su estructura, revela poco po-
der creador y proporciona un aporte artístico mu y pequeño a las letras de su patria'''' .
Ol Mengod. Vicente. "Cuentos de Mana Brunet", revista Zig-Zng (Samiago-Chile), abri l 13. 1962 .
" ¡bid.
41 Rossel. Millon. "Mana Bronce', diario El Mercllrio (Santiago-Chi le). rebrero 18. 1968 .
23
"Es una novela demasiado convencional. donde el estilo se hace moroso, muy recar-
gado de innecesari a adjeti vac ión, todo lo cual compromete e n parte la línea sie mpre
en alza que observó toda su rica y ante rior producción"" . Otro crítico considera que
Ma ría Nadie "es una novela sin argumento. Es una seri e de descripciones de tipos
de poco inte rés, aunque reales, auté nticos, personajes que están por debajo del talen-
to creador de Marta Brunet"'", ag regando más adelante que es una obra "chilena (... )
por una sensibilidad mu y espec ial que va de lo cursi a lo bell o, de lo delicado a lo
soez, de lo cómico a lo trágico, sin matices, bru sca y naturalmente, y que yo consi-
dero uno de los defectos más serios e n la prosa de Marta Brunet"", para concl uir que
"M art a Brunet pertenece a un período de transición en que la novela sale de la fór-
mula costum brista y crioll a, y no encuentra la solución de la manera psicológica con-
temporánea. Ella es la representante más destacada en esta lucha y acaso su víctima
más noble"" . Menos re ti cente, Alone se permite "prudentemente un re proche ( ... )
Marta Brunet concentra mucho ( ...). Posee el do n de encadenar el ánimo: una co-
rrie nte circul a por todas las páginas que podrían llevar la clásica adve rtencia ' alta ten-
sión', pero esto mismo con ser tan raro y precioso. dej a de ser una virtud cuando se
prolonga excesiva mente: sobreviene el cansancio ( .. .). El ritmo no di sminu ye ni va-
ría el largo de la onda. Al revés de la vas ta mayo ría que escribe fl ojamente (... ), Mar-
ta Brunet ga naría diluyé ndola, mezclando ciertas dosis de agua al espeso y ge neroso
li ero que no debería bebe rse sino a pequeños sorbos"".
En revista Ercilla, a propósito de María Nadie Marta Brunet sostie ne: " Me
rev ienta la modestia hi pócrita. Creo que esto es lo mejor que he escrito. Reviso es-
tos 33 años de labor y me reafirm o en mi María Nadie. Sé que a algunos les esco-
cerá que use en ciertos pasajes un lenguaje crudo y directo y que llame a las cosas
por su nombre. Estaba harta de que me dijeran como alabanza que soy 'como un
'l /bid.
" Díaz Arrieta. Joaquín (Alonc) "M(lrí(l Nadie por Marw BrunCI ,diario El Mercurio (Santiago·Chile). noviembre
17. 1957
24
manzano del sur que produce una prosa que es aromáti ca manzana ' . Ahora conoce-
rán otro aroma más ácido, que tambi én puede tener pureza"54. Pocos fueron los crí-
ticos que estuv ieron de acuerdo con la escritora, entre ellos, Víctor Valenzuela, para
quien "María Nadie es su última obra y sin duda alg una la mejo r de sus creaciones
literarias. Es un libro que re fl eja su completa mad urez y su evolución espiritual co-
mo escritora y como persona ( ... ). La novelista, en esta obra, ha afl orado una situa-
ción humana, universal y por lo tanto su perso naje principal ya no puede quedarse
encerrado en las fronteras de Chile. Es uni ve rsal , puesto que uni ve rsal es su condi-
ción"" . Raú l Sil va Castro oscila entre el desconcierto y la emoción provocados por
la original forma narrati va, que escapa del relato canónico acostumbrado: " ... para al-
canzar en María Nadie la emoción de la lec tura no hace falta una trama bien anuda-
da como en Los hermallos Karamazoj: y que la mera sucesión de epi sod ios sueltos
no empequeñece el interés de la lectura. La falta de so ldadura entre las dos partes
del libro no impide al lector ir estableciendo, a posteriori, los nexos que en la obra
no se le dan y para reemplazar, con la sensibilidad ya excitada, los sutiles nervios, las
imperceptibl es ama rras que deben necesariamente vincular al pasado con el presen-
te, al ayer con el hoy"56. Finaliza su artícu lo con una certera observación acerca de la
contribución de esta novela a las letra s nac ionales: "Que no nos engañen las apari en-
cias, ni mucho menos, el cartel que ha conqui stado la autora con sus otros libros. Ma -
ría Nadie vale por se'r una gran confesión personal , bellísim a, llena de sugerencias,
ye n la literatura chilena parece abrir la pista a la novela propiamente femenin a, a la
cual, por la varonilidad de su talento, Marta Brunet hasta hoy parecía poco inclin a-
da"57. C uatro años m ás tarde, Milton Rossel afi rm a que "María Nadie sinteti za los
mejores atributos de su obra anteri or, entre los cuales puede citarse el reali smo psi-
cológ ico en el retrato de sus personajes, prosa decantada, frases corta s y cierto en-
canto poético en la descripción de la naturaleza"'" . Casi en la mi sma fecha y a pro-
25
pósito de la concesión del Premio Nacional de Literatura a Marta Brunet y coinci-
dente con la reedición de esta novela, Jaime Martínez Williams sostiene que se trata
de "una forma verdadera, si bien modesta de re ndir homenaje a la escritora lau reada
al comentar una de sus mejores obras ( ...). En el conjunto, la novela es simple, hu-
mana, hondamente chilena en el sentido de su innegable vinculación a nuestro pai-
saje y a nuestro pueblo ( ... ). Y por último, aunque sea tal vez su mayor mérito, Ma-
ría Nadie está admirable me nte bien escrita"" . Julio Durán Cerda revisa la obra de la
escritora, señalando la influencia de Eduardo Mall ea en su estilo, a partir de Aguas
abajo y dedica gran parte de su comentario a María Nadie, subrayando que "el mo-
tivo amoroso, como factor que organi za la vida, y que prestigiaba la obra artística Ira-
dicional, aparece ahora abatido, si no ausente, reflejo despiadado de una crisis huma-
na en que la inminencia de una hipertrofia tecnológica se lleva buena parte de la res-
ponsabilidad", concl uyendo que "Marta Brunet se presenta, para la historia de nues-
tras letras, si no como un puente de plata hacia el sur, al menos, sí como una precur-
sora paradigmática de las nuevas formas narrati vas en nuestra órbita""". De más es-
tá agregar que estos últimos comentarios elogiosos surgen después de un lapso -aun-
que pequeño- y configuran un nuevo hori zo nte de expectativas para la recepción de
la obra de Marta Brunet, en la que, por supuesto, no falta la di sidencia, como puede
apreciarse e n la crítica que suscitó su última novel a Amasijo.
J9 Martíncz Williams, Jaime. "Mada Nadie", El Diario Ilustrado, Santiago-Ch ile. diciembre 17 . 196 1
10 Durán Cerda, Julio. "Marta Brunet, puente de plma hacia el sur", Al/l/fes (le la Universid{ld (le Cllile W 124, San-
tiago-Chile, 196Lp.94.
01 ef. Merino Reyes, Lu is. "Amasijo, de Marta Brunet. Las complejidades de un tema escabroso", diario La Na -
ci6/1,Sant iago-Chile, ugoslo26
26
naje principal, "¿existía un cami no contmrio al suicidio para el antihéroe"61. El resto de
la crítica, con algunas excepciones, manifestó su resistencia a la incursión de la autora
en nuevos temas: "", el tema ciudadano, borroso, desyuntado, no cuadra a su tempera-
mento, sobre todo como ella lo trala, apoyándose e n una temática bastante alejada de la
realidad, casi siempre buscando criaturas de excepción, convencionales, demasiado fi c-
ticias", concluyendo que "toda la novela es sólo un intento flU strado de la autora por sa-
lirse de sus habituales temas que lindan con el criollismo"" , El lOna neutro tampoco es-
tá ausente en esta recepción, pues no ajaba ni reprocha, sólo se desli za por la novela pa-
ra concluir que es: "En síntesis, una breve novela dramática que toca aspectos de uni-
versalidad, con un lenguaje cotidi ano y que muestra al ser humano debatiéndose en su
angustia de comunicación"64. M ás af0l1unado es el comentari o de Eleazar Huerta, quien
descubre que el protagonista "consl'ituye sólo un señuelo técnico y campo de batalla de
los seres fuenes que lo dominan: su madre, el ama de llaves y la desconocida del par-
que"" , Corresponde a Miguel Angel Díaz, casi diez años más tarde de la publicación de
Amasijo, calificarla como "una de las mej ores y última de sus novelas", compal1iendo
el juicio aparecido en La Discusión de Chillán donde se señala: " Hay, si n embargo, un
elemento común entre Julián García y los anteriores sujetos de la creación novelesca de
MMa Brunet. Este elemento es la soledad, tema fundamental de su obra"" ,
27
en el medio nacional, valgan como ejemplo los nombres de Blanca Santa Cruz Ossa,
Marcela Paz, Ana María GÜiraldes.
La crítica evidencia con su silencio,una vez más, las lagunas, los espacios en
blanco en el reticulado de la sociedad, dado que las obras de Marta Brunet destina-
das a los niños constituyen, dentro de su producción, la consecuencia lógica de un in-
terés ligado a la situación de las mujeres, los modos como ellas se insertan en el mun-
do -rebeldía y/o sumi sión- y la constante desmate ri alización que hace de los roles tra-
dicionales que se le asig nan. En esta perspectiva, el niño es una pieza clave: des-
pertar su imaginación , su sensibilidad, abrir su horizonte a nuevos valores es una ta-
rea que se impone a los artistas, a los narradores de cuentos, a los maestros y este ob-
jeti vo estaba claro en la poética de Marta Brunet, explicitada en "El mundo mágico
del niño"" y en la literatura que creó especialmente para ellos.
61 Brunct. Mana "El mundo mágico del niño", revista Atenea W 380. Concepción-Ch ile, abri l-septiembre, 1959
28
dos -como sugiere Angel Rama- y, por último, mostrar la evolución de sus protagonis-
tas femeninos a través de toda su narrativa. En el primero de estos aspectos, la críti-
ca posterior di stingue en su creación dos etapas" , una criollista y una superreali sta; pe-
ro, como ya se ha señalado en este recuento, la escritora participa del criolli smo sólo
en sus lineamientos generales, tales como mostrar al hombre del campo y la montaña,
del sur o del norte, sus paisajes, su idiolecto, su vida, en suma, puesto que los motivos
y la problemática allí desarrollados trascienden los límites de la propuesta criollista.
Más próx ima al superrealismo por el tratamiento del lenguaje, por su palabra escueta
y, sin embargo, capaz de sugerir el clima interior de sus personajes desde Mol1tw;a
adentro, el más criollo de todos sus relatos, hasta su última novela, Amasijo, hoyes
casi comprensible el encono de algunos críticos que lapidariamente escribían contra
el descuido de la au tora en su gramática y sintaxis. Lo cierto es que tales juicios en-
cubren el desconcierto frente a la originalidad de quien inaugura una nueva forma de
narrar, aun por un sendero ya trazado: el descriptivismo de los criollistas es transfor-
mado en una visión vital de la naturaleza, antropomórfica y poética. Predomina en
ella la humanización versus la fuerza telúrica, el personaje femenino fuerte versus la
mujer lábil , el laicismo versus la religiosidad.
.... cr. Muñoz y Oelker. Op. ci t. , p. 88 y M ora. Gabriela "Una lectura de Soledad (le la sangre de Marta Brunet", en
op. CII
29
de rescatar como ju icio unánime que su narrativa constitu ye una superación del crio-
lIis mo trad ic ional y de sus técnicas para erigirse, aun desde el rincón, en obra de va-
lor uni versal. La crítica posteri or ha sido más justa, porque probableme nte la distan-
c ia e n e l tiem po y e l poder acceder al conjunto de su obra hacen posible un mayor
ace rcamiento y los factores que inc itaron a la confusión y al desconcierto se vean e n
la perspecti va de una va nguardi a superreali sta, lo que ex plicaría la estili zación casi
geométrica o matemática de los personajes bruneti anos.
30
dad versus maternidad. La respuesta de don Florisondo es similar a la de la mujer
engañada que se refugia en la apropiación del hijo, reclamando para sí todos los de-
rechos de filiación.
+
Hombre Mujer
t~t
Podervs Marginalidad
31
bigüedad de un "qui zás" ; es así como la fórmula de la feli cidad, el final fe li z de una
hi storia cualquiera no es el si del contrato matrimonial ni el no del celi bato. Lo di-
vertido del relato resulta del contras te entre la li gura casi esperpéntica de la mujer y
el este reotipo de la devoradora de hombres, pe ro también de la solución un tanto pi-
caresca que propone doña Sant itos para corregir los abusos del mat rimonio en una
sociedad patri arcal.
Por último, es lícito plantear una evolución del personaje femen ino en la na-
rra ti va de Mart a Brunet, que cada vez se va hac iendo más complejo y autoconsc ien-
te; baste recordar a Cata de Mot/ uula adentro y compararla con María López de Ma -
ria Nadie. La dife re ncia e ntre ell as estriba en la progresiva ace ntuación de los pro-
cesos interiores de que están prov ista s. En Cata apenas se sugieren; en María éstos se
vuelven en el tcma de la novela, la cual podría leerse como un Bildungs romall (no-
vela de apre ndi zaje), do nde la protagoni sta, a partir de su situación actual, refl ex io-
na sobre un pasado, que una vez interpretado le servirá para comenzar una nueva vi-
da. Por otro lado, ade más de esta pau lat ina psicologización de los personajes, se ad-
vierte una separac ión mayor elllre las mujeres que tran sgreden las normas de la so-
ciedad y aq uell as que se someten, pero tal como se ha señalado, e n ninguno de los
tex tos se muestra cuál solución implica el lugar adecuado para ell as. Habría que con-
cluir señalando que fre nte a la desigualdad y a la subordinación del más débi l pres-
critas por la sociedad, la respuesta no se encue ntra en la adopción de una de las act i-
tudes mencionadas, cualquiera de ell as conduce a la soledad. ¿Camino sin salida?
Tal vez, qui zás como diría doña Santitos
En síntes is. se pod ría señalar que la inclu sión de Marta Brunet en
el crio lli smo obedece más que nada a la ateción prestada por la crít ica a
algunas señales externas de su obra, tales como la fecha de publicación de
sus novelas y cuent os; a la ambientación novelesca y a las características físicas de
sus personajes. Una rev isión más pro funda y detall ada revela zo nas inexplo-
radas y una proble mática más compleja que el retrato del campes ino, su lucha
con la natura leza y/o sus costum bres. Como apunta Goic , tambi én se
encont rarían en Marta Brunet algunos rasgos y elementos del superrealismo, lo que
se evide ncia e n el trata miento del pa isaje "autoté lico y de proyección uni -
32
versal"69 y e n e l predominio c rec ie nte de la imag inación sobre la realidad. En nues-
tra pe rspecti va, sería necesario ag regar una nueva va ri able para e l estudio de la crea-
c ión lite raria fe me nina que si bi en no a nula las taxo nomías tradi c iona les, permitiría
segui r las peculi aridades de la image n de la muje r e n la escritura fe menina, así como
los cambios que se producen en ella a través del ti empo, ade más de las semejanzas y
difere ncias que ex istirían e n a ut oras de una mi sma te ndenc ia o ge ne rac ió n litera ri a.
33
11. Las novelas de
Marta Brunet
L
a perspectiva que nos da el tiempo favorece entre otras cosas encontrarnos
con un corpus inmodificable, en el caso de Marta Brunet, posibilitando un
enfoque diacrónico en el que ciertamente influyen el nuevo horizonte de ex-
pectativas de los lectores; la visión de conjunto del corpus textual y los apor-
tes de lecturas anteriores, ya sea de aquéllas más próxi mas al momento de publica-
ción de las obras, como tam bién de las más recientes; entre estas últimas, las de Ga-
briela Mora, María Inés Lagos-Pope, Angel Rama y Cecilia Rubio'. En general, los
autores citados coinciden en que la díada sumisión/rebeldía estructura la mayoría de
los relatos de Marta Brunet, protagonizados por mujeres y en que la sociedad repre-
sentada en sus textos no ofrece una salida a estas mujeres que buscan el pleno desa-
rrollo de sus capacidades y la exteriorización de sus verdaderos sentimientos. Agre-
gan, además, que los personajes femeninos de su narrati va ya no se limitan "de una
manera tan rígida ni se los identifica con ciertos tipos"', esto es, con las imágenes tra-
dicionales de la virgen, la prostituta y la bruj a.
Siendo estas afirmac iones el punto de partida de nuestra reflex ión, intentare-
mos mostrar cómo la escritu ra de Marta Brunet, mediante la apropiación del di scur-
so hegemónico ("un Baldomero Lillo que sabe escribir", "parece la obra de un hom-
bre", "la varonilidad de su talento"', etc.), mimetizándose con los procedimientos y
códigos dominantes logra crear un universo narrativo consistente que tiene como te-
ma principal a la mujer y el conflicto insoluble entre ser y deber ser. Lo interesante
de la escritura de Marta Brunet y, a la vez, sorprendente es la forma en que atrae al
lector y lo invita a participar en el mundo novelesco, acallando sus suspicacias fren-
te a un texto escrito por una mujer en esa época. El estilo, la manera de escribir es
I Véase los art íc ulos ya citados de Mora. Gabriela:'U na lectura de Soledad de la .WlIIgre de Marta Bfune!" : de La-
gos-Pope, M aría Inés "Su misión y rebeldía: El doble o la representac ión de la alienación femenina en narraciones
de Marta Brune! y Rosario Fcrré"; de Rama. Angel. "La condición humana de la mujer" y Rubio. Cec ilia. "La in-
versi6n delfinalfeliz en lacuentfSlica de Marta Bru net"
1 Lagos-Pope. Op. cit .. p. 733.
, Alone. Sil va Vildósola. Sil va Castro respecti vamente en artfculos periodísticos comentando M 01l/ati(1 adentro y M a ·
rfa Nadie, ya d Iados
37
la estrategia; nada en la superficie de su escritura, notable por la concisión, por el vi-
gor de la imagen y por una precisa adjetivación, advierte sobre la intención distinta
desli zada entre los supuestos del criollismo; allí están la naturaleza, las costumbres
campesinas, el huaso, pero también la incisiva presencia femenina dominando con su
desvalimiento, con la impotenc ia frente a su situación desmedrada. Que no fuera con-
siderado este aspecto o no se lo destacara, sólo significa uno de los rasgos caracterís-
ticos de la recepción en esa época; no señalarlos revela una preocupac ión distinta, co-
mo por ejemplo el problema de la identidad nacional , la creación de una literatura au-
tóctona, la preeminencia del pai saje y de los tipos chilenos. Fuera de estos factores,
el resto permanece como los espacios e n blanco de l texto, capaces de reactivar nuevas
lectu ras así la visión de la mujer en su soledad, con sus dilemas ex istenciales y vita-
les persiste en la obra de Marta Brunet más all á de su inclusión en determinadas ten-
dencias de la literatura chilena, volviéndol a cada vez más actual y vigente.
Si bien los primeros re latos de Marta Brunet se publican en la década del 20,
época de proliferación de los di scursos nacionalistas, sus personajes femeninos resul-
tan contestatarios de las imágenes de mujer que consolidan la identidad nacional' ; en
M OIIIGlia adentlV, la protagonista Cata tiene cualidades distintas a las de la mujer ca-
nónica de la soc iedad ; es un ser marginalizado cultural y socialmente; es madre solte-
ra, esti gmati zada por la moral y las buenas costumbres y como el desenlace noveles-
co la priva de su integración a la sociedad, de adquirir la respetabilidad convencional
que otorga el matrimonio, se constitu ye así y definitivamente en una heroína marginal
que subvierte el di scurso hegemónico. Por eso, no es raro que todos los juicios y co-
mentarios sobre la novela estén dedicados a subrayar la pericia de la autora, la objeti-
vidad de su relato y no se refieren al tema central, confinándolo a la idea de un drama
campesino, en el que se imponen las fu erzas irracionales y cierto fatali smo propio de
38
la idiosincrasia de un segmento social caracterizado como primitivo, salvaje e igno-
rante' . Más significativo aún resulta el carácter antinormativo de la protagonista que
no provoca las identificaciones necesarias para legitimar su lugar en el mundo.
..... no nos ejeba ni mirar p'ajuera ... encerrás en la casa trabajando siempre
como bestias ... pegándome sin compasión ..... (Bestia dañina , p. 398)'.
• Caracterizado de este modo por la crftica de la época. Véase Nolasco Cruz. Pedro. Op. cit.
• María Inés Lagos-Pope señala que ésta es una característica de la narrativa hispanoamericana. Op. cit.. p. 732.
JLas citas corresponden a la edición de las Obras Completas de Ma rta Brunet. SIgo. Chi le. Edil. Zig-Zag. 1963, co-
mO lambién las que se harán a continuación de estas y otras obras.
39
" Habría te nido siempre la idea de escaparse, de irse a la ci udad a servir, pe-
ro la rete nía e l miedo a lo desconocido y, ade más, ¿con qué dinero huía cuan-
do su padre, si bien, cuidaba que nada les faltase, jamás les daba un centa-
vo?" (Bestia dC/liina, p, 399),
40
tégico y retórico- , provoca el descentrami ento de l di scurso hegemónico, su cuestio-
na miento y su ruptura.
" De Meche se sabía que estaba en Temuco con Víctor Alfara. El mozo se-
guía tan remoledor como siempre, gastando cuanto ganaba , y la muj er se vio
en la neces idad de buscar algunos lavados que le dieran para mantenerse. Es-
taba embarazada y ( ... ) Víctor A lfaro se mostraba mu y sati sfecho con la pró-
xima llegada del hij o, por motivos que definía así:
I Díaz- Diocarclz. Myriam y Zava!", Iris. /J1"t'I'e hi,f tor i(¡ fe millüra (le la liruat/lra espmio/a , Barcelona . Ed. A ntro-
pos. 1993. p. 12 1
41
..... se quedaron quietos, mano en mano, seremos en la confianza di un por-
venir de dicha, de paz y de trabajo" . (Bestia dañ.ina, p. 409).
Simula virtud, porque sabe que ésta es el capital para obtener ganancias,
prestigio y consideración; utiliza las mi smas reglas, sabiendo de antemano que podrá
transgredirlas cuando quiera; seduce para conseguir bienestar material y económico;
juega con los deseos de Santos, prometiéndole un hijo. Entre ella y la Meche, la
comparación se impone: mientras Isabel actúa estratégica y calculadamente, Meche
lo hace por impul so, ni siquiera muy consciente de las metas, ofrendándose como
víctima de un sistema injusto, que no puede cambiar. Táctica felina, la primera; pero
absolutamente racional y planificada para conseguir sus fines. Como puede obser-
42
varse, nada de lo que Isabel persigue se relaciona con los problemas del género; na-
da de lo que hace modificará la condición de la mujer; incluso sirve para mantener el
sta tu quo. Sin embargo, donde se produce la desestabili zación es en el lector, que no
puede dejar de contraponer a la Meche entre María Juana e Isabel , como también en
el texto que se desli za más allá de lo que dice; si el adu lterio es censurable; aquí es-
tá sobrepasado por el crimen con que la novela termina, simboli zando en esta muer-
te la negación de la trascendencia de Santos y el derrumbe de los valores que encar-
na; la prisión de éste -la narración lo deja entrever- supera los relatos que legitiman
la impunidad del cri men cometido en defensa del honor, demosu'ando que la ley del
Padre no es absoluta ni siqu iera para él:
" Haber vivío toa una vía e trabajo para terminar en esto -murmurÓ tomado
por un desfallecimiento que aflojó sus músculos ( .. .)
y rígido, frío e impenetrable ( ... ) salió a darse preso ( ... )" . (Bestia d{l/lil1a,
pp. 415-416).
• Cf. Hamon . Philippe. "Pour un Slalu semio log iquc du pcrsonnagc" en Re .... Litleratu re N"6. mayo, 1972. p.90
43
tia dañina pertenecen a la llamada "novela del fracaso""', dado que los personajes
protagonistas no llegan jamás a constituirse en seres victoriosos ante sus antagonis-
tas o ante los desafíos que enfrenta. Habría que agregar que en MO/1/mla adentro y
en Bestia dO/lina, todos los personajes, con excepción de María Mercedes y de Cata,
sienten la realidad dada como la única posible, como un orden natural inscrito en un
antes y para siempre; los traspiés y las tragedias informan una entidad invisible y to-
dopoderosa llamada Destino o fatalidad, de la cual no es posible escapar y que siem-
pre tiene la última palabra. Sin embargo, el desarrollo novelesco desmiente o mejor
dicho, desnaturaliza esta concepción; en Montaña adentro es el primero San Martín
quien manipula a Pereira y aprovechándose de su ebriedad y machi smo lo impulsa a
vengarse de Cata; en Bestia dañina, María Mercedes abandona el hogar paterno de-
bido al despoti smo del padre y a la intolerancia de una madrastra con las caracterís-
ticas de Isabel ; del mismo modo que los males de Santos provienen de su empecina-
miento, de una sordera ante las advertencias de su hija producto de la pasión otoñal
que en él despierta la juventud de Isabel y del sentimiento de humillación provocado
por la carencia de un hijo varón. Sería, entonces, la sociedad patriarcal con sus for-
mas de dominación, con la desigualdad de sus relaciones, con los conceptos de mo-
ral afirmados en la conducta sexual de las mujeres lo que está en discusión y la que
hace de la acción de los personajes femeninos rebeldes una repetición del mito de Sí-
sifo. Por otro lado, el narrador introduce algunas reflexiones sobre esta realidad ; re-
flexión que puede pasar inadvertida por el lOna objetivo e impersonal pero que, a la
vez, le confiere autoridad:
10 ¡bid.. Hamon señala que en la "novela del fraca so" del siglo XIX , un personaje que no llega jamás a constituirse
44
el oficio que tuviera con algo que más aún semeja su idiosincrasia a la del
señor de otros tiempos: es el hijo mayor quien lo sucede" (Bestia daiiina ,
pp. 390-391).
"Mientras vivió el padre (de Santos) fue un obediente a su mandar, luego to-
mó la dirección de la familia, reducida solamente a la mama Rosario, y bien
supo ésta que era el hijo tan despótico como fuera el marido" p. 39 1.
"El padre exigía sumisión y obediencia pasiva ( ... )" p. 392. "El viejo no pen-
só jamás que sin pedirle permiso las mujeres fueran a salir tardes enteras"
p. 410. (Todas las citas pertenecen a Bestia dQ/,ina , la cursiva es mía).
45
de l narrado r(a). Es así, como la imagen de "sagrada fami li a", de un proyecto so-
cial e indi vidual marcado mononuclearmente en la fi gura de Santos, en una única
designac ión no min al para las tres herm anas, se desvanece, quedando en su reem-
pl azo el lugar infernal de l autoritari smo, de la explotac ión y de la violencia. Del
mi smo modo, el paradi gma apelativo de Santos, particularmente coherente, estruc-
turado y orientado hacia el concepto subyacente de rectitud, bondad y ausencia de
pas iones humanas revela su contradicción y su aporía. No sólo es el final noveles-
co el sitio de la incongruencia sino todos y cada uno de los momentos claves del re-
lato en que la "best ia dañina" sustitu ye aquell a conducta prev ista por el apelati vo.
Se puede concluir, entonces, que el título de la novela catali zada, revierte y trans-
forma los contenidos de l relato social; el sueño de la familia monolíti ca, centrada
en la autoridad patern a, permanece como el deseo de una sociedad que excluye el
amor, la comprensión y la equidad en sus forma s relacionales.
Menos amarga y más humoríst icamente en María Rosa, flor del Quillén per-
siste la visión crítica sobre la sociedad patriarcal, pero esta vez el blanco de ella es lo
que la sociología llama cons tructo genérico, es dec ir "la form a de representar al otro
(otra que yo) med iante una serie de características que se le adscriben como leyes na-
turales, reali zada con la ay uda de la palabra y que está íntimamente ligada a la for-
mación de identidades e identificaciones colecti vas" . "En este sentido se podría afir-
mar que María Rosa es protago ni sta de una internalización de la image n de mujer,
buscada y querida por la sociedad, como también de la hi storia de seducción, que
siempre se juega cuando las apariencias toman el lugar de la realidad. A partir de una
imagen de compostura y perfección, cifrada en los atributos otogados por un grupo
social y por los personales, María Rosa se sueña en el espejo de su interioridad tan-
to como objeto de va nidad para sí mi sma como para mostrarse al Otro:
46
I'IA R TA BRVNET
HUMO
HACIA EL SUR
ar fUJ e
Portada de Mar(a
Nadie. ed itada en
Santiago en 1957
47
Registro de nacimicnto
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Poema de Marta Brunet -04. '7 .:/.. . ..,.,. ".~. ,,~ .. f-Á"" f - - '
Pero lo que más le ufanaba, lo que le esponjaba el alma, era verse la más bo-
nita de las mujeres de la hacienda, la que gozaba de mayores consideracio-
nes, la que poseía más comodidades en la puebla. Era un orgullo humilde que
vivía en el fondo de sí misma, sin exteri ori zarse, alimentado en la conciencia
de su propio valer. (María Rosa, flo r del Quillén, p. 425).
1/ Véase mi trabajo "El deseo triangular en La Regema" en Rev. Estudio.\' Filológico.\' N° 22. Uni versidad AuslraL Valdi-
via, 1987, pp. 59-76.
51
vada hasta el límite y que conduce a su pequeña protagoni sta a la muerte. En María
Rosa, flo r del Quilléll el discurso novelesco se desvía, como ya señalamos, a la hi s-
tori a de una seducción que se inicia con la autofascinación de su heroína, presa de la
imagen, de su reflejo mortal, porque, como bien señala Baudrillard, "seducir es mo-
rir como realidad y producirse como ilusión"" y en esta compostura, de rectitud, de
recato, de pudor: todos signos de virtud ; sólo, se trata en el fondo, de una mera su-
perficie reflectante de normas asimiladas incluso inconscientemente y que terminan
por recubrirla como una segunda piel. Si esta hi storia de seducción es posible, se de-
be a la naturaleza alienada de María Rosa que, además, es el bl anco de la ironía del
texto novelesco. Es así como aquella gracia que aparece ante todos como excepcio-
nal e innata necesita ser sacri ficada por obra del seductor, instrumento del destino,
que va a arrastrarla hasta el abrazo erótico. Pancho Ocares, desde su estatuto don-
juanesco y libertino a expensas de un engaño cínico, con fi nes de goce sexual, inten-
tará probar que "la fl or del Quillén" es una mujer igual a todas. En sentido estricto,
el hombre es un seductor vulgar como Don Juan o Casanova, pero al desplegar sus
tác ticas de conqui sta, sin proponérselo hará gala de sus mejores armas, que son las
mismas de María Rosa, pero vueltas contra ella misma:
"¿A María Rosa le gustaba ser señora? Pues a tratarla como tal. Y se hizo
humilde, pequeñ ito con ese anulamiento de su personalidad que el peón su-
reño finge necesariamente ante el superior despótico.
Estrategia de auténtico seductor, pues como afi rma Baudrillard, "se atribuye
la humildad del espejo, pero de un espejo maniobrero, como el escudo de Perseo, en
el que Medusa se queda estupefacta"". Hasta aquí, todo sigue el camino previsto:
52
denegaciones, recogimiento, rodeos, avances y retroceso hasta provocar un estado de
éxtas is, oscilante entre la realidad y el sueño. Y la realidad es el rechazo, producto
del choque entre el deseo de perfecció n, de honradez sin tacha y la conmoc ión de los
sentidos.
La perspectiva de una vida vacía, pero nítida; de rutina y mo notonía, pero sin
mentiras, traiciones e hipocresías cabe en un proceso de reflexi ón que da cuenta del
vencimiento de María Rosa antes de precipitarse en los brazos de Pancho:
53
quier cosa, provocar un escándalo, llegar al crimen, pero que nadie supiera
nada, que todos creyeran en una agresión, basándose en su protesta iracunda.
(María Rosa, flor del QuiLLéll, p. 452).
Por último es necesario señalar que esta novela es quizás la menos amarga
de cuantas escribiera Marta Brunet y precisamente por esa especie de tour de fo rce
que transforma al burlador en burlado y rescata en el juego sutil de las apariencias
a la mujer que no está dispuesta al sacrifi cio ni a ser víctima propiciatoria de la so-
ciedad debido a sus debilidades y flaque zas. Agréguese, todavía, la intención auto-
rial en la que subyace una finísima burla de los arquetipos sociales, producto de un
punto de vista masculino, de sus fantasías y de sus temores, como también de los
códigos que regul an el intercambio simbólico de los valores y de las obsesiones con-
tribuyentes a la alienac ión de la mujer y condicionadoras de sus respuestas según los
estereotipos sociales. A modo de ejemplo, considérese la invers ión en el texto del
código del honor en todo lo que respecta a su mise en scene: el castigo de la infrac-
tora se transforma en el castigo al seductor; quien lava su honor es la mi sma María
Rosa que no requiere de la intervención de terceros ni de otras armas que el reben-
que y la persecución de los perros para salvaguardar su integridad, porque más allá
de las convenciones, ella defi ende su dignidad, negándose a ser exhibida como un
trofeo.
Con María Rosa, flor del QuiLLén se pone fin , además, a un primer ciclo de
la obra de Marta Brunet, considerado como criollista, si bien los aspectos no toma-
dos e n cuenta por la crítica anterior sobrepasan con creces los límites y principios de
este movimiento literario. Mención aparte merece la siguiente novela de Marta Bru-
net, Bienvenido que, aunque ambientada en el campo, es una novela rosa escrita, tal
54
como lo señala la dedicatoria. a petición de su madre: " Para mi madre, que quería una
novela rosa" (El destacado es mío).
Se peinaba como Pa la Negri , se vestía como Bebe Daniel s, gesticul aba como
Constance Talmadge ... (Bienvenido, p. 494) .
.. ... ............. ...................................................... ....... y Enriqueta hacía
e l mohín favorito que aprendiera de Mary Pickford (Bienvenido, p. 495).
A e lla, que amaba lo novelesco, lo imprev isto, la vida le ofrecía ser la prota-
goni sta de una novela estupenda (Bienvenido, p. 497).
l' No signifi ca que Manuel Puig no sea considerado. pero es en esta década donde aparece como un renómeno ge-
neralizado: Osv:lldo Soriano, Ange les M,lstrcta, el mi ~ mo Pui g.
55
Mi querido Tom Mix. Estoy muy contenta. Me compré un traje de terciope-
lo chiffon regio: lo hice adornar con rosa, que es la furia (... ) ayer vi una pe-
lícula estupenda de Vilma Bamky, con unos besos para morirse. No te escri-
bo más, porque tengo que salir ( ... ) Te quiere, tu hermana.
Enriqueta (Bienvenido , p. 498).
De alguna manera, e l relato central tiene puntos de contacto con este esque-
ma; en él, la autora recoge el gusto masivo por los desenlaces felices una de las con-
diciones del género, como también la reso lución de un conflicto amoroso, general-
mente triangu lar, donde la protagoni sta, sueño de perfección y fi gura de seducción e
identidad de las lectoras, logra triunfar e imponerse por sus vanali dades y caracterís-
ticas que no son otras que aquéllas glorificadas y prescritas por la sociedad. Así, no
es extraño que la novela, leída en el contexto de la serie novelesca de la autora, pa-
56
rezca retroceder a una visión de mundo más tradici onal y menos confli ctiva, tanto
que Domingo Melfi " e n su comentario sobre Reloj de sol atirma que por primera vez
la auto ra deja tras luc ir su int erioridad , su pensamiento y filosofía de la vida " . Sin
embargo, la novela en forma explíci ta no pretende sino una respuesta a los deseos
mu y personales de la madre de Marta Brunet y consecuentemente, al construir un re-
lato con esa estructura no intenta tran sgredir las normas, ya que los valores encarn a-
dos en los personajes y los del texto mi smo coinciden con los de la soc iedad: su pro-
tagoni sta alcanza la felicidad med iante el matrimonio y la concepc ión de un hijo; re-
petición del otro tinal feli z con que termina la hi storia de Enriqueta. Po r otro lado,
después de Montaiia adelllro. Bestia d{l/iina y María Rosa, flor del QlIillén, ¿sería
posible que la escritora abandonara sus ideas sobre la dominación de la mujer. aun
para complacer a su progenitora y en una especie de paréntesis con el resto de su
obra? Aparentemente, la respuesta es afirmativa parcialmente y a grandes rasgos.
Como se ha señalado, la novela no revela ot ro confli cto que la confi guració n de un
tri ángulo amoroso que el anuncio del primer hij o desbarata, pero bajo esta superficie
"encantadora", casi ingenu a. el narrador(a) introduce sus propios comen tarios para
perfilar la subord inación femenina como parte de la atmósfera rosa, destiñendo aq ue-
llo que parece el paraíso:
De tigura tosca y genio alegre, don Ju an Antonio era adorado por su mujer -
alma de anu lac ió n que vivía por renejo de la vida de los demás- y por sus hi -
jos Enrique", y Juan (Bienvenido, p. 494).
La verdad es que las monjas las ponen tontas de remate con sus pacaterías ...
Dile siquiera adiós (Bienvenido, p. 506).
57
Hizo uno prolija selección de los libras, aunque era bien inútil ese trabajo: la
j oven no sentía curiosidad alguna por lo que su marido le impedía leer.
(Bienvellido, p. 52 1). (El destacado es mío).
-Nunca he podido saber en qué época existió Pancho Sil va- decía Enriqueta
a Juan, en son de confidencia-o A mí Pancho Sil va se me imagina una fanta-
sía de mi pobre mamá, y la Mena una hermosa calaverada de mi ilustre pro-
gen itor. Con res peto sea dicho... Esta es también la opini ón de mi s herma-
nas. y no hay otra explicación. ija !ija! Si usted conociera a mi hermana ma-
yor, se reiría como yo al verla idéntica a la Mena. Claro es que mi hermana
es otra cosa ... , una mujer de mundo. Pero eso no quita que sean iguales. Y,
según todos, mi hermana es el retrato de mi padre. Es para morirse de la ri-
sa". (B ienvenido, p. 505).
58
son ajes, como Enriqueta y Enrique. Este último, a su modo es un personaje noveles-
co, protagonista de su propia novela rosa, pero sin el final feliz de las otras:
59
La siguiente novela, La mampara, evoca a partir de su título la dialéctica en-
tre el adentro y e l afuera, el interior y el exterior, lo cerrado y lo abierto. La mampa-
ra, nombre ostentoso de la puerta, señala también el mundo de las apariencias que se
impone desde esta fachada.
... casada j ovencita con un hombre que la hizo dichosa, con las dos hij as, mi-
rándolas, un poco absorta en su hogar, egoísta en su dulce destino, con el
tiempo pasando sin marcar otras di fere ncias que un año más para cada chica,
y el goce de verlas crecer y asomarse a la vida con tan distintos caracteres,
celebrándoles y consintiéndoles todo, fo mentando el estudio de 19nacia Tere-
sa, su firmeza serena, su manera tranquila de deslizarse por la niñez y la ado-
lescencia y fomentando la pereza de Carmen, su gracia, la forma insti ntiva-
mente coqueta con que sabía hacerse servir y adorar. Esa fue su vida, años
de años (La mampara, p. 464).
60
demás. La madre y su función ute rina prolongada más allá del acto de parir, porque
el drama surge de la imposibilidad de separar las necesidades y deseos propios e n es-
ta masa informe que la oprime, ahora, desde el interior, impidié ndo le des li zarse por
la vida con sus nuevos parámetros de pobreza, escase.z, mediocridad.
61
vilidad del pasado-presente, con sus fantasmas sin afectos, Carmen gira en el dis-
curso de las apariencias, esclava de sus formas cambiantes, conjurando la realidad
con sus signos equívocos de niña "bien", bien presentada, bien relacionada para la
circu lación de intercambios, para la lubrificación de las relaciones sociales. Deba-
jo de esta estructura laberíntica, fabricada de voluntari a frivolidad , de resentimien-
tos, de humillaciones y donde el ser se pierde, aflora el desencanto, el cansancio y
el sinsentido, porque pese a sus esfuerzos para mantener cada gesto en su lugar, el
orden perfecto de su peinado y vestimenta, en algún momento se produce el de-
rrumbe:
Pero no es ahí donde ella quiera llegar al hacerse esa larga exposición , al llo-
rar este miserere sobre sus sacrificios, sobre la sorda lucha con que mantiene
su posición social. No. Quiere llegar, y llega, repentinamente enfrentándo-
lo, a Hans y su frase: "Ten una aventura ..." ( ... ). Tres palabras para marcar-
le un destino. Tres. Eso cree Hans que merece ella. (ÚI mampara, p. 481).
Aunque nada será igual para Carmen después de este recuento, nada indica
en el texto una transformación; al contrario, el dolor no compartido, la angustia, la
ira, la reafirmación en su proyecto seudovital. Es cierto que para la madre no hay sa-
lida, excepto rebelarse en contra de las actitudes y conductas que Carmen ha prescri-
to para rescatarla de la vulgaridad cotidiana, pero lo más lamentable es que Carmen
no vislumbra sino el caleidoscopio alucinante de las formas en que se inscribe su vi-
da cuyo signo es esa mampara que "defiende la realidad del di sgregador asalto de los
sueños" (ÚI mampara, p. 482). Lo que sucede finalmente para Carmen es la inver-
sión de esta realidad, el sueño es el lugar de su autenticidad.
No ocurre lo mi smo con 19nacia Teresa, que forzada por las circunstancias
de su trabajo debe aventurarse en este otro mundo que concita el desprecio de su her-
mana. Descubre que fuera de la mampara existe otra vida, tal vez vu lgar, pero me-
nos solitaria y plena de posibilidades. Al final de la jornada, Ignacia Teresa es la úni-
ca de las tres mujeres que logra salir de la mora vital, incubando la esperanza y de-
sechando los temores que hasta entonces la han inmovilizado, sin permitirle vivir
realmente:
62
El dijo algo, sí, que era español, refugiado, que tenía allí cerca una librería.
Ella contó de la fáb rica, (... ) de su miedo irrefrenable, ese miedo que está he-
cho de mil miedos que a través de una vida se van aposando en el alma hasta
dejarla sin movimiento alguno. Cu idado ... Ten cuidado .... Hay que tener cui-
dado... Toma cuidado.
¿Es que hay que defenderse de tantas cosas? (u/mampara, p. 69).
63
piar, ordenar, pre parar el almuerzo, tejer, e tc., obsesionada por el futuro de Carmen,
a qui en siente como las más frágil , a pesar de la tiranía y del dominio a que las so-
mete. ta nto a ell a como a 19nacia Teresa.
HU/l/o hacia el SU/; publicada e n el mismo año que i.LJ /I/C/I l1para, constitu ye
una muestra de la superación de la escritora y aunque superti cialmente pareciera un
retorn o al rincón campesino, a la naturaleza agreste y salvaj e, como afirman algunos
críticos, lo cie n o es que la exube ra ncia y la llu via pe rtinaz que e nvuelve n al pueblo
sureiío está más relac ionada con el devenir de los pe rsonajes. En efecto, el humo co-
mo la niebla, la neblina o el ag uacero no sólo desdibuja los nítidos contornos de los
contrafue rtes cordilleranos, también oscurece, deforma y d iluye las demás ari stas de
los carac te res; rompe, fi sura y araña las másca ras de la conc upiscencia, de la ambi-
ción y del pode r.
El pueblo que e merge siguie ndo la geometría interna de doña Bati lde, su " ra-
cioc inio inapelable", "su minuciosa exactitud de cronómetro insensible a toda angus-
ti a, a toda esperanza" (HilillO hacia el sw ; p. 553), constitu ye el símbolo de su poder,
la materialización y deformación del frut o de sus e ntrañas yermas, sustitulO de la es-
teril idad a que la condena la impote ncia de don Jua n Manuel de la Riestra.
y del mi smo modo en que el pueblo to ma el lugar del hij o, mutati s mutandi ,
e l te ner reemplaza el ser de Bat ilde.
No se trabaj a para eso, sino para te ner autoridad, para que nos respete n y ha-
cer lo que nos dé la gana. El dinero no es nada sin una voluntad que di spon-
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ga de él, pero con ello lo es todo. ¿Cree usted que yo sería lo que soy sin lo
que tengo? ( ... ) Ser es tener y todo lo demás es humo, humo que se lleva el
viento. (HulIlo hacia el sur, p. 55 1).
Siempre tiesa en su silla, con el mi smo traje color café, por ser el más sufri-
do; con los absurdos botines de cuero, epicenos, con elásticos a los costados
y una huincha atrás y otra adelante para tirar de ellos y poder metérselos, he-
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chos desde hacía trein ta años por el mismo zapatero. Y persistiendo en su ac-
titud de juzgadora inapelable de l mundo, con los brazos cruzados sobre el pe-
cho enjuto y las manos extrañamente hermosas, calcada toda ella sobre una
especie de molde. Igual a como la había conocido ocho años antes, con su
perfi l para colocarlo sobre un ónice, sobre un azabache, sobre un esmalte.
(HulIl o hacia el sur, pp. 552-553).
Tal como el texto sugiere, doña Batil de es e l calco de la verdadera Bati lde,
de la que fue y de la mujer que habría pod ido ser sin el matrimonio fu nesto; las du-
ras aristas de su perfil de su fi gura hierática ex halando dominio y rapacidad consti-
tuyen la negación, el garabato de la otra:
Hab ían hecho de ell a esta doña Bati lde que era ahora. Aguantarse entonces.
(Humo hacia el s"r, p. 598).
No, ya no es la du lce Tilde que e l tiempo borra en la desvaída retina del re-
trato, ni son sus ojos verdes, para la verde vida. Es ahora doña Bati lde, con
el corazón de canto rodado, sin vaci laciones, midiendo en afán de posesión
las calles del pueblo, bajo la ll uvia, contra el viento, vacía de otra pasión que
la del poder, cuya clave es el dinero. (HulIlo hacia el SlIr, p. 599).
y para completar esta imagen, statu qua de los sueños de la dulce Tilde, el
pueblo, su pueblo tambi én debe permanecer inalterable para su provecho y prospe-
ridad, signos visibles de la hipóstasis de su no-ser. El pueblo resulta, entonces, su
justificación, su obra vital , el símbo lo de su vida degradada y cuando las oscuras
fuerzas de la civili zación y del progreso amenazan su exterminio o desv iar el fluj o
de la riqueza hacia otras regiones y hacia otros bolsillos , doña Batilde está di spues-
ta a todo, al crimen inc luso, si de este modo ev ita ser despojada nuevamente de es-
ta otra sangre que c ircula por sus venas: e l dinero. El puente en construcción es
ahora e l ene mi go y la confrontación es inevitable, por un lado doña Batilde y su vo-
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luntad casi telúrica y por otra, el gigante, la voluntad de los hombres, tendida hacia
el futuro.
¿Ex iste otra salida para doña Batilde que no sea la enajenación de su femi-
nidad ? El desarrollo novelesco muestra que tal posibilidad supondría otra ruptura,
una violación de las normas que consagra la institución matrimonial , la fidelidad ,
67
el respeto de las apariencias, todo e l aparato social, más poderoso y exigente que
el deseo o la necesidad individual, de modo que doña Batilde es la víctima no só-
lo de la impotenc ia del marido sino también de la soc iedad, con sus fa lsos prejui-
c ios , con su moral sex ista, con sus relatos leg itimadores de prácticas exc luyentes y
marginadoras. Doña Batilde es la antiheroína porque no ha sido capaz de rebel ar-
se en contra de esta opresión y ha permitido la inscripción en su ser de una fal sa
Batilde, de otra que ha tomado su lugar, suplantando su se nsibilidad, su caudal de
amor y sus esperanzas . De ahí que el acto execrable, apocalíptico y aco rde con su
naturaleza alienada tenga un efecto contrario al de la si mple venganza, viene a res-
taurar o más bien, a sa ldar la carenci a y mientras el pueblo arde y se consume en
el incendio provocado por doña Batilde, la conciencia del crimen cometido enfren-
ta a doña Batilde con su doble:
Aq uello sube desde los tuétanos, irrumpe en las carnes endurecidas, retuerce
su voluntad y no hay defensa posible contra ella. Doña Batilde está allí er-
guida ante don Juan Manuel, pero humillada adentro, deshecha de vergüenza
ante la Tilde inexorable. (Humo hacia el sur, p. 707).
-¿Cómo no me lo dijo? ¿Tan poca creía que era mi terneza? ¿No sabía que
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todo lo aceptaba por venir de usted? ¿Por qué no tuvo contianza en mí, co-
mo cuando era ch iquita y me hacía alzarla para ir a la playa en que los can-
grejos le deban miedo? ¿Por qué? (Humo hacia el sur, pp. 573-574).
Es así como la novela juega con las semejanzas y diferencias entre la ex is-
tencia de Pedro Malina y la de doña Batilde, pues si inútil es el amor del primero,
inútil es el cuerpo de Batilde que no puede florecer en el hijo. Es cierto que Pedro
Malina es un personaje secundario, pero la historia de segundo grado en la estructu-
ra del relato es clave. Por una parte, repite desde otra perspectiva la hi storia central,
pues tanto Pedro como Batilde son víctimas del engaño que ha de torcer el rumbo de
sus vidas. Al casarse, Pedro no sabe que su mujer está embarazada; Batil de ignora
que su marido es impotente; la semejanza es innegable, de modo que la función de
esta historia en el relato sería señalar, a pesar de las diferencias entre lo mascu lino y
lo femenino, naturales o impuestas, que ambos sujetos están expuestos a la mala fe ,
a la deslealtad y, sobre todo, están presos de las convenciones sociales, que impide,
por temor a la hipocresía, hablar de ciertos temas. As í los tabúes sex uales serían los
victimarios de estos personajes y sus cómplices: la incomunicación y el miedo a
mostrar las debilidades y flaquezas . Por otra parte, el relato de segundo grado anti-
cipa que el crimen o la ejecución de un acto execrable no libera, porque la cu lpa no
puede exorcizarse mediante el castigo de sus supuestos agen tes externos. Ella está
dentro de los seres humanos y es tanto más trágica en cuanto consiste en la apropia-
ción de las faltas aje nas, como ocurre con Pedro y doña Batilde.
En este sentido, toda la novela está poblada de fa lsas identidades, con excep-
ción de Solita. Moraima, Paca Cueto, Ernesto Pérez, don Juan Manuel de la Riestra,
todos, representan la carnavalización de las normas y convencionali smos soc iales,
borrando las fronteras entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo indebido, entre la
verdad y la mentira. Por ejemplo, la Moraima es la cabrona del pueblo, la mujer que
ha llegado a esta condición por el sufrimiento, por la pérdida de sus ilu siones y las
falsas promesas de un hombre; en cambio Paca Cueto es su contrafigura, la atracción
del dinero fác il , su natural concupiscencia y sensualidad la han llevado al lugar infer-
nal en bu sca de respetabilidad, copiando señorío, en pose de dama recatada y pudo-
rosa, la que fina lmente será sobrepasada por el " hervor de su sangre".
69
Tiene una alarma de terror, porque desde los profundos estados de tierra la
Pancha, en irrupción casi sísmica, amenaza aflorar de nuevo (Humo hacia el
Sur, p. 652).
En el otro extremo, don Juan Manuel y Ernesto; el uno célibe por obligación y
el otro, bajo la apariencia de marido respetable, da rienda suelta a sus vicios carnales e
inconfesables pasiones, claro que lejos de su esposa. Semejante a Paca Cueto, lleva una
doble vida, pero a diferencia de ella, llena de cu lpa como lo muestra su confesión a De
la Riestra y su temor de ser escuchado bajo una lluvia persistente.
Para Solita, el mundo de los adu ltos es extraño y contradictorio, de fal sos va-
lores, poblado de seres que no son "de veras". Para ella son más reales el Toga, don
Genaro, el Mampato, sus animales domésticos con los que entabla largas conversa-
ciones, les comun ica sus penas y alegrías, perfilándose como la heroína de un nuevo
relato social , subversivo contra las normas que preservan el slalu qua.
Porque ella cree que la gracia no está en hablar siempre con un lenguaje es-
tirado y planchadito, con tantas alforzas y puntillas de versos y pronombres.
iCon lo que le gustaría a ella revolver y enmarañar esas cosas' Lo que va-
le es el idioma "de veras", ese que se aprende de los indios o con el "Toga"
y "Don Genaro", o con el "Mampato" , y que ell os saben sin haberlo apren-
dido, porque es el único que corresponde realmente, mágicamente con las
cosas que se dicen. (Humo hacia el sur, p. 614).
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en Cuentos para Mari-Sol, Historias de Mamá ToliTa y Aleluyas para los más ehi-
quititos.
Retomando Humo hacia el Sur, se puede agregar que Solita sería, además de
heroína de un nuevo relato, el lector previsto de la novela e incluso de todas las no-
velas de la autora. Obsérvese su rechazo de las historias de carácter didáctico y mo-
ralista, sobre todo de aquellas que tratan de repentinas conversiones de malos en bue-
nos "escritas por una señora que debió nacer con una papalina en la cabeza ( ... ) y
otra en el alma momificada" (Humo hacia el sur, p. 6 l 6). Obviamente, no será el ca-
so de la escritora de esta novela ni de María Nadie ; en ninguna de ellas hay persona-
jes O historias aburridas al servicio de lo que los "grandes", en términos de Solita, lla-
man Moral y Educac ión.
En efecto, esta última novela -María Nadie- como las anteriores responde a
la concepción autorial de un relato destinado a mostrar al ser humano en sus contra-
dictorias facetas, sobre todo a la mujer, a la que rescata de los estereotipos tradicio-
nales, fl ex ibilizando las perspectivas y las visiones que trivializan y enmascaran la
expresión de su subjeti vidad. Alabada por muchos críticos como una de las mejo-
res obras de Marta Brunet, también concitó el rechazo por su fragmentarismo, por
la falta de "so ldadura" entre sus dos partes tituladas: "El Pueblo" y "La Mujer" ;
sin embargo, es esa ruptura la que mejor da cuenta de la realidad de su protagoni s-
ta, su exterioridad, su apariencia poco o nada tradicionales, despiertan la animosi-
dad de las muj eres de pueblo.
"- ¿ y le parece poco? Una loca suelta, vestida con pantalones y una chom-
ba que le deja todo a la vista. Y con ese pelo color de choclo ... insistió tam-
bién mi siá Melicia ( ... ).
-Es que yo creo que lo decente, si se tiene ese pelo natural , es pintárselo de
un color como el de todos. Negro, rubio, castaño. Una mala pájara, eso tie-
ne que ser y nada más ... (MarÍti Nadie, p. 736).
Del mismo modo, para los niños Cacho y Conejo, estos atributos tienen un
significado distinto, es "la niña de los cabellos de oro" , un ser más imaginario que
71
real, una especie de hada surgida de la fantasía infantil y repentinamente concretiza-
da. Ambas percepciones son fal sas: la primera porque está permeada por la imagen
de mujer en la que se superponen toda una gama de re stricciones, contradicciones y
mutilaciones que colocan a María López en el margen de la misma marginalidad de
las mujeres de Colloco. Una manera de normali zar la image n herética es transformar
su aspecto, borrar las diferencias. sumergirla en lo indiferenciado o violar la intimi-
dad de la extranjera, conociendo sus secretos, su pasado. " Mala pájara" porque no
corresponde en su exterioridad al constructo social o a sus expectativas. La segunda
opera de modo contrario, los niños viven en el mundo de la fantasía, alimentada de
lecturas que borran las fronteras entre lo real y lo ficticio. En ese universo informe,
la telefonista no tiene existencia real, pues como todo ser de fi cción, la fragilidad y
la inestabilidad la cond icionan y la determinan. La inesperada coincidencia entre las
vio letas que los niños le regalan y un ramo de ellas en las solapas de Reinaldo -pa-
dre de Cacho- destruyen la relac ión, siempre en el contexto de las preocupac iones de
Marta Brunet, a saber, el de la incomunicación y la desconfianza. Ni Cacho ni Co-
nejo llegarán a conocer la verdad del malentendido y María López perderá el único
vínculo auténtico, proporcionado por un sentimiento puro. En la visión de la autora,
las relaciones humanas, donde priman la bondad , la equidad y la justicia están rele-
gadas al plano de la fi cción más bien como la tendencia hacia un ideal propio de la
infancia que tarde o temprano termina corrompiéndose.
72
die ¿debe caer en el vacío?, ¿ant ic ipa su ilegibilidad? O simpl ememe destaca la fe-
ble constitución de un sujeto que teme enfrentar su propi a represemació n como par-
te del mundo interi or y su articul ación con el mundo exterior.
y nadie sabe nada de ella. iPorque es de ladina para no contar cosas de su vida!
Como muerta. ¿Creerá que desde que llegó nunca ha recibido una carta ni un
telegrama? Es para morirse de rabia ... (.. .).
-La tenemos bien vigil ada. Nunca le hemos oído nada personal. Nunca . Pe-
ro ya caerá ( .. .) y " todos" loquitos con ell a. La ofi cina parece ahora choclón.
Todos los hombres metidos all á ( .. .). Y ella haciéndose la lesa, como si nada
pasara .. ." (María Nadie , p. 735).
73
En este sentido, la instancia discursiva uni fica la experiencia de la disociación
espíritu-materi a, y el cuerpo deja de ser un objeto voyerístico o fetichista que invita a
intercambios eróticos con los espectadores mascu linos. Ahora es el lugar de los acon-
tec imientos vitales, do nde se inscri be otra menos estimulante para las fantasías sexua-
les, pero más cotidiana, más conocida por todos: la seducción, el abandono, el abor-
to. La historia de María es el relato contestatario de los relatos maes tros del patriar-
cado: en él quedan anuladas las dicotomías bueno/malo; virtud/pecado; la rubia/la
morena porque la sexualidad queda incorporada al individuo como parte de su perso-
nalidad, como la inteligencia, la sensibilidad, el hambre, la sed que no motivan juicios
morales.
¿Tú crees, gatita, que vale la pena vivir entre sospechas, risitas y comentarios,
siendo buena, cabalmente buena, honrada hasta los tuétanos, para que de re-
pente te caiga encima una lluvia de feas palabras y casi de hechos delincuen-
tes? (M aría Nadie, p.787).
Es cierto que María no alcanza a tener un hij o, lo pierde entre los accidentes
de su relació n amorosa, de manera involuntaria y por eso permanece intacta, íntegra.
En su recuento prevalece la dimensión humana expuesta a la soledad y tendida como
un arco entre la anul ación y la infinitud .
Me iré. María Nadie también tendrá ante sí una puerta abierta. Será de nue-
vo María López. Una puerta abierta ante mí. Puede que hacia una vida ra-
d iante. Puede que hacia inenarrables sufrimientos. Pero será la vida ... (M a-
ría Nadie, p. 787).
74
xualidad, centrado en los conflictos interiores del protagonista, para quien su condi-
ción es fuente de sufrimiento, de rebeldía y de soledad. A semejanza de los persona-
jes femeni nos de la autora, Julián García es un ser atormentado, escindido entre el ser
y el deber ser, que no encuentra salida ni siquiera en la creación artística para la an-
gustia existencial en que está inmerso.
Sin llegar a constituir un relato que tiene por objeto la refl exión sobre los
procesos creativos y de recepción de la obra de arte, como por ejemplo en Los Cl/a -
dem os de Malle Laurids Bridge de Lilke y El retrato del artista adolescente de Joy-
ce, la novela provee de una vi sión sobre el acto creador sobre todo en lo relacionado
con la sensibilidad exacerbada del artista y su poder de captación de la realidad, ori-
ginada en su inadecuación con el mundo.
¿Es que siempre iba a ser así? Pasar de un estado a otro sin transición. Vi-
vir muriendo de todos los dolores, víctima de los sentidos exacerbados, des-
controlados, irreductibles. (Amasijo, p. 856).
En este sentido la anormal idad del artista va más allá de la conducta sexual
y de los conflictos morales que la integran: atraviesa la realidad ineluctable de la vi-
da para refl ejarla en los espejos, haciéndola pasar a través de los prismas, las cribas
y el infierno espiritual de una conciencia lúcida, ex igente e hiperestesiada. La pie-
dad y el horror en el más perfecto equilibrio emergen del texto para suscitar la emo-
ción trágica; el arti sta en su desnudez, libre para crear como un "narciso deleitosa-
mente empecinado ante el espejo" (A masijo, p. 847).
75
nir, que logra plasmarse en este otro que intenta organizarlo o su interpretación. Des-
de una perspectiva freudiana busca un elemento de síntesis para la disociación entre
el deseo y la sexualidad, pero al hallarlo, encuentra la muerte.
Como de regreso de todo, de vuelta del bien y del mal. Tuvo el sobresalto
que removía puntas dolorosas. No venía de vuelta de provincias contrapues-
tas, estaba en la muerte, tocada por la muerte, sellada por la muerte, con su
troquel en la ausencia de cada seno. Detenida en la certidumbre del fin do-
loroso y próximo. (Amasijo, p. 847).
76
111. Palabras
finales
a novelística de Marta Brunet representa, ciertamente, la zona más extensa
de su creación literaria, pero no más importante que el resto de ella. Razo-
nes de espacio excluyen de este ensayo esas verdaderas obras maestras que
son sus cuentos y entre los cuales "Soledad de la sangre", "Piedra callada" o "Don
Florisondo", por citar sólo algunos, bastarían para asegurarle un lugar entre los gran-
des de la literatura chilena.
En efecto, allí se señala que el caudal nutriente del relato infantil se encuen-
tra en lo popular, en el folklore , de donde autores como Andersen, Perrault y Selma
11 Brunet. Marta. "El mundo mágico del niño" en revista Atellea N" 380 - 38 1. Universidad de Concepción, Con-
cepci6n,1958,pp.263-276
79
Lagerloff "tomaron desde el moti vo primario de su obra hasta las modalidades pro-
pias del diálogo y la acción" (p. 273). Al respecto, Marta Brunet toma del relato y la
conseja popular los elemenlOS de su oralidad , la relación constante y presenle enlre
el emi sor y el destinatario: " No sé si ustedes saben ...", "Resulta que ...", "ya les di -
j e...", etc., tratando de crear una "comunión, comunicación de una secreta unidad que
el niño debe intuir a través del lenguaje de los símbolos" (p. 272). Debido a este ca-
rácter oral, será frecuente encontrar en los textos narrativos el empleo de onomatope-
yas, "Zas", "Brrr", "Pum", más eficaces que las palabras a las cuales sustituyen, pues
despiertan sensaciones, emoc iones tanto más vitales que su pos ible represenlación .
Otro elemento a considerar son los personajes de los cuentos, la mayo ría ani -
males pertenecientes a la fauna chilena, pero que a diferencia de sus congéneres de
las fábu las de Esopo o de Lafontaine, no están all í con una finalidad didáctico-mora-
li zante. "En todas las literaturas incipientes se encuentran, en sus primeros balbu-
ceos, fábulas en las que los animales participan, no siempre para impartir lecciones
de moral, preci samente" (p. 275). En este marco, sería necesario remitirse a esta mi s-
ma idea expresada por Solita, el personaje infantil de Humo hacia el Sur; para ella
los animales domésticos son más reales que las muñecas o los demás juguetes: "Son
todas mentiras -contesta So lita tozudamente- Por eso prefiero al " Mampato", al "To-
ga" y a " Don Genaro" . Ell os son "de veras"" (p. 592).
De igual modo, los animales del relato brunetiano son presentados en sus as-
pecIOs pintorescos, cómicos o trágicos, siempre en relación lúdica con el niño. Aquí
no se trata de enseñar zoología sino de la ident idad que se produce y del goce provo-
cado en el "poder cons iderar a su gato como un respetable caballero y a sus peque-
ños amigos como una manada de lobos" (p. 274). Chunchos , sapos, conejos, cóndo-
res, lloicas, gatos y perros cada uno destacado en aquello que les hace ser temido,
amado, respetado o admirado; el chuncho, por ejemplo, voceador de males y desgra-
cias, convertido en guía de los an imales perdidos en el bosque; el plumón rojo de la
lloica, explicado como la recompensa de una buena acción; la capacidad del cóndor
junto al más humano de los sentimientos como son la piedad o la compasión; en fin,
largo sería enumerar cada uno de los atributos que la autora resalta en ellos y donde
no se crea que la glotonería, el fast idio o la pendencia están ausentes; como los seres
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humanos los animales también tienen defectos. En esto consiste la concepción de
Solita; los seres "de veras" no son aquéll os de la perfección y en ellos hay coinci-
dencia con la concepción global de Brunet sobre el mundo y sus creaturas de ficción.
Indudablemente, la vitalidad y fuerza de sus personajes reside en la profunda huma-
nidad de su autora, para quien el goce de la lectura y la posibilidad de abrir nuevos
horizontes en un eventual cambio de paradigmas de la sociedad constituirán no sólo
una justificación, sino el sentido de toda su obra.
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Cronología
M arta Brunet nació en Chillán el 9 de agosto de 1897 segú n consta en la
página N" 267 del libro de nacimientos del Registro Civil de Chillán.
Sus padres fueron Ambrosio Brunet Molina, chileno y doña Presenta-
ción Cáraves de Cossio, española. Hija única, Marta rec ibió una esmerada educa-
ción, a los II años ya había cursado sus estudios de primer y segundo años de en-
señanza. Se trasladan a Victoria (Malleco) , donde su padre pose ía un fundo en Pai-
lahueque, lugar que por la altura afectaba el débil corazón de su madre. Como el
Liceo de Niñas quedaba distante de la casa, sus padres decidieron que la pequeña
tomara clases en su hogar, hasta donde asistían diariamente los profesores del li ceo
a impartirle las asignaturas de Castellano, Literatura, Historia, Geografía y Ciencias
Naturales; desde muy temprano demostró desagrado por la matemática, rechazán-
dola de plano; por esa mi sma fecha sus padres contrataron una institutriz francesa
que le enseñó el idioma, al mi smo tiempo que realizaba ingentes esfuerzos por con-
trolar su carácter fuerte y travieso.
Marta rechazaba jugar con muñecas, le molestaba la cara de éstas con su mi-
rada fija y vacía, prefiriendo la compañía de animales domésticos. A los siete años es-
cribía teatro para gatos y perros, su único auditorio. En 1911 viaja con sus padres a
España, Italia, Suiza, Francia, Inglaterra, Alemania y Portugal , pero el inicio de la I
Guerra Mundial los obliga a regresar al país, no sin antes visitar Argentina, Uruguay y
Brasil.
Su familia se radicó en Chillán entre los años 1919 y 1923, publicando du-
rante este lapso sus versos y primeros cuentos en el anti guo y prestigioso diario chi-
Ilanejo La Discusión. Comienza por esta misma época a cultivar su amistad con Her-
nán Oíaz Arrieta (Alone), quien la guía en sus primeras creaciones y lectura. Lee a
Maupassant, O' Aurevilly, Eca de Queiroz y, posteriormente, a Oostoiewski, Gorki,
Andreiv, Zola. En 1922 en Rari-Ruca, lugar cercano a Curacautín, comienza a plas-
mar su primera novela Montaña adentro que publica en 1923. La excelente acogida
que la crítica le otorgó a su obra, la perfila como una promisoria escritora. En 1924
fallece su padre y con ello desaparece su fortuna personal , mientras su madre sufre
un serio trastorno mental , por esta época debe asumir trabajos de di verso orden, se
decide a publicar recetas de cocina e instal a un consultorio de quiromancia.
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En 1925 se radica en Santiago desde do nde envía notas para el di ari o El Sur
de Concepción, a la vez que pu bli ca cuentos en La Nación de Santiago y en Caras
y Caretas de Buenos Aires. Bestia dG/l illa, novela y 0 011 Florisondo , cuento, apa-
recen en 1926; al año sigu iente la rev ista Atenea publica María Rosa, j70r del Qui-
llén , novela.
En 1929 obtiene el Primer Pre mio en el concurso de cuentos organi zado por
el d iario El Mercurio. Atraída desde su niñez por el teatro en 193 1 ingresa a la Com-
pañía Teatral de Ati cio nados dirigida por el autor dra mático Luis Pi zarro Es poz, e in-
tegrada por María Luisa Bombal, Vera Zouroff, Mercedes Orrego de Ugarte y Maria-
no Casanova, entre otros. La Compañía reali zó representaciones en los teatros Carre-
ra y Comedi a. Durante estos años lee a Proust, Giraudoux, Pierre Mac Orlan, Va-
lery, Lidia Seifulina y Leonov. Publica Reloj de Sol ( 1930), colección de cuentos.
Obtiene el Premio de Novela en 1933, otorgado por la Sociedad de Escritores de Chi-
le. Desde 1934 trabajó como redactora en la rev ista Familia, editada por Zig-Zag,
siendo posteriormente su di rectora; en 1938 publica Cuentos para Mari-Sol y en
1943 Aguas abaj o, cuentos por el que recibirá e l Premio Atenea, conferido por la
Universidad de Concepción a la mejor obra de imaginación publicada en el país, du-
rante el año. En 1939 abandona la dirección de la revista Familia y el país para ini-
ciar su carrera diplo mática como Cónsul Ho norario de la Plata, des ignación que re-
cibe del go bi erno de Pedro Aguirre Cerda. Durante su permanencia en Argentina pu-
bl ica en el di ario La Nación y en la prestig iosa revista Sur, ambos de Buenos Aires .
En 1943 , el gobierno de Juan Antonio Ríos la designa Cónsul de Profes ión adscrito
al Consul ado General de Chile, en Buenos Aires.
En estos años lee noveli stas hispanoamericanos, entre los que se destaca n
Eduardo Malloa, Jorge Luis Borges y Miguel Angel Asturi as; en 1946 recibe el Pre-
mio "al mejor libro del mes" otorgado por el Pen Cl ub de Chile y el Club del Libro
de Buenos Ajres, por su novela Hum o hacia el Sur, el jurado estu vo integrado por En-
riq ue Amorín, Adolfo Bioy Casares, Ri cardo Baeza, Pedro Henríquez Ureña y Jorge
Luis Borges. En 1947 actúa como Vicepresidente de la Comi sión del Co ngreso Ame-
ricano de Escritores, efectuado en Buenos Aires, bajo los auspicios de la Sociedad
Argentina de Escritores.
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El gobierno de Gabriel González Videla la designa Tercer Secretario de la
Embajada de Chile, en Buenos Aires, ascendiendo luego al puesto de Segundo Secre-
tario. En 1949 publica Raíz del sueño y tres años más tarde, bajo la presidencia de
Carlos Ibáñez del Campo, renuncia al cargo de segundo secretario, regresando a Chi-
le en 1953 y radicándose en Santiago. Su novela María Nadie aparece en 1957 y al
año siguiente interviene en el Segundo Encuentro de Escritores Chilenos, efectuado
en julio, en Chillán. Presenta dos trabajos: "Experiencias de mi vida literaria" y "El
mundo mágico del niño". En 1960 viaja a España con el objeto de someterse a una
delicada intervención quirúrgica a la vista, año en que además publica un volumen
de versos Aleluyas para los más chiquititos.
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.. - - - -
Bibliografía
Obras de Marta Brunet
Mm.'aj;a adentro. Novela. Santiago-C hil e, Nasc imento, 1923, 111 págs.
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María Rosa, Flor del Quillé" . Novela. Rev. Atenea, Concepc ión-Chi le, año IV, N0:2, pp. 119- 143 Y
Reloj de Sol. Alba - Mediodía - Ocaso . Cuentos. Sant iago-Chile. Nasci mcnlo, 1930. 197 págs.
Cuelltos para Mari-Sol. Cuentos. Santiago-Chi le, EdiloriaJ Zig-Zag. 1938,50 págs.
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Raíz del sueñtJ. Cuentos. Santi ago-Chile, Ed itoria l Zig-Zag, 1949, 145 págs.
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Portada de Soledad de la
sallgre, edi tada en
Montevideo con prólogo
de Angel Rama, 1967.
Homenaje
a
Chillón
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