Una Nueva Motivación para Buscar A Dios ICF Pablo
Una Nueva Motivación para Buscar A Dios ICF Pablo
Una Nueva Motivación para Buscar A Dios ICF Pablo
Testimonio breve de cómo llegué a este mensaje de hoy: ¿Por qué llegué a la iglesia y hago lo que
hago? Lógicamente hay muchas respuestas, sin embargo, consideremos un par de ellas. Antes de
ser cristiano mi objetivo era mi satisfacción consiguiendo lo que quería. ¿Por qué? Yo quería ser
exitoso entre mis amigos y creía que así lo iba a conseguir. Luego de conocer a Cristo, el objetivo
se convirtió en hablar a todo el mundo de Jesús. Quería llegar a ser exitoso en eso.
Antes sin importar el medio quería llegar al fin o meta de obtener lo que deseaba, ahora deseo ser
exitoso predicando y que las personas conozcan el evangelio.
Pregunta: cambio mi comportamiento; pero, ¿cambiaron mis deseos? ¿Cambió mi corazón?
Ilustración: Un iceberg tiene 2 partes, una externa que se puede ver (identifica nuestras
acciones), y una interna que está debajo del agua y no se puede ver (identifica nuestras
motivaciones, deseos más profundos). Cuando Dios nos mira no se enfoca tanto en lo que
hacemos, sino en por qué lo hacemos.
¿Por qué? Es la pregunta clave para todo lo que hacemos. ¿Por qué doy dinero? ¿Por qué leo la
Biblia? ¿Por qué sirvo en la iglesia? ¿Por qué me quiero arreglar o casar y formar una familia? Jesús
en el Sermón del Monte nos desafía a que reflexionemos en la realidad que el tema principal no es
la ofrenda, oración ni el ayuno, sino que: cuidemos de no practicar nuestra justicia delante de los
hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendremos recompensa de nuestro Padre que
está en los cielos” Mateo 6:1.
Como vamos a ir viendo hoy, la Biblia nos desafía a no quedarnos en el cambio superficial, sino a
enfocarnos en los cambios del corazón (motivación y deseos).
“Dios no mira como mira el hombre, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor
mira el corazón” (1 Samuel 16:7). Una forma simple de “mirar” nuestro corazón es haciéndonos la
pregunta: “Por qué?”
Me encanta tomar café. Me genera expectativa poder disfrutar las notas y sabores que
se desprenden de cada método que hay para prepararlos. Pero, déjame hacerte una
pregunta. ¿Tomo cafe porque he disfrutado de uno bueno o tomo para disfrutar un
buen cafe? Si nos detenemos a pensar en la pregunta, vamos a darnos cuenta que la
respuesta es: ambas.
La razón (por qué) que me mueve a tomar y prepararme un buen café es que
previamente, en algún otro momento de mi vida, yo ya he tenido la posibilidad de
probar y disfrutado la experiencia. En otras palabras, la causa o el motor para ir a
comprar diferentes tipos de café y métodos es que ya he experimentado el placer
que saborear uno rico. Sin embargo, por otro lado, también tomo y me preparo el
café para disfrutar del placer que el mismo ofrece. Es decir, el objetivo es volver a
experimentar el placer que un día sentí.
Lo mismo sucede con Dios. Buscar a Dios es un resultado de haber encontrado a Dios y
también es un medio para encontrarlo. Como dice 1 Pedro 2:2-3 (NTV). ¿notan la doble
dinámica? Deseamos buscar a Dios (ese es nuestro objetivo), como resultado de que
hemos probado su bondad (esa es la razón).
¿Por qué es importante diferenciar y considerar ambas realidades? Por la muy sutíl
e inconsciente tendencia del corazón que nos plantea Mateo 6:1. Aún el buscar a Dios;
aun el practicar las disciplinas espirituales; aún el ayuno, la oración, el servicio y la
ofrenda pueden ser medios que, de manera inconsciente, utilizo para amarme.
Pablo Serrano
Todos tenemos la inclinación de buscar a Dios para intentar ser aceptados por él, para
sentirnos bien con nosotros mismos o probar nuestro valor.
Ejemplo:
¿Por qué orar? Y ¿por qué lees y oras tanto todos los días?
¿Cómo te sentís cuando después de lo que consideramos “tiempo de intimidad” leyendo
y orando no encontras a Dios? ¿Qué pasa cuando intentamos orar y nuestras oraciones
no pasan del techo? Muchas veces no nos sentimos felices, aceptados, perdonados ni
amados por Dios, es más, empezamos a analizar y detectar que algo anda mal, que
hemos pecado o desobedecido y le hablamos a nuestros lideres para contarles. ¿por
qué? Porque me acerco a Dios para ganar su amor, no como resultado de sentirme
amado.
Porque me acerco a Dios para dar, no me acerco a él para recibir. Porque tengo la
tendencia a acercarme a Dios para cumplir, para sentirme bien conmigo mismo o para
aplacar el sentimiento de culpa por no haber orado.
No me resulta natural acercarme a Dios como consecuencia de un deleite que
anhelo obtener y disfrutar. ¿Qué clase de cristiano soy si me cuesta acercarme a Dios
cada mañana? ¿Cómo puedo ser usado por Dios, si después de tantos años como
cristiano, no soy capaz de estar media hora enfocado en Él? ¿Qué clase de poder y
sabiduría espero tener para servirlo si hoy no oro? ¿Cuántas historias de grandes
personas he leído que solían despertarse a las 4, 5 am para orar?
Pero yo... yo... yo... yo... ¿en quién está el enfoque? ¿en el carácter de Dios o en el
mío? ¿en el amor que Él tiene por mi o en el amor que yo tengo por Él?
¿Me estoy acercando a Dios como resultado de que soy amado por Dios o me estoy
acercando a Dios para ser amado por él?
Tenemos que aprender la verdad que no tenemos que “impresionar a Dios”, más bien
YO tengo que impresionarme con y en ÉL. Que no necesito “comprar” su amor, que
no tenemos que “traer nuestros sacrificios” para convencerlo de lo bueno que somos de
modo que Él bendiga nuestras vidas, ministerios y nos use para servirlo y a los demás.
Mateo 6:7, 8: “Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque
ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. Por tanto, no os hagáis semejantes
a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis.”
Jesús le habla a creyentes y nos dice que no seamos como los no creyentes.
Lo que quiero decir mis hermanos, es que, hay un pensamiento interno que nos mueve a
practicar las disciplinas espirituales como medios para “ganar puntos” delante de
Dios. El pensamiento es el siguiente: “sé que debo orar. No tengo muchos deseos de
hacerlo. Pero me siento culpable o poco espiritual si oro poco tiempo”. ¿Resultado
de pensar así? Uso “vanas repeticiones” = oro más de lo que debo.
Pero la clave para entender esta dinámica es reflexionar en por qué lo hago. Jesús nos
da la respuesta. La razón para “orar de más” es no conocer el corazón del Padre. Es
tener un Dios pagano. Es creer que al Dios de la Biblia hay que “comprarlo”. Es pensar
que al Padre hay que “ganarlo”.
Dios no es como nosotros lo “imaginamos”. Meditemos en el carácter del Dios que
describe Jesús:
“vuestro padre sabe”. Él está atento a todo lo que nos pasa. Él se interesa por todo lo
que nos ocurre. A Él le importa cada cosa que nos sucede. Significa que Dios quiere
intervenir en nuestras circunstancias y que su intervención (o la ausencia de ella) están
Pablo Serrano
plenamente condicionadas a lo que “Él sabe” que es mejor para mí y para vos. Su
intención demuestra amor.
Veamos este detalle:
- El texto no dice: el Padre sabe lo que vas a decir (aunque lo sabe).
- El texto si dice: “porque el padre sabe lo que necesitamos”
El énfasis está puesto en que Dios conoce, entiende y comprende nuestras
necesidades.
Así como un padre sabe lo que su bebé necesita. Es más, algunos padres si es que no
todos, con la manera de llorar del bebé aprendieron a identificar por el sonido la
necesidad: si está cansado, tiene hambre, se hizo caquita, etc. Del mismo modo, no
es necesario que el padre lo escuche llorar, sino que ha aprendido en que horarios darle
comida, cuando se despierta y duerme. También sabe que si está resfriado una madre en
especial, no duerme y si lo hace es un sueño ligero para estar atento a cualquier sonido
que haga e ir a ver si todo está bien.
Pero mis hermanos, esta es una ilustración para que entendamos que nuestro Padre, que
el Dios de la Biblia es totalmente distinto. Es mucho mejor que nuestros padres. Dios no
tiene que aprender de nosotros a medida que crecemos, no tiene que escucharnos quejar
para ir y ver cómo estamos, no es un Padre ausente, sino que por Medio de Cristo se ha
acercado a nosotros y “él sabe lo que necesitamos”.
Tenemos que aprender a buscar a Dios NO como un medio para obtener su amor,
sino como un resultado de conocer Su increíble amor incondicional.
Pregunta de reflexión para que veamos si estamos buscando a Dios por las razones
correctas: después de terminar tu tiempo devocional, ¿qué te hace sentir satisfecho? ¿te
sentis bien porque has pasado tiempo con Dios o porque has podido apreciar el amor de
Dios?
¿Te sentis bien por haber cumplido (lo cual indica que el enfoque está en vos) o te
sentis bien porque, aunque lo “encontres” o “no lo encontres”, igualmente él te
ama (lo cual indica que el enfoque está en Él)?
¿estas contento cuando buscas a Dios o estás contento cuando percibís su amor por vos?
¿Por qué buscar a Dios? Porque Él es vida, y en Él está la vida. Porque verlo a Él nos
satisface y nos transforma (2 Corintios 3:18).
Pablo Serrano
El principio del cambio y de la vida cristiana radica en qué entiendo de Dios y quién
entiendo que Él dice que soy.
Romanos 12:2
Por eso Salmo 1 dice: dichoso el hombre que en Dios confía.
¿Como confío en quien no conozco?
Salmo 9:10. En ti confiarán los que conocen tu nombre.
Entregar todo lo que soy a todo lo que conozco de Dios.
Mientras más entiendo a y de Dios, más me conozco a mí y empiezo a darle más porque
Él es más.
Dios nos llama a cambiar lo que entendemos primero y luego lo que hacemos.
El modo en que Dios me invita a ser transformado es mediante la mente nueva que Él
me da y yo la alimento con verdad de Él.
Dios nos ha dejado distintos medios para que profundicemos en nuestra relación con él
y nos apropiemos de esta realidad.
Ya hemos visto esto en la serie sobre las Disciplinas espirituales (medios usados por
Dios para revelarse y cambiarnos). Así que, no vamos a volver a explicarlos, pero si
quiero darles un nuevo hábito, que, aunque pareciera obvio, lo ignoramos.
Nadie cambia por causa de las disciplinas espirituales, pero nadie cambia sin hacer uso
de ellas.
- Contar la historia del naufrago que llegan barcos para lanzarme salvavidas y
sogas.
Vos no sos responsable por cambiar, no podés cambiar lo que amas, pero si podes
exponer tu corazón a Aquel que puede hacerlo.
- Ilustración: Si Dios hoy te dice que: te mojes con agua de lluvia. ¿Qué tenes que
hacer?
- Por un lado, no podés hacer que llueva
- Por otro lado, si está lloviendo, podes salir de donde estás y mojarte.
Si nos quedamos encerrados no podremos cumplir ese mandato. Nuestra
responsabilidad es exponernos.
Todas estas disciplinas, son simples medios que Dios usa para recuperar, renovar,
aumentar el gozo y aprecio de Cristo en nuestros corazones.
Si queres broncearte, no basta con una vez salir al sol, sino que tenes que hacerlo de
manera constante. Lo mismo sucede con nuestro corazón. Una predica de sábado no
es suficiente para calentar un corazón caído. Lo que necesitamos es
constantemente exponer nuestro corazón a Él. Nada en la vida debe ocupar mayor
tiempo, energía, creatividad y esfuerzo que cuidar tu propio corazón. Cuidar tu corazón
es más importante que ganar dinero, que ir a trabajar, que entretenerte y divertirte, más
importante que tener una propia familia. Proverbios 4:23. Si sobre toda cosa debo
guardar mi corazón, debo entonces, poner prioridad a mi corazón sobre cualquier cosa
que considere valiosa. Porque TODO lo que hacemos, está influenciado por lo que
tu corazón más ama. PECAMOS PORQUE NUESTRO CORAZON MAS AMA
LO QUE NO VIENE DE DIOS. PECADO ES TODO AQUELLO QUE
HACEMOS CUANDO NUESTRO CORAZON NO ESTA SATISTECHO EN
CRISTO.
Cuidamos nuestro corazón exponiéndonos a aquello que nos pueda motivar a renovar
nuestro amor por Dios (y por otros) y protegiendo nuestro corazón de todo aquello que
lo pueda seducir a vivir para si mismo.
Pablo Serrano
Nuestro deber más importante es proteger nuestro corazón de todo aquello que pueda
mitigar nuestro apetito por Dios y exponerlo a todo aquello que pueda aumentar nuestra
hambre por Él.
El medio que Dios usa por excelencia para transformar nuestras vidas es el
evangelio.
No hay otra fórmula, si hay un mensaje que vamos a escuchar toda nuestra vida, ya sea
por los pastores o miembros es el evangelio. mi hermano, no hay un mensaje tan
importante y necesario. Si tenes el don de predicación, predicate el evangelio. sí tenes el
don de orar, que sea para orar el evangelio. sí tenes el don de servir, serví al evangelio
recordando que al Dios al que servis es a Cristo.
Pecado es todo aquello que hacemos cuando nuestro no está satisfecho en Cristo.
Todos tenemos áreas que queremos cambiar, pecados y tentaciones con los que
luchamos. ¿queres saber qué clase de persona vas a ser en unos años? La respuesta está
íntimamente ligada a los hábitos que tengas hoy. ¿Buscas a Dios con regularidad? ¿te
expones a la luz que ilumina la oscuridad de nuestras motivaciones cada día?
El mayor enemigo del hambre de Dios no es que la comida tenga veneno (la Palabra es
pura), sino la torta de chocolate que se presenta como más agradable a nuestros ojos.
Por eso necesitamos mirar a la Cruz. Lo que mengua nuestro apetito por las cosas del
cielo y nos impide vivir como extranjeros y peregrinos no es el bufet de los
pecadores, sino el constante picoteo a las migajas de la mesa del mundo.
No es esa película para adultos, sino que todo el día llenamos nuestra mente con
tonterías. Porque cuando sustituimos a Dios por un apetito, un deseo, un antojo, apenas
logramos discernir la idolatría de nuestro corazón.
Jesús dijo que hay personas que escuchan la Palabra de Dios y se despierta en ellos el
deseo de conocerlo. Pero entonces, “yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas
y los placeres de la vida” Lucas 8:14.
“Los placeres de la vida y las codicias de otras cosas” no son malas en sí mismas. No
se trata de vicios, sino de los dones de Dios: comida todos los días, el café, las
vacaciones, el trabajo, personas, dinero, ropa, maquillaje, internet, hacer deportes... todo
esto y más son las cosas que pueden convertirse en sustitutos de Dios.
Conclusión:
CREO HABER SIDO BASTANTE CLARO, expongamos nuestro corazón al
evangelio, el hábito de gracia por excelencia que debe englobar cada uno de los
otros hábitos.
Las disciplinas espirituales no son actitudes del corazón, son actividades, acciones que
buscan exponer nuestro corazón a Aquel que puede cambiarlo.
“Son medios ordenados por Dios a través de los cuales nos traemos a nosotros mismos
delante de Dios, para experimentarlo a Él y ser transformado a la imagen de Cristo. Si
el Señor pudiera ser comparado con un rio puro de agua de vida, las disciplinas
espirituales serían las maneras por las cuales venimos a ese rio a beber de Él,
sumergirnos en Él, nadar en Él, alimentarnos de Él, bañarnos en Él y vivir en Él.”
Si te vas a disciplinar en algo, que sea en exponer tu corazón al evangelio durante cada
una de las dinámicas de la vida cotidiana y no solo durante el servicio de la iglesia.
Si vas a meditar, que sea en el evangelio y sus implicaciones.
Pablo Serrano
Si vas a orar, que sea el evangelio y en la posibilidad que ahora tenemos de acercarnos
confiadamente a Dios por medio de Cristo.
Si vas a ayunar, que sea para menguar a vos mismo y poder vivir cada vez más el
evangelio. El ayuno consiste en rechazar lo bueno para elegir lo mejor, Dios.
Si vas a confesar algo, que sea a Cristo como tu Señor y Salvador a través del
arrepentimiento de tus pecados y fe en la gracia que perdona y transforma.
Si vas a servir, que sea a Cristo. Como fruto de deleitarte en Él y no en la actividad o en
tu ministerio.
Si vas a predicar, mi hermano que sea alegre y gozoso, deleitado y atesorando cada vez
más a la perla de gran valor, Cristo, dándola a conocer al perdido, pero predicándote
cada vez más para no gloriarte, y si te glorias que sea en la Cruz.
Sea lo que hagamos, que sea por medio de Cristo y eso se consigue contemplando su
gloria, viviendo para su reino, recordando su obra, exponiendo nuestro corazón a sus
verdades y promesas que nunca fallan ni tienen fecha de expiración.
Oremos:
No hay perdida que Tu presencia no pueda reemplazar.
No hay vacio que Tu suficiencia no pueda llenar.
No hay debilidad que Tu gracia no pueda fortalecer
No hay dolor que Tu misericordia no pueda aliviar.
No hay tristeza que Tu gozo no pueda desplazar
No hay herida que Tus llagas no puedan sanar
No hay enemistad que Tu sangre no pueda reconciliar
No hay duda que Tu sabiduría no pueda responder
No hay carencia que Tu provisión no pueda suplir
No hay perdido, desamparado, pecador que tu Cruz no pueda perdonar y transformar.
Pablo Serrano