Tugendhat Ontologia y Semantica

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METAFISICA 2015

Guía de lectura de
E. Tugendhat, Ontología y semántica

1. Semántica formal y ontología aristotélica.

La propuesta central de la conferencia de Tugendhat consiste en sostener que


lo que hemos denominado la ontología aristotélica, es decir, la ciencia del ente en
cuanto, ente puede ser interpretada actualmente en términos de una “semántica
formal”. Los argumentos de Tugendhat apuntan a mostrar que la tarea que Aristóteles
asignó a la ontología encubre de manera deformada el objetivo de una semántica
formal. El fundamento general para sostener esta tesis, que no se encuentra
enunciado como tal, pero que se desarrolla hacia el final de la conferencia, es que la
ontología de Aristóteles (y en general, las investigaciones asociadas con el programa
aristotélico) reifica o cosifica (“objetualiza”) los significados lingüísticos, mientras que
la semántica formal trata a los significados lingüísticos de acuerdo con su “modo
propio de ser y de darse” es decir, como sentidos que se comprenden e interpretan,
que es el ámbito propio del significado.
Es importante dar una precisión acerca de los conceptos de semántica formal y
de “objetualización” o “cosificación”. Comencemos por el primero. En términos
generales, la semántica es la disciplina que se ocupa del estudio de los significados de
las expresiones lingüísticas. Se distingue de la sintaxis, entendida esta última como la
disciplina que estudia las reglas de combinación (y transformación) de las expresiones
lingüísticas, haciendo abstracción de sus significados “extralingüísticos”. Desde un
punto de vista filosófico, se ha distinguido entre semántica y sintaxis empírica, por un
lado, y semántica y sintaxis formal, por el otro. La semántica y sintaxis empírica se
ocupa de ambos aspectos en el dominio de los lenguajes históricos o “cotidianos”. La
semántica y la sintaxis pura, en cambio, se vinculan con el análisis de la lógica
subyacente a todos los lenguajes y posee, hasta cierto punto, un carácter normativo y
“apriorista” (se supone que estudia las estructuras sintácticas y semánticas que
subyacen a toda expresión lingüística con sentido, independientemente de su “forma
histórica”).
En lo que respecta a la semántica formal (o también “pura”), no hay una única
manera de entenderla. La forma en que la entiende Tugendhat consiste en asignarle la
tarea de clasificar los términos lingüísticos en categorías (o clases), de acuerdo con el
tipo de significado que le corresponde a cada expresión lingüística. Así, no analiza
significados concretos, sino clases de significados. Como parte de la tarea de la
semántica formal, se encuentra el estudio de las leyes de conexión de los términos
lingüísticos de acuerdo con los tipos de significados que les corresponden, de forma tal
que esa conexión dé por resultado expresiones significativas (por ejemplo, enunciados
tales como “El sol es amarillo”, a diferencia del pseudo-enunciado “El sol es 4”).
La tesis de Tugendhat es que la semántica formal es la que asume la tarea de la
ontología aristotélica, entendida correctamente y despojada de sus confusiones
usuales. Es decir, la verdadera “ontología” es una disciplina que, en último término,
analiza las condiciones formales de las expresiones con sentido, es decir, las
condiciones que hacen posible la “significatividad” (la pregunta “¿qué hace posible que
una expresión cualquiera tenga un significado comprensible?”).
En cuanto a la “cosificación”, se trata de un punto importante, no muy explícito
en la conferencia de Tugendhat. Este punto lo comparte nuestro autor con la
denominada Escuela de Frankfurt y también con Heidegger. La cosificación consiste en
que sea lo que fuere que es objeto de análisis, su modo de ser se entiende (como un
supuesto no aclarado) de acuerdo con el modelo de un objeto manipulable, una cosa
(piénsese, por ejemplo, una silla o un martillo). Así, por ejemplo, un significado de una
expresión lingüística debería ser, él mismo, una cosa u objeto, de orden superior que el
de la silla, pero no por eso deja de ser cosa. Más adelante, cuando examinemos la
ontología heideggeriana, tendremos oportunidad de analizar esta cuestión con un
poco más de detalle.

2. Los pasos fundamentales del análisis de Tugendhat

Simplificando un poco, Tugendhat procede de la siguiente manera para


sostener su tesis:

1. Retoma la propuesta de Aristóteles de la ontología (ciencia del ente en cuanto


ente) como ciencia universal.

2. Para caracterizar la universalidad específica de la ontología, recurre a la distinción


husserliana entre ontologías regionales y ontología formal. Las ontologías regionales
se aproximan (aunque no coinciden) con las ciencias filosóficas particulares de
Aristóteles, mientras que la ontología formal coincide con la ontología aristotélica de
la ciencia del ente en cuanto ente.

3. Para precisar el concepto de ‘ente’ de Aristóteles, recurre al concepto de ‘objeto’,


que ya está presente en las tematizaciones de Husserl.

4. Sin embargo, para caracterizar el concepto de ‘objeto’ recurre al concepto de


formalización, opuesto al concepto de generalización.

Es en este punto donde Tugendhat se aparta tanto de Aristóteles como de Husserl.


Esto no está muy explicitado en la conferencia, pero puede sintetizarse de la manera siguiente.
Todo proceso de formalización y de generalización requiere de alguna forma de abstracción.
En la generalización, abstraemos propiedades cada vez más universales (disminuyen su
contenido y aumentan su extensión). En la formalización, en cambio, abstraemos estructuras,
relaciones, y eliminamos los contenidos. Un ejemplo puede ayudar: si decimos que ‘animal’ es
más general que ‘perro’, estamos en el plano de la generalización. En cambio, si decimos que
tanto la relación ‘ser idéntico a’ como la de ‘estar dentro de’ son transitivas, realizamos una
abstracción, pero esta vez de carácter formal, porque lo que abstraemos es una propiedad
estructural común a ambas relaciones.
Pues bien, Aristóteles no distinguió claramente entre abstracción generalizadora y
formalizadora, mientras que Husserl, según Tugendhat, distinguió ambas, pero no caracterizó
suficientemente la formalización. La tesis de Tugendhat es que se puede dar un concepto
unívoco de formalización apelando a procedimientos semántico-formales, es decir,
distinguiendo la función semántica de las expresiones en los enunciados (básicamente, su
significado, en especial su “referencia”). Cabe aclarar que para Tugendhat, a diferencia de lo
que hemos dicho aquí, la formalización no implica un procedimiento de abstracción. De todos
modos, hemos introducido este concepto para simplificar un poco la exposición. La cuestión es
algo más compleja, sobre todo para Husserl.

5. Tugendhat utiliza este método para caracterizar el concepto de ‘ente’.


Básicamente, lo equipara con el concepto de ‘objeto’ (recordar el tema de la
‘objetualización’) y éste, a su vez, se elucida en términos de referencia y predicación.

Básicamente, ‘objeto’ es todo aquello de lo cual podemos enunciar algo o predicar


algo, o, en términos más simple, objeto es todo aquello que es designado por el término sujeto
de una predicación. A su vez, podríamos decir ‘propiedad’ es todo lo designado por el término
predicado de un enunciado. Sin entrar en mayores detalles analíticos, diremos que, desde este
punto de vista, los términos singulares (es decir, los que designan individuos) son los términos
de ‘objeto’ privilegiados, es decir, los objetos privilegiados son los individuos. Esto tiene su
razón de ser en el análisis que hace el filósofo y matemático Frege de la estructura de las
proposiciones en general, pero no entraremos en esos detalles. Baste con decir que, para
Frege (y en ello lo sigue Tugendhat), tenemos en principio un enunciado con sentido cuando
unimos un término singular con un término de propiedad o predicado, tales como ‘Sócrates es
hombre’ o ‘Bucéfalo es un caballo’. Un tema que queda pendiente (y que Tugendhat apenas
roza, por su complejidad) es que aplicamos el concepto de objeto a muchas más cosas que a
individuos, es decir, a cosas designadas por términos singulares. Cómo sea posible esto último,
es algo que Tugendhat no analiza en la conferencia, aunque hay algunos indicios en la nota 7
(p. 42). En cualquier caso, hay que tener en cuenta que Tugendhat distingue dos categorías
semánticas fundamentales, que no pueden confundirse y de cuya conexión surge el enunciado
con significado, a saber, los términos singulares y los términos de propiedad o generales. Esta
diferenciación es dicotómica y mutuamente excluyente: los términos singulares siempre se
aplican a un único individuo, mientras que los términos generales pueden aplicarse a una
multitud de individuos (que son su extensión) y, en principio, significan propiedades (piénsese
por ejemplo la diferencia entre ‘Platón’ o ‘4’, por un lado, y ‘griego’ y ‘par’ por el otro). Por
otra parte, la conexión entre un término singular y un término general da como resultado la
proposición con sentido (¿qué ocurre con la proposición ‘El hombre es mortal’? Aquí no hay
términos singulares). En conclusión, hemos caracterizado el concepto de ente mediante el de
objeto y este último, a su vez, por el de término singular. Tugendhat ensaya un criterio más
riguroso aún para caracterizar un término singular, pero no entraremos en ese argumento (p.
42-43). Como conclusión, diremos que un objeto es lo designado mediante un término
singular, y un término singular es lo que puede ser reemplazado mediante un pronombre
(‘esto’, ‘algo’) en un enunciado.

6. Llegados a este punto, podemos dar una caracterización más precisa de lo que
Tugendhat entiende por formalización: en principio es una clasificación de los
términos que intervienen en un enunciado de acuerdo con el tipo de función
semántica que cumplen en él.

Así, la distinción entre la función de significar individuos y la de significar propiedades


es el resultado de la formalización en el sentido semántico formal. Del mismo modo, pertenece
al procedimiento de formalización la explicación de que el enunciado significativo surge de la
conexión de términos singulares con términos generales (o “clasificatorios”). Del mismo modo,
las expresiones ‘término singular’ y ‘término general’ (o clasificatorio), pertencen al dominio
de la semántica formal y resultad del procedimiento de formalización. En otro contexto
teórico, podríamos decir que la semántica formal pertenece al plano del metalenguaje. Sin
embargo, Tugendhat evita esa terminología, aunque no entraremos en el análisis de sus
razones para ello. En términos generales, podemos concluir entonces que la semántica formal
y, por tanto, la formalización, constituye un análisis reflexivo de las expresiones lingüísticas en
lo que respecta a sus distintos modos y tipos de significar, así como de sus reglas semánticas
de composición. Un problema especial de la semántica formal consiste en determinar las
“condiciones de posibilidad de la significatividad”, dicho en otras palabras, qué es lo que hace
que una tipo semántico de expresión lingüística (por ejemplo, los términos singulares) tengan
la clase de significado que le es propio. Por ejemplo, los término singulares se refieren (o
‘denotan’) individuos. La cuestión sería, entonces: ¿qué es lo que hace que un término singular
pueda referirse, en general, a individuos? ¿En qué consiste la referencia? (Cfr. p. 48).

7. Sobre la base de esta propuesta, la de que la semántica formal recoge y supera el


programa de la ontología de Aristóteles como ciencia del ente en cuanto ente,
Tugendhat ensaya una crítica de la concepción de Aristóteles que no abordaremos en
sus detalles.

Una tesis central de la crítica, sin embargo, es que Aristóteles, al centrarse en el


concepto de ‘ente’ (explicitado en términos del concepto de objeto) hizo que su ontología
fuera un análisis orientado a los objetos (las cosas), con lo cual toda problemática quedó
reducida a un análisis “objetual”: dicho de otro modo, todo debe entenderse según el modo de
ser de las cosas u objetos. En términos generales, esa dirección “objetual” o “hacia las cosas”
hizo que la ontología aristotélica no captara la dimensión semántica en sentido propio: al
abordar las cuestiones ontológicas en términos de “entes”, “cosas” u “objetos”, tuvo el efecto
de que el signficado, en cuanto tal, fuese entendido como un objeto, ente o cosa más. La
semántica formal, en cambio, al “descosificar” el significado, lo pone en la dimensión que le
corresponde, que es la cuestión del sentido y de la comprensión del sentido. En términos
sintéticos, si es que podemos hablar de las cosas, de los objetos, es porque les asignamos un
sentido, que es lo que transmitimos, comunicamos y comprendemos a través del lenguaje.
Ahora bien, el sentido no es una cosa más que pueda colocarse junto a la cosa que
significamos, dicho de otro modo, el significado de ‘silla’ o de ‘hombre’ no es una cosa u objeto
que pueda colocarse junto al hombre individual o a la silla individual. Qué es el sentido, cuáles
son las condiciones de su comprensión y como se da a través y en el lenguaje, es lo que, según
Tugendhat, debe analizar la semántica formal, como relevo de la ontología (cfr.
fundamentalmente pp. 52, 55 y 56)

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