LACAN - Psicologia y Metapsicología
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LACAN - Psicologia y Metapsicología
19 de Mayo de 1955
Clase 21 Sosia.
8 de Junio de 1955
Definir la naturaleza del yo lleva muy lejos. Pues bien, vamos a partir de este muy lejos
para volver hacia el centro, lo cual nos conducirá de nuevo al muy lejos.
La noción del yo fue elaborada al correr de los siglos tanto por aquellos a los que llaman
filósofos, y con los cuales no tememos aquí comprometernos, como por la conciencia
común. Vale decir que hay cierta concepción preanalítica del yo —llamémosla así por
convención, para orientarnos— que ejerce su atracción sobre aquello radicalmente nuevo
que en lo concerniente a esta función introdujo la teoría de Freud.
Los resultados que hemos llegado a alcanzar serán integrados casi por completo en la
nueva fase en que ahora retornamos la teoría de Freud, que sigue siendo nuestro hilo
conductor: no olviden que éste es un seminario de textos.
Las nuevas perspectivas abiertas por Freud estaban llamadas a abolir las precedentes. Sin
embargo, por mil flancos algo se produjo en el manejo de los términos teóricos, y ¿Quién es Sócrates? Sócrates es quien inaugura en la subjetividad humana el estilo del
reapareció una noción del yo absolutamente distinta de la que implica el equilibrio del que brotó la noción de un saber vinculado a determinadas exigencias de coherencia, saber
conjunto de la teoría de Freud, y que, por el contrario, tiende a la reabsorción, como se previo a todo progreso ulterior de la ciencia en cuanto experimental; tendremos que definir
dice además con toda claridad, del saber analítico en la psicología general, que en este el significado de esa suerte de autonomía que adquirió la ciencia con el registro
caso significa psicología preanalítica. Y, al mismo tiempo, puesto que te oría y práctica no experimental. Pues bien, en el momento preciso en que se inaugura ese nuevo
son separables, la relación analítica, la dirección de la práctica, vieron cambiar su ser-en-el-mundo que aquí designo como una subjetividad, Sócrates advierte que en lo
orientación. La historia actual de la técnica psicoanalítica lo demuestra. tocante a lo más precioso, la areté, la excelencia del ser humano, no es la ciencia la que
podrá transmitir las vías que a ella conducen. Ya ahí se produce un descentramiento; a
Esto sigue siendo muy enigmático. Sería incapaz de afectarnos si no trascendiera el partir de esta virtud se abre un campo al saber, pero esta virtud misma, en cuanto a su
conflicto entre escuelas, entre retrógrados y avanzados, ptolemaicos y copernicanos. Pero transmisión, su tradición, su formación, queda fuera del campo. Esto es algo en lo que vale
va mucho más allá. Se trata del establecimiento de una complicidad concreta, eficaz, entre la pena detenerse, antes de àpresurarse a pensar que al final todo se arreglará, que se
el análisis, manejo liberador, desmistificante, de una relación humana, y la ilusión trata de la ironía de Sócrates, que un día u otro la ciencia conseguirá recuperar eso
fundamental de lo vivido por el hombre, al menos por el hombre moderno. mediante una acción retroactiva. Empero, en el transcurso de la historia nada hasta hoy
nos lo ha probado.
El hombre contemporáneo cultiva cierta idea de sí mismo, idea que se sitúa en un nivel
semi-ingenuo, semi-elaborado. Su creencia de estar constituido de tal o cual modo ¿Qué pasó después de Sócrates? Muchas cosas y, en particular, que la noción del yo vio
participa de un registro de nociones difusas, culturalmente admitidas. Puede este hombre la luz.
imaginar que ella surgió de una inclinación natural, cuando de hecho, en el estado actual
de la civilización, le es enseñada por doquier. Mi tesis es que la técnica de Freud, en su Cuando algo ve la luz, algo que estamos obligados a admitir como nuevo, cuando otro
origen, trasciende esta ilusión, ilusión que ejerce concretamente una influencia decisiva en orden de la estructura emerge. ¡Pues bien! Este crea su propia perspectiva en el pasado y
la subjetividad de los individuos. El problema entonces es saber si el psicoanálisis se decimos:
dejará llevar poco a poco a abandonar lo que por un momento fue vislumbrado o si, por el
contrario, manifestará otra vez, dándole nueva vida, su relieve. Nunca pudo no estar ahí, existe desde siempre. ¿No es ésta, por lo demás, una propiedad
que nuestra experiencia demuestra?
De ahí la utilidad de referirse a ciertas obras de cierto estilo.
Piensen en el origen del lenguaje. Imaginamos que hubo un momento en que, sobre esta
En mi opinión, no es conveniente dividir nuestros comentarios en las diferentes series en tierra, se tuvo que empezar a hablar. Admitimos, por tanto, que hubo una emergencia.
que se despliegan. Por ejemplo, lo que introdujo Alexandre Koyré en su conferencia de Pero a partir del momento en que esa emergencia es aprehendida en su estructura propia,
anoche, acerca de la función del diálogo platónico, precisamente a partir del Merlón, puede nos es absolutamente imposible especular sobre aquello que la precedió si no lo hacemos
insertarse sin artificio en la cadena de la enseñanza que aquí se va desarrollando. Las mediante símbolos que siempre han podido aplicarse. Lo nuevo que surge parece
conferencias de los martas, llamadas con justicia extra-ordinarias, tienen la función de extenderse siempre en la perpetuidad, indefinidamente, más acá de sí mismo. Con el
permitir que cada uno de ustedes cristalice las interrogaciones suspendidas en las pensamiento no podemos abolir un orden nuevo. Esto se aplica a todo lo que quieran,
fronteras de lo que desarrollamos en este seminario. incluido el origen del mundo.
Anoche, en las pocas palabras que pronuncié, destaqué, transformando las ecuaciones De igual modo, ya no podemos dejar de pensar con ese registro del yo que hemos
menonianas, lo que podemos llamar la función de la verdad en estado naciente. En efecto, adquirido en el transcurso de la historia, aún cuando nos encontremos con las huellas de
el saber al cual se anuda la verdad debe estar dotado, sin duda, de una inercia propia, que la especulación del hombre sobre sí mismo en épocas en que dicho registro como tal no
le hace perder algo de la virtud a partir de la cual comenzó a depositarse como tal, ya que estaba promovido.
muestra una evidente propensión a desconocer su propio sentido. No hay sitio donde esta
degradación sea más evidente que en el psicoanálisis, y por sí sólo este hecho revela la Nos parece entonces que Sócrates y sus interlocutores debían poseer, como nosotros,
posición de encrucijada que el psicoanálisis ocupa realmente en un cierto progreso de la una noción implícita de esta función central; que el yo debía de ejercer en ellos una
subjetividad humana. función análoga a la que ocupa en nuestras reflexiones teóricas, pero también en la
aprehensión espontánea que tenemos de nuestros pensamientos, tendencias, deseos, de
Esta singular ambigüedad del saber y la verdad se ve desde el origen, aunque nunca se lo que es nuestro y de lo que no es nuestro, de lo que admitimos como expresiones de
esté por completo en el origen, pero tomemos a Platón por origen, en el sentido en que se nuestra personalidad o de lo que rechazamos como parásito en ella. Nos es muy difícil
habla de origen de las coordenadas. La vimos revelarse ayer en el Menan, pero pensar que toda esta psicología no es eterna.
igualmente podríamos haber tomado el Protágoras, del que no se habló.
¿Lo es? Vale, al menos, hacer la pregunta. acá de esta crítica filosófica, que no es reciente?
Hacerla nos incita a examinar con mayor detenimiento si, en efecto, no existe un momento Para calificar el descubrimiento de Freud hemos usado el término revolución copernicana.
en que esa noción del yo se deja aprehender en su estado naciente. No hace falta ir tan Esto no implica que lo que no es copernicano sea absolutamente unívoco. Los hombres no
lejos: los documentos aún están bien frescos. La cosa no se remonta mucho más a trás de siempre creyeron que la Tierra era una especie de planicie infinita, también le atribuyeron
esa época, todavía reciente, en que se produjeron tantos progresos en nuestra vida que límites, formas diversas, a veces la de un sombrero de mujer. Pero, en fin, pensaban que
nos causa gracia leer en el Protágoras, cuando alguien llega por la mañana a lo de había cosas que estaban abajo, digamos en el centro, y que el resto del mundo se
Sócrates: ¡Hola! Entre, ¿qué pasa?-Ha llegado Protágoras. Lo que nos divierte es que edificaba encima. Pues bien, si no sabemos exactamente lo que un contemporáneo de
todo sucede, y lo dice Platón como al azar, en una negra oscuridad. Esto nunca nadie lo Sócrates podía pensar acerca de su yo, así y todo había algo que tenía que estar en el
observó, porque sólo puede interesar a personas que, como nosotros, desde hace centro, y no parece que Sócrates lo ponga en duda. Probablemente no se trataba de algo
escasos setenta y cinco años están habituados a encender la luz eléctrica. hecho como el yo, que comienza en una época que podemos situar hacia mediados del
siglo dieciséis, comienzos del diecisiete. Pero estaba en el centro, en la base. En relación
Fíjense en la literatura. Dicen ustedes que eso es propio de la gente que piensa, pero que con esta concepción, el descubrimiento freudiano tiene exactamente el mismo sentido de
la gente que no piensa siempre debería tener, de manera más o menos espontánea, descentramiento que aporta el descubrimiento de Copérnico. Lo expres a muy bien la
alguna noción de su yo. ¿Qué saben ustedes de eso? Ustedes, en todos los casos, están fulgurante fórmula de Rimbaud los poetas, que no saben lo que dicen, sin embargo
del lado de la gente que piensa, o al menos vienen después de gente que pensó en ello. siempre dicen, como es sabido, las cosas antes que los demás—: Je est un autre (yo es
Tratemos entonces de abrir la cuestión, antes que zanjarla con tanta facilidad. otro).
La clase de personas que definiremos, por notación convencional, como los dentistas, No se dejen impresionar por esto, no se pongan a propagar por doquier que yo es otro;
están muy seguras del orden del mundo porque piensan que el señor Descartes expuso créanme, no surte ningún efecto. Y además, no quiere decir nada. Porque primero hay que
en El Discurso del Método las leyes y los procesos de la razón clara. Su pienso, luego s oy saber qué quiere decir otro. Otro: no se babeen con este término.
es absolutamente fundamental en lo tocante a la nueva subjetividad, no es sin embargo
tan sencillo como les parece a estos dentistas, y algunos creen tener que reconocer en él Uno de nuestros colegas, de nuestros ex colegas, que tuvo algún trato con Les Temps
un puro y simple escamoteo. Si es verdad, en efecto, que la conciencia es transparente a Modernes la revista del existencialismo, como le dicen, nos presentaba como una gran
sí misma, y se aprehende como tal, resulta evidente que el yo (je) no por ello le es audacia la idea de que para que alguien pueda hacerse analizar tiene que ser capaz de
transparente. No le es dado en forma diferente a un objeto. La aprehensión de un objeto aprehender al otro como tal. Tipo listo ése. Habríamos podido preguntarle: ¿Qué quiere
por la conciencia no le entrega al mismo tiempo sus propiedades. Lo mis mo sucede con el decir usted con eso, el otro? ¿Su semejante, su prójimo, su ideal del yo (je), una
yo (je). palangana? Todo eso, son otros.
Si este yo (je) nos es ofrecido como una suerte de dato inmediato en el acto de reflexión El inconsciente escapa por completo al círculo de certidumbres mediante las cuales el
en que la conciencia se aprehende transparente a sí misma, nada indica que la totalidad hombre se reconoce como yo. Es fuera de este campo donde existe algo que posee todo
de esa realidad y ya es mucho decir que se desemboca en un juicio de existencia quede el derecho a expresarse por yo (je), y que demuestra este derecho en la circunstancia de
con ello agotada. ver la luz expresándose a título de yo (je). Lo que en el análisis viene a formularse como,
hablando con propiedad, el yo (je), es precisamente lo más desconocido por el campo del
Las consideraciones de los filósofos nos llevaron a una noción del yo cada vez más yo.
puramente formal y, para decirlo todo, a una crítica de dicha función. El progreso del
pensamiento se desvió, cuando menos provisionalmente, de la idea de que el yo fuese Tal es el registro donde lo que Freud nos enseña sobre el inconsciente puede cobrar su
sustancia, como de un mito que debe ser sometido a una estricta crítica científica. alcance y su relieve. El hecho de haberlo expresado llamándolo inconsciente lo arrastra a
Legítimamente o no, poco importa, el pensamiento se embarcó en el intento de verdaderas contradicciónes in adjecto, lo lleva a hablar de pensamientos él mis mo lo dice,
considerarla como puro espejismo, con Locke, con Kante incluso con los psicofísicas, que sic venia verbo, por lo que se disculpa todo el tiempo—, pensamientos inconscientes. Todo
no tenían más que ir tras estos, claro que con otras razones y otras premisas. Ellos esto aparece enormemente complicado, porque desde la perspectiva de la comunicación,
consideraron con el mayor recelo la función del yo, en la medida en que ésta perpetúa de en la época en que Freud comienza a expresarse, está obligado a parti r de la idea de que
manera más o menos implícita el sustancialismo implicado en la noción religiosa del alma, lo que pertenece al orden del yo también pertenece al orden de la conciencia. Pero esto no
en cuanto sustancia revestida, por lo menos, con las propiedades de la inmortalidad. es seguro. Si él lo dice, es debido a cierto progreso en la elaboración filosófica, que por
entonces formulaba la equivalencia yo = conciencia. Pero Freud, cuanto más avanza en su
¿No es llamativo que mediante un extraordinario malabarismo de la historia por haber obra, menos consigue situar la conciencia, y debe confesar que ella es, en definitiva,
abandonado un instante lo subversivo de la aportación de Freud, lo cual, en cierta tradición insituable. Todo se organiza cada vez más en una dialéctica donde el yo (je) es distinto del
de elaboración del pensamiento puede pasar por un progreso—, se haya retornado más yo. Finalmente, Freud abandona la partida: tiene que haber ahí, dice, condiciones que se
nos escapan, el futuro nos dirá de qué se trata. Este año intentaremos vislumbrar de qué hubiera dicho eso, no habría hecho más que repetir lo que se venía enseñando en las
modo es posible situar la conciencia, de una vez por todas, en la funcionalización escuelas desde siempre; nada es nunca desde siempre, pero pueden advertir la función
freudiana. que en esta ocasión cumple desde siempre. Era así desde Sócrates: el placer es la
búsqueda del propio bien. Aunque se crea otra cosa, se persigue el propio bien, se busca
Con Freud irrumpe una nueva perspectiva que revoluciona el estudio de la subjetividad y el propio bien. El problema está únicamente en saber si tal animal humano, captado como
muestra, precisamente, que el sujeto no se confunde con el individuo. Esta distinción, que hace un momento en su comportamiento, es lo bastante inteligente para aprehender su
les presenté primeramente en el plano subjetivo, es también y quizá se trate del paso más verdadero bien: si comprende dónde está ese bien, obtiene el placer que de él siempre
decisivo desde el punto de vista científico asequible en el plano objetivo. resulta. El señor Bentham llevó esta teoría hasta sus últimas consecuencias.
Si se considera, a la manera de los conductistas, lo que en el animal humano, en el Pero La Rochefoucauld pone otra cosa de relieve: que al embarcarnos en acciones
individuo en cuanto organismo, se propone objetivamente, salen a luz cierto número de consideradas como desinteresadas, nos figuramos liberarnos del placer inmediato y buscar
propiedades, desplazamientos, determinadas maniobras y relaciones, y de la organización un bien de orden superior, pero nos engañamos. Esto es lo nuevo. No se trata de una
de estas conductas se infiere la mayor o menor amplitud de los rodeos de que es capaz el teoría general como la de que el egoísmo engloba todas las funciones humanas. Esto ya
individuo para obtener cosas que por definición son planteadas como sus metas. Con ello lo dice la teoría física del amor en santo Tomás: el sujeto, en el amor, busca su propio
nos hacemos una idea de la dimensión de sus relaciones con el mundo exterior, medimos bien. Santo Tomás, que sólo decía lo que se venía diciendo desde hacía siglos, fue
el grado de su inteligencia, fijamos —en suma el nivel, el estiaje con el que evaluar el contradicho, por otra parte, por un tal Guillaume de Saint-Amour, quien hacía notar que el
perfecciónamiento, o la areté de su especie. Pues bien, Freud nos aporta lo siguiente: las amor debía de ser otra cosa que la búsqueda del propio bien. Lo escandaloso en La
elaboraciones del sujeto en cuestión de ningún modo son situables s obre un eje donde, a Rochefoucauld no es que considere el amor propio como el fundamento de todos los
medida que fueran más elevadas, se confundirían cada vez más con la inteligencia, la com portamientos humanos, sino que es engañoso, inauténtico. Hay un hedonismo propio
excelencia, la perfección del individuo. del ego, y es esto precisamente lo que nos embarca, es decir nos frustra a la vez de
nuestro placer inmediato y de las satisfacciónes que podríamos extraer de nuestra
Freud nos dice: el sujeto no es su inteligencia, no está sobre el mismo eje, es excéntrico. superioridad con respecto a dicho placer. Separación de plano, relieve por primera vez
El sujeto como tal, funcionando en tanto que sujeto, es otra cosa y no un organismo que introducido y que comienza a abrirnos, por obra de una cierta diplopía, a algo que se
se adapta. Es otra cosa, y para quien sabe oírla, toda su conducta habla des de otra parte, mostrará como una separación de plano real.
no desde ese eje que podemos captar cuando lo consideramos como función en un
individuo, es decir, con un cierto número de intereses concebidos sobre la areté individual. Esta concepción se inscribe en una tradición paralela a la de los filósofos, la tradición de
los moralistas. No son éstas personas que se especializan en la moral, sino que introducen
Por ahora nos atendremos a esta metáfora tópica: el sujeto está descentrado con respecto una perspectiva llamada de verdad en la observación de los comportamientos morales o
al individuo. Yo es otro quiere decir eso. de las costumbres. Esta tradición culmina en la genealogía de la moral, de Nietzsche, que
permanece toda ella en la perspectiva, de algún modo negativa, según la cual el
En cierto modo esto estaba ya al margen de la intuición cartesiana fundamental. Si para comportamiento humano está como tal, entrampado. En este hueco, en este tazón viene a
leer a Descartes se quitan las gafas del dentista, percibirán los enigmas que nos propone, verterse la verdad freudiana. Están ustedes entrampados, no cabe duda, pero la verdad
en particular el de cierto Dios engañoso. Cuando se aborda la noción del yo, no es posible está en otra parte. Y Freud nos dice dónde.
dejar de concluir al mismo tiempo que en alguna parte hay error. El Dios engañoso es, a
fin de cuentas, la reintegración de aquello de lo que había rechazo, ectopia. Lo que irrumpe en ese momento, con ruido atronador, es el instinto sexual, la libido. Pero,
¿qué es el instinto sexual? ¿Qué es la libido? ¿Qué es el proceso primario? Creen ustedes
Hacia la misma época, uno de esos espíritus frívolos aficionados a ejercicios de salón saberlo (yo también), lo cual no significa que estemos tan seguros como parece. Habrá
donde a veces comienzan cosas muy sorprendentes, pequeñas recreaciones hacen surgir que volver a ver esto de cerca, y es lo que trataremos de hacer este año.
de cuando en cuando un orden nuevo de fenómenos—, un tipo muy curioso, que responde
muy poco a la noción corriente de lo clásico, La Rochefoucauld para nombrarlo, tuvo de ¿A qué hemos llegado hoy? A una cacofonía teórica, a una impresionante revolución de
pronto el antojo de enseñarnos algo singular que no había merecido bastante atención, y posición. ¿Y por qué? Antes que nada, porque la obra metapsicológica de Freud posterior
que él llama amor propio. Es curioso que se haya considerado esto tan escandaloso, a 1920 fue leída de través, interpretada en forma delirante por la primera y la segunda
porque, ¿qué dijo La Rochefoucauld? Hizo hincapié en que hasta nuestras actividades generación después de Freud; esos ineptos.
aparentemente más desinteresadas se hacen por afán de gloria, incluso el amor-pasión o
el más secreto ejercicio de la virtud. ¿Por qué decidió Freud introducir estas nuevas nociones metapsicológicas, denominadas
tópicas, que se llaman yo, superyó y ello? En la experiencia iniciada tras su descubrimiento
¿Qué dijo, exactamente? ¿Dijo que lo hacíamos por nuestro placer? Cuestión ésta muy se produjo un viraje, una crisis concreta. En una palabra, el nuevo yo (je), con el que se
importante porque en Freud todo va a girar alrededor de ella. Si La Rochefoucauld sólo tenía que dialogar, al cabo de cierto tiempo se negó a responder.
ceremonial, como sacerdocio determinado en un cierto contexto social.
Esta crisis se muestra claramente expresada en los testigos históricos de los años 1910 a
1920. En la época de las primeras revelaciones analíticas, los sujetos se curaban de forma ¿Por qué reintroducir la realidad trascendente del autonomus ego? Bien mirado, se trata
más o menos milagrosa, lo cual nos resulta también perceptible cuando leemos las de autonomous egos más o menos iguales según los individuos. Volvemos aquí a una
observaciones de Freud, con sus interpretaciones fulgurantes y las explicaciones de nunca entificación conforme a la cual no sólo los individuos en cuanto tales existen sino que
acabar. Pues bien: es un hecho que esto funcionó cada vez menos, que se fue debilitando además algunos existen más que otros. Esto contamina, más o menos implícitamente, las
con el correr del tiempo. llamadas nociones del yo fuerte y el yo débil, que son otros tantos modos de eludir los
problemas planteados tanto por la comprensión de las neurosis como por el manejo de la
Lo cual hace pensar que hay alguna realidad en lo que les estoy explicando, esto es, en la técnica.
existencia de la subjetividad como tal, y sus modificaciones en el transcurso del tiempo
según una causalidad, una dialéctica propia que va de subjetividad a subjeti vidad, y que tal Todo esto lo veremos en el momento y lugar oportunos.
vez escapa a cualquier especie de condicionamiento individual. En esas unidades
convencionales que llamamos subjetividades en razón de particularidades individuales, Proseguiremos, pues, este año, el examen y la crítica de la noción del yo en la teoría de
¿qué sucede, qué se cierra, qué resiste? Freud, precisaremos su sentido en función del descubrimiento de Freud y de la técnica
psicoanalítica, y al mismo tiempo, en forma paralela, estudiaremos algunas de sus
Fue precisamente en 1920, es decir, justo después del viraje del que acabo de hablarles la incidencias actuales, enlazadas a cierto modo de concebir, en el análisis, la relación de
crisis de la técnica analítica— cuando Freud decidió introducir sus nuevas nociones individuo a individuo.
metapsicológicas. Y si se lee con atención lo que escribió a partir de 1920, se a dvierte que
hay un estrecho lazo entre esa crisis de la técnica que había que superar y la fabricación La metapsicología freudiana no comienza en 1920. Está enteramente presente al principio,
de estas nuevas nociones. Pero para eso hay que leer sus escritos, y en orden, es vean lo que se recopiló sobre los comienzos del pensamiento de Freud, las cartas a Fliess
preferible. El hecho de que Más allá del principio del placer fue escrito antes que y los escritos metapsicológicos de este período ,y continúa al final de la Traumdeutung.
Psicología de las masas y análisis del yo, y antes que El yo y el ello, es algo que debería Está lo bastante presente entre 1910 y 1920 para que hayan reparado en ello el año
suscitar ciertas preguntas: nadie nunca se las ha hecho. pasado. A partir de 1920, se entra en lo que podemos llamar el último período
metapsicológico. En cuanto a este período, Más allá del principio del placer es el texto
Lo que Freud introdujo a partir de 1920 son las nociones suplementarias entonces primero, el trabajo-pivote. Es el más difícil. No resolveremos de entrada todos sus
necesarias para mantener el principio del descentramiento del sujeto. Pero lejos de enigmas.
habérselo comprendido como debía, hubo una avalancha general, verdadera liberación de
colegiales: ¡Ah, el buen yo, otra vez con nosotros! ¡Qué alivio, volvemos a los caminos de Pero así fue: Freud lo aportó primero, antes de elaborar su tópica. Y si para abordarlo se
la psicología general! ¿Cómo no volver a ellos con regocijo cuando esta psicología general espera hasta haber profundizado, haber creído profundizar, en los trabajos del período que
no sólo es asunto de escuela o de comodidad mental, sino realmente la psicología de todo sigue, será imposible no cometer los más grandes errores. Así es como la m ayoría de los
el mundo? Fue una alegría poder creer nuevamente que el yo es central. Y, como su más analistas, en lo que respecta al famoso instinto de muerte, se dan por vencidos.
reciente manifestación, tenemos las geniales elucubraciones que en este momento nos
llegan de ultramar. Desearía que alguien de buena voluntad, Lefebvre-Pontalis por ejemplo, hiciera una
primera lectura de Más allá del principio del placer.
El señor Hartmann, querubín del psicoanálisis, nos anuncia la gran nueva, después de la
cual podremos dormir tranquilos: la existencia del ego autónomo. A este ego que desde el
inicio del descubrimiento freudiano siempre fue considerado conflictivo, que incluso
cuando se lo situó como una función vinculada a la realidad nunca dejó de ser tenido por
algo que, al igual que ésta, se conquista en un drama, a ese ego de pronto nos lo
restituyen como un dato central. ¿Qué necesidad interior satisface el hecho de decir que
en alguna parte tiene que haber un autonomous ego?
convicción desborda la ingenuidad individual del sujeto que cree en sí, que cree que él es
él, locura harto común y que no es una locura completa porque forma parte del orden de
las creencias. Es evidente que todos tendemos a creer que nosotros somos nosotros. Pero
observen con atención y verán que no estamos tan seguros como parece. En muchas
circunstancias, muy precisas, dudamos, y sin sufrir por ello ninguna despersonalización.
No sólo se nos q uiere hacer volver a esa ingenua creencia; se trata de un fenómeno, para
ser exactos, sociológico, que concierne al análisis como técnica o, si lo prefieren, como