Resumen Penal Completo
Resumen Penal Completo
SISTEMATIZACIÓN EN EL CÓDIGO
LIBRO II
● CADDHH (1969) art 4 “toda persona tiene derecho a que se respete su vida.
Este derecho estará protegido por ley y, en general, a partir del momento de la
concepción. Nadie puede ser privado de la vida abitrariamente”
● CN: Antes de la reforma del 94 que introdujo los pactos, este derecho era
considerado un derecho implícito derivado del artículo 33 de la CN.
Estas nociones surgen de la protección penal en los tipos de los delitos de aborto (ley
27610) y los conceptos civiles de vida (art. 19 CCC).
A. CRITERIOS TRADICIONALES:
Se hablaba de vida cuando alguien ya había respirado (“vivir es respirar”).
Carrara: Hablaba del feto como “esperanza de vida”. Entre el feto y el hombre
mediaban tantos obstáculos y peligros que siempre quedaría la duda si aún sin
la expulsión, la vida esperada hubiera sido una realidad.
Pacheco: Entre el hijo que ha respirado y abierto los ojos y el feto no nacido
había un abismo de diferencia.
B. CRITERIOS ACTUALES:
● Tanto el tipo penal del aborto como el del homicidio protegen la vida
pero en diversos momentos; las concepciones biológicas modernas
permiten hablar de vida tanto durante el embarazo como después del
nacimiento.
● La distinción no radica en el objeto de protección sino en el ámbito de
aplicación de un tipo penal u otro, en tanto varía la intensidad de la
protección penal según se trate de la persona en formación o después
del nacimiento.
La Doctrina moderna, respecto a cuándo tenemos sujeto pasivo del delito de homicidio
habla del comienzo del nacimiento, que se fija en las contracciones expulsivas del
parto, su inducción o inicio de procedimiento quirúrgico de cesárea.
Soler: hace referencia a los “dolores de parto”, con fundamento en la figura del
infanticidio (hoy derogada).
Fontán Balestra: habla de “comienzo del nacimiento” pero no define este concepto.
Entonces:
La muerte:
CONCEPTO DE MUERTE
LEY 24.193 (1993), definió la cuestión en el art. 23: El fallecimiento de una persona se
considerará tal cuando se verifiquen de modo acumulativo los signos, que deberán
persistir ininterrumpidamente seis horas después de su constatación conjunta:
• Art. 37.- Los criterios diagnósticos clínicos, los períodos de observación y las
pruebas diagnósticas que se requiera de acuerdo a las circunstancias médicas,
para la determinación del cese de las funciones encefálicas, se deben ajustar al
protocolo establecido por el Ministerio de Salud de la Nación con el
asesoramiento del INCUCAI.
hoy no puede discutirse que, aún cuando la persona no esté muerta biológicamente,
debe ser considerada muerta o fallecida para el derecho penal si se dan los criterios
establecidos por la legislación antes referida, vale decir, si se ha producido el cese total
e irreversible de las funciones cerebrales.
ART. 79 DEL CÓDIGO PENAL: se aplicará reclusión o prisión de ocho a veinticinco años,
al que matare a otro, siempre que en este Código no se estableciere otra pena.
SUJETOS:
Sujeto pasivo: puede ser cualquier persona, con vida independiente. Pero debe
tratarse de una persona distinta al autor. Ya que la expresión “a otro” a que hace
referencia el art 79 lo dice claramente; quien no mata a otro sino a sí mismo no realiza
el tipo de homicidio, sino que se suicida.
Homicidio por omisión: hay quienes consideran que el homicidio puede ser causado
por acción u omisión; siempre que el sujeto activo se encuentre en alguna de las
situaciones que hacen nacer el deber jurídico de actuar con el fin de preservar la vida
del ser humano (ej. madre que priva de alimento al hijo provocándole la muerte). Para
esta postura si existe dolo de matar la omisión será típica, los restantes casos serán
abandono de personas.
● Deja fuera del tipo penal al suicidio (agresión a la propia vida, consideraciones de
política criminal en supuestos de consumación y tentativa de suicidio), punible sólo en
la figura de instigación o ayuda.
1) Utilización de medicación que acorta la vida del paciente para calmar dolores
insoportables a un paciente que seguramente morirá: práctica aceptada dentro de la
ciencia médica y excluida de la tipicidad (críticas: si se acepta la fórmula de “acortar la
vida”, la acción habría sido realizada).
2) Derecho del paciente a una muerte diga: sin sufrimientos inhumanos, implica tratar
el problema dentro de las acciones justificadas para el médico (Bacigalupo). El derecho
a la vida y a una muerte digna, conspiran contra cualquier forma artificial de prolongar
la vida a costa del sufrimiento de quien padece un mal irreversible (cede la posición de
garantía a la que pudieren estar obligados médicos y familiares directos). Posición no
aceptada unánimemente (desconexión de aparato que mantiene con vida a un
moribundo constituye delito de homicidio).
4) Jakobs: considera al homicidio a petición como una variante del suicidio – impune –
ejecutado en división de trabajo. La única diferencia entre uno y otro radica en que el
fin se realice de propia mano o mediante división de tareas, pero en ambos casos el fin
y la forma de conseguirlo la determina el que no quiere vivir más.
Refuta a los partidarios de la punición del homicidio a petición, que lo justifican en que
la vida es un bien intransferible e indisponible en que el cansado de vivir no transfiere
nada y no abandona en otro la disposición de su propia vida sino que gestiona en
división de trabajo su propia relación con su vida.
• ART. 79 CP: Homicidio doloso (el producido por imprudencia está legislado en
el art. 84), entendiéndose el dolo como la conciencia y voluntad de realizar una
conducta dirigida a la producción de la muerte de otra persona. Se trata de
dolo directo, admitiéndose el eventual (autor se representa la probabilidad del
resultado y a pesar de ello no desiste de su acción, obrando con indiferencia
respecto del resultado).
HOMICIDIO – ANTIJURIDICIDAD
HOMICIDIO- CULPABILIDAD
HOMICIDIO
• TENTATIVA: admite.
HOMICIDIOS AGRAVADOS
Artículo 80. – Se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua, pudiendo aplicarse lo
dispuesto en el artículo 52, al que matare:
4º Por placer, codicia, odio racial, religioso, de género o a la orientación sexual, identidad de
género o su expresión.
7º Para preparar, facilitar, consumar u ocultar otro delito o para asegurar sus resultados o
procurar la impunidad para sí o para otro o por no haber logrado el fin propuesto al intentar
otro delito.
11. A una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género
12. Con el propósito de causar sufrimiento a una persona con la que se mantiene o ha
mantenido una relación en los términos del inciso 1°.
Hernández Blanco nos habla de “parricidio propio” donde la relación es de padres e hijos y de
“parricidio impropio”, en el que se comprenden personas vinculadas no solamente por lazos
sanguíneos.
La versión actual también comprende todos los vínculos de pareja, vigentes o concluidos, haya
mediado o no convivencia.
Estos sujetos de esta clase de homicidio sólo pueden ser aquellos que están expresamente
mencionados en la ley: ascendientes, descendientes y cónyuge.
ACCIÓN TÍPICA:
Consiste en matar a otro, y ese otro debe ser uno de los sujetos expresamente señalados en la
ley: ascendiente, descendiente o cónyuge. Por consiguiente, estamos frente a un delito
especial impropio, limitado solo a un determinado círculo de actores. En todo lo demás, son de
aplicación las mismas reglas y principios que hemos visto para el homicidio simple.
ELEMENTO SUBJETIVO:
Para Fontán Balestra el conocimiento de la existencia del vínculo debe ser abarcado por el
dolo. Basta el dolo eventual… Un individuo se propone matar a un amigo de su padre
disparándole con un revólver. En el momento elegido ve venir en la oscuridad a esa persona en
compañía de su padre, pero ello no lo detiene en su acción, y hace fuego matando a su padre.
Ha obrado con dolo eventual matando a su padre sabiendo que lo es.
TIPO SUBJETIVO:
El autor debe conocer la relación de parentesco en el momento del hecho y con referencia a la
persona que mata. En consecuencia no se aplica la agravante cuando el autor no entendía
matar a un pariente, sea porque la acción de matar estaba dirigida a quien no era su pariente o
porque sabía o creía que no era pariente.
El parricidio exige la concurrencia del dolo directo, presentándose muy difícil la posibilidad de
dolo eventual. La fórmula “sabiendo que lo son” implica un conocimiento asertivo, categórico,
del vínculo parental.
COMISION:
Puede ser por acción, o bien, por comisión por omisión u omisión impropia, ya que el autor
ostentará una posición de garante por su propio parentesco. Donna está de acuerdo con esta
posición, pero nos recuerda algunas objeciones: "Politoff ha advertido sobre este punto al
afirmar que si el parentesco es la fuente de la posición de garantía y, por ende, de la atribución
del resultado, no puede operar a la vez como fuente de agravación, ya que se quebrantaría el
non bis in idem. Sin embargo, el mismo Grisolia ha afirmado que se trata de la naturaleza del
título, y éste tiene fuerza, tanto para fundar el homicidio, como la agravante" (22, p. 31).
CONSUMACION Y TENTATIVA:
El parricidio se consuma con la muerte de la otra persona. La tentativa es admisible, así como
todas las formas de participación criminal. Según la regla del art.48 del CP, en materia de
comunicabilidad de las circunstancias personales, cuyo efecto es agravar la penalidad, los
cómplices, instigadores o coautores que conocen el vínculo quedan atrapados por la
agravante.
LA PENA:
El art. 80 pune la muerte del ascendiente, del descendiente o del cónyuge con la pena de
reclusión o prisión perpetua, facultando al juez para aplicar la medida (¿o pena?) accesoria de
reclusión por tiempo indeterminado prevista por el art. 52, vale decir, en casos de
multireincidencia. Sin embargo, recientemente nuestro más alto tribunal se ha pronunciado
por la inconstitucionalidad de esta clase de pena.
El ensañamiento requiere una idea, una circunstancia subjetiva que –precisamente- consiste
en ese propósito deliberado de causar daño de más por crueldad.
Se puede definir la alevosía como la muerte dada ocultamente a otro, asegurando su ejecución
por evitación de todo riesgo o peligro e imposibilitando intencionalmente la defensa de la
víctima. Con arreglo a ello, entonces, el fundamento de la alevosía estaría dado por la idea de
aseguramiento de la ejecución evitando los riesgos de la posible defensa de la víctima.
Por último, la “indefensión” de la víctima también debe haber estado en la mente del autor, es
decir que resulta necesario que el sujeto, intencionalmente, haya buscado y logrado ese
estado de indefensión.
HOMICIDIO CON VENENO. El texto actual de la ley permite formular el siguiente principio: "no
toda muerte provocada con veneno califica el homicidio, sino sólo aquella ejecutada insidiosa
mente". Este razonamiento sugiere que el homicidio se agrava sólo cuando la sustancia
empleada para matar es veneno y cuando dicha sustancia es empleada de modo insidioso.
CONCEPTO DE VENENO. Con arreglo al Código y después de la reforma de la ley 17.567. Por
veneno debe entenderse toda sustancia animal, vegetal o mineral, sólida, líquida o gaseosa,
que introducida en el cuerpo humano mata cambiando su naturaleza por acción química o
bioquímica.
Una sustancia no se transforma en veneno, ni por el modo como se la emplea ni por las
condiciones particulares de la víctima, sino cuando así lo determina su propia naturaleza o
cuando la ciencia que se ocupa de ella (toxicología) la define como tal. Por consiguiente, no
tienen la categoría de veneno aquellas sustancias que, aun cuando poseen capacidad para
matar y pueden ser usadas insidiosamente, sólo actúan en el cuerpo bajo efectos físicos,
mecánicos o térmicos, por ejemplo, el vidrio molido, el plomo derretido, los alfileres, etc. (son
sustancias que producen ulceración en los tejidos, desgarramiento en las paredes intestinales,
entre otras, pero no obran químicamente), ni aquellas otras sustancias, generalmente inocuas
(p.ej., el azúcar suministrado a un diabético), o que producen daños a la salud por la especial
condición de la víctima (el agua al hidrópico grave; el alcohol suministrado a un bebé,
etcétera),
La INSIDIA. Es el elemento caracterizante del homicidio con veneno. La agravante sólo resulta
aplicable si el veneno ha sido empleado insidiosamente, esto es, en forma oculta. Por
consiguiente, quedan fuera del ámbito de la agravante los actos gobernados por la emoción o
la irreflexión, por la violencia o por conductas advertidas o manifiestas.
En conclusión, no es suficiente con el empleo de veneno para calificar el homicidio, sino que es
necesario que sea administrado a la víctima insidiosamente. Lo que agrava no es el carácter de
la sustancia, sino el modo como el autor la utiliza para matar.
El fundamento de la agravante no radica en el mandato que el asesino recibe del tercero, sino
en el pacto infame sobre el precio, que representa la causa por la que el autor material
interviene y comete el hecho (Núñez). La mayor penalidad se justifica frente a un hecho en el
que se privilegia el lucro como principal motivación del autor.
PLURALIDAD DE AGENTES
Pueden intervenir en la secuencia del delito varias personas, pero como mínimo deben
intervenir dos: el mandante (autor moral, que es quién contrata a otro para que mate
a una persona) y el mandatario (autor material, quien ejecuta el homicidio).
EXISTENCIA DE UN PACTO
Debe existir un pacto homicida entre el mandante y el mandatario. Pero, por si solo el
pacto o el acuerdo de voluntades no es suficiente, sino que es necesario que el hecho
haya comenzado a ejecutarse para generar responsabilidad al menos por tentativa. La
sola formulación del pacto sin principio de ejecución constituye un acto preparatorio
impune.
EL PRECIO Y LA PROMESA
Por “precio” debe entenderse tanto el precio en dinero como cualquier otra ventaja
que sea apreciable económicamente. El concepto debe ser interpretado
restrictivamente; por lo tanto, toda otra retribución que no sea proveniente de una
motivación económica (por ejemplo de tipo sexual, designación en un puesto público,
etc.) queda fuera del alcance de la agravante.
Cuando el pacto consista en el pago de un precio, éste debe hacerse efectivo antes de
la ejecución del hecho. Cuando, por el contrario, se trata de una promesa
remuneratoria, debe entenderse que el pago se realizará con posterioridad al
homicidio.
Por lo general esta sensación de placer está referida a lo sexual, pero no excluye otros
placeres. La agravante comprende el placer de la sangre y el propósito de satisfacer impulsos
sexuales. En todo caso, el placer debe ser la causa motivadora del homicidio,
independientemente de que se logre el fin buscado. Vale decir que si el agente obro en busca
de placer pero por cualquier otro motivo no logró realmente experimentarlo al matar, aun así
la agravante resulta aplicable.
El homicidio por codicia se consuma con independencia del logro de las ganancias materiales
esperadas. Para la perfección del delito es suficiente con la finalidad.
La agravante se caracteriza subjetivamente, esto es, requiere que el autor experimente una
profunda aversión hacia determinada persona o grupo de personas, por pertenecer o no a una
determinada raza, o profesar o no un determinado cedo. No es suficiente que se mate sólo por
odio o porque el individuo pertenece o no a un tipo de raza o religión, sino que ese odio debe
estar estrechamente vinculado a la pertenencia o no del individuo a una raza o religión
determinadas.
Se puede decir que en este supuesto, el homicidio está caracterizado por el móvil del autor
que consiste en el odio o la aversión que siente por la víctima por su condición de pertenecer a
un determinado género (masculino o femenino), por su orientación sexual (por ser
heterosexual, homosexual o bisexual), por identidad de género (por sentirse de un sexo
distinto al que se posee biológicamente, por ser y querer ser distinto a lo que se es).
Según Arocena existe tal “odio” (de género o a la orientación sexual, identidad de género o su
expresión) cuando el sujeto activo mata a la víctima por su aversión a esas condiciones y esta
aversión es la motivación individual de corte psicológico, no ya cultural o sociológico como
sucede en el femicidio que pone en marcha la acción homicida
Aquí hay que apelar al elemento normativo de tipo extrapenal como es el contenido en la ley
26.743 sobre la identidad de género en cuyo artículo 2º define este concepto de la siguiente
forma: “Se entiende por identidad de género a la vivencia interna e individual de género tal
como cada persona lo sienta, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al
momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto puede involucrar la
modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios farmacológicos,
quirúrgicos o de otra índole, siempre que ello sea libremente escogido. También incluye otras
expresiones de género como la vestimenta, el modo de hablar y los modales”. De modo que
esta última motivación – identidad de género – incluye el odio o sentimiento adverso a la
persona por su cambio de sexo o por tener modales, forma de hablar o vestimenta que no
condice con su original conformación biológica. En este contexto se incluye a quien mantiene
su pertenencia a un determinado género – femenino o masculino – pero se manifiesta como si
perteneciera al contrario, tal es el caso del travestismo o transformismo.
La fórmula actual es más amplia que el texto original, pues comprende no sólo a los medios
catastróficos (que por definición generan peligro común), sino a aquellos que no tienen tales
características pero sí poseen potencialidad para crear el peligro exigido por la norma, por
ejemplo, la liberación de gases venenosos.
Se trata de una figura caracterizada subjetivamente, pues el autor debe haber seleccionado el
medio para matar; se debe haber querido matar con ese medio, entonces solo de admite el
dolo directo (Soler dice que se admite el dolo eventual). De lo contrario, estaremos frente a un
delito contra la seguridad pública agravado por el resultado muerte, pero no ante un delito de
homicidio agravado por el empleo de un medio idóneo para crear un peligro común.
La agravante se consuma con la muerte de la persona y admite la tentativa y todas las formas
de participación criminal.
La fórmula ha sido objeto de controversias. Una parte minoritaria de nuestra doctrina defiende
la idea de que es suficiente el número de dos personas para agravar al delito: el autor y un
cómplice, pero la inmensa mayoría sostiene que la agravante se satisface con un mínimo de
tres personas, que deben participar no sólo en la formulación del acuerdo sino en la ejecución
del homicidio, pudiendo actuar como autores, coautores o cómplices. Quedan fuera del
alcance de la agravante el instigador y el auxiliador que sigue al autor principal.
Con arreglo al texto legal, entonces, la agravante exige los siguientes elementos:
b) que esa muerte haya sido ejecutada por tres o más individuos como mínimo, y
Como se ve, la ley es clara en lo que respecta al número de intervinientes. El autor debe matar
"con" el concurso de dos o más personas, o sea, que deben concurrir tres como mínimo. Las
tres personas deben participar del acuerdo y de la ejecución del homicidio. El acuerdo debe
haberse formalizado con anterioridad al delito; por ello exige la norma que sea premeditado,
vale decir, pensado (y realizado) con antelación al hecho.
Los que participan del acuerdo deben ser imputables, por cuanto la exigencia de la
premeditación indica que cada interviniente debe reunir un mínimo de conciencia y voluntad
en la formalización del convenio. Sin discernimiento no puede haber acuerdo válido. Por
consiguiente, quedan fuera de la agravante los inimputables por minoridad, por deficiencia
mental y aquellos cuyo acuerdo ha sido conseguido por medio de violencia, coacción, error o
engaño. Estas situaciones benefician al autor imputable.
Según lo establece la ley, debe concurrir un acuerdo "premeditado", vale decir que no es
suficiente con que los autores se hayan puesto de acuerdo para matar, sino que se deben
haber puesto de acuerdo para "matar en concurso", esto es, todos juntos o entre todos.
Teniendo en cuenta esta exigencia de la ley ("concurso premeditado", acuerdo previo al
homicidio), la ratificación posterior al hecho no conduce a la agravante (López Bolado; en
contra, Núñez, para quien vale la ratificación individual ulterior y consciente). O sea, que el
"arreglo" (mínima deliberación y decisión) para matar entre todos debe ser anterior al
homicidio. Si la norma hubiera requerido sólo el concurso de personas, sin premeditación del
acuerdo, la razón la tendría Núñez, que considera válida la ratificación ulterior.
Admite tentativa.
Se trata de figuras cuya realización exigen la concurrencia de un elemento subjetivo del tipo
distinto del dolo, que suponen en el autor una determinada intención, motivación o propósito
que se añaden al dolo propio del tipo de delito básico.
Son delitos que se enmarcan en lo que modernamente se conoce como "delitos de tendencia"
o "tendencia interna trascendente", cuyo obrar requiere una finalidad adicional de lograr un
resultado o una actividad ulterior distintos a la realización del tipo (Luzón Peña).
El homicidio representa el medio para lograr o consumar el otro delito. Por ello, la conexión es
necesaria entre uno y otro tramo, entre lo que el autor hace (mata) y lo que persigue (el otro
delito). De lo contrario, no concurriría la circunstancia agravante, debiendo resultar de
aplicación las reglas del concurso delictivo.
Aunque este tipo de homicidio sólo es pensable en su forma dolosa, para una parte de la
doctrina resulta admisible el dolo eventual. No es necesaria una preordenación anticipada,
deliberada y resuelta de antemano. La ley sólo exige que el deseo del autor de cometer un
delito funcione como motivo que lo lleve al homicidio. Esto sólo requiere decisión, que puede
producirse de improviso; el homicidio puede nacer y ocurrir en el momento mismo en que se
ejecuta el otro delito.
Buompadre coincide con esta última opinión sólo en ciertos aspectos. Para que concurra la
agravante no es necesario ni preordenación ni premeditación (aunque las incluye), pero el dolo
eventual tampoco es suficiente. Al contrario, resulta difícil concebir esta modalidad del dolo en
estos tipos de homicidio.
La conexión subjetiva entre el homicidio y la finalidad del autor (que ha obrado como
determinante de su conducta) excluye el dolo eventual. El autor comete un delito (mata a
otro) para o por concretar otro delito (que puede ser cualquiera), de manera que esa
motivación que lo ha llevado a matar (para preparar, facilitar, procurar la impunidad, etc.)
integra el dolo del tipo en cuestión (ingresa en los designios del agente), que lo especializa por
su "específica" finalidad. El dolo de matar "para" o "por" es un dolo directo, que puede
aparecer "antes" o "durante la ejecución del homicidio.
La agravante exige para su configuración una conexidad subjetiva o ideológica que funciona
como un eslabón que une el homicidio con el otro delito. Los dos hechos (el homicidio y el otro
delito) están conectados psicológicamente entre sí.
La conexidad ideológica o subjetiva puede manifestarse de dos maneras: como conexión final
o como conexión impulsiva. En el primer caso, el sujeto actúa "para", esto es, con un motivo
proyectado hacia el futuro (mata procurando obtener algo deseado). La ley hace referencia a
esta clase de conexión cuando dice: para preparar, facilitar, consumar, ocultar, asegurar sus
resultados, procurar la impunidad para sí o para otro.
En el segundo caso, actúa “por”, es decir por un motivo surgido del pasado. Por ejemplo, mata
por sentirse frustrado en sus fines o planes, vengando el fracaso ya sufrido.
El delito se estructura sobre la base de una especial exigencia típica: el autor debe matar a una
persona que, en el momento del hecho, reúna la condición de miembro de una fuerza de
seguridad pública, policial o penitenciaria; a ello debemos sumar una especial motivación
subjetiva: se debe matar porque la víctima "pertenece" a alguna de estas instituciones del
Estado.
No resulta suficiente para que concurra la agravante con matar a un miembro de una fuerza de
seguridad, sino que es necesaria una conexión subjetiva entre la acción típica y la motivación
final del autor, es decir, se lo mata porque el sujeto pasivo pertenece a una fuerza de
seguridad. De lo contrario, la conducta queda fuera de la agravante y el hecho no sale, en
principio, de los límites del homicidio simple.
El sujeto pasivo debe pertenecer a una fuerza de seguridad pública, policial o penitenciaria. La
enumeración es taxativa. Quedan comprendidas, entonces, la Policía Federal Argentina, la
Policía Aeronáutica, la Gendarmería Nacional, las policías provinciales, los miembros del
servicio penitenciario nacional y provincial y del cuerpo de bomberos, no así las fuerzas de
seguridad privada, los miembros de los servicios de inteligencia del Estado, de las fuerzas
armadas, ni de aquellas reparticiones que tengan a su cargo cuestiones referentes al tránsito
automotor (p.ej., inspectores de tránsito municipal), salvo que esta tarea sea desempeñada
por una fuerza de seguridad pública de las enumeradas en el tipo penal. Tampoco son
alcanzados por la agravante los miembros de la policía judicial, salvo que revistan o
pertenezcan a la fuerza policial, ni el personal que ha sido exonerado o dado de baja, porque
en estos casos se pierde el estado funcional. Por el contrario, quedan incluidos en la agravante
aquellos casos en que la víctima ya no se encuentra en servicio activo (p.ej., oficial retirado de
la policía), pero continúa perteneciendo al organismo de seguridad del Estado De igual modo,
la mayor penalidad abarca a cualquier grado o nivel administrativo o funcional que se
encuentre desempeñando el sujeto pasivo al momento de realizarse la conducta típica.
Se trata de un tipo de homicidio caracterizado subjetivamente. El autor debe matar guiado por
una finalidad: porque la víctima pertenece a alguna de las fuerzas de seguridad pública que se
encuentran mencionadas en el precepto legal (p.ej., se mata por que la víctima es policía). Vale
decir que al dolo propio del homicidio se le añade un elemento subjetivo del tipo cuya
inexistencia elimina la circunstancia agravatoria. Por lo tanto, la figura demanda sólo el dolo
directo, cuyo contexto debe abarcar el conocimiento de que el sujeto pasivo es miembro de
alguna de estas fuerzas, aunque no se encuentre ejerciendo su actividad funcional en el
momento del hecho. El error acerca de la condición de revista del sujeto pasivo constituye un
error de tipo que elimina la circunstancia agravante
Admite tentativa y participación (en tanto y en cuanto el partícipe conozca la calidad del sujeto
pasivo) rigiéndose por los principios generales.
No quedan alcanzados por la agravante aquellos funcionarios que han renunciado al cargo o
función pública.
No basta la sola cualidad funcional del autor. Es necesario que el sujeto activo mate abusando
del cargo o función pública. Abusa del cargo o de la función quien aprovecha las facilidades
que le otorga la condición que ostenta para cometer el homicidio. Por consiguiente, el delito
es compatible sólo con el dolo directo. En opinión de Arocena, el abuso funcional exigido
típicamente, implica la concurrencia de un elemento subjetivo distinto del dolo. En sentido
contrario, pero sin dar mayores razones, Breglia Arias sostiene que el delito admite el dolo
eventual; también opina que el delito exige dolo especial, sin dar mayores explicaciones al
respecto.
Admite tentativa, rigiéndose por los principios generales, y también participación, siempre y
cuando el participe conozca el abuso de la función y la calidad del sujeto pasivo. También se
rige por los principios generales.
Militar es "toda persona que revista estado militar en el momento del hecho conforme a la ley
orgánica para el personal militar. Los funcionarios públicos civiles que integran la cadena de
mando se encuentran asimilados al personal militar con relación a los delitos que cometan en
su carácter de tales, cuando produzcan actos o impartan órdenes o instrucciones como
integrantes de la cadena de mando si las mismas implican comisión de delito o participación en
el mismo".
TIPO OBJETIVO:
ACCIÓN TÍPICA
Con arreglo al nuevo precepto legal, el delito consiste en dar muerte a un "superior militar
frente a enemigo o tropa formada con armas". Al no hacer el texto ninguna distinción, la
acción puede ser cometida por el sujeto activo en el propio ámbito de una unidad militar o
fuera de ella (p.ej., en una práctica militar dentro o fuera del cuartel, en el marco de una
situación bélica determinada, en acto de servicio o en ocasión de él, en situación de retiro,
licencia o permiso). Lo determinante para la integración típica es que se mate al superior
militar "frente a enemigo o tropa formada con armas", vale decir que el tipo penal admite la
muerte de la víctima durante o en ocasión de una situación de conflicto armado o durante
períodos de paz, pero, en cualquier caso, el hecho debe haberse cometido frente a un enemigo
o frente a la tropa formada con armas, que puede conformarse en cualquier momento del
desarrollo de la actividad militar. Lo que importa es que se trate de una tropa (conjunto de
militares) formada militarmente y armada, con cualquier tipo de armas (propias o impropias).
El tipo admite tanto la muerte de una sola persona como de varias, que pertenezcan a un
bando enemigo o no. El hecho igualmente es punible aunque se realice en tiempos de guerra o
de paz. La propia normativa conduce a esta interpretación (frente a un enemigo o frente a
tropa formada con armas).
La acción típica -como dijimos- consiste en "matar" a otro y ese otro debe ser un "superior".
Esta expresión (elemento normativo del tipo) importa, al mismo tiempo, que la víctima debe
revestir la calidad de "militar”, y que ella debe ser "superior" con respecto al autor del hecho.
O sea que no se trata del homicidio de cualquier militar para que resulte aplicable el tipo
agravado, sino que debe ser el de un militar con jerarquía superior a la del autor del hecho,
pero tampoco cualquiera, sino al de éste (a "su" superior, dice la ley) en el momento del
hecho. Lo contrario implicaría un homicidio simple (art. 79).
La acción típica debe ser cometida por un militar (sujeto activo) contra otro (sujeto pasivo)
que, al momento del hecho, reviste superioridad militar, vale decir, que es "el" superior del
autor en cargo, jerarquía o antigüedad. O sea, no cualquier superior, sino "el superior del autor
al momento del hecho".
SUJETOS
Quedan al margen de la figura agravada todos aquellos que, al momento del hecho, han
perdido el estado militar, esto es, el personal que ha sido dado de baja y el personal de reserva
incorporado que ha pasado a situación de fuera de servicio (art. 10, ley 19.101). El personal
militar en situación de retiro puede ser sujeto activo o pasivo del delito, por cuanto dicha
situación no importa la pérdida del grado ni del estado militar, sino que sólo cesa en las
obligaciones propias de la situación de actividad.
TIPO SUBJETIVO
CONSUMACIÓN Y TENTATIVA
La consumación coincide con la muerte de la víctima. La participación criminal se rige por las
reglas generales, como en todo homicidio. Tratándose de un delito de resultado material, la
tentativa es posible.
HOMICIDIOS ATENUADOS
Son aquellas referidas al hecho que por su carácter y por la incidencia que han tenido en la
subjetividad del autor han impulsado su acción con una pujanza tal que le ha dificultado tomar
una conducta distinta que la que asumió.
El hecho debe ser inesperado, extraordinario, fuera de lo común, del que pueda decirse que se
encuentra fuera del curso normal de los acontecimientos.
Las circunstancias extraordinarias pueden ser concomitantes con el hecho, por ejemplo
sorprender a la esposa en adulterio, o preexistentes, y en esta hipótesis desarrollarse a corto o
largo plazo, por ejemplo enfermedades de la víctima.
En síntesis, se trata de una atenuación de la pena debida a una menor culpabilidad del autor
producida por las circunstancias en que ha actuado y las propias del autor al momento del
hecho; lo que nos permite hablar de circunstancias objetivas y subjetivas que deberán ser
valoradas por el magistrado en cada caso concreto.
Se trata del estado psíquico en el cual el sujeto actúa con disminución del poder de los frenos
inhibitorios, de manera que cuando esa situación sea excusable por otros motivos distintos
que la emoción misma, la ley atenuará la pena en razón de cierta atenuación de la culpa,
porque cabe muy distinto reproche para aquel que mata sin culpa alguna de la víctima, que
para aquel que fue llevado a ese hecho irritado por gravísimas ofensas.
Este estado debe ser provocado por la propia víctima al herir un sentimiento de un tercero que
incide fundamentalmente sobre la capacidad reflexiva de frenación del mismo, debilitando sus
frenos inhibitorios e impidiendo que éstos actúen libremente, impulsando a quien lo
experimente a cometer un hecho de sangre.
1. El intervalo de tiempo que media entre la causa objetiva generadora y la comisión del
hecho debe ser breve, es decir, debe haber inmediatez.
El sujeto debe estar emocionado mientras ejecuta el hecho, porque la excusa reside en
que por la emoción haya perdido el pleno dominio de sus frenos inhibitorios.
2. El medio empleado en la comisión del injusto debe estar al alcance del sujeto activo .
En general, el estado emocional no es compatible con elementos o mecanismos
demasiado elaborados en orden a conseguir la muerte. Al contrario, los hechos de esta
naturaleza se caracterizan por cierto automatismo, torpeza y brutalidad. Es muy difícil
que estando emocionado se puedan realizar operaciones complejas, como preparar un
veneno o comprar un arma.
El medio empleado es igualmente un índice que sirve para deducir el estado de ánimo
del autor. En general, podría decirse que el estado emocional no es compatible con
operaciones complicadas, ni de la mente ni del cuerpo.
3. El temperamento del sujeto. La consideración del estado emocional para atenuar la
pena no es un privilegio otorgado a quienes acceden a la ira con facilidad. Lo que tiene
poder de atenuación son las circunstancias externas que justifican esa emoción.
La emoción no excusa por sí, sino que a su vez tiene que ser ella misma excusada por
algo distinto que sí misma. Para llegar a la excusa debe partirse del análisis de la
situación objetiva.
4. El conocimiento previo de la situación vital del sujeto a fin de determinar la posibilidad
de la inexistencia de un estado emotivo.
Generalmente el movimiento emotivo se desencadena a partir de la representación de
algo inesperado, pero eso no quiere decir que el ánimo del sujeto deba encontrarse en
blanco.
Es claro que un sujeto tranquilo y desprevenido ha de emocionarse si se le comunica
una desgracia, pero aun mas se emocionará quien se encuentra influenciado ya por un
sentimiento amoroso o de temor. Por ejemplo cuando el hombre ya conoce que la
mujer le es infiel, pero reacciona en el momento en el que la ve con su amante, y ahí
es cuando el hecho se desencadena.
5. Que la emoción que se provoque en el sujeto sea violenta. Es decir, su intensidad debe
debilitar los frenos inhibitorios de la persona, pero no debe alcanzar un grado tal que
lo haga caer en la inimputabilidad.
6. Circunstancias externas al autor que hagan excusable la emoción. Es decir, debe haber
un desencadenante externo que haga entendible la emoción del sujeto.
7. El autor no debe haber provocado la causa de la emoción, es decir debe haber sido
ajeno a la misma. Es culpable el que la provoca incitándola, o bien, la facilita a
sabiendas poniendo las condiciones para que opere.
8. No estar obligado el autor a soportar la causa provocadora, porque le Derecho así lo
ha dispuesto. Por ejemplo, el destinatario de una orden de prisión o embargo puede
indignarse justamente frente a ella, y por esto razonar contra el oficial público, pero el
derecho no puede excusarlo y de esta manera hacer privar el motivo particular frente
al orden jurídico.
La emoción no excusa por sí, sino que a su vez tiene que ser ella misma excusada por algo
distinto de ella. Para buscar la excusa, no debe partirse del estado emocional, sino llegarse a él,
comenzando por el análisis de la situación objetiva.
La ley atenúa el hecho, cuando éste constituye la reacción explicable, comprensible, excusable
y externamente motivada de una conciencia normal, pero no quiere que las exaltadas
reacciones de un intemperante o de un ebrio, por ejemplo, tengan el privilegio de la excusa
cuando han llevado al sujeto desmesuradamente más allá de toda prudencia, de manera que
el exceso de la reacción no sea íntegramente explicable por las circunstancias, sino más bien
por la carencia de contralores inhibitorios, perdidos por el exceso de alcohol.
ESTRUCTURA TÍPICA:
Es una figura atenuada de homicidio que se caracteriza por la situación objetiva por la que
atraviesa el autor y que lo determina a actuar como actuó. Requiere la muerte de una persona
distinta a la del sujeto activo.
SUJETOS:
ACCIÓN TÍPICA:
CONSUMACIÓN Y TENTATIVA:
El delito, que es de resultado material, exige para su consumación la muerte del sujeto pasivo.
Por ende la tentativa resulta admisible.
HOMICIDIO PRETERINTENCIONAL
Art 81: se impondrá reclusión de tres a seis años, o prisión de uno a tres años:
TIPO OBJETIVO: se trata de un tipo autónomo que se caracteriza por dos circunstancias, que
deben encontrarse vinculadas causalmente: una finalidad, que es la propia perseguida por el
autor, y un resultado, que se produce al margen de la intención del sujeto.
a. La finalidad perseguida por el autor debe orientarse hacia la causación de una lesión,
nunca la muerte (siquiera eventual) de la víctima. Es decir que el propósito perseguido
debe ser el de causar un daño en el cuerpo o en la salud de otra persona. El autor debe
haber querido directamente (dolo directo) o afrontado el riesgo (dolo eventual) de
lesionar a la víctima.
Si por el contrario la conducta no fue realizada con el dolo de dañar, pero el resultado
típico se ha producido por obra de una acción imprudente, estaremos en el ámbito del
tipo del homicidio culposo.
● Cómo lo use.
● Cuándo lo use.
TIPO SUBJETIVO:
El homicidio preterintencional es un delito doloso. Requiere que el autor obre con dolo de
lesionar (directo o eventual). El resultado excedente debe ser la consecuencia culposa de un
obrar doloso.
Para Fontán Balestra es un error apreciar el dolo del autor ateniéndose únicamente a la
capacidad del medio empleado para causar la muerte, porque, aunque parezca una verdad de
perorgullo, cada vez que se juzga a alguien por un homicidio preterintencional se ha causado la
muerte con un medio que razonablemente no debiera haberla causado. No es una cuestión de
posibilidad, sino de probabilidad. Inversamente, es riesgoso apreciar el dolo sin tomar en
cuenta las probabilidades de causar la muerte con el medio empleado. Solo la apreciación de
la culpabilidad real puede decidir en este punto.
CONSUMACIÓN Y TENTATIVA
El delito se consuma con la muerte de la víctima. Por sus propias características típicas, no
resulta posible la tentativa. Es posible la aplicación de la atenuante de emoción violenta a esta
figura, en cuyo caso, la pena aplicable debería mensurarse conforme a la escala del art. 81 CP.
PARRICIDIO EMOCIONAL
Art 82: “Cuando en el caso del inc. 1 del art. 80 concurriere alguna de las circunstancias del inc.
1 del artículo anterior, la pena será de reclusión o prisión de 10 a 25 años”.
80 inc. 1: A su ascendiente, descendiente, cónyuge, ex cónyuge, o a la persona con quien
mantiene o ha mantenido una relación de pareja, mediare o no convivencia.
81 inc. 1: Se impondrá reclusión de tres a seis años, o prisión de uno a tres años:
El parricidio abarca todos los homicidios calificados por el vínculo, y exige que se dé la emoción
violenta que las circunstancias hicieren excusable, o bien, que se esté frente a una situación de
preterintencionalidad. Constituye una de las tres formas atenuadas del parricidio en sentido
impropio, no obstante, el mínimo de la escala penal sigue siendo mayor que el mínimo del
homicidio simple.
Valen aquí todas las reflexiones efectuadas al comentar el art. 81, inc. 1° en sus aps. ayb).
a) El uxoricidio por adulterio.- Esla muerte del cónyuge sorprendido en adulterio, a manos del
otro cónyuge. Si bien el adulterio ha dejado de tener tutela penal, no ha desaparecido su
antijuridicidad, ya que sigue constituyendo una de las causales de divorcio vincular.
Además, constituye uno de los supuestos en que pueden darse los requisitos del art. 81, inc.
1°, si bien la pena se fijará en función de lo dispuesto en el art. 82, en lo que ha dado en
llamarse el uxoricidio por adulterio.
López Bolado incluye el uxoricidio por adulterio, dentro del último párrafo del art. 80, como
circunstancia extraordinaria de atenuación, "no nos olvidemos que el matrimonio no nace de
la sangre ni de la naturaleza sino que existe porque la ley civil así lo dispone. En efecto, el
Derecho positivo, por intermedio de la ley 2393, determina las obligaciones que asumen los
esposos, entre ellas las de fidelidad, cohabitación y asistencia (arts. 50, 51 y 53), Sin embargo,
la realidad de la vida demuestra la existencia de matrimonios desquiciados, y en algunos casos
la ocurrencia de uxoricidios, donde concurren situaciones excepcionales, que sin llegar a reunir
los requisitos de las figuras privilegiadas ni las de justificación merecen un tratamiento menos
riguroso que el que les da el Código Penal" [43, p. 68).
En algunas legislaciones se diferenció entre parricidio propio reservándolo para los parientes
consanguíneos -ascendientes y descendientes y parricidio impropio, referido a la muerte del
cónyuge y otros parientes, al que se le imponía una pena menor.
En este supuesto valen todas las consideraciones hechas al tratar el homicidio en estado de
emoción violenta que las circunstancias hicieren excusable. Por eso nos parece muy
importante la reflexión de Soler: hasta sorprender a la esposa con su amante; es necesario que
esa situación se traduzca efectivamente en un choque emocional"
Un trabajo muy interesante sobre el tema ha publicado Peco. En el mismo diferencia tres tipos
de uxoricidas:
2. El auténtico uxoricida pasional, que mata en la incursión lenta y progresiva del designio
delictuoso.
3. El que se disfraza de uxoricida emocional o pasional, que se cobija en el adulterio para cubrir
móviles mezquinos, cuando no, pro pósitos abyectos.
Para Peco, el Código argentino, "contempla exclusivamente al delincuente emocional, sin parar
mientes en el delincuente pasional, de manera que a pesar de los antecedentes intachables,
de la perturbación psicológica, de la conducta antes, durante y después del uxoricidio basta la
sola premeditación para conminarle la sanción severa de los uxoricidas instintivos, vulnerando
los principios de justicia y excediendo las exigencias de la defensa social más implacable"
Analiza también las distintas motivaciones existentes en la legislación extranjera para reprimir
el adulterio, criticándolas por atender las pasiones de los individuos antes que los bienes
jurídicos de la sociedad, confundiendo delito con pecado, derecho con moral y sanción pe nal
con sanción ética. Entiende que se incrimina el adulterio por:
Sostiene que este último es el motivo que inspiraba a la legislación argentina cuando sanciona
el adulterio; fundamentando su creencia en que:
Sin hablar de la desigualdad en materia de fidelidad, por la que se exigía al hombre para
configurar el tipo que tuviera manceba, mientras que la mujer incurría en adulterio con una
sola falta.
Entiende también Peco que hay una relación directa entre la fragilidad o fortaleza del vínculo y
la liviandad o austeridad de costumbres que caracterizan a una determinada época y sociedad.
FEMICIDIOS
La convención Belém do Pará define la violencia contra la mujer como“cualquier acción o
conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o
psicológico a la muer, tanto en el ámbito público como en el privado”
Patriarcado: sistema familiar y social, ideológico y político en el cual los hombres, a través de
la fuerza, presión directa, los rituales, la tradición, la ley o el lenguaje, las costumbres, la
etiqueta, la educación y la división del trabajo, determinan cual es o no el papel que las
mujeres deben interpretar con el fin de estar en toda circunstancia sometida al varón.
NO TODO HOMICIDIO DE UNA MUJER ES UN FEMICIDIO: por ejemplo muerte de mujeres por
delincuencia común durante la comisión de robos, secuestros, extorsiones, venta de drogas o
delitos contra la propiedad (salvo que la mujer sea violentada en su condición de mujer);
muerte en línea de fuego en enfrentamientos entre bandas o fuerzas de seguridad y
delincuencia organizada; homicidios involuntarios; muerte de mujeres por venganza personal
de otras mujeres; ajustes de cuentas; gatillo fácil; mujeres en actividades delictivas.
● Motivado por la infracción a las dos leyes del patriarcado: norma de control o
posesión del cuerpo femenino y norma de superioridad masculina
Los femicidios pueden ser directos, cuando son perpetrados por uno o más particulares
individualizados, por ejemplo íntimo, familiar, transfóbico, lesbofóbico, en serie, masivo,
infantil, por trata, sistémico (mutilación, violación, cuerpos en basureros) etc.
O indirectos, la muerte de la mujer como consecuencia de las acciones u omisiones del estado,
instituciones o personas por ejemplo femicidio institucional, negligente, aborto en condiciones
inseguras, mutilación genital, contagio de VIH, muertes maternas, prácticas sociales, etc.
RESEÑA HISTÓRICA
En 1921 no se hablaba de género. El código penal, sancionado en ésos años, fue pensado por y
para el hombre (o, al menos, no pensando en la mujer). Los tipos delictivos fueron cimentados
en términos de neutralidad con respecto a los sexos.
Esta es la llamada 1era etapa legislativa, en la que se pone el acento exclusivamente en los
casos de malos tratos en el ámbito familiar. En este período, se aprecia una protección muy
limitada por hechos de violencia doméstica que afectan física o psíquicamente a todos los
miembros del grupo familiar, no sólo a la mujer. Todo se reduce al mundo íntimo de la familia.
Aquí el punto de interés reside en el empleo de la violencia doméstica, sin ninguna distinción
de género. Esta es la característica de la Ley N° 24.417 de Protección contra la Violencia
Familiar
2009🡪 Una segunda etapa aparece con la sanción de la Ley N° 26.485 de Protección Integral
para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra las Mujeres en los Ámbitos en que
Desarrollen sus Relaciones Interpersonales.
Esta normativa circunscribe su arco protector exclusivamente a la mujer, instalando la
problemática de género en el centro del debate. Ya no basta con la presencia de un sujeto
pasivo integrante de un determinado grupo familiar sino de un sujeto que ha sufrido un hecho
de violencia por su pertenencia al género femenino, aun cuando este sujeto haya sido víctima
de violencia desplegada en el seno de un grupo familiar. Con otros términos, en esta segunda
etapa se entiende que la violencia contra la mujer implica una cuestión de género que
trasciende el ámbito privado para convertirse en una cuestión de interés público.
Inc. 11. A una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de
género.
En este artículo se incorpora al femicidio como una figura agravada del homicidio. Este tipo se
caracteriza por su formulación diferenciada en función del género del sujeto activo y del sujeto
pasivo. Se trata de un delito propio que sólo puede cometer un varón contra una mujer.
Además, incluye a violencia de género como elemento definitorio del delito, para comprender
todos los homicidios de mujeres (perpetrados por varones) provocados en un ámbito
situacional específico, que es aquel que refleja el sometimiento de la mujer hacia el varón,
debido a la desigualdad de poder estructural existente entre ambos grupos.
Entonces las características son: a) Que el autor del homicidio sea un hombre. b) Que la
víctima sea una mujer. c) Que el agresor haya matado a la víctima “por ser mujer” (pertenencia
al género femenino), y d) Que el asesinato se haya perpetrado en un contexto de violencia de
género.
El contexto de género:
Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las
Mujeres en los Ámbitos en que Desarrollen sus Relaciones Interpersonales:
art 4: Se entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u omisión, que de
manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una
relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica,
sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal. Quedan
comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus agentes.
Se considera violencia indirecta, a los efectos de la presente ley, toda conducta, acción
omisión, disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja con
respecto al varón.
Se entiende por relación desigual de poder, la que se configura por prácticas socioculturales
históricas basadas en la idea de inferioridad de las mujeres o la superioridad de los varones, o
en condiciones estereotipadas de hombres y mujeres, que limitan total o parcialmente el
reconocimiento o goce de los derechos de éstas, en cualquier ámbito en que desarrollen sus
relaciones interpersonales.
Tipo subjetivo. El delito es doloso, de dolo directo. No resultan admisibles ni el dolo eventual
ni las formas imprudentes.
Art 80 Inc. 12. Con el propósito de causar sufrimiento a una persona con la que se mantiene o
ha mantenido una relación en los términos del inciso 1.
Este tipo de homicidio, independientemente del hecho físico o material de la muerte de una
persona, se caracteriza subjetivamente, por cuanto al dolo propio de todo homicidio se añade
un elemento subjetivo del injusto típico consistente en el logro, la búsqueda, el propósito, de
causar un sufrimiento en otra persona ligada a la víctima. Se mata “para” que otro sufra. Es
una modalidad de homicidio subjetivamente configurado, portador de un elemento subjetivo
del injusto, de naturaleza intencional, mutilado de dos actos, similar al homicidio criminis
causa previsto en el artículo 80.7 del código penal. El tipo penal no requiere para su
consumación que la persona damnificada por el homicidio (persona sufriente, con quien se
tiene o se ha tenido un vínculo o alguna de las relaciones de las enumeradas en el art.80.1),
sufra “realmente” por la muerte del ser querido. Es suficiente a los fines típicos que el autor
mate “para” que la otra persona sufra por el homicidio del otro sujeto, aunque no logre el fin
propuesto. Aun así, tratándose de un delito de resultado material, la tentativa es admisible.
Por lo tanto, su configuración exige la concurrencia de los siguientes elementos: el hecho
material de la muerte de una persona, la intención (dolo) de matar y el propósito definido de
causar un sufrimiento o dolor en otra persona (tipo subjetivamente configurado). La
inexistencia de este elemento subjetivo elimina la aplicación de la agravante.
ARTICULO 84 CP – “Será reprimido con prisión de uno (1) a cinco (5) años e inhabilitación
especial, en su caso, por cinco (5) a diez (10) años el que por imprudencia, negligencia,
impericia en su arte o profesión o inobservancia de los reglamentos o de los deberes a su
cargo causare a otro la muerte.
El mínimo de la pena se elevará a dos (2) años si fueren más de una las víctimas fatales”.
ARTICULO 94 CP – “Se impondrá prisión de un (1) mes a tres (3) años o multa de mil (1.000) a
quince mil (15.000) pesos e inhabilitación especial por uno (1) a cuatro (4) años, el que por
imprudencia o negligencia, por impericia en su arte o profesión, o por inobservancia de los
reglamentos o deberes a su cargo, causare a otro un daño en el cuerpo o en la salud.
Si las lesiones fueran de las descriptas en los artículos 90 o 91 y fueren más de una las víctimas
lesionadas, el mínimo de la pena prevista en el primer párrafo, será de seis (6) meses o multa
de tres mil (3.000) pesos e inhabilitación especial por dieciocho (18) meses”.
En materia de mala praxis médica las violaciones de los deberes de cuidado son múltiples,
destacándose entre las más frecuentes las vinculadas con diagnósticos equivocados que llevan
por omisión de tratamientos médicos pertinentes, a la muerte del paciente; errores en la
anestesia quirúrgica, descuidos, omisiones, negligencias, etc. en la intervención quirúrgica y en
los cuidados post quirúrgicos.
En los delitos imprudentes que se atribuyan a los médicos es necesario que el resultado
(lesiones o muerte del paciente) se haya producido como consecuencia de la infracción del
deber de cuidado del profesional y que el efecto sea de uno de los que procuraba evitar la
norma respectiva.
Expresada otra vez la idea: No es suficiente que la consecuencia haya acontecido por
inobservancia del cuidado objetivamente debido para que se dé el tipo de injusto: es preciso
además que la secuela sea de aquéllas que la norma procuraba no aconteciese.
La determinación de que una conducta es imprudente depende de parámetros que la ley sólo
enuncia. El legislador, por imposibilidad real de describir la inmensidad de conductas que
pueden poner en peligro o dañar bienes jurídicos, con motivo principalmente de la
industrialización y avances tecnológicos-científicos, se limita a fijar una imagen rectora que
oriente al juez de modo semejante a lo que sucede en los delitos de comisión por omisión.
Esta afirmación amerita señalar que en el delito comisivo imprudente la simple omisión del
cuidado debido no habilita su interpretación “como” un delito de omisión.
En tal sentido, se sostiene que estamos frente a un tipo penal abierto; sin perjuicio de lo cual
no media violación al principio de legalidad.
El problema con la medicina es que falta un único reglamento escrito que determine cuales
son las conductas que el ordenamiento jurídico considera imprudentes, negligentes o
imperitas, a diferencia de lo que sucede en lo atinente al tráfico automotor.
La asociación que los nuclea ha emitido opinión diciendo que a consecuencia de la falta de
determinación expresa de las conductas encuadrables en las previsiones de los arts. 84 y 94
del CP, existe un margen elevado de inseguridad y ello provoca que ante situaciones graves el
médico puede llegar a negar la atención al paciente por temor de ser sometido a un proceso
judicial, dando lugar a lo que algunos llaman “medicina defensiva”.
Cuando de actos relacionados con la actividad médica se trata, la primera referencia a los fines
de determinar la norma infringida es la llamada LEX ARTIS, la que, sin perjuicio de ser un
concepto dinámico (por los constantes avances científicos) puede ser definida como aquella
suma de reglas generales de carácter técnico, máximas de experiencia y conocimientos
emitidos que han sido aceptados y aprobados por la comunidad científica y que resultan
aplicables al conjunto de la actividad médico-sanitaria.
Bustos Ramírez y Hormazábal Malarée incluyen dentro del concepto tanto las reglas de
carácter técnico como las de carácter ético.
García Guillén afirma que actuar fuera de las normas que establece la lex artis supone una
infracción no de la lex artis en si misma sino más bien de lo que deberíamos llamar lex
cienctice
Para Romeo Casanoba la lex artis no debe entenderse única y necesariamente como las reglas
aceptadas por la generalidad de este sector profesional ya que hay también que aceptar la
libertad de método o procedimiento, en los que no entrará a valorar el juez; su idoneidad y
corrección debe ser emitida y transmitida por los técnicos, peritos y médicos forenses
intervinientes.
Junto a las normas de la lex artis se afirma que deben también tenerse en cuenta las
circunstancias particulares que rodean a cada caso (lex artis ad hoc).
Si, por ejemplo, un médico con capacidades excepcionales no las utiliza, a pesar de haber
previsto la posibilidad de muerte del paciente y de evitarle mediante el uso de sus facultades,
estaremos frente a un delito de homicidio doloso por omisión.
Si un individuo tiene una capacidad inferior a la media la tipicidad queda intacta y habrá una
disminución de la culpabilidad, o, en casos excepcionales, la misma será excluida.
La relación médico paciente cambió en nuestro país hace 3 o 4 décadas, al variar la modalidad
de atención médica. La generalización de la asistencia a la población y la complejidad creciente
de las prestaciones médicas generaron sistemas de salud organizados, muchos de ellos con
aranceles bajos y aún irrisorios para profesionales y centros asistenciales. Podríamos apreciar
como “buena práctica médica” las decisiones que se ajustan a las reglas o normas dictadas por
expertos; las actitudes que satisfacen las expectativas de los pacientes, cumplimentan las
exigencias de la ley, evitan la dilapidación inútil de recursos y educan a pacientes, a médicos y
a todos aquellos que intervienen en el proceso de salud.
El ejercicio de la medicina podría definirse como una actividad falible que maneja dos
racionalidades posibles: una la de la búsqueda del menor error posible y la otra, la del mayor
beneficio probable.
Factores Predisponentes:
Factores Desencadenantes
Prevención y profilaxis:
Factores Predisponentes:
Factores Desencadenantes:
Prevención y profilaxis:
3. Intervención activa del Comité de Ética Hospitalaria ante conductas médicas que pudieran
implicar daño al paciente
En estos dos cuadros están resumidos los conceptos má relevantes referidos a la "Mala Praxis
del médico" (ver Cuadro 1) y a las "Demandas legales al médico por su praxis", (ver Cuadro
2).
En cada uno están incluidos lo que a nuestro juicio son factores predisponentes, factores
desencadenantes y medidas sintéticamente recomendadas para la profilaxis y prevención de
lo expuesto en ambos cuadros.
el aumento en los últimos años de las demandas de mala praxis, potenciado por los
multifactores arriba señalados, ha preocupado al mercado de la salud a tal punto que su
evolución atenta contra la estabilidad del sistema y amenaza con colapsarlo. Son reclamos
indemnizatorios que involucran cifras millonarias, aunque algunos no tienen fundamento
causal ni judicial.
Se advierte que solo en el ámbito de la Capital Federal, los hospitales públicos deben hacer
frente a reclamos resarcitorios del orden de los 75.000.000 por año.
Las siguientes consideraciones podrían, desde nuestro punto de vista, ser de utilidad como
alternativas para la prevención de los juicios por mala praxis médica.
- Limitar el plazo de prescripción médica en materia contractual a los dos a tres años
posteriores a la producción del hecho
La responsabilidad médica indica, a nuestro criterio, que el médico responderá cuando cometa
un error científico objetivamente Injustificable para un profesional de su categoría o clase.
SINIESTRALIDAD VIAL
ARTICULO 84 bis. - Será reprimido con prisión de dos (2) a cinco (5) años e inhabilitación
especial, en su caso, por cinco (5) a diez (10) años el que por la conducción imprudente,
negligente o antirreglamentaria de un vehículo con motor causare a otro la muerte.
La pena será de prisión de tres (3) a seis (6) años, si se diera alguna de las circunstancias
previstas en el párrafo anterior y el conductor se diere a la fuga o no intentase socorrer a la
víctima siempre y cuando no incurriere en la conducta prevista en el artículo 106, o estuviese
bajo los efectos de estupefacientes o con un nivel de alcoholemia igual o superior a quinientos
(500) miligramos por litro de sangre en el caso de conductores de transporte público o un (1)
gramo por litro de sangre en los demás casos, o estuviese conduciendo en exceso de velocidad
de más de treinta (30) kilómetros por encima de la máxima permitida en el lugar del hecho, o
si condujese estando inhabilitado para hacerlo por autoridad competente, o violare la
señalización del semáforo o las señales de tránsito que indican el sentido de circulación
vehicular o cuando se dieren las circunstancias previstas en el artículo 193 bis, o con culpa
temeraria, o cuando fueren más de una las víctimas fatales.
El tipo penal no requiere que el vehículo esté en marcha. Sino que la acción típica se requiere
de la CONDUCCIÓN. Es decir que por ejemplo si el motor no está en marcha pero la persona
está dirigiendo la dirección del vehículo.
Estos delitos son de resultado material, producido por la inobservancia del cuidado
objetivamente debido y no de peligro (concreto o abstracto) para el bien jurídico protegido.
Por lo tanto, lo que importa no es el riesgo creado por la acción del conductor (cuyo
comportamiento pudo haber sido temerario), sino el resultado producido.
El incremento de la pena para aquellas hipótesis previstas por la ley 27.347 sólo podrían tener
justificación frente al mayor riesgo de daño que dichos comportamientos producen por la
probabilidad de menoscabo de los bienes jurídicos protegidos, la vida y la integridad corporal
de las personas, de manera que el resultado producido es el elemento que determina el
momento consumativo del delito.
Tratándose de delitos culposos, la mera conducción del vehículo con motor en alguna de las
situaciones previstas en los artículos 84 y 94 bis del CP, sin resultados, no dará lugar a una
tentativa del delito imprudente sino a una contravención administrativa violatoria a las reglas
de la circulación vial. La imputación del resultado carece de justificación si no se ha producido
como consecuencia de la inobservancia del cuidado objetivamente debido.
Interés protegido
El interés protegido por estas infracciones es la vida y la integridad física y psíquica de las
personas, independiente de que hayan intervenido o no en el ámbito en que se desarrolla el
tráfico viario. Sólo así es posible explicar que los delitos de transito son delitos de resultado
material, aun cuando como consecuencia colateral o secundaria, un hecho de estas
características también lesione o ponga en serio peligro la seguridad del tránsito automotor.
Fuga- Reagravante
El artículo reprime al conductor que, habiendo causado la muerte de otra persona por la
conducción negligente, imprudente o antirreglamentaria de un vehículo con motor, se diere a
la fuga del lugar del siniestro, sin que resulte imprescindible a la tipificación penal que el sujeto
haya adoptado, al mismo tiempo, otra determinación por ej. que desaparezca sin dejar rastros
o permanezca oculto en las inmediaciones, pues es posible que haya sido identificado (tanto el
mismo como el automóvil objeto del siniestro) por testigos o telecámaras ubicadas en las
cercanías.
Lo que la ley pretende, seguramente, es que el autor del hecho permanezca en el lugar una
vez producido el accidente de tráfico pensando no sólo en lograr que se determine con mayor
facilidad y precisión la autoría del hecho sino en la propia situación de la víctima, quien podría
recibir del propio autor socorro inmediato evitándose, de ese modo, mayores riesgos de
muerte. Si el autor se fuga, no solo deja a la victima materialmente desamparada sino que
infringe, además de una norma jurídica impositiva, una elemental norma de solidaridad que
pone de manifiesto un desprecio hacia la vida o la integridad física de los demás. La norma no
busca -directamente y en forma inmediata- el auxilio de la víctima, ya sea que fuere prestado
por el propio generador del accidente o por un tercero en demanda de éste, sino que el autor
no se ausente del lugar en el que ocurrió el accidente, nada más que eso, sin ninguna otra
finalidad. El auxilio a la victima implica otra exigencia que se independiza de la situación de
fuga (son dos circunstancias conductuales diferentes y autónomas), pero tampoco dejan de
estar vinculadas muy estrechamente, pues la fuga del lugar del hecho siempre habrá de
provocar, aunque fuere mínimamente, una situación de desamparo de la víctima. No obstante
ello, la sola fuga del lugar es suficiente para la aplicación de la mayor penalidad.
Es evidente que con esta norma imperativa (obligatoria para el acusado, pues su
incumplimiento le irroga una sanción más grave), el legislador ha pretendido el
reconocimiento inmediato de la autoría del hecho pues, si la victima muriera tiempo después
del accidente, no habrá de ser, seguramente, por el hecho de la fuga del conductor sino por
otros motivos, por ej. la no prestación de auxilio inmediato (o, inclusive, por negligencia del
propio centro médico a donde fue trasladada, o por arribo tardío del auxilio, etc.), pero esta
posibilidad ya está prevista autónomamente en otra fórmula impositiva, por lo tanto,
permanecer en el lugar del hecho le puede acarrear al productor del accidente de tráfico el
reconocimiento de su propia autoría, esto es algo similar a una situación de autoincriminación
en violación del principio de inocencia Y si lo que la ley hace es obligar al conductor del
vehículo con motor a permanecer en el lugar del hecho bajo amenaza de mayor penalidad,
entonces se trata de una imposición forzada de autoincriminación violatoria del principio de
inocencia.
El texto legal establece que se aplicará la mayor penalidad cuando el conductor negligente,
imprudente o conduciendo antirreglamentariamente el automóvil, "no intentase socorrer a la
víctima", mediante una fórmula que se presenta para nada satisfactoria, pues describe una
conducta de muy difícil constatación, el "intento" de auxilio, que necesitará, seguramente, de
la complementación de otros elementos de prueba que no provengan del propio autor del
delito, Cómo habrá de acreditarse en el proceso que el conductor "no intentó" socorrer a la
victima? Tal vez hubiera sido de mejor fortuna establecer claramente la obligación de socorro,
por ej. "no socorrer" o "no prestar auxilio" a la víctima y evitar, con una mejor redacción, zonas
de oscuridad que pudieran terminar en una muy cuestionable aplicación de la agravante, o en
una imposibilidad práctica de hacerlo, pues bastará con que el autor del hecho alegue en su
defensa que intentó auxiliarla dirigiéndose a la zona del accidente, pero terceros extraños
comenzaron a agredirlo, obligándolo a retirarse rápidamente del lugar, para que ante la más
mínima duda en el juzgador no corresponda la aplicación de la agravante.
A todo ello hay que sumar que el artículo también requiere, como elemento negativo, que el
autor "no haya incurrido en la conducta prevista en el artículo 106 del Código penal”, cuyo
texto regula el delito de abandono de persona, pues si así hubiera ocurrido, entonces por
aplicación del principio de especialidad- la agravante debería quedar desplazada por esta
ultima figura.
Pero aquí nos encontramos con otro problema, pues el delito de abandono de persona que
prescribe el art. 106 es un delito de peligro que presupone, no solo que por la propia acción
del sujeto se haya puesto en peligro la vida o la integridad física de una persona, sino que la
victima debe ser una persona viva que se halla en una determinada situación (incapaz de
valerse o que haya sido incapacitada por obra del propio autor) y que no tiene posibilidades de
evitar por sí misma la situación de peligro en la que se encuentra. De aquí la necesidad del
auxilio. Pero, en la hipótesis del art 84 bis que estamos comentando, el sujeto pasivo de la
infracción necesariamente debe estar muerto, razón por la cual resulta prácticamente
imposible incurrir -como previene la norma- en el delito del art. 106 cuando el conductor
provoca el accidente de tráfico realizando una conducta negligente, imprudente o
antirreglamentaria.
En todo caso, si hubiera alguna posibilidad de aplicación de esta última figura, ella estaría dada
en aquellos casos en que la victima muere como consecuencia del abandono o de la no
prestación del auxilio, pero en tal caso, el resultado no sería una consecuencia de la
conducción antirreglamentaria del automotor, sino del propio abandono a su suerte de la
víctima, causado por el sujeto activo del delito.
La jurisprudencia tiene resuelto sobre el particular que "si se hallase acreditado que luego del
accidente culposo que costó la vida a la víctima, el procesado se dio a la fuga, no se halla
acreditado el delito de abandono de personas (art. 106 CP), por no haberse colocado a aquella
en situación de desamparo, ya que enseguida llegaron al lugar transeúntes que auxiliaron a la
víctima como también un patrullero y una ambulancia: la víctima es abandonada cuando se la
deja privada de los auxilios o cuidados necesarios para su vida, por el contrario, si la misma
recibe socorro en forma inmediata, no se configura el delito de abandono de personas. No
tiene sentido ni es legitimo prohibirse al autor separarse de la victima si de todos modos no se
puede mejorar su situación" "La huida de la imputada tras atropellar a un joven -quien falleció
tres días más tarde por las heridas-, es inclusive, como coartada efectuó una falsa denuncia de
sustracción de su rodado, siendo finalmente condenada por homicidio culposo y falsa
denuncia, no involucra el delito de abandono de persona, dado que la víctima fue socorrida
por tercero.
El solo alejamiento o inacción en los casos en que terceros deben -jurídicamente- o pueden –
solidariamente- asumir el cuidado del sujeto pasivo, no sería típico, ya que resultaría ineficaz
para originar el peligro concreto (por ej. dejar de acompañar al menor en un orfanato o a un
enfermo en un hospital).
El tipo penal requiere que el conductor del vehículo con motor haya causado la muerte de una
persona, mientras se encontraba bajo los efectos de estupefacientes, es decir, de aquellas
sustancias que, según prescribe el art. 77 del CP, son susceptibles de producir dependencia
física o psíquica y que se encuentran incluidas en las listas que se elaboran y actualizan
periódicamente por el PEN.
Estas sustancias deben haber provocado en el agente activo efectos en su psiquis que hayan
sido el factor determinante del accidente de tráfico.
En esta figura no es necesario a los fines típicos que el alcohol haya provocado efectos
negativos afectando la capacidad de conducción del sujeto activo. Es suficiente para la
consumación de la agravante que se acredite una ingestión igual o mayor de alcohol a los
niveles permitidos legalmente. Dada estas cantidades, iure et de iure concurre la agravante.
Estamos ante una infracción de manera meramente formal, pues no es necesario que en el
proceso judicial se acredite que el conductor se encontraba en estado de ebriedad ni que el
alcohol ha sido el factor determinante del resultado acaecido. Es suficiente con la ingesta del
alcohol preestablecida en la ley para que resulte aplicable la agravante en forma automática
(presunción iure et de iure).
La infracción que inhabilita al agente a conducir automotores debe ser impuesta en forma
exclusiva por la autoridad judicial, luego de un proceso llevado a cabo de acuerdo a las normas
legales y constitucionales y ser aplicada por sentencia.
El artículo 84 bis establece que corresponderá la mayor penalidad si el conductor del vehículo
a motor, desplegando una conducta negligente, imprudente o antirreglamentaria, causa la
muerte de otra persona, violando las indicaciones del semáforo, o sea, cuando no respeta las
reglas establecidas en las normas de tránsito citadas. Por ejemplo cruzar un semáforo cuando
está encendida la luz roja (fija o intermitente), pues es en estos casos en los que la norma
administrativa establece la detención del automotor.
La agravante carece de justificación, pues la violación de una señal semaforizada implica una
conducta negligente o antirreglamentaria, modalidades conductuales que ya están previstas
como formas de la culpa en el párrafo primero del art. 84 bis. Nada hubiera cambiado si esta
agravante no hubiese sido incorporada al CP, pues la pena habría podido regularse con arreglo
a la escala penal del primer párrafo del art. Mencionado.
Esta agravante concurre cuando el conductor del vehículo con motor causare la muerte de
alguna persona “con culpa temeraria”. La fórmula empleada por el legislador para caracterizar
este tipo de conductas, no deja de causar cierto escozor a la hora de intentar su
interpretación, pues se trata de un concepto jurídico, además de indeterminado, difícil de
definir debido a su componente subjetivo, que puede hacer pensar que estamos frente a una
conducta dolosa. Sobre todo, por cuanto la norma habla de “conducción de culpa temeraria” –
que es el elemento del tipo penal-, que no es lo mismo que decir “conducción temeraria”, pues
esto último si puede ser interpretado como una conducta dolosa.
No se trata solamente de una grave infracción administrativa a las normas de circulación vial,
sino de una conducta de mayor gravedad que la simple desobediencia a las normas que
regulan la circulación automotriz.
Puede hacerse una distinción entre velocidad excesiva y culpa temeraria. En el primer caso es
suficiente para la consumación típica de la agravante que el agente iguale o supere los límites
de velocidad establecidos en la ley, mientras que la conducción con culpa temeraria requiere
algo más que eso; es necesario además valorar las circunstancias concretas en las que se
desarrolló la acción de conducir, como ser, el estado de la vía de circulación, intensidad del
tránsito, zona de circulación, el clima, la presencia de peatones, características del vehículo, el
estado físico y psíquico del conductor, no respetar las ordenes de los zorros o de las señales de
tránsito, ir en contramano, etc., para que se pueda justificar dogmáticamente la aplicación de
la agravante.
Pluralidad de resultados
Cuando el conductor ha provocado la muerte de dos o más personas, sin que para ello tenga
alguna incidencia que el hecho se haya consumado conduciendo el automotor con exceso d
velocidad, bajo la influencia de estupefacientes, no respetando las señales de tránsito, etc. Es
suficiente con la pluralidad de resultados, pero la concurrencia de dos o más agravantes no
multiplica la penalidad, sino que la gravedad del hecho habrá de medirse con arreglo a la
escala penal de la nueva disposición penal.
- Numerus clausus: Solo son culposos los tipos previstos como tales (Sistema
consagrado por nuestro derecho)
- Numerus apertus: todos los delitos dolosos admiten ser cometidos culposamente, en
cuyo caso la pena disminuye.
En los delitos culposos, la conducta prohibida no se individualiza por el fin en sí mismo, sino
por la forma de seleccionar los medios (violando deberes de cuidado), por ello se sostiene que
la figura constituye un tipo penal abierto debido a que el legislador no puede prever la
infinidad de conductas violatorias del deber de cuidado que provoquen la muerte.
CONCEPTO
No existe dentro de la legislación penal un concepto de culpa, sino que existen diversas
especies (imprudencia, negligencia, impericia en el arte o profesión, inobservancia de
reglamentos o deberes de cuidado), que suelen agruparse bajo un género común: la violación
de los deberes de cuidado.
Estructura típica:
Para que se configure la tipicidad del homicidio culposo, es necesario que se den los elementos
exigidos legalmente por el artículo 84 del código penal.
Será reprimido con prisión de seis meses a cinco años e inhabilitación especial, en su caso, por
cinco a diez años el que por imprudencia, negligencia, impericia en su arte o profesión o
inobservancia de los reglamentos o de los deberes a su cargo, causare a otro la muerte.
El mínimo de la pena se elevará a dos años si fueren más de una las víctimas fatales, o si el
hecho hubiese sido ocasionado por la conducción imprudente, negligente, inexperta, o
antirreglamentaria de un vehículo automotor.
Sujeto pasivo:
- En la figura agravada deberá estar constituido por dos personas, sin limitaciones de
número máximo.
Acción típica:
Resultado:
Para que se verifique la figura simple, es necesario que se produzca la muerte de una persona.
En cambio, para la figura agravada se requiere la muerte de un mínimo de dos personas y no
tiene un número máximo determinado. El resultado lesivo es un componente de azar, porque
se pueden realizar conductas violatorias del deber de cuidado y no producir el resultado típico.
Es importante remarcar que el resultado disvalioso debe provenir de una violación al deber de
cuidado, el artículo 84 refiere a causar la muerte.
a) Conducta disvaliosa
b) Resultado disvalioso
Por lo tanto, es evidente que es necesaria una conexión (nexo, relación, vínculo) entre la
conducta disvaliosa y el resultado disvalioso. Según la teoría de la equivalencia de las
condiciones causa es toda condición sin la cual el resultado no se habría producido.
Clases de culpa:
� Dolo eventual: el sujeto se representó el resultado como posible y lo integro como tal
en la voluntad realizadora. (Pensó: que me importa).
Consumación:
Tentativa:
La tentativa en el homicidio culposo no es posible, ya que en los delitos culposos no hay fin de
cometer un delito determinado. El articulo 42 define la tentativa como: el que con fin de
cometer un delito determinado… y es sabido que en el homicidio culposo no debe existir tal
finalidad delictiva
Participación:
La pena de inhabilitación:
El artículo 84 dispone la pena de inhabilitación. Es importante señalar que la inhabilitación
procede según el caso, debido a que el juez puede inhabilitar como también puede darse que
dicha inhabilitación no proceda.
ARTICULO 84 bis. - Será reprimido con prisión de dos (2) a cinco (5) años e inhabilitación
especial, en su caso, por cinco (5) a diez (10) años el que por la conducción imprudente,
negligente o antirreglamentaria de un vehículo con motor causare a otro la muerte.
La pena será de prisión de tres (3) a seis (6) años, si se diera alguna de las circunstancias
previstas en el párrafo anterior y el conductor se diere a la fuga o no intentase socorrer a la
víctima siempre y cuando no incurriere en la conducta prevista en el artículo 106, o estuviese
bajo los efectos de estupefacientes o con un nivel de alcoholemia igual o superior a quinientos
(500) miligramos por litro de sangre en el caso de conductores de transporte público o un (1)
gramo por litro de sangre en los demás casos, o estuviese conduciendo en exceso de velocidad
de más de treinta (30) kilómetros por encima de la máxima permitida en el lugar del hecho, o
si condujese estando inhabilitado para hacerlo por autoridad competente, o violare la
señalización del semáforo o las señales de tránsito que indican el sentido de circulación
vehicular o cuando se dieren las circunstancias previstas en el artículo 193 bis, o con culpa
temeraria, o cuando fueren más de una las víctimas fatales.
El artículo 84 establece: El mínimo de la pena se elevara a dos años si fueren más de una las
víctimas fatales o si el hecho hubiese sido ocasionado por la conducción imprudente,
negligente inexperta o antirreglamentaria de un vehículo automotor.
La importancia del análisis de este artículo es que de ella se desprenden dos agravantes:
❄ Pluralidad de víctimas: el texto legal exige un mínimo de dos personas sin establecer
un número máximo. Por ello se debe individualizar judicialmente la pena debido a la
extensión del daño.
Los delitos tipificados en el homicidio culposo contienen elementos que le son comunes y que
integran los respectivos tipos de injusto:
b) Conduccion del vehiculo con motor: Conducir implica una acción que demanda
movimiento, desplazamiento, circulación de un lado a otro de una cosa. Cualquier
movimiento del automotor producido por la acción del conductor es suficiente para
obrar como disparador del tipo agravado, siempre que el movimiento sea la
consecuencia de la propulsión del motor, descartando todo movimiento del vehiculo
por energía humana (empujar).
2- Fuga
El artículo reprime al conductor que, habiendo causado la muerte de otra persona por la
conducción negligente, imprudente o antirreglamentaria de un vehículo con motor, se diere a
la fuga del lugar del siniestro. Lo que la ley pretende es que el autor del hecho permanezca en
el lugar una vez producido el accidente de tráfico pensando, no sólo en lograr que se
determine con mayor facilidad y precisión la autoría del hecho sino en la propia situación de la
víctima, quien podría recibir del propio autor socorro inmediato evitándose, de ese modo,
mayores riesgos de muerte. Si el autor se fuga, no sólo deja a la víctima materialmente
desamparada sino que infringe, además de una norma jurídica impositiva, una elemental
norma de solidaridad que pone de manifiesto un desprecio hacia la vida o la integridad física
de los demás.
3- Socorro a la víctima
El texto legal establece que se aplicará la mayor penalidad cuando el conductor negligente,
imprudente o conduciendo antirreglamentariamente el automóvil, no intentase socorrer a la
víctima. El tipo requiere que el conductor causante de la muerte de la víctima, no haya
intentado socorrerla, esto es, prestarle los medios de auxilio que razonablemente estuvieren
dentro de sus posibilidades, con el fin de evitar consecuencias más graves. La jurisprudencia
tiene resuelto sobre el particular que “si se hallase acreditado que luego del accidente culposo
que costó la vida a la víctima, el procesado se dio a la fuga, no se halla acreditado el delito de
abandono de personas (art. 106 CP), por no haberse colocado a aquella en situación de
desamparo, ya que enseguida llegaron al lugar transeúntes que auxiliaron a la víctima como
también un patrullero y una ambulancia; la víctima es abandonada cuando se la deja privada
de los auxilios o cuidados necesarios para su vida; por el contrario, si la misma recibe socorro
en forma inmediata, no se configura el delito de abandono de personas.
El tipo penal requiere que el conductor del vehículo con motor haya causado la muerte de una
persona, mientras se encontraba bajo los efectos de estupefacientes, es decir, de aquellas
sustancias que, según prescribe el artículo 77 del Código penal, son susceptibles de producir
dependencia física o psíquica y que se encuentran incluidas en las listas que se elaboran y
actualizan periódicamente por el PEN.
Quedan incluidos en el tipo legal tanto los estupefacientes (cocaína, marihuana, morfina, etc.),
como los psicotrópicos (sustancias naturales o sintéticas, cuya prohibición se encuentra
sometida a un listado de la autoridad de aplicación, por ej. anfetamina, talidomida,
pseudoefedrina, testosterona, tiletamina, entre otras, según prescripción de la Ley 19.903) y
los psicofármacos (productos farmacéuticos, que se emplean generalmente en enfermedades
mentales, por ej. dopamina).
En cualquier caso, estas sustancias deben haber provocado en el agente activo efectos en su
psiquis que hayan sido el factor determinante del accidente de tráfico. Vale decir, que no es
suficiente para la concurrencia de la agravante con la sola ingestión o consumo de estas
sustancias, sino que es necesario que, al momento del hecho, el autor “estuviese bajo los
efectos de estupefacientes”, esto es, que por el influjo de estas sustancias se haya alterado
negativamente la capacidad de conducción del agente activo (atención, percepción,
concentración, disminución de las facultades, etc.)
El concepto de estupefaciente no puede quedar sometido al arbitrio judicial, sino a la ley; pero
como ésta no regula ni impone medidas o tasas de impregnación en el cuerpo humano o una
regulación determinante de la dosis mínima que haga incurrir al conductor en la hipótesis
agravatoria, la prueba de la existencia del estupefaciente momentos previos al accidente de
tráfico y la influencia que pudo haber tenido en su causación –teniendo en cuenta, sobre todo,
que existen drogas que permanecen en el cuerpo durante un largo tiempo y que los efectos no
son los mismos en todos los sujetos, para no violar, precisamente, la presunción de inocencia-,
deberá ser obtenida a través de exámenes y reconocimientos médicos (análisis de sangre,
orina, etc.) que determinen, con la mayor precisión posible, la existencia o no de sustancias
estupefacientes en el cuerpo del conductor del rodado. Demás está decir que el agente activo
tiene derecho a la realización de una contraprueba científica, orientada a comprobar el
consumo o no del estupefaciente y la influencia que pudo o no haber tenido en la capacidad
de conducción del vehículo automotor.
Por tratarse de un elemento normativo del tipo, la influencia de la droga en la conducción del
vehículo a motor debe ser probado en el juicio respectivo. De no concurrir este elemento,
porque no ha sucedido en la realidad, porque pese a la ingesta no ha producido ningún efecto
en la conducción del vehículo o porque tales efectos no pueden acreditarse judicialmente, la
conducta deviene atípica y no puede aplicarse la agravante.
En síntesis, la agravante exige, básicamente, la concurrencia de los siguientes elementos: una
situación de conducción imprudente, negligente o antirreglamentaria, un vehículo con motor,
la ingestión de sustancias estupefacientes, que dichas sustancias hayan provocado en el
agente una influencia determinante en la causación del resultado y un resultado típico (la
muerte de una persona).
El tipo agravado requiere que el autor haya provocado la muerte de una persona, conduciendo
un vehículo con motor con un nivel de alcoholemia igual o superior a un parámetro
predeterminado en la norma legal, que el legislador ha establecido en 500 mg por litro de
sangre en conductores de transporte público y en 1 g por litro de sangre “en los demás casos”.
En esta figura, no es necesario a los fines típicos que el alcohol haya efectos negativos
afectando la capacidad de conducción del sujeto activo, es suficiente para la consumación de
la agravante que se acredite una ingestión igual o mayor de alcohol a los niveles permitidos
legalmente. Dada estas cantidades, iure et de iure concurre la agravante.
Es suficiente para la concurrencia de la agravante con que se constate en el caso concreto que
el conductor conducía el vehículo a una velocidad superior a la permitida en el lugar del hecho,
en los términos del precepto penal, prueba que deberá provenir de la comparación entre la
velocidad detectada del vehículo con la velocidad autorizada en la vía pertinente, circunstancia
que vuelve a presentar ciertos aspectos problemáticos, pues estamos de nuevo frente a una
presunción iure et de iure de culpabilidad, ya que no será necesario en el proceso judicial que
se acredite prueba alguna vinculada a la relación causal entre el exceso de velocidad con el
resultado producido. De manera que, si los registros mecánicos o tecnológicos del automóvil
(por ej. el tacómetro) informan una velocidad superior a la permitida en el lugar del hecho, la
agravante será aplicable automáticamente, aun cuando la velocidad no haya sido el factor
causal del accidente.
La agravante no alcanza a quienes, en los términos exigidos por la norma penal, conducen un
automotor sin permiso o licencia habilitante, sea por no haberla obtenido nunca, por robo a
extravío o por cualquier otra causa que no fuera la de no conducir por orden judicial.
La Ley Nacional de Tránsito establece las normas de circulación en vías semaforizadas a las que
deben ajustarse todos los ciudadanos en la conducción de un automotor y de otros vehículos
contemplados en la normativa. La violación de estas reglas importa una infracción
administrativa que acarrea sanciones de igual naturaleza. La violación a esas reglas, desde el
punto de vista penal, también tiene como consecuencia una pena de prisión si a ella se asocia
un resultado mortal o lesivo para terceros.
El artículo 84 bis establece que corresponderá la mayor penalidad si el conductor del vehículo
a motor, desplegando una conducta negligente, imprudente o antirreglamentaria, causa la
muerte de otra persona, violando las indicaciones del semáforo, o sea, cuando no respeta las
reglas establecidas en las normas de tránsito citadas.
El delito no consiste en circular de contramano; esta conducta continúa siendo una falta
administrativa. Lo punible penalmente es causar la muerte o un daño físico o psíquico a una
persona por circular de contramano, que no es otra cosa que circular conduciendo un
automóvil con motor en forma antirreglamentaria, al no respetar las normas que regulan el
tránsito automotor.
Con arreglo a lo establecido en el segundo párrafo del artículo 84 bis del Código penal, a la
muerte culposa ocasionada por la conducción negligente, imprudente o antirreglamentaria de
un vehículo con motor, le corresponde una mayor penalidad (de tres a seis años de prisión)
“cuando se dieren las circunstancias previstas en el artículo 193 bis”, esto es, cuando el autor
del homicidio o de la lesión culposos se encontrare en alguna de las situaciones contempladas
en dicha disposición legal en los momentos previos a la colisión de tráfico del que ha resultado
la muerte de una o más personas.
11- Conducción con culpa temeraria
Esta agravante concurre cuando el conductor del vehículo con motor causare la muerte de
alguna persona “con culpa temeraria”. Para el código penal temeridad significa culpa,
debiéndose entender por dicha fórmula “una grave infracción de las normas de cuidado”, “un
evidente incumplimiento de los más elementales deberes de prudencia en la conducción de un
automotor”. En una palabra, el concepto de culpa temeraria viene a ser un concepto jurídico
indeterminado, de carácter normativo, abarcativo de todas las demás formas de culpa
previstas en el 2do. párrafo del art. 84 bis del Código penal.
La multiplicidad de víctimas fue prevista por primera vez en el Código penal con motivo de la
reforma de la Ley 25.189, que incluyó esta agravante para cuando el homicidio culposo fuere
ocasionado por la conducción imprudente, negligente, inexperta o antirreglamentaria de un
vehículo automotor (art. 84, 2do. párr.., 2do. parágrafo), regulación que se mantuvo en
artículo aparte con la reforma de la Ley 27.347, puniendo con una escala penal de tres a seis
años de prisión “cuando fueren más de una las víctimas fatales”.
La agravante concurre cuando el conductor ha provocado la muerte de dos o más personas,
sin que para ello tenga alguna incidencia que el hecho se haya consumado conduciendo el
automotor con exceso de velocidad, bajo la influencia de tóxicos o bebidas alcohólicas, no
respetando las señales de tránsito, etc. Es suficiente con la pluralidad de resultados, pero la
concurrencia de dos o más agravantes no multiplica la penalidad, sino que la gravedad del
hecho habrá de medirse con arreglo a la escala penal de la nueva disposición penal.
El vehículo con motor con el cual el conductor ha protagonizado el accidente de tránsito debe
ser considerado instrumento del delito y puede ser secuestrado por la autoridad judicial, como
medida cautelar, en el respectivo proceso penal, inclusive desde las primeras instancias de la
investigación preliminar, esto es, desde el mismo momento en que se ha tomado
conocimiento de la ocurrencia del hecho.
La medida es facultativa, no obligatoria, y debe ser transitoria, no definitiva, con mayor razón
en aquellos casos en los que el automóvil pertenece a un tercero de buena fe que no ha tenido
ninguna intervención en el hecho ilícito en cuyo caso debe serle devuelto una vez que se
hubieren realizado los trabajos periciales correspondientes.
ARTICULO 83. - Será reprimido con prisión de uno a cuatro años, el que instigare a otro al
suicidio o le ayudare a cometerlo, si el suicidio se hubiese tentado o consumado.
Bien jurídico:
Lo que la ley actualmente pune es al sujeto que instigue o ayude a otro a suicidarse siempre y
cuando ese otro se haya dado muerte a sí mismo o intentado hacerlo. El fundamento de dicha
punibilidad, se asienta en que el sujeto activo menosprecia la vida ajena.
INSTIGAR AL SUICIDIO:
Consiste en persuadir al sujeto pasivo para que el mismo llegue al convencimiento de quitarse
la vida. La inducción puede ser, desde el punto de vista del resultado o su intento, eficaz o
ineficaz (el primer caso es punible, el otro no). La persuasión debe estar dirigida a que el sujeto
pasivo se quite la vida.
La jurisprudencia ha sostenido que para que exista instigación deben darse los siguientes
requisitos:
b) Los medios para instigar: la instigación se debe dar a través de un medio psíquico,
intelectual o espiritual, es decir, debe influir en la psiquis del autor para que tome
la decisión.
Tipo objetivo:
� Sujeto pasivo: en principio, cualquier persona puede ser sujeto pasivo de este delito,
pero es importante señalar que este debe haber tenido la capacidad y la libertad
suficiente para decidir el acto. (En el caso de ser alguien inimputable, ello daría lugar a
un homicidio porque no tiene ámbito de autodeterminación).
Acción típica: La acción típica implica en instigar a otro al suicidio o ayudar a otro a cometerlo.
Esto quiere decir que el sujeto activo debe inducir o instigar a otro a causarse su propia
muerte, es decir, a determinar a otra persona para que se quite voluntariamente la vida.
Tipo subjetivo: La doctrina sostiene que instigar y/o ayudar al suicidio implica un dolo directo,
es decir, el sujeto activo debe tener pleno conocimiento de intervenir en el suicidio.
No se admite la tipicidad culposa, ya que nuestro sistema es numerus clausus por lo cual son
culposos los delitos previstos típicamente como tales y no existe en nuestro ordenamiento la
tipicidad de instigación o ayuda al suicidio culposa.
Consumación: El delito se consuma cuando el sujeto pasivo comienza a ejecutar el suicidio sin
desistir voluntariamente de él.
AYUDAR AL SUICIDIO:
Consiste en la cooperación material en la muerte del sujeto pasivo. Es importante señalar que
quien ayuda al suicidio no tiene el dominio del hecho. La ayuda puede realizarse antes de
cometerse el hecho (entregar un arma) o durante su ejecución (hacer de campana para
impedir la intervención de terceros).
Tipo objetivo:
� Sujeto pasivo: Solo podrá ser aquel que haya decidido matarse y tenga capacidad de
actuación y autodeterminación.
Acción típica: La acción típica consiste en ayudar materialmente al suicidio de otro antes del
hecho o durante su ejecución.
Tipo subjetivo: implica un dolo directo, es decir, la actuación del sujeto activo debe estar
dirigida a complementar la conducta de otro para que este se quite voluntariamente la vida
No se admite la tipicidad culposa, ya que nuestro sistema es numerus clausus por lo cual son
culposos los delitos previstos típicamente como tales y no existe en nuestro ordenamiento la
tipicidad de instigación o ayuda al suicidio culposa.
Consumación: El delito se consuma cuando el sujeto pasivo comienza a ejecutar el suicidio sin
desistir voluntariamente de él.
IMPORTANTE
Puede suceder que el sujeto activo desarrolle ambos comportamientos típicos, es decir, que
instigue y ayude a realizar el suicidio, en estos casos no se multiplica la delictuosidad.
El bien jurídico protegido por las distintas figuras de aborto es la vida del feto: lo que importa
es preservar la vida intrauterina, cuya tutela surge no solo desde el propio código penal, sino
que la constitución nacional reconoce a partir de la reforma de 1994 con la incorporación de
los tratados internacionales sobre derechos humanos, ha establecido que la protección de la
vida debe hacerse, por lo general a partir de la concepción.
Se puede establecer la existencia de dos sistemas legales de regulación del aborto: el sistema
de prohibición absoluta y el de prohibición relativa.
De prohibición
absoluta
SISTEMAS DE
Sistema del
REGULACIÓN
plazo
De prohibición
relativa � Medica
Sistema de las
indicaciones � Eugénica
� Ética
Sistema de prohibición absoluta: Este sistema considera que toda conducta provocadora del
aborto o dirigida a causarlo, debe ser castigada como delito.
Sistema de la prohibición relativa: Este sistema considera que el aborto provocado deber ser
castigado como delito, aunque admite supuestos excepcionales de impunidad. El sistema
permite dos variantes:
ABORTOS PUNIBLES
1. Con prisión de tres (3) a diez (10) años, si obrare sin consentimiento de la persona gestante.
Esta pena podrá elevarse hasta quince (15) años si el hecho fuere seguido de la muerte de la
persona gestante.
2. Con prisión de tres (3) meses a un (1) año, si obrare con consentimiento de la persona
gestante, luego de la semana catorce (14) de gestación y siempre que no mediaren los
supuestos previstos en el artículo 86.
ESTRUCTURA TIPICA6
2- Existencia de un feto
Tipo objetivo:
- Sujeto pasivo: solo puede ser el embrión o el feto, es importante señalar que la
diferenciación entre embrión y feto no quiere decir que se trate de sujetos distintos,
sino de distintos momentos en la etapa del desarrollo de la misma vida humana.
Acción típica: consiste en causar un aborto, esto es, la destrucción del producto de la
concepción en las fases de su desarrollo embrionario o fetal, dentro del seno materno o por
expulsión provocada.
ARTICULO 85 bis. - Será reprimido o reprimida con prisión de tres (3) meses a un (1) año e
inhabilitación especial por el doble del tiempo de la condena, el funcionario público o la
funcionaria pública o la autoridad del establecimiento de salud, profesional, efector o personal
de salud que dilatare injustificadamente, obstaculizare o se negare, en contravención de la
normativa vigente, a practicar un aborto en los casos legalmente autorizados.
Artículo 87: Será reprimido o reprimida con prisión de seis (6) meses a tres (3) años, el o la que
con violencia causare un aborto sin haber tenido el propósito de causarlo, si el estado del
embarazo de la persona gestante fuere notorio o le constare.
Es una estructura preterintencional, porque comienza como lesiones leves (dolo directo de
lesiones) y termina como culposa de aborto. Parte de la doctrina sostiene que puede ser
causado con un dolo eventual. Los elementos de este tipo son:
- Que quien desarrolle la acción ejerza violencia sobre la persona gestante: cualquier
tipo de violencia es susceptible de tipificar la conducta.
Artículo 88: Será reprimida con prisión de tres (3) meses a un (1) año, la persona gestante que,
luego de la semana catorce (14) de gestación y siempre que no mediaren los supuestos
previstos en el artículo 86, causare su propio aborto o consintiera que otro se lo causare. Podrá
eximirse la pena cuando las circunstancias hicieren excusable la conducta. La tentativa de la
persona gestante no es punible.
Prevé lo que la doctrina ha llamado mal como autoaborto, porque es el aborto que se produce
a sí misma la persona en gestación. Se prevé una pena que ha sido reducida, antes era de 1 a 4
años.
Tiene una función subsidiaria porque se habilita si la acción típica esta por fuera de la IVE o de
las causales de ILE. Sus elementos son:
1. Que la persona gestante cause su propio aborto: quien tiene el dominio del hecho es la
persona gestante.
2. Que la persona gestante consienta que otro le cause el aborto: se prevé la pena que
debía estar en el artículo 85 para la persona gestante que da el consentimiento. En
este supuesto necesariamente deben actuar dos personas, sino no se puede tipificar la
conducta.
ABORTOS NO PUNIBLES
Fuera del plazo establecido en el párrafo anterior, no será punible el aborto practicado con el
consentimiento de la persona gestante:
1. Si el embarazo fuere producto de una violación. En este caso, se debe garantizar la práctica
con el requerimiento y la declaración jurada de la persona gestante ante el o la profesional o
personal de salud interviniente.
En los casos de niñas menores de trece (13) años de edad, la declaración jurada no será
requerida.
El primer supuesto hace referencia a lo que se denomina IVE ya que se respeta el principio de
decisión autónoma fundamentado en el artículo 19 de la constitución nacional, atado a un
tiempo determinado y no tiene que estar sujeta a ninguna justificación.
Las causales de los incisos 1 y 2 en cambio, funcionan de manera subsidiaria a la primera parte
del artículo. Debido a que estas causales pueden ser ejecutadas luego de la terminación de la
semana 14 de gestación.
El primer inciso trata del aborto ético, es decir, cuando la gestación se da a partir de una
violación.
El segundo inciso hace referencia a que la salud integral, el problema de este artículo es que se
puede interpretar de modo amplio, intermedio o restrictivo. Generalmente los fundamentos
se dan de modo restrictivo para defender el valor de vida humana. Aunque el riesgo de la salud
o de la persona gestante pudiera ser evitado por otros medios y la persona igualmente
quisiera proceder a la interrupción, no debe ser punible.
ARTICULO 95. - Cuando en riña o agresión en que tomaren parte más de dos personas,
resultare muerte o lesiones de las determinadas en los artículos 90 y 91, sin que constare
quiénes las causaron, se tendrá por autores a todos los que ejercieron violencia sobre la
persona del ofendido y se aplicará reclusión o prisión de dos a seis años en caso de muerte y
de uno a cuatro en caso de lesión.
Agresión: Implica el acometimiento de varios contra uno u otros que se limitan a defenderse
pasivamente (evitando ser golpeados, pero sin golpear, es decir, protegiéndose). La agresión
debe ser espontánea y responder al impulso de la particular decisión de cada uno de los
agresores.
Tipo objetivo:
� Sujeto activo: puede ser cualquier persona, solo se requiere que haya participado en la
riña y haya ejercido violencia sobre la persona de la víctima (queda abarcada toda
violencia física desplegada efectivamente sobre el cuerpo de la víctima aunque no sea
a mano armada). Es requisito que intervengan como sujetos activos más de dos
personas.
� Sujeto pasivo: puede ser cualquier persona y es aquel que resulta lesionado o muerto
como consecuencia de la riña.
Es importante señalar, que uno de los requisitos para el tipo penal es que no conste quien o
quienes provocaron el resultado no querido por la norma, ya que en tal caso serán
responsables aquellos que hayan ejercido violencia sobre la persona del muerto o lesionado.
Acción típica: La acción típica consiste en haber ejercido violencia sobre alguien, en el marco
de la riña o agresión en que intervengan más de dos personas, resultando de la violencia
ejercida por loa ofensores la muerte o lesiones del ofendido, desconociéndose quien fue el
autor preciso del resultado dañoso.
Tipo subjetivo: Implica un dolo, es decir, debe existir conciencia y voluntad de participar en
una riña o agresión, con las características antes mencionadas y prever que se está poniendo
en peligro la vida o integridad física de las personas que intervienen.