TTTeoria Del Edo. Parcial 2
TTTeoria Del Edo. Parcial 2
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—Axiomas
Por medio del presente capítulo se realiza una breve incursión en tres temas por demás amplios y, por qué no
decirlo, complejos. Primariamente se trata lo relativo al Estado, desarrollando aspectos referentes a su origen,
evolución y etimología, así como diversas concepciones que sobre éste poseen destacados autores, y se propone
para el mismo una definición que permita extraer sus elementos estructurales.
Entre dichos elementos se hace especial énfasis en el Gobierno (poder político o poder público), elemento que es
merecedor de diversas concepciones, que van desde las que lo abordan en su sentido estricto hasta las que lo
entienden en su sentido lato —tal es el caso de la ciencia política—, y es esta última postura la asumida para
entender dicho término dentro de la presente investigación. El tema anterior y sus diversas formas de distribuir el
poder nos permiten adentrarnos en materia al tratar lo relativo al principio de la división de poderes y su
consiguiente complemento, como lo es el sistema de frenos y contrapesos.
Además, es prudente aclarar de una buena vez que, tanto en el decurso del presente capítulo como en toda la
investigación, los términos Poder Legislativo, Ejecutivo y Judicial equivalen, en el buen uso de la moderna
terminología política, a Organismo Legislativo, Ejecutivo y Judicial, respectivamente. Es evidente que la
denominación Organismo es la más feliz o adecuada, ya que el poder es único e indivisible y lo que se distribuye
son las funciones y facultades; además, es así como los denomina la Constitución Política de la República de
Guatemala. La denominación poder hubo de mantenerse, pues la mayoría de doctrinarios que son citados aún la
utilizan y buena parte de las constituciones analizadas así los contemplan.
1.2. Estado
Del Estado nos interesa propiamente el tema del Gobierno como elemento estructural del mismo, y la forma en
que dentro de éste se distribuye el ejercicio del poder público. Sin embargo, es necesario contar con un marco
histórico del Estado, así como de una definición que proporcione una sólida base para el tema que se desarrolla
relativo a la eficacia o no del sistema de frenos y contrapesos en el Gobierno del Estado de Guatemala.
1.2.1. Origen
Pese a que los razonamientos anteriores son aceptados por buena parte de los doctri
narios de la ciencia política, el criterio para ubicar en un estadio determinado de la
historia el origen del Estado no es unívoco. Para auxiliar a dicha ciencia podemos re-
currir a criterios sociológicos que hacen coincidir su origen, generalmente, con la de-
sintegración del Régimen de Comunidad Primitiva, También podríamos partir de
puntos de vista jurídicos, los cuales ubicarían su origen a partir del Renacimiento, to-
mando en cuenta, claro está, que entre los siglos XIII y XVIII Europa sufrió profundos
cambios en su organización política, los cuales no fueron uniformes, y las pequeñas,
desordenadas y fragmentadas unidades gubernamentales pasaron a agruparse en un
sistema de naciones—Estado, constituyéndose como Estados centralizados.
1.
Estado, Gobierno y Sociedad, 2a. ed.; México: Ed. Fondo de Cultura Económica, 2002, Pá9- 97.
Ex —
Sistema de frenos y contrapesos en el Gobierno del Estado de Guatemala —
4a. ed.
Capítulo l: Estado, Gobierno y división de poderes
Es evidente que el autor hace referencia a los criterios sociológicos que han rastreado
hasta la disolución de la comunidad primitiva —en que suceden la división del tra-
bajo, surge la propiedad privada y se instaura la explotación del hombre a manos de
otros hombres— y el establecimiento del régimen esclavista, el nacimiento del Es-
tado, el cual surge concurrentemente con el Derecho.
«El Estado no existe desde toda la eternidad. Hubo sociedades que se pasaron
sin él, que no tuvieron ninguna noción del Estado y de la autoridad del Estado.
En cierto grado de desarrollo económico, necesariamente unido a la escisión
de la sociedad en clases, esta escisión hizo del Estado una necesidad.
Ahora nos
aproximamos a paso de gigante a un grado de desarrollo de la producción en
que, no sólo ha dejado de ser una necesidad la existencia de estas clases, sino
que ha llegado a ser un obstáculo positivo para la producción. Las clases desa-
parecerán tan fatalmente como surgieron. La sociedad, que organizará de nuevo la producción sobre las bases de
una asociación libre e igualitaria de los
productores, transportará toda la maquinaria del Estado allí donde desde en-
tonces le corresponde tener su puesto: el museo de antigúedades, junto al torno de hilar y junto al hacha de
bronce».?
ENGELS, Federico, Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, 4a. reimpresión; México:
d. Mexicanos Unidos, 1992, pág. 200.
ALEXANDROV, N. G., y otros, Teoría del Estado y del Derecho, México: Ed. Grijalbo, S. A., 1962,
ág. 35,
Pág. 35
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4
Alberto Pereira-Orozco
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sobre las relaciones de producción de la sociedad div idida tura Lan ducto de la división de la sociedad en clases
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Pese a que a priori las concepciones materialistas referentes a] parecieran perder vigencia al analizar
los Estados modernos, de igualdad de las personas y los fines que busca alcanzar el Estad con dichas
posturas, considero que al respecto aún existe un am rrer, y sólo un juicio histórico posterior podrá
decidir si dicha erróneas.
Sin embargo, y pese a compartir las corrientes materialistas sobre el origen del Es-
tado, considero que nuestro estudio debe partir de la configuración del Estado mo-
derno que, claro está, tuvo como antecedente a los Estados antiguos.
Así, nos valdremos de las exposiciones de Rodrigo BORJA, quien al estudiar al Estado
moderno indica:
«La Edad Media no conoció, pues, un orden jurídico unitario, ni un poder esta-
tal centralizado, ni los demás elementos que conforman el Estado moderno. Éste apareció como unidad
sociopolítica solamente a partir del Renacimiento,
que históricamente representó un gran esfuerzo de unificación nacional que
dio lugar al afianzamiento del absolutismo monárquico».
«Desde entonces la palabra Estado designa una cosa enteramente nueva: la unidad de poder continua y
reciamente organizada sobre un territorio deter-
minado, con un orden jurídico único, una competente jerarquía de funcionarios
públicos, un Ejército mercenario permanente, un sistema impositivo bien pa
glado, a fin de disponer de ingresos para el sostenimiento de la burocracias,
Ejército y los servicios públicos, y un régimen en el que los medios rea pd
gobierno y administración, que hasta entonces fueron propiedad de pl rables señores feudales, se expropiaron
a favor del monarca absoluto, p pr
y del gobierno representativo más tarde, con el triunfo de las do pupa sólo
liberales a fines del siglo XVIII. En todo caso, lo que importa €5 seno
dl Estado
a partir del absolutismo monárquico se configuran los caracteres moderno».?
1992, P'
Derecho Político y Constitucional, México; Ed. Fondo de Cultura Económica, >:
7 Ídem.
EN
o
Entonces, antes del Estado moderno no existió un Estado en el que confluyeran las
características de una unidad de dominación claramente delimitada en lo personal y
territorial, que contara con independencia en el exterior y de soberanía en lo interior,
que fuera capaz de actuar de modo continuo con medios de poder propios.
«Casi todas las funciones que el Estado moderno reclama para sí hallábanse
entonces repartidas entre los más diversos depositarios: la Iglesia, el noble
propietario de tierras, los caballeros, las ciudades y otros privilegiados. Me-
diante el endeudamiento, la hipoteca o la concesión de inmunidades, el poder
central se vio privado, poco a poco, de casi todos los derechos de superioridad,
quedar finalmente sólo muy pocos derechos inmediatos de dominación. En lo sustancial, no cabe ya prescindir
de los servicios de los poderes locales, am-
pliamente autónomos, que han sometido a su autoridad a todos los habitantes
del territorio, sustrayéndolos a las Órdenes inmediatas del poder central. La
misma jurisdicción, que estamos acostumbrados a considerar como la función
más privativa del poder estatal, había pasado en gran parte a manos privadas».2
Las anteriores afirmaciones las respalda Leonel PEREZNIETO CASTRO, quien indica que
«[...] durante la Edad Media, el ejercicio de las funciones de dominación política co-
rrespondió a diversos centros de poder dispersos e independientes los unos de los
otros. Los ámbitos de aplicación de sus mandatos, desde un punto de vista temporal,
espacial, personal y material, en pocas ocasiones fueron precisos. Esta circunstancia
dio lugar a incertidumbre y conflictos de poder que terminaron con la centralización
del poder en una unidad de dominación territorial a la que se le denominó Estado».
Eran comunes las disputas entre los poderes dispersos de la Iglesia católica, el sacro
imperio romano germánico, de los señores feudales y el de los municipios que llega-
ban a confluir en un mismo territorio abarcando el mismo ámbito personal.
Dichas
controversias fueron disminuyendo con las grandes guerras entre franceses e ingle-
ses, entre españoles y musulmanes que, de una manera u otra, coadyuvaron a la cen-
tralización del poder político al acrecentar el sentimiento de nacionalidad de los ha-
bitantes de las partes en contienda.
PR
IA
Alberto Pereira-Orozco
tución política estatal se alcanzó cuando las exi ay planificada de las relaciones
políticas para po
uesto, nuestro estudio del origen del Estado tomará como punto de e se empieza a configurar con el
una sociedad que progresivamente fue siendo dominada por instituciones políticas y
jurídicas centralizadas. ES necesario aclarar.que la plena separación de la Iglesia y el
Estado se consolidó hasta la Revolución Francesa (siglo XVIII). Es así como, paulati-
namente, se configuran los que actualmente son aceptados como elementos estructu-
rales del Estado: pueblo, territorio, soberanía y poder político (poder público o Go-
bierno).
n diversos autores, el origen etimológico del término Estado riendo diversas connotaciones hasta
El término Estado ha id
erno. Debemos advertir que en este
«La palabra española Estado, al igual que la italiana Stato, la francesa Etat, la
inglesa State, y la alemana Staat tienen su origen en el vocablo latino status. En
el Derecho Romano, con la palabra status se designaba la situación jurídica de
una persona, el conjunto de sus derechos y obligaciones con respecto a ella
misma, la familia o la ciudad. Sin embargo, ni en la antigúedad ni en la Edad
Media se usó el vocablo Estado para denominar alas sociedades políticas.
Otras
fueron las expresiones utilizadas con fines semejantes: polis, civitas, res publica,
Existe amplio consenso en afirmar que fue Niccoló MACHIAVELL! (1469-1527) quien
difundió e impuso, por medio de su obra cumbre El Príncipe, el uso de la palabra Es-
tado para designar a las organizaciones políticas. Al inicio de su texto el autor indica:
«Todos los estados, todos los dominios que han tenido y tienen imperio sobre los
hombres han sido y son repúblicas o principados [...J».12
Ello no significa que el término Estado haya sido introducido por MACHIAVELLI, aun-
que es evidente que éste corrió con mejor suerte, «Minuciosas y amplias investigacio-
nes sobre el uso de Estado, en el lenguaje de los siglos XV y XVI, muestran que el paso
del significado común del término status de situación a Estado en el sentido moderno
de la palabra, ya se había dado mediante el aislamiento del primer término con la ex-
presión clásica status rei pubblicae. El mismo MAQUIAVELO no hubiera podido escribir
tal frase precisamente al comienzo de la obra si la palabra en cuestión no hubiese sido
ya de uso corriente», 13
Así, eltérmino Estado, gracias ala influencia que ejerció la obra de MACHIAVELLI, logró,
paulatinamente, sustituir con éxito los términos tradicionales con los cuales se desig-
naba hasta entonces a la máxima organización de un grupo de individuos sobre un
territorio en virtud de un poder de mando: civitas —la comunidad de ciudadanos—
que a su vez traducía el griego polis —Estado autónomo constituido por una ciudad y
un pequeño territorio— y res publica —la cosa común al pueblo—. Dicho término
pasó a través de cambios, no del todo claros, de un significado genérico de situación
a un significado específico de posesión permanente y exclusiva de un territorio y de
una situación permanente de mando sobre sus habitantes.
Despejado el aspecto del origen etimológico y evolución del término Estado, es nece-
sario proveernos de una definición sobre el mismo, en el entendido de que nos refe-
rimos al Estado contemporáneo; esto es, tal y como se le concibe en la actualidad.
Aunque es conveniente destacar que, recientemente, los estudiosos de la ciencia po-
lítica han optado por abandonar el uso del término Estado sustituyéndolo por el de
sistema político; ello como consecuencia de que esta última denominación posee un
significado axiológico más neutral y no reciente, ni la divinización ni la satanización
que, en su orden, han dado los conservadores y los revolucionarios al Estado.
CARRE DE MALBERG indica que todos los problemas que remueven la Teoría General
el Estado se resumen esencialmente en las siguientes preguntas: ¿Qué es un Estado?
600.
“El Prínci | ¡ ñ 49. 13
mn “pe (Comentado por Napoleón Bonaparte), Madrid, España: Ed. J M, 2000, pág. 13.
Alberto Pereira-Orozco
«Es una comunidad de hombres fijada sobre un territorio propio y que po una organización de la que resulta
para el grupo, considerado en sus relaciona,
con sus miembros, una potestad superior de acción, de mando y de coerción» 14
Muy acertadamente, el autor señala que dicha definición no puede satisface
plenamente al jurista, debido a que la ciencia jurídica no tiene solamente pl
objeto comprobar los hechos que originan el Derecho, sino que tiene por 5 cipal empeño definir las relaciones
jurídicas que se derivan de estos hechos
«[...] el territorio, el conjunto de habitantes que viven en común, la organiza-
ción misma de la colectividad y la potestad pública que de ella deriva no son
sino condiciones de la formación del Estado. Estos diversos factores combina-
dos tendrán, desde luego, al Estado como resultante, pero el Estado no se con-
funde con ninguno de ellos».15
Distingue CARRÉ DE MALBERG, que los elementos del Estado son: población, territorio
y poder político, y aclara que la interacción de los mismos tendrá como producto al
Estado y-que sus elementos en ningún caso deben confundirse con el producto.
Manuel OSSORIO indica: «El Estado es una organización social constituida en un terri-
torio propio, con fuerza para mantenerse en él e imponer dentro de él un poder su-
premo de ordenación y de imperio, poder ejercido por aquel elemento social que en
cada momento asume la mayor fuerza política y que para..CAPITANT es el grupo de
individuos establecidos sobre un territorio determinado y sujetos a la autoridad de
un mismo gobierno».16
OSSsOoRIO también evidencia como elementos necesarios del Estado la población, el te-
rritorio y el poder político.
Eduardo GARCÍA MÁYNEZ refiere: «El Estado es la organización jurídica de una socie-
dad, bajo un poder de dominación que se ejerce en determinado
territorio».!” Basado
en una definición más concreta, MÁYNEZ evidencia también la población —
sociedad-,
el territorio y el poder político dentro de los elementos de la organización estatal. In-
dica que el poder político se manifiesta a través de una serie de normas y actos not"
mativamente regulados y constituye el elemento formal del Estado, mientras que la
población y el territorio conforman el elemento material del mismo. Con lo expuesto
me atrevería a decir que el autor comentado incluye dentro del elemento formal no
sólo al ordenamiento jurídico sino al Gobierno mismo, entendido este último eN su
más amplia acepción —Organismo Legislativo, Ejecutivo, Judicial, y demás
órganos €
1 Teoría General del Estado, México: Ed. Fondo de Cultura Económica, 2001, pág. 26-
15 ídem, pág. 27.
17 Introducción al estudio del Derecho, 40a, ed.; México: Ed. Porrúa, S. A., 1993, Pá9- 98.
aA
a: Ed. Heliasta.
o
Francisco PORRÚA PÉREZ indica que el Estado es «[...] una sociedad humana, asentada
de manera permanente en el territorio que le corresponde, sujeta a un poder sobe-
rano que crea, define y aplica un orden jurídico que estructura la sociedad estatal para
obtener el bien público temporal de sus componentes», 18
Con su definición, PORRÚA va un paso más adelante al incluir en ésta el elemento te-
leológico del Estado: el bien público temporal de sus componentes. Además de incluir
entre los elementos del Estado a la población —sociedad—, el territorio, el poder po-
lítico, agrega el de soberanía, entendida esta última como supremacía a lo interno e
independencia a lo externo del Estado.
José María LÓPEZ ALONSO lo define como la «[...] comunidad humana organizada polí-
ticamente en un territorio definido, y dotada de un ordenamiento jurídico común y
una organización administrativa centralizada. Básicamente, el Estado es una comuni-
dad organizada y sus elementos fundamentales son la sociedad a la que rige; el terri-
torio sobre el que ejerce su poder, y el poder mismo que ostenta. Estos elementos
configuran otra característica fundamental del Estado: la soberanía. El Estado sobe-
rano supone el no reconocimiento de un poder igual dentro de él, ni superior fuera de
él».1?
LÓPEZ ALONSO, pese a ser un autor menos conocido, aborda con mayor lucidez el tema
del Estado y su respectiva definición. Indica que sus elementos son: la población
—comunidad humana o sociedad—, el territorio y el poder. La suma de dichos ele-
mentos a los cuales denomina fundamentales —en lo que coincide con los autores ya
abordados— da como resultado otra característica esencial: la soberanía, a la que, al
igual que PORRÚA y BORJA, le identifican dos elementos: la supremacía y la indepen-
dencia.
Rodrigo BORJA indica que el Estado «[...] no es más que la sociedad formada bajo las
garantías de las leyes y con objeto de utilidad común, como dijera CICERÓN, tiene cua-
tro elementos estructurales: pueblo, territorio, soberanía y poder político».20
Hasta lo que hemos expuesto podemos concluir que los elementos esenciales del Es-
tado son: población, territorio y poder. La suma de los mismos da como resultado la
soberanía, y ésta, aunada a los elementos esenciales o fundamentales, conforma los
elementos estructurales del Estado: población, territorio, poder y soberanía.
Para concluir la reseña de definiciones citaré a STRACHEY, quien nos proporciona una
18 e A
. Teoría del Estado Teoría Política—, 25a. ed.; México: Ed. Porrúa, S. A., 1992, pág. 198.
24 “cionario de historia y política del siglo XX, Madrid, España: Ed. Grupo Tecnos, 2001, pág.
20 . A
Ob. Cit.: Pags. 27 y 28,
EN
Alberto Pereira-Orozco
dominante o directora».?*
s colegir que dentro de la postura marxista se incluyen
les del Estado; sin embargo, dicha definición, más que rmales del Estado, se adentra
en su aspecto
teleológico, el cual concibe al mismo como un instrumento de la clase dominante que,
lejos de buscar el bien común público pretende facilitar, mediante el ordenamiento
jurídico y su aplicación coercitiva, el bienestar de una clase minoritaria en detrimento
de las mayorías.
neoliberalismo— han
querido avergonzar y tildar de desfasadas dichas posturas, considero que estas Co-
rrientes —las materialistas— poseen un amplio respaldo científico, y aún habrá que
esperar el acontecer histórico para excluir su estudio. Es necesario recordar que el
mismo LENIN aseguró que el capitalismo debería llegar a su fase álgida —
el imperia-
lismo, cuya principal carta de presentación es la globalización económica y la hege-
monía política internacional — para luego iniciar su decadencia y dar paso al socia-
lismo internacional.
Así, podemos indicar que el Estado es una forma de organización moderna, dentro de
la cual vivimos los seres humanos. Constituye un poder permanente y organizado con
capacidad real para monopolizar la creación del orden jurídico, político, económico y
social, con plena capacidad para imponer su observancia, así como los instrumentos
de aplicación y vigilancia para garantizar el cumplimiento de sus sanciones. Conforme
nosotros lo entendemos, el Estado posee los siguientes elementos estructurales: la
población, el territorio, la soberanía, el orden jurídico y el poder político (del ejercicio
de la soberanía emerge el orden jurídico y en este se establece el poder político). Los
dos primeros son de carácter material y los otros de carácter formal.
Al analizar el primero de los elementos del Estado es fácil evidenciar que estamos
frente a un concepto por demás vago e indeterminado, que comúnmente se suele pa-
rangonar con el de pueblo, y viceversa.
A este respecto, PEREZNIETO indica: «Por pueblo se entiende al elemento humano que
integra una unidad política. El pueblo se mantiene a lo largo de los siglos gracias a la
reproducción natural. Cuando nos referimos al pueblo en cuanto a sus aspectos me-
ramente cualitativos que pueden ser captados mediante conceptos matemáticos y es-
tadísticos, estamos hablando de la población. No es un concepto inmutable ya que sa-
bemos que la población de muchos estados modernos se ha formado a través de gran-
des inmigraciones como es el Caso, entre otros, de Estados Unidos de América».23
Otros autores como PORRÚA y GARCÍA MÁYNEZ prefieren denominar población a este
elemento del Estado, indicando que «[...] los hombres que pertenecen a un Estado
componen la población de éste».24
Sin pretender insinuar que las aseveraciones de BORJA y PEREZNIETO son erradas, con-
sidero que el término pueblo, por las mismas características que éstos le han asignado,
ho satisface la calidad de elemento estructural del Estado, menos en el caso guatemal-
teco cuyo Estado alberga en su territorio a diversidad de pueblos por demás hetero-
£eneos, razón por la cual hemos preferido como elemento estructural a la población,
ala cua] definimos como el conglomerado humano compuesto por las personas indivi-
duales que han nacido dentro del territorio del Estado, y las extranjeras que, por razón
de su domicilio, vivan permanentemente dentro de él, a los que les unen, por regla gene-
ral, vínculos de idioma, raza, costumbres y tradiciones comunes. Dicho conglomerado
2
E Idem, pág. 30. Ob. Cit.
pág. 216.
* GARCÍA MA
'AMÁYNEZ, Ob. Cit.: pág. 100.
II
Alberto Pereira-Orozco
Respecto del territorio los autores guardan mayor hegemonía en cuanto a su defini-
ción. Así, suele definírsele como «[...]la porción del espacio en que el Estado ejercita
su poder».?S «El territorio es el área geográfica en donde el Estado ejerce su poder».26
Sus elementos constitutivos son: a) la supremacía, que consiste en que la voluntad del
Estado no admite contrarresto en el orden interno, siendo «(...] un poder que no sólo
es más fuerte que los débiles, sino incluso más fuerte que los fuertes y que se impone
a todos [...]»27 y b) la independencia, que «[...] es el elemento que se manifiesta con
respecto al exterior del Estado y que le permite a éste actuar y conducirse libremente
en el campo internacional, en pie de igualdad con los demás Estados, no obstante las
diferencias de orden territorial, demográfico o económico».28
Estos elementos hallan su origen en las ideas del poder absoluto que poseía el mo-
narca dentro de su territorio, BODINO y MACHIAVELLI fueron claros al enunciar que El
Príncipe no reconocía poder superior al propio, Claro está que dicho poder se vio li-
mitado a lo externo por el papado o por el imperio, Fue durante la Revolución francesa
(1789) cuando la soberanía que detentaba con exclusividad el monarca pasó a poder
del pueblo,
27 WIESSE, citado por: GUTIÉRREZ, Carlos José, Leccion ica: Ed aca lias , , e , ta Rica: Ed.
En
ASA
o
Icilio VANNI, citado por BORJA, indica: «La soberanía implica el derecho del Estado de
hacer valer el propio querer como supremo; significa la completa independencia de
este querer fuera y dentro; significa que en el seno del Estado hay otros entes colecti-
vos que pueden también obligar y constreñir, pero que a su vez están obligados y su-
jetos al Estado. Sólo el Estado obliga y eventualmente constriñe sin poder ser obligado
ni constreñido por ningún otro poder. Por lo que respecta a las relaciones del Estado
con otros Estados, el concepto de soberanía se agota en el de independencia. En cam-
bio, en las relaciones del Estado con sus ciudadanos la idea de soberanía se presenta
mejor como una relación de señoría de un lado y de subditancia de otro».??
En lo que respecta al poder político, podemos iniciar indicando que, toda organización
humana —sociedad—, por rudimentaria que sea, poseerá algún o algunos órganos
directivos encargados de dirigir a la misma a su objetivo. Sabido es que el objetivo de
la mayoría de Estados modernos es la consecución del bien común, y éste no se puede
alcanzar mediante esfuerzos aislados de sus ciudadanos; para ello es necesaria la exis-
tencia de la autoridad: el poder público, poder político o Gobierno, que en su sentido
más amplio se encuentra integrado por el conjunto de órganos e instituciones públi-
cas de un Estado.
En ese sentido, BORJA indica: «Si, como expresan los tratadistas de ciencia política, el
poder o facultad de mando es indispensable a toda agrupación de hombres que per-
sigue un fin común, con mayor razón lo es al Estado, que es la sociedad más compleja
de todas. Por eso los teóricos políticos —con exclusión de los anarquistas, por
cierto— están de acuerdo en que el Estado necesita una voluntad dominante e inves-
tida de autoridad para dirigir la actividad social y coordinar los esfuerzos individua-
les. Esa voluntad dominante e investida de autoridad, capaz de hacerse obedecer com-
pulsivamente, se llama poder político o poder público».30
La relación que guarda el poder político con los demás elementos estructurales del
Estado es evidente; el territorio es el marco espacial donde la autoridad del primero
será obligatoria; la población constituirá el ámbito personal sobre el cual recaerá di-
cha autoridad, y la soberanía, que descansa en el pueblo, es delegada al poder político,
——<
Alberto Pereira-Orozco
que ejerce la autoridad por medio del Gobierno, entendido este último en su acepción
más amplia.
Itad inmanente del pueblo para orga-
Así, mientras la soberanía constituye una «facu lo. —El poder político—,
en cambio,
nizar al Estado, crear su orden jurídico y hacerl público e instituir las personas que
pueblo a un grupo de personas para que, en nombre suyo, ejecute actos concretos y
particularizados de gobierno y administración de la cosa pública. De eso sigue que,
mientras la soberanía es un poder originario e ilimitado, el poder político es derivado
y limitado»3* Siendo que la soberanía es el poder constituyente, mientras el poder
estrictamente la ciudadanía, es soberana y en virtud de ello se cultad para decidir su destino común
y la forma de con-
ello resulta poco viable ante la cantidad
r ello que la colectividad, los electores, elecciones periódicas, y
extraordina-
dio del plebiscito o referéndum.
Así, por medio del Gobierno se cumple la función del poder político dentro de la so-
ciedad. El Gobierno, a su vez, es ejercido por los órganos e instituciones que confor-
man el Estado, dentro de los cuales destacan la tríada tradicional de los poderes Le-
gislativo, Ejecutivo y Judicial (que denominaremos organismos para estar de acuerdo
con la terminología de la ciencia política moderna y contestes a lo establecido en la
Constitución guatemalteca?3), y los denominados por la doctrina moderna como ór-
ganos de control y defensa del orden constitucional —Corte de Constitucionalidad, Tri-
bunal Supremo Electoral, Procurador de los Derechos Humanos, Contraloría General
de Cuentas y Ministerio Público.
33 .
d ber ¿des Digesto Constituciones guatemalteco se puede establecer que las den
Es a partir de la cir E Poder Judicial, fueron utilizadas hasta la Constituci
Organismo Ejecutivo y Organismo ha pul las denominaciones de Organismo vigente. , denominaciones que
permanecen hasta la C
ominaciones ón
de 1879.
Legislativo,
onstitución
AA
A
1.3. Gobierno
del Estado».3*
Para el tema que nos ocupa utilizaremos la acepción más amplia del término Go-
bierno; ello es, la utilizada por la ciencia política, que lo entiende como el conjunto de
órganos e instituciones públicas de un Estado por medio del cual se cumple la función
«En la antigiiedad, forma:de Estado y forma de Gobierno eran considerados sinónimos. Había cierta razón; se
trataba, por lo general, de organizaciones po-
líticas parecidas y simples, con poblaciones escasas y asentadas en territorios
reducidos. Este concepto subsistió todavía en el Renacimiento; MAQUIAVELO usa ambos términos
indistintamente. Sin embargo, se ha operado un cambio. En las obras de Derecho constitucional y de teoría
política, de un tiempo para
acá, se distingue entre formas de Estado y formas de Gobierno».3$
A este respecto, LOEWENSTEIN señala que una buena y útil forma para clasificar los
Estados será la que parta de la distribución o concentración del ejercicio del poder. El
criterio de este autor parte de la manera y forma de ser ejercido y controlado el poder
% ARTEAGA Nava, Elisur, Derecho constitucional, México: Ed. Oxford, 2002, pág. 80.
Alberto Pereira-Orozco
«La distinción entre la distribución del ejercicio y control del poder político y
la concentración del ejercicio del poder, que está libre de control, crea el cua-
dro conceptual para la fundamental dicotomía de los sistemas políticos en
constitucionalismo y autocracia».*”
Karl LOEWENSTEIN señala que, el Estado constitucional se basa en la distribución del
poder. Dicha distribución existe cuando varios e independientes detentadores del po-
der u órganos estatales participan en la formación de la voluntad estatal. Sobresale el
hecho de que si bien a cada órgano O institución estatal le han sido asignadas un con-
junto de funciones, el ejercicio de las mismas Se halla bajo el control de los otros ór-
ganos o instituciones que también son detentadores del poder.
nopolio político del único detentador del poder no está sometido a ningún límite cons-
titucional; su poder es absoluto». 38
«Así como hay diversas formas de Estado, también existen formas de Gobierno;
por éstas se entiende el complejo de instrumentos que se articulan para con-
seguir finalidades estatales y, por tanto, los elementos que miran a la titulari-
dad y ejercicio de las funciones soberanas atribuidas a los órganos constitucio-
nales. Predomina ahora el recurso al criterio que fija cómo se asigna el poder a
los órganos constitucionales, en el supuesto de que no debe concentrarse sino
repartirse. Además hay que atender a las inevitables relaciones entre los órga-
LOEWENSTEIN, Karl, Teoría de la Constitución, 2a. ed.; España: Ed. Ariel, 1970, pág. 50.
3% Ídem, pág. 51.
39 ARTEAGA, Ob. Cit; pág. 83.
AS
PA
Destaca el autor, que así como es difícil encontrar tipos puros de Gobierno también no
existen gobiernos ideales o perfectos; cada sociedad tomará para sí un sistema polí-
tico que amalgamará sus tradiciones y experiencias. De esa cuenta se pueden mencio-
nar, de acuerdo con LOEWENSTEIN, los siguientes tipos fundamentales de Gobierno
+ Democracia directa: Se da cuando el pueblo organizado como electorado es el preponderante detentador del
poder.
+ Gobierno de asamblea: En éste el Parlamento, como representante del pueblo, es el superior detentador del
poder.
— KM
——
Alberto Pereira-Orozco
o división de funciones; NO implica divorcio entre quie- las de poder, por lo contrario,
los límites y controles dios que viabilizan la institucionalidad y permiten la
obtención de objetivos comunes a la sociedad política (el bien común para el caso del
Estado de Guatemala). Así, dentro del esquema republicano de Gobierno, la división
bilidad.
blicano, del cual somos tributarios, resulta ser la suma de siglos de experiencia que buscan un objetivo
instrumental concreto: el control del poder. Y digo
que es un objetivo instrumental pues no lo entiendo como un fin en sí mismo, no se
controla el poder por el mero hecho de controlarlo, se le controla para poder esperar
los frutos del pacto político (el bien común, las libertades de los ciudadanos, la justicia,
la convivencia armónica, la felicidad, etc.). El ejercicio del poder político, al no haber
encontrado otro modelo más viable y efectivo y eficaz, se tiene que delegar, y si se ha
comprobado que quien ejerce el poder es poseído por una tendencia casi inevitable a
libro Los frenos del poder inicia indicando: «Cualquier organización política, gober-
nada como está por personas, tiende por la naturaleza delas cosas a la concentración
del poder. Quien ejerce el poder político en todo tipo de estructura de gobierno pre-
tende hacerlo sin límites y su objetivo muchas veces inconfesable es huir de cualquier
clase de controles o, en su defecto, disimular o reducir sus efectos. Esto ha sido siem-
Entendido está que al ejercicio del poder; para frenarlo, tiene que contraponer, a manera de
equilibrio, otro poder que
abuso: que el poder frene al poder. La simple división del poder no gara trol. Dentro de los sistemas de Gobierno
siempre habrá un poder u organismo que
tienda a erigirse como super poder y a anular a los demás. Es por ello que el llamado
a controlar el poder es el mismo poder institucionalizado y el llamado en todo mo-
mento a activar los controles de manera conjunta con los organismos, O €
renuencia
o aquiescencia de estos, será el soberano, el legítimo titular del poder, de la soberanía:
el pueblo”,
:
A
«Pero es una experiencia eterna, que todo hombre que tiene poder siente la
inclinación de abusar de él, yendo hasta donde encuentra límites. ¡Quién lo di-
ría! La misma virtud necesita límites. Para que no se pueda abusar del poder es
preciso que, por la disposición de las cosas, el poder frene al poder».
La idea de la búsqueda del equilibrio en el ejercicio del poder público la podemos ras-
trear hasta la época de la República romana (510-27 a. C.). Durante dicho período la
República se organizó políticamente de tal manera, que diversos sectores de la pobla-
ción romana lograron representación en el poder, inclusive los plebeyos (367 a. C.). A
ese tipo de organización del poder político se le denominó gobierno mixto, y como
veremos, de una manera u otra influyó en la moderna separación de poderes.
Entonces, cuando se evoca el Gobierno mixto se piensa que tiene un vínculo directo
con la división de poderes; es decir, con la separación entre el Ejecutivo, el Legislativo
y el Judicial. Sin embargo, la relación no es tan inmediata. «Por encima del hecho de
que la teoría del Gobierno mixto es antigua y la doctrina de la división de poderes
moderna, lo cierto es que entre ellas existen semejanzas y diferencias.
La principal
semejanza consiste en la búsqueda del equilibrio. Desde esta perspectiva, es verdad
43
de ONTESQUIEL, Charles-Louis de Secondat Barón de, Del espíritu de las leyes, Colección: Gran-
Es obras del pensamiento, Traducción a cargo de Mercedes BLÁZQUEZ y Pedro DE VEGA, Barcelona,
—
AN
Alberto Pereira-Orozco
que las tesis de la división de poderes derivan de los planteamientos del Gobierno
mixto, pero la diferencia se localiza en que ese equilibrio fue perseguido por el Go-
bierno mixto á' través de las fuerzas sociales, en tanto que la división de poderes lo
hizo mediante las funciones públicas».*
Las observaciones realizadas por CARRÉ DE MARLBERG, que a priori parecieran contra-
decir lo ya expuesto, lo que hacen es delimitar claramente que, si bien la ciencia polí-
tica, al igual que las demás ciencias sociales, constituye un edificio que, para ir ascen-
diendo en sus categorías, precisa de conocimientos previos, aunque estos devengan
46 ídem, pág. 6.
contradictorios, para formular nuevas teorías. Así, debe quedar claro que si bien las
elucubraciones realizadas por los antiguos en materia de ciencia política y Gobierno
constituyeron conocimientos necesarios para la natural evolución del estudio de los
sistemas de Gobierno, la teoría de la división de poderes parte de presupuestos dis-
tintos y responde a un período diferente. Es en los tiempos modernos (a partir de
LOCKE) cuando podemos empezar a hablar de la teoría de la división de poderes y ésta
encuentra su verdadera fórmula en las ideas de MONTESQUIEU.
no divisibles en partes».50
| % Teoría general del Estado, México: Ed. Fondo de Cultura Económica, S. A., 2000, pág. 451.
IA
Alberto Pereira-Orozco
Pese a que BORJA indica que es John LOCKE (filósofo inglés 1632-1704) el verdadero
precursor de la teoría de la división de poderes: «LOCKE es el verdadero precursor de
ase. persigue»
POLIBIO, LOCKE proporcionó importantes aportes que fueron esenciales para la for-
mulación de una verdadera doctrina de se
Como todo pensador, LOCKE se ve influido por el statu quo de su época; llega a toma!
gue el monarca acumule todas las funciones, ya que, si bien el Poder Ejecu
y se limita a expo”
cuestionar tivo
queda ederal,
pue e
sin Su
Podemos colegir, sin demeritar los aportes de LOCKE, que su doctrina profundiza en
la distinción de las funciones que le corresponde ejercer a cada poder, estableciendo
que el Rey por sí solo no puede hacer la ley y que se halla sometido a esta última,
aunque es evidente que ningún monarca que posea el poder de vetar absolutamente
las leyes optará por aprobar las que le limiten sus facultades.
No podemos afirmar que las ideas de LOCKE constituyan una verdadera doctrina de
separación de poderes, debiendo llegar hasta MONTESQUIEU para hallar su verdadera
fórmula, que además no es una propuesta de Gobierno para un Estado en particular
sino para todos, ya que se refiere a un Estado ideal.
«Hay en cada Estado tres clases de poderes: el poder legislativo, el poder eje-
cutivo de los asuntos que dependen del derecho de gentes y el poder ejecutivo
de los que dependen del derecho civil.
seguridad, previene las invasiones. Por el tercero, castiga los delitos o juzga las
diferencias entre particulares. Llamaremos a éste poder judicial, y al otro, sim-
plemente, poder ejecutivo del Estado».55
Tal y como lo afirma BORJA: «La primera concreción jurídica de la doctrina de Mon-
TESQUIEU se encuentra en la Constitución norteamericana de 1787, que instituye la
república federal, sobre la base del principio de la separación de poderes de acuerdo
con un esquema de equilibrio y control recíproco. Atribuye a la administración de
justicia el rango de poder de Gobierno, distinto y separado de los poderes Legislativo
y Ejecutivo, y en un pie de igualdad con éstos, y consagra el principio de la supremacía
de la Constitución, que es hecho efectivo mediante la declaración judicial de inconsti-
tucionalidad. Por eso ha dicho acertadamente SÁNCHEZ VIAMONTE, que los Estados Uni-
dos tienen el mérito indiscutible de haber creado las instituciones nuevas incorporándo-
las a su derecho positivo y dándoles la vivencia de una aplicación inmediata, no obstante
corresponder a los franceses la fundamentación filosófica y doctrinaria de los principios
en que se apoyan aquellas instituciones».56
Así, juntamente con Javier GARCÍA ROCA, podemos evidenciar y afirmar que,
«[..] la
división de poderes forma parte inexcusable de la arquitectura del Estado liberal de
Derecho que, con transformaciones sucesivas, ha llegado hasta nuestros días, y que
todavía hoy, superando problemas contingentes, permite asegurar a los ciudadanos
57 HAMILTON, MAD
Mt Ison y Jay, El Federalista, México: Ed. Fondo de Cultura Económica, $. A., 2000,
AS
A
Entonces, el principio de la división de poderes es esencial para la existencia del Es- '
tado de Derecho y de la democracia, siendo que tiende un puente entre dichos con-
ceptos, y permite la coexistencia de diversos titulares de las funciones de Gobierno
—entendido este en su sentido lato— y una carta fundamental provista de legitimi-
dad.
«El prestigio hoy del principio es tal, que cas la mayoría de las críticas
tradicionales que ve
cos: divide la soberanía, atenta contra el principio de principio burgués para la idea soviética de
Constitución, gubernamental, conlleva la paralización del aparato estata decisiones
autoritariamente no puede ser dividido [...] »
5 Del principio de la división de poderes, México: Revista Jurídica del Supremo Tribunal de Justicia