Novelas Literarias Ecuatorianas
Ivanna Galarza, Tabatha Mora, Angeline Romero, Breimer Vizuete y Paola Silva
Unidad Educativa Particular Milenium
Lenguaje
Rosa Margarita Haga Pucha
15 de diciembre del 2020
Resumen
El presente trabajo identifica los elementos del realismo mágico en la novela Siete
lunas y siete serpientes, del escritor ecuatoriano Demetrio Aguilera Malta, mediante un
análisis narratológico de la obra, para lo cual se ha desarrollado una investigación
sustentado en fuentes bibliográficas y de información confiables y en consideración a las
dos variables que implícitamente están en el tema de la investigación. Igualmente, en el
marco teórico se ha buscado las respuestas pertinentes y relevantes a las preguntas
directrices que son las que han orientado la ejecución del proyecto. En este contexto, se
aborda las características fundamentales del denominado Realismo Mágico y secuelas en el
ámbito literario tanto del país como de Latinoamérica considerando siempre el contexto
histórico y social de la Generación del treinta. Junto al análisis señalado, también se
presenta el perfil, la vida y obra del autor, luego se realiza el análisis narratológico de la
novela “Siete lunas y siete serpientes” con un enfoque sociocultural de orden cualitativo.
Para el efecto se ha utilizado el método bibliográfico y net gráfico, el análisis global y
particular de los protagonistas y demás actantes en sus diferentes roles y escenarios.
Finalmente, se formulan las conclusiones y recomendaciones que coadyuvarán en la
construcción de una propuesta, esto es un ensayo argumentativo sobre el tema del proyecto
Siete Lunas y Siete Serpientes
Historia
Siete lunas y siete serpientes cuenta la historia de un pueblo llamado Santorontón y
muy especialmente de algunos de sus habitantes, que se debatirán en dos bandos, el de “los
buenos”, liderado por el padre Cándido, un viejo sacerdote que tiene conversaciones con el
Cristo Quemado, que baja de la cruz cada vez que debate con él de diversos temas, y el de
“los malos” representado por Crisóstomo Chalena, el hacendado ricachón del pueblo que ha
hecho un pacto con el diablo, un hombre que carece de escrúpulos y que es capaz de
mantener esclavizado a todo el pueblo con tal de lograr sus miserables objetivos.
Entre estos dos personajes del sacerdote y el hacendado, el verdadero protagonista
es Candelario Mariscal, un hombre cruel que fue abandonado cuando era un bebé en la
puerta de la iglesia del padre Cándido. Éste lo recogió y lo crió, pero un día, siendo ya
adulto, Candelario se emborrachó y quemó la iglesia de su padrino, que desde ese momento
lo expulsó de su casa y lo rechazó como ahijado. Unas pocas ruinas y un Cristo Quemado
fue lo único que pudo rescatar el sacerdote de aquella bellaquería de su ahijado, que siguió
haciendo maldades. Por ejemplo, se cuenta cómo Candelario se transforma en un caimán
para encontrarse con Josefa Quindales, a quien pretende. En forma de caimán llegó a la isla
de los Quindales y, al no encontrar a Josefa, da muerte a los padres y viola a Clotilde, la
hermana de la muchacha. Ese acto generará la locura de Clotilde, que desde entonces busca
a los hombres con el único objetivo de castrarlos. También se lanzará una maldición sobre
Candelario, consistente en que el espíritu de Josefa (que muere poco después del asesinato
de sus padres) lo visitará cada noche, para satisfacer su insaciable apetito sexual. Deseando
deshacerse de la maldición, Candelario recurre al brujo Bulu-Bulu quien le ofrece como
única solución para liberarse de su maldición casarse con su hija. Solo el matrimonio, le
dice, hará desaparecer al fantasma de Josefa.
No menos importantes en esta alegoría del bien y del mal son el joven doctor
Juvencio Balda, que se alinea con el padre Cándido en su lucha contra el mal y cuyas
buenas intenciones casi le cuestan la vida. Juvencio tratará de curar la locura de Clotilde
Quindales, y terminará enamorándose de ella. Por su parte, el hacendado Crisóstomo
Chalena trata de aprovecharse del pueblo apropiándose del agua y tratando de esclavizarlo
a cambio darles el agua que él ha acaparado, pero el pueblo de Santorontón terminará
revelándose con ayuda de los animales para construir un embalse propio. La aparición de
los animales, en este caso los monos, como personajes clave de Siete lunas y siete
serpientes es una muestra más de su alto componente alegórico-mágico. Los monos no solo
ayudan a los humanos en esta ocasión, sino que salvan la vida al doctor Juvencio Balda. Por
ese motivo, Chalena trata de eliminarlos y manda a sus hombres a exterminarlos a todos,
sin éxito.
Un papel especialmente relevante es el del brujo Bulu-Bulu, pues su papel es
ambiguo y parece compartir elementos del bien y el mal. El título de Siete lunas y siete
serpientes tiene su explicación en el primer capítulo, y se corresponde con una especie de
fábula sexual que nos remite a la historia de los Tin-Tines. Demetrio Aguilera Malta nos
narra en este capítulo la lucha de dos Tin-Tines, una especie de duendes cuyo aparato
sexual es utilizado como mazorca, que vienen a perturbar el sueño de Dominga, la hija del
brujo Bulu-Bulu. Pero el Tin-Tin vencedor que gana el derecho de seducir a Dominga
perderá la partida ante una serpiente X-Rabo-de-Hueso también muy interesada en
atormentar el sueño de la joven Minga. Ésta consigue matar a la serpiente cuando ya
empezaba a adentrarse en ella, pero Dominga no consigue deshacerse de estas presencias
nocturnas ya que se encuentra “alunada”: condenada durante siete noches a que la visite la
serpiente. Su padre ve como único remedio a su tormento una boda porque “sólo un hombre
le quitará las lunas, y las serpientes”. La visita de Candelario pidiéndole consejo para
liberarse de la maldición que le atormenta le permitirá solucionar también la maldición que
trastorna a su hija Dominga.
El mundo animal, muy presente en toda la novela, adquiere un factor simbólico
crucial, pues los animales vienen a representar los instintos del hombre. Por ejemplo,
Chalena, el hombre que roba toda el agua del pueblo, es capaz de transformarse en un sapo,
y Candelario, puede convertirse en un caimán, algo que hace cada vez que quiere violar a
una mujer o a realizar alguna de sus fechorías. Las serpientes forman parte de este peculiar
bestiario y, en este caso, actúan como un símbolo fálico, y los monos, por su parte, se
convierten en los aliados de los hombres “buenos” o, dicho de otra forma, son los animales
más “humanizados” desde el punto de vista del bien. El tigre se presenta como un animal
mágico y protector, que encarna al brujo Bulu-Bulu, quien decide sacrificar un tigre para
que la boda de su hija con Candelario esté bendecida con la fuerza del animal y le permita
luchar contra la serpiente que la visita.
Toda la acción de Siete lunas y siete serpientes transcurre en apenas un par de días,
previos a la preparación de la boda de Candelario. La oposición de todo el pueblo es uno de
los elementos que generan interés en la historia, en especial, el rechazo del padre Cándido,
padrino de Candelario, que sostendrá unas interesantísimas conversaciones con el Cristo
Quemado. Hay un trasfondo de simbología cristiana que es más que evidente y palpable en
la novela y que, en contra de lo que pueda pensarse, sobre todo por los más reticentes a los
temas religiosos, aumenta el interés de la narración, pues tiene la originalidad de hacerlo
desde una perspectiva “mágica” más que “milagrosa”, hasta el punto de que el Cristo
Quemado es una estatua de madera que se baja de la cruz y se encarna cada vez que quiere
hablar con el padre Cándido. Lógicamente, el Cristo tratará de convencer al padre Cándido
durante toda la novela de que perdone a su ahijado y sea capaz de reconducirlo por la senda
del bien. No hará falta que desvele si esto sucede o no, ni tampoco es lo más relevante de
esta maravillosa novela cuya lectura recomiendo vivamente.
Conclusión
En conclusión, esta historia su desarrollo primordial es acerca de la lucha que
existía contra el bien y el mal además de cómo se empieza a desenvolver a salvación y
liberación que tuvo el ser humano en aspectos físicos y espirituales. Esta novela, está
escrita en un lenguaje singular. Las historias maravillosas no forman parte de la
imaginación, sino de la realidad. En Santorontón los muertos aparecen, los hombres pueden
convertirse en caimanes o volar junto a Cristo para eludir el fuego, y un rosal, bien regado,
puede florecer en la mano de un niño. Esta insólita riqueza es la que hace de Siete lunas y
siete serpientes una narración de indudable valor para la actual literatura latinoamericana.