Poemas
Poemas
Poemas
¡Mujer!
Danza porque el tiempo pasa.
No esperes morir con tu dolor:
deja que la noche se lo lleve.
Danza con todo tu coraje.
¡Mujer!
Danza con tu cuerpo de barro
que muchos desprecian por su color.
No importa:
tú danza.
Danza con la fuerza de tus abuelas.
Libérate de ese sufrimiento,
ese silencio,
ese olvido.
¡Mujer!
Danza.
No te detengas.
Para olvidarme de ti
Voy a cultivar la tierra,
En ella espero encontrar
Remedio para mis penas.
Aquí plantaré el rosal
De las espinas más gruesas,
Tendré lista la corona
Para cuando en mí te mueras.
Para mi tristeza violeta azul,
Clavelina rosa pa’ mi pasión
Y para saber si me corresponde
Deshojo un blanco manzanillón.
Si me quiere mucho, poquito, nada,
Tranquilo queda mi corazón.
Creciendo irán poco a poco
Los alegres pensamientos
Cuando ya estén florecidos
Irá lejos tu recuerdo.
De la flor de la amapola
Seré su mejor amiga,
La pondré bajo de la almohada
Para dormirme tranquila.
Para mi tristeza violeta azul,
Clavelina rosa pa’ mi pasión
Y para saber si me corresponde
Deshojo un blanco manzanillón.
Si me quiere mucho, poquito, nada,
Tranquilo queda mi corazón
Violeta Parra (Chile)
Las cicatrices
Caminaré de nuevo.
Levantaré las ruinas de mi casa
y las ruinas de mi corazón.
Me vestiré de alas y de soles
de presencias amadas.
Hallaré en otros labios
aguas para mi sed
y en otros ojos
prolongaré caminos.
Yo signada de viento
desafiando conjuros…
ceñiré nuevamente mi relámpago.
Vida hoy en su verde más verde. Vida acá en su verde más verde.
Verde efervescente que pareciera reverdecer con cada palabra, como si la vida brotara en
cualquier rincón de la noche, como si fuera tan fácil cuidar de la vida —solo luz del sol, agua
y calor, dice él—. Y la fuerza de la madrugada y la fuerza de las palabras y la fuerza de un
cuerpo incesante que pide bailar porque es inquieto, porque busca sanar, porque reverdece
en sus heridas y porque de sus heridas brota la vida como si fuera así de fácil. Como si la
vida verde estuviera aguardando, escondida, detrás de un tumulto de palabras y de heridas y
cimientos que se mueven porque necesitan moverse, y con cada rama que se agita, con cada
rama que baila, aparecen nuevos animales anunciando que llegará el fin del miedo y con él
la vida. Y la dulzura y el calor y el pelaje de unos gatos que parecieran estar amaestrados por
un hechicero que sabe hablar con ellos y que los mantiene vivos.
Él dice que no entiendo a los gatos y que por eso llega la fobia. Yo le digo que tiene razón y
que no hablo planta y que por eso se secan. Y él repite luz del sol, agua y calor, como conjuro
para todo aquello que es verde y yo pareciera colmarme de preguntas y palabras y de excesos
y me siento efervescente, me siento ligera, me siento reverdecida
Devuélveme mi lengua,
déjame hablar la lengua que me enseñaste.
Diré las grandes mentiras en tu honor,
alabándote sin nombrarte,
obedeciendo las leyes de la oscuridad y de la métrica.
¡Sólo déjame hablar mi lengua
en tu alabanza, silencio de los valles,
ribera norte de los ríos,
tercera cara esquiva,
vacío!
Déjame hablar la lengua materna
y cantaré tan fuerte que
las recién casadas y las viejas
bailarán al ritmo de mi canto
y las ovejas dejarán de pastar y las máquinas
se unirán en rueda para oír
en ciudades arrojadas al silencio
como un anillo de piedras erguidas:
¡Oh déjame tumbar las paredes cantando, Madre!
Te pido:
sigue loca
sigue maga
sigue poeta
Sigue tu senda de mujer cometa
no cambies ni te detengas
cumple destinos de vidas pasadas
comparte tu fuerza tu luz tus poemas