Poemas

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El triunfo de existir

¿A qué tengo miedo? Soy una parte del infinito.


Soy una parte de la gran fuerza del todo,
un mundo solitario dentro de millones de mundos,
una estrella de primera como la que se apaga la última.
¡El triunfo de vivir, el triunfo de respirar, el triunfo de existir!
El triunfo de sentir el tiempo helado correr por las propias venas
y oír el silencioso río de la noche
y estar en la montaña bajo el sol.
Camino en el sol, estoy en el sol,
no sé de nada más que del sol.

Tiempo transformador, tiempo destructor, tiempo hechicero,


¿acaso vienes con intrigas nuevas, miles de trucos para brindarme
una existencia
de pequeña semilla, serpiente enroscada, roca en mitad del mar?
Tiempo asesino, ¡apártate de mí!
El sol me llena el pecho hasta los bordes con una miel dulce
y dice: todas las estrellas se apagarán algún día, pero lucen
siempre sin temor.

Edith Södergran (Finlandia)


Yo, la mujer de barro

Yo la mujer de barro en el centro de Venus mi temblor.


hecha y guardada por los siglos y siglos Mujer de barro yo, descabezada
surgida del mismo tiempo guardo y dibujo fertilidad de luceros
con una costilla de más, me dice Adán descabellada, quebrada y recocida
y una semilla de nancite para Eva de mi amor inicial sembré los frutos
yo la mujer de barro sigo sembrando y pariendo
con un grito de triunfo me persigno y recogiendo y regando
por la señal de mis piernas en este comal de silencios
Por la santa cruz de mis caderas aquí volteada a la izquierda
Con el clamor de mi ombligo que se con la piel siempre inmensa
ahueca sumergida en el canto de barro, carne y
y exclama araña tus ojos caminos
Soy la furia del tiempo sin cabeza sólo me asusto de las cosas que no
Como una cara sin rostro entiendo
o un final de amores sin espejos. como la cibernética
Viva vivo y he vivido en el barro o el átomo envuelto
a través de los ríos y las estaciones o mis hijos con la rodilla en el suelo
y las capas geológicas y las erupciones sólo y de nada me asusto
y los sinfines de culturas que no acaban me persigno.
y las que apenas principian
en medio de todo el ruido Rosario Murillo (Nicaragua)
Yo, mujer, cargo la furia de amamantarte
y amarte
hombre de barro, mi esclavo y mi señor
yo tu señora y tu esclava
mujer arcaica o clásica o moderna
siempre orgullosa de mi hoguera
temblando
Ambición

¡Quisiera ser viento!


Ráfaga tendida
que arrastra en su beso
el polvo y la nube,
la rosa, el lucero…
—No brisa apacible
que finge despechos
y siembra caricias—.
Yo quiero ser fuego,
volcán de aire rojo
que incendie el secreto
de todas las ramas
y todos los pechos;
aquilón desnudo,
huracán de acero,
fragua donde forjan
su actitud los cuerpos.
¡Cuando voy a ti,
quisiera ser viento
para arrebatarte
más allá del cielo!

Ernestina de Champucín (España)


Danza

¡Mujer!
Danza porque el tiempo pasa.
No esperes morir con tu dolor:
deja que la noche se lo lleve.
Danza con todo tu coraje.

¡Mujer!
Danza con tu cuerpo de barro
que muchos desprecian por su color.
No importa:
tú danza.
Danza con la fuerza de tus abuelas.
Libérate de ese sufrimiento,
ese silencio,
ese olvido.
¡Mujer!
Danza.
No te detengas.

Susi Bentzulul (México)


Hablan

Me dicen pobre dicen que mis ancestras eran débiles


porque vivo en una casa y son ellas las que me enseñaron
sin puerta sin ventana a ser guerrera

me dicen ignorante Celerina Sánchez (México)


porque murmuro con los ríos
conozco la voz de la montaña
mi paso se extendió
por todas las veredas
dicen que mi canto no es melodía
pero canto con los pájaros
mi tonada es profunda…viene del alma
herencia de las abuelas

tejo mis huipiles


con pétalos de colores
y descubrir mariposas

dicen que mi palabra es pobre…


pero platico con la luna y las estrellas
dicen que no sé viajar
y conocer otros mundos
pero… viajo con las nubes
conozco sus palabras
Raíces

Nunca seré cactus ni mezquite


Nunca álamo
Porque soy roble, ceiba, pino
Mi raíz se expande como la noche
Mas el desierto insiste que olvide al bosque
pero le digo
Barro negro, gris y rojo
me vieron nacer.

Enriqueta Lunes (México)


La jardinera

Para olvidarme de ti
Voy a cultivar la tierra,
En ella espero encontrar
Remedio para mis penas.
Aquí plantaré el rosal
De las espinas más gruesas,
Tendré lista la corona
Para cuando en mí te mueras.
Para mi tristeza violeta azul,
Clavelina rosa pa’ mi pasión
Y para saber si me corresponde
Deshojo un blanco manzanillón.
Si me quiere mucho, poquito, nada,
Tranquilo queda mi corazón.
Creciendo irán poco a poco
Los alegres pensamientos
Cuando ya estén florecidos
Irá lejos tu recuerdo.
De la flor de la amapola
Seré su mejor amiga,
La pondré bajo de la almohada
Para dormirme tranquila.
Para mi tristeza violeta azul,
Clavelina rosa pa’ mi pasión
Y para saber si me corresponde
Deshojo un blanco manzanillón.
Si me quiere mucho, poquito, nada,
Tranquilo queda mi corazón
Violeta Parra (Chile)
Las cicatrices

No hay cicatriz, por brutal que parezca,


que no encierre belleza.
Una historia puntual se cuenta en ella,
algún dolor. Pero también su fin.
Las cicatrices, pues, son las costuras
de la memoria,
un remate imperfecto que nos sana
dañándonos. La forma
que el tiempo encuentra
de que nunca olvidemos las heridas.

Piedad Bonnett (Colombia)


Resurrección

Caminaré de nuevo.
Levantaré las ruinas de mi casa
y las ruinas de mi corazón.
Me vestiré de alas y de soles
de presencias amadas.
Hallaré en otros labios
aguas para mi sed
y en otros ojos
prolongaré caminos.

Yo signada de viento
desafiando conjuros…
ceñiré nuevamente mi relámpago.

Amparo Osorio (Colombia)


La tercera dimensión

Quién me creería aquí bajo el dulce sol


si dijera, “Me agarraron y una ficción, mientras yo
me abrieron respiro, y cambio el paso.
del cráneo a la entrepierna, y
todavía estoy viva, y
me paseo complacida con Denise Levertov (Inglaterra/E.U.)
el sol y con toda
la generosidad del mundo.” La sinceridad
no es tan simple:
una sinceridad simple
no es más que una mentira.
¿Acaso los árboles
no esconden el viento
entre sus hojas y
murmuran?
La tercera dimensión
se esconde.
Si los obreros de la calle
parten las piedras,
las piedras son piedras:
a mí el amor
me partió en dos
y estoy
viva para
contar el cuento pero no
sinceramente:
las palabras
lo cambian. Deja que sea
El lenguaje es un problema

No es el silencio, ni la gravedad. No la negación.


Quizá la velocidad de una palabra en los labios.
Cratilo dijo: el que conoce los nombres, conoce también las cosas.
Entonces miró la lengua hasta extenuarla. Su esencia en sílabas y letras.
Nominar el mundo es excluir. Ordenar la densidad con palabritas.
Representar el miedo es una cosa grande como el odio.
Se escribe así, rabiosamente, pero así no se pronuncia.
Porque la disrupción, todo el tiempo una pausa, el fragmento.
Es como si un trozo de palabra se atorara en la garganta.
Y decir fuera un esfuerzo enorme. Lo más cansado.

Llegar al lenguaje clarísimo, transparente.


Pero en su lugar una oración algo oblicua y opaca,
una insinuación constante de las cosas del mundo.
Decir todo el tiempo, así en infinitivo.

Eva Castañeda (México)


Un verdor

Vida hoy en su verde más verde. Vida acá en su verde más verde.

Verde efervescente que pareciera reverdecer con cada palabra, como si la vida brotara en
cualquier rincón de la noche, como si fuera tan fácil cuidar de la vida —solo luz del sol, agua
y calor, dice él—. Y la fuerza de la madrugada y la fuerza de las palabras y la fuerza de un
cuerpo incesante que pide bailar porque es inquieto, porque busca sanar, porque reverdece
en sus heridas y porque de sus heridas brota la vida como si fuera así de fácil. Como si la
vida verde estuviera aguardando, escondida, detrás de un tumulto de palabras y de heridas y
cimientos que se mueven porque necesitan moverse, y con cada rama que se agita, con cada
rama que baila, aparecen nuevos animales anunciando que llegará el fin del miedo y con él
la vida. Y la dulzura y el calor y el pelaje de unos gatos que parecieran estar amaestrados por
un hechicero que sabe hablar con ellos y que los mantiene vivos.

Otra vez la búsqueda incesante por salirme un rato de mí.

Él dice que no entiendo a los gatos y que por eso llega la fobia. Yo le digo que tiene razón y
que no hablo planta y que por eso se secan. Y él repite luz del sol, agua y calor, como conjuro
para todo aquello que es verde y yo pareciera colmarme de preguntas y palabras y de excesos
y me siento efervescente, me siento ligera, me siento reverdecida

y voy un rato a la cocina y bailo.

Gloria Susana Esquivel (Colombia)


Un obstáculo Él se enfadó tanto como yo,
Pero siguió sentado allí.
Subía yo un camino de montaña Y entonces le supliqué de rodillas;
Con muchas cosas que hacer, Arrodillada aún estaría
Asuntos importantes para mí, Si así esperara mover
y para otra gente debía atender, Esa masa de cabezonería.
Cuando me topé con un Prejuicio Igual que invitar al mercado a irse de la
Que ni el paisaje dejaba ver. Boquería!
Mi trabajo urgente no podía esperar, Me senté ante él impotente,
Mi camino claro veía, Mientras la pena me invadía.
Mi tiempo y fuerza eran limitados, Las brumas cubrían rápido la montaña,
Una carga enorme traía; Despacio el sol se hundía.
Y ese inmenso Prejuicio allí Cuando llegó una repentina inspiración,
Sentado mi paso impedía. como repentina una brisa sería.
Yo le hablé muy educada, Cogí mi sombrero, cogí mi bastón,
Ante su tamaño ejemplar, Mi fardo bien ceñido,
Le pedí que se moviera un poco Me acerqué a ese ser odioso
Y me dejara pasar. con un aire distraído,
Él sonrió pero, moverse! Y caminé a través de él
Ni lo llegó a intentar. como si nunca hubiera existido!
Luego razoné con calma,
Con el bruto colosal:
No tenía tiempo — un solo camino — Charlotte Perkins (E.U.)
En la montaña hace un frío invernal.
Me expliqué como un Salomón.
Él ahí sentado como un bufón.
Luego me entró el enfado,
y bailé y aullé y escupí.
Y le di golpes y porrazos
Hasta que me dolieron a mí;
Invocación

Devuélveme mi lengua,
déjame hablar la lengua que me enseñaste.
Diré las grandes mentiras en tu honor,
alabándote sin nombrarte,
obedeciendo las leyes de la oscuridad y de la métrica.
¡Sólo déjame hablar mi lengua
en tu alabanza, silencio de los valles,
ribera norte de los ríos,
tercera cara esquiva,
vacío!
Déjame hablar la lengua materna
y cantaré tan fuerte que
las recién casadas y las viejas
bailarán al ritmo de mi canto
y las ovejas dejarán de pastar y las máquinas
se unirán en rueda para oír
en ciudades arrojadas al silencio
como un anillo de piedras erguidas:
¡Oh déjame tumbar las paredes cantando, Madre!

Úrsula K. Le Guin (Estados Unidos)


Sobrevivientes

Para mis amigas


Y también para las demás
Cada día una batalla
una norma que rompemos
Yo conozco tu locura porque también es
un milagro que creamos
la mía
para poder seguir siendo

Somos locas rebeldes


Locas solas
locas del estar vivas
tristes
locas maravillosas
plenas
estrafalarias, floridas

Mujeres locas, intensas


Ovejas negras
locas mujeres ciertas
descarriadas sin remedio
vergüenza de la familia
Rosamaría Roffiel (México)

piezas de seda fina


amazonas del asfalto
guerrilleras de la vida

Locas de mil edades


llenas de rabia y gritos
buscadoras de verdades
locas fuertes
poderosas
locas tiernas
vulnerables
Mar

Pájara bruja gitana


sin lazos sin casa
caminante llegada de tierras lejanas
colores y sedas por todo equipaje

Te pido:
sigue loca
sigue maga
sigue poeta
Sigue tu senda de mujer cometa
no cambies ni te detengas
cumple destinos de vidas pasadas
comparte tu fuerza tu luz tus poemas

Y si alguna otra vez


nuestras vidas se encuentran
correré a tu risa,
correré a tus brazos de mujer inmensa.

Rosamaría Roffiel (México)


Somos prismas

Oye al río dentro del lodo


y a su interior grito fractal
que lanza piedras de color.
Es vida pequeña en la lluvia,
en el revés hacia su tacto.
Agua que sin agua te moja.
Tierra que sin tierra te alza:
Nuestros cuerpos fueron raíz
y así dormimos muchos años
para, al fin, mirar este día
junto al tejido que nos nombra:
Aun cuando sólo seamos
prismas sobre mesas que tallan
las noches de nuestro comienzo.

Ingrid Valencia (México)


Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las
otras mujeres, de aquellas que no conocí, pero que forjaron un suelo común, de aquellas
que amé aunque no me amaron, de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible,
luchador, de piel suave y tierno corazón guerrero.

Alejandra Pizarnik (Argentina)


Puedo vivir sin amor romántico
pero no puedo sobrevivir sin
las mujeres a las que llamo amigas
ellas saben exactamente lo que necesito
antes de que yo lo sepa
la manera en la que estamos ahí
las unas para las otras es simplemente distinta

Rupi Kaur (India)

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