Bien Teoria Justicia

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 15

DAVID LORENZO IZQUIERDO

Universidad Internacional de Cataluña

El Bien en «Una Teoría de la Justicia»


de J. Rawls

Introducción

En Una Teoría de la Justicia (A Theory of Justice, 1971), la justicia


—sus dos principios'— viene a regular los intereses, fundamento y mo-
tor de la sociedad y del individuo ralwsianos. No obstante, tal regula-
ción —individualista— preserva y favorece la libertad máxima indivi-
dual, de modo que ésta, sin embargo, no llegue a alterar el orden social.
Sobre la moralidad que Rawls propone, ante todo, hay que saber que
la justicia como imparcialidad (Justice as fairness como él llama a su teo-
ría) no pretende la completa especificación de la conducta, sino más bien
aproximarse a unos límites, a un marco dentro de los cuales los indivi-

)Cada persona ha de tener un derecho igual al más amplio sistema total de libertades
básicas, compatible con un sistema similar de libertades para todos". ("Each person is to have an
equal right to the most extensive total system of equal basic liberties compatible with a similar
system of liberty for all".)
"2°)Las desigualdades económicas y sociales han de ser estructuradas de manera que sean
para: a) mayor beneficio de los menos aventajados, de acuerdo con un principio de ahorro justo;
b) unido a que los cargos y las funciones scan asequibles a todos, bajo condiciones de una justa
igualdad de oportunidades". ("Social and economic inequalities are to be arranged so that they
are both: a) to the greatest benefit of the least advantaged, consistent with the just savings
principie, and b) attached to offices and positions open to al under conditions of fair equality of
opportunity".)
Estos dos principios son la concreción y el desarrollo de la concepción general (general
conception) de la justicia, concepción que los sintetiza y que se formula así: "Todos los bienes
sociales primarios —libertad, igualdad de oportunidades, renta, riqueza, y las bases de respeto
mutuo—, han de ser distribuidos os de un modo igual, a menos que una distribución desigual de
uno o de todos estos bienes redunde en beneficio de los menos aventajados". ("All social primary
goods —liberty and opportunity, income and wealth, and the bases of self-respect— are to be
distributed equally unless an unequal distribution of any or all of these goods is to the advantage
of the least favored") (Rawls, 1978: 301-303).
316 DAVID LORENZO IZQUIERDO

duos y asociaciones son libres de perseguir sus fines (Rawls, 1978: 566).
Acaso sean la indefinición o la poca importancia de pensar acerca de
dichos fines los que hagan considerar a Rawls la moralidad como una
simple preferencia (1978: 244), rasgo común en las tradiciones con las
que se relaciona (utilitarismo y contractualismo).
El concepto de bien se halla implícito en toda la teoría de la justicia
de Rawls y sus conceptos (sociedad, individuo, deber, etc.), y, por tanto,
en muchos debates que Rawls ha generado, aunque, a nuestro juicio, no
ha sido examinado con suficiente detenimiento. El análisis que se
propone discurre por tres temas distintos: el contexto del concepto de
bien, la teoría específica (del bien) y la teoría general (del bien), para
terminar con la conclusión.

I. El Contexto del concepto (le bien

Para empezar, hay que referirse a la definición inicial de sociedad,


pues para Rawls es la base de toda teoría de la justicia (1978: 9). La
define de este modo:

"...una sociedad es una asociación, más o menos autosuficiente, de personas


que reconocen ciertas reglas de conducta como obligatorias en sus relaciones,
y que en su mayoría actúan de acuerdo con ellas. Supongamos además que
estas reglas especifican un sistema de cooperación diseñado para promover el
bien de aquéllos que toman parte en él, ya que, aun cuando la sociedad es una
empresa cooperativa para obtener ventajas mutuas, se caracteriza típicamente
tanto por un conflicto como por una identidad de intereses. (...). se requiere
entonces un conjunto de principios para escoger entre los diferentes arreglos
sociales que determinan esta división de ventajas y para suscribir un convenio
sobre las participaciones distributivas correctas. Estos principios son los de la
justicia social: proporcionan un modo para asignar derechos y deberes en las
instituciones básicas de la sociedad y definen la distribución apropiada de los
beneficios y las cargas de la cooperación social" (Rawls, 1978: 4)2.

Vemos que las reglas que rigen la cooperación social están destinadas
a promover el bien de sus miembros (que se encuentran en conflicto e
identidad de intereses a un tiempo) (Rawls, 1978: 4). Por ello, no hay
que olvidar la estrecha relación entre el bien, el interés y las reglas. Por

2 "...a society is a more or less sef-sufficient association of persons who in their relations to
one another recognize certain mies of conduct as binding and who for the most part act in
accordance with them. Suppose iurther that these rifles spectfy a system of cooperation designed
to advance the good of those ta ing part in it. Then, although a society is a cooperative venture
for mutual advantage, it is typicalTy marked by a conflict as well as by an ideas it of interests.
(...). A set of principies is required for choos-ing among the various social arrangements zvhich
determine this division of advantages and for underwriting and agrcement on the proper
distributive shares. These principies are the principies of social justice: they provide a way. of
assigning rights and duties in the basic institutions of society and they define the appropiate
distributton of the benefits and burdens of social cooperation".
EL BIEN EN UNA TEORÍA DE LA JUSTICIA DE J. RAWLS 317

la prioridad del derecho —la justicia y sus reglas— sobre el bien (1978:
560), Rawls distingue dos teorías del bien:
1)la primera es la teoría específica (thin theory)3: define la noción de
bondad implícita en los motivos personales (hipotéticos al menos) en la
situación original (posición hipotética de la teoría en la que los sujetos
eligen los principios de la justicia previamente a la formación de la so-
ciedad)4, y necesaria para establecer los principios de la justicia de modo
que la prioridad previa del derecho quede asegurada. Su propósito es
asegurar las premisas acerca de los bienes primarios requeridas para
alcanzar los principios de la justicia, por lo que se reduce a lo indispen-
sable (Rawls, 1978: 396). La teoría específica del bien, pues, es necesaria:

"Para esclarecer la preferencia racional de los bienes primarios y para expli-


car la noción de racionalidad subyacente en la elección de principios, en la
situación original" (Rawls, 1978: 397)5.

2) la segunda es la teoría general del bien (full theory of the good):


considera asegurados los principios de la justicia y se sirve de ellos para
definir otros conceptos morales en los que se halla implícita la noción de
bondad (como el concepto de valor moral y la bondad de las virtudes
morales) (Rawls, 1978: 398). Veámoslas.

II. La teoría específica del hien

Rawls da y explica la definición específica de bien de modo progresi-


vo, en tres fases (1978: 399-403); y concluye con esta síntesis:

"Una vez que establecemos que un objeto tiene las propiedades que es racio-
nal que desee alguien que tenga un proyecto racional de vida, hemos demos-
trado que es bueno para él" (1978: 399)5.

Por tanto,
"La definición de 'bien' es puramente formal. Establece, simplemente, que el
bien de una persona está determinado por el proyecto racional de vida que
elegiría con la racionalidad deliberativa entre la clase de proyectos del máxi-

3
Vallespín Oña prefiere una nominación más precisa: en vez de teoría específica del bien,
propone llamarla teoría parcial ya que la idea es que las restricciones que afectan a los agentes
haced que el bien se les presente parcialmente (1985: 75).
En ella, por el velo de ignorancia (veil of ignorance), los agentes desconocen sobre sí y
sobre la sociedad todas aquellas características (economía, posición social, desarrollo material,
etc.) que puedan hacer que sea el interés personal o generacional el que guíe la elección. Tal velo
ha sido muy criticado.
5„
...to explain the rational preference for primary goods and to explicate the notion of
rationality underlying the choice of principies in the original position"
6 . .o n ce we establish that an object has the properties that it is rational for someone with
a rational plan of lije to want, then we have shown that it is good for him".
318 DAVID LORENZO IZQUIERDO

mo valor" (Rawls, 1978: 424)7. "El bien humano es heterogéneo, porque los
propósitos del yo son heterogéneos" (Rawls, 1978: 554)8.

Vemos que el bien y el proyecto racional se complementan el pro-


yecto racional viene a ser el plan, los fines que el individuo se fija en su
actuación (Rawls, 1978: 408). Estos fines son cambiantes y heterogéneos
porque se definen en función de los intereses concretos: no hay ni puede
haber un fin del hombre. De hecho, afirma Rawls que el vn se deforma
cuando se pone al servicio de uno solo de sus fines (1978: 554). El pro-
yecto racional se relaciona con la concepción de la justicia porque ésta le
marca los límites a la hora de fijar y perseguir los intereses que lo for-
man: por ello, la unidad del yo se relaciona con el proyecto racional y
con la justicia. La identidad —unidad— del individuo, pues, depende de
su proyecto coherente con la justicia, un proyecto que él elige y que no
debe tener modelos previos de referencia (Rawls, 1978: 327). Por otra
parte, el principio de racionalidad deliberativa (deliberative rationality)
—principio procedente de una idea de sidgwick (1913: 111 -113)— con-
siste en caracterizar el futuro bien de un individuo como aquello que
buscaría ahora si supiese o pudiese representarse, en el momento actual,
las consecuencias de las opciones diversas de su actuación (Ralws, 1978:
416; 421). Rawls adapta tal noción y concluye que "el proyecto racional
para una persona es el que elegiría con plena racionalidad deliberativa "9
(1978: 417). De este modo, queda completada la noción de proyecto
racional: éste es el que el individuo define, dentro de los límites de la
justicia, en función de sus intereses y de las consecuencias.
Así pues, podemos concluir que hay tantas nociones de bien como
individuos o proyectos individuales, o, incluso, tantas como momentos,
etapas o estados individuales. De ahí que la teoría rawlsiana, aun presu-
poniendo una teoría del bien, no pretenda prejuzgar la elección de los
individuos acerca de qué tipos de persona quieren llegar a ser (Rawls,
1978: 260), consideración moral ajena a una racionalidad definida por la
maximización del interés (Sen, 1997: 33) y, por otra parte, posición de
marcada inspiración individualista. Este punto de vista ha sido criticad()
por los comunitaristas al sostener que es posible encontrar criterios uni-
versales con los que juzgar las prácticas de comunidades particulares
(Kukathas y Pettit, 1990: 118)'°. Sobre esa indeterminación del bien,
rawls comenta que dar prioridad a lo justo sobre lo bueno mitiga, resta

"The definition of the good is purely formal. It simply states that a person's good is
determined by the rational plan of lije that he would choose with deliberative rationality from
the maximal class of plans".
8
9 "Human good is heterogeneous because the aims of the self are heterogeneous".
"...the rational plan for a person is the one (...) which he would choose with deliberative
rationfdity"
Precisamente la asunción de un pluralismo global fundamental es la premisa y, en cierto
modo, el problema cuya articulación y convivencia pretende explicar Political Liberalism
(Rawls, 1993: XVIII-XIX), segunda obra de Rawls.
EL BIEN EN UNA TEORÍA DE LA JUSTICIA DE J. RAWLS 319

importancia a ese problema y reduce los problemas propios de la elec-


ción racional, que sabe claramente sus límites: los principios del derecho
y la racionalidad deliberativa. Además, ésta sirve como límite y criterio
válido para definir dichos principios (Rawls, 1978: 564). Por tanto, una
vez visto cómo el bien es definido por la razón (y la voluntad) indivi-
dual, queda claro que, en A Theory of Justicie,

"...la racionalidad de la conducta individual (...) no puede identificarse con


(...) conceptos sobre lo verdadero y lo justo, propios de la tradición metafísica
contra la que surgió inicialmente el primer impulso utilitarista. El concepto
de racionalidad de la opinión y de la decisión hoy utilizado no se asocia ya
con una concordancia con determinadas revelaciones y convicciones absolu-
tas, sino que remite a una capacidad de los individuos de fijarse fines propios
—variadamente determinados por las circunstancias dadas, la imaginación y
la voluntad— y a un criterio de consistencia entre estos fines y los medios
elegidos para acercarse a ellos. Tomada la expresión en este sentido, el obs-
táculo principal a la conducta racional es la información imperfecta", la cual
incentiva una búsqueda de intercambios y acuerdos..." (Colomer, 1987: 142).

No obstante dicha indefinición de bien, hay una serie de bienes que


nuestro filósofo considera deseables para todos los individuos ya que
todos quieren alcanzar su bien —sea el que sea—: son los bienes prima-
rios (primary goods). Los define como aquéllos sobre los que podemos
suponer que un hombre racional quiere tenerlos primeramente y en
mayor cantidad porque son necesarios para que los individuos alcancen
sus intenciones y promocionen sus fines, cualesquiera que tales puedan
ser. Los bienes sociales primarios, en general, son "derechos, libertades
y oportunidades, ingresos y riquezas", y la autoestimación (sense of
one's own worth)12 —o autorrespeto (self-respect) — (Rawls, 1978: 92)
13. Éstos dos últimos, que rawls distingue pero equipara, "constituyen

tal vez los más importantes bienes primarios" (Rawls, 1978: 396)14 y
requieren una teoría del bien (la específica), no como los otros (rawls,
1978: 397)15. Tales bienes (los primeros) pueden servir de criterio o de
elementos para las comparaciones interpersonales de bienestar (Rawls,

Esta información impefecta es asumida por Rawls en la noción de equilibrio reflexivo


(reflective equlibrium),que es el estado que alcanza una. persona tras haber sopesado varias
concepciones de la justicia distintas, o haber revisado sus juicios de acuedo con una de ellas, o
haberse mantenido fiel a la que compartía ya (1978: 48), siempre teniendo en cuenta sus
circunstancias personales e históricas (1978: 51). Aplicado a una decisión concreta, el equilibrio
reflexivo no exige un conocimiento total de la información, sino sólo razonar bien a la luz de la
información disponible en esa situación (1978: 397).
12
Cada persona necesita ser aceptada al menos en una asociación de intereses
compartidos, asociación en la que tienen cabida sus cualidades y sus planes personales. De ese
modo, esta aceptación fortalece su autoestima, su propia afirmación (Rawls, 1978: 442;
también: 178-179).
14 «"
rights and liberties, opportunities and powers, income and wealth".
perhaps the most important primary gOod". Esta importancia aparece también en
otro jugares (1978: 440).
La teoría de los bienes primarios fue retocada en "Kantian Constructivism in Moral
Theory" (1982) y ampliada en Unity and Primary Goods" (1982) (Vallespín, 1985: 74).
320 DAVID LORENZO IZQUIERDO

1978: 213). Rawls supone que las personas, en la posición original, ele-
girían la concepción del bien que él propone y, por tanto, preferirían
todos esos bienes básicos (más libertad, más oportunidades, autorrespe-
to, etc.) para poder realizarla.
Esa seguridad en la preferencia de dichos bienes primarios, esconde,
según Lyons, una base utilitarista. Afirma que, si Rawls admite que las
partes contratantes de la posición original pueden saber, con la restrin-
gida información de que disponen, que quieren la máxima cantidad de
esos bienes, ello implica que lo que las partes conocen les permite cal-
cular, buscar la maximización de tales bienes para satisfacer sus deseos
(Lyons, 1972: 544-545), idea que introduce un fuerte elemento teleoló-
gico en la teoría (Schwartz, 1972: 299), y que, en último término, con-
duce al utilitarismo (Lyons, 1972: 544-545)16, puntos que Rawls quería
evitar.
Complementariamente, Schaefer critica esa preferencia por los bie-
nes primarios afirmando que entra en contradicción con la pretendida
indefinición y neutralidad con respecto a la definición de bien, es decir,
la definición del bien de cada individuo. Sostiene que los hechos de que
los bienes primarios sean ésos concretamente y de que sean queridos
por todas las personas primeramente, por una parte, responden más a la
arbitrariedad o preferencias de Rawls —como también sostiene
Schwartz (1972: 299)'7 —, y, por otra, manifiestan una clara toma de
posición nada neutral sobre cuál es el verdadero bien del hombre o, al
menos, sobre cuáles son los bienes más importantes que éste debe per-
seguir (Schaefer, 1974: 104) (Bloom, 1999: 423)13. Y es que, efectiva-
mente, es muy difícil establecer lo que es bueno o un índice universal
de bienes independientemente de los planes de vida de los individuos:

"Cualquier intento [de definir ese índice] tiene que hacer, inevitablemente,
una apelación sustantiva a un tipo de planes de vida (o, quizás, a una clase de
tipos de planes de vida), y, por consiguiente, elaborar unas preferencias nor-
mativas o culturales acerca de lo que se propone como procedimiento neutral
de valoración" (Wolff; 1981: 125).

Ya hemos visto que los intereses y el bienestar individuales son ele-


mentos supuestos o implícitos fundamentales en los planes de vida que
Rawls propone, rasgo claro de individualismo.

16
De hecho, Mueller opina que, en dicho cálculo, se podrían substituir los índices de
bienebprimarios por índices de utilidad (1974: 361).
18 Según Schwartz, crítica inevitable aunque se distingan dos teorías del bien (1972: 299).
Sen critica cierto reduccionismo consistente en que Rawls está pensando sólo en bienes
objetivos y concretos, olvidando otras condiciones y circunstancias subjetivas que pueden
condicionar —favorecer o imposibilitar— el uso de esos bienes para el aumento de la libertad
que se busca (Gargarella, 1999: 76).
EL BIEN EN UNA TEORÍA DE LA JUSTICIA DE J. RAWLS 321

En esta misma línea, Pettit (1974: 321) afirma que la idea de autorres-
peto es, en esa lista de bienes, una idea afirmada sólo intuitivamente que
viene a sostener el individualismo de las democracias occidentales:

"Esta definición de `autorrespeto' está vinculada a un claro respeto a un


modelo no universal de la experiencia social, un modelo característico ejem-
plificado en las democracias occidentales. Es individualista. Creo que para las
sociedades en las que la categoría de individuo recibe menos importancia,
para las sociedades en las que los hechos sociales no se conciben en las normas
como la vía de las libres acciones individuales, esta definición no tendría
vigencia" (Pettit, 1974: 321)".

Según rawls, desde esos objetivos y bienes, las personas entrarían a


valorar las concepciones de la justicia de que dispondrían en la posición
original.

"Debemos admitir, pues, que la lista de los bienes primarios puede explicarse
mediante la concepción de la bondad como racionalidad, en conjunción con
los hechos generales acerca de las facultades y de los deseos humanos, sus
características fases y exigencias de nutrición, el principio aristotélico, y las
necesidades de interdependencia social" (Rawls, 1978: 434)1.

Estos últimos elementos se refieren a los factores que, aparte de la


racionalidad deliberativa y los principios de elección racional simples'
—factores principales que definen qué es un proyecto racional—, in-
fluyen en los objetivos que tal proyecto puede contener. Dichos factores
son cinco:
en primer lugar, las necesidades y deseos humanos (su ur-
gencia, sus circunstancias fisiológicas, etc.);

19 „,., , „. ,
"This definition of seg-respect is tied in one obvious res_pect to a non-universal pattern of
social experience , a pattern characteristically exemplified en Western democracies. It is
individualist. I suggest that for societies in which the categor7 of the individual received less
emphasis, for societies where social facts were not presumed in the norm to be the outcome of
free actions, this definition would not do" (traducción nuestra).
"We must assume, then, that the list of primary goods can be accounted for by the
conception of goodness as rationality in conjunction of the general facts about human wants and
abilities, their characteristic phases and requirements of nurture, the Aristotelian Principie, and
the zncessities of social interdependence".
El principio de racionalidad deliberativa es el segundo de los principios de elección
mencionados. El primero lo forman los principios simples (o contables —counting
principies—), que son los más comunes aunque no suficientes para ordenar todos los
proyectos. Estos principios son:
— de medios efectivos (effective means): elegir los medios menos costosos y
más eficaces para realizar el fin con la mayor seguridad y del mejor modo;
— de inclusividad (inclusiveness): elegir el proyecto que incluya y supere, si es
posible, los objetivos de otro proyecto;
— de mayor probabilidad (greater likelihood): elegir el proyecto que, en
igualdad de importancia y de objetivos, ofrezca mayor oportunidad de
realización de tales objetivos (Rawls, 1978: 411-413).
Estos principios operan, aunque de modo distinto, tanto en los proyectos de corto plazo
(short-term) como en los de largo plazo (long-term) (Rawls, 1978: 413). Los resultados que
probablemente se produzcan son un criterio fundamental para juzgar los proyectos, sobre
todo los de largo plazo (Rawis, 1978: 413).
322 DAVID LORENZO IZQUIERDO

— las capacidades de la persona, su madurez y crecimiento,


etc.;
— en tercer lugar, el llamado por rawls principio aristotélico,
cuya veracidad es evidente y viene a decir que

"En igualdad de circunstancias, los seres humanos disfrutan con el ejercicio


de sus capacidades realizadas (sus facultades innatas o adquiridas), y este
disfrute aumenta cuantas más capacidades se realizan, o cuanto mayor es
su complejidad" (rawls, 1978: 42622)23;

— por último, los hechos generales de interdependencia social


— los bienes humanos— (Rawls, 1978: 424);
Finalmente, se puede añadir también el análisis profundo de nues-
tros objetivos, del objeto de nuestro deseo, que puede ayudarnos a ele-
gir nuestros proyectos, análisis que se completará con los criterios de los
principios correspondientes para elegir (Rawls, 1978: 551).
Los mentados bienes humanos (human goods) deben su nombre a
que son compartidos y queridos por todos ya que no sólo son buenos
para quien los disfruta sino también para los otros (o sea, para sus pro-
yectos racionales). Por supuesto, como los proyectos racionales, están
dentro de los límites de los principios de la justicia (de hecho, los apo-
yan). Ejemplos de ellos son los afectos personales, la amistad, el trabajo
útil, la cooperación social, la búsqueda del conocimiento y la modela-
ción y contemplación de objetos bellos (Rawls, 1978: 425).
Rawls sostiene que no hay un solo proyecto de vida sino clases de
proyectos, de las cuales la más importante es la que contiene proyectos
de más valor'. Cada uno de estos proyectos es superior a los proyectos
de cualquier otra clase (1978: 409). No obstante, tampoco en ellos puede
haber un fin dominante (dominant end). Tal fin no puede ser la felicidad
porque ésta es independiente y no se confunde con un proyecto racio-
nal. Lo máximo que se puede decir es que la felicidad es un fin inclusivo
en el sentido de que el proyecto mismo, cuya realización hace feliz al
individuo, incluye y ordena una pluralidad de objetivos (Rawls, 1978:
553). Cada uno debe encontrar el proyecto que mejor organice sus acti-
vidades, influya en los deseos subsiguientes y armonice o coordine los
intereses fructíferamente. un proyecto se compone de subproyectos
jerarquizados (Rawls, 1978: 410). Los principios de elección racional

22 „...
other things equal, human beings enjoy the exercise of their realized capacities (their
innato o trained abilities), and this enjoyment mercases the more the capacity is realized, or the
greaw its complexity".
Bloom señala que Rawls tergiversa a Aristóteles porque estas palabras de la Ética a
Nicómaco (VII, 11-14, y X, 1-5) se encuentran en unos pasajes en los que Aristóteles está
mostrando que existe una actividad suprema acorde con la naturaleza humana y que produce la
felicidid (1999: 439).
" Ya hemos visto las críticas de Schaefer, Wolff y Pettit acerca de los bienes primarios y
de su relación con los planes de vida.
EL BIEN EN UNA TEORÍA DE LA JUSTICIA DE J. RAWLS 323

simples sirven como criterios a la hora de ordenar proyectos, pero no


son suficientes y, finalmente, para asegurar la racionalidad de un pro-
yecto se requiere adoptarlo, como ya hemos visto, con racionalidad
deliberativa. A la luz de las nociones individualistas de racionalidad y de
bien aparecidas, bloom critica la idea de proyecto racional de Rawls del
siguiente modo:

"[Rawls] ni siquiera demuestra que es bueno ser racional. Esto queda final-
mente librado a la decisión de cada individuo. Lo que cree que muestra es
que la razón puede ser útil para establecer un `plan de vida', si uno desea
tener un plan de vida racional. Además, un plan de vida racional no es
racional en el sentido de que las metas últimas están establecidas por la
razón, sino sólo en el sentido de que la razón ha tenido alguna parte en la
formulación del plan. Los deseos, los gustos, las preferencias, cualquier cosa,
son los factores determinantes últimos de un plan de vida y Rawls no nos dice
de dónde proceden esos factores. Aparentemente cree que, sin determinar los
deseos por la razón, puede desarrollar reglas que limiten la indeterminación
del deseo lo suficiente para hacer posible una comunidad. El señuelo que
inducirá a los hombres a aceptar estas reglas es la promesa de que serán más
felices si las siguen" (Bloom, 1999: 434). Por ello, "no tiene importancia que
persigamos fines contradictorios; esto no es sino la prueba de nuestra liber-
tad" (Bloom, 1999: 437).

Rawls afirma que su teoría (específica) del bien se remonta a aristó-


teles y que, con pequeñas variaciones, es aceptada por filósofos tan dis-
tintos como kant y sidgwick. En tal teoría, no hay oposición entre el
contractualismo y el utilitarismo. Partiendo de que

"Un hombre es feliz en la medida en que tiene mayor o menor éxito en llevar
a cabo este [su] plan" (y, además, si lo ve realizable —por él y por las cir-
cunstancias— y la fortuna lo acompaña -1978: 408-409-),

El autor concluye que


"El bien es la satisfacción del deseo racional" 25 (1978: 93)26.

No obstante esta similitud con el principio utilitarista (el principio


de la búsqueda de la máxima satisfacción del deseo), objeta que éste
puede derivar, si es prioritario, en atentados contra la libertad individual
(una injusticia) ya que ésta puede quedar restringida en aras de la suma
de las ventajas sociales. En la doctrina contractual de la justicia como
imparcialidad, la prioridad es de la libertad (del primer principio de la

25
"A man is happy when he is more or less successfully in the way of carrying out this plan.
(...) til6e good is the satisfaction of rational desire".
De modo que el verdadero criterio para juzgar un plan de vida no es la razón sino el
éxito, un éxito que, por otra parte, provoca, más que felicidad, un "contentamiento puramente
subjetivo" (Bloom, 1999: 435).
324 DAVID LORENZO IZQUIERDO

justicia)'', por lo que está asegurada de raíz, rasgo típico de la doctrina


liberal clásica (Rawls, 1978: 450).
Antes de pasar a la teoría general del bien, es pertinente comentar la
cuestión del significado de las nociones de bueno (good) y malo (bad).
Sobre el significado de éstas y, por tanto, sobre el significado de los jui-
cios de valor, Rawls sostiene que tales nociones representan un uso des-
criptivo del lenguaje, no prescriptivo. Las fases de definición de bien son
fases que van completando la descripción de esa noción (en función del
papel del sujeto). Tal carácter descriptivo se basa en un significado cons-
tante que el término más o menos ha mantenido en filosofía y que di-
chas fases reflejan. Los otros posibles usos de bueno (consejo, deseo,
etc.) se basan en su carácter descriptivo y su regularidad (constancia), lo
cual demuestra que ese uso es el correcto, el genuino, y no el prescripti-
vo. Además, ese uso es expresivo, sirve, según el autor, para todas las
posibles aplicaciones (teniendo en cuenta el contexto y el sujeto) (Rawls,
1978: 404-407).

III. La teoría general del bien

Una vez que disponemos de la teoría específica del bien y de la


concepción de la justicia, podemos usar la teoría general del bien (full
theory of the good). Tal teoría comprende los últimos fines además de
los bienes primarios y su función es explicar la bondad de las actividades
y, concretamente, la bondad de que todos actúen voluntariamente según
unos principios públicos de la justicia (Rawls, 1978: 398). Así pues,
habiendo definido la teoría específica del bien y los principios del dere-
cho y de la justicia, podemos aplicar la teoría general completa a los
casos de una persona buena y de una sociedad buena (Rawls, 1978: 434).
Veamos dicha aplicación.
Aplicada la teoría general del bien a las personas, afirma Rawls que
podemos decir que una persona posee valor moral —es buena— cuando

"Tiene los rasgos de carácter moral (virtudes morales y valores naturales) que
es racional que los miembros de una sociedad bien ordenada [o sea, regida
por la justicia y sus principios] deseen de sus compañeros" (o que es racional
que unas personas deseen de otras en la situación original, cuando no se han
decidido los principios de la justicia ni el consenso es total) (Rawls, 1978:
437)25.

27
La cual, además, va de la mano de la igualdad (en la distribución de bienes primarios),
otro rasgo de protección contra el utilitarismo (González, 1985: 490). Sin embargo, no hay que
olvidty que tanto el utilitarismo como la teoría de Rawls buscan el bien (González, 1985: 491).
"..has the features of moral character that it is rational for members of a well-ordered
society to want in their associates".
EL BIEN EN UNA TEORÍA DE LA JUSTICIA DE J. RAWLS 325

Este método para establecer el bien y las actuaciones morales del


individuo es criticado por Feinberg por el motivo de que Rawls aplica el
mismo método para llegar a principios sociales y para llegar a principios
individuales: es dudoso —concluye— que, una vez aceptados los dos
principios de justicia, seres autointeresados aceptasen unánimemente ese
método y ese criterio (1973: 269).
Aplicando la teoría general del bien a la sociedad, debemos decir dos
cosas. La primera es que, en una sociedad bien ordenada, el hecho de
que una persona sea buena (y, especialmente, que albergue un efectivo
sentido de la justicia) es realmente un bien para ella (como se sigue de la
congruencia entre el sentido de la justicia y el bien individual). La se-
gunda es que esta forma de sociedad es una buena sociedad, porque una
sociedad bien ordenada tiene las propiedades que es racional esperar de
una sociedad, a saber: que satisfaga los principios de la justicia que son
colectivamente racionales desde la posición original; y que, desde la
perspectiva individual, haya armonía entre el sentido de la justicia y los
principios de elección racional (Rawls, 1978: 576-577). De aquí, surge la
definición de bien común que Rawls ofrece:

"El bien común creo que consiste en unas condiciones generales que produ-
cen el mismo beneficio para todos" (1978: 246)2',

condiciones consistentes, por lo que hemos ido viendo, en la libertad y


la igualdad para conseguir dicho beneficio, es decir, los intereses perso-
nales. No hay que olvidar que la sociedad rawlsiana, como se ha dicho,
es una empresa cooperativa, un conjunto de intereses o fines individua-
les yuxtapuestos, por lo que no hay propiamente unidad:

"En efecto, la idea de 'un fin de la sociedad' sólo puede concebirse a partir de
una visión unitaria de ésta (...)". por ello, "se entiende que la elección colecti-
va es siempre un resultado de elecciones individuales, según unas u otras
reglas de decisión, y que la idea misma de una 'preferencia social' no es más
que una metáfora y una imprudente extensión del concepto de preferencia
más allá de la esfera individual en la que tiene un sentido real..." (Colomer,
1987: 143).

¿Qué relación hay entre el bien individual y el bien social? Hay que
partir de que el fin de los individuos está regulado, definido por sus
intereses, de modo que un fin es compartido cuando los intereses indi-
viduales llevan a eso, cuando los intereses individuales confluyen
(Rawls, 1978: 526), como ya se ha visto. Como base común de fondo, se
supone que los miembros de una sociedad bien ordenada tienen el deseo

29
"The common good I think of as certain general conditions that are in an appropiate
sense equally to everyone's advantage".
326 DAVID LORENZO IZQUIERDO

de actuar conforme a los principios de la justicia. Aparte, hay que ver si


este deseo se corresponde o es congruente con el bien de cada uno. Tal
congruencia existe —afirma Rawls—. se basa en la publicidad de los
principios de la justicia —tanto en la elección como en la aplicación de
éstos—, en la armonía de ese deseo con la psicología moral (que ahora
trataremos), en lo que implica el principio aristotélico (más diversidad)
y, finalmente, en la estrecha relación entre ese deseo y la expresión de
nuestra naturaleza como libre y racional (interpretación kantiana del
individuo) (rawls, 1978: 567-572). Vemos, pues, como una continuación
de uno de los objetivos éticos principales de Kant, consistente en justi-
ficar y ahondar en la idea rousseauniana de que la libertad verdadera es
actuar según la ley que el individuo se da a sí mismo (rubio carracedo,
1990: 211-212).
¿Qué características tiene la psicología moral? ¿Cómo se desarrolla el
sentido de la justicia en las personas? Para responder a estas preguntas,
rawls acude a la descripción del desarrollo moral (1978: 454-479). Acer-
ca de ésta, hay que decir, primeramente, que el autor la concibe y la
expone como ligada a la concepción de la justicia que es preciso apren-
der, por lo que nos dice que hay que asentir o, al menos, admitir sus
principios (1978: 461). El desarrollo moral de cualquier persona se com-
pone de tres fases:
l a) moralidad de autoridad (morality of authority) (Rawls, 1978: 462-
467),
2') moralidad de asociación (of association) (1978: 467-472),
3a) moralidad de principios (of princzPles) (1978: 472-479).
La tercera es la óptima porque por ella el hombre se rige por los dos
principios de la justicia. El sujeto pasa por estas etapas a medida que
crece física y psicológicamente. hay unas leyes del desarrollo psicológi-
co que basan la adquisición progresiva de la moralidad y que son pro-
ducto de la evolución: son las leyes de la psicología moral (prinaPles of
moral psychology), que se inspiran en la tradición rousseauniana y en los
recientes estudios sobre el aprendizaje moral de piaget y Kohlberg (Va-
llespín, 1985: 68). No explicaré las tres moralidades porque su nombre y
la sucinta definición de cada una de esas tres leyes aclararán su conteni-
do suficientemente. las leyes de la psicología moral son las siguientes:

la) la primera indica'. dada la justicia de las instituciones familiares y que los
padres aman al niño y se lo han manifestado preocupándose por su bien, el
niño, reconociendo tal amor, llega a amarlos (Rawls, 1978: 490).
2') la segunda ley dice: dada la capacidad de simpatía de una persona ya com-
probada por la adquisición de afectos de acuerdo con la primera ley, y dado
que un ordenamiento social es justo y se reconoce públicamente como tal,
una persona desarrolla lazos de sentimientos amistosos y de confianza hacia
aquéllos con quien está asociada, si éstos cumplen sus deberes y obligaciones
y viven de acuerdo con los ideales de su posición (Rawls, 1978: 490).
EL BIEN EN UNA TEORÍA DE LA JUSTICIA DE J. RAWLS 327

3') la tercera ley afirma que: dada la capacidad de simpatía de una persona
comprobada por la adquisición de afectos según las dos primeras leyes, y
dado que las instituciones sociales son justas y se reconocen públicamente
como tales, una persona adquiere el correspondiente sentido de la justicia si
ve que ella misma y aquéllos a los que estima se benefician de tales disposi-
ciones (Rawls, 1978: 491); de modo que el argumento —si puede ser llamado
así— se cierra: los principios se instauran en una sociedad y despiertan en
sus miembros un sentido de la justicia, sentido que, a la vez, es necesario
para que esos principios se instauren realmente.

Ya hemos mencionado el fundamento evolucionista de estas tres


leyes. Acaso lo fundamental para este trabajo sea que el desarrollo total
de la moralidad humana —la moralidad de justicia— depende sólo de si
el individuo ve que ese desarrollo le beneficia, es decir, si la moralidad
favorece sus intereses, claro rasgo individualista.
Sabido esto, Rawls sostiene que las personas que, dados sus deseos y
su naturaleza, y una vez mostrada la descripción del bien, viesen el sen-
tido de la justicia como opuesto a su bien, tendrían un problema con su
propia naturaleza. Tales casos son posibles y de difícil solución (no que-
da resuelta la cuestión de si sería injusto obligar a estas personas a cum-
plir con las instituciones justas, porque ello requeriría una teoría del
castigo más detallada que la que la obra ofrece), pero lo que sí está claro
es que dichas personas serían menos felices y que su propia naturaleza
sería su principal desgracia —concluye el autor—. no obstante, en con-
diciones normales, el conocimiento público y la confianza son siempre
imperfectos, de modo que, aun en una sociedad justa, es razonable man-
tener o aplicar medios coercitivos para asegurar el acuerdo y su pervi-
vencia; aunque, evidentemente, para Rawls, tales medios serán una míni-
ma parte del esquema social (1978: 572-576).
No obstante la mencionada armonía, Rawls reconoce que hay mu-
cho de verdad en la idea de que

"Lo que mueve a los hombres son diferentes tipos de intereses: los deseos de
poder, prestigio y riqueza" (1978: 386)3',

Idea de marcado corte utilitarista. Sin embargo, defiende que lo im-


portante es la fuerza que tiene esta tendencia y la fuerza que tienen el
sentido y los principios de la justicia, que debe ser, es la preeminente
(Rawls, 1978: 386).

30 ,„,
"w n at mover men are varioiis interests, the decires for power, prestige, wealth, and the
like".
328 DAVID LORENZO IZQUIERDO

IV. Conclusión
A la luz de la noción de bien vista, se entiende, pues, que, para rawls,
las cuestiones morales o éticas devengan, como ya se ha comentado,
meras preferencias personales (Rawls, 1978: 243):
"El 'individualismo ético' concibe la moralidad como algo esencialmente
individual" (Lukes, 1975: 125),

concepción que se sustenta en unos supuestos previos que colomer se-


ñala como definidores del utilitarismo:
"...la consideración de la libertad de elección como un bien en sí mismo; el
rechazo de la alternativa de interferencia en las decisiones de los individuos
`por su propio bien', que significa una violación de sus preferencias median-
te una pretendida superioridad moral de una preferencia social y es el origen
de todos los autoritarismos; y la expectativa de que, a través de la experien-
cia y mediante el uso de sus facultades mentales, los hombres puedan au-
mentar la racionalidad de sus elecciones (...).

Se trata, pues, de un individualismo metodológico, adoptado como


supuesto analítico, y de un cierto individualismo valorativo que da priori-
dad a la autopreferencia..." (Colomer, 1987: 145).

Dicho individualismo —en sus dos vertientes, pero sobre todo en la


metodológica— es precisamente el punto erróneo fundamental que
choptiany encuentra a la teoría de Rawls. Arguye que la derivación de
los dos principios es errónea principalmente por su punto de partida
egoísta (tanto en la posición original como en la vida real), porque el
egoísmo en sí no puede ser fuente de moralidad: un egoísta no suscribi-
ría aquello que no garantizara siempre y en todo momento su bienestar
o sus expectativas, y los principios rawlsianos, en la teoría y en la prácti-
ca, no los pueden asegurar en todo momento (Choptiany, 1972: 149)3'.
Independientemente de este factor, Gourevitch sostiene que la teoría
ralwsiana quiere asumir tanta libertad, tantos fines y tantas moralidades
y nociones de bien individuales distintas que es dudoso que éstas acep-
tasen los principios propuestos de modo natural (1974: 501-502)32. Qui-
zá por ello le resulte irracional a González (1985: 484) que Rawls pro-
ponga, partiendo de que la autonomía es la base de la moral, que una
generación pueda exigir e imponer sus deberes y obligaciones a socieda-
des venideras.

31 De hecho, las variables e imperfectas circunstancias hacen dudar a Rawls de la


aplicabilidad y validez de su teoría, pues las condiciones para implartarla —afirma— no
exist9 (1978: 302).
Arrow apoya y concreta más esta idea al afirmir que la autonomía, los intereses
individuales y los diferentes contextos sociales imposibilitan la universalidad de la teoría de la
justicia de Rawls (1973: 262-263).
EL BIEN EN UNA TEORÍA DE LA JUSTICIA DE J. RAWLS 329

El concepto de bien, por tanto, es individualista y no viene sino a


confirmar los rasgos individualistas de la teoría ralwsiana: el bien es
relativo al individuo (a su plan racional), los bienes propiamente dichos
son los primarios (que son eminentemente materiales y destinados a los
intereses individuales), y la única limitación que tienen los ciudadanos
es, principalmente, lo que prescriben las reglas y las leyes (que son con-
creción de los dos principios de justicia), pues el criterio de actuación es
el derecho, no la virtud; y el motor, el interés, que define y fundamenta
el proyecto racional del individuo.

ffi

También podría gustarte