The Perfects
The Perfects
The Perfects
alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes
sociales, recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso
haciendo una reseña en tu blog o foro.
Disfruta de la lectura.
2
MODERACIÓN
Liobooks
TRADUCCIÓN
Albaxxi
Danielle
Mar
OnlyNess
Sirius85
CORRECCIÓN 3
Kote Ravest
Mariangela
OnlyNess
LECTURA FINAL
Sand
DISEÑO
Bruja_Luna_
Créditos .............. 3 Capítulo 13........66 Capítulo 31 ..... 177
Sinopsis .............. 5 Capítulo 14........73 Capítulo 32 ..... 182
Nota .................... 6 Capítulo 15........76 Capítulo 33 ..... 188
Dedicatoria.......... 7 Capítulo 16........82 Capítulo 34 ..... 198
Parte I ................. 8 Capítulo 17........86 Capítulo 35 ..... 207
Capítulo 1 ........... 9 Capítulo 18........90 Capítulo 36 ..... 212
Capítulo 2 ......... 14 Capítulo 19........96 Capítulo 37 ..... 215
Capítulo 3 ......... 21 Capítulo 20...... 104 Capítulo 38 ..... 220
Capítulo 4 ......... 26 Capítulo 21...... 108 Capítulo 39 ..... 228
Capítulo 5 ......... 31 Capítulo 22...... 114 Capítulo 40 ..... 237
Capítulo 6 ......... 38 Capítulo 23...... 122 Capítulo 41 ..... 241 4
Capítulo 7 ......... 41 Capítulo 24...... 131 Capítulo 42 ..... 246
Capítulo 8 ......... 42 Capítulo 25...... 138 Capítulo 43 ..... 250
Capítulo 9 ......... 49 Capítulo 26...... 144 Capítulo 44 ..... 256
Parte II .............. 52 Capítulo 27...... 150 Epílogo ........... 266
Capítulo 10 ....... 53 Capítulo 28...... 158 Próximo Libro . 269
Capítulo 11 ....... 58 Capítulo 29...... 161 Sobre La Autora
Capítulo 12 ....... 64 Capítulo 30...... 169 ........................... 270
Todo era perfecto.
Hasta que no lo fue.
Hasta que mi familia se hizo cargo de una niña adoptiva y la colocó al otro
lado del pasillo frente a mí. Un caso de caridad para quedar bien y una persona
que nunca debería haber existido en mi mundo.
La besé para que dejara de hablar, y luego volví a besarla porque me gustaba
el sabor de sus palabras; me gustaba ella.
Era nuestro secreto hasta que nos atraparon, esa noche lo cambió todo.
Nos convertimos en extraños viviendo en la misma casa, viendo los mismos
fantasmas de nuestros errores pasados, pero no puedo dejar de pensar en
nosotros, en esos momentos prohibidos.
Finjo que la odio, le digo que nunca la perdonaré, y entonces Quinn, mi ex
mejor amigo, entra en escena. No puedo decir si realmente le gusta ella o si tiene
5
ganas de morir y solo le gusta fastidiarme, pero ¿qué digo? ¿Mantente alejado de
mi hermana adoptiva?
¿Ella es mía?
¿Ya la tuve?
Decirle eso expondría lo que éramos y arruinaría todo.
Los tres estamos viviendo múltiples mentiras, y eventualmente, sé que
nuestra torre de marfil de perfección se derrumbará.
Él conoce mis secretos.
Yo conozco los suyos.
Y ahora ella conoce los de ambos.
Ella quiere.
Él quiere.
Pero yo siempre consigo lo que quiero.
Y lo que quiero es a la chica, cueste lo que cueste.
Violación en el pasado
Accidente de auto
Sistema de acogida
Discusión sobre inseguridad alimentaria en el pasado
Acoso escolar
Intimidación cibernética/acoso sexual
Salud mental
Depresión, breves pensamientos suicidas
Donación de órganos y trasplantes 6
7
8
Ambrose
13
Mary-Belle
15
su cabello es de un tono ámbar y dorado que lo hace lucir como el príncipe que
es y, por supuesto, tiene los lados afeitados con una ejecución potencialmente
perfecta para un moño masculino si quisiera.
Él parece una versión más joven de David Beckham.
Lleva un uniforme escolar blanco y negro con el escudo de una corona en la
chaqueta, y su corbata está jalada casi por completo como si la hubiera tirado
de ella nerviosamente durante todo el trayecto a la casa.
Ni siquiera me doy cuenta de que el señor McCree ha finalizado su llamada
hasta que se aclara la garganta y dice:
—Ambrose, te presento a Mary-Belle, o Belle para abreviar.
Los ojos de Ambrose se entrecierran mientras humedece sus labios y se apoya
en el mostrador.
—Bueno, eso es simplemente perfecto, ¿no?
Oh, de acuerdo, entonces él es un imbécil.
Es bueno saberlo.
Su padre apunta con su celular a Ambrose.
—Compórtate.
—Oh, lo siento, pensé que al menos en mi propia casa, no tenía que
preocuparme por las cámaras. —Se aleja del mostrador blanco y se dirige hacia
mí—. Mejor ponte el cinturón, Belle, porque a partir de ahora, no se te permite
demostrar sentimientos en público y aparentemente ni siquiera aquí.
—¡Ambrose! —Se acerca a él. Un músculo se contrae en la escultural
mandíbula de Ambrose—. Te diré algo —la sonrisa del señor McCree es intrigante
mientras se cruza de brazos—. Dejaré que la lleves a la escuela en el Aston
Martin, de hecho, considéralo tuyo.
—Llevarla a la escuela —repite—. ¿A mi escuela?
—Sí. —Su padre sonríe—. ¿Quién más le mostrará las cosas? Tu mamá está
al teléfono inscribiéndola mientras hablamos, lo que me recuerda que la casa es
grande, ella necesita un recorrido.
Abro la boca para decir que no cuando Ambrose me tiende la mano y me
guiña un ojo.
—¿Cómo se siente saber que vales un auto de trescientos cincuenta mil
dólares?
Mis mejillas se calientan.
No tomo su mano, pero me pongo de pie. La vergüenza me invade cuando
alcanzo mi bolsa de basura negra y mis manos la aprietan con fuerza. No
necesito mirar hacia abajo para saber que solo tengo algunas cosas personales 16
en la bolsa, incluido un par de converse blancos nuevas que mi antigua tutora
acababa de regalarme.
Se suponía que íbamos a ir de compras el día que ella murió en el accidente
automovilístico, pero cuando llegué a su casa por primera vez, tenía un lindo
vestido de verano y zapatos esperándome como una sorpresa.
No fue mi intención, pero rompí en llanto, lo que la animó a decirme que
necesitábamos ir de compras de inmediato.
Y así, uno de mis escudos cayó, solo para volver a subir mientras Ambrose
me miraba fijamente.
—Vamos. —Ambrose me quita la bolsa de la mano y empieza a alejarse.
No tengo más remedio que seguirlo por los enormes pasillos del primer piso.
Es como algo en lo que viviría una celebridad. Ni siquiera quiero saber cuánto
cuesta este lugar, pero estoy empezando a preguntarme si es más de lo que
incluso un actor de lista A podría permitirse.
¿Elon Musk? Por supuesto.
¿Tom Hanks? Tal vez no tanto.
Ambrose se adelanta y comienza a señalar con su mano libre de izquierda a
derecha.
—Habitaciones de huéspedes, suites principales, sala de juegos, sala de cine.
—Se mueve rápidamente por las escaleras, mi bolsa se balancea junto a sus
gruesas piernas.
Claramente es un atleta.
—Baño, segundo baño… —Se detiene en lo alto de las escaleras, y casi choco
contra él—. Hay diez, por si te aburres. Ah, y son temáticos porque ¿por qué no?
Mamá se aburre. —Él sonríe y luego sigue caminando—. Mi habitación está en
el segundo piso con otra sala de cine. —Gira a la derecha—. La sala de ejercicios
está en el sótano, lo cual, dado que no veo absolutamente ningún músculo en tu
escuálido cuerpo, asumo que no te interesa ver. —Otra sonrisa maligna—. La
suite principal de mis padres es todo el tercer piso, definitivamente no subas a
menos que quieras quedar marcada de por vida. —Se estremece—. La casa de la
piscina y la casa de huéspedes están afuera, hay un sauna interior cerca de la
sala de ejercicios y un bar al aire libre junto con uno interior en cada piso, si
quieres asaltarlo, no está cerrado, mi padre cree completamente en la idea de
que si quieres beber, hazlo en casa, lo que en realidad apoyo, ya que lo último
que necesito es que me atrapen festejando y que me echen del equipo. —Suspira
y mete una mano en su bolsillo—. Sin embargo, las drogas están bajo llave, 17
especialmente los hongos.
Dejo escapar un grito ahogado.
Se echa a reír.
—Eso fue casi demasiado fácil. ¿De verdad crees que mi padre consumiría
drogas, y que las tendría en casa? Aunque escuché que las microdosis están de
moda ahora. —Él sigue caminando—. Mi habitación está a la izquierda, más
habitaciones de huéspedes al final del pasillo, y… —Saca su teléfono y envía un
mensaje de texto.
Espero, sintiéndome incómoda mientras me miro en uno de los grandes
espejos en el pasillo al lado de una estatua de aspecto extraño que estoy segura
que costó más que mi vida entera.
—Mierda. —Ambrose vuelve a guardar su teléfono en el bolsillo—. Y
aparentemente, debido a que mi padre disfruta torturándome, tu habitación está
justo aquí, al otro lado del pasillo.
—¿Deberíamos dibujar una línea con tiza o algo así? —bromeo.
Parece dispuesto a reírse, pero se encoge de hombros.
—O hacer un fuerte de almohadas, podría ser más apropiado. Dios sabe que
mi madre tiene suficientes cojines para asfixiar a todos en Boise hasta la
muerte… aunque sin tiza, recién se acabó.
—Y yo que pensaba que todavía estarías jugando con eso. Mi culpa. —
Bromeo, tratando de devolverle el golpe.
Se queda quieto y me mira fijamente.
—¿Vas a ser un pequeño problema molesto, Belle?
—Eso depende. —Doy un valiente paso adelante—. ¿Vas a ser un imbécil rico?
—Una tregua entonces. —Él extiende su mano—. Mantente fuera de mi
camino, yo me mantendré fuera del tuyo, sonríe cuando estés en público, no
hagas quedar mal a la familia y recuerda que no somos amigos en la escuela. Ya
los tengo, no necesito una más. —Me mira de arriba abajo—. Y realmente
necesitamos hacer algo con tu guardarropa.
Envuelvo los brazos alrededor de mi pecho.
—Es un poco difícil cuando has estado saltando de casa en casa.
Suspira y mira hacia el cielo como si estuviera a punto de tomar una decisión
18
de la que no pueda regresar, luego deja caer mi bolsa en medio del piso y me
arrastra a su habitación.
El pánico se apodera de mi pecho hasta que suelta mi mano y camina hacia
un enorme armario interior que es más grande que mi primera habitación que
compartí con varios hermanos adoptivos después de la muerte de mi madre.
—¿Qué talla tienes? —grita, luego añade—: No importa.
Sale caminando con bolsas de compra, dos bolsas de Prada, una de Louis
Vuitton, otra de Gucci y una caja de Yeezy’s.
Estoy segura de que mi mandíbula cae al suelo de manera elegante cuando
las pone en mis manos, colocando la caja encima.
—¿Q-qué es todo esto?
¿Me está dando su ropa?
—Tuve una novia con gustos caros; el día antes de San Valentín, descubrí
que me engañaba con Xander, de quien definitivamente me alejaría, ya que es el
peor, y decidí no darle ninguno de sus regalos, nunca una chica me había gritado
tanto. Parece ser de tu talla, por otra parte, solo me acosté con ella dos veces y
ni siquiera te he visto sin esta camiseta gigante y jeans rotos sueltos, pero por
ahora, servirán.
Todavía estoy de pie allí cuando levanta una mano y se aleja de nuevo.
¿Qué pasa con este tipo?
Lo quiero y lo odio un poco.
Es muy confuso.
¿Así son todos los niños ricos?
Entra en un gran cuarto de baño que tiene un jacuzzi en el que quiero dormir
o dormiría, para ser honesta, y luego sale con una bolsa de Sephora.
—Olvidé que le compré un poco de maquillaje y sus cosas raras favoritas para
el cuidado de la piel.
Agrega eso encima de la caja de zapatos y luego me lleva lentamente fuera de
su habitación para entrar en la mía. Agarra la bolsa del suelo y la deja caer
dentro de la habitación de invitados.
Mis ojos se llenan de lágrimas cuando miro a mi alrededor.
La cama es tamaño King.
Se ve tan esponjosa que quiero dormir una siesta.
Tengo mi propio baño, la única vez que he tenido mi propio baño. Casi dejo
caer todo lo que tengo en las manos cuando Ambrose me las quita con mucho
cuidado, las pone sobre la cama y luego comienza a irse. 19
—¡Espera! —Humedezco mis labios con nerviosismo—. G-gracias.
Se queda mirando mi boca durante un minuto antes de apartar la mirada.
—No es nada, de verdad.
—Lo es para mí —digo en voz baja.
La tensión se arremolina entre nosotros.
Nunca un hombre me había mirado como él, y no sé qué hacer con eso.
—Como sea… —Golpea mi pared—. La cena es a las siete, no llegues tarde,
ponte uno de los vestidos.
—¿Por qué un vestido? —Doy un paso adelante.
—Porque es martes 1, Belle, y los martes y cualquier otro día que termine con
la palabra day... es formal, en caso de que alguien importante pase por aquí y
quiera tomar una foto de los perfectos.
—¿Los perfectos? —pregunto.
—Así nos llama la gente. —Su rostro cae—. Nos vemos a las siete.
20
1
En el texto original la autora hace referencia a Tuesday y la terminación day,
refiriéndose a todos los días de la semana ya que en inglés todos terminan en
day.
Ambrose
25
Mary-Belle
30
Ambrose
37
Mary-Belle
40
Mary-Belle
No puedo parar
La quiero.
Miro fijamente su puerta y sé que no debo entrar. Ambos padres están en
casa, mi padre se volvería loco, estaría castigado durante siglos, probablemente
perdería el auto, pero es como un canto de sirena, uno que no puedo ignorar. Y
seamos honestos, no lo haré.
Miro fijamente mi propia puerta y, sin que mi cuerpo quiera hacerlo, me
42
levanto y me acerco; mi mano se cierne sobre el pomo.
—A la mierda.
Lo agarro, y luego me quedo mirando su puerta como un auténtico bicho raro.
Está ligeramente abierta. ¿Es una invitación?
¿Qué significa eso?
¿Por qué diablos estoy analizando una mierda ahora mismo a las tres de la
mañana cuando tengo un juego mañana por la noche?
Tengo muchas cosas más de las que debo preocuparme; en cambio, estoy
mirando una maldita puerta como si me fuera a comer vivo.
Concéntrate.
¿Eres el capitán del equipo de lacrosse y ni siquiera puedes abrir una puerta
o intentar tener bolas de acero en un esfuerzo por tener sexo con la chica que te
gusta?
La chica que está en tu casa.
Que los medios de comunicación la hayan catalogado como mi nueva
hermanastra en lugar de mi hermana adoptiva, sí, ese es el factor decisivo, ¿no?
Pero ni siquiera estamos emparentados.
Y, sin embargo, sé que a mi padre le daría un maldito infarto si lo supiera, o
si nos atrapara, sería malo, pero es más que solo sexo, y hablar de mis
sentimientos con mi padre está al mismo nivel que hacerme siete tratamientos
de conducto y cortarme ambas pelotas.
Levanto la mano para llamar; quiero decir, ¿y si está desnuda? No es que no
la haya visto desnuda o no la haya abrazado desnuda… Dios, es hermosa
desnuda.
Todavía estoy atrapado en mis pensamientos cuando la puerta se abre, y ella
está de pie, adormecida, con un par de diminutos pantalones cortos negros y
una blusa corta rosa.
Sus ojos se abren.
—¿Estás bien?
—¿Eh? Sí. ¿Por qué? ¿No me veo bien?
Ella se ríe, su sonrisa siempre hace que mí día, mis noches, mi todo sea mejor.
—Pareces angustiado.
—Estaba teniendo pensamientos profundos, —respondo.
Se apoya en la puerta y se cruza de brazos.
—¿Oh sí? ¿Qué tipo de pensamientos profundos, cucharas de plata?
43
Pongo los ojos en blanco, luego miro hacia abajo.
—Sobre la desnudez.
—¿Yo o tú?
—Ambos.
—Eres un erudito relativo ahora, ¿no? —Bromea, luego agarra mi mano y me
lleva a su habitación.
Mi boca está sobre la de ella antes de que pueda decir otra palabra, mis manos
se enredan en su cabello desordenado mientras ella alcanza mi camiseta y, en
un breve momento que nos separamos, la desliza por encima de mi cabeza.
En serio no puedo con esta chica.
Ella es perfecta.
Más perfecta que esta familia.
Hemos estado haciéndolo más de lo que deberíamos, y sé que podrían
atraparnos fácilmente, pero no puedo detenerme, y aunque sé que soy un imbécil
cachondo, es más que el sexo, es la conexión.
Es el hecho de que puedo abrazarla.
Me lo llevaré a la tumba, pero a veces solo quiero abrazarla, y deseo tanto que
me sostenga y me diga que todo va a estar bien cuando siento que mi vida va a
ser algo planeado y laminado para mí, como un itinerario que quiero quemar,
pero tengo que mantener a mi lado y seguir si quiero sobrevivir.
Esta plenitud con ella, esta plenitud... nunca la he sentido, ni siquiera con lo
que la gente percibiría como la mejor de las familias.
Sus muslos se sienten cálidos mientras me envuelven. Caemos sobre la cama
en una torpe furia de lujuria, necesidad, deseo y necesidad alimentada por
besos. Si lo hubiera dicho en voz alta, me habría abofeteado.
Pero lo estoy viviendo, experimentando.
—Te necesitaba —digo entre besos. Su boca está caliente, su lengua tan suave
mientras se desliza contra la mía como si estuviera probando qué tan profundo
puede llegar y quisiera devorarme, pero se lo está tomando con calma cuando en
realidad, solo la deseo rudo y duro, y ahora.
Belle se quita la camiseta, la tira al suelo, luego alcanza mi cabeza, tirando
de mí hacia abajo para otro beso acalorado. 44
Me alejo.
—Sabía que era una buena idea cruzar ese pasillo.
—Sabía que era una buena idea abrir mi puerta. —Se ríe.
Estoy completamente envuelto en ella, en el momento, así que no escucho el
crujido de la escalera; olvidé que su puerta todavía está abierta, y no estamos
siendo silenciosos.
Lo olvido todo excepto el sabor de su boca y la forma en que se siente
presionada contra mí.
Y entonces escucho un carraspeo, seguido de:
—¿Qué diablos están haciendo ustedes dos?
Belle se aparta de mí, con los ojos muy abiertos por el miedo.
Lentamente me giro y veo a mi padre parado allí, con el rostro pálido y sus
ojos apenas contienen su furia.
—Ambrose. Abajo. Ahora. —Sacude la cabeza hacia Mary-Belle como si
estuviera decepcionado, lo cual sé que le romperá el corazón, y luego me da un
ligero tirón hacia la puerta y escaleras abajo.
—Vuelvo enseguida —susurro.
—No,—dice papá—. No lo hará,
Sus ojos están llenos de lágrimas cuando la miro por última vez antes de que
mi padre cierre la puerta y señale las escaleras como si tuviera ocho años.
Pensé que estaba durmiendo. ¿La mayoría de los adultos no se acuestan como
a las ocho? Incluso los míos se acuestan temprano. Además, con mi práctica,
supuse que aún no estaría despierto.
La caminata se siente lenta, vergonzosa y desalentadora. Llegamos a su lujosa
oficina con vista al patio trasero y la piscina. Las antorchas todavía están
encendidas alrededor del estanque, y mi padre tiene whisky en un vaso corto de
cristal, su favorito y el único vaso en el que bebe whisky.
El papeleo está repartido por su moderno escritorio de metal, junto con las
carpetas. Su computadora portátil está abierta, mostrando el reflejo de las
ventanas detrás de él, y se ve cansado.
Muy cansado.
—No sé qué decir. —Papá finalmente rompe el silencio y se aleja de mí—.
¿Entiendes lo importante que es todo lo que haces para tu futuro? ¡La percepción
45
de la gente lo es todo! Además de eso, es de madrugada, y tienes una práctica y
una beca en riesgo, y estás… —Hace una pausa como si casi no pudiera decirlo—
. ¿Estás en la habitación de tu hermana adoptiva quitándole la ropa?
Me estremezco.
—Solo nos estábamos besando.
Se da la vuelta tan rápido que doy un paso atrás.
—¿Crees que soy un idiota?
—No señor.
—¡Claramente, lo crees! —Golpea el escritorio con sus puños, los papeles
salen volando y luego empuja más antes de sentarse en su silla y sostener su
cabeza entre sus manos—. Hijo, he creado un imperio, para ti, para nuestra
familia. La prensa está por todas partes sobre esta situación con Mary-Belle.
¿Qué va a pasar cuando tus amigos digan algo? ¿O cuando te atrapen como lo
acabo de hacer? Sé que no son parientes, pero no está bien. Tienes que
concentrarte en ti, en nuestra familia, en los deportes, en hacerte cargo de la
dinastía algún día…
—¿Qué pasa si no quiero eso? —Presiono las palmas de mis manos sobre su
escritorio, sobre todos los otros papeles que me hacen sentir mal del estómago—
. ¿Quién me preguntó si quiero este maldito legado perfecto? ¿Tú? ¿Mamá?
Él me mira fijamente.
—¡No pienses ni por un segundo que eres intocable porque eres rico! —Su voz
grita más fuerte, haciéndome dar un paso atrás—. Hice esto por ti, y no haces
nada más que hablar mal, nada más que cometer un error tras otro, ¡nada más
que hacer exactamente lo contrario de lo que te pido!
Le sonrío, enojado porque tiene sentido, pero también enojado porque no me
ve o no se preocupa por mis sentimientos o deseos.
—Quizás deberías haberme dicho que me la follara primero, entonces
probablemente no lo habría hecho.
Él se acerca rápidamente por la esquina de su escritorio, y su mano vuela
hacia mi mejilla derecha antes de que pueda moverme.
Estoy tan enojado porque él me abofeteó que ni siquiera sé qué hacer o qué
decir. Con los ojos llorosos, niego con la cabeza y presiono una mano en mi
mejilla.
—¿En serio? ¿A esto hemos llegado?
46
Papá agarra la mano que toca mi mejilla. Unos círculos oscuros enmarcan
sus ojos azules. ¿Qué diablos lo tiene tan estresado?
Todo es siempre perfecto.
Entonces, ¿por qué no lo está ahora?
—¿Por qué te importa? —pregunto—. Nunca estás en casa. Y vivimos una
maldita mentira. Todo es perfecto y tiene que serlo, o pierdes la cabeza. ¡A quién
le importa si estoy besando a la chica que adoptaste porque querías que la gente
te mirara como una especie de salvador! —Estoy levantando la voz y no puedo
evitarlo—. Mira, déjame en paz. Seré el hijo perfecto, incluso cuando esté en
casa, pero no voy a tocar tu legado. Porque nunca lo hiciste por nosotros. Lo
hiciste por ti mismo. Todo es por ti, y estoy harto de eso. Estoy harto de fingir.
¿Te das cuenta de que la única vez que jugaste a atraparme fue cuando las
cámaras se detuvieron para una sesión de fotos?
Papá palidece.
—Nunca lo pediste.
—¡Lo pedía todo el tiempo! —Grito—. Te supliqué que me dieras cinco
minutos, y me dijiste que tus cinco minutos costaban al menos cinco mil dólares,
¡así que finalmente dejé de pedirlo!
Papá tropieza hacia atrás.
—¡Estaba tratando de cuidarte de la única manera que sabía!
—Wow. —Levanto mis manos—. Buen trabajo. Cuando todo lo que tu hijo
quería era tiempo. Sin dinero. Un trabajo fantástico. Espero que disfrutes de tu
whisky caro y tu oficina solitaria. —Resoplo—. He terminado aquí.
Por una vez, no me grita que me quede ni me exige que me disculpe.
Así que me alejo y subo las escaleras directamente a la habitación de Mary-
Belle. Está sentada en su cama, mirando sus manos, respirando lentamente
como si estuviera tratando de calmarse. Con manos temblorosas, lentamente
levanta la vista y las lágrimas corren por su rostro.
Corro hacia ella, salto sobre su cama y luego la atraigo hacia mis brazos. Ella
apoya su mejilla contra mi pecho.
—Deberías irte.
—No iré a ninguna parte, lo siento. —respondo con voz áspera.
47
—No, en serio. —Ella me mira—. Tu papá tenía razón.
—Él estaba equivocado. —Se estremece a mi lado—. Además, ¿qué es lo peor
que puede pasar en este momento? ¿Qué nos encuentre abrazados? ¿Sabes que
me abofeteó? Estoy tan enojado con él, tan jodidamente enojado…
—Ve a buscarlo, habla con él. Al menos tienes un padre, Ambrose. No
apruebo que haya golpeado a su hijo, obviamente, pero él te ama.
Pongo los ojos en blanco.
—Perfecto, ¿ahora tú también?
—Lo digo en serio. —Agarra mis hombros—. Vuelve abajo y hazlo bien.
—¿Sabes que vine aquí para consolarte y ahora quieres que me vaya?
—Ambrose, solo creo…
—¡Todos ustedes son todos iguales! ¡Todos ustedes! Todos tratando de pensar
por mí, decidir por mí, decirme qué hacer. ¡Ya estoy harto! —Salto de la cama,
sabiendo que probablemente me equivoqué de nuevo, pero tan enojado y
exhausto que agarro una de las sudaderas de mi equipo, bajo corriendo las
escaleras, agarro mis tenis y salgo a correr casi a las cuatro de la mañana.
Los culpo.
A ambos.
¿Por qué no puedo simplemente vivir mi vida?
¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?
Dejé mi teléfono en mi habitación, así que no voy muy lejos. Unos veinte
minutos más tarde, después de dar vueltas por el vecindario a una milla de
distancia. Vuelvo corriendo.
Solo para encontrar una ambulancia y autos de policía en la casa.
¿Qué demonios?
El pánico se apodera de mí mientras corro, todo sudoroso.
—¿Que está pasando?
—Señor, este es un asunto privado que vamos a… —Es como si el policía de
repente se diera cuenta de quién soy—. Creo que es mejor que hables con tu
madre.
—¿Ella está bien? —Oh Dios, ¿y si mi madre se cayó? ¿Tuvo un accidente?
Ella no se ha sentido bien últimamente.
Paso las manos por mi cabello justo cuando Mary-Belle sale de la casa
cubierta con una manta, con ojos angustiados.
—¡Mary-Belle! —Grito su nombre, pero es como si no me viera mientras se
tambalea en el suelo y se sienta—. Mary-Belle.
48
—Lo intenté —susurra—. Traté de arreglarlo.
—¿Arreglar qué? —Estoy envolviendo la manta con más fuerza cuando mi
madre se acerca a mí, con lágrimas corriendo por su rostro—. ¿Arreglar qué?
—¡Tú! —Mamá le grita a Mary-Belle.
—¡Mamá! —Grito—. ¡Detente! ¿No ves que está asustada?
—¿Asustada? ¿Asustada? —La voz de mamá se eleva—. ¡Ella lo mató!
—Estaba tratando de arreglarlo, —susurra Mary-Belle una y otra vez—.
Arreglarlo para hacer felices a Ambrose y a su padre. Cuando entré, él ya estaba
en el suelo, así que traté de arreglarlo para salvarlo.
—Tú. —Mamá empuja a Mary-Belle contra la hierba fría—. No lo arreglaste.
¡Tú lo mataste!
Mary-Belle
—¿Señor? —Grito y corro hacia él—. ¿Señor? —Él está en el suelo, su cabello
grisáceo, normalmente peinado hacia atrás, está hacia un lado. Su boca está
abierta, sus ojos también. Corro hacia él, lo pongo de espaldas, y comienzo la
reanimación cardiopulmonar de inmediato.
Apenas puedo recordar cómo hacer las compresiones, pero sé que es
importante. Él me mira, y su boca se mueve.
Me quedo atónita por eso.
Observo mientras continúo con las compresiones, luego me apresuro a
buscar el nuevo teléfono que me regaló y que de alguna manera dejé caer junto
a él. 49
¿Cuándo lo dejé caer?
Marcó temblorosamente el nueve uno uno, lo pongo en el altavoz y continuó
con las compresiones mientras él mira hacia el techo como si supiera.
Él lo sabe.
—¡Quédese conmigo! —grito.
Suena otro grito, es la madre de Ambrose.
—¡Puta! —ella grita—. Así que este era el gran secreto, ¿eh? ¿Está durmiendo
contigo?
Estoy tan confundida y desorientada que lo único que puedo hacer es seguir
presionando su pecho y esperar que haga algo como mantener su corazón
latiendo mientras continúa rompiéndolo una y otra vez con sus palabras.
Las lágrimas corren por mi rostro mientras ella grita, mis brazos arden,
también las palmas de mis manos y dedos… aunque no conozco muy bien a
Ambrose, sé que esto lo devastará.
Es su padre.
Y por mucho que no quiera la dinastía, él quiere a su padre.
Ella comienza a gritar, luego agarra un vaso de whisky y lo tira al suelo. Creo
que está borracha, pero no tengo tiempo ni para preguntar mientras sigo
presionando su pecho.
Él aspira aire y sus ojos se ponen en blanco, rezo para que no sea el final
mientras la madre de Ambrose sigue arrojando cosas por la habitación como si
no se estuviera muriendo frente a nosotras.
—Quédese conmigo —susurro.
—¡Oh, te gustaría eso, perra! —ella grita
Lágrimas calientes corren por mis mejillas, cayendo sobre su cuerpo inerte
mientras me mira; sus ojos azules no se apartan de mí, casi como si necesitara
decirme algo. Es un momento pensativo pero sagrado. Su esposa se aleja pisando
fuerte con sus costosas sudaderas y tenis igualmente costosos.
—…¡Sí! ¡Dense prisa! ¡Él no responde! —ella grita en el teléfono. Ni siquiera
me di cuenta de que todavía lo tenía en la mano. Finalmente, ella cae en una
silla—. ¡Están en camino!
Bien. Bien.
Sigo presionando su pecho como si mi vida dependiera de ello mientras ella
se sienta y observa. Por el rabillo del ojo, la veo estremecerse cuando él gime, y
me pregunto si realmente quiere que muera, que le dé un puñetazo.
50
Vuelvo a mirar hacia él.
Una lágrima se desliza por su mejilla izquierda y aterriza en la costosa
alfombra.
Y entonces, al igual que la lágrima, en todo su esfuerzo por escapar de su ojo,
él se ha ido, la vida le ha sido arrebatada a medida que sus ojos mueren.
Ni siquiera me doy cuenta de que él está agarrando mi muñeca hasta que es
demasiado tarde.
Hasta que llega la policía minutos después y tienen que separarme de sus
dedos.
Hasta que su esposa grita que yo lo maté.
Hasta que me doy cuenta de que, aunque soy inocente, soy culpable.
Solo soy una niña adoptiva acogida por la familia perfecta.
Los Perfectos.
Me siento en medio del piso mientras me interrogan y me doy cuenta de que
nunca más formaré parte de la o el amor de Ambrose.
Todo porque traté de corregir un error.
—¡Qué hiciste! —grita Ambrose, atrayéndome de vuelta al presente—. ¡Mary-
Belle, qué hiciste!
Lo maté.
De alguna manera lo maté.
Miro mis manos temblorosas, luego vuelvo a mirarlo a él; su mamá está
inclinada sollozando.
¿Cómo puede un sueño romperse tan rápidamente?
¿Cómo desaparece una vida de repente?
—Señora… —Un oficial se acerca a mí y se agacha lentamente. Tiene bigote
negro y lleva puesto un chaleco antibalas. Está casi borroso debido a mis
lágrimas—. Tendremos que hacerle algunas preguntas, pero como eres menor
de edad, necesitaremos que tu tutor esté presente.
La mamá de Ambrose llora más fuerte.
No puedo tragar.
Mi lengua se siente espesa en mi boca. 51
Y mientras hace algunas preguntas y las escribe en su pequeño bloc de notas,
me giro y miro a Ambrose, mis ojos buscan al chico bueno que me dijo que yo
era suya.
Pero cuando me mira a los ojos.
Todo lo que veo es odio.
Y todo lo que siento es dolor.
Semestre de Primavera 52
Ambrose
Seis meses después
55
En cambio, continúa actuando como la Madre Teresa como si fuera normal
cuando sé que es una asesina.
¿Estoy siendo extremo? Sí. ¿Emocional? Sí. Pero regresa a mí cuando tu
padre muera a manos de alguien en quien confiabas que se niega a contarle a la
policía lo que realmente sucedió.
Ese es el desencadenante.
Dijo que fue un accidente, pero no dio detalles, no importa qué, y como es
menor de edad, no insistieron, ya que mi madre probablemente les pagó, lo
dejaron pasar, así que se dictaminó como un extraño ataque al corazón.
La autopsia lo corroboró, pero ¿qué diablos lo causó? Estaba bien, parecía
estar bien, ¿y un pequeño encuentro con ella fue suficiente para provocarlo?
Además, ella era la única que estaba allí.
La. Única.
¿Ella lo mató? Quizás. ¿Pero por qué?
¿Y cómo murió realmente por una pequeña niña adoptiva que entró en su
oficina?
Sacudo la cabeza con disgusto.
Mi madre cree que es mejor mantener a nuestros enemigos cerca, pero ¿es
tan horrible querer empujarlos por un precipicio, sin importar cuán bonitos y
tentadores sean?
—Ambrose —dice MB, que es como la llamo ahora porque no puedo usar la
energía para pronunciar su nombre completo porque me dan ganas de cometer
un homicidio—. ¿Tienes un minuto?
—Diez segundos. —Me doy la vuelta—. Uno, dos, tres…
—Si cuentas, entraré en pánico. Solo quería que supieras…
—Cuatro, cinco… —Pongo los ojos en blanco—, seis, siete…
—Eso…
—Ocho…
—Lo siento, de acuerdo. No puedo… simplemente no puedo. No confías en
mí, pero tienes que hacerlo. Un día... un día tendrá sentido. Me preocupo por
ti…
—Nueve. —Me inclino y con voz ronca termino—: Diez. Vaya, nueva princesa,
se acabó el tiempo; si eso es todo lo que tenías que decir, es patético. Esfuérzate
más la próxima vez. Miente mejor. —Sonrío—. Eres una horrible excusa de ser
humano. Tal vez te encuentre en el infierno algún día. Oh, mira… —Me rio—, ¡ya
estamos allí! —Le doy una palmadita en el hombro—. ¿Has subido de peso? 56
Ella se aleja de mí mientras sus ojos se llenan de lágrimas. Bien.
—¿Por qué? ¿Por qué eres tan cruel? Me conoces, estabas... conmigo.
—Estuve dentro de ti. Conocí tu cuerpo, no tu oscuro corazón. Conoce la
diferencia, princesa. No eres mía. Ni siquiera te perteneces a ti misma. Quiero
decir, ¿cómo podría una mentirosa siquiera conocerse a sí misma? Ve a clase.
Dejame en paz.
La empujo y deseo poder sentirme mejor.
En cambio, me duele el corazón.
Me duele el cuerpo.
Y me pregunto si las cosas volverán a ser como antes.
Solía odiar ser rico.
Ahora solo quiero un reinicio.
Donde las cosas eran perfectas.
Donde lo odiaba.
Cualquier cosa sería mejor que esta pesadilla.
—Te extraño —susurro—, papá.
Debería habérselo dicho.
Debería haber escuchado.
Y ahora, yo soy el legado.
Me siento en la clase de cálculo mientras la gente trata de no hacer contacto
visual conmigo, y desearía tener lágrimas para llorar.
En cambio, abro mi libro de texto y me concentro.
Todo lo que le queda a nuestra dinastía soy yo.
Y tengo la intención de asegurarme de que dure.
57
Mary-Belle
Estoy entumecida.
No en el buen sentido.
Sonrío, saco buenas notas y trato de cocinar para la familia que me acogió en
la medida de lo posible, aunque traigan a un chef todos los fines de semana.
Y me siento miserable.
Extraño sus besos, su amabilidad, su risa, todo lo que ve cuando me mira es
sangre, y no lo culpo, pero no puedo regresar. ¿Cómo no ve eso? ¿Cómo no ve
mi propio trauma y cómo no puedo volver atrás?
Respiro profundamente tres veces y entro en el comedor; como siempre, todos
miran hacia otro lado mientras llevo mi bandeja a una de las mesas vacías.
58
Saben que me siento sola y hago los deberes o escucho un podcast al azar, pero
en realidad es porque estoy agotada intentando ser perfecta todo el tiempo en la
escuela, en la casa me da miedo comer frente a todos. Soy la intrusa, la persona
a la que todos culpan, e incluso hacer todas las cosas que hago en la escuela es
solo para no estar en la casa con tanta frecuencia. Para no ver su puerta o verlo
entrar, salir y burlarse de mí... los recuerdos calan hondo. Fue un breve
momento o una cantidad corta de tiempo, pero alimentó años de soledad.
Y ahora estoy de nuevo en el punto de partida.
Como nota positiva, he descubierto una manera de evitar que mis manos
tiemblen mientras llevo la bandeja blanca. Verás, la aprieto tan fuerte que se
mantiene estable. Es lo mismo que hago con mis dientes. Los aprieto hasta que
me duele la mandíbula y luego doy un paso cada dos segundos.
Funciona.
Parezco confiada.
Tranquila.
Preparada para todo.
Incluso cronometro mi forma de comer.
Por ejemplo, si tengo zanahorias, mastico al menos diez veces antes de tragar
tranquilamente y beber un poco de agua. Si tenemos algo desastroso, uso un
tenedor y cuento hasta tres, aunque me muera de hambre, para cortar otro
bocado. Si tienen leche, intento evitar poner una extra en mi bolso en caso de
que me echen.
Me avergüenza decir que lo hice algunas veces; incluso guardé mis zanahorias
una vez cuando tenía miedo de que la madre de Ambrose me echara. No tenía
dinero y me preocupaba la comida porque ya había cumplido dieciocho años.
Afortunadamente, aunque nunca la veo, siempre hay comida en la casa, y
luego está Ambrose, con sus amigos perfectos, siempre mirándome de reojo, listo
para patearme cuando ya estoy en el suelo.
Sé que está enojado.
Pero no tiene ni idea.
No tiene idea de que estoy haciendo lo mejor para él.
Y me lo llevaré a la tumba.
Porque a pesar de lo que estoy pasando, es lo correcto, y no puedo pasar de
ahí, hay muchas líneas que obviamente he cruzado, pero esta es una que debe
permanecer firme. 59
Por él.
Quiero decir, tal vez, no tenga la vida perfecta, tal vez termine muerta, pero
él tiene la mejor oportunidad de hacer algo grandioso, y yo creo en él, así que
recibiré los golpes una y otra vez.
Hasta que esté ensangrentada, magullada, muriendo porque ¿no es eso lo
que necesita este mundo? ¿Más héroes?
El mío será el sacrificio.
El suyo será la aceptación.
Mastico una zanahoria y miro mi bandeja.
Me digo a mí misma que las lágrimas son inútiles; ¿para qué han servido en
mi vida más que para decirle a mi cuerpo que estoy triste?
Las contengo, aunque me cuesta, luego doy otro bocado, luego otro. Alguien
viene y se sienta a mi lado. No lo reconozco. ¿De qué sirve hacer amigos si a
nadie le importo? ¿Nadie es leal?
—Oye —suena una voz masculina—. O estás drogada o realmente odias las
zanahorias; nunca he visto a alguien comerlas tan lentamente. ¿Estás bien?
Levanto la vista.
Es Quinn. Tenemos Matemáticas juntos. Es muy inteligente, un nerd sexy
con gafas de montura negra, cabello oscuro, hoyuelos y súper alto, pero con una
complexión extraña, como si tuviera un gimnasio en casa, pero le diera
vergüenza decírselo a alguien.
Miro mi bandeja; ya estoy acostumbrada a eso, a mirar hacia abajo, a ocultar
mi rostro con mi cabello tanto como sea posible teniendo en cuenta lo corto que
está ahora.
Acostumbrada a ser invisible.
—Lo siento, es que odio las zanahorias.
—¿Por qué? —Se ríe, metiéndose una en la boca y masticando ruidosamente.
—Son duras.
—La vida es dura —responde de inmediato, pasando las manos por su
brillante cabello—. ¿No hay como un viejo refrán que dice que la vida es dura y
que hay que conseguir un casco?
60
Trato de no sonreír, pero no lo consigo.
El tipo incluso tiene chistes de papá.
—¡Ah, te atrapé! Vaya, acabo de ganar el lunes. ¿Ahora chocamos los cinco,
o están permitidos? Quiero decir, no quiero que luzcas menos genial mientras
chupas zanahorias y miras fijamente el desperdicio que es la preparatoria.
Sacudo la cabeza y le ofrezco una mirada de reojo, con el cabello aún
cubriendo parte de mi rostro.
—¿Por qué estás sentado aquí?
—Estoy aburrido. Soy demasiado inteligente para la mesa de los chicos listos;
se ponen súper competitivos cuando jugamos al frisbee golf. Ayer me expulsaron
del equipo por una falta que aún diré y me llevaré a la tumba que fue mal
marcada. Además, quiero decir, por lo menos ten en cuenta el viento, ¿no? Así
que sí, te vi aquí sentada con aspecto deprimido, masticando zanahorias como
si tu mundo dependiera de ello, y pensé, joder, claramente está teniendo un día
peor que el mío, y me senté. Entonces... ¿cómo va todo?
Ni siquiera sé qué decir. Me quedo boquiabierta.
—Hablas mucho.
—Tú hablas muy poco.
Sonrío, quizá por primera vez en el día.
—Todo va bien. Tengo zanahorias, lo que significa que tengo comida. Siempre
que tienes comida cuando no la has tenido, tu perspectiva cambia.
Él permanece en silencio, luego se inclina hacia atrás.
—Profundo para una chica de dieciocho años.
Resoplo.
—Dieciocho que son como treinta.
—Ohhhh, ¿eres una de esos? Es bueno saberlo. Además, soy Quinn; en caso
de que lo hayas olvidado, capitán de los Mateatletas, tenemos chaquetas como
las de Chicas Malas. Te daré un minuto para que recuperes el aliento, para que
no te desmayes de lo increíble que es nuestra popularidad. El año pasado
hicimos un lavado de autos para recaudar dinero. Hicimos transferencias…
Me rio.
—¿Realmente lo hiciste?
Hace una pausa.
—No, pero para ser justos, Arnold todavía está en pleno desarollo; lo
conseguirá. —Señala a un chico que parece estar todavía en la escuela
intermedia y que lee un libro al revés—. Se superará a sí mismo, tengo el
61
presentimiento.
—Oh, sí. —Asiento—. Puedo verlo; será genial.
—Oye, no te burles de Arnold. —Me señala con un dedo y se inclina—. Así
que, ahora que te he contado todos mis cotilleos sucios, ¿estás preparada para
contarme los tuyos?
—No te conozco.
—Ohhh, lo siento, te lo explicaré... así es como funciona la amistad. Yo estoy
aquí, tú estás aquí, hay una conversación, se comen zanahorias, yo te cuento
mis increíbles habilidades matemáticas y tú me dices por qué Ambrose ya ni
siquiera te mira a pesar de que vives con él.
Me paralizo al instante, agarro mi bandeja como siempre y me pongo de pie,
pero mis manos no dejan de temblar. ¿Por qué no dejan de temblar?
Me balanceo hacia atrás, luego tropiezo con mis propios pies y caigo al suelo.
Juro que se escucha el estruendo alrededor de la ruidosa cafetería mientras las
zanahorias y el ketchup caen sobre mi cuerpo, cubriendo parte de mi rostro y
mi uniforme.
Los ojos de Quinn se abren ampliamente.
Y luego solo silencio.
Regreso a la época en que fui por primera vez a casa de Ambrose y me sentí
como un bicho raro. Esta es la misma sensación, tal vez peor porque toda la
escuela está mirando.
Lentamente, me pongo en pie.
Quinn extiende su mano y me ayuda a pararme mientras la gente murmura
a nuestro alrededor. Intento actuar con normalidad mientras él me entrega una
servilleta, y entonces escucho pasos detrás de mí. Son fuertes.
Deliberadamente.
Respiro profundamente.
No me doy la vuelta.
No tengo que hacerlo.
Conozco ese andar.
Siento ese suspiro.
Ahora es parte de mí. 62
Él es parte de mí.
Quinn toma mi mano y me acerca a él justo cuando un dedo toca mi hombro.
Los ojos de Quinn están muy abiertos.
Estoy segura de que los míos y los de todos los demás reflejan los suyos...
después de todo, Ambrose pasó de ser un chico popular a ser el Dios de este
colegio. No se inclina ante nadie. No solo es popular, no solo es perfecto; tiene el
dinero, la apariencia y la personalidad para respaldarlo.
Y es el heredero de todo.
Básicamente, está sentado en el Trono de Hierro mientras el resto de nosotros
descansamos en el calabozo, esperando a que nos coman los dragones.
Lentamente, me giro.
Se ve igual que siempre. He tratado de olvidar lo hermoso que es su rostro, al
igual que he tratado de olvidar el sabor de su boca, pero ¿el problema de saborear
la perfección?
Nada se comparará jamás.
Endurezco mi expresión.
—Chica adoptada —dice. Es como me llama ahora, como si quisiera trazar
una línea en la arena para dejar en claro que no somos hermanos. Ya no soy de
la familia. Solo soy una intrusa aleatoria que nunca tuvo o quiso, y que lo
molesta muchísimo.
Las lágrimas arden en la parte posterior de mis ojos mientras susurro con
labios temblorosos:
—Extraño al azar con el que vivo.
Me empuja y se ríe.
—Es posible que mañana necesites un uniforme limpio después de todo ese
ketchup... Nunca te vi como alguien que se involucraría con una persona como
Quinn, buen trabajo con esa reputación estelar.
Quinn se pone rígido; puedo sentirlo.
Agarro su mano.
Y es al mismo tiempo que Ambrose se gira y lo ve. Sus ojos se iluminan con
furia antes de agarrar mi brazo.
—Ten más cuidado.
Quinn sonríe.
—Tal vez tú deberías ser más educado.
63
—¿Qué diablos acabas de decir? —pregunta Ambrose.
Suena el timbre.
Nos salva.
Me alejo y tropiezo con los brazos de Quinn mientras Ambrose me observa,
enfadado, vengativo.
Me pregunto si es la peor jugada que podría haber hecho accidentalmente.
Un desafío.
Una ola de bandera roja.
Porque nunca he visto a Ambrose tan enfadado.
Y nunca me he sentido tan segura.
En los brazos de Quinn.
Ambrose
—Tu piel es tan suave —murmura Ambrose contra mi cuello—. Espero que
no suene espeluznante que quiera lamer tu cuello solo para sentir tu piel caliente
contra mi lengua.
Me rio.
—Decirlo en voz alta suena mucho peor que en mi cabeza —se ríe contra mi
cuello—. Pero no hay vuelta atrás.
—¿Lo prometes? —pregunto.
—Para siempre —responde como si fuera sencillo, como si “para siempre”
fuera algo que pudiera prometer, y yo le creí.
Aquella noche me quedé dormida en sus brazos por última vez.
Sacudo la cabeza, contengo las lágrimas y casi choco con otro casillero; la
puerta se cierra rápidamente.
—Hola, extraña. —Quinn me guiña un ojo—. ¿Buscabas a un nerd super sexy
con una fantasía de Star Wars? Porque si es así, soy tu hombre. —Lleva una
camiseta vintage de Obi-Won en blanco y negro como las que he visto en la
sección de hombres de los grandes almacenes caros, y su cabello está recogido
en un moño. Lo que le da un aspecto extrañamente sexy.
Huele bien también.
Lo esquivo; no quiero que nadie vea mis lágrimas.
—Lo siento, no estaba prestando atención.
Trago lentamente y me muevo hacia la derecha.
Él me sigue.
Me desvío hacia la izquierda.
Él hace lo mismo.
—Espera. —Quinn se acerca a mí.
Es la primera vez que alguien me toca desde el accidente, es decir, que
realmente me toca de una manera en la que sé que se preocupa. 68
Las lágrimas arden en mis ojos.
Casi olvido cómo se sentía, el calor de la mano de alguien en mi piel. Es
injusto, pero me digo que está bien, que no lo necesito.
Solo me he necesitado a mí misma, ¿no? ¿De quién más puede depender una
persona de todos modos?
Me alejo lentamente, solo para que esta vez agarre mi muñeca y luego mi
mano.
—¿Estás bien?
Es lo peor que se le puede preguntar a alguien que acaba de pasar por un
trauma o, en mi caso, toda una vida.
Mis labios se separan; he ensayado esta respuesta a la perfección; me hacen
preguntas tontas a menudo. No sale nada en el primer intento. Lo intento, lo
intento con tanta fuerza que duele la garganta, pero solo entra aire en mis
pulmones.
Entra y sale.
No pasa nada. Solo respira.
—Oye. —Me acerca a él hasta que lo único que puedo oler es su colonia con
aroma a vainilla; presiona mi rostro contra su pecho.
Exhalo.
Una vez. Dos veces.
—Eso es —susurra con esa voz profunda suya—. Ahora nada está bien,
obviamente, pero lo estará porque qué otra opción tenemos que respirar, y
asimilarlo todo, incluso cuando las cosas necesitan salir, lo cual siempre sucede.
Todavía tienes que respirar, Mary-Belle.
Una lágrima solitaria se desliza por mi mejilla.
No sé si él puede sentirla en su brazo.
No se lo pregunto.
Y tengo tanto miedo de relajarme contra él, de confiar en un extraño con una
fantasía de Star Wars que de repente está en mi universo cuando he hecho todo
lo posible para asegurarme de que sea un espectáculo de una sola persona desde
el incidente.
—Tus lágrimas —susurra Quinn en mi oreja—. No es un desperdicio
69
derramarlas.
Me aparto de inmediato.
Eso estuvo cerca.
Él está demasiado cerca.
Y yo estoy demasiado cerca de cometer otro error. Dentro de un mes, estaré
sola, lo más probable es que me paguen para vivir mi vida en otro lugar y solo
hacer apariciones en Navidad o Semana Santa, para mantener la fachada
perfecta.
Me digo a mí misma que el dinero no está manchado de sangre y sacrificio.
Me digo que nunca creeré la mentira.
—Debería ir a clase.
—Sí. —Una voz baja dice detrás de mí—. Deberías.
Ambrose.
La piel de todo mi cuerpo se eriza mientras bajo lentamente la cabeza y
empiezo a pasar junto a Quinn. Él agarra mi mano y me hace girar de nuevo. Me
duele mirar a Ambrose a los ojos, y siento como si Quinn estuviera castigando
por obligarme a hacerlo. Intento apartar los míos, pero es como si Ambrose
tuviera poderes mágicos.
Lentamente levanto la barbilla, las personas que pasan junto a nosotros se
detienen. Nos miran como si fuéramos un sueño de un reality show cuando
estamos en una pesadilla.
El uniforme de Ambrose está impecable, igual que esa afilada mandíbula. Su
sonrisa es amable, pero sé que puede ser igual de cruel.
—¿Qué diría mamá?
—¿Qué? —pregunto.
—¿Mamá no querría que nuestra pupila se retrasara solo porque está
coqueteando con un imbécil en el pasillo?
Quinn se pone rígido y luego se echa a reír.
—Vaya.
—Me alegro de que estés impresionado. —Ambrose pone los ojos en blanco—
. Lo único que digo es que vayas a clase, que hagas tu trabajo, todos sabemos lo
fácil… —mira a Quinn—, que se distraen las chicas como tú.
Chicas como yo.
Chicas como yo.
Chicas. Como. Yo.
70
Empiezo a temblar.
Estoy avergonzada y enojada conmigo misma por quedarme parada aquí y
no defenderme, odiándome por esperar que una pizca de decencia regresara y
restaurara un poco de lo que teníamos.
Pero sus ojos no contienen más que dolor.
Y se niega a dejar de infligírmelo.
Asiento.
—Entonces, hoy estudiaré más. Lo último que quiero hacer es defraudar a la
familia.
Ambrose frunce el ceño.
—Demasiado tarde para eso, ¿no crees?
Empieza a pasar junto a mí, luego se detiene y susurra por encima de su
hombro:
—Plancha tu uniforme la próxima vez. Parece la basura que usaste la primera
vez que viniste a nuestra casa. ¿No llevabas una bolsa?
—Basta, Ambrose —espeta Quinn—. Jodidamente. Suficiente.
Ambrose lo fulmina con la mirada.
—¿Eres su salvador ahora?
Quinn sonríe.
—¿Qué te hace pensar que esta chica necesita ser salvada? Ella puede hacerlo
por sí misma; tal vez has estado demasiado ciego para verlo todo este tiempo. La
necesitas más de lo que ella jamás te necesitará.
Me quedo sin palabras cuando Quinn agarra mi brazo y me arrastra por el
pasillo. Siento que mi cuerpo flota a través de un enjambre de humedad y luz
solar. Soy parcialmente consciente de que estoy caminando, pero mi cerebro solo
puede concentrarse en lo que dijo Quinn.
En lo que dijo Ambrose.
En lo que la gente escuchó.
—¿Estás bien? —pregunta Quinn.
Siento que las lágrimas vuelven a brotar cuando nos detenemos en mi
próxima clase. Agarro mi mochila con tanta fuerza que las yemas de mis dedos
comienzan a sentir un hormigueo. 71
—Estoy bien.
—Yo um… —Sus ojos no se encuentran con los míos—. No puedo volver a
hacer eso de nuevo.
—¿Lo siento?
—Yo solo… —comienza a retroceder—. Probablemente soy la peor persona
para defenderte en este momento, especialmente contra él, considerando todas
las cosas. Solo quería que supieras que no eres tú, soy…
—Yo. —Termino por él—. He sobrevivido a un millón de disculpas en mi vida,
Quinn; ¿qué podría hacerte pensar que esta vez sería diferente?
Se acerca a mí.
Me alejo y niego con la cabeza una vez. No tengo ni idea de por qué está
actuando de repente como si me estuviera abandonando, y no necesito saber sus
razones.
Las personas te fallan.
Las personas se van.
—No necesito un salvador, ¿recuerdas? —No digo nada más y entro en mi
salón de clases con la cabeza en alto.
Escucho a la profesora hablar de números.
Tomo mi agenda escolar y tacho la fecha.
Veintinueve días más para irme.
Pero nunca seré libre.
72
Ambrose
Cada vez que la veo, me dan ganas de pelear, pero ¿cómo pelear contra
alguien que tiene un aspecto tan jodidamente puro?
Golpeo mi mano contra la mesa y busco mi teléfono.
—Escuché que tú y Quinn discutieron antes. —Hudson se sienta y se ríe—.
Sabía que algún día sucedería.
Pongo los ojos en blanco.
—Otra vez esto no.
—Hermano, fueron a la convención de cómics todos los años juntos hasta el
décimo grado; por supuesto, esta conversación va a ocurrir. Quiero decir, esa
fue la más grande ruptura de amistad que creo que el mundo ha visto, y yo veo
73
Euphoria.
—Por todo el sexo y los penes, bien por ti.
Me empuja y toma sus auriculares del bolsillo. Ambos sabemos que no va a
escuchar nada de química durante la próxima hora, y debido a lo rico que es y
a lo buenas que son sus calificaciones, a nadie le importa realmente.
El tipo sacó una puntuación casi perfecta en sus exámenes SAT y ACT 3.
Lo odio.
Quiero decir, lo hice bien, pero aun así, él ni siquiera se preparó para los
exámenes, imbécil.
3 El SAT y el ACT son los dos exámenes estandarizados que la mayoría de las
universidades piden como requisito en la solicitud de admisión. El SAT examina
lectura de comprensión, escritura y matemáticas. El ACT examina las
matemáticas y las ciencias además de lectura de comprensión y escritura.
Desliza la sudadera negra de lacrosse por encima de su cabeza y se reclina
en su silla, sin dejar de observarme con esa estúpida sonrisa en su rostro como
si supiera cosas.
Intento concentrarme en el libro de texto que tengo frente a mí mientras la
gente entra en fila en el salón de clases, y entonces miro mi teléfono, veo una
foto de mi familia y quiero arrojársela a la cara.
—No has hablado con Quinn en dos años. —Solo tiene que señalar.
—Estaba en mi camino. —Miento.
Lo vi abrazándola y simplemente me volví loco. Ni siquiera recuerdo todo lo
que dije, pero sí sé que fue hiriente.
—Mira —Hudson está a punto de darme un consejo, perfecto, justo lo que
quiero un martes por la mañana mientras sufro de agonía por la muerte de mi
padre, la presión, la persona culpable y por qué la tenía retenida mi némesis—.
No es como si te hubiera robado la novia a propósito… A Tessa siempre le gustó.
Ella lo besó primero, bla, bla, bla, salieron juntos, ella… —Se aclara la
garganta—, claramente siguió adelante al igual que él, es decir, por supuesto,
solo después de todo el asunto podemos tener un hijo ahora, que se volvió muy
intenso a los catorce años, pero él ahora es un tipo diferente; ella está feliz en la
universidad, viviendo su vida…
Es como si creyera saber lo que realmente pasó entre los tres. Siempre se 74
especuló sobre lo cercanos que éramos.
Pero nadie lo tiene claro.
Nadie tiene ni idea.
No pude decírselo a mis padres ni a mis amigos.
La única persona que lo sabe es Quinn y la chica que destruyó nuestra
amistad sin siquiera pestañear.
—Ni siquiera se trata de Tessa —digo finalmente—. Esa zorra puede pudrirse
en el infierno. Ni siquiera lo fue.
Nuestra profesora entra en el salón.
Hudson permanece en silencio.
—Sabes que puedes hablar de eso, es decir, tengo una teoría, pero es bastante
desquiciada incluso para ti.
—Probablemente es insulsa comparada con lo que realmente pasó, Hudson.
Hay una razón por la que no hablamos de eso. Casi arruinó nuestras vidas.
—¿No dicen que la historia suele repetirse? —pregunta Hudson antes de
poner los auriculares en sus orejas y cerrar los ojos como si no acabara de
provocarme una úlcera de estómago y casi un infarto al mismo tiempo.
Quinn nunca lo haría.
Él es muchas cosas.
Pero no volvería a ir allí, no después de la última vez.
¿Verdad?
Ya le advertí que se alejara lo suficiente, y lo último que necesitamos
cualquiera de los dos es atención o chismes después de la última vez, y tan cerca
de la graduación. Ambos tenemos empresas de las que hacernos cargo, familias
que dirigir y cosas de adultos que hacer.
Él no lo haría.
Miro a mi derecha y observo cómo se recuesta en su pupitre. Es lo
suficientemente apuesto, todas las chicas piensan que es el nerd más dulce del
planeta.
Pero conozco su oscuridad.
Tal vez sea hora de que ellos también la conozcan.
75
Mary-Belle
Algo está mal cuando llego a casa más tarde ese día; al menos estoy
progresando y llamándolo hogar, ¿no? Es todo lo que tengo, y aunque estoy
segura de que Susan, la madre de Ambrose, planea mi muerte cada noche
mientras bebe su vino, al menos me ha dado un espacio donde tengo una cama,
ropa, un cepillo de dientes que no pierde sus cerdas y comida de verdad que
puedo comer.
No nos hablamos; de hecho, las pocas veces que la he visto, ha estado
durmiendo en el sofá con la televisión encendida. No sale mucho, dejó de
arreglarse las uñas y cabello. Está en una espiral, y sé que Ambrose lo nota, pero
76
no hay nada que ninguno de nosotros podamos hacer.
El otro día la visitó un terapeuta, pero Susan se limitó a mirar el espacio
en blanco de la nada y a seguir bebiendo.
La vida no es perfecta. Es una mentira. La vida de Ambrose es una
mentira. Y curiosamente, obtuvo exactamente lo que dijo que siempre quiso.
La ruptura.
Las demandas están en curso contra la empresa familiar, hablar de
encubrimiento nunca es una buena imagen para ningún negocio, pero no puedo
imaginar que nadie diga una palabra contra la dinastía después de la muerte de
su director general.
Es malo hablar mal de los muertos, pero pienso en él en esos últimos
minutos, en la mirada de miedo en sus ojos mientras me alcanzaba con las
mismas manos que usó contra su propio hijo.
Espero que se haya perdonado a sí mismo por actuar con ira.
Me han abofeteado lo suficiente como para saber que no solo es doloroso,
sino también degradante, como si no fueras más que una cosa, y él hizo que su
hijo se sintiera así. Nunca hay excusa para tocar a alguien si no es en defensa
propia, y menos a tu hijo.
No pronuncié ninguna de esas palabras cuando él yacía allí; solo podía
pensar en lo que le pasaría a Ambrose.
Dejo mi mochila en el alto taburete de cuero blanco y me acerco a la barra
de desayuno para tomar una botella de agua y tal vez una barrita de cereales;
sigue pareciéndome raro tomar comida de su despensa, pero me moriría de
hambre si no lo hiciera.
Me siento aún más rara cuando veo dinero en efectivo en el mostrador con
una nota adhesiva con mi nombre, como si dijera, usa nuestro dinero, compra
lo que quieras.
Sin embargo, no sé lo que pasará dentro de veintinueve días, así que
guardo el dinero en un tarro debajo de mi cama; lo guardo de verdad. Hasta
ahora, tengo tres mil dólares. Espero que sea suficiente para al menos empezar
a salir de este lugar en caso de que no se ocupen de mí.
Quiero decir, no me deben nada.
Y ahora que tengo dieciocho años y he tenido el estómago lleno de comida,
el solo pensamiento de no tener comida realmente me pone enferma.
Recuerdo que en mis otros colegios me daban el desayuno y el almuerzo
gratis, que llevaba bolsas ziplock para poder guardar las sobras para después.
77
La cantidad de croquetas de papas frías que comía por la noche era astronómica.
Todavía tengo la tentación de hacerlo durante el almuerzo por pura costumbre,
especialmente cuando me dejan tomar más de una hamburguesa.
Es vergonzoso pero necesario.
Suspiro y busco en la nevera. No hay agua embotellada, lo cual es extraño
porque la nevera se abastece semanalmente. En su lugar, tomo una coca-cola
light y voy a la despensa.
También tiene una cantidad limitada de alimentos.
Algo va mal.
Miro alrededor de la casa y me doy cuenta de que está super limpia, como
la primera vez que estuve aquí.
Una vez más, algo está mal cuando me dirijo a la sala de estar principal.
Susan no está allí como de costumbre. Las mantas están dobladas.
Avanzo por el pasillo y reviso el garaje; ¿tal vez ella salió?
Uno de los autos deportivos no está.
Y no es el de Ambrose.
Frunciendo el ceño, vuelvo a entrar en la casa y en la cocina.
Ambrose está allí, inclinado sobre el granito blanco, y tiene una carta en
sus manos.
¿Tal vez sea de un familiar?
Dejo de caminar cuando me mira, con lágrimas en los ojos.
¿Nos volvieron a demandar?
¿Alguien más murió?
¿Esta familia está maldita?
Respira profundamente y me sorprende cuando pronuncia sus siguientes
palabras:
—Bueno, supongo que ahora sé lo que es ser huérfano.
—¿Qué? —pregunto, el pánico se apodera de mi pecho cuando se acerca a
uno de los muchos armarios de licores, toma una botella de aspecto caro y se
sienta en el suelo de mármol de la cocina—. ¿Qué quieres decir?
—Te odio —dice—. Y también me odio a mí mismo.
No sé cómo responder a eso.
Quita la tapa y bebe un trago.
78
—Léela.
Me da miedo agarrar el papel, pero lo hago de todos modos. Lo tomo y miro
la elegante letra cursiva.
—¿Qué? —Dejo caer el trozo de papel—. ¿Qué es esto? ¿Qué quiere decir
con que se acaba de ir? ¿Ella cree que esto es fácil para ti? ¿Y ahora se ha ido?
—¿Defendiéndome incluso cuando te odio? —Ambrose toma otro trago—.
¿Mira quién es perfecto ahora? —Se ríe.
—¡No es gracioso! —grito—. ¡Esto es abandono de niños!
—Mira a tu alrededor, MB; no somos niños. Los dos tenemos dieciocho
años, vivimos solos en una mansión gigante con una cantidad ilimitada de
dinero… —Inclina la cabeza—. De verdad, deberíamos celebrarlo.
Está sufriendo. Sé que sí.
Lo está enmascarando.
Pero lo ha perdido todo.
Conozco el sentimiento. La sensación de querer que alguien te diga que te
quiere y que lo diga en serio y estar decepcionado cada vez que no lo hace.
—Ambrose… —Me inclino, dispuesta a apoyar mi mano en su hombro. Él
la aparta al instante—. Podemos idear un plan. Puedo cocinar más. Soy buena
limpiando…
Suelta una carcajada.
—De acuerdo, Cenicienta, ¿estás preparada para ser mi maldita sirvienta?
Me trago mi orgullo.
—Si eso es lo que hace falta, entonces sí, seré tu sirvienta.
—Increíble.
¿Por qué está enfadado? 79
—Entiendo si quieres que me vaya, probablemente pueda encontrar un
lugar mañana si necesito…
—Quédate, será entretenido para mí verte limpiando baños, pero MB,
tenemos muchas sirvientas que entran y salen.
Trago saliva.
—Al menos debería ayudar de alguna manera.
Sus ojos se oscurecen.
—Creo que ya has ayudado lo suficiente; solo mantente fuera de mi camino
y sigue comiendo tus sándwiches de mantequilla de maní y mermelada a
escondidas. —Agarra su teléfono y comienza a enviar mensajes de texto
furiosamente con una mano—. Hasta entonces, voy a invitar a algunos amigos.
—¿Como Hudson? —pregunto sin ganas.
—Como… —Envía el mensaje—, a toda la clase de último año. —Me mira
de arriba abajo—. Yo que tú me cambiaría si alguna vez esperas conseguir que
algún chico te mire dos veces. Esta chica que veo ahora piensa que puede limpiar
mi casa cuando ni siquiera sabe planchar.
—Me quedé dormida con el uniforme —espeto—. Estaba estudiando.
Me sonríe.
—Aww que lindo, ¿esperando poder convertirte en algo algún día? Bueno,
mira a dónde te lleva eso; no lo suficientemente borracho en el piso de la cocina
hablando con una niña adoptiva. Buena suerte, princesa.
Trago mi respuesta y me pongo en pie, enojada porque me está atacando
mientras yo trato de hacer lo correcto, intentando protegerlo. Entiendo que esté
herido, pero va más allá de intentar romperme.
Casi sonrío.
Después de todo, no necesito un salvador.
Soy mi propia heroína.
Estoy viva.
Tengo comida.
Una cama.
Y aunque no tengo amigas, ya que soy muy reservada, me tengo a mí.
Yo es todo lo que necesito. 80
Es todo lo que he tenido hasta que él me tentó con más.
¿Quiere que me cambie?
De acuerdo. Me cambiaré de ropa.
Le quito la botella de las manos, doy un enorme y asqueroso trago y se la
devuelvo.
—Gracias.
—¿Por la bebida?
—Oh no, por el recordatorio. —Lo miro fijamente—. Que tu sabor no era
tan bueno como lo recordaba.
Sus fosas nasales se ensanchan. Se pone en pie de un salto, y quedamos
pecho contra pecho; su mirada es un desafío.
Uno que acepto mientras me pongo de puntillas. Paso la lengua por su
labio inferior; no me aparta; apenas respira.
—¿Ves? Nada.
No espero su respuesta.
Simplemente me doy la vuelta y subo las escaleras dejándolo solo en la
cocina, revolcándose en su ira.
Un día sabrá que lo estaba protegiendo. Un día se sentirá como una mierda
por ser tan cruel.
¿Pero hoy?
Hoy voy a recordarle a quién pertenezco.
A mí.
81
Ambrose
Ya me siento mejor, podría haber sido esa media botella de whisky que tomé
antes, pero al menos no veo a MB, y mis amigos están todos en mi casa de fiesta,
algo que mis padres siempre dijeron que no podía hacer.
Si organizaba una fiesta, era más bien, ¡oh, mira, hemos hecho un catering y
compramos sidra espumosa y algún refresco! ¿Quieres ver Los Vengadores otra
vez?
Iba a otras fiestas y rezaba para que no me atraparan, luego me iba temprano
para no oler a hierba y alcohol. La última vez que me fui fue cuando Quinn y yo
nos peleamos en primer año.
Mierda, no quiero ni pensar en eso. 82
Estúpido Hudson, realmente no puede dejarlo pasar; de nuevo, la mayoría no
puede ya que nadie habló, pero por supuesto, eso es lo que hace el dinero.
Agarro otra botella de algo y vuelvo a beber mientras la música retumba en
la casa. Tengo la piscina abierta, las cabañas tienen varias parejas
profanándolas, y acabo de pedir nada más que una tonelada de comida chatarra,
luego saqué todos los viejos mezcladores y botellas de licor de mi padre y los
preparé.
Honestamente, parece planeado.
Mi madre enloquecería.
Y odio que mi corazón dé un vuelco y luego se burle de mí, diciéndome que,
si ya no soy perfecto, ella volverá.
Me refiero a cualquier cosa para salvar su reputación, ¿verdad?
¿O a ella ya ni siquiera le importa?
¿Por qué nos esforzamos tanto para tener esta imagen cuando ella
simplemente abandona a su hijo? ¿Por qué pasé años de agonía? ¿Por qué dejé
que mis padres lo encubrieran todo cuando ya nada importaba?
Como si fuera una señal, Quinn pasa junto a mí, por supuesto, estaría aquí.
Él sostiene mi mirada.
Yo sostengo la suya.
Todavía recuerdo ese momento, aunque intento olvidarlo. Lo que sentí, la
manipulación de Tessa y los celos entre nosotros.
La traición.
Las confesiones.
Él humedece los labios y aparta la mirada de mí.
Las personas se volverían locas si supiera la verdad sobre nuestra pelea, por
qué Tessa tuvo que irse, y por lo que nos hizo pasar. Esa mujer se merece un
lugar especial en el infierno, eso es seguro.
Por otra parte, ella está en la universidad comunitaria a pesar de los pagos
de nuestras dos familias, así que encuentro algo de triunfo en el hecho de que
su escuela de la Ivy League la rechazara después de que mi padre les hiciera
saber en qué estaba metida, qué hacía, qué pecados cometió y nos obligó a
participar. Si fuera solo el sexo, me daría igual, pero era mucho más, mucho
menos “perfecto” de lo que cualquiera podría imaginar.
83
No puedo pensar más en eso.
Arruina mi estado de ánimo borracho. Quinn se acerca a mí. Quiero darle un
puñetazo en su pene; en lugar de eso, simplemente lo esquivo y me preparo para
un enfrentamiento cuando se queda boquiabierto.
Está mirando la escalera.
La fiesta se detiene un poco, lo cual es extraño.
Miro hacia donde él está mirando.
Y casi se me cae la botella de la mano.
En vez de eso, la agarro, aprieto los dientes y me obligo a respirar.
MB baja las escaleras con lo que solo podría describirse como medio vestido.
Es de color blanco ajustado que se envuelve alrededor de su cuello, deja al
descubierto sus costados hasta su trasero y tiene una pequeña abertura en el
muslo. No recuerdo haberle regalado ese vestido; aunque tampoco recuerdo mi
propia dirección en este momento, así que… quizá sea cosa mía.
Lleva un par de caros Jordans blancos y negros que, extrañamente, no
quedan mal con ese vestido tan sexy.
Y está maquillada.
Maquillaje de verdad.
Lo justo para resaltar sus labios regordetes, sus altos pómulos, sus ojos,
simplemente todo.
Su cabello oscuro está recogido en una coleta alta como si lo hubiera hecho
deprisa, y ya se están sueltos algunos mechones, besando sus hombros. Parece
una diosa griega mejorada.
—Maldita sea —dice Quinn en voz baja.
Casi lo empujo.
Aunque estoy de acuerdo.
Ella sonríe y mantiene la cabeza en alto, un gran cambio respecto a los
últimos meses en los que miraba hacia otro lado.
Bueno, al parecer, Cenicienta salió a jugar.
Y dos pueden jugar fácilmente a este juego de charadas.
Al fin y al cabo, somos Los Perfectos, ¿no?
Me acerco a ella y le ofrezco mi brazo.
Me mira y luego lo toma, susurrando en voz baja.
84
—Me cambié.
—Tengo ojos.
—Lástima que no tengas corazón.
Casi tropiezo. ¿Es horrible que me excite su confianza?
—Ah, te diste cuenta; temía que solo te centraras en mi pene.
—Solo porque me costó mucho encontrarlo.
Resoplo una carcajada.
—¿La princesa vino a jugar? ¿Está borracha? ¿Drogada? ¿Debería
preocuparme?
—Solo sigo órdenes —dice con una falsa sonrisa congelada mientras pasamos
junto a un Quinn luciendo irritado y salimos al exterior.
La gente está nadando y bailando, algunos miran, y un tipo se tropieza. Casi
quiero decir que sí, que soy solidario; lo entiendo, está buena y mira hacia otro
lado antes de que te ahogue.
No tengo derecho a estar celoso o molesto; lo único que puedo hacer es
adueñarme de ella en este momento y demostrarle quién tiene el verdadero
poder.
Yo.
85
Mary-Belle
Tal vez esto fue una mala idea. Estoy caminando con Ambrose alrededor de
la piscina; todo parece tan perfecto, ¿y no es esa la palabra clave aquí?
Perfecto.
Todo es tan perfecto.
Mi sonrisa se siente congelada. Podría vomitar. Me agarra con fuerza, como
si temiera que fuera a escapar en cualquier momento mientras la gente nos mira.
Chicos y chicas por igual.
La atención, se siente raro, se siente como si estuviera en exhibición, pero me
86
hice esto a mí misma mientras me convencía de que podía jugar a este juego con
él cuando ya estoy sobrepasada. Bien podría estar en esa piscina, ahogándome.
Él también puede ser la persona que me sujeta mientras caminamos de un
lado a otro, pareciendo la familia perfecta sin padres.
Es curioso cómo empezó, sin padres
Cómo terminó.
Ambrose.
Y sin padres.
Aparentemente, el dinero no puede comprarlo todo, y mientras camino,
levanto mi barbilla y me pregunto si el dinero puede realmente comprarte algo,
porque los dos estamos arruinados, ¿no?
Vivir en esta enorme casa vacía junto a esta enorme piscina, con un montón
de dinero, ¿y qué es lo que realmente nos ha aportado a cualquiera de los dos,
aparte de angustia de diferentes maneras?
Quiero odiarlo, pero ahora mismo, lo compadezco más de lo que me
compadezco a mí misma.
—Mira cómo observan —susurra Ambrose—. Quieren lo que tú tienes.
—Y sin embargo —digo—, no tienen ni idea de que no es nada. Que se
quedarían sin nada si lo supieran.
—Esa es la fachada. Siempre lo ha sido.
—No debería ser así.
—La vida. —Él agarra mi brazo con más fuerza—. Nos hace prisioneros. —
Deja de caminar y me mira fijamente—. Si no te odiara tanto, diría que eres
bonita.
—Si no quisiera ahogarte en la piscina, diría gracias —replico.
Ambrose sonríe.
—Lo necesitaba, gracias.
—¿La amenaza?
—El recordatorio —bromea—. Que eres peligrosa, una mala idea, que te culpo
de todo, y sin embargo aquí estás cosechando toda la recompensa.
Resoplo.
—¿Esto es una recompensa? ¿Un vestido de zorra y pasear con un hermano
adoptivo glorificado cachondo alrededor de la piscina? Vaya, apúntame.
Me gira hacia él y levanta mi barbilla con el dedo meñique.
—Cuidado, la gente podría escuchar o incluso confundirse sobre por qué 87
estamos tan cerca en este momento.
Me toma a propósito entre sus brazos y baja la cabeza como si fuera a
besarme, y luego me susurra en mi oreja:
—¿Quieres un trago?
—O una botella —murmuro, con los nervios a flor de piel; cada parte de mi
cuerpo cobra vida al sentir su aliento contra mi cuello. Es odioso desearlo como
lo deseo cuando es lo peor, cuando me culpa de todo cuando soy yo quien trató
de ayudar.
Tanto mi cerebro como mi corazón están fallando, y no tengo forma de
detenerlos cuando él agarra mi mano y me lleva a una de las mesas donde están
colocadas al menos cuarenta botellas de alcohol.
No me pregunta qué quiero. Simplemente prepara algo al azar y me lo entrega
en un pequeño vaso rojo, y luego, lo juro, mira a su reino con una sonrisa de
suficiencia, como si dijera: esto me pertenece. Soy tu dueño.
Tomo un sorbo y casi me ahogo.
—¿Sin mezclas?
—Eres lo suficientemente dura, ¿verdad, Cenicienta? —Sonríe—. No lo
necesitas.
A continuación, prepara un trago y lo bebe.
Las cosas no van a terminar bien si sigue bebiendo.
¿También está fumando?
¿Drogado?
No tiene a nadie que lo cuide. Solo me tiene a mí, la chica que no recuerda si
los ojos se dilatan o no cuando estás drogado. Lo último que necesito es que se
desmaye, caiga a la piscina, se ahogue y luego ser acusada de asesinato.
Dos veces.
¿No sería una gran película de Lifetime?
Agarro su brazo. Se aparta al instante y luego, como si se diera cuenta de que
la gente está mirando, toma mi mano entre las suyas y la sostiene, como si todo
fuera...
Perfecto.
Nos miramos fijamente y de repente no sé qué hacer. ¿Digo algo descarado?
¿Acaricio su mejilla? ¿Lo hacemos pasar como algo normal? Se inclina hacia mí.
No retrocedo, 88
Ya no haré eso.
Me mira, y sé que este es el momento que nos definirá.
¿Es lo suficientemente valiente?
¿Lo soy yo?
Me pongo de puntillas y presiono un lento beso en su boca, esperando a que
responda, y lo hace de inmediato. Me atrae hacia sus brazos, entonces estamos
cayendo en la piscina en lo que se siente como cámara lenta, nuestros labios
todavía se tocan, nuestros brazos se abrazan.
Suena un chapoteo.
Vítores
Y sé que nunca volveré de esto.
Él tampoco lo hará.
Y estoy bien con eso.
Estoy bien.
Incluso si lo odio mientras lo beso.
Incluso si él está resentido conmigo mientras me devuelve el beso.
Estamos en esto.
Amigos.
Compañeros de piso.
Amantes.
Enemigos
Nosotros.
89
Ambrose
92
alejando y comenzando algo mucho más peligroso de lo que ella podría imaginar.
Algo que incluiría encubrimientos.
Pagos.
Secretos.
Mentiras.
—Estoy bien. —MB finalmente habla y mira entre los dos, luego frunce el
ceño hacia mí—. ¿Te golpeaste la cabeza?
No se acerca a mí, pero imagino que lo hace mentalmente, que le preocupa
que Quinn probablemente desee la muerte de mi alma. Por otra parte, he estado
en un épico concurso de miradas con el tipo al que solía llamar amigo.
Las salpicaduras de las personas que saltan nos golpean en nuestros rostros,
y su sexy vestido está pegado a su cuerpo.
—Fuera. —Sí, esto es lo que decido decir mientras salgo de la piscina y finjo
que no me importa.
Quinn maldice en voz baja.
El momento entre los tres se olvida por completo. La mirada que me dirigió
fue otra cosa del pasado que meteré en esa caja que mi madre me dijo que
enterrara y no volviera a mencionar.
MB sale temblorosamente de la piscina y se pone de pie, empapada. Miro por
encima de mi hombro para asegurarme de que realmente está bien y luego quiero
vomitar cuando Quinn detiene a Hudson y le pide por mímica que se quite la
camiseta.
A Hudson le encanta cualquier oportunidad de mostrar sus abdominales, así
que se desnuda inmediatamente mientras Quinn la desliza por encima de la
cabeza de MB. La empequeñece, llegando hasta las rodillas, recordándome el
aspecto que solía tener cuando salía de mi cama a trompicones con mi ropa.
Siento que no puedo respirar mientras ella escurre su cabello, ahora más
oscuro, y le da las gracias a Hudson y a Quinn. Quinn choca los cinco con ella y
revuelve su cabello.
Bastardo.
Tropiezo con la mesa de las bebidas, dándome cuenta de repente de lo
borracho que estoy, y me inclino sobre ella. Puedo escuchar la risa de MB, puedo
escuchar la estúpida voz de Quinn.
93
Sé que nos vio besándonos.
Sé que le importa.
Parpadeo para alejar la visión borrosa y veo a Hailey de pie junto a las copas
balanceándose al ritmo de la música a todo volumen; lleva un top rojo que
apenas cubre la parte inferior de sus pechos y unos jeans holgados que caen
sobre su trasero plano.
Lo que sea.
No me importa.
—Ven aquí. —Hago un gesto hacia ella sabiendo que lo hará. Es posible que
ella se haya enrollado con Xander, pero está demasiado borracha para
preocuparse por quién la besa en este momento.
Sus ojos se abren un poco, o tal vez los míos, para poder ver mejor. La atraigo
contra mi cuerpo y planto un beso de borracho descuidado en su boca; responde
con demasiado entusiasmo y sabe a cigarrillo.
Odio cada minuto de esto, y si introduce su lengua más profundamente en
mi garganta, voy a vomitar whisky sobre ella.
La empujo lejos y me rio. Ella retrocede a trompicones y casi aterriza sobre la
mesa de las bebidas, toma un paquete de cigarrillos, intenta agarrar uno y lo
enciende con un mechero azul.
Creo que en su cabeza ella piensa que luce genial; en cambio, le cuesta
incluso conseguir una llama.
La ignoro, limpio mi boca y me doy la vuelta.
MB está justo ahí.
—Oh, no te había visto. —Quinn está cerca, detrás de ella, observándonos.
El dolor en su rostro me hace sentir un poco más sobrio mientras me esquiva—
. ¿A dónde vas?
—A cambiarme —dice con voz entrecortada—. Al parecer, me iré después de
que mi hermano adoptivo pensara que sería divertido besarme y luego
empujarme a la piscina.
—Olvidas que me devolviste el beso. —Miro a su alrededor—. ¿Verdad,
Quinn?
—¿Eso no es incesto? —Frunce el ceño—. Pregunto, como amigo.
Pongo los ojos en blanco.
94
MB me empuja y entra en la casa.
Miro fijamente a Quinn, luego me giro y la sigo dentro. La persigo y maldigo
cuando casi me arranca la nariz después de cerrarme la puerta de su dormitorio
en la cara.
La abro a pesar de su enfado.
Ella está de pie con esa camiseta cubriéndola, su cabello todavía mojado y
esos labios carnosos.
Es hermosa.
La odio.
Frunzo el ceño.
—Olvidas que esta es mi casa ahora.
—Tú eres el que dijo que me cambiara antes, cosa que hice, y tú eres el que
estaba disgustado porque estaba mojada.
Sonrío.
—Nunca me disgusta que estés mojada, solo si soy yo…
—No termines esa frase. —Me advierte, cruzando los brazos.
Me acerco, dando un paso, dos, y luego estamos frente a frente una vez más.
—Es como si me suplicaras que te ahogue. —Ella sisea.
—Es como si quisieras un poco de violencia con tu… —tiro de su cabello—,
mojado. —Recorro con mi mirada su cuerpo. — ¿O deberíamos decir tu
humedad?
Sé que estoy siendo malo. Sé que estoy dando en el clavo, pero no puedo
evitar que las palabras salgan de mi boca… aunque quisiera.
Ella aparta mi mano.
—No soy tuya, Ambrose.
—Sí. —Doy un paso atrás—. Siempre serás mía, y lo sabes. —Miro hacia su
armario—. Ponte algo que cubra tu culo y tus tetas esta vez.
—¿Y si no lo hago?
—Entonces asumiré que es una invitación, y también lo harán todos los
demás imbéciles de esta fiesta. No querrás que se extienda ese tipo de rumor,
¿verdad? ¿Besa a su hermano adoptivo, se acerca a Quinn, muestra sus mejores
activos porque eso es todo lo que realmente tiene a su favor?
—¡Te odio! —Su labio inferior tiembla.
Y la destrozo más y más porque se siente como una venganza. Se siente como
amor cuando es todo lo contrario. Se siente real y crudo. 95
Y entonces me doy cuenta de que es porque realmente estoy sintiendo, y no
he sentido nada desde la noche en que murió mi padre.
Seguiré empujándola mientras ella haga lo mismo conmigo.
Tal vez algún día seré yo el que sea empujado tan lejos que caiga por el
precipicio.
Tal vez sea ella la que acabe con mi miseria y soledad con su odio.
Salud.
Mary-Belle
No quiero volver a la fiesta, pero quiero hacer enojar aún más a Ambrose, y
no puedo ser declarada culpable de su asesinato si hace alguna estupidez o,
como dije antes, se ahogue en un charco de su propio vómito solo conmigo como
testigo.
Me pongo un par de pantalones cortos de mezclilla de diseñador, un crop top
blanco y añado algunas transparencias, estuve tentada de ponerme otro vestido,
pero estoy demasiado cansada. Recojo mi cabello mojado en un moño, bajo las
escaleras y casi choco con Xander cuando estoy en la cocina.
Estamos solos; todos los demás están nadando o bailando borrachos fuera.
Xander tiene los ojos muy azules y parece estar drogado. Su cabello rubio
está escondido debajo de un gorro Supreme negro.
96
—Oh, lo siento. —Sonrío y lo esquivo para poder salir.
Agarra mi codo y me empuja contra su enorme cuerpo. Mide fácilmente como
un metro ochenta.
—No lo sientas. Quizá quiera que choques con mi polla.
—¿Eh? —Me alejo solo para que sus manos lleguen a mis caderas. Tropiezo
con él. Qué asco. No quiero que me manoseen borrachos en mi propia casa. Me
pregunto cuándo comencé a considerar que era mi casa.
Tal vez cuando no tuve otra opción.
O tal vez cuando Ambrose dijo que lo era.
—Lo sabía —dice Xander. Es hermoso, probablemente de la misma manera
que yo entrando Harvard. Pero no me gusta; no quiero que me bese o me toque,
y de repente me veo transportada de vuelta a todas las casas de acogida.
Ser sujetada.
Tocada sin permiso.
Sin consentimiento.
Mi respiración se ralentiza y luego se acelera con fuerza y rapidez mientras
empiezo a luchar contra él.
—Xander, detente, por favor, detente, estás borracho y…
—Tú quieres esto; sé que lo quieres. ¿Qué, no puedes besarme, pero puedes
bromear y besar Ambrose? ¿Por qué simplemente no te pasamos por ahí y
creamos un nuevo juego de mesa? —Se inclina; huele a marihuana—. No, creo
que me quedaré con el trofeo para mí.
—Suéltala. —Llega la voz de Ambrose—. Antes de que pateé tu trasero y le
diga a tu padre que te estabas drogando otra vez.
Xander se congela.
—Estoy bastante seguro de que eso significa que perderías tu beca de lacrosse
—dice Ambrose—. La que tanto significa para tus queridos papas, lo olvido,
¿estaba en el periódico?
Xander maldice y me empuja, pero con tanta fuerza que casi me caigo.
Ambrose me atrapa. El olor familiar de su odiosa colonia inunda mi cuerpo,
pero en este momento lo agradezco.
97
No me doy cuenta de que estoy temblando hasta que él agarra mis manos y
las detiene con sus propias cálidas manos, y luego las mantiene ahí como si
quisiera castigarme.
—Se acabó la fiesta para ti, hermano. —Ambrose sigue abrazándome con
fuerza. Me inclino hacia él más de lo que debería y lucho contra los recuerdos de
su tacto como si fueran mis propios demonios personales—. No te preocupes, no
diré nada. No te olvides de tus porros, puede que no vaya a una escuela de la Ivy
League, pero estoy bastante seguro de que la hierba sigue siendo ilegal aquí, no
querría que me atraparan con las manos en la masa o algo así. —Aunque ambos
sabemos que mis padres ya no existen en esta casa—. ¿Necesitas que te llame
un Uber, o eres capaz de mirar tu teléfono lo suficiente como para pedir uno sin
desmayarte?
—¡Vete a la mierda, Ambrose! —grita—. ¡Si se lo dices a alguien, te mato!
—Genial, te anotaré después de elle. Elle tiene derecho. —Creo que yo soy la
mujer a la que se refiere—. De todas formas, prefiero mirar su bonita boca que
el rostro de un imbécil antes de morir.
—¡Eres un idiota!
—Um, ¿gracias? —Ambrose se ríe—. Estaremos afuera mientras tú miras tu
teléfono y tratas de averiguar cómo usarlo.
Ambrose me arrastra con él.
Camino aturdida detrás de él.
Espero que diga algo cruel.
En vez de eso, me da la vuelta y tira de mí para abrazarme.
—Nadie está mirando. ¿Estás bien? —Su voz es baja, es hipnótica y profunda,
e independientemente de lo que haya hecho, es segura.
—¿Te importa? —Susurro contra su pecho, con mi boca casi saboreando su
camiseta.
—¿Importa? —replica—. ¿Quieres que me importe?
Ambos nos quedamos en silencio.
Y entonces me relajo un poco, bajo la guardia más de lo que debería, y
susurro:
—Quizás.
Él se pone rígido.
98
Sus brazos me aprietan aún más, como si tuviera miedo de soltarme.
—Ya no sé qué hacer.
Claramente, está súper borracho si se está confesando conmigo.
—Ya somos dos —digo, mis brazos rodean lentamente su cuerpo—. Todavía
te odio… por odiarme, pero esto es agradable…
—No soy agradable.
Él no lo entiende. Nunca se verá a sí mismo como yo lo veo.
—Ambrose, eres muchas cosas, pero tienes el potencial de ser agradable; solo
es cuestión de hacer esa elección en lugar de envolverte en tu odio.
—El terapeuta ha regresado, hurra…
Le doy una palmadita en la espalda, luego me doy la vuelta y le doy un codazo
en el estómago.
—De nada.
Se ríe.
—¿De verdad?
—Qué tan borracho estás? ¿Debería preocuparme?
—¿Debería emborracharme más para que te preocupes más? —pregunta.
Pongo los ojos en blanco, típica respuesta de Ambrose. Probablemente se
reiría a carcajadas si no estuviera siendo sarcástico y coqueto todo el tiempo,
incluso con la gente que odia.
Incluso conmigo.
—No lo averigües. Lo digo en serio. —Lo señalo con el dedo y luego lo pongo
en su pecho—. Ve a beber un poco de agua.
—Sí, mamá. —Me guiña un ojo.
—Vaya, sí que estás perdido.
—Veo sentimientos. —Su respuesta de borracho.
—Imposible.
Se estira, toma un poco de aire y luego me lo sopla. Lo siento, por extraño
que parezca, me hace sonreír. Él me devuelve la sonrisa, lo que confirma de
nuevo lo borracho que está, ya que últimamente se ha comportado como un gran
idiota conmigo. Quiero desesperadamente que pregunte, que me pregunte qué
pasó, que no solo me culpe, que me pregunte.
En lugar de eso, solo me mira con una sonrisa descuidada y luego levanta
99
una mano hasta su boca.
—Vas a vomitar, ¿verdad? —¿Y a quién le toca hacer de niñera? A la
terapeuta.
Quiero anunciar que la fiesta terminó, pero Ambrose actualmente está
vomitando entre los arbustos, una y otra vez.
Me reiría si realmente no me importara el imbécil. Le doy una palmadita en
la espalda y miro a mi alrededor, solo para ver a Quinn caminando hacia mí.
Su expresión es de preocupación y luego frunce el ceño.
—¿Todo bien?
—Oh sí, solo vomitando su estómago, nada del otro mundo. —Vuelvo a frotar
la espalda de Ambrose—. ¿Crees que podrías sacar a todos de aquí para que
pueda ponerlo sobrio?
—Claro. —Quinn asiente y luego frunce el ceño—. ¿Cuándo vuelve su madre
esta noche?
No sé qué decir, así que niego con la cabeza y sigo frotando la espalda de
Ambrose.
Los ojos de Quinn se estrechan y mira entre nosotros.
—¿Tienes un tiempo estimado de cuándo ocurrirá eso?
—¡Nunca! —dice Ambrose, limpiando su boca con la mano—. Ella no va a
volver. Al parecer, esta vida perfecta era demasiado para ella. Solo somos una
niña adoptiva y un huérfano; ¡qué jodidamente perfecto! —Vuelve a vomitar.
Me estremezco.
Quinn parece no saber qué hacer, y finalmente, asiente y se da la vuelta.
—¡POLICÍAS!
—¿Qué? —grito.
La gente empieza a correr.
Él se cruza de brazos.
—Funciona siempre.
—Experto en matar ambientes, ¿no? —Me burlo.
Ambrose vomita de nuevo.
—Creo que terminé.
Hace un sonido.
Quinn frunce la nariz.
—Creo que acabas de empezar. 100
—¡Hijo de puta! —grita Ambrose—. No puedo parar.
—Nunca deberías haber comenzado —añado.
—¿Ustedes creen que podrían ser un poco más útiles mientras vomito mis
órganos internos de una vez?
Quinn realmente sonríe a Ambrose, aunque él no pueda verlo desde los
arbustos profanados. La gente continúa corriendo y, de repente, se acabó, no
tenemos más menores de edad bebiendo y consumiendo hierba en la casa, pero
sí un enorme desastre.
Vaya, gracias, hermano.
—Oye. —Agarro su mano—. ¿Has terminado?
—Nunca —dice—. Tal vez. ¿Quién sabe? Podría volver… es como si tuviera
una intoxicación alimentaria.
Quinn resopla.
—Más bien casi una intoxicación por alcohol.
—No ahora. —Ambrose levanta el dedo medio—. Discute conmigo cuando no
esté vomitando entre los arbustos con la chica de la que me enamoré detrás de
mí, consolándome, cuando no lo merezco, cuando ella mató todo, cuando morí,
no lo hagas, ahora no, todos se han ido.
Quinn se queda en silencio y luego dice.
—Raro porque todavía veo a dos personas aquí contigo, hombre.
Ambrose baja la cabeza, apoyando las manos en los muslos antes de
enderezarse y luego tropezar hacia la izquierda.
—Joder, ahora es así. —Quinn lo atrapa y luego lo rodea con un brazo,
ayudándolo a caminar hacia la casa—. Volveré para ayudar, Mary-Belle; déjame
llevarlo a la cama, no es nuestro primer rodeo.
Es extraño que se odien mutuamente y que, sin embargo, tengan esta
conexión que no puedo entender. Ambrose ni siquiera pelea con Quinn.
Y antes, parecía que Quinn casi le tenía miedo, pero ahora lo está cuidando.
Estoy tan confundida pero también agotada, así que hago lo único que uno hace
después de que la fiesta haya terminado.
Tomo una bolsa de basura negra y me pregunto cómo he pasado de llevar
todo lo que poseía en una a limpiar los restos de una fiesta en la mansión en la
que ahora vivo con mi hermano adoptivo.
Y sin tutores.
101
Sacudo la cabeza y empiezo a recoger vasos y botellas de cerveza al azar. La
piscina es un desastre de vasos rojos que acaban de dejar allí, y seamos sinceros,
lo más probable es que haya vómitos y otras cosas en las que no quiero pensar.
Llevo allí unos diez minutos cuando Quinn finalmente regresa, con una
expresión en blanco.
—¿Él está bien? —pregunto mientras empieza a recoger la basura. No puedo
leer su expresión en absoluto; parece como si estuviera cerrado al mundo, lo
cual, por lo poco que sé de él, no es normal.
Asiente.
—Sí, Ambrose no se está muriendo en su propio vómito, y está en la cama,
utilizó enjuague bucal y le di un poco de Advil con dos botellas de agua. Sin
embargo, lo sentirá más tarde.
—Gracias. —Le tiendo la bolsa de basura.
Quinn sonríe.
—Ni lo menciones. En realidad, podría quedarme aquí esta noche, si te parece
bien. No debería conducir, y quiero revisarlo más tarde… va a ser un completo
oso cuando se despierte, y no necesitas eso sobre ti.
Me encojo de hombros.
—Estoy acostumbrada a sus travesuras de oso.
—Tuvo sexo contigo, ¿no? —Quinn suelta la bomba como si no fuera gran
cosa.
Me quedo inmóvil. Ni siquiera puedo dejar caer el vaso en la bolsa de basura
y quedarme ahí como una idiota.
—No tienes que decírmelo. Solo pensé que eres muy sexy, como la tentación
perfecta para alguien como Ambrose, y claramente le gustas.
—Él me odia.
—Odia las cosas que le gustan. —Es la rápida respuesta de Quinn—. Confía
en mí en esto.
Tomo otro vaso.
—Confiar en ti ¡eh? Entonces dime por qué ustedes se odian... ¿A él le gustas?
Quinn sonríe.
—Oh no, me odia tanto como yo a él, en un momento dado, tal vez, sí… —
Vuelve a mirar la enorme casa desde el patio—. Algunas decisiones que tomas,
102
nunca puedes deshacerlas, como una herida que nunca se cura, ves a esa
persona, y es solo sangre y vísceras por todas partes de nuevo. Yo soy así para
él. Él es así para mí. Trauma —toma otro vaso—. A veces, no tiene un lugar
adónde ir, así que sigue existiendo hasta que lo reconoces, pero ¿qué haces
cuando no puedes? ¿Cuándo ni siquiera puedes hablar de eso? Simplemente
persiste, así que sí, él realmente me odia.
Me encojo de hombros.
—No me pareció eso esta noche.
—Estaba borracho. Créeme cuando digo que todo volverá a la normalidad por
la mañana cuando me vea.
Frunzo el ceño.
—¿Están, estaban como… —Ni siquiera sé realmente cómo preguntarlo o
decirlo, pero es un pensamiento sospechoso que no puedo dejar pasar.
Quinn echa la cabeza hacia atrás y se ríe.
—Ah, ¿no sería esa la mejor situación? Una horrible ruptura entre el mejor
amigo del que me enamoré y yo. No, quiero decir, sí, no, no voy a hablar más de
eso. Algunos secretos mueren contigo, pero nunca ha habido un momento en la
vida de ese tipo en el que me haya visto como algo más que su mejor amigo o
enemigo. Créeme en eso.
—¿Y qué hay de ti? —pregunto, pisando un vaso y luego recogiéndolo.
Quinn se queda paralizado; su mano se cierne sobre un vaso rojo antes de
recogerlo y tirarlo a la bolsa de basura.
—Hmm, el jurado aún está deliberando sobre eso, nunca me permitió
explorar mi sexualidad de manera intensa, pero estoy de acuerdo en que es
importante ver a las personas como personas. No he pensado en eso en dos años.
—¿Alguna vez...? —Trago saliva—. Ya sabes, como, experimentar…
—Ah, la hora del cuento ha terminado oficialmente. Gracias por venir. Puedes
ver tu salida. —Quinn me arroja un vaso; está vacío y me hace reír—. Eres muy
hermosa, por cierto, en caso de que no te lo digan lo suficiente. Sentí que
deberías saberlo.
Se me corta la respiración. No sé qué decir. Quinn levanta la mano,
temblorosa, y aparta mi cabello.
Se ve bonito a la luz de la luna.
Su mano cae.
103
—¿A veces piensas que la historia se repite? ¿Una y otra vez hasta que se
resuelve lo que salió mal?
Trago saliva, humedezco mis labios y no tengo nada que darle, ninguna
respuesta porque me he preguntado lo mismo durante mucho tiempo. ¿Estamos
en un movimiento de repetición constante? ¿Siempre querré a Ambrose?
¿Siempre me enamoraré de él aunque sepa que no es lo mejor?
Niego con la cabeza.
—Ojalá lo supiera.
Quinn asiente entonces.
—Lo mismo. Lo mismo.
—Deberíamos… —Miro hacia otro lado—, entrar.
—¿Pero lo hiciste? —pregunta mientras comienzo a alejarme—. ¿Con él?
No respondo.
Pero es respuesta suficiente.
Ambrose
104
estuviera sobrio y dejara de ser un imbécil, típico de Quinn, pero eso es todo.
¿Está bien Mary-Belle?
¿La gente simplemente se fue?
Hubo una carrera. Definitivamente recuerdo haber corrido.
—¡Mierda! —Me levanto de golpe, mi cabeza palpitando. ¿Alguien gritó
policías? ¿Me van a arrestar? ¡Mierda! Estoy muerto, tan muerto si los policías
vinieran a mi casa y me desmayara, sería capaz de decir que alguien me drogó y
no sabía lo que estaba pasando.
Gimo entre mis manos.
—Bella Durmiente —La voz rasposa de Quinn aparece al azar de la nada.
Miro alrededor de mi habitación: todavía está oscuro, por lo que claramente
no es hora de despertarse aún, es hora de dormir y de sufrir en silencio por ser
el tonto borracho.
—Aquí abajo —dice.
Está tumbado en mi suelo, no en una habitación de invitados, sin camiseta;
está de lado.
—Tú.
—Yo. —Se pone de espaldas y pone las manos detrás de la cabeza—.
Sinceramente, iba a regodearme pero sentí que era demasiado pronto. En
cualquier caso, todo está limpio, Mary-Belle se estrelló hace unas horas. He
estado aquí durmiendo y escuchando tus gemidos mientras te agitabas en la
cama como si fueras a vomitar de nuevo, y dejé el bote de basura por si acaso.
Nadie quiere despertarse con alguien vomitando sobre ellos porque no pueden
llegar a tiempo. Además, bonus, súper embarazoso, y mi teléfono está
completamente cargado, así que tomaría una foto de esa mierda y la publicaría,
ni siquiera voy a ser astuto al respecto.
—Mierda. —Es todo lo que puedo decir mientras me acuesto— ¿Cómo es esto?
¿Sabes qué? Me duele demasiado incluso para preguntar, ¿pero ella está bien?
—Ella está bien.
—¿Ustedes... pasaron el rato?
—¿En serio? —Se sienta— ¿Eso es lo que me preguntas? ¿Si salimos? ¿Qué
quieres saber si nos tomamos de la mano, si la besé, si me la follé en tu patio?
Maldita sea, hermano, tómate un descanso. No estoy tratando de hacer otra cosa
que no sea ser un ser humano de mierda. ¿Es bonita? —Trago saliva y espero
su respuesta— Sí —Suspira y vuelve a tumbarse— ¿Quiero besarla? —Guarda
silencio durante unos segundos—. Cada vez que la veo. —Su voz baja. —
¿Volvería a ir allí? ¿Sabiendo lo que sé ahora? No. No lo haría. No me atrevería,
así que guarda tu polla en los pantalones y duerme un poco. 105
No sé qué decir, así que me quedo mirándolo. Hay tantas cosas entre
nosotros, tantas mentiras, secretos, tantas cosas, y ni siquiera sé cómo
reconocerlo o hablar de ello.
Hablar significa que está fuera.
Como si el universo lo supiera y te castigara por ello.
Así que me vuelvo a tumbar y miro al techo.
—¿Lo decías en serio? ¿Ese día?
Pasan segundos, luego un minuto entero. Probablemente se haya quedado
dormido, ¿verdad? Me giro hacia la pared.
—Sí —susurra—. Si sirve de algo, lo dije en serio entonces. Y no me retractaré
porque era mi verdad, y no puedes convertirla en una mentira una vez que se ha
dicho en voz alta. Tienes que aceptarlo, asumirlo, y saber que en ese momento,
fuiste lo más honesto que jamás hayas sido, y terminó rompiéndote.
Cierro los ojos con fuerza, sintiéndome de repente emocionado y no enfadado
por primera vez en dos años.
—Yo nunca estuve enfadado contigo. Estaba enfadado con lo que ella nos
convirtió.
—Creo que al menos ambos podemos estar de acuerdo en que ella es el diablo.
—Rezo por su muerte. ¿Es eso horrible?
—Ni siquiera es tan bonita.
—¡ESO ES LO QUE ESTOY DICIENDO! —Casi grito— ¿Cómo qué demonios,
hombre?
Quinn suelta una carcajada y luego se sienta. Miro por encima del hombro y
sonrío.
—¿Más verdad?
Trago saliva.
—Claro.
—Bien. —Se vuelve a tumbar—. Extraño a mi mejor amigo.
Así es como terminamos.
Tal vez todavía estoy borracho.
Sé que deberíamos haber hablado hace años, pero nuestros padres lo hicieron
106
imposible. A él no se le permitió estar aquí, y yo no estaba permitido allí. En los
pasillos, las noticias llegaban de alguna manera a mi padre si charlábamos o
incluso nos mirábamos, y entonces el resentimiento entre ambos ardía. Era una
catastrófica tormenta de fuego que no dejaba nada a su paso.
Y nos dejó a los dos vacíos.
Muy imperfectos. Muy usados. Muy solos.
Cierro los ojos y finalmente dejo salir las palabras que debería haber dicho
hace mucho tiempo.
—Yo también te he extrañado.
Creo que está dormido cuando me responde.
—Totalmente te acostaste con tu hermana de acogida.
Extrañamente, me rio.
Él se ríe.
Y luego me duermo, pensando que debe haber sido un sueño muy bueno,
tenerlo en mi habitación de nuevo y sabiendo que cuando me despierte, todavía
estará allí diciéndome que cabalgaremos o moriremos, colegas antes que las
chicas, pero sabiendo que no lo será.
No lo hará.
Porque cuando más necesitaba a Quinn, cuando él más me necesitaba a mí,
ambos nos rendimos.
107
Mary-Belle
109
Me quedo ahí. ¿Es Quinn la criada ahora? ¿Qué está pasando?
Quinn mira por encima del hombro con una sonrisa de satisfacción.
—Una vez comiste huevos pasados de rosca, digamos. Y dijiste que sabían a
orina, supéralo, hermano.
—Hazlo. Y no me llames hermano. Desencadena mi ansiedad.
Quinn se ríe.
—¿Recuerdas aquella vez que ese imbécil de primer año que estaba todo el
tiempo diciendo hermano, ¿Cuál es tu daño broh, y le diste un puñetazo en el
rostro?
Ambrose gime.
—Me castigaron y me quitaron el teléfono durante una semana.
—Valió la pena; me reí mucho. —Quinn sigue tarareando.
Ambrose vuelve a gemir.
—Supéralo, Hermano —dice Quinn—. Bébete tu Bloody Mary.
—Supéralo tú. —Ambrose golpea su cabeza de nuevo—. Esto no ayuda. —Se
queja y toma su Bloody Mary de nuevo, masticando su apio—. Se supone que lo
hace mejor.
—Bonificación —añade Quinn, apagando la estufa—. Has dejado de vomitar,
yay…
No ha habido peleas todavía, casi preocupada mientras me quedo observando
su interacción.
—Ummmm. —Señalo entre los dos. Quinn mira por encima de su hombro—.
¿Qué es esto?
—El desayuno —dice Ambrose con voz ronca—. Cocina mejor que yo, y puede
que haya rogado.
—Pero no de rodillas —bromea Quinn.
Frunzo el ceño.
—Um, ¿Todo eso de que nos odiamos y podríamos acabar en la cárcel ha
terminado?
—No —dicen al unísono.
—Pero es tocino. —Quinn me saluda con la espátula.
—Tocino. —Ambrose asiente—. Es como ondear una bandera blanca
temporal después de la batalla. 110
—...batallaste mucho anoche, hombre —añade Quinn.
—Mucho. —Ambrose parece a punto de vomitar de nuevo—. No quiero volver
a beber whisky. ¿Por qué nadie me lo impidió?
Resoplo una carcajada y saco un taburete.
—Sí, porque eso siempre funciona súper bien para la persona que intenta
meterse contigo por cualquier cosa.
—Ponte encima de mí cualquier día —dice en voz baja.
Le doy un golpecito en la barbilla con los dedos.
—¿POR QUÉ? —grita.
—¡Porque eres un idiota! —grito de vuelta.
Quinn se ríe.
—Ese es él.
Ambrose maldice.
—¿Puede alguien ponerse de mi lado por una vez? Tengo tanta jodida resaca
que quiero llorar, y nunca lloro; las lágrimas son para los cobardes.
Lo fulmino con la mirada.
Él me devuelve la mirada, y finalmente me hace un gesto con los dedos como
si no debiera ofenderme.
—Ya sabes lo que quiero decir.
—¿Acaso lo sé? —pregunto, inclinándome hacia delante. Quinn apaga la
estufa y trae el tocino, dejándolo caer sobre una toalla de papel blanco mientras
Ambrose bebe su bebida. Es muy difícil no mirar el paquete de seis de Quinn o
el hecho de que lleva sus típicas gafas de montura negra.
Clark Kent está literalmente en mi cocina.
Superman está sentado a mi lado.
Mi vida ya no es normal.
Ambrose me sonríe, es descuidado pero sexy, y es difícil no recordar lo que
esa boca me ha hecho.
—No te ofendas sólo porque hablé de mi favorito.
Agarro un trozo de tocino caliente y lo meto en su boca.
—¡POR QUÉ! —Lo escupe. Cae sobre la mesa y rebota hacia su mano—¡Está
muy caliente!
111
—Ups. —Levanto las manos mientras Quinn se ríe. Me gusta su risa; es fácil,
no es como si lo estuviera forzando.
Quinn lanza otro trozo de tocino hacia Ambrose. La grasa cae sobre la
encimera blanca, pero a mí no me importa, y a ellos tampoco.
— No seas un bebé; pon algo de proteína ahí.
—Tú pon proteína allí. —Ambrose refunfuña, luego agarra el tocino y arranca
un pedazo con sus dientes.
—Es raro cuando tiene resaca —comento después de mirarlo fijamente
durante unos segundos. En verdad es como si no tuviera filtro, y me encanta.
—Normal. —Quinn asiente—. Es como ver a un animal volverse salvaje en
Zootopia.
Los dos miramos a Quinn.
Él se encoge de hombros.
—¿Qué?
—¿Ese es el ejemplo que se te ocurre? —Me rio— ¿Zootopia? —Ambrose
rompe otro trozo de tocino—. No soy salvaje, pedazo de mierda. Es que... maldita
sea, estoy muy cansado, muy cansado.
Quinn sonríe y toma otro bocado de tocino.
—Es como la dulce nutria que se pierde de un aullido nocturno, ¿y por qué
me miran los dos como si me hubiera vuelto loco?
Ambrose se cruza de brazos.
—No es que te haya mordido, imbécil.
—Sin embargo, querías hacerlo.
La sala se tensa.
Ambrose empuja hacia atrás su taburete.
Me imagino una pelea.
Se inclina sobre la barra hasta quedar a centímetros del rostro cómicamente
aturdida de Quinn.
—¿Por qué no la mordería a ella?
—Apuesto a que le gustaría. —Quinn ni siquiera se inmuta.
112
—Apuesto a que te mataría. —Agarro un pedazo de tocino.
—No me mató la última vez. —Ambrose me guiña un ojo.
Le tiro el tocino.
—No es divertido.
—No, no lo fue. —Habla en serio.
Quinn respira profundamente y luego exhala, y mira hacia otro lado.
—Así que ahora es así, ¿no? Dios claramente nos está castigando.
—Yo lo veo como una recompensa. —Ambrose tira un trozo de tocino en la
mesa frente a mí— ¿Quieres más sobras?
Me pongo en pie de un salto.
—¿Quieres que te estrangule?
Lame sus labios y muerde su labio inferior.
—Sí. Por favor.
Quinn maldice en voz baja.
Y debido a que como chicos como éstos en cada comida o en mi cabeza creo
que es así, me inclino y meto un pedazo de tocino en la boca de Ambrose, luego
arranca la última parte de su boca y mastica.
Sus ojos se abren de par en par.
Quinn se muere de risa.
Sigo masticando y luego le susurró al oído.
—Voy a buscar una cuerda.
113
Ambrose
Trago saliva y miro hacia otro lado, todos los pensamientos sobre el tocino
desaparecen por completo, mientras la sonrisa inteligente de Quinn me llama la
atención; el tipo ni siquiera necesita palabras.
Tengo que arreglar la tensión.
Arreglar la situación.
Arreglar el nudo en mi estómago y la presión en el pecho cuando mi cerebro
le dice a mi cuerpo que estamos los tres completamente solos.
Y es fin de semana, así que realmente hay muchas opciones, ¿no? Por
114
desgracia.
Por suerte, es Quinn quien habla primero.
—Bueno, en ese sentido, creo que voy a dejar a cada uno de ustedes en
buenas manos. —Él asiente—. Por otra parte, en realidad no tienes la
supervisión de un adulto, así que asegúrate de no quemar la casa o no tener a
la policía llamando o lo que sea; ni siquiera sé por qué estoy diciendo todo esto.
—Me mira fijamente—. Eres tú.
—Soy yo. —Estoy de acuerdo.
Mueve la cabeza.
—El perfecto súper responsable... —Da un paso hacia mí—. Ambrose.
Mi respiración se corta cuando me mira de arriba a abajo y luego a Belle.
—Diviértanse, chicos. Encuentren a alguien más para el dinero de la fianza;
saldré esta tarde para arreglar mi Jeep.
—Espera. —Lo agarró del brazo— ¿Qué pasó con He-Man?
—¿He-Man? —Mary-Belle repite— ¿Qué demonios es un He-Man?
—Un sueño de la infancia. —Quinn lo apunta con su llavero—. Tiempo atrás,
quería ser un superhéroe malvado, así que le puse a mi auto el nombre del mejor
superhéroe de todos los tiempos.
Belle suelta una carcajada y se cruza de brazos.
—¿Te olvidas de Iron Man? ¿El Señor Fantástico? ¿Capitán América? ¿Cómo
puedes llamarte a ti mismo fan de los cómics si no mencionas al menos a Charles
Xavier!
Hago una doble toma, está literalmente enojada por esto, y es probablemente
una de las cosas más sexys que he visto nunca. Diablos, ella mencionó a Xavier.
Estoy tan muerto.
Me encantan los X-men.
Una vez me emborraché y grité:
—Soy Wolverine, perras. —Y procedí a agarrar pajitas y sujetarlas entre mis
dedos como si tuviera garras.
En retrospectiva, tengo suerte de seguir teniendo amigos después de eso.
Quinn pensó que era graciosísimo, pero se echó a llorar por cómo Wolverine
perdió a Jane, y fue como todo un momento.
Gracias a Dios que nadie lo grabó en cámara.
Quinn se acerca y le da una palmadita a B en la cabeza.
115
—Creo que nos quedaremos contigo. Cualquiera que no olvide que los X-men
son en realidad parte del universo Marvel puede sentarse en esta mesa. ¿Estoy
en lo cierto, Ambrose?
—Eso sería correcto.
Quinn le guiña un ojo y luego mira hacia mí.
—Dale recuerdos a Wolverine de mi parte.
—Sí, de acuerdo, Jane. —Pongo los ojos en blanco, negándome a sentirme
avergonzado. Es decir, al menos era Wolverine.
Era mi preferido, sí, como lo digo incluso en mi cabeza, no funciona, no me
trae buenos recuerdos.
Se echa a reír y, aún sin camiseta, se aleja de nosotros despreocupadamente.
El sonido de la puerta de entrada es bastante condenatorio cuando miro a
MB, y ella me mira, sus bonitos ojos marrones llenos de preguntas.
—Así que... —Se acerca a mí para tomar otro trozo de bacon y lo engulle—
¿Wolverine, eh? ¿Hay una historia ahí?
Me inclino más cerca de ella.
—¿No te encantaría saberlo?
Se encoge de hombros y pasa junto a mí.
—Nah, estoy bien.
Bien, ahora quiero contárselo.
¡Mujeres! Son tan manipuladoras.
—¿Adónde vas? —La sigo mientras se abre paso por la prístina sala de estar;
realmente lo limpiaron muy bien para mí, huh. Abre la puerta trasera y sale al
patio. Casi tropiezo con ella y apenas me detengo.
Come el resto del beicon y se queda mirando la piscina.
—¿Quieres nadar?
—¿Estás segura de que no te ahogaré?
Suelta una carcajada y se gira para darme un ligero empujón.
—Ahora mismo eres como un bebé jirafa; apenas puedes mantenerte en pie,
116
y mucho menos sujetarme.
—¿Quieres apostar por eso? —¿Estas palabras salen realmente de mi boca?
Quiero darme una bofetada.
En lugar de eso, espero su respuesta, pensando que me empujará más fuerte,
que se ofenderá o simplemente se enfadará… En lugar de eso, pasa su camiseta
por su cabeza y la deja caer al suelo.
Mi boca se seca completamente.
No lleva más que un sujetador deportivo Nike blanco y unos pequeños
calzoncillos grises que, tras quitarse su pantalón de chándal, sí, lamo mis labios,
apenas cubre sus nalgas mientras se aleja de mí, sus largas piernas dándome
visiones de muchas cosas muy traviesas para mi futuro.
Mierda.
Se supone que debo odiarla.
Hermanastra.
Hermanastra.
Responsable del asesinato de mi padre, o estaba allí cuando murió, con las
manos cubiertas de sangre, en sentido figurado, no literalmente.
Y sin embargo, no puedo evitar que mis pies se muevan tras ella; paso a paso,
finalmente llego al borde de la piscina. Su chapoteo salpica mi rostro, y juro que
puedo olerla en las gotas de agua mientras se deslizan por mi rostro.
Sale del agua y sonríe.
—Entonces, ¿qué dices, Wolverine? Un alto el fuego por un día, fingir que no
tenemos un pasado, saber que no tendremos un futuro. Tal vez, hoy sólo nos
relajamos, nadamos, y tratemos de no quemar la casa.
—Veinticuatro horas. —No consigo que mi voz deje de temblar— ¿Por qué
ahora? ¿Por qué veinticuatro horas?
Nada hacia mí y apoya los brazos en el lateral de la piscina, nunca me había
fijado, pero sus uñas son de un bonito tono de azul. ¿Cuándo las pintó? ¿Cuándo
compró esmalte de uñas?
Preguntas estúpidas en las que literalmente no puedo dejar de fijarme
mientras me inclino y meto los pies en la piscina junto a ella.
—¿Y? —Tira de mi tobillo.
—Estoy cansada, Ambrose. Estoy muy cansada. —Sus ojos se llenan de
lágrimas—. Sólo quiero un descanso. ¿Nunca has necesitado un descanso? No
tengo ni idea de lo que va a pasar después de que nos graduemos. No tengo ni
idea de a dónde voy, no tengo nada, nadie, y estoy tan, tan harta de preocuparme
por lo mismo una y otra vez. Así que sí, quiero un alto al fuego. Quiero nadar y 117
sentirme libre. No quiero pelearme contigo. Sólo necesito...
—-Libertad —respondo en un duro susurro—. Donde no te sientas como la
víctima incluso si no lo eres.
Sus ojos se estrechan.
—Sí.
—De acuerdo. —No sé qué demonios estoy haciendo mientras me quito la
camisa por encima de la cabeza y la tiro sobre el hormigón—. Si vamos a hacer
esto, vamos a hacerlo bien.
O mal.
Seamos sinceros; todo esto está mal, aunque se sienta bien, pero quién soy
yo para decir que no.
No cuando ella está ahí mismo.
No cuando estoy aquí.
Maldita sea.
Me siento como un adicto esperando mi próxima dosis mientras sigo tratando
de alejar la única cosa que puede destruirme.
No tenemos otra opción que la destrucción.
Y sin embargo, cedo.
Me rindo.
Quizá siempre lo haga.
Ella vuelve a nadar con una pequeña sonrisa, mechones de cabello se
adhieren a sus mejillas. Quiero tocarlos.
Estoy tentado de lamer el agua de su rostro como un psicópata, pero maldita
sea, de repente me siento deshidratado.
Tengo frío, pero la llama parece que está subiendo más y más; sube cuanto
más me acerco a ella, diciéndome que estamos a punto de quemarnos,
diciéndome que estoy repitiendo un error del pasado, como si los dos fuéramos
a quemarnos esta vez, otra vez y, otra vez, y sin embargo me quito el resto de la
ropa y salto al agua, salpicándola, nadando hacia ella.
Me golpea, la idea de que tal vez no puedo dejar a esta chica, no importa lo
que sienta o lo que piense, ella sólo existe en mi universo, y mi universo es parte
del suyo.
Ella nada hacia mí; me esfuerzo por no mirar sus largas piernas, pero no lo 118
consigo, y entonces está justo en frente a mí, jadeando, sin aliento, pidiendo ese
cese del fuego, pidiéndome veinticuatro horas de normalidad que nada más
quiero darle.
Porque yo también la necesito.
La necesito más de lo que quiero admitir.
—¿Estás nerviosa? —pregunto con más bravuconería de la que siento.
Ella simplemente se encoje de hombros, y aparta los mechones de cabello de
sus mejillas, sonriendo.
—¿Tu lo estás?
—Sí. —Trago lentamente—. Nunca he pasado veinticuatro horas con un
enemigo.
—Es curioso, yo nunca he pasado veinticuatro horas con alguien a quien
llamaría amigo.
Me suavizo, no debería, pero lo hago.
—Sin embargo, ¿lo somos?
—¿No lo somos?
Tengo tantas cosas que puedo decir; en lugar de eso, simplemente nado y
digo:
—Te reto a una carrera.
—¿Qué consigo si gano? — Se ríe tras de mí, tan libre, más libre de lo que me
he sentido en mi vida— ¿Pizza? ¿Helado?
—¿Sólo piensas en comida?
Ella suspira fuertemente, ya no salpica.
—Cuando no has comido mucho en un tiempo, tiendes a fijarte en ella. Quiero
decir, no me malinterpretes. —Ella nada hacia mí—. No todos mis padres
adoptivos eran horribles, pero la comida... la comida se siente como oro para mí,
así que sí... a veces me fijo demasiado... en la comida.
Me duele tanto el pecho que me cuesta respirar.
—Te prometo, ahora mismo, que si me ganas en esta carrera, siempre tendrás
comida.
Se ríe, echando la cabeza hacia atrás. Su risa es pura y hermosa y todo lo
que siempre he querido experimentar pero nunca tuve la oportunidad de hacer.
Es pura, y me encanta.
—De acuerdo. —Nada hacia mí, ambos estamos en el borde—. Así que
119
corremos de un extremo a otro, y si te gano, obtengo nuggets de pollo ilimitados...
quiero decir, ¿cómo mínimo?
—Por supuesto. —Asiento—. Como mínimo.
—De acuerdo.
Extiendo mi mano.
—De acuerdo.
Ella la estrecha, y quiero atraerla hacia mí; en cambio, la dejo ir, y ella se va
a su lado de la piscina. Yo me quedo en el mío.
—¿Listo? —Me sonríe. ¿Es raro que quiera mantener esa sonrisa?
—Sí, listo. —Vuelvo a asentir.
—Vamos. —Se ríe.
La sigo. Ambos luchamos por llegar al otro extremo, y entonces me detengo y
la veo ir.
Y se va. Y sigue.
—¡Sí! —grita ella— ¡Gané!
—Totalmente. —Me desplazo en el agua—. Nuggets de pollo de por vida,
amiga.
—Somos tan elegantes.
Me rio.
—Tan elegantes.
—¿Deberíamos comer? —Me guiña un ojo y nada hacia mí.
Quiero comer.
Tengo muchas ganas de comer.
Quiero algo más que nuggets de pollo. Tampoco quiero asustarla.
Pero quiero.
Maldita sea, quiero.
—Sí. —Vuelvo a asentir—. Vamos a comer algo, pero también, nunca, nunca
te preocupes por no tener comida. Soy tu comida. Soy tu amigo. Soy tu persona,
incluso si me odias por la mañana y me amas por la noche. Incluso si por el
resto de tu vida quieres asesinarme. Tú siempre tendrás a alguien. Y ese alguien
soy yo.
Sus ojos se llenan de lágrimas. 120
No sé qué hacer. No estoy preparado para nada de esto.
Ella asiente con la cabeza, luego la deja caer contra mi pecho y solloza.
—Es difícil.
—Lo sé.
—No sé qué va a pasar.
—Veinticuatro horas —digo—. Eso es lo que va a pasar. Nosotros. Durante
veinticuatro horas. La familia perfecta. Solos. Comiendo nuggets de pollo.
Me mira, con lágrimas en los ojos, y creo que va a ser peor, pero se limita a
decir.
—¿Podemos comer papas fritas también?
Me echo a reír.
—Sí, chica, podemos pedir papas fritas.
—Pero de las grasientas.
—Sí.
—Y Mountain Dew.
Me rio más. Por supuesto, ella quiere Mountain Dew.
—Hecho. ¿Algo más?
Hace una pausa, y entonces esos grandes ojos marrones parpadean hacia mí.
—Realmente me gustaría pasar esos momentos comiendo con mi
hermanastro.
—Él estará allí. —Para siempre. Incluso si no debería estarlo—. Por supuesto,
¿quién más va a mantenerte en control?
—Sólo tú.
Me rio pero luego más serio digo:
—Sólo yo.
121
Ambrose
125
supone que es más relajante, ya ves.
—Estoy más preocupada; ¿cómo sabes eso?
—Mamá preguntó. —Se ríe—. Sólo cosas estéticas cerca de la comida.
Mi mandíbula cae.
—Estás bromeando, ¿verdad?
Se encoge de hombros.
—Altera el jugo recién exprimido, no me hagas hablar de la leche... —hace un
gesto con el dedo y susurra—: Se echa a perder.
Casi le empujo del sofá.
—Ahora sé que estás lleno de mierda.
Él lanza las manos al aire riendo.
—No me digas. Tuvimos una reunión familiar sobre sólo decir cosas positivas
cuando abrimos la nevera, algo sobre cómo la negatividad hace que la comida se
estropee, ya que tiene sentimientos.
Llevo mi Mountain Dew a mi boca y susurro:
—Te quiero.
Esta vez Ambrose sí se cae del sofá al suelo; se ríe tanto que parece que
podría empezar a llorar.
—Mierda, quise decir comida, no Mountain Dew. Esa mierda está muerta. ¡Es
un puto formaldehído 4!
—¡RETÍRALO! — Grito, lanzando una almohada con mi mano libre —¡HAS
HERIDO SUS SENTIMIENTOS!
—¡NO LO HICE!
—¡SI LO HICISTE!
—¿POR QUÉ GRITAS?
—¡EL MOUNTAIN DEW ME HACE IRRACIONALMENTE AGRESIVA!
Se queda quieto y luego pone las manos detrás de la cabeza.
—Vaya ¿De verdad?
—Ni. Una. Palabra. Más. ¡Especialmente con esa mirada de chupa-mi- polla
en tu rostro!
Su mandíbula cae.
—Eso es algo extremadamente inapropiado para decirle a tu hermanastro. —
126
Ambrose pone una mano en su pecho—. Estoy casi horrorizado.
—En primer lugar... —Vuelvo a arrojarle la almohada—. Eso es lo que todo
chico hace cuando quiere cosas malas.
—-Eso no es algo malo.
Resoplo.
—Segundo, conozco esa mirada, así que deja de mirarme así. —Casi
tartamudeo—. Y tercero. No.
—¿Puedo hablar ahora?
—¿Necesitamos un bastón para hablar?
Muerde su labio inferior.
—Entraste directamente en eso, chica, no puedo ayudarte con eso. —mira
hacia abajo a su entrepierna y luego vuelve a mirarme —. Pero si insistes.
—Te odio.
Agarra mi pie y me tira suavemente al suelo frente a él.
128
—¿Quieres ver mi Hummus? ¿Crees que podrías sazonar mi filete? Oh, ¿qué
es eso? Oh, Dios, ¿tienes queso cheddar en el cajón y quieres enseñármelo? —
Parece que está listo para derrumbarse en el suelo y empezar a molestar en
anticipación a la comida.
Estoy temblando de risa cuando llegamos a la nevera.
Le da una pequeña palmadita y, efectivamente, toma el imán de yoga y pone
nuestra tregua de veinticuatro horas en la parte delantera de la puerta de acero
inoxidable.
Lo hace con el pulgar y el índice.
—Hecho. Fácil.
En realidad no. No es fácil.
—Ahora... —mueve la cabeza hacia la escalera—. Tu cita con las uñas te
espera.
—¿Qué hago por ti?
—¿Qué? —Corre hacia mi espalda y luego ayuda a estabilizarme— ¿Qué
quieres decir?
—Dejas que use tu esmalte de uñas. Necesito, como... —¿Cómo puedo decir
esto? — Quiero decir, nada es gratis. Lo estoy usando, y si quieres usarlo alguna
vez y lo he usado todo, supongo que puedo pagar con lo que tu madre me dio las
últimas semanas para comida... Sí, lo haré. El dinero está en mi habitación; lo
tomaré ahora y...
—-Detente. —La palabra es baja... matando el humor.
Tengo que mejorarlo.
—No, no, quiero decir, esto es bueno. No debería deberte nada…
—-¡Para de una puta vez, B! —Me agarra por los hombros—. Es esmalte de
uñas. Esmalte. Ni siquiera lo quiero más. No creo que pueda soportar siquiera
mirarlo si te está causando tanto estrés. Solo tómalo...úsalo, y no pienses en él
como un favor para... —Es como si no pudiera pensar en las palabras— ¿Es así
como te hice sentir?
No puedo respirar.
—¿Qué?
Me atrae contra él e inclina mi barbilla con su mano. De repente me doy
cuenta de que está temblando.
—¿Es así cómo te hice sentir? ¿Cuándo viniste aquí? Cuando nosotros... en
el baño, ¿es así como te hice sentir? 129
—Me gustaste. —Es la única manera en que puedo responder. No se sentía
necesariamente barato, pero era de esperar.
Las hormonas, los estudiantes de último año de secundaria, la nueva
situación. Pero no importa cuánto lo justifique, me doy cuenta de la triste
realidad.
Sentí que quería algo para mí, y quizás una pequeña parte de mí sintió que
sería más fácil acabar con ello.
Mi silencio es suficiente respuesta al principio, y luego sacudo la cabeza.
—Lo quería, te quería a ti, pero estoy acostumbrada a... estoy acostumbrada,
quizás, supongo, no sé, tú eres tú, yo soy yo, estaba siendo egoísta, quizás
usándote tanto como tú me estabas usando a mí. Cuando miro atrás, creo que
no estaba pensando en absoluto. —Las lágrimas se acumulan en mis ojos—.
Tenía miedo. Estaba triste. Y tú me hiciste sentir segura.
Por la mirada que tiene, se diría que acabo de apuñalarlo en el corazón.
Rápidamente mira al suelo. A los dedos de mis pies. Sus hombros se desploman,
toda la bravuconería desaparece, todas las bromas sobre verduras y queso
muerto, al igual que los sentimientos que solía tener por mí. Igual que su padre.
Igual que su madre.
Después de unos segundos de silencio, exhala una maldición y sigue sin
hacer contacto visual mientras pasa a mi lado.
—Vamos a pintarte las uñas de los pies.
Lo sigo y me pregunto si el alto el fuego acaba de terminar por sí mismo.
130
Ambrose
Pone las manos delante de ella casi como un escudo, lo que mata una parte
de mí, aunque finjo que no me perturba.
—Oh, no, no, puedo hacerlo.
Consigo sonreír a pesar de la agitación en mi cabeza.
—Una cosa que nunca has oído, un secreto que me llevaré a mi tumba... Soy
un artista muy bueno. Podría pintar las uñas de tus pies mientras duermo y
hacerlo muy bien. Siéntate.
Lentamente, MB se mueve hacia el suelo. Ya está descalza y con unos
pantalones cortos lo suficientemente largos como para cubrir su culo perfecto,
apenas, se inclina hacia adelante con ambas piernas mirando hacia mí.
Sería como pintar los dedos de sus pies hacia atrás, así que la muevo un poco
y tiro lentamente de una pierna sobre mi regazo.
Suelta un pequeño grito.
Sonrío mirando los dedos de sus pies.
—No es que esté planeando cortarte el pie o lamerte los dedos, sabes.
132
—Ese es un fetiche muy específico.
—Mmm... —Abro el esmalte de uñas—. Bastante seguro de que la gente hace
eso en Only Fans-no es que yo lo sepa.
—Seguro… —Se ríe de verdad—. Probablemente estás en todas esas cosas
raras, pagando a la gente diez dólares sólo por alcanzar y cambiar una bombilla.
—Te pago cincuenta por subir una escalera —Bromeo.
Una risita se escapa de sus labios, haciendo que su pierna se mueva un poco,
y junto con ella, los dedos de sus pies, se curvan sólo ligeramente, y es sólo un
recordatorio más.
Tiene unos dedos adorables.
Estoy perdiendo la cabeza.
Aclaro mi garganta al menos dos veces antes de pasar a su dedo gordo.
—Bien, vas a tener que quedarte quieta.
—¿Pensaba que eras un súper buen artista?
Resoplo.
—Ningún artista puede crear una obra maestra con movimiento a menos que
esté pintando con los dedos, lo cual se puede arreglar si sigues rebotando el pie.
—Lo siento —murmura.
En cuanto empiezo a pintar, la sedosa piel de sus piernas se eriza. Hago como
si no me diera cuenta de que la habitación se ha quedado en silencio, como si
nuestros fantasmas del pasado nos estuvieran observando, y el momento es
demasiado intenso para que las palabras llenen el espacio entre nosotros.
Aclaro mi garganta y tengo que volver a hacerlo cuando bajo hasta el segundo
dedo del pie, y luego el tercero.
El erizamiento en sus piernas se acentúa a medida que avanzo de un pie al
otro.
—¿Quieres, um, una segunda capa?
—Claro. —Su voz es tan tranquila que juro que es como si ella también tuviera
miedo de hablar.
Asiento y ni siquiera la miro mientras empiezo a pintar y finalmente me decido
a decirlo.
133
—Lo siento.
—¿Por?
No puedo mirarla, además parece que centrarme en sus pies me tranquiliza.
Maldición, tal vez tengo un fetiche con los dedos de los pies. Sólo sus dedos, sólo
sus bonitos dedos.
—Por esa mañana, por aprovecharme, por ser un imbécil y ni siquiera
conocerte lo suficiente como para tener una aventura de una mañana.
—Lindo, ¿ya que no era de noche?
—Naturalmente.
Su pie rebota un poco. Me giro y la miro.
Ella hace una mueca de dolor, y luego tira de su labio inferior con los dientes.
—Lo siento, me olvidé.
—Estoy aquí mismo.
—Lo sé.
Suspiro.
—Eso, eso... —Vaya, buen trabajo Ambrose; has dicho la misma palabra dos
veces—. Todo lo que digo es que no volverá a pasar.
Me odio a mí mismo.
Cometería un asesinato antes de que eso volviera a suceder. Muerdo mi
lengua y espero a que diga algo mientras termino la segunda capa y empiezo a
soplar en sus pies.
—Porque sólo es un breve alto al fuego —dice— ¿Verdad?
Me detengo y la miro.
—No, no por el alto al fuego, sino porque me equivoqué, y no fue justo, y
deberías sentirte segura sin sexo.
Su sonrisa crece, es tan condenadamente bonita. Me mareo con la necesidad
de inclinarme y besarla. Genial, un minuto después de prometer que no me
dejaré llevar.
Rechino tanto los dientes que me duele la mandíbula. Siempre he sido capaz
de controlarme, sobre todo porque siempre tenía gente que me observaba, así
que ¿por qué estoy perdiendo el control?
Mira los dedos de sus pies.
134
—Bonito.
—Um, sí, ves, te lo dije, artista. —Levanto la botella, me aseguro de que esté
cerrada y la arrojo a mi cama.
—Ese es exactamente el tipo de cosas que hace que las chicas se enamoren
de chicos que son malos para ellas. —Finalmente dice.
—¿Que soy un artista?
—No. Que deberías sentirte seguro sin sexo.
Mis labios se curvan en una sonrisa.
—Sí, bueno, he estado practicando para no ser un imbécil frente al espejo.
¿Cómo lo estoy haciendo?
—Meh. —Levanta la mano y la agita de un lado a otro—. Has pasado de un
cinco negativo a por lo menos un tres hoy después del alto el fuego, el incidente
de la nevera y pintarme las uñas de los pies.
—¿La disculpa me lleva al menos a un cinco? —Pregunto en lugar de suplicar.
—Bésame —Me reta.
—Mierda, no me hagas esto. —Gimoteo entre mis manos—. Me estás
poniendo a prueba, ¿verdad?
Se encoge de hombros y se apoya en las manos.
—Y te preguntas por qué te odio —digo con voz malhumorada—. No. No voy
a besarte.
Me levanta la mano. Los cinco dedos.
—Felicidades, ahora tienes un cinco.
Choco los cinco con ella y luego me dejo caer contra la alfombra con una
carcajada.
—¡Objetivo de la vida cumplido!
Ella también se deja caer en la alfombra y ambos miramos al techo.
—¿Te das cuenta de que todavía tienes esas cursis estrellas en el techo?
Pongo las manos detrás de mi cabeza.
—Sí.
—¿No quieres quitarlas?
—No. —Niego con la cabeza a pesar de que ella mira hacia arriba—. Solía
mirar hacia arriba y pedir deseos.
—¿Qué tipo de deseos?
Me doy cuenta de que se hace tarde, y ambos tenemos colegio por la mañana,
pero me gusta estar en su universo, y me gusta que me pregunte sobre el mío. 135
Demasiado.
Trago el nudo en mi garganta mientras pienso en la primera estrella que puse.
Cuando no funcionó como dijo Plaza Sésamo, puse otra, y otra, hasta que tuve
esta gigantesca constelación allí, seguramente serían suficientes deseos para
darme lo que quería.
—Te vas a reír. —Finalmente encuentro mi voz.
Se pone de lado y me mira.
—Pruébame.
La miro y nuestros ojos se encuentran; nunca me había dado cuenta de lo
bonitos que eran los ojos marrones hasta este momento, hasta ella.
—Quería una hermana.
Frunce el ceño, y luego es como si pudiera leer mi mente cuando susurra:
—Así no tendrías que ser siempre perfecto.
—Para no tener que ser siempre perfecto.
Ella mira profundamente en mi alma. Juro que me conoce más que mis
amigos, más que mi madre, cuando asiente y, con una pequeña sonrisa, dice:
—Supongo que tu deseo se ha cumplido finalmente.
Gimo entre mis manos.
—No es lo que tenía en mente, y lo digo de la mejor manera posible.
—No es por hacerlo raro. —Lame los labios—. Pero al menos tu deseo fue semi
concedido.
—Ahora estás aquí.
—Sí.
—Pero llámate mi hermanastra una vez más, y saltaré desde el techo, ¿de
acuerdo?
Se echa a reír y me mira de arriba abajo.
—Sí, definitivamente no hay vínculo de sangre aquí.
—Se puso raro.
—Muy raro.
—La culpa es mía.
—¿Podemos ir a tomar un helado?
Me rio y me pongo en pie de un salto.
136
—¿Qué pasa contigo y la comida chatarra?
—¿Qué te pasa a ti que no la consumes? —Responde— ¡La comida es para
comerla!
Me rio y luego la pongo de pie y la balanceo fácilmente sobre mi espalda,
dándole un paseo a cuestas.
—Tu carruaje te espera.
—Gracias, buen señor.
—Mi lady. —Me rio y la llevo por las escaleras mientras maldigo las estrellas
en mi techo.
¿Deseo concedido?
Excepto que no es mi hermana.
Es mi compañera de piso.
Y creo que puedo enamorarme de ella si me lo permito, y eso es más peligroso
que ser un adolescente que se queda solo con cantidades ilimitadas de dinero y
ella al otro lado del pasillo.
Sexo, puedo hacerlo.
¿Amor? No es perfecto, es la mayor tentación en absoluto. Es desordenado,
caótico, duele, y hace que sangres una y otra vez.
Es el tipo de tortura perfecta que nunca querrás dejar escapar.
El universo me concedió dos cosas.
Y no tengo más remedio que elegir la que no tiene daños residuales.
Amigos.
Familia.
Y nada más.
Bésame había susurrado.
Es una broma, porque en el momento en que me lo pidió, repetí cada uno de
ellos en mi cabeza, y… durante unos segundos.
Era libre.
137
Mary-Belle
140
días. Me ducharía y haría algo con ese cabello antes de tener que intervenir y
hacerte una trenza.
Me levanto de golpe y lo miro desde el suelo.
—¿Trenzar mi cabello? ¿Quién eres tú?
Frunce el ceño.
—Um, ¿Un tipo súper inteligente al que le gusta impresionar a las chicas y
que miró YouTube durante tres horas seguidas por si surgía el momento? ¿Por
qué?
Froto mis ojos.
—¿Se supone que eso tiene sentido?
—Exacto. —Asiente y luego guiña un ojo y mira hacia la estufa—. Por cierto,
el alto al fuego termina pronto.
—Lo sé.
Compartimos una mirada, luego la atención de ambos está en la nevera, en
el estúpido imán de yoga, en nuestro pacto.
Lo mueve de nuevo, luego cuelga la cabeza y se pasa las manos por el cabello.
—Recuerda nuestras reglas.
—¿Cómo podría olvidarlo?
El silencio cae entre nosotros antes de que aclare su garganta.
—Tenemos que salir en media hora, yo me daría prisa.
—Mierda. —Desenredo la manta y me pongo en pie de un salto. Tardo unos
quince minutos en ponerme un poco de brillo de labios y rímel antes de recoger
mi cabello en un moño desordenado y vestirme.
Tomo dos barritas de proteínas y una cerveza fría de la nevera. Para cuando
tengo mi bolso de diseño, Ambrose ya está en el auto esperándome, luciendo
como uno de esos chicos de Tik Tok que se ven con su uniforme con aspecto
demasiado atractivo para asistir a la escuela.
Lleva unas gafas de aviador y está apoyado en el auto enviando un mensaje
de texto a alguien, y me siento celosa al instante.
No sé si es por el teléfono o por la forma en que sonríe mientras escribe.
—Listo —anuncio.
Él levanta la vista, con su expresión aburrida y molesta a la vez, y una parte
de mi alma se siente aplastada.
Mi realidad no es la misma que la del último día, y se siente como una pérdida
de nuevo. 141
La pérdida de él.
La pérdida de la comprensión.
La pérdida de la paz.
Mi sonrisa se siente muy mal mientras subo al costoso vehículo y me coloco
el cinturón de seguridad. Pone la música a todo volumen de camino a la escuela,
y sin darme cuenta de lo perdida que estoy en mi mente, estamos en el
estacionamiento y apaga el motor.
Tengo ganas de llorar. Me siento tan estúpidamente débil que me odio un
poco mientras exhalo y busco mi cinturón de seguridad.
Justo cuando estoy a punto de pulsar el botón para desabrocharlo, la gran
mano de Ambrose agarra la mía justo en la hebilla. Sigue mirando al frente, con
la mandíbula apretada, observando a todos los estudiantes que pasan, señalan
su auto y se quedan boquiabiertos. El culto al héroe es real.
No sé qué decir, así que digo lo que me sale del corazón, aunque me duela.
—Estoy aquí ahora.
—Pasos para la vida —dice finalmente.
—A veces las estrellas funcionan, aunque no sea de la manera que esperamos.
—Respiro profundamente—. Yo también puedo ser perfecta.
Él suelta una carcajada. Me duele al instante hasta que susurra:
—Ya lo eres.
Aparta la mano y sale del auto, dando un portazo como si estuviera enfadado.
Mi corazón tarda unos minutos en calmarse mientras desabrocho el cinturón
de seguridad y lo sigo a distancia. Otro día más sin amigos, aterrorizada por el
acoso escolar desde que vivo con Ambrose.
Él podría pensar que es perfecto para mí, pero yo recibo miradas de las chicas,
comentarios mezquinos. Y entonces, delante de su rostro, todo lo que dicen es
que soy la mejor. Sólo para llegar a él.
Puedo soportarlo.
He pasado por cosas peores.
Mantengo la cabeza en alto y suspiro aliviada cuando Quinn se acerca
corriendo.
—Parece que hoy está de humor.
Mi sonrisa es tonta, pero luego me pongo seria. 142
—Sí, tiene muchas cosas en la cabeza tras la noche de borrachera y el
desayuno sobrio.
Quinn se limita a asentir.
—Seguro que sí.
Frunzo el ceño.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Ohhhh, nada. —Me da un ligero codazo. Estamos casi en la puerta de
entrada cuando Ambrose se congela.
Siempre se pavonea por las puertas como si fuera el dueño del lugar. La gente
está reunida alrededor, lo que no es del todo extraño, pero están observando su
expresión, sus ojos muy abiertos, y de repente están mirándonos.
—Qué raro —Quinn me agarra del codo, y empezamos a caminar un poco
más rápido y es entonces cuando veo a esta preciosa y brillante chica de cabello
rubio que no puede ser mucho mayor que yo. Lleva un bonito vestido blanco,
chaqueta de jean, y lo que parecen ser sandalias caras; su maquillaje es perfecto,
y ella está sonriendo a Ambrose como si conociera cada centímetro de él.
—Quinn, ¿quién es esa...?
—-¡Qué diablos estás haciendo aquí! —Quinn ruge, sacando a Ambrose de su
asombro.
—Quinn. —La chica sonríe—. Siempre es bueno ver a un viejo amigo.
Quinn empieza a temblar a mi lado, luego me abandona, agarra a Ambrose
por el brazo y lo empuja lejos de la persona y hacia la puerta.
Simplemente se van.
Ambrose cuelga la cabeza. Quinn grita por el pasillo. Luego escucho a
Ambrose maldiciendo.
Todavía estoy frunciendo el ceño cuando la chica dirige su mirada hacia mí,
sus ojos fríos, calculadores, perfectos, y ahora está caminando hacia mí.
—¿Eres el remplazo de esos dos? No me di cuenta de que tendría competencia
cuando regresara.
—¿Competencia? —Pregunto.
Ella extiende su mano.
—Hola, soy Tessa. Estoy en Educación Primaria y trabajare aquí durante el
último mes de la escuela y la escuela de verano para obtener mis créditos. ¿Y tú
eres?
143
Levanto la cabeza, le doy la mano y digo con voz clara.
—Otro perfecto.
Ella frunce el ceño cuando suelto su mano.
—¿Qué?
—Soy la hermanastra de Ambrose. Por cierto, no parece muy contento de
verte... otra vez. Yo me retiraría antes de que acabes en el hospital en vez del
colegio... —Le enseño una enorme sonrisa—. Adiós. Buena suerte con la carrera
de magisterio.
Y entonces salgo a trompicones en busca de los dos chicos, que son enemigos,
con más curiosidad aún por saber qué conexión tienen y qué es lo que ha hecho
ella para que los dos se enfaden tanto.
Ambrose
No puedo respirar.
Ese es mi primer pensamiento.
El segundo es de completa rabia.
El tercero es que MB está mirando.
Me tiemblan las manos antes de cerrarlas en puños, y entonces me pregunto
en qué problemas me meteré por golpear a una mujer, lo cual, de nuevo, suena
horrible, pero la gente no conoce nuestra historia, no conoce nuestros daños, no
pienso en ella más que como un monstruo, y los monstruos son villanos, ¿no
144
deberían ser castigados?
Ella se escapó con el dinero de mi padre.
El dinero del padre de Quinn.
Se llevó nuestro orgullo.
Nos rompió y luego prometió arreglarnos.
Mintió.
Tantos pensamientos pasan por mi cabeza, y entonces siento una mano en la
mía, una que reconozco, la piel demasiado fácil de recordar, la sensación de que
presiona contra mi palma, el olor de su colonia.
Y maldición, cómo odio que nos mire a los dos como si estuviera a punto de
darse un festín en un buffet de Las Vegas.
Quiero vomitar.
Quiero saltar sobre Quinn y rogarle que me salve, y no soy esa clase de
persona. Siempre me he dicho a mí mismo que soy lo suficientemente fuerte para
salvarme, que no necesito a nadie, pero cuando, más lo necesitaba, él lo hizo.
Y todavía me odio por ser tan débil, tan imperfecto.
No me doy cuenta de que estoy hiperventilando hasta que me conduce por el
pasillo, empujándome bruscamente al baño de hombres, me empuja contra la
pared.
—¡Respira! —grita en mi rostro.
Me olvido de lo exigente que es. Su mano rodea ligeramente mi garganta
mientras me da golpecitos en la mejilla derecha como si tuviera que salir de mi
estupor.
¿Realmente no estoy respirando?
Veo manchas y cierro mis ojos con fuerza, luego los abro de nuevo.
Miro fijamente sus ojos azules y casi quiero contener la respiración, así que
vuelve a gritar. Necesito los gritos. Necesito una pelea. Me pregunto si también
me abofeteará.
Me dará un puñetazo en el estómago.
Una exhalación áspera sigue a mi corta inhalación.
Los ojos de Quinn están desorbitados. Me empuja con más fuerza contra la
pared de cemento junto al secador de manos.
—Mierda. Respira. Ambrose.
Lo estoy haciendo. ¿Verdad?
Ya ni siquiera lo sé.
145
¿Así es como se siente una crisis nerviosa? Porque no es divertido, es grave.
Duele. Odio a todos y a todo.
La puerta se abre detrás de él, y alguien entra, pero no me deja ir.
Un aroma perfumado familiar me inunda, y entonces MB está de pie junto a
él.
Mi gente.
Uno que me abandonó, al que detesto.
Uno en el que proyecto todo porque asumirlo podría matarme.
Ambos no deberían estar aquí.
Y sin embargo, lo están.
En el baño de hombres.
—Hermano. —La frente de Quinn choca contra la mía, es casi doloroso, pero
me saca de mi propia miseria mientras mi corazón late contra mi pecho—. Tienes
que respirar profundamente por mí, ¿bien? Voy a contar hasta tres, y tú vas a
respirar profundamente y a exhalar durante cinco segundos. Asiente con la
cabeza si entiendes.
Asiento.
Todavía me siento entumecido, pero con tanto dolor que es imposible pensar
más allá del hecho de que mi frente duele por la suya.
—Uno —empieza Quinn—. Dos. Tres.
Inhalo profundamente, luego cuento hasta cinco y lo suelto. MB pone su
mano en mi hombro.
Repito las instrucciones.
Lo hago de nuevo.
Y otra vez.
No sé cuántas veces... He perdido la cuenta de las respiraciones que he
tomado, del agarre que MB tiene en mi brazo, o de la forma en que Quinn me
mira, no con lástima sino con comprensión.
¿De verdad ha pasado tanto tiempo desde aquella noche? ¿Desde su
confesión, desde que hizo lo que hizo?
Desde que nos atraparon.
Desde que nos amenazó con todo. 146
Es como si Quinn pudiera leer mi mente. Sus ojos insistentes fijos en los
míos, y no puedo ni parpadear mientras le devuelvo la mirada con la misma
intensidad, mientras los recuerdos nos bañan. Sus manos se aferran a mis
hombros de una forma familiar que me niego a olvidar.
MB nos observa con preocupación. Puedo sentir su ansiedad, verla de pie
junto a él, sus ojos como buscando alguna herida cuando todo es interno.
El dolor, la sangre, el trauma.
—Es una perra —susurra finalmente Quinn—. Y no te merecías eso, lo siento.
—Su voz se quiebra—. Lo siento mucho, Ambrose, no lo hice, estaba borracho y
ella utilizó nuestra amistad. Ella sólo...
Lo atraigo para darle un breve abrazo. Aparentemente, sólo toco y beso a la
gente cuando quiero que dejen de hablar. Y entonces, en un movimiento poco
característico, eso se siente como volver a casa. Presiono mi boca contra su cuello
y respiro.
Se tensa y luego se relaja contra mí, abrazándome tan fuerte como yo lo estoy
abrazando a él.
Solidaridad.
Las cosas que nos obligó a hacer.
Las cosas que permitimos.
El pasado.
El presente.
El futuro.
Y, por supuesto, MB está ahí mismo, probablemente preguntándose qué
demonios de conversación silenciosa está pasando, pero no quiero
escandalizarla, ni quiero avergonzar a Quinn. Así que simplemente lo sostengo
de la forma en que él me abraza, sin importarme una mierda quién nos vea.
¿Qué es lo peor que podría pasar sobre lo que ya ha pasado?
—Sabes... —Quinn parece sonreír mientras nos abrazamos—. Realmente me
gustaría que a ti también te gustaran los hombres.
Me echo a reír y lo empujo para que se aleje.
—Serías el único imbécil para mí.
Toca su pecho con la mano.
147
—Gracias, hermano. Realmente lo sentí aquí. —Toca su pecho y sigue riendo
mientras MB mira entre nosotros como si estuviera a punto de preguntar si hay
una historia entre nosotros.
No. No es el momento.
Suena el timbre.
—Ah, de vuelta al infierno. —Quinn le guiña un ojo a MB— ¿Quieres que te
lleve a clase, o necesitas quedarte a charlar?
MB se queda en silencio, y luego mira de mí a Quinn.
—¿Te gustan los chicos?
Con la delicadeza típica de Quinn, que hace que quiera darle un puñetazo en
la garganta, por cierto, la agarra y la atrae contra él, con su boca a centímetros
de la de ella.
—Me gustas tú.
—Te voy a matar después de clase —murmuro—. Deja de desordenar su
cabeza.
—Le gusta ser desordenada, creo. —Me sonríe— Sé amable.
—Nunca es amable —dice MB en mi defensa, manteniendo la cabeza alta.
—Sí. —Quinn asiente—. Soy consciente.
Mierda.
—Ve. —Pongo los ojos en blanco mientras la suelta y sale del baño de
hombres— ¿Y Quinn?
Mira por encima del hombro.
—¿Sí?
—Gracias.
—Pollas para siempre, bastardo, no es que lo haya olvidado.
—Tú eres el bastardo —señalo.
—Claro —dice y luego nos deja solos.
—Deberíamos... —Señalo hacia la puerta—. Ir a clase.
Los ojos de MB se estrechan.
—¿Me contarás la historia más tarde? ¿Lo prometes?
—¿Qué historia? —Pregunto haciéndome el tonto.
Ella me mira fijamente.
—Tú y tu pequeño club de pollas, ¿me la contarás luego?
Suspiro mientras suena la campana de aviso. 148
—No tiene un final feliz.
—Yo tampoco lo he tenido nunca. Creo que puedo lidiar con eso.
Mi corazón se aprieta al instante.
—Sí, sólo ve a clase, y olvídate de ello hasta que volvamos a casa, ¿de
acuerdo?
Ella asiente.
—¿De verdad estás bien?
—Lo estaré. —Empiezo a caminar hacia la puerta y la abro—. Además, tengo
una compañera de piso muy genial que le gusta comer quesadillas a altas horas
de la noche, así que creo que lo haré porque, ya sabes, es queso.
—Eso lo resuelve todo. —Ella cuelga la cabeza como si estuviera casi triste de
que este momento haya terminado.
La atraigo para darle un rápido abrazo. Tengo muchas ganas de besarla, pero
en lugar de eso, la abrazo durante unos segundos y la suelto, y luego, en un
movimiento tonto, le doy un beso en la parte superior de la cabeza antes de salir
corriendo.
Su suave jadeo lo dice todo.
Quiero darme la vuelta y correr hacia ella.
En lugar de eso, corro hacia la clase como si ella no fuera importante aunque
estemos en la misma; quiero protegerla y proteger egoístamente mi pasado.
Mis secretos me persiguen.
Y es curioso, yo he tenido una vida perfecta, la de ella ha sido una mierda, y
todavía estoy cien por ciento seguro de que si realmente lo supiera, se alejaría
de mí, como de Quinn.
Porque la historia siempre tiene una forma de repetirse.
¿Por qué tiene que gustarle a él también?
Me lo pregunto durante todo el camino hasta mi escritorio, luego la veo
sentada al otro lado de la habitación y niego con la cabeza, mi respuesta es obvia.
Porque, ¿cómo no le va a gustar?
Ella es como la luz del sol a pesar de haber nacido en la oscuridad, y cuando
todavía estás ahí, esperando la salvación, y el universo te da esta luz brillante,
harás cualquier cosa para tomarla.
Ella es mi luz.
149
Y creo que; desafortunadamente, ella es la suya también.
Mierda.
Mary-Belle
Siento que veo cosas que no están ahí. Por otra parte, me gustaría pensar que
soy más intuitiva que la mayoría. Es una cosa de auto-preservación cuando se
trata de protegerme y asegurarme de estar a salvo.
Y hay algo en la interacción entre Quinn y Ambrose que me hace preguntarme
qué pasó entre ellos y por qué esa horrible chica hizo que Ambrose entrara en
una crisis nerviosa.
Pienso en ello todo el día.
Estoy en clase de inglés cuando la veo de nuevo. Está delante con mi profesor.
El señor Decker.
La chica sonríe a todo el mundo como si acabara de ganar el título de reina 150
del baile o algo así. La fulmino con la mirada.
No me gusta.
No la respeto.
Y tengo ganas de apuñalarla con mi bolígrafo. Pero mantengo la calma cuando
lo único que quiero hacer es lanzarme hacia ella, tirar de su cabello y ver cuántos
mechones puedo juntar.
¿Quizás le haga un bonito collar lleno de cabello?
¿No sería muy dulce por mi parte?
Como la caridad.
Agarro el bolígrafo en mi mano y miro fijamente mi libro de inglés en un
intento de no cometer un asesinato e ir a la cárcel antes de la universidad.
¿Por qué estoy tan involucrada en esto?
¿En Ambrose?
¿Incluso Quinn?
Mi cerebro dice que es porque Ambrose es todo lo que tengo, pero mi corazón
dice un montón de cosas diferentes que me hacen desear tener un mejor amigo
con el que poder hablar.
Por supuesto, Quinn elige ese momento para llegar tarde a clase y se deja
caer en el pupitre de al lado con un plop.
—¿Crees que se dan cuenta de que llego tarde?
Sonrío.
—Ya has hecho bastante ruido.
—No puedo evitarlo. —Me guiña un ojo—. Soy ruidoso con todo y con todos.
Maldita sea.
Sus ojos se posan en mis labios antes de volver a mirarme.
Me aclaro la garganta.
—¿Te va bien entonces? ¿Ahora? ¿Hoy?
—Eh, la vida es la vida, y no me iría bien en la cárcel (soy demasiado sexy,
probablemente me follaría hasta el último centímetro de mi vida un tipo llamado
Butch). La boda incluiría un gato desnudo, nuestros dos perros de rescate, y una
banda de covers de Coldplay. Sería glorioso.
Me rio a carcajadas y tapo mi boca con mi mano, luego digo: 151
—Lo has pensado bien, ¿no?
—A diario. —Se ríe—. Pero quizá no Coldplay. Soy más del tipo BTS, suave
como la mantequilla y todo eso.
Pongo los ojos en blanco.
—Eres peligroso es lo que eres.
—Para tu corazón. —No dice nada—. De verdad, estoy conmovido. —Hace un
movimiento para golpearme con su lápiz.
—Alcanza mi mano y te apuñalo con mi lápiz.
—Maldita sea. —Se inclina hacia atrás en su asiento, todo relajado y con
aspecto frío, lo que es aún más molesto—. No eres divertida.
—Oh, soy muy divertida. Simplemente no puedo superar a esa chica de ahí
arriba sonriendo como si no acabara de destrozarte a ti y a Ambrose, y yo
tampoco duraría en la cárcel.
Hace una pausa, y puedo ver la vacilación en su rostro antes de recuperarse.
—Bien, pero ¿cuál sería el tema de tu boda? Quiero decir, eso es lo más
importante aquí...
Lo pienso durante un minuto mientras el señor Decker sigue zumbando y
hablando de la nueva ayuda del profesor del infierno y finalmente digo:
—Wildest Dreams de Taylor Swift.
Quinn mira al señor Decker para asegurarse de que asumo que no nos está
observando en la parte de atrás hablando, y luego susurra:
—¿Por qué esa canción?
—Porque... —Mordisqueo el extremo de mi bolígrafo y luego lo saco de mi
boca—. Es sobre su fantasía. Su fantasía con el chico perfecto, sólo para que la
realidad se rompa en el momento en que ambos vuelven al mundo real. Yo me
imagino mi vida así. Donde te ilusionas y disfrutas del momento todo lo que
puedes, y luego te aguantas cuando te das cuenta de que no es real.
El rostro de Quinn cae.
—¿Qué te hace pensar que no puedes tener eso como tu realidad?
—¿Qué te hace pensar que puedo?
—¿Tienes un espejo? Por no mencionar que, aunque tuviera que ponerte una
152
bolsa en la cabeza todos los días para poder mirarte sin vomitar, tienes la mejor
personalidad de todas.
Niego con la cabeza.
—Eres un idiota.
—Pero uno simpático. —Señala—. Me gusta la personalidad,
independientemente de la edad, el sexo, el género... —dice la última parte en voz
baja.
Inclino la cabeza hacia él.
—¿Has besado alguna vez a un chico?
—Una vez —dice—. Pero, juré que me llevaría esto a la tumba, él era súper,
súper malo en eso. Tuve que enseñarle a no meter la lengua en mi boca. Las
niñas son mucho más suaves.
—¿Lo somos ahora?
—Mucho. —Asiente.
Es tan extraño. Lo diferentes que son Ambrose y Quinn y, sin embargo, tienen
personalidades similares, casi como si a Quinn se le permitiera ser él mismo y a
Ambrose no.
Mi cuerpo se siente repentinamente pesado.
No me sorprende su confesión. Todo el mundo experimenta en la escuela
secundaria, ¿verdad? Recuerdo haber ido a un campamento raro, y los primeros
amigos que tuve y yo estábamos tan nerviosos por nuestro primer beso que
acabamos practicando el uno con el otro junto a la hoguera.
No fue nada raro.
Entonces, ¿por qué hacerlo raro ahora?
Tengo algunos buenos consejos.
Sonrío para mis adentros.
—¿Algo divertido, Mary-Belle? —El señor Decker pregunta desde el frente.
Mi cabeza se levanta de golpe.
—No, no, señor.
Gruñe, lo que hace con tanta frecuencia que comencé a contarlos durante el
último mes. La semana pasada gruñó diecisiete veces en cuarenta minutos. Creo
que es su tic nervioso o su tic molesto. Es completamente calvo, usa anteojos
diminutos y juro que usa el mismo traje todos los días, o tal vez es del tipo que
compra diez de la misma cosa para simplificar las cosas.
De cualquier manera, creo que odia su trabajo.
—Ahora —vuelve a gruñir el señor Decker. Y ese es el número tres—. Tessa
153
Andrew, después de terminar su carrera en la universidad comunitaria, se fue a
la Ivy League, y su agenda se despejó, así que será voluntaria aquí durante el
último mes de la escuela, obteniendo experiencia para su título, y haciendo un
trabajo para la escuela que se necesita desesperadamente. También será una de
las asistentes durante la escuela de verano, así que si eres una de las
desafortunadas personas que suspenden el último año, la tendrás a ella para
esperar.
Tessa suelta una risita y saluda con la mano.
—Hola chicos, como saben, solía ir a la escuela aquí. Terminé mis créditos
temprano y quería obtener mis créditos y poder graduarme de la universidad
incluso antes. La junta escolar estaba más que feliz de dejarme entrar, y estoy
muy emocionada de estar de regreso en mi alma mater.
Casi pongo los ojos en blanco. ¿No es así como llaman a tu antigua
universidad? ¿O es lo mismo con la escuela secundaria? En cualquier caso, me
molesta al instante.
Su lápiz labial rojo se ve manchado contra sus labios de esa manera perfecta
que hace que sus labios se vean húmedos pero llenos. Apostaría dinero a que si
intentara borrarlo, se quedaría.
Uf.
¿Ves? Irritante
¿Y por qué dejo que esto me moleste? No conozco su drama ni su historia;
todo lo que sé es que algo en ella está mal, y algo realmente pasó de lo que no sé
nada.
Miro al azar a Quinn.
Su mano está agarrando su lápiz con tanta fuerza que sus dedos se están
volviendo blancos, y su rostro parece relajado, pero puedo decir que algo no está
bien en él. Mientras Tessa y el señor Decker hablan, me inclino lentamente hasta
estar en su espacio personal y susurro.
—¿Estás bien?
Su mandíbula se aprieta más.
—No.
—¿Tengo que activar la alarma de incendios?
Ahora sonríe de verdad, liberando un poco la tensión de su rostro de
inspiración aristocrática. 154
—No creo que eso arregle esto.
Sigue sosteniendo el lápiz y empieza a golpearlo contra el escritorio una y otra
vez como si estuviera más que agitado, casi como si tuviera miedo.
—¿Qué cosa? —pregunto, tratando de distraerlo.
Él mira de mí a la parte delantera de la clase y luego de nuevo a mí.
—Un reinicio. ¿Tienes algún dispositivo de viaje en el tiempo en tu elegante
bolsa de ahí?
—Recién salido.
—Maldita sea. Y yo que era tan optimista.
—Parece ser el tema contigo, el optimismo. —Lanzo, luego sonrío—. Sabes,
está bien sentir cosas, pero nunca las sientas porque alguien te las imponga.
Elige estar triste, feliz, elige estar enfadado, pero no permitas que otro poder
haga esa elección por ti.
—Ah... —Su sonrisa es lenta—. ¿Así que fue una filósofa en otra vida?
—Está claro que lo fue porque es brillante. —Le guiño un ojo.
Deja de golpear su lápiz y me mira justo a tiempo para que Tessa pase entre
nuestros escritorios.
—¿Hay algo interesante aquí atrás?
Quinn vuelve a agarrar el lápiz con tanta fuerza que casi temo que vaya a
apuñalarla con él. Me mira, luego se echa hacia atrás y sonríe como si fuera un
día más.
—Lo siento, estaba coqueteando, ella es súper sexy, y hoy me puse rojo, así
que me sentía yo mismo. ¿Es un problema?
Sus fosas nasales se agitan.
—Presta atención en clase.
—Sí, señorita Tessa. —Sus piernas rebotan un poco, y me doy cuenta de que
no sólo está enfadado, sino que está aterrorizado—. Me aseguraré de prestar
mucha atención. Después de todo, los detalles lo son todo, ¿no estás de acuerdo?
Sus labios se abren, y luego se aleja de nosotros.
—Claro.
Estoy lista para preguntar qué acaba de pasar cuando el señor Decker
empieza a hablar de otro examen sorpresa. Cuando Tessa se detiene junto a mi
mesa, no sólo deja caer el papel sobre ella para que salga volando, sino que pisa 155
mi bolso.
Escucho un crujido y quiero llorar.
—¡Oh, lo siento! —Es tan falsa que me dan ganas de abofetearla mientras
recoge el bolso y lo pone en mi silla—. Recuerda que las bolsas van en las sillas,
no en el suelo. No queremos que se rompa nada.
Probablemente sea una bolsa de patatas fritas o mis gafas de sol que tengo
desde hace cinco años, una de las únicas cosas que conservé de mi madre
adoptiva favorita cuando las vi en Wal-Mart, y aunque parezca una tontería no
son Louis Vuitton así que a quién demonios le importa. A mí me importa.
Porque atesoro las cosas pequeñas.
Las cosas pequeñas son todo lo que tengo.
Y ella me quitó eso con una mirada y una huella en mi cartera de diseño.
Creo que, mirando hacia atrás, me reiría de que no me importara el bolso de
diseño, sino las gafas de sol que le costaron a mi madre adoptiva quizá cinco
dólares. Fueron mi primer par.
Temblando, agarro el bolso después de que paso por mi pupitre y empiece a
hablar con otros alumnos o a ayudar mientras el señor Decker da una
conferencia.
El bolso es de cuero crema, un precioso Prada. Meto mi mano en él y luego la
bajo. Me da miedo mirar dentro, así que me limito a palpar mientras intento
prestar atención. Quinn me observa desde la derecha como si no supiera qué
decir o cómo reaccionar. Está lidiando con sus propios demonios.
Mis manos golpean primero las patatas fritas, son buenas.
Y luego, alcanzan temblorosamente las gafas de sol negras.
Los cristales han desaparecido por completo de las gafas, pero ambos lados
están intactos, así que al menos podría ponérmelas si quisiera.
No hay protección contra el sol abrasador, no es que haya importado
realmente... Me he estado quemando toda mi vida, ¿qué son dos lentes? me digo
mientras agarro las gafas y las aprieto en la mano.
Quinn me arrebata la bolsa de las manos antes de que me dé cuenta de lo
que está pasando; mete la mano y saca las gafas de sol como si supiera.
Suavemente, deja las lentes sobre el escritorio y comienza a tratar de volver a
ponerlas en los anteojos.
—Está bien —digo.
—Estás temblando. —Su respuesta.
156
Muerdo mi labio para no llorar. Verlas en el escritorio me parece tan tonto,
tan estúpido, tan irritantemente infantil, pero quiero llorar.
Extraño mis veinticuatro horas con Ambrose.
Extraño la paz.
Extraño incluso mi bolsa de basura negra con todas mis pertenencias que a
nadie le importan.
Es mi tesoro.
Quinn empieza a ajustar meticulosamente las lentes y luego va a su mochila
y saca pegamento.
Frunzo el ceño.
—No vi eso en la lista de materiales de la clase.
—Porque son idiotas. —Mira a Tessa—. Claramente.
Trago las lágrimas mientras él trabaja como un cirujano, y luego vuelve a
poner las gafas suavemente en mi mesa.
Parecen normales.
No hay piezas rotas.
—Es una bruja.
—Nos violó —dice Quinn en voz baja como si hablara del tiempo.
Yo sigo.
—¿Acabas de decir...?
—Mary-Belle, ¿puedes dejar de distraer la clase? —El señor Decker vuelve a
suspirar, pero a mí me cuesta literalmente inhalar aire por la boca.
Violación.
¿Fue violado?
No. Él dijo nosotros.
Creo que no me muevo durante los siguientes veinte minutos, y cuando por
fin suena el timbre, Quinn pasa junto a mí como si no acabara de soltar una
bomba.
Corro tras él, pero es más rápido y lo pierdo entre la multitud de personas
que intentan llegar a su siguiente clase.
157
A nosotros.
Dijo nosotros.
Finalmente dejo de perseguirlo y miro hacia arriba.
Es Ambrose, su rostro sigue pálida, y Tessa está de pie justo delante de él.
Ni siquiera pienso. Simplemente corro hacia él, aprieto mi boca contra la suya
apartándola de su camino, y casi me derrumbo contra él cuando me devuelve el
beso, no con pasión ni tensión sexual ni siquiera con furia.
Sino de alivio.
Ambrose
—Veo que has hecho ejercicio. — Tessa se apoya en mi casillero como si fuera
dueña del espacio, y cada vez me resulta más difícil respirar, lo peor es que ella
lo sabe. Ella sabe cómo me afecta.
La excita, y la odio por eso. El sudor comienza a acumularse en mis sienes
por sí solo; la gente está viendo esto, viendo al tipo perfecto entrar en pánico,
viendo al fuerte romperse.
Y ella quiere ser la que rompa.
Es lo que le gusta.
158
Algunos dirían que es su perversión: piezas rotas que puede reorganizar y
guardar para su propio placer enfermizo.
Me digo a mí mismo que todo va a salir bien, que el timbre sonará y que me
iré a mi próxima clase, dejando a Satanás detrás de mí, pero los segundos pasan
tan lentamente que parecen una eternidad. Ella se acerca. Lleva el mismo
perfume dulce de mis pesadillas, el mismo perfume. No sé cómo se llama, pero
sí sé que la última vez que estuve en la sección de perfumes, no sólo corrí al
baño a vomitar, sino que tuve un ataque de pánico y luego tuve que mentir a mis
padres y decir que tenía gripe.
Tessa extiende su mano; sus inocentes uñas rosas me rozan el brazo cuando
me toca.
Odio lo asustado que me siento, lo inseguro, lo estúpido, pero sobre todo, lo
avergonzado que me sentí cuando me enseñó el vídeo.
—Chicos... —Tessa se rio—. Tranquilos, no es para tanto; Quiero decir, podría
terminar siendo un gran problema, supongo. —Se ríe más fuerte mientras Quinn y
yo empezamos a darnos cuenta.
La habitación es un completo desastre.
Huele a sexo y sudor. Me palpita la cabeza y tengo la boca tan seca que apenas
puedo lamerme los labios. Miro y veo a Quinn desnudo en el suelo, sosteniendo su
cabeza entre sus manos, probablemente tratando de asegurarse de que su cabeza
permanezca en su lugar ya que duele tanto como la mía.
—¿Qué demonios? —murmuro—. ¿Qué sucedió?
—Mucho. —Tessa parece que acaba de salir a correr, está en pantalones cortos
y un sujetador deportivo rosa, y tiene su teléfono fuera, mostrándome su
pantalla—. ¿Quieres ver?
—¿Eh? —Agarro el teléfono.
Miro, Quinn se levanta y mira por encima de mi hombro, y cuando no puedo
soportarlo más, cuando no puedo soportar lo que estoy viendo, corro al baño y
vomito todo lo que he comido y bebido. Las últimas veinticuatro horas solo para
que Quinn me siguiera allí e hiciera lo mismo en el fregadero.
—¡Relájate! —grita ella—. No es como si fuera a compartirlo.
El sonido del vómito de Quinn me hace vomitar aún más fuerte, y luego estoy
sentado en el piso del baño, con lágrimas corriendo por mi rostro.
Mi papá me va a matar.
Nos va a matar a los dos.
Tenía un presentimiento extraño sobre la fiesta, pero nunca supe que llegaría 159
a esto o que ella llegaría tan lejos. ¿Y por qué motivo? ¿Su propio disfrute
enfermizo?
—¿Qué quieres? —pregunto finalmente mientras se dirige al baño y me tira una
toalla al rostro.
Tessa se inclina y sonríe.
—Seguro.
Todavía estoy frunciendo el ceño cuando ella se va. Quinn ni siquiera puede
mirarme a los ojos... No lo culpo, es muy incómodo, y si no hubiera visto lo que vi,
nunca hubiera creído que sucedió.
Todo lo que recuerdo es estar caliente y cachondo.
Eso es todo.
—Hermano —empiezo.
—Ahora no —dice rápidamente—. Ni siquiera puedo… no puedo procesarlo
ahora mismo. Vayamos a casa, duchémonos y encontremos una manera de
eliminar el video de su teléfono por cualquier medio que sea necesario.
—Entonces... —Tessa me empuja hacia la taquilla, sacándome del doloroso
recuerdo. No sé qué hacer, juro que tengo estrés postraumático por ella. Ese
momento definió nuestra relación con ella, o la falta de ella, acabó arruinando
nuestra amistad, acabó destruyéndonos, y ahora ha vuelto, y estoy petrificado y
lleno de rabia a la vez—. ¿Quieres salir? ¿Hablar de los viejos tiempos?
Estoy a punto de decir algo como “quiero estrangularte” cuando MB entra
rápidamente y me da un beso. Ni siquiera tengo tiempo de reaccionar, y entonces
lo hago. Le devuelvo el beso con tanta fuerza que se diría que es el trabajo de mi
vida, el objetivo de mi vida.
Está encima de mí, su lengua se introduce tanto en mi boca que tengo que
abrirla más para aceptarla. Mis manos están de repente en su culo, y entonces
todo ha terminado. Sé que se acabó porque todo el mundo lo vio.
Y estoy viviendo con ella.
Y esto es un verdadero desastre, pero no me importa porque ella no pensó en
el qué dirán. Ella pensó en mí.
Así que cuando se retira, la atraigo de nuevo y la beso una y otra vez hasta
que Tessa finalmente se aleja, con sus tacones golpeando el suelo de baldosas.
Cuando dejamos de besarnos, MB me mira con ojos grandes.
—Ups.
160
—Sabes, eres muy mala para seguir las órdenes y las reglas de la nevera.
Su sonrisa es amplia cuando responde.
—Lo siento, tenía hambre.
Ella me besa de nuevo, y ahora es como si ninguno de los dos pudiera parar,
estoy seguro de que la gente tiene teléfonos grabando, y todo lo que sigo
pensando es, bueno, si nos vamos a quemar en el infierno, destruir la reputación
de mi familia, y cenar con Satanás, también puede hacerlo oficial.
Alcanzo su trasero y me muevo contra ella, luego la lanzo contra el casillero.
Seguimos besándonos hasta que un profesor empieza a gritarnos.
Y luego, ambos hacemos contacto visual y nos reímos.
Mary-Belle
162
Ambrose gruñe.
—No es el momento.
—¿Eres muy posesivo con tu hermana adoptiva? —Quinn sonríe a Ambrose
a través del espejo retrovisor.
Ambrose le devuelve la mirada.
Quinn levanta las manos en señal de rendición.
—Vaya, es peor de lo que pensaba.
—¿Qué quieres decir? —pregunto.
Quinn guarda silencio y luego.
—Oh, nada, solo que conozco a Ambrose mejor de lo que él se conoce a sí
mismo, y solemos tener el mismo... apetito. —Trago saliva con nerviosismo—. Es
decir, a los dos nos gusta la pizza y el yogur. Deja de asustarte. —Me guiña un
ojo.
163
Las palabras podrían hacerlo real, pero las palabras desaparecen
instantáneamente una vez que salen al mundo. Cuanto más las mantienes
dentro, más grandes se vuelven.
Al menos, esa es mi experiencia.
Ambrose toma una botella de agua de la nevera, la cierra de golpe, la golpea
y me la arroja.
—¿Quieres un poco?
Lo atrapo en el aire, luego lo lanzo hacia atrás.
—Estoy bien, así que um... ¿Deberíamos hablar de por qué todo era caótico
en la escuela?
—No. —Dicen los dos al unísono.
Tamborileo mis dedos sobre la encimera blanca.
—Entonces, ¿qué dijiste después de clase, Quinn?
—¿Qué? —Ambrose se pone de pie en lugar de apoyarse en la encimera—.
¿Qué le dijiste?
—Déjalo. —Quinn rechina los dientes al verme.
—¡Qué mierda has dicho! —grita Ambrose.
Quinn da una patada al taburete que tiene delante.
—¡Simplemente salió, bien!
—¡Mierda! —Ambrose lanza la botella de agua a Quinn, que es lo
suficientemente inteligente como para agacharse justo a tiempo, sólo para volver
a levantarse y cargar contra Ambrose empujándolo contra la nevera.
—¡No es asunto tuyo! — Quinn golpea el rostro de Ambrose, pero éste bloquea
el golpe.
Ambrose agarra a Quinn por la camisa y le da un puñetazo en el estómago.
—Qué. —Puñetazo—. Mierda. —Puñetazo—. Le. —Puñetazo—. Dijiste.
—¡QUE FUIMOS VIOLADOS! —grita Quinn—. ¿Eso es lo que quieres que
admita? ¿Debo gritarlo más fuerte para que los vecinos nos escuchen?
Ambrose pierde el equilibrio y se derrumba en el suelo. No levanta la vista
hacia mí, y Quinn tampoco me mira.
—Debería irme —dice Quinn una vez que Ambrose tiene las manos cubriendo
su cabeza.
—No, quédate. —Ambrose se levanta—. Yo me voy.
—No —grito—. Nadie va a salir de esta casa hasta que hablemos de esto. 164
—Bueno... —Ambrose comienza a alejarse—, ...menos mal que es una casa
grande.
Los ojos de Quinn se cierran por un breve momento. Me acerco a él y pongo
mi mano sobre la suya mientras se apoya en la encimera, con sus dedos blancos.
—¿Quinn? —Me acerco a él.
Se aparta bruscamente de la encimera y se gira hacia mí, con los ojos
encendidos.
—Iré a nadar. ¿Quieres venir?
—¿Piensas nadar conmigo o ahogarme?
—Depende, ¿vas a volver a preguntármelo delante de Ambrose?
Niego con la cabeza.
—Entonces lo más probable es que nade contigo.
—¿Lo más probable?
—Mierda. —Él lanza sus manos en el aire—. Es todo lo que tengo en este
momento, ¿de acuerdo?
No es exactamente reconfortante, pero aun así lo sigo hasta la piscina.
Y cuando empieza a desnudarse y salta a la piscina sin ropa, dudo.
Ambrose está justo arriba.
Su relación ya está en un terreno pedregoso, así que me siento cerca de la
parte menos profunda en la cornisa y dejo caer los pies en el agua.
—¿Miedo a un poco de polla? —bromea Quinn, nadando hacia mí.
—¿Yo? Nunca. Sólo pensé que debía salvarte la vida.
Frunce el ceño.
Vuelvo a señalar la casa.
—Serías tú el que se ahogaría.
—La desnudez es natural. —Nada hacia las escaleras y luego se pone de pie,
completamente erguido, sus ojos se clavan en los míos—. ¿Ves? No hay nada
raro en estar desnudo.
—Sí, pero hay algo extraño en que te excite ese unicornio que flota detrás de
ti. —Bromeo, con la boca seca mientras trato de mirar a cualquier lado menos
debajo de su pecho.
Es como un dios griego, y siempre he odiado esa comparación, pero en
realidad, donde Ambrose es más voluminoso, Quinn es delgado, tiene el cuerpo
de un corredor y no tiene miedo de mostrarlo.
165
¿Por qué todos los chicos problemáticos andan por ahí con la V perfecta?
Mierda, miré.
Levanto mis ojos de nuevo, odiando que mi estómago se sienta raro, mi
corazón se salta unos latidos extra.
Son solo hormonas.
Y el calor.
Da un paso adelante, luego otro. Me apoyo en mis manos y mantengo mis
ojos fijos en los suyos.
—¿Necesitas algo?
Juro que está ardiendo ahora mismo.
—Claramente... —Él baja la mirada—. Yo sí.
—No soy una prostituta, Quinn. Claro, puedes pagar a alguien para que se
ocupe de eso por ti o incluso usar tu propia mano.
—Tienen demasiadas ampollas. —Bromea.
—Seguro que sí.
Se inclina hasta que su rostro está a centímetros del mío.
—Sabes, para alguien a quien parece gustarle Ambrose, seguro que te
sonrojas mucho.
—Cualquier chica lo haría.
Parece que no me cree, y yo sueno como si no me creyera. Es un problema.
Los ojos de Quinn se dirigen a mi boca antes de sonreír y susurrar:
—En tres, dos, uno...
—¡Ponte algo de ropa, Quinn! —grita Ambrose, y luego se sumerge en el agua
y aleja a Quinn de mí, luego lo empuja más profundo.
Realmente creo que Quinn podría morir cuando Ambrose finalmente lo deja
salir a tomar aire.
—Menos mal que era nadador. —Está jadeando—. Sabía que estarías
mirando. Gracias por acompañarnos.
—¡Polla! —Ambrose lo salpica—. En serio, qué imbécil.
—Pues sí, es una polla gloriosa, gracias, ¿qué te parece, Mary-Belle?
166
Yo sólo niego con la cabeza.
—¿Que ambos están locos y deberían dejar de hablar de sus penes como
trofeos?
—No necesito hablar de la mía para que sepas lo mucho que la atesoro. —
Ambrose me guiña un ojo.
Siento que mis mejillas se calientan y miro hacia otro lado.
Sí, sería imposible olvidar algo de lo que pasó entre nosotros, y ese beso de
hoy no ayudó.
El agua salpica de repente mi uniforme.
—¡Eh! —grito.
Ambos tipos tienen esa mirada en sus ojos que dice que estás a punto de ser
derribado. El cambio repentino en Ambrose es bienvenido, pero también extraño,
extraño que solo Quinn sepa cómo llevarlo a cabo, cómo recuperar el Ambrose
del que me enamoré.
—No. —Empiezo a levantarme, pero es demasiado tarde. Ambrose se acerca
a mí mientras Quinn se ríe, y yo me caigo en el agua fría, con ropa y todo.
Cuando llego a la superficie, Ambrose está delante de mí y Quinn a un lado.
—Deberías quitarte la chaqueta. —Los labios de Ambrose parecen casi
hinchados, como si hubiera estado mordiéndolos. Alcanza mi chaqueta y me la
quita, dejándome sólo con una camisa blanca, ahora transparente, abotonada.
—Esto también —añade Quinn—. Creo que necesita ayuda, Ambrose.
Llevo uno de esos sostenes blancos de encaje caros con un nombre que no
puedo pronunciar. Estoy flotando en el agua con una mano, tratando de
desabrochar los botones con la otra, cuando Ambrose se acerca y, uno por uno,
desabrocha los botones. Sus manos son cálidas alrededor de mi cintura, tira del
brazo derecho, luego el izquierdo libre hasta que estoy en nada más que una
falda y, gracias a Dios, mis pantalones cortos negros de chica, ropa interior
normal. Mi sostén flota a nuestro lado. ¿Qué diablos está pasando en el infierno
siempre amoroso?
Ahora estoy pegada a él; al menos lleva bañador. Intento que no me entre el
pánico de que Quinn esté siendo un cretino y observando todo esto o de que esté
sola con estos dos magnéticos hombres cuando siento las yemas de los dedos en
la parte baja de mi espalda, un botón se desabrocha, luego una cremallera y
después mi falda está completamente quitada.
Pero las manos de Ambrose no se han movido.
—Lo siento —escucho la voz de Quinn detrás de mí—. Yo también quería un
trofeo de participación. 167
—El tipo no ha ganado nada en su vida. —El tono de Ambrose es burlón, pero
siento que se produce una reacción física. De repente está duro como el acero
contra mí, y me pregunto si voy a salir de esa piscina con mi orgullo intacto.
—Y en ese sentido... —Quinn se ríe torpemente—…creo que regresaré a la
casa y buscaré mi propio refrigerio…
Lo escucho salir de la piscina.
Mis oídos están zumbando, y todo mi cuerpo se siente como un cable vivo
mientras los ojos de Ambrose leen los míos.
—Rompimos muchas reglas hoy. —Se corrige a sí mismo—. Rompiste muchas
reglas.
—¿Vas a castigarme entonces? —Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello.
Él gime.
—Depende.
—¿De qué? —Me muero por estar así de cerca de él otra vez, con todos los
recuerdos de nuestros tiempos flotando entre nuestros cuerpos mojados.
—¿Lo harás de nuevo?
—No puedo prometer nada.
—Bien. —Sus labios rozan los míos—. Yo tampoco puedo.
168
Ambrose
Estoy rompiendo todas las reglas de mi madre, todas mis reglas, todas las
reglas que MB y yo establecimos en ese maldito refrigerador y algunas más.
Pero cuando alguien sabe tan bien, tan bien, y estás presionado contra su
cuerpo húmedo en una piscina, ¿qué otra opción tienes realmente sino
zambullirte de cabeza?
Su boca se abre para mí de forma tan hermosa, aunque sé que estoy siendo
demasiado agresivo, demasiado necesitado, lo que no es propio de mí.
Normalmente soy la calma que precede a la tormenta, pero esta chica me hace
perder toda la calma que hay en mí. Agarro su trasero con mis manos y la
presiono con fuerza contra el borde de la piscina.
Ella mueve sus caderas contra mí perezosamente, haciéndome sentir como si
169
estuviera viendo estrellas explotar ante mis ojos y dentro de mi cuerpo.
Puedo sentir el calor entre sus muslos con mi única mano; su ropa interior
empapada es la única barrera que tenemos. La empujo a un lado y deslizo mi
dedo hasta el fondo. Su cabeza cae hacia atrás, golpeando el concreto, su cabello
pegado a su rostro, labios entreabiertos, hermosa.
—¿Te sientes bien? —Engancho el dedo y lo saco. Se retuerce sobre mí y
desata la parte delantera de mis pantalones cortos. Me los quito de una patada.
¿Qué estamos haciendo? Quiero decir, realmente, ¿qué estamos haciendo?
La frase se repite en mi cabeza cuando ella me agarra y de nuevo cuando tiro
de su ropa interior para que se una a mis calzoncillos flotantes.
Esto es una completa locura.
Ni siquiera somos amigos, ¿verdad?
Sólo somos... compañeros de piso.
Compañeros de piso.
Solitarios, necesitados.
Mucho más.
Ella me hace olvidar el pasillo y encontrar consuelo y calor en su beso.
La agarro por las caderas y le doy otro beso en el cuello, luego deslizo mi boca
hacia su oreja.
—¿Quieres esto?
—A veces necesitas más de lo que quieres.
Me rio.
—En otra vida torturaste a los hombres, estoy seguro.
—¿No puedo torturarte en esta?
—Si te digo por favor, ¿hasta dónde vas a llegar? —Pellizco su nariz con mis
dientes y la beso de nuevo. El agua flota junto a nuestras orejas mientras intento
mantenernos inmovilizados contra la pared.
—Por favor —gruño entre besos—. Por favor... por favor...
Un fuerte aplauso nos separa. Al principio, creo que mi madre está en casa y
que está a punto de enterrar nuestros cuerpos junto al primer árbol que
encuentre. En cambio, es Quinn, que mira hacia otro lado pero señala la casa.
—Tal vez quieras apagar el Wi-Fi de las cámaras o algo… tu mamá puede ver 170
toda esa mierda cuando llega a casa.
Casi resoplo, sí claro.
—Sí, ella te enterrará debajo del roble. —Es como si pudiera leer mi mente.
Los mejores amigos nunca olvidan, supongo.
El ambiente se ha roto. Quinn está claramente tratando de mirar a cualquier
parte menos a una MB desnuda, y de repente vuelvo a la realidad de dormir con
mi hermana adoptiva técnica en la piscina de mi familia, donde los vecinos
pueden ver fácilmente si vuelan un dron, sin mencionar las cámaras que podrían
ser hackeadas.
No debería importarme, pero de repente me importa.
¿Qué diría mi padre? ¿Qué estoy con esta chica, la que lo vio por última vez?
Es un sentimiento conflictivo, uno que odio porque cuando ella está en mis
brazos, no pienso en el dolor de perderlo o en la traición en sus ojos ese día
cuando dijo que estaba tratando de salvarme sólo para matarlo.
Ataque al corazón.
Todavía no sé las palabras que le dijo, no quiero saber, pero sí sé que cuando
la acorralan, ella no es de las que retroceden, lo que significa que debe haber
sido duro, debe haber sido malo, y no puedo soportar pensar en mi papá en sus
últimos momentos abofeteándome o siendo todo menos estricto con buenas
intenciones.
—Heeeeey. —Quinn me hace un gesto con la mano.
—Sí, um... —Vuelvo a nadar, dejando a MB allí flotando junto a la pared, con
el dolor grabado en sus ojos—. Quinn, ¿puedes traernos unas toallas?
—Claro. —Se aleja corriendo.
Miro a MB y niego con la cabeza con tristeza.
Ella asiente como si lo entendiera, pero ninguno de los dos quiere que esto
acabe así. Quiero besos en el pasillo, sexo en la piscina y alguien con quien reír.
Sólo quiero a alguien como ella, alguien que no me destruya a mí ni a nadie
de mi entorno.
Puedo confiar en ella, creo.
Ella se preocupa por mí, lo sé.
Pero, ¿qué sucede cuando todos se enteran? Ya era bastante malo que nos
171
besáramos en la escuela, y sé que no puedo dejar de empujar los límites cada
vez que estamos juntos. Lo que es peor, qué sucede si Tessa lanza algo, y ahora
todos nos ven a mí y a MB pasando el rato con Quinn.
Asumirán lo peor.
Todo el mundo lo hará.
Nuestro secreto saldría a la luz.
Mi pasado podría dañar permanentemente el nombre de la familia.
Y MB sería destruida en el proceso.
Quinn me tira las toallas cuando salgo de la piscina. Sostengo una para
proteger a MB. Rápidamente la agarra, desviando la mirada como si
estuviéramos en problemas. Agarro el otro y me seco muy rápido mientras Quinn
mira a todos lados menos a nosotros.
Finalmente, se aclara la garganta y se balancea sobre sus talones.
—Entonces, ¿pizza?
—¡Sí! —grita MB al mismo tiempo que yo—. Claro.
—Bien, porque ya la pedí. —Quinn sonríe—. Vamos a la sala de cine y
olvidemos que los encontré a ambos dando vueltas uno sobre el otro y comamos.
—Frunce el ceño—. Sonaba mejor en mi cabeza.
—¿Pero lo hizo? ¿Estás seguro? —Le pregunto.
Pone los ojos en blanco y se echa su largo cabello hacia atrás con una mano.
—Vamos. Ya debería estar aquí.
MB está temblando a mi lado a pesar de que tiene la toalla bien envuelta
alrededor de su cuerpo. Con torpeza, alcanza parte de su uniforme que aún flota
en la piscina.
—Vamos. —No quiero gruñir. Intento suavizar un poco mi voz—. Quiero decir,
agarraré todo, estás desnuda… no te preocupes por eso, lavaré tu uniforme en
seco, puedes usar el otro mañana.
Ella asiente, con la incertidumbre en sus ojos, me mata. Se gira y camina
hacia Quinn, el imbécil que se da cuenta de que tiene frío, y envuelve su brazo
alrededor de ella, acercándola.
El hecho de que tenga las pelotas de tocarla, sabiendo que fui el último en
probarla, es tan jodidamente agravante. Vuelvo a preguntarme si podría ahogarlo
en la piscina.
Saco la ropa empapada de la piscina, la escurro y la pongo en una de las
sillas, y luego envío un mensaje de texto a una de la servidumbre que viene dos
172
veces por semana. La mayoría de las veces, la veía más a ella que a mi propia
madre después de la escuela.
Le digo que necesitamos algunas cosas para lavar en seco y luego le pido que
nos traiga un Starbucks por la mañana. Ella es una anciana jubilada que
comenzó a trabajar para nosotros porque estaba aburrida después de dejar la
empresa de mi padre y no tiene nietos, así que me gustaría pensar que al menos
ganó uno, aunque a menudo me dice que soy un grano en el culo...
Señorita Mable: Ohhhh, ¿y un pedido de Starbucks, señor? ¿Así es como te
llamo ahora?
Sonrío mirando mi teléfono. Se convirtió en su apodo después de que
empezara a ver esa serie y a quedarse dormida, aunque su nombre es Eva.
Yo: Sí que suena bien.
Señorita Mable: Déjate de tonterías... y te traeré tu maldito Starbucks. Sólo
recuerda poner la ropa en el cesto, no en el suelo, ni en el fregadero, ni colgada de
un árbol para tu diversión.
Yo: Eso ha sido divertidísimo, y lo sabes.
Señorita Mable: Sí, todavía me rio. ¿Ha llegado ya tu madre a casa?
Trago el nudo en mi garganta.
Yo: No, pero ha estado en contacto.
Sé que puede leer mis mentiras. Puede leer casi todo.
Señorita Mable: ¿Necesitas que te traiga la cena?
Yo: Quinn pidió pizza.
173
Yo: Sí.
Señorita Mable: el extraño con el que tu padre te prohibió volver a hablar, ese
Quinn
Yo: Correcto.
Señorita. Mable: Bien por ti.
—Mira, Ambrose, eres sexy, pero sabes que la verdadera razón por la que salí
contigo fue para no tener que ir a la universidad; además', Quinn también es rico
e igual de guapo, además su familia no sabe de nuestro pequeño… momento. Es
mejor así, lo elijo a él y no quiere volver a hablar contigo nunca más.
—¡Eres una perra! —grito.
—Oye... —Quinn se interpone entre nosotros mientras discutimos en el
pasillo—. Baja la voz.
—No me digas lo que tengo que hacer —le gruño.
Y de repente, estamos pecho con pecho, sus ojos son salvajes. ¿Qué tipo de
mierda tiene ella sobre él que de repente está peleando conmigo después de todo
lo que pasó?
Y ahora están juntos. 174
Tessa brilla y agarra su brazo.
—Vamos, cariño, él no vale la pena.
—Lo sé. —Quinn se burla—. Ahora lo sé.
—¿Y qué? —digo en voz baja, justo cuando mi teléfono vibra en mi mano con
un mensaje de Tessa.
Es una foto de Quinn de hace unos años, con otro chico inclinado hacia él con
una sonrisa en el rostro. El pie de foto dice: No estoy segura de lo que está pasando
aquí, pero ¿qué clase de amigo es Ambrose que sacaría a su chico así?
—¡Mierda! —Grito—. ¡Nunca envié esta foto!
La gente a mi alrededor parece temer que vaya a gritar de nuevo. Por suerte,
Tessa ya había destruido su reputación, y como la mía estaba impoluta, nadie la
creyó realmente, nadie más que el que necesitaba para creerme.
Lo que sea que hubo una vez se rompió ese día, ella lo rompió usándome a
mí cada vez, y yo no tenía ni idea hasta que salió de la escuela.
Gaslighting en su mejor momento, supongo.
176
Mary-Belle
177
—¡Me gustan las anchoas!
—¡Tienen cabello!
Le doy un golpe en el hombro.
—¡Claro que no tienen! ¡Eso es lo que parecen! Es normal.
—Nada de un pez diminuto en una pizza es normal, Mary-Belle,
absolutamente nada. No es un manjar, es una tragedia, como comer spam
directamente de la lata con una cuchara.
Arrugo la nariz.
—Tú cocinas pura basura.
Se estremece.
—Algunos lo hacen. Otros, en cambio, no.
—Ewwww.
—Sin embargo, el atún lo puedo aceptar. —Guiña un ojo—. Hay algo en el
sabor que...
Pellizco su oreja y la retuerzo.
—¡Ay, ay, ay, ay! —Sigo girando—. ¡No estaba siendo sucio! No lo estaba
haciendo. Realmente me gusta el atún.
—De hecho, le gusta el atún —dice Ambrose, entrando en la habitación—.
Suelta su oreja.
Me imagino que diría suelta al Kraken6 de la misma manera, con el mismo
tono de mando, mientras se acerca a nosotros con un pantalón de chándal gris
y una sudadera con capucha a juego.
¿Qué pasa con los pantalones de chándal grises?
No miro hacia abajo.
Es difícil no ver el contorno de su polla. No puedo decir si es a propósito o no,
pero Quinn sonríe a mi lado como si viera el juego que está jugando.
Empujo a Quinn y me alejo un poco cuando noto que su oreja está un poco
roja donde la agarré.
—¿Agregaste piña? —pregunta Ambrose.
Quinn maldice.
—¿Qué les pasa a ustedes?
Ambrose lo ignora.
—Siempre guardo una lata de piña triturada en la despensa para situaciones
de emergencia.
178
Levanto la mano para chocar los cinco. Él la golpea.
—Creo que nos quedaremos contigo.
—Ah, y yo que creía que aún estabas indecisa.
Quinn levanta la mano.
—Estoy en la valla. ¿Cuento?
—No, amante del atún, no cuentas —digo.
—¡Comedora de anchoas peludas! —responde.
—Vaya... —Ambrose levanta las manos como si estuviera a punto de
golpear—. ¿Te gustan las anchoas?
—¡Por fin! Un poco de respeto en esta sala. —Quinn levanta las manos en
señal de frustración.
179
Cierro mi boca tan rápido que casi muerdo la lengua. Se inclina, sus ojos se
dirigen a mi boca.
—¿Debería pelear contra él por ti?
—¿Por qué pelear contra alguien que ya ganó? —respondo.
Se lleva una mano al pecho.
—Brutal, creo que me excita aún más.
—Es necesario, y deja de coquetear conmigo antes de que mate nuestra
amistad y ponga anchoas en tu casillero para sellar el trato.
Quinn se calla. Se inclina y susurra:
—¿Y si no tengo autocontrol y no puedo parar?
—Encuentra algo. —Le doy una fuerte palmada en la espalda.
Su tos se convierte en una risa.
—Pequeño, pero con garras.
Ambrose regresa a la habitación con un tazón de piña, y todo está bien hecho
en el mundo... todo excepto el hecho de que su ex mejor amigo y mi único amigo
sigue coqueteando conmigo. No puedo decir si realmente lo dice en serio o si solo
está probando las aguas.
Y no lo odio: es un tipo atractivo, ninguna chica lo odiaría, pero yo quiero a
Ambrose.
Genial, soy esa chica, atrapada entre un chico que probablemente esté
dispuesto y otro que me va a apartar en cuanto consiga lo que quiere... otra vez.
Los chicos empiezan a hablar de diferentes pizzas mientras yo camino
tranquilamente a su alrededor, tomo un plato y agrego dos trozos de pepperoni,
luego me estiro y tomo el tazón de piña y lo roció fuertemente. Creo que los chicos
todavía están enfrascados en la conversación, pero cuando levanto la vista,
ambos me miran fijamente mientras lamo mis dedos.
Ambrose parece estar a segundos de agarrar mi otra mano y ayudarme a salir,
y luego seguir hacia el resto, y el fuego en los ojos de Quinn es todo menos
decente.
—¿Qué? —Lamo mis labios.
Ambrose maldice en voz baja y realmente mira hacia otro lado mientras Quinn
sigue mirando fijamente.
—Tienes más salsa en el pulgar.
—No, no la tengo, yo... —Miro hacia abajo. Sí tengo salsa en el pulgar. 180
Ambrose sacude un poco los brazos y cruza el camino.
—Voy a poner una película.
Se gira hacia el otro lado cuando Quinn alcanza mi mano, pasa su dedo por
mi pulgar, se lo lleva a la boca y lo lame.
Mis labios se separan.
—¿Qué suena bien para ver? —pregunta Ambrose.
—Algo que distraiga —responde Quinn, mirando por encima del hombro.
Se lame el mismo dedo otra vez, luego lo baja y lo pasa por el frente de su
evidente erección. Su polla está literalmente tratando de reventar a través de la
mosca.
—¿Pizza? Bien. —Asiente—. ¿Salsa? Aun mejor.
Y luego se va despreocupadamente.
Me quedo ahí parada como una idiota hasta que Ambrose finalmente me
pregunta si necesito ayuda o algo.
Sí. Sí. Necesito ayuda.
Porque a pesar de que quiero ahogarlos a ambos, finalmente me doy cuenta
de que tal vez soy yo quien está sobre mi cabeza, muriendo por un poco de aire.
181
Ambrose
183
¿En qué siglo vivía?
—Sí —dije finalmente— Soy gay. Asúmelo.
No lo era. Pero estaba demasiado enojado para pensar.
Me dio una bofetada tan fuerte que caí al suelo, mis manos chocaron con la
silla, uno de mis dedos se rompió con el impacto, y aún así, se puso de pie sobre
mí.
Mamá entró minutos más tarde sólo para escuchar a papá anunciarle que yo
era gay y que estaba muerto para él.
—Pero tiene novia —dijo mamá.
Papá me miró.
—¿Es eso cierto?
—Lo que sea —Fingí que no importaba cuando me levanté y fui a mi habitación.
Fingí que no estaba llorando cuando le envié un mensaje a Tessa y le pedí que
borrara el vídeo, y fingí que todo estaba bien y que mi padre estaba exagerando
cuando le envié un mensaje a Quinn. Vino y mi padre lo rechazó rápidamente
porque asumió erróneamente que él era mi novio.
Ese fue el día en que todo terminó.
Cuando admití algo que no debería ser un delito y que ni siquiera era yo, y
cuando Quinn se pasó al lado oscuro y empezó a salir con Tessa al día siguiente.
187
Mary-Belle
189
—Nunca. —Ambrose termina de cepillarse los dientes también.
—Pero el ron se acabó definitivamente —añado.
A Quinn se le escapa una carcajada que le obliga a agarrarse la cabeza con
las manos.
—Me duele.
—Todo duele. —Estoy de acuerdo—. Pero Ambrose no me deja faltar a la
escuela.
—¡Vamos, mamá, déjanos faltar! —Quinn se queja.
Ambrose le arroja a Quinn una toalla blanca y limpia.
—Tengo práctica de lacrosse; aunque no estamos en temporada, todavía
tenemos que hacer ejercicio, el entrenador es despiadado, y si no llego a la
escuela al mediodía, no puedo jugar, lo que significa que el entrenador estará en
mi trasero.
Quinn se quita la camiseta y la tira al suelo.
—¿Qué? ¿Como si realmente necesitaran al capitán y al senior titular para
ganar?
—Son tiempos locos. —Ambrose está de acuerdo.
Señalo hacia la puerta.
—Voy a ir... a prepararme, y a rezar para que golpear mi cabeza contra la
pared haga que mi dolor de cabeza desaparezca.
Quinn frunce el ceño.
—Solo métete en la ducha muy rápido. ¿Es día de lavado de cabello? Porque
escuché que eso es una cosa.
—Es una cosa —confirma Ambrose—. Suele pasar unos dos días antes de que
empiece a olerla desde su habitación.
—Ahhh, la maldición del champú seco. —Quinn asiente, cruzando los brazos
sobre su delgado pecho.
—Puedo ducharme en mi baño.
—No desperdicies el agua. —Quinn se encoge de hombros—. No hay nada que
no haya visto antes, y no es que vaya a quedarme mirando con Ambrose de pie
junto a una cuchilla
—Qué manera tan intrigante de morir, tantas estrategias creativas. —
Ambrose se apoya en el mostrador.
—Ummmm. —Miro entre los dos.
Quinn pone los ojos en blanco.
—No es raro, eres tú la que lo hace raro, y tenemos que darnos prisa, así que
190
voto por el día de no lavarse el cabello, entrar, salir, coger una toalla, para que
nadie vea tus partes, y luego cambiarse.
Se da la vuelta para quedar de espaldas a mí, pero Ambrose no se gira; se
limita a mirar al espejo y a sonreírme como si me desafiara.
Me dan ganas de golpearlo en la cara o al menos amenazarlo con patearlo
entre las piernas. En cambio, rápidamente me quito la sudadera, mis ojos se
clavan en los suyos a través del espejo y me meto en la ducha. Sus manos se
cierran en puños. Me gusta la idea de que está pasando por un momento difícil
y que estoy extrañamente expuesta. Dejo caer la ropa al suelo y me meto
temblorosamente en la ducha; todo lo que hace Ambrose es verme lavarme
mientras agarra el lavamanos. Sus músculos están tensos a lo largo de su
espalda como si estuviera sujetándolo físicamente, por lo que no se da la vuelta
y entra en la ducha.
Lavo mi rostro y el cuerpo, luego agarro rápidamente la toalla que cuelga del
perchero y salgo de un salto, temblando cuando el aire frío golpea mi cuerpo
mojado.
Ambrose hace un ruido estrangulado en el fondo de su garganta mientras
Quinn se limita a revisar su teléfono como si estuviera aburrido. Estoy tardando
mucho.
Estoy a punto de secarme la frente cuando las manos de Ambrose me
arrebatan de repente la toalla y me secan con ella. Está visiblemente tembloroso
mientras mueve la toalla por mis brazos y mis pechos, deteniéndose en la curva
de mis caderas, la lleva suavemente entre mis piernas y cierra los ojos mientras
baja la toalla hasta mis pies.
Cuando se levanta, se da la vuelta, se baja el chándal y se mete en la ducha
sin mirar atrás.
¿A qué viene eso? Frunzo el ceño y me doy cuenta de lo diferente que ha sido
esta vez de la última vez que estuvimos en la ducha, casi como si quisiera
cuidarme en lugar de aprovecharse de mí. Sigo frunciendo el ceño mientras me
envuelvo con la toalla y empiezo a salir del baño pasando por delante de Quinn.
Me agarra el codo con suavidad y se inclina hacia mí. El ruido de la ducha es
tan alto que sé que Ambrose no puede oír el susurro bajo de Quinn cuando se
inclina y dice:
—Creo que es justo que me des una oportunidad a mí también, ya sabes, ¿y
si me prefieres a mí antes que a él? ¿Y si soy mejor para ti? —Su sonrisa es
burlona, pero me doy cuenta de que hay algo de verdad en ella. Siempre ha
coqueteado, pero también sé que hay una línea seria que no cruzará, y eso me
191
hace preguntarme más sobre su pasado.
Un escalofrío recorre mi espalda.
—¿Y si no lo eres?
—No lo critiques hasta que lo pruebes. —Guiña un ojo y suelta mi codo, y yo
casi corro a mi habitación, agarrando uno de mis otros uniformes que cuelgan
ordenadamente en mi armario.
Apenas tengo tiempo de peinarme, así que me hago un moño, me maquillo,
me pongo las botas negras y bajo corriendo por una barrita de proteínas.
Quinn lleva un uniforme nuevo, ¿tal vez uno de Ambrose? Y está sentado en
la encimera con una taza de café mientras Ambrose toma cosas de la despensa.
—Lista —digo.
Quinn levanta la vista y sus ojos se calientan.
—Me gusta el cabello desordenado.
Le saco la lengua. Él sólo sonríe.
—¿Eso es una promesa?
—Quinn. —Ambrose lanza una barrita de proteínas a la cara de Quinn—.
¿Podrías no ligar con ella cuando estoy aquí mismo?
—Oye, ella es la que me estaba atrayendo con su lengua. Yo sólo respondí.
—No quiero ir a la escuela. —Ambrose rompe el silencio—. Quiero decir,
realmente no quiero ir.
—Necesitamos una palabra de advertencia o algo para cuando esa bruja se
acerque demasiado.
Quinn se pone de pie.
—Bruja funciona.
Ambrose se ríe.
—Sí, decirle eso frente a ella suena como un plan estelar.
—Probablemente no sería la primera vez. —Quinn ajusta el cuello de su
camisa blanca.
La ansiedad golpea contra mi pecho hasta que se siente demasiado apretado
para respirar. ¿La gente va a estar hablando de Ambrose y yo besándonos en el
pasillo? No he visto nada en Snap o Insta, así que asumo que, en su mayor parte,
simplemente nos ignoraron.
Algo todavía se siente mal, apagado. No puedo evitar la sensación de que algo
192
malo va a pasar, y me asusta más que las constantes miradas de Quinn.
Tomo una respiración profunda.
—Solo quédense juntos, y ustedes dos… —Señalo entre los dos. —…menos
hostilidad, mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos…
—Emborracharse y quedarse a dormir en tu casa. —Ambrose termina—. Sí,
mensaje recibido.
Quinn mira hacia otro lado, una expresión oscura cruza su rostro normal de
diversión. Pasa sus manos por su larga melena y muerde su labio inferior como
si intentara evitar decir algo; en lugar de eso, toma aire.
—Da igual, acabemos con el resto de la semana.
Sale furioso de la casa y da un portazo. Ambrose maldice y se acerca a mí
para darme una barrita de proteínas.
—Lo siento, es que... Quinn.
—Está bien; sé que no soy yo.
—No, definitivamente soy yo. —Ambrose sonríe y se inclina como si fuera a
besarme, es tan hermoso que me duele el pecho. Un escalofrío recorre mi espalda
cuando pienso en él secándome con una toalla.
—¿Por qué me has secado? —Pregunto mientras él sigue mirándome a los
ojos—. ¿En el baño?
—¿Demasiado raro? —Se ríe—. ¿Demasiado lejos?
Niego con la cabeza.
—No, en absoluto; sólo tenía curiosidad.
Coloca un mechón de cabello caído detrás de mí oreja.
—Fue instinto.
—¿Para secarme? —Me rio.
Suelta la mano.
—Para cuidarte.
La puerta principal se abre de golpe y Quinn asoma la cabeza.
—Vamoooooonos, vamos a llegar tarde. Habla de tus sentimientos más tarde.
Sus gritos me sacan de la urgencia de inclinarme hacia Ambrose y presionar
193
un beso acalorado en su boca.
Da un paso atrás, luego otro, poniendo un espacio decidido entre nosotros
antes de girarse y salir de la casa, agarrando su bolso de cuero y colocándoselo
sobre su hombro en el proceso.
Me tomo unos segundos para reunir más aire en mis pulmones, luego hago
lo mismo.
Entre estos dos chicos y la ansiedad en la escuela ya tengo ganas de vomitar,
estoy pensando que la resaca tiene menos que ver con eso mientras manejamos
en silencio a la escuela, los tres sin mirarnos a los ojos ni una sola vez.
Cuando Ambrose se detiene en el estacionamiento, las cosas parecen
bastante normales. Sabes, si caminar al infierno todos los días es normal.
—Permanezcan juntos en la medida de lo posible —les recuerdo a ambos
antes de abrir la puerta y salir. Comienzo a caminar, Quinn y Ambrose me
siguen, flanqueando cada lado. Los alumnos me miran un poco, pero siempre se
fijan en Ambrose y Quinn; yo también, para ser sinceros, ya que soy la carne
fresca que no acaban de entender.
El olor de los cuerpos sudorosos, la comida de la cafetería, el perfume y la
colonia me asaltan cuando abro la puerta metálica del pasillo. La gente mira sus
teléfonos, habla, y luego nos miran a nosotros y hablan.
Mi teléfono suena en mi mano y me da miedo bajar la vista. Los estudiantes
empiezan a reírse y a jadear, luego nos señalan, y yo estoy lista para salir
corriendo.
—Sigue caminando —dice Ambrose.
Quinn baja la mirada a su teléfono y deja de caminar, casi chocando con un
grupo lleno de estudiantes de segundo año, todos con los ojos muy abiertos y
mirándonos como si estuviéramos a punto de entrar en prisión.
—Mierda —murmura Quinn en voz baja.
Ambrose deja de caminar y mira su pantalla, luego a Quinn, y luego agarra
mi mano y me empuja hacia nuestras taquillas.
Los dos chicos me protegen de todos los que señalan, y ahora pienso que es
peor de lo que puedo imaginar.
—No mires. —Quinn intenta quitarme el teléfono de la mano—. No es para
tanto.
Aparto mi mano de un tirón, casi golpeando a Ambrose en el rostro, y miro
mis alertas. 194
Hay un mensaje de texto al azar de un número desconocido. Abro el mensaje
y dejo caer mi flamante teléfono al suelo. Se rompe con el impacto, igual que mi
corazón.
—No escuchaste esto de mí, pero la pequeña hermana adoptiva tiene una
gran reputación entre los padres adoptivos con los que estuvo. Echa un vistazo
a este artículo de noticias de la última ciudad en la que vivió. Qué zorra tan
cachonda, apuesto a que les está chupando la polla a ambos
Las lágrimas llenan mi línea de visión. Es el artículo de noticias donde acusé
a mi padre adoptivo de violación.
Tenía doce años.
¿Quién enviaría esto a todo el mundo? No es que fuera un secreto, pero se
siente como una mierda incluso viendo mi rostro inocente allí, y el hecho de que
nadie en esa familia respondería por mí, la esposa me odiaba, los niños pensaban
que se me había mostrado demasiado favoritismo, y el caso fue finalmente
desechado, la única razón por la que llegó a las noticias fue porque llamé a la
policía en el estacionamiento del WalMart después de que me amenazó en la
minivan por no abrir las piernas para él de nuevo y que tenía que dejar de pedirlo.
Estoy temblando. Estoy mortificada. Y estoy enfadada, pero tengo miedo de
moverme; me duele respirar. Vuelvo a apoyarme en la taquilla y trato de igualar
mi respiración todo lo que puedo cuando Ambrose me atrae hacia sus brazos y
frota mi espalda.
—Ignóralo todo lo que puedas, con la barbilla alta; tienes a mi familia para
protegerte. La gente siempre quiere odiarte cuando lo tienes todo, ¿lo entiendes?
—Sus palabras caen en saco roto.
—No lo sabes —susurro—. No lo sabe.
—Lo sabe —dice Quinn detrás de mí—. Créeme cuando digo que lo sabe. —
Ambrose se tensa.
Las personas empiezan a reunirse a nuestro alrededor; siento que Quinn se
aleja. ¿Nos está abandonando?
Y entonces, el sonido de la alarma de incendios se dispara mientras el agua
cae del techo, y la gente empieza a gritar y a correr.
Me doy la vuelta y veo a Quinn despreocupado junto a la manilla y
encogiéndose de hombros.
—Tenía calor.
—Sí, las llamas básicamente nos tragaron a todos. —Ambrose estuvo de
acuerdo—. Gracias. 195
—Pero... —Miro entre ellos—. ¡Ahora van a suspender a Quinn!
—¿Quién? ¿Yo? —Quinn se señala a sí mismo—. Mira, sé que Ambrose es
algo importante, pero yo también lo soy. —Guiña un ojo—. Ahora vete mientras
voy a entregarme a la oficina del director. A veces tiene caramelos.
—Tráeme uno azul —dice Ambrose tras él.
—¡Les traeré a los dos! —Quinn nos saluda y sale corriendo mientras Ambrose
me acompaña fuera de la escuela.
Llegan los bomberos y todo el mundo está tan concentrado en las sirenas y
en perder las clases que ni siquiera miran sus teléfonos.
Sé que es solo algo temporal: la gente se olvida y se concentra en otra cosa,
pero era lo que necesitaba antes de que me derrumbara en el pasillo.
Ambrose envuelve un brazo alrededor de mi hombro.
—¿Estás mejor ahora, hermanita?
Arrugo la nariz.
—Idiota.
—De acuerdo. —Se ríe—. Por cierto, puedo ver totalmente tus pezones a
través de tu camiseta blanca.
Me da un codazo.
—¡No puedes llamarme hermana y luego decir eso con tu siguiente aliento,
bicho raro!
—Pero te hice reír. —Señala—. Si te sientes generosa, estaría más que feliz de
dejarte deslizar tus senos sobre mi pecho un poco para calentarte; Incluso puedo
ofrecerle una boca caliente, un poco de mordida solo para asegurarme de que
todavía tenga sensaciones.
Mis mejillas se calientan, intento fruncir el ceño pero sonrío de todos modos.
—No habrá roces ni succión.
Pone un rostro triste.
—Al menos déjame bajar con calma. En lugar de eso, me empujas del caballo
y me pisoteas para asegurarte de que estoy muerto.
Le doy un ligero empujón.
—Y sin embargo, de alguna manera, creo que vas a salir adelante.
Se ríe y mira por encima de mi cabeza.
—Ahí está el héroe del momento; más vale que la mierdita tenga mi goma de
mascar.
196
—¿Qué pasa contigo y la succión?
—¿Qué pasa contigo y no chupar? —Parece genuinamente confundido.
Quinn finalmente llega hasta nosotros y le lanza a Ambrose dos caramelos y
uno para mí.
—Lo siento, estaban afuera solo rosa. Por cierto, puedo ver totalmente tus
pezones a través de tu camisa.
—¡Qué les pasa a ustedes dos!
—¿Qué? —Quinn frunce el ceño ante Ambrose—. ¿Qué dije?
Ambrose me guiña un ojo y desenvuelve su dulce, luego la mete en la boca y,
de repente, lo único en lo que puedo pensar es, bueno... en chupar.
Mis ojos se fijan en la forma en que su boca lo mete y lo saca, con la lengua
dando vueltas.
—Shhh. —Quinn se inclina—. Está haciendo una prueba para una película
porno.
—Imbécil. —Ambrose lo empuja y Quinn le devuelve el empujón—. Entonces,
¿qué dijo el director?
—¿Te refieres a cuando le dije que me había resbalado? —Quinn empieza a
lamer su propio caramelo, y yo estoy rodeada de chicos buenos lamiendo cosas.
¡Ahhh!—. Me preguntó si necesitaba ver a la enfermera.
—Ohhh, por eso tienes dos caramelos. —Ambrose asiente.
Quinn me mira fijamente.
—Me porte muy bien.
—¿También te dio una pegatina?
Se levanta literalmente la manga y me muestra una pegatina de un corazón;
quiero poner los ojos en blanco, pero en lugar de eso me rio.
—Gracias por tu sacrificio.
Hace una reverencia. Suena el timbre y los profesores empiezan a ordenar a
los jóvenes que vuelvan a las aulas. De repente, me gustaría poder quedarme
fuera, en el aparcamiento, con estos dos tipos tan confusos, viéndolos lamer
caramelos mientras imagino las formas en que uno de ellos me lamía a mí.
Va a ser un día largo.
197
Ambrose
200
Él suelta una carcajada.
—Sé honesto, ¿has memorizado eso?
—¡Claro que no! —grito mientras el sudor cae por mi rostro.
—¿Ves? Ni siquiera tú la tocarías. —Tiene que cerrar la boca. Rápido—.
Quiero decir, no te culparía si lo hicieras, sé que ustedes eran cercanos cuando
ella llegó aquí, pero eso no se ve bien hombre, cruzar sigilosamente el pasillo
para follar con la chica que tus padres adoptaron. Ni siquiera yo iría tan lejos,
aunque no soy su hermano, así que…
—¿Tienes razón en las palabras que salen de tu boca, o solo te gusta escuchar
tu propia inteligencia inferior?
—Entonces, ¿qué fue eso del beso de ayer? —finalmente hace la pregunta que
estaba temiendo.
—Me gusta enrollarme.
—Se lanzó totalmente sobre ti. —Gruñe—. Lo que demuestra mi punto de
vista, ese artículo, probablemente todo sea cierto, una vez una puta siempre una
puta…
Extiendo mi pierna, y él tropieza con ella y patina sobre la hierba.
—¡Hijo de puta, Ambrose!
—Me resbalé.
—¡Voy a matarte!
Corro hacia el estacionamiento, él me pisa los talones, es tan rápido como yo.
Veo a Quinn y a MB en el estacionamiento apoyados en mi auto con un
McDonald's: deben de haber comprado comida antes de volver a dar una vuelta.
Mi vida sería mucho más fácil si pudiera mantener a todos los idiotas alejados
de ella. Estoy demasiado concentrado en cómo se ríe con Quinn como para
darme cuenta de que Xander está justo detrás de mí. Me tira al suelo y da un
puñetazo en mi estómago; como todavía tengo el casco puesto, la mandíbula está
fuera. Lo hace una vez más antes de que me lo quite de encima, me desabroche
el casco y lo tiro al suelo.
—¿Quieres que te dé una paliza?
Desabrocha su casco y me lo lanza.
—¡Vamos!
Me abalanzo sobre él.
Se ríe y me esquiva.
—Bastante enfadado por una chica que ni siquiera te gusta. ¿Fue por algo
que dije?
201
Grito y le doy un rodillazo en el estómago, luego lo tiró al suelo, me pongo a
horcajadas y comienzo a golpear su rostro.
No sé quién me aparta de él hasta que veo a MB a mi izquierda, con los ojos
muy abiertos.
Mis manos están ensangrentadas y la nariz de Xander parece estar rota, junto
con un labio cortado.
—Sí, eso es, deja que tu amigo amante de los homosexuales te aparte de una
pelea real. —Xander se burla—. Oye, ¿cómo está tu hermano, Quinn? ¿Sigue
chupando pollas?
Quinn se endereza, se acerca a Xander y le da un puñetazo en la barbilla.
Claramente, Xander no se lo esperaba. Se tambalea hacia atrás.
—Patético, ¿eso es todo lo que tienes? —grita Xander—. ¡Vamos! Me encargaré
de los dos.
—De los tres —grita MB—. Encárgate de los tres. —Sin previo aviso, ella hace
una loca patada giratoria que golpea a Xander en la cabeza, enviándolo al suelo.
Él está inconsciente.
Atónito, miró de él a MB y luego a Quinn.
—¿Dónde demonios has aprendido eso?
—Primera madre adoptiva. —Se inclina sobre Xander, que gime e intenta
sentarse—. Buena suerte para conseguir que cualquier chica se acueste contigo
con ese rostro, oh, y me refiero al que tenías antes de la sangre.
—Puta, amante de papá —dice Xander en voz baja.
Me pongo de pie de un salto, Quinn está a mi lado, con los puños cerrados y
los ojos desorbitados.
Un profesor llega corriendo. Oh genial, inmediatamente me doy cuenta de la
camisa negra ajustada de Tessa metida en su falda de cuero negra igualmente
ajustada. No podemos tener un respiro, ¿verdad?
—¿Qué pasó? —Tiene un cierto brillo en los ojos que me hace preguntarme si
le gusta la sangre y la violencia. ¿Me sorprendería? No, en absoluto.
—Yo… me caí. —Xander traga saliva.
Sus cejas se disparan hacia la frente.
—¿Te caíste y eso explica la sangre que tienen todos?
—Todos nos caímos. —Muevo la cabeza en su dirección como si dijera que no
voy a delatarlo, aunque quiera asesinarlo con mis propias manos.
202
—Ajá. —Ella asiente, luego junta las manos y mira a MB—. ¿Y tú? ¿Los
empujaste, o de alguna manera te caíste mágicamente también?
—Yo soy la testigo de dicha… caída.
Tessa comprueba su reloj y suspira.
—Bien, supongo que como técnicamente ya no es horario escolar, lo dejaré
pasar, pero no más caídas. —Hace el gesto de comillas en el aire y luego mira a
MB de arriba abajo—. ¿No eres preciosa? Nunca lo hubiera sabido.
MB se estremece; sus ojos se llenan de lágrimas.
—Bueno, si eso es todo... —Tessa se despide con la mano, sus tacones
golpean el suelo, mientras Xander maldice y comienza a correr de vuelta hacia
el campo de prácticas. A estas alturas, es probable que haya terminado de todos
modos, es valiente por dejar que el entrenador lo vea en mal estado, y espero que
no le diga la verdadera razón por la que ambos estamos ensangrentados. Lo
último que necesito es quedarme fuera de un juego o perder mi puesto de
capitán, además de todo lo demás.
Limpio mi nariz y luego mi labio hinchado. Perfecto, probablemente me veo
como una mierda.
—¿Estás bien? —le pregunto a Quinn.
Se encoge de hombros.
—Es lo que es. —Pero parece derrotado—. ¿Te parece bien si vuelvo esta
noche? Necesito ir a buscar algo de ropa y asegurarme de que mis padres saben
que estoy vivo.
Asiento, sin necesidad de palabras porque, por mucho que quiera hacerlo
“tropezar” también por querer lo que es mío, nunca lo rechazaría después de que
Xander dijera lo que dijo.
Exhala con brusquedad, mete sus manos en los bolsillos y se aleja, se sube
al Maserati y sale del estacionamiento.
MB lo sigue con la mirada.
—¿Va a estar bien?
—Sí, bueno, muchos recuerdos divertidos nos han llegado a los dos estos
últimos dos días, y ese es otro que ha estado tratando de olvidar.
—¿Su hermano siendo gay?
—No, su hermano está muerto —susurro—. Nadie habla realmente de eso en
su familia, el funeral fue pequeño, y la mayoría de los chicos de la escuela ni 203
siquiera lo saben. De todos modos, no es asunto de ellos.
MB jadea a mi lado.
—¿Qué pasó con su hermano?
—Sobredosis. —Niego con la cabeza—. Estaba en la Universidad de Nueva
York y, por lo que hemos podido averiguar, se drogaba de forma recreativa, y la
pastilla que tomó estaba mezclada con fentanilo, lo mató casi al instante. —Mis
manos se flexionan y se cierran en puños—. Era el tipo más genial del campus
cuando estaba aquí; las chicas morían por él, y un día se dio cuenta de que eso
no era él. Quinn y él tuvieron muchas peleas con otras personas, pero
eventualmente las cosas se calmaron. Sin embargo, algunas personas siguen
siendo unos grandes imbéciles.
—¿Como el que se cayó?
Me rio.
—Sí, como el que se cayó, vamos; tengo que recoger mis cosas del vestuario.
Como era de esperar, para cuando regresamos al entrenamiento está
terminando, el entrenador está haciendo su típica charla de preparación antes
del partido. Me mira una vez que nos despide y se cruza de brazos. Es un tipo
corpulento con la cabeza rapada, con dos silbatos por si acaso se rompe uno y
que ha jugado al lacrosse en la universidad. Sus cejas se levantan.
—Déjame adivinar, ¿La segunda mitad del equipo de práctica del apocalipsis
zombie?
—Entrenador, solo queremos prepararnos. Usted siempre nos enseña que la
práctica hace la perfección, ¿verdad? —Sonrío.
Él mira hacia el cielo.
—Que no se repita. Eres el líder; actúa como tal, incluso si Xander está
diciendo tonterías, ¿entendido?
—Entendido. —Asiento mientras se da la vuelta—. Ah, y entrenador, estamos
haciendo audiciones para el resto del equipo de zombies, por si está interesado.
Me mira fijamente, hace sonar su silbato y luego grita.
—Cincuenta flexiones, la práctica hace la perfección, ¿verdad?
—Mierda.
204
—Veinticinco más. —Hace sonar su silbato.
MB se ríe a mi lado.
—¿Te parece gracioso? —El entrenador amplía su postura.
—Er, um, no, voy a esperar... por aquí.
El entrenador se queda literalmente de pie sobre mí, con gafas de sol y todo,
mirando fijamente como un guardia de prisión mientras termino todas mis
sudorosas flexiones. Cuando llegó a la última, gruñe, toma su iPad y dice:
—Nos vemos en el partido del sábado. Si te disfrazas de zombie porque te
crees un comediante, será muerte por burpees 8.
—Entendido. —Respiro con dificultad y estoy a punto de desmayarme por el
entrenamiento, pero me siento bien. Me levanto con piernas temblorosas,
dándome cuenta de que mis brazos están a punto de caerse de mis hombros.
MB se acerca.
206
Mary-Belle
Despierto horas más tarde con los ronquidos de Quinn desde el suelo y me
doy cuenta de que el lugar en el que Ambrose estaba acostado en el sofá está
vacío. ¿Tal vez fue al baño?
Tropiezo por el pasillo en busca de agua cuando Ambrose sale del baño.
Nos miramos fijamente.
Está despeinado y sexy, con el cabello asomando en todas las direcciones, y
sus labios carnosos se ven tan sensuales que me dan ganas de llorar.
Me da una sonrisa somnolienta.
—Lo siento, tenía que orinar, y el bonus no tenía una erección, así que en
realidad pude, gracias a que no dormí a tu lado.
212
—Buuu. —Le doy un pulgar hacia abajo—. Iba a tomar un poco de agua.
—¿Puedo acompañarte?
—Claroooo. —Le tiendo la mano.
Él la mira durante unos segundos y luego la toma mientras caminamos por
el pasillo hacia la cocina. Está oscuro y silencioso, pero ya no se siente tanta
soledad como antes.
¿Es porque Quinn está aquí con nosotros?
¿Es porque Ambrose y yo finalmente hemos hablado de todo?
¿O es porque donde sea que esté este chico, es mi hogar?
Voy a la nevera y la abro, agarrando una botella de agua. Ambrose viene
detrás de mí y cierra la nevera con su mano, nunca me fije en sus manos, pero
sus dedos son hermosos.
Aunque pueden hacer cosas increíblemente perversas.
Me estremezco y miró fijamente nuestra pequeña lista de reglas.
—¿Cómo es que tú y Quinn se hicieron amigos de todos modos? —Miró
fijamente al frente, haciendo una conversación trivial a pesar de que tengo
verdadera curiosidad.
—Bueno… —Ambrose me atrae hacia él—. Simplemente me obligó a hacerlo,
se sentó a mi lado en Matemáticas y me dijo que era un chico de números. No le
creí, una apuesta resultó en que le comprara una hamburguesa, y ambos nos
quejamos de nuestros padres que nos daban mucha mierda. Más tarde descubrí
que su padre era uno de los abogados de mi padre para algunos proyectos, y mis
padres aprobaron nuestra amistad porque ambos somos jodidamente ricos.
—Hasta que no lo hicieron, ¿verdad?
Permanece en silencio, y entonces responde:
—Hasta que pensaron que era mi novio, más o menos.
Comienzo a trazar las diferentes letras de nuestro acuerdo.
—¿Por qué no lo negaron?
—Porque estaban siendo unos imbéciles pretenciosos —dice—. E insultante.
Y yo estaba enojado. No debería tener que preguntarles a quién puedo amar. El
amor de los padres debería ser incondicional. Supongo que en un mundo
perfecto lo sería, pero en el mundo de mi padre había reglas, y eso contaría como
romperlas.
Asiento.
213
—Eso es triste.
—Muy triste.
—Entonces, ¿por qué se pelearon?
—Porque al final, la eligió a ella antes que a mí; dice que no tenía opción, que
tenía las manos atadas, pero una parte de mí se pregunta si no fue solo porque
él quería algo que yo quería, siempre habíamos sido competitivos. Yo lo veía como
un reto, creo que él lo veía como una amenaza. ¿Quién sabe realmente? Ella es
la peor, al menos, ambos lo sabemos ahora.
—Realmente lo es.
Los nervios sacuden mi cuerpo mientras busco el rotulador aún pegado a la
nevera.
—¿Vamos a estar bien?
—¿Por qué no íbamos a estarlo?
Empiezo a escribir. Amigos de por vida.
Él toma el rotulador y escribe. Montar o morir.
Me rio. Amigos en la escuela también, y amigos para toda la vida, pase lo que
pase.
Siempre. Escribe debajo. Me doy cuenta de que está dudando o pensando en
añadir algo más. Levanta lentamente el rotulador hasta arriba y añade el nombre
de Quinn junto al nuestro, como si dijera que es un pacto para todos, reglas para
todos.
Reglas de la amistad.
Sonrío al verlo y extiendo la mano para agarrar el rotulador. Ambrose me lo
entrega. Las yemas de sus dedos son cálidas, sensuales y reconfortantes de una
manera que no debería ser para algo tan simple.
Escribo. Nunca tuve un novio.
Se lo devuelvo.
Sé mi novia, rodea sí o no. Su escritura es adorable.
—Hmm. —Sonrío ante el papel—. ¿Debo esperar hasta la primera hora de
mañana para rodear?
—¿Y mantenerme en suspenso? —Se ríe—. ¿Te gusta torturar a las personas?
—Sí.
—Me lo imaginaba.
214
Con manos temblorosas, hago un círculo que dice sí, y luego me giro en sus
brazos. Apoya su barbilla en la parte superior de mi cabeza durante unos breves
segundos antes de retroceder y bajar la cabeza, presionando un lento beso en
mis labios.
De repente me levanta sobre la encimera de la cocina y me doy cuenta de que
este es el momento en que las cosas se vuelven reales. Este es nuestro momento.
Nuestro caos.
Nuestro frenesí.
Nuestra perfección imperfecta.
Ambrose
Las yemas de mis dedos se deslizan con avidez por sus costados, levantando
su sudadera por encima de la cabeza y arrojándola a un lado. Cae en el fregadero.
Realmente me importa una mierda.
Necesito saborear más de ella, necesito tomarme mi tiempo, pero mi cuerpo
no está de acuerdo con esa idea.
—Te necesito. —Sueno como un tonto total, pero ni siquiera me importa. Ha
sido demasiado recientemente, y solo la quiero a ella; La necesito tan
desesperadamente que siento que las lágrimas pinchan mis ojos, como un
perdedor total, y luego simplemente, pierdo. Pierdo con ella, lo pierdo todo en
sus labios, la forma en que se presionan contra los míos, tirando, tomando. 215
Me muero de hambre por ella.
Sólo quiero lo que ella da.
Mataré por más de esto.
Mis manos se mueven a sus caderas. Encajo perfectamente en este espacio,
la forma en que ella se mueve contra mí sin siquiera darme cuenta de que ya
tenemos este ritmo entre nosotros, algo tan natural y puro que solo puedo seguir
besándola y rogando por más en mi mente.
Su lengua se envuelve alrededor de la mía, y luego se aleja y me muerde el
puto labio.
La acompaño a la sala de estar, todavía agarrándola como una pequeña
mierda necesitada.
La golpeo contra el sofá y me rio.
—¿Fue divertido?
—Dímelo tú.
—Estoy fuera de la sangre.
—Yo estoy fuera por ti. —Ella me agarra la cabeza, y yo bajo y pienso para
mí, sí, quieres jugar, jugaré. La empujo contra los cojines y luego los tiro, mi
hambre es tan grande por ella que incluso si quiere huir, la perseguiré, cada
puta vez.
Ella es mía.
Mía.
Mis dientes rozan su cuello.
Se ríe como si fuera divertido.
Agarro su trasero.
Más risas.
—La chica ha venido a jugar —susurro.
Ella me voltea sobre mi espalda de una manera que no esperaba mientras
caía al suelo, ella a horcajadas sobre mí.
—Oh lo siento. ¿Querías misericordia?
Puse mis manos detrás de mi cabeza.
—Sí.
216
Ella se inclina sobre mí y sonríe.
—Te voy a hacer mi perra.
—Mierda, sí. —La agarro por el cabello y la beso más fuerte, más fuerte hasta
que ya no puedo sentir mis labios. La mesa de al lado se agita,
MB me agarra por el cuello y me tira contra ella; no esperaba que fuera tan
agresiva, pero me gusta, y mi cuerpo se da cuenta muy pronto.
Necesitábamos esto.
A ella.
Esto.
Tocar.
Estar juntos. Saber que incluso en el placer y el dolor, nos tenemos el uno al
otro, y tenemos esto, siempre hemos tenido esta pasión explosiva entre nosotros.
Estoy tan empalmado que no puedo funcionar, o al menos mi cuerpo me lo dice
mientras me froto contra ella, mientras ella mete la mano en mis jeans y me
agarra con tanta fuerza que creo que voy a morir.
Beso su cuello y luego lamo su barbilla. Mis dientes se clavan en su barbilla
antes de besarla en la boca y tirar de sus labios. Mierda, qué bien sabe.
Me empuja hacia atrás.
—¿Qué? —pregunto.
Una pierna delgada se levanta y su pie me aprieta el pecho, abajo, abajo,
abajo, oh demonios, voy a ir más profundo si eso es lo que quiere, abajo en los
siete círculos del infierno mientras me aprieta más fuerte contra el suelo.
—Te necesito. —Es todo lo que dice mientras se quita la blusa y tira su cuerpo
a un lado, desechado como si fuera una desgracia. Me quito la camiseta por la
cabeza y se une a la suya.
Sus manos alcanzan mis jeans y los abren de un tirón.
—Tómalo —digo—. Además, ¿puedes volver a poner ese rostro tan sexy que
acabas de poner porque, maldita sea, creo que acabo de tener un orgasmo?
Se ríe y me da una palmada en el estómago.
Agarro las puntas de sus dedos y las beso lentamente.
—Me gustas mucho.
—Me gustas mucho, mucho —responde.
—¿Hacemos esto?
—Sí. —Ella asiente—. Lo estamos haciendo.
—No debería haber parado nunca —susurro, tirando de ella por el cuello y 217
acercando su boca a la mía, besándola profundamente; nuestras lenguas no
saben qué hacer más que tocarse, deslizarse, chuparse, sostenerse. Siento que
me ahogo, y lo acepto, como respirar en el agua, sabiendo que puedes morir.
Me ahogaría en ella.
Ella sonríe contra mi boca y baja mis jeans. Los empujo aún más. Sus
leggings son los siguientes, y su tanga sigue, estrellándose contra el suelo.
Y entonces estamos desnudos el uno contra el otro.
La piel contra la piel nunca se ha sentido tan bien. Es suave y dura, fuerte y
hermosa, hay tantas cosas que quiero decir, pero todo lo que tengo ahora es mi
cuerpo y la esperanza de poder hacerla sentir tan bien como ella me hace sentir
a mí. Ella es tan perfecta de una manera bellamente imperfecta.
Quiero ver sus cicatrices.
Quiero trazarlas con mi lengua.
Quiero decirle que son hermosas sin importar lo que ella piense.
—Mía —vuelvo a decir—. Nunca te dejaré ir.
—Bien, porque eso sería incómodo. —Se ríe.
Capturo esa risa con mis labios y nos acercamos al otro sofá, nuestras piernas
chocan contra los muebles y las mesas, y entonces sólo quedamos nosotros y la
luz de la luna de la ventana. Siempre quise tener a alguien a quien abrazar.
Ahora la tengo a ella.
No puedo respirar sin ella.
Respiro profundamente y la miro fijamente.
—¿Te quedas conmigo para siempre?
Ella asiente y una lágrima se desliza por su mejilla. La atrapo con el dedo, la
saboreo y la miro.
—Quiero perder el control contigo.
—Bien —dice ella—. Porque lo he perdido todo contigo, y mi única esperanza
es que me dejes salvarte como me salvaste a mí.
Agarro sus muslos con mis manos. Los abro de par en par, tanto que ella
jadea, y luego me introduzco en ella como un salvaje. Sus ojos se dirigen a la
parte posterior de su cabeza.
—¿Así?
—Tiene que ser así —grita—. Así. 218
Empujo con más fuerza y sus caderas se levantan.
—Dime que me odias —digo—. Entonces dime que me amas.
—Amo cada parte de ti. —Gime y me tira del cabello. Me duele tanto que casi
me vengo—. Sí —grito—. Así, tenemos que perderlo juntos, perderlo todo.
Ella flexiona sus caderas.
Agarro rápidamente un condón que he escondido convenientemente en la
maceta de la mesa y me lo pongo. No lo había planeado, pero quería planificar
por si acaso y cuidar de ella, de nosotros.
No tardo nada en introducirme entre sus muslos.
Estoy muerto.
Este es mi cielo.
Puede ser el infierno de otros.
Pero ahora no.
No te voy a dejar ir.
—¿Creías que iba a huir?
—¿No te diste cuenta de que te perseguiría?
Sus ojos se llenan de lágrimas mientras nos movemos en sincronía.
—Mía —digo, capturando sus labios mientras me deslizo suavemente dentro
de ella esta vez. Está tan apretada que casi me detengo, pero sus piernas se
enganchan a mi alrededor, tirando de mí.
Creo que me gustaría morir así.
Soy completamente suyo.
Pensé que estábamos teniendo sexo.
No, me está follando.
Sólo estoy aquí por las palomitas.
Porque, maldita sea.
Hago rodar mis caderas.
Sus gemidos no ayudan, ya que me recibe con cada empujón, y luego me voy,
aturdido, confundido, follándola tan fuerte que no puedo ver bien mientras me
besa y me tira del cabello.
219
—Aghh. —Se inclina hacia atrás—. Estoy...
—Lo mismo. —Finalmente gruño.
Y entonces somos sólo nosotros otra vez.
Mirándonos fijamente.
Preguntándonos a dónde ir desde aquí, pero sabiendo que tiene que haber un
rastro, una señal, algo.
No tengo palabras.
Pero tengo mi boca. Tengo mi cuerpo
Así que la beso de nuevo. La abrazo, luego presiono otro pequeño beso contra
su cuello y susurro.
—Perfecto.
Ambrose
—No puedo creer que nunca hayas hecho eso antes... —Me rio, haciéndole
cosquillas a MB para que se despierte y probablemente haciendo que se enoje.
—¡Era tarde! —Se agacha bajo las sábanas y murmura—. ¿Por qué me
despiertas tan temprano de todos modos?
—Helado en los pezones, clásico.
—Tan frío.
—Tan sabroso —digo rápidamente—. Y no lo siento lo más mínimo.
—Sí, me di cuenta. Incluso cuando me mordiste, estabas todo el tiempo, oh,
lo siento, se resbaló mi mandíbula.
—¡Eso sucede!
220
—No, realmente no sucede. —Pellizca mi pierna.
Alguien se aclara la garganta, ella se asoma por debajo de la sábana y yo miro
por encima de mi hombro. Quinn está parado allí solo con los jeans que llevaba
la noche anterior, negando con la cabeza.
—Por favor, al menos dime que usaste un condón porque realmente no puedo
convertirme en tío tan rápido en la vida; yo también tengo sueños.
Le tiró una almohada.
—Siempre lo envuelves.
—Siempre. —Quinn asiente y se dirige a la nevera.
Cuando llega allí, su mano se congela en el mango mientras lee la lista.
No se mueve.
—¿Está bien? —pregunta MB—. No se mueve.
Asiento.
—A Quinn le lleva más tiempo procesar las emociones humanas.
—Lista genial —dice finalmente, sin hacer contacto visual con nosotros—.
Además, escribes mi nombre con una N.
Mis ojos se agrandan.
Él mira por encima de su hombro.
—Estoy bromeando. Además, sí, gracias, pasé una noche fantástica solo
mientras no paraba de escuchar gemidos y cosas como: más Ambrose, gracias
Ambrose, eres un dios Ambrose, hazlo otra vez, ay eso duele, es broma muérdelo
más fuerte.
MB se esconde debajo de la sábana mientras yo estallo en carcajadas; ella
vuelve a asomar la cabeza.
—¡NO sueno así!
—Claro que sí. —Quinn nos guiña un ojo y nos lanza dos botellas de agua—.
Pero también vístanse, es hora de ir a la escuela, y no quiero ser el portador de
malas noticias después de una experiencia sexual tan maravillosa en la que estoy
seguro de que Ambrose hizo su debida diligencia y realmente encontró tu
clítoris… pero hay otro texto raro que fue enviado desde un número desconocido.
¿Por qué la noche anterior tuvo que terminar de esta manera? ¿Con nosotros
despertando con más malas noticias?
—¿Acaso quiero saberlo? 221
—¿Por qué pelear por el incesto? Mira esto. —Era una foto de Mary-Belle y yo
besándonos en el pasillo, seguida de otra de ella junto a Quinn sonriendo.
—Genial, otro día en el infierno. ¿Qué más hay de nuevo? —Refunfuño y tiro
de MB contra mí—. Podemos saltarnos el día de hoy.
—Se acabó lo de esconderse. —Se sienta, envolviendo la sábana a su
alrededor—. Si quieren hablar de mierda, que lo hagan. Yo sé quién soy, y
ustedes también lo saben. Acabemos con esto. Será peor si nos quedamos en
casa.
—Estoy de acuerdo con la inteligente —dice Quinn—. Faltar no lo hará mejor.
En todo caso, solo les dará la razón.
Suspiro.
—¿Cómo puedo siquiera empezar a proteger...?
—No lo hagas —dice MB—. Termina esa oración. Entiendo que quieras
protegerme, pero llevo mucho tiempo protegiéndome a mí misma. Cuando
necesite tu ayuda, te la pediré; hasta entonces, quédate a mi lado.
Los dos permanecemos en silencio.
Quinn habla primero.
—Maldita sea, eso fue muy sexy.
—Retrocede. —Lo señalo con un dedo.
Quinn levanta las manos.
—Tranquilo chico, no iba a lamerla y reclamarla.
—Seguro que no ibas a hacerlo —digo—. Ahora date la vuelta porque estoy
súper desnudo y lo último que quieres es empezar la escuela con la autoestima
baja porque mi pene es muy grande.
—Lo he visto, no me impresiona. —Quinn se encoge de hombros—. El mío,
en cambio…
Tapo las orejas de MB con mis manos y miro fijamente a Quinn. Él solo sonríe
y sale de la habitación, el muy imbécil.
No sé por qué pero honestamente me siento bien con el día, vuelvo a revisar
mi teléfono una vez que me ducho y me arreglo, y sigo sin tener mensajes de mi
madre. Es como si hubiera desaparecido en el aire.
Perder a un padre por muerte es una cosa. Perder a otro por elección... duele.
Duele que ni siquiera se haya registrado para asegurarse de que ambos
estamos vivos. ¿Qué clase de madre hace esa elección? El año pasado estuvo a
mi lado, asegurándose de que estaba bien después de todo el drama con Tessa, 222
¿y ahora? Ahora me pregunto por qué le importaba cuando claramente lo único
que a ella le interesaba era las apariencias.
En ese momento pensé que era yo, que estaba preocupado por mí, lo dijo,
pero ahora sé la verdad.
Todo el mundo miente.
Y mis dos padres estaban avergonzados.
Respiro profundamente mientras conduzco hacia la escuela, no digo mucho,
pero parece que ninguno de nosotros necesita hacerlo. Las ventanillas están
bajadas, la música a todo volumen y, por primera vez en mucho tiempo, me
siento como en los viejos tiempos con Quinn, dejando que la cálida brisa golpee
nuestros rostros. MB está en el asiento trasero, con las gafas de sol puestas,
sonriendo para sí misma.
Todo es perfecto.
Perfectamente imperfecto, y me encanta. ¿Y qué pasa si las cosas se
complican con mi madre?
Tengo una nueva familia.
Una nueva perfecta, una con la que estoy bien, una por la que moriría.
Me detengo en el espacio de estacionamiento habitual e inmediatamente veo
a Tessa parada fuera del edificio de la escuela como si estuviera esperándonos,
bueno, va a estar esperando mucho tiempo.
Por suerte, todos nuestros teléfonos comienzan a sonar. Cuando miro hacia
abajo, es una alerta de noticias.
El fiscal John Andrews está en estado crítico con una herida de bala.
Actualícese pronto.
Me congelo.
Ese es el padre de Tessa.
Es absolutamente malvado, pero nunca le desearía eso a nadie. Quinn y yo
compartimos una mirada mientras MB se queda mirando su teléfono como si
hubiera visto un fantasma.
—Eso es una mierda —dice Quinn.
—¿Estás bien? —le pregunto a MB.
—Ese hombre. —Ella niega con la cabeza—. No importa. No te preocupes por
eso. Es triste.
Frunzo el ceño y salgo del auto. MB me sigue con Quinn a mi derecha.
223
—Vamos. —Agarro la mano de MB y caminamos hacia las puertas.
—Necesito hablar contigo. —La voz de Tessa se quiebra mientras sus ojos
buscan entre todos nosotros, cayendo finalmente en el teléfono que aún está en
mi mano izquierda como si supiera que lo sé—. Es importante.
No quiero ceder; Quinn niega con la cabeza lentamente.
—Por favor. —Tessa se acerca a mí; retrocedo, irritado de que piense que tiene
derecho a tocarme—. Es de vida o muerte, Ambrose, no te lo pediría, pero... —
Una lágrima cae de su mejilla, deslizándose por su mandíbula y cayendo sobre
el cemento.
Mierda.
Me giro hacia Quinn.
—Cuida a MB. Ahora mismo voy.
Me doy cuenta de que quiere decir algo, pero envuelve a MB con su brazo y
la conduce de forma protectora al interior de la escuela mientras Tessa me hace
un gesto para que camine por el estacionamiento.
Llegamos a su Jeep; ella entra en el lado del conductor y yo en el del pasajero.
Las puertas se cierran, y supongo que es para tener más privacidad, pero ella
arranca el motor.
Frunciendo el ceño, me pongo el cinturón de seguridad.
—¿Estás ayudándome a faltar a la escuela o qué?
Su sonrisa parece casi triste.
—Algo así.
Salimos del estacionamiento e inmediatamente mi estómago se revuelve. Hay
algo que parece demasiado tranquilo, demasiado normal.
—¿Música? —pregunta, subiendo el dial mientras Imagine Dragons suena de
fondo.
Me alejo de ella y, por alguna razón, llamó a Quinn y mantengo el teléfono
encendido junto a mi lado derecho.
—¿De qué se trata?
—¿Te lo dijo ya?
—¿Quién?
224
—Quinn. —Hace un giro brusco a la izquierda—. ¿Sobre dejarme
embarazada? ¿Sobre arruinar mi vida? ¿Su padre arruinando nuestra familia
después del pago por ese estúpido e inofensivo vídeo?
Niego con la cabeza.
—Tu padre estaba malversando dinero de su propio bufete de abogados y lo
atraparon. En cuanto al vídeo, fue una completa mierda. No se puede drogar a
dos menores de edad y salirse con la suya. En cuanto a que Quinn te dejara
embarazada... —Siento que voy a vomitar—. No, no lo sabía; no me lo dijo.
—Se avergonzaba de nosotros.
Permanezco en silencio porque, en mi cabeza, pienso que él sintió que no
tenía otra opción, no me extraña que se quedara con ella.
—Papá dijo que lo mantuviera cerca ya que tenía trapos sucios de nosotros,
y sorpresa, además de eso, el niño de oro me deja embarazada después de tener
sexo borracho realmente horrible una vez.
La bilis sube a mi garganta.
—¿Eso es lo que necesitabas decirme?
Hace un giro brusco a la derecha y luego otro, pisando el acelerador como si
estuviera haciendo una prueba para la NASCAR. Me aferro a mi querida vida y
miro hacia abajo. Quinn sigue en la línea. Intento cambiar a texto, pero no quiero
que ella lo vea.
Así que sigo hablando.
—Tu padre era un pedazo de mierda, por cierto. —Tessa vuelve a pisar el
acelerador al pasar un semáforo en rojo—. Dijo que si volvía a hablar contigo o
con Quinn, me haría pagar, y cuando volví a aparecer en tu casa para contarte
lo del bebé, me ofreció más dinero para callarme y me preguntó si era tuyo. Lo
curioso es que nunca se lo dije a Quinn... podría haber sido tuyo, o podría haber
sido de él, algo así como la maldita ruleta rusa. Al final, sus padres me pagaron
más de lo que merecía, pero mi propio jodido padre tomó el dinero porque estaba
muy metido en un negocio, y entonces se suicidó esta mañana después de hacer
algunas malas inversiones
—Lo siento, Tessa. —No sé qué más decir... ella no está en su sano juicio.
Ella golpea sus manos contra el volante.
—¡No se suponía que fuera así, Ambrose! ¡Se suponía que iba a enseñar! ¡Se
suponía que iba a volver y enamorarme! ¡Se suponía que tú me amarías primero!
¡No en segundo lugar!
—Me drogaste, me forzaste, ¿y crees que te amo? —pregunto—. Tal vez en un 225
momento dado podría haberlo hecho, pero te aprovechaste de mí.
—¡Sabías exactamente lo que estabas haciendo!
—¡Pusiste algo en nuestras bebidas! —grito—. ¡No, no tenía ni idea de lo que
estaba haciendo! Era un maldito virgen, Tessa.
Ella comienza a reír, y no es la risa normal que sale de sus labios sino algo
malvado, monstruoso.
—Oh, por favor, lo deseabas, me di cuenta. Todos los días coqueteabas
conmigo, en todas las fiestas bebías conmigo, lo deseabas tanto que te forcé un
poco.
—¿Un poco? —repito—. ¿Un poco? Literalmente nos enviaste a los dos a
terapia después de eso. ¡Podríamos haberte mandado a prisión!
—¡Cállate! ¡Cállate! —El Jeep da un salto y baja a toda velocidad hacia la
siguiente colina. Empiezo a asustarme.
No sé qué hacer. La verdad es importante, pero ¿más importante que mi vida?
Bajamos a toda velocidad por la carretera, pasando autos a la izquierda y a
la derecha, casi chocando con un semirremolque.
—Veo cómo te mira —susurra—. Ella te ama, pero no te merece, a ninguno
de los dos. —Las lágrimas corren por el rostro de Tessa—. Yo sí. Merezco algo
bueno después de todo lo que he pasado.
—Lo mereces. —Miento—. Te mereces todo lo bueno.
—¡Mentiroso! —grita, apretando el volante—. Quiero morir.
—¡NO! —grito—. Tessa, tienes mucho por lo que vivir. Piensa en esto.
—Lo hice. —Rechina los dientes—. Desde que la policía se fue a las cinco de
la mañana. He pensado mucho en ello, y la única forma en que esto debería
terminar, nuestra trágica historia de amor, tú, yo, Quinn… termina de esta
manera.
—¡Tessa! —grito, luego me aseguro de tener el cinturón de seguridad puesto.
Quinn comienza a gritar a través del teléfono, y luego MB.
Rezo una rápida oración y trato de agarrar el volante mientras el Jeep se
dirige a toda velocidad hacia el muelle del lago.
Ella suelta el volante de repente, pero seguimos yendo rápido. Se gira para
226
mirarme, con una sonrisa triste y ojos enloquecidos.
—Todo es tu culpa por ser perfecto.
El Jeep golpea el agua con tanta fuerza que me abalanzo hacia delante y trato
de desabrochar el cinturón de seguridad; se atasca durante unos segundos
mientras nos hundimos.
La fría oscuridad me cubre mientras intento bajar la ventanilla. Ya ha pasado
la mitad, lo suficiente para escapar, cuando me giro y veo a Tessa ahogándose.
Desabrocho su cinturón de seguridad y la agarro, intentando sacarla conmigo.
Estamos completamente sumergidos cuando el Jeep choca contra algo fuerte,
arrojándome tan lejos en la parte trasera del vehículo que todo lo que veo es el
cuerpo flotante de Tessa y la oscuridad.
Empiezo a ahogarme.
Unos brazos me envuelven; no son grandes. Veo a una mujer de cabello
oscuro y frunzo el ceño, luchando por contener la respiración.
Entro y salgo de la conciencia mientras algo me saca del vehículo y del agua.
Cuando parpadeo, lo único que veo es el sol.
Y a mi madre.
Veo a mi madre.
Así que lo sé. Debo estar muerto.
Ella ya no existe.
Qué triste que en mis últimos momentos haya visto a la última persona que
abandonó mi vida perfecta.
Me acerco a ella y siento el escozor de las lágrimas que se forman y caen por
mis mejillas.
—Todavía te quiero —susurro antes de cerrar mis ojos definitivamente.
Al fin y al cabo, todo es culpa mía, por esforzarme tanto en ser lo que todos
querían que fuera en lugar de ser yo mismo.
Debería haber amado más.
Debería haber protegido a mi amigo antes que a mi familia.
Debería haberle dicho a MB que estaba bien, que no era su culpa en el mismo
momento en que mi padre murió.
Debería haber, debería haber, el debería haber… apesta
227
Mary-Belle
—Todavía está fuera. —Las lágrimas corren por mis mejillas. Nunca me había
asustado tanto como cuando Quinn me apartó y me hizo escuchar la
conversación que estaban teniendo Tessa y Ambrose.
No sé por qué, pero llamé inmediatamente a la madre de Ambrose y,
curiosamente, acababa de salir del aeropuerto y estaba conduciendo hacia su
casa y los vio pasar gritando.
Ella me colgó el teléfono.
Y eso fue todo.
228
Nunca podría haber sabido las ramificaciones de esa llamada telefónica. Lo
miro en la cama del hospital y sé, estoy convencida, que me va a culpar de nuevo.
Va a ser mi culpa otra vez.
Toda su vida perfecta se vino abajo en el momento en que entré por esa
puerta. En el momento en que entré en su vida, la mía comenzó, la suya terminó.
Estoy temblando y ni siquiera me doy cuenta. Sé que necesito ir a la casa y
empacar mis cosas. Todavía no he preguntado, pero espero que Quinn pueda al
menos acogerme unos días mientras trato de terminar la escuela y encontrar un
trabajo. Tengo algo de dinero ahorrado de la mamá de Ambrose, pero aquí es
donde termina.
No necesito que Ambrose me lo diga para saber que es cierto. Han pasado
ocho horas y veintinueve segundos, treinta, esperando que Ambrose se despierte
tras la operación.
Todavía no lo sabe.
Me pregunto si lo sentirá, si sabrá que su cuerpo es diferente, que necesitaba
algo que solo una madre podía darle.
Quinn me rodea con un fuerte brazo mientras nos sentamos en el pequeño
sofá de la deprimente habitación del hospital. No tiene idea de los pensamientos
que pasan por mi cabeza, las cosas que eventualmente tendré que decir en voz
alta, las cosas a las que tendré que renunciar.
Incluso es difícil mirar a Ambrose yaciendo sin vida, sabiendo lo que yo sé.
Quinn pone mis piernas en su regazo y pasa sus manos por mi cabello. No
tengo la energía para luchar contra él, y una parte de mí se pregunta si él sabe
que necesito consuelo.
Me tranquiliza. Miro de reojo a Ambrose. Todo lo que hizo fue intentar ser un
amigo; aunque esa horrible mujer no lo merecía, su corazón seguía estando en
el lugar correcto.
¿Ella literalmente violó a niños de catorce años en su último año y tiene las
pelotas para tratar de matarlo porque su vida es tan horrible?
¿Y qué? Todo el mundo pasa por la mierda. Todo el mundo. Eso no justifica
arruinar a todos los demás sólo porque tú no eres feliz o no tienes lo que te
mereces.
Y ahora no tiene nada.
Pienso en mi bolsa de basura negra llena de cosas de mierda durante mi
infancia.
Creo que las apreciaba más que cualquier cosa que le diera su familia.
Me giro contra el pecho de Quinn; No puedo dejar de temblar o pensar en las 229
últimas horas.
Quinn se aferra con más fuerza.
—No quería que Ambrose supiera lo del bebé. Tenía miedo de que se enfadara,
pero, sobre todo, siempre ha sido ese dios loco de la escuela secundaria con todo
por delante. Mi padre quería que practicara deportes, pero a mí me gustaban
más las matemáticas y los videojuegos; pensé, oye, si necesitan una mierda de
nosotros, ¿por qué no puedo ser yo? ¿Por qué no puedo ser yo el padre en su
lugar? No hace falta una prueba de paternidad ya que ambos nos acostamos con
ella. No sería justo para él, pero pensó... —Empieza a atragantarse como si
necesitara sacar esto por él, por mí y por Ambrose. Ayuda a calmar el dolor de
mi alma—. Pensó que la había elegido a ella en lugar de a él, cuando siempre lo
elegí a él. Elegí a mi mejor amigo.
Intenta reconfortarme, compartir su historia para que cuando Ambrose se
despierte no solloce por la mía, la nuestra.
Una lágrima resbala por mi mejilla, la limpio y miro a Quinn.
—Hiciste más que suficiente.
—No. —Sus ojos se llenan de lágrimas, pero no se derraman; es como si las
contuviera—. No lo protegí lo suficiente. Ha estado bajo presión toda su vida;
mientras que mi padre ya se dio por vencido, el suyo nunca lo hizo... Siempre fui
tan jodidamente celoso. Supongo que todos tenemos nuestros viajes. Nuestras
propias historias. Sólo que nunca vi que el suyo terminara así.
Pienso en la mía y me acerco a él.
—Sí, así es.
—Quizá si te hubiera encontrado primero... ¿no? —bromea Quinn, aunque
sus ojos están tristes, y me mata porque sé que está siendo honesto y que le
duele el alma como me duele la mía porque, en otra vida, tal vez lo habría amado.
En esta, todavía tengo amor, pero miro a Ambrose y me duele.
No me duele por Quinn.
Me duele por Ambrose.
Y me dolerá por él durante una eternidad. Necesito salir de esa habitación
antes de que no tenga fuerzas para salir. Cuando decepcioné a Ambrose la
primera vez, casi me destruyó.
¿Ahora? No quedarán más trozos que salvar.
Quinn me abraza con fuerza y luego me frota la espalda.
—Lo siento, ¿demasiado pronto? Sólo estaba bromeando, sabes. 230
No, no lo hacía.
Me rio a pesar de que mi novio está ahora mismo a unos metros de mí.
—Quién sabe, quizá le dé amnesia y no quiera volver a ver mi feo rostro.
—No eres fea. —gime Ambrose. Un escalofrío recorre mi espalda, como si
dijera que ya es hora—. Y yo estoy aquí.
Salgo del regazo de Quinn y tropiezo con Ambrose.
—Estás despierto. — Trato de evitar estallar en lágrimas mientras llego a
Ambrose. Su cabeza está vendada. No se desplegó ninguna bolsa de aire en el
automóvil por la razón que sea, estamos esperando para averiguar por qué, por
lo que golpeó el frente muy fuerte y se hizo rasguños en la mandíbula con
muchos moretones en los brazos y el pecho.
Pero esa es la menor de sus preocupaciones en este momento.
Juro que puedo ver las cicatrices en su cuerpo de la cirugía, las que
probablemente siente pero aún no sabe.
—Ambrose. —murmuro, conteniendo la respiración durante unos segundos.
Uno. Adiós.
Dos. Lo siento.
Tres. Cree que no fue mi culpa.
Cuatro. Te amo.
—Estoy despierto, no hablo en sueños, ¿y por qué todos parecen tan
malhumorados? —Ambrose vuelve a gemir y se sienta.
Mira fijamente a Quinn, no a mí.
—Yo también te quiero, hermano.
Quinn rompe a llorar y se acerca a Ambrose, luego lo atrae para abrazarlo
mientras yo lo observo. Estos chicos. Los quiero. Me encantan.
Nunca he tenido eso.
Y ahora lo he perdido.
—Lo siento —dice Quinn, abrazando a Ambrose—. Lo siento mucho, mierda,
no tenía ni idea, y cuando por fin me di cuenta, de lo que estaba pasando. Yo…
—No en ti. —Ambrose le da una palmadita en la espalda—. Entré en el maldito
auto.
231
—Porque eres una buena persona —susurro—. Siempre lo has sido, siempre
lo serás.
—Oh, sí. —Su sonrisa es burlona—. El tipo que se acostó con su hermana
adoptiva en ¿el primer día?
Niego con la cabeza.
—Tal vez ella lo quería.
—Ella lo pidió.
—Demasiado lejos. Ahora te dan una bofetada.
Se echa a reír.
—¡Estaba bromeando!
—No tiene gracia. —Saco mi lengua—. Además, eres un cachondo, con tu
pequeña…
—Oye, ahora. —Se sienta más recto—. Sabes muy bien que mi polla está en
buenas condiciones.
—¿Debo irme? —pregunta Quinn.
Necesitaba el alivio cómico; por la razón que sea, me da fuerzas, verlos juntos,
ver las sonrisas a pesar de la pena que está a punto de sufrir.
—No... —dice Ambrose—. Quédate.
La palabra parece definitiva entre todos nosotros; intento recuperar la
compostura y entonces me doy cuenta de que tal vez siempre tuvo que ser así.
Los tres.
Juntos.
Pero no para siempre.
Sonrío a Ambrose, sus ojos buscan los míos, y de repente empieza a palidecer
aún más.
—¿Qué pasa?
—Nada. —Miento y beso su frente—. Sólo voy a salir muy rápido. —Una
lágrima se desliza por mi mejilla—. Te quiero.
Él frunce el ceño.
—Vas a volver, ¿verdad?
Un día.
232
—Claro. —Le guiño un ojo—. Es que estoy súper cansada. Ha sido un día
muy largo.
—Oh. —Frunce el ceño mirando a Quinn. Quinn le dedica una sonrisa de
confianza. Yo tampoco se lo he dicho todavía.
El médico a cargo elige el peor momento posible para entrar. Echa un vistazo
a Ambrose y no dice nada, luego toma su historial.
—Eres un hombre afortunado.
Ambrose me mira y luego a Quinn.
—Lo soy.
—¿Cómo se siente la espalda?
—¿Mi cuerpo? —Ambrose parece pensarlo—. Se siente bien, ¿por qué?
—Morfina. —El médico sonríe—: Me alegro de que funcione. Al principio, te
despertaste gritando en medio de la cirugía; algunos pacientes hacen eso.
—¿Qué, cirugía?
El médico se aclara la garganta, lo que nunca es una buena señal. Empiezo
a retroceder hacia la puerta.
—Tuviste un accidente muy grave cuando el auto cayó al agua... —Su voz
baja—. Una mujer saltó para salvarte. Según los paramédicos, estabas atrapado
y algo te estaba clavando los dos riñones, creemos que tal vez metal del muelle.
Se está investigando, pero tenías un fallo renal completo.
Ambrose se sienta y gime.
—¿Pero lo arreglaste? ¿Verdad? ¿Quién fue la mujer que me salvó? Tengo que
agradecérselo, voy a ir a diálisis o...
El médico levanta la mano.
—La mujer lamentablemente ha fallecido.
Contengo las lágrimas y trato de mantenerme fuerte.
—Pero... —El médico mira por encima del hombro—. Era donante de órganos,
así que lo superarás perfectamente. Pudimos darte sus riñones a petición suya
antes de que falleciera.
Ambrose cierra los ojos y se apoya en la cama del hospital.
—¿Puedo preguntar al menos quién hizo ese sacrificio?
El médico me mira confundido; yo le hago un gesto silencioso con la cabeza.
Las lágrimas se derraman por mis mejillas.
El médico suspira.
—Eras su pariente más cercano, era tu madre. Esta joven de aquí atrás la
233
llamó antes de que chocaras, y ella vio el accidente. Ella pudo salvarte en tus
últimos momentos, pero lamentablemente perdió la vida en el proceso.
—¿Mi madre? —Ambrose mira fijamente al doctor, parece que va a vomitar—
. ¿Tengo los riñones de mi madre? ¿Ella me salvó la vida? —Se queda callado y
luego susurra—: Está muerta.
La habitación se queda en silencio.
Quinn alcanza a Ambrose, y no puedo aceptarlo. No puedo mirarlo, así que
me giro y miro la pared perfectamente blanca y me pregunto cómo ha ocurrido
todo esto.
Cómo.
No tengo ni idea.
Ella lo salvó.
¿Pero a qué precio?
Es huérfano, como yo.
Y me culpará a mí, como debe ser. Después de todo, soy la que la llamó. Soy
la que pasó los últimos momentos de la vida de su padre con él, igual que yo
pasé los últimos segundos de su vida con ella.
236
Ambrose
239
cuello, el roce de sus dientes contra mi piel—. Yo. Te. Amo. A ti. —Me abraza con
más fuerza, sus brazos casi me ahogan desde el cuello hacia abajo—. Y ella
también. Todo va a ir bien. Eres mi mejor amigo. El mejor.
—No merezco esas palabras.
—Pero las mereces. —Golpea mi hombro con el puño y se aparta. Creo que se
va a levantar. Sus ojos buscan los míos—. Lástima que haya una chica
maravillosa entre nosotros. Probablemente podría sacudir tu mundo.
—Podrías intentarlo. —Limpio las lágrimas y me abraza de nuevo—. Yo
también te amo.
—Lo sé, amigo, lo sé. —Frota mi espalda—. Y la encontraré.
No confío en mi voz, así que me limito a asentir.
Se levanta y me echa una última mirada.
—Deja el teléfono encendido, intenta dormir, disfruta de la morfina.
—Dormir suena bien. —Me recuesto contra las almohadas.
Abre la puerta de la habitación del hospital y mira por encima del hombro.
—Ambrose, todo irá bien, quizá no en este momento, pero lo hará.
—¿Eso crees?
—Sí, bueno, tienes un mejor amigo y una novia increíble, además de que en
realidad no eres horrible besando, así que el mundo está a tu favor.
Me rio de eso.
—Sí, gracias, necesitaba esa inyección de moral.
Me saluda.
—Cuando quieras, ahora duerme la siesta mientras encuentro a nuestra
chica.
—¿Nuestra chica? —Repito con una sonrisa.
—Nuestra. —Asiente—. Siempre ha sido nuestra. Tal vez todos los que odian
son verdaderos; tal vez realmente compartimos.
—En este caso, me parece bien —digo—. Encuéntrala.
—Considérala encontrada.
La puerta se cierra con un chasquido y vuelvo a intentar llamarla, pero me
salta el buzón de voz.
—Por favor, encuéntrala, Quinn. Por favor.
240
Mis ojos se cierran y lo último que veo es su sonrisa y luego sus lágrimas.
Desearía poder limpiarlas, solo para darme cuenta de que estoy llorando de
nuevo mientras una lágrima se desliza por mi mejilla hasta la almohada.
Siempre quise quedarme solo.
Y ahora lo estoy.
Mierda.
Mary-Belle
242
¿Necesitas que te lleve?
Sonrío para mí misma. Qué gran fantasía, qué gran sueño. Tal vez si me
quedo quieta y dejo que el viento sople contra mi rostro, pueda tener esos
momentos de paz. Puedo construir mi propio final.
Una lágrima resbala por mi mejilla y cae sobre el concreto frente a mí.
Miro hacia abajo a mi tenis roto.
Aquel primer día con Ambrose en el baño.
Él besándome en la cocina.
Comiendo toda la comida.
Él aceptándome como soy, como fui, como siempre seré.
La piscina.
Quinn.
Mis manos empiezan a temblar.
Giro a la izquierda. Estoy en un puente que lleva al centro de la ciudad.
Sería fácil. Una voz me susurra y se burla de mí para que tome esos recuerdos
y momentos y los guarde para siempre en mis sueños, un sueño eterno.
Tengo la esperanza perfecta por primera vez.
—Eso suena bien —susurro para mí mientras miro el río; el sonido del agua
casi me refresca por un minuto—. Es oscuro, pacífico, profundo… quizá si caes
en sus profundidades, te liberes.
Mis manos tiemblan cuando suelto la bolsa de basura y me agarro a los
bordes de la barandilla. No lo haría. No podría. Pero ¿esto es lo que la gente
experimenta cuando las luces se apagan? Cuando han perdido todo aquello por
lo que vivían o de repente se dan cuenta de que todo era una mentira, o tal vez
ellos eran el problema desde el principio.
He sido tentada por Ambrose.
Incluso Quinn.
He sido tentada por la esperanza.
Los sueños.
Tentada por robar y dar.
En este momento, estoy tentada a dar un paso, un apretón más. Estoy
tentada a hacer algo de lo que no puedo regresar porque algo tan contrario a mi
carácter, algo que destruiría todo, casi tiene sentido.
243
Debería haber sido yo en ese auto.
Yo en ese accidente.
Mi sacrificio.
¿Eso es egoísta?
Me pongo de puntillas, me apoyo en el puente y me inclino sobre él.
Pasan unos segundos.
Cuento hasta diez.
Unos fuertes brazos me abrazan por detrás. El olor me resulta familiar.
—No te atrevas. —La voz baja raspa en mi oído—.¿Te das cuenta del tiempo
que llevo buscándote?
Qué final tan perfecto quiero decir:
—¿Te das cuenta del tiempo que he estado esperando?
Gran diálogo.
Gran escena.
Casi me rio.
Y entonces los brazos me abrazan con más fuerza, y bajo la mirada hacia la
pulsera de la amistad que Quinn siempre tiene en su mano izquierda. Es vieja,
de algún pueblo costero de Oregón, algo que Ambrose le regaló hace mucho
tiempo; bromeaba diciendo que la usaría hasta que se le cayera y sus sueños se
hicieran realidad.
Le pregunté por qué sus sueños se harían realidad si la pulsera lo
abandonaba.
Nunca dijo por qué.
Pero ahora mismo, me está abrazando. Puedo olerlo, respirarlo. Me apoyo en
su pecho y, con manos temblorosas, tira de los hilos de la pulsera con los dientes
sin dejar de sujetarme.
Se afloja. Miro fijamente las cuerdas de color marrón blanquecino que están
trenzadas con una pequeña roca en el centro. La roca ni siquiera es bonita; es
una cosa de aspecto azul grisáceo que no está unida por nada.
—Los sueños se hacen realidad cuando los dejas ir —susurra en mi oreja—.
Los sostienes en la palma de tu mano durante tanto tiempo que es todo lo que
puedes sentir contra tu piel. Se imprime en tu cuerpo de tal manera que ni
siquiera te das cuenta. —No sé por qué, pero empiezo a llorar—. Lo que nadie te
dice es que los sueños pueden convertirse muy fácilmente en pesadillas cuando
se prolongan demasiado, cuando se imprimen en tu alma, cuando no puedes ver
más allá de ellos y solo te centras en ellos, se hacen más grandes y se desplazan.
244
—Me suelta brevemente, toma la pulsera de su mano y la cuelga sobre el agua—
. A veces soñar significa dejarse llevar, no aferrarse. Iba a llevar esto hasta que
mi sueño se hiciera realidad y, ¿sabes qué es lo más gracioso de todo? Mi
atención estaba tan centrada en recuperar a mi mejor amigo, en arreglar las
cosas, en que todo fuera jodidamente perfecto, que olvidé lo que significaba ser
un amigo, lo que significaba estar ahí de verdad. Dejé que mi sueño se convirtiera
en una pesadilla, y utilicé esto como un símbolo de lo que necesitaba lograr,
como un trofeo que obtendría cuando finalmente lo hiciera. Nunca lo necesité, y
tú tampoco. Eres perfecta tal y como eres, Mary-Belle. Tienes un novio que te
ama a pesar del odio que a veces sientes por ti misma. Eso es la verdadera
amistad. El verdadero amor no está en lo bonito, nace de lo feo, así que si quieres
dejarte llevar… toma lo mío.
Pone la pulsera en mi mano.
Lágrimas calientes corren por mis mejillas, y me duele tanto la garganta que
siento que voy a morir de verdad mientras agarro la pulsera.
—Suéltalo —susurra Quinn—. Te ayudaré.
—¿Y si no puedo? —pregunto.
—Siempre puedes. No se trata de si puedes. Es si quieres. A veces, nos
aferramos a las cosas porque tememos que, si las dejamos ir, no tendremos nada
de qué preocuparnos. La ansiedad puede ser tu mejor amigo o tu peor pesadilla.
—¿Él me odia? —pregunto.
—¿Quién podría odiarte? —dice—. Nosotros te amamos.
—¿Nosotros?
—Nosotros —repite.
Me hundo de nuevo en él, y suelto la pulsera en el río, la veo caer, y me siento
caer con ella.
No salté, pero caí con ella, hacia las profundidades más oscuras de ese río.
Dejé atrás el sueño de la perfección, de ser suficiente, de hacer que la gente se
sienta orgullosa, de encontrar el amor, de perderlo.
Me ahogué en sus profundidades.
Y fui yo quien me liberó.
245
Ambrose
Dos semanas después…
Está muy guapo. Su cabello rubio castaño cae más largo contra su barbilla,
y su color es bueno a pesar de que todavía se está recuperando de su trasplante
y camina más despacio. Me doy cuenta de que Ambrose intenta mantener la
cabeza en alto.
No he soltado la mano de Quinn. . Me ha cuidado no porque estemos en una
relación, sino porque sabe que necesito un lugar para alejarme de Ambrose antes
de que tome su decisión.
Miro al frente mientras Quinn frota su pulgar sobre mi piel de un lado a otro.
Me giro hacia mi izquierda y le susurró al oído.
—Te amaré para siempre, me gustarás para siempre… 250
Es una broma que hemos tenido desde que nos emborrachamos viendo
Friends cuando Joey hace su lectura especial, y sé que ahora necesita relajarse;
está preocupado por Ambrose igual que yo.
Baja la cabeza y sonríe.
—Mientras yo viva, mi niña, tú estarás.
Normalmente los dos nos reímos, pero hoy es diferente. Hoy besa mi mano y
la aprieta.
No sé si Ambrose lo ve, pero de repente está en la iglesia católica donde se
está llevando a cabo el funeral.
Hay espacio solo para estar de pie. Después de todo, él es de la realeza en
esta ciudad. Vale casi setecientos millones de dólares, a los dieciocho años.
Es el dueño de todos.
Tiene los secretos de todos.
El peso de lo que tiene debe ser condenatorio, y aun así mantiene la cabeza
en alto.
—No preparé nada.
Las personas comienzan a susurrar.
Él levanta una mano.
—No porque no quisiera, sino porque no sabía qué decir. ¿Cómo poner en
palabras la tragedia y el regalo que he recibido? Mi madre era una mujer hermosa
y ambiciosa. Era una gran madre a veces, una madre horrible otras veces.
Algunos días nos peleábamos, otros días nos abrazábamos. —Levanta la vista y
sonríe—. Ella solía decir siempre que el amor era intercambiable con el dinero,
que si tenías suficiente dinero, el amor sucederá, y entonces un día entró en mi
habitación, tomó mi mano y me dijo, el amor es tan interminable como corto, es
solo tu elección cuánto dura. —Suspira—. Salió de la habitación y no volvió a
mencionarlo, y mi padre murió unos meses después. Vi un cambio en ella, en el
estrés de nuestras vidas de tratar de ser algo que nunca estuvimos destinados a
ser con el fin de poder seguir el ritmo. Así que, aunque estoy agradecido por el
legado de mi familia, me gustaría decir que, ahora mismo, prefiero ser
imperfecto, prefiero mostrar mis defectos al mundo. Prefiero ser la persona a la
que la gente acusa y señala con el dedo que la persona que tiene el estrés
constante de quedarse quieto mientras el caos se produce a mi alrededor,
sabiendo que soy yo el que lo ha causado y debo callarlo. Mi madre me enseñó
251
eso en una frase y en momentos tan cortos, y mis mejores amigos me mostraron
que lo único que importa es que aún no se ha terminado, que apagarán las
llamas cada vez porque, al final, se trata de conectar con la gente, se trata de
hacer del mundo un lugar mejor, se trata de ser desinteresado, incluso en el
momento que más eres tentado, lo único que quieres es elegirte a ti. Elige a
alguien más. Hazlo mejor. Haz callar las voces en tu cabeza y conviértete en lo
que imaginas para el mundo. Quería a mi madre y a mi padre; ahora, mi carga
es pesada. —Se mueve a un lado del altar—. Así que, como heredero del legado
de mi familia, he decidido donar dos millones de dólares a Hearts For Home, una
empresa de acogida independiente que ayuda a ubicar a los niños en buenos
hogares.
Las lágrimas comienzan a deslizarse por mi rostro.
—...Tres millones de dólares a las víctimas de abusos domésticos y sexuales
con la organización más grande de nuestra ciudad, Keep Me Safe.
Quinn empieza a temblar a mi lado.
Agarro su mano con más fuerza.
—Y finalmente… —Ambrose sonríe—. Otros cinco millones… —Las personas
jadean—, al fondo universitario local para las personas que necesitan ayuda para
obtener una educación, y en el futuro, haré más y más donaciones. No quiero el
dinero, no creo en cómo se ganó, y no creo en quedarme con todo. Mis padres
hicieron lo mejor que pudieron, y yo me comprometo a hacerlo mejor. Te quiero,
mamá. Gracias por tu regalo, vuela alto, y gracias por esto…
Frunzo el ceño.
¿De qué está hablando?
Saca una carta, una que nunca he visto.
Ambrose sonríe ante ella.
—¿Sabes qué es lo gracioso? No quería ir a la lectura del testamento en
absoluto, guardé esta carta durante una semana, y por fin la leí esta mañana
después de que vinieran unos amigos y me ayudaran… así que ahora voy a leerla
en voz alta… y quizá entonces lo entiendas.
Se aclara la garganta.
La habitación está tan silenciosa que se diría que ni siquiera se nos permite
respirar.
Ambrose comienza:
Si estás leyendo esto, algo trágico ha sucedido, y lo que me han dicho durante
el último año y medio se hizo realidad. El estrés ha sido duro, y mi corazón no es
252
el mejor. Te lo oculto lo mejor que puedo. Tu madre también lo intentó porque
queríamos que te centraras en la escuela, pensando que era más fácil parecer
perfecto cuando el mundo se derrumbaba a nuestro alrededor. Puede que estés
solo, pero no lo estarás siempre. El dinero no puede ser tu familia, pero puedes
usar el dinero para darles una familia a otros. Estoy seguro de que lo que más
lamento es haber trabajado demasiado para construir un imperio, y me faltó. Hijo,
el tiempo es la única cosa en este mundo que la gente desearía obtener. Es lo único
que no puedes tomar más o devolver. Está estructurado a propósito para que
apreciemos lo que tenemos y lamentemos lo que no tenemos.
Ambrose sonríe ante el papel.
—Tiempo.
Vuelve a sonreír.
—Tiempo.
»Tiempo. —Repite nuevamente.
Pasaron exactamente treinta y siete segundos que nunca recuperaré mientras
escribía estas últimas palabras. He cometido errores, te lastimé de una manera
que nunca podré retractarme, al igual que el tiempo, y todo fue por miedo a que te
enteraras, por miedo a perderlo todo, ahora, mientras mis manos tiemblan,
mientras miro fijamente la puerta, me doy cuenta de que puede que no llegue tan
lejos: eran tú y tu madre, mis posesiones más preciadas, el médico había dicho
que si esto sucede de nuevo, incluso una ambulancia no me salvará, ya ves hijo,
cuando tu corazón te falla, a menudo no vuelve a latir, no importa cuántas veces
lo intentes para seguir adelante. Siempre tendré remordimientos, y los más
grandes que tengo son los minutos que venías a mi oficina y me rogabas que
jugáramos a la pelota, pero ya ves, estaba demasiado ocupado.
Ambrose hace una pausa y me mira.
No sé por qué estoy escribiendo esto y añadiendo una carta a mi testamento.
Tal vez sea porque acabo de golpearte por mis propias frustraciones. Mis propios
fallos, pero estoy sentado aquí en mi escritorio preguntándome en qué me
equivoqué y me doy cuenta de que valoré el dinero por encima del tiempo. Valoré
la perfección sobre el caos. Puede que nunca veas esta carta, espero por Dios que
no, que me vaya mejor y que esto sea solo ansiedad, pero en lugar de buscar mi
teléfono, quería buscarte a ti. Te amo, hijo, y estoy orgulloso. Haz del mundo un
lugar mejor, ya nos volveremos a ver. Sabes que te amo. Siempre lo hice. Siempre
lo haré.
No sé qué decir; pienso en aquella noche en la que su padre señaló hacia el
escritorio después de que yo entrara corriendo, dispuesta a armar un escándalo.
Todo lo que su padre decía era Guarda, Guarda, Guar, Ambrose, y cuando
llegaron los paramédicos, ignoré sus señalamientos hacia el escritorio y me senté 253
a su lado.
Tomé su mano.
Y pensé que lo había matado.
Pero no lo hice.
No fue por el shock.
Estaba enfermo.
Ambrose me mira fijamente a través de la habitación y asiente una vez
mientras una lágrima cae de su mejilla.
—Haré lo posible por no ser perfecto.
—Qué maravillosa fantasía… —susurro—. Imaginar que puedes ser perfecto.
—Qué hermosa pesadilla… —Quinn dice a mi lado—. Ser dueño de tus
sueños.
Me giro hacia él.
—¿Qué quieres decir?
—Van de la mano —susurra—. Tienes que ser dueño de ambos para tenerlo
todo...
El servicio termina y me pregunto qué va a pasar, pero no tengo que esperar
mucho. Ambrose se dirige hacia nosotros después de una hora. Todo el mundo
está en su casa, mi antigua casa.
Me sonríe, y se siente real.
No sé si debo correr hacia él o alejarme.
—Te he estado esperando. —Asiente hacia Quinn—. Gracias.
Quinn suelta mi mano.
—Todo un día de trabajo para ser el compañero.
—Nunca fuiste el compañero. —Ambrose sacude la cabeza—. Algunos
podrían decir que eras el protagonista que se perdió porque la batiseñal era una
completa mierda.
—Probablemente sea tu culpa.
Hace una pausa y luego se ríe:
—Sí, probablemente.
Quinn le da a Ambrose un ligero golpe en el brazo y luego se inclina y presiona
un suave beso en mis labios. 254
Hace un mes, estoy segura de que habría iniciado una pelea.
Hoy, estoy agradecida porque sé lo que significa ese beso. Una vez escuché
una canción en la que la letra decía que es hora de levantarse de nuevo.
Y lo es.
Realmente lo es.
Le doy un abrazo, y me pregunto tantas cosas... pero por ahora, necesito no
derrumbarme, y necesito a Ambrose de la forma en que él me necesita a mí.
Me atrae hacia sus fuertes brazos.
—Quédate.
Sigo contra él. No tengo palabras para darle, ni coraje, solo yo misma, y espero
que sea suficiente.
Levántate.
Levanta la cabeza, muéstrale tus ojos, dale tu alma.
Asiento contra su pecho.
Y no sé cuánto tiempo nos quedamos ahí, abrazados, pero es el suficiente
como para sentir que se fortalece de nuevo, no sé cómo ni por qué lo siento, pero
lo siento.
—No te soltaré. —Mis labios se mueven contra su pecho, contra su camisa—
. No te dejaré solo, Ambrose. Solo sabía que todos necesitábamos tiempo.
—Tiempo —responde él—. Qué maravilloso regalo.
—Y horrible maldición —digo.
Los dos nos giramos hacia el ataúd y lo miramos.
255
Ambrose
258
Quinn se inclina y susurra:
—Se volvió loca. La hemos echado a perder.
—Sus ojos parecen salvajes —añado—. Definitivamente es el mal de las vacas
locas.
—Creía que odiaba la carne de vacuno.
—La comida. Le encanta toda la comida —añado—. Pero sí, definitivamente
no es...
Toma mi mano, luego la de él, y presiona la suya entre ellas. Tomo una
respiración aguda. Tengo miedo de mirar a Quinn. Tal vez tiene miedo de
mirarme.
—Está bien, sabes —susurra—. Amar varias cosas al mismo tiempo. —Sus
ojos brillan—. Y está bien tener una segunda oportunidad.
La mano de Quinn tiembla mientras se inclina hacia mí.
—Definitivamente, vaca loca.
Asiento.
MB se ríe. Sonrío porque suena muy bonito, su risa, su alegría.
—Reglas —dice finalmente una vez que ha terminado de reír—. Soy su novia
—gracias a Dios que me señala—. Y soy tu segunda oportunidad. —Señala a
Quinn.
—Estoy confundido. —Quinn levanta la mano.
Ella lo agarra y lo besa, luego lo atrae para darle un beso y envuelve sus
brazos alrededor de su cuello.
Creo que los dos estamos demasiado aturdidos para movernos. Estoy celoso
como el infierno, luego pienso en lo que pasó, lo que pasamos los dos, y creo que
ese es el regalo que el universo merece darle.
Maldita sea.
Bien.
Solo bien.
MB es la mejor de todos nosotros, ¿así que un simple beso? Sí, mi mejor
amigo merece conocer ese amor, esa ternura, la sensación de ella contra él, y no
puedo creer que esté sonriendo, pero lo hago.
Él ha estado en el infierno y ha vuelto, y yo también, ¿por qué no tener una
pequeña porción de cielo?
259
MB se aparta y mira por encima del hombro mi expresión de asombro. Luego
me doy cuenta de que es más bien asombro porque estoy sonriendo, y sé que
acaba de tocar sus labios, pero esos son los míos, así que la atraigo para darle
un beso mientras ella lo suelta.
—Nuevos recuerdos, ¿eh? —Me alejo, con la boca húmeda—. ¿Qué tenías
pensado?
—Una sala de cine. —Se ríe, y seguimos como si nos hubiera hipnotizado por
completo, tal vez lo haya hecho, o tal vez sólo tenga la respuesta correcta a
nuestro problema, el problema que nos ha separado durante años.
Nuestra vergüenza no tiene por qué seguir así.
—Quiero decir, obviamente —dice Quinn detrás de ella, sus manos se
demoran alrededor de sus caderas; ella se inclina hacia él, luego hacia mí, y
luego de alguna manera, la tenemos emparedada mientras presiono un beso con
la boca abierta en sus labios.
Realmente nunca lo había pensado, pero abrirse a alguien, inspirarlo, ¿qué
tan personal puedes llegar a ser realmente?
Sexo es sexo, pero besar, besar es literalmente abrir tu alma. Es conectarse
en un nivel en el que literalmente estás frente a alguien y diciendo.
Aquí estoy.
Aquí estás tú.
Aduéñate de mí.
Tómame.
Ámame.
El sexo, bueno, el sexo, ni siquiera necesita besar o hacer contacto visual. Es
animal en su forma básica para el placer o para procrear.
Pero esto, esto se siente... de otro mundo.
Sus labios son dulces y húmedos. Saboreo y devoro mientras mi lengua se
detiene en sus labios sólo para tocar los suyos, probarlos, recordarlos.
Quinn gime detrás de ella y una mano agarra la mía, la suya. Lo agarro de
vuelta mientras la presiono contra su pecho, profundizando el beso.
Me retiro.
—Una segunda oportunidad.
—Una mejor. Seamos sinceros... ella es la peor.
Miro a los ojos a Quinn, y él asiente hacia mí, luego mira hacia otro lado.
—Sé que esto no es como… quiero decir, solo digo que no hay presión.
Claramente, necesito encontrar mi propia persona y… 260
—No seas idiota. —Interrumpo—. Mis amigos nos dan algo que Tessa nunca
hizo.
Quinn traga saliva.
—Es perfecto.
Y casi me rio porque, sí, nosotros tres, totalmente perfectos, en un lío de besos
enredados, repeticiones, malas decisiones, seguidas de otras jodidamente
buenas.
Unos que se sienten tan bien que ni siquiera sé lo que está pasando incluso
cuando la mano de mi mejor amigo se desliza por la mía, aunque sé lo que está
haciendo.
Realmente es lo mejor.
Ella gime.
—Pero sinceramente, bésala otra vez después de esto, y te patearé el culo...
—digo mientras caminamos hacia la sala de cine.
Se ríe.
—Tomo nota.
—Sin penetración —digo en voz baja.
—Mata la alegría —susurra.
MB se da la vuelta y nos mira fijamente.
—Hablando a mis espaldas cuando fue mi brillante idea eliminar su trauma,
¿eh?
—Lo siento —murmuramos los dos.
Quinn me empuja.
Yo le devuelvo el empujón.
MB se echa a reír.
—Estoy bromeando.
—Sí. —Asiento—. Um, pero no estábamos realmente al tanto de lo que
sucedió en ese video cuando estaba sucediendo, por lo que realmente no hemos
hecho esto.
—¿Y crees que yo lo he hecho? —pregunta una vez que estamos en la oscura
sala de cine.
261
—¡No! —grita Quinn—. Es sólo, como, ya sabes... logística.
MB se gira hacia nosotros, completamente seria.
—Logística, ¿a qué te refieres?
—Sí, por favor, descríbelo; los detalles serían preferibles. —Casi me ahogo en
las palabras para no reírme mientras Quinn levanta las manos, las baja y las
vuelve a levantar como si se estuviera preparando para dar una clase.
—Bien, voy a evitar que te pongas en evidencia —dice MB—. Es lo que es.
Tienes un mal recuerdo de algo que nunca debió ocurrirte. —Se gira hacia mí—
. Ese de ahí es mi novio, al que amo —sonríe Quinn—. Es uno de mis mejores
amigos, algo que nunca pensé que tendría.
Asiento.
—Y —continúa—. En el pasado, un terapeuta muy sabio me dijo que borrara
con cosas nuevas, así que eso es lo que estamos haciendo, sin peleas, sin
contratos, sin metas, sin celos, no más noches como estas, solo… nosotros, en
este momento, ahora mismo. Cicatrización.
Ni siquiera me doy cuenta de que la estoy alcanzando, pero Quinn lo hace al
mismo tiempo. Le estoy besando la boca, él le está besando el cuello, y con una
maraña de manos y bocas, caemos contra el sofá. Quinn se quita la camisa por
la cabeza y yo trabajo en la mía mientras ella gime en mi boca.
Pruebo su emoción, su miedo y nuestros nuevos recuerdos.
A nosotros.
Quinn besa su espalda desnuda y sus manos se mueven hacia sus caderas.
Asiento y sigo besándola mientras sus dedos se sumergen entre sus muslos,
no esperaba que llegara tan lejos o que estuviera dispuesto a hacerlo, pero de
alguna manera es como si estuviera fuera de mi cuerpo cuando me mira a los
ojos, casi como si estuviera diciendo, ámala. Tengo esto junto con, déjame tener
solo esto.
Sólo. Esto.
No se da cuenta de que escuché su conversación en la habitación del hospital,
sobre el posible bebé, sobre que él se hizo cargo cuando yo no pude.
Sobre él protegiendo lo que creía que era mi perfección, así que ¿por qué no
devolvérselo de la forma más primaria posible?
Ella se agita contra su mano.
Sus ojos se cierran.
Y la beso de nuevo. Escucho el sonido de sus dedos, cada bocanada de aire
que ella inhala y exhala, y cada vez sé que está al borde de perder la cabeza. 262
Sus gemidos y jadeos son como un soplo de oración en mis labios. Nuestras
lenguas se enredan mientras Quinn le da placer, solo para retirarse
repentinamente. Sé que él está excitado, joder, estoy excitado, y nunca hubiera
sabido que este era un escenario futuro; Estoy tan duro que quiero desnudar
cada centímetro de ropa que tengo en mi cuerpo y tomarla tan fuerte como
pueda.
Sus ojos se abren; mira entre nosotros y sonríe.
—Supongo que siempre fuimos nosotros tres, como todos decían...
—Mierda. —Quinn frota la palma de su mano por la parte delantera de sus
pantalones—. Sí, éramos nosotros.
—Nosotros —repito y me acerco a ella. MB me agarra y besa mi boca, luego
la suya, luego la mía otra vez hasta que ambos estamos presionados contra ella,
frotando nuestras manos por todas partes, desde su cabello hasta su rostro.
—Esto debe ser lo que se siente al ser adorado —susurra Quinn contra su
cuello.
MB busca la parte delantera de sus pantalones y presiona la palma de su
mano.
—Sí.
Él gime y se echa hacia atrás, con horror en su rostro.
Todavía estoy tratando de averiguar por qué se está volviendo loco, aunque
esto definitivamente no es algo que hacemos cuando se da la vuelta y nos da la
espalda.
—¿Demasiado caliente para manejarlo, Quinn? —pregunta.
—Considera... —Se aclara la garganta—, mi memoria se restauró por
completo con este mientras toco vergonzosamente y me dirijo al baño, donde
lloraré al cien por cien en la esquina mientras ustedes hacen lo suyo.
Me rio; no puedo evitarlo.
—Hermano, ¿cuánto tiempo ha pasado?
—Claramente demasiado tiempo. —Se queja y luego gime y mira hacia otro
lado—. PD: voy a tener una conversación seria con mi polla ahora mismo—
—Eso es raro —digo.
—También lo es besar a la novia de tu mejor amigo, pero aquí estamos. —
Mira por encima del hombro—. La mejor lengua que he probado en…
—Vete. —Señalo hacia la puerta.
263
Quinn se ríe y me guiña un ojo.
—Seamos sinceros. Nunca habría funcionado entre los tres. En primer lugar,
mi polla es tan grande que...
—¡VETE! —grito.
MB estalla en carcajadas.
—Vuelve cuando puedas, Quinn. Podemos ver más piratas.
—Ven —repite—. Ahora, ¿por qué me resulta familiar?
Lanzo una almohada.
Y entonces MB está encima de mí cuando se cierra la puerta, está encima de
mí, en realidad, y me doy cuenta de que, aunque le haya dado placer, es el único
que lo ha alcanzado.
No es extraño cuando la acaricio, casi como si su único trabajo fuera borrar
lo que pasó, prepararla y experimentar placer por primera vez en mucho tiempo
en un espacio seguro.
Estoy bien con eso.
Estoy bien.
La tengo a ella.
Ella me tiene a mí.
Y ambos lo tenemos a él.
Raro pero cierto.
—¿Estás bien? —pregunto mientras le quito la ropa restante y la tiro al suelo
junto con la mía.
MB agarra mi rostro, tirando de mí para besarlo, y caemos al suelo. El calor
de su cuerpo presiona contra el mío; su piel es suave mientras me siento a
horcajadas en el suelo. Este es mi futuro.
Ella.
Mi mejor amiga.
MB agarra mi cabello, jalándome hacia adelante hasta que nuestros cuerpos
se deslizan uno contra el otro, y sé que no hay vuelta atrás.
Ella ya es mía, pero ahora mismo, es diferente.
264
Ella era mía porque la quería.
Esta noche es mía... porque no hay secretos entre nosotros, no hay mentiras,
no hay que esconderse... es crudo, emocional, físico, espiritual.
Perfecto.
Maldita sea, es tan jodidamente perfecto.
Unos dedos suaves tocan mi polla, y casi tengo el mismo problema que Quinn
al intentar que mi cuerpo no responda. Mi punta roza su entrada. Me digo a mí
mismo que no debo explotar.
Mantengo los fuegos artificiales a raya, apenas lo suficiente para acercarme
a su calor, y luego me agarra por el trasero y pierdo todo sentido de la existencia.
Me estrello contra ella, follándola contra el suelo, su cabeza golpea la parte
inferior de cuero rojo de la silla del teatro y ella no dice nada, simplemente
engancha sus tacones alrededor de mi trasero y me empuja más profundo.
Más profundo.
Más profundo.
Más profundo.
Hasta que nuestros movimientos son una reacción a estar demasiado cerca,
demasiado profundo, demasiado todo. Sus caderas suben, las mías bajan, yin y
yang.
Me besa mientras termino dentro de ella sabiendo que ya está ahí si la falta
de fricción entre nosotros sirve de algo.
—Perfecto —susurra MB contra mi cuello sudoroso.
—Los perfectos. —Corrijo—. Nosotros.
265
Ambrose
268
mudarse pero que mis padres podrían ponerse raros por ello.
Frunzo el ceño.
—¿Tus padres?
—Sí, ustedes dos, hey pd, esta camarera realmente hermosa, sexy y talentosa
va a estar durmiendo conmigo al otro lado del pasillo ¿no es genial?
—Atrápalo —gruño.
MB salta.
Quinn corre.
Y se produce el caos.
Perfecto.
Maldito.
Caos.
Totalmente imperfecto. Siempre.
269
La vi. Me gustó al instante. Puede que me haya acostado con ella dos veces
sólo para... bueno, no importa. Se vuelve confuso después de ese punto.
Verás, son dos. Gemelas idénticas.
Todo lo que quería eran unas vacaciones, pero lo que obtuve fue la gemela
malvada número uno y la gemela inocente número dos.
Dicen que las cosas vienen de tres en tres, así que Dios me ayude, si hay otra.
Me estoy curando de traumas pasados, pero puede que haya creado más para
mi futuro.
¿Alguien tiene salvia?
¿Una vela?
En este momento, me quedaría con Barney.
Envía ayuda.
Con amor, Quinn
The Unperfects – Rachel Van Dyken
Rachel Van Dyken es la autora número uno de los bestsellers del New York
Times, el Wall Street Journal y el USA Today, con más de 100 libros que abarcan 270
desde novelas románticas para adultos hasta novelas románticas sobre la mafia,
pasando por novelas románticas paranormales y de fantasía. Con más de cuatro
millones de ejemplares vendidos, ha aparecido en Forbes, US Weekly y USA
Today. Sus libros se han traducido a más de 15 países. Fue una de las primeras
autoras románticas en tener un libro Kindle in Motion a través de la editorial
Amazon y sigue esforzándose por estar a la vanguardia de la experiencia del
lector. Vive en el noroeste del Pacífico con su marido, sus adorables hijos, un
gato desnudo y dos perros.
271