The Perfects

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2
MODERACIÓN
Liobooks

TRADUCCIÓN
Albaxxi
Danielle
Mar
OnlyNess
Sirius85

CORRECCIÓN 3
Kote Ravest
Mariangela
OnlyNess

LECTURA FINAL
Sand

DISEÑO
Bruja_Luna_
Créditos .............. 3 Capítulo 13........66 Capítulo 31 ..... 177
Sinopsis .............. 5 Capítulo 14........73 Capítulo 32 ..... 182
Nota .................... 6 Capítulo 15........76 Capítulo 33 ..... 188
Dedicatoria.......... 7 Capítulo 16........82 Capítulo 34 ..... 198
Parte I ................. 8 Capítulo 17........86 Capítulo 35 ..... 207
Capítulo 1 ........... 9 Capítulo 18........90 Capítulo 36 ..... 212
Capítulo 2 ......... 14 Capítulo 19........96 Capítulo 37 ..... 215
Capítulo 3 ......... 21 Capítulo 20...... 104 Capítulo 38 ..... 220
Capítulo 4 ......... 26 Capítulo 21...... 108 Capítulo 39 ..... 228
Capítulo 5 ......... 31 Capítulo 22...... 114 Capítulo 40 ..... 237
Capítulo 6 ......... 38 Capítulo 23...... 122 Capítulo 41 ..... 241 4
Capítulo 7 ......... 41 Capítulo 24...... 131 Capítulo 42 ..... 246
Capítulo 8 ......... 42 Capítulo 25...... 138 Capítulo 43 ..... 250
Capítulo 9 ......... 49 Capítulo 26...... 144 Capítulo 44 ..... 256
Parte II .............. 52 Capítulo 27...... 150 Epílogo ........... 266
Capítulo 10 ....... 53 Capítulo 28...... 158 Próximo Libro . 269
Capítulo 11 ....... 58 Capítulo 29...... 161 Sobre La Autora
Capítulo 12 ....... 64 Capítulo 30...... 169 ........................... 270
Todo era perfecto.
Hasta que no lo fue.
Hasta que mi familia se hizo cargo de una niña adoptiva y la colocó al otro
lado del pasillo frente a mí. Un caso de caridad para quedar bien y una persona
que nunca debería haber existido en mi mundo.
La besé para que dejara de hablar, y luego volví a besarla porque me gustaba
el sabor de sus palabras; me gustaba ella.
Era nuestro secreto hasta que nos atraparon, esa noche lo cambió todo.
Nos convertimos en extraños viviendo en la misma casa, viendo los mismos
fantasmas de nuestros errores pasados, pero no puedo dejar de pensar en
nosotros, en esos momentos prohibidos.
Finjo que la odio, le digo que nunca la perdonaré, y entonces Quinn, mi ex
mejor amigo, entra en escena. No puedo decir si realmente le gusta ella o si tiene

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ganas de morir y solo le gusta fastidiarme, pero ¿qué digo? ¿Mantente alejado de
mi hermana adoptiva?
¿Ella es mía?
¿Ya la tuve?
Decirle eso expondría lo que éramos y arruinaría todo.
Los tres estamos viviendo múltiples mentiras, y eventualmente, sé que
nuestra torre de marfil de perfección se derrumbará.
Él conoce mis secretos.
Yo conozco los suyos.
Y ahora ella conoce los de ambos.
Ella quiere.
Él quiere.
Pero yo siempre consigo lo que quiero.
Y lo que quiero es a la chica, cueste lo que cueste.

The Perfects - Rachel Van Dyken


Sé que a algunos de ustedes les gusta saber si hay algo en un libro que
pueda resultarles difícil de leer.
En estas páginas se tratan algunos temas de la vida real:

Violación en el pasado
Accidente de auto
Sistema de acogida
Discusión sobre inseguridad alimentaria en el pasado
Acoso escolar
Intimidación cibernética/acoso sexual
Salud mental
Depresión, breves pensamientos suicidas
Donación de órganos y trasplantes 6

Como siempre, ¡gracias por leer!


Abrazos, RVD
Si pusiera a todas las personas que me han ayudado con este libro, esta
dedicatoria sería demasiado larga. Estoy muy agradecida. Doy las gracias a los
lectores, a otros autores, a mi equipo y a todos los que me animaron mientras
escribía. También tengo una confesión: de hecho, bebí Red Bull. Vaya, qué bien
sienta confesarlo.

Los quiero a todos <3

7
8
Ambrose

Odio ser rico.


Esta es la única frase que se repite en mi cabeza una y otra vez mientras
pisoteo los pasillos de mi escuela secundaria.
Se supone que el último año es el momento de tu vida; en cambio, estoy
lanzando sonrisas falsas, chocando puños falsos e incluso chocando los cinco
con personas al azar, todo porque soy el presidente del cuerpo estudiantil y
porque mi padre es famoso.
Y no estoy hablando como si tuviera mil millones de tiendas de muebles o
fuera un político... no, no tiene una franquicia de restaurantes.
Él es el dueño de la ciudad, la misma ciudad en la que vivo, la misma ciudad 9
que lleva el nombre de nuestra familia, que Dios nos ayude, ¡y la misma ciudad
que se ha establecido como el lugar más seguro para vivir en Idaho durante
cuatro años seguidos!
¡Qué logro! ¡Un aplauso para todos!
Él guarda sus malditos trofeos en la repisa de la sala de estar, ya sabes, junto
a la llave de la ciudad y nuestra pequeña foto familiar perfecta.
Pregúntame si estoy sonriendo en ella.
Él proviene de una familia malditamente adinerada de al menos un siglo de
antigüedad, lo que significa que somos básicamente intocables y que tengo que
tener una sonrisa de disculpa en mi rostro cada vez que estoy en público porque
lo último que necesito es hacer quedar mal a la gran familia McCree.
Estoy bastante seguro de que he cometido un error en toda mi vida: comí
dulces en público y mi papá se enojó porque mi lengua se puso roja antes de
una conferencia de prensa.
Sí, eso fue todo.
Ese fue mi único error.
Olvídate de fumar hierba, emborracharme en público y querer desarrollar una
adicción seria a cualquier cosa que me ayude a escapar. ¿Cómo podría siquiera
encontrar el tiempo en este punto de mi vida?
Todo es perfecto.
Literalmente todo.
Excepto que no lo es.
Lo único que tengo a mi favor es que todo el mundo piensa que soy un imbécil
intocable que duerme con un par diferente de Jordans cada noche solo porque
puedo.
Los chicos quieren ser yo.
Las chicas me adoran.
Y estoy preparado para la vida.
Bla, bla, jodido, bla.
Entonces, ¿por qué quiero saltar de un edificio de diez pisos y ver qué tan
rápido la sangre sale de mi cuerpo cada vez que entro a esta escuela secundaria?
Necesito terminar con esto, con todo esto.
Dios, no puedo esperar hasta la universidad.
Al menos entonces podré tener un poco de separación de la presión de todo. 10
Fuerzo otra sonrisa mientras entro a la clase de Literatura Inglesa y tomo asiento
en la esquina trasera al lado de la ventana, donde paso al menos una hora
mirando los pájaros volando y pienso en lo jodidamente celoso que estoy de que
ellos estén afuera y yo adentro.
Al menos tengo práctica de lacrosse después de esto, y se me permitirá salir
de prisión.
Básicamente, no presto atención cuando mi teléfono comienza a explotar.
Frunzo el ceño y veo un mensaje de texto grupal de algunos de mis compañeros
de equipo.
Mel: Hermano, ¿nos estás ocultando algo?
Astin: Quiero decir, en serio, ¿qué suerte tienes? El jodido príncipe de la
ciudad de las papas y todo eso.
Yo: No tengo ni idea de lo que están hablando.
Mel: Tooooooonterías. Acabo de ver el artículo. Byron lo envió hace como dos
minutos.
Byron Big B se ha agregado a la conversación.
Astin: ¡Hermano, dile!
Byron Big B: Amigo, ¡tienes una nueva compañera de cuarto! ¿O debería
decir, princesa? Y estoy de acuerdo con los chicos, mientes si dices que no
sabías. Quiero decir, está en todas las noticias de la tarde; Twitter está lleno de
fotos de ella y tus padres por toda la ciudad.
Yo: ¿Ella? ¿Quién es ella? ¿Y de qué demonios estás hablando?
Ellos me envían un enlace a un artículo. Hago clic en él justo cuando uno de
los ayudantes de la oficina llama a la puerta del salón de clases y entra con una
nota para el Señor Palo-en-el-culo, también conocido como mi profesor de
literatura inglesa, señor Wilder.
Él frunce el ceño ante la nota y luego me mira directamente.
—Ambrose, te necesitan en la oficina; agarra tus cosas.
Una parte de mí piensa que el día acaba de mejorar, y entonces pienso en los
mensajes de texto del grupo y me pregunto si este paseo por el pasillo será más
como el corredor de la muerte que una fuga de la prisión.
Mi mamá está esperando en la oficina de la escuela; sus ojos están
empañados por las lágrimas que no ha derramado; no se le permite llorar en
público, pero sé que quiere hacerlo.
—¿Mamá? —Frunzo el ceño. 11
Se levanta, se pone sus gafas de sol negras Chanel y acomoda su traje negro
de Lululemon.
Lleva un anillo en casi todos los dedos, y el relleno en sus labios aún no se
ha deshinchado lo suficiente como para que no parezca una Kardashian.
Es hermosa, y no tengo nada en contra de que una mujer le haga cosas a su
cuerpo. Solo desearía que la confianza viniera de algo más que gastar dinero
para parecerse a otra persona.
Su cabello oscuro está peinado hacia atrás en un moño apretado.
—Cariño, algo ha pasado. Tenemos que ir a casa.
El pánico se apodera de mi pecho.
—¿Es papá?
—No —dice ella rápidamente.
—¿Abuelo?
—Hablaremos en el auto. —Es todo lo que dice cuando salimos de la oficina.
Estoy un poco conmocionado cuando llegamos al SUV Lambo rojo que ella
conduce.
Todavía se niega a dejarme conducir cualquiera de los autos deportivos para
ir a la escuela desde que estrellé mi flamante BMW el año pasado después de
tomar una curva demasiado rápido.
¿Cómo iba a saber que saldría un estúpido conejo de la nada?
Conducimos a través de Eagle y nos adentramos en las estribaciones de
Boise, ella todavía no dice nada mientras rodeamos la montaña y llegamos a la
puerta negra de seguridad delantera de nuestra casa.
—Mamá. —Mi voz se quiebra—. ¿Qué está pasando?
—Mi hermana, tu tía tuvo un accidente. No sobrevivió. —Su voz es ronca—.
Como sabes, ella no podía tener hijos y acababa de decidir adoptar a una niña.
—De acuerdo… —Mi mente da vueltas. ¿Esto es lo que los chicos estaban
hablando?
—De todos modos… —Ella sorbe su nariz y se detiene en el camino de
entrada—. Si no la acogemos, volverá al sistema, y ella tuvo una vida muy difícil,
tú no tienes hermanos.
Estoy estúpidamente aturdido. ¿Qué demonios? 12
—Caridad —digo—. Estamos haciendo una obra de caridad para que papá se
vea bien. ¿Por qué no me sorprende?
Ella apaga el motor.
—Sabes cuánto amaba a mi hermana.
—La veías dos veces al año. —Señalo—. La última vez se pelearon por qué
cirujano plástico era mejor, y ella arrojó el vino a tu rostro.
—No era ella misma. —Mamá mira hacia otro lado—. Tu papá movió algunos
hilos, y pudimos eliminar algunos trámites burocráticos y traerla.
—¿Tiene nombre la princesa perdida? —Me burlo como el imbécil que soy.
Mamá agarra su bolso y revisa su lápiz labial.
—Mary-Belle.
Pongo los ojos en blanco.
—Por supuesto que sí.
—Sé amable. —Espeta mamá—. Está un poco... abrumada.
Miro hacia mi mansión de tres pisos con sus siete cascadas, autos deportivos
estratégicamente estacionados y entrada de ladrillos y niego con la cabeza.
—Jodidamente. No.

13
Mary-Belle

Tengo miedo de romper algo.


Cuando Sarah me adoptó, sabía que tenía dinero y, sinceramente, no me
importó en aquel momento porque estaba harta de llevar una bolsa de basura
negra de casa en casa y de que algunos de los hombres con los que me vi obligada
a vivir me miraran lascivamente.
Algunos fueron geniales.
Pero siempre tenía la guardia en alto, nunca se sabe, y después de una mala
experiencia, tiendes a prepararte para otra y otra hasta que todo lo que tienes
son escudos como un maldito episodio de Star Trek mientras los Klingons
preparan sus láseres. 14
También puedo ser una gran Trekkie con cero vergüenza, pero el ejemplo
sigue funcionando.
Sostengo un iPhone nuevo en mi mano derecha, lo miro y trato de no buscar
todas las noticias que advirtieron saldrían sobre mí.
Soy el nuevo y brillante caso de caridad.
Con su nuevo y reluciente teléfono.
Y además de eso, tengo que ir a una nueva y brillante escuela privada nueva
a partir de mañana, a la que solo puedo imaginar que asisten algunas de las
personas más engreídas del planeta.
Personas que no saben lo que es pasar hambre.
O lo que es dormir con las luces encendidas, por si acaso.
Hago girar mi larga trenza rubia para mantener mi otra mano ocupada y
respiro profundamente mientras el señor McCree camina frente a mí en su
teléfono.
Escucho frases como:
—El dinero no es problema. Hazlo. Quiero que me lo entreguen ahora. —Y
luego cubre el teléfono y me pregunta si me gusta el rosa.
Casi me rio, pero me encojo de hombros.
Mi madre adoptiva está muerta y estoy sentada con una bolsa de basura
negra a mis pies. Y él quiere saber si me gusta el rosa.
¿No puedo decir que una cama estaría bien, tal vez una almohada para poder
gritar y luego llorar?
Mantengo una sonrisa cortés en mi rostro mientras habla. Y me paralizo
cuando la puerta principal se abre y suenan pasos.
No sé por qué, pero los vellos de la parte posterior de mis brazos se erizan
cuando el olor de una colonia costosa flota a mí alrededor.
Saluda a su padre antes de ir a la inmaculada cocina, tomar agua, y mira
hacía mí.
Encuentro una pequeña cantidad de satisfacción en el hecho de que se ahoga
un poco cuando establecemos contacto visual.
Y sus ojos son… hermosos.
Un azul oscuro vidrioso que parece casi reflejar mí mismo pánico. El color de

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su cabello es de un tono ámbar y dorado que lo hace lucir como el príncipe que
es y, por supuesto, tiene los lados afeitados con una ejecución potencialmente
perfecta para un moño masculino si quisiera.
Él parece una versión más joven de David Beckham.
Lleva un uniforme escolar blanco y negro con el escudo de una corona en la
chaqueta, y su corbata está jalada casi por completo como si la hubiera tirado
de ella nerviosamente durante todo el trayecto a la casa.
Ni siquiera me doy cuenta de que el señor McCree ha finalizado su llamada
hasta que se aclara la garganta y dice:
—Ambrose, te presento a Mary-Belle, o Belle para abreviar.
Los ojos de Ambrose se entrecierran mientras humedece sus labios y se apoya
en el mostrador.
—Bueno, eso es simplemente perfecto, ¿no?
Oh, de acuerdo, entonces él es un imbécil.
Es bueno saberlo.
Su padre apunta con su celular a Ambrose.
—Compórtate.
—Oh, lo siento, pensé que al menos en mi propia casa, no tenía que
preocuparme por las cámaras. —Se aleja del mostrador blanco y se dirige hacia
mí—. Mejor ponte el cinturón, Belle, porque a partir de ahora, no se te permite
demostrar sentimientos en público y aparentemente ni siquiera aquí.
—¡Ambrose! —Se acerca a él. Un músculo se contrae en la escultural
mandíbula de Ambrose—. Te diré algo —la sonrisa del señor McCree es intrigante
mientras se cruza de brazos—. Dejaré que la lleves a la escuela en el Aston
Martin, de hecho, considéralo tuyo.
—Llevarla a la escuela —repite—. ¿A mi escuela?
—Sí. —Su padre sonríe—. ¿Quién más le mostrará las cosas? Tu mamá está
al teléfono inscribiéndola mientras hablamos, lo que me recuerda que la casa es
grande, ella necesita un recorrido.
Abro la boca para decir que no cuando Ambrose me tiende la mano y me
guiña un ojo.
—¿Cómo se siente saber que vales un auto de trescientos cincuenta mil
dólares?
Mis mejillas se calientan.
No tomo su mano, pero me pongo de pie. La vergüenza me invade cuando
alcanzo mi bolsa de basura negra y mis manos la aprietan con fuerza. No
necesito mirar hacia abajo para saber que solo tengo algunas cosas personales 16
en la bolsa, incluido un par de converse blancos nuevas que mi antigua tutora
acababa de regalarme.
Se suponía que íbamos a ir de compras el día que ella murió en el accidente
automovilístico, pero cuando llegué a su casa por primera vez, tenía un lindo
vestido de verano y zapatos esperándome como una sorpresa.
No fue mi intención, pero rompí en llanto, lo que la animó a decirme que
necesitábamos ir de compras de inmediato.
Y así, uno de mis escudos cayó, solo para volver a subir mientras Ambrose
me miraba fijamente.
—Vamos. —Ambrose me quita la bolsa de la mano y empieza a alejarse.
No tengo más remedio que seguirlo por los enormes pasillos del primer piso.
Es como algo en lo que viviría una celebridad. Ni siquiera quiero saber cuánto
cuesta este lugar, pero estoy empezando a preguntarme si es más de lo que
incluso un actor de lista A podría permitirse.
¿Elon Musk? Por supuesto.
¿Tom Hanks? Tal vez no tanto.
Ambrose se adelanta y comienza a señalar con su mano libre de izquierda a
derecha.
—Habitaciones de huéspedes, suites principales, sala de juegos, sala de cine.
—Se mueve rápidamente por las escaleras, mi bolsa se balancea junto a sus
gruesas piernas.
Claramente es un atleta.
—Baño, segundo baño… —Se detiene en lo alto de las escaleras, y casi choco
contra él—. Hay diez, por si te aburres. Ah, y son temáticos porque ¿por qué no?
Mamá se aburre. —Él sonríe y luego sigue caminando—. Mi habitación está en
el segundo piso con otra sala de cine. —Gira a la derecha—. La sala de ejercicios
está en el sótano, lo cual, dado que no veo absolutamente ningún músculo en tu
escuálido cuerpo, asumo que no te interesa ver. —Otra sonrisa maligna—. La
suite principal de mis padres es todo el tercer piso, definitivamente no subas a
menos que quieras quedar marcada de por vida. —Se estremece—. La casa de la
piscina y la casa de huéspedes están afuera, hay un sauna interior cerca de la
sala de ejercicios y un bar al aire libre junto con uno interior en cada piso, si
quieres asaltarlo, no está cerrado, mi padre cree completamente en la idea de
que si quieres beber, hazlo en casa, lo que en realidad apoyo, ya que lo último
que necesito es que me atrapen festejando y que me echen del equipo. —Suspira
y mete una mano en su bolsillo—. Sin embargo, las drogas están bajo llave, 17
especialmente los hongos.
Dejo escapar un grito ahogado.
Se echa a reír.
—Eso fue casi demasiado fácil. ¿De verdad crees que mi padre consumiría
drogas, y que las tendría en casa? Aunque escuché que las microdosis están de
moda ahora. —Él sigue caminando—. Mi habitación está a la izquierda, más
habitaciones de huéspedes al final del pasillo, y… —Saca su teléfono y envía un
mensaje de texto.
Espero, sintiéndome incómoda mientras me miro en uno de los grandes
espejos en el pasillo al lado de una estatua de aspecto extraño que estoy segura
que costó más que mi vida entera.
—Mierda. —Ambrose vuelve a guardar su teléfono en el bolsillo—. Y
aparentemente, debido a que mi padre disfruta torturándome, tu habitación está
justo aquí, al otro lado del pasillo.
—¿Deberíamos dibujar una línea con tiza o algo así? —bromeo.
Parece dispuesto a reírse, pero se encoge de hombros.
—O hacer un fuerte de almohadas, podría ser más apropiado. Dios sabe que
mi madre tiene suficientes cojines para asfixiar a todos en Boise hasta la
muerte… aunque sin tiza, recién se acabó.
—Y yo que pensaba que todavía estarías jugando con eso. Mi culpa. —
Bromeo, tratando de devolverle el golpe.
Se queda quieto y me mira fijamente.
—¿Vas a ser un pequeño problema molesto, Belle?
—Eso depende. —Doy un valiente paso adelante—. ¿Vas a ser un imbécil rico?
—Una tregua entonces. —Él extiende su mano—. Mantente fuera de mi
camino, yo me mantendré fuera del tuyo, sonríe cuando estés en público, no
hagas quedar mal a la familia y recuerda que no somos amigos en la escuela. Ya
los tengo, no necesito una más. —Me mira de arriba abajo—. Y realmente
necesitamos hacer algo con tu guardarropa.
Envuelvo los brazos alrededor de mi pecho.
—Es un poco difícil cuando has estado saltando de casa en casa.
Suspira y mira hacia el cielo como si estuviera a punto de tomar una decisión

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de la que no pueda regresar, luego deja caer mi bolsa en medio del piso y me
arrastra a su habitación.
El pánico se apodera de mi pecho hasta que suelta mi mano y camina hacia
un enorme armario interior que es más grande que mi primera habitación que
compartí con varios hermanos adoptivos después de la muerte de mi madre.
—¿Qué talla tienes? —grita, luego añade—: No importa.
Sale caminando con bolsas de compra, dos bolsas de Prada, una de Louis
Vuitton, otra de Gucci y una caja de Yeezy’s.
Estoy segura de que mi mandíbula cae al suelo de manera elegante cuando
las pone en mis manos, colocando la caja encima.
—¿Q-qué es todo esto?
¿Me está dando su ropa?
—Tuve una novia con gustos caros; el día antes de San Valentín, descubrí
que me engañaba con Xander, de quien definitivamente me alejaría, ya que es el
peor, y decidí no darle ninguno de sus regalos, nunca una chica me había gritado
tanto. Parece ser de tu talla, por otra parte, solo me acosté con ella dos veces y
ni siquiera te he visto sin esta camiseta gigante y jeans rotos sueltos, pero por
ahora, servirán.
Todavía estoy de pie allí cuando levanta una mano y se aleja de nuevo.
¿Qué pasa con este tipo?
Lo quiero y lo odio un poco.
Es muy confuso.
¿Así son todos los niños ricos?
Entra en un gran cuarto de baño que tiene un jacuzzi en el que quiero dormir
o dormiría, para ser honesta, y luego sale con una bolsa de Sephora.
—Olvidé que le compré un poco de maquillaje y sus cosas raras favoritas para
el cuidado de la piel.
Agrega eso encima de la caja de zapatos y luego me lleva lentamente fuera de
su habitación para entrar en la mía. Agarra la bolsa del suelo y la deja caer
dentro de la habitación de invitados.
Mis ojos se llenan de lágrimas cuando miro a mi alrededor.
La cama es tamaño King.
Se ve tan esponjosa que quiero dormir una siesta.
Tengo mi propio baño, la única vez que he tenido mi propio baño. Casi dejo
caer todo lo que tengo en las manos cuando Ambrose me las quita con mucho
cuidado, las pone sobre la cama y luego comienza a irse. 19
—¡Espera! —Humedezco mis labios con nerviosismo—. G-gracias.
Se queda mirando mi boca durante un minuto antes de apartar la mirada.
—No es nada, de verdad.
—Lo es para mí —digo en voz baja.
La tensión se arremolina entre nosotros.
Nunca un hombre me había mirado como él, y no sé qué hacer con eso.
—Como sea… —Golpea mi pared—. La cena es a las siete, no llegues tarde,
ponte uno de los vestidos.
—¿Por qué un vestido? —Doy un paso adelante.
—Porque es martes 1, Belle, y los martes y cualquier otro día que termine con
la palabra day... es formal, en caso de que alguien importante pase por aquí y
quiera tomar una foto de los perfectos.
—¿Los perfectos? —pregunto.
—Así nos llama la gente. —Su rostro cae—. Nos vemos a las siete.

20

1
En el texto original la autora hace referencia a Tuesday y la terminación day,
refiriéndose a todos los días de la semana ya que en inglés todos terminan en
day.
Ambrose

Ella es muy bonita.


Como el tipo de belleza que casi me incomoda durante la cena familiar que
casi me avergüenza. Yo también me siento como una mierda, porque sé que
mientras estoy enojado, estoy reaccionando hacia ella de una manera
extrañamente física, se siente mal. Ella vino con una bolsa de basura.
Una bolsa de basura.
Realmente soy un imbécil.
Se puso un poco de maquillaje.
Su cabello tiene ondas suaves que tocan más allá de sus hombros en un
ajuste casi perfecto, besándolos más bien. El vestido negro de Prada tiene tela
21
envuelta alrededor de su hombro derecho; el resto es sin tirantes, de cuero, y
parece una diosa.
Sus ojos están muy abiertos mientras mira en la mesa toda la comida que
nos sirven. Rica en proteínas para mí, vegano para mamá y ambos para papá.
Una de nuestras sirvientas sirve un poco de vino tinto en las copas de todos,
la mitad para los menores.
Y así, comienza la incómoda charla mientras trato de no mirarla.
Y trato de no sentir lujuria como un perdedor incómodo mientras toma un
sorbo de su agua y mira fijamente el rollo frente a ella.
Sus manos tiemblan cuando lo agarra, y lentamente, sin esfuerzo, le pone
mantequilla, y me pregunto cuándo fue la última vez que alguna de las chicas
de mi escuela puso mantequilla en el pan, a propósito.
Le sonrío y espero no parecer burlón.
Mi papá comienza a hablar sobre el trabajo, mamá toma su segunda copa de
vino y comemos en un silencio un tanto extraño mientras le hacen preguntas a
Belle sobre su vida antes de que ingresara al sistema.
Realmente no estoy preparado para escuchar su historia y casi quiero
desconectarme cuando comienza a hablar sobre la muerte de su madre hace
años.
Una madre soltera.
Un papá nunca presente.
Y entonces miro alrededor de la mesa y me pregunto si realmente no he sido
una completa mierda cuando se trata de mi vida solo porque odio fingir para los
medios de comunicación.
Suspiro, mi apetito de repente se ha desaparecido.
—Deberías comer más —dice papá—. ¿No tienes ese gran partido contra
Capital la próxima semana?
—Sí. —Mastico dolorosamente el filete en mi plato y luego tomo un sorbo de
vino para bajarlo—. Debería ser un partido difícil.
—¿Qué juegas? —pregunta Belle como si estuviera interesada, e incluso
puedo decir por su tono que lo está.
—Lacrosse, —digo. 22
—Capitán —agrega mamá—. De todo el equipo.
—No me sorprende. —Belle alcanza otro panecillo, luego retira su mano como
si no tuviera permitido comer, y algo en mi pecho se rompe por la mitad mientras
acerco el plato a ella y asiento.
Las lágrimas brillan en sus ojos, y me odio a mí mismo de nuevo por tener
una actitud de mierda y no ser el más amable con ella al principio porque estaba
metido en mi propia cabeza, no en la de ella.
Tenía una jodida bolsa de basura para sus pertenencias.
Eso era todo.
Joder.
—Come —le digo—. Hay mucha comida, y no querrás que se desperdicie.
Ella traga y luego agarra otro panecillo, y asiente hacia mí.
Es lindo, la forma en que sus mejillas adquieren un ligero color rosado.
De repente quiero comer algo muy diferente, y me pregunto si mi apetito se
saciaría o simplemente ardería por el sabor.
Me aclaro la garganta.
—¿Podemos excusarnos?
Papá tira su servilleta.
—¿Alguna tarea?
—No que yo sepa. Me sacaron de la escuela justo después del almuerzo, pero
revisaré en línea y trataré de actualizar a Belle sobre las clases que tomará si su
nombre y número de registro están allí.
—Buen chico. —Papá guiña un ojo—. Gracias.
—Bueno, me regalaste un auto… —bromeo.
Se ríe conmigo, e incluso Belle y mamá sonríen.
De repente me alejo de la cena sintiéndome un poco más alegre que esta
mañana y esta tarde.
Tal vez debería esforzarme más y no intentar que todo gire en torno a mí.
Belle me sigue por las escaleras hasta la sala de cine; todavía con el vestido,
no puedo dejar de mirarla, preguntándome cómo diablos Hailey habría lucido
siquiera una cuarta parte de bien en él.
Tal vez lo compré para la persona adecuada todo el tiempo, tal vez solo fue
un mal momento. 23
Rápidamente pongo algo al azar y me doy cuenta de que es la última película
de Star Trek que había estado viendo repetidamente. No puedo recordar el
nombre, pero claramente, Belle la recuerda porque jadea un poco y luego admite.
—Mi único sueño es ir a una Comic Con.
Tapa su boca y niega con la cabeza.
De hecho, me rio a carcajadas.
—Ah, nerd de armario. Qué bien.
—Sí, pasar el rato con el capitán de lacrosse... lindo.
—Merecía eso. —Admito agachando la cabeza.
—Sí. —Se apoya en el sofá de cuero y lucho por no mirar la parte delantera
de su vestido como una enredadera—. Entonces, ¿qué clase de nuevo infierno
voy a tener que pasar mañana?
—Oh, bueno… —Me acerco al mini bar—. Eso va a necesitar un trago rápido.
—Menor de edad bebiendo vino después de la cena, qué rebelde eres.
—Sí, soy tan rebelde. Llevo corbata a la escuela todos los días, me uní a todos
los clubes existentes, incluido el de esgrima, y tengo que ser el presidente del
cuerpo estudiantil en mi último año mientras todos los demás están viviendo sus
vidas... tan rebelde, un trago de whisky.
Rápidamente le preparo uno y choco nuestros vasos.
Ambos lo tomamos.
Y entonces todo está en silencio, la película está de fondo y, por primera vez
en mi vida, no quiero quemar mi escuela ni mi casa. Quiero llevarla mañana en
ese auto. Quiero presumir de ella. Quiero que sonría más, más y más. Tal vez
sea una penitencia de mi propia conciencia culpable.
—Así que clases… —Agarro mi teléfono y luego frunzo el ceño—. Estás
básicamente en todas las mías, así que no hay problema.
—¿Cómo lo sabes? —Ella frunce el ceño—. No sabes mi apellido o…
Le muestro mi teléfono.
—Mamá ya nos lo envió, ¿o se te olvidó que tienes un teléfono?
Ella se sonroja.
—Realmente no tenía ningún bolsillo en este vestido.
—Mmmm. —Asiento—. Puedo ver eso.
Sus ojos brillan hacia mí.
24
Retrocedo al instante.
—Deberíamos ir a la cama. —Sus ojos se abren—. No, no, no, no, no como
no, no como eso, debemos ir a dormir por separado; la escuela empieza a las
7:45.
—¿Porque tan temprano? —se queja.
—Porque los deportes son tan importantes como las actividades
extracurriculares, así que quieren que salgamos de clase a las 2:40.
Ella hace una mueca.
—Sí. —Yo suspiro—. Créeme, lo sé. Ahora programa ese elegante teléfono
nuevo para levantarte a tiempo y ponerte un uniforme nuevo que una de las
sirvientas probablemente ya esté planchando, descansa un poco.
—¿Y si no puedo dormir? —pregunta.
Trago saliva.
—Siempre está la sala de ejercicios.
Ella me da un codazo.
Me rio y tropiezo contra ella mientras caminamos por el pasillo y nos
separamos cuando nos dirigimos a nuestras habitaciones.
Trato de no mirar demasiado mientras cierra lentamente la puerta.
Permanezco despierto por otras dos horas antes de finalmente poder cerrar
los ojos.
Y cuando lo hago.
Veo un vestido negro.
Y ella comiendo un rollo.

25
Mary-Belle

Me cuesta mucho dormir.


Sigo pensando en él y luego me siento tonta porque lo conozco desde hace
menos de veinticuatro horas.
Cuando finalmente me duermo, sueño con uniformes escolares y esta extraña
situación del nuevo hermano adoptivo.
Y principalmente.
Sueño con Ambrose.
Sueño con él.
Cuando la alarma de mi teléfono me despierta, me toma un minuto darme
cuenta de dónde estoy y qué se supone que debo hacer.
26
Ir a una nueva escuela preparatoria con un chico sexy que se supone que ni
siquiera debo encontrar sexy, quien extrañamente me hizo pensar que no es la
peor persona del planeta, en el último minuto.
Bostezo, finalmente salgo de la cama y camino hacia el baño más cercano que
puedo encontrar, mis ojos aún están borrosos por el sueño.
Abro la puerta del baño y tropiezo con el calor, espera, ¿por qué hace calor?
Frunzo el ceño y me doy la vuelta. La puerta era y sigue siendo del pasillo. ¿Eh?
Todavía estoy confundida cuando Ambrose sale de la ducha, luciendo como
un dios griego.
Está completamente desnudo.
Sus cejas se levantan, también lo hacen sus manos, y Dios mío también lo
hace algo más, algo enorme.
—Uhmmmm.
Cubro mi rostro con las manos.
—Lo siento mucho; caminé hacia el baño más cercano.
—¿Cómo el que está conectado a mi habitación? —Su voz es profunda y sexy.
¿En qué diablos me estoy metiendo?
—Sí. —Trago saliva, necesito darme la vuelta e irme, pero tengo miedo de
descubrirme los ojos.
—Estoy cubierto ahora —susurra. Casi puedo saborear su pasta de dientes
cuando agarra mis manos y las tira hacia abajo.
Debo estar viendo cosas porque me está mirando como si necesitara mi boca
para el desayuno, no huevos.
Tengo un breve escenario en mi cabeza donde me empuja contra el mostrador,
y luego creo que estoy perdiendo la cabeza.
Con una sonrisa brillante, dice:
—¿Estás bien?
—Sí, genial, muy genial, increíble, totalmente perfecta, ¿tú? —Demasiadas
palabras, maldita sea.
—Bien, solo tengo una pregunta. —Sus abdominales son perfectos. Su toalla
no está lo suficientemente apretada alrededor de su delgada cintura.
—¿Qué? —Trato de sonar normal, pero mi respiración sale áspera.
Su sonrisa se ensancha.
27
—¿Cuánto me odiarás si hago que esta mañana sea un poco mejor?
—¿Cómo harías eso? —pregunto.
Él sonríe y noto un pequeño hoyuelo en su mejilla derecha.
—Qué pregunta tan peligrosa, Belle.
Me levanta sobre el mostrador del baño antes de que pueda decir algo, y luego
sus ojos lo preguntan todo: ¿esto está bien? Sus manos no me agarran, sino que
se retiran.
—No lo sé —digo finalmente, todavía procesando el hecho de que este tipo
está frente a mí, ligeramente mojado, luciendo como un bocadillo caliente que
quiero devorar.
¡Apenas nos conocemos!
Y quizás eso sea parte del atractivo.
Humedezco mis labios.
Él mira fijamente mi boca.
—Probablemente voy a robar esa lamida ahora.
—¿Y si digo que sí?
Su sonrisa es tan sexy que quiero apretar las piernas.
—Podría decir que sí.
—¿Eres virgen? —pregunta.
Niego con la cabeza.
Se inclina hasta que su boca se presiona contra la mía.
—Bien.
Y entonces estoy perdida.
Estoy perdida en el calor de su beso, el calor de su cuerpo y la forma en que
su toalla parece ser demasiado cuando su cuerpo se presiona contra el mío.
—¿Estás sucia?
—¿Qué?
Suena como si estuviera casi gruñendo mientras me empuja a la ducha y
hace correr el agua caliente por mi cuerpo. Jadeo cuando su boca trata de
capturar cada gota.
Sus caderas se mueven contra las mías.
—¿Qué estamos haciendo? —pregunto.
28
Él niega con la cabeza.
—No estamos siendo perfectos, eso es seguro.
Sonrío porque me siento libre por primera vez en mucho tiempo. Me siento
libre con este imbécil rico, e incluso si me está usando, voy a utilizarlo también.
Agarro la parte larga de su cabello y lo atraigo hacia mi boca.
Él gime contra mis labios, luego me levanta, apretándome contra la ducha
mientras su pene presiona entre mis muslos.
—Podría ser lo mejor que te haya pasado, y realmente creo… —Sonríe contra
mí—, que podrías ser lo mejor que malditamente me haya pasado nunca.
Me alejo.
—¿Qué hay de ser perfecto?
—A la mierda. —Aparta el resto de mi ropa, tirándola bruscamente al suelo,
seguida de su toalla, luego agarra mi rostro con ambas manos. Tiene el mismo
aspecto que yo, desesperado, temeroso, inseguro y lleno de lujuria que debería
estar mal, pero se siente muy bien. Él duda brevemente.
Le doy un pequeño asentimiento. Es todo lo que necesita para empujar dentro
de mí.
—¿Verdad? La perfección está tan sobrevalorada.
Nunca me había sentido tan llena.
Tan bien.
Tan definitiva.
Mi cabeza cae hacia atrás mientras él sigue empujando dentro de mí. Mis
manos se clavan en sus musculosos hombros y sé que estoy haciendo algo que
no se puede deshacer. Quiero decir, se suponía que íbamos a ser compañeros de
piso durante ¿cuánto tiempo? ¿Meses? ¿Días?
Y ahora estamos literalmente teniendo sexo en su ducha.
Y ya no tengo miedo.
Lo estoy poseyendo.
Y me encanta cuando su grueso pene empuja más profundo, con más fuerza.
Me desplomo contra él en un desastre húmedo de satisfacción, y ni siquiera
puedo pensar con claridad.
La respiración de Ambrose es agitada cuando sale de mí, me pone de pie
lentamente, y luego se arrodilla. 29
—Vamos a llegar tarde, —susurro.
—Entonces llegaremos tarde. —Guiña un ojo de rodillas—. Déjame ser el
mejor novio…
—Pero no eres…
—Cuida tu boca, princesa… puede que mi pene no quepa dentro de ella, por
cierto, pero eso es para intentarlo otro día. Estás en mi casa. Mi escuela. En mi
vida. Y no voy a dejarte ir, así que déjame hacerte venir.
Mis ojos se agrandan.
Y luego su boca está sobre mí otra vez, su lengua dentro de mí.
¿Esto es real?
Sus manos se clavan en mi trasero.
Y estoy allí para él de tantas maneras que ni siquiera sé cómo procesar hasta
que estoy teniendo un orgasmo contra una lengua que debería ser ilegal y un
chico que no debería conocer todas las formas de ser arrestado.
Me rio.
Se pone de pie.
—Las damas primero…
Salgo de la ducha y pienso, lo mejor que he tenido, ducharme y... él.
Ambrose.
Estoy en tantos problemas.

30
Ambrose

No puedo creer que haya hecho eso.


Literalmente, todo el diálogo se reproduce en mi cabeza mientras conducimos
a la escuela.
Alcanzo su mano.
Ella se extiende hacia atrás.
Mi teléfono ha estado explotando como si fuera una celebridad y en este
punto, después de estar con ella esta mañana, tengo ganas de balancear mi pene
como un auténtico idiota.
Porque la tengo a ella.
La necesito.
31
La deseo.
Ella es mía.
Jodidamente mía.
Me siento a la defensiva. Me siento territorial, y me pregunto por qué nunca
me he sentido así hasta ahora, y luego la miro... no es solo su belleza, es su
habilidad para luchar contra mí, su franqueza.
Mierda, primero las damas, me arrodillaría durante días por esta chica.
Y apenas la conozco, lo que me hace parecer como si hubiera enloquecido,
pero mierda, déjame enloquecer con ella primero.
Por favor.
Estoy nervioso sin razón.
No he respondido a ninguno de los mensajes de texto de mis amigos y me
siento como un imbécil por no decir nada, pero ¿está mal querer guardármelo
para mí? ¿Mantenerla?
Me detengo en mi lugar de estacionamiento habitual y apago el motor.
Hoy, por primera vez en mucho tiempo, no quiero quemar la escuela. Solo
quiero que ella tenga un buen día.
Yo también quiero tener un buen día.
Entonces quiero terminar con ella en mi cama.
Suspiro.
—Bienvenida al infierno.
Ella asiente.
—¿No son todas las escuelas un infierno?
—Buen punto. —Me encanta la forma en que muerde su labio inferior antes
de abrir la puerta y salir. Nunca he visto... en algún juego que haya jugado varias
veces, a una chica tan jodidamente sexy con un uniforme de colegiala.
Hablando en serio.
Cierro el auto rápidamente y la sigo, con mi mano en la parte baja de su
espalda mientras nos abrimos paso entre la multitud. Las chicas miran, los
chicos miran, los profesores miran.
Necesitamos el escudo del Capitán América o algo así.
Ella agacha la cabeza, y luego se inclina hacia mí, y se lo permito porque 32
quiero hacer un punto. Nadie se mete con lo que es mío.
Y aunque sea nuevo.
Sigue siendo una cosa.
La acerco más mientras abrimos las puertas del pasillo principal, y es como
si el tiempo se detuviera cuando las mandíbulas de mis amigos casi se
desencajan.
No he salido con nadie desde mi ex Hailey, ha pasado al menos un año, si no
más, y en el momento en que pasamos junto a ella, casi quiero saludarla con mi
dedo medio; se ve tan celosa.
Belle no es solo hermosa; tiene esa pureza que le falta a Hailey, de la que
carecen la mayoría de las chicas. Está en la forma en que se ríe, sonríe y no tiene
miedo de ser ella misma, incluso si eso significa tener a un idiota como yo a su
lado o besarla en la ducha.
Llegamos a su casillero sin que nadie diga nada, y luego Hailey se acerca y le
da un pequeño empujón, lo suficiente como para sentirlo y querer pelear.
—Eres nueva, ¿no?
Belle mira por encima de su hombro.
—¿Qué lo delató?
Resopló ante su sarcasmo.
Hailey pone los ojos en blanco.
—Mira, no puedes simplemente venir y pasear por aquí…
—Voy a detenerte ahí mismo. —intervengo—. Ella está conmigo, así que, si
tienes un problema con ella, puedes hablar conmigo al respecto. Si no, regresa
corriendo al pequeño pene de Xander, luego regresas cuando realmente pueda
hacerte llegar al orgasmo, lo que probablemente será mmmmm… —Pretendo
pensar en ello—. Nunca, ¿cierto?
—Eres un…
—¡Retrocede, Barbie! —Belle empuja a Hailey con tanta fuerza que sus libros
caen al suelo—. Él es mío, no tuyo, mío, ¡así que regresa a tu castillo y aprecia
el hecho de que no haya pateado tu flácido trasero!
—¡Mi trasero no es flácido!
Belle resopla.
—Podrías haberme engañado.
Hailey arremete. 33
Alejo a Belle riendo.
Y entonces veo a mis amigos al margen, grabando todo con sus cámaras, con
una sonrisa de oreja a oreja.
—Caballeros. —Saludo con la mano.
Todos me dan un pulgar hacia arriba como diciendo: Qué bien que no hayas
respondido; lo entendemos, realmente lo entendemos.
El timbre suena justo cuando estoy listo para acercarme a mis amigos, así
que agarro a Belle y salgo corriendo hacia nuestra primera clase.
El resto del día pasa como un borrón. Se corre la voz de que una nueva chica
sexy está viviendo en mi casa; que de alguna manera me estoy tirando a mi
hermana adoptiva y un montón de otras mierdas en las que no quiero entrar.
Los memes están hechos.
Tuits.
Y, sin embargo, a pesar de que estoy furioso porque la gente pueda ser tan
cruel, estoy sonriendo todo el camino de regreso a casa.
La gente es extraña... Quiero decir, sí, sucedió, pero ¿quién inventa ese tipo
de mierda al azar?
Belle gime.
—Eso fue una tortura.
—Corrección, —digo—. Era una tortura antes de que estuvieras allí; ahora es
casi como una recompensa verte a mi lado.
—¿Huh?
—Solía mirar los pájaros —admito.
Ella se sienta.
—Espera, ¿qué?
—Afuera.
—Duh, porque viven afuera. Sin embargo, ¿qué quieres decir?
Me detengo en mi camino de entrada y pongo el auto en el estacionamiento.
—Solía estar celoso de que estuvieran afuera, y yo no.
Ella frunce el ceño, sus lindas cejas hacen que se forme un pliegue.
—¿Y ahora? Ahora, ¿de qué estás celoso?
—Del aire —susurro—. Te está tocando. —Me inclino—. Y yo no. 34
—No puedo decidir si eso es cursi o simplemente muy romántico.
—Y no puedo decidir… —coloco un mechón de cabello detrás de su oreja—.
Si soy un lunático por querer follar contigo otra vez o simplemente estoy muy,
muy enamorado a primera vista.
—¿Crees que eso es posible? —pregunta—. ¿Amor a primera vista?
—¿Lo crees tú? —contraataco.
Sus ojos se mueven de derecha a izquierda y luego aterrizan en mi boca.
—Creo que si lo fuera, ya estaría demostrado, ¿no crees? ¿Desde esta
mañana?
—Oh, eso fue acoso a primera vista, pero puedo ver cómo estarías confundida.
Ella golpea mi hombro.
—Estaba cansada y buscando un baño.
—Sin embargo, ¿te gusto lo que encontraste? —Bromeo.
Su sonrisa se amplía.
—Sí. Me gusto.
—Entonces la teoría está probada, ¿verdad?
—Cierto. —Ella echa la cabeza hacia atrás soltando una carcajada—. ¿Cómo
puedes ser tan imbécil y tan caballeroso a la vez? No lo entiendo.
—El mundo es un lugar confuso, princesa. —Alcanzo mi puerta y la abro—.
Mientras sea ambas cosas para ti, estoy de acuerdo con la rareza.
—Ambas —repite, saliendo del auto y siguiéndome a la casa como si fuera
normal que viviéramos juntos y como si no fuera tan tenso una vez que estamos
en la cocina preparando bocadillos.
—Así que. —Ella finalmente rompe el hielo—. ¿Cuándo llegan tus padres a
casa?
Casi me rio antes de señalar la nevera.
—Siempre dejan una nota.
Ella lo lee en voz alta.
—No esperes despierto. Salimos a cenar esta noche, pide pizza.
No dejan un billete de veinte; dejan un billete de cien dólares como si
fuéramos a darle de comer al pueblo o por lo menos a más de dos personas.
Belle lo agarra y lo agita frente a mi rostro. 35
—Pizza, ¿eh?
La levanto sobre el mostrador de la cocina y beso su boca.
—¿Puedo tenerte primero? Recompensa. —Presiono un tierno beso en sus
labios—. ¿Recuerdas?
Ella se ríe.
—¿Qué tan aburrido estabas en la escuela que mirabas aves, y ahora me
besas?
Cuando lo dice así, sueno como un completo perdedor, pero ella es
simplemente... imperfecta y no conoce mi pasado.
La mayoría no lo conoce.
Es como un nuevo comienzo.
Uno que necesitaba.
Uno que me ayudará a olvidar. Lo cual es muy egoísta, pero ella tiene una luz
que perdí cuando era estudiante de primer año, así que parece que, finalmente,
las cosas van bien.
La familia siempre se verá perfecta a pesar de las fracturas en los cimientos;
ella no tiene que saber los detalles sucios.
Así que sí, tal vez quiero algo solo para mí.
¿Está tan mal?
—¿Cómo eres tan convincente? —pregunta, dándome un pequeño empujón.
Me rio.
—Me entrenaron desde muy joven. Lo hacen para los niños ricos, ya sabes.
—¿Ah, sí?
—Es un proceso de formación muy elaborado; incluso te dan una cuchara de
plata y la meten en tu boca cuando terminas.
Me da una palmada en el hombro.
—Qué difícil debe haber sido.
—Nos hacían comer guisantes.
—Odio los guisantes.
—Igual.
—Entonces, ¿pizza? —pregunta, su mente parece estar constantemente en la
comida.
Vuelvo a besar sus labios.
36
—Claro, lo siento, acabo de ver algo mejor, y nunca enseñan autocontrol en
la escuela de niños ricos.
—Que sorpresa.
—Es francamente criminal.
—Sabes, no eres totalmente odioso.
—Puedo decir que eso salió desde lo más profundo de tu alma. ¿Esto es solo
porque te di un orgasmo o…
Pone una mano sobre mi boca como si alguien fuera a escucharnos, luego
envuelve sus brazos alrededor de mi cuello.
—Esto es extraño, ¿no?
—No hay nada extraño en abrazarse en una cocina antes de comer pizza.
—Me refiero a todo lo demás. A nosotros.
—Un día a la vez.
—Ah, ¿más entrenamiento para niños ricos? —Ella se ríe.
Niego con la cabeza.
—Nah, solo son cosas de la vida.
Asiente.
—Un día a la vez entonces.
—Solo uno, y luego otro, y otro. ¿Suena bien?
Asiente, y me pregunto cómo tuve tanta suerte de que llegara a nuestra casa.
Una que se sentía tan sola que ni siquiera quise admitirlo. Las cenas eran para
sesiones de fotos, y ahora estoy comiendo pizza con una hermosa chica a la que
incluso puedo llamar amiga.
Me pregunto qué es este sentimiento en mi pecho y de repente me doy cuenta
de que es felicidad.

37
Mary-Belle

Su lengua podría cambiar el mundo, literalmente, es todo en lo que puedo


pensar cuando está dentro de mí. En el fondo de mi cabeza, me doy cuenta de
que probablemente esto no sea lo más inteligente, pero... he estado tan sola, y
de repente él es todo lo que veo.
¿Es una locura que estemos haciendo esto ahora mismo? ¿Otra vez?
Sí.
¿Me importa?
No.
Porque he vivido mi vida en la oscuridad, con miedo, levantando
constantemente mis escudos, esperando constantemente a romperme o caerme.
38
En este momento, quiero vivir. Quiero tomar una decisión por mí misma, no
que un trabajador social me diga dónde voy a dormir por la noche o que un
extraño espeluznante me diga lo bonita que soy.
Me siento viva en sus brazos.
Mi cabeza cae hacia atrás cuando él separa más mis muslos y comienza a
desabrochar sus pantalones, pero va demasiado lento, así que tiro del cinturón
y los botones, los empujo hacia abajo con los pies y luego me acuesto sobre la
costosa encimera esperando más.
La increíble pizza hace tiempo está en el olvido.
Su primera envestida me golpea tan profundamente que grito, y luego él está
bombeando dentro de mí como un loco, y estoy gritando su nombre porque no
quiero que se detenga.
Sus caderas giran y las mías lo siguen, igualándolo embestida tras embestida
mientras ambos comenzamos a sudar sobre el granito.
Recuerdo mirarlo y pensar en lo caro que era, y ahora solo quiero estar encima
con él por todas partes.
Lo deseo en la estúpida casa de la piscina.
En la sala de juegos.
En cada baño individual.
Lo deseo en todas partes.
Y por la forma en que agarra mis piernas y besa mi boca, sé que él también
siente algo inexplicable.
Sale de mí justo cuando estoy lista para liberarme.
—¿Qué demonios? —gimo
—Vamos. —Él tira de mí para sentarme, luego me levanta y me arroja sobre
su hombro—. Te mereces una cama.
—Mi trasero está literalmente colgando.
Lo abofetea.
—Sí, princesa, lo está.
—Detente.
Simplemente lo abofetea de nuevo hasta que empiezo a golpearlo con mis
puños. Está duro como el acero, y él también mientras su pene esta en mi 39
estómago y mis muslos.
Finalmente llegamos a su habitación, me lanza sobre su cama y luego se
cierne sobre mí.
—Creo que nunca he estado tan agradecido de vivir en un mundo perfecto
hasta ahora.
—No más ver pájaros —susurro, ahuecando su rostro.
—No. —Su boca se encuentra con la mía, y luego está dentro de mí otra vez,
llenándome, moviéndose conmigo, apretando mis manos en las suyas y
susurrando mi nombre entre mis labios. —Ahora, solo te miraré a ti.
—No soy libre como los pájaros.
—Tú me haces libre —dice, enredando su lengua con la mía antes de
enviarme a volar, como sus pájaros.
Y me doy cuenta de que tiene toda la razón.
Llevamos dos días.
Las cosas siempre cambian.
La gente muere.
La gente vive.
Pero ahora mismo, elijo ser libre con mi matón imbécil convertido en amante
y amigo.
O eso pensaba…

40
Mary-Belle

Bonita historia, ¿verdad?


Quiero decir, eso es lo que obviamente estás pensando.
Condujimos hacia la puesta de sol, después de, ya sabes, tener sexo increíble,
vivir como perfectos ricos, viviendo nuestras vidas, y haciéndolo fácil.
Pero no tienes idea. ¿Crees que ahí es donde comienza nuestra historia?
Ahí es dónde nuestro amor terminó.
Donde empezó el dolor.
Esta es nuestra historia.
Esto es Los Perfectos. 41
Ponte el cinturón porque apenas estamos empezando...
Ambrose
Una semana antes…

No puedo parar
La quiero.
Miro fijamente su puerta y sé que no debo entrar. Ambos padres están en
casa, mi padre se volvería loco, estaría castigado durante siglos, probablemente
perdería el auto, pero es como un canto de sirena, uno que no puedo ignorar. Y
seamos honestos, no lo haré.
Miro fijamente mi propia puerta y, sin que mi cuerpo quiera hacerlo, me

42
levanto y me acerco; mi mano se cierne sobre el pomo.
—A la mierda.
Lo agarro, y luego me quedo mirando su puerta como un auténtico bicho raro.
Está ligeramente abierta. ¿Es una invitación?
¿Qué significa eso?
¿Por qué diablos estoy analizando una mierda ahora mismo a las tres de la
mañana cuando tengo un juego mañana por la noche?
Tengo muchas cosas más de las que debo preocuparme; en cambio, estoy
mirando una maldita puerta como si me fuera a comer vivo.
Concéntrate.
¿Eres el capitán del equipo de lacrosse y ni siquiera puedes abrir una puerta
o intentar tener bolas de acero en un esfuerzo por tener sexo con la chica que te
gusta?
La chica que está en tu casa.
Que los medios de comunicación la hayan catalogado como mi nueva
hermanastra en lugar de mi hermana adoptiva, sí, ese es el factor decisivo, ¿no?
Pero ni siquiera estamos emparentados.
Y, sin embargo, sé que a mi padre le daría un maldito infarto si lo supiera, o
si nos atrapara, sería malo, pero es más que solo sexo, y hablar de mis
sentimientos con mi padre está al mismo nivel que hacerme siete tratamientos
de conducto y cortarme ambas pelotas.
Levanto la mano para llamar; quiero decir, ¿y si está desnuda? No es que no
la haya visto desnuda o no la haya abrazado desnuda… Dios, es hermosa
desnuda.
Todavía estoy atrapado en mis pensamientos cuando la puerta se abre, y ella
está de pie, adormecida, con un par de diminutos pantalones cortos negros y
una blusa corta rosa.
Sus ojos se abren.
—¿Estás bien?
—¿Eh? Sí. ¿Por qué? ¿No me veo bien?
Ella se ríe, su sonrisa siempre hace que mí día, mis noches, mi todo sea mejor.
—Pareces angustiado.
—Estaba teniendo pensamientos profundos, —respondo.
Se apoya en la puerta y se cruza de brazos.
—¿Oh sí? ¿Qué tipo de pensamientos profundos, cucharas de plata?
43
Pongo los ojos en blanco, luego miro hacia abajo.
—Sobre la desnudez.
—¿Yo o tú?
—Ambos.
—Eres un erudito relativo ahora, ¿no? —Bromea, luego agarra mi mano y me
lleva a su habitación.
Mi boca está sobre la de ella antes de que pueda decir otra palabra, mis manos
se enredan en su cabello desordenado mientras ella alcanza mi camiseta y, en
un breve momento que nos separamos, la desliza por encima de mi cabeza.
En serio no puedo con esta chica.
Ella es perfecta.
Más perfecta que esta familia.
Hemos estado haciéndolo más de lo que deberíamos, y sé que podrían
atraparnos fácilmente, pero no puedo detenerme, y aunque sé que soy un imbécil
cachondo, es más que el sexo, es la conexión.
Es el hecho de que puedo abrazarla.
Me lo llevaré a la tumba, pero a veces solo quiero abrazarla, y deseo tanto que
me sostenga y me diga que todo va a estar bien cuando siento que mi vida va a
ser algo planeado y laminado para mí, como un itinerario que quiero quemar,
pero tengo que mantener a mi lado y seguir si quiero sobrevivir.
Esta plenitud con ella, esta plenitud... nunca la he sentido, ni siquiera con lo
que la gente percibiría como la mejor de las familias.
Sus muslos se sienten cálidos mientras me envuelven. Caemos sobre la cama
en una torpe furia de lujuria, necesidad, deseo y necesidad alimentada por
besos. Si lo hubiera dicho en voz alta, me habría abofeteado.
Pero lo estoy viviendo, experimentando.
—Te necesitaba —digo entre besos. Su boca está caliente, su lengua tan suave
mientras se desliza contra la mía como si estuviera probando qué tan profundo
puede llegar y quisiera devorarme, pero se lo está tomando con calma cuando en
realidad, solo la deseo rudo y duro, y ahora.
Belle se quita la camiseta, la tira al suelo, luego alcanza mi cabeza, tirando
de mí hacia abajo para otro beso acalorado. 44
Me alejo.
—Sabía que era una buena idea cruzar ese pasillo.
—Sabía que era una buena idea abrir mi puerta. —Se ríe.
Estoy completamente envuelto en ella, en el momento, así que no escucho el
crujido de la escalera; olvidé que su puerta todavía está abierta, y no estamos
siendo silenciosos.
Lo olvido todo excepto el sabor de su boca y la forma en que se siente
presionada contra mí.
Y entonces escucho un carraspeo, seguido de:
—¿Qué diablos están haciendo ustedes dos?
Belle se aparta de mí, con los ojos muy abiertos por el miedo.
Lentamente me giro y veo a mi padre parado allí, con el rostro pálido y sus
ojos apenas contienen su furia.
—Ambrose. Abajo. Ahora. —Sacude la cabeza hacia Mary-Belle como si
estuviera decepcionado, lo cual sé que le romperá el corazón, y luego me da un
ligero tirón hacia la puerta y escaleras abajo.
—Vuelvo enseguida —susurro.
—No,—dice papá—. No lo hará,
Sus ojos están llenos de lágrimas cuando la miro por última vez antes de que
mi padre cierre la puerta y señale las escaleras como si tuviera ocho años.
Pensé que estaba durmiendo. ¿La mayoría de los adultos no se acuestan como
a las ocho? Incluso los míos se acuestan temprano. Además, con mi práctica,
supuse que aún no estaría despierto.
La caminata se siente lenta, vergonzosa y desalentadora. Llegamos a su lujosa
oficina con vista al patio trasero y la piscina. Las antorchas todavía están
encendidas alrededor del estanque, y mi padre tiene whisky en un vaso corto de
cristal, su favorito y el único vaso en el que bebe whisky.
El papeleo está repartido por su moderno escritorio de metal, junto con las
carpetas. Su computadora portátil está abierta, mostrando el reflejo de las
ventanas detrás de él, y se ve cansado.
Muy cansado.
—No sé qué decir. —Papá finalmente rompe el silencio y se aleja de mí—.
¿Entiendes lo importante que es todo lo que haces para tu futuro? ¡La percepción
45
de la gente lo es todo! Además de eso, es de madrugada, y tienes una práctica y
una beca en riesgo, y estás… —Hace una pausa como si casi no pudiera decirlo—
. ¿Estás en la habitación de tu hermana adoptiva quitándole la ropa?
Me estremezco.
—Solo nos estábamos besando.
Se da la vuelta tan rápido que doy un paso atrás.
—¿Crees que soy un idiota?
—No señor.
—¡Claramente, lo crees! —Golpea el escritorio con sus puños, los papeles
salen volando y luego empuja más antes de sentarse en su silla y sostener su
cabeza entre sus manos—. Hijo, he creado un imperio, para ti, para nuestra
familia. La prensa está por todas partes sobre esta situación con Mary-Belle.
¿Qué va a pasar cuando tus amigos digan algo? ¿O cuando te atrapen como lo
acabo de hacer? Sé que no son parientes, pero no está bien. Tienes que
concentrarte en ti, en nuestra familia, en los deportes, en hacerte cargo de la
dinastía algún día…
—¿Qué pasa si no quiero eso? —Presiono las palmas de mis manos sobre su
escritorio, sobre todos los otros papeles que me hacen sentir mal del estómago—
. ¿Quién me preguntó si quiero este maldito legado perfecto? ¿Tú? ¿Mamá?
Él me mira fijamente.
—¡No pienses ni por un segundo que eres intocable porque eres rico! —Su voz
grita más fuerte, haciéndome dar un paso atrás—. Hice esto por ti, y no haces
nada más que hablar mal, nada más que cometer un error tras otro, ¡nada más
que hacer exactamente lo contrario de lo que te pido!
Le sonrío, enojado porque tiene sentido, pero también enojado porque no me
ve o no se preocupa por mis sentimientos o deseos.
—Quizás deberías haberme dicho que me la follara primero, entonces
probablemente no lo habría hecho.
Él se acerca rápidamente por la esquina de su escritorio, y su mano vuela
hacia mi mejilla derecha antes de que pueda moverme.
Estoy tan enojado porque él me abofeteó que ni siquiera sé qué hacer o qué
decir. Con los ojos llorosos, niego con la cabeza y presiono una mano en mi
mejilla.
—¿En serio? ¿A esto hemos llegado?
46
Papá agarra la mano que toca mi mejilla. Unos círculos oscuros enmarcan
sus ojos azules. ¿Qué diablos lo tiene tan estresado?
Todo es siempre perfecto.
Entonces, ¿por qué no lo está ahora?
—¿Por qué te importa? —pregunto—. Nunca estás en casa. Y vivimos una
maldita mentira. Todo es perfecto y tiene que serlo, o pierdes la cabeza. ¡A quién
le importa si estoy besando a la chica que adoptaste porque querías que la gente
te mirara como una especie de salvador! —Estoy levantando la voz y no puedo
evitarlo—. Mira, déjame en paz. Seré el hijo perfecto, incluso cuando esté en
casa, pero no voy a tocar tu legado. Porque nunca lo hiciste por nosotros. Lo
hiciste por ti mismo. Todo es por ti, y estoy harto de eso. Estoy harto de fingir.
¿Te das cuenta de que la única vez que jugaste a atraparme fue cuando las
cámaras se detuvieron para una sesión de fotos?
Papá palidece.
—Nunca lo pediste.
—¡Lo pedía todo el tiempo! —Grito—. Te supliqué que me dieras cinco
minutos, y me dijiste que tus cinco minutos costaban al menos cinco mil dólares,
¡así que finalmente dejé de pedirlo!
Papá tropieza hacia atrás.
—¡Estaba tratando de cuidarte de la única manera que sabía!
—Wow. —Levanto mis manos—. Buen trabajo. Cuando todo lo que tu hijo
quería era tiempo. Sin dinero. Un trabajo fantástico. Espero que disfrutes de tu
whisky caro y tu oficina solitaria. —Resoplo—. He terminado aquí.
Por una vez, no me grita que me quede ni me exige que me disculpe.
Así que me alejo y subo las escaleras directamente a la habitación de Mary-
Belle. Está sentada en su cama, mirando sus manos, respirando lentamente
como si estuviera tratando de calmarse. Con manos temblorosas, lentamente
levanta la vista y las lágrimas corren por su rostro.
Corro hacia ella, salto sobre su cama y luego la atraigo hacia mis brazos. Ella
apoya su mejilla contra mi pecho.
—Deberías irte.
—No iré a ninguna parte, lo siento. —respondo con voz áspera.

47
—No, en serio. —Ella me mira—. Tu papá tenía razón.
—Él estaba equivocado. —Se estremece a mi lado—. Además, ¿qué es lo peor
que puede pasar en este momento? ¿Qué nos encuentre abrazados? ¿Sabes que
me abofeteó? Estoy tan enojado con él, tan jodidamente enojado…
—Ve a buscarlo, habla con él. Al menos tienes un padre, Ambrose. No
apruebo que haya golpeado a su hijo, obviamente, pero él te ama.
Pongo los ojos en blanco.
—Perfecto, ¿ahora tú también?
—Lo digo en serio. —Agarra mis hombros—. Vuelve abajo y hazlo bien.
—¿Sabes que vine aquí para consolarte y ahora quieres que me vaya?
—Ambrose, solo creo…
—¡Todos ustedes son todos iguales! ¡Todos ustedes! Todos tratando de pensar
por mí, decidir por mí, decirme qué hacer. ¡Ya estoy harto! —Salto de la cama,
sabiendo que probablemente me equivoqué de nuevo, pero tan enojado y
exhausto que agarro una de las sudaderas de mi equipo, bajo corriendo las
escaleras, agarro mis tenis y salgo a correr casi a las cuatro de la mañana.
Los culpo.
A ambos.
¿Por qué no puedo simplemente vivir mi vida?
¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?
Dejé mi teléfono en mi habitación, así que no voy muy lejos. Unos veinte
minutos más tarde, después de dar vueltas por el vecindario a una milla de
distancia. Vuelvo corriendo.
Solo para encontrar una ambulancia y autos de policía en la casa.
¿Qué demonios?
El pánico se apodera de mí mientras corro, todo sudoroso.
—¿Que está pasando?
—Señor, este es un asunto privado que vamos a… —Es como si el policía de
repente se diera cuenta de quién soy—. Creo que es mejor que hables con tu
madre.
—¿Ella está bien? —Oh Dios, ¿y si mi madre se cayó? ¿Tuvo un accidente?
Ella no se ha sentido bien últimamente.
Paso las manos por mi cabello justo cuando Mary-Belle sale de la casa
cubierta con una manta, con ojos angustiados.
—¡Mary-Belle! —Grito su nombre, pero es como si no me viera mientras se
tambalea en el suelo y se sienta—. Mary-Belle.
48
—Lo intenté —susurra—. Traté de arreglarlo.
—¿Arreglar qué? —Estoy envolviendo la manta con más fuerza cuando mi
madre se acerca a mí, con lágrimas corriendo por su rostro—. ¿Arreglar qué?
—¡Tú! —Mamá le grita a Mary-Belle.
—¡Mamá! —Grito—. ¡Detente! ¿No ves que está asustada?
—¿Asustada? ¿Asustada? —La voz de mamá se eleva—. ¡Ella lo mató!
—Estaba tratando de arreglarlo, —susurra Mary-Belle una y otra vez—.
Arreglarlo para hacer felices a Ambrose y a su padre. Cuando entré, él ya estaba
en el suelo, así que traté de arreglarlo para salvarlo.
—Tú. —Mamá empuja a Mary-Belle contra la hierba fría—. No lo arreglaste.
¡Tú lo mataste!
Mary-Belle

—¿Señor? —Grito y corro hacia él—. ¿Señor? —Él está en el suelo, su cabello
grisáceo, normalmente peinado hacia atrás, está hacia un lado. Su boca está
abierta, sus ojos también. Corro hacia él, lo pongo de espaldas, y comienzo la
reanimación cardiopulmonar de inmediato.
Apenas puedo recordar cómo hacer las compresiones, pero sé que es
importante. Él me mira, y su boca se mueve.
Me quedo atónita por eso.
Observo mientras continúo con las compresiones, luego me apresuro a
buscar el nuevo teléfono que me regaló y que de alguna manera dejé caer junto
a él. 49
¿Cuándo lo dejé caer?
Marcó temblorosamente el nueve uno uno, lo pongo en el altavoz y continuó
con las compresiones mientras él mira hacia el techo como si supiera.
Él lo sabe.
—¡Quédese conmigo! —grito.
Suena otro grito, es la madre de Ambrose.
—¡Puta! —ella grita—. Así que este era el gran secreto, ¿eh? ¿Está durmiendo
contigo?
Estoy tan confundida y desorientada que lo único que puedo hacer es seguir
presionando su pecho y esperar que haga algo como mantener su corazón
latiendo mientras continúa rompiéndolo una y otra vez con sus palabras.
Las lágrimas corren por mi rostro mientras ella grita, mis brazos arden,
también las palmas de mis manos y dedos… aunque no conozco muy bien a
Ambrose, sé que esto lo devastará.
Es su padre.
Y por mucho que no quiera la dinastía, él quiere a su padre.
Ella comienza a gritar, luego agarra un vaso de whisky y lo tira al suelo. Creo
que está borracha, pero no tengo tiempo ni para preguntar mientras sigo
presionando su pecho.
Él aspira aire y sus ojos se ponen en blanco, rezo para que no sea el final
mientras la madre de Ambrose sigue arrojando cosas por la habitación como si
no se estuviera muriendo frente a nosotras.
—Quédese conmigo —susurro.
—¡Oh, te gustaría eso, perra! —ella grita
Lágrimas calientes corren por mis mejillas, cayendo sobre su cuerpo inerte
mientras me mira; sus ojos azules no se apartan de mí, casi como si necesitara
decirme algo. Es un momento pensativo pero sagrado. Su esposa se aleja pisando
fuerte con sus costosas sudaderas y tenis igualmente costosos.
—…¡Sí! ¡Dense prisa! ¡Él no responde! —ella grita en el teléfono. Ni siquiera
me di cuenta de que todavía lo tenía en la mano. Finalmente, ella cae en una
silla—. ¡Están en camino!
Bien. Bien.
Sigo presionando su pecho como si mi vida dependiera de ello mientras ella
se sienta y observa. Por el rabillo del ojo, la veo estremecerse cuando él gime, y
me pregunto si realmente quiere que muera, que le dé un puñetazo.
50
Vuelvo a mirar hacia él.
Una lágrima se desliza por su mejilla izquierda y aterriza en la costosa
alfombra.
Y entonces, al igual que la lágrima, en todo su esfuerzo por escapar de su ojo,
él se ha ido, la vida le ha sido arrebatada a medida que sus ojos mueren.
Ni siquiera me doy cuenta de que él está agarrando mi muñeca hasta que es
demasiado tarde.
Hasta que llega la policía minutos después y tienen que separarme de sus
dedos.
Hasta que su esposa grita que yo lo maté.
Hasta que me doy cuenta de que, aunque soy inocente, soy culpable.
Solo soy una niña adoptiva acogida por la familia perfecta.
Los Perfectos.
Me siento en medio del piso mientras me interrogan y me doy cuenta de que
nunca más formaré parte de la o el amor de Ambrose.
Todo porque traté de corregir un error.
—¡Qué hiciste! —grita Ambrose, atrayéndome de vuelta al presente—. ¡Mary-
Belle, qué hiciste!
Lo maté.
De alguna manera lo maté.
Miro mis manos temblorosas, luego vuelvo a mirarlo a él; su mamá está
inclinada sollozando.
¿Cómo puede un sueño romperse tan rápidamente?
¿Cómo desaparece una vida de repente?
—Señora… —Un oficial se acerca a mí y se agacha lentamente. Tiene bigote
negro y lleva puesto un chaleco antibalas. Está casi borroso debido a mis
lágrimas—. Tendremos que hacerle algunas preguntas, pero como eres menor
de edad, necesitaremos que tu tutor esté presente.
La mamá de Ambrose llora más fuerte.
No puedo tragar.
Mi lengua se siente espesa en mi boca. 51
Y mientras hace algunas preguntas y las escribe en su pequeño bloc de notas,
me giro y miro a Ambrose, mis ojos buscan al chico bueno que me dijo que yo
era suya.
Pero cuando me mira a los ojos.
Todo lo que veo es odio.
Y todo lo que siento es dolor.
Semestre de Primavera 52
Ambrose
Seis meses después

Odio ser rico.


Odio la escuela.
Incluso odio el lacrosse ahora porque me recuerda a esa noche, no es que
tenga un descanso de eso ya que ella vive en mi estúpida casa, come mi comida
y bebe mi maldita agua.
Vive en mi maldito mundo.
Eso fue un montón de mierda, pero duele.
Quema de adentro hacia afuera, como si alguien tomara un carbón caliente
y lo empujara por mi garganta, luego me dijera que cada vez que tragara,
53
pensaría en ella y sentiría el mismo dolor ardiente y furioso.
Han pasado seis meses.
Nos quedan treinta días hasta que terminen las clases. Tiene dieciocho años,
pero tiene que obtener su diploma, mi madre me prometió que después de eso
se irá a la calle. ¿A quién demonios le importa?
Ella es muy reservada.
Come en su propia mesa en la cafetería.
Su cabello es más largo ahora, un poco más oscuro, más natural.
Sigue siendo hermosa, pero la belleza puede ser engañosa. Después de todo,
ella sí mató a mi padre, aunque los expertos digan que tuvo un infarto… ella fue
la que estuvo con él, la que lo estresó, pudo haberlo salvado, y ahora no tenemos
nada.
Ahora estamos en dos juicios.
Ahora las cosas salen a la luz.
Todo porque ella estaba allí.
No la soporto. No puedo.
Necesito de toda mi fuerza de voluntad para apartar la mirada de ella para no
correr hacia ella y hacer algo imperdonable. ¿Sueño a veces con sus labios? ¿Con
su sabor?
Sí.
Y eso me hace enojar aún más.
Porque todo era perfecto.
Hasta que no lo fue.
Hasta que me quedé allí de pie mirando una bolsa para cadáveres.
A mi madre llorando a mares.
A Mary-Belle diciendo que fue su culpa, sobre sus rodillas manchadas de
hierba, un día después de que yo estuviera dentro de ella, pensando que esto era
todo, ella era mía, yo era suyo, y esto era para siempre.
Doy dos portazos a la puerta de mi casillero antes de que finalmente se cierre
y agarro mi mochila, apretándola contra mi hombro, mi agarre es tan fuerte que
mis dedos se entumecen.
Desearía que el resto de mí estuviera entumecido en lugar de tener todos
estos sentimientos. Deseo tantas cosas. Desearía haber escuchado más a mi
54
padre y haber sido más hombre que el niño patán que era.
Pero ahora, me veo obligado a entrar en un mundo del que nunca quise ser
parte.
Y de nuevo, es su culpa.
La chica adoptaba con su bolsa de basura negra y sus zapatos llenos de
agujeros.
Me doy la vuelta.
Ella está allí, justo en frente de mí, con el elegante bolso que le dio mi madre,
es una mochila Prada, negra, tiene todo lo que mi familia le regaló, como su
nuevo y reluciente teléfono celular y tarjetas de crédito, ya que mi madre se
sentía culpable. Ella no tenía nada.
Y está sosteniendo un libro.
Historia.
Irónico, ¿no?
Su cabello está cortado hasta los hombros, rubio oscuro, y sus ojos se clavan
en los míos. Su uniforme está impecable como si acabara de plancharlo. Sus
medias negras se sumergen en botas de combate rojas, y sus labios tienen un
brillo que atraería a cualquier hombre, gay o heterosexual.
Sus ojos marrones buscan en los míos algo que no estoy dispuesto a dar, así
que desvío la mirada. no puedo soportarlo.
Ya es bastante difícil vivir con ella.
Peor aún, asistir a la escuela con ella.
¿Incluso peor que esto? El hecho de que toda la escuela, independientemente
de lo que haga, parece pensar que de repente es la segunda venida.
Se ofrece como voluntaria para todo.
Es una estudiante sobresaliente.
Es amable con todos sin importar cómo la traten, lo cual es irritante en sí
mismo, y ha hecho todo esto en el lapso de un semestre. A veces pienso que lo
hace a propósito para compensar sus pecados.
Desearía, por una vez en mi jodida vida, que fuera tan cruel como yo sé que
es para destruir algo tan perfecto.

55
En cambio, continúa actuando como la Madre Teresa como si fuera normal
cuando sé que es una asesina.
¿Estoy siendo extremo? Sí. ¿Emocional? Sí. Pero regresa a mí cuando tu
padre muera a manos de alguien en quien confiabas que se niega a contarle a la
policía lo que realmente sucedió.
Ese es el desencadenante.
Dijo que fue un accidente, pero no dio detalles, no importa qué, y como es
menor de edad, no insistieron, ya que mi madre probablemente les pagó, lo
dejaron pasar, así que se dictaminó como un extraño ataque al corazón.
La autopsia lo corroboró, pero ¿qué diablos lo causó? Estaba bien, parecía
estar bien, ¿y un pequeño encuentro con ella fue suficiente para provocarlo?
Además, ella era la única que estaba allí.
La. Única.
¿Ella lo mató? Quizás. ¿Pero por qué?
¿Y cómo murió realmente por una pequeña niña adoptiva que entró en su
oficina?
Sacudo la cabeza con disgusto.
Mi madre cree que es mejor mantener a nuestros enemigos cerca, pero ¿es
tan horrible querer empujarlos por un precipicio, sin importar cuán bonitos y
tentadores sean?
—Ambrose —dice MB, que es como la llamo ahora porque no puedo usar la
energía para pronunciar su nombre completo porque me dan ganas de cometer
un homicidio—. ¿Tienes un minuto?
—Diez segundos. —Me doy la vuelta—. Uno, dos, tres…
—Si cuentas, entraré en pánico. Solo quería que supieras…
—Cuatro, cinco… —Pongo los ojos en blanco—, seis, siete…
—Eso…
—Ocho…
—Lo siento, de acuerdo. No puedo… simplemente no puedo. No confías en
mí, pero tienes que hacerlo. Un día... un día tendrá sentido. Me preocupo por
ti…
—Nueve. —Me inclino y con voz ronca termino—: Diez. Vaya, nueva princesa,
se acabó el tiempo; si eso es todo lo que tenías que decir, es patético. Esfuérzate
más la próxima vez. Miente mejor. —Sonrío—. Eres una horrible excusa de ser
humano. Tal vez te encuentre en el infierno algún día. Oh, mira… —Me rio—, ¡ya
estamos allí! —Le doy una palmadita en el hombro—. ¿Has subido de peso? 56
Ella se aleja de mí mientras sus ojos se llenan de lágrimas. Bien.
—¿Por qué? ¿Por qué eres tan cruel? Me conoces, estabas... conmigo.
—Estuve dentro de ti. Conocí tu cuerpo, no tu oscuro corazón. Conoce la
diferencia, princesa. No eres mía. Ni siquiera te perteneces a ti misma. Quiero
decir, ¿cómo podría una mentirosa siquiera conocerse a sí misma? Ve a clase.
Dejame en paz.
La empujo y deseo poder sentirme mejor.
En cambio, me duele el corazón.
Me duele el cuerpo.
Y me pregunto si las cosas volverán a ser como antes.
Solía odiar ser rico.
Ahora solo quiero un reinicio.
Donde las cosas eran perfectas.
Donde lo odiaba.
Cualquier cosa sería mejor que esta pesadilla.
—Te extraño —susurro—, papá.
Debería habérselo dicho.
Debería haber escuchado.
Y ahora, yo soy el legado.
Me siento en la clase de cálculo mientras la gente trata de no hacer contacto
visual conmigo, y desearía tener lágrimas para llorar.
En cambio, abro mi libro de texto y me concentro.
Todo lo que le queda a nuestra dinastía soy yo.
Y tengo la intención de asegurarme de que dure.

57
Mary-Belle

Estoy entumecida.
No en el buen sentido.
Sonrío, saco buenas notas y trato de cocinar para la familia que me acogió en
la medida de lo posible, aunque traigan a un chef todos los fines de semana.
Y me siento miserable.
Extraño sus besos, su amabilidad, su risa, todo lo que ve cuando me mira es
sangre, y no lo culpo, pero no puedo regresar. ¿Cómo no ve eso? ¿Cómo no ve
mi propio trauma y cómo no puedo volver atrás?
Respiro profundamente tres veces y entro en el comedor; como siempre, todos
miran hacia otro lado mientras llevo mi bandeja a una de las mesas vacías.
58
Saben que me siento sola y hago los deberes o escucho un podcast al azar, pero
en realidad es porque estoy agotada intentando ser perfecta todo el tiempo en la
escuela, en la casa me da miedo comer frente a todos. Soy la intrusa, la persona
a la que todos culpan, e incluso hacer todas las cosas que hago en la escuela es
solo para no estar en la casa con tanta frecuencia. Para no ver su puerta o verlo
entrar, salir y burlarse de mí... los recuerdos calan hondo. Fue un breve
momento o una cantidad corta de tiempo, pero alimentó años de soledad.
Y ahora estoy de nuevo en el punto de partida.
Como nota positiva, he descubierto una manera de evitar que mis manos
tiemblen mientras llevo la bandeja blanca. Verás, la aprieto tan fuerte que se
mantiene estable. Es lo mismo que hago con mis dientes. Los aprieto hasta que
me duele la mandíbula y luego doy un paso cada dos segundos.
Funciona.
Parezco confiada.
Tranquila.
Preparada para todo.
Incluso cronometro mi forma de comer.
Por ejemplo, si tengo zanahorias, mastico al menos diez veces antes de tragar
tranquilamente y beber un poco de agua. Si tenemos algo desastroso, uso un
tenedor y cuento hasta tres, aunque me muera de hambre, para cortar otro
bocado. Si tienen leche, intento evitar poner una extra en mi bolso en caso de
que me echen.
Me avergüenza decir que lo hice algunas veces; incluso guardé mis zanahorias
una vez cuando tenía miedo de que la madre de Ambrose me echara. No tenía
dinero y me preocupaba la comida porque ya había cumplido dieciocho años.
Afortunadamente, aunque nunca la veo, siempre hay comida en la casa, y
luego está Ambrose, con sus amigos perfectos, siempre mirándome de reojo, listo
para patearme cuando ya estoy en el suelo.
Sé que está enojado.
Pero no tiene ni idea.
No tiene idea de que estoy haciendo lo mejor para él.
Y me lo llevaré a la tumba.
Porque a pesar de lo que estoy pasando, es lo correcto, y no puedo pasar de
ahí, hay muchas líneas que obviamente he cruzado, pero esta es una que debe
permanecer firme. 59
Por él.
Quiero decir, tal vez, no tenga la vida perfecta, tal vez termine muerta, pero
él tiene la mejor oportunidad de hacer algo grandioso, y yo creo en él, así que
recibiré los golpes una y otra vez.
Hasta que esté ensangrentada, magullada, muriendo porque ¿no es eso lo
que necesita este mundo? ¿Más héroes?
El mío será el sacrificio.
El suyo será la aceptación.
Mastico una zanahoria y miro mi bandeja.
Me digo a mí misma que las lágrimas son inútiles; ¿para qué han servido en
mi vida más que para decirle a mi cuerpo que estoy triste?
Las contengo, aunque me cuesta, luego doy otro bocado, luego otro. Alguien
viene y se sienta a mi lado. No lo reconozco. ¿De qué sirve hacer amigos si a
nadie le importo? ¿Nadie es leal?
—Oye —suena una voz masculina—. O estás drogada o realmente odias las
zanahorias; nunca he visto a alguien comerlas tan lentamente. ¿Estás bien?
Levanto la vista.
Es Quinn. Tenemos Matemáticas juntos. Es muy inteligente, un nerd sexy
con gafas de montura negra, cabello oscuro, hoyuelos y súper alto, pero con una
complexión extraña, como si tuviera un gimnasio en casa, pero le diera
vergüenza decírselo a alguien.
Miro mi bandeja; ya estoy acostumbrada a eso, a mirar hacia abajo, a ocultar
mi rostro con mi cabello tanto como sea posible teniendo en cuenta lo corto que
está ahora.
Acostumbrada a ser invisible.
—Lo siento, es que odio las zanahorias.
—¿Por qué? —Se ríe, metiéndose una en la boca y masticando ruidosamente.
—Son duras.
—La vida es dura —responde de inmediato, pasando las manos por su
brillante cabello—. ¿No hay como un viejo refrán que dice que la vida es dura y
que hay que conseguir un casco?

60
Trato de no sonreír, pero no lo consigo.
El tipo incluso tiene chistes de papá.
—¡Ah, te atrapé! Vaya, acabo de ganar el lunes. ¿Ahora chocamos los cinco,
o están permitidos? Quiero decir, no quiero que luzcas menos genial mientras
chupas zanahorias y miras fijamente el desperdicio que es la preparatoria.
Sacudo la cabeza y le ofrezco una mirada de reojo, con el cabello aún
cubriendo parte de mi rostro.
—¿Por qué estás sentado aquí?
—Estoy aburrido. Soy demasiado inteligente para la mesa de los chicos listos;
se ponen súper competitivos cuando jugamos al frisbee golf. Ayer me expulsaron
del equipo por una falta que aún diré y me llevaré a la tumba que fue mal
marcada. Además, quiero decir, por lo menos ten en cuenta el viento, ¿no? Así
que sí, te vi aquí sentada con aspecto deprimido, masticando zanahorias como
si tu mundo dependiera de ello, y pensé, joder, claramente está teniendo un día
peor que el mío, y me senté. Entonces... ¿cómo va todo?
Ni siquiera sé qué decir. Me quedo boquiabierta.
—Hablas mucho.
—Tú hablas muy poco.
Sonrío, quizá por primera vez en el día.
—Todo va bien. Tengo zanahorias, lo que significa que tengo comida. Siempre
que tienes comida cuando no la has tenido, tu perspectiva cambia.
Él permanece en silencio, luego se inclina hacia atrás.
—Profundo para una chica de dieciocho años.
Resoplo.
—Dieciocho que son como treinta.
—Ohhhh, ¿eres una de esos? Es bueno saberlo. Además, soy Quinn; en caso
de que lo hayas olvidado, capitán de los Mateatletas, tenemos chaquetas como
las de Chicas Malas. Te daré un minuto para que recuperes el aliento, para que
no te desmayes de lo increíble que es nuestra popularidad. El año pasado
hicimos un lavado de autos para recaudar dinero. Hicimos transferencias…
Me rio.
—¿Realmente lo hiciste?
Hace una pausa.
—No, pero para ser justos, Arnold todavía está en pleno desarollo; lo
conseguirá. —Señala a un chico que parece estar todavía en la escuela
intermedia y que lee un libro al revés—. Se superará a sí mismo, tengo el
61
presentimiento.
—Oh, sí. —Asiento—. Puedo verlo; será genial.
—Oye, no te burles de Arnold. —Me señala con un dedo y se inclina—. Así
que, ahora que te he contado todos mis cotilleos sucios, ¿estás preparada para
contarme los tuyos?
—No te conozco.
—Ohhh, lo siento, te lo explicaré... así es como funciona la amistad. Yo estoy
aquí, tú estás aquí, hay una conversación, se comen zanahorias, yo te cuento
mis increíbles habilidades matemáticas y tú me dices por qué Ambrose ya ni
siquiera te mira a pesar de que vives con él.
Me paralizo al instante, agarro mi bandeja como siempre y me pongo de pie,
pero mis manos no dejan de temblar. ¿Por qué no dejan de temblar?
Me balanceo hacia atrás, luego tropiezo con mis propios pies y caigo al suelo.
Juro que se escucha el estruendo alrededor de la ruidosa cafetería mientras las
zanahorias y el ketchup caen sobre mi cuerpo, cubriendo parte de mi rostro y
mi uniforme.
Los ojos de Quinn se abren ampliamente.
Y luego solo silencio.
Regreso a la época en que fui por primera vez a casa de Ambrose y me sentí
como un bicho raro. Esta es la misma sensación, tal vez peor porque toda la
escuela está mirando.
Lentamente, me pongo en pie.
Quinn extiende su mano y me ayuda a pararme mientras la gente murmura
a nuestro alrededor. Intento actuar con normalidad mientras él me entrega una
servilleta, y entonces escucho pasos detrás de mí. Son fuertes.
Deliberadamente.
Respiro profundamente.
No me doy la vuelta.
No tengo que hacerlo.
Conozco ese andar.
Siento ese suspiro.
Ahora es parte de mí. 62
Él es parte de mí.
Quinn toma mi mano y me acerca a él justo cuando un dedo toca mi hombro.
Los ojos de Quinn están muy abiertos.
Estoy segura de que los míos y los de todos los demás reflejan los suyos...
después de todo, Ambrose pasó de ser un chico popular a ser el Dios de este
colegio. No se inclina ante nadie. No solo es popular, no solo es perfecto; tiene el
dinero, la apariencia y la personalidad para respaldarlo.
Y es el heredero de todo.
Básicamente, está sentado en el Trono de Hierro mientras el resto de nosotros
descansamos en el calabozo, esperando a que nos coman los dragones.
Lentamente, me giro.
Se ve igual que siempre. He tratado de olvidar lo hermoso que es su rostro, al
igual que he tratado de olvidar el sabor de su boca, pero ¿el problema de saborear
la perfección?
Nada se comparará jamás.
Endurezco mi expresión.
—Chica adoptada —dice. Es como me llama ahora, como si quisiera trazar
una línea en la arena para dejar en claro que no somos hermanos. Ya no soy de
la familia. Solo soy una intrusa aleatoria que nunca tuvo o quiso, y que lo
molesta muchísimo.
Las lágrimas arden en la parte posterior de mis ojos mientras susurro con
labios temblorosos:
—Extraño al azar con el que vivo.
Me empuja y se ríe.
—Es posible que mañana necesites un uniforme limpio después de todo ese
ketchup... Nunca te vi como alguien que se involucraría con una persona como
Quinn, buen trabajo con esa reputación estelar.
Quinn se pone rígido; puedo sentirlo.
Agarro su mano.
Y es al mismo tiempo que Ambrose se gira y lo ve. Sus ojos se iluminan con
furia antes de agarrar mi brazo.
—Ten más cuidado.
Quinn sonríe.
—Tal vez tú deberías ser más educado.
63
—¿Qué diablos acabas de decir? —pregunta Ambrose.
Suena el timbre.
Nos salva.
Me alejo y tropiezo con los brazos de Quinn mientras Ambrose me observa,
enfadado, vengativo.
Me pregunto si es la peor jugada que podría haber hecho accidentalmente.
Un desafío.
Una ola de bandera roja.
Porque nunca he visto a Ambrose tan enfadado.
Y nunca me he sentido tan segura.
En los brazos de Quinn.
Ambrose

La escucho entrar en la casa unas horas después. Intenta no hacer ruido y


me niego a sentirme mal por eso a pesar de que mi corazón late con fuerza en
mi pecho. Siempre tiene tanto miedo de hacer ruido, y eso me hace dudar, por
mucho que la desprecie ahora.
¿Qué provocó eso?
¿Por qué el ruido es malo?
¿Quién la lastimó?
Tengo tantas preguntas.
No tengo ninguna respuesta.
Me acuesto en mi cama, a pesar de mi odio por lo que pasó y su incapacidad
64
para ser honesta.
Espero.
Espero más.
Clic. Su puerta se abre.
Clic. Se cierra.
Diez minutos después, se abre de nuevo.
Debe estar bajando para tomar un bocadillo como siempre lo hace porque
está demasiado nerviosa para cenar con nosotros, o según ella, está haciendo
los deberes y durmiendo una siesta porque no se sentía bien, pero yo sé la
verdad, ella sabe que no la quieren y por eso espera con sus excusas todas las
noches. Salto de la cama y bajo corriendo las escaleras. Efectivamente, está en
la cocina preparando un sándwich de mantequilla de maní y mermelada, su
favorito.
Odio saber eso.
La veo comer como si no hubiera comido en días, y el sentimiento de culpa
vuelve con fuerza, aunque no debería.
Gime y da otro bocado como si nuestra mantequilla de maní hubiera salvado
su vida o algo así.
Lo termina con un vaso de agua y se apoya en la encimera.
Eso es nuevo.
Normalmente vuelve a subir corriendo. Me quedo mirando cómo se aferra a
la superficie, con las uñas casi clavadas.
Niega con la cabeza.
—No puedo, no puedo. Ni siquiera ayudaría. No puedo. Lo amo.
¿A quién demonios ama?
¿Qué es lo que no puede hacer?
Me quedo mirándola más tiempo del que debería, y entonces la alarma de la
puerta principal emite un pitido cuando mi madre entra.
MB limpia las lágrimas de su rostro, pasa junto a mí, no hace ningún contacto
visual y sube las escaleras.
La sigo.
Mi madre no ve nada más que el vino sobre la encimera que ha estado 65
esperando para ser bebido; así ha sido desde la muerte de mi padre. Y yo sigo
viendo solo a MB y la odio por eso. Mamá ni siquiera nos presta atención; se
acerca a la encimera y mira su teléfono mientras persigo a MB por las escaleras.
—Detente —le digo mientras agarra el pomo de su puerta—. ¿Por qué estás
enojada?
Ella mira por encima de su hombro, con su rostro inexpresivo, la emoción
desapareció por completo.
—Por nada. —Su sonrisa es forzada, como la mía.
Los perfectos.
La sonrisa perfecta.
La muestra tan bien, tan jodidamente bien, que casi me siento mal cuando
cierra la puerta de su habitación.
Estoy excluido.
Y solo yo tengo la culpa.
Y, sin embargo, todavía la culpo a ella.
Mary-Belle

Se podría pensar que es fácil ignorar a un imbécil como él.


Tal vez sea porque huele muy bien o porque recuerdo su calidez, su sonrisa.
Se ha metido de lleno en el último mes de la escuela secundaria como uno de los
chicos con los que todas las chicas quieren acostarse.
Estuve allí, hice eso, desearía al menos haberme quedado con su camiseta.
Y el chico del que todos los demás “bruh” 2 quieren ser mejores amigos, la
palabra más tonta de la historia. Si antes era popular, ahora es un Dios, y
desearía estar bromeando con eso, pero básicamente va a pasar a la historia
como una especie de leyenda, estoy convencida de eso.
El otro día vi a una chica desmayarse cuando le guiñó el ojo. Me pregunto 66
qué diría ella si supiera que su boca pasó mucho tiempo entre mis muslos.
Inapropiado, pero a veces solo quiero gritarlo.
Gritar que en un momento de mi vida todo fue perfecto.
Agarro mi bolso de diseñador y tomo los libros de mi casillero en un vano
intento de pasar desapercibida, pero ¿a quién quiero engañar?
Soy oficialmente la familia técnica de Ambrose.
Todo el mundo se fija en mí.
Podría estar totalmente disfrazada y aun así me detendrían y preguntarían:
Entonces, ¿cómo es él realmente?
Cambio mis respuestas dependiendo de mi estado de ánimo, pero siempre
digo que es simpático cuando es cualquier cosa menos eso.

2El término bruh es una contracción de la palabra "brother", que significa


hermano, aunque su uso suele darse para referirse a los amigos.
Esta mañana me desperté y encontré mi cepillo de dientes en el inodoro con
una pequeña nota adhesiva en el asiento que decía. Ups.
Está sufriendo.
Se está desquitando conmigo.
Está siendo el chico del que siempre lees en los libros que sabes que tiene un
corazón de oro pero que se niega a reconocerlo porque hacerlo significa que
tienes que reconocer el resto… lo sucio, lo feo, el dolor.

Reconocer su lado blando significaría aceptar la muerte de su padre y su


relación, y me pregunto si eso no lo fracturaría hasta el punto de romperlo.
Puedo sufrir lo suficiente por los dos.
Puedo soportarlo.
He vivido toda mi vida de esta manera, y él no, así que si eso significa que
debo sacrificarme por el equipo, para que vuelva a sonreír, ¿qué más puedo
hacer? Sé que no le debo nada y, sin embargo, siento que sí.
Porque por primera vez en mi vida.
Ambrose me hizo sentir segura.
Así que se lo debo, de verdad. Los momentos fueron fugaces, cierro mi
casillero, y digo que fueron suficientes. Que la única semana que tuvimos fue
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suficiente para recordarme que el mundo no era del todo malo.
Todo porque me trató como a un humano y me hizo amarme más de lo que
me odiaba.

—Tu piel es tan suave —murmura Ambrose contra mi cuello—. Espero que
no suene espeluznante que quiera lamer tu cuello solo para sentir tu piel caliente
contra mi lengua.
Me rio.
—Decirlo en voz alta suena mucho peor que en mi cabeza —se ríe contra mi
cuello—. Pero no hay vuelta atrás.
—¿Lo prometes? —pregunto.
—Para siempre —responde como si fuera sencillo, como si “para siempre”
fuera algo que pudiera prometer, y yo le creí.
Aquella noche me quedé dormida en sus brazos por última vez.
Sacudo la cabeza, contengo las lágrimas y casi choco con otro casillero; la
puerta se cierra rápidamente.
—Hola, extraña. —Quinn me guiña un ojo—. ¿Buscabas a un nerd super sexy
con una fantasía de Star Wars? Porque si es así, soy tu hombre. —Lleva una
camiseta vintage de Obi-Won en blanco y negro como las que he visto en la
sección de hombres de los grandes almacenes caros, y su cabello está recogido
en un moño. Lo que le da un aspecto extrañamente sexy.
Huele bien también.
Lo esquivo; no quiero que nadie vea mis lágrimas.
—Lo siento, no estaba prestando atención.
Trago lentamente y me muevo hacia la derecha.
Él me sigue.
Me desvío hacia la izquierda.
Él hace lo mismo.
—Espera. —Quinn se acerca a mí.
Es la primera vez que alguien me toca desde el accidente, es decir, que
realmente me toca de una manera en la que sé que se preocupa. 68
Las lágrimas arden en mis ojos.
Casi olvido cómo se sentía, el calor de la mano de alguien en mi piel. Es
injusto, pero me digo que está bien, que no lo necesito.
Solo me he necesitado a mí misma, ¿no? ¿De quién más puede depender una
persona de todos modos?
Me alejo lentamente, solo para que esta vez agarre mi muñeca y luego mi
mano.
—¿Estás bien?
Es lo peor que se le puede preguntar a alguien que acaba de pasar por un
trauma o, en mi caso, toda una vida.
Mis labios se separan; he ensayado esta respuesta a la perfección; me hacen
preguntas tontas a menudo. No sale nada en el primer intento. Lo intento, lo
intento con tanta fuerza que duele la garganta, pero solo entra aire en mis
pulmones.
Entra y sale.
No pasa nada. Solo respira.
—Oye. —Me acerca a él hasta que lo único que puedo oler es su colonia con
aroma a vainilla; presiona mi rostro contra su pecho.
Exhalo.
Una vez. Dos veces.
—Eso es —susurra con esa voz profunda suya—. Ahora nada está bien,
obviamente, pero lo estará porque qué otra opción tenemos que respirar, y
asimilarlo todo, incluso cuando las cosas necesitan salir, lo cual siempre sucede.
Todavía tienes que respirar, Mary-Belle.
Una lágrima solitaria se desliza por mi mejilla.
No sé si él puede sentirla en su brazo.
No se lo pregunto.
Y tengo tanto miedo de relajarme contra él, de confiar en un extraño con una
fantasía de Star Wars que de repente está en mi universo cuando he hecho todo
lo posible para asegurarme de que sea un espectáculo de una sola persona desde
el incidente.
—Tus lágrimas —susurra Quinn en mi oreja—. No es un desperdicio

69
derramarlas.
Me aparto de inmediato.
Eso estuvo cerca.
Él está demasiado cerca.
Y yo estoy demasiado cerca de cometer otro error. Dentro de un mes, estaré
sola, lo más probable es que me paguen para vivir mi vida en otro lugar y solo
hacer apariciones en Navidad o Semana Santa, para mantener la fachada
perfecta.
Me digo a mí misma que el dinero no está manchado de sangre y sacrificio.
Me digo que nunca creeré la mentira.
—Debería ir a clase.
—Sí. —Una voz baja dice detrás de mí—. Deberías.
Ambrose.
La piel de todo mi cuerpo se eriza mientras bajo lentamente la cabeza y
empiezo a pasar junto a Quinn. Él agarra mi mano y me hace girar de nuevo. Me
duele mirar a Ambrose a los ojos, y siento como si Quinn estuviera castigando
por obligarme a hacerlo. Intento apartar los míos, pero es como si Ambrose
tuviera poderes mágicos.
Lentamente levanto la barbilla, las personas que pasan junto a nosotros se
detienen. Nos miran como si fuéramos un sueño de un reality show cuando
estamos en una pesadilla.
El uniforme de Ambrose está impecable, igual que esa afilada mandíbula. Su
sonrisa es amable, pero sé que puede ser igual de cruel.
—¿Qué diría mamá?
—¿Qué? —pregunto.
—¿Mamá no querría que nuestra pupila se retrasara solo porque está
coqueteando con un imbécil en el pasillo?
Quinn se pone rígido y luego se echa a reír.
—Vaya.
—Me alegro de que estés impresionado. —Ambrose pone los ojos en blanco—
. Lo único que digo es que vayas a clase, que hagas tu trabajo, todos sabemos lo
fácil… —mira a Quinn—, que se distraen las chicas como tú.
Chicas como yo.
Chicas como yo.
Chicas. Como. Yo.
70
Empiezo a temblar.
Estoy avergonzada y enojada conmigo misma por quedarme parada aquí y
no defenderme, odiándome por esperar que una pizca de decencia regresara y
restaurara un poco de lo que teníamos.
Pero sus ojos no contienen más que dolor.
Y se niega a dejar de infligírmelo.
Asiento.
—Entonces, hoy estudiaré más. Lo último que quiero hacer es defraudar a la
familia.
Ambrose frunce el ceño.
—Demasiado tarde para eso, ¿no crees?
Empieza a pasar junto a mí, luego se detiene y susurra por encima de su
hombro:
—Plancha tu uniforme la próxima vez. Parece la basura que usaste la primera
vez que viniste a nuestra casa. ¿No llevabas una bolsa?
—Basta, Ambrose —espeta Quinn—. Jodidamente. Suficiente.
Ambrose lo fulmina con la mirada.
—¿Eres su salvador ahora?
Quinn sonríe.
—¿Qué te hace pensar que esta chica necesita ser salvada? Ella puede hacerlo
por sí misma; tal vez has estado demasiado ciego para verlo todo este tiempo. La
necesitas más de lo que ella jamás te necesitará.
Me quedo sin palabras cuando Quinn agarra mi brazo y me arrastra por el
pasillo. Siento que mi cuerpo flota a través de un enjambre de humedad y luz
solar. Soy parcialmente consciente de que estoy caminando, pero mi cerebro solo
puede concentrarse en lo que dijo Quinn.
En lo que dijo Ambrose.
En lo que la gente escuchó.
—¿Estás bien? —pregunta Quinn.
Siento que las lágrimas vuelven a brotar cuando nos detenemos en mi
próxima clase. Agarro mi mochila con tanta fuerza que las yemas de mis dedos
comienzan a sentir un hormigueo. 71
—Estoy bien.
—Yo um… —Sus ojos no se encuentran con los míos—. No puedo volver a
hacer eso de nuevo.
—¿Lo siento?
—Yo solo… —comienza a retroceder—. Probablemente soy la peor persona
para defenderte en este momento, especialmente contra él, considerando todas
las cosas. Solo quería que supieras que no eres tú, soy…
—Yo. —Termino por él—. He sobrevivido a un millón de disculpas en mi vida,
Quinn; ¿qué podría hacerte pensar que esta vez sería diferente?
Se acerca a mí.
Me alejo y niego con la cabeza una vez. No tengo ni idea de por qué está
actuando de repente como si me estuviera abandonando, y no necesito saber sus
razones.
Las personas te fallan.
Las personas se van.
—No necesito un salvador, ¿recuerdas? —No digo nada más y entro en mi
salón de clases con la cabeza en alto.
Escucho a la profesora hablar de números.
Tomo mi agenda escolar y tacho la fecha.
Veintinueve días más para irme.
Pero nunca seré libre.

72
Ambrose

Cada vez que la veo, me dan ganas de pelear, pero ¿cómo pelear contra
alguien que tiene un aspecto tan jodidamente puro?
Golpeo mi mano contra la mesa y busco mi teléfono.
—Escuché que tú y Quinn discutieron antes. —Hudson se sienta y se ríe—.
Sabía que algún día sucedería.
Pongo los ojos en blanco.
—Otra vez esto no.
—Hermano, fueron a la convención de cómics todos los años juntos hasta el
décimo grado; por supuesto, esta conversación va a ocurrir. Quiero decir, esa
fue la más grande ruptura de amistad que creo que el mundo ha visto, y yo veo
73
Euphoria.
—Por todo el sexo y los penes, bien por ti.
Me empuja y toma sus auriculares del bolsillo. Ambos sabemos que no va a
escuchar nada de química durante la próxima hora, y debido a lo rico que es y
a lo buenas que son sus calificaciones, a nadie le importa realmente.
El tipo sacó una puntuación casi perfecta en sus exámenes SAT y ACT 3.
Lo odio.
Quiero decir, lo hice bien, pero aun así, él ni siquiera se preparó para los
exámenes, imbécil.

3 El SAT y el ACT son los dos exámenes estandarizados que la mayoría de las
universidades piden como requisito en la solicitud de admisión. El SAT examina
lectura de comprensión, escritura y matemáticas. El ACT examina las
matemáticas y las ciencias además de lectura de comprensión y escritura.
Desliza la sudadera negra de lacrosse por encima de su cabeza y se reclina
en su silla, sin dejar de observarme con esa estúpida sonrisa en su rostro como
si supiera cosas.
Intento concentrarme en el libro de texto que tengo frente a mí mientras la
gente entra en fila en el salón de clases, y entonces miro mi teléfono, veo una
foto de mi familia y quiero arrojársela a la cara.
—No has hablado con Quinn en dos años. —Solo tiene que señalar.
—Estaba en mi camino. —Miento.
Lo vi abrazándola y simplemente me volví loco. Ni siquiera recuerdo todo lo
que dije, pero sí sé que fue hiriente.
—Mira —Hudson está a punto de darme un consejo, perfecto, justo lo que
quiero un martes por la mañana mientras sufro de agonía por la muerte de mi
padre, la presión, la persona culpable y por qué la tenía retenida mi némesis—.
No es como si te hubiera robado la novia a propósito… A Tessa siempre le gustó.
Ella lo besó primero, bla, bla, bla, salieron juntos, ella… —Se aclara la
garganta—, claramente siguió adelante al igual que él, es decir, por supuesto,
solo después de todo el asunto podemos tener un hijo ahora, que se volvió muy
intenso a los catorce años, pero él ahora es un tipo diferente; ella está feliz en la
universidad, viviendo su vida…
Es como si creyera saber lo que realmente pasó entre los tres. Siempre se 74
especuló sobre lo cercanos que éramos.
Pero nadie lo tiene claro.
Nadie tiene ni idea.
No pude decírselo a mis padres ni a mis amigos.
La única persona que lo sabe es Quinn y la chica que destruyó nuestra
amistad sin siquiera pestañear.
—Ni siquiera se trata de Tessa —digo finalmente—. Esa zorra puede pudrirse
en el infierno. Ni siquiera lo fue.
Nuestra profesora entra en el salón.
Hudson permanece en silencio.
—Sabes que puedes hablar de eso, es decir, tengo una teoría, pero es bastante
desquiciada incluso para ti.
—Probablemente es insulsa comparada con lo que realmente pasó, Hudson.
Hay una razón por la que no hablamos de eso. Casi arruinó nuestras vidas.
—¿No dicen que la historia suele repetirse? —pregunta Hudson antes de
poner los auriculares en sus orejas y cerrar los ojos como si no acabara de
provocarme una úlcera de estómago y casi un infarto al mismo tiempo.
Quinn nunca lo haría.
Él es muchas cosas.
Pero no volvería a ir allí, no después de la última vez.
¿Verdad?
Ya le advertí que se alejara lo suficiente, y lo último que necesitamos
cualquiera de los dos es atención o chismes después de la última vez, y tan cerca
de la graduación. Ambos tenemos empresas de las que hacernos cargo, familias
que dirigir y cosas de adultos que hacer.
Él no lo haría.
Miro a mi derecha y observo cómo se recuesta en su pupitre. Es lo
suficientemente apuesto, todas las chicas piensan que es el nerd más dulce del
planeta.
Pero conozco su oscuridad.
Tal vez sea hora de que ellos también la conozcan.

75
Mary-Belle

Algo está mal cuando llego a casa más tarde ese día; al menos estoy
progresando y llamándolo hogar, ¿no? Es todo lo que tengo, y aunque estoy
segura de que Susan, la madre de Ambrose, planea mi muerte cada noche
mientras bebe su vino, al menos me ha dado un espacio donde tengo una cama,
ropa, un cepillo de dientes que no pierde sus cerdas y comida de verdad que
puedo comer.
No nos hablamos; de hecho, las pocas veces que la he visto, ha estado
durmiendo en el sofá con la televisión encendida. No sale mucho, dejó de
arreglarse las uñas y cabello. Está en una espiral, y sé que Ambrose lo nota, pero

76
no hay nada que ninguno de nosotros podamos hacer.
El otro día la visitó un terapeuta, pero Susan se limitó a mirar el espacio
en blanco de la nada y a seguir bebiendo.
La vida no es perfecta. Es una mentira. La vida de Ambrose es una
mentira. Y curiosamente, obtuvo exactamente lo que dijo que siempre quiso.
La ruptura.
Las demandas están en curso contra la empresa familiar, hablar de
encubrimiento nunca es una buena imagen para ningún negocio, pero no puedo
imaginar que nadie diga una palabra contra la dinastía después de la muerte de
su director general.
Es malo hablar mal de los muertos, pero pienso en él en esos últimos
minutos, en la mirada de miedo en sus ojos mientras me alcanzaba con las
mismas manos que usó contra su propio hijo.
Espero que se haya perdonado a sí mismo por actuar con ira.
Me han abofeteado lo suficiente como para saber que no solo es doloroso,
sino también degradante, como si no fueras más que una cosa, y él hizo que su
hijo se sintiera así. Nunca hay excusa para tocar a alguien si no es en defensa
propia, y menos a tu hijo.
No pronuncié ninguna de esas palabras cuando él yacía allí; solo podía
pensar en lo que le pasaría a Ambrose.
Dejo mi mochila en el alto taburete de cuero blanco y me acerco a la barra
de desayuno para tomar una botella de agua y tal vez una barrita de cereales;
sigue pareciéndome raro tomar comida de su despensa, pero me moriría de
hambre si no lo hiciera.
Me siento aún más rara cuando veo dinero en efectivo en el mostrador con
una nota adhesiva con mi nombre, como si dijera, usa nuestro dinero, compra
lo que quieras.
Sin embargo, no sé lo que pasará dentro de veintinueve días, así que
guardo el dinero en un tarro debajo de mi cama; lo guardo de verdad. Hasta
ahora, tengo tres mil dólares. Espero que sea suficiente para al menos empezar
a salir de este lugar en caso de que no se ocupen de mí.
Quiero decir, no me deben nada.
Y ahora que tengo dieciocho años y he tenido el estómago lleno de comida,
el solo pensamiento de no tener comida realmente me pone enferma.
Recuerdo que en mis otros colegios me daban el desayuno y el almuerzo
gratis, que llevaba bolsas ziplock para poder guardar las sobras para después.

77
La cantidad de croquetas de papas frías que comía por la noche era astronómica.
Todavía tengo la tentación de hacerlo durante el almuerzo por pura costumbre,
especialmente cuando me dejan tomar más de una hamburguesa.
Es vergonzoso pero necesario.
Suspiro y busco en la nevera. No hay agua embotellada, lo cual es extraño
porque la nevera se abastece semanalmente. En su lugar, tomo una coca-cola
light y voy a la despensa.
También tiene una cantidad limitada de alimentos.
Algo va mal.
Miro alrededor de la casa y me doy cuenta de que está super limpia, como
la primera vez que estuve aquí.
Una vez más, algo está mal cuando me dirijo a la sala de estar principal.
Susan no está allí como de costumbre. Las mantas están dobladas.
Avanzo por el pasillo y reviso el garaje; ¿tal vez ella salió?
Uno de los autos deportivos no está.
Y no es el de Ambrose.
Frunciendo el ceño, vuelvo a entrar en la casa y en la cocina.
Ambrose está allí, inclinado sobre el granito blanco, y tiene una carta en
sus manos.
¿Tal vez sea de un familiar?
Dejo de caminar cuando me mira, con lágrimas en los ojos.
¿Nos volvieron a demandar?
¿Alguien más murió?
¿Esta familia está maldita?
Respira profundamente y me sorprende cuando pronuncia sus siguientes
palabras:
—Bueno, supongo que ahora sé lo que es ser huérfano.
—¿Qué? —pregunto, el pánico se apodera de mi pecho cuando se acerca a
uno de los muchos armarios de licores, toma una botella de aspecto caro y se
sienta en el suelo de mármol de la cocina—. ¿Qué quieres decir?
—Te odio —dice—. Y también me odio a mí mismo.
No sé cómo responder a eso.
Quita la tapa y bebe un trago.

78
—Léela.
Me da miedo agarrar el papel, pero lo hago de todos modos. Lo tomo y miro
la elegante letra cursiva.

Ya no puedo hacer esto. Hay demasiados recuerdos. Me mudé al penthouse


en Los Ángeles. Tienes dieciocho ahora de todos modos; estarás bien. La
secretaria de tu padre se pondrá en contacto con los siguientes pasos. Te pareces
a él. Te quiero, pero te pareces a él. Lo siento. Simplemente no puedo ser la madre
que necesitas en este momento. Tienes a tu tío cerca. Y Mary-Belle puede hacerte
compañía. Pensé en comprarte un gato o algo así. Sé que esto parece impactante
e insensible, pero siempre has sido más un adulto que un adolescente. Cuídate.
Me pondré en contacto cuando esté lista.
- Mamá.

—¿Qué? —Dejo caer el trozo de papel—. ¿Qué es esto? ¿Qué quiere decir
con que se acaba de ir? ¿Ella cree que esto es fácil para ti? ¿Y ahora se ha ido?
—¿Defendiéndome incluso cuando te odio? —Ambrose toma otro trago—.
¿Mira quién es perfecto ahora? —Se ríe.
—¡No es gracioso! —grito—. ¡Esto es abandono de niños!
—Mira a tu alrededor, MB; no somos niños. Los dos tenemos dieciocho
años, vivimos solos en una mansión gigante con una cantidad ilimitada de
dinero… —Inclina la cabeza—. De verdad, deberíamos celebrarlo.
Está sufriendo. Sé que sí.
Lo está enmascarando.
Pero lo ha perdido todo.
Conozco el sentimiento. La sensación de querer que alguien te diga que te
quiere y que lo diga en serio y estar decepcionado cada vez que no lo hace.
—Ambrose… —Me inclino, dispuesta a apoyar mi mano en su hombro. Él
la aparta al instante—. Podemos idear un plan. Puedo cocinar más. Soy buena
limpiando…
Suelta una carcajada.
—De acuerdo, Cenicienta, ¿estás preparada para ser mi maldita sirvienta?
Me trago mi orgullo.
—Si eso es lo que hace falta, entonces sí, seré tu sirvienta.
—Increíble.
¿Por qué está enfadado? 79
—Entiendo si quieres que me vaya, probablemente pueda encontrar un
lugar mañana si necesito…
—Quédate, será entretenido para mí verte limpiando baños, pero MB,
tenemos muchas sirvientas que entran y salen.
Trago saliva.
—Al menos debería ayudar de alguna manera.
Sus ojos se oscurecen.
—Creo que ya has ayudado lo suficiente; solo mantente fuera de mi camino
y sigue comiendo tus sándwiches de mantequilla de maní y mermelada a
escondidas. —Agarra su teléfono y comienza a enviar mensajes de texto
furiosamente con una mano—. Hasta entonces, voy a invitar a algunos amigos.
—¿Como Hudson? —pregunto sin ganas.
—Como… —Envía el mensaje—, a toda la clase de último año. —Me mira
de arriba abajo—. Yo que tú me cambiaría si alguna vez esperas conseguir que
algún chico te mire dos veces. Esta chica que veo ahora piensa que puede limpiar
mi casa cuando ni siquiera sabe planchar.
—Me quedé dormida con el uniforme —espeto—. Estaba estudiando.
Me sonríe.
—Aww que lindo, ¿esperando poder convertirte en algo algún día? Bueno,
mira a dónde te lleva eso; no lo suficientemente borracho en el piso de la cocina
hablando con una niña adoptiva. Buena suerte, princesa.
Trago mi respuesta y me pongo en pie, enojada porque me está atacando
mientras yo trato de hacer lo correcto, intentando protegerlo. Entiendo que esté
herido, pero va más allá de intentar romperme.
Casi sonrío.
Después de todo, no necesito un salvador.
Soy mi propia heroína.
Estoy viva.
Tengo comida.
Una cama.
Y aunque no tengo amigas, ya que soy muy reservada, me tengo a mí.
Yo es todo lo que necesito. 80
Es todo lo que he tenido hasta que él me tentó con más.
¿Quiere que me cambie?
De acuerdo. Me cambiaré de ropa.
Le quito la botella de las manos, doy un enorme y asqueroso trago y se la
devuelvo.
—Gracias.
—¿Por la bebida?
—Oh no, por el recordatorio. —Lo miro fijamente—. Que tu sabor no era
tan bueno como lo recordaba.
Sus fosas nasales se ensanchan. Se pone en pie de un salto, y quedamos
pecho contra pecho; su mirada es un desafío.
Uno que acepto mientras me pongo de puntillas. Paso la lengua por su
labio inferior; no me aparta; apenas respira.
—¿Ves? Nada.
No espero su respuesta.
Simplemente me doy la vuelta y subo las escaleras dejándolo solo en la
cocina, revolcándose en su ira.
Un día sabrá que lo estaba protegiendo. Un día se sentirá como una mierda
por ser tan cruel.
¿Pero hoy?
Hoy voy a recordarle a quién pertenezco.
A mí.

81
Ambrose

Ya me siento mejor, podría haber sido esa media botella de whisky que tomé
antes, pero al menos no veo a MB, y mis amigos están todos en mi casa de fiesta,
algo que mis padres siempre dijeron que no podía hacer.
Si organizaba una fiesta, era más bien, ¡oh, mira, hemos hecho un catering y
compramos sidra espumosa y algún refresco! ¿Quieres ver Los Vengadores otra
vez?
Iba a otras fiestas y rezaba para que no me atraparan, luego me iba temprano
para no oler a hierba y alcohol. La última vez que me fui fue cuando Quinn y yo
nos peleamos en primer año.
Mierda, no quiero ni pensar en eso. 82
Estúpido Hudson, realmente no puede dejarlo pasar; de nuevo, la mayoría no
puede ya que nadie habló, pero por supuesto, eso es lo que hace el dinero.
Agarro otra botella de algo y vuelvo a beber mientras la música retumba en
la casa. Tengo la piscina abierta, las cabañas tienen varias parejas
profanándolas, y acabo de pedir nada más que una tonelada de comida chatarra,
luego saqué todos los viejos mezcladores y botellas de licor de mi padre y los
preparé.
Honestamente, parece planeado.
Mi madre enloquecería.
Y odio que mi corazón dé un vuelco y luego se burle de mí, diciéndome que,
si ya no soy perfecto, ella volverá.
Me refiero a cualquier cosa para salvar su reputación, ¿verdad?
¿O a ella ya ni siquiera le importa?
¿Por qué nos esforzamos tanto para tener esta imagen cuando ella
simplemente abandona a su hijo? ¿Por qué pasé años de agonía? ¿Por qué dejé
que mis padres lo encubrieran todo cuando ya nada importaba?
Como si fuera una señal, Quinn pasa junto a mí, por supuesto, estaría aquí.
Él sostiene mi mirada.
Yo sostengo la suya.
Todavía recuerdo ese momento, aunque intento olvidarlo. Lo que sentí, la
manipulación de Tessa y los celos entre nosotros.
La traición.
Las confesiones.
Él humedece los labios y aparta la mirada de mí.
Las personas se volverían locas si supiera la verdad sobre nuestra pelea, por
qué Tessa tuvo que irse, y por lo que nos hizo pasar. Esa mujer se merece un
lugar especial en el infierno, eso es seguro.
Por otra parte, ella está en la universidad comunitaria a pesar de los pagos
de nuestras dos familias, así que encuentro algo de triunfo en el hecho de que
su escuela de la Ivy League la rechazara después de que mi padre les hiciera
saber en qué estaba metida, qué hacía, qué pecados cometió y nos obligó a
participar. Si fuera solo el sexo, me daría igual, pero era mucho más, mucho
menos “perfecto” de lo que cualquiera podría imaginar.

83
No puedo pensar más en eso.
Arruina mi estado de ánimo borracho. Quinn se acerca a mí. Quiero darle un
puñetazo en su pene; en lugar de eso, simplemente lo esquivo y me preparo para
un enfrentamiento cuando se queda boquiabierto.
Está mirando la escalera.
La fiesta se detiene un poco, lo cual es extraño.
Miro hacia donde él está mirando.
Y casi se me cae la botella de la mano.
En vez de eso, la agarro, aprieto los dientes y me obligo a respirar.
MB baja las escaleras con lo que solo podría describirse como medio vestido.
Es de color blanco ajustado que se envuelve alrededor de su cuello, deja al
descubierto sus costados hasta su trasero y tiene una pequeña abertura en el
muslo. No recuerdo haberle regalado ese vestido; aunque tampoco recuerdo mi
propia dirección en este momento, así que… quizá sea cosa mía.
Lleva un par de caros Jordans blancos y negros que, extrañamente, no
quedan mal con ese vestido tan sexy.
Y está maquillada.
Maquillaje de verdad.
Lo justo para resaltar sus labios regordetes, sus altos pómulos, sus ojos,
simplemente todo.
Su cabello oscuro está recogido en una coleta alta como si lo hubiera hecho
deprisa, y ya se están sueltos algunos mechones, besando sus hombros. Parece
una diosa griega mejorada.
—Maldita sea —dice Quinn en voz baja.
Casi lo empujo.
Aunque estoy de acuerdo.
Ella sonríe y mantiene la cabeza en alto, un gran cambio respecto a los
últimos meses en los que miraba hacia otro lado.
Bueno, al parecer, Cenicienta salió a jugar.
Y dos pueden jugar fácilmente a este juego de charadas.
Al fin y al cabo, somos Los Perfectos, ¿no?
Me acerco a ella y le ofrezco mi brazo.
Me mira y luego lo toma, susurrando en voz baja.

84
—Me cambié.
—Tengo ojos.
—Lástima que no tengas corazón.
Casi tropiezo. ¿Es horrible que me excite su confianza?
—Ah, te diste cuenta; temía que solo te centraras en mi pene.
—Solo porque me costó mucho encontrarlo.
Resoplo una carcajada.
—¿La princesa vino a jugar? ¿Está borracha? ¿Drogada? ¿Debería
preocuparme?
—Solo sigo órdenes —dice con una falsa sonrisa congelada mientras pasamos
junto a un Quinn luciendo irritado y salimos al exterior.
La gente está nadando y bailando, algunos miran, y un tipo se tropieza. Casi
quiero decir que sí, que soy solidario; lo entiendo, está buena y mira hacia otro
lado antes de que te ahogue.
No tengo derecho a estar celoso o molesto; lo único que puedo hacer es
adueñarme de ella en este momento y demostrarle quién tiene el verdadero
poder.
Yo.

85
Mary-Belle

Tal vez esto fue una mala idea. Estoy caminando con Ambrose alrededor de
la piscina; todo parece tan perfecto, ¿y no es esa la palabra clave aquí?
Perfecto.
Todo es tan perfecto.
Mi sonrisa se siente congelada. Podría vomitar. Me agarra con fuerza, como
si temiera que fuera a escapar en cualquier momento mientras la gente nos mira.
Chicos y chicas por igual.
La atención, se siente raro, se siente como si estuviera en exhibición, pero me

86
hice esto a mí misma mientras me convencía de que podía jugar a este juego con
él cuando ya estoy sobrepasada. Bien podría estar en esa piscina, ahogándome.
Él también puede ser la persona que me sujeta mientras caminamos de un
lado a otro, pareciendo la familia perfecta sin padres.
Es curioso cómo empezó, sin padres
Cómo terminó.
Ambrose.
Y sin padres.
Aparentemente, el dinero no puede comprarlo todo, y mientras camino,
levanto mi barbilla y me pregunto si el dinero puede realmente comprarte algo,
porque los dos estamos arruinados, ¿no?
Vivir en esta enorme casa vacía junto a esta enorme piscina, con un montón
de dinero, ¿y qué es lo que realmente nos ha aportado a cualquiera de los dos,
aparte de angustia de diferentes maneras?
Quiero odiarlo, pero ahora mismo, lo compadezco más de lo que me
compadezco a mí misma.
—Mira cómo observan —susurra Ambrose—. Quieren lo que tú tienes.
—Y sin embargo —digo—, no tienen ni idea de que no es nada. Que se
quedarían sin nada si lo supieran.
—Esa es la fachada. Siempre lo ha sido.
—No debería ser así.
—La vida. —Él agarra mi brazo con más fuerza—. Nos hace prisioneros. —
Deja de caminar y me mira fijamente—. Si no te odiara tanto, diría que eres
bonita.
—Si no quisiera ahogarte en la piscina, diría gracias —replico.
Ambrose sonríe.
—Lo necesitaba, gracias.
—¿La amenaza?
—El recordatorio —bromea—. Que eres peligrosa, una mala idea, que te culpo
de todo, y sin embargo aquí estás cosechando toda la recompensa.
Resoplo.
—¿Esto es una recompensa? ¿Un vestido de zorra y pasear con un hermano
adoptivo glorificado cachondo alrededor de la piscina? Vaya, apúntame.
Me gira hacia él y levanta mi barbilla con el dedo meñique.
—Cuidado, la gente podría escuchar o incluso confundirse sobre por qué 87
estamos tan cerca en este momento.
Me toma a propósito entre sus brazos y baja la cabeza como si fuera a
besarme, y luego me susurra en mi oreja:
—¿Quieres un trago?
—O una botella —murmuro, con los nervios a flor de piel; cada parte de mi
cuerpo cobra vida al sentir su aliento contra mi cuello. Es odioso desearlo como
lo deseo cuando es lo peor, cuando me culpa de todo cuando soy yo quien trató
de ayudar.
Tanto mi cerebro como mi corazón están fallando, y no tengo forma de
detenerlos cuando él agarra mi mano y me lleva a una de las mesas donde están
colocadas al menos cuarenta botellas de alcohol.
No me pregunta qué quiero. Simplemente prepara algo al azar y me lo entrega
en un pequeño vaso rojo, y luego, lo juro, mira a su reino con una sonrisa de
suficiencia, como si dijera: esto me pertenece. Soy tu dueño.
Tomo un sorbo y casi me ahogo.
—¿Sin mezclas?
—Eres lo suficientemente dura, ¿verdad, Cenicienta? —Sonríe—. No lo
necesitas.
A continuación, prepara un trago y lo bebe.
Las cosas no van a terminar bien si sigue bebiendo.
¿También está fumando?
¿Drogado?
No tiene a nadie que lo cuide. Solo me tiene a mí, la chica que no recuerda si
los ojos se dilatan o no cuando estás drogado. Lo último que necesito es que se
desmaye, caiga a la piscina, se ahogue y luego ser acusada de asesinato.
Dos veces.
¿No sería una gran película de Lifetime?
Agarro su brazo. Se aparta al instante y luego, como si se diera cuenta de que
la gente está mirando, toma mi mano entre las suyas y la sostiene, como si todo
fuera...
Perfecto.
Nos miramos fijamente y de repente no sé qué hacer. ¿Digo algo descarado?
¿Acaricio su mejilla? ¿Lo hacemos pasar como algo normal? Se inclina hacia mí.
No retrocedo, 88
Ya no haré eso.
Me mira, y sé que este es el momento que nos definirá.
¿Es lo suficientemente valiente?
¿Lo soy yo?
Me pongo de puntillas y presiono un lento beso en su boca, esperando a que
responda, y lo hace de inmediato. Me atrae hacia sus brazos, entonces estamos
cayendo en la piscina en lo que se siente como cámara lenta, nuestros labios
todavía se tocan, nuestros brazos se abrazan.
Suena un chapoteo.
Vítores
Y sé que nunca volveré de esto.
Él tampoco lo hará.
Y estoy bien con eso.
Estoy bien.
Incluso si lo odio mientras lo beso.
Incluso si él está resentido conmigo mientras me devuelve el beso.
Estamos en esto.
Amigos.
Compañeros de piso.
Amantes.
Enemigos
Nosotros.

89
Ambrose

Me pregunto qué pasaría si nunca despertara. Si los últimos momentos de mi


vida los pasara besándola y cayendo en mi propia piscina. Me pregunto, me
pregunto mucho, qué pasaría en esos últimos minutos, segundos... Recuerdo
haber visto mi vida pasar, la ventana, los pájaros, ¿cómo se siente realmente la
libertad? Y entonces caí en una piscina con ella.
El impacto.
El sonido del chapoteo es ensordecedor, nuestros labios siguen conectados,
y succiono. Tiro, bebo. Devoro.
Caemos.
Más profundo. 90
Más profundo.
Y más profundo.
Por supuesto, le echaré la culpa a estar borracho. Por supuesto, ella dirá que
me arrastró porque la hice enojar, y por supuesto, la mitad de la fiesta ni siquiera
lo recordará a estas alturas.
Es tan fácil, ¿no? Justificar las razones para hacer algo malo, algo que
realmente sabes que no deberías hacer. Entonces, ¿por qué se siente tan bien
cada maldita vez?
Su cabello rubio oscuro, se extiende cuando llegamos al fondo de la piscina,
nuestros ojos se abren, cuando finalmente nos miramos fijamente como diciendo
esto es todo ¿qué hacemos?
Y ella se aferra a mí.
Y yo me aferro a ella.
Habrá rumores.
Habrá susurros.
No sé qué hacer. Necesito que mi padre me lo diga, pero no está aquí.
Mamá se ha ido.
La tengo a ella.
Todo lo que tengo es una chica adoptiva que se aferra a mí como siempre he
deseado, así que ¿qué demonios hago?
Me aferro de vuelta.
Nadamos hasta la superficie. Aspiro una bocanada de aire, y ella también lo
hace, y ambos nos giramos y nos miramos
Y entonces el estúpido Quinn salta a la piscina como un jodido socorrista de
Baywatch y nada hacia nosotros.
—¡Mierda! ¿Están bien? —Él la alcanza primero. Expectante, luego la arranca
de mis brazos y la lleva a un lado de la piscina. Por extraño que parezca, nadie
parece inmutarse mientras más personas comienzan a saltar y a gritar
borrachos. Vaya, hago una cosa mala delante de todos y, de momento, sin
repercusiones si no contamos a Quinn—. Pensé que te habías golpeado la
cabeza. ¿Cuántos dedos estoy levantando, en caso de que tengas una conmoción
cerebral por haberte caído en la piscina? — Levanta dos dedos.
Deseo por Dios que responda seis mientras yo también nado hacia un lado.
En lugar de eso, MB dice: 91
—Dos.
—De acuerdo, tómate tu tiempo. —La tiene totalmente pegada a él como si
ella no supiera nadar y necesitara un héroe cuando es totalmente capaz de
salvarse a sí misma.
Quiero matarlo. Al mismo tiempo por haberla agarrado, lo cual es un
escenario totalmente diferente.
Él la agarró en el momento en que ella nadó hacia la superficie, y yo me limité
a patalear en el agua como un idiota, mirando la fiesta, preguntándome si
acababa de arruinar mi propia vida por besarla, provocándola y tentándola.
Él.
¿Realmente tenía que ser él?
—Solo está cansada —digo rápidamente e intento apartarla. Los ojos de
Quinn se clavan en los míos con una intensidad con la que estoy muy
familiarizado y que nunca podré olvidar.
Conozco esa mirada.
Le devuelvo la mirada.
—¿Ella piensa eso? —Su oscura sonrisa lo dice todo. Es como si todos los
secretos entre nosotros estuvieran colgando, esperando a ser arrancados del aire
y expuestos a todo el mundo. La estrecha contra su cuerpo mientras ella me
mira.
Lo mataré.
Es como un déjà vu.

—No tienes miedo, ¿verdad? —resopla Tessa, interponiéndose entre nosotros.


Mi ojo ya está hinchado, y su labio está ensangrentado por mi puñetazo. Ambos
estamos actuando con demasiada ira y adrenalina.
»Vamos. —Tessa lo besa justo frente a mí en la boca; sus ojos arden en los
míos, y entonces ella se da la vuelta y me guiña un ojo—. ¿Ves? Compartir es fácil,
Ambrose. ¿Nunca aprendiste eso en la escuela? Más es mejor…

Creo que fue entonces cuando comencé a odiarla.


Ni siquiera creo que ella se diera cuenta en ese momento de que se estaba

92
alejando y comenzando algo mucho más peligroso de lo que ella podría imaginar.
Algo que incluiría encubrimientos.
Pagos.
Secretos.
Mentiras.
—Estoy bien. —MB finalmente habla y mira entre los dos, luego frunce el
ceño hacia mí—. ¿Te golpeaste la cabeza?
No se acerca a mí, pero imagino que lo hace mentalmente, que le preocupa
que Quinn probablemente desee la muerte de mi alma. Por otra parte, he estado
en un épico concurso de miradas con el tipo al que solía llamar amigo.
Las salpicaduras de las personas que saltan nos golpean en nuestros rostros,
y su sexy vestido está pegado a su cuerpo.
—Fuera. —Sí, esto es lo que decido decir mientras salgo de la piscina y finjo
que no me importa.
Quinn maldice en voz baja.
El momento entre los tres se olvida por completo. La mirada que me dirigió
fue otra cosa del pasado que meteré en esa caja que mi madre me dijo que
enterrara y no volviera a mencionar.
MB sale temblorosamente de la piscina y se pone de pie, empapada. Miro por
encima de mi hombro para asegurarme de que realmente está bien y luego quiero
vomitar cuando Quinn detiene a Hudson y le pide por mímica que se quite la
camiseta.
A Hudson le encanta cualquier oportunidad de mostrar sus abdominales, así
que se desnuda inmediatamente mientras Quinn la desliza por encima de la
cabeza de MB. La empequeñece, llegando hasta las rodillas, recordándome el
aspecto que solía tener cuando salía de mi cama a trompicones con mi ropa.
Siento que no puedo respirar mientras ella escurre su cabello, ahora más
oscuro, y le da las gracias a Hudson y a Quinn. Quinn choca los cinco con ella y
revuelve su cabello.
Bastardo.
Tropiezo con la mesa de las bebidas, dándome cuenta de repente de lo
borracho que estoy, y me inclino sobre ella. Puedo escuchar la risa de MB, puedo
escuchar la estúpida voz de Quinn.

93
Sé que nos vio besándonos.
Sé que le importa.
Parpadeo para alejar la visión borrosa y veo a Hailey de pie junto a las copas
balanceándose al ritmo de la música a todo volumen; lleva un top rojo que
apenas cubre la parte inferior de sus pechos y unos jeans holgados que caen
sobre su trasero plano.
Lo que sea.
No me importa.
—Ven aquí. —Hago un gesto hacia ella sabiendo que lo hará. Es posible que
ella se haya enrollado con Xander, pero está demasiado borracha para
preocuparse por quién la besa en este momento.
Sus ojos se abren un poco, o tal vez los míos, para poder ver mejor. La atraigo
contra mi cuerpo y planto un beso de borracho descuidado en su boca; responde
con demasiado entusiasmo y sabe a cigarrillo.
Odio cada minuto de esto, y si introduce su lengua más profundamente en
mi garganta, voy a vomitar whisky sobre ella.
La empujo lejos y me rio. Ella retrocede a trompicones y casi aterriza sobre la
mesa de las bebidas, toma un paquete de cigarrillos, intenta agarrar uno y lo
enciende con un mechero azul.
Creo que en su cabeza ella piensa que luce genial; en cambio, le cuesta
incluso conseguir una llama.
La ignoro, limpio mi boca y me doy la vuelta.
MB está justo ahí.
—Oh, no te había visto. —Quinn está cerca, detrás de ella, observándonos.
El dolor en su rostro me hace sentir un poco más sobrio mientras me esquiva—
. ¿A dónde vas?
—A cambiarme —dice con voz entrecortada—. Al parecer, me iré después de
que mi hermano adoptivo pensara que sería divertido besarme y luego
empujarme a la piscina.
—Olvidas que me devolviste el beso. —Miro a su alrededor—. ¿Verdad,
Quinn?
—¿Eso no es incesto? —Frunce el ceño—. Pregunto, como amigo.
Pongo los ojos en blanco.

94
MB me empuja y entra en la casa.
Miro fijamente a Quinn, luego me giro y la sigo dentro. La persigo y maldigo
cuando casi me arranca la nariz después de cerrarme la puerta de su dormitorio
en la cara.
La abro a pesar de su enfado.
Ella está de pie con esa camiseta cubriéndola, su cabello todavía mojado y
esos labios carnosos.
Es hermosa.
La odio.
Frunzo el ceño.
—Olvidas que esta es mi casa ahora.
—Tú eres el que dijo que me cambiara antes, cosa que hice, y tú eres el que
estaba disgustado porque estaba mojada.
Sonrío.
—Nunca me disgusta que estés mojada, solo si soy yo…
—No termines esa frase. —Me advierte, cruzando los brazos.
Me acerco, dando un paso, dos, y luego estamos frente a frente una vez más.
—Es como si me suplicaras que te ahogue. —Ella sisea.
—Es como si quisieras un poco de violencia con tu… —tiro de su cabello—,
mojado. —Recorro con mi mirada su cuerpo. — ¿O deberíamos decir tu
humedad?
Sé que estoy siendo malo. Sé que estoy dando en el clavo, pero no puedo
evitar que las palabras salgan de mi boca… aunque quisiera.
Ella aparta mi mano.
—No soy tuya, Ambrose.
—Sí. —Doy un paso atrás—. Siempre serás mía, y lo sabes. —Miro hacia su
armario—. Ponte algo que cubra tu culo y tus tetas esta vez.
—¿Y si no lo hago?
—Entonces asumiré que es una invitación, y también lo harán todos los
demás imbéciles de esta fiesta. No querrás que se extienda ese tipo de rumor,
¿verdad? ¿Besa a su hermano adoptivo, se acerca a Quinn, muestra sus mejores
activos porque eso es todo lo que realmente tiene a su favor?
—¡Te odio! —Su labio inferior tiembla.
Y la destrozo más y más porque se siente como una venganza. Se siente como
amor cuando es todo lo contrario. Se siente real y crudo. 95
Y entonces me doy cuenta de que es porque realmente estoy sintiendo, y no
he sentido nada desde la noche en que murió mi padre.
Seguiré empujándola mientras ella haga lo mismo conmigo.
Tal vez algún día seré yo el que sea empujado tan lejos que caiga por el
precipicio.
Tal vez sea ella la que acabe con mi miseria y soledad con su odio.
Salud.
Mary-Belle

No quiero volver a la fiesta, pero quiero hacer enojar aún más a Ambrose, y
no puedo ser declarada culpable de su asesinato si hace alguna estupidez o,
como dije antes, se ahogue en un charco de su propio vómito solo conmigo como
testigo.
Me pongo un par de pantalones cortos de mezclilla de diseñador, un crop top
blanco y añado algunas transparencias, estuve tentada de ponerme otro vestido,
pero estoy demasiado cansada. Recojo mi cabello mojado en un moño, bajo las
escaleras y casi choco con Xander cuando estoy en la cocina.
Estamos solos; todos los demás están nadando o bailando borrachos fuera.
Xander tiene los ojos muy azules y parece estar drogado. Su cabello rubio
está escondido debajo de un gorro Supreme negro.
96
—Oh, lo siento. —Sonrío y lo esquivo para poder salir.
Agarra mi codo y me empuja contra su enorme cuerpo. Mide fácilmente como
un metro ochenta.
—No lo sientas. Quizá quiera que choques con mi polla.
—¿Eh? —Me alejo solo para que sus manos lleguen a mis caderas. Tropiezo
con él. Qué asco. No quiero que me manoseen borrachos en mi propia casa. Me
pregunto cuándo comencé a considerar que era mi casa.
Tal vez cuando no tuve otra opción.
O tal vez cuando Ambrose dijo que lo era.
—Lo sabía —dice Xander. Es hermoso, probablemente de la misma manera
que yo entrando Harvard. Pero no me gusta; no quiero que me bese o me toque,
y de repente me veo transportada de vuelta a todas las casas de acogida.
Ser sujetada.
Tocada sin permiso.
Sin consentimiento.
Mi respiración se ralentiza y luego se acelera con fuerza y rapidez mientras
empiezo a luchar contra él.
—Xander, detente, por favor, detente, estás borracho y…
—Tú quieres esto; sé que lo quieres. ¿Qué, no puedes besarme, pero puedes
bromear y besar Ambrose? ¿Por qué simplemente no te pasamos por ahí y
creamos un nuevo juego de mesa? —Se inclina; huele a marihuana—. No, creo
que me quedaré con el trofeo para mí.
—Suéltala. —Llega la voz de Ambrose—. Antes de que pateé tu trasero y le
diga a tu padre que te estabas drogando otra vez.
Xander se congela.
—Estoy bastante seguro de que eso significa que perderías tu beca de lacrosse
—dice Ambrose—. La que tanto significa para tus queridos papas, lo olvido,
¿estaba en el periódico?
Xander maldice y me empuja, pero con tanta fuerza que casi me caigo.
Ambrose me atrapa. El olor familiar de su odiosa colonia inunda mi cuerpo,
pero en este momento lo agradezco.

97
No me doy cuenta de que estoy temblando hasta que él agarra mis manos y
las detiene con sus propias cálidas manos, y luego las mantiene ahí como si
quisiera castigarme.
—Se acabó la fiesta para ti, hermano. —Ambrose sigue abrazándome con
fuerza. Me inclino hacia él más de lo que debería y lucho contra los recuerdos de
su tacto como si fueran mis propios demonios personales—. No te preocupes, no
diré nada. No te olvides de tus porros, puede que no vaya a una escuela de la Ivy
League, pero estoy bastante seguro de que la hierba sigue siendo ilegal aquí, no
querría que me atraparan con las manos en la masa o algo así. —Aunque ambos
sabemos que mis padres ya no existen en esta casa—. ¿Necesitas que te llame
un Uber, o eres capaz de mirar tu teléfono lo suficiente como para pedir uno sin
desmayarte?
—¡Vete a la mierda, Ambrose! —grita—. ¡Si se lo dices a alguien, te mato!
—Genial, te anotaré después de elle. Elle tiene derecho. —Creo que yo soy la
mujer a la que se refiere—. De todas formas, prefiero mirar su bonita boca que
el rostro de un imbécil antes de morir.
—¡Eres un idiota!
—Um, ¿gracias? —Ambrose se ríe—. Estaremos afuera mientras tú miras tu
teléfono y tratas de averiguar cómo usarlo.
Ambrose me arrastra con él.
Camino aturdida detrás de él.
Espero que diga algo cruel.
En vez de eso, me da la vuelta y tira de mí para abrazarme.
—Nadie está mirando. ¿Estás bien? —Su voz es baja, es hipnótica y profunda,
e independientemente de lo que haya hecho, es segura.
—¿Te importa? —Susurro contra su pecho, con mi boca casi saboreando su
camiseta.
—¿Importa? —replica—. ¿Quieres que me importe?
Ambos nos quedamos en silencio.
Y entonces me relajo un poco, bajo la guardia más de lo que debería, y
susurro:
—Quizás.
Él se pone rígido.

98
Sus brazos me aprietan aún más, como si tuviera miedo de soltarme.
—Ya no sé qué hacer.
Claramente, está súper borracho si se está confesando conmigo.
—Ya somos dos —digo, mis brazos rodean lentamente su cuerpo—. Todavía
te odio… por odiarme, pero esto es agradable…
—No soy agradable.
Él no lo entiende. Nunca se verá a sí mismo como yo lo veo.
—Ambrose, eres muchas cosas, pero tienes el potencial de ser agradable; solo
es cuestión de hacer esa elección en lugar de envolverte en tu odio.
—El terapeuta ha regresado, hurra…
Le doy una palmadita en la espalda, luego me doy la vuelta y le doy un codazo
en el estómago.
—De nada.
Se ríe.
—¿De verdad?
—Qué tan borracho estás? ¿Debería preocuparme?
—¿Debería emborracharme más para que te preocupes más? —pregunta.
Pongo los ojos en blanco, típica respuesta de Ambrose. Probablemente se
reiría a carcajadas si no estuviera siendo sarcástico y coqueto todo el tiempo,
incluso con la gente que odia.
Incluso conmigo.
—No lo averigües. Lo digo en serio. —Lo señalo con el dedo y luego lo pongo
en su pecho—. Ve a beber un poco de agua.
—Sí, mamá. —Me guiña un ojo.
—Vaya, sí que estás perdido.
—Veo sentimientos. —Su respuesta de borracho.
—Imposible.
Se estira, toma un poco de aire y luego me lo sopla. Lo siento, por extraño
que parezca, me hace sonreír. Él me devuelve la sonrisa, lo que confirma de
nuevo lo borracho que está, ya que últimamente se ha comportado como un gran
idiota conmigo. Quiero desesperadamente que pregunte, que me pregunte qué
pasó, que no solo me culpe, que me pregunte.
En lugar de eso, solo me mira con una sonrisa descuidada y luego levanta

99
una mano hasta su boca.
—Vas a vomitar, ¿verdad? —¿Y a quién le toca hacer de niñera? A la
terapeuta.
Quiero anunciar que la fiesta terminó, pero Ambrose actualmente está
vomitando entre los arbustos, una y otra vez.
Me reiría si realmente no me importara el imbécil. Le doy una palmadita en
la espalda y miro a mi alrededor, solo para ver a Quinn caminando hacia mí.
Su expresión es de preocupación y luego frunce el ceño.
—¿Todo bien?
—Oh sí, solo vomitando su estómago, nada del otro mundo. —Vuelvo a frotar
la espalda de Ambrose—. ¿Crees que podrías sacar a todos de aquí para que
pueda ponerlo sobrio?
—Claro. —Quinn asiente y luego frunce el ceño—. ¿Cuándo vuelve su madre
esta noche?
No sé qué decir, así que niego con la cabeza y sigo frotando la espalda de
Ambrose.
Los ojos de Quinn se estrechan y mira entre nosotros.
—¿Tienes un tiempo estimado de cuándo ocurrirá eso?
—¡Nunca! —dice Ambrose, limpiando su boca con la mano—. Ella no va a
volver. Al parecer, esta vida perfecta era demasiado para ella. Solo somos una
niña adoptiva y un huérfano; ¡qué jodidamente perfecto! —Vuelve a vomitar.
Me estremezco.
Quinn parece no saber qué hacer, y finalmente, asiente y se da la vuelta.
—¡POLICÍAS!
—¿Qué? —grito.
La gente empieza a correr.
Él se cruza de brazos.
—Funciona siempre.
—Experto en matar ambientes, ¿no? —Me burlo.
Ambrose vomita de nuevo.
—Creo que terminé.
Hace un sonido.
Quinn frunce la nariz.
—Creo que acabas de empezar. 100
—¡Hijo de puta! —grita Ambrose—. No puedo parar.
—Nunca deberías haber comenzado —añado.
—¿Ustedes creen que podrían ser un poco más útiles mientras vomito mis
órganos internos de una vez?
Quinn realmente sonríe a Ambrose, aunque él no pueda verlo desde los
arbustos profanados. La gente continúa corriendo y, de repente, se acabó, no
tenemos más menores de edad bebiendo y consumiendo hierba en la casa, pero
sí un enorme desastre.
Vaya, gracias, hermano.
—Oye. —Agarro su mano—. ¿Has terminado?
—Nunca —dice—. Tal vez. ¿Quién sabe? Podría volver… es como si tuviera
una intoxicación alimentaria.
Quinn resopla.
—Más bien casi una intoxicación por alcohol.
—No ahora. —Ambrose levanta el dedo medio—. Discute conmigo cuando no
esté vomitando entre los arbustos con la chica de la que me enamoré detrás de
mí, consolándome, cuando no lo merezco, cuando ella mató todo, cuando morí,
no lo hagas, ahora no, todos se han ido.
Quinn se queda en silencio y luego dice.
—Raro porque todavía veo a dos personas aquí contigo, hombre.
Ambrose baja la cabeza, apoyando las manos en los muslos antes de
enderezarse y luego tropezar hacia la izquierda.
—Joder, ahora es así. —Quinn lo atrapa y luego lo rodea con un brazo,
ayudándolo a caminar hacia la casa—. Volveré para ayudar, Mary-Belle; déjame
llevarlo a la cama, no es nuestro primer rodeo.
Es extraño que se odien mutuamente y que, sin embargo, tengan esta
conexión que no puedo entender. Ambrose ni siquiera pelea con Quinn.
Y antes, parecía que Quinn casi le tenía miedo, pero ahora lo está cuidando.
Estoy tan confundida pero también agotada, así que hago lo único que uno hace
después de que la fiesta haya terminado.
Tomo una bolsa de basura negra y me pregunto cómo he pasado de llevar
todo lo que poseía en una a limpiar los restos de una fiesta en la mansión en la
que ahora vivo con mi hermano adoptivo.
Y sin tutores.
101
Sacudo la cabeza y empiezo a recoger vasos y botellas de cerveza al azar. La
piscina es un desastre de vasos rojos que acaban de dejar allí, y seamos sinceros,
lo más probable es que haya vómitos y otras cosas en las que no quiero pensar.
Llevo allí unos diez minutos cuando Quinn finalmente regresa, con una
expresión en blanco.
—¿Él está bien? —pregunto mientras empieza a recoger la basura. No puedo
leer su expresión en absoluto; parece como si estuviera cerrado al mundo, lo
cual, por lo poco que sé de él, no es normal.
Asiente.
—Sí, Ambrose no se está muriendo en su propio vómito, y está en la cama,
utilizó enjuague bucal y le di un poco de Advil con dos botellas de agua. Sin
embargo, lo sentirá más tarde.
—Gracias. —Le tiendo la bolsa de basura.
Quinn sonríe.
—Ni lo menciones. En realidad, podría quedarme aquí esta noche, si te parece
bien. No debería conducir, y quiero revisarlo más tarde… va a ser un completo
oso cuando se despierte, y no necesitas eso sobre ti.
Me encojo de hombros.
—Estoy acostumbrada a sus travesuras de oso.
—Tuvo sexo contigo, ¿no? —Quinn suelta la bomba como si no fuera gran
cosa.
Me quedo inmóvil. Ni siquiera puedo dejar caer el vaso en la bolsa de basura
y quedarme ahí como una idiota.
—No tienes que decírmelo. Solo pensé que eres muy sexy, como la tentación
perfecta para alguien como Ambrose, y claramente le gustas.
—Él me odia.
—Odia las cosas que le gustan. —Es la rápida respuesta de Quinn—. Confía
en mí en esto.
Tomo otro vaso.
—Confiar en ti ¡eh? Entonces dime por qué ustedes se odian... ¿A él le gustas?
Quinn sonríe.
—Oh no, me odia tanto como yo a él, en un momento dado, tal vez, sí… —
Vuelve a mirar la enorme casa desde el patio—. Algunas decisiones que tomas,
102
nunca puedes deshacerlas, como una herida que nunca se cura, ves a esa
persona, y es solo sangre y vísceras por todas partes de nuevo. Yo soy así para
él. Él es así para mí. Trauma —toma otro vaso—. A veces, no tiene un lugar
adónde ir, así que sigue existiendo hasta que lo reconoces, pero ¿qué haces
cuando no puedes? ¿Cuándo ni siquiera puedes hablar de eso? Simplemente
persiste, así que sí, él realmente me odia.
Me encojo de hombros.
—No me pareció eso esta noche.
—Estaba borracho. Créeme cuando digo que todo volverá a la normalidad por
la mañana cuando me vea.
Frunzo el ceño.
—¿Están, estaban como… —Ni siquiera sé realmente cómo preguntarlo o
decirlo, pero es un pensamiento sospechoso que no puedo dejar pasar.
Quinn echa la cabeza hacia atrás y se ríe.
—Ah, ¿no sería esa la mejor situación? Una horrible ruptura entre el mejor
amigo del que me enamoré y yo. No, quiero decir, sí, no, no voy a hablar más de
eso. Algunos secretos mueren contigo, pero nunca ha habido un momento en la
vida de ese tipo en el que me haya visto como algo más que su mejor amigo o
enemigo. Créeme en eso.
—¿Y qué hay de ti? —pregunto, pisando un vaso y luego recogiéndolo.
Quinn se queda paralizado; su mano se cierne sobre un vaso rojo antes de
recogerlo y tirarlo a la bolsa de basura.
—Hmm, el jurado aún está deliberando sobre eso, nunca me permitió
explorar mi sexualidad de manera intensa, pero estoy de acuerdo en que es
importante ver a las personas como personas. No he pensado en eso en dos años.
—¿Alguna vez...? —Trago saliva—. Ya sabes, como, experimentar…
—Ah, la hora del cuento ha terminado oficialmente. Gracias por venir. Puedes
ver tu salida. —Quinn me arroja un vaso; está vacío y me hace reír—. Eres muy
hermosa, por cierto, en caso de que no te lo digan lo suficiente. Sentí que
deberías saberlo.
Se me corta la respiración. No sé qué decir. Quinn levanta la mano,
temblorosa, y aparta mi cabello.
Se ve bonito a la luz de la luna.
Su mano cae.
103
—¿A veces piensas que la historia se repite? ¿Una y otra vez hasta que se
resuelve lo que salió mal?
Trago saliva, humedezco mis labios y no tengo nada que darle, ninguna
respuesta porque me he preguntado lo mismo durante mucho tiempo. ¿Estamos
en un movimiento de repetición constante? ¿Siempre querré a Ambrose?
¿Siempre me enamoraré de él aunque sepa que no es lo mejor?
Niego con la cabeza.
—Ojalá lo supiera.
Quinn asiente entonces.
—Lo mismo. Lo mismo.
—Deberíamos… —Miro hacia otro lado—, entrar.
—¿Pero lo hiciste? —pregunta mientras comienzo a alejarme—. ¿Con él?
No respondo.
Pero es respuesta suficiente.
Ambrose

—Mátame —gimo—. Mátame ahora. Sácame de mi miseria. Haz que termine.


¿Por queeeeé? —Apenas puedo moverme mientras busco la botella de agua de
mi mesita de noche y el Advil.
Es como si alguien me hubiera dado un mazazo en el cráneo en ambos lados,
en ambas sienes, y se negara a dejar de clavarlo.
Soy un idiota.
Oh Dios, he vomitado en los arbustos.
Recuerdo vagamente que Quinn me llevó a mi habitación y me dijo que

104
estuviera sobrio y dejara de ser un imbécil, típico de Quinn, pero eso es todo.
¿Está bien Mary-Belle?
¿La gente simplemente se fue?
Hubo una carrera. Definitivamente recuerdo haber corrido.
—¡Mierda! —Me levanto de golpe, mi cabeza palpitando. ¿Alguien gritó
policías? ¿Me van a arrestar? ¡Mierda! Estoy muerto, tan muerto si los policías
vinieran a mi casa y me desmayara, sería capaz de decir que alguien me drogó y
no sabía lo que estaba pasando.
Gimo entre mis manos.
—Bella Durmiente —La voz rasposa de Quinn aparece al azar de la nada.
Miro alrededor de mi habitación: todavía está oscuro, por lo que claramente
no es hora de despertarse aún, es hora de dormir y de sufrir en silencio por ser
el tonto borracho.
—Aquí abajo —dice.
Está tumbado en mi suelo, no en una habitación de invitados, sin camiseta;
está de lado.
—Tú.
—Yo. —Se pone de espaldas y pone las manos detrás de la cabeza—.
Sinceramente, iba a regodearme pero sentí que era demasiado pronto. En
cualquier caso, todo está limpio, Mary-Belle se estrelló hace unas horas. He
estado aquí durmiendo y escuchando tus gemidos mientras te agitabas en la
cama como si fueras a vomitar de nuevo, y dejé el bote de basura por si acaso.
Nadie quiere despertarse con alguien vomitando sobre ellos porque no pueden
llegar a tiempo. Además, bonus, súper embarazoso, y mi teléfono está
completamente cargado, así que tomaría una foto de esa mierda y la publicaría,
ni siquiera voy a ser astuto al respecto.
—Mierda. —Es todo lo que puedo decir mientras me acuesto— ¿Cómo es esto?
¿Sabes qué? Me duele demasiado incluso para preguntar, ¿pero ella está bien?
—Ella está bien.
—¿Ustedes... pasaron el rato?
—¿En serio? —Se sienta— ¿Eso es lo que me preguntas? ¿Si salimos? ¿Qué
quieres saber si nos tomamos de la mano, si la besé, si me la follé en tu patio?
Maldita sea, hermano, tómate un descanso. No estoy tratando de hacer otra cosa
que no sea ser un ser humano de mierda. ¿Es bonita? —Trago saliva y espero
su respuesta— Sí —Suspira y vuelve a tumbarse— ¿Quiero besarla? —Guarda
silencio durante unos segundos—. Cada vez que la veo. —Su voz baja. —
¿Volvería a ir allí? ¿Sabiendo lo que sé ahora? No. No lo haría. No me atrevería,
así que guarda tu polla en los pantalones y duerme un poco. 105
No sé qué decir, así que me quedo mirándolo. Hay tantas cosas entre
nosotros, tantas mentiras, secretos, tantas cosas, y ni siquiera sé cómo
reconocerlo o hablar de ello.
Hablar significa que está fuera.
Como si el universo lo supiera y te castigara por ello.
Así que me vuelvo a tumbar y miro al techo.
—¿Lo decías en serio? ¿Ese día?
Pasan segundos, luego un minuto entero. Probablemente se haya quedado
dormido, ¿verdad? Me giro hacia la pared.
—Sí —susurra—. Si sirve de algo, lo dije en serio entonces. Y no me retractaré
porque era mi verdad, y no puedes convertirla en una mentira una vez que se ha
dicho en voz alta. Tienes que aceptarlo, asumirlo, y saber que en ese momento,
fuiste lo más honesto que jamás hayas sido, y terminó rompiéndote.
Cierro los ojos con fuerza, sintiéndome de repente emocionado y no enfadado
por primera vez en dos años.
—Yo nunca estuve enfadado contigo. Estaba enfadado con lo que ella nos
convirtió.
—Creo que al menos ambos podemos estar de acuerdo en que ella es el diablo.
—Rezo por su muerte. ¿Es eso horrible?
—Ni siquiera es tan bonita.
—¡ESO ES LO QUE ESTOY DICIENDO! —Casi grito— ¿Cómo qué demonios,
hombre?
Quinn suelta una carcajada y luego se sienta. Miro por encima del hombro y
sonrío.
—¿Más verdad?
Trago saliva.
—Claro.
—Bien. —Se vuelve a tumbar—. Extraño a mi mejor amigo.
Así es como terminamos.
Tal vez todavía estoy borracho.
Sé que deberíamos haber hablado hace años, pero nuestros padres lo hicieron

106
imposible. A él no se le permitió estar aquí, y yo no estaba permitido allí. En los
pasillos, las noticias llegaban de alguna manera a mi padre si charlábamos o
incluso nos mirábamos, y entonces el resentimiento entre ambos ardía. Era una
catastrófica tormenta de fuego que no dejaba nada a su paso.
Y nos dejó a los dos vacíos.
Muy imperfectos. Muy usados. Muy solos.
Cierro los ojos y finalmente dejo salir las palabras que debería haber dicho
hace mucho tiempo.
—Yo también te he extrañado.
Creo que está dormido cuando me responde.
—Totalmente te acostaste con tu hermana de acogida.
Extrañamente, me rio.
Él se ríe.
Y luego me duermo, pensando que debe haber sido un sueño muy bueno,
tenerlo en mi habitación de nuevo y sabiendo que cuando me despierte, todavía
estará allí diciéndome que cabalgaremos o moriremos, colegas antes que las
chicas, pero sabiendo que no lo será.
No lo hará.
Porque cuando más necesitaba a Quinn, cuando él más me necesitaba a mí,
ambos nos rendimos.

107
Mary-Belle

Despierto con el olor a tocino. Entonces me levanto de golpe de la cama y miro


alrededor de mi habitación, pensando que estoy alucinando. ¿Ha vuelto su
madre? ¿Nos está preparando el desayuno de verdad?
Es sábado.
Dijo que su padre solía preparar el desayuno los sábados. Me duele un poco
el pecho mientras intento no pensar en esa noche. Tomo una sudadera negra
Nike, lo primero que encuentro, y me pongo un par de pantalones grises sueltos
que estoy bastante segura que Ambrose me regaló, pero no lo recuerdo porque
todavía tengo sueño y me estómago gruñe. Recojo mi cabello en un moño
desordenado y salgo de mi habitación en busca de comida. La escalera es larga
y sinuosa, con sus peldaños de mármol blanco puro mientras mis pies descalzos
108
golpean cada escalón hasta que llego a la entrada principal. Un techo de nueve
metros con una enorme lámpara de araña me recibe como si dijera Oye, ¿adivina
qué? Seguimos siendo perfectos; todo está bien; ¿cómo no iba a estarlo cuando
entras en esta casa? En la pared hay una foto familiar y casi me detengo a
mirarla.
La sonrisa de Ambrose es falsa.
También la de su padre.
La de su madre, sin embargo, en ese momento atrapada, parece real, y mi
corazón duele aún más de que se haya ido porque creo que lo intentó, realmente
lo hizo, pero ¿cómo puede alguien soportar este tipo de presión?
Ambrose crecerá para ser así, constantemente quitando pelusas de su
chaqueta y mirando por encima de su hombro.
Sé que estaba borracho anoche, pero al menos merece volverse un poco loco
una vez en su vida antes de que la pesadez de su apellido caiga sobre él.
Sigo por el gran pasillo prístino hasta la cocina, con sus paredes blancas, sus
detalles negros y su enorme congelador de acero inoxidable y electrodomésticos
Wolf. Casi me ahogo con la lengua y tropiezo con mis propios pies.
Quinn está sin camisa, con nada más que un par de pantalones de chándal
grises que literalmente cuelgan de su culo, cocinando.
No tenía ni idea de que se viera tan bien sin camiseta, las puntas de su cabello
tocan su cuello, lo tiene desordenado y ese toque de nerd lo hace ver más
caliente, y está tarareando el tema de Home Alone, lo que es aún más extraño.
Entonces de nuevo, por lo que sé de Quinn probablemente sea más normal que
nada.
—¿Por quéeee? —Ambrose se golpea la cabeza contra la mesa una, dos veces,
luego levanta la cabeza y mira a Quinn— ¡Sabes que ahora quedará grabada en
mi cabeza! Y no me estropees los huevos; me gustan completamente cocidos. —
Creo que nunca lo había visto señalar a alguien con tanta agresividad, como si
fuera de vida o muerte, y la muerte se acercara.
Quinn empieza a tararear el tema de Darth Vader.
Tapo mi boca para no reírme. ¿Cómo me he perdido todo esto? ¿Y están los
dos borrachos ahora mismo? ¿Cómo no se están peleando?

109
Me quedo ahí. ¿Es Quinn la criada ahora? ¿Qué está pasando?
Quinn mira por encima del hombro con una sonrisa de satisfacción.
—Una vez comiste huevos pasados de rosca, digamos. Y dijiste que sabían a
orina, supéralo, hermano.
—Hazlo. Y no me llames hermano. Desencadena mi ansiedad.
Quinn se ríe.
—¿Recuerdas aquella vez que ese imbécil de primer año que estaba todo el
tiempo diciendo hermano, ¿Cuál es tu daño broh, y le diste un puñetazo en el
rostro?
Ambrose gime.
—Me castigaron y me quitaron el teléfono durante una semana.
—Valió la pena; me reí mucho. —Quinn sigue tarareando.
Ambrose vuelve a gemir.
—Supéralo, Hermano —dice Quinn—. Bébete tu Bloody Mary.
—Supéralo tú. —Ambrose golpea su cabeza de nuevo—. Esto no ayuda. —Se
queja y toma su Bloody Mary de nuevo, masticando su apio—. Se supone que lo
hace mejor.
—Bonificación —añade Quinn, apagando la estufa—. Has dejado de vomitar,
yay…
No ha habido peleas todavía, casi preocupada mientras me quedo observando
su interacción.
—Ummmm. —Señalo entre los dos. Quinn mira por encima de su hombro—.
¿Qué es esto?
—El desayuno —dice Ambrose con voz ronca—. Cocina mejor que yo, y puede
que haya rogado.
—Pero no de rodillas —bromea Quinn.
Frunzo el ceño.
—Um, ¿Todo eso de que nos odiamos y podríamos acabar en la cárcel ha
terminado?
—No —dicen al unísono.
—Pero es tocino. —Quinn me saluda con la espátula.
—Tocino. —Ambrose asiente—. Es como ondear una bandera blanca
temporal después de la batalla. 110
—...batallaste mucho anoche, hombre —añade Quinn.
—Mucho. —Ambrose parece a punto de vomitar de nuevo—. No quiero volver
a beber whisky. ¿Por qué nadie me lo impidió?
Resoplo una carcajada y saco un taburete.
—Sí, porque eso siempre funciona súper bien para la persona que intenta
meterse contigo por cualquier cosa.
—Ponte encima de mí cualquier día —dice en voz baja.
Le doy un golpecito en la barbilla con los dedos.
—¿POR QUÉ? —grita.
—¡Porque eres un idiota! —grito de vuelta.
Quinn se ríe.
—Ese es él.
Ambrose maldice.
—¿Puede alguien ponerse de mi lado por una vez? Tengo tanta jodida resaca
que quiero llorar, y nunca lloro; las lágrimas son para los cobardes.
Lo fulmino con la mirada.
Él me devuelve la mirada, y finalmente me hace un gesto con los dedos como
si no debiera ofenderme.
—Ya sabes lo que quiero decir.
—¿Acaso lo sé? —pregunto, inclinándome hacia delante. Quinn apaga la
estufa y trae el tocino, dejándolo caer sobre una toalla de papel blanco mientras
Ambrose bebe su bebida. Es muy difícil no mirar el paquete de seis de Quinn o
el hecho de que lleva sus típicas gafas de montura negra.
Clark Kent está literalmente en mi cocina.
Superman está sentado a mi lado.
Mi vida ya no es normal.
Ambrose me sonríe, es descuidado pero sexy, y es difícil no recordar lo que
esa boca me ha hecho.
—No te ofendas sólo porque hablé de mi favorito.
Agarro un trozo de tocino caliente y lo meto en su boca.
—¡POR QUÉ! —Lo escupe. Cae sobre la mesa y rebota hacia su mano—¡Está
muy caliente!
111
—Ups. —Levanto las manos mientras Quinn se ríe. Me gusta su risa; es fácil,
no es como si lo estuviera forzando.
Quinn lanza otro trozo de tocino hacia Ambrose. La grasa cae sobre la
encimera blanca, pero a mí no me importa, y a ellos tampoco.
— No seas un bebé; pon algo de proteína ahí.
—Tú pon proteína allí. —Ambrose refunfuña, luego agarra el tocino y arranca
un pedazo con sus dientes.
—Es raro cuando tiene resaca —comento después de mirarlo fijamente
durante unos segundos. En verdad es como si no tuviera filtro, y me encanta.
—Normal. —Quinn asiente—. Es como ver a un animal volverse salvaje en
Zootopia.
Los dos miramos a Quinn.
Él se encoge de hombros.
—¿Qué?
—¿Ese es el ejemplo que se te ocurre? —Me rio— ¿Zootopia? —Ambrose
rompe otro trozo de tocino—. No soy salvaje, pedazo de mierda. Es que... maldita
sea, estoy muy cansado, muy cansado.
Quinn sonríe y toma otro bocado de tocino.
—Es como la dulce nutria que se pierde de un aullido nocturno, ¿y por qué
me miran los dos como si me hubiera vuelto loco?
Ambrose se cruza de brazos.
—No es que te haya mordido, imbécil.
—Sin embargo, querías hacerlo.
La sala se tensa.
Ambrose empuja hacia atrás su taburete.
Me imagino una pelea.
Se inclina sobre la barra hasta quedar a centímetros del rostro cómicamente
aturdida de Quinn.
—¿Por qué no la mordería a ella?
—Apuesto a que le gustaría. —Quinn ni siquiera se inmuta.

112
—Apuesto a que te mataría. —Agarro un pedazo de tocino.
—No me mató la última vez. —Ambrose me guiña un ojo.
Le tiro el tocino.
—No es divertido.
—No, no lo fue. —Habla en serio.
Quinn respira profundamente y luego exhala, y mira hacia otro lado.
—Así que ahora es así, ¿no? Dios claramente nos está castigando.
—Yo lo veo como una recompensa. —Ambrose tira un trozo de tocino en la
mesa frente a mí— ¿Quieres más sobras?
Me pongo en pie de un salto.
—¿Quieres que te estrangule?
Lame sus labios y muerde su labio inferior.
—Sí. Por favor.
Quinn maldice en voz baja.
Y debido a que como chicos como éstos en cada comida o en mi cabeza creo
que es así, me inclino y meto un pedazo de tocino en la boca de Ambrose, luego
arranca la última parte de su boca y mastica.
Sus ojos se abren de par en par.
Quinn se muere de risa.
Sigo masticando y luego le susurró al oído.
—Voy a buscar una cuerda.

113
Ambrose

Trago saliva y miro hacia otro lado, todos los pensamientos sobre el tocino
desaparecen por completo, mientras la sonrisa inteligente de Quinn me llama la
atención; el tipo ni siquiera necesita palabras.
Tengo que arreglar la tensión.
Arreglar la situación.
Arreglar el nudo en mi estómago y la presión en el pecho cuando mi cerebro
le dice a mi cuerpo que estamos los tres completamente solos.
Y es fin de semana, así que realmente hay muchas opciones, ¿no? Por

114
desgracia.
Por suerte, es Quinn quien habla primero.
—Bueno, en ese sentido, creo que voy a dejar a cada uno de ustedes en
buenas manos. —Él asiente—. Por otra parte, en realidad no tienes la
supervisión de un adulto, así que asegúrate de no quemar la casa o no tener a
la policía llamando o lo que sea; ni siquiera sé por qué estoy diciendo todo esto.
—Me mira fijamente—. Eres tú.
—Soy yo. —Estoy de acuerdo.
Mueve la cabeza.
—El perfecto súper responsable... —Da un paso hacia mí—. Ambrose.
Mi respiración se corta cuando me mira de arriba a abajo y luego a Belle.
—Diviértanse, chicos. Encuentren a alguien más para el dinero de la fianza;
saldré esta tarde para arreglar mi Jeep.
—Espera. —Lo agarró del brazo— ¿Qué pasó con He-Man?
—¿He-Man? —Mary-Belle repite— ¿Qué demonios es un He-Man?
—Un sueño de la infancia. —Quinn lo apunta con su llavero—. Tiempo atrás,
quería ser un superhéroe malvado, así que le puse a mi auto el nombre del mejor
superhéroe de todos los tiempos.
Belle suelta una carcajada y se cruza de brazos.
—¿Te olvidas de Iron Man? ¿El Señor Fantástico? ¿Capitán América? ¿Cómo
puedes llamarte a ti mismo fan de los cómics si no mencionas al menos a Charles
Xavier!
Hago una doble toma, está literalmente enojada por esto, y es probablemente
una de las cosas más sexys que he visto nunca. Diablos, ella mencionó a Xavier.
Estoy tan muerto.
Me encantan los X-men.
Una vez me emborraché y grité:
—Soy Wolverine, perras. —Y procedí a agarrar pajitas y sujetarlas entre mis
dedos como si tuviera garras.
En retrospectiva, tengo suerte de seguir teniendo amigos después de eso.
Quinn pensó que era graciosísimo, pero se echó a llorar por cómo Wolverine
perdió a Jane, y fue como todo un momento.
Gracias a Dios que nadie lo grabó en cámara.
Quinn se acerca y le da una palmadita a B en la cabeza.
115
—Creo que nos quedaremos contigo. Cualquiera que no olvide que los X-men
son en realidad parte del universo Marvel puede sentarse en esta mesa. ¿Estoy
en lo cierto, Ambrose?
—Eso sería correcto.
Quinn le guiña un ojo y luego mira hacia mí.
—Dale recuerdos a Wolverine de mi parte.
—Sí, de acuerdo, Jane. —Pongo los ojos en blanco, negándome a sentirme
avergonzado. Es decir, al menos era Wolverine.
Era mi preferido, sí, como lo digo incluso en mi cabeza, no funciona, no me
trae buenos recuerdos.
Se echa a reír y, aún sin camiseta, se aleja de nosotros despreocupadamente.
El sonido de la puerta de entrada es bastante condenatorio cuando miro a
MB, y ella me mira, sus bonitos ojos marrones llenos de preguntas.
—Así que... —Se acerca a mí para tomar otro trozo de bacon y lo engulle—
¿Wolverine, eh? ¿Hay una historia ahí?
Me inclino más cerca de ella.
—¿No te encantaría saberlo?
Se encoge de hombros y pasa junto a mí.
—Nah, estoy bien.
Bien, ahora quiero contárselo.
¡Mujeres! Son tan manipuladoras.
—¿Adónde vas? —La sigo mientras se abre paso por la prístina sala de estar;
realmente lo limpiaron muy bien para mí, huh. Abre la puerta trasera y sale al
patio. Casi tropiezo con ella y apenas me detengo.
Come el resto del beicon y se queda mirando la piscina.
—¿Quieres nadar?
—¿Estás segura de que no te ahogaré?
Suelta una carcajada y se gira para darme un ligero empujón.
—Ahora mismo eres como un bebé jirafa; apenas puedes mantenerte en pie,

116
y mucho menos sujetarme.
—¿Quieres apostar por eso? —¿Estas palabras salen realmente de mi boca?
Quiero darme una bofetada.
En lugar de eso, espero su respuesta, pensando que me empujará más fuerte,
que se ofenderá o simplemente se enfadará… En lugar de eso, pasa su camiseta
por su cabeza y la deja caer al suelo.
Mi boca se seca completamente.
No lleva más que un sujetador deportivo Nike blanco y unos pequeños
calzoncillos grises que, tras quitarse su pantalón de chándal, sí, lamo mis labios,
apenas cubre sus nalgas mientras se aleja de mí, sus largas piernas dándome
visiones de muchas cosas muy traviesas para mi futuro.
Mierda.
Se supone que debo odiarla.
Hermanastra.
Hermanastra.
Responsable del asesinato de mi padre, o estaba allí cuando murió, con las
manos cubiertas de sangre, en sentido figurado, no literalmente.
Y sin embargo, no puedo evitar que mis pies se muevan tras ella; paso a paso,
finalmente llego al borde de la piscina. Su chapoteo salpica mi rostro, y juro que
puedo olerla en las gotas de agua mientras se deslizan por mi rostro.
Sale del agua y sonríe.
—Entonces, ¿qué dices, Wolverine? Un alto el fuego por un día, fingir que no
tenemos un pasado, saber que no tendremos un futuro. Tal vez, hoy sólo nos
relajamos, nadamos, y tratemos de no quemar la casa.
—Veinticuatro horas. —No consigo que mi voz deje de temblar— ¿Por qué
ahora? ¿Por qué veinticuatro horas?
Nada hacia mí y apoya los brazos en el lateral de la piscina, nunca me había
fijado, pero sus uñas son de un bonito tono de azul. ¿Cuándo las pintó? ¿Cuándo
compró esmalte de uñas?
Preguntas estúpidas en las que literalmente no puedo dejar de fijarme
mientras me inclino y meto los pies en la piscina junto a ella.
—¿Y? —Tira de mi tobillo.
—Estoy cansada, Ambrose. Estoy muy cansada. —Sus ojos se llenan de
lágrimas—. Sólo quiero un descanso. ¿Nunca has necesitado un descanso? No
tengo ni idea de lo que va a pasar después de que nos graduemos. No tengo ni
idea de a dónde voy, no tengo nada, nadie, y estoy tan, tan harta de preocuparme
por lo mismo una y otra vez. Así que sí, quiero un alto al fuego. Quiero nadar y 117
sentirme libre. No quiero pelearme contigo. Sólo necesito...
—-Libertad —respondo en un duro susurro—. Donde no te sientas como la
víctima incluso si no lo eres.
Sus ojos se estrechan.
—Sí.
—De acuerdo. —No sé qué demonios estoy haciendo mientras me quito la
camisa por encima de la cabeza y la tiro sobre el hormigón—. Si vamos a hacer
esto, vamos a hacerlo bien.
O mal.
Seamos sinceros; todo esto está mal, aunque se sienta bien, pero quién soy
yo para decir que no.
No cuando ella está ahí mismo.
No cuando estoy aquí.
Maldita sea.
Me siento como un adicto esperando mi próxima dosis mientras sigo tratando
de alejar la única cosa que puede destruirme.
No tenemos otra opción que la destrucción.
Y sin embargo, cedo.
Me rindo.
Quizá siempre lo haga.
Ella vuelve a nadar con una pequeña sonrisa, mechones de cabello se
adhieren a sus mejillas. Quiero tocarlos.
Estoy tentado de lamer el agua de su rostro como un psicópata, pero maldita
sea, de repente me siento deshidratado.
Tengo frío, pero la llama parece que está subiendo más y más; sube cuanto
más me acerco a ella, diciéndome que estamos a punto de quemarnos,
diciéndome que estoy repitiendo un error del pasado, como si los dos fuéramos
a quemarnos esta vez, otra vez y, otra vez, y sin embargo me quito el resto de la
ropa y salto al agua, salpicándola, nadando hacia ella.
Me golpea, la idea de que tal vez no puedo dejar a esta chica, no importa lo
que sienta o lo que piense, ella sólo existe en mi universo, y mi universo es parte
del suyo.
Ella nada hacia mí; me esfuerzo por no mirar sus largas piernas, pero no lo 118
consigo, y entonces está justo en frente a mí, jadeando, sin aliento, pidiendo ese
cese del fuego, pidiéndome veinticuatro horas de normalidad que nada más
quiero darle.
Porque yo también la necesito.
La necesito más de lo que quiero admitir.
—¿Estás nerviosa? —pregunto con más bravuconería de la que siento.
Ella simplemente se encoje de hombros, y aparta los mechones de cabello de
sus mejillas, sonriendo.
—¿Tu lo estás?
—Sí. —Trago lentamente—. Nunca he pasado veinticuatro horas con un
enemigo.
—Es curioso, yo nunca he pasado veinticuatro horas con alguien a quien
llamaría amigo.
Me suavizo, no debería, pero lo hago.
—Sin embargo, ¿lo somos?
—¿No lo somos?
Tengo tantas cosas que puedo decir; en lugar de eso, simplemente nado y
digo:
—Te reto a una carrera.
—¿Qué consigo si gano? — Se ríe tras de mí, tan libre, más libre de lo que me
he sentido en mi vida— ¿Pizza? ¿Helado?
—¿Sólo piensas en comida?
Ella suspira fuertemente, ya no salpica.
—Cuando no has comido mucho en un tiempo, tiendes a fijarte en ella. Quiero
decir, no me malinterpretes. —Ella nada hacia mí—. No todos mis padres
adoptivos eran horribles, pero la comida... la comida se siente como oro para mí,
así que sí... a veces me fijo demasiado... en la comida.
Me duele tanto el pecho que me cuesta respirar.
—Te prometo, ahora mismo, que si me ganas en esta carrera, siempre tendrás
comida.
Se ríe, echando la cabeza hacia atrás. Su risa es pura y hermosa y todo lo
que siempre he querido experimentar pero nunca tuve la oportunidad de hacer.
Es pura, y me encanta.
—De acuerdo. —Nada hacia mí, ambos estamos en el borde—. Así que
119
corremos de un extremo a otro, y si te gano, obtengo nuggets de pollo ilimitados...
quiero decir, ¿cómo mínimo?
—Por supuesto. —Asiento—. Como mínimo.
—De acuerdo.
Extiendo mi mano.
—De acuerdo.
Ella la estrecha, y quiero atraerla hacia mí; en cambio, la dejo ir, y ella se va
a su lado de la piscina. Yo me quedo en el mío.
—¿Listo? —Me sonríe. ¿Es raro que quiera mantener esa sonrisa?
—Sí, listo. —Vuelvo a asentir.
—Vamos. —Se ríe.
La sigo. Ambos luchamos por llegar al otro extremo, y entonces me detengo y
la veo ir.
Y se va. Y sigue.
—¡Sí! —grita ella— ¡Gané!
—Totalmente. —Me desplazo en el agua—. Nuggets de pollo de por vida,
amiga.
—Somos tan elegantes.
Me rio.
—Tan elegantes.
—¿Deberíamos comer? —Me guiña un ojo y nada hacia mí.
Quiero comer.
Tengo muchas ganas de comer.
Quiero algo más que nuggets de pollo. Tampoco quiero asustarla.
Pero quiero.
Maldita sea, quiero.
—Sí. —Vuelvo a asentir—. Vamos a comer algo, pero también, nunca, nunca
te preocupes por no tener comida. Soy tu comida. Soy tu amigo. Soy tu persona,
incluso si me odias por la mañana y me amas por la noche. Incluso si por el
resto de tu vida quieres asesinarme. Tú siempre tendrás a alguien. Y ese alguien
soy yo.
Sus ojos se llenan de lágrimas. 120
No sé qué hacer. No estoy preparado para nada de esto.
Ella asiente con la cabeza, luego la deja caer contra mi pecho y solloza.
—Es difícil.
—Lo sé.
—No sé qué va a pasar.
—Veinticuatro horas —digo—. Eso es lo que va a pasar. Nosotros. Durante
veinticuatro horas. La familia perfecta. Solos. Comiendo nuggets de pollo.
Me mira, con lágrimas en los ojos, y creo que va a ser peor, pero se limita a
decir.
—¿Podemos comer papas fritas también?
Me echo a reír.
—Sí, chica, podemos pedir papas fritas.
—Pero de las grasientas.
—Sí.
—Y Mountain Dew.
Me rio más. Por supuesto, ella quiere Mountain Dew.
—Hecho. ¿Algo más?
Hace una pausa, y entonces esos grandes ojos marrones parpadean hacia mí.
—Realmente me gustaría pasar esos momentos comiendo con mi
hermanastro.
—Él estará allí. —Para siempre. Incluso si no debería estarlo—. Por supuesto,
¿quién más va a mantenerte en control?
—Sólo tú.
Me rio pero luego más serio digo:
—Sólo yo.

121
Ambrose

—Estoy tan llena. —Gimo y me acuesto boca abajo en el sofá de la sala de


cine. Es el único que tienen, enorme y de cuero rojo en el fondo de la sala de
cine. El resto de la sala está cubierto de sillones negros en cuatro filas que
conducen a una pantalla que cubre toda la pared.
Honestamente, es mejor que la mayoría de los cines a los que he ido en el
pasado cuando, normalmente en mi cumpleaños, era capaz de gastar dos dólares
para ir al viejo cine realmente horrible que ponía películas que llevaban casi un
año en cartelera.
Era un acontecimiento.
Como las nuggets de pollo. 122
Miro a mi alrededor y sonrío para mis adentros... es notable cómo las cosas
pueden cambiar tan rápido. Y cómo pude tener un respiro con mí, hermanastro,
es aún mejor. No tengo que estresarme por nada para el día siguiente, mi
estómago está lleno, y estoy en una sala de cine con aire acondicionado.
Ambrose se fue a buscar algo, y estoy bebiendo mi peso corporal en Mountain
Dew, aunque sé que es horrible para mí, nunca he sido capaz de beber mucho
debido a mi situación, así que es algo que siempre parezco desear, tal vez porque
cuando tenía como siete años pedí un poco en la gasolinera y mi madre adoptiva
de entonces me lo permitió, y pasaron años hasta que volví a probarlo.
Esta es la tercera vez que lo bebo desde entonces, y todavía sabe igual, traen
los mismos recuerdos felices de pensar que tendría un hogar para siempre sólo
para que el marido de mi madre adoptiva dijera que no a mi adopción. Más tarde
descubrió que él la estaba engañando. Se fue una semana después, y también
el resto de nosotros, niños adoptivos.
Todavía me pregunto por ella a veces.
Era agradable. Una de las buenas con las que siempre solíamos rezar para
que nos coloquen.
Era buena, como este Mountain Dew.
Vuelvo a inclinar la lata, luego la aplasto y me siento. Estoy en una camiseta
blanca al azar que estoy bastante segura de que en un punto la robé de la ropa
limpia de Ambrose, y un par de pantalones cortos negros para dormir que apenas
se ven gracias a la camiseta.
Miro mis pies descalzos y luego me recuesto más en el sofá. ¿Tal vez debería
pintarme las uñas de los pies? Me pregunto si la madre de Ambrose habrá
dejado algún esmalte.
—¿Estás viva? —Suena la voz de Ambrose y luego empuja mis piernas fuera
del sofá para poder sentarse.
Pongo los ojos en blanco.
—¿Tienes ganas de morir?
—¿La muerte te incluye en el más allá? —Me guiña un ojo—. Si es así, tal vez.
Me quedo mirando demasiado tiempo antes de contestar.
—Deja de ser tan amable. Es raro.
—Hmmm... —Saca un rotulador negro del bolsillo y lo golpea contra su
barbilla—. No puedo ser amable, y no puedo ser malo, ¿es eso?
—Normal. —Arrugo la nariz—. Intenta ser normal.
Mete su mano en el bolsillo, con una amplia sonrisa, y saca un trozo de papel
123
de cuaderno.
—Lo normal es difícil para alguien tan perfecto.
—Wowwwww. —Lo pateo con mi pie.
Se ríe.
—¿Qué pasó con lo del alto al fuego de veinticuatro horas?
—Se me escapó. —Me cruzo de brazos y me siento— ¿Ahora hacemos los
deberes o qué?
—Sí, porque siempre soy conocido por hacer los deberes los fines de semana
cuando una chica sexy está sentada a mi lado.
Jadeo.
Se encoge de hombros inclinándose hacia delante; juro que puedo saborear
sus labios y la confusión en el aire.
—¿Qué? Se me escapó.
Siento que mis mejillas se calientan y miro hacia otro lado.
—Hablando en serio...
—Luchamos —dice claramente—. Y a veces somos mejores peleando que
cualquier otra cosa, así que pensé en escribir algunas reglas de la casa para las
próximas veinticuatro horas, y si realmente podemos hacerlo sin empujarnos el
uno al otro desde el techo, tal vez podamos hablar de hacerlo permanente.
Soy desconfiada por naturaleza, pero también soy curiosa.
—¿Hacer qué permanente?
—Esto. —Extiende los brazos—. La situación de la convivencia, tal y como yo
lo veo, si podemos hacerlo durante veinticuatro horas y dar unos pasos lentos
hacia el progreso, entonces tal vez cuando te gradúes no tengas que agarrar otra
bolsa de basura negra y tirar tu mierda en ella. Tal vez, en cambio, puedas vivir
con un niño perfecto abandonado en su casa gigante con todos sus recuerdos y
sin sus padres.
—Una frase muy deprimente —digo.
Casi se me cierra la garganta cuando pregunta:
—¿La bolsa de basura?
—Lo de no tener padres —susurro, luego meto los pies bajo mi cuerpo y me
acerco a él— ¿Qué clase de reglas pondríamos aquí de todos modos?
Cambio de tema. Necesito un cambio de tema. 124
Sonríe al trozo de papel y luego muerde la tapa del marcador, sin darme
realmente una respuesta mientras escribe el número uno. Escupe la tapa y me
mira. Su cabello color ámbar está todavía húmedo, pegado a la frente, y su fuerte
mandíbula parece casi más pronunciada por alguna razón. Tal vez sea la luz, tal
vez me esté volviendo loca, tal vez sea la forma en que me sonríe como si lo dijera
en serio, como si yo fuera importante para él cuando sé que no lo soy. ¿Cómo
podría serlo?
—No hablar en la escuela —dice mientras lo escribe—. Así nadie hablará de
nosotros, la única comunicación... —Pone un pequeño guion debajo—. Será
estrictamente cosas sobre los deberes, saludar y despedirse.
Asiento. En realidad tiene sentido, la autopreservación y todo eso.
—Eso funciona, y no es que sea difícil ya que así han sido los últimos seis
meses.
Algo parpadea en sus ojos antes de aclararse la garganta y volver a mirar
hacia abajo.
—Número dos, no le decimos a nadie que mamá se ha ido.
—De acuerdo. —Asiento—. Al fin y al cabo, tiene mala pinta.
—No se puede ser perfecto sin la familia perfecta —refunfuña, y luego escribe
un número tres.
Agarro el marcador de él y me inclino para poder escribir en el papel.
—Número tres, la casa está fuera de los límites, las reglas no existen, sólo
nosotros. —Estoy orgullosa de la libertad que he creado hasta que se queda
quieto y me mira.
—¿Estamos seguros de que es una buena idea?
—¿Estás seguro de que es una mala idea? —replico rápidamente.
Sus ojos se dirigen a mi boca antes de volver a mirar el papel.
—Supongo que es sólo una prueba de todos modos, ¿verdad? Todavía
tenemos que sobrevivir al próximo desastre de veinticuatro horas antes de poner
a este chico malo en la nevera.
Sonrío tan fuerte que creo que lo asusto.
—¿Por qué estás tan contenta de que ponga las reglas en la nevera con un
imán del estudio de yoga de mi madre? Dice literalmente namaste, pero no en
un color divertido, sino en lo que ellos llaman el verde fresco del pepino. Se

125
supone que es más relajante, ya ves.
—Estoy más preocupada; ¿cómo sabes eso?
—Mamá preguntó. —Se ríe—. Sólo cosas estéticas cerca de la comida.
Mi mandíbula cae.
—Estás bromeando, ¿verdad?
Se encoge de hombros.
—Altera el jugo recién exprimido, no me hagas hablar de la leche... —hace un
gesto con el dedo y susurra—: Se echa a perder.
Casi le empujo del sofá.
—Ahora sé que estás lleno de mierda.
Él lanza las manos al aire riendo.
—No me digas. Tuvimos una reunión familiar sobre sólo decir cosas positivas
cuando abrimos la nevera, algo sobre cómo la negatividad hace que la comida se
estropee, ya que tiene sentimientos.
Llevo mi Mountain Dew a mi boca y susurro:
—Te quiero.
Esta vez Ambrose sí se cae del sofá al suelo; se ríe tanto que parece que
podría empezar a llorar.
—Mierda, quise decir comida, no Mountain Dew. Esa mierda está muerta. ¡Es
un puto formaldehído 4!
—¡RETÍRALO! — Grito, lanzando una almohada con mi mano libre —¡HAS
HERIDO SUS SENTIMIENTOS!
—¡NO LO HICE!
—¡SI LO HICISTE!
—¿POR QUÉ GRITAS?
—¡EL MOUNTAIN DEW ME HACE IRRACIONALMENTE AGRESIVA!
Se queda quieto y luego pone las manos detrás de la cabeza.
—Vaya ¿De verdad?
—Ni. Una. Palabra. Más. ¡Especialmente con esa mirada de chupa-mi- polla
en tu rostro!
Su mandíbula cae.
—Eso es algo extremadamente inapropiado para decirle a tu hermanastro. —

126
Ambrose pone una mano en su pecho—. Estoy casi horrorizado.
—En primer lugar... —Vuelvo a arrojarle la almohada—. Eso es lo que todo
chico hace cuando quiere cosas malas.
—-Eso no es algo malo.
Resoplo.
—Segundo, conozco esa mirada, así que deja de mirarme así. —Casi
tartamudeo—. Y tercero. No.
—¿Puedo hablar ahora?
—¿Necesitamos un bastón para hablar?
Muerde su labio inferior.
—Entraste directamente en eso, chica, no puedo ayudarte con eso. —mira
hacia abajo a su entrepierna y luego vuelve a mirarme —. Pero si insistes.
—Te odio.
Agarra mi pie y me tira suavemente al suelo frente a él.

4 Formaldehído: olor irritante.


—No, no me odias.
—A veces.
—Así está mejor. —Tira de mi otro pie hasta que estoy un poco a horcajadas
sobre su cuerpo desde un lado, entonces mira mis pies—. Tienes que pintarte
las uñas de los pies.
—Sí, está bien, lector de mentes. —Pongo los ojos en blanco—. No tengo
esmalte.
—Yo sí.
—¿Lo tienes?
Se encoge de hombros.
—Pasé por una fase. Además, ¿quién dice que los chicos no pueden llevar
esmalte de uñas? Diablos, el cabello de los chicos de bandas ochentonas hasta
los ídolos de KPOP llevan esmalte de uñas, ¿y por qué me miras así ahora?
Me limpio una lágrima falsa.
—¡Conoces la cultura pop!
—Oye, no soy todo corbatas perfectamente atadas y cenas de caridad. —Se
levanta del suelo y extiende la mano—.
Vamos. 127
—¿Adónde? —pregunto.
Frunce el ceño.
—A mi habitación, donde guardo mi esmalte, en un escondite secreto bajo
llave junto con mis condones.
Eso... probablemente deberíamos haberlo usado la primera vez. Gracias a
Dios que tenía la inyección.
—¿Guardas tus condones bajo llave?
Lame sus labios y vuelve a ponerse en cuclillas junto a mí.
—Sabes que no lo hago.
Lo único que sé es que no sé nada. Este alto al fuego es peligroso para mi
alma.
Es caliente y frío.
Es sexy y amigable, luego cruel y odioso.
Él es todo a la vez e imposible de contener, y me vuelve loca.
Creo que este chico es la primera persona en mi vida que me hace querer algo
tan desesperadamente que puedo saborearlo cuando lamo mis labios, al igual
que todavía lo pruebo. No es un sentimiento, es una necesidad, no es un deseo,
es supervivencia.
¿Cómo puede una sola persona hacerme esto? ¿Cómo puede encenderlo y
apagarlo sin esfuerzo mientras que yo estoy muriendo por dentro?
Con las piernas temblorosas, dejo que me ayude a ponerme en pie.
—Pero primero... —Toma el marcador y añade unos cuantos números más—
. Por si acaso se nos ocurre algo más, lo añadiremos aquí. —Me gira hacia la
puerta—. Adelante, a la nevera, sólo recuerda susurrar cosas felices.
—De acuerdo, criatura de costumbres.
El gime.
—Maldita nevera, estás tan fría ahora mismo; apuesto a que todas esas
verduras crujen tan fuerte cuando tú las muerdes.
—Me molesta que eso haya sonado algo sexy.
—Seré la mantequilla de cacahuete de tu apio todo el día... —Y no se detiene
mientras caminamos por el pasillo y hacia la cocina.

128
—¿Quieres ver mi Hummus? ¿Crees que podrías sazonar mi filete? Oh, ¿qué
es eso? Oh, Dios, ¿tienes queso cheddar en el cajón y quieres enseñármelo? —
Parece que está listo para derrumbarse en el suelo y empezar a molestar en
anticipación a la comida.
Estoy temblando de risa cuando llegamos a la nevera.
Le da una pequeña palmadita y, efectivamente, toma el imán de yoga y pone
nuestra tregua de veinticuatro horas en la parte delantera de la puerta de acero
inoxidable.
Lo hace con el pulgar y el índice.
—Hecho. Fácil.
En realidad no. No es fácil.
—Ahora... —mueve la cabeza hacia la escalera—. Tu cita con las uñas te
espera.
—¿Qué hago por ti?
—¿Qué? —Corre hacia mi espalda y luego ayuda a estabilizarme— ¿Qué
quieres decir?
—Dejas que use tu esmalte de uñas. Necesito, como... —¿Cómo puedo decir
esto? — Quiero decir, nada es gratis. Lo estoy usando, y si quieres usarlo alguna
vez y lo he usado todo, supongo que puedo pagar con lo que tu madre me dio las
últimas semanas para comida... Sí, lo haré. El dinero está en mi habitación; lo
tomaré ahora y...
—-Detente. —La palabra es baja... matando el humor.
Tengo que mejorarlo.
—No, no, quiero decir, esto es bueno. No debería deberte nada…
—-¡Para de una puta vez, B! —Me agarra por los hombros—. Es esmalte de
uñas. Esmalte. Ni siquiera lo quiero más. No creo que pueda soportar siquiera
mirarlo si te está causando tanto estrés. Solo tómalo...úsalo, y no pienses en él
como un favor para... —Es como si no pudiera pensar en las palabras— ¿Es así
como te hice sentir?
No puedo respirar.
—¿Qué?
Me atrae contra él e inclina mi barbilla con su mano. De repente me doy
cuenta de que está temblando.
—¿Es así cómo te hice sentir? ¿Cuándo viniste aquí? Cuando nosotros... en
el baño, ¿es así como te hice sentir? 129
—Me gustaste. —Es la única manera en que puedo responder. No se sentía
necesariamente barato, pero era de esperar.
Las hormonas, los estudiantes de último año de secundaria, la nueva
situación. Pero no importa cuánto lo justifique, me doy cuenta de la triste
realidad.
Sentí que quería algo para mí, y quizás una pequeña parte de mí sintió que
sería más fácil acabar con ello.
Mi silencio es suficiente respuesta al principio, y luego sacudo la cabeza.
—Lo quería, te quería a ti, pero estoy acostumbrada a... estoy acostumbrada,
quizás, supongo, no sé, tú eres tú, yo soy yo, estaba siendo egoísta, quizás
usándote tanto como tú me estabas usando a mí. Cuando miro atrás, creo que
no estaba pensando en absoluto. —Las lágrimas se acumulan en mis ojos—.
Tenía miedo. Estaba triste. Y tú me hiciste sentir segura.
Por la mirada que tiene, se diría que acabo de apuñalarlo en el corazón.
Rápidamente mira al suelo. A los dedos de mis pies. Sus hombros se desploman,
toda la bravuconería desaparece, todas las bromas sobre verduras y queso
muerto, al igual que los sentimientos que solía tener por mí. Igual que su padre.
Igual que su madre.
Después de unos segundos de silencio, exhala una maldición y sigue sin
hacer contacto visual mientras pasa a mi lado.
—Vamos a pintarte las uñas de los pies.
Lo sigo y me pregunto si el alto el fuego acaba de terminar por sí mismo.

130
Ambrose

Soy. Un. Pedazo. De. Mierda.


Era consciente de que era un imbécil, pero esto es mucho peor, no puedo ni
mirarla, lo que debería ser normal ya que he estado ignorando deliberadamente
la ira y el odio. Hoy, por la razón que sea, me pareció más fácil, pero ahora que
han pasado unas horas y se han hecho confesiones, me siento como el mayor
idiota del planeta.
¿Cómo podría siquiera empezar a entender la vida que ella vivió si nunca le
pregunté? ¿Es así como era? ¿Acaso ella creía honestamente que tenía que usar
su cuerpo para ganar mi aprobación? Soy un tipo cachondo, así que sí, estaba
enojado.
Me sentí atraído por ella, la situación se presentó, a ella le gustaba, y sucedió.
131
Sólo que nunca pensé...
No pensé.
Simplemente tomé una decisión a la que ella sintió que en parte no podía
decir que no.
Y todo, ¿por qué? ¿Porque ella es caliente y yo tenía una erección matutina?
La casa está inquietantemente silenciosa cuando llegamos a mi habitación.
Está limpia, gracias a la criada que viene cada semana. La única cosa fuera de
lugar es mi consola de PlayStation en la esquina con la pantalla plana colgando
sobre mi cama.
Voy al baño principal contiguo y tomo un frasco de esmalte de uñas negro y
una toalla.
Está de pie en medio de mi habitación como si nunca hubiera estado desnuda
en ella.
En lugar de sentarme en la cama, me derrumbo en medio del suelo y dejo la
toalla.
—Siéntate.
Lo último que necesito es verla sobre mi colcha con todos los recuerdos de
sus gemidos entrecortados y sus ansiosos y dulces besos.

Pone las manos delante de ella casi como un escudo, lo que mata una parte
de mí, aunque finjo que no me perturba.
—Oh, no, no, puedo hacerlo.
Consigo sonreír a pesar de la agitación en mi cabeza.
—Una cosa que nunca has oído, un secreto que me llevaré a mi tumba... Soy
un artista muy bueno. Podría pintar las uñas de tus pies mientras duermo y
hacerlo muy bien. Siéntate.
Lentamente, MB se mueve hacia el suelo. Ya está descalza y con unos
pantalones cortos lo suficientemente largos como para cubrir su culo perfecto,
apenas, se inclina hacia adelante con ambas piernas mirando hacia mí.
Sería como pintar los dedos de sus pies hacia atrás, así que la muevo un poco
y tiro lentamente de una pierna sobre mi regazo.
Suelta un pequeño grito.
Sonrío mirando los dedos de sus pies.
—No es que esté planeando cortarte el pie o lamerte los dedos, sabes.
132
—Ese es un fetiche muy específico.
—Mmm... —Abro el esmalte de uñas—. Bastante seguro de que la gente hace
eso en Only Fans-no es que yo lo sepa.
—Seguro… —Se ríe de verdad—. Probablemente estás en todas esas cosas
raras, pagando a la gente diez dólares sólo por alcanzar y cambiar una bombilla.
—Te pago cincuenta por subir una escalera —Bromeo.
Una risita se escapa de sus labios, haciendo que su pierna se mueva un poco,
y junto con ella, los dedos de sus pies, se curvan sólo ligeramente, y es sólo un
recordatorio más.
Tiene unos dedos adorables.
Estoy perdiendo la cabeza.
Aclaro mi garganta al menos dos veces antes de pasar a su dedo gordo.
—Bien, vas a tener que quedarte quieta.
—¿Pensaba que eras un súper buen artista?
Resoplo.
—Ningún artista puede crear una obra maestra con movimiento a menos que
esté pintando con los dedos, lo cual se puede arreglar si sigues rebotando el pie.
—Lo siento —murmura.
En cuanto empiezo a pintar, la sedosa piel de sus piernas se eriza. Hago como
si no me diera cuenta de que la habitación se ha quedado en silencio, como si
nuestros fantasmas del pasado nos estuvieran observando, y el momento es
demasiado intenso para que las palabras llenen el espacio entre nosotros.
Aclaro mi garganta y tengo que volver a hacerlo cuando bajo hasta el segundo
dedo del pie, y luego el tercero.
El erizamiento en sus piernas se acentúa a medida que avanzo de un pie al
otro.
—¿Quieres, um, una segunda capa?
—Claro. —Su voz es tan tranquila que juro que es como si ella también tuviera
miedo de hablar.
Asiento y ni siquiera la miro mientras empiezo a pintar y finalmente me decido
a decirlo.

133
—Lo siento.
—¿Por?
No puedo mirarla, además parece que centrarme en sus pies me tranquiliza.
Maldición, tal vez tengo un fetiche con los dedos de los pies. Sólo sus dedos, sólo
sus bonitos dedos.
—Por esa mañana, por aprovecharme, por ser un imbécil y ni siquiera
conocerte lo suficiente como para tener una aventura de una mañana.
—Lindo, ¿ya que no era de noche?
—Naturalmente.
Su pie rebota un poco. Me giro y la miro.
Ella hace una mueca de dolor, y luego tira de su labio inferior con los dientes.
—Lo siento, me olvidé.
—Estoy aquí mismo.
—Lo sé.
Suspiro.
—Eso, eso... —Vaya, buen trabajo Ambrose; has dicho la misma palabra dos
veces—. Todo lo que digo es que no volverá a pasar.
Me odio a mí mismo.
Cometería un asesinato antes de que eso volviera a suceder. Muerdo mi
lengua y espero a que diga algo mientras termino la segunda capa y empiezo a
soplar en sus pies.
—Porque sólo es un breve alto al fuego —dice— ¿Verdad?
Me detengo y la miro.
—No, no por el alto al fuego, sino porque me equivoqué, y no fue justo, y
deberías sentirte segura sin sexo.
Su sonrisa crece, es tan condenadamente bonita. Me mareo con la necesidad
de inclinarme y besarla. Genial, un minuto después de prometer que no me
dejaré llevar.
Rechino tanto los dientes que me duele la mandíbula. Siempre he sido capaz
de controlarme, sobre todo porque siempre tenía gente que me observaba, así
que ¿por qué estoy perdiendo el control?
Mira los dedos de sus pies.

134
—Bonito.
—Um, sí, ves, te lo dije, artista. —Levanto la botella, me aseguro de que esté
cerrada y la arrojo a mi cama.
—Ese es exactamente el tipo de cosas que hace que las chicas se enamoren
de chicos que son malos para ellas. —Finalmente dice.
—¿Que soy un artista?
—No. Que deberías sentirte seguro sin sexo.
Mis labios se curvan en una sonrisa.
—Sí, bueno, he estado practicando para no ser un imbécil frente al espejo.
¿Cómo lo estoy haciendo?
—Meh. —Levanta la mano y la agita de un lado a otro—. Has pasado de un
cinco negativo a por lo menos un tres hoy después del alto el fuego, el incidente
de la nevera y pintarme las uñas de los pies.
—¿La disculpa me lleva al menos a un cinco? —Pregunto en lugar de suplicar.
—Bésame —Me reta.
—Mierda, no me hagas esto. —Gimoteo entre mis manos—. Me estás
poniendo a prueba, ¿verdad?
Se encoge de hombros y se apoya en las manos.
—Y te preguntas por qué te odio —digo con voz malhumorada—. No. No voy
a besarte.
Me levanta la mano. Los cinco dedos.
—Felicidades, ahora tienes un cinco.
Choco los cinco con ella y luego me dejo caer contra la alfombra con una
carcajada.
—¡Objetivo de la vida cumplido!
Ella también se deja caer en la alfombra y ambos miramos al techo.
—¿Te das cuenta de que todavía tienes esas cursis estrellas en el techo?
Pongo las manos detrás de mi cabeza.
—Sí.
—¿No quieres quitarlas?
—No. —Niego con la cabeza a pesar de que ella mira hacia arriba—. Solía
mirar hacia arriba y pedir deseos.
—¿Qué tipo de deseos?
Me doy cuenta de que se hace tarde, y ambos tenemos colegio por la mañana,
pero me gusta estar en su universo, y me gusta que me pregunte sobre el mío. 135
Demasiado.
Trago el nudo en mi garganta mientras pienso en la primera estrella que puse.
Cuando no funcionó como dijo Plaza Sésamo, puse otra, y otra, hasta que tuve
esta gigantesca constelación allí, seguramente serían suficientes deseos para
darme lo que quería.
—Te vas a reír. —Finalmente encuentro mi voz.
Se pone de lado y me mira.
—Pruébame.
La miro y nuestros ojos se encuentran; nunca me había dado cuenta de lo
bonitos que eran los ojos marrones hasta este momento, hasta ella.
—Quería una hermana.
Frunce el ceño, y luego es como si pudiera leer mi mente cuando susurra:
—Así no tendrías que ser siempre perfecto.
—Para no tener que ser siempre perfecto.
Ella mira profundamente en mi alma. Juro que me conoce más que mis
amigos, más que mi madre, cuando asiente y, con una pequeña sonrisa, dice:
—Supongo que tu deseo se ha cumplido finalmente.
Gimo entre mis manos.
—No es lo que tenía en mente, y lo digo de la mejor manera posible.
—No es por hacerlo raro. —Lame los labios—. Pero al menos tu deseo fue semi
concedido.
—Ahora estás aquí.
—Sí.
—Pero llámate mi hermanastra una vez más, y saltaré desde el techo, ¿de
acuerdo?
Se echa a reír y me mira de arriba abajo.
—Sí, definitivamente no hay vínculo de sangre aquí.
—Se puso raro.
—Muy raro.
—La culpa es mía.
—¿Podemos ir a tomar un helado?
Me rio y me pongo en pie de un salto.
136
—¿Qué pasa contigo y la comida chatarra?
—¿Qué te pasa a ti que no la consumes? —Responde— ¡La comida es para
comerla!
Me rio y luego la pongo de pie y la balanceo fácilmente sobre mi espalda,
dándole un paseo a cuestas.
—Tu carruaje te espera.
—Gracias, buen señor.
—Mi lady. —Me rio y la llevo por las escaleras mientras maldigo las estrellas
en mi techo.
¿Deseo concedido?
Excepto que no es mi hermana.
Es mi compañera de piso.
Y creo que puedo enamorarme de ella si me lo permito, y eso es más peligroso
que ser un adolescente que se queda solo con cantidades ilimitadas de dinero y
ella al otro lado del pasillo.
Sexo, puedo hacerlo.
¿Amor? No es perfecto, es la mayor tentación en absoluto. Es desordenado,
caótico, duele, y hace que sangres una y otra vez.
Es el tipo de tortura perfecta que nunca querrás dejar escapar.
El universo me concedió dos cosas.
Y no tengo más remedio que elegir la que no tiene daños residuales.
Amigos.
Familia.
Y nada más.
Bésame había susurrado.
Es una broma, porque en el momento en que me lo pidió, repetí cada uno de
ellos en mi cabeza, y… durante unos segundos.
Era libre.

137
Mary-Belle

No recuerdo quedarme dormida en el sofá de la sala de estar, pero sí recuerdo


desear poder alcanzar su mano. Tengo la garganta irritada por toda la
conversación que tuvimos la noche anterior y probablemente por la gran
cantidad de comida chatarra que pasó por mis labios.
Por la razón que sea, a las dos de la mañana ya estaba hambrienta. Es casi
como si tuviera comida ahora, y mi cuerpo me estuviera diciendo que iba a
desaparecer, así que quería seguir comiendo y comiendo y comer.
Intenté pasar a hurtadillas por delante de un Ambrose dormido sólo para que
se despertara sobresaltado por el pánico de que nos estaban robando. Creo que
había estado soñando.
—¿Por qué?
138
—Tengo hambre. —Respondo de mal humor.
—Mierda, chica, lo guardas como un luchador de MMA tratando de aumentar
su volumen, y luego te ves como un luchador que simplemente bajó de peso.
—¿Eh?
—Nada, no importa, he tenido un sueño con The Rock.
—Eso es una ocurrencia nocturna o...
Abrió un ojo, luego el otro.
—Sí, sí, lo es. Todas las noches sueño con Dwayne Johnson.
No, ¡nos quedamos dormidos con Jungle Cruise!
—Oh, claro. —Pasé por delante de él y entré a la cocina, entonces escuché
crujidos. Pronto estaba detrás de mí, abriendo la nevera y sacando un montón
de comida— ¿Qué es todo esto?
—Quesadillas, no puedes comer bocadillos de fruta a las dos de la mañana,
MB, eso es un crimen, y somos perfectos, ¿recuerdas? —Sonrió— ¿Quieres pollo
desmenuzado o cerdo? Tengo los dos.

Puse los ojos en blanco.


—Por supuesto que tienes. ¿También tienes un camión de tacos en la parte
de atrás? ¿Un Starbucks?
Hizo una pausa.
—¿Deberíamos comprarlos? Ni siquiera estoy seguro de que mi madre lo note
en la tarjeta de crédito.
Entonces me reí.
—Bueno, el camión de tacos no es la peor idea que has tenido.
—Quiero un autobús de tacos.
—Yo conduciría ese autobús a la escuela. —Asentí.
—No, ese es mi trabajo. —Fue todo lo que dijo mientras empezaba a hacer las
quesadillas.
Comí tres.
Él se comió cuatro. 139
Y luego me dormí con una sonrisa en el rostro y el estómago lleno.

Me siento y bostezo; la manta cae junto a mis pies, envolviéndome, escucho


un ruido y miro por encima de mi hombro. Me quedo boquiabierta cuando
Ambrose se acerca a la esquina sin nada más que una toalla blanca y con los
abdominales a la vista.
Tiene el cabello todavía mojado.
Mete la mano en la nevera, toma la caja de jugo de naranja y la inclina hacia
atrás, con la boca sobre ella como si fuera el dueño del jugo.
—Gérmenes —digo.
Se ahoga, limpia su boca y mira hacia mí.
—¿No crees que es un poco tarde para estar preocupándote por los gérmenes?
Mi rostro se calienta al instante.
No pienses en ello.
No lo hagas.
No vayas allí.
Hermanastro.
Compañero de piso.
Semi-amigos en casa.
Enemigos en la escuela.
Intento ponerme de pie, luego me doy cuenta demasiado tarde de que me he
enredado con las mantas a mis pies, lo que provoca que caiga al suelo con un
gran golpe.
—¿Estás bien? —Se ríe.
Levanto un pulgar hacia arriba.
—No tanto mi orgullo, pero mi cuerpo amortiguó la caída contra la mesa de
café, y luego contra el suelo.
—Es bueno saberlo. —Se ríe más fuerte—. Tenemos escuela en unos pocos

140
días. Me ducharía y haría algo con ese cabello antes de tener que intervenir y
hacerte una trenza.
Me levanto de golpe y lo miro desde el suelo.
—¿Trenzar mi cabello? ¿Quién eres tú?
Frunce el ceño.
—Um, ¿Un tipo súper inteligente al que le gusta impresionar a las chicas y
que miró YouTube durante tres horas seguidas por si surgía el momento? ¿Por
qué?
Froto mis ojos.
—¿Se supone que eso tiene sentido?
—Exacto. —Asiente y luego guiña un ojo y mira hacia la estufa—. Por cierto,
el alto al fuego termina pronto.
—Lo sé.
Compartimos una mirada, luego la atención de ambos está en la nevera, en
el estúpido imán de yoga, en nuestro pacto.
Lo mueve de nuevo, luego cuelga la cabeza y se pasa las manos por el cabello.
—Recuerda nuestras reglas.
—¿Cómo podría olvidarlo?
El silencio cae entre nosotros antes de que aclare su garganta.
—Tenemos que salir en media hora, yo me daría prisa.
—Mierda. —Desenredo la manta y me pongo en pie de un salto. Tardo unos
quince minutos en ponerme un poco de brillo de labios y rímel antes de recoger
mi cabello en un moño desordenado y vestirme.
Tomo dos barritas de proteínas y una cerveza fría de la nevera. Para cuando
tengo mi bolso de diseño, Ambrose ya está en el auto esperándome, luciendo
como uno de esos chicos de Tik Tok que se ven con su uniforme con aspecto
demasiado atractivo para asistir a la escuela.
Lleva unas gafas de aviador y está apoyado en el auto enviando un mensaje
de texto a alguien, y me siento celosa al instante.
No sé si es por el teléfono o por la forma en que sonríe mientras escribe.
—Listo —anuncio.
Él levanta la vista, con su expresión aburrida y molesta a la vez, y una parte
de mi alma se siente aplastada.
Mi realidad no es la misma que la del último día, y se siente como una pérdida
de nuevo. 141
La pérdida de él.
La pérdida de la comprensión.
La pérdida de la paz.
Mi sonrisa se siente muy mal mientras subo al costoso vehículo y me coloco
el cinturón de seguridad. Pone la música a todo volumen de camino a la escuela,
y sin darme cuenta de lo perdida que estoy en mi mente, estamos en el
estacionamiento y apaga el motor.
Tengo ganas de llorar. Me siento tan estúpidamente débil que me odio un
poco mientras exhalo y busco mi cinturón de seguridad.
Justo cuando estoy a punto de pulsar el botón para desabrocharlo, la gran
mano de Ambrose agarra la mía justo en la hebilla. Sigue mirando al frente, con
la mandíbula apretada, observando a todos los estudiantes que pasan, señalan
su auto y se quedan boquiabiertos. El culto al héroe es real.
No sé qué decir, así que digo lo que me sale del corazón, aunque me duela.
—Estoy aquí ahora.
—Pasos para la vida —dice finalmente.
—A veces las estrellas funcionan, aunque no sea de la manera que esperamos.
—Respiro profundamente—. Yo también puedo ser perfecta.
Él suelta una carcajada. Me duele al instante hasta que susurra:
—Ya lo eres.
Aparta la mano y sale del auto, dando un portazo como si estuviera enfadado.
Mi corazón tarda unos minutos en calmarse mientras desabrocho el cinturón
de seguridad y lo sigo a distancia. Otro día más sin amigos, aterrorizada por el
acoso escolar desde que vivo con Ambrose.
Él podría pensar que es perfecto para mí, pero yo recibo miradas de las chicas,
comentarios mezquinos. Y entonces, delante de su rostro, todo lo que dicen es
que soy la mejor. Sólo para llegar a él.
Puedo soportarlo.
He pasado por cosas peores.
Mantengo la cabeza en alto y suspiro aliviada cuando Quinn se acerca
corriendo.
—Parece que hoy está de humor.
Mi sonrisa es tonta, pero luego me pongo seria. 142
—Sí, tiene muchas cosas en la cabeza tras la noche de borrachera y el
desayuno sobrio.
Quinn se limita a asentir.
—Seguro que sí.
Frunzo el ceño.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Ohhhh, nada. —Me da un ligero codazo. Estamos casi en la puerta de
entrada cuando Ambrose se congela.
Siempre se pavonea por las puertas como si fuera el dueño del lugar. La gente
está reunida alrededor, lo que no es del todo extraño, pero están observando su
expresión, sus ojos muy abiertos, y de repente están mirándonos.
—Qué raro —Quinn me agarra del codo, y empezamos a caminar un poco
más rápido y es entonces cuando veo a esta preciosa y brillante chica de cabello
rubio que no puede ser mucho mayor que yo. Lleva un bonito vestido blanco,
chaqueta de jean, y lo que parecen ser sandalias caras; su maquillaje es perfecto,
y ella está sonriendo a Ambrose como si conociera cada centímetro de él.
—Quinn, ¿quién es esa...?
—-¡Qué diablos estás haciendo aquí! —Quinn ruge, sacando a Ambrose de su
asombro.
—Quinn. —La chica sonríe—. Siempre es bueno ver a un viejo amigo.
Quinn empieza a temblar a mi lado, luego me abandona, agarra a Ambrose
por el brazo y lo empuja lejos de la persona y hacia la puerta.
Simplemente se van.
Ambrose cuelga la cabeza. Quinn grita por el pasillo. Luego escucho a
Ambrose maldiciendo.
Todavía estoy frunciendo el ceño cuando la chica dirige su mirada hacia mí,
sus ojos fríos, calculadores, perfectos, y ahora está caminando hacia mí.
—¿Eres el remplazo de esos dos? No me di cuenta de que tendría competencia
cuando regresara.

—¿Competencia? —Pregunto.
Ella extiende su mano.
—Hola, soy Tessa. Estoy en Educación Primaria y trabajare aquí durante el
último mes de la escuela y la escuela de verano para obtener mis créditos. ¿Y tú
eres?
143
Levanto la cabeza, le doy la mano y digo con voz clara.
—Otro perfecto.
Ella frunce el ceño cuando suelto su mano.
—¿Qué?
—Soy la hermanastra de Ambrose. Por cierto, no parece muy contento de
verte... otra vez. Yo me retiraría antes de que acabes en el hospital en vez del
colegio... —Le enseño una enorme sonrisa—. Adiós. Buena suerte con la carrera
de magisterio.
Y entonces salgo a trompicones en busca de los dos chicos, que son enemigos,
con más curiosidad aún por saber qué conexión tienen y qué es lo que ha hecho
ella para que los dos se enfaden tanto.
Ambrose

No puedo respirar.
Ese es mi primer pensamiento.
El segundo es de completa rabia.
El tercero es que MB está mirando.
Me tiemblan las manos antes de cerrarlas en puños, y entonces me pregunto
en qué problemas me meteré por golpear a una mujer, lo cual, de nuevo, suena
horrible, pero la gente no conoce nuestra historia, no conoce nuestros daños, no
pienso en ella más que como un monstruo, y los monstruos son villanos, ¿no

144
deberían ser castigados?
Ella se escapó con el dinero de mi padre.
El dinero del padre de Quinn.
Se llevó nuestro orgullo.
Nos rompió y luego prometió arreglarnos.
Mintió.
Tantos pensamientos pasan por mi cabeza, y entonces siento una mano en la
mía, una que reconozco, la piel demasiado fácil de recordar, la sensación de que
presiona contra mi palma, el olor de su colonia.
Y maldición, cómo odio que nos mire a los dos como si estuviera a punto de
darse un festín en un buffet de Las Vegas.
Quiero vomitar.
Quiero saltar sobre Quinn y rogarle que me salve, y no soy esa clase de
persona. Siempre me he dicho a mí mismo que soy lo suficientemente fuerte para
salvarme, que no necesito a nadie, pero cuando, más lo necesitaba, él lo hizo.
Y todavía me odio por ser tan débil, tan imperfecto.
No me doy cuenta de que estoy hiperventilando hasta que me conduce por el
pasillo, empujándome bruscamente al baño de hombres, me empuja contra la
pared.
—¡Respira! —grita en mi rostro.
Me olvido de lo exigente que es. Su mano rodea ligeramente mi garganta
mientras me da golpecitos en la mejilla derecha como si tuviera que salir de mi
estupor.
¿Realmente no estoy respirando?
Veo manchas y cierro mis ojos con fuerza, luego los abro de nuevo.
Miro fijamente sus ojos azules y casi quiero contener la respiración, así que
vuelve a gritar. Necesito los gritos. Necesito una pelea. Me pregunto si también
me abofeteará.
Me dará un puñetazo en el estómago.
Una exhalación áspera sigue a mi corta inhalación.
Los ojos de Quinn están desorbitados. Me empuja con más fuerza contra la
pared de cemento junto al secador de manos.
—Mierda. Respira. Ambrose.
Lo estoy haciendo. ¿Verdad?
Ya ni siquiera lo sé.
145
¿Así es como se siente una crisis nerviosa? Porque no es divertido, es grave.
Duele. Odio a todos y a todo.
La puerta se abre detrás de él, y alguien entra, pero no me deja ir.
Un aroma perfumado familiar me inunda, y entonces MB está de pie junto a
él.
Mi gente.
Uno que me abandonó, al que detesto.
Uno en el que proyecto todo porque asumirlo podría matarme.
Ambos no deberían estar aquí.
Y sin embargo, lo están.
En el baño de hombres.
—Hermano. —La frente de Quinn choca contra la mía, es casi doloroso, pero
me saca de mi propia miseria mientras mi corazón late contra mi pecho—. Tienes
que respirar profundamente por mí, ¿bien? Voy a contar hasta tres, y tú vas a
respirar profundamente y a exhalar durante cinco segundos. Asiente con la
cabeza si entiendes.
Asiento.
Todavía me siento entumecido, pero con tanto dolor que es imposible pensar
más allá del hecho de que mi frente duele por la suya.
—Uno —empieza Quinn—. Dos. Tres.
Inhalo profundamente, luego cuento hasta cinco y lo suelto. MB pone su
mano en mi hombro.
Repito las instrucciones.
Lo hago de nuevo.
Y otra vez.
No sé cuántas veces... He perdido la cuenta de las respiraciones que he
tomado, del agarre que MB tiene en mi brazo, o de la forma en que Quinn me
mira, no con lástima sino con comprensión.
¿De verdad ha pasado tanto tiempo desde aquella noche? ¿Desde su
confesión, desde que hizo lo que hizo?
Desde que nos atraparon.
Desde que nos amenazó con todo. 146
Es como si Quinn pudiera leer mi mente. Sus ojos insistentes fijos en los
míos, y no puedo ni parpadear mientras le devuelvo la mirada con la misma
intensidad, mientras los recuerdos nos bañan. Sus manos se aferran a mis
hombros de una forma familiar que me niego a olvidar.
MB nos observa con preocupación. Puedo sentir su ansiedad, verla de pie
junto a él, sus ojos como buscando alguna herida cuando todo es interno.
El dolor, la sangre, el trauma.
—Es una perra —susurra finalmente Quinn—. Y no te merecías eso, lo siento.
—Su voz se quiebra—. Lo siento mucho, Ambrose, no lo hice, estaba borracho y
ella utilizó nuestra amistad. Ella sólo...
Lo atraigo para darle un breve abrazo. Aparentemente, sólo toco y beso a la
gente cuando quiero que dejen de hablar. Y entonces, en un movimiento poco
característico, eso se siente como volver a casa. Presiono mi boca contra su cuello
y respiro.
Se tensa y luego se relaja contra mí, abrazándome tan fuerte como yo lo estoy
abrazando a él.
Solidaridad.
Las cosas que nos obligó a hacer.
Las cosas que permitimos.
El pasado.
El presente.
El futuro.
Y, por supuesto, MB está ahí mismo, probablemente preguntándose qué
demonios de conversación silenciosa está pasando, pero no quiero
escandalizarla, ni quiero avergonzar a Quinn. Así que simplemente lo sostengo
de la forma en que él me abraza, sin importarme una mierda quién nos vea.
¿Qué es lo peor que podría pasar sobre lo que ya ha pasado?
—Sabes... —Quinn parece sonreír mientras nos abrazamos—. Realmente me
gustaría que a ti también te gustaran los hombres.
Me echo a reír y lo empujo para que se aleje.
—Serías el único imbécil para mí.
Toca su pecho con la mano.

147
—Gracias, hermano. Realmente lo sentí aquí. —Toca su pecho y sigue riendo
mientras MB mira entre nosotros como si estuviera a punto de preguntar si hay
una historia entre nosotros.
No. No es el momento.
Suena el timbre.
—Ah, de vuelta al infierno. —Quinn le guiña un ojo a MB— ¿Quieres que te
lleve a clase, o necesitas quedarte a charlar?
MB se queda en silencio, y luego mira de mí a Quinn.
—¿Te gustan los chicos?
Con la delicadeza típica de Quinn, que hace que quiera darle un puñetazo en
la garganta, por cierto, la agarra y la atrae contra él, con su boca a centímetros
de la de ella.
—Me gustas tú.
—Te voy a matar después de clase —murmuro—. Deja de desordenar su
cabeza.
—Le gusta ser desordenada, creo. —Me sonríe— Sé amable.
—Nunca es amable —dice MB en mi defensa, manteniendo la cabeza alta.
—Sí. —Quinn asiente—. Soy consciente.
Mierda.
—Ve. —Pongo los ojos en blanco mientras la suelta y sale del baño de
hombres— ¿Y Quinn?
Mira por encima del hombro.
—¿Sí?
—Gracias.
—Pollas para siempre, bastardo, no es que lo haya olvidado.
—Tú eres el bastardo —señalo.
—Claro —dice y luego nos deja solos.
—Deberíamos... —Señalo hacia la puerta—. Ir a clase.
Los ojos de MB se estrechan.
—¿Me contarás la historia más tarde? ¿Lo prometes?
—¿Qué historia? —Pregunto haciéndome el tonto.
Ella me mira fijamente.
—Tú y tu pequeño club de pollas, ¿me la contarás luego?
Suspiro mientras suena la campana de aviso. 148
—No tiene un final feliz.
—Yo tampoco lo he tenido nunca. Creo que puedo lidiar con eso.
Mi corazón se aprieta al instante.
—Sí, sólo ve a clase, y olvídate de ello hasta que volvamos a casa, ¿de
acuerdo?
Ella asiente.
—¿De verdad estás bien?
—Lo estaré. —Empiezo a caminar hacia la puerta y la abro—. Además, tengo
una compañera de piso muy genial que le gusta comer quesadillas a altas horas
de la noche, así que creo que lo haré porque, ya sabes, es queso.
—Eso lo resuelve todo. —Ella cuelga la cabeza como si estuviera casi triste de
que este momento haya terminado.
La atraigo para darle un rápido abrazo. Tengo muchas ganas de besarla, pero
en lugar de eso, la abrazo durante unos segundos y la suelto, y luego, en un
movimiento tonto, le doy un beso en la parte superior de la cabeza antes de salir
corriendo.
Su suave jadeo lo dice todo.
Quiero darme la vuelta y correr hacia ella.
En lugar de eso, corro hacia la clase como si ella no fuera importante aunque
estemos en la misma; quiero protegerla y proteger egoístamente mi pasado.
Mis secretos me persiguen.
Y es curioso, yo he tenido una vida perfecta, la de ella ha sido una mierda, y
todavía estoy cien por ciento seguro de que si realmente lo supiera, se alejaría
de mí, como de Quinn.
Porque la historia siempre tiene una forma de repetirse.
¿Por qué tiene que gustarle a él también?
Me lo pregunto durante todo el camino hasta mi escritorio, luego la veo
sentada al otro lado de la habitación y niego con la cabeza, mi respuesta es obvia.
Porque, ¿cómo no le va a gustar?
Ella es como la luz del sol a pesar de haber nacido en la oscuridad, y cuando
todavía estás ahí, esperando la salvación, y el universo te da esta luz brillante,
harás cualquier cosa para tomarla.
Ella es mi luz.
149
Y creo que; desafortunadamente, ella es la suya también.
Mierda.
Mary-Belle

Siento que veo cosas que no están ahí. Por otra parte, me gustaría pensar que
soy más intuitiva que la mayoría. Es una cosa de auto-preservación cuando se
trata de protegerme y asegurarme de estar a salvo.
Y hay algo en la interacción entre Quinn y Ambrose que me hace preguntarme
qué pasó entre ellos y por qué esa horrible chica hizo que Ambrose entrara en
una crisis nerviosa.
Pienso en ello todo el día.
Estoy en clase de inglés cuando la veo de nuevo. Está delante con mi profesor.
El señor Decker.
La chica sonríe a todo el mundo como si acabara de ganar el título de reina 150
del baile o algo así. La fulmino con la mirada.
No me gusta.
No la respeto.
Y tengo ganas de apuñalarla con mi bolígrafo. Pero mantengo la calma cuando
lo único que quiero hacer es lanzarme hacia ella, tirar de su cabello y ver cuántos
mechones puedo juntar.
¿Quizás le haga un bonito collar lleno de cabello?
¿No sería muy dulce por mi parte?
Como la caridad.
Agarro el bolígrafo en mi mano y miro fijamente mi libro de inglés en un
intento de no cometer un asesinato e ir a la cárcel antes de la universidad.
¿Por qué estoy tan involucrada en esto?
¿En Ambrose?
¿Incluso Quinn?
Mi cerebro dice que es porque Ambrose es todo lo que tengo, pero mi corazón
dice un montón de cosas diferentes que me hacen desear tener un mejor amigo
con el que poder hablar.
Por supuesto, Quinn elige ese momento para llegar tarde a clase y se deja
caer en el pupitre de al lado con un plop.
—¿Crees que se dan cuenta de que llego tarde?
Sonrío.
—Ya has hecho bastante ruido.
—No puedo evitarlo. —Me guiña un ojo—. Soy ruidoso con todo y con todos.
Maldita sea.
Sus ojos se posan en mis labios antes de volver a mirarme.
Me aclaro la garganta.
—¿Te va bien entonces? ¿Ahora? ¿Hoy?
—Eh, la vida es la vida, y no me iría bien en la cárcel (soy demasiado sexy,
probablemente me follaría hasta el último centímetro de mi vida un tipo llamado
Butch). La boda incluiría un gato desnudo, nuestros dos perros de rescate, y una
banda de covers de Coldplay. Sería glorioso.
Me rio a carcajadas y tapo mi boca con mi mano, luego digo: 151
—Lo has pensado bien, ¿no?
—A diario. —Se ríe—. Pero quizá no Coldplay. Soy más del tipo BTS, suave
como la mantequilla y todo eso.
Pongo los ojos en blanco.
—Eres peligroso es lo que eres.
—Para tu corazón. —No dice nada—. De verdad, estoy conmovido. —Hace un
movimiento para golpearme con su lápiz.
—Alcanza mi mano y te apuñalo con mi lápiz.
—Maldita sea. —Se inclina hacia atrás en su asiento, todo relajado y con
aspecto frío, lo que es aún más molesto—. No eres divertida.
—Oh, soy muy divertida. Simplemente no puedo superar a esa chica de ahí
arriba sonriendo como si no acabara de destrozarte a ti y a Ambrose, y yo
tampoco duraría en la cárcel.
Hace una pausa, y puedo ver la vacilación en su rostro antes de recuperarse.
—Bien, pero ¿cuál sería el tema de tu boda? Quiero decir, eso es lo más
importante aquí...
Lo pienso durante un minuto mientras el señor Decker sigue zumbando y
hablando de la nueva ayuda del profesor del infierno y finalmente digo:
—Wildest Dreams de Taylor Swift.
Quinn mira al señor Decker para asegurarse de que asumo que no nos está
observando en la parte de atrás hablando, y luego susurra:
—¿Por qué esa canción?
—Porque... —Mordisqueo el extremo de mi bolígrafo y luego lo saco de mi
boca—. Es sobre su fantasía. Su fantasía con el chico perfecto, sólo para que la
realidad se rompa en el momento en que ambos vuelven al mundo real. Yo me
imagino mi vida así. Donde te ilusionas y disfrutas del momento todo lo que
puedes, y luego te aguantas cuando te das cuenta de que no es real.
El rostro de Quinn cae.
—¿Qué te hace pensar que no puedes tener eso como tu realidad?
—¿Qué te hace pensar que puedo?
—¿Tienes un espejo? Por no mencionar que, aunque tuviera que ponerte una

152
bolsa en la cabeza todos los días para poder mirarte sin vomitar, tienes la mejor
personalidad de todas.
Niego con la cabeza.
—Eres un idiota.
—Pero uno simpático. —Señala—. Me gusta la personalidad,
independientemente de la edad, el sexo, el género... —dice la última parte en voz
baja.
Inclino la cabeza hacia él.
—¿Has besado alguna vez a un chico?
—Una vez —dice—. Pero, juré que me llevaría esto a la tumba, él era súper,
súper malo en eso. Tuve que enseñarle a no meter la lengua en mi boca. Las
niñas son mucho más suaves.
—¿Lo somos ahora?
—Mucho. —Asiente.
Es tan extraño. Lo diferentes que son Ambrose y Quinn y, sin embargo, tienen
personalidades similares, casi como si a Quinn se le permitiera ser él mismo y a
Ambrose no.
Mi cuerpo se siente repentinamente pesado.
No me sorprende su confesión. Todo el mundo experimenta en la escuela
secundaria, ¿verdad? Recuerdo haber ido a un campamento raro, y los primeros
amigos que tuve y yo estábamos tan nerviosos por nuestro primer beso que
acabamos practicando el uno con el otro junto a la hoguera.
No fue nada raro.
Entonces, ¿por qué hacerlo raro ahora?
Tengo algunos buenos consejos.
Sonrío para mis adentros.
—¿Algo divertido, Mary-Belle? —El señor Decker pregunta desde el frente.
Mi cabeza se levanta de golpe.
—No, no, señor.
Gruñe, lo que hace con tanta frecuencia que comencé a contarlos durante el
último mes. La semana pasada gruñó diecisiete veces en cuarenta minutos. Creo
que es su tic nervioso o su tic molesto. Es completamente calvo, usa anteojos
diminutos y juro que usa el mismo traje todos los días, o tal vez es del tipo que
compra diez de la misma cosa para simplificar las cosas.
De cualquier manera, creo que odia su trabajo.
—Ahora —vuelve a gruñir el señor Decker. Y ese es el número tres—. Tessa
153
Andrew, después de terminar su carrera en la universidad comunitaria, se fue a
la Ivy League, y su agenda se despejó, así que será voluntaria aquí durante el
último mes de la escuela, obteniendo experiencia para su título, y haciendo un
trabajo para la escuela que se necesita desesperadamente. También será una de
las asistentes durante la escuela de verano, así que si eres una de las
desafortunadas personas que suspenden el último año, la tendrás a ella para
esperar.
Tessa suelta una risita y saluda con la mano.
—Hola chicos, como saben, solía ir a la escuela aquí. Terminé mis créditos
temprano y quería obtener mis créditos y poder graduarme de la universidad
incluso antes. La junta escolar estaba más que feliz de dejarme entrar, y estoy
muy emocionada de estar de regreso en mi alma mater.
Casi pongo los ojos en blanco. ¿No es así como llaman a tu antigua
universidad? ¿O es lo mismo con la escuela secundaria? En cualquier caso, me
molesta al instante.
Su lápiz labial rojo se ve manchado contra sus labios de esa manera perfecta
que hace que sus labios se vean húmedos pero llenos. Apostaría dinero a que si
intentara borrarlo, se quedaría.
Uf.
¿Ves? Irritante
¿Y por qué dejo que esto me moleste? No conozco su drama ni su historia;
todo lo que sé es que algo en ella está mal, y algo realmente pasó de lo que no sé
nada.
Miro al azar a Quinn.
Su mano está agarrando su lápiz con tanta fuerza que sus dedos se están
volviendo blancos, y su rostro parece relajado, pero puedo decir que algo no está
bien en él. Mientras Tessa y el señor Decker hablan, me inclino lentamente hasta
estar en su espacio personal y susurro.
—¿Estás bien?
Su mandíbula se aprieta más.
—No.
—¿Tengo que activar la alarma de incendios?
Ahora sonríe de verdad, liberando un poco la tensión de su rostro de
inspiración aristocrática. 154
—No creo que eso arregle esto.
Sigue sosteniendo el lápiz y empieza a golpearlo contra el escritorio una y otra
vez como si estuviera más que agitado, casi como si tuviera miedo.
—¿Qué cosa? —pregunto, tratando de distraerlo.
Él mira de mí a la parte delantera de la clase y luego de nuevo a mí.
—Un reinicio. ¿Tienes algún dispositivo de viaje en el tiempo en tu elegante
bolsa de ahí?
—Recién salido.
—Maldita sea. Y yo que era tan optimista.
—Parece ser el tema contigo, el optimismo. —Lanzo, luego sonrío—. Sabes,
está bien sentir cosas, pero nunca las sientas porque alguien te las imponga.
Elige estar triste, feliz, elige estar enfadado, pero no permitas que otro poder
haga esa elección por ti.
—Ah... —Su sonrisa es lenta—. ¿Así que fue una filósofa en otra vida?
—Está claro que lo fue porque es brillante. —Le guiño un ojo.
Deja de golpear su lápiz y me mira justo a tiempo para que Tessa pase entre
nuestros escritorios.
—¿Hay algo interesante aquí atrás?
Quinn vuelve a agarrar el lápiz con tanta fuerza que casi temo que vaya a
apuñalarla con él. Me mira, luego se echa hacia atrás y sonríe como si fuera un
día más.
—Lo siento, estaba coqueteando, ella es súper sexy, y hoy me puse rojo, así
que me sentía yo mismo. ¿Es un problema?
Sus fosas nasales se agitan.
—Presta atención en clase.
—Sí, señorita Tessa. —Sus piernas rebotan un poco, y me doy cuenta de que
no sólo está enfadado, sino que está aterrorizado—. Me aseguraré de prestar
mucha atención. Después de todo, los detalles lo son todo, ¿no estás de acuerdo?
Sus labios se abren, y luego se aleja de nosotros.
—Claro.
Estoy lista para preguntar qué acaba de pasar cuando el señor Decker
empieza a hablar de otro examen sorpresa. Cuando Tessa se detiene junto a mi
mesa, no sólo deja caer el papel sobre ella para que salga volando, sino que pisa 155
mi bolso.
Escucho un crujido y quiero llorar.
—¡Oh, lo siento! —Es tan falsa que me dan ganas de abofetearla mientras
recoge el bolso y lo pone en mi silla—. Recuerda que las bolsas van en las sillas,
no en el suelo. No queremos que se rompa nada.
Probablemente sea una bolsa de patatas fritas o mis gafas de sol que tengo
desde hace cinco años, una de las únicas cosas que conservé de mi madre
adoptiva favorita cuando las vi en Wal-Mart, y aunque parezca una tontería no
son Louis Vuitton así que a quién demonios le importa. A mí me importa.
Porque atesoro las cosas pequeñas.
Las cosas pequeñas son todo lo que tengo.
Y ella me quitó eso con una mirada y una huella en mi cartera de diseño.
Creo que, mirando hacia atrás, me reiría de que no me importara el bolso de
diseño, sino las gafas de sol que le costaron a mi madre adoptiva quizá cinco
dólares. Fueron mi primer par.
Temblando, agarro el bolso después de que paso por mi pupitre y empiece a
hablar con otros alumnos o a ayudar mientras el señor Decker da una
conferencia.
El bolso es de cuero crema, un precioso Prada. Meto mi mano en él y luego la
bajo. Me da miedo mirar dentro, así que me limito a palpar mientras intento
prestar atención. Quinn me observa desde la derecha como si no supiera qué
decir o cómo reaccionar. Está lidiando con sus propios demonios.
Mis manos golpean primero las patatas fritas, son buenas.
Y luego, alcanzan temblorosamente las gafas de sol negras.
Los cristales han desaparecido por completo de las gafas, pero ambos lados
están intactos, así que al menos podría ponérmelas si quisiera.
No hay protección contra el sol abrasador, no es que haya importado
realmente... Me he estado quemando toda mi vida, ¿qué son dos lentes? me digo
mientras agarro las gafas y las aprieto en la mano.
Quinn me arrebata la bolsa de las manos antes de que me dé cuenta de lo
que está pasando; mete la mano y saca las gafas de sol como si supiera.
Suavemente, deja las lentes sobre el escritorio y comienza a tratar de volver a
ponerlas en los anteojos.
—Está bien —digo.
—Estás temblando. —Su respuesta.
156
Muerdo mi labio para no llorar. Verlas en el escritorio me parece tan tonto,
tan estúpido, tan irritantemente infantil, pero quiero llorar.
Extraño mis veinticuatro horas con Ambrose.
Extraño la paz.
Extraño incluso mi bolsa de basura negra con todas mis pertenencias que a
nadie le importan.
Es mi tesoro.
Quinn empieza a ajustar meticulosamente las lentes y luego va a su mochila
y saca pegamento.
Frunzo el ceño.
—No vi eso en la lista de materiales de la clase.
—Porque son idiotas. —Mira a Tessa—. Claramente.
Trago las lágrimas mientras él trabaja como un cirujano, y luego vuelve a
poner las gafas suavemente en mi mesa.
Parecen normales.
No hay piezas rotas.
—Es una bruja.
—Nos violó —dice Quinn en voz baja como si hablara del tiempo.
Yo sigo.
—¿Acabas de decir...?
—Mary-Belle, ¿puedes dejar de distraer la clase? —El señor Decker vuelve a
suspirar, pero a mí me cuesta literalmente inhalar aire por la boca.
Violación.
¿Fue violado?
No. Él dijo nosotros.
Creo que no me muevo durante los siguientes veinte minutos, y cuando por
fin suena el timbre, Quinn pasa junto a mí como si no acabara de soltar una
bomba.
Corro tras él, pero es más rápido y lo pierdo entre la multitud de personas
que intentan llegar a su siguiente clase.

157
A nosotros.
Dijo nosotros.
Finalmente dejo de perseguirlo y miro hacia arriba.
Es Ambrose, su rostro sigue pálida, y Tessa está de pie justo delante de él.
Ni siquiera pienso. Simplemente corro hacia él, aprieto mi boca contra la suya
apartándola de su camino, y casi me derrumbo contra él cuando me devuelve el
beso, no con pasión ni tensión sexual ni siquiera con furia.
Sino de alivio.
Ambrose

—Veo que has hecho ejercicio. — Tessa se apoya en mi casillero como si fuera
dueña del espacio, y cada vez me resulta más difícil respirar, lo peor es que ella
lo sabe. Ella sabe cómo me afecta.
La excita, y la odio por eso. El sudor comienza a acumularse en mis sienes
por sí solo; la gente está viendo esto, viendo al tipo perfecto entrar en pánico,
viendo al fuerte romperse.
Y ella quiere ser la que rompa.
Es lo que le gusta.

158
Algunos dirían que es su perversión: piezas rotas que puede reorganizar y
guardar para su propio placer enfermizo.
Me digo a mí mismo que todo va a salir bien, que el timbre sonará y que me
iré a mi próxima clase, dejando a Satanás detrás de mí, pero los segundos pasan
tan lentamente que parecen una eternidad. Ella se acerca. Lleva el mismo
perfume dulce de mis pesadillas, el mismo perfume. No sé cómo se llama, pero
sí sé que la última vez que estuve en la sección de perfumes, no sólo corrí al
baño a vomitar, sino que tuve un ataque de pánico y luego tuve que mentir a mis
padres y decir que tenía gripe.
Tessa extiende su mano; sus inocentes uñas rosas me rozan el brazo cuando
me toca.
Odio lo asustado que me siento, lo inseguro, lo estúpido, pero sobre todo, lo
avergonzado que me sentí cuando me enseñó el vídeo.
—Chicos... —Tessa se rio—. Tranquilos, no es para tanto; Quiero decir, podría
terminar siendo un gran problema, supongo. —Se ríe más fuerte mientras Quinn y
yo empezamos a darnos cuenta.
La habitación es un completo desastre.
Huele a sexo y sudor. Me palpita la cabeza y tengo la boca tan seca que apenas
puedo lamerme los labios. Miro y veo a Quinn desnudo en el suelo, sosteniendo su
cabeza entre sus manos, probablemente tratando de asegurarse de que su cabeza
permanezca en su lugar ya que duele tanto como la mía.
—¿Qué demonios? —murmuro—. ¿Qué sucedió?
—Mucho. —Tessa parece que acaba de salir a correr, está en pantalones cortos
y un sujetador deportivo rosa, y tiene su teléfono fuera, mostrándome su
pantalla—. ¿Quieres ver?
—¿Eh? —Agarro el teléfono.
Miro, Quinn se levanta y mira por encima de mi hombro, y cuando no puedo
soportarlo más, cuando no puedo soportar lo que estoy viendo, corro al baño y
vomito todo lo que he comido y bebido. Las últimas veinticuatro horas solo para
que Quinn me siguiera allí e hiciera lo mismo en el fregadero.
—¡Relájate! —grita ella—. No es como si fuera a compartirlo.
El sonido del vómito de Quinn me hace vomitar aún más fuerte, y luego estoy
sentado en el piso del baño, con lágrimas corriendo por mi rostro.
Mi papá me va a matar.
Nos va a matar a los dos.
Tenía un presentimiento extraño sobre la fiesta, pero nunca supe que llegaría 159
a esto o que ella llegaría tan lejos. ¿Y por qué motivo? ¿Su propio disfrute
enfermizo?
—¿Qué quieres? —pregunto finalmente mientras se dirige al baño y me tira una
toalla al rostro.
Tessa se inclina y sonríe.
—Seguro.
Todavía estoy frunciendo el ceño cuando ella se va. Quinn ni siquiera puede
mirarme a los ojos... No lo culpo, es muy incómodo, y si no hubiera visto lo que vi,
nunca hubiera creído que sucedió.
Todo lo que recuerdo es estar caliente y cachondo.
Eso es todo.
—Hermano —empiezo.
—Ahora no —dice rápidamente—. Ni siquiera puedo… no puedo procesarlo
ahora mismo. Vayamos a casa, duchémonos y encontremos una manera de
eliminar el video de su teléfono por cualquier medio que sea necesario.
—Entonces... —Tessa me empuja hacia la taquilla, sacándome del doloroso
recuerdo. No sé qué hacer, juro que tengo estrés postraumático por ella. Ese
momento definió nuestra relación con ella, o la falta de ella, acabó arruinando
nuestra amistad, acabó destruyéndonos, y ahora ha vuelto, y estoy petrificado y
lleno de rabia a la vez—. ¿Quieres salir? ¿Hablar de los viejos tiempos?
Estoy a punto de decir algo como “quiero estrangularte” cuando MB entra
rápidamente y me da un beso. Ni siquiera tengo tiempo de reaccionar, y entonces
lo hago. Le devuelvo el beso con tanta fuerza que se diría que es el trabajo de mi
vida, el objetivo de mi vida.
Está encima de mí, su lengua se introduce tanto en mi boca que tengo que
abrirla más para aceptarla. Mis manos están de repente en su culo, y entonces
todo ha terminado. Sé que se acabó porque todo el mundo lo vio.
Y estoy viviendo con ella.
Y esto es un verdadero desastre, pero no me importa porque ella no pensó en
el qué dirán. Ella pensó en mí.
Así que cuando se retira, la atraigo de nuevo y la beso una y otra vez hasta
que Tessa finalmente se aleja, con sus tacones golpeando el suelo de baldosas.
Cuando dejamos de besarnos, MB me mira con ojos grandes.
—Ups.
160
—Sabes, eres muy mala para seguir las órdenes y las reglas de la nevera.
Su sonrisa es amplia cuando responde.
—Lo siento, tenía hambre.
Ella me besa de nuevo, y ahora es como si ninguno de los dos pudiera parar,
estoy seguro de que la gente tiene teléfonos grabando, y todo lo que sigo
pensando es, bueno, si nos vamos a quemar en el infierno, destruir la reputación
de mi familia, y cenar con Satanás, también puede hacerlo oficial.
Alcanzo su trasero y me muevo contra ella, luego la lanzo contra el casillero.
Seguimos besándonos hasta que un profesor empieza a gritarnos.
Y luego, ambos hacemos contacto visual y nos reímos.
Mary-Belle

El mundo no se ha acabado. Eso es lo único que sigo repitiendo en mi cabeza


mientras Ambrose me lleva a casa con Quinn en el asiento trasero golpeando su
cabeza contra la ventana como si eso fuera a mejorar todo.
Lo único que hizo falta fue que Quinn viera el beso y luego viera a Tessa
alejarse para que entrara en acción.
Quiero decir, activar la alarma contra incendios probablemente no fue la
mejor idea del mundo, pero nadie lo atrapó, y causó mucho más drama en la
escuela que unas pocas personas en el pasillo al vernos besarnos.
Los rumores no se han extendido, todavía.
Estoy segura de que lo harán, pero hasta entonces, estamos a salvo y no 161
necesito cambiar mi identidad y mudarme a un país extranjero. Además, la gente
se besa todo el tiempo en la escuela secundaria, no puede significar nada.
¿Verdad?
Ambrose se apartó del beso y frunció el ceño por el pasillo, solo para ver a
Quinn desanimarlo y desaparecer.
Aparentemente, esa era toda la invitación que necesitaba para invitar a Quinn
a hacer un plan de ataque sobre Tessa.
Todavía estoy confundida acerca de cómo dos atletas de dieciocho años con
más músculos que ella en su dedo meñique se sienten intimidados por ella, pero
también sé que las mujeres manipuladoras pueden ser aterradoras.
—¿La querías? —Rompo el silencio.
Ambrose frena de golpe en el semáforo en rojo.
—Lo siento.
La cabeza de Quinn se golpea contra el asiento delantero.
—¡Mierda, una advertencia la próxima vez!
—Lo siento, sólo me sorprendió.
Quinn empieza a frotarse la parte delantera de la frente.
—Maldita sea, va a salirme un moretón.
—Se quita con facilidad. —Ambrose vuelve a pisar el acelerador, arrojando a
Quinn contra su asiento—. ¿Cómo está la cabeza?
—Te odio —refunfuña Quinn—. No estás en la NASCAR 5, hermano.
—Pero podría estar. —Ambrose sonríe.
—Te estrellarías contra un muro durante la primera vuelta y harías boom,
pero claro, todo el mundo necesita un sueño.
—Alguien está de mal humor. —Ambrose debe encontrar la alegría en ello.
Quinn pone los ojos en blanco.
—Sí, bueno, Satanás se levantó del infierno y decidió unirse a nosotros en el
segundo infierno, y hoy no pude besar a una chica sexy, así que perdóname por
estar de mal humor.
—Aw, crees que soy sexy.
Me burlo.

162
Ambrose gruñe.
—No es el momento.
—¿Eres muy posesivo con tu hermana adoptiva? —Quinn sonríe a Ambrose
a través del espejo retrovisor.
Ambrose le devuelve la mirada.
Quinn levanta las manos en señal de rendición.
—Vaya, es peor de lo que pensaba.
—¿Qué quieres decir? —pregunto.
Quinn guarda silencio y luego.
—Oh, nada, solo que conozco a Ambrose mejor de lo que él se conoce a sí
mismo, y solemos tener el mismo... apetito. —Trago saliva con nerviosismo—. Es
decir, a los dos nos gusta la pizza y el yogur. Deja de asustarte. —Me guiña un
ojo.

5 Categoría automovilística más comercial y popular de los Estados Unidos, y la competición


de stock cars más importante del mundo
Mentira. Se refería a mí. Puedo verlo en la forma en que me mira de arriba a
abajo como si me eligiera a mí antes que a la pizza cualquier día.
Ambrose extiende la mano como si fuera a agarrarme, pero la retira y cierra
el puño en su regazo mientras mantiene la otra en el volante.
La tensión es palpable en ese costoso auto deportivo. Finalmente, llegamos a
la casa y entramos.
Me siento sola, incluso con dos personas. Creo que preferiría un apartamento
de mierda que se sintiera como un hogar en lugar de una mansión que se sintiera
como un museo.
Los chicos vuelven a estar callados mientras agarramos las mochilas y
entramos en la casa. Ambrose pone la suya en el suelo junto a la puerta como si
no tuviera intención de hacer los deberes hoy, y Quinn hace lo mismo como si
hubieran hecho esto un millón de veces en esta casa. De repente me siento casi
como si fuera la tercera en discordia, aunque sé que la tensión entre ellos sigue
siendo súper densa.
No puedo superar lo que Quinn dijo antes, y el hecho de que Ambrose no
hable de nada de eso me hace sentir muy incómoda, ¿cuánto tiempo puedes
mantener ese tipo de pesadez dentro de tu alma hasta que te rompas?

163
Las palabras podrían hacerlo real, pero las palabras desaparecen
instantáneamente una vez que salen al mundo. Cuanto más las mantienes
dentro, más grandes se vuelven.
Al menos, esa es mi experiencia.
Ambrose toma una botella de agua de la nevera, la cierra de golpe, la golpea
y me la arroja.
—¿Quieres un poco?
Lo atrapo en el aire, luego lo lanzo hacia atrás.
—Estoy bien, así que um... ¿Deberíamos hablar de por qué todo era caótico
en la escuela?
—No. —Dicen los dos al unísono.
Tamborileo mis dedos sobre la encimera blanca.
—Entonces, ¿qué dijiste después de clase, Quinn?
—¿Qué? —Ambrose se pone de pie en lugar de apoyarse en la encimera—.
¿Qué le dijiste?
—Déjalo. —Quinn rechina los dientes al verme.
—¡Qué mierda has dicho! —grita Ambrose.
Quinn da una patada al taburete que tiene delante.
—¡Simplemente salió, bien!
—¡Mierda! —Ambrose lanza la botella de agua a Quinn, que es lo
suficientemente inteligente como para agacharse justo a tiempo, sólo para volver
a levantarse y cargar contra Ambrose empujándolo contra la nevera.
—¡No es asunto tuyo! — Quinn golpea el rostro de Ambrose, pero éste bloquea
el golpe.
Ambrose agarra a Quinn por la camisa y le da un puñetazo en el estómago.
—Qué. —Puñetazo—. Mierda. —Puñetazo—. Le. —Puñetazo—. Dijiste.
—¡QUE FUIMOS VIOLADOS! —grita Quinn—. ¿Eso es lo que quieres que
admita? ¿Debo gritarlo más fuerte para que los vecinos nos escuchen?
Ambrose pierde el equilibrio y se derrumba en el suelo. No levanta la vista
hacia mí, y Quinn tampoco me mira.
—Debería irme —dice Quinn una vez que Ambrose tiene las manos cubriendo
su cabeza.
—No, quédate. —Ambrose se levanta—. Yo me voy.
—No —grito—. Nadie va a salir de esta casa hasta que hablemos de esto. 164
—Bueno... —Ambrose comienza a alejarse—, ...menos mal que es una casa
grande.
Los ojos de Quinn se cierran por un breve momento. Me acerco a él y pongo
mi mano sobre la suya mientras se apoya en la encimera, con sus dedos blancos.
—¿Quinn? —Me acerco a él.
Se aparta bruscamente de la encimera y se gira hacia mí, con los ojos
encendidos.
—Iré a nadar. ¿Quieres venir?
—¿Piensas nadar conmigo o ahogarme?
—Depende, ¿vas a volver a preguntármelo delante de Ambrose?
Niego con la cabeza.
—Entonces lo más probable es que nade contigo.
—¿Lo más probable?
—Mierda. —Él lanza sus manos en el aire—. Es todo lo que tengo en este
momento, ¿de acuerdo?
No es exactamente reconfortante, pero aun así lo sigo hasta la piscina.
Y cuando empieza a desnudarse y salta a la piscina sin ropa, dudo.
Ambrose está justo arriba.
Su relación ya está en un terreno pedregoso, así que me siento cerca de la
parte menos profunda en la cornisa y dejo caer los pies en el agua.
—¿Miedo a un poco de polla? —bromea Quinn, nadando hacia mí.
—¿Yo? Nunca. Sólo pensé que debía salvarte la vida.
Frunce el ceño.
Vuelvo a señalar la casa.
—Serías tú el que se ahogaría.
—La desnudez es natural. —Nada hacia las escaleras y luego se pone de pie,
completamente erguido, sus ojos se clavan en los míos—. ¿Ves? No hay nada
raro en estar desnudo.
—Sí, pero hay algo extraño en que te excite ese unicornio que flota detrás de
ti. —Bromeo, con la boca seca mientras trato de mirar a cualquier lado menos
debajo de su pecho.
Es como un dios griego, y siempre he odiado esa comparación, pero en
realidad, donde Ambrose es más voluminoso, Quinn es delgado, tiene el cuerpo
de un corredor y no tiene miedo de mostrarlo.
165
¿Por qué todos los chicos problemáticos andan por ahí con la V perfecta?
Mierda, miré.
Levanto mis ojos de nuevo, odiando que mi estómago se sienta raro, mi
corazón se salta unos latidos extra.
Son solo hormonas.
Y el calor.
Da un paso adelante, luego otro. Me apoyo en mis manos y mantengo mis
ojos fijos en los suyos.
—¿Necesitas algo?
Juro que está ardiendo ahora mismo.
—Claramente... —Él baja la mirada—. Yo sí.
—No soy una prostituta, Quinn. Claro, puedes pagar a alguien para que se
ocupe de eso por ti o incluso usar tu propia mano.
—Tienen demasiadas ampollas. —Bromea.
—Seguro que sí.
Se inclina hasta que su rostro está a centímetros del mío.
—Sabes, para alguien a quien parece gustarle Ambrose, seguro que te
sonrojas mucho.
—Cualquier chica lo haría.
Parece que no me cree, y yo sueno como si no me creyera. Es un problema.
Los ojos de Quinn se dirigen a mi boca antes de sonreír y susurrar:
—En tres, dos, uno...
—¡Ponte algo de ropa, Quinn! —grita Ambrose, y luego se sumerge en el agua
y aleja a Quinn de mí, luego lo empuja más profundo.
Realmente creo que Quinn podría morir cuando Ambrose finalmente lo deja
salir a tomar aire.
—Menos mal que era nadador. —Está jadeando—. Sabía que estarías
mirando. Gracias por acompañarnos.
—¡Polla! —Ambrose lo salpica—. En serio, qué imbécil.
—Pues sí, es una polla gloriosa, gracias, ¿qué te parece, Mary-Belle?

166
Yo sólo niego con la cabeza.
—¿Que ambos están locos y deberían dejar de hablar de sus penes como
trofeos?
—No necesito hablar de la mía para que sepas lo mucho que la atesoro. —
Ambrose me guiña un ojo.
Siento que mis mejillas se calientan y miro hacia otro lado.
Sí, sería imposible olvidar algo de lo que pasó entre nosotros, y ese beso de
hoy no ayudó.
El agua salpica de repente mi uniforme.
—¡Eh! —grito.
Ambos tipos tienen esa mirada en sus ojos que dice que estás a punto de ser
derribado. El cambio repentino en Ambrose es bienvenido, pero también extraño,
extraño que solo Quinn sepa cómo llevarlo a cabo, cómo recuperar el Ambrose
del que me enamoré.
—No. —Empiezo a levantarme, pero es demasiado tarde. Ambrose se acerca
a mí mientras Quinn se ríe, y yo me caigo en el agua fría, con ropa y todo.
Cuando llego a la superficie, Ambrose está delante de mí y Quinn a un lado.
—Deberías quitarte la chaqueta. —Los labios de Ambrose parecen casi
hinchados, como si hubiera estado mordiéndolos. Alcanza mi chaqueta y me la
quita, dejándome sólo con una camisa blanca, ahora transparente, abotonada.
—Esto también —añade Quinn—. Creo que necesita ayuda, Ambrose.
Llevo uno de esos sostenes blancos de encaje caros con un nombre que no
puedo pronunciar. Estoy flotando en el agua con una mano, tratando de
desabrochar los botones con la otra, cuando Ambrose se acerca y, uno por uno,
desabrocha los botones. Sus manos son cálidas alrededor de mi cintura, tira del
brazo derecho, luego el izquierdo libre hasta que estoy en nada más que una
falda y, gracias a Dios, mis pantalones cortos negros de chica, ropa interior
normal. Mi sostén flota a nuestro lado. ¿Qué diablos está pasando en el infierno
siempre amoroso?
Ahora estoy pegada a él; al menos lleva bañador. Intento que no me entre el
pánico de que Quinn esté siendo un cretino y observando todo esto o de que esté
sola con estos dos magnéticos hombres cuando siento las yemas de los dedos en
la parte baja de mi espalda, un botón se desabrocha, luego una cremallera y
después mi falda está completamente quitada.
Pero las manos de Ambrose no se han movido.
—Lo siento —escucho la voz de Quinn detrás de mí—. Yo también quería un
trofeo de participación. 167
—El tipo no ha ganado nada en su vida. —El tono de Ambrose es burlón, pero
siento que se produce una reacción física. De repente está duro como el acero
contra mí, y me pregunto si voy a salir de esa piscina con mi orgullo intacto.
—Y en ese sentido... —Quinn se ríe torpemente—…creo que regresaré a la
casa y buscaré mi propio refrigerio…
Lo escucho salir de la piscina.
Mis oídos están zumbando, y todo mi cuerpo se siente como un cable vivo
mientras los ojos de Ambrose leen los míos.
—Rompimos muchas reglas hoy. —Se corrige a sí mismo—. Rompiste muchas
reglas.
—¿Vas a castigarme entonces? —Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello.
Él gime.
—Depende.
—¿De qué? —Me muero por estar así de cerca de él otra vez, con todos los
recuerdos de nuestros tiempos flotando entre nuestros cuerpos mojados.
—¿Lo harás de nuevo?
—No puedo prometer nada.
—Bien. —Sus labios rozan los míos—. Yo tampoco puedo.

168
Ambrose

Estoy rompiendo todas las reglas de mi madre, todas mis reglas, todas las
reglas que MB y yo establecimos en ese maldito refrigerador y algunas más.
Pero cuando alguien sabe tan bien, tan bien, y estás presionado contra su
cuerpo húmedo en una piscina, ¿qué otra opción tienes realmente sino
zambullirte de cabeza?
Su boca se abre para mí de forma tan hermosa, aunque sé que estoy siendo
demasiado agresivo, demasiado necesitado, lo que no es propio de mí.
Normalmente soy la calma que precede a la tormenta, pero esta chica me hace
perder toda la calma que hay en mí. Agarro su trasero con mis manos y la
presiono con fuerza contra el borde de la piscina.
Ella mueve sus caderas contra mí perezosamente, haciéndome sentir como si
169
estuviera viendo estrellas explotar ante mis ojos y dentro de mi cuerpo.
Puedo sentir el calor entre sus muslos con mi única mano; su ropa interior
empapada es la única barrera que tenemos. La empujo a un lado y deslizo mi
dedo hasta el fondo. Su cabeza cae hacia atrás, golpeando el concreto, su cabello
pegado a su rostro, labios entreabiertos, hermosa.
—¿Te sientes bien? —Engancho el dedo y lo saco. Se retuerce sobre mí y
desata la parte delantera de mis pantalones cortos. Me los quito de una patada.
¿Qué estamos haciendo? Quiero decir, realmente, ¿qué estamos haciendo?
La frase se repite en mi cabeza cuando ella me agarra y de nuevo cuando tiro
de su ropa interior para que se una a mis calzoncillos flotantes.
Esto es una completa locura.
Ni siquiera somos amigos, ¿verdad?
Sólo somos... compañeros de piso.
Compañeros de piso.
Solitarios, necesitados.
Mucho más.
Ella me hace olvidar el pasillo y encontrar consuelo y calor en su beso.
La agarro por las caderas y le doy otro beso en el cuello, luego deslizo mi boca
hacia su oreja.
—¿Quieres esto?
—A veces necesitas más de lo que quieres.
Me rio.
—En otra vida torturaste a los hombres, estoy seguro.
—¿No puedo torturarte en esta?
—Si te digo por favor, ¿hasta dónde vas a llegar? —Pellizco su nariz con mis
dientes y la beso de nuevo. El agua flota junto a nuestras orejas mientras intento
mantenernos inmovilizados contra la pared.
—Por favor —gruño entre besos—. Por favor... por favor...
Un fuerte aplauso nos separa. Al principio, creo que mi madre está en casa y
que está a punto de enterrar nuestros cuerpos junto al primer árbol que
encuentre. En cambio, es Quinn, que mira hacia otro lado pero señala la casa.
—Tal vez quieras apagar el Wi-Fi de las cámaras o algo… tu mamá puede ver 170
toda esa mierda cuando llega a casa.
Casi resoplo, sí claro.
—Sí, ella te enterrará debajo del roble. —Es como si pudiera leer mi mente.
Los mejores amigos nunca olvidan, supongo.
El ambiente se ha roto. Quinn está claramente tratando de mirar a cualquier
parte menos a una MB desnuda, y de repente vuelvo a la realidad de dormir con
mi hermana adoptiva técnica en la piscina de mi familia, donde los vecinos
pueden ver fácilmente si vuelan un dron, sin mencionar las cámaras que podrían
ser hackeadas.
No debería importarme, pero de repente me importa.
¿Qué diría mi padre? ¿Qué estoy con esta chica, la que lo vio por última vez?
Es un sentimiento conflictivo, uno que odio porque cuando ella está en mis
brazos, no pienso en el dolor de perderlo o en la traición en sus ojos ese día
cuando dijo que estaba tratando de salvarme sólo para matarlo.
Ataque al corazón.
Todavía no sé las palabras que le dijo, no quiero saber, pero sí sé que cuando
la acorralan, ella no es de las que retroceden, lo que significa que debe haber
sido duro, debe haber sido malo, y no puedo soportar pensar en mi papá en sus
últimos momentos abofeteándome o siendo todo menos estricto con buenas
intenciones.
—Heeeeey. —Quinn me hace un gesto con la mano.
—Sí, um... —Vuelvo a nadar, dejando a MB allí flotando junto a la pared, con
el dolor grabado en sus ojos—. Quinn, ¿puedes traernos unas toallas?
—Claro. —Se aleja corriendo.
Miro a MB y niego con la cabeza con tristeza.
Ella asiente como si lo entendiera, pero ninguno de los dos quiere que esto
acabe así. Quiero besos en el pasillo, sexo en la piscina y alguien con quien reír.
Sólo quiero a alguien como ella, alguien que no me destruya a mí ni a nadie
de mi entorno.
Puedo confiar en ella, creo.
Ella se preocupa por mí, lo sé.
Pero, ¿qué sucede cuando todos se enteran? Ya era bastante malo que nos

171
besáramos en la escuela, y sé que no puedo dejar de empujar los límites cada
vez que estamos juntos. Lo que es peor, qué sucede si Tessa lanza algo, y ahora
todos nos ven a mí y a MB pasando el rato con Quinn.
Asumirán lo peor.
Todo el mundo lo hará.
Nuestro secreto saldría a la luz.
Mi pasado podría dañar permanentemente el nombre de la familia.
Y MB sería destruida en el proceso.
Quinn me tira las toallas cuando salgo de la piscina. Sostengo una para
proteger a MB. Rápidamente la agarra, desviando la mirada como si
estuviéramos en problemas. Agarro el otro y me seco muy rápido mientras Quinn
mira a todos lados menos a nosotros.
Finalmente, se aclara la garganta y se balancea sobre sus talones.
—Entonces, ¿pizza?
—¡Sí! —grita MB al mismo tiempo que yo—. Claro.
—Bien, porque ya la pedí. —Quinn sonríe—. Vamos a la sala de cine y
olvidemos que los encontré a ambos dando vueltas uno sobre el otro y comamos.
—Frunce el ceño—. Sonaba mejor en mi cabeza.
—¿Pero lo hizo? ¿Estás seguro? —Le pregunto.
Pone los ojos en blanco y se echa su largo cabello hacia atrás con una mano.
—Vamos. Ya debería estar aquí.
MB está temblando a mi lado a pesar de que tiene la toalla bien envuelta
alrededor de su cuerpo. Con torpeza, alcanza parte de su uniforme que aún flota
en la piscina.
—Vamos. —No quiero gruñir. Intento suavizar un poco mi voz—. Quiero decir,
agarraré todo, estás desnuda… no te preocupes por eso, lavaré tu uniforme en
seco, puedes usar el otro mañana.
Ella asiente, con la incertidumbre en sus ojos, me mata. Se gira y camina
hacia Quinn, el imbécil que se da cuenta de que tiene frío, y envuelve su brazo
alrededor de ella, acercándola.
El hecho de que tenga las pelotas de tocarla, sabiendo que fui el último en
probarla, es tan jodidamente agravante. Vuelvo a preguntarme si podría ahogarlo
en la piscina.
Saco la ropa empapada de la piscina, la escurro y la pongo en una de las
sillas, y luego envío un mensaje de texto a una de la servidumbre que viene dos
172
veces por semana. La mayoría de las veces, la veía más a ella que a mi propia
madre después de la escuela.
Le digo que necesitamos algunas cosas para lavar en seco y luego le pido que
nos traiga un Starbucks por la mañana. Ella es una anciana jubilada que
comenzó a trabajar para nosotros porque estaba aburrida después de dejar la
empresa de mi padre y no tiene nietos, así que me gustaría pensar que al menos
ganó uno, aunque a menudo me dice que soy un grano en el culo...
Señorita Mable: Ohhhh, ¿y un pedido de Starbucks, señor? ¿Así es como te
llamo ahora?
Sonrío mirando mi teléfono. Se convirtió en su apodo después de que
empezara a ver esa serie y a quedarse dormida, aunque su nombre es Eva.
Yo: Sí que suena bien.
Señorita Mable: Déjate de tonterías... y te traeré tu maldito Starbucks. Sólo
recuerda poner la ropa en el cesto, no en el suelo, ni en el fregadero, ni colgada de
un árbol para tu diversión.
Yo: Eso ha sido divertidísimo, y lo sabes.
Señorita Mable: Sí, todavía me rio. ¿Ha llegado ya tu madre a casa?
Trago el nudo en mi garganta.
Yo: No, pero ha estado en contacto.
Sé que puede leer mis mentiras. Puede leer casi todo.
Señorita Mable: ¿Necesitas que te traiga la cena?
Yo: Quinn pidió pizza.

Mierda. No debí haber mencionado a Quinn.


La veo escribiendo, luego borrando y luego escribiendo de nuevo

Señorita. Mable: ... ¿tú Quinn?

Todo mi cuerpo se congela.

173
Yo: Sí.
Señorita Mable: el extraño con el que tu padre te prohibió volver a hablar, ese
Quinn
Yo: Correcto.
Señorita. Mable: Bien por ti.

Casi se me cae el teléfono. ¿Habla en serio?

Señorita. Mable: ¿Hay alguna razón por la que se reconciliaron?


Yo: Varias en realidad, la principal es que... la perra está de vuelta, en nuestra
escuela, como ayuda a la enseñanza.
Señorita. Mable: Voy a llamar al director ahora mismo.
Yo: No, no lo hagas. Tiene demasiado sobre nosotros, y ahora que papá no
está, ni siquiera sé cómo empezar el recurso legal, le pagamos. No tenemos
pruebas de ello, y aunque las tuviéramos, no puedo entrar en su despacho, todavía
no. Simplemente no pinches el oso. Nos graduamos en menos de un mes. Va a
estar bien.
Tiene que estarlo, ¿verdad? Miro la casa gigante. Papá se revolcaría en su
tumba si supiera que se está desenterrando el pasado. Me pregunto qué haría.
¿Pagarle de nuevo? ¿Es eso lo que quiere o espera? ¿O de alguna manera quiere
tratar de hincarme el diente para que la cuide el resto de su vida?

—Mira, Ambrose, eres sexy, pero sabes que la verdadera razón por la que salí
contigo fue para no tener que ir a la universidad; además', Quinn también es rico
e igual de guapo, además su familia no sabe de nuestro pequeño… momento. Es
mejor así, lo elijo a él y no quiere volver a hablar contigo nunca más.
—¡Eres una perra! —grito.
—Oye... —Quinn se interpone entre nosotros mientras discutimos en el
pasillo—. Baja la voz.
—No me digas lo que tengo que hacer —le gruño.
Y de repente, estamos pecho con pecho, sus ojos son salvajes. ¿Qué tipo de
mierda tiene ella sobre él que de repente está peleando conmigo después de todo
lo que pasó?
Y ahora están juntos. 174
Tessa brilla y agarra su brazo.
—Vamos, cariño, él no vale la pena.
—Lo sé. —Quinn se burla—. Ahora lo sé.
—¿Y qué? —digo en voz baja, justo cuando mi teléfono vibra en mi mano con
un mensaje de Tessa.
Es una foto de Quinn de hace unos años, con otro chico inclinado hacia él con
una sonrisa en el rostro. El pie de foto dice: No estoy segura de lo que está pasando
aquí, pero ¿qué clase de amigo es Ambrose que sacaría a su chico así?
—¡Mierda! —Grito—. ¡Nunca envié esta foto!
La gente a mi alrededor parece temer que vaya a gritar de nuevo. Por suerte,
Tessa ya había destruido su reputación, y como la mía estaba impoluta, nadie la
creyó realmente, nadie más que el que necesitaba para creerme.

Lo que sea que hubo una vez se rompió ese día, ella lo rompió usándome a
mí cada vez, y yo no tenía ni idea hasta que salió de la escuela.
Gaslighting en su mejor momento, supongo.

Señorita. Mable: Sólo ten cuidado. Voy a comprobar más.


Yo: Gracias.

—¡Oye! —Quinn abre la puerta trasera—. ¿Vienes o qué? La pizza se está


enfriando. También he encontrado una mierda de cerveza que hay que beber.
—Y algunas cosas nunca cambian —digo en voz baja mientras agarro el
teléfono y corro por el césped hacia la casa. El aire acondicionado está a tope, lo
que hace que mi polla se sienta diez tallas más pequeñas.
—¿Dónde está MB?
—Todavía cambiándose. —El imbécil camina sin plato y masticando pizza
como si no hubiera comido en todo el día—. Quería una sudadera.
—Entiendo. —Me estremezco—. Voy a agarrar una después de meterme en la
ducha muy rápido, luego bajaré. Nos vemos en la sala de cine.
—Sí. —Con la boca llena, me hace un gesto con la pizza y camina en dirección
contraria.
Subo las escaleras de dos en dos y casi choco con MB al bajar. 175
Alcanzo su brazo. Lleva una de mis sudaderas; se ve tan malditamente bien
en ella.
—Eres una pequeña ladrona de ropa.
Se coloca el cabello mojado detrás de su oreja.
—La tuya huele mejor que la mía.
Gimo.
—Siento discrepar.
Ella frunce la nariz.
—Llevar mi tanga es un poco exagerado incluso para ti, Ambrose.
Mi sonrisa se extiende tanto que mi rostro duele.
—Maldita sea, he arruinado esa divertida sorpresa.
Retira el brazo y se frota el punto que he tocado. Me inclino y le doy un beso
en la mejilla derecha.
—Lo siento, no he podido evitarlo.
Su respuesta es acariciar mi pezón.
—Lo siento, no he podido evitarlo. ¿Tienes un poco de frío? —Ella mira hacia
abajo.
—Sé cómo entrar en calor.
—Esta vez no. —Sus ojos están tristes.
Me acerco a ella hasta que la aprieto contra la barandilla de la escalera, y su
respiración se acelera. Mis labios rozan su frente, una, dos veces. Me alejo y no
miro atrás.
Cuando estoy en el cuarto de baño, con la puerta cerrada, me quedo
mirándome en el espejo y me pregunto en qué se equivocó todo y cómo hacerlo
bien de nuevo.

176
Mary-Belle

El cálido olor a Ambrose que me inunda casi se apodera de mis sentidos


cuando entro en la sala de cine. Quinn ya se ha terminado una cerveza y está
abriendo la segunda, y parece probablemente el más relajado que he visto en
todo el día.
—Le agregaste piña a uno, ¿verdad? —Me inclino hacia la barra donde está
Quinn con tres cajas y las bebidas.
Parpadea y vuelve a parpadear.
—Pues claro, lo agregué a la que lleva anchoas picadas, yummmmmm.

177
—¡Me gustan las anchoas!
—¡Tienen cabello!
Le doy un golpe en el hombro.
—¡Claro que no tienen! ¡Eso es lo que parecen! Es normal.
—Nada de un pez diminuto en una pizza es normal, Mary-Belle,
absolutamente nada. No es un manjar, es una tragedia, como comer spam
directamente de la lata con una cuchara.
Arrugo la nariz.
—Tú cocinas pura basura.
Se estremece.
—Algunos lo hacen. Otros, en cambio, no.
—Ewwww.
—Sin embargo, el atún lo puedo aceptar. —Guiña un ojo—. Hay algo en el
sabor que...
Pellizco su oreja y la retuerzo.
—¡Ay, ay, ay, ay! —Sigo girando—. ¡No estaba siendo sucio! No lo estaba
haciendo. Realmente me gusta el atún.
—De hecho, le gusta el atún —dice Ambrose, entrando en la habitación—.
Suelta su oreja.
Me imagino que diría suelta al Kraken6 de la misma manera, con el mismo
tono de mando, mientras se acerca a nosotros con un pantalón de chándal gris
y una sudadera con capucha a juego.
¿Qué pasa con los pantalones de chándal grises?
No miro hacia abajo.
Es difícil no ver el contorno de su polla. No puedo decir si es a propósito o no,
pero Quinn sonríe a mi lado como si viera el juego que está jugando.
Empujo a Quinn y me alejo un poco cuando noto que su oreja está un poco
roja donde la agarré.
—¿Agregaste piña? —pregunta Ambrose.
Quinn maldice.
—¿Qué les pasa a ustedes?
Ambrose lo ignora.
—Siempre guardo una lata de piña triturada en la despensa para situaciones
de emergencia.
178
Levanto la mano para chocar los cinco. Él la golpea.
—Creo que nos quedaremos contigo.
—Ah, y yo que creía que aún estabas indecisa.
Quinn levanta la mano.
—Estoy en la valla. ¿Cuento?
—No, amante del atún, no cuentas —digo.
—¡Comedora de anchoas peludas! —responde.
—Vaya... —Ambrose levanta las manos como si estuviera a punto de
golpear—. ¿Te gustan las anchoas?
—¡Por fin! Un poco de respeto en esta sala. —Quinn levanta las manos en
señal de frustración.

6 Tipo de carne que se obtiene de un tentáculo.


—¡Sí! —Miro entre ellos—. Son la cantidad perfecta de sal.
—Tienen cabello —dice Ambrose.
Quinn sólo asiente.
—Son unos idiotas. —Niego con la cabeza—. ¿Vas a ponerme piña o no?
—Sí Ambrose, ¿le pondrás piña, o debería ir corriendo a la tienda y..?
—Quédate. —gruñe Ambrose.
—Me lo imaginaba. —Quinn se ríe.
Aprovecho este tiempo para alcanzar mi teléfono y buscar en Google si las
anchoas realmente tienen cabello. Quinn mira por encima de mi hombro en
silencio.
Quiero abofetearlo.
—¿Ves? —Le enseño mi teléfono—. Sólo parece cabello, pero son espinas
diminutas que, cuando se cocinan, son comestibles y buenas para ti, así que ya
está. —Saco la lengua.
Él mira fijamente mi boca.
—Realmente crees que mi enfoque está en las anchoas en este momento.

179
Cierro mi boca tan rápido que casi muerdo la lengua. Se inclina, sus ojos se
dirigen a mi boca.
—¿Debería pelear contra él por ti?
—¿Por qué pelear contra alguien que ya ganó? —respondo.
Se lleva una mano al pecho.
—Brutal, creo que me excita aún más.
—Es necesario, y deja de coquetear conmigo antes de que mate nuestra
amistad y ponga anchoas en tu casillero para sellar el trato.
Quinn se calla. Se inclina y susurra:
—¿Y si no tengo autocontrol y no puedo parar?
—Encuentra algo. —Le doy una fuerte palmada en la espalda.
Su tos se convierte en una risa.
—Pequeño, pero con garras.
Ambrose regresa a la habitación con un tazón de piña, y todo está bien hecho
en el mundo... todo excepto el hecho de que su ex mejor amigo y mi único amigo
sigue coqueteando conmigo. No puedo decir si realmente lo dice en serio o si solo
está probando las aguas.
Y no lo odio: es un tipo atractivo, ninguna chica lo odiaría, pero yo quiero a
Ambrose.
Genial, soy esa chica, atrapada entre un chico que probablemente esté
dispuesto y otro que me va a apartar en cuanto consiga lo que quiere... otra vez.
Los chicos empiezan a hablar de diferentes pizzas mientras yo camino
tranquilamente a su alrededor, tomo un plato y agrego dos trozos de pepperoni,
luego me estiro y tomo el tazón de piña y lo roció fuertemente. Creo que los chicos
todavía están enfrascados en la conversación, pero cuando levanto la vista,
ambos me miran fijamente mientras lamo mis dedos.
Ambrose parece estar a segundos de agarrar mi otra mano y ayudarme a salir,
y luego seguir hacia el resto, y el fuego en los ojos de Quinn es todo menos
decente.
—¿Qué? —Lamo mis labios.
Ambrose maldice en voz baja y realmente mira hacia otro lado mientras Quinn
sigue mirando fijamente.
—Tienes más salsa en el pulgar.
—No, no la tengo, yo... —Miro hacia abajo. Sí tengo salsa en el pulgar. 180
Ambrose sacude un poco los brazos y cruza el camino.
—Voy a poner una película.
Se gira hacia el otro lado cuando Quinn alcanza mi mano, pasa su dedo por
mi pulgar, se lo lleva a la boca y lo lame.
Mis labios se separan.
—¿Qué suena bien para ver? —pregunta Ambrose.
—Algo que distraiga —responde Quinn, mirando por encima del hombro.
Se lame el mismo dedo otra vez, luego lo baja y lo pasa por el frente de su
evidente erección. Su polla está literalmente tratando de reventar a través de la
mosca.
—¿Pizza? Bien. —Asiente—. ¿Salsa? Aun mejor.
Y luego se va despreocupadamente.
Me quedo ahí parada como una idiota hasta que Ambrose finalmente me
pregunta si necesito ayuda o algo.
Sí. Sí. Necesito ayuda.
Porque a pesar de que quiero ahogarlos a ambos, finalmente me doy cuenta
de que tal vez soy yo quien está sobre mi cabeza, muriendo por un poco de aire.

181
Ambrose

Intento ignorar la forma en que la mira, y me mata; parece que la historia se


repite. ¿Cuántas veces estuvo Tessa pasando el rato con nosotros en esta misma
habitación, burlándose de nosotros sólo para llevarnos al infierno semanas
después, traicionándonos, traicionarnos hasta el punto de no retorno?
Puedo perdonar muchas cosas, pero nunca olvidaré ni perdonaré el hecho de
que incluso después de esa noche, Quinn empezara a salir con ella
exclusivamente como si no fuera un gran problema que nos filmara haciendo...
eso.
Nunca me he sentido más avergonzado en mi vida que cuando el padre de
Quinn y el suyo vinieron y le mostraron a mi padre el vídeo y le dieron un
ultimátum, todo porque yo era un estúpido cachondo pedazo de mierda y no
182
tenía ni idea de lo diabólica que podía ser realmente.
Al día siguiente se cortó un cheque, no se hicieron preguntas, y todo lo que
sentí fue vergüenza.
Eso me hizo redoblar el esfuerzo por ser perfecto. Hice mi papel en la escuela
y en casa... Resentido con el hombre que ni siquiera por una vez preguntó qué
había pasado o por qué, sino que decidió hablar con su chequera en vez de con
su hijo.
No me miró igual después de eso.
Y la única vez que hablamos del tema.
Cuelgo la cabeza entre las manos, me siento en el sofá y trato de no parecer
demasiado angustiado mientras pienso en las palabras.

—¿Eres gay? —Toma un sorbo de whisky.


—¿Y qué si lo fuera? —repliqué de vuelta— ¿Entonces qué?
Apartó la mirada.
—Mi hijo no es gay. Nadie en esta familia puede ser nada más que…
—Perfecto —Asiento— Sí, lo entiendo, pero ¿qué tiene de malo ser gay? ¿Y si lo
fuera? ¿A quién carajo le importa?
—¡Cuida tu lenguaje! —Espetó— Ningún hijo mío...
—Guau —Asentí— A ningún hijo tuyo se le permite ser otra cosa que lo que tú
quieres que sean.
Me puse de pie e intenté salir.
Papá me agarró del brazo y me acercó.
—Pero no lo eres, ¿verdad?
Estaba tan asqueado que casi vomito.
—¿Por qué iba a importar? Seguiría siendo tu hijo.
—No —susurró— No lo serías.
—Mensaje recibido —dije— Mensaje. Jodidamente. Recibido.
—¿Qué he dicho sobre el lenguaje? —Papá estaba frente a mí, pecho contra
pecho, y yo sólo quería empujarlo porque estaba tan ofendido, tan furioso de que
dijera ese tipo de cosas.

183
¿En qué siglo vivía?
—Sí —dije finalmente— Soy gay. Asúmelo.
No lo era. Pero estaba demasiado enojado para pensar.
Me dio una bofetada tan fuerte que caí al suelo, mis manos chocaron con la
silla, uno de mis dedos se rompió con el impacto, y aún así, se puso de pie sobre
mí.
Mamá entró minutos más tarde sólo para escuchar a papá anunciarle que yo
era gay y que estaba muerto para él.
—Pero tiene novia —dijo mamá.
Papá me miró.
—¿Es eso cierto?
—Lo que sea —Fingí que no importaba cuando me levanté y fui a mi habitación.
Fingí que no estaba llorando cuando le envié un mensaje a Tessa y le pedí que
borrara el vídeo, y fingí que todo estaba bien y que mi padre estaba exagerando
cuando le envié un mensaje a Quinn. Vino y mi padre lo rechazó rápidamente
porque asumió erróneamente que él era mi novio.
Ese fue el día en que todo terminó.
Cuando admití algo que no debería ser un delito y que ni siquiera era yo, y
cuando Quinn se pasó al lado oscuro y empezó a salir con Tessa al día siguiente.

Aclaro mi garganta cuando se enciende la película. MB está sentada entre


Quinn y yo. Quinn va por su tercera bebida, yo la cuarta, y MB se queda sentada
como si no fuera raro que esté entre nosotros.
Respiro profundamente y espero mientras Johnny Depp aparece en la
pantalla. Ni idea de por qué he elegido Piratas del Caribe. Creo que me distrajo
demasiado el hecho de que Quinn estuviera tan cerca de MB y mirándola como
un sabroso bocadillo.
Lo entiendo.
Es hermosa, pero eso no le da derecho a coquetear con ella. Una parte de mí
se pregunta si va en serio, y la otra parte se pregunta si sólo está tratando de
vengarse de mí después de que lo eliminé de mi vida todos esos años atrás.
Él no lo ha mencionado.
Ni yo tampoco.
Pero sé que ambos lo sentimos, esta incomodidad de lo que pasó, cómo
terminó y por qué se rompió.
Está sentada entre nosotros como si no pasara nada, como si fuera normal, 184
aunque la veo moverse un poco y me pregunto si es porque está incómoda.
Ajusto mi cuerpo y me inclino más hacia ella, y su respiración se acelera.
Quinn mira de frente a la película y empieza a ingerir Mike and Ikes 7 como si
fuera el trabajo de su vida.
—Vuelvo enseguida —MB se pone en pie de un salto y se escabulle como si le
tuviera miedo a los caramelos.
Quinn me mira mientras se mete otro en la boca.
—¿Todavía me odias?
—Más o menos.
Se ríe.
—Ella es linda.
—Es mía.

7 Marca de caramelos con sabor a frutas.


—Lo he entendido —dice— ¿Pero qué pasa si ella elige otra cosa?
—¿Y si te mato?
—Eso es súper agresivo —Se mira las manos y deja la caja de caramelos— No
estoy bien de todos modos.
No es lo que esperaba.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir?
—Echo de menos a mi mejor amigo. Sé que lo que hice fue una mierda, pero
todo el mundo tiene sus razones.
Pongo los ojos en blanco.
—¿Qué? ¿Querías sexo, así que esa fue tu razón?
Se queda callado.
—No tienes ni idea de lo que quería y de lo que hice para protegernos.
Un escalofrío recorre mi espalda.
—¿Protegernos? Ya hemos pagado a su familia. ¿Qué más necesitabas hacer?
—Ceder —dice finalmente, y luego me mira— Tuve que ceder... créeme, habría
preferido escribir un cheque.
Se levanta y toma otra copa, luego otra. Para cuando MB vuelve de donde sea
que haya ido, Quinn está bastante borracho, con su mejilla apoyada en el 185
reposabrazos, sus ojos más cerrados que abiertos.
—¿Está bien? —pregunta MB.
La película va por la mitad. Suspiro y me levanto para servirnos unos
chupitos a MB y a mí, cada uno toma dos, probablemente no es la mejor idea,
pero ya he terminado.
Me levanto y tomo otro, luego otro. Quinn toma su segundo aire, y de repente,
está tomando un chupito con nosotros, de repente se despabila y se inclina hacia
nosotros.
MB se tambalea hacia mí.
—Como en los viejos tiempos, ¿no? —Quinn murmura— Ambos peleando por
una misma chica, agarrando nuestras pollas como si estuviéramos muy duras
—Se echa a reír— ¿Acaso importa al final?
—Detente —le digo, tomando mi oportunidad. Antes de que esto vaya más
lejos.
—No, es verdad —Agarra el brazo de MB y la atrae contra él— ¿Quieres que
nos enrrollemos? Solíamos compartir, ¿Lo sabías? Una vez nos filmaron, pero
compartimos más que esto —Aplasta su boca contra la de ella.
Lo empujo con tanta fuerza que se tropieza sobre su culo.
—Quinn. Vete a la cama. Estás borracho.
—También estoy colocado —Saca su vaporizador— Sorpresaaaaaa.
—Vete —vuelvo a decir— Esto no es justo para ella.
Parece estar sobrio, luego se pone en pie, todavía balanceándose, y sale de la
habitación, cerrando la puerta tras de sí.
—Lo siento —susurro. MB parece estar fuera de sí, así que agarro su mano y
la llevo de vuelta a nuestros asientos y nos acomodamos. Le alcanzo una botella
de agua.
Se tambalea un poco, la toma y empieza a beber de un trago como si su vida
dependiera de ello. La habitación está borrosa y estoy empezando a caer. Toma
una de las mantas y se recuesta en el sofá, haciéndome un gesto para que me
siente, la película sigue sonando a nuestro alrededor, pero veo como cuatro
Johnny Depp en lugar de uno.
—No es la mejor idea —murmuro— Con el colegio por la mañana.
—Vamos a saltarnos... —Ella gime—: Estoy demasiado cansada para pensar 186
bien.
Ella huele a sol, o tal vez estoy tan borracho que estoy alucinando, pero la
atraigo hacia mis brazos, cubriéndonos a los dos con la manta, luego presiono
mi boca contra su cuello y simplemente la respiro.
Ella se mueve más cerca de mí hasta que no hay espacio entre nosotros. Es
uno de mis momentos favoritos. Sus ojos se encuentran con los míos y, por un
momento, creo que se va a alejar o que va a entrar en razón, o tal vez incluso
besarme. Pero en lugar de eso, simplemente se acerca a mí y susurra:
—Te extraño.
—Odiarme es más inteligente que echarme de menos —digo como un puto
filósofo.
—Tal vez sea tonta entonces.
—¿Puedo ser tonto contigo?
—¿Sabes actuar tan bien?
Me rio.
—Realmente estás borracha.
—Y tonta —añade de nuevo.
—Tan tonta—. La abrazo más fuerte. Lo último que recuerdo es el olor de su
perfume y sus pequeñas manos aferradas a mí mientras se duerme.

187
Mary-Belle

Despierto con un dolor de cabeza palpitante en la parte posterior de mi cráneo


y una bestia sexy de un hermano adoptivo acostado a mi lado, un brazo detrás
de su cabeza, el otro debajo de la mía, acunándome cerca de él. La sabana sigue
cubriendo mi cuerpo pero no el de él. Se había quitado la camisa en algún
momento en medio de la noche, pero todavía estaba usando su sudadera.
—Algo murió en mi boca anoche —Gime y se sienta.
—Esa es una de las cosas más románticas que me has dicho. — Apenas tengo
voz y estoy tan sedienta que voy a necesitar cepillarme los dientes con un galón
de pasta de dientes y luego continuar con un galón de agua y cuatro ibuprofeno
para sentirme humana.
—Lo intento. —Extiende su mano tras levantarse, mira hacia abajo y
188
maldice—. Ignora mi pene. Es solo pensar…mucho.
—Muy difícil por lo que parece. —Inclino la cabeza—. Casi nos pasamos, ¿no?
Ambrose parece algo avergonzado. Sus mejillas se ruborizan antes de
empezar a alejarse de mí.
—Ven, vamos a prepararnos para la escuela.
—Noooooooooo. —Tropiezo a su lado, repentinamente helada, y realmente
necesito lavar lo que supongo que son trozos secos de rímel y de lápiz de ojos de
mi rostro por el tacto. Qué asco.
Ambrose da un golpecito en mi nariz.
—Vamos, Cenicienta, creo que la calabaza te exploto en todo tu rostro.
Saco la lengua mientras me lleva a su baño y me entrega un cepillo de dientes
nuevo. Ni siquiera hago preguntas, simplemente empiezo a cepillarme y
cepillarme y cepillarme. Él hace lo mismo, luego abre la ducha como si nos
emborracháramos todas las noches, luego va al mismo baño y se prepara.
¿No tiene que orinar?
Bueno, supongo que con una erección furiosa, terminaría decorando el techo,
así que tal vez no ahora.
Llegan gemidos desde el pasillo. Quinn aparece en la puerta, mirando cómo
me siento, sus ojos están hinchados.
—¿Por qué hay tanta luz?
—Se llama luz de día. —Ambrose se ríe.
Quinn lo ignora
—Dame un cepillo de dientes. Me siento como si un animal atropellado se
hubiera podrido y muerto en mi boca, y luego hubiera vuelto a la vida sólo para
llevarse tres zarigüeyas más, apuñalarlas en el pecho y dejar que se pudran
como... Mierda, creo que todavía estoy borracho. ¿Algo de eso tiene sentido?
Termino de cepillarme los dientes, al menos parece más contento esta
mañana.
—Sólo la primera parte.
—Mierda. —Agarra un nuevo cepillo de dientes de Ambrose, se cepilla los
dientes dos veces, usa enjuague bucal y luego se apoya contra el mostrador—.
¿Ustedes siquiera terminaron la película? ¿Capturaron a Jack Sparrow?

189
—Nunca. —Ambrose termina de cepillarse los dientes también.
—Pero el ron se acabó definitivamente —añado.
A Quinn se le escapa una carcajada que le obliga a agarrarse la cabeza con
las manos.
—Me duele.
—Todo duele. —Estoy de acuerdo—. Pero Ambrose no me deja faltar a la
escuela.
—¡Vamos, mamá, déjanos faltar! —Quinn se queja.
Ambrose le arroja a Quinn una toalla blanca y limpia.
—Tengo práctica de lacrosse; aunque no estamos en temporada, todavía
tenemos que hacer ejercicio, el entrenador es despiadado, y si no llego a la
escuela al mediodía, no puedo jugar, lo que significa que el entrenador estará en
mi trasero.
Quinn se quita la camiseta y la tira al suelo.
—¿Qué? ¿Como si realmente necesitaran al capitán y al senior titular para
ganar?
—Son tiempos locos. —Ambrose está de acuerdo.
Señalo hacia la puerta.
—Voy a ir... a prepararme, y a rezar para que golpear mi cabeza contra la
pared haga que mi dolor de cabeza desaparezca.
Quinn frunce el ceño.
—Solo métete en la ducha muy rápido. ¿Es día de lavado de cabello? Porque
escuché que eso es una cosa.
—Es una cosa —confirma Ambrose—. Suele pasar unos dos días antes de que
empiece a olerla desde su habitación.
—Ahhh, la maldición del champú seco. —Quinn asiente, cruzando los brazos
sobre su delgado pecho.
—Puedo ducharme en mi baño.
—No desperdicies el agua. —Quinn se encoge de hombros—. No hay nada que
no haya visto antes, y no es que vaya a quedarme mirando con Ambrose de pie
junto a una cuchilla
—Qué manera tan intrigante de morir, tantas estrategias creativas. —
Ambrose se apoya en el mostrador.
—Ummmm. —Miro entre los dos.
Quinn pone los ojos en blanco.
—No es raro, eres tú la que lo hace raro, y tenemos que darnos prisa, así que
190
voto por el día de no lavarse el cabello, entrar, salir, coger una toalla, para que
nadie vea tus partes, y luego cambiarse.
Se da la vuelta para quedar de espaldas a mí, pero Ambrose no se gira; se
limita a mirar al espejo y a sonreírme como si me desafiara.
Me dan ganas de golpearlo en la cara o al menos amenazarlo con patearlo
entre las piernas. En cambio, rápidamente me quito la sudadera, mis ojos se
clavan en los suyos a través del espejo y me meto en la ducha. Sus manos se
cierran en puños. Me gusta la idea de que está pasando por un momento difícil
y que estoy extrañamente expuesta. Dejo caer la ropa al suelo y me meto
temblorosamente en la ducha; todo lo que hace Ambrose es verme lavarme
mientras agarra el lavamanos. Sus músculos están tensos a lo largo de su
espalda como si estuviera sujetándolo físicamente, por lo que no se da la vuelta
y entra en la ducha.
Lavo mi rostro y el cuerpo, luego agarro rápidamente la toalla que cuelga del
perchero y salgo de un salto, temblando cuando el aire frío golpea mi cuerpo
mojado.
Ambrose hace un ruido estrangulado en el fondo de su garganta mientras
Quinn se limita a revisar su teléfono como si estuviera aburrido. Estoy tardando
mucho.
Estoy a punto de secarme la frente cuando las manos de Ambrose me
arrebatan de repente la toalla y me secan con ella. Está visiblemente tembloroso
mientras mueve la toalla por mis brazos y mis pechos, deteniéndose en la curva
de mis caderas, la lleva suavemente entre mis piernas y cierra los ojos mientras
baja la toalla hasta mis pies.
Cuando se levanta, se da la vuelta, se baja el chándal y se mete en la ducha
sin mirar atrás.
¿A qué viene eso? Frunzo el ceño y me doy cuenta de lo diferente que ha sido
esta vez de la última vez que estuvimos en la ducha, casi como si quisiera
cuidarme en lugar de aprovecharse de mí. Sigo frunciendo el ceño mientras me
envuelvo con la toalla y empiezo a salir del baño pasando por delante de Quinn.
Me agarra el codo con suavidad y se inclina hacia mí. El ruido de la ducha es
tan alto que sé que Ambrose no puede oír el susurro bajo de Quinn cuando se
inclina y dice:
—Creo que es justo que me des una oportunidad a mí también, ya sabes, ¿y
si me prefieres a mí antes que a él? ¿Y si soy mejor para ti? —Su sonrisa es
burlona, pero me doy cuenta de que hay algo de verdad en ella. Siempre ha
coqueteado, pero también sé que hay una línea seria que no cruzará, y eso me
191
hace preguntarme más sobre su pasado.
Un escalofrío recorre mi espalda.
—¿Y si no lo eres?
—No lo critiques hasta que lo pruebes. —Guiña un ojo y suelta mi codo, y yo
casi corro a mi habitación, agarrando uno de mis otros uniformes que cuelgan
ordenadamente en mi armario.
Apenas tengo tiempo de peinarme, así que me hago un moño, me maquillo,
me pongo las botas negras y bajo corriendo por una barrita de proteínas.
Quinn lleva un uniforme nuevo, ¿tal vez uno de Ambrose? Y está sentado en
la encimera con una taza de café mientras Ambrose toma cosas de la despensa.
—Lista —digo.
Quinn levanta la vista y sus ojos se calientan.
—Me gusta el cabello desordenado.
Le saco la lengua. Él sólo sonríe.
—¿Eso es una promesa?
—Quinn. —Ambrose lanza una barrita de proteínas a la cara de Quinn—.
¿Podrías no ligar con ella cuando estoy aquí mismo?
—Oye, ella es la que me estaba atrayendo con su lengua. Yo sólo respondí.
—No quiero ir a la escuela. —Ambrose rompe el silencio—. Quiero decir,
realmente no quiero ir.
—Necesitamos una palabra de advertencia o algo para cuando esa bruja se
acerque demasiado.
Quinn se pone de pie.
—Bruja funciona.
Ambrose se ríe.
—Sí, decirle eso frente a ella suena como un plan estelar.
—Probablemente no sería la primera vez. —Quinn ajusta el cuello de su
camisa blanca.
La ansiedad golpea contra mi pecho hasta que se siente demasiado apretado
para respirar. ¿La gente va a estar hablando de Ambrose y yo besándonos en el
pasillo? No he visto nada en Snap o Insta, así que asumo que, en su mayor parte,
simplemente nos ignoraron.
Algo todavía se siente mal, apagado. No puedo evitar la sensación de que algo
192
malo va a pasar, y me asusta más que las constantes miradas de Quinn.
Tomo una respiración profunda.
—Solo quédense juntos, y ustedes dos… —Señalo entre los dos. —…menos
hostilidad, mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos…
—Emborracharse y quedarse a dormir en tu casa. —Ambrose termina—. Sí,
mensaje recibido.
Quinn mira hacia otro lado, una expresión oscura cruza su rostro normal de
diversión. Pasa sus manos por su larga melena y muerde su labio inferior como
si intentara evitar decir algo; en lugar de eso, toma aire.
—Da igual, acabemos con el resto de la semana.
Sale furioso de la casa y da un portazo. Ambrose maldice y se acerca a mí
para darme una barrita de proteínas.
—Lo siento, es que... Quinn.
—Está bien; sé que no soy yo.
—No, definitivamente soy yo. —Ambrose sonríe y se inclina como si fuera a
besarme, es tan hermoso que me duele el pecho. Un escalofrío recorre mi espalda
cuando pienso en él secándome con una toalla.
—¿Por qué me has secado? —Pregunto mientras él sigue mirándome a los
ojos—. ¿En el baño?
—¿Demasiado raro? —Se ríe—. ¿Demasiado lejos?
Niego con la cabeza.
—No, en absoluto; sólo tenía curiosidad.
Coloca un mechón de cabello caído detrás de mí oreja.
—Fue instinto.
—¿Para secarme? —Me rio.
Suelta la mano.
—Para cuidarte.
La puerta principal se abre de golpe y Quinn asoma la cabeza.
—Vamoooooonos, vamos a llegar tarde. Habla de tus sentimientos más tarde.
Sus gritos me sacan de la urgencia de inclinarme hacia Ambrose y presionar

193
un beso acalorado en su boca.
Da un paso atrás, luego otro, poniendo un espacio decidido entre nosotros
antes de girarse y salir de la casa, agarrando su bolso de cuero y colocándoselo
sobre su hombro en el proceso.
Me tomo unos segundos para reunir más aire en mis pulmones, luego hago
lo mismo.
Entre estos dos chicos y la ansiedad en la escuela ya tengo ganas de vomitar,
estoy pensando que la resaca tiene menos que ver con eso mientras manejamos
en silencio a la escuela, los tres sin mirarnos a los ojos ni una sola vez.
Cuando Ambrose se detiene en el estacionamiento, las cosas parecen
bastante normales. Sabes, si caminar al infierno todos los días es normal.
—Permanezcan juntos en la medida de lo posible —les recuerdo a ambos
antes de abrir la puerta y salir. Comienzo a caminar, Quinn y Ambrose me
siguen, flanqueando cada lado. Los alumnos me miran un poco, pero siempre se
fijan en Ambrose y Quinn; yo también, para ser sinceros, ya que soy la carne
fresca que no acaban de entender.
El olor de los cuerpos sudorosos, la comida de la cafetería, el perfume y la
colonia me asaltan cuando abro la puerta metálica del pasillo. La gente mira sus
teléfonos, habla, y luego nos miran a nosotros y hablan.
Mi teléfono suena en mi mano y me da miedo bajar la vista. Los estudiantes
empiezan a reírse y a jadear, luego nos señalan, y yo estoy lista para salir
corriendo.
—Sigue caminando —dice Ambrose.
Quinn baja la mirada a su teléfono y deja de caminar, casi chocando con un
grupo lleno de estudiantes de segundo año, todos con los ojos muy abiertos y
mirándonos como si estuviéramos a punto de entrar en prisión.
—Mierda —murmura Quinn en voz baja.
Ambrose deja de caminar y mira su pantalla, luego a Quinn, y luego agarra
mi mano y me empuja hacia nuestras taquillas.
Los dos chicos me protegen de todos los que señalan, y ahora pienso que es
peor de lo que puedo imaginar.
—No mires. —Quinn intenta quitarme el teléfono de la mano—. No es para
tanto.
Aparto mi mano de un tirón, casi golpeando a Ambrose en el rostro, y miro
mis alertas. 194
Hay un mensaje de texto al azar de un número desconocido. Abro el mensaje
y dejo caer mi flamante teléfono al suelo. Se rompe con el impacto, igual que mi
corazón.
—No escuchaste esto de mí, pero la pequeña hermana adoptiva tiene una
gran reputación entre los padres adoptivos con los que estuvo. Echa un vistazo
a este artículo de noticias de la última ciudad en la que vivió. Qué zorra tan
cachonda, apuesto a que les está chupando la polla a ambos
Las lágrimas llenan mi línea de visión. Es el artículo de noticias donde acusé
a mi padre adoptivo de violación.
Tenía doce años.
¿Quién enviaría esto a todo el mundo? No es que fuera un secreto, pero se
siente como una mierda incluso viendo mi rostro inocente allí, y el hecho de que
nadie en esa familia respondería por mí, la esposa me odiaba, los niños pensaban
que se me había mostrado demasiado favoritismo, y el caso fue finalmente
desechado, la única razón por la que llegó a las noticias fue porque llamé a la
policía en el estacionamiento del WalMart después de que me amenazó en la
minivan por no abrir las piernas para él de nuevo y que tenía que dejar de pedirlo.
Estoy temblando. Estoy mortificada. Y estoy enfadada, pero tengo miedo de
moverme; me duele respirar. Vuelvo a apoyarme en la taquilla y trato de igualar
mi respiración todo lo que puedo cuando Ambrose me atrae hacia sus brazos y
frota mi espalda.
—Ignóralo todo lo que puedas, con la barbilla alta; tienes a mi familia para
protegerte. La gente siempre quiere odiarte cuando lo tienes todo, ¿lo entiendes?
—Sus palabras caen en saco roto.
—No lo sabes —susurro—. No lo sabe.
—Lo sabe —dice Quinn detrás de mí—. Créeme cuando digo que lo sabe. —
Ambrose se tensa.
Las personas empiezan a reunirse a nuestro alrededor; siento que Quinn se
aleja. ¿Nos está abandonando?
Y entonces, el sonido de la alarma de incendios se dispara mientras el agua
cae del techo, y la gente empieza a gritar y a correr.
Me doy la vuelta y veo a Quinn despreocupado junto a la manilla y
encogiéndose de hombros.
—Tenía calor.
—Sí, las llamas básicamente nos tragaron a todos. —Ambrose estuvo de
acuerdo—. Gracias. 195
—Pero... —Miro entre ellos—. ¡Ahora van a suspender a Quinn!
—¿Quién? ¿Yo? —Quinn se señala a sí mismo—. Mira, sé que Ambrose es
algo importante, pero yo también lo soy. —Guiña un ojo—. Ahora vete mientras
voy a entregarme a la oficina del director. A veces tiene caramelos.
—Tráeme uno azul —dice Ambrose tras él.
—¡Les traeré a los dos! —Quinn nos saluda y sale corriendo mientras Ambrose
me acompaña fuera de la escuela.
Llegan los bomberos y todo el mundo está tan concentrado en las sirenas y
en perder las clases que ni siquiera miran sus teléfonos.
Sé que es solo algo temporal: la gente se olvida y se concentra en otra cosa,
pero era lo que necesitaba antes de que me derrumbara en el pasillo.
Ambrose envuelve un brazo alrededor de mi hombro.
—¿Estás mejor ahora, hermanita?
Arrugo la nariz.
—Idiota.
—De acuerdo. —Se ríe—. Por cierto, puedo ver totalmente tus pezones a
través de tu camiseta blanca.
Me da un codazo.
—¡No puedes llamarme hermana y luego decir eso con tu siguiente aliento,
bicho raro!
—Pero te hice reír. —Señala—. Si te sientes generosa, estaría más que feliz de
dejarte deslizar tus senos sobre mi pecho un poco para calentarte; Incluso puedo
ofrecerle una boca caliente, un poco de mordida solo para asegurarme de que
todavía tenga sensaciones.
Mis mejillas se calientan, intento fruncir el ceño pero sonrío de todos modos.
—No habrá roces ni succión.
Pone un rostro triste.
—Al menos déjame bajar con calma. En lugar de eso, me empujas del caballo
y me pisoteas para asegurarte de que estoy muerto.
Le doy un ligero empujón.
—Y sin embargo, de alguna manera, creo que vas a salir adelante.
Se ríe y mira por encima de mi cabeza.
—Ahí está el héroe del momento; más vale que la mierdita tenga mi goma de
mascar.
196
—¿Qué pasa contigo y la succión?
—¿Qué pasa contigo y no chupar? —Parece genuinamente confundido.
Quinn finalmente llega hasta nosotros y le lanza a Ambrose dos caramelos y
uno para mí.
—Lo siento, estaban afuera solo rosa. Por cierto, puedo ver totalmente tus
pezones a través de tu camisa.
—¡Qué les pasa a ustedes dos!
—¿Qué? —Quinn frunce el ceño ante Ambrose—. ¿Qué dije?
Ambrose me guiña un ojo y desenvuelve su dulce, luego la mete en la boca y,
de repente, lo único en lo que puedo pensar es, bueno... en chupar.
Mis ojos se fijan en la forma en que su boca lo mete y lo saca, con la lengua
dando vueltas.
—Shhh. —Quinn se inclina—. Está haciendo una prueba para una película
porno.
—Imbécil. —Ambrose lo empuja y Quinn le devuelve el empujón—. Entonces,
¿qué dijo el director?
—¿Te refieres a cuando le dije que me había resbalado? —Quinn empieza a
lamer su propio caramelo, y yo estoy rodeada de chicos buenos lamiendo cosas.
¡Ahhh!—. Me preguntó si necesitaba ver a la enfermera.
—Ohhh, por eso tienes dos caramelos. —Ambrose asiente.
Quinn me mira fijamente.
—Me porte muy bien.
—¿También te dio una pegatina?
Se levanta literalmente la manga y me muestra una pegatina de un corazón;
quiero poner los ojos en blanco, pero en lugar de eso me rio.
—Gracias por tu sacrificio.
Hace una reverencia. Suena el timbre y los profesores empiezan a ordenar a
los jóvenes que vuelvan a las aulas. De repente, me gustaría poder quedarme
fuera, en el aparcamiento, con estos dos tipos tan confusos, viéndolos lamer
caramelos mientras imagino las formas en que uno de ellos me lamía a mí.
Va a ser un día largo.

197
Ambrose

La escuela avanza a paso de tortuga. Para cuando tengo la práctica, en


realidad quiero pasar por alto y solo ver cómo está MB, especialmente porque
probablemente esté con Quinn. ¿La mataría hacerse amiga de algunas de las
chicas?
Algunas chicas del equipo de animadoras pasan y saludan con la mano; tengo
que obligarme a no encogerme. ¿Acaban de volver de un tutorial de maquillaje?
Parece que todas tienen treinta o quince años, nada intermedio. Saludo con
la mano, suspiro y tomo mis cosas de mi casillero.
El olor de su perfume llena el aire a mí alrededor. Sonrío y me giro, para
darme cuenta de que es Tessa. 198
¿Qué demonios?
¿Usa el perfume que le regalé a MB cuando se mudó? ¿La misma marca?
¿Cuáles son las probabilidades, y por qué demonios está arruinando el olor de
la chica que me gusta?
—¿Puedo ayudarte? —Rechino los dientes—. Tengo práctica como en un
minuto.
—Solo estaba pensando. —Tessa cruza los brazos en un estúpido intento para
que mire sus tetas. Me cuesta mucho no soltar el grito de vete al infierno, puta
fea, pero lo consigo—. ¿Sabe la escuela la historia de esa chica que acogiste? Vi
el texto, no se ve precisamente bien, sobre todo ahora que tu papá se fue. Mis
condolencias, por cierto.
Cómo se las arregla para parecer realmente triste es aterrador de una manera
muy real.
—Estoy seguro de que él lo sabía, e incluso si no lo sabía, ella es parte de
nuestra familia ahora. Así que déjalo.
Me apresuro a pasar junto a ella y me pregunto si me convierte en una mala
persona el hecho de que esté rezando para que se tropiece con sus tacones altos,
se rompa un diente y luego, de alguna manera, se encaje a sí misma con un
lápiz.
—Sí, yo también beso a mi hermano así.
La ignoro y camino el resto del pasillo con mi mierda y espero por Dios que
no vaya a usar eso contra ella o contra nosotros.
Estoy furioso para cuando comienza el entrenamiento, incluso Xander me
provoca, y le gusta hacerme enojar cuando sabe que estoy de mal humor.
Soy mediocampista y estoy listo para lanzarle literalmente la pelota hacia su
rostro cuando mi entrenador hace sonar el silbato para algunos ejercicios de
carrera.
Apunto con mi palo a Xander.
—Has tenido suerte, perra.
El entrenador vuelve a hacer sonar el silbato.
—¡Ambrose, vueltas!
—Mierda. —Tiro mi palo al suelo.
—Tres kilómetros —grita de nuevo el entrenador—. Y Xander puede ir contigo.
—Mierda. —Xander maldice en voz baja y patea la hierba—. Gracias Ambrose,
199
realmente genial.
No me disculpo, simplemente empiezo a recorrer la ruta que nos llevará
alrededor de la escuela, calle abajo y de regreso. Tendremos que hacerlo dos
veces.
Estoy molesto, pero quizá una carrera sea buena siempre y cuando Xander
no abra la boca.
—… así que creo que tengo una ETS. —Es lo primero que dice.
Casi tropiezo con mis propios pies.
—¿Qué? ¿Cómo?
—Sexo, hermano, mucho, mucho sexo. —Se echa a reír—. Vaya, por la
expresión en tu rostro valió la pena. ¿Qué demonios te pasa hoy? ¿Problemas en
el paraíso perfecto?
Él iguala mi paso.
—Sí, se podría decir algo así; con el regreso de Tessa, no estoy precisamente
emocionado de ver su rostro rondando por nuestros pasillos.
—Que se joda. —Espeta—. Ella eligió a Quinn de todos modos; déjalo ir.
—Lo hice. No es eso; ella simplemente es malvada.
—La mayoría de las mujeres lo son —refunfuña—. Oh, y realmente no tengo
una ETS. Lo envuelvo bien, hermano.
—A veces no importa, hermano. —Permanecemos en silencio hasta que vuelve
a abrir su gigantesca boca, como de costumbre.
—Así que, ¿cuál es el problema de tu hermana... ella realmente se arrojó sobre
su padre adoptivo? Porque eso es una mierda muy jodida.
Contengo la ira y aumentó el ritmo.
—No es cierto. Él estaba intentando aprovecharse de ella; la has visto, es
hermosa.
—Quiero decir, sí. —Se ríe—. Pero las chicas así son las que te follas, no las
que conservas. Imagina que la llevas a casa con tu madre: Oh, oye mamá, esta
niña estaba en un hogar de acogida, se folló a su padre, tiene cero posesiones y
probablemente cero educación, oh y la dejé embarazada, ¡sorpresaaa!
—Asumes mucho —dije entre dientes apretados—. Y no es inculta. Es rica, y
aclaremos una cosa, no es mi hermana.

200
Él suelta una carcajada.
—Sé honesto, ¿has memorizado eso?
—¡Claro que no! —grito mientras el sudor cae por mi rostro.
—¿Ves? Ni siquiera tú la tocarías. —Tiene que cerrar la boca. Rápido—.
Quiero decir, no te culparía si lo hicieras, sé que ustedes eran cercanos cuando
ella llegó aquí, pero eso no se ve bien hombre, cruzar sigilosamente el pasillo
para follar con la chica que tus padres adoptaron. Ni siquiera yo iría tan lejos,
aunque no soy su hermano, así que…
—¿Tienes razón en las palabras que salen de tu boca, o solo te gusta escuchar
tu propia inteligencia inferior?
—Entonces, ¿qué fue eso del beso de ayer? —finalmente hace la pregunta que
estaba temiendo.
—Me gusta enrollarme.
—Se lanzó totalmente sobre ti. —Gruñe—. Lo que demuestra mi punto de
vista, ese artículo, probablemente todo sea cierto, una vez una puta siempre una
puta…
Extiendo mi pierna, y él tropieza con ella y patina sobre la hierba.
—¡Hijo de puta, Ambrose!
—Me resbalé.
—¡Voy a matarte!
Corro hacia el estacionamiento, él me pisa los talones, es tan rápido como yo.
Veo a Quinn y a MB en el estacionamiento apoyados en mi auto con un
McDonald's: deben de haber comprado comida antes de volver a dar una vuelta.
Mi vida sería mucho más fácil si pudiera mantener a todos los idiotas alejados
de ella. Estoy demasiado concentrado en cómo se ríe con Quinn como para
darme cuenta de que Xander está justo detrás de mí. Me tira al suelo y da un
puñetazo en mi estómago; como todavía tengo el casco puesto, la mandíbula está
fuera. Lo hace una vez más antes de que me lo quite de encima, me desabroche
el casco y lo tiro al suelo.
—¿Quieres que te dé una paliza?
Desabrocha su casco y me lo lanza.
—¡Vamos!
Me abalanzo sobre él.
Se ríe y me esquiva.
—Bastante enfadado por una chica que ni siquiera te gusta. ¿Fue por algo
que dije?
201
Grito y le doy un rodillazo en el estómago, luego lo tiró al suelo, me pongo a
horcajadas y comienzo a golpear su rostro.
No sé quién me aparta de él hasta que veo a MB a mi izquierda, con los ojos
muy abiertos.
Mis manos están ensangrentadas y la nariz de Xander parece estar rota, junto
con un labio cortado.
—Sí, eso es, deja que tu amigo amante de los homosexuales te aparte de una
pelea real. —Xander se burla—. Oye, ¿cómo está tu hermano, Quinn? ¿Sigue
chupando pollas?
Quinn se endereza, se acerca a Xander y le da un puñetazo en la barbilla.
Claramente, Xander no se lo esperaba. Se tambalea hacia atrás.
—Patético, ¿eso es todo lo que tienes? —grita Xander—. ¡Vamos! Me encargaré
de los dos.
—De los tres —grita MB—. Encárgate de los tres. —Sin previo aviso, ella hace
una loca patada giratoria que golpea a Xander en la cabeza, enviándolo al suelo.
Él está inconsciente.
Atónito, miró de él a MB y luego a Quinn.
—¿Dónde demonios has aprendido eso?
—Primera madre adoptiva. —Se inclina sobre Xander, que gime e intenta
sentarse—. Buena suerte para conseguir que cualquier chica se acueste contigo
con ese rostro, oh, y me refiero al que tenías antes de la sangre.
—Puta, amante de papá —dice Xander en voz baja.
Me pongo de pie de un salto, Quinn está a mi lado, con los puños cerrados y
los ojos desorbitados.
Un profesor llega corriendo. Oh genial, inmediatamente me doy cuenta de la
camisa negra ajustada de Tessa metida en su falda de cuero negra igualmente
ajustada. No podemos tener un respiro, ¿verdad?
—¿Qué pasó? —Tiene un cierto brillo en los ojos que me hace preguntarme si
le gusta la sangre y la violencia. ¿Me sorprendería? No, en absoluto.
—Yo… me caí. —Xander traga saliva.
Sus cejas se disparan hacia la frente.
—¿Te caíste y eso explica la sangre que tienen todos?
—Todos nos caímos. —Muevo la cabeza en su dirección como si dijera que no
voy a delatarlo, aunque quiera asesinarlo con mis propias manos.
202
—Ajá. —Ella asiente, luego junta las manos y mira a MB—. ¿Y tú? ¿Los
empujaste, o de alguna manera te caíste mágicamente también?
—Yo soy la testigo de dicha… caída.
Tessa comprueba su reloj y suspira.
—Bien, supongo que como técnicamente ya no es horario escolar, lo dejaré
pasar, pero no más caídas. —Hace el gesto de comillas en el aire y luego mira a
MB de arriba abajo—. ¿No eres preciosa? Nunca lo hubiera sabido.
MB se estremece; sus ojos se llenan de lágrimas.
—Bueno, si eso es todo... —Tessa se despide con la mano, sus tacones
golpean el suelo, mientras Xander maldice y comienza a correr de vuelta hacia
el campo de prácticas. A estas alturas, es probable que haya terminado de todos
modos, es valiente por dejar que el entrenador lo vea en mal estado, y espero que
no le diga la verdadera razón por la que ambos estamos ensangrentados. Lo
último que necesito es quedarme fuera de un juego o perder mi puesto de
capitán, además de todo lo demás.
Limpio mi nariz y luego mi labio hinchado. Perfecto, probablemente me veo
como una mierda.
—¿Estás bien? —le pregunto a Quinn.
Se encoge de hombros.
—Es lo que es. —Pero parece derrotado—. ¿Te parece bien si vuelvo esta
noche? Necesito ir a buscar algo de ropa y asegurarme de que mis padres saben
que estoy vivo.
Asiento, sin necesidad de palabras porque, por mucho que quiera hacerlo
“tropezar” también por querer lo que es mío, nunca lo rechazaría después de que
Xander dijera lo que dijo.
Exhala con brusquedad, mete sus manos en los bolsillos y se aleja, se sube
al Maserati y sale del estacionamiento.
MB lo sigue con la mirada.
—¿Va a estar bien?
—Sí, bueno, muchos recuerdos divertidos nos han llegado a los dos estos
últimos dos días, y ese es otro que ha estado tratando de olvidar.
—¿Su hermano siendo gay?
—No, su hermano está muerto —susurro—. Nadie habla realmente de eso en
su familia, el funeral fue pequeño, y la mayoría de los chicos de la escuela ni 203
siquiera lo saben. De todos modos, no es asunto de ellos.
MB jadea a mi lado.
—¿Qué pasó con su hermano?
—Sobredosis. —Niego con la cabeza—. Estaba en la Universidad de Nueva
York y, por lo que hemos podido averiguar, se drogaba de forma recreativa, y la
pastilla que tomó estaba mezclada con fentanilo, lo mató casi al instante. —Mis
manos se flexionan y se cierran en puños—. Era el tipo más genial del campus
cuando estaba aquí; las chicas morían por él, y un día se dio cuenta de que eso
no era él. Quinn y él tuvieron muchas peleas con otras personas, pero
eventualmente las cosas se calmaron. Sin embargo, algunas personas siguen
siendo unos grandes imbéciles.
—¿Como el que se cayó?
Me rio.
—Sí, como el que se cayó, vamos; tengo que recoger mis cosas del vestuario.
Como era de esperar, para cuando regresamos al entrenamiento está
terminando, el entrenador está haciendo su típica charla de preparación antes
del partido. Me mira una vez que nos despide y se cruza de brazos. Es un tipo
corpulento con la cabeza rapada, con dos silbatos por si acaso se rompe uno y
que ha jugado al lacrosse en la universidad. Sus cejas se levantan.
—Déjame adivinar, ¿La segunda mitad del equipo de práctica del apocalipsis
zombie?
—Entrenador, solo queremos prepararnos. Usted siempre nos enseña que la
práctica hace la perfección, ¿verdad? —Sonrío.
Él mira hacia el cielo.
—Que no se repita. Eres el líder; actúa como tal, incluso si Xander está
diciendo tonterías, ¿entendido?
—Entendido. —Asiento mientras se da la vuelta—. Ah, y entrenador, estamos
haciendo audiciones para el resto del equipo de zombies, por si está interesado.
Me mira fijamente, hace sonar su silbato y luego grita.
—Cincuenta flexiones, la práctica hace la perfección, ¿verdad?
—Mierda.

204
—Veinticinco más. —Hace sonar su silbato.
MB se ríe a mi lado.
—¿Te parece gracioso? —El entrenador amplía su postura.
—Er, um, no, voy a esperar... por aquí.
El entrenador se queda literalmente de pie sobre mí, con gafas de sol y todo,
mirando fijamente como un guardia de prisión mientras termino todas mis
sudorosas flexiones. Cuando llegó a la última, gruñe, toma su iPad y dice:
—Nos vemos en el partido del sábado. Si te disfrazas de zombie porque te
crees un comediante, será muerte por burpees 8.
—Entendido. —Respiro con dificultad y estoy a punto de desmayarme por el
entrenamiento, pero me siento bien. Me levanto con piernas temblorosas,
dándome cuenta de que mis brazos están a punto de caerse de mis hombros.
MB se acerca.

8 El «burpee» es un ejercicio que mide la resistencia anaeróbica. Se realiza en varios movimientos,

nace de la unión de las flexiones de pecho, sentadillas y saltos verticales.


—Así que eso fue sexy.
—¿Yo burlándome del entrenador?
—Oh no, eso no, él haciéndote trabajar por abrir tu gigantesca boca. —Ella
sonríe—. Me gusta.
—No. —La apunto con mi palo—. Fuera de los límites. Además, está casado.
A veces rezamos por su esposa antes del entrenamiento, encendemos una vela,
ya sabes que todo ayuda.
Me empuja con fuerza.
—Sí de acuerdo, aprendiz de apocalipsis zombie que se cayó.
—Tanta sangre; no conoces a los zombies como yo.
MB sonríe y palmea mi sudorosa espalda.
—Entonces, ¿eso significa que puedo estar en tu equipo?
—Tendrás que preguntarle a Quinn, hay una investigación y orientación muy
serias, es decir, no voy a entrar en detalles, pero tienes que demostrar tu
valentía.
—¿Mi valentía? —Sus cejas se elevan—. Acabo de hacer una patada circular,
valgo más que Quinn y tú juntos en este momento.
Asiento y extiendo la mano. 205
—Estás dentro.
Ella la estrecha y luego me acerca, tan cerca que puedo ver las pequeñas
motas amarillas en sus ojos marrones.
—Eso fue fácil.
—El trabajo de los zombies es un trabajo duro.
—Lo dice el experto.
—Tengo un parche y todo. —Sonrío.
Ella solo sacude la cabeza, suelta mi mano y se ríe.
—Regresemos a la casa y comamos algo. ¿Sabes algo de tu madre?
—Asesina del estado de ánimo —refunfuño.
—Pero en serio…
—No. —Trago el nudo en mi garganta—. Nada.
Lo único que hace es recordarme que mi padre está muerto, que mi madre
me abandonó y que la chica que lo empezó todo es alguien a quien amo, pero no
debería.
Respiro profundamente y me alejo un poco de ella porque, ¿y si ella también
me deja? He intentado protegerme para no caer.
Fracasé.
Mierda.

206
Mary-Belle

Lo primero que hago al volver a casa es ponerme una de las sudaderas de


lacrosse de Ambrose, unos pantalones cortos blancos y unos calcetines rosas
súper cómodos que no combinan con nada de lo que llevo puesto, y me hago una
coleta con un moño de leopardo.
Está claro que intento impresionarlo. Casi me rio para mis adentros mientras
vuelvo a bajar las escaleras y busco a los dos chicos por la casa. Dijeron que
iban a hacer nachos. No veo nachos, pero los huelo.
Sigo el olor hasta la sala de cine. Johnny Depp está corriendo como un pollo
borracho en la pantalla, y Quinn señala que a él también le quedaría muy bien
el eyeliner.
—Ponme a prueba, hermano. —Quinn mastica una patata frita—. Te apuesto
207
lo que quieras a que si me pusiera eyeliner, parecería que el maldito Jared Leto
y Jonny Depp hubieran tenido un hijo ilegítimo.
Ambrose lo mira fijamente.
—Eso es lo más raro que he escuchado. —Hace una pausa—. Tú eres más
Johnny Depp y Leonardo DiCaprio.
—Aw hermano, eso salió del corazón. Lo sentí.
—Gracias por notarlo. —Ambrose le pasa un plato. Tocan los nachos y luego
sonríen.
—¿Necesitan tiempo a solas? —Les sonrío a los dos—. Siento que acabo de
entrar en un momento súper especial.
Se ponen en pie como si fuera la reina de Francia. Ambrose coge el plato de
nachos.
—Mi señora.
Pongo los ojos en blanco.
Quinn sonríe.
—Te guardé un lugar entre nosotros, y sí, aunque el momento fue especial,
es aún más especial contigo aquí.
Ambrose le da una patada.
—¡Ay!
—Idiota.
—¡Por qué! —Quinn levanta las manos y me guiña un ojo. A veces es fácil
olvidar lo guapo que es sólo porque creo que me enamoré de sus palabras antes
que de su aspecto. Es uno de esos tipos que, aunque se afeitara la cabeza, llevara
la sudadera al revés y oliera a pies, seguiría pareciéndome entrañable.
Quizá si no tuviera a Ambrose, querría a Quinn como algo más que un amigo.
Niego con la cabeza ante los dos y me dirijo al sofá, me inclino y le doy un
mordisco al nacho de Ambrose, más picante de lo que pensaba, pero pegajoso
con queso picante, frijoles negros, lechuga y algo de tomate.
Asiento.
—Bueno, muy bueno.
—Me alegro de tener tu aprobación. —Ambrose se ríe—. Pero tienes un poco
de queso aquí. —Señala la comisura de mi boca—. Puedo encargarme de ello, no
te preocupes. 208
Antes de que pueda hacer algo, su dedo toca el costado de mi boca y regresa
con queso, se chupa el dedo profundamente y casi me muero cuando sus labios
hacen un chasquido después, como si mi cuerpo recordara lo que era tener esos
labios en mí, en todas partes.
—Tranquilo —se queja Quinn. —No es necesario que le des un infarto.
El rostro de Ambrose cae.
Mierda.
Quinn se da cuenta al instante de su error y se sienta.
—Entonces, Piratas cuatro, hagamos esto.
Intento no apagarme mientras Ambrose se sienta sin palabras y mira al frente
como si no estuviera viendo la película.
Quinn lleva su mano a mi muslo y niega con la cabeza lentamente.
Está demasiado crudo.
Yo lo sé.
Todo el mundo lo sabe. Sólo que es una mierda; no es como si tuviera una
pistola y hubiera disparado a su padre. Todo lo que estaba haciendo era proteger
al chico que me salvó, al chico que amaba, defendiéndolo, y aunque no hemos
hablado del todo de ello, supuse que las cosas estaban mejor ahora.
Se sentían mejor.
Respiré profundamente.
—¿Por qué? —Ambrose finalmente pregunta sin mirarme—. ¿Por qué fuiste a
su despacho? Estaba bien; estaba lidiando con ello; estoy acostumbrado. ¿Por
qué fuiste?
—Ah, diablos —refunfuña Quinn y presiona pausa—. ¿Tal vez deberíamos
jugar a un juego? ¿Beber? Ir a nadar…
—Podrías haberte quedado en tu habitación. —Ambrose no va a dejar pasar
esto, ¿verdad?—. ¿Por qué tuviste que hacer que te odiara? ¿Por qué me lo
quitaste?
Apenas puedo respirar; mi garganta se cierra por la ansiedad, estoy segura...
Quiero decir, no literalmente, sino figuradamente.
—Independientemente de lo que quieras creer, Ambrose, la única razón por
la que fui fue por ti.
—¿Porque estaba disgustado? 209
—¡Porque tenías el corazón roto! —Grito—. ¡Porque te amo! —Se estremece
como si lo hubiera abofeteado—. ¡Porque estuvo mal! Porque me han golpeado
antes, y me dolió a pesar de que fue un extraño, y este es tu padre porque… —
Las lágrimas corren por mi rostro—, ... p-porque te mereces algo mejor.
Quinn toma mi mano y la aprieta mientras Ambrose solo mira al frente, con
la mandíbula flexionada; claramente está apretando.
—Nunca… —comienza—. Había alguien que se preocupara tanto por mí,
aparte de Quinn.
Quinn suelta mi mano. Creo que está tan aturdido como yo; los dos nos
quedamos callados.
—Nunca he... —dice Quinn—. He recibido un abrazo de mi madre.
Mi mandíbula se abre.
Ambrose aprieta los ojos.
—Eso es frío.
—Eso es mamá —dice Quinn simplemente.
—Creo que necesitamos algo más fuerte que los nachos para esta película.
—De acuerdo —susurra Quinn.
Ambrose se levanta y se marcha, seguro que en busca de sus sentimientos y
vodka o algo parecido.
Sin embargo, sé que volverá, está procesando, y una cosa que he aprendido
sobre él es que necesita tiempo, así que me vuelvo hacia Quinn y envuelvo mis
brazos alrededor de su cuello.
Lo abrazo.
—Lo siento, llego tarde.
Él me devuelve el abrazo.
—Tonta, llegas justo a tiempo.
—Me gustas —susurro—. Me gusta tenerte como amigo.
Se retira e inclina la barbilla hacia él con la punta de los dedos.
—¿Tenías que darme una patada mientras estoy en el suelo?
No puedo evitar sonreír.
—Creo que estarás bien.
—Siempre estoy bien. —Se inclina y apoya su cabeza en mi hombro—. Pero
podría estar mejor. 210
—¿Mejor?
—Shhhh, estás arruinando el momento.
—Sí, de acuerdo, Jacob.
—Quinn, los nombres Quinn.
—Oh claro, pero tú eres totalmente el Jacob en este escenario, felicidades, tú
eres el hombre lobo; él es el vampiro.
Me empuja suavemente.
—Yo quería ser el vampiro.
—Y sin embargo no lo eres.
—Muerdo más fuerte.
—¿Ves? Hombre lobo.
—Eso se sintió como un engaño de alguna manera.
Le revuelvo su espesa y hermosa cabellera. Ambrose vuelve a entrar en la
habitación con una botella de Gin.
—Wow, noche dos, no nos volvamos demasiado locos —bromea Quinn.
Ambrose nos sirve tres chupitos a cada uno y se queda mirando el vaso.
—Nunca he tenido tantas ganas de besar a alguien.
—¡Hermano! —exclama Quinn—. Si lo quieres ven a buscarlo.
Todos nos reímos, y así transcurre nuestro juego durante la siguiente hora,
confesando, riendo, mientras Johnny Depp bebe ron de fondo.
—Nunca… —susurra Quinn mientras Ambrose ronca a nuestro lado en el
otro sofá—. He deseado más a la chica de mi amigo que ahora...
Sonrío y agarro su mano.
—No soy tan especial.
Sus ojos se fijan en los míos mientras toma su chupito.
—Siento discrepar.
—Bésala ya —refunfuña Ambrose—. Bésala, idiota, Dios, a veces odio esta
película. —Entra y sale de ver la siguiente en Netflix.
—Maldita sea. —Quinn se ríe—. Y yo que pensaba que sólo tenía permiso.
—Sólo necesitarías el mío, no el suyo —digo.
Hace una pausa.
—¿Puedo besarte?
211
—No... —Casi me da pena decirlo—, pero puedes darme todos los abrazos que
quieras.
—Me lo imaginaba. —Me atrae hacia sus brazos—. ¿Puedo tener unos
minutos, así?
—Pondré un temporizador. —Bromeo.
—Por favor... —su voz cambia—. No lo hagas.
Mi corazón se rompe un poco mientras susurro:
—De acuerdo.
Mary-Belle

Despierto horas más tarde con los ronquidos de Quinn desde el suelo y me
doy cuenta de que el lugar en el que Ambrose estaba acostado en el sofá está
vacío. ¿Tal vez fue al baño?
Tropiezo por el pasillo en busca de agua cuando Ambrose sale del baño.
Nos miramos fijamente.
Está despeinado y sexy, con el cabello asomando en todas las direcciones, y
sus labios carnosos se ven tan sensuales que me dan ganas de llorar.
Me da una sonrisa somnolienta.
—Lo siento, tenía que orinar, y el bonus no tenía una erección, así que en
realidad pude, gracias a que no dormí a tu lado.
212
—Buuu. —Le doy un pulgar hacia abajo—. Iba a tomar un poco de agua.
—¿Puedo acompañarte?
—Claroooo. —Le tiendo la mano.
Él la mira durante unos segundos y luego la toma mientras caminamos por
el pasillo hacia la cocina. Está oscuro y silencioso, pero ya no se siente tanta
soledad como antes.
¿Es porque Quinn está aquí con nosotros?
¿Es porque Ambrose y yo finalmente hemos hablado de todo?
¿O es porque donde sea que esté este chico, es mi hogar?
Voy a la nevera y la abro, agarrando una botella de agua. Ambrose viene
detrás de mí y cierra la nevera con su mano, nunca me fije en sus manos, pero
sus dedos son hermosos.
Aunque pueden hacer cosas increíblemente perversas.
Me estremezco y miró fijamente nuestra pequeña lista de reglas.
—¿Cómo es que tú y Quinn se hicieron amigos de todos modos? —Miró
fijamente al frente, haciendo una conversación trivial a pesar de que tengo
verdadera curiosidad.
—Bueno… —Ambrose me atrae hacia él—. Simplemente me obligó a hacerlo,
se sentó a mi lado en Matemáticas y me dijo que era un chico de números. No le
creí, una apuesta resultó en que le comprara una hamburguesa, y ambos nos
quejamos de nuestros padres que nos daban mucha mierda. Más tarde descubrí
que su padre era uno de los abogados de mi padre para algunos proyectos, y mis
padres aprobaron nuestra amistad porque ambos somos jodidamente ricos.
—Hasta que no lo hicieron, ¿verdad?
Permanece en silencio, y entonces responde:
—Hasta que pensaron que era mi novio, más o menos.
Comienzo a trazar las diferentes letras de nuestro acuerdo.
—¿Por qué no lo negaron?
—Porque estaban siendo unos imbéciles pretenciosos —dice—. E insultante.
Y yo estaba enojado. No debería tener que preguntarles a quién puedo amar. El
amor de los padres debería ser incondicional. Supongo que en un mundo
perfecto lo sería, pero en el mundo de mi padre había reglas, y eso contaría como
romperlas.
Asiento.
213
—Eso es triste.
—Muy triste.
—Entonces, ¿por qué se pelearon?
—Porque al final, la eligió a ella antes que a mí; dice que no tenía opción, que
tenía las manos atadas, pero una parte de mí se pregunta si no fue solo porque
él quería algo que yo quería, siempre habíamos sido competitivos. Yo lo veía como
un reto, creo que él lo veía como una amenaza. ¿Quién sabe realmente? Ella es
la peor, al menos, ambos lo sabemos ahora.
—Realmente lo es.
Los nervios sacuden mi cuerpo mientras busco el rotulador aún pegado a la
nevera.
—¿Vamos a estar bien?
—¿Por qué no íbamos a estarlo?
Empiezo a escribir. Amigos de por vida.
Él toma el rotulador y escribe. Montar o morir.
Me rio. Amigos en la escuela también, y amigos para toda la vida, pase lo que
pase.
Siempre. Escribe debajo. Me doy cuenta de que está dudando o pensando en
añadir algo más. Levanta lentamente el rotulador hasta arriba y añade el nombre
de Quinn junto al nuestro, como si dijera que es un pacto para todos, reglas para
todos.
Reglas de la amistad.
Sonrío al verlo y extiendo la mano para agarrar el rotulador. Ambrose me lo
entrega. Las yemas de sus dedos son cálidas, sensuales y reconfortantes de una
manera que no debería ser para algo tan simple.
Escribo. Nunca tuve un novio.
Se lo devuelvo.
Sé mi novia, rodea sí o no. Su escritura es adorable.
—Hmm. —Sonrío ante el papel—. ¿Debo esperar hasta la primera hora de
mañana para rodear?
—¿Y mantenerme en suspenso? —Se ríe—. ¿Te gusta torturar a las personas?
—Sí.
—Me lo imaginaba.
214
Con manos temblorosas, hago un círculo que dice sí, y luego me giro en sus
brazos. Apoya su barbilla en la parte superior de mi cabeza durante unos breves
segundos antes de retroceder y bajar la cabeza, presionando un lento beso en
mis labios.
De repente me levanta sobre la encimera de la cocina y me doy cuenta de que
este es el momento en que las cosas se vuelven reales. Este es nuestro momento.
Nuestro caos.
Nuestro frenesí.
Nuestra perfección imperfecta.
Ambrose

Las yemas de mis dedos se deslizan con avidez por sus costados, levantando
su sudadera por encima de la cabeza y arrojándola a un lado. Cae en el fregadero.
Realmente me importa una mierda.
Necesito saborear más de ella, necesito tomarme mi tiempo, pero mi cuerpo
no está de acuerdo con esa idea.
—Te necesito. —Sueno como un tonto total, pero ni siquiera me importa. Ha
sido demasiado recientemente, y solo la quiero a ella; La necesito tan
desesperadamente que siento que las lágrimas pinchan mis ojos, como un
perdedor total, y luego simplemente, pierdo. Pierdo con ella, lo pierdo todo en
sus labios, la forma en que se presionan contra los míos, tirando, tomando. 215
Me muero de hambre por ella.
Sólo quiero lo que ella da.
Mataré por más de esto.
Mis manos se mueven a sus caderas. Encajo perfectamente en este espacio,
la forma en que ella se mueve contra mí sin siquiera darme cuenta de que ya
tenemos este ritmo entre nosotros, algo tan natural y puro que solo puedo seguir
besándola y rogando por más en mi mente.
Su lengua se envuelve alrededor de la mía, y luego se aleja y me muerde el
puto labio.
La acompaño a la sala de estar, todavía agarrándola como una pequeña
mierda necesitada.
La golpeo contra el sofá y me rio.
—¿Fue divertido?
—Dímelo tú.
—Estoy fuera de la sangre.
—Yo estoy fuera por ti. —Ella me agarra la cabeza, y yo bajo y pienso para
mí, sí, quieres jugar, jugaré. La empujo contra los cojines y luego los tiro, mi
hambre es tan grande por ella que incluso si quiere huir, la perseguiré, cada
puta vez.
Ella es mía.
Mía.
Mis dientes rozan su cuello.
Se ríe como si fuera divertido.
Agarro su trasero.
Más risas.
—La chica ha venido a jugar —susurro.
Ella me voltea sobre mi espalda de una manera que no esperaba mientras
caía al suelo, ella a horcajadas sobre mí.
—Oh lo siento. ¿Querías misericordia?
Puse mis manos detrás de mi cabeza.
—Sí.

216
Ella se inclina sobre mí y sonríe.
—Te voy a hacer mi perra.
—Mierda, sí. —La agarro por el cabello y la beso más fuerte, más fuerte hasta
que ya no puedo sentir mis labios. La mesa de al lado se agita,
MB me agarra por el cuello y me tira contra ella; no esperaba que fuera tan
agresiva, pero me gusta, y mi cuerpo se da cuenta muy pronto.
Necesitábamos esto.
A ella.
Esto.
Tocar.
Estar juntos. Saber que incluso en el placer y el dolor, nos tenemos el uno al
otro, y tenemos esto, siempre hemos tenido esta pasión explosiva entre nosotros.
Estoy tan empalmado que no puedo funcionar, o al menos mi cuerpo me lo dice
mientras me froto contra ella, mientras ella mete la mano en mis jeans y me
agarra con tanta fuerza que creo que voy a morir.
Beso su cuello y luego lamo su barbilla. Mis dientes se clavan en su barbilla
antes de besarla en la boca y tirar de sus labios. Mierda, qué bien sabe.
Me empuja hacia atrás.
—¿Qué? —pregunto.
Una pierna delgada se levanta y su pie me aprieta el pecho, abajo, abajo,
abajo, oh demonios, voy a ir más profundo si eso es lo que quiere, abajo en los
siete círculos del infierno mientras me aprieta más fuerte contra el suelo.
—Te necesito. —Es todo lo que dice mientras se quita la blusa y tira su cuerpo
a un lado, desechado como si fuera una desgracia. Me quito la camiseta por la
cabeza y se une a la suya.
Sus manos alcanzan mis jeans y los abren de un tirón.
—Tómalo —digo—. Además, ¿puedes volver a poner ese rostro tan sexy que
acabas de poner porque, maldita sea, creo que acabo de tener un orgasmo?
Se ríe y me da una palmada en el estómago.
Agarro las puntas de sus dedos y las beso lentamente.
—Me gustas mucho.
—Me gustas mucho, mucho —responde.
—¿Hacemos esto?
—Sí. —Ella asiente—. Lo estamos haciendo.
—No debería haber parado nunca —susurro, tirando de ella por el cuello y 217
acercando su boca a la mía, besándola profundamente; nuestras lenguas no
saben qué hacer más que tocarse, deslizarse, chuparse, sostenerse. Siento que
me ahogo, y lo acepto, como respirar en el agua, sabiendo que puedes morir.
Me ahogaría en ella.
Ella sonríe contra mi boca y baja mis jeans. Los empujo aún más. Sus
leggings son los siguientes, y su tanga sigue, estrellándose contra el suelo.
Y entonces estamos desnudos el uno contra el otro.
La piel contra la piel nunca se ha sentido tan bien. Es suave y dura, fuerte y
hermosa, hay tantas cosas que quiero decir, pero todo lo que tengo ahora es mi
cuerpo y la esperanza de poder hacerla sentir tan bien como ella me hace sentir
a mí. Ella es tan perfecta de una manera bellamente imperfecta.
Quiero ver sus cicatrices.
Quiero trazarlas con mi lengua.
Quiero decirle que son hermosas sin importar lo que ella piense.
—Mía —vuelvo a decir—. Nunca te dejaré ir.
—Bien, porque eso sería incómodo. —Se ríe.
Capturo esa risa con mis labios y nos acercamos al otro sofá, nuestras piernas
chocan contra los muebles y las mesas, y entonces sólo quedamos nosotros y la
luz de la luna de la ventana. Siempre quise tener a alguien a quien abrazar.
Ahora la tengo a ella.
No puedo respirar sin ella.
Respiro profundamente y la miro fijamente.
—¿Te quedas conmigo para siempre?
Ella asiente y una lágrima se desliza por su mejilla. La atrapo con el dedo, la
saboreo y la miro.
—Quiero perder el control contigo.
—Bien —dice ella—. Porque lo he perdido todo contigo, y mi única esperanza
es que me dejes salvarte como me salvaste a mí.
Agarro sus muslos con mis manos. Los abro de par en par, tanto que ella
jadea, y luego me introduzco en ella como un salvaje. Sus ojos se dirigen a la
parte posterior de su cabeza.
—¿Así?
—Tiene que ser así —grita—. Así. 218
Empujo con más fuerza y sus caderas se levantan.
—Dime que me odias —digo—. Entonces dime que me amas.
—Amo cada parte de ti. —Gime y me tira del cabello. Me duele tanto que casi
me vengo—. Sí —grito—. Así, tenemos que perderlo juntos, perderlo todo.
Ella flexiona sus caderas.
Agarro rápidamente un condón que he escondido convenientemente en la
maceta de la mesa y me lo pongo. No lo había planeado, pero quería planificar
por si acaso y cuidar de ella, de nosotros.
No tardo nada en introducirme entre sus muslos.
Estoy muerto.
Este es mi cielo.
Puede ser el infierno de otros.
Pero ahora no.
No te voy a dejar ir.
—¿Creías que iba a huir?
—¿No te diste cuenta de que te perseguiría?
Sus ojos se llenan de lágrimas mientras nos movemos en sincronía.
—Mía —digo, capturando sus labios mientras me deslizo suavemente dentro
de ella esta vez. Está tan apretada que casi me detengo, pero sus piernas se
enganchan a mi alrededor, tirando de mí.
Creo que me gustaría morir así.
Soy completamente suyo.
Pensé que estábamos teniendo sexo.
No, me está follando.
Sólo estoy aquí por las palomitas.
Porque, maldita sea.
Hago rodar mis caderas.
Sus gemidos no ayudan, ya que me recibe con cada empujón, y luego me voy,
aturdido, confundido, follándola tan fuerte que no puedo ver bien mientras me
besa y me tira del cabello.

219
—Aghh. —Se inclina hacia atrás—. Estoy...
—Lo mismo. —Finalmente gruño.
Y entonces somos sólo nosotros otra vez.
Mirándonos fijamente.
Preguntándonos a dónde ir desde aquí, pero sabiendo que tiene que haber un
rastro, una señal, algo.
No tengo palabras.
Pero tengo mi boca. Tengo mi cuerpo
Así que la beso de nuevo. La abrazo, luego presiono otro pequeño beso contra
su cuello y susurro.
—Perfecto.
Ambrose

—No puedo creer que nunca hayas hecho eso antes... —Me rio, haciéndole
cosquillas a MB para que se despierte y probablemente haciendo que se enoje.
—¡Era tarde! —Se agacha bajo las sábanas y murmura—. ¿Por qué me
despiertas tan temprano de todos modos?
—Helado en los pezones, clásico.
—Tan frío.
—Tan sabroso —digo rápidamente—. Y no lo siento lo más mínimo.
—Sí, me di cuenta. Incluso cuando me mordiste, estabas todo el tiempo, oh,
lo siento, se resbaló mi mandíbula.
—¡Eso sucede!
220
—No, realmente no sucede. —Pellizca mi pierna.
Alguien se aclara la garganta, ella se asoma por debajo de la sábana y yo miro
por encima de mi hombro. Quinn está parado allí solo con los jeans que llevaba
la noche anterior, negando con la cabeza.
—Por favor, al menos dime que usaste un condón porque realmente no puedo
convertirme en tío tan rápido en la vida; yo también tengo sueños.
Le tiró una almohada.
—Siempre lo envuelves.
—Siempre. —Quinn asiente y se dirige a la nevera.
Cuando llega allí, su mano se congela en el mango mientras lee la lista.
No se mueve.
—¿Está bien? —pregunta MB—. No se mueve.
Asiento.
—A Quinn le lleva más tiempo procesar las emociones humanas.
—Lista genial —dice finalmente, sin hacer contacto visual con nosotros—.
Además, escribes mi nombre con una N.
Mis ojos se agrandan.
Él mira por encima de su hombro.
—Estoy bromeando. Además, sí, gracias, pasé una noche fantástica solo
mientras no paraba de escuchar gemidos y cosas como: más Ambrose, gracias
Ambrose, eres un dios Ambrose, hazlo otra vez, ay eso duele, es broma muérdelo
más fuerte.
MB se esconde debajo de la sábana mientras yo estallo en carcajadas; ella
vuelve a asomar la cabeza.
—¡NO sueno así!
—Claro que sí. —Quinn nos guiña un ojo y nos lanza dos botellas de agua—.
Pero también vístanse, es hora de ir a la escuela, y no quiero ser el portador de
malas noticias después de una experiencia sexual tan maravillosa en la que estoy
seguro de que Ambrose hizo su debida diligencia y realmente encontró tu
clítoris… pero hay otro texto raro que fue enviado desde un número desconocido.
¿Por qué la noche anterior tuvo que terminar de esta manera? ¿Con nosotros
despertando con más malas noticias?
—¿Acaso quiero saberlo? 221
—¿Por qué pelear por el incesto? Mira esto. —Era una foto de Mary-Belle y yo
besándonos en el pasillo, seguida de otra de ella junto a Quinn sonriendo.
—Genial, otro día en el infierno. ¿Qué más hay de nuevo? —Refunfuño y tiro
de MB contra mí—. Podemos saltarnos el día de hoy.
—Se acabó lo de esconderse. —Se sienta, envolviendo la sábana a su
alrededor—. Si quieren hablar de mierda, que lo hagan. Yo sé quién soy, y
ustedes también lo saben. Acabemos con esto. Será peor si nos quedamos en
casa.
—Estoy de acuerdo con la inteligente —dice Quinn—. Faltar no lo hará mejor.
En todo caso, solo les dará la razón.
Suspiro.
—¿Cómo puedo siquiera empezar a proteger...?
—No lo hagas —dice MB—. Termina esa oración. Entiendo que quieras
protegerme, pero llevo mucho tiempo protegiéndome a mí misma. Cuando
necesite tu ayuda, te la pediré; hasta entonces, quédate a mi lado.
Los dos permanecemos en silencio.
Quinn habla primero.
—Maldita sea, eso fue muy sexy.
—Retrocede. —Lo señalo con un dedo.
Quinn levanta las manos.
—Tranquilo chico, no iba a lamerla y reclamarla.
—Seguro que no ibas a hacerlo —digo—. Ahora date la vuelta porque estoy
súper desnudo y lo último que quieres es empezar la escuela con la autoestima
baja porque mi pene es muy grande.
—Lo he visto, no me impresiona. —Quinn se encoge de hombros—. El mío,
en cambio…
Tapo las orejas de MB con mis manos y miro fijamente a Quinn. Él solo sonríe
y sale de la habitación, el muy imbécil.
No sé por qué pero honestamente me siento bien con el día, vuelvo a revisar
mi teléfono una vez que me ducho y me arreglo, y sigo sin tener mensajes de mi
madre. Es como si hubiera desaparecido en el aire.
Perder a un padre por muerte es una cosa. Perder a otro por elección... duele.
Duele que ni siquiera se haya registrado para asegurarse de que ambos
estamos vivos. ¿Qué clase de madre hace esa elección? El año pasado estuvo a
mi lado, asegurándose de que estaba bien después de todo el drama con Tessa, 222
¿y ahora? Ahora me pregunto por qué le importaba cuando claramente lo único
que a ella le interesaba era las apariencias.
En ese momento pensé que era yo, que estaba preocupado por mí, lo dijo,
pero ahora sé la verdad.
Todo el mundo miente.
Y mis dos padres estaban avergonzados.
Respiro profundamente mientras conduzco hacia la escuela, no digo mucho,
pero parece que ninguno de nosotros necesita hacerlo. Las ventanillas están
bajadas, la música a todo volumen y, por primera vez en mucho tiempo, me
siento como en los viejos tiempos con Quinn, dejando que la cálida brisa golpee
nuestros rostros. MB está en el asiento trasero, con las gafas de sol puestas,
sonriendo para sí misma.
Todo es perfecto.
Perfectamente imperfecto, y me encanta. ¿Y qué pasa si las cosas se
complican con mi madre?
Tengo una nueva familia.
Una nueva perfecta, una con la que estoy bien, una por la que moriría.
Me detengo en el espacio de estacionamiento habitual e inmediatamente veo
a Tessa parada fuera del edificio de la escuela como si estuviera esperándonos,
bueno, va a estar esperando mucho tiempo.
Por suerte, todos nuestros teléfonos comienzan a sonar. Cuando miro hacia
abajo, es una alerta de noticias.
El fiscal John Andrews está en estado crítico con una herida de bala.
Actualícese pronto.
Me congelo.
Ese es el padre de Tessa.
Es absolutamente malvado, pero nunca le desearía eso a nadie. Quinn y yo
compartimos una mirada mientras MB se queda mirando su teléfono como si
hubiera visto un fantasma.
—Eso es una mierda —dice Quinn.
—¿Estás bien? —le pregunto a MB.
—Ese hombre. —Ella niega con la cabeza—. No importa. No te preocupes por
eso. Es triste.
Frunzo el ceño y salgo del auto. MB me sigue con Quinn a mi derecha.
223
—Vamos. —Agarro la mano de MB y caminamos hacia las puertas.
—Necesito hablar contigo. —La voz de Tessa se quiebra mientras sus ojos
buscan entre todos nosotros, cayendo finalmente en el teléfono que aún está en
mi mano izquierda como si supiera que lo sé—. Es importante.
No quiero ceder; Quinn niega con la cabeza lentamente.
—Por favor. —Tessa se acerca a mí; retrocedo, irritado de que piense que tiene
derecho a tocarme—. Es de vida o muerte, Ambrose, no te lo pediría, pero... —
Una lágrima cae de su mejilla, deslizándose por su mandíbula y cayendo sobre
el cemento.
Mierda.
Me giro hacia Quinn.
—Cuida a MB. Ahora mismo voy.
Me doy cuenta de que quiere decir algo, pero envuelve a MB con su brazo y
la conduce de forma protectora al interior de la escuela mientras Tessa me hace
un gesto para que camine por el estacionamiento.
Llegamos a su Jeep; ella entra en el lado del conductor y yo en el del pasajero.
Las puertas se cierran, y supongo que es para tener más privacidad, pero ella
arranca el motor.
Frunciendo el ceño, me pongo el cinturón de seguridad.
—¿Estás ayudándome a faltar a la escuela o qué?
Su sonrisa parece casi triste.
—Algo así.
Salimos del estacionamiento e inmediatamente mi estómago se revuelve. Hay
algo que parece demasiado tranquilo, demasiado normal.
—¿Música? —pregunta, subiendo el dial mientras Imagine Dragons suena de
fondo.
Me alejo de ella y, por alguna razón, llamó a Quinn y mantengo el teléfono
encendido junto a mi lado derecho.
—¿De qué se trata?
—¿Te lo dijo ya?
—¿Quién?

224
—Quinn. —Hace un giro brusco a la izquierda—. ¿Sobre dejarme
embarazada? ¿Sobre arruinar mi vida? ¿Su padre arruinando nuestra familia
después del pago por ese estúpido e inofensivo vídeo?
Niego con la cabeza.
—Tu padre estaba malversando dinero de su propio bufete de abogados y lo
atraparon. En cuanto al vídeo, fue una completa mierda. No se puede drogar a
dos menores de edad y salirse con la suya. En cuanto a que Quinn te dejara
embarazada... —Siento que voy a vomitar—. No, no lo sabía; no me lo dijo.
—Se avergonzaba de nosotros.
Permanezco en silencio porque, en mi cabeza, pienso que él sintió que no
tenía otra opción, no me extraña que se quedara con ella.
—Papá dijo que lo mantuviera cerca ya que tenía trapos sucios de nosotros,
y sorpresa, además de eso, el niño de oro me deja embarazada después de tener
sexo borracho realmente horrible una vez.
La bilis sube a mi garganta.
—¿Eso es lo que necesitabas decirme?
Hace un giro brusco a la derecha y luego otro, pisando el acelerador como si
estuviera haciendo una prueba para la NASCAR. Me aferro a mi querida vida y
miro hacia abajo. Quinn sigue en la línea. Intento cambiar a texto, pero no quiero
que ella lo vea.
Así que sigo hablando.
—Tu padre era un pedazo de mierda, por cierto. —Tessa vuelve a pisar el
acelerador al pasar un semáforo en rojo—. Dijo que si volvía a hablar contigo o
con Quinn, me haría pagar, y cuando volví a aparecer en tu casa para contarte
lo del bebé, me ofreció más dinero para callarme y me preguntó si era tuyo. Lo
curioso es que nunca se lo dije a Quinn... podría haber sido tuyo, o podría haber
sido de él, algo así como la maldita ruleta rusa. Al final, sus padres me pagaron
más de lo que merecía, pero mi propio jodido padre tomó el dinero porque estaba
muy metido en un negocio, y entonces se suicidó esta mañana después de hacer
algunas malas inversiones
—Lo siento, Tessa. —No sé qué más decir... ella no está en su sano juicio.
Ella golpea sus manos contra el volante.
—¡No se suponía que fuera así, Ambrose! ¡Se suponía que iba a enseñar! ¡Se
suponía que iba a volver y enamorarme! ¡Se suponía que tú me amarías primero!
¡No en segundo lugar!
—Me drogaste, me forzaste, ¿y crees que te amo? —pregunto—. Tal vez en un 225
momento dado podría haberlo hecho, pero te aprovechaste de mí.
—¡Sabías exactamente lo que estabas haciendo!
—¡Pusiste algo en nuestras bebidas! —grito—. ¡No, no tenía ni idea de lo que
estaba haciendo! Era un maldito virgen, Tessa.
Ella comienza a reír, y no es la risa normal que sale de sus labios sino algo
malvado, monstruoso.
—Oh, por favor, lo deseabas, me di cuenta. Todos los días coqueteabas
conmigo, en todas las fiestas bebías conmigo, lo deseabas tanto que te forcé un
poco.
—¿Un poco? —repito—. ¿Un poco? Literalmente nos enviaste a los dos a
terapia después de eso. ¡Podríamos haberte mandado a prisión!
—¡Cállate! ¡Cállate! —El Jeep da un salto y baja a toda velocidad hacia la
siguiente colina. Empiezo a asustarme.
No sé qué hacer. La verdad es importante, pero ¿más importante que mi vida?
Bajamos a toda velocidad por la carretera, pasando autos a la izquierda y a
la derecha, casi chocando con un semirremolque.
—Veo cómo te mira —susurra—. Ella te ama, pero no te merece, a ninguno
de los dos. —Las lágrimas corren por el rostro de Tessa—. Yo sí. Merezco algo
bueno después de todo lo que he pasado.
—Lo mereces. —Miento—. Te mereces todo lo bueno.
—¡Mentiroso! —grita, apretando el volante—. Quiero morir.
—¡NO! —grito—. Tessa, tienes mucho por lo que vivir. Piensa en esto.
—Lo hice. —Rechina los dientes—. Desde que la policía se fue a las cinco de
la mañana. He pensado mucho en ello, y la única forma en que esto debería
terminar, nuestra trágica historia de amor, tú, yo, Quinn… termina de esta
manera.
—¡Tessa! —grito, luego me aseguro de tener el cinturón de seguridad puesto.
Quinn comienza a gritar a través del teléfono, y luego MB.
Rezo una rápida oración y trato de agarrar el volante mientras el Jeep se
dirige a toda velocidad hacia el muelle del lago.
Ella suelta el volante de repente, pero seguimos yendo rápido. Se gira para

226
mirarme, con una sonrisa triste y ojos enloquecidos.
—Todo es tu culpa por ser perfecto.
El Jeep golpea el agua con tanta fuerza que me abalanzo hacia delante y trato
de desabrochar el cinturón de seguridad; se atasca durante unos segundos
mientras nos hundimos.
La fría oscuridad me cubre mientras intento bajar la ventanilla. Ya ha pasado
la mitad, lo suficiente para escapar, cuando me giro y veo a Tessa ahogándose.
Desabrocho su cinturón de seguridad y la agarro, intentando sacarla conmigo.
Estamos completamente sumergidos cuando el Jeep choca contra algo fuerte,
arrojándome tan lejos en la parte trasera del vehículo que todo lo que veo es el
cuerpo flotante de Tessa y la oscuridad.
Empiezo a ahogarme.
Unos brazos me envuelven; no son grandes. Veo a una mujer de cabello
oscuro y frunzo el ceño, luchando por contener la respiración.
Entro y salgo de la conciencia mientras algo me saca del vehículo y del agua.
Cuando parpadeo, lo único que veo es el sol.
Y a mi madre.
Veo a mi madre.
Así que lo sé. Debo estar muerto.
Ella ya no existe.
Qué triste que en mis últimos momentos haya visto a la última persona que
abandonó mi vida perfecta.
Me acerco a ella y siento el escozor de las lágrimas que se forman y caen por
mis mejillas.
—Todavía te quiero —susurro antes de cerrar mis ojos definitivamente.
Al fin y al cabo, todo es culpa mía, por esforzarme tanto en ser lo que todos
querían que fuera en lugar de ser yo mismo.
Debería haber amado más.
Debería haber protegido a mi amigo antes que a mi familia.
Debería haberle dicho a MB que estaba bien, que no era su culpa en el mismo
momento en que mi padre murió.
Debería haber, debería haber, el debería haber… apesta

227
Mary-Belle

—Todavía está fuera. —Las lágrimas corren por mis mejillas. Nunca me había
asustado tanto como cuando Quinn me apartó y me hizo escuchar la
conversación que estaban teniendo Tessa y Ambrose.
No sé por qué, pero llamé inmediatamente a la madre de Ambrose y,
curiosamente, acababa de salir del aeropuerto y estaba conduciendo hacia su
casa y los vio pasar gritando.
Ella me colgó el teléfono.
Y eso fue todo.

228
Nunca podría haber sabido las ramificaciones de esa llamada telefónica. Lo
miro en la cama del hospital y sé, estoy convencida, que me va a culpar de nuevo.
Va a ser mi culpa otra vez.
Toda su vida perfecta se vino abajo en el momento en que entré por esa
puerta. En el momento en que entré en su vida, la mía comenzó, la suya terminó.
Estoy temblando y ni siquiera me doy cuenta. Sé que necesito ir a la casa y
empacar mis cosas. Todavía no he preguntado, pero espero que Quinn pueda al
menos acogerme unos días mientras trato de terminar la escuela y encontrar un
trabajo. Tengo algo de dinero ahorrado de la mamá de Ambrose, pero aquí es
donde termina.
No necesito que Ambrose me lo diga para saber que es cierto. Han pasado
ocho horas y veintinueve segundos, treinta, esperando que Ambrose se despierte
tras la operación.
Todavía no lo sabe.
Me pregunto si lo sentirá, si sabrá que su cuerpo es diferente, que necesitaba
algo que solo una madre podía darle.
Quinn me rodea con un fuerte brazo mientras nos sentamos en el pequeño
sofá de la deprimente habitación del hospital. No tiene idea de los pensamientos
que pasan por mi cabeza, las cosas que eventualmente tendré que decir en voz
alta, las cosas a las que tendré que renunciar.
Incluso es difícil mirar a Ambrose yaciendo sin vida, sabiendo lo que yo sé.
Quinn pone mis piernas en su regazo y pasa sus manos por mi cabello. No
tengo la energía para luchar contra él, y una parte de mí se pregunta si él sabe
que necesito consuelo.
Me tranquiliza. Miro de reojo a Ambrose. Todo lo que hizo fue intentar ser un
amigo; aunque esa horrible mujer no lo merecía, su corazón seguía estando en
el lugar correcto.
¿Ella literalmente violó a niños de catorce años en su último año y tiene las
pelotas para tratar de matarlo porque su vida es tan horrible?
¿Y qué? Todo el mundo pasa por la mierda. Todo el mundo. Eso no justifica
arruinar a todos los demás sólo porque tú no eres feliz o no tienes lo que te
mereces.
Y ahora no tiene nada.
Pienso en mi bolsa de basura negra llena de cosas de mierda durante mi
infancia.
Creo que las apreciaba más que cualquier cosa que le diera su familia.
Me giro contra el pecho de Quinn; No puedo dejar de temblar o pensar en las 229
últimas horas.
Quinn se aferra con más fuerza.
—No quería que Ambrose supiera lo del bebé. Tenía miedo de que se enfadara,
pero, sobre todo, siempre ha sido ese dios loco de la escuela secundaria con todo
por delante. Mi padre quería que practicara deportes, pero a mí me gustaban
más las matemáticas y los videojuegos; pensé, oye, si necesitan una mierda de
nosotros, ¿por qué no puedo ser yo? ¿Por qué no puedo ser yo el padre en su
lugar? No hace falta una prueba de paternidad ya que ambos nos acostamos con
ella. No sería justo para él, pero pensó... —Empieza a atragantarse como si
necesitara sacar esto por él, por mí y por Ambrose. Ayuda a calmar el dolor de
mi alma—. Pensó que la había elegido a ella en lugar de a él, cuando siempre lo
elegí a él. Elegí a mi mejor amigo.
Intenta reconfortarme, compartir su historia para que cuando Ambrose se
despierte no solloce por la mía, la nuestra.
Una lágrima resbala por mi mejilla, la limpio y miro a Quinn.
—Hiciste más que suficiente.
—No. —Sus ojos se llenan de lágrimas, pero no se derraman; es como si las
contuviera—. No lo protegí lo suficiente. Ha estado bajo presión toda su vida;
mientras que mi padre ya se dio por vencido, el suyo nunca lo hizo... Siempre fui
tan jodidamente celoso. Supongo que todos tenemos nuestros viajes. Nuestras
propias historias. Sólo que nunca vi que el suyo terminara así.
Pienso en la mía y me acerco a él.
—Sí, así es.
—Quizá si te hubiera encontrado primero... ¿no? —bromea Quinn, aunque
sus ojos están tristes, y me mata porque sé que está siendo honesto y que le
duele el alma como me duele la mía porque, en otra vida, tal vez lo habría amado.
En esta, todavía tengo amor, pero miro a Ambrose y me duele.
No me duele por Quinn.
Me duele por Ambrose.
Y me dolerá por él durante una eternidad. Necesito salir de esa habitación
antes de que no tenga fuerzas para salir. Cuando decepcioné a Ambrose la
primera vez, casi me destruyó.
¿Ahora? No quedarán más trozos que salvar.
Quinn me abraza con fuerza y luego me frota la espalda.
—Lo siento, ¿demasiado pronto? Sólo estaba bromeando, sabes. 230
No, no lo hacía.
Me rio a pesar de que mi novio está ahora mismo a unos metros de mí.
—Quién sabe, quizá le dé amnesia y no quiera volver a ver mi feo rostro.
—No eres fea. —gime Ambrose. Un escalofrío recorre mi espalda, como si
dijera que ya es hora—. Y yo estoy aquí.
Salgo del regazo de Quinn y tropiezo con Ambrose.
—Estás despierto. — Trato de evitar estallar en lágrimas mientras llego a
Ambrose. Su cabeza está vendada. No se desplegó ninguna bolsa de aire en el
automóvil por la razón que sea, estamos esperando para averiguar por qué, por
lo que golpeó el frente muy fuerte y se hizo rasguños en la mandíbula con
muchos moretones en los brazos y el pecho.
Pero esa es la menor de sus preocupaciones en este momento.
Juro que puedo ver las cicatrices en su cuerpo de la cirugía, las que
probablemente siente pero aún no sabe.
—Ambrose. —murmuro, conteniendo la respiración durante unos segundos.
Uno. Adiós.
Dos. Lo siento.
Tres. Cree que no fue mi culpa.
Cuatro. Te amo.
—Estoy despierto, no hablo en sueños, ¿y por qué todos parecen tan
malhumorados? —Ambrose vuelve a gemir y se sienta.
Mira fijamente a Quinn, no a mí.
—Yo también te quiero, hermano.
Quinn rompe a llorar y se acerca a Ambrose, luego lo atrae para abrazarlo
mientras yo lo observo. Estos chicos. Los quiero. Me encantan.
Nunca he tenido eso.
Y ahora lo he perdido.
—Lo siento —dice Quinn, abrazando a Ambrose—. Lo siento mucho, mierda,
no tenía ni idea, y cuando por fin me di cuenta, de lo que estaba pasando. Yo…
—No en ti. —Ambrose le da una palmadita en la espalda—. Entré en el maldito
auto.

231
—Porque eres una buena persona —susurro—. Siempre lo has sido, siempre
lo serás.
—Oh, sí. —Su sonrisa es burlona—. El tipo que se acostó con su hermana
adoptiva en ¿el primer día?
Niego con la cabeza.
—Tal vez ella lo quería.
—Ella lo pidió.
—Demasiado lejos. Ahora te dan una bofetada.
Se echa a reír.
—¡Estaba bromeando!
—No tiene gracia. —Saco mi lengua—. Además, eres un cachondo, con tu
pequeña…
—Oye, ahora. —Se sienta más recto—. Sabes muy bien que mi polla está en
buenas condiciones.
—¿Debo irme? —pregunta Quinn.
Necesitaba el alivio cómico; por la razón que sea, me da fuerzas, verlos juntos,
ver las sonrisas a pesar de la pena que está a punto de sufrir.
—No... —dice Ambrose—. Quédate.
La palabra parece definitiva entre todos nosotros; intento recuperar la
compostura y entonces me doy cuenta de que tal vez siempre tuvo que ser así.
Los tres.
Juntos.
Pero no para siempre.
Sonrío a Ambrose, sus ojos buscan los míos, y de repente empieza a palidecer
aún más.
—¿Qué pasa?
—Nada. —Miento y beso su frente—. Sólo voy a salir muy rápido. —Una
lágrima se desliza por mi mejilla—. Te quiero.
Él frunce el ceño.
—Vas a volver, ¿verdad?
Un día.

232
—Claro. —Le guiño un ojo—. Es que estoy súper cansada. Ha sido un día
muy largo.
—Oh. —Frunce el ceño mirando a Quinn. Quinn le dedica una sonrisa de
confianza. Yo tampoco se lo he dicho todavía.
El médico a cargo elige el peor momento posible para entrar. Echa un vistazo
a Ambrose y no dice nada, luego toma su historial.
—Eres un hombre afortunado.
Ambrose me mira y luego a Quinn.
—Lo soy.
—¿Cómo se siente la espalda?
—¿Mi cuerpo? —Ambrose parece pensarlo—. Se siente bien, ¿por qué?
—Morfina. —El médico sonríe—: Me alegro de que funcione. Al principio, te
despertaste gritando en medio de la cirugía; algunos pacientes hacen eso.
—¿Qué, cirugía?
El médico se aclara la garganta, lo que nunca es una buena señal. Empiezo
a retroceder hacia la puerta.
—Tuviste un accidente muy grave cuando el auto cayó al agua... —Su voz
baja—. Una mujer saltó para salvarte. Según los paramédicos, estabas atrapado
y algo te estaba clavando los dos riñones, creemos que tal vez metal del muelle.
Se está investigando, pero tenías un fallo renal completo.
Ambrose se sienta y gime.
—¿Pero lo arreglaste? ¿Verdad? ¿Quién fue la mujer que me salvó? Tengo que
agradecérselo, voy a ir a diálisis o...
El médico levanta la mano.
—La mujer lamentablemente ha fallecido.
Contengo las lágrimas y trato de mantenerme fuerte.
—Pero... —El médico mira por encima del hombro—. Era donante de órganos,
así que lo superarás perfectamente. Pudimos darte sus riñones a petición suya
antes de que falleciera.
Ambrose cierra los ojos y se apoya en la cama del hospital.
—¿Puedo preguntar al menos quién hizo ese sacrificio?
El médico me mira confundido; yo le hago un gesto silencioso con la cabeza.
Las lágrimas se derraman por mis mejillas.
El médico suspira.
—Eras su pariente más cercano, era tu madre. Esta joven de aquí atrás la
233
llamó antes de que chocaras, y ella vio el accidente. Ella pudo salvarte en tus
últimos momentos, pero lamentablemente perdió la vida en el proceso.
—¿Mi madre? —Ambrose mira fijamente al doctor, parece que va a vomitar—
. ¿Tengo los riñones de mi madre? ¿Ella me salvó la vida? —Se queda callado y
luego susurra—: Está muerta.
La habitación se queda en silencio.
Quinn alcanza a Ambrose, y no puedo aceptarlo. No puedo mirarlo, así que
me giro y miro la pared perfectamente blanca y me pregunto cómo ha ocurrido
todo esto.
Cómo.
No tengo ni idea.
Ella lo salvó.
¿Pero a qué precio?
Es huérfano, como yo.
Y me culpará a mí, como debe ser. Después de todo, soy la que la llamó. Soy
la que pasó los últimos momentos de la vida de su padre con él, igual que yo
pasé los últimos segundos de su vida con ella.

—Ámalo —susurró ella.


—Lo sé, lo sé. —Sostengo su mano.
—No quería decir...
—-¡Está bien! —Grité—. ¡Vas a estar bien!
—Doctor, necesito salvar…
—No. —Negué con la cabeza—. No, está bien…
Empezó a gemir, luego milagrosamente abrió los ojos y miró fijamente a los
médicos y cirujanos.
—Sálvenlo.
Fue todo lo que necesitó decir.
Le trajeron el papeleo, pudo firmarlo y luego...
Volvió a desmayarse.
Y ella se fue.
234
Ambrose comienza a llorar. Sé que Quinn estará allí para él, y yo estaré allí
en espíritu.
Salgo de la habitación.
Estoy entumecida mientras camino hacia el estacionamiento, y luego sigo
caminando.
Camino cinco kilómetros hasta la casa que me dio un nuevo comienzo.
Recorro cada uno de los pasillos y memorizo la forma en que siempre me parecen
tan austeros y perfectos.
Tendrá a Quinn.
Tendrá dinero.
Pero no puedo soportar que me tenga sabiendo que es mi culpa. Arruiné todo
lo que era perfecto en su vida sin siquiera darme cuenta.
Las palabras de mi anterior padre adoptivo antes de la tía de Ambrose se
hunden. Finalmente se hunden.
‹‹¡Eres una maldición! ¡Lo arruinas todo! Mi matrimonio se ha acabado por tu
culpa.››
Ella gritó tanto ese día; me culpó por tentar a su marido, me culpó por haber
perdido su trabajo, me culpó de todo.
Y ahora me pregunto si ella tiene razón. Si la razón por la que nadie nunca
me retuvo fue porque soy imposible de mantener. Soy la persona que se queda
por una temporada, solo para ser expulsado a la siguiente.
Después de todo, ¿no están muertas las últimas tres personas que intentaron
amarme?
Es mejor de esta forma. No hay una lógica real para mi elección, aparte de
que no puedo ver ninguna otra opción.
Pero a veces, la vida no es lógica. A veces las cosas simplemente suceden,
pero cuando ves un patrón, la única manera de cambiarlo es cambiarte a ti
mismo.
Entro en la habitación de Ambrose y tomo un papel y uno de sus rotuladores
negros. Casi sonrío al ver lo impecable que está su habitación para un chico de
escuela secundaria; incluso ha hecho la cama.
Es perfecto, ¿verdad?
Dibujo un corazón negro y lo firmo: Con amor, MB. Lo siento por todo. 235
Lo dejo en su cama y luego entro a mi habitación. Dejo el maquillaje. Dejo la
ropa elegante y el bolso. Deduzco lo que vine con, solo eso.
Y lo puse todo en una bolsa de basura nueva y elegante, luego tomé el dinero
que su mamá me había dado.
Las tarjetas de crédito, el monedero y las llaves las pongo sobre la mesa de la
cocina.
Los viejos hábitos tardan en desaparecer, así que tomo unas barritas de
proteínas y una botella de agua.
Y echo un último vistazo a la casa perfecta, con la gente perfecta y las vidas
perfectas.
¿Qué es lo perfecto de todos modos?
¿Era esto?
¿Es él?
¿Yo?
¿Hay siquiera una definición?
La vida es desordenada, sucia y hermosa, como un maremoto de dolor
seguido por alguien que te dice que luches por sobrevivir hasta el amanecer.
Todavía no he visto el mío por completo.
Pero un día, un día, la encontraré.
Al fin y al cabo, la historia no termina hasta el final, ¿no?
Asiento y abro la puerta principal, la cierro y empiezo a caminar de nuevo.
Lo dejo ir.
Lo dejo ir.
Y nunca me he sentido más rota.

236
Ambrose

—¿Por qué no ha vuelto todavía? —Le pregunto a Quinn.


Quinn se mira las manos. Llevamos una hora esperando, y yo he llorado casi
todo el tiempo. Tengo un funeral, otro que planificar, y estoy muy preocupado
por MB.
—¿Lo logró Tessa? —Por fin me animo a preguntar.
Quinn asiente.
—Está un par de habitaciones más allá, lo más probable es que la arresten
por conducción temeraria y posesión.
Asiento.
—Al menos eso explica su comportamiento errático.
237
Tengo la garganta irritada por intentar contener las lágrimas, y estoy harto
de ver a los detectives entrar y salir de mi habitación haciéndome las mismas
preguntas una y otra vez, por no mencionar el hecho de que lo más probable es
que ahora mismo sea noticia de primera plana.
Mi madre volvió a mí.
Sólo para irse definitivamente.
Estoy amargado, triste y agradecido, y luego vuelvo a estar amargado. Quería
a mi madre. Ella me amaba a su manera, y al final, me dio el regalo perfecto.
Es curioso que hace un mes, quería sentarme fuera y tener mi libertad
pensando que mi vida era tan mala.
Y ahora soy huérfano.
Solo.
El dinero no hace una mierda. Heredaré millones de dólares, pero ¿qué hace
eso cuando estás solo en tu gigantesca casa por la noche? No te mantiene
caliente.
Te convierte en un objetivo.
Así que te aíslas y te aíslas un poco más-autoconservación y todo eso. Yo
sólo... no puedo imaginarlo, y no puedo envolver mi cabeza en ello, ni quiero
hacerlo.
Sólo quiero a MB. Quiero que me diga que lo resolveremos como lo hizo
cuando mamá se fue.
Quiero que me diga que está bien llorar y que acurrucarse en el sofá durante
Piratas del Caribe es una forma totalmente normal de lidiar con el trauma.
La quiero.
Y no está aquí.
—¿Tal vez revisar tu aplicación para encontrar a tu amigo? —Quinn sugiere—
. No soy un cretino como tú, así que nunca la agregué, pero estoy seguro de que
probablemente tiene diecisiete rastreadores en su bolsa.
Sonrío a pesar de sentir todavía lágrimas húmedas en mi rostro.
—¿Esta es tu manera de intentar animarme? ¿Ser un idiota?
—¿Está ayudando? —pregunta.
—Un poco. —Suspiro—. Y ha desactivado los servicios de localización.
Él frunce el ceño. 238
—¿Intentaste enviar mensajes de texto?
Le enseño mi teléfono.
—Envié algunos. Pensé que me estaba dando un minuto, pero ahora estoy
preocupado, y ella... —Me atraganto—. Todo lo que tengo es a ella y a ti, pero
estás siendo un idiota, así que realmente necesito encontrar mi para siempre
ahora mismo.
Su rostro cae.
—La encontraré.
—¿Cómo? ¿Magia?
—Con dinero. —Se encoge de hombros—. Da igual.
Casi me rio.
—Bien, Tony Stark.
—Los Vengadores se reúnen. —Me guiña un ojo—. ¿Estarás bien solo durante
unos minutos?
—¿Me estás preguntando si me voy a cortar las venas?
Se tranquiliza.
—Lo digo en serio.
El elefante en la habitación está literalmente sosteniendo un cartel que dice.
—Ya sabes, porque perdiste a tu padre y a tu madre muy juntos y casi mueres
por culpa de una exnovia psicópata que te violó en tu primer año, pero sí, claro,
¿cómo va tu día?
Los dos estamos callados, excepto por el zumbido de las máquinas que nos
rodean y el olor a antiséptico, a medicina y a lejía.
Lo miro, lo miro de verdad, y no puedo más. Es como si el mundo se rompiera
a mí alrededor, y todo lo que puedo ver es a él.
Quinn está en mi cama antes de que pueda detenerlo, y estoy en sus brazos.
Me abraza con tanta fuerza que casi me duele respirar, pero quiero gritar que
necesito el dolor físico.
Lo necesito para no sentir que mi corazón se rompe.
Mi mundo no se siente como si hubiera caído de las estrellas sólo para
estrellarse en el infinito.
—Te amo —no lo susurra. Las palabras son forzadas, sus labios contra mi

239
cuello, el roce de sus dientes contra mi piel—. Yo. Te. Amo. A ti. —Me abraza con
más fuerza, sus brazos casi me ahogan desde el cuello hacia abajo—. Y ella
también. Todo va a ir bien. Eres mi mejor amigo. El mejor.
—No merezco esas palabras.
—Pero las mereces. —Golpea mi hombro con el puño y se aparta. Creo que se
va a levantar. Sus ojos buscan los míos—. Lástima que haya una chica
maravillosa entre nosotros. Probablemente podría sacudir tu mundo.
—Podrías intentarlo. —Limpio las lágrimas y me abraza de nuevo—. Yo
también te amo.
—Lo sé, amigo, lo sé. —Frota mi espalda—. Y la encontraré.
No confío en mi voz, así que me limito a asentir.
Se levanta y me echa una última mirada.
—Deja el teléfono encendido, intenta dormir, disfruta de la morfina.
—Dormir suena bien. —Me recuesto contra las almohadas.
Abre la puerta de la habitación del hospital y mira por encima del hombro.
—Ambrose, todo irá bien, quizá no en este momento, pero lo hará.
—¿Eso crees?
—Sí, bueno, tienes un mejor amigo y una novia increíble, además de que en
realidad no eres horrible besando, así que el mundo está a tu favor.
Me rio de eso.
—Sí, gracias, necesitaba esa inyección de moral.
Me saluda.
—Cuando quieras, ahora duerme la siesta mientras encuentro a nuestra
chica.
—¿Nuestra chica? —Repito con una sonrisa.
—Nuestra. —Asiente—. Siempre ha sido nuestra. Tal vez todos los que odian
son verdaderos; tal vez realmente compartimos.
—En este caso, me parece bien —digo—. Encuéntrala.
—Considérala encontrada.
La puerta se cierra con un chasquido y vuelvo a intentar llamarla, pero me
salta el buzón de voz.
—Por favor, encuéntrala, Quinn. Por favor.

240
Mis ojos se cierran y lo último que veo es su sonrisa y luego sus lágrimas.
Desearía poder limpiarlas, solo para darme cuenta de que estoy llorando de
nuevo mientras una lágrima se desliza por mi mejilla hasta la almohada.
Siempre quise quedarme solo.
Y ahora lo estoy.
Mierda.
Mary-Belle

Tengo dieciocho años. No puedo volver a entrar en el sistema y todavía tengo


que graduarme. ¿Seguirán pagando mi matrícula? ¿Quiero arriesgarme a volver,
o debería intentar obtener mi GED?
Tantos pensamientos me persiguen mientras camino por la calurosa calle; el
pavimento parece derretirse en mis viejas zapatillas negras.
Las miro justo cuando tropiezo, la derecha se rompe justo al lado del dedo del
pie izquierdo, tengo la mala costumbre de estirarlas cuando estoy sentada y
ahora voy a necesitar cinta adhesiva para revivirlas.
Por supuesto, sería precisamente hoy. Casi me rio porque, de nuevo, por
supuesto. 241
Podría usar los doscientos dólares que ahorré de la madre de Ambrose para
ir a la tienda de dólar y comprar unas chanclas, pero no tengo ni idea de lo cerca
que está eso, y necesito ahorrar para comida y el refugio.
Apagué el teléfono durante un minuto, temiendo que Ambrose me enviara
mensajes de texto enfadados, temiendo que contestara y que tal vez fuera el
hombre increíblemente decente que he llegado a conocer y me dijera que volviera
con él solo para lidiar con la culpa todos los días de mi vida.
No sé por qué hoy, de todos los días, el universo decidió tener el día más
caluroso del infierno, pero sigo tropezando por la acera con mi bolsa de basura
negra.
Qué perfecto, este final, igual que el principio. Me devuelve a mi primer hogar
de acogida, caluroso y asqueroso, entrando en una casa con aire acondicionado,
con la esperanza de poder al menos tener agua y conseguirla.
Nunca había tenido hielo en mi agua, todo era del grifo, y entonces tuve hielo,
y pensé, vaya, así es como vive la gente rica, con cubitos de hielo y aire
acondicionado.
No sé cuánto tiempo camino, pero comienza a oscurecer, y estoy viendo parte
de la ciudad desde el barrio privado de Ambrose, el cielo nocturno está
iluminado. Mi teléfono aún no está encendido, me pregunto si estará bien, me
siento estúpida por actuar así, pero no creo que pueda soportar mucho más
dolor de corazón, y no creo que pueda confiar en mí misma en su vida cuando
lo único que he hecho es arruinarla.
Al final de los libros y las películas, siempre se ve que la chica se rescata a sí
misma o que el chico la rescata. Él llega aterrado, pero lo que no te dicen es que
muchas veces no es así.
Muy a menudo, es soledad y desesperación, es amargura y agonía.
No es Disney.
No soy Cenicienta, aunque por un pequeño momento, se sintió como un
cuento de hadas. Tal vez ya soy demasiado mayor para creer en ellos, porque no
son algo en lo que creer cuando lo único que tienes es a ti misma.
Un claxon suena, y luego vuelve a sonar. Sé que no puede ser Ambrose; aún
se está recuperando de una cirugía importante, pero por un momento fugaz, mi
corazón da un vuelco y lo imagino deteniéndose en uno de sus lujosos autos y
diciendo:

242
¿Necesitas que te lleve?
Sonrío para mí misma. Qué gran fantasía, qué gran sueño. Tal vez si me
quedo quieta y dejo que el viento sople contra mi rostro, pueda tener esos
momentos de paz. Puedo construir mi propio final.
Una lágrima resbala por mi mejilla y cae sobre el concreto frente a mí.
Miro hacia abajo a mi tenis roto.
Aquel primer día con Ambrose en el baño.
Él besándome en la cocina.
Comiendo toda la comida.
Él aceptándome como soy, como fui, como siempre seré.
La piscina.
Quinn.
Mis manos empiezan a temblar.
Giro a la izquierda. Estoy en un puente que lleva al centro de la ciudad.
Sería fácil. Una voz me susurra y se burla de mí para que tome esos recuerdos
y momentos y los guarde para siempre en mis sueños, un sueño eterno.
Tengo la esperanza perfecta por primera vez.
—Eso suena bien —susurro para mí mientras miro el río; el sonido del agua
casi me refresca por un minuto—. Es oscuro, pacífico, profundo… quizá si caes
en sus profundidades, te liberes.
Mis manos tiemblan cuando suelto la bolsa de basura y me agarro a los
bordes de la barandilla. No lo haría. No podría. Pero ¿esto es lo que la gente
experimenta cuando las luces se apagan? Cuando han perdido todo aquello por
lo que vivían o de repente se dan cuenta de que todo era una mentira, o tal vez
ellos eran el problema desde el principio.
He sido tentada por Ambrose.
Incluso Quinn.
He sido tentada por la esperanza.
Los sueños.
Tentada por robar y dar.
En este momento, estoy tentada a dar un paso, un apretón más. Estoy
tentada a hacer algo de lo que no puedo regresar porque algo tan contrario a mi
carácter, algo que destruiría todo, casi tiene sentido.

243
Debería haber sido yo en ese auto.
Yo en ese accidente.
Mi sacrificio.
¿Eso es egoísta?
Me pongo de puntillas, me apoyo en el puente y me inclino sobre él.
Pasan unos segundos.
Cuento hasta diez.
Unos fuertes brazos me abrazan por detrás. El olor me resulta familiar.
—No te atrevas. —La voz baja raspa en mi oído—.¿Te das cuenta del tiempo
que llevo buscándote?
Qué final tan perfecto quiero decir:
—¿Te das cuenta del tiempo que he estado esperando?
Gran diálogo.
Gran escena.
Casi me rio.
Y entonces los brazos me abrazan con más fuerza, y bajo la mirada hacia la
pulsera de la amistad que Quinn siempre tiene en su mano izquierda. Es vieja,
de algún pueblo costero de Oregón, algo que Ambrose le regaló hace mucho
tiempo; bromeaba diciendo que la usaría hasta que se le cayera y sus sueños se
hicieran realidad.
Le pregunté por qué sus sueños se harían realidad si la pulsera lo
abandonaba.
Nunca dijo por qué.
Pero ahora mismo, me está abrazando. Puedo olerlo, respirarlo. Me apoyo en
su pecho y, con manos temblorosas, tira de los hilos de la pulsera con los dientes
sin dejar de sujetarme.
Se afloja. Miro fijamente las cuerdas de color marrón blanquecino que están
trenzadas con una pequeña roca en el centro. La roca ni siquiera es bonita; es
una cosa de aspecto azul grisáceo que no está unida por nada.
—Los sueños se hacen realidad cuando los dejas ir —susurra en mi oreja—.
Los sostienes en la palma de tu mano durante tanto tiempo que es todo lo que
puedes sentir contra tu piel. Se imprime en tu cuerpo de tal manera que ni
siquiera te das cuenta. —No sé por qué, pero empiezo a llorar—. Lo que nadie te
dice es que los sueños pueden convertirse muy fácilmente en pesadillas cuando
se prolongan demasiado, cuando se imprimen en tu alma, cuando no puedes ver
más allá de ellos y solo te centras en ellos, se hacen más grandes y se desplazan.
244
—Me suelta brevemente, toma la pulsera de su mano y la cuelga sobre el agua—
. A veces soñar significa dejarse llevar, no aferrarse. Iba a llevar esto hasta que
mi sueño se hiciera realidad y, ¿sabes qué es lo más gracioso de todo? Mi
atención estaba tan centrada en recuperar a mi mejor amigo, en arreglar las
cosas, en que todo fuera jodidamente perfecto, que olvidé lo que significaba ser
un amigo, lo que significaba estar ahí de verdad. Dejé que mi sueño se convirtiera
en una pesadilla, y utilicé esto como un símbolo de lo que necesitaba lograr,
como un trofeo que obtendría cuando finalmente lo hiciera. Nunca lo necesité, y
tú tampoco. Eres perfecta tal y como eres, Mary-Belle. Tienes un novio que te
ama a pesar del odio que a veces sientes por ti misma. Eso es la verdadera
amistad. El verdadero amor no está en lo bonito, nace de lo feo, así que si quieres
dejarte llevar… toma lo mío.
Pone la pulsera en mi mano.
Lágrimas calientes corren por mis mejillas, y me duele tanto la garganta que
siento que voy a morir de verdad mientras agarro la pulsera.
—Suéltalo —susurra Quinn—. Te ayudaré.
—¿Y si no puedo? —pregunto.
—Siempre puedes. No se trata de si puedes. Es si quieres. A veces, nos
aferramos a las cosas porque tememos que, si las dejamos ir, no tendremos nada
de qué preocuparnos. La ansiedad puede ser tu mejor amigo o tu peor pesadilla.
—¿Él me odia? —pregunto.
—¿Quién podría odiarte? —dice—. Nosotros te amamos.
—¿Nosotros?
—Nosotros —repite.
Me hundo de nuevo en él, y suelto la pulsera en el río, la veo caer, y me siento
caer con ella.
No salté, pero caí con ella, hacia las profundidades más oscuras de ese río.
Dejé atrás el sueño de la perfección, de ser suficiente, de hacer que la gente se
sienta orgullosa, de encontrar el amor, de perderlo.
Me ahogué en sus profundidades.
Y fui yo quien me liberó.

245
Ambrose
Dos semanas después…

Finalmente me dieron de alta del hospital, Quinn y MB se encargaron de todos


los preparativos del funeral de mi madre, pero MB todavía se niega a verme.
Quinn dijo que le diera tiempo.
Un segundo era suficiente.
La amo, la extraño, la necesito.
Tessa posiblemente sea acusada de pornografía infantil, no es sorpresa, y
todo lo que pienso mientras estoy sentado y aburrido en casa es que extraño a
MB y que ella se queda con Quinn.
Quiero odiarlo, pero ha hecho tanto por mí, él y su familia.
246
Sé que a veces su padre puede ser un imbécil, pero es un imbécil inteligente
y se ha ocupado del testamento y todo lo demás, pero me siento solo. Y me siento
como un idiota porque el primer día que he vuelto, todo lo que hago es mirar su
puerta cerrada y desear que se abra.
Ni siquiera puedo ir al baño sin mirar esa estúpida ducha como si hubiera
perdido la cabeza por completo. No la culpo, y creo que ella lo sabe. Quinn dice
que está llegando allí, pero ¿cómo te recuperas de ese tipo de trauma?
No la culpo y, sin embargo, lo hago, porque ella no confiaba en mi amor, mi
lealtad y luego pienso en la muerte de mi padre y digo, está bien, pero ¿realmente
la culpas por pensar de esta manera?
No tengo que terminar la escuela desde el accidente, pero quiero ir, quiero
verla aunque no sé si me hablará, pero tengo otra semana de recuperación.
Me siento solo en la casa gigante de la que solía presumir, pero al mismo
tiempo odiaba.
¿Cuántos días le puse los ojos en blanco a mi mamá o papá, y ahora no tengo
nada?
Observo el traje negro que tengo que usar para el funeral y ni siquiera sé
cómo voy a lograr pronunciar algún tipo de discurso para mi madre.
El elogio debe hacerlo su hijo, ¿verdad? Pero, ¿y si ya no tienes palabras? Qué
pasa si te los roban con cada respiración que tomas.
No he escrito nada.
Lo siento todo.
No se suponía que el último año fuera así. Yo era y soy un imbécil rico que se
queja de una vida que en realidad tiene que vivir.
Y ellos están enterrados en el suelo.
Tomo una respiración profunda y alcanzo el traje en mi cama. Escucho pasos
e imagino que es un fantasma. ¿Qué tan genial sería eso?
Una guinda total.
Suena un golpe en mi puerta y Quinn aparece con MB detrás de él. Ambos
están de negro. MB tiene puesto un bonito vestido negro que le llega a las rodillas
y cubre sus hombros. Se ve majestuosa, y la extraño tanto que duele.
Quinn está en un traje negro completo, y parece que no ha dormido en días,
probablemente porque me ha estado ayudando desde que no tengo a nadie. 247
Nadie más que a él.
Podría desmoronarme ahora mismo.
Sé que necesito aprender a enfrentar la oscuridad, pero me aterra no volver
a mirar la luz.
Al menos, eso es lo que se siente en la pesadez de mi propia habitación
mientras miro el traje.
—Hola —susurra Quinn—. Pensé que venir a asegurarnos de que no
necesitabas nada.
—Pregunta cargada. —Finalmente respondo, luego miro a MB—. ¿Tú estás
bien?
Las lágrimas llenan sus ojos.
—Estoy bien.
Asiento.
—¿Qué más puedo hacer?
Puedo decir que Quinn se debate entre dos mundos, uno donde yo soy su
mejor amigo, otro donde ella es suya, otro donde mi novia y mi hermana adoptiva
viven con él y, finalmente, uno donde ambos la amamos.
Come mierda, Shakespeare.
—Supongo que me cambiaré. —No me muevo.
Pero Quinn sí. Agarra mi camisa negra de la cama y comienza a desabrocharla
lentamente MB se coloca detrás de mí y con ternura me quita la camiseta por la
cabeza y la tira al suelo.
No es el momento sexy que imaginé no, esto es más como una limpieza
sagrada.
Estoy inmóvil mientras Quinn me pone la camisa y MB me la abotona.
Quinn suspira, luego baja mis pantalones de chándal al suelo tan
suavemente como puede. Me quito los pantalones ADIDAS y me trago la piedra
que tengo en la garganta cuando me da los pantalones.
Niego con la cabeza.
—Como si no pudiera hacer esto, hombre.
Él asiente.
—Como, sí, tú jodidamente puedes, y lo harás.
Me pongo los pantalones mientras él me los sube, y luego sus manos rozan
248
mis caderas. Me tira contra él y presiona su frente contra la mía.
—Harás esto, ¿entiendes?
No digo nada.
Su mano agarra mi barbilla; sus ojos son un ardiente calor de fuego que casi
me hace retroceder. ¿Quién es esta persona fuerte? ¿Y por qué no puedo ser más
como él?
—Ponte los pantalones —susurra—. Todo lo que tienes que hacer es ponerte
los pantalones, y luego vas a dar un paso, luego otro, luego otro, y te vas a subir
a mi auto, y vamos a conducir.
Finalmente asiento.
MB agarra mi saco y me ayuda a ponérmela, luego envuelve sus brazos
alrededor de mi cintura, apoyando su mejilla contra mi pecho, Quinn viene a
continuación, abrazándonos a todos juntos, y se siente bien, como debería ser,
como siempre hubiéramos tenido que encontrarnos a pesar de la tragedia que
nos trajo aquí.
—Tienes esto. —Quinn me da una palmada en el trasero.
MB se ríe.
Y casi me rio también, pero luego miro a MB, y todo lo que quiero hacer es
besarla, y quiero que Quinn vea solo porque quiero que él sea parte de todo lo
que tenemos.
¿Somos una pareja, o estamos ahora finalmente completos en nuestro dolor
y trauma?
La vida, a menudo, no tiene sentido, entonces, ¿por qué esto sí?
Nosotros tres.
Me pregunto si se asustarían si dijera que nunca los dejaré ir, a ninguno de
ellos, que no me importa lo que la gente diga sobre nosotros, sobre lo que pasó
en el pasado o podría suceder en el futuro.
—Llegaremos tarde —dice Quinn finalmente—. Lo vas a hacer muy bien,
Ambrose. Solo habla desde tu corazón.
—Te amo —espeto.
Ambos se giran y me miran, los labios de MB tiemblan y Quinn se acerca a
mí.
—A ustedes dos —digo—. Los amo.
Quinn toma una de mis manos y MB toma la otra.
249
Juntos para siempre.
Bajamos lentamente las escaleras y me doy cuenta de que tal vez lo entendí
todo mal esto.
Es.
Perfección.
Mary-Belle

Está muy guapo. Su cabello rubio castaño cae más largo contra su barbilla,
y su color es bueno a pesar de que todavía se está recuperando de su trasplante
y camina más despacio. Me doy cuenta de que Ambrose intenta mantener la
cabeza en alto.
No he soltado la mano de Quinn. . Me ha cuidado no porque estemos en una
relación, sino porque sabe que necesito un lugar para alejarme de Ambrose antes
de que tome su decisión.
Miro al frente mientras Quinn frota su pulgar sobre mi piel de un lado a otro.
Me giro hacia mi izquierda y le susurró al oído.
—Te amaré para siempre, me gustarás para siempre… 250
Es una broma que hemos tenido desde que nos emborrachamos viendo
Friends cuando Joey hace su lectura especial, y sé que ahora necesita relajarse;
está preocupado por Ambrose igual que yo.
Baja la cabeza y sonríe.
—Mientras yo viva, mi niña, tú estarás.
Normalmente los dos nos reímos, pero hoy es diferente. Hoy besa mi mano y
la aprieta.
No sé si Ambrose lo ve, pero de repente está en la iglesia católica donde se
está llevando a cabo el funeral.
Hay espacio solo para estar de pie. Después de todo, él es de la realeza en
esta ciudad. Vale casi setecientos millones de dólares, a los dieciocho años.
Es el dueño de todos.
Tiene los secretos de todos.
El peso de lo que tiene debe ser condenatorio, y aun así mantiene la cabeza
en alto.
—No preparé nada.
Las personas comienzan a susurrar.
Él levanta una mano.
—No porque no quisiera, sino porque no sabía qué decir. ¿Cómo poner en
palabras la tragedia y el regalo que he recibido? Mi madre era una mujer hermosa
y ambiciosa. Era una gran madre a veces, una madre horrible otras veces.
Algunos días nos peleábamos, otros días nos abrazábamos. —Levanta la vista y
sonríe—. Ella solía decir siempre que el amor era intercambiable con el dinero,
que si tenías suficiente dinero, el amor sucederá, y entonces un día entró en mi
habitación, tomó mi mano y me dijo, el amor es tan interminable como corto, es
solo tu elección cuánto dura. —Suspira—. Salió de la habitación y no volvió a
mencionarlo, y mi padre murió unos meses después. Vi un cambio en ella, en el
estrés de nuestras vidas de tratar de ser algo que nunca estuvimos destinados a
ser con el fin de poder seguir el ritmo. Así que, aunque estoy agradecido por el
legado de mi familia, me gustaría decir que, ahora mismo, prefiero ser
imperfecto, prefiero mostrar mis defectos al mundo. Prefiero ser la persona a la
que la gente acusa y señala con el dedo que la persona que tiene el estrés
constante de quedarse quieto mientras el caos se produce a mi alrededor,
sabiendo que soy yo el que lo ha causado y debo callarlo. Mi madre me enseñó

251
eso en una frase y en momentos tan cortos, y mis mejores amigos me mostraron
que lo único que importa es que aún no se ha terminado, que apagarán las
llamas cada vez porque, al final, se trata de conectar con la gente, se trata de
hacer del mundo un lugar mejor, se trata de ser desinteresado, incluso en el
momento que más eres tentado, lo único que quieres es elegirte a ti. Elige a
alguien más. Hazlo mejor. Haz callar las voces en tu cabeza y conviértete en lo
que imaginas para el mundo. Quería a mi madre y a mi padre; ahora, mi carga
es pesada. —Se mueve a un lado del altar—. Así que, como heredero del legado
de mi familia, he decidido donar dos millones de dólares a Hearts For Home, una
empresa de acogida independiente que ayuda a ubicar a los niños en buenos
hogares.
Las lágrimas comienzan a deslizarse por mi rostro.
—...Tres millones de dólares a las víctimas de abusos domésticos y sexuales
con la organización más grande de nuestra ciudad, Keep Me Safe.
Quinn empieza a temblar a mi lado.
Agarro su mano con más fuerza.
—Y finalmente… —Ambrose sonríe—. Otros cinco millones… —Las personas
jadean—, al fondo universitario local para las personas que necesitan ayuda para
obtener una educación, y en el futuro, haré más y más donaciones. No quiero el
dinero, no creo en cómo se ganó, y no creo en quedarme con todo. Mis padres
hicieron lo mejor que pudieron, y yo me comprometo a hacerlo mejor. Te quiero,
mamá. Gracias por tu regalo, vuela alto, y gracias por esto…
Frunzo el ceño.
¿De qué está hablando?
Saca una carta, una que nunca he visto.
Ambrose sonríe ante ella.
—¿Sabes qué es lo gracioso? No quería ir a la lectura del testamento en
absoluto, guardé esta carta durante una semana, y por fin la leí esta mañana
después de que vinieran unos amigos y me ayudaran… así que ahora voy a leerla
en voz alta… y quizá entonces lo entiendas.
Se aclara la garganta.
La habitación está tan silenciosa que se diría que ni siquiera se nos permite
respirar.
Ambrose comienza:
Si estás leyendo esto, algo trágico ha sucedido, y lo que me han dicho durante
el último año y medio se hizo realidad. El estrés ha sido duro, y mi corazón no es

252
el mejor. Te lo oculto lo mejor que puedo. Tu madre también lo intentó porque
queríamos que te centraras en la escuela, pensando que era más fácil parecer
perfecto cuando el mundo se derrumbaba a nuestro alrededor. Puede que estés
solo, pero no lo estarás siempre. El dinero no puede ser tu familia, pero puedes
usar el dinero para darles una familia a otros. Estoy seguro de que lo que más
lamento es haber trabajado demasiado para construir un imperio, y me faltó. Hijo,
el tiempo es la única cosa en este mundo que la gente desearía obtener. Es lo único
que no puedes tomar más o devolver. Está estructurado a propósito para que
apreciemos lo que tenemos y lamentemos lo que no tenemos.
Ambrose sonríe ante el papel.
—Tiempo.
Vuelve a sonreír.
—Tiempo.
»Tiempo. —Repite nuevamente.
Pasaron exactamente treinta y siete segundos que nunca recuperaré mientras
escribía estas últimas palabras. He cometido errores, te lastimé de una manera
que nunca podré retractarme, al igual que el tiempo, y todo fue por miedo a que te
enteraras, por miedo a perderlo todo, ahora, mientras mis manos tiemblan,
mientras miro fijamente la puerta, me doy cuenta de que puede que no llegue tan
lejos: eran tú y tu madre, mis posesiones más preciadas, el médico había dicho
que si esto sucede de nuevo, incluso una ambulancia no me salvará, ya ves hijo,
cuando tu corazón te falla, a menudo no vuelve a latir, no importa cuántas veces
lo intentes para seguir adelante. Siempre tendré remordimientos, y los más
grandes que tengo son los minutos que venías a mi oficina y me rogabas que
jugáramos a la pelota, pero ya ves, estaba demasiado ocupado.
Ambrose hace una pausa y me mira.
No sé por qué estoy escribiendo esto y añadiendo una carta a mi testamento.
Tal vez sea porque acabo de golpearte por mis propias frustraciones. Mis propios
fallos, pero estoy sentado aquí en mi escritorio preguntándome en qué me
equivoqué y me doy cuenta de que valoré el dinero por encima del tiempo. Valoré
la perfección sobre el caos. Puede que nunca veas esta carta, espero por Dios que
no, que me vaya mejor y que esto sea solo ansiedad, pero en lugar de buscar mi
teléfono, quería buscarte a ti. Te amo, hijo, y estoy orgulloso. Haz del mundo un
lugar mejor, ya nos volveremos a ver. Sabes que te amo. Siempre lo hice. Siempre
lo haré.
No sé qué decir; pienso en aquella noche en la que su padre señaló hacia el
escritorio después de que yo entrara corriendo, dispuesta a armar un escándalo.
Todo lo que su padre decía era Guarda, Guarda, Guar, Ambrose, y cuando
llegaron los paramédicos, ignoré sus señalamientos hacia el escritorio y me senté 253
a su lado.
Tomé su mano.
Y pensé que lo había matado.
Pero no lo hice.
No fue por el shock.
Estaba enfermo.
Ambrose me mira fijamente a través de la habitación y asiente una vez
mientras una lágrima cae de su mejilla.
—Haré lo posible por no ser perfecto.
—Qué maravillosa fantasía… —susurro—. Imaginar que puedes ser perfecto.
—Qué hermosa pesadilla… —Quinn dice a mi lado—. Ser dueño de tus
sueños.
Me giro hacia él.
—¿Qué quieres decir?
—Van de la mano —susurra—. Tienes que ser dueño de ambos para tenerlo
todo...
El servicio termina y me pregunto qué va a pasar, pero no tengo que esperar
mucho. Ambrose se dirige hacia nosotros después de una hora. Todo el mundo
está en su casa, mi antigua casa.
Me sonríe, y se siente real.
No sé si debo correr hacia él o alejarme.
—Te he estado esperando. —Asiente hacia Quinn—. Gracias.
Quinn suelta mi mano.
—Todo un día de trabajo para ser el compañero.
—Nunca fuiste el compañero. —Ambrose sacude la cabeza—. Algunos
podrían decir que eras el protagonista que se perdió porque la batiseñal era una
completa mierda.
—Probablemente sea tu culpa.
Hace una pausa y luego se ríe:
—Sí, probablemente.
Quinn le da a Ambrose un ligero golpe en el brazo y luego se inclina y presiona
un suave beso en mis labios. 254
Hace un mes, estoy segura de que habría iniciado una pelea.
Hoy, estoy agradecida porque sé lo que significa ese beso. Una vez escuché
una canción en la que la letra decía que es hora de levantarse de nuevo.
Y lo es.
Realmente lo es.
Le doy un abrazo, y me pregunto tantas cosas... pero por ahora, necesito no
derrumbarme, y necesito a Ambrose de la forma en que él me necesita a mí.
Me atrae hacia sus fuertes brazos.
—Quédate.
Sigo contra él. No tengo palabras para darle, ni coraje, solo yo misma, y espero
que sea suficiente.
Levántate.
Levanta la cabeza, muéstrale tus ojos, dale tu alma.
Asiento contra su pecho.
Y no sé cuánto tiempo nos quedamos ahí, abrazados, pero es el suficiente
como para sentir que se fortalece de nuevo, no sé cómo ni por qué lo siento, pero
lo siento.
—No te soltaré. —Mis labios se mueven contra su pecho, contra su camisa—
. No te dejaré solo, Ambrose. Solo sabía que todos necesitábamos tiempo.
—Tiempo —responde él—. Qué maravilloso regalo.
—Y horrible maldición —digo.
Los dos nos giramos hacia el ataúd y lo miramos.

255
Ambrose

—Estoy agotado. —Quinn se desploma contra mi sofá y se tira de su corbata


negra. ¿Por qué no me dijiste que tu tía abuela besa a la gente en los labios como
veinticuatro veces?
—¿Es europea? —Me rio.
Se aparta de mí.
—¡No! Ese acento es falso como la mierda. No lo creeré, no lo haré. Aunque
su lápiz de labios sabía a pastel, así que no es una pérdida total.
MB pasa junto a él y quita sus piernas de la mesa.
—Pies fuera, y era MAC. MAC siempre sabe a pastel.
—Sí, de acuerdo, mamá. —Se sienta—. Pero, ¿en serio? ¿Lo hace? ¿Cómo lo
256
sabes?
MB sonríe.
—Probé mis labios, tonto-tonto.
—Así que parece que están cómodos. —Me rio por primera vez en unos días,
y me siento jodidamente bien—. ¿Cómo la pareja que discute, que todo el mundo
admira, pero también quiere golpear en la garganta?
MB mira a Quinn.
—Él es un desastre.
—¡Ella es ruidosa! —Grita como si no estuviera rompiendo la barrera del
sonido—. Está constantemente cantando en la ducha. Mira, te quiero, pero NO
eres Adele.
—¡Podría ser ADELE! —grita, y luego pisa fuerte, Dios, es adorable.
—Vaya. —Rasco mi mejilla, apoyándome en la silla—. Parece que las cosas
han sido divertidas para ustedes dos.
Se miran el uno al otro.
—¿Van a cruzar espadas al amanecer? ¿Debería preocuparme?
Quinn finalmente se cruza de brazos.
—Está bien, supongo.
—Está bien. —Me guiña un ojo.
—Me alegro de que mis mejores amigos puedan llevarse bien. —Me pongo de
pie—. ¿Noche de cine?
Quinn se levanta de un salto.
—Oye, han sido tiempos difíciles para ti. Al menos deberías descansar, no
estás completamente curado y…
No sé por qué lo hago; realmente no lo sé. Lo agarro y lo estrecho contra mí.
Lo abrazo tan fuerte que estoy seguro de que me estoy rompiendo los huesos.
Él me devuelve el abrazo.
Y entonces MB está justo ahí entre nosotros, y la beso, entonces él la besa, y
entonces yo estoy como, qué demonios está pasando, y simplemente me dejo
llevar; mis emociones están por todas partes, están fuera de control.
MB se retira y mira entre nosotros. Quinn está aturdido. Tiene los ojos muy
abiertos mientras mira entre los dos. 257
—Catorce. —MB asiente—. Te drogaron. Estabas en primer año de la escuela
qué experiencia sexual más horrible.
Quinn se ríe torpemente.
—Sí, bueno... no lo recordamos todo, pero sí...
—Quiero decir, ¿qué más hay que decir?
Lo más probable es que Tessa vaya a prisión. El video nunca volverá a ver la
luz del día, y fue un error, uno que cubrimos porque, hola, tengo que hacer que
todo se vea genial y perfecto.
Que patético.
Qué triste.
Casi me dan ganas de explotarlo y alejarme del mundo, pero me doy cuenta
de las repercusiones. Nosotros también éramos menores de edad, por lo que
definitivamente no estaría bien.
MB mira entre nosotros.
—Necesitas nuevos recuerdos.
—Los tengo —digo.
—No. —Ella frunce el ceño, muerde su labio inferior y pone sus manos en las
caderas—. Necesitas recuerdos felices entre ustedes dos.
Se produce silencio.
Miro mis zapatos.
¿Acaba de rimar?
No sé ni qué decir.
—Aquella vez fuimos a pescar. —Quinn dice algo sin sentido.
Pongo los ojos en blanco. ¿En serio, hermano? ¿En serio?
—Sí, y no pescamos nada.
También nos drogamos mucho, pero omitimos esa parte.
—Un mal cebo —decimos al unísono, lo que hace que MB se ría y mueva la
cabeza.
—¿Qué? —Me acerco a ella y me doy cuenta demasiado tarde de que Quinn
hace lo mismo, yo por su mano, él para agitar su cabello. Ella frunce el ceño
entre nosotros dos y comienza a reír.

258
Quinn se inclina y susurra:
—Se volvió loca. La hemos echado a perder.
—Sus ojos parecen salvajes —añado—. Definitivamente es el mal de las vacas
locas.
—Creía que odiaba la carne de vacuno.
—La comida. Le encanta toda la comida —añado—. Pero sí, definitivamente
no es...
Toma mi mano, luego la de él, y presiona la suya entre ellas. Tomo una
respiración aguda. Tengo miedo de mirar a Quinn. Tal vez tiene miedo de
mirarme.
—Está bien, sabes —susurra—. Amar varias cosas al mismo tiempo. —Sus
ojos brillan—. Y está bien tener una segunda oportunidad.
La mano de Quinn tiembla mientras se inclina hacia mí.
—Definitivamente, vaca loca.
Asiento.
MB se ríe. Sonrío porque suena muy bonito, su risa, su alegría.
—Reglas —dice finalmente una vez que ha terminado de reír—. Soy su novia
—gracias a Dios que me señala—. Y soy tu segunda oportunidad. —Señala a
Quinn.
—Estoy confundido. —Quinn levanta la mano.
Ella lo agarra y lo besa, luego lo atrae para darle un beso y envuelve sus
brazos alrededor de su cuello.
Creo que los dos estamos demasiado aturdidos para movernos. Estoy celoso
como el infierno, luego pienso en lo que pasó, lo que pasamos los dos, y creo que
ese es el regalo que el universo merece darle.
Maldita sea.
Bien.
Solo bien.
MB es la mejor de todos nosotros, ¿así que un simple beso? Sí, mi mejor
amigo merece conocer ese amor, esa ternura, la sensación de ella contra él, y no
puedo creer que esté sonriendo, pero lo hago.
Él ha estado en el infierno y ha vuelto, y yo también, ¿por qué no tener una
pequeña porción de cielo?

259
MB se aparta y mira por encima del hombro mi expresión de asombro. Luego
me doy cuenta de que es más bien asombro porque estoy sonriendo, y sé que
acaba de tocar sus labios, pero esos son los míos, así que la atraigo para darle
un beso mientras ella lo suelta.
—Nuevos recuerdos, ¿eh? —Me alejo, con la boca húmeda—. ¿Qué tenías
pensado?
—Una sala de cine. —Se ríe, y seguimos como si nos hubiera hipnotizado por
completo, tal vez lo haya hecho, o tal vez sólo tenga la respuesta correcta a
nuestro problema, el problema que nos ha separado durante años.
Nuestra vergüenza no tiene por qué seguir así.
—Quiero decir, obviamente —dice Quinn detrás de ella, sus manos se
demoran alrededor de sus caderas; ella se inclina hacia él, luego hacia mí, y
luego de alguna manera, la tenemos emparedada mientras presiono un beso con
la boca abierta en sus labios.
Realmente nunca lo había pensado, pero abrirse a alguien, inspirarlo, ¿qué
tan personal puedes llegar a ser realmente?
Sexo es sexo, pero besar, besar es literalmente abrir tu alma. Es conectarse
en un nivel en el que literalmente estás frente a alguien y diciendo.
Aquí estoy.
Aquí estás tú.
Aduéñate de mí.
Tómame.
Ámame.
El sexo, bueno, el sexo, ni siquiera necesita besar o hacer contacto visual. Es
animal en su forma básica para el placer o para procrear.
Pero esto, esto se siente... de otro mundo.
Sus labios son dulces y húmedos. Saboreo y devoro mientras mi lengua se
detiene en sus labios sólo para tocar los suyos, probarlos, recordarlos.
Quinn gime detrás de ella y una mano agarra la mía, la suya. Lo agarro de
vuelta mientras la presiono contra su pecho, profundizando el beso.
Me retiro.
—Una segunda oportunidad.
—Una mejor. Seamos sinceros... ella es la peor.
Miro a los ojos a Quinn, y él asiente hacia mí, luego mira hacia otro lado.
—Sé que esto no es como… quiero decir, solo digo que no hay presión.
Claramente, necesito encontrar mi propia persona y… 260
—No seas idiota. —Interrumpo—. Mis amigos nos dan algo que Tessa nunca
hizo.
Quinn traga saliva.
—Es perfecto.
Y casi me rio porque, sí, nosotros tres, totalmente perfectos, en un lío de besos
enredados, repeticiones, malas decisiones, seguidas de otras jodidamente
buenas.
Unos que se sienten tan bien que ni siquiera sé lo que está pasando incluso
cuando la mano de mi mejor amigo se desliza por la mía, aunque sé lo que está
haciendo.
Realmente es lo mejor.
Ella gime.
—Pero sinceramente, bésala otra vez después de esto, y te patearé el culo...
—digo mientras caminamos hacia la sala de cine.
Se ríe.
—Tomo nota.
—Sin penetración —digo en voz baja.
—Mata la alegría —susurra.
MB se da la vuelta y nos mira fijamente.
—Hablando a mis espaldas cuando fue mi brillante idea eliminar su trauma,
¿eh?
—Lo siento —murmuramos los dos.
Quinn me empuja.
Yo le devuelvo el empujón.
MB se echa a reír.
—Estoy bromeando.
—Sí. —Asiento—. Um, pero no estábamos realmente al tanto de lo que
sucedió en ese video cuando estaba sucediendo, por lo que realmente no hemos
hecho esto.
—¿Y crees que yo lo he hecho? —pregunta una vez que estamos en la oscura
sala de cine.

261
—¡No! —grita Quinn—. Es sólo, como, ya sabes... logística.
MB se gira hacia nosotros, completamente seria.
—Logística, ¿a qué te refieres?
—Sí, por favor, descríbelo; los detalles serían preferibles. —Casi me ahogo en
las palabras para no reírme mientras Quinn levanta las manos, las baja y las
vuelve a levantar como si se estuviera preparando para dar una clase.
—Bien, voy a evitar que te pongas en evidencia —dice MB—. Es lo que es.
Tienes un mal recuerdo de algo que nunca debió ocurrirte. —Se gira hacia mí—
. Ese de ahí es mi novio, al que amo —sonríe Quinn—. Es uno de mis mejores
amigos, algo que nunca pensé que tendría.
Asiento.
—Y —continúa—. En el pasado, un terapeuta muy sabio me dijo que borrara
con cosas nuevas, así que eso es lo que estamos haciendo, sin peleas, sin
contratos, sin metas, sin celos, no más noches como estas, solo… nosotros, en
este momento, ahora mismo. Cicatrización.
Ni siquiera me doy cuenta de que la estoy alcanzando, pero Quinn lo hace al
mismo tiempo. Le estoy besando la boca, él le está besando el cuello, y con una
maraña de manos y bocas, caemos contra el sofá. Quinn se quita la camisa por
la cabeza y yo trabajo en la mía mientras ella gime en mi boca.
Pruebo su emoción, su miedo y nuestros nuevos recuerdos.
A nosotros.
Quinn besa su espalda desnuda y sus manos se mueven hacia sus caderas.
Asiento y sigo besándola mientras sus dedos se sumergen entre sus muslos,
no esperaba que llegara tan lejos o que estuviera dispuesto a hacerlo, pero de
alguna manera es como si estuviera fuera de mi cuerpo cuando me mira a los
ojos, casi como si estuviera diciendo, ámala. Tengo esto junto con, déjame tener
solo esto.
Sólo. Esto.
No se da cuenta de que escuché su conversación en la habitación del hospital,
sobre el posible bebé, sobre que él se hizo cargo cuando yo no pude.
Sobre él protegiendo lo que creía que era mi perfección, así que ¿por qué no
devolvérselo de la forma más primaria posible?
Ella se agita contra su mano.
Sus ojos se cierran.
Y la beso de nuevo. Escucho el sonido de sus dedos, cada bocanada de aire
que ella inhala y exhala, y cada vez sé que está al borde de perder la cabeza. 262
Sus gemidos y jadeos son como un soplo de oración en mis labios. Nuestras
lenguas se enredan mientras Quinn le da placer, solo para retirarse
repentinamente. Sé que él está excitado, joder, estoy excitado, y nunca hubiera
sabido que este era un escenario futuro; Estoy tan duro que quiero desnudar
cada centímetro de ropa que tengo en mi cuerpo y tomarla tan fuerte como
pueda.
Sus ojos se abren; mira entre nosotros y sonríe.
—Supongo que siempre fuimos nosotros tres, como todos decían...
—Mierda. —Quinn frota la palma de su mano por la parte delantera de sus
pantalones—. Sí, éramos nosotros.
—Nosotros —repito y me acerco a ella. MB me agarra y besa mi boca, luego
la suya, luego la mía otra vez hasta que ambos estamos presionados contra ella,
frotando nuestras manos por todas partes, desde su cabello hasta su rostro.
—Esto debe ser lo que se siente al ser adorado —susurra Quinn contra su
cuello.
MB busca la parte delantera de sus pantalones y presiona la palma de su
mano.
—Sí.
Él gime y se echa hacia atrás, con horror en su rostro.
Todavía estoy tratando de averiguar por qué se está volviendo loco, aunque
esto definitivamente no es algo que hacemos cuando se da la vuelta y nos da la
espalda.
—¿Demasiado caliente para manejarlo, Quinn? —pregunta.
—Considera... —Se aclara la garganta—, mi memoria se restauró por
completo con este mientras toco vergonzosamente y me dirijo al baño, donde
lloraré al cien por cien en la esquina mientras ustedes hacen lo suyo.
Me rio; no puedo evitarlo.
—Hermano, ¿cuánto tiempo ha pasado?
—Claramente demasiado tiempo. —Se queja y luego gime y mira hacia otro
lado—. PD: voy a tener una conversación seria con mi polla ahora mismo—
—Eso es raro —digo.
—También lo es besar a la novia de tu mejor amigo, pero aquí estamos. —
Mira por encima del hombro—. La mejor lengua que he probado en…
—Vete. —Señalo hacia la puerta.
263
Quinn se ríe y me guiña un ojo.
—Seamos sinceros. Nunca habría funcionado entre los tres. En primer lugar,
mi polla es tan grande que...
—¡VETE! —grito.
MB estalla en carcajadas.
—Vuelve cuando puedas, Quinn. Podemos ver más piratas.
—Ven —repite—. Ahora, ¿por qué me resulta familiar?
Lanzo una almohada.
Y entonces MB está encima de mí cuando se cierra la puerta, está encima de
mí, en realidad, y me doy cuenta de que, aunque le haya dado placer, es el único
que lo ha alcanzado.
No es extraño cuando la acaricio, casi como si su único trabajo fuera borrar
lo que pasó, prepararla y experimentar placer por primera vez en mucho tiempo
en un espacio seguro.
Estoy bien con eso.
Estoy bien.
La tengo a ella.
Ella me tiene a mí.
Y ambos lo tenemos a él.
Raro pero cierto.
—¿Estás bien? —pregunto mientras le quito la ropa restante y la tiro al suelo
junto con la mía.
MB agarra mi rostro, tirando de mí para besarlo, y caemos al suelo. El calor
de su cuerpo presiona contra el mío; su piel es suave mientras me siento a
horcajadas en el suelo. Este es mi futuro.
Ella.
Mi mejor amiga.
MB agarra mi cabello, jalándome hacia adelante hasta que nuestros cuerpos
se deslizan uno contra el otro, y sé que no hay vuelta atrás.
Ella ya es mía, pero ahora mismo, es diferente.

264
Ella era mía porque la quería.
Esta noche es mía... porque no hay secretos entre nosotros, no hay mentiras,
no hay que esconderse... es crudo, emocional, físico, espiritual.
Perfecto.
Maldita sea, es tan jodidamente perfecto.
Unos dedos suaves tocan mi polla, y casi tengo el mismo problema que Quinn
al intentar que mi cuerpo no responda. Mi punta roza su entrada. Me digo a mí
mismo que no debo explotar.
Mantengo los fuegos artificiales a raya, apenas lo suficiente para acercarme
a su calor, y luego me agarra por el trasero y pierdo todo sentido de la existencia.
Me estrello contra ella, follándola contra el suelo, su cabeza golpea la parte
inferior de cuero rojo de la silla del teatro y ella no dice nada, simplemente
engancha sus tacones alrededor de mi trasero y me empuja más profundo.
Más profundo.
Más profundo.
Más profundo.
Hasta que nuestros movimientos son una reacción a estar demasiado cerca,
demasiado profundo, demasiado todo. Sus caderas suben, las mías bajan, yin y
yang.
Me besa mientras termino dentro de ella sabiendo que ya está ahí si la falta
de fricción entre nosotros sirve de algo.
—Perfecto —susurra MB contra mi cuello sudoroso.
—Los perfectos. —Corrijo—. Nosotros.

265
Ambrose

Ahora, dondequiera que vaya, conduzca, o coma, la gente me mira y me


señala. Sigo saliendo en la televisión junto con mi “hermanastra”, con la que
ahora salgo abiertamente.
Es un mundo extrañamente imperfecto en el que ahora vivo y que deseaba,
sin saber lo que deseaba.
MB visita las tumbas de mis padres y les deja flores, y ha estado cocinando a
diario, tratando de engordarnos tanto a Quinn como a mí, quien les dijo a sus
padres después de la graduación que se mudaría conmigo, técnicamente para
ayudarnos.
Nuestra nueva vida puede esperar. 266
La universidad perfecta tiene que esperar.
Mi vida está en espera por primera vez desde que nací.
Y estoy extrañamente bien con la espera porque tengo a mis dos mejores
amigos conmigo.
Tal vez fundemos una empresa.
Tal vez vayamos a pescar durante diez días seguidos.
Mis padres se esforzaron mucho para que yo pudiera hacerlo, y tengo que
agradecerles todos los días que me mantuvieran a pesar de todas mis quejas
para que, cuando la mierda golpeara el ventilador, pudiera sentarme y mirar a
la pared o llorar.
Mantengo la oficina de mi padre impecable, y algún día espero sentarme en
esa silla y hacerlo mejor.
Trabajar tanto como jugar.
Amar a mis hijos incluso cuando se cagan en los pantalones y dibujan en las
paredes con rotulador permanente, y espero por Dios que sea Mary-Belle la que
me grite por dejarlos salirse con la suya.
Dios, eso espero.
La amo demasiado.
Me doy la vuelta en la cama y la miro; está extendida como si fuera la dueña
de la cama King size y ronca ligeramente.
Ella es increíble.
Me salvó.
Me inclino hacia ella.
—Estás roncando otra vez.
—Come mierda —susurra con voz ronca.
Sí, esa es mi chica, mi futura esposa, y en un día perfectamente imperfecto
voy a arrodillarme y pedirle que sea mía para siempre.
La puerta de mi habitación se abre de golpe.
—Amigo, Amigo, nunca creerás quién acaba de recibir una sentencia de
prisión aún más severa.
Me levanto de golpe. 267
—¿Tessa?
MB se congela a mi lado.
Quinn se sienta cómodamente en la cama.
—Sí, la chica con la que acabo de empezar a salir de la cafetería. —Asiente—
. ¿Conoces a la camarera sexy con los brazaletes realmente geniales del
extranjero?
Asiento.
—Sí, sí, hace los mejores capuchinos.
—Esa chica. —Chasquea los dedos.
—¿No tiene nombre? —pregunta MB.
—Lexi. —Quinn y yo decimos al unísono.
MB gime.
—¿Así que sigues llamándola así?
—¡Concéntrate! —Quinn chasquea los dedos—. Estaba en pánico. De
acuerdo, al parecer Tessa tenía más vídeos de otros chicos de nuestra escuela.
Siento que empiezo a sentirme mal.
—¿En serio?
—Sí, ninguno se presentó, pero es como si casi todos los inversionistas en la
compañía de su padre, básicamente la enviaran como… ya sabes…
Me estremezco.
—¿Eran menores de edad?
—Todos ellos. —Quinn asiente—. Fue noticia de primera plana, de todos
modos, no quise estropear tu rutina sexual matutina.
MB le lanza una almohada.
La esquiva.
Y luego se zambulle en la cama entre nosotros.
—Ahhhh, recuerdos.
—¡VE A BUSCAR A LA CAMARERA! —grito.
—Ya lo hice. Está en mi habitación. —Me guiña un ojo—. Oh, le dije que podía

268
mudarse pero que mis padres podrían ponerse raros por ello.
Frunzo el ceño.
—¿Tus padres?
—Sí, ustedes dos, hey pd, esta camarera realmente hermosa, sexy y talentosa
va a estar durmiendo conmigo al otro lado del pasillo ¿no es genial?
—Atrápalo —gruño.
MB salta.
Quinn corre.
Y se produce el caos.
Perfecto.
Maldito.
Caos.
Totalmente imperfecto. Siempre.
269
La vi. Me gustó al instante. Puede que me haya acostado con ella dos veces
sólo para... bueno, no importa. Se vuelve confuso después de ese punto.
Verás, son dos. Gemelas idénticas.
Todo lo que quería eran unas vacaciones, pero lo que obtuve fue la gemela
malvada número uno y la gemela inocente número dos.
Dicen que las cosas vienen de tres en tres, así que Dios me ayude, si hay otra.
Me estoy curando de traumas pasados, pero puede que haya creado más para
mi futuro.
¿Alguien tiene salvia?
¿Una vela?
En este momento, me quedaría con Barney.
Envía ayuda.
Con amor, Quinn
The Unperfects – Rachel Van Dyken
Rachel Van Dyken es la autora número uno de los bestsellers del New York
Times, el Wall Street Journal y el USA Today, con más de 100 libros que abarcan 270
desde novelas románticas para adultos hasta novelas románticas sobre la mafia,
pasando por novelas románticas paranormales y de fantasía. Con más de cuatro
millones de ejemplares vendidos, ha aparecido en Forbes, US Weekly y USA
Today. Sus libros se han traducido a más de 15 países. Fue una de las primeras
autoras románticas en tener un libro Kindle in Motion a través de la editorial
Amazon y sigue esforzándose por estar a la vanguardia de la experiencia del
lector. Vive en el noroeste del Pacífico con su marido, sus adorables hijos, un
gato desnudo y dos perros.
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