La Teoria de La Ideologia
La Teoria de La Ideologia
La Teoria de La Ideologia
1. Introducción.
Antes de proseguir, hay que hacer una aclaración importante. En los párrafos
precedentes se ha hablado de “teoría de la ideología” y no de “ideología”. La
distinción es relevante. Si se afirma que la “ideología” es sólo un concepto que
describe un fenómeno dado, se pierde de vista que la misma es un cuerpo
teórico que intenta dar cuenta tanto del origen de las ideas como del papel que
juegan éstas en la sociedad, lo cual lleva a perder de vista el todo social. En
cambio, la ideología como teoría remite a una concepción holista de la
sociedad, que lleva inevitablemente a enfrentar el problema de la totalidad
social[4]. Como quiera que sea, corresponde indicar que, al utilizar el término
“teoría de la ideología” en singular, de ningún modo se ha pretendido afirmar
que existe una teoría homogénea de la ideología, capaz de encerrar en su
seno a todas las teorías que se han formulado acerca de ella. Como en los
demás ámbitos de las ciencias sociales, la multiplicidad de posturas teóricas no
implica solamente el reconocimiento de la necesidad de abordar el estudio de
los fenómenos sociales recurriendo a una batería de herramientas
conceptuales, dada la esencial riqueza de la vida social. A esta altura del
desarrollo de las ciencias sociales, resulta obvio que los abordajes
monocausales terminan por generar análisis insípidos de lo social, que carecen
de utilidad teórica y práctica. Sin embargo, no es aquí adonde se apunta. La
referencia simultánea a la teoría de las ideas como si se tratara de un todo
constituido plenamente y a la variedad de teorías formuladas en torno de la
ideología intenta destacar, sobre todo, la riqueza del campo de estudio, que de
ninguna manera se halla cerrado ni cristalizado. Esto no implica afirmar que
todas las teorías sobre la ideología tengan el mismo valor, y el autor piensa que
esto último ha sido mostrado con creces en el texto.
Como se dijo más arriba, este trabajo no tiene el propósito de realizar una
historia exhaustiva de la teoría de la ideología. Es por esto que el criterio
adoptado ha sido el de seleccionar aquellos aportes que, a nuestro juicio,
muestran de manera acabada la relevancia de dicha teoría para las ciencias
sociales en general, y para la epistemología de las ciencias sociales en
particular. El lector atento podrá observar que en este recorrido se han dejado
de lado aportes importantes, como los de Max Weber (1864-1920), Michel
Foucault (1926-1984) y Pierre Bourdieu (1930-2002). También se han dejado
de lado corrientes tales como la sociología del conocimiento y apenas se han
tratado autores fundamentales como Georg Lukács (1885-1971 y Antonio
Gramsci (1891-1937). El criterio de selección adoptado ha consistido en tomar
aquellos autores que permiten explicar mejor la relación entre la ideología y las
temáticas de la epistemología de las ciencias sociales elegidas aquí.
“El hombre ha nacido libre, y por doquiera está encadenado. Hay quien se cree
amo de los demás, cuando no deja de ser más esclavo que ellos. ¿Cómo se ha
producido este cambio? Lo ignoro. ¿Qué es lo que puede hacerlo legítimo?
Creo poder resolver esta cuestión.
Si no considerara más que la fuerza y el efecto que de ella deriva, yo diría:
mientras un pueblo esté obligado a obedecer y obedezca, hace bien; tan pronto
como pueda sacudir el yugo y lo sacuda, hace aún mejor; porque al recobrar su
libertad por el mismo derecho que se la arrebató, o tiene razón al recuperarla, o
no la tenían al quitársela. Más el orden social es un derecho sagrado, que sirve
de base a todos los demás. Sin embargo, tal derecho no viene de la naturaleza:
está, pues, basado en las convenciones. Se trata de saber cuáles son esas
convenciones.” (Rousseau, 2000: 26).
Más allá de las exageraciones (los “ideólogos” tenían tanto interés como
Napoleón en el mantenimiento del orden existente), el argumento napoleónico
es interesante, porque marca los límites que van a tener las ciencias sociales
en su análisis de la sociedad capitalista que estaba surgiendo de los
movimientos convergentes de la Revolución Industrial y la Revolución
Francesa. Con precisión, Napoleón plantea que la tarea de los que se dedican
al estudio de la sociedad tiene que consistir en desarrollar una técnica para
gobernar, la cual debe respetar las creencias en la jerarquía y en el orden
establecido. Si los “ideólogos” se preguntaban por el origen de las ideas que
dan estabilidad y coherencia al orden establecido, se corre el riesgo de poner al
descubierto los mecanismos de dominación, y lo último que tienen que hacer
las ciencias sociales en la sociedad moderna es mostrar que “el príncipe está
desnudo” y que los derechos y libertades conviven con una realidad marcada
por la explotación en el nivel de las relaciones económicas. Actuando desde un
punto de vista práctico, Napoleón llegó a percibir el gran inconveniente que
presenta la teoría de la ideología para los sectores que tienen el poder en la
sociedad. De manera que Napoleón decidió cortar por lo sano y en 1802 cerró
la división de Ciencias Morales y Políticas del Instituto, disgregando a los
“ideólogos”. Destutt prosiguió su tarea (en 1801 apareció el primer volumen de
su Projet d’éléments d’idéologie), pero la “ciencia de la ideología”, perdido el
apoyo oficial, cayó rápidamente en desuso.
Para los fines de este trabajo vamos a concentrarnos en la teoría de las ideas
tal como aparece en La ideología alemana[11]. Antes que nada, hay que
comenzar diciendo que se trata de la primera obra en que Marx y Engels
presentan los grandes lineamientos de su concepción de la sociedad (conocida
habitualmente como materialismo histórico o concepción materialista de la
historia). Marx y Engels discuten con los Jóvenes Hegelianos a lo largo del
texto; para estos discípulos de izquierda de Hegel (1770-1831) las ideas
constituían el motor del desarrollo social. La crítica de Marx y Engels iba
dirigida, por tanto, contra el idealismo subyacente en esta concepción;
corresponde acotar que la teoría de la ideología y las tesis sobre la centralidad
del proceso de trabajo constituyen las armas principales esgrimidas por Marx y
Engels. A continuación desarrollaremos qué tipo de uso hacen de los mismos.
“Esta concepción de la historia [la defendida por Marx y Engels] consiste, pues,
en exponer el proceso real de producción, partiendo para ello de la producción
material de la vida inmediata, y en concebir la forma de intercambio
correspondiente a este modo de producción y engendrada por él, es decir, la
sociedad civil en sus diferentes fases, como el fundamento de toda la historia,
presentándola en su acción en cuanto Estado, y explicando en base a ella
todos los diversos productos teóricos y formas de la conciencia, la religión, la
filosofía, la moral, etc., así como estudiando a partir de esas premisas su
proceso de nacimiento, lo que, naturalmente, permitirá exponer las cosas en su
totalidad (y también, por ello mismo, la acción recíproca entre estos diversos
aspectos).” (Marx y Engels, 1985: 40).
Por su simplicidad, esta tesis del reflejo deformado recuerda los planteos del
viejo empirismo, adoptado posteriormente por los filósofos de la Ilustración.
Como dijimos, la ideología refleja de modo deformado las relaciones reales de
los individuos. Esta deformación hace que las personas tengan una “falsa
conciencia” (conciencia deformada) de la sociedad y de la posición que ocupan
en ella. La teoría de la ideología como conciencia deformada presenta puntos
de contacto con la concepción negativa de la ideología, que fuera formulada
por Napoleón en ocasión de su crítica a los ideólogos. Si se sigue al pie de la
letra la tesis del reflejo, es muy difícil explicar tanto la persistencia misma de las
representaciones ideológicas (pues parecería que la simple enunciación de la
verdad sobre las relaciones sociales bastaría para tornar innecesaria a la
ideología), como el surgimiento de la ciencia en tanto actividad cuyo objetivo es
la búsqueda de la verdad y no la elaboración de una “falsa conciencia” acerca
de la realidad.
Por su simplicidad, esta tesis recuerda los planteos del viejo empirismo,
adoptados posteriormente por los filósofos de la Ilustración. Pero hay una
diferencia significativa. La ideología refleja de modo deformado las relaciones
reales de los individuos. Esta deformación tiene su origen en las características
mismas de la vida social y hace que las personas tengan una “falsa conciencia”
(conciencia deformada) de la sociedad y de la posición que ocupan en ella. La
teoría de la ideología como reflejo deformado presenta puntos de contacto con
la ya mencionada concepción negativa de la ideología, que Napoleón endosó a
los “ideólogos”. Si se sigue al pie de la letra la tesis del reflejo, es muy difícil
explicar tanto la persistencia misma del fenómeno ideológico (parecería que la
simple enunciación de la verdad sobre las relaciones sociales bastaría para
tornarla innecesaria), como el surgimiento de la ciencia en tanto actividad cuyo
objetivo es la búsqueda de la verdad y no la elaboración de una “falsa
conciencia” acerca de la realidad.
“Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o,
dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la
sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que
tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello,
al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que
se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes
carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente. Las ideas
dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones
materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes
concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una
determinada clase la clase dominante son también las que confieren el papel
dominante a sus ideas.” (Marx, 1985: 50-51)[12].
Con independencia de las críticas que puedan hacerse tanto a la tesis del
reflejo como a la tesis de la ideología dominante, corresponde decir que ambas
contribuyen a plantear que las ideas no existen con independencia de la vida
material. En este sentido, la teoría de la ideología de Marx y Engels en 1845,
con todas sus deficiencias, marca una ruptura decisiva con el horizonte
intelectual del idealismo alemán, pero, y esto no es menos importante,
representa también el punto de partida para la construcción de una teoría social
liberada de la metafísica y de la naturalización de las relaciones sociales. En la
Ideología alemana, la concepción complementa entonces a la afirmación de la
centralidad del proceso de producción.
En El capital, Marx no dice que la ideología (para ser más precisos, la forma en
que nosotros pensamos los fenómenos económicos) sea un reflejo deformado
de la realidad. Si esto fuera así, para disipar la “falsa conciencia” bastaría con
difundir el conocimiento de cómo son las cosas en verdad; asumir esta posición
supone admitir la existencia de una realidad que es en sí “transparente” a
nuestro conocimiento, y que puede ser conocida ni bien se disipan las ilusiones
que nos hemos forjado sobre ella. En El capital, Marx sale de la problemática
de la ideología tal como había sido pensada hasta entonces. En pocas
palabras, puede decirse que Marx efectúa el pasaje de una concepción
filosófica (epistemológica) a una concepción sociológica de la ideología.
La producción capitalista está regulada por la ley del valor, esto es, tanto las
cosas como las personas “existen” socialmente en la medida en que pueda
asignárseles un valor de cambio. De allí la centralidad de la mercancía para el
estudio de esta forma de sociedad.[19]. Todo aquello que carece de valor de
cambio pierde entidad y parece desvanecerse en el aire. Como quiera que sea,
las personas no controlan la asignación de este valor a las mercancías
individuales (hay que decir que, en el capitalismo, los individuos también son
mercancías). Al contrario, su capacidad para organizar concientemente el
proceso productivo se ve cada vez más reducida, en buena medida porque la
extensión de la división del trabajo acentúa la fragmentación del proceso
productivo y reduce a cada individuo a desempeñar un papel insignificante en
el mismo, y porque la transformación de todos los medios de producción en
propiedad privada elimina las bases que permiten la existencia de las
comunidades en tanto formas de vida social que privilegian lo colectivo.
Como ilustración de este punto de vista puede traerse a colación lo escrito por
Marx en el epílogo a la 2º edición alemana de El capital (1873). Allí,
refiriéndose a la historia de la economía política en Alemania e Inglaterra, dice
lo siguiente:
Marx no afirma que la economía política sea solamente una “falsa conciencia”
de las relaciones económicas en el capitalismo, desarrolla por los economistas
interesados en el mantenimiento de dichas relaciones. Por el contrario,
reconoce que en algunas etapas de su desarrollo la economía política
“burguesa” es efectivamente “ciencia”, en el sentido de una investigación
dirigida a desentrañar el contenido de las relaciones sociales capitalistas. El
carácter científico de la economía política se deriva, en este texto, del período
histórico en que se encuentran el capitalismo; es, a diferencia del argumento
expuesto en el fetichismo de la mercancía, un planteo más historicista que
sociológico, en el que la posibilidad de una economía científica está en relación
directa con el nivel de desarrollo de la lucha de clases. Para Marx, el carácter
capitalista de la economía política está dado por su imposibilidad para
considerar al capitalismo como una etapa histórica de las relaciones de
producción; en otras palabras, la historia constituye el obstáculo epistemológico
que no puede ser franqueado por los economistas “burgueses”[21]. Pero, y
como demostramos al analizar el apartado del fetichismo de la mercancía, esta
imposibilidad no es el resultado de la “falsa conciencia” sino de la forma
asumida por las relaciones sociales capitalistas. El planteo historicista se apoya
en una concepción sociológica de la ideología, en tanto la organización misma
de la sociedad pone límites a la manera en que dicha organización puede ser
concebida conceptualmente.
En Las reglas del método sociológico (1895), Durkheim afirma que todo nuestro
conocimiento de lo social está mediado por las prenociones. Según su
argumento, los sentidos nos aportan la totalidad de la información que tenemos
acerca del mundo que nos rodea, pero la misma no nos llega directamente,
sino que es tamizada y filtrada por las prenociones, que:
“…son como un velo que se interpone entre las cosas y nosotros, y que las
enmascara con tanta mayor eficacia cuanto más acentuada la transparencia
que se le atribuye.” (Durkheim, 1976: 41).
De modo que las prenociones son, en términos muy generales, las ideas que
poseemos acerca de todo lo que nos rodea. Cada individuo las va adquiriendo
desde el nacimiento, a través de la interacción constante con otros individuos
(familia, escuela, amigos, trabajo, medios de comunicación, etc.). Durkheim se
da cuenta de que nuestra experiencia directa de las cosas es limitada, y afirma
que las prenociones suplen esta falla de la experiencia:
Finalmente, y como se indicó arriba, cabe decir que la comprensión del papel
positivo que juegan las prenociones en nuestra integración a la vida social le
permite a Durkheim tener una mejor percepción de los problemas
epistemológicos de la sociología. La ubicuidad de las prenociones constituye la
principal dificultad que encuentra la sociología para avanzar en el conocimiento
de los hechos sociales. Su calidad de obstáculo epistemológico reside en el
hecho de que:
“Fuera de los actos individuales que suscitan, los actos individuales que
suscitan, los hábitos colectivos se expresan en forma definida en reglas
jurídicas e individuales, en dichos populares, en hechos de la estructura social,
etc. Como estas formas tienen existencia permanente y no cambian con las
diferentes aplicaciones que se realizan en ellas, constituyen un objeto fijo, un
patrón constante que está siempre al alcance del observador, y que no deja
lugar a las impresiones subjetivas y a las observaciones personales. Una regla
de derecho es lo que es, y no hay dos modos de percibirla.” (Durkheim, 1976:
66).
Para terminar, las normas no expresan solamente la cohesión social, como
podría inferirse del pasaje anterior, sino que constituyen una de las fuentes
principales de ésta En el apartado siguiente se desarrollará esta última
afirmación.
Ante todo, una aclaración. Durkheim no sostiene que la ideología sea el único
“cemento” que da cohesión a la vida social. En La división del trabajo social,
Durkheim se preocupa por aclarar que la misma división del trabajo genera
solidaridad entre los miembros de la sociedad[26]. De hecho, las dos formas de
solidaridad social que trata en dicha obra (la solidaridad mecánica y la
solidaridad social) son consecuencia de las diferencias en la división del trabajo
y no de formas diferentes de pensar las relaciones entre los miembros de la
sociedad.
Para entender lo anterior hay que empezar haciendo una pequeña excursión
por el terreno de la teoría de la ideología. Como se dijo aquí repetidas veces, y
desde sus orígenes mismos, la “ciencia de las ideas” se preocupó por
demostrar que las ideas no son autónomas de las demás esferas de la
sociedad. En palabras del mismo Durkheim, “sin duda es una verdad evidente
que no existe nada que no esté en las conciencias individuales; sólo que casi
todo lo que se encuentra en estas últimas proviene de la sociedad” (Durkheim,
2008: 392). Ahora bien, no se trata sólo de aceptar el carácter social del origen
de la ideología, sino de reconocer que la ideología no puede separarse de una
forma determinada de praxis social. En otras términos, la ideología es en sí una
fuerza práctica que forma parte del desarrollo social. Mejor dicho, toda forma
de actividad supone ideas sobre el contenido y el carácter de la misma, y estas
ideas no pueden ser separadas de las actividades de que forman parte so pena
de generar un híbrido teórico que tiende a confundir las causas y el
desenvolvimiento de los procesos de los que esas mismas ideas forman parte.
Cuando se escinde la praxis, separando de un lado la práctica despojada de
ideas y concepciones teóricas, y de otro lado las ideas sobre la acción, se
tienen concepciones unilaterales sobre la vida social, que terminan derivando
en formas mecanicistas y deterministas de pensar los procesos sociales. Una
consecuencia de esta escisión consiste en pensar que las ideas constituyen,
por sí mismas, el factor activo de los procesos sociales, capaz tanto de
estabilizar a una formación social como de lograr el reemplazo de la misma por
otra. Lo importante aquí es retener que la base para esta inflación del papel de
las ideas en la sociedad radica en la separación, más o menos sutil, más o
menos burda, de la ideología respecto al proceso social en su conjunto.
Para concluir este apartado, cabe decir que las teorías de Durkheim y de
Althusser acerca del papel de la ideología en el logro de la cohesión y la
integración sociales tienen un origen común, más allá de las diferencias de
fondo entre ambos autores. Para los dos autores analizados aquí, la ideología
es un fenómeno que se presenta separado de las relaciones de producción,
como si correspondiera a un ámbito que está más allá de la actividad práctica,
dotado de la propiedad de regular la misma. Esta situación es todavía más
paradójica en Althusser, pues él comienza su análisis por las relaciones de
producción, y termina planteando una teoría general de la ideología que poco y
nada tiene que ver con el momento de la producción. En este sentido,
Durkheim muestra una percepción más fina del carácter de la ideología, pues
las normas que examina se hallan en todo momento en contacto con la esfera
de la práctica social.
4. La teoría de la ideología y el problema de la objetividad en las ciencias
sociales.
En tercer lugar, la teoría de la ideología demuestra que las ideas no son fines
en sí mismos, sino que cumplen determinadas funciones sociales. Dado que
las ideas no constituyen una entidad aparte, separada de la sociedad, forman
parte de la misma y contribuyen a la reproducción de ésta. Durkheim y
Althusser, entre otros, comprendieron este punto, a pesar de pertenecer a
corrientes teóricas antagónicas. Sin entrar a discutir si las formas ideológicas
representan al conjunto de la sociedad o a una clase social determinada, puede
decirse que las ideas de las personas juegan un papel en la conservación y/o
modificación del orden existente. Como se demostró arriba, las ideas están
socialmente condicionadas. No nacen en el vacío, sino que constituyen
respuestas a determinadas relaciones sociales (y actúan, a su vez, sobre las
mismas). Por ejemplo, la noción de igualdad nace en un contexto marcado por
el desarrollo de la producción mercantil, en el que las mercancías se igualan
unas a otras en el cambio. La idea de que los seres humanos son iguales
contribuye al funcionamiento del mercado de trabajo en particular (los seres
humanos son seres iguales que pueden participar libremente en el mercado
laboral comprando y/o vendiendo fuerza de trabajo), y del mercado en general.
En este sentido, la concepción de la igualdad no está operando ni como
“reflejo” ni como “falsa conciencia”, sino que expresa una característica de las
relaciones sociales del capitalismo, y lo hace de manera activa (no pasiva
como en el caso del “reflejo”), reforzando esas mismas relaciones (esto más
allá de las intenciones o de la conciencia de los actores sociales). La ideología
es, por tanto, una forma de práctica social y no una mera reflexión teórica sobre
lo que hacen las personas. En tanto práctica, incide sobre las demás prácticas
sociales, permitiendo su reproducción u obrando en dirección a su
transformación. Las ciencias sociales, al reivindicar su supuesta “objetividad”,
no hacen otra cosa que crear las condiciones para proceder a cumplir una de
las funciones sociales que le competen, esto es, la legitimación de las
relaciones sociales capitalistas vía naturalización de las mismas. Una vez más
nos consideramos obligados a aclarar que este proceso ocurre, por lo general,
con independencia de los deseos y de la conciencia de los actores
involucrados. La ideología no se encuentra en las apariencias de las cosas,
sino que subyace en la forma de límites no pensados de nuestras
concepciones de la realidad.
Las dos tesis caracterizadas arriba pueden ser desarmadas por la teoría de la
ideología, pues ésta exige tratar a las ciencias sociales como un campo más
del pensamiento social (es obvio que se trata de un campo particularmente
específico, con perdón de la redundancia), y no como un espacio dotado de
una independencia metafísica con respecto a las “bajezas” humanas. En otras
palabras, la teoría de la ideología convierte a las ciencias sociales en objetos
mismos de la investigación científica. Al hacer esto, la disputa entre el carácter
absoluto y el carácter relativista del conocimiento queda superada mediante el
reconocimiento de que las ciencias sociales forman parte inseparable de una
praxis social:
5. Conclusiones.
En este trabajo han sido expuestas algunas de las razones por las que
reflexión sobre la ideología ocupa un lugar fundamental en la teoría social. Se
ha señalado que, junto a la concepción de la centralidad del proceso de trabajo
en la comprensión de la vida social, la ideología es uno de los pilares de la
teoría social moderna. En el texto se han desarrollado algunas de las razones
que justifican esta afirmación, teniendo en cuenta que, en el panorama
intelectual presente, la proliferación de menciones a la ideología corre paralela
con su desconexión del conjunto de la problemática social. La teoría de la
ideología es fructífera en la medida en que liga el terreno de las ideas con los
procesos mismos de constitución de la vida social. Para entender esto hay que
tener presente que toda forma de praxis social va de la mano con una ideología
que le es propia (se da, por decirlo así, su propia ideología). La ideología no
surge ni pertenece a un compartimento estanco, separado del resto de lo social
por múltiples compuertas. Penetra todo lo social y es indisoluble de la forma en
que vivimos nuestra experiencia vital. De allí que los variado intentos por
escindirla de la totalidad social hayan conducido a verdaderos callejos sin
salida teóricos[32].
No hay comentarios:
Seguidores
Datos personales
Ariel Mayo (1970)
Estudió en Mataderos, donde aprendió la mayoría de las cosas que considera
importantes. Cursó estudios secundarios en el Colegio Nacional Nº 9 "Justo José
de Urquiza". Luego, ingresó a la UBA y completó la Licenciatura en Sociología.
Es profesor en la Universidad Nacional de San Martín y en el Instituto Superior
del Profesorado Dr. J. V. González.
Ver todo mi perfil
► 2014 (44)
► 2013 (48)
▼ 2012 (51)
o ► diciembre (4)
o ► noviembre (1)
o ► octubre (1)
o ► septiembre (6)
o ► agosto (1)
o ► julio (6)
o ► junio (6)
o ► mayo (2)
o ▼ abril (7)
DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO
OBRERO ...
ZONCERAS ARGENTINAS: LA EXPROPIACIÓN DE YPF
(II)
ZONCERAS ARGENTINAS: LA EXPROPIACIÓN DE YPF (I)
LA TEORÍA DE LA IDEOLOGÍA
EL PENSAMIENTO SOCIALISTA: EL MARXISMO. UNA
INTROD...
ESTADO, BURGUESÍA NACIONAL E YPF: COMENTARIOS
A UN...
MALVINAS: ¿DE QUÉ HABLAMOS CUÁNDO HABLAMOS
DE SOBE...
o ► marzo (6)
o ► febrero (5)
o ► enero (6)
► 2011 (80)
► 2010 (51)
► 2009 (6)
► 2008 (1)
Etiquetas
ABSTENCIONISMO POLÍTICO (1)
Acción comunicativa (1)
Alienación (4)
Althusser (8)
Anarquismo (3)
Anguita Eduardo (1)
ARRUGA LUCIANO (1)
Bachelard Gaston (2)
Bauer Bruno (2)
Beder Herrera Luis (1)
Bergoglio (1)
Berni Sergio (1)
Binner Hermes (1)
Blalock Hubert M. (1)
Blanc Louis (1)
Blanqui Auguste (1)
Bobbio Norberto (1)
Borón Atilio (5)
Bourdieu Pierre (1)
Bray John Francis (1)
Brienza Hernán (9)
Burguesía nacional (2)
Cabet Etienne (1)
Capitalismo (9)
Carta Abierta (2)
Cartismo (2)
CENSURA A LA PRENSA (1)
Chalmers Alan (1)
Chile (1)
Ciencia (3)
Clarín (3)
Clases Medias (1)
Clases sociales (1)
CMOI (1)
Coerción económica (2)
Cole G. H. D (34)
COMENTARIOS DE TEXTOS DE MARX (5)
Comisiones internas (1)
Comprensivismo (1)
Comte Auguste (1)
Comuna de París (3)
CONCIENCIA DE CLASE (1)
Conocimiento científico. (1)
Contractualismo (2)
Cooke John William (3)
Cooperativismo (5)
Crítica de la razón pura (1)
Crítica del Programa de Gotha (3)
CUBA (1)
Curriculum oculto (1)
Círculo de Viena (1)
Democracia (6)
Derechos Humanos en Argentina (3)
DEUDA EXTERNA (1)
DEUDA EXTERNA. (1)
Dialéctica (2)
Dictadura del proletariado (1)
Dictadura militar 1976 (3)
DOCUMENTOS (5)
DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO
ARGENTINO (1)
dominación política (1)
Durkheim (9)
Economía neoclásica (1)
Educación (2)
El Capital (6)
EL CAPITAL III (3)
Elecciones 2011 (2)
Elster Jon (1)
Empirismo (1)
Empirismo lógico (2)
Empresarios argentinos (1)
Empresas multinacionales (2)
Engels (6)
Epistemología (2)
Epistemología. (1)
Espert José Luis (1)
Estado (13)
ESTADO CAPITALISTA (4)
Estado. (2)
Estadística (1)
Estudiantes Secundarios (1)
Fernández Cristina (8)
Ferrocarriles en Argentina (4)
Fetichismo de la mercancía (2)
FEUERBACH (1)
FICHAS (4)
FICHAS. (1)
FILOSOFÍA (1)
Filosofía de la ciencia (3)
Filosofía política (6)
FILOSOFÍA. (1)
FIT (1)
Forster Ricardo (2)
Foucault (3)
Fourier (2)
Francisco papa (2)
FUNCIONALISMO (1)
FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO (2)
Fábrica y política (1)
Galasso norberto (5)
Ganancias impuesto a las (1)
Giddens Anthony (2)
Giroux Henry (2)
Globalización (1)
Gramsci Antonio (3)
Grosso Leo (1)
Habermas (1)
Hegel (1)
Hermenéutica (1)
Hess Moses (1)
Historia de América Latina (2)
Historicismo (1)
HOBBES (1)
Holloway (1)
HUME (1)
Ideología (14)
IEU (1)
Iglesia Católica (2)
Igualdad (1)
Imperialismo (1)
Indice Historia del Movimiento Socialista (1)
Inductivismo (1)
Industrialización (1)
Ingenieros José (1)
Intelectuales en Argentina (3)
Kant (1)
kirchner (1)
Kirchner Néstor (2)
Kirchnerismo (34)
Kirchnerismo. (1)
Korn Francis (1)
Labriola Antonio (1)
Laclau Ernesto (3)
Lafargue (2)
Lamennais (1)
LENIN (1)
Liberalismo (1)
LIBERTAD DE EXPRESIÓN (1)
Libia (1)
Locke John (2)
LUCHADORES CLASISTAS. (1)
LÓPEZ ARTEMIO (1)
Löwy Michael (1)
Macri (3)
Malvinas (2)
Manifiesto Comunista (6)
MAQUIAVELO (1)
Marcuse (3)
Mariano Ferreyra (4)
MARIANO FERREYTA (1)
Marx (39)
Marx Miseria de la Filosofía (1)
Marx Trabajo asalariado y capital (1)
Marxismo (17)
Marxismo analítico (1)
Marxismo y Sociología (1)
Marxismo. (3)
Masacre de José León Suárez 2011 (1)
Medios de comunicación (3)
Merton Robert (1)
METODOLOGÍA (2)
Militancia política (1)
Mineros (1)
Minería en Argentina (2)
Modelo Agroexportador (1)
Moro Tomás (1)
Movimiento Evita (1)
movimiento obrero argentino (20)
movimiento obrero argentino. (1)
movimiento obrero inglés (2)
Moyano Hugo (2)
MUGICA CARLOS (1)
Myriam Ford (3)
Nagel Ernst (1)
Naturaleza Humana (2)
Navidad 2010 (1)
Neoliberalismo (2)
NISMAN (2)
Noche de los Lápices 2010 (1)
Obstáculo epistemológico (1)
Organizaciones populares (1)
Owen Robert (2)
Palma Héctor (1)
Partido Laborista argentino (5)
Partido Obrero (1)
Pecqueur Constantin (1)
Pedraza José (1)
Pensamiento crítico (1)
Pereza (2)
peronismo (17)
PERÓN (3)
PEZ LÓPEZ (1)
Piquetes (1)
Plataforma 2012 (1)
Poder (1)
POLITICA (9)
POLÍTICA (36)
Política en el trabajo (1)
Política mediática (1)
Política socialista (1)
POLÍTICA. (1)
Popper (1)
Positivismo (1)
PRIMERA INTERNACIONAL. (2)
PROCESO DE TRABAJO (1)
Progresismo (3)
Progresismo argentino (2)
Propiedad privada (2)
Proudhon (4)
PRT-ERP (1)
PRÓLOGO DE 1859 (1)
Relativismo (1)
RESEÑAS (7)
RESEÑAS. (1)
Revolución Burguesa Teoría de la (1)
REVOLUCIÓN CUBANA (1)
REVOLUCIÓN CUBANA. (1)
Revolución Iraní (2)
Revolución Rusa (2)
Ricardianos de izquierda (1)
Ricoeur Paul (1)
Rosanvallon Pierre (1)
Rousseau (1)
Rusia (2)
SADER EMIR (2)
Saint-Simon (2)
Salarios en Argentina (1)
Sautu (1)
Schütz Alfred (1)
SERVICIOS DE INTELIGENCIA (3)
Sindicalismo en Argentina (4)
Sismondi (1)
Smith Adam (2)
Socialismo (33)
Socialismo II Internacional (1)
Socialismo nacional (5)
Socialismo utópico (4)
Socialismo Verdadero (1)
Sociedad definición (1)
Sociologia de la educación (3)
Sociología (12)
Sociología de la ciencia (1)
Sociología de la Educación (2)
Sociología en Argentina (1)
Soldati (2)
Subconsumo Teoría del (1)
Taller de lectura sobre Marx (1)
Talleres Textiles en Argentina (1)
Tecnología (1)
TEORÍA (10)
teoría del poder (2)
TEORÍA SOCIAL (44)
TEORÍA SOCIAL. (6)
Tesis sobre Feuerbach (2)
Tomada Carlos (2)
Torre Juan Carlos (1)
Tortura en Argentina (1)
Trabajadores (8)
Trabajadores tercerizados (3)
Trabajo (3)
Trabajo alienado (2)
Trabajo asalariado y capital (1)
Triaca (1)
Tristán Flora (1)
Universidad en Argentina (1)
Utopía (1)
Van der Kooy Eduardo (1)
Varsavsky Oscar (2)
Vivienda (2)
Wacquant LoÏc (1)
Walsh Rodolfo (1)
WEBER (1)
YPF (6)
Zaiat Alfredo (2)
Zanatta Loris (1)
´Filosofía de la ciencia (1)
Blogs sugeridos
Lobo Suelto!
Hace 3 horas
Ñángara Marx
Cultura y Revolución | En el cincuentenario de la muerte de Marx
Hace 6 horas
Hace 1 día
Hace 1 día
elviolentooficio de la crítica
Hace 5 días
Contra el método
Hace 1 semana
IEU - Escuela de Ciencia y Tecnología - UNSAM
Hace 1 semana
A perder la razón
Hace 4 meses
eltrendefinlandia
Hace 7 meses
Divulgación Marxista
Hace 10 meses
El Saltimbanqui
Contra la costumbre
Hace 1 año
Blog de la Asamblea de intelectuales, docentes y artistas en apoyo al Frente de
Izquierda y de los Trabajadores
Hace 1 año
Antiguas Civilizaciones
Revolución Francesa
Hace 3 años