SL328 2024

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FERNANDO CASTILLO CADENA

Magistrado ponente

SL328-2024
Radicación n.° 86692
Acta 01

Bogotá, D.C., veinticuatro (24) de enero de dos mil


veinticuatro (2024).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


YANETH MOLINA MONTOYA, contra la sentencia proferida
por la Sala Primera de Decisión Laboral del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Cali, el 10 de julio de 2019, en el
proceso que instauró en contra de la sociedad EQUIDAD
SEGUROS DE VIDA ORGANISMO COOPERATIVO, proceso
en el cual fueron llamadas a integrar el litisconsorcio
necesario a PAOLA PALOMA PERDOMO, en nombre propio
y en calidad de representante legal de su hija menor S.S.S. y
a DIANA ROSA ESCORCIA DE BOCANEGRA, en condición
de representante legal de su menor hija D.D.D.

I. ANTECEDENTES

Yaneth Molina Montoya, llamó a juicio a la sociedad


Equidad Seguros de Vida S.A., con el fin de que fuera

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condenada al reconocimiento y pago de una pensión de


sobrevivientes, en calidad de cónyuge supérstite, en un
porcentaje equivalente al 50% del monto total de la
prestación, a partir del 9 de febrero de 2014; a acrecentarla
una vez los hijos del causante cumplan la mayoría de edad
o, en su defecto, cuando cumplan 25 años de edad, «debiendo
quedar para esas calendas el monto de la mesada pensional,
en un equivalente al 100% de la misma»; los intereses
moratorios del artículo 141 de la Ley 100 de 1993; lo que
resulte probado extra y ultra petita, y las costas y agencias
en derecho.

Edificó sus pretensiones, básicamente, en que: el señor


Edwin Guillermo Bocanegra Escorcia falleció el 9 de febrero
de 2014, con quien convivió más de 4 años, en calidad de
cónyuge y, con anterioridad, al vínculo matrimonial «por
espacio de más o menos dos años y medio […] en calidad de
compañera permanente, compartiendo hasta su fallecimiento,
techo, lecho y mesa»; que la demandada le negó el derecho
deprecado, por lo que «agotó la RECLAMACIÓN
ADMINISTRATIVA y/o LA VÍA GUBERNATIVA».

La Equidad Seguros de Vida Organismo Cooperativo, al


dar respuesta al escrito generatriz de la contienda, se opuso
a las pretensiones y formuló las excepciones de: «requisitos
legales y jurisprudenciales para el reconocimiento de la
pensión de sobrevivientes cuando hay conflicto de
beneficiarios; buena fe y cumplimiento de norma legal;
inexistencia de obligación al pago de intereses moratorios y
costas y agencias en derecho; genéricas y otras».

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Paola Paloma Perdomo, en nombre propio y en


representación de su menor hija S.S.S, al contestar la
demanda, también se opuso a la prosperidad de las súplicas
y formuló las excepciones de inexistencia del derecho, la
innominada, buena fe y mala fe de la parte demandante.
Sostuvo que el derecho a la pensión de sobrevivientes le debe
ser reconocida a ella, pues convivió con el causante durante
«los últimos largos años de vida; además de ser la madre de
la menor de sus dos hijas, S.S.S».

La curadora ad litem de Diana Rosa Escorcia de


Bocanegra, representante de su menor hija D.D.D.D., al
contestar la demanda adujo, frente a las pretensiones, que
«el juzgado una vez estudiadas y analizadas las pruebas
resolverá lo que corresponda en derecho».

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Quince Laboral del Circuito de Cali, al que


correspondió el trámite de la primera instancia, mediante
sentencia del 27 de enero de 2017, declaró probada la
excepción de inexistencia de la obligación, absolvió a la
demandada de las pretensiones tanto de la parte
demandante como de la litisconsorte, compulsó «copias a la
Fiscalía General de la Nación, para que investigue la posible
comisión del delito de falso testimonio en que hayan incurrido
los testigos», y condenó en costas a la accionante.

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III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito


Judicial de Cali, al resolver la apelación de la demandante y
el grado jurisdiccional de consulta a favor de la litisconsorte,
mediante fallo del 10 de julio de 2019, confirmó la
providencia de primera instancia. Costas a la demandante.

El colegiado estableció como problema jurídico


determinar si a la cónyuge o la compañera permanente o a
las dos, les asiste el derecho a que la demandada le reconozca
la pensión de sobrevivientes con ocasión del fallecimiento del
señor Edwin Guillermo Bocanegra Escorcia, por reunir los
requisitos de la pensión de sobrevivientes estatuidos en el
artículo 47 de la Ley 100 de 1993, modificado por el artículo
13 de la Ley 797 de 2003, teniendo en cuenta la fecha del
deceso del causante, esto es, el 9 de febrero de 2014, norma
que consagra quienes son los beneficiarios de la pensión de
sobrevivientes.

Enseguida adujo que el requisito de convivencia por


espacio de 5 años es exigible:

[…] por muerte del afiliado como del pensionado, en tanto no


existe razón para establecer diferencias, más aún cuando la
convivencia es un elemento central y estructurador del derecho
tal como lo dejó sentado la Corte Suprema de Justicia, en
Sentencia SL 1399 del 2018, y la Corte Constitucional en
Sentencia T-077 de 2018. Ahora, de conformidad con lo
establecido en el inciso tercero del literal b), del artículo ya
referido, y en consonancia con lo manifestado en la sentencia C-
1035 de 2.008[sic], cuando exista esa convivencia simultanea
entre [c]ónyuge o [c]ompañera permanente, la pensión se dividirá

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entre ellas en proporción al tiempo de convivencia de cada una


con el causante.
Dejó claro que en el presente asunto no se discutían los
siguientes hechos: (i) el fallecimiento del señor Edwin
Guillermo Bocanegra Escorcia, el 9 de febrero de 2014; (ii)
que el causante contrajo matrimonio con la actora el 10 de
octubre de 2009; (iii) el reconocimiento del 50% de la pensión
de sobrevivientes en calidad de hijas del causante a las
menores S.S.S. y D.D.D. (iv) petición de reconocimiento de la
pensión de sobrevivencia, efectuada por la accionante a la
demandada, presentada el 6 de marzo de 2014, y (v)
respuesta emitida por la llamada a juicio del 17 de marzo de
2014, manifestando que reconoció el 50% de las prestaciones
a las hijas menores del causante y que el 50% restante de la
cónyuge o compañera quedaba reservado.

Procedió a analizar el material probatorio con el fin de


comprobar si les asiste el derecho a las reclamantes a la
pensión deprecada:

1. Respecto a Paola Paloma Perdomo -compañera


permanente-

Aseveró, al contestar la demanda en calidad de


«litisconsorte», que su convivencia con el causante se extendió
por un lapso de tres años aproximadamente (folio 115),
situación que fue ratificada en el interrogatorio de parte
rendido en la audiencia de trámite de juzgamiento, «por lo que
se determina que no le asiste derecho alguno al reconocimiento
de la prestación tal como lo concluyó el a quo».

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2. En cuanto a Janeth Molina -cónyuge-

Acotó que se encuentra comprobado y acreditado: que


es la cónyuge supérstite del fallecido, por cuanto obra en el
expediente el Registro Civil de Matrimonio celebrado el día 10
de octubre de 2009 (folio 23), por ende, el vínculo se
encontraba vigente al momento de la muerte del causante; la
convivencia que se dio entre los cónyuges, desde la fecha del
matrimonio hasta la fecha del deceso, ya que el juez de
primer grado así lo determinó en su decisión, sin embargo,
este periodo es insuficiente para la consolidación del derecho
pensional, toda vez que entre el 10 de octubre del año 2009
y el 9 de febrero del 2014 trascurrieron 4 años 3 meses y 29
días, por lo que se debía establecer si con anterioridad al
matrimonio existió convivencia entre la pareja, pues la
demandante en el libelo adujo haber cohabitado con el
causante, 2 años y medio aproximadamente en calidad de
compañera permanente, siendo posible sumar el tiempo
entre la convivencia como compañeros por cuanto el artículo
47 de la Ley 100 de 1993, no impone restricción alguna
según la calidad que se ostenta al momento del óbito.

2.1 La prueba testimonial

Se remitió a las declaraciones de Arcesio Alipio Copete


y Yoiner Fernando Cardona, de las que extrajo que desde el
2007 conocieron al causante viviendo en la residencia de la
actora. Por su parte, los testigos traídos al proceso por la
litisconsorte, Jennifer Paola Bocanegra Escorcia y Johanis

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Enrique Sarmiento, contradicen esta manifestación al


señalar que solo a partir del día que se casó con la
demandante, esto es, el 10 de octubre de 2009, el causante
se fue a vivir con ella. El juez de primer grado, ante la
contradicción presentada dio credibilidad a los testigos de la
última mencionada al concluir que «no se encontró asomo de
intención de faltar a la verdad y ningún interés en las resultas
del proceso».

Añadió que una vez escuchada la prueba testimonial


esa sala concordaba con lo señalado por el juez de primera
instancia, al darle credibilidad a lo manifestado por

Jennifer Paola Bocanegra Escorcia y Johanis Enrique Sarmiento,


destacando que la primera era la hermana del fallecido y el
segundo su cuñado quienes afirmaron haber convivido con este
hasta el año 2009. Se resalta que la señora Bocanegra en su
testimonio señaló que ella era quien atendía a su hermano, le
cocinaba, le arreglaba el uniforme y lo despachaba a trabajar,
manifestación que fue ratificada por el señor Sarmiento, quien
indicó en su declaración en la casa mi esposa nos preparaba la
comida a los dos, nos despachaba para el trabajo; así mismo, los
dos testigos concuerdan que el 10 de octubre de 2009, fecha en
que el causante contrajo matrimonio con la demandante se fue a
vivir con ella; manifiesta el señor Sarmiento, yo lo conocí ya que
era mi cuñado y convivió conmigo desde que llegó a mi casa en
el 2006, hasta el día que salió de nuestra casa, de mi esposa y
mía el 9 o 10 de octubre que fue que se casó del 2009, ese día
salió de mi casa. En igual sentido la señora Jennifer Bocanegra
expreso que él se casó salió de mi casa el 9 de octubre de 2009,
a casarse con la señora, perdón el 10 de octubre, el día que se
iba a casar con ella hasta ese día vivió conmigo. Para la Sala estos
testimonios guardan coherencia en aspectos como el inicio de la
convivencia de la pareja en el año 2009, la celebración del
matrimonio en octubre de ese año, son declaraciones que
brindan credibilidad dada la cercanía con el fallecido, ya que
según lo afirmaron convivieron con él, incluso el señor Sarmiento
manifestó ser compañero de trabajo de su cuñado y al igual que
lo indico el juez de primera instancia, estima esta colegiatura
que los precitados no tienen ningún interés en las resultas del
proceso que conlleven a restarle veracidad a sus afirmaciones.
En cuanto a los testigos traídos por la parte demandante, no se

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puede predicar la misma cercanía que tenían sus familiares con


el fallecido, ya que se trata de vecinos, por lo que sus testimonios
no ofrecen la misma certeza, que los testigos de la litisconsorte
quienes contradicen su versión. Aunado a ello, para esta Sala el
testigo Arcesio Copete, pierde credibilidad al tratar de introducir
en su testimonio unos documentos que reposaban en poder de la
demandante, no encontrando la explicación del porqué este
testigo que, no reside en la vivienda de la señora Molina Montoya,
tenía unos documentos que fueron remitidos a nombre del
causante a dicha dirección, generando así dudas sobre la
espontaneidad de su versión.

2.2. Prueba documental

Dijo que, si bien el apoderado recurrente, señalaba en


su recurso que el juez no se pronunció respecto a la prueba
documental que obra en el expediente y no tuvo en cuenta
los desprendibles de pago a nombre del causante recibidos
en la residencia de la demandante en el Barrio Siete de
Agosto, también lo era que la Sala consideraba que en la
prueba documental arrimada al proceso no se encontraba
ningún hecho que permitiera determinar la convivencia entre
la demandante y el fallecido antes del año 2009, ni siquiera
de los escritos aportados en el interrogatorio de parte, pues
estos datan de los años 2013, 2014 y 2015 (folios 209 al 224),
que en nada derruían las inferido por el a quo.

3. Conclusión

Así las cosas, sostuvo el Tribunal, al no haberse


demostrado que la actora y el causante convivieron durante
5 años con anterioridad al matrimonio celebrado en el año
2009, requisito establecido en el artículo 47 de la ley 100 de
1993, modificado por el 13 de la Ley 797 de 2003, no había

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lugar a acceder a las pretensiones, encontrándose acertada


la decisión del juez de primera instancia.
IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por la demandante principal, concedido por


el Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Busca la recurrente que la Corte case totalmente la


sentencia adoptada, para que, en sede de instancia, revoque
la decisión de primera instancia y, en su lugar, se acceda a
lo implorado en el escrito genitor.

Con tal propósito formula tres cargos, por la causal


primera de casación, los cuales merecieron réplica y serán
analizados de forma separada.

VI. CARGO PRIMERO

Acusa la sentencia de ser «directamente VIOLATORIA, de


los artículos 51, valoración errada apreciación y de aplicación,
de los MEDIOS DE PRUEBA, incurriendo de esta manera
la H. Sala Sentenciadora en ERROR DE HECHO. Y por
derivación se INFRINGIERON, los ARTÍCULOS 12 Numeral 2º
y, el 13 literal a) de la Ley 797 de 2.003, el artículo 272 de la
Ley 100 de 1.993 y, el artículo 11 del Decreto 1889 de 1.994,
Artículo 31 del Código Civil, artículo 145 del C.S.T.S.S.,
artículos 13, 29, 48, 53, 229 y 230 de la Constitución Política,
Sentencia C- 1035 del año 2.008. Y correlativamente también

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quebrantaron las siguientes Normas igualmente


Instrumentales 11, 13, 14, 164, 165, 176, 195 numerales 1, 2
y 4, 221 numeral 6º, 240, 241, 242 del Código General del
Proceso».

Como errores de hecho señala los siguientes:

1) DAR POR DEMOSTRADO, sin ESTARLO, que la


CONYUGE SUPERSTITE, no había convivido con el
Causante por lo menos en los últimos cinco (5) años
anteriores al deceso, situación que es IRREAL, toda vez que la
ACTORA, desde el Trámite Administrativo arrimó las Pruebas
rendidas por dos (2) Testigos bajo la gravedad de Juramento en
donde manifestaron que conocían de Vista, Trato y
Comunicación directa desde hacía seis (6) años tanto al señor
EDWIN GUILLERMO BOCANEGRA ESCORCIA (Q.E.P.D.),
como a la Señora JANETH MOLINA MONTOYA que era casados
por los ritos de la Religión Católica y que habían convivido
durante cinco (5) años y Once (11) meses bajo el mismo Techo,
compartiendo Lecho y Mesa de forma permanente e
ininterrumpida y que inicialmente habían convivido en Unión
Libre durante un (1) año y ocho (8) meses, declaración que fue
rendida el día 19 de Febrero del año 2.014 ante Notario Público
(Folio 13 Primer Cuaderno).

2) NO DAR POR DEMOSTRADO ESTANDOLO que el mismo


testigo, que rindió la declaración ante Notario Público bajo la
gravedad de juramento también rindió testimonio en la
audiencia realizada el día 27 de enero del año 2.017 y, quien
responde al Nombre de JOINER FERNANDO CARDONA
SANCHEZ, y que dichos testimonios fueron coincidentes,
CLAROS, CONTESTES y por sobre todo no DUBITATIVOS, en los
dos testimonios rendidos, el testigo presentado por la parte
ACTORA, señaló que vivía diagonal a la residencia en donde se
había desarrollado la convivencia entre los Cónyuges,
primero como Compañeros Permanentes y luego unidos bajo el
rito sacramental del matrimonio, por ello se fe debió dar plena
credibilidad a dicho testimonio, incluso manifestó dicho
testigo haber tenido buena relación de amistad con el
Cónyuge de la Reclamante Señor EDWIN BOCANEGRA
ESCORCIA, HABIDA CUENTA QUE EL TESTIGO NO TENIA
INTERESES DE NINGUNA INDOLE EN LAS RESULTAS DEL
PROCESO.

3) NO DAR POR DEMOSTRADO ESTANDOLO, que la


Cónyuge Supérstite había convivido más del tiempo requerido

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por la Norma llamada a regular la Prestación económica, que


reclamaba, habida cuenta que en el paginario del Proceso,
reposaban y reposan sendas declaraciones extra juicio
rendidas bajo la gravedad de juramento, ante Notario Público, no
solo por los dos testigos, sino por la misma Demandante, en
donde se afirmó de manera SERIA, COHERENTE, SIN
DUBITACIONES, que los Cónyuges habían convivido por espacio
de más de 4 años en su calidad de Cónyuges y que con antelación
habían convivido a aproximadamente dos años y medio en
calidad de Compañeros Permanentes, dicha situación fue
corroborada por uno de los Testigos que responde al Nombre
de YOINER FERNANDO CARDONA SANCHEZ, además en los
testimonios rendidos en la audiencia Pública celebrada el día
27 de enero del año 2.017, ambos testigos presentados por la
Parte Actora, de una manera CLARA, COHERENTE, SERIA,
SIN DUBITACIONES y SIN CONTRADICCION ALGUNA,
afirmaron haber conocido la pareja desde el año 2.007,
conviviendo en Calidad de Compañeros Permanentes hasta el
año 2.009, fecha en que contrajeron matrimonio por los ritos de
la Religión Católica, además que uno de los testigos que responde
al Nombre de Arcesio Alipio Copete Hinestroza, además de decir
que conocía y compartía con la Pareja, manifestó que incluso
se había reunidos incluso con el Cónyuge Fallecido y algunos
Trabajadores adscritos a la empresa para la cual prestaba sus
servicios de Supervisor de Vigilancia que era Vise Ltda., quienes
tenían la intención de conformar un sindicato de Trabajadores
en dicha entidad, para lo cual dijo haberlos asesorado el
relacionado Testigo, habida cuenta de que además de ser
Profesional del Derecho, también había sido dirigente Sindical
por espacio de 17 años en el Sindicato de Trabajadores del
Departamento del Valle del Cauca.

4) NO DAR POR DEMOSTRADO, a pesar de ESTARLO, que todos


los testigos presentados por la Litisconsorte, Señora PAOLA
PALOMA PERDOMO, no solo se contradijeron en su propio
testimonio en varias ocasiones, sino que incurrieron en
contradicción manifiesta entre lo que afirmaron ante
Notario Público al momento de rendir las declaraciones
extraprocesales, que fueron presentadas tanto en el trámite
administrativo como en el Trámite Judicial, por eso llama
PODEROSAMENTE LA ATENCION, que tanto el Juzgador de
Instancia, como la mayoría de la Sala Sentenciadora, teniendo
en cuenta que uno de los Magistrados Salvo Voto, por no estar
conforme con las conclusiones a las que arribó la mayoría de la
Sala, y Así lo expresó a momento de proferir la Sentencia que hoy
se cuestiona a través de este Recurso (…)

5)NO DAR POR DEMOSTRADO ESTÁNDOLO QUE EL SEÑOR


JOHANNIS ENRIQUE SARMIENTO, QUIEN ENTRE OTRAS AL
MOMENTO DE SU TESTIMONIO MANIFESTÓ SER EL ESPOSO
DE LA SEÑORA JENNIFER PAOLA BOCANEGRAESCORCIA
Y CUÑADO DEL CAUSAHABIENTE, INCURRIÓ TAMBIÉN EN

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IMPRECISIONES, CONTRADICCIENDO, LO DICHO POR SU


SEÑORA ESPOSA, LO CUAL DEJA EN EVIDENCIA
INNEGABLE POR DEMAS, QUE SU TESTIMONIO ERA
IRRERAL (…)

6) NO DAR POR DEMOSTRADO ESTÁNDOLO QUE EN EL


INTERROGATORIO DE PARTE RENDIDO POR LA SEÑORA
PAOLA PALOMA PERDOMO ESTA SE CONTRADIJO NO
SOLO ELLA. SINO QUE CONTRADIJO TOTALMENTE LO
AFIRMADO POR LOS DOS TESTIGOS JENNIFER PAOLA
BOCANEGRA ESCORCIA Y JOHANNI ENRIQUE SARMIENTO
(…).

7)NO DAR POR DEMOSTRADO ESTÁNDOLO QUE LA CÓNYUGE


SUPÉRSTITE, SEÑORA JANETH MOLINA MONTOYA, AL
MOMENTO DE ABSOLVER EL INTERROGATORIO DE
PARTE, FORMULADO POR EL APODERADO DE LA PARTE
DEMANDADA, DE UNA MANERA CLARA, CONTESTE, SIN
DUBITACIÓN ALGUNA Y SIN CONTRADECIRSE (…)

8) NO DAR POR DEMOSTRADO ESTÁNDOLO QUE


TAMBIÉN MANIFESTÓ LA CÓNYUGE AL MOMENTO DE HACER
ENTREGA DE LOS DOCUMENTOS lo que sigue (…)

9) DAR POR DEMOSTRADO EN CONTRA DE LA EVIDENCIA, que


los documentos aportados en la audiencia realizada el día 27 de
enero del año 2.017, y que habían sido anunciados por el Testigo
que responde al Nombre de ARCESIO ALIPIO COPETE
HINESTROZA, al momento de rendir su testimonio
correspondían a épocas posteriores, es decir, cuando el Señor
GUILLERMO BOCANEGRA ESCORCIA ya estaba fallecido
situación que no es REAL, toda vez que como lo narró el testigo
precitado, faltando dos días para su fallecimiento el mismo
Señor BOCANEGRA ESCORCIA, en el sitio de su residencia
recibió el extracto Bancario personalmente, y el cual le
fue entregado el día 06 DE FEBRERO DE 2.014, de lo cual
dijo haber sido testigo presencial el Señor COPETE
HINESTROZA, testigo presentado por la Parte Actora, así las
cosas, refulge claro que el Juzgador de Instancia, de manera
afanosa y sin atender lo dicho por el testigo y además por estar
plenamente demostrado en el Plenario, de manera irreal se itera,
señaló que dichos extractos eran posteriores a la muerte del
Señor BOCANEGRA ESCORCIA (…)

10)NO DAR POR DEMOSTRADO ESTANDOLO QUE EL


MISMO DESPACHO QUE CONOCIO [sic] DEL TRAMITE
[sic] PROCESAL EN PRIMERA INSTANCIA ENVIO [sic] UNA
COMUNICACIÓN A COLPENSIONES MEDIANTE EL OFICIO
Nº 1248/2014-0215, en la cual le solicitaba arrimar al trámite
procesal la carpeta en donde reposaba la información del Señor
EDWIN GUILLERMO BOCANEGRA ESCORCIA, el referido Fondo

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Pensional mediante el oficio BZ-2015-10203052 calendado


el día 06 de noviembre de 2.015

11)NO DAR POR DEMOSTRADO ESTANDOLO, que al


momento de presentar sus alegatos de conclusión, el
apoderado de la Cónyuge Supérstite, trató de hacer notar al A
quo, las EVIDENTES, PROTUBERANTES y NOTORIAS
CONTRADICCIONES EN QUE INCURRIERON LOS
TESTIGOS EN SUS PROPIOS TESTIMONIOS, con lo que habían
narrado en las Declaraciones Extraprocesales, y las
Contradicciones entre sí, pero extrañamente el A quo, en más
de una oportunidad interrumpió al apoderado señalándole
QUE TAN SOLO PODÍA HACER REFERENCIA A LOS HECHOS
DE LA CÓNYUGE. POR SER LOS ALEGATOS DE LA ACTORA,

12)DAR POR DEMOSTRADO SIN ESTARLO, pues la mayoría


de la Sala Sentenciadora manifestó (…)

13)NO DAR POR DEMOSTRADO ESTÁNDOLO, que el apoderado


de la Parte Actora, había hecho llegar un documento ante
el Despacho del H. MAGISTRADO PONENTE, en el cual le
hacía NOTAR, LAS EVIDENTES Y NOTORIAS
CONTRADICCIONES, en que habían incurrido todos y cada uno
de los testigos presentados por la LITISCONSORTE, como
también le advertía la manera SESGADA Y PARCIALIZADA en
que había incurrido el A quo, en contra de los legítimos intereses
y demostrados derechos que le asistían y le asisten a la
CÓNYUGE SUPÉRSTITE.

Como pruebas no apreciadas relaciona las siguientes:


1. Los testimonios juramentados, rendidos ante Notario
Público el día 19 de febrero de 2.014, por los testigos
presentados por la Parte Actora, que responden a los nombres
de JOINER FERNANDO CARDONA SÁNCHEZ y OLIMPA
QUINTERO SAAVEDRA, quienes señalaron bajo la gravedad de
juramento, que conocían de vista, trato y comunicación directa
desde hac[í]a 6 años, al Señor EDWIN GUILLERMO
BOCANEGRA, y que por ese conocimiento que tenían sabían
y les constaba que era casado en Matrimonio Católico, con la
Señora JANETH MOLINA MONTOYA, que habían convivido por
espacio de 5 años y 11 meses bajo el mismo techo,
compartiendo Lecho y Mesa de forma Permanente e
ininterrumpida aclarando, que inicialmente los consortes habían
convivido en Unión Libre durante un año y 8 meses,
contrayendo matrimonio seguidamente el día 10 de octubre de
2.009, y que siempre habían permanecido juntos como Marido
y Mujer, hasta el momento del Fallecimiento del Señor
EDWIN GUILLERMO BOCANEGRA, el 09 de febrero de 2.014,
dicha declaración extraprocesal se arrimó al Trámite

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Administrativo y se aportaron al Trámite Judicial tanto por la


entidad ARL demandada.

2. El testimonio juramentado rendido ante Notario Público el día


13 de febrero del año 2.014, en el municipio de San Juan de
Córdoba Departamento del Magdalena, por los testigos
presentados por la Parte Litisconsorte, que responden a
los nombres de JENNIFER PAOLA BOCANEGRA ESCORCIA,
y el señor RAUL ALBERTO BOCANEGRA PUERTA, quienes
eran y son hermana y Padre del fallecido Señor EDWIN
GUILLERMO BOCANEGRA ESCORCIA, en dicho documento el
señor Padre del causahabiente, señaló que su domicilio era en
Orihueca zona Bananera (Magdalena), declarando que
conocían de vista, trato y comunicación permanente, desde hace
más de tres (3) años, a la Señora PAOLA PALOMA PERDOMO y,
que por dicho conocimiento sabían y les constaba, que la
precitada había convivido en Unión Marital de Hecho durante
tres (3) años con el señor EDWIN GUILLERMO BOCANEGRA
ESCORCIA, y que dicha convivencia se había hecho efectiva
desde el año 2.011 hasta el día 09 de febrero del año 2.014,
fecha en que el señor EDWIN GUILLERMO BOCANEGRA
ESCORCIA había fallecido por Muerte Catastrófica por
descarga Eléctrica, señalando también que tanto la señora
PAOLA PALOMA, como su Menor Hija habían dependido
económicamente de él para todas sus necesidades, y que era este
quien les proporcionaba todo lo necesario para la subsistencia
tales como alimentación, asistencia médica, vivienda,
educación y ropa, igualmente manifestaron que dicha
convivencia había perdurado hasta el día del fallecimiento
del señor BOCANEGRA ESCORCIA. dichas declaraciones
extraprocesales se arrimaron al Trámite Administrativo, y se
aportaron al Trámite Judicial, tanto por la entidad ARL
demandada, como por la parte Actora (folio 91 del primer
Cuaderno).

3. La visita realizada por la entidad denominada Conexión


Logística, adscrita a la ARL, el día 14 de febrero del año 2.014,
en la cual se entrevistó a la señora JENNIFER PAOLA
BOCANEGRA ESCORCIA, e igualmente a la Señora PAOLA
PALOMA PERDOMO, esta ultima manifestó ser la Compañera
permanente del Occiso, y que de dicha relación existía una Menor
que respondía al Nombre de SIARA BOCANEGRA PALOMA y que
tenía un año y medio de edad, manifestando igualmente que fa
convivencia se había dado desde hacia tres (3) años, así mismo
que su compañero permanente trabajaba en la empresa Vise
desde hacia tres (3) años, desempeñando el cargo de supervisor,
finaliza sus afirmaciones manifestando que el Señor tenía otra
hija con otra señora que responde al nombre de DIANA
MARCELA BOCANEGRA CONTRERAS, DE DIEZ AÑOS DE
EDAD, y QUE LE HABÍA DADO LA NIÑA A LA MAMA DESDE
QUE TENÍA 4 AÑOS DE EDAD, Y QUE EN ESOS MOMENTOS SE
ENCONTRABA EN LA CIUDAD DE SANTAMARTA CON LA

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ABUELA MADRE DEL OCCISO (follo 91, 92, 93 y94 del Primer
Cuaderno) .

4. Lo afirmado por la Señora PAOLA PALOMA PERDOMO y


ante la firma Conexión Logística adscrita a la ARL Equidad
Seguros de Vida, el día 14 de febrero del año 2.014, en donde con
su puño y letra asentó “yo Paola Paloma Perdomo identificada
con la C.C. Nº 1075226449. Compañera Permanente "Unión
libre" con el señor EDWIN GUILLERMO BOCANEGRA
ESCORCIA CON C. C. 7603964 de Palmar Varela desde el cual
convivo hace 3 años y de la cual existe una hija llamada SIARA
BOCANEGRA PALOMA identificada con NUIP 11092275585
también conozco que mi esposo trabajaba hace dos años y cinco
meses en la empresa de vigilancia y seguridad "vise" como
supervisor de esta empresa. En la cual convivía en la casa del
Barrio Talanga 1 en la carrera 24J Nº 86 -26 de Cali Valle. Hay
firma de la exponente" (folio 102 del primer Cuaderno)

5. Las respuesta emitidas por COLPENSIONES y enviada al


Señor EDDIE ESCOBAR BERMUDEZ, Secretario del Juzgado
Quince Laboral del Circuito, calendada el día 06 de noviembre
del año 2.015, dando contestación al Oficio Nº 1248/2014-0215
en el cual le suministraba el nombre de la Señora IMILEIDIS
CONTRERAS RUIZ, señalando que era la madre de la Menor
DIANA MARCELA BOCANEGRA CONTRERAS, indicando que
dicha señora registraba como dirección la calle 24 calle 82 A -
07 de la Ciudad de Santa Marta Magdalena (folios 149, 150
Primer Cuaderno). Igualmente, COLPENSIONES, a través de la
Gerencia Nacional de Pensionados, certificó que en la Nómina de
Pensionados reposaba el Acto Administrativo Nº 246862 del día
13 de agosto del año 2.015, mediante el cual se había reconocido
pensión Por Sobrevivientes, por el fallecimiento del señor
EDWIN GUILLERMO BOCANEGRA ESCORCIA, a los siguientes
beneficiarios Y también Colpensiones le dirigió al Juzgado
Quince Laboral de Oralidad de Cali, atendiendo un
requerimiento de dicho Despacho Judicial, un oficio calendado el
día 07 de diciembre del año 2.015, y en el cual certificaba el
Vicepresidente Jurídico y Secretario General de la
Administradora Colombiana de Pensiones COLPENSIONES,
que por un Medio Magnético (CD), le adjuntaba los documentos
que reposaban en dicha entidad con su respectiva certificación,
de acuerdo a lo informado por la Gerencia Nacional de
Gestión Documental y Gerencia Nacional de Nomina de
Pensionados correspondiente a EDWIN GUILLERMO
BOCANEGRA ESCORCIA (Folio 153 del primer cuaderno). En el
Medio Magnético arrimado por COLPENSIONES, al Juzgado de
Conocimiento(sic), en el archivo Formato PDF GRF-AA T-RP-
2015-2681678 20150821102729, se encuentra copia de la
Resolución Nº GNR 246862 del día 13 de agosto de 2.015,
mediante la cual la Autoridad Administrativa, le ordenó el
Reconocimiento y Pago de la Pensión de Sobrevivientes, a la
Señora JANETH MOLINA MONTOYA, en su calidad de Cónyuge

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 86692

Supérstite del Causante, en cuantía de un 50%. A la Menor


SIARA PALOMA BOCANEGRA PERDOMO en cuantía de un 25%,
representada por su Señora Madre PAOLA PALOMA PERDOMO.
A la menor DIANA MARCELA BOCANEGRA CONTRERAS, en
cuantía de un 25%, representada por su Señora Madre
IMILEIDIS CONTRERAS RUIZ.

Como probanzas mal apreciadas, denota:

1. El interrogatorio de Parte, absuelto por la Cónyuge Supérstite.


Al absolver el Citado interrogatorio, la parte actora, con absoluta
claridad y precisión, sin dubitación alguna y sin contradecirse
en sus respuestas, afirmó que para la fecha del fallecimiento de
su Cónyuge, dicho señor convivía con ella en la calle 72C Nº 11
-23 en el Barrio Siete de Agosto, y hasta el último día de su
Muerte, también señaló que los familiares de su fallecido
Cónyuge habían decidido llevárselo sin consultar con ella para la
Ciudad de Santa Marta, también afirmó que estuvo presente en
la Funeraria Jardines del recuerdo en donde fue velado su
Cónyuge, antes de trasladarlo a la Ciudad de santa Marta
indicando; que nunca se había separado de su Cónyuge y que
siempre habían convivido como una pareja feliz, indicó
igualmente, que tan solo vino a conocer a la Señora PAOLA
PALOMA PERDOMO, al momento de iniciarse el proceso que les
ocupaba, manifestó también no conocer de la existencia de la
Menor que responde al Nombre de SIARA BOCANEGRA y que tan
solo tenía conocimiento que existía la Niña Diana a quien tenía
como beneficiaria su cónyuge en la seguridad social, y que tan
solo a ella a DIANA CONTRERAS, era a quien tenía como
beneficiaria en la seguridad social, afirmó también la absolvente
que la casa donde convivía con su Cónyuge, era de su señora
Madre, y que entre los dos le pagaban arriendo y colaboraban
con los víveres y servicios, señaló igualmente no haber
procreado hijos con él señor BOCANEGRA ESCORCIA,
afirmando también que para esa calenda 27 de enero del año
2.017 había procreado un hijo que tenía un año de edad con un
muchacho. (minuto 01:12:00 del Audio del Juzgado). Se quiere
poner de presente que, de haber apreciado y valorado sin ERROR,
las respuestas emitidas por la Cónyuge Supérstite,
necesariamente el A[sic] quem, hubiese llegado a la conclusión
que era la única y exclusiva derechos a reclamar la prestación
económica disputada, toda vez que probó y demostró en el
trámite procesal haber convivido con el de Cujus, más del tiempo
requerido por la [n]orma que regula el otorgamiento de la
prestación económica.

2. Los testimonios rendidos por todos y cada uno de los testigos,


presentados por la Litisconsorte, y rendidos tanto ante Notario
Público, como el día de la Audiencia celebrada el día 27 de enero
del año 2.017, los cuales fueron INCONEXOS,

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Radicación n.° 86692

INCOHERENTES, IRREALES, CONTRADICTORIOS ENTRE SÍ y


DUBITATIVOS, por dicha razón, no podían arribar los
Juzgadores sin haber incurrido en ERROR manifiesto, a la
Conclusión de darle plena credibilidad a lo dicho por los citados
testigos, en especial a los testimonios rendidos por JENNIFER
PAOLA BOCANEGRA ESCORCIA y JOHANNIS ENRIQUE
SARMIENTO LOZANO.

3. Los testimonios rendidos por la Señora JENNIFER PAOLA


BOCANEGRA ESCORCIA y el Señor JOHANNIS ENRIQUE
SARMIENTO LOZANO, quienes adujeron ser Hermana y
Cuñado del de Cujus, y a quien según el Juez de Instancia, había
que darle plena credibilidad a dicho testimonio en especial de la
Señora JENNIFER, por ser la hermana del Fallecido Señor
EDWIN, y en palabras del Juzgador, no tener asomo de tener
ninguna intención de faltar a la Verdad, como ningún interés en
las resultas del proceso, dicha conclusión a la que arrimó el a
quo, en su providencia, fue secundada por la mayoría de la Sala
Sentenciadora al señalar que el a qua, ante la contradicción
presentada le había dado credibilidad a los testigos de la
Litisconsorte, al concluir que no se encontró asomo de intención
de faltar a la verdad y ningún interés en las resultas del proceso,
habrá que decir, que la conclusión a la que arribó la Sala
Sentenciadora por Mayoría, es totalmente ERRADA, CONTRA
EVIDENTE y DESACERTADA, pues se imponía pensar que si
se le dio plena credibilidad a los testimonios rendidos a los
señores arriba citados, quien entre otros dijeron ser esposos,
entonces con qué criterio y por cual razón, se aseveró tanto por
el Juzgador de Instancia, como por el A[sic] quem que la
convivencia entre el Fallecido Señor BOCANEGRA ESCORCIA,
se había dado entre el día 12 de octubre del año 2.009 y el 09 de
febrero del año 2.014, HABIENDO TRANSCURRIDO SEGÚN LA
SALA SENTENCIADORA, LA CONVIVENCIA DURANTE 4 AÑOS 3
MESES Y 29 DÍAS SIENDO DICHO TIEMPO INSUFICIENTE,
refulge pues la contradicción en que incurrió el A[sic] quem,
toda vez que si se le dio plena credibilidad al testimonio de los
deponentes, se imponía llegar a la forzosa conclusión, que
entonces la Cónyuge Supérstite, había convivido según lo dicho
en su testimonio por la Señora JENNIFER BOCANEGRA, por
espacio de un año a año y medio, situación que al momento de
rendir su testimonio contradijo su esposo Señor JOHANNIS, al
señalar que la señora JANETH MOLINA y el señor EDWIN,
habían convivido por ahí año y medio o dos años, así las cosas,
emerge la contradicción en que incurrió la Sala Sentenciadora,
imponiéndose pensar que su sentencia fue, CAPRICHOSA,
CONTRAEVIDENTE, Y ALEJADA DE LAS PRUEBAS ALLEGADAS
AL PLENARIO.

VII. RÉPLICA DE LA EQUIDAD SEGUROS DE VIDA

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Radicación n.° 86692

En esencia la entidad opositora, además de evidenciar


la improcedencia de promover el recurso extraordinario de
casación con fundamento en la indebida apreciación
testimonial, afirma que el análisis del cargo de la censura es
errado al afirmar que las versiones rendidas por la señora
Bocanegra se oponen entre sí por situar en fecha diferente la
convivencia entre el señor Edwin Bocanegra Escorcia y Paola
Paloma Perdomo así como la falta de claridad de si el
causante convivía o no con sus padres al momento del
fallecimiento y no con la anotada o, el cuestionamiento de la
apreciación y valoración efectuada por el colegiado a las
pruebas aportadas por la litisconsorte de las cuales
determinó que no había certeza de la convivencia de la
demandante y el asegurado fallecido.

Ello por cuanto, la decisión del fallador se ajusta a las


normas que rigen la materia, así como las conclusiones
fácticas a las que arribó del análisis conjunto de los
documentos y pruebas testimoniales aportadas y practicadas
en el proceso que dieron cuenta de que la accionante no
convivía con el de cujus con anterioridad al 10 de octubre de
2009, data anterior al matrimonio. Del mismo modo recordó
que, conforme con el artículo 61 el Código Procesal del
Trabajo y de la Seguridad Social, el juez no está sometido a
tarifa legal y no puede endilgarse error por falta de
apreciación cuando determina que existen otros elementos
probatorios también relevantes para la resolución del
conflicto.

En ese sendero, la oposición, aduce, en esencia, que:

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Radicación n.° 86692

[…] El cargo elevado por la recurrente carece de suficiencia para


revertir el fallo emitido por el Ad quem, por cuanto este concluyó
según los elementos probatorios practicados durante el proceso,
que no se encontró acreditado el requisito de convivencia
consagrado en el artículo 47 de la Ley 100 de 1993 modificado
por el artículo 13 de la Ley 797 de 2003 entre la señora Yaneth
Molina y el señor Edwin Bocanegra.

VIII. CONSIDERACIONES

Aun cuando el ataque se dirige por la vía directa, lo


cierto es que el mismo contempla un desarrollo propio de la
vía indirecta pues se duele de la valoración y estimación de
ciertos elementos de la plataforma probatoria. Por manera
que, bajo esa perspectiva, se estudiará.

Como se exhibe cristalino del itinerario procesal, la sala


sentenciadora, para confirmar la absolución dispuesta por el
juez de primer grado, en estricto rigor, se afincó en la prueba
testimonial, al inferir que la demandante no honró su deber
de demostrar que cumplió con el requisito de convivencia
para así ser acreedora de la pensión de sobrevivientes, a la
luz de lo estatuido en el artículo 47 de la Ley 100 de 1993,
modificado por el 13 de la Ley 797 de 2003.

Entonces, le corresponde a la Sala elucidar si el


Tribunal incurrió en un error manifiesto de hecho, toda vez
que, según las voces de la censura, los elementos de
persuasión allegados al proceso, son más que suficientes
para dar cuenta sobre el tiempo de convivencia exigido en el
estatuto de seguridad social para acceder a la prestación
deprecada por la impugnante.

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Radicación n.° 86692

Pues bien, delimitado el meollo del asunto bajo examen,


y según aflora del esquema del recurso extraordinario, la
Sala procede a estudiar los argumentos que sustentan la
disconformidad de la promotora del litigio, no sin antes
rememorar lo que de antaño ha enseñado en torno a que
cuando el ataque se endereza por la vía de los hechos no es
cualquier desatino del juzgador el que da al traste con su
proveído, sino únicamente aquél que tenga la connotación de
«manifiesto». Ese carácter surge frente a transgresiones
fácticas patentes, provenientes de dislates en el examen de
los elementos de juicio que conforman el haz probatorio, ya
bien por haberlos apreciado equivocadamente, ora por no
haberlos estimado.

No basta entonces que el recurrente dé explicaciones así


sean razonables sobre los eventuales asertos erróneos del
fallador o que se limite a enfrentar sus conclusiones con las
de éste, sino que además de identificar y demostrar el
desacierto de hecho ostensible debe acreditar, con base en el
contenido de las pruebas, qué es lo que ellas en verdad
acreditan y su incidencia en la equivocada resolución
judicial.

Bajo las aristas en precedencia, procede la Sala a


analizar las diferentes probanzas que el cargo ataca, lo cual
arroja el siguiente resultado:

1º) Interrogatorio de parte absuelto por la


accionante

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Radicación n.° 86692

Frente a este elemento probatorio, también resulta


pertinente recordar, que esta Corporación en innumerables
pronunciamientos ha sostenido, que no es un medio de
convicción calificado en la casación del trabajo, salvo que
entrañe confesión de algún de hecho, en los términos del
artículo 191 del CGP, requisitos que no cumple la
declaración vertida por la demandante, en razón a que su
afirmación no le produce consecuencias adversas ni favorece
a la contraparte (núm. 2 ibidem); contrario a ello, lo que se
colige de la disertación contenida en el desarrollo del ataque,
es que pretende favorecerse de la propia, cuando ello en sí no
constituye confesión, y de contera, impide tenerla como
probanza hábil en sede casacional para estructurar un error
fáctico, razones estas por las que resulta totalmente
equivocada la argumentación vertida en el recurso con la que
busca el quiebre del fallo impugnado. (CSJ SL4323-2021 y
CSJ SL17547-2017).

2º) Interrogatorio de parte absuelto por la


litisconsorte

Con esta probanza la recurrente no logra derruir la


conclusión del Tribunal en cuanto a la falta de acreditación
de la convivencia de la actora con el causante antes de
celebrarse el matrimonio, pues en su dicho no afirmó que le
constaba tal circunstancia.

3º) Resolución n.° GNR 246862 de 13 de agosto de


2015

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Radicación n.° 86692

Si bien de dicho acto administrativo se desprende que


Colpensiones le otorgó pensión de sobrevivientes de origen
común a la actora por la muerte de Edwin Guillermo
Bocanegra Escorcia, también lo es que, con los demás
elementos de juicio allegados al proceso, en especial los
testimonios, el juzgador estimó que, en el presente asunto, la
actora no acreditó el requisito de convivencia.

Y siendo ello así, se impone traer a colación lo asentado


por esta Corte en la sentencia CSJ SL4323-2021, en cuanto
a que el hecho de que el juez colegiado haya edificado su
decisión en un determinado caudal probatorio, ello no
conduce a que incurra en un error de hecho; debe
rememorarse, que como se sostuvo en la sentencia CSJ
SL1854-2018, los jueces de instancia, al encontrarse en
presencia de varias probanzas que conduzcan a conclusiones
disímiles, tienen la facultad, conforme a lo dispuesto en el
artículo 61 del CPTSS, de apreciar libremente los diferentes
medios de convicción, en ejercicio de las facultades propias
de las reglas de la sana crítica, pudiendo escoger dentro de
las probanzas allegadas al informativo, aquellas que mejor
los persuadan, sin que esa circunstancia, por sí sola, tenga
la virtualidad para constituir un evidente yerro fáctico (CSJ
SL18578-2016, reiterada en la CSJ SL4514-2017).

4º) Alegatos de conclusión

Esta Corte en sentencia CSJ SL7491-2017, explicó que


los alegatos de conclusión constituyen una pieza procesal

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Radicación n.° 86692

cuya finalidad es permitirles a las partes sustentar sus


posiciones litigiosas y controvertir las de la contraparte y, en
tal caso, sobre el mismo, no puede estructurarse un error
como el pretendido por la recurrente.

5º) Prueba testimonial

La Corte debe memorar que la prueba testimonial, no


está calificada para fundar sobre ella un error de hecho
manifiesto en la casación del trabajo, en los términos del
artículo 7o. de la Ley 16 de 1.969, norma que fue declarada
exequible por la Corte Constitucional en sentencia C-140 de
29 de marzo de 1995, por ello únicamente puede ser
examinada si previamente se tiene establecido un desacierto
valorativo originado en medios de convicción idóneos para
estructurar un yerro fáctico, lo que aquí no ocurrió.

De tal suerte que quien pretende la anulación de una


sentencia, debe demostrarle a la Corte, a través de un
documento auténtico, de una confesión judicial o de una
inspección ocular, que el operador jurídico que la emitió
incurrió en un error manifiesto.

Así las cosas, las declaraciones en que se apoyó el


sentenciador, en principio, no pueden ser valoradas en el
recurso extraordinario, a no ser que con las pruebas que sí
son hábiles, se haya probado una equivocación mayúscula.

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Radicación n.° 86692

Resulta pertinente recordar que la Corte Constitucional


avaló la exequibilidad de la norma en comento, en la citada
sentencia CC C 140 de 1995, cuando textualmente dijo:
[…]

Resulta entonces de particular interés observar que el


artículo 7o de la Ley 16 de 1969, excluyó la posibilidad de
demandar en casación aspectos en materia probatoria diferentes
al error de hecho “por falta de apreciación o apreciación errónea
de un documento auténtico, de una confesión judicial o de una
inspección ocular”. Esta decisión no se basó únicamente -como
se señaló- en el argumento de que los asuntos procedimentales
se podían ventilar ante los jueces de instancia, pues no debe
olvidarse que el juez que dirige el proceso tiene un contacto
directo y permanente con el proceso y, lo que es más importante,
evalúa en forma personal y autónoma cada una de las pruebas,
asignándole a cada una de ellas su respectivo valor jurídico. De
ello resulta que mal podría el juez de casación entrar a evaluar si
el juez de instancia apreció correctamente o no un testimonio u
otra prueba cuya relevancia no pueda ser definida objetivamente.
Por ello, en estos casos la casación sólo se permite del error de
hecho por indebida apreciación de un documento auténtico, una
confesión judicial o una inspección judicial, y siempre y cuando
ese yerro altere sustancialmente el resultado del proceso.

Adicionalmente, esta Corporación encuentra que las


causales previstas en la disposición demandada respetan los
postulados contemplados en el artículo 29 superior. En efecto,
quien desee acudir en casación en materia laboral, conoce los
procedimientos establecidos para tales propósitos en la ley;
conoce también que la Corte Suprema de Justicia es el tribunal
competente para esos eventos (Art. 235-1 C.P.); se le ha
garantizado la posibilidad de apelar la sentencia de primera
instancia y de controvertir ahora la proferida en segunda
instancia; y, lo que es más importante, ha podido, en cada una
de esas oportunidades procesales, presentar y controvertir
pruebas. Como si lo anterior no fuese suficiente, nótese que la
decisión de restringir en casación el error de hecho para sólo tres
medios probatorios (documento auténtico, confesión judicial e
inspección judicial), responde a la imposibilidad del juez de
casación de apreciar las consideraciones subjetivas y valorativas
que tuvo el juez de instancia al ser, en virtud de lo ordenado por
la ley, quien dirigió y practicó personalmente las pruebas a lo
largo del litigio. Así las cosas, esa determinación garantiza
también el derecho de defensa, pues hace que el juez de casación
funde sus argumentaciones en hechos objetivos y no en meras
especulaciones respecto de la forma de pensar, concluir, razonar
o actuar de quienes administraron justicia en materia probatoria,
tanto en primera como en segunda instancia.

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Radicación n.° 86692

Para una mayor claridad, resulta pertinente transcribir los


siguientes argumentos expuestos por la Corte Suprema de
Justicia, los cuales esta Corte comparte en su integridad:

“Es, en efecto, al juez de la primera instancia a quien


corresponde principalmente la valoración de las pruebas, pues
es dicho juez el funcionario que actúa como instructor del
proceso. Por lo mismo, en la alzada, al superior
fundamentalmente le compete ejercer un control de legalidad, no
debiendo en principio separarse de las apreciaciones de su
inferior sobre el grado de credibilidad que le hubiera merecido la
exposición de un testigo, sin importar si ha sido citado por el
empresario o por el trabajador, a quien el juez directamente oyó
rendir su declaración, salvo cuando esa valoración aparezca clara
y frontalmente contradicha con medios de convicción que, tal
cual ocurre con el documento auténtico, la confesión judicial y la
inspección ocular, permitan registrar de manera evidentemente
objetiva e irrefragable hechos distintos u opuestos a los
afirmados en el testimonio. Lo mismo acontece con la prueba
pericial a la cual puede acudir el juez cuando considere que
requiere asesoría judicial (Art. 51 C.P.T.), elemento de convicción
que por su misma índole no permite la mayoría de las veces un
control objetivo de valoración del que pueda deducirse un
evidente error de apreciación por un juez distinto al que lo
requirió. En cambio, lo que establece un documento auténtico
(única prueba que consideró calificada el artículo 23 de la Ley 16
de 1968), cuando su texto es claro e inequívocas las
manifestaciones allí contenidas, no puede ser normalmente leído
en forma diferente sin incurrir en yerro manifiesto. Lo mismo
puede decirse de la confesión que se rinde en el proceso, dadas
las características y condiciones que exige el artículo 195 del
CPC, y de lo registrado por el juez dentro de la inspección ocular,
medios de prueba a los cuales el artículo 7o. de la Ley 16 de 1969
extendió la calificación de idóneos para estructurar el error de
hecho en la casación laboral”.»

6º) El recurrente desconoce la atribución que tiene


la Corte como tribunal de casación.

Al ser el recurso de casación un medio de impugnación


extraordinario con el que se verifica el control de legalidad de
las providencias judiciales que ponen fin a las instancias, a
efecto de establecer si el operador jurídico incurrió en algún
error que amerite la anulación de estas, impide a la Corte,
cuando funge como tribunal de casación, revisar decisiones

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Radicación n.° 86692

de inferior categoría que cuentan con un mecanismo de


control ordinario, como ocurre con las sentencias de primer
grado, salvo cuando se trata de casación per saltum. Pues el
objeto de este recurso extraordinario es, en palabras de la
Corte Constitucional vertidas en la sentencia CC C-1065–
2000 «proteger la coherencia del ordenamiento y la aplicación
del derecho objetivo, por lo cual ha sido denominada por
algunos sectores de la doctrina y la jurisprudencia como
“nomofilaquia” […]».

Por ello, la recurrente se equivoca cuando


simultáneamente controvierte el fallo del Tribunal y el de su
inferior, como ocurre en el caso de autos, en donde aun
cuando la censura ataca la providencia del juez plural, la
argumentación la enfila a los errores que considera cometió
el juez de primer grado, confundiendo las argumentaciones
de los juzgadores, lo cual no resulta pertinente ni acertado,
toda vez que, cuando el recurso de casación se interpone
contra un sentencia determinada, será esta la destinataria
de esa impugnación y no otra.

El recurso extraordinario propende por el imperio y


preservación de la ley sustancial de alcance nacional, la cual
puede ser infringida de dos formas por los falladores, (las
llamadas «causales»): mediante la violación de aquella ley
(causal 1ra) o, a través del desconocimiento del principio de
la no reformatio in pejus (causal 2da). Sin olvidar, desde luego
la violación medio. (CSJ SL, del 15 de mar. 2011, rad. 43345).

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Radicación n.° 86692

En la primera de las causales, que es a la que se refiere


la recurrente, la Sala confronta la sentencia del Tribunal con
la ley sustancial, y solo si la acusación prospera, puede
revisar el de primer grado para definir el litigio.

Así las cosas, cuando de manera indiscriminada se


enjuicia una y otra de las providencias que en las instancias
se emitieron, le impide a la Corte determinar cuál es el
reproche en concreto y, por tanto, también el confrontar si la
decisión del juez plural, que es la que le incumbe, por ser
aquella la que ha definido el pleito, se acompasó al
ordenamiento jurídico.

Entonces, la recurrente no le muestra a la Sala material


probatorio, apto en casación, que acredite el error
protuberante por parte del juez de la alzada; por manera que
el cargo no sale avante.

IX. CARGO SEGUNDO

Controvierte la sentencia por ser

VIOLATORIA, por INFRACCION DIRECTA, en la modalidad


de Falta de APLICACION, de los artículos 60. ANALISIS DE LAS
PRUEBAS, “El Juez, al proferir su decisión, analizará todas las
pruebas allegadas en tiempo" 51. MEDIOS DE PRUEBA, 60
ANALISIS DE LAS PRUEBAS y 61 LIBRE FORMACION [sic] DEL
CONVENCIMIENTO, del Código Procesal Laboral y de la
Seguridad Social. Normatividad Procesal, que condujo
correlativamente al quebranto de las siguientes Normas
igualmente instrumentales contenidas en los artículos 2, 4, 11,
12, 13, 14, 164, 165, 176, 221- 6, 240, 241, 242 del Código
General del Proceso, artículo 48 Modificado L.1149/2007
artículo 7º, 54, 83 Modificado Ley 712/2001 artículo 41, 145 del
C.P.T.S.S., así mismos los Artículos 13, 25, 29, 48, 53, 228, 229

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Radicación n.° 86692

y 230 de la C.N., normatividad, que se constituyó en medio para


que resultaran VULNERADOS, los Derechos Sustanciales de la
CONYUGE SUPERSTITE, los cuales obtienen respaldo Normativo
en los artículos 12 numeral 2º y el 13 literal a) de la Ley 797 de
2.003, el artículo 272 de la Ley 100 de 1.993 y el artículo 11 del
Decreto 1889 de 1.994, el artículo 31 del Código Civil.

Aduce que cierto es, que los Jueces en sus providencias,


no están sujetos a la tarifa legal de pruebas, pero no menos
cierto es que el Juzgador de alzada, «no puede dejar de lado
pruebas determinantes que militen en el proceso y que, al
haber sido aportadas en debida forma al proceso, deben ser
valoradas en su conjunto, por ello se considera que el H. Juez
Colegiado, no puede ignorar las pruebas, pues con dicha
actitud el respetable Juez de apelación, INFRINGE LA LEY
PROCESAL, que regula y gobierna la aducción y producción de
la prueba».

Agrega que «el Juzgador de instancia, que los


testimonios eran muy contradictorios, y que habrían casi que
dos vertientes, dos posiciones una que no y otra que sí,
entonces se pregunta la parte Recurrente en Casación, si hubo
dudas, por cual razón; no hizo uso de su poder oficioso a fin
de despejar las dudas que surgiesen tal como lo autoriza el
artículo 48 Modificado por la Ley 1149 de 2.007, en su artículo
7ºel Juez como Director del Proceso, en consonancia con lo
reglado en el Artículo 54 del Código Procesal Laboral y de la
Seguridad Social teniendo en cuenta que este es un proceso
de naturaleza INQUISITIVO».

Dice que referente a la actividad oficiosa del Juez, «en la


averiguación de la verdad real, en abundante

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Radicación n.° 86692

Jurisprudencia, la Honorable Corte Suprema de Justicia ha


Señalado a través de sus diferentes Salas por ejemplo en la
sentencia SL-9766 del día 13 de julio de 2.016, Radicado
53260 (…) En el presente caso el Ad quem, al haber ignorado
las Normas Procedimentales reseñadas ab initio, de este
CARGO, es que su decisión es CONTRARIA, a los mandatos
tanto legales, como Supralegales, que protegen los derechos
de la Ciudadana que hoy recurre en casación, no se puede
perder de vista que las NORMAS PROCESALES SON DE
ORDEN PÚBLICO, y por lo tanto de Obligatorio Cumplimiento».

X. RÉPLICA DE LA EQUIDAD SEGUROS DE VIDA

Al confutar el cargo expone, en suma, que la sentencia


no se debe quebrar, dado que, de acuerdo con los
argumentos sobre los cuales se soportó el fallo, «las pruebas
aportadas, decretadas, practicadas y valoradas, fueron más
que suficientes para determinar que existió convivencia entre
el causante y la señora Yaneth Molina pero que la misma no
satisfizo los requerimientos legales para que esta última sea
derechosa de la prestación económica que reclamó».

XI. CONSIDERACIONES

Lo primero que hay que decir es que el colegiado más


que sostener que «los testimonios eran muy contradictorios, y
que habrían [sic] casi que dos vertientes, dos posiciones una
que no y otra que sí», tal como lo acota la recurrente, en
segunda instancia se encontró insuficiente y, si bien había
divergencia en la información de la accionante y otros

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Radicación n.° 86692

deponentes en la plataforma encontró elementos para situar


la convivencia efectiva desde el momento del matrimonio y
no en época anterior, como alegaba la demandante. Por ello
el cargo deja de lado el verdadero enfoque del colegiado.

Empero, se impone reiterar que en presencia de varios


testimonios contradictorios o divergentes que permitan
conclusiones opuestas o disímiles corresponde al juzgador
dentro de los límites de su libertad de libre formación del
convencimiento y soberanía probatoria y, en ejercicio de las
facultades propias de las reglas de la sana crítica, artículo 61
del Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social,
establecer su mayor o menor credibilidad, pudiendo escoger
a un grupo como fundamento de la decisión y desechando el
otro.

De suerte que, como ya se explicó en el cargo anterior,


los jueces de instancia, conforme a esa potestad legal,
pueden válidamente fundar su decisión en aquellos
elementos probatorios que le merezcan mayor persuasión y
credibilidad, ya sea en forma prevalente o excluyente de lo
que surja entre una u otra prueba, sin que esa escogencia
razonada configure la comisión de un yerro jurídico o,
incluso, fáctico por la errada apreciación o falta de valoración
de tales probanzas.

De otra parte, no es dable cuestionar la conducta de la


sala sentenciadora quien luego de acudir al caudal
probatorio incorporado al proceso por las partes y, ante la
inexistencia de duda que lo habilitase para el decreto de

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Radicación n.° 86692

una prueba oficiosa, optó por una decisión que encuentra


estribo, precisamente, en el haz probatorio.
Repárese en que el artículo 54 del Código Procesal del
Trabajo y de la Seguridad Social, de modo general, consagra
la posibilidad de que el juez laboral decrete pruebas de oficio,
pero sólo como una facultad dependiente de su juicio o
criterio sobre si son o no indispensables «para el completo
esclarecimiento de los hechos controvertidos»,
circunstancia esta última que, en estrictez, brilla por su
ausencia en el asunto bajo examen.

No sobra memorar que, si bien el funcionario judicial


debe proponer por encontrar la verdad real con el decreto de
la prueba oficiosa, no puede reemplazar la actividad o carga
probatoria que le incumbe a los intervinientes del debate
judicial, como parece pretender la recurrente. (CSJ SL3739-
2019).

Al efecto, bien vale la pena rememorar lo expuesto por


esta Corporación en la sentencia CSJ SL872-2018, donde
además se reiteró el proveído CSJ SL, del 6 jun. 2001, rad.
15267, en la que se razonó:

A lo dicho cabría agregar el que las pruebas oficiosas en


los procesos del trabajo, a las que sin fortuna alguna a estas
alturas del proceso pretende adherirse el recurrente, como en
múltiples veces lo ha sostenido la jurisprudencia de la Sala, es
tema orientado a obtener el ‘completo’ esclarecimiento de los
hechos controvertidos en el proceso (artículo 54 Código Procesal
del Trabajo y de la Seguridad Social), o lo ‘necesario’ para resolver
la apelación o la consulta (artículo 83 ibídem), pero, en modo
alguno, un mecanismo mediante el cual se pueda desplazar,
reemplazar o relevar a las partes de la ‘iniciativa probatoria’ que
conforme a las reglas de la carga de la prueba les competía de
acuerdo con el artículo 177 del Código de Procedimiento Civil),

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31
Radicación n.° 86692

vigente para entonces, por ser incuestionable la vigencia de la


regla probatoria del onus probandi, aun cuando con las
atenuaciones que la legislación, la doctrina y la jurisprudencia
frente a casos particulares le han hecho, la cual, en términos
generales, enseña que en el proceso quien afirma poseer una
nueva verdad, o una verdad distinta a la que debe tenerse por la
de la normalidad de los hechos que ocurren en la vida y tienen
trascendencia jurídica, corresponde probarla.

Esta Corte, también, en la sentencia CSJ SL, del 27 de


may. 2009, rad. 33765, enseñó:

La Administración de Justicia está confiada a los jueces,


pero ella no se puede dispensar en principio sin que las partes
cuenten con la asistencia o la presentación de un abogado, como
lo previene nuestra Carta Política; y, dicha norma no es la fuente
sólo de privilegios, que se otorgan en razón a la pericia y habilidad
que les otorga el título universitario, sino de la responsabilidad
profesional del abogado que además de actuar con pericia lo debe
hacer diligentemente.

Las facultades oficiosas entregadas al juez no se han de


entender como medio para que él sustituya a los apoderados, ni
que estos queden relevados de sus deberes de diligencia, y que
en su defecto obre el empeño del juez.

Por lo asentado el ataque se desestima.

XII. CARGO TERCERO

Acusa la sentencia del Tribunal de:

[…] de VIOLAR por la VÍA DIRECTA por APLICACIÓN INDEBIDA


de los [a]rtículos 47 y 74 de la Ley 100 de 1993 Modificados por
el Artículo 13 literal e) de la Ley 797 de 2.003. Y por derivación
se INFRINGIERON los artículos 13 literal a) de la Ley 797 de
2.003, artículo 31 del Código Civil, Artículo 11 del Decreto 1889
de 1.994, 272 de la Ley 100 de 1.993, artículos 13,29,48,53,229
y 230 de la Constitución Política, Sentencia C-1035 del año
2.008».

Asevera, en esencia, que en el presente caso

[…] se visualiza que el a[d] quem, inaplicó el [l]iteral a) del artículo


13 de la Ley 797 de 2.003, aplicando tan solo y de manera

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Radicación n.° 86692

indebida el literal c) de la misma normatividad, lo que conllevó a


que su actuación fuera injusta, inconveniente y arbitraria, pues
dejó desamparada a la cónyuge supérstite, no obstante que él
Legislador previó un amparo taxativo e inequívoco a las
[c]ónyuges [s]upérstites, entonces previsto como en efecto está
dicho amparo en el Sistema Pensional Colombiano, no puede
perderse de vista, que tanto el mandato legal como el
Constitucional, al igual que la Doctrina y la Jurisprudencia
Patria, pregonan la igualdad entre los Beneficiarios que le
sobrevivan al pensionado o afiliado Fallecido que deja causado el
derecho a que se le reconozca y pague la pensión de
Sobrevivientes (…) entonces estando previsto como en efecto lo
está el Literal a) del artículo 13 de la Ley 797 de 2.003, y el literal
c) de la misma Normatividad, esta es la Norma llamada a regular
el caso objeto a estudio».

Añade que no estaba en discusión y se aceptó por el juez


colegiado «que el afiliado fallecido le había sobrevivido a la
CÓNYUGE SUPERSTITE [sic], y que dicha cónyuge[sic] había
convivido hasta el último día de vida del causante de la
prestación económica». Estima que fue indebidamente
aplicado el literal c) del artículo 13 de la Ley 797 de 2003,
infringiendo lo enlistado en el literal a) de la misma norma,
«desconociendo que existía y existe CÓNYUGE SUPÉRSTITE».

XIII. RÉPLICA DE LA EQUIDAD SEGUROS DE VIDA

Acota, en esencia, que «si no se encuentra probado el


requisito de los cinco (05) años de convivencia entre el
cónyuge, compañero o compañera supérstite y el causante,
resultan inaplicables las demás normas que regulan la
pensión de sobrevivientes, pues la convivencia es un requisito
sine qua non para obtener el beneficio pensional».

XIV. CONSIDERACIONES

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Radicación n.° 86692

Como se exhibe cristalino del itinerario procesal, la sala


sentenciadora, para confirmar la absolución dispuesta por el
juez de primer grado, en estricto rigor, se afincó en la prueba
testimonial, al inferir que la demandante no honró su deber
de demostrar que convivió con el causante al menos 5 años
para así ser acreedora de la pensión de sobrevivientes, a la
luz de lo estatuido en el artículo 47 de la Ley 100 de 1993,
modificado por el 13 de la Ley 797 de 2003.

En contraposición, la censura aduce que tal colofón


dejó de lado la aplicación del literal a) del artículo 13 de la
Ley 797 de 2003, aplicando tan solo y de manera indebida la
literal c), que le ocasionó quedar desprotegida en su
condición de cónyuge supérstite.

Delimitado el meollo del asunto bajo examen, y según


aflora del esquema del recurso extraordinario, se procede a
estudiar si el colegiado incurrió en el dislate de puro derecho,
al considerar que la promotora del proceso no era beneficiaria
de la pensión de sobrevivientes por no acreditar una
convivencia mínima de cinco años con el causante.

Baste revisar el acto jurisdiccional fustigado para que,


prontamente, se aviste que el Tribunal, puesta la mirada en
el artículo 13 de la Ley 797 de 2003, que modificó el 47 de la
Ley 100 de 1993, se adentró a revisar la plataforma
probatoria en aras de verificar si los medios suasorios
encajan en la norma para conceder el derecho pensional
deprecado, todo lo cual implica que el precepto reputado
como no aplicado, en estrictez, sí lo fue, simplemente, en su

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Radicación n.° 86692

fase negativa, toda vez que, soportado en el criterio imperante


en aquel momento en cuanto a que, tratándose de muerte del
pensionado o del afiliado, estimó que debía comprobarse la
convivencia ininterrumpida de cinco años.

Ahora bien, esta Sala, por mayoría, mediante la


sentencia CSJ SL5270-2021, en su función de unificación de
la jurisprudencia laboral, a la luz de lo dispuesto en el
artículos 16 de la Ley 270 de 1996 y 235 de la Constitución
Política, modificó su línea de pensamiento, frente a la
interpretación de la literal a) del artículo 13 de la Ley 797 de
2003, en cuanto a que la convivencia mínima de cinco años
prevista en esta disposición, es exigible únicamente cuando
la pensión de sobrevivientes se causa por muerte del
pensionado, mas no del afiliado.

Estos son los fundamentos jurídicos basilares de la


decisión:

De la redacción del precepto legal, el literal a) del art. 13 de la Ley


797 de 2003, que modificó el art. 47 de la Ley 100 de 1993, se
advierte con suma claridad y contundencia que la exigencia de
un tiempo mínimo de convivencia de 5 años allí contenida, se
encuentra relacionada únicamente al caso en que la pensión de
sobrevivientes se cause por muerte del pensionado; una
intelección distinta, comporta la variación de su sentido y
alcance, toda vez que, no puede desconocerse tal distinción, que
fue expresamente prevista por el legislador en la norma acusada,
así:

Son beneficiarios de la pensión de sobrevivientes:

a) En forma vitalicia, el cónyuge o la compañera o compañero


permanente o supérstite, siempre y cuando dicho beneficiario, a
la fecha del fallecimiento del causante, tenga 30 o más años de
edad. En caso de que la pensión de sobrevivencia se cause por
muerte del pensionado, el cónyuge o la compañera o compañero
permanente supérstite, deberá acreditar que estuvo haciendo

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Radicación n.° 86692

vida marital con el causante hasta su muerte y haya convivido


con el fallecido no menos de cinco (5) años continuos con
anterioridad a su muerte; (subraya y negrilla fuera de texto).
Adicionalmente, en la exposición de motivos de la Ley 797 de
2003, cuando se procedió a la sustentación de los preceptos del
proyecto de ley, en lo concerniente al artículo 17 «BENEFICIARIOS
DE LA PENSIÓN DE SOBREVIVIENTES», se precisó que “Se
regulan los beneficiarios de la pensión de sobrevivientes
estableciendo uniformidad entre los regímenes de prima media y
de ahorro individual con solidaridad. Adicionalmente se
establece que el cónyuge o compañero permanente debe
haber convivido con el pensionado por lo menos cuatro años
antes de fallecimiento con el fin de evitar fraudes” (subraya
y negrilla fuera de texto).

Desde la expedición de la Ley 100 de 1993, ha sido clara la


intención del legislador al establecer una diferenciación entre
beneficiarios de la pensión de sobrevivientes por la muerte de
afiliados al sistema no pensionados, y la de pensionados, esto
es, la conocida como sustitución pensional, previendo como
requisito tan solo en este último caso, un tiempo mínimo de
convivencia, procurando con ello evitar conductas fraudulentas,
«convivencias de última hora con quien está a punto de fallecer y
así acceder a la pensión de sobrevivientes», por la muerte de quien
venía disfrutando de una pensión.

La evidente y contundente distinción efectuada por el


legislador en el precepto que se analiza, comporta una legítima
finalidad, que perfectamente se acompasa con la principal de la
institución que regula, la protección del núcleo familiar del
asegurado o asegurada que fallece, que puede verse afectado
por la ausencia de la contribución económica que aquel o aquella
proporcionaba, bajo el entendido de la ayuda y soporte mutuo
que está presente en la familia, que ya sea constituida por
vínculos naturales o jurídicos, que en todas sus modalidades se
encuentra constitucionalmente protegida, como núcleo esencial
de la sociedad (art. 42 CN).

En este punto resulta necesario precisar, que conforme al


análisis hasta aquí efectuado, de lo dispuesto en el literal a) del
art. 13 de la Ley 797 de 2003, para ser considerado beneficiario
de la pensión de sobrevivientes, en condición de cónyuge o
compañero o compañera permanente supérstite del afiliado al
sistema que fallece, no es exigible ningún tiempo mínimo de
convivencia, toda vez que con la simple acreditación de la calidad
exigida, cónyuge o compañero (a), la conformación y pertenencia
al núcleo familiar, con vocación de permanencia, así como la
convivencia vigente para el momento de la muerte, se da
cumplimiento al supuesto previsto en el literal de la norma
analizado, que da lugar al reconocimiento de las prestaciones
derivadas de la contingencia, esto es, la pensión de
sobrevivientes, o en su caso, la indemnización sustitutiva de la

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Radicación n.° 86692

misma o la devolución de saldos, de acuerdo al régimen de que


se trate, y el cumplimiento de los requisitos para la causación de
una u otra prestación.
Lo anterior comporta también que, para efectos de la aplicación
de lo dispuesto en el literal a) del art. 13 de la Ley 797 de 2003,
no hay lugar a efectuar ninguna distinción entre beneficiarios del
causante afiliado - no pensionado-, según la forma en la que se
constituya el núcleo familiar, si lo es por vínculos jurídicos o
naturales, en tanto el referido núcleo, es lo que protege el Sistema
General de Seguridad Social. Así lo recordó la Corte
Constitucional, en el análisis de constitucionalidad efectuado al
art. 163 de la Ley 100 de 1993, antes de ser modificado por el
art. 218 de la Ley 1753 de 2015, en la sentencia CC C-521-2007,
que en torno al concepto de familia y su protección sin
discriminación, en consideraciones que se avienen al Sistema
Pensional

Así las cosas, bajo la actual mirada de la Corte se abre


paso el ataque ya que, en el caso en estudio, el causante no
tenía la condición de pensionado, sino de afiliado y, por
tanto, no es exigible el requisito de cinco años de convivencia.
No obstante ser prospero el embate, lo cierto es que en
sede de instancia se llegaría a la misma conclusión del juez
colegiado aun cuando por otras razones como a continuación
se exponen.

Conforme con la regulación de riesgos laborales, que es


el tema que nos ocupa, la determinación de quienes son
beneficiarios de la pensión de sobrevivientes de origen
laboral, se halla en la Ley 797 de 2003 modificatoria de la
Ley 100 de 1993, por lo que cobran plena aplicación los
lineamientos que al efecto ha dispuesto esta Corporación. Al
respecto, es menester memorar que, bajo la nueva línea de
pensamiento y acorde con la jurisprudencia, tratándose de la
muerte del afiliado, tanto a la compañera como a la cónyuge
les compete comprobar la vocación de familia que se tenía
al momento del fallecimiento de la persona causante.

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Radicación n.° 86692

Esto es así, como efectivamente lo es, puesto que la


actual lectura de la Corte frente al requisito de convivencia
de quien tiene la condición de cónyuge, compañera o
compañero permanente, por muerte del afiliado,
encontramos que, si bien no existe un término de convivencia
mínimo, esto no es indicativo de que no se deba comprobar
el concepto de vocación de familia al momento del
fallecimiento de aquél. Por ello, vale la pena recordar que la
jurisprudencia de esta Sala ha sido enfática en enseñar que
la Constitución Política de 1991 trajo consigo nuevos
criterios respecto del concepto de familia y esa visión
constitucional tiene notoria incidencia en las cuestiones
relativas a la seguridad social, principalmente en lo
concerniente a la determinación de los beneficiarios de las
prestaciones sociales que, como la pensión de sobrevivientes,
buscan proteger al núcleo o grupo familiar.

Por ejemplo, esta Corporación en sentencia CSJ SL, del


20 de abr. 2005, rad. 23735, explicó que el designio
indeclinable de la seguridad social es procurar mejor calidad
de vida para el ser humano, por ello, su preocupación
constante es proteger a las personas frente a las
contingencias que la menoscaban a fin de evitar que se
pongan en situación que no se compadezca con tal dignidad,
de conformidad con los parámetros que para el efecto
estatuyen la Constitución Política y la ley.

La Sala agregó que esa filosofía -de un gran contenido


social y humano- permea todas las instituciones de la

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Radicación n.° 86692

seguridad social. Precisamente, con ocasión de la muerte de


un afiliado o pensionado, el sistema de seguridad social
consagra la pensión de sobrevivientes con el evidente
propósito de amparar a las personas a quienes dicha
contingencia afecta directamente, esto es, el núcleo familiar.

Se memoró que, con esta nueva perspectiva


constitucional, el Estado debe brindar amparo a la familia,
con total prescindencia de si esta tuvo su fuente en lazos
jurídicos matrimoniales o en la decisión libre y responsable
de las personas de iniciar una convivencia, con vocación de
estabilidad y duración, animados en el propósito de
conformar una unidad familiar.

También acotó que:

Dentro de ese nuevo esquema constitucional de la familia, la


efectiva y real vida de pareja -anclada en lazos de afecto y
fraguada en el crisol de la solidaridad, de la colaboración y del
apoyo mutuos- durante los años anteriores al fallecimiento del
afiliado o del pensionado, se constituye en el criterio que ha de
apreciarse cuando el juzgador se aplique a la tarea de definir la
persona con vocación legítima para disfrutar de la pensión de
sobrevivientes, a raíz de la muerte de su consorte o compañero.

En ese contexto, la Sala, en providencia CSJ SL, del 10


de jul. 2012, rad. 49787, explicó con profusión que, con una
teleología protectora de la familia, en el entendido de que, a
esta, como núcleo fundamental de la sociedad que se
corresponde en el Estado Social de Derecho, se debe la
atención adecuada a su desarrollo integral, lo cual impone
siempre observar principios básicos que la rigen como la

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 86692

equidad, la solidaridad y la universalidad, entre otros


muchos.
Sostuvo que en tal sentido, los lazos o vínculos
mediante los cuales se constituye la familia no son factores
diferenciadores de las relaciones que a su interior se
establecen y, por el contrario, la igualdad de derechos y
deberes y los fundamentos de dichas relaciones (artículo 42
C.P.), emerge incontestable que frente a contingencias o
riesgos que la pueden afectar, no es dable hacer distinciones
entre sus miembros más allá de las que son propias a
quienes se encuentran individualmente más expuestas que
los demás, ya sea por su edad o por alguna otra condición
específica de vulnerabilidad, de donde cabe entender, como
así lo asienta en esta oportunidad la Corte, que la pensión de
sobrevivientes no puede tener por finalidad distinta más
que la protección de ese núcleo familiar, cuando quiera
que el trabajador o pensionado, que ha sido su sostén
económico, fallece.

Partiendo del fin pretendido con la prestación objeto de


análisis, la pensión de sobrevivientes, esto es, menguar las
consecuencias económicas que se generan en el núcleo
familiar por la intempestiva muerte de uno de sus miembros,
afiliado o pensionado al Sistema General de Pensiones, que
contribuye de manera sustancial al sostenimiento de dicho
grupo familiar, con el fin de paliar el cambio abrupto de las
condiciones de subsistencia de aquellos que dependían del
causante y que han sido considerados beneficiarios de esta
protección por la propia ley de seguridad social.

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Radicación n.° 86692

Reguló el legislador, entre otros aspectos, los siguientes:

1. Los sujetos que gozan de la calidad de


beneficiarios.
2. Los requisitos personales que deben cumplir
aquellos para ser considerados individualmente como tales.
3. El orden de prelación entre los mismos.
4. La resolución de posibles conflictos entre
beneficiarios de igual prelación.
5. La temporalidad de la prestación.
6. El porcentaje de mesada pensional que le
correspondería a cada beneficiario de acuerdo con la calidad
que acredite y el tiempo de convivencia en caso de
convivencias simultáneas de cónyuges y compañeros
permanentes.

Ahora bien, partiendo del concepto de familia, pueden


ser beneficiarios de la prestación: i) la cónyuge o
compañera/compañero permanente; ii) los hijos del
causante, menores de edad, y aquellos mayores de edad
hasta los 25 años (según lo indica la Ley 1574 de 2012), que
dependan económicamente del fallecido por razón de
estudios; iii) también tiene derecho el hijo que tenga una
pérdida de capacidad laboral igual o superior al 50% y
mientras ésta subsista, desde la Ley 797 de 2003; (iv) los
hijos de crianza (CSJ SL1939-2020 y CSJSL3312-2020).

A falta de los ya citados, la ley habilita que: i) los padres


dependientes económicos del causante puedan ser
beneficiarios de la pensión, y a falta de estos, ii) los hermanos

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Radicación n.° 86692

inválidos que igualmente dependan económicamente de


aquél, mientras permanezcan las circunstancias de la
invalidez.

Tratándose del cónyuge o compañera (o) permanente


bajo la Ley 797 de 2003, se reconocieron diferentes
situaciones fácticas que no se encontraban en el estatuto
original y, frente a cónyuge y compañero (a) permanente
contempló:

Artículo 13. Los artículos 47 y 74 quedarán así:

Artículo 47. Beneficiarios de la Pensión de Sobrevivientes. Son


beneficiarios de la pensión de sobrevivientes:

a) En forma vitalicia, el cónyuge o la compañera o compañero


permanente o supérstite, siempre y cuando dicho beneficiario, a
la fecha del fallecimiento del causante, tenga 30 o más años de
edad. En caso de que la pensión de sobrevivencia se cause por
muerte del pensionado, el cónyuge o la compañera o compañero
permanente supérstite, deberá acreditar que estuvo haciendo
vida marital con el causante hasta su muerte y haya convivido
con el fallecido no menos de cinco (5) años continuos con
anterioridad a su muerte.

b) En forma temporal, el cónyuge o la compañera permanente


supérstite, siempre y cuando dicho beneficiario, a la fecha del
fallecimiento del causante, tenga menos de 30 años de edad, y no
haya procreado hijos con este. La pensión temporal se pagará
mientras el beneficiario viva y tendrá una duración máxima de
20 años. En este caso, el beneficiario deberá cotizar al sistema
para obtener su propia pensión, con cargo a dicha pensión. Si
tiene hijos con el causante aplicará el literal a).

Si respecto de un pensionado hubiese un compañero o


compañera permanente, con sociedad anterior conyugal no
disuelta y derecho a percibir parte de la pensión de que tratan
los literales a) y b) del presente artículo, dicha pensión se dividirá
entre ellos (as) en proporción al tiempo de convivencia con el
fallecido.

[...]

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Radicación n.° 86692

Lo expuesto nos lleva a la pregunta de ¿qué es lo que


debe ser acreditado a efectos de ser beneficiario de esta
prestación en la condición de cónyuge o compañero (a)
permanente tratándose de un afiliado?; y para responder, es
preciso acudir a la sentencia CSJ SL2223-2018, en la que se
dejó sentado para el primer caso, que no es suficiente que se
demuestre el vínculo matrimonial para, a partir de ello,
generar el derecho a la pensión de sobrevivientes, por cuanto,
para concretar el cumplimiento de requisitos se requiere la
convivencia marital efectiva (solidaridad, ayuda y socorro
mutuo), que consolida el concepto de familia que es la
amparada por la seguridad social. En dicha providencia se
señaló:

En ese orden, importa a la Corte recordar que la jurisprudencia


ha considerado que no basta la acreditación del vínculo conyugal
para que de allí se derive, necesariamente, el supuesto de hecho
de la convivencia marital, pues ésta sólo es predicable de una
realidad efectiva, que debe ser demostrada en el proceso. Por ello,
no es admisible el argumento esgrimido por la recurrente, en
cuanto a que el literal b del artículo 13 de la normativa referida
excluyó el requisito “de convivencia de los cinco (5) años
anteriores al fallecimiento, cuando quiera que el lazo jurídico se
encuentra indeleble”.

A este respecto basta traer a colación lo dicho en sentencia de 17


de agosto de 2011 (Radicación 37368), reiterado muchas veces,
en el siguiente contexto:

“En sentencia de 28 de septiembre de 2010, rad. N° 38213 dijo


la Corte textualmente:

“Es criterio asentado por la jurisprudencia que para que el


cónyuge pueda acceder a la pensión de sobrevivientes de
conformidad con lo previsto en el artículo 47 de la Ley 100 de
1993, no es suficiente con la demostración del requisito formal
del vínculo matrimonial, sino que es menester que se demuestre
la efectiva convivencia de la pareja, como elemento indispensable
para entender que está presente el concepto de familia que es la
amparada por la seguridad social.
[…]

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Radicación n.° 86692

“Ciertamente se es cónyuge por virtud del matrimonio, pero no


basta con la formalidad solemne de su celebración para
conformar el grupo familiar protegido por la seguridad social.
Esta calidad sólo se puede predicar de quienes, además, han
mantenido vivo y actuante su vínculo mediante el auxilio mutuo
-elemento esencial del matrimonio según el artículo 113 del C.C.-
entendido como acompañamiento espiritual permanente, apoyo
económico y con vida en común que se satisface cuando se
comparten los recursos que se tienen, con vida en común o aún
en la separación cuando así se impone por fuerza de las
circunstancias, ora por limitación de medios, ora por
oportunidades laborales.

“El artículo 47 de la Ley 100 de 1993 al establecer que el cónyuge


o compañero permanente supérstite son beneficiarios de la
pensión de sobrevivientes, los equipara en razón a la condición
que les es común para ser beneficiarios: ser miembros del grupo
familiar. No significa ello que se desconozca la trascendencia de
la formalización del vínculo en otros ámbitos, como para la
filiación en el derecho de familia, o para quien lo asume como
deber religioso por su valor sacramental, sino que se trata de
darle una justa estimación a la vivencia familiar dentro de las
instituciones de la seguridad social, en especial la de la pensión
de sobrevivientes, que como expresión de solidaridad social no
difiere en lo esencial del socorro a las viudas y los huérfanos ante
las carencias surgidas por la muerte del esposo y padre; es obvio
que el amparo que ha motivado, desde siglos atrás, estas que
fueron una de las primeras manifestaciones de la seguridad
social, es la protección del grupo familiar que en razón de la
muerte de su esposo o padre, o hijo, hubiesen perdido su apoyo
y sostén cotidiano, pero no para quien esa muerte no es causa
de necesidad, por tratarse de la titularidad formal de cónyuge
vaciada de asistencia mutua.

“La preponderancia del elemento formal en la constitución de la


familia, como mecanismo concebido por el legislador de siglos
anteriores para proteger la unidad familiar, por fuerza de la
evolución social, ha venido cediendo espacio a favor del concepto
de familia forjado en la realidad de la solidaridad cotidiana.
Primero en el ámbito de la seguridad social, el artículo 55 de la
Ley 90 de 1946 mandaba tener por viuda a la mujer [incluso a
las mujeres] con quien el asegurado haya hecho vida marital;
luego en el campo del derecho civil, la ley 54 de 1990 protege a
familia constituida por la comunidad de vida permanente y
singular; y en 1991, el artículo 42 del ordenamiento superior
extiende el reconocimiento constitucional a la familia que se
integre bajo ‘la decisión libre de un hombre y una mujer de
contraer matrimonio o la voluntad responsable de conformarla’.
“En la Constitución de 1991 se amplió el hasta entonces
restringido concepto de familia para proteger, ahora sí en un
absoluto plano de igualdad, no sólo a aquélla conformada por
vínculos jurídicos, sino también a la surgida de vínculos urdidos

SCLAJPT-10 V.00
44
Radicación n.° 86692

en la vida y realidad diarias, trasladando, así, el elemento


fundacional de la familia, de la naturaleza jurídica del vínculo a
la voluntad libre y permanente de conformarla’”. (Subraya la
Sala).
Así las cosas, es pertinente reiterar que en el sistema
pensional prevalece la debida asignación de la prestación al
beneficiario definido por el legislador y, que en el caso de la
muerte del afiliado es a aquel que verdaderamente se ve
privado de ese sustento material proveniente del fallecido y
que, independientemente de la separación de hecho o
liquidación de la sociedad conyugal, mantiene intacto el
concepto de familia que es el amparado por la seguridad
social.

Bajo tales lineamientos, una cosa debe quedar en claro


y es que, cuando se está ante la muerte del afiliado, el
cónyuge o compañera o compañero permanente, deberá
acreditar de manera fehaciente y, sin lugar a duda, que el
núcleo de familia estaba vigente a la data de fallecimiento y,
de haber una separación de hecho, que esta sea de aquellas
consideradas como excusables por no afectar la vocación de
parentela como ha señalado esta Corporación. Por manera
que el operador judicial no podrá estarse solo a la formalidad
del registro civil de matrimonio, sino que deberá verificar que
el vínculo se mantenía en vigor.

Descendiendo al caso no es materia de debate que: (i) el


señor Edwin Guillermo Bocanegra Escorcia falleció el 9 de
febrero de 2014; (ii) contrajo matrimonio con la actora el 10
de octubre de 2009, y (iii) se reconoció el 50% de la pensión
de sobrevivientes como hijas del causante a las menores SSS

SCLAJPT-10 V.00
45
Radicación n.° 86692

y DDD y que el 50% restante de la cónyuge y/o compañera


quedó reservada por el conflicto de beneficiarias presentado.

De la valoración conjunta de las pruebas y tal como


evidenció el juez de primer grado, de un lado los testigos de
la accionante no ofrecen la misma cercanía que la dada por
la hermana del fallecido y, de otro lado, las declaraciones que
obran en el expediente se tornan excluyentes frente a cuál es
la persona que ostenta la condición de beneficiaria. Ello es
así, por cuanto de aquellas no se desprende la convivencia
simultánea de cónyuge y compañera permanente, por el
contrario, lo que se alega es que cada una es la única
beneficiaria del causante al punto que el juzgador de primer
grado consideró que «alguien estaba mintiendo».

Por ello, en virtud de las facultades del artículo 61 del


Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social, a partir
de los interrogatorios de parte de las reclamantes, brota
evidente que ambas reclamantes afirman haber convivido
con el causante hasta el momento de su fallecimiento; la
señora Janeth Molina reivindica su condición de cónyuge por
espacio de aproximadamente 5 años, para lo cual insiste en
que, en nombre de aquél llegaba correspondencia a su
domicilio. Y, por otro lado, la señora Paloma Perdomo indicó
que cohabitó 2 años con el causante hasta su óbito, lapso en
el que no se separaron, que para el momento de su
fallecimiento vivían en Talanga en compañía de los padres de
su compañero y habían procreado descendencia.

SCLAJPT-10 V.00
46
Radicación n.° 86692

Como se anticipó, a efectos de corroborar lo indicado


por las presuntas beneficiarias y ser el que mayor
convencimiento genera, se tiene en cuenta lo afirmado en el
testimonio de la señora Jenifer Paola Bocanegra Escorcia,
hermana del causante, quien dio noticia de que su filial «[…]
se casó en el 2009, el 10 de octubre con la señora Janeth»; con
la que convivió hasta inicios del 2011; precisó que
aproximadamente en junio de ese mismo año el mencionado
se fue a vivir con la señora Paola Paloma Perdomo, con quien
procreó una hija.

Ante la pregunta de si conocía que su hermano se


seguía viendo con la accionante, resaltó que «no sabría decirle
pero pues él mantenía en su casa todos los días»; al indagar
por la razón de su dicho afirmó que «cuando él vivía con Paola
mis señores padres se vinieron a vivir a Cali y vivían con él y
yo todas las noches iba a visitar a mis papas»; informó que el
causante se ausentaba de su casa cuando tenía los turnos
del trabajo y, que tuvo dos hijas, de 13 años y 4 años de edad,
esta última con Paola Paloma Perdomo.

Dio luces al juez de que no era cierto lo afirmado por los


testigos de la demandante de que esta convivió con su
hermano hasta el fallecimiento, puesto que aquél realmente
vivía con la última mencionada y que ella misma se ocupó de
todos los trámites exequiales. Anotó, además, que desconocía
la razón por la que su hermano no adelantó el proceso de
divorcio de la promotora del juicio, así como el motivo de la
separación.

SCLAJPT-10 V.00
47
Radicación n.° 86692

De lo antecedente se desprende que, si bien la señora


Janeth Molina Montoya, tenía un vínculo formal de cónyuge
a la data del deceso del señor Edwin Guillermo Bocanegra
Escorcia, a la verdad no logró acreditar, sin que haya duda
alguna, que conformaba un real lazo de familia para el
momento de su fallecimiento y de la prueba documental no
se desprende la existencia de convivencia. Si bien busca
reflejar su cohabitación con el mencionado en fecha anterior
al vínculo matrimonial, esta, conforme con la carga
probatoria que le corresponde, no está fehacientemente
demostrada y, por el contrario, quedó desvirtuada por lo
expuesto por la hermana del causante.

Así las cosas, conforme a la preceptiva previamente


citada que regula los beneficiarios de la pensión de
sobrevivientes, nos encontramos ante la muerte de un
afiliado sin convivencia simultánea, y con la existencia de
vínculo formal de cónyuge con separación de hecho y una
relación afectiva con la señora Paola Paloma Perdomo de la
cual hubo descendencia; por lo que, conforme a la línea de
esta Corporación, en cuanto al condicionamiento para
acceder a dicha prestación en calidad de cónyuge,
compañera o compañero permanente se centran en la
vocación de familia sin que para el efecto se establezca un
tiempo específico, salta a la vista que la accionante no
ostenta el derecho a la prestación pretendida.

Dicho en otras palabras, a pesar de tener un vínculo


formal de cónyuge, no existía entre los consortes un núcleo
de familia, y no hay evidencia de que existiera una separación

SCLAJPT-10 V.00
48
Radicación n.° 86692

de hecho justificada que mantuviera indemne la voluntad de


conformar esa unión, por lo que, bajo el entendimiento del
concepto de beneficiario protegido en la seguridad social la
accionante no ostenta tal calidad.
Así las cosas, no se abre paso a casar la sentencia de
segundo grado, pero por las razones acá expuestas. Sin
costas en sede casacional por cuanto el cargo resultó
fundado aun cuando no prosperó.

XV. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, NO CASA la
sentencia dictada por la Sala Primera de Decisión Laboral del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali, el 10 de julio
de 2019, en el proceso que instauró YANETH MOLINA
MONTOYA, en contra de la sociedad EQUIDAD SEGUROS
DE VIDA ORGANIZACIÓN COOPERATIVA, proceso en el
cual fueron llamadas como litisconsorte necesario a PAOLA
PALOMA PERDOMO, en nombre propio y en calidad de
representante legal de su menor hija S.S.S. y a DIANA ROSA
ESCORCIA DE BOCANEGRA, en condición de representante
legal de su menor hija D.D.D., quien fue representada a
través de curadora ad litem.

Notifíquese, cúmplase y devuélvase el expediente al


tribunal de origen.

SCLAJPT-10 V.00
49
Firmado electrónicamente por:

GERARDO BOTERO ZULUAGA


Presidente de la Sala
Aclaración de voto

FERNANDO CASTILLO CADENA

LUIS BENEDICTO HERRERA DÍAZ

IVÁN MAURICIO LENIS GÓMEZ


Aclaración de voto

CLARA INÉS LÓPEZ DÁVILA


Aclaración de voto
OMAR ÁNGEL MEJÍA AMADOR

MARJORIE ZÚÑIGA ROMERO


Aclaración de voto

Este documento fue generado con firma electrónica y cuenta con plena validez jurídica, conforme a lo dispuesto en artículo
103 del Código General del Proceso y el artículo 7 de la ley 527 de 1999

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Documento generado en 2024-03-01
FERNANDO CASTILLO CADENA
Magistrado Ponente

ACLARACIÓN DE VOTO
Recurso extraordinario de Casación

Radicación nº 86692
Acta 01

Referencia. demanda promovida por YANETH


MOLINA MONTOYA contra la EQUIDAD SEGUROS DE
VIDA ORGANISMO COOPERATIVO, proceso en el cual
fueron llamadas a integrar el litisconsorcio necesario a
PAOLA PALOMA PERDOMO, en nombre propio y en calidad
de representante legal de su hija menor S.S.S. y a DIANA
ROSA ESCORCIA DE BOCANEGRA, en condición de
representante legal de su menor hija D.D.D.-.

Con el acostumbrado respeto por las decisiones


mayoritarias de la Sala, en este especial asunto, me permito
aclarar voto, por cuanto si bien comparto la decisión que
finalmente se adoptó, de no casar la sentencia del Tribunal
que confirmó la absolución en favor de la accionada en
primer grado, discrepo de algunos de los argumentos que
sirvieron de base a la decisión, como paso a explicar.
Rad. 86692
Aclaración de Voto

En la providencia, se concluyó que:

frente al requisito de convivencia de quien tiene la condición de


cónyuge, compañera o compañero permanente, por muerte del
afiliado, encontramos que, si bien no existe un término de
convivencia mínimo, esto no es indicativo de que no se deba
comprobar el concepto de vocación de familia al momento del
fallecimiento de aquél. Por ello, vale la pena recordar que la
jurisprudencia de esta Sala ha sido enfática en enseñar que la
Constitución Política de 1991 trajo consigo nuevos criterios
respecto del concepto de familia y esa visión constitucional tiene
notoria incidencia en las cuestiones relativas a la seguridad
social, principalmente en lo concerniente a la determinación de los
beneficiarios de las prestaciones sociales que, como la pensión de
sobrevivientes, buscan proteger al núcleo o grupo familiar.

Afirmación que comparto, sin embargo, la evolución del


concepto material de familia es un tema importante y
complejo que merece una consideración más detallada.

A lo largo de la historia y en diferentes contextos


culturales y legales, el concepto de familia ha experimentado
cambios significativos.

Tradicionalmente, la familia se ha definido en términos


de relaciones biológicas y legales, como el vínculo entre
padres e hijos por matrimonio o parentesco consanguíneo.
Sin embargo, en las últimas décadas, ha surgido una
comprensión más amplia y diversa de lo que constituye una
familia. Esto se debe a una serie de factores, como cambios
en las estructuras familiares, avances en la igualdad de
género, y la creciente aceptación social de diferentes formas
de convivencia y parentalidad.

Hoy en día, el concepto de familia abarca una variedad


de relaciones y estructuras, incluyendo familias
monoparentales, familias adoptivas, familias de crianza,

2
Rad. 86692
Aclaración de Voto

familias ensambladas, y familias formadas por parejas del


mismo sexo, entre otras. Además, se reconoce cada vez más
que el amor, el cuidado y el apoyo mutuo son aspectos
fundamentales de la familia, independientemente de la
configuración específica de las relaciones.

Desde una perspectiva legal, muchos sistemas


jurídicos han ampliado sus definiciones de familia para
reflejar esta diversidad y para proteger los derechos y el
bienestar de todos los miembros de la familia,
independientemente de su estructura o composición. Esto
incluye cuestiones relacionadas con el matrimonio, la
filiación, la adopción, la custodia de los hijos, y la sucesión,
entre otras áreas del derecho familiar.

La posición de la Corporación, en consonancia con los


principios establecidos en la Carta Política de 1991, resalta
la importancia del ánimo, la intencionalidad y los vínculos
afectivos en la definición de lo que constituye una familia.
Más allá de los lazos formales, como el matrimonio o la
filiación biológica, se reconoce que lo fundamental es la
presencia de un espíritu de ayuda, solidaridad y afecto
mutuo entre los miembros.

En este sentido, se valora la existencia de lazos


afectivos y relaciones de apoyo y cuidado que se establecen
voluntariamente entre las personas, independientemente de
su parentesco biológico o legal. Esto implica reconocer y
proteger legalmente una variedad de configuraciones
familiares, incluyendo aquellas en las que no existen
vínculos de sangre o matrimonio, pero donde se evidencia

3
Rad. 86692
Aclaración de Voto

un compromiso de convivencia y cuidado mutuo.

Esta visión amplia y comprensiva del concepto de


familia refleja los valores constitucionales de dignidad
humana, igualdad, solidaridad y pluralismo. Reconoce la
diversidad de formas de convivencia y parentesco presentes
en la sociedad contemporánea y busca garantizar la
protección de los derechos y el bienestar de todas las
personas, independientemente de su situación familiar.

En resumen, la posición de la Corporación destaca que


lo esencial para la definición de una familia va más allá de
los aspectos formales, centrándose en los lazos afectivos y el
compromiso de solidaridad y apoyo mutuo entre sus
miembros. Esto refleja un enfoque inclusivo y respetuoso de
la diversidad familiar en el marco de los principios
constitucionales de Colombia.

La interpretación constitucional de la familia en


Colombia, según lo establecido en el artículo 5° y el artículo
42 de la Constitución, reconoce la igualdad de protección y
derechos para todas las formas de familia, ya sea que se
constituyan por vínculos naturales o jurídicos, incluyendo
aquellas surgidas de la decisión libre de un hombre y una
mujer de contraer matrimonio, así como aquellas que tienen
su origen en la voluntad responsable de conformarla sin
necesidad de un matrimonio formal.

La Corte Constitucional ha destacado que todas las


familias merecen protección integral y que no se debe
preferir una forma de constitución familiar sobre otra. Esto

4
Rad. 86692
Aclaración de Voto

se fundamenta en la importancia de mantener la armonía y


la unidad entre los miembros de la familia como base de la
convivencia social y la paz.

Es importante resaltar que la igualdad de derechos y


obligaciones reconocida a todas las familias,
independientemente de su origen, no implica equiparar el
matrimonio con otras formas de constitución familiar. Cada
tipo de familia tiene sus propias características y
particularidades, pero todas merecen igual protección y
reconocimiento por parte del Estado.

La sentencia CC T-292-2016 de la Corte Constitucional


reitera la importancia y el valor de la familia como institución
sociológica fundamental, derivada de la naturaleza humana.
La familia no solo beneficia a sus miembros, sino que
también contribuye al bienestar y la estabilidad de toda la
comunidad. Es por ello que la protección y el fomento del
bienestar familiar son responsabilidad tanto del Estado
como de la sociedad en su conjunto.

Entre otras formas de composición familiar que se


vislumbran en la sociedad actual se denotan las
originadas en cabeza de una pareja. [...] También existen las
familias derivadas de la adopción, nacidas en un vínculo
jurídico que permite «prohijar como hijo legítimo a quien no lo
es por lazos de la sangre»; las familias de crianza, que surgen
cuando «un menor ha sido separado de su familia biológica y
cuidado por una familia distinta durante un período de tiempo
lo suficientemente largo como para que se hayan desarrollado
vínculos afectivos entre [este] y los integrantes de dicha

5
Rad. 86692
Aclaración de Voto

familia»; las familias monoparentales, conformadas por un


solo progenitor y sus hijos y las familias ensambladas. [...]
Resulta contrario a los fines estatales brindar un trato
discriminatorio a las familias en razón a su forma de
composición cuando, precisamente, por medio de su
conformación, se busque cumplir el deber de protección y
asistencia a los menores de edad.

El concepto de familia ha evolucionado en los últimos años,


lo que refleja uno de los cambios sociales más importante en
la actualidad. En cuanto a su composición, no se puede
hablar únicamente de familias nucleares mediante la unión
entre un hombre y una mujer con roles plenamente
establecidos y descendencia, pues las dinámicas familiares
actuales obligan a tener en cuenta otras tipologías como las
familias extensas, muy tradicionales en Colombia,
integradas por diferentes parientes como abuelos o tíos,
etc. Existen familias unipersonales donde no existe un
núcleo familiar, o las familias monoparentales donde solo
que se caracteriza por la ausencia de padre o madre, siendo
estas conformaciones resultado de procesos de
globalización, culturas, violencia intrafamiliar, entre otros
factores que influencian los modos y estructuras de
organización familiar.

En ese sentido, considero que la explicación sobre la


evolución del concepto de familia debería haber sido más
detallada en la providencia, en lugar de abordarse de manera
genérica como se hizo.

En los anteriores términos, dejo consignada mi

6
Rad. 86692
Aclaración de Voto

aclaración.

Fecha ut supra,

7
Firmado electrónicamente por:

GERARDO BOTERO ZULUAGA


Magistrado

Este documento fue generado con firma electrónica y cuenta con plena validez jurídica, conforme a lo dispuesto en artículo
103 del Código General del Proceso y el artículo 7 de la ley 527 de 1999

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Documento generado en 2024-04-04
ACLARACIÓN DE VOTO

Radicación: 86692
Recurrente: Yaneth Molina Montoya
Opositor: La Equidad Seguros de Vida Organismo Cooperativo y otros.
Magistrado Ponente: Fernando Castillo Cadena

Aunque estoy de acuerdo con la decisión finalmente


adoptada por la Sala en el presente asunto, no comparto las
reflexiones jurídicas que soportan la decisión del tercer
cargo, que, a su vez, se basaron en la sentencia CSJ SL5270-
2021, de acuerdo con la cual, por regla, el requisito de
convivencia de cinco (5) años previsto en el literal a) del
artículo 13 de la Ley 797 de 2003 solo es exigible en los casos
de fallecimiento del pensionado, y no del afiliado.

En este punto, comparto la orientación que venía


sosteniendo esta Corporación con anterioridad al cambio de
jurisprudencia sentado en las sentencias CSJ SL1730-2020
y CSJ SL5270-2021, en cuanto el presupuesto de
convivencia mínima por cinco (5) años es exigible en iguales
condiciones en tratándose de muerte de pensionados y
afiliados al sistema de pensiones.

Brevemente, las razones que justifican mi posición en


torno al tema son las siguientes:

SCLAJPT-01 V.00
Radicación n.° 86692

En primer lugar, en mi sentir, la definición de los


beneficiarios de la pensión de sobrevivientes no puede quedar
sujeta a una interpretación literal o simplemente gramatical
de la norma, como la que se sienta en las sentencias CSJ
SL1730-2020 y CSJ SL5270-2021, más cuando el artículo
47 de la Ley 100 de 1993, modificado por el artículo 13 de la
Ley 797 de 2003, presenta algunas dificultades de redacción
y comprensión que han sido resaltadas tanto por esta
Corporación como por la Corte Constitucional.

En tales términos, a pesar de que el literal a) del artículo


13 de la Ley 797 de 2003, cuando se refiere al presupuesto
de la convivencia durante no menos de cinco (5) años
anteriores a la muerte, lo hace en un segmento que alude
exclusivamente a los casos en los que «la pensión de
sobrevivientes se cause por muerte del pensionado», lo cierto
es que existen otros principios y elementos normativos que
justifican el recurso a otro tipo de intelección más
sistemática y ajustada a los fines que persigue la institución
de la pensión de sobrevivientes.

Así, por ejemplo, el artículo 46 de la Ley 100 de 1993,


modificado por el artículo 12 de la Ley 797 de 2003, establece
claramente que la pensión de sobrevivientes se causa a favor
de los miembros del grupo familiar, tanto en los casos de
muerte de afiliados, como de pensionados, sin distinción
relevante alguna.

En esa dirección, esta Corte ha dicho que, por principio,


«[…] con ocasión de la muerte de un afiliado o pensionado, el

SCLAJPT-01 V.00
2
Radicación n.° 86692

sistema de seguridad social consagra la pensión de


sobrevivientes con el evidente propósito de amparar a las
personas a quienes dicha contingencia afecta directamente,
esto es, el núcleo familiar.» (CSJ SL1029-2019).

Además, como lo venía explicando esta Corporación con


anterioridad, no hay razones válidas para suponer que el
legislador quiso establecer una diferencia explícita, esta vez
en el marco del artículo 47 de la misma norma, entre el grupo
familiar conformado por un afiliado y un pensionado, pues
«la convivencia constituye un elemento fundamental para la
configuración del derecho pensional, que no sufrió
modificaciones sustanciales con la entrada en vigencia de la
Ley 797 de 2003, salvo en lo referente al tiempo mínimo de
vida en común» (CSJ SL347-2019).

Es decir que, entendida la norma de una manera más


objetiva e integral, y no solo literal, se podía deducir que el
legislador siempre ha tenido el objetivo de moldear y
delimitar el grupo de beneficiarios de la pensión de
sobrevivientes a partir de principios rectores como el de la
protección a la familia, así como de reglas objetivas como el
establecimiento de un tiempo mínimo de convivencia, en los
casos de cónyuges, compañeras y compañeros permanentes.

Y no hay razones legítimas para suponer que esos


principios y reglas deban ser aplicados de manera diferente,
cuando se trata de la muerte de un afiliado o un pensionado,
pues, salvo lo relativo a una densidad determinada de
cotizaciones, el grupo familiar de uno y otro y la finalidad de

SCLAJPT-01 V.00
3
Radicación n.° 86692

protegerlo no resiste discriminaciones como la admitida por


la mayoría de la Sala.

En ese sentido, al analizar el artículo 47 de la Ley 100


de 1993, en conjunto con el artículo 46, se podía concluir
que, como lo venía sosteniendo la Sala, «no existe un principio
de razón suficiente para establecer diferencias fundadas
exclusivamente en una u otra calidad», pensionado o afiliado
(CSJ SL1399-2018).

Por otra parte, como lo había entendido esta


Corporación de manera histórica, uniforme y reiterada, la
pensión de sobrevivientes es una prestación concebida en el
marco del sistema de seguridad social para atender y
contribuir a soportar las cargas económicas y espirituales de
los miembros del grupo familiar del pensionado o afiliado que
fallece.

Además, para tales fines, la jurisprudencia


constitucional y ordinaria han compartido un entendimiento
particular y alternativo de la familia, para los específicos fines
de la seguridad social, que, en los casos de cónyuges y
compañeras o compañeros permanentes, tiene como
parámetro fundamental y definidor la convivencia efectiva
real y material entre la pareja (CSJ SL1558-2019), que solo
se ve materializada y consolidada a partir de una
permanencia significativa en el tiempo.

Es por ello que se ha dicho que esa convivencia debe ser


real y efectiva, lo que «[…] entraña una comunidad de vida

SCLAJPT-01 V.00
4
Radicación n.° 86692

estable, permanente y firme, de mutua comprensión, soporte


en los pesos de la vida, apoyo espiritual y físico, y camino
hacia un destino común. Lo anterior, excluye los encuentros
pasajeros, casuales o esporádicos, e incluso las relaciones
que, a pesar de ser prolongadas, no engendren las condiciones
necesarias de una comunidad de vida». (CSJ SL1399-2018).

En tal entendido, la interpretación más adecuada a los


fines de la seguridad social, de proteger a la familia de la
persona que fallece, es aquella en virtud de la cual el
presupuesto de la convivencia de 5 años anteriores a la
muerte es un requisito transversal y aplicable en iguales
condiciones a los miembros del grupo familiar de la persona
que fallece, bien que hubiera tenido la condición de afiliado
o de pensionado.

En segundo lugar, y muy relacionado con lo anterior,


estimo que la diferenciación hecha por la Sala entre
pensionados y afiliados no atiende a una justificación
constitucionalmente relevante, de manera que desconoce el
principio de igualdad.

En efecto, si el sistema de seguridad social,


específicamente a través de la pensión de sobrevivientes, se
propone atender la contingencia del fallecimiento de una
persona y amparar económicamente a la familia de quien
muere, no hay razones válidas para suponer, ni el legislador
las advirtió, que el requisito de convivencia por un tiempo
mínimo deba ser exigido solamente en un supuesto, muerte
de pensionado, de manera que resulta más exigente la

SCLAJPT-01 V.00
5
Radicación n.° 86692

causación de la prestación que en el otro supuesto, muerte


de afiliado.

Así las cosas, es preciso tener en cuenta que,


constitucional y socialmente, el grupo familiar de un afiliado
y de un pensionado es el mismo, tiene las mismas garantías
de protección derivadas del artículo 42 de la Constitución
Política y materialmente enfrenta las mismas carencias y
afectaciones que se propone atender el sistema de seguridad
social.

Ahora bien, no comparto la idea en virtud de la cual el


legislador sí quiso diferenciar el grupo familiar del
pensionado, al del afiliado, con el ánimo de «evitar fraudes» y
enfrentar «convivencias de última hora», teniendo en cuenta
la exposición de motivos de la Ley 797 de 2003.

En este punto, a pesar de que el legislador sí ha tenido


la necesidad de enfrentar ese tipo de problemáticas sociales,
específicamente el fraude al sistema, no veo la razón para
suponer que en las condiciones propias de la expedición de
la Ley 797 de 2003 ese fenómeno solo fuera predicable de la
muerte de los pensionados y no de los afiliados.
Precisamente, contrario a lo aceptado por la mayoría de la
Sala, la aplicación transversal de un requisito mínimo de
convivencia definido por el legislador, en los dos casos de
afiliados y pensionados, es la que permite amparar a las
familias sólida y materialmente asentadas y evitar que se
recreen uniones que, antes que tener el propósito de

SCLAJPT-01 V.00
6
Radicación n.° 86692

conformar una familia, tiendan a obtener una prestación del


sistema sin los requisitos necesarios para ello.

Por todo lo anterior, como lo venía sosteniendo la Sala,


en realidad no existen razones válidas y con alguna finalidad
constitucional que justifiquen la diferencia de trato entre el
grupo familiar del pensionado y el afiliado que fallece.

En tercer lugar, en esta discusión considero prudente


recordar lo que venía sosteniendo esta Corporación, en
cuanto a que la identificación de los beneficiarios de la
pensión de sobrevivientes debe «[…] tener en cuenta, por una
parte, la voluntad expresa del legislador en la identificación
de los beneficiarios de dicha prestación, con todas sus
condiciones, y, por otra, la noción de familia adoptada por la
Constitución Política de 1991, por ser ese el bien jurídico
tutelado de forma principal y directa». (CSJ SL3785-2020).

Además, si bien es cierto que ese «[…] concepto de


familia amparado por la Constitución Política es evolutivo,
complejo y dinámico, de manera que tiene una relación de
correspondencia con las realidades sociales cambiantes y, a
contrario sensu, no puede ser estático y determinado a partir
de fórmulas e ideales tradicionales cerrados o estrictos […]»,
lo cierto es que resulta desde todo punto de vista razonable
que el legislador imponga límites a la hora de definir cuáles
de los miembros de esa familia son los que tienen el derecho
a recibir la pensión de sobrevivientes.

SCLAJPT-01 V.00
7
Radicación n.° 86692

Y en esa definición, como ya se dijo, el presupuesto


históricamente aceptado ha sido el de la convivencia, pero no
cualquiera, sino aquella establecida y consolidada de manera
seria, sólida y permanente en el tiempo, y razonablemente
delimitada a partir de un tiempo mínimo, que definió el
legislador en 5 años, de acuerdo con su libertad de
configuración del sistema de seguridad social.

En paralelo a esa razonable delimitación de los


beneficiarios de la prestación, en caso de cónyuges,
compañeros o compañeras permanentes, con un tiempo
mínimo de convivencia, la orientación mayoritaria de la Sala
deja enormes dudas y vacíos, que facilitarían la entrega de
prestaciones a personas que no han cumplido con ese
presupuesto mínimo de establecimiento de una familia sólida
y permanente en el tiempo, y que dejaría allanado el camino
para conductas fraudulentas hacia el sistema de seguridad
social.

Por último, no comparto la reflexión de que la sentencia


de la Corte Constitucional CC C-1094-2003 hubiera fijado
una interpretación del artículo 13 de la Ley 797 de 2003, con
fuerza de cosa juzgada constitucional, pues allí se resolvió
un problema jurídico diferente, relacionado con la exigencia
de un presupuesto de convivencia, en términos generales,
pero no se abordó directamente el cuestionamiento referente
a si ese presupuesto mínimo debía o no ser aplicado en
iguales condiciones en los casos de muertes de afiliados y
pensionados.

SCLAJPT-01 V.00
8
Radicación n.° 86692

En resumen, no comparto la orientación mayoritaria de


la Sala y considero que el presupuesto mínimo de
convivencia durante cinco (5) años es aplicable en iguales
condiciones en los casos de muerte de pensionados y
afiliados, pues esa es la interpretación más afín al conjunto
de principios y reglas del sistema de seguridad social; es
coherente con el respeto del principio de igualdad; desarrolla
de mejor manera la protección de la familia, definida como
bien jurídico tutelado por la pensión de sobrevivientes; y no
existen razones constitucionalmente atendibles para
entender que el legislador hizo esa diferenciación.

Dejo en los anteriores términos consignadas las razones


de mi aclaración de voto.

Fecha ut supra,

SCLAJPT-01 V.00
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Firmado electrónicamente por:

MARJORIE ZÚÑIGA ROMERO


Magistrada

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ACLARACIÓN DE VOTO

Demandante: Janeth Molina Montoya


Demandado: Equidad Seguros de Vida Organismo Cooperativo
Radicación: 86692
Magistrado ponente: Fernando Castillo Cadena

Como lo expresé en la sesión en la que se debatió el asunto, si


bien estoy de acuerdo con la decisión de no casar el fallo del Tribunal,
estimo necesario aclarar un aspecto que, de no hacerlo, puede pasar
desapercibido. Me refiero, en particular, al análisis que realiza la Sala
respecto al cargo tercero, conforme a las razones que expongo a
continuación.

Para contextualizar, es preciso señalar que la acusación se


orientó por la vía jurídica, a fin de demostrar que el Tribunal erró al
inaplicar el literal a) del artículo 13 de la Ley 797 de 2003, pues, a
juicio de la recurrente -Janeth Molina Montoya-, dicha normativa le
garantiza la pensión de sobreviviente en calidad de cónyuge supérstite,
bajo las premisas indiscutidas del fallo relativas a que al «afiliado
fallecido le había sobrevivido la cónyuge superstite [sic], y que dicha
cónyuge [sic] había convivido hasta el último día de vida del causante».

Nótese que para resolver tal problemática en la decisión se


abordó el estudio del requisito de convivencia mínima establecido en
Radicación n.° 86692

tal normativa y, por esa vía, se concluyó que el ad quem se equivocó,


toda vez que consideró que el requisito mínimo de convivencia de 5
años es exigible tanto al pensionado como al afiliado, pese a que la
jurisprudencia mayoritaria de esta Sala tiene establecido que aquel
término únicamente se requiere cuando la pensión de sobrevivientes
se causa por muerte del pensionado.

A pesar de tal yerro, la Corte advirtió que el cargo no es próspero,


toda vez que, en sede de instancia, arribaría a la misma conclusión
del ad quem de negar la prestación, porque no se acreditó «la vocación
de familia que se tenía al momento del fallecimiento de la persona
causante».

A mi juicio, la acusación no estaba planteada en forma tal que


le permitiera a la Corte analizar el asunto en ese sentido, precisamente
porque los argumentos del recurrente no se centraron en debatir el
requisito de convivencia, sino única y exclusivamente el derecho que
el literal a) del artículo 13 de la Ley 797 de 2003 le confiere a la
cónyuge supérstite para acceder a la pensión de sobreviviente.

Y es en tal sentido que debió abordarse el análisis del cargo,


justamente por el carácter dispositivo del recurso de casación que,
valga precisar, no es una instancia adicional, de modo que su
utilización implica confrontar los pilares esenciales de la sentencia del
Tribunal a fin de que la Corte pueda establecer si su contenido se
ajusta o no a la ley sustancial.

Además, no advierto que el Colegiado de instancia desconociera


que la cónyuge supérstite pueda acceder a la pensión de sobreviviente
en los términos del artículo 13 de la Ley 797 de 2003 como lo aduce

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Radicación n.° 86692

la censura, sino que estableció que en este puntual caso no se probó


el requisito mínimo de convivencia de 5 años para acceder a tal
prestación, premisa que, se insiste, no fue discutida por la censura.
Por otra parte, estimo oportuno aclarar que como lo he planteado
en oportunidades anteriores, me aparto de los argumentos de la Corte
que sirvieron para resolver el cargo, pues la decisión reitera que para
ser beneficiario de la pensión de sobrevivientes de la Ley 797 de 2003,
en calidad de cónyuge, compañero o compañera permanente
supérstite de la persona afiliada que fallece, no es exigible ningún
tiempo mínimo de convivencia.

Las razones de mi disenso las dejé consignadas, entre otras, en


la sentencia SL1730-2020 de 30 de junio de 2020 y que en esta
ocasión reitero, las cuales transcribo a continuación:

El cambio de jurisprudencia se fundó en los siguientes argumentos:


(i) la garantía de los principios establecidos por la jurisprudencia
constitucional en materia de pensión de sobrevivientes (C-1035-
2008); (ii) que dicha corporación a través de la sentencia C-1094-2003
precisó que la convivencia solo se fijó para el caso de pensionados a
fin de evitar convivencias de última hora con quien está a punto de
fallecer, y si bien en la decisión C-336-2014 se equiparó
tangencialmente el requisito de convivencia mínima entre afiliado y
pensionado, no modificó lo que aquella estableció previamente, pues
su estudio se enmarcó en el supuesto regulado en el apartado final
del último inciso del literal b) del artículo 13 de la Ley 797 de 2003;
(iii) en la exposición de motivos de dicha ley se hizo alusión
únicamente a la convivencia en el caso de pensionados para evitar
fraudes; (iv) el extender la convivencia a los casos de afiliados sería
variar el sentido y alcance de la norma; (v) las uniones familiares
constituidas por vínculos naturales o jurídicos no están sujetas a una
convivencia mínima, de modo que solo se requiere acreditar la calidad
de cónyuge y ‘la conformación del núcleo familiar, con vocación de
permanencia, vigente para el momento de la muerte’; (vi) el Decreto
1889 de 1994, en especial su artículo 10, continúa rigiendo en
vigencia de la Ley 797 de 2003, y (vii) no se transgrede el principio de
igualdad al exigir dicho requisito solo para casos de pensionados.

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Radicación n.° 86692

Pues bien, respecto a dichos argumentos me permito manifestar lo


siguiente:

(i) y (ii) El cambio jurisprudencia no responde a los principios que le


dan contenido, alcance y finalidad a la pensión de sobrevivientes ni se
ajusta a la jurisprudencia constitucional vigente

La jurisprudencia de la Sala ha defendido que la causación del


derecho pensional no solo ocurre si el afiliado satisface el número de
semanas exigido en la ley, sino, de forma prevalente, cuando entre el
(la) cónyuge o compañero (a) permanente existió una verdadera
convivencia de vida.

Así, se había adoctrinado que tal presupuesto brindaba los insumos


fácticos para determinar que la pareja decidió conformar un proyecto
de vida común, en el que ambos centraban sus esfuerzos físicos y
mentales en la construcción de bienes jurídicos para enfrentar las
contingencias de la vida, tales como los efectos económicos y afectivos
que puede generar la muerte de uno de ellos. Hasta hoy, no había
discusión acerca que la convivencia «es el elemento central y
estructurador del derecho» (CSJ SL1399-2018).

A través del fallo que discrepo, la Corte se aleja de esta


fundamentación teórica y, si bien en su argumento parece sostener
una armonía con la jurisprudencia de la Corte Constitucional, en
realidad no lo es así.

En primer lugar, los principios que condensa la jurisprudencia


constitucional son: (i) estabilidad económica y social para los
allegados del causante; (ii) reciprocidad y solidaridad entre el causante
y sus allegados, y (iii) el material para la definición del beneficiario. En
ese sentido, nótese que absolutamente todos se realizan, optimizan y
maximizan en «el compromiso de apoyo afectivo y de comprensión
mutua existente entre la pareja», factor determinante que no podría
configurarse en un concepto distinto que el de la convivencia, tal como
de hecho lo fija de forma textual la definición del último mandato –
material-: «la convivencia efectiva al momento de la muerte».

De modo que la decisión mayoritaria es contradictoria, pues alude a


principios que son transversales al presupuesto de convivencia.

En segundo lugar, contrario a lo que sugiere la Sala, en la sentencia


CC C-1094-2003 no se resolvió en estricto rigor la problemática
jurídica concerniente a si la convivencia debe exigirse únicamente al
pensionado y no al afiliado. Téngase en cuenta que en esa oportunidad
los cargos formulados argüían que la norma era inconstitucional pues
exigía un requisito de convivencia pura y simple y ello la hacía más

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Radicación n.° 86692

gravosa que las reglas previstas en la legislación civil para conformar


una unión familiar matrimonial o de hecho.

A raíz de lo anterior, la Corte Constitucional señaló que [debía] partir


de la literalidad de la norma e indicar que tal requisito perseguía una
finalidad legítima en tanto pretendía evitar fraudes al sistema, pero
no efectuó reflexión alguna acerca de si la no exigencia de convivencia
en el caso de los afiliados se ajustaba o no a los propósitos de la ley
de seguridad social.

De modo que la referencia a que la convivencia solo se fijó para


pensionados fue, a lo sumo, un dicho de paso en el fallo -obiter
dictum- que no constituye su razón principal -ratio decidendi- ni
puede establecerse como un precedente estrictamente obligatorio en
ese tema.

Ahora, tal precisión no es novedosa, pues ya había sido advertida por


esta Corporación en la sentencia CSJ SL5046-2018, en la que explicó:

“(...) esa realidad no puede verse alterada por lo dispuesto en la


sentencia de la Corte Constitucional C 1094 de 2003, como se alega
en el tercer cargo, pues allí nunca se estableció la regla jurídica
reivindicada por la censura, con fuerza de cosa juzgada
constitucional, en virtud de la cual el presupuesto de la convivencia
es exigible únicamente en los casos de fallecimiento del pensionado,
pues, por el contrario, allí se destacó la libertad con la que cuenta el
legislador para determinar quiénes son los beneficiarios de la pensión
de sobrevivientes y qué requisitos le son exigibles, entre otros, el de
un tiempo mínimo de convivencia”.

Y en contraste, nótese que en la sentencia C-336-2014 la Corte


Constitucional indicó expresamente que:

“La pensión de sobrevivientes prevista para los regímenes de prima


media y de ahorro individual persigue la protección del núcleo familiar
del afiliado o pensionado que fallece, frente a las adversidades
económicas ocasionadas con su muerte. Es por ello que el Legislador,
como mecanismo de protección a los miembros del grupo familiar,
instituyó el requisito de la convivencia durante los últimos cinco años
anteriores a la muerte para el compañero o cónyuge supérstite [...]”
(subrayo).

Y más recientemente, en la sentencia C-34-2020 la [Corte


Constitucional] lo precisó así:

“De otro lado, los miembros de la familia del afiliado o pensionado


fallecido deben acreditar la condición de beneficiarios legales. [...]

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Radicación n.° 86692

“A su vez, el legislador estableció unos límites en cada uno de los tipos


de beneficiarios de la mencionada prestación, como fue el requisito de
convivencia en caso de los esposas o esposos así como compañeros o
compañeras permanentes, la fijación de una edad límite de los hijos e
hijas junto con condiciones de estudio, la exigencia de dependencia
económica para los padres y la calidad de inválido del hermano. En
Sentencia C-066 de 2016, se sintetizaron el orden y requisitos de
acceso de la siguiente manera:

“a) Cónyuge o compañero o compañera permanente o supérstite, de


forma vitalicia o permanente dependiendo de la edad (30 años), si
procrearon hijos e hicieron vida marital con el causante hasta su
muerte y no menos de cinco (5) años continuos con anterioridad a su
muerte; [...] (resaltado agregado).

“Aunque ninguna de las providencias mencionadas tuvo como eje


temático central el que se discutió en la sentencia de la que me aparto,
es claro que la jurisprudencia constitucional, a la par de la de esta
Sala de la Corte, era coincidente en que el requisito de convivencia
debía exigirse tratándose de un causante afiliado o pensionado, y así
puede advertirse en otras decisiones (CC T-128-2016 y T-017-2018)”.

(iii) y (iv) Alcance de la norma a partir de los antecedentes legislativos


y su literalidad

En mi opinión, el hecho que en la exposición de motivos de la Ley 797


de 2003 se manifestara que el requisito de convivencia procuraba
evitar fraudes, en modo alguno excluye esa exigencia en el caso de los
afiliados.

En efecto, si bien de esa finalidad legislativa -evitar fraudes- no


escapan los casos en que el causante era afiliado del sistema, el
objetivo del legislador fue el establecimiento de un requisito que
permitiera determinar que el beneficiario del derecho ha sufrido las
afecciones materiales e inmateriales propias de un proyecto de vida
común, estable y duradero.

Justamente ese fue el enfoque que imprimió la Corte Constitucional


en la citada sentencia C-1094-2003, que al amparo de las
consideraciones de la decisión C-1176-2002, explicó que la imposición
de los requisitos de semanas y convivencia buscaban “la protección
de los intereses de los miembros del grupo familiar del pensionado
que fallece, ante la posible reclamación ilegítima de la pensión por
parte de individuos que no tendrían derecho a recibirla con justicia”,
así como “favorecer económicamente a matrimonios y uniones
permanentes de hecho que han demostrado un compromiso de vida
real y con vocación de permanencia (...)”.

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Radicación n.° 86692

Por otra parte, a mi juicio, la redacción de la norma no permite que el


método de interpretación hermenéutica sea el gramatical, dado que es
necesario ahondar en la finalidad para la cual fue expedida y así darle
un sentido, coherencia y contenido en el sistema jurídico. Nótese que
de emplearse una lectura textual, podrían surgir conclusiones
injustas como que el (la) compañero (a) permanente del causante con
sociedad conyugal anterior no disuelta y derecho a percibir la pensión
de sobrevivientes, únicamente tendría derecho a una cuota parte de
esta prestación si el fallecido es pensionado, pero no si es afiliado a
pesar que se acredite el requisito de convivencia (inciso 1.º literal b),
lo que no tendría sentido.

Tampoco habrían tenido lugar reglas jurisprudenciales no insertas


explícitamente en la norma, pero que reclamaban una respuesta de la
justicia por tratarse de personas en igual situación social y jurídica
que no podían ser excluidas del amparo de la legislación de la
seguridad social, so pretexto de incurrir en un acto discriminatorio.

En esa dirección, por ejemplo, se han precisado reglas sobre


convivencias plurales entre compañeros(as) permanentes, bajo el
argumento que si el legislador admitió la posibilidad de convivencia
simultánea entre cónyuge y compañero(a), no habría razón lógica para
negarla si tal simultaneidad se dio entre compañeros(as) permanentes
(CSJ SL402-2013, CSJ SL18102-2016 y CSJ SL1399-2018).

Adviértase que en esos eventos se ha realizado un juicio analógico a


partir de los últimos incisos del literal b) del artículo 13 de la Ley 797
de 2003, que regulan las convivencias simultáneas y sucesivas, y que
aquí el legislador no distinguió entre pensionado o afiliado, pues
simplemente se refirió al causante que (i) haya mantenido una
convivencia simultánea en los últimos cinco años con un cónyuge y
un(a) compañero(a) permanente, o (ii) que no desarrolló convivencia
simultánea sino sucesiva, esto es, que al momento de la muerte
convivía con un(a) compañero(a) permanente, pero con anterioridad
también había forjado una unión marital con un cónyuge y conservó
el contrato matrimonial.

En todos estos casos, incluidos los de convivencias plurales entre


compañeros(as) permanentes que no reguló expresamente la ley, se
exige inexcusablemente que compañero(a) o cónyuge deben acreditar
que convivieron con el causante por lo menos 5 años, el primero con
anterioridad inmediata al deceso y el segundo en cualquier tiempo.

Así, podría argüirse que solo en estos eventos de convivencias plurales


el legislador previó expresamente que el cónyuge o compañero(a)
permanente sí debían acreditar una convivencia mínima para acceder
al derecho pensional; sin embargo, en tal caso no advierto una razón
constitucionalmente admisible que permita exigirle una convivencia

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Radicación n.° 86692

mínima al compañero(a) permanente que se une con una persona que


tiene contrato matrimonial vigente y no cuando [esta] ha disuelto el
vínculo civil o nunca lo tuvo; menos aún, si el fin de la norma, insisto,
simple y llanamente es proteger las uniones maritales sólidas y
duraderas en el marco del tiempo mínimo de convivencia precisado
por el legislador.

(v) Las uniones familiares constituidas por vínculos naturales o


jurídicos no están sujetas a una convivencia mínima, de modo que
únicamente se requiere demostrar la calidad de cónyuge y la
conformación de la unión marital de hecho

No discuto que para conformar una unión familiar la ley no establece


un tiempo mínimo de convivencia, pues ciertamente basta la decisión
de constituirla de forma natural o jurídica y con vocación de
permanencia. Así, es claro que una unión marital de hecho existe
desde el momento en que la pareja toma la determinación de crear
una familia estable, duradera, etc., contrario a mantener un
encuentro esporádico, de pernoctación pasajera y sin ánimo de
edificar una comunidad de vida permanente.

También es claro que una cuestión distinta es el momento en que


surge la sociedad patrimonial de hecho, para lo cual sí se estipula un
término en el artículo 2.º de la Ley 54 de 1990 y esto no impide que la
unión nazca desde que se determinó constituirla.

Lo que no comparto es que, para la mayoría, es suficiente que se


acredite la conformación de la unión familiar con vocación de
permanencia a efectos que el beneficiario(a) sea destinatario(a) de una
pensión de sobrevivientes. Se confunde así, en mi opinión, que la
intervención de la seguridad social no surge en el momento en que las
personas deciden crear una familia, sino cuando en su desarrollo los
beneficiarios más cercanos del afiliado sufren las contingencias
propias que genera la muerte de un integrante del grupo familiar.

En efecto, la contingencia de desamparo por muerte que afecta al


compañero(a) permanente o al cónyuge solo se produce si ocurrido el
riesgo es verificable una convivencia que tenía vocación de estabilidad,
apoyo mutuo, con propósitos comunes y planes de vida duraderos, de
modo que la ausencia física de uno de sus integrantes haga que el
otro deba sobrevivir sin los aportes económicos, físicos, intelectuales
o espirituales que complementaban su existencia; y es bajo esta
perspectiva que la ley de seguridad social contempló una hipótesis
normativa que prevé un tiempo mínimo de convivencia -5 años- que
presupone como probable la generación de tales condiciones
materiales de existencia, y en lo cual el legislador tiene amplia
configuración legislativa.

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Radicación n.° 86692

Por tanto, el ordenamiento jurídico distingue los requisitos que


configuran (i) las contingencias protegidas por la seguridad social y (ii)
los que regulan la conformación de las uniones maritales, de modo
que no podían ser ignorados por la Sala y considerar que con lo
segundo era suficiente para adquirir el derecho pensional.

Por otra parte, tampoco puede confundirse ni limitarse la finalidad de


la pensión de sobrevivientes con actos concretos que pueden
efectuarse en el marco de una unión familiar. Ello porque es apenas
razonable que si dos personas deciden constituir una familia en los
términos indicados y solo uno de ellos tiene la capacidad económica
de contribuir al sistema, este entonces pueda afiliar a su pareja como
beneficiaria sin que tengan que esperar el término de dos años que la
ley estipula en un ámbito estrictamente económico o patrimonial de
la relación.

Sin embargo, tal hecho y los demás que pueden evidenciarse desde el
comienzo de la conformación natural o jurídica de un hogar, no
garantizan que el vínculo marital perdurará por el tiempo establecido
en la ley como parámetro para derivar las contingencias protegidas
por la seguridad social.

Precisamente, no puedo dejar de advertir la dificultad probatoria que


puede surgir si no se exige una convivencia mínima, pues bastaría
con que se demuestre que los integrantes de una familia recién
conformada tenían la intención de desarrollarla con vocación de
estabilidad, durabilidad, etc., sin que en la realidad se haya
corroborado.

vi) La pertinencia del artículo 10 del Decreto 1889 de 1994

Contrario a lo que había establecido la jurisprudencia de la Corte,


ahora se señala que las reglas previstas en el artículo 10 del Decreto
1889 de 1994 también cobijan las modificaciones contempladas en la
Ley 797 de 2003, siempre que no resulten contrarias a ellas. Dicho
precepto, en lo que interesa, estipula que tendrá la calidad de
compañero(a) permanente la última persona que haya hecho vida
marital con el causante durante un lapso no inferior a dos años, y en
el caso del pensionado quien cumpla los requisitos exigidos en el
literal a) de los artículos 47 y 74 de la Ley 100 de 1993.

Es evidente que estas previsiones, a lo sumo, podían ser compatibles


con las del artículo 47 en su texto original, pues ambas exigían una
convivencia mínima de dos años antes de la muerte; mas en modo
alguno encaja con la Ley 797 de 2003, en la que el legislador estimó
un tiempo mayor de convivencia.

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Radicación n.° 86692

Por otra parte, considero que es contradictorio que la Sala integre en


sus argumentos la pervivencia jurídica de una norma que prevé la
existencia de la unión marital de hecho tras dos años de convivencia,
y al tiempo indique que el derecho pensional se adquiere con la
conformación de dicha familia pura y simple, sin más requisitos que
la misma sea con vocación de estabilidad y permanencia.

(vii) En cuanto al principio de igualdad

En este punto considero que el patrón de igualdad no residía en las


calidades de afiliado o pensionado del causante, sino entre los
beneficiarios que deben probar la convivencia mínima de 5 años
dependiendo de si su pareja posea alguno de aquellos estatus o si
conservaba o no un contrato matrimonial vigente o, nunca lo tuvo.

Es allí donde se advierte una diferenciación entre personas que están


en la misma situación jurídica, que no parece estar
constitucionalmente justificada en tanto no se aviene a los fines de la
seguridad social y, como se explicó, tampoco es el propósito de la
norma, que reitero, exige para todos los eventos que compañero(a)
permanente y cónyuge cumplan una convivencia mínima de 5 años
con anterioridad a la muerte del causante; y en el caso del segundo
en cualquier tiempo si hay separación de hecho con contrato
matrimonial vigente.

Dejo así sustentada mi aclaración de voto en el presente asunto.

Fecha ut supra.

10
Firmado electrónicamente por:

IVÁN MAURICIO LENIS GÓMEZ


Magistrado

Este documento fue generado con firma electrónica y cuenta con plena validez jurídica, conforme a lo dispuesto en artículo
103 del Código General del Proceso y el artículo 7 de la ley 527 de 1999

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Documento generado en 2024-04-15
FERNANDO CASTLLO CADENA
Magistrado ponente

ACLARACIÓN DE VOTO
Radicación n.° 86692

Con el acostumbrado, me permito aclarar el voto frente


a la decisión mayoritaria de la Sala, en la que se dispuso no
casar el fallo absolutorio del Tribunal, en cuanto determinó
la improcedencia de la prestación de sobrevivientes
controvertida, al no demostrarse que la actora y el causante
convivieron durante 5 años con anterioridad al matrimonio
celebrado en el año 2009, requisito establecido en el artículo
47 de la ley 100 de 1993, modificado por el 13 de la Ley 797
de 2003.

En la providencia de la que me aparto, la Sala precisó:

«Esta Sala, por mayoría, mediante la sentencia CSJ


SL5270-2021, en su función de unificación de la
jurisprudencia laboral, a la luz de lo dispuesto en el
artículos 16 de la Ley 270 de 1996 y 235 de la Constitución
Política, modificó su línea de pensamiento, frente a la
interpretación de la literal a) del artículo 13 de la Ley 797
de 2003, en cuanto a que la convivencia mínima de cinco
años prevista en esta disposición, es exigible únicamente
cuando la pensión de sobrevivientes se causa por muerte
del pensionado, mas no del afiliado.
Radicación n.°86692

Estos son los fundamentos jurídicos basilares de la


decisión:

De la redacción del precepto legal, el literal a) del art.


13 de la Ley 797 de 2003, que modificó el art. 47 de la Ley
100 de 1993, se advierte con suma claridad y contundencia
que la exigencia de un tiempo mínimo de convivencia de 5
años allí contenida, se encuentra relacionada únicamente
al caso en que la pensión de sobrevivientes se cause por
muerte del pensionado; una intelección distinta, comporta
la variación de su sentido y alcance, toda vez que, no puede
desconocerse tal distinción, que fue expresamente prevista
por el legislador en la norma acusada, así:

Son beneficiarios de la pensión de sobrevivientes:

a) En forma vitalicia, el cónyuge o la compañera o


compañero permanente o supérstite, siempre y cuando
dicho beneficiario, a la fecha del fallecimiento del
causante, tenga 30 o más años de edad. En caso de que
la pensión de sobrevivencia se cause por muerte del
pensionado, el cónyuge o la compañera o compañero
permanente supérstite, deberá acreditar que estuvo
haciendo vida marital con el causante hasta su muerte y
haya convivido con el fallecido no menos de cinco (5) años
continuos con anterioridad a su muerte; (subraya y negrilla
fuera de texto).

Adicionalmente, en la exposición de motivos de la Ley


797 de 2003, cuando se procedió a la sustentación de los
preceptos del proyecto de ley, en lo concerniente al artículo
17 «BENEFICIARIOS DE LA PENSIÓN DE
SOBREVIVIENTES», se precisó que “Se regulan los
beneficiarios de la pensión de sobrevivientes estableciendo
uniformidad entre los regímenes de prima media y de ahorro
individual con solidaridad. Adicionalmente se establece
que el cónyuge o compañero permanente debe haber
convivido con el pensionado por lo menos cuatro años
antes de fallecimiento con el fin de evitar fraudes”
(subraya y negrilla fuera de texto).

Desde la expedición de la Ley 100 de 1993, ha sido


clara la intención del legislador al establecer una
diferenciación entre beneficiarios de la pensión de
sobrevivientes por la muerte de afiliados al sistema no
pensionados, y la de pensionados, esto es, la conocida
como sustitución pensional, previendo como requisito tan
solo en este último caso, un tiempo mínimo de convivencia,
procurando con ello evitar conductas fraudulentas,
«convivencias de última hora con quien está a punto de
fallecer y así acceder a la pensión de sobrevivientes», por la
muerte de quien venía disfrutando de una pensión.

2
Radicación n.°86692

La evidente y contundente distinción efectuada


por el legislador en el precepto que se analiza, comporta
una legítima finalidad, que perfectamente se acompasa
con la principal de la institución que regula, la protección
del núcleo familiar del asegurado o asegurada que
fallece, que puede verse afectado por la ausencia de la
contribución económica que aquel o aquella
proporcionaba, bajo el entendido de la ayuda y soporte
mutuo que está presente en la familia, que ya sea
constituida por vínculos naturales o jurídicos, que en todas
sus modalidades se encuentra constitucionalmente
protegida, como núcleo esencial de la sociedad (art. 42 CN).

En este punto resulta necesario precisar, que


conforme al análisis hasta aquí efectuado, de lo dispuesto
en el literal a) del art. 13 de la Ley 797 de 2003, para ser
considerado beneficiario de la pensión de sobrevivientes,
en condición de cónyuge o compañero o compañera
permanente supérstite del afiliado al sistema que fallece,
no es exigible ningún tiempo mínimo de convivencia, toda
vez que con la simple acreditación de la calidad exigida,
cónyuge o compañero (a), la conformación y pertenencia al
núcleo familiar, con vocación de permanencia, así como la
convivencia vigente para el momento de la muerte, se da
cumplimiento al supuesto previsto en el literal de la norma
analizado, que da lugar al reconocimiento de las
prestaciones derivadas de la contingencia, esto es, la
pensión de sobrevivientes, o en su caso, la indemnización
sustitutiva de la misma o la devolución de saldos, de
acuerdo al régimen de que se trate, y el cumplimiento de
los requisitos para la causación de una u otra prestación.

Lo anterior comporta también que, para efectos de la


aplicación de lo dispuesto en el literal a) del art. 13 de la
Ley 797 de 2003, no hay lugar a efectuar ninguna
distinción entre beneficiarios del causante afiliado - no
pensionado-, según la forma en la que se constituya el
núcleo familiar, si lo es por vínculos jurídicos o naturales,
en tanto el referido núcleo, es lo que protege el Sistema
General de Seguridad Social. Así lo recordó la Corte
Constitucional, en el análisis de constitucionalidad
efectuado al art. 163 de la Ley 100 de 1993, antes de ser
modificado por el art. 218 de la Ley 1753 de 2015, en la
sentencia CC C-521-2007, que en torno al concepto de
familia y su protección sin discriminación, en
consideraciones que se avienen al Sistema Pensional

Así las cosas, bajo la actual mirada de la Corte se


abre paso el ataque ya que, en el caso en estudio, el
causante no tenía la condición de pensionado, sino de

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Radicación n.°86692

afiliado y, por tanto, no es exigible el requisito de cinco


años de convivencia.

Tal criterio adoptado por la Sala mayoritaria desde el


proveído CSJ SL5270-2021, es el que en mi prudente juicio
no procede, en razón a que, de la correcta intelección del
literal a) del artículo 13 de la Ley 797 de 2003, resulta
permisible inferir la exigencia de un tiempo mínimo de
convivencia cuando la pensión de sobrevivientes se causa
por muerte del pensionado o afiliado, por lo que no es dable
hacer tal distinción, para so pretexto de la misma eximir de
la temporalidad prevista en la citada normativa a fin de
acceder a la prestación económica en controversia.

Así, estimo que acorde al criterio imperante en la


Corporación antes de la aludida rectificación, la
hermenéutica de la pluricitada normativa trae consigo la
acreditación del requisito de convivencia indistintamente de
la connotación del causante de la misma; esto es, afiliado o
pensionado, con fundamento en el trato igualitario de los
beneficiarios de ambos.

Al efecto, tal y como lo sostuvo la Corte Constitucional


en proveído SU149-2021, «la convivencia es un elemento
indispensable para considerar que el cónyuge o compañero(a)
permanente hace parte del grupo familiar del pensionado y afiliado,
establecidos por el artículo 46 de la Ley 100 de 1993 como únicos
beneficiarios de la pensión de sobrevivientes. En tercer lugar, la Ley 797
de 2003 sólo modificó el tiempo exigido de convivencia con el pensionado
o afiliado, mas no alteró el concepto de beneficiario de la pensión de
sobrevivientes».

4
Radicación n.°86692

Aunado a lo expuesto, considero que la inclusión de


mayores beneficiaros de los que la ley prevé, comporta una
clara transgresión al principio de sostenibilidad financiera
del sistema, el cual, en los términos del Acto Legislativo 01
del año 2005, que adicionó al artículo 48 de la Constitución
Nacional, propende por el un buen uso económico y
financiero de los recursos propios del sistema, con el fin de
asegurar el pago oportuno y suficiente de los beneficios
pecuniarios derivados del derecho a la seguridad social.

En los anteriores términos, dejo consignado mi


aclaración de voto.

Fecha ut supra.

5
Firmado electrónicamente por:

CLARA INÉS LÓPEZ DÁVILA


Magistrada
Aclaración de voto

Este documento fue generado con firma electrónica y cuenta con plena validez jurídica, conforme a lo dispuesto en artículo
103 del Código General del Proceso y el artículo 7 de la ley 527 de 1999

Código de verificación: 9B46C06C66D5C9347C8A6FCD0D7C82A0F6D45C8DD22DA429B3BB89EEFAEFF33A


Documento generado en 2024-04-22

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