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Antropología Alimentaria
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Antropología Alimentaria
Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos
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Alimentación
Capítulo I: Alimentación de los primeros
homínidos
de los
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Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos
1.1. Introducción
La especie humana ha venido experimentando una serie de cambios físicos,
mentales, alimenticios, cognitivos y hasta psicológicos desde su aparecimiento
en el mundo hasta la actualidad, estos procesos no han ocurrido de la noche a
la mañana, sino que ha tomado miles de años creando consigo un impulso
biológico en la especie, que cada vez va adaptándose mejor al medio con el
único objetivo de sobrevivir, alimentarse y perpetuar la especie,
reproduciéndose.
La incógnita de cómo es que sucede toda esta evolución y adaptación ha sido
durante años objeto de estudio para científicos, antropólogos, arqueólogos,
nutricionistas, anatomistas, paleontólogos y primatólogos que luego de efectuar
sus investigaciones, mantienen la postura que el cambio producido en la especie
humana está fuertemente ligado con rasgos biológicos y comportamientos
alimenticios. (Arroyo, 2008)
El origen de la especie humana se remonta hace alrededor de unos 4 millones
de años; y gracias a los restos antropológicos encontrados principalmente en el
continente africano con características genéticas similares al de un ser humano
de esta época, muestran que la alimentación es una de las claves para poder
descifrar aspectos del pasado como primeros homínidos en el mundo y el curso
del desarrollo como especie en el aspecto cognitivo y físico. Se puede reafirmar
el hecho de que los homínidos hayan iniciado con su evolución gracias al
desarrollo de sus habilidades en aprovisionamiento de todo lo que la tierra les
brindaba y posterior consumo de raíces, tallos, troncos, hojas, frutos y vegetales.
Esta alimentación rica en carbohidratos era la que les permitía tener energía para
largas jornadas y generar reservas para los tiempos donde podía escasear la
comida. (Cadena, 2013) Las características físicas y fisiológicas que se les
caracterizaba a los homínidos eran sus mandíbulas grandes, piezas dentarias
afiladas, forma de rostro más alargado y dirigido hacia atrás para dar mayor
espacio a la boca, todo esto debido a su vida arbórea que consistía en trepar
árboles para obtener su comida. De manera que su alimentación se volvía más
variada, una serie de procesos fisiológicos en el organismo se iban produciendo
gracias a los nutrientes que se les brindaba modificando el ADN, permitiendo así
el cambio físico y cognitivo en las generaciones siguientes marcando el cambio
evolutivo.
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1.2. Resultados
1.2.1. Cronología de los procesos evolutivos
Según Arroyo (2008) el estudio de los registros fósiles ha permitido construir un
cuadro bastante completo, y que se destaca a continuación:
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y los dientes eran mucho más pequeños que los de Australopithecus (Arsuaga
1998). El cerebro doblaba en tamaño al cerebro de un chimpancé, creciendo en
la misma proporción que el cuerpo. A partir de este momento en las especies
posteriores de la evolución humana el cerebro aumentaría su peso sin que lo
haga el cuerpo, y se produciría una especialización hacia la inteligencia más que
a la fuerza (Arsuaga 1998).
Al Homo ergaster, quien podría haber sido el primer Homo erectus, le tocó vivir
en condiciones mucho más duras aún que sus antecesores. Evolutivamente
debió definir un cambio trascendental: o consolidarse como un herbívoro o
convertirse en un omnívoro-carnívoro «a la fuerza. (Valenzuela, 2007).
Figura 2
Homo ergaster
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El Homo ergaster pudo haber sido el primer Homo erectus (Mayr, 1950), que le
tocó vivir en condiciones mucho más duras aún que sus antecesores,
convirtiéndose en un omnívoro-carnívoro «a la fuerza» (Brand 1994) Recorría
las tundras, pantanos, y las pocas praderas existentes en aquel período, en
busca del alimento, probablemente en grupos, ya que así era más fácil conseguir
el alimento. Se consideró como el «cazador-recolector», su esporádica
alimentación dependía de la caza y de la recolección de semillas, frutos, tallos.
Con los utencillos raspaba y destrozaba huesos, alcanzando la médula ósea,
destrozaba el cráneo de la víctima teniendo acceso al tejido cerebral, y por tanto
a lípidos con un alto contenido de ácidos grasos omega-6 y omega-3, como el
Ácido Araquidónico y ácido docosahexaenoico (DHA). Se alimentaron además
de productos de origen marino, con lo cual también tuvo un acceso directo al
DHA, ácido graso fundamental para el desarrollo y la función del cerebro y del
órgano visual. (Arroyo, 2008)
Si bien se había ya utilizado el fuego por los homos anteriores, los neandertales
lo hacían de forma cotidiana, aumentando la digestibilidad de los alimentos
porque eran fácilmente comestibles, esto permitió un mejor aprovechamiento de
nutrientes.
En cuanto a los Homo sapiens, sse cree que tuvieron versatilidad en su dieta,
desarrollando formas propias de supervivencia. Perfeccionaron sus técnicas de
caza, conociendo las rutas de migración de los animales para cazarlos. Con el
tiempo, las dietas de estos grupos se fueron haciendo más completas: carnes,
recursos acuáticos, vegetales, frutos, cereales, frutos secos como las nueces
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que proveían de ácidos grasos que necesita el cerebro para sus funciones
neuronales. Fue desarrollando sus estrategias de alimentación a medida que se
iba extendiendo por el planeta. Los preparativos culinarios de los despieces
anatómicos muestran la selección de las presas más ricas y sabrosas, pues el
cerebro del homo requería consumir un 15% de la energía para mantener el
metabolismo estando en reposo. (Mateos y Rodríguez, 2011)
Las exigencias energéticas de los cerebros de los Australopitecos y los
Parántropos eran similares a las de los chimpancés, pero en Homo habilis el
cerebro ya consumía un 15% de la energía requerida para mantener el
metabolismo estando en reposo. Pero las exigencias sobre la dieta de un cerebro
más grande no se limitan a la cantidad de energía, la calidad de los alimentos es
también fundamental para el desarrollo cerebral. Algunos de los ácidos grasos
que necesita el cerebro para sus funciones neuronales se encuentran solo en
ciertos frutos secos, como las nueces y, especialmente,
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caracterizado por una sensibilidad diferencial a la insulina por parte del tejido
adiposo y muscular. (Valenzuela, 2007)
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1.2.4.3. Bipedestación
La postura erecta impedía que recibieran rayos solares de una forma adecuada,
pero facilitaba una mejor disipación de calor por ofrecer una mayor superficie del
cuerpo a la acción del viento. Se especula que esta capacidad de los homínidos
para resistir mejor las altas temperaturas les permitió recorrer las llanuras. Es así
como, los homínidos expandieron su alimentación por la ingestión de carroña.
Estos cambios implicaron, también, la selección de rasgos como la multiplicación
de glándulas sudoríparas y el desarrollo de un color de piel más eficiente para la
síntesis de vitamina D. Estas adaptaciones permitieron a los homínidos acceder
a fuentes más abundantes de proteínas y grasas, además de la carroñería, por
medio de la cacería y la antropofagia.
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Se ha identificado que cerca del 86% tienen el denominado gen relacionado con
NOTCH2NL (NOTCH2NLR; del inglés, “NOTCH2NL-Related”), que por lo tanto
está ausente en el 14% de la población sana, lo que sugiere que es un
pseudogén no funcional (Mallick et al, 2016). Curiosamente, dichos genes
funcionales son exclusivos de los humanos, no están presentes en otros
primates o incluso en los grandes simios.
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1.3. Conclusiones
La evolución desde el Australopithecus al Homo sapiens es una historia
fascinante, no solo porque hay una transición en la dieta que van adquiriendo,
sino porque esa alimentación unida a inventivas que fueron adquiriendo tras
miles y miles de años de evolución como por ejemplo el uso herramientas
punsantes que le permitió llegar a la médula de huesos con alto valor nutritivo,
el uso del fuego en la cocción hizo que se produjeran cambios en las
características genéticas. La conclusión es apasionante, cuando se sabe que los
cambios biológicos se debieron a la duplicación, reparación y conversión de
genes que nos fue haciendo humanos.
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