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Historia de la

Primera Parte: Historia de la


alimentación
alimentación

Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos

Capítulo II: Alimentación en el paleolítico

Capítulo III: Alimentación en el neolítico

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Antropología Alimentaria
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Antropología Alimentaria
Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos

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Alimentación
Capítulo I: Alimentación de los primeros
homínidos

de los
primeros
homínidos

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Antropología Alimentaria
Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos

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Antropología Alimentaria
Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos

Alimentación de los primeros homínidos


Feeding of the first hominids

Viteri-Robayo, Carmen Patricia 1 Mallitasig-Endara, Fátima


Vanessa 1
Tapia-Barahona, Sayuri Adalid 1
1 Ecuador, Ambato, Universidad Técnica de Ambato, Facultad de Ciencias de la Salud, Carrera
de Nutrición y Dietética

DOI / URL: https://doi.org/10.55813/egaea.cl.2022.25

Resumen: El capítulo presenta una descripción de las características cronológicas de


la evolución del hombre, en la que se enfatiza la alimentación como el proceso evolutivo
más fuerte en la historia de la humanidad, pasando de una vida arbórea en la que la
dieta debió ser frugívora, para ir a las llanuras en la que adoptó una postura erecta, y
por tanto la adopción de una dieta en la que se incluía la cacería y la antropofagia.

Palabras clave: Cronología, Evolución, Homínidos, Alimentación

Abstract: The chapter provides a description of the chronological characteristics of


human evolution, emphasizing nutrition as the strongest evolutionary process in human
history. It traces the transition from an arboreal life where the diet was likely frugivorous,
to life on the plains where humans adopted an upright stance, leading to a diet that
included hunting and cannibalism.

Keywords: Chronology, Evolution, Hominids, Food.

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Antropología Alimentaria
Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos

1.1. Introducción
La especie humana ha venido experimentando una serie de cambios físicos,
mentales, alimenticios, cognitivos y hasta psicológicos desde su aparecimiento
en el mundo hasta la actualidad, estos procesos no han ocurrido de la noche a
la mañana, sino que ha tomado miles de años creando consigo un impulso
biológico en la especie, que cada vez va adaptándose mejor al medio con el
único objetivo de sobrevivir, alimentarse y perpetuar la especie,
reproduciéndose.
La incógnita de cómo es que sucede toda esta evolución y adaptación ha sido
durante años objeto de estudio para científicos, antropólogos, arqueólogos,
nutricionistas, anatomistas, paleontólogos y primatólogos que luego de efectuar
sus investigaciones, mantienen la postura que el cambio producido en la especie
humana está fuertemente ligado con rasgos biológicos y comportamientos
alimenticios. (Arroyo, 2008)
El origen de la especie humana se remonta hace alrededor de unos 4 millones
de años; y gracias a los restos antropológicos encontrados principalmente en el
continente africano con características genéticas similares al de un ser humano
de esta época, muestran que la alimentación es una de las claves para poder
descifrar aspectos del pasado como primeros homínidos en el mundo y el curso
del desarrollo como especie en el aspecto cognitivo y físico. Se puede reafirmar
el hecho de que los homínidos hayan iniciado con su evolución gracias al
desarrollo de sus habilidades en aprovisionamiento de todo lo que la tierra les
brindaba y posterior consumo de raíces, tallos, troncos, hojas, frutos y vegetales.
Esta alimentación rica en carbohidratos era la que les permitía tener energía para
largas jornadas y generar reservas para los tiempos donde podía escasear la
comida. (Cadena, 2013) Las características físicas y fisiológicas que se les
caracterizaba a los homínidos eran sus mandíbulas grandes, piezas dentarias
afiladas, forma de rostro más alargado y dirigido hacia atrás para dar mayor
espacio a la boca, todo esto debido a su vida arbórea que consistía en trepar
árboles para obtener su comida. De manera que su alimentación se volvía más
variada, una serie de procesos fisiológicos en el organismo se iban produciendo
gracias a los nutrientes que se les brindaba modificando el ADN, permitiendo así
el cambio físico y cognitivo en las generaciones siguientes marcando el cambio
evolutivo.

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Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos

1.2. Resultados
1.2.1. Cronología de los procesos evolutivos
Según Arroyo (2008) el estudio de los registros fósiles ha permitido construir un
cuadro bastante completo, y que se destaca a continuación:

1.2.1.1. Ardipithecus ramidus


Hace unos seis o cinco millones de años antes del presente (m.a), a comienzos
del Pleistoceno en los bosques africanos, zona actual de Kenia, Etiopía y Nigeria,
emergía una estirpe de hominoideos: los Ardipithecus ramidus, considerados
como nuestros primeros antepasados. Su vida estaba ligada al bosque tropical,
donde abundaban las frutas y vegetales blandos. (Campillo 2004)
En registros fósiles se encontró que el esmalte de los molares de Ardipithecus
era fino muy similar al de los chimpancés, por lo que su dieta sería básicamente
frugívora. De esta especie se derivaban subespecies como la Nakaliphithecus
nakayamai, encontrada al este de África, apoyando la tesis de que los ancestros
de humanos y grandes simios residió en este continente. (Cadena, 2013)
A diferencia de la casi totalidad de los ancestros de los seres humanos que
fueron encontrados en África oriental, el Sahelanthropus fue localizado en África
central, estos primates bípedos fueron modificando algunos rasgos anatómicos,
como la dentición “reducción de los caninos con desgaste apical” (Mateos s.f.),
esto probablemente indica un complejo canino molar imperfecto (separados por
unos dos centímetros aproximadamente), con un post canino intermedio de
esmalte delgado. Varios aspectos de la base del cráneo (longitud, orientación
horizontal, posición anterior de foramen magnum) y cara (prognatismo nasal
marcadamente reducido sin diastema canino, continuo y largo torus supraorbital)
son similares a homínidos posteriores. Los estudios paleontológicos indican que
la región donde vivía esta especie incluía diversos hábitats, praderas de
gramíneas (bóvidos), y probablemente galerías forestales, además se puede
afirmar que caminaban erguidos con un desplazamiento bípedo, reducción de
los caninos por cambio de dieta con relación a las especies arbóreas.” (Cadena,
2013)
El hogar del Ardipithecus ramidus comenzó a cambiar con periodos de sequía
prolongados, desapareciendo las pobladas selvas. Convirtiéndose la vida más
compleja para este ser, ya que los alimentos en estas condiciones no eran fáciles
de obtener y se vio obligado a bajar del árbol. El ser cuadrúpedo no le ayudaba
a recorrer distancias grandes y comenzó a modificar su anatomía tomando una
posición erguida torpemente en dos pies, comenzó de esta manera la
bipedestación con el cambio evolutivo a Australopithecus afarensis.

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1.2.1.2. Australophitecus Afarensis


El A. afarensis constituye la especie más famosa entre los Australopithecus, no
solo por la presencia de un grupo de individuos de diferentes edades llamado “la
familia”, sino también por el hallazgo de un esqueleto casi completo conocido
como Lucy, una especie más parecida a la humana.
La especie fue encontrada en la región de El Afar, al nor-este de África, en
sedimentos con edades de 4 a 2.5 millones de años. A partir de ellos se infiere
que la altura de los individuos adultos variaba entre 1 y 1.5 metros, su volumen
cerebral entre 400 y 500 centímetros cúbicos, su frente era baja y plana, la cara
pronunciada, los arcos supraciliares prominentes, los incisivos son relativamente
grandes, y los caninos reducidos con un espacio claro entre incisivos y caninos
superiores y los molares de tamaño moderado con superficies planas.
(Valenzuela, 2007)
Lucy es la primera especie que denoto cambio en su genética por el consumo
de proteínas a través de incluir en la dieta medula ósea de sus presas. Asimismo,
su dieta fue rica en carbohidratos complejos, aunque también comenzó a digerir
pequeños animales. De esta forma, cuando encontraba alimento, comía hasta
saciarse, preparándose para los períodos de hambruna, que debieron ser
frecuentes y prolongados. (Arroyo, 2008)
Figura 1
Lucy

Nota: Extraído de Core (s.f.)

1.2.1.3. Género homo


El género Homo divergió de Australopithecus hace 2.5 millones de años. (Salas
et al 2005), Los primeros fósiles de Homoafricanos se asignan a varias especies:
1) Homo Hábilis (hace 2,5 millones de años)

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2) Homo Erectus (hace 1,8 millones de años)


3) Homo Antecessor (hace 800.000 años)

4) Hombre de Neandertal (hace 230.000 años)


5) Homo Sapiens (hace 175.000 años)

1.2.1.3.1. Homo habilis


Los Homo habilis tiene la “habilidad” de construir herramientas y manipular dos
objetos al mismo tiempo, golpeándolos con una técnica muy precisa; vivió en
África Oriental y Meridional hace 2,5 a 1,6 millones de años (Salas et al 2005),
se trata de una especie de cuerpo y cerebro más grandes que los
Australopithecus, pero que conservaban los brazos largos y las piernas cortas
simiescas de sus antepasados, caminaba erecto y tenía molares con dos
cúspides, dientes más pequeños que los de Australopithecus,. El registro fósil
mejor conservado de esta especie data de 1.9 millones de años de antigüedad,
presenta un cráneo grande de estructura liviana con una capacidad de 775 cc,
alrededor de un 50% más de Australophitecus robustos.

1.2.1.3.2. Homo erectus


No existen grandes diferencias anatómicas entre Homo habilis y Homo erectus,
excepto que los fósiles de H. erectus presentan un aumento de talla y un tamaño
cerebral mayor, en promedio 1000 cc. La característica distintiva de esta especie
fue su habilidad para utilizar el fuego (Curtis et al 2008). Hace 500.000 años que
los seres humanos dominaron el fuego, lo empleaban para cocer los alimentos;
a la vez le proveía de calor, permitiéndole colonizar zonas climáticas frías y por
tanto realizar grandes migraciones.

1.2.1.3.3. Homo ergasteruna


El Homo ergasteruna especie fósil, que aparece hace 1.6 millones de años, tiene
proporciones en las extremidades más semejantes a la de los humanos
modernos.

1.2.1.3.4. Homo ergaster


El Homo ergaster, que significa «hombre trabajador», un homínido muy
semejante a nuestra apariencia actual, que podía medir hasta 1,80 mts y con un
volumen cerebral de 1000 cc, un 60% de nuestro volumen cerebral. El fósil más
estudiado, fue descubierto en Kenia, se trata de “el niño del lago Turcana” un
ejemplar casi completo del primer Homo. Un niño de entre nueve y doce años de
edad, que había muerto aproximadamente hace 1,54 millones de años, y que
fue hallado en 1984 por Richard Leakey (Campillo 2004). La cara, la mandíbula

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Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos

y los dientes eran mucho más pequeños que los de Australopithecus (Arsuaga
1998). El cerebro doblaba en tamaño al cerebro de un chimpancé, creciendo en
la misma proporción que el cuerpo. A partir de este momento en las especies
posteriores de la evolución humana el cerebro aumentaría su peso sin que lo
haga el cuerpo, y se produciría una especialización hacia la inteligencia más que
a la fuerza (Arsuaga 1998).
Al Homo ergaster, quien podría haber sido el primer Homo erectus, le tocó vivir
en condiciones mucho más duras aún que sus antecesores. Evolutivamente
debió definir un cambio trascendental: o consolidarse como un herbívoro o
convertirse en un omnívoro-carnívoro «a la fuerza. (Valenzuela, 2007).
Figura 2
Homo ergaster

Nota: Extraído de Core (s.f.)

1.2.1.3.5. Homo antecessor


Apareció hace 800000 años en el período del Pleistoceno Temprano (Parés
2013), su nombre significa Hombre explorador, median aproximadamente 160
cm de altura, con una morfología facial de rasgos “modernos”, pero coronas y
raíces de los dientes “primitivos”, y con un cerebro más pequeño que el de los
Homo Sapiens (Bermudes 2018). Fabricó guijarros y lascas simples de cuarzo y
otros materiales, no hay evidencia del uso de fuego. (Bermudes 1997)

1.2.1.3.6. Homo Neanderthalensis


Vivió en regiones gélidas de Europa central, pero también en climas más
templados del Mediterráneo; de contextura robusta y altura promedio de 1.65, su
cráneo levemente achatado en el parte occipital, y frente inclinada hacia atrás,
tenía maxilares robustos, una quijada poco pronunciada y una nariz prominente
amplia. Fueron más sociables que sus antecesores. Su cerebro tenía
capacidades cognitivas superiores a las de homínidos anteriores.

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Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos

Su especie se exterminó probablemente por el cambio climático o por la


presencia de un homo más evolucionado, el Homo Sapiens. (Gomez-Tabanera,
2007)
Los fósiles del hombre de Neanderthal fueron descubiertos en el valle de
Neander (Alemania). Muchos ejemplares fósiles semejantes serian después
hallados en Francia, Yugoslavia, Palestina y África del Norte.

1.2.1.3.7. Homo sapiens


Homo sapiens (hombre sabio) (Quirós 2014), aparece en Etiopía hace 195.000
años (Wong, 2006). Tiene la capacidad de desarrollar un lenguaje simbólico
articulado (Tattersall, 2006), convirtiéndose en la base de su organización para
la formación de alianzas y relaciones grupales (Cadena, 2007). Surgen
probablemente en un clima tropical o subtropical, y durante la última era glacial,
formó la raza neanderthalensis adaptada a las duras condiciones climáticas de
esa época. (Dobzhansky 1982)
Este postulado se puede corroborar debido a la biología molecular en el estudio
de migraciones prehistóricas que se estima sucedió en África hace alrededor de
1.7 a 1.8 millones de años. (Arroyo, 2008)
Figura 3
Homo sapiens

Nota: Extraído de Core (s.f.)

1.2.2. La alimentación en la evolución de las


especies desde el Australupithecus hasta el homo
Hacia finales del mioceno, el clima del planeta se consideraba paradisiaco, las
regiones de ambos lados del ecuador presentaban grandes selvas de vegetación
exuberante, la fauna y la flora eran de una gran diversidad, Valenzuela (2007),
el Australopithecus afarensis obtenía su alimento con mucha facilidad, no
necesitaba reservas de grasa porque no había periodos de hambruna y podía

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acceder a sus alimentos de manera fácil (Campillo, 2004). Los primeros


homínidos basaron su subsistencia en la energía y proteínas derivadas de frutas,
semillas, verduras, raíces y nueces. (Arroyo, 2008), de vez en cuando consumía
pequeños insectos, arácnidos, pequeños reptiles y huevos de estos. Una dieta
rica en carbohidratos sobre todo complejos, que no le provocaban cambios
bruscos de glicemia, esto que, si bien fisiológicamente necesitaba de secreción
constante de insulina, sus niveles no debían ser muy altos. Las proteínas, de
origen vegetal, las obtenía de plantas dicotiledóneas pues las gramíneas
(monocotiledóneas) no eran parte de su dieta. La limitada alimentación de origen
animal que consumía le era, sin embargo, suficiente para aportarle los
aminoácidos esenciales, deficitarios en los vegetales, y las vitaminas que solo
están presentes en los tejidos animales, como la vitamina B12. El Ardipithecus
tenía, con seguridad, una vida muy sedentaria porque no le costaba esfuerzo
físico el obtener su alimento. Por esta razón, su tejido adiposo debería haber
sido escaso y esencialmente de distribución subcutánea. No necesitaba gran
cantidad de tejido adiposo como reserva energética, ya que sus períodos de
ayuno eran casi inexistentes. En sí su alimentación era abundante, continua,
pero de escaso valor nutricional.
Sin embargo, al iniciarse una nueva etapa en la evolución, caracterizada por
grandes sequías que provoca escases de alimentos, desaparición de selvas y
bosques, lo que obliga al afarensis a “bajar del árbol” y deambular en tierra, de
esta manera se modifican sus hábitos, la especie debe soportar períodos de
hambre, e iniciar su caminar erguido, comenzando una etapa trascendental en
el proceso evolutivo, la bipedestación (Morris, 1992), nuestro ancestro empieza
una alimentación de raíces, tubérculos, hojas, restos de animales, médulas y
tejidos ricos en grasa, que le ayudan en su desarrollo cerebral con mayor
inteligencia y adaptación sobre otras especies; el acceso a peces y
probablemente oleaginosas que le proporciona omega 6 y micronutrientes que
le aseguraron un aporte de ácido linoleico y ácido araquidónico para el cerebro.
(Vergara, (2013); Valensuela, 2001)
Sin embargo, para obtener sus alimentos tuvo que recorrer grandes distancias
para abastecerse, trata de acumular grasa para los períodos de escasez, dando
pie a grandes "atracones”, con el fin de acumular energía, desarrollando el “gen
ahorrador” ó “genotipo ahorrador” (Neel, 1999) que permitió la acumulación del
exceso de energía consumida en forma de grasa, empleando los ácidos grasos
como combustible metabólico en lugar de la glucosa. Como consecuencia,
aumentó la sensibilidad a la insulina del tejido adiposo, para acumular
triglicéridos, y terminó la sensibilidad a la insulina del tejido muscular, para
ahorrar glucosa. El uso de la grasa favoreció el crecimiento del cerebro y confirió
habilidades extraordinarias en el uso de herramientas básicas, protegiéndose de
un entorno cada vez más hostil. En este período además de los cambios
anatómicos que se citaron anteriormente ocurre un cambio importante en el

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intestino delgado, el mismo se alarga para aumentar su capacidad de absorción


de los pocos nutrientes que podía ingerir, a su vez el intestino grueso se acorta,
esto porque los procesos de fermentación tuvieron menos importancia en el
proceso digestivo. (Kay, 1977)
Otro proceso bioquímico que debe haber iniciado es la resistencia a la leptina,
una hormona secretada principalmente por el tejido adiposo, que inhibe el
«centro del hambre» en el cerebro, indicando la condición de saciedad.
(Friedman, 1998; Campillo, 2004)

El Homo ergaster pudo haber sido el primer Homo erectus (Mayr, 1950), que le
tocó vivir en condiciones mucho más duras aún que sus antecesores,
convirtiéndose en un omnívoro-carnívoro «a la fuerza» (Brand 1994) Recorría
las tundras, pantanos, y las pocas praderas existentes en aquel período, en
busca del alimento, probablemente en grupos, ya que así era más fácil conseguir
el alimento. Se consideró como el «cazador-recolector», su esporádica
alimentación dependía de la caza y de la recolección de semillas, frutos, tallos.
Con los utencillos raspaba y destrozaba huesos, alcanzando la médula ósea,
destrozaba el cráneo de la víctima teniendo acceso al tejido cerebral, y por tanto
a lípidos con un alto contenido de ácidos grasos omega-6 y omega-3, como el
Ácido Araquidónico y ácido docosahexaenoico (DHA). Se alimentaron además
de productos de origen marino, con lo cual también tuvo un acceso directo al
DHA, ácido graso fundamental para el desarrollo y la función del cerebro y del
órgano visual. (Arroyo, 2008)

Los Homo habilis utilizaban el carroñeo para conseguir proteínas animales


accediendo al tuétano de los huesos abandonados por los grandes carnívoros
(Salas et al2005).

Los Homo neandertales basaron su dieta en carne y vegetales disponibles, y


aquellos que se encontraban en las regiones costeras del Mediterráneo basaban
su alimentación en recursos acuáticos e invertebrados. Así mismo la mayor parte
de las proteínas lo obtenían de la caza de grandes herbívoros. Se ha estimado
que el gasto calórico diario sería de 3000 a 500 Kcal en las mujeres y de 4000 a
6000 Kcal en hombres neandertales.

Si bien se había ya utilizado el fuego por los homos anteriores, los neandertales
lo hacían de forma cotidiana, aumentando la digestibilidad de los alimentos
porque eran fácilmente comestibles, esto permitió un mejor aprovechamiento de
nutrientes.
En cuanto a los Homo sapiens, sse cree que tuvieron versatilidad en su dieta,
desarrollando formas propias de supervivencia. Perfeccionaron sus técnicas de
caza, conociendo las rutas de migración de los animales para cazarlos. Con el
tiempo, las dietas de estos grupos se fueron haciendo más completas: carnes,
recursos acuáticos, vegetales, frutos, cereales, frutos secos como las nueces

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que proveían de ácidos grasos que necesita el cerebro para sus funciones
neuronales. Fue desarrollando sus estrategias de alimentación a medida que se
iba extendiendo por el planeta. Los preparativos culinarios de los despieces
anatómicos muestran la selección de las presas más ricas y sabrosas, pues el
cerebro del homo requería consumir un 15% de la energía para mantener el
metabolismo estando en reposo. (Mateos y Rodríguez, 2011)
Las exigencias energéticas de los cerebros de los Australopitecos y los
Parántropos eran similares a las de los chimpancés, pero en Homo habilis el
cerebro ya consumía un 15% de la energía requerida para mantener el
metabolismo estando en reposo. Pero las exigencias sobre la dieta de un cerebro
más grande no se limitan a la cantidad de energía, la calidad de los alimentos es
también fundamental para el desarrollo cerebral. Algunos de los ácidos grasos
que necesita el cerebro para sus funciones neuronales se encuentran solo en
ciertos frutos secos, como las nueces y, especialmente,

De cazador-recolector se fue convirtiendo en un agricultor, aprendiendo a cultivar


sus propios alimentos y a domesticar animales para su propio consumo. Se inició
el consumo de cereales, el trigo comenzó a ser cultivado hace unos 10.000 años
en Asia, expandiéndose lentamente por Europa. El arroz hace 7.000 años, en
Asia, y el maíz inició su cultivo en México y América Central hace unos 8.000
años. A pesar de estos cambios en el patrón nutricional del Homo sapiens, su
genética ya estaba determinada, se había consolidado la insulino resistencia y
probablemente una leptino resistencia. El tejido adiposo, antes un reservorio de
energía para las etapas de hambruna, se convirtió en un reservorio de los
excedentes energéticos, sin que ocurriesen en forma constante períodos de
hambruna.

1.2.3. El fuego en la evolución


El fuego es considerado como uno de los avances más importantes en la
evolución humana descubierto de manera casual por los primeros homínidos y
luego de forma habitual por el Homo erectus, neandertales y sapiens (Gauguin,
1891, tomado de Roussel 2005), aportando una profunda modificación en el
régimen alimenticio, ya que pasó de una dieta vegetal a una dieta carnívora cuyo
consumo se incrementó con la presencia del fuego. Su cocción facilitó la
digestión de proteinas animales, carbohidratos, y fibras vegetales modificando
su composición y valor nutritivo, pues la grasa de las carnes se ablanda, y por
otro lado se redujo la carga microbiana, el efecto detoxificante de la cocción
permitió ampliar el abanico de alimentos comestibles. (Delluc et al. 1995: 137-
138)
Cocinar también alargó la esperanza de vida por el mayor aporte de alimentos y
acceso a comida blanda. (Pausas, 2010)

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1.2.4. Cambios genéticos


A lo largo del proceso evolutivo, se va produciendo mutaciones en genes que
afectan la agresividad e hiperactividad, aunque aún se desconoce si estos
cambios genéticos han incrementado o reducido los niveles de cada una de
estas pautas de comportamiento. Existen 2.000 regiones genómicas diferentes
entre estas especies, entre ellas las que albergan a los genes Hox, que
organizan el cuerpo de todos los animales. Esta distinción explicaría las
diferencias morfológicas entre los tres grupos de humanos.
La diversidad del DNA "medida como la variación de nucleótidos en los bloques
de DNA llamados haplotipos, disminuye conforme aumenta la distancia desde
Addis Ababa, Etiopía, en un patrón consistente con la cronología de las
migraciones humanas.”

1.2.4.1. Cambios en la dentición


De los rasgos que presentaron ventajas evolutivas para el procesamiento y
consumo de granos secos, semillas duras y raíces, fueron los cambios de la
dentición y de la mecánica de la masticación, que incluyeron una mandíbula más
eficiente. A este proceso se agregaron estrategias como la utilización de piedras
para romper las nueces y producir armas con filo. En este patrón dietario,
asociado a un volumen corporal grande, los materiales vegetales constituían
entre 87 y 99%, con cantidades moderadas o pequeñas de proteínas de origen
animal. (Arroyo, 2008)

1.2.4.2. Modificaciones bioquímicas


Los períodos de adaptación a la hiperfagia y a la hambruna, requirieron de
modificaciones bioquímicas en la regulación del metabolismo intermediario. La
alta sensibilidad a la insulina de los tejidos insulino dependientes del Ardipithecus
ramidus (principalmente el adiposo y muscular), comenzó a modificarse en el
Australophitecus. Después de una gran ingesta había que reservar energía para
la hambruna. Para esto era necesario dirigir la glucosa, el principal nutriente,
mayoritariamente al tejido adiposo para convertirla en triglicéridos de depósito.
(Valenzuela, 2007)
El músculo esquelético, acostumbrado al trabajo corto y de poco esfuerzo en el
Ardipithecus fue obligado a realizar mucho más trabajo, grandes caminatas,
huida de depredadores, etc., por lo cual se adaptó a utilizar ácidos grasos como
combustible metabólico en vez de glucosa, tan necesaria para aquellos tejidos
que son estrictamente dependientes de la glucosa como el cerebro y los
eritrocitos. De esta forma, aumentó la sensibilidad a la insulina del tejido adiposo,
para acumular triglicéridos, y disminuyó la sensibilidad a la insulina del tejido
muscular, para ahorrar glucosa. Se iniciaba el “genotipo ahorrador”,

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Antropología Alimentaria
Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos

caracterizado por una sensibilidad diferencial a la insulina por parte del tejido
adiposo y muscular. (Valenzuela, 2007)

Otro proceso bioquímico que debe haber iniciado su presencia en el


Australopithecus, es un cierto grado de leptino resistencia. La leptina (del griego
lepthos, delgado), hormona secretada principalmente por el tejido adiposo,
inhibe el «centro del hambre» en el cerebro, indicando la condición de saciedad.
Cuando Lucy encontraba alimento debía comer hasta saciarse, o más aún si era
posible, por lo cual, para que esto ocurriera, era necesario crear cierta condición
de leptino resistencia por parte de centro del hambre ubicado en el hipotálamo
cerebral. De esta manera Lucy tenía la posibilidad de acumular más reservas
energéticas en el tejido adiposo. Si bien fue posible que aumentara la grasa
subcutánea, esta tiene una limitación, ya que afectaría la transferencia de calor,
por lo cual fue necesario ubicar el exceso de grasa en otra distribución
anatómica. Esta no debería afectar los requerimientos anatómicos derivados de
la bipedestación Los herbívoros tienen un sistema digestivo mucho más
complejo y grande que los carnívoros, ya que su proceso digestivo es más
prolongado. Esto los obliga a tener un cuerpo de mayor tamaño, pesado, y de
movimiento lento. Por el contrario, los carnívoros tienen un sistema digestivo más
corto, ya que el proceso de digestión de sus alimentos, principalmente carne y
grasa, es mucho más rápido que en los herbívoros, con lo cual pueden ser de
menor tamaño, más ágiles y rápidos, condición esencial para alcanzar sus
presas. El Australopithecus afarencis, desarrolló un sistema digestivo más
similar al de los carnívoros, sin serlo, que al de los herbívoros, con lo cual, el
Homo ergaster, aunque no tengamos certeza que sea su descendiente directo,
tenía la misma estructura en su sistema digestivo. . Su estructura anatómica lo
obligó a seguir el camino de los omnívoros-carnívoros, abandonando para
siempre la opción de un ser un herbívoro.
Probablemente, con el Homo ergaster se consolidó el gen ahorrador. Al
transformarse en un carnívoro no adaptado, se hizo más marcada la insulino
resistencia del tejido muscular. La gluconeogénesis a partir de los aminoácidos
es particularmente activa en los carnívoros absolutos. De esta forma, sus
músculos solo consumen ácidos grasos y aminoácidos como fuente energética,
su tejido adiposo acumula reservas muy restringidas de triglicéridos debido al
poco aporte dietario de carbohidratos, ya que estos son esencialmente
reservados para la función del cerebro. La insulino resistencia muscular fue clave
para sobrevivir los períodos de hambruna muy frecuentes para el Homo ergaster.
La gluconeogénesis hepática y renal (durante el ayuno prolongado hasta un 40%
de la gluconeogénesis es renal), que permite mantener la glicemia en niveles
normales durante el ayuno, se hace mucho más efectiva si el músculo
esquelético presenta insulino resistencia, ya que este tejido se obliga a utilizar
ácidos grasos provenientes de las reservas del tejido adiposo reservando, a su
vez, a la glucosa para un consumo casi exclusivo por parte del cerebro y de los

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Antropología Alimentaria
Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos

eritrocitos, los dos tejidos altamente dependientes de la glucosa para sus


funciones bioquímicas.

Es probable que también se consolidara una leptino resistencia, para asegurar


que la regulación de la saciedad se alcanzara a niveles mayores de leptina
circulante producida por el tejido adiposo, con lo cual se lograba una mayor
acumulación de reservas energéticas para los períodos de hambruna que
seguían al festín derivado del cazar, o más bien de encontrar una presa a medio
comer lista para el Carreño. (Valenzuela, 2007)

1.2.4.3. Bipedestación
La postura erecta impedía que recibieran rayos solares de una forma adecuada,
pero facilitaba una mejor disipación de calor por ofrecer una mayor superficie del
cuerpo a la acción del viento. Se especula que esta capacidad de los homínidos
para resistir mejor las altas temperaturas les permitió recorrer las llanuras. Es así
como, los homínidos expandieron su alimentación por la ingestión de carroña.
Estos cambios implicaron, también, la selección de rasgos como la multiplicación
de glándulas sudoríparas y el desarrollo de un color de piel más eficiente para la
síntesis de vitamina D. Estas adaptaciones permitieron a los homínidos acceder
a fuentes más abundantes de proteínas y grasas, además de la carroñería, por
medio de la cacería y la antropofagia.

1.2.4.4. Cambios en el sistema digestivo


El cambio de dieta tuvo consecuencias importantes en el sistema digestivo,
mientras que los primeros homínidos con una dieta vegetariana necesitan
aparatos digestivos mucho más largos y complejos, el homo en cuya dieta se
introdujo carne, ya no necesitaban un tubo digestivo tan largo porque el
componente vegetal de su dieta era menor y porque probablemente se restringía
a las partes más digeribles de los vegetales, como los frutos, brotes, etc. Por
ello, la longitud del tubo digestivo se acorta en los Homo. De esta forma la
energía y las proteínas pueden invertirse en desarrollar otros órganos más
necesarios, como el cerebro.
Figura 4
Sistema digestivo

Nota: Mateos, A. y Rodríguez J. (2010)

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Antropología Alimentaria
Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos

1.2.4.5. Desarrollo del cerebro y secuenciación del


genoma
Actualmente, se han publicado ciertos hallazgos sobre la secuenciación del
genoma de nuestros ancestros (Fiddes et al, 2018; Suzuki et al, 2018),
relacionada con el aumento del tamaño cerebral en nuestra especie: se trata de
los genes NOTCH2NL, del inglés, “Notch Homolog 2 Nterminal-Like”, y que
surgen en el linaje humano como una duplicación parcial, del gen NOTCH2, para
producir un mayor número de neuronas durante el desarrollo embrionario.
(Tolosa, 2018). Incluyen los genes NOTCH2NLA, NOTCH2NLB y NOTCH2NLC,
que están implicados en el desarrollo cortical del cerebro humano, siendo una
fuerza impulsora de su evolución desde los primeros homínidos hasta los
humanos modernos. Los recientes desarrollos en biología molecular han
permitido secuenciar, alinear y comparar genomas de denisovanos (Meyer et al,
2012) y neandertales (Prϋfer et al, 2014, 2017), así como humanos arcaicos y
modernos (Lazaridis et al, 2014). De esta forma, se ha generado un
dendrograma o árbol filogenético de la familia de genes NOTCH2 a NOTCH2NL
(Fig. 2).
Figura 5
NOTCH2NL

Nota: Fiddes IT, et al. (2018)

Se ha identificado que cerca del 86% tienen el denominado gen relacionado con
NOTCH2NL (NOTCH2NLR; del inglés, “NOTCH2NL-Related”), que por lo tanto
está ausente en el 14% de la población sana, lo que sugiere que es un
pseudogén no funcional (Mallick et al, 2016). Curiosamente, dichos genes
funcionales son exclusivos de los humanos, no están presentes en otros
primates o incluso en los grandes simios.

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Antropología Alimentaria
Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos

1.2.4.6. Mutaciones relacionadas con la alimentación


Ciertas enfermedades que padecemos hoy son consecuencia de mutaciones
que ocurrieron en el pasado y que en su momento supusieron una ventaja
adaptativa, pero que hoy suponen una carga genética indeseable; por ejemplo,
la mutación en el gen que codifica la síntesis de una proteína que interviene en
la absorción intestinal de hierro, que si se absorbe en exceso se acumula de
forma perjudicial en diversos órganos del cuerpo, como el hígado, páncreas,
articulaciones y en el corazón. Otro ejemplo es la tolerancia en la ingesta de
leche. Apenas hace 7.500 años que el ser humano adulto desarrolló un cambio
genético que le permitió digerir este alimento más allá de su infancia, la
capacidad para digerir la leche no es universal. Más del 70% de la población
mundial padece de esta intolerancia.

1.2.4.7. Pirámide nutricional


Se considera la ingestión de los siguientes alimentos:
Figura 6
Pirámide nutricional

Nota: Extraído de Core (s.f.)

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Antropología Alimentaria
Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos

1.2.4.7.1. Ventajas y desventajas de la alimentación


homínida
Los registros nos dan a comprender que la historia biológica de nuestro género
se caracteriza principalmente por la correlación entre el tiempo, el espacio y las
múltiples especies humanas.
En la historia del hombre, la dieta ha sido el factor evolutivo más fuerte. Su
evolución se remonta hace unos millones de años, lapso en el cual la
alimentación experimentó varias transformaciones. En la vida arbórea, la base
de alimentación fue de frutas. La transición a la vida en planicies, obligada por
los cambios climáticos que redujeron la densidad de las selvas, obligó a los
primeros homínidos a cubrir extensiones grandes de terreno mediante la
locomoción bípeda. Su alimentación se hizo más diversa y además de frutas y
otros vegetales, incluyó raíces y nueces. Los cambios de la dentición y de la
mecánica de la masticación fueron adaptaciones ventajosas para esta etapa.
(uo.puebla, 2018)
En esencia, la alimentación es una de las claves para entender nuestro pasado,
presente y futuro como especie humana. Muchos de nuestros éxitos adaptativos
pueden atribuirse a los cambios metabólicos y fisiológicos que la evolución ha
ido modelando, pero también a nuestras habilidades para el aprovisionamiento,
preparación y consumo del alimento. Todo ello permitió a los humanos adaptarse
a los cambios ambientales que se sucedieron en el planeta. (Mateos &
Rodríguez, 2011)

Los aspectos evolutivos relacionados con los hábitos alimentarios y las


habilidades desarrolladas por nuestros antecesores en la preparación y cocción
de los alimentos también son aspectos importantes que nos han traído
beneficios. Cocinar es uno de los rasgos distintivos de los humanos, esto ha
permitido al hombre tener la capacidad de digerir todo tipo de alimento, mejorar
el valor calórico y la disponibilidad de nutrientes de los alimentos.
Nuestro genoma, nuestros rasgos hereditarios, y nuestro metabolismo han sido
moldeados en este largo periodo de adaptación a diferentes hábitats, diferentes
amenazas y también diferentes dietas. Cualquier ventaja que en el pasado se
tradujo en una mayor descendencia fue seleccionada y transmitida hasta el
presente.

Paradójicamente, rasgos genéticos que en tiempos pasados fueron favorables,


hoy día, con unos hábitos de alimentación y conducta radicalmente distintos a
los de nuestros antepasados, pueden ser desventajosos y quizás estén en el
origen de las enfermedades crónicas como la obesidad, diabetes, enfermedades
cardiovasculares, intolerancia a la lactosa, la enfermedad celíaca, el síndrome
metabólico, etc., lo que presenta un desajuste en el diseño evolutivo.

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Antropología Alimentaria
Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos

Nuestros antepasados tenían dietas más conservadoras y un acceso limitado a


los alimentos. En la actualidad, la población mundial tiene un acceso casi
ilimitado al alimento y de muy diversos tipos. Además, algunas de las nuevas
tendencias alimentarias, como el crudivorismo, el vegetarianismo y el
carnivorismo estrictos, resultan opuestas con la herencia biológica de millones
de años de evolución. Los humanos evolucionamos como omnívoros
oportunistas y tanto nuestro sistema digestivo como nuestro metabolismo no
están diseñados para soportar una dieta restringida solo a alimentos de origen
vegetal o de origen animal. El mundo industrializado ha contribuido a acelerar
muchas enfermedades crónicas o degenerativas. Por lo que, mantener una
ingesta de alimentos saludables puede ser el responsable de conservar nuestra.
especie (Mateos & Rodríguez, 2011)
Figura 7
Evolución homínida

Nota: Extraído de Shutterstock (s.f.)

1.3. Conclusiones
La evolución desde el Australopithecus al Homo sapiens es una historia
fascinante, no solo porque hay una transición en la dieta que van adquiriendo,
sino porque esa alimentación unida a inventivas que fueron adquiriendo tras
miles y miles de años de evolución como por ejemplo el uso herramientas
punsantes que le permitió llegar a la médula de huesos con alto valor nutritivo,
el uso del fuego en la cocción hizo que se produjeran cambios en las
características genéticas. La conclusión es apasionante, cuando se sabe que los
cambios biológicos se debieron a la duplicación, reparación y conversión de
genes que nos fue haciendo humanos.

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Antropología Alimentaria
Capítulo I: Alimentación de los primeros homínidos

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