Sentencia en la cual se declara sin lugar la so-
licitud de exequátur a sentencia mexicana de di-
vorcio, hecha por el ciudadano Roberto Luciani*
Los Estados Unidos de Venezuela. – En su nombre. – La Corte Federal y de Casación, en
Sala Federal
Vistos. – El 17 de mayo de 1944, el Ciudadano Roberto Luciani presentó a esta
Corte un escrito en que pide se conceda exequatur a una sentencia, cuya copia certificada y
legalizada acompañó, dictada en Méjico el 30 de junio de 1943, por el Juzgado Décimo en
lo Civil del Distrito Federal, en que se declara con lugar el divorcio, y en consecuencia
disuelto el matrimonio contraído en la isla de Trinidad, Reino de Inglaterra, el 20 de marzo
de 1923 por el referido Roberto Luciani y Beatriz Maingot de Luciani, quedando ambos
esposos, según los términos del fallo, en actitud de contraer segundas nupcias “con la
restricción para el cónyuge culpable”.
El 20 de julio del citado año, el Juez de la causa manifestó que tal sentencia
definitiva había causado ejecutoria.
Admitida la presente solicitud se emplazó a la demandada de conformidad con lo
establecido en el artículo 751 del Código de Procedimiento Civil, pero ninguna de las
partes comparecieron al acto de la contestación de la demanda, por lo cual fué declarado
desierto.
Por auto de fecha 6 de marzo de 1946 el Juzgado de Sustanciación de la Sala
Federal ordenó guardar este expediente en el archivo general de la Sala, en vista de que
ninguna de las partes había pedido la continuación del pleito.
El 29 de septiembre de 1949 el Doctor Régulo Guanipa Mora, actuando como
mandatario del actor, pidió se citara nuevamente a la demandada. La Corte proveyó de
conformidad y dio comisión al Juez de la Parroquia Macuto a los fines solicitados.
En la audiencia del 18 de noviembre del año próximo pasado a las 4 p.m., día y hora
nuevamente señalados para el acto de la contestación de esta solicitud, compareció el
mencionado Doctor Guanipa Mora con el carácter dicho, sin que lo hiciera la accionada ni
persona alguna en representación suya, no obstante habérsele esperado una hora más.
Sustanciado este asunto se ordenó remitir el expediente a la Sala Federal, donde se
recibió el 22 de noviembre del año pasado.
En escrito fechado el 30 del propio mes, el Fiscal General ante la Corte pide se
niegue el pase a la sentencia referida, fundándose en los razonamientos allí manifestados.
Corren en autos los alegatos formulados por el apoderado del actor en el sentido de que se
conceda el exequatur solicitado y una copia simple producida por aquél, de una sentencia
*
Transcripción de la sentencia reproducida en Gaceta Forense. Segunda Etapa. Año I, N° 4, abril de 1950,
pp. 53-57.
dictada por esta Corte el 18 de febrero de 1944, donde se concede exequatur a una
sentencia de divorcio librada en Méjico, en el Estado de Chihuahua por el Juez de Primera
Instancia en lo Civil del Distrito Bravo.
En cuanto a la señora Beatriz Maingot de Luciani, demandada en este juicio, élla se
concretó a manifestar en diligencia que aparece en las presentes actuaciones, “que le ha
sorprendido el exequatur que solicita su esposo Roberto Luciani de la sentencia de divorcio
dictada en Méjico, pues élla nunca ha estado en ese país, ni ha sido citada ni ha sabido nada
de dicho juicio; que tiene en Venezuela alrededor de veinte años sin que haya salido; que el
exequatur solicitado es contrario a derecho y a nuestras leyes procedimentales y que por lo
tanto se opone formalmente a ello”.
Fijada y relacionada la presente causa se llamó a informes. Cumplidos los trámites
legales pasa la Corte a sentenciar y para ello se basa en las siguientes consideraciones:
Hecho el análisis de la sentencia, cuya fuerza ejecutoria se solicita en nuestro país,
se observa: Según los términos del fallo, la causal de abandono voluntario es la invocada
por el actor, consagrada en el numeral 2° del artículo 185 de nuestro Código Civil, y aquél
asevera que desde julio de 1942 su esposa se separó definitivamente de su lado, sin que
haya vuelto al hogar a pesar de sus reiteradas instancias. Nada se indica en la determinación
en estudio acerca del domicilio conyugal, pues sólo se hace una mención incidental cuando
se dice que “admitida la demanda en la vía y forma propuestas por el actor, se mandó correr
traslado de ella a la demandada en el domicilio expresado”, pero sin saberse cuál es este
domicilio.
Semejante circunstancia tiende a demostrar a la luz de un sano razonamiento, que
tales esposos no han estado sometidos válidamente a la jurisdicción de ningún Tribunal
extranjero en lo referente al aludido divorcio, tanto más que, como se ha dicho, la
demandada, según manifestó su marido, tenía para la fecha de la sentencia un año que
efectivamente se había separado de él. El demandante no pudo ni expresa ni tácitamente
prorrogar la jurisdicción del Tribunal mejicano que dictó la referida sentencia, infringiendo
la norma establecida en el artículo 543 del Código de Procedimiento Civil.
No hay pruebas en los autos de que el demandante Luciani estuviera domiciliado en
Méjico para la época de su divorcio, y siendo el domicilio elemento fundamental para
determinar la competencia de los jueces en la esfera internacional, carece la Corte de este
elemento indispensable para apreciar y resolver la sentencia cuyo exequatur se solicita ha
sido dictada por autoridad judicial competente en la esfera internacional, como ya se ha
dicho, y menos para decidir si se le ha arrebatado o nó a Venezuela su jurisdicción, que
pudiera corresponderle para conocer de los juicios de divorcio de un matrimonio entre
venezolanos.
Por otra parte, no hay prueba en los autos de haberse efectuado el emplazamiento de
la demandada para el acto de la litis-contestación ni para ningún otro del proceso, pues en
el fallo, cuya fuerza ejecutoria se solicita, se establece que ella fué emplazada por el
Actuario del Tribunal el 2 de abril de 1943 “en el domicilio expresado”, sin haberse hecho
antes mención de domicilio alguno y sin constar en el expediente semejante actuación, o
sea la referente al emplazamiento de la señora Beatriz Maingot de Luciani.
Es doctrina constante y universalmente aceptada que las sentencias extranjeras no
pueden tener eficacia en otro país, cuando ellas han violado leyes referentes a la
competencia de los Tribunales del país en que han de tener ejecución, o cuando “han
distraído un ciudadano suyo de sus jueces naturales”.
No se demuestra que el Tribunal mejicano que dictó la decisión de que se trata,
tenía jurisdicción para ello, como se evidencia de los razonamientos que se dejan
expuestos. Si es admisible la prórroga de jurisdicción, tanto en lo internacional como en el
orden procesal interno, por ser autónoma la voluntad de los litigantes, ésta se halla sometida
a ciertas limitaciones que las partes deben respetar, siendo una de las más importantes la
que se contrae a la competencia del Tribunal que ha de conocer del negocio. Tan es así que
si en la esfera internacional es competente por razón del territorio, para conocer de toda
clase de asuntos civiles o mercantiles, el Juez a quien las partes se hubieren sometido
expresa o tácitamente, tal potestad no puede sustraerse al respeto debido a la soberanía de
cada Estado en el sentido de que “uno de los litigantes por lo menos, sea nacional del
Estado a que el Tribunal pertenece o tenga en él su domicilio”. Además, es inadmisible
internacionalmente la tácita o implícita sumisión del accionado a la Jurisdicción de un
Tribunal extranjero, si la tramitación del proceso se ha seguido en rebeldía y mucho menos
cuando no ha realizado el emplazamiento, como se observa en el caso contemplado.
En efecto, no hay constancia en los autos, como ya se ha manifestado, de diligencia
alguna tendiente a llevar a conocimiento de la demandada la acción de divorcio propuesta
contra ella, a objeto de que asumiera su defensa. Se ve pues, de lo expuesto que la señora
demandada no fue citada por el Tribunal mejicano que dictó la sentencia, cuya fuerza
ejecutoria pide el señor Roberto Luciani, esposo de aquélla.
Los principios anteriormente enumerados en el orden internacional son consagrados
por la legislación venezolana en los requisitos 2° y 3° del artículo 748 del Código de
Procedimiento Civil, para que procesa el pase o fuerza ejecutoria respecto de una decisión
emanada de autoridades extranjeras y son igualmente los proclamados por nuestro país,
cuando ratificó y manifestó su adhesión a los artículos 318 y 322, en su parte final, del
Código Bustamante.
De lo anteriormente expuesto se deduce que la sentencia de que se trata no reúne las
condiciones exigidas por los ordinales 2° y 3° del citado artículo 748 para constituir un
fallo legalmente librado, con la debida eficacia jurídica, que pudiera ser reconocido y
recibido en su fuerza ejecutoria, de esta Corte Federal y de Casación.
Por todo lo expuesto, esta Corte en nombre de la República y por autoridad de la
Ley, niega el exequatur pedido por el señor Roberto Luciani.
Regístrese y publíquese. – Archívese el expediente.
Dada, firmada y sellada en la Sala de Audiencias de la Corte Federal y de Casación,
en el Capitolio Federal, en Caracas a los treinta días del mes de enero de mil novecientos
cincuenta. – Año 140° de la Independencia y 91° de la Federación.
El Presidente,
Alberto Díaz
Vocal-Ponente
H. Bianchi
Vocales,
Héctor Parra Márquez
Rafael Ángel Camejo
C. Montiel Molero.
El Secretario,
Luis Valera Hurtado.