Convenio 169

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Convenio Núm.

169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales


La influencia del Convenio 169 si bien estos factores varían de país en país, y no alcanzan a
explicar completamente el fenómeno analizado, al menos ofrecen algunos elementos para
entender el mayor éxito que ha tenido el Convenio 169 en la región, en comparación con
otras regiones del globo. Parte de su influencia se ha reflejado en su carácter de modelo
inspirador de reformas constitucionales y legales en materia indígena en la región –de
modo que muchas de las nociones que lo articulan, como las de “pueblo y comunidad
indígena”, “auto identificación”, “territorios tradicionales”, “autonomía”, “consulta”, “usos
y costumbres”, entre otras – aparecen receptadas de una u otra manera en constituciones y
en normas legales en los distintos países de la región. Pero lo que importa a efectos de este
trabajo es que la influencia del Convenio 169 no se ha limitado al papel de “legislación
modelo,” a ser seguida por los poderes políticos locales. El Convenio 169 ha sido empleado
e invocado por las propias comunidades y pueblos indígenas, y por otros actores tanto
órganos públicos como organizaciones de la sociedad civil, que han actuado en defensa de
los derechos e intereses de esas comunidades. Y parte del empleo de ese instrumento
internacional ha consistido, justamente, en el litigio ante los tribunales locales y, en su caso,
ante los órganos del sistema regional de derechos humanos.
En el país se registran avances en el reconocimiento de los derechos de los pueblos
indígenas, por ejemplo, la creación y fortalecimiento de algunas instituciones con mandatos
específicos sobre derechos de los pueblos indígenas como la Defensoría de la Mujer
Indígena, DEMI, la Comisión contra la Discriminación y el Racismo, CODISRA, el Fondo
Indígena Guatemalteco, FODIGUA, y la Academia de Lenguas Mayas de Guatemala,
ALMG, entre otras, así como unidades y departamentos en Ministerios y Secretarías, el
Congreso de la República y en otros entes del Estado.
Además de resaltar estos avances en el reconocimiento de los derechos de los pueblos
indígenas, es importante recordar que persisten desafíos para hacer efectivos derechos
como el acceso a la justicia, salud, educación, alimentación, condiciones laborales dignas, a
la participación política, a la tierra y a un desarrollo integral, entre otros. Así mismo, la
ardua tarea de continuar luchando contra el racismo y la discriminación racial arraigada en
la sociedad guatemalteca.
En términos de legislación, el Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales de la OIT,
fue ratificado por el Congreso de la República en marzo de 1996 y entró en vigor en marzo
de 1997. Lleva 20 años en vigencia, siendo ley en Guatemala, pero con un incumplimiento
por parte del Gobierno de la República de regular mediante leyes y reglamentos el
Convenio.
Recientemente, se han dado resoluciones de la Corte de Constitucionalidad para dos casos
específicos, una hidroeléctrica y una mina metálica. Sin embargo, todos los proyectos de
inversión que se han hecho en estos veinte años podrían ser objeto de reparos porque no se
han hecho las consultas que establece el Convenio 169. Por otro lado, Guatemala es un país
con cerca de la mitad de la población indígena, por lo que, los esfuerzos del Estado de
Guatemala deberían ir encaminados a que en el en el próximo Censo de Población, se
determinen variables concernientes a la identidad étnica a la que se pertenece.
El acceso a la justicia es un derecho humano universal, que protege que cada ciudadana y
ciudadano pueda defender sus derechos, reclamar la reparación del daño causado, exigir
que se aplique sanción a quien vulneró ciertas garantías y, sobre todo, que la sociedad tenga
un sistema pronto, independiente, eficaz y pacífico para dirimir sus conflictos de toda
índole. Cuando ello no sucede, la credibilidad en las instituciones públicas, la posibilidad
de la paz social y de la consolidación de la democracia sufren amenazas, viendo reducida su
potencialidad.
En Guatemala, los pueblos indígenas presentan los más altos indicadores de negación de
justicia, discriminación y racismo estructural y limitaciones económicas, territoriales e
idiomáticas ante la pretensión de defender sus derechos. La agenda de la lucha contra la
impunidad reconoce en el sistema jurídico originario un punto clave, dada su eficiencia y
eficacia en la transformación de conflictos en las comunidades, su prestigio ancestral, su
armonioso proceder y sobre todo, su valor como dato cultural que debe ser preservado y
respetado.
En cuanto a la maternidad en adolescentes, la ENSMI 2014-2015 muestra que, el 16.8% de
las adolescentes indígena de entre 15 y 19 años ya son madres, mientras que el 4.4% ya
cuentan con su primer embarazo. En cuanto a los matrimonios a temprana edad, aunque se
aprobaron reformas al Código Civil, se insta al congreso de la República de Guatemala,
conocer las reformas al Artículo 83, sobre la prohibición de contraer Matrimonio, ni
autorizarse de manera alguna el matrimonio de menores de dieciocho (18) años de edad,
puesto que, en su mayoría, son las adolescentes indígenas las más vulnerables a ambas
situaciones. Por tanto, el Sistema de Naciones Unidas insta al Gobierno de Guatemala a
implementar políticas, medidas, planes y agendas que conlleve medidas que permita a la
población en general y en particular a los pueblos indígenas, el goce de sus derechos
humanos”.
Está comprobado que el acceso a los servicios de salud sexual y salud reproductiva,
incluida la planificación familiar, permite a las mujeres y mujeres jóvenes ampliar sus
opciones, tomar decisiones y planificar su vida. La inversión en las niñas y las adolescentes
indígenas, mejora las oportunidades para que accedan a mayores niveles educativos, al
empleo remunerado, a la participación ciudadana y a una vida mejor. Es una estrategia que
apoyará el logro de los ODS, al contribuir a que las personas y las familias salgan de la
pobreza y al desarrollo de los Pueblos y las Naciones.
En términos de participación política, las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos
de segunda generación, deberán considerar cambios al artículo 212 para que, especialmente
las mujeres mayas, garífunas, xincas y mestizas o ladinas, puedan tener mayor
representación en los cargos de toma de decisión, pues de un 12.9% (19 de 158) de mujeres
legisladoras, tan solo el 0.7% corresponde a mujeres indígenas, algo similar o peor se da en
el plano municipal.
Los Estados miembros de las Naciones Unidas, se han comprometido a través de la
Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indígenas, a
fortalecer las instituciones, culturas y tradiciones propias de los Pueblos Originarios,
respetando su gobernanza ancestral e incentivando su participación plena y efectiva en
todos los asuntos que les conciernen en materia de desarrollo. Por ello, es ineludible que en
la definición e implementación de las políticas de Estado en el marco del derecho a la
alimentación, se priorice el reconocimiento, la valoración y el fortalecimiento de la visión
de los pueblos indígenas en la producción, distribución y consumo de alimentos,
promoviendo sus sistemas alimentarios y de gestión de recursos naturales en sus territorios,
como una condición previa para alcanzar la soberanía, seguridad alimentaria y la
erradicación de la desnutrición y la pobreza en el país.
Se debe promover nuevos modelos de desarrollo inclusivos e incluyentes basados en
enfoque de derechos humanos que resalten la importancia de reconocer la diversidad y los
rasgos distintivos de los pueblos indígenas, así como valorar y aprovechar su identidad
cultural como un activo y un factor esencial para el desarrollo socio-económico de
Guatemala.
El Sistema de Naciones Unidas insta al Estado de Guatemala a implementar políticas,
medidas, planes y agendas que conlleven medidas que permita a la población en general y
en particular a los pueblos indígenas, el goce de sus derechos humanos.
Persisten barreras para el efectivo acceso de los pueblos y las mujeres indígenas a la justicia
ordinaria, con pertinencia lingüística y cultural. En este contexto, es positiva la aprobación
de la Política de acceso de los pueblos indígenas al Ministerio Público. Asimismo, ha sido
clave el reconocimiento del sistema jurídico de los pueblos indígenas en la jurisprudencia
de las Altas Cortes, incluyendo la necesidad de desarrollar pautas para la cooperación y
coordinación entre dicho sistema jurídico y la justicia ordinaria.
En el caso de Guatemala, los últimos informes sobre la implementación del Convenio 169
de la Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones de la OIT, los
cuales se basa en las observaciones y comentarios del Comité Coordinador de Asociaciones
Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF), de las Organización
Internacional de Empleadores (OIE), del Movimiento Sindical y Popular Autónomo
Guatemalteco, y de los Sindicatos Globales de Guatemala, incluyendo la Coordinación y
Convergencia Nacional Maya Waqib’ Kej, la Asociación de Abogados y Notarios Mayas
de Guatemala (NIM AJPU), las Asociación Sobrevivencia Cultural, Comité de Unidad
Campesina (CUC), Alianza Política Sector de Mujeres, Colectivo Ecologista Madre Selva y
Autoridades Ancestrales Maya, Garífuna y Xinca, han demostrado avances con relación a
la generación de políticas públicas, fortalecimiento institucionalidad y desarrollo
socioeconómico por sector para atender a los Pueblos Indígenas; no obstante, todavía falta
mucho por hacer con relación al cumplimiento de varios artículos del convenio 169
(artículo 2, 6, 7 y 33), al igual que establecer inversión pública para cumplir con el mandato
de estas iniciativas institucionales para implementar políticas, programas y proyectos que
reconozcan los derechos y desarrollo de los Pueblos Indígenas. Con base a este contexto de
desarrollo y los respectivos mandatos, objetivos y procedimientos, la Fundación Indígena y
La Ruta, Reunión entre Pueblos, prevén que en el marco de su convenio de cooperación
pueda centrarse en concordancia con los objetivos de IPARD, aplicados exclusivamente a
Guatemala en las siguientes áreas de interés común.

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