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La Viuda de Apablaza

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CUESTIONARIO N° 3

“LA VIUDA DE APABLAZA”

Nombre: Curso: Fecha:

Objetivo: Reconocer las características principales del género dramático, identificando


conflicto dramático, carácter dialógico, y ambientación.

Antes de la lectura:
1. Según tu punto de vista ¿Qué dificultades crees que tenía el ser “Viuda” en el Chile
del 1920?

“LA VIUDA DE APABLAZA”


GERMÁN LUCO CRUCHAGA

PERSONAJES

REMIGIO. Campesino

CELINDA. Sirvienta

LA VIUDA. La viuda de Apablaza

ÑICO. Hijastro de la Viuda

DON GELDRES. Español negociante

DOÑA MECHE. Esposa de Don Geldres

FLORA. Sobrina de La viuda

Reseña de la escena
Transcurren dos años desde que Ñico y la Viuda se han casado, durante
ese tiempo el joven ha tomado el control de las propiedades y cambiado
las relaciones de producción, marginando a la Viuda de las funciones que
solía desempeñar. Finalmente, se desencadena la tragedia cuando Ñico
decide llevar a vivir a Florita (su amante) a la casa, en ese momento la
Viuda despojada ya del poder y respeto que solía tener, toma una fatal
decisión.

Escena 5
REMIGIO.- (Entra con dos canastos y un saco de ropa.) Quean dos viajes má... Las niñas vienen por
ey... ¿Aónde pongo estos trastos...?

ÑICO.- Señora, vaya usté a indicarle a éste, las piezas que les ha dao... Acuérdese que la Flora y la
Celinda, que llegan a nuestra casa, son sobrinas suyas y usté les da cabimento pa que no hable la
gente... ¿Cuál será el plan de Ñico?

LA VIUDA.- O pa que hable má y me compadezca... ¡Habís de pagar caro esta vergüenza!


¡Nunquita tu paire me dio ni una fatiga y agora viene el salto a recondename a penas...!

ÑICO.- El salto es su marío agora y se lo manda... ¡Y no rezongue má, señora, mire que yo no tengo
árguenas de aguantaeras...! Vaya pa entro y disponga too... Seguila, Remigio... (Pausa.)

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LA VIUDA.- No ey dir... Pa eso, los forasteros son los dueños de mi casa y pueen disponer de toas
layas... Yo no soy sirviente de naiden... Estaría conforme con que vos me hubiérai quitao mi hijuela y
mi plata; pero que no vengan a cebase con la pobre viua, robándole lo qu'ella quería... No me obliguí
a que sea sirvienta d'ellas... Primero muerta, hecha peazos... Saqueen la casa si les gusta, porque soy
una aparecía, un ánima de lo que juí... Ey tá too... Pero a mí orvíenme, porque tengo la lepra de
haberte querío, ¡guacho maldito!

ÑICO.- Señora, no se ajite ¡por la gran flauta...!

LA VIUDA.- Tey de penar hasta que te rompai el bautismo en un barranco o te


empantaní en un hualve... Cueros nuan de faltar tampoco pa que te ahoguen en el vao el río... Los
chonchones ti'han de arrancar los ojos... ¡Tieso, agusanao, poirío tey de ver, como tenís el corazón
agora pa espreciarme...! ¡Culebronazo requetemaldecío...! ¡Hacela llorar a una que jué mejor con
él qu'el pan candial...! ¡Maldito...! ¡Hacela llorar a una que era más hombre que naiden...!
(Mutis llorando. Pausa.) ¿Por qué La
viuda recalca
que ella era
“más hombre
ÑICO.- Se duebla el fierro con ser fierro y no se va a dueblar uno qu'es de carne y güeso... que nadie”?
¡Bien maldito qu'estoy con lo qu'hice...! ¡Ónde se le va a ocurrir encelarme, cuando ya las
cosas no tiene remedio...! ¡Esta vieja tiene
más pelos qui'agua...! ¿No le gustó un guaina? ¡Que corcovee, entonces...! Y, al fin de cuentas, yo no
estoy pa enrabiame la vía y venir a encendeme la sangre... ¡Si le pica, que se rasque con una coronta!
Agora que soy don, tengo derecho pa elegir mi moza... Como ella m'eligió a mí, haciéndome
espreciar a la Flora... ¿No te parece, Remigio?

REMIGIO.- Como no pus, Ñico... Tu güeno que te cuesta.

ÑICO.- Me habrán creído tranqueaor por la línea y pegaor a la mala... ¡Eso nunca...!

REMIGIO.- Y pa eso, estoy yo: ¡Tá su amigo pa ayudalo en too...! En jamás, ey


conocío el mieo ni la plata...

ÑICO.- ¿Yo era el patrón coilero entonces?

REMIGIO.- ¿Cuándo tenís la pana más grande que la cuerpá? No le aflojís ni un pelo.

ÑICO.- Tate callao... Si yo soy como esos lazos de cuero e lobo: s'estiran como cuerdas
de vigüelas; pero no aflojan renunca...

REMIGIO.- Entonces la viua no dispone ná.

ÑICO.- La viua dispondrá lo que yo ordene... ¡No faltaba má...! REMIGIO.- ¡A

tiempo...! Ey vienen las chiquillas...

ÑICO.- Llegan a mi casa... Éjame haceme el sorprendío... Espués de la rabia que mi'ha dao la viua se
me puee conocer demasiao el gustazo que me da ver a la Florita en mi casa... Y oye, Remigio, a las
mujeres hay que aparentales indeferiencia porque, de lo contrario, nos hacen barrer el suelo con la
lengua... Te lo igo yo qu'ey aprendío en ese libro viejo y matrero de la viua...

REMIGIO.- ¡Lindas payas cuando uno está enamorao...!

ÑICO.- ¡Ey vienen...! (Entra FLORA y CELINDA, con su guagua en brazos y


algunos canastos y envoltorios de ropa.)

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REMIGIO.- ¡Puchas que vienen acalorás...!

CELINDA.- Podíai haberme eyudado a trer a Remigito siquiera... ¿Qui'ubo, Ñico...? ÑICO.-

¡Salú, mi alma! ¿Cómo le va...? ¿Qué ice la Florita...? ¿Y la guagua...?


¡Qu'está lindo el chiquillo!

REMIGIO.- Íden al taita e su paire...

FLORITA.- ¡Estoy tan nerviosa...! ¡Me parece mentira que esté otra vez en la casa de mi tía...!

ÑICO.- Es mi casa... Aquí el dueño soy yo y la hospitaliá se la agradecen a este pecho...

FLORITA.- Por bueno a las derechas tey conocío... ÑICO.- Naa e

bondá... Es más el cariño, m'hijita...

CELINDA.- (A REMIGIO.) ¡Apriende vos a ser bien hablao...!

REMIGIO.- Yo no hablaré tan bien como el Ñico..., pero ey tenís en los brazos algo que te habla
claro e mi cariño... Nosotros los gañanes no sabimos ecir las cosas... Las hacimos y si'acabó...

CELINDA.- ¡Dios te guarde...!

REMIGIO.- Muchas gracias... (Pausa.)

FLORITA.- ¿Y mi tía...?

ÑICO.- Aentro.

REMIGIO.- Pa'entro se escuendió...

FLORITA.- ¿Y por qué?

ÑICO.- Por lo mesmo...

FLORITA.- ¡Ah!

CELINDA.- ¿Sigue la cuestión entonces? ÑICO.-

¡No hay cuestión..., aquí talla Ñico...!

REMIGIO.- Aquí talla Ñico y la viua se rasca...

ÑICO.- ¡Cállate, insolente!

REMIGIO.- Discurpe, su mercé...

FLORITA.- Volveremos a las mismas historias... ¡No importa...! Aunque tenga que ¿Qué siente
sufrir todos los días, yo me queo en tu casa... ¡Por algo soy tu moza! Ella podrá haber Florita al
volver a la
pasado por las dos leyes contigo; pero no te ha dado el corazón ni vos tampoco a ella... casa de su
Tú soi má mío que nadie... ¿No es cierto, Ñico? tía?

ÑICO.- Ciertito, Flora... Por eso, te traje pa'cá... Aquí viviremos felices y si hay penas que aguantar, a
la esparda con ellas... Nos querimos pa sufrir... Ella no quiso que vos fuérai mi compañera a la
güena..., y nos encontramos a la mala... De toas

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layas el cariño es güeno como la miel... Y vayan a ver las piezas... Las mismas que tenían cuantuá...
La comía está hecha en horno de ustedes... Hay que pasar los tragos malos y desimular..., desimular
muchazo... Oye, Remigio, anda ve con la Celinda pa que le acomodís los monos... Nosotros vamos al
tiro...

REMIGIO.- ¡Ándale, negra...! ¡Pobrecito m'hijo que entuavía no conocía las casa e tejas...!

CELINDA.- No dilaten mucho pus...

FLORITA.- Ya vamos nosotros... (Mutis CELINDA y REMIGIO. Pausa.) ÑICO.-

¿Me querís harto..., pero harto?

FLORITA.- ¡Las preguntas tuyas...! ¡Te quiero a morir...! ÑICO.-

Me querís con pica entonces...

FLORITA.- Sí.

ÑICO.- ¡Venga, mi guacha, pa'abrazala...! Está en su casa... Too es suyo... Le voy a mirar los ojos
pa curdiala y que no sufra...

FLORITA.- Too lo soportaré por ti...ÑICO.- ¡Qué carguen conmigo, pero que naiden ¿Qué actitud
asume Ñico al
me la palabree ni me la miren tan siquierita...! ¡Harto codicioso qu'estoy e mi Flora! traer a su
¡Tan suave qu'es mi borreguita...! “amante” a
la casa??
FLORITA.- En queriéndonos, too lo demás pasa...

ÑICO.- Y, como los dos nos desarmamos e cariño, que temporalee, que truene. ¡Y endei qué pus!

FLORITA.- Al fin estamos uníos y vamos a vivir bajo el mismo techo.


¿Qué ocurre
ÑICO.- ¡Y pa siempre! (La abraza cariñosamente. De pronto suena un disparo de finalmente
revólver en el interior de la casa.) ¿Pero qu'es eso...? ¿Qué ha pasao? (En el intervalo con La
de silencio que sigue, mientras todos se muestran consternados y aparecen corriendo viuda?
REMIGIO y CELINDA, ésta con el niño en brazos, ÑICO entra en la casa y sale
inmediatamente, tapándose la cara horrorizado y mesándose los cabellos.) ¡Por Diosito...!

CELINDA.- ¿Qué ha sucedío, Virgen Santa...?

REMIGIO.- ¡Tése callaíta usté...! ¡Puchas la esgracia grande...!

FLORITA.- ¡Too por mi culpa...! Por entrometía y por haberte querío...

ÑICO.- ¡Recontra mala suerte...! Ella me había recogío guacho perdío, cuando yo andaba con las
carnes al adre y no tenía ni un piazo e pan que llevarme a la boca... Y agora está muerta. ¡Muerta por
la vía...! Ella que me enseñó a trabajar. Con ella me gané mi primera yunta e güeyes y cuando ella
más que quería, se me torció el corazón... ¡Si'ha matao la viu...! ¡Si'ha matao! Y yo que la quería más
que a mi maire, más que a naiden en el mundo...

REMIGIO.- ¡Mal'haya sea nunca...!

ÑICO.- (Abrazando a FLORITA.) A naiden la quería como a ella; pero vos, m'hijita linda, erai mi
debiliá... ¡Éjame llorar por la viua, que si'ha esgraciao pa dejarme gozar solo, antes e morirse e la
pena de vernos...! ¡Éjame llorar por la viua...!

Después de la lectura:
1.- ¿Por qué se le atribuyen características masculina a “La viuda”? ¿Por qué ocurre esto?
2.- ¿Crees que la decisión final de La viuda fue la correcta? Explica.

3.- ¿Por qué Ñico, al final, llora por La viuda? Explica.

Ticket de salida
1.- ¿Qué conflictos humanos y de la época se pueden inferir de
la lectura de “La viuda de Apablaza”?

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