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STC10844 2020

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LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

Magistrado ponente

STC10844-2020
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00
(Aprobado en sesión virtual de dos de diciembre de dos mil veinte)

Bogotá, D. C., dos (2) de diciembre de dos mil veinte


(2020)

Se decide la salvaguarda impetrada por Gólox S.A. y


Gólox y Bebidas y Snacks S.A. en liquidación, a la Sala Civil
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de esta ciudad,
integrada por los magistrados Manuel Alfonso Zamudio
Mora, German Valenzuela Valbuena y Óscar Fernando Yaya
Peña, con ocasión del juicio declarativo con radicado Nº
2014-0344-02, incoado por las gestoras contra Contac
Center América S.A., ahora Américas Bussines Process
Servicios S.A., con demanda de reconvención de esta última
respecto a aquéllas.

1. ANTECEDENTES

1. Las reclamantes imploran la protección de sus


prerrogativas al debido proceso y acceso a la administración
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

de justicia, presuntamente violentadas por la autoridad


accionada.

2. Del escrito inaugural y la revisión de las pruebas,


la causa petendi permite la siguiente síntesis:

El 21 de febrero de 2020, el Juzgado Primero Civil de


Circuito de Bogotá profirió sentencia en el decurso
promovido por las impulsoras frente a Contac Center
América S.A., ahora Américas Bussines Process Servicios
S.A.

Inconformes con lo decidido, las sociedades actoras


formularon apelación, cuya resolución correspondió a la
colegiatura confutada.

El 9 de marzo postrero, se admitió la alzada y, el 9 de


junio ulterior, al tenor de lo reglado en el artículo 14 del
Decreto Legislativo 806 de 4 de junio anterior, se les corrió
traslado a las tutelantes, por cinco (5) días, para sustentar
el recurso impetrado y, además, se reconoció personería al
abogado Andrés Alejandro Díaz Huertas para actuar como
apoderado de aquéllas.

El 19 de junio del presente año, la corporación


encausada declaró desierto el medio de defensa vertical
incoado por la querellante, aduciendo que la argumentación
de la apelación no se había allegado al diligenciamiento en
la oportunidad concedida.

2
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

Por tal motivo, la accionante pidió la nulidad de las


actuaciones, pues se aplicó de manera indebida el tránsito
de legislación entre el artículo 327 del Código General del
Proceso y el canon 14 del Decreto Legislativo 806 de 4 de
junio de 2020; además, alegó lo siguiente:

“(…) Para el tiempo de la expedición de los referidos autos, no


existía un mecanismo accesible ni idóneo para que las partes
del proceso (…) pudieran acceder vía digital al contenido de las
providencias, lo que claramente atentó contra la garantía del
debido proceso y del derecho de contradicción de las apelantes
(…)”.

El 13 de julio siguiente, el tribunal atacado


desestimó la invalidez rogada, porque, en su decir, el auto
que corrió traslado para sustentar la alzada, se les notificó
a las accionantes, de conformidad con el artículo 9° del
reseñado decreto, sin ser protestado.

Las precursoras impetraron reposición reiterando que


no se les brindaron mecanismos idóneos para acceder a la
providencia materia de controversia y,

“(…) [a]dicionalmente, se pone de presente que el suscrito


apoderado es una persona ciega, la cual no cuenta con acceso
directo a la revisión electrónica de los procesos en la Rama
Judicial, dependiendo siempre de su asistente para hacer dicha
revisión (se acredita mi discapacidad con certificado e historia
clínica que acompaño con el presente memorial). Mi asistente,
como se puede apreciar en los correos que también anexo con
este recurso, en los días 9, 10, 19 y 23 de junio de 2020 no me
informó de que había habido novedad en el proceso en cuestión.
Sólo hasta el 30 de junio me reportó por correo electrónico que
había existido la novedad del 9 y 19 de junio. Por lo tanto, no
hubo manera que yo (sic) me enterara de la expedición de tales
autos, pues, insisto, de forma directa no puedo hacer la
consulta de procesos en la página de la Rama Judicial,
3
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

dependiendo siempre de mi asistente administrativa, quien de


hecho se encuentra trabajando desde su casa y yo desde la mía
por razón del aislamiento obligatorio decretado por el Gobierno
Nacional, situación de distanciamiento que claramente también
afecta en mi forma de trabajo (…)”.

“(…) En cuanto a mi particular situación de discapacidad, el


Tribunal de Bogotá debe tener en cuenta lo indicado en el inciso
[4°] del artículo 2 del Decreto 806 de 2020 (…)”.

“(…)”

“(…) Es claro que por mi situación de discapacidad enfrento


barreras de acceso a las tecnologías de la información y las
comunicaciones, por lo que soy sujeto de especial atención y
requiero de la garantía del Tribunal en aras de la protección no
sólo de mi derecho de acceso a la administración de justicia y el
de mis poderdantes, sino a mi derecho al trabajo y a ejercer una
profesión, por lo que pido a su despacho se tenga en
consideración esta situación como lo ordena [el citado canon,
con el fin de obtener la revisión] y [el] estudi[o] de fondo la
solicitud de nulidad (…)”.

El remedio horizontal incoado, fue rituado como


súplica, la cual se zanjó en pronunciamiento de 26 de
octubre pasado, en donde se denegaron los pedimentos de
las actoras porque, entre otras razones, el abogado de
aquélla, aun cuando refirió ser invidente,

“(…) él mismo (…) indicó que [contaba] con un colaborador y que


éste, en varios correos, no le informó de novedad alguna en el
proceso sino hasta el 30 de junio; [por tanto,] es claro que no se
encontraba desprovisto de medios para la consulta de las
actuaciones y decisiones surtidas en este trámite, máxime que
los asuntos internos entre [aquél] y su asistente no pueden
repercutir el devenir procesal (…)”.

Para las promotoras, el ritual acusado cercenó su


prerrogativa a la doble instancia, por cuanto (i) el auto
mediante el cual se le corrió traslado, por cinco (5) días, no
4
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

se le notificó adecuadamente, pese a contar con su correo


electrónico; (ii) no se tuvo en cuenta que su apoderado
Andrés Alejandro Díaz Huertas padece de “discapacidad
visual total”; (iii) el modo de ingreso virtual para consultar
los procesos es “engorroso” y sin un instructivo o tutoriales
de la Rama Judicial para las partes y, menos para personas
de las condiciones especiales como las de su mandatario; y
(iv) se aplicó de forma irregular el tránsito de legislación en
materia de recursos.

3. Solicitan, por tanto, dejar sin efecto el


procedimiento reprochado y, en su lugar, tramitar,
adecuadamente, la apelación formulada.

I.1. Respuesta del accionado y de los vinculados

1. La corporación confutada defendió la legalidad de


sus actuaciones.

2. Américas Bussines Process Servicios S.A.


manifestó que no se quebrantó prerrogativa alguna al
interior del decurso censurado

3. Los demás convocados guardaron silencio.

2. CONSIDERACIONES

1. La controversia estriba en determinar si el tribunal


accionado vulneró las garantías superlativas de las
petentes, con ocasión de la notificación efectuada respecto
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Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

del auto de 9 de junio de 2020, mediante el cual, en


aplicación de lo reglado en el artículo 14 del Decreto
Legislativo 806 de 4 de junio de 2020, se les concedieron
cinco (5) días para sustentar, por escrito, el recurso de
apelación por ellas impetrado.

1.1. En primer lugar, se hace necesario insistir, como


ya lo ha expresado esta Sala1, que el acceso a internet es un
derecho fundamental y al mismo tiempo un servicio
público.

El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones


Unidas reconoció en el informe del 20° período de sesiones
de 29 de junio de 2012, “la naturaleza mundial y abierta de
Internet como fuerza impulsora de la aceleración de los
progresos hacia el desarrollo en sus distintas formas”, y
exhortó a sus Estados miembros, a promover y facilitar “el
acceso a Internet, y la cooperación internacional encaminada
al desarrollo de los medios de comunicación y los servicios de
información y comunicación en todos los países”.

Igualmente, manifestó que los derechos de las


personas también deben estar protegidos con el acceso y
uso de Internet, resaltando la necesidad de salvaguardar la
libertad de expresión de cada individuo, de conformidad con
el artículo 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos2.
1
CSJ. STC3610-2020 de 4 de junio de 2020, exp. 11001-22-03-000-2020-00548-01 y CSJ.
STC3586-2020 de la misma data, exp. 11001-22-03-000-2020-00548-01.
2
“1. Nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones. 2. Toda persona tiene derecho a la
libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir
informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea realmente, por
escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección. 3. El
ejercicio del derecho previsto en el párrafo 2 de este artículo entraña deberes y
6
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

Luego, el mencionado organismo en otro informe de


sesión3, expresó sobre la importancia de facilitar y ampliar
el acceso a Internet, bajo un enfoque de los Derechos
Humanos que permita cerrar la brecha tecnológica en las
que se encuentran algunos países, en los cuales, la
“alfabetización digital”, aún no ha sido implementada en el
respectivo sistema educativo público.

De lo anterior, se desprende, sin asomo de duda, que


el acceso al internet es una prerrogativa fundamental con la
se le asegura a cada persona, no solo la posibilidad de
recibir y almacenar aquella información que antes percibía
de forma analógica, sino también, la materialización de
intercambiar ideas con otros usuarios del ciberespacio, sin
importar la distancia en que cada uno se encuentre.

En el ámbito local, el derecho de acceso al internet se


encuentra sometido bajo el principio de “sostenibilidad
fiscal”4, de ahí la existencia de subsidios en materia de
servicios públicos de telecomunicaciones para las personas
de menores ingresos5; sin embargo, esta discriminación,
aunque positiva, evidencia la falta de implementación de
una política gubernamental que permita a todo individuo de
responsabilidades especiales. Por consiguiente, puede estar sujeto a ciertas restricciones, que
deberán, sin embargo, estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para: a) Asegurar
el respeto a los derechos o a la reputación de los demás; b) La protección de la seguridad
nacional, el orden público o la salud o la moral públicas”.
3
Informe del 32º período de sesiones de 27 de junio de 2016.
4
Acto Legislativo 03 de 2011
5
Artículo 69 de la Ley 1341 de 2009, establece: “Autorízase a la Nación a presupuestar los
recursos necesarios para pagar el déficit entre subsidios y contribuciones derivados de la
expedición de la Ley 812 de 2003. La Nación pagará el ciento por ciento del monto del déficit
generado por la Ley 812 en las siguientes tres (3) vigencias presupuestales a la aprobación de
la presente ley, para lo cual se tendrá en cuenta la verificación que realice el Ministerio de
Tecnologías de la Información y las Comunicaciones del cumplimiento de los límites, en cuanto
a subsidios, derivados de la aplicación de la Ley 142 de 1994”.
7
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

la sociedad alcanzar una garantía que, a nivel


internacional, ha sido reconocida como esencial para el
desarrollo de la comunicación y la libre expresión.

A partir de los cambios tecnológicos que ha


experimentado la humanidad, se han implementado
herramientas vinculadas con el consumo y transmisión de
la información; métodos que se han denominado,
Tecnologías de Información y Comunicaciones – TIC.

De tal modo, que hoy el acceso a internet es un


derecho humano y, por lo tanto, es fundamental, digno de
protección para el acceso masivo; también, como
herramienta esencial es un servicio público, que debe servir
para cerrar brechas, para avanzar en todo el desarrollo
humano, especialmente en educación, en acceso a la
justicia y en progreso tecnológico. Nuestra Constitución de
1991, el bloque de constitucionalidad, decisiones emanadas
del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas,
como la - “promotion, protection, and enjoyment of human
rights on the internet” constituyen premisas básicas para el
acceso de las personas al internet, en concordancia con el
art. 19 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos.

En nuestro ordenamiento jurídico, la implementación


de las TIC tiene su origen en el artículo 95 de la Ley 270 de
1996, en el cual se estableció:

8
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

“(…) El Consejo Superior de la Judicatura debe propender por la


incorporación de tecnología de avanzada al servicio de la
administración de justicia. Esta acción se enfocará
principalmente a mejorar la práctica de las pruebas, la
formación, conservación y reproducción de los expedientes, la
comunicación entre los despachos y a garantizar el
funcionamiento razonable del sistema de información (…)”.

“(…) Los juzgados, tribunales y corporaciones judiciales podrán


utilizar cualesquier medios técnicos, electrónicos, informáticos y
telemáticos, para el cumplimiento de sus funciones (…)”.

“(…) Los documentos emitidos por los citados medios,


cualquiera que sea su soporte, gozarán de la validez y eficacia
de un documento original siempre que quede garantizada su
autenticidad, integridad y el cumplimiento de los requisitos
exigidos por las leyes procesales (…)”.

“(…) Los procesos que se tramiten con soporte informático


garantizarán la identificación y el ejercicio de la función
jurisdiccional por el órgano que la ejerce, así como la
confidencialidad, privacidad, y seguridad de los datos de
carácter personal que contengan en los términos que establezca
la ley (…)”.

Posteriormente, el legislador expidió la Ley 527 de


1999, mediante la cual “(…) se define y reglamenta el acceso
y uso de los mensajes de datos, del comercio electrónico y de
las firmas digitales, y se establecen las entidades de
certificación (…)”, expresándose en su artículo 2 que se
entenderá como “mensaje de datos”, la “información
generada, enviada, recibida, almacenada o comunicada por
medios electrónicos, ópticos o similares, como pudieran ser,
entre otros, el Intercambio Electrónico de Datos (EDI),
Internet, el correo electrónico, el telegrama, el télex o el
telefax (…)”.

9
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

Por su parte, el canon 10 de dicha normativa,


expresa:

“(…) Los mensajes de datos serán admisibles como medios de


prueba y su fuerza probatoria es la otorgada en las
disposiciones del (…) Código de Procedimiento Civil (…)”.

“(…) En toda actuación administrativa o judicial, no se negará


eficacia, validez o fuerza obligatoria y probatoria a todo tipo de
información en forma de un mensaje de datos, por el sólo hecho
que se trate de un mensaje de datos o en razón de no haber
sido presentado en su forma original (…)”.

Estas disposiciones del ordenamiento nacional


constituyen un desarrollo de la Ley Modelo sobre Comercio
Electrónico aprobada por las Naciones Unidas, en la 85ª
sesión plenaria de 16 de diciembre de 1996, redactada por
la CNUDMI6, en la cual se forjaron los principios
fundamentales de “no discriminación, neutralidad y
equivalencia funcional”, respecto de los medios técnicos y la
información allí contenida o recopilada. Al respecto, ese
organismo definió tales principios, así:

“(…) El principio de la no discriminación asegura que no se


denegarán a un documento sus efectos jurídicos, su validez o su
ejecutabilidad por la única razón de que figure en formato
electrónico. El principio de la neutralidad respecto de los medios
técnicos obliga a adoptar disposiciones cuyo contenido sea
neutral respecto de la tecnología empleada. Ante la rápida
evolución tecnológica, el objetivo de las reglas neutrales es dar
cabida a toda novedad que se produzca en el futuro sin
necesidad de emprender una labor legislativa. En el principio de
la equivalencia funcional se establecen los criterios conforme a

6
Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional.
10
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

los cuales las comunicaciones electrónicas pueden equipararse


a las comunicaciones sobre papel (…)”7.

Es claro, la finalidad de esa regulación es la de


posibilitar y facilitar el comercio por medios electrónicos,
ofreciéndole a los Estados “un conjunto de reglas
internacionalmente aceptables encaminadas a suprimir los
obstáculos jurídicos y a dar una mayor previsibilidad al
comercio electrónico”8.

Ahora, ante la necesidad de identificar plenamente la


persona que emite el mensaje de datos y la veracidad de su
contenido, la CNUDMI implementó la Ley Modelo sobre
Firmas Electrónicas de 2001, señalando que

“(…) [c]uando la ley exija la firma de una persona, ese requisito


quedará cumplido en relación con un mensaje de datos si se
utiliza una firma electrónica que, a la luz de todas las
circunstancias del caso, incluido cualquier acuerdo aplicable,
sea fiable y resulte igualmente apropiada para los fines con los
cuales se generó o comunicó ese mensaje (…)”9.

La “firma electrónica”, fue definida por esa norma,


como

“(…) los datos en forma electrónica consignados en un mensaje


de datos, o adjuntados o lógicamente asociados al mismo, que
puedan ser utilizados para identificar al firmante en relación
con el mensaje de datos e indicar que el firmante aprueba la
información recogida en el mensaje de datos (…)”10.

7
https://uncitral.un.org/es/texts/ecommerce/modellaw/electronic_commerce
8
ídem
9
Artículo 6
10
Artículo 2
11
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

Lo anterior, apenas se trata del acceso del derecho


contemporáneo a la esfera de los mensajes de datos y a las
redes; como punto de partida para transformar una
administración de justicia edificada en el consumo del papel
que aniquila bosques, y soportada en la tramitología hacia
la gestación de una justicia digital relacionada con los
derechos y deberes alrededor del ciberespacio y a la
aplicación de las tecnologías electrónicas para una solución
más ágil de las demandas de protección de derechos
subjetivos.

Ahora, con la entrada en vigor del Código General del


Proceso, se estableció que “(…) en todas las actuaciones
judiciales deberá procurarse el uso de las tecnologías de la
información y las comunicaciones en la gestión y trámite de
los procesos judiciales, con el fin de facilitar y agilizar el
acceso a la justicia, así como ampliar su cobertura (…)”11.

Lo señalado pone de manifiesto como tanto en


instrumentos internacionales atrás reseñados, donde
Colombia participó; así, como en el ordenamiento nacional,
tanto en la Ley 270 de 1996, en la Ley 527 de 1999 hace
más de veinte años, y recientemente con el C. G. del P. se
viene dando eficacia jurídica a la comunicación electrónica,
guiada entre otros principios, por los de equivalencia
funcional y neutralidad electrónica para señalar.

Estos principios, en cuanto se debe atribuir validez


jurídica, eficacia procesal y probatoria a los mensajes de

11
Artículo 103.
12
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

datos consagrados en la ley en forma similar a los


expresados en medios escritos o en actos físicos o
materiales previstos en la ley, de modo que la comunicación
en soporte electrónico y cuanto por ese medio se ejecute,
tiene eficacia probatoria, como el de los documentos o
actuaciones escritas. A la par, desde el punto de vista
sustantivo, el mensaje de datos permite expresar la
voluntad para los sujetos derecho o los del proceso, así
como para sus actuaciones, generando derechos,
obligaciones, deberes para quienes intervienen en la
relación virtual, sin que se pueda alegar vicio alguno por el
solo hecho de proceder de un medio electrónico; por
consiguiente, la fuerza jurídica cobija lo procesal, lo
probatorio, los actos jurídicos y la propia firma, de
conformidad con el conjunto normativo nacional e
internacional arriba enunciado, siempre y cuando cumplan
los requisitos de fiabilidad, inalterabilidad y rastreabilidad
que también gobiernan la base documental o el escrito
tradicional, por cuanto aunque lo vertido en papel y en
mensaje de datos son diferentes, funcionalmente son
iguales, y desde la Ley 527 de 1999 cumplen iguales
funciones, propósitos y finalidades.

Por ello la Corte Constitucional refiriéndose a un


debate constitucional donde se acusó por inconstitucional,
al artículo 6 de la Ley 527 de 1999, entre otras
disposiciones constitucionales, frente al mandamiento
escrito previsto en el art. 28 de la Constitución vigente para
la restricción de la libertad personal, no halló infracción
alguna, y además, adujo que el mismo art. 148 de la Ley
13
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

906 de 2004, señala que “En la actuación [procesal penal] se


podrán utilizar los medios mecánicos, electrónicos y técnicos
que la ciencia ofrezca y que no atenten contra la dignidad
humana y las garantías constitucionales”, declarando
exequible el texto, adoctrinando, en cuanto viene al
presente asunto:

“(…) Dicha disposición señaló en efecto que los juzgados,


tribunales y corporaciones judiciales podrán utilizar
cualesquiera medios técnicos, electrónicos, informáticos y
telemáticos, para el cumplimiento de sus funciones y que los
documentos emitidos por los citados medios, cualquiera que sea
su soporte, gozarán de la validez y eficacia de un documento
original siempre que quede garantizada su autenticidad,
integridad y el cumplimiento de los requisitos exigidos por las
leyes procesales. Es decir que bajo el presupuesto del
cumplimiento de los requisitos aludidos un mensaje de datos
goza de validez y eficacia (…)”12.

El numeral 10º del artículo 82 del comentado plexo


legal, estipula que la misma debe contener el siguiente
requisito:

“(…) El lugar, la dirección física y electrónica que tengan o


estén obligados a llevar, donde las partes, sus representantes
y el apoderado del demandante recibirán notificaciones
personales (…)” (negrillas propias).

Como se infiere, el legislador impone al demandante


la obligación de indicar su dirección electrónica y la que
conozca del extremo pasivo, de modo que no se trata de
voluntad o facultad en proporcionar esa información, sino
de un “deber” en el ámbito jurídico.
12
Corte Constitucional. Sentencia C-831 de 2001. M. P. Álvaro Tafur Galvis.

14
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

2. Para la Sala, de manera frontal se conculcaron los


derechos fundamentales al debido proceso y acceso a la
administración de justicia de las reclamantes porque, tal
como lo refirió el abogado de éstas, en la nulidad propuesta
frente a la decisión de 19 de junio de postrero, en donde se
declaró desierta la alzada por falta de fundamentación, no
existe un mecanismo accesible ni idóneo que permita
conocer el contenido de las providencias atacadas, menos
aún, para quienes se encuentran en las particulares
circunstancias de dicho profesional.

Lo antelado, porque la Corte aprecia que, para


rastrear un decurso por internet, como el de las gestoras, se
ingresa a través del portal de la Rama Judicial13 y, de allí se
accede al link de consulta de procesos ubicado en la parte
lateral izquierda de la pantalla, el cual dirige a lo siguiente:

13
https://www.ramajudicial.gov.co/
15
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

De las tres (3) opciones disponibles, la que permitió


un ingreso más célere con los datos del asunto y de las
partes, fue la denominada “consulta de procesos nacional
unificada”.

Allí, una vez con el nombre de las partes, en ese caso


de las tutelantes, el departamento, ciudad, entidad,
especialidad, no resulta ágil encontrar el historial de la
actuación refutada, pues para indicar cuál es el despacho
del magistrado sustanciador, se despliega una ventana con
números que no permiten identificarlo; además, en ninguna
de las providencias acusadas o en el portal de la Rama
Judicial, se puede establecer quién es el funcionario
encargado de impulsar los trámites.

En esa medida, habría que probar el gran cúmulo de


enlaces hasta encontrar, de manera fortuitita, más no por
información o instrucción del portal, el despacho
correspondiente; además, el link de “despacho de la sala”,

16
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

tarda en cargarse y, pese a ello, no se obtiene ningún


resultado, siendo más efectivo ingresar a través de la opción
por búsqueda radicado.

Empero, en esa sección, no es posible descargar


ninguna de las providencias allí referidas, cuestión que
hace regresar al “inicio” de la página de la Rama Judicial.

En la parte inferior izquierda desplazando el cursor


hacia abajo, se llega a “Tribunales Superiores”, enlace que
dirige al mapa de Colombia y permite escoger la ciudad del
departamento, en este caso Bogotá y, luego “Sala Civil”,
nuevamente aflora un listado de despachos que no permite
ninguna identificación; por ello, resulta mejor acceder por el
último link que atañe a la “Sala Civil del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Bogotá”.

Dando click a través de la ruta “estados”, “junio” se


obtiene un listado que, como en el caso, se conoce de
antemano, cual es la decisión a encontrar, esto es, la de 9
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Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

de junio de 2020, se debe buscar la notificación del día


siguiente y, ahí, en efecto, aparece el cuadro de la
notificación por estado de dicha determinación, pero no es
posible descargarla allí.

En el recuadro con letras azules en “providencias”,


están todas las decisiones cuya publicidad se le da ese día,
en un archivo PDF de trecientas cuarenta y dos (342)
páginas y, por ello, es menester buscar el pronunciamiento
en cuestión hasta hallarlo en el folio veinticuatro (24).

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Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

Como se acaba de exponer, la consulta del ritual


cuestionado en el portal de la Rama Judicial, no es la más
expedita y demanda cierta práctica que agilice el ingreso
hasta los estados del tribunal acusado para,
posteriormente, lograr descargar la decisión deseada.

Adviértase, los artículos 2° y 4° del Decreto


Legislativo 806 4 de junio de 2020, imponen a las
autoridades adopción de medidas tendientes a garantizas el
acceso a la justicia y el debido proceso, a través del uso de
las tecnologías, al señalar lo siguiente:

“(…) Artículo 2. Uso de las tecnologías de la información y las


comunicaciones. Se deberán utilizar las tecnologías de la
información y de las comunicaciones en la gestión y trámite de
los procesos judiciales y asuntos en curso, con el fin de
facilitar y agilizar el acceso a la justicia, como también
proteger a los servidores judiciales, como a los usuarios de este
servicio público (…)”.

“(…) Se utilizarán los medios tecnológicos para todas las


actuaciones, audiencias y diligencias y se permitirá a los sujetos
procesales actuar en los procesos o trámites a través de los
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Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

medios digitales disponibles, evitando exigir y cumplir


formalidades presenciales o similares, que no sean estrictamente
necesarias. Por tanto, las actuaciones no requerirán de firmas
manuscritas o digitales, presentaciones personales o
autenticaciones adicionales, ni incorporarse o presentarse en
medios físicos (…)”.

“(…) Las autoridades judiciales darán a conocer en su


página web los canales oficiales de comunicación e
información mediante los cuales prestarán su servicio, así
como los mecanismos tecnológicos que emplearán (…)”.

“(…) En aplicación de los convenios y tratados internacionales se


prestará especial atención a las poblaciones rurales y
remotas, así como a los grupos étnicos y personas con
discapacidad que enfrentan barreras para el acceso a las
tecnologías de la información y las comunicaciones, para
asegurar que se apliquen criterios de accesibilidad y se
establezca si se requiere algún ajuste razonable que
garantice el derecho a la administración de justicia en
igualdad de condiciones con las demás personas (…)”.

“(…) Parágrafo 1. Se adoptarán todas las medidas para


garantizar el debido proceso, la publicidad y el derecho de
contradicción en la aplicación de las tecnologías de la
información y de las comunicaciones. Para el efecto, las
autoridades judiciales procurarán la efectiva
comunicación virtual con los usuarios de la
administración de justicia y adoptarán las medidas
pertinentes para que puedan conocer las decisiones y
ejercer sus derechos (…)”.

“(…) Parágrafo 2. Los municipios, personerías y otras entidades


públicas, en la medida de sus posibilidades, facilitarán que los
sujetos procesales puedan acceder en sus sedes a las
actuaciones virtuales (…)”.

“(…)”.

“(…) Artículo 4. Expedientes. Cuando no se tenga acceso al


expediente físico en la sede judicial, tanto la autoridad
judicial como los demás sujetos procesales colaborarán
proporcionando por cualquier medio las piezas procesales que se
encuentren en su poder y se requieran para desarrollar la
actuación subsiguiente. La autoridad judicial, directamente o a

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Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

través del secretario o el funcionario que haga sus veces,


coordinará el cumplimiento de lo aquí previsto (…)”.

“(…) Las autoridades judiciales que cuenten con


herramientas tecnológicas que dispongan y desarrollen
las funcionalidades de expedientes digitales de forma
híbrida podrán utilizarlas para el cumplimiento de
actividades procesales (…)” (se destaca).

Sobre el alcance de los citados preceptos, la Corte


Constitucional, recientemente, adoctrinó:

“(…) [E]l Decreto establece dos mandatos generales para la


implementación de las TIC en los procesos judiciales. Primero,
ordena adoptar “todas las medidas para garantizar el debido
proceso, la publicidad y el derecho de contradicción” en aquellos
eventos en que los procesos judiciales se tramiten de manera
virtual (inciso 1 del art. 2º). Para esto, exige a las autoridades
judiciales (i) permitir a los sujetos procesales actuar “a través de
los medios digitales disponibles, evitando exigir y cumplir
formalidades presenciales o similares, que no sean
estrictamente necesarias” (inciso 2 del art. 2º); (ii) procurar la
“efectiva comunicación virtual con los usuarios de la
administración de justicia” y (iii) adoptar las medidas
adecuadas “para que [los usuarios de la administración de
justicia] puedan conocer las decisiones y ejercer sus derechos”
(parágrafo 1 del art. 2º) (…)” .

“(…) [P]revé un mandato de protección efectiva, tendiente a


garantizar los derechos al debido proceso y el acceso a la
administración de justicia de aquellas poblaciones sujetas de
especial protección constitucional, que tramitarán sus procesos
mediante el uso de TIC. Así, dispone que en su implementación
las autoridades públicas deberán prestar “especial atención” a
la situación de “las poblaciones rurales y remotas, así como a
los grupos étnicos y personas con discapacidad que enfrentan
barreras para el acceso a las tecnologías de la información y las
comunicaciones” (inciso 4 del art. 2º). Para esto, ordena que se
apliquen “criterios de accesibilidad” y se establezca si se
requiere “algún ajuste razonable que garantice el derecho [de
estas poblaciones] a la administración de justicia en igualdad
de condiciones con las demás personas” (inciso 4 del art. 2º).
Además, exige a los municipios, personerías y otras entidades
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Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

públicas que, en la medida de sus posibilidades, faciliten “que


los sujetos procesales puedan acceder en sus sedes a las
actuaciones virtuales” (parágrafo 2 del art. 2º).

“(…)”.

“(…) [E]l artículo 2º del Decreto Legislativo 806 de 2020 dispone


que las TIC deben usarse en los procesos judiciales para
facilitar y agilizar el acceso a la justicia y garantizar el debido
proceso, la publicidad y la contradicción. Además, dispone que
las autoridades judiciales, es decir los jueces (individuales o
colegiados) y las autoridades administrativas que ejercen
funciones jurisdiccionales a quienes aplica el Decreto Legislativo
sub examine, deben dar a conocer en su página Web los
canales oficiales de comunicación por medio de los
cuales puedan prestar el servicio. (…)”.

“(…)”.

“(…) Los sujetos amparados por las garantías del inciso 4 de la


norma sub judice son solo los usuarios de justicia que, de
conformidad con el artículo 1º del Decreto Legislativo, acuden a
la administración de justicia por medios virtuales, en atención a
que: (i) cuentan con acceso material a las TIC y (ii) no aportaron
justificación alguna que indicara su falta de acceso a medios
tecnológicos o sobre que su uso se considerara innecesario. En
otras palabras, los sujetos receptores de las medidas previstas
en el artículo 2º son, en su generalidad, los usuarios de la
administración de justicia con acceso a las TIC. Aquellos que,
aunque pertenezcan a las poblaciones protegidas por el inciso 4
de este artículo y no tengan acceso a las referidas tecnologías,
no están cobijados por la medida objeto de estudio (aplicación
de ajustes razonables), sino por el tratamiento diferenciado
previsto en el artículo 1° del Decreto Legislativo sub examine,
que permite el trámite presencial de los procesos judiciales –esto
es, para aquellas personas que no tienen acceso a las TIC– (…)”.

“(…)”.

“(…) En consideración de lo dicho, la Sala Plena advierte que


esta herramienta, lejos de estar diseñada de manera exclusiva
para proteger a las personas en situación de discapacidad, ha
sido históricamente aplicada a favor de todos los grupos
vulnerables (entre otros, campesinos, trabajadores rurales,
pueblos indígenas y comunidades afrodescendientes, entre

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Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

otros) y a las personas cuyas características físicas, psíquicas o


modos de vida difieren de la generalidad. Estas medidas se
han implementado siempre con el fin de lograr la adecuación
eficaz y práctica del contenido normativo y, por ende, lograra
una igualdad material (…)”.

“(…) En consecuencia, dado que el inciso 4 del artículo 2°


sub examine impone a las autoridades judiciales el deber
de aplicar criterios de accesibilidad y establecer ajustes
razonables “en aplicación de los convenios y tratados
internacionales”, la Sala considera que la medida faculta a
los jueces para garantizar los derechos de cualquier sujeto de
especial protección constitucional, que presente una limitación
en sus condiciones materiales de igualdad, esté cobijado o no
de manera expresa por la lista enunciativa del artículo 2º del
Decreto Legislativo sub examine. Esto, claro está, siempre bajo
el entendido de que tal adecuación: (i) no debe significar una
carga desproporcionada para el ente que efectúa la
intervención, ni para las partes; (ii) debe determinar su alcance
según cada caso concreto; y (iii) debe procurar el
acercamiento de los servicios del sistema de justicia a las
personas que se encuentran en lugares geográficamente
lejanos o con especiales dificultades de comunicación
(…)”.

Proyectadas las anteriores premisas al caso, la Corte


advierte que, para este caso, la implementación de los
medios digitales para afrontar la emergencia sanitaria
generada por la “COVID19”, han sido meramente formales y
no cumplen con la finalidad de permitir el acceso de
manera ágil a las partes y, menos aún, a personas con una
condición especial, erigiéndose así en barreras para
quienes, como el apoderado de las sociedades actoras,
padecen de ceguera total.

Si bien se puede acceder a una notificación por


estado o, conocer el contenido de una providencia, como ya
se explicó, dicho proceso presenta dificultades que en nada
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Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

acercan a los usuarios a la administración de justicia,


porque no existen instructivos ni tutoriales que garanticen,
de manera eficaz, enterarlos de las decisiones.

Así, tras emitirse el Decreto Legislativo 806 de 2020,


se impusieron cargas a las partes, como el deber sustentar
por escrito y, por conducto de los canales establecidos, el
recurso de apelación; empero, la autoridad judicial
accionada no cumplió con el deber de facilitar e informar a
las reclamantes, sobre los portales o direcciones
electrónicas en donde debían consultar las providencias que
los interpelaban para fundamentar la alzada
perentoriamente, so pena de deserción.

En esa medida, la sola existencia de motores de


búsquedas y enlaces intrincados, no satisface el deber de
garantizar el acceso a la justicia a través de medios
digitales, en especial, respecto a sujetos de especial
protección; para ello, debe existir una amplia divulgación de
los sistemas a usarse para sujetos de especial protección,
así como guías claras de la manera como puede accederse a
las determinaciones que se notifican para personas
invidentes o sordociegas.

Por tanto, la salvaguarda debe prosperar porque está


demostrado que los aplicativos para dar publicidad a las
decisiones, impidieron a abogado de las tutelantes
enterarse de la carga procesal impuesta por el tribunal
acusado y, a pesar que dicho profesional del derecho
expuso reparos relacionados con la falta elementos idóneos
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Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

para conocer el pronunciamiento que dio traslado para


argumentar el remedio vertical, la corporación querellada se
limitó a señalar que los medios digitales estuvieron
disponibles para él, pero sin reparar en las dificultades que
ello implicaba.

Llama la atención de la Sala que, en la demanda de


amparo, se adujo que el colegiado censurado tenía la
dirección de correo electrónico de las sociedades
demandantes y la de su apoderado y, al replicarse, nada se
dijo al respecto y, al abrigo del postulado de la buena fe y la
conducta procesal de las partes, tal cuestión se tendrá por
veraz; por tanto, resulta cuestionable que no se hubiese
enviado el contenido de la providencia que daba traslado
para sustentar la apelación.

Al punto, la Corte recientemente enfatizó:

“(…) La Ley 270 de 1996 dispone en el artículo 95 que se «debe


propender por la incorporación de tecnología de avanzada al
servicio de la administración de justicia» y autoriza que los
«juzgados, tribunales y corporaciones judiciales podrán utilizar
cualesquier medios técnicos, electrónicos, informáticos y
telemáticos, para el cumplimiento de sus funciones». Esa
disposición persigue que la Rama Judicial «cuente con la
infraestructura técnica y la logística informática necesaria para
el recto cumplimiento de las atribuciones y responsabilidades
que la Constitución le asigna», según dijo la Corte Constitucional
(C-037 de 1996) (…)”.

“(…) En sintonía con dicho mandato, el artículo 103 del Código

25
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

General del Proceso consagró como postulado central la


virtualidad al decir que en «todas las actuaciones judiciales
deberá procurarse el uso de las tecnologías de la información y
las comunicaciones» con los propósitos de «facilitar y agilizar el
acceso a la justicia» y ampliar su cobertura. De manera que al
tiempo que se propende por el uso de esas herramientas para
simplificar los trámites «judiciales» se persigue que por esa vía
se garantice la prestación del servicio jurisdiccional en todo el
territorio nacional (…)”.

“(…) Se sigue de allí que el empleo de los medios informáticos en


la ritualidad de los «procesos judiciales» se ensambla a los
principios de eficiencia y efectividad en la medida que se
dinamiza el envío y recepción de documentos por esos canales,
al tiempo que facilita la realización de otras actuaciones
significativas, como las audiencias a través de la «virtualidad»,
con las obvias ventajas que ello produce en cuanto a la
accesibilidad a la «información» sin que sea indispensable
permanecer en la misma sede de los despachos, como lo fuerza
la presencialidad (…)".

“(…) Ciertamente, el uso de las tecnologías en el discurrir del


litigio facilita que los intervinientes cumplan algunas cargas sin
importar el lugar en que se encuentren, pues en la fase escrita,
por ejemplo, una vez implementado el Plan de Justicia Digital
«no será necesario presentar copia física de la demanda» (art. 89
C.G.P), además de que el canon 109 ibídem establece que las
autoridades «judiciales deberán mantener «el buzón del correo
electrónico con disponibilidad suficiente para recibir los
mensajes de datos», al referirse a la presentación de
memoriales por esa vía. Emerge así la autorización legal para
que en este tipo de actuaciones todos los sujetos del «proceso»
puedan acudir al uso de esas tecnologías y no solo cuenten con
la posibilidad, sino que lo hagan en cumplimiento del deber que
supone el arriba mencionado artículo 103 (…)”.

“(…) En lo concerniente a las audiencias, el parágrafo 1° del


artículo 107 de la misma obra habilita su realización «a través
de videoconferencia, teleconferencia o por cualquier otro medio
técnico, siempre que el juez lo autorice», de donde sobresalen
algunas bondades en torno al ahorro de dinero y de tiempo en
el traslado de personal y todo lo que implica la preparación de

26
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

una vista pública «presencial» (…)”.

“(…) Muchas otras disposiciones de la Ley 1564 de 2012


procuran por la utilización de los mecanismos telemáticos en las
controversias civiles, comerciales, agrarias y de familia, lo que
traduce que ese estatuto trajo implícito el «principio de
accesibilidad», en el sentido de que el usuario de la
administración de justicia, valiéndose de tales «herramientas»,
podrá interactuar en la contienda sin mayores obstáculos,
criterio que armoniza con la filosofía esencial del Código, la
apuesta por la informalidad (art. 11) y, fundamentalmente, con
la tutela jurisdiccional efectiva (art. 2°) (…)”.

“(…) En conclusión, esa codificación, muy acoplada a esta


época, relievó el papel de los recursos electrónicos con el
propósito de simplificar el acceso de las partes, abogados y
terceros al juicio en que participan, así como el de quienes no
teniendo esas calidades quieran conocer el contenido de las
audiencias, entendiendo el «acceso» no estrictamente como el
acercamiento físico al estrado, sino como cualquier forma que
garantice la interacción entre sujetos procesales y juzgador, y
la información a que tiene derecho la sociedad con respecto a
las funciones que se cumplen en ejercicio del poder, incluso
desde la distancia (…)”.

“(…) El régimen de notificación de los autos y sentencias no fue


ajeno al «uso de las tecnologías» y en tal virtud el precepto 295
ejúsdem además de prever la divulgación de estados
tradicionales, esto es, la que se hace en la secretaría de las
dependencias «judiciales», consagró los «estados electrónicos».
Dice la norma que la publicación debe contener la
«determinación de cada proceso por su clase», la «indicación de
los nombres del demandante y del demandado», la «fecha de la
providencia», la «fecha del estado y la firma del secretario» (…)”.

“(…) Como se puede apreciar, no se exige puntualizar «el sentido


de la decisión que se notifica» y ello puede obedecer a varias
razones, entre otras, porque si se trata de «estados físicos», le
incumbe al interesado revisar el dossier para conocer el texto
del proveído, lo cual no presenta mayores dificultades en vista
que en el lugar donde visualizó la «publicación» (secretaría)
también se halla el «expediente físico» (…)”.

27
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

“(…) En realidad, el inconveniente puede surgir en presencia de


la otra modalidad, es decir, a la que se refiere el parágrafo del
citado canon conforme al cual, «cuando se cuente con los
recursos técnicos los estados se publicarán por mensajes de
datos», ya que si el legislador los autorizó como «medio de
notificación» significa que es válido que los contendientes se den
por enterados de la idea principal de las «providencias dictadas
fuera de audiencia» sin necesidad de acudir directamente a la
«secretaría del despacho». Siendo así, no puede entenderse
surtido eficazmente ese «enteramiento electrónico si no se
menciona el contenido central de la providencia», porque en este
contexto ella no es asequible inmediatamente, como sucede con
los «estados físicos» (…)”.

“(…) Expresado en otros términos, la inclusión de la decisión


medular de la «providencia» a notificar en los estados virtuales
garantiza la publicidad natural que apareja dicho acto de
comunicación, toda vez que la simple mención electrónica de la
existencia de un «proveído» sin especificar su sentido basilar se
aleja de la teleología del artículo 289 del Código General del
Proceso, al pregonar que «las providencias judiciales se harán
saber a las partes y demás interesados por medio de
notificaciones» (…)” .

“(…) En ese sentido, la jurisprudencia constitucional ha sido


enfática al sostener que «la notificación constituye uno de los
actos de comunicación procesal de mayor efectividad, en cuanto
garantiza el conocimiento real de las decisiones judiciales
con el fin de dar aplicación concreta al debido proceso»
(destacado propio. Sentencia T-025-18). De donde fluye que el
núcleo esencial de las «notificaciones» en general gira alrededor
del conocimiento que puedan adquirir los justiciables respecto
del pronunciamiento que se les informa, con sujeción a las
formalidades prescritas por el legislador, en aras de consolidar
el «principio» de publicidad de las «actuaciones judiciales» (…)”.

“(…) Sobre ese axioma se tiene decantado que alberga un


«carácter indispensable para la realización del debido proceso,
en tanto implica: (i) la exigencia de proferir decisiones
debidamente motivadas en los aspectos de hecho y de derecho;
y (ii) el deber de ponerlas en conocimiento de los sujetos

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Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

procesales con interés jurídico en el actuar, a través de los


mecanismos de comunicación instituidos en la ley, con el fin de
que puedan ejercer sus derechos a la defensa y contradicción»
(C.C. T-286 de 2018), porque la «publicidad de las decisiones
judiciales» juega un papel preponderante en la democracia del
Estado en tanto contribuye a la legitimidad de la administración
de justicia y permite que los ciudadanos ejerzan varias
prerrogativas que componen el «debido proceso», como el
derecho a ser oído en juicio que presupone necesariamente
haberse enterado de su existencia y de su posterior impulso
(…)”.

“(…) En ese orden, tratándose de «estados electrónicos» es


apropiado que la «publicación» contenga, además de las
exigencias contempladas en el artículo 295 ídem, la
«información» trascendente de lo resuelto por el funcionario, para
asegurar que el litigante no solo conozca el hecho de haberse
emitido la providencia, sino su verdadero alcance (…)”.

“(…) Así mismo, es imperativo que lo ordenado por el iudex


coincida con el punto neurálgico de la determinación que se
inserta en el «estado», de manera que haya identidad y
coherencia en la «información» que aparece en la resolución y
aquella que se publicita telemáticamente, toda vez que «la
utilización de los sistemas de información sobre el historial de
los procesos y la fecha de las actuaciones judiciales sólo se
justifica si los ciudadanos pueden confiar en los datos que en
ellos se registran. Y ello puede ocurrir siempre y cuando dichos
mensajes de datos puedan ser considerados como equivalentes
funcionales de la información escrita en los expedientes» (C.C. T-
686 de 2007) (…)”.

“(…) Si de un lado la «virtualidad» envuelve la «accesibilidad» y,


de otro, la «notificación» presupone el «conocimiento real de lo
esencial de la providencia», es claro el nexo que debe existir
entre el texto mismo de la decisión y su divulgación virtual, para
que las partes a través del «estado electrónico» puedan estar al
tanto del impulso que tuvo la controversia, aunque estén
distantes del despacho, dado que el postulado constitucional de
buena fe y junto a él la confianza legítima que se han acuñado
para propiciar la credibilidad en las actuaciones de los
particulares y entidades públicas (art. 83 C. P.), constituyen

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Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

base importante para edificar la seguridad jurídica adquirida


por los asociados frente a la información conocida a través de
los medios de notificación, que en el caso de los «estados
electrónicos» garantiza la publicidad y transparencia de la
determinación comunicada por ese canal (…)”.

“(…) Respecto de las aludidas máximas, el órgano de cierre de


la jurisdicción constitucional tiene adoctrinado que (…)”

“(…) [E]l principio de la buena fe se trata de un pilar


fundamental de nuestro ordenamiento jurídico, que orienta las
relaciones entre particulares y entre éstos y la administración,
buscando que se desarrollen en términos de confianza y
estabilidad. El principio de buena fe puede entenderse como un
mandato de “honestidad, confianza, rectitud, decoro y
credibilidad que acompaña la palabra comprometida (…)
permite a las partes presumir la seriedad en los actos de los
demás, dota de (…) estabilidad al tránsito jurídico y obliga a las
autoridades a mantener cierto grado de coherencia en su
proceder a través del tiempo”(…) El principio de confianza
legítima funciona entonces como un límite a las actividades de
las autoridades, que pretende hacerle frente a eventuales
modificaciones intempestivas en su manera tradicional de
proceder, situación que además puede poner en riesgo el
principio de seguridad jurídica. Se trata pues, de un ideal ético
que es jurídicamente exigible. Por lo tanto, esa confianza que los
ciudadanos tienen frente a la estabilidad que se espera de los
entes estatales, debe ser respetada y protegida por el juez
constitucional (T-453 de 2018) (…)”.

“(…) Ahora, si lo expresado en el «estado» no concuerda con lo


definido por el juez y producto de dicho error el interesado sufre
alguna lesión importante del «derecho al debido proceso», mal se
haría en imputarle las resultas negativas de tal equivocación
cuando actuó motivado por la «confianza legítima» que generó la
«información publicada» (…)”.

“(…) Sobre el punto, se ha esgrimido que «las consecuencias del


error judicial no pueden gravitar negativamente en la parte
procesal que lo padece, hasta el punto de perder la oportunidad
de defenderse por haber conformado su conducta procesal a los
informes procedentes del despacho judicial…; claro es que los

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Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

errores judiciales se deben corregir, pero no a costa del


sacrificio del legítimo derecho de defensa y menos de la buena
fe puesta en los actos de las autoridades judiciales» (STC14157-
2017) (…)”.

“(…) De allí que, cuando excepcionalmente se presenta


discordancia entre el «contenido de la providencia» y lo
expresado en el «estado», esto es, cuando una cosa se decida y
otra distinta sea la que se notifique, no es conveniente realizar
un ejercicio de ponderación para establecer cuál «información»
predomina, porque esa labor conlleva reconocer que los dos
supuestos equiparados son aceptables, lo cual precisamente no
sucede cuandoquiera que la «información» insertada en el
«estado» es errónea. Lo deseable es la completa conformidad
entre el contenido de la providencia y el de la información que
mediante el estado se brinda a las partes, razón por la cual
deben los despachos judiciales siempre hacer un esfuerzo por
lograr la coincidencia informativa (…)”.

“(…) En resumen, en el «estado electrónico» es propicio incluir la


«idea central y veraz de la decisión que se notifica» y en caso de
que aquél presente yerros trascendentes en relación con lo
proveído, el tema deberá ventilarse por conducto de la nulidad
procesal si se cumplen los presupuestos de tal institución (…)”14
(énfasis original).

Aunque ni el Código General del Proceso ni el Decreto


Legislativo 806 de 4 de junio de 2020, exigen a los estrados
remitir, por correo electrónico, las providencias que se
emitan, se memora, el objeto de los procedimientos es la
materialización del derecho sustancial y, cualquier vacío en
las normas, deberá conjurarse con observancia al principio

14
CSJ. STC de 20 de mayo de 2019, exp. 52001-22-13-000-2020-00023-01.

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Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

de acceso a la justicia, según se establece en los artículos


1115 y 1216 de la primera normatividad reseñada.

Por tal motivo, ante casos como el estudiado, debe


garantizarse la publicidad de las actuaciones a través de los
medios disponibles, porque el paradigma de la virtualidad
de los procedimientos impone el respeto de las prerrogativas
de los usuarios de la administración de justicia y, del
mismo modo, corresponde dar preminencia al principio pro
actione, según el cual, debe buscarse la interpretación más
favorable para el ejercicio de la acción evitando su “rechazo
in limine”17.

La Corte no pasa por alto que, en el auto de 9 de


junio de 2020, mediante el cual se dispuso dar traslado, por
el término de cinco (5) días para sustentar la alzada, se
reconoció personería al abogado Andrés Alejandro Díaz
Huertas para actuar como apoderado de las quejosas,
quien, cuando supo de la declaratoria de deserción de la
apelación, puso de presente la falta de medios adecuados
para el enteramiento de ese proveído y, ante la negativa del
colegiado demandado en invalidar ese actuación por falta de
notificación, dio a conocer que era invidente y que tampoco
15
“(…) Artículo 11. Interpretación de las normas procesales. Al interpretar la ley procesal el
juez deberá tener en cuenta que el objeto de los procedimientos es la efectividad de los
derechos reconocidos por la ley sustancial. Las dudas que surjan en la interpretación de las
normas del presente código deberán aclararse mediante la aplicación de los principios
constitucionales y generales del derecho procesal garantizando en todo caso el debido proceso,
el derecho de defensa, la igualdad de las partes y los demás derechos constitucionales
fundamentales. El juez se abstendrá de exigir y de cumplir formalidades innecesarias (…)”.
16
“(…) Artículo 12. Vacíos y deficiencias del código. Cualquier vacío en las disposiciones del
presente código se llenará con las normas que regulen casos análogos. A falta de estas, el juez
determinará la forma de realizar los actos procesales con observancia de los principios
constitucionales y los generales del derecho procesal, procurando hacer efectivo el derecho
sustancial (…)”.
17
Cfr Corte Constitucional, Sentencia T-528 de 2016 de 27 de septiembre de 2016, exp. T-
5.588.149, que al punto cita al Consejo de Estado, en decisión de 9 de mayo de 2012. Exp.
54001-23-31-000-1998-01114-01(24634),

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Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

contó, en razón de esa condición, con elementos que le


permitieran conocer de dicho pronunciamiento.

Al punto, Díaz Huertas le indicó al ad quem


confutado lo siguiente:

“(…) [S]e pone de presente que el suscrito apoderado es una


persona ciega, la cual no cuenta con acceso directo a la revisión
electrónica de los procesos en la Rama Judicial, dependiendo
siempre de su asistente para hacer dicha revisión (se acredita
mi discapacidad con certificado e historia clínica que acompaño
con el presente memorial). Mi asistente, como se puede apreciar
en los correos que también anexo con este recurso, en los días
9, 10, 19 y 23 de junio de 2020 no me informó de que había
habido novedad en el proceso en cuestión. Sólo hasta el 30 de
junio me reportó por correo electrónico que había existido la
novedad del 9 y 19 de junio. Por lo tanto, no hubo manera que
yo me enterara de la expedición de tales autos, pues, insisto, de
forma directa no puedo hacer la consulta de procesos en la
página de la Rama Judicial, dependiendo siempre de mi
asistente administrativa, quien de hecho se encuentra
trabajando desde su casa y yo desde la mía por razón del
aislamiento obligatorio decretado por el Gobierno Nacional,
situación de distanciamiento que claramente también afecta en
mi forma de trabajo (…)”.

“(…) En cuanto a mi particular situación de discapacidad, el


Tribunal de Bogotá debe tener en cuenta lo indicado en el inciso
[4°] del artículo 2 del Decreto 806 de 2020 (…)”.

“(…)”

“(…) Es claro que por mi situación de discapacidad enfrento


barreras de acceso a las tecnologías de la información y las
comunicaciones, por lo que soy sujeto de especial atención y
requiero de la garantía del Tribunal en aras de la protección no
sólo de mi derecho de acceso a la administración de justicia y el
de mis poderdantes, sino a mi derecho al trabajo y a ejercer una
profesión, por lo que pido a su despacho se tenga en
consideración esta situación como lo ordena [el citado canon,
con el fin de obtener la revisión] y [el] estudi[o] de fondo la
solicitud de nulidad (…)”.

33
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

Frente a las manifestaciones del reseñado profesional


derecho, en auto de 26 de octubre de 2020, el tribunal
fustigado enfatizó:

“(…) [T]ales cuestiones no enervan lo ya expuesto, en la medida


que (i) desde la fecha en que se levantó la suspensión de
términos para algunos asuntos civiles -medida dispuesta por el
Consejo Superior de la Judicatura-, se notifican las decisiones
en estados virtuales publicados en el micrositio web de la
Secretaría de la Sala Civil; (ii) en el Sistema de Consulta Web de
Procesos se encuentran registradas las actuaciones, por lo que
existía medio a lo menos informativo para conocer de lo resuelto
en el proceso; y (iii) el mismo abogado indicó que cuenta con
un colaborador y que este, en varios correos, no le
informó de novedad alguna en el proceso sino hasta el 30
de junio, de donde es claro que no se encontraba
desprovisto de medios para la consulta de las
actuaciones y decisiones surtidas en este trámite,
máxime que los asuntos internos entre él y su asistente
no pueden repercutir el devenir procesal (…)” (se destaca).

Para esta Corporación, resulta reprensible que la


autoridad atacada hubiese descargado en el abogado y, en
últimas, en las firmas tutelantes, su responsabilidad en
torno a la deserción de la alzada. Tanto, del primero, por ser
invidente y no contar con un “colaborador” idóneo en
derecho, sistemas y en portales de la Rama Judicial y, de
las segundas, por contratar los servicios de una persona en
esas condiciones.
El acceso a la administración de justicia -para el
enteramiento de providencias- a través de medios digitales
es de por sí dispendioso y, como se vio, constituye una
barrera insalvable para sujetos de especial protección en
circunstancias como la del reseñado profesional.

34
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

En efecto, a pesar de los mandatos del Decreto


Legislativo 806 de 2020, en relación con las personas que
merecen un trato diferencial positivo, la conducta del
colegiado refutado, lejos de garantizar tal acceso, le impuso
barreras adicionales al profesional del derecho en mención,
impidiéndole acceder al auto que le dio traslado para
sustentar la apelación materia de disenso.

Sobre el deber de las dependencias judiciales de


eliminar obstáculos para personas con calidades como las
del apoderado de las querellantes, la Sala enfatizó:

“(…) Al margen de lo discurrido, resáltese, lejos de incurrir en


vía de hecho, el tribunal querellado siguió el derrotero marcado
por el art. 13 superior, el cual impone al Estado la obligación de
promover condiciones de igualdad “real y efectiva”, mediante la
adopción de disposiciones a favor de grupos discriminados, y el
deber de proteger a aquellas personas que por su condición
económica, física o mental, se encuentran en circunstancias de
debilidad manifiesta, como los sujetos en situación de
discapacidad (…)”.

“(…) Con el antelado propósito, conforme al canon 47 ídem., “[e]l


Estado adelantará una política de previsión, rehabilitación e
integración social para los disminuidos físicos, sensoriales y
psíquicos, a quienes se prestará la atención especializada que
requieran (…)”.

“(…) En tal sentido, en desarrollo de los referidos mandatos y


de los preceptos 54 y 68 ejúsdem, entre otros, se expidió la Ley
361 de 1997, “[p]or la cual se establecen mecanismos de
integración social de las personas en situación de
discapacidad”18, y la Ley 982 de 2005, encaminada a lograr la
igualdad de oportunidades en todos los aspectos para la
18
En la sentencia C-458 de 2015, la Corte Constitucional declaró la exequibilidad
condicionada de varios apartes de la Ley 361 de 1997, en el entendido que cualquier
referencia de la misma a expresiones como “personas con limitación”, “personas con
limitaciones”, “persona con limitación”, “población con limitación”, “personas limitadas
físicamente”, “limitación”, “limitaciones” o “disminución padecida”, “limitados” o “limitado”, se
deberá reemplazar por “persona o personas en situación de discapacidad” o “discapacidad”,
según el caso.
35
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

población sorda y sordociega, pregonando la regla 8ª de esta


última, en la cual se apoyó la sentencia cuestionada: (…)”

“(…) Las entidades estatales de cualquier orden, incorporan


(sic) paulatinamente dentro de los programas de atención al
cliente, el servicio de intérprete y guía intérprete para las
personas sordas y sordociegas que lo requieran de manera
directa o mediante convenios con organismos que ofrezcan tal
servicio (…)”.

“(…) De igual manera, lo harán las empresas prestadoras de


servicios públicos, las Instituciones Prestadoras de Salud, las
bibliotecas públicas, los centros de documentación e
información y en general las instituciones
gubernamentales y no gubernamentales que ofrezcan
servicios al público, fijando en lugar visible la información
correspondiente, con plena identificación del lugar o lugares en
los que podrán ser atendidas las personas sordas y
sordociegas (…)”

“(…) Del mismo modo, a través de la Ley 1145 de 2007, se


estructuró el Sistema Nacional de Discapacidad, y en virtud de
la Ley 1346 de 2009, se aprobó la Convención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad, adoptada por la
Asamblea General de la Naciones Unidas el 13 de diciembre de
200619, preceptuando el canon 9º de tal instrumento: (…)”

“(…) A fin de que las personas con discapacidad puedan vivir


en forma independiente y participar plenamente en todos los
aspectos de la vida, los Estados Partes adoptarán medidas
pertinentes para asegurar el acceso de las personas con
discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás, al
entorno físico, el transporte, la información y las
comunicaciones, incluidos los sistemas y las tecnologías de la
información y las comunicaciones, y a otros servicios e
instalaciones abiertos al público o de uso público, tanto en
zonas urbanas como rurales. Estas medidas, que incluirán la
identificación y eliminación de obstáculos y barreras de acceso,
se aplicarán, entre otras cosas, a: (…)”

“(…) a) Los edificios, las vías públicas, el transporte y otras


instalaciones exteriores e interiores como escuelas, viviendas,
instalaciones médicas y lugares de trabajo; (…)”

19
En la sentencia C-293 de 2010, la Corte Constitucional enlista los tratados internacionales
que previamente a la firma de esta Convención se han ocupado del tema.
36
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

“(…) b) Los servicios de información, comunicaciones y de otro


tipo, incluidos los servicios electrónicos y de emergencia (…)”.

“(…) Los Estados Partes también adoptarán las medidas


pertinentes para: (…)”

“(…) a) Desarrollar, promulgar y supervisar la aplicación de


normas mínimas y directrices sobre la accesibilidad de las
instalaciones y los servicios abiertos al público o de uso público;
(…)”

“(…) b) Asegurar que las entidades privadas que proporcionan


instalaciones y servicios abiertos al público o de uso público
tengan en cuenta todos los aspectos de su accesibilidad para
las personas con discapacidad; (…)”

“(…) c) Ofrecer formación a todas las personas involucradas en


los problemas de accesibilidad a que se enfrentan las personas
con discapacidad; (…)”

“(…) d) Dotar a los edificios y otras instalaciones abiertas al


público de señalización en Braille y en formatos de fácil lectura
y comprensión; (…)”

“(…) e) Ofrecer formas de asistencia humana o animal e


intermediarios, incluidos guías, lectores e intérpretes
profesionales de la lengua de señas, para facilitar el acceso a
edificios y otras instalaciones abiertas al público; (…)”

“(…) f) Promover otras formas adecuadas de asistencia y apoyo


a las personas con discapacidad para asegurar su acceso a la
información; (…)”
“(…) g) Promover el acceso de las personas con discapacidad a
los nuevos sistemas y tecnologías de la información y las
comunicaciones, incluida Internet; (…)”

“(…) h) Promover el diseño, el desarrollo, la producción y la


distribución de sistemas y tecnologías de la información y las
comunicaciones accesibles en una etapa temprana, a fin de que
estos sistemas y tecnologías sean accesibles al menor costo”
(…)”.

“(…) En similar línea, en época más reciente, la Ley Estatutaria


1618 de 2013, estableció “disposiciones para garantizar el

37
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

pleno ejercicio de los derechos de las personas con


discapacidad”20 (…)”.

“(…) Aunado a lo discurrido, como lo advirtió el fallador


encartado, no se avizora que la decisión en comento irrogue
mayores perjuicios a la aquí actora pues si entidades como la
Alcaldía de Bucaramanga brindan acompañamiento a la
comunidad para enseñar gratuitamente el lenguaje de señas,
casi nulo sería el impacto económico del cumplimiento del
prenotado mandato en la quejosa, en contraposición a los
significativos beneficios de inclusión frente a un grupo
tradicionalmente marginado por sus limitaciones físicas (…)”21
(se destaca).

Igualmente, la Constitucional ha esbozado:

“(…) [S]e está ante una discriminación contra las personas en


situación de discapacidad, cuando se presentan acciones u
omisiones que tengan por objeto imponer barreras para el goce
y ejercicio de los derechos de esta población, es decir, que estos
actos no solo se reducen a actuaciones materiales, sino que
también incorporan la discriminación derivada por el
tratamiento que las normas jurídicas otorgan a las personas en
situación de discapacidad (…)”.

“(…) La protección de estos derechos depende de la remoción de


barreras estructurales, a través de diversas medidas. Una de
ellas es la toma de conciencia sobre la discapacidad, que
sustituye la marginación de los individuos por su
reconocimiento como sujetos de derecho que afrontan día a día
obstáculos impuestos por la sociedad. Esta exclusión y
configuración de barreras sociales, se presenta más aún,
cuando: (i) existe una conducta, actitud o trato, consciente o
inconsciente, dirigido a anular o restringir derechos,
libertades u oportunidades, sin justificación objetiva y
razonable, o (ii) cuando se presente una omisión injustificada
en el trato especial a que tienen derecho estos sujetos y tiene
como consecuencia directa la exclusión de un beneficio,
ventaja u oportunidad (…).

20
Tal normativa ha de interpretarse en concordancia con la Ley 1680 de 2013, “[p]or la cual
se garantiza a las personas ciegas y con baja visión, el acceso a la información, a las
comunicaciones, al conocimiento y a las tecnologías de la información y de las comunicaciones”.
21
CSJ. STC6929-2019 de 31 de mayo de 2019, exp. 11001-02-03-000-2019-01569-00
38
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

“(…) Esto explica que la mayoría de obligaciones que se


encuentran en cabeza del Estado en relación con las personas
en situación de discapacidad, se dirijan a la remoción de
barreras que impidan su plena inclusión social. Al respecto, la
Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad incorpora valiosas herramientas normativas y
hermenéuticas para la adopción de medidas y políticas de
protección para esa población que, vale la pena insistir, merece
especial protección constitucional (…)”.

“(…) Los principios de la Convención guían a los Estados sobre


la manera de entender los derechos de las personas con
discapacidad a fin de respetar las diferencias y la diversidad
funcional, de buscar la realización humana, en lugar de la
rehabilitación o curación, como únicos medios para lograr la
inclusión social de esta población. Bajo esa comprensión
resultan destacables los derechos a la autonomía individual, la
independencia, la inclusión plena, la igualdad de oportunidades
y la accesibilidad, postulados retomados por la Ley Estatutaria
1618 de 2013, que define las obligaciones del Estado hacia las
personas con discapacidad (…)”

“(…) La Convención incorpora el concepto de “ajustes


razonables”, el cual se refiere a los cambios en la
infraestructura y la política pública para adecuar el entorno a
las personas en situación de discapacidad sin incurrir en gastos
desmesurados; el “diseño universal” establece el desarrollo de
productos e instalaciones que sea adecuado para el uso de
todos los grupos poblacionales, independientemente de las
diversidades funcionales; y el principio de “toma de conciencia”,
ordena la capacitación de todos los agentes del Estado para la
comprensión de la diversidad funcional, y la eliminación de
barreras sociales (…)”.

“(…) Con respecto a estos enfoques, la Corte ha señalado que


(…) la protección de los derechos humanos de las personas que
se encuentran en alguna circunstancia de discapacidad se
aborda en la actualidad desde el modelo social, esto es, la
discapacidad entendida como una realidad, no como una
enfermedad que requiere ser superada a toda costa, en otras
palabras, se asume desde el punto de vista de la diversidad, de
aceptar la diferencia. Este modelo tiene una visión amplia, pues
(i) supera un primer modelo centrado en la caridad y el
asistencialismo y, (ii) además, parte de que no sólo debe
abordarse la discapacidad desde el punto de vista médico o de

39
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

rehabilitación sino que se centra en el aprovechamiento de


todas las potencialidades que tienen los seres humanos,
independientemente del tipo de discapacidades que tengan”
(…)”.

“(…) El modelo social permite la participación de las personas


con discapacidad en la definición de sus intereses, prioridades
y necesidades dentro de la sociedad, de manera que propende
porque no se margine a este grupo ni se le aísle de la toma de
decisiones. Por eso, este modelo brinda un enfoque sobre la
discapacidad, en el cual la persona no se encuentra marginada
o discriminada por razón de una condición física, sensorial o
psíquica determinada “sino que las dificultades que enfrenta
para su adecuada integración se deben a la imposición de
barreras por parte de una sociedad que no está preparada para
satisfacer las necesidades de todas las personas que la
componen.” (…)”.

“(…) Esta forma de abordar y tratar la discapacidad, permite


que la sociedad se adapte a las necesidades y aspiraciones de
las personas en situación de discapacidad y no que ellas
tengan la gravosa obligación de ajustarse al entorno en el que
se encuentran. En este orden de ideas, las personas en
condición de discapacidad son reconocidas en su diferencia, lo
que señala hacia el Estado el deber de adelantar acciones
dirigidas a lograr la satisfacción de sus derechos, en un plano
de igualdad de oportunidades y remoción de las barreras de
acceso a la sociedad. Esta visión evita el trato que
tradicionalmente han recibido las personas en condición de
discapacidad, basado en la marginación a través de su
invisibilización(…)”.

“(…) De conformidad con lo expuesto, es necesario que para


alcanzar la igualdad real, se identifiquen las verdaderas
circunstancias en las que se encuentran las personas en
situación de discapacidad, de modo que una vez revelado el
panorama real, el Estado diseñe herramientas jurídicas y
sociales con el propósito de superar las barreras existentes que
segregan a esta población (…)”22.

3. Así las cosas, la autoridad convocada lesionó las


garantías superlativas de las accionantes al desconocer las

22
Corte Constitucional, sentencia c-04-20 de 12 de febrero de 2020. Exp. D-13348.
40
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

dificultades del nuevo modelo para notificar las


actuaciones, a través de medios virtuales, pues, en realidad,
no existen instructivos y, como se expuso, la revisión de las
providencias que se enteran por estado no es sencilla,
particularmente, para personas invidentes.

Además, se ignoró la efectividad del derecho


sustancial, pues pudiéndose enterar de la providencia
refutada a las promotoras y a su abogado, por correo
electrónico, no se facilitó el acceso a su contenido.

Asimismo, no se eliminaron las barreras existentes


que le impidieron a dicho profesional, sujeto de especial
protección constitucional, enterarse, oportunamente, de la
actuación refutada.

4. Varios principios y derechos en los regímenes


democráticos imponen la obligatoriedad de motivar la
sentencia judicial: el de publicidad porque asegura la
contradicción del fallo y muestra la transparencia con que
actúan los jueces, pues si hay silencio en las causas de la
decisión no habrá motivos para impugnar; el de
racionalidad para disuadir el autoritarismo y la
arbitrariedad; el de legalidad porque el fallo debe estar
afincado en las normas aplicables al caso y en las pruebas
válidamente recaudadas; los de seguridad jurídica y
confianza legítima y debido proceso, entre otros, para
materializar el principio de igualdad y aquilatar el Estado
Constitucional.

41
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

El deber de motivar toda providencia que no tenga


por única finalidad impulsar el trámite, reclama, como
presupuesto sine qua non, que la jurisdicción haga públicas
las razones que ha tenido en cuenta al adoptar la respectiva
resolución, de tal manera que tras conocérselas se tenga
noticia de su contenido para que no aparezca arbitraria,
caprichosa, antojadiza, sino producto del análisis objetivo,
amén de reflexivo de los diferentes elementos de juicio
incorporados al plenario y dentro del marco trazado por el
objeto y la causa del proceso.

5. La queja, según la cual, no se respetó el tránsito de


legislación, en materia de recursos, entre el Código General
del Proceso y el Decreto legislativo 806 de 2020, no sale
avante al resultar prematura.

Lo anterior, teniendo en cuenta que, a partir de la


sentencia STC9249-2020 de 28 de octubre de 2020, la Sala
estimó pertinente establecer, primero, el agotamiento de los
medios defensivos frente al auto que corre traslado para
sustentar la apelación para, luego, examinar la procedencia
del auxilio; por tanto, como con la decisión que aquí se
emite estará por definirse la cuestión relativa a la
notificación de la providencia que dispuso aplicar la
segunda normatividad reseñada, es inviable, en esta sede,
efectuar un pronunciamiento anticipado.

6. Con todo, se memora, la protección aquí exigida sí


prospera, pero únicamente en relación con la publicidad del
pronunciamiento de 9 de junio de 2020.
42
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

En consecuencia, se otorgará el auxilio implorado,


previniendo a la Sala Civil del Tribunal Superior del
Distritito Judicial de Bogotá que, en lo sucesivo, se
abstenga de incurrir en conductas como la que dio origen a
la presente salvaguarda; ordenándosele, además, que,
dentro de las cuarenta y ocho horas (48) siguientes a la
notificación de este pronunciamiento, deje sin efecto la
decisión proferida el 26 de octubre de 2020, así como las
providencias que de ella se deriven y, en el mismo término,
resuelva el recurso de súplica incoado por la tutelante,
teniendo en cuenta, para ello, las razones aquí esbozadas.

7. Deviene fértil abrir paso a la protección incoada,


dado el control legal y constitucional que atañe en esta sede
al juez, compatible con el necesario ejercicio de control
convencional, siguiendo el Pacto de San José de Costa Rica
de 22 de noviembre de 1969 (art. 8º de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos), a fin de garantizar el
debido proceso.

El convenio citado es aplicable dado el canon 9 de la


Constitución Nacional, cuando dice:

“(…) Las relaciones exteriores del Estado se fundamentan en la


soberanía nacional, en el respeto a la autodeterminación de los
pueblos y en el reconocimiento de los principios del derecho
internacional aceptados por Colombia (…)”.

Complementariamente, el artículo 93 ejúsdem,


contempla:

43
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

“(…) Los tratados y convenios internacionales ratificados por el


Congreso, que reconocen los derechos humanos y que prohíben
su limitación en los estados de excepción, prevalecen en el
orden interno (…)”.

“(…) Los derechos y deberes consagrados en esta Carta, se


interpretarán de conformidad con los tratados internacionales
sobre derechos humanos ratificados por Colombia (…)”.

El mandato 27 de la Convención de Viena, sobre el


Derecho de los Tratados de 196923, debidamente adoptada
por Colombia, según el cual: “(…) Una parte no podrá
invocar las disposiciones de su derecho interno como
justificación del incumplimiento de un tratado (…)”24, impone
su observancia en forma irrestricta cuando un Estado parte
lo ha suscrito o se ha adherido al mismo.

7.1. Aunque podría argumentarse la viabilidad del


control de convencionalidad sólo en decursos donde se
halla el quebranto de garantías sustanciales o cuando la
normatividad interna es contraria a la internacional sobre
los derechos humanos, se estima trascendente efectuar
dicho seguimiento en todos los asuntos donde se debata la
conculcación de prerrogativas iusfundamentales, así su
protección resulte procedente o no.

Lo aducido porque la enunciada herramienta le


permite a los Estados materializar el deber de garantizar los
derechos humanos en el ámbito doméstico, a través de la
verificación de la conformidad de las normas y prácticas
nacionales, con la Convención Americana de Derechos

23
Suscrita en Viena el 23 de mayo de 1969.
24
Aprobada por Colombia mediante la Ley 32 de 1985.
44
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

Humanos y su jurisprudencia, ejercicio que según la Corte


Interamericana se surte no sólo a petición de parte sino ex
officio25.

No sobra advertir que el régimen convencional en el


derecho local de los países que la han suscrito y aprobado,
no constituye un sistema opcional o de libre aplicación en
los ordenamientos patrios; sino que en estos casos cobra
vigencia plena y obligatoriedad con carácter impositivo para
todos los servidores estatales, debiendo realizar no
solamente un control legal y constitucional, sino también el
convencional; con mayor razón cuando forma parte del
bloque de constitucionalidad sin quedar al arbitrio de las
autoridades su gobierno.

7.2. El aludido control en estos asuntos procura,


además, contribuir judicial y pedagógicamente, tal cual se
le ha ordenado a los Estados denunciados, incluido
Colombia26, a impartir una formación permanente de
Derechos Humanos y DIH en todos los niveles jerárquicos
de las Fuerzas Armadas, jueces y fiscales27; así como
realizar cursos de capacitación a funcionarios de la rama
ejecutiva y judicial y campañas informativas públicas en
materia de protección de derechos y garantías28.
25
Corte IDH. Caso Gudiél Álvarez y otros (“Diario Militar”) contra Guatemala. Sentencia de
noviembre 20 de 2012. Serie C No. 253, párrafo 330
26
Corte IDH, Caso Vélez Restrepo y familiares Vs. Colombia, Excepción preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 3 de septiembre de 2012. Serie C No. 248, párrs. 259 a
290, criterio reiterado Caso Masacre de Santo Domingo Vs. Colombia, Excepciones
preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30 de noviembre de 2012. Serie C
No. 259, párrs. 295 a 323.
27
Corte IDH, Caso de la Masacre de Las Dos Erres Vs. Guatemala, Excepción Preliminar,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de noviembre de 2009. Serie C No. 211,
párrs. 229 a 274.
28
Corte IDH, Caso Furlan y familiares Vs. Argentina, Excepciones preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2012. Serie C No. 246, párrs. 278 a
308.
45
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

Insistir en la aplicación del citado control y esbozar el


contenido de la Convención Interamericana de Derechos
Humanos en providencias como la presente, le permite no
sólo a las autoridades conocer e interiorizar las obligaciones
contraídas internacionalmente, en relación con el respeto a
los derechos humanos, sino a la ciudadanía informarse en
torno al máximo grado de salvaguarda de sus garantías.

Además, pretende contribuir en la formación de una


comunidad global, incluyente, respetuosa de los
instrumentos internacionales y de la protección de las
prerrogativas fundamentales en el marco del sistema
americano de derechos humanos.

8. De acuerdo a lo discurrido, se otorgará el auxilio


implorado.
3. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la Ley,

RESUELVE:

PRIMERO: CONCEDER la tutela solicitada por Gólox


S.A. y Gólox y Bebidas y Snacks S.A. en liquidación, a la
Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá, integrada por los magistrados Manuel Alfonso
Zamudio Mora, German Valenzuela Valbuena y Óscar
46
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

Fernando Yaya Peña, con ocasión del juicio declarativo con


radicado Nº 2014-0344-02, incoado por la gestora contra
Contac Center América S.A., ahora Américas Bussines
Process Servicios S.A., con demanda de reconvención de
esta última respecto a aquélla.

SEGUNDO: Ordenar a la corporación encausada que,


dentro de las cuarenta y ocho horas (48) siguientes a la
notificación de este pronunciamiento, deje sin efecto la
decisión proferida el 26 de octubre de 2020, así como las
providencias que de ella se deriven y, en el mismo término,
resuelva, nuevamente, el recurso de súplica incoado por la
tutelante, teniendo en cuenta para ello las razones aquí
esbozadas Envíesele la reproducción de ese
pronunciamiento.

TERCERO: Prevenir a la autoridad confutada para


que, en lo sucesivo, se abstenga de incurrir en conductas
como las que dieron lugar a esta acción.

CUARTO: Notifíquese lo resuelto mediante


comunicación electrónica o por mensaje de datos, a todos
los interesados.

QUINTO: Si este fallo no fuere impugnado, remítase


el expediente a la Corte Constitucional para su eventual
revisión.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE
47
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA


Presidente de Sala

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

LUIS ALONSO RICO PUERTA


Con aclaración de voto

OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

FRANCISCO TERNERA BARRIOS

48
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

ACLARACIÓN DE VOTO

Aunque comparto la decisión adoptada por la


Honorable Sala, dado el acierto en su motivación,
respetuosamente aclaro mi voto con el exclusivo propósito
de resaltar que se torna innecesario en el ejercicio
jurisdiccional cotidiano, incluir de forma genérica y
automática una mención sobre el empleo del denominado
«control de convencionalidad».

Ciertamente, de conformidad con la propia


jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, cuando un Estado ha ratificado un tratado
internacional como la Convención Americana, surge, entre
otros deberes, el imperativo para sus jueces de examinar ex
officio, en sus decisiones, la vigencia material de lo pactado.

De esta manera, el «control de convencionalidad»


comporta una actitud de consideración continua que
deberá acentuarse y manifestarse expresamente, tan solo
en aquellos pronunciamientos donde se advierta
comprometido o amenazado «el efecto útil de la Convención»29, lo
cual acontecerá en los eventos donde pueda verse «mermado o
anulado por la aplicación de leyes contrarias a sus disposiciones,
objeto y fin del instrumento internacional o del estándar internacional

de protección de los derechos humanos»30; todo lo cual resulta

ajeno al presente caso.


29
CIDH. Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) contra
Perú. Sentencia de 24 de noviembre de 2006. Serie C No. 158, párrafo 128.
30
CIDH. Caso Heliodoro Portugal contra Panamá. Sentencia de enero 27 de 2009.
Serie c No. 186, párrafo 180.
49
Radicación n.° 11001-02-03-000-2020-03208-00

En los anteriores términos dejo fundamentada mi


aclaración de voto con comedida reiteración de mi respeto
por la Honorable Sala de Casación Civil.

LUIS ALONSO RICO PUERTA

Magistrado

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