Metafísica y Persona - Filosofía, Conocimento y Vida
Metafísica y Persona - Filosofía, Conocimento y Vida
Metafísica y Persona - Filosofía, Conocimento y Vida
ISSN: 2007-9699
Metafísica y Persona
Filosofía, conocimiento y vida
Año 14 — Número 27
Enero-Junio 2022
Información general
Objetivos científicos
Metafísica y Persona es una revista de difusión internacional y carácter académico, cuyo
objetivo principal es la transmisión y discusión de los resultados de las últimas investiga-
ciones en el ámbito que reflejan su título y subtítulo, mediante la publicación de Artículos
y Notas inéditos y de contrastado valor científico.
Pretende ser un lugar de encuentro y difusión de estudios que ahonden en las relacio-
nes entre filosofía, conocimiento y vida, y que, por su calidad, originalidad y rigor, repre-
senten un claro avance en el saber y una contribución de relieve en el campo científico de
las materias que abarca.
Cobertura temática
El eje central de la revista es la realidad de la persona. Los artículos publicados en
ella abordarán el estudio de la persona desde los distintos puntos de vista que permiten
conocerla mejor. El lector encontrará, por tanto, trabajos de Filosofía, Teología, Sociología,
Psicología, Psiquiatría, Neurociencia, Medicina y otros saberes centrados en el hombre.
No obstante, la revista otorga una especial atención a la Antropología filosófica y, muy
en particular, a la Metafísica de la persona, pues son ellas las que dan sentido y sirven de
fundamento al resto de saberes sobre el ser humano.
Identificación esencial
Título: Metafísica y Persona
Subtítulo: Filosofía, conocimiento y vida
Carácter: Revista filosófica
Periodicidad: Semestral
Difusión: Internacional
ISSN en línea: 1989-4996
ISSN impreso: 2007-9699
• Facultad de Filosofía
Livia Bastos Andrade
Decanato de Artes y Humanidades
Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla
Calle 21 Sur No. 1103, Col. Santiago
72410 PUEBLA (México)
[email protected]
• Departamento de Filosofía
Gabriel Martí Andrés
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Málaga
Campus de Teatinos E-29071 MÁLAGA (España)
[email protected]
Consejo Directivo
Director emérito: Melendo Granados, Tomás, Universidad de Málaga, España
Director: Bastos Andrade, Livia, Universidad Popular Autónoma del Estado
de Puebla, México
Subdirector: Martí Andrés, Gabriel, Universidad de Málaga, España
Secretarios: García Martín, José, Universidad de Granada, España
Castro Manzano, José Martín, Universidad Popular Autónoma del
Estado de Puebla, México
Consejo de Redacción
Blancas Blancas, Noé, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, México
García González, Juan A., Universidad de Málaga, España
Jiménez, Pablo, Australian National University, Australia
Lynch, Sandra (emérito), University of Notre Dame, Australia
Porras Torres, Antonio, Universidad de Málaga, España
Rojas Jiménez, Alejandro, Universidad de Málaga, España
Villagrán Mora, Abigail, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, México
Artículos
A Short Logical Review of the Kalām Cosmological Argument
J.-Martín Castro-Manzano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Theopolitical Imagination: What Can We Learn From the Postconciliar Church?
Juan Pablo Aranda Vargas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Os movimentos metafísicos da Filosofia Portuguesa Contemporânea
Samuel Dimas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
La persona es estado embrionario. Una propuesta al debate sobre el estatuto
antropológico del embrión humano desde el personalismo integral
Elias Bermeo Antury . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Sutil cotejo categorial del idealismo teórico de Schelling (1800) respecto
del de Fichte (1794/5)
Nazahed Franco Bonifaz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
La reivindicación de una ética existencial desde la perspectiva filosófica
de Benjamin Fondane
Catalina Elena Dobre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
Notas críticas
Algunas reflexiones sobre el derecho a la belleza en las ciudades
Roberto Casales García . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149
False Beliefs With a Purpose and Optimistic Bias
Paniel Reyes Cárdenas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .155
Reseñas
Sánchez Muñoz, R., Educación, persona y empatía. ¿Es importante la
empatía para la educación? Bogotá: Aula de Humanidades, 2021, 161 pp
Beatriz Yalohen Popoca Ramos, Areli Martínez Ruiz y
Karla Ofelia Rojas Cortes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
Normas editoriales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167
7
Artículos
Metafísica y Persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
J.-Martín Castro-Manzano1
UPAEP Universidad, Puebla, México
[email protected]
Abstract
In this short contribution we discuss the logical validity of the Kalām cosmological ar-
gument as presented by W. L. Craig. This discussion suggests the argument fails at being
logically valid if we admit a distinction between first and second order variables.
Keywords: Classical logic, Kalām, cosmological argument, first order logic, second
order logic.
Resumen
En esta breve contribución discutimos la validez lógica del argumento cosmológico
Kalām como ha sido presentado por W. L. Craig. Esta discusión sugiere que el argumento
no es lógicamente correcto si admitimos una distinción entre variables de primer y segun-
do orden.
Palabras clave: Lógica clásica, Kalām, argumento cosmológico, lógica de primer or-
den, lógica de segundo orden.
Introduction
1
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2227-921X
Recepción del original: 25/08/2021
Aceptación definitiva: 10/12/2021
11
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
plicity (and, overall, popularity), on the basic core of the argument, which
runs as follows:
1. Everything that begins to exist has a cause of its existence.
2. The universe began to exist.
C. Therefore, the universe has a cause of its existence.
The reason why we pay attention to this particular piece of argumen-
tation is its undisputed logical structure. Indeed, when presented in this
fashion, the argument seems to be logically correct or formally flawless.
And such a claim, in turn, seems to get confirmed every time the usu-
al critiques question all but the structural validity of the argument: the
typical assessments presume, at least tacitly, that the argument is valid
when they accept premise 1 as uncontroversial, attack premise 2 on the
grounds of some interesting distinctions (Kaiser, 1944; Kenny, 1969; Fo-
gelin, 1990; McQueen, 1994; Sobel, 2004), but bypass any examination of
the logic behind the argument.
However, even if these criticisms are interesting in themselves, they dis-
regard a logical aspect that, by our lights, should not be diminished. Hence,
given this situation, in this short contribution we discuss the logical validity
of the Kalām cosmological argument as presented by Craig. Our discussion
suggests the argument fails at being logically valid if we admit a distinction
between first and second order variables.
1. An alternative interpretation
So, prima facie, the argument appears to be some sort of Barbara syllogism,
and hence, a valid argument that would look, more or less, as follows:
1. All Begin-to-exist is Caused-for-its-existence.
2. All Universe is Begin-to-exist.
C. Therefore, All Universe is Caused-for-its-existence.
However, on a second reading, we can observe a subtle but crucial
distinction that is missing when we assume this syllogistic parsing: while
premise 1 appears to quantify and predicate over individuals, premise 2
and the conclusion appear to predicate and quantify over domains. If this
distinction is not clear, consider the next representation of the original
argument that allows us to see the situation in a more transparent setting.
Let Ex stand for x begins to exist and Cyx for y causes the existence of x. Then
the argument would have the next structure:
12
A Short Logical Review of the Kalām Cosmological Argument
1. ∀x∃y(Ex ⇒ Cyx)
2. EU
∴ ∃yCyU
But then, notice, there is an important issue that is often overlooked,
namely, the difference between first and second order variables, for it seems
the universe is the locus in which things exist, that is to say, it is a domain,
but not another thing. We can try to explain this distinction by exemplifying a
couple of questions. Consider the query
“Where is the computer?”
Assuming “the computer” refers to the laptop in our desk, next to the
glass of water, the question makes perfect sense; but the question
“Where is the universe?”
does not seem to be equally meaningful, because the universe, unlike the
computer, does not appear to be another thing among things. The universe,
unlike the computer, is not anywhere.
To bring this point home consider the next gedankenexperiment. Imagine
Alan has been born and raised in a small apartment. Its walls are painted
titanium white and, as usual, it is divided into a kitchen, a living room, a bed-
room, an office, and a bathroom. It is almost a regular one, but there is a catch:
it lacks windows or doors to the outside, and so Alan, like once happened to
Mary (Jackson, 1982), has no notice of the world outside the apartment.
Inside the office there is a desk with some books on it, and next to the
books there is a personal computer, a laptop. Clearly, the laptop, as well as
the books and the desk, exist in so far as they are there, inside the apartment.
And thus Alan can say, with perfect utility, that the laptop is here and now,
right there or over there, that it was not here before and, of course, that it will
not be here eventually. Nevertheless, it also seems clear that Alan cannot do
the same for the apartment, that is, he cannot finger to the apartment in the
same way he can pinpoint the computer, for that would imply the apartment
is, like the laptop and the books, another item within the apartment, which
sounds absurd.
This experiment has to pay its dues, though. First, as Strawson (1948) has
pointed out, facts are not to be found in the world; but if, as Sommers (1980)
and Englebretsen (2006, 2012) have argued, facts are not in the world, then
they have to be properties of the world. Hence, domains, like the universe,
have to be defined by their constituents, but a domain is not a constituent
of itself. Using an example by Englebretsen: the soup I had this morning
was salty, but it was not “soupy,” likewise, following these examples, we
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can say the universe is laptop-ish (in so far as laptops are constituents of
the universe), but it is not universe-ish (since the universe is nowhere to be
found within the universe).
Consequently, premise 2 should be specified, as we did above, with a high-
er order variable, say U, for the universe (hence the expression EU in premise
2). However, if this is the case, then the conclusion of the Kalām cosmological
argument does not follow from 1 and 2 since we cannot unify x (in premise
1) and U (in premise 2), given that they are variables of different order (first
and second, respectively). Doing otherwise would result in a fallacy of com-
position or a category mistake (by unlawfully transferring properties of indi-
viduals to domains).
To further illustrate this issue, consider the next counterexample:
1. Everything that begins to exist has a place within the universe.
2. The universe began to exist.
C. Therefore, the universe has a place within the universe.
Clearly, even if we grant the truth of the premises, the conclusion does not
seem to be quite right, for the universe does not have a place, let alone inside itself.
At this point, however, the skeptical reader may think that such a basic
analysis cannot possibly defeat or even undercut the original argument. So,
let us consider some possible objections a skeptic may entertain so far.
Objection 1. Back to basics. Before moving to the previous logical analysis,
retort to analogy, for the concept of “thing” is analogical, it can encompass
both individuals and domains. After all, we can rightfully talk about indi-
viduals and domains as things. And so, there is no use for the distinction
between first and second order variables. The argument applies to both, indi-
viduals and domains. Thus, the original argument stands as is.
Answer 1. Fine, let the concept of “thing” be analogical. However, notice that
when we recognize that a concept is analogical we do it not just to show sim-
ilarities, but to enhance differences. But this objection fails to recognize there
is a fundamental difference between being an individual-thing (say, a thing1)
and a domain-thing (say, a thing2): the former may belong to the latter but not
the other way around. And therefore, claiming that “thing” is an analogical
concept just backfires: it pretends to keep the argument safe from differences,
but that is precisely what we get, a difference, if we appeal to analogy.
Objection 2. Fill in the blanks. Well then, simply introduce what is missing.
Just add the lost distinction, that is to say, make explicit what is implicit, for
example, as follows:
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A Short Logical Review of the Kalām Cosmological Argument
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Conclusion
And so, to wrap this up, in this short contribution we have discussed
the so-called validity of the Kalām cosmological argument as presented by
Craig. On the face of its undisputed logical structure, our discussion sug-
gests the argument fails at being logically valid if we perform a distinction
between first and second order variables. Of course, although such distinc-
tion is clearly open to discussion and we do not claim this interpretation
is knock-out, we think this short logical review is interesting in so far as it
provides an alternative treatment of a popular argument whose fragility
might stem from a logical issue, say, and not necessarily from an over the
top cosmological problem.
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A Short Logical Review of the Kalām Cosmological Argument
References
Bunge, M., Chasing Reality: Strife over Realism, Canada: University of Toronto
Press, 2006.
Craig, W. L., The Kalām Cosmological Argument, New York: Barnes & Noble,
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Englebretsen, G., Bare Facts and Naked Truths: A New Correspondence Theory of
Truth, Great Britain: Ashgate, 2006.
Englebretsen, G., Robust Reality. An Essay in Formal Ontology, Germany: Ontos
Verlag, 2012.
Fogelin, R. J., “A Reading of Aquinas’s Five Ways”, American Philosophical Quar-
terly, num. 27, 1990, pp. 305-13.
Jackson, F., “Epiphenomenal Qualia”, Philosophical Quarterly, num. 32, 1982,
pp. 127-136.
Kaiser, C. H., “The Formal Fallacy of the Cosmological Argument”, The Journal of
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Kenny, A., The Five Ways, London: Routledge & Kegan Paul, 1969.
Koons, R. C., “A New Look at the Cosmological Argument”, American Philo-
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McQueen, D., “What Is Aquinas’ Second Way?”, History of Philosophy Quarterly,
vol. 11, num. 1, 1994, pp. 23-35.
Simons, P. M., “The Universe”, Ratio, num. 16, 2003, pp. 237-250.
Sobel, J. H., Logic and Theism. Arguments for and against Beliefs in God, New York:
Cambridge University Press, 2004.
Sommers, F., The Logic of Natural Language, Oxford: Clarendon Press, 1982.
Strawson, P. F. “Truth”, Analysis, vol. 9, num. 6, 1948, pp. 83-97.
van Fraassen, B. C., “‘World’ Is Not a Count Noun”, Noûs, num. 29, 1995, pp.
139-157.
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Abstract
The aftermath of the Second Vatican Council saw the emergence of theopolitical imagi-
nation defending both radical conservative and progressive views. This article studies two
such experiments, namely, Marcel Lefebvre’s rejection of the Council and liberation theolo-
gy’s yearning for a solution, here and now, of poverty, understood as a sign of the Kingdom.
I assert that both examples share a fundamental insight, that is, its yearning for a re-politi-
cization of the church, a confusion between the immanent and transcendent axis of human
existence. I suggest that what the church experienced in the 1960s is analogous to our poli-
tical situation, where citizens are increasingly disappointed with democracies, and are thus
siding with radical populist politics that use religious language to justify their programs.
Resumen
Los años posteriores al Concilio Vaticano II vieron una explosión de imaginación teopo-
lítica defendiendo posturas radicales tanto conservadoras como progresistas. Este artículo
estudia dos de estos experimentos, a saber, el rechazo del Concilio por parte de Marcel Le-
febvre y el anhelo de la teología de la liberación de una solución, aquí y ahora, de la po-
breza, entendida como signo del Reino. Afirmo que ambos ejemplos comparten una idea
fundamental, a saber, su anhelo de una repolitización de la iglesia, una confusión entre el eje
inmanente y trascendente de la existencia humana. Sugiero que lo que la iglesia experimentó
en la década de 1960 es análogo a nuestra situación política, en la que los ciudadanos están
1
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2691-2588
Recepción del original: 20/09/2021
Aceptación definitiva: 23/12/2021
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cada vez más decepcionados con las democracias, y por ello se ponen del lado de políticas
populistas radicales que utilizan el lenguaje religioso para justificar sus programas.
1. Introduction
20
Theopolitical imagination: What can we learn from the postconciliar church?
ther on the glorious past or, on the contrary, on a liberating future, here on
earth, where pain and suffering will finally end. Seen in this light, I propose
that the yearning for a materialized utopia is condemned to failure, at best, or
to the actualization of a hellish reality, at worst.
From the very start of the council, one bishop felt that the road the Church
was taking was the wrong one. Born in 1905, Marcel Lefebvre saw the council
as a liberal-modernist conspiracy to take down the true Church of Christ.
Disappointed with its results, he quickly rejected Vatican II, on the basis that
it contravened the solid Catholic doctrine of the past two centuries. This fal-
se Catholicism, he asserted, overenthusiastically embraced modernity and
the spirit of the French Revolution.2 In 1988, John Paul II excommunicated
Lefebvre for ordaining a bishop without papal consent.3 In 2009, Benedict
XVI lifted this excommunication, after a process of dialogue with Lefebvre’s
Society of Saint Pius X.4
Lefebvre, to be sure, never wanted to leave the Catholic church—although
his excessive zeal and ultraconservatism led him, in the end, to reject the very
church he was trying to defend. He worried about, and correctly denounced,
the excesses committed during the implementation of Vatican II. He reac-
ted, for example, against “an American bishop who recommends little cakes
containing milk, baking-powder, honey and margarine”5 to replace the com-
munion wafer. The—perhaps excessive—desire to bring the faithful closer to
God was misunderstood in some places, replacing this closeness with casual-
ness, “as if we were dealing with Him as equals”.6 Lefebvre lamented how
the excessive encounter of the liturgy with the modern world—e.g., in the in-
corporation of secular music and the relaxation of devotion—did away with
the sense of the sacred: “The loss of what is sacred leads also to sacrilege… A
Mass took place during which the band-girls danced and some of them then
distributed the communion”.7
2
Joseph Ratzinger claims that Gaudium et spes, viewed as an Antisyllabus, “expresses the attempt of
an official reconciliation of the Church with the new age established in 1789”. Ratzinger, J., Teoría
de los Principios Teológicos. Materiales para una Teología Fundamental, Barcelona: Herder, 1984, p. 458.
3
See Canon §1382 of the Code of Canon Law. Available at https://bit.ly/3ytgwwU.
4
Congregation for the Doctrine of the Faith: “Decree remitting the excommunication ‘latae sententi-
ae’ of the bishops of the Society of St. Pius X”. The Holy See. Available at https://bit.ly/3Dxuxxl.
5
Lefebvre, M., Open Letter to Confused Catholics, Herefordshire: Fowler Wright Books Ltd, 1986, p. 26.
6
Lefebvre, M., Open Letter…, 17.
7
Lefebvre, M., Open Letter…, 25.
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Vatican II, in Lefebvre’s opinion, embraced the ideals of the French Rev-
olution. He saw the triad of values, “liberté, égalité, fraternité”, reflected in
Vatican II’s triad “religious liberty, collegiality, ecumenism”. He took issue
with the council’s assertion that it is “only in freedom that people can turn
themselves towards what is good” (Gaudium et spes, §17), and that religious
liberty11 derives from human dignity (Dignitatis humanae §1, 2).
8
“Archbishop Marcel Lefebvre’s schismatic movement involved an internal incoherence. He
sought to appeal to earlier councils in order to discredit Vatican II. But that which guarantees the
truth of the teaching of one council guarantees the truth of them all”. McInerny, R., What Went
Wrong with Vatican II. The Catholic Crisis Explained, Manchester: Sophia Institute Press, 1998, p. 33.
9
Lefebvre, M., I Accuse the Council, Dickinson: The Angelus Press, 1982, p. vii. For a discussion
of the bishops “from the banks of the Rhine” see Wiltgen, R., The Rhine flows into the Tiber,
New York: Hawthorn Books, 1967.
10
Reproduced in Congar, Y., Challenge to the Church. The case of Archbishop Lefebvre, London:
Collins, 1976, p. 77.
11
In his exposition of his sixth intervention at the council, Lefebvre explained that “No sub-
ject came under such intense discussion as that of ‘religious liberty,’ probably because none
interested the traditional enemies of the Church so much. It is the major aim of Liberalism.
Liberals, Masons and Protestants are fully aware that by this means they can strike at the
very heart of the Catholic Church; in making her accept the common law of secular societies,
they would thus reduce her to a mere sect like the others and even cause her to disappear”.
Lefebvre, M., I Accuse the Council, p. 26.
22
Theopolitical imagination: What can we learn from the postconciliar church?
12
Lefebvre, M., Open Letter…, p. 83.
13
Lefebvre, M., Open Letter…, p. 84.
14
Lefebvre, M., Open Letter…, p. 84.
15
Lefebvre, M., Open Letter…, p.80.
16
The principle nulla salus extra ecclesiam, adopted by the council of Florence-Ferrara, must be
understood, according to Ratzinger, on the background of an “ancient world image” which
assumed the predominance of Christianity. Moreover, the proposition was meant as a con-
demnation of Jansen’s rigorism. The church condemned the idea that “outside of the church
there is no grace” in the Dogmatic Constitution Unigenitus, in 1713. Ratzinger, J., El nuevo
pueblo de Dios, Barcelona: Herder, 1972, pp. 383-5.
17
Lefebvre, M., Open Letter…, p. 64; Lefebvre, M., I Accuse the Council, p. 47.
18
“The Snares of ‘Collegialism’”, reproduced in Eppstein, J., Has the Catholic Church gone mad?,
New Rochelle: Arlington House, 1971, p. 39.
23
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Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
19
Rahner, K.; Ratzinger, J., The Episcopate and the Primacy, New York: Herder & Herder 1962, p.
12. Cf. Ratzinger, J.; Maier, H., ¿Democracia en la Iglesia?, Madrid: San Pablo, 2005, pp. 22-30.
20
Rahner, K.; Ratzinger, J., The Episcopate and the Primacy, p. 16.
21
“An event indicates a moment (in time) when the conscious subject has been taken hold of by
something independent (or other) than itself, even if this ‘other’ is occasioned by one’s own
actions… of the subject in relation to the very deeds which he or she has authored.” In his
view, “the shift in Catholic theology towards language of act and event signalled a relation-
ship to ‘existentialism,’ which, taken broadly, entailed an emphasis upon subjectivity and
freedom uncharacteristic of the focus upon objectivity common to neo-Scholastic thought”.
Olsen, C., “Act and Event in Rahner and von Balthasar: A Case Study in Catholic Systemat-
ics”, New Blackfriars, 89 [1019]: 3-21, 2008, pp. 9-10.
22
Rahner, K.; Ratzinger, J., The Episcopate and the Primacy, p. 25.
24
Theopolitical imagination: What can we learn from the postconciliar church?
“event” that the universal church is manifested. The tension, thus, confronts
primacy, which exists insofar as the church is a church, that is, for the purpo-
se of unity, with the rights of the episcopate, which are granted because it is
in the local church that the universal church acquires visibility. In addition,
there is “a ‘charismatic’ structure in the Church besides the hierarchical”,23 an
idea that reaffirms that the church is neither a monarchy nor a parliament.24
The church recognizes the freedom with which God acts upon the communi-
ty of faithful, which implies the necessity of pluralism on two levels: first, in
the episcopacy as a collective body, and then in the church as the people of
God, among the faithful (through different “charismas”; cf. John 3:8).
As for the understanding of authority in the church, Rahner affirms that
the authority of the pope over individual bishops is not the same as the power
he has over the collegiate episcopacy. This is because “[t]he pope’s primacy
is primacy in the college”.25 For Rahner, this clarifies the claim that “supreme
authority of the Church rests in the council”.26 insofar as the council cannot
exist without the pope as its head.
Relying on an image by Heribert Schauf, Ratzinger describes the church
“not like a circle, with a single centre, but like an ellipse with two foci, primacy
and episcopacy”.27 This image gives more dynamism to the relationship than
the one we would get from a hastily adopted unity. This dialectic is already
visible in the name “Roman Catholic”. At first sight, a contradiction emerges
between universality and particularity. A church whose self-understanding
demands it to go to every corner of the world and speak to each in its own
language (Acts 2:6) seems to be contradicted by the emphasis on the Roman
element.28 This tension produces, in the same way that in Rahner, a positive un-
derstanding of the church: “‘Roman Catholic’ expresses the pregnant dialectic
between primacy and episcopate, neither of which exists without the other”.29
Finally, ecumenism was attacked as the fertile soil for indifferentism:
“Doubts on the necessity of the Catholic church as the only true religion, the
sole source of salvation, emanating from the declarations on ecumenism and
religious liberty, are destroying the authority of the church’s Magisterium. In
23
Rahner, K.; Ratzinger, J., The Episcopate and the Primacy, p. 31.
24
“The council is not a parliament and the bishops are not congressmen whose task is given
only and exclusively by those who have chosen them. The bishops don’t represent the people,
but Christ, from whom they receive their mission and consecration”. Ratzinger, J., El nuevo
pueblo de Dios, p. 188.
25
Rahner, H. et al., The Church. Readings in theology, New York: P.J. Kennedy & Sons, 1963, p. 41.
26
Rahner, H. et al., The Church…, p. 41.
27
Rahner, K.; Ratzinger, J., The Episcopate and the Primacy, p. 43.
28
See Ratzinger, J., El nuevo pueblo de Dios, p. 144.
29
Ratzinger, J., El nuevo pueblo de Dios, p. 62.
25
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fact, Rome is no longer the unique and necessary Magistra Veritatis”.30 How-
ever, nowhere did Vatican II renounce Catholic exclusivism—as, e.g., in LG
§13, 14 and 39. We are confronted again with the problem of truth: Lefebvre
is right when he reminds us of the intimate connection between Christ,
freedom, and truth—for “the truth will make you free” (Jn 8:32). Where was,
if anywhere, his mistake? Yves Congar provides us with an answer: “As far as
[Lefevbre] is concerned, he is the one to judge what is admissible and what is
heretical or false and therefore to be rejected by fidelity to ‘the Church as she
has always been.’”31 His insistence on finding Vatican II at fault and heretical
led him to overlook the tensions inherent in its documents, as well as its con-
tinuity not only with the two centuries immediately prior to it but, more im-
portantly, with the whole Christian tradition. Lefebvre’s sources cover only
the two (anti-liberal) centuries prior to the council, pretty much disregarding
the rest of the church’s long history. For instance, one can easily put Gregory
XVI’s harsh words against modernity, expressed in his encyclical letter, Mi-
rari vos (1832), in Lefebvre’s lips:
Depravity exults; science is impudent; liberty, dissolute. The holiness of the
sacred is despised; the majesty of divine worship is not only disapproved
by evil men but defiled and held up to ridicule. Hence sound doctrine is
perverted, and errors of all kinds spread boldly. The laws of the sacred, the
rights, institutions, and discipline—none are safe from the audacity of those
speaking evil (§5).
30
Lefebvre, M., I Accuse the Council, p. 97.
31
Congar, Y., Challenge to the Church…, p. 15.
32
Lefebvre, M., Open Letter…, p. 85.
26
Theopolitical imagination: What can we learn from the postconciliar church?
What Lefebvre had in mind was not only the preconciliar church. He year-
ned for the old authoritarian times. In a sermon given on August 29, 1976,
Lefebvre praised General Videla’s dictatorship in Argentina:
Take the example of the Argentine Republic. What kind of a state was it in
only two or three months ago? Complete anarchy… brigands killing to left
and right, industries utterly ruined, factory-owners locked up or taken as
hostages […]
But now there is an orderly government which has principles, which has
authority, which is starting to tidy things up, which is stopping brigands
from killing other people; and the economy is actually starting to revive, and
the workers have actually got work to do, and they can actually go home
knowing that they are not going to be brained on the way by someone who
wants to make them go on strike when they don’t want to go on strike.35
33
Lefebvre, M., Open Letter…, p. 39.
34
Lefebvre, M., Open Letter…, p. 86. The bishop’s view on the Spanish Inquisition echoes that of
Joseph de Maistre. See his Letters on the Spanish Inquisition.
35
Congar, Y., Challenge to the Church…, pp. 46-47.
36
Sudlow, B., “The Frenchness of Marcel Lefebvre and the Society of St Pius X: A new reading”,
French Cultural Studies, 28(1), 2017, p. 84.
27
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favored. To his question, the answer must be: one that resembles Christen-
dom, that is, one where the form of society reflects the divine order, where
the state’s coercive arm is used in order to protect the interests of the one, true
church, and at the same time invests political power with a divine sanction.
Lefebvre’s attack on the postconciliar church was motivated by an honest
dissatisfaction with the post-conciliar culture. This worry was shared, to be
sure, by many other theologians—Joseph Ratzinger and Henri de Lubac in-
cluded—who didn’t conclude from this situation that the Second Vatican
Council had betrayed the Church of Christ. It is important to note that an
important aspect in Lefebvre’s radicalism was its being theologico-politically
oriented, materializing in the effort to bring back Christendom, to align se-
cular and spiritual power again, and to bring the marriage between church
and state back once again. We can see this in (1) his selective use of sources,
joining the chorus of the anti-liberal church, while forgetting the rich and di-
verse tradition of the church; and (2) in his yearning for a return to the pre-di-
senchanted times, where the Catholic church reigned not only in the hearts
of the believer, but also exerted its influence over every single subject in its
jurisdiction, through legislation and the coercive capacity of the government.
37
Ratzinger, J., “The Dutch Catechism: A Theological Appreciation”, The Furrow, 22(12), 1971, p. 741.
28
Theopolitical imagination: What can we learn from the postconciliar church?
However, this first stage of optimism in the church’s ability to insert itself
in modernity and work with the secular world to solve the many problems
of humanity was followed by deep disillusionment. This time, the criticism
came from Latin America. The problem was not the encounter between the
modern (European) world and the church, but from the awareness that a
huge portion of the world had been hitherto forgotten. Latin American bish-
ops and theologians’ cry, Nous accusons, shook Europe: the reconciliation of
the church with the world was not, and could not be, authentic until those
without voice—the weak, the poor, the oppressed, and the marginalized—
those who Gustavo Gutiérrez calls the “nonpersons”, were heard, defended,
and done justice. Liberation theology was born as a cri du cœur, a remind-
er that a church that forgets the poor is a church that fails to live the mes-
sage of Christ. This message sounds today as urgent—or perhaps even more
so—than in 1971, when Gutiérrez’s book, A Theology of Liberation, was first
published.38 In this section I limit myself to studying Gutiérrez’s liberation-
ism, which must not be understood as suggesting that this is the only, or the
authoritative version of liberation theology, but rather one of its first, more
powerful versions.
Contrary to Lefebvre’s Society of St. Pius X, liberation theology didn’t split
from the church nor deny the authority of the magisterium. The movement
has never been condemned, although a couple of church documents—Liber-
tatis nuntius (1984) and Libertatis conscientia (1986)—suggested possible devi-
ations or dangers in its postulates. Moreover, liberation theologians tried to
make explicit the filial connection between their doctrines and the teachings
of the church. The seminal works of liberation saw themselves as answer-
ing the call made in Vatican II to think these documents and transform their
words into life in the different localities. The conferences of Latin American
Bishops held in Medellín (1968) and Puebla (1979), both emphasized the no-
tion of the church’s “preferential option for the poor”, recalling Jesus’ own
words regarding the care for the weak and poor (cf. Mt 25:35-36, 40). John
XXIII had himself affirmed that “the church is, and wants to be, the church of
all and especially the church of the poor”.39
The starting point of liberation theology is a critique of the primacy of
orthodoxy over orthopraxis, that is, the idea that knowing what one must
think or believe takes precedence over the practical knowledge about what to
do. For Gutiérrez, “the goal is to balance and even to reject the primacy and
almost exclusiveness this doctrine has enjoyed in Christian life and above all
to modify the emphasis, often obsessive, upon the attainment of an ortho-
38
Gutiérrez, G., A Theology of Liberation, Maryknoll, NY: Orbis Books, 1988.
39
Quoted in Gutiérrez, G., A Theology of Liberation…, p. xxvi.
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Thus, liberation theology implies a new way of doing theology. This also
means a new approach to the Bible. Liberation theologians pay attention to
the many stories of oppression found in the Bible. The Exodus, for example,
is relevant for its narrations of God’s liberation of his people from the Egyp-
tian yoke.43 Liberation here means not only—or primarily—a liberation that
will happen at the end of times, when those faithful to God will enjoy eter-
nal blessedness. Israel was freed from oppression, hunger, depravity, and
violence exerted by a powerful and cruel master.44 In the same way, Jesus’
salvific work cannot mean only eternal salvation. Although the kingdom of
God will not be fulfilled until the afterlife, the seeds of it germinate and give
40
Gutiérrez, G., A Theology of Liberation…, p. 8. This, however, does not necessarily mean that
liberation theology advocates for the primacy of praxis. In the preface to the 1988 edition of
his book, Gutiérrez advocated for a “circular relationship between the two” (Gutiérrez, G.,
A Theology of Liberation…, p. xxxiv). On this idea, Libertatis Nuntius (available in Spanish at:
https://bit.ly/3tWL4pX) establishes that a “healthy theological method no doubt will always
take the ‘praxis’ of the Church into account and will find there one of its foundations, but that
is because that praxis comes from the faith and is a lived expression of it” (X.4; see also XI.13).
41
Cited in Rowland, Ch., The Cambridge Companion to Liberation Theology, New York: Cam-
bridge University Press 2007, p. 27. Confront this idea with Zöe Bennett’s claim in the same
book: “The basic model of liberation theology arises from a Marxist dialectical context and
involves the movement from praxis to changed praxis” (p. 41).
42
Boff, L.; Boff C., Introducing Liberation Theology, New York: Orbis Books, 1986, p. 22.
43
Ratzinger suggests the danger of a politicized reading of Exodus. While “Christians had in-
terpreted the Exodus of Israel from Egypt as a symbol (typos) of baptism and seen in bap-
tism a radicalized and universalized Exodus… to the theologians of today the road from
the Exodus to baptism seems to be a loss of reality, a retreat from the political-real into the
mystical-unreal and the merely individual… Baptism is an introduction to the Exodus, i.e., a
symbol of an act of political liberation to which the chosen ‘people,’ i.e., the oppressed of all
lands, are called”. Ratzinger, J., Joseph Ratzinger in Communio, Vol. II, Michigan: Eerdmans,
2013, p. 61. For a political reading of Exodus see Walzer, M., Exodus and Revolution, New
York: Basic Books, 1985.
44
Gutiérrez, G., A Theology of Liberation…, p. 88.
30
Theopolitical imagination: What can we learn from the postconciliar church?
fruit in our own time.45 Put in negative form, this means that “the existen-
ce of poverty represents a sundering both of solidarity among persons and
also of communion with God. Poverty is an expression of a sin, that is, of a
negation of love”, which runs against the idea of the Kingdom.46 Working
for the cause of justice, that is, siding with the poor, the weak, and the for-
gotten against oppression, is the fundamental task of the church, because it
is through the attainment of a more just society that the kingdom becomes
visible. Gutiérrez endorses Schillebeeckx’s understanding of the kingdom,
which runs close to pure immanentism:
[T]he true interpretation of the meaning revealed by theology is achieved
only in historical praxis. “The hermeneutics of the Kingdom of God”, obser-
ves Schillebeeckx, “consists especially in making the world a better place.
Only in this way will I be able to discover what the Kingdom of God means”.
We have here a political hermeneutics of the Gospel.47
Siding with the poor necessarily means fighting against their oppressors.
For liberation theology this means rejecting the system that has been desig-
ned to silence and marginalize the poor. Gutiérrez uses the term “class stru-
ggle” but rejects Marx’s antagonism, which would betray the universality of
the Christian message:
The universality of Christian love is, I repeat, incompatible with the exclu-
sion of any persons, but it is not incompatible with a preferential option for
the poorest and most oppressed. When I speak of taking into account social
conflict, including the existence of the class struggle, I am not denying that
God’s love embraces all without exception.48
45
“[L]iberating praxis endeavors to transform history in the light of the reign of God. It accepts
the reign now, even though knowing that it will arrive in its fullness only at the end of time”.
Gutiérrez, G., A Theology of Liberation…, p. xxx.
46
Gutiérrez, G., A Theology of Liberation…, p. 168. Cf. Boff, L.; Boff C., Introducing Liberation
Theology, p. 52.
47
Gutiérrez, G., A Theology of Liberation…, p. 10-11.
48
Gutiérrez, G., A Theology of Liberation…, p. 160. Boff and Boff transform Marx’s famous claim,
“The history of all hitherto existing society is the history of class struggles”, as “the history of
the struggles of the oppressed for their liberation is the history of the call of the Holy Spirit to
the heart of a divided world” (Boff, L.; Boff C., Introducing Liberation Theology, p. 56).
31
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Consider, for example, Gutiérrez’s claim that “[o]nly a radical break from the
status quo, that is, a profound transformation of the private property system,
access to power of the exploited class, and a social revolution that would
break this dependence would allow for the change to a new society, a socialist
society”.49 The Marxian echoes are unmistakable here. However, throughout
the whole work, Gutiérrez patiently qualifies this and other affirmations. As
we saw, he distinguishes his political theology from Marxism, at least be-
cause for Catholicism the possibility of salvation is extended to all people,
and love for the enemy is demanded. The word “revolution” appears several
times in the work,50 suggesting more or less reliance on violence, but always
as the last resource—which happens to be a condition of a “just war”.51
Liberation theology, however, raises several questions. Here I discuss two
main challenges. First is its widely discussed relationship with Marxism.
Alistair Kee sums up this relation when he claims that, in Gutiérrez’s work,
“[n]othing is taken directly from Marx, but the perception of the whole com-
plex now owes a great deal to his philosophy”.52
The central criticism Kee offers to Gutiérrez’s work is the latter’s failure to
deal with Marx’s attack on religion as a reversal of reality. The influence of
Feuerbach on Marx here is fundamental. According to the former, religion is
the outcome of a movement whereby someone “projects his being into objec-
tivity, and then again makes himself an object of this projected image of him-
self, thus converted into a subject”.53 Religion helps human beings to explain
that which is mysterious in themselves. For Marx, however, religion is not the
source of mystery, but of error:
Man, who looked for a superhuman being in the fantastic reality of heaven
and found nothing there but the reflection of himself, will no longer be dis-
49
Gutiérrez, G., A Theology of Liberation…, p. 17.
50
Gutiérrez even speaks of a “permanent cultural revolution” (p. 21), which, in my opinion,
may be understood as a clever mixture of Trotsky’s “permanent revolution” and Mao’s “cul-
tural revolution.”
51
Gutiérrez, G., A Theology of Liberation…, p. 64; cf. Boff, L.; Boff C., Introducing Liberation The-
ology, p. 40.
52
He provides several examples of this debt: (1) it is because of Marx that Gutiérrez senses the
inadequacy of development and consequently prefers the term liberation; (2) the concept
of praxis is indebted to Marx’s view of the relationship between theory and action; (3) the
relationship between salvation and liberation is formulated in the parallel of sin/salvation,
alienation/liberation; (4) the idea that following the example of the civilized countries would
liberate poor countries from poverty and suffering is just an ideological maneuver for op-
pression, etc. Kee, A., Marx and the Failure of Liberation Theology, Philadelphia: Trinity Press
International, 1990, pp. 164-167.
53
Feuerbach, L., The Essence of Christianity, New York: Harper & Row, 1957, pp. 29-30.
32
Theopolitical imagination: What can we learn from the postconciliar church?
posed to find but the semblance to himself, only an inhuman being, where he
seeks and must seek his true reality.54
54
Quoted in Kee, A., Marx and the Failure of Liberation Theology, p. 45.
55
Kee, A., Marx and the Failure of Liberation Theology, p. 61, emphasis mine.
56
Cf. Libertatis Nuntius, VII.6, 9.
57
Marx, Manifesto of the Communist Party.
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with the oppressed and the exploited in the struggle for a more just socie-
ty”.58 Here, Gutiérrez is at best avoiding the question, namely: Should the
“permanent cultural revolution” be—as it seems to be the case—the primary
work of priests and bishops? Are they to seek an active engagement in poli-
tics? And if that is the case, how to avoid a religious government once they
are successful? Is it not rather the case that, whenever the clergy transforms
itself into a political vanguard, Ivan Karamazov’s story of the Grand Inquisi-
tor becomes a terrifying possibility, and the work of liberation is turned on its
head, becoming a new servility? Dostoyevsky’s Inquisitor opposes Christ’s
return to earth:
For fifteen centuries we have struggled with that freedom, but now it is all
over, and over for good. You don’t believe that it is over for good? You look
at me meekly and do not even consider me worthy of indignation? Well, I
think you ought to be aware that now, and particularly in the days we are
currently living through, those people are even more certain than ever that
they are completely free, and indeed they themselves have brought us their
freedom and have laid it humbly at our feet…
At last they themselves will understand that freedom and earthly bread in
sufficiency for all are unthinkable together, for never, never will they be able
to share between themselves! They will also be persuaded that they will ne-
ver be able to be free, because they are feeble, depraved, insignificant and
mutinous.59
58
Gutiérrez, G., A Theology of Liberation…, p. 151.
59
Dostoyevsky, F., The Brothers Karamazov, New York: Penguin Books, 2003, pp. 328, 330.
60
The church’s answer to this question is straightforward: “[T]he Church’s Magisterium does
not wish to exercise political power or eliminate the freedom of opinion of Catholics regard-
ing contingent questions. Instead, it intends—as is its proper function—to instruct and il-
luminate the consciences of the faithful, particularly those involved in political life, so that
their actions may always serve the integral promotion of the human person and the common
good. The social doctrine of the Church is not an intrusion into the government of individual
countries. It is a question of the lay Catholic’s duty to be morally coherent, found within one’s
conscience, which is one and indivisible”. Compendium of the Social Doctrine of the Church,
§571. Available at https://bit.ly/3u3uwNe.
61
Henri De Lubac is radical in this matter: “The more a priest is conscious of his high spiritu-
al mission and is really faithful to it, the more he has the right—because he has the corre-
34
Theopolitical imagination: What can we learn from the postconciliar church?
tion theology to the church to become a church of the poor. In fact, it seems to
me that the excessive politicization of the church, a yearning for power, has
led to the many scandals and corruptions the church faces today.
This unnecessary politicization of the clergy—which encroaches upon a
sphere that belongs to the laity—derives from two conceptual problems in
liberation theology. Liberation theology was born in a time of crisis: priest,
nuns and others were killed, thrown out of planes into the sea, persecuted,
and threatened. In those situations, filled with chaos and disregard for basic
human rights, the action of many committed to liberation was not only right,
but even heroic. A just war had to be waged, and for this reason many libera-
tionists were martyred. However, these moments of crisis are neither perma-
nent nor all-embracing. Failing to distinguish a moment of crisis, which may
justify active political action, even to the point of using physical force, from
a post-crisis scenario, eliminates all hope for a normalization of social life. It
does not seem that this distinction is made, for example, by Gutiérrez. In the
second place, Gutiérrez’s understanding of the notion of the “poor” seems
only partially in accord with Catholic doctrine. On the one hand, Gutiérrez
rightly criticizes those who use the gospel to create a coarse, romanticized
notion of poverty.62 Clearly, poor people are not loved by God because the-
re’s something intrinsically lovable in their poverty. But, on the other hand,
Christ does much more than just announcing material liberation. Underlying
Jesus’ teaching we find a strong realism: “you always have the poor with
you” (Matthew 26:11), a realism that is in line with the tradition of Western
political thought, from Plato to Nietzsche: the confrontation between rich and
poor is a constant in history. This is not, of course, a reason for defeatism, but
an observation founded upon human nature. As Reinhold Niebuhr claims:
“The hope that there will ever be an ideal society, in which everyone can take
without restraint from the common social process ‘according to his need,’
completely disregards the limitations of human nature”.63 It seems to me that
Gutiérrez fails to grasp the complexity of the Catholic doctrine on poverty.
The dangers implicit in liberation theology’s excessive anxiety over libe-
ration here and now is more than evident in the more recent generation of
liberationists. While Gutiérrez and other first-generation liberation theolo-
gians tried to align their teaching with that of the church, a new generation
of liberationists has emerged, the doctrinal position of whom is at variance
with the church’s central dogmas. In an article discussing liberation theology
sponding duty—of detaching himself from purely political problems and human concerns”,
although some lines below he affirms this means “neither denial nor desertion to the human
cause”. Lubac, H., Paradoxes of Faith, San Francisco: Ignatius Press, 1987, p. 95.
62
Gutiérrez, G., A Theology of Liberation…, p. 164.
63
Niebuhr, R., Major Works on Religion and Politics, New York: The Library of America, 2015, p. 291.
35
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64
Hovey, C., and Phillips, E., The Cambridge Companion to Christian Political Theology, New York:
Cambridge University Press, 2015, p. 32.
65
Hovey, C., and Phillips, E., The Cambridge Companion… Contrast this idea with Gutiérrez’s:
“Although the Kingdom must not be confused with the establishment of a just society, this
does not mean that it is indifferent to this society… The Kingdom is realized in a society of
fellowship and justice; and, in turn, this realization opens up the promise and hope of com-
plete communion of all persons with God. The political is grafted into the eternal” (Gutiér-
rez, G., A Theology of Liberation…, p.135).
66
Hovey, C., and Phillips, E., The Cambridge Companion…, p. 32. Cf. Libertatis Nuntius: “An ex-
clusively political interpretation is thus given to the death of Christ. In this way, its value for
salvation and the whole economy of redemption is denied” (X.12).
67
De la Torre, M., The Hope of Liberation in World Religions, Waco: Baylor University Press, 2008,
p. 6. Libertatis Nuntius rightly points out that “[t]o some it even seems that the necessary
struggle for human justice and freedom in the economic and political sense constitutes the
whole essence of salvation. For them, the Gospel is reduced to a purely earthly gospel” (VI.4)
See also Libertatis Conscientia (available at: https://bit.ly/2XAWqni) §21.
68
See Libertatis Nuntius IV.14-15.
36
Theopolitical imagination: What can we learn from the postconciliar church?
When, in 1935, the German theologian, Erik Peterson, wrote his authoritati-
ve essay, Der Monotheismus als politisches Problem, he was charging against the
Nazi threat, warning his then friend, the jurist Carl Schmitt, about the dangers
of waging for a messianic political project that displayed a hubris such that it
threatened the very foundations of Western civilization. His work is not just
an erudite treatise on early Christian theopolitical imagination, but a coded
message, veiled as a comparison between Augustine, Eusebius, and Constanti-
ne, on the one hand, and Schmitt, Hitler, and himself, on the other, in order to
explain to his friend the dangers of an undue divinization of the political realm.
Many Christian thinkers saw the emergence of the Roman Empire as a
providential instrument for the Christianization of the world. These early
Christians saw the Roman Empire as belonging to God’s plan, in the sen-
se that the pacification it brought was a necessary condition for the quick
and efficient dissemination of the gospel. Origen read Psalm 72:7 (“In his
days justice and fullness of peace have arisen”) as a prophecy referring to
Rome. Eusebius linked together the end of Jewish kingship and Augustus’s
rule as the Providential preparation for the birth of the Messiah. What began
with Augustus, moreover, was to be finished by Constantine, with whom the
Christian era begun. In The Proof of the Gospel, Eusebius refuted Celsus’ attack
on Christianity as a rebellious and antisocial cult and created a Christian po-
litical theology. By welding the Roman Empire with the redemptory work of
Jesus, Eusebius linked God’s monarchy with earthly political authority. The
Roman Empire was God’s plan, and thus its authority was willed by the King
of Kings (basileus basileōn).
Peterson’s “closure” of political theology runs along two argumentative
lines. First, political theology, understood as the attempt to build the earthly
city as an image of the heavenly order, is cancelled on the theological side. In
his Third Theological Oration, Gregory of Nazianzus argued that the unity of
the triune God “doesn’t find correspondence in the created order”.69 The im-
possibility for a correspondence between the earthly and the heavenly orders
is explained by the unbridgeable distance between the Trinitarian mystery
and our reality. Augustine, on his part, will dismiss Eusebius’ attempt to see
in the Roman Empire an eschatological marker, rejecting that the Pax Romana
was the perpetual peace announced by the Psalms.
Secondly, we must pay attention to the idea of the “Kingdom”, which is a
very complex concept in Christian thought. The difficulty to apprehend this idea
69
Peterson, E., Theological Tractates, Stanford: Stanford University Press, 2011, p. 103.
37
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
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is given by its paradoxical character: the Incarnation implies that the Kingdom is
here (Mt 1:23, cf. Is 7:14; Mt 12:28, Luke 17:20) but, at the same time, not yet (Mk
1:15, Mt 6:10).70 The time of the church, Peterson argues in Die Kirche, runs from
Pentecost to Christ’s return which, according to Paul, will come only when the
Gentiles and, after them, the Jews, convert (Rom 11:25). The pilgrim church is
not, to be sure, the Kingdom since, as Augustine explains, there are in it many
who belong to the earthly city71 and thus it must wait for Christ to come and di-
vide the tares from the wheat (Mt 13:30). Seen from a soteriological perspective,
that the Kingdom is here but not yet builds a bridge between earthly life and
salvation: a Christian cannot despise earthly realities to devote herself fully to
“heavenly matters”, for that would imply that salvation is achieved by means
other than a life of service and love to others and God (Jn 13:14, 34). Earthly life is
far from disconnected to salvation: it is the very soil where the drama of the con-
frontation between the earthly and the heavenly cities unfold, the final resolution
of which must nevertheless wait until Christ’s triumphal return (Mt 24:29-51).
Peterson’s work helps us understand the ever-present temptation to bring
God’s kingdom to earth, here and now, so as to definitely solve the many su-
fferings and ailments humanity face. The yearning for a materialized utopia
is condemned to failure, at best, or to the actualization of a hellish reality, at
worst. That a perfect world is unachievable in this life is explained by the
very unnaturalness of the human being or, in metaphysical words, by her be-
ing free. Imagining an achieved perfection, thus, ignores the radical unpredic-
tability of the human being and, more often than not, utopia is transformed
into the conscious effort to suppress every difference, every resistance, every
unconformity with the imagined model. This explains, from the theological
side, Ratzinger’s assertion that “eschatology expresses the impossibility of
perfecting the world within history”72 and, from the political one, Claude
Lefort’s warning about “the fantasy of the People-as-One, the beginnings of a
quest for a substantial identity, for a social body which is welded to its head,
for an embodying power, for a state free from division”.73
Despite its danger, utopian imagination is necessary in every human so-
ciety, for it sets the ideal against which human endeavors must be assessed,
in order not to fall in a comfortable mediocrity or, worse, to end up justifying
evils and injustices for lack of clear standards. Utopia is, therefore, not an end
to which human beings run, but the way the human mind approximates the
just, good, and beautiful life so as to throw light on the way life actually is.
70
O’Collins, G., Christology. A Biblical, Historical, and Systematic Study of Jesus, Oxford: Oxford
University Press, 2013, pp. 54-55.
71
Augustine, De Civitate Dei I:35.
72
Ratzinger, J., Joseph Ratzinger in Communio, Vol. I., Grand Rapids: William B. Eerdmans, 2010, p. 19.
73
Lefort, C., Democracy and Political Theory, Cambridge, Polity, 1988, p. 20.
38
Theopolitical imagination: What can we learn from the postconciliar church?
The Second Vatican Council was, to be sure, a momentous event for Ca-
tholicism and, in no minor way, for Western modernity as a whole. The op-
timism of the sixties electrified the church, promising that the long reconci-
liation between the church and modernity was finally at hand, and that by
closing the old caesura a new era for the West was to be born. This joyful
confidence, however, proved to be premature, if not plainly naïve. Many Ca-
tholics felt the church to be capitulating to the forces of liberalism. The coun-
cil was certainly a space for reconciliation with the secular world as well as
with other Christians and religions. There is no doubt, for instance, that some
of Luther’s critiques to the church in the sixteenth century found an ear at
the council, as the decree on the liturgy and the rejection of the papacy as a
monarchic power show; also, the decree Nostra aetate definitely rejected the
doctrine that blamed the Jews74 with deicide and opened a way for a rich ecu-
menic dialogue with separated Christians while maintaining the Catholic ex-
ceptionalism, that is, rejecting religious pluralism. The radical conservatives
who opposed the council nostalgically yearned for the church’s “good old
days”, when popes were monarchs actively participating in politics. Howe-
ver, as we have seen, the pope is not a monarch but the first among the pas-
tors of the church, that is, the one serving all (Mt 20:28; Mk 9:35). Rather than
a political power, the church is a spiritual community distinguished by its
being a foreigner, or a pilgrim, in this world; any attempt to win the world,
therefore, to make it the end of life rather than the arena wherein the soterio-
logical drama is played, leads to a caricature of the Christian faith (Lk 9:25).
On the opposite camp there were many who yearned for a much expedi-
te and radical implementation of the “spirit” of the council,75 some of whom
progressively departed from what the council actually said, creating a “spi-
rit” fitting their own interests and worries. Some of them, justly worried for
the inequities and injustices lived by millions here and now, partnered with
ideologies alien to Christianity, then failing to reconstruct the proper balances,
tensions, and paradoxes inherent to it. For those who fall prey to worldly im-
mediatism, the temptation of considering the church as something malleable,76
as clay in human hands ready for pursuing their goals, becomes a real danger.77
74
See Nirenberg, D., Anti-Judaism: The Western Tradition, New York: W.W. Norton, 2013.
75
See Messori, V.; Ratzinger, J., The Ratzinger Report, San Francisco: Ignatius Press, 1985, pp. 34-35.
76
“His Church has been replaced by our Church and, thus, by many churches, since everyone
has his own. The churches have become our undertakings, of which we are either proud
or ashamed”. Ratzinger, J., Fundamental Speeches from Five Decades, San Francisco: Ignatius
Press, 2012, p. 144.
77
Ratzinger reacts against this feverish demand for “reform” in the church, a yearning that is
often driven by a falsification of what it is. He insists that, notwithstanding the many scandals
inside the church, the multiple ways in which it has betrayed the message of Christ, falling
short from its mission, the Church of Jesus “lives behind ‘our church.’” Ratzinger, J., Funda-
mental Speeches, p. 146.
39
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Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
78
See Freedom House: Freedom in the World 2021: Democracy under siege, https://bit.ly/3jJzniV.
79
See Piketty, Th., Capital in the Twenty-First Century, Cambridge: Harvard University Press,
2014, ch.8; Brown, W., In the Ruins of Neoliberalism. The Rise of Antidemocratic Politics in the
West, New York: Columbia University Press, 2019; Kotsko, A., Neoliberalism’s Demons. On
the Political Theology of Late Capital, Stanford: Stanford University Press, 2018.
80
See, for example, the Netflix documentary Social Dilemma, minute 55’ ff.
81
See Bowler, K., Blessed. A History of the American Prosperity Gospel, New York: Oxford Uni-
versity Press, 2018.
82
See Chesnut, A., Devoted to Death. Santa Muerte, the Skeleton Saint, New York: Oxford Univer-
sity Press, 2012.
40
Os movimientos metafísicos da Filosofia Portuguesa Contemporânea
83
Hobbes, Th., Leviathan, Indianapolis: Hackett, 1994, ch. XIII, p. 76.
84
See Aranda, J., “Populism, acclamation, and democracy”, Constellations, 28(4), 2002, pp. 1481-
495. https://doi.org/10.1111/1467-8675.12581
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to convey are too abstruse for the people, and thus recourse to the divinity
aids the former to assure compliance and docility. Operating from a disho-
nest basis that Nadia Urbinati describes as “a phenomenology that involves
replacing the whole with one of its parts”,85 populism promises peace and re-
conciliation while feeding on agonistic politics, often using God and religion
as criteria for discriminating between the good, honest, or authentic people
and those who lie, exploit, and betray the (real) people.
Christianity, however, powerfully opposed the political use of religion,
opposed civil religions and denouncing them as human constructions de-
signed to oppress human beings. The separation between church and state
was stated by Jesus himself (Mt 22:21). Not without irony, that very church
consolidated itself by means of a theopolitical experiment, namely, Christen-
dom, which Ratzinger harshly criticized by asserting that “[t]he use of the
State by the Church for its own purposes, climaxing in the Middle Ages and
in absolutist Spain of the early modern era, has since Constantine been one of
the most serious liabilities of the Church, and any historically minded person
is inescapably aware of this”.86
In order to live in peaceful, harmonic societies, a very difficult balance
between freedom and equality, the person and her community, shared va-
lues and the principle of authenticity, must be attempted. Without it, human
beings quickly fall into the temptation for quick, definite solutions, forgetting
that, while human beings remain what they are, that is, free persons endowed
with a powerful but nonetheless limited rationality, and an ontological need
for the other, the world will always be a place where good and evil, wisdom
and ignorance, charity and envy, coexist side by side. When radicalism takes
the stage, the possibility for any serious encounter with the other becomes
null at just the same time as tyranny smiles wickedly.
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Samuel Dimas1
Universidade Católica Portuguesa. Lisboa, Portugal
[email protected]
Resumo:
Este artigo tem como objetivo identificar no pensamento português contemporâneo as
suas principais correntes metafísicas e os filósofos a elas associados. Procura, igualmente,
caracterizar a especificidade da filosofia portuguesa no contexto europeu, que se traduz na
sua teoria da saudade e na tradicional relação umbilical com a literatura e a teologia, nomea-
damente, na forma poética e na expressão mística ou espiritual. Assumindo a íntima união
entre a razão e a emoção, a razão e a fé, o entendimento e a experiência, a metafísica portu-
guesa está centrada nas noções de Mistério e Excesso e procura uma incessante superação
dos monismos panteístas e dos dualismos deístas. O resultado traduz-se na assunção de três
vias fundamentais: a metafísica da cisão e da restauração fundada no pantiteísmo emanatista
da união divina impessoal; a metafísica da queda e da redenção, fundada no teísmo da união
divina pessoal; a metafísica da criação e da manifestação, fundada no teísmo criacionista da
transcendência imanente sob as formas de comunhão pessoal e plenificação universal.
Abstract
This article aims to identify in contemporary Portuguese thought its main metaphys-
ical currents and the philosophers associated with them. It also seeks to characterize the
specificity of Portuguese philosophy in the European context, which translates into its the-
ory of melancholy and the traditional umbilical relationship with literature and theology,
namely, in its poetic form and in its mystical or spiritual expression. Assuming the inti-
mate union between reason and emotion, reason and faith, understanding and experience,
Portuguese metaphysics is centered on the notions of Mystery and Excess and seeks an in-
cessant overcoming of pantheistic monisms and deistic dualisms. The result is translated
1
Centro de Estudos Filosóficos e Humanísticos
Rf.ª UIDB /00683/ 2020, FCT
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0968-3616
Scopus Author ID: 57189442827
Recepción del original: 22/11/2021
Aceptación definitiva: 10/12/2021
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into the assumption of three fundamental paths: the metaphysics of split and restoration
founded on the emanatist panttheism of impersonal divine union; the metaphysics of the
fall and redemption, founded on the theism of personal divine union; the metaphysics of
creation and manifestation, founded on the creationist theism of immanent transcendence
under the forms of personal communion and universal fulfillment.
2
“omnis intellectus naturaliter desiderat devinae substantiae visionem”. Tomás de Aquino,
Summa contra Gentiles, liber. III, cap. 57, Madrid: BAC, 2007, p. 214
3
Cf. Freitas, Manuel Barbosa da Costa, O Ser e os Seres: Itinerários Filosóficos, vol. I, Lisboa,
Editorial Verbo, 2004, p. 494.
4
Cf. Teixeira, António Braz, “A ‘Renascença Portuguesa’, Movimento plural”, Paulo Borges,
Bruno Béu de Carvalho (org.), A Renascença Portuguesa, Tensões e Divergências, Lisboa: Centro
de Filosofia da Universidade de Lisboa, 2014, p. 51.
5
Gomes Pinharanda, Jesué, “Aspectos da filosofia católica em Portugal na 2.a metade do
século xx”, Lusitana Sacra, 2ª série, num. 12, 2000, p. 343.
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6
Cf. Braz Teixeira, António, A Filosofia da Escola Bracarense, Braga: Universidade Católica
Portuguesa, 2010, p. 117.
50
Os movimientos metafísicos da Filosofia Portuguesa Contemporânea
7
Cf. Abranches, Cassiano Dos Santos, Metafísica, Braga: Livraria Cruz, 1956, p. 13.
8
Magalhães, António Dias de, “Da História à Metafísica da Saudade”, in Saudade e Ser, in
Afonso Botelho e António Braz Teixeira (organização), Filosofia da Saudade, Lisboa: INCM,
1986, p. 266.
9
Coimbra, Leonardo, “A saudade luso-galaica”, in Obras Completas, Vol. VIII, Lisboa: INCM,
2014, p. 744.
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char”.10 Não nos sendo possível continuar este diálogo, podemos dizer que
em comum, uma grande preocupação pela dimensão concreta e dinâmica
da realidade no diálogo com a cultura e a ciência, através de uma reflexão
filosófica de alcance transcendental, fundada na intuição e na analogia que
tem como objetivo principal estabelecer o significado da relação assimptótica
entre Deus infinito criador e os seres finitos e contingentes.
10
Cf. Martins, Mário, Introdução histórica à vidência do tempo e da morte, vol. I, Braga: Livraria
Cruz, 1969, pp. 13-14.
11
Cf. Seixas, José Maria da Cunha, Princípios Gerais de Filosofia e outras obras filosóficas, Pref. de
Eduardo de Abranches de Soveral, Lisboa: INCM, 1995, p. 501.
12
Cf. Seixas, José Maria da Cunha, Princípios..., p. 161.
13
Cf. Seixas, José Maria da Cunha, Princípios..., p. 342.
52
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14
Cf. Morujão, Alexandre Fradique, “O problema da História na fenomenologia de Hus-
serl”, in Estudos Filosóficos, vol. I, Lisboa: INCM, 2002, p. 382.
54
Os movimientos metafísicos da Filosofia Portuguesa Contemporânea
pelo próprio Husserl na sua obra Krisis, a partir de uma reflexão sobre o tem-
po puro intencional ou fenomenológico (ek-stático) que manifesta na nossa
subjetividade o tempo objetivo, transitando-se de uma análise estática para
uma análise dinâmica ou genética que investiga os atos no seu devir e nas re-
lações desse devir ao concreto da corrente da consciencia.15 A consciência de
um ente mundano está ligada à consciência do mundo subjetivo-relativo da
vida das evidências originárias (Lebenswelt),16 prévio a qualquer evidência ló-
gico-objetiva matemática ou cientifico-natural.17 Trata-se do mundo da vida
referido por Leonardo Coimbra na sua noção de inteligibilidade intuitiva e
estética em ato primeiro e referido por José Enes na sua noção de experiência
antepredicativa.
Ainda em Coimbra, uma palavra particular também para Miguel Baptista
Pereira (1929-2007), que fez a sua tese com o título O princípio da individuação
na metafísica de Pedro da Fonseca e desenvolveu a sua obra no campo da filosofia
existencial e dialógica de inspiração cristã, que viria a influenciar autores como
Joaquim Cardoso Duarte e Luís Umbelino, pensadores também atentos à filo-
sofia portuguesa. No contexto atual, com dedicação ao pensamento português,
podemos referir os nomes de Mário Santiago de Carvalho, Henrique Carlos
Jales Ribeiro, Diogo Falcão Ferrer, Helena Carvalho e Joaquim Braga. Na área
da relação entre filosofia e teologia, impõe-se a obra do padre Anselmo Borges.
15
Cf. Morujão, Alexandre Fradique, “Reflexão sobre a história na fenomenologia de Hus-
serl”, in Estudos Filosóficos, vol. I, p.404
16
Cf. Husserl, Edmund, A crise das ciências europeia e a fenomenologia transcendental – uma intro-
dução à filosofia fenomenológica, § 34, trad. Diogo Falcão Ferrer, Lisboa: Edição Phainomenon e
Centro de Filosofia da Universidade de Lisboa, 2008, p. 142.
17
Cf. Morujão, Alexandre Fradique, “O problema...”, p. 389.
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56
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18
Cf. Teixeira, Joaquim de Sousa, “Teologia Filosófica e experiência transcendental”, in Rei-
mão, Cassiano, Pimentel, Manuel Cândido (Coordenação), Os Longos Caminhos do Ser,
Estudos dedicados ao Prof. Doutor Manuel Barbosa da Costa Freitas, Lisboa: Universidade Católi-
ca Editora, 2003, p. 686.
19
Patrício, Manuel Ferreira, “A filosofia da educação em Portugal no século XX”, in História
do Pensamento Filosófico Português – Tomo 2 – Vol. V – O Século XX. (Direção) Pedro Calafate,
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ves, António de Sousa Araújo, João Duarte Lourenço, Isidro Pereira Lamelas,
José Maria da Silva Rosa, Américo Pereira, Gonçalo Figueiredo e Maria de
Lourdes Sirgado Ganho.
De um modo geral e simplista, podemos dizer que se a escolástica tomista
é intelectualista e dá preferência ao conhecimento da verdade, a escolástica
franciscana é voluntarista e dá preferência à sabedoria do amor e da beleza,
sobrepondo o discurso místico-poético ao discurso predicativo lógico. Com-
preende-se, assim, a afinidade do criacionismo de Leonardo Coimbra ao es-
pírito franciscano. Neste âmbito, uma palavra para a ação de João Ferreira
a quem devemos a primeira abertura institucional da Igreja, no Seminário
de Leiria, ao movimento da filosofia portuguesa que era olhado com des-
confiança pela maioria do clero e dos intelectuais católicos. Como bem diz o
padre Joaquim Cerqueira Gonçalves, o movimento da Filosofia Portuguesa
é um espaço de questionamento e hermenêutica sobre os problemas funda-
mentais do homem na sua relação com o Mundo e com Deus.
Se, em termos filosóficos, podemos dizer que o desenvolvimento e consoli-
dação do movimento espiritual criacionista e saudosista portuense, de inspiração
platónica e neoplatónica, se fundamentou na criação da primeira Faculdade de
Letras da Universidade do Porto, sob o magistério de Leonardo Coimbra, e teve
depois seguimento em Lisboa através dos seus discípulos diretos do movimento
da Filosofia Portuguesa com a introdução da tradição aristotélico-tomista; o des-
envolvimento e consolidação do movimento espiritual de Lisboa, de inspiração
franciscana e escotista, teve início em 1957 na Faculdade de Letras da Universi-
dade de Lisboa com a autonomia do curso de Filosofia em relação às disciplinas
de História e com a entrada para o corpo docente de pensadores cristãos. Joa-
quim Cerqueira Gonçalves, que iniciou o curso de Filosofia, precisamente neste
ano, refere a importância neste processo da ação de Francisco da Gama Caeiro,
que pertenceu a uma Comissão Ministerial de Reforma do Ensino Superior, e da
ação do Padre Manuel Antunes que também contribuiu para a valorização das
perspetivas espiritualistas naquela instituição.23
A atenção filosófica à metafísica, que se distanciava do positivismo que do-
minara os cursos de ciências histórico-filosóficas das Faculdades de Letras de
Coimbra e de Lisboa, na primeira metade do séc. XX, com professores como
Sílvio Lima (1904-1993), Vieira de Almeida (1888-1962) e Edmundo Curve-
lo (1913-1954), teria continuidade em pensadores ligados à investigação da
Universidade de Lisboa, como Manuel Ferreira Patrício, António Braz Teixei-
23
Cf. Gonçalves, Joaquim Cerqueira, “Autonomia do curso universitário de filosofia (1957). A
ação do prof. Francisco José da Gama Caeiro na Faculdade de Letras de Lisboa”, in Francisco
da Gama Caeiro - a presença 20 anos depois (coord. de Maria Leonor Xavier), Lisboa: Centro de
Filosofia da Universidade de Lisboa, 2014, p. 14.
60
Os movimientos metafísicos da Filosofia Portuguesa Contemporânea
ra, Leonel Ribeiro dos Santos, Carmo Ferreira, Pedro Calafate, Paulo Borges,
Maria Leonor Xavier e Renato Epifânio. A concretização da obra História do
Pensamento Filosófico Português na Faculdade de Letras ficou a dever-se tam-
bém à eficácia do magistério de Gama Caeiro, que teve a ação essencial de
reintroduzir a “Filosofia Portuguesa” na Academia, retirando-a de uma nova
clandestinidade que alguns membros do chamado Movimento da Filosofia Por-
tuguesa tendiam em defender, através de um discurso anti-universitário.24
No entanto, também não podemos esquecer que, por um lado, a Univer-
sidade foi hostil e desconsiderou este movimento filosófico desde o ano de
1913, e que, por outro lado, a crítica à Universidade era uma crítica feita, es-
sencialmente, ao seu espírito positivista. Em resumo, a Universidade critica-
va o movimento da Filosofia Portuguesa pela sua falta de rigor metodológico
e de aprofundamento racional, deixando-se seduzir muitas vezes por pseu-
do-filosofias de cariz esotérico, e o Movimento criticava a Universidade por
reduzir a Filosofia a ideologias positivistas e materialistas que pretendiam
erradicar a metafísica e o espiritualismo. Não é por acaso, que o acolhimento
a este movimento é feito na Universidade pela mediação de professores de
filosofia cristãos e católicos.
Sabemos também que essa reintrodução acabaria por ser formalizada sob
a designação genérica de “Filosofia em Portugal”, posição defendida pelos
mesmos que utilizavam as expressões “Filosofia Grega”, “Filosofia Alemã” e
“Filosofia Francesa”, reconhecendo nestas uma especificidade ou uma concre-
tude interdita ao caso português, que só na pintura ou na música teria direito
a essa caracterização. Por outro lado, também consideramos que a “Filosofia
Portuguesa” não se reduz à filosofia praticada no denominado “Movimento da
Filosofia Portuguesa”, tendo este o mérito de estudar, divulgar e promover a fi-
losofia pensada em português também para além das escolas tradicionais esco-
lásticas, positivistas, racionalistas, existencialistas ou fenomenológicas. Apesar
de todas as polémicas e tensões, este assunto está agora ultrapassado, como o
comprovam as diversas colaborações entre o Instituto de Filosofia Luso-Brasi-
leira e as diversas Universidades públicas e privadas em Portugal.
Os professores fundadores deste novo espírito no curso de filosofia na
Universidade de Lisboa viriam a colaborar na edificação da licenciatura em
filosofia na Faculdade de Ciências Humanas da Universidade Católica Portu-
guesa, fundada em 1972, sob a reitoria de José Bacelar e Oliveira. A sua pre-
sença, em estreita colaboração com a Província Franciscana, onde avultava o
nome de Manuel Barbosa da Costa Freitas, iria contribuir para a definição do
perfil do corpo docente desta Faculdade. Alguns dos seus professores foram
24
Cf. Gonçalves, Joaquim Cerqueira, “Autonomia...”, p. 18.
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25
Gomes, Jesué Pinharanda, “Aspectos da filosofia católica em Portugal na 2.a metade do
século xx”, in Lusitana Sacra, 2ª série, núm. 12, 2000, p. 342.
66
Os movimientos metafísicos da Filosofia Portuguesa Contemporânea
26
AA.VV., António Telmo e as Gerações Novas, Lisboa: Hugin, 2003.
67
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27
Figanière, Visconde de, Estudos Esotéricos – Submundo, Mundo, Supramundo, Livraria Interna-
cional de Ernesto Chardron, Casa Editora Lugan & Genelioux, Porto, 1889.
28
Cf. Gomes, Jesué Pinharanda, “Teosofia”, in Dicionário de Filosofia Portuguesa, Lisboa: Círcu-
lo de Leitores, 1990, p. 232.
29
Cf. Gomes, Jesué Pinharanda, “Teosofia”, pp. 231-232.
30
Figanière, Visconde de, Estudos Esotéricos..., pp. 1-5.
68
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Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
31
Borges, Paulo, Vazio e Plenitude ou o Mundo às Avessas, Lisboa: Âncora Editora, 2018, p. 12.
32
Cf. Borges, Paulo, Vazio..., p. 13.
70
Os movimientos metafísicos da Filosofia Portuguesa Contemporânea
71
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
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72
Os movimientos metafísicos da Filosofia Portuguesa Contemporânea
73
Metafísica y Persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
Abstract
The debate on the anthropological status of the human embryo has had two opposing
currents: the theory of gradualism and the personalist. That collide in the definition of per-
son and in the understanding granted to the human embryo. Now, although both theories
are juxtaposed, they share that the center of attention has been focused on defining what
the human embryo is, from their philosophical positions. And it is there, in this discus-
sion scenario, that I propose to analyze the human embryo from integral personalism and
leave a description focused on what it is, to a reading that emphasizes identifying who it
1
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0612-5918
Recepción del original: 29/06/2021
Aceptación definitiva: 28/12/2021
75
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
is, as an alternative path that highlights the irreducibility of the person from the moment
of fertilization.
76
La persona es estado embrionario. Una propuesta al debate sobre el estatuto
antropológico del embrión humano desde el personalismo integral
Entre los autores que sostienen que el cigoto humano es un ser vivo, pero
no una persona, se encuentran: J. R. Lacadena2, Norman Ford3, P. Singer4,
J.C. Álvarez5, H.T. Engelhardt6, J, Harris7 y D. Gracia8. Sus posturas se
han agrupado en la teoría denominada gradualismo, según la cual, para lograr
ser persona es necesario superar la etapa de la fecundación y estar el cigoto
en el útero, logrando así la individualidad y unicidad. De ahí se sostiene:
que antes de los primeros catorce días no existe individualidad, perío-
do de la fecundación del embrión hasta su implantación en el útero, porque
existe la probabilidad de que el embrión se divida o fusione con otro, pro-
vocando, en el primer caso: la gemelaridad; en el segundo, la hibridación o
quimerismo.9 A lo que, J. R. Lacadena, Norman Ford, P. Singer, J.C. Álvarez,
H.T. Engelhardt, J. Harris, Gracia Guillem, Smith y Brogaard consideran que,
en la primera etapa del embrión hasta antes de la anidación, no existiría un
solo individuo sino la probabilidad de uno o varios.
Solo se considera persona a quien posee en acto la facultad para razonar
o, por lo menos, que las condiciones biológicas manifiesten la estructura para
el ejercicio racional, como lo sostuvieron Locke,10 Hume,11 Penelhum,12 Pe-
rry,13 Nozick.14 Por ende, se ha establecido que el momento biológico que
determina que un embrión humano logra el grado de persona se da cuando
desarrolla algunas funciones cerebrales que dan paso a los procesos de la
2
Lacadena, J.R., Genética y condición humana, Madrid: Alhambra S.A, 1983.
3
Ford, N. M., “¿When did I Begin? Conception of the human individual”, History, philosophy
and science, Cambridge: University Press, 1989.
4
Singer, P., Ética práctica, Barcelona: Ariel, 1984.
5
Álvarez, J.C., “Ser humano-persona: planteamiento del problema”, en Masiá, J., Ser huma-
no, persona y dignidad, Bilbao: Desclée de Brower, 2005.
6
Engelhardt, H.T., The Foundations of Bioethics, New York: Oxford University Press, 1996.
7
Harris, J., Superman y la mujer maravillosa, Madrid: Tecnos, 1998.
8
Gracia, D., “El estatuto del embrión”, en Gracia, D., Ética y vida: Estudios de bioética, vol. 3.
Ética de los confines de la vida, Santa Fe de Bogotá: El Búho, 1998, pp. 151-179.
9
Corona-Rivera, “Nosología actual de las duplicaciones embrionarias”, Boletín Médico del
Hospital Infantil de México, vol. 57, 2000, pp. 104-108; Milby,T.H., “The new biology and the
question of personhood: Implications for abortion”, American Journal of Law Medicine, vol. 9,
1998, pp. 31-41.
10
Locke, J., Ensayo sobre el entendimiento humano, Madrid: Editorial Nacional, 1980.
11
Hume, D., Tratado de la naturaleza humana, Madrid: Editorial Nacional, 1977.
12
Penelhum, T., Personal identity: the enciclopedia of philosophy, Nueva York: Macmillan Publish-
ing Co., 1972, vol. VI.
13
Perry, J., The importance of being Identical, the Identities of Persons, Berkeley: University of Cali-
fornia Press, 1976.
14
Nozick, R., Philosophical Explantions, Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 1981.
77
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
15
Maclaren, A., “Prelude to embryogenesis” In Human Embryo Research: yes or no?, The Ciba
Foundation, London. Tavistock Publishing, 1986.
16
Donceel, J.F., “Inmediate animation and delayed hominization”, Theological Studies, núm.
31, 1970.
17
Grobstein, C., Biological Characteristics of the pre-embryo. Annals of the New York Academy of
Sciences, 1988, núm. 541.
18
Warren, M. A., Do Potential People Have Moral Rights, Obligations to Future Generations, Phila-
delphia: Temple University Press, 1978.
78
La persona es estado embrionario. Una propuesta al debate sobre el estatuto
antropológico del embrión humano desde el personalismo integral
19
Fernández Beites construye su fundamentación filosófica con base en el pensamiento de E.
Husserl, Scheler y X. Zubiri, para reflexionar sobre el problema filosófico de la dignidad de la
persona en estado embrionario. Principalmente analiza la división celular del embrión huma-
no, en los primeros catorce días desde la fecundación hasta la anidación en el útero; estudia
los conceptos de individualidad, singularidad y persona para comprender la dignidad del
embrión humano desde el momento de su fecundación. Encuentra en la filosofía de Zubiri,
las bases conceptuales y epistemológicas para comprender la realidad vital de los embriones
monocigóticos y explicar por qué, desde el momento de la fecundación, existe una indivi-
dualidad en cada embrión, aunque se divida, y no después de la anidación. Pensamiento que
complementa con la postura de Scheler, estudiando el principio de espíritu que él propone
para comprender la individualidad humana. Beites, F., Embriones y una muerte cerebral, Ma-
drid: Cristiandad, 2007.
20
Beites, F., Embriones…, p. 33.
21
Beites, F., Embriones…, p. 34.
79
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
en cada persona, que lo hace ser diferente y distinto a otro de su especie, pues
los cambios fenomenológicos, como la estría primitiva, la forma de feto y el
acto de usar la razón y la memoria, solo son manifestaciones biológicas que
van expresando el ser que está en su código genético. Cada capacidad no
surge si no existe el acto primero: el cigoto. El nacimiento de un ser humano
es solo un suceso biográfico que pone de manifiesto la existencia. La persona
existe antes del parto, ahí se afianza su existencia ante los otros que rodean
su proyecto vital.
El argumento de continuidad y de unidad biológica entre cigoto, mórula,
feto, neonato, niño, joven, anciano, pone de manifiesto que la corporalidad
del ser humano se va expresando de diversas maneras y que, a pesar de los
cambios biológicos que va presentando por su desarrollo, su estructura on-
tológica continúa a través del cambio para seguir existiendo. En palabras de
A. Serra: “La continuidad implica y establece la unicidad del nuevo ser en
su desarrollo: es ininterrumpidamente el mismo e idéntico ser que se está
formando según su plan bien definido, aun pasando a través de estadios cua-
litativamente cada vez más complejos”.22 Es contradictorio utilizar un ca-
lificativo o connotación para suprimir el valor ontológico que existe en los
primeros días de la vida humana: de preembrión o de seres humanos con un
grado ontológico, de menor valor. Lo que existe antes de la fecundación son
dos gametos (óvulo y espermatozoide) que tienen la posibilidad de fecundar-
se, situación que es hipotética.
Se puede concluir que el cigoto es persona, aunque el reconocimiento del
adjetivo de persona no corresponda a la disciplina biológica, sino filosófica,
porque se encarga de reconocer los elementos ontológicos que hacen que el
embrión sea una persona, a nivel diacrónico y sincrónico. La biología constata
que la nueva célula, cigoto, expresa la corporalidad del nuevo proyecto exis-
tencial, elemento esencial de la persona. En otras palabras:
Será necesario concluir que el cigoto tiene verdadera dimensión humana. Se-
gún los descubrimientos de la antropología filosófica contemporánea, lo hu-
mano del hombre es inseparable de la corporeidad; en el ser persona humano,
no es posible separar la vida biológica de la que es propiamente humana.23
22
Serra, A., “El estadio biológico del embrión humano, ¿cuándo comienza el ser huma-
no?”, en Ramón, L., Comentario interdisciplinar a la evangelium vitae, Madrid: BAC, Ed.
Lucas, 1996, pp. 573-597.
23
Lucas, R., Antropología y problemas bioéticos, Madrid: BAC, p. 71.
80
La persona es estado embrionario. Una propuesta al debate sobre el estatuto
antropológico del embrión humano desde el personalismo integral
4. El personalismo integral
24
Burgos, J., El personalismo ontológico moderno I. Arquitectónica”, Quién: Revista de filosofía per-
sonalista, núm. 1, 2015, pp. 9-27; Burgos, J.M., “El personalismo ontológico moderno II. Claves
antropológicas”, Quién: Revista de filosofía personalista, 2015, núm. 2, pp. 7-32.
25
Wojtyla, K., Persona y acción, Madrid: Palabra, 3ª ed., 2017.
26
Wojtyla, K., Persona y acción, p. 119.
27
Burgos, J.M., La experiencia integral, Madrid: Palabra, 2015.
28
Burgos, J.M., La filosofía personalista de Karol Wojtyla, Madrid: Palabra, 2007.
81
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
29
Burgos, J.M., “El personalismo ontológico moderno I. Arquitectónica”, Revista Quién,
núm. 1, 2015, pp. 9-27.
30
Para profundizar en la propuesta del lastre griego, recomiendo: Bermeo, E., “Acercamiento
al concepto de naturaleza humana en Juan Manuel Burgos”, Revista Quién, núm. 1, 2015, pp.
97-115; Burgos, J.M., Repensar la naturaleza humana, Madrid: Eiunsa, 2007, pp. 11-14.
31
Burgos, J.M., “El personalismo ontológico moderno I. Arquitectónica”, p. 20.
82
La persona es estado embrionario. Una propuesta al debate sobre el estatuto
antropológico del embrión humano desde el personalismo integral
32
Burgos, J.M., “El personalismo ontológico moderno I. Arquitectónica”, 22.
33
Burgos, J.M., “El personalismo ontológico moderno I. Arquitectónica”, 53.
34
Spaemann. R., Personas. Acerca de la distinción entre “algo” y “alguien”, Pamplona: Eunsa,
2000, p. 241.
83
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35
Burgos, J. M., Reconstruir la persona. Ensayos personalistas, Madrid: Palabra, p. 85.
36
Burgos, J. M., Antropología: una guía para la existencia, Madrid: Palabra, 2013 (5a ed.), p. 44.
37
Burgos, J., Reconstruir la persona…, p. 92.
38
Burgos, J. M., Antropología…, p. 43.
84
La persona es estado embrionario. Una propuesta al debate sobre el estatuto
antropológico del embrión humano desde el personalismo integral
a quién es. Así se pueden captar algunas notas personales que reconozco en
el ser humano y experimento en mi existencia.
Ahora bien, al momento de analizar los argumentos presentados en am-
bas posturas, presentadas en la primera parte de este texto, se puede obser-
var que el embrión humano ha sido leído desde dos enfoques que ponen el
acento en alguna facultad o cualidad del ser humano, destacando la mirada
en alguna dimensión de la persona, pero omitiendo que la persona es un mis-
terio imposible de codificar y determinar, como expresa Burgos: “la cuestión
de definir a la persona, no es tan sencilla hasta el punto de que […] tendremos
que conformarnos con aproximaciones sucesivas”.39
En las teorías del gradualismo y del personalismo se pone en evidencia que
el criterio de lectura está ligado a una noción descriptiva del embrión humano
desde dos enfoques diferentes. Al momento de responder: ¿Qué es un embrión
humano?, para la corriente gradualista es un ser vivo de la especie humana,
pero no una persona; para el personalismo, es una persona en su primera etapa
vital: la embrionaria. Ahora bien, si revisamos estas teorías desde el plantea-
miento sobre el qué y el quién del embrión humano, encontramos lo siguiente:
En la visión del gradualismo se han integrado las posturas filosóficas que es-
tablecen que el criterio para poder ser persona está determinado en los datos
biológicos posterior a la fecundación, proceso que se logra cuando el em-
brión manifiesta anatómicamente alguna parte determinada –la estría primi-
tiva, la corteza cerebral–, dejando de “ser” una realidad viva para convertirse
en una persona. Es decir, para esta corriente la persona está limitada por una
lectura biológica y desde allí, se establecen los criterios para determinar en qué
etapa del ciclo vital surge el salto cualitativo. Se ve claramente la separación
entre la corporalidad y la dimensión subjetiva de la persona, desarrollada en
la modernidad a la cabeza de Descartes, el cual fundamenta que lo propio de
la persona no está en su base material, sino en la subjetividad que se une al
cuerpo, pero que no hace parte de él.40
39
Burgos, J. M., Antropología…, p. 38.
40
Burgos, J. M, Repensar la naturaleza humana, p. 35.
41
Burgos, J. M, Repensar la naturaleza humana, p. 35.
85
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42
Para Burgos, crear un dualismo, aunque es una teoría incorrecta, tiene una justificación
aceptable y creíble: “La postura dualista […] se trata, ciertamente, de una doctrina in-
correcta, pero puede decirse que tiene una buena justificación porque resulta realmente
sorprendente que en el hombre convivan de manera armoniosa dos realidades, el es-
píritu y la materia, que son, en principio, tan antitéticas que han permitido a Ortega,
con hermosa expresión, definir al hombre como un centauro ontológico (ya que) media
porción de él está inmersa, desde luego, en la naturaleza, pero la otra parte trasciende
de ella”. Burgos, J. M., Antropología…, p. 73.
43
Spaemann, R., Personas, p. 241.
44
Recomiendo al lector ir al texto de Burgos, J. M., Repensar la naturaleza humana.
86
La persona es estado embrionario. Una propuesta al debate sobre el estatuto
antropológico del embrión humano desde el personalismo integral
45
Wojtyla, K., “La subjetividad y lo irreductible en el ser humano”, en Person and Commu-
nity, Selected Essays of Karol Wojtyla, Ed. Peter Lang, Colección Pensamiento Católico de
Polonia, 1993.
46
Burgos, J. M., Repensar la naturaleza humana.
47
Burgos, J. M., Repensar la naturaleza humana, p. 103.
48
Burgos, J. M., Repensar la naturaleza humana, p. 66.
87
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Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
49
Marías, J., Antropología metafísica, Madrid: Alianza, 1987, p. 224.
50
San Agustín, De trinitate, 1. XV, Cap. 22. En https://www.augustinus.it/spagnolo/trinita/trini-
ta_15.htm. Fecha de consulta: 25 /01/22.
88
La persona es estado embrionario. Una propuesta al debate sobre el estatuto
antropológico del embrión humano desde el personalismo integral
51
San Agustín, De trinitate, p. 129.
52
Crosby, J., La interioridad de la persona humana. Hacia una antropología personalista, Madrid: En-
cuentro, 2007, p. 171.
89
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
Conclusiones
53
Zubiri, X., Sobre el sentimiento y la volición, Madrid: Alianza, 1994, pp. 257-258.
54
Marías, J., Antropología metafísica.
55
El hombre, en cuanto persona, en cuanto alguien, se puede identificar con el suppositum.
El suppositum es sujeto, es decir, al mismo tiempo fuente y fundamento de estos dos
modos diversos de dinamismo. En él se enraíza y tiene su origen en el último término la
totalidad del dinamismo de lo que sucede en el hombre, y también el conjunto del dina-
mismo de la actividad con la operatividad consciente que la constituye. Cf. Wojtyla, K.,
Persona y acción, p. 131.
90
La persona es estado embrionario. Una propuesta al debate sobre el estatuto
antropológico del embrión humano desde el personalismo integral
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92
Metafísica y Persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
Abstract
The systematic nature of Schelling’s (1800) and Fichte’s (1794/5) idealistic philosophy
justifies the question of the subtle comparison, proposition by proposition, between both
philosophies, dedicated to exhibit with maximum accuracy the categories distributed from
the first principle to the end of their systems. To narrow down the subject, the comparison
between the two will be given in the direction of Schelling to Fichte from the beginning
to the end of the theoretical part of his thought. What has been agreed in the first will be
analyzed and compared to the extent permitted with the second: I) the first principles will
be contrasted, II) intermediate deductions from the principles, III) the quality table, IV)
quantity, V) relation), VI) modality, both of intuition and of reflection.
1
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4089-7030
Recepción del original: 26/05/2021
Aceptación definitiva: 28/12/2021
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Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
94
Sutil cotejo categorial del idealismo teórico de Schelling (1800) respecto del de Fichte (1794/5)
Tesis:
Demostración:
II
III
2
FDC, 46, FSW I, 97.
3
SIT, 180, SW III, 372.
95
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
IV
4
FDC, 46, FSW I, 97.
5
Ver Lauth, R., Schelling ante la Doctrina de la ciencia, España: Servicio de Publicaciones de la
Universidad de Málaga. Sobre todo, primer capítulo.
6
SIT, 183, SW III, 376.
7
SIT, 183, SW III, 376.
8
SIT, 188, SW III, 380.
96
Sutil cotejo categorial del idealismo teórico de Schelling (1800) respecto del de Fichte (1794/5)
VI
9
Fichte, J. G., Reseña de Enesidemo, edición de Virginia Elena López Domínguez y Jacinto Rive-
ra de Rosales, Madrid: Ediciones Hiperión, 1982.
10
SIT, 190, SW III, 383.
97
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
VII
VIII
11
SIT, 194, SW III, 386.
12
Ver FDC, 62, FSW I, 115.
13
FDC, 55-56, FSW I, 107.
98
Sutil cotejo categorial del idealismo teórico de Schelling (1800) respecto del de Fichte (1794/5)
IX
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dental que mienta así:14 “el puro pensar de sí mismo, la identidad del sujeto
y del objeto, en la forma de yo=yo, es el principio del sistema de Fichte”;15
mismo que, tal como se aprecia, sería, debería, y podría –porque bien se jus-
tificaría– ser mejor aplicado al SIT.16 Por eso no existe el “idealismo alemán”,
sino “idealismos”, no es lo mismo “idealismo trascendental” [Fichte] que
“idealismo absoluto” [Hegel], más bien hasta son contrarios.17 E igualmente
contrarios –a partir de 1795/6– los idealismos nacientes de Fichte y el [segun-
do] de Schelling.18
XI
14
Lauth, R., tesis sostenida a lo largo de Hegel vor der Wissenschaftslehre, Mainz: Stuttgart, Franz
Steiner Verlag Wiesbaden GmbH und Akademie der Wissenschaften und der Literatur, 1987.
15
Hegel, Diferencia entre los sistemas filosóficos de Fichte y Schelling, edición de Ma. Del Carmen
Paredes Martín, Madrid: Editorial Tecnos, 1990, p. 6.
16
“El sujeto-objeto subjetivo es el único testimonio concreto de la identidad del sujeto y el ob-
jeto […] el Sistema del idealismo trascendental tiene que partir necesariamente de él […] esta
autoconciencia no es más que una potencia superior del sujeto objeto objetivo que, a su vez,
proporciona el principio de toda producción real y, por tanto, la ‘prueba material’ del idea-
lismo”. Schnell, Der transzendentale Idealismus Fichtes und Schellings, vol. 1, EuroPhilosophie
Éditions, 2017, p. 8. DOI: 10.4000/books.europhilosophie.265.
17
Lauth, R., Philosophie transcendentale et idéalisme absolu, Archives de Philosophie, vol. 48, núm.
3, 1985, p. 375.
18
Por “segundo” sistema me refiero a las Cartas filosóficas sobre dogmatismo y criticismo. En La
primera introducción a la Doctrina de la ciencia, “Fichte tiene que vérselas en lo esencial con
otros adversarios distintos de Schelling, pero en dos ocasiones se refiere de modo inequívoco
a las Cartas de Schelling”. Lauth, R., Die erste philosophische Auseinandersetzung zwischen Fichte
und Schelling 1795-1797, Zeitschrift für philosophische Forschung, Bd. 21, H. 3, 1967.
100
Sutil cotejo categorial del idealismo teórico de Schelling (1800) respecto del de Fichte (1794/5)
19
SIT, 198, SW III, 391. Corchetes míos.
20
SIT, 200, SW III, 393.
21
FDC, 65, FSW I, 118.
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XII
22
FDC, 63, FSW I, 115. Corchetes míos.
23
Si se hace abstracción del contenido determinado o los divisibles yo y no-yo para considerar
la sola forma de conciliación de los contrarios por el concepto de divisibilidad, se obtiene el
principio lógico de fundamento tanto de relación como de distinción; si además se hace abstrac-
ción de la forma determinada del principio de fundamento, o sea, del principio de relación
y el de distinción, “y si sólo consideramos lo general del modo de acción –limitar uno de los
términos por el otro–” (FDC, 70, FSW I, 123) o la posición de cantidad en general de realidad
o de negación, se obtiene la categoría de determinación.
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XIII
XIV
24
SIT, 204, SW III, 398. Corchetes míos.
25
FDC, 74-75, FSW I, 126-127. Corchetes míos.
26
FDC, 75, FSW I, 127.
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XV
27
FDC, 58, FSW I, 111
28
SIT, 200, SW III, 393-394
29
Ver DC1811, 112, hoja 18B
104
Sutil cotejo categorial del idealismo teórico de Schelling (1800) respecto del de Fichte (1794/5)
XVI
El teorema teórico del FDC “el no-yo limita al yo” da lugar a dos proposi-
ciones contrarias: “el yo se pone como determinado por el no-yo”, y “el yo se
determina a sí mismo (por actividad absoluta)”.32 Por la segunda proposición
[el yo se determina] se pone la totalidad absoluta de realidad [no sólo ya la
realidad] en el yo, y la totalidad absoluta de negación [no sólo ya la negación]
en el no-yo, ambas totalidades para ser conciliadas [a partir de su concepto
genérico: la divisibilidad y la determinación que fija una parte de la cantidad
30
Se está de acuerdo con todos aquellos que han afirmado que el FDC inicia con la deducción
de la cualidad (Janke, Sein und Reflexion. Grundlagen der kritischen Vernunft, Berlín: De Gruy-
ter, 1970, p. 13). Mas absolutamente se está en desacuerdo, al contrario, si alguien llegase a
afirmar que podría ser cualquier otra, pues esto indicaría solamente que tal individuo no ha
logrado diferenciar aún entre lo que es en la ciencia del saber una intuición de lo que se dice
propiamente pensamiento, por lo que cualquier otra categoría que no fuese la cualidad [dada
primitivamente en la intuición] vendría a ser posterior, luego, dada en el pensamiento no
originariamente. No se trata en la intuición de una deducción categorial del pensamiento sino de
una deducción categorial abstractiva que fundará la totalidad de las deducciones científicas; dif-
erenciando ambos procederes deductivos se resolverían en esta problemática muchos malen-
tendidos entre los estudiosos, y se vería que la relación no es la categoría primera (Acosta,
La arquitectónica de la deducción de las categorías en el sistema fichteano de 1794/95, Rev. Filos.,
Aurora, Curitiba, 42, p. 691), sino que más bien queda fundada sobre un proceder categorial
intuitivo, aunque ciertamente es la esencial para el pensamiento.
31
SIT, 203, SW III, 397.
32
FDC, 76, FSW I, 128.
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33
FDC, 78, FSW I, 131.
34
SIT, 210, SW III, 404. Corchetes míos.
35
SIT, 220, SW III, 414-415.
36
SIT, 221, SW III, 416.
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XVII
37
SIT, 223, SW III, 419. Corchetes míos.
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FDC, 77, FSW I, 130.
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XVIII
39
SIT, 225, SW III, 420.
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40
FDC, 80, FSW I, 133.
41
FDC, 84, FSW I, 137.
42
FDC, 89, FSW I, 143. Corchetes míos.
110
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XIX
43
Ver SIT, 236-247, SW III, 432-444
44
Ver SIT, 247-252, SW III, 444-450
111
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teórico, una materia para el yo, del yo y por el yo. 3) Por lo tanto, las de-
terminaciones recíprocas teóricas del FDC como las de sustancia, accidente,
causa y efecto, son aplicadas en el SIT no antes ni durante la deducción de la
materia [no así en el FDC], sino después [como igualmente sucede en el FDC,
pues la materia se realiza en diversos modos de acciones reciprocantes]. 4) La
actividad productiva del SIT trata de un intuyente, y comienza con uno, pero
la imaginación productora en el FDC inicia [la tesis de la síntesis de la imagi-
nación] con una actividad del yo que pone un miembro subjetivo y lo opone
a uno objetivo,45 y que sólo más tarde y mediante su síntesis completa dará
lugar al intuyente y lo intuido en la representación como tal.46 5) Para el SIT,
la intuición productiva trata sobre cómo llega la pasividad a la inteligencia
del yo como producto intuido de este sin ser consciente de tal, sin que esto
quiera decir, además, que se ha logrado deducir el objeto para las representa-
ciones ni a estas mismas [conciencia empírica], pues precisamente la síntesis
de esta intuición debe dar cuenta todavía en la siguiente época de su propia
deducción; sin embargo, en el FDC la deducción de la síntesis de la imagina-
ción debe dar lugar inmediatamente, por medio de una nueva evaluación y
transformación de sus contrarios, a la deducción de las representaciones y a
la vida de la conciencia en general.47 6) Pregúntese, por último: si la intuición
con realidad en el FDC ocurre con posteridad a la síntesis de la imaginación
¿es de este modo tal intuición asimilable con la intuición productiva del SIT?
Evidentemente no, pues lo que deduce la imaginación en tanto intuición en el
FDC es el entendimiento, el cual sólo es deducido en el SIT una vez deducida
la conciencia empírica que es posterior a la intuición productiva. Todo inten-
to de análisis sobre las identidades entre la intuición productiva del SIT con
la imaginación productora del FDC ha de tener que descansar en algunas de
las precedentes precisiones volviéndose así él mismo impreciso.48
XX
45
Ver FDC, 137, FSW I, 210
46
Ver FDC, 148-149, FSW I, 226-227
47
Ver FDC, 148, FSW I, 226.
48
Para una excelente comparación de la acción de la imaginación en todo el sistema tras-
cendental de Schelling respecto del de Fichte: Findler, A Sketch of Schelling’s Appropri-
ation of the Kantian Imagination in the System of Transcendental Idealism: Schelling’s Diver-
gence from Fichte, in Asmuth, C.; Denker, A.; Vater, M. (Comps.), Schelling. Zwischen
Fichte und Hegel / Between Fichte and Hegel, Bd 32, B. R. Grüner, 2000, pp. 41-54.
112
Sutil cotejo categorial del idealismo teórico de Schelling (1800) respecto del de Fichte (1794/5)
objeto externo [tercera época]. Pierde aquí el SIT relevancia y potencia com-
parable respecto al FDC.
Schelling habla de tres potencias en la intuición: “la simple, sustrato mate-
rial (Stoff), que es puesta en ella [en la intuición] por la sensación, en segunda, la
materia (Materie), que es puesta por la intuición productiva, (y) finalmente
la tercera, que está señalada por la organización”.49 En el paso de las dos
primeras potencias a la tercera el SIT deduce propia y directamente la primera
categoría, la de relación. No quiere esto decir que lo anteriormente cotejado
[los cuadros de la cualidad, cantidad y relación] no sean categorías, o que la
relación se repita dos veces, etc. Schelling llama categoría a los “modos de
acción [o de la inteligencia absoluta] por los que nacen los objetos mismos”;50
si, pues, los tres primeros cuadros de las acciones del yo no dan lugar a obje-
tos empíricos –no todavía–, entonces no son categorías; pero si, no obstante,
se consideran tales cuadros de acciones como condicionantes indirectos para
aquellas categorías por las que nacen directamente los objetos empíricos, como
en efecto lo son, entonces son categorías, y así se han considerado. Aquella
categoría directa –no indirecta– por la que nacen los objetos fuera de la In-
teligencia (sin ser consciente de ello aún) es la de relación como paso a la
tercera potencia de la intuición [organismo]. Mas no solamente precede a
la categoría directa de relación las tres categorías indirectas, sino que a estas
se le agrega una cuarta, la de modalidad. En efecto, de la síntesis sujeto [intui-
ción productiva] y de la síntesis objeto [materia y sus dimensiones] surgen
distintas y variadas acciones contrarias por las que se deduce la intuición ex-
terna [espacio] y la intuición interna [tiempo], por las que son además dadas
categorías como “contingencia / posibilidad” y “necesidad” [empero, sin la
de “existencia”] para la posterior deducción del objeto sensible, como se dijo,
por medio de la relación.51 Esta categoría de relación [directa] configura el ob-
jeto externo [el factum]: mediante la relación de la sustancia y el accidente se
determina un único objeto, por la de causa y efecto se determina la pluralidad
de objetos, y por la determinación recíproca la pluralidad adquiere unidad
en un único objeto, y así el objeto es para el yo sustancia, accidente, causa y
efecto [fijación de la sucesión].52 Esta síntesis, pues, abre la acción orgánica
como tercera potencia [resto de la segunda época] en donde el yo se intuirá a
sí mismo como productivo.
49
SIT 296, SW III, 496. Corchetes míos.
50
SIT, 273, SW III, 471.
51
SIT, 258-268, SW III, 456-466.
52
SIT, 279, SW III, 477-478.
113
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
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XXI
53
SIT, 285, SW III, 484. El tiempo es deducido en proposiciones anteriores como el “sen-
timiento del presente” o el “sentimiento de sí mismo” (SIT, 267, SW III, 466), y con él
el yo comienza a ser una conciencia empírica contrapuesta a un objeto, aunque todavía
un objeto no determinado por la relación como aquí [un factum]. Para un análisis com-
parativo entre Schelling y Fichte sobre la acción del tiempo consúltese Schnell, A., La
déduction du temps chez Fichte et Schelling, Bd 17, Ergon Verlag, 2010, pp. 107-118.
54
Ver FDC, 141, FSW I, 216.
55
“Conciliados sintéticamente, los accidentes dan la sustancia; y lo que únicamente hay
contenido en ella son los accidentes; analizada la sustancia, da los accidentes; y al térmi-
no de un análisis completo no queda de la sustancia nada más que los accidentes. No
hay que pensar en un sustrato permanente” (FDC, 134, FSW I, 205). La sustancia es la
totalidad de una relación y no una realidad, por eso no hay sino reciprocación, jamás un
soporte o sustrato especial y fijo como realidad.
56
Ver SIT, 291, SW III, 490.
114
Sutil cotejo categorial del idealismo teórico de Schelling (1800) respecto del de Fichte (1794/5)
XXII
57
Ver FDC, 146, FSW I, 223.
58
Ver SIT, 315-326, SW III, 516-527.
115
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XXIII
Corolarios:
1. El yo=yo del FDC es Ser absoluto, lo Uno puro; mientras que el yo=yo
absoluto del SIT es panteísmo, lo uno en todo y todo en lo uno [II-IV].
2. Las primeras proposiciones de las deducciones intermedias del SIT y
el FDC [lo dado entre el yo=yo y el inicio teórico] son equivalentes en lo que
respecta a su formulación y función, pero no en cuanto al contenido ni en
cuanto a su jerarquización conceptual [V-X].
3. Por las primeras proposiciones de las deducciones intermedias ambos
obtienen una síntesis absoluta. Pero en el FDC, la síntesis absoluta se posicio-
na en el tercer principio incondicionado en contenido, en el SIT a partir de las
direcciones contrapuestas del yo=yo y su limitación [XI].
4. Por las primeras proposiciones de las deducciones intermedias ambos
obtienen una síntesis suprema. En el FDC la forma de la ciencia se funda en la
síntesis suprema, y el sistema teórico es abierto por una proposición contraria
[primer teorema] contenida en la síntesis suprema. La síntesis suprema del
SIT también funda la forma de la ciencia, pero su sistema teórico es abierto
por esta misma síntesis. Para ambos la ciencia teórica consiste en explicar la
59
Acosta, E., “La arquitectónica de la deducción de las categorías en el sistema fichteano de
1794/95”, Revista de Filosofía: Aurora, 2015, p. 706.
60
Ver FDC, 133, FSW I, 203-204.
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Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
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Lemas:
1. El SIT y el FDC son cotejables por la intuición intelectual [corolario 1], por
sus deducciones intermedias [corolarios 2 al 5], y por el inicio de la filosofía
teórica [corolarios 6 al 8], no obstante, sólo nominalmente y funcionalmente, regu-
lado según un orden vacío, pues nunca cotejables, en cambio, por el contenido, ni
por la forma, ni por su distribución jerárquica categorial [corolarios 1 al 8].
2. Más allá del inicio teórico y hasta el final de este, el FDC no puede ser
cotejable, y esto según diversas acciones del SIT, entre ellas la intuición pro-
ductiva, el concepto de sustancia, y el orden, forma y contenido del proceder
trascendental [corolarios 9 al 12].
3. Aunque la tarea y principio de ambos sistemas se anuncie como lo mis-
mo, o su desarrollo y acciones funcionen de manera semejante, en estricto
sentido, es decir, científicamente en cuanto a la articulación y contenido performa-
tivo del sistema, no se realiza nunca lo mismo en ninguno de los dos y, por tan-
to, rigurosamente no se dice nada igual. Se trata de dos sistemas radicalmente
distintos e inconciliables [corolarios 1 al 12].
4. El sistema de Schelling de 1800 no es, desde el punto de vista del FDC,
una filosofía trascendental, pero aquél tampoco necesita serlo pues sus prin-
cipios, aunque autonombrados como trascendentales, no pretenden ser ce-
rrados en esa esfera tal y como lo constata su contraparte la elaboración de la
filosofía de la naturaleza. La filosofía trascendental de Schelling no es tras-
cendental en el sentido empleado por Fichte, sino una filosofía dogmática, y
desde el propio punto de vista del SIT, se trata de una trascendentalidad que
permite el rebasamiento del horizonte formal a partir del idealismo mate-
rial de la naturaleza –jamás autorizado por la DC–. Ambos idealismos, cuya
ígnea luminosidad capta, abrasa y consume la atención en nuestra mirada,
se revelan cual dos inéditos gigantes astros con propia trayectoria, divinos
clamores en regiones altísimas distintas de dos visiones incompatibles de ab-
soluto y teoría pura de la conciencia [lemas 1 al 3].
118
Sutil cotejo categorial del idealismo teórico de Schelling (1800) respecto del de Fichte (1794/5)
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Metafísica y Persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
Palabras clave: filosofía existencial, conciencia infeliz, desesperación, ley, razón, fe,
ética existencial.
Abstract
Benjamin Fondane’s existential philosophy turns around the concept of “unhappy
consciousness” through which the philosopher tried to recover the tears before the tyran-
ny of reason; the suffering before certainties, the faith before science; giving continuity to
the ideas of Kierkegaard, Shestov or Nietzsche, whom they considered to be his spiritual
teachers. Starting from the features of this existential philosophy characterized by the ex-
perience of an interior hiatus of subjective consciousness, we propose to raise the possi-
bility of an existential ethic. Fondane never wrote an ethics, but behind his work there is
a deep concern in this sense that he expresses in dialogue with Kierkegaard, Shestov or
1
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7929-8572
Recepción del original: 09/10/2021
Aceptación definitiva: 03/01/2022
121
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Introducción
122
La revindicación de una ética existencial desde la perspectiva filosófica de Benjamin Fondane
Fondane nace en Rumanía en 1898 en una familia judía con mucho renom-
bre en el ámbito cultural de su ciudad natal, Iasi. En esta ciudad empieza su
carrera de poeta y ensayista. En 1923 emigra a París donde, poco a poco, se
va a integrar en los movimientos de la vanguardia francesa de tal modo que
llegará a ser uno de los más importantes intelectuales con contribuciones en
el ámbito del cine (arte), poesía y filosofía. Se comenta que fue un surrealista
renegado por el Surrealismo, porque tuvo la valentía de criticar este movi-
miento tan famoso en la época; así como fue un admirador del Dadaísmo y
de su representante más importante, Tristan Tzara. Es también el primero en
celebrar la genialidad de Proust y de los pocos que lograron entender la esen-
cia del arte de Constantin Brâncusi, el creador del arte moderno.
Durante su vida fue elogiado por figuras muy importantes de la cultura
francesa y europea, como Jean Cocteau, Lev Shestov, Andre Gide, Cioran, y
fotografiado por Man Ray (el fotógrafo más famoso de la avant-garde france-
sa). El pensamiento de Fondane se caracteriza por un tipo de diversidad inte-
lectual manifestada en el ámbito de la filosofía, el teatro, el cine, la literatura.
Julia David habla de un Fondane que se desdobla en múltiples facetas, a pe-
2
Fondane, B., El lunes existencial y el domingo de la historia, Madrid: Hermida Ed,
2019, p. 228.
123
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
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sar de guardar su identidad: “Debajo de las intermitencias del ego, aquí hay
una y la misma cara; bajo la polifonía de talentos –poeta, filósofo, traductor,
talmudista, historiador de las ideas…– aquí hay una y la misma voz; bajo las
máscaras de múltiples identidades, aquí hay una y la misma historia”3.
Debido a estas identidades, Fondane crea una obra única en la cual no hay
una continuidad lineal, un desarrollo lógico, sino que se trata de un ir y venir,
un pensar de tensión, de suspiros y vacilaciones; pero siempre se regresa a
“su casa” –a la poesía– como Ulyses que regresa a su Ítaca. Nunca abandonó
su alma de poeta, al contrario, hará de la poesía el punto clave del pensar
existencial, así como se ve reflejado en su Falso tratado de estética. En su alma
siempre han cohabitado el poeta/artista y el filósofo con un espíritu muy crí-
tico, incisivo contra todo lo establecido.
No estudió filosofía, pero sí fue un autodidacta y fue precisamente el en-
cuentro con el filósofo ruso Lev Shestov,4 en 1924, en París, que le abrió la
puerta en el mundo de la filosofía. Estuvo en su compañía durante quince
años, hecho que dio lugar a una peculiar relación intelectual y una estrecha
amistad. Toda la vida, Fondane tuvo un gran aprecio para su amigo y maes-
tro y como homenaje escribirá el libro llamado Rencontres avec Lev Shestov
(Encuentros con Lev Shestov). A recomendación de Shestov, el poeta empieza
leer a Nietzsche, a Schopenhauer, después a Husserl y a Heidegger. Con-
3
David, J., “Benjamin Fondane et le paradoxe: une dissonance juive, en L’Exode. Super flu-
mina Babylonis en La Conscience malheureuse”, Cahiers, núm. 13, 2010 en https://www.benja-
minfondane.com/un_cahier-L_Exode%3Cbr%3ESuper_flumina_Babylonis%3Cbr%3ELa_
Conscience_malheureuse-25-1-1-0-1.html (consultado 4 de mayo de 2021).
4
Admirado por Martin Buber, Camus, Berdyaev o Cioran, Lev Shestov ha sido uno de los
filosofó más importantes de la primera mitad del siglo XX. Desafortunadamente, la elite de
la filosofía le ha hecho la injusticia de dejarlo olvidado, su pensamiento ha sido ignorado y
hasta la fecha casi no es leído. Esto se debe, seguramente, por un lado, a que Shestov es un
filósofo crítico, a-sistemático, que deconstruye la razón y el cientificismo y, por otro, a que su
pensamiento es profundo, surgido de una experiencia íntima y personal que muy pocos tie-
nen la paciencia de entender (recordar algunos datos biográficos). A Shestov no le interesaron
ni el progreso ni las verdades racionales, sino el destino trágico del hombre. Shestov es el
filósofo del despertar de la conciencia, de la lucha contra las evidencias, de la “revolución del
corazón”. Y fue un visionario, ya que el abismo entre la ciencia y el alma humana se vuelve
en nuestros días cada vez más profundo.
En la época de Shestov y Fondane, el positivismo, la ciencia eran lo que llamaba la atención
de los filósofos e intelectuales. Es decir, representaban la cima de todo conocimiento, pero
ambos deciden no dejarse engañar por su gran fuerza seductora. Sabían que la ciencia, con
su pretensión de agrupar fenómenos y crear un sin fin de métodos, no ayuda con nada la
existencia humana. La ciencia sólo necesita de una teoría y un juicio. Pero esto no significa
poseer la verdad. La razón es la que apoya la ciencia para emitir juicios y pretende tener el
control de la realidad. Se dan cuenta de que inclusive la filosofía, embriagada por este sueño,
ha adiestrado a los hombres a someterse alegremente a la necesidad, volviéndose ella misma
una empresa de seguros. Este deseo de “estar contentos, tranquilos”, es lo que preocupa a
Shestov. Por lo mismo, para él, la filosofía será auténtica en el momento en que los filósofos
se den cuenta de que hay preguntas imposibles de ser respondidas.
124
La revindicación de una ética existencial desde la perspectiva filosófica de Benjamin Fondane
fesaba: “Shestov me obligó a leer a los filósofos de los que todos hablaban
en aquellos tiempos, Husserl y Heidegger”.5 A través de Shestov, descubrirá
también la filosofía de Kierkegaard y se adentrará más en la literatura rusa.
Su importancia radica en ser, junto con Nietzsche y Shestov, uno de los
autores realmente atormentados por la ausencia de Dios en la cultura ra-
cionalista moderna, marcada por el positivismo. Fondane se destaca por su
labor de deconstruir la cultura fundamentada en el Lôgos de los griegos, cu-
yas derivaciones –como el racionalismo moderno, la epistemología, la psi-
cología, el conocimiento científico, el positivismo– han determinado la pér-
dida de una conexión original y sagrada con Dios. Fondane, igual que sus
antecesores, apuesta por una lucha contra la racionalidad, contra el tiempo,
contra la irreversibilidad, contra el progreso y la historia. Ya no se trata en
su caso de la perspectiva de una tragedia moral o ética, sino, propiamente
hablando, de una tragedia metafísica que tiene que ver con la lucha contra
la finitud, como sostiene Olivier Salazar Ferrer.6
Considerando a Kierkegaard como el iniciador de esta filosofía existen-
cial, que revindica la existencia de un ser singular que vive en la finitud y
grita por el dolor de saberse vulnerable, de vivir la angustia, esta filosofía
implica la vivencia subjetiva de un ser humano que necesita el apoyo ante
todo aquello que le ha sido hostil.
Aunque muchas veces la filosofía existencial se confunde con el existencia-
lismo. Para Fondane, la “filosofía de la existencia” se forjó con ideas de pensa-
dores como Pascal, Kierkegaard, Nietzsche y Shestov; autores que veían al ser
humano como una criatura desdichada y confusa, tambaleándose al borde
del abismo. A ellos se unen Shakespeare, Kafka y Dostoievski, que lograron
ver en el fondo del alma humana: sus tensiones y sus lágrimas. La diferencia
fundamental entre la filosofía existencial y el existencialismo es que la prime-
ra se fundamenta en la fe, mientras el existencialismo, en su estructura; así
como lo pensó Sartre, era una filosofía sin Dios.
Para defender la idea de una filosofía existencial, Fondane divide entre
dos vertientes este pensamiento: Kierkegaard, Nietzsche, Dostoievski y Shes-
tov, creadores de un profundo filosofar que nace en el grito y en el sufrimien-
to; y la filosofía que “se llama a sí misma existencial” pero sigue siendo un
pensar especulativo: Sartre, Heidegger, Jaspers. Dice Fondane:
5
Fondane, B., Rencontres avec Léon Chestov, París: Ed. Plasma, 1982, p. 22.
6
Cf. Salazar Ferrer, O., “Avant-propos”, en Fondane B., La conscience malheureuse, Non Lieu:
Verdier Philosophie, 2013, p. 8.
125
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
Si nos fijamos en Kierkegaard, debemos reconocer que le costó cien años ob-
tener el reconocimiento de los lectores, nadie reconoce todavía a Dostoievski
como filósofo; a Nietzsche todos prefieren verle como un poeta o profeta, y
a Shestov nunca han dejado de parecerse a aquella voz de la que se dice que
clama en el desierto. Por otro lado, el siglo XX parece preparadísimo y muy
bien dispuesto para recibir con los brazos abiertos a la nueva generación de
filósofos existencialistas, que en su mayor parte han ido surgiendo de la es-
cuela fenomenológica de Husserl […]. Lo que explica el éxito inapelable de
esta segunda generación de existencialistas es precisamente su retorno al or-
den impuesto por la filosofía especulativa.7
7
Fondane, B., El lunes existencial y el domingo de la historia, pp. 55-57.
126
La revindicación de una ética existencial desde la perspectiva filosófica de Benjamin Fondane
ser singular que vive en la finitud y grita por el dolor de saberse vulnerable, de
vivir la angustia, se transforma en el punto de partida del pensamiento. Y esto
es el inicio de una filosofía realmente existencial: el grito, la angustia, la deses-
peración. La filosofía tiene que enfrentarse también al sufrimiento humano, no
solamente andar especulando entre un concepto y otro. Afirma Fondane:
Se trata de un mundo sin Dios, un mundo donde hemos matado a Dios sin
darnos cuenta, como señala Nietzsche; y sin darnos cuenta tampoco que du-
rante este proceso ha nacido una nueva filosofía: la filosofía existencial. […]
La filosofía existencial no equivale a un abandono del conocimiento, y en
ningún momento nos ha pedido que sacrifiquemos el intelecto. Lo que carac-
teriza esta filosofía es la búsqueda sin descanso de un conocimiento auténti-
co, que no quiere dar la espalda a nada de lo que descubre.8
Y ¿qué es lo que descubre? Que hay algo más allá de la razón, que hay un
conocimiento que causa desesperación, que “el hombre no fue hecho para
la verdad, sino que la verdad para el hombre”; que para Dios todo es posi-
ble, que la metafísica también es ruptura, que la verdadera filosofía empieza
cuando el conocimiento se muestra incapaz a responder a nuestras inquietu-
des. En la filosofía existencial se entiende al ser humano no como una mera
abstracción, sino en la complejidad de sus experiencias vividas que coexisten
en el alma humana y son múltiples, de aquí la condición trágica que el hom-
bre tiene que enfrentar. La vida de un ser humano no es una línea recta; sino
que es un carrusel de vivencia y experiencia que lo sitúa ante momentos de
terrible desesperación, de agonía, pero también lo lleva a las más altas cimas
de realización y alegría. Entonces la filosofía existencial parte de esta parado-
ja que es la existencia misma.
¿Qué hay en Kierkegaard de trágico? Su batalla contra el orden estableci-
do de la razón, su Abraham que vive una terrible angustia, su Job que grita
en el desierto, su desesperación ante un amor irrealizable en esta vida. ¿Qué
hay de trágico en Nietzsche? Su denuncia contra el bien, contra el mal, contra
todo aquello que constriñe. Y Dostoievski nos advierte que al aceptar que dos
más dos son cuatro, significa agotar la vida misma, es el inicio de la muerte.
Partiendo de la afirmación de Cristo en Marcos 2, 27: “la ley ha sido hecha
para el hombre y no el hombre para la ley”,9 la filosofía existencial se apoya en
esta idea y se atreve transgredir la ley para ver por el sufrimiento de un ser hu-
mano en particular. La transgresión de la ley produce una diferencia; hace que
8
Fondane, B., El lunes existencial y el domingo de la historia, p. 78.
9
El autor hace referencia Marcos 2.27, que alude a la ley talmúdica de que en el sábado el
descanso es obligatorio. En el Evangelio de Marcos se menciona: “Sabbatum propter hominem
factum est et non homo propter Sabatum” (“El sábado fue hecho para el hombre, no el hombre
para el sábado”).
127
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
10
Finkenthal, M., Benjamin Fondane A Poet-Philosopher Caught Between the Sunday of the History
and the Existential Monday, New-York: Peter Lang, 2013, p. 146.
11
Teboul, M., “De la naissance deDieux à la mort de Dieu”, en La Conscience malheureuse. Lectures de
Titanic, Cahier, núm. 12, 2009, p. 12. https://www.benjaminfondane.com/un_article_cahier-De_la_
naissance_des_Dieux_à_la_mort_de_Dieu-372-1-1-0-1.html (consultado 5 de mayo 2021).
12
Hegel, F. W., La fenomenología del espíritu, México: Fondo de Cultura Económica, 1966, p. 179.
128
La revindicación de una ética existencial desde la perspectiva filosófica de Benjamin Fondane
trario, la infelicidad se debe a que los hombres encadenan sus vidas a un de-
ber ajeno. Y, al contrario que Hegel, Fondane quiere explorar este hiatus, esta
ruptura que la racionalidad trata desesperadamente llenar.
Kierkegaard entendía esta ruptura como la conciencia de la angustia y de
la desesperación (que en el fondo es la conciencia de la caída), fundamenta-
les para lograr vivir una vida auténtica. El problema de Hegel, como decía
Kierkegaard, era que quería explicar de manera lógica, racional, la caída, el
pecado o la angustia. No lo logra, y llama a esto: “conciencia infeliz”. Marga-
ret Teboul tiene razón cuando dice que Fondane participa en el nacimiento de
un nuevo “momento filosófico” marcado por la recepción cruzada de Hegel
y Kierkegaard en torno a la noción de conciencia infeliz”.13
Los filósofos intentaron desesperadamente resolver este problema, llenar
esta ruptura con ideas, pero lo único que hicieron fue quedarse en el ámbito
de la especulación. El único que entendió profundamente el problema fue
Kierkegaard, cuando nos decía que ante este hiatus lo único que uno siente
es temor y temblor. Sí hay una ruptura que sentimos y, por lo mismo, el hom-
bre huye desesperadamente aferrándose a los valores universales. Como dice
Fondane: “en el nombre de estos valores (o ideas) el hombre descuida el aire
que respira, pero tiene un culto a la idea que lo destruye”.14
Las leyes de un pensamiento abstracto se ocupan con mantener al ser
humano en un estado de “beatitud intelectual”, para mantenerlo alejado de
aquello que realmente es importante. En el prefacio de este escrito afirmaba:
Lo que debería haberse mantenido, sobre todo, en silencio –el secreto ate-
rrador del homo philosophicus– lo hemos explicado detalladamente, pero con
mucha pasión, en lo más profundo de nuestro ser. ¿Es posible que esta pura
sabiduría, este aprendizaje acumulado desde tiempos antiguos, que llama-
mos conocimiento, fuera una mentira? Surgió una mentira para olvidar pre-
cisamente sus propias preguntas primitivas, las primeras preguntas de todas:
¿Qué es el conocimiento para el bien? ¿Cuál es el significado de las verdades
profundas y absolutas? ¿Por qué necesitamos estos pilares inquebrantables
sobre los que se construye el conocimiento? ¿Y qué debemos hacer con esos
postulados que se supone que sostienen el edificio pero que resultan no ser
capaces de realizar la tarea? ¿De qué sirve un conocimiento basado en el
sacrificio? ¿La vida lo necesita para sobrevivir? ¿Es este conocimiento real-
mente necesario o más bien, sólo lo contrario, representa una negación de la
vida, un suicidio, una salida de una situación que la vida se niega a aceptar?15
13
Teboul, M., “De la naissance deDieux à la mort de Dieu”, p. 13.
14
Fondane, B., La conscience malheureuse, p. 34.
15
Fondane, B., La conscience malheureuse, p. 19.
129
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
Fondane evoca con nostalgia los tiempos cuando, antes del surgimiento
del concepto racional con Sócrates, había un pensar de participación16 (que
recuerda de la relación originaria y de la idea de encuentro de Martin Buber),
un pensar en la que la realidad era parte y presencia del hombre y este último
participaba a ella. En otras palabras, no había ruptura entre la conciencia y
el mundo. Cuando la filosofía empezó a poner toda su fe en la razón, el pen-
samiento de participación empezó retirarse, hasta desaparecer completamente.
Igual que a su maestro, Fondane no rechaza la lógica en un discurso filosófi-
co, más bien, como afirma Michael Finkenthal: “niega el derecho absoluto de
un pensamiento basado exclusivamente en conceptos y las inferencias lógicas
basadas en ellos, para hacerse cargo de nuestras vidas en todas sus manifes-
taciones, intelectuales, religiosas, morales o estéticas”.17
La filosofía se tiene que ocupar de los individuos reales y de su existencia.
El discurso de la “realidad objetiva” no funciona más cuando el ser humano
vive una circunstancia singular en la cual necesita una real orientación en su
ámbito de desesperación. En su modo de entender, para Fondane, el ser hu-
mano tiene que desarrollar lo que llama una “pensamiento-participativo”; es
decir, un pensamiento que no está separado de la realidad, sino que participa
de la realidad y a la vez la va creando.18
Según Fondane, no el conocimiento abstracto, sino sólo una filosofía ínti-
mamente relacionada con la existencia humana debería representar nuestra
prioridad. El conocimiento en sí siempre es frío, distante. Afirma:
¿Qué sabe el conocimiento acerca de la existencia? ¿Será de verdad el único
en saber algo? ¿La locura no sabe nada? ¿La muerte no tiene nada que
decirnos? Sin duda hay algo de belleza en los logaritmos, pero ¿no habrá ni
una mínima verdad en los juegos de azar? […] Kierkegaard tenía razón: los
hombres temen especialmente a los locos y a los moribundos […]. La filoso-
fía es el acto mediante el cual lo existente plantea la cuestión de su existencia;
el acto que define al ser vivo a través de una búsqueda interior y exterior, con
o sin evidencias, y establece la posibilidad de seguir viviendo.19
16
Esta idea es, sin duda, de inspiración platónica, en el sentido de que Platón hablaba de una
nostalgia del alma para el mundo de las ideas, y la única forma de conocer era mediante la
participación.
17
Finkenthal, M., Benjamin Fondane A Poet-Philosopher Caught Between the Sunday of the History
and the Existential Monday, p. 147.
18
Cf. Finkenthal, M., Benjamin Fondane A Poet-Philosopher Caught Between the Sunday of the His-
tory and the Existential Monday, p. 147.
19
Fondane, B., La conscience malheureuse, p. 44.
130
La revindicación de una ética existencial desde la perspectiva filosófica de Benjamin Fondane
por uno mismo, y denuncia a este homo philosophicus que, a través de la es-
peculación, trata de construir edificios sólidos del pensamiento. Este hombre
es un decadente que ha abandonado los valores nobles de la vida a favor de
unas ideas positivistas y utilitarias de gloria y poder que los llama “valores
absolutos y universales”. Mientras la filosofía actuará como un profesor de la
moral, dice Fondane, estamos acabados, no hay esperanza; se trata de un pen-
samiento azotado por sus propias ideas, sofocante, empolvado y arrogante.
La filosofía debe ser es el mero acto de vivir en el mundo, por eso critica
la filosofía hegeliana o el materialismo dialéctico (Marx), porque no hace una
diferencia entre el ámbito de lo social (le social) y el de lo individual, de la
genuina realidad. Haciendo esta diferenciación, Fondane llega a la idea de
que las “revoluciones sociales” no cambiarán la estructura profunda de la
realidad, aunque la modernidad había condenado al hombre a un exilio fuera
de su centro.
Nunca fue partidario de una ideología porque sabía que ésta acabaría reem-
plazando la verdad con estrategias, que en el fondo son mentiras e hipocresías.
Esto pasa cuando, como dice, el ser humano es un extraño megalómano, un
idealista salvaje que ama aquello que lo alza y odia lo que hace pequeño. Fon-
dane condenaba la dictadura del racionalismo culpándola del malestar de su
tiempo: las doctrinas racistas, el nazismo, ya que lo común de las dictaduras de
cualquier tipo es olvidarse de lo singular, de la persona en sus necesidades úni-
cas. Así es como en una dictadura el individuo es sacrificado en el nombre de
una idea. Afirma: “la razón nos ha hecho creer que surgió como el fruto supre-
mo del árbol histórico. Ni los Evangelios escapan a la purificación de nuestra
razón, presente en los pliegues de las revelaciones más secretas”.20
Pensadores como Kierkegaard, Nietzsche, Dostoievski y Shestov, fueron
proféticos en este sentido, advirtiendo sobre el peligro al cual íbamos a estar
inmersos. En este afán de construir “su mundo perfecto”, la racionalidad aca-
bará con la vida misma. Es en este punto en que surgen las lágrimas y nace de
ellas el pensar existencial. El filósofo existencial, que ya no cree en los mila-
gros de la razón pura es el que llega a la verdad no mediante el conocimiento
abstracto, sino mediante la experiencia vivida, mediante fracasos, lágrimas,
gritos. Hay un drama en nuestro pensamiento –como dice Fondane–,21 lo real
afirma que todo es racional; y el pensamiento existencial afirma que vivimos
desde la conciencia caída.
20
Fondane, B., La conscience malheureuse, p. 37.
21
Fondane, B., La conscience malheureuse, p. 42.
131
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
22
Fondane, B., El lunes existencial y el domingo de la historia, p. 179.
23
Fondane, B., El lunes existencial y el domingo de la historia, p. 166.
132
La revindicación de una ética existencial desde la perspectiva filosófica de Benjamin Fondane
24
Deleuze, G., Diferencia y repetición, Buenos Aires: Amorrortu Ed., 2009, p. 30.
25
Cf. Shestov, L., En la balanza de Job. Peregrinaciones por las almas, Madrid: Hermida Ed., 2020,
p. 510.
26
Cf. Fondane, B., La conscience malheureuse, p. 167.
133
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
27
Kierkegaard, S., El concepto de angustia. Madrid: Alianza Ed., 2012, p. 48 (SKS 4, 28).
28
Cf. Kierkegaard, S., El concepto de angustia, p. 52 (SKS 4, 30).
29
Kierkegaard, S., “El equilibrio entre lo estético y lo ético”, en O lo uno o lo otro, vol. II, Madrid:
Trotta, 2007, p. 192 (SKS 3, 50).
134
La revindicación de una ética existencial desde la perspectiva filosófica de Benjamin Fondane
30
Fondane, B., El lunes existencial y el domingo de la historia, p. 177.
31
Willeke, M., The Existential Dimension in the Religious Thought of Lev Shestov”, en Fo-
tiade, R., The Tragic Discourse: Shestov and Fondane Existential Thought, New York: Ed. Peter
Lang, 2006, p. 60.
32
Fondane, B., El lunes existencial y el domingo de la historia, p. 63.
135
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
33
Carta de Benjamin Fondane a David Gascoyne (julio, 1937), en https://temporel.fr/David-Gas-
coyne-et-Benjamin-Fondane (consultado en 3 de mayo 2021).
136
La revindicación de una ética existencial desde la perspectiva filosófica de Benjamin Fondane
¿Qué significa este bien? ¿A quién pertenece este bien? ¿Cómo justifica el
bien moral el sacrificio de un hombre singular para la primacía de una abstrac-
ción? ¿Qué garantía tenemos que, al querer el bien moral, no cometemos en el
fondo un mal? ¿Cuántos crímenes e injusticias se han cometido para el “bien”?
Kierkegaard se dio cuenta que la ética como normatividad jamás enten-
derá la angustia de Abraham o el sufrimiento de Job. Nietzsche, igualmente,
entendió que la ética como abstracción no es más que una moral de esclavos.
Dostoievski fue también arrojado en las manos de la injusticia humana y tuvo
que luchar toda la vida con entender el significado del mal y del bien. Con
razón decía Shestov que “la teoría del conocimiento, la ontología y la ética se
muestran totalmente diferentes para los que recibieron la iniciación de Dos-
toievski”.34 La ética no puede seguir siendo una mera teoría cuando uno se
inicia en la contradicción de que en el alma humana conviven: la más alta
nobleza con el peor mal de todos los posibles.
Kierkegaard, Shestov, Nietzsche Dostoievski, e inclusive Fondane, nos
quieren decir que en cada ser humano surgen, en un momento dado, viven-
cias profundas que rompen con los juicios morales y con todas las posibles le-
yes. Se preguntaba: “¿Qué clase de lección hay que aprender de una vida así?
¿Que uno no debe rebelarse, maldecir o sumergirse “voluntariamente” en la
desgracia? ¿Que, para el hombre en rebelión, para el que sufre, ni los dioses
ni los hombres serán indulgentes? ¿Que debemos someternos a la Necesidad,
a la Autoridad, a la Ley y tomarlos como una conclusión inevitable?”35
Ante estas preguntas, estos pensadores nos muestran una sola dirección: es
decir, que el pensar verdaderamente filosófico empieza cuando nos topamos
con las grandes contradicciones; esta es la esencia de la filosofía existencial;
cuando tomamos conciencia de que hay dos mundos irreconciliables: el mun-
do de las evidencias lógicas y el mundo la “lógica del corazón”, como diría
Pascal. La consecuencia de esto es que se abre una dimensión como una tensión
interna que determina situaciones cuando la moral se voltea contra el hombre
y cuando “el bien” se vuelve incapaz de resolver un problema existencial y de
ayudar realmente al ser humano.36 Esto es lo que yo llamo “ética de la tensión”
(ética del inter-esse), ya que la verdadera decisión surge sólo cuando el ser hu-
mano pasa por una encrucijada, como antes mencionaba, por una contradic-
ción, por una tensión interna mediante la cual vive la total ruptura entre lo
34
Shestov, L., Revelatiile mortii (Las revelaciones de la muerte), Iasi (Rumanía): Ed. Institutul Euro-
pean, 1993, p. 86.
35
Fondane, B., Rimbaud le voyou, en https://temporel.fr/David-Gascoyne-et-Benjamin-Fondane
(consultado 12 de mayo de 2021).
36
Cf. Schloezer, B., “Un pensador ruso”, en Notas Criticas a Lev Shestov, Revelatiile mortii (Las
revelaciones de la muerte), Iasi: Ed. Institutul European, 1993, p. 224.
137
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
singular y lo universal; ruptura que hace que la conciencia misma pase por una
tormenta para renacer de nuevo y para estar en paz consigo misma.
Shestov, por su parte, entiende que la ética no puede ser la derivación
de una garantía racional. Era demasiado inteligente para no darse cuenta de
que las leyes, racionales y necesarias por definición, son totalmente ajenas,
indiferentes y crueles en muchos casos. Nadie niega que de esta necesidad
racional no puede surgir algo bueno, pero, de igual modo y más seguido,
se ha demostrado que de allí deriva el peor mal. Y Shestov nos quiere hacer
entender que, aunque son generales y tiene un carácter de objetividad, estas
leyes racionales no definen toda la realidad. Al pensar que la realidad se re-
duce sólo a leyes necesarias y racionales, hemos acabado con todo aquello
que importa, transformando inclusive la ética en una mera evidencia, en un
seguro. Afirmaba Shestov con espíritu crítico:
La ética debe mantener a su disposición un minimum de bienes terrenales. Sólo
cuando ese minimum está garantizado, o cuando por lo menos se logra inculcar
a los hombres que todo lo que los aterroriza y por tanto les resulta eternamente
problemático ha sido apartado a una distancia suficiente, de modo que ningu-
na amenaza directa se cierne sobre ellos, es posible filosofar con toda calma.37
Fondane no escribió una ética, pero esta idea hace más que todos los
tratados de ética juntos. La ley es una creación humana, pero, en algún
momento, surgió una mutación maligna en la comprensión de la relación
del ser humano con la normatividad: el ser humano se ha convertido en un
capricho, un instrumento para la ley; y esta mutación le ha quitado toda
dignidad. Y peor aún, la ética normativista defiende ciegamente esta ley e
ignora el sufrimiento producido a las personas en su singularidad. El filó-
sofo levanta la voz no contra la ética en sí, sino contra la ética que ha olvi-
dado la esfera de la singularidad. “A esta moral bastarda hemos cometido el
tremendo error de considerarla el tribunal que debe decidir qué es posible
37
Shestov, L., Atenas y Jerusalén, Madrid: Hermida Editores, 2018, p. 205.
38
Fondane, B., El lunes existencial y el domingo de la historia, p. 50.
138
La revindicación de una ética existencial desde la perspectiva filosófica de Benjamin Fondane
39
Fondane, B., El lunes existencial y el domingo de la historia, p. 138.
40
Fondane, B., Martín Heidegger ante la sombra de Dostoievski, en: http://www.cervantesvirtual.
com/obra-visor/sur--1/html/027eaac8-82b2-11df-acc7-002185ce6064_7.html (consultado en 3
de mayo 2021).
41
Fondane, B., La conscience malheureuse, p. 87.
42
Fondane, B., La conscience malheureuse, pp. 88-89.
139
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
Dios está muerto es en esta frase donde debemos buscar la clave de su filosofía,
de su vida, de sus contradicciones, de su impotencia, de su locura. Este grito
le da a su obra un sentido que en vano buscaríamos en otros lugares. […]. Si
Dios está muerto, todo está permitido, dijo el viejo Karamazov y sólo Nietzs-
che comprendió el terrible significado de este pensamiento de Dostoievski.43
43
Fondane, B., La conscience malheureuse, p. 91.
140
La revindicación de una ética existencial desde la perspectiva filosófica de Benjamin Fondane
44
Fondane, B., Martín Heidegger ante la sombra de Dostoievski, en: http://www.cervantesvirtual.
com/obra-visor/sur--1/html/027eaac8-82b2-11df-acc7-002185ce6064_7.html (consultado en 3
de mayo 2021).
45
Fondane, B., El lunes existencial y el domingo de la historia, p. 224.
46
Fondane, B., El lunes existencial y el domingo de la historia, p. 202.
141
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
Conclusiones
47
Me refiero aquí a la idea de que la ética existencial no se fundamenta en un principio racional
que es idéntico a lo real (como en el caso de Platón, Hegel entre otros).
48
La expresión que me pertenece es una metáfora, reiterando un poco la idea de Cioran de una
hermenéutica de las lágrimas. En grosso modo me refiero a una ética cuya raíz es el sufrimien-
to. No es una ética pasiva, sino una ética que invita a un acto de valentía acompañado por la
fe; como es el ejemplo de Abraham de Kierkegaard, que llora, desespera, se angustia, pero al
final actúa con valentía.
49
Fondane, B., El lunes existencial y el domingo de la historia, p. 188.
142
La revindicación de una ética existencial desde la perspectiva filosófica de Benjamin Fondane
50
Fondane, B., La conscience malheureuse, p. 76.
51
Sevenant, A. V., “Disjointedness at work”, en Relecture du Faux Traité d’esthétique, Cahiers
núm. 10, 2007, p. 10; en: https://www.benjaminfondane.com/un_article_cahier-Disjointed-
ness_at_work-300-1-1-0-1.html (consultado 4 de mayo de 2021).
52
El día 7 de marzo de 1944, Fondane será preso por la policía francesa junto con su hermana
Lina. Fue denunciado por un vecino. Junto con su hermana, serán internados en Dracy y
después deportados a Auschwitz el 30 de mayo. Allí muere el 3 de octubre, de modo para-
dójico como dueño de su destino, pues habiéndose podido salvar de la deportación gracias
a la intervención de algunos de sus amigos (entre ellos, el filósofo Cioran) y de su esposa, de
religión católica, prefirió permanecer junto a su hermana, presa por la Gestapo, y morir con
ella. Estaba convencido que hay cosas que no se pueden cambiar en nuestro destino, así como
confesaba en una carta enviada desde el campo de Drancy donde estuvo preso antes de ser
enviado a Auschwitz.
143
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
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53
Fondane, B., El lunes existencial y el domingo de la historia, p. 195.
54
La relación de amistad entre Fondane y Maritain y su esposa Raissa es conocida y documen-
tada en una correspondencia que duró varios años hasta la muerte de Fondane. Las conversa-
ciones se multiplicaron con el tiempo. Se sabe que el pensamiento de Fondane llamó mucho la
atención de Maritain, aunque a veces no estaba de acuerdo con la posición del poeta. Pero pre-
cisamente los desacuerdos hacen bella una amistad. En sus cartas hablaban sobre Kierkegaard
y Shestov, sobre poesía y sobre el catolicismo y el judaísmo. Una vez que Maritain logra llegar
a Estados Unidos, hará esfuerzos para traer a Fondane y salvarlo, pero ya era demasiado tarde.
55
Maritain, J., Breve tratado de la existencia y lo existente. Buenos Aires: Ed. Club de lectores,
1982, p. 158.
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145
Notas críticas
Metafísica y Persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
Abstract
This critical note intends to analyze into the implications of defending a right to beau-
ty in cities, taking as a starting point both the Heideggerian notion of ‘inhabiting’ and
Whyte’s characterization of ‘right’. The underlying thesis is that beauty contributes to
making every city a livable place, which implies certain obligations both for those who
govern them and for those who inhabit them.
Introducción
1
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4189-7961
Recepción del original: 24/08/2021
Aceptación definitiva: 23/12/2021
149
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
lleza en el desarrollo de las ciudades, como por el tipo de relación que existe
entre la belleza, el derecho y la polis2. Es claro que esto, además de exigir una
definición de lo que entendemos por belleza, derecho y ciudad, nos remite a
una serie de interrogantes que, más que esclarecer la cuestión, terminan por
complicar las cosas. Suponiendo que éste fuese un genuino derecho, por po-
ner un ejemplo, me pregunto no sólo qué tipo de derecho sería, sino también
si es justo reducir el tema al ámbito de la polis, esto es, si no es mejor hablar
de un derecho universal a la belleza dentro del cual se encontrara, sin lugar a
dudas, el ámbito de la ciudadanía.
Aunque estas interrogantes resultan del todo interesantes, el presente tra-
bajo de investigación pretende reflexionar tan sólo sobre la siguiente hipó-
tesis: si la belleza es entendida en términos de armonía, proporción y orden
–una definición bastante recurrente a lo largo de la historia del pensamien-
to3-, o bien decimos que la belleza en las ciudades es un derecho, en cuyo
caso debemos analizar qué obligaciones implica esto, o bien se presenta ésta
como la consecuencia específica de una polis que se caracteriza por el cumpli-
miento y cuidado de otra serie de derechos, como lo es el derecho a una vida
digna, el derecho a la educación, el derecho a la libertad de expresión, etc.
Quien se inclina por lo primero, por un lado, defiende que la belleza detona
por sí misma ciertas obligaciones específicas que ningún otro derecho abor-
da, y que complementan, por tanto, el catálogo de derechos y obligaciones
propios de la polis. Mientras que quien sostiene lo segundo, por otro lado,
considera la belleza, a lo mucho, como un indicador más para medir el desa-
rrollo de la polis, sin por eso comprometer a la ciudadanía o a sus gobernantes
a algo en particular.
La belleza en las ciudades, a mi parecer, admite ambas dimensiones sin
contradicción, sirviendo no sólo como indicador de un sano desarrollo de la
2
A pesar de que en esta nota crítica utilizo la palabra polis para aludir explícitamente a las
ciudades, es importante hacer notar que ésta, en su significado original, nos remite a algo
muy diferente. Cuando se define al hombre como un animal político, por ejemplo, no quiere
decir que el hombre deba dedicarse a la política, sino que es un ser que vive en comunidad y
que, por tanto, depende de ésta para su óptimo desarrollo. La polis griega, en este sentido, no
nos remite a lo que hoy en día entendemos por ciudad, máxime cuando en la actualidad nos
encontramos con grandes urbes o megalópolis cuya pluralidad y diversidad es ajena a lo que
se vivía en la Grecia antigua. Con todo esto, considero que podemos aludir a las urbes con
este concepto, y que algunas de las cosas que se predican de este uso son igualmente válidas
para otro tipo de comunidades no-urbanas, como es el caso del derecho a la belleza.
3
La definición de lo bello en términos de armonía, proporción y orden cuenta, en efecto, con
una larga trayectoria en la historia de la filosofía, comenzando por la propuesta de Pitágoras
y los pitagóricos, quienes asumían estas categorías como parte fundamental para compren-
der el cosmos (cf. Aristóteles, Metafísica, traducción de Calvo Martínez, T., Madrid: Gredos,
2014, 985b 23-986a 6), hasta llegar a la Crítica del Juicio de Kant, quien, en opinión de Mansur
(Mansur, J.C., Kant. Ontología y belleza, México: Herder, 2010), encuentra en la belleza el prin-
cipio que confiere unidad y armonía a la naturaleza.
150
Algunas reflexiones sobre el derecho a la belleza en las ciudades
1. Belleza y habitabilidad
Esto último supone, entre otras cosas, una relación íntima entre lo bello y lo
habitable, la cual se hace patente, a mi parecer, sólo cuando se concibe a la ciu-
dad como un organismo que integra no sólo el espacio físico y arquitectónico,
sino también la amplia diversidad de relaciones sociales, económicas, cultura-
les, etc., que tienen lugar al interior de la misma. La belleza en las ciudades, en
este sentido, se relaciona con ese todo orgánico que es la ciudad, impregnando
cada uno de los aspectos que la configuran, en especial aquellos que tienen
que ver con el desarrollo pleno de los ciudadanos: “la ciudad”, tal y como sos-
tiene Mansur, “se construye y transforma de forma orgánica y positivamente
en la medida que la habitamos porque la ciudad se configura cuando se ejerce
activamente la ciudadanía en el ejercicio cotidiano de habitar, cuidar y respe-
tar lo que hace la ciudad, sean las personas o el entorno natural”.4
A este respecto, resulta del todo interesante la aproximación heideggeriana
al fenómeno del ‘habitar’, la cual sostiene que esto no se limita a las construc-
ciones ni a las viviendas, a pesar de que su finalidad sea el ‘habitar’.5 Una ciu-
dad no es habitable ni por su buena distribución de espacios, ni por facilitar la
vida práctica, es decir, no es habitable por su capacidad para alojar a alguien;
es habitable, en palabras de Mansur, “cuando en ella se cuida de la persona en
cada una de las etapas de su vida –en su infancia, su juventud, su vida adulta
y su vejez-, pues habitar es vivir bajo el cuidado, en nuestro ser temporal y en
nuestra vida”.6 La noción de ‘habitar’, así, se emparenta con la noción de hábito
y, por tanto, con la de ethos, entendida esta última como una serie de disposi-
ciones habituales que constituyen un modo de ser en el mundo.7
4
Mansur, J.C., “Habitar la ciudad”, en Open Insight, VIIII, núm. 14, 2017, pp. 19-20.
5
Cf. Heidegger, M., “Construir, habitar, pensar”, en Conferencias y artículos, traducción de Bar-
jau, E., Barcelona: Ediciones Serbal, 1994, pp. 127-128.
6
Mansur, J.C., “Habitar la ciudad”, p. 12.
7
Cf. González, J., El ethos, destino del hombre, México: UNAM; FCE, 2007, pp. 10-11.
151
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
Dada esta relación, me permito afirmar que, del mismo modo en que las
disposiciones habituales del virtuoso perfeccionan la naturaleza del agente
moral, la belleza hace de la ciudad un lugar habitable. De ahí que el ciuda-
dano posea la obligación moral de hacer habitable la ciudad, obligación que,
siguiendo la lectura de Mansur, se puede traducir, en un primer momento,
de la siguiente forma:
Quien habita, cuida, preserva la esencia, devela el sentido del ser de las co-
sas y vive el «amparo», el «arraigo» y el «encuentro», como formas de este
cuidado. Quien habita, siente el amparo, la seguridad de no sufrir daño, de
preservar y mantener su esencia y destino, de poder transitar, no únicamente
de un lado a otro, sino de transitar en la vida. Una ciudad donde hay justicia,
seguridad económica, posibilidad de relaciones humanas e incluso relacio-
nes con la divinidad, nos hace sentir amparados. Una ciudad en donde, debi-
do a nuestras enfermedades, capacidades diferentes, a nuestra vejez, no nos
sentimos amparados, es una ciudad donde no habitamos de forma plena.8
8
Mansur, J.C., “Habitar la ciudad”, pp. 12-13.
9
Cf. Whyte, J., “The Right to your Opinion”, en Crimes Against Logic. Exposing the Bogus Argu-
ments of Politicians, Priests, Jounalists, and Other Serial Offenders, New York: McGraw-Hill, 2005.
152
Algunas reflexiones sobre el derecho a la belleza en las ciudades
10
Whyte, J., “The Right to your Opinion”, en Crimes Against Logic. Exposing the Bogus Arguments
of Politicians, Priests, Jounalists, and Other Serial Offenders, New York: McGraw-Hill, 2005.
153
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
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154
Metafísica y Persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
Keywords: optimistic bias, epistemic virtue, false belief, belief-formation, William James
Resumen
En su perspicaz trabajo sobre las falsas creencias y el sesgo optimista, Anneli Jefferson
y Lisa Borttolotti (2017, 2018) y otros colaboradores de su proyecto, nos presentan fas-
cinantes estudios interdisciplinarios contemporáneos que arrojan evidencia sobre el uso
social y psicológico del sesgo optimista. El tono de esta nota crítica va a ser bastante fa-
vorable al entendimiento de que las creencias intencionales son epistémicamente valiosas
-un punto no siempre fácil de defender, pero ofrecerá algunos comentarios sobre por qué
el optimismo podría ser considerado como una virtud epistémica, después de reflexionar
cómo William James trató este tipo de formación de las creencias.
Palabras clave: sesgo optimista, virtud epistémica, creencias falsas, William James
In their insightful work on false beliefs and optimistic bias, Anneli Jeffer-
son and Lisa Borttolotti (2017, 2018) and other contributors of their project, in-
troduce us to fascinating contemporary inter-disciplinary studies that throw
evidence on the social and psychological use of optimistic bias. As these au-
1
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4430-0991
Recepción del original: 09/12/2021
Aceptación definitiva: 20/12/2021
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Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
thors point out, the case of optimistic bias seems to exhibit a poor relation to
a fact-based focus in belief-formation. Sullivan-Bisset & Bortolotti (2017) and
Jefferson & Bortolotti (2017, 2018) present a range of cases in which utility
seems to justify a thwarted truth-conditioning of belief if not downright false
belief, or, additionally, that this beliefs can be quite unreasonable given the
evidence ad hand. People with strong evidentialist concerns will respond, al-
most faster than anyone else, that no matter how useful a belief can be, a false
belief leads us to inconsistency and thus we ought to forget about entertai-
ning whatsoever ambiguity with respect to the search of sole truth. Jefferson,
Bortolotti and others defend that there might be cases in which optimistic
bias is acceptable, specially when is involved in circumstances when a per-
son might be involved in a dire need for medical or psychological recovery
(Jefferson & Bortolotti 2018).
The tone of this critical note, however, it is going to be quite sympathetic
to the understanding that purposive beliefs are epistemically valuable -a not
always easy point to defend, but will offer some remarks as to why optimism
could be considered as an epistemic virtue, as opposed to one of some tolerat-
ed elements of practical doxastic attitudes, in order to achieve that I will try to
present a case of understanding the truth of a belief not only as a relationship
of such belief to past evidence, but to future inquiry. Such is the case that will
emerge by considering some of William James arguments in his famous 1909
The Will to Believe and Charles Sanders Peirce’s idea that the most important
commandment for the intellectual life is “to not block the road of inquiry”
(Peirce 1898, 178).
It seems to me that the matter at issue in the often favoured rejection of
optimist bias is our failure to see that there are different legitimate contexts
of belief-formation and then we tend to favour a process of belief forma-
tion that is based on considering truth as the sole end of inquiry, and that
our judgment of how reasonable a belief is sometimes is only exclusively
oriented to past evidence. Truth, conceived in this traditional approach, is
a constitutive component of any content inasmuch as it is a candidate to
be considered knowledge. However, as Davidson points out, how do we
recognise a true proposition when we see it? My view is that the act of ac-
knowledging truth is more complex than a fact-checking exercise, the truth
of a proposition is certainly not a tag that has to be compared to a single sta-
te of affairs, a true belief has breadth and depth of truth. In this critical note
it will be stated that the reasonableness and truth of a belief should not be
exclusively assessed in terms of past evidence, but also in terms of the co-
rrelation to future evidence that can be established by adopting a given pro-
mising belief. Some of these beliefs can be the object of what has been called
156
False Beliefs with a Purpose and Optimistic Bias
157
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
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False Beliefs with a Purpose and Optimistic Bias
no clear evidence in the side of the context of description, but the context of
discovery can henceforth be pushed forward and open us the ways to achieve
the missing evidence. An optimistic belief is akin to a scientific hypothesis, it
is a candidate that, if turns out to be the adequate one, it will make the rest of
our inquiries a matter of course.
Let us consider one of Jefferson’s2 examples: of our positive attitude to-
wards our driving skills. Let us suppose that I am not good at performing one
of the driving skills, i.e., parking; but I can adopt a positive attitude towards
my temporary inability of park correctly as a way to change it: it might be
false that I am very good at parking, but confidence and a host of psychologi-
cal arrays might be improved by acting as it were: this is clearly a context of
discovery. Suppose I am to apply for the driving test, the lack of confidence
can actually alter my chances of performing well, and thus seems rational to
entertain ideas that even though are not accurate in the context of descrip-
tion, can make a difference in the context of discovery. The optimism bias
might be an instance of this, but then again, this apparently harmless and
somewhat useful set of considerations have to be thought through, otherwise
we could run the risk of mistaking a context for another and thus allowing
inconsistency.
One final thought: these false beliefs indeed have a purpose, and that pur-
pose is what can provide them of reasonableness, as long as they help us to
see the kind of containment that we have to deploy to treat falsity: as long as
falsity is regarded in the right context of inquiry then we contain the potential
explosive nature of inconsistency (we would not allow ourselves to entertain
evidently false beliefs in the contexts of description), we might know that in
the light of certain evidence we do not have grounds to affirm p, but adopting
p will help us to carry on to discover whether the evidence might be find in
future inquiry, and therefore the likely false nature of p can be neutralised
by an entertainment of p as potentially true. This means that the possibility
of the falsity of p might be ignored for the sake of discovering what would
optimistically ensue if we accept p, this will apply only when the hypothetical
entertainment of p helps us in a momentous need to carry on out fo inaction
and pursue a positive outcome in the context of discovery. One could say that
the distinction of contexts of inquiry can be a pragmatic way of deal with this,
and a way of having a practical use of paraconsistency, i.e., of an exploratory
neutralisation of evidence as considered as the bulk of past experience in or-
der to open ourselves to future experience.
2
This example, as far as I am aware, is not in her direct writings on the topic, I listen to it in an
argumental exchange we had at a conference in 2015.
159
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
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revista y volumen (si es el caso), ciudad de publicación, editorial, año y pági-
na/s. A modo de ejemplo:
Martínez Porcell, J., Metafísica de la persona, Barcelona: Balmes, 2008, p. 159.
Forment Giralt, E., “Autoconciencia y ser en Santo Tomás de Aquino”, en
Revista Española de Filosofía Medieval, núm. 8, Sofime, Zaragoza, 2001, pp. 11-30.
Sartre, J.-P., L’être et le néant, Paris: Gallimard, 1976, pp. 11-30.
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Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
Tras la primera cita de una obra, en las siguientes podrán utilizarse (no es
preceptivo) las abreviaturas comunes en los trabajos de investigación.
Cuando se trate de autores clásicos, las obras se citarán según las normas
y costumbres habituales entre los especialistas.
La Redacción se reserva el derecho de unificar los modos de citar, con el
fin de facilitar la lectura.
• Normas para el envío de originales:
Para someter el original al procedimiento de arbitraje de la revista, se envia-
rá un documento en Word, con el trabajo correspondiente, además de propor-
cionar en la Web del OJS los datos necesarios para su posterior identificación:
1. Con objeto de preservar el carácter anónimo de las colaboraciones y
posibilitar el arbitraje ciego, los trabajos se enviarán a través del Sitio Web
del OJS (Open Journal System) de Metafísica y Persona: http://www.revistas.
uma.es/index.php/myp, que será también el medio utilizado para facilitar el
flujo de todo el proceso de revisión, arbitraje, propuesta de correcciones, etc.
Además del texto completo, con las notas correspondientes a pie de página,
sólo deben figurar en este documento el título y subtítulo.
Para que el texto pueda someterse al arbitraje ciego, según se describe en
el Procedimiento de evaluación, no constará en él ni el nombre del autor ni
dato o referencia algunos que permitan identificarle.
2. Al registrarse en la Web del OJS como autor, con objeto de enviar una
colaboración, será preciso rellenar un formulario, en el que se incluyen los da-
tos imprescindibles para la posterior identificación del trabajo o los trabajos
remitidos a la revista. Como se ha indicado, ninguno de esos datos personales
debe figurar en el documento que contiene la colaboración propiamente dicha.
Procedimiento de evaluación
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Normas editoriales
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Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida
Año 14, Núm. 27, Enero-Junio, 2022, ISSN: 2007-9699
Suscripciones
La suscripción a la Revista es anual y comprende dos números. Existen
cuatro tipos de suscripción, cada una con sus propias características:
Suscripción a la versión digital.- Para recibir por correo electrónico nuestra
publicación, así como también las noticias relevantes sobre la Revista, es ne-
cesario enviar un correo electrónico a [email protected], añadiendo los
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de la Revista tiene un costo de $62.00 USD, más gastos de envío. Para recibir-
la físicamente es necesario enviar un correo electrónico a metafisicayperso-
[email protected], y añadir la siguiente información: nombre completo, filiación
institucional, correo electrónico y dirección completa a la que se enviarán
los ejemplares. Una vez recibida esta información, la Revista hará llegar al
interesado los datos necesarios para realizar el pago y este, una vez hecho
efectivo dicho pago, enviará una copia escaneada del recibo al mismo correo.
Intercambio de publicaciones.- Para solicitar el intercambio de publica-
ciones, es necesario enviar un correo electrónico con todos los datos de la
Revista que se ofrece en intercambio a: [email protected].
Adquisición de números individuales.- Para solicitar un número es-
pecífico en su versión física, contactar con la Revista en la dirección:
[email protected].
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