Estudio Venezuela 202312

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Estudio sobre migración

venezolana reciente en
Argentina

Dirección Nacional de Población


Autoridades

MINISTRO DEL INTERIOR


Dr. Eduardo DE PEDRO

SECRETARIO DEL INTERIOR


Lic. José LEPERE

DIRECTOR DEL REGISTRO NACIONAL DE LAS PERSONAS


Lic. Santiago RODRÍGUEZ

DIRECTOR NACIONAL DE POBLACIÓN


Mg. Mariano FAGALDE

COORDINACIÓN DE ESTADÍSTICAS E INVESTIGACIÓN


Lic. Matías SOMOZA

INVESTIGADOR
Lic. Salvador GARCIA

1
Índice

Introducción...................................................................................................3
Antecedentes............................................................................................3
Objetivos y Metodología................................................................................................5
Tratamiento de la información................................................................ 7
Análisis de las entrevistas............................................................................ 8
¿Por qué Argentina?................................................................................. 9
Regulación migratoria............................................................................ 11
Redes de apoyo...................................................................................... 13
Acceso a la vivienda...............................................................................15
Acceso al trabajo....................................................................................18
Acceso a la salud................................................................................... 22
Experiencias en pandemia.....................................................................24
Percepción sobre la condición de migrante......................................... 27
Escenarios a futuro................................................................................ 29
Conclusiones............................................................................................... 35
Bibliografía...................................................................................................37
Anexos......................................................................................................... 39

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Introducción

Antecedentes
Los movimientos de población –migraciones internas, externas e inmigraciones–
representan uno de los temas centrales de estudio de la Dirección Nacional de
Población (DNP), en el marco del Registro Nacional de las Personas (RENAPER) en
Argentina. Comprender las trayectorias de estos movimientos humanos y sus
posibles impactos en la sociedad constituye un área clave que contribuye con
información relevante para las políticas de población del Estado argentino.

Según los datos más recientes de la Plataforma de Coordinación Interagencial para


Refugiados y Migrantes (R4V), hasta agosto de 2023, se registró la salida de cerca de
8 millones de personas de origen venezolano hacia otros países. De ese total, más de
6 millones se encuentran en América Latina y el Caribe, lo que representa el 85% del
total (R4V, 2023). En este contexto, Argentina destaca ocupando el octavo lugar a nivel
mundial y el sexto en América del Sur.

Históricamente, la inmigración ha sido parte de la dinámica demográfica en Argentina.


Entre finales del siglo XIX e inicios del XX predominó la llegada de europeos, y a partir
de mediados del siglo XX esa tendencia cambió hacia una mayor proporción de
migrantes de países sudamericanos como Bolivia, Paraguay, Perú y Chile, en lo que se
conoció como la “migración limítrofe” (Sassone, 2021).

Siguiendo esa tendencia latinoamericana, llegaron otros colectivos, como población


proveniente de Colombia en la primera década del siglo XXI (Dolores Puente, 2021), y
población procedente de Venezuela en la segunda década, cuyo número fue creciendo
sostenidamente desde 2014 hasta la actualidad (DNP-RENAPER, 2021).

Este aumento se evidencia en las radicaciones otorgadas a personas de origen


extranjero. La población venezolana, que constituía el 0,7% en 2012, experimentó un
importante incremento, alcanzando el 39,3% en 2020 (DNP-RENAPER, 2021:12).
Según las estimaciones más recientes, en la actualidad residen en Argentina más de
220 mil personas de origen venezolano (R4V, 2023).

Diversas investigaciones han explorado las características de la migración venezolana


en Argentina, empleando enfoques, metodologías y muestras variadas. Algunas se
centran en la dimensión laboral de grupos específicos, como profesionales vinculados
al sector Salud (Mercer, 2019), el campo de las Ingenierías (Salas, 2019) y las mujeres

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empleadas en los "Call Centers" (Sala, 2017). Otras investigaciones abordan aspectos
generales que afectan a toda la población, como los motivos para emigrar y los
procesos de integración en Argentina (Pacecca y Liguori, 2019; Linares, 2020; Nicolao
et al., 2022).

Otros estudios se basan en encuestas. Uno de ellos aborda la situación de los


Derechos Humanos de migrantes y refugiados venezolanos en Argentina
(Penchaszadeh, Nicolao y Debandi, 2021), con la primera Encuesta Nacional Migrante
de Argentina realizada virtualmente a fines de 2020. Otro realiza una caracterización
sociodemográfica y ocupacional de la migración reciente (Martinez y Carpinetti, 2021),
y se apoya en la Encuesta Anual de Hogares de la Ciudad de Buenos Aires de 2018.

En un informe de la Dirección Nacional de Población sobre migración reciente en


Argentina (DNP-RENAPER 2021), que utiliza datos de radicaciones otorgadas entre
2018 y 2019, resaltan ciertos resultados concernientes al colectivo venezolano: el 70%
tiene edades comprendidas entre 22 y 49 años; el 58,9% cuenta con título
universitario, terciario o posgrado; además, el 84,3% se concentra en el Área
Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).

La población venezolana en Argentina se inserta en un marco institucional regulado


por: 1) La Ley de Migraciones N° 25.871, que garantiza derechos como salud,
educación y justicia independientemente de la regularidad migratoria; 2) Los acuerdos
de residencia del Mercosur1; y 3) Normativas elaboradas específicamente para este
colectivo. Entre estas últimas, destacan disposiciones de la Dirección Nacional de
Migraciones para facilitar ingreso y regularización (Disposiciones N° 594/2018, N°
520/2019 y N° 1891/2021); así como resoluciones del Ministerio de Salud para
simplificar la convalidación de títulos académicos (N° 230-E y N° 232-E).

Si bien se trata de un fenómeno relativamente reciente, el volumen de esta migración


genera interrogantes como: ¿Qué factores influyen en la elección de Argentina como
destino? ¿Cómo operan las redes de apoyo en la experiencia migratoria? ¿En qué
contextos y formas se desarrollan procesos de integración social? ¿Desempeñan
roles laborales en sus campos de “expertise” o exploran nuevas áreas? ¿Contemplan
establecerse de manera permanente o planean migrar a mediano plazo? ¿Persistirá el
flujo de esta población en los próximos años, consolidándose como una corriente
migratoria estable?

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Venezuela fue suspendida en 2017 como Estado parte del Mercosur, pero a los fines prácticos, su
población aún se rige bajo los derechos que establece la membrecía a la comunidad, como parte de los
acuerdos de Residencia.

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Este estudio busca contribuir a la comprensión, desde una perspectiva cualitativa, del
proceso de integración de la migración venezolana reciente en Argentina.

Objetivos y Metodología

Objetivo General
● Describir el proceso de integración de la población venezolana residente en el
Área Metropolitana de Buenos Aires, arribada entre 2014 y 2020, a partir de la
articulación entre los aspectos jurídicos, sociales, económicos, culturales y
afectivos.

Objetivos Específicos
● Analizar el papel de las redes de apoyo en las diferentes etapas del proceso
migratorio.
● Conocer los motivos que influyeron en la elección de Argentina como destino
por parte de la población venezolana.
● Identificar las condiciones de vida en relación con la situación migratoria,
acceso a vivienda, empleo y salud.
● Describir las estrategias desarrolladas para gestionar los efectos de la
pandemia en la vida cotidiana.
● Explorar perspectivas sobre permanencia en el país y recepción de parientes.

Diseño e implementación de la investigación


El presente estudio se planteó como un trabajo cualitativo y exploratorio, mediante
entrevistas semiestructuradas (ver anexo) que permitieron abordar diversas
dimensiones del proceso de migración y asentamiento reciente de la población
venezolana en el AMBA. Se entrevistó a 20 personas, 10 mujeres y 10 hombres, que
cumplían con los siguientes criterios: pertenecer a familias diferentes, vivir en el
AMBA y haber llegado al país entre 2014 y 2020.

Los primeros participantes fueron identificados a través de informantes clave y,


posteriormente, se aplicó el método de "bola de nieve" solicitando nuevas referencias
a cada entrevistado para ampliar la muestra. También se consultaron documentos

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actuales sobre la migración venezolana en América Latina y Argentina, a fin de
contextualizar este estudio en un marco geográfico y político más amplio, y poder
inferir acerca de la especificidad de esta migración en el país. En el análisis de los
discursos, se procuró distribuir equitativamente todas las voces a lo largo del texto.

Es importante destacar que si bien cada persona contribuyó con su propia


perspectiva y experiencia migratoria, los relatos individuales se entrelazan con
contextos y estructuras sociales más amplios. Siguiendo la observación de María
Bjerg (2012), los relatos “son herramientas de investigación útiles para comprender la
relación entre narradores y las sociedades en las que vivieron y viven, puesto que las
historias que la gente cuenta nunca son exclusivamente individuales. Las narraciones
personales no solo revelan las motivaciones, las emociones y los imaginarios de
quienes las relatan sino también el contexto en el cual los narradores configuran su
experiencia. De este modo, las historias de vida están entramadas en estructuras,
relaciones sociales y fuerzas colectivas que sobrepasan la dimensión individual”
(p.14).

Datos generales de personas entrevistadas


A continuación, se presenta una breve caracterización de la población entrevistada.
En el grupo de hombres (10), dos cuentan con formación técnica terciaria (audio y
control de calidad) mientras que el resto posee título universitario. Solo la mitad
desempeña labores en su área de estudio. Las edades de este grupo oscilan entre 22
y 71 años, cinco de ellos son padres siendo en dos casos sus hijos mayores de edad;
todos conviven con sus hijos en Argentina excepto en una situación particular.
En cuanto a las mujeres (10), todas poseen título universitario y, excepto una, trabajan
en su área de estudio. Las edades de este grupo se sitúan entre 29 y 43 años, cuatro
de ellas son madres conviviendo todas con sus hijos en Argentina.
Tanto hombres como mujeres arribaron al país entre 2016 y 2019. Todas cuentan con
DNI argentino (por radicación temporaria o permanente) y solo una persona no tiene
regularizada su condición migratoria.

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Tabla 1: Características generales de las mujeres entrevistadas

ID Edad Hijos Convive con Entrada al país Nivel de estudio Trabaja en su


(cantidad) hijos área
1 29 no __ 2018 Relaciones internacionales sí
2 29 no __ 2016 Publicista sí
3 30 si (1) Si 2018 Diseñadora de moda sí
4 36 no __ 2016 Comunicadora no
5 37 no __ 2019 Lic. en Arte sí
6 37 no __ 2018 Relaciones internacionales sí
7 39 sí (2) sí 2017 Psicóloga sí
8 39 no __ 2017 Antropóloga sí
9 42 sí (1) sí 2016 Contadora sí
10 43 sí (2) sí 2019 Socióloga sí

Tabla 2: Características generales de los hombres entrevistados

ID Edad Hijos Convive Entrada al Nivel de estudio Trabaja en su


(cantidad) con hijos país área
1 22 no __ 2017 Técnico en audio no
2 26 no __ 2019 Estudiante de ingeniería no
3 26 no __ 2018 Abogado sí
4 27 no __ 2017 Psicólogo sí
5 32 no __ 2016 Periodista sí
6 41 si (2) no (en Ven.) 2017 Ingeniero en alimentos no
7 43 si (2) sí 2019 Docente / técnico no
8 47 si (1) sí 2017 Ingeniero eléctrico sí
9 57 si (2) sí 2019 Ingeniero Civil sí
10 71 si (2) no (en Arg.) 2019 Jubilado no trabaja

Tratamiento de la información
El análisis de los discursos se fundamentó en cuatro categorías clave: integración,
redes de migrantes, capital social y cultura.

Para abordar la integración, se adoptó la propuesta de la Organización Internacional


para las Migraciones (OIM, 2019), que la define como "un proceso bidireccional de
adaptación mutua entre los migrantes y las sociedades en las que viven, por el cual
los migrantes se incorporan a la vida social, económica, cultural y política de la
comunidad receptora. Ello conlleva una serie de responsabilidades conjuntas para los
migrantes y las comunidades, y comprende otras nociones conexas como la inclusión
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y la cohesión social” (p.111). Esta definición destaca aspectos relevantes: la
adaptación involucra a todos los actores, la ciudadanía de los migrantes se forja en
esas relaciones sociales, y la integración se manifiesta en al menos cuatro
dimensiones (jurídica, económica, social y cultural), encapsulando la experiencia
migratoria venezolana.

Palloni y otros (2001) definen las redes de migrantes como un “conjunto de lazos
interpersonales que conectan a migrantes, antiguos migrantes y no migrantes entre
sí, a través de relaciones de parentesco, amistad y origen comunitario compartido”
(p.1263-1264). Esta noción permite abordar el sentido social, colectivo e identitario de
las experiencias individuales, y proyectar un mapa entre origen y destino, que conecta
los movimientos de población venezolana.

Otra herramienta, complementaria a las dos nociones anteriores, es la idea de capital


social elaborada por Bourdieu (2001), quien lo explica como “la totalidad de los
recursos potenciales o actuales asociados a la posesión de una red duradera de
relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento y reconocimiento
mutuos. Expresado de otra forma, se trata aquí de la totalidad de recursos basados en
la pertenencia a un grupo" (p.148). Así, se explora la potencialidad para los
venezolanos de pertenecer a esa colectividad en términos de fuente de información,
bienes y contactos.

Finalmente, se aplica la perspectiva etnográfica, que Restrepo (2022) define como “la
descripción de lo que una gente hace teniendo en consideración la perspectiva de la
gente. Esto quiere decir que a un estudio etnográfico le interesa tanto las prácticas (lo
que hace la gente) como los significados que estas prácticas adquieren para quienes
las realizan (su perspectiva sobre estas prácticas) (…) Así, lo que busca un estudio
etnográfico es describir contextualmente las a menudo complejas y específicas
relaciones entre prácticas y significados para unas personas concretas sobre algo en
particular (sea esto un lugar, un ritual, una actividad económica, una institución, una
red social, o un programa gubernamental)” (p.21). Esta forma de entender el mundo
social, constituye una herramienta transversal para el análisis de todas las
dimensiones en el presente estudio.

Análisis de las entrevistas


Las narrativas, que encapsulan los contenidos de las entrevistas, constituyen el
núcleo central de este estudio. Fueron analizadas y organizadas temáticamente,
siguiendo el orden en que se abordaron en las conversaciones. A su vez, se

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profundizó en la historización del proceso migratorio y las expectativas a futuro sobre
sus vidas.

¿Por qué Argentina?


En los discursos de la población venezolana entrevistada se identificaron varios
factores que operaron en la elección de Argentina como destino migratorio. Los más
recurrentes fueron:

1. La facilidad y rapidez para regularizar su estatus migratorio al llegar.


2. La probabilidad de conseguir trabajo en su profesión.
3. El apoyo de familiares o conocidos venezolanos viviendo en el país.
4. La posibilidad de reunificar la familia.
5. El eventual acceso a la educación universitaria.
6. La necesidad de atención médica ante problemas de salud específicos.
7. La percepción de Argentina, especialmente del Área Metropolitana de Buenos
Aires (AMBA), como un lugar con elevado nivel de vida y variedad de opciones
culturales.
A continuación, se presentan algunos testimonios que ilustran los factores
identificados.

Yo averigüé una sola cosa, lo que más me interesaba era la estabilidad migratoria.
No tiene sentido que me vaya a otro país a no tener legalidad migratoria, eso no lo
concebía. Un sistema que no te reconozca, no lo comparto. Me puse a investigar y
Argentina lo único que te pide es antecedentes penales venezolanos, argentinos y tu
pasaporte. (Mujer de 29 años)

Comencé a averiguar sobre las políticas migratorias en cada país, y este fue uno de
los que me resonó porque al toque yo podía gestionar todos mis papeles, además
tenía la posibilidad de continuar la carrera acá porque me fui de Venezuela y no
terminé. (Mujer de 36 años)

Mis hijos eligieron Argentina por la parte académica, se vio la posibilidad que el
posgrado de mi hija, como la parte de la universidad de mi hijo, pudiesen
encaminarse, así fue que nos quedamos acá. Hoy en día estamos viviendo en el
mismo piso, pero en el departamento de al lado. (Hombre de 57 años)

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Mi hermano había llegado dos años antes –él es ingeniero–, también había venido
en esa época el hermano de mi novia, con lo cual teníamos quien nos podía recibir.
(Hombre de 26 años)

Mi expectativa tenía que ver más que nada con el tema del trabajo, trabajar en mi
área que es la salud mental, y estudiar también, porque sabía que es muy accesible
la educación. (Hombre de 27 años)

Elegí Argentina porque mi hermana se había mudado a Brasil, y como yo no quería


Brasil, lo más cercano era Buenos Aires. La idea era no estar tan lejos ante cualquier
emergencia, y en el tema de legalizarte, Argentina es uno de los países que más te lo
facilita en la región, porque no necesitas una gran cantidad de documentos. (Hombre
de 22 años)

Como parte del marco general, las industrias culturales en América Latina han
proyectado una imagen positiva de Argentina a través de literatura, cine, música,
ciencia, redes sociales, televisión y deporte. Esto ubicó al país como destino turístico
para la clase media venezolana. De hecho, varias personas entrevistadas habían
estado previamente de vacaciones en Argentina y los aspectos conocidos fueron
determinantes para volver en las nuevas circunstancias.

Recuerdo que, en ese momento, en 2016, 2017, escuchaba mucho que Argentina
tenía un mejor salario mínimo, que era 500 dólares creo en ese momento. Era algo
que escuchaba mucho. No conocía mucha gente que se viniera, pero escuchaba lo
del salario. Dije “bueno, quizás consigo mejores condiciones ahí”, y también me
gustaba mucho la cultura de acá, escuchaba música de acá, veía películas de acá. Ya
tenía una idea de que Buenos Aires era bonita, que tenía buen transporte y buen
salario (…) siempre me decían que Buenos Aires estaba estallado de actividades
culturales. Así que eso me animó también mucho a venir. (Hombre de 27 años)

Aunque el tema solo surgió en una conversación, uno de los entrevistados enfatizó el
aspecto de salud.

Otra de las razones por las que vinimos, es que mi novia tiene diabetes tipo 1, y el
tema de la medicina allá era complicado. Por ejemplo, tenía un glucómetro, pero no
tenía tiras reactivas, y no las conseguías, aunque tuvieras plata, por eso pasó como

10
dos años sin medirse la glucemia. La tenía súper descontrolada, tuvo problemas en
los ojos. La insulina era muy cara para comprarla, tenías que decirle a alguien que la
trajera de Colombia. La decisión de ella fue más fácil, salir para vivir. (Hombre de 26
años)

Por otro lado, surgió como tema no previsto el caso de hijas e hijos de argentinos que
se exiliaron en Venezuela durante la última dictadura militar, y ahora han regresado al
país aprovechando su doble nacionalidad y una red familiar que los recibe. Una de las
entrevistadas lo narró así:

Soy hija de migrantes argentinos que llegaron a Venezuela en abril de 1977, lo mío
fue volver a mis raíces. Me hubiese costado mucho más irme a otro lado. Los
trámites acá son fáciles, es ameno, te tratan bien. (Mujer de 43 años)

Tomando en cuenta que el número de exiliados durante la dictadura (1976-1983) fue


de aproximadamente 600 personas (Ayala, 2017), este grupo y sus descendientes
constituye un universo probable entre los migrantes que llegaron y los que pueden
llegar a mediano plazo.

En términos generales, las expectativas previas sobre Argentina se focalizaron en:


conseguir trabajo, obtener regularidad migratoria, mejorar las condiciones materiales
de existencia, alquilar departamento, continuar estudios, lograr atención en salud,
disfrutar actividades culturales y aprovechar lugares públicos.

Si bien no siempre pudieron cumplir plenamente todas esas expectativas, la


experiencia migratoria es valorada positivamente por sus diversos logros.

Regulación migratoria
La documentación es el primer eslabón en el proceso de integración social. Reduce la
vulnerabilidad que conlleva la condición de migrante en tanto amplía oportunidades
laborales, mejora el acceso a vivienda, garantiza atención en salud y fortalece el
sentido de ciudadanía en cuanto a derechos y obligaciones entre los nuevos
habitantes, la sociedad y el Estado argentino.

Consciente de su responsabilidad, la población venezolana se ha involucrado


activamente en su proceso de regularización migratoria, desde averiguar
anticipadamente por los documentos requeridos para ingresar al país hasta las
gestiones en las oficinas de Migraciones. Los testimonios dan cuenta que han podido
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cumplir con los trámites legales que garantizan la residencia. Destacan como fuentes
de información a la página web de la Dirección Nacional de Migraciones y a las
indicaciones de familiares y amigos venezolanos ya radicados en Argentina.

Ellos [sus amigos] me dijeron que tenía que ir a Migraciones, sacar la precaria,
conseguir los documentos. Yo traje todo apostillado, antecedentes penales, partida
de nacimiento, todo, todo, lo de mi carrera, título apostillado, todo, de antemano. Me
dijeron lo que tenía que traer para que fuera más fácil y rápido y todo fue a la
perfección. La precaria me la dieron, ya podía trabajar legal y a los meses, como dice
la ley, me llego mi DNI temporario, luego me llego el permanente. (Hombre de 41
años)

Cuando llegué ya tenía la cita en migraciones, me presenté, llevé mis papeles y me


dieron la precaria. Con la precaria empecé a trabajar. A los tres meses me llegó el
DNI provisorio. Lo mismo ocurrió con mi esposa y mi hijo que llegaron en agosto de
2017, hoy los tres tenemos el DNI permanente. (Hombre de 47 años)

Aunque muchas de las personas entrevistadas llevan menos de 5 años en el país, la


mayoría expresó su deseo de adquirir la nacionalidad argentina cuando cumpla el
plazo correspondiente.

Cuando llegué aún no estaba el RADEX, [Sistema de radicación a distancia de


extranjeros] podías pedir la cita antes de venir. Yo llegué en noviembre de 2017 y
hasta marzo no tuve la cita para la precaria. Fui renovando y desde el año pasado,
tengo la permanente. Ahora estoy esperando que me lleguen los papeles de
Venezuela para tramitar la nacionalidad, me falta la partida de nacimiento que me la
trae mi mamá a fin de año. (Hombre de 22 de años)

Hoy tenemos toda la documentación en regla. Incluso estamos en la etapa donde


mis hijos están en condiciones de solicitar la nacionalidad argentina. Mi esposa y yo
también lo iniciamos, pero tuvimos problemas con nuestras partidas de nacimiento
que no están apostilladas. (Hombre de 57 años)

La regularidad migratoria –desde la residencia hasta la nacionalidad– no sólo ha


implicado integración en términos de pertenencia social y tranquilidad legal, sino que
opera como facilitador de trámites vinculados al acceso a vivienda, trabajo, salud,

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educación, bancarización y consumo, cuyos mecanismos requieren acreditar
identidad.

Redes de apoyo
Un elemento común a todas las experiencias migrantes registradas es la importancia
que adjudican a las redes de apoyo, desde la planificación del viaje en Venezuela
hasta los pasos que siguieron para instalarse en el país, tener un lugar a donde llegar,
aprender a moverse en la ciudad, ubicar una casa, conseguir trabajo, elegir una obra
social, contar con un grupo de contención emocional, entre otras cosas. Ante la
pregunta sobre la forma en que colaboró la red de apoyo en el proceso de
establecerse, se destacan los siguientes relatos:

Teníamos amigos. De hecho, fueron los que nos recibieron cuando nosotros
llegamos. Ellos dijeron: “vénganse, los recibimos, se quedan un par de semanas”.
Nos buscaron el cupo de la nena [en la escuela privada], nos explicaron el tema de
los papeles. Ellos nos dieron ese apoyo de información y de guía que no teníamos en
otra parte. (Mujer de 39 años).

Con ellos súper agradecido, porque si no, quién sabe qué hubiera hecho, porque
llegue con la pura maleta. Miras para todas partes y decís: bueno, estoy en Argentina
¿y ahora qué? ¿Qué tengo que hacer, donde tengo que ir? ¿Dónde busco alquiler?
¿Esta noche donde la voy a pasar? ¿Qué voy a comer? Me vine solo, yo resuelvo, pero
es diferente cuando te reciben, vas a una casa, ya tienes un techo, comida y personas
conocidas. Ya puedes preguntarles con quién contar, que me digan qué tengo que
hacer, a dónde me dirijo, unos mapas. Porque Argentina es grandísima, grandísima.
(Hombre de 41 años)

Una amiga venezolana del grupo de psicólogas me ayudó a conseguir trabajo. Me ha


ayudado en muchas cosas en el hecho de integrarme. Cuando podían me decían
“este día estoy libre, vamos a salir para que conozcas la ciudad, o vamos a cenar”.
(Hombre de 27 años)

En esa respuesta como en la narración que sigue, se puede dimensionar la


importancia que tienen las redes de migrantes, en la medida que articulan varias
dimensiones de la integración. Una joven venezolana que fue recibida por otra
compatriota, hacía la siguiente reflexión:
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Las redes son vitales para migrar, porque a través de ese circuito, de ese crear red, yo
pude establecer mi plan, porque yo me quedé con mi amiga en su casa dos meses
(…) Justo cuando llegué, esa semana había una feria de arte, y otra amiga me dijo “te
conseguí una entrada para que vengas”. Fui a la feria y ahí vi a un galerista
venezolano con el cual yo había trabajado allá en Venezuela, y él tiene una sede acá
en Buenos Aires. Ahí se me prendió el bombillo, y le dije: “¿cómo estás, te acordás de
mí?, acabo de llegar, si ves que necesitas algo por favor tenme en cuenta”. Le pasé
mi CV y a los dos meses me llamaron. Ya tengo tres años trabajando con ellos. Yo
siento que Argentina me estaba esperando. (Mujer de 37 años)

Para otras personas que no contaban con familiares o amigos en Argentina, las redes
sociales en línea fueron fundamentales en la etapa previa a llegar al país. Una de las
entrevistadas resumió un proceso que fue común para muchas personas:

En ese año y medio [2015-2016] yo tenía como una doble vida. Vivía mi vida en
Venezuela, y otra vida con la gente en chats de las redes sociales. Era muy mío esto,
porque todos allá tenían su opinión, pero la decisión siempre fue mía. Tenía mi doble
vida, hablaba con mi gente que quería emigrar, o gente que ya estaba acá.
Desconocidos todos. La información dura, gruesa, fue a través de los grupos. Yo no
hubiese sobrevivido a Buenos Aires sin esa red. (Mujer de 42 años)

Más adelante en la entrevista, cuenta que de ese grupo de desconocidas –de las
cuales muchas viajaron a Argentina–, se formó un grupo de WhatsApp denominado
“mamis venezolanas”, donde recurrió para resolver un problema:

Cuando llegué compré un sólo guardapolvo para mi hija, porque no tenía dinero para
más, y como viene en invierno, el guardapolvo no se secaba y pregunté en el grupo
de mamis venezolanas si me podían prestar uno, y una muchacha me lo regaló y me
dijo “cuando yo llegué estaba igual que tú, entré a un chat grupal y una señora
argentina me lo regaló”. Me conmovió que una persona totalmente extraña se
solidarizara. En el grupo mamis siempre decimos cadena de favores, no me pagues
con nada específico, haz lo mismo por otra persona. (Mujer de 42 años)

En un contexto donde muchos migrantes no tienen familia ni amigos, el encuentro


con otros connacionales tiene una doble lectura en el proceso de integración. Por un
lado, genera una contención afectiva importante, y por otro, reduce la apertura a
nuevas amistades argentinas.
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Después me fui reencontrando con amigos que supe que estaban acá. Por ejemplo,
tengo un grupo que ahora somos amigos súper cercanos, habían estudiado conmigo
en la universidad, pero no tenía contacto, los tenía en Instagram, cuando llegó uno de
ellos me escribió y quedamos en vernos, desde ahí que son mi familia aquí. Fue
como que Argentina nos unió, mi grupo cercano de amigos sigue siendo venezolano.
Tengo una sola amiga argentina, yo soy muy sociable, pero sigue muy restringido mi
grupo de amigos. Tengo como una red muy buena de amigos y eso te ayuda,
acompaña mucho en el proceso. (Mujer de 29 años)

Finalmente, otro elemento que surgió de las conversaciones y da cuenta la dimensión


que tienen las redes migrantes es que varias personas, frente a momentos de
adversidad económica, recibieron, en Argentina, remesas de familiares que están en
otros países fuera de Venezuela.

En las descripciones hechas por las entrevistadas, se puede dimensionar la


importancia que tienen las redes de migrantes en todo el recorrido. Al componente de
bidireccionalidad (migrantes y sociedad receptora) señalado por la Organización
Internacional para las Migraciones (OIM) sobre el proceso de integración, se agrega
que la población venezolana residente también tiene un rol activo en el proceso de
integración de la población que llega, quienes una vez instalados pasan a formar parte
de la red de migrantes. Visto en términos generales, la integración se produce sobre
una reciprocidad colectiva, cuya importancia social recae no sólo en la posibilidad de
compensación entre dos personas, sino fundamentalmente, en la disposición de los
individuos a colaborar con otros sin necesariamente haber recibido una ayuda antes,
lo que puede involucrar a familiares, amigos, conocidos o extraños. De tal manera, se
reactualiza el mapa de significados que comparte la población venezolana sobre su
condición de migrante.

Acceso a la vivienda
En una primera etapa de estadía en Argentina casi todos los inmigrantes tuvieron,
como denominador común, el apoyo de otras personas venezolanas (familiares o
amigos) que los recibieron durante algunos días o meses, hasta que pudieron acceder
a otros lugares. Este capital social fue fundamental para empezar a resolver los
aspectos logísticos relacionados, en principio, a la vivienda. En ese sentido, la red
migrante funcionó, por un lado, como una fuente de contactos necesaria para
seleccionar barrios, localizar viviendas y conseguir las garantías de alquiler
correspondientes, así como también para encontrar otras personas en situaciones
similares y compartir tipos de vivienda.
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Algunos recordaron sus experiencias en relación a la estancia en hoteles familiares:

Voy a empezar a pagar un hotel que sea lo más barato posible, justo vi uno que era
un hotel y pagabas habitación mensual, sin deposito sin nada. Era una pensión
bastante grande, había venezolanos, senegaleses y gente de Argentina del interior
como migrantes en Buenos Aires, que tienen una situación similar de migrantes, pero
con DNI. (Hombre de 27 años)

Estuve cuidando una casa, pero luego tuve que irme, luego viví con una amiga. Ahora
estamos en un hotel familiar. No he podido conseguir alquiler porque me piden
documentación de un trabajo en blanco. (Hombre de 43 años)

Otra persona tenía información sobre una institución argentina donde podía alquilar
un cuarto, lo aprovechó un tiempo para establecerse y luego, a partir del acceso al
trabajo formal, consiguió un departamento para recibir a su familia:

Un compañero de trabajo había venido a Argentina y se quedó un año en el Ejército


de Salvación. Es un lugar donde tienen cuartos en alquiler, pagas el arriendo. Esa
información de dónde yo poder llegar y costear un alquiler para empezar a buscar
trabajo, se dio para que viniera a Argentina (…) Luego, antes de que llegaran mi
esposa y mi hijo, conseguí un espacio en Boedo, para lo cual tuve que comprar un
seguro de caución. (Hombre de 47 años)

Efectivamente, la posibilidad de mejorar las condiciones habitacionales está asociada


al hecho de conseguir un trabajo formal, ya que permite presentar recibos de sueldo y
eventualmente pagar un seguro de caución. Ese itinerario fue mencionado por la
mayoría de las personas entrevistadas. En otros casos relevados, la red de migrante
habilitó la oportunidad de subalquilar espacios con otros venezolanos, como se ve en
el siguiente comentario:

Viví un año y medio con dos amigas en un ambiente. Yo llegué y ellas dos ya vivían
ahí, una es mi mejor amiga del colegio, la otra era amiga suya de la universidad, yo la

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conocía, pero no éramos tan amigas. Después yo me quedé en el monoambiente con
mi pareja y mis amigas si se fueron. (Mujer de 29 años)

O se tradujo en una cadena que enlaza a migrantes y sus contactos argentinos, una
de las entrevistadas nos sugiere cómo funciona el mecanismo.

A ese lugar donde me fui, llegué por una chica que conocí, amiga de un amigo, y
cuando la conocí me di cuenta que frecuentábamos los mismos lugares en Caracas,
y yo le dije a ella que me quería mudar por microcentro, y tenía un señor que era
amigo de ella, que vivía en Boedo y estaba alquilando una habitación, y ella me dijo:
podemos hablar con él a ver si te alquila. (Mujer de 36 años)

Parte de estas historias de vida, da cuenta de cierta inestabilidad –en el hecho


permanecer periodos cortos en cada lugar–, y al mismo tiempo, de cierta capacidad
de resolución frente a las situaciones cambiantes de la cotidianidad. Uno de los
entrevistados, hacía el balance de la cantidad de lugares donde vivió: “me mude un
montón de veces, más de doce. Tengo seis años acá y doce mudanzas. Han sido
muchas idas y venidas”, lo que incluyó habitar en pensiones, en departamentos con
amigas venezolanas, o con amigos de amigos. Actualmente comparte un
departamento en Núñez y no sabe cuándo va a mudarse nuevamente. Se entiende
que las convivencias han sido parte de las estrategias de la población migrante, cuyas
redes van entramando las relaciones entre los que llegan y los que ya pasaron por la
misma situación años atrás.

El tema habitacional está condicionado a lo laboral, no sólo por la necesidad de tener


un ingreso estable para pagar el alquiler, sino por la relación entre el lugar de trabajo y
el lugar de residencia. Uno de los entrevistados reflexionaba sobre su primera etapa
en Buenos Aires.
En ese momento uno está como muy inestable, vas a un lugar y no sabes cuánto
tiempo vas a estar ahí, si tendrás trabajo o no, si conseguís un mejor ingreso, o si
consigues un trabajo muy lejos y necesitas mudarte cerca para ahorrar tiempo y
plata. En ese momento no tenía trabajo, entonces no valía la pena pagar un depósito,
un mes de garantía y todo eso, y que después me tenga que ir en un par de semanas
y perder esa plata por las condiciones. Por eso nos servía pagar por mes. (Hombre
de años)

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Además, para gran parte del colectivo más joven, las experiencias habitacionales en
Argentina representan las primeras instancias de independencia, lejos del lugar que
cohabitaban con sus familiares. Esta particularidad tiene dos efectos. Por un lado,
incide positivamente en la integración en la medida que resignifica la experiencia
migrante como una etapa crecimiento personal y, por otro lado, produce la certeza de
que migrar es posible y que podrían repetir el proceso en otros países, en caso de
dejar Argentina. Esta condición forma parte de los posibles escenarios que serán
retomados en la última parte del presente documento.

Finalmente, si bien es cierto que para muchos migrantes venezolanos es difícil


cumplir con la garantía de propiedad para lograr alquiler una vivienda, también
advierten que no siempre es fácil para una persona argentina. De modo que la
imposibilidad de cumplir con los requisitos produce cierta noción de ciudadanía. Se
encontró una sola referencia en ese sentido, pero es posible inferir una conclusión en
esa dirección. La persona entrevistada señaló:

Decidimos mudarnos con mi novio que es argentino, y pensé que era más fácil, pero
no lo fue, es decir que las dificultades que tuvimos iban más allá de mi condición de
migrante. Ahí me sentí igual a los demás. (Mujer de 43 años)

Acceso al trabajo
El primer elemento que destaca en esta sección, es que todas las personas
entrevistadas –salvo un hombre jubilado–, consignaron tener trabajo. Los escenarios
que se encontraron son diversos. Algunas personas empezaron trabajando con
contratos informales –generalmente precarizados–, en kioscos, hoteles, bares,
dietéticas, supermercados; o se sumaron a emprendimientos gastronómicos; o
empezaron sus propios emprendimientos antes de conseguir un trabajo formal.

Lo primero que hice en Argentina fue trabajar de arbolito. Después caí en la


pandemia y trabajé de Delivery, con una cuenta prestada, porque tampoco tenía los
papeles. Después pinté habitaciones, reparaba electrodomésticos, o hacía
instalaciones eléctricas. Ahora con mi precaria y mi cuil, estoy trabajando en blanco
en una empresa. (Hombre de 26 años)

Por otro lado, muchos migrantes están realizando o realizaron trabajos que no tienen
relación con su formación. Un ingeniero con mucha experiencia recuerda: “no exagero
si te digo que repartí unos ochocientos CV. Mi primer trabajo fue en una inmobiliaria,

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ahora estoy trabajando para una constructora”. Una situación parecida vivió un
psicólogo que fue repositor de una tienda y ahora está contratado como
acompañante terapéutico; o una publicista que fue mesera durante unos meses, y
ahora ofrece consultorías en publicidad digital de manera independiente.

Pero no todos han logrado insertarse en su campo, así lo expresa un venezolano que
tiene un puesto de vendedor en una heladería:
Yo soy técnico de audio y allá estaba trabajando como técnico en un canal de
televisión, en el audio en vivo y en la musicalización. No he podido conseguir, es un
rubro en el que necesitas contactos. He buscado un tiempo, pero como no consigo,
desisto. (Hombre de 22 años)

Parte de esa barrera se inscribe en la falta de redes laborales -no siempre presentes
en las redes migratorias- y en la dinámica puntual de inserción de cada oficio en el
mercado local. Si bien las redes migratorias fueron claves para conseguir trabajo, no
todos devinieron en empleos estables, formales o deseados.

En relación a la muestra del grupo de mujeres, solo una no se desempeña en su área


de formación. En cambio, de los hombres son cuatro los que realizan tareas ajenas a
su campo profesional.

Otro escenario identificado relacionado a las estrategias económicas, es el


pluriempleo, como lo relata una mujer de oficio contadora que migró con su hija:
Buscando, conseguí en el call center, vendiendo tarjetas de crédito. Eso era por
cuatro horas, de cinco a nueve. Luego conseguí en otro call center, que era súper
trucho, horrible. En las mañanas de lunes a miércoles, como me la pasaba en la calle
Florida, un día veo un aviso que necesitaban para limpiar –estas empresas que
ofrecen viajes a tigre o la noche de tango–, entonces hablo con un señor que me
dice: ´es para limpiar tres oficinas que tengo en la calle Florida, 6 horas´. Así estuve
un tiempo, hasta mediados de octubre, estaba en el call center y en la limpieza.
(Mujer de 42 años)

Conseguir trabajo también está directamente asociado a uno de los objetivos de


migrar: enviar remesas a los parientes que se encuentran en Venezuela. Para una
porción de la población que no migró, la salida de familiares implicó una contracción
en el sistema de cuidados y apoyo económico. En ese sentido, todas las personas con
las que se conversó se preocuparon por enviar dinero –con mayor o menor frecuencia

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según sus ingresos y circunstancias–, a parientes, e incluso a amigos o ex
compañeros de trabajo. El caso de una de las entrevistadas, muestra las
contingencias y posibilidades a las que se enfrentan:

Al principio, después de tener ocho o nueve meses acá comencé a mandar, porque al
principio no tenía nada. Mandaba lo mínimo, a mi mamá, a mi hermana. Estuve
mandando hasta que comenzó el tema del COVID, y me quedé sin plata. Y otra vez le
empecé a mandar el año pasado, todos los meses le mandé plata. (Mujer de 36
años)

Otras personas añaden lo siguiente:

Envío a mi suegra, a mi padre y madre, para los medicamentos. Somos seis millones
de venezolanos afuera que de una u otra manera, estamos enviando dinero a un
familiar, a un amigo, a un ex compañero de trabajo que tienen a la mamá enferma, o
están sin trabajo. Un granito que yo ponga, más otro, se da la posibilidad para que
esa persona tenga algo. (Hombre de 47 años)

Al principio cuando estaba solo, yo mandaba. Pero después que vino mi familia,
hemos tenido ciertos percances. He querido hacerlo, pero no he podido por los
trabajos que he tenido, no cubren para yo poder separar y mandar remesas a
Venezuela. De hecho, yo he recibido ayuda de familiares que están en Estados
Unidos y en Europa. (Hombre de 43 años)

Es interesante señalar que el envío de remesas –cuando la dependencia económica o


la obligación moral es alta–, también puede operar como un condicionante sobre la
posibilidad de arriesgarse laboralmente a dejar un trabajo estable, por otro que pueda
resultar más inestable en cuanto a la continuidad o periodos de pago. Este punto es
particularmente significativo para quienes no trabajan en sus campos de formación y
se ven limitados a priorizar la cuestión económica por encima de la profesional. Tal es
el caso de uno de los entrevistados, un hombre con más de quince años de
experiencia como ingeniero de alimentos, que trabaja como “playero” en una estación
de servicio de José C. Paz, y frente a la posibilidad de entrar a una empresa química,
decidió sostener su puesto. Así lo analizaba:

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Yo puse en la balanza a mi familia y mi bienestar personal. Pesa mucho mi familia, a
mí me importa estar haciendo un trabajo para que mi familia tenga una entrada
económica fija, me puedo arriesgar, pero ¿si no me va bien? No quise
arriesgarme. También está el tema de la edad. Me consta porque he enviado
currículos y me dicen que es hasta 35 años. Puse a mi familia por encima, ellos
tienen su comida segura, mis hijos tienen su mensualidad segura, a veces no es
mucho, a veces sí, pero siempre su plato de comida en la mesa y eso me tranquiliza.
Mi profesión ya la ejercí y ya cumplí con eso. (Hombre de 41 años)

Finalmente, resulta interesante reproducir el diagnóstico que hacen dos entrevistadas,


sobre las características de los migrantes que llegan a Argentina en relación al tema
laboral:

Hay diferentes necesidades entre los venezolanos. El que tiene una visión profesional
elige Argentina, el que tiene como objetivo de vida hacer dinero, se va a Estados
Unidos. Quien tiene un plan profesional, que sabe que está formado, que valora la
academia que tuvo, que quiere generar impacto en el sector laboral, que quiere seguir
formándose, se viene para acá. Todo mi grupo, son ingenieros, médicos ¿dónde
trabajan? Están en el “management” de las compañías de aquí y es gente que está
muy bien formada. Todo el mundo llegó con un PhD, posgrado, licenciaturas, con
mucha formación. Gente que llegó a seguir estudiando. Por lo menos, yo llegué acá y
no he parado de hacer cursos. (Mujer de 29 años)

Si bien su mirada tiene un sesgo profesional y subjetivo, y no abarca la diversidad de


otras experiencias migrantes, ofrece elementos para interpretar el peso que tiene
Argentina en ciertos sectores sociales:

Hay una idea errada de que la migración venezolana es toda profesional, que se
puede insertar fácilmente aquí. Pero el que quiere buscar trabajos transitorios en
rubros de servicios si consigue, porque somos bien valorados, y venimos de una
situación tan adversa que hay una sensación de agradecimiento, por ejemplo, un
ingeniero que trabaja en una estación de servicio como playero, seguro está
agradecido porque puede enviar plata a su familia. También hay que entender que la
migración venezolana tiene 5 años con mayor fuerza y en el medio dos años de
pandemia. (Mujer de 43 años)
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Acceso a la salud
En torno al acceso y la atención en salud, en línea general, los entrevistados narran
experiencias positivas y las excepciones se relacionan con demoras en la atención.
Los primeros contactos fueron con el sistema público de salud. Se presentan algunos
testimonios:

El año pasado me explotó una botella de vidrio congelada en la cara. Me cayó vidrio
acá en el ojo, como en el párpado y arriba, pero no se nota. Fui a un hospital que me
dijeron que es muy bueno, de oftalmología, eso está como por Balvanera, fui a la
guardia, me revisaron y me dieron una cremita. La atención fue muy buena. (Mujer de
36 años)

Recientemente me pasó con mi nena, que se fracturó la tibia y la llevé al hospital


Posadas. La atención todo fue allí. Usé la obra social para la kinesiología, todo lo
demás fue por el hospital Posadas. (Mujer de 42 años)

Tuve apendicitis, fue así de la noche a la mañana, y bueno, me fui al Pirovano porque
pensé que era un dolor de estómago. Me atendieron y se dieron cuenta que había
como una infección, y el doctor me dijo “hay que operar”. Estaban resolviendo todo
y yo decía “no tengo seguro”. Me atendieron súper bien, fue una experiencia muy
buena y no pagué nada, en ese aspecto me sorprendió. (Hombre de 32 años)

También se registraron excepciones:

Fuimos una sola vez y fue malísimo. Mi niño había confundido una botella que tenía
algo de cloro con agua, y lo llevamos al hospital, pero como lo vieron bien, no lo
atendieron. Fuera de ese caso, no hemos tenido necesidad de ir al hospital. Cualquier
cosa llamamos al pediatra de Venezuela. (Hombre de 43 Años)

Más allá de la descripción que hace sobre la mala experiencia que tuvieron, resulta
interesante que sostengan como opción la consulta a distancia con un médico de
Venezuela. Esta predisposición, traduce el mapa de significados para interpretar los
niveles de confianza en ambos territorios, y en última instancia, expresa los recorridos
de la integración.

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Cabe destacar que se registraron experiencias donde las personas fueron atendidas
en el sistema de salud sin tener el Certificado de Residencia Precaria. Así lo cuenta
una mujer que transitó la última parte de su embarazo en Argentina:

Bueno, yo llegué y fui al Rivadavia, al Pirovano, y después llegué al Fernández, en ese


momento tenía pasaporte, no tenía la precaria, ahí con el pasaporte me comenzaron
a atender y fui a todas mis consultas. Cuando di a luz me tocó el obstetra de guardia,
en un quirófano que estaba impecable. El Fernández tiene un área de neonatología
muy bien dotada. Cuando mi hija nació, mi esposo no trabajaba, no teníamos
prepaga, y cuando consiguió trabajo pasamos a la prepaga. (Mujer de 39 años)

El sistema de salud argentino vincula lo público, el sistema de obras sociales y el


sector privado. En muchas entrevistas se observa que los migrantes han recurrido a
los tres sistemas alternativamente,aunque, quienes han podido, derivaron los aportes
de sus obras sociales en prepagas. La selección de las empresas fue sugerencia de
otros residentes venezolanos y tanto en los casos que usaron obras sociales como
prepagas, las experiencias son valoradas positivamente. En algunos casos, quienes
tenían la obra social asociada a la condición de monotribustista, al perder el trabajo y
no poder pagar más el monotributo, quedaron sin la cobertura de la obra social, con el
sistema de salud público como única opción. De todas formas, se destaca el rol de los
hospitales públicos en la atención a patologías crónicas.

Es un gran tema el de la Salud. Yo en general he estado bien, voy a hablar por mi


novia [venezolana]. Ella tiene diabetes, pasó como dos años sin medirse la glucemia
y al llegar acá la tenía descontrolada. Se atendió a través de la cobertura porteña
para enfermedades crónicas. Ya con el DNI se vio en el Hospital Ramos Mejía, le
dieron insulina y las tiras reactivas. Fue increíble la atención. Casualmente ahora que
se ve con un seguro privado, está la misma médica. Ahí va tres veces al mes por lo
menos. (Hombre de 26 años)

Cuando me quede sin obra social hace un año, he ido a un hospital, con esto de que
soy paciente psiquiátrico, tengo que tomar una medicación regularmente y al
quedarme sin obra social me tocó asistir al sistema público. Y ahí el hospital que
mejor me atendió fue el Borda con el tema que me daban mi medicación ahí, me
atendían rápido. En el hospital de San Fernando también me atendieron por una
neumonía. (Hombre de 27 años)

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Experiencias en pandemia
La gestión estatal de la pandemia COVID-19 trastocó las dinámicas sociales y
económicas a nivel global y nacional. Los escenarios para la población venezolana,
como en otros temas, fueron diversos en función de sus propias condiciones, las
redes migrantes, el capital social y la capacidad de adaptación a un contexto inédito.
En virtud de ello, frente a la pregunta ¿qué dificultades tuviste con la pandemia? Se
observa que el confinamiento significó para cada uno cosas disímiles, como
dificultades económicas y emocionales; cambios en el formato laboral; y
oportunidades de crecimiento profesional.

Un primer elemento a resaltar es el peso que tuvo el aislamiento físico sobre la salud
mental de las personas. Un hombre joven, contaba su experiencia:

Estuve más tiempo sin pandemia que con pandemia acá en Buenos Aires, porque
llegué en 2018 y la pandemia empezó en marzo de 2020. En ese momento tenía
proyectos musicales, con un grupo de amigos de Venezuela. Y todo eso con la
Pandemia se fragmentó, y ahí siento que mi vida se redujo a trabajar y estar en casa
(…) Me deprimió muchísimo el tema de la pandemia, me llevó incluso a estar
internado. Siento que me enfermo el aislamiento, que se hayan diluido esos
proyectos que tenía. (Hombre de 27 años).

En un marco de migración, los proyectos colectivos constituyen piezas claves del


proceso de integración por su valor social y su contención emocional. Otro elemento
relevado, fue el efecto del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), no sólo
por el encierro en sí mismo, sino por la diferencia entre las condiciones habitacionales
que tenían en Venezuela con las de Buenos Aires durante la pandemia. Así lo relata
una entrevistada:

Yo en Caracas vivía en una casa inmensa, de 340 metros cuadrados. Cada cuarto
con su baño, y eso que allá yo era clase media. Pero las construcciones son así allá.
Y nos mudamos aquí a un departamento de 60 metros, tenemos un baño tres
habitaciones pequeñas y en la pandemia no fue fácil. Nos pegó el encierro. (Mujer de
43 años)

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El punto donde confluyen la mayoría de las respuestas se refiere a la cuestión
económica y laboral. Un grupo hizo énfasis en la continuidad que tuvieron en sus
trabajos:

En la pandemia trabajé todo el tiempo, no hice la cuarentena, porque era


comunicación y nos metían como esencial. Andaba mi permiso para todos lados (…)
Yo me iba con mi jefe que vivía en Moreno, entonces nos encontrábamos en Liniers.
Allí tomábamos el 80 hasta Villa Urquiza. (Mujer de 42 años)

Toda la pandemia seguí trabajando a full, yo sentía que quería vacaciones. No


paraba. Trabajé mucho desde casa. Cuando comenzamos a ir a la galería de arte,
poco a poco fuimos retomando a partir de Julio que se fueron abriendo las cosas, no
paramos gracias a Dios. (Mujer de 37 años)

Al inicio el local cerró unas semanas, pero luego siguió trabajando y cobrábamos el
IFE y con eso busqué sobrevivir de alguna forma. Luego tuve los mismos problemas
que todo el mundo, el encierro y esas cosas. Como vivía con otro amigo, nos
alcanzaba para pagar alquiler y comida. En 2021 los trabajos se acomodaron y subió
nuestra carga horaria y tuvimos más dinero. A veces le decía a mi papá si me podía
mandar dinero de vez en cuando. (Hombre de 22 años)

Otro grupo mencionó las estrategias implementadas frente al nuevo escenario. Un


hombre que se desempeñaba como “arbolito” en el Microcentro de Ciudad de Buenos
Aires, cuenta:
Como mi trabajo era en negro y presencial, y tenía que estar parado en la calle Florida
todo el tiempo, con la pandemia no podíamos estar en la calle. Entonces trabajamos
por teléfono y usábamos el “delivery” para trasladar el dinero. (Hombre de 26 años)

Otro hombre narra la búsqueda de otras actividades, luego de perder el trabajo:

Cuando cerraron la mayoría de los comercios, yo quedé sin empleo. Tuvimos el


apoyo económico de amigos. Tuve que hacer muchas cosas, desde en auto-lavado,
una colchonería y también en el rubro de la construcción con un amigo argentino al
que le salían algunos trabajos de vez en cuando. Mientras uno tenga la disposición y

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la actitud, actuando bien, sin perjudicar a nadie, lo demás se va haciendo en el
camino. (Hombre de 47 años).

La economía para muchos comenzó a ser una economía de tipo familiar, donde se
vislumbra el apoyo a los miembros que se vieron más perjudicados por el contexto.

La verdad que yo personalmente nunca deje de tener trabajo, trabaje desde casa. Me
siguieron pagando igual. Pero mi hermano sí, que hace Uber, él dejó de trabajar, mi
mamá estaba sin trabajo y quien tuvo que salir a bancar fui yo. (Mujer de 39 años)

En la pandemia no podíamos salir a trabajar, y tampoco nos dieron el IFE. Por suerte
tenía ahorros. Mi hermano siguió trabajando en la pandemia y nos ayudaba mucho.
(Mujer de 30 años)

La pérdida de empleo o las dificultades para buscar uno, generó dificultad o


discontinuidad en el envío de remesas a familiares o amigos a Venezuela. Cabe
destacar que, en ciertos oficios, la pandemia constituyó una oportunidad para retomar
o redireccionar actividades que fueron parte de una consolidación profesional. Se
reproducen dos descripciones:

Por eso me dediqué a esto, y empezó a surgir por esto de la pandemia esto de los
pacientes online venezolanos en otros países. Me vino bien la pandemia. Era como
raro, porque yo siempre lo había hecho de modo presencial, entonces empecé a
atender gente así. Ahora hago clínica, que es lo mío, entonces atiendo gente en
Uruguay y otros países. Atiendo bajo la figura de terapeuta holístico, inevitablemente
voy a trabajar con la psicología, pero no te voy a atender bajo esa figura. Tengo
pocos pacientes argentinos, porque la mayoría son venezolanos. Tengo pacientes en
Chile, Uruguay, EEUU. Yo siempre quise quedarme en el país, esto surgió medio en la
emergencia, fue medio obligado. (Mujer de 30 años)

Con la pandemia tuve uno de los mejores años de mi vida, porque trabajaba en una
empresa de comercio digital y delivery, y eso explotó. Fue un año muy desafiante y
todo salió bien, haber liderado las emociones argentinas en la pandemia fue un reto
total, más en un área comercial donde además tenía que rendir. (Mujer de 28 años)

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Como marco general, es importante recordar que previo al contexto de emergencia
sanitaria, la migración venezolana como colectivo no tenía más de cinco años. En el
caso de las personas que participaron del presente estudio, diez de ellas habían
llegado entre 2018 y 2019, con lo cual era poco el tiempo transcurrido en función de
los elementos que hacen a la estabilidad en un nuevo país. Aún así, las personas
lograron resignificar el contexto y los condicionamientos que impuso la pandemia, en
un escenario más amplio respecto a lo que refiere la migración donde, de todas
formas, han tenido que resolver diversos temas que hacen a la vida cotidiana.

Percepción sobre la condición de migrante


Un dato clave en el proceso de integración –en el que abrevan todas las narraciones
registradas–, es el hecho de que, en términos generales, la población venezolana no
está expuesta a situaciones graves de discriminación por su condición de extranjera
ni por su especificidad nacional. Esta predisposición social –parte activa de la
sociedad receptora–, se traduce en mayores oportunidades laborales, mejores
condiciones para alquilar una vivienda, aceptación pública de su presencia en lugares
públicos y privados y, en última instancia, representa una condición propicia para
expandir las relaciones sociales. Frente a la pregunta de si se han sentido
discriminados por ser venezolanos, se retoman algunas voces:

En general, al contrario, me preguntan de dónde soy y me dicen que “rico las arepas”.
Cuando hacía música en el subte nadie fue a decirme “que música tan horrible”,
siempre fue “que linda, que buena música”. (Hombre de 27 años)

En el colegio no hubo ni “bullying” ni rechazo a mis hijos venezolanos, no es algo que


a nosotros nos afecta. Yo creo que aquí nos quieren mucho. Pero además el pueblo
venezolano fue muy bueno con los argentinos. Somos más tranquilos y caemos bien.
(Mujer de 43 años)

Nosotros como familia nos hemos sentido súper bien desde el momento que
llegamos, la recepción ha sido excelente. Muchos argentinos con los cuales he
conversado me dicen, lo que pasa es que Argentina también es un país de
inmigrantes. Eso ha ayudado mucho para aceptar y comprender la migración
venezolana. (Hombre de 47 años)

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Ante la misma pregunta, también se registran otras miradas donde reconocen que
vivieron situaciones incómodas. La primera alude la cuestión de género y su
condición de migrante:

Debo decir que hay como un fetiche con las venezolanas, como que los tipos son
más “atacones”, cuando le dices que eres venezolana te tiran los perros, y uno no les
ha dicho nada. Mis amigas también lo han sentido, antes me decían que era más
fuerte, ahora ha bajado. En lo personal igual no me ha pasado ninguna situación de
acoso grave más que un taxista desubicado pidiéndome el número. (Mujer de 37
años)

La segunda refiere no tanto a la pertenencia venezolana, sino a la condición de


extranjera:

En plena pandemia, una mujer súper sacada, el colectivo estaba muy lleno, nos
fuimos a bajar y ella estaba muy apurada, y yo le dije “espere, tranquila”. No le gustó
que yo dijera eso y como me escucho el acento me dijo: ”yo no sé cómo será en tu
país”, sacadísima, insultándome por tener otro acento, no por ser venezolana, sino
por tener otro acento. (Mujer de 39 años)

Otro registro sobre la percepción, está dado por la imagen que proyectan los medios
de comunicación:

Si me ha dicho “pobrecita, que por lo menos aquí puedo comer” y eso me molesta
porque allá ganaba más dinero que aquí. A veces me han tratado como si yo no
supiera de algo, entiendo que no es discriminación, sino que se han dejado llevar por
lo que miran en la tele. (Mujer de 30 años)

El nivel de aceptación no solo es alto en trato cotidiano, además algunas personas


cuentan que han conseguido trabajo por su nacionalidad ya que los espacios donde
fueron contratados buscaban exclusivamente personal venezolano:

Cuando yo llegué el señor buscaba venezolanos. Dejé mi currículum en Pilar y me


llamaron, me dijeron que estaban buscando venezolanos como playeros para
despachar combustible en Petrobras. Dijeron que querían venezolanos porque
éramos buenos trabajadores. A la entrevista fuimos 15 venezolanos. Después se fue

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uno y entró otro venezolano, se fue un argentino y entró otro venezolano. En otra
Shell que es de ellos mismos también metieron venezolanos a montón, puros
venezolanos. Les gusta cómo trabajan. (Hombre de 41 años)

Nunca tuve un rechazo en ningún lado acá. Al contrario, como me pasó en un trabajo,
buscaban un abogado venezolano. Hablando con amigos, tampoco escuché que los
rechazaran, como sí pasa con otras nacionalidades. Puede que sea un tema de
racismo y por el imaginario de que todos los venezolanos vienen con un título y
tampoco es cierto que todos los venezolanos son blancos, pero está ese imaginario.
Y es que efectivamente gran parte de los que llegaron a Argentina tenían un título.
(Hombre de 26 años)

Más allá de eventuales episodios de fricción entre la población venezolana y la


sociedad argentina, las posibles razones para que una empresa o institución los
contrate por su especificidad nacional, o la imagen que reproducen los medios de
comunicación, es importante señalar que a partir de la consolidación de las
entrevistas –donde las personas dieron cuenta de sus propias experiencias y las de
su entorno social–, se registró una amplia aceptación de la población venezolana en
el AMBA. En su conjunto, este escenario incide positivamente sobre la permanencia
en el país, y en la potencial estabilización de una corriente migratoria.

Escenarios a futuro
Tomando en cuenta que la población venezolana constituye una migración reciente
–pero significativa por el volumen y rapidez con la que llegó al país–, una de los
objetivos del presente estudio, era explorar los escenarios a futuro en relación a su
permanencia o no en Argentina y la probabilidad de recibir parientes en calidad de
nuevos migrantes.

Ante la pregunta de si piensan establecerse definitivamente en Argentina, las


respuestas abordaron diferentes aspectos –emocionales, temporales, laborales,
familiares y materiales– que atraviesan tanto la decisión de quedarse como de irse.

Aún sin tener certeza sobre el futuro a largo plazo en el país, varias personas hicieron
énfasis en el esfuerzo que supondría volver a viajar, individual o familiarmente, por lo
que implica dejar un lugar e instalarse en otro.

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Actualmente no siento la energía, ni la proyección, de irme a vivir a otro lado, porque
comenzar de cero es muy duro, no quisiera pasar por eso otra vez. Pero no sé si me
veo viviendo toda mi vida en esta ciudad. Tengo claro que no voy a volver
prontamente a Venezuela, pero no sé si en un futuro pueda regresar. Regresar
actualmente a Venezuela es volver a un lugar donde no tengo una vida. (Mujer de 39
años)

No creo que migremos a corto plazo ni a mediano plazo. Tiene mucho desgaste
migrar, y Argentina tiene mucho mejores condiciones que las que tenía Venezuela
cuando nos fuimos. El objetivo es quedarnos acá, a menos que todo se complique,
tomaríamos en cuenta la posibilidad de migrar, pero la ciudad me gusta mucho en
Particular. (Hombre de 26 años)

Si me preguntas a mí, yo no me quiero ir para ninguna parte. No me quiero ni regresar


a mi país. Tendrían que pasar muchas cosas para que yo regresara, cosas que sé que
no ocurrirán en el corto plazo. Quizás cuando estemos grandes, porque allá está
nuestra casa, y para nosotros es imposible comprar un apartamento en Argentina,
entonces digo, quizás cuando estemos más grandes regresemos a la casa para no
pagar alquiler. También está el tema del desgaste emocional que implica migrar en
estas condiciones, con incertidumbres, porque además por nuestra edad es más
difícil hacer amigos. (Mujer de 39 años)

Tengo una amiga que se quiere ir, pero no sabe ni siquiera dónde. Está viendo si se
va a Europa o a EEUU. Mi otra amiga sí se está haciendo la nacionalidad, la veo bien
haciendo vida acá. Tengo otros amigos que son pareja y quieren quedarse, más que
nada por el desgaste que implica volver a migrar, dicen “ya estamos aquí, nos
arreglamos como venga”. (Mujer de 29 años)

Es factible inferir que el desgaste emocional que implica migrar sea significativo para
las personas durante un periodo considerable de tiempo y, como consecuencia, opere
en la decisión de continuar en Argentina. Por otro lado, destaca un comentario que
resulta ilustrativo de un probable escenario a futuro para una parte de la población
venezolana: frente a la dificultad económica de comprar una vivienda propia

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Argentina, quienes emigraron de Venezuela en su periodo de adultez y conservan casa
en su país de origen, una posibilidad es retornar en el periodo de vejez.

Otras variables que fueron mencionadas, se relacionan con la importancia del


crecimiento personal en relación a su área de trabajo:
La verdad es que me veo viviendo acá, pero más porque me mueve la esfera cultural
que hay acá y que siento que en otro país no voy a conseguir, aunque la economía es
algo que me preocupa. Pero me sigue manteniendo el hecho que acá, que he abierto
camino, he conocido gente de varias áreas que realmente me gustan, del cine del
teatro, de la radio. Esa expansión me da peso para seguir. Ahorita lo que estoy
viviendo en el presente me gusta, como que estoy disfrutando más con este trabajo.
(Hombre de 32 años)

La preocupación por no desarraigar a los hijos con una nueva migración:


Yo creo que sí voy a vivir el resto de mi vida acá. Mis hijos ya se están haciendo
argentinos. Venezuela es mi país, pero ya no encuentro ahí mis afectos, ya casi no
me queda nadie. Volver a sacar a los hijos otra vez es duro, y después de un tiempo
si te va bien, echas raíces. (Mujer de 43 años)

Y la sensación de bienestar, compartido con otros venezolanos, sobre la experiencia


de vivir en Argentina.

Con mi grupo de amigos venezolanos nos preguntamos ¿te ves acá? Es un tema que
yo lo abordo mucho porque obviamente me preocupa. Además, en este apartamento
nos queda como un año y pico, y nos preguntamos si vamos a renovar, porque es
importante para saber si vamos a buscar, o si vamos a seguir juntos alquilando o
cada uno se va por su lado. Entonces, ha sido un tema recurrente, pero siempre
llegamos al punto que, en otros lados no nos vamos a sentir como acá. De hecho,
soy argentino ya, porque me nacionalicé. (Hombre de 32 años)

A modo de síntesis, se identifican cuatro puntos que hacen a los argumentos dados
en favor de permanecer en el país, al menos a mediano plazo: 1) La dificultad
(económica, emocional y burocrática) que implica volver a migrar y “empezar de cero”
2) el interés por aprovechar el capital social construido en Argentina, 3) la

31
preocupación por no desarraigar a los hijos, y 4) el balance positivo sobre la
experiencia de vivir en Argentina.

Por otro lado, se registraron personas que mostraron dudas sobre su continuidad en
el país, puntualmente por la preocupación que les genera la devaluación de la moneda
y aceleración inflacionaria, lo que incide negativamente –con mayor o menor énfasis
según la situación de cada persona– en aspectos disímiles como el costo de vida
cotidiana o el nivel de vida que quieren tener. Se presentan algunas voces para ilustrar
estas variantes. Un hombre que vive en un hotel de familia con su esposa y dos hijos,
y tiene una situación económica inestable, tenía la siguiente opinión:

Al principio nuestra decisión era quedarnos, pero hemos estado observando la


situación que se presenta en el país, y no es que se vea inestable, pero tenemos
mucha experiencia sobre el tema de la inflación, así que estamos con cierta duda.
Quizás nos quedamos un tiempo de acuerdo a como se vaya manejando la situación
y haría un estudio para ver dónde podemos migrar, luego de tener la documentación
de acá. (Hombre de 43 años)

Un joven que alquila un departamento con otro amigo venezolano y tiene trabajo
formal en una heladería, señalaba:

Por ahí si Argentina vuelve a estar más estable me gustaría quedarme. Como te dije
a Buenos Aires lo amo completamente. Y eso que no he explorado el cincuenta por
ciento o más de la ciudad, porque siempre he estado trabajando. Lo que conozco me
encanta, por mi yo me quedaría, pero también depende de cómo está la situación
acá. (Hombre de 22 años)

Una mujer que vive sola y tiene un trabajo estable, también contemplaba la posibilidad
de volver a migrar:

No sé si me iré de acá, de pronto consigo otro trabajo que me paguen mejor y que
esté más a gusto. Mi tema es que no estoy cómoda con el trabajo 100%, y acá cuesta
mucho viajar [por la capacidad de ahorro en dólares]. En Venezuela yo tenía un nivel
de vida más alto que el que tengo acá. Pero bueno, acá hay otras cosas buenas. De
todas formas, es verdad que es difícil cuando uno está acostumbrado a unas cosas y

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luego bajar de nivel. Yo quiero mantener mi nivel. No sé si volvería a Venezuela.
(Mujer de 37 años)

¿Hasta qué punto dichas preocupaciones incidirán a mediano plazo en la decisión de


salir del país, o de no elegirlo para quienes podrían querer emigrar? Sin duda, la edad y
el hecho de tener hijos o no son variables importantes en el proceso de lidiar con las
adversidades y evaluar la posibilidad de volver a migrar. En ese sentido, la población
joven es el grupo que estaría más proclive a salir del país nuevamente.

La única persona de las entrevistadas que tiene sus hijos en Venezuela fue quien
expresó el deseo de regresar a su país para reencontrarse con ellos:

Mi esperanza es volver a mi país y trabajar allá, montar un negocio desde aquí con
mis hermanos que están allá, y cuando ya esté todo sólido, volverme. Un negocio de
lo que sea, lo que sea rentable, verduras, fruterías, celulares, lo que salga, que sea
rentable, que me dé para tres comidas mías y de mis hijos, yo no busco lujo, con que
esté con mis hijos todos los días, los vea, aunque sea en la noche y en la mañana,
comparta con ellos, el colegio, eso quiero. El tema lo veo a mediano plazo porque
aquí se complicó, con la economía que está muy inestable, el dólar sube y baja, pero
irme a otro país no. Si me voy es a Venezuela. Esa historia de migrar, de andar con tu
maleta, es muy duro. (Hombre de 41 años)

Finalmente, el último escenario que se considera es la reunificación familiar, donde


además del sentido afectivo se ponen en juego otros elementos como el acceso a la
salud y a la educación. Sobre este tema, también hay varios acercamientos.

Mi mamá si quisiera venir, más que nada porque quiere brindarle más oportunidades
a mi hermanito con síndrome de Down. La idea es que vengan de visita un tiempo, el
tema es que la economía acá no está tan buena, y ella se lo piensa. A mí me
encantaría que vinieran, yo sería feliz si nos juntamos todos. (Mujer de 29 años)

A mí me gustaría traerlos a mis padres y a otros familiares adultos mayores, aunque


sea por un tiempo. Las personas mayores son muy reacias a salir del país, pero es un
proyecto tráelos con nosotros, porque es una preocupación tener personas adultas
solas en Venezuela en la situación en que se está viviendo. (Hombre de 57 años)

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A mí me gustaría traer a mi cuñado porque él está saliendo del bachillerato y quisiera
que estudiara acá, él tiene 16 años, es joven. Entonces quiero que sepa que si no
puede allá tiene una puerta abierta acá. Yo me vine acá también porque lo quiero
ayudar a él. (Hombre de 26 años)

Ahora bien, se registró el caso de una familia que había logrado reunirse en Argentina,
y estaba evaluando la posibilidad de que las personas mayores, la madre y el padre de
la entrevistada, volvieran a Venezuela.

La intención está puesta en que mis padres regresen prontamente, está decidido. Por
lo económico y por lo emocional. Mi hermano y yo somos muy poquitos para
sostener a mi papá y mi mamá. Cada uno está como resolviendo su vida, es una
cuota importante de contención emocional que hay que estar. Imagínate lo que nos
cuesta con la edad hacer amigos, imagínate para la gente más grande, hacer una
vida nuevamente. Mi mamá tiene trabajo, alguna que otra amiga, resuelve, conoce
más o menos la ciudad. Mi papá también se maneja bastante sólo, pero le cuesta
más igual. Hay que estar siempre porque a la larga están solos. Por esa situación,
que es un poco más personal y por lo económico también, dijimos: para estar
pagando una casa acá, un alquiler, esa plata se la depositamos allá. Pero es
complicado, no hay certezas al cien por ciento de nada. (Mujer de 39 años)

34
Conclusiones
El estudio capturó elementos que abarcan las trayectorias de las personas
entrevistadas, quienes proporcionaron información no solo sobre sus experiencias
individuales, sino también sobre su entorno social, conformado por familiares, amigos
y conocidos, como parte de la red de migrantes. En este contexto, las narrativas de
cada individuo comprenden tres dimensiones: 1) en su conjunto, ilustran la
heterogeneidad de experiencias personales en relación a cada tema tratado, 2) a nivel
individual, también hacen referencia a las experiencias de otras personas, y 3) en un
plano de mayor abstracción, posibilitan una aproximación general al tema. En este
sentido, las conclusiones presentadas a continuación se articulan en estos tres
niveles de registro.

La facilidad para regularizar la condición migratoria y obtener el estatus de residente


mediante un Documento Nacional de Identidad (DNI) se destaca como una de las
razones primordiales para elegir Argentina como destino migratorio. En tal sentido, se
resalta tanto la perspectiva de Derechos Humanos en la que fue concebida la Ley de
Migración N°25.871 como el trato particular dispensado a la población venezolana en
calidad de miembro del Mercosur. El acceso al DNI sienta las bases para ejercer
derechos que se materializan en la posibilidad de alquilar, trabajar, estudiar, recrearse
y ampliar la oferta de servicios, desde lo público hasta lo privado, incluyendo la
atención médica.

Las redes de migrantes, transformadas en redes de apoyo, desempeñan un papel


crucial no solo en la elección del país, la planificación del viaje y la recepción temporal
eventual, sino también en el proceso de integración a la sociedad argentina desde una
función operativa. Esto se manifiesta en las opciones laborales, las soluciones
habitacionales, el acceso a la circulación de bienes como parte del sistema solidario,
la obtención de información efectiva sobre la ciudad y la formación de grupos de
amigos con quienes comparten un mapa de significados. Además, contribuyen a la
contención emocional en un escenario marcado por aprendizajes y nostalgias
compartidas.

Las personas recién llegadas renuevan la red de migrantes que conecta Venezuela
con Argentina y enriquecen el capital social disponible en términos de recursos
potenciales, tanto para los residentes actuales como para los futuros.

El acceso al DNI, el respaldo de las redes de migrantes y las iniciativas individuales


constituyen los tres elementos esenciales para lograr la integración económica. El

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tránsito de la informalidad a la formalidad laboral suele producirse en un periodo
relativamente breve.
A pesar de los desafíos inherentes a la condición de migrante, la población venezolana
ha logrado acceder al empleo, asegurar vivienda y enfrentar las dificultades impuestas
por la pandemia. En línea general, la población venezolana registra experiencias
positivas, sobre la forma en que son percibidos socialmente en el AMBA, como “otros
culturales”.

Aunque la presencia de la población venezolana en Argentina sea relativamente


reciente y aún no haya certeza sobre su permanencia en el país, existen sólidos
indicios, basados en la regularización migratoria, la percepción social positiva hacia su
condición de migrante, las oportunidades laborales, las opciones de estudio y la
importancia afectiva de las redes de apoyo entre amigos y familiares, que permiten
inferir la probabilidad de una estabilización a mediano plazo de la corriente migratoria
de Venezuela hacia Argentina.

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Anexo
Guía de preguntas
Las preguntas que componen la presente guía, son de carácter semi estructurado, de
tal manera que permitirán registrar respuestas abiertas orientadas a abarcar la
especificidad de las trayectorias de vidas individuales y familiares. En ese sentido,
cada voz ofrece dos niveles de lectura que están imbricados, las experiencias
personales y la articulación de esas experiencias al grupo al cual pertenece, sabiendo
que por lo general, en los procesos migratorios de una persona, hay otras personas
involucradas, muchas de ellas, del mismo núcleo familiar –migrante o potencialmente
futuros migrantes–. Para cada entrevista, se hará una breve caracterización social a
partir del registro de la edad, género, nivel educativo, condición física, tiempo de
permanencia en el país, tipo de radicación, composición familiar, cantidad de
personas a cargo.

Salir de Venezuela, llegar a Argentina


● ¿Por qué elegiste venir a Argentina?
● ¿Qué expectativas tenías antes de llegar a Argentina, sobre cómo podría ser tu
vida acá?
● ¿Qué cosas fueron diferentes/inesperadas, en relación a esas expectativas?

Estar en Argentina
Red de apoyo
● ¿De qué manera ha colaborado la red social –familiares, amigos, conocidos,
espacios de internet, connacionales–, en el proceso de migrar y establecerse en
Argentina?

Documentación
● ¿Cómo ha sido el proceso para establecerte en el país en términos legales?
(dificultades, facilidades con la documentación)

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Casa
● ¿Cómo fue el proceso de alquilar una casa / habitación /pensión?
● ¿Dónde alquilan?
● ¿Hace cuánto tiempo están ahí?
● ¿Con cuántas personas viven? (hacinamiento y calidad de la vivienda).
● ¿Cambiaron sus condiciones habitacionales en relación a su país de origen?

Trabajo
● ¿Pudiste conseguir trabajo?
● ¿Cómo son las condiciones laborales (tipo de contrato, relación de
dependencia o cuentapropismo, cantidad de horas ocupadas, actividad que
desempeña, antigüedad);
● ¿Trabajas en la misma área que trabajabas en Venezuela? (pro y contras de la
continuidad o discontinuidad; trabajos anteriores)
● ¿Mandás remesas a tu familia en Venezuela?
● En el caso que no tenga trabajo y busque, ¿cuáles son los motivos por lo que
no encuentra?

Educación
● ¿Estás estudiando?
● ¿Pensás hacerlo?
● Si tuviste que revalidar un título u homologar materias, ¿cómo fue el proceso?
● Si tenés hijos ¿están escolarizados? ¿Cómo fue el proceso de inserción en el
sistema educativo?

Salud
● ¿Cómo ha sido tu experiencia en el acceso al Sistema de Salud en Argentina?

Pandemia

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● Durante la pandemia, ¿qué dificultades tuviste y qué hiciste para resolverlas?
(Dificultades, facilidades)

Esparcimiento
● ¿Encuentran espacios para reproducir prácticas de la cultura venezolana?
● ¿Consumen expresiones culturales de la ciudad?

Seguridad / Discriminación
● ¿Te has sentido aceptado por la sociedad? ¿Has vivido situaciones de
discriminación o de violencia?

Participación política con la colectividad venezolana


● En relación a la política, ¿realizan alguna actividad?

Expectativas a futuro
Estadía en Argentina
● ¿Has ayudado a otros venezolanos en su proceso de migración?
● ¿Esperás establecerte definitivamente en Argentina, o pensás moverte a otro
país?
● ¿Esperás que puedan venir a Argentina otras personas de tu familia que aún
viven en Venezuela u otro país?

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