Prueba Pericial y Medicina Legal Tomo I

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Prueba Pericial, Litigación con Peritos y Medicina Legal



Tabla de Contenido
Prueba Pericial, Litigación con Peritos y Medicina Legal
PRUEBA PERICIAL, LITIGACIÓN CON PERITOS Y MEDICINA LEGAL
INICIO DE:
PRUEBA PERICIAL, LITIGACIÓN CON PERITOS Y MEDICINA LEGAL
PREÁMBULO
EL AUTOR
LOS PROLOGUISTAS
PRÓLOGO DE MAURICIO DUCE JULIO
PRÓLOGO DE CECILIA LATORRE FLORIDO
PRÓLOGO DE FERNANDO VERDÚ PASCUAL
GLOSARIO DE ABREVIATURAS
CAPÍTULO 1 ¿ESTRELLA O UN HUMILDE PEÓN?
CAPÍTULO 2 ¿USTED... ES MÉDICO LEGISTA NO MÁS?
CAPÍTULO 3 LA VEDETTE
CAPÍTULO 4 SI LO DICE EL FORENSE...
CAPÍTULO 5 SHOWTIME
CAPÍTULO 6 PAREN EL MUNDO, QUE ME QUIERO BAJAR
REFLEXIONES FINALES
GLOSARIO ALFABÉTICO

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Preámbulo

Preámbulo
El desafío de escribir un libro es enorme. Inserto en la
vorágine del día a día, suele ser complejo otorgar un espacio
para situarse frente a una pantalla que está en blanco e
intentar plasmar en ella reflexiones, experiencias, anécdotas
y conocimientos que uno considera, son lo suficientemente
importantes como para ser compartidos. Por otra parte, es
un arma de doble filo. Cualquier cosa que yo estampe acá
puede ser (y muy posiblemente será) utilizada en mi contra
si la situación resulta propicia. Pese a lo anterior, asumo esta
tarea convencido de que lo que pretendo comunicar tiene el
potencial de llegar a ser un aporte.
Por distintas razones la prueba pericial cada vez tiene más
importancia en los procesos judiciales. De hecho, parece ser
la prueba favorita, al punto de ser calificada por algunos
como "la reina de las pruebas". Y esto queda aun más claro
cuando uno revisa autores que están discutiendo en el
ámbito comparado acerca del rol que ha adquirido en el
contexto de los distintos sistemas judiciales. En lo cotidiano,
litigantes y jueces se ven constantemente enfrentados a
causas en las cuales un correcto uso de las herramientas
aportadas por las ciencias forenses resulta trascendental
para el éxito procesal. Esta necesidad atañe también a todos
aquellos profesionales involucrados en el diseño de políticas
relativas a la administración de justicia y a quienes, desde el
ámbito académico, gubernamental o legislativo, pueden y
deben propiciar modificaciones al marco legal, a fin de
recoger las nuevas variables derivadas del continuo
desarrollo del derecho, la ciencia y la tecnología.
Sin embargo, muchos aspectos —principalmente de orden
cultural y conductual— inciden de manera significativa en la
calidad de los informes periciales y su real impacto a la hora
de ser presentados como medio de prueba. Más allá del
sistema judicial imperante en cada país, de las leyes vigentes
en cada nación, del modelo organizativo que caracterice la
función pericial, del ámbito del Derecho para el cual haya
sido requerida la pericia o del tipo de peritaje que se trate, lo
concreto es que los operadores de la justicia frecuentemente
se encuentran con problemas vinculados al dictamen
pericial. Las preguntas suelen ser las mismas:
 • ¿Cuándo pedir un peritaje?  • ¿Qué tipos de peritajes existen?

 • ¿A quién encargarle la realización de la pericia?  • ¿Cómo efectuar la solicitud?

 • ¿Qué debo esperar del perito?  • ¿Qué debe contener el peritaje?

 • ¿Son válidos los resultados de la pericia?  • ¿Cómo interrogo a mi perito?

 • ¿Cómo interrogo al perito de la contraparte?  • ¿Cómo valoro su mérito probatorio?

En la otra vereda, los profesionales, técnicos, artistas o


prácticos que asumen el rol de peritos no siempre están al
tanto de las disposiciones legales y normativas que rigen la
actividad. No rara vez esa circunstancia conduce a
improvisaciones, repetición de vicios históricamente
arraigados o la emisión de informes tendientes a "ayudar" a
quien lo ha solicitado.
La inercia cultural en esta materia es muy potente, a lo que
se suma que la formación académica en cuestiones relativas
a pericias es ínfima. Datos empíricos muestran que en Chile
la gran mayoría de los actores que trabajan en instituciones
del sistema reconoce que en el área de los peritajes no ha
recibido del todo o solo ha recibido muy poca capacitación
específica y que, por lo mismo, sienten que no cuentan con
todas las herramientas necesarias para lidiar con esta
prueba en las distintas etapas procesales que les
corresponde.
Ahora bien; los abogados quieren peritajes que "les sirvan".
Sus clientes desean, además, que estos no resulten
onerosos. Los jueces reclaman pericias con resultados
inequívocos, de modo tal de no verse enfrentados a
complicaciones al momento de decidir y argumentar sus
sentencias. Los sistemas judiciales enfrentan la dicotomía
entre las necesidades vs. los recursos disponibles. Y,
finalmente, los peritos suelen estar sometidos a una
importante carga de trabajo (sobre todo aquellos que se
desempeñan en instituciones públicas) o bien, deben lidiar
con variados prejuicios y suspicacias (especialmente si
laboran en el ámbito privado).
El escenario entonces es complejo. Desde lejos aquellos
que no están inmersos en este submundo suelen desconocer
absolutamente la intrincada red que rodea todo peritaje. Peor
aún: en Chile los operadores de la justicia han reflexionado
muy poco al respecto. Consecuentemente, esta publicación
busca colocar la prueba pericial en el centro del debate y —
bajo el prisma de un profesional que desde hace casi dos
décadas realiza actividades periciales— se abordará su uso
en litigios penales y civiles1 asumiendo la complejidad (pero
también los beneficios) que conlleva ese enfoque2.
La idea es otorgar orientaciones que puedan contribuir a
mejorar la calidad y maximizar el rendimiento de un peritaje,
aportando una visión en partes distinta, pero
fundamentalmente complementaria a lo que uno suele
encontrar en textos sobre la materia (que en su gran mayoría
han sido escritos por abogados). Si bien esto último
constituye desde mi perspectiva un plus, es también un
desafío. Cautivar simultáneamente a lectores con intereses
comunes, pero situados en dimensiones epistémicas
diversas (como es el caso de litigantes, jueces y peritos) no
parece una tarea sencilla. Con todo, es necesaria... En
efecto, promover una recíproca comprensión entre esos
actores del sistema es un imperativo que en los últimos años
ha sido reportado con fuerza en distintas partes del orbe. Esa
meta solo se consigue con abogados permeables a atender
a la perspectiva forense y peritos dispuestos recíprocamente
a reflexionar sobre las visiones legales del tema.
Así entonces, con un enfoque práctico y lenguaje simple,
contrastando el "deber ser" con la realidad, intentaré que mis
palabras tengan la elocuencia necesaria para motivar por
igual a abogados y peritos a explorar críticamente la
naturaleza interdisciplinaria de la actividad pericial. Y si bien
la base de lo que se expondrá proviene de la experiencia
adquirida como médico legista y forense en Chile, anhelo
que el texto sea aplicable a cualquier área del
conocimiento en la cual se ejecutan pericias y que la
obra logre posicionarse como material bibliográfico útil
en cualquier país hispanoparlante. La concreción de este
último objetivo exigirá —por cierto— que el lector coteje las
normas legales chilenas con las que rigen en su propio país,
para lo cual se ha procurado incorporar algunos extractos de
la legislación extranjera pertinente.
Mi invitación entonces es a identificar el sustento que ha de
tener un peritaje acorde a lex artis, reflexionar sobre el
estado actual del quehacer forense local, analizar vacíos o
deficiencias de las legislaciones en materia pericial y
propiciar el interés del lector por generar mecanismos de
solución a los problemas existentes. En definitiva: que cada
uno —dentro de su respectivo campo de acción— establezca
cuál puede su aporte para mejorar ciertos ripios vinculados
al día a día de la actividad pericial. No pretendo reinventar la
rueda ni redescubrir la pólvora. Tampoco abarcar en
profundidad los temas clásicos de la medicina legal, ya que
el sentido de este texto es ser un manual, no un tratado
enciclopédico. En ese marco, el Capítulo 1 se referirá al
perito. Se analizará (entre otros) el concepto, sus formas de
actuación y los principios que han de regir su actividad. En el
Capítulo 2 se hablará de la medicina legal, otorgando una
visión conceptual, histórica y contingente de la especialidad.
En el Capítulo 3 me centraré en el dictamen pericial: sus
usos, valores, estructura básica, etc. El Capítulo 4 abordará
los principales tipos de informes y actuaciones periciales en
el área de la medicina legal y forense. En el Capítulo 5 me
centraré en la rendición de la prueba pericial en los juicios
orales. Y, finalmente, en el Capítulo 6 discutiré algunos
problemas de la actividad y alternativas para afrontarlos.
Vaya una advertencia: el principal objetivo de esta
publicación es abrir los ojos y remecer las conciencias de
quienes se dejan arrastrar por lo que el mundo de los
abogados, parte de la academia y muchos peritos
tradicionalmente han considerado como normal simplemente
por parecer apropiado a las contingencias o consecuente con
la tradición. No busco ser condescendiente y puede incluso
que en algunos fragmentos abandone de plano cualquier
esbozo de empatía. El amor por mi especialidad y la
imperiosa necesidad de posicionar la actividad pericial
médica en el sitial que le corresponde, así lo ameritan.
Miguel Rodríguez Jouvencel escribió hace algunos años3:

Los forenses debemos encargarnos de que nuestro trabajo


se respete y se le dé la importancia que, indudablemente,
tiene. Adhiriendo a lo dicho hace poco más de una década
por el médico legista peruano Dr. Moisés Ponce
Malaver: "Necesitamos tomar conciencia de nuestra
realidad, de nuestro rol, de nuestros derechos...".
Lamentablemente da la impresión de que no pocos han
olvidado en el camino el discurso de apertura del curso
académico que hizo el español Pedro Mata y Fontanet en
1844, sobre la importancia de la Medicina Legal y la
necesidad de su estudio.
Parece imprescindible dejar de esconder la cabeza como el
avestruz y enfrentar sin tapujos las problemáticas actuales
asociadas a la actividad pericial, aun a riesgo de molestar o
incomodar a algunos. Mal que mal, "la vida social se degrada
cuando las personas que tienen en sus manos las
dimensiones más sagradas de la existencia, como son la
religión, la justicia o la salud, no aspiran a la excelencia"4.
Leonardo González-Wilhelm

Huechuraba, Chile. Abril de 2017

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Prueba Pericial, Litigación con Peritos y Medicina Legal
PRUEBA PERICIAL, LITIGACIÓN CON PERITOS Y MEDICINA LEGAL
INICIO DE:
PRUEBA PERICIAL, LITIGACIÓN CON PERITOS Y MEDICINA LEGAL
PREÁMBULO
EL AUTOR
LOS PROLOGUISTAS
PRÓLOGO DE MAURICIO DUCE JULIO
PRÓLOGO DE CECILIA LATORRE FLORIDO
PRÓLOGO DE FERNANDO VERDÚ PASCUAL
GLOSARIO DE ABREVIATURAS
CAPÍTULO 1 ¿ESTRELLA O UN HUMILDE PEÓN?
CAPÍTULO 2 ¿USTED... ES MÉDICO LEGISTA NO MÁS?
CAPÍTULO 3 LA VEDETTE
CAPÍTULO 4 SI LO DICE EL FORENSE...
CAPÍTULO 5 SHOWTIME
CAPÍTULO 6 PAREN EL MUNDO, QUE ME QUIERO BAJAR
REFLEXIONES FINALES
GLOSARIO ALFABÉTICO

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Glosario de abreviaturas

Glosario de abreviaturas

‰ Gramos por mil

ADN Ácido desoxirribonucleico

A.G. Asociación gremial

APJO Audiencia de preparación de Juicio Oral (llamada también Audiencia


"intermedia" o "preliminar")
CAVAS Centro de Asistencia a Víctimas de Atentados Sexuales de la Policía de
Investigaciones de Chile

CDE Consejo de Defensa del Estado

CODIS Combined DNA Index System

COMPIN Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez

CONACEM Corporación Nacional Autónoma de Certificación de Especialidades


Médicas

CONICYT Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica

CSI Crime Science Investigation

DFL Decreto con fuerza de ley

ENFSI European Network of Forensic Science Institutes

FBI Federal Bureau of Investigation de EE.UU.

IAAS Infección asociada a la atención sanitaria

INN Instituto de Normalización Nacional

ISO International Organization for Standardization

ISP Instituto de Salud Pública de Chile

LABOCAR Laboratorio de Criminalística de Carabineros de Chile

LACRIM Laboratorio de Criminalística de la Policía de Investigaciones de Chile

MBE Medicina basada en evidencias

MINSAL Ministerio de Salud de Chile


NAS National Academy of Sciences de EE.UU.

PCR Parocardiorrespiratorio

PDI Policía de Investigaciones de Chile

RUC Rol único de causa

RUN Rol único nacional (conocido en otros países como DNI o Documento
nacional de Identificación)

RIT Rol interno del tribunal

SENAME Servicio Nacional de Menores de Chile

SEREMI Secretaría Regional Ministerial

SIAT Unidad Técnica de Investigaciones de Accidentes del Tránsito de


Carabineros de Chile

SIDA Síndrome de inmunodeficiencia adquirida

SML Servicio Médico Legal de Chile

TEC Traumatismo encefalocraneano (o craneoencefálico)

TEP Tromboembolismo pulmonar

UCI Unidad de Cuidados Intensivos

UTI Unidad de Tratamiento Intensivo

USD Dólar americano

UTM Unidad tributaria mensual

VIH Virus de la inmunodeficiencia humana


Cita del autor

Cita bibliográfica

Ejemplo o jurisprudencia

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Prueba Pericial, Litigación con Peritos y Medicina Legal



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Prueba Pericial, Litigación con Peritos y Medicina Legal
PRUEBA PERICIAL, LITIGACIÓN CON PERITOS Y MEDICINA LEGAL
INICIO DE:
PRUEBA PERICIAL, LITIGACIÓN CON PERITOS Y MEDICINA LEGAL
PREÁMBULO
EL AUTOR
LOS PROLOGUISTAS
PRÓLOGO DE MAURICIO DUCE JULIO
PRÓLOGO DE CECILIA LATORRE FLORIDO
PRÓLOGO DE FERNANDO VERDÚ PASCUAL
GLOSARIO DE ABREVIATURAS
CAPÍTULO 1 ¿ESTRELLA O UN HUMILDE PEÓN?
CAPÍTULO 2 ¿USTED... ES MÉDICO LEGISTA NO MÁS?
CAPÍTULO 3 LA VEDETTE
CAPÍTULO 4 SI LO DICE EL FORENSE...
CAPÍTULO 5 SHOWTIME
CAPÍTULO 6 PAREN EL MUNDO, QUE ME QUIERO BAJAR
REFLEXIONES FINALES
GLOSARIO ALFABÉTICO
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INICIO DE:
CAPÍTULO 1 ¿ESTRELLA O UN HUMILDE PEÓN?
INTRODUCCIÓN
GÉNESIS DEL PERITO
¿ES PERITO?
TIPOS DE PERITO
FORMAS DE ACTUACIÓN DE UN PERITO
INHABILIDADES PARA ACTUAR COMO PERITO
PRINCIPIOS RECTORES DE LA ACTIVIDAD PERICIAL
DEBERES, DERECHOS Y RESPONSABILIDADES DE LOS PERITOS
OTRO DECÁLOGO
EL CONSULTOR TÉCNICO
LA EXPERIENCIA, LA EVIDENCIA CIENTÍFICA Y LA TECNOLOGÍA

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Capítulo 1 ¿Estrella o un humilde peón?

Capítulo 1 ¿Estrella o un humilde peón?

Introducción

En este capítulo me referiré al perito. Un personaje muchas


veces casi santificado por los jueces. Endiosado en sistemas
de administración de justicia basados en jurados. Alabado o
temido por los litigantes, dependiendo de su posición. En
ocasiones (no pocas), injustamente vapuleado. Y, por lo
general, desconocido o incomprendido en su real dimensión.
De ellos suelen esperarse actuaciones trascendentes. Para
algunos figuran como los llamados a aportar luz donde
abundan las tinieblas. Verdaderas estrellas. Responsables
de iluminar a los encargados de decidir la cuestión en debate
(quienes, por lo mismo, suelen esperarlos con ansias para
disponer de argumentos sólidos, idealmente inequívocos,
para sustentar sus sentencias). Supuestos portadores de la
sapiencia que se requiere a veces para imponer la teoría del
caso propia por sobre la de la contraparte. No por nada el
maestro francés Camille Simonin dijo que "la explicación
perfecta del perito trae como consecuencia la resolución
justa e idónea". Pero cuidado:

Bajemos entonces al perito del pedestal. Coloquémoslo —


al menos por ahora— en el mismo sitial del testigo o de un
documento. Judicialmente es solo un medio de prueba más.
Una parte del rompecabezas. Si se quiere, un humilde peón
de la justicia a la espera del movimiento que ejecute
el interviniente o juez, quien podrá no utilizarlo, bloquearlo o
incluso, sacrificarlo. Eso sí, no se ha de olvidar que —en
determinadas circunstancias— los peones se transforman en
las piezas estratégicamente más importantes del tablero de
ajedrez. Pueden, de hecho, determinar el resultado de la
partida. Dependiendo, claro, de las jugadas que se hagan...
Génesis del perito

Nadie sabe todo de todo. O si se quiere, todos somos


ignorantes, aunque no todos ignoramos lo mismo (A.
Einstein). Es más: quienes poseen mayor sabiduría, suelen
tener más dudas que certezas. En el mundo actual esa
premisa aún es válida, a pesar de que una búsqueda en
Google o Wikipedia nos puede otorgar la sensación aparente
de que el acceso al conocimiento es relativamente sencillo.
Pero lo cierto es que "información no es sinónimo de
conocimiento"1.
Cotidianamente los abogados se enfrentan a cuestiones
que escapan a su ámbito y formación. Las disputas legales
involucran crecientemente los principios y herramientas de la
ciencia2, dado lo cual los litigantes suelen requerir
conocimientos especializados para construir sus teorías del
caso. Lo mismo pasa con jueces y jurados al momento de
valorar la prueba. Lo anterior permite comprender por qué las
legislaciones contemplan la posibilidad que los operadores
de la justicia puedan ser asesorados por quienes posean los
conocimientos pertinentes.
En Chile el artículo 314 del Código Procesal Penal
establece: "El ministerio público y los demás intervinientes
podrán presentar informes elaborados por peritos de su
confianza y solicitar... que estos fueren citados a declarar a
dicho juicio...". En el área civil, el artículo 409 del Código de
Procedimiento en la materia señala que "se oirá informe de
peritos en todos aquellos casos en que la ley así lo
disponga", en tanto que el artículo 411 agrega: "Podrá
también oírse el informe de peritos sobre puntos de hecho
para cuya apreciación se necesiten conocimientos
especiales de alguna ciencia o arte y sobre puntos de
derecho referentes a alguna legislación extranjera"3.
La participación judicial de un perito está avalada también
en múltiples otras normas del Derecho chileno. Así ocurre,
por ejemplo, en:
 • El Código Civil (artículos 130, 199, 201, 225-2g, 314,
460, 848, 1019, 1325, 1335, 1943, 1997, 1998, 2002 y
2397).
 • El Código del Trabajo (artículos 91, 392 y 453).
 • La Ley Nº 19.968 sobre Tribunales de Familia
(artículos 29, 45 y 80).
 • La Ley Nº 20.600 sobre Tribunales Ambientales
(artículos 42 y 46).
 • La Ley Nº 20.084 sobre Responsabilidad Penal
Adolescente (artículo 40).
 • La Ley Nº 19.496 del consumidor (artículo 50 F).
 • La Ley Nº 18.287 sobre procedimiento ante los
Juzgados de Policía local (artículo 16).
 • El DFL Nº 1/2004 del Min. de Economía sobre
defensa de la libre competencia (artículo 39 letra k).
 • El DFL Nº 3/2006 del Ministerio de Economía sobre
propiedad industrial (artículos 6 y 17 bis D).
 • El Código de Justicia Militar (artículos 155, 184 y
193).
 • El Código Orgánico de Tribunales (artículo 119).
 • El Código Aeronáutico (artículo 19).
 • El Código Tributario (artículo 132).
 • El Código de Aguas (artículos 71, 179, 189 y 270).
 • El Código de Comercio (artículos 114, 133, 134, 152,
203, 208, 825, 835, 1105 y 1208).
 • El Código de Minería (artículos 59, 61, 71, 128, 141
y 235).
 • El Código de Procedimiento Penal (artículos 147,
150, 186, 221, 471 y 690)4.
Lo mismo sucede en virtud de acuerdos internacionales
suscritos por el Estado y que estén ratificados acorde a las
disposiciones de cada país5. Por otro lado, en el Derecho
comparado los principios que avalan la necesidad de un
peritaje son prácticamente los mismos que en Chile. Existen
sí diferencias importantes en la forma en que la prueba
pericial es solicitada y presentada. Resumidamente y a modo
de ejemplo, cabe mencionar las siguientes regulaciones
normativas:
 • En Alemania el Strafprozessordnungy
el Zivilprozessordnung(ambos de 1950) poseen una
norma redactada en idénticos términos, por la cual
quien sea nombrado perito tiene el deber de cumplir el
cargo cuando posea públicamente las competencias
para efectuar la tarea, o bien, tenga, ejercite o esté
autorizado en el área de conocimiento científico,
artístico o práctico requerido (§ 75.1 y § 407.1,
respectivamente). En materia penal los peritos serán
designados por el juez (§ 73.1), aunque para
exámenes corporales (§ 81a.2), autopsias (§ 87.1) o
una exhumación (§ 87.4) el nombramiento puede
también ser efectuado directamente por un Fiscal. En
el área civil el peritaje puede ser ordenado
directamente por el tribunal (§ 144) o bien, a petición
de cualquiera de las partes (§ 403 y 404).
 • En Argentina el Código Procesal Penal de la Nación
(2014) dice en su artículo 161: "Si para conocer o
apreciar un hecho resultaran necesarios
conocimientos especiales en alguna ciencia, arte o
técnica, las partes podrán presentar informes
elaborados por peritos de su confianza...". En el caso
del Código procesal civil y comercial de la nación
(reformado en 1981), el artículo 457 señala: "Será
admisible la prueba pericial cuando la apreciación de
los hechos controvertidos requiere conocimientos
especiales en alguna ciencia, arte, industria o
actividad técnica especializada". Acá el juez designará
de oficio un perito. Las partes pueden nombrar un
consultor técnico (artículo 458) o solicitar de común
acuerdo el nombramiento de un perito (artículo 462).
 • En Australia la Uniform Evidence Law(2005)
establece en su sección 79 que la regla de exclusión
de opiniones como evidencia (sección 76). no rige para
las otorgadas por personas que posean un
conocimiento especializado en virtud de su
entrenamiento, estudios o experiencia.
 • En Austria el Strafprozessordnung(1975) señala en
el § 126.1 que se nombrarán peritos cuando, para las
indagatorias u obtención de pruebas, se requieran
conocimientos especiales que los órganos de
persecución penal, sus unidades o las personas
empleadas de forma permanente en ellos no posean.
Por otra parte, el Zivilprozessordnung(1895) establece
que el tribunal, con acuerdo de las partes, nombrará
uno o más peritos cuando el análisis de la evidencia lo
haga necesario (§ 351 y 352).
 • En Brasil el Código de Proceso Penal (de 1941, pero
modificado varias veces) establece en el artículo 159
que el examen del cuerpo del delito u otras pericias
será efectuado por un perito oficial o, a falta de este,
por dos personas idóneas. En litigios civiles, el nuevo
código procesal (2015) dispone en su artículo 156 que
el juez será asistido por un perito cuando la prueba de
un hecho dependa de conocimiento técnico o
científico. El perito será designado de común acuerdo
por las partes (artículo 471) o bien, por el juez. En este
último escenario las partes pueden recurrir a
consultores técnicos (artículo 465).
 • El Código de Procedimiento Penal de Bolivia(1999)
señala en su artículo 204 que: "Se ordenará una
pericia cuando para descubrir o valorar un elemento
de prueba sean necesarios conocimientos
especializados en alguna ciencia, arte o técnica". Las
partes podrán también proponer peritos (artículo 209)
o bien, solicitar al juez o tribunal la intervención de
consultores técnicos (artículo 207). En el caso del
Código Procesal Civil (2013), el artículo 193 establece
que: "La prueba pericial será admisible cuando la
apreciación de los hechos que interesan al proceso
requiriere conocimientos especializados en alguna
ciencia, arte, industria o técnica". El mismo
artículo agrega que el peritaje puede ser solicitado por
cualquiera de las partes, en tanto que la autoridad
judicial podrá disponer de oficio un nuevo dictamen
cuando, a su juicio, fuere necesario.
 • En Colombia el artículo 405 del Código de
Procedimiento Penal (2004) dispone que: "La prueba
pericial es procedente cuando sea necesario efectuar
valoraciones que requieran conocimientos científicos,
técnicos, artísticos o especializados...". El artículo 413
indica además que: "Las partes podrán presentar
informes de peritos de su confianza y solicitar que
éstos sean citados a interrogatorio en el juicio oral y
público...". En lo civil, el código de procedimiento
promulgado en 2012 establece en su artículo 233
que: "La peritación es procedente para verificar
hechos que interesen al proceso y requieran
especiales conocimientos científicos, técnicos o
artísticos". La designación la hace el juez a petición de
parte (artículo 236) o las partes de consuno (artículo 9
letra d). Cabe también la opción que los jueces puedan
solicitar, de oficio o a petición de parte, informes
técnicos o científicos a las entidades y dependencias
oficiales que dispongan de personal especializado, y a
las que tengan el carácter de consultoras del gobierno
(artículo 243).
 • En Costa Ricael artículo 213 del Código Procesal
Penal (1996) indica que: "Podrá ordenarse un peritaje
cuando para descubrir o valorar un elemento de
prueba, sea necesario poseer conocimientos
especiales en alguna ciencia, arte o técnica". El o los
peritos serán seleccionados por el Ministerio Público o
el tribunal competente, atendiendo a las sugerencias
de los intervinientes (artículo 215). Las partes podrán
proponer por su cuenta a otro perito para reemplazar
al ya designado o para dictaminar conjuntamente
(artículo 216). Los intervinientes también podrán ser
asistidos por consultores técnicos (artículo 126). Por
otro lado, el nuevo Código Procesal Civil (2015)
establece en su artículo 44.1 que: "Será admisible la
prueba pericial cuando sean necesarios
conocimientos científicos, artísticos, técnicos o
prácticos, ajenos al derecho, para apreciar hechos o
circunstancias relevantes o adquirir certeza de ellos.
Las partes podrán aportar... los dictámenes de peritos
o informes técnicos elaborados por particulares,
instituciones públicas o por medio de un colegio
profesional... Asimismo, podrán solicitar el
nombramiento de un perito por parte del tribunal".
Además, "El tribunal podrá, de oficio o a petición de
parte, solicitar dictámenes o informes de
universidades, institutos, academias, colegios u otros
organismos especializados, públicos o privados,
cuando se refieran a aspectos técnicos de su
conocimiento y experiencia..."(artículo 44.5).
 • En el Código Procesal Penal de El Salvador(2009),
su articulo 226 señala: "El juez o tribunal ordenará
peritajes, cuando para descubrir o valorar un elemento
de prueba, sea necesario o conveniente poseer
conocimientos especiales en alguna ciencia, arte o
técnica. En los actos urgentes de comprobación que
no requieran autorización judicial el fiscal podrá
disponer el auxilio de perito", en tanto que el
artículo 232 agrega: "... las partes podrán proponer a
su costa otro perito". Así también, las partes —con
autorización del juez— podrán ser asistidas por un
consultor (artículo 128). En el caso del Código
procesal civil y mercantil (2008) se establece en el
artículo 375: "Si la apreciación de algún hecho
controvertido en el proceso requiere conocimientos
científicos, artísticos o de alguna técnica
especializada, las partes podrán proponer la práctica
de prueba pericial". Los litigantes podrán designar su
propio perito para que elabore privadamente el
dictamen correspondiente (artículo 377).
 • En España la Ley de Enjuiciamiento Criminal (1882)
dispone en el artículo 456 que: "El Juez acordará el
informe pericial cuando, para conocer o apreciar algún
hecho o circunstancia importante en el sumario,
fuesen necesarios o convenientes conocimientos
científicos o artísticos", en tanto que la Ley de
Enjuiciamiento Civil (2000) establece en su
artículo 335.1: "Cuando sean necesarios
conocimientos científicos, artísticos, técnicos o
prácticos para valorar hechos o circunstancias
relevantes en el asunto o adquirir certeza sobre ellos,
las partes podrán aportar al proceso el dictamen de
peritos que posean los conocimientos
correspondientes o solicitar, en los casos previstos en
esta ley, que se emita dictamen por perito designado
por el tribunal".
 • La Regla 702 de Evidencia en Estados
Unidos(aplicable en procedimientos civiles y
criminales) señala en su edición de 2017 que un
testigo que es calificado como experto por su
conocimiento, habilidad, experiencia, entrenamiento o
educación podrá declarar si: a) su especial
conocimiento ayudará a que el juzgador pueda
entender la prueba o determinar un hecho en
controversia; b) el testimonio está basado en
suficientes hechos o datos; c) el testimonio es el
producto de principios y métodos confiables; y d) el
experto ha aplicado de manera fiable los principios y
métodos a los hechos del caso.
 • En Francia el artículo 156 del Código Procesal Penal
(2000) establece: "Cualquier órgano jurisdiccional de
instrucción o de enjuiciamiento, en el caso de que se
plantee una cuestión de orden técnico, podrá, bien a
petición del ministerio fiscal, bien de oficio, o a petición
de las partes, ordenar un peritaje". Por otro lado, el
Código procesal civil (1981) dispone en su artículo 232
que: "El tribunal podrá encomendar a una persona de
su elección que le ilustre, sea mediante
comprobaciones, mediante consulta o a través de la
confección de un informe, acerca de una cuestión de
hecho que requiera los conocimientos de un perito".
 • En Guatemalael Código Procesal Penal (1992)
dispone que: "El tribunal podrá ordenar peritación, a
pedido de parte o de oficio, cuando para obtener,
valorar o explicar un elemento de prueba, fuere
necesario o conveniente poseer conocimientos
especiales en alguna ciencia, arte técnica u
oficio"(artículo 225). Las partes pueden proponer
también sus consultores técnicos, en número no
superior al de los peritos designados (artículo 230).
Por otro lado, el Código de Enjuiciamiento Civil y
Mercantil establece en los artículos 164 y 165 que la
parte a quien interese rendir prueba de expertos podrá
solicitarlo precisando los puntos sobre los cuales debe
versar el dictamen. La contraria podrá adherirse a la
solicitud, agregar nuevos puntos o impugnar los
propuestos. Finalmente, cada parte designará un
experto y el juez un tercero para el caso de discordia.
 • En Honduras el Código Procesal Penal (2002)
señala en el artículo 239: "Se oirá el dictamen de
peritos, siempre que alguna parte lo pida y se trate: 1)
Sobre puntos de hecho para cuya apreciación se
necesiten conocimientos especiales no jurídicos, de
naturaleza técnica, científica o artística; y, 2) Sobre
puntos de derecho referentes a alguna legislación
extranjera". En materia civil, el código procesal
respectivo (2007) establece en el artículo 315 que la
pericia será procedente si "para valorar los hechos o
circunstancias relevantes en el asunto o para adquirir
certeza sobre ellos, se requieran conocimientos
científicos, artísticos, técnicos, tecnológicos, prácticos
u otros". La prueba será propuesta por las partes, que
podrán optar entre el dictamen de perito privado o un
perito oficial designado por el tribunal. El juez podrá
además designar de oficio un perito, cuando los
dictámenes privados aportados por las partes sean
absolutamente contradictorios (artículo 323).
 • En Italia el Código Procesal penal (1988) estable en
su artículo 220.1 que el dictamen pericial es admisible
cuando sea necesario investigar o recolectar datos o
valoraciones que requieren habilidades técnicas,
científicas o artísticas específicas. Los intervinientes
podrán también nombrar consultores técnicos
(artículo 225). En el caso del código de procedimiento
civil (de 1940, modificado por última vez en 2016),
tanto el tribunal (artículo 61) como las partes
(artículo 201) pueden solicitar la ayuda de uno o más
consultores técnicos.
 • El Código Nacional de Procedimientos Penales
de México (2014), dispone en su artículo 368: "Podrá
ofrecerse la prueba pericial cuando, para el examen de
personas, hechos, objetos o circunstancias relevantes
para el proceso, fuere necesario o conveniente poseer
conocimientos especiales en alguna ciencia, arte,
técnica u oficio". Las partes podrán también recurrir a
consultores técnicos (artículo 136). Por otro lado, el
Código federal de procedimientos civiles (de 1943,
pero reformado varias veces) dispone en su
artículo 143 que: "La prueba pericial tendrá lugar en
las cuestiones de un negocio relativas a alguna ciencia
o arte, y en los casos en que expresamente lo
prevenga la ley", en tanto que el artículo 189
añade: "En todo caso en que se necesiten
conocimientos técnicos especiales para la apreciación
de los medios de prueba a que se refiere este capítulo,
oirá el tribunal el parecer de un perito nombrado por él,
cuando las partes lo pidan o él lo juzgue conveniente.".
 • En Nicaraguael Código Procesal Penal (2001)
señala en su artículo 203 que: "Cuando sea necesario
o conveniente poseer conocimientos especiales en
alguna ciencia, arte, técnica o materia para conocer o
para apreciar un elemento de prueba, el juez podrá
admitir la intervención de un perito en el Juicio". Los
intervinientes podrán también solicitar la autorización
judicial para ser asistidos por consultores técnicos
(artículo 117). En lo civil, el código procesal respectivo
(2015) establece en el artículo 309: "La pericia será
procedente cuando, para valorar los hechos o
circunstancias relevantes en el asunto o para adquirir
certeza sobre ellos, se requieran conocimientos
científicos, artísticos, técnicos, tecnológicos, prácticos
u otros análogos. La prueba pericial será propuesta
por las partes... independientemente de que también
puedan solicitar que se emita dictamen por perito
judicial...".
 • El Código de Procedimiento Penal
de Panamá (2008) establece en su artículo 406 que
puede practicarse un peritaje "cuando sea necesario
poseer conocimientos especiales en alguna ciencia,
arte o técnica para descubrir o valorar un elemento de
prueba". La parte que aduzca la prueba pericial
manifestará la materia o los aspectos sobre los que ha
de versar el dictamen de los peritos y expresará a
quién o quiénes designan (artículo 408). En el caso del
procedimiento civil, el Libro II del Código Judicial
(2001) dispone en el artículo 966 que: "Para conocer,
apreciar o evaluar algún dato o hecho de influencia en
el proceso, de carácter científico, técnico, artístico o
práctico, que no pertenezca a la experiencia común ni
a la formación específica exigida al juez, se oirá el
concepto de peritos. El juez, aunque no lo pidan las
partes, puede hacerse asistir por uno o más peritos
cuando no esté en condiciones de apreciar por sí
mismo los puntos de la diligencia, cuestión, acto o
litigio".
 • En Perú el artículo 172 del Código Procesal Penal
(2004) señala: "La pericia procederá siempre que,
para la explicación y mejor comprensión de algún
hecho, se requiera conocimiento especializado de
naturaleza científica, técnica, artística o de experiencia
calificada". El perito será nombrado por el juez
competente o bien, por el Fiscal o el Juez de la
Investigación Preparatoria en los casos de prueba
anticipada (artículo 173). Producido el nombramiento,
los sujetos procesales pueden designar, cada uno por
su cuenta, los peritos que considere necesarios
(artículo 177). Por otra parte, en el Código Procesal
Civil (1993) el artículo 262 dispone: "La pericia
procede cuando la apreciación de los hechos
controvertidos requiere de conocimientos especiales
de naturaleza científica, tecnológica, artística u otra
análoga". El informe será efectuado por un perito
nombrado por el juez, pudiendo concurrir también
peritajes presentados por las partes (artículos 263 y
264).
 • En Portugal, acorde al artículo 151 del Código
Procesal Penal (2007), "La prueba pericial tiene lugar
cuando para la percepción o apreciación de los hechos
se requieren especiales habilidades técnicas,
científicas o artísticas". La pericia es ordenada por la
autoridad judicial, ya sea de oficio o a petición de parte
(artículo 154). Estas pueden además designar un
consultor técnico de su confianza (artículo 155). En lo
civil, el código procesal en la materia (2013) dispone
que las pericias pueden ser requeridas por cualquiera
de las partes o decretadas de oficio por el tribunal
(artículo 467).
 • El Código Procesal Penal de la República
Dominicana(2007), señala en su artículo 204: "Puede
ordenarse un peritaje cuando para descubrir o valorar
un elemento de prueba sea necesario poseer
conocimientos especiales en alguna ciencia, arte o
técnica. La prueba pericial debe ser practicada por
expertos imparciales, objetivos e
independientes". "Los peritos son designados por el
ministerio público durante la etapa preparatoria... En
cualquier otro momento son nombrados por el juez o
tribunal, a propuesta de parte"(artículo 207). Las
partes pueden proponer otro perito en reemplazo del
ya designado, o para que dictamine juntamente con él
(artículo 208). También pueden asesorarse por
consultores técnicos (artículo 133). Por otro lado, el
Código de procedimiento civil establece que "Cuando
procediere un informe de peritos, se ordenará por una
sentencia... El juicio pericial solo podrá hacerse por
tres peritos, a menos que las partes consientan en que
se proceda... por uno solo"(artículos 302 y 303).
 • En Suiza el Strafprozessordnung (2007) señala en
su artículo 182 que los fiscales o jueces podrán recurrir
a uno o más peritos, cuando no posean los
conocimientos y habilidades especiales requeridos
para el establecimiento o interpretación de los hechos
del caso. Por su parte, en
el Zivilprozessordnung (2008) se establece en el
artículo 183 que el tribunal podrá solicitar de oficio o
(principalmente) a petición de parte, el peritaje de una
o más personas expertas.
 • El recientemente promulgado Código del Proceso
Penal de Uruguay (2017) establece en el
artículo 178.1 que el peritaje procederá "siempre que
para apreciar algún hecho o circunstancia relevante
para la causa, fueren necesarios o convenientes
conocimientos especiales de naturaleza científica,
técnica, artística o de experiencia calificada". En
materia civil, el Código General del Proceso (1988)
dispone en el artículo 177.1 que será
procedente "cuando para verificar hechos que
interesen al proceso son necesarios conocimientos
artísticos, científicos o técnicos especiales".

¿Es perito?

En nuestra legislación constitucional y legal procesal actual


—a diferencia por ejemplo de Austria, El Salvador o
España— no hay una norma que defina el concepto de
perito. Para efectos prácticos lo usual es recurrir a la
acepción que hasta hace poco otorgaba el diccionario de la
Real Academia Española6, la cual señalaba:

Aceptando esa definición7 cabe entender que "ser perito"


no es otra cosa que ejercer un cargo o rol. El estatus de perito
no se adquiere por completar determinados estudios o
formación, obtener algún grado académico o un título
universitario. No es tampoco una profesión. Nadie que
comprenda cabalmente el significado del concepto puede
afirmar entonces que "es perito". En rigor, lo correcto es decir
que "actúa como perito". Esta disquisición no es puramente
semántica, sino que trae consigo algunas repercusiones
prácticas. Por ejemplo:

 • Es muy frecuente (en Chile al menos) es que un


funcionario policial o de algún otro organismo asesor
que participa de una investigación judicial, firme su
informe como "Perito Fotógrafo", "Perito Planimétrico",
"Perito Químico", etc., en circunstancias que lo que
corresponde es que solo señale su nombre, grado
dentro de la institución y título técnico o profesional (si
lo tuviese). No hacerlo así solo confunde a los
operadores de la justicia y representa —en mi
opinión— una autoproclamación y autobombo
impropios
 • Como consecuencia de lo anterior, no es raro que se
tienda a considerar que algunos informes policiales sí
han sido elaborados por un perito, y —por ende—
automáticamente constituyen un peritaje. Sin
embargo, la propia ley hace notar la improcedencia de
ese raciocinio. Así se desprende, por ejemplo, en el
caso de los informes que emite la Unidad Técnica de
Investigaciones de Accidentes del Tránsito de
Carabineros de Chile (SIAT). A ellos la Ley de
Tránsito8 no les confiere per sela calidad de peritaje,
ya que establece: "Los jueces9estarán siempre
facultados para decretar, además, que se practique
informe pericial sobre las materias técnicas de que
traten..."
 • El errado entendimiento del concepto de perito,
sumado a una inadecuada regulación y la repercusión
mediática de series de televisión como CSI, hizo que
—a poco de la entrada en vigor de la Reforma
Procesal Penal en Chile— varias Universidades e
Institutos Técnico-Profesionales vieran una
oportunidad de negocio y crearan la denominada
carrera de "Perito Forense". Sin embargo, el tiempo se
encargó de demostrar lo inapropiado de tal decisión,
originando el cierre de esos programas de estudio y
dando lugar a millonarias indemnizaciones por
publicidad engañosa 10,11

Tipos de perito
Al revisar la literatura es posible apreciar que existen
múltiples y diversas formas para clasificar a los peritos12. Una
muy particular es la que aporta el maestro mexicano Alfonso
Quiroz Cuarón, la cual (para no desviar la atención) solo
enunciaré13.

A continuación, me enfocaré en aquellas definiciones que


ideológicamente tienden a la polarización. Antes de
empezar, he de hacer presente que las categorizaciones que
se expondrán responden a conceptualizaciones meramente
fácticas, las cuales tienden a ser asociadas con estereotipos
o prejuicios. Con todo, la clase a la cual pertenezca un perito
en nada modifica su rol. La esencia de la actividad pericial es
la misma independiente de las cualidades que
circunstancialmente posea quien la ejerce. Por ende y como
se explicará al final de esta sección, generar debate sobre la
materia (de lo cual no rehuiré) puede dar lugar a
argumentaciones encarnizadas, pero a la vez, estériles.
Perito público vs. Perito privado
Los peritos públicos son aquellos que ejecutan actividades
periciales en calidad de funcionario contratado por algún
organismo del Estado. Los privados en tanto son todos los
que prestan servicios de forma particular, sea como
empleado de una institución del ámbito privado o en el marco
del libre ejercicio de una actividad profesional, técnica o
práctica.
En el caso de los públicos, puede tratarse de personas
pertenecientes a una repartición que por disposición legal
posee el mandato de desarrollar ese tipo de actividades, o
bien, entidades del Estado que —por motivos puntuales o
ante solicitudes específicas— incorporen dentro de sus
labores funciones de esta naturaleza. En el ejercicio de su
actividad, los peritos públicos chilenos deben tener presente
que el Estatuto Administrativo les prohíbe: "Intervenir ante
los tribunales de justicia como parte, testigo o perito, respecto
de hechos de que hubiere tomado conocimiento en el
ejercicio de sus funciones, o declarar en juicio en que tenga
interés el Estado o sus organismos, sin previa comunicación
a su superior jerárquico". Similar restricción rige también para
los fiscales del Ministerio Público14.
Ahora bien; en nuestro país el Servicio Médico Legal (SML)
—dependiente del Ministerio de Justicia y DD.HH.— es la
repartición pública que ejecuta la mayor parte de la actividad
pericial ligada a cuestiones médico-forenses. Ello responde
a la Ley Nº 20.065 del año 2005, que en su
artículo 2º establece: "El objeto del Servicio Médico Legal
será asesorar técnica y científicamente a los órganos
jurisdiccionales y de investigación, en todo el territorio
nacional, en lo relativo a la medicina legal, ciencias forenses
y demás materias propias de su ámbito". El artículo 3 letra a)
de esa ley, añade que dentro de sus funciones le
corresponderá especialmente "realizar peritajes médico-
legales, en materias clínicas, tanatológicas, psiquiátricas y
de laboratorio, evacuando los informes periciales del caso".
Con todo y como se ha esbozado, la actuación forense en
esta área del conocimiento no es privativa del SML. Por
ejemplo:
 • El artículo 199 del Código Procesal Penal establece
que: "En los delitos en que fuere necesaria la
realización de exámenes médicos para la
determinación del hecho punible, el fiscal podrá
ordenar que éstos sean llevados a efecto por el
Servicio Médico Legal o por cualquier otro servicio
médico" (sin diferenciar entre público o privado). Esta
disposición permite inferir una cuestión que suelo
discutir con mis alumnos:

 • En causas tramitadas aún bajo el antiguo sistema


penal inquisitivo, el Código respectivo dispone en sus
artículos 221 bis y 224 que, en los casos de autopsia
o examen médico, el juez deberá designar al legista
correspondiente, al facultativo que lo sea de la ciudad
o, a falta de este, al de la Municipalidad respectiva, a
menos que existan razones que aconsejen el
nombramiento de un perito diverso. Añade que "en los
lugares en que los médicos legistas no tuvieren la
especialidad precisa que requiera el informe, se
designará otro u otros peritos"15.
 • La ley Nº 18.355 del año 1984 faculta "al Servicio
Médico Legal y a los Servicios de Salud dependientes
del Ministerio de Salud para celebrar entre sí
convenios a fin de que estos últimos realicen las
pericias e informes médico-legales que requieren los
tribunales de justicia". Así, cualquier profesional que
cumpla funciones asistenciales en la red pública de
salud, puede ser destinado también a ejecutar
actividades de índole pericial16. Cabe destacar
además que el artículo 4º de esta ley precisa: "Para
todos los efectos legales, las pericias e informes
médico-legales que expidan los Servicios de Salud por
cuenta del Servicio Médico Legal se considerarán
emitidos por éste y bajo su responsabilidad"17.
 • La ley Nº 19.970 que creó el Sistema Nacional de
Registros de ADN, dispone en el inciso tercero del
artículo 1 y en su artículo 15 inciso primero, que la
obtención de la huella genética y pericia de cotejo
podrán ser realizadas en instituciones públicas o
privadas que estén acreditadas para tal efecto ante el
SML18.
 • La ley Nº 19.585 sobre filiación, que data de 1998,
establece en su artículo 199 inciso primero: "Las
pruebas periciales de carácter biológico se practicarán
por el Servicio Médico Legal o por laboratorios idóneos
para ello, designados por el juez. Las partes siempre,
y por una sola vez, tendrán derecho a solicitar un
nuevo informe pericial biológico"
 • La resolución exenta Nº 335/2011 que definió la
estructura orgánica del Instituto de Salud Pública de
Chile (ISP) —dependiente del Ministerio de Salud—
dispone en su artículo 29 letra f) que funcionarios del
Subdepartamento de Decomiso deberán "ejecutar los
análisis periciales que correspondan y elaborar los
informes técnicos a los tribunales de justicia, sobre las
muestras de presuntas drogas entregadas al Instituto
por los organismos de la policía"19.
 • Las policías también disponen de unidades
especializadas con competencias para realizar
pericias como las que ejecuta el SML (y también
otras). Ejemplos de ello son el Laboratorio de
Criminalística de Carabineros (LABOCAR), el
Laboratorio de Criminalística (LACRIM) de la Policía
de Investigaciones (PDI)20, el Departamento de
Medicina Criminalística de la PDI (creado en 1975)21 y
el Centro de Asistencia a Víctimas de Atentados
Sexuales (CAVAS) dependiente del Instituto de
Criminología de la PDI.
 • El Departamento de Medicina Legal de la
Universidad de Chile, único en el país, también realiza
ocasionalmente peritajes a solicitud del Ministerio
Público o tribunales22.

Una aparente ventaja del perito público es que su actuar no


suele generar costos específicos para el Estado por
concepto de la pericia que emite23. Eso explica por qué la
Fiscalía de Chile privilegia este tipo de peritos en sus
investigaciones, valiéndose para tal efecto de lo dispuesto en
el artículo 321 del Código Procesal Penal que señala: "El
ministerio público podrá presentar como peritos a los
miembros de los organismos técnicos que le prestaren
auxilio en su función investigadora, ya sea que pertenecieren
a la policía, al propio ministerio público o a otros organismos
estatales especializados en tales funciones", norma similar a
la existente en otros países24.
Sin embargo, este proceder —además de haber sido
puesto en duda por altas autoridades del país25— trae de la
mano algunos efectos colaterales bastante perjudiciales26. Al
respecto:

 • La facultad de disponer de todos los recursos del


Estado para que le brinden asesoría pericial
desincentiva la reflexión que necesariamente debieran
hacer los Fiscales antes de ordenar una diligencia de
esta naturaleza. Consecuentemente, muchas pericias
se pedirían solo por costumbre27, mediante formularios
estandarizados y de manera automática o
apresurada28. En mi experiencia impresiona que son
pocos los que se detienen a pensar sobre su real
utilidad para el caso en concreto o la necesidad de
adaptar la petición a las particularidades del hecho que
se está investigando. Muchos menos los que antes de
ordenar la diligencia, contactan al perito o la unidad
que corresponda a fin de analizar —con espíritu de
equipo— la real pertinencia del peritaje o el mejor
camino a seguir.
 • Lo anterior puede dar origen a pericias
inconducentes, ya sea porque no se verificó la
necesidad de contar antes con ciertos antecedentes
para su correcta ejecución (por ejemplo, una ficha
clínica) o porque sencillamente la petición carecía de
sentido para la teoría del caso. Pero más importante
aún: genera una enorme sobrecarga de trabajo a las
reparticiones públicas encargadas de dar respuesta.
Este escenario explica (al menos en parte) los
resultados que frecuentemente se observan29:
 — informes escuetos, elaborados a partir de
plantillas (en las cuales a veces solo se cambia el
nombre y la fecha)30, escasamente prolijos, que
suelen omitir los sustentos teóricos de la metodología
empleada o los fundamentos del análisis que condujo
a las conclusiones periciales, o bien;
 — tiempos de respuesta que no se condicen con las
necesidades del proceso (Figura 1.1).

Figura 1.1: Tiempos de respuesta no acordes a las necesidades del


proceso penal

 • La sobrecarga del sistema ha llevado a que


entidades públicas cuyo rol nada tiene que ver con la
actividad pericial (ej. reparticiones del Ministerio de
Salud) hayan incorporado ese tipo de funciones a sus
actividades, con el solo fin de contribuir a dar
respuesta a la demanda. Asimismo, el Ministerio
Público ha hecho uso de herramientas de gestión para
hacerse cargo de ciertas áreas deficitarias, con
buenos resultados en los números, pero muy
cuestionables en términos de calidad (como suele
pasar con muchas políticas públicas).
Sobre este último punto, resulta pertinente destacar que en
2005 Sabas Chahuán —quien posteriormente llegó a ser
Fiscal Nacional del Ministerio Público— expresaba que esa
repartición del Estado no tenía presupuesto para encargar
informes periciales a particulares31. Con todo, la realidad
actual es bastante distinta. Según datos obtenidos el 10 de
abril de 2017 vía petición de acceso a información pública, la
Fiscalía dispone de un ítem presupuestario único para la
realización de peritajes privados que en 2016 fue de
$342.540.000 y —para el año 2017— alcanzó a
$352.775.000 (aprox. 540.000 USD). En ese escenario y
existiendo críticas de los propios fiscales respecto de la
calidad de los informes periciales que reciben de parte de
organismos públicos32, parece incomprensible que durante el
año 2016 el Ministerio Público haya solicitado solo 7 peritajes
médicos privados por un monto total de $4.710.289 (aprox.
7.680 USD)33.
La disposición de los recursos indicados existe desde hace
ya algunos años. Es así como a contar de 2010 el Ministerio
Público creó mediante licitación pública un "Registro
Nacional de Peritos Psicólogos externos" (y luego otro de
peritos Psiquiatras)34. Si bien esa medida contribuyó a
disminuir la brecha que existía en la demanda, no tuvo en
cuenta que por los valores ofertados (véase Capítulo 3) los
profesionales que se incorporarían no iban a ser
necesariamente los más calificados, cuestión que evidenció
un reportaje35 publicado hacia fines de 2013. Además, la
modalidad de trabajo incluyó un pago adicional si la pericia
llega a ser presentada en juicio, lo cual (como se discutirá
más adelante) constituye un solapado e incorrecto incentivo
para que los peritos emitan conclusiones que vayan en la
línea de la teoría del caso del fiscal.
En lo que respecta ahora a los peritos privados, quizás la
primera pregunta que nos hemos de hacer es dónde
podemos encontrarlos. Muchas veces se llega a ellos por
referencias de colegas o la experiencia de haberlos visto
actuar en otra causa. La internet también es una herramienta
útil para tales fines, pudiendo recurrir a una búsqueda amplia
o la información contenida en portales específicos (ej.
LinkedIn, ResearchGate).
Al igual que en muchas otras naciones, en Chile también
existe un listado o padrón de peritos adscritos a un órgano
de la administración de justicia. En nuestro caso el registro
es llevado por las Cortes de Apelaciones y contaba —a
septiembre de 2016— con un total de 2.667 inscritos36. Este
suele ser también una buena fuente para ubicar a un perito
privado, ya que la información es de acceso público37 y se
actualiza cada dos años acorde con disposiciones emanadas
de la Corte Suprema38. Por otra parte, la Defensoría Penal
Pública también dispone de un registro de inscripción
voluntaria en la cual todos quienes realizamos actividades
periciales (ya sea chilenos o extranjeros) podemos ingresar
nuestros datos a fin de ser eventualmente considerados para
la emisión de un peritaje a solicitud de esa repartición.

Los peritos privados poseen una serie de ventajas (pero


como veremos, también desventajas) con relación a los
públicos. El principal punto a su favor es que no suelen estar
sometidos a sobredemanda, por lo cual pueden acceder a
evacuar sus informes con una acuciosidad mucho mayor.
Eso al menos en teoría...
Amén de que todavía la oferta de servicios periciales
privados no es muy amplia, en la práctica muchos de estos
peritos aceptan los valores fuera de mercado ofrecidos para
su trabajo, compensando sus ingresos mediante la
realización de un gran volumen de pericias39. Otros
privilegian el desempeño de otras funciones en su jornada
laboral —sean propias de su profesión o vinculadas a algún
emprendimiento diverso— dejando la actividad pericial como
un mero complemento. En ambos escenarios el resultado
neto es que pueden tener una sobrecarga de trabajo igual o
incluso mayor a la de un perito público40, con todos los
problemas asociados a ello.
Cabe destacar además que existen (lamentablemente a mi
juicio) peritos privados que desarrollan la actividad como un
mero hobby (cuestión que se ve, por ejemplo, con algunos
médicos jubilados). También los hay quienes aceptan hacer
un "peritaje" a modo de favor para un abogado amigo, un
conocido o —peor aun— a solicitud de un paciente.
Finalmente, debo dejar en claro algo que ya ha sido
esbozado:

En efecto, un perito privado puede ser contratado para


prestar servicios periciales a un organismo público. Tal
situación se da en la práctica con la Fiscalía, la Defensoría
Penal Pública e incluso, la PDI41. A la inversa, empleados
públicos pertenecientes (por ejemplo) a Gendarmería,
pueden ejercer como peritos privados en la medida que lo
hagan fuera de su jornada de trabajo42. En otros casos —
como sucede con funcionarios del SML y de la PDI— lo
dispuesto en la Ley Nº 18.575 (Orgánica Constitucional de
Bases de la Administración del Estado)43 hace que su
especial función pública resulte incompatible con la
realización de pericias en el ámbito privado. En tal sentido, la
citada norma busca impedir que intervengan en el examen,
estudio o en la resolución de determinados asuntos, aquellos
funcionarios públicos que puedan verse afectados por un
conflicto de interés. Se asume que ello sucederá si lo
encomendado forma parte de materias o casos que deban
ser conocidos, analizados, informados o resueltos por el
organismo o servicio público al que pertenecen44.
Perito judicial vs. Perito de parte

El perito judicial (también llamado "de oficio") es


característico de modelos procesales de corte inquisitivo, en
los cuales el experto es designado por el tribunal y concebido
como un auxiliar de la administración de justicia45. Por otro
lado, el perito de parte es propio de sistemas acusatorios y
se entiende como un profesional (técnico o práctico) de
confianza de las partes, no como un auxiliar del tribunal46.
Al explicar esta distinción, el profesor chileno Mauricio Duce
expone que los peritos judiciales "ponen su conocimiento
especializado al servicio de las necesidades de convicción
del tribunal, sin considerar para nada los intereses de las
partes, o comportándose en forma completamente neutral
o imparcial respecto de ellas". Respecto de los peritos de
parte, manifiesta que "dejan de estar al servicio del juez y
pasan a estar al servicio de las teorías del caso o versiones
de quienes los presentan", aclarando en todo caso que ello
no significa que sean "serviles" a sus intereses, sino que
producto de aplicar su mejor ciencia pueden terminar
afirmando en juicio interpretaciones consistentes con la
teoría del caso o versión de quien lopresenta47.
Aun cuando el fondo de la citada explicación es claro (la
diferencia conceptual se establece en función de a quién le
interesa la prueba pericial y puede dar origen a ella), creo
que su redacción conlleva el riesgo de interpretaciones
antojadizas y erradas. Como se discutirá más adelante al
abordar los principios rectores de la actividad pericial, todos
los peritos —no solo los judiciales— tienen como fin último
poner "su conocimiento especializado al servicio de las
necesidades de convicción del tribunal" y poseen además la
obligación de comportarse "en forma completamente neutral
o imparcial"respecto de las partes en litigio. Por otro lado, si
bien el producto del trabajo de los peritos de parte puede a
veces posicionarlos "al servicio de las teorías del caso" del
litigante que ha requerido su participación y servirles "para
acreditar cosas que a ellos les constituyen relevantes"48, ello
es una consecuencia posible de su trabajo, no una meta a
perseguir. Cabe comprender acá que en estricto rigor el
perito de parte no trabaja ni para una víctima o demandante.
Tampoco para un acusado, querellado o demandado. En su
labor los intereses de ellos —las "partes"— han de serle
indiferentes y no tiene obligación alguna de satisfacerlos 49.
Por tanto, el hecho de que alguna de ellas lo ofrezca y
eventualmente termine presentándolo a juicio no es otra cosa
que otorgarle la vía para que llegue a concretar su tarea ante
quien corresponde: el tribunal.
No ha de olvidarse que el perito goza de autonomía para
efectuar su labor, lo cual per se anula cualquier obligación
hacia el abogado que lo ha requerido o la persona que
efectúe el pago de sus honorarios50. Así entonces, el perito
de parte podrá ser contratado —cierto— pero jamás el
solicitante tendrá la potestad de imponerle la metodología de
trabajo ni mucho menos, influir de forma alguna en el
contenido o conclusiones de su informe.

Es triste constatar sin embargo que, culturalmente, la


premisa recién establecida no está internalizada en los
intervinientes, jueces y (no pocos) peritos. Si bien lo anterior
puede responder a resabios de los sistemas procesales
inquisitivos (que actualmente van en retirada), también tiene
que ver con malas prácticas que —paradójicamente— se
asumen como legítimas. Al respecto, en un foro online de
especialistas administrado por la Asociación Civil para el
desarrollo de las Ciencias Forenses51un médico legista
español escribió hace poco: "... en mi lugar de trabajo se da
cada vez con más frecuencia que los abogados tengan su
perito de cabecera que realiza informes en ocasiones
exagerados, en ocasiones sesgados, otras directamente
falsos desde la fecha hasta la firma. El problema es que se
establecen verdaderas mafias, y los demás miramos
atónitos, algunos gritamos y otros callan. Eso es lo que
desprestigia la labor del perito...". En definitiva, pienso que el
problema de fondo es que "en el país de los ciegos el tuerto
es el rey" ... y más de alguno parasita de ello52.
Ahora bien; no hay que olvidar que la existencia de
conclusiones antagónicas entre los informes de peritos de
parte no necesariamente surge por alguna tergiversación
tendenciosa. Menos aún en el ámbito pericial médico, dada
la naturaleza inexacta de su ciencia. En el mismo foro antes
citado el argentino Néstor P. Ponton, psiquiatra y máster en
medicina forense, da un muy buen ejemplo aludiendo a
la "mutabilidad fenoménica". Un mismo paciente puede tener
distintos diagnósticos en diferentes momentos, contextos y
circunstancias, siendo normal que así ocurra. Agrega que el
disenso en psiquiatría es muy común. Un perito puede
encontrar un paciente limítrofe y concluir en función de eso.
Sin embargo, 24 horas después el enfermo presenta un
episodio psicótico, motivando que el perito de la contraparte
llegue a una conclusión distinta. Los operadores de la justicia
pueden quedar estupefactos ante tal discrepancia. Lo real,
sin embargo, es que ambos peritos tuvieron razón.
Estigmatización y prejuicios

En el ámbito penal actual de Chile rige la libertad de


prueba53. La norma es que todos los peritos que participan
del proceso sean de parte. Ya sea si es presentado por el
Ministerio Público, la parte querellante o la defensa, el perito
puede ser público o privado. A pesar de lo claro del
escenario, culturalmente se ha posicionado una absurda
tendencia a la polarización. Esta situación se refleja de
partida en el lenguaje que suele emplearse, desde el
momento en que (inadecuadamente) se habla de "perito del
Ministerio Público", "perito de cargo", "perito de la defensa" u
otras expresiones análogas que no comparto. Y no es una
cosa de gustos. El problema es que esas etiquetas —que
van más allá de lo meramente lingüístico (Figura
1.2)— conducen a una injusta estigmatización.
Figura 1.2: Credencial que debe portar un perito en nuestro país
durante su permanencia en un tribunal
Existe otra —de distinto color— para el denominado "Perito
Fiscalía"

Se hace aparecer a los peritos como si pertenecieran a un


bando y con el tiempo se condicionan prejuicios muchas
veces carentes de asidero. Es sabido que la mera
circunstancia de que el persecutor penal público disponga de
peritos trabajando directa o indirectamente bajo su
administración, puede crear la falsa impresión de que solo
los expertos que dictaminan para el fiscal se sitúan en el lado
correcto del conflicto, protegiendo a la sociedad y hablando
por las víctimas54. Por el contrario, el perito que actúa a
solicitud de una defensa frecuentemente es visto como
perteneciente al "lado oscuro". Esta negativa y errada
percepción —que en no pocas ocasiones es potenciada por
los medios de comunicación55— repercute inexorablemente
en los operadores de la justicia.

Lo anterior no resulta inocuo, por cuanto limita el potencial


que debiesen tener los peritajes de refutación como
mecanismo de control de la prueba pericial de incriminación.
Se dificulta así la confrontación de la prueba pericial
producida en juicio, generándose de este modo uno de los
factores asociados al riesgo de condenar a inocentes56 o
incurrir en algún otro error del sistema57.
En mis clases a jueces me ha tocado escuchar expresiones
tales como: "¡Pero doctor, si Ud. siempre que va a juicio es
para apoyar a la defensa!". Ese raciocinio (errado por lo
demás) adolece de algo que se denomina sesgo de
selección, el cual posee varias fuentes:
 • Si bien el Ministerio Público puede presentar peritos
privados como parte de su prueba, proporcionalmente
(como demostré con cifras concretas) lo hace en un
porcentaje marginal de las causas tramitadas. En mi
caso, pese a que en 10 años de ejercicio profesional
en calidad de perito privado fiscales me han
contactado en múltiples ocasiones para solicitar un
peritaje, nunca han llegado a concretar la petición.
 • Las veces en que intervienen querellantes en el
proceso penal son solo una fracción del total de
causas que se ventilan en juicio oral. Cabe agregar
que la frecuencia de solicitudes periciales en el área
médico-legal por parte de ese tipo de litigantes es aún
menor58. Además, el peritaje que se evacúa a solicitud
de un querellante puede no ser admitido a juicio oral
por causas ajenas a la voluntad del perito59.
 • En caso de ser admitido un peritaje privado realizado
a solicitud de la parte querellante, el Ministerio Público
no necesariamente adhiere a esa prueba60.
 • El juicio oral en lo penal es el último eslabón del
proceso. Esa instancia la alcanza un porcentaje muy
marginal de las causas, por lo cual no es
representativo del universo de casos en los cuales
tiene lugar una actuación pericial. De hecho, un perito
mal tachado como "de la defensa" pudo trabajar a
petición del Ministerio Público o querellante e incidir
significativamente en las resoluciones que se adopten
(conduciendo por ej. a la decisión de no perseverar,
sobreseimiento o una salida alternativa), sin que los
Jueces del Tribunal Oral en lo Penal lleguen siquiera a
tener la oportunidad de enterarse de esa situación.
 • Cuando un perito es presentado en juicio oral por una
defensa, es porque el informe que ha evacuado le
resulta sustancialmente útil para su teoría del caso61.
En los restantes casos el litigante suele acogerse al
secreto profesional y consecuentemente, la pericia no
se hace pública (opción que no posee el fiscal62). El
tribunal, que solo ve declarar al perito en la primera de
las instancias, queda entonces con la falsa convicción
de que sus informes siempre favorecen a esa parte.
Los intervinientes y jueces deben también tener en cuenta
que, en la práctica, hay causas en las cuales pericias
privadas solicitadas por una defensa han sido incluidas como
medio de prueba tanto por esa parte como también por el
persecutor penal63. Un abogado pudiera pensar que se trató
de informes ambiguos. Yo en cambio me pregunto... ¿hay
mejor demostración de objetividad e imparcialidad que un
escenario como ese?
Visto todo lo anterior, es dable entender que "las
apariencias engañan". Reitero: el perito actúa como perito,
punto. Nada importa si es público o privado, judicial o
presentado por cualquiera de las partes. Su rol y obligaciones
ante el tribunal no cambian. Por ende, no debe ser
encasillado, menos aún con denominaciones que favorecen
un mal entendimiento de su labor.
Lamentablemente este escenario ideal no se da en la
práctica. El perito privado suele ser visto a priori con
resquemor y suspicacia 65, en tanto que el perito público es
64,

revestido de un halo sacro que no se condice con la realidad.


Puedo afirmar sin temor esto último, ya que me consta que
en Chile los peritos designados por el Ministerio Público
muchas veces malentienden su labor y creen que deben de
algún modo respaldar la prueba de cargo, asumiendo que
esa es la "postura oficial". Y no se trata aquí de una crítica a
nuestra idiosincrasia. Esa situación ha sido reportada
también en países desarrollados como Estados Unidos y el
Reino Unido. Se debería a la incompatibilidad entre los
objetivos de la persecución penal (obtener una condena) y
las metas científicas de un perito (obtener la verdad),
conflicto que resulta propicio para el desarrollo de sesgos
que serán discutidos más adelante66.
M. R. Jouvencel lo expresó de la siguiente forma67:
Algunos fallos en nuestro país dan cuenta de lo anterior.
Por ejemplo, en la primera sentencia dictada en causa RUC
Nº 0900682367-7, RIT Nº 482-2011 del Sexto Tribunal de
Juicio Oral en Lo Penal de Santiago (que fue anulada), el
tribunal expuso dentro de sus consideraciones: "Cabe
preguntarse entonces ¿el SML no es una institución
independiente? Es de público conocimiento que esta
institución no tiene ninguna relación con el Ministerio Público,
no depende de éste ni sus peritajes son pagados por el
persecutor penal —a diferencia del presente perito"(ese era
yo...).
Justificando esa postura, un abogado de la plaza escribió
en una oportunidad: "... me parece que ello radica en la
ausencia objetiva de interés patrimonial evidente en el
primero, desde que su remuneración no varía (ni variará) en
lo absoluto dependiendo de lo que está informando y luego
declarando, a diferencia del segundo, contratado por una de
las partes y que legítimamente espera ser contratado
nuevamente por la misma parte en otros casos o juicios"68.
Bajo similar predicamento, un colega y ex perito del SML —
transgrediendo principios éticos básicos de nuestra
profesión— señaló a fines de 2013 en una entrevista: "No se
puede olvidar que a los peritos privados se les paga para que
demuestren otra verdad"69. También en España un Juez se
aventuró a manifestar en una jornada sobre peritajes
médicos que "la pericial que acuerda el juez da más
seguridad e independencia, ya que evita el riesgo de la
complacencia por parte de los peritos de parte. De hecho,
hay sentencias de la Audiencia Provincial en donde se ha
llegado a decir que ya se sabe que con los peritos de parte
el que paga manda"70. Como bien señala el profesor F.
Verdú, "cuando se acusa, hay que aportar pruebas.
Denunciar y que se sustancien condenas. No se puede
hablar con tanta ligereza".
A mi modo de ver —compartido por otros autores71— las
argumentaciones citadas solo vienen a reafirmar la
existencia de prejuicios en la materia. En la práctica constato
con tristeza que el principio de objetividad consagrado en el
artículo 3º de la Ley Nº 19.640 parece haberse transformado
en una mera excentricidad. Bajo esa norma los fiscales del
Ministerio Público "...deberán investigar con igual celo no
solo los hechos y circunstancias que funden o agraven la
responsabilidad del imputado, sino también los que le eximan
de ella, la extingan o la atenúen".
Pero sin atender a la disposición ni concederle la enorme
importancia que posee en el debido proceso, de modo
ganancial o sencillamente ignorante de la función pericial,
fiscales han manifestado en alegatos de apertura de juicio
oral expresiones alusivas a peritos privados tales
como: "...lucran realizando este tipo de actividades,
desvirtuando a la prueba de la fiscalía..."72. Personalmente
me parece absurdo sostener (y pretender que se crea) que
el único perito probo es aquel que actúa de forma gratuita
(los cuales, por cierto, no existen73).
Además, como lo apuntó el maestro J.A. Gisbert Calabuig
para el caso de España, las regulaciones legales no
establecen distingos entre la peritación oficial y la peritación
privada74, situación que también es aplicable a Chile. Me
parece por tanto mucho más ajustado a una lógica razonable
acorde a los tiempos, lo expresado por el voto de mayoría de
la primera sentencia dictada en la causa RUC
Nº 1000763258-K, RIT Nº 282-2012 del Cuarto Tribunal de
Juicio Oral en Lo Penal de Santiago: "... no puede dar pie a
un acto de fe por parte de los llamados a decidir, en atención
a la investidura del declarante o la institución a la que
pertenece, sino que está sometido al mismo examen de
persuasión y contradictoriedad que deben superar todos los
medios probatorios que se traen a juicio".

¿Cuándo en verdad un perito privado ha de esperar que un


abogado vuelva a contratarlo? Cuando el litigante ha
constatado que su trabajo se ajusta a lo exigido por ley y por
ética, esto es, que es imparcial, idóneo y metodológicamente
correcto. Además, cuando ha reconocido que su desempeño
se ha efectuado con estricto apego al principio de autonomía
que rige la labor pericial. ¿Cuándo no debiera volver a
contratarlo? Cuando constata que su actuar no es
profesional y que es capaz de informar "a medida" en función
de lo que se requiera. Ahí radica en estricto rigor la
cualificación de un perito como "de confianza". El brasileño
de Freitas lo expresa de la siguiente forma: "La imparcialidad
es la base de la idoneidad del perito"75.
Desgraciadamente en nuestro ecosistema judicial esa
filosofía, no rara vez, es vista como una mera excentricidad 76.
A mi parecer el problema es que aún no se asume en la
cultura jurídica que la imparcialidad y objetividad pericial es
y debe ser la norma, ya que nadie que trabaje seriamente se
va a exponer a la comisión de delitos (ej. prevaricación77,
falso testimonio78, obstrucción a la justicia79, negociación
incompatible80 o falsificación de instrumento81) por
complacer a quien lo contrata. El fondo del asunto es más
bien sistémico, como lo expresan Brent. E. Turvey y W. Jerry
Chisum82:

Ahora bien, comparto los dichos de un colega argentino


vertidos privadamente en una lista de discusión entre
especialistas: "... que el perito sea deshonesto, que haga
informes parciales, que reciba dádivas, que sea un inútil, es
otro cantar. Hay de todo y para todos los gustos, como en
todos los ámbitos... El tema es que la mala calidad de unos
pocos nos afecta a muchos y desvaloriza la actividad".
En ciencias inexactas una premisa clásica es que "la
excepción puede ser de tanto valor como la regla"83. Llevado
al extremo, no debiese escandalizar entonces que un perito
manifieste en alguna ocasión que existen perros verdes de
cinco patas. Con todo, la alerta debe surgir cuando hipótesis
de ese tipo son repetidas de forma sistemática por el mismo
perito en distintas causas. Ahí la responsabilidad de ponerle
coto nos compete a todos: jueces, litigantes y peritos. Si
queremos que el trabajo forense se valore, empecemos por
darle nosotros el prestigio que se merece.
En resumen: creo que lo más relevante en torno a las
discusiones sobre los distintos tipos de peritos es no olvidar
lo siguiente:

Formas de actuación de un perito

Siguiendo en parte los postulados de Climent84 y


atendiendo fundamentalmente lo que ocurre en la práctica
cotidiana, es posible afirmar que un perito puede actuar tanto
en un ámbito extrajudicial como en el judicial. En el primero
de los casos, el resultado de su obrar no ha de ser
considerado formalmente como peritaje, ya que no está
sujeto a las normas procesales que regulan la prueba pericial
judicial.

Extrajudicial

La forma más frecuente en que se solicita la participación


extrajudicial de un perito es cuando —en el marco del libre
ejercicio de la profesión o título técnico que posee— un
particular se le acerca y le pide la realización de
determinadas diligencias y posterior emisión de un informe
para resolver un tema que no se encuentra judicializado.
En mi área es común que lo anterior suceda, por ejemplo,
en el caso de padres que sospechan que uno de sus hijos
pudo haber sido agredido sexualmente, pero quieren una
"opinión previa" antes de hacer la denuncia. También ocurre
(muy seguido) ante supuestas malpraxis en el ámbito
sanitario, donde los afectados (o a veces sus abogados)
solicitan lo que denominan un "preinforme" para saber si su
presunción de que se cometió alguna negligencia, impericia
o imprudencia es o no válida. Normalmente lo que buscan es
—en definitiva— saber si hay sustrato para entablar una
querella y/o iniciar el proceso de mediación que la legislación
chilena contempla en el ámbito civil. Me ha ocurrido también
que un abogado pida un informe para que se le explique en
detalle el sustento teórico de una determinada materia, sin
que se pida que esa información sea aplicada o
contextualizada a un caso en concreto (ej. aclarar aspectos
conceptuales sobre signos anales relevantes en el examen
de víctimas de una agresión sexual; pronunciarse sobre los
parámetros de juicio necesarios para establecer
pericialmente que una persona padece demencia)85.
La experiencia me ha demostrado que en todos estos casos
hay que ser particularmente cauteloso. Aun cuando en la
práctica muchos colegas lo hacen, mi recomendación
general es evitar esta vía, ya que no rara vez pueden
terminar dándose circunstancias que coloquen al perito en
situaciones incómodas. Veamos algunos ejemplos y
consideraciones:

 • Puede ocurrir que la temática respecto de la cual


versa el informe extrajudicial requerido sea un delito o
cuasidelito ya prescrito. O bien, puede que revista solo
el carácter de falta. El perito (que no es abogado) no
tiene por qué necesariamente saberlo de antemano.
Con todo, si se da esa situación, el particular que ha
solicitado sus servicios puede válidamente sentirse
engañado si no fue advertido de esas posibilidades.
Dado ello, a mi juicio el mejor camino siempre es
recurrir en primera instancia a un abogado, no a un
perito86.
 • En el caso de una evaluación por presunto delito
sexual en menores de edad —aparte de la obligación
de explicar muy bien al solicitante que no se trata de
una evaluación médica (o psicológica) común y
corriente— el perito deberá estar atento a cumplir la
normativa técnica dispuesta para ese tipo de
evaluaciones, así como también, las disposiciones
legales pertinentes87. En tal sentido deberá (entre
otros) quedar muy claro antes de la evaluación que, de
encontrar hallazgos sugerentes, el perito en Chile está
obligado a efectuar la denuncia88, lo quiera o no el
solicitante del trámite pericial extrajudicial.
 • Si bien una apreciación preliminar puede ser muy
importante para decidir la estrategia del abogado89, en
mi opinión (compartida por otros autores90) la
realización de "preinformes" carece a la larga de
sentido, ya que de una u otra forma llevan a emitir
"preconclusiones"91. Considero entonces que la mejor
solución en estos casos es realizar la labor a modo de
Consultor técnico, forma de trabajo que se explicará
más adelante en este capítulo.
 • Puede suceder también que el solicitante de esta
actuación pericial extrajudicial, asesorado por un
abogado, presente el informe como prueba
documental en juicio. Ocurrido ello, el perito queda
expuesto a ser citado en calidad de testigo (lo cual, por
cierto, le es impropio y no se condice con su rol)92.

Otras formas de actuación pericial extrajudicial están


contempladas en disposiciones legales. Ello ocurre en el
ámbito de la medicina legal social93, o bien como herramienta
para la toma decisiones administrativas endiversas materias.
Solo a modo de ejemplo y sin pretender abarcar todas las
instancias posibles en Chile, cabe mencionar los siguientes
casos:
 • En lo referente a la evaluación y calificación del grado
de invalidez de una persona, la norma vigente
considera expresamente la participación de diversos
peritos94.
 • El Reglamento de investigaciones sumarias
administrativas de la Fuerzas Armadas incluye la
posibilidad de recurrir a peritos95. Así lo dispone
también el artículo 43 del Reglamento de Sumarios
Administrativos de Carabineros de Chile96.
 • En el caso del Estatuto Administrativo —si bien no se
señala en forma expresa— la opción de obtener un
peritaje extrajudicial también es válida a partir de lo
dispuesto en el artículo 132, que para el caso de los
sumarios indica: "El inculpado será notificado de los
cargos y tendrá un plazo de cinco días contado desde
la fecha de notificación de estos para presentar
descargos, defensas y solicitar o presentar pruebas".
 • La ley Nº 19.545, en sus artículos 11 al 15, dispone
la participación de peritos en el proceso de
acreditación como entidad certificadora oficial de la
conformidad de las exportaciones.
 • Un perito deberá formar parte de la comisión que se
constituya cuando se presenten discrepancias en el
valor de la prima ajustada por riesgos definida para el
procedimiento de compensación a las Instituciones de
Salud Previsional contemplado en el artículo 221 del
DFL Nº 1/2005 del Ministerio de Salud.
 • El decreto 127/2002 del Ministerio de Vivienda y
Urbanismo, en su artículo 45, exige un peritaje técnico
para poder sancionar a contratistas en caso de
presentarse defectos de construcción que afecten
seriamente la habitabilidad o la seguridad de la obra.
Asimismo, el decreto 900/1996 del Ministerio de Obras
Públicas (relativo a la ley de concesiones) contempla
recurrir a peritos en casos determinados.

Judicial

Para que la actuación pericial pueda ser considerada


judicial, debe darse en el contexto de una causa ya en
trámite. Sus características dependerán del escenario en la
cual tiene lugar, por cuanto nuestra legislación contempla
significativas diferencias en la forma de obtener y presentar
un informe pericial dependiendo de si corresponde a una
materia penal, civil, laboral, de familia, etc. A continuación,
revisaremos someramente las formalidades para decretar y
desarrollar en Chile la pericia judicial en las principales áreas
del Derecho. Estos contenidos se profundizarán luego en
los capítulos 3 y 5.

1. Área penal
Me enfocaré acá en el sistema procesal penal que rige en
Chile a contar del año 2000. Como se dijo recién, lo primero
a definir es cuándo la acción penal se encuentra ya en
trámite. Según lo establece el artículo 7º del Código Procesal
Penal, "... se entenderá por primera actuación del
procedimiento cualquiera diligencia o gestión, sea de
investigación, de carácter cautelar o de otra especie, que se
realizare por o ante un tribunal con competencia en lo
criminal, el ministerio público o la policía, en la que se
atribuyere a una persona responsabilidad en un hecho
punible". A lo anterior corresponde agregar toda indagatoria
que el Ministerio Público inicie de oficio97. Concretado ello,
cualquier intervención pericial que tenga lugar podrá ser
considerada entonces como judicial98.
Como ya se indicó, en el escenario penal actual de Chile
rige la libertad de prueba. Los fiscales del Ministerio Público,
querellantes y defensores (públicos o privados) pueden
entonces disponer a su criterio a quién le encomendarán la
realización de un peritaje durante la etapa de investigación.
En la práctica habitual, los fiscales emiten solicitudes
dirigidas a algún ente público que pueda prestarle la asesoría
pericial requerida. Usualmente no pueden escoger al perito,
sino solo a la repartición a la que este pertenecerá (ya que
será el organismo quien designe dentro de sus funcionarios,
a la persona se hará cargo de dar respuesta a la petición).
En ocasiones, sin embargo, el Ministerio Público recurre
también a peritos que participaron de una licitación y poseen,
en virtud de ella, un convenio para la prestación de servicios
periciales con el persecutor penal. Y, por cierto, también
efectúan contrataciones de privados vía trato directo.

Cualquiera sea el caso, concordando con lo expuesto por


otros autores nacionales, el perito estará en condiciones de
iniciar la actuación pericial solo una vez que haya recibido la
solicitud del fiscal a cargo99,100. Si bien la ley no señala
explícitamente formalidades para llevar a cabo la petición (y
la Fiscalía Nacional tampoco ha impartido a la fecha
instrucciones específicas al respecto), resulta pertinente
aplicar aquí lo dispuesto en el artículo 19 del Código Procesal
Penal. Consecuentemente, la solicitud de peritaje debiera
constar por escrito y contener lo indicado en esa norma
legal101.

Por otra parte, durante la etapa de investigación los


querellantes y defensores (como también imputados y
víctimas per se), pueden solicitar al Ministerio Público que se
realice una determinada pericia102. El fiscal dispone de un
plazo de 10 días para responder si accede o no a la diligencia
propuesta. En caso de hacerlo, será él quien despache la
solicitud. Si denegase el requerimiento o no se pronunciare,
la parte que lo ha efectuado podrá reclamar ante el Fiscal
Regional correspondiente dentro del plazo de cinco días. Si
la investigación se cierra habiéndose negado o no
respondido la solicitud de peritaje hecha al Ministerio Público
por alguno de los otros intervinientes, estos disponen de 10
días para solicitar al Juez de Garantía que zanje la
petición103.
Ahora bien; aun cuando la posibilidad contemplada en el
párrafo anterior tiene la ventaja de ser gratuita,
habitualmente las defensas (y quizás en menor medida los
querellantes) no suelen recurrir a ella. El motivo principal es
estratégico: al hacerlo implícitamente exponen su teoría del
caso y además pierden el control sobre la pericia, ya que será
el Ministerio Público quien pida y reciba el peritaje.
Consecuentemente, el dictamen evacuado en estas
condiciones quedará de forma automática incorporado a la
carpeta de investigación, impidiendo que el querellante o
defensor pueda ampararse en el secreto profesional y decidir
que no llegue a ser conocido por los otros intervinientes.
Visto lo anterior, lo más común es que los querellantes y
defensores convengan directamente con un perito de su
confianza (habitualmente privado) la realización de un
informe pericial. Para tales efectos, toman contacto con el
profesional o técnico de su interés, a fin de exponerle el caso
y plantearle los objetivos para la diligencia. Luego el perito
emite un plan de trabajo y presupuesto, el cual es presentado
al cliente o a la Unidad de Estudios de la Defensoría Penal
Pública (según sea el caso), decidiendo finalmente si se dará
curso o no a la solicitud.
En el caso de la Defensoría Penal Pública, la entidad posee
un ítem presupuestario destinado a la realización de
peritajes. Para el año 2017 el monto disponible por este
concepto alcanzó a un total de $ 1.527.532.000 (aprox. 2,3
millones de USD)104.
Si la diligencia es aprobada por el Jefe de Estudios se
procede a la firma de un contrato de prestación de servicios.
Además, deberán firmarse una serie de declaraciones
juradas simples a efecto de cumplir disposiciones
establecidas en el Estatuto Administrativo105, la Ley Orgánica
Constitucional de Bases de la Administración del Estado 106,
el decreto ley orgánico sobre administración financiera del
Estado107 y otras leyes que establecen inhabilidades en caso
de haber recibido en los últimos cinco años determinadas
bonificaciones de parte del Estado108.
Por otra parte, con cierta frecuencia (más de la que uno
quisiera) algunos querellantes y defensores particulares
delegan impropiamente en sus clientes la responsabilidad
del contacto con el perito (Figura 1.3). Eso también sucede en
otras áreas del Derecho con abogados que representan a la
parte demandante o demandada.

Figura 1.3: Correo electrónico que muestra cómo algunos abogados


particulares delegan en sus clientes la responsabilidad de tomar
contacto con el perito

Cuando ocurre una situación como esa, mi respuesta es


siempre la misma: "Dígale a su abogado que me contacte".
La motivación para actuar así ya ha sido esbozada, y dice
relación con que es el abogado (no su cliente) quien debiera
conocer el estado de la causa, los plazos procesales
existentes y —más importante aún— la teoría del caso que
pretende desarrollar. Por ende, él y solo él es la persona
idónea para definir la estrategia a seguir, lo cual incluye el
establecimiento de los objetivos para un eventual peritaje.
Además, a diferencia de los abogados, sus clientes (sean
víctimas, imputados, demandantes o demandados) —por
estar directamente implicados— poseen la tendencia natural
a intentar convencer al perito de su postura. Como perito uno
debiera evitar involucrarse en diálogos de ese tipo, no solo
porque no proceden, sino porque (en definitiva) son
inconducentes y una pérdida de tiempo.
2. Área civil

En litigios civiles las partes pueden solicitar por escrito —


durante la etapa del probatorio— una actuación pericial. El
juez también podrá decretarlo de oficio en cualquier estado
del juicio109. La frase "en cualquier estado del juicio" habrá
que entenderla desde la notificación de la demanda hasta
antes del vencimiento del término probatorio. Si se ordena la
práctica de reconocimiento pericial fuera de estas
oportunidades, se estará en presencia de otra figura procesal
probatoria; como ser una medida prejudicial o una medida
para mejor resolver110.
Si concurre una petición en tal sentido, el tribunal citará a
las partes a una audiencia de designación de perito,
resolución que deberá notificarse por cédula por ser de
aquellas que ordenan la comparecencia personal de las
partes111. La audiencia tendrá lugar solo con las que asistan.
En ella se fijará primeramente por acuerdo de las partes, o
en su defecto por el tribunal, el número de peritos que deban
nombrarse, la calidad, aptitudes o títulos que deban tener y
el punto o puntos materia del informe. Si las partes no se
ponen de acuerdo sobre la designación112, hará el
nombramiento el tribunal, no pudiendo recaer en tal caso en
ninguna de las dos primeras personas que hayan sido
propuestas por cada parte113. Cuando el nombramiento se
haga por el tribunal, lo hará de entre los peritos de la
especialidad requerida que figuren en las listas que cada 2
años confeccionan las Cortes de Apelaciones114 y la
designación se pondrá en conocimiento de las partes para
que dentro de tercero día deduzcan oposición, si tienen
alguna incapacidad legal que reclamar contra el nombrado.
Vencido este plazo sin que se formule oposición, se
entenderá aceptado el nombramiento115.
Una vez que se entiende por aceptado el nombramiento, el
perito debiese ser notificado personalmente o por cédula de
la resolución que lo nombró en el cargo116. Y digo "debiese",
ya que en mi experiencia las notificaciones son un tema en
el que sistemáticamente los tribunales civiles fallan. Lo más
común en la práctica, es que la parte que ha solicitado la
diligencia pericial sea quien ubique al perito y le avise
extraoficialmente de su nombramiento. La mayoría de las
veces el contacto se reduce a requerir información sobre los
honorarios que cobrará. Mi recomendación acá es no
entregar ninguna información al respecto, ya que —habiendo
sido nombrado por el tribunal— procede
que cualquiercomunicación que el perito realice sobre la
causa, la efectúe mediante escritos dirigidos al juzgado que
lo designó.
Ahora bien; una vez que el perito recibe la notificación de
que ha sido nombrado en una causa civil, deberá informar
dentro del plazo de 3 días al tribunal si acepta o no el cargo.
Para tales efectos lo primero es procurar recabar el mayor
detalle posible sobre los alcances de la solicitud pericial.
Muchas veces la sola resolución judicial con el
nombramiento no basta, ya que no es infrecuente que en ella
no se especifique siquiera el punto o puntos materia del
informe. Lo recomendable entonces es revisar al menos los
escritos de demanda y su contestación, a fin de comprender
el tenor del litigio y el sentido que —a la luz de ello— adquiere
la solicitud pericial que ha sido efectuada. Como bien señala
el español José Aso Escario: "Antes de aceptar un caso, el
perito ha de constatar la información disponible en su
totalidad, y por eso se recomienda que no se acepte un caso
antes de haber tenido la oportunidad de examinar toda la
documentación disponible"117.
Para revisar los documentos, uno puede descargarlos a
través de portal de causas del Poder Judicial. Sin embargo,
a veces sucede que ciertas piezas del expediente no se
encuentran disponibles. En esos casos la recomendación es
enviar un escrito al tribunal solicitándolas. El argumento para
tal petición no es otro que la necesidad de conocer en detalle
los alcances de la solicitud pericial, a fin de:
 • poder definir si se cuenta con la idoneidad suficiente
como para aceptar el encargo;
 • establecer la metodología a utilizar;
 • estimar la complejidad y trascendencia del peritaje,
lo cual condicionará los honorarios.
Si tras la revisión de los antecedentes indicados el perito
decide rechazar el cargo, lo que se estila es enviar un escrito
al tribunal aludiendo a ello y especificando las razones por
las cuales se ha tomado esa decisión. Por el contrario, en
caso de aceptación, lo óptimo es remitir un escrito al tribunal
en el cual el perito118:
 • Acepta explícitamente el cargo, jurando
119
desempeñarlo (a lo menos) con fidelidad .
 • Fija honorarios y forma de pago.
 • Solicita se cite al acto de reconocimiento,
estableciendo día, hora y lugar de la diligencia120.
 • Especifica los requerimientos necesarios para llevar
a cabo la diligencia pericial encomendada.
 • Establece (si el juez no lo ha hecho), el tiempo
estimado de respuesta para el encargo121.
Si todo fluye en términos ideales, el tribunal tendrá por
aceptado el cargo. Además, quedarán fijados tanto los
honorarios como la forma de pago, y el juez citará a las
partes al acto de reconocimiento pericial para que concurran
si quieren. Lamentablemente en la práctica cotidiana el gran
problema es que con bastante frecuencia el proceso no fluye
de esa forma.
Por ejemplo, algunos juzgados son del criterio que aun
cuando la aceptación del cargo pueda hacerse de la forma
descrita, el juramento asociado debe practicarse
presencialmente ante el secretario del tribunal. En esos
casos, si se trata de un juzgado emplazado fuera del
domicilio laboral del perito, lo que corresponde es enviar un
nuevo escrito solicitando al juez que acceda a exhortar al
tribunal de turno del lugar donde trabaja este, a fin de que un
receptor judicial practique la toma del juramento. Los jueces
generalmente (aunque no siempre) acceden a esa petición,
pero rara vez el receptor de turno del tribunal exhortado
cumple la diligencia. También ocurren problemas relativos a
los honorarios, al acceso a la información requerida para
evacuar la pericia... en fin, el tema da para mucho y se
discutirá con mayor detalle en los capítulos 3 y 6.
El acto de reconocimiento es la instancia en la cual el perito
podrá —eventualmente— acceder a examinar de forma
directa al sujeto o cosa respecto del cual se le ha solicitado
un pronunciamiento pericial. Ello depende de la naturaleza
del requerimiento, ya que existen peritajes personales (que
exploran al sujeto u objeto de la pericia) e impersonales (que
toman como elementos de juicio solo lo obrante en autos)122.
Por ejemplo:

 • Si el tribunal ha solicitado que se establezcan las


secuelas físicas que presenta un demandante, esta
será la oportunidad para examinar a la persona y
solicitar (si se considerase necesario) la realización de
exámenes complementarios. Análogamente, si lo que
se ha requerido es que el perito precise si hubo fallas
de construcción en un edificio, esta será la ocasión en
la cual el perito deberá concurrir al lugar en cuestión y
efectuar las mediciones que correspondan.
 • Si el juez ha pedido que el perito se pronuncie sobre
si existieron o no faltas a la lex artis en el tratamiento
médico otorgado a un demandante, el tenor de la
materia pericial encomendada no exige que se
practique un examen físico a este, dado lo cual puede
prescindirse de su comparecencia (la cual por lo
demás, puede ser imposible si se tratase de un
fallecido respecto del cual sus familiares han
entablado la acción judicial)
Con todo, aun cuando la naturaleza de la solicitud pericial
no conlleve la necesidad de examinar directamente a un
sujeto u objeto, el perito NO podrá prescindir de la diligencia,
ya que de hacerlo su dictamen puede ser desestimado por
haber incurrido en un vicio procesal. Lo anterior adquiere
sentido porque durante el acto de reconocimiento las partes
que asistan podrán hacer las observaciones que estimen
oportunas y también pedir que se hagan constar los hechos
y circunstancias que juzguen pertinentes123.
Lamentablemente no todos los abogados tienen claro el
sentido de la diligencia ni las atribuciones del perito. Algunos
piensan que el acto de reconocimiento es una oportunidad
concedida por la ley para que las partes puedan indicarle al
perito cómo ha de realizar su pericia. Otros visualizan al
perito como un investigador privado124, al cual el tribunal le
ha otorgado facultades para reunir información. Por ejemplo,
en demandas por supuestas malpraxisen la atención
sanitaria, hay abogados que creen que —a partir del
nombramiento como perito— uno debiese concurrir a los
recintos hospitalarios involucrados, entrevistarse con los
facultativos implicados y solicitar que le entreguen toda la
información clínica del paciente.

La verdad dista mucho de lo anterior. Ya lo decía el maestro


argentino Nerio Rojas hace más de medio siglo: el
perito "deberá saber que él no puede excederse y efectuar,
so pretexto de averiguación médica, toda una investigación
complicada con interrogatorio de testigos, pues se trataría de
una información extrajudicial de discutible valor forense" 125.
Por tanto, lo correcto es que el perito estructure su informe
en mérito al examen directo de la persona o cosa materia de
la pericia (si procediera en función de la naturaleza de la
solicitud), los exámenes o análisis complementarios que
estime convenientes y los antecedentes testimoniales o
documentales que las partes hayan incorporado al
expediente. NO es su función hacer indagatorias, entrevistar
testigos ni recabar documentos.
De más está decir que —en el caso particular de las fichas
clínicas— el Reglamento respectivo126dispone que la
información contenida en ellas o copia de esta "podrá ser
entregada, en forma total o parcial, a las siguientes personas
a su solicitud expresa...:
 • Al titular, su representante legal o, en caso de
fallecimiento del titular, a sus herederos;
 • A terceros debidamente autorizados por el titular
mediante poder notarial simple;
 • A los tribunales de justicia cuando la información de
la ficha se relacione con las causas que estén
conociendo;
 • A los fiscales del Ministerio Público y a los abogados
defensores, previa autorización del juez competente,
cuando la información en ellas contenida se relacione
directamente con las investigaciones y defensas de
que se trate".

Por ende, el solo nombramiento de un perito por el tribunal


no lo faculta a acceder motu proprioa esa información.
Cuando sea el caso entonces, son las partes quienes deben
preocuparse de incorporar oportunamente esos registros y
cualquier otro medio probatorio pertinente al expediente.
De todo lo obrado en la diligencia de reconocimiento se
levantará acta, la cual podrá enviarse de forma inmediata al
tribunal, o bien, adjunta o como parte integral del informe
pericial que posteriormente se evacúe.
Otro punto que el perito debe tener en cuenta en sus
actuaciones dice relación con aquellos (raros) casos en los
que el tribunal designa a más de un perito. El artículo 418 del
Código de Procedimiento Civil dispone que: "Cuando sean
varios los peritos procederán unidos a practicar el
reconocimiento, salvo que el tribunal los autorice para obrar
de otra manera". Basándome en el principio de autonomía de
la labor pericial (que discutiré más adelante), mi
recomendación es no aceptar el encargo cuando existan
razones para presumir que el estado del sujeto u objeto
materia del peritaje pudiera modificarse durante la inspección
que efectúe otro perito.
3. Área laboral

El proceso laboral en Chile es una especie de híbrido entre


el sistema procesal penal actual (de corte acusatorio) y el
procedimiento civil (de tipo inquisitivo). La participación
judicial de un perito surge a partir de lo que se establezca en
la audiencia preparatoria de juicio. En esa instancia —si no
hubiese conciliación— cualquiera de las partes puede
solicitar la realización de una prueba pericial 127, y si lo
estimasen conveniente, propondrán a un perito en particular.
Si existiera acuerdo entre ellas, el tribunal procederá a su
designación. En caso contrario el nombramiento lo hará el
juez, recurriendo al listado de peritos adscritos a la Corte de
Apelaciones. El juez también está facultado para decretar
durante esa audiencia diligencias probatorias128, entre las
cuales se incluye el informe de peritos.
A partir del nombramiento el procedimiento en materia
pericial sigue —hasta la audiencia de juicio— los mismos
pasos ya descritos para el ámbito civil. Tal vez la principal
diferencia es que "cuando se decrete... informe de peritos, el
juez podrá recurrir a cualquier medio idóneo de
comunicación o de transmisión de datos que permita la
pronta práctica de las diligencias" (ej. contacto telefónico,
correo electrónico)129. Lo anterior confiere una celeridad
mucho mayor a las actuaciones, requisito necesario si se
tiene presente que entre la audiencia preparatoria y el juicio
no deben transcurrir más de treinta días130(aunque en la
práctica, los aplazamientos son bastante comunes).
4. Área de familia

En litigios tramitados ante tribunales de familia, el


procedimiento en materia pericial también mezcla cuestiones
ya comentadas para el sistema procesal penal que rige en
Chile a contar del año 2000 con otras propias del área civil.
Acá existe también libertad de prueba y
consecuentemente "las partes podrán recabar informes
elaborados por peritos de su confianza y solicitar que éstos
sean citados a declarar a la audiencia de juicio". Con todo,
se permite que el juez —de oficio o a petición de parte—
pueda solicitar la elaboración de un informe de peritos. Pero
con una restricción: aquellos peritajes que pida el juez solo
podrán ser requeridos a algún órgano público u organismo
acreditado ante el SENAME que reciba aportes del
Estado131.
La oportunidad para que las partes propongan una
diligencia pericial o soliciten al tribunal que la decrete, como
también, la ocasión en la cual el juez podrá ordenar de oficio
la realización de un peritaje, es la audiencia preparatoria de
juicio132. En ella "el tribunal podrá limitar el número de peritos,
cuando resultaren excesivos o pudieren entorpecer la
realización del juicio"133.

Inhabilidades para actuar como perito


En materia penal, el código procesal chileno establece en
su artículo 317 que: "No podrán desempeñar las funciones
de peritos las personas a quienes la ley reconociere la
facultad de abstenerse de prestar declaración testimonial".
Se incluyen entonces134:

 • El cónyuge o el conviviente del imputado.


 • Ascendientes o descendientes de este.
 • Parientes colaterales hasta el 2º grado de
consanguinidad o afinidad.
 • Su pupilo o guardador.
 • Quien tenga el estatus de adoptante o adoptado por
el imputado.

La prohibición se funda en que el legislador privilegia el


resguardo de los lazos y cohesión familiar, así como la ética
profesional, al éxito de la persecución penal.
Si la causa penal pertenece al antiguo sistema inquisitivo la
prohibición en esencia es la misma, con la diferencia que la
norma incluye, además135:

 • A quien no posea título profesional (salvo que tenga


competencia especial en la materia del informe).
 • A los hermanos del procesado.
 • A los parientes colaterales hasta el 4º grado de
consanguinidad.
 • Al médico tratante que recibió información bajo
secreto profesional.
Fuera de estos escenarios los peritos no podrán ser
inhabilitados136. Lo mismo rige para actuaciones periciales
ante tribunales de familia137y tribunales ambientales138. Con
todo, una antigua norma (aún vigente) establece
restricciones particulares que solo podrían ser aplicadas a
peritos arquitectos139.Además, si el requerimiento pericial lo
realiza un organismo del Estado (ej. Ministerio Público o
Defensoría Penal Pública), el perito deberá abstenerse de
aceptar el encargo si estuviese afecto a alguna de las
siguientes inhabilidades administrativas contempladas en
nuestra legislación140:
 • Haber cesado en un cargo público en los últimos 5
años como consecuencia de haber obtenido una
calificación deficiente o por medida disciplinaria141.
 • Adeudarle al Estado sumas por concepto de gastos
en materia de capacitación (salvo que esté dispuesto
a reembolsar en forma previa a la institución que
corresponda, todo gasto en que esta hubiere incurrido
con motivo de la capacitación)142.
 • Tener vigente o suscribir, por sí o por terceros,
contratos o cauciones ascendentes a 200 UTM (aprox.
14.650 USD) o más, con el respectivo organismo de la
Administración Pública143.
 • Tener litigios pendientes con la institución de que se
trata, a menos que se refieran al ejercicio de derechos
propios, de su cónyuge, hijos, adoptados o parientes
hasta el tercer grado de consanguinidad y segundo de
afinidad inclusive .
147

 • Ser director, administrador, representante o socio


titular del diez por ciento o más de los derechos de
cualquier clase de sociedad, cuando esta tenga
contratos o cauciones vigentes ascendentes a 200
UTM (aprox. 14.650 USD), o litigios pendientes, con el
organismo de la Administración .147

 • Tener la calidad de cónyuge, hijo, adoptado o


pariente hasta el tercer grado de consanguinidad y
segundo de afinidad inclusive respecto de las
autoridades y de los funcionarios directivos del
organismo de la administración civil del Estado hasta
el nivel de jefe de departamento o su equivalente,
inclusive144.
 • Haber sido condenado por crimen o simple delito145.
 • Haber cesado en un cargo de alta dirección pública
en los últimos cinco años y encontrarse percibiendo la
bonificación contemplada por retiro voluntario (a
menos que previamente devuelva la totalidad del
beneficio percibido, más el interés corriente para
operaciones reajustables)146.
 • Estar recibiendo durante los cinco años siguientes al
término de su relación laboral, alguno de los beneficios
establecidos en la ley de incentivo al retiro de
funcionarios públicos (a menos que previamente
devuelva la totalidad de los beneficios percibidos,
debidamente reajustados)147.

En materias civiles y áreas que supletoriamente se rigen


por el Código de Procedimiento Civil (ej. Derecho laboral), no
podrán actuar como peritos (salvo acuerdo expreso de las
partes)148:
 • Los que sean inhábiles para declarar en calidad de
testigos en el juicio; y
 • Los que no tengan título profesional expedido por
autoridad competente, si la ciencia o arte cuyo
conocimiento se requiera está reglamentada por la ley
y hay en el territorio jurisdiccional dos o más personas
tituladas que puedan desempeñar el cargo.
La primera de esas prohibiciones incluye (en lo pertinente)
149
a :

 • El cónyuge y los parientes legítimos hasta el 4º grado


de consanguinidad y 2º de afinidad de la parte que los
presenta;
 • Los ascendientes, descendientes y hermanos de la
parte que solicite su declaración;
 • Los pupilos por sus guardadores y viceversa;
 • Los dependientes de la parte que los presente;
 • Los que en concepto del tribunal sean indignos de fe
por haber sido condenados por delito;
 • Los que a juicio del tribunal carezcan de la
imparcialidad por tener en el pleito interés directo o
indirecto;
 • Los que en el mismo juicio hayan sido cohechados,
o hayan cohechado o intentado cohechar a otros; y
 • Los que tengan íntima amistad con la parte que los
presenta o enemistad respecto de la persona contra
quien declaren.

En materia civil —al igual que en otros países (ej. Argentina,


Alemania, Bolivia, Colombia, Francia)— los peritos en Chile
también podrán ser inhabilitados por las causales de
implicancia o recusación que señala el Código Orgánico de
Tribunales para los jueces150. Para ello la parte a quien pueda
perjudicar su intervención deberá hacer la petición ante el
tribunal competente antes que el perito realice gestión alguna
en la causa o tan pronto como tenga noticia de la causal que
invocará, la cual posteriormente deberá probar. Será
requisito para dar curso a la solicitud que la parte haya
efectuado un depósito en la cuenta corriente del tribunal por
un monto equivalente a ¼ de UTM (aprox. 18 USD)151.
Finalmente, cabe indicar que —si bien el procedimiento
laboral se rige supletoriamente por el Código de
Procedimiento Civil— en ese tipo de causas los peritos no
están sujetos a las inhabilidades comentadas en el párrafo
anterior. Ello por cuanto aplicarlas sería contrario a los
principios de libertad probatoria, además de incumplir el
artículo 453 Nº 8 del Código del Trabajo, que establece que
la declaración de los peritos se desarrollará de acuerdo con
las normas establecidas para los testigos (a quienes no
pueden formulárseles tachas)152.
Principios rectores de la actividad pericial
Recogiendo la opinión de varios autores describiré ahora lo
que considero, son los principios o fundamentos
deontológicos a los cuales debiesen atender quienes
asumimos el rol de perito. Si bien lo que se planteará es de
aplicación general, otorgaré por cierto algunos énfasis en
cuestiones que atañen particularmente a la actividad pericial
médica.
Antes de entrar en materia, resulta interesante aportar a
modo de introducción el resumen de cualidades esperables
en un perito según reseña efectuada por el mexicano Enrique
Gutiérrez Bazaldúa (citado por A. Quiroz153). Como veremos,
cada uno de estos adjetivos (Figura 1.4) cobrará sentido a la luz
de los principios que se plantearán para la actividad pericial.
Figura 1.4: Cualidades esperables en un perito

Ser consciente de la importancia de su labor

El perito asume una responsabilidad pública excepcional,


no siendo tolerable ligereza, superficialidad ni frivolidad
cuando se sabe que su apreciación puede ser decisiva en la
resolución judicial. En efecto, de sus decisiones dependen
muchas veces el honor, la fortuna, el porvenir, la libertad y —
en ocasiones— hasta la vida de una persona. Las
ramificaciones de lo anterior frecuentemente se extienden
más allá del resultado judicial individual, comprometiendo las
relaciones sociales, vida de familia y estatus laboral.
Ya en el siglo XVI el maestro francés Ambroise Paré nos
recordaba que los jueces deciden según se les informa.
Consecuentemente, el peritaje es un acto grave e
importante154que desborda el interés individual, para
irradiarse en el orden social155.
Al aceptar esta tarea, el perito debe darse cabal cuenta de
su responsabilidad. Un error en la interpretación "puede ser
tan desastroso como amputar la pierna equivocada en una
cirugía"156.
Nerio Rojas nos hacía presente además que "la función
pericial requiere dos condiciones: preparación técnica y
moralidad. No se puede ser buen perito si falta alguna de
estas condiciones. El deber en un peritaje es decir la
verdad; pero para ello es necesario: primero, saber
encontrarla, y después, querer decirla. Lo primero es un
problema científico, lo segundo es un problema moral".
Por ende, "la sinceridad, la veracidad, deben ser un culto en
él, no solo para escapar de las sanciones penales por falso
testimonio, sino para cumplir con el imperativo moral que
condiciona su función ante la justicia"157.
Cabe entonces concordar plenamente con lo expresado por
los estadounidenses James W. Saxton y Janine P.
Pendyck158:

Discreción y sigilo
El perito debe mantener secreto sobre las actividades que
realiza, siendo recomendable que evite hacer declaraciones
a los medios de comunicación159. Esto es especialmente
válido durante el tiempo en que la causa judicial en la cual
participa no tiene aún una sentencia a firme. Se aplica
también a cualquier actuación extrajudicial del perito,
respecto de la cual eventualmente puede exigirse el
cumplimiento del secreto profesional160mientras los hechos
analizados no hayan sido judicializados ni sea procedente su
denuncia o comunicación161.
Varias normas reafirman la obligación de mantener secreto
sobre las materias que conoce el perito durante el
desempeño de su cargo. Así, el haber "manifestado de
cualquier modo su dictamen sobre la cuestión
pendiente"puede (como ya se dijo) inhabilitar al perito en el
ámbito civil162. Por otra parte, el Código Procesal Penal
chileno dispone explícitamente que "las actuaciones de
investigación realizadas por el ministerio público y por la
policía serán secretas para los terceros ajenos al
procedimiento"163, agregando que "los funcionarios que
hubieren participado en la investigación y las demás
personas que, por cualquier motivo, tuvieren conocimiento
de las actuaciones de la investigación estarán obligados a
guardar secreto respecto de ellas"164. Además, nuestra
legislación contempla sanciones penales o administrativas
para:
 • El empleado público que revelare los secretos de que
tenga conocimiento por razón de su oficio o entregare
indebidamente papeles o copia de papeles que tenga
a su cargo y no deban ser publicados165.
 • El empleado público que, sabiendo por razón de su
cargo los secretos de un particular, los descubriere con
perjuicio de este166.
 • Quienes, interviniendo en alguno de los
procedimientos regulados en la ley del sistema
nacional de registro de ADN debido a su cargo o
profesión, permitieren el acceso a los registros o
exámenes a personas no autorizadas, o los divulgaren
o usaren indebidamente167.
 • El funcionario del Estado que no guarde secreto en
los asuntos que revistan el carácter de reservados168.
Similares obligaciones de reserva se establecen también en
la legislación comparada169. Pese a lo anterior, es recurrente
encontrar peritos exponiendo en matinales u otros
programas de TV, ya sea sobre causas en las que participan,
o bien, comentando otros litigios que están en tramitación
judicial. La tentación de obtener "pseudopublicidad" o
reafirmar ante una amplia audiencia la convicción pericial
adquirida en una causa, hace que algunos olviden la
necesidad de ser discretos en su actuar. Los litigantes
debieran estar atentos a ello, por cuanto conductas como las
descritas les permiten identificar a peritos que no tienen cabal
compresión de su rol.

El mismo principio debiera regir para las publicaciones que


se realizan en redes sociales. El perito podrá informar por
esta vía una sentencia (ya que estas, per se, normalmente
son de carácter público y se encuentran disponibles en el
portal web del Poder Judicial), pero deberá abstenerse de
efectuar comentarios o comunicar el resultado de diligencias
si la causa no cuenta aún con una resolución firme.
Lamentablemente a veces ni siquiera los organismos del
Estado cumplen lo anterior (Figura 1.5).

Figura 1.5: Publicación en la cuenta oficial de Twitter del SML,


que transgrede el deber de secreto de las actuaciones periciales
Sobre esto último los funcionarios del SML deben tener
presente que el artículo 23 de la ley Nº 20.065 (orgánica de
ese servicio) establece: "El personal que cumpla sus
funciones en el Servicio Médico Legal estará obligado a
guardar reserva acerca de los hechos o los antecedentes de
que tuviere conocimiento en razón de su desempeño". A
mayor abundancia, en el numeral 2 de la Resolución exenta
Nº 995/2002 de esa repartición se declaran "como actos y
documentos secretos, esto es, que solamente deberán ser
conocidos por las autoridades o personas a las que vayan
dirigidos y por quienes deban intervenir en su estudio y
resolución"170:
 • Las características específicas que presenta un acto
pericial determinado,
 • Los resultados de cualquier informe pericial,
 • Los oficios, memorándum o documentos de cualquier
especie, recibidos y enviados a un tribunal,
 • Antecedentes y defensa que pudiera hacer valer el
SML en los juicios en que sea parte o tenga interés,
 • Informes evacuados por la Unidad de Auditoría,
 • Los sumarios, investigaciones sumarias y cualquier
documento relativo a procedimientos sancionatorios o
disciplinarios171,
 • La correspondencia oficial debidamente calificada
como "secreta" por la autoridad responsable.
Debe quedar claro entonces que —mientras dura el
proceso— el único lugar en el cual el perito debiera expresar
lo que sabe respecto de una causa es el foro. Por tanto, si
tras declarar en juicio fuese entrevistado a la salida del
tribunal, su mejor respuesta debiera ser: "Ya dije en estrados
lo que debía señalar. No haré más comentarios". Asimismo,
si fuera abordado por periodistas al culminar alguna
diligencia pericial, lo óptimo es que manifieste que "se
efectuaron las indagatorias pertinentes, cuyos resultados
serán informados a la autoridad competente. Gracias".
Personalmente creo que la importancia de lo anterior no debe
ser subestimada, ya que de nuestras actuaciones depende
(al menos en parte) que una causa judicial no se transforme
en un show amarillista. Como señaló el maestro Simonin172:

Ahora bien; un tema que no está suficientemente aclarado


en nuestra legislación ni en las normas técnicas pertinentes,
es lo relativo al secreto médico en las actuaciones periciales.
Es indudable que el perito, antes de comenzar la peritación,
le debe advertir a la persona que sus dichos y los registros
que se efectúen no quedarán sujetos a secreto médico. Con
todo, habiéndolo hecho... ¿qué pasa —por ejemplo— si una
mujer, en el contexto de la anamnesis efectuada para un
peritaje sexológico, manifiesta que en su juventud se practicó
un aborto? ¿Debe ser incluido ese antecedente en la pericia?
Habitualmente se tiende a asumir que el perito queda
liberado de su deber profesional de secreto por la especial
naturaleza de su función. Sin embargo, el secreto médico no
solo es un imperativo legal, sino que también, ético. Por
ende, cabe concordar con lo expuesto por Vázquez et al.173,
en el sentido de que en una actuación pericial médica el
perito no debe revelar más de lo necesario para el
peritaje. Tanto es así que ni siquiera los jueces podrían
obligarlo a declarar sobre materias ajenas a lo investigado,
ya que respecto de ellas el único que puede autorizar la
revelación del secreto es el dueño del derecho a la intimidad:
el paciente.
El problema mayor surge cuando se trata de cuestiones que
sí han de formar parte de la pericia, pero que revelarlas
pueden equivaler a una confesión o autoincriminación. Ello
ocurre, por ejemplo, en el contexto de peritajes psiquiátricos.
En estos casos uno de los procedimientos
metodológicamente necesarios es la evaluación de la
memoria. El perito deberá entonces preguntar a la persona
sobre qué recuerda de los hechos investigados. Si se trata
de un imputado —aún advertido en forma previa del tenor de
la entrevista— pudiese relatar en esa ocasión su
participación punible en el ilícito (o incluso en otro), no
obstante haberse acogido en otras instancias del proceso a
su derecho a guardar silencio. Ahí entonces: ¿debe el perito
psiquiatra registrar ello en el informe?
La norma técnica del SML deja la decisión a criterio del
perito, habida consideración de que la redacción del punto
en cuestión me parece ambigua174. Por otra parte, autores
nacionales que han publicado manuales para la pericia
psiquiátrica no han abordado siquiera el tema175. La
jurisprudencia en tanto se ha inclinado en el sentido que los
dichos de un imputado en el marco de una pericia psiquiátrica
no son materia de valoración por parte del tribunal176.
En otros países hay pronunciamientos contundentes sobre
el tema. Por ejemplo:
 • en Argentina una Corte de Buenos Aires estableció
en 1987 lo siguiente: "La virtual amplitud del
requerimiento pericial no autoriza al Forense a
violentar el secreto profesional respecto de las
afirmaciones de un inculpado que involucran su
responsabilidad en el hecho, y la garantía
constitucional de que nadie se obligará a declarar
contra sí mismo"177;
 • en Nicaragua el Código Procesal Penal posee una
norma específica, estableciendo en su artículo 205
(referido a la peritación psiquiátrica) que "Si el
acusado o su defensor pretende alegar que en el
momento del delito aquél se hallaba en un estado de
alteración psíquica permanente, de perturbación o de
alteración de la percepción, circunstancias eximentes
de la responsabilidad penal conforme el Código Penal,
hará saber su intención al Ministerio Público y a las
otras partes. Esta comunicación se hará durante el
período de intercambio de pruebas. El juez ordenará
la práctica de una evaluación psiquiátrica por el
médico forense designado por el Instituto de Medicina
Legal. Ninguna conversación entre el médico
forense y el acusado podrá ser presentada como
prueba en el Juicio, excepto para establecer la
existencia de la exime invocada".

Considerando que no soy especialista en psiquiatría, no me


queda claro si un relato autoinculpatorio del imputado
(previamente informado de sus derechos) deba o no ser
registrado en el informe pericial. Con todo me hace sentido
que, si tal circunstancia fuese estampada en el dictamen,
durante el juicio la defensa podría plantear un incidente
previo a la declaración del perito a fin de que este no aluda a
la cuestión durante su exposición. Así también, no cabría que
en el contraexamen le efectuasen preguntas sobre la materia
y, si ello ocurriese, impresiona que pudieran ser susceptibles
de objeción por impertinencia. Finalmente, si nada de lo
anterior frenase la exposición pública del antecedente, el
tribunal no debiera asignarle valor alguno en la
fundamentación de su sentencia.

Idoneidad

El perito ha de ser idóneo, esto es, poseedor de


competencias técnicas, artísticas, prácticas o profesionales
adecuadas y apropiadas para responder a la labor que le ha
sido encomendada. Este principio, que se vinculará
estrechamente al concepto de admisibilidad de la prueba
pericial (véase Capítulo 5), está contemplado explícita o
implícitamente en diversas normas legales, nacionales y
extranjeras. Por ejemplo:

 • El artículo 314 del Código Procesal Penal chileno


establece que los intervinientes que deseen presentar
informes periciales elaborados por peritos de su
confianza deberán acompañar en la APJO "los
comprobantes que acreditaren la idoneidad
profesional del perito". Además, el artículo 316 del
mismo código señala que para admitir los informes y
citar a los peritos a juicio oral, el juez de garantía
deberá considerar (entre otros) si "los peritos y sus
informes otorgan suficientes garantías de seriedad y
profesionalismo".
 • Algo similar ocurre en los litigios de familia, en los
cuales "el juez admitirá la prueba pericial cuando...
considerare que los peritos otorgan suficientes
garantías de seriedad y profesionalismo"178.
 • El artículo 227 del Código de Procedimiento Penal
señala que "toda persona designada como perito está
obligada a aceptar el encargo que se le confía,
siempre que esté oficialmente comisionada para este
objeto... o que tenga título oficial, o que ejerza
públicamente la ciencia, arte, u oficio cuyo
conocimiento se juzga necesario para el informe
pericial".
 • En el área civil, ya sea por acuerdo de las partes o —
en subsidio— por decisión del tribunal, se
establecerán al momento del nombramiento la calidad,
aptitudes o títulos que el perito deberá tener179.
 • En el caso de los tribunales ambientales, "la parte
que presente testigos expertos señalará... las
circunstancias que acrediten la idoneidad de ellos"180.
 • En México, el artículo 369 del Código Procesal Penal
establece: "Los peritos deberán poseer título oficial en
la materia relativa al punto sobre el cual dictaminarán
y no tener impedimentos para el ejercicio profesional,
siempre que la ciencia, el arte, la técnica o el oficio
sobre la que verse la pericia en cuestión esté
reglamentada; en caso contrario, deberá designarse a
una persona de idoneidad manifiesta y que
preferentemente pertenezca a un gremio o agrupación
relativa a la actividad sobre la que verse la pericia".
 • En España la Ley de Enjuiciamiento Criminal
distingue en su artículo 457 entre peritos titulares y no
titulares. A los primeros los define como "los que
tienen título oficial de una ciencia o arte cuyo ejercicio
esté reglamentado por la Administración", en tanto que
los segundos son "los que, careciendo de título oficial,
tienen, sin embargo, conocimiento o prácticas
especiales en alguna ciencia o arte". Acto seguido, en
el artículo 458, establece que "El Juez se valdrá de
peritos titulares con preferencia a los que no tuviesen
título".

Amén de que el legislador nacional parece haber olvidado


en la redacción del Código Procesal Penal que el perito no
necesariamente es un profesional, el gran problema práctico
es que no hay claridad sobre qué se ha de entender por
"comprobante que acredite idoneidad", ni tampoco, criterios
explícitos para sustentar la apreciación de que un perito
"otorga suficientes garantías de seriedad y profesionalismo".
Cabe indicar que, en lo concerniente a la idoneidad, lo
óptimo es que el perito posea el siguiente conjuntode
cualidades181:

 • Tenga título técnico o profesional (si su actividad lo


requiriese).
 • Posea especialización en la materia sometida a su
análisis.
 • Ejerza docencia en el área.
 • Idealmente, efectúe también investigación o
contribuciones al conocimiento en la disciplina.
 • Que sea susceptible de ser reconocido por sus pares
como versado en la materia.

Lamentablemente la ausencia de criterios objetivos hace


que muchas veces el análisis de la idoneidad del perito se
limite a la simple exhibición de un certificado de título.
Además, deja opción a que los intervinientes efectúen
alegatos o presenten recursos sobre la materia basándose
en un mal concebido sentido común, mera ignorancia o (peor
aún) argumentos engañosos. Como si lo anterior no bastara,
a veces son los propios tribunales los que —apartándose del
marco legal— fomentan esas malas prácticas, sin siquiera
notificar de sus resoluciones al perito potencialmente
perjudicado182.
Los problemas que surgen a partir de lo expresado hasta
acá serán discutidos detalladamente en distintas partes de
esta obra. Por lo pronto, resulta importante destacar lo que
alguna vez dijo el maestro francés Paul Brouardel183:

El mensaje que subyace es que el perito debe tener (y


aplicar) una capacidad de autocensura para no aceptar
encargos que vayan más allá de sus ámbitos de competencia
y sapiencia184. Asimismo, durante la redacción del informe
pericial ha de evitar efectuar pronunciamientos sobre temas
que no sean de su campo de trabajo o que, siéndolos, no los
haya investigado con la profundidad necesaria para obtener
una conclusión pericial válida. Se trata acá de una obligación
ética, que para el caso de la profesión médica está
contemplada en el mismísimo Juramento hipocrático185y
reconocida en Códigos de Ética de distintos países186. Sin
embargo, en la práctica lo anterior muchas veces no sucede.
Incluso algunos peritos se consideran verdaderos
"todólogos" (Figura 1.6).

Lo malo del caso es que los litigantes y jueces suelen no


tener las herramientas para diferenciar correctamente un
perito idóneo de otro que solo aparenta serlo. Y no es un
reproche. Si a mí me consultan sobre qué profesional es el
más indicado para responder una duda específica relativa a
física cuántica (o tantos otros temas), la respuesta es una
sola: no sé.
Figura 1.6: Publicación en LinkedIn obtenida hace algunos años
En la actualidad el extracto disponible en esa red social es otro187

Ajustarse a normas establecidas


El deber objetivo que carga un perito nos obliga a realizar
los encargos "como deben ser", es decir de acuerdo con
la lex artis. A fin de que eso se concrete, se han elaborado
guías y protocolos para diversos tipos de actuaciones
periciales.
En un foro de Sanidad y Derecho celebrado en Madrid en
2013, hubo acuerdo entre los asistentes en la necesidad
de "prestigiar la pericial médica", admitiendo que para ello es
necesario reformar la actividad, regularla188. Esto ya lo había
expuesto el maestro español J. A. Gisbert un par de décadas
antes. Señaló que para que se cumpla adecuadamente la
finalidad de la peritación, "no puede realizarse de cualquier
forma, sino que ha de someterse a unas normas e inspirarse
en unos principios fundamentales"189. Además, Edmond et
al. plantean con mucha razón que "la adherencia (del perito)
a reglas formales ayudará a los abogados (y otros) a
comprender y evaluar racionalmente la evidencia"190.

La norma, guía, protocolo o como se llame —si existe— ha


de ser entendida a mi juicio como la base o plataforma
mínima para nuestra tarea, pero jamás como el techo (el cual
está dado por el conocimiento científico afianzado). Y si bien
algunos colegas todavía se resisten a estandarizar procesos
y abogan por la aplicación del "sentido común", sabido es
que ese sentido es el menos común de todos. Personalmente
no reniego de su real utilidad y pertinencia, pero entendido
como un recurso complementario, no exclusivo.
Todos quienes realizamos peritajes debemos entonces
verificar si —para nuestro campo de actividad pericial—
existe alguna normativa o guía técnica (sea local, nacional o
internacional), cuya aplicación tenga el carácter de
obligatoria o facultativa. Asimismo, los litigantes y jueces
deben también prestar atención a esas regulaciones, ya que
(en caso de haberlas) les serán de enorme utilidad para
reconocer cuándo el trabajo del perito ha cumplido con lo
mínimo que le es exigible desde el punto de vista técnico,
artístico o científico.
En lo relativo a la medicina legal, ciencias forenses y demás
materias propias del ámbito, en Chile la ley otorga al SML la
función de "Ejercer la tuición técnica de los organismos y del
personal profesional o de otra índole que participen en la
realización de peritajes médico-legales, en el ámbito público
o privado, a través de la dictación de normas de aplicación
general que regulen los procedimientos periciales que
efectúen, o los que sirvan de base para ellos"191.
Si bien es curioso que el legislador haya permitido que el
SML pueda de alguna manera desempeñarse como "juez y
parte" al definir los criterios de actuación no solo de los
peritos de su repartición, sino también, de cualquiera que
ejerza la actividad en el área a nivel nacional, lo cierto es que
este organismo ha dictado (y modificado a la fecha) varias
normas.
Lamentablemente no todas ellas han reflejado un trabajo
acucioso que permita que la regulación se condiga con los
conocimientos científicos afianzados al momento de su
elaboración o que la norma resulte aplicable a la realidad
local. A modo de ejemplo, el denominado "Instructivo y
Normativa técnica pericial para la realización de la autopsia
médico legal" emitido el año 2002192 —y modificado recién
en 2013— no fue otra cosa que una copia textual de la
versión en español de la normativa europea. Si bien a
priori ello pudo ser considerado como una fantástica decisión
(nos autoimponíamos un estándar de trabajo europeo), lo
cierto es que no reflejó otra cosa más que la desidia de
diseñar una norma propia, atingente a nuestro medio. Y la
consecuencia obvia fue que las disposiciones allí contenidas
sistemáticamente no eran cumplidas. Peor aún, muchos
peritos del propio SML ni siquiera conocían la existencia de
esa y otras normas vigentes193.
Algo similar ha ocurrido con la guía técnica pericial sobre
agresiones sexuales, la cual ha sido modificada dos veces
desde su primera versión del año 1999194. En la última
publicada en el segundo semestre de 2016, el SML procuró
evacuar un documento que tuviese el respaldo de otros
organismos, incluyendo al Ministerio de Salud, el Consejo
Nacional de la Infancia, el Ministerio Público y la UNICEF.
Pese a ello (o quizás, como consecuencia de ello) la
normativa evacuada se desvió en muchas partes del ámbito
forense y en varios pasajes terminó otorgando un enfoque de
tipo clínico, que no se condice y escapa a la competencia del
perito. Además, estableció una serie de exigencias sobre los
recursos físicos, humanos y materiales con los que se debe
contar para poder llevar a cabo una evaluación pericial en
este campo. Si bien ninguna de tales exigencias es
inapropiada (por el contrario, son ideales), lo cierto es que
hoy por hoy en el país no hay un solo recinto de salud (sea
público o privado) ni tampoco oficina del SML que cumpla
todas ellas.
Habida cuenta de lo señalado hasta acá, cabe indicar que
las normas emitidas por el SML que a la fecha se encuentran
plenamente vigentes son las siguientes:

 • Procedimientos técnicos para uso del Sistema


Nacional de ADN (Resolución exenta Nº 1.506, año 2009).
 • Instrucciones y normativa técnica sobre exámenes
de alcoholemia (Resolución exenta Nº 8.833, año 2010).
 • Normativa técnica sobre pruebas para la
determinación de paternidad (Resolución exenta Nº 92, año
2012).
 • Guía técnica Peritaje de sexología forense para
personas trans e intersex (Ord. circular Nº 1.297, año 2012).
 • Guías de procedimientos de Tanatología del Servicio
Médico Legal (Resolución exenta Nº 3.363, año 2013).
 • Guía normativa técnica pericial Psiquiatría y
Psicología Médico Legal (Resolución exenta Nº 8.083, año
2015).
 • Guía técnica pericial para atención de víctimas de
violencia sexual (Resolución exenta Nº 3.849, año 2016).
 • Normativa técnico pericial para pericias toxicológicas
en conductores (Resolución exenta Nº 2.675, año 2018).

En otras áreas del ejercicio pericial en Chile hay


instituciones públicas que han ejercido atribuciones similares
a las del SML, dictando normas para la ejecución de peritajes
en materias propias de su competencia. A modo de ejemplo,
el ISP publicó en 2011 una "Guía de Pericias Químicas en el
Marco de la Ley Nº 20.000"195, en tanto que el LACRIM de la
PDI elaboró un instructivo en el que da a conocer "las
principales funciones, equipamiento y servicios entregados
por el personal que se desempeña en los distintos
laboratorios... a nivel nacional"196.
Existen también organismos privados que elaboran
normas, tanto a nivel nacional como internacional. Es así
como en temáticas médico-legales algunos instructivos
surgidos del Instituto de Normalización Nacional (INN) y de
la Organización Internacional de Normalización (ISO) tienen
aplicación, por ejemplo197:
 • Norma ISO/IEC 17025:2005198.
 • Norma ISO 18385:2016.
 • NCh 3248 "Requisitos de aseguramiento de la
calidad para laboratorios que elaboran bases de datos
de ADN forense".
 • NCh 3249 "Requisitos complementarios para la
acreditación de laboratorios de ensayo de ciencias
forenses".
 • NCh 3250 "Requisitos de aseguramiento de la
calidad para laboratorios de análisis forense de ADN".
La ISO también viene desarrollando desde 2013 varias
otras normas para guiar diversos aspectos de la práctica
forense199.
Junto con lo anterior existen pautas de trabajo en temas
específicos. Por ejemplo, en lo referente a "la investigación y
documentación eficaces de la tortura y otros tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes", los países integrantes
de la ONU disponen del denominado Protocolo de Estambul
(documento de carácter no vinculante, pero que se encuentra
suscrito por Chile). En Estados Unidos el Departamento de
Justicia emite y revisa periódicamente protocolos de
actuación (ej. para la atención de adolescentes y adultos que
denuncian un delito sexual200); además, desde el año 2013
una entidad de su dependencia llamada National
Commission on Forensic Scienceviene desarrollando una
serie de normas que son de acceso público201. En Europa la
ENFSI (European Network of Forensic Science Institutes)
dispone de guías y manuales de buenas prácticas, también
de libre acceso202. Similar situación ocurre en Brasil, nación
en la cual el Consejo Federal de Medicina ha emitido
variadas disposiciones y normas para el ejercicio de la
actividad pericial203. En fin... son varios los Estados
(ej. Argentina, Colombia, Cuba, Escocia, India, Inglaterra,
Nicaragua, Panamá, Perú, Unión Europea) que han
elaborado guías técnicas para la realización de autopsias
médico-legales y otros procedimientos periciales del área204.

Autonomía e imparcialidad

Estas propiedades van íntimamente asociadas una con la


otra. En términos prácticos implican que el trabajo pericial
debe estar basado exclusivamente en la evidencia científica
(o fundamentos técnicos, artísticos o prácticos) aplicables al
caso que es analizado, sin omitir información relevante y con
total independencia de la teoría que plantea quien lo haya
solicitado205.
El perito "se debe a su ciencia, conciencia y ética" y en
ningún caso es abogado de las partes. Su único compromiso
es con la verdad, por lo que le corresponde brindar una
asesoría "con visión binocular", incorporando tanto lo que
pueda favorecer como lo que sea susceptible de perjudicar a
cualquiera de las partes206. Deberá saber "que con su
informe una de ellas puede ser beneficiada a costa de
perjudicar a la otra, lo cual es ajustado a derecho, siempre y
cuando no existan móviles distintos al buen hacer, que
pretendan perjudicar o beneficiar..."207. Consecuentemente y
siguiendo los dichos del maestro argentino Nerio Rojas:

Disposiciones legales, tanto nacionales como extranjeras,


reafirman lo anterior. Cabe citar, por ejemplo, las siguientes:

 • "Los informes deberán emitirse con imparcialidad,


ateniéndose a los principios de la ciencia o reglas del
arte u oficio que profesare el perito"208.
 • "... prestará juramento o promesa de decir la verdad
sobre lo que fuere preguntado, sin añadir ni ocultar
nada de lo que conduzca al esclarecimiento de los
hechos"209.
 • "Los peritos del Laboratorio de Criminalística
cumplirán los cometidos que le encomienden los
tribunales, con absoluta independencia respecto de
los funcionarios superiores de Policía de
Investigaciones de Chile y darán cuenta de ello
directamente al juez que le haya encomendado la
diligencia"210.
 • "Los peritos actuarán bajo la autoridad y mando
inmediato del Ministerio Público de la Federación, sin
perjuicio de la autonomía técnica e independencia de
criterio que les corresponde en el estudio de los
asuntos que se sometan a su dictamen"211.
 • "Al emitir el dictamen, todo perito deberá manifestar,
bajo juramento o promesa de decir verdad, que ha
actuado y, en su caso, actuará con la mayor
objetividad posible, tomando en consideración tanto lo
que pueda favorecer como lo que sea susceptible de
causar perjuicio a cualquiera de las partes"212.
Un hecho digno de destacar es que la autonomía de la labor
pericial —que estaba consagrada en el antiguo reglamento
orgánico del SML213— fue eliminada en la redacción del
actualmente vigente214. El artículo 6º de la antigua norma
disponía explícitamente que: "Los médicos legistas y demás
personal técnico gozarán de la más absoluta autonomía en
el estudio e interpretación de las cuestiones que se sometan
a su conocimiento, respondiendo personalmente de los
informes que emitan".
La autonomía de la labor pericial conlleva la prerrogativa
(pero a la vez, responsabilidad) que tiene el perito de decidir
libremente y sin presión de ningún tipo, cómo ejecutará la
tarea encomendada y qué informará en su peritaje. De lo
anterior se desprende —por ejemplo— que, si considerase
de acuerdo con su criterio científico que para la emisión del
informe se necesitan estudios complementarios, está
facultado para solicitarlos sin necesidad de consulta o
autorización previa del requirente. Con todo, los derechos del
perito no son ilimitados en cuanto a los medios que quiera
emplear para su diagnóstico. En general el criterio
deontológico y legal es el de no poder obligar al examinado
a someterse a pruebas o procedimientos dolorosos o
peligrosos215. De este modo (por dar un ejemplo), aun
cuando el análisis histopatológico es el gold standard para
precisarlo, a nadie se le debiese ocurrir plantear la
realización de una biopsia para definir si una aparente lesión
perianal antigua es o no una cicatriz.
Lamentablemente algunos litigantes, acostumbrados a
visualizar utilitariamente la labor pericial y bajo la errada
creencia que un peritaje de parte debe favorecerles, no
comprenden este principio y a veces pretenden
impropiamente incidir en el trabajo pericial (Figura 1.7).

Figura 1.7: Correo electrónico que evidencia la falta de comprensión


de algunos litigantes respecto de la autonomía del trabajo pericial

En mis años de ejercicio profesional me ha tocado recibir


varias solicitudes similares a lo ejemplificado. Si bien, dada
mi condición actual de perito privado pudiera pensarse
(prejuiciosamente) que es un vicio en el que incurren
exclusivamente las defensas, lo cierto es que en mi
experiencia otros intervinientes también caen en ese tipo de
malas prácticas. Recuerdo un caso en el cual un querellante
me solicitó un peritaje con el objeto de precisar la causa de
muerte de una persona y si esta pudo ser generada o
facilitada por eventual(es) falta(s) a la lex artis. Tras el
respectivo análisis, se concluyó que la causa de muerte fue
una reacción alérgica severa denominada anafilaxia y que en
las atenciones brindadas no se apreció la existencia de faltas
a la lex artissusceptibles de ser vinculadas causalmente con
el deceso. A los pocos días el abogado me envió un correo
electrónico en el que solicitaba que el informe "solamente se
pronuncie sobre la causa de muerte, y no sobre las
eventuales existencias de faltas a la lex artis". La intención
detrás de ello era bastante obvia: pedir un informe a otro
perito, esperando que coincidiera conmigo respecto de la
causa de muerte, pero que discrepara sobre la no
concurrencia de malpraxis. Obtenido ello (si yo hubiese
accedido a su petición) el querellante habría quedado en
condiciones óptimas para presentar como prueba ambos
peritajes. Y mi actuar pericial se habría comprometido
significativamente, ya que difícilmente habría podido
sostener en juicio mi postura sobre la inexistencia de faltas a
la lex artis porque ello no habría constado en mi informe. En
definitiva, lo que ese querellante deseaba era un "peritaje a
la carta".
Ahora bien; el abogado puede plantear todas las peticiones
que estime. Pero —bajo el principio de la autonomía— es el
perito quien decide a qué accede y a qué no. El problema
surge cuando peritos que no tienen cabal comprensión y/o
no están correctamente empoderados de su rol, acceden a
solicitudes impropias como las comentadas.
Cuando un litigante pide que se modifique el fondo de un
peritaje y —más aún— cuando un perito accede a ello, se
olvida que el que concurrirá eventualmente a juicio oral y
jurará o prometerá decir verdad es el perito. Y aun cuando
esa instancia no llegue a verificarse, quien está expuesto a
la comisión de delitos tales como falsificación de instrumento
u obstrucción a la justicia es fundamentalmente el perito, NO
el abogado216.
Otra área de la labor pericial donde el principio de
autonomía cobra especial relevancia, son aquellos casos de
peritajes "institucionales" o cuando se contempla la
participación simultánea de varios peritos.
En el primero de esos escenarios, es dable (y
eventualmente adecuado) plantear la posibilidad que previo
a su emisión, la pericia reciba el Vº Bº de algún supervisor.
Con todo, el acto pericial sigue siendo intrínsecamente
autónomo. En consecuencia y salvo que concurran
circunstancias muy excepcionales (véase Capítulo 5), solo quien
ejecutó la labor que se solicitó es el habilitado para ser citado
en calidad de perito, en tanto que cualquier otro funcionario
que haya firmado el peritaje tendrá (a lo más) la categoría de
testigo. En Chile esta situación quedó muy clara tras el
denominado "Caso Bombas" en el cual nueve Carabineros
reconocieron en el juicio oral que los informes periciales por
los cuales prestaron declaración no habían sido suscritos por
ellos. El hecho fue ponderado drástica y tajantemente por el
tribunal, afirmándose en el veredicto: "El actuar de los
efectivos policiales que no suscribieron sus pericias
constituye una infracción grave a su obligación de asumir la
responsabilidad por sus actuaciones..."217.
Si bien la solicitud de un peritaje puede efectuarse a una
persona jurídica (Colegios profesionales, Academias,
Universidades, etc.), "la ejecución material del mismo
corresponderá siempre a una persona" 218quien se
hará responsable de su contenido219, cuestión que, por lo
demás, fue establecida ya en los primeros textos del área
publicados el siglo XIII (véase Capítulo 2). Se ha de concluir
entonces que la emisión de un informe pericial es siempre
una acción personal. No cabe bajo ningún pretexto plantearla
como una respuesta institucional que pueda ser suscrita por
cualquier funcionario, independientemente de la jerarquía
que detente en la respectiva organización.
En la segunda instancia y aplicando un ejemplo de mi área,
ocurre con relativa frecuencia que un querellante o defensor
solicite que un perito participe junto con el funcionario del
SML en una diligencia de exhumación o repetición de
autopsia. Si bien hay colegas que se involucran en peritajes
como los mencionados, mi postura personal sobre el tema es
no aceptar nunca encargos de ese tipo, por cuanto resultan
incómodos tanto para el perito que actúa a petición del fiscal
como para quien lo hace a solicitud de alguno de los otros
intervinientes. En efecto, la pregunta a plantear en ese
escenario es: ¿quién está a cargo?
Pienso que nadie debe comprometerse a realizar un
peritaje de esta u otra naturaleza si solo se le permite ser un
mero observador220. Tampoco si —estando eventualmente
autorizado a intervenir— se le faculta a hacerlo solo tras la
actuación de otro perito (acción que per se puede generar
modificaciones significativas e irreversibles en el estado del
sujeto u objeto que está siendo sometido a peritaje). Siendo
la labor pericial un acto eminentemente autónomo, como
perito DEBO estar a cargo. Por tanto, cualquier circunstancia
que me impida ejercer cabalmente lo anterior incide en la
metodología de trabajo y resulta —a mi juicio— motivo más
que suficiente para excusarse de participar en la diligencia.
Respecto ahora a la imparcialidad, en la práctica se
observa que es una fuente más de conflictos en la labor
pericial. Lamentablemente no todos los profesionales que se
involucran en este tipo de actividades comprenden o adoptan
este principio en su ejercicio. Por ejemplo, un colega chileno
y exfuncionario del SML escribió hace poco más de una
década en un foro de especialistas lo siguiente: "... se me ha
copado el seso en varias ocasiones intentando dejar de lado
mi postura, tradicionalmente apoyando a la fiscalía y ahora
apoyando a la defensa. Al fin, el perito va a obtener una sola
visión; si le conviene a la parte que lo contrata, la resaltará,
de lo contrario, la hará... palidecer profesionalmente". Cabe
acá traer nuevamente a colación los dichos de Brent. E.
Turvey y W. Jerry Chisum221:

Otro tema de particular relevancia en torno a la


imparcialidad pericial, es el rol que pueda ser asignado a los
tratantes. En el área médica (como también en la psicología
u odontología) un litigante fácilmente puede confundirse y
creer que el mejor perito es quien ha atendido al paciente,
dado que es el profesional que mejor lo conoce. Sin
embargo, como lo respalda ampliamente la literatura 222,
códigos de ética223 y jurisprudencia224, jamás un tratante
debiese asumir el rol de perito (a lo más podrá actuar como
testigo)225. Y la razón es simple: guiados por los principios
bioéticos de beneficencia y no maleficencia, todo tratante —
siempre— tenderá a ayudar a su paciente, atentando contra
la necesaria imparcialidad del perito. La inglesa Mary Pillai
aborda este tema de manera muy clara226:

Pese a lo expuesto, la participación de tratantes en calidad


de peritos en nuestro país —explícitamente prohibida en el
antiguo Código de Procedimiento Penal227— parece ser un
tema que en la actualidad los litigantes y jueces no han
abordado como corresponde. A modo de ejemplo, a diario se
presentan y admiten informes "periciales" de daño
psicológico emitidos por los profesionales tratantes 228. Es
más: los propios fiscales (incluso aquellos supuestamente
especializados) promueven que un mismo profesional se
pronuncie pericialmente sobre temáticas forenses y
cuestiones netamente clínicas (Figura 1.8).
Figura 1.8: Solicitud de informe pericial psicológico

Sería bueno entonces que se abandone cuanto antes esa


mala práctica. No en vano prestigiosas asociaciones
científicas del área la han vetado229, ya que es sabido que la
existencia o referencia a alteraciones emocionales genera un
sesgo confirmatorio en el evaluador, quien tiende a otorgar
plausibilidad a los hechos denunciados basado en
manifestaciones conductuales inespecíficas para las cuales
no se ha efectuado un exhaustivo diagnóstico diferencial de
sus condicionantes.
Otra fuente de tensión respecto del principio de
imparcialidad suele darse en el caso de peritos que trabajan
al alero de una institución u ONG que persiga fines valóricos.
De este modo —sin desmerecer su rol en la sociedad— en
mi opinión el sistema debiera evitar, por ejemplo, que
funcionarios de oficinas de protección de derechos (de
víctimas, mujeres, niños, etc.) u otras entidades análogas se
involucren en actividades periciales.
Una última cuestión por considerar sobre la imparcialidad
es la prudencia y buen criterio que debiera tener el perito al
momento de aceptar el cargo. Más allá de las causales de
inhabilitación, implicancia o recusación establecidas y
previamente detalladas, la literatura aconseja tener presente
ciertos escenarios antes de asumir la labor pericial. Por
ejemplo —en discusiones por supuestas malpraxis en el
ámbito sanitario— el perito debiese excusarse de realizar un
peritaje sobre la materia si posee o tuvo en algún momento
ciertos vínculos con el profesional querellado o demandado
(ej. profesor o alumno, compañero de curso o de rotación
clínica, coinvestigador o coautor de alguna publicación
científica). Lo mismo es aplicable si posee vínculos con la
institución a la que pertenece este (relación contractual
actual o al momento de la ocurrencia del hecho
investigado)230.

Objetividad

El perito nunca debe tener la intención de convencer al


tribunal, por muy seguro que esté de una determinada
postura. Su misión es exponer, ilustrar y aclarar al solicitante
hechos que fueron sometidos a su análisis, en tanto que es
labor exclusiva y excluyente del juez o un tribunal determinar,
de acuerdo con lo que la ley establece, si de tal apreciación
de los hechos o circunstancias se puede entender
configurado un delito, cuasidelito, agravante, atenuante, etc.
De lo anterior se coligen dos cuestiones esenciales:

 • Los peritos jamás establecen hechos


Esta consideración forma parte de nuestra jurisprudencia a
lo menos desde hace más de medio siglo: "La genuina
misión del perito es la de apreciar hechos que requieran
conocimientos especiales de algún arte, ciencia u oficio; por
consiguiente, es inaceptable la pretensión del querellante
en orden a que los peritos hagan una investigación a fin de
establecer un hecho"231. Se trata por lo demás de una
doctrina aceptada por múltiples autores y pronunciada en
sentencias de distintas partes del mundo232.
 • La ausencia de interés en el resultado judicial es
imprescindible
Lo que pase con la víctima, imputado, demandante o
demandado como resultado de la causa judicial debe serle
indiferente al perito. Lo realmente importante es que el
interviniente que ha solicitado el peritaje (y en último
término, el tribunal), comprenda el sustento metodológico y
validez de las conclusiones periciales a las cuales se ha
arribado
Muchas veces en el intento de explicar un tema puede
generarse la percepción de que, en realidad, el perito está
buscando convencer sobre una teoría en particular. El límite
entre ambos escenarios puede ser muy sutil y aun cuando el
profesor chileno Francisco Behn Kuhn promovía que el perito
debía "ser convincente sin perder objetividad" 233, a mi modo
de ver quien realiza actividades periciales no está llamado a
convencer a nadie de nada. No comparto entonces —o,
mejor dicho— disiento de lo señalado por el profesor peruano
César Higa Silva respecto que "la reputación de los expertos
se verá influenciada por el éxito o fracaso que hayan tenido
sus informes en convencer a la autoridad, lo cual tendrá un
impacto en su credibilidad futura"234.
Otra cuestión para tener presente es que los peritos no
somos robots, sino seres pensantes, pero también
emocionales. Cada uno de nosotros puede estar —en mayor
o menor medida— influido por factores externos o internos
que restrinjan su campo de visión analítica. Gunasekera et
al. lo expresan de la siguiente forma: la objetividad sin sesgos
que pretende el método científico no siempre puede
aplicarse en los contornos del sistema de justicia penal235.

Visto lo anterior y respecto de lo que se ha


denominado sesgo cognitivo, desde la época de Edmond
Locard (primera mitad del siglo pasado) se ha planeado que
el perito debiera rehusar el conocimiento de la carpeta de
investigación o expediente judicial para no verse
sugestionado. Otros autores, como Ken J. Berger y Gary
Edmond, han insistido recientemente sobre el punto236. Se
postula la posibilidad cierta que —tal como ocurre en el caso
de ilusiones ópticas— el cerebro del perito escoja el camino
que contextualmente parece más obvio, omitiendo
involuntariamente analizar otras hipótesis pertinentes.
El perito no es un mago o adivino y —como señalan Max
M. Houck y Jay A. Siegel— sin información de contexto
ninguna investigación podría ser conducida ni ningún
examen forense podría ser completado237. En esa línea el
profesor E. Guija Morales (citado por José Luis Palanco238)
sostenía en 1950 que el rendimiento de la capacidad pericial
y su aprovechamiento por la justicia dependen en última
instancia del nivel que alcance la "comprensión funcional del
suceso", previa vitalización de sus partes y unidad conjunta.
Por su parte el chileno Francisco Puga Borne indicaba —
hacia fines del siglo XIX— que "en la mayor parte de los
casos no se trata solo de comprobar un simple hecho, sino
su relación con otros, i esto hace necesario el conocimiento
de todas las circunstancias"239.
La sugestión es una posibilidad inherente a cualquier acto
humano que el perito debe y puede mitigar. Uno de los
primeros pasos para ello es abandonar las formas de análisis
intuitivo y concentrarse en lo que como científicos debemos
ofrecer: un análisis estructurado (Tabla 1.1). Otras medidas
recomendables para que el perito mantenga un alto estándar
de objetividad durante el desempeño de su labor incluyen:

Tabla 1.1: Diferencias entre un análisis intuitivo y uno


estructurado240

1. 1. No olvidar jamás su rol, lo cual le ayudará a no


involucrarse emocionalmente con el resultado de la
causa judicial.
2. 2. Prescindir de motivaciones políticas, religiosas o
ideológicas durante el ejercicio de la actividad
pericial241.
3. 3. Conceder el mérito que corresponda a los
postulados efectuados en un peritaje presentado por
una contraparte242.
4. 4. Reconocer sin tapujos limitaciones,
contradicciones o vacíos de que adolezca la prueba o
teoría de la parte que lo presenta243.
5. 5. Asumir que las conclusiones dependen de la
información disponible; si esta cambia, las
conclusiones también pueden mutar244.
6. 6. Huir de la soberbia científica y el divismo
pericial245, excluyendo argumentos de autoridad.
7. 7. Recibir de buena voluntad cualquier crítica a su
dictamen, aceptando lo que a la razón y a la verdad
convenga246.
8. 8. Jamás emitir conclusiones de índole legal (ej.
violación, homicidio, (in)imputable, discernimiento,
negligencia247, etc.).
9. 9. Evitar juicios de valor o suspicacias respecto de
cualquier otra prueba que haya sido incorporada
durante el proceso248.
Sobre este último punto, una sentencia del Tribunal
Supremo de España destaca que se debe prestar especial
atención a la crítica de una actuación profesional, evitando
convertirla en desmedida o desproporcionada. El uso de
expresiones vejatorias o inequívocamente ofensivas son
innecesarias para lograr el fin perseguido249 y las
discrepancias entre peritos son admisibles. En ese
escenario, como certeramente expresó el profesor Fernando
Verdú250:

Una buena forma de testear la objetividad es preguntarse


al finalizar el informe pericial, si las conclusiones hubieran
sido las mismas en caso de que el dictamen hubiese sido
solicitado por la contraparte251. También será importante
revisar su redacción (véase Capítulo 3), a fin de evitar que incluya
en la parte de análisis o conclusiones términos emotivos —
tales como víctima, sobreviviente, agresor— ya que estos
tienen el potencial de generar confusión, amén de que dan
por implícito que el delito ocurrió (trastocando la presunción
de inocencia). Lamentablemente en la práctica —como se
ejemplifica en la Figura 1.9— varias de las recomendaciones
aquí efectuadas son a veces desconocidas o soslayadas por
los peritos.

Figura 1.9: Expresiones subjetivas e improcedentes extractadas


de informes periciales psicológicos emitidos en Chile

Adaptación

"La falta de capacitación del jurista para entender a veces


conceptos científicos o técnicos y la falta de preparación
jurídica del perito para comprender la importancia de una
palabra, una aseveración o una duda, hace que a veces no
concurran las ideas y decisiones en una recíproca
compenetración"252.
Para evitar que lo anterior ocurra y complejice (en vez de
simplificar) la decisión judicial, "no basta con tener razones y
argumentos que sustenten nuestra posición, también hay
que saber comunicarlos"253. El perito debe entonces
adaptarse al rol que está ejerciendo y asumir que para hacer
comprensibles ciertos hechos:
 • La función pericial no es un despliegue de su
erudición ni una lección o cátedra de su ciencia,
técnica, arte u oficio254.
 • Parte de su trabajo es entender la legislación
aplicable y los conceptos jurídicos que subyacen al
litigio en cuestión255.
 •Consecuentemente, debe procurar formular sus
resultados de manera que sean útiles al proceso.

El científico debe tener cuidado de mantenerse dentro de


los límites de su experticia, sin olvidar que —tanto las
certezas, como también las dudas— deben ser transmitidas
con igual énfasis. Puede ser que no satisfaga todo lo que se
esperaba, pero a menudo se confiará más en el que
denuncia sus propios límites, que en el que tiene respuestas
para todo.
El perito ha de entender también que "El tribunal es un reino
de las leyes, no de la ciencia. La ciencia no es más que un
invitado ocasional"256. Así, quien se involucre en actividades
forenses tiene que aceptar esa realidad y las muchas
discrepancias que necesariamente surgirán. La verdad
científica no siempre irá de la mano con la verdad
procesal (véase más en Capítulo 5: "Apreciación judicial de la prueba
pericial").

Ahora bien; no puedo dejar de enfatizar que la


adaptación debe ser mutua. Si un tribunal dicta una
resolución que señala "téngase presente lo que en derecho
corresponda"... ¿cómo ha de interpretarla un perito, lego en
Derecho? Por otro lado, los abogados trabajan en un dominio
profesional esencialmente binario por naturaleza. Para ellos
la evidencia respalda o no una presunción legal. Los casos
se ganan o se pierden. En cambio, los hallazgos del científico
forense no son binarios. Rara vez los resultados pueden
plantearse a modo de blanco o negro. En realidad, lo más
frecuente es que se correspondan con alguna de las infinitas
tonalidades de gris. Dado ello es que un perito cauto,
compelido en un contraexamen a contestar "sí o no" a una
pregunta que desde su ciencia no admite ese tipo de
respuesta, no se inclinará sin más por ninguna de esas
restringidas alternativas (véase Capítulo 5). Y los abogados han
de respetar ello257.

Deberes, derechos y responsabilidades de los peritos


Como puede desprenderse de lo expresado hasta acá, los
peritos poseen una gran carga de deberes. Algunos (los
principales) se sitúan en el ámbito de la ética. Otros (muchos)
responden a normas legales. Paradójicamente, la
reglamentación ética nacional es exigua. Por otro lado, el
legislador chileno no ha tenido especial consideración al
momento de establecer los derechos de los peritos. Como se
discutirá en el Capítulo 6, la normativa existente es poco
clara en algunos aspectos, dando pie a que por la vía de la
interpretación se incurra en diversos abusos.
Tomando en consideración lo señalado por distintos
autores, la regulación nacional y disposiciones sobre la
materia existentes en otras legislaciones, la Tabla 1.2
expone los principales deberes y derechos de quienes nos
dedicamos a la actividad pericial.

Tabla 1.2: Deberes y derechos de los peritos

Con relación a la responsabilidad del perito, cabe entender


el concepto como el deber de responder, reparar, recuperar
o hacerse cargo de un acto (realizado u omitido) que ha
causado daño. Ella puede ser ponderada y perseguida desde
cuatro ámbitos que no son mutuamente excluyentes:
1. Responsabilidad ética
Es de carácter individual y el actor que sanciona es el
gremio (los pares). La Constitución de Chile dispone en su
artículo 16 que: "Los colegios profesionales constituidos en
conformidad a la ley... estarán facultados para conocer de las
reclamaciones que se interpongan sobre la conducta ética de
sus miembros. Contra sus resoluciones podrá apelarse ante
la Corte de Apelaciones respectiva. Los profesionales no
asociados serán juzgados por los tribunales...".
Pese a lo anterior, la posibilidad de sanciones como las
contempladas en otros países (ej. suspensión o cancelación
de la licencia profesional) no resulta aplicable en Chile, dado
que el decreto ley Nº 3.621/1981 del Ministerio de Justicia
quitó la obligación de pertenecer al Colegio Profesional
respectivo para poder ejercer. Por otra parte, la
reglamentación ética existente es escasa y (en mi opinión)
está —en parte— mal concebida.
En este marco cabe indicar que el Colegio de Peritos
Profesionales de Chile A.G. fue creado recién en 2016. Si
bien el artículo 43 de sus estatutos fundacionales establece
que un "comité de ética profesional conocerá de las
denuncias por malas prácticas de los asociados que incurran
en ellas, previa denuncia por escrito de la persona afectada,
o del socio que detecte la actuación inconveniente", a la
fecha (que yo sepa) no se ha promulgado aún un código
deontológico para sus asociados.
Otra entidad, el Colegio de Criminalistas de Chile A.G., sí
posee (desde meses antes de su fundación a fines de 2010)
un Código de ética, que en su artículo 7º contempla
sanciones para quienes violen los deberes y obligaciones
contenidos en él258. Con todo, la máxima pena contemplada
es la cancelación de la colegiatura (que es voluntaria), la
constancia del hecho en la hoja personal, su comunicación a
las autoridades pertinentes y publicación (no especifica
dónde). Si bien indica que en casos gravísimos se hará
denuncia judicial "en caso de ser necesario", lo cierto es que
el artículo 4º del decreto ley Nº 3.621/1981 solo le concede
la facultad de ejercicio de acciones ante tribunales a la
persona afectada.

En el caso del Colegio Médico de Chile A.G., la única norma


de aplicación específica es la contemplada en el artículo 71
de su Código de ética: "Los facultativos que desarrollen
actividades de carácter médico legal, de control o de
auditoria, deberán comunicar expresamente a la persona
involucrada en la diligencia respectiva la naturaleza de la
función que realizan y las posibles consecuencias que para
el afectado conlleve su gestión". Personalmente no comparto
el tenor de esta disposición y creo que constituye una velada
forma de corporativismo259. A mi modo de ver los únicos
encargados de comunicar actuaciones procesales a una
persona son sus abogados o directamente, el tribunal o
fiscal. Si se tratase de una investigación penal en la que se
ha solicitado un dictamen pericial, resulta al menos discutible
que el perito pueda informárselo al facultativo si el fiscal no
lo ha hecho, ya que podría considerarse una transgresión a
la obligación de mantener secreto dispuesta por el
artículo 182 del Código Procesal Penal. Además, muchas
veces la diligencia se realiza sin haber a esa altura alguien
formalizado... ¿tendría el perito entonces que contactar a
todos los médicos que participaron de la atención, sin saber
siquiera si alguno cometió una falta a lex artis? Por otro lado,
en materia civil la única instancia procesal contemplada para
el contacto entre el perito y el demandado es el acto de
reconocimiento, diligencia a la cual este último puede optar
por no concurrir si así lo quisiese260. Finalmente, si se tratase
de una actuación pericial extrajudicial, prevalece a mi
entender el secreto profesional entre el solicitante y el perito
al que este le ha encomendado la labor.
2. Responsabilidad penal

Es también de carácter individual y el actor que sanciona


es el Estado. Se contemplan acá los delitos específicos
asociados a la labor pericial (prevaricación, falso testimonio,
obstrucción a la justicia, falsificación de instrumento,
negociación incompatible). También otros tipos penales de
aplicación general (ej. usurpación de funciones261, tráfico de
órganos262) y las formas de malpraxistipificadas en nuestro
Código Penal que castigan al:

 • "... que por imprudencia temeraria ejecutare un hecho


que, si mediara malicia, constituiría un crimen o un
simple delito contra las personas"(artículo 490);
 • "... médico, cirujano, farmacéutico, flebotomiano o
matrona que causare mal a las personas por
negligencia culpable en el desempeño de su
profesión"(artículo 491);
 • "... que, con infracción de los reglamentos y por mera
imprudencia o negligencia ejecutare un hecho o
incurriere en una omisión que, a mediar malicia,
constituiría un crimen o un simple delito contra las
personas"(artículo 492);
 • "... médico, cirujano, farmacéutico, dentista o
matrona que incurriere en descuido culpable en el
desempeño de su profesión, sin causar
daño..."(artículo 494 Nº 10).
3. Responsabilidad civil
En este caso la responsabilidad es de carácter individual
y/o institucional. El actor que sanciona es el Estado. Las
disposiciones aplicables a título individual son los
artículos 2314 y 1437 del Código Civil, normas que regulan
la responsabilidad extracontractual y contractual,
respectivamente.
A título institucional, la responsabilidad civil está
contemplada en el artículo 42 de la ley Nº 18.575 (Orgánica
Constitucional de Bases de la Administración del Estado),
que establece: "Los órganos de la Administración serán
responsables del daño que causen por falta de servicio. No
obstante, el Estado tendrá derecho a repetir en contra del
funcionario que hubiere incurrido en falta personal". Así
también, si se dieran las circunstancias (ej. funcionario
público en formación; empleado privado de una empresa que
brinda servicios periciales), pudiese aplicarse lo dispuesto en
el artículo 2320 del Código Civil, que regula la
responsabilidad en el área por un hecho ajeno.
Finalmente, cabe señalar que las disposiciones contenidas
en el artículo 38 y siguientes de la ley Nº 19.966 (sobre
régimen de garantías en salud) no tendrán aplicación en el
ámbito pericial, ya que se refieren específicamente a
responsabilidad en materias sanitarias, lo cual está fuera del
ámbito forense. Además, en actuaciones periciales
extrajudiciales, puede reclamarse ante los juzgados de
policía local por la vía de la ley Nº 19.496 (del consumidor).
4. Responsabilidad administrativa

Esta forma de responsabilidad atañe exclusivamente a los


funcionarios públicos. Es de carácter individual y el actor que
sanciona es la autoridad encargada de la repartición. La
regulación está dada fundamentalmente por el Estatuto
Administrativo (ley Nº 18.834), siendo aplicables además
disposiciones contempladas en el Estatuto para los médico
cirujanos, farmacéuticos o químico-farmacéuticos,
bioquímicos y cirujanos dentistas (ley Nº 15.076), como
también, las leyes y reglamentos orgánicos de los servicios
del Estado en donde se ejecutó la labor pericial en cuestión.

Otro decálogo

En todo el orbe maestros de la medicina legal, como


también algunas asociaciones gremiales y Tribunales
Supremos, han publicado decálogos o instructivos generales
para la actividad pericial263. El conocimiento y aplicación de
esos preceptos es de suma importancia para todo aquel que
asuma el rol de perito, ya que poseen el efecto de brújula que
guía correctamente su actuar. Asimismo, resulta relevante
que los litigantes y jueces estén al tanto de ellos, ya que les
permitirá identificar oportunamente cuándo un perito se ha
desviado de su "deber ser" básico.
A continuación, tomando en consideración (entre otros)
postulados expresados por Rafael Moreno González
(México), José Aso Escario y J.A. Gisbert Calabuig (España),
Nerio Rojas y Luis Kvitko (Argentina), José de Freitas
(Brasil), Camille Simonin, Alexandre Lacassagne y Edmond
Locard (Francia), además de reflexiones surgidas durante
mis años de actividad profesional en la materia, expondré lo
que considero han de ser las diez conductas más
importantes a seguir por quienes ejercen actividades
periciales, particularmente en el ámbito científico:
1. Conocer el marco legal y las normas técnicas o
profesionales aplicables a su actividad
El conocimiento de la legislación que incide en el trabajo de
un perito es un requisito indispensable. No solo para
cumplir las obligaciones establecidas para su labor, sino
también, para comprender cabalmente el sentido del litigio
en el cual se ha solicitado su participación264. Por otra parte,
las eventuales normas o guías técnicas que existan fijan lo
mínimo que le es exigible en el desempeño del encargo. El
perito debe por tanto mantenerse al día respecto de la
legislación pertinente y toda norma técnica en vigencia. Ello
le permitirá cumplir las formalidades asociadas a su labor y
orientar correctamente su cometido, de modo tal que el
producto que se obtenga logre ser admisible y útil al
proceso judicial.

2. Ser humilde y ético para reconocer oportunamente


sus propias limitaciones
El perito debe tener claridad sobre cuáles son los límites de
su idoneidad, de modo tal de no aceptar peritajes que
excedan esos márgenes. Asimismo, si durante el desarrollo
una pericia se ve enfrentado a temas ajenos a su especial
saber que no haya podido prever, deberá hacerse cargo de
ellos de la mejor manera posible, consignando
eventualmente en su informe que aquel particular análisis
escapa a sus ámbitos de competencia . 265,266

3. Mantenerse actualizado en sus conocimientos


científicos y técnicos
El perito debe actualizar continuamente sus conocimientos,
porque la ciencia y tecnología están en permanente
evolución. Esta tarea va más allá que la esporádica
asistencia a cursos, seminarios o congresos. Implica el
ejercicio de revisar periódicamente la literatura de su
área267, sin olvidar nunca (especialmente nosotros,
hispanoparlantes) que el conocimiento actualizado no
necesariamente está publicado en nuestra lengua materna.

4. Ser consciente, honesto y transparente respecto de


las limitaciones del conocimiento científico
Pese a los continuos avances, la ciencia no tiene respuesta
para todo268 ni la tecnología es infalible. Además, métodos
que en algún momento fueron considerados válidos, hoy se
sabe que no lo son (sin que necesariamente se haya
desarrollado otro que haya probado su validez). A pesar de
lo anterior, la visión actual es que la medicina y las ciencias
forenses son todopoderosas. Eso no es así y necesitamos
aplicar en nuestro ejercicio más "humildad
epistemológica" y menos "omnipotencia forense"270. Si la
269

ciencia no permite otorgar cabal solución al tema planteado,


el perito deberá contemplarlo en su análisis y hacerlo
presente en su informe o declaración. Los operadores de la
justicia tendrán que comprender que, en muchos casos, la
respuesta científica correcta es "no podemos saberlo".
5. Recabar toda la información necesaria antes y/o
durante la ejecución del análisis pericial
El perito no es un mago o adivino. Difícilmente podrá
hacerse cargo de las materias pertinentes si no accede a
un cabal dominio de toda la información disponible y,
además, a la que sea pertinente solicitar. Lo anterior no es
otra cosa que aplicar el primer paso del método científico:
la observación. Ella no se satisface con recoger al azar lo
que solicita nuestros sentidos, sino que deberá ser
meticulosa en extremo a fin de efectuarla de forma atenta,
precisa, minuciosa, pronta, imparcial y directa.

6. Proceder con orden y método


El aporte de la verdad científica es el único compromiso al
que debe someterse el perito. Esa tarea obliga a seguir el
método cartesiano con rigurosidad y sin saltarse ningún
paso. Jamás entonces se deben adelantar conclusiones271.
El orden es esencial y también resulta importante no fiarse
de la memoria272. El propio perito procurará dividir las
dificultades del caso en tantas partes como sea posible, de
manera tal de jerarquizar los antecedentes, dirigir el
pensamiento desde lo general a lo particular, y desde lo
particular al detalle. Así establecerá el camino a recorrer
durante el análisis, asignando con discrecionalidad273y de
forma reflexiva el orden de las observaciones,
experimentaciones, verificaciones y/o correlaciones
necesarias. Si no se aparta de esa senda y mantiene
permanentemente una actitud crítica, las conclusiones
terminarán fluyendo de forma patente.
7. Asumir el estatus de forense
La actividad pericial conlleva intrínsecamente una forma de
actuar y de pensar distintas a la de un profesional o técnico
que no está cumpliendo ese rol (véase Capítulo 6: "Clínico vs.
forense). El perito no puede incurrir jamás en actos de fe, sino
por el contrario, debe aprender a dudar. Toda información
que recabe tendrá que cotejarla de manera crítica con los
hallazgos que obtenga de su evaluación, los cuales deberá
además documentar fielmente. En caso de pesquisar
evidencias, procederá que las resguarde mediante
métodos idóneos y siempre con una cadena de custodia
asociada. Si disiente de lo expresado por otros peritos,
expresará fundadamente y con respeto sus razones. Al
momento de concluir deberá guiarse exclusivamente por lo
que su ciencia (o fundamentos técnicos, artísticos o
prácticos) le permita afirmar, sin omitir información
relevante, con total independencia de la teoría que plantea
quien haya solicitado su pericia y absoluta indiferencia
respecto del resultado de la acción judicial.
8. Practicar y defender a ultranza la autonomía de la labor
pericial
La autonomía pericial es la prerrogativa que permite aplicar
con integridad el conocimiento científico o técnico al caso
sometido a análisis. El perito debe resistirse entonces a
cualquier forma de presión y denunciar a la autoridad
competente todo acto constitutivo de amenaza, apremio
ilegítimo o extorsión.
9. No emitir opiniones fuera de lugar ni conclusiones de
carácter legal
Mientras dure el proceso judicial, la única tribuna válida
para un perito es el foro. Por otra parte, la reconstrucción
judicial de los hechos investigados ha de efectuarla el
tribunal. Para ello el perito aporta medios de prueba a partir
del análisis de lo que se le ha solicitado en el ámbito de su
competencia. Nada más (ni nada menos) que eso. Que
quede claro: el perito no es juez.
10. Utilizar correctamente el lenguaje
El informe pericial debe redactarse de forma metódica,
clara, precisa y sencilla, teniendo siempre presente que irá
dirigido a una persona no especializada en la materia de su
competencia. Lograr lo anterior obliga a que el perito
suprima toda forma de lenguaje coloquial susceptible de
interpretaciones equívocas. Deberá además asegurarse
del real significado de las palabras que utiliza, explicar todo
concepto científico que deba ser incluido en el informe 274 y
prestar debida atención a la corrección gramatical del
dictamen, de modo tal que las ideas estén asociadas con
rigor lógico. Similar precaución tendrá que adoptar al
momento de rendir la prueba de forma oral ante un tribunal,
preparando con cuidado y espíritu constructivo cada una de
sus declaraciones.

El consultor técnico

Aun cuando existen diferencias en la conceptualización y


funciones otorgadas a ellos en distintos países, el consultor
técnico es —en esencia— un perito que actúa como tal, pero
sin emitir un informe pericial.
Algunas naciones lo contemplan como un recurso que las
partes pueden usar exclusivamente en el ámbito civil (ej.
Argentina, Brasil). En otros países su participación puede
darse solo en procesos penales (ej. Bolivia, Costa Rica, El
Salvador, Nicaragua, Portugal, República Dominicana). En
Chile la legislación no considera la figura del consultor
técnico. En tal sentido, cabe aclarar que este profesional (o
bien, técnico, artista o práctico) está concebido como un
asistente en su campo para las partes275, por lo cual debe
ser diferenciado del consejero técnicoque desempeña
funciones de asesoría a los jueces en materia de familia.
Sobre estos últimos, el artículo 5º de la Ley Nº 19.968
establece: "La función de los profesionales del consejo
técnico será la de asesorar, individual o colectivamente, a los
jueces en el análisis y mejor comprensión de los asuntos
sometidos a su conocimiento, en el ámbito de su
especialidad. En particular, tendrán las siguientes
atribuciones: a) Asistir a las audiencias de juicio a que sean
citados con el objetivo de emitir las opiniones técnicas que le
sean solicitadas; b) Asesorar al juez para la adecuada
comparecencia y declaración del niño, niña o adolescente; c)
Evaluar, a requerimiento del juez, la pertinencia de derivar a
mediación o aconsejar conciliación entre las partes, y sugerir
los términos en que esta última pudiere llevarse a cabo, y d)
Asesorar al juez, a requerimiento de éste, en la evaluación
del riesgo a que se refiere el artículo 7º de la ley Nº 20.066,
sobre Violencia Intrafamiliar, y e) Asesorar al juez en todas
las materias relacionadas con su especialidad".
En otros países la figura del consultor técnico está bastante
más difundida y posee un rol mucho más protagónico en los
procesos judiciales. Tanto es así que en naciones
americanas (ej. Bolivia276, Costa Rica277, Honduras278 y
República Dominicana279) y también europeas (ej. Austria280)
se contempla la posibilidad que el consultor participe
activamente en el juicio, pudiendo incluso interrogar
directamente a los peritos que declaren en la instancia.
Dada su poca difusión, en la práctica el consultor técnico es
un recurso subutilizado por los intervinientes en Chile. En mis
años de ejercicio profesional son contadas las veces en las
cuales un abogado u otra entidad me ha contactado a fin de
asistirlo en cuestiones tales como:
 • Revisar la carpeta de investigación o expediente
judicial y sugerir diligencias investigativas (entre ellas,
peritajes).
 • Colaborar en la definición de la estrategia judicial
óptima en función de una teoría del caso en particular.
 • Asesorar a un querellante antes de presentar libelo,
a fin de que no incurra en acusación o denuncia
calumniosa281.
 • Preparar el contraexamen de un perito.
 • Estar presente durante el desarrollo de un juicio oral,
a fin de brindar asistencia técnica durante los recesos.
 • Otorgar una apreciación preliminar de un caso en el
cual un abogado pretende entablar una demanda civil.
 • Brindar asesoría a las compañías de seguro o a otras
firmas que requieran opiniones técnicas282.
En lo personal, si se trata de una consultoría simple que no
requiera reuniones, desplazamientos ni la revisión de un gran
volumen de documentos, las otorgo telefónicamente sin
cobrar por la tarea. En otros casos, cobro un valor/hora
prepactado en función de la complejidad de lo
solicitado (véase Capítulo 3). La labor no incluirá jamás la emisión
de un informe escrito, ya que en ese escenario pasaría a ser
una actuación pericial extrajudicial sujeta a otras
formalidades.
En lo que se refiere a temas médico-legales, la utilidad de
un consultor técnico puede ser enorme. Pese a ello, a la
fecha las entidades competentes no han considerado
siquiera la posibilidad de recurrir a ellos. Veamos algunos
ejemplos:

 • Buena parte de los hospitales de alta complejidad en


Chile283(sean públicos o privados) tienen especialistas
y subespecialistas de llamada para asistir en casos de
urgencia. Sin embargo, NINGUNO cuenta con
especialistas en medicina legal que puedan concurrir
a practicar de forma idónea las constataciones
contempladas por el Código Procesal penal ante
delitos sexuales284y lesiones285, especialmente si se
trata de casos complejos. Consecuentemente, los
informes que se emiten —que como veremos en el
Capítulo 3 no son peritajes— con bastante frecuencia
son de mala calidad o incluso, errados. Además,
suelen perderse o destruirse evidencias por falta de
asesoría técnica al respecto. A mayor abundancia, los
recintos derrochan horas de atención clínica a
pacientes cuando los funcionarios que han emitido
esos informes son citados a declarar, lo cual pudiera
evitarse si esas actuaciones fuesen asumidas por un
consultor técnico abocado exclusivamente a esas
tareas.
 • Otra área de indudable pertinencia para un consultor
técnico en medicina legal es la gestión de riesgos en
salud en recintos asistenciales. La conveniencia de
que exista un servicio de Medicina legal en todos los
hospitales ha sido reconocida a nivel mundial 286. Si
bien es cierto en nuestro país se ha avanzado mucho
en la última década en esa materia, aún (en mi
opinión) la convocatoria y participación de médicos
legistas en ese tipo de actividades está lejos de ser
óptima.
 • Las causas por supuestas malpraxis en el ámbito
sanitario son, al igual que en otros países, una
epidemia en permanente aumento. En Chile, el
Consejo de Defensa del Estado (cuando está
involucrado un servicio asistencial de la red pública) y
la Superintendencia de Salud (en causas suscitadas
en recintos privados) asumen una activa participación
en la mediación prejudicial obligatoria de esos
procesos. Dado ello, pudiera ser muy útil que un
consultor técnico les brinde asesoría a fin de
discriminar oportunamente en cuáles causas resulta
conveniente llegar a acuerdos y en cuáles otras esa
opción no es la mejor alternativa desde el punto de
vista del consultor. Actuar de esa forma disminuiría en
mi opinión la tasa de mediaciones frustradas, a la vez
que permitiría un significativo ahorro de recursos para
el Estado evitando procesos judiciales inconducentes
y eventuales condenas millonarias contra entidades
públicas por concepto de indemnización de perjuicios.

La experiencia, la evidencia científica y la tecnología

En el mundo del Derecho es muy frecuente que los


operadores de la justicia tiendan a sobrevalorar la
experiencia como una cualidad fundamental de un perito. De
hecho, no es raro que una de las preguntas de acreditación
durante un juicio sea: "Usted, ¿cuántas pericias ha
efectuado?" La respuesta puede ser impresionante: "20.000
peritajes". Lo que nadie (o muy pocos) reparan, es que esos
20.000 peritajes pudieran haber estado siempre —o desde
hace un buen tiempo— mal hechos...
Las potenciales razones son varias. Por una parte, debe
contemplarse el olvido de las materias con el paso del
tiempo. En el caso de la medicina está demostrado que los
conocimientos clínicamente importantes se
deterioranrápidamente tras finalizar la carrera y/o el periodo
de formación especializada. Por otro lado, está el continuo
cambio que experimenta el saber en materias científicas. El
Dr. Sydney Burwel, decano en su momento de la Facultad de
Medicina de Harvard, les decía a sus alumnos: "la mitad de
lo que usted ha aprendido como estudiante de medicina se
demostrará dentro de 10 años que está equivocado. Y el
problema es que ninguno de sus profesores sabe qué mitad
es"287.
Otros estudios refuerzan de forma indirecta lo recién
mencionado. Por ejemplo, una investigación de Southern et
al.evidenció que los pacientes al cuidado de médicos con
más años de práctica (superior a 20 años) se asociaban a un
tiempo de hospitalización y riesgo de muerte mayor en
comparación a pacientes cuidados por médicos con 0 — 5
años de práctica, concluyendo que se debían tomar medidas
para mantener la destreza de los médicos al cuidado de
pacientes internados288.
Ahora bien; no solo el conocimiento científico es dinámico.
Las leyes son continuamente sometidas a cambios por el
legislador. Modificaciones que a veces son significativas y
obligan a actualizar la forma en que se solía hacer un
procedimiento médico-legal o a incorporar dentro del análisis
pericial parámetros y conceptos jurídicos nuevos. Ya en 1928
Antonio Piga y Pascual afirmaba289:

Visto lo anterior, un médico que ejerce el rol de perito


guiado solo por su experiencia, habilidad e intuición clínica,
tarde o temprano terminará aportando conclusiones
científicamente obsoletas. O bien, desajustadas al marco
legal.
Hace algunos años una colega declaró en juicio oral que,
en 20 años de ejercicio profesional, jamás había visto que un
peatón arrollado por un ciclista falleciera. Dos días después,
a metros de su lugar de trabajo, ocurrió justamente esa
situación. Como bien señala C.M. Cooley, "si bien la
observación casual es un aspecto del método científico, no
es suficiente por sí sola para estructurar inferencias válidas
y confiables"290. Por eso, reconociendo que la experiencia
puede resultar valiosa, no constituye per se conocimiento
necesariamente válido ni generalizable.
Similares problemas se presentarán con aquel científico
que ingresa a una institución donde se realizan peritajes y
comienza allí a "aprender haciendo". Aun cuando esta visión
es resistida por algunos291, personalmente soy de la idea de
que en ese escenario —si no concurre una correcta
supervisión— termina cumpliéndose el dicho "donde fueres,
haz lo que vieres". Así, se propicia eventualmente tanto la
transmisión como perpetuación en el tiempo de malas
prácticas y conocimiento añejo.
Mi postura está avalada por otros autores292 y los
resultados del reporte publicado por la National Academy of
Sciences (NAS) de Estados Unidos en 2009293, documento
que —por la importancia de sus hallazgos y
recomendaciones— todo abogado y perito debiese
conocer294. El punto además es tratado de forma muy clara
por John Gall y Jason Payne-James, quienes dan cuenta que
el aprender haciendo es una de las fuentes frecuentes de
error en materia pericial. Señalan esos autores: "Tomemos
por ejemplo el caso de un médico más joven e inexperto que
sigue el consejo de un médico con mayor experiencia. Si la
información y sugerencia que provee este último es
incorrecta y el médico más joven no investiga por sí mismo
las bases científicas de ese 'conocimiento', puede ocurrir un
error. La equivocación además tiene el potencial de
propagarse, en la medida que el profesional junior se vuelva
senior y transmita a otros ese saber"295.

Por otra parte, algunos creen (equivocadamente) que para


dar sustento a sus apreciaciones periciales basta con revisar
algún texto clásico296. Así, desempolvan viejos libros y a
partir de ello sienten que han cumplido con otorgar bases
científicas a sus dichos. Sin desmerecer en nada el enorme
aporte de grandes maestros en la historia297, lo concreto es
que el conocimiento científico está en constante cambio. Eso
el perito no debe olvidarlo.
Producto de todo lo anterior, se siguen enseñando en
cátedra y ventilando en tribunales conceptos o metodologías
alguna vez descritas, pero que han perdido su validez
científica. Solo por nombrar algunos ejemplos:

 • La estimación de la data de muerte de un cadáver a


partir del contenido gástrico298.
 • Los signos de pederastia descritos por Tardieu y
otros mitos en sexología forense299.
 • El denominado espasmo cadavérico, fenómeno que
fijaría la última actividad vital del occiso300.
 • La progresión de la rigidez cadavérica a partir de la
denominada "ley" de Nysten301.
La medicina legal está llena de "conocimiento" desarrollado
a partir de presunciones erróneas, que —con el tiempo—
alcanzaron el estatus de hechos irrefutables302. Y seguimos
repitiendo conceptos empíricos sin que necesariamente haya
concurrido una rigurosa y necesaria evaluación científica de
ellos303. El inglés William Hunter advertía en 1783 algo que
aún es contingente304:

Los intervinientes y jueces deben entonces tener presente


que el auxiliar de la justicia más peligroso es el perito
ignorante. Su enorme potencial de daño radica en que él
mismo no sabe que no sabe, haciendo además oídos sordos
a todo argumento en contrario. Y como no sabe que no sabe,
pareciera que sí sabe. No está falseando conocimiento de
manera intencionada; tampoco transmitiendo información
tendenciosa. Sencillamente está equivocado. Pero, como
posee la genuina convicción de que lo que está afirmando es
correcto, frecuentemente otorgará plena certeza a sus dichos
y podrá parecer muy creíble.
Peor aún: si sus conclusiones son categóricas serán muy
útiles para los jueces, quienes se verán tentados a darles
mayor valor en desmedro de los dichos de otro perito que —
aportando el conocimiento científico actualizado— llegue a
afirmar que la situación sometida a análisis no es susceptible
de pronunciamientos certeros o inequívocos. Más aún si este
último se atreve a contradecir el conocimiento que —durante
años, a veces décadas— jueces escucharon de parte de
peritos bajo el rótulo de "la verdad científica".
Insisto entonces: alguien puede haber efectuado miles de
pericias y tener gran experiencia, pero si no tiene estudios
que le otorguen idoneidad ni se mantiene actualizado a los
cambios en el conocimiento científico, sus dictámenes corren
el riesgo de contener errores sistemáticos. Por tanto,
retomando el concepto de perito otorgado al inicio de este
capítulo, cabe afirmar que —si bien un adecuado balance
entre saber y práctica es siempre conveniente— en materias
periciales científicas (como la medicina) resulta necesario
priorizar siempre los conocimientos por sobre la experiencia.
Bien dijo el maestro francés Alphonse Bertillon hace más de
un siglo:

Esto último no es antojadizo. En mi campo profesional el


paradigma actualmente vigente es la medicina basada en
evidencias (MBE)305, lo cual incide no solo en aspectos
relativos a la atención clínica de pacientes, sino también, en
el terreno pericial. Si bien —como en todo orden— la MBE
tiene sus detractores, muchas de esas críticas provienen de
personas que no conocen en profundidad sus principios y
postulados. Además, parte del desprestigio surge por la
influencia de la industria farmacéutica en las investigaciones
y en las guías de práctica clínica306, situación que, muy a mi
pesar, hay que reconocerla hidalgamente como un hecho de
la causa.
Sin embargo, manteniendo los debidos resguardos y —
sobre todo— la actitud crítica permanente que ha de ser
intrínseca a la actividad pericial, creo que es posible afirmar
sin arrogancia que la MBE posee plena aplicación para
cuestiones forenses. Basta ver los trabajos de Sana Loue307o
Michael D. Freeman308, pioneros en destacar la importancia
del uso de las herramientas de la MBE en materias periciales.
Autores como los canadienses Christopher M. Milroy y
Michael S. Pollanen reconocen también la especial
importancia de la MBE en la labor pericial médica309, en tanto
que el norteamericano Simon A. Cole310hace una interesante
correlación entre las bases conceptuales de la MBE y los
fundamentos de los denominados "Criterios Daubert" (véase
Capítulo 5) empleados en Estados Unidos y otros países para
ponderar la credibilidad de la prueba científica admitida a
juicio.
Ahora bien; sabido es que en la actividad pericial se debe
rehuir de cualquier dogma. Atendido ello, resulta necesario
indicar que la MBE no es una camiseta. Tampoco un
abracadabra o mandato impositivo que impida aplicar la
razón. No practica MBE quien procede como un mero
transcriptor de artículos de internet, sin mediar un análisis
crítico de la información ni evaluación razonada de su
pertinencia para el caso. Tampoco quien reemplaza la
anamnesis y el criterio clínico (por el contrario, ambos son
imprescindibles para llevarla a la práctica). Menos quien
actúa como mero repetidor de lo que piensen otros (que no
es lo mismo que informar y aplicar lo que otros
demostraron...). La MBE son herramientas que todos en
medicina, algunos más otros menos, algunos sin saberlo
incluso... todos utilizamos en nuestra praxis actual, sea
clínica o forense.
En el área pericial el uso de la MBE se enfocará a un caso
y no a un paciente en particular, pero los principios que la
sustentan tienen idéntica forma de aplicación que en ámbito
clínico:

 • Si la pregunta es relativa a causalidad (¿la víctima


falleció producto de la puñalada o como consecuencia
de una sepsis porque no lo operaron), analizaremos
riesgos reportados en ensayos clínicos, estudios de
cohorte o caso/control.
 • Si se consulta sobre pronóstico (¿quedarán secuelas
de sus lesiones? ¿cuáles?), buscaremos estudios de
cohorte o caso/control.
 • Si se pregunta sobre diagnóstico (¿fue tardía la
pesquisa de un cáncer?), revisaremos estudios de
corte transversal tipo test diagnóstico.
 • Si se plantea una duda terapéutica (¿se ajustó el
tratamiento a la lex artis?), procuraremos conocer si
hay metaanálisis o ensayos clínicos sobre la materia.

¿Qué resulta del proceder descrito? En términos ideales,


una conclusión pericial sustentada en el conocimiento
científico afianzado y no solo en una apreciación personal.
Es cierto: seguramente la mayor parte de los abogados no
haya visualizado jamás la importancia y potencial que tiene
la MBE para la prueba pericial y —menos aún— para la labor
judicial. No es mi interés entonces complicarlos ni otorgar
lecciones detalladas sobre los principios de la MBE, ya que
eso da para otra publicación. Lo que sí me importa destacar
acá es que no todos los conocimientos tienen igual validez.
En la búsqueda de la mejor evidencia científica disponible,
es necesario otorgar un valor jerárquico. Para ello se han
desarrollado múltiples propuestas de clasificaciones, buena
parte de las cuales se preocupa de agrupar el conocimiento
según niveles de evidencia y grados de recomendación311.
Lo relevante es que la opinión de "expertos" —tan
importante para algunos en el mundo del Derecho— es
considerada por regla general como el nivel de evidencia
científica más bajo. O sea, siguiendo los postulados de David
Sackett, la "peor, la más mala o la menos buena".
El mensaje que busco es simple: la mera experiencia o el
cartel de "experto" poco aportan a la actividad pericial, si no
van acompañados de una correcta revisión de la literatura
científica aplicable a la cuestión sometida a análisis312.
El llamado entonces es a activar las alertas ante
expresiones que vertemos frecuentemente en el marco de
una prueba pericial, tales como "yo creo...", "yo
pienso...", "en mi opinión...", "en mi experiencia...". Lo que
vendrá a continuación será, necesariamente, algo subjetivo.
Algo que es justo lo que no se espera de un perito313. Algo
que al tribunal simplemente no le interesa (o en rigor, no
debiera interesarle)314.
No habría problema si nuestro modelo de conocimiento
fuera racionalista, pero hace rato dejamos atrás la Edad
Media. Tampoco importaría si el método válido de inferencia
científica fuese empirista, siguiendo los postulados de
Francis Bacon, John Locke o David Hume. Pero la realidad
es que hoy, luego de pasar por modelos probabilistas para la
construcción del conocimiento, nos situamos en el
paradigma del indeterminismo acorde con los postulados de
Karl Popper. O como lo expresa Fernando Lolas: "la ciencia
no trabaja con verdades, sino con certidumbres validadas por
pares". Visto así, las expresiones del perito ante un tribunal
que uno esperaría en nuestra época debieran ser: "acorde al
conocimiento científico actual, ..."; "según el estudio
efectuado por... y publicado en..." u otras análogas. Ahí el
perito estará aplicando y transmitiendo en propiedad
conocimiento científico, cumpliendo de este modo su rol.
Como bien dice el profesor F. Verdú315:

Lo anterior no significa que el perito tenga que sustentarse


necesariamente en la publicación más reciente sobre el tema
sometido a dictamen. No hay que confundirse. Lo que el
perito debe aportar son conocimientos científicamente
afianzados, esto es, aquellos difundidos y aceptados
ampliamente por la comunidad científica al momento de
ocurrencia o análisis del hecho investigado.
Tampoco ha de entenderse que la opinión de un experto
carece de todo valor. Efectivamente, si no va acompañada
de estudios que la avalen, su grado de recomendación será
bajo. Pero en aquellas muchas circunstancias en las cuales
no existe investigación científica sobre la materia sometida a
evaluación, la opinión del experto adquiere automáticamente
un grado de recomendación superior al habitual.
También es muy importante tener particular cuidado con
confiar en exceso en la tecnología. Algunos abogados y
peritos —imbuidos por el denominado "Efecto CSI" (véase
Capítulo 5)— tienden a asignar un valor casi indubitable a
peritajes en cuya elaboración se han utilizado máquinas y/o
computadoras.
Por ejemplo, el profesor de Derecho chileno Claudio Agüero
señalaba: "... en el test de ADN, en los test de sangre y en el
test de alcoholemia, básicamente el perito... aprieta dos
teclas... el peritaje esta dado por la máquina más actualizada,
si yo tengo la máquina más actualizada probablemente tengo
el mejor resultado" 316.
¡Error! No se debe olvidar que hasta ahora (por suerte,
creo) ninguna máquina se maneja sola. Siempre detrás hay
un ser humano, que puede haber incumplido los protocolos
de análisis. El perito a cargo pudo equivocarse también (por
ejemplo) al seleccionar el método o instrumento más idóneo,
al manipular la muestra o máquina y/o al interpretar los
resultados obtenidos. Incluso, no habiendo cometido falla
alguna en esos procedimientos, pueden producirse
resultados incorrectos por errores preexistentes en el
proceso de toma, resguardo o custodia de la muestra
sometida a estudio.
Alguien podría pensar: "bueno, tal vez eso pase en
instituciones pequeñas, no acreditadas y sin controles...".
Pero no: malpraxis como laindicada y otras han ocurrido en
laboratorios de referencia mundial como los del FBI317,
determinando incluso condenas a muerte y ejecuciones de
personas inocentes318.
La sofisticación que han alcanzado los análisis de ADN, si
bien positiva y útil en muchos aspectos, también ha traído
nuevos problemas. Hoy es posible —por ejemplo— que
alguien "siembre" en una escena del crimen ADN obtenido
artificialmente319. Así también, la capacidad actual de obtener
un perfil genético con concentraciones celulares mínimas en
la muestra estudiada ha abierto la puerta a errores de
interpretación que antes no existían. Como lo expresan Max
M. Houck y Jay A. Siegel: "Los análisis de ADN han llegado
a un punto de detectar más de lo que es posible interpretar
de manera fiable"320. Veamos el siguiente ejemplo:
Cabe concluir entonces que —por distintas causas— el
análisis forense de ADN no es infalible321, cuestión
contingente en Estados Unidos a partir de casos de
prisioneros exonerados en el marco del denominado
"Proyecto Inocentes"322y los hallazgos observados en el NAS
Report323. Con todo, no corresponde adoptar posiciones
polarizadas. De la misma forma en que no se debe
sobrevalorar este tipo de pruebas, tampoco hay que
subestimarlas. No es pertinente ni correcto que un litigante
llegue a pensar que habrá que pedir siempre un segundo
peritaje de ADN "para estar seguro". Ello será procedente
solo en determinados casos, por ejemplo, cuando el conjunto
de la información resulte contradictorio con el resultado del
análisis, cuando existan sospechas fundadas de alteración
en la cadena de custodia, o bien, en investigaciones
sustentadas en una confesión, respecto de la cual el
imputado posteriormente se retracta.
La excesiva confianza en la tecnología también puede
llevar a errores cuando el dictamen pericial se basa en
métodos modernos de imagenología (ej. scanner,
resonancia nuclear magnética, etc.). Sin desmerecer en
nada la contribución al conocimiento y enorme potencial del
trabajo comenzado por el suizo Michael Thali —pionero de la
llamada "Virtopsia" o autopsia virtual— la evidencia científica
actual no permite avalar la opción de reemplazar la
tradicional autopsia forense por otro método324. Es más: se
sigue recomendando la debida precaución al interpretar con
fines periciales losresultados de exámenes de imágenes 325.
Al final de cuentas, la prudencia de la que hablaban los
maestros clásicos es lo que debe seguir primando.
Ahora bien; el profesor colombiano Diego Roselli decía
insidiosa —pero muy asertivamente a mi juicio— lo siguiente:

En el mundo del Derecho las limitaciones para discriminar


el sustento científico de una pericia, sumado a la búsqueda
de un impacto comunicacional en el tribunal, determina
muchas (demasiadas) veces que los litigantes se preocupen
más por enaltecer o desvirtuar ganancialmente la figura del
perito mediante etiquetas, y se enfoquen bastante menos en
lo que en realidad importa: la validez científica de sus dichos.
Esa conducta es reprochable, ya que si el tribunal se deja
llevar puede desembocar en errores judiciales.

Los operadores de la justicia no deben olvidar que:


 • El rótulo de experto puede adquirirse meramente por
ser el único que desarrolle una determinada labor en
un lugar.
 • Un perito puede tener muy poca experiencia, pero sí
saber de lo que habla; otro muy experimentado, puede
no saber.
 • Puede tratarse de un "pseudoexperto", asumido
como tal por su currículum o lenguaje técnico (Figura
1.6).
 • Siendo un verdadero experto, no está libre de
sustentar premisas no válidas o no confiables326.
 • Experto o no, siempre habrá que atender a la
posibilidad de que los peritajes que presente sean
fraudulentos . 327,328

También será necesario prestar atención a la peligrosa y


tan manoseada etiqueta de la fama, ya que:

 • Un experto puede tener un "historial" que de algún


modo lo estigmatice, cuestión que per se no es motivo
para desvirtuar sus apreciaciones periciales.
 • La buena fama de un perito puede nublar la
capacidad de juicio del tribunal, como ocurrió en el
"caso Clark" en el Reino Unido329.
Hoy por hoy, a veces parece que importa más "quién" hace
la pericia en comparación a "qué" dice esta. Creo que es el
momento de tomar conciencia del riesgo que ello entraña y
reconocer hidalgamente que —en materia pericial— lo que
realmente importa no es quién emite una determinada
afirmación, sino el sustento científico de ella.

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Prueba Pericial, Litigación con Peritos y Medicina Legal



Tabla de Contenido
Prueba Pericial, Litigación con Peritos y Medicina Legal
PRUEBA PERICIAL, LITIGACIÓN CON PERITOS Y MEDICINA LEGAL
INICIO DE:
PRUEBA PERICIAL, LITIGACIÓN CON PERITOS Y MEDICINA LEGAL
PREÁMBULO
EL AUTOR
LOS PROLOGUISTAS
PRÓLOGO DE MAURICIO DUCE JULIO
PRÓLOGO DE CECILIA LATORRE FLORIDO
PRÓLOGO DE FERNANDO VERDÚ PASCUAL
GLOSARIO DE ABREVIATURAS
CAPÍTULO 1 ¿ESTRELLA O UN HUMILDE PEÓN?
CAPÍTULO 2 ¿USTED... ES MÉDICO LEGISTA NO MÁS?
CAPÍTULO 3 LA VEDETTE
CAPÍTULO 4 SI LO DICE EL FORENSE...
CAPÍTULO 5 SHOWTIME
CAPÍTULO 6 PAREN EL MUNDO, QUE ME QUIERO BAJAR
REFLEXIONES FINALES
GLOSARIO ALFABÉTICO

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INICIO DE:
CAPÍTULO 2 ¿USTED... ES MÉDICO LEGISTA NO MÁS?
INTRODUCCIÓN
¿MEDICINA LEGAL O MEDICINA FORENSE?
HISTORIA DE LA ACTIVIDAD PERICIAL MÉDICA
DESARROLLO DE LA MEDICINA LEGAL Y FORENSE EN CHILE
LA FORMACIÓN DE UN MÉDICO LEGISTA
ÁREAS DE COMPETENCIA PERICIAL DEL MÉDICO FORENSE
PASTELERO A TUS PASTELES

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Capítulo 2 ¿Usted... es médico legista no más?


Capítulo 2 ¿Usted... es médico legista no más?

Introducción

La medicina legal y forense es un área del conocimiento marcada por


múltiples contrastes y prolífica en mitos. Para el común de la gente,
suele generar reacciones viscerales muchas veces dicotómicas. A su
vez, para no pocos operadores de la justicia —incluso para aquellos que
cotidianamente se ven vinculados con sus materias— sigue siendo un
dominio que permanece ensombrecido entre tinieblas. En ocasiones,
poco o mal comprendido. Otras veces, sencillamente desconocido en
su verdadera esencia.

La innegable vinculación de mi especialidad con temas relativos a la


muerte propicia en algunas personas una importante cuota de morbo.
En otras en cambio, produce una sensación de repulsión. En una
reciente entrevista la Dra. Nieves Montero de Espinosa (directora del
Instituto de Medicina Legal de Granada, España) señalaba330: "Al
principio, cuando me preguntaban y decía que era forense, la gente me
miraba con cara como de asco y me decía: ¡Hija, por Dios! Así que dejé
de decir que era forense y me presentaba como funcionaria de Justicia".
Personalmente la comprendo bastante bien. De hecho, también me ha
tocado vivir situaciones en las cuales —cuando digo que soy
especialista en medicina legal— me consultan con franca expresión de
rechazo: "¿Y te gusta eso? ..."

Mirando otra cara de la moneda, la (supuesta) capacidad de los


forenses de develar ciertos "misterios" —excediendo las competencias
y habilidades de otros profesionales— resulta (al menos en teoría) algo
sumamente atractivo. La literatura, el cine y últimamente la televisión,
han visto y aprovechado ese potencial (Figura 2.1).

Figura 2.1: Series de TV inspiradas en la medicina legal (Quincy M.E.) y en


las ciencias forenses (C.S.I.)

Algunos recuerdan aún a Quincy M.E., el personaje interpretado por


Jack Klugman que brilló en la televisión de Estados Unidos y en varios
otros países durante la segunda mitad de la década de los 70s e inicios
de los 80s. De culto kitsch es la escena al inicio de cada capítulo, en la
cual destapaba un cadáver y le decía a un grupo de aspirantes a
policía: "Señores, ustedes van a entrar a la esfera más fascinante del
trabajo policial: el mundo de la medicina forense" 331. Ahora
claro; Quincy quedó a años luz de lo que muestran hoy otras series,
como Silent Witness, Crossing Jordan, y —sobre todo— CSI. Esta
última producción hollywoodense llamó la atención —a todo nivel—
sobre el rol de las ciencias forenses en la sociedad moderna, lo cual no
deja de ser positivo. Con todo —pese a exhibir cierto realismo— tuvo
como efecto colateral que se popularizara un sinnúmero de cuestiones
ficticias sobre nuestra labor (véase Capítulo 5), potenciando a su vez la
arraigada (pero errónea) creencia cultural, respecto de que los médicos
legistas solo hacemos autopsias332.

Los contrastes de la medicina legal o forense van más allá de las


reacciones que genera la disciplina o las equívocas interpretaciones que
se hacen sobre sus áreas de competencia y ámbitos de aplicación.
Lamentablemente también atañen a cuestiones de fondo que
históricamente han comprometido (y siguen comprometiendo) su
desarrollo y evolución.

Sin duda, como lo expresa Jouvencel, "la medicina forense constituye


una necesidad social"333. Está presente en todas las áreas de la vida —
las menos de las veces en relación con fallecidos334 (¡sí, las menos de
las veces!)— y se hace cargo de tareas fundamentales, entre las cuales
la más conocida es la aplicación de conocimientos médicos para la
correcta administración de justicia. Como efecto de lo anterior, coopera
en el respeto de la libertad y dignidad del ser humano, en el resguardo
(como garante) de una serie de otros derechos y en la seguridad de la
sociedad. De allí su innegable nobleza, importancia, extraordinario
mérito y trascendencia. El español José Luis Romero Palanco plantea
certeramente entonces que335:

Si bien (como se analizará) no cualquier médico debiera ejercer la


medicina legal, las temáticas médico-legales conciernen a todos los
profesionales de la medicina. Sin distingos de la especialidad del
facultativo, el tiempo de ejercicio profesional que tenga o su lugar de
desempeño, cotidianamente los colegas se enfrentan a tareas que
requieren competencias del área. A veces son cuestiones sencillas,
como emitir bien un certificado de defunción o una licencia médica.
Otras, bastante más complejas, como pesquisar y resguardar
apropiadamente rastros de un delito o efectuar denuncias en los casos
que la ley lo exige. Algo parecido pasa en el mundo del Derecho;
independientemente de si el abogado se dedica (por ejemplo) a
materias penales, civiles, laborales o de familia, frecuentemente se
cruzará en su camino la necesidad de disponer y/o interpretar pericias
del ámbito médico-legal. Así, tanto las organizaciones médicas como
las del derecho están llamadas al estudio de la medicina legal durante
sus programas de formación teórica y práctica336. Bien decía el maestro
Quiroz Cuarón: "La importancia de la medicina forense es por igual para
el futuro médico que para el futuro licenciado en derecho"337.
Habida cuenta de lo anterior y teniendo presente la favorable
reputación que en el último tiempo ha adquirido esta disciplina en la
cultura popular, la realidad a nivel de la comunidad médica, en los
operadores de la justicia y en el ámbito formativo difiere abismal y
dramáticamente con lo que uno esperaría o quisiera para el mundo
globalizado en el que vivimos. El Dr. Samuel S. Gerber, uno de los
pioneros de la medicina forense contemporánea en Estados Unidos,
manifestaba338:

Transcurrido más de medio siglo desde esa aseveración, la raíz del


problema expuesto no ha cambiado mucho. Más bien, casi nada...

José Roselló Baldó decía en 2009: "La Medicina Forense es la gran


desconocida... parece el patito feo de la profesión, a pesar de que su
función es fundamental para los ciudadanos..."339. Por su parte, al
inaugurar una actividad académica el psiquiatra y legista peruano
Moisés Ponce Malaver señalaba hace poco más de una década que "la
medicina legal ha sido tratada como la Cenicienta de la medicina, no
se la ha valorado como se merece, se la ha relegado y hasta se la ha
maltratado". La expresión "Cenicienta" ha sido utilizada también por
autores chilenos, al dar cuenta de la poca valoración que se le otorga a
la disciplina en la enseñanza universitaria y el "desconocimiento muy
grande de parte de los médicos de la importancia que tiene esta
especialidad"340.

Quiroz Cuarón ha sido más elocuente, emitiendo una opinión que —


con enorme tristeza— me veo obligado a compartir cuando contemplo
nuestra realidad nacional: en muchos círculos médicos todavía
predomina desdén para el estudio de esta materia teórica y poco
entusiasmo por su práctica, considerándola "como algo de calidad
inferior"341.

La situación expresada no es potestad ni defecto exclusivo de países


iberoamericanos. Aún en naciones con larga tradición (e incluso
históricamente vanguardistas) en lo que a medicina legal se refiere, la
asignatura no recibe actualmente la debida atención. Por ejemplo:

 • en las mallas universitarias de los estudiantes de medicina de


Alemania, es vista y ponderada como un "ramo menor"342;
 • textos editados por la U. de Oxford, señalan que "el Reino
Unido aparentemente subestima el rol de la medicina
forense"343.

El mundo de los abogados tampoco escapa al escenario descrito. Si


bien hay autores que indican que en países como Paraguay, Bolivia,
Perú, Ecuador, Venezuela, Colombia, Costa Rica, Nicaragua y Cuba la
medicina legal es una asignatura tan importante como el Derecho civil
o penal, la realidad chilena está muy lejos de ello. En efecto, el año 2003
se analizó qué ocurría con la docencia de medicina legal en las 40
facultades de Derecho que —a esa fecha— existían en el país. Y los
resultados de ese estudio descriptivo de corte transversal mostraron lo
siguiente344:

 • Un cuestionario validado fue enviado a los decanos de cada


institución y respondido por 21 escuelas (52,5% del total).
 • Medicina legal estaba presente como ramo solo en 10 de las
facultades o escuelas que respondieron el cuestionario.
 • En solo 7 de ellas correspondía a una cátedra obligatoria.
 • No fue posible establecer el número de horas promedio de la
asignatura, por disparidad de criterios en las respuestas.
 • El 72,7% de los docentes encargados del ramo eran...
abogados345.
 • Ninguno de los médicos docentes era especialista en medicina
legal.
 • Solo 6 entidades universitarias remitieron un programa de
estudios.
 • Su análisis mediante una pauta estándar reveló que los
contenidos programados abarcaban solo 25,1% de 75 materias
ponderadas.
 • 28,0% de las materias incluidas en la pauta de evaluación no
se contemplaban en ninguno de los planes de estudio.

Visto todo lo expresado hasta acá, no es de extrañar entonces que


hace un par de años la secretaria de un juzgado (abogada de profesión),
en la tarea de buscar un perito para dictaminar sobre las secuelas que
habría padecido un trabajador tras sufrir un accidente laboral, me
consultase con escepticismo: "Pero doctor... ¿Ud. es médico legista no
más?".

¿Medicina legal o medicina forense?

Uno de los factores que seguramente influye en el poco o inadecuado


conocimiento que se tiene de nuestra labor, es la escasa claridad e
incluso controversia que históricamente ha existido sobre la
denominación que ha de tener la especialidad que ejercemos.

En la actualidad muchos se siguen preguntando si ha de ser llamada


medicina legal o medicina forense. Y les encuentro toda la razón....
Durante los últimos siglos se han utilizado —en distintos idiomas— más
de 20 denominaciones diferentes para referirse a nuestra área del
conocimiento. A las consignadas en el subtítulo y que serán analizadas
acá, han de agregarse algunas que han quedado obsoletas y otras que
todavía se siguen empleando en ciertos lugares del planeta, tales
como346:
Medicina judicial Jurisprudencia médica Medicina estatal
Ciencia de la farmacéutica judicial
Medicina de la ley Medicina política Medicina criminal
Medicina judicial y social
Medicina criminalística Medicina pericial Cirugía forense
Patología forense
Biología legal Biología jurídica Medicina criminológica
Antropología médica
Medicina del derecho Medicina jurídica Medicina de los tribunales

Análisis conceptual
Como hispanoparlante creo que para intentar dilucidar si el concepto
idóneo es "medicina legal" o "medicina forense" (o si, sencillamente, son
sinónimos), un primer paso ineludible es recurrir a la acepción que
aporta el diccionario de la Real Academia Española (RAE). Al hacer el
ejercicio, se observa que "La palabra 'medicina forense' no está en el
Diccionario". Por el contrario, sí existe una definición para medicina
legal:

¿Significa lo anterior que el concepto de medicina forense es


equivocado? Al parecer, no. En efecto, múltiples son los autores que
se refieren de esa forma a la disciplina. Entre los contemporáneos es
posible citar a Ken J. Berger (Canadá), Alfonso Quiroz Cuarón (México),
Jonathan Wyatt y Jason Payne-James (Reino Unido), Manfred
Hochmeister (Austria), Guatam Biswas (India), John Gall (Australia),
Duarte Nuno Vieira (Portugal) y Eduardo Vargas Alvarado (Costa
Rica)347. En términos más históricos aparecen varios otros, por ejemplo:
Christian Gottlieb Ludwig, Johann F. Faselius, Joseph J. Plenk, George
E. Male, John Gordon Smith, Giuseppe Tortosa, Filippo Sidoti, Ernst
Platner, Gulielmus G. Bakker, Antonio Ciccone y Carlos Mora (véase
"Historia de la actividad pericial médica", más adelante).

Por otra parte, si escudriñamos un poco más en el diccionario de la


RAE, nos encontramos que sí existe una definición para médico
forense. Dicho de otro modo: en el texto panhispánico de referencia —
que además posee un carácter normativo (en la medida que regula hoy
el uso correcto de la lengua española)— no se conceptualiza la
medicina forense como disciplina, pero sí a quienes la ejercen,
otorgándoles la siguiente acepción:
Lo curioso es que el diccionario de la RAE no incluye una definición
para médico legista (más allá de señalar que en México esa expresión
es sinónimo de médico forense).

Ahora bien; en el escenario descrito resulta también llamativo que en


Chile el Servicio Médico Legal haya aludido a nuestra área de
desempeño usando el término medicina forense. Al respecto, la "Guía
normativa técnica pericial de salud mental en las áreas de psiquiatría,
psicología y trabajo social médico legal" (única de las emanadas por el
SML que aborda la cuestión) otorga la siguiente definición:

Dado que el SML es el organismo que posee la prerrogativa legal de


dictar normas de aplicación general en la materia, pudiéramos pensar
que —al menos para Chile— el tema queda zanjado con lo anterior. Con
todo, las paradojas y contradicciones terminológicas continúan si se
revisa el Decreto Nº 8 del Ministerio de Salud, de fecha 5 de febrero de
2013, que corresponde al Reglamento de Certificación de las
Especialidades y Subespecialidades médicas actualmente vigente a
nivel nacional. Allí se establece que en nuestro país la especialidad se
denomina oficialmente como medicina legal. Pese a ello —escapando
de lo estrictamente establecido en ese reglamento y también de lo
dispuesto por la norma técnica respectiva348— la CONACEM emite
(equivocadamente a mi modo de ver) certificaciones de especialista en
Medicina Legal con alguna de las siguientes menciones349: Tanatología,
Criminalística y Clínica Médico-legal350. Indudablemente, lo expuesto
propicia aun más confusión.

¿Cómo salimos de este embrollo? Tal vez el primer paso sea


comprender qué significa el concepto de forense. Recurriendo otra vez
al diccionario de la RAE, vemos que forense es un adjetivo que viene
del latín forensis y para el cual se otorgan dos
definiciones: "Perteneciente o relativo al foro", además de "Público y
manifiesto". Por su parte foro es un sustantivo —proveniente también
del latín (forum)— cuya primera acepción es: "Sitio en que los tribunales
oyen y determinan las causas"351.

Así entonces, parece que surge algo de luz en esta travesía


semántica. A priori impresiona que lo correcto es que la disciplina sea
llamada medicina legal (y quienes la poseen como especialidad,
médicos legistas), en tanto que el ejercicio de la medicina legal en los
juzgados correspondería denominarlo medicina forense (asignando el
término médico forense a quienes se desempeñan en ello). Visto de esa
manera, los conceptos en análisis poseen evidentes indicios de
sinonimia. Medicina legal tendría un matiz más bien doctrinario y teórico,
en tanto que medicina forense apuntaría a la práctica de esa teoría ante
tribunales. Dicho de otro modo:

Ahora bien; como uno de los roles del médico legista es —


precisamente— emitir informes periciales y posteriormente (en los
sistemas adversariales de justicia) exponerlos ante los tribunales, es
que algunos autores han optado por denominar esta área del
conocimiento como medicina legal y forense352.

El problema (como si no bastara con todo lo anterior...) es que en lo


cotidiano nos encontramos con médicos que cumplen el concepto dado
para forense, pero no son legistas. Pensemos por ejemplo en lo que
pasa hoy con los psiquiatras... nadie discutiría la pertinencia de sus
saberes y experticias para la correcta resolución de ciertas materias que
se ventilan en el foro (y que históricamente, eran asumidas por los
legistas). Sin embargo, en nuestro país —ni en ningún otro que yo
sepa— NO se exige actualmente para actuar como psiquiatra forense
una especialización previa en medicina legal353. Además, por obvio que
parezca: ¿posee acaso un psiquiatra las competencias para efectuar
(por ejemplo) una autopsia médico-legal o la experticia para hacer la
estimación retrospectiva de una alcoholemia?

Por otra parte, a pesar de que el SML define la psiquiatría forense


como "la subespecialidad de la Psiquiatría en la cual la experiencia
clínica y científica se aplica a contextos legales que incluyen materias
penales, civiles, laborales, correccionales, regulatorias y legislativas" 354,
el ya citado Reglamento de Certificación (Decreto Nº 8/2013 del
Ministerio de Salud) ni siquiera contempla esa subespecialidad. Peor
aun: hoy en día, no hay entidad universitaria en Chile que ofrezca un
programa de formación en esa área.

Complicando más las cosas, al verificar la pertinencia en otros idiomas


del análisis aplicado hasta acá, se aprecia que las posturas vuelven a
diferir. A modo de ejemplo, hace pocos años el australiano Roy G. Beran
analizó específicamente el tema, otorgándole un enfoque totalmente
distinto. Su planteamiento fue el siguiente355:

 • Medicina legal es la asociada a la justicia civil / sanitaria,


pudiendo definirse como la aplicación de conocimiento médico
en cuestiones relativas a legislación sanitaria y lex artis de la
práctica médica.
 • Medicina forense es la asociada a la justicia penal, pudiendo
definirse como la aplicación de conocimiento médico para
interpretar cuestiones legales asociadas a un crimen.

Llegado este punto debo manifestar que, en lo personal, nada me


importa si me llaman médico legista o forense356. Es por ello por lo
que en el desarrollo de este libro se habla indistintamente de
medicina legal o medicina forense, aceptando —como también lo
hacen otros autores— esos dos conceptos como
sinónimos (habida cuenta de los matices ya indicados).

Con todo, el hecho de que la literatura y nuestro marco legal-


administrativo entreguen visiones conceptuales equívocas y
controversiales, determina a mi juicio la imperiosa necesidad de
construir una definición operacional. Pienso que ese enfoque es mucho
más útil que exponer un listado de definiciones aportadas por otros o,
sencillamente, imponer un punto de vista personal.

Definición operacional

A fin de obtener una mayor claridad conceptual, se discutirán las


principales propiedades o características que posee la medicina legal o
forense acorde a lo mencionado en fuentes bibliográficas publicadas en
español, inglés, alemán y portugués. Lo anterior se complementará con
mi visión particular del tema.

• Formación requerida

Es opinión generalizada que esta disciplina es una especialidad


médica. Eso implica —ante todo— que quienes pueden ejercerla solo
son los médicos. En el Reglamento de Certificación vigente en Chile y
también en el único programa de formación de posgrado existente
acá, la especialidad es denominada "Medicina Legal". Con todo, a
nivel nacional hay varias vías para obtener la especialización,
apreciándose asimismo profundas diferencias entre países (lo cual
será analizado más adelante en este capítulo).

• Áreas de pertenencia

Al ser una especialidad médica, la medicina legal ha de ser entendida


como una rama de las ciencias médicas357. Como tal, tiene
incorporada a su acervo de conocimientos no solo las bases clínico-
patológicas necesarias para el actuar de todo médico, sino también,
múltiples contenidos de las llamadas "ciencias básicas" que nutren su
formación (ej. biología, anatomía, histología, química, física, genética,
farmacología, microbiología, estadística, etc.).

Si bien es cierto que un médico legista debe necesariamente poseer


conocimientos de la legislación que incide en su trabajo, además de
estar familiarizado con las reglas de la evidencia y de los procesos
judiciales, esa circunstancia de modo alguno lo transforma en una
especie de híbrido entre el médico y el abogado. A decir de Nerio
Rojas, su "carácter jurídico no debe hacer olvidar su base
esencialmente médica"358. Discrepo por tanto de lo expuesto por el
profesor chileno Osvaldo Romo Pizarro y el maestro español J. A.
Gisbert, quienes manifiestan que "la medicina legal es una ciencia
auxiliar del derecho" 359. A mi modo de ver, aceptar esa
conceptualización implicaría entender la especialidad como una
ciencia en sí misma, independiente de su raíz médica y (por tanto)
susceptible de ser estudiada, ejercida o enseñada por cualquier
profesional.

Ahora bien; el hecho de que una tarea habitual del médico legista sea
destinar buena parte de su actividad profesional a deponer
dictámenes periciales ante tribunales, le otorga a la especialidad un
sentido de pertenencia que excede el campo de las ciencias médicas.
Así, la potestad de ejercer ante tribunales —cuestión que en la
práctica se materializa a través de la emisión de un peritaje de su
competencia— hace que la disciplina también forme parte del amplio
y heterogéneo grupo de las denominadas ciencias forenses360. Al
respecto, habiendo aclarado antes que el término "forense" es un
adjetivo, cabe indicar que:

361362

• Misión

El mundo de la medicina difiere enormemente del Derecho. "La


mentalidad médica está muy distante de la jurídica, aunque ambas
hayan andado juntas el camino a través de los tiempos y hayan
compartido, en muchos aspectos, las mismas inquietudes"363.Además
—seamos francos— en muchos lugares existe mutuo recelo entre
médicos y abogados, cuestión que (si bien no es nueva) se ha
potenciado en las últimas décadas por el explosivo auge de litigios por
(supuestas o verdaderas) malpraxissanitarias.

En este escenario plagado de complejidades, cabe reconocer que


para jueces, litigantes y legisladores el conocimiento médico en no
pocas ocasiones puede ser imprescindible. A contrario sensu, los
profesionales de la salud necesitan el conocimiento legal364.

Es ahí donde radica la esencia de la medicina legal: constituir la rama


de la medicina que tiende un puente bidireccional entre el mundo del
Derecho y el de las ciencias médicas 365. Ser por tanto el área del
conocimiento que reconoce las diferentes formas que tienen los
médicos y abogados para enfrentar problemas comunes a ambas
disciplinas, permitiendo su mutua comprensión y armonía operativa366.
Esta labor facilita la correcta resolución de una serie de problemas que
surgen en un proceso judicial o extrajudicial y —cuya base— (total o
sustancialmente) es de índole médica. Como decía el maestro
Simonin367:

Como corolario ineludible de esta misión, el especialista en medicina


legal tiene una mentalidad que difiere radicalmente de la que posee
cualquier otro médico con desempeño en el ámbito clínico-
asistencial (véase Capítulo 6). Pero su forma de pensar es también distinta
a la del abogado, ya que su función no lo despoja o aleja de su
formación de base (la medicina) ni, mucho menos, le otorga
cualidades de juez, persecutor o defensor. Asimismo —a diferencia de
otras disciplinas médicas que centran su accionar en el paciente— la
medicina legal debe mirar más allá del individuo, colocando su foco en
la justicia y el bien social.

• Roles

La misión de la medicina legal se concreta mediante el desarrollo de


una o más funciones. Es acá donde históricamente hemos cometido
la mayor cantidad de errores: confusión respecto de esas funciones,
mixtura inapropiada con otras disciplinas, desprecio, abandono o
menosprecio de algunas de nuestras tareas, estatización,
burocratización y politización de nuestros deberes, soberbia científica,
insuficiente o ineficiente defensa de nuestros derechos... en fin. Todo
ello ha contribuido a que nuestro trabajo se desconozca o estigmatice,
limitando el desarrollo de la disciplina y el aporte que eso conlleva para
la sociedad.

Revisemos a continuación, cuáles son los roles que potencialmente


puede (si no, debe) cumplir todo médico legista:

a) Pericial: es sin duda, el más conocido. Prácticamente todas las


definiciones disponibles en la literatura repiten (con mínimas
variaciones de lenguaje) que el especialista en esta área está
llamado a aplicar el conocimiento de las ciencias médicas para
ilustrar a los encargados de impartir justicia en las materias que lo
requieran, contribuyendo así a dar debido valor y significación
genuina a ciertos hechos. De hecho, Ambroise Paré —considerado
por algunos como el padre de la medicina legal— la concibió solo en
este ámbito, definiéndola como "el arte de hacer relatorios para la
justicia"368.

b) Docente: evidentemente si el mundo del Derecho necesita


conocimientos médicos y los facultativos (como también, otros
profesionales de la salud) requieren conocimientos legales, el
médico legista —interlocutor y puente entre ambos— es el
encargado idóneo de impartirlos. Esta tarea no es baladí si tenemos
en cuenta que no hay ninguna otra profesión en Chile que esté
sometida a mayor número de leyes y reglamentos que la profesión
médica. El legista debe, por tanto, preocuparse de enseñar a sus
actuales y futuros colegas las normas éticas y legales que se han de
respetar en la práctica de la profesión. También adoctrinarlos sobre
la mejor forma de enfrentar en su condición de NO especialistas, las
temáticas médico-legales que (cotidianamente) surgen en la praxis
médica.

Asimismo, es el profesional apto para enseñar las cuestiones básicas


que respecto de esta especialidad debe dominar todo abogado. Si
esta tarea se asume con un enfoque acertado, aportará
herramientas de enorme utilidad para el ejercicio de esa profesión
(sea como juez o litigante). La idea central (por cierto) no es que
"aprendan" medicina, sino dotarlos del bagaje de conocimientos
necesarios para reconocer oportunamente cuándo solicitar una
consultoría técnica o pericia médico-legal y cómo diferenciar al
verdadero especialista del que solo aparenta serlo (véase Capítulo 5).

c) Asesoría parlamentaria: muchas leyes tienen por objeto regular


conductas o circunstancias del ser humano, cuya correcta
apreciación o certificación requerirá conocimientos no solo médicos,
sino, propios del campo de la medicina legal. Dado ello, el
especialista en esta área no puede abstraerse de las discusiones
legislativas. Francisco Puga Borne —primer autor nacional en
escribir sobre la materia— hacía notar este rol en la definición que
otorgó de la especialidad369:

Se trata entonces de un rol ineludible, como lo reafirma el maestro


argentino Nerio Rojas al expresar que la medicina legal370:

Lamentablemente en el Chile actual esta es un área de la cual pocos


especialistas nos hemos hecho cargo. Nuestro enorme potencial de
aporte suele ser reemplazado por "expertos" que cumplen la
definición otorgada por el profesor Roselli (véase Capítulo 1), por
organizaciones no gubernamentales ideológicamente contaminadas
o, sencillamente, por lobbistas que abogan por intereses políticos o
socialmente mezquinos. Como consecuencia esperable, en la
tramitación de las leyes se invocan a veces argumentos carentes de
base científica371 que en no pocas ocasiones nadie revierte. Al final,
corremos permanentemente el riesgo de que se promulguen
legislaciones con severos déficits, ambigüedades e incluso errores
francos que habrían sido posibles de evitar, si en su confección
hubiesen intervenido activamente especialistas en medicina legal372.
d) Investigación: como en cualquier otra área de la ciencia médica,
el conocimiento en medicina legal debe nutrirse continuamente de la
investigación científica. El australiano Gary Edmond efectuó (no
hace mucho) un potente emplazamiento al respecto, argumentando
que la medicina y las ciencias forenses deben prestar más atención
a la investigación en orden a "proveer a los tribunales evidencia
pericial que legítimamente pueda ser caracterizada como
conocimiento"373. Con todo, esa tarea amerita (entre otros) dotar de
elementos que permitan adquirir habilidades en metodología
científica, además del tiempo, estímulo o exigencia para llevar a
cabo la investigación374.Estos requisitos en muchas partes del
mundo (Chile inclusive) no han sido atendidos debidamente por la
medicina legal.

e) Extensión: este rol no es inherente a la especialidad, pero sí


especialmente importante en el mundo globalizado actual, donde las
redes sociales han adquirido una relevancia que debemos reconocer
y aprender a aprovechar. Considerando que nuestra disciplina no es
bien comprendida y desconocida en muchos aspectos, el médico
legista debiese asumir la tarea de difundir de buena manera su
actividad. Son muchos los mitos culturalmente arraigados que han
de ser derribados y solo nosotros podemos hacerlo. Del mismo
modo, enfrentamos una serie de problemas e incluso maltratos (véase
Capítulo 6) que la sociedad debe conocer, porque si no la inercia y
resistencia al cambio prevalecerán.

• Naturaleza interdisciplinaria

Si bien (como veremos más adelante en este capítulo) la medicina


legal posee áreas de competencia que le son propias e indelegables,
su actividad profesional suele demandar la colaboración de otros
profesionales. Esta característica no tiene nada de novedosa si
hacemos la comparación con lo que sucede en el ámbito clínico-
asistencial. Del mismo modo en que el médico clínico requiere a
diario trabajar en equipo con enfermeras, matronas, kinesiólogos,
nutricionistas, terapeutas ocupacionales, etc., el médico legista hace
lo propio con biólogos, químicos, antropólogos, psicólogos,
entomólogos, etc.
A mayor abundancia, si nos enfocamos en los roles periciales y de
investigación, se aprecia que el especialista en medicina legal se
interrelaciona con otras áreas del conocimiento y prácticas que
complementan significativamente sus competencias (Figura 2.2). De lo
anterior se deduce que esas materias (Derecho, bioderecho375,
bioética, diseño de investigación, MBE, deontología médica376,
práctica pericial) debiesen estar incluidas también en la formación
actual de un médico legista.

• Campo laboral

En concordancia con lo señalado en el Capítulo 1 y de la mano con


los roles explicitados, el médico legista puede desempeñarse en el
ámbito extrajudicial o judicial. En el primero de ellos podrá actuar como
consultor técnico, perito o asesor parlamentario. En el segundo —que
es el más conocido— desempeñará su característica función forense,
emitiendo peritajes en sus áreas de competencia y deponiéndolos
ante los tribunales.

En lo relativo a la docencia e investigación, el nicho obvio (aunque no


excluyente) son las universidades. Ellas le otorgan al legista la
plataforma para contribuir a la formación de pre- y posgrado de
médicos, otros profesionales de la salud, abogados y científicos
forenses de otras disciplinas. Asimismo, constituyen el lugar óptimo
para desarrollar investigación científica en el área.
Figura 2.2: Complementariedad entre la medicina, el derecho y
la investigación científica

Otras instituciones docentes a las cuales también debería interesarles


el aporte de nuestra especialidad a la formación de sus alumnos son
las Academias Judiciales y las escuelas de las policías. Como se verá
detalladamente en el Capítulo 5, el dominio que posean los jueces de
las materias médico-legales puede ser crucial a la hora de ponderar
correctamente la admisibilidad y valor probatorio de peritajes emitidos
por médicos legistas y forenses. Por otra parte, en lo que respecta a
los funcionarios policiales, su correcta comprensión y manejo de
algunos conceptos del área es imprescindible, ya que muchas veces
lo que hagan o dejen de hacer en el trabajo de campo puede
condicionar el rendimiento de la prueba pericial médica e —incluso—
el éxito o fracaso de la investigación judicial.

Habida cuenta de las consideraciones expresadas hasta acá, creo


posible señalar entonces que:
Historia de la actividad pericial médica

Conocer el pasado nos permite comprender el presente y prepararnos


mejor para el futuro. Con base en esa premisa, creo importante revisar
algunos aspectos de la evolución que ha experimentado nuestra
disciplina desde sus inicios hasta nuestros tiempos.

Estoy muy lejos de tener dotes de historiador, por lo que el texto que
se expondrá adolece seguramente de omisiones o imprecisiones
(algunas tal vez imperdonables). Pero más allá del reconocimiento de
nombres o la fecha exacta de hitos específicos, se busca aportar una
noción panorámica de los cambios que ha presentado la medicina legal
y forense en distintas culturas a lo largo del tiempo. Mal que mal, como
dijo el filósofo francés Auguste Comte:
Edad Antigua

La interacción entre la medicina y el derecho es indudable desde


épocas remotas. Las normas más antiguas que se conocen, ya se
preocupaban de proteger bienes jurídicos como la vida e integridad
corporal de las personas. Con todo, la participación de médicos en
actividades periciales relativas a casos de muerte o lesiones fue muy
esporádica en sus inicios.

Al referirse al tema, varios autores se sitúan en el antiguo Egipto y


repiten (sin cuestionarse) que el primer especialista en medicina legal
habría sido Imhotep. Sin embargo, cuesta validar esa afirmación. Si
bien esa figura —que vivió alrededor del 2700 a. C.— se habría
desempeñado a la vez como médico y como la más alta autoridad
judicial del rey Zoser, no es posible identificar su aporte concreto a la
disciplina ni hallar constancias de que cumpliera labores forenses. Por
otra parte, aun cuando algunos postulan que habría sido el autor original
del Papiro de Edwin Smith377, "el hecho de que este papiro sea de
carácter objetivo, científico, carente de oraciones, conjuros y
prescripciones fantasiosas, hace rechazar esta idea, ya que Imhotep
era particularmente religioso"378. En efecto, este sabio también se
habría desempeñado como sacerdote (además de astrónomo,
ingeniero y arquitecto).

Varios siglos después, alrededor de 2100 — 2050 a. C., se escribió en


la antigua Mesopotamia el Código de Ur-Nammur (también llamado
Tablas de Nippur). Se trata del código legal más antiguo conservado en
la actualidad. Si bien algunos autores lo consideran como "el primer
baremo de incapacidades del que se tiene noticia" 379, representa más
bien un conjunto de sanciones específicas (sea pena de muerte, cárcel
o indemnización) para diversas circunstancias. Entre estas incluía el
homicidio, la violación y lesiones corporales específicas (ej. daño ocular,
lesión nasal, pérdida de un diente, amputación o trauma de una
extremidad).

Hacia 1750 a. C. en Babilonia —antigua ciudad de la Baja


Mesopotamia— apareció el Código de Hammurabi. En él se unificaron
normas existentes en las ciudades del imperio, destacando la Ley del
Talión, indemnizaciones por lesiones y el establecimiento de los
principios a aplicar para sancionar la responsabilidad de médicos y otras
disciplinas (ej. arquitectos). Posteriormente en el siglo XVII a. C.,
durante la época de Hattusili I o de su sucesor Mursili I, se publicó otro
texto donde quedó de manifiesto la relación entre la medicina y la ley:
el Código de los Hititas. Este reguló temas tales como homicidios,
lesiones, aborto y delitos sexuales, diferenciándose del Código de
Hammurabi por no basar sus penas en la ley del Talión, sino
fundamentalmente en compensaciones. Con todo no consta aún que —
para la determinación de los ilícitos— se haya recurrido a opiniones
periciales de médicos.

Mucho tiempo después, en la época de Numa Pompilio (segundo rey


de Roma desde el año 716 a. C.), se contemplaba el examen externo
de un cadáver en casos de muerte violenta. Siglos más tarde la
legislación romana —contenida en las Doce Tablas (vigente durante
nueve siglos a partir del año 451 a. C.)— incluyó normas relativas a las
responsabilidades del enfermo mental, la duración del embarazo, el
aborto, la disposición de los cadáveres, los venenos y la reparación de
las heridas. Consecuentemente, en algunas jurisdicciones era común
que un médico determinase el grado de una lesión para que se
estableciera el castigo.

En Grecia Hipócrates(460 — 355 a. C.) marcó sin duda el comienzo


de una práctica médica asentada en bases racionales, alejándose del
misticismo y de la religión. En lo referido a temas médico-legales, el
padre de la medicina trató aspectos doctrinarios sobre la letalidad de las
heridas, la duración media del embarazo, el secreto médico, el aborto y
la eutanasia.

En la época de Esquines (389 — 314 a. C.) y Demóstenes (384 — 322


a. C.) los médicos podían comparecer como testigos ante el jurado
ateniense de la Grecia antigua, ya sea para declarar que una persona
estaba enferma o para dar su parecer sobre la existencia y gravedad de
las heridas. Durante ese mismo siglo Herófilo de Calcedonia efectuó
en Alejandría las primeras autopsias en animales. Pocos años
después Erasístrato (304 — 250 a. C.) —nacido en la isla griega de
Ceos y médico personal de Seleuco I Nicátor (que reinó en Babilonia y
Siria)— realizó numerosas autopsias en humanos. Con todo, en ambos
casos el procedimiento tuvo fines de investigación científica, pero no un
objetivo médico-legal.
Piezas de bambú descubiertas por arqueólogos han permitido conocer
que en China —hacia el año 220 a. C., durante la dinastía Qin— existían
regulaciones para efectuar el examen de personas lesionadas.

En el año 44 a. C. Antistius —médico personal del emperador


romano— hizo un examen externo al cadáver de Julio César,
determinando que de las 23 puñaladas que recibió, solo una fue
mortal380.

Antes del siglo I ya era práctica habitual el reconocimiento de esclavos


por un experto, en tanto que su informe pericial referido al estado de
salud y previsión de vida de estos resultaba preceptivo para
transacciones comerciales. Por otro lado, a partir de obras literarias se
sabe que en los tiempos del sofista griego Adriano de Tiro (siglo II) un
médico fue llamado a declarar ante el tribunal en un caso de supuesto
homicidio. En la misma época Galeno(que vivió entre los años 129 —
201) describió las diferencias que presentaban los pulmones antes y
después del nacimiento, sentando las bases conceptuales de la
docimasia pulmonar hidrostática. Este virtuoso del imperio romano se
ocupó (entre otras muchas materias) de temas médico-legales y —
aprovechando su cargo en la escuela de gladiadores de Pérgamo—
estudió la simulación de enfermedades.

Edad Media

En el siglo V la Ley Sálica —promulgada por orden de Clodoveo I y


base de la legislación de los antiguos reyes francos— estableció que un
hombre competente examinara a los heridos y dictaminara. Algunos
textos de la época del emperador romano Justiniano (que gobernó
entre los años 527 a 565) hacen también referencia a una figura que no
es parte de la litis, que era empleada cuando se debía tener
conocimientos especiales sobre una materia381. En ese rol
destacó Alejandro de Tralles, quien fue llamado "Alexander el Médico".

En el siglo VIII algunas de las Capitulares o actos legislativos


dictados por Carlomagno en el Imperio Carolingio, aconsejaban a los
jueces apoyarse en la opinión de médicos en temas de lesiones,
infanticidio, violación, bestialismo y divorcio a causa de impotencia382.

Similar situación tuvo lugar a partir de 1099 al dictarse el edicto


de Godofredo de Bouillóny aplicarse los denominados Assizes de
Jerusalén. Los tribunales podían requerir el examen por un médico, un
farmacéutico y un cirujano cuando se alegaba enfermedad como motivo
para no concurrir al tribunal. Además, en casos de homicidio, el cadáver
debía ser examinado y se tenía que emitir un informe de dónde había
sido hallado, la localización de las lesiones y el instrumento más
probable que pudo causarlas.

En el siglo XI aparecieron en las jurisdicciones de París los primeros


"cirujanos peritos", en tanto que en 1194 el rey Ricardo Icreó
oficialmente el cargo de médico forense en Inglaterra.

Hacia 1207 el Derecho consuetudinario en lugares como Maine, Anjou


y Normandía venía admitiendo implícitamente la peritación médica, por
cuanto exigía que hombres de oficio o mujeres expertas realizasen
visitas y verificaciones de enfermos, maleficios, muertes y violaciones.
En este escenario el Papa Inocencio III consagró en 1209 el peritaje
médico forense en la legislación canónica, al establecer como uso
debido el visitar a los heridos por orden judicial. Lo anterior fue reforzado
por las Decretales del papa Gregorio IX del año 1234, bajo el título
de Peritorum inditio medicorum. Por otra parte, el Espejo Sajón de
1230 —libro de Derecho y código legal más importante de la Edad
Media en Alemania— establecía que en ciertos casos los fallecidos no
podían ser inhumados sin autorización judicial. Las leyes de Normandía
dispusieron además que en esas circunstancias el cadáver debía ser
inspeccionado por un médico.

En China Song Cipublicó el año 1235 un manual conocido con el


nombre de "Xi Yüan Ji Lu" o "Compilación de la Reparación de las
Injusticias", que es considerado el primer libro escrito para médicos
legistas en la historia. Resulta interesante destacar los siguientes
conceptos expresados por este autor383:
El hecho de que no se conserve ningún original de esta obra ha
motivado que en algunos textos se mencione que el libro habría sido
escrito en 1247 por Sung Tz'u y titulado "Hsi Yüan Lu". Lo cierto es que
—según me aclaró personalmente el profesor Matthew Sommer de la
Universidad de Stanford (dedicado a la docencia de la Historia de
China)— se trata en realidad de la misma publicación y autor. La
compilación en comento —que se conoció en Europa recién en el siglo
XVIII— contiene información sobre el examen interno y externo del
cadáver. Además, dedica especial atención a la clasificación de las
lesiones de acuerdo con el instrumento que las causaba, estableciendo
su gravedad según la región corporal afectada. Para tales efectos, se
recurría a esquemas que señalaban puntos específicos del cuerpo
humano en donde una lesión podía ocasionar la muerte (Figura 2.3).
Figura 2.3: Esquemas corporales del libro "Hsi Yüan Lu",
que señalan puntos anatómicos en donde una lesión podía ocasionar la muerte

Ese mismo siglo —en Europa— el rey Luis IXde Francia dictó en 1255
una ordenanza por la cual los cirujanos del Colegio de San Cosme y
San Damián serían denominados "Cirujanos jurados", facultándolos
para que fueran llamados a ilustrar en casos criminales a los jueces del
antiguo Tribunal de Chatelet. Poco después, Alfonso X de
Castillahabría revisado y enmendado personalmente el trabajo de una
comisión de juristas que redactó el "Código de las Siete Partidas", en el
cual se abordaron numerosos aspectos legales y forenses de la
medicina, tales como la habilitación para el ejercicio de la profesión, el
intrusismo, la responsabilidad del enajenado mental (tanto penal como
civil), la virginidad y el suicidio.

En 1302, Bartolomeo de Varignana efectuó la primera autopsia


judicial o forense en la Universidad de Bolonia de Italia. El caso trató
sobre un comerciante que tenía múltiples enemigos, quien se sintió
indispuesto después de haber comido y murió de forma súbita. Su
familia logró convencer a las autoridades de que el fallecimiento no
podía deberse a causas naturales. A fin de aclarar las circunstancias, el
juez ordenó llamar al citado médico para que examinase el cadáver y
dictaminara si efectivamente (como afirmaban sus familiares) había
muerto envenenado. Pero la conclusión fue que el deceso se había
producido por enfermedad.

Posteriormente las autopsias en humanos —prohibidas durante siglos


en Europa— fueron retomadas con fines académicos por el
italiano Mondino de Luzzi, quien las practicó regularmente a contar del
año 1306. La obra de este autor fue una verdadera innovación y un
modelo a seguir para las universidades, recintos donde poco a poco se
incorporó la enseñanza anatómica a través de la disección.

En 1311 Felipe IV de Francia amplió la asistencia pericial otorgada al


Tribunal del Chatelet, estableciendo la existencia de médicos, cirujanos
y comadronas jurados. Lejos de allí, en Irán, los servicios periciales
médicos comenzaron a ser prestados desde 1372 al alero del poder
judicial. De vuelta en Europa, en 1374 se autorizó en Montpellier la
realización de autopsias384. Seguidamente, en 1394, tuvo lugar
la Reglamentación de Pavía sobre autopsias médico-legales,
procedimiento que venía realizándose regularmente en Siena (Italia) a
lo menos desde 1348. Similar situación aconteció en España, en donde
se instauró la práctica de disecciones de cadáveres en ciudades tales
como Granada (en 1322), Burgos (en 1340), Lérida (en 1391),
Barcelona (en 1401) y Extremadura (en 1442).

A pesar de su oposición, la propia Iglesia Católica ordenó en 1410 una


necropsia del antipapa Alejandro V de Pisa, con el fin de averiguar si
había sido envenenado por su sucesor en el cargo. En Alemania en
tanto, la ejecución de autopsias judiciales se hizo común a partir de
1447. Ese año una reforma legal estableció que los fallecidos debían
ser inspeccionados por dos regidores (o concejales) y un médico. Este
último debía informar bajo juramento al tribunal, la causa de muerte
establecida.

Edad Moderna

En 1477 el rey Juan de Castilla de España creó el Real Tribunal del


Protomedicato, un cuerpo técnico encargado de vigilar el ejercicio de
las profesiones sanitarias (médicos, cirujanos y farmacéuticos) como,
asimismo, realizar funciones docentes y atender a la formación de estos
profesionales.

En 1507 el Código de Bamberg, elaborado por Johann von


Schwarzenberg, dispuso (entre otros) que algunos cadáveres debían
ser inspeccionados médicamente para establecer su causa de
muerte385. Además, para dar cuenta del cumplimiento de esa norma,
debía presentarse al juez una prueba del cuerpo (habitualmente el
pulgar derecho). Por otra parte, en 1525 el Edicto de la Gran Corte de
la Vicaría de Nápoles(Italia) estableció como obligación la necesidad
de opinión médica en los delitos de lesiones mortales y errores médicos
profesionales.

El contacto entre el Derecho y la medicina se consolidó formalmente


en 1532 cuando Carlos V aprobó un cuerpo de leyes del Sacro Imperio
Romano Germánico: la Constitutio Criminalis Carolina. Esta
normativa (que permaneció vigente hasta 1871) estableció que la
consulta del médico, cirujano o comadrona era una obligación en casos
de homicidios, lesiones, envenenamientos, ahorcaduras, sumersión,
infanticidio, parto clandestino, aborto, errores médicos y
responsabilidad penal de jóvenes o enfermos mentales. Se reguló que
—en caso de fallecimiento por un acto de violencia— el cadáver debía
ser examinado detenidamente por los cirujanos, tras lo cual se emitía
un informe sobre la causa de muerte. Se dispuso también el examen de
los criminales y el análisis pericial del estado mental de los acusados en
caso de sospecha de locura. Siguiendo ese ejemplo, surgieron
posteriormente las Ordenanzas de Sajonia y las Eclesiásticas de
Francia.
La primera autopsia en América se realizó en la isla La Española
(Santo Domingo) en 1533, por el cirujano Juan Camacho. El
procedimiento fue practicado a unos niños siameses unidos por el tórax,
a solicitud del clero que deseaba saber si tenían una o dos almas. Poco
antes, en 1521, se había realizado en Europa la autopsia médico-legal
del pontífice León X por sospecha de envenenamiento.

La actividad pericial médica no se restringía solo a materias penales.


Por ejemplo, consta el registro de un peritaje del año 1542 en Malta,
respecto de un varón que era incapaz de mantener una relación sexual.
Esta circunstancia se corroboró médicamente386y condujo a la anulación
de su matrimonio.

En 1555 el rey Felipe II de España extendió el Protomedicato a las


colonias, incluyendo dentro de sus funciones la de examinar las faltas
cometidas por los facultativos en el ejercicio de su profesión y perseguir
el curanderismo. Posteriormente surgió en Francia la figura
de Ambroise Paré, quien llegó a ser médico de cámara de los reyes.
Este autor escribió varias obras recopiladas y publicadas en 1575. Sus
textos se referían a cuestiones de anatomía, tratamiento de heridas
(particularmente las ocasionadas por proyectiles de armas de fuego) y
otras materias propias de la cirugía y traumatología. Con todo, el libro
"De los Informes y de los Medios de Embalsamar los Cadáveres" le
concedió para algunos el título de "padre de la medicina legal". En sus
aportes Paré estableció la metodología para realizar informes médico-
legales y descubrir enfermedades simuladas, resumió los signos
clínicos útiles para conocer la gravedad de las heridas, identificó
hallazgos que permiten reconocer si un cuerpo había sido arrojado vivo
o muerto al agua, estudió las asfixias mecánicas, los envenenamientos
y se adelantó a dar reglas que debían ser aplicadas para el estudio de
la virginidad y la comprobación de la impotencia.

El año 1578 Giovanni Filippo Ingrassiaescribió en Sicilia el libro


"Methodus dandi relationes", que contiene pautas para la valoración en
casos de lesiones y traumatismos de las extremidades. El texto, sin
embargo, recién vino a ser publicado en 1914.

En 1581 el médico español Juan Fragoso—considerado el padre de


la medicina legal en ese país— publicó "Chirurgia Universal", texto
donde reunió diversos escritos de temas anatómicos, quirúrgicos y
terapéuticos. El libro incluyó un "Tratado de las declaraciones que han
de hacer los cirujanos387acerca de muchas enfermedades y muchas
maneras de muerte que suceden". Allí analizó meticulosamente el
pronóstico de las lesiones en relación con diversas circunstancias
concurrentes. Abordó además el embalsamamiento y sus técnicas, el
origen vital de lesiones en casos de ahorcamiento y estrangulación, así
como temas de la sexología forense relativos a la virginidad y el
embarazo. Luego, en 1587, el italiano Giovanni B. Codronchi de Imola
escribió el "Methodus testificandi", que consiste en una recopilación de
peritajes y normas para realizar las declaraciones médicas ante la
justicia. Pocos años después Fortunato Fedele publicó en Palermo su
obra de cuatro tomos titulada "De relationibus medicorum" (Los informes
médicos), donde expuso sobre las causas judiciales que
acostumbraban a dictaminar los médicos por esa época (lesiones,
enfermedades simuladas, errores médicos, virginidad, impotencia,
embarazo, viabilidad del feto, letalidad de las heridas, sofocación,
muerte por el fuego y envenenamiento). Paralelamente (en
1598) Sevérin Pineau publicó en París una obra sobre la virginidad y la
desfloración. En ella investigó la existencia del himen (tema muy
discutido en la época), afirmándola y señalando que incluso podía
permanecer íntegro tras una relación sexual.

Enrique IV de Francia emitió en 1592 una ordenanza que reformó el


cuerpo pericial del Chatelet. Se dispuso la consulta obligatoria en casos
de lesiones, estableciéndose además que los magistrados que
recurrieran a otros médicos serían multados y sus actuaciones
procesales adolecerían de nulidad. Posteriormente el mismo monarca
confió al primer médico del rey la facultad de nombrar en todas las
poblaciones del reino dos médicos jurados para practicar las visitas y
expedir dictámenes legales.

En 1614 Rodrigo de Castro —un judío de origen portugués que se


asentó en Hamburgo— redactó su "Medicus Politicus Tractatus" que
versó, entre otros asuntos, sobre la virginidad, impotencia y los signos
de envenenamiento. Pero no fue hasta 1621, cuando el italiano Paolo
Zacchiapublicó el primer tomo de su libro "Cuestiones médico-
legales" (Figura 2.4), que la medicina legal adquirió valor y prestigio en la
cultura occidental. Dado ello muchos consideran a este autor como el
fundador de la ciencia médico-legal moderna y responsable del inicio de
la medicina legal científica.
Figura 2.4: Portada de una reimpresión del segundo tomo del libro Cuestiones
médico-legales, de Paolo Zacchia (Original de la biblioteca del Institut für
Rechtsmedizin de la U. Johann Wolfgang Goethe, Frankfurt/Main, Alemania)

El texto es un compendio de 1200 páginas —el más completo, extenso


y sistematizado tratado de la materia hasta su fecha— en donde
Zacchia estableció los principios que rigieron la especialidad en los
siglos venideros, siendo calificado como una obra magistral y, por cierto,
la más famosa y clásica de la historia de la medicina legal.

En 1622 —tres siglos después que en Europa— se efectuó la primera


autopsia forense en América, específicamente en Guatemala. El
procedimiento fue llevado a cabo por el protomédico Domingo López
Ruiz y el cirujano Juan del Castillo ante el deceso de Simón Zacarías,
un recluso que falleció súbitamente. La conclusión fue que el deceso
había sido causado por una intoxicación.

La doctrina médico-legal fue abordada paulatina y progresivamente en


la literatura de la época y las universidades no tardaron en hacerse
cargo de la materia. Es así como en 1629 Bernardus Suevuspublicó
su tratado referido a "La inspección de las heridas letales". Poco
después, en 1642, la Universidad de Leipzig en Alemania comenzó a
ofrecer los primeros cursos de medicina legal dictados por el
profesor Johannes Michaelis. En ese mismo país, Gottfried
Welsch estudió también la letalidad de las heridas en su obra
"Rationale Vulnerum lethalium judicium" de 1660, destacando la utilidad
de la autopsia médico-legal.

Posteriormente surgieron varias publicaciones en toda Europa (Tabla


2.1), en tanto que otras universidades alemanas comenzaron también a
impartir la materia. Así ocurrió por ejemplo con:

 • Georg Dethardingen la Universidad de Rostock (en 1696);


 • la U. de Friburgo con el curso de "Medicina legalis" (a
mediados del siglo XVIII);
 • las clases sobre la materia que —de manera discontinua—
dictaron profesores de anatomía en Berlín (desde 1724);
 • Georgius Gottlob Richter en la U. Georgia-Augusta de
Gotinga (desde 1736);
 • Gottlieb Heinrich Kannegießer en la Universidad de Kiel
(desde 1740);
 • Christian Samuel Gebauer en la Universidad de Erlangen
(desde 1743);
 • los contenidos impartidos por Johann K. Gutberlet en
Wurzburgo (a contar de 1779);
 • las clases dictadas en la facultad de medicina de Praga (a partir
del año 1785).

Tabla 2.1: Publicaciones europeas en temas médico — legales


durante los siglos XVII y XVIII

Edad Contemporánea

El control ejercido por las universidades y colegios superiores elevó el


nivel de la ciencia médico forense. La actividad pericial médica dejó
definitivamente de ser solo una práctica, alcanzando pleno
reconocimiento como especialidad. La medicina legal se consolidó
como materia de enseñanza a galenos y otras profesiones. Se fundaron
además las primeras sociedades científicas del área y empezaron a
circular las primeras publicaciones periódicas abocadas a la disciplina.

Una de las primeras cátedras fuera del ámbito de influencia germánico


fue creada por Salvatore Ronchi el año 1789 en Nápoles. Pocos años
después surgió otra en París (1794) a cargo de Paul-Augustin Mahon.

Ese mismo año François Emmanuel Fodéré publicó la primera


edición de su "Traité de Médecine Légale et d'Hygiène Publique"
(conocido también como "Las leyes ilustradas por las ciencias físicas").
En España en tanto, Juan Fernández del Valleeditó en 1797 su
"Cirugía Forense, general y particular", texto que recogió los
conocimientos de la materia existentes en la época y que se dividió en
cuatro partes: civil-política, militar, canónica y criminal.

Xavier Bichat en Francia publicó el año 1800 su libro "Traite des


membranes", en el cual —junto con incorporar el concepto de que los
órganos están compuestos de tejidos— habría otorgado por primera vez
una definición científica de la muerte. En 1801 Andrew Duncan
Jr. inició formalmente la docencia de medicina legal en la Universidad
de Edimburgo, Escocia.

También en 1801 el francés Philippe Pinel redactó un "Tratado


médico — filosófico de la alienación mental". Sus ideas —continuadas
por su alumno Jean Étienne Dominique Esquirol en la obra "Des
maladies mentales considerées sous les rapports médicale, hygiénique
et médico-legal" (publicada en 1838)— sentaron las bases de la
psiquiatría forense, manteniendo enorme influencia hasta hace muy
pocos años388.

Ferdinand Bernhard Vietz inició en 1804 la cátedra en Viena bajo el


nombre de "Farmacología judicial y ciencia médico-policial", asignatura
que abarcaba medicina legal y toxicología. Poco después se
establecieron otras en Estrasburgo (1804)389, Cracovia (1805) y
Montpellier (1807). En esa misma línea, la escuela de medicina de la
Universidad de Praga creó en 1807 el "Departamento de Medicina
forense y Policía Sanitaria", siendo Joseph Bernt su primer profesor.
El año 1811 el francés Pierre-Hubert Nystendescribió las etapas que
—creía— seguía la rigidez cadavérica. En 1813 el español Mateo José
Buenaventura Orfila publicó en Francia el "Traité des poisons ou
toxicologie générale", libro que estableció los cimientos para el
desarrollo de la toxicología. Ese mismo año, pero al otro lado del
atlántico, James S. Stringham (formado en Edimburgo) inició la
docencia de la asignatura llamada "Jurisprudencia médica" en la
Universidad de Columbia de Nueva York. Le siguió Walter
Channing en la escuela de medicina de la U. de Harvard el año 1815.
Por otra parte, en 1816 George Edward Male publicó en Londres la
primera edición de "An Epitome of juridical or forensic medicine",
posiblemente el primer tratado sobre la materia escrito en idioma inglés.

En 1820 se inició la docencia de medicina legal en Berlín390, siendo el


primer docente Karl Ulrich Wagner. Al año siguiente Orfila publicó sus
"Lecciones de Medicina legal". Ese mismo año John Gordon
Smith escribió en Inglaterra el libro "The principles of forensic medicine
systematically arranged and applied to British practice", en tanto que por
iniciativa de Adolph Henke apareció en Alemania la primera revista de
medicina legal titulada "Zeitschrift für Staatsarzneikunde". Por otra
parte, en 1823 Theodric Romeyn Beckpublicó en Estados Unidos el
primer texto médico-legal de importancia en ese país: "Elements of
Medical Jurisprudence".

El año 1826 se estableció que la facultad de medicina de la


Universidad de Buenos Aires (Argentina) tendría cuatro cátedras, una
de las cuales se denominó "Teoría y práctica de partos, enfermedades
de los niños y medicina legal". Su primer profesor fue Francisco Cosme
Argerich. Al año siguiente se fundó en Colombia la facultad de medicina
de la U. Nacional en Bogotá, que entre sus asignaturas incluyó la
medicina legal dictada por José Félix Merizalde.

En 1831 el King's College fundó la primera cátedra de la especialidad


en Inglaterra. Al año siguiente Sergei A. Gromov publicó la primera
obra moderna de medicina legal en ruso. También en 1832 pero en
España, Pedro Miguel de Peiró (abogado) y José Rodrigo (médico)
publicaron el libro "Elementos de medicina y cirugía legal". Luego, en
1839, surgió otra cátedra de medicina legal en Escocia (Glasgow). En
1843 Pedro Mata y Fontanet inauguró la docencia en la Universidad
Complutense de Madrid, España, publicando al poco tiempo la primera
edición de su "Tratado teórico-práctico de Medicina legal y toxicología".
El plan de estudios diseñado por Mata fue crucial para promover la
especialidad en ese país, impartiéndose el curso también en Barcelona,
Valencia, Valladolid, Sevilla, Zaragoza y Santiago de Compostela. En
Turquía en tanto, la cátedra de medicina legal comenzó el año 1849.

En América, se establecieron en 1832 cátedras de medicina legal en


Río de Janeiro (a cargo de José Martins da Cruz Jobim) y Bahía
(Brasil). José F. Passamán, padre de la medicina legal en Bolivia,
escribió en 1833 un folleto titulado "Exhumaciones cadavéricas
jurídicas". En 1841 se abrió el primer curso de medicina legal en la
Universidad Central de Venezuela, con Antonio José Rodríguezcomo
catedrático. Al año siguiente el español José de Lletor
Castroverdeinició la docencia de la materia en la Universidad de La
Habana de Cuba, en tanto que en 1844 ocurrió lo propio en Perú, a
cargo de Juan Vásquez Solís. En Canadá la primera cátedra se creó
en la Universidad McGill de Montreal en 1845. Al año siguiente sucedió
lo mismo en México, siendo su primer titular Agustín de Arellano.
Pocos años después (en 1850) surgió el primer programa de medicina
legal en la facultad de medicina de El Salvador.

Además de lo citado hasta acá, cabe indicar que durante la primera


mitad de este siglo se publicaron varias tesis doctorales, libros de texto
(para estudiantes), manuales y tratados referidos a materias médico-
legales (Tabla 2.2).
Tabla 2.2: Otras publicaciones sobre Medicina Legal de la primera mitad
del siglo XIX

En 1855 Francis Wharton y Moreton Stille´ publicaron en Filadelfia


(Estados Unidos) un texto clásico llamado "Medical Jurisprudence". Por
su parte, el maestro francés Auguste Ambroise Tardieu escribió en
1857 su obra más famosa titulada "Étude médico-légale sur les attentats
aux moeurs", en la cual trató extensamente temas relativos a la
sexología forense. Con todo, su aporte a la literatura especializada
actualizó y renovó el conocimiento en múltiples otros campos de la
especialidad, como por ejemplo los fenómenos cadavéricos (1850), la
toxicología forense (1855 y 1856), el aborto (1856), el maltrato infantil
(1860), el infanticidio (1868), la psiquiatría forense (1872) y las lesiones
(1879).

En 1862, mediante Real Decreto, se creó en España el Cuerpo de


Médicos Forenses, entidad que siete años antes había sido prevista por
la Ley de Sanidad y que asumió gran parte de las labores periciales que
previamente eran desempeñadas por las Academias de Medicina. En
Berlín destacó en 1864 la obra de Johann Ludwig Casper titulada
"Praktisches Handbuch der gerichtlichen Medizin nach eigenen
Erfahrungen bearbeitet" (Manual práctico de la medicina judicial
trabajado con base en experiencias personales), texto que
posteriormente fue complementado por su sobrino Carl Liman. En
Londres, Alfred Swaine Taylor publicó en 1865 "The Principles and
Practice of Medical Jurisprudence", obra que lo hizo ser reconocido
como el padre de la medicina legal británica.

En 1868 se constituyó la Sociedad francesa de Medicina Legal, la


primera formada en el mundo. En América en tanto, el año 1869 se inició
la cátedra de medicina legal en la Universidad de San Carlos de
Guatemala, a cargo de Mariano Gándara Gálvez. Al año siguiente
(1870) Tomas Perón fue designado como el primer profesor de la
asignatura en la entonces llamada "Facultad de Jurisprudencia" de la
Universidad de Buenos Aires, en Argentina. En 1874 se modificó la
cátedra de medicina legal en la facultad de medicina de esa ciudad y
comenzó a ser impartida juntamente con Toxicología391. En Colombia
ese mismo año comenzó a dictarse la cátedra de "Farmacología y
Medicina Legal" en Antioquia. Por otra parte, en 1875 se fundó la
facultad de medicina de la Universidad de la República en Uruguay,
quedando dos años después la docencia de medicina legal a cargo
de Diego Pérez (quien no llegó nunca a ejercerla)392.

También en 1875 Eduard von Hofmann se hizo cargo de la cátedra


en Viena, luego de haberla impartido en Praga e Innsbruck. Este
profesor escribió el libro "Lehrbuch der gerichtlichen Medizin" que fue
reimpreso ocho veces y traducido al francés, italiano, ruso y español.
En 1876 Cesare Lombroso publicó en Italia el libro "L'uomo
delinquente", el primero de varios trabajos que (con los años) lo
catapultaron a ser considerado el padre de la Criminología.

Luis Hidalgo y Carpio—fundador de la medicina legal moderna en


México— publicó en 1877 el "Compendio de medicina legal" (escrito en
colaboración con el Dr. Gustavo Ruiz y Sandoval) y otro texto titulado
"Clasificación de las heridas y otras lesiones". Ese mismo año comenzó
en Massachusetts (Estados Unidos) una tendencia por reemplazar el
sistema de los "Coroner" (de raigambre inglesa) por los
llamados "Medical examiner", quienes —a diferencia de los primeros—
habitualmente sí poseen entrenamiento y competencias en medicina
legal393. El primer funcionario designado como "medical
examiner" fue Frank W. Draper en Boston, quien además se
desempeñó como profesor de medicina legal en la U. de Harvard394.
En 1878 Alphonse Lacassagne —creador de la escuela médico-
legal de Lyon— publicó en Francia la primera edición de su texto "Précis
de Médicine Judiciaire", evidenciando (entre otras cosas) que las
marcas en las balas podrían coincidir con el estriado del cañón del arma.
Por su parte en España, Teodoro Yáñez(sucesor de Mata en la cátedra
madrileña) dio a conocer su obra titulada "Lecciones de Medicina legal
y toxicología".

En Argentina se creó en 1882 el Cuerpo Médico de Tribunales. Al año


siguiente el español Juan Bialet Massé comenzó a dictar la cátedra de
medicina legal en la Universidad Nacional de Córdoba de ese país. A
principios de la siguiente década (específicamente el 7 de marzo de
1890) nació Nerio Rojas, principal figura histórica de la medicina legal
trasandina y en cuyo homenaje esa fecha fue establecida por ley como
el "Día Nacional del Médico Legista".

En 1884 el francés Paul Brouardel escribió un importante libro para


el ámbito de la sexología forense, titulado "De las causas de error de los
expertos relativas a los atentados al pudor". Al año siguiente su
compatriota Charles Albert Vibert dio a conocer la primera edición del
libro "Précis de Médicine Légale". En 1893 el austriaco Hans Gross —
juez de instrucción y profesor de Derecho Penal de la Universidad de
Graz— definió la criminalística, resaltando el valor de las pruebas físicas
por sobre los testimonios. Poco después (en 1897) el
maestro Brouardelpublicó su obra más famosa: "La pendaison, la
strangulation, la suffocation, la submersion".

Raimundo Nina Rodrigues fundó en 1894 la Sociedad de Medicina


Legal de Brasil, la primera de carácter nacional concebida en América.
En ese mismo país, a contar del año 1891 la cátedra de la especialidad
fue obligatoria para los estudiantes de Derecho.

En 1901 se publicó en Turín un "Manual de medicina legal" escrito


conjuntamente por el italiano Mario Carrara y el alemán Fritz
Strassmann. Tres años después (1904) —a solicitud de Georg
Puppe— se fundó la "Deutsche Gesellschaft für Gerichtliche Medizin"
(Sociedad alemana de Medicina Judicial)395.

El año 1903 Manuel Fernández Sánchezinició la cátedra de medicina


legal en la facultad de medicina de la U. Nacional de Paraguay. Cinco
años después el presidente Theodore Roosevelt fundó en Estados
Unidos el FBI. Posteriormente (en 1910) Edmond Locard comenzó su
trabajo en el primer laboratorio forense en Lyon (Francia), publicando
años más tarde (en 1931) su obra enciclopédica de siete tomos titulada
"Traité de Criminallistique".

En 1914 se creó el Servicio de Medicina Legal en Bogotá, Colombia.


Su primer director fue José Lombana Barreneche, quien publicó un
famoso artículo titulado "La evaluación de la incapacidad en las
heridas". En 1915, por iniciativa de Tomás Maestre, se fundó en Madrid
el "Instituto Central de Medicina legal, toxicología y psiquiatría de
España", que más tarde fue transformado en la Escuela de Medicina
Legal. Ese mismo año el estado de Nueva York en Estados Unidos
adoptó el sistema de los "Medical Examiner", siendo Charles Norris el
primer legista a cargo de la oficina. En 1917 en tanto, el
español Antonio Lecha Marzo publicó el "Tratado de Autopsias y
embalsamamientos".

Otros profesionales y autores destacados en el área durante la


segunda mitad del siglo XIX e inicios del siglo XX fueron:

 • Alemania: Eduard Heinrich Theodor Lochte, Ernst Ziemke,


Curt Strauch, Richard Kockel, Richard von Kraft Ebing, Max
Richter.
 • Austria: Arnold Paltauf, Albin Haberda, Paul Dittrich, Julius
Kratter, Josef Maschka, Stefan Jellinek.
 • Brasil: Afrânio Peixoto, Leonídio Ribeiro, Agostinho José de
Sousa Lima.
 • Francia: Henri Legrand du Saulle, Jean T. Gallard, Paul
Chavigny, Léon-Henri Thoinot, Victor Balthazard.
 • Italia: Giuseppe Ziino, Angiolo Filippi, Arrigo Tamassia, Alberto
Severi, Lorenzo Borri, Attilio Cevidalli, Cesare Biondi.
 • Polonia: Wiktor Grzywo-Dabrowski, Jan Stanislaw Olbrycht,
Sergei Schilling-Siengalewicz, Wlodzimierz Sieradzki, Leon
Wachholz.
 • Portugal: Jose Joaquin de Silva Amado, João Alberto Pereira
de Azevedo Neves.
 • Reino Unido: Sir Sidney Smith, John Glaister.
 • Rumania: Mina y Nicolas Minovici.
 • Rusia: Johann G. N. Dragendorff.
 • Suiza: Heinrich Zangger.
En 1921 Raimundo Bosch inició la docencia de medicina legal en la
U. del Litoral de Rosario, Argentina. Tres años después el maestro Nerio
Rojas, tras especializarse en París, se hizo cargo de la cátedra en
Buenos Aires. Allí dio inicio a un programa de posgrado para la
formación de especialistas. Sus principales discípulos fueron José
Belbey (primer profesor titular de la materia en la U. de la Plata, en
1937) y Emilio Federico Pablo Bonnet, quien en 1967 publicó la
primera edición de su principal texto sobre medicina legal.

En 1928 el español Antonio Piga y Pascual publicó el libro "Medicina


legal de urgencia: la autopsia judicial". Al otro lado del atlántico, la
escuela de Derecho de Costa Rica comenzó a impartir en 1929 clases
de medicina legal, en tanto que en 1930 lo hizo la U. Nacional Autónoma
de Honduras. Con todo, pasaron varios años antes de que sucediese lo
mismo en algunas facultades de medicina. Por ejemplo:

 • en 1940 comenzó a funcionar el Depto. de medicina legal de la


U. Autónoma de Nuevo León en Monterrey, México;
 • en 1958 se estableció una plaza para la asignatura en la
Universidad de Panamá;
 • en 1964 Alfonso Acosta Guzmáncomenzó a dictar medicina
legal en la facultad de medicina de Costa Rica.

En América destacó el guatemalteco Carlos Federico Mora, quien en


1931 escribió un "Manual de medicina forense". También el
colombiano Guillermo Uribe Cualla, quien publicó sobre varios temas
de la especialidad y editó en 1934 el libro "Medicina Legal y Psiquiatría
Forense" que alcanzó once ediciones. En Estados Unidos fue muy
importante el texto "Legal Medicine and Toxicology", escrito
conjuntamente en 1937 por los neoyorquinos Thomas A.
Gonzalez, Bernard M. Vance y Milton Helpern. Cabe resaltar además
la labor de Martín Martínez Pueta en Uruguay, quien demostró la
necesidad de especialización en el área explicando cuán malos eran los
informes de los profesores de Anatomía Patológica por carencia de
"formación médico-legal"396.

El año 1941 Camille Simonin, francés originario de Estrasburgo,


publicó en Argelia la primera edición de su gran obra "Medicina Legal
Judicial". En esa misma época destacó también Ricardo Royo-
Villanova y Morales, profesor de la Universidad de Valladolid (España),
quien escribió numerosos libros entre los que figuran: "El derecho a
morir sin dolor" (1929), "Lesiones por arma blanca" (1949), "Muertes y
accidentes por fulguración" (1941), "El olor de la muerte" y "Lecciones
de Medicina Legal" (1953). Otra obra destacada de esta época fue el
texto "Lehrbuch der gerichtlichen Medizin einschliesslich der ärztlichen
Rechtskunde, ärztlichen Standeskunde sowie der
Versicherungsmedizin" (Manual de la medicina judicial, incluyendo el
Derecho médico, medicina estatal y medicina de los seguros) publicado
por el alemán Albert Ponsold en 1950.

Durante la segunda mitad del siglo XX cabe citar la obra "Legal


Medicine" publicada por el estadounidense Rutherford B. H.
Gradwohl en 1954. Entre los hispanoparlantes destacaron Leopoldo
Lo´pez Go´mez y Juan Antonio Gisbert Calabuig, ambos de Valencia
(España), quienes en 1967 publicaron un "Tratado de Medicina Legal"
de tres tomos. Posteriormente el maestro Gisbert escribió el libro
"Medicina Legal y Toxicología", unos de los textos en español más
importantes en la actualidad y que a la fecha ha tenido seis ediciones.
Cabe mencionar también la labor del costarricense Eduardo Vargas
Alvarado397, quien en 1977 dio a conocer la primera edición de su libro
"Medicina legal" y luego en 1991 su tratado de "Medicina forense y
deontología médica". Otra obra relevante fue el libro "Medicina Forense"
del mexicano Alfonso Quiroz Cuarón, publicado en 1976.

Finalmente, se ha de señalar que en 1964 se fundó la Sociedad


Venezolana de Medicina Forense y en 1973 la Asociación Mexicana de
Medicina Legal, A.C. Después de varios años, en noviembre de 1985,
esta última agrupación fue sustituida por la Asociación de Medicina
Legal Mexicana y Ciencias Forenses, A.C. En Sudamérica en tanto, el
año 1981 Leo Julio Lencioni dio origen a la Asociación de Médicos
Forenses de la República Argentina (AMFRA), organismo que presidió
hasta 1992.

Actualidad
Como describe el profesor Vargas Alvarado398, nos encontramos ante
una medicina legal y forense cuya organización administrativa exhibe
diversos enfoques prácticos dependiendo de la nación399. En el mundo
coexisten actualmente sistemas en los cuales los servicios periciales
médicos se estructuran a nivel nacional, federal o local, sea mediante
organismos estatales400, autónomos, privados o (como ocurre en la
mayor parte de Europa) de base universitaria. Asimismo, la docencia y
los requisitos exigidos para ejercer en el área son todavía muy
heterogéneos. Mientras en algunos países la falta de especialistas es
evidente e irremediable a nivel local, en otros la medicina legal ha
adquirido una jerarquía tal, que ha motivado la creación de facultades
universitarias dedicadas solo a la materia401.

"Las ciencias forenses están en un momento de transformación... las


bases científicas fundamentales que sustentan muchas disciplinas
forenses están bajo revisión"402 y la medicina legal no escapa a ello.

Por otra parte, los modelos administrativos imperantes han llevado a


algunos países a enfrentar situaciones dramáticas. En España, por
ejemplo, la denominada "ley de incompatibilidades" (que separó la
Medicina Legal académica, enseñada en las Facultades de Medicina,
de la Medicina Legal práctica o Medicina Forense) sumada a otras
disposiciones legislativas dictadas con posterioridad, estuvieron cerca
de propiciar la "desaparición" de la especialidad403. En otras naciones,
las condiciones formativas y laborales distan mucho aún de un nivel
siquiera mínimo (véase Capítulo 6).

En este escenario de crisis —siguiendo lo expresado por el profesor


español Eduardo Murcia Saiz (actual director del Instituto de Medicina
Legal de Aragón)— se "requiere que todos aquellos que participamos
de la misma vocación contribuyamos a que la Medicina Legal salga
reforzada de ella"404. A la luz de la revisión histórica expuesta acá, cobra
mucho sentido entonces la cita que ese mismo maestro hispano hace
de R. Gradwohl:
Otro factor que caracteriza actualmente a la medicina como ciencia (y
—por ende— a la medicina legal como especialidad), es la creciente
tendencia a la atomización de sus contenidos.

Debido al avance científico la figura del médico general (o si se quiere,


generalista) se aleja hoy cada vez más de la realidad, en la cual nos
encontramos no solo con especialistas, sino subespecialistas y
especialistas dentro de una subespecialidad. Pensemos, por ejemplo,
en un cardiólogo: se formó primero como médico (siete años); luego
realizó la especialidad de medicina interna (tres años); posteriormente
se subespecializó en cardiología (otros dos años) y a partir de allí puede
cursar nuevos estudios de posgrado para dedicarse exclusivamente
(por ejemplo) a la cardiología intervencionista...

Esa tendencia puede resultar (en mi opinión) particularmente


peligrosa para la medicina legal, especialidad que —como se dijo—
posee un campo de acción propio, pero mal comprendido o desconocido
en su verdadera esencia. Habida cuenta de esa condición, creo que
propender hacia la subespecialización conlleva el riesgo de que la
disciplina se diluya.

Acepto y no discuto que la complejidad que ha adquirido el


conocimiento científico hace necesario un trabajo de mutua
colaboración con colegas que adopten ese camino. Pero pienso que la
prioridad actual debiese ser —ante todo— aumentar la cantidad de
especialistas en medicina legal y colocar globalmente la disciplina en el
sitial que merece. Creo que mientras no cumplamos cabalmente esa
meta, no estamos en condiciones de imponernos otras más altas.
Desarrollo de la medicina legal y forense en Chile

Durante la época colonial (entre los años 1600 a 1810) predominaba


en nuestro territorio una medicina llena de supersticiones, ritos y
alegorías indígenas. Eran las órdenes religiosas quienes administraban
el funcionamiento interno de los hospitales.

En 1756 se comenzó a impartir la carrera de medicina en la Real


Universidad de San Felipe (aunque vino a funcionar recién en 1769). La
profesión se hallaba en el último peldaño de la escala social y era
considerada un arte plebeyo, degradante y que reportaba escasos
ingresos. Según reporta el doctor Ricardo Espinoza, una crónica de la
época señalaba:

La primera autopsia de la que se tiene registro se efectuó en febrero


de 1773 y estuvo a cargo de Esteban Yusta y el cirujano
francés Dionisio Roquant y Casaubart. En esa época era el Cabildo
de Santiago que —en casos excepcionales— autorizaba el
procedimiento. Generalmente la certificación de una muerte era
realizada por los escribanos públicos.

En 1786 comenzó a ejercer sus funciones el Protomedicato de Chile,


independizándose del existente en Lima, Perú. Según los reportes de
Benjamín Vicuña Mackenna, los protomédicos ganaban "el salario
de un cochero de librea y de berlina". Los sueldos variaban entre 150
pesos anuales para los médicos y 80 — 100 para los cirujanos (versus
los 10.000 pesospor año del gobernador).

La incipiente medicina chilena estaba muy lejana de los centros


europeos donde se develaba el conocimiento científico moderno; aquí
se batallaba contra la insalubridad ambiental y la escasez de agua
potable. Al cabo de cinco décadas, la Universidad de San Felipe solo
había formado a 7 médicos nativos. Más aún: en 1809 la enseñanza
médica en esa casa de estudios se clausuró por falta de alumnos405.

Tras la primera junta de gobierno en 1810 y la independencia definitiva


de España en 1818, los cambios fueron lentos, pero sostenidos. José
Miguel Carrera fundó en 1813 el Instituto Nacional y con ello surgieron
intentos por crear otro centro formador de médicos. A la vez, la llegada
de numerosos facultativos europeos aportó nuevas visiones de la
docencia y de los contenidos que debían considerar los programas de
estudio.

Paralelamente, los primeros gobiernos republicanos enfrentaron


(entre otras tantas tareas) la necesidad de rearmar por completo la
legislación sobre numerosas materias. En ese marco destaca el decreto
dictado el 30 de noviembre de 1825 por el cual se prohibió la sepultación
de "los asesinados sin reconocimiento médico previo y la necesaria fe
de sus heridas". Esta tarea se hacía inicialmente en el patio de la cárcel
y hasta en los corrales de la policía406. Después esos procedimientos se
efectuaban (en Santiago) en una pequeña habitación de un cuartel de
policía ubicado en la calle Amunátegui407.

La ineficiencia y pobre reconocimiento social de la profesión comenzó


a revertirse con la nueva escuela de medicina. La convocatoria original
data de 1813, pero no hubo alumnos hasta 1833, año en que se
inscribieron los primeros diez408. La carrera duraba 6 años y solo 3
profesores dictaban todas las asignaturas, incluida medicina legal en
quinto año. Los estudios teóricos se hacían en el Instituto Nacional.
Posteriormente —en 1843— la naciente Universidad de Chile comenzó
a tomar el control de la formación. El decano de la escuela pasó a ser
el protomédico del Estado, condición que mantuvo hasta 1892 cuando
se suprimió en el país el protomedicato409.

El primer maestro a cargo de la cátedra de medicina legal


fue Guillermo Blest Cunningham, médico irlandés formado en la
Universidad de Edimburgo, quien la impartió hasta 1851. Tras ello se
dedicó a la política, siendo electo senador por Atacama en 1879.

A su salida asumió Juan Miquel y Salazar, español (posteriormente


nacionalizado), quien había llegado al país en 1818 tras formarse como
médico-cirujano en el Real Colegio de Cirugía de la Armada española
en Cádiz. Antes de hacerse cargo del curso, había sido parte del cuerpo
docente de la Escuela de Medicina y coeditor de "El Criticón Médico", la
primera revista médica publicada en Chile. En un discurso pronunciado
el 14 de marzo de 1846, este catedrático se manifestó a favor de que
se destinara un profesor exclusivo a la enseñanza de la "medicina legal
e higiene pública y policía médica", señalando que se trataba de una:

El Dr. Miquel fue médico personal del libertador José de San Martín,
introdujo la práctica de la anestesia con cloroformo y formuló un
concepto moderno de los cuidados paliativos. Según relata Eduardo
Salas Olano en su Historia de la Medicina en Chile410, "era en sus clases
metódico, claro y brillante en sus explicaciones; su buen sentido le hacía
aceptar los progresos y descubrimientos recientes, de modo que
mantenía a sus alumnos al corriente de todas las innovaciones de la
ciencia".

Tras dejar su antecesor la cátedra en 1860, el cargo quedó en manos


de Vicente Padín del Valle. Nacido en Valparaíso en 1815, perteneció
a la segunda generación de galenos formados en la U. de Chile. Era
cirujano militar y desde 1847 profesor de anatomía, fisiología e higiene.
En 1863 —año de la inauguración del edificio de la Escuela de Medicina
en la calle San Francisco (junto al Hospital San Juan de Dios)— fue
elegido decano (puesto que mantuvo hasta 1867), pasando a la historia
por haber iniciado la enseñanza de la "Dentística" (odontología) en el
país. Además, fue diputado liberal por Rancagua desde 1864 y fundó
una revista llamada "El médico Práctico" (que tuvo un total de 14
números). Permaneció en la cátedra hasta 1868, falleciendo al año
siguiente.

Su sucesor fue Pablo Zorrilla Pardo, quien se mantuvo a cargo de la


asignatura desde 1868 hasta su deceso en 1882. Tuvo el mérito de
haber sido el primer profesor dedicado exclusivamente a la docencia de
la medicina legal (claro que solo a contar de 1878, ya que antes se
desempeñó también como catedrático de anatomía, fisiología y primer
docente de flebotomía y dentística). Gozó de gran prestigio y particular
aprecio por su metodología docente. Nacido en 1833, había sido parte
de la última generación de académicos graduados de la primera
Escuela de Medicina. En 1872 fundó junto con otros maestros la Revista
Médica de Chile, la cual —hasta nuestros días— sigue siendo la
principal publicación científica mensual del país sobre temas de interés
médico y de ciencias biomédicas.

El 9 de enero de 1879 se dictó la Ley de Instrucción Secundaria y


Superior, a partir de la cual se crearon cinco facultades universitarias. A
comienzos de la siguiente década había alrededor de 350 a 400
médicos en Chile. En ese escenario, Federico Puga Borne fue
designado profesor de medicina legal en 1883. Nacido en Chillán en
1856, fue sobrino por parte materna del único hijo del libertador
Bernardo O'Higgins411. Había estudiado en el Instituto Nacional y en la
Universidad de Chile, titulándose de médico-cirujano en 1878. Tras
egresar se desempeñó como médico militar en la guerra del Pacífico,
concurriendo primero a las batallas de Chorrillos y Miraflores, y luego a
la campaña de Arequipa. A su regreso se estableció en Santiago,
dedicándose al ejercicio de la medicina y la docencia. Desempeñó
también labores parlamentarias como diputado y fue ministro de Estado
en varias oportunidades (la primera vez en 1888).

Durante su período a cargo de la cátedra, específicamente el 30 de


octubre de 1886, el Consejo de Instrucción Pública aprobó un nuevo
plan de estudios para la carrera de medicina, que comprendía 6 años y
situaba en el último de ellos a la asignatura de "Medicina legal y
toxicología" con cuatro y media horas semanales. La docencia —que
hasta esos momentos era dictada solo en lo teórico— se modificó
radicalmente, ya que pasó a ser requisito para la aprobación del curso,
que los alumnos ejecutaran autopsias médico-legales. Con todo (como
se verá más adelante), la escuela de medicina tardó cerca de tres
décadas en poder concretar esa disposición.

Por otra parte, el 31 de diciembre de 1887 el presidente José Manuel


Balmaceda dictó un reglamento por el cual se le encomendó a los
llamados médicos de ciudad la misión de: "informar a la autoridad
judicial sobre todo asunto médico legal en que se les pida su dictamen,
debiendo practicar los reconocimientos y autopsias que fueren
necesarias; informar a la autoridad administrativa acerca del estado
mental de las personas que estuviesen detenidas en los cuarteles ...
comprobar las defunciones de las personas que se les indique, tanto
por la autoridad administrativa como judicial...". Por esos años la
actividad pericial médica nacional era caracterizada de la siguiente
manera412:

En la práctica el juez que instruía un sumario en una causa penal o


civil requería al médico de manera verbal (en casos de delito in flagranti)
o —la mayoría de las veces— de forma escrita. En el acto lo notificaba
del decreto que lo nombraba perito y en el cual se indicaba la operación
que tenía que practicar. El facultativo declaraba entonces ante el juez
que aceptaba el cargo413. No se acostumbraba a exigir juramento, salvo
cuando el informe pericial era despachado a petición de parte. Aceptada
la misión, el médico se trasladaba lo más pronto posible al lugar debido
y procedía a efectuar lo solicitado (ej. autopsia, examen del herido,
estudio del individuo inculpado). Si necesitaba de ayudantes, "los elegía
entre individuos de honradez e inteligencia conocidas" y —aun cuando
415

recibiese cooperación— debía "buscarlo todo y verlo todo por sí


mismo" . Los funcionarios judiciales tenían derecho de asistir a los
415

reconocimientos y ejercer una especie de supervigilancia. Todos los


documentos médico-legales presentados a un tribunal podían dar lugar
a una deposición oral de parte de su autor, para explicarlos, discutirlos
o sostenerlos ante el mismo tribunal. El facultativo también podía ser
llamado ante un tribunal para discutir las opiniones emitidas en su
informe con la parte contraria. Los servicios periciales que el Estado
recibía de los médicos no eran pagados hasta que no se emitiese una
sentencia judicial414.

Volviendo al Dr. Puga, cabe indicar que (entre otros) fue presidente de
la Sociedad Científica de Chile, secretario de la Facultad de Medicina y
Farmacia, primer director del Instituto de Higiene de Santiago (posterior
ISP), impulsor del primer Código Sanitario, Caballero de la Legión de
Honor y Comendador de la Orden de la Estrella Polar. Durante su
carrera publicó gran cantidad de libros y folletos científicos, entre los
cuales destacan:

 • "Recopilación de las leyes chilenas que se relacionan con la


medicina legal" (publicado en Santiago en 1884).
 • "Compendio de medicina legal"(en 1896), posiblemente el
primer texto escrito por un chileno sobre la especialidad.

Este maestro consideraba necesario que los estudiantes de Derecho


incorporasen la medicina legal dentro de su formación. Por otra parte,
el valor que otorgaba a la investigación científica se desprende de sus
elocuentes y hermosas palabras415:

En 1891 —previo a la guerra civil de ese año— Puga se distanció de


las políticas del presidente Balmaceda, siendo perseguido por la policía
y separado de la cátedra universitaria. Huyó entonces de la capital y se
escondió bajo el seudónimo de "Antonio". A pesar de lo anterior, se
negó a firmar en su calidad de diputado el acta de destitución de
Balmaceda416. Tras haber sido reemplazado durante un año en la
cátedra por Octavio Maira, fue reincorporado a las actividades
universitarias y se radicó en San Bernardo. En 1897 fue elegido senador
por Ñuble, dejando ese año su cargo en la cátedra de medicina legal.
Posteriormente llegó a ser vicepresidente del Senado en 2 períodos. Se
retiró de la actividad legislativa en 1908, para dedicarse luego a la
diplomacia. Falleció el 13 de agosto de 1935.

De la memoria que el Ministro de Justicia e Instrucción Pública


presentó en agosto de 1892 al Congreso Nacional, son destacables los
siguientes antecedentes:

 • El Código de enjuiciamiento civil estaba pronto a ser enviado


para su tramitación legislativa417.
 • Existían siete propuestas para un Código de enjuiciamiento
criminal418, las cuales iban a ser revisadas por una comisión del
ejecutivo.
 • La administración de justicia se encontraba "embarazada
constantemente por la falta de elementos para pesquisar los
delitos".
 • La organización de la policía era deficiente y se planteaba
como imperiosa necesidad establecer una "policía judicial".
 • Se había acordado enviar becado por 4 años a Roberto Montt
Saavedra, a fin de que estudiara medicina legal en París y
Viena419.

El sucesor en la cátedra de medicina legal fue Gregorio Amunátegui


Solar. Nacido en Santiago 1868, este facultativo había seguido el
mismo camino formativo de Puga, con estudios en el Instituto Nacional
y posteriormente en la Universidad de Chile, graduándose como médico
en 1886. Realizó además perfeccionamiento en Europa, siendo
discípulo del profesor de cirugía von Bergmann (en Berlín) y del maestro
de medicina legal francés Paul Brouardel (en París).

Su paso por la medicina legal coincidió temporalmente con un hecho


de relevancia para la disciplina: la inauguración en 1898 de la primera
sede de la morgue de Santiago, construida especialmente con ese fin
en calle Teatinos al costado de la cárcel. Según cuenta la
historia420, "los cadáveres eran aseados por medio de lluvia de agua y
después retratados. Acto seguido los médicos procedían a realizar la
autopsia y —contando ya con la autorización de los jueces de turno—
el cuerpo era entregado a sus familiares. Posteriormente era trasladado
en carretilla, dentro de una urna, al Cementerio General por Avenida La
Paz, vía que fue especialmente diseñada en el trazado urbano de la
ciudad con este fin".

Ahora bien; el área que interesaba mayormente al Dr. Amunátegui era


la cirugía. Es por eso por lo que, al ser nombrado profesor de Cirugía
Operatoria en 1901, renunció a la cátedra de Medicina Legal. Con los
años desarrolló una importante labor en el ámbito quirúrgico, llegando a
ser reconocido como Fellow Honorario del American College of
Surgeons. Además, se desempeñó en la política como ministro de
Estado en varios períodos. En su faceta académica y científica, llegó a
ser presidente de la Sociedad Médica de Santiago (entre 1912 y 1916),
decano de la "Facultad de Medicina y Farmacia" de la U. de Chile y
luego rector de esa casa de estudios (entre 1923 — 1924). En ese último
cargo, fue uno de los principales promotores de la creación de la
escuela de medicina en la Universidad de Concepción (fundada en
1919). Falleció el 20 de enero de 1938.

Tras la renuncia del Dr. Amunátegui, tuvieron lugar tres hechos de


especial relevancia para la historia de la especialidad:

 • El nombramiento de Carlos Ibar de la Sierra como profesor


titular de la cátedra de medicina legal de la U. de Chile.
 • El cambio de los planes de estudio de la carrera de Derecho
en 1902, incorporándose en ellos la enseñanza de la medicina
legal421.
 • La promulgación del Código de Procedimiento Penal el 13 de
febrero de 1906.
Figura 2.5: Profesores a cargo de la cátedra de medicina legal de la Universidad
de Chile durante el siglo XIX 422

La medicina legal chilena en los tiempos del Dr. Ibar

Carlos Ibar de la Sierra nació en Constitución el año 1860 (aunque


algunos autores indican que habría sido en Valparaíso). Estudió en el
liceo de su ciudad natal y en 1882 ingresó a la Escuela de Medicina de
la U. de Chile. Allí fue un destacado alumno, en mérito a lo cual en 1886
el Presidente de la República lo envió a Alemania para que continuara
sus estudios.
Figura 2.6: Dr. Carlos Ibar de la Sierra, profesor titular de
la cátedra de medicina legal entre 1901 — 1928
Gestor y fundador del Servicio Médico Legal de Chile

En ese país el Dr. Ibar estudió durante cinco años, al cabo de los
cuales se le otorgó el título de Médico del Estado del Imperio Alemán.
Posteriormente fue nombrado ayudante de la clínica de dermatología y
sífilis del profesor Neisser, así como de la clínica de enfermedades de
niños del profesor Soltmann (ambos en la Universidad de Breslau)423. Al
retornar a Chile, ocupó inicialmente cargos de profesor suplente.
Llegado el momento no fue designado para suceder al titular de la
cátedra de clínica médica. Como compensación fue nombrado profesor
de Medicina Legal en 1901. Y dijo: "así se hacen las cosas en Chile, me
han nombrado profesor de una cátedra que nunca había estudiado y en
cambio no han querido que fuese aquélla para la cual yo estudié"424.

Por esos años los estudiantes de medicina no podían aún participar


de prácticas propias de la asignatura. No existían dependencias
destinadas al examen de personas lesionadas ni mucho menos un
laboratorio. Respecto de las actividades en la morgue, Ibar manifestó
en una entrevista:

Existía —en la praxis— una dicotomía entre el rol forense y el rol


docente que (como se señaló antes) caracterizan a la medicina legal.
Esto seguramente debió contrariar al Dr. Ibar, más aún si se tiene en
cuenta su formación en Alemania, país en donde la disciplina era (y
sigue siendo) ejercida en institutos de base universitaria. La situación
afectaba también a los médicos en formación. En este escenario
Vicente Izquierdo, decano de la Facultad, planteó —en 1909— la
necesidad de construir un Instituto Médico Legal donde se pudiese
llevar a cabo toda la teoría que se estudiaba en las aulas y, con ello,
contribuir de manera efectiva a la justicia para el esclarecimiento de
ilícitos. Pero —como suele suceder todavía— el impulso definitivo no se
obtuvo sino hasta la ocurrencia de hechos de connotación pública. El
más famoso de ellos, sin duda, fue el "Crimen de la Legación
Alemana"425.
Este suceso policial, judicial y mediático tuvo varias consecuencias
impensadas:
 • Determinó la realización del primer peritaje odontológico de la
historia de Chile.
 • Hizo que se comprometieran fondos del Estado para construir
un edificio propio para la Escuela de Dentística426.
 • Demostró el valor de las investigaciones científicas para el
correcto esclarecimiento de cuestiones de carácter legal.

Adquirida conciencia de lo último por parte de la autoridad política y


los legisladores, el Dr. Ibar fue enviado en 1911 a Europa "para hacer
un estudio comparativo... de los progresos alcanzados en la enseñanza
de la medicina legal, así como de los laboratorios y de las instalaciones
que funcionan, con la mira de que aquella elevada ciencia pueda
coadyuvar eficazmente a la acción de esclarecer los crímenes y hacer
brillar a la justicia"427. El periplo de Carlos Ibar por el viejo continente fue
seguido de cerca por nuestro embajador en Alemania. Con la seriedad
que a todas luces lo caracterizaba, con fecha 4 de julio de 1911 el Dr.
Ibar informó desde la capital de Francia lo siguiente : 430

 • Que, en cumplimiento de la comisión confiada, había acopiado


leyes, reglamentos, planos de edificios, formas y planes de
estudio, procurando participar de cursos prácticos y estudiar
todos aquellos progresos que estaban en estrecha relación con
la asignatura.
 • De París (su primera escala) le llamó positivamente la atención
lo enrielados que estaban los servicios de investigación policial
y forense con la justicia, el numeroso personal de que disponían,
así como la existencia de un Instituto de Toxicología y una
escuela de policía científica. Consideró, sin embargo, que la
infraestructura de la morgue era anticuada, estrecha,
insuficiente e inadecuada para la enseñanza.
 • De Viena destacó aspectos de su legislación, en la medida que
esta obligaba a un trabajo policial de excelencia y permitía que
las investigaciones pertinentes fuesen desempeñadas
exclusivamente por el profesor de medicina legal (definiéndolo
como el "hombre consagrado por entero a los estudios de este
género"). Con todo, criticó la infraestructura disponible para la
enseñanza y la inexistencia de una morgue para la identificación
de los cadáveres.
 • De Berlín apreció favorablemente la infraestructura y
tecnologías con que contaba el instituto. Lamentó, por otra parte,
que los alumnos no tuviesen el derecho de presenciar las
autopsias ordenadas por la justicia
 • De Berna y Bruselas, manifestó que no encontró nada que
le "llamase la atención" ni que "fuese digno de mencionarse".
 • De Copenhague (su última escala), señaló que el instituto
médico legal era "espléndido", siendo de la opinión que —una
vez terminada la morgue y organizadas las leyes relativas al
servicio— sería uno de los mejores de Europa.
 • Que, habiendo sido su deseo traer a Chile un laboratorio para
practicar la reacción de Hunlenhut [sic] para distinguir la sangre
humana de la de los animales, un microscopio y un aparato
de Fluorence [sic] para descubrir manchas sanguíneas latentes,
no había sido posible hacerlo porque la Cámara de
Diputados "acordó negar" la provisión de dinero para tales fines.

Sus reflexiones y las recomendaciones que efectuó no tienen


parangón en la incipiente historia de la medicina legal chilena. En
tal sentido, señaló con inteligencia, sabiduría y visión de futuro que
(Nota: las mayúsculas las he puesto yo):

Al retornar declaró públicamente (Figura 2.7) que consideraba su deber,


poner todo lo que estuviese a su alcance para conseguir ver realizada
su aspiración de profesor del ramo: "contar con medios apropiados para
formar profesionales competentes que, en todo momento, sean
capaces de averiguar por métodos científicos el origen de cualquier
acción delictuosa...". Ello se traducía en un proyecto concreto: "una
morgue con todas sus dependencias; un laboratorio de toxicología; una
sala de autopsias; una sala para exámenes de la sangre y
preparaciones microscópicas; una sala para la biblioteca y una sala para
clases". ¿Argumentos?... ¡había de sobra!:

 • la "importancia trascendental no solo para las investigaciones


judiciales, sino también para el progreso de la ciencia"
 • la imposibilidad de "enseñar una ciencia objetiva y de
observación por medio de clases orales en las que se habla de
autopsias, de envenenamientos, de heridos, de alienación
mental, sin más recurso que el poder imaginativo de los
alumnos".

Figura 2.7: Entrevista al Dr. Carlos Ibar, publicada en diario El Mercurio


en diciembre de 1911

El espíritu visionario de Carlos Ibar de la Sierra le hacía saber que no


solo había que fundar el Instituto. También "reformar algunas
leyes"y "vencer, además, muchos intereses personales". Y a eso se
abocó, no sin consecuencias. A decir de Jaime Vidal Oltra428:
El primer paso se había dado en 1905. Ese año el Dr. Ibar había
gestionado que el fisco adquiriera a la entonces llamada Beneficencia,
un terreno cercano a la Escuela de Medicina ubicado al final de la
Avenida La Paz, a pocos metros del Cementerio General. Pocos meses
después del retorno del galeno desde Europa, específicamente el 15 de
junio de 1912, el sitio que ocupaba la morgue de Santiago fue rematado
y se programó su traslado. Se proyectó que las nuevas dependencias
sirvieran no solo a los fines propios de un recinto de esa naturaleza sino,
además, que se aprovechara su existencia en la enseñanza de la
medicina legal.

Formalmente lo anterior se concretó el 30 de agosto de 1915, con la


promulgación del Decreto 1.815 que reglamentó los servicios de la
nueva morgue. Nacía así el Servicio Médico Legal de Chile.

El decreto en comento introdujo varias modificaciones a la forma en


que se otorgaban los servicios periciales médicos, al menos en
Santiago. La más destacable fue sin duda, que la morgue y servicios
anexos (que incluyeron las dependencias de la "Casa de Orates" donde
los médicos legistas examinaban a presuntos alienados mentales),
quedaron bajo la dirección del profesor de medicina legal de la
Universidad. Pero no fue lo único:

 • El Tribunal al decretar la autopsia, determinaría si debía


hacerse en estricta reserva o si podían verla los estudiantes
 • Se estableció la obligación de secreto profesional para los
médicos y estudiantes que participaran de la pericia
 • La práctica del procedimiento quedaba restringida a los
médicos legistas, salvo que el juez designase otro facultativo
 • Se reguló y normó las estadísticas que debían llevarse.
Dos años después (1917), junto a las dependencias de la nueva
morgue y empleando planos traídos por el Dr. Ibar desde Copenhague,
comenzó la construcción del edificio que albergaría las dependencias
proyectadas para el nuevo Instituto (Figuras 2.8 y 2.9).

El 17 de octubre de 1925 el Presidente de la República, de acuerdo


con el Consejo de Ministros, dictó el Decreto Ley Nº 646 que volvió a
definir las funciones del Instituto Médico Legal. A partir de ello (entre
otros):

 • El organismo mantuvo su rol de servir a la Justicia y a la


enseñanza de la medicina legal.
 • Otras dependencias quedaron también bajo su tutela429.
 • Se estableció como obligación que el médico legista fuese
secundado por un toxicólogo del establecimiento en ciertos
casos.
 • Se consagró la autonomía de la labor pericial430.
 • Se le otorgó doble dependencia administrativa: del Ministerio
de Instrucción Pública y del Fiscal de la Corte Suprema.
 • Se fijó un sueldo para su director (previo a ello solo recibía los
honorarios como profesor de la cátedra universitaria).
 • Se incorporaron a la planta de empleados cuatro psiquiatras
(denominados "médicos alienistas"), así como un fotógrafo y
dastilóscopo [sic].
 • Se amplió su competencia a todo el territorio nacional431.
Figura 2.8: Inicios de la construcción del edificio del Instituto Médico Legal
de Santiago (Imagen del archivo fotográfico de la Dirección de Arquitectura
del Ministerio de Obras Públicas)

Figura 2.9: Estado de avance de la construcción en 1923 (Imágenes del archivo


fotográfico de la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas)

Finalmente, el 1 de octubre de 1926, el nuevo edificio institucional fue


inaugurado con la asistencia de las más altas autoridades de la
nación (Figura 2.10).

Figura 2.10: Frontis del edificio del Instituto Médico Legal de Santiago poco
antes de su inauguración (Imagen del archivo fotográfico de la Dirección de
Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas)

En su discurso, el entonces ministro de Instrucción Pública señaló432:


La gratitud del poder ejecutivo hacia el profesor Ibar no duró mucho,
pues en abril de 1928 (época de gran agitación política en el país) se le
pidió abruptamente la renuncia al cargo sin darle ninguna razón. Ya
retirado, el Dr. Carlos Ibar falleció el 3 de marzo de 1930.

El cambio de modelo

Cuando se produjo la salida del Dr. Ibar, Alberto Benítez


Sanhueza era el legista más antiguo del Instituto Médico Legal de
Santiago, por lo que pasó a reemplazarlo en sus cargos (profesor titular
de la cátedra y director del instituto). Nacido en 1889, se había formado
como médico en la U. de Chile y graduado en 1914. Tras su egreso
ocupó diversos puestos en el ámbito asistencial y docente. En 1924 se
incorporó al instituto y fue docente ayudante. Ese mismo año viajó a
Europa, realizando una pasantía de dos años tras la cual obtuvo un
diploma en Medicina Legal otorgado por la Universidad de París.

Al retornar retomó sus funciones y colaboró en las actividades de la


Escuela de Carabineros (que había sido creada en 1908). Ya en su
nuevo cargo, concurrió como delegado del gobierno a la 1º Conferencia
Latinoamericana de Neurología, Psiquiatría y Medicina Legal que se
celebró en Argentina en 1928. En la oportunidad presentó el trabajo
"Consideraciones sobre autopsias de suicidas" y otro relativo al
"Instituto Médico Legal de Santiago". Al año siguiente en tanto, retornó
a Europa para una nueva pasantía hasta 1930433.

Ese año, específicamente el 21 de agosto, el Ministerio de Justicia


promulgó el decreto Nº 2.175 por el cual el Instituto Médico Legal dejó
de pertenecer a la Universidad de Chile y pasó a depender
exclusivamente del Fiscal de la Corte Suprema. El nombramiento del
director del organismo quedó como potestad del Presidente de la
República (o sea, un cargo de confianza política), desvinculándose así
del cargo de profesor titular de la cátedra de Medicina Legal.

La enseñanza de la medicina legal dejó de ser un rol de la institución,


la cual ahora solo tendría como misión "cooperar" [sic] a la docencia.
Asimismo, la norma en cuestión creó tácitamente el SML de Valparaíso
y mencionó por primera vez la figura del médico legista de
provincia434. Con todo, se previó que en las ciudades en que no hubiera
médicos legistas, el Presidente de la República podía encomendar esas
funciones a otros médicos remunerados por el Fisco435.

El Dr. Benítez se mantuvo como profesor titular de la cátedra de


medicina legal hasta 1931. Al año siguiente publicó su principal obra
titulada "Manual práctico de medicina legal: adaptado al personal de los
diferentes servicios de policías de Chile". Poco después, en 1933,
asumió como el primer director de la actual Escuela de investigaciones
policiales (ente formador de la policía civil).
La medicina legal chilena desde 1931 hasta la reforma
procesal penal del año 2000

El encargado de reemplazar en 1931 al Dr. Benítez en la cátedra de


medicina legal fue Jaime Vidal Oltra. Nacido en Talca en 1895, se
había formado en la Escuela de Medicina de París y en nuestro país
había sido discípulo directo del Dr. Ibar. Fundador del Partido Socialista
chileno, ejerció de forma paralela el cargo de director del Instituto
Médico Legal de Santiago. Además, fue alcalde de Santiago por un
corto tiempo (entre diciembre de 1941 y mayo de 1942).

Durante su período —particularmente en la década del 40— comenzó


a estructurarse una incipiente red forense nacional conformada por
Santiago, el Departamento Médico Legal de Valparaíso, la oficina del
SML en Concepción (creada en 1940) y la de Temuco (en 1946),
además de las morgues que funcionaban en Iquique, Antofagasta, La
Serena, Talca, Chillán, Valdivia y Osorno.

Parte de lo anterior tuvo que ver con la promulgación, el 28 de enero


de 1943, del decreto Nº 427 del Ministerio de Justicia, que estableció el
Reglamento Orgánico del Instituto Médico Legal "Doctor Carlos Ibar"
(denominado así desde 1934) y de los servicios médicos legales del
país. Algunas de las innovaciones que trajo aparejada esa norma
fueron:

 • Amplió la cooperación docente a las Escuelas de Ciencias


Jurídicas y Sociales.
 • Dispuso algunas restricciones para las actividades
docentes436.
 • Consagró el carácter individual de la responsabilidad por las
actuaciones periciales.
 • El organismo quedó administrado por el Ministerio de Justicia,
bajo supervigilancia del poder judicial (Fiscal de la Corte
Suprema).
 • Fijó normas eminentemente centralistas437.
 • Dispuso que —salvo excepciones— las autopsias no podían
practicarse antes de 24 horas de ocurrido el fallecimiento.
 • Estableció la posibilidad de reservar muestras (o incluso
cadáveres) ante dudas, o bien para fines docentes y científicos.
 • Concedió al director del Instituto la facultad de nombrar
especialistas en medicina legal (por períodos de un año), a los
médicos ayudantes propuestos por el titular de la cátedra.

Por otra parte, la simple lectura del decreto permite constatar que —
al menos en Santiago— existían a esa fecha importantes avances
tecnológicos en comparación a los inicios del Instituto (ej. Rayos X,
laboratorio de histopatología, espectrografía, investigaciones de huellas
de pólvora, identificación de pelos, exámenes de manchas).

Por esos años, específicamente en 1948, el hematólogo Luis


Sandoval Smart publicó el primer "Manual de Criminalística" escrito en
Chile, abocándose además a efectuar la organización del Servicio de
Policía Técnica dependiente de la policía civil.

Cinco años más tarde el Dr. Vidal planteó una nueva reorganización
del SML, ya que consideraba que se había producido un estancamiento
y que la institución no era sino un ente dedicado a la tanatología, incluso
con serias deficiencias técnicas. Sin embargo, su estado de salud lo
obligó a dejar la dirección del organismo el año 1955, pero se mantuvo
como profesor a cargo de la cátedra de medicina legal hasta 1959438.

A la salida del Dr. Vidal, la cátedra fue asumida por Alfredo Vargas
Baeza —quien, al igual que su predecesor— ocupó paralelamente el
cargo de director del SML. Fue asimismo docente de medicina legal en
la Pontificia Universidad Católica (en Santiago) y en la Universidad de
Concepción (por aquella época, las únicas formadoras de médicos en
el país junto con la U. de Chile). El Dr. Vargas había nacido en Temuco
en 1912. Vivió posteriormente en Valdivia, tras lo cual ingresó a la
escuela de medicina de la Universidad de Chile en Santiago. Se graduó
en 1942 y tiempo después se desempeñó como ayudante del Dr. Vidal
en la cátedra de Medicina Legal.

Uno de los primeros hitos en su gestión fue la promulgación, el 25


demarzo de 1960, del DFL Nº 196 del Ministerio de Justicia. En este se
estableció un nuevo Estatuto orgánico para el SML, el cual se mantuvo
vigente por casi cinco décadas. Entre los cambios surgidos cabe
destacar los siguientes:

 • El organismo quedó con dependencia exclusiva del Ministerio


de Justicia.
 • Se estableció que la repartición quedaba integrada por una
dirección nacional, una unidad de asesoría jurídica (a cargo de
un abogado), el Instituto Médico Legal "Doctor Carlos Ibar" y los
SML "cabeceras de provincias, departamentos y comunas".

Consecuentemente, fue bajo la dirección del Dr. Vargas Baeza que se


inició la construcción de SML provinciales. Asimismo, durante la década
de los 60, la escasez de médicos legistas en Chile dio inicio a un
fenómeno que se mantiene hasta nuestros días: la incorporación de
profesionales extranjeros. A modo de ejemplo, ingresaron por esos años
a la planta de funcionarios del SML Augusto Torrico Rojas(psiquiatra)
y Humberto Rhea Clavijo, ambos de nacionalidad boliviana.

Otro hito tuvo lugar en 1965, cuando el trabajo del profesor Vargas
Baeza permitió la realización de las Jornadas Internacionales de
Medicina Legal, uno de los pocos eventos de esa envergadura
celebrado en el país.

Cuando ocurrió el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, el


Dr. Vargas se encontraba fuera del país. Estaba siendo subrogado por
el Dr. Torrico, profesional que no era del gusto de la nueva autoridad
militar. Óscar Novoa Allende —médico de la planta civil del Hospital
Militar y funcionario de la sección de Clínica del SML— asumió entonces
el cargo de facto. Esa noche el cadáver del depuesto presidente
Salvador Allende yacía en el pabellón de cirugía del departamento de
otorrinolaringología del Hospital Militar. Se esperaba la llegada de los
doctores José Luis Vásquez y Tomás Tobar Pinochet, funcionarios
del instituto a quienes la Fiscalía Militar les ordenó efectuar la autopsia
en el mencionado recinto castrense. El procedimiento se prolongó hasta
la medianoche y fue caratulado con el número de protocolo 2449/73. El
cuerpo de Allende no pasó por la morgue.

Vargas Baeza retornó desde Europa a fines de septiembre de 1973 y


el Dr. Novoa le devolvió la dirección. Acostumbrados a recibir un
promedio de menos de 10 cadáveres al día, los funcionarios capitalinos
debieron lidiar ahora con un número varias veces mayor. Solo entre el
11 y 30 de septiembre de ese año se ingresaron 588 cuerpos. Las
condiciones en que se encontraban, los recursos y el personal
disponible, dificultaron practicar autopsias completas en cada caso.
Según recordaba el Dr. J. L. Vásquez: "no se hacían las autopsias que
hubiésemos querido realizar, con toda la técnica necesaria... Las
primeras dos o tres... intentamos hacerlas lo más completo posible, pero
después nos dimos cuenta de que era humanamente imposible. Nos
limitábamos a hacer una autopsia sucinta, encuadrándonos solo en las
lesiones que existían relacionadas con la causa de muerte". Tampoco
se cumplió la norma reglamentaria de que todos los fallecidos fueran
fotografiados y que esas fotos quedaran archivadas para la eventual
consulta de los tribunales. En otros casos, sus nombres nunca fueron
anotados en el libro de ingreso. Más allá de la intencionalidad o no de
ocultar crímenes, para María Luisa Sepúlveda —exvicepresidenta
ejecutiva de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura
creada en la década de los noventa— "el problema mayor estaba en la
custodia de la ropa y en la identificación de las huellas. No siempre hubo
prolijidad"439.

El Dr. Vargas Baeza falleció en agosto de 1977, mientras se


encontraba en el ejercicio de todos sus cargos. Había alcanzado
durante su trayectoria gran prestigio (tanto nacional como
internacional), destacando por la constante supervigilancia que ejerció
de la actividad del SML, su calidad como docente y su rol como perito
tanatólogo.

Es en este momento entonces en que el cambio de modelo comenzó


a operar en la práctica. La dirección del SML pasó a ser otorgada
mediante un mero criterio de confianza política, no siendo requisito
formación ni praxis como médico legista para ocupar el cargo (Tabla 2.3).
Por otro lado, en la cátedra de Medicina Legal el sucesor fue Roberto
von Bennewitz Gotschlich, quien se mantuvo al mando de ella hasta
1984.
Tabla 2.3: Directores nacionales del SML desde 1977 a la fecha

A su salida asumió Alberto Teke Schlicht (Figura 2.11), quien se había


desempeñado previamente como jefe del departamento de medicina
criminalística de la PDI, profesor de la escuela de esa institución (entre
1967 y 1984) y jefe de tanatología del SML (en 1978). El Dr. Teke fue el
principal impulsor de la especialidad en Chile durante el último cuarto
del siglo XX. Su legado no ha sido apreciado o valorado aún en su
justa dimensión en el país. Como le tocó verse involucrado en casos
de connotación pública durante la dictadura militar, algunos sectores
han cuestionado desde una perspectiva técnica (y bajo suspicacias
políticas) algunas de las actividades que desarrolló en esos años. Pero
prescindiendo de discusiones sobre ello, resulta innegable (como se
verá a continuación) que sus aportes a la disciplina fueron sustanciales
en consideración al escenario en que se desarrollaba la actividad
pericial médica en Chile.

Contextualicemos: a mediados de la década de los ochenta existían


ya seis centros formadores de médicos a nivel nacional440. La docencia
en medicina legal se limitaba a un corto curso en pregrado y tenía un
enfoque esencialmente teórico. A pesar de ello, como venía sucediendo
por alrededor de casi un siglo, la mayor parte de las pericias médicas
del país eran encomendadas a peritos ad hoc, con todos los problemas
asociados a ello441.

Figura 2.11: Dr. Alberto Teke Schlicht, principal promotor


de la medicina legal en Chile en el último cuarto del siglo XX

El Estado, en vez de revitalizar, modernizar y ampliar la cobertura


territorial del SML, potenció la situación descrita. Se promulgó por
ejemplo la ley Nº 18.355 en 1984 (todavía vigente), por la cual el SML
podía celebrar convenios con los Servicios de Salud, a fin de que
funcionarios de esas reparticiones se hicieran cargo de los
procedimientos médico-legales. El resultado: médicos generales
(muchos recién egresados), sin los conocimientos y experticias
pertinentes, eran obligados a asumir labores periciales. Aun cuando
argumentaran falta de idoneidad, el Código de Procedimiento Penal les
impedía negarse a efectuar ese tipo de actividades y la decisión final al
respecto quedaba entregada al criterio del juez. Tampoco importaba si
se contaba o no con la infraestructura o materiales idóneos. Fuera de
Santiago y de las pocas ciudades en que existía un SML, los
procedimientos médico-legales eran llevados a cabo en dependencias
de hospitales (Figura 2.12) o, incluso, en los cementerios municipales.

Si bien es cierto que en 1986 un grupo de médicos entrenados en la


U. de Chile (pero no especialistas, ya que todavía no existía un
programa de formación) fue enviado en calidad de directores para
implementar o desarrollar reparticiones del SML en algunas capitales
regionales (Copiapó, Temuco), el escenario descrito se mantuvo por
otras dos décadas. Recién con la implementación de la reforma
procesal en Santiago (en 2005), la importancia de los denominados
peritos ad hoc comenzó a declinar.

Visto lo anterior, los aportes del Dr. Teke fueron significativos y


visionarios para su época. Entre ellos destacan:

 • La fundación en 1986 de la Sociedad Chilena de Medicina


Legal, Forense y Criminalística.
 • La publicación del libro "Medicina Legal", cuya primera edición
data de 1996442.
 • La creación del primer programa de formación de especialistas
en medicina legal del país (en 1997).
 • La conformación del Capítulo Chileno de la Asociación Mundial
de Medicina Legal.
Figura 2.12: Condiciones en las cuales —hasta inicios del siglo XXI—
se practicaron autopsias médico-legales en algunos lugares de Chile443

El Dr. Teke se retiró en 1997 del mando de la cátedra de medicina


legal de la U. de Chile. Su trayectoria y aporte a la especialidad fueron
reconocidos a nivel internacional, otorgándosele en 1999 un premio por
parte de la Asociación Latinoamericana de Medicina Legal y
Deontología Médica e Iberoamericana de Ciencias Forenses. Se
mantuvo muy activo tanto en la docencia como en la difusión de la
disciplina, desarrollando un diplomado sobre la especialidad (que se
impartió durante un par de años en la Universidad SEK) y siendo orador
principal de varias actividades académicas. Falleció en enero de 2011.

Después que dejó la dirección del departamento de Medicina Legal, el


mando de la cátedra fue asumido por primera vez por un profesional no
médico: el odontólogo Luis Ciocca Gómez. Este profesor se había
incorporado veinte años antes al equipo docente444, desarrollando una
labor que había permitido (entre otros):
 • la difusión de la medicina legal hacia disciplinas como la
Odontología y la Antropología;
 • la publicación a fines de la década del 70 del libro "Elementos
de la Odontología Legal";
 • la creación en 1983 del primer curso de la especialidad dirigido
a odontólogos;
 • la fundación de la Sociedad de Odontología Legal de Chile.

Durante su gestión la docencia de medicina legal se amplió a otras


carreras (Obstetricia, Enfermería, Kinesiología, Tecnología Médica,
Arqueología, Antropología Física). Además, en 2001 consiguió habilitar
un espacio físico en el campus norte de la Universidad, ya que desde
1977 (cuando se concretó lo que él denominó "expulsión" desde el
SML) no se contaba con la infraestructura requerida para el
funcionamiento del departamento, dado lo cual había deambulado por
lugares poco adecuados e instalaciones muy pequeñas445. Reconocido
en dos ocasiones como el mejor docente de la facultad, el profesor
Ciocca publicó el año 2010 otro libro titulado "Odontología médico-
legal". Dejó su cargo al mando de la cátedra en 2014, siendo
reemplazado por la Dra. Carmen Cerda Aguilar.

Actualidad

El inicio del siglo XXI encontró a un SML mal preparado para asumir
los desafíos que imponían modificaciones legales, tales como la reforma
procesal penal y la nueva ley de filiación. Sus recursos humanos no
daban abasto y los materiales e infraestructura no reflejaban los
avances de la tecnología. Además, aún existían zonas del país donde
el organismo no contaba con sedes, así como diferencias significativas
entre Santiago y el resto del Chile en cuanto a la especialización de sus
profesionales.

Por otra parte, la falta de rigurosidad metodológica y preparación


académica de algunos de sus peritos se hicieron públicamente
evidentes tras constatarse que la entidad había cometido sendos
errores en la identificación de cadáveres de personas desaparecidas
durante la dictadura (véase Capítulo 6: "La malpraxis (casi) no perseguida")446. Ello,
sumado a casos de nepotismo y faltas administrativas de sus máximas
autoridades447, mermó significativamente la confianza ciudadana
respecto de la labor institucional, demostrando que el SML pasaba por
una profunda crisis.

En este contexto, el año 2005 se promulgó la Ley Nº 20.065 que —


supuestamente— modificaba otra vez la estructura orgánica del SML en
aras a iniciar un proceso de modernización. Con todo, esa norma no
hizo otra cosa que ratificar formalmente la misma orgánica con la cual
funcionaba en la práctica la institución. Una mera revisión de sus
articulados permite concluir que, en realidad, el principal foco de esa
legislación fue la obtención de mejoras salariales.

Desde la perspectiva de la medicina legal y siguiendo los principios


que inspiraron al Dr. Ibar, es dable concluir que la nueva ley no generó
cambios en cuestiones de fondo. El carácter de funcionarios de
confianza política asignado a sus máximas autoridades, la formación
requerida para llevar a cabo las actuaciones periciales y el rol accesorio
(no central) otorgado a la docencia e investigación, son todos aspectos
que se mantuvieron sin modificación.

Más que un homenaje, considero entonces un sinsentido histórico que


el Instituto Médico Legal de Santiago lleve el nombre del Dr. Ibar. Si bien
hay avances que no desconoceré, no creo que se sentiría orgulloso si
viera el estado actual del organismo y de la medicina legal chilena.
Recordemos que él siempre partió de la base de que lo primero era una
formación científica idónea de los profesionales en la materia. Solo
concretado ello resultaba posible estructurar los servicios
forenses.

Sin embargo —como ya se comentó— la "estatización" del SML en


1930 desvinculó las funciones docentes de las periciales, privilegiando
estas últimas en franco desmedro de las primeras. Así, una de las
cuestiones que quiso revertir Ibar —que los médicos de ciudad (sin
formación en medicina legal) se hicieran cargo de las labores
periciales— sigue estando hoy lejos de ser una realidad siquiera
alcanzable. No se necesita la especialidad en medicina legal para
ejercer como funcionario médico del SML. Peor todavía: la propia
institución ha utilizado herramientas para prescindir de ese requisito o
darlo por satisfecho sin que en el fondo haya sido cumplido (véase
Capítulo 6: "¡Llame ya!"). Lo mismo ocurre con las autoridades del SML (Tabla
2.4), las cuales además responden por intereses políticos que no
necesariamente se condicen con los científicos.

448

La falta de formación en medicina legal de los directivos en las últimas


cuatro décadas no ha sido inocua. Más de alguien pudiera plantear que
la dependencia política de las máximas autoridades del SML ya no es
tal, en la medida que desde el año 2006 son nombradas por concursos
de alta dirección pública (Ley Nº 19.882). Reconociendo esto último, he
de manifestar sin embargo que ese mecanismo no impide la aplicación
de criterios políticos, ya que la decisión final de todo nombramiento (y
también la mantención del funcionario en su cargo) sigue siendo
entregada a la autoridad gubernamental de turno. Por otro lado, los
procesos de esta índole que a la fecha se han llevado a cabo en el SML
no se han caracterizado por toda la rigurosidad que uno creería449.

Por otra parte, el denominado Instituto Dr. Carlos Ibar —continuador


en los hechos de la preexistente Unidad de Investigación, Docencia y
Extensión del SML (que, con cambios nominales, data de 1991)— no
ha estado en mi opinión a la altura de las necesidades de la medicina
legal local. En efecto, se asumen como avances o principales logros el
concurso "Distinción Dr. Carlos Ibar" (que premia investigaciones
científicas inéditas a nivel nacional), la coordinación con universidades
e instituciones relacionadas para el uso docente de las instalaciones del
SML y la edición una vez al año de la revista "Investigación Forense".
¿Será lo anterior adecuado, suficiente y eficiente para las necesidades
del país? Veamos:
 • Hasta septiembre de 2018 (véase "Posgrado", más adelante), Chile
seguía contando solo con una universidad que forma
especialistas en medicina legal.
 • Este programa de formación no tiene financiamiento del
Estado.
 • No existen módulos de medicina legal en las becas de
formación de especialistas en otras áreas de la medicina450.
 • No parece haber real coordinación con entidades
formadoras451. Tampoco lineamientos uniformes para la
docencia.
 • En la gran mayoría de las universidades la docencia práctica
de pregrado sigue circunscrita a observar autopsias, sin
adaptarse a las actuales necesidades452.
 • La docencia de medicina legal en las escuelas de Derecho es
—en su mayoría— inexistente o, a lo más, un ramo electivo.
 • La Academia Judicial de Chile dejó de impartir el módulo de
medicina legal en su programa anual de perfeccionamiento.
 • El SML no cuenta con una biblioteca ni tampoco
acceso online a publicaciones científicas o recursos como
UptoDate .®

 • Aparte de iniciativas individuales aisladas, el instituto no posee


líneas de investigación concretas.
 • La revista "Investigación Forense" posee a la fecha solo seis
números y no forma parte del Index Medicus . ®

 • Las investigaciones allí publicadas son prácticamente todas de


tipo observacional. No se reportan estudios de diseño analítico
(caso/control o cohortes). Tampoco se aprecia randomización
en los artículos que indican haber empleado diseños
experimentales.

¿Hay avances? Sin duda. En lo territorial se han creado instalaciones


y adecuado las existentes, mejorando significativamente los estándares
arquitectónicos de infraestructura y seguridad453. Actualmente el SML
dispone de 40 sedes en el país. Tres de ellas funcionan como centros
referenciales: el de la zona norte (Iquique), el de la zona sur
(Concepción) y el de Valparaíso (que responde a las demandas de su
propia región y colabora con el Maule y la Región Metropolitana). En lo
concerniente a la gestión, desde 2007 el organismo comenzó a
implementar la acreditación de calidad y la certificación de
procedimientos bajo estándares ISO u homólogos. Finalmente, en lo
que respecta a tecnología, se ha ampliado la red de laboratorios e
implementado la base de datos genética mediante CODIS.

Pero falta mucho y —por tanto— hay gran margen para crecer. Desde
mi perspectiva los desafíos fundamentales no están en el área de las
inversiones tecnológicas o de infraestructura (las cuales, por cierto, son
continuamente necesarias). Creo más importante preocuparnos de lo
que llamamos capital humano y cultura organizacional. El clima de
trabajo es crucial y los funcionarios han de sentirse satisfechos en un
amplio sentido, no solo en lo que a remuneraciones respecta. Esta
materia —en la cual se ha mejorado en los últimos años— aún es una
tarea pendiente (Figura 2.13).

Cabe reflexionar además sobre el hecho de que las legislaciones y el


consecuente desarrollo del SML han antepuesto la función forense al
necesario rol docente. Como decimos en Chile: "se colocó la carreta por
delante de los bueyes". Difícilmente podremos cumplir labores
periciales de calidad si no nos hemos preocupado de otorgar los medios
y garantizar que todosquienes desarrollen esas tareas (no solo algunos
por iniciativas personales) tengan la formación idónea. Tampoco si los
procesos no han sido normados y estandarizados con criterios
científico-forenses actualizados o bien, si no se fiscaliza correctamente
el cumplimiento de las normativas existentes mediante auditorías
permanentes, aleatorias y sin aviso.

Pero parece que hoy importa más producir... responder a la demanda


en los tiempos definidos, cumpliendo así metas y compromisos de
gestión que otorgan bonos. Los déficits en calidad se maquillan y
enmascaran, difundiendo imágenes de modernidad (como fotografías o
visitas a la unidad de genética forense) que —a muchos operadores de
la justicia— les hacen creer que todos quienes ejercen actividades
médico-legales en Chile lo hacen con niveles de excelencia científica.
Lamentablemente ello no es así. La cultura del "aprender haciendo" o
creer que otros especialistas (clínicos, no forenses) son idóneos
constituyen realidades que no hemos abandonado (véase Capítulo 6: "¡Llame
ya!"), con consecuencias significativamente dañinas para la disciplina y
perjudiciales en último término para la sociedad.
Figura 2.13: Insatisfacción funcionaria en el SML de Santiago
(Imagen de archivo personal obtenida en mayo de 2017)

La formación de un médico legista

Un paso necesario para poder comprender la experticia teórico-


práctica de un médico legista, es conocer cuál ha de ser el camino que
recorre el facultativo para alcanzar esa especialidad. Se trata de un
tema que —si bien es relativamente sabido por los médicos— buena
parte de los abogados u otros profesionales ignora, por lo que he
considerado necesario referirme brevemente a ello.

Antes de partir, debo hacer presente que en esta materia hay


profundas diferencias entre países. Los estudios necesarios para
obtener la licenciatura o título de médico varían de nación en nación.
Incluso a veces, se observan diferencias importantes dentro de un
mismo país según la entidad formadora. Esta variabilidad es aún mayor
en posgrado. No en todas partes hay programas de especialización o
residencias para la formación de médicos legistas. Peor todavía: no en
todos los países latinoamericanos la medicina legal se encuentra
siquiera reconocida como una especialidad médica454. A continuación,
se analizará la actual situación en Chile.

Pregrado

En nuestro país la carrera de medicina tiene una duración de siete


años. En la mayoría de las universidades que la imparten, los dos
últimos corresponden a lo que se denomina "internado", que en cierta
medida es el equivalente a la práctica profesional de otras carreras
(aunque, en estricto rigor, en medicina las actividades prácticas con
pacientes se inician mucho antes). Luego de aprobar todos los ramos y
los exámenes que se rinden en cada rotación del internado, el alumno
obtiene el título de "Médico cirujano", siendo denominado
coloquialmente como "médico general".

Hasta el año 2004 (a lo menos) todas las carreras de medicina que se


dictan en Chile contaban en forma obligatoria con la asignatura de
medicina legal, reflejando una tradición histórica mantenida en el
tiempo. Al igual que en otros países, el ramo tiende a ubicarse en los
últimos años de la formación455. Aun cuando lo favorable de esa
estrategia radica en que a esa altura los alumnos ya conocen las bases
de la medicina y sus especialidades456, lo malo es que muchas veces
se encuentran absorbidos por el estudio de materias clínicas, o bien han
alcanzado una etapa en la cual tienen tácitamente decidido o perfilado
su futuro profesional. Consecuentemente, no es raro que los
estudiantes evidencien cierta indiferencia y poco interés en las materias
propias de la medicina legal de pregrado (ej. documentos médicos,
examen a víctimas de violencia, toxicología, deontología médica)457.
Según he percibido en el contacto con alumnos y colegas, muchas
veces sus expectativas no van más allá de esperar que se les instruya
sobre qué hacer (y qué no) para evitar ser demandados458.
Algunas de las universidades nacionales (tanto públicas, con subsidio
estatal y privadas) mantienen a la fecha convenios de colaboración con
el SML para actividades de pregrado, posgrado, investigación,
extensión y perfeccionamiento académico (Tabla 2.4), a partir de los
cuales los estudiantes pueden utilizar las dependencias de ese
organismo como campo clínico. En esos acuerdos las entidades
formadoras se comprometen a retribuir al SML otorgando acceso
preferente a sus profesionales a las actividades de perfeccionamiento
que organice la Universidad, además de solventar los gastos operativos
e insumos que involucren las labores que realicen en el Servicio. Solo
tres instituciones han adquirido compromisos de mayor
envergadura459. Ninguno de estos convenios estableció la creación de
un departamento universitario de medicina legal ni tampoco, un
programa de formación de posgrado en la especialidad.

La Contraloría General de la República efectuó no hace mucho (año


2010) una serie de reparos respecto de cómo se estaban desarrollando
las labores docentes en el SML460. Al tenor de ello y acorde a lo
dispuesto en las leyes Nº 19.863, 19.882 y 20.065, es dable hacer
presente que aquellos funcionarios del SML que participen de la
docencia dentro de su jornada laboral:

 • No han de recibir una remuneración por tal labor.


 • Para ser remunerados, requieren autorización del jefe del
servicio y deben compensar las horas empleadas.
 • Cuando suscriban contratos paralelos con entidades
formadoras, estos deben ajustarse a los topes horarios
establecidos.

La normativa indicada da cuenta de que —si bien la última ley orgánica


del SML formalizó una unidad destinada a colaborar en las labores de
docencia e investigación en medicina legal— no existen incentivos
reales para que ello se concrete correctamente. Estas actividades
aparecen en definitiva como una carga más para los funcionarios del
organismo, a quienes los convenios actualmente vigentes no les
garantizan retribuciones que puedan motivarlos a soportarla ni
disposiciones que apunten al desarrollo de la especialidad (ej. cupos en
programas de formación de especialistas en medicina legal, ya sea en
Chile o el extranjero).
Tabla 2.4: Convenios actualmente vigentes del SML
con universidades nacionales461

Ahora bien; en teoría las cátedras de pregrado existentes en el país


cubren la necesidad formativa expresada desde hace mucho en la
literatura462. Sin embargo, en la práctica —al igual que se reporta en
otras naciones463— la carga horaria asignada es muy dispar entre
universidades y por lo general no alcanza el mínimo recomendado (65
horas)464. La importancia que se le asigna a la asignatura dentro del
contexto de la malla curricular de la carrera de medicina es poca y
recientes estudios han concluido que persisten falencias en las
competencias disciplinares y genéricas adquiridas por los alumnos465.

Después de egresar

En Chile el médico general tiene un amplio abanico de posibilidades


para desempeñarse laboralmente o continuar sus estudios (Figura 2.14).
Muchos optan aún por cargos del Ministerio de Salud que otorgan la
opción de acceder —tras un período de tiempo— a programas de
formación en especialidades financiados por el Estado. Con todo, cada
vez es más frecuente que los recién egresados busquen especializarse
inmediatamente. Pero pocos, muy pocos, lo hacen en medicina legal...

Figura 2.14: Formación de pregrado de un médico en Chile y


opciones que posee tras su egreso

En este escenario surge uno de los varios problemas de la medicina


legal nacional. Como en Chile no existe una ley de especialidades
médicas (a diferencia de lo que sucede por ejemplo en Argentina o
España), la mera posesión del título de médico cirujano otorga al
profesional la posibilidad de dedicarse a alguna especialidad, sin
necesidad de haber cursado un programa de formación en ella. Ese,
precisamente, es el camino seguido por buena parte de los médicos que
actualmente se desempeñan en el SML.

Para comprender mejor lo anterior basta mirar los concursos que se


efectúan para la provisión de cargos médicos en el SML. En ellos se
establece como requisito "deseable" que los postulantes
tengan "capacitación en cursos de anatomía patológica y/o medicina
legal" (lo que todo médico formado en el país podrá acreditar, en la
medida que ambas disciplinas son ramos obligatorios en pregrado).
Hasta ahí, no hay problema... lo grave del asunto surge cuando se
analiza las funciones que ese profesional deberá ejercer (Figura 2.15).
Figura 2.15: Ejemplo de llamado a concurso para la provisión
de cargos médicos en el SML

Como se señaló, más de un estudio ha hecho presente la existencia y


persistencia de falencias en la formación médico-legal de pregrado.
Pretender entonces que un médico —que no ha estudiado la
especialidad— tenga la idoneidad para ejecutar las actividades
periciales asociadas a los cargos ofrecidos es, sencillamente, un
despropósito.

¿Por qué se llega a eso? Obviamente por la escasísima cantidad de


legistas a nivel nacional, lo cual a su vez deriva de la falta de centros
formadores de especialistas en el país (a la fecha solo se dispone de
seis cupos anuales, de los cuales únicamente dos son financiados por
el Estado). ¿Qué consecuencias tiene? Que los nuevos funcionarios
"aprenden haciendo", propiciando tanto la transmisión como
perpetuación en el tiempo de malas prácticas y conocimiento
añejo (véase Capítulo 1).

El problema no es nuevo ni tampoco exclusivo de nuestro país. José


Ángel Patitó —citando a Nerio Rojas— hacía presente la siguiente
descripción que (lamentablemente) es aplicable a nuestra realidad
actual466:
Posgrado

Hasta hace muy poco, la única casa de estudios que tenía un


programa de formación de especialistas en medicina legal era la U. de
Chile, siendo una beca autofinanciada con cuatro cupos anuales.
Recién en septiembre de 2018 la U. de La Frontera comenzó otro
programa con dos cupos financiados por el MINSAL, de los cuales solo
uno se llenó. Ambas formaciones se extienden por tres años, lo que ya
marca diferencias importantes con algunos países europeos donde la
especialización dura cinco años (ej. Alemania, Portugal).

Pese a la indudable necesidad de especialistas en el área, la realidad


nos muestra que no se ha avanzado lo necesario en esa dirección.
Pareciera que las generaciones precedentes y los actuales
responsables no han apreciado la validez de lo que (ya en 1936)
expresó el maestro argentino Nerio Rojas467:

Ahora bien; el perfil de formación de la U. de Chile busca en sus


egresados un profesional que468:

 • Contextualice y realice el plan de estudios de cada caso que


sea sometido a su análisis.
 • Maneje correctamente las evidencias físicas y/o elementos
materiales probatorios y principios de la cadena de custodia.
 • Documente la identidad del vivo o fallecido sometido a estudio.
 • Realice correctamente examen externo de lesionados y
fallecidos.
 • Efectúe correctamente el examen interno de fallecidos.
 • Documente sus hallazgos mediante varios métodos.
 • Decida el tipo de muestras que debe levantar, el tipo de análisis
de laboratorio o imagenológicos a efectuar, y los interprete en
relación con el contexto de cada caso.
 • Redacte informes y conclusiones de acuerdo con el método
científico y a la lógica.
 • Participe en preparaciones de audiencia para juicio oral.
 • Sostenga sus informes y conclusiones ante Tribunales.

Para la obtención de lo anterior, los contenidos de la especialidad


fueron divididos en seis asignaturas modulares (Tabla 2.5) a las cuales se
les añade una formación transversal en las siguientes materias:
evolución del pensamiento científico, vinculaciones temáticas entre las
ciencias básicas y las ciencias forenses, análisis de datos y documentos
escritos y audiovisuales, gestión de informaciones, estadística aplicada
a la especialidad, litigación y capacitación docente.
Tabla 2.5: Contenidos del programa de formación de especialistas
en medicina legal de la U. de Chile
472

Al analizar la estructura del programa se advierte cierto desorden (ya


que, por ejemplo, nada tiene que ver la criminología con la
criminalística), impresionando que el enfoque otorgado se explica
fundamentalmente por el aprovechamiento de las competencias que
posee el cuerpo docente y los recursos disponibles (tiempo, convenios
existentes).

Habida cuenta de lo anterior, intentando agrupar las opiniones de


distintos autores469y también mi visión particular sobre el tema, cabe
señalar que la formación de un especialista en medicina legal debiese
abarcar las siguientes materias:

• Criminología

Estudio de las conductas criminales asociadas a la comisión de


delitos.

Análisis médico-legal de la simulación y disimulación.

• Nociones de Derecho

Delitos contra la vida e integridad física de las personas y aquellos que


comprometen la libertad o indemnidad sexual. Conceptos de
responsabilidad, daño, perjuicio y siniestro. Análisis jurídico de la
causalidad. Derecho procesal en materia penal, civil, laboral, de
familia y administrativo. Peritajes y litigación en juicio oral.

• Deontología y diceología médica

Estudio de derechos y obligaciones, tanto éticas como legales, de los


que ejercen alguna de las formas del arte de curar. Incorpora estudio
de la bioética, de la medicina legal social470 y del Derecho médico
(también llamado medicina legal profesional)471.

• Epidemiología forense

Aplicación de métodos y datos epidemiológicos para resolver


preguntas en el ámbito de la medicina legal. Permite la investigación
de causalidad a nivel individual vía cuantificación472, otorgando con
ello herramientas para el ejercicio de la medicina forense bajo los
preceptos de la MBE, el trabajo pericial en casos de bioterrorismo y el
análisis de crímenes contra la salud pública o el medio ambiente.
Exige el estudio de materias tales como diseño de investigación
científica (o metodología de la investigación), regulación de la
investigación en seres humanos, lectura crítica473, bioestadística,
epidemiología clínica y bibliometría.

• Gestión organizacional

Estudio del concepto de organización y todo lo derivado de ello:


establecimiento de sus relaciones con el entorno actual (diagnóstico
institucional) y futuro (visión), construcción de la misión
organizacional, definición de objetivos estratégicos, metas e
indicadores, aseguramiento de la calidad en los procesos,
comprensión y liderazgo de la cultura organizacional, administración
eficiente de los recursos, etc.

• Tanatología

Se ocupa del estudio de la muerte, la agonía, las reacciones


supravitales, los fenómenos cadavéricos y los de conservación
cadavérica. En cuanto a procedimientos y ámbitos de aplicación,
abarca principalmente el análisis médico-legal externo de un cadáver
o restos óseos, la autopsia médico-legal con sus diversas técnicas, las
exhumaciones, el cronotanatodiagnóstico474, el análisis de la
sobrevida y vitalidad de las lesiones, el embalsamamiento y otras
técnicas de conservación de cadáveres, órganos o tejidos.

• Patología forense

Estudia los mecanismos de muerte con relevancia jurídica y las


huellas que estos dejan en el cadáver. También los mecanismos de
enfermedad que circunstancialmente adquieran importancia forense y
el reconocimiento de la muerte natural. Implica experticias en múltiples
disciplinas, por ejemplo: anatomía normal y comparada, anatomía
patológica, lesionología, asfixiología (ahorcamiento, estrangulación,
sofocación, sumersión), histopatología forense (complemento al
estudio macroscópico del occiso) y la antropología física. Asimismo,
exige la adquisición de competencias específicas para la prestación
de servicios ante desastres con múltiples víctimas.

• Lesionología o traumatología médico-legal

Estudio del trauma y lesiones corporales con relevancia jurídica, en


cuanto a su origen, mecanismo de producción, naturaleza (por
elemento contundente, por arma blanca, por proyectil de arma de
fuego, por electricidad, por calor, etc.), manifestaciones clínicas-
morfológicas e indiciarias, data, gravedad, pronóstico, evolución,
secuelas y valoración del daño corporal (baremos).

• Medicina legal del trabajo

Estudio con enfoque forense de los accidentes del trabajo y


enfermedades profesionales.

• Medicina legal sexológica (o sexología forense)

Estudio desde la perspectiva médica e interdisciplinaria de los delitos


contra la libertad e indemnidad sexual (tanto en adultos como en
menores de edad), además de sus eventuales rastros o indicios.
Comprende también otras temáticas vinculadas a la sexualidad (ej.
fecundidad, parafilias, propagación dolosa o culposa de
enfermedades de transmisión sexual) y al producto de la concepción
(embarazo, aborto, infanticidio, filiación).

• Medicina forense del tránsito

Estudio de la capacidad individual para la conducción de vehículos


motorizados, los factores que pueden comprometer la aptitud o
habilidad para conducir (alcohol, drogas, fármacos, enfermedades,
otros) y el análisis médico de tipología de los distintos hechos de
tránsito (en relación, por ejemplo, con las lesiones que se producen,
la dinámica del hecho, las relaciones causales implicadas).

• Odontología legal

Abarca el estudio de las lesiones bucodentomaxilares, análisis de


mordeduras, métodos de identificación forense que aporta esta área
del conocimiento y la responsabilidad profesional en atenciones
odontológicas.

• Toxicología y toxinología forense

Estudio de los tóxicos, toxinas, drogas y venenos que causan


compromiso orgánico, enfermedad, muerte o afectación del medio
ambiente con implicancias judiciales.
• Psiquiatría Forense

Área de trabajo interdisciplinario entre (principalmente) psiquiatras


forenses, psicólogos forenses y asistentes sociales forenses. Estudia
los trastornos mentales que comprometen la capacidad de
comprensión y voluntariedad de las acciones antijurídicas o bien, la
capacidad civil de un individuo para la toma de decisiones respecto de
sí mismo y/o sus bienes. Incluye también la valoración médica de
algunos tipos de secuelas (ej. trastorno por estrés postraumático), el
daño psíquico, la evaluación de peligrosidad y los trastornos mentales
asociados a las adicciones.

• Criminalística

Estudia la detección, recolección, resguardo y análisis de rastros u


otras evidencias materiales, conducentes al descubrimiento y
verificación científica de un hecho delictual, así como a la
identificación de su(s) autor(es) y víctima(s). Para tales fines se nutre
de conocimientos y técnicas que aportan múltiples otras ciencias
forenses (ej. química, bioquímica, genética, balística, entomología,
palinología, etc.). El legista requiere adquirir competencias de esta
disciplina a fin de realizar un correcto trabajo en el sitio de hallazgo de
un cadáver, la debida recolección de rastros de cualquier especie y el
análisis o interpretación pericial de indicios de tipo biológico.

Como se verá a continuación, el estudio del conjunto de estas


materias le concede al especialista en medicina legal un campo de
acción diametralmente distinto al de cualquier otro médico y —por
ende— áreas de competencia que le son propias e indelegables. A decir
de Roy G. Beran475:

Lo anterior, por cierto, no excluye su naturaleza interdisciplinaria; el


legista sabrá reconocer cuándo requiere las experticias
complementarias de otros científicos forenses, cómo trabajar en equipo
con ellos y la manera correcta de interpretar e integrar los hallazgos de
otras disciplinas al análisis del caso que ha sido sometido a su
evaluación.

Finalmente, cabe indicar que la formación de un médico legista no


estaría completa si no incluye su participación en la investigación
científica. La investigación en materias forenses es imprescindible y
puede ser determinante sobre la suerte y futuro de las personas.
Debemos entonces asegurarnos de que los avances en nuestra
especialidad sean debatidos, testeados y validados por pares antes de
ser presentados ante los tribunales como evidencia confiable476.
Lamentablemente este es un déficit a nivel nacional que se expresa en
la casi nula existencia de productividad científica en el área asociada a
proyectos CONICYT477, así como un escaso número de publicaciones
en revistas indexadas disponibles en bases de datos biomédicas como
PubMed478.

Áreas de competencia pericial del médico forense

Como se ha explicado en este capítulo, los roles o funciones que


puede realizar un especialista en medicina legal no se restringen a la
actividad pericial. No obstante, si se enfoca su praxis solo en ese
ámbito, se ha de indicar que las principales áreas de competencia de
un médico legista y forense son las siguientes:

1. Muerte violenta o "no natural"

Aquella provocada, influenciada o generada por la acción de fuerzas


extrañas al organismo. Incluye dictámenes en casos de desastres con
múltiples víctimas y presuntos homicidios, parricidios, suicidios
(autoprovocados o asistidos), accidentes, abortos inducidos e
infanticidios.

2. Muerte sospechosa
Aquellas en las cuales la información preliminar no permite aclarar a
priori si fue una muerte natural479o una no natural. Incluye dictámenes
en casos de muerte súbita del adulto, síndrome de muerte súbita
infantil, muerte durante custodia policial o carcelaria, "mors in
tabula"480, hallazgo de osamentas, presunción de delito o cuasidelito
en un cadáver ya inhumado e inconsistencias entre el examen externo
del cadáver y los antecedentes disponibles sobre su deceso.

3. Lesiones corporales con relevancia jurídica

Incluye dictámenes para documentar e interpretar lesiones en casos


de agresiones, torturas, violencia intrafamiliar, hechos de tránsito,
accidentes laborales, traumas en la vía pública, maltrato infantil,
maltrato al anciano, daño físico autoinferido.

4. Delitos sexuales

Incluye dictámenes en casos de supuesta agresión sexual.

5. Identificación

Mediante métodos de la antropología física, la odontología forense y/o


el perfil genético481.

6. Determinación de la edad fisiológica482

En casos en que la edad de un sujeto no sea conocida o exista alguna


duda relativa a su partida o certificación de nacimiento, generando ello
algún conflicto judicial.

7. Establecimiento de la condición médica de un individuo483

Incluye dictaminar que la persona se encuentra sana, o bien, asegurar


o descartar que posea alguna patología, secuela, trastorno o
condición médica particular (ej. embarazo, adicción, abstinencia,
deshidratación, malnutrición, compromiso clínico por alcohol, drogas
o fármacos, etc.). Requiere contemplar siempre en el análisis las
hipótesis de simulación y disimulación.

8. Pronunciamiento sobre capacidades / incapacidades


Incluye dictaminar (por ejemplo) desde el punto de vista médico si un
individuo está (o estuvo) capacitado para ver, oír, olfatear, saborear,
deambular, conducir vehículos motorizados, fecundar, engendrar,
recordar hechos, tomar decisiones, desarrollar determinadas
funciones laborales, efectuar actividades vitales ante mortem (ej.
desplazarse, esconder un arma), comprender la ilicitud de sus actos,
etc. También sobre si una pena de reclusión efectiva compromete o
potencialmente puede comprometer el estado de salud del
condenado.

9. Análisis de indicios

Incluye entre otros el estudio del patrón que presentan rastros


sanguíneos en una escena del crimen o en otras evidencias, el
correlato del estado de las vestimentas con las lesiones apreciadas en
un lesionado (vivo o fallecido), la búsqueda microscópica de
espermatozoides, la interpretación de hallazgos imagenológicos
(radiografías, scanner, resonancia nuclear magnética, etc.), los
estudios diferidos a muestras obtenidas en una autopsia (ej.
preparados anatómicos posfijación o maceración, análisis histológicos
o inmunohistoquímicos de tejidos).

10. Interpretación médica de los hallazgos obtenidos por otros


científicos forenses

Incluye dictámenes tendientes a aclarar las implicancias médico-


legales de resultados obtenidos a partir de análisis toxicológicos,
químicos, genéticos, criminalísticos, etc. y/o integrarlos en la
interpretación global de la cuestión sometida a evaluación pericial
médica (véase Capítulo 3: "Informe basado en antecedentes").

11. Establecimiento de faltas a la lex artis

Incluye dictámenes en presuntas malpraxisdurante una atención de


salud o peritaje médico-legal.
Pastelero a tus pasteles

La (muchas veces) inadecuada o errada comprensión conceptual de


lo que es la medicina legal, sumada a la evolución histórica que ha
tenido la especialidad en nuestro país, el franco deterioro de su
enseñanza (sobre todo en las escuelas de Derecho), la legislación
imperante, la sobrevaloración de la experiencia, la progresiva
complejidad de la medicina producto del avance científico (y
consecuente tendencia a la subespecialización profesional), así como
la evidente escasez de médicos legistas debidamente formados, son
todos factores que se han confabulado para que persista —o incluso
haya aumentado— una profunda ignorancia en no pocos operadores de
la justicia, respecto de cuáles son los ámbitos de competencia nuestra
especialidad.

Casi a diario vemos en tribunales discusiones y debates sobre la


idoneidad de un legista para pronunciarse pericialmente en una serie de
temáticas. Controversias que —para el versado en la materia— resultan
en muchas ocasiones cercanas a lo absurdo o cantinflesco.

Lamentablemente, sea por desconocimiento o (a veces) una


reprochable estrategia de litigación, jueces y abogados (amparados
bajo nuestro sistema de prestación de servicios periciales médicos) dan
cabida a que médicos no especialistas expidan opiniones periciales
propias de la medicina legal. Quizás ninguno de ellos sepa que —hace
ya más de un siglo— el profesor de Derecho chileno Tomás Ramírez
Frías expresó en una conferencia484:

Lo triste del caso, es que la "falta de una preparación científica" a la


que aludió el maestro Ramírez persiste hasta nuestros tiempos. En
distintos lugares del orbe abundan las quejas relativas a la falta de
especialistas en medicina legal. A modo de ejemplo:

 • En Bolivia, tras graduar a la novena generación de


especialistas, concluyen que hay escasez de médicos
forenses485.
 • En Estados Unidos, desde 1959 se han certificado solo aprox.
1300 médicos en la especialidad. Actualmente ejercen a tiempo
completo unos 300 — 400, requiriéndose en rigor 800 — 1000
para dar cobertura a todo el país486.
 • En México al año solo se abren siete plazas para
especializarse en medicina forense487.
 • En República Dominicana piden nombrar más especialistas,
dado que cuentan con solo 120 médicos a nivel nacional488.
 • En Perú, nación que posee 539 médicos legistas, consideran
que hay déficit de especialistas489.

¿Cuál es la realidad en Chile? Información oficial actualizada en


agosto de 2018, indica que en todo el país existimos 33 especialistas
en medicina legal (Tabla 2.6)490. A ese número se le agregan otros 53
colegas que acreditaron su especialidad "por secretaría" (véase Capítulo 6:
"¡Llame ya!").

Cabe indicar además que no todos quienes figuran en el listado oficial


de especialistas ejercen en el área. En efecto, existe un grupo que ya
no se dedica a la medicina legal y varios otros que no le otorgan
dedicación exclusiva.

Creo que la información precedente habla por sí sola de la precaria


situación nacional en cuanto a la formación de especialistas en el área.
Basta hacer una simple comparación con otras disciplinas de la
medicina. Así, al 30 de junio de 2017 figuraban en el registro de la
Superintendencia de Salud un total de 3.361 médicos internistas, 2.074
cirujanos, 3.007 pediatras y 1.997 ginecobstetras, por dar algunos
ejemplos491.
Tabla 2.6: Listado de especialistas en medicina legal debidamente certificados
en Chile (Información de la Superintendencia de Salud, actualizada al 31-08-
2018)
En nuestra historia reciente hechos de marcada connotación pública,
como los errores cometidos en la identificación de víctimas de la
dictadura enterradas en el Patio 29 del Cementerio General, hicieron
que parlamentarios recomendaran al Ministerio de Salud "la
implementación a la brevedad de políticas públicas que signifiquen la
creación de programas de becas y doctorados en especialidades
médicas vinculadas al quehacer del Servicio Médico Legal, destinadas
a las Facultades de Medicina del país, con el fin de estimular el ingreso
de profesionales a esta área de la salud"492. Habida cuenta que el SML
no depende administrativamente del Ministerio de Salud sino de
la cartera de Justicia y DD.HH., lo concreto es que pasaron doce años
hasta que hubiese algún avance en la materia.

Desde el mundo académico no veo tampoco aportes que apunten a


resolver esta situación. Por ejemplo, una investigación realizada
conjuntamente por el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia y
la Universidad Diego Portales —tras pesquisar falta de cobertura por
parte del SML— en vez de fomentar la formación de especialistas en
medicina legal, recomendó: "Legitimar las funciones de peritaje de los
Servicios de Urgencia y Hospitales, para facilitar el proceso de
búsqueda de pruebas y descongestionar la sobrecarga del Servicio
Médico Legal"493. Yo me pregunto... si existiese déficit de neurocirujanos
en el Instituto de Neurocirugía, ¿propondrían que las intervenciones de
esa especialidad fuesen hechas en cualquier hospital y por cualquier
especialista o por un médico general?

Al analizar lo anterior, vale la pena tener en cuenta lo dicho por el


maestro mexicano Alfonso Quiroz494:
Ocurre también que médicos no formados en medicina legal se
"disfrazan" de legistas, aludiendo a especialidades inexistentes en el
Reglamento de Certificación de las Especialidades y Subespecialidades
médicas actualmente vigente495. En tal sentido, no es raro que algunos
médicos firmensus informes y sean presentados ante tribunales con
títulos tales como "tanatólogo", "sexólogo", "médico criminalista"
(aunque para ninguno de ellos existe un programa de formación en
Chile). Esas etiquetas —como se discutirá en el Capítulo 6— no son
garantía alguna de idoneidad496, pero generan enorme confusión en
jueces e intervinientes.

Finalmente, otro de los enormes problemas (que va en directo


desmedro del desarrollo de la especialidad y horada los fundamentos
de la medicina legal y forense) es la errónea creencia que especialistas
en otras áreas de la medicina pueden cumplir de buena forma
actividades propias de nuestra disciplina. Al respecto, es bastante
frecuente que los abogados tiendan a "parcelar" el cuerpo humano y en
función de ello asignar —con un sentido común que tiene bastante de
pueril— la idoneidad correspondiente. Así, si una persona sufrió un
trauma encefalocraneano buscarán como perito a un neurólogo o
neurocirujano; si tiene fracturas, pensarán en un especialista en
ortopedia y traumatología; si se trata de lesiones genitales, en un
ginecólogo; si se sospecha una lesión anal, en un proctólogo... etc.

Proceder de esta forma implica desconocer la formación y ámbitos de


competencia de un médico legista. A mayor abundancia, otorga
importancia a la orientación que pueda entregar un facultativo que —
tanto por sus estudios como por su praxis— suele estar orientado al
ámbito clínico, no al escenario forense. Ello es riesgoso y sin duda
puede conducir a errores judiciales (Véase Capítulo 6: "Clínico vs. forense")497.

Esa visión del tema es compartida por múltiples otros autores. A modo
de ejemplo:

 • El español José Luis Romero Palanco sostiene que: "El


método médico-legal es, ciertamente, algo propio de nuestra
ciencia, a la que da su fisonomía específica. Por ello, su
ignorancia, la falta de orientación da lugar a que eminentes
clínicos, competentes especialistas, sean en la práctica
muy mediocres peritos"498.
 • El argentino Luis Kvitko —citando a Eduard von Hofmann—
señala: "Un error grave se cometería, sin embargo, si,
considerando la medicina legal como simple medicina aplicada,
se adoptara la equivocada opinión de que el que posea sólidos
conocimientos médicos generales, sabe aplicarlos sin más ni
más a los fines del foro, y que, por consiguiente, la enseñanza
de éstos solo tiene importancia secundaria"499.
 • Nerio Rojas afirmaba: "La especialización en medicina legal
debe ser la base de la elección del médico perito... Algunos
han dicho que basta ser un médico bien informado para ser un
buen médico legista. Craso y peligroso error. La medicina legal
requiere conocimientos especiales, tiene asuntos
exclusivamente suyos, requiere muchos conocimientos legales
y jurídicos, exige hábitos mentales propios y cierto criterio
especial, ajeno a la medicina corriente...". Por ello —decía— la
práctica de nombrar perito a cualquier médico es mala en todo
sentido y priva de garantías al acusado, al querellante y a la
sociedad en general.

Lamentablemente los operadores de la justicia parecen no tenerlo tan


claro. Fiel reflejo de ello son los argumentos vertidos en la siguiente
sentencia (que fue anulada), en donde el tribunal manifestó respecto del
perito presentado por la defensa500:

Vayan algunas consideraciones respecto de esos argumentos:


1. 1. Como ya se indicó, no existe la especialidad de
"sexólogo".
2. 2. El ano no pertenece ni topográfica, ni anatómica ni
funcionalmente a los genitales.
3. 3. Un legista formado en la especialidad, ¿no posee
conocimientos teóricos y prácticos en delitos sexuales?
4. 4. Según el diccionario de la Real Academia Española, la
ginecología es la "parte de la medicina que trata de las
enfermedades propias de la mujer". Definición importante para
el ejemplo citado, ya que una lesión anal (en el contexto de una
agresión sexual) se produce por trauma (no por enfermedad) y
puede ocurrir en varones o mujeres.

Ahora bien; una materia donde el (aparente) conflicto entre un legista


y otras especialidades médicas es mayor, son los peritajes sobre
responsabilidad profesional. Muchos son los abogados (e incluso,
colegas) que piensan que un especialista en medicina legal no está
capacitado para pronunciarse sobre malpraxis que impliquen acciones
u omisiones de galenos que se desempeñan en otras áreas de la
medicina. Peor aún: esa es la visión que ha adoptado el SML y algunos
litigantes —sin siquiera aportar argumentos— así lo solicitan a los
tribunales (Figura 2.16). Como consecuencia de lo anterior, cada tanto nos
encontramos con resoluciones judiciales que hacen prevalecer las
opiniones de médicos con la misma especialidad clínica que dio origen
al litigio, por sobre dictámenes periciales emitidos por médicos legistas
y forenses. Tal vez —si fuera verdad lo señalado por Dennemark (citado
por M. R. Jouvencel)501— esa estrategia efectivamente sería la
adecuada. Pero lo cierto es que la mayor parte de los temas que dan
origen a la judicialización de un acto médico NO son cuestiones de
dominio exclusivo de los especialistas o subespecialistas502. "Lo que
está en litigio no suele ser un problema de correcta ejecución de una
técnica, ni tampoco el nivel de conocimientos que tuviera el profesional
implicado, sino el nivel de diligencia con el que se aplicó aquella técnica
o si se pusieron a disposición del paciente, en el momento preciso,
todos los medios necesarios, dentro de los disponibles, para conseguir
su curación".
Figura 2.16: Acta de comparendo para designación judicial de perito

En consecuencia, entendiendo que es el legista el único médico


capacitado para otorgar un enfoque forense y —de paso— no verse
afecto a conflictos de interés específicos descritos en estos casos503,
considero (al igual que otros connotados autores)504que tanto jueces
como litigantes debiesen recurrir siempre en primera instancia a un
especialista en medicina legal. Será ese profesional quien, en uso de la
autonomía de la labor pericial y con base en su ética, decidirá si para el
caso sometido a análisis requiere o no la asesoría de otros
especialistas, o bien si lo prudente es declararse no idóneo para
responder el tema específico que haya sido consultado505. En tal
sentido, adhiero plenamente a lo expresado por Defilippis e Imbriano506:
Nuevamente hemos de abandonar las etiquetas. La cuestión de fondo
acá no es si se posee o no formación y praxis dentro de la especialidad
cuyo actuar ha sido cuestionado. El tema en realidad es comprender
cuáles son las áreas de competencia de un legista, sus reales ventajas
comparativas y —en último término— la validez científica de sus
afirmaciones. Ya se dijo al finalizar el Capítulo 1: lo que en verdad
importa en un dictamen pericial es "qué" se dijo, no "quién lo dijo".

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