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En 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián entre todos los opositores republicanos,
socialistas, radicales y catalanistas de izquierda. Se creó un Comité Revolucionario
encabezado por Alcalá Zamora con el objetivo de organizar un levantamiento a favor de la
República.
Días antes del golpe militar, los capitanes Fermín Galán y García Hernández se
adelantaron y se pronunciaron en Jaca por la República (diciembre 1930). Sin apoyos,
fueron detenidos y ejecutados. No obstante, la opinión pública fue movilizándose
claramente a favor de la República. Berenguer dimitió (febrero de 1931) y fue sustituido por
el almirante Aznar.
Aznar convocó elecciones municipales para el 12 de abril, en las que los candidatos
republicanos ganaron con claridad en las capitales y principales ciudades, mientras que en
las áreas rurales hubo una mayoría monárquica (favorecida por el caciquismo).
EL GOBIERNO PROVISIONAL
El poder fue asumido por un gobierno provisional presidido por Alcalá Zamora y
formado por todas las fuerzas progresistas del país que habían suscrito el Pacto de San
Sebastián:
Una vez aprobada la nueva Constitución, Alcalá Zamora fue elegido Presidente de
la República y Manuel Azaña Presidente del Gobierno, iniciándose así el Bienio Reformista.
La reforma del ejército tenía un doble objetivo: asegurarse la obediencia del Ejército
al poder civil y modernizar su estructura y organización. Para ello se promulgó la Ley de
Retiro de la Oficialidad que ofrecía a los oficiales la posibilidad de retirarse voluntariamente
sin disminución de sueldo, y se suprimieron algunos rangos tradicionales (reduciendo así el
número excesivo de mandos militares). También se cerró la Academia Militar de Zaragoza
(donde se encontraban los sectores más reaccionarios del ejército).
Estas medidas fueron recibidas por los militares africanistas como una agresión a la
tradición militar y al poder del ejército.
Por otro lado, se crearon las Misiones Pedagógicas, con el objetivo de llevar la
educación y la cultura al mundo rural; y La Barraca, un grupo de teatro universitario, dirigido
por García Lorca, que representaba por toda España obras del teatro clásico español.
Entre las reformas laborales, que pretendían mejorar y dignificar la situación de los
obreros y campesinos, cabe destacar el establecimiento de la jornada de 8 horas impulsada
por el ministro de Trabajo, Largo Caballero.
También se abordó una reforma territorial con el fin de permitir a las regiones con
sentimientos nacionalistas tener una organización propia y acceder a la autonomía. En
Cataluña, tras la aceptación de Maciá de poner fin a la República Catalana proclamada el
mismo día de la República española, se formalizó un Estatuto de Cataluña que creaba un
gobierno autónomo, la Generalitat, con competencias limitadas a cultura, obras públicas y
orden público. Maciá fue nombrado presidente de la recién establecida Generalitat.
En el País Vasco y Galicia, el estallido de la guerra civil puso fin a los proyectos de
estatutos autonómicos.
De esta forma, tanto la oposición conservadora (la derecha, la Iglesia y un sector del
Ejército) como la radicalización popular (anarquista principalmente) contribuyeron a
obstaculizar la labor del gobierno. Las principales manifestaciones de esta oposición son las
siguientes:
La gran novedad de estas elecciones fue que las mujeres votaron por primera vez,
según lo establecido en la Constitución de 1931.
La CEDA de Gil Robles fue el partido que más escaños obtuvo (115), seguido muy
de cerca por el Partido Radical de Lerroux (102), mientras que el partido de izquierdas más
votado fue el PSOE con tan solo 58 escaños.
De esta forma, se aprobó una ley de Amnistía, beneficiando a todos los implicados
en la sublevación contra la República encabezada por Sanjurjo; se emprendió una
contrarreforma agraria y se presentó una reforma constitucional para modificar las
cuestiones referidas a la religión, la enseñanza, el matrimonio civil, las autonomías, etc.
Por otro lado, en octubre de 1934 se formó un nuevo gobierno formado por
miembros del partido Radical y de la CEDA (Gobierno Radical – Cedista). Su carácter
reaccionario provocó que la UGT convocara una huelga general.
La sublevación fracasó en casi todo el país porque el ejército sofocó con facilidad los
focos huelguistas. El único lugar en que triunfó la insurrección fue Asturias, en donde una
alianza de socialistas, anarquistas y comunistas, permitió a los obreros ocupar por las
armas toda la región y proclamar la Revolución Socialista de los Consejos Obreros.
Ante esta situación, la única salida era la disolución de las Cortes y la convocatoria
de nuevas elecciones. En esta ocasión, la izquierda unió sus fuerzas contra la reacción de
la derecha, configurándose así el Frente Popular que agrupaba a todos los grupos de
izquierda, con el apoyo incluso de los anarquistas.
Por otro lado, decir que durante la primavera de 1936 se vivió un clima de
radicalización social y política, que se manifestó en violentos enfrentamientos entre la
derecha y la izquierda. El clima terminó crispándose con el asesinato a manos de
falangistas del teniente de la Guardia de Asalto José Castillo.
Como reacción a esta muerte, Calvo Sotelo fue asesinado el 13 de julio, precipitando
la conspiración militar que venía organizando un sector del ejército. De hecho, uno de los
errores más grave que cometió el gobierno republicano fue el de alejar de Madrid a los altos
mandos militares sospechosos de participar en dicha conspiración.
De esta manera, el general Mola (“El Director”) pudo dirigir el golpe de Estado desde
Pamplona, mientras que Franco desde Canarias y Goded desde Baleares pudieron
conspirar sin ningún problema.
La zona leal al gobierno quedó dividida en dos: por un lado, la cornisa cantábrica y el
País Vasco (excepto Álava); por otro, Madrid, Cataluña, Valencia, Castilla La-Mancha,
Murcia y parte de Andalucía.