Obituario Abuelo Enrique

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 3

MISA EN MEMORIA (OBITUARIO)

“SEMBLANZA DE UN GRANADINO DE PRO, HOMBRE HONRADO Y


SENCILLO”
Segú n las cró nicas familiares, un caluroso 30 de junio de 1935, en una
Españ a convulsa politicamente, dentro de una Europa en la que
comenzaba a gestarse la II Guerra Mundial, en un tercer piso de la
céntrica Plaza Birrambla y justo a la hora en la que habría que servir el
arroz, Doñ a Rosario parió de una complicada cesá rea un deseado
varó n. Era una familia en la que predominaban las mujeres, y por eso,
la llegada del bebé, al que pusieron por nombre Enrique Valentín
Eduardo Herná ndez Vílchez, fue una inmensa alegría.
Su infancia y adolescencia transcurrieron entre las callejuelas del
barrio de San Matías. No deben olvidarse tampoco los cuatro
años que vivió en Valladolid, ciudad a la que Correos destinó, tras
la posguerra, a su padre Enrique; es posible que a raíz de aquella
experiencia se le despertó su pasión por la lengua castellana y por
el cuidado exquisito en su caligrafía.
Sostengo que aquel Enriquito se enamoró de Granada oyendo las
historias y anécdotas que le contara su abuelo, Eduardo, un distinguido
funcionario de Hacienda y rebelde periodista, cuando acudía de visita a
la casa que habitaba junto a la Ermita de San Miguel. Allí, junto a su
querida y admirada hermana mayor, Charo, y bajo la atenta mirada de
su abuela Dolores, correteaba y jugaba con un baló n de trapo por las
laderas del Cerro del Aceituno.
Enrique, niño enjuto y, aunque no se lo crean, de flequillo
acaracolado, creció en un ambiente excesivamente protegido
debido a los temores perennes de su madre ante cualquier mal; y
a la larga sombra de la frágil salud de su admirado e intelectual
padre, hechos que marcaron su carácter mientras cursaba sus
estudios en la Academia del Carmen, con una interrupción de un
1
par de años en los Escolapios donde hizo la comunión de punta en
blanco. No debe olvidarse tampoco su pertenencia a grupos de los
Luises y Estanislaos de los jesuitas donde hizo muy buenos
amigos.
A la temprana edad de 56 añ os don Enrique padre falleció ,
circunstancia que marcaría el devenir de un joven estudiante de
Derecho, amante del arte y dotado de gran sensibilidad para la pintura.
Por azares del comercio granadino, el joven Enrique conoce a una
moza de buena planta, tres años más joven, de la estirpe de los
Salas Castilla. Tras siete de noviazgo se declara a su queridísima
María del Carmen, en los alhambreños jardines del Partal.
Ella, valiente y enamorada, lo acepta. Los fastos esponsales, propios de
la época, se celebran con todas las bendiciones y ante miles de testigos
en la solemne Basílica de Las Angustias.
Casi sin tiempo para el sosiego, a los nueve meses, nace en "loor
de Santidad" la primogénita, Carmen, a los dos años una vivaracha
Paloma y finalmente un incorregible Kike, aún en busca y captura.
La familia se asienta en la céntrica plaza de Gracia. De allí parte
todas las mañanas D. Enrique hacia Puleva donde, durante 37
años, despliega su buen hacer en la gestión del personal y su
disciplina con la contabilidad.
Muy amigo de sus amigos, y muy atento y cercano con sus familiares y
allegados, van pasando los añ os procurando buscar tiempo para sus
escapadas a la montañ a, para su faceta de empedernido lector con pipa
de historia de intrigas, coleccionando bú hos, como admirador y
seguidor de la cultura nazarí; en otros momentos encontraba ratos
para ordenar sus á lbumes de fotos o sus relatos granadinos mientras
escuchaba de fondo las baladas de un tal Alberto Cortez. Era, también,
eterno constructor de maquetas, devorador de crucigramas y

2
autodefinidos. También solícito administrador de las asociaciones a las
que perteneció .
Al despuntar la madrugada del 24 de febrero, cuando el frío
arreciaba fuera, a los 87 años, Enrique se desvaneció envuelto en
fraternidad cristiana y acompañado de su familia.
Nosotros, sus nietos Javi, Raquel, Paloma, Pablo Enrique, Carlos y
Camelia sabemos que nuestro abuelo podría haber sido un excelente
concursante de ‘Pasapalabra’, un cinéfilo ilustrado, un catedrá tico
exhaustivo en Geografía e Historia, un apasionado del mundo animal,
un aventurero de nuestra Sierra Nevada, un formidable jugador de
tenis, un españ ol de capa y sombrero, un sufrido aficionado del Madrid
y su Graná CF, un piadoso nazareno de la Hermandad del Silencio, un
reputado cocinero de pescado, aparte de mil virtudes má s. Pero, ante
todo y por encima de todo, somos conscientes de ser herederos de una
buena persona que pasó por esta tierra sin querer hacer ruido.
Por todo ello, pido a los presentes un sentido y afectuoso aplauso.

Parroquia de Ntra. Sra. de Gracia


Granada, a 8 de marzo de 2023

También podría gustarte