Libertad Cifrada 2 LITERATURA POLICIAL
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Córdoba, que sugiere lecturas literarias para las y los docentes como adultos
lectores, condición indispensable.
LITERATURA POLICIAL
El género policial es uno de los más frecuentados por los escritores actuales. Sus
lectores se cuentan por millones. Frente a los primeros “detectives”, el Dupin de
Poe, el Sherlock Holmes de Conan Doyle, el Poriot de Agatha Christie, en la
narrativa de los últimos años se hacen presente el inspector o la inspectora de
policía. Desde Escandinavia hasta el Mediterráneo, las literaturas nacionales
europeas abundan en autores y títulos. No es difícil comprobar que Japón, e
incluso Corea, ya tienen su propia tradición en el género. China, que durante los
siglos XVI al XVIII contó con su versión propia de este tipo de narrativa,
comparte esta dedicación al género. En EE.UU. se sigue cultivando un género
que enriqueció el cine y la televisión de su cultura. En Argentina con una
tradición que se remonta a más de un siglo sigue vigente el entusiasmo por “el
simple arte de matar”, según la expresión que formulara Raymond Chandler en
un ensayo famoso.
LITERATURA POLICIAL (I) Número 2 | noviembre 2022
Los crímenes de la calle Morgue fue publicado por primera vez en la revista
Graham's Magazine, de Filadelfia, en el mes de abril de 1841. La obra fue adaptada
al cine en 1932 y 1971. La primera fue dirigida por Robert Florey y la segunda por
Gordon Hessler. Ambas versiones tienen cambios significativos respecto a la
historia original de Poe. Hay traducción española de los cuentos completos de Poe.
Las condiciones mentales que suelen considerarse como analíticas, son, en sí mismas,
pocos susceptibles al análisis. Las consideramos solo por sus efectos. Entre otras
cosas, sabemos de ellas, que siempre son para quien las posee, cuando se las posee de
manera extraordinaria, la fuente del placer más vivaz.
Arthur Conan Doyle (1859-1930) fue un escritor y médico británico, creador del
célebre detective de ficción Sherlock Holmes, que tiene como antecedente
inmediato al Auguste Dupin de Edgar Allan Poe. Autor prolífico, su obra incluye
relatos de ciencia ficción, novela histórica, teatro y poesía. Hay traducción española
de la narrativa completa de Conan Doyle.
“La Pesquisa” fue publicado como folletín, en varias entregas, en el diario Sud
América, durante el año 1884, bajo el título “El candado de oro”. En 1897 se incluyó
en La Biblioteca, la revista de la Biblioteca Nacional con su nuevo título, pero sin
nombre de autor.
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LITERATURA POLICIAL (I) Número 2 | noviembre 2022
—Señor comisario —dijo la señorita Lacoste, una muchacha de unos treinta años—,
acabo de ver en el departamento de artículos para el hogar de los almacenes La
Samaritaine al ingeniero Frémyet, con quien mi hermana está por casarse.
El relato está incluido en la Antología Asesinos.
Víctor Juan Guillot (1899-1940) fue un abogado, periodista y escritor. Fue autor de
relatos de terror y policiales. “Escalera real” se publicó en 1933 en la Revista
Multicolor de los Sábados, suplemento cultural del diario Crítica, e integró el libro
Terror. Cuentos rojos y negros (1938).
Toda persona que haya jugado al póquer lo suficiente para saber que no es sólo un arte
de ganar o perder dinero en poco tiempo, no ignora que las cartas obedecen a una ley
desconocida pero inviolable que las obliga a preferir sucesivamente cada uno de los
sitios ocupados por los jugadores. Es lo que se llama la rotación de la «liga».
El relato está incluido en la Antología Asesinos.
El mago Fang no se llamaba Fang, sino Prudencio Gómez. Era hijo del general Ignacio
Gómez y nieto y bisnieto, respectivamente, del coronel y del sargento mayor del mismo
nombre. Su tío, el general Carballido, era uno de los siete contusos de la batalla del
Arsenal, y su primo, hijo de aquél, viajaba desde hacía años por Europa para curarse de
un «surmenage» adquirido durante la campaña de la Sierra. Sería fácil deducir de esto
que los militares, antiguos y contemporáneos, constituían el único orgullo de la familia
Gómez; sería fácil, pero incorrecto, porque también contaba con curas en número
suficiente para reforzar su vanidad.
Estaba por fin ahí, como el rostro de un destino antes descifrable y ahora revelado: un
hombre de piedra (el sombrero sobre los ojos, casi palpable la pesada pistola), pero
atentísimo a las próximas señales del estrago.
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LITERATURA POLICIAL (I) Número 2 | noviembre 2022
De las colecciones de libros literarios "LEER ABRE MUNDOS" disponibles en las escuelas.
Documentales en línea
H. Bustos Domecq es un autor ficticio creado por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy
Casares, autor de Seis problemas para Isidro Parodi.
Nacidos por escrito/ Isidro Parodi: Los personajes de la literatura argentina cobran
vida. Una biografía audiovisual, a varias voces, de los personajes de ficción más
emblemáticos. Conduce la escritora y periodista Silvia Hopenhayn.
Ver
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LITERATURA POLICIAL (I) Número 2 | noviembre 2022
Por razones históricas, el género policial se ha asociado a literatura popular. Las primeras obras
“policiales” fueron publicadas en revistas o en colecciones para un público amplio, y en la mayoría de los
casos eran ediciones baratas. En italiano, se habla de “giallo” (amarillo) por el color de las tapas de una
colección que la editorial Mondadori empezó a publicar hacia 1929. Los “gialli” no solo incluían en origen
literatura policial, también se publicaba literatura de terror, fantasías científicas o históricas; hoy es la
forma común para designar obras de género policial. En alemán se conoce por “Krimi” que es abreviación
de “Kriminalroman”. En francés, es el “roman policier”, pero coloquialmente “polar” es la forma habitual
de referirse a este género, o “roman noir” cuando se apunta a una variante heredada de la literatura
norteamericana. Precisamente en inglés son más variados las opciones: “detective fiction”, “mystery” (o
“mystery story”), “detective story” o “detective novel”. En las lenguas eslavas, y también en alemán, es
frecuente que aparezca alguna forma derivada de la palabra inglesa “detective”. Además de esta
designación general, de Norteamérica proviene otro nombre que hace mención a una narrativa policial
que se aleja de lo que era habitual en la época, y que se caracteriza por una mayor crudeza de estilo, la
violencia y el sexo. Es la narrativa “hard-boiled” o en traducción castellana “dura” (como cuando el huevo
se cocina en agua hirviendo), que tuvo su primer desarrollo en la revista Black Mask, durante la década
de los 20 del siglo pasado en la que publicaron obras Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Erle Stanley
Gardner, Paul Cain, Frederick Nebel, Frederick C. Davis, e Raoul F. Whitfield. En 1945 la editorial Gallimard
comienza la publicación de una colección a la que llama Série Noir, en la que se traducen al francés los
autores mencionados, entre otros. En español el término general es “policial”, sea novela o cuento, si
bien se ha ido generando toda una literatura de serie “negra”, sobre todo en Argentina, España y México,
que deriva en su concepción de los primeros maestros norteamericanos.
Pese al amplio desarrollo que tiene hoy en día este género en las literaturas occidentales, no es menor el
dato que remonta su origen a la literatura china. En 1944 el orientalista neerlandés Robert van Gulik
publicó su traducción de un original chino del siglo XVIII, Casos célebres del Juez Di, en el que este
personaje que se remonta a la dinastía Tang, resuelve tres casos criminales mediante el uso de la
observación y una depurada lógica. Gulik recuerda que desde el siglo XVI hasta el XIX, en que decae, hubo
una literatura “policial” en China, pero con características que no se darán en Occidente: menciona cinco,
de las que consideramos la ausencia de suspenso (el lector sabe desde el principio quién es el asesino) y
el elemento sobrenatural, al que no son ajenos demonios, espectros y otros. Después de la publicación,
Gulik escribió una serie de novelas policiales a la manera del original chino traducido, con el juez Di como
protagonista. A su vez varios autores utilizaron el personaje del juez chino como protagonista de sus
novelas: los franceses Frederic Lenormard o Sven Roussel, entre otros.
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LITERATURA POLICIAL (I) Número 2 | noviembre 2022
En la tradición occidental, por el contrario, las primeras ficciones “policiales” se remontan al escritor
norteamericano Edgar Allan Poe y la publicación de tres cuentos hoy famosos: “Los crímenes de la calle
Morgue” (1841), “El misterio de Marie Rogêt” (1842-1843), “La carta robada” (1844), en los que ya se nos
presenta la figura del investigador, el primer detective de ficción en la literatura de Occidente, Auguste
Dupin, que tendrá secuelas en las figura de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle, y otros. Dupin, al
igual que el Juez Di, resolverá los crímenes mediante la observación de las pruebas y una rigurosa cadena
de deducciones. Ningún detalle dejará de tener importancia. Todo indicio puede ser útil, lo único inútil es
la invención gratuita y fantasiosa. El mérito de Poe, entre otros aspectos, se afianza en el lector, que, por
esas fechas, es un ávido consumidor de historias criminales. Desde el siglo XVIII, se habían ido publicando
resúmenes de casos celebres de crímenes, primero en francés, y posteriormente en inglés: son famosos
los que en Francia recogió en varios volúmenes FranÇois Gayot de Pitaval, Causes célèbres et
intéressantes entre 1734 y 1743, que tuvieron continuación en Les crimes célèbres (1839-41),
colección en ocho volúmenes que dirigió Alexander Dumas, y que fue imitada en Gran Bretaña y
España, entre otros países. Se puede afirmar que Poe con los cuentos ya mencionados dio origen a una
de las vertientes del género policial, que se identifica fundamentalmente con la literatura inglesa,
con Conan Doyle, como representante más conspicuo. Durante todo el periodo victoriano, Gran
Bretaña abundó en autores que frecuentaron el género. No faltan las autoras de género policial en esa
época, e incluso investigadoras que ejercían de detectives en las ficciones. Otro país en que el género
gozó de un público afín, fue Francia. Entre los victorianos, se pueden mencionar a Wilkie Collins que es
autor de la novela La piedra lunar, M. P. Shiel, Ellen Wood o Richard Dowling. Émile Gaboriau, Gaston
Leroux y Jean Richepin son nombres importantes entre los que escribieron en francés. No es dato
menor que la primera mitad del siglo XX, y pese al potente impacto que tuvo la vertiente americana,
Agatha Christie está entre los autores más leídos en el género policial. Junto a otros autores (Dorothy
L. Sayers, Arthur Morrison, Ronald Knox, P. D. James o Edmund Crispin) Christie evita el uso de la
violencia y de las armas, y recurre a las pruebas y al razonamiento para llegar a la solución final del
crimen. Como veremos más adelante, los primeros autores que frecuentaron el género en
Argentina (Peyrou, Pérez Zelaschi, Borges, Bioy Casares) se adscriben a esta práctica.
Un protagonista indispensable
Antes de continuar, haremos mención de un personaje protagonista que con diferentes ropajes aparece
en el género: el investigador. En la cultura anglosajona, este investigador se asocia al detective, que en
general funcionaba de manera independiente de la policía, con la que tenía relaciones no siempre
amistosas. En la primera mitad del siglo XIX se crean las primeras instituciones policiales en Europa, entre
las que figura la famosa Scotland Yard de Gran Bretaña (1828). Hacia 1850 se crea en Estados Unidos la
Agencia Nacional de Detectives Pinkerton. Estas instituciones privadas concentran sus intereses en
asuntos de infidelidad, en labores de espionaje en los sindicatos norteamericanos y en la resolución de
crímenes, sin competencia policiales. En la ficción las posibilidades son mayores; así, el investigador es
un detective (Hercule Poirot de Agatha Christie), o un policía (Maigret de Georges Simenon), un
periodista (Gálvez de Jorge Martínez Reverte), un abogado (Perry Mason de Erle Stanley Gardner), o un
aficionado de muy variada índole (Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, Miss Marple de Agatha
Christie, el padre Brown de G. K. Chesterton, el viejo del rincón de Emmuska Orczy, el profesor de
literatura Gervase Fen de Edmund Crispin, el recluso Isidro Parodi de Honorio Bustos Domecq), que
investiga un hecho o una serie de acontecimientos asociados a un delito. La novela negra americana
creará el tipo duro de investigador, que pobló innumerables películas de serie negra o el cine de gánsteres
americano. Y en épocas más recientes, se rehúye del investigador demasiado “literario”, se vuelve a la
credibilidad burocrática y se impone la figura del “inspector” o afín asociado a la institución policial.
La otra versión del género policial es la que deriva de la novela negra americana. Sin llegar nunca a
desplazar a la versión europea, más lúdica, esta ha influido poderosamente en el género. En su origen,
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esta se alimenta de los graves problemas sociales que se dieron en Estados Unidos ligados a la Gran
Depresión. Como ya recogimos arriba en inglés se la suele llamar narrativa “hard-boiled”, que admite la
traducción de narrativa “dura”. Pero fuera de Estados Unidos es más conocida por serie “negra” o novela
“negra”, que tanto puede hacer referencia a la revista Black Mask, en la que se publicaron las primeras
narraciones, o a la cualidad tenebrosa de sus argumentos, por lo que en 1945 Gallimard de Francia
comenzó a publicar la serie Noir, y de allí pasó al español.
Un rasgo que la define es la renovación del naturalismo en la literatura. Se suelen dar ciertas pautas que
se repiten en mayor o medida según el autor:
Los entornos son más reales, es decir, más inmediatos y reconocibles como lugares en que la
gente vive su vida corriente.
Se introducen temas como la crisis y la corrupción política.
El lenguaje es más crudo, poco dado a la adjetivación y con una clara tendencia a lo coloquial.
La violencia y el sexo no son ajenos.
Ya mencionamos arriba sus autores más representativos. Se puede acotar, no obstante, que su
difusión y desarrollo ha sido notorio, aun cuando según los países y los autores, el peso que tiene la
violencia, el sexo, o la trama como construcción que se sustenta en el suspense varía
considerablemente.
No se puede afirmar que en el siglo XIX se haya creado en español una literatura policial propiamente
dicha. No es un género que haya tenido el desarrollo que se dio en francés o inglés. En parte, influye el
hecho de que el número de lectores no es comparable. Nos referimos a lectores que vivan en ciudades en
que circulan revistas o periódicos que sirvan como vehículos de este tipo de literatura. Además, no es
menor el dato de que el analfabetismo es aún muy marcado en los países de lengua castellana. Eso no
impide que por las mismas fechas en que se estaban escribiendo relatos “policiales” en Francia o
Inglaterra, Emilia Pardo Bazán publicara en España La gota de sangre, que pasa por ser el primer relato
que reúne las características del género. También hacia 1849 aparece sin autor Historia de los famosos
bandoleros de Andalucía llamados vulgarmente los Niños de Ecija.
En Argentina, es Eduardo Ladislao Holmberg quien inaugura la literatura policial en Argentina, con la
publicación en 1896 de la novela La bolsa de huesos, que tiene como protagonista a un médico quien logra
resolver un caso que involucra a un asesino en serie. Junto a Holmberg se deben mencionar a Luis V.
Varela (1845-1911) y Paul Groussac (1848-1929) entre los autores que representan los primeros autores
que se interesaron por el género en Argentina.
En la primera mitad del siglo XX, se comienza a difundir de manera generalizada en la Argentina la
narrativa policial, sobre todo la que enraíza en la resolución de un enigma como justificación del propio
género. No importa cuestionar la sociedad, lo que funda esta narrativa es el uso de datos y el ejercicio de
la lógica para llegar a resolver lo que de otra manera sería un enigma. Como toda definición en literatura,
se tiene que descartar que esta narrativa sea algo cerrado y ajena totalmente a otras consideraciones que
no sean las literarias.
H. Bustos Domecq publicó en 1942 Seis problemas para Isidro Parodi. Detrás de ese nombre están los
escritores Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares: desde el apellido del “detective”, todo el libro tiene
mucho de parodia: un recluso resuelve los casos mientras toma mate en un jarrito azul, mediante el uso
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exacerbado de la razón. Estos dos autores crearán en 1945 la colección El Séptimo Circulo, en la que se
traducirán autores angloamericanos, a la par que se difundirán a escritores argentinos: Silvina Ocampo,
Manuel Peyrou, María Angélica Bosco, entre otros. Desde 1951, la colección será dirigida por Carlos V.
Frías; con la llegada de este, El Séptimo Círculo se enriquecerá con autores americanos que cultivan el
género policial duro, que influirá mucho en los nuevos autores argentinos que escribirán su obra en la
segunda mitad del siglo.
En Argentina el género policial ha sido cultivado desde sus comienzos por escritores de muy variados
intereses y orígenes. Groussac era francés y llegó a ser director de la Biblioteca Nacional. Roberto Arlt
también cultivó el género con la escritura de algunos cuentos. Guillot fue además de abogado y escritor,
un político asociado a la Unión Cívica Radical. Pérez Zelaschi llegó a académico y escribió además
literatura de corte social. Silvina Ocampo fue autora de cuentos memorables, y también escribió con su
marido Los que aman, odian, que en 2017 fue adaptada al cine. María Angélica Bosco firma La muerte baja
en el ascensor, que ganó el premio Emecé de 1954.