Hateful Love - T. Ashleigh & Addison Beck
Hateful Love - T. Ashleigh & Addison Beck
Hateful Love - T. Ashleigh & Addison Beck
Este libro es un trabajo de ficción. Cualquier referencia a acontecimientos históricos, personas reales o lugares reales
se utiliza de forma ficticia.
Traducción al español NO OFICIAL por fans y para fans sin fines de lucro.
Por favor, apoyen al autor comprando su historia en las plataformas
oficiales y no difundan por redes sociales como Instagram, TikTok, Twitter,
etc.
Para Ari y Mads. Gracias por lidiar con nuestro caos.
ADVERTENCIAS DE CONTENIDO
Ten en cuenta que esta historia está escrita con algo de “jerga” y dialecto para autenticar
y brindar una representación completa de los personajes. (Consideren las notas de
traducción)
BLAINE
Mi vida me está asfixiando.
El hijo perfecto, el deportista estrella, el estudiante ideal. Estoy abrumado,
rompiéndome por las costuras.
Hasta que Silas pone mi mundo sobre su eje.
Mi pequeño y sucio secreto.
Él es mi escape perfecto de la realidad. Puedo soltarme y sentirme bien para variar.
Me hace sentir vivo por primera vez.
Pero siempre será alguien a quien desprecio. Es arrogante, el epítome de un chico
malo y, sin embargo, cuanto más hacemos esto, más difícil se vuelve ignorar mis
crecientes sentimientos. No es lo que esperaba, pero es exactamente lo que necesito.
Y ahora que lo tuve, me niego a dejarlo ir.
Hateful Love es un romance MM de enemigos a amantes, opuestos que se atraen, que se centra
en el chico malo y en el deportista y todas las cosas que los dos hacen a escondidas. Junto a un
poco de posesividad, amigos entrometidos y política corrupta, y este libro te llevará a un viaje
salvaje pero lleno de obstáculos.
LISTA DE REPRODUCCIÓN
Amor Odioso - Lista de Reproducción de AddisonBeckRomance | Spotify
CONTENIDO
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Epílogo
Agradecimientos
¿Qué sigue para Addison y T Ashleigh?
¿Qué sigue para Addison Beck?
¿Qué sigue para T Ashleigh?
¿Quieres acosarnos?
También por Addison Beck
También por T Ashleigh
PRÓLOGO
SILAS
Ocho Años
2
Es el tipo de chaqueta deportiva que siempre lleva el chico popular del instituto en las pelis
estadounidenses xD.
—¡Oye, imbécil! ¿Por qué no miras por dónde vas? ¡Estuviste a punto de
atropellarnos cuando llegaste! —Grito y me deleito con la forma en que su espalda se
pone rígida ante mis palabras, aunque no reduce el paso.
Blaine me lanza una mirada poco divertida por encima del hombro.
—Vete a la mierda, Silas, no lo hice, pero incluso si lo hubiera hecho, no sería el fin
del mundo.
—No, pero yo no tengo ningún problema en ponerle fin a tu mundo, —respondo.
—Adelante, que te echen de la escuela, —dice, con tanta naturalidad y facilidad que
me hace arder la sangre—. No es como si alguien fuera a extrañarte.
Raid y Bunky han estado sorprendentemente callados, y me giro para verlos. Tienen
el ceño fruncido por la confusión y me doy cuenta de que tal vez exageré un poco. Está
bien, exageré mucho. No es que Blaine casi nos mate, pero ya es demasiado tarde para
retractarme, aunque nunca lo haría.
Blaine se da vuelta, cortando mi oportunidad de decir algo más. Aprieto mis puños
con fuerza. La necesidad de correr detrás de él y golpearlo es fuerte, pero no lo hago. De
todos modos, no es como si pudiera porque mis amigos ahora me están agarrando con
fuerza.
Tienen razón al retenerme, pero lo odio. Como dijo Blaine, ya tengo suficientes
marcas en mi historial. Si me echan de la escuela, mi mamá me pateará el culo.
Entonces, a pesar del hecho de que realmente quiero arrancarle los perfectos dientes
frontales a Blaine de su cráneo, me abstengo.
Esperamos un momento hasta que Blaine desaparece por completo antes de subir
por los escalones de piedra hacia Brookshire High. Como la clase ya comenzó, los
pasillos están vacíos mientras me despido de los chicos antes de dirigirnos a nuestras
diferentes clases.
La primera clase pasa rápido y cuando suena el timbre, paso a la siguiente.
Camino por el pasillo hacia mi clase de matemáticas en la parte trasera de la escuela.
La clase está medio llena cuando llego y me dirijo a mi asiento ubicado en la parte de
atrás. No llego muy lejos, tengo que detenerme debido a las cabezas huecas del
escuadrón de pompones que bloquean el pasillo.
—Disculpad, —dije con los dientes apretados, haciendo que las cuatro chicas me
miraran con molestia.
Sin embargo, no se mueven, simplemente vuelven a hablar como si yo no hubiera
hablado. Intento controlar mi creciente irritación mientras avanzo, abriéndome paso a la
fuerza, lo que hace que suelten múltiples jadeos de protesta cuando las golpeo.
—Bueno, si os hubierais movido, entonces no os estaría golpeando, ¿verdad? —digo,
mirando por encima del hombro para ver a Pompón Uno mirándome con el ceño
fruncido.
—Idiota, —escupe, y le guiño un ojo antes de continuar hacia mi escritorio.
—Ni siquiera te preocupes por él, Maybelline. Una basura como él no vale la pena.
—Esto viene de Pompón Dos.
Sí, sí. Lo he oído todo antes.
Basura de remolque, rata de alcantarilla, bolsa de basura, trapo basura, solo por
nombrar algunos, pero nunca me ha molestado. Al menos sé de dónde vengo y no
intento ser algo que no soy, a diferencia de la mitad de la clase alta de esta ciudad.
Me acomodo en mi asiento y capto el ceño fruncido de la abeja reina antes de dejarse
caer en su propio asiento. No hace más que darme risa su intento de intimidarme. He
visto mucha mierda en mi vida, Pompón, y tú no te comparas a ninguna. Joder, parte de las
mierdas que he visto es de lo que están hechas sus pesadillas.
DOS
BLAINE
¡Qué idiota!
Aprieto los dientes mientras me dirijo a mi casillero, plenamente consciente de que
llego tarde a clase, pero sin pensar dos veces en mi asistencia perfecta. Todavía estoy
pensando en mi última interacción con Silas. ¿De verdad cree que intenté atropellarlo a
propósito? Puede que lo desprecie, pero no soy un lunático como su amigo Bunky.
Siempre es así entre nosotros. Todo lo que tengo que hacer es pasar junto a él y ya
eso lo vuelve un problema. Eso ha hecho desde el momento en que nos conocimos en el
primer año cuando accidentalmente lo hice tropezar en la cafetería, y en verdad fue un
accidente, no importa cuánto insistió en que no lo era.
Todavía recuerdo la forma en que me miró y cómo sus grandes ojos marrones se
fijaron en los míos. Fue como si todo el aire hubiera sido succionado de la habitación.
Simplemente me tomó por sorpresa la intensidad de mi reacción hacia él, y supe que no
iba a ser algo de lo que pudiera deshacerme pronto. Nunca antes había experimentado
algo así. Estaba tan perdido, tan embelesado, que me tomó un momento volver a la
realidad.
Después de que el aturdimiento se disipó, traté de ayudarlo a levantarse, pero no me
lo permitió. Apartó mi mano, se levantó frente a mí y amenazó con “reventarme”. Me
sorprendió tanto el estallido que ni siquiera podía hablar, simplemente me quedé allí
con la boca abierta y sin saber cómo proceder.
No ayudó que mis amigos se rieran como si hubieran participado en la broma. Sus
ojos puestos en mí, la presión para conformarme y la agresión de Silas me dejaron
incapaz de hacer nada más que verlo alejarse. Cuando intenté disculparme al día
siguiente, él estaba furioso.
Entonces me di cuenta de que no había nada que pudiera hacer para cambiar su
opinión sobre mí, y que no iba a quedarme ahí y recibir su mierda.
Así empezó todo y tres años después la situación no ha mejorado.
Silas saca lo peor de mí. Es como si tuviera una furia cruda enterrada tan
profundamente en mi interior y lista para ser desatada en el momento en que él esté
cerca. La peor parte es que él sabe que me afecta, no importa cuánto intente ocultarlo. Él
se mete bajo mi piel, y cada día estoy más cerca de actuar impulsivamente y darle una
paliza.
Dios, a papá le encantaría eso. Su pony premiado comportándose mal: ¿qué pensaría
la gente?
Después de tomar mis cosas de mi casillero, me dirijo hacia la clase de Química.
Tengo la esperanza de que yo le agrade lo suficiente al maestro como para no marcar mi
tardanza. Afortunadamente, no lo hace. Eso es bueno porque es otra cosa que no le
gustaría a mi papá.
La clase está bien, predecible. Hago todas las cosas que se esperan de mí. Levanto la
mano para responder preguntas cuando nadie más lo hace, ayudo a mis compañeros de
clase que parecen no poder hacer las ecuaciones más fáciles y me aseguro de preguntar
sobre la tarea para la siguiente clase.
Y odio cada segundo de todo eso.
Salgo de clase una vez que suena el timbre y me dirijo a cambiar libros para mi
próxima clase. Mientras estaba cogiendo cosas en mi casillero, soy estrellado contra el
marco de metal, me quedé sin aliento y un hormigueo no deseado subía por mi brazo.
Miro hacia atrás y entrecierro los ojos cuando veo que es Silas. Él me mira por encima
del hombro mientras se aleja, enviándome una de sus sonrisas arrogantes, sin una gota
de culpa. Odio lo que esa mirada me hace, encendiéndome y enviándome a una espiral
de pensamientos, todos al mismo tiempo en los que me niego a profundizar.
—Mira por dónde vas, —siseo, frotando el lugar que todavía arde por su toque.
Se da vuelta y camina hacia atrás mientras levanta ambas cejas y se encoge de
hombros.
—No te vi, chico dorado. Creo que la escuela necesita darte un chaleco reflectante.
Estoy a segundos de estallar cuando una voz molesta llega a mis oídos,
impidiéndome ser estúpido.
—¿Te está haciendo pasar un mal rato?
Gimo internamente antes de volverme hacia Kent, el imbécil de turno y,
desafortunadamente, mi compañero de equipo. Él siempre está tratando de estar cerca
de mí, sin darse cuenta de que no estoy tan interesado en ser su “amigo”. Actúa como si
no supiera que está furioso por todos los celos que me tiene y que es una mierda
intentando ocultarlos. Me molesta. No me gustan las personas falsas y él es la definición
de eso.
Tiene a Maybelline con él. Vaya par. Esta chica ha estado tratando de estar conmigo
durante años, no porque realmente le gusto, sino porque cree que enganchar al
quarterback3 estrella la convertirá en la puta reina de la escuela o algo así.
Quiero gritarle a Kent que me deje en paz, pero no puedo hacerlo porque tengo una
imagen que mantener. El puto perfecto Blaine Yates. Pongo la sonrisa más falsa que puedo
lograr, sabiendo que probablemente parezco un maníaco, no es que me importe.
—No es nada. Probablemente fue un accidente.
—Considerando que fue Richards, lo dudo mucho. —Kent resopla, ese acento
pomposo cubre sus palabras.
—Asegúrate de cuidar tu espalda, B, —me dice Maybelline, con los ojos muy
abiertos con falsa preocupación mientras agarra mis brazos con sus uñas como navajas
—. Me sentiría devastada si algo te sucediera. ¿Sabes que casi me atropella hoy en clase?
Podría haber resultado gravemente herida.
—Yo no habría dejado que te pasara eso, —dice Kent, casi como si estuviera
tratando de superarme inflando sus pectorales imaginarios y mostrando su dominio
con sus metafóricas plumas de pavo real—. Yo pondría a la basura de remolque en su
lugar.
3
El quarterback o mariscal de campo es el líder ofensivo del equipo y tiene varias responsabilidades
fundamentales en el juego. Es el jugador encargado de recibir el balón en cada jugada ofensiva y es quien
toma las decisiones sobre cómo ejecutarla.
—¿Estás seguro de que estás bien, Blaine? —pregunta Maybelline.
Sería mejor si todos me dejaran en paz.
Una vez más, pretendo ser algo que no soy y le sonrío.
—Gracias, Maybelline, pero estaré bien.
Ambos me miran con incredulidad, pero estoy listo para alejarme de ellos y pasar a
mi próxima clase. Ya llegué tarde una vez hoy, no necesito que eso vuelva a suceder.
Les doy esa excusa mientras salgo corriendo y voy a mi segundo período. Aunque aún
así llego tarde, el timbre suena cuando estoy a punto de entrar al salón de clases. El
señor Reynolds perdona mi tardanza fácilmente como sabía que lo haría.
Porque soy el puto perfecto Blaine Yates.
4
Los linebackers o apoyadores son jugadores de la defensa que se alinean detrás de la línea defensiva
y delante de los defensive backs. Son responsables de una variedad de tareas defensivas y juegan un
papel fundamental en la estrategia defensiva de un equipo.
Luego le lanzo el contenido helado del vaso y salto por el césped hacia el vestuario.
Mientras corro, puedo escuchar su fuerte maldición antes del sonido de sus pies detrás
de mí.
TRES
SILAS
Después del día más largo de la historia en el instituto, me dirijo al taller con los
chicos. Whaley no está allí, pero Badge y Fox sí, y golpeamos los nudillos con ellos
cuando pasamos.
Trabajo en el taller la mayoría de las tardes, limpiando, manteniéndome al día con
las facturas, procesando algunos pagos y ayudando con los cambios básicos de aceite
cuando es necesario. No es nada lujoso, pero el dinero es dinero y necesito tanto como
pueda.
—Estaré atrás con Badge y Fox, —me dice Bunky, quitándose la chaqueta y
guardándola detrás del mostrador.
—¿Estás trabajando en esa vieja Harley?
Hace unas semanas encontró esta moto chatarra en el depósito de chatarra cuando
fue a recoger piezas con Badge y Fox. La compró por capricho y no ha hecho nada más
que trabajar en ella cada vez que tiene la oportunidad.
—Sí, siento que finalmente estoy llegando a alguna parte, —dice mientras se aleja.
Me deslizo detrás del escritorio y me dejo caer en el taburete justo cuando Raid se
inclina sobre el mostrador, bajando la voz a un susurro. mientras habla mierda.
—Está mintiendo. No llegará a ninguna parte con esa puta moto. Joder, ni siquiera
estoy seguro de que el propio Fox pueda arreglarla. Es basura. —Me río por lo bajo. El
hermano adoptivo de Bunky, Fox, es el mejor mecánico que tenemos. Si él no puede
arreglarla, nadie podrá. Raid pone los ojos en blanco, retrocede y golpea el mostrador
con los nudillos antes de comenzar a alejarse—. Pero lo ayudaré de todos modos porque
eso es lo que hago.
Raid y Bunky siempre están peleando y son una fuente diaria de entretenimiento
para mí... Bueno, ellos y Blaine.
Resoplo molesto, irritado conmigo mismo por siquiera pensar en Blaine. Juro que
siempre consigue colarse en mi cabeza en los peores momentos.
Apretando los botones con demasiada fuerza en el teclado, me conecto a la
computadora, con la esperanza de que mi trabajo mantenga mi mente alejada de cosas
en las que no tiene por qué pensar. Veo que hay cuatro vehículos listos para ser
recogidos y hago las llamadas para avisar a los propietarios. Esta es la única parte del
trabajo que no me gusta. Hablar con la gente no es mi fuerte.
Si bien todo el mundo está aterrorizado de Whaley, su taller es el único en tres
condados, por lo que consigue muchos clientes. La mayoría de los clientes de Whaley
son ricos y, si bien es bueno para el negocio, tienden a pensar que son mejores que
nosotros. De ahí la respuesta engreída de '¿no puedes dejarme el coche en mi casa?' que
acabo de recibir de Martha Waters por teléfono hace un momento. Pongo los ojos en
blanco y cuelgo después de decirle “no” y a qué hora cierra el taller hoy.
No me malinterpretes, estoy agradecido por el trabajo y por Whaley porque si no
fuera por este taller, tendría más difíciles todos los días, pero juro que algunas personas
lo vuelven difícil. ¿Te imaginas ser rico y miserable? ¿Cómo es eso posible? Yo
encontraría una manera de comprarme un palo feliz5. Eso debe existir, ¿verdad?
El timbre encima de la puerta suena un momento después y miro hacia arriba para
ver a un hombre mayor entrando. Está vestido de punta en blanco con su traje de alta
gama de un diseñador que ni siquiera puedo pronunciar.
—¿Puedo ayudarle? —cuestiono, notando lo fuera de lugar que se ve este hombre en
nuestro sucio taller.
—Oye, niño, ¿dónde está Whaley? Es urgente. —Me saluda con impaciencia, como si
de alguna manera fuera a hacer que Whaley apareciera mágicamente.
Este hombre ha conseguido cabrearme en dos segundos, lo que probablemente sea
un nuevo récord. Mi ceja se arquea mientras lo escaneo, tratando de descubrir quién
coño se cree que es. Debe tener las pelotas enormes para exigir ver a Whaley así.
—Él no está aquí. ¿Necesita algo?
Suspira y se para frente al mostrador.
—Mi nombre es Jack Leslow. Recibí una llamada sobre mi coche… Ya sabes, el
Maserati.
Se necesita todo lo que hay en mí para contener mi repuesta. Este tipo no puede
hablar en serio. ¿Sabe cuántos coches pasan por aquí? ¿Cuántos Maseratis he visto este
mes? Él no es especial.
—Correcto, —murmuro, escribiendo su nombre en la computadora y escaneando las
notas que Whaley tiene sobre su coche—. El motor está disparado. —Voy directo al
grano, no queriendo prolongar ninguna conversación con este idiota—. Va a necesitar
uno nuevo. —Imprimo el papel, tomo un bolígrafo y se lo doy—. Firme aquí.
Lo mira con disgusto antes de empujarlo hacia mí con un dedo, esbozando una
sonrisa.
—¿Dónde está Whaley? No te ofendas, niño, pero prefiero tener la opinión de
alguien con más vellos en sus zonas íntimas6.
Reprimo el impulso de decirle que se vaya a la mierda. He estado en el taller de
Whaley desde que era pequeño y apostaría mi testículo izquierdo a que sé mucho más
sobre coches a esta edad que este hombre de manos delicadas, vestido con traje de
diseñador y con un estilo perfecto.
—Esta factura vino del propio Whaley. Tuvo que salir un rato. Se supone que debo
repasar los costos con usted y ver qué ruta quiere tomar. —Empujo la factura hacia él
una vez más, sin sorprenderme cuando la sonrisa cae de sus labios. Cuidado, señor, se
está mostrando su lado idiota.
Se quita las gafas de los ojos y se pellizca el puente de la nariz como si fuera la cosa
más incómoda con la que se haya topado jamás.
—¿Cuánto falta para que regrese?
Me encojo de hombros y cruzo los brazos sobre el pecho.
5
En inglés “happy stick”, es un tipo de porro de marihuana mezclado con PCP.
6
La frase original es “less wet behind the ears” (lit. menos mojado detrás de las orejas) que se refiere a
que cuando los niños se bañan no se secan bien y les queda mojado ese lugar específico. Lo está
menospreciando por su edad.
—No sé. Está manejando algunos negocios.
Hago hincapié en la palabra, esperando que capte la pista. Ah, y la capta. Su cuerpo
se pone rígido y se vuelve a poner las gafas.
Claramente, conoce la reputación de Whaley. Gracias, joder.
—Correcto, —dice, cantando ahora una melodía completamente diferente mientras
saca su tarjeta platino y garabatea rápidamente una firma en la factura—. Solo haz lo
que sea más rápido. ¿Cuánto falta para que esté listo?
Introduzco su información en el sistema antes de devolverle la tarjeta.
—Voy a proseguir y ordenar las piezas que Whaley ha enumerado. Tomará
alrededor de una semana tenerlas listas. Una vez que estén aquí, se comenzará a
trabajar en el coche inmediatamente. Así que supongo que unas tres semanas.
—¿Podéis conseguir las piezas más rápido? Necesito que me lo devolváis lo antes
posible.
—Puedo, pero le costará.
Sacude una mano y el oro de su reloj brilla bajo las luces fluorescentes.
—Está bien. El costo no importa.
Qué genial debe ser eso.
—Entonces tomaré una nota para Whaley.
—Gracias, niño, —vuelve a llamar, y la campana suena cuando sale.
—No soy un puto niño, —dije con los dientes apretados. No solo tengo dieciocho
años, sino que hace mucho tiempo que no soy un niño. Joder, ni siquiera estoy seguro
de haberlo sido nunca.
Tomo la factura, la reviso y hago un pedido urgente de las piezas antes de
archivarla.
Las siguientes horas pasan en medio de una neblina de gente y, muy pronto, cambio
el cartel a “cerrado” y cierro la puerta. Luego hago algunas llamadas telefónicas para
informarles a los clientes que sus coches están listos para ser recogidos mañana antes de
dirigirme a la parte trasera para limpiar.
Saco un cigarrillo cuando termino y veo a Raid y Bunky todavía trabajando en la
Harley, con las piezas esparcidas a su alrededor como confeti. Raid no mentía, esa cosa
es una mierda.
—No hubo suerte, ¿eh? —Pregunto, dejándome caer sobre un balde de cinco galones
volteado justo afuera de la puerta del garaje.
Bunky se burla y se pasa el antebrazo por la cara antes de apartarse el pelo
empapado de sudor.
—Joder, no. Badge sigue dándome consejos, pero en general me deja hacerlo solo.
—Oye, estoy intentando ayudar, —añade Raid, robándome el cigarrillo para darle
una calada y devolviéndomelo.
—Si es que a eso se le puede llamar ayuda, —responde Bunky, levantándose de su
posición en cuclillas y arrojando su llave al suelo—. Esto es más difícil de lo que pensé
que sería.
—Es por eso que Badge te está enseñando. Aprenderás. Hablando de... ¿Dónde está
Badge? —Pregunto, buscando a él y a Fox a su alrededor—. ¿Se fueron?
—Sí. Tenía que hacer algo por Whaley. —Estira los brazos con su característica
sonrisa cubriendo sus labios—. Y no es que tenga prisa. Me sobra el tiempo.
A veces me pregunto qué pasa por la cabeza de Bunky. La forma en que sonríe y la
mirada distante que tiene en sus ojos a veces, es como si estuviera ligeramente
desquiciado. No, no ligeramente, completamente. Bunky está jodidamente loco y es
muy tóxico, pero es nuestro, así que lidiamos con ello.
—Entonces… —Me levanto y apago mi cigarrillo—. ¿Cómo puedo ayudar?
—Honestamente, estoy a punto de dejarlo todo. De todos modos tengo que volver a
casa, —me dice mientras se limpia las manos con un trapo viejo.
—Genial, entonces te llevo, —le digo.
Los tres limpiamos, luego cerramos las puertas del garaje y le envío un mensaje
rápido a Whaley para informarle que he terminado por hoy. Cuando recibo a cambio su
característico mensaje de aprobación, me doy cuenta de lo atascado que realmente me
siento.
Escuela, trabajo, casa.
Y repite el ciclo.
CUATRO
BLAINE
Estoy agotado.
Considerando que completé un día de escuela, hice todo lo posible en la práctica y
pasé el tiempo posterior en el Consejo Estudiantil, no hay razón por la que no debería
estar muerto de agotamiento.
Camino con dificultad por la puerta principal, mi cuerpo grita por desplomarme en
la cama y olvidarme de toda la tarea que tengo. Tal vez pueda tomar una siesta rápida,
tomar un Red Bull y pasar otra noche entera haciendo mis cosas.
La opresión en mi pecho regresa de repente y mi lengua se vuelve seca y pesada en
mi boca. Dejo caer mi bolsa de equipo y me agarro a la barandilla de la escalera cuando
empiezo a sudar. Joder, ahora no. Estos ataques de pánico han estado sucediendo con
más frecuencia últimamente y ya estoy harto.
Cierro los ojos con fuerza, deseando que las sensaciones desaparezcan. Intento
recordarme a mí mismo que estoy bien, que todo es temporal y que todo lo que necesito
es esforzarme un poco más y todo terminará.
Una vez que finalmente logro recuperar mis sentidos, voy a recoger mi bolso y subo
las escaleras, pero una voz resonante me corta el escape.
—Hijo, ¿cómo estuvo la práctica?
Me detengo y me enderezo inmediatamente. No pensé que mi padre llegaría a casa
tan temprano porque normalmente se queda hasta tarde en su oficina durante la
semana. Me giro lentamente para mirar hacia la sala de estar, tratando de controlar mis
rasgos y rezar para que él no haya sido testigo de mi ataque. Estoy seguro de que mamá
está en algún lugar con sus amigos en el bar de vinos local, así que no tengo que
preocuparme por ella, aunque normalmente no lo haría. Pilates y la meditación, sean lo
que sean, son sus prioridades.
Es irónico, de verdad. A papá le importa demasiado todo lo que ve incorrecto
mientras que a mamá le importa muy poco todo.
La cara de papá no revela nada, aunque es algo normal. Heredé mi apariencia de él,
desde mi cabello rubio hasta mis ojos grisáceos, y a veces da miedo lo mucho que nos
parecemos. A pesar de eso, no podríamos ser más diferentes. Papá ama la personalidad
que ha cultivado durante años y también disfruta de que su hijo sea el chico dorado de
Brookshire High. Odio admitirlo, pero él es como el resto de ellos. Todo lo que ve en mí
es lo que quiere ver y nunca he tenido la fuerza para desafiar eso. Es más fácil de esta
manera.
—Papá, —digo, haciendo todo lo posible por sonreír lo más genuinamente posible
porque eso es lo que se espera de mí, antes de recoger mi bolso caído—. Fue bien.
Tararea, asintiendo lentamente mientras camina hacia el pequeño carrito de bar que
tenemos junto a las puertas del patio.
—¿Y el Consejo Estudiantil?
—Aún vicepresidente. —Digo con más fuerza de la necesaria en mis palabras.
Cuando él levanta una ceja estoica, me aclaro la garganta y me sonrojo—. Um, lo siento,
señor.
Suspira con cansancio y se sirve un poco de whisky antes de caminar hacia el sofá.
—Estás cansado. Lo entiendo. ¿Cindy te ha estado dejando comidas adecuadas?
Asiento con la cabeza. Nuestra ama de llaves/cocinera siempre prepara un
desayuno, almuerzo y cena decentes. Aunque mis padres nunca están presentes para
disfrutarlos realmente conmigo. Papá está demasiado ocupado administrando la ciudad
y mamá está demasiado ocupada haciendo... bueno, haciendo lo que sea que hace todo
el día.
No creo que quieran ser distantes, solo creo que no conocen nada mejor. Aunque
papá es el peor. Si bien puedo aceptar la apatía y el desinterés de mamá con cautela, las
rígidas expectativas de papá son muy duras.
—¿Has oído algo de la Universidad de Georgia? —pregunta, finalmente hay algo de
interés en sus ojos, las comisuras de ellos se arrugan con emoción.
Una vez más, niego con la cabeza. Luego me muerdo el interior de la mejilla
mientras me balanceo torpemente sobre mis talones.
—Aún no.
Parece decepcionado pero se encoge de hombros.
—Bueno, sigue trabajando duro. Estoy seguro de que enviarán algunos reclutadores
para ver tus juegos pronto. Recuerda, mantén tu cabeza centrada y serás un recluta
imprescindible.
Ahí es cuando desearía ser más valiente, audaz y atrevido porque así podría decirle
a mi papá la verdad. Podría decirle que pase lo que pase, no iré a su universidad
cuidadosamente seleccionada para jugar fútbol universitario. Podría decirle que ya he
solicitado becas académicas en las universidades con los mejores programas de pre-
medicina. Podría admitirle que no quiero ir a la NFL, sino ser médico. Podría confesarle
mi odio por el fútbol y rogarle que comprenda que solo quiero hacer algo con un
propósito.
Pero ahora estoy débil, asustado y jodidamente condicionado. Así que todo lo que
hago es sonreír y asentir.
—Sí, señor.
Espero como un cachorro entrenado, de pie incómodamente en la entrada antes de
que él incline la cabeza para despedirme. Luego subo a mi habitación a toda prisa,
dejando escapar un fuerte suspiro una vez que cierro la puerta detrás de mí y dejo caer
mi bolso al suelo. En lugar de sumergirme inmediatamente en mi tarea, me dirijo a mi
escritorio y enciendo mi computadora. Una vez que está encendida, voy a mi
navegador y hago clic en la pestaña más utilizada que he guardado.
¡Bienvenido a la Universidad de Yale!
No puedo evitar la sonrisa que se extiende por mi rostro. Sé que es solo el saludo
cursi normal en cada página universitaria, pero esas palabras me llenan de una
sensación de esperanza. Yale. Ahí es donde quiero entrar. Quiero estar rodeado de
personas como yo: inteligentes, motivadas, dedicadas a mejorar el mundo, y la sola idea
de que estaré allí en menos de un año me ilumina.
Estaré lejos de Brookshire, de las sanguijuelas que quieren dejarme seco, del
pequeño pueblo que me mantiene en un pedestal, de Silas que no hace más que
confundirme e irritarme, e incluso de mi papá que quiere un hijo perfecto de plástico.
No me doy cuenta de que mis ojos se están cerrando y que me estoy desmayando
lentamente hasta que levanto la cabeza y noto que son las tres de la mañana. Me
maldigo mientras cierro mi computadora portátil antes de caminar hacia mi mini
refrigerador por un Red Bull.
Supongo que es hora de ser el chico dorado.
CINCO
SILAS
El jueves significa día de pago y con eso el de Bunky y de Raid y mi ritual semanal
de cenar en Kelly's Diner.
El lugar está lleno cuando llegamos, lo cual no me sorprende considerando que este
es el mejor lugar para pasar el rato en la ciudad. Personalmente odio este lugar
abarrotado, pero tienen la comida más barata y aún así sabe bien. Entramos y tomamos
una cabina vacía en la esquina más alejada.
—¿Qué vas a pedir? —Pregunta Bunky, mirando el tablero de especialidades del día
en la pared.
No sé por qué se molesta, siempre pedimos lo mismo porque es uno de los más
baratos del menú.
—Probablemente solo una hamburguesa y papas fritas.
—Sí, yo también, —dice Raid, justo cuando Liza, mi cuñada, llega hasta nosotros.
—Me preguntaba cuándo apareceríais. Ya era tarde, —afirma, dejando tres vasos de
agua frente a nosotros.
—El trabajo se retrasó. —La miro y observo su moño desordenado, sus mejillas
hundidas y sus ojos cansados—. ¿Cuándo sales?
—No hasta el cierre. Tu mamá está con June, así que cambié con otra mesera para
ganar algo de dinero extra.
Asiento, mordiéndome el labio mientras, tomando nota mental de pedir algo de
comida para llevarles a casa.
—¿Has comido? —No puedo evitar preguntar, sintiendo que necesito cuidar de ella
también.
Ella pone los ojos en blanco y luego me golpea en la cabeza con su libreta de
pedidos.
—Sí, papá. Estoy bien. Ahora, vuestro pedido. Tengo que volver al trabajo, —
responde, tomando el bolígrafo de su delantal y anotando nuestro pedido una vez que
se lo decimos—. Está bien. Marchando. No debería tardar mucho.
Mientras la vemos irse, me invade una pizca de remordimiento. Me siento mal. Todo
lo que pasó con Ryker fue una mierda, y aunque sabía que vendría porque no podía
actuar, eso no lo hace menos jodido. Lo malo es que ni siquiera estaba robando mierda
para Whaley. Mi estúpido hermano ya había robado habitualmente y lo pillaron por
última vez. Ya no saldría con solo advertencias.
—Parece cansada, —dice Raid como si leyera mi mente. Observo cómo quita el
papel de su pajita antes de meterla en su taza—. Sin embargo, ella parece estar bien, a
pesar de las circunstancias.
—Sí, —confirmo, agarrando mi propia pajita y arrancando el envoltorio lentamente,
tratando de mantener mis manos ocupadas.
No me gusta hablar de mi hermano. Me pone triste y jodidamente enojado al mismo
tiempo. Lo odio por su descuido. Debería estar aquí cuidando de su familia. En cambio,
se está pudriendo tras las rejas con nuestro viejo.
—Creo que voy a pintar la Harley de negro y plateado. También agregaré algunas
calcomanías de fuego una vez que haya terminado, —agrega Bunky al azar, y estoy
agradecido por su capacidad para leerme.
—¿Ya tienes un nombre para ella? —le pregunto a Bunk.
—Aún no. Pensé que lo tendría cuando la termine.
Raid resopla mientras limpia sus lentes con la parte inferior de su camisa.
—Bueno, entonces tienes un tiempo para pensarlo.
Joder, va a la yugular.
La expresión de Bunky pasa de irritada a indiferente antes de que finalmente se
encoja de hombros.
—Sí, probablemente tengas razón. Badge me dijo que no estaba ayudando mucho
con esto. Si ese es el caso, me llevará años terminarlo. Pensé que era bueno
reconstruyendo, joder, he estado haciendo esto con Badge desde que tengo uso de
razón, pero trabajar con alguien es muy diferente a hacerlo solo.
—Él no te permitiría hacerlo si no creyera que puedes hacerlo. Solo tenlo en cuenta,
—le digo honestamente.
—Bueno, supongo que el tiempo lo dirá.
Unos minutos más tarde, Liza viene a dejarnos los platos.
—¿Necesitáis algo más?
Niego con la cabeza. Incluso si necesitara algo no se lo pediría, porque me sentiría
mal haciéndola correr por mí.
—No, estamos bien.
—Genial. Volveré en un momento. Disfrutad chicos.
Agarro el paquete de mayonesa y lo sacudo dos veces antes de agregarlo a mi
hamburguesa. Hay una botella de mostaza en la mesa y sirvo una cantidad generosa en
mi plato, mojando una fritura en el montón antes de comerla.
—Eso es asqueroso, —dice Bunky mientras come un bocado de hamburguesa.
—Podría decir lo mismo sobre eso, —respondo, señalando su plato—. El ketchup es
asqueroso.
—Nadie ha dicho eso nunca, —responde, llenando una papa frita con salsa de
tomate y metiéndosela en la boca para demostrar su punto.
—Eso es un montón de…
El sonido de cristal rompiéndose nos hace a todos dar un salto en la dirección de
donde provino. Veo a Liza en el otro extremo del restaurante, luciendo nerviosa
mientras intenta alejarse del imbécil de Kent. Él tiene su mano en su brazo, tratando de
acercarla más a él. ¿Cómo diablos no me había dado cuenta de que habían llegado los
deportistas?
Me levanto de mi asiento, cruzando el restaurante antes de haber tenido la
oportunidad de pensarlo.
—Si fuera tú, mejor la suelto, —gruñí una vez que los alcancé.
El labio de Kent se levanta hacia un lado mientras me mira como si pensara que esto
es algún tipo de broma. Juro que un día de estos me voy a volver loco con estos idiotas.
—¿No me escuchaste, idiota? Acabo de decir que la sueltes, joder. —Pronuncio cada
palabra lentamente, con la cara y el cuerpo tensos, queriendo que vea que voy en serio.
Kent le suelta el brazo y luego levanta las manos en señal de rendición fingida.
—Solo estábamos hablando. No hay nada de qué preocuparse, —dice, señalando por
encima del hombro hacia la mesa llena de chicos de nuestra escuela—. ¿Verdad, chicos?
Mi mirada explora a los deportistas y mi irritación aumenta con cada par de ojos que
encuentro hasta que aterrizo nada menos que en Blaine Yates. Mis puños se aprietan a
los costados y puedo sentir mis uñas mordiéndome la piel. Por supuesto, este idiota está
detrás de todo. Este imbécil cree que puede hacer lo que quiera con pocas o ninguna
consecuencia debido a quién es su papá.
—No me sorprende que estés detrás de esta mierda, —escupo, dando un pequeño
paso en su dirección.
Sus ojos se abren mientras se queda boquiabierto, viéndose tan patéticamente
confundido que me enoja aún más.
—¿En serio? No hice nada.
Honestamente, creo que eso es lo que más me cabrea. En lugar de aceptar mi
desafío, se hace el idiota. Es perfecto, demasiado perfecto para pensar que ha hecho algo
malo, y odio eso. Quiero que se defienda, quiero que se enoje, quiero ver al tipo perfecto
que dice ser desatado y perder el control...
Pero no lo pierde. Él nunca lo pierde y eso me cabrea más.
—No es lo que tu amigo de aquí estaba diciendo. —Le hago un gesto al resto de los
deportistas en la mesa—. Te gusta meterte con las chicas mientras intentan trabajar,
¿eh?
—Estás hablando demasiado, —dice, mirándome con asombro.
Hay un ligero tono en su voz ahora, pero su comportamiento no cambia mucho, y
eso solo me alimenta. Sé que no es racional y no sé exactamente por qué, pero quiero
que pelee conmigo. La parte cuerda de mí dice que es por lo que pasó con Liza, pero eso
podría ser solo una excusa. Quiero algo que me desencadene, algo que justifique la
acumulación de toda mi agresión hacia él.
Porque el puto perfecto Blaine Yates simplemente me provoca.
Doy otro paso, preparado para saltar sobre la mesa y golpearlo si es necesario.
—Creo que es necesario que te enseñen una lección de modales. Claramente tu
mamá no te enseñó nada. —Intento dar otro paso pero la mesa me detiene.
—Eso no es lo que pasó. —Su rostro se contrae levemente mientras piensa en su
próximo movimiento—. Tienes mucho coraje al hablar de mi mamá. ¿Debería decir algo
sobre la tuya?
Bueno. Me lo merezco. Lo sé, pero no importa. La furia candente enciende cada
nervio de mi cuerpo y necesito expulsarla. Gruño, lanzándome hacia adelante para
agarrarlo, pero Bunky y Raid me detienen mientras tiran de mí hacia atrás. Estoy
escupiendo fuego y listo para atacar, tan excitado que me toma un momento darme
cuenta de que Liza está parada frente a mí, con su dedo clavándose en mi pecho
mientras habla.
—Blaine no hizo nada. Cálmate, Silas. No puedes hacer esto aquí. Te meterás en
problemas. —Intenta decirlo en voz baja, pero su voz resuena en el ahora sepulcral
restaurante.
Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que hemos atraído la atención de todos los
que están aquí. Incluso todos los empleados dejaron de trabajar porque no querían
perderse el drama que se estaba desarrollando. La mierda típica de un pueblo pequeño.
Joder.
—Así es, Silas. No querrías que llamara a mi papá, el sheriff, ¿verdad? —Kent se
burla. Este bastardo y el delincuente de su padre son un par hecha en el Séptimo
Círculo del Infierno.
—Adelante, llámalo. Te presentaré cargos por intentar tocarme el culo, —dice Liza, y
me enciendo de nuevo.
Miro a Liza, la furia crece dentro de mí más que antes.
—¿Qué carajo dijiste? —Luego miro a Kent—. ¿Intentaste tocarle el culo?
Ni siquiera lo pienso, simplemente me lanzo, rompiendo el agarre de Raid y Bunky,
conectando mi puño con la nariz de Kent. El sonido del crujido de huesos suena fuerte y
la adrenalina que me recorre hace que mi sangre cante.
¡SÍ!
Solo recibo un buen golpe antes de que me separen, pero el daño ya está hecho. Kent
está sangrando profusamente y el cuello de su camisa está cubierto de color carmesí.
Raid y Bunky me arrastran hacia la salida, y los dejo, viendo como Blaine agarra una
pila de servilletas y las presiona contra la nariz de Kent. Blaine me mira, con los ojos
entrecerrados y los labios curvados, pero solo le enseño el dedo medio.
—¡Mantén tus putas manos quietas, imbécil! —Le grito a Kent justo antes de que se
cierre la puerta del restaurante.
Una vez que estoy afuera, aparto mis brazos de Bunky y Raid y camino a lo largo
del edificio hacia mi coche. Luego meto la mano en la guantera para agarrar un paquete
de cigarrillos sin abrir y lo golpeo contra mi palma para empaquetarlos. Mis nudillos
arden, pero no me importa. Apenas puedo pensar con claridad.
Liza no es mi chica, pero es la de mi hermano, lo que significa que tengo que
cuidarla mientras él esté encerrado. Que me condenen si alguien la molesta mientras
estoy bajo mi supervisión.
Saco el plástico y el papel de aluminio del paquete, luego saco uno y lo enciendo.
Mis ojos se cierran cuando el humo llena mis pulmones. Sí, esto es el puto paraíso. El
único pedacito de cielo que probablemente conoceré alguna vez. Abro los ojos y le
ofrezco la cajetilla a Bunky y Raid. Agradezco que ninguno de los dos hable, solo toman
los cigarrillos que les ofrezco antes de sentarse a mi lado.
Nos quedamos así, apoyados contra el coche mientras espero que Liza salga y me
diga que el sheriff está en camino. Esa es la única razón por la que no me fui. No tengo
dudas que el cagón llamó a su papá para que viniera a encargarse de mí.
Unos minutos más tarde, Liza sale con una bolsa colgando entre sus dedos. La miro
y doy otra calada.
—Lo siento, —murmuro, tirando la ceniza y esperando una reprimenda.
Ella niega con la cabeza con un ceño comprensivo mientras me mira con esos ojos de
“mamá”.
—No deberías haber hecho eso.
Me encojo de hombros, sabiendo muy bien que volvería a hacer esa mierda.
—Él no debería haberse metido contigo.
Ella lanza un largo suspiro.
—No, no debería haberlo hecho, pero yo lo estaba manejando. —Ella me tiende la
bolsa para que la tome y lo hago, asintiendo con la cabeza en señal de agradecimiento
—. Empaqué tu comida en una bolsa. Tómala y sal de aquí. Blaine llevará a Kent al
hospital. Amenacé a Kent, así que no se lo dirá a su padre, pero debes tener cuidado.
No puedes andar golpeando a la gente por ahí. Te meterá en muchos problemas. Sé que
para ti no es gran cosa, pero piensa en tu mamá.
Odio que ella tenga razón. Tiro mi colilla al suelo, aplastándola con mi bota antes de
asentir de nuevo.
—Gracias. —Sacando mi billetera, le paso dos billetes de veinte. Es más dinero de lo
que hubiera sido nuestra factura, pero me siento mal por causar una escena en su
trabajo.
—Está bien. Ahora vete, —dice, tomando el dinero. Antes de dar dos pasos, se
detiene una vez más y se vuelve hacia mí—. ¿Ey, Silas?
—¿Sí?
—Gracias, —me dice, con una pequeña sonrisa en sus labios antes de regresar al
interior.
Claro, podría haberme metido en problemas y Liza parecía enojada, pero ella sabe
que es porque me importa.
Nos subimos a mi coche, pero antes de que podamos salir del lugar, vemos a Blaine
saliendo con un Kent con aspecto destrozado. Por la forma en que Kent se inclina hacia
Blaine, uno pensaría que le rompí la pierna en lugar de la nariz. Joder, la próxima vez
podría hacerlo.
El puto cagón va a sacar todo el provecho que pueda. Observo como Blaine lo
acompaña hasta su camioneta y lo mete dentro antes de dirigirse al lado del conductor.
Él mira hacia arriba y duda por un segundo cuando nuestras miradas se encuentran.
Tiene la mandíbula apretada y parece que le faltan cinco segundos para descontrolarse
antes de parpadear y la expresión desaparece.
¡Joder!
Por una vez, quiero verlo perder la cabeza. Quiero ver aquello a lo que todos los
demás están tan ciegos. No hay manera de que alguien pueda ser tan perfecto como él
todo el maldito tiempo.
Blaine agarra la manija de la puerta y entra antes de salir del estacionamiento y
alejarse.
—¿Estás bien? —pregunta Bunky, llamando mi atención.
Honestamente, no sé qué podría decirle. Nunca entenderé por qué Blaine siempre
provoca esa reacción en mí. Y la verdad es que dudo que quiera saberlo.
Me aclaro la garganta, asiento y luego salgo de mi propio lugar.
—Sí, estoy bien. Vámonos de aquí.
La música suena a través de los viejos parlantes del coche mientras todos mis
amigos y familiares bailan y festejan en el campo en la parte trasera del parque de casas
rodantes. No necesitamos una excusa para pasar un buen rato, al menos eso es lo que
siempre decía mi papá.
Desearía poder ser como todos los demás y encontrar diversión en cosas como esta,
pero no es así.
Alguien pasa a mi lado, me da una palmada en el hombro y me entrega una cerveza,
que acepto pero no tengo intención de beber. Todo esto no es mi escena, nunca lo ha
sido. La verdad es que estoy aburrido y listo para volver a mi remolque y desmayarme
en el sofá. Me vendría bien dormir un poco.
Suspiro, descansando contra el coche residente, oxidado y destartalado, mi mente
repitiendo los eventos del día una y otra vez. El estúpido Kent y el estúpido Blaine.
Amo una buena pelea, incluso me excita, y algo sobre la idea de pelear con Blaine… no
puedo describirlo. Nunca había deseado nada con tanta intensidad.
Mi mente prácticamente le gritaba que hiciera algo. Lentamente estoy eliminando
toda la gélida y fría indiferencia que ha acumulado y que casi ha superado, y cuando lo
haga, sé que será hermoso verlo, verlo soltarse.
Deja de pensar en el puto Blaine Yates.
Pero no puedo.
Quiero sentir el golpe de su puño mientras me parte el labio con un puñetazo.
Quiero sangrar por sus golpes, solo para darme la vuelta y devolverle el golpe con la
misma fuerza. No sé si quiero sangrar por él tanto como quiero que él sangre por mí,
pero sí sé que cualquier cosa que pase entre nosotros va a ser explosiva.
¿Eso es trastornado? Probablemente, pero no puedo preocuparme por eso. Él me
vuelve loco.
—¿Qué tienes en mente?
Parpadeo un par de veces y me doy cuenta de que estaba tan perdido dentro de mi
cabeza que ni siquiera escuché a mi mamá unirse a mí. Me giro y le dedico una pequeña
sonrisa.
—Poco. Solo estoy desconectado. ¿Te lo estás pasando bien?
Ella me devuelve la sonrisa y sus ojos ligeramente vidriosos por el alcohol se
encuentran con los míos.
—Sí. Es bueno tener un tiempo de inactividad de vez en cuando.
Ella se lo merece. Pasa gran parte de su tiempo tratando de cuidar de todos ella sola.
Amo a mi mamá. Ella tiene sus problemas, no me malinterpretes, pero nunca deja que
su propia mierda se interponga en el cuidado de su familia. Claro, no tenemos mucho,
pero dinero y cosas triviales no es todo lo que necesitas en la vida. Ella me enseñó desde
pequeño a agradecer lo que se tiene y a no enfadarse por lo que no se tiene. Una de las
muchas lecciones por las que vivo.
Paso un brazo alrededor de su hombro, apretándola con fuerza. El aroma de su
champú de coco llega a mi nariz y siento que una sensación de calma se apodera de mí.
Ella es la única que ha sido capaz de calmarme cuando estoy en mi peor momento, de
apagar la llama ardiente que está a punto de extenderse.
—Me alegro de que estés pasando un buen rato, —murmuro contra su cabello.
—¿Y tú?
—Estoy bien. —Me encojo de hombros, en tono neutro.
Ella me mira, con el rostro contraído como si no me creyera.
—Sabes que puedes hablar conmigo.
Lo sé... pero realmente no hay nada que decir. Nada que realmente pueda expresar.
Así que le doy un beso en la frente, dándole un poco de tranquilidad.
—Lo prometo.
—Bien. —Ella se aleja, con una sonrisa tonta plasmada en sus labios. Luego me
agarra la mano y me lleva consigo en dirección a la improvisada pista de baile en medio
del aparcamiento, e inmediatamente sé lo que está tramando en su cabeza.
—Oh, mamá. No...
—Vamos, Si7. Baila conmigo. Ya nunca bailas conmigo. —Ella hace pucheros y así,
toda la pelea me abandona. No puedo decirle que no, especialmente con sus ojos
suplicantes.
Solíamos hacer esto todo el tiempo cuando yo era pequeño. Definitivamente es un
espíritu libre y baila al ritmo de su propio tambor. Puedo recordar muchas noches en
las que Ryker y yo nos quedábamos despiertos hasta tarde con ella, teniendo minifiestas
de baile en la sala de estar mientras escuchábamos sus canciones favoritas de Lynyrd
Skynyrd.
Suspiro, resignado, y la sigo de buena gana el resto del camino. No sé el nombre de
la canción de rock que suena. No es algo que haya escuchado antes, pero eso no
importa. El ritmo es pegadizo y tomo su mano, dándole un pequeño giro y acercándola
hacia mí. El sonido de su fuerte risa llega a mis oídos y mis labios se agrietan cuando
sonrío.
Joder, ni siquiera puedo recordar la última vez que sonreí de verdad. Se siente
extraña en mis labios, pero no la dejo caer. En cambio, la acepto, tomo estos pocos
momentos y los grabo en mi mente, aferrándome a este pedacito de felicidad.
Porque quién sabe cuándo volveré a sentirme así.
7
A Silas le acortan el nombre a Si. Para diferenciarlo del “sí” de afirmación además de que el
diminutivo no lleva tilde, lo colocar
SEIS
BLAINE
Otro día pasa en un abrir y cerrar de ojos y, en poco tiempo, suena la última
campana y me dirijo hacia la parte trasera de la escuela para encontrarme con Bunky.
Él está en medio de una venta cuando me acerco, así que me apoyo contra el edificio
de ladrillo y lo espero mientras intercambia productos por dinero en efectivo con un par
de tipos. Uno de ellos me está evaluando y alzo una ceja, divertido cuando se mueve
incómodo. Claramente nunca ha hecho esto antes. El tipo golpea un fajo de billetes en la
mano de Bunky, luego agarra la bolsa rápidamente y se aleja apresuradamente con su
amigo.
—Amo la carne fresca, —dice Bunky, guardando el dinero mientras se para a mi
lado. Se ve desquiciado, como siempre, su cabello rubio y desordenado, grandes ojos
azules muy abiertos con picardía y su sonrisa tan grande que no parece real.
—¿Cobraste de más? —No creo que lo haría, pero no puedo estar seguro con él ya
que es un joker.
—No, amo el miedo que desprenden. —Inhala profundamente, como si oliera algo
delicioso, y luego lo exhala lentamente—. Es embriagador.
Siempre adicto a la adrenalina. Le gusta traspasar los límites y seguir sus instintos
en vez de cualquier plan, lo que molesta a Whaley con regularidad.
—Eso no suena jodidamente tonto, —respondo con un bufido.
—Se me conoce por ser un poco salvaje, —bromea, estirando los brazos por encima
de la cabeza mientras bosteza—. De todos modos, siempre puedes decírselo a los
novatos. Parecen ratoncitos asustadizos.
Me muevo un poco para ponerme de pie por completo.
—Eso es cierto. Sin darse cuenta, están atrayendo más atención al actuar de esa
manera.
—Exactamente, —está de acuerdo, sacando su teléfono y pulsándolo antes de volver
a guardarlo en su bolsillo—. Raid nos verá en el estacionamiento. ¿Estás listo?
—Sí, tengo que ponerme a trabajar. —No sé por qué lo digo, él ya lo sabe. Es lo
mismo de siempre.
—Estaré allí más tarde.
—¿Trabajando en la moto? —Pregunto mientras comenzamos nuestra caminata
hacia el estacionamiento.
—Sí. Sé que me llevará una eternidad, pero me gusta. Me calma, me ayuda a
mantenerme con los pies en la tierra y me da algo que esperar, ¿sabes?
Asiento, porque lo sé. Es patético, de verdad. Dos jóvenes de dieciocho años en el
inicio de su vida, pero sin medios para llegar allí. Joder, lo único que realmente tengo es
el taller y molestar a Blaine cada vez que puedo... e incluso él es solo temporal. Él
pronto irá a la universidad y yo todavía estaré aquí.
Aunque no quiero pensar en eso. Me hace sentir incómodo y no puedo explicar por
qué.
—Entonces, el tipo nervioso mencionó una fiesta esta noche. ¿Quieres ir? —pregunta
Bunky.
Dios, otra no. Nunca quiero ir a una fiesta. Lo miro con escepticismo mientras el
miedo me invade.
—¿Fiesta dónde?
—El terreno abandonado en las afueras.
Ya estoy negando con la cabeza antes de que termine de hablar.
—No, gracias. Ése es el lugar frecuentado por los ricos. Estoy bien.
—Vamos. Será una buena forma de vender todo este producto rápidamente.
Además, podría ser divertido. Las chicas aman a los chicos malos, en el fondo. —Mueve
las cejas sugestivamente y siento que la molestia se apodera de mí. No me gustan las
fiestas ni las aglomeraciones. Ya lidio bastante con esa mierda, siempre sintiendo que se
espera que esté ahí.
—Por muy bueno que parezca… —me detengo, sacando las llaves de mi bolsillo
mientras llegamos al estacionamiento de estudiantes.
—No seas deprimente, —gime mientras empuja mi hombro—. Además, necesitas
echar un polvo.
—Joder, cállate ya. —Le lanzo una mirada furiosa.
—¿Quién está siendo deprimente? —Raid pregunta cuando se desliza a nuestro
lado.
—Haz entrar en razón a Silas, —le dice Bunky—. Hazle entrar en razón.
Le lanzo otra mirada furiosa a Bunky por encima del hombro y acelero el paso para
llegar más rápido a mi coche.
—No pierdas el aliento. Mi respuesta no cambiará. No voy a ir.
Raid nos mira a ambos con confusión.
—¿Dónde?
—Una fiesta esta noche en el viejo terreno abandonado, —dice Bunky, dando
grandes zancadas para asegurarse de no adelantarlo—. También creo que necesita un
poco de coño. Lo hará sentir mejor.
Raid murmura su acuerdo antes de apretarme el hombro.
—Oh, vamos, será divertido. Bunky tiene razón. ¿Cuánto tiempo ha pasado?
Lo pienso, sin disminuir el ritmo, y me doy cuenta de cuánto tiempo ha pasado.
¿Tres meses? Y eso no fue sexo pleno porque realmente no tuve ganas. Fue solo una
mamada en la parte trasera de un club por parte de una mujer cualquiera. Pero no les
digo nada de eso porque no quiero darles la satisfacción de saber que tienen razón.
Ligar simplemente no es lo mío. Claro, lo he hecho varias veces, pero yo solo quiero
algo... diferente. ¿Algo real?
Alguien real.
Dios, eso suena tan estúpido que casi pongo los ojos en blanco.
—Me voy. Whaley me está esperando. Los veré más tarde.
Me giro para saludarlos con dos dedos y casi resoplo por la forma en que Bunky
mueve sus caderas y folla el aire. No puedo con él. Gracias a Dios arregló su coche y ya
no tiene que viajar conmigo. Necesito un descanso de él… de ambos.
—No hemos terminado de hablar de esto. Necesitas entrenar tu técnica del hip
thrust8.
Raid se une y pronto ambos están haciendo unos extraños movimientos de cadera
justo en el puto estacionamiento, sin preocuparse en absoluto por los espectadores.
—¿Me podéis repetir por qué soy vuestro amigo? —Grito, abro la puerta de mi
coche y salto adentro, cortando exitosamente las protestas de Bunky y Raid.
De ninguna manera voy a ir a esa fiesta.
8
Se refiere al ejercicio del mismo nombre que literalmente significa “empuje de caderas”. Es una obvia
comparación del movimiento con el sexo.
NUEVE
BLAINE
—Solo una Coca-Cola, —le digo a Landon, pasando por alto el barril y sacando una
lata de la nevera.
Parece afligido, como si lo hubiera ofendido con mi declaración.
—¿Estás bromeando? Al menos necesitas una bebida de celebración.
—No, estoy bien. No quiero beber nada. No tengo ganas esta noche. —Esta noche,
anoche, mañana… todas las noches. Nunca quiero hacer esta mierda.
Se encoge de hombros y llena su propio vaso.
—Me gustaría que te relajaras y descansaras más. Sé que tienes mucha mierda
dentro de tu cabeza, pero aún puedes intentar disfrutar este año.
—Mira, ese es el problema. No disfruto de estas cosas.
Su rostro parece demasiado serio y tal vez un poco hosco.
—¿Realmente no te gusta nada de esto? En serio, siempre pienso que estás
meditando en silencio, por eso siempre trato de presionarte para que vengas... pero si
realmente no te gusta, me rendiré.
Dios, ahora me siento como una mierda. ¿Por qué no puedo ser simplemente un
imbécil al que le importa un carajo lo que piensen o sientan los demás? Lanzo un largo
suspiro y luego niego con la cabeza. Estoy mintiendo, pero al menos quiero hacerlo
sentir mejor.
—Supongo que no es tan malo.
La mirada abatida cambia a una sonrisa de complicidad e inmediatamente me
arrepiento de mi decisión de salvar las apariencias.
—¡Lo sabía! Ugh, siempre la reina del drama. —Me rodea el cuello con el brazo y me
da un pequeño apretón.
Si supieras lo que pasa en mi cabeza.
—Sí, lo que sea, —digo una vez que logro liberarme de su control—. Aún puedo
irme, imbécil.
—Tú me amas, —bromea, frunciendo los labios y, a cambio, le muestro el dedo
medio.
—Aww. Qué dulce todo.
La voz hace que se me pongan todos los pelos de punta. Tienes que estar bromeando.
Me doy la vuelta y mi mirada choca con la de Silas. Está vestido con su atuendo típico:
botas de combate negras, jeans ajustados negros, camisa negra y su chaqueta de cuero
de los Ases, todo un puto alarde, en mi opinión. Desde sus orejas perforadas hasta su
desordenado cabello castaño, es el epítome del “peligro”. Que puta broma.
¿Por qué se ve tan bien?
¿Qué cojones? No tengo idea de dónde vino eso.
Está flanqueado por sus amigos y, sinceramente, no tengo idea de cómo este tipo
logra mantenerlos cerca, pero supongo que tiene sentido ya que sus amigos son
exactamente como él.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Pregunto, sin gracia mientras hago todo lo posible
por ignorar el revoloteo en mi estómago cuando él sonríe.
Una mirada arrogante aparece en el rostro de Silas mientras sostiene mi mirada.
—Fui invitado.
—Me resulta difícil de creer, —murmura Landon, tomando un trago de su vaso.
—¿Qué dijiste? —Preguntas Bunky, con el ceño arqueado mientras mira a Landon.
Genial, justo lo que necesitamos, una pelea con el psicópata de la escuela.
—Dije que me resulta difícil creer que alguien os hubiera invitado aquí, —dice
Landon, sin perder el ritmo y casi acercándose a ellos.
Bunky da un paso hacia Landon, pero Silas levanta una mano y detiene con éxito su
movimiento hacia adelante.
—Nada de eso. Tenemos cosas que hacer. No podemos meterte en problemas esta
noche, ¿verdad? —Silas le dice a Bunky antes de mirarme—. Divertiros esta noche.
Cuando se da vuelta para irse, la sonrisa que me da es todo menos genuina.
Qué idiota.
—Esta es otra razón por la que no soporto venir a estas fiestas. —Le lanzo a Landon
una mirada fulminante.
Levanta las manos en señal de rendición.
—No te enojes conmigo. No sabía que estarían aquí. Además, no es culpa mía que
Silas te tenga manía.
Estoy tenso, irritado y listo para irme.
—Es un idiota.
—He notado que has estado dejando que él te afecte mucho más últimamente.
—Estoy cansado de sus mierdas, —murmuro, pero mi voz se pierde cuando una
avalancha de gente nos rodea. Después todo es solo un acto después de eso.
Conversaciones aleatorias y sonrisas forzadas. Me estoy ahogando en un mar de
simulación, una realidad fabricada en la que no participé en su creación, y me va
quitando pedazos hasta que no queda nada.
Ya lo acepté.
Siento que podría escabullirme ahora y Landon ni siquiera se daría cuenta porque
está demasiado absorto en Maybelline. Puaj. La vi intentar llamar mi atención, pero
simplemente la ignoré. Me siento mal por Landon. Él está dejando que ella lo use
porque realmente le gusta, aunque sabe que ella solo quiere un jugador de fútbol y que
cualquiera de nosotros le servirá.
Otra razón por la que realmente no confío en las relaciones. La mayoría de la gente
solo quiere algo de ti. Nada es genuino hoy en día.
—Voy a orinar, —le digo, dándole una palmada en la espalda.
Él asiente y me dirijo hacia la línea de árboles. Hay un camino entre los árboles que
puedo tomar para regresar a mi coche. Está muy oscuro afuera, y ahora que las luces de
la fiesta se han apagado, no puedo ver nada. Saco mi teléfono y hago clic en la linterna.
Cuanto más me alejo de la música y de la gente, más tranquilo se vuelve y lo
disfruto. Esto es lo que me gusta. Silencio tranquilo y pacífico. Solo ser. Miro hacia
arriba y veo algunas estrellas justo más allá de las copas de los árboles, e inhalo y exhalo
lentamente, tratando de absorber lo que pueda en este corto espacio de tiempo.
Continúo por un pequeño claro, apago la linterna y aparto el teléfono. La abertura
en la copa de los árboles permite que las estrellas y la luna arrojen suficiente luz para
que pueda ver.
Mientras camino, me pierdo en mi cabeza. Pensamientos sobre la graduación, el
verano, el próximo año: todos los planes para mi futuro pasan ante mis ojos. Tan cerca y
tan lejos al mismo tiempo.
El sonido de una ramita rompiéndose detrás de mí me saca de mis pensamientos y
me giro rápidamente, viendo a Silas a unos metros de distancia. A pesar de estar muy
ensombrecido, reconocería esa cara en cualquier lugar. Día, noche, no importa. Si fuera
ciego, aún podría distinguir a Silas entre la multitud. Es imposible escapar de él, no
importa cuánto lo intente, y realmente le tengo resentimiento por eso.
Gimo y la cabeza cae hacia atrás sobre mis hombros. ¿Por qué está aquí de nuevo?
—¿Me estás siguiendo? —Suelto, la frustración es obvia en mi tono.
—Lo dudo, —dice, soltando una risa como si encontrara divertida mi pregunta—.
Yo ya estaba aquí. Te vi pasar…
¿Y decidió parar y hablar conmigo porque?
—Sí, claro. ¿Estabas sentado aquí solo en el bosque mientras todos tus amigos
estaban en la fiesta? No me lo creo.
Da una calada a su cigarrillo, la punta brillante arroja un brillo contra sus rasgos
mientras me mira pensativamente.
—Bueno, ¿no es eso lo que tú estabas haciendo?
—En realidad me iba, no es que sea asunto tuyo.
—Bueno, continúa entonces.
Parpadeo, confundido.
—Continúo, ¿qué?
—Yéndote. No herirás mis sentimientos. —Me hace un gesto de desdén—. Adiós,
chico dorado.
Perdido, niego con la cabeza y empiezo a caminar, solo para detenerme y regresar.
Estoy cansado de su mierda. Él siempre tiene algo estúpido que decir y ya me harté. Lo
siguiente que sé es que estoy cara a cara con Silas un segundo después, con la furia
tomando el control.
—¿Qué coño te pasa conmigo?
Libera un poco de humo directamente en mi cara y aprieto los dientes, listo para
atacarlo.
—No me agradan los imbéciles engreídos y egocéntricos que piensan que su mierda
no apesta. Caminas como si fueras mejor que los demás. Bien, ¿adivina qué? Solo
porque tu papá tenga dinero y gobierne la ciudad no te hace mejor, solo te hace un
privilegiado.
Estoy tan sorprendido por su declaración que me toma un momento incluso
responder. Porque ¿qué cojones? Su aparente resentimiento hacia mí se basa únicamente
en especulaciones. Yo lo odio por la forma en que me hace sentir, pero él me odia por
una mentira que creó dentro de su cabeza. Lo que dijo no podría estar más lejos de la
verdad. Doy un paso atrás, con las manos detrás de mi cabeza mientras lo miro.
—Eso es una mierda. No sabes nada sobre mí. Inventaste todas estas ideas en tu loca
cabeza.
—Solo le llamo a las cosas por su nombre, —dice con mucha convicción.
Bueno, dos pueden jugar a este juego.
—Sí. Entonces, ¿qué hay de ti entonces?
Tira su colilla al suelo y la pisotea con su bota.
—¿Qué hay de mí?
—Tienes un resentimiento con todos del tamaño de una galaxia solo porque la vida
ha sido injusta contigo, tratas a todos los demás como basura para hacerte sentir mejor
contigo mismo. Actúas con rudeza, pero no lo eres. —Sus ojos arden, pero no me
detengo—. Porque eres patético.
Su mandíbula se aprieta y entrecierra su mirada mientras da un pequeño paso hacia
mí.
—Cierra la boca.
Oh, ¿ahora está enojado? Puede hablar de la gente, pero no puede soportar que
hablen de él… Me lo imaginaba. No mentiré, estoy muy feliz de haberme metido bajo
su piel. Él siempre se mete debajo de la mía y ahora es mi turno de dirigir el
espectáculo.
—Eres débil.
—¡Cierra la puta boca! —Él gruñe y yo sonrío, amando cada segundo de esto.
—Solo pones una fachada porque no quieres que la gente vea tu verdadero yo. El
pedazo humano roto que yace enterrado bajo la fachada. —No tengo idea si estoy
hablando de mí o de él ahora.
—¡Te equivocas!
Él ocupa mi espacio, apoyándome contra un árbol, y la corteza engancha mi camisa,
mordiéndome la espalda, pero no me importa. Esto es demasiado importante.
Demasiado grande. Puedo sentirlo.
Me está mirando con ojos salvajes y dientes apretados, como si estuviera a punto de
perder el control. Me pregunto por un breve momento si he ido demasiado lejos. Si
realmente le van a crecer las pelotas y me golpeará. Mi corazón late con fuerza mientras
lo miro a los ojos, mis manos están apretadas a mis costados mientras él me mira.
—¿Qué vas a hacer, Silas? ¿Pegarme? Finalmente serás un hombre y...
Me tapa la boca con la mano y me aplasta más contra el árbol. Su otra mano aprieta
el frente de mi camisa mientras cierra la distancia entre nosotros, la longitud total de su
cuerpo se alinea perfectamente contra el mío. Levanto la mano y agarro sus antebrazos
por reflejo, listo para romper su agarre.
Solo que no lo hago.
No lo empujo. No hago ningún movimiento. Ni siquiera creo que esté respirando.
Simplemente estoy parado aquí, colgando de un hilo mientras espero que él dé el
siguiente paso.
La tensión entre nosotros arde como un infierno en llamas.
DIEZ
SILAS
Los ojos de Blaine son duros y llenos de furia, y algo dentro de mí se pavonea por
finalmente obtener una reacción de él.
Sí, pelea conmigo. ¡Joder, haz algo! Grito en mi cabeza, esperando que mis ojos
transmitan la misma emoción.
¡Pero él no hace nada! Maldito cagón.
Así que quito la mano de su boca, niego con la cabeza y me alejo. No voy a hacer
esto. Ni siquiera lo vale.
Saco mi paquete de cigarrillos y me dirijo en dirección a mis amigos, listo para salir
corriendo de aquí. Más le vale a Bunky haber ganado algo de dinero, al menos. Me
detengo, busco en mi bolsillo un encendedor solo para ser golpeado por detrás, lo que
me hace dejar caer mi paquete de cigarrillos al suelo.
—¿Qué cojones? —Grito y mis pies tropiezan con las ramas de los árboles caídos.
Luego me voltean y mi espalda golpea bruscamente contra un árbol mientras el aire sale
de mis pulmones en el proceso.
Mis ojos se abren mientras miro a Blaine en completo shock. ¿Me acaba de golpear?
—¿Crees que puedes decir lo que quieras, decir mierdas sobre mí y yo seguiré
dejándolo pasar? Bueno, ¡a la mierda eso y a la mierda contigo!
Estoy momentáneamente aturdido. ¿Él...? ¿De verdad me acaba de golpear? Sé que
debería estar enojado, pero estoy demasiado sorprendido para hacer otra cosa que
mirarlo fijamente. Puedo sentir el hilo de sangre bajando por mi labio y levanto la mano
para limpiarlo.
—Hazlo de nuevo, —me enfurezco cuando mis instintos finalmente regresan, luego
aprieto los puños en preparación para una pelea—. Te reto.
Lo miro con furia, esperando que haga otro movimiento, y puedo ver sus ojos yendo
y viniendo entre los míos mientras su cerebro intenta procesar su siguiente paso. Se
echa hacia atrás y me tenso, esperando sentir su puño volador otra vez, así que me
sorprende aún más cuando suelta una maldición casi silenciosa antes de estrellar
nuestros labios.
¿Qué cojones?
Me quedo aturdido durante medio segundo antes de empujarlo con fuerza.
Tropieza, pero logra sostenerse antes de caer. Luego levanto la mano y me paso la
manga de la chaqueta por los labios mientras lo miro.
—¿Acabas de besarme? —Gruño, avanzando hacia él una vez más.
Es como un juego del gato y el ratón, solo que no sé quién desempeña qué rol.
Parece nervioso, estupefacto y un poco aterrorizado mientras se aleja de mí. Sin
embargo, no llega muy lejos y choca contra otro árbol. Todos estos putos árboles. Él va a
rodearlo, pero yo soy más rápido, levanto la mano y agarro su garganta, golpeándolo
contra la corteza. Él suelta un pequeño gemido ante el impacto y el sonido hace que mi
polla salte, lo que solo me enoja más.
Me acerco a su cara, aprieto los dientes con fuerza y suelto—: ¿Qué cojones fue eso?
Sus ojos están muy abiertos mientras me mira con miedo y algo más que no puedo
descifrar. Cálidas bocanadas de su aliento rozan mis propios labios mientras intenta
pensar qué decir.
—Yo... yo no... —se calla, claramente perdido.
Puedo sentir los golpes de su corazón debajo de mis dedos y la forma en que su
nuez de Adán se balancea bajo mi palma con cada trago. Estoy furioso, como un toro
listo para embestir y acabar con su objetivo. Se siente embriagador.
Mi sangre está en sus labios, manchada como un labial jodido, y sus enormes ojos
grises están tan perdidos, hasta el punto de que me succionan al País de las Maravillas.
Esa es la única explicación que tengo para lo que hago a continuación.
Vamos por la maldita madriguera del conejo.
Me inclino hacia adelante, juntando nuestros labios. Él suelta un grito ahogado de
sorpresa y lo aprovecho al máximo, metiendo mi lengua en su boca. Sus manos se
elevan, agarrando mis costados, y acaricia su propia lengua contra la mía, luchando por
el dominio mientras intenta apoderarse del beso.
Le devuelvo lo mismo, moviendo mi lengua antes de morderle el labio inferior. Él
gime de nuevo y luego usa el peso de su cuerpo para voltearme de modo que mi
espalda esté ahora contra el árbol. Su mano suelta mi camisa, solo para levantarse y
apretar la parte de atrás de mi cabello. Luego mueve sus caderas, frotando su polla dura
como una roca contra la mía, igualmente dura. Dios mío… ¿Qué está pasando? ¿Y por
qué cojones se siente tan bien? Muevo mis caderas también, amando la forma en que
gime en mi boca. Sí, le encanta esto. Luego lo empujo con fuerza y observo cómo cae y
cae al suelo.
—¿Qué coño? —grita, mirándome con sus ojos como dagas.
Doy unos pasos antes de agacharme entre sus piernas abiertas.
—¿Te gustan mis besos? —Pregunto, extendiendo la mano para pasar mi dedo por
sus labios teñidos de sangre, pero él me golpea la mano.
—Vete a la mierda, —gruñe, moviéndose para ponerse de pie, pero avanzo
rápidamente, tirándolo de espaldas antes de deslizarme sobre él. Blaine va a golpearme,
pero antes de que pueda, agarro sus muñecas y las inmovilizo en el suelo sobre su
cabeza. Él me mira, moviendo sus caderas hacia arriba, tratando de quitarme de
encima, pero no funciona porque estaba listo para ello. Sus fosas nasales se dilatan y sus
cejas se fruncen con ira—. Suéltame.
Me río entre dientes, negando con la cabeza mientras me inclino, mi boca roza la
suya cuando hablo.
—Pero apenas estoy comenzando.
Luego lo beso de nuevo, sin importarme en absoluto mi labio roto.
No tengo idea de cómo llegamos aquí. En un segundo estaba listo para darle una
paliza y al siguiente nos estábamos besando. Voy a echarle la culpa de todo a la pura
locura. Esa es literalmente la única excusa que tengo para esto. La forma en que se mete
bajo mi piel, cómo me tiene listo para perder la cabeza.
Me pierdo tanto en sus labios que bajo la guardia otra vez, y un segundo después,
me voltea una vez más. Las ramitas me muerden la espalda mientras él se sienta a
horcajadas sobre mí. Él me mira, con el pecho agitado y los ojos desorbitados antes de
caer sobre mí por completo. Estamos conectados desde la boca hasta los muslos
mientras él se frota contra mí y me aprieta en el suelo.
Todo lo que está haciendo se siente tan bien. Mi polla está más dura que nunca.
Dios, ¿cómo es eso posible? ¿Cómo puedo odiar tanto a alguien y aun así estar tan
jodidamente duro por él?
Odio esto. Odio cómo me tiene inmovilizado, cómo dirige esto y cómo cree que está a
cargo.
Bueno, joder, no es así.
Me levanto, rompo su agarre sobre mis muñecas y envuelvo mis piernas alrededor
de sus pantorrillas para voltearnos una vez más. Lanza un gruñido de sorpresa cuando
choca contra la tierra.
—Joder, —grita, mirándome. Mis manos están a ambos lados de su cabeza, mi cara a
centímetros de la suya mientras lo miro fijamente. Sus ojos están vidriosos y sus labios
hinchados por mis besos. Está tan feliz por la necesidad.
Y Dios… me gusta.
Lo beso de nuevo y él gime, sus manos me rodean y me acercan más. Estamos en
celo, gimiendo y rodando por el suelo del bosque como dos animales mutilándose entre
sí. Es sucio, loco y, sinceramente, muy caliente.
Su mano se desliza por mi torso, levantando mi camisa para que sus dedos puedan
jugar con la piel cerca de mi ombligo. Me está provocando y lo sabe. Gruño,
presionando mis caderas contra él con más fuerza, esperando que lo haga y me toque.
Él suelta una pequeña risa y yo me alejo un poco, mirándolo.
—¿Qué?
—Tú me deseas, —dice con arrogancia, cabreándome.
No dice nada más, pero las palabras son como un bofetón en la cara porque tiene
razón. En este momento sí lo deseo, pero me niego a admitirlo en voz alta.
—Yo no…
Presiona su dedo contra mis labios, sus ojos hacen ping-pong entre los míos y luego
susurra—: No lo arruines. Por una vez, cierra la puta boca.
Luego agarra mi cuello y junta nuestros labios una vez más. Su mano continúa hasta
el botón de mis jeans, abriéndolos antes de meter su mano dentro, envolviendo mis
dedos alrededor de mi polla. No duda. No se resiste. Simplemente se sumerge y
comienza a acariciar mi polla, y tengo que admitir que me gusta su confianza. Me hace
preguntarme si ha hecho esto antes. ¿Se lo ha hecho a otro tipo? ¿Otro tipo se lo ha
hecho a él?
Gruño, mordiendo su labio con fuerza, disfrutando el gemido que libera en mi boca.
No sé por qué me importa si ha estado con otro chico, pero aparto el pensamiento
cuando me doy cuenta de que estoy a punto de correrme.
Aparto su mano, no estoy listo para terminar todavía y quiero tocarlo también. Le
abro los pantalones y contengo mi gemido cuando su polla se libera. Somos
aproximadamente del mismo tamaño, pero él es solo un poco más grueso y está
circuncidado, a diferencia de mí. Puedo ver la gota de líquido preseminal descansando
en la punta y paso el dedo sobre ella, amando el silbido que libera cuando lo toco.
—¿Te gustan mis manos sobre ti, Blaine? —Pregunto, burlándome de él por un
segundo más antes de rodear su longitud con una mano firme.
—Joder, —grita, inclinándose hacia atrás del suelo mientras persigue mi mano que
lo acaricia—. Sigue.
Lo toco, amando la forma en que jadea con cada caricia. Es tan caliente de ver. La
forma en que sus ojos se entrecerran y cómo se muerde el labio, tan perdido en la
sensación y el placer que le estoy dando. Es suficiente para hacerme quebrar. Pongo mi
cuerpo sobre el suyo de nuevo, bajando un poco nuestros pantalones antes de ajustarlos
hasta que nuestras pollas están alineadas. Nunca había hecho esto antes, pero he visto
suficiente porno y estoy familiarizado con el frotting. Así que escupo en mi mano unas
cuantas veces, mojándola bien antes de agarrarnos a ambos.
—Oh, Dios. Dios. No pares, —me ruega, y me encanta lo ronca que es su voz, lo
desesperado que está por mí.
Clavo los dedos de mi otra mano en la tierra junto a su cabeza, tratando de
concentrarme para no correrme demasiado rápido, pero los sonidos que está haciendo y
las increíbles sensaciones que siento son tan abrumadoras que sé que no duraré.
Lo beso de nuevo, tragándome sus sonidos y masturbándonos a ambos. Sus manos
se aprietan en mi camisa y mueve sus caderas en sincronía con mi mano.
Es demasiado. Es demasiado.
Aparto mis labios de los suyos justo cuando llega la primera ola de mi clímax.
Aprieto los dientes, cierro los ojos de golpe mientras dejo que el poder de mi orgasmo
me invada, y sigue llegando, cuerda tras cuerda de mi semen empapándonos,
haciéndome más fácil deslizarme hacia arriba y hacia abajo sobre él. Cuando estoy
exhausto, abro los ojos y miro sus acalorados ojos.
—Córrete, —ladré, listo para verlo perder la puta cabeza. Mueve sus caderas una,
dos veces, antes de que un grito gutural pase por sus labios y bañe mi mano en su
semen.
Y sí, tengo que admitir que es lo más sexy que he visto en toda mi vida.
Me recuesto, me quito la chaqueta y la camisa y uso la tela para limpiarnos antes de
volver a ponerme la chaqueta. Me levanto, metiendo la tela sucia en mi bolsillo trasero,
mientras trato de no mirar a Blaine. Él no dice una palabra mientras está de pie, y yo
tampoco mientras arreglamos nuestra ropa. Los únicos sonidos son nuestra respiración
todavía dificultosa mientras intentamos recuperar el aliento y, por supuesto, ahora que
el fuego se ha extinguido, lo único que queda es una tensión incómoda y muchísimo
arrepentimiento.
No porque tuve sexo con un chico. Si bien fue una sorpresa, eso no podría
importarme menos, sino por quién era. Mi puto enemigo.
¿Quién se folla a su enemigo y le gusta?
Él debe estar de acuerdo porque irrumpe en mis pensamientos al segundo siguiente.
—Esto no cambia nada. Todavía no me gustas —dice, volviendo a abrocharse los
pantalones.
Resoplé, mirándolo divertido.
—El sentimiento es mutuo. Cuéntale a alguien sobre esto y te patearé el culo. —Le
golpeo fuerte con un dedo en cada palabra.
Aparta mi mano, solo para entrar en mi espacio una vez más y golpear sus labios
contra los míos para darme un fuerte beso. A pesar de mi frustración, abro con
entusiasmo. Mis dientes cortan mi labio ya roto y el sabor metálico de la sangre cubre
mi lengua cuando él se aleja.
Se limpia la boca, luciendo disgustado.
—Nunca más.
Mi corazón late con fuerza, pero logro esbozar una sonrisa arrogante.
—Lo que digas.
Me lanza una última mirada dura antes de alejarse pisando fuerte, y me recuesto
pesadamente contra un árbol, tratando de entender qué cojones acaba de pasar.
Pero sobre todo me pregunto por qué quiero que vuelva a suceder.
ONCE
BLAINE
—¿Silas?
Parpadeo y desvío la mirada de la pantalla del ordenador hacia donde está Whaley,
de pie junto a mí.
Mierda, ¿cuánto tiempo lleva allí?
—¿Estás bien?
—Sí, lo siento. Me distraje. No dormí mucho anoche —le digo, frotándome los ojos
doloridos.
Esa es la subestimación del siglo. No pude dormir nada anoche por la forma en que
Blaine plagaba mis pensamientos. Joder, todavía los plaga. Estoy literalmente tan
perdido en mi cabeza, pensando en la forma en que su rostro se transformó en algo
embriagador cuando se corrió. Esos pequeños sonidos que hacía y los suaves pero
profundos gemidos que pasaban por sus labios.
Negando con la cabeza, trato de borrar la imagen mental.
Whaley ladea la cabeza y frunce el ceño.
—¿Seguro?
Solo asiento para tranquilizarlo. De todos modos, no es como si le fuera a decir la
verdad. Por mucho que respeto a Whaley, hablar de relaciones es demasiado extraño.
—Estoy bien. Entonces, ¿qué necesitabas?
—No te preocupes por eso, Whaley, —dice Raid mientras salta y se sienta en el
mostrador, tirando mi portapapeles en el proceso—. Yo me encargo.
Le lanzo una mirada furiosa, a punto de decirle que se vaya a la mierda cuando
Bunky interviene a continuación.
—Oh, eso es aterrador. Eres terrible con las computadoras. Todavía no estoy seguro
de cómo estás pasando tecnología.
Bien, necesito aclararme porque ni siquiera sabía que estaban aquí.
—No soy tan malo. Puedo manejar algunas facturas, —se burla Raid, dándole a
Whaley una mirada mordaz mientras presiona un botón en el teclado y le da vida a la
pantalla—. ¿Ves?
Todo lo que puedo hacer es poner los ojos en blanco. Raid arruinaría todo mi
sistema en minutos si se lo permitiera.
—Joder, no. No arruinarás algo que pasé años perfeccionando.
—No tenéis fe en mí, —murmura, llevándose las gafas a la nariz con enojo.
—No cuando se trata de estas cosas, —le digo, girándome hacia Whaley
nuevamente—. Está bien, ¿qué necesitabas que hiciera? Yo me encargaré ahora.
Señala el portapapeles que Raid aún no ha cogido.
—¿Me haces un pedido parcial? Necesito apresurarme en dos cosas.
—Sí, ya me encargo.
—Gracias. Los otros chicos y yo estamos a punto de salir. Cerrad a las tres si no he
vuelto, —dice, dando un paso hacia la puerta—. Habrá algunas entregas que llegarán,
pero eso es todo. Todos los clientes han terminado por hoy.
Asiento, conociendo el trabajo.
—¡Ey, espera! —Bunky grita, dando un paso apresurado hacia Whaley, y en su
prisa, casi los tira a ambos al suelo. De alguna manera, Whaley atrapa al cabrón antes de
que pueda caer. Bunky ni siquiera se disculpa, solo le da un golpe en el hombro y
comienza a hablarle como lo haría conmigo—. ¿Puedo pedir algunas cosas para mi
moto? Yo lo pagaré.
No puedo entender si este tipo tiene ganas de morir o simplemente no le importa
que Whaley pueda ponerlo a dormir de un solo golpe.
Quizás quiera que Whaley lo noquee. Algunas personas tienen fetiches extraños y
no soy quién para juzgarlos. Es la única forma en la que puedo entender por qué Bunky
siempre trata de hacer enojar a Whaley.
Whaley lo mira antes de soltar un largo suspiro y dar un paso atrás. Luego me mira
con una expresión ilegible.
—Que pida lo que quiera y ponlo en mi cuenta.
Lo miro en estado de shock mientras se da vuelta y sale de el taller. ¿En serio? Pensé
que al menos reaccionaría al golpe en el hombro. Nadie pone sus manos sobre Whaley
sin aprender una lección.
—Joder. Realmente te deja salirte con la tuya en cualquier cosa, —se queja Raid,
saltando del mostrador y levantando el portapapeles—. Por eso estás tan desquiciado.
Él no te mantiene a raya como lo hace con el resto de nosotros.
El tonto solo sonríe más ampliamente y se encoge de hombros como si no fuera gran
cosa.
—¿Qué puedo decir? —Nos guiña un ojo, esa sonrisa ligeramente desquiciada
persiste en sus labios mientras levanta un hombro nuevamente—. Le gusto más.
Luego mira hacia donde acaba de irse Whaley, con grandes ojos en forma de
corazón taladrando su espalda mientras se aleja.
Vale, ¿qué coño?
Abro la boca para preguntar qué quiere decir cuando alguien entra corriendo por la
puerta y llama mi atención. Me pongo rígido, saltando de mi asiento, listo para lidiar
con la interrupción, pero me detengo en seco cuando veo que es Blaine.
Se acerca a mí, con la cara roja y enojada mientras se detiene en el mostrador. Se ve
tan fuera de lugar aquí, perfectamente elegante con sus jeans y su polo planchado, que
por un momento me hace olvidar preguntar qué está haciendo aquí.
—Tú, —Blaine grita, señalando con un dedo en mi dirección—. Necesito hablar
contigo ahora.
Su exigencia debería enojarme, pero el tono gruñido suena demasiado similar a
cuando lo estaba masturbando. Entonces, en lugar de eso, bajo mi mano para ajustarme
discretamente los jeans antes de aclararme la garganta y arquear una ceja.
—¿Te perdiste?
Si las miradas mataran, yo estaría muerto ahora mismo. Estoy bastante seguro de
que Blaine está tratando de hacerme estallar en llamas con sus ojos.
—Necesito. Hablar. Contigo. Ahora. —Pronuncia cada palabra mientras me mira
fijamente, y no voy a mentir, me gusta lo enojado que está. Esa parte de mí que siempre
está ansiosa por pelear cobra vida, lista para lo que sea que esté a punto de lanzarme.
—¿Quieres hablar conmigo? —Toco mi pecho con un dedo, amando la forma en que
su rostro se tuerce un poco más. Este look de pollo enojado es algo sexy.
Espera. ¿De dónde diablos salió eso? Blaine no es sexy...
Lo estoy mirando con una expresión confusa porque mi cabeza desordenada me
mostró exactamente lo jodida que está en realidad.
—Lo juro por Dio…
—Aquí no hay Dios, QB9, ¿o has olvidado en qué territorio entraste? —Bunky dice
con esa sonrisa demoníaca en su rostro—. ¿Qué piensas, Raid? ¿Deberíamos
mostrárselo?
—Podríamos mostrárselo, —se burla Raid, dando un paso hacia Blaine. Aunque eso
no disuade a mi chico en lo más mínimo. Él simplemente los mira fijamente,
completamente indiferente antes de taladrarme con su mirada humeante.
Y sí, oficialmente he perdido la cabeza, porque ¿mi chico? Asqueroso. Lo único que él
es para mí es mi fuente diaria de entretenimiento. Me lo follo porque puedo, porque lo
disfruto, no porque realmente lo quiera. El hecho de que me hubiera corrido con él es
solo una ventaja adicional. Cualquiera podría servir. Una mano es una mano...
—Suficiente, —espeto, dándome cuenta de que necesito detener a mis amigos.
Bunky y Raid se giran para mirarme. Les dejaré divertirse pero no con Blaine. Nunca
con él. Él es solo mío para molestarlo y ellos lo saben.
Camino alrededor del mostrador y tomo el brazo de Blaine, arrastrándolo hacia
atrás.
—Vienes conmigo.
—Suéltame, —dice, golpeándome la mano mientras tiro de él—. Puedo caminar sin
que me jales, bárbaro.
El insulto solo me hace sonreír.
—Oh, ¿usaremos apodos cariñosos ahora? ¿Pasamos de la segunda base? ¿Necesito
llevarte a una cita?
—¿Quieres que la gente te escuche? —gruñe, mirando por encima del hombro—. Y
que te jodan por cierto, eso no fue un cumplido. ¿Sabes siquiera qué es un bárbaro?
—Nadie me va a escuchar y me han llamado cosas peores en mi vida. Ahora cállate
y camina, que no tengo todo el día. —Nos llevo a la parte de atrás y abro la puerta del
armario de suministros antes de empujarlo hacia adentro.
Luego cerré la puerta detrás de mí, encendí la luz y giré la cerradura antes de
apoyarme en ella. Él simplemente se queda allí, luciendo incómodo mientras sus ojos
recorren la habitación.
—¿Qué quieres? —Pregunto, cruzando los brazos sobre el pecho cuando finalmente
me mira—. ¿Me quieres a mí? Aquí me tienes.
—No te quiero a ti, —sisea, con los puños cerrados a los costados—. Solo quiero
hablar.
Extiendo mis brazos, dándole la palabra.
9
Es la abreviatura de quarterback.
—Habla, entonces.
—Pues cállate por un segundo.
—No sé qué quieres de mí…
De repente, Blaine tiene su mano alrededor de mi garganta, presionando hacia abajo,
y la furia cruda en su rostro es algo que nunca había visto antes. Nunca imaginé que
pudiera verse así, tan dispuesto a matarme.
—¿Qué estás haciendo? —Jadeo, no porque tenga miedo, sino porque el agarre que
tiene en mi garganta es tan fuerte que apenas puedo respirar.
Sus ojos se abren con horror mientras retira su mano y se aleja varios pasos de mí
mientras sus puños se aprietan y abren. Luego inhala profundamente antes de estirar la
mano y frotarse la nuca, negándose a mirarme a los ojos.
—Hay mucha gasolina aquí, —dice mientras exhala, moviéndose un poco mientras
mira a su alrededor nuevamente.
¿Qué coño fue eso? Creo que acabo de sufrir un latigazo cervical.
Primero, parece que está listo para matarme, y ahora, está... ¿qué? ¿Ansioso? ¿El alto
y poderoso Blaine Yates realmente tiene otras emociones además de su fachada
engreída?
—No jodas, —me burlo, frotando mi mano contra mi dolor de garganta brevemente
—. ¿Gasolina en un taller mecánico? Nunca lo habría imaginado.
Se tensa más y esos inquietantes ojos suyos, de un gris ahumado mezclado con el
más gélido de los azules, me taladran.
—Cállate. Esto es incómodo.
¿Lo es? Bien, eso significa que estoy haciendo mi trabajo.
—Tú eres el que quería hablar.
—Sí, afuera o algo así. No sabía que me ibas a arrastrar a algún lugar tan… —se
calla, con los ojos bailando alrededor del espacio de poco menos de cuatro metros de
ancho y largo.
—¿Aislado? —Termino por él, dando unos cuantos pasos hacia adelante, decidido a
llegar hasta él ocupando su espacio—. ¿Por qué? ¿Te pongo nervioso?
Levanto la mano y la arrastro por la parte delantera de su camisa en broma. Nunca
lo había tocado así. Un golpe de hombro es una cosa, pero esto es diferente. De todos
modos, a la puta parte Blaine de mi cerebro le gusta, especialmente cuando su
respiración se entrecorta y su pecho se levanta.
Sí, me gusta mucho esto.
—Pfft, no, —murmura, golpeando mi mano y empujándome hacia atrás un paso—.
¿Y qué estás haciendo tú? ¿Has oído hablar alguna vez del espacio personal?
—Lo que digas. —Sonrío arrogantemente—. Pero no pareció importarte mucho
anoche.
Sus mejillas se sonrojan y su nuez de Adán se mueve tentadoramente mientras
desvía la mirada. Puede intentar ocultar sus ojos, pero sé que lo recuerda igual que yo
lo he estado recordando toda la mañana.
Así es, Blaine, recuerda todas las cosas que te hice en la oscuridad. Recuerda cuánto te gustó.
Como un faro que me llama, me inclino y pongo mis labios sobre los suyos
rápidamente. Él responde instantáneamente, abriéndose para mí cuando le meto la
lengua en la boca. Luego casi me inhala, dejando escapar un grito ahogado que trago
con avidez. Sus labios son tan suaves que su lengua sabe ligeramente a chicle y...
—¡Ay! ¡Qué coño! —Retrocedo, con los ojos muy abiertos y mi mano volando hacia
mi boca palpitante.
¡El puto imbécil me mordió!
—¡Vete a la mierda, Silas! ¡No vamos a hacer eso! —Levanta la mano y se limpia la
boca con enojo—. ¿Qué te pasa?
Arqueo una ceja, incapaz de ocultar mi confusión.
—¿No es por eso que estás aquí?
Siento la atracción gravitacional hacia él y sé que él también debe sentirla. No hay
manera de que lo estuviera malinterpretando. En los últimos años, Blaine nunca ha
aparecido por aquí. ¿Cuáles son las probabilidades de que lo haga el día después de que
nos liamos? ¿Para hablar conmigo? Sí, está mintiendo con su boca perfecta.
—¡No! —Su mandíbula está apretada en una línea dura y su cara está sonrojada, lo
que me da una oleada de excitación.
Joder, pelear con Blaine y obtener estas respuestas es embriagador. Vivo por su
reacción. Aun así, doy un paso atrás y le doy algo de espacio aunque no sé por qué.
Supongo que no tengo ganas de ser un idiota por primera vez.
—Entonces, ¿qué querías?
Se aclara la garganta, presionando su camisa ya libre de arrugas.
—Para decirte que te mantengas alejado de mí.
No podría contener la risa aunque quisiera. ¿Habla en serio?
—¿Viniste aquí para decirme que yo me mantenga alejado de ti? ¿En qué mundo
vives?
Sus mejillas se sonrojan nuevamente al darse cuenta de lo estúpido que suena, pero
no retrocede.
—Dije lo que vine a decir. Me voy.
No tan rápido.
Me empuja lejos de la puerta, pero soy demasiado rápido para él. Aprieto su
espalda, forzando su pecho contra la madera, sosteniéndolo allí.
Oh, esta es una posición a la que podría acostumbrarme.
—Sabes, si querías hacerlo de nuevo... todo lo que tenías que hacer era pedírmelo, —
susurro mientras paso mis labios por su cuello.
Su piel es cálida y necesito todo lo que hay en mí para contener mi gemido. Deja
escapar un pequeño ruido, mostrándome que está tan afectado como yo. Sonrío,
agradecido de que la otra noche no fuera solo una casualidad. Él me desea tanto como
yo lo deseo a él. Debería cuestionarlo, pero tal vez follar con odio a Blaine sea el camino
a seguir.
—¿Quieres verme más tarde? —Murmuro contra su piel antes de chuparla con
fuerza. La idea de marcarlo es demasiado satisfactoria.
Duda por un momento, el único sonido en el pequeño espacio es su respiración
agitada.
—Vamos, sabes que quieres, —me burlo, rogándole mentalmente que simplemente
diga que sí.
Necesita decir que sí porque anoche le dio la vuelta a todo y ahora quiero más.
Mucho más de lo que sea que esto sea. ¿Es normal desarrollar una nueva obsesión con
tu enemigo? Nunca había oído algo tan ridículo. Aunque no estoy enojado por eso, no
cuando el resultado es tan jodidamente delicioso.
Sigue en silencio y veo sus dedos clavándose en la madera, seguramente dejando
marcas de uñas. Esa evidencia sería igual de caliente en mi espalda. Joder.
Está temblando debajo de mí y, para romper aún más su resolución, empiezo a pasar
mis manos por su abdomen.
—¿Blaine?
—¿Dónde? —grazna y el sonido es como música para mis oídos. Lo estoy
arrastrando, listo para atraparlo.
—¿A las cuatro en punto? ¿En estacionamiento de la escuela? Te llevaré a alguna
parte. —Continúo mi asalto a su piel, mordiendo y mordisqueando la base de su cuello.
Me gusta este lugar. Es lo suficientemente sutil como para poder ocultarlo, pero en un
lugar donde esos idiotas compañeros suyos puedan verlo y saber cómo el perfecto chico
dorado ha caído en desgracia.
—Eso suena como el comienzo de una mala película de terror, —se queja,
obviamente todavía tratando de resistirse—. ¿Vas a ofrecerme dulces y perseguirme por
el bosque también?
Ahora bien, eso no parece una mala idea.
—¿Quieres verme o no? —Digo, incapaz de ocultar mi irritación con mi polla
semidura que necesita saber si va a tener algo de acción más tarde.
Hija de puta desesperada.
Él duda, se aclara la garganta y estoy tan seguro de que dirá que sí hasta que
retrocede, empujándome lejos de él y abriendo la puerta. Él sale, lanzándome una
mirada furiosa antes de marcharse… sin darme nunca una respuesta.
Sonrío para mis adentros.
Puedes correr, Blaine, pero debes saber que me encanta perseguir.
TRECE
BLAINE
Mis mejillas están sonrojadas por la vergüenza y la excitación mientras huyo del
taller hacia mi camioneta.
En serio, ¿qué coño estoy haciendo?
Salgo del estacionamiento tan rápido que los neumáticos chirrían detrás de mí.
Necesito algo de distancia. Lo que pasó... no se suponía que pasara de esa manera. Se
suponía que debía confrontar a Silas y asegurarme de que mantuviera la boca cerrada,
pero terminamos besándonos de nuevo.
Mierda, actué como loco, arqueándome ante su toque, prácticamente babeando
mientras él chupaba mi cuello. Me tocó y me derretí, cedí como si fuera arcilla y sus
manos fueran Dios, moldeándome en lo que él quisiera.
Estoy pasando corriendo por el bosque circundante y me encuentro en las carreteras
secundarias. Mi visión comienza a volverse borrosa y puedo sentir los signos
reveladores de pánico invadiéndome. Estoy seguro de que mi cara ha perdido
completamente el color y trato de tragar, pero se me queda atascada en la garganta.
Giro bruscamente el volante y me detengo a un lado de la carretera, casi chocando
contra un árbol.
—R-Respira, —tartamudeo mientras estaciono la camioneta y luego golpeo mi
cabeza contra el volante, mis dedos temblorosos sudando contra el cuero—. E-
estúpido… r-respira…
Pero no puedo. Todo me precipita a la vez, asaltándome desde todos los ángulos.
Físicamente, mentalmente, emocionalmente, estoy chocando y ardiendo. Tengo una
opresión en el pecho, los latidos de mi corazón son demasiado rápidos y casi puedo
sentir la sangre chisporrotear en mis venas.
—R-r-respira, —digo de nuevo, obligándome a hablar con la mandíbula apretada.
Acabo de besar a Silas otra vez. Me besé con un hombre. Sentí su dura polla contra
mi culo y gemí, el placer recorrió mi cuerpo ante el contacto. Todos esos músculos
duros tocándome casi me hicieron perder la cabeza.
Él es mi enemigo. Los enemigos no se besan. No se frotan sus entrepiernas en sus
cuerpos. No hacen lo que sea que estemos haciendo nosotros. Mi primera incursión en
la exploración sexual es con alguien a quien odio y que me hace sentir muy mal en
muchos niveles, a pesar de lo mucho que me gustó.
Todo esto es demasiado. Tengo tarea que hacer: un trabajo de historia, preguntas de
cálculo, páginas que leer. El Consejo Estudiantil necesita que se apruebe el presupuesto
del baile de graduación y el Club de Reciclaje quiere contenedores nuevos. El Club y
fiestas...
El entrenador dijo lo mismo que papá, necesito trabajar en mi sincronización. Estoy
decepcionando a todos. Estoy follando con Silas mientras todo a mi alrededor se hace
añicos y se rompe.
Todo se hará añicos y se romperá sin mí.
Salgo de mi camioneta y caigo de rodillas mientras el contenido de mi estómago
amenaza con volver a subir.
Uno…
Me besé con un chico.
Dos…
Él es mi enemigo.
Tres…
Decepcionaré a todos.
Cuatro…
¿Que está mal conmigo?
Me pongo boca arriba y trato de concentrarme en las nubes. Siento que las lágrimas
me pican en las comisuras de los ojos y mi respiración sale en ronchas bocanadas. Estoy
arruinando todo. No hay razón para mis acciones, y todo será mi culpa. Si la gente se
entera, se sentirán muy decepcionados. La imagen que he mantenido con tanto cuidado
quedará arruinada y papá tendrá que cargar con esa vergüenza.
Cinco…
¿Pero qué pasa si nadie lo sabe?
Seis…
Mi respiración comienza a disminuir y me llevo dos dedos al cuello, sintiendo mi
pulso para recordarme que todavía estoy vivo.
Siete…
¿Por qué me tiene que importar lo que piensen todos? A nadie aparte de Landon le
importo una mierda. Todos quieren lo que ven, no quién a soy. Al menos cuando estoy
con Silas, no tengo que esconderme. Lo odio y nuestro odio es lo más auténtico en mi
vida en este momento.
¿No merezco esto? Hago todo por todos. Soy amable, soy educado, me muerdo la
lengua cuando quiero decir una mierda y ayudo a los demás aunque lo único que
quiero es meterme en mi cueva y desaparecer. Soy perfecto cada puto segundo del día,
así que ¿por qué no puedo tener esto?
Ocho…
Nueve…
Finalmente, el pánico desaparece y puedo sentarme. Me limpio la boca con el dorso
de la mano y me levanto sobre mis piernas inestables. Luego presiono mi frente contra
la fría ventana, inspirando por la nariz y exhalando por la boca. Estoy tan cansado de
estos ataques de pánico. Últimamente están sucediendo con más frecuencia y no sé qué
hacer para que desaparezcan para siempre.
Lo que sí sé es que necesito sacar a Silas de mi sistema. Él estaba en lo correcto.
Podemos terminar con esto y follar o actuar como si no hubiera sucedido nada, y se
volvió obvio en el taller que no podemos estar juntos sin que uno de nosotros salte
sobre el otro. No sé por qué y cómo ocurrió este cambio, pero soy lo suficientemente
inteligente como para comprender que luchar contra él es la opción más difícil.
Y él me hace sentir bien. Necesito eso. Necesito el escape que él está dispuesto a
brindarme.
Vuelvo a subir a mi camioneta, la pongo en marcha y lentamente salgo a la carretera.
Sé lo que tengo que hacer. Sé lo que quiero hacer. Finalmente voy a tener algo para mí.
Así que doy media vuelta y me dirijo hacia la escuela.
Joder.
CATORCE
SILAS
Deportista Engreído10
10
La palabra que usó Blaine aquí es “cocky” que se usa para referirse a alguien con una actitud altiva
pero con personalidad atrevida y está orgulloso de ello. Es una completa provocación a Silas.
QUINCE
BLAINE
—Llegas tarde.
El gruñido de Silas no es nada inesperado cuando entro a la caravana, y aunque
debería sentirme mal por haberlo obligado a esperarme durante más de una hora, no
puedo evitar irritarme.
Después de una práctica insoportablemente brutal, pasé dos horas hablando con
Landon sobre la insatisfacción de los colonos estadounidenses con los impuestos
británicos. No me molestó ayudarlo, pero fue doloroso. Y para colmo, me pinché un
neumático de camino hacia aquí.
—Podrías haberte ido, joder, —espeto, quitándome ya mi letterman y tirándola al
suelo.
Él gruñe, dando una profunda calada a su cigarrillo mientras se quita el flequillo de
la frente.
—Da igual. ¿Hacemos esto o qué?
Ya jodí esta noche. Claro, Silas y yo hemos estado muy lejos de ser amistosos
durante nuestros encuentros, pero no hemos tenido este aire de hostilidad últimamente.
—Solo dame un segundo, —grité, sintiendo que mi frustración aumenta—. Dios,
simplemente relájate.
—¿Qué te pasa? —Pregunta, ladeando la cabeza hacia un lado mientras me mira,
esos ojos marrones entrecerrándose, pero no con enojo. No, está buscando algo.
Intentando leerme.
Eso me enoja.
Después de toda la mierda de hoy, lo último que necesito es que Silas convierta esto
en algo que no es.
Camino hacia él, tomo su cigarrillo y lo apago antes de agarrar su nuca y aplastar
nuestros labios. Inhalo su gruñido de sorpresa y luego lo golpeo contra la pared.
—¿Vamos a hablar o vamos a follar?
Agarra mi camiseta con un puño, tirando y empujando al mismo tiempo, antes de
morderme el labio inferior. Silbo de placer cuando el sabor metálico golpea mis papilas
gustativas. Esto. Esto es lo que necesito. Para ser libre de toda esa mierda y simplemente
tomar lo que quiero sin dar nada a cambio.
—Ponte de rodillas, —gruñe contra mis labios, ya tratando de empujar mis hombros.
No. Hoy no.
Las últimas veces cedí y le dejé dirigir el espectáculo, pero eso no es lo que quiero
ahora. Si bien disfruto tomando la polla de Silas, no estoy de humor para eso esta
noche. Lo que quiero es recuperar la apariencia de control que he perdido hoy. Quiero
estar a cargo. Quiero convertirlo en mi perra.
Antes de que esté preparado para ello, lo levanto de la pared y lo arrojo al suelo.
Silas no es un tipo pequeño, pero yo soy más grande que él. Hay algo peligroso que
brilla en sus ojos mientras me cierro sobre su figura, como si estuviera enojado pero
demasiado excitado para que le importe. Cuando intenta levantarse, me siento a
horcajadas sobre su pecho y empujo su cara hacia mi entrepierna cubierta por jeans,
echando la cabeza hacia atrás cuando su nariz frota mi polla a través de la tela.
—¿Qué cojones? —Dice sin aliento, con los ojos vidriosos cuando lo solté. Me golpea
el muslo con fuerza y trata de salir de debajo de mí. Pero no lo dejo, en lugar de eso,
aprieto mis muslos para mantenerlo en su lugar.
—Vas a chuparme la polla, —afirmo, buscando frenéticamente desabrocharme los
jeans y enganchando mi dedo en la cremallera con mi prisa—. Te quedarás ahí y dejarás
que te folle la boca. —Sus ojos se abren y creo que lo tomé con la guardia baja. Joder, sí.
Amo esa mirada desconcertada como si no pudiera comprender lo que está pasando—.
¿Qué? —Bromeo mientras saco mi polla, usándola para darle un golpecito en la mejilla
por si acaso—. ¿Tienes miedo?
Como Silas es Silas no deja que la burla se prolongue por mucho tiempo, su
característica sonrisa lenta se curva en la comisura de sus labios.
—Si tú puedes hacerlo, no puede ser muy duro.
—Oh, pero dura sí está, —me burlo, sin poder evitarlo mientras aplasto sus mejillas
con mi mano libre, frunciendo sus labios para poder deslizar mi polla contra ellos.
Después de eso, detiene todos los intentos de escapar de mi control, su cuerpo se relaja
mientras me deja a cargo—. Dura y dolorosa y está a punto de estar en el fondo de esa
puta boca. ¿Puedes soportarlo, Silas?
Y solo para ser un mierdecilla, su lengua sale disparada para lamer la gota de
líquido preseminal en mi coronilla.
—Adelante.
Gimo por lo bien que se siente.
—Si se pone demasiado difícil, simplemente golpea el suelo.
—Vete a la mierda. No voy a rajarme.
Me río entre dientes. No tiene idea de la cantidad de tensión en mi abdomen, el
dolor en mi pecho y la forma en que estoy tratando de contenerme incluso ahora con
cada pizca de razón que poseo.
Pero si él quiere jugar de esa manera, podemos hacerlo.
No me lo pone fácil. Bien. No quiero nada fácil en este momento. Puede sentir que
quiero el desafío, quiero dominarlo, quiero usarlo como nada más que una boca caliente
porque junta sus labios de golpe y prácticamente me obliga a empujarme hacia adentro.
El suave deslizamiento de su lengua golpeando la parte inferior de mi polla hace
que mis ojos se cierren con fuerza y deje escapar un fuerte gemido. Joder, eso se siente
bien. Hostia puta. Está haciendo algo con su boca que ni siquiera puedo comprender,
casi como si me estuviera acariciando con su lengua y girándola alrededor de mi cabeza
mientras lentamente retrocede. Varias porristas se han ofrecido a chupármela en el
pasado, pero no sabía que me sentiría así.
Sin embargo, lo que hace que haya valido la pena esperar por mi primera mamada
es que es la puta boca de Silas Richards la que estoy destrozando. Mi enemigo. La única
persona a la que se supone que no debo desear.
—Joder, cuidado con los dientes, —siseo cuando me golpea un fuerte pinchazo—.
Eres una mierda en esto.
Entrecierra los ojos y frunce el ceño con la boca llena de polla, mostrándome el dedo
de en medio de una mano mientras con la otra golpea el suelo. Salgo inmediatamente,
listo para burlarme de él por rajarse antes de que hable.
—No usé mis putos dient-
—¿En serio? ¿Tocaste el suelo para discutir conmigo? —Pregunto, exasperado y
demasiado caliente mientras miro entre sus labios brillantes y mi polla cubierta de
saliva. Va a decir algo más, pero lo hago callar rápidamente—. Olvídalo. Solo abre tu
puta boca y déjame hacer el trabajo. Dios, lo haces todo tan difícil.
Una vez más, abre la boca para discutir y aprovecho la oportunidad para volver a
meter mi polla. Disfruto la forma en que sus manos aprietan bruscamente mis muslos
cuando golpeo la parte posterior de su garganta, mirándolo con ojos cuidadosos para
ver si tocará el suelo, pero no lo hace. Tiene una mirada enojada y determinada
mientras mantiene la boca abierta. Me salgo, dándole la oportunidad de recuperar el
aliento.
—Joder, —dice con voz ronca mientras jadea en busca de aire—. Puta mierda. Tú...
Vuelvo a entrar en él, cortando sus palabras. No más comentarios inteligentes. No
más discusiones. Clavo mis dedos en su cabello, sosteniendo su cabeza en alto mientras
lo uso como mi propia manga de polla personal. Disfruto la vista de la baba saliendo de
su boca y las lágrimas nublando esos ojos de los que no me canso.
—Saca tu polla, —le ordeno, inclinándome un poco más para que sus manos puedan
serpentear debajo de mí—. Tócate, porque una vez que me corra, termino.
Puedo sentir sus manos descendiendo y abriéndose camino hasta sus pantalones.
No me detengo, pero sigo con mi ritmo brutal. Le va a doler la garganta después de
esto.
Puedo imaginarlo. Sus amigos le preguntarán qué le pasa a su voz y se verá
obligado a recordar este momento en el que estaba a mi merced. El solo pensamiento
hace que mis pelotas se aprieten, obligándome a apretar los dientes. A pesar de decirle
que haga el trabajo él mismo, todavía quiero que se corra. Quiero la satisfacción de
saber que se ha deshecho por mi culpa.
—Sí, —gemí, pasando mis dedos por su cabello—. No me había dado cuenta de que
tenía la boca perfecta esperando para chuparme la polla. Joder, justo así.
Le doy otro momento para respirar. Todavía no golpea el suelo, no con las manos
ocupadas.
—Sigue, —gruñe, sus ojos llenos de nada más que lujuria ardiente mientras se lame
los labios hinchados—. Joder. Sigue hablando.
Sonrío, burlándome de él mientras me deslizo de nuevo en su boca expectante.
—Oh, ¿entonces te gusta que te traten así? Si hubiera sabido que esto era todo lo que
se necesitaba para callarte, te habría puesto en tu lugar hace años. —Él gime alrededor
de mi polla, cerrando los ojos cuando lo siento tratando furiosamente de correrse—.
¿Qué pasa, Silas? ¿Tienes problemas? ¿No quieres admitir que te estás ahogando con la
polla del chico dorado?
Esto se siente demasiado bien. Estoy demasiado cerca de correrme. Mi visión se
vuelve borrosa, todo maravillosamente confuso mientras la succión húmeda de su boca
me lleva al nirvana. Cuando traga a mi alrededor, gruño, agarrando ambas mejillas
para ayudar a guiar sus movimientos.
—Dios, Si, —gruño, tan jodidamente cerca, pero no es suficiente, pero sé
exactamente lo que necesito para llegar allí—. Abre tus putos ojos. Mira quién te hace
sentir así.
En el momento en que esos ojos marrones se abren de golpe, todo está perdido. No
le doy ninguna advertencia mientras exploto en su garganta, todo mi cuerpo se contrae
con la pura fuerza de mi orgasmo. Cuando lo siento sacudirse y temblar debajo de mí,
sé que él también se ha corrido, y la satisfacción de ser la causa de eso hace que salga
otro débil chorro.
Finalmente me salgo del todo y me desplomo en el suelo junto a él mientras intento
recuperar el aliento. Dios, joder. Siento como si acabara de correr un maratón. Me vuelvo
para mirar a Silas, que está pasando por un momento tan difícil como yo tratando de
recuperar el aliento.
—¿Estás bien? —digo, disfrutando aún del fuerte resplandor—. ¿Fue demasiado?
Está jadeando, sus ojos todavía aparentemente desenfocados cuando se limpia la
boca con el dorso de su mano cubierta de semen.
—Vete a la mierda, Blaine. ¿Desde cuándo tienes la boca tan sucia?
—¿Qué? ¿No te gustó? —Me burlo, sabiendo muy bien que sí.
—Yo no dije eso.
Exactamente.
Me río, juntando las manos detrás de la nuca y cerrando los ojos mientras me relajo.
Cada preocupación, cada ansiedad, cada cosa trivial de mi día ha desaparecido. Todo lo
que queda soy yo, disfrutando muchísimo de lo que acaba de pasar.
Abro un ojo para mirarlo de nuevo, y el imbécil sonríe junto a mí, negando con la
cabeza con una risa silenciosa. Cuando gira la cabeza y se da cuenta de que lo estoy
mirando, la sonrisa no desaparece. Nos quedamos ahí tumbados, grises y marrones
chocando, pensando en todo y en nada en absoluto.
—No sabía que tenías eso dentro de ti, —admite, buscando en su bolsillo un
cigarrillo y un encendedor.
—Hay muchas cosas que no sabes de mí. —Me encojo de hombro mientras lo veo
encender el cigarrillo, arrugando la nariz cuando el olor me golpea. Ésa es la única
desventaja de todo este asunto. Odio el hecho de que fume. Aunque hay algo sexy en su
sabor, ese veneno podría matarlo algún día.
¿Por qué carajos me importa eso?
Tararea, mordiéndose la comisura del labio mientras piensa en sus palabras.
—¿Vas a decirme qué pasó para que te pusieras como el Increíble Hulk conmigo?
Digo, no me quejo, pero me tomó por sorpresa.
Me pongo rígido ante eso. Esto no es algo que hagamos. Incluso si no tuviera ningún
problema en confiarle a mi enemigo mis putos problemas, todo lo que quería era
escapar de ellos. Voy a abrir la boca para decirle que no es nada, pero el timbre de su
teléfono me interrumpe.
No rompe el contacto visual conmigo mientras lo agarra y responde, con el cigarrillo
colgando precariamente entre sus labios.
—¿Qué?
Cualquier cosa que diga la persona de la otra línea hace que Silas se estremezca. Él
gime, cerrando los ojos antes de ponerse de pie. Sostiene el teléfono entre su mejilla y su
hombro y se mete el cigarrillo en la comisura de la boca mientras se sube los pantalones.
—¿Qué coño, Raid? Yo no hago esa mierda. Ve a buscar a Bunky... espera, ¿él qué?
Silas se pellizca el puente de la nariz, agarra su teléfono y me mira antes de darme la
espalda, como si eso hiciera que su conversación fuera más privada.
—No importa lo que esté haciendo. No voy a... —Hace una pausa, maldiciendo en
voz baja mientras comienza a dar una calada a su cigarrillo—. Bien. Envíame los putos
detalles. La próxima vez, no te salvaré el culo. ¿Dónde recojo el paquete?
Raid habla un poco más antes de que Silas cuelgue. Espero que se gire hacia mí y se
disculpe o algo así, pero en cambio, me sorprende cuando se acerca a mí y me agarra
por mi garganta. Luego me acerca a su cara, el olor a humo persiste en su aliento.
—No escuchaste nada. ¿Entendido?
Asiento en silencio, demasiado consternado por el destello de preocupación en sus
ojos como para retarlo.
—Entendido.
Él resopla, mordiéndose el interior de su mejilla por un momento, buscando la
verdad en mis palabras antes de asentir brevemente.
—Bien. —Me sorprende de nuevo cuando me besa en los labios antes de alejarse—.
Tengo que irme.
—¿Todo bien? —Pregunto, preguntándome tardíamente por qué me importa y
deseando no haber preguntado nunca en absoluto.
Me lanza una mirada, arqueando una ceja mientras da la última calada a su
cigarrillo antes de apagarlo.
—Todo está bien. Solo tengo que encargarme de algo.
Le doy otro asentimiento. No esperaba que nos acurrucáramos ni nada, pero tengo
que admitir que estoy molesto. No, no molesto, sino decepcionado. No es porque me
esté encariñando este idiota, simplemente no quiero volver a casa todavía y enfrentar la
realidad.
Papá y sus críticas, mamá y su apatía, Landon y sus intromisiones, tareas y fechas de
entrega, cintas de fútbol y jugadas.
Puedo sentir mi pecho comenzar a apretarse. Está sucediendo. Ya puedo sentir las
puntas de mis dedos entumecerse. En un minuto no podré respirar. Me estaré
ahogando, incapaz de salir a la superficie, atrapado en…
—¿Vienes o qué?
Me doy cuenta de que ha estado mirándome, lo que hace que mi ansiedad aumente
aún más. Joder, espero que no se haya dado cuenta. Cuando busco su rostro, parece tan
impasible como siempre, si acaso un poco impaciente.
—¿Qué?
—¿Vienes conmigo o no? —Suspira, poniendo los ojos en blanco mientras mira su
teléfono.
Estoy sorprendido y aturdido al mismo tiempo que incluso preguntó. No sé
exactamente qué es lo que Silas necesita hacer, pero no puede ser bueno. No soy ajeno
al hecho de que los Ases se meten en asuntos criminales. Tampoco hace falta ser un
genio para adivinar qué es un recado.
Aunque la idea me emociona. El peligro que Silas me ha presentado pende como
una zanahoria delante de mi cara. No debería sentir esta fuerte emoción ante la idea de
hacer algo oscuro. No soy así. Soy el perfecto Blaine Yates. Debería simplemente
resoplar e irme a casa, abrir mi libro de cálculo y prepararme para pasar la noche
estudiando. El nerviosismo que sentía ya hace tiempo que desapareció, reemplazado
por la necesidad de ser imprudente.
¿Quiero correr el riesgo de lo que Silas me ofrece tan abiertamente?
Joder, sí.
DIECIOCHO
SILAS
Después de pasar por el taller para conseguir algo de dinero, me dirijo a una ciudad
para cerrar el trato. Afortunadamente, Whaley y los miembros mayores se habían ido, o
me habría metido en un lío tratando de explicar por qué Blaine Yates estaba en el
asiento del pasajero de mi coche.
Todavía no puedo creer que lo traje a un recado. Tiene que ser que su boca me ha
puesto bajo algún hechizo extraño porque todas las demás razones no tienen sentido.
Había algo en la forma patética en que mantuvo la cabeza gacha antes que hizo que mi
estómago se apretara incómodamente. Era como un cachorro pateado y no pude evitar
sentirme mal.
Nadie más podría hacer este recado. Whaley normalmente no los hace y todos los
miembros mayores y con más experiencia salieron de la ciudad con él anoche. A veces
sucede y cuando sucede, Bunky generalmente hace el trabajo. Sin embargo, se ausentó
sin permiso, como ocurre a veces, y Raid fue a buscarlo, por lo que el único que queda
soy yo.
Miro a Blaine que está mirando por la ventana los campos que pasan y me pregunto
de nuevo por qué lo traje. Todas las razones por las que lo odio siguen en pie. Sigo
pensando que parece demasiado perfecto, que su vida engreída y pretenciosa lo ha
convertido en una especie de robot. Solo me está usando para follar, y una vez que
hayamos terminado, recordará el tiempo que pasamos juntos y se sentirá mortificado
por haber follado conmigo. Estoy bien con eso. A mí me pasa lo mismo, simplemente es
un poco de diversión para pasar el tiempo.
Lo haré esperar en el coche durante el trato. No debería llevarme mucho tiempo
entrar corriendo, coger el producto y salir de allí.
Estoy rasgueando mi pulgar en el volante, la letra de alguna canción de Five Finger
Death Punch flotando a través de los parlantes, tratando y fallando de no estresarme
por el recado o porque Blaine esté conmigo.
Sacando otro cigarrillo, estoy a punto de encenderlo cuando la voz de Blaine me
detiene.
—¿Otro? ¿En serio? Acabas de fumar en la caravana.
Esta es otra cosa que hace y que me irrita. No sé por qué me dice qué hacer. Es mi
vida, son mis pulmones, y si quiero fumar, lo haré. Mi mamá ya me molesta bastante
por eso. Honestamente, no creo que lo haga tanto. Es más por aburrimiento que por otra
cosa. Podría dejarlo si realmente quisiera.
Le lanzo una mirada rápida con un movimiento de ceja antes de volver a mirar a la
carretera, preguntándome quién se cree que es para decirme eso.
—¿Qué te molesta?
Deja escapar un pequeño ruido antes de que lo vea encogerse de hombros por el
rabillo del ojo y luego mira sus jeans.
—Es repugnante.
—No parece importarte cuando mi lengua está en tu garganta, —le respondo,
agradecido de que eso lo haga callar.
Miro a Blaine y noto la forma en que aprieta y abre los puños. ¿Lo cabreé? No era mi
intención y... Espera, ¿por qué diablos me importa? Molestarlo solía ser mi dosis de
satisfacción diaria y eso no debería cambiar porque me ha hecho un par de mamadas.
Mamadas realmente buenas, pero eso no viene al caso.
Me aclaro la garganta y no sé qué decir, pero me quedo en blanco. ¿Por qué es tan
difícil? No es que estemos saliendo. Joder, no. Puedo decir lo que quiera y no importará,
como siempre.
—Entonces, nunca me respondiste antes, —empiezo, con curiosidad—. ¿Qué te puso
de tan mal humor?
—Solo mierdas de las que preferiría no hablar. —Suspira, inclinándose hacia
adelante y presionando un botón de la radio.
Me quedo boquiabierto con horror cuando comienza a alterar mis estaciones
preestablecidas cuidadosamente seleccionadas.
—¡Ey! ¿No tienes nada mejor que hacer que meterte con mi música? Esa es la regla
número uno para ser pasajero en el coche de alguien.
—Toda ese metal de mierda me está dando dolor de cabeza, —se queja, cambiando
las estaciones—. No sé cómo lo soportas.
—No es mierda. Tu falta de gusto musical lo es —espeto antes de prácticamente
poner los ojos en blanco cuando se detiene en alguna estación de música country—. ¿En
serio? ¿Country?
—Es Luke Bryan y mucho mejor que tus cosas. —Él resopla y le sube el volumen.
Luego, en voz muy alta y muy desafinada, comienza a cantar la letra de una canción
de camión. No sé si reírme o estremecerme de lo horrible que es. Después de que
termina la canción, presiono el botón de silencio y me paso el dedo por las orejas.
—Me sorprende que no haya sangre. Estaba seguro de que mi tímpano se había roto.
—Me desvío y casi choco cuando me golpea en el costado con el puño, pero logro
corregir el coche antes de que eso suceda—. ¡Mierda! ¡Cuidado! ¡Casi nos sacas de la
carretera!
Ignora el hecho de que casi morimos y entrecierra los ojos mientras me mira.
—No seas idiota y tal vez no reaccione así.
—Pero yo soy un idiota —señalo amablemente, en caso de que de alguna manera lo
haya olvidado.
Le toma un segundo, pero baja su mirada. Puedo ver que está luchando contra una
sonrisa por la forma en que su labio superior se mueve.
—No voy a discutir eso.
Niego con la cabeza y me concentro nuevamente en la carretera. El coche se llena de
un silencio incómodo, así que dejo escapar el primer pensamiento en mi cabeza.
—¿Estás nervioso?
Lo escucho moverse pero no miro, relajándome más en mi asiento para demostrar
que realmente no me importa.
Porque no me importa.
—¿Por qué me importaría?
Ahora lo miro con incredulidad.
—Sabes en lo que nos estamos metiendo, ¿verdad? ¿No me seguiste simplemente
ciegamente?
Blaine y yo nunca antes habíamos hablado directamente sobre mierda de pandillas,
pero él tiene que saber qué es ser un As. Él ve a todos los miembros mayores
merodeando por la ciudad y conoce la reputación detrás de ellos, ¿verdad? Vender
drogas a estudiantes de instituto es solo la guinda del puto helado en esta ciudad.
—¿Y? —Se encoge de hombros, todavía parece que no le importa.
Tengo que reconocerlo: o tiene las pelotas del tamaño de Texas o es un buen
mentiroso. Me quedo con esto último, considerando que he visto sus pelotas en la vida
real y son de tamaño promedio.
—Y, la mierda de pandillas puede ser un poco intensa... —Me detengo, sin estar
seguro de qué decir. Hay reglas y limitaciones para las cosas que puedo decirle sin
romper el código de la hermandad.
—Bueno, dudo que pase algo. ¿Solo estás recogiendo cosas? No es como si
estuvieras peleando o luchando... ¿teniendo un enfrentamiento? Como diablos lo llames
normalmente11, —dice con tal indiferencia que ni siquiera sé cómo responder.
¿Realmente esto no es gran cosa para él? Odio no poder leerlo, que siempre esté tan
encerrado en sus emociones. Desearía que mostrara su mano y dejara que el verdadero
Blaine brillara como lo hace cuando está de rodillas ante mí.
Ajusto mi polla, alejando esos pensamientos. Este no es el momento de ponerse
cachondo. Necesito concentrarme. Whaley ya estaría suficiente enojado si supiera que
me llevo a un extraño, pero ¿cagarla también?
Sí, mejor cavo mi propia tumba si eso pasa.
—Entonces, ¿qué recogerás? —pregunta, todo puto feliz y tranquilo, haciéndome
preguntar si ha perdido la cabeza.
—Drogas, —digo inexpresivamente, sonriendo cuando veo que sus ojos se abren
ligeramente.
—Oh…
—¿Oh? ¿Pensé que no estabas preocupado por eso? ¿Qué pasó? ¿Cambiaste de
opinión, Blaine? ¿No puedes soportarlo? —Lo provoco, aunque no lo culparía por
echarse atrás. Esto no es algo simple. Es algo muy grande que podría arruinar su futuro
si alguien se enterara.
—Puedo soportar cualquier cosa, —murmura, cruzando los brazos sobre el pecho.
Maldito sea él y su capacidad para hacer que mi mente piense en guarradas.
—Cualquier cosa, ¿eh? —Me arriesgo a mirar en su dirección y disfruto del rubor
rosado en sus mejillas. Es otra cosa suya que estoy odiando un poquito menos. Todavía
lo desprecio, pero no su cara. Sí, eso es posible. Intento convencerme de ello el resto del
viaje.
No pasa mucho tiempo antes de que llegue al estacionamiento del club, gire la llave
y apague el motor. Voy a decirle a Blaine que se quede quieto y casi me cago cuando
agarra la manija y empuja la puerta para abrirla.
11
Menciona varios términos generalmente usados en la jerga de pandillas estadounidenses.
Retiro mi declaración anterior. El cabrón tiene las pelotas del tamaño de Canadá.
Me acerco a él y cierro la puerta, sin importarme golpearle el brazo en el proceso.
—¿Qué coño? —Hace una mueca y se frota el codo—. Eso duele.
—No puedes ir, —espeto, con los ojos muy abiertos mientras presiono el seguro de
la puerta como si mágicamente lo mantuviera adentro.
—Oh. —Tal vez sea mi tono, pero su irritación se convierte en comprensión cuando
mira alrededor del estacionamiento. Parpadea, como si se diera cuenta por primera vez
de lo grave que es toda esta situación—. No pensé en eso.
No jodas.
Gruñendo, meto la mano en el asiento trasero, agarro mi chaqueta y me la pongo.
—Espera aquí. No me llevará mucho tiempo.
Su expresión no cambia, pero puedo ver un pequeño cambio en ella. Es casi como si
estuviera preocupado por mí, pero eso no es posible porque ese no es nuestro modus
operandi.
—¿Cuánto tiempo? —Pregunta, agarrando sus pantalones como si estuviera
nervioso.
Me encojo de hombros, abro la puerta y salgo del coche.
—No mucho. —Haciendo una pausa, señalo con un dedo en su dirección, dándole
una mirada seria—. Y lo digo en serio, Blaine. Mantén tu culo en el puto coche.
Cierro la puerta, interrumpiendo todo lo que estaba diciendo, y luego entro. Esto es
algo serio. Una parte de mí está preocupada de que él vaya a arruinar esto por mí, pero
la otra parte está preocupada... por él. Es como si un extraño tipo de posesividad me
invadiera y me enviara directamente al modo protector. Es jodidamente inquietante, y
no tengo tiempo para entender por qué la idea de que Blaine esté en medio en esto me
asusta muchísimo.
Definitivamente un extraño hechizo de polla.
Mis ojos recorren el estacionamiento, tratando de ver si reconozco alguna de las
motos o los coches. Por supuesto que no, ya que no estoy familiarizado con todas las
personas que hacen recorridos. Claro, hago cosas muy raramente, pero generalmente es
con mis amigos, no solo.
Hay un portero en la puerta que me hace señas para que entre sin siquiera
saludarme: mi chaqueta habla por sí sola. Saco mi teléfono, leo las instrucciones de Raid
y me dirijo a la barra. Pido una cocaína líquida con un giro del camarero cubierto de
tatuajes y que parece que preferiría estar en cualquier otro lugar que no sea aquí.
Él asiente y coloca una servilleta frente a mí.
—¿Simple o doble?
—Simple.
—¿Sola o fría?
—Fría, —le digo fácilmente, sabiendo que es parte del código.
—Un segundo, —me dice, rodeando la barra y dirigiéndose hacia atrás.
Espero, mirando a mi alrededor con expresión aburrida a pesar de que mis entrañas
gritan que me largue de aquí. No es que tenga miedo de que me atrapen y cumplir
condena. Eso no me desanima en lo más mínimo. Es estar aquí en general lo que me da
asco.
Las drogas, las prostitutas, los yonquis y las demás pandillas. Esto en general no es
mi escena y prefiero hacer cualquier otra cosa por Whaley.
El tipo regresa un momento después, entregándome una bolsa de papel y una
bebida para llevar, de esa manera cualquiera pensaría que entré solo para tomar mi
pedido de comida para llevar. Le doy las gracias al chico, deslizándole el dinero antes
de tomar mis cosas.
Recta final.
Levantándome de mi taburete, estoy a punto de dirigirme a la puerta cuando
alguien me rodea, lo que me hace detenerme. Se necesita todo lo que hay en mí para
contener el gemido que quiero liberar.
—Pero mira lo que tenemos aquí. —Gunnar está frente a mí, flanqueado por otros
Víboras, y es mi suerte toparme con ellos sin que mis amigos estén aquí para
respaldarme.
—¿Dónde está el loco? —pregunta como si leyera mi mente. Mira a la izquierda y
luego a la derecha mientras busca a Bunky.
Puto Bunk. ¿En serio tuvo que acostarse con la hermana de este tipo la última vez
que estuvimos aquí?
—Está ocupado, —digo, manteniendo la voz firme.
No estoy preocupado por este tipo. He pasado años entrenando con Whaley y
podría derribarlo en segundos, pero no quiero pelear y llamar mucho la atención sobre
mí. Especialmente con la bolsa de coca que estoy tratando de sacar por la puerta.
No te olvides de Blaine.
Niego con la cabeza. No puedo permitir que Blaine interfiera con mi concentración
en este momento. Está en el coche. Él está bien. Debería preocuparme por mí,
especialmente ahora que los amigos de Gunnar parecen estar ansiosos por pelear.
—Bien. —Gunnar suspira antes de darme una pequeña sonrisa—. ¿Quizás debería
transmitirle el mensaje a través de ti? ¿Crees que puedes decirle algo de mi parte?
El gemido que estoy luchando por soltar casi se escapa. No quiero hacer esto. Meto
la bolsa dentro de mi chaqueta y dejo la bebida innecesaria en la barra, preparándome
para lo inevitable. Gunnar está buscando ajustar cuentas y, lamentablemente para él,
está eligiendo al hombre equivocado para hacerlo. Él aprenderá hoy.
Me pongo más erguido, completamente preparado para golpear a este cabrón en la
garganta cuando sus ojos se abren y una amplia sonrisa cubre sus labios.
—¿Qué coño hace alguien como tú en un lugar como este?
Lo juro por Dios, será mejor que Gunnar no hable de quien creo que está hablando.
Me giro y se me hiela la sangre cuando veo a Blaine.
Hijo de puta, no escucha una mierda.
—¿Te perdiste? —Suelto con irritación, esperando que Blaine pueda sentir lo
enojado que estoy. Bajo un poco la voz para que solo él pueda oírme—. ¿Qué cojones te
pasa? Te dije que esperaras en el puto coche.
Niega con la cabeza, enfrentándose a mí, sin darse cuenta ni preocuparse por
Gunnar y sus amigos.
—No soy un puto cachorro. No puedes simplemente dejarme en el coche mientras
haces recados. Dijiste que esto no tomaría mucho tiempo.
Gunnar suspira con impaciencia detrás de nosotros.
—¿Espera? ¿Sois amigos o algo así?
—No, —espetamos Blaine y yo al mismo tiempo. Nos volvemos el uno hacia el otro,
sin apartarnos de nuestras miradas.
—Vuelve al puto coche, Blaine, —siseo, empujando su pecho con ambas manos.
Las aleja con brusquedad.
—Vete a la mierda.
—¿Qué diablos es esto? ¿Una pelea de amantes? ¿Eres gay, Silas?
—Oh, vete a la mierda, —finalmente le ladra Blaine a Gunnar—. ¿Quién cojones
eres?
—Nadie importante. —Lo agarro del brazo y lo atraigo hacia la puerta—. Vamos.—
—Aún no hemos terminado, —gruñe Gunnar, y estoy a punto de noquearlo. Sin
embargo, Blaine tirando de mi agarre me distrajo momentáneamente. Me giro,
preparado para levantarlo y arrojarlo sobre mi hombro para largarme de aquí cuando al
siguiente segundo, el dolor explota en mi mejilla derecha, haciéndome tambalear hacia
atrás y caer al suelo.
—Dile a ese imbécil de Bunky, que la próxima vez que toque a mi hermana estará
pidiendo la guerra.
Estoy demasiado aturdido para hablar y levanto la mano para frotarme el punto
dolorido de la cara. Joder, el imbécil me dio un puñetazo. Me pongo de pie,
sintiéndome completamente enojado. Estoy listo para quemar este puto lugar hasta los
cimientos cuando una voz familiar teñida de rabia llega a mis oídos.
—¡¿Cómo te atreves a golpearlo?!
Blaine. Mierda. Necesito sacarlo de aquí. Me niego a pensar que en realidad me
preocupa que salga lastimado. No. Solo está arruinando todo esto. Voy a tener un gran
lío que explicarle a Whaley cuando regrese, y no puedo permitirlo.
Mi mirada se abre de golpe, observando al deportista enojado que mira a Gunnar
como si estuviera a punto de arrancarle miembro por miembro. No me malinterpretes,
es lo más sexy que he visto en mi vida, pero no estoy para nada preparado para ello.
Al igual que no estoy para nada preparado cuando Blaine pierde la cabeza.
DIECINUEVE
BLAINE
No estoy muy seguro de lo que sucedió después. Ni siquiera estoy seguro de que mi
mente desempeñe un papel en ninguna decisión consciente actualmente. Lo único que
sé es que cuando ese imbécil golpea a Silas, pierdo el puto control.
La rabia que estaba sintiendo se multiplica por diez dentro de mí. Veo sus bocas
moverse, intercambiar palabras, y sé que este es el momento en que Silas y yo debemos
irnos, pero algo dentro de mí se rompe, como una banda elástica que estiraron
demasiado.
—¡¿Cómo te atreves a golpearlo?!
En un momento estoy parado allí y al siguiente estoy derribando al bastardo al
suelo. Levanto el puño y lo bajo con fuerza, oyendo los huesos crujir bajo la fuerza del
puñetazo. Aunque no me detengo ahí. Sigo y sigo hasta que unas manos me tiran hacia
atrás y me alejo del hombre. Lucho por controlarme, no estoy listo para que esto
termine. Siento como si se hubiera desatado un monstruo y no quedará satisfecho hasta
que este hijo de puta se desangre en el suelo de este bar.
Estoy aturdido, completamente perdido en la ira desenfrenada y la furia ciega
mientras miro al hombre al que acabo de joderle la cara. Su nariz está rota, eso es
seguro, con sangre manando y acumulándose en la parte superior de su camisa. Uno de
sus ojos ya se está cerrando y…
¿Eso es un diente?
—Mierda, —dice Silas, todavía reteniéndome mientras gira su cabeza hacia todas las
personas que nos rodean—. Tenemos que irnos.
Asiento en silencio, incapaz de decir o hacer nada más que dejar que nos saque del
club. Nos siguen amenazas y nos lanzan botellas, pero logramos evadir a todos los que
intentan atraparnos.
Una vez que estamos afuera, corremos hacia el coche, y Silas maldice cuando intenta
abrir la puerta, solo para que no ceda.
—¡Joder, Blaine! ¿Lo cerraste?
—¿Qué? —Pregunto, mirando por encima del hombro a los motociclistas que salen
de la entrada—. ¿Vamos a discutir sobre esto ahora mismo?
Maldice de nuevo, busca sus llaves y finalmente abre la puta puerta.
—¡Nadie lo habría jodido tanto!
—¿En serio? —Grito, saltando dentro y cerrando la puerta de golpe justo cuando
una chica con aspecto loco revisa la ventana—. ¡Arranca ya!
—¡Joder! —Arranca el coche y sale del estacionamiento.
No dejo escapar un suspiro de alivio hasta que estamos lo suficientemente lejos
como para poder relajarme, e incluso entonces siento que mi sangre sigue bombeando
llena de adrenalina. Hostia puta.
No sé en qué estaba pensando al entrar allí. Debería haber mantenido mi culo en el
coche como dijo Silas, pero me estaba poniendo inquieto sentado allí solo. También me
estaba enojando un poco que lo que fuera que estuviera haciendo estuviera tardando
tanto. Sin mencionar que mi ansiedad estaba por las nubes pensando en todos los qué
pasaría si, preocupado de que de alguna manera estuviera herido. Así que no lo pensé
bien. Punto. Y eso es muy preocupantemente inusual en mí.
Acabo de darle una paliza a ese tipo. Todavía no puedo creer que ese fuera yo. Dejo
caer la cabeza contra el asiento, cierro los ojos y espero lo inevitable.
Silas se va a enojar.
Aunque me siento mal por haberle estropeado algo. Dijo que esto era algo
importante... ¿Qué pasa si se mete en problemas por esto?
¿Pero por qué cojones me importa eso? Puedo sentir remordimiento por lo que hice
pero no importarme lo que le pase a él.
Sacudo la cabeza, tratando de aclarar el desastre dentro de mi cabeza. Quizás
debería simplemente romper el hielo. Dejarlo enfurecerse y eso será todo.
Sí, eso debería funcionar. Abro la boca para hablar pero él me interrumpe después
de la primera palabra.
—Pues…
—Cállate, joder, —dice, sin molestarse en mirarme mientras continúa conduciendo.
—Silas, no quise...
Golpea el volante con la mano y me lanza una mirada asesina.
—Cállate, Blaine. No hables.
Mi orgullo me dice que no debería, pero me hundo en mi asiento. Algo parecido al
miedo se apodera de mí, pero eso es ridículo porque no le tengo miedo a Silas. A pesar
de cómo somos, no creo que nos lastimemos nunca más. Bueno, sexualmente tal vez,
pero eso no viene al caso. Él no me asusta, pero... tal vez la idea de terminar lo que sea
que tengamos lo que sí lo haga. Se ve tan lívido, esa vena furiosa en su cuello palpita, y
me doy cuenta de que podría ser eso. ¿Fue esta noche la última vez que lo tendría?
Se siente como una pérdida.
¿Qué coño? Una vez más, mi mente arroja pensamientos locos. No debería importar
si Silas quiere dejarlo todo. Esto solo tenía como objetivo sacarnos el uno al otro de
nuestros sistemas, nada más.
Entonces ¿por qué me importa tanto?
Después de eso, nos quedamos en silencio durante un largo rato. Estoy tan perdido
en mis pensamientos que no me doy cuenta de que Silas se ha estacionado a un lado de
la carretera hasta que se inclina sobre mí para meter una bolsa con algo en la guantera.
Frunzo el ceño mientras miro hacia la noche. No puedo ver una mierda. Estamos en
medio de la nada, rodeados por nada más que vastas llanuras y...
¿Esas son unas putas vacas?
—¿Dónde estamos? —Pregunto, lanzando una mirada nerviosa a Silas. Aquí no es
donde me matará, ¿verdad? Soy demasiado joven para morir, especialmente con las
vacas como testigo.
—Sal del coche.
Mis ojos se abren.
—No creo…
Me interrumpe el portazo de su puerta en mi cara. Una vez más, mi mente se niega a
temblar ante Silas Richards, pero su gélida hostilidad es algo que no había visto antes.
Silas no se irrita. Él explota.
Trago con dificultad mientras salgo del coche, echando un vistazo furtivo a las
vacas, preguntándome si esta es la primera vez que presenciarán un homicidio
involuntario o si ya son veteranas experimentadas. Me dirijo a la parte delantera del
coche para encontrarme con Silas allí, con los puños cerrados a mis costados en un
intento de ocultar mis nervios. Independientemente de lo que vaya a decir y de lo que
vaya a hacer, puedo...
Se abalanza, su boca está sobre la mía con un hambre que nunca antes había
experimentado en él. Gimo cuando mete su lengua en mi boca, disfrutando de lo
desesperado y descuidado que es esto. Sus dientes chocan contra mis dientes y solo
recupero el sentido cuando me da una nalgada.
—Hostia puta, Blaine, —gime, manoseándome por todos lados y tirando de nuestros
cuerpos calientes, presionando su evidente erección contra la mía—. ¿Qué fue eso?
—Lo-lo siento, —tartamudeo, todavía un poco sorprendido de que ya no sea comida
para vacas—. No lo sé…
Me silencia con otro beso y luego se retira, mordiéndose el labio inferior con una
sonrisa mientras esos grandes ojos marrones brillan con lujuria.
—No te disculpes. Fue muy caliente. —Estoy demasiado aturdido para hablar. No
ayuda cuando Silas se agacha un poco y me levanta del suelo, obligándome a rodear su
cintura con mis piernas mientras me sube al capó de su coche—. La forma en que
golpeaste a ese cabrón, —ronronea, dejándome ahí sentado mientras sus labios recorren
mi cuello y sus manos suben por mi camisa—. ¿Cómo se siente tener sangre en las
manos?
No es hasta que él lo señala que me miro los nudillos. La piel está rota, roja y fea.
Pero a Silas no le importa. A Silas... le gusta, si tenemos en cuenta la forma en que se
arrastra por mi cuerpo y besa cada centímetro expuesto de mí. Me vio perder la calma y
me está recompensando. La oscuridad, la violencia, la sed de sangre, nada le asusta. Me
dan ganas de volver a perder la cabeza si esta es la recompensa que obtendré.
—Se siente... —Me estremezco cuando toca mi pubis, el deseo recorre a través de mí
cuando deja besos húmedos y descuidados en mi piel—. Se siente jodidamente bien.
Incluso revitalizador. Como si ahora fuera una persona completamente nueva.
Él me liberó.
—Te volviste loco, —afirma, desabotonando mis jeans y lentamente bajando mi
cremallera, luego volviendo a subir para que su rostro se cierna sobre el mío—. ¿Qué lo
logró, Blaine? ¿No te gustan los idiotas homofóbicos?
Mi pecho está agitado, la respiración pasa por mis labios con dureza mientras él me
toca.
—Te golpeó y eso me enojó. Nadie se mete contigo excepto yo.
No debería haberlo admitido, pero ya es demasiado tarde para retractarme.
Las manos de Silas todavía están alrededor de mi polla mientras me mira, con la
boca entreabierta por la sorpresa. Su mirada inquisitiva está llena de algo que no puedo
ubicar pero que luego es reemplazado por fuego humeante y una sonrisa arrogante.
—Bueno, —arrastra las palabras, agarrando mi polla por completo antes de darle
una larga caricia—. Recuéstate y déjame hacerte sentir bien.
Entonces su boca envuelve mi polla y hace que deje caer mi cabeza contra el capó
del coche. No me atrevo a tomar el control esta vez, dejándolo liderar el camino
mientras mueve su cabeza hacia arriba y hacia abajo, su lengua se enrolla alrededor de
mi cabeza, sus mejillas se hunden para poder chuparme lo más que pueda.
—Joder, Silas, —gimo, bajando mis manos para clavar mis dedos en su cabello
desordenado, mis dedos de los pies se curvan cuando una mano va a jugar con mis
pelotas—. Eso se siente tan bien.
Él sube la cabeza, mirándome con una sonrisa malvada. Luego se levanta,
desabotonándose lentamente los pantalones, y yo me quedo mirando el striptease con
baba en la boca. La forma en que se lame los labios húmedos, cómo su flequillo cae
sobre su frente y oscurece sus ojos hambrientos, y esa peca que adorna la parte superior
de su garganta. Joder, es tan hermoso…
Espera, ¿qué?
—Quiero probar algo, —dice, caminando hacia mí—. Siéntate, Blaine.
Asiento, listo y ansioso por seguir adelante con lo que sea que haya planeado.
Cuando junta nuestras pollas en sus manos callosas, gimo. Sí. Esto. Escupe sobre
nuestras longitudes combinadas para facilitar el deslizamiento.
—Te voy a follar, —susurra mientras levanta su mano libre y agarra mi garganta,
pero no se parece a nada que haya hecho antes. No me presiona ni me estrangula, sino
que me sostiene suavemente, frotando su pulgar por la parte inferior de mi oreja. Es
muy extraño, pero no me importa—. ¿Lo quieres?
La idea de tener la polla de Silas cerca de mi culo me pone nervioso, pero algo
dentro de mí burbujea ante la idea de estar en cuatro para él. No creo estar listo para
eso, a pesar de lo mucho que estoy disfrutando lo que estamos haciendo ahora.
Pero si sigue follándonos a este ritmo tortuosamente lento, no creo que mi orgullo
sea tan fuerte para no rogarle que me dejara correrme.
—Silas, joder. Más rápido. —Cuando nos suelta, odio la forma en que me quejo por
la pérdida. Voy a hacerlo yo, pero él me aparta las manos—. Quiero…
—Solo relájate, —dice—. Mírame.
Asiento, atrapado por sus ojos y la forma en que todavía sostiene mi garganta.
Todavía estoy maravillado por el hecho de que no está circuncidado, lo que hace que su
polla parezca un regalo listo para ser desenvuelto.
Me pregunto si solo está tratando de torturarme un poco más, pero entonces da un
paso adelante, junta nuestras cabezas y estoy a punto de preguntarle qué va a hacer
hasta que, con un movimiento rápido de su pulgar, arrastra su prepucio sobre la cabeza
de mi polla.
Hostia puta, joder, Santo Dios.
—¡Si! —Grito, arqueando la espalda cuando él comienza a follarme en serio. La piel
se extiende sobre la punta de mi polla y la envuelve en un calor delicioso. Estoy
engullido por Silas, una parte de él, y eso amenaza con llevarme al límite.
—¿A que te gusta? —pregunta, pero su voz es tensa como si esto le estuviera
afectando tanto como a mí—. Dime, ¿te gusta?
—Me encanta, —gemí, agarrando sus hombros para agarrarme, lo que termina
acercándolo a mí. Rozo mis labios contra su cuello, sacando mi lengua para provocar la
peca oscura en su garganta—. ¿Dónde... Joder... dónde aprendiste esto?
—Porno, —murmura, apretando su agarre antes de follarme más rápido—. No
puedo esperar a que me llenes de semen. Hazlo, Blaine. Hazlo por mí.
Joder, Dios Santo, su boca sucia va a ser mi perdición... bueno, más de mi perdición.
Asiento, todavía chupando su piel, seguro de dejar una marca. A una parte malvada
de mí le importa una mierda si se enfada con el chupetón que le dejaré, a la mierda con
eso, porque sé que me excitaré al verlo allí cada vez que lo mire.
Nuestro sucio secreto. Nuestro tiempo pasado en la oscuridad. Nuestra mentira lujuriosa.
—Estoy cerca, —gruñe, y puedo sentir su respiración entrecortada contra la parte
superior de mi cabeza—. ¡Dios, sí, joder!
Es la sensación de su semen caliente cubriéndome lo que me envía a una espiral.
Estallo, dejando escapar un grito tan fuerte que estoy seguro de que las vacas ya habrán
huido.
Cuando termina, Silas tira suavemente su polla hacia atrás y miramos juntos cómo
nuestro semen gotea de él y cae sobre el capó del coche. Es tan jodidamente erótico, tan
increíblemente caliente, que lo beso. Toma sus dedos cubiertos de semen y los frota
contra mis labios hasta que los abro y los chupo en mi boca. Mis ojos se ponen en blanco
mientras los pruebo a ambos, nuestra liberación combinada es dulce pero tan
pecaminosa.
—Lo haremos de nuevo, —dice con voz áspera, sonriendo mientras le chupo los
dedos.
—Mhm, —tarareo, soltando sus dedos con un fuerte pop. Nos limpia a los dos y, con
una sorpresa que no esperaba, me arrastra hasta el borde del coche para que quede
acunado entre mis piernas y se mueve para que mis muslos queden alrededor de su
cintura. Arqueo una ceja confundida cuando observo su rostro repentinamente serio—.
¿Qué?
—¿Qué pasó allí? —pregunta, inclinando la cabeza hacia un lado—. Quiero saber.
Palidezco ante la pregunta. Voy a mantener la boca cerrada como lo haría
normalmente, pero Silas acaba de verme golpear a un hombre. Basta decir que ahora no
se lo puede ocultar.
—A veces…
Sus cejas se fruncen mientras me mira.
—A veces, ¿qué?
Espera pacientemente mientras me muerdo el labio inferior y me pregunto cuánto
debería decirle. Después de un momento, me conformo con la verdad. A pesar de ser la
última persona ante la que pensé que admitiría esto, algo en mí dice que él lo entenderá.
—A veces me… enojo tanto. No sé. Es como si todo dentro de mí comenzara a
retorcerse hasta volverse feo y odioso. Sé que eso me convierte en una mala persona...
—No es así, —interviene rápidamente, colocando ambas manos a cada lado de mis
caderas, enjaulándome—. Te hace humano.
Cierro los ojos, dejo que sus palabras se apoderen de mí y siento una oleada de
calidez en mis entrañas al ser validado.
—¿No crees que eso está mal? —Pregunto, mirándolo de nuevo, con muchas ganas
de saber—. Se supone que no debo ser así.
—Ningún bueno es verdaderamente bueno, —susurra con una mirada pensativa en
sus ojos.
—¿Dónde escuchaste eso?
—Algo que alguien me dijo hace mucho tiempo, —responde, encogiéndose de
hombros—. Tampoco ningún malo es realmente malo.
Supongo que puedo verlo. Soy un idiota por pensar que es muy reflexivo viniendo
de Silas, y soy un idiota aún mayor por pensar que no poseía suficiente conciencia para
ser perspicaz. Sin embargo, sus palabras me sorprenden porque cuanto más tiempo
paso con él, más ciertas suenan.
Él es malo. Sé que lo es. No importa cuánto me guste cuando me excite, las razones
por las que no me agrada siguen en pie.
¿Pero eso significa que no es redimible?
—Vamos, —dice, apretando ligeramente mi cadera mientras da un paso atrás—.
Tenemos que irnos. Tengo que hablar con los chicos y contarles lo que pasó.
Asiento, saltando del capó. Sin embargo, antes de que pueda llegar al lado del
pasajero, me agarra la mano, me acerca a él y me sorprende con un último beso
prolongado en los labios.
—Lo que hiciste allí... gracias.
Su tono suena vulnerable, muy propio de él. No puedo evitar sonreír ampliamente,
sonriéndole mientras me sonrojo, sabiendo muy bien que lo haría de nuevo.
—Por nada.
Un último beso se convierte en múltiples besos, lo que nos lleva a frotar nuestras
pollas en el asiento trasero de su coche, donde me pierdo en él nuevamente. Hoy vi otro
lado de él, uno que nunca esperé ver, y es impactante.
Pero no del todo desagradable.
VEINTE
SILAS
—Tierra llamando a Silas, —grita Bunky, agitando su mano frente a mi cara para
llamar mi atención, y salgo de mi aturdimiento.
Bunky, Raid y yo estamos escondidos detrás de la escuela teniendo nuestra versión
de 'almuerzo', fumando mientras esperamos que suene la siguiente campana para
poder terminar el día.
—Tío, —el rostro de Bunky se contrae por la confusión mientras me evalúa— ¿por
qué coño estás perdido para el mundo últimamente? Has estado actuando raro.
—Desde hace un tiempo. Te dije esa mierda pero no me creíste, —añade Raid
burlonamente, haciendo que mi atención se desvíe hacia él.
—¿Habéis estado hablando de mí? —Suelto un poco demasiado agresivamente. Sé
que no está diciendo que estuvieran hablando mierda, pero así es como lo tomé.
Raid levanta las manos en señal de rendición.
—Solo dije que has estado distante es todo. Nada malo.
—Sí, relájate. No fue nada serio —interviene Bunky, golpeando su hombro con el
mío.
Los miro, observo sus expresiones sinceras y luego me relajo contra el edificio de
ladrillo.
—Disculpad. Es que tengo muchas cosas pasando por mi cabeza. No hay nada por
qué preocuparse. Estoy seguro de que lo superaré pronto.
Es Blaine, por supuesto, pero estoy dudando seriamente de la última parte de mi
declaración.
No siento que haya siquiera rascado la superficie de mi picazón, y realmente no veo
que eso suceda por mucho tiempo. Me ha hecho algo, se ha deslizado bajo la superficie
de mi piel y me parece imposible sacarlo.
Me sorprenderé pensando en Blaine en el peor de los momentos. Estaré en el taller
tratando de terminar el trabajo y esos putos ojos grises aparecerán en mi cabeza,
provocándome con las pequeñas motas azules en ellos. Estaré con Bunky y Raid y
recordaré la forma en que Blaine gime cuando lo hago correrse. Es muy inconveniente.
Después de lo que pasó en el club la semana pasada, mi actitud hacia él ha
empezado a cambiar. No mucho, pero lo suficiente como para empezar a preguntarme
si las razones por las que lo odio son válidas. Quiero decir, le dio una paliza a Gunnar
por mí. No solo eso, sino que no puedo dejar de pensar en toda esa mierda que dijo
después de que lo hice correrse. Es obvio que tiene algunos demonios internos y me
encuentro con ganas de explorarlos. No solo por mis propios motivos retorcidos.
Suspiro, saco un cigarrillo y lo enciendo mientras me concentro en Raid y Bunky.
Bueno, o al menos lo intento. No es mi culpa que el producto de mi obsesión me envíe
un mensaje de texto un momento después, alejándome mentalmente de mis amigos
nuevamente.
Deportista Engreído: Qué haces?
Esa es otra cosa nueva: chatear cuando no tenemos una razón para hacerlo. Al
principio me molestó, pero ahora una parte estúpida de mí lo espera con ansias.
Coloco el cigarrillo entre mis labios y lanzo una rápida mirada a Bunky y Raid, que
están demasiado ocupados discutiendo sobre la última serie de BMW como para prestar
atención a lo que estoy haciendo.
Dejé escapar una risa, cubriéndolo rápidamente con una tos, esperando que mis
amigos no se dieran cuenta.
Auch.
Pongo los ojos en blanco, queriendo señalar que él me llama 'Si' al menos una vez al
día. Otra cosa que sorprendentemente no me irrita. Nadie excepto mi mamá me llama
así, y cada vez que alguien lo hace, siempre lo corrijo. No preguntes por qué, pero
siento que hay algo muy íntimo en acortar mi nombre. Como si realmente tuvieras que
conocerme para llamarme así, y no creo que nadie realmente me conozca… pero tal vez
Blaine esté empezando a hacerlo.
No sé. Ni yo le veo sentido.
Miro fijamente la pantalla, observando cómo su nombre aparece una y otra vez, sus
mensajes se vuelven más vergonzosos cuanto más continúa.
Yo también.
¿Ves? Todo es demasiado extraño.
—Tenemos mucho producto para vender. No sé qué hacer con eso. Esos putos
Víboras están empezando a llevarse a algunos de nuestros clientes habituales. Whaley
dijo que está bien con eso, pero estoy notando que el producto está empezando a
acumularse, —dice Bunky, devolviéndome a la conversación.
—Lo sé. —Raid asiente y apaga el humo—. Lo he notado también. No mucho se está
moviendo.
—¿Qué pasaría si lo intentarais en el juego de esta noche? —Les digo, ganándome
miradas curiosas de ellos. Sí, no los culpo. No sé qué carajo estoy haciendo para ser
honesto—. Pensadlo. Todos esos niños ricos vendrán a ver el partido de ambas escuelas.
Apuesto a que fácilmente podríais obtener ganancias esta noche.
Se siente como una situación en la que todos ganan. Puedo hacer algunas ventas
para Whaley y ver furtivamente a Blaine también. Sí, eso es muy extraño, pero creo que
necesito dejar de cuestionar mi proceso de pensamiento y simplemente dejarme llevar.
Quiero decir, ¿qué es lo peor que podría pasar?
—Eso podría funcionar, —reflexiona Bunky, pensándolo mientras mira a Raid—.
¿Qué crees?
Raid nos mira, un brillo curioso se esconde detrás de sus gafas con montura
metálica.
—Me parece bien. Solo hay que tener cuidado de que no nos pillen.
—Hecho, —Bunky y yo estamos de acuerdo.
Miro mi teléfono, dándome cuenta de que aún no le he respondido a Blaine, y luego
escribo algo rápido, presionando enviar antes de cambiar de opinión.
Yo: Estaré en tu juego más tarde.
Deportista Engreído: Joder, esa imagen mental es caliente. Te verás muy sexy con
solo mi ropa.
Leo los mensajes, con los ojos casi saliéndose de mi cabeza cuanto más se adentra en
la madriguera del conejo. No sabía que era posible estar tan cachondo todo el tiempo,
pero Blaine es como un adicto al sexo encubierto.
12
Así se les conoce a los fanáticos de cualquier deporte que buscan seducir a algún deportista para
tener sexo con ellos.
—¿Qué puedo decir? —Me encojo de hombros, todavía dándole una sonrisa de
megavatio—. Tengo un buen presentimiento sobre este.
—Si tú lo dices, —dice.
Después de eso, el entrenador comienza su charla y todos nos concentramos en él.
Luego hacemos un descanso antes de salir corriendo al campo y lanzo una última
mirada hacia donde está Silas. Raid y Bunky están mirando en la otra dirección, pero la
mirada de Silas está fija en mí. Solo para joderlo, sonrío, besando las puntas de mis
dedos antes de señalar en su dirección con forma de pistola. Sé que todos los demás
pensarán que es para la multitud (solo un movimiento de atleta engreído), pero sé que
Silas entenderá que es para él.
Prácticamente puedo verlo poner los ojos en blanco mientras me da la espalda, pero
no puede ocultar la sonrisa en su rostro mientras niega con la cabeza.
Sí, voy a ganar esto por algo más que el equipo.
Ganamos.
Eso no es sorprendente considerando lo lejos que estábamos, pero aun así es genial.
La multitud está enloquecida, los aficionados llegan desde las gradas para felicitar al
equipo, pero yo no estoy realmente con espíritu de fiesta.
—¡Lo hicimos! —Landon aplaude y golpea el costado de mi casco antes de que me
lo quite—. ¡Fiesta esta noche, perras! —llama a todos los jugadores.
Niego con la cabeza, tratando de mantener una sonrisa en mi rostro.
—Yo no, no esta noche.
—Oh vamos. —Hace un puchero mientras me sacude el brazo—. ¡Hombre, acabamos
de ganar los putos campeonatos! ¡Necesitamos celebrar!
—No, —digo de nuevo, un poco más fuerte esta vez. Sé que estará decepcionado y
sé que se espera que yo aparezca durante la celebración, pero me importa una mierda.
No estoy de humor para fiesta.
—¿Hablamos? —pregunta, repentinamente serio y, si no me equivoco, un poco
enojado—. ¿Qué pasa con tu estado de ánimo?
Su tono solo alimenta mi creciente irritación. ¿Por qué tiene que estar enojado?
Ganamos el puto juego, ¿a quién le importa si me quedo fuera de una fiesta por una
vez?
—No está pasando nada, —respondo—. Ve a emborracharte esta noche y ve si
puedes volver a anotar con Maybelline. Haz lo que quieras pero déjame fuera de esto.
El dolor aparece en el rostro de Landon antes de reprimirlo, dando un paso atrás y
cruzando los brazos sobre el pecho mientras me mira fijamente.
—Bien. Sabes dónde encontrarme cuando decidas que vale la pena decirme
cualquier mierda que te esté pasando.
Cuando él se marcha, me siento como un idiota. ¿Qué hay de malo en no querer salir
y emborracharse? Amo a Landon, pero a veces desearía que respetara el hecho de que
no siempre quiero salir de fiesta.
Los fans ya se han reducido, pero todavía hay un par de personas que se acercan a
felicitarme. Intento buscar a Landon, sabiendo que debería intentar arreglar esto, pero la
multitud me traga.
Una vez más recuerdo que todos quieren algo de mí. Quieren tomar y tomar y tomar
hasta que no quede nada. No les importo. Solo les importa que haya ganado otro
campeonato en Brookshire. Ya estoy harto de esto.
Quiero a Silas.
Puede que a Silas no le importe, pero al menos puedo ser más yo mismo cuando
estoy cerca de él.
Me pongo mi fachada (sonriendo, riendo, estrechando manos) cuando lo único que
quiero es desaparecer.
Finalmente, se me concede un respiro cuando la gente empieza a perder el interés y
todos se dirigen a la fiesta de la que Landon habló antes. Me dirijo al vestuario para
cambiarme, sin entablar ninguna conversación, y luego salgo. El plan es ir directamente
a mi camioneta y enviarle un mensaje a Silas, sin importar lo patético que eso me haga,
hasta que me dé cuenta de que papá me espera en la salida.
Genial, esto es lo último con lo que quiero lidiar ahora.
Tiene una amplia sonrisa en su rostro, luciendo tan orgulloso que casi podría
confundirla con una genuina. Me abraza sin palabras, me estrecha la mano y puedo
sentirlo vibrar de emoción.
—Eso fue excelente, hijo, —dice mientras se aleja—. Definitivamente llamaste la
atención de un par de reclutadores. ¿Los viste?
Niego con la cabeza. No eran a ellos a quienes les estaba prestando atención, no es
que le fuera a decir eso a mi padre.
—Estaba demasiado concentrado en jugar.
—Muy bien. Por suerte llegaron aquí después de que estalló esa pelea. —Suspira
exasperado mientras niega con la cabeza—. Esos niños estúpidos...
Arqueo una ceja ante esto.
—¿Pelea?
—Sí. Algún tipo de pelea de pandillas. No sé por qué la trajeron aquí, precisamente
de todos los lugares.
Mi corazón se detiene al pensar en la última vez que Silas estuvo involucrado en una
'pelea de pandillas'.
—¿Qué pasó? ¿Quién estaba?
Me mira sorprendido pero responde de todos modos.
—¿Cómo se supone que voy a saberlo? Lo único que vi fue al chico Richards
dándole una paliza a alguien.
—¿Alguno de los dos resultó herido? —Pregunto tragando saliva, incapaz de ocultar
la preocupación en mi tono.
Sé que Silas puede defenderse en una pelea, pero no puedo evitar preguntarme si
está bien.
—No lo creo. Hice que se fueran. No quería que causaran una escena más grande.
Lo juro, deberían encerrarlo ya y terminar con esto de una vez.
—No digas eso, —espeto, y me doy cuenta de mi error después de que las palabras
salen de mi boca.
Papá me mira con curiosidad, inclinando un poco la cabeza.
—¿Y por qué esto te importa?
Busco una respuesta. Definitivamente no voy a decirle que me importa porque Silas
y yo hemos estado follándonos durante un tiempo. Además, sinceramente no tengo
idea de por qué me importa, pero sí me importa. Me importa mucho.
—No es una mala persona, —le digo, a la defensiva y sin molestarme en ocultarlo.
—Bien. —Papá resopla antes de poner los ojos en blanco—. Ves lo bueno en todos,
¿no?
Su actitud me irrita.
—Ningún malo es verdaderamente malo, —afirmo, recordando las palabras de Silas
y preguntándome si causarán el mismo tipo de revelación en mi padre que la que causó
en mí. Por su reacción, apuesto a que fallaron por completo. ¿Cómo podemos
parecernos tanto y al mismo tiempo ser tan diferentes?
—Si tú lo dices, —dice, luego me lanza otra larga mirada, tratando de evaluarme
como si fuera simplemente uno más de sus electores—. ¿Estás listo para ir a casa?
No, para nada. No quiero estar rodeado de gente, pero tampoco quiero estar solo.
Por segunda vez esta noche, el mismo pensamiento flota en mi mente.
Quiero a Silas.
—Hay una hoguera, —espeto—. Iba a ir allí.
Él asiente, con una pequeña sonrisa en su rostro.
—Bien. Deberías estar celebrando. Recuerda, nada de alcohol ni drogas.
—Sí, señor. —Asiento fácilmente.
Me da una palmadita en la espalda y dejo escapar un suspiro de alivio una vez que
se va. Luego me dirijo a mi camioneta, tiro mi bolsa de equipo en el maletero y entro
rápidamente. Saco mi teléfono de mi bolsillo y voy a mis mensajes antes de arrancarla.
Desde nuestra conversación sincera la otra noche, Silas y yo hemos caído en una
nueva normalidad. Ahora lo veo bajo una luz completamente nueva.
Siempre pensé en Silas como basura de remolque, desperdiciando su vida porque le
importaba una mierda, pero eso está lejos de la verdad. Mientras que los adolescentes
normales andan por ahí y se divierten todo el tiempo, Silas tiene la carga de cuidar de
su familia sobre sus hombros. Es una locura cómo puedes conocer a alguien desde hace
tanto tiempo pero no conocerlo realmente.
Ahora, si pudiera entender la obsesión que Silas parece tener con las motocicletas,
sería genial.
—No lo entiendo, —murmuro, mirando la pantalla.
—¿Qué es lo que no entiendes? —él pregunta—. Es una moto jodidamente genial.
Ladeo la cabeza hacia un lado.
—¿Pero qué se supone que debo pensar al respecto?
—Se supone que debes apreciarla.
Miro a Silas y miro entre él y el vídeo que se reproduce, sin ver realmente a qué se
debe tanto alboroto. Es una motocicleta. Claro, es... ¿bonita? Roja y rápida. ¿Pero hay
algo en esto que sea especial?
Estamos en nuestro lugar en la caravana, sentados en el destartalado sofá cama
escondido en la parte trasera del espacio. Estamos cadera con cadera, el brazo de Silas
me rodea, atrapado entre el sofá y mi espalda, con sus dedos enganchados alrededor de
la presilla de mi cinturón. Mi cabeza descansa sobre su hombro, y de vez en cuando mis
labios vagan para mordisquear las pecas en su garganta, pero él me ha estado
ignorando.
Todavía está fanatizado con esa puta moto.
Necesita prestar atención a mi polla. Está toda triste y solitaria. Necesita un abrazo.
Preferiblemente con la boca.
—Si, —me quejo, frotando una mano de arriba a abajo por su muslo, sin importarme
lo desesperado que sueno.
—Es una Ducati Panigale V4 R, —dice asombrado. ¿De verdad está babeando—.
Tiene una transmisión de seis velocidades y un V4 refrigerado por líquido con un
cigüeñal contrarrotativo.
Resoplo.
—Maravilloso. Tal vez debería regalarte una para tu cumpleaños para que puedas
callarte.
—Incluso si pudieras permitirte una moto de cuarenta mil dólares, ya es demasiado
tarde. —Él se ríe, todavía manteniendo sus ojos en su teléfono—. Mi cumpleaños fue
hace un par de meses.
Joder, toda la mierda que pasa entre nosotros y nunca pensé en preguntarle cuándo
era su cumpleaños. Me siento como un idiota.
—¿Cuando fue tu cumpleaños?
—El mismo que el tuyo, —dice distraídamente, sin dejar de mirar la pantalla.
—Espera. —Me congelo y me siento más erguido para poder mirarlo mejor—.
¿Sabes cuándo es mi cumpleaños?
Silas se pone rígido al darse cuenta de su desliz. Puedo decir que ya no está mirando
el video, aunque sus ojos todavía están en la pantalla.
—Sabes cuándo es mi cumpleaños. Te gusto, ¿no? —Me burlo, tocando su pecho,
provocando que me dé una palmada en la mano—. Admítelo. He sido tú crush desde
siempre, ¿verdad? —Bromeo, sabiendo que ese no es el caso, pero disfrutando de la
facilidad con la que puedo irritarlo.
—Cállate, Blaine, —gruñe como advertencia, pero no hace nada para detenerme.
—¿Cuándo empezó? ¿Fue cuando te hice tropezar? ¿Te diste cuenta de que el
verdadero imbécil eras tú?
—Te lo advierto. —Está tratando de intimidarme, pero está teniendo el efecto
contrario.
Sí, joder, por favor. Amenázame, Si. Me encanta cuando gruñes.
—¿Escribes poesía sobre mí? ¿Tienes fotos mías de acosadores raros en tu pared?
¿Tú... humph!
Me callo rápidamente cuando Silas me tira de espaldas y su elegante moto
finalmente queda en el olvido. Se cierne sobre mí, con una mano al lado de mi cabeza y
la otra envuelta alrededor de mi garganta de la forma con la que me he obsesionado.
—Retira eso. —Su tono nervioso y su lenguaje corporal relajado no coinciden en lo
más mínimo. Especialmente cuando siento el movimiento de su pulgar contra mi punto
de pulso.
—¿Qué vas a hacer si no lo hago? —Lo desafío con mis ojos—. ¿Me vas a dar una
lección?
Mueve su mano hacia mi mandíbula, empujando mi cara hacia un lado para poder
morderme el cuello, el agudo ardor de sus dientes me atraviesa.
—Joder, sí. Has estado quejándote toda la noche. ¿Hambriento de atención? Dime
como lo quieres. ¿O qué tal si elijo lo que quiero?
—En realidad... —Respiro profundamente, pensando en lo que había planeado para
esta noche.
Silas y yo realmente no hemos hablado de eso, pero he estado pensando en esto.
Especialmente considerando cómo han sido las cosas recientemente y cuánto más
cercanos nos hemos vuelto.
Me encanta lo drásticamente que están empezando a cambiar las cosas. Nos
enviamos mensajes de texto constantemente, hablamos entre nosotros cada vez que
podemos. Silas es divertido y sarcástico, y todas las cosas que solía odiar de él están
empezando a gustarme. Una vez terminada la temporada de fútbol, también tenemos
mucho más tiempo para pasar juntos.
Ni siquiera estamos teniendo sexo nada más. Esa es la parte loca. Bueno, todavía
queda mucho de eso, no me malinterpretes, pero simplemente hemos estado hablando,
pasando el rato o viendo Netflix en mi tablet. A veces juega con su teléfono mientras yo
hago mi tarea. Es por todo esto que creo que estoy listo para lo que viene.
—Quiero que me folles, —susurro, incapaz de luchar contra el temblor nervioso en
mi voz.
Se retira un poco, con los ojos muy abiertos mientras deja caer la mandíbula.
—¿De verdad? Pensé que iba a tener que luchar contigo para estar arriba.
Me río ansiosamente, rascándome el cuello, repentinamente tímido.
—Yo... um... quiero ser primero el pasivo. Yo no... quiero decir, ¿quieres que lo sea?
¿Quieres follarme? Si no quieres podemos...
Su beso firme me calla mientras deja caer todo su peso sobre mí, y jadeo cuando
frota nuestras mitades inferiores, sintiendo su dura longitud clavándose en mi cadera.
—Blaine, —dice con voz ronca con incredulidad—. ¿Sientes que no quiero?
Niego con la cabeza, perdido en las sensaciones.
—N-No.
—Es solo...
—¿Qué?
—¿Estás seguro de que quieres hacer esto… —se detiene y traga saliva, rompiendo
nuestra mirada para mirar justo al lado de mi cabeza—. ¿Conmigo?
Joder, es que... No, no puede ser, pero se parece mucho a la inseguridad.
Realmente no sé qué decir. Todo esto es tan nuevo para nosotros. Sé que nos hemos
estado acercando, así que pensé que mencionar el sexo estaría bien. Sin embargo, por la
forma en que me mira, tan inseguro, me hace sentir como si estuviéramos juntos en
esto, como si él estuviera tan nervioso como yo.
Levanto la mano para agarrar sus mejillas y lo jalo hacia mí para poder asentir
contra su frente.
—Sí, estoy seguro.
Su aliento estremecedor aviva mis labios. Luego me besa suavemente antes de
levantarse, con los ojos llenos de lujuria.
—¿Tienes lubricante?
Oh Dios, esto de verdad va a pasar. La emoción burbujea en mis venas y me
esfuerzo por sacar el paquete que compré y guardé en mi billetera.
—Um, aquí.
—¿Condones? —pregunta mientras se quita la camisa por la cabeza, exponiendo
cada centímetro gloriosamente. Estoy obsesionado con sus pecas oscuras y lunares que
decoran su piel, tentado a trazarlos todos con mi lengua—. Blaine, soy negativo. Nunca
he follado sin uno. ¿Y tú?
Me doy cuenta de que olvidé por completo responderle mientras me lo comía con
los ojos y ahora ni siquiera quiero hacerlo mientras me sonrojo furiosamente.
—Yo... tú en realidad...
Me mira confundido.
—¿Qué?
—Tú fuiste mi primero, en todo, —espeto rápidamente, mis mejillas arden pero
estoy listo para terminar esta conversación de una vez—. No besar, obviamente. No eres
mi primer beso, pero todo lo demás… Bueno… sí. Entonces, eso es. Es lo que no te
había dicho. Lo siento si...
Agarra mi cara y estrella sus labios contra los míos, jadeando contra mi boca.
—Blaine, joder, me vas a matar. Necesitas desnudarte. Ahora, —dice con voz ronca, y
hace que escalofríos recorran mi columna. Dios, me encanta su tono gutural.
Se baja de mí y rápidamente me desnudo, observando cómo él también lo hace. Solo
nos toma unos segundos a ambos estar completamente desnudos, con los ojos
comiéndose el cuerpo del otro. Silas es la perfección. No es musculoso ni voluminoso,
sino delgado y tonificado. Su piel pálida se ve tan jodidamente suave, un gran contraste
para el tipo de hombre que es. Las dos finas cadenas doradas que lleva alrededor del
cuello lo hacen casi parecer un miembro de la realeza grunge, decorado como la obra de
arte que es.
Me golpea un ataque de timidez y me pregunto qué piensa cuando me ve. Creo que
soy guapo. El fútbol me ha mantenido en forma y me enorgullezco de mi apariencia,
pero soy promedio en comparación con él.
Sin embargo, debe gustarle lo que ve cuando me mira porque se muerde el labio
inferior y su polla se sacude. Muy lentamente, se acerca a mí, pasando un dedo por mi
abdomen tembloroso, jugando con mi pubis y gimiendo cuando toca mis caderas.
—En tus manos y rodillas, —exige, con voz áspera mientras da un paso atrás y
acaricia su polla—. Ahora, joder.
Niego con la cabeza y me muerdo el labio inferior en broma.
—¿Quién me va a obligar?
Simplemente nos miramos el uno al otro, con el pecho agitado, hasta que de repente
nos atacamos el uno al otro.
Es caliente, un poco violento, mientras nos tiramos al suelo. Es muy similar a cuando
estábamos en el bosque, rodando mientras lo obligo a tumbarse de espaldas, solo para
que me dé un rodillazo en el estómago para tomar ventaja.
Ambos sabemos que él es quien va a ganar esto, pero lo que anhelamos es la
emoción de la pelea. Me toma por sorpresa y caigo boca abajo. Con toda la fuerza que
puede reunir, tira mis caderas hacia atrás, obligando a mi culo a levantarse en el aire.
Luego separa mis nalgas y puedo escuchar el gruñido de agradecimiento que deja
escapar, pero estoy nervioso por estar expuesto de esta manera. Quiero decir, no todos
los días alguien te mira el culo.
—Nunca pensé que esto me pondría tan cachondo, —admite, pasando suavemente
un dedo por mi raja—. Joder, ese es un pequeño agujero caliente.
Asiento, la ansiedad me abandona con sus sucios elogios. Luego presiono mi frente
contra la alfombra, moviendo mis caderas con anticipación.
—Haz algo.
—Hay que prepararte primero, —afirma, masajeando una de mis nalgas—. Tengo
que hacerlo. No quiero que mi polla te parta por la mitad.
Resoplé, no dispuesto a perder la oportunidad de joderlo.
—Te dije que no es tan impresionante. ¡Oye!
Me tambaleo hacia adelante ante el repentino dedo resbaladizo en mi culo. Dios,
podría haberme advertido, pero siendo Silas, no lo hizo. Simplemente empujó ese dedo
hacia adentro con un movimiento fluido. Muevo mis caderas, ajustándome al ligero
escozor, pero descubro que no se siente tan extraño como pensaba.
—¿Otro? —pregunta después de un minuto de entrar y salir suavemente.
—Sí, —digo, haciendo una mueca cuando agrega un segundo dígito. Vale, me siento
un poco más incómodo, pero no es nada que no pueda soportar.
—¿Cómo se siente? —pregunta con curiosidad, frotando mi espalda baja mientras
intenta abrirme haciendo tijeras con ellos.
—Como si tuviera dedos en el culo, idiota… ¡Ay! ¿Qué cojones? —Escupo,
lanzándole una rápida mirada.
—Eso es lo que obtienes por bocazas, —responde, dándome otra nalgada—. Nunca
paras.
Pongo los ojos en blanco y empujo hacia atrás sus dedos.
—Métela ya.
—Vete a la mierda. Un dedo más.
—Silas... ¡Ay! ¡Deja de pegarme! —Gimo, aunque en secreto lo amo.
Amo nuestras peleas y nuestras folladas.
Él se ríe, inserta un tercer dedo y dejo escapar un fuerte grito ahogado. Hostia puta.
Vale, sigue siendo extraño, pero increíble al mismo tiempo.
Después de unos minutos de esta tortura en la que empiezo a sentirme lo
suficientemente cómodo como para disfrutarla, saca los dedos y suena un poco sin
aliento cuando habla.
—Bueno. Estás listo.
—Joder, al fin, —gimo, sosteniéndome por los codos mientras me preparo para lo
que está a punto de suceder—. Vamos. Hazlo.
—Blaine, —dice, con un tono vulnerable en sus palabras mientras roza sus pulgares
contra mis caderas con dulzura—. Podemos parar.
—No me voy a rajar, —espeto, ya no nervioso, pero listo para que se ponga en
marcha. Empujo mi culo hacia atrás y él silba cuando su polla se desliza entre mi raja—.
Estoy listo.
—Está bien. —Frota su cabeza contra mi agujero antes de empujar.
Vale, tal vez no estaba preparado. Siseo, lanzándome hacia delante para escapar de
él, porque, hijo de puta, eso duele.
—Joder... Ay... ¿Puedes ir más lento?
—Deja de quejarte y relájate, —gruñe mientras asoma la cabeza—. Dijiste que
estabas listo.
—Intenta meterte un bate de béisbol en el culo y ver cómo te va. —Mi tono sale un
poco ronco y puedo sentir las gotas de sudor floreciendo en la base de mi cuello
mientras trato de hacer lo que dice.
Se ríe entre dientes y, aunque todavía está entrando, es más lento de lo que era
inicialmente.
—Con mucho gusto. —Se detiene y se mantiene quieto antes de inclinarse hacia
adelante para colocar su pecho contra mi espalda. Luego besa justo detrás de mi oreja,
un brazo rodea mi pecho y me abraza—. ¿Así está bien, bebé?
Bebé. El apodo me hace relajar. El dolor que estaba sintiendo, la presión, no
desaparece mágicamente, pero sí disminuye. No creo que Silas se diera cuenta de cómo
me llamó, pero yo sí.
Y me encanta. Quiero que me llame así todo el tiempo. Quiero ser su bebé todos los
putos días y de ahora en adelante, si me deja.
—Sí, —digo, dejando escapar un profundo suspiro mientras me acostumbro a lo
grueso que es—. Sí, puedes moverte.
—Gracias, joder, —gime, saliéndose justo hasta la punta antes de volver a entrar—.
Dios, Blaine. Te sientes jodidamente bien.
Asiento cuando el dolor se transforma en placer a medida que me doy cuenta de que
Silas está dentro de mí. Comienza a un ritmo constante, suave pero firme, y mis ojos se
ponen en blanco cuando roza ese lugar secreto dentro de mí.
—S-Silas...
—Lo sé, —gruñe, palmeándome el culo mientras acelera el paso—. ¿Te gusta ser mi
juguetito, bebé? ¿Te gusta mi polla en tu estrecho agujero?
—Mhm, —tarareo, incapaz de formar palabras inteligibles.
Todo lo que está alrededor de nosotros desaparece. Todas mis preocupaciones, todo
mi estrés, todo se desvanece ante el rostro de Silas y la forma en que me hace sentir.
¿Cómo puedo sentirme tan visto cuando ni siquiera puedo ver su cara? ¿Cómo
puedo sentirme tan aceptado cuando nuestro sexo es más duro que amoroso? No
importa cuál sea la razón, todavía lo siento. Crece dentro de mí, envolviendo
agradablemente mis entrañas, enviándome a una nueva altura y haciendo que mis bolas
se tensen.
—Yo... me corro, —jadeo, interrumpiéndome con un fuerte gemido cuando él
envuelve una mano alrededor de mi polla—. ¡Si!
Maldita sea, es tan intenso. No creo haberme sentido así antes.
—Dámelo, bebé, —gruñe, follándome más fuerte, más profundo y más rápido—.
Estoy ahí contigo.
Solo se necesitan unas cuantas caricias más de su mano antes de que la cubra con mi
semen. Dejé ir todo lo que me había estado frenando, todos los pensamientos además
de él y el calor de su semen llenando mi culo se desvanecieron.
Nos desplomamos en el suelo con Silas todavía encima de mí, y me sorprende
depositando besos húmedos en mi nuca sudorosa.
—Tan jodidamente bueno.
Espero un momento, tratando de recuperar el aliento antes de hablar, incapaz de
evitar sonreír tan ampliamente.
—Así que, ¿bebé?
Me río cuando se tensa encima de mí y me da una fuerte nalgada.
—Locura momentánea.
—No puedes retractarte, —bromeo, todavía riéndome mientras él se aleja de mí para
recostarse boca arriba a mi lado—. Me llamaste bebé.
Observo cómo gira la cabeza y me mira con los ojos entrecerrados, con una amplia
sonrisa en su rostro.
—Cierra la boca.
—Oh, no seas así, —susurro, alcanzando su rostro mientras me acurruco más cerca
de él—. Seré tu bebé, Silas. Todo lo que tenias que hacer era preguntar.
Algo brilla en sus ojos y observo cómo una serie de emociones pasan por su rostro
mientras me evalúa.
—¿Sí, Blaine? ¿Quieres?
Mi respiración se entrecorta ante su tono serio. Supongo que, después de todo, no lo
dijo en el calor del momento. Sus palabras no son burlonas, son sinceras. No puedo
creer que vaya a decir esto, pero...
—Esto es más, ¿no? —Susurro, aterrorizado más de lo creíble por lo que podría
responder—. Nosotros... somos más ahora.
Sé que lo he estado sintiendo, y creo que él también, pero no me di cuenta de lo
mucho que necesitaba esa confirmación hasta ahora.
Contengo la respiración porque la idea de que seamos más que enemigos odiosos es
muy atractiva.
Porque me gusta Silas. Quiero estar con él y no solo para follar. Sea lo que sea, quiero
ver adónde va.
Pero eso solo importa si él siente lo mismo.
Se lame los labios y dejo escapar un suspiro de alivio cuando asiente.
—Sí. Somos más.
No creo que ninguno de nosotros entienda lo que eso implica. ¿Cómo nos vemos
ahora que estamos saliendo? ¿Estamos saliendo siquiera? No hay manera de que lo
hagamos público, ni con los Ases ni con mi padre, entonces, ¿dónde nos deja eso?
Sin embargo, encuentro que no me importa nada de eso, porque cuando Silas me
toma en sus brazos y me besa dulcemente antes de recostarme sobre su pecho, todas
esas preocupaciones molestas desaparecen.
VEINTICUATRO
SILAS
Abro la puerta del restaurante con demasiada brusquedad y el timbre suena fuerte,
lo que hace que varias personas se giren y me miren. Los ignoro, hago un escaneo
rápido de la habitación y veo a mi familia en la parte de atrás.
—Llegas tarde, —dice Bunky cuando me dejo caer junto a mi madre en la cabina.
—Cierra la boca. —Le hago caso antes de volverme hacia mi mamá y darle un beso
en la mejilla—. Lo siento mamá. Perdí la noción del tiempo.
Ella agita la mano, su brillante sonrisa de lápiz labial rojo a la vista.
—Está bien, Silas. No llevamos mucho tiempo aquí.
—¿Dónde estabas? —Pregunta Raid, subiéndose las gafas de montura metálica hasta
la nariz y un brillo curioso en los ojos.
Joder, ¿qué digo? No puedo decirles que llegué tarde porque me vi con Blaine para
un polvo rápido en la parte trasera de su camioneta, ¿verdad?
Con una sonrisa, me encojo de hombros y descarto el primer pensamiento que me
viene a la cabeza.
—Ya sabes, tuve que pasar por el taller y hacer algo por Whaley.
No está completamente fuera del ámbito de las posibilidades. Es algo que he hecho
innumerables veces, por lo que debería ser una excusa sólida. Solo que no tomo en
cuenta que mis amigos usualmente están conmigo cuando hago eso, y por la expresión
en el rostro de Raid, él no se cree lo que dije.
—Es curioso, —dice, inclinando la cabeza hacia un lado—. Bunk y yo acabamos de
llegar de allí y no te vimos.
Miro a Raid, relajándome en mi asiento, tratando de parecer imperturbable. Tal vez
si actúo como si no estuviera pasando nada, lo dejará pasar.
—Debo haberos pasado, —le digo, agradecido cuando una camarera se acerca a
tomar nuestro pedido y cambia de tema.
Raid me mira todo el tiempo, pero lo ignoro, prácticamente perforando un agujero
en el menú con mis ojos. Podría recitar ese tablero de memoria, esa es la cantidad de
veces que he comido aquí, pero uno pensaría que nunca había estado aquí antes por la
intensidad con la que lo miro.
Sí, vaya manera de ser sutil, Si...
Si, fóllame.
Joder, Si, eso se siente tan bien. No pares.
Si, por favor.
—¿Silas?
Giro la cabeza hacia la derecha, mirando la expresión preocupada de mi mamá, y
mis mejillas se sonrojan de vergüenza. Es como si pudiera leer mi mente y supiera
exactamente lo que estaba pasando en mi cabeza.
—¿Señora? —Grito, mi garganta se siente muy seca.
—¿Estás listo para ordenar? —Pregunta mamá, y dejo escapar un suspiro de alivio
por lo ajena que parece—. Es tu turno.
Asiento, lanzando la primera combinación de comida que me viene a la mente: un
perro caliente con queso y chile y aros de cebolla. Ahora, eso estaría bien si cada
persona en esta mesa no me conociera y no conociera mi fuerte aversión no solo por el
chile sino también por las cebollas.
Sí, es oficial, he arruinado mi capacidad para salvar las apariencias. Todos sabrán
que algo pasa.
Mierda.
Blaine, bebé, necesito que salgas de mi cabeza, estás jodiendo mi capacidad para vivir la vida
correctamente.
Hago lo mejor que puedo para parecer indiferente, mirando a mis amigos antes de
mirar a mi mamá.
—¿Qué? —digo con brusquedad, no me gusta la sensación que emiten.
—'¿Qué?' —dice mamá burlándose de mí. Hay algo en sus ojos que no me gusta. Es
como si fuera un gato que está a punto de saltar y devorar a su presa—. ¿Tienes algo
que necesites decirme?
Negando con la cabeza, estoy a punto de decirle que no pasa nada cuando Bunky
interviene, incitando a mi madre.
—¿Eso es un chupetón?
Joder, tienes que estar bromeando.
Levanto la mano, cubriendo el lugar de mi cuello que Blaine chupó una hora antes, y
casi me doy una palmada en la cara ante mi propia estupidez. ¿Cómo no me había dado
cuenta de que me estaba marcando? Debí haber estado demasiado distraído en su culo
tragándose mi polla para darme cuenta.
Aunque no es que lo odie. Normalmente, deja rastros de sí mismo donde son fáciles
de ocultar, pero esa mierdecilla territorial atacó mi cuello justo en ese punto sensible
que sabe que me vuelve loco.
Elegí el momento equivocado para dejar de fumar, solo porque Blaine no dejaba de
quejarse de ello. Me vendría muy bien un cigarrillo ahora mismo.
Ni siquiera tengo tiempo de defenderme antes de que mamá se incline y me agarre
de la barbilla, moviendo mi cabeza hacia un lado para examinar mi cuello.
—¡Silas! —Ella prácticamente grita, y aparto su mano, ajustando el cuello de mi
chaqueta mientras miro a Bunky.
—No es nada, —digo rápidamente.
—Mmmhmm, —agrega Raid, y lo miro confundido, pero no puedo preguntar qué
quiere decir con eso antes de que mi mamá me interrumpa.
—¿Quién es ella? —Mamá salta a mi lado y aplaude, lo que la hace parecer mucho
más joven de lo que es—. Cuéntamelo todo.
Y aquí vamos.
Mi corazón late con fuerza dentro de mi pecho mientras busco qué decir. Lo siento,
mamá, ¿es un hombre con una polla con la que estoy bastante obsesionado?
Sí, eso iría de maravilla.
—Realmente no es importante, —es todo lo que digo y las palabras me hacen sentir
como una mierda.
Porque Blaine es muy importante para mí ahora, y desearía poder contarle a mi
familia sobre él, pero la idea de que no me acepten es demasiado desalentadora.
Por no decir aterradora.
Lo que Blaine y yo tenemos… ¿puedo llamarlo especial? No lo sé, pero somos algo
que espero con ansias y no quiero que nada ni nadie lo manche.
—Entonces, ¿quién te ha chupado las marcas en tu cuello? —El tono de Raid es
burlón, como si estuviera leyendo entre líneas, y me inquieta que sepa algo.
—Vamos, Si. —Mamá me da un codazo y se cuelga de mi brazo—. Dime. ¿Es
bonita? ¿Es agradable? ¿La conociste en la escuela?
—Sí, sí. ¿Tiene una cara bonita? ¿Actitud simpática? ¿Le conociste en la escuela? —
Raid repite como un bocazas, pero cuando no se refiere a una chica como sí lo hace mi
madre, siento el sonrojo de mi piel al mismo tiempo que me invade el pánico.
Lo miro fijamente, deseando con todas mis fuerzas tener la capacidad de leer su
mente. Está insinuando que sabe que quienquiera que haya estado chupando mi cuello
es...
No hay forma de que sepa quién es. No puede.
—¿No dije que no es importante? —Le digo bruscamente, haciendo que mamá
frunca el ceño confundida, mientras Bunky intenta hacer una torre con las cremas de
café, completamente ajeno a cualquier mierda tensa que esté sucediendo entre Raid y yo
en este momento.
Al menos no tengo que preocuparme por él.
—Si no es importante, ¿por qué no nos lo dices? —Raid presiona, subiéndose las
gafas a la nariz nuevamente—. Vamos, Silas. Todos nos morimos de ganas de saberlo.
Estoy a punto de decirle que se vaya a la mierda cuando siento una presencia
cerniéndose sobre nosotros. Mi mirada se levanta bruscamente y veo al Sheriff
Masterson prácticamente inclinado sobre mí con esa sonrisa espeluznante en sus labios.
Incluso después de todos estos años, este tipo todavía me da un vuelco en el estómago.
No lo soporto.
—¿Necesita algo, sheriff? —Mamá pregunta casualmente, pero su voz corta como
una serpiente.
—Oh, no seas así, Donna. —Él le da la sonrisa más amplia que puede, aunque
todavía se muestra depredador. Hace un gesto alrededor de la mesa.—. Aquí todos
somos amigos.
¿Qué dice que somos? Me parece que no, joder.
Todo mi cuerpo está tenso y quiero saltar y arrancarle la cabeza a este hombre. Miro
a Bunky y Raid y veo que lucen iguales miradas de irritación.
Mamá niega con la cabeza y baja la mano para agarrarme el muslo y mantenerme en
el lugar, como si pudiera sentir que estoy a punto de saltar de esta mesa y golpearle la
cara. Imbécil de mierda con tamaño de Hobbit y cuerpo de barril.
—Tenemos definiciones muy diferentes de esa palabra, Sheriff, —dice mamá,
sosteniéndome firmemente—. Estamos en medio de la cena aquí. ¿Había algo que
necesitabas?
Deja escapar un pequeño resoplido antes de negar con la cabeza divertido.
—Acabo de verte sentada aquí, luciendo tan hermosa como siempre. Pensé en venir
a saludar.
Mi puño golpea la mesa antes de que me dé cuenta y las palabras salen de mis labios
sin pensar.
—¿Qué coño dices? —No puedo evitar estallar, soltándome del agarre de mamá
mientras me levanto para ponerme de pie.
Este tipo ha perdido la cabeza si cree que voy a dejarlo estar aquí y hablarle así a mi
mamá. Sin mencionar toda la mierda que le hizo a mi viejo... Sí, se puede ir a la mierda.
Preferiría encargarme de él aquí mismo.
Sus ojos se oscurecen y veo esa sonrisa cuidadosamente construida flaquear
mientras me evalúa. Sin duda las próximas palabras que salgan de su boca me van a
enojar.
—Cuidado, Silas. No querrías terminar como tu padre ahora, ¿verdad? —Entonces
el imbécil me da una verdadera sonrisa. Probablemente sea una de las más sinceras que
le he visto jamás y me hace hervir la sangre. Me está mostrando lo feliz que estaría si me
diera el mismo trato que le dio a mi viejo y a mi hermano.
¿Quién cojones se cree que es?
Me siento salvaje, mi lado protector quiere liberarse.
—Cariño, no te preocupes. Este hombre no tiene nada que yo quiera, —dice mamá,
recorriendo con la mirada al sheriff mientras tira de mí hacia abajo—. Si es que
podemos llamarlo así.
—¡Oh, auch! —Grita Bunky, extendiendo los nudillos hacia mamá. Cuando ella los
golpea con los suyos, Raid se ríe y mira al sheriff como el idiota que mi mamá acaba de
hacer que sea.
—¿Y qué sabrías tú de un hombre? Ha pasado tanto tiempo desde que tuviste uno.
Creo que necesitas un repaso, —responde el sheriff, obviamente nervioso si se tiene en
cuenta su cuello sudoroso.
A la mierda esto.
Estoy apartando su mano de mí, a punto de levantarme de nuevo y mostrarle qué
clase de hombre soy cuando sus palabras me detienen.
—Oh, sheriff. Un hombre de verdad puede satisfacer a una mujer sin estar allí en el
sentido físico, —dice, mientras se le escapa una risa gutural mientras examina
rápidamente su cuerpo antes de guiñarle un ojo—. Si sabe a lo que me refiero.
—Ew, mamá, —murmuro, pero se pierde en la mezcla de la risa de Raid y Bunky.
Juro por Dios que fue lo más asqueroso que he escuchado en mi vida pero también lo
más genial. Me encanta cómo ella no acepta la mierda de nadie.
La cara del sheriff se pone roja y su mandíbula se mueve, claramente enojado.
—Perra…
Será mejor que se alegre de que su declaración sea interrumpida porque la camarera
viene a dejarnos la comida.
—Disculpe, Sheriff, —interrumpe nuestra camarera, y él se hace a un lado, con los
ojos todavía pegados a mi mamá, y me doy cuenta de que quiere decir más.
Prácticamente se muere por hacerlo, pero al final, simplemente se da vuelta y se va.
Honestamente, es la mejor decisión que pudo haber tomado, porque no había mucho
más que yo pudiera aguantar.
Una vez que recibimos nuestra comida, todos nos quedamos sentados aturdidos
cuando la voz de Bunky atraviesa la niebla.
—Eso fue muy genial, Donna. Necesito que regañes a la gente más a menudo, —le
dice Bunky, agarrando el ketchup y vertiendo una cantidad ridícula en su plato—.
Jodidamente legendario.
—He estado tratando con hombres así toda mi vida. Dejan de molestarme después
de un tiempo. —Ella se ríe pero se pone un poco seria cuando se vuelve hacia mí y me
lanza una mirada preocupada—. ¿Estás bien?
—Estoy bien. —Aunque no me siento bien. Quiero asesinar al sheriff, pero me
conformaré con apuñalar con enojo el molesto aro de cebolla que sé que no voy a comer
—. Solo me enoja.
—Lo sé, lamento que haya dicho toda esa mierda delante de ti, —me dice, apretando
mi mano.—. No estuvo bien.
Niego con la cabeza antes de golpear mi hombro con el de ella.
—No, pero Bunk tiene razón. Lo destruiste con solo unas pocas palabras.
Palabras asquerosas que no quiero volver a oír nunca más, pero ese no es el punto,
porque mi mamá es genial.
—Sí, lo siento. Tuve que bajarle un par de grados. —Su cara parece arrepentida,
luego su mirada baja a mi plato antes de que reaparezca su sonrisa malvada—. Pero no
creas que me olvidé de ti. Quiero saber todo sobre esta chica.
Debería haber sabido que no iba a ser tan fácil.
—Mamá...
—Bien, bien, —dice, levantando las manos en señal de rendición—. Lo dejaré por
ahora, pero ella está en mi radar. No creas que te la guardarás para ti.
Se necesita todo lo que hay en mí para contener el suspiro, especialmente cuando
veo la mirada cómplice de Raid un segundo después.
Es solo cuestión de tiempo que el secreto salga a la luz.
VEINTICINCO
BLAINE
A lo largo del año, Brookshire ofrece sus equipos deportivos como voluntarios para
organizar varios días diferentes de servicio comunitario. Se terminó de recolectar
juguetes para niños desfavorecidos la semana pasada, por lo que ahora el fútbol está
organizando una colecta de alimentos en el campo.
Mientras empaco un recipiente de comida, asegurándome de que la familia reciba
dos de cada producto, finalmente siento que estoy haciendo algo significativo.
Si bien esto es otra cosa que agrego a mi plato, encuentro que la sensación de
satisfacción que obtengo hace que el trabajo valga la pena. Hacer algo importante y al
mismo tiempo ayudar a los demás es todo lo que siempre quise hacer. Es una de las
razones por las que quiero tanto ser médico.
—¿Es esto todo, hombre? —pregunta uno de mis compañeros de equipo, señalando
las cestas reunidas—. Puedo hacer un poco más si quieres dirigirte a la línea de
recogida.
—Eso sería genial. La sábana de allí tiene todo lo que hay en ellas. ¿Tal vez unos
siete más?
Él asiente y rápidamente se pone a trabajar mientras tomo el par de canastas que
hice y las llevo a la línea de recogida en el centro del campo. Fue extraño venir esta
mañana para instalarlo, considerando lo que pasó anoche en este mismo lugar.
Me sonrojo ante el recuerdo. Claro, el sexo fue apasionante y todavía me duele el
culo por lo que hicimos, pero es más que eso. Llevo mi mano libre a mi pecho, sintiendo
el anillo de Silas debajo de mi camisa, haciendo que mi corazón acelere mientras una
sonrisa cruza mis labios. Estamos juntos ahora y nunca pensé que desearía algo tanto
como deseo eso.
Aunque no podemos ser como los demás y tomarnos de la mano en público o ir al
autocine a ver una película de terror cursi, eso no quita lo especial que se siente.
Aunque, no puedo negar lo lindo que sería poder reclamarlo públicamente.
Tal vez algún día.
Sí, ese chico malo tan sexy es mío. Estoy jodidamente orgulloso de ello.
Me conformaré con dejarle más chupetones en el cuello por ahora. Jura que los odia
pero en secreto los ama.
—¿Necesitas ayuda con eso?
Me sobresalto de mi ensueño de chupar marcas en el cuello de mi novio por Landon.
Siento que mis mejillas se calientan de vergüenza mientras me aclaro la garganta.
—Eh, sí. Sería bueno.
Landon me quita torpemente algunas de las cestas y comenzamos a dirigirnos hacia
la mesa de recogida. Hemos estado distantes desde nuestra mini pelea después del
juego de campeonato. No es que nos hayamos ignorado mutuamente (todavía nos
vemos todos los días), pero las cosas ya no han sido iguales.
Sé que todo es culpa mía. Landon solo estaba tratando de ser un buen amigo y
estallé. No es su problema que le haya ocultado cosas. He querido decir algo desde que
sucedió, pero no he podido reunir el coraje. Sé que lo entendería (hemos sido amigos
desde siempre), pero todavía tengo miedo de que eso cambie las cosas entre nosotros.
Necesito contarle sobre Silas. Quiero que sepa lo loco que estoy por este chico.
También quiero contarle mis planes futuros, sabiendo lo orgulloso que estará de mí.
Quiero que las cosas sean como antes pero mejores.
Un pequeño paso a la vez.
—Oye, —digo mientras dejamos las cestas—. Um, ¿quieres venir esta noche y jugar
algo de la NCAA13?
Él levanta una ceja con curiosidad. Solíamos tener noches de juego semanales
mientras crecíamos, pero no es algo que hayamos hecho en mucho tiempo.
—¿Quieres jugar videojuegos esta noche? —pregunta, un poco escéptico. Maldita
sea, debe estar más molesto de lo que pensaba.
—Sí. Quiero decir, acaba de salir el nuevo y pensé que sería divertido. —Mi lengua
se siente pesada mientras asiento, tratando de actuar casualmente. Para obtener una
pequeña reacción de él, lo empujo—. A menos que tengas miedo de que te gane.
Esto obtiene la reacción que quería. Sus ojos se abren de par en par, su palma golpea
contra su pecho mientras jadea.
—¿Que me ganes? ¡Solo ganas porque haces trampa!
—¡Y yo sigo diciéndote que no puedes hacer trampa en la NCAA! —Levanto las
manos en el aire con exasperación.
—¡Y yo sigo diciéndote que tú eres un puto cabrón de mierda! —él responde.
Ambos nos reímos, rompiendo la extraña tensión entre nosotros. Luego trago
bruscamente, extendiendo la mano para tocarle el hombro.
—Entonces, ¿esta noche?
—¿Finalmente vamos a hablar de cualquier mierda con la que has estado lidiando?
—pregunta, y puedo agradecer a Landon por ser comunicativo.
Estoy de acuerdo porque creo que es el momento.
—Sí. Después de que te patee el culo, claro.
Él suelta otra carcajada antes de darme un abrazo de hermano.
—Te extrañé, hombre.
—Lo mismo digo, —susurro, sin darme cuenta hasta entonces de lo ciertas que son
mis palabras.
—Oye, —dice otro de nuestros compañeros de equipo, rompiendo nuestro momento
de bros—. ¿Blaine?
—¿Sí? —cuestiono, girándome hacia él.
—Nos quedan pocas cosas de atún enlatado. ¿El entrenador dijo que tenías más en
tu camioneta?
Saco las llaves de mi bolsillo.
13
Por sus siglas en inglés “National Collegiate Athletic Association”. Es la organización de básquetbol
universitario en Estados Unidos. Que tiene videojuego, como el FIFA, pero de básquetbol.
—Sí, ahí tengo. —Luego me dirijo a Landon—. Voy a cogerlos. Creo que tenemos
suficientes cestas hechas para poder abrir y dejar entrar a la gente. ¿Te importaría
hacerlo?
Él niega con la cabeza.
—Para nada.
Les agradezco a ambos y luego me dirijo a mi camioneta. Aparqué detrás del campo
de fútbol, donde normalmente solo pueden hacerlo los profesores, porque tuve que
descargar todo esta mañana. Mi teléfono suena y busco en mi letterman para agarrarlo.
Sonrío instantáneamente cuando veo que es Silas.
Mierda. Olvidé que hicimos planes para reunirnos en nuestro lugar y ver la película
de zombies más nueva que acaban de poner en Netflix. Rápidamente tecleo una
respuesta.
Silas sabe un poco sobre la mini pelea que tuve con mi amigo más cercano cuando
sin querer me preguntó por qué no estaba saliendo con el otro deportista tonto. Parecía
bastante comprensivo, así que estoy seguro de que lo entenderá.
Imbécil: Me estás dejando plantado para salir con otro chico? Cuidado, bebé. Soy
posesivo con lo que es mío.
Imbécil: Mañana?
Mi pánico disminuye ligeramente al ver la cara de mi chico, pero eso no hace que mi
ataque desaparezca por completo. Intento prestar toda mi atención a la imagen,
deseando que mi respiración retroceda y que mi cerebro detenga su espiral
descendente.
Concéntrate en Silas, Blaine. Solo concéntrate en Si.
Lleva uno de esos monos que usan los mecánicos. Está medio quitado y colgando
alrededor de su cintura, dejando al descubierto su pecho delgado y desnudo. Tiene un
coche elegante al fondo, y trato de imaginarlo follándome en el asiento trasero, cubierto
de grasa, luciendo como una película porno ambulante. Su cabello está peinado hacia
atrás como una especie de chico malo de los años cincuenta, pero tiene esa hermosa
sonrisa en su rostro que me encanta.
Mi novio. Odiaría admitirlo, pero es muy dulce. Una vez que puedo volver a
respirar correctamente, niego con la cabeza, le envío una foto a cambio y le digo que yo
también lo extraño.
El pánico sigue ahí, persistiendo en el fondo, pero de alguna manera logro
levantarme a mí y a la caja del suelo y regresar al campo. Este no es el momento ni el
lugar para enloquecer. Tengo un papel que desempeñar y que me condenen si dejo que
Kent me joda la cabeza. Tendré que lidiar con él más tarde.
A pesar de mis extremidades temblorosas y mi estómago revuelto, sigo adelante.
Como siempre hago.
Como sé que tengo que hacer.
VEINTISIETE
BLAINE
Entro por la puerta de mi casa, exhausto pero satisfecho con cómo ha ido el día. Una
gran multitud se presentó para la colecta de alimentos y un par de estudiantes que no
están en el equipo también se ofrecieron como voluntarios. Le envío un mensaje de
texto rápido a Landon mientras entro a la cocina, diciéndole que voy a comer algo y a
ducharme y que le avisaré cuándo venir.
No vi el coche de mamá en el camino de entrada, así que puedo suponer que estará
fuera a pasar la noche. El coche de papá está aquí, pero probablemente esté en su
oficina. Agarro un sándwich prefabricado que Cindy preparó y subo las escaleras.
Luego entro a mi habitación y me toma por sorpresa ver a mi papá sentado en mi cama.
—Hola, —empiezo, muy confundido mientras lo observo. ¿Por qué está en mi
habitación? Él nunca viene aquí. Tiene la cabeza gacha y la espalda agitada mientras
mira lo que sea que tiene en sus manos. Soy cauteloso cuando observo su forma,
tratando de descubrir qué pasó—. ¿Papá? ¿Está todo bien?
Él levanta la cabeza y no puedo creer el odio que veo en sus ojos. La mirada dura
que me lanza me hace encogerme. atrás. Se pone de pie, arrojándome unos papeles,
frunciendo el labio mientras me mira con disgusto, lo que me hace estremecerme.
—Dímelo tú.
Lentamente me agacho y agarro los papeles, preguntándome qué carajo está
pasando, y mi corazón se detiene cuando veo qué son.
Son fotografías mías y de Silas, en el campo.
Dejo caer mi sándwich y mis rodillas se doblan por la necesidad de desplomarme en
el suelo.
No, no, no…
Hay docenas de imágenes impresas en páginas separadas: Silas y yo atravesando la
cerca, yo en el regazo de Silas mientras miramos las estrellas, nosotros acostados uno al
lado del otro, pero las que me hacen querer que el mundo me trague por completo son
mucho peores.
Son de Silas y yo en posiciones muy comprometedoras. No son de la mejor calidad,
pero eso no quita la mortificación de que mi papá los vea.
El puto Kent.
De esto es de lo que estaba hablando antes. ¿Por qué coño estaba allí en primer
lugar? Nunca va tan tarde al campo. ¿Realmente me odia tanto? ¿Qué diablos gana con
esto? Sabía que estaba celoso de mí, pero esto es bajo incluso para él. Supongo que no
debería sorprenderme, pero en cierto modo lo estoy.
Aunque no puedo quedarme estancado en eso. No cuando mi papá parece tan cerca
de explotar, no con la forma en que mi corazón late con fuerza en mi pecho, y no con
cómo mi respiración sale rápidamente de mis labios. Joder, no puedo tener un ataque
de pánico ahora mismo. Hago mi cuenta mental, agarrando con más fuerza los papeles
que tengo en la mano mientras intento conectarme.
Le diría que no es lo que parece, pero obviamente lo es. No se puede ocultar el hecho
de que somos Silas y yo en esas fotos, y sería estúpido negarlo ahora. Entonces, aunque
estoy aterrorizado, supongo que es hora de admitir la verdad y esperar lo mejor. Silas y
yo ya no estamos simplemente follando y no hay ninguna razón por la que debamos
mantener esto en secreto para siempre.
—Silas y yo estamos juntos, —digo rotundamente, cuadrando mi pecho, listo para
su respuesta—. Lamento que hayas tenido que enterarte de esta manera, pero estamos
saliendo. Realmente me gusta y si vas a decir alguno homofóbico...
—¿Homofóbico? —pregunta mi papá, mirándome con asombro—. ¿Crees que me
importa que sea un chico?
Me congelo, sus palabras me sorprenden muchísimo.
—¿No te importa?
—No, —dice exasperado, con todo el cuerpo rígido por la tensión—. Lo que me
importa es que sea Silas Richards.
—Silas es genial, —le digo, sabiendo que la reputación de mi novio le precede, pero
es más de lo que todos piensan—. Si llegas a conocerlo...
Resopla, interrumpiéndome, con los ojos prácticamente desorbitados. Luego
extiende los brazos, con un tono lleno de rabia mientras me mira con disgusto.
—¿Si llegara a conocerlo? ¿Qué llegaría a saber? ¿El hecho de que sea un futuro
criminal en ciernes? ¿Que está desperdiciando su vida? ¿Que simplemente te arrastrará
con él?
Se me erizan los pelos con cada palabra que pronuncia. Silas no es ninguna de esas
cosas. Es jodidamente perfecto. Bueno, no, no lo es. Tiene muchos defectos y puede ser
un idiota, pero es mío. Mi novio perfectamente imperfecto y yo no dejaré que mi papá
tire mierda sobre él.
—¡Él no es así! —Argumento, cruzando los brazos sobre el pecho mientras papá
empieza a caminar de un lado a otro—. Silas es mejor que la mitad de las personas con
las que me has rodeado toda mi vida. Es real y genuino y me hace sentir yo mismo.
—¡Él va a arruinar tu futuro! —Grita, con el rostro rojo de furia—. ¡Es basura de
remolque, Blaine! ¿Por qué no puedes ver eso? Claro, ahora te divertirás, pero él
terminará jodiéndote. ¡Todos esos putos Ases solo se preocupan unos por otros!
No, Silas no haría eso. Quizás antes habría cedido, pero ahora no, sobre todo porque
conozco a Silas. Sé cuáles son sus esperanzas y sueños y sé las cosas que lo mantienen
despierto por la noche. Él se preocupa por los Ases, pero también se preocupa por mí, y
me niego a creer que sea necesario elegir.
—Realmente me gusta, —digo, necesitando que mi papá me comprenda por una
vez. No voy a dar marcha atrás como siempre lo hago. Lo digo en serio y él necesita
respetar eso—. No ha sido más que bueno para mí. ¿No has notado lo feliz que he sido?
—Quiero decir, tal vez no lo haya notado, considerando que siempre está demasiado
ocupado todo el tiempo, pero todavía tengo esperanzas de que tal vez me entienda por
una vez.
Sin embargo, esa ilusión se rompe rápidamente cuando abre la boca un segundo
después.
—¿Eso es lo que te importa? ¿Lo feliz que eres? —Resopla de nuevo, deteniendo su
incesante paseo para mirarme con incredulidad—. Tú siempre estás feliz.
—Eso que demuestra lo poco que sabes acerca de tu propio hijo, —respondo, el
enfado y la molestia me invaden.
—Aparentemente, no te conozco en absoluto. —Me mira fijamente y se acerca a mi
escritorio. Agarra un montón de papeles y me los pone en las manos—. También
encontré estos—.
Miro lo que tengo en las manos y recién ahora me doy cuenta de que las
escandalosas fotografías están esparcidas a mi alrededor en el suelo boca arriba desde
donde las dejé caer. Es como una pancarta de precaución a mi alrededor en forma de
desnudos. Genial, y también joder, porque veo las copias de mis solicitudes para las
becas académicas. Las tiré a la basura una vez que envié las originales, y me arde la
sangre por lo que esto significa.
—¿Estabas husmeando en mi habitación?
—¡Tenía que hacerlo! —responde, para nada arrepentido—. Primero, ¿estás saliendo
con un matón y ahora estás postulando a esto? ¿Por qué estás presentando más
solicitudes cuando sabemos que obtendrás una beca para Georgia?
Tiene que ser ahora. He estado esperando y esperando mi momento, pero
aparentemente esta noche es la noche para todo tipo de revelaciones, así que a la
mierda.
—No voy a ir a Georgia, —afirmo con firmeza, tratando de no sentir la culpa
condicionada cuando él deja escapar un grito ahogado—. Papá, no es gran cosa.
Levanta la mano brevemente y cierra los ojos, apretando los dientes mientras intenta
calmarse, pero su tono aún sale entrecortado.
—¿Dónde has aplicado?
—Yale, Princeton, Harvar…
Sus ojos se abren de golpe con confusión y molestia.
—Esas universidades no tienen el tipo de programa de fútbol que tiene Georgia.
—Eso es porque no voy a jugar al fútbol. —También puedo decirlo todo. Dejemos
que todo salga a la luz.
Sin embargo, esa fue la gota que colmó el vaso para él, porque lo siguiente que sé es
que grita y arroja la silla de mi escritorio al otro lado de mi habitación antes de girarse
para avanzar hacia mí, lo que me hace estremecerme.
—¿Qué quieres decir con que no vas a jugar al fútbol? —Su tono es mortalmente
tranquilo y es suficiente para hacer que se me ponga la piel de gallina.
Nunca lo había visto así antes. Sus palabras lentas y deliberadamente frías tienen el
efecto deseado, y toda la preocupación y el pánico dentro de mí ha estallado una vez
más. Estaba tratando de ser fuerte, pero él está haciendo todo lo posible por
impedírmelo. Odio admitir que realmente tiemblo. Sin embargo, necesito mantenerme
firme y recordar que todo estará bien. Tiene que estarlo. Esta es mi vida, mi futuro, y
merezco tener la última palabra sobre lo que pase en ello.
—Quiero ser médico. No quiero ir a la NFL14. —Sueno tan esperanzado, deseando
que me entienda.
—Pero con todo por lo que has trabajad...
—¡Esto fue todo por lo que tú me hiciste trabajar! ¡Todo lo que siempre tú has
querido! ¡Nunca te molestaste en preguntarme si yo quería! —No puedo evitar sentirme
más frustrado cuanto más hablamos, porque él no me escucha y sé que debo
mantenerme firme.
—Eres un deportista estrella, Blaine, muy prometedor. ¡Todo lo que hice fue darte
una hoja de ruta perfecta hacia el éxito que estás arruinando! —Su mandíbula está
apretada, su tono es defensivo, como si el hecho de que yo eligiera no seguir su plan lo
lastimara físicamente.
—¡Es Yale, papá! —Casi grito, necesitando que él lo entienda—. No es que esté
abandonando los estudios. Solo estoy eligiendo una carrera diferente. Una muy buena
también. ¿Por qué no puedes estar orgulloso de eso?
¿Por qué nunca soy suficiente?
—Pasa unos meses más con ese chico Richards y veremos hasta dónde llegas.
—¡Suficiente! —Grito, levantando las manos en el aire, a pesar de que las solicitudes
universitarias todavía están en mis manos—. ¡Silas no tiene nada que ver con esto!
¡Todo lo que siempre quisiste era un pony de exhibición que trotara detrás de ti y te
hiciera sentir bien contigo mismo! ¡Esta es mi vida y yo voy a elegir lo que haré con ella!
Ambos nos quedamos sin aliento, uno frente al otro, y ninguno de nosotros dice
nada. No soy el puto perfecto Blaine Yates que él cree que soy, y necesitaba escuchar la
verdad. Voy a buscar la vida que quiero, incluido Silas, y él tiene que estar de acuerdo
con eso.
Después de un minuto, suspiro, sabiendo que hoy no lograré nada. Quería verme
Landon, pero lo que realmente quiero ahora es ver a Silas y contarle lo que pasó.
Probablemente también sea mejor darle algo de espacio a papá. Mañana por la mañana
podremos hablar de esto como adultos razonables.
Tomo las fotografías y las tiro a la basura, junto con las solicitudes, antes de mirar a
papá a los ojos.
—Voy a salir un rato.
La mandíbula de papá está apretada mientras me mira como nunca antes me había
visto. Es casi como si él no me conociera, y no me conoce, pero ¿de quién es la puta
culpa?
—¿Vas a ver a Silas?
—Sí, —lo admito, porque ya no tiene sentido mentir—. Volveré temprano.
Niega con la cabeza, con los ojos llenos de algo que no puedo leer.
—Si vas a arruinar tu vida, hazlo en tus propios términos. No te molestes en volver
hasta que hayas solucionado tu mierda.
Me congelo a medio camino de recoger mi sándwich cuando las palabras de mi
padre me atraviesan. ¿Él... me está echando? Si voy a ver a Silas, ¿eso significa que
tendré que elegir entre los dos?
14
Liga Nacional de Fútbol por sus siglas en inglés.
De repente me lleno de rabia porque no tiene por qué ser así. Es solo porque papá no
puede soportarlo que yo podría querer algo que él no planeó para mí. Por un breve
segundo pienso en quedarme. Sé que potencialmente podría convencerlo y de esa
manera tampoco tendría que lidiar con las consecuencias.
Aunque no voy a hacer eso. Esta es mi elección. Este soy yo poniendo mi pie firme y
haciéndole saber que él ya no va a dictar mi vida. Ya estoy harto de desempeñar el
papel que me había impuesto.
Entonces, con una última mirada a mi papá, me doy la vuelta y me voy. Dejo atrás
su mierda, dejo atrás la fachada, y aunque estoy aterrorizado, dejo atrás todo lo que he
conocido. Luego le envío un mensaje a Landon para que no venga, dándole alguna
excusa de mierda y esperando que no se enoje, pero no puedo pensar en eso ahora.
Solo necesito a Silas.
VEINTIOCHO
SILAS
15
Personaje de Juego de Tronos.
—Sé lo que digo y eres mío. Que me condenen si te dejo quedarte en cualquier lugar
que no sea conmigo. —Extiendo la mano y tomo sus mejillas, pasando mi pulgar por su
tembloroso labio inferior—. Tu papá es un idiota, y lamento mucho que te haya hecho
eso, pero debes saber que estás a salvo conmigo. Que siempre tendrás un lugar aquí.
—No sé qué decir.
Hago una pausa y le empujo el pelo hacia atrás para poder presionar mi frente
contra la suya.
—Me duele que te haya lastimado. No tomo nuestra relación a la ligera. Cuando dije
que eras mío, lo dije en serio.
—Silas, —susurra entrecortadamente, desmoronándose contra mí—. Gracias.
Lo acerco más, sosteniéndolo mientras vibra de nervios. Solo quiero ayudar, solo
quiero quitarle todo su dolor y mostrarle lo mucho que significa para mí.
Le doy un beso en la nuca y le froto círculos tranquilizadores en los brazos.
—Estarás bien.
Puede que no lo parezca, pero lo estará. No dejaré que nadie trate a Blaine de esta
manera. Pase lo que pase, haré todo lo que esté en mi poder para asegurarme de que
salga de esto lo más ileso posible.
Intenté consolarlo con mis palabras, pero nunca había sido tan bueno con ellas. Sin
embargo, si mi declaración no puede demostrarlo adecuadamente, sé qué lo hará.
Le doy otro beso, esta vez arrastrando mis dientes contra el lóbulo de su oreja
mientras mi mano se desplaza para frotar su polla a través de sus jeans.
—¿Cómo puedo mejorar esto para ti? ¿Qué necesitas?
—Te necesito, —dice, con la respiración entrecortada mientras gira la cabeza para
atrapar mis labios—. Hazme olvidar.
Asiento, juntando lentamente nuestros labios. Si quiere olvidar, lo ayudaré. Puedo
hacerlo sentir bien, sentir cualquier cosa además del dolor que está experimentando. Le
quitaré todo porque quiero que Blaine simplemente se relaje, se olvide de todo y sepa
exactamente qué hacer.
—Es mi turno. Quiero que me folles esta vez —murmuro contra sus labios antes de
arquear una ceja, esperando su reacción—. A menos que no quieras, sin presión ni nada.
—Yo... Por supuesto que sí, —tartamudea, girándose completamente para mirarme.
Sus grandes ojos grises buscan los míos mientras sus manos cubren mi rostro—. ¿Estás
seguro?
Me encojo de hombros, tratando de parecer relajado cuando en realidad estoy
jodidamente nervioso. No quiero que Blaine vea mi preocupación. Hace tiempo que
quiero esto. He estado pensando en cómo sería tener todas sus primeras veces y darle
una de las mías, y este parece el momento adecuado.
—Quiero probarlo contigo.
Él traga saliva, temblando levemente mientras asimila mis palabras. Caemos el uno
en el otro después de eso, nuestras manos desesperadamente deshaciéndose de cada
capa entre nosotros. Todo es muy rápido, la necesidad y el deseo crecen entre nosotros
con cada segundo que pasa.
Una vez que estamos desnudos, me acuesta en el sofá, su gran cuerpo flotando y
enjaulándome contra el cuero. La posición hace que nuestros anillos tintineen y me
inundan sentimientos de comodidad, seguridad y también pura posesividad porque es
un recordatorio de que él es mío tanto como yo soy suyo. Coge el lubricante de la mesa
auxiliar y puedo ver sus dedos temblar mientras los cubre. Me hace sentir mejor saber
que él está tan nervioso por esto como yo.
Siempre he tratado de poner una fachada, nunca queriendo que nadie vea ningún
tipo de debilidad. Necesitaba ser fuerte por mi mamá, por mis amigos y por los Ases,
pero no tengo que fingir cuando estoy con Blaine. Entre nosotros nunca ha habido
ninguna tontería. He visto cada lado de él, me ha hablado de sus ataques de pánico y le
he consolado cuando no tenía idea de lo que estaba haciendo.
Habló de lo mucho que la gente le quita y de lo codiciosos que son a la hora de dar
algo a cambio, y no me va a añadir a esa lista.
Cuando siento sus dedos fríos deslizándose entre mis nalgas, acariciando
suavemente mi agujero, me estremezco.
—¿Va a doler? —No puedo evitar preguntar.
Sus ojos brillan con sorpresa pero se suavizan rápidamente. Puedo ver que la
confianza va creciendo en él lentamente y es exactamente lo que quiero. Él niega con la
cabeza.
—Se sentirá incómodo por un tiempo, pero luego se sentirá bien.
—Solo... —Me aclaro la garganta, abriendo más las piernas para él mientras me
muevo para sentirme más cómodo—. Joder, ve despacio.
—Por supuesto, Si, —dice con dulzura, tan tierno que hace cosas raras en mi
corazón. Alguna vez habría rechazado esas emociones, habría jurado que no las sentía,
incluso habría maldecido su existencia, pero ahora no las siento.
Mientras uno de los dedos de Blaine entra lentamente en mí y mi respiración se
entrecorta, acepto todos esos pensamientos que solía dejar de lado. Lo fuerte que es
tanto física como mentalmente, lo compasivo que es, lo generoso que es con aquellos
que no lo merecen. Mientras me abre, dejándome adaptarme al breve ardor antes de
añadir otro dedo, me permito sentir cuánto me ha cambiado. Me ha hecho querer más
de mi vida, más de lo que jamás creí posible, y estoy agradecido por ello.
Cuando reclama mis labios en un suave beso, envuelvo mis brazos alrededor de su
cuello y lo arrastro contra mí. Puedo sentir su polla goteando contra mi abdomen y
arqueo la espalda para darnos la fricción que tanto necesitamos.
—Fóllame, —jadeo, echando la cabeza hacia atrás cuando él agrega otro dedo—. Por
favor, estoy listo.
Se sienta, sus ojos trazan un camino desde mi desesperada polla hasta mi pecho, mis
labios y finalmente aterrizan en mis ojos. Joder, me encantan sus ojos. Me encanta caer
en el abismo gris helado con esos pequeños redondeles azules.
—¿Podemos hacerlo así? —Pregunta, sus manos deslizándose por mis muslos—.
Yo... quiero verte.
Mi pobre bebé, tan jodidamente vulnerable para mí. Normalmente follamos con él
sobre manos y rodillas, pero no quiero eso ahora. Quiero poder mirar esos ojos
fascinantes, besar esos labios carnosos, verlo desmoronarse. Antes de que pueda
discutir o decir algo, lo aparto de mí. Parece sorprendido hasta que me subo a su
regazo.
—Si…
—Así, —susurro, mirándolo a los ojos mientras me inclino hacia atrás y agarro su
polla—. No me quites los ojos de encima.
Él asiente, lamiéndose los labios con anticipación mientras me levanto. Luego
presiono la cabeza de su polla contra mi agujero, conteniendo la respiración mientras
tomo el primer centímetro. Joder, tiene razón, se siente raro. Se siente tan jodidamente
extraño, pero mantengo mi atención en su rostro, en la forma en que su respiración se
entrecorta cuando me deslizo un poco más hacia abajo, y en la forma en que me mira
con tanta ternura que me hace olvidar el ardor.
Cuando mi culo se encuentra con sus muslos y él está completamente dentro, me
desplomo encima de él. Dejo caer mi cara sobre su cuello, lamiendo y chupando su piel
mientras él frota sus manos por mi espalda.
—Te sientes tan apretado. —Se ríe entre dientes, casi como si estuviera sin aliento—.
Te sientes tan perfecto.
Libero un resoplido molesto. Perfecto nunca ha sido una palabra utilizada para
describirme, pero cuando Blaine la dice con tanta reverencia, casi suena cierto.
—Dame un segundo.
Él asiente y continúa diciéndome lo genial que soy, lo caliente que me siento y lo
feliz que está. Todas esas palabras que nunca supe que necesitaba pasan por sus labios y
caigo más profundamente en nosotros. Luego me siento, apoyo mis manos sobre sus
hombros y beso sus labios antes de comenzar a mover mis caderas. No tengo idea de
qué diablos estoy haciendo, solo intento encontrar el ritmo adecuado para que esto sea
bueno para los dos. Al principio estoy experimentando, acostumbrándome a cómo se
siente dentro de mí, pero después de un segundo, empiezo a sentirme bien.
Realmente jodidamente bien.
—Sí, monta mi polla, Si, —jadea, agarrándose de mis caderas—. Dios, mírate. Me
estás tomando tan bien. ¿Te gusta mi polla en tu culo?
Gimo, mis pelotas se aprietan mientras le doy una palmada en el hombro.
—Si sigues hablando así, me correré demasiado rápido.
Maldita sea su boca, siempre logra volverme loco tan rápido cuando comienza a
hablar, me calienta tanto.
—Te gusta mi boca sucia, —bromea, pasando sus manos por mi pecho para jugar
con mis pezones—. Te pone cachondo.
—Vete a la mierda, —gruño, recuperando el poder cuando salgo por completo
dejando dentro solo su cabeza y me siento de nuevo. Él jadea y gime cuando lo hago de
nuevo, y yo simplemente me río.
Se muerde el labio inferior y sostiene su mano sobre mi corazón con nervios en los
ojos.
—Eres increíble, Si.
Joder, siempre encuentra una manera de hacer que me corra en pocos minutos. Mi
respiración se entrecorta porque es tan jodidamente genuino. Tan jodidamente mío.
Y yo soy tan jodidamente suyo.
Y algo en ese pensamiento me tiene a punto de explotar.
Capturé sus labios, cayendo completamente sobre él, aplastándolo con mi peso. Sin
embargo, a él no le importa, simplemente me abraza contra su pecho mientras nuestra
respiración se sincroniza cuando desacelero el movimiento de mis caderas. Esto es más
que solo follar. Esto es más que sexo caliente y sucio solo para correrse.
—Todo va a estar bien, —le susurro al oído, interrumpiéndome con un gemido
mientras mi polla se arrastra contra sus abdominales duros como una roca—. Joder,
bebé, estoy cerca.
—Yo... joder, sí, me corro, Si, —brama, agarrando mi culo mientras me embiste—.
Córrete conmigo. Joder, córrete.
Ni siquiera sé cómo es posible, pero lo sé. La áspera fricción de su piel contra mi
polla, el calor llenando mi culo, la forma en que Blaine me besa a través de él, todo me
hace desmoronarme y gimo, derramándose entre nosotros y marcando su piel con mi
semen.
Ambos estamos jadeando, pero eso no me impide besar sus labios, deseando que el
tiempo se detuviera aquí. Me inclino un poco, tomándome mi tiempo para frotar mi
semen en sus abdominales, ganándome una suave risa.
—Realmente eres un hijo de puta posesivo, —murmura, empujándome hacia arriba
para que me deslice fuera de su polla. Luego sus dedos se deslizan a través del desastre
que se derrama de mi culo—. Pero yo también.
Lo beso de nuevo, disfrutando de los suaves sonidos de satisfacción que salen de sus
labios. No sé cuánto tiempo permanecimos así, pero cuando siento que su respiración
comienza a cambiar, me doy cuenta de que está empezando a quedarse dormido.
—Descansa, bebé. —Beso su cabello empapado de sudor—. Estoy aquí.
—Silas, —murmura, con los ojos entreabiertos para mirarme—. Tengo miedo.
Niego con la cabeza, tratando de tranquilizarlo lo mejor que puedo.
—No lo tengas. Aquí estoy. Lo prometo. Me aseguraré de cuidarte. No importa qué.
Él asiente y vuelve a cerrar los ojos.
—¿Lo prometes?
—Sí, Blaine. Lo prometo. —Y hablo en serio.
Pase lo que pase, él estará a salvo conmigo y no tengo miedo de quemar el mundo
para que esto suceda.
TREINTA
SILAS
—¡Cabrones, soltadme!
Los gritos de Kent no hacen nada para disuadir a Raid y Bunky mientras lo arrastran
a la parte trasera de la escuela.
Estoy apoyado contra la pared de ladrillos, tocando casualmente mi teléfono
mientras Kent lucha por liberarse del agarre de mis amigos. Siento una sonrisa en mis
labios mientras leo el mensaje de Blaine.
Deportista Engreído: Si, no puedo dejar de pensar en lo que pasó con tu mamá.
Estoy tan avergonzado!
Miro hacia arriba y veo que Raid logró presionar a Kent contra la pared junto a mí
con Bunky abriendo y cerrando su navaja de bolsillo en el rostro ceniciento de Kent.
Aunque odio mentirle a Blaine, él no necesita el estrés adicional de saber lo que
estoy haciendo.
Ahora mismo, necesito darle una lección a este cabrón.
Yo: Estoy resolviendo una cosa con Raid y Bunky. Te veré en nuestro lugar en un
momento. Después tal vez te lleve a comprarle algo.
Joder, él es especial. Mi novio es la persona más genuina del planeta y eso hace que
lo que estoy a punto de hacer sea mucho más importante. Lo hace absolutamente
necesario.
Después de hablar con mamá, llegué a la escuela durante el almuerzo y rápidamente
les informé a los chicos sobre la situación de Kent. Estaban enojados, por decir lo
menos, y aceptaron ayudarme a dejarlo a solas después de la última campana.
Kent grita y trata de liberarse de su control, pero no sucede. Cuando Bunky presiona
la parte roma de su cuchillo contra la mejilla de Kent, saboreo el miedo que veo en sus
ojos. Quiero más de eso. Lo necesito. No solo para Blaine sino también para mí.
—¿Qué te pasa, Kent? —Me burlo, guardando mi teléfono en el bolsillo mientras me
pongo delante de él—. ¿Puedes decir un montón de mierdas pero no soportar las
consecuencias?
Su mandíbula se aprieta y sus ojos pasan del miedo a la ira en un segundo.
—No hice nada.
—Debo decir que los mentirosos nunca me han agradado, —le digo, crujiendo mis
nudillos con una sonrisa en mi rostro.
Luego retrocedo y le doy un puñetazo en el estómago, disfrutando del fuerte
gruñido que suelta.
—Vete a la mierda, —tose mientras intenta proteger su estómago, pero Bunky y
Raid lo sujetan con fuerza por los brazos, dejándolo indefenso contra mi ataque—. ¿De
qué se trata esto?
—¿De qué se trata esto? —Raid resopla, torciendo el brazo de Kent hasta que gime
antes de mirarme—. ¿Este tipo es un idiota, Silas?
Bunky sonríe maliciosamente mientras me anima.
—¡Golpéalo de nuevo!
—La cagaste, Kent, —digo, cada palabra sale con veneno. Agarro un puñado de su
cabello y le tiro la cabeza hacia atrás para que quedemos cara a cara. Su pecho está
agitado, sus ojos entrecerrados, pero le daré algo de crédito porque no deja de mirarnos
a pesar de que su cuerpo tiembla de miedo.
Podemos arreglarlo.
Niego con la cabeza y luego envuelvo mi mano alrededor de su cuello, apretando
con fuerza hasta que su cara se pone roja.
—Blaine.
Eso es todo lo que necesito decir antes de que se dé cuenta. Puedo ver un destello de
incertidumbre en sus ojos, pero no deja que eso lo detenga. En todo caso, lo vuelve
estúpidamente audaz.
—¿En serio? ¿Esto es por él? No pensé que te importarían las fotos o esa pequeña
perra...
Mi puño se conecta con su estómago nuevamente antes de que me dé cuenta de lo
que está sucediendo. Mi sangre late con la necesidad de masacrar. Este pedazo de
mierda no puede creer que voy a dejar pasar esto. Después de todos los problemas que
ha causado, debería rogarme que no destroce su mundo.
—No sé si eres realmente valiente o simplemente muy estúpido. De cualquier
manera, la cagaste y necesito todo mi autocontrol que pueda reunir para no destrozarte,
pieza por pieza. —Hiervo de ira, apretando su garganta con fuerza mientras lo obligo a
sostener mi mirada—. Debería dejarte magullado y roto en el porche de tu papá.
Estoy seguro de que parezco desquiciado, pero eso es exactamente lo que siento
ahora. Estoy agradecido de que mis amigos estén aquí porque si no lo estuvieran, no
tengo ninguna duda de que Kent ya estaría desangrado en la acera por joder no solo
conmigo sino también con mi chico.
—Escucha, —jadea como si de repente se diera cuenta de la posición en la que se
encuentra—. Podemos hablar de esto.
Niego con la cabeza lentamente mientras dejo caer la mano.
—No quiero hablar. Quiero hacerte sangrar.
—¿Todo por él? —pregunta, riendo con falsa confianza—. Ese marica merecía...
No logra terminar esa frase antes de que lo golpee en la cara. La puta audacia.
¿Quién cojones le dio el derecho a hablar así de Blaine? Lo golpeé de nuevo, pero antes
de que pudiera darle una paliza, me arrastraron hacia atrás.
Lucho contra el agarre de Raid sobre mí, pero él niega con la cabeza, casi tirando las
gafas en el proceso.
—Silas, detente.
—¡Te mataré! —Le grito a Kent, casi golpeando la nariz de Raid mientras balanceo
mis brazos en el aire—. ¡No vuelvas a hablar así de él!
—Silas, ¿podrías parar? —Raid sisea, suena sin aliento mientras lucha por
mantenerme alejado—. Piensa.
Es demasiado tarde para eso. Entre la falta de remordimiento de Kent por destruir
todo el maldito mundo de mi chico y su boca engreída, estoy acabado.
—¡Suéltame! —Grito, casi libre de Raid cuando Bunky bloquea mi camino.
—Lo tengo, —me dice, y el brillo calculador en sus ojos me asusta un poco. Sin
embargo, no espera a que responda, porque cuando Kent intenta correr, Bunky lo
agarra por la espalda de su letterman y tira de él hacia atrás—. ¿Adónde crees que vas?
Los ojos de Kent se abren como platos. Si bien todos los Ases tenemos una
reputación, la de Bunky es, con diferencia, una de las peores. Todos sabemos lo que
todos en la escuela piensan de él. Fenómeno. Psicópata. Maníaco. Es mucho más, pero está
a la altura de todo lo que la gente describe.
—Esto es lo que va a pasar, —comienza Bunky, presionando a Kent contra la pared
nuevamente con una mano en su pecho, mientras con la otra hace girar su cuchillo entre
sus dedos—. Vas a dejar a Blaine en paz.
El pecho de Kent está agitado, pero el idiota intenta mantenerse firme, a pesar del
miedo todavía en sus ojos.
—O qué... ¡Joder!
—O esto, —responde Bunky entre risas mientras mira su obra, un fino hilo de
sangre cae de la mejilla de Kent donde lo cortó—. Esto, Kent. Si no fuera por Raid,
estarías camino al hospital ahora mismo, porque nuestro chico quiere acabar contigo.
Así que vas a ignorar a Blaine, te puto comportarás, y nada como esto tiene que volver a
suceder.
—¡A la mierda eso! —Rugí, negando con la cabeza, una vez más luchando contra el
agarre de Raid sobre mí—. Voy a darle una paliza…
Bunky me interrumpe cuando me mira por encima del hombro. Si bien no aprecio
que me menosprecien de esta manera, especialmente cuando se trata de mi propio
novio, puedo decir que él tiene esto bajo control. Es la única razón por la que no lo hago
a un lado y termino el trabajo.
—¿No lo entiendes, Kent? —Pregunta Bunky, con un tono loco antes de manchar la
cara de Kent con sangre—. Estoy aquí para ayudarte. ¿No puedes verlo?
Él se estremece, claramente no disfruta del Loco Bunky.
—Tú…
—¡No he terminado! —Bunky grita, agudo y desquiciado. Niega con la cabeza y deja
escapar un fuerte suspiro antes de volver a reír—. Ups, lo siento. Casi me pierdo allí por
un segundo. ¿Qué estaba diciendo?
—Lo estamos ayudando. —Obviamente, Raid odia esas palabras tanto como yo,
pero es lo suficientemente inteligente como para seguir a Bunky.
—¡Bien! —Bunky dice, chasqueando los dedos. Hace este pequeño y extraño baile
feliz mientras gira el cuello de Kent para empujar su cara contra la pared de ladrillos.
Luego se acerca para susurrar en su oreja—. Porque la próxima vez que mires a Blaine
de manera incorrecta, no estaremos aquí para protegerte de Silas. ¿Me entiendes?
A Kent le toma un momento, pero asiente, ya sin esa bravuconería confiada de antes.
No, tiene miedo. Miedo de Bunky y su cuchillo, miedo de Raid y su mirada
amenazadora y, lo más importante, miedo de mí y de lo que él sabe que haré.
—Vete. —Bunky cierra su cuchillo y da un paso atrás. Luego nos mira a Raid y a mí
antes de gemir dramáticamente y volver a su estado normal—. Estoy aburrido ahora.
¿Podemos irnos? —Debería asustarme lo drásticamente que cambia su personalidad,
pero es solo una parte de quién es, y me he acostumbrado a ello con los años.
No es así como pensé que sería, pero aun así estoy contento. Sin ningún tipo de
tortura física extrema, Bunk logró hacer que nuestro mensaje fuera alto y claro, y
aunque todavía estoy furioso, puedo dejarlo pasar por ahora.
Nuestro mensaje, eso es exactamente lo que es. El hecho de que estén a mi lado, listos
para defender el honor de mi bebé, significa más para mí que hacer el trabajo yo mismo.
Kent se apresura después de eso, mirando por encima del hombro para asegurarse
de que no lo estamos siguiendo. Bien. Quiero que duerma con un ojo abierto por el resto
de su vida, siempre temiendo que yo esté detrás de él.
Cuando estamos solos, Raid finalmente me deja ir antes de darme una palmada en
los hombros mientras me mira.
—¿Estás bien?
—Bien. —Asiento con la cabeza antes de volverme hacia Bunky—. Gracias por eso.
Golpea mi hombro con el suyo, una ligera caída en sus labios mientras me mira.
—Estabas a punto de acabar con ese hijo de puta. ¿Qué le pasaría a Blaine si te
encerraran?
Blaine era todo en lo que podía pensar, pero Bunky tiene un buen punto. Debido a
mi ira, no tuve la previsión de pensar claramente en mis acciones. Me alegro de que
estuvieran aquí porque Blaine me necesita.
—Realmente te gusta, ¿eh? —Raid dice asombrado—. Juro que nunca antes te había
visto actuar así por alguien.
—No, no es solo eso. Nuestro chico se enamoró, —bromea Bunky, golpeándome el
hombro.
—¿Por qué carajo todo el mundo sigue diciendo que estoy enamorado? —cuestiono,
deseando no haber dejado de fumar para poder fumar.
Joder, Blaine. Me vuelve loco.
—¿Quién más lo dijo? —Pregunta Raid mientras caminamos hacia mi coche.
—Mi mamá, —digo con un gemido.
Bunky se ríe.
—Entonces debes saber que esa mierda es verdad.
Hago una breve pausa antes de que mi mirada se dispare hacia ellos, con expresión
desconcertada.
—¿Pero cómo? Nunca antes me he enamorado. ¿Cómo puedo saberlo?
—Ni puta idea. Yo tampoco he estado nunca enamorado, —reflexiona Raid
encogiéndose de hombros.
—Bueno, gracias por nada, —murmuro, subiendo a mi coche con ellos a cuestas.
Echo la cabeza hacia atrás contra el asiento y me tapo los ojos con los brazos. Mi mente
está acelerada, un millón de pensamientos pululan por mi cabeza mientras pienso en los
últimos meses con Blaine.
¿Estamos enamorados? ¿Es por eso que estoy actuando así? Hay una diferencia
entre amar a alguien y estar enamorado de él. Amo a Bunky y amo a Raid, pero ¿habría
estado dispuesto a llegar tan lejos por ellos?
—Enamorarse es como hacer puenting, —comienza Bunky. El tono de su voz hace
que mi cabeza se gire para leer su expresión.
¿Qué coño? Nunca lo había oído sonar así antes. Hay una mirada lejana en sus ojos
mientras mira por la ventana. Miro a Raid en el asiento del pasajero para asegurarme de
que él también está viendo esto. Sí, Raid parece tan asustado como yo.
—Bunk, —dice Raid, extendiendo la mano hacia atrás para sostener su brazo—.
¿Estás bien?
—Tienes esa sensación de ingravidez cuando se te cae el estómago mientras estás
flotando en el aire, —susurra Bunky, sin siquiera reconocernos—. Hay un momento en
el que estás tan lleno de adrenalina, tan listo para la caída libre, pero también estás tan
nublado por el miedo porque, ya sabes, en el fondo, hay un cincuenta por ciento de
posibilidades de que te estrelles contra el suelo y termines en un desastre roto y
destruido.
¿Qué carajo?
—Bunky, ¿qué…
—Es lo más emocionante y aterrador que hayas hecho jamás, y aunque sabes que
podría terminar en un desastre, eso no te impide dar el paso y lanzarte desde el borde,
porque incluso si termina en devastación total, al menos tienes que experimentarlo.
Miro fijamente a Bunky, tratando de descubrir qué se supone que debo decir ante
algo así. En primer lugar, eso fue muy profundo y nada parecido al chico que conozco,
pero también…
—¿Cuándo cojones hiciste puenting? —Raid suelta, con el ceño fruncido por la
confusión—. Y espera, joder, ¿te has enamorado? ¿De quién? Necesito saber todos los
detalles sobre esto. Realmente me estás arruinando ahora mismo.
—Ese no es el punto, —espeta, apartando la mano de Raid. Se gira para mirarme y
me clava la mirada más seria que jamás haya visto. Hace que mi estómago se revuelva
—. ¿Sientes eso por Blaine? ¿Sientes que lo arriesgarías todo, arriesgarías la caída, solo
para asegurarte de que él esté bien? ¿Saltarías sin mirar, Silas?
Trago bruscamente. ¿Yo lo haría…?
Blaine lo es todo para mí. De alguna manera, llegamos aquí. Cuando pienso en mi
vida, ya no puedo imaginar cómo sería sin él. Estoy obsesionado con el chico.
Obsesionado con la forma en que huele, la forma en que se ríe y la forma en que me
hace sentir. Si eso no es amor… no sé qué es.
TREINTA Y DOS
BLAINE
Parece que ha pasado toda una vida desde que me echaron, aunque solo han pasado
unas dos semanas. Miro mi teléfono y veo que mi padre me ha enviado un mensaje de
texto, una vez más, preguntándome si estoy listo para dejar atrás mi pequeño
experimento con Silas y volver a casa.
A la mierda eso.
Papá dice que está bien que me gusten los chicos, pero el hecho de que sea Silas es lo
que le afecta. Además de eso, básicamente me cagué en sus sueños al elegir no ir a
Georgia, lo cual de alguna manera cree que es culpa de Silas. Él espera que ceda como
siempre lo hago, pero no voy a dar marcha atrás ante esto.
Después de la noche que dejé a mi familia y el momento en que Silas me dejó entrar
en él… me di cuenta de que lo que tenemos es especial. Silas es mi novio y los
sentimientos que tengo por él se han convertido en algo abrumador, pero de la mejor
manera.
Sonrío ante las palabras. Casa. Así es como él llama nuestro lugar. Ahí es donde nos
hemos alojado ya que su tráiler actual es demasiado estrecho para que quepan más
personas. Aunque no nos quedaremos con ella, Silas dice que a su mamá le parece bien.
Todavía no he tenido la oportunidad adecuada de conocerla como debería hacerlo un
buen novio, pero Silas me aseguró que lo haría realidad.
Tengo que admitir que, a pesar de la mierda de situación, ha sido agradable
compartir espacio con Silas. Claro, sus ronquidos a veces me despiertan en medio de la
noche, pero la forma en que me atrae para acurrucarme después lo compensa. El agua
que Whaley conectó está helada, pero desde que Silas y yo intentamos conservarla (sus
palabras no las mías), no ha estado tan mal. Veo todas sus pequeñas peculiaridades y
hábitos diarios, y no hacen más que hacerme caer aún más fuerte. Básicamente, estoy
perdidamente obsesionado con ese tipo.
Creo que incluso puedo estar...
Wow, más despacio, Blaine.
Suspiro, sin saber si Silas siente lo mismo. No empezamos esto con el propósito de
enamorarnos el uno del otro, pero joder, eso es lo que se siente.
Apartando los pensamientos, leo una respuesta.
Otra razón más para amar a Silas. Desde que papá me cortó, Silas ha estado
pagando toda mi comida. Se ríe cada vez que le agradezco, como si no fuera nada
gastar en mí el dinero que tanto le costó ganar, pero lo es todo para mí. Me aseguré de
agradecerle con mucho sexo sucio. Tanto es así que todavía me duele el culo por cómo
me folló esta mañana antes de ir a la escuela.
Puede leerme incluso cuando no estoy a su lado. Estoy nervioso mientras estoy
frente a la casa de Landon, sabiendo que esto tiene que suceder de una forma u otra. No
sé por qué le he ocultado esto durante tanto tiempo, pero él necesita saberlo. Lo que
siento por Silas no va a desaparecer pronto, si es que alguna vez desaparece, y quiero
compartir esa noticia con Landon.
Le dije a Landon que iría antes de tiempo, así que se reunió conmigo afuera antes de
que pudiera llamar.
—Hola, hombre, —dice, sonriendo mientras me da un abrazo de bro. Luego
retrocede y señala con el pulgar hacia el interior de su casa—. Mis padres no están.
¿Quieres tomar una cerveza y jugar NCCA?
No soy muy aficionado al alcohol, pero, sinceramente, el coraje líquido parece una
gran idea en este momento. Con una sonrisa, asiento con la cabeza en señal de acuerdo.
—Hagámoslo.
Me lleva por su casa y una vez más me maravillo de lo hogareña que es. Los padres
de Landon son ricos, pero no se nota. Todo en su casa, desde el sofá ligeramente
desgastado hasta las pequeñas chucherías por todas partes, la hace parecer habitada,
como si a alguien realmente le importara lo suficiente como para participar en la
decoración. Es una gran diferencia con mi casa, que parece sacada de una revista.
Se dirige a la cocina y nos trae dos cervezas antes de subir las escaleras. Él ya tiene el
juego configurado y nuestros viejos pufs colocados frente al televisor, y me invade tanta
nostalgia del pasado. Realmente ha pasado demasiado tiempo desde que hicimos esto.
—Esta vez nada de trampas, —resopla mientras abre su cerveza.
Me burlo, abriendo la mía antes de tomar un largo sorbo.
—Te lo dije un millón de veces, no puedes hacer trampa en este juego.
Me entrega un control y continúa.
—Estoy seguro de que de alguna manera has encontrado una manera de hacerlo.
Pongo los ojos en blanco y dejo mi cerveza para que podamos empezar a jugar.
Como se predijo, le pateo el culo y él se queja todo el tiempo acerca de cómo debo haber
descubierto algún truco secreto que no he compartido con él. Bebemos nuestras
cervezas y, como soy un peso ligero, estoy un poco achispado cuando terminamos la
primera ronda de nuestro juego.
—¿Otra vez? —pregunta, señalando el juego.
Sostengo el control con fuerza en mi mano, sabiendo que este es el momento que
estaba esperando.
—En realidad, esperaba que pudiéramos hablar.
—Hablar, ¿eh? —Dice, mirándome mientras señala mi ropa—. ¿Finalmente vas a
explicar toda la mierda que te ha estado pasando? —Hace una pausa y sus ojos me
recorren—. ¿Y por qué te has estado vistiendo como una estrella de rock?
Echo un vistazo a mi ropa. Sí… no es mi mejor look, pero no he vuelto a mi casa
desde el incidente con mi papá, así que tuve que usar la ropa de Silas. Aunque somos
similares en tamaño, sigo siendo más grande que él. Después de romper
accidentalmente las últimas camisetas negras lisas, tuve que usar algunas de sus viejas
camisetas de banda. Son todas demasiado ajustadas y parezco un poco loco cuando los
combino con mi letterman y mis Nike.
—Sí, —murmuro, tomando otro sorbo de cerveza para sentir confianza. Ya mejor ir
al grano—. En realidad tiene mucho que ver con eso. Mi papá me echó.
Sus ojos se abren cuando tira su cerveza y maldice cuando salpica su control, pero
no se molesta en limpiarlo.
—¿Qué coño? Estás bromeando.
—Lo digo en serio, —le digo, apretando y aflojando los dedos de mi mano libre—.
Me echó.
—¿Por qué? —pregunta, negando con la cabeza un poco confundido mientras
intenta comprender.
—Bueno… —Aquí va—. Estoy-saliendo-con-Silas-Richards.
Uno, dos, tres-
—¿Qué? —grita, saltando y mirándome como si tuviera dos cabezas—. Wow, no.
No, no, no. Odias a ese tipo. Odiamos a ese tipo. ¿Qué quieres decir con que estás
saliendo con él?
—Exactamente como suena. —Me pongo un poco nervioso cuando él no dice nada
en respuesta—. Estamos saliendo. Nos besamos y cosas así... No lo sé, Landon. Salimos
como la gente normal, pero no públicamente.
—¿Folláis? —pregunta, con los ojos todavía llenos de sorpresa.
La cerveza que estaba bebiendo sale de mi boca y mi mandíbula cae mientras mis
mejillas se sonrojan.
—Yo... No puedes preguntar eso, —tartamudeo, limpiándome la boca rápidamente
y colocando la botella en el suelo.
—Puedo saber que eras virgen, ¿pero no puedo saber que has follado? —Niega con
la cabeza con asombro—. Las reglas de los mejores amigos dictan que me cuentes todos
los detalles jugosos.
Me muerdo el labio inferior y me doy cuenta de que tiene un buen punto. Si se
invirtieran los papeles, yo también sentiría curiosidad.
—Sí, follamos.
—¿Quién hace qué? —pregunta, golpeando sus dedos como para mostrar lo que
quiere decir. Oh diablos, no. Es demasiada información, incluso para él.
Agitando mi mano, no puedo evitar poner los ojos en blanco ante su franqueza.
—Está bien, definitivamente no puedes preguntar eso.
—Bieeeen. —Se deja caer de nuevo en su puf antes de inclinarse hacia mí, con los
codos apoyados en las rodillas y un brillo en los ojos. Súper genial—. ¿Cómo comenzó?
—¿Recuerdas la hoguera después del partido de Linton? —Cuando él asiente,
continúo, feliz de poder finalmente sacar todo esto a la luz—. Bueno, terminamos
tonteando. Después de eso decidimos seguir adelante. Una cosa llevó a la otra y ahora
estamos saliendo.
—Bueno, joder. No me esperaba esto. —Hace una pausa para tomar un sorbo de su
bebida—. ¿Lo amas?
Mis ojos se abren cuando abro y cierro la boca. Bueno, realmente está sacando la
carta del mejor amigo haciéndome todas estas preguntas personales.
—Yo…
—Por eso tu papá te echó, ¿verdad? ¿Porque estás saliendo con Silas? —lanza la
siguiente pregunta rápidamente, interrumpiéndome.
—No, —empiezo, sabiendo que la siguiente parte también será un shock para él—.
Quiero decir, sí, pero hay más. Descubrió que no voy a aceptar una beca de fútbol para
Georgia y, en cambio, presentaré una solicitud para Yale.
—Mierda, —jadea, levantando las manos en el aire, con la voz llena de irritación—.
¿Algún otro secreto que quieras contarme de paso? ¿Por qué no sabía estas cosas?
Puedo ver que se está enojando y tiene todo el derecho a estarlo. Le he ocultado
mucho estos últimos meses, más de lo que le ocultarías a tu mejor amigo. Siempre ha
sido tan leal, tan grandioso, tan inquebrantable en nuestra amistad. Sé que la he cagado,
pero como ya estamos aquí, bien podría abrirme del todo y contarle todo.
—Tengo ataques de pánico, —dejo escapar, con ganas de sacarlo todo a la luz—.
Realmente malos. A veces me siento tan abrumado con todo lo que se espera de mí. A
veces arremeto porque no puedo soportarlo. A veces solo quiero gritar a todo pulmón
para que todos se vayan a la mierda y me dejen en paz.
Su cara cae y suena herido.
—¿Y sentiste eso conmigo?
—Nunca, —digo, negando con la cabeza rápidamente y tratando de tranquilizarlo
con la verdad—. Es solo que estabas en el lado equivocado. Eso no es tu culpa. Debería
haber sido honesto contigo desde el principio.
—Sí, deberías haberlo sido, —afirma, cruzando los brazos sobre el pecho—. Soy tu
mejor amigo. ¿Por qué no pensaste que te apoyaría con todo esto? ¿Asumiste que no lo
haría? Porque eso me molesta un poco.
—Supongo que sí, pero mucho de esto se debe a la mierda con mi papá, —murmuro,
retorciendo mis dedos alrededor de la tela de mis jeans—. Simplemente no quería que
me vieras de manera diferente. No quería que arruinara nuestra amistad, pero parece
que lo logré por mi cuenta. Lo siento mucho, Landon. No era mi intención que
sucediera nada de esto.
Juguetea con sus manos durante un minuto antes de mirarme, con el labio
ligeramente levantado.
—Disculpa aceptada. Simplemente no me ocultes cosas así otra vez. Me estabas
preocupando.
Me inclino hacia delante y le doy una palmada en el hombro, esperando que pueda
ver lo sinceramente que me disculpo. Nunca quise que las cosas llegaran tan lejos, pero
tener su apoyo significa mucho para mí.
—Te lo prometo, no te ocultaré nada más nunca más.
Él asiente antes de apretarme la muñeca, con los ojos llenos de alegría una vez más.
—Entonces, nunca respondiste mi pregunta.
Arrugo la nariz y me siento confundida.
—¿Cuál?
—¿Amas a Silas?
Mi respiración realmente se entrecorta. Realmente no sé qué decirle. ¿Estoy
empezando a hacerlo? ¿Eso está bien? Nunca antes me he enamorado, así que no estoy
muy seguro de cómo se supone que se debe sentir.
¿Se siente como si estuvieras constantemente drogado cuando esa persona está
cerca? ¿Es cuando todos tus pensamientos giran en torno a ella? ¿Será que es la persona
con la que quieres compartir todo? ¿Qué pasa si es solo la persona la que te hace sentir
más como tú mismo?
Si las respuestas son sí, entonces estoy enamorado de Silas Richards.
—Creo que sí, —susurro, sintiendo el peso de esas palabras sobre mis hombros, pero
no es asfixiante. Más bien, es casi reconfortante.
—¿Se lo vas a decir? —él pregunta.
Niego con la cabeza.
—No sé si él siente lo mismo. No quiero decirlo demasiado pronto y asustarlo.
Lo piensa por un momento antes de reírse.
—¿Quieres que le dé una paliza si eso pasa?
Me sonrojo y le doy la espalda.
—No. Ahora, ¿alguna otra pregunta?
—¿Le has chupado la polla? ¿Cómo se siente? ¿Es como chupar una paleta de carne?
Le tiro una almohada cercana a la cabeza, deseando que se calle, pero agradeciendo
que esté siendo tan bueno con todo esto.
—No te diré eso, y puaj. Asqueroso. Nunca vuelvas a describirlo así.
Mi teléfono suena y él lo mira con mirada cómplice.
—¿Es él?
Lo reviso y veo que efectivamente es Silas. Está sentado en el remolque, con la mano
en la entrepierna y un puchero en la cara.
Imbécil: Bien, también te extraño. Date prisa y ven aquí para que podamos
acurrucarnos o alguna otra mierda.
El gran malote Silas Richards es mucho más pegajoso de lo que piensas. Landon
mira por encima de mi hombro y resopla.
—Sí, está totalmente enamorado.
Me río y hago a un lado su comentario, pero algo en mi corazón se llena de
esperanza, porque si Silas realmente está enamorado de mí… Bueno, seríamos dos
tontos enamorados.
Y nada suena mejor que eso.
TREINTA Y TRES
BLAINE
16
La actriz de una de las personajes femeninas de la película antes mencionada.
—Sí, señora. —Le extiendo mi mano—. Lo siento por…
Ella niega con la cabeza.
—No, no. Nosotros nos abrazamos en esta familia.
Luego ella da un paso adelante y su diminuto cuerpo me envuelve con fuerza. Por
un segundo, no sé cómo reaccionar. Lo último que pensé que pasaría serían lágrimas
corriendo por mis mejillas por un gesto tan simple. Esto no es a lo que estoy
acostumbrado. Mis padres son exactamente lo opuesto a ella. Mientras que ella se
muestra cálida y cariñosa, mis padres son fríos e indiferentes. No recuerdo la última vez
que alguno de ellos me abrazó así.
Cuando me alejo, su sonrisa flaquea ligeramente cuando ve las lágrimas en mis ojos.
—Oh, cariño. Apuesto a que no te abrazan mucho.
—No te preocupes, mamá. —Silas me acerca a su lado—. Estamos recuperando el
tiempo perdido.
—¡Genial! —prácticamente grita mientras agarra mi mano y me arrastra lejos de
Silas hacia el campo abierto—. ¿Bailas, Blaine? Silas puede, pero lo odia. Siempre me
deja sin pareja.
Sonrío y mi confianza se renueva mientras ella gira bajo mi brazo.
—Sí, señora. Soy un gran bailarín.
—No lo escuches, probablemente sea una mierda en eso. —Silas se ríe.
Ella entrecierra los ojos hacia su hijo.
—Sé amable con tu novio, Silas, o encontrará a alguien menos gruñón.
—Nunca, me he encariñado con él, —digo, dándole a Silas un rápido beso al aire
que él simplemente pone los ojos en blanco. Me vuelvo hacia su madre y le tiendo la
mano—. ¿Me concede esta pieza?
—Qué caballero, —susurra, colocando su delicada mano en la mía—. Sería un
placer.
Bailamos un rato y Silas observa divertido cómo su madre y yo pasamos el mejor
momento de nuestras vidas mientras las otras mujeres se unieron y turnaban para bailar
conmigo, y cuando terminamos, estoy todo asqueroso y sudoroso, muriendo por un
poco de agua.
—Ella te ama, —me dice Silas más tarde, cuando finalmente logramos encontrar algo
para beber que no contenga alcohol—. Te lo dije.
—Lo sé. —Tomo un sorbo de agua fría y él se encoge de hombros—. Simplemente
no quería dar una mala primera impresión, ¿sabes? Especialmente con lo importante
que es para ti.
—Y lo aprecio, —dice, acercándose sigilosamente a mí mientras me rodea con sus
brazos para acariciarme el culo—. Creo que mi maravilloso novio merece una
recompensa después de todo eso.
Me arqueo hacia atrás cuando comienza a besar mi cuello, provocándome con
pequeños mordiscos y chupadas que me vuelven loca.
—¿Una recompensa?
—Sí, ¿quieres salir de aquí? —pregunta, finalmente alcanzando mis labios y
envolviéndome en un beso lento y sucio—. Estoy un poco cansado de esto.
Asiento rápidamente, hundiendo mis manos en su cabello para mantenerlo cerca de
mí.
—¿A nuestro lugar?
—Duh. —Él se ríe, dándome un último beso antes de darme una nalgada y dar un
paso atrás—. Vamos, bebé. Te quiero desnudo y gritando mi nombre en menos de
veinte minutos.
No tiene que decírmelo dos veces.
TREINTA Y CINCO
SILAS
Caemos dentro de la caravana, ambos arañando y rasgando la ropa del otro. El sabor
de Blaine es embriagador, instándome a lamer su boca para perseguirlo.
—¿Estás seguro de que nadie va a entrar aquí? —pregunta, jadeando contra mi boca
mientras le bajo los jeans y la ropa interior.
Asiento mientras me quito mis jeans, gruñendo ante el hecho de que necesito
separarme de él para hacerlo.
—Absolutamente no, joder. Incluso si alguien supiera dónde está esto, están
demasiado borrachos para venir a buscarnos.
El lugar de reunión está en pleno apogeo al otro lado del parque de casas rodantes.
Blaine y yo hemos estado viniendo aquí durante meses, pero puedo apreciar que mi
bebé todavía está nervioso por eso. Sin embargo, silencio sus miedos atacando su boca,
gimiendo contra sus labios mientras caemos en el sofá.
—Eres tan sexy, —gemí, rasgando su camisa sobre su cabeza mientras observo su
amplio cuerpo—. Joder, nunca pensé que esto me pondría tan cachondo.
Se retuerce debajo de mí, sus dedos tiran desesperadamente de mi chaqueta.
—Quítatela. Ahora. Por favor.
—Eres tan dulce cuando suplicas, —le digo, mostrándole misericordia mientras me
desnudo de lo que queda de mi ropa. Luego inclino la cabeza para tomar su polla en mi
boca, saboreando su sabor, gimiendo por todos esos preciosos ruidos que un tipo fuerte
como él hace para mí.
—Si…
—Lo sé, —le digo, dándole a su cabeza una última lamida antes de posar sobre sus
labios para darle un beso—. Es hora de que reclames tu recompensa.
—Tengo una idea, —dice, apartando sus los labios. Gruño y persigo su boca, pero él
coloca su mano sobre mi pecho para mantenerme alejado.
—¿A dónde vas? —Cuestiono cuando sale de debajo de mí y se dirige a la puerta—.
Si tu polla no está en mi culo en los próximos dos minutos, entonces odio esta idea.
—Relájate, —me dice, pareciendo demasiado travieso para su propio bien cuando
llega a la puerta—. Solo dame un segundo. Te encantará.
Él sale del remolque desnudo, y mi lado territorial quiere perseguirlo y arrojarle mi
chaqueta a su alrededor para mostrarle al mundo que es mío. Será mejor que se alegre
de que nadie venga aquí, porque la idea de que alguien vea a mi chico desnudo me hace
perder la cabeza.
Me dirijo a la cama, acariciando mi polla y listo para lo que sea que haya planeado.
Cuando regresa, sonrío, pero rápidamente desaparece cuando lo veo.
—Oh, joder, no.
Blaine se ríe y miro con horror el jersey en sus manos. Es el mismo jersey que metió
en mi coche el día del gran partido. Pensé que lo había ocultado, pero aparentemente no
lo suficientemente bien. Lo cuelga frente a su cara, meneando las cejas hacia mí.
—Sí.
—No usaré eso cuando me folles, —ladro mientras me deslizo hacia arriba para
alejarme de él.
—Vamos, —bromea, subiendo a la cama, con el jersey todavía en la mano—. ¿Me
estás diciendo que nunca pensaste en eso?
—Pensé en follarte a ti con eso, —le digo, recordando lo musculoso que se ve cuando
lo tiene puesto, pero luego niego con la cabeza—. No soy un cleat chaser.
Él resopla, arrodillándose en el sofá mientras deja el jersey y envuelve su mano
alrededor de su polla.
—Piénsalo. ¿Acabo de ganar el gran juego y mi novio quiere felicitarme? ¡Oh! ¿O tal
vez eres un gran admirador y solo te daré un autógrafo si me dejas follarte?
Mis ojos se abren con sorpresa.
—¿Quieres un juego de roles?
—Sí, —dice encogiéndose de hombros con facilidad—. ¿Quieres probarlo?
Miro fijamente el jersey ofensivo y luego miro fijamente su polla. Le resulta difícil la
idea, le duele y se esfuerza ante la idea de follarme con su uniforme. Estoy a punto de
decir que no, porque como dije, no soy un cleat chaser, pero la mirada en sus ojos me
detiene.
Esos grandes ojos grises están llenos de una increíble cantidad de emoción. Casi
salta de entusiasmo al pensar en su fantasía.
Y como aparentemente estoy endulzado, accedo.
—Será mejor que esto sea bueno, —le digo, quitándole el jersey de la mano y
poniéndomelo. Huele a hierba y a Blaine, una combinación embriagadora que hace que
mi polla se sacuda.
Se mueve rápido, luchando por el lubricante en la mesa auxiliar antes de volver a
sentarse sobre mí. Su entusiasmo hace que se chorree demasiado en los dedos, haciendo
un desastre, pero al menos están bien cubiertos.
—¿Entusiasmado? —Me burlo, ganándome un fuerte golpe en el muslo—. ¡Ay,
joder!
—Solo dame un segundo para admirar la vista, imbécil, —gruñe mientras se toma
un segundo para mirarme.
Saco un poco el pecho porque me mira como si fuera la cosa más sexy que jamás
haya visto. Probablemente le guste el hecho de que el “chico malo” esté vestido con
espíritu escolar. Frunzo el ceño mientras me miro a mí mismo.
—¿Necesitamos una palabra de seguridad? —Pregunta, colocándose entre mis
piernas y separándolas.
—No sé, —digo, tratando de pensar en el porno que he visto. No es como si fuera a
atarme y amordazarme. Esa es una idea—. ¿Qué tal 'Me siento como un idiota'?
Siseo cuando me golpea el muslo de nuevo.
—Esto es serio.
—Bien, —gruñí, poniendo los ojos en blanco—. Marinara.
—¿Marinara? —pregunta entre una carcajada—. ¿En serio?
—¿No se supone que una palabra segura es algo que nunca dirías? —Pregunto, cada
vez más irritado con esta conversación. Solo quiero follar—. Bueno, nunca pediría a
gritos una salsa italiana mientras me estás metiendo la polla en el culo. Aunque jugar
con la comida puede ser algo que valga la pena considerar. —Pienso, mi mente de
repente da vueltas entre todas las posibilidades.
—¡Silas!
—Joder, lo siento. Marinara.
—Bueno. —Deja escapar un suspiro excitado, jugando con el oscuro mechón de pelo
alrededor de la base de mi polla—. Marinara será. ¿Deberíamos hablar sexy entre
nosotros?
Joder, no me di cuenta de cuánto trabajo requeriría esta fantasía. Estoy listo para
seguir adelante, pero a la mierda. Ya me estoy tragando mi orgullo al aceptar esto.
También podría ser el mejor fan falso posible, especialmente porque él parece realmente
querer esto, y aparentemente haré cualquier cosa por él.
—Si vamos a hacer esto, lo haremos bien, —digo, apoyando mis manos entrelazadas
detrás de mi cabeza—. Este es tu espectáculo. Haz que valga la pena.
—Qué irritante, —murmura, poniendo los ojos en blanco ante mi tono. Luego frota
mi muslo e inclina la cabeza hacia un lado—. ¿Estás listo?
—Sí. Hagámoslo.
Se lame los labios mientras separa mis nalgas, pasando un dedo lubricado
suavemente alrededor de mi agujero, haciéndome apretar con anticipación.
—Así que eres un gran fan, ¿eh?
—El más grande, —murmuro, entrecerrando los ojos hacia él—. Quiero un puto
autógrafo.
Suspira y retrocede, frunciendo el ceño con los ojos bajos mientras niega con la
cabeza. Ahora me siento como un idiota por no intentarlo.
—Si no te vas a tomarte esto en serio, no tenemos que hacerlo. —Me mastico el
interior de la mejilla y me doy cuenta de que es algo sexy. Quiero decir, el fan está
desesperado por la polla de Blaine, ¿verdad? Yo también puedo estarlo. Quizás si me
dejo llevar un poco, podría divertirme un poco.
Pero sobre todo, sé que me va a gustar por lo mucho que a él le gusta.
—Eres mi jugador favorito, —digo, tratando de poner algo de entusiasmo y alegría
en mi voz—. Amo verte cuando estás en el campo.
Él levanta sus ojos hacia los míos y estalla en una amplia sonrisa. Luego hace este
extraño movimiento de caderas antes de hablar.
—Así que eres un gran fan, ¿eh?
—El más grande, —digo suavemente, manteniendo una brillante sonrisa en mi
rostro mientras él presiona un dedo contra mí nuevamente, y me esfuerzo por pensar en
algo que decir—. Lamento haberme colado en el vestuario, pero realmente quería un
autógrafo.
—¿Qué harías por uno? —pregunta con maldad, girando su dedo y metiéndolo
dentro de mí.
Me muerdo el labio inferior, atrapando un gemido cuando él llega a mi lugar.
—Cualquier cosa.
Arquea una ceja y lentamente añade un segundo dedo.
—¿Me dejarías follar este agujerito perfecto?
Si bien disfruto de su charla sucia, él tiene suerte de que ahora seamos novios
porque si me hubiera hablado de esta manera al principio, le habría arrancado los
dientes. Pero ahora…
Dios Santo, que folle mi agujerito perfecto.
Pero no puedo decir eso, así que niego con la cabeza, fingiendo no estar seguro.
—No sé. Nunca he hecho esto antes.
Se ríe y continúa abriéndome con los dedos mientras deja pequeños besos en mi
abdomen antes de flotar sobre mí.
—¿No quieres saber cómo es follar con el mejor atleta de la NFL?
Bueno. Eso me gana.
—Espera. En esta fantasía, ¿eres el número uno? —Ladeo la cabeza hacia un lado y
resoplo—. Tienes un ego enorme, bebé.
—¡Ey! ¡No rompas el personaje! —dice, haciendo pucheros. Niega con la cabeza
nuevamente y respira profundamente—. Bien, bien. Intentemos esto de nuevo. ¿No
quieres hacer feliz a tu jugador favorito?
Esto tiene que ser lo más ridículo que he hecho jamás por él, pero me obligo a
mantener el personaje.
—¿Realmente te hará feliz follarme?
—Muy feliz, —dice metiendo otro dedo. Echo la cabeza hacia atrás y él aprovecha,
chupando esa peca oscura en mi cuello con la que está obsesionado—. Incluso te
conseguiré boletos de temporada.
Bueno. A un fan le gustaría eso, ¿verdad?
—¿Por favor? Sí. Dejaré que me folles. ¿Pueden ser courtside17?
¿Eso es un término? ¿Cómo coño lo llamas, sideline18?
Esta vez le toca a él romper el personaje. Por supuesto que no dejará pasar eso. Sus
dedos todavía están dentro de mí mientras deja caer su cabeza sobre mi pecho, riendo.
—¿Courtside? Realmente necesitamos enseñarte más sobre fútbol.
—Cállate, joder, —le espeto, empujando su pecho—. Mira, estoy haciendo lo mejor
que puedo. ¿Podemos simplemente follar ahora?
—Siempre quise follarme a un fan con mi jersey, —continúa, devolviéndonos a la
escena—. Dime que puedo follarte. Dime que puedo meter mi polla en este dulce culito
y tomar lo que quiera.
No estoy muy seguro de por qué esas palabras me retuercen por dentro. Tomo sus
mejillas, asegurándome de fijar esos ojos grises que han comenzado a convertirse en mi
perdición, y ni siquiera me avergüenzo cuando mi voz sale sin aliento.
—Te daré todo lo que quieras, Blaine.
Esto ya no es parte de la fantasía. Lo digo en serio. Lo miro fijamente, esperando que
mi mirada muestre cuán cierto es. De alguna manera, nos encontramos aquí, conmigo
17
Así se le conoce al área inmediata que bordea la cancha en tenis o básquetbol.
18
Así se le conoce a la misma área pero en el fútbol americano y otros deportes xD.
dispuesto a hacer casi cualquier cosa por él. Quiero protegerlo, hacerlo feliz y
asegurarme de que nunca se arrepienta de haberme elegido.
Ese corazón que he escondido bajo capas de sarcasmo y apatía se ha abierto de par
en par para él.
Blaine, siendo tan perfecto como es, nota el cambio en mí. Me mira con adoración,
casi como si estuviera apreciando este momento, y luego me besa profundamente.
Y con sus labios sobre los míos, sé que eso significa que él también hará cualquier
cosa por mí.
Una vez que estoy listo para él, cubre su polla con lubricante y la alinea con mi
agujero. Clavo mis dedos en su suave cabello mientras él besa mis labios.
—Voy a tomarme mi tiempo. Mi mayor fan debería saber lo mucho que significa
para mí.
—Por favor, —le ruego en voz baja, sorprendiéndome por lo necesitado que sueno, y
jadeo cuando él entra—. Muéstrame que soy más importante que nadie.
Blaine siempre me hace decir tonterías. Nunca antes había hablado con nadie de esta
manera, nunca había sido tan abierto y vulnerable con nadie, ni siquiera con las más
cercanas a mí.
Ahora también quiero ser más importante para él que nadie.
Se desliza dentro de mí dolorosamente lento y aprieto los dientes cuando siento su
polla dentro de mí. Luego echo la cabeza hacia atrás con un jadeo silencioso cuando
toca fondo y va directo a mi garganta. Ya tengo dos chupetones de él: uno descolorido y
otro rojo brillante, pero sé que le encanta marcarme como suyo. Es la misma razón por
la que lo condecoré con mis marcas.
Porque nos pertenecemos el uno al otro.
—¿Se siente bien? —Pregunta, su voz áspera y ronca mientras envuelve mis piernas
alrededor de su cintura—. ¿Cómo se siente que tu mayor obsesión te folle?
Joder, eso me encanta. Estoy obsesionado con él. Desde la forma en que se sonroja
cuando está nervioso hasta su boca afilada cuando está enojado, todo en él me pone a
mil, y quiero que él también esté obsesionado conmigo. Quiero que él esté tan
arruinado por mí como yo para él.
—No pares, —le suplico, agarrando sus hombros con tanta fuerza que lo hace silbar.
Ni siquiera me importa estar rogando. Solo quiero más de esto—. Fóllame más fuerte,
Yates. Quiero que tus compañeros de equipo me escuchen gritar por ti.
Sus ojos se ponen en blanco mientras disfruta de mi charla sucia, dejando que le
alimenten mientras me folla con más fuerza. Levanta mis piernas y apoya mis pies
sobre sus hombros mientras me da todo lo que tiene. Gotas de sudor en su frente y su
respiración se entrecorta, pero de alguna manera, encuentra la fuerza para seguir
adelante.
Podría ser el hecho de que estoy lleno de su polla con nada más que su jersey.
Él se retira y no puedo creer que suelte un quejido por la pérdida. Supongo que
estoy interpretando perfectamente al fan adorador.
—Regresa aquí.
Niega con la cabeza, se deja caer sobre su espalda y mi polla se sacude mientras me
coloca en su regazo.
—No. Si quieres ese autógrafo, te lo vas a ganar. Monta mi polla.
Me lamo los labios mientras lo agarro, alineándome antes de bajar de un rápido
sentón.
¿Quiere que lo monte? Le daré la monta de su vida.
—¡Joder! —grita, sacudiendo la cabeza de un lado a otro mientras yo reboto en su
polla—. Dios, justo así, Si. Muéstrame cuánto amas mi polla.
—Rompiste el personaje, —gruñí, pasando mis manos arriba y abajo por su jersey,
dándole el espectáculo que tanto estaba desesperado.
—¡No me importa! —Él gime mientras agarra mis caderas para poder embestirme—.
Te ves tan caliente. Tan jodidamente caliente. Dios mío, no puedo... Voy a...
Sí. Me encanta cuando empieza a balbucear. Eso significa que se está acercando.
Saco una de sus manos de mi cadera y la coloco alrededor de mi polla.
—Haz que me corra, bebé. Muéstrale a tu mayor fan el Dios del sexo que eres.
Vale, tal vez eso sea llevar todo esto demasiado lejos, pero a la mierda, estoy metido
en esto.
—Dios del sexo, ¿eh? —Él resopla, sus ojos brillan de lujuria mientras me mira.
—Me estás follando tan bien, —gimo, haciendo esa cosa con mis caderas que lo
vuelve loco. Follo su puño simultáneamente, dejando caer mis manos sobre su pecho
mientras empiezo a temblar—. ¡Sí, sí, sí!
Luego me corro sobre su pecho y él lo mira fijamente, asombrado, arrastrando sus
dedos a través de mi semen antes de meter un dedo en mi boca. Lo chupo, probándome
mientras sigo montándolo a pesar de lo sensible que estoy.
—Quiero correrme sobre mi jersey, —me dice, embistiéndome rápida y
frenéticamente sobre mi espalda. Saca su polla, se masturba con un movimiento brusco
y se corre cuando le masajeo las pelotas—. ¡Si!
Chorro a chorro cubre su camiseta, y un poco aterriza en mi cuello, que él limpia con
su lengua. Luego se desploma encima de mí, sudoroso y sin aliento.
—¿El juego de roles fue todo lo que pensaste que sería? —Pregunto, frotando la
parte posterior de su cabeza con dedos tranquilizadores. Cuando no responde de
inmediato, le doy una suave nalgada—. ¿Bebé?
Reclama mi boca en un beso brutal antes de empujar su lengua por mi garganta.
Pasa sus manos por todo mi cuerpo, todavía tan caliente por mí, y sé que si le doy unos
minutos, estará listo para otra ronda. Blaine es un puto maníaco sexual y estoy aquí
para ello.
—Joder, Si, —susurra cuando se retira, frotando su nariz contra la mía—. Eres
perfecto. Gracias por hacer eso.
—Estuvo bien. —Me encojo de hombros con indiferencia, pero ambos sabemos que
no lo digo en serio—. La próxima vez haremos el deportista tonto y el rebelde.
Él resopla mientras se mueve para que podamos recostarnos uno al lado del otro.
—Entonces, ¿nuestra vida entonces?
—Estaba pensando que estarías buscando anotar y estarías dispuesto a renunciar a
ese culo por ello, —sugiero, mi polla volviendo a la vida al pensar en ello—. ¿Quieres
que te folle como si te odiara?
Lo interrumpe el sonido del timbre de su teléfono y se levanta tambaleándose para
agarrarlo de sus jeans. Deja escapar un gemido y lo arroja sobre la mesa auxiliar antes
de ponerse los calzoncillos y reunirse conmigo en la cama plegable.
Mi ceja se levanta ante su expresión enojada.
—¿Qué pasa?
—Solo es mi papá, —murmura, pasándose una mano frustrada por el cabello antes
de rodar hacia mi costado—. No es gran cosa.
Quiero presionar y preguntarle sobre lo que dijo su papá, pero no lo hago. Está muy
feliz y relajado en este momento y no quiero hacer nada que arruine eso. Aunque tomo
nota mental de hablar con él sobre eso más tarde.
Ahora, voy a abrazar a mi novio y agradecerle a mi estrella de la suerte que encontré
mi pareja perfecta.
TREINTA Y SEIS
SILAS
Nunca pensé que me interesaría toda esta mierda de las citas cursis, pero me gusta.
—¿Te gusta? —Pregunta Blaine, como si leyera mis pensamientos, señalando
nuestro batido de Oreo que descansa frente a nosotros. Tiene un poco de migajas en el
labio inferior, así que me inclino hacia él y las lamo, disfrutando la forma en que su
respiración se entrecorta.
—Si… —susurra, persiguiendo mis labios.
—No, —digo, tomando un sorbo de mi pajita antes de señalarle—. Querías pedir
esta mierda, te la vas a beber.
Se acurruca a mi lado, apoyando su cabeza en mi hombro.
—Te dije que podíamos pedir pastel de queso con fresas.
—Pero no te gusta el pastel de queso con fresas.
—Lo habría bebido por ti, —murmura con cansancio.
Joder, Blaine. Este tipo me va a matar por cómo hace que mi corazón quiera salirse de
mi pecho. Sé que dije que quería que terminara su batido, pero no puedo soportarlo. Lo
arrastro sobre mi regazo, sofocando sus labios helados con los míos y saboreando el
chocolate en su lengua.
—¿Por qué fue eso? —pregunta cuando nos separamos, con las mejillas sonrojadas y
jadeando ligeramente mientras aprieta mi chaqueta.
—Jódete, por eso, —me quejo, entregándole su batido para que pueda seguir
bebiendo. No admitiré que a él también le da buen sabor. Para evitar atacarlo en público
como realmente quiero, me inclino hacia atrás y rodeo la cabina con mis brazos—.
¿Cómo fue el Consejo Estudiantil hoy?
Él gime, toda la lujuria desaparece de sus ojos mientras se hunde en mí.
—Ugh, ni siquiera me hagas hablar de eso. Olvidé que las pruebas de béisbol son la
próxima semana, así que tuve que rehacer toda mi agenda.
—¿Por qué te importan las pruebas de béisbol? —Pregunto, arqueando una ceja.
—Porque lo estoy intentando, —dice, sorbiendo mientras llega al fondo de su
batido.
—Bebé, —le digo inexpresivamente, dándole una mirada—. Nunca te he escuchado
hablar sobre béisbol ni una vez. ¿Por qué lo intentas?
Su nariz se arruga en confusión.
—¿Por qué no lo haría?
Intento tener paciencia. Es como si no recordara que sus circunstancias han
cambiado. Bajo mi tono, tratando de no ser condescendiente, pero estoy seguro de que
mis palabras aún salen de esa manera.
—¿Estás probando porque tú quieres o porque tu papá quiere que lo hagas?
Sé que no debería mencionar a su padre, no después de todo lo que ha pasado, pero
tiene que darse cuenta de que el alcalde sigue moviendo todos los hilos. Blaine no es un
idiota. Tiene que ver cuánto le está matando hacer toda esta mierda extra.
—¡Vete a la mierda, Silas! —espeta, bajándose de mi regazo—. ¿Qué pasa si me
gusta el béisbol?
—Bueno, ¿te gusta? —Le ladro en respuesta, manteniéndome firme—. ¿De verdad te
gusta toda la mierda que haces?
—¡Por supuesto que sí! —argumenta, con el rostro rojo de irritación—. ¿Cuál es tu
puto problema esta noche?
Me pellizco el puente de la nariz y lucho contra el impulso de golpear a mi novio
perfecto en la mandíbula. ¿Quiere saber cuál es mi problema? Él lo es.
Cuando finalmente llegó a la caravana después de la escuela, eran alrededor de las
seis en punto. Había estado esperándole para poder cenar, pero se durmió tan pronto
como cruzó la puerta. El cabrón ni siquiera me besó primero. Una vez que finalmente lo
levanté, llegamos a Kelly's Diner donde se negó a comer nada más que un puto batido.
Está exhausto, fuera de sí, y no me gusta nada.
Demándame si quiero que mi chico sea feliz y saludable.
—Simplemente no entiendo por qué haces todas estas cosas random, —digo
mientras empiezo a enumerar todas sus actividades extracurriculares con mis dedos—.
Consejo Estudiantil, Club de Reciclaje, Equipo de Debate, Club Key (lo que sea eso) ¿y
ahora béisbol? ¿Qué pasa contigo?
—¡Me gusta participar!
—¡No, no te gusta!
Ambos bajamos la voz cuando nos damos cuenta de que hemos atraído a una
audiencia. Le resoplo al anciano en la cabina de al lado cuando nos da una mirada de
advertencia, y Blaine me golpea el pecho.
—No seas idiota, Silas.
—Solo admite que no te gusta esa mierda, —gruñí, volviéndome hacia él—. Admite
que lo odias, porque sé que lo odias.
Él se burla.
—No lo sabes.
Controlo toda la calma que puedo lograr. Bien. ¿Quiere ser un pequeño idiota
testarudo? Supongo que tengo que sacar las armas grandes.
Se ha presionado hasta el otro lado de la cabina, así que me acerco y lo encierro
contra la pared. Luego paso mi brazo sobre su hombro, acercándolo a mi pecho,
poniendo los ojos en blanco cuando intenta pelear conmigo.
—No me toques, —sisea, apartando mis manos de una palmada—. No quiero hablar
contigo ahora.
Suspiro, sin dejar que se libere de mi agarre y agarro su barbilla.
—Blaine, mírame. Lo siento mucho, ¿de acuerdo?
—No, no lo sientes, —dice furioso, con la mandíbula apretada mientras me mira
fijamente—. Solo quieres que deje de quejarme.
—Eso no es cierto, —digo lentamente, exhalando profundamente mientras trato de
encontrar las palabras correctas—. Solo estoy… Joder. Me preocupo por ti.
Me preocupo mucho.
Nunca pensé que fuera posible sentirme así de preocupado todo el tiempo. He
conseguido un asiento en primera fila para ver cómo Blaine vive su vida, y no es bueno.
Cuando no está bebiendo Red Bulls y estudiando a todas horas de la noche, corre por
ahí haciendo las cosas más random para la gente. Y no me hagas hablar de los putos
ataques de pánico.
Está agotado y cansado cuando llega a casa, siempre tratando de ponerse la fachada
de 'Blaine', pero ahora lo conozco. Se involucra en todo para intentar estar a la altura de
esas ridículas expectativas que su padre le puso. Si sigue así, se va a destruir. Joder,
prácticamente ya lo está.
La idea de que la gente le haga daño me pone violento, pero la idea de que él se
haga daño a sí mismo me enferma.
Su rostro se suaviza y deja escapar un pequeño gemido, su cabeza cae hacia adelante
para descansar sobre la mesa.
—Lo siento, no debería haber reaccionado así. Sé que tienes buenas intenciones, pero
no puedo simplemente dejarlo. Tengo obligaciones y no quiero decepcionar a nadie.
—¿Por qué crees que vas a decepcionar a la gente? —Pregunto, tomando su frente y
ayudándolo a sentarse.
—Porque estos son mis compromisos, si no me presento y hago las cosas que dije
que iba a hacer, ¿quién más lo hará? Sí, puede que no siempre me guste, pero ese no es el
punto. —Cierra los ojos, cerrando los puños en sus jeans mientras niega con la cabeza
—. No puedo ponerlos en esa posición. Abrumado o no, no es lo correcto.
Está bien, lo entiendo. Yo sería igual si fueran los chicos. La diferencia es que ellos
nunca querrían que me esforzara al punto del agotamiento.
—No tienes que añadirte más problemas. El béisbol no es algo que tengas que hacer.
Lo contempla por un momento antes de aceptar.
—Sí, tienes razón.
—Aunque, si quieres jugar a pitcher y entrenador, me apunto, —bromeo, queriendo
aligerar su estado de ánimo.
—No eres gracioso, —gruñe, pero puedo ver el humor llenando sus ojos. Respira
profundamente e inclina la cabeza en señal de acuerdo—. No creo que quiera jugar
béisbol este año.
Ahí está mi bebé razonable. Estaba esperando que regresara.
—Eso es todo lo que pido, solo que bajes un poco la velocidad. No tienes que estar
tan alegre todo el tiempo. Incluso podría hacer que los ataques de pánico disminuyan.
—¿Eso crees? —pregunta, un poco esperanzado—. Realmente los odio, Si. Ojalá no
sucedieran tan a menudo.
Deseo eso también.
Lo llevo a mis brazos una vez más, sonrío cuando esta vez no pelea conmigo y le
doy un beso en la frente.
—No sé si ayudará, no soy médico, pero ¿tal vez deberías ver uno?
—¿En serio? —Sus cejas se fruncen y ladea la cabeza mientras me mira.
—Tú eres el que quiere convertirse en uno. —No puedo evitar negar con la cabeza
—. Debes saber que es normal que la gente busque ayuda cuando la necesita.
Se muerde la comisura del labio mientras piensa en mis palabras.
—Mira, sé que es súper saludable ver a alguien cuando estás pasando apuros. Lo
entiendo. Simplemente nunca pensé…
¿Nunca pensó que era una opción para él? ¿Su padre lo vio peleando con todos esos
demonios y no hizo nada, entonces Blaine supo que tenía que manejarlo solo? Bueno,
ahora no está solo. Es su elección si quiere ver a alguien, pero siempre lo alentaré a
hacer lo mejor para su salud.
—Solo piénsalo, —susurro, pasando mis dedos por su suave cabello.
Me mira, con una pequeña sonrisa en su rostro antes de besarme la barbilla.
—Gracias, Si.
Resistí la tentación de poner los ojos en blanco y sentir arcadas por lo que estoy a
punto de decir.
—Cualquier cosa por ti. —Sostengo el batido ahora vacío—. ¿Otro?
—¿Qué tal una hamburguesa? —él pregunta—. Estoy hambriento.
Por supuesto que lo está.
Sin embargo, no digo eso, simplemente le hago señas a nuestra camarera y ordeno.
No hablamos de nada especial mientras esperamos nuestra cena. Le hablo de cómo a
Bunky casi le muerden el dedo cuando intentó acariciar el chihuahua de un cliente, y él
me cuenta sobre la conversación “muy emocionante” que tuvo el Club de Reciclaje
sobre cómo pedir contenedores nuevos.
Pero es lo que dice a mitad de la comida lo que me hace querer romper con él en ese
mismo segundo. En realidad no, porque está atrapado conmigo, pero estoy pensando
en los azotes que recibirá después.
—Joder, no, —digo rotundamente, listo para huir de la cabina.
Su labio inferior sobresale en un puchero mientras intenta y no logra que yo esté de
acuerdo.
—Silas…
—Dije que no. —No va a pasar. De ninguna puta manera.
—¡Oh, vamos!
—¡No voy a ir al puto baile de graduación contigo! —Mi tono está lleno de molestia
y horror porque… sí. El puto baile de graduación. No, gracias.
Blaine intenta ponerme los ojos de cachorrito más grandes que jamás haya visto,
pero no cedo. No hay manera de que me ponga un esmoquin y camine feliz hacia la
cafetería decorada con mal gusto de nuestra escuela. No me importa cuántas mamadas
me ofrezca, no lo haré.
—Te verías tan lindo, —susurra, ya en su teléfono y buscando alquiler de esmoquin
—. ¿Crees que te verías mejor en azul o negro? También deberíamos conseguirte un
boutonniere19.
No sé qué es eso, pero de ninguna manera me pondré uno.
Le arrebato el teléfono de la mano y lo meto en mi bolsillo trasero antes de que
pueda alcanzarlo. Me lanza una mirada amenazadora y yo le devuelvo una mirada
lobuna.
19
Así se conoce al adorno floral en la solapa de los esmóquines.
—¿En serio? —Él resopla, levantando las cejas—. ¿Crees que tengo problemas para
agarrarte el culo para coger mi teléfono?
Joder.
Pero antes de que pueda llevar a cabo su 'amenaza', mi propio teléfono suena en la
mesa, llamando nuestra atención.
—¿Quién es? —pregunta, masticando una fritura mientras mira mi teléfono—.
¿Raid? ¿Qué es lo que quiere?
—Quiere saber dónde estamos—. Paso mi brazo alrededor de su hombro para que
pueda ver mi respuesta.
Blaine se ríe.
—Oye, ¿te ha preguntado cuál de nosotros…
—Sí. —Sonrío al recordar lo que pasó después de que Raid intentara entrometerse
en mi vida sexual—. Le golpeé en la cara.
Raid: Bunky dice que usará La Fuerza contigo. Lo que sea que eso signifique.
Kent: Necesito que vengas a arruinar esta fiesta. Encontré algo que podría
sorprenderte.
Adjunta hay una foto de Blaine desmayado en mi coche con una gruesa bolsa de
coca en su regazo.
—¿Un drogadicto y un traficante? —Kent se ríe—. ¿Qué pensarán el alcalde Yates y
los reclutadores?
La cuestión es que eso no es lo que me llama la atención. La imagen de Blaine
combinada con el conocimiento de que Kent de alguna manera le tendió una trampa a
mi novio no es lo que causa que mi piel arda. Lo que descubro es mucho, mucho peor.
Kent tenía drogas encima. Kent le dio de beber a Blaine. Blaine no se sentía bien.
No me digas que él...
—¡Lo drogaste! —Rugí, sacudiéndolo con una ferocidad que no sabía que tenía—.
¡Le pusiste mierda a esa bebida!
Mi ira es extrema, algo dentro de mí se rompe como una banda elástica. No pienso
en Blaine, no pienso en mi mamá, y no pienso en las cosas habituales que haría para
evitar perder la cabeza por completo. Estoy demasiado consumido por la furia candente
que arde dentro de mí.
Retrocedo y le golpeo la cara con el puño con tanta fuerza que puedo sentir el
crujido del hueso bajo mi mano. Sí, definitivamente le rompí la puta nariz, pero por si
acaso lo hago de nuevo, clavando ese mismo lugar y disfrutando el doloroso gemido
que sale de su boca.
Este hijo de puta drogó a mi novio. Podría haberlo matado añadiendo mierda tóxica
a su cuerpo, y tiene el descaro de reírse de ello. De hecho, me miró a la cara en broma,
como si fuera una puta broma mientras lo hacía.
No, a la mierda esto y a la mierda él. Se metió con la puta persona equivocada.
—¿Por qué carajo hiciste eso? —Grito, golpeándolo en la mandíbula a continuación
—. ¿Pensaste que podrías joder lo que es mío y salirte con la tuya?
—¡Silas!
Ignoro a Bunky y Raid. A la mierda ellos también. Aunque me piden que pare, no se
atreven a sacarme de encima de este bastardo. Si lo hicieran, también les arrancaría los
dientes.
Un diente sale volando de la boca de Kent, la sangre gorgotea en su boca y se
acumula en sus labios, pero no estoy satisfecho.
—¡Esto te enseñará una lección!
Su cuerpo cae al suelo y le doy dos patadas en el costado, disfrutando de sus
gruñidos de dolor. Luego me dejo caer sobre su pecho para darle golpe tras golpe en la
cara. Él gime un poco más, tratando de alejarse de mí, pero no cedo.
—¡Eres un imbécil estúpido, celoso y egoísta! —Grito, sintiendo la piel de mis
nudillos romperse, y aunque sé que mis manos se están hinchando, no me detengo. Lo
golpearé hasta que me rompa la mano—. ¡Podrías haberlo matado!
Podría haber matado lo único bueno de mi vida, lo único que realmente me ha
importado, lo único que me dio esperanza en mi miserable existencia.
Algún tiempo después, mi visión se nubla y lo siguiente que sé es que me están
estrellando contra mi coche con Bunky y Raid tomándome de los brazos, hablándome
con calma mientras intentan calmarme.
Miro fijamente el cuerpo ensangrentado de Kent y me pregunto si siquiera está
respirando hasta que escucho el gorgoteo de un gemido que sale de sus labios.
Me muevo para terminar el trabajo, pero la voz de Raid atraviesa la niebla y detiene
mi movimiento hacia adelante.
—Detente. Tienes que detenerte antes de matarlo.
—¡Ese es el objetivo! —Grito, golpeando a Raid en la mandíbula cuando libero mi
brazo de su agarre.
—¡Joder! —Raid maldice, tratando de aferrarse a mí.
—¡No, ahora mismo tenemos que centrarnos en Blaine! —Bunky gruñe cuando mi
puño conecta con su estómago, pero ninguno de los dos se rinde—. ¡Necesitamos
concentrarnos en llamar al sheriff y descubrir dónde lo llevaron!
Tiene razón, pero joder, no puedo pensar con claridad. Apretando los dientes, dejo
de luchar contra su agarre y levanto la mano para agarrarme el pelo mientras respiro
unas cuantas veces. Después de un momento, extiendo mi mano jodida, sin importarme
la sangre que se seca.
—Dame su teléfono.
Raid me lo entrega mientras yo llamo rápidamente a 'Papá', tratando de contener la
bilis en mi boca cuando el sonido de la voz del sheriff Masterson suena a través de la
línea.
Responde después de dos timbres, en voz baja como si estuviera dormido.
—¿Sí, hijo?
—No es tu hijo, —digo con enojo, caminando frente a Bunky y Raid mientras trato
de mantener mi mierda en orden.
Escucho el cambio rápido cuando el sheriff ladra a través de la línea.
—¿Quién es?
—Si no quieres que tu hijo muera esta noche, lo mejor para ti sería encontrarte
conmigo.
TREINTA Y NUEVE
SILAS
Golpeo la puerta con los puños y mis nudillos rotos me pican con cada golpe.
Tengo una mano golpeando para llamar la atención del sheriff mientras la otra
intenta sostener a Kent apenas consciente. Uno pensaría que después de la llamada, nos
estaría esperando afuera. Resulta que el sheriff es tan idiota como su hijo.
Finalmente, después de lo que parece una eternidad, el sheriff abre la puerta. Está
vestido con su puto pijama como si fuera una pijamada informal a altas horas de la
noche. Luego se fija en el estado de su hijo. En mi opinión, el hijo de puta salió bien
librado. Kent está inconsciente y no puede sentir todo el dolor que le infligí en este
momento. Ojalá hubiera cogido algunas sales para oler en el taller de Whaley antes de
venir aquí, porque Kent merece sentirlo todo.
—¿Qué hiciste? —grita el sheriff, corriendo hacia adelante y cayendo de rodillas, y
comienza a tocar con cautela a su hijo mientras intenta despertarlo—. ¿Kent? ¡Kent!
—No puede oírte, —gruñí irritado—. Ahora hablaremos.
El sheriff entrecierra los ojos, probablemente deseando haber sacado su arma. Es un
idiota por dejarla adentro en primer lugar. Soy una bala perdida en este momento,
capaz de romperle el cuello a su hijo por lo que le hizo a mi chico.
Pero mi plan es más seguro, más limpio y mejor para Blaine.
Él es todo lo que importa.
—¿Qué deseas? —pregunta, poniéndose de pie una vez más, con los puños cerrados
a los costados mientras su cara regordeta se pone roja—. ¿Qué pasó?
—No eres quien hace hoy las preguntas, —me enojo—. Tú y tu hijo la cagaron esta
noche, y la única forma de mantenerlo con vida es si haces exactamente lo que te digo.
—¿Esto es por Blaine? —pregunta, con una mezcla de sorpresa y disgusto en su
rostro—. No me importa lo que vosotros dos…
Le doy una patada rápida al estómago de Kent. Es tan duro que el hijo de puta
inconsciente gime en su sueño involuntario. Cuando el sheriff abre la boca para hablar,
lo hago una y otra vez hasta que sale más sangre de los labios rotos de Kent. El sheriff
protesta pero no hace ningún movimiento para detenerme. Qué puto cagón que es. Ni
siquiera puede proteger su propia sangre. Sí, Whaley tenía razón hace tantos años. Hay
una diferencia muy grande entre gente como ellos y gente como nosotros.
—¿Ves? —cuestiono, ladeando la cabeza hacia un lado cuando finalmente dejo a su
hijo en paz—. Así es como esto va a funcionar. Voy a hablar y tú escucharás. Si al final
de esto llegamos a un acuerdo, te dejaré llevar a tu hijo imbécil al hospital.
El sheriff quiere discutir, como lo haría cualquier macho alfa del planeta, pero
mantiene la boca cerrada. Bien. Aunque una parte de mí está molesta porque para que
este plan funcione, no puedo matar a Kent.
El recuerdo del rostro drogado de Blaine pasa por mi mente. Mi corazón se rompe al
ver cómo arrastraba las palabras y cómo se sujetaba el estómago cuando lo conduje
hacia el coche.
Kent merece morir.
Niego con la cabeza, alejando mis pensamientos asesinos. No. Sé lo que tengo que
hacer.
—Blaine va a salir de allí y vas a encontrar una manera de hacer que eso suceda. —
El sheriff se limita a mirarme, con la mandíbula apretada hasta que pongo los ojos en
blanco—. Ya puedes hablar, joder.
—Incluso si alguna vez considerara hacer eso, no puedo simplemente soltarlo, —
argumenta, mirándome como si fuera un idiota, pero será mejor que tenga cuidado
porque tengo la vida de su hijo en mis manos—. Los otros oficiales también vieron las
drogas en él. Tenía suficiente para ser acusado de posesión e intención de venta. No
saldrá de allí pronto.
Lo sabía. Había planeado esta respuesta, así que hago lo que sé que se debe hacer.
—Yo se las di.
Es la única manera.
Whaley me dijo una vez que protegemos a nuestra familia y Blaine es mi familia. Mi
chico tiene grandes planes para el futuro. Irá a una escuela elegante y se convertirá en
médico. Es brillante y amable y todo lo que yo no soy. Si alguien merece pudrirse detrás
de una celda de prisión, ese soy yo. Todo el mundo piensa que no soy bueno y que no
valgo nada, pero Blaine no. Blaine es compasivo, inteligente, motivado, él cree que
valgo más.
Blaine está en una celda por mi culpa. Es mi culpa que lo hayan drogado. No pude
protegerlo y esta es la única manera de cumplir mi promesa.
El sheriff ladea la cabeza, pero veo la alegría en sus ojos brillantes.
—¿Tú lo hiciste?
—Sí, —digo, sin siquiera una pizca de vacilación en mi voz—. Cuando escuché que
venía la policía, se las puse encima.
—¿Por qué?
—¿Importa?
No importa y yo lo sé. El sheriff siempre quiso agregarme a su colección de Richards
que pone tras las rejas, primero mi papá, luego Ryker y ahora yo. Al sheriff Masterson
le importa una mierda si lo que digo es verdad, y tampoco le importa una mierda por
qué estoy haciendo esto.
No necesito explicarle nada.
—Él saldrá, ¿verdad? ¿Sin cargos? Yo voy contigo y Blaine sale.
La mirada del Sheriff se dirige a su hijo en el suelo antes de asentir rápidamente.
—No hay ninguna razón por la que un hombre inocente deba estar tras las rejas.
Palabras graciosas dichas por un policía corrupto.
—Le di el producto y golpeé a su hijo hasta casi matarlo, —repito antes de darme la
vuelta y colocar mis manos detrás de mi cabeza.
A partir de ahí todo sucede rápidamente.
Una ambulancia viene a llevar a Kent al hospital mientras unas esposas de metal me
muerden las muñecas. Me empujan con tanta fuerza hacia la parte trasera de un coche
de policía que sé que me dolerán las costillas. Sigo todo el proceso que siguió mi papá y
mi hermano, sabiendo que los veré pronto, pero así debe ser.
Siempre iba a terminar aquí, ¿no? Al menos así iré por una razón honorable. No
puede haber mejor manera de proteger a las personas que amo que entregándome por
ellas.
Y yo amo a Blaine Yates.
No puedo creer que intenté luchar contra ello. Todos tenían razón, mamá y mis
amigos lo sabían antes que yo. No tengo ninguna duda de que Blaine es el amor de mi
vida. La forma en que me besa hace que mi corazón cante, como en un puto cuento de
hadas o algo así. Cada vez que sonríe muero un poco, pero su risa me devuelve la vida.
Cuando me toca con manos dulces y tiernas que no merezco, todo en el mundo se
paraliza.
Puede que Blaine no crea que lo es, y otras personas podrían decirme que estoy
equivocado, pero es perfecto en todos los sentidos de la palabra. Él entró en mi vida
cuando más lo necesitaba y me hizo sentir como una persona real. Él me dio el valor
que no creía que tenía.
Entonces, mientras me empujan a una celda de detención, rodeado de criminales
que parecen querer desgarrarme miembro por miembro, sonrío con toda la calma del
mundo.
Finalmente encontré mi propósito en la vida y ese es proteger a Blaine Yates.
CUARENTA
BLAINE
Gimo y me froto los ojos para aliviar el dolor de cabeza. Luego busco mi teléfono,
preguntándome qué hora es, pero me detengo cuando no puedo sentirlo en la mesa
auxiliar. Al abrir los ojos, me quedo atónito al descubrir que estoy en lo que parece ser...
Espera...
¿Por qué estoy en una celda?
Me levanto de golpe, mi corazón se acelera mientras miro a mi alrededor. Hay un
retrete de metal en un rincón, la cama áspera en la que estoy acostado y nada más. Miro
a través de los barrotes frente a mí y me doy cuenta de que esto no es una especie de
sueño jodido. De hecho estoy en la cárcel.
¿Qué cojones pasó?
Empiezo a entrar en pánico, no recuerdo nada más que Silas metiéndome en su
coche para poder ir a buscar a Raid y Bunky. Tal vez recuerde algo de las luces rojas y
azules pero eso es todo. Me pregunto cuántas horas han pasado desde entonces.
Estoy a punto de caer en una espiral de preocupación por Silas y preguntarme qué
pasó, hasta que aparece el sheriff. Él me sonríe, como si supiera algo que yo no sé, y se
apoya en los barrotes.
—Rayito de sol. ¿Tuviste un buen sueño de belleza?
—¿Qué estoy haciendo aquí? —digo bruscamente, mi cabeza todavía un poco
confusa mientras trato de reconstruir su expresión—. ¿Qué pasó? ¿Dónde está Silas?
—Cálmate, —dice, buscando las llaves en su bolsillo—. Es todo un gran
malentendido. Te dejaremos ir.
Todavía no entiendo cuál es el malentendido. Sin embargo, no discuto con el sheriff
mientras abre la celda y me hace un gesto para que salga. Me levanto, con las piernas
temblorosas y débiles, y salgo rápidamente.
—¿Qué pasó?
—Estabas desmayado, —explica, sacándome del área del pabellón—. Te pusimos
solo en una habitación para que pudieras dormir lo que sea que te hayas metido antes
de irte a casa.
Tengo la sensación de que eso no es todo, que hay más cosas que el sheriff se está
guardando para sí mismo. No puedo hacerle más preguntas, aunque su expresión deja
claro que no está dispuesto a responder nada, mientras me lleva al vestíbulo. Bunky y
Raid se levantan de sus asientos cuando me ven.
—¿Dónde coño está? —Bunky le ladra al sheriff mientras Raid lo detiene, quien
parece igualmente enojado. ¿Dónde está quién?
—Bunky, relájate, —le sisea Raid.
Miro entre el sheriff y Bunky, todavía sin entender nada. Sin embargo, el sheriff no
se enoja con Bunky y simplemente sonríe como si hubiera ganado la lotería.
—Vosotros, chicos, aseguraos de que llegue sano y salvo a casa. No quiero que el
alcalde Yates se preocupe por nada.
Se da vuelta para irse y miro a Bunky y Raid confundida, sintiéndome un poco
mejor ahora que no estoy encerrado en una jaula.
—Alguien necesita explicarme qué coño está pasando. —Hago una pausa para mirar
a mi alrededor—. ¿Dónde está Silas?
—¿Quieres decir que no lo viste? —Pregunta Raid, frunciendo el ceño.
—¿Por qué habría de verlo?
Bunky maldice y empuja a Raid antes de caminar mientras comienza a tirar de su
cabello.
—Está en una de las celdas de detención, pero el sheriff no nos deja verlo.
Jadeo, mi corazón se desgarra y mi estómago se contrae ante la noticia. Mis mejillas
comienzan a calentarse mientras trato de encontrar mis palabras, pero cuando me
quedo vacío, camino hacia Bunky y lo tiro hacia mí por su chaqueta mientras lo sacudo,
sin nada más que puro pánico.
—Espera, ¿qué? ¿Por qué está ahí? ¡Dime, joder!
Bunky ni siquiera se inmuta. En lugar de eso, suavemente me quita las manos y me
mira con simpatía.
—Él asumió la culpa por ti.
—No tiene sentido lo que dices. —Doy un paso atrás y me froto las sienes mientras
trato de entender sus palabras. ¿Por qué necesitaría hacer eso?
—El sheriff te encontró drogado en el coche de Silas con suficiente producto como
para acusarte de posesión e intención de vender, —explica Raid, dejándose caer en su
asiento mientras cuelga la cabeza entre las piernas—. Joder, Silas. Siempre el puto
mártir.
Esto todavía no tiene ningún sentido. ¿Yo estaba drogado y tenía drogas encima?
Me congelo, las manos caen a mis costados, mi cerebro no entiende esto.
—¿Por qué me drogué? ¿Y quién me drogó?
—Kent, —dice Bunky con los dientes apretados—. Ese cabrón te tendió una trampa.
Lo descubrimos cuando Silas le estaba dando una paliza.
—¿Cuáles son los cargos? —Pregunto en un susurro tranquilo, mirando detrás de mí
hacia donde creo que debe estar Silas. Conociéndolo, probablemente esté nervioso y
demasiado orgulloso para admitirlo. ¿Por qué asumiría la culpa por mí? ¿Por qué se
pondría en esa posición?— ¿Por qué lo tienen?
—Lo tienen por posesión e intención de vender coca, y agresión por lo que le hizo a
Kent, —dice Raid. Él se quita las gafas y nerviosamente las limpia con la camisa—.
Mierda, Blaine. Él realmente lo jodió.
Por supuesto que lo haría. Es Silas. Siempre está cuidando de las personas que
considera su familia. En algún momento de nuestro viaje, me convertí en parte de eso.
Apuesto a que ni siquiera dudó antes de inculparse.
Necesito verlo. Necesito asegurarme de que esté bien. Necesito encontrar una
manera de sacarlo de aquí.
—Voy a buscarlo, —afirmo, con un renovado sentido de determinación llenándome.
Bunky niega con la cabeza con ligera irritación.
—Te acabo de decir que el sheriff no permitirá que nadie entre allí.
—Dices eso como si significara algo para mí, —respondo bruscamente—. Nadie me
va a detener.
Quemaré toda esta estación si es necesario. Solo el mismo Jesucristo podría
impedirme ver a mi novio, e incluso él puede que no lo consiga.
Camino de regreso a la parte principal de la estación, yendo directamente hacia el
sheriff que está sentado en su escritorio. Luego golpeo la madera con las manos, hago
sonar sus pertenencias y lo miro fijamente con esos ojos brillantes.
—Quiero ver a Silas.
El sheriff parece molesto pero me importa una mierda. No me iré.
—Ya les dije a tus amigos que no puede recibir visitas.
—Si no quieres que mi padre se involucre en esto, será mejor que me dejes verlo, —
lo amenazo. Claro, no me gusta jugar la carta de “mi papá es el alcalde”, pero diré lo que
tenga que decir ahora mismo para ver a Silas.
Me mira por un momento, probablemente considerando si realmente lo haré, antes
de obedecer.
—Bien. Tienes cinco minutos. Eso es todo.
No me molesto en agradecerle. Señala dónde están las celdas de detención temporal
y yo corro por ese pasillo. Cuando doy la vuelta a la esquina, veo a Silas sentado en la
celda con otras personas a su alrededor. No parece en absoluto intimidado por los
chicos aficionados que le rodean. En todo caso, parece aburrido. Cuando me ve, sus ojos
se iluminan de alivio y corre hacia los barrotes.
—Blaine. —Me alcanza a través de la abertura—. ¿Estás bien? El cabrón te drogó.
Lo observo por completo, jadeando ante los moretones que decoran su barbilla y su
labio roto.
—¿Qué pasó?
—Me quitaron el collar, —es todo lo que dice—. No quería renunciar a él.
Agarro sus manos con cautela y noto lo rotas que parecen. Le reñiría por eso, pero
ahora no es el momento. No con todo lo que ha hecho por mí. Me aferro a él y lucho
contra las lágrimas en mis ojos.
—Sí, lo siento mucho.
—¿Por qué lo sientes? —pregunta con el ceño fruncido—. No es culpa tuya que Kent
te tenga celos. Lo único que me importa es que estés bien.
—¿Por qué asumiste la culpa? —Quiero entender y necesito saber qué podría
poseerlo para hacer eso.
Silas cierra los ojos y apoya la frente contra los barrotes.
—Resulta que no te odio tanto como pensaba.
—Esto es serio, —espeto, sintiendo todo tipo de molestia, las aparentes drogas
todavía me molestan en la cabeza—. ¿Te das cuenta de a cuántos años te podrían
condenar por todos estos cargos?
—Vale la pena si eso significa que estás bien. —Sus ojos marrones me suplican que
lo entienda—. Tienes que estar bien. Bebé, tienes planes. Grandes planes que se
arruinarían si estuvieras aquí.
Esa no es una razón suficientemente buena para mí. Beso las puntas de sus dedos
mientras la primera lágrima se desliza.
—¿Por qué?
—Porque te amo, idiota, joder. —Sus ojos se estrechan y su voz es rígida, su
confesión de amor es jodidamente violenta.
Pero es tan perfecta, tan de nosotros.
De repente, somos solo nosotros dos. Nadie más. Los otros hombres en la celda
desaparecen hasta que Silas es todo lo que puedo ver. Lo miro a los ojos, oscuros como
la noche con destellos de estrellas, y puedo ver cuánto quiere decir esas palabras.
—Yo también te amo, —lloriqueo, las lágrimas caen a un ritmo rápido, y odio el
hecho de no poder tocarlo de la manera que quiero.
Me imaginé diciéndole que lo amo, me imaginé cómo sería y no fue así. Sé que es
estúpido, pero quería que fuera romántico. Quería poder abrazarlo y hacerle el amor y
pasar la noche bajo la luna porque él también me amaba.
Pero Kent, el sheriff y toda la mierda que nos rodea lo han arruinado.
—No llores, —susurra antes de sacar la mano lo más lejos que puede y sacar la
cadena dorada de debajo de mi camisa. Voy a hacer lo mismo y algo se rompe dentro de
mí al recordar que él no tiene la suya.
Así que en lugar de eso, golpeo el punto sobre su corazón.
—Te sacaré de aquí. Encontraré una manera, Si. Lo prometo.
Me mira y no hay lástima en sus ojos, sino algo parecido a la derrota.
—Es inútil.
—No digas eso, —gruñí, sabiendo que tiene que haber algo que pueda hacer para
sacarlo—. Lo resolveré. Tú me cuidaste, ahora me toca a mí cuidarte.
Silas va a abrir la boca para decir algo más, pero la voz del sheriff lo detiene.
—Se acabó el tiempo, —dice, sonriendo como un tonto mientras señala con el pulgar
detrás de él—. Tienes que irte, Yates.
Me vuelvo hacia Silas, ignorando al sheriff, y me inclino hacia adelante, presionando
torpemente la nariz entre los barrotes para besarlo lo mejor que puedo. Intento
saborearlo, recordar su sabor, porque no sé la próxima vez que podré hacer esto.
—Te amo, —repito contra sus labios—. Joder, te amo muchísimo, Si.
Se retira, dejando caer mi collar, y juro que puedo ver sus ojos llorosos, pero Silas
nunca dejaría que esas lágrimas caigan frente a otras personas.
—Yo también te amo, bebé. Te tienes que irte.
Soy tan reacio a quitarle las manos de encima.
Sin embargo, no estará aquí por mucho tiempo porque estoy dispuesto a hacer lo
que sea necesario para recuperar a Silas.
CUARENTA Y UNO
BLAINE
—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? —Pregunta Whaley, dándome una
mirada escéptica mientras estamos frente a mi casa.
Donna me toma del brazo.
—No te ves muy bien, cariño.
Bueno, tampoco me siento bien. Sinceramente, me siento un poco traumatizado por
estar aquí. Aquí crecí, en un ambiente frío, atrapado y lleno de una ansiedad
abrumadora. Aquí fue donde se reveló mi momento íntimo con Silas, invadiendo
nuestra privacidad. Aquí es donde papá eligió el futuro que él planeó en lugar del
futuro que yo quería.
Sin embargo, el plan de Whaley podría funcionar. Incluso si las posibilidades son
escasas o nulas, Silas merece que lo intentemos.
Tuvimos que esperar un poco antes de venir aquí, porque Whaley necesitaba
solidificar lo que íbamos a hacer y decir, y Raid necesitaba ponerse en contacto con su
contacto de los Víboras. Se acerca la noche y sé que papá está en casa. Odio que
hayamos tenido que perder casi un día completo, pero es lo mejor.
Porque si esto funciona, pronto tendré a Silas de nuevo en mis brazos, donde
pertenece.
—¿Harás los honores? —Whaley hace un gesto hacia la puerta.
—No lo necesito, —digo, sacando mi llave—. Él no me quitó esto cuando me echó.
—Entonces vamos, —dice Donna, haciendo crujir sus nudillos como si estuviera a
punto de pelear. Sé que ella quiere terminar con esto tanto como yo.
Whaley asiente antes de echar un último vistazo a la carpeta que tiene en las manos.
—Tu viejo se llevará una sorpresa.
No tengo idea de cómo logra romper la tensión, pero lo hace. Sí, papá va a
enloquecer cuando vea al jefe de los Ases y a una mamá motera ruda en su casa.
Pues que se joda. Él se lo merece.
Nos hice entrar, tratando de ignorar el tirón en mi estómago mientras nos guiaba
por la casa. No me demoro en ningún lado y nos llevo directamente a la oficina de papá,
donde puedo escucharlo al otro lado de la puerta, probablemente hablando por
teléfono, pero no me molesto en esperar. Con una última mirada a Whaley, abro la
puerta.
Papá no nos nota al principio porque está de espaldas. Voy a abrir la boca, pero
Donna tiene un enfoque mucho más interesante. Se dirige directamente al escritorio de
papá, golpea la madera con los puños antes de pasar las manos y derribar todo de una
sola vez.
—¡Oye, idiota! —ella grita—. ¡Tienes visita!
Papá se da vuelta rápidamente, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. No sé si
está más sorprendido de que haya Ases en su casa o porque nunca nadie se ha atrevido
a hablarle de esa manera.
—¿Qué…? —Entonces me ve, frunciendo el ceño con disgusto mientras se burla y
cuelga el teléfono—. ¿En serio, hijo? ¿Me has estado ignorando y así es como eliges
volver a casa?
Trago el nudo en mi garganta. He sido un cobarde toda mi vida y nunca me he
atrevido a liberarme de mis expectativas, pero me niego a volver a serlo.
—Silas está encarcelado, —afirmo, cuadrando los hombros y manteniéndome firme.
Papá tararea poniendo los ojos en blanco.
—No sorprende en lo más mínimo. Ese niño estaba destinado a terminar como el
resto de su familia.
—Cuida tu boca, —sisea Donna—. Puede que parezca pequeña, pero te patearé el
culo si sigues hablando de mi familia de esa manera.
Joder, la mamá de Silas es una bestia. Ahora sé de dónde lo sacó.
Quizás ese no sea el camino que queremos seguir.
—Donna… —advierte Whaley, pareciendo estar de acuerdo conmigo.
Ella cuadra los hombros y levanta las manos en señal de rendición.
—Bien. Solo dame el visto bueno y lo haré.
—¿Qué es lo que queréis? —Pregunta papá, levantando el teléfono—. Será mejor
que os expliquéis en dos minutos antes de que llame al sheriff.
—Es gracioso que lo menciones. —Whaley se ríe y deja la carpeta sobre el escritorio
de papá—. Quizás quieras echarle un vistazo a esto.
Entrecierra los ojos mientras mira la carpeta antes de negar con la cabeza.
—¿Y por qué querría hacer eso?
—Hazlo, —espeto, con intención mortal en mi voz.
Me mira con curiosidad, pero cede y toma la carpeta, hojeándola rápidamente, cada
papel hace que sus cejas se levanten y sus labios se frunzan más profundamente.
—¿Qué… qué estoy mirando?
—Es tu precioso Sheriff Masterson involucrado en actividades ilegales, —dice
Whaley, parándose frente a mi padre y arreglando las fotografías para él—. Y ese es su
hijo, comprando drogas a la misma pandilla.
Sí, Raid realmente lo logró. Resulta que su contacto tenía algunas fotografías
antiguas de Kent comprando una tonelada de drogas. Es una genialidad de verdad.
¿Quién no tendría pruebas fotográficas del hijo del sheriff participando en actividades
ilegales? No tengo idea de cómo Raid logró convencer a su contacto para que se lo
diera, ya que los Ases y los Víboras son enemigos jurados, pero no voy a cuestionarlo.
—¿Qué queréis que haga con esta información? —Deja escapar un gruñido
exasperado, deja los papeles mientras nos mira con dureza.
—¿No se supone que debes ser inteligente? —Donna ladra irritada—. ¿Qué crees
que queremos?
—A Silas fuera, —afirmo, sin dejar que quede la menor duda sobre nuestras
intenciones—. Kent le plantó drogas y necesitamos que lo demuestres.
—Y te deshagas del sheriff, —añade Whaley—. Que lo acusen de posesión e
intención de vender.
Los ojos de papá se abren como platos.
—¿Con esto? Todo esto es circunstancial. Quizás la foto de Kent sea suficiente, pero
no hay forma de saber qué estaba haciendo el sheriff. El tribunal nunca lo condenaría.
—Tal vez no, —dice Whaley encogiéndose de hombros. Luego le da el visto bueno a
Donna y ella busca en su bolso—. Pero creo que esto sería suficiente.
Papá jadea cuando Donna golpea un paquete grueso envuelto en color marrón sobre
su escritorio. Papá no es un idiota. Sabe exactamente qué es cuando lo ve.
—Esto no puede ser…
—Es exactamente lo que es, —espeto, señalando el producto—. Vas a encontrar una
manera de lograr que la policía encuentre estas drogas en manos del sheriff. Vas a
testificar que viste a Kent comprando drogas y de alguna manera se te ocurrirá una idea
sobre cómo sacar a Silas.
Whaley, Donna y yo sabemos que no es un plan perfecto. Hay demasiados cabos
sueltos y demasiados hilos, pero estamos desesperados. Este fue el único plan que se
nos ocurrió para deshacernos de la gente que se nos cruzó y sacar a Silas.
Aunque Donna se ofreció a matarlos, pero no estoy seguro de si hablaba en serio o
no. De cualquier manera, Whaley la convenció. Al menos eso pienso. Parece a punto de
perder el control en este momento.
—¿Y por qué haría eso? —Pregunta papá, negando con la cabeza con incredulidad
ante nuestro plan—. ¿Sabéis qué me pasaría si alguien se enterara? Plantar pruebas
falsas, corrupción de la justicia, podría perder mi puesto. Podría ir a prisión. ¿Por qué
me arriesgaría a eso?
—Porque el sheriff está sucio, —le digo, plantando mis manos sobre su escritorio—.
Porque Kent compró esas drogas. Porque Kent me drogó.
—¿Él… Kent te drogó? —dice, con la boca abierta. Me mira con una preocupación en
sus ojos que no estoy acostumbrado a ver. Como si realmente le importara—. ¿Estás
bien? Blaine, lo siento. No lo sabía.
—Estoy bien, y está bien, —le digo con sinceridad, sorprendido incluso de que haya
preguntado pero sin poder pensar en eso en este momento—. Kent intentó
incriminarme primero, pero Silas cargó con la culpa.
Sus ojos se abren.
—¿Él lo hizo?
—Sí, —digo, y a la mierda las lágrimas traidoras en mis ojos—. Se arriesgó a ir a
prisión por mí. ¿Eso no significa nada para ti?
Él no responde, así que Donna interviene.
—No puedo creer que haya llegado a esto, nosotros tratando de llegar a tu puto
pecho sin corazón, pero aquí estamos. Amo a mi hijo, pero lo más importante es que él
ama al tuyo. No merece estar ahí y lo sabes.
—Los Ases te deberían una, —añade Whaley—. Todo lo que quieras, lo haremos por
ti. Saca a Silas de allí y considéralo un trato.
Puedo verlo en sus ojos. Está tan cerca. Muy cerca de aceptar esto. Todo lo que haría
falta es un poco más.
Silas es lo más importante para mí. Por encima de cualquier otra cosa.
—Iré a Georgia, —le espeto, suplicándole. En el fondo, sabía que tenía que llegar a
esto. Todavía me duele, pero no dejo de rogarle cuando se trata de Silas—. Iré a
Georgia, apuntaré a la NFL y haré todo lo que quieras. Por favor, papá.
La respiración de papá se entrecorta, luego se aclara la garganta y toma su whisky
antes de mirar a Whaley y Donna.
—¿Puedo tener un minuto a solas con mi hijo?
Ambos se giran para mirarme.
—¿Estás bien? —Pregunta Whaley, genuinamente preocupado.
—Sí, —digo—. Estoy bien.
Donna parece vacilante pero me agarra del brazo antes de irse.
—Estaremos justo afuera, cariño. Solo grita si tu papá necesita que le den una paliza.
A pesar de nuestra situación actual, me río. Dios, amo a la mamá de Silas. Ambos se
van y papá señala el asiento frente a él. Me siento y nos miramos fijamente durante un
largo momento, ninguno de los dos sabe qué decir, cuando finalmente él rompe el
silencio.
—¿Realmente cambiarías tus planes? —pregunta, inclinando la cabeza hacia un lado
—. Fuiste tan inflexible al decirme que no querías la vida que te propuse.
—Haría cualquier cosa por Silas, —repito por centésima vez—. Quizá creas que no
vale mucho, pero para mí sí lo vale. Quizás creas que no tiene futuro, pero él quiere
mucho más que esta vida. Es leal, protector y un buen hombre.
—¿Y lo amas?
—Sí. —Me río entre dientes, alcanzando la cadena alrededor de mi cuello—.
Realmente lo amo.
Se muerde el interior de la mejilla antes de mirar una vez más los papeles.
—Si tuviera que hacer esto, sería complicado.
Mi corazón se acelera, la esperanza y el optimismo llenan mi pecho.
—Haríamos cualquier cosa para ayudarte. Incluso asumiríamos la culpa si te
atrapan.
—Yo... creo que no lo haría, —dice, suspirando profundamente—. Quiero decir,
después de todo, sospechaba que el sheriff Masterson no era tan honrado como dice. Si
realmente es un criminal, y dado que su hijo te drogó, merecen ser penalizados por sus
acciones.
—Exactamente. Piénsalo. Estamos haciendo lo correcto, solo que de una manera
diferente. —Intento razonar con él, rezando a quien esté escuchando para que ceda.
Necesito que lo haga.
Papá me mira fijamente durante un largo momento y hay algo de disculpa en sus
ojos. Él niega con la cabeza.
—No tienes que ir a Georgia.
—¿Qué? —Mis ojos se entrecierran en confusión—. Pero...
—Tenías razón. —Su voz suena dolorida, su mandíbula tensa, y puedo decir que le
está costando admitir que estaba equivocado—. Es tu vida. Lo he pensado. Puede que
no esté de acuerdo con tu elección de novio y de universidad, pero has sido un buen
hijo. Te amo y tienes derecho a tu propia vida.
Me reiría de la forma en que dijo que me amaba si no estuviera tan conmocionado.
No sé si le creo del todo, pero papá nunca me ha mentido antes.
—Gracias. Prometo que no te decepcionaré.
—Sé que no lo harás. —Él se ríe—. Mira, esto podría tardar unos días. Todavía no
estoy seguro de este plan vuestro. Puede que no funcione.
—Por favor, inténtalo, —le ruego, odiando que tenga que tomar algo de tiempo
porque no quiero nada más que tener a Silas ahora—. Eso es todo lo que queremos.
—Déjame pensarlo un poco, —dice mientras hojea las imágenes nuevamente—. Te
llamaré mañana cuando haya tomado mi decisión. —Asiento y me pongo de pie, pero él
me detiene—. Y, Blaine, por favor vuelve a casa.
Lo pienso por un minuto. Silas diría que soy demasiado indulgente, pero papá ha
dado grandes pasos esta noche. Aunque no sé si podría vivir en esta casa si él no acepta
ayudar a Silas, pero tampoco quiero cerrar la posibilidad. Ha sido más abierto y honesto
que nunca y si hace lo correcto, quiero conocer mejor este lado de él.
—Déjame pensarlo un poco, —bromeo, imitando sus palabras.
Él simplemente me sonríe y asiente.
—Está bien. ¿Has estado bien?
—Sí, —digo fácilmente—. Todo ha estado bien.
—Bien, —repite, aclarándose la garganta como si no supiera qué hacer ahora—.
Estate atento a mi llamada mañana.
Me voy con una sonrisa de despedida y les cuento a Donna y Whaley al salir, pero
no tienen tantas esperanzas como yo. Sin embargo, en el fondo, ese optimismo sigue
ahí. Tengo que dejarlo ahí. Si lo eliminara, me desmoronaría, y no puedo hacerlo porque
necesito ser fuerte por Silas.
Lo único que puedo esperar es que papá haga lo correcto.
CUARENTA Y TRES
SILAS
20
Es una aplicación que te informa de la ubicación de quienes añadas como tus amigos.
—¿No recuerdas este lugar? —Pregunto, mirándolo por encima del hombro y luego
señalo hacia el norte—. El camino sobre esa colina es donde nos llevaste después de esa
pelea del club.
Lo piensa antes de sonreír.
—Oh, sí. E hice que gritaras mi nombre delante de las vacas. —Miro furtivamente a
las vacas antes mencionadas y noto que mantienen la distancia. Las pobres deben estar
traumatizadas—. ¿De qué necesitas escapar, bebé? —pregunta, levantando una mano
para frotar mi labio inferior—. No tienes que decírmelo, pero no puedo ayudarte si no
lo sé. ¿Te sientes abrumado?
Las lágrimas amenazan con brotar de mis ojos por lo bien que me conoce. Asiento,
metiéndome debajo de su barbilla mientras me armo de valor para decirle lo que está
pasando.
—Recibí un correo electrónico esta mañana.
—¿Sí? —pregunta, frotando su mano arriba y abajo por mi brazo—. ¿Qué decía?
—Es... —Dejo escapar un profundo suspiro y me acurruco aún más cerca, como si
eso evitara que desapareciera mágicamente—. Entré en Yale.
—¿Qué? —grita, empujándome hacia arriba para poder girarme y mirarlo. Tiene
una amplia sonrisa en su rostro, sus ojos brillan de emoción mientras deja caer un fuerte
beso en mis labios—. ¡Genial! Espera, pero es solo enero.
—Solicité una decisión temprana, —le digo, con el estómago revuelto ante el orgullo
en sus ojos—. ¿Estás realmente feliz?
—Por supuesto, —dice, besándome de nuevo—. ¿Por qué esperaste tanto para
decirme cuándo podríamos celebrar?
—Porque Yale está en Connecticut, —le digo con tristeza, incapaz de evitar que el
ceño se profundice en mi rostro—. Y tú estás aquí.
La realidad lo golpea y puedo ver el destello de dolor en sus grandes ojos marrones,
pero hace un gran trabajo enmascarándolo tan pronto como aparece. Él niega con la
cabeza, sonriendo, pero ya no está tan feliz como antes.
—Eso no importa.
—¡Por supuesto que importa! —Argumento, dejando caer mi cara entre mis manos
—. ¿Qué se supone que debemos hacer, Si?
—¿Quieres romper?
Mi cabeza se levanta tan rápido que me sorprende no romperme el cuello. Lo miro
con horror, tratando de leer su expresión estoica.
—¿Qué? No, joder, no. No vamos a romper. No digas tonterías como esa.
—Sé que no, —dice simplemente, poniendo los ojos en blanco—. Creo que solo
necesitabas recordar eso.
—¿Cómo va a funcionar? —Pregunto, cuando de repente se me ocurre un
pensamiento—. Podrías venir conmigo.
Él resopla, negando con la cabeza mientras empuja mi pecho.
—Eso no es posible. Sabes que me iniciarán una vez que me gradúe. Tengo los Ases,
Liza, June, mi mamá. Tengo gente de la que necesito cuidar aquí.
En el fondo, sabía que diría eso. Silas es muy leal. Nunca dejaría a las personas que
le importan sin protección y seguridad, especialmente mientras su padre y su hermano
están encerrados. Fue algo estúpido siquiera mencionarlo, incluso egoísta, pero tenía
que intentarlo.
—Vamos a estar bien, —susurra en un tono tan tranquilizador que me hace querer
creerle.
Presiono mi frente contra la suya, inhalando y exhalando profundamente, tratando
de entrar lo más que pueda de él.
—¿Cómo?
—Porque somos nosotros, —responde, levantando mi barbilla con su dedo índice
para que nuestros ojos se encuentren—. Porque te amo, Blaine Yates. No planeo ser solo
tu primer amor. Estoy planeando ser el último también.
—Papá piensa que soy ingenuo, —admito, recordando la conversación que tuve con
él el otro día sobre Silas y yo. No está totalmente en contra de nosotros, pero sí trató de
darme un poco de amor duro—. Él dice que esto es solo una fase de la adolescencia por
la que todo el mundo pasa. Dijo que las personas de las que nos enamoramos a los
dieciocho años no siempre serán con las que acabaremos.
—Bueno, tu papá es un idiota, —espeta, con un brillo furioso en sus ojos—. Él no
sabe una mierda sobre nosotros. ¿La gente pensará que estamos locos? Claro, pero al
diablo con lo que todos piensan.
—Sé que estás ahí para mí, Si, —le susurro contra sus labios, frotando mi nariz con
la suya—. Pero no puedo soportar la idea de estar tan lejos de ti. No quiero que
peleemos y rompamos.
Él se ríe sombríamente.
—¿Crees que voy a dejar que rompas conmigo? No, bebé, estás atrapado. Conduciré
hasta New Haven y te follaré hasta que lo recuerdes.
—Podría ir a Georgia, —sugiero, mientras el pensamiento crece en mi cabeza y, por
primera vez, no suena tan mal—. De esa manera, solo estaría a una hora de distancia.
Podría volver a casa los fines de semana o incluso viajar todos los días.
Niega con la cabeza de nuevo mientras me quita el pelo de la frente y la besa.
—A la mierda eso. Tienes que hacer lo que sea mejor para ti.
— Tú eres lo mejor para mí.
—Lo sé, así que será mejor que escuches lo que digo. —Acuna mi cara entre sus
manos, sonriendo tan dulcemente, recordándome lo mucho que significo para él—. Irás
a Yale, seguiremos juntos y todo estará bien. Lo prometo
La esperanza que se desvaneció hoy vuelve a la vida. Silas nunca ha incumplido una
promesa y no las hace a la ligera. Tengo que creer que si él dice que todo saldrá bien,
entonces así será.
—¿Sabes en qué estaba pensando hoy? —Me empuja suavemente y me acuesta boca
arriba.
—¿Qué? —Pregunto, inclinando la cabeza hacia él.
Se muerde el labio inferior, luciendo desgarrado por un segundo antes de maldecir
en voz baja.
—Mierda, Blaine. No vas a reprocharme esto. Estoy a punto de ponerme todo
blando y esa mierda, y no quiero volver a oír hablar de eso después de esto,
¿entendido?
Asiento, mi corazón comienza a acelerarse ante lo que podría decir. Comienza a
quitarme lentamente los zapatos y los calcetines, sus ojos evitando los míos mientras
comienza a hablar.
—Pues, te amo. Te amo aunque no te merezco. —Abro la boca para hablar pero él
me calla con una mirada—. Ni siquiera intentes discutir. Comparado conmigo, Blaine,
lo eres todo.
Una vez que me quitó los zapatos, se toma su tiempo para desabrocharme el
cinturón y golpea suavemente mi cadera para que pueda levantar mi culo y ayudarlo a
quitarme los jeans.
—Entonces, me hizo pensar, ¿cómo carajo se supone que debo mostrarle a mi chico
lo mucho que significa para mí? —Besa mis dos tobillos, pasando su lengua hasta llegar
al interior de mi muslo antes de alcanzar mi camisa—. Siento muchísimo por ti, mucho
más de lo que un 'te amo' podría decir alguna vez.
Las lágrimas brotan de mis ojos y esta vez las dejo caer. Todo lo que dice me está
retorciendo el corazón de la mejor manera posible.
—Continúa.
Él sonríe y pasa su mano por mi abdomen desnudo antes de que me siente y lo
ayude a quitarme la camisa.
—Aunque mi futuro aquí está escrito en piedra, me has hecho creer que valgo más.
Has pasado por alto todas mis mierdas y has sacado a mi verdadero yo. No puedo
imaginar cómo podría pagarte eso.
—Solo siendo tú, —respondo suavemente, cerrando los ojos brevemente con un
gemido cuando él se inclina y toma uno de mis pezones con su boca—. Si…
Él lo suelta, manteniendo sus ojos conectados con los míos mientras se arrastra hacia
abajo por mi cuerpo. Luego muerde el dobladillo de mi ropa interior y verlo quitármela
con los dientes es la cosa más erótica que he visto en mi vida. Cuando me la quita, la
arroja detrás de él. Saca un paquete de lubricante de su bolsillo antes de trabajar en su
propia ropa, mientras continúa hablando.
—Entonces pensé, si las palabras no pueden decirte cómo has cambiado mi vida, tal
vez haya otra manera de hacerlo. —Se quita la última prenda de vestir y luego se echa
sobre mí—. Entonces, Blaine Yates, no voy a follarte. Estoy a punto de hacerte el amor.
Joder, llorar tanto no es sexy. Necesito recuperarme. Levanto la mano para frotarme
los ojos, pero el agarre mortal de Silas en mi muñeca me detiene.
—No, —susurra, inclinándose para besar mis lágrimas—. Nunca ha habido mentiras
ni mierdas entre nosotros. Va a seguir así. Quiero saber todo lo que sientes. Si vas a
llorar por mí, quiero verlo.
—Está bien, —me atraganto, atrapando sus labios cuando va a pasar a mi otra
mejilla. Rompo su agarre y le rodeo el cuello con las manos, aferrándome
desesperadamente a él—. Muéstrame.
Con un último beso de despedida en mis labios, Silas comienza su recorrido por mi
cuerpo. Se detiene en todas partes (mis pezones, mis costados, mi ombligo, mis caderas)
todo el tiempo, mordiendo, chupando y calmando el escozor con su lengua. Cuando me
toma en su boca, las motas doradas en sus ojos marrones brillan cuando su mirada se
conecta con la mía. Lame toda la longitud de mi polla, masturbándome suavemente con
una mano mientras la otra masajea mis pelotas. Una vez que está satisfecho, empuja mis
muslos hacia atrás y me abro para él inmediatamente. Pasa su nariz arriba y abajo por
mi raja antes de presionar un ligero beso en mi agujero.
Cuando comienza a abrirme con su lengua y sus dedos, es todo lo que nunca supe
que necesitaba. Todo es lento, todo es amoroso y todo es cuidadoso.
—Mírame, —susurra mientras se desliza dentro de mí, acunando mi cara con una
mano mientras la otra frota la parte superior de mi cabeza—. ¿Puedes sentirlo?
Sus lentos deslizamientos me dicen todo lo que las palabras nunca podrían expresar.
Cada suave empujón, cada beso en los dedos de los pies, cada tierno toque me muestra
que soy lo que más ama en este mundo.
Nunca imaginé que el amor pudiera sentirse así.
—Te amo, —susurro, cerrando los ojos por un momento mientras dejo que lo que le
está haciendo a mi cuerpo me alcance—. Si, nunca voy a amar a nadie tanto como te
amo a ti.
—Joder, —dice, sonriendo mientras agarra mi polla y le da el mismo tratamiento
lánguido—. ¿Puedes correrte así, bebé? ¿Agradable y lento?
Puedo y lo hago, estallando en sus manos con un grito silencioso. El calor me llena
mientras él gruñe antes de besarme apasionadamente mientras se corre en mí. Estamos
sin aliento, ligeramente sudorosos por el aire frío de Georgia, y él se ríe contra mis
labios.
—Nunca hablaremos de esto, —repite, depositando el más cursi de los besos en mi
mejilla y frente—. Pero ahora lo sabes.
Asiento, pasando mis manos por su suave cabello, atándolo a mí para que no pueda
retirarse.
—Sí.
—Déjame echar un vistazo, —dice, desenredándose a pesar de mis protestas. Se
desliza lentamente antes de levantar mis piernas en el aire y mirar mi agujero. Se lame
los labios y me mira a través de las pestañas—. Tengo que tomar una foto de esto.
Material de paja para cuando te hayas ido.
No puedo evitarlo. Empiezo a llorar de nuevo. Lo que acaba de suceder fue muy
intenso y mi corazón se rompe al saber que solo me quedan una cantidad limitada de
estos momentos. Silas sabe lo que estoy pensando y apoya su cabeza en mi pecho,
enredando nuestras piernas.
—No será para siempre, —me promete, jugando con la mata de pelo oscuro en la
base de mi polla—. Todo estará bien.
Pero no estoy muy seguro de cómo se supone que debo seguir viviendo mi vida sin
mi otra mitad. En un momento de claridad, me doy cuenta de que solíamos ser nada
más que amigos con derechos a follarse con odio. Ni siquiera puedo imaginar un
momento en el que ya no estuviera perdidamente enamorado de Silas Richards.
Y siempre lo estaré, pase lo que pase.
CUARENTA Y CINCO
SILAS
Los días pasan rápido, demasiado rápido, y estoy empezando a preocuparme por la
distancia que pronto habrá entre Blaine y yo.
Creo en nosotros y sé que podemos hacer que funcione con la distancia, pero odio
que tengamos que hacerlo. Debería poder ir con él, pero mis obligaciones están aquí y
no hay nada que pueda hacer para cambiar eso.
Tiro el portapapeles y me levanto del taburete porque necesito un poco de aire. Casi
nunca extraño fumar, pero en momentos como estos desearía fumar un cigarrillo. No
puedo explicarlo, pero me siento irracionalmente enojado. Tal vez es porque sé que mi
tiempo con Blaine está disminuyendo y soy incapaz de detenerlo.
Me alejo del frente del taller y me dirijo hacia la parte de atrás. Hay una caja llena de
contenedores vacíos de aceite de motor y retrocedo, pateando la caja con todas mis
fuerzas, satisfecho por la forma en que se esparce por el garaje.
¿Por qué no puedo ser otra persona? ¿Por qué tengo que sentirme abrumado por la
culpa por querer algo que se me debería permitirme tener?
—¡Joder! —Gruño, levanto la mano y agarro mi cabello mientras hago un giro lento.
Siento que me han arrinconado. No Blaine, sino mis putas circunstancias de mierda.
—¿Tienes algo en mente?
Giro mi mirada hacia un lado y noto a Whaley, Badge y algunos otros miembros
parados alrededor de un coche en el que están trabajando, todos mirándome como si
me hubieran crecido tres cabezas.
Mierda, ¿cuándo regresaron y cómo diablos no los noté cuando volví aquí? Mi
cabeza debe estar más desordenada de lo que pensaba.
—Nada, —digo con un suspiro, sintiendo una oleada de derrota. No es que hablar
de ello vaya a servir de nada—. Lo siento, estoy bien.
Whaley entrecierra los ojos, escanea mi cuerpo y probablemente busca una razón
para despedirme por mi comportamiento de mal humor. Después de un momento, se
vuelve hacia los hombres que lo rodean y les hace señas para que se vayan.
—Dejadnos solos por un momento.
Cuando Whaley da una orden, todos escuchan. Sin decir una palabra, los miembros
mayores salen del taller hasta que quedamos solo nosotros dos.
Mis hombros se tensan cuando voltea un balde de cinco galones y se sienta a mi
lado. Whaley se acomoda pero no dice nada, saca su paquete de cigarrillos y lo
enciende. Luego me lo ofrece, pero lo rechazo, sabiendo que mi chico se enojaría si lo
hiciera.
—¿Ya no fumas? —pregunta, dando una profunda calada, el humo huele
increíblemente bien.
Niego con la cabeza.
—A Blaine no le gusta.
Hace un sonido pensativo, lanzando su humo mientras mira a lo lejos.
—¿Qué te tiene tan destrozado? ¿Se trata de Blaine?
Suelto otro suspiro, sentándome en una mesa de metal a su lado, sin saber qué decir.
¿Cómo le digo al hombre que ha sido como un segundo padre para mí toda mi vida que
quiero irme? ¿Que ya no quiero ser parte de su familia? ¿Que quiero abandonar este
lugar y mudarme en algún lugar nuevo con Blaine?
Parece egoísta, como si estuviera eligiendo el amor antes que la familia o escupiendo
todo lo que Whaley ha hecho por mí, pero tampoco es eso. Incluso antes de Blaine,
quería una vida diferente, y tenerlo simplemente me hace quererla más.
—No sé qué decirte, —murmuro, tratando de examinar mis pensamientos.
—Quizás puedas empezar con la parte más simple, —ofrece, pero yo solo resoplo,
porque nada de lo que estoy sintiendo ahora es simple. Todo parece catastrófico y tiene
el potencial de arruinar todas mis otras relaciones—. Estoy seguro de que no es tan
complicado como lo estás haciendo ver. —Me da un codazo en la pierna con el hombro
—. Solo habla. Déjalo salir. Empieza con lo que quieras. No tiene por qué tener sentido.
Incluso puedes ir desde el medio y avanzar hacia atrás. O, diablos, hasta el final. Lo
analizaremos juntos.
Niego con la cabeza.
—Haces que parezca muy fácil.
—No todo en la vida tiene por qué ser complicado.
Dejé escapar un profundo suspiro. Si quiere la verdad honesta, tengo que dársela.
Nunca me consideré un cobarde, pero tal vez lo he sido al mantener en secreto mis
deseos personales.
—Si tuvieras la oportunidad de irte y establecerte en otro lugar, donde nadie te
conociera, donde pudieras ser cualquiera, alguien que realmente quisieras ser… ¿La
tomarías?
—Así que esto es sobre Blaine. —Apaga el cigarrillo y enciende otro, con una mirada
lejana en sus ojos mientras piensa en mis palabras—. En algún momento de mi vida,
probablemente habría dicho que sí a tus preguntas, pero ¿ahora? No tengo nada por lo
que valga la pena dejarlo. Mi vida está aquí, mi hogar, el camino que me he marcado.
Aquí es donde pertenezco. Estoy con la gente con la que debo estar.
Mi estómago se hunde porque sabía que no lo entendería.
—Sí…
—Pero no es así para ti, Silas.
Mis cejas se fruncen y le doy una mirada inquisitiva.
—¿Qué quieres decir?
—Esta vida, las cosas que hacemos, las cosas que sacrificamos, no son para todos, —
dice, sonriendo con simpatía—. Sabía desde que eras joven, que estabas destinado a ser
algo más que un As. Siempre has tenido mucho más potencial del que crees.
Joder, me estoy sonrojando.
—Realmente no soy tan bueno.
—Y una mierda, literalmente configuraste todo mi sistema de facturación para el
taller. Manejas todos mis pedidos, contactos y básicamente mis libros. Tú haces
presupuestos mensuales y administras el dinero por mí… —Se ríe para sí mismo antes
de que sus ojos vuelvan a los míos—. Haces mucho más de lo que crees, sin mencionar
que aprendes rápidamente.
—Pero eso es todo lo básico, —argumento—. Cualquiera podría hacerlo.
—Entonces, ¿por qué nadie antes que tú lo hizo? —Me encojo de hombros, sin tener
una respuesta—. Exactamente.
Levanto mis manos en el aire con frustración.
—¿Pero qué tipo de trabajo podría tener con eso? Tengo suerte de graduarme con
mis calificaciones.
—¿Y Blaine? —pregunta, inclinando la cabeza hacia un lado, sonando legítimamente
curioso—. ¿Cuáles son sus planes?
—Es muy inteligente. Lo aceptaron en Yale. Será médico, ¿sabes? —Sonrío porque
estoy muy orgulloso de él. Me encanta el hecho de poder presumir de mi chico. Sin
embargo, enumerar todos sus logros me recuerda lo diferentes que somos al final—. Él
tiene todos esos sueños y aspiraciones. Es increíble y aquí estoy yo, sin metas, sin
futuro, sin nada que esperar.
¿Por qué carajo estoy diciendo todas estas cosas? Sueno patético, quejándome de
esta mierda con Whaley. Debería aguantar y ser un hombre como diría mi papá.
—¿Yale? Joder, eso es impresionante. —Whaley parece desconcertado brevemente
antes de continuar—. Entonces, ¿Connecticut?
Asiento, tratando de alejar mi tristeza.
—Tan lejos de mí.
—¿Es esto lo que te tiene tan molesto? ¿La idea de un futuro sin Blaine?
Estamos hablando de que el amor de mi vida está a miles de kilómetros de mí, claro
que lo es.
—Sí.
Contempla algo, hace una pausa e inhala una bocanada de humo antes de volver a
hablar.
—Tengo un amigo que tiene un garaje. Normalmente contrata aprendices y les
ayuda a montar una escuela de oficios. No estoy seguro de qué tan cerca está de Yale,
pero me debe un favor. Puedo llamarlo y concertar algo para ti.
Mi corazón late con tanta fuerza que casi espero que explote en mi pecho. No puede
ser que esté diciendo lo que creo que está diciendo.
—¿Q-qué? —Tartamudeo, tratando de entender sus palabras—. ¿Hablas en serio?
Él asiente antes de apagar el cigarrillo.
—No mentiría. Si es algo que deseas, algo que te ayude a aliviar tu carga, estaré
encantado de ayudarte.
—Whaley, —empiezo, todavía tambaleándose por la oferta—. Ni siquiera sé qué
decir.
—Solo di gracias. Di: “Sería tonto si no aceptara esto”. Di: “Whaley, eres el mejor
tipo que he conocido y estoy muy contento de que me ayudes ahora cuando soy tonto y
triste”, —se burla, sonriendo como si fuera el hombre más divertido del mundo.
—Vete a la mierda, —espeto, y casi me ahogo con mi propia saliva, porque acabo de
decirle eso a Whaley.
Se echa a reír y parece años más joven que sus treinta y cinco años. Es una locura
cómo algo tan simple puede transformar tu rostro. Whaley siempre es tan serio, tan
estoico, y es agradable verlo así para variar.
—Vas a estar bien, niño, —me dice, apretándome afectuosamente el hombro cuando
se levanta. Su boca se abre como si estuviera a punto de decir algo más cuando somos
interrumpidos por la perorata de Bunky mientras irrumpe en el garaje.
—¡Me estoy poniendo furioso! —Bunky ladra, levanta las manos en el aire y no
habla con nadie más que consigo mismo. Ni siquiera creo que se dé cuenta de que
estamos aquí—. ¿Qué tan difícil es encontrar una puta pieza para esta moto? ¡Moriré
antes de terminarla, joder! ¡La vida apesta!
Estoy a punto de ir tras él cuando Whaley se acerca para agarrarme del brazo.
—No, yo me encargo. Ve y cuéntale las buenas noticias a tu novio.
Luego se fue, detrás de un Bunk cabreado, y me quedé solo con mis pensamientos
acelerados.
Me quedo congelado, las palabras de Whaley no parecen reales. ¿Puedo realmente
tener la vida que quiero? ¿Es tan fácil?
Mi teléfono suena y lo saco, sonriendo cuando veo que es un mensaje de texto de
Blaine.
Niego con la cabeza riendo y escribo una respuesta rápida antes de apartar mi
teléfono.
Es tan doméstico, tan cursi, tan diferente a todo lo que pensé que tendría.
Sí, tal vez las cosas puedan ser así de fáciles después de todo.
CUARENTA Y SEIS
SILAS
Parezco estúpido.
Paso mi mano por el frente de mi camisa blanca planchada, luchando contra cada
instinto que tengo de arrancarme esa puta cosa y quemarla. ¿A quién diablos realmente
le gusta vestirse así? Parece que estoy preparado para servir como jurado o, joder, para
mi funeral.
—Aw, Si, —dice mamá, arreglando la corbata alrededor de mi cuello—. Te ves tan
guapo, muy parecido a tu padre.
—Parezco una versión tonta de James Bond, —murmuro, deseando poder quitarme
esta chaqueta. Joder, ya estoy sudando.
—No, te ves genial, —me asegura, aplaudiendo con emoción—. A Blaine le va a
encantar.
Blaine. Será mejor que se alegre de que lo amo porque ahora mismo quiero
estrangularlo por obligarme a hacer esto.
Una luz brillante parpadea un segundo después y me giro para ver a mamá
haciendo una foto con su teléfono.
—Joder, mamá, fotos no.
—Deja de quejarte y déjame tomar algunas. Esta será probablemente la única vez
que te vea vestido así. —Luego procede a tomar una docena más.
Sí, ella tiene razón en eso. Ni siquiera me vestiré así para mi propia boda. Blaine
tendrá que aguantarse. Se casará conmigo con mi chaqueta de cuero y mis Doc Martens.
Mi teléfono suena y lo saco, rodando los ojos cuando veo que es Blaine. El
mierdecilla ni siquiera está aquí conmigo pero sigue siento jodidamente molesto.
EL FIN
“Sea lo que sea de lo que estén hechas nuestras almas, la suya y la mía son iguales.”
Emily Brontë
AGRADECIMIENTOS
Nos gustaría agradecer enormemente a todas las personas maravillosas que hicieron
posible este libro.
Para Ari de Chaotic Creative y Mads de Breathless Lit: ustedes dos son maravillosos
asistentes personales y gracias por todas las cosas que hacen por nosotros.
A nuestros betas, Spicy, Mads y Monique: gracias por todos sus fantásticos comentarios
y por cuánto cariño tuvieron por Silas y Blaine.
A Polly: gracias por las increíbles ediciones y por mostrarnos todo lo que nunca
supimos que necesitábamos.
A Melissa: gracias por aprovechar nuestras absolutamente terribles habilidades con las
comas y mostrarnos la luz gramatical.
¿QUÉ SIGUE PARA ADDISON Y T
ASHLEIGH?
Serie Kings of Aces
Esto nunca tuvo la intención de ser una colaboración o una serie, pero cuando
comenzamos a escribir la historia de Silas y Blaine, nos enamoramos de su mundo de
inmediato.
Tenemos planes para un libro más de esta serie, incluida la historia de Bunky.
Ya veremos adónde nos llevan estos chicos.
Gracias de nuevo por leer, ¡estamos muy emocionados por lo que está por venir!
Si bien la historia de Blaine y Silas tenía algunos elementos oscuros, Painful Love será un
romance psicópata con diferencia de edad que muestra una relación algo tóxica. Por
favor lea y reserve a su propia discreción.
It’s Complicated
Their Ball Boy
His Assist
¿QUÉ SIGUE PARA T ASHLEIGH?
Serie All Roads
Libro 2 - La historia de Bryan
Libro 3 - La historia de Cooper
¿QUIERES ACOSARNOS?
Gracias por leer. Soy Addison Beck y amo todo lo dulce, obsceno y pecaminoso. Soy
una tortuga un poco incómoda socialmente que se puede encontrar en su pequeño
caparazón comiendo sushi y viendo películas de terror con sus dos gatos.
¿Quieres acosarme?
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