Hateful Love - T. Ashleigh & Addison Beck

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TABLA DE CONTENIDO

Pagina del titulo


Derechos de autor
Dedicación
Contenido y desencadenantes
Introducción
Sinopsis
Lista de reproducción
Contenido
Prólogo
Capítulo 1
Capitulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Epílogo
Agradecimientos
¿Qué sigue para Addison y T Ashleigh?
¿Qué sigue para Addison Beck?
¿Qué sigue para T Ashleigh?
¿Quieres acosarnos?
También por Addison Beck
También por T Ashleigh
AMOR ODIOSO
T ASHLEIGH
ADDISON BECK
Copyright © 2024 por T Ashleigh y Addison Beck

Reservados todos los derechos.

Este libro es un trabajo de ficción. Cualquier referencia a acontecimientos históricos, personas reales o lugares reales
se utiliza de forma ficticia.

Formato del libro: Addison Beck & T Ashleigh

Edición: Pruebas de Polly

Corrección: Melissa DaSilva

Diseño de portada: Quirah Casey

Traducción al español NO OFICIAL por fans y para fans sin fines de lucro.
Por favor, apoyen al autor comprando su historia en las plataformas
oficiales y no difundan por redes sociales como Instagram, TikTok, Twitter,
etc.
Para Ari y Mads. Gracias por lidiar con nuestro caos.
ADVERTENCIAS DE CONTENIDO
Ten en cuenta que esta historia está escrita con algo de “jerga” y dialecto para autenticar
y brindar una representación completa de los personajes. (Consideren las notas de
traducción)

Este libro contiene algunos temas/referencias oscuros y está destinado a lectores


mayores de dieciocho años.

Menciones de consumo de alcohol entre menores de edad


Consumo de drogas
Menores de edad fumando
Afiliaciones de pandillas
Bullying
Ataques de pánico y ansiedad
Tráfico de drogas
Sexo con odio
Homofobia leve
Padre emocionalmente distante
Padre encarcelado
Violencia física
Personaje drogado
Juego de roles
Degradación muy leve
Blasfemia
INTRODUCCIÓN
Esto comenzó como parte de la antología Anti-Valentine, pero se ha convertido en
mucho más. Se han realizado varios cambios a partir de esa versión, por lo que es
importante consumir este libro en su totalidad. Ten en cuenta que esta historia está
escrita con algo de “jerga” y dialecto para autenticar y brindar una representación
completa de los personajes.
Hemos llegado a amar a estos chicos. Silas y Blaine han inspirado nuestra pasión por
la escritura y esperamos que también te inspiren a ti.
SINOPSIS
SILAS
Estoy cansado de sentirme atrapado en mi vida.
Es simplemente un ciclo interminable de intentar sobrevivir el día.
Afortunadamente, tengo a Blaine para mantenerme entretenido.
Somos enemigos, pero a pesar de que él es todo lo que odio, soy adicto a él y a las
cosas que hacemos a escondidas. De alguna manera, se ha metido bajo mi piel y estoy
obsesionado con la forma en que me hace sentir.
No quiero admitir que me estoy enamorando de él, el chico dorado, pero es mi
pareja perfecta en todos los sentidos.
Él me da algo que nunca pensé que tendría y, aunque lo nuestro es imposible, no
dejaré que nadie se interponga en nuestro camino.

BLAINE
Mi vida me está asfixiando.
El hijo perfecto, el deportista estrella, el estudiante ideal. Estoy abrumado,
rompiéndome por las costuras.
Hasta que Silas pone mi mundo sobre su eje.
Mi pequeño y sucio secreto.
Él es mi escape perfecto de la realidad. Puedo soltarme y sentirme bien para variar.
Me hace sentir vivo por primera vez.
Pero siempre será alguien a quien desprecio. Es arrogante, el epítome de un chico
malo y, sin embargo, cuanto más hacemos esto, más difícil se vuelve ignorar mis
crecientes sentimientos. No es lo que esperaba, pero es exactamente lo que necesito.
Y ahora que lo tuve, me niego a dejarlo ir.

Hateful Love es un romance MM de enemigos a amantes, opuestos que se atraen, que se centra
en el chico malo y en el deportista y todas las cosas que los dos hacen a escondidas. Junto a un
poco de posesividad, amigos entrometidos y política corrupta, y este libro te llevará a un viaje
salvaje pero lleno de obstáculos.
LISTA DE REPRODUCCIÓN
Amor Odioso - Lista de Reproducción de AddisonBeckRomance | Spotify
CONTENIDO
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Epílogo
Agradecimientos
¿Qué sigue para Addison y T Ashleigh?
¿Qué sigue para Addison Beck?
¿Qué sigue para T Ashleigh?
¿Quieres acosarnos?
También por Addison Beck
También por T Ashleigh
PRÓLOGO
SILAS
Ocho Años

—Uno, dos, tres, cuatro…


Me deslizo por el lote1, buscando el lugar perfecto para esconderme. Siempre soy el
primero que me encuentran cuando jugamos, pero no hoy. Esta vez voy a ganar.
Jadeo como un perro y corro lo más rápido que puedo hasta llegar a la línea de
árboles, y luego me agacho detrás de un árbol grande. Hay un pequeño agujero en la
parte inferior y me agacho, levantando las rodillas hasta el pecho y encajando mi cuerpo
en el espacio. Soy pequeño para mi edad y recientemente descubrí que esconderme en
lugares como este es mejor.
—¡Listo o no, ahí voy! —Escucho a mi hermano, Ryker, gritar, seguido de una risita
cercana y un fuerte ruido de silencio. Sí, de ninguna manera voy a ser eliminado
primero esta vez. No cuando esos tontos ni siquiera pueden estar callados.
—Marco… —llama mi hermano, tratando de atrapar a alguien cometiendo un
desliz, pero lo único que recibe es silencio.
Me alegro que nadie haya caído en eso porque es una estupidez.
Escucho sus fuertes pasos cuanto más se acerca, y presiono mi mano contra mi boca,
tratando de tapar el sonido de mi respiración.
—Marco… —lo intenta de nuevo, y casi doy un salto al ver lo cerca que está de mi
escondite.
Mi corazón late con fuerza dentro de mi pecho y escucho ramitas romperse mientras
él camina aún más cerca de mí. Maldita sea, ¿por qué siempre soy yo? Casi espero que
me saque de la base del árbol un segundo después, pero me sorprende cuando él p asa
de largo.
—¿Dónde estáis chicos? Salid, estéis donde estéis, —bromea, y su voz suena
lentamente más lejana. Sin embargo, todavía no me muevo, prácticamente conteniendo
la respiración mientras espero a que encuentre a alguien.
—Creo que... ¡te tengo!
Su grito acompaña a un chillido femenino que se parece mucho al de su amiga, Liza.
Me toma un momento darme cuenta de que el juego ha terminado, pero cuando
pasa, una gran sonrisa aparece en mis labios. ¡Sí!
Levanto un poco el puño en el pequeño espacio, sintiéndome feliz por no ser el
primero en ser descubierto. Ya era hora. Juro que pensé que se estaban uniendo para
encontrarme a mí primero porque soy el más joven. Un día de estos voy a encontrar el
escondite perfecto y nadie podrá encontrarme cuando yo no quiera. Lo juro.
Salgo gateando del escondite y veo los ojos muy abiertos de mi hermano cuando me
mira. Le hago pistolas con los dedos antes de quitarme el polvo de las manos en mis
jeans.
1
Así se refieren a las determinadas zonas/terrenos en que está dividido un parque de casas rodantes.
—Buen lugar, ¿eh?
Él asiente y pone los ojos en blanco antes de mirarme una vez más, esta vez con
curiosidad en su mirada.
—Sí, ¿por qué diablos saliste? Deberías haber esperado hasta que no hubiera nadie
cerca. Habría sido un buen lugar para esconderse otra vez.
¡Maldita sea! No pensé en eso. Abro la boca para responder, pero me interrumpo
cuando un fuerte grito seguido de varios gritos llega a mis oídos.
¿Que diablos fue eso?
Giro la cabeza hacia un lado, buscando el sonido justo cuando mi hermano sale
corriendo entre los árboles hacia el campo abierto. Parpadeo, sorprendido por un
segundo cuando varias personas salen de sus escondites y salen corriendo detrás de
Ryker.
Mi cerebro se activa y entro en acción, moviéndome lo más rápido que puedo para
alcanzarlos a todos. Estoy cerca cuando veo dos coches de policía con luces rojas y
azules intermitentes estacionados frente a nuestro remolque.
Mi corazón palpitante parece latir más rápido y mi estómago se siente mal mientras
trato de descubrir qué está pasando. ¿Alguien resultó herido? ¿Mamá está bien?
Mis pensamientos reciben rápidamente respuesta cuando me detengo junto a Ryker
y veo a dos policías corpulentos arrastrando a mi papá desde el interior de nuestro
remolque y bajando los escalones de concreto.
¿Por qué están haciendo esto? Ni siquiera lucha contra ellos y lo tratan como a un
ladrón.
Estoy confundido y mi labio tiembla cuando él gira la cabeza para mirarme, la
sangre gotea de su labio roto. Me da una pequeña sonrisa y luego le grita a Ryker que
me cuide, en ese momento recibe una patada en la pierna.
—Cierra la puta boca, —suelta uno de los oficiales enojado.
La puerta mosquitera se abre de golpe al segundo siguiente y sale el sheriff
Masterson, con la boca formando una sonrisa zalamera. Este tipo siempre está
husmeando en nuestro lote y siempre me advierten que no confíe en él. De todos
modos, nunca lo haría. Me da un mal presentimiento. Siempre me lo ha dado.
—¡No puedes hacer esto! ¡No tienes pruebas! —Mamá grita, pareciendo más enojada
que nunca cuando lo sigue. Ella todavía está en pijama, su cabello es un desastre de
rizos, pero eso no la disuade de perseguir al sheriff.
¿Pruebas de qué? ¿Qué hizo? No entiendo.
—Tenemos muchas pruebas...
Los desconecto y miro hacia donde los otros dos policías están empujando a mi papá
a la parte trasera de su coche.
Espera, ¡no pudo despedirse! ¡No pueden llevárselo!
Este no es nuestro primer encuentro con la policía, pero nunca antes habían llegado
tan lejos y eso me revuelve el estómago. Estoy preocupado y al observar todas las
expresiones tristes de la gente que me rodea, tengo la sensación de que esto es grande.
Más grande que nunca.
¡Pero él no puede dejarnos! ¿Quién cuidará de mamá? ¿Quién me enseñará a andar
en moto?
Mis ojos se encuentran con los de Raid al otro lado del lote y él me da una sonrisa
triste. Su papá se fue, lleva un tiempo sin volver.
¿Así nos pasará a nosotros? ¿Será esta la última vez que veremos a papá en mucho
tiempo?
Aparto los ojos de mi amigo y vuelvo a mirar a mi papá. Cierran la puerta del coche,
bloqueándolo de mi vista, y algo dentro de mí se rompe. ¡No les dejaré hacer esto! ¡No
nos lo van a quitar!
—¡Papá! —Grito, corriendo hacia el coche a toda velocidad. Esquivo a algunas
personas, incluido uno de los policías imbéciles, y casi estoy en el coche cuando me
lanzan sobre el hombro de alguien. Utilizo mis uñas para arañar y mis puños para
golpear, sin importarme si me dejan caer. Solo quiero a mi papá—. ¡Suéltame!
—Cálmate, chico, —dicen, tratando de evitar que me mueva.
—¡No, suéltame! —Lucho, queriendo salirme de su agarre, pero es inútil. Son
demasiado fuertes y finalmente caigo hacia adelante con la derrota.
—Lo veremos más tarde, ¿vale? Ahora mismo necesitas relajarte, —la voz me
tranquiliza y siento que las lágrimas caen de mis ojos y caen sobre el cuero de su
chaqueta.
Mi pecho está agitado y hay sollozos enojados que quieren salir de mí. Pero lucho
contra esto porque soy un hombre y papá siempre me dice que los hombres de verdad
no lloran.
Cierro los ojos con fuerza, escucho las palabras tranquilizadoras que se dicen y me
concentro en la mano que frota mi espalda.
—Eso es. Respira.
Asiento, inhalando y exhalando lentamente, tratando de calmarme mientras pienso
en las palabras de papá sobre ser valiente. Es un poco duro con Ryker y conmigo, pero
es solo porque nos quiere. Al menos eso dice mamá, y yo le creo porque mamá no dice
mentiras.
Así que ahora necesito ser fuerte.
Después de unos momentos, me colocan nuevamente en el suelo pero esa mano
firme permanece apoyada en mi hombro, sin soltarme nunca. Miro hacia arriba y me
doy cuenta de que es Whaley, y mis mejillas arden de vergüenza mientras mis ojos caen
al suelo. No puedo creer que haya actuado así delante de él. Él es el líder de los Ases, y
desde muy joven me enseñaron que a Whaley solo se le debe mostrar respeto.
Vuelvo a mirar el coche de policía, ya no puedo ver a mi papá a través del cristal, y
frunzo el ceño cuando se alejan. Quiero correr de nuevo, pero entre el firme agarre de
Whaley y la sensación de inquietud en mi estómago, no lo hago.
El sheriff Masterson es el último en irse, pasando junto a Whaley y a mí con una
sonrisa maliciosa en su rostro. Su expresión es extraña para mí y aunque trato de
mantenerme firme, mi cuerpo se inclina un poco hacia el de Whaley.
—Esto no ha terminado, —dice Whaley, y el sonido mortal en su voz me hace
temblar. Whaley tiene reputación y por eso no muchos hombres le hacen frente.
Cuando la sonrisa del sheriff se ensancha, me doy cuenta de lo loco que está este tipo.
—Oh, no, pero estoy deseando que llegue la pelea. —Le guiña un ojo a Whaley antes
de que sus ojos caigan hacia mí—. Perdón por tu papá.
No parece arrepentido en absoluto, en todo caso parece satisfecho consigo mismo.
¿No se supone que los policías son los buenos? Eso es lo que dicen las películas, pero
por aquí nunca ha sido así.
—No hables con él, —gruñe Whaley, y el sheriff levanta las manos y da un pequeño
paso atrás mientras le sonríe a Whaley una vez más.
—Mis disculpas. —Él se ríe, inclinando su sombrero con falsa sinceridad—. Hasta la
próxima.
Luego se da vuelta y se dirige a su coche, dejándonos a mí y a todo el parque de
casas rodantes mirando mientras se aleja.
Todo el lugar está tranquilo, lleno de tristeza, y quiero desesperadamente que el
tiempo retroceda a cuando estaba escondido bajo ese árbol donde fui feliz.
Mi necesidad de correr aparece y me muevo antes de que mis piernas se den cuenta.
Escucho a varias personas llamándome, pero las ignoro, necesito alejarme de allí.
Alejarme de todo.
Mis pies se mueven por el suelo y mis brazos se mueven mientras trato de ir más
rápido. Llego al bosque pero no me detengo mientras avanzo entre los árboles. Siento
que mi camisa se engancha en varias ramas y no tengo idea de hacia dónde voy, pero
eso no me detiene. En todo caso, solo me anima a moverme más rápido.
No sé cuánto tiempo aguanto, pero cuando atravieso la línea de árboles al otro lado
del bosque, caigo al suelo. Mi respiración entrecortada suena como la de un perro
sediento, y me pongo boca arriba para mirar el cielo azul nublado.
Vale, eso fue un poco estúpido. Me arrepiento de esforzarme tanto cuando me doy
cuenta de lo mucho que me duelen el pecho y la garganta. Me quedé allí unos
momentos, intentando respirar normalmente de nuevo.
Al menos el dolor me distrajo de las cosas por un minuto... Lástima que ahora estoy
pensando en todas esas cosas feas otra vez.
Gimo, me doy la vuelta y me obligo a levantarme. Me tiemblan las piernas, la piel
está empapada de sudor y desearía beber un poco de agua. Parpadeo antes de secarme
los ojos y mirar a mi alrededor. Hay un conjunto de vías de ferrocarril frente a mí que
están cubiertas por maleza. ¿Dónde estoy? Nunca antes había llegado tan lejos, no lo
creo.
—Eres rápido, chico.
Me doy vuelta, sorprendido al ver a Whaley apoyado contra el capó de su coche.
—¿Cómo? —es todo lo que logro graznar con la garganta seca.
Él resopla, señalando el camino de tierra a varios metros de distancia.
—Este es territorio de Ases. Pensé que si corrías directamente entre los árboles,
eventualmente terminarías aquí.
Supongo que eso tiene sentido. Miro a mi alrededor, observando la caravana
destartalada y el barril oxidado con varias sillas de jardín esparcidas a su alrededor
antes de que mi mirada vuelva a Whaley.
—¿Donde es aquí?
Saca un paquete de cigarrillos y enciende uno mientras me observa.
—Mi escondite.
¡Tonterías! Vaya suerte la mía. De todos los lugares, termino en el lugar secreto de
Whaley. Necesito salir de aquí.
—Oh, lo siento. Puedo…
—Toma asiento, —dice, acercándose a una de las sillas de jardín y dejándose caer.
Me doy cuenta de que realmente no tengo otra opción. No quiero faltarle el respeto.
Hago lo que me dice, alejo la silla más alejada de él y me siento. Conozco a Whaley
toda mi vida, pero en realidad no lo conozco. Es joven, creo. Alto, con cabello castaño
bastante largo, cubierto de tatuajes y piercings. Parece alguien con quien no deberías
meterte.
—Te asusto. —No es una pregunta, solo está afirmando un hecho.
—¿Quién no te tendría miedo? —Pregunto, cruzando los brazos sobre el pecho
mientras lo miro, tratando de parecer más rudo de lo que me siento.
Él se ríe, una nube de humo sale de sus labios mientras asiente.
—Eres inteligente.
—No iría tan lejos, —murmuro—. No me va bien en la escuela. Apenas paso, pero
presto atención a mi entorno y escucho a mi papá.
—Ser inteligente en la calle y en libros no es lo mismo. —Asiento, moviéndome un
poco, sin estar muy seguro de hacia dónde va esto—. Entonces, ¿estás enojado con tu
padre?
Inclino la cabeza y lo miro de nuevo, sin entender lo que quiere decir.
—No estoy enojado. Simplemente confundido.
—Eso creí. Tu papá no es un mal tipo.
—Nunca pensé que lo fuera. —Sé que su trabajo no es como el de los papás de los
otros niños de la escuela, pero eso no lo convierte en una mala persona.
—¿Y crees que yo soy una?
Sus palabras hacen que mi estómago se revuelva y me muerdo el labio inferior, sin
saber qué decir. Esta parece una de esas preguntas que se supone que no debo
responder. Aunque mamá me castigaría si mintiera. Entonces, respondo con algo más
fácil.
—¿Lo eres? —Intento parecer duro, pero mi voz suena temblorosa.
Frunce los labios, tira el cigarrillo al suelo y lo apaga antes de agarrar otro y
encenderlo.
—Déjame preguntarte esto. ¿Crees que el sheriff es bueno?
¿Creo que lo es? No, pero...
—Debería serlo.
—Sí, debería serlo, —coincide, dando una larga calada a su cigarrillo antes de
continuar—. ¿Sabes? Hay una delgada línea entre el bien y el mal. Los justos y los
condenados.
No sé qué significan esas palabras, pero puedo entender que está hablando de
buenos y malos.
—¿Cuál es la diferencia?
—Elecciones, prejuicios, razonamientos detrás de las acciones. Sabes que no todo es
blanco y negro. Puedes ser la mejor persona y aún así equivocarte. También puedes ser
la peor persona y tener las mejores intenciones.
Asiento, de alguna manera entiendo lo que quiere decir... al menos un poco. En la
escuela me molestan por mi ropa usada y mi almuerzo gratis. Los prejuicios son algo
con lo que he estado lidiando toda mi vida. Soy hijo de Ases, por lo que piensan que soy
basura.
—Simplemente no entiendo por qué alguien tiene que hacer cosas malas.
—¿Qué pasaría si alguien estuviera tratando de hacerle daño a tu mamá? ¿Qué
harías? —Las palabras hacen que mi columna se enderece y mis dientes se aprieten.
—Hacerle daño a esa persona, —digo rápidamente.
—¿Y eso es malo? —Pregunta, sus ojos enfocados en mí, y no estoy seguro de lo que
ve.
Mi mente da vueltas mientras me relajo y me inclino más hacia atrás en la silla
chirriante. Si lastimo a alguien porque esa persona lastimó primero a mi mamá, ¿me
haría sentir mal? ¿Cómo podría sentirme mal? Esa persona empezó.
—No creo que lo sea.
—¿Qué pasa si le lastimas mucho? —Se inclina hacia adelante, apoyando los codos
en las rodillas—. Al punto de que tenga que ir al hospital, ¿y luego qué? ¿Es tan malo?
¿Querría lastimar a alguien así? No. ¿Lo haría? ¿Por mi mamá? Sí.
—Entonces mamá estaría a salvo y esa persona habría recibido una lección.
Él mueve la cabeza y una amplia sonrisa cruza sus labios.
—Bien, eso me gusta. Siempre la protegerás. ¿Sabes por qué?
—Por supuesto, —me quejo, sin estar seguro de a qué se refiere—. Es mi mamá. Ella
es familia.
Emite un gruñido de aprobación antes de apagar el cigarrillo.
—Así es. Así como tu papá es mi familia. Lo que tu papá está haciendo ahora es
protegerme. ¿Lo entiendes?
Bien, eso tiene sentido. Mi padre siempre ha dicho que considera a Whaley su
hermano y que toda la pandilla Ases es una hermandad. Si alguien iba a lastimar a
Whaley, nuestro trabajo sería protegerlo. Al igual que si alguien me hiciera algo malo,
sería su trabajo asegurarse de que estoy bien. Al fin y al cabo, la sangre no importa.
—Nos cuidamos los unos a los otros. —Inclino mi cabeza hacia un lado para ver si lo
hice bien.
Él asiente, pareciendo complacido conmigo.
—Bien. Aquí todos somos una familia y las familias siempre cuidan de los suyos. No
importa lo que digamos o hagamos, siempre somos nosotros contra ellos.
—¿Quiénes son ellos?
Whaley se ríe.
—Todos los que no somos nosotros.
—Está bien, —digo—. Lo entiendo.
—Bien. —Suspira y luego me hace un gesto para que lo siga de regreso a su coche—.
Ahora, hablemos de ese sheriff.
—¿Qué pasa con él? —Pregunto, arrugando la nariz con disgusto—. No me gusta
ese tipo.
Él suelta una carcajada.
—Eso es bueno porque el sheriff es uno de ellos...
Y mientras regresamos a casa, Whaley me cuenta todo sobre la diferencia entre
personas como nosotros y personas como el sheriff. Me cuenta las razones por las que
los Ases somos una familia, por qué somos tan unidos y por qué no podemos permitir
que nada ni nadie nos separe.
Este es el día en que Whaley me dio la primera de muchas, muchas lecciones que
nunca olvidaré.
Ningún malo es jamás verdaderamente malo, y ningún bueno es jamás verdaderamente
bueno.
UNO
10 Años Después
SILAS

—¡Vamos! ¡Vamos, joder! —Gruño, lanzando un último golpe antes de salir


corriendo calle abajo. Oigo el ruido de los pies de la gente que intenta alcanzarnos y
espero que Bunky esté detrás de mí.
—¡Date prisa, joder! —Raid grita a través de la puerta abierta del asiento de pasajero
de mi coche, haciéndome un gesto para que entre.
Entro, salto sobre la consola central y me siento en el asiento trasero. Sin duda
tendré un moretón, pero apenas se notará con los demás por la pelea. Bunky salta al
asiento del pasajero y cierra la puerta justo cuando Raid pisa el acelerador y se aleja
corriendo, y escucho un sonido fuerte cuando algo golpea mi coche.
—Dios, eso estuvo jodidamente cerca, —murmura Raid mientras cambia de marcha,
sus ojos saltando entre la carretera y el espejo retrovisor.
—Y que lo digas, —coincide Bunky, dejando caer la cabeza hacia atrás contra el
reposacabezas. A la mierda. No sé librará ahora. Me inclino hacia adelante, golpeando
al imbécil en el costado de la cabeza, y gime, lanzándome rápidamente una mirada dura
antes de estirar la mano para frotarse el lugar—. ¿Qué coño, Silas?
—¡Puto idiota! ¿Qué estabas pensando? —Le grito, tratando de entender el hecho de
que mi mejor amigo es tan inteligente como una caja de piedras—. Estábamos en
territorio enemigo y actuaste como un puto tonto.
Bueno, no es realmente territorio enemigo, sino un club donde a varias pandillas les
gusta buscar personas a quienes venderles drogas. En general, es un lugar oscuro.
—Él no estaba pensando. Ese es el punto, —dice Raid antes de alcanzar la consola de
mi coche y sacar mi paquete de cigarrillos—. Joder, me tiemblan las manos. Pensé que
éramos hombres muertos.
—No jodas, —me quejo, tentado a golpear a Bunky otra vez.
—En mi defensa, ¡no sabía que su hermano iba a aparecer!
Gimo, cayendo en mi asiento una vez más, y luego dejo escapar un largo suspiro. Lo
juro, cuando dije que quería algo nuevo en mi vida, no me refería a casi morir.
—El hecho de que supieras quién era ella lo vuelve mucho peor.
—¿Cómo no lo sabría? Tenía el símbolo de la serpiente en su chaqueta. Solo quería
probar a la competencia, —dice, sin molestarse en ocultar su sonrisa.
—Oh, por el amor de Dios. —Esta vez me inclino hacia adelante y lo golpeo de
nuevo. Él se lo merecía.
—¿Podrías parar? —gruñe, lanzándome una mirada furiosa.
—Alégrate de que soy yo. Ya te divertirás más tarde. Buena suerte explicándole esto
a Badge —digo, sabiendo que su padre adoptivo se volverá loco con él una vez que se
entere—. Si él no te mata, Whaley lo hará. Se enojará.
Lo piensa mientras toma su propio cigarrillo de lo que aparentemente ahora es el
paquete comunitario, antes de encogerse de hombros.
—Eh, lo dudo. Whaley sabe cómo es esto.
—Lo dudo mucho, —digo, poniendo los ojos en blanco ante lo estúpido que está
siendo. Whaley siempre es demasiado amable con Bunky y se nota en su
comportamiento imprudente.
Quiero decir, ¿quién desaparece cuando salimos en un recado? Pensé que Bunky
solo estaba usando el baño o algo así, pero no. Estaba enrollándose con la hermana de
un miembro de una pandilla rival en la trastienda del club. Por suerte, me enteré y
envié a Raid a buscar mi coche, pero nuestra huida no fue nada fácil. El hermano entró
y se volvió loco porque un As estaba tocando a su hermana. Muy pronto estábamos en
una puta pelea.
Levanto la mano y toco mi labio roto. A mí también me dieron un buen puñetazo.
Bastardo.
—Joder, todavía estoy lleno de adrenalina. —Bunky se gira para mirarme con esa
amplia y ligeramente maníaca sonrisa suya.
Niego con la cabeza y presiono mis ojos con las palmas de las manos con tanta
fuerza que las estrellas bailan detrás de mis párpados.
—Estás loco, ¿lo sabías?
—Siempre lo he estado.
—Pero tiene razón, Bunk. Necesitas calmarte un poco, —dice Raid, rápidamente
lanzándole una mirada mordaz mientras se sube las gafas por la nariz antes de volver a
mirar la carretera—. Puede que Whaley sea indulgente contigo ahora, pero no siempre
lo será.
Asiento hacia Raid.
—Sí, exactamente lo que dijo.
—Solo déjame a mí preocuparme por Whaley, ¿vale? —Bunky espeta, arrojándome
la ceniza de su cigarrillo—. Sé cuáles son mis límites.
—Si tú lo dices, —se queja Raid antes de tirar el suyo por la ventana.
Siguen hablando, pero los desconecto, cierro los ojos y me recuesto en el asiento. Son
las cuatro de la puta madrugada y estoy muy agotado. No sé cómo diablos voy a
sobrevivir a la escuela después.
Me duermo por un momento, solo salgo del coche a trompicones cuando suena la
alarma a las seis, haciéndome saber que necesito levantar el culo e ir a la escuela. Los
chicos debieron regresar a sus lotes y dejarme frente al mío. Entro a mi remolque,
consciente de ser callado ya que mi mamá, mi cuñada y mi sobrina estarán durmiendo.
Caminé de puntillas hasta el baño, agradecido de tener un cambio de ropa extra en
mi coche. Cuando Liza y June se mudaron, les cedí mi habitación. He estado durmiendo
en el sofá durante los últimos meses y, aunque no es un mal arreglo porque casi nunca
estoy en casa, necesito encontrar otro sistema para mi ropa. Si el remolque fuera más
grande, simplemente trasladaría mi cómoda a la sala de estar, pero eso es imposible con
el espacio limitado.
Los pálidos fluorescentes iluminan el baño y enciendo la boquilla de la ducha,
esperando varios momentos a que el agua se caliente. Me desnudo y me miro lo mejor
que puedo en el pequeño espejo que hay encima del lavabo. Hay un moretón floreciente
en mi costado que seguramente me dolerá muchísimo tarde o temprano. El daño que he
sufrido no es tan grave, aunque mi labio ha visto días mejores y, joder, de repente mis
costillas gritan. Afortunadamente, nada parece roto, así que lo tomaré como una
victoria.
Me ducho rápidamente, limpio mis cortes y luego me visto. Mi cabello está loco y
cae en todas direcciones, pero no me importa, especialmente cuando suena mi próxima
alarma y me avisa que llegaré tarde a clase.
Tampoco es que eso me importe realmente, pero el ausentismo escolar solo hará que
la gente husmee en mi casa, y eso no es lo que quiero ni necesito.
Dirigiéndome a la cocina, tomo una Pop-Tart genérica del gabinete y un refresco del
refrigerador antes de regresar a mi coche. Los chicos están apoyados contra mi coche
cuando llego, y alzo una ceja mientras los observo.
—¿Iremos juntos?
Raid mueve la cabeza, todavía luce medio dormido mientras los ojos de Bunky están
jodidamente abiertos y mastica una rebanada de pan.
—Sí, Whaley está arreglando mi junta de culata. Tomará unos días.
Asiento a cambio, rodeo el coche y abro la puerta, indicándoles que entren.
—No sabía eso.
Bunky se encoge de hombros.
—Solo sucedió, no es gran cosa.
—Entendido. —Me asomo al asiento trasero y me aseguro de que mi chaqueta esté
allí antes de arrancar el coche y partir.
Cuando llegamos al estacionamiento de la escuela, gimo, deseando estar haciendo
otra cosa que no sea esto. Ya ha sonado el primer timbre y tengo unos tres minutos
antes de que suene el siguiente. Apago el motor y salgo del coche, sin molestarme en
cerrarlo antes de meter la llave en mis vaqueros negros desgastados y descoloridos. No
es como si alguien fuera a meterse con mi mierda. Saben bien que no deben.
Saco un cigarrillo, lo enciendo y los chicos hacen lo mismo mientras me esperan.
Probablemente deberíamos tener más prisa, pero ¿qué coño van a hacer estas personas?
¿Reprobarme? No. Están tan listos para que yo salga de aquí, como yo lo estoy para
irme. De todos modos, no es como si en algún momento sea capaz de salir de esta
ciudad. Tengo demasiada gente confiando en mí ahora que Ryker está preso.
Agarro las dos cadenas de oro que siempre uso, los viejos collares que solían ser un
par a juego para Ryker y para mí. Es lo único real que me queda de él ahora que está en
prisión. Niego con la cabeza y suelto las cadenas, intentando no pensar en mi hermano.
Solo empeorará mi ya amargo estado de ánimo. Termino mi cigarrillo y luego lo apago
con mi bota.
El cielo está nublado y el calor de Georgia es bastante para un día de otoño, pero eso
no me impide abrir la puerta trasera y engancharme la chaqueta de cuero. Llevo con
orgullo el parche de calavera del Rey de los Ases de mi padre para que todos lo vean,
sin importar la época del año.
La campana suena de fondo y suspiro, pasando una mano por mis desordenados
mechones negros, tratando de poner orden en el caos cada vez mayor. Mi mamá dice
que tengo el cabello más bonito que jamás haya visto, lástima que generalmente está un
poco resbaladizo por el sudor o sucio de grasa del taller, haciéndome parecer aún más a
mi viejo de lo que ya soy.
—¿Estáis listos chicos? —Pregunto mientras comenzamos nuestra caminata por el
estacionamiento.
Bunky deja escapar un rápido suspiro de derrota y deja caer los hombros porque
también preferiría estar en cualquier lugar menos aquí.
—Sí.
—Joder, no, pero no tenemos otra opción. —Raid resopla y estoy con él en este caso.
Ni siquiera sé por qué nos molestamos en venir a la escuela. Siempre le digo a mamá
que podría ganar más dinero si pasara más tiempo en Taller de Coches de Whaley,
trabajando en lugar de desperdiciar esas ocho horas en la escuela cinco días a la
semana, pero ella no quiere oírme. Insiste en que necesito recibir una educación
adecuada, aunque ya sé cómo será mi futuro.
El año pasado, falté a la escuela para pasar algunas horas en el taller para pagar las
facturas y cuando mi mamá se enteró, condujo directamente hasta allí y me sacó
arrastrándome para enviarme a la escuela. Sí, mide metro sesenta y cinco de altura y eso
contando sus botas de motociclista de diez centímetros de tacón, pero es feroz. No
tengo ninguna duda de que todavía podría azotarme.
Mamá espera que algún día salga de aquí y tenga un futuro, pero ¿cómo podría
dejarla? Especialmente ahora con lo de Ryker y mi viejo.
Ugh, no. No pensaré en eso.
Me concentro en mis pasos, observando como la entrada se acerca cada vez más. Sin
previo aviso, una elegante camioneta pasa por delante y casi nos atropella. Me detengo
en seco y me giro hacia el agresor, apretando los dientes cuando me doy cuenta de que
es Blaine Yates. El imbécil engreído ni siquiera tiene un lugar de estacionamiento
regular en la parte trasera, solo reclama uno alineado cerca del frente.
Salta, luego se echa la mochila negra Under Armour al hombro y se dirige hacia la
escuela. Pasa junto a nosotros, sin siquiera molestarse en reconocer el hecho de que
podría habernos atropellado, lo que solo alimenta aún más mi ira. Supongo que está
demasiado ocupado enviando mensajes en su teléfono como para preocuparse por un
homicidio automovilístico.
Como lo odio, joder.
Todo en él, desde su perfecto cabello rubio y sus ojos azul grisáceo hasta la forma en
que se comporta, me cabrea.
Él es la personificación de la falsedad. El deportista, el chico dorado, con el que
todos quieren estar. Es solo una copia al carbón de cualquier otro deportista que existe
en este mundo que use ropa de diseñador. Ah, y ni siquiera voy a hablar de su chaqueta
varsity letterman2 con parches cosidos en las mangas, mostrando todos sus logros.
No puedo evitar poner los ojos en blanco cada vez que lo veo. Me importa una
mierda lo que digan. Nadie puede ser tan perfecto todo el tiempo.

2
Es el tipo de chaqueta deportiva que siempre lleva el chico popular del instituto en las pelis
estadounidenses xD.
—¡Oye, imbécil! ¿Por qué no miras por dónde vas? ¡Estuviste a punto de
atropellarnos cuando llegaste! —Grito y me deleito con la forma en que su espalda se
pone rígida ante mis palabras, aunque no reduce el paso.
Blaine me lanza una mirada poco divertida por encima del hombro.
—Vete a la mierda, Silas, no lo hice, pero incluso si lo hubiera hecho, no sería el fin
del mundo.
—No, pero yo no tengo ningún problema en ponerle fin a tu mundo, —respondo.
—Adelante, que te echen de la escuela, —dice, con tanta naturalidad y facilidad que
me hace arder la sangre—. No es como si alguien fuera a extrañarte.
Raid y Bunky han estado sorprendentemente callados, y me giro para verlos. Tienen
el ceño fruncido por la confusión y me doy cuenta de que tal vez exageré un poco. Está
bien, exageré mucho. No es que Blaine casi nos mate, pero ya es demasiado tarde para
retractarme, aunque nunca lo haría.
Blaine se da vuelta, cortando mi oportunidad de decir algo más. Aprieto mis puños
con fuerza. La necesidad de correr detrás de él y golpearlo es fuerte, pero no lo hago. De
todos modos, no es como si pudiera porque mis amigos ahora me están agarrando con
fuerza.
Tienen razón al retenerme, pero lo odio. Como dijo Blaine, ya tengo suficientes
marcas en mi historial. Si me echan de la escuela, mi mamá me pateará el culo.
Entonces, a pesar del hecho de que realmente quiero arrancarle los perfectos dientes
frontales a Blaine de su cráneo, me abstengo.
Esperamos un momento hasta que Blaine desaparece por completo antes de subir
por los escalones de piedra hacia Brookshire High. Como la clase ya comenzó, los
pasillos están vacíos mientras me despido de los chicos antes de dirigirnos a nuestras
diferentes clases.
La primera clase pasa rápido y cuando suena el timbre, paso a la siguiente.
Camino por el pasillo hacia mi clase de matemáticas en la parte trasera de la escuela.
La clase está medio llena cuando llego y me dirijo a mi asiento ubicado en la parte de
atrás. No llego muy lejos, tengo que detenerme debido a las cabezas huecas del
escuadrón de pompones que bloquean el pasillo.
—Disculpad, —dije con los dientes apretados, haciendo que las cuatro chicas me
miraran con molestia.
Sin embargo, no se mueven, simplemente vuelven a hablar como si yo no hubiera
hablado. Intento controlar mi creciente irritación mientras avanzo, abriéndome paso a la
fuerza, lo que hace que suelten múltiples jadeos de protesta cuando las golpeo.
—Bueno, si os hubierais movido, entonces no os estaría golpeando, ¿verdad? —digo,
mirando por encima del hombro para ver a Pompón Uno mirándome con el ceño
fruncido.
—Idiota, —escupe, y le guiño un ojo antes de continuar hacia mi escritorio.
—Ni siquiera te preocupes por él, Maybelline. Una basura como él no vale la pena.
—Esto viene de Pompón Dos.
Sí, sí. Lo he oído todo antes.
Basura de remolque, rata de alcantarilla, bolsa de basura, trapo basura, solo por
nombrar algunos, pero nunca me ha molestado. Al menos sé de dónde vengo y no
intento ser algo que no soy, a diferencia de la mitad de la clase alta de esta ciudad.
Me acomodo en mi asiento y capto el ceño fruncido de la abeja reina antes de dejarse
caer en su propio asiento. No hace más que darme risa su intento de intimidarme. He
visto mucha mierda en mi vida, Pompón, y tú no te comparas a ninguna. Joder, parte de las
mierdas que he visto es de lo que están hechas sus pesadillas.
DOS
BLAINE

¡Qué idiota!
Aprieto los dientes mientras me dirijo a mi casillero, plenamente consciente de que
llego tarde a clase, pero sin pensar dos veces en mi asistencia perfecta. Todavía estoy
pensando en mi última interacción con Silas. ¿De verdad cree que intenté atropellarlo a
propósito? Puede que lo desprecie, pero no soy un lunático como su amigo Bunky.
Siempre es así entre nosotros. Todo lo que tengo que hacer es pasar junto a él y ya
eso lo vuelve un problema. Eso ha hecho desde el momento en que nos conocimos en el
primer año cuando accidentalmente lo hice tropezar en la cafetería, y en verdad fue un
accidente, no importa cuánto insistió en que no lo era.
Todavía recuerdo la forma en que me miró y cómo sus grandes ojos marrones se
fijaron en los míos. Fue como si todo el aire hubiera sido succionado de la habitación.
Simplemente me tomó por sorpresa la intensidad de mi reacción hacia él, y supe que no
iba a ser algo de lo que pudiera deshacerme pronto. Nunca antes había experimentado
algo así. Estaba tan perdido, tan embelesado, que me tomó un momento volver a la
realidad.
Después de que el aturdimiento se disipó, traté de ayudarlo a levantarse, pero no me
lo permitió. Apartó mi mano, se levantó frente a mí y amenazó con “reventarme”. Me
sorprendió tanto el estallido que ni siquiera podía hablar, simplemente me quedé allí
con la boca abierta y sin saber cómo proceder.
No ayudó que mis amigos se rieran como si hubieran participado en la broma. Sus
ojos puestos en mí, la presión para conformarme y la agresión de Silas me dejaron
incapaz de hacer nada más que verlo alejarse. Cuando intenté disculparme al día
siguiente, él estaba furioso.
Entonces me di cuenta de que no había nada que pudiera hacer para cambiar su
opinión sobre mí, y que no iba a quedarme ahí y recibir su mierda.
Así empezó todo y tres años después la situación no ha mejorado.
Silas saca lo peor de mí. Es como si tuviera una furia cruda enterrada tan
profundamente en mi interior y lista para ser desatada en el momento en que él esté
cerca. La peor parte es que él sabe que me afecta, no importa cuánto intente ocultarlo. Él
se mete bajo mi piel, y cada día estoy más cerca de actuar impulsivamente y darle una
paliza.
Dios, a papá le encantaría eso. Su pony premiado comportándose mal: ¿qué pensaría
la gente?
Después de tomar mis cosas de mi casillero, me dirijo hacia la clase de Química.
Tengo la esperanza de que yo le agrade lo suficiente al maestro como para no marcar mi
tardanza. Afortunadamente, no lo hace. Eso es bueno porque es otra cosa que no le
gustaría a mi papá.
La clase está bien, predecible. Hago todas las cosas que se esperan de mí. Levanto la
mano para responder preguntas cuando nadie más lo hace, ayudo a mis compañeros de
clase que parecen no poder hacer las ecuaciones más fáciles y me aseguro de preguntar
sobre la tarea para la siguiente clase.
Y odio cada segundo de todo eso.
Salgo de clase una vez que suena el timbre y me dirijo a cambiar libros para mi
próxima clase. Mientras estaba cogiendo cosas en mi casillero, soy estrellado contra el
marco de metal, me quedé sin aliento y un hormigueo no deseado subía por mi brazo.
Miro hacia atrás y entrecierro los ojos cuando veo que es Silas. Él me mira por encima
del hombro mientras se aleja, enviándome una de sus sonrisas arrogantes, sin una gota
de culpa. Odio lo que esa mirada me hace, encendiéndome y enviándome a una espiral
de pensamientos, todos al mismo tiempo en los que me niego a profundizar.
—Mira por dónde vas, —siseo, frotando el lugar que todavía arde por su toque.
Se da vuelta y camina hacia atrás mientras levanta ambas cejas y se encoge de
hombros.
—No te vi, chico dorado. Creo que la escuela necesita darte un chaleco reflectante.
Estoy a segundos de estallar cuando una voz molesta llega a mis oídos,
impidiéndome ser estúpido.
—¿Te está haciendo pasar un mal rato?
Gimo internamente antes de volverme hacia Kent, el imbécil de turno y,
desafortunadamente, mi compañero de equipo. Él siempre está tratando de estar cerca
de mí, sin darse cuenta de que no estoy tan interesado en ser su “amigo”. Actúa como si
no supiera que está furioso por todos los celos que me tiene y que es una mierda
intentando ocultarlos. Me molesta. No me gustan las personas falsas y él es la definición
de eso.
Tiene a Maybelline con él. Vaya par. Esta chica ha estado tratando de estar conmigo
durante años, no porque realmente le gusto, sino porque cree que enganchar al
quarterback3 estrella la convertirá en la puta reina de la escuela o algo así.
Quiero gritarle a Kent que me deje en paz, pero no puedo hacerlo porque tengo una
imagen que mantener. El puto perfecto Blaine Yates. Pongo la sonrisa más falsa que puedo
lograr, sabiendo que probablemente parezco un maníaco, no es que me importe.
—No es nada. Probablemente fue un accidente.
—Considerando que fue Richards, lo dudo mucho. —Kent resopla, ese acento
pomposo cubre sus palabras.
—Asegúrate de cuidar tu espalda, B, —me dice Maybelline, con los ojos muy
abiertos con falsa preocupación mientras agarra mis brazos con sus uñas como navajas
—. Me sentiría devastada si algo te sucediera. ¿Sabes que casi me atropella hoy en clase?
Podría haber resultado gravemente herida.
—Yo no habría dejado que te pasara eso, —dice Kent, casi como si estuviera
tratando de superarme inflando sus pectorales imaginarios y mostrando su dominio
con sus metafóricas plumas de pavo real—. Yo pondría a la basura de remolque en su
lugar.
3
El quarterback o mariscal de campo es el líder ofensivo del equipo y tiene varias responsabilidades
fundamentales en el juego. Es el jugador encargado de recibir el balón en cada jugada ofensiva y es quien
toma las decisiones sobre cómo ejecutarla.
—¿Estás seguro de que estás bien, Blaine? —pregunta Maybelline.
Sería mejor si todos me dejaran en paz.
Una vez más, pretendo ser algo que no soy y le sonrío.
—Gracias, Maybelline, pero estaré bien.
Ambos me miran con incredulidad, pero estoy listo para alejarme de ellos y pasar a
mi próxima clase. Ya llegué tarde una vez hoy, no necesito que eso vuelva a suceder.
Les doy esa excusa mientras salgo corriendo y voy a mi segundo período. Aunque aún
así llego tarde, el timbre suena cuando estoy a punto de entrar al salón de clases. El
señor Reynolds perdona mi tardanza fácilmente como sabía que lo haría.
Porque soy el puto perfecto Blaine Yates.

—Buena carrera esa, Blaine.


—Buen trabajo. Vamos a llegar hasta la final este año si sigues lanzando así.
Mis compañeros de equipo me golpean las hombreras y me dan golpecitos en la
espalda en señal de agradecimiento mientras sus palabras susurradas de aprobación se
enroscan a mi alrededor como una serpiente que asfixia la vida de su presa.
—¿Viste su forma? Los niños tienen futuro.
—Sé que su padre debe estar orgulloso, —dice el entrenador cuando paso junto a él
y me da una sonrisa impresionada.
Intento con todas mis fuerzas recuperar el aliento, sin saber si es la adrenalina, el
pánico o las miradas constantes sobre mí lo que me hace sentir tan expuesto.
Mi pulso late en mi cabeza y mi cuerpo se siente pesado con cada paso que doy
hacia la mesa de refrigerios. Algunos compañeros de equipo más me felicitan cuando
los paso, pero me incomoda internamente, como todos los demás. Pero no digo nada
porque nunca sé qué decir ante cosas así. Estoy seguro de que la gente a veces confunde
mi tranquilidad con idiotez, pero en realidad me siento incómodo con todos los elogios.
Mi mano tiembla levemente cuando sostengo el vaso de papel debajo de la boquilla
de la hielera naranja, mirando el Gatorade amarillo que se vierte en él con fingida
fascinación, necesitando concentrarme en algo más que el escrutinio de las personas que
me rodean.
Me estoy ahogando.
Me estoy sofocando.
Me muero un poco más por dentro cada puto día.
Bebo mi bebida y cierro los ojos cuando el sabor cubre mi lengua. Todavía odio la
sensación de estar bajo un microscopio. Es como tener cien pequeñas arañas
arrastrándose por toda mi piel, haciendo que se me erice el pelo y se me cierre la
garganta.
Ser el quarterback titular de Brookshire High ya atrae suficiente atención sobre mí,
añade a eso que soy el hijo del alcalde Yates y, bum, los medios aparecen. No puedo ni
siquiera estornudar sin que alguien en este pequeño pueblo lo sepa. Dime que soy
demasiado dramático, pero joder, a veces se siente así.
—¿Estás bien? —Landon, mi mejor amigo y compañero de equipo, pregunta cuando
se desliza a mi lado, igualmente empapado en sudor.
Me encojo de hombros porque no tiene sentido mentirle. Landon es la persona más
cercana a conocer mi verdadero yo enterrado bajo esta fachada. Él sabe cuánto odio esta
mierda: ser el centro de atención y tener gente gravitando alrededor, porque piensan
que hacerlo los hará populares por asociación, no porque realmente les agrado.
Aparto el pensamiento y me giro para mirar a Landon mientras pongo una sonrisa
falsa.
—Sí, estoy bien.
Golpea su hombro con el mío, su rostro escéptico.
—Sé que te molesta la atención. No pasará mucho tiempo hasta que ya no tengas
que lidiar con la mierda del instituto.
Sí, y estoy más que listo. Papá y Landon no tienen idea de que no iré a la
Universidad de Georgia a jugar fútbol universitario después de graduarme. Si todo
salen bien, debería enviar mi carta de aceptación anticipada a Yale y, además, las becas
académicas completas de un montón de organizaciones diferentes.
Así que el estigma del deportista tonto puede irse a la mierda. ¿Los deportistas no
pueden ser inteligentes? Bueno, yo lo soy. El primero de mi clase, el estudiante con
honores, y pasa casi desapercibido porque soy increíble en el fútbol y lo odio.
—Meses que avanzarán tan lentamente que prácticamente puedo ver cómo pasan
los segundos, —murmuro, pasando una mano por mi cabello empapado de sudor.
—Te sorprenderías. ¿Quién sabe? Quizás este año suceda algo interesante que te
distraiga, —dice, con una sonrisa alegre en su rostro. Sé que solo está tratando de
ayudar, pero no funciona, no cuando la libertad está tan cerca y al mismo tiempo tan
lejos.
—¿Ahora perdices el futuro? —Resoplo y arqueo una ceja mientras lo miro—. ¿Viste
eso en tu bola de cristal mágica?
Él se ríe y me da un empujón.
—Idiota.
Lo empujo de vuelta, lo que se convierte en una pelea total de empujones y
evasiones. Después del quinto empujón fuerte que casi me deja tirado en el césped,
levanto las manos en señal de rendición.
—¡Bien! ¡Bien! ¡Me rindo! Puto linebacker4, —gruño una vez que mi risa muere,
frotando el ahora dolorido punto debajo de mis costillas.
—Deberías haberlo sabido mejor, Yates. Soy muchísimo más fuerte que tú.
—Sí, eso es cierto, —digo, tomando otra taza y llenándola con Gatorade antes de
volverme hacia Landon con una sonrisa maliciosa en mis labios—. Pero yo corro más
rápido.

4
Los linebackers o apoyadores son jugadores de la defensa que se alinean detrás de la línea defensiva
y delante de los defensive backs. Son responsables de una variedad de tareas defensivas y juegan un
papel fundamental en la estrategia defensiva de un equipo.
Luego le lanzo el contenido helado del vaso y salto por el césped hacia el vestuario.
Mientras corro, puedo escuchar su fuerte maldición antes del sonido de sus pies detrás
de mí.
TRES
SILAS

Después del día más largo de la historia en el instituto, me dirijo al taller con los
chicos. Whaley no está allí, pero Badge y Fox sí, y golpeamos los nudillos con ellos
cuando pasamos.
Trabajo en el taller la mayoría de las tardes, limpiando, manteniéndome al día con
las facturas, procesando algunos pagos y ayudando con los cambios básicos de aceite
cuando es necesario. No es nada lujoso, pero el dinero es dinero y necesito tanto como
pueda.
—Estaré atrás con Badge y Fox, —me dice Bunky, quitándose la chaqueta y
guardándola detrás del mostrador.
—¿Estás trabajando en esa vieja Harley?
Hace unas semanas encontró esta moto chatarra en el depósito de chatarra cuando
fue a recoger piezas con Badge y Fox. La compró por capricho y no ha hecho nada más
que trabajar en ella cada vez que tiene la oportunidad.
—Sí, siento que finalmente estoy llegando a alguna parte, —dice mientras se aleja.
Me deslizo detrás del escritorio y me dejo caer en el taburete justo cuando Raid se
inclina sobre el mostrador, bajando la voz a un susurro. mientras habla mierda.
—Está mintiendo. No llegará a ninguna parte con esa puta moto. Joder, ni siquiera
estoy seguro de que el propio Fox pueda arreglarla. Es basura. —Me río por lo bajo. El
hermano adoptivo de Bunky, Fox, es el mejor mecánico que tenemos. Si él no puede
arreglarla, nadie podrá. Raid pone los ojos en blanco, retrocede y golpea el mostrador
con los nudillos antes de comenzar a alejarse—. Pero lo ayudaré de todos modos porque
eso es lo que hago.
Raid y Bunky siempre están peleando y son una fuente diaria de entretenimiento
para mí... Bueno, ellos y Blaine.
Resoplo molesto, irritado conmigo mismo por siquiera pensar en Blaine. Juro que
siempre consigue colarse en mi cabeza en los peores momentos.
Apretando los botones con demasiada fuerza en el teclado, me conecto a la
computadora, con la esperanza de que mi trabajo mantenga mi mente alejada de cosas
en las que no tiene por qué pensar. Veo que hay cuatro vehículos listos para ser
recogidos y hago las llamadas para avisar a los propietarios. Esta es la única parte del
trabajo que no me gusta. Hablar con la gente no es mi fuerte.
Si bien todo el mundo está aterrorizado de Whaley, su taller es el único en tres
condados, por lo que consigue muchos clientes. La mayoría de los clientes de Whaley
son ricos y, si bien es bueno para el negocio, tienden a pensar que son mejores que
nosotros. De ahí la respuesta engreída de '¿no puedes dejarme el coche en mi casa?' que
acabo de recibir de Martha Waters por teléfono hace un momento. Pongo los ojos en
blanco y cuelgo después de decirle “no” y a qué hora cierra el taller hoy.
No me malinterpretes, estoy agradecido por el trabajo y por Whaley porque si no
fuera por este taller, tendría más difíciles todos los días, pero juro que algunas personas
lo vuelven difícil. ¿Te imaginas ser rico y miserable? ¿Cómo es eso posible? Yo
encontraría una manera de comprarme un palo feliz5. Eso debe existir, ¿verdad?
El timbre encima de la puerta suena un momento después y miro hacia arriba para
ver a un hombre mayor entrando. Está vestido de punta en blanco con su traje de alta
gama de un diseñador que ni siquiera puedo pronunciar.
—¿Puedo ayudarle? —cuestiono, notando lo fuera de lugar que se ve este hombre en
nuestro sucio taller.
—Oye, niño, ¿dónde está Whaley? Es urgente. —Me saluda con impaciencia, como si
de alguna manera fuera a hacer que Whaley apareciera mágicamente.
Este hombre ha conseguido cabrearme en dos segundos, lo que probablemente sea
un nuevo récord. Mi ceja se arquea mientras lo escaneo, tratando de descubrir quién
coño se cree que es. Debe tener las pelotas enormes para exigir ver a Whaley así.
—Él no está aquí. ¿Necesita algo?
Suspira y se para frente al mostrador.
—Mi nombre es Jack Leslow. Recibí una llamada sobre mi coche… Ya sabes, el
Maserati.
Se necesita todo lo que hay en mí para contener mi repuesta. Este tipo no puede
hablar en serio. ¿Sabe cuántos coches pasan por aquí? ¿Cuántos Maseratis he visto este
mes? Él no es especial.
—Correcto, —murmuro, escribiendo su nombre en la computadora y escaneando las
notas que Whaley tiene sobre su coche—. El motor está disparado. —Voy directo al
grano, no queriendo prolongar ninguna conversación con este idiota—. Va a necesitar
uno nuevo. —Imprimo el papel, tomo un bolígrafo y se lo doy—. Firme aquí.
Lo mira con disgusto antes de empujarlo hacia mí con un dedo, esbozando una
sonrisa.
—¿Dónde está Whaley? No te ofendas, niño, pero prefiero tener la opinión de
alguien con más vellos en sus zonas íntimas6.
Reprimo el impulso de decirle que se vaya a la mierda. He estado en el taller de
Whaley desde que era pequeño y apostaría mi testículo izquierdo a que sé mucho más
sobre coches a esta edad que este hombre de manos delicadas, vestido con traje de
diseñador y con un estilo perfecto.
—Esta factura vino del propio Whaley. Tuvo que salir un rato. Se supone que debo
repasar los costos con usted y ver qué ruta quiere tomar. —Empujo la factura hacia él
una vez más, sin sorprenderme cuando la sonrisa cae de sus labios. Cuidado, señor, se
está mostrando su lado idiota.
Se quita las gafas de los ojos y se pellizca el puente de la nariz como si fuera la cosa
más incómoda con la que se haya topado jamás.
—¿Cuánto falta para que regrese?
Me encojo de hombros y cruzo los brazos sobre el pecho.
5
En inglés “happy stick”, es un tipo de porro de marihuana mezclado con PCP.
6
La frase original es “less wet behind the ears” (lit. menos mojado detrás de las orejas) que se refiere a
que cuando los niños se bañan no se secan bien y les queda mojado ese lugar específico. Lo está
menospreciando por su edad.
—No sé. Está manejando algunos negocios.
Hago hincapié en la palabra, esperando que capte la pista. Ah, y la capta. Su cuerpo
se pone rígido y se vuelve a poner las gafas.
Claramente, conoce la reputación de Whaley. Gracias, joder.
—Correcto, —dice, cantando ahora una melodía completamente diferente mientras
saca su tarjeta platino y garabatea rápidamente una firma en la factura—. Solo haz lo
que sea más rápido. ¿Cuánto falta para que esté listo?
Introduzco su información en el sistema antes de devolverle la tarjeta.
—Voy a proseguir y ordenar las piezas que Whaley ha enumerado. Tomará
alrededor de una semana tenerlas listas. Una vez que estén aquí, se comenzará a
trabajar en el coche inmediatamente. Así que supongo que unas tres semanas.
—¿Podéis conseguir las piezas más rápido? Necesito que me lo devolváis lo antes
posible.
—Puedo, pero le costará.
Sacude una mano y el oro de su reloj brilla bajo las luces fluorescentes.
—Está bien. El costo no importa.
Qué genial debe ser eso.
—Entonces tomaré una nota para Whaley.
—Gracias, niño, —vuelve a llamar, y la campana suena cuando sale.
—No soy un puto niño, —dije con los dientes apretados. No solo tengo dieciocho
años, sino que hace mucho tiempo que no soy un niño. Joder, ni siquiera estoy seguro
de haberlo sido nunca.
Tomo la factura, la reviso y hago un pedido urgente de las piezas antes de
archivarla.
Las siguientes horas pasan en medio de una neblina de gente y, muy pronto, cambio
el cartel a “cerrado” y cierro la puerta. Luego hago algunas llamadas telefónicas para
informarles a los clientes que sus coches están listos para ser recogidos mañana antes de
dirigirme a la parte trasera para limpiar.
Saco un cigarrillo cuando termino y veo a Raid y Bunky todavía trabajando en la
Harley, con las piezas esparcidas a su alrededor como confeti. Raid no mentía, esa cosa
es una mierda.
—No hubo suerte, ¿eh? —Pregunto, dejándome caer sobre un balde de cinco galones
volteado justo afuera de la puerta del garaje.
Bunky se burla y se pasa el antebrazo por la cara antes de apartarse el pelo
empapado de sudor.
—Joder, no. Badge sigue dándome consejos, pero en general me deja hacerlo solo.
—Oye, estoy intentando ayudar, —añade Raid, robándome el cigarrillo para darle
una calada y devolviéndomelo.
—Si es que a eso se le puede llamar ayuda, —responde Bunky, levantándose de su
posición en cuclillas y arrojando su llave al suelo—. Esto es más difícil de lo que pensé
que sería.
—Es por eso que Badge te está enseñando. Aprenderás. Hablando de... ¿Dónde está
Badge? —Pregunto, buscando a él y a Fox a su alrededor—. ¿Se fueron?
—Sí. Tenía que hacer algo por Whaley. —Estira los brazos con su característica
sonrisa cubriendo sus labios—. Y no es que tenga prisa. Me sobra el tiempo.
A veces me pregunto qué pasa por la cabeza de Bunky. La forma en que sonríe y la
mirada distante que tiene en sus ojos a veces, es como si estuviera ligeramente
desquiciado. No, no ligeramente, completamente. Bunky está jodidamente loco y es
muy tóxico, pero es nuestro, así que lidiamos con ello.
—Entonces… —Me levanto y apago mi cigarrillo—. ¿Cómo puedo ayudar?
—Honestamente, estoy a punto de dejarlo todo. De todos modos tengo que volver a
casa, —me dice mientras se limpia las manos con un trapo viejo.
—Genial, entonces te llevo, —le digo.
Los tres limpiamos, luego cerramos las puertas del garaje y le envío un mensaje
rápido a Whaley para informarle que he terminado por hoy. Cuando recibo a cambio su
característico mensaje de aprobación, me doy cuenta de lo atascado que realmente me
siento.
Escuela, trabajo, casa.
Y repite el ciclo.
CUATRO
BLAINE

Estoy agotado.
Considerando que completé un día de escuela, hice todo lo posible en la práctica y
pasé el tiempo posterior en el Consejo Estudiantil, no hay razón por la que no debería
estar muerto de agotamiento.
Camino con dificultad por la puerta principal, mi cuerpo grita por desplomarme en
la cama y olvidarme de toda la tarea que tengo. Tal vez pueda tomar una siesta rápida,
tomar un Red Bull y pasar otra noche entera haciendo mis cosas.
La opresión en mi pecho regresa de repente y mi lengua se vuelve seca y pesada en
mi boca. Dejo caer mi bolsa de equipo y me agarro a la barandilla de la escalera cuando
empiezo a sudar. Joder, ahora no. Estos ataques de pánico han estado sucediendo con
más frecuencia últimamente y ya estoy harto.
Cierro los ojos con fuerza, deseando que las sensaciones desaparezcan. Intento
recordarme a mí mismo que estoy bien, que todo es temporal y que todo lo que necesito
es esforzarme un poco más y todo terminará.
Una vez que finalmente logro recuperar mis sentidos, voy a recoger mi bolso y subo
las escaleras, pero una voz resonante me corta el escape.
—Hijo, ¿cómo estuvo la práctica?
Me detengo y me enderezo inmediatamente. No pensé que mi padre llegaría a casa
tan temprano porque normalmente se queda hasta tarde en su oficina durante la
semana. Me giro lentamente para mirar hacia la sala de estar, tratando de controlar mis
rasgos y rezar para que él no haya sido testigo de mi ataque. Estoy seguro de que mamá
está en algún lugar con sus amigos en el bar de vinos local, así que no tengo que
preocuparme por ella, aunque normalmente no lo haría. Pilates y la meditación, sean lo
que sean, son sus prioridades.
Es irónico, de verdad. A papá le importa demasiado todo lo que ve incorrecto
mientras que a mamá le importa muy poco todo.
La cara de papá no revela nada, aunque es algo normal. Heredé mi apariencia de él,
desde mi cabello rubio hasta mis ojos grisáceos, y a veces da miedo lo mucho que nos
parecemos. A pesar de eso, no podríamos ser más diferentes. Papá ama la personalidad
que ha cultivado durante años y también disfruta de que su hijo sea el chico dorado de
Brookshire High. Odio admitirlo, pero él es como el resto de ellos. Todo lo que ve en mí
es lo que quiere ver y nunca he tenido la fuerza para desafiar eso. Es más fácil de esta
manera.
—Papá, —digo, haciendo todo lo posible por sonreír lo más genuinamente posible
porque eso es lo que se espera de mí, antes de recoger mi bolso caído—. Fue bien.
Tararea, asintiendo lentamente mientras camina hacia el pequeño carrito de bar que
tenemos junto a las puertas del patio.
—¿Y el Consejo Estudiantil?
—Aún vicepresidente. —Digo con más fuerza de la necesaria en mis palabras.
Cuando él levanta una ceja estoica, me aclaro la garganta y me sonrojo—. Um, lo siento,
señor.
Suspira con cansancio y se sirve un poco de whisky antes de caminar hacia el sofá.
—Estás cansado. Lo entiendo. ¿Cindy te ha estado dejando comidas adecuadas?
Asiento con la cabeza. Nuestra ama de llaves/cocinera siempre prepara un
desayuno, almuerzo y cena decentes. Aunque mis padres nunca están presentes para
disfrutarlos realmente conmigo. Papá está demasiado ocupado administrando la ciudad
y mamá está demasiado ocupada haciendo... bueno, haciendo lo que sea que hace todo
el día.
No creo que quieran ser distantes, solo creo que no conocen nada mejor. Aunque
papá es el peor. Si bien puedo aceptar la apatía y el desinterés de mamá con cautela, las
rígidas expectativas de papá son muy duras.
—¿Has oído algo de la Universidad de Georgia? —pregunta, finalmente hay algo de
interés en sus ojos, las comisuras de ellos se arrugan con emoción.
Una vez más, niego con la cabeza. Luego me muerdo el interior de la mejilla
mientras me balanceo torpemente sobre mis talones.
—Aún no.
Parece decepcionado pero se encoge de hombros.
—Bueno, sigue trabajando duro. Estoy seguro de que enviarán algunos reclutadores
para ver tus juegos pronto. Recuerda, mantén tu cabeza centrada y serás un recluta
imprescindible.
Ahí es cuando desearía ser más valiente, audaz y atrevido porque así podría decirle
a mi papá la verdad. Podría decirle que pase lo que pase, no iré a su universidad
cuidadosamente seleccionada para jugar fútbol universitario. Podría decirle que ya he
solicitado becas académicas en las universidades con los mejores programas de pre-
medicina. Podría admitirle que no quiero ir a la NFL, sino ser médico. Podría confesarle
mi odio por el fútbol y rogarle que comprenda que solo quiero hacer algo con un
propósito.
Pero ahora estoy débil, asustado y jodidamente condicionado. Así que todo lo que
hago es sonreír y asentir.
—Sí, señor.
Espero como un cachorro entrenado, de pie incómodamente en la entrada antes de
que él incline la cabeza para despedirme. Luego subo a mi habitación a toda prisa,
dejando escapar un fuerte suspiro una vez que cierro la puerta detrás de mí y dejo caer
mi bolso al suelo. En lugar de sumergirme inmediatamente en mi tarea, me dirijo a mi
escritorio y enciendo mi computadora. Una vez que está encendida, voy a mi
navegador y hago clic en la pestaña más utilizada que he guardado.
¡Bienvenido a la Universidad de Yale!
No puedo evitar la sonrisa que se extiende por mi rostro. Sé que es solo el saludo
cursi normal en cada página universitaria, pero esas palabras me llenan de una
sensación de esperanza. Yale. Ahí es donde quiero entrar. Quiero estar rodeado de
personas como yo: inteligentes, motivadas, dedicadas a mejorar el mundo, y la sola idea
de que estaré allí en menos de un año me ilumina.
Estaré lejos de Brookshire, de las sanguijuelas que quieren dejarme seco, del
pequeño pueblo que me mantiene en un pedestal, de Silas que no hace más que
confundirme e irritarme, e incluso de mi papá que quiere un hijo perfecto de plástico.
No me doy cuenta de que mis ojos se están cerrando y que me estoy desmayando
lentamente hasta que levanto la cabeza y noto que son las tres de la mañana. Me
maldigo mientras cierro mi computadora portátil antes de caminar hacia mi mini
refrigerador por un Red Bull.
Supongo que es hora de ser el chico dorado.
CINCO
SILAS

El jueves significa día de pago y con eso el de Bunky y de Raid y mi ritual semanal
de cenar en Kelly's Diner.
El lugar está lleno cuando llegamos, lo cual no me sorprende considerando que este
es el mejor lugar para pasar el rato en la ciudad. Personalmente odio este lugar
abarrotado, pero tienen la comida más barata y aún así sabe bien. Entramos y tomamos
una cabina vacía en la esquina más alejada.
—¿Qué vas a pedir? —Pregunta Bunky, mirando el tablero de especialidades del día
en la pared.
No sé por qué se molesta, siempre pedimos lo mismo porque es uno de los más
baratos del menú.
—Probablemente solo una hamburguesa y papas fritas.
—Sí, yo también, —dice Raid, justo cuando Liza, mi cuñada, llega hasta nosotros.
—Me preguntaba cuándo apareceríais. Ya era tarde, —afirma, dejando tres vasos de
agua frente a nosotros.
—El trabajo se retrasó. —La miro y observo su moño desordenado, sus mejillas
hundidas y sus ojos cansados—. ¿Cuándo sales?
—No hasta el cierre. Tu mamá está con June, así que cambié con otra mesera para
ganar algo de dinero extra.
Asiento, mordiéndome el labio mientras, tomando nota mental de pedir algo de
comida para llevarles a casa.
—¿Has comido? —No puedo evitar preguntar, sintiendo que necesito cuidar de ella
también.
Ella pone los ojos en blanco y luego me golpea en la cabeza con su libreta de
pedidos.
—Sí, papá. Estoy bien. Ahora, vuestro pedido. Tengo que volver al trabajo, —
responde, tomando el bolígrafo de su delantal y anotando nuestro pedido una vez que
se lo decimos—. Está bien. Marchando. No debería tardar mucho.
Mientras la vemos irse, me invade una pizca de remordimiento. Me siento mal. Todo
lo que pasó con Ryker fue una mierda, y aunque sabía que vendría porque no podía
actuar, eso no lo hace menos jodido. Lo malo es que ni siquiera estaba robando mierda
para Whaley. Mi estúpido hermano ya había robado habitualmente y lo pillaron por
última vez. Ya no saldría con solo advertencias.
—Parece cansada, —dice Raid como si leyera mi mente. Observo cómo quita el
papel de su pajita antes de meterla en su taza—. Sin embargo, ella parece estar bien, a
pesar de las circunstancias.
—Sí, —confirmo, agarrando mi propia pajita y arrancando el envoltorio lentamente,
tratando de mantener mis manos ocupadas.
No me gusta hablar de mi hermano. Me pone triste y jodidamente enojado al mismo
tiempo. Lo odio por su descuido. Debería estar aquí cuidando de su familia. En cambio,
se está pudriendo tras las rejas con nuestro viejo.
—Creo que voy a pintar la Harley de negro y plateado. También agregaré algunas
calcomanías de fuego una vez que haya terminado, —agrega Bunky al azar, y estoy
agradecido por su capacidad para leerme.
—¿Ya tienes un nombre para ella? —le pregunto a Bunk.
—Aún no. Pensé que lo tendría cuando la termine.
Raid resopla mientras limpia sus lentes con la parte inferior de su camisa.
—Bueno, entonces tienes un tiempo para pensarlo.
Joder, va a la yugular.
La expresión de Bunky pasa de irritada a indiferente antes de que finalmente se
encoja de hombros.
—Sí, probablemente tengas razón. Badge me dijo que no estaba ayudando mucho
con esto. Si ese es el caso, me llevará años terminarlo. Pensé que era bueno
reconstruyendo, joder, he estado haciendo esto con Badge desde que tengo uso de
razón, pero trabajar con alguien es muy diferente a hacerlo solo.
—Él no te permitiría hacerlo si no creyera que puedes hacerlo. Solo tenlo en cuenta,
—le digo honestamente.
—Bueno, supongo que el tiempo lo dirá.
Unos minutos más tarde, Liza viene a dejarnos los platos.
—¿Necesitáis algo más?
Niego con la cabeza. Incluso si necesitara algo no se lo pediría, porque me sentiría
mal haciéndola correr por mí.
—No, estamos bien.
—Genial. Volveré en un momento. Disfrutad chicos.
Agarro el paquete de mayonesa y lo sacudo dos veces antes de agregarlo a mi
hamburguesa. Hay una botella de mostaza en la mesa y sirvo una cantidad generosa en
mi plato, mojando una fritura en el montón antes de comerla.
—Eso es asqueroso, —dice Bunky mientras come un bocado de hamburguesa.
—Podría decir lo mismo sobre eso, —respondo, señalando su plato—. El ketchup es
asqueroso.
—Nadie ha dicho eso nunca, —responde, llenando una papa frita con salsa de
tomate y metiéndosela en la boca para demostrar su punto.
—Eso es un montón de…
El sonido de cristal rompiéndose nos hace a todos dar un salto en la dirección de
donde provino. Veo a Liza en el otro extremo del restaurante, luciendo nerviosa
mientras intenta alejarse del imbécil de Kent. Él tiene su mano en su brazo, tratando de
acercarla más a él. ¿Cómo diablos no me había dado cuenta de que habían llegado los
deportistas?
Me levanto de mi asiento, cruzando el restaurante antes de haber tenido la
oportunidad de pensarlo.
—Si fuera tú, mejor la suelto, —gruñí una vez que los alcancé.
El labio de Kent se levanta hacia un lado mientras me mira como si pensara que esto
es algún tipo de broma. Juro que un día de estos me voy a volver loco con estos idiotas.
—¿No me escuchaste, idiota? Acabo de decir que la sueltes, joder. —Pronuncio cada
palabra lentamente, con la cara y el cuerpo tensos, queriendo que vea que voy en serio.
Kent le suelta el brazo y luego levanta las manos en señal de rendición fingida.
—Solo estábamos hablando. No hay nada de qué preocuparse, —dice, señalando por
encima del hombro hacia la mesa llena de chicos de nuestra escuela—. ¿Verdad, chicos?
Mi mirada explora a los deportistas y mi irritación aumenta con cada par de ojos que
encuentro hasta que aterrizo nada menos que en Blaine Yates. Mis puños se aprietan a
los costados y puedo sentir mis uñas mordiéndome la piel. Por supuesto, este idiota está
detrás de todo. Este imbécil cree que puede hacer lo que quiera con pocas o ninguna
consecuencia debido a quién es su papá.
—No me sorprende que estés detrás de esta mierda, —escupo, dando un pequeño
paso en su dirección.
Sus ojos se abren mientras se queda boquiabierto, viéndose tan patéticamente
confundido que me enoja aún más.
—¿En serio? No hice nada.
Honestamente, creo que eso es lo que más me cabrea. En lugar de aceptar mi
desafío, se hace el idiota. Es perfecto, demasiado perfecto para pensar que ha hecho algo
malo, y odio eso. Quiero que se defienda, quiero que se enoje, quiero ver al tipo perfecto
que dice ser desatado y perder el control...
Pero no lo pierde. Él nunca lo pierde y eso me cabrea más.
—No es lo que tu amigo de aquí estaba diciendo. —Le hago un gesto al resto de los
deportistas en la mesa—. Te gusta meterte con las chicas mientras intentan trabajar,
¿eh?
—Estás hablando demasiado, —dice, mirándome con asombro.
Hay un ligero tono en su voz ahora, pero su comportamiento no cambia mucho, y
eso solo me alimenta. Sé que no es racional y no sé exactamente por qué, pero quiero
que pelee conmigo. La parte cuerda de mí dice que es por lo que pasó con Liza, pero eso
podría ser solo una excusa. Quiero algo que me desencadene, algo que justifique la
acumulación de toda mi agresión hacia él.
Porque el puto perfecto Blaine Yates simplemente me provoca.
Doy otro paso, preparado para saltar sobre la mesa y golpearlo si es necesario.
—Creo que es necesario que te enseñen una lección de modales. Claramente tu
mamá no te enseñó nada. —Intento dar otro paso pero la mesa me detiene.
—Eso no es lo que pasó. —Su rostro se contrae levemente mientras piensa en su
próximo movimiento—. Tienes mucho coraje al hablar de mi mamá. ¿Debería decir algo
sobre la tuya?
Bueno. Me lo merezco. Lo sé, pero no importa. La furia candente enciende cada
nervio de mi cuerpo y necesito expulsarla. Gruño, lanzándome hacia adelante para
agarrarlo, pero Bunky y Raid me detienen mientras tiran de mí hacia atrás. Estoy
escupiendo fuego y listo para atacar, tan excitado que me toma un momento darme
cuenta de que Liza está parada frente a mí, con su dedo clavándose en mi pecho
mientras habla.
—Blaine no hizo nada. Cálmate, Silas. No puedes hacer esto aquí. Te meterás en
problemas. —Intenta decirlo en voz baja, pero su voz resuena en el ahora sepulcral
restaurante.
Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que hemos atraído la atención de todos los
que están aquí. Incluso todos los empleados dejaron de trabajar porque no querían
perderse el drama que se estaba desarrollando. La mierda típica de un pueblo pequeño.
Joder.
—Así es, Silas. No querrías que llamara a mi papá, el sheriff, ¿verdad? —Kent se
burla. Este bastardo y el delincuente de su padre son un par hecha en el Séptimo
Círculo del Infierno.
—Adelante, llámalo. Te presentaré cargos por intentar tocarme el culo, —dice Liza, y
me enciendo de nuevo.
Miro a Liza, la furia crece dentro de mí más que antes.
—¿Qué carajo dijiste? —Luego miro a Kent—. ¿Intentaste tocarle el culo?
Ni siquiera lo pienso, simplemente me lanzo, rompiendo el agarre de Raid y Bunky,
conectando mi puño con la nariz de Kent. El sonido del crujido de huesos suena fuerte y
la adrenalina que me recorre hace que mi sangre cante.
¡SÍ!
Solo recibo un buen golpe antes de que me separen, pero el daño ya está hecho. Kent
está sangrando profusamente y el cuello de su camisa está cubierto de color carmesí.
Raid y Bunky me arrastran hacia la salida, y los dejo, viendo como Blaine agarra una
pila de servilletas y las presiona contra la nariz de Kent. Blaine me mira, con los ojos
entrecerrados y los labios curvados, pero solo le enseño el dedo medio.
—¡Mantén tus putas manos quietas, imbécil! —Le grito a Kent justo antes de que se
cierre la puerta del restaurante.
Una vez que estoy afuera, aparto mis brazos de Bunky y Raid y camino a lo largo
del edificio hacia mi coche. Luego meto la mano en la guantera para agarrar un paquete
de cigarrillos sin abrir y lo golpeo contra mi palma para empaquetarlos. Mis nudillos
arden, pero no me importa. Apenas puedo pensar con claridad.
Liza no es mi chica, pero es la de mi hermano, lo que significa que tengo que
cuidarla mientras él esté encerrado. Que me condenen si alguien la molesta mientras
estoy bajo mi supervisión.
Saco el plástico y el papel de aluminio del paquete, luego saco uno y lo enciendo.
Mis ojos se cierran cuando el humo llena mis pulmones. Sí, esto es el puto paraíso. El
único pedacito de cielo que probablemente conoceré alguna vez. Abro los ojos y le
ofrezco la cajetilla a Bunky y Raid. Agradezco que ninguno de los dos hable, solo toman
los cigarrillos que les ofrezco antes de sentarse a mi lado.
Nos quedamos así, apoyados contra el coche mientras espero que Liza salga y me
diga que el sheriff está en camino. Esa es la única razón por la que no me fui. No tengo
dudas que el cagón llamó a su papá para que viniera a encargarse de mí.
Unos minutos más tarde, Liza sale con una bolsa colgando entre sus dedos. La miro
y doy otra calada.
—Lo siento, —murmuro, tirando la ceniza y esperando una reprimenda.
Ella niega con la cabeza con un ceño comprensivo mientras me mira con esos ojos de
“mamá”.
—No deberías haber hecho eso.
Me encojo de hombros, sabiendo muy bien que volvería a hacer esa mierda.
—Él no debería haberse metido contigo.
Ella lanza un largo suspiro.
—No, no debería haberlo hecho, pero yo lo estaba manejando. —Ella me tiende la
bolsa para que la tome y lo hago, asintiendo con la cabeza en señal de agradecimiento
—. Empaqué tu comida en una bolsa. Tómala y sal de aquí. Blaine llevará a Kent al
hospital. Amenacé a Kent, así que no se lo dirá a su padre, pero debes tener cuidado.
No puedes andar golpeando a la gente por ahí. Te meterá en muchos problemas. Sé que
para ti no es gran cosa, pero piensa en tu mamá.
Odio que ella tenga razón. Tiro mi colilla al suelo, aplastándola con mi bota antes de
asentir de nuevo.
—Gracias. —Sacando mi billetera, le paso dos billetes de veinte. Es más dinero de lo
que hubiera sido nuestra factura, pero me siento mal por causar una escena en su
trabajo.
—Está bien. Ahora vete, —dice, tomando el dinero. Antes de dar dos pasos, se
detiene una vez más y se vuelve hacia mí—. ¿Ey, Silas?
—¿Sí?
—Gracias, —me dice, con una pequeña sonrisa en sus labios antes de regresar al
interior.
Claro, podría haberme metido en problemas y Liza parecía enojada, pero ella sabe
que es porque me importa.
Nos subimos a mi coche, pero antes de que podamos salir del lugar, vemos a Blaine
saliendo con un Kent con aspecto destrozado. Por la forma en que Kent se inclina hacia
Blaine, uno pensaría que le rompí la pierna en lugar de la nariz. Joder, la próxima vez
podría hacerlo.
El puto cagón va a sacar todo el provecho que pueda. Observo como Blaine lo
acompaña hasta su camioneta y lo mete dentro antes de dirigirse al lado del conductor.
Él mira hacia arriba y duda por un segundo cuando nuestras miradas se encuentran.
Tiene la mandíbula apretada y parece que le faltan cinco segundos para descontrolarse
antes de parpadear y la expresión desaparece.
¡Joder!
Por una vez, quiero verlo perder la cabeza. Quiero ver aquello a lo que todos los
demás están tan ciegos. No hay manera de que alguien pueda ser tan perfecto como él
todo el maldito tiempo.
Blaine agarra la manija de la puerta y entra antes de salir del estacionamiento y
alejarse.
—¿Estás bien? —pregunta Bunky, llamando mi atención.
Honestamente, no sé qué podría decirle. Nunca entenderé por qué Blaine siempre
provoca esa reacción en mí. Y la verdad es que dudo que quiera saberlo.
Me aclaro la garganta, asiento y luego salgo de mi propio lugar.
—Sí, estoy bien. Vámonos de aquí.
La música suena a través de los viejos parlantes del coche mientras todos mis
amigos y familiares bailan y festejan en el campo en la parte trasera del parque de casas
rodantes. No necesitamos una excusa para pasar un buen rato, al menos eso es lo que
siempre decía mi papá.
Desearía poder ser como todos los demás y encontrar diversión en cosas como esta,
pero no es así.
Alguien pasa a mi lado, me da una palmada en el hombro y me entrega una cerveza,
que acepto pero no tengo intención de beber. Todo esto no es mi escena, nunca lo ha
sido. La verdad es que estoy aburrido y listo para volver a mi remolque y desmayarme
en el sofá. Me vendría bien dormir un poco.
Suspiro, descansando contra el coche residente, oxidado y destartalado, mi mente
repitiendo los eventos del día una y otra vez. El estúpido Kent y el estúpido Blaine.
Amo una buena pelea, incluso me excita, y algo sobre la idea de pelear con Blaine… no
puedo describirlo. Nunca había deseado nada con tanta intensidad.
Mi mente prácticamente le gritaba que hiciera algo. Lentamente estoy eliminando
toda la gélida y fría indiferencia que ha acumulado y que casi ha superado, y cuando lo
haga, sé que será hermoso verlo, verlo soltarse.
Deja de pensar en el puto Blaine Yates.
Pero no puedo.
Quiero sentir el golpe de su puño mientras me parte el labio con un puñetazo.
Quiero sangrar por sus golpes, solo para darme la vuelta y devolverle el golpe con la
misma fuerza. No sé si quiero sangrar por él tanto como quiero que él sangre por mí,
pero sí sé que cualquier cosa que pase entre nosotros va a ser explosiva.
¿Eso es trastornado? Probablemente, pero no puedo preocuparme por eso. Él me
vuelve loco.
—¿Qué tienes en mente?
Parpadeo un par de veces y me doy cuenta de que estaba tan perdido dentro de mi
cabeza que ni siquiera escuché a mi mamá unirse a mí. Me giro y le dedico una pequeña
sonrisa.
—Poco. Solo estoy desconectado. ¿Te lo estás pasando bien?
Ella me devuelve la sonrisa y sus ojos ligeramente vidriosos por el alcohol se
encuentran con los míos.
—Sí. Es bueno tener un tiempo de inactividad de vez en cuando.
Ella se lo merece. Pasa gran parte de su tiempo tratando de cuidar de todos ella sola.
Amo a mi mamá. Ella tiene sus problemas, no me malinterpretes, pero nunca deja que
su propia mierda se interponga en el cuidado de su familia. Claro, no tenemos mucho,
pero dinero y cosas triviales no es todo lo que necesitas en la vida. Ella me enseñó desde
pequeño a agradecer lo que se tiene y a no enfadarse por lo que no se tiene. Una de las
muchas lecciones por las que vivo.
Paso un brazo alrededor de su hombro, apretándola con fuerza. El aroma de su
champú de coco llega a mi nariz y siento que una sensación de calma se apodera de mí.
Ella es la única que ha sido capaz de calmarme cuando estoy en mi peor momento, de
apagar la llama ardiente que está a punto de extenderse.
—Me alegro de que estés pasando un buen rato, —murmuro contra su cabello.
—¿Y tú?
—Estoy bien. —Me encojo de hombros, en tono neutro.
Ella me mira, con el rostro contraído como si no me creyera.
—Sabes que puedes hablar conmigo.
Lo sé... pero realmente no hay nada que decir. Nada que realmente pueda expresar.
Así que le doy un beso en la frente, dándole un poco de tranquilidad.
—Lo prometo.
—Bien. —Ella se aleja, con una sonrisa tonta plasmada en sus labios. Luego me
agarra la mano y me lleva consigo en dirección a la improvisada pista de baile en medio
del aparcamiento, e inmediatamente sé lo que está tramando en su cabeza.
—Oh, mamá. No...
—Vamos, Si7. Baila conmigo. Ya nunca bailas conmigo. —Ella hace pucheros y así,
toda la pelea me abandona. No puedo decirle que no, especialmente con sus ojos
suplicantes.
Solíamos hacer esto todo el tiempo cuando yo era pequeño. Definitivamente es un
espíritu libre y baila al ritmo de su propio tambor. Puedo recordar muchas noches en
las que Ryker y yo nos quedábamos despiertos hasta tarde con ella, teniendo minifiestas
de baile en la sala de estar mientras escuchábamos sus canciones favoritas de Lynyrd
Skynyrd.
Suspiro, resignado, y la sigo de buena gana el resto del camino. No sé el nombre de
la canción de rock que suena. No es algo que haya escuchado antes, pero eso no
importa. El ritmo es pegadizo y tomo su mano, dándole un pequeño giro y acercándola
hacia mí. El sonido de su fuerte risa llega a mis oídos y mis labios se agrietan cuando
sonrío.
Joder, ni siquiera puedo recordar la última vez que sonreí de verdad. Se siente
extraña en mis labios, pero no la dejo caer. En cambio, la acepto, tomo estos pocos
momentos y los grabo en mi mente, aferrándome a este pedacito de felicidad.
Porque quién sabe cuándo volveré a sentirme así.

7
A Silas le acortan el nombre a Si. Para diferenciarlo del “sí” de afirmación además de que el
diminutivo no lleva tilde, lo colocar
SEIS
BLAINE

—Creo que moriré.


Pongo los ojos en blanco, pero Kent está demasiado preocupado con su reflejo en el
espejo para verlo.
—No está rota. La enfermera dijo que sentirías dolor por un momento.
Claro, su nariz lucirá terrible durante una semana o dos, pero eso es todo. En mi
opinión, se libró de una buena. Tengo que reconocérselo a Silas, seguro que sabe cómo
dar un gran golpe. Sin embargo, eso no quita el hecho de que estoy maldiciendo su
nombre por causar todo este desastre. Yo debería estar en casa, preparándome
mentalmente y durmiendo bien para el gran partido de mañana. En lugar de eso, estoy
atrapado en la sala de emergencias con el puto Kent Masterson y su nariz ligeramente
hinchada, todo porque no pudo mantener las manos quietas.
Por una fracción de segundo, cuando Silas golpeó a Kent, casi deseé haber sido yo
quien lo hubiera hecho. No soy una persona conflictiva, nunca lo he sido y nunca
podría serlo debido a quién es mi padre. Sin embargo, en ese momento quería ser el
héroe que defendiera a Liza, no el idiota que conducía el coche del imbécil que acosó a
la mejor mesera del Kelly's Diner hasta llevarlo a la sala de emergencias.
—Voy a presentar cargos.
Inmediatamente levanto la cabeza y entrecierro los ojos hacia él.
—No, no lo harás.
—¡Me agredió! —él grita.
—Después de que te metiste con Liza, —respondo, cruzando los brazos sobre el
pecho y tratando de contener el tono mordaz de mi voz.
—Papá se va a poner furioso cuando se entere de esto, —se queja, secándose la nariz
ligeramente y haciendo una mueca dramática después de hacerlo—. Será mejor que
Richards cuide su espalda.
Me pongo rígido ante eso. El sheriff Masterson puede ser un hijo de puta. Es un
imbécil, muy parecido a su hijo, si no peor. Estoy seguro de que cualquier mentira que
Kent le diga a su padre será usada como carne de cañón no solo contra Silas sino
también contra el resto de la pandilla.
No sé qué me pasa. Tal vez sea porque estoy irritado y cansado, o tal vez sea porque
huele a lejía aquí y no pude terminar mi hamburguesa, pero agarro a Kent por el cuello
de su estúpido polo y lo sacudo. Toda esa oscuridad oculta dentro de mí emerge como
un volcán burbujeante.
—¡Ey! —grita, con los ojos muy abiertos por la confusión mientras intenta quitarme
las manos de él—. ¿Qué estás…
—Vas a decirle a tu papá que chocaste con una puerta, —digo, apretando los dientes
mientras lo acerco más para que mi nariz toque la suya—. Que te golpeó una pelota de
fútbol. Me importa una mierda.
—¿Por qué te pones así? —espeta, logrando finalmente apartar mis manos de un
golpe.
Me echo atrás y niego con la cabeza cuando la niebla se aclara. ¿Por qué diablos
acabo de hacer eso y por qué me importa una mierda lo que le pase a Silas Richards o su
banda de matones? Ya tengo suficiente con mis problemas para considerarlo a él
también como otro.
—Yo... —Me detengo, aclarándome la garganta mientras paso mis manos por mi
camisa. Estoy tan cansado de que este tipo mienta todo el tiempo. Él es realmente un
pedazo de mierda y lo acepté, pero eso no significa que tenga vía libre para actuar así—.
Lo siento, yo... Mira, no quieres darle mucha importancia a esto, ¿verdad? ¿Qué pasa si
el entrenador cree que tú empezaste la pelea? Te enviará a la banca para el partido de
mañana.
No es que Kent alguna vez fuera titular durante uno de los juegos más importantes
de la temporada, pero su ego no lo sabe. Probablemente por eso está tan celoso de mí la
mayor parte del tiempo.
Afortunadamente, Kent es lo suficientemente tonto como para creer mi excusa.
—Solo le diré a papá que estábamos jugando con el balón de fútbol, —dice,
sonriendo como si fuera idea suya en primer lugar—. Eso es perfecto.
—Brillante, —murmuro, dándole una dura palmada en la espalda—. Buen trabajo,
Kent.
Es en ese momento que el sheriff Masterson irrumpe y casi arranca la cortina de
privacidad cuando la empuja a un lado.
—¡Kent! —ladra, corriendo hacia su hijo—. ¿Qué pasó?
Suena y parece más enojado que preocupado, y siento lástima por Kent. Aunque
solo por un segundo, porque sigue siendo un imbécil.
Kent no se parece en nada al Sheriff Masterson. Si bien Kent es alto y relativamente
atractivo, su padre es un hombrecito regordete con demasiados pelos en la nariz y muy
poco pelo en la cabeza. Kent obtuvo sus genes atractivos de su madre, por increíble que
parezca.
—Yates me golpeó accidentalmente con una pelota de fútbol. —Y como Kent es un
puto idiota, se gira y me guiña un ojo.
Joder. Estoy rodeado de idiotas.
El sheriff Masterson me dirige sus ojos brillantes y los entrecierra mientras sus labios
se curvan.
—¿Es esto cierto, Blaine?
—Sí, señor, —digo lo más respetuosamente que puedo, con las manos entrelazadas
frente a mí mientras parezco arrepentido—. Lo siento mucho por eso. Supongo que mi
puntería estuvo un poco mal.
—Considerando que estás tratando de obtener una beca universitaria, creí que
tendrías un mejor brazo, —dice antes de tocar la nariz de Kent con cautela, a lo que
Kent maldice de nuevo.
Auch. Supongo que eso me molestaría si realmente me importara el fútbol. De
cualquier manera, el Sheriff Masterson simplemente está celoso porque soy el
quarterback titular y su precioso hijo nunca pasará de la segunda fila.
Ahora que el padre de Kent llegó, yo no tengo motivos para seguir aquí, así que me
despido rápidamente y me dirijo directamente a mi camioneta.
Gracias a Dios.
No pasa mucho tiempo antes de que llegue a mi garaje. Sé que mis padres están en
casa cuando entro, pero las luces son tenues, sin duda ya están en la cama. Se me escapa
un bostezo mientras subo las escaleras de dos en dos para llegar a mi habitación. Lo
ideal sería haber hecho mi rutina nocturna previa al juego que se le ocurrió a papá hace
años, pero no tengo la energía para seguir los movimientos en este momento. Apenas
tengo suficiente para ducharme.
Dejo mi teléfono en la mesa de noche, me quito la camisa y los pantalones cortos y
me caigo de cara en la cama sin nada más que mis calzoncillos. Luego me inclino para
agarrar mi teléfono y pongo la alarma a las seis antes de conectar el cargador y volver a
dejarlo.
Bostezo de nuevo, moviéndome y logrando cubrirme con la manta. Mi mente vuelve
a pensar en Silas. La forma en que sus grandes ojos marrones se iluminaron de rabia
antes, la vena palpitando en su cuello, la forma en que sus brazos se flexionaron
mientras apretaba los puños, el...
Joder, ¿por qué? ¡Basta! Dios, te juro que no lo puedo evitar.
Niego con la cabeza y me acomodo la almohada antes de dormirme, rezando por
que Silas no persiga mis sueños.
SIETE
BLAINE

Mi alarma suena demasiado pronto y desearía poder tomarme un día por


enfermedad. Me quedaría en la cama y dormiría si pudiera, pero sé que eso no es
posible. Es otro día y, como siempre, se espera que esté en mi mejor forma.
Antes de ir a la ducha, intento seguir la rutina previa al juego de papá que me salté
anoche. Hago un par de flexiones, algunas afirmaciones cursis frente al espejo y miro
solo unos minutos de mis viejas cintas de juegos. Todavía estoy medio dormido cuando
me meto en la ducha, así que espero que eso me despierte.
Una vez hecho esto, me visto, tomo mis cosas y bajo las escaleras para desayunar.
Cindy ha preparado una buena variedad, más de la que mamá, papá y yo podríamos
comer. Mis padres ya están sentados a la mesa. Papá tiene las gafas puestas y sostiene el
periódico mientras bebe su café. Junto a él, mi mamá está hojeando su teléfono, sin
duda poniéndose al día con los chismes locales mientras finge comerse el panecillo que
está frente a ella.
—Buenos días, —grito, yendo a la nevera a buscar un Red Bull.
—Buenos días, cariño, —murmura mamá, sin siquiera levantar la vista.
—¿Estás listo para el juego de esta noche? —Pregunta papá, doblando su periódico y
el peso de su mirada casi me hace desmoronar.
Asiento temblorosamente y tomo un plátano de la mesa.
—Sí. Será bueno.
Me mira como si no me creyera del todo.
—Esta noche jugarás en Linton High. Tienen un buen equipo este año, por lo que he
oído.
Linton High ha sido nuestro rival desde el principio de los tiempos. Siempre hay
muchos idas y venidas en este juego. Me pone nervioso. Especialmente porque si
perdemos, sé que será mi “culpa”. Bueno, tal vez no para todos los demás, pero
definitivamente para mi papá. Estará sermoneándome durante días sobre todas las
cosas que podría haber hecho de manera diferente. O todas las cosas que él habría hecho
de otra manera. Lo hará incluso si ganamos. Nunca juego lo suficientemente bien en su
opinión.
Esbozo una sonrisa, buscando confianza.
—Lo tenemos controlado. Va a ser bueno. —Afortunadamente, mi teléfono suena en
ese momento y hago como si lo sacara y lo revisara—. Papá, lo siento. Hablaremos de
esto más tarde. Tengo que irme o llegaré tarde.
Él asiente y toma su periódico una vez más.
—Está bien.
—Adiós, cariño, —me dice mi mamá, todavía sin mirarme, y necesito todo lo que
hay en mí para no poner los ojos en blanco.
Una vez más, me sorprende lo poco que les importo a mis padres. Desearía que
tuviéramos más puntos en común, pero en cambio, me siento como un intruso en mi
propia familia. ¿Y lo peor? Ni siquiera me interesa. ¿Qué tan jodido es eso? La mayoría
de las personas se esfuerzan por lograr la aceptación de sus familias y, sin embargo,
aquí estoy, listo para irme y nunca mirar atrás. Si no fuera por la pelea inevitable que sé
que se avecina, hace mucho tiempo le habría dicho a mi papá que se fuera a la mierda.
Simplemente no me nace. Llámalo derrota. Llámalo miedo. De cualquier manera, no
estoy dispuesto a lidiar con más mierda de la que ya tengo.
El viaje a la escuela transcurre sin incidentes y los pasillos están abarrotados cuando
llego, lo que me hace sentir nervioso.
Ojalá el día ya hubiera terminado.
Saludo con la cabeza a varias personas, choco algunas palmas, algunos de ellos
frotan mi chaqueta letterman para tener suerte. Sé que es extraño, pero las
supersticiones son algo muy importante aquí, así que ya estoy acostumbrado.
Afortunadamente, Maybelline no está en su casillero, que por supuesto, está justo al
lado del mío.
Giro la cerradura, introduzco la combinación y abro la puerta antes de cambiar
algunos libros cuando una voz llega a mis oídos.
—¿A qué hora llegaste a casa anoche?
Cierro de golpe mi casillero y me giro para mirar a Landon, que está apoyado contra
la fila de metal a mi lado.
—Después de las once. La sala de emergencias estaba llena.
Landon puede oír el enfado en mi voz y hace una mueca de simpatía.
—Eso es una mierda. Me sorprende que te hayas quedado. Yo lo habría dejado solo.
—La única razón por la que no me fui fue porque no confiaba en que Kent no
inventara una historia elaborada para verse mejor. No soporto a Silas, pero Kent se
merecía ese golpe.
No me molesto en contarle sobre mi breve error de juicio que casi me hizo golpear a
Kent yo mismo. Landon no necesita saber lo cerca que estuve de romperme, de desatar
todo lo que mantenía enterrado. Es mi mejor amigo pero… simplemente no puedo.
Él asiente con la cabeza.
—Bueno, ¿cómo explicó entonces lo de la nariz?
Me río y cruzo los brazos sobre el pecho mientras me apoyo contra el frío metal.
—Dijo que lo golpeé con una pelota de fútbol cuando la pasábamos. Su papá se lo
tragó. Kent no quería que el entrenador lo enviara a la banca por pelear.
—Como si el entrenador alguna vez fuera a jugar con él. —Él resopla, ambos
sabemos que Kent está en el equipo solo por su padre—. Lo juro, ese tipo es un
problema. Tiene suerte de que Ryker no fuera quien lo viera.
Con la mención de Ryker, mis pensamientos se dirigen a Silas y aprieto los dientes
involuntariamente. Es como si no importa cuánto intente escapar de él, él siempre está
ahí, burlándose de mí. Aprieto los puños, hago girar la cabeza sobre los hombros y trato
de sacarlo de mis pensamientos. Me niego a dejar que me afecte. No vale la pena gastar
energía.
Suena la primera campana y Landon y yo comenzamos el camino a clase.
—Entonces, —comienza, tocando la correa de su mochila—. Esta noche, después del
partido, habrá una hoguera en el terreno abandonado. ¿Te unes?
Me vuelvo hacia Landon y asiento con la cabeza, aunque ya lo temo. No puedo decir
exactamente que no, no cuando se espera que aparezca.
—Sí, estaré allí.
—Está bien, —dice con una sonrisa—. Será una buena manera de celebrar después
de que ganemos.
—¿Qué coño? —murmuro, dándole un empujón juguetón—. Ahora vamos a perder.
Lo acabas de gafar.
Él se ríe, mirándome divertido.
—Así no es como funciona, hermano.
—Ey, las supersticiones sobre los juegos son reales. ¿No viste a toda la gente
frotando mi chaqueta? Pregúntale a cualquier atleta profesional si necesitas más
tranquilidad.
—Pensé que no te importaba nada de eso.
—No. Solo digo...
Me interrumpe la sensación de un hombro duro chocando contra el mío. Es tan duro
e inesperado que me hace perder el equilibrio y tropezar con Landon. Me giro
rápidamente, listo para ver al idiota, solo para encontrarme con Silas que se aleja. Su
cara parece demasiado engreída para mi gusto.
Ese hijo de puta.
Nuestros ojos se mantienen quietos por un momento. Una vez más, esos putos ojos.
Son tan oscuros que casi son negros, profundos y que lo abarcan todo. Los miro y siento
que estoy cayendo continuamente para luego estrellarme contra la nada. La magnitud
de su efecto en mí hace que mi ira estalle contra la puerta de la jaula tratando de
encontrar una salida. La forma en que me hace sentir me provoca algo, quitándome
todo mi pensamiento racional y mi razón.
La furia sale de mí en oleadas y algo dentro de mí está a punto de romperse por
completo. Doy un paso hacia él, listo para que explote toda esa mierda reprimida de los
últimos años, pero me detiene el firme agarre de Landon en mi brazo.
—¿Qué estás haciendo? —sisea, apretando su agarre sobre mí cuando intento
alejarme—. Parece que estás listo para cometer un asesinato. Sé que te cabrea por
meterse contigo constantemente, pero tienes que seguir ignorándolo. Por ahora al
menos.
Joder, tiene razón. Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que hemos ganado
bastante atención, e internamente hago una mueca por mi momentánea falta de
autocontrol. No puedo hacer esto, especialmente aquí con un salón lleno de gente
mirándonos. Sí, esto podría haber sido malo si Landon no hubiera estado aquí. De mala
gana, aparto la mirada de la engreída mirada de satisfacción de Silas para volver a
centrarme en Landon antes de continuar apresuradamente por el pasillo.
—Uno de estos días…
—Sí, y te ayudaré a encontrar una manera de vengarte de él, —dice, alcanzándome
fácilmente—. Tienes demasiadas cosas en tu cabeza en este momento como para caer en
su bolsa de mierda.
No puedo evitarlo, me río.
—¿Bolsa de mierda?
—Pensé que se explica por sí mismo, —dice con una sonrisa—. Ese tipo es un
desastre a punto de suceder y no de una manera linda.
Levanto una ceja.
—¿Hay una manera linda?
Me ignora mientras continuamos hacia clase.
—Tiene la autodestrucción escrita en todas partes, como un huracán catastrófico que
se prepara para destruir todo a su paso.
Vaya, eso fue... profundo. Honestamente, me da vueltas la mente y mi perspectiva
sobre Silas cambia un poco.
—¿De verdad crees que es así?
Landon se golpea la sien.
—La mente es algo poderoso. Con el tipo de vida en la que ha crecido y toda la
mierda a la que probablemente ha estado expuesto… —Se encoge de hombros—. Me
sorprendería más si no estuviera completamente jodido. ¿Sabes?
Eh, eso es verdad. Sinceramente, no quiero ni pensar en eso. De ninguna manera
Landon va a hacerme sentir mal por Silas Richards. Que me condenen antes de que eso
suceda.
—¿Cuándo diablos te volviste tan perspicaz? —Bromeo, con un toque de sarcasmo
en mi tono.
—¿Te estás burlando de mí? —pregunta, luciendo un poco ofendido.
Aprieto el índice y el pulgar, dejando solo un poquito de espacio entre ellos.
—Un poco.
—Oye, da igual. Recuerda lo que te digo. Te lo estoy diciendo. Ese tipo arruinará
vidas. Con suerte, ya habremos desaparecido hace tiempo cuando esto suceda.
Miro por encima del hombro una vez más, pero Silas ya no es visible entre el
enjambre de otros estudiantes.
—Sí, —murmuro, dándome la vuelta—. Hace tiempo.
Pero por primera vez, la idea de irme no me sienta del todo bien, y no estoy muy
seguro de por qué.
OCHO
SILAS

Otro día pasa en un abrir y cerrar de ojos y, en poco tiempo, suena la última
campana y me dirijo hacia la parte trasera de la escuela para encontrarme con Bunky.
Él está en medio de una venta cuando me acerco, así que me apoyo contra el edificio
de ladrillo y lo espero mientras intercambia productos por dinero en efectivo con un par
de tipos. Uno de ellos me está evaluando y alzo una ceja, divertido cuando se mueve
incómodo. Claramente nunca ha hecho esto antes. El tipo golpea un fajo de billetes en la
mano de Bunky, luego agarra la bolsa rápidamente y se aleja apresuradamente con su
amigo.
—Amo la carne fresca, —dice Bunky, guardando el dinero mientras se para a mi
lado. Se ve desquiciado, como siempre, su cabello rubio y desordenado, grandes ojos
azules muy abiertos con picardía y su sonrisa tan grande que no parece real.
—¿Cobraste de más? —No creo que lo haría, pero no puedo estar seguro con él ya
que es un joker.
—No, amo el miedo que desprenden. —Inhala profundamente, como si oliera algo
delicioso, y luego lo exhala lentamente—. Es embriagador.
Siempre adicto a la adrenalina. Le gusta traspasar los límites y seguir sus instintos
en vez de cualquier plan, lo que molesta a Whaley con regularidad.
—Eso no suena jodidamente tonto, —respondo con un bufido.
—Se me conoce por ser un poco salvaje, —bromea, estirando los brazos por encima
de la cabeza mientras bosteza—. De todos modos, siempre puedes decírselo a los
novatos. Parecen ratoncitos asustadizos.
Me muevo un poco para ponerme de pie por completo.
—Eso es cierto. Sin darse cuenta, están atrayendo más atención al actuar de esa
manera.
—Exactamente, —está de acuerdo, sacando su teléfono y pulsándolo antes de volver
a guardarlo en su bolsillo—. Raid nos verá en el estacionamiento. ¿Estás listo?
—Sí, tengo que ponerme a trabajar. —No sé por qué lo digo, él ya lo sabe. Es lo
mismo de siempre.
—Estaré allí más tarde.
—¿Trabajando en la moto? —Pregunto mientras comenzamos nuestra caminata
hacia el estacionamiento.
—Sí. Sé que me llevará una eternidad, pero me gusta. Me calma, me ayuda a
mantenerme con los pies en la tierra y me da algo que esperar, ¿sabes?
Asiento, porque lo sé. Es patético, de verdad. Dos jóvenes de dieciocho años en el
inicio de su vida, pero sin medios para llegar allí. Joder, lo único que realmente tengo es
el taller y molestar a Blaine cada vez que puedo... e incluso él es solo temporal. Él
pronto irá a la universidad y yo todavía estaré aquí.
Aunque no quiero pensar en eso. Me hace sentir incómodo y no puedo explicar por
qué.
—Entonces, el tipo nervioso mencionó una fiesta esta noche. ¿Quieres ir? —pregunta
Bunky.
Dios, otra no. Nunca quiero ir a una fiesta. Lo miro con escepticismo mientras el
miedo me invade.
—¿Fiesta dónde?
—El terreno abandonado en las afueras.
Ya estoy negando con la cabeza antes de que termine de hablar.
—No, gracias. Ése es el lugar frecuentado por los ricos. Estoy bien.
—Vamos. Será una buena forma de vender todo este producto rápidamente.
Además, podría ser divertido. Las chicas aman a los chicos malos, en el fondo. —Mueve
las cejas sugestivamente y siento que la molestia se apodera de mí. No me gustan las
fiestas ni las aglomeraciones. Ya lidio bastante con esa mierda, siempre sintiendo que se
espera que esté ahí.
—Por muy bueno que parezca… —me detengo, sacando las llaves de mi bolsillo
mientras llegamos al estacionamiento de estudiantes.
—No seas deprimente, —gime mientras empuja mi hombro—. Además, necesitas
echar un polvo.
—Joder, cállate ya. —Le lanzo una mirada furiosa.
—¿Quién está siendo deprimente? —Raid pregunta cuando se desliza a nuestro
lado.
—Haz entrar en razón a Silas, —le dice Bunky—. Hazle entrar en razón.
Le lanzo otra mirada furiosa a Bunky por encima del hombro y acelero el paso para
llegar más rápido a mi coche.
—No pierdas el aliento. Mi respuesta no cambiará. No voy a ir.
Raid nos mira a ambos con confusión.
—¿Dónde?
—Una fiesta esta noche en el viejo terreno abandonado, —dice Bunky, dando
grandes zancadas para asegurarse de no adelantarlo—. También creo que necesita un
poco de coño. Lo hará sentir mejor.
Raid murmura su acuerdo antes de apretarme el hombro.
—Oh, vamos, será divertido. Bunky tiene razón. ¿Cuánto tiempo ha pasado?
Lo pienso, sin disminuir el ritmo, y me doy cuenta de cuánto tiempo ha pasado.
¿Tres meses? Y eso no fue sexo pleno porque realmente no tuve ganas. Fue solo una
mamada en la parte trasera de un club por parte de una mujer cualquiera. Pero no les
digo nada de eso porque no quiero darles la satisfacción de saber que tienen razón.
Ligar simplemente no es lo mío. Claro, lo he hecho varias veces, pero yo solo quiero
algo... diferente. ¿Algo real?
Alguien real.
Dios, eso suena tan estúpido que casi pongo los ojos en blanco.
—Me voy. Whaley me está esperando. Los veré más tarde.
Me giro para saludarlos con dos dedos y casi resoplo por la forma en que Bunky
mueve sus caderas y folla el aire. No puedo con él. Gracias a Dios arregló su coche y ya
no tiene que viajar conmigo. Necesito un descanso de él… de ambos.
—No hemos terminado de hablar de esto. Necesitas entrenar tu técnica del hip
thrust8.
Raid se une y pronto ambos están haciendo unos extraños movimientos de cadera
justo en el puto estacionamiento, sin preocuparse en absoluto por los espectadores.
—¿Me podéis repetir por qué soy vuestro amigo? —Grito, abro la puerta de mi
coche y salto adentro, cortando exitosamente las protestas de Bunky y Raid.
De ninguna manera voy a ir a esa fiesta.

8
Se refiere al ejercicio del mismo nombre que literalmente significa “empuje de caderas”. Es una obvia
comparación del movimiento con el sexo.
NUEVE
BLAINE

El fuerte timbre suena en el aire y la multitud enloquece.


—¡Ganamos! —Landon grita y todos nos apiñamos entre nosotros, mientras los
vítores de victoria resuenan a nuestro alrededor. Fue un buen juego. Fue un partido
igualado, pero lo logramos.
Me quito el casco, la cálida brisa nocturna alborota mi cabello empapado de sudor y
disfruto de lo bien que se siente. Aunque ya no quiero seguir jugando, no puedo negar
que ganar me produce una intensa emoción. Llámalo mierdas de macho alfa, pero tengo
una vena competitiva.
—Te dije que ganaríamos, —Landon me da una palmada en las hombreras y me
atrae para abrazarme.
—Lo hiciste. Afortunadamente, no nos diste ningún mal juju con toda tu
planificación preventiva —digo, alejándome de su agarre.
Él pone los ojos en blanco y luego me hace un gesto con la mano.
—Te dije que esa mierda no era real.
—Tuviste suerte de que la superstición no te mordiera el culo.
—Solo es real si crees en ello.
Bueno, él me calló con eso.
—Tal vez.
Observo cómo un grupo de jugadores toma la jarra de Gatorade y la arroja sobre el
entrenador, y sonrío, disfrutando por primera vez del momento y de la gente que me
rodea.
—Estoy listo para tomar unas copas, —dice Landon, devolviendo mi atención a él, y
así, la felicidad que estaba sintiendo se desvanece.
Sí, sobre eso...
—Uh, creo que voy a...
—Ni siquiera lo intentes, —espeta, golpeando ligeramente el costado de mi cabeza
—. No te vas a echar atrás.
Miro al cielo, molesta porque me conoce tan bien.
—Bien, pero no me quedaré mucho tiempo. Ni siquiera me gusta que vaya la mitad
de la gente.
La única razón por la que no le doy un no rotundo es porque todavía no quiero
volver a casa con mis padres. Puede que hayamos ganado ese juego, pero conozco a mi
papá y él querrá hablar sobre todas las cosas que hice mal esta noche y cómo podríamos
haberlo hecho mejor.
Es una guerra del menor de dos males y elijo a un grupo de idiotas de instituto.
Él resopla, mirándome divertido.
—Seamos realistas, Yates. Solo te gusta que vaya una persona… y ese soy yo.
—Ni siquiera estoy seguro de si me gustas en este momento, para ser honesto, —
murmuro, entrecerrando los ojos hacia él.
—Tú. Irás. —Pronuncia cada palabra en voz alta, caminando ya hacia el vestuario.
Suspiro, haciendo un pequeño círculo en el campo, con los ojos taladrando el suelo.
Un día de estos voy a poder hacer lo que quiera, cuando quiera, sin importarme lo que
piensen los demás… y no puedo esperar.

—Solo una Coca-Cola, —le digo a Landon, pasando por alto el barril y sacando una
lata de la nevera.
Parece afligido, como si lo hubiera ofendido con mi declaración.
—¿Estás bromeando? Al menos necesitas una bebida de celebración.
—No, estoy bien. No quiero beber nada. No tengo ganas esta noche. —Esta noche,
anoche, mañana… todas las noches. Nunca quiero hacer esta mierda.
Se encoge de hombros y llena su propio vaso.
—Me gustaría que te relajaras y descansaras más. Sé que tienes mucha mierda
dentro de tu cabeza, pero aún puedes intentar disfrutar este año.
—Mira, ese es el problema. No disfruto de estas cosas.
Su rostro parece demasiado serio y tal vez un poco hosco.
—¿Realmente no te gusta nada de esto? En serio, siempre pienso que estás
meditando en silencio, por eso siempre trato de presionarte para que vengas... pero si
realmente no te gusta, me rendiré.
Dios, ahora me siento como una mierda. ¿Por qué no puedo ser simplemente un
imbécil al que le importa un carajo lo que piensen o sientan los demás? Lanzo un largo
suspiro y luego niego con la cabeza. Estoy mintiendo, pero al menos quiero hacerlo
sentir mejor.
—Supongo que no es tan malo.
La mirada abatida cambia a una sonrisa de complicidad e inmediatamente me
arrepiento de mi decisión de salvar las apariencias.
—¡Lo sabía! Ugh, siempre la reina del drama. —Me rodea el cuello con el brazo y me
da un pequeño apretón.
Si supieras lo que pasa en mi cabeza.
—Sí, lo que sea, —digo una vez que logro liberarme de su control—. Aún puedo
irme, imbécil.
—Tú me amas, —bromea, frunciendo los labios y, a cambio, le muestro el dedo
medio.
—Aww. Qué dulce todo.
La voz hace que se me pongan todos los pelos de punta. Tienes que estar bromeando.
Me doy la vuelta y mi mirada choca con la de Silas. Está vestido con su atuendo típico:
botas de combate negras, jeans ajustados negros, camisa negra y su chaqueta de cuero
de los Ases, todo un puto alarde, en mi opinión. Desde sus orejas perforadas hasta su
desordenado cabello castaño, es el epítome del “peligro”. Que puta broma.
¿Por qué se ve tan bien?
¿Qué cojones? No tengo idea de dónde vino eso.
Está flanqueado por sus amigos y, sinceramente, no tengo idea de cómo este tipo
logra mantenerlos cerca, pero supongo que tiene sentido ya que sus amigos son
exactamente como él.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Pregunto, sin gracia mientras hago todo lo posible
por ignorar el revoloteo en mi estómago cuando él sonríe.
Una mirada arrogante aparece en el rostro de Silas mientras sostiene mi mirada.
—Fui invitado.
—Me resulta difícil de creer, —murmura Landon, tomando un trago de su vaso.
—¿Qué dijiste? —Preguntas Bunky, con el ceño arqueado mientras mira a Landon.
Genial, justo lo que necesitamos, una pelea con el psicópata de la escuela.
—Dije que me resulta difícil creer que alguien os hubiera invitado aquí, —dice
Landon, sin perder el ritmo y casi acercándose a ellos.
Bunky da un paso hacia Landon, pero Silas levanta una mano y detiene con éxito su
movimiento hacia adelante.
—Nada de eso. Tenemos cosas que hacer. No podemos meterte en problemas esta
noche, ¿verdad? —Silas le dice a Bunky antes de mirarme—. Divertiros esta noche.
Cuando se da vuelta para irse, la sonrisa que me da es todo menos genuina.
Qué idiota.
—Esta es otra razón por la que no soporto venir a estas fiestas. —Le lanzo a Landon
una mirada fulminante.
Levanta las manos en señal de rendición.
—No te enojes conmigo. No sabía que estarían aquí. Además, no es culpa mía que
Silas te tenga manía.
Estoy tenso, irritado y listo para irme.
—Es un idiota.
—He notado que has estado dejando que él te afecte mucho más últimamente.
—Estoy cansado de sus mierdas, —murmuro, pero mi voz se pierde cuando una
avalancha de gente nos rodea. Después todo es solo un acto después de eso.
Conversaciones aleatorias y sonrisas forzadas. Me estoy ahogando en un mar de
simulación, una realidad fabricada en la que no participé en su creación, y me va
quitando pedazos hasta que no queda nada.
Ya lo acepté.
Siento que podría escabullirme ahora y Landon ni siquiera se daría cuenta porque
está demasiado absorto en Maybelline. Puaj. La vi intentar llamar mi atención, pero
simplemente la ignoré. Me siento mal por Landon. Él está dejando que ella lo use
porque realmente le gusta, aunque sabe que ella solo quiere un jugador de fútbol y que
cualquiera de nosotros le servirá.
Otra razón por la que realmente no confío en las relaciones. La mayoría de la gente
solo quiere algo de ti. Nada es genuino hoy en día.
—Voy a orinar, —le digo, dándole una palmada en la espalda.
Él asiente y me dirijo hacia la línea de árboles. Hay un camino entre los árboles que
puedo tomar para regresar a mi coche. Está muy oscuro afuera, y ahora que las luces de
la fiesta se han apagado, no puedo ver nada. Saco mi teléfono y hago clic en la linterna.
Cuanto más me alejo de la música y de la gente, más tranquilo se vuelve y lo
disfruto. Esto es lo que me gusta. Silencio tranquilo y pacífico. Solo ser. Miro hacia
arriba y veo algunas estrellas justo más allá de las copas de los árboles, e inhalo y exhalo
lentamente, tratando de absorber lo que pueda en este corto espacio de tiempo.
Continúo por un pequeño claro, apago la linterna y aparto el teléfono. La abertura
en la copa de los árboles permite que las estrellas y la luna arrojen suficiente luz para
que pueda ver.
Mientras camino, me pierdo en mi cabeza. Pensamientos sobre la graduación, el
verano, el próximo año: todos los planes para mi futuro pasan ante mis ojos. Tan cerca y
tan lejos al mismo tiempo.
El sonido de una ramita rompiéndose detrás de mí me saca de mis pensamientos y
me giro rápidamente, viendo a Silas a unos metros de distancia. A pesar de estar muy
ensombrecido, reconocería esa cara en cualquier lugar. Día, noche, no importa. Si fuera
ciego, aún podría distinguir a Silas entre la multitud. Es imposible escapar de él, no
importa cuánto lo intente, y realmente le tengo resentimiento por eso.
Gimo y la cabeza cae hacia atrás sobre mis hombros. ¿Por qué está aquí de nuevo?
—¿Me estás siguiendo? —Suelto, la frustración es obvia en mi tono.
—Lo dudo, —dice, soltando una risa como si encontrara divertida mi pregunta—.
Yo ya estaba aquí. Te vi pasar…
¿Y decidió parar y hablar conmigo porque?
—Sí, claro. ¿Estabas sentado aquí solo en el bosque mientras todos tus amigos
estaban en la fiesta? No me lo creo.
Da una calada a su cigarrillo, la punta brillante arroja un brillo contra sus rasgos
mientras me mira pensativamente.
—Bueno, ¿no es eso lo que tú estabas haciendo?
—En realidad me iba, no es que sea asunto tuyo.
—Bueno, continúa entonces.
Parpadeo, confundido.
—Continúo, ¿qué?
—Yéndote. No herirás mis sentimientos. —Me hace un gesto de desdén—. Adiós,
chico dorado.
Perdido, niego con la cabeza y empiezo a caminar, solo para detenerme y regresar.
Estoy cansado de su mierda. Él siempre tiene algo estúpido que decir y ya me harté. Lo
siguiente que sé es que estoy cara a cara con Silas un segundo después, con la furia
tomando el control.
—¿Qué coño te pasa conmigo?
Libera un poco de humo directamente en mi cara y aprieto los dientes, listo para
atacarlo.
—No me agradan los imbéciles engreídos y egocéntricos que piensan que su mierda
no apesta. Caminas como si fueras mejor que los demás. Bien, ¿adivina qué? Solo
porque tu papá tenga dinero y gobierne la ciudad no te hace mejor, solo te hace un
privilegiado.
Estoy tan sorprendido por su declaración que me toma un momento incluso
responder. Porque ¿qué cojones? Su aparente resentimiento hacia mí se basa únicamente
en especulaciones. Yo lo odio por la forma en que me hace sentir, pero él me odia por
una mentira que creó dentro de su cabeza. Lo que dijo no podría estar más lejos de la
verdad. Doy un paso atrás, con las manos detrás de mi cabeza mientras lo miro.
—Eso es una mierda. No sabes nada sobre mí. Inventaste todas estas ideas en tu loca
cabeza.
—Solo le llamo a las cosas por su nombre, —dice con mucha convicción.
Bueno, dos pueden jugar a este juego.
—Sí. Entonces, ¿qué hay de ti entonces?
Tira su colilla al suelo y la pisotea con su bota.
—¿Qué hay de mí?
—Tienes un resentimiento con todos del tamaño de una galaxia solo porque la vida
ha sido injusta contigo, tratas a todos los demás como basura para hacerte sentir mejor
contigo mismo. Actúas con rudeza, pero no lo eres. —Sus ojos arden, pero no me
detengo—. Porque eres patético.
Su mandíbula se aprieta y entrecierra su mirada mientras da un pequeño paso hacia
mí.
—Cierra la boca.
Oh, ¿ahora está enojado? Puede hablar de la gente, pero no puede soportar que
hablen de él… Me lo imaginaba. No mentiré, estoy muy feliz de haberme metido bajo
su piel. Él siempre se mete debajo de la mía y ahora es mi turno de dirigir el
espectáculo.
—Eres débil.
—¡Cierra la puta boca! —Él gruñe y yo sonrío, amando cada segundo de esto.
—Solo pones una fachada porque no quieres que la gente vea tu verdadero yo. El
pedazo humano roto que yace enterrado bajo la fachada. —No tengo idea si estoy
hablando de mí o de él ahora.
—¡Te equivocas!
Él ocupa mi espacio, apoyándome contra un árbol, y la corteza engancha mi camisa,
mordiéndome la espalda, pero no me importa. Esto es demasiado importante.
Demasiado grande. Puedo sentirlo.
Me está mirando con ojos salvajes y dientes apretados, como si estuviera a punto de
perder el control. Me pregunto por un breve momento si he ido demasiado lejos. Si
realmente le van a crecer las pelotas y me golpeará. Mi corazón late con fuerza mientras
lo miro a los ojos, mis manos están apretadas a mis costados mientras él me mira.
—¿Qué vas a hacer, Silas? ¿Pegarme? Finalmente serás un hombre y...
Me tapa la boca con la mano y me aplasta más contra el árbol. Su otra mano aprieta
el frente de mi camisa mientras cierra la distancia entre nosotros, la longitud total de su
cuerpo se alinea perfectamente contra el mío. Levanto la mano y agarro sus antebrazos
por reflejo, listo para romper su agarre.
Solo que no lo hago.
No lo empujo. No hago ningún movimiento. Ni siquiera creo que esté respirando.
Simplemente estoy parado aquí, colgando de un hilo mientras espero que él dé el
siguiente paso.
La tensión entre nosotros arde como un infierno en llamas.
DIEZ
SILAS

Los ojos de Blaine son duros y llenos de furia, y algo dentro de mí se pavonea por
finalmente obtener una reacción de él.
Sí, pelea conmigo. ¡Joder, haz algo! Grito en mi cabeza, esperando que mis ojos
transmitan la misma emoción.
¡Pero él no hace nada! Maldito cagón.
Así que quito la mano de su boca, niego con la cabeza y me alejo. No voy a hacer
esto. Ni siquiera lo vale.
Saco mi paquete de cigarrillos y me dirijo en dirección a mis amigos, listo para salir
corriendo de aquí. Más le vale a Bunky haber ganado algo de dinero, al menos. Me
detengo, busco en mi bolsillo un encendedor solo para ser golpeado por detrás, lo que
me hace dejar caer mi paquete de cigarrillos al suelo.
—¿Qué cojones? —Grito y mis pies tropiezan con las ramas de los árboles caídos.
Luego me voltean y mi espalda golpea bruscamente contra un árbol mientras el aire sale
de mis pulmones en el proceso.
Mis ojos se abren mientras miro a Blaine en completo shock. ¿Me acaba de golpear?
—¿Crees que puedes decir lo que quieras, decir mierdas sobre mí y yo seguiré
dejándolo pasar? Bueno, ¡a la mierda eso y a la mierda contigo!
Estoy momentáneamente aturdido. ¿Él...? ¿De verdad me acaba de golpear? Sé que
debería estar enojado, pero estoy demasiado sorprendido para hacer otra cosa que
mirarlo fijamente. Puedo sentir el hilo de sangre bajando por mi labio y levanto la mano
para limpiarlo.
—Hazlo de nuevo, —me enfurezco cuando mis instintos finalmente regresan, luego
aprieto los puños en preparación para una pelea—. Te reto.
Lo miro con furia, esperando que haga otro movimiento, y puedo ver sus ojos yendo
y viniendo entre los míos mientras su cerebro intenta procesar su siguiente paso. Se
echa hacia atrás y me tenso, esperando sentir su puño volador otra vez, así que me
sorprende aún más cuando suelta una maldición casi silenciosa antes de estrellar
nuestros labios.
¿Qué cojones?
Me quedo aturdido durante medio segundo antes de empujarlo con fuerza.
Tropieza, pero logra sostenerse antes de caer. Luego levanto la mano y me paso la
manga de la chaqueta por los labios mientras lo miro.
—¿Acabas de besarme? —Gruño, avanzando hacia él una vez más.
Es como un juego del gato y el ratón, solo que no sé quién desempeña qué rol.
Parece nervioso, estupefacto y un poco aterrorizado mientras se aleja de mí. Sin
embargo, no llega muy lejos y choca contra otro árbol. Todos estos putos árboles. Él va a
rodearlo, pero yo soy más rápido, levanto la mano y agarro su garganta, golpeándolo
contra la corteza. Él suelta un pequeño gemido ante el impacto y el sonido hace que mi
polla salte, lo que solo me enoja más.
Me acerco a su cara, aprieto los dientes con fuerza y suelto—: ¿Qué cojones fue eso?
Sus ojos están muy abiertos mientras me mira con miedo y algo más que no puedo
descifrar. Cálidas bocanadas de su aliento rozan mis propios labios mientras intenta
pensar qué decir.
—Yo... yo no... —se calla, claramente perdido.
Puedo sentir los golpes de su corazón debajo de mis dedos y la forma en que su
nuez de Adán se balancea bajo mi palma con cada trago. Estoy furioso, como un toro
listo para embestir y acabar con su objetivo. Se siente embriagador.
Mi sangre está en sus labios, manchada como un labial jodido, y sus enormes ojos
grises están tan perdidos, hasta el punto de que me succionan al País de las Maravillas.
Esa es la única explicación que tengo para lo que hago a continuación.
Vamos por la maldita madriguera del conejo.
Me inclino hacia adelante, juntando nuestros labios. Él suelta un grito ahogado de
sorpresa y lo aprovecho al máximo, metiendo mi lengua en su boca. Sus manos se
elevan, agarrando mis costados, y acaricia su propia lengua contra la mía, luchando por
el dominio mientras intenta apoderarse del beso.
Le devuelvo lo mismo, moviendo mi lengua antes de morderle el labio inferior. Él
gime de nuevo y luego usa el peso de su cuerpo para voltearme de modo que mi
espalda esté ahora contra el árbol. Su mano suelta mi camisa, solo para levantarse y
apretar la parte de atrás de mi cabello. Luego mueve sus caderas, frotando su polla dura
como una roca contra la mía, igualmente dura. Dios mío… ¿Qué está pasando? ¿Y por
qué cojones se siente tan bien? Muevo mis caderas también, amando la forma en que
gime en mi boca. Sí, le encanta esto. Luego lo empujo con fuerza y observo cómo cae y
cae al suelo.
—¿Qué coño? —grita, mirándome con sus ojos como dagas.
Doy unos pasos antes de agacharme entre sus piernas abiertas.
—¿Te gustan mis besos? —Pregunto, extendiendo la mano para pasar mi dedo por
sus labios teñidos de sangre, pero él me golpea la mano.
—Vete a la mierda, —gruñe, moviéndose para ponerse de pie, pero avanzo
rápidamente, tirándolo de espaldas antes de deslizarme sobre él. Blaine va a golpearme,
pero antes de que pueda, agarro sus muñecas y las inmovilizo en el suelo sobre su
cabeza. Él me mira, moviendo sus caderas hacia arriba, tratando de quitarme de
encima, pero no funciona porque estaba listo para ello. Sus fosas nasales se dilatan y sus
cejas se fruncen con ira—. Suéltame.
Me río entre dientes, negando con la cabeza mientras me inclino, mi boca roza la
suya cuando hablo.
—Pero apenas estoy comenzando.
Luego lo beso de nuevo, sin importarme en absoluto mi labio roto.
No tengo idea de cómo llegamos aquí. En un segundo estaba listo para darle una
paliza y al siguiente nos estábamos besando. Voy a echarle la culpa de todo a la pura
locura. Esa es literalmente la única excusa que tengo para esto. La forma en que se mete
bajo mi piel, cómo me tiene listo para perder la cabeza.
Me pierdo tanto en sus labios que bajo la guardia otra vez, y un segundo después,
me voltea una vez más. Las ramitas me muerden la espalda mientras él se sienta a
horcajadas sobre mí. Él me mira, con el pecho agitado y los ojos desorbitados antes de
caer sobre mí por completo. Estamos conectados desde la boca hasta los muslos
mientras él se frota contra mí y me aprieta en el suelo.
Todo lo que está haciendo se siente tan bien. Mi polla está más dura que nunca.
Dios, ¿cómo es eso posible? ¿Cómo puedo odiar tanto a alguien y aun así estar tan
jodidamente duro por él?
Odio esto. Odio cómo me tiene inmovilizado, cómo dirige esto y cómo cree que está a
cargo.
Bueno, joder, no es así.
Me levanto, rompo su agarre sobre mis muñecas y envuelvo mis piernas alrededor
de sus pantorrillas para voltearnos una vez más. Lanza un gruñido de sorpresa cuando
choca contra la tierra.
—Joder, —grita, mirándome. Mis manos están a ambos lados de su cabeza, mi cara a
centímetros de la suya mientras lo miro fijamente. Sus ojos están vidriosos y sus labios
hinchados por mis besos. Está tan feliz por la necesidad.
Y Dios… me gusta.
Lo beso de nuevo y él gime, sus manos me rodean y me acercan más. Estamos en
celo, gimiendo y rodando por el suelo del bosque como dos animales mutilándose entre
sí. Es sucio, loco y, sinceramente, muy caliente.
Su mano se desliza por mi torso, levantando mi camisa para que sus dedos puedan
jugar con la piel cerca de mi ombligo. Me está provocando y lo sabe. Gruño,
presionando mis caderas contra él con más fuerza, esperando que lo haga y me toque.
Él suelta una pequeña risa y yo me alejo un poco, mirándolo.
—¿Qué?
—Tú me deseas, —dice con arrogancia, cabreándome.
No dice nada más, pero las palabras son como un bofetón en la cara porque tiene
razón. En este momento sí lo deseo, pero me niego a admitirlo en voz alta.
—Yo no…
Presiona su dedo contra mis labios, sus ojos hacen ping-pong entre los míos y luego
susurra—: No lo arruines. Por una vez, cierra la puta boca.
Luego agarra mi cuello y junta nuestros labios una vez más. Su mano continúa hasta
el botón de mis jeans, abriéndolos antes de meter su mano dentro, envolviendo mis
dedos alrededor de mi polla. No duda. No se resiste. Simplemente se sumerge y
comienza a acariciar mi polla, y tengo que admitir que me gusta su confianza. Me hace
preguntarme si ha hecho esto antes. ¿Se lo ha hecho a otro tipo? ¿Otro tipo se lo ha
hecho a él?
Gruño, mordiendo su labio con fuerza, disfrutando el gemido que libera en mi boca.
No sé por qué me importa si ha estado con otro chico, pero aparto el pensamiento
cuando me doy cuenta de que estoy a punto de correrme.
Aparto su mano, no estoy listo para terminar todavía y quiero tocarlo también. Le
abro los pantalones y contengo mi gemido cuando su polla se libera. Somos
aproximadamente del mismo tamaño, pero él es solo un poco más grueso y está
circuncidado, a diferencia de mí. Puedo ver la gota de líquido preseminal descansando
en la punta y paso el dedo sobre ella, amando el silbido que libera cuando lo toco.
—¿Te gustan mis manos sobre ti, Blaine? —Pregunto, burlándome de él por un
segundo más antes de rodear su longitud con una mano firme.
—Joder, —grita, inclinándose hacia atrás del suelo mientras persigue mi mano que
lo acaricia—. Sigue.
Lo toco, amando la forma en que jadea con cada caricia. Es tan caliente de ver. La
forma en que sus ojos se entrecerran y cómo se muerde el labio, tan perdido en la
sensación y el placer que le estoy dando. Es suficiente para hacerme quebrar. Pongo mi
cuerpo sobre el suyo de nuevo, bajando un poco nuestros pantalones antes de ajustarlos
hasta que nuestras pollas están alineadas. Nunca había hecho esto antes, pero he visto
suficiente porno y estoy familiarizado con el frotting. Así que escupo en mi mano unas
cuantas veces, mojándola bien antes de agarrarnos a ambos.
—Oh, Dios. Dios. No pares, —me ruega, y me encanta lo ronca que es su voz, lo
desesperado que está por mí.
Clavo los dedos de mi otra mano en la tierra junto a su cabeza, tratando de
concentrarme para no correrme demasiado rápido, pero los sonidos que está haciendo y
las increíbles sensaciones que siento son tan abrumadoras que sé que no duraré.
Lo beso de nuevo, tragándome sus sonidos y masturbándonos a ambos. Sus manos
se aprietan en mi camisa y mueve sus caderas en sincronía con mi mano.
Es demasiado. Es demasiado.
Aparto mis labios de los suyos justo cuando llega la primera ola de mi clímax.
Aprieto los dientes, cierro los ojos de golpe mientras dejo que el poder de mi orgasmo
me invada, y sigue llegando, cuerda tras cuerda de mi semen empapándonos,
haciéndome más fácil deslizarme hacia arriba y hacia abajo sobre él. Cuando estoy
exhausto, abro los ojos y miro sus acalorados ojos.
—Córrete, —ladré, listo para verlo perder la puta cabeza. Mueve sus caderas una,
dos veces, antes de que un grito gutural pase por sus labios y bañe mi mano en su
semen.
Y sí, tengo que admitir que es lo más sexy que he visto en toda mi vida.
Me recuesto, me quito la chaqueta y la camisa y uso la tela para limpiarnos antes de
volver a ponerme la chaqueta. Me levanto, metiendo la tela sucia en mi bolsillo trasero,
mientras trato de no mirar a Blaine. Él no dice una palabra mientras está de pie, y yo
tampoco mientras arreglamos nuestra ropa. Los únicos sonidos son nuestra respiración
todavía dificultosa mientras intentamos recuperar el aliento y, por supuesto, ahora que
el fuego se ha extinguido, lo único que queda es una tensión incómoda y muchísimo
arrepentimiento.
No porque tuve sexo con un chico. Si bien fue una sorpresa, eso no podría
importarme menos, sino por quién era. Mi puto enemigo.
¿Quién se folla a su enemigo y le gusta?
Él debe estar de acuerdo porque irrumpe en mis pensamientos al segundo siguiente.
—Esto no cambia nada. Todavía no me gustas —dice, volviendo a abrocharse los
pantalones.
Resoplé, mirándolo divertido.
—El sentimiento es mutuo. Cuéntale a alguien sobre esto y te patearé el culo. —Le
golpeo fuerte con un dedo en cada palabra.
Aparta mi mano, solo para entrar en mi espacio una vez más y golpear sus labios
contra los míos para darme un fuerte beso. A pesar de mi frustración, abro con
entusiasmo. Mis dientes cortan mi labio ya roto y el sabor metálico de la sangre cubre
mi lengua cuando él se aleja.
Se limpia la boca, luciendo disgustado.
—Nunca más.
Mi corazón late con fuerza, pero logro esbozar una sonrisa arrogante.
—Lo que digas.
Me lanza una última mirada dura antes de alejarse pisando fuerte, y me recuesto
pesadamente contra un árbol, tratando de entender qué cojones acaba de pasar.
Pero sobre todo me pregunto por qué quiero que vuelva a suceder.
ONCE
BLAINE

¿Qué cojones acabo de hacer?


Conduzco a casa con manos temblorosas, dedos temblorosos como si hubiera bebido
demasiado, pero ese no es el caso. Mi ataque de locura de esta noche no fue inducido
por el alcohol. Dios, tendría más sentido si alguien me hubiera drogado, al menos de
esa manera podría culpar a cualquiera de lo sucedido menos a mí mismo.
Yo fui quien besó a Silas.
Besé a Silas Richards.
Joder, no solo lo besé. Nos tocamos, nos hicimos corrernos y le di un beso de
despedida como para agradecerle.
En serio, ¿qué acabo de hacer?
Entro en el camino de entrada y gruño cuando veo que las luces de la sala todavía
están encendidas. Probablemente mamá ya esté en la cama durmiendo bien, pero sé que
papá está completamente despierto y esperándome.
Con una respiración profunda y mi mente confundida, salgo de mi camioneta y me
dirijo hacia el garaje, buscando el código dos veces antes de lograr abrirlo. Como era de
esperar, papá está esperándome en la cocina, con los brazos cruzados sobre su pecho y
luciendo realmente enojado.
—¿Qué fue eso?
Es realmente divertido. Cualquier otro padre se enojaría porque llegué después del
toque de queda (directamente de una fiesta, si el alcohol y la hierba pegados a mi ropa
son un indicador), pero estamos hablando de mi padre aquí, así que...
—¿Qué fue esa intercepción durante el tercer intento?
Sí. De vuelta al fútbol.
No hace falta que especifique más. Sé exactamente de qué está hablando, pero no
encuentro palabras para justificarme.
—Lo siento, señor.
—¿Lo siento? —Él resopla y luego bebe su whisky—. Un tiro descuidado y eso es lo
que pasa. Necesitas trabajar en tu sincronización.
Asiento, bajando la cabeza para mirar el barro que cubre mis zapatos. Mamá se
horrorizaría al verlos en este estado porque no cumple con su estándar de perfección.
—Sí, señor.
—Y ese incompleto…
Sigue y sigue y sigue hasta que me siento inestable sobre mis pies. Todo lo que
puedo decir es una mezcla de sí, señor, no, señor, y lo haré mejor la próxima vez, señor.
Mientras tanto, mi cerebro está en otra parte, en algún lugar en el que intento no pensar
ahora mismo.
—Eso es… —Papá se pellizca el puente de la nariz y cierra los ojos con fuerza antes
de mirarme—. Vete a la cama, hijo. Podemos hablar más sobre esto mañana.
—Muero de ganas, —murmuro en voz baja.
Mientras camino con dificultad hacia mi habitación, recuerdo lo que le dije a Silas.
Lo llamé patético, pero ¿quién es el patético aquí? Ni siquiera puedo enfrentarme a mi
papá, por mucho que lo desee. Ardía con cada crítica que me lanzaba, pero era
demasiado débil para hacer algo al respecto.
Silas no es el único humano destrozado que se esconde detrás de una fachada.
Me desnudo, voy directamente a la ducha, abro el agua y me meto en el chorro
incluso antes de que se caliente. Silbo ante el contacto helado en mi piel, pero finalmente
suspiro cuando me ahogo en agua caliente.
Dejo caer mi frente contra la pared de azulejos y respiro pesadamente mientras
pienso en lo que pasó esta noche.
Yo instigué todo ese jodido encuentro sexual con Silas. Nunca antes había tenido
sexo ni nada parecido, ¿y lo elegí a él entre todas las personas para realizar mi
exploración? Dios, ¿qué me pasa? Lo culpo al hecho de que estaba tan enojado que ni
siquiera podía pensar con claridad. Empecé a escupir mierda, a acusarlo de cualquier
cosa y a hacer todo lo posible para molestarlo de la misma manera que él me molestaba
a mí.
¿Quizás simplemente lo besé para que se callara? ¿Eso era creíble? O tal vez
simplemente quería empujarlo, asustarlo un poco, y no estaba en absoluto preparado
para que él respondiera con un beso igualmente brutal.
Pero eso tampoco es cierto.
Fui yo quien le desabrochó los vaqueros y envolvió mis dedos alrededor de su polla
con una confianza que surgió de la nada. Fui yo quien le rogó que siguiera tocándome
con un gemido en los labios. Fui yo quien básicamente le dio un beso de despedida.
No pude evitarlo. Estaba atrapado. Todo lo que odiaba en él me excitó en ese
momento. Esa tensión caliente y pegajosa entre nosotros simplemente burbujeó y se
desbordó hasta explotar. Fue magnético. En un momento, miré esos profundos ojos
marrones y quedé hipnotizado. El tono ronco de su voz, su leve acento y el sabor de la
nicotina y el peligro fueron mi perdición.
Ni siquiera me doy cuenta de que estoy acariciando mi polla hasta que se me
contrae el abdomen. Luego miro hacia abajo, completamente horrorizado de estar
masturbándome pensando en Silas Richards precisamente, pero al igual que antes, no
puedo parar. No quiero. Se siente tan jodidamente bien.
Cierro los ojos con fuerza mientras imágenes vívidas pasan por mi mente. Algunas
son de esta noche, pero otras surgen de mi imaginación. Me imagino rodando por el
suelo del bosque, luchando por el control. Estamos completamente desnudos, sudando
y jadeando uno contra el otro. Él hunde esos estúpidamente perfectos dientes blancos
en mi cuello, rompiendo la piel, y mi polla se sacude bajo mi agarre.
¿Cómo se sentiría si él...? ¿Qué pasaría si le diera la vuelta? ¿Qué pasa si abro lo que
seguramente será un buen culo y miro su agujero, que contiene toda la promesa de algo
apretado y caliente?
Sí, definitivamente estoy perdiendo el control porque mi mente cachonda ni siquiera
flaquea ante estos pensamientos locos, simplemente continúa en esta espiral
descarriada.
¿Gritaría de placer? ¿Rogaría por más? ¿Me maldeciría y trataría de tomar el
control?
Pienso en sus ojos otra vez. Específicamente, justo después de que se corriera. No
creo que se diera cuenta de que lo estaba mirando, pero, joder, era cautivador. Juro que
esos ojos oscuros tenían toques de galaxias en su interior, tantas capas (lujuria,
confusión, avaricia) y eso es lo que me hizo correrme.
Los putos ojos de Silas.
Me corro con un gemido silencioso, apretando mis dientes en mi labio inferior para
no despertar a nadie. Cubro la pared de azulejos con mi orgasmo, mi pecho se agita
mientras se calma mi subidón. Una vez que el agua borra la evidencia de mi acto, me
doy cuenta de lo que he hecho.
Me acabo de correr pensando en mi enemigo mortal.
Y joder, fue bueno.
Tengo que hacer algo al respecto. Dijimos que no íbamos a hablar de eso, pero no
puedo dejarlo pasar. Tengo que asegurarme de que nunca vuelva a suceder,
asegurarme de que estemos en la misma página y asegurarme de que mantenga cerrada
su deliciosa y tortuosa boca.
Mierda.
Me limpio, solo un poco de vergüenza pesa sobre mis hombros mientras cierro el
agua y me seco con una toalla. Luego me voy directamente a la cama y cierro los ojos,
sin soñar más que con los ojos de Silas Richards.
DOCE
SILAS

—¿Silas?
Parpadeo y desvío la mirada de la pantalla del ordenador hacia donde está Whaley,
de pie junto a mí.
Mierda, ¿cuánto tiempo lleva allí?
—¿Estás bien?
—Sí, lo siento. Me distraje. No dormí mucho anoche —le digo, frotándome los ojos
doloridos.
Esa es la subestimación del siglo. No pude dormir nada anoche por la forma en que
Blaine plagaba mis pensamientos. Joder, todavía los plaga. Estoy literalmente tan
perdido en mi cabeza, pensando en la forma en que su rostro se transformó en algo
embriagador cuando se corrió. Esos pequeños sonidos que hacía y los suaves pero
profundos gemidos que pasaban por sus labios.
Negando con la cabeza, trato de borrar la imagen mental.
Whaley ladea la cabeza y frunce el ceño.
—¿Seguro?
Solo asiento para tranquilizarlo. De todos modos, no es como si le fuera a decir la
verdad. Por mucho que respeto a Whaley, hablar de relaciones es demasiado extraño.
—Estoy bien. Entonces, ¿qué necesitabas?
—No te preocupes por eso, Whaley, —dice Raid mientras salta y se sienta en el
mostrador, tirando mi portapapeles en el proceso—. Yo me encargo.
Le lanzo una mirada furiosa, a punto de decirle que se vaya a la mierda cuando
Bunky interviene a continuación.
—Oh, eso es aterrador. Eres terrible con las computadoras. Todavía no estoy seguro
de cómo estás pasando tecnología.
Bien, necesito aclararme porque ni siquiera sabía que estaban aquí.
—No soy tan malo. Puedo manejar algunas facturas, —se burla Raid, dándole a
Whaley una mirada mordaz mientras presiona un botón en el teclado y le da vida a la
pantalla—. ¿Ves?
Todo lo que puedo hacer es poner los ojos en blanco. Raid arruinaría todo mi
sistema en minutos si se lo permitiera.
—Joder, no. No arruinarás algo que pasé años perfeccionando.
—No tenéis fe en mí, —murmura, llevándose las gafas a la nariz con enojo.
—No cuando se trata de estas cosas, —le digo, girándome hacia Whaley
nuevamente—. Está bien, ¿qué necesitabas que hiciera? Yo me encargaré ahora.
Señala el portapapeles que Raid aún no ha cogido.
—¿Me haces un pedido parcial? Necesito apresurarme en dos cosas.
—Sí, ya me encargo.
—Gracias. Los otros chicos y yo estamos a punto de salir. Cerrad a las tres si no he
vuelto, —dice, dando un paso hacia la puerta—. Habrá algunas entregas que llegarán,
pero eso es todo. Todos los clientes han terminado por hoy.
Asiento, conociendo el trabajo.
—¡Ey, espera! —Bunky grita, dando un paso apresurado hacia Whaley, y en su
prisa, casi los tira a ambos al suelo. De alguna manera, Whaley atrapa al cabrón antes de
que pueda caer. Bunky ni siquiera se disculpa, solo le da un golpe en el hombro y
comienza a hablarle como lo haría conmigo—. ¿Puedo pedir algunas cosas para mi
moto? Yo lo pagaré.
No puedo entender si este tipo tiene ganas de morir o simplemente no le importa
que Whaley pueda ponerlo a dormir de un solo golpe.
Quizás quiera que Whaley lo noquee. Algunas personas tienen fetiches extraños y
no soy quién para juzgarlos. Es la única forma en la que puedo entender por qué Bunky
siempre trata de hacer enojar a Whaley.
Whaley lo mira antes de soltar un largo suspiro y dar un paso atrás. Luego me mira
con una expresión ilegible.
—Que pida lo que quiera y ponlo en mi cuenta.
Lo miro en estado de shock mientras se da vuelta y sale de el taller. ¿En serio? Pensé
que al menos reaccionaría al golpe en el hombro. Nadie pone sus manos sobre Whaley
sin aprender una lección.
—Joder. Realmente te deja salirte con la tuya en cualquier cosa, —se queja Raid,
saltando del mostrador y levantando el portapapeles—. Por eso estás tan desquiciado.
Él no te mantiene a raya como lo hace con el resto de nosotros.
El tonto solo sonríe más ampliamente y se encoge de hombros como si no fuera gran
cosa.
—¿Qué puedo decir? —Nos guiña un ojo, esa sonrisa ligeramente desquiciada
persiste en sus labios mientras levanta un hombro nuevamente—. Le gusto más.
Luego mira hacia donde acaba de irse Whaley, con grandes ojos en forma de
corazón taladrando su espalda mientras se aleja.
Vale, ¿qué coño?
Abro la boca para preguntar qué quiere decir cuando alguien entra corriendo por la
puerta y llama mi atención. Me pongo rígido, saltando de mi asiento, listo para lidiar
con la interrupción, pero me detengo en seco cuando veo que es Blaine.
Se acerca a mí, con la cara roja y enojada mientras se detiene en el mostrador. Se ve
tan fuera de lugar aquí, perfectamente elegante con sus jeans y su polo planchado, que
por un momento me hace olvidar preguntar qué está haciendo aquí.
—Tú, —Blaine grita, señalando con un dedo en mi dirección—. Necesito hablar
contigo ahora.
Su exigencia debería enojarme, pero el tono gruñido suena demasiado similar a
cuando lo estaba masturbando. Entonces, en lugar de eso, bajo mi mano para ajustarme
discretamente los jeans antes de aclararme la garganta y arquear una ceja.
—¿Te perdiste?
Si las miradas mataran, yo estaría muerto ahora mismo. Estoy bastante seguro de
que Blaine está tratando de hacerme estallar en llamas con sus ojos.
—Necesito. Hablar. Contigo. Ahora. —Pronuncia cada palabra mientras me mira
fijamente, y no voy a mentir, me gusta lo enojado que está. Esa parte de mí que siempre
está ansiosa por pelear cobra vida, lista para lo que sea que esté a punto de lanzarme.
—¿Quieres hablar conmigo? —Toco mi pecho con un dedo, amando la forma en que
su rostro se tuerce un poco más. Este look de pollo enojado es algo sexy.
Espera. ¿De dónde diablos salió eso? Blaine no es sexy...
Lo estoy mirando con una expresión confusa porque mi cabeza desordenada me
mostró exactamente lo jodida que está en realidad.
—Lo juro por Dio…
—Aquí no hay Dios, QB9, ¿o has olvidado en qué territorio entraste? —Bunky dice
con esa sonrisa demoníaca en su rostro—. ¿Qué piensas, Raid? ¿Deberíamos
mostrárselo?
—Podríamos mostrárselo, —se burla Raid, dando un paso hacia Blaine. Aunque eso
no disuade a mi chico en lo más mínimo. Él simplemente los mira fijamente,
completamente indiferente antes de taladrarme con su mirada humeante.
Y sí, oficialmente he perdido la cabeza, porque ¿mi chico? Asqueroso. Lo único que él
es para mí es mi fuente diaria de entretenimiento. Me lo follo porque puedo, porque lo
disfruto, no porque realmente lo quiera. El hecho de que me hubiera corrido con él es
solo una ventaja adicional. Cualquiera podría servir. Una mano es una mano...
—Suficiente, —espeto, dándome cuenta de que necesito detener a mis amigos.
Bunky y Raid se giran para mirarme. Les dejaré divertirse pero no con Blaine. Nunca
con él. Él es solo mío para molestarlo y ellos lo saben.
Camino alrededor del mostrador y tomo el brazo de Blaine, arrastrándolo hacia
atrás.
—Vienes conmigo.
—Suéltame, —dice, golpeándome la mano mientras tiro de él—. Puedo caminar sin
que me jales, bárbaro.
El insulto solo me hace sonreír.
—Oh, ¿usaremos apodos cariñosos ahora? ¿Pasamos de la segunda base? ¿Necesito
llevarte a una cita?
—¿Quieres que la gente te escuche? —gruñe, mirando por encima del hombro—. Y
que te jodan por cierto, eso no fue un cumplido. ¿Sabes siquiera qué es un bárbaro?
—Nadie me va a escuchar y me han llamado cosas peores en mi vida. Ahora cállate
y camina, que no tengo todo el día. —Nos llevo a la parte de atrás y abro la puerta del
armario de suministros antes de empujarlo hacia adentro.
Luego cerré la puerta detrás de mí, encendí la luz y giré la cerradura antes de
apoyarme en ella. Él simplemente se queda allí, luciendo incómodo mientras sus ojos
recorren la habitación.
—¿Qué quieres? —Pregunto, cruzando los brazos sobre el pecho cuando finalmente
me mira—. ¿Me quieres a mí? Aquí me tienes.
—No te quiero a ti, —sisea, con los puños cerrados a los costados—. Solo quiero
hablar.
Extiendo mis brazos, dándole la palabra.

9
Es la abreviatura de quarterback.
—Habla, entonces.
—Pues cállate por un segundo.
—No sé qué quieres de mí…
De repente, Blaine tiene su mano alrededor de mi garganta, presionando hacia abajo,
y la furia cruda en su rostro es algo que nunca había visto antes. Nunca imaginé que
pudiera verse así, tan dispuesto a matarme.
—¿Qué estás haciendo? —Jadeo, no porque tenga miedo, sino porque el agarre que
tiene en mi garganta es tan fuerte que apenas puedo respirar.
Sus ojos se abren con horror mientras retira su mano y se aleja varios pasos de mí
mientras sus puños se aprietan y abren. Luego inhala profundamente antes de estirar la
mano y frotarse la nuca, negándose a mirarme a los ojos.
—Hay mucha gasolina aquí, —dice mientras exhala, moviéndose un poco mientras
mira a su alrededor nuevamente.
¿Qué coño fue eso? Creo que acabo de sufrir un latigazo cervical.
Primero, parece que está listo para matarme, y ahora, está... ¿qué? ¿Ansioso? ¿El alto
y poderoso Blaine Yates realmente tiene otras emociones además de su fachada
engreída?
—No jodas, —me burlo, frotando mi mano contra mi dolor de garganta brevemente
—. ¿Gasolina en un taller mecánico? Nunca lo habría imaginado.
Se tensa más y esos inquietantes ojos suyos, de un gris ahumado mezclado con el
más gélido de los azules, me taladran.
—Cállate. Esto es incómodo.
¿Lo es? Bien, eso significa que estoy haciendo mi trabajo.
—Tú eres el que quería hablar.
—Sí, afuera o algo así. No sabía que me ibas a arrastrar a algún lugar tan… —se
calla, con los ojos bailando alrededor del espacio de poco menos de cuatro metros de
ancho y largo.
—¿Aislado? —Termino por él, dando unos cuantos pasos hacia adelante, decidido a
llegar hasta él ocupando su espacio—. ¿Por qué? ¿Te pongo nervioso?
Levanto la mano y la arrastro por la parte delantera de su camisa en broma. Nunca
lo había tocado así. Un golpe de hombro es una cosa, pero esto es diferente. De todos
modos, a la puta parte Blaine de mi cerebro le gusta, especialmente cuando su
respiración se entrecorta y su pecho se levanta.
Sí, me gusta mucho esto.
—Pfft, no, —murmura, golpeando mi mano y empujándome hacia atrás un paso—.
¿Y qué estás haciendo tú? ¿Has oído hablar alguna vez del espacio personal?
—Lo que digas. —Sonrío arrogantemente—. Pero no pareció importarte mucho
anoche.
Sus mejillas se sonrojan y su nuez de Adán se mueve tentadoramente mientras
desvía la mirada. Puede intentar ocultar sus ojos, pero sé que lo recuerda igual que yo
lo he estado recordando toda la mañana.
Así es, Blaine, recuerda todas las cosas que te hice en la oscuridad. Recuerda cuánto te gustó.
Como un faro que me llama, me inclino y pongo mis labios sobre los suyos
rápidamente. Él responde instantáneamente, abriéndose para mí cuando le meto la
lengua en la boca. Luego casi me inhala, dejando escapar un grito ahogado que trago
con avidez. Sus labios son tan suaves que su lengua sabe ligeramente a chicle y...
—¡Ay! ¡Qué coño! —Retrocedo, con los ojos muy abiertos y mi mano volando hacia
mi boca palpitante.
¡El puto imbécil me mordió!
—¡Vete a la mierda, Silas! ¡No vamos a hacer eso! —Levanta la mano y se limpia la
boca con enojo—. ¿Qué te pasa?
Arqueo una ceja, incapaz de ocultar mi confusión.
—¿No es por eso que estás aquí?
Siento la atracción gravitacional hacia él y sé que él también debe sentirla. No hay
manera de que lo estuviera malinterpretando. En los últimos años, Blaine nunca ha
aparecido por aquí. ¿Cuáles son las probabilidades de que lo haga el día después de que
nos liamos? ¿Para hablar conmigo? Sí, está mintiendo con su boca perfecta.
—¡No! —Su mandíbula está apretada en una línea dura y su cara está sonrojada, lo
que me da una oleada de excitación.
Joder, pelear con Blaine y obtener estas respuestas es embriagador. Vivo por su
reacción. Aun así, doy un paso atrás y le doy algo de espacio aunque no sé por qué.
Supongo que no tengo ganas de ser un idiota por primera vez.
—Entonces, ¿qué querías?
Se aclara la garganta, presionando su camisa ya libre de arrugas.
—Para decirte que te mantengas alejado de mí.
No podría contener la risa aunque quisiera. ¿Habla en serio?
—¿Viniste aquí para decirme que yo me mantenga alejado de ti? ¿En qué mundo
vives?
Sus mejillas se sonrojan nuevamente al darse cuenta de lo estúpido que suena, pero
no retrocede.
—Dije lo que vine a decir. Me voy.
No tan rápido.
Me empuja lejos de la puerta, pero soy demasiado rápido para él. Aprieto su
espalda, forzando su pecho contra la madera, sosteniéndolo allí.
Oh, esta es una posición a la que podría acostumbrarme.
—Sabes, si querías hacerlo de nuevo... todo lo que tenías que hacer era pedírmelo, —
susurro mientras paso mis labios por su cuello.
Su piel es cálida y necesito todo lo que hay en mí para contener mi gemido. Deja
escapar un pequeño ruido, mostrándome que está tan afectado como yo. Sonrío,
agradecido de que la otra noche no fuera solo una casualidad. Él me desea tanto como
yo lo deseo a él. Debería cuestionarlo, pero tal vez follar con odio a Blaine sea el camino
a seguir.
—¿Quieres verme más tarde? —Murmuro contra su piel antes de chuparla con
fuerza. La idea de marcarlo es demasiado satisfactoria.
Duda por un momento, el único sonido en el pequeño espacio es su respiración
agitada.
—Vamos, sabes que quieres, —me burlo, rogándole mentalmente que simplemente
diga que sí.
Necesita decir que sí porque anoche le dio la vuelta a todo y ahora quiero más.
Mucho más de lo que sea que esto sea. ¿Es normal desarrollar una nueva obsesión con
tu enemigo? Nunca había oído algo tan ridículo. Aunque no estoy enojado por eso, no
cuando el resultado es tan jodidamente delicioso.
Sigue en silencio y veo sus dedos clavándose en la madera, seguramente dejando
marcas de uñas. Esa evidencia sería igual de caliente en mi espalda. Joder.
Está temblando debajo de mí y, para romper aún más su resolución, empiezo a pasar
mis manos por su abdomen.
—¿Blaine?
—¿Dónde? —grazna y el sonido es como música para mis oídos. Lo estoy
arrastrando, listo para atraparlo.
—¿A las cuatro en punto? ¿En estacionamiento de la escuela? Te llevaré a alguna
parte. —Continúo mi asalto a su piel, mordiendo y mordisqueando la base de su cuello.
Me gusta este lugar. Es lo suficientemente sutil como para poder ocultarlo, pero en un
lugar donde esos idiotas compañeros suyos puedan verlo y saber cómo el perfecto chico
dorado ha caído en desgracia.
—Eso suena como el comienzo de una mala película de terror, —se queja,
obviamente todavía tratando de resistirse—. ¿Vas a ofrecerme dulces y perseguirme por
el bosque también?
Ahora bien, eso no parece una mala idea.
—¿Quieres verme o no? —Digo, incapaz de ocultar mi irritación con mi polla
semidura que necesita saber si va a tener algo de acción más tarde.
Hija de puta desesperada.
Él duda, se aclara la garganta y estoy tan seguro de que dirá que sí hasta que
retrocede, empujándome lejos de él y abriendo la puerta. Él sale, lanzándome una
mirada furiosa antes de marcharse… sin darme nunca una respuesta.
Sonrío para mis adentros.
Puedes correr, Blaine, pero debes saber que me encanta perseguir.
TRECE
BLAINE

Mis mejillas están sonrojadas por la vergüenza y la excitación mientras huyo del
taller hacia mi camioneta.
En serio, ¿qué coño estoy haciendo?
Salgo del estacionamiento tan rápido que los neumáticos chirrían detrás de mí.
Necesito algo de distancia. Lo que pasó... no se suponía que pasara de esa manera. Se
suponía que debía confrontar a Silas y asegurarme de que mantuviera la boca cerrada,
pero terminamos besándonos de nuevo.
Mierda, actué como loco, arqueándome ante su toque, prácticamente babeando
mientras él chupaba mi cuello. Me tocó y me derretí, cedí como si fuera arcilla y sus
manos fueran Dios, moldeándome en lo que él quisiera.
Estoy pasando corriendo por el bosque circundante y me encuentro en las carreteras
secundarias. Mi visión comienza a volverse borrosa y puedo sentir los signos
reveladores de pánico invadiéndome. Estoy seguro de que mi cara ha perdido
completamente el color y trato de tragar, pero se me queda atascada en la garganta.
Giro bruscamente el volante y me detengo a un lado de la carretera, casi chocando
contra un árbol.
—R-Respira, —tartamudeo mientras estaciono la camioneta y luego golpeo mi
cabeza contra el volante, mis dedos temblorosos sudando contra el cuero—. E-
estúpido… r-respira…
Pero no puedo. Todo me precipita a la vez, asaltándome desde todos los ángulos.
Físicamente, mentalmente, emocionalmente, estoy chocando y ardiendo. Tengo una
opresión en el pecho, los latidos de mi corazón son demasiado rápidos y casi puedo
sentir la sangre chisporrotear en mis venas.
—R-r-respira, —digo de nuevo, obligándome a hablar con la mandíbula apretada.
Acabo de besar a Silas otra vez. Me besé con un hombre. Sentí su dura polla contra
mi culo y gemí, el placer recorrió mi cuerpo ante el contacto. Todos esos músculos
duros tocándome casi me hicieron perder la cabeza.
Él es mi enemigo. Los enemigos no se besan. No se frotan sus entrepiernas en sus
cuerpos. No hacen lo que sea que estemos haciendo nosotros. Mi primera incursión en
la exploración sexual es con alguien a quien odio y que me hace sentir muy mal en
muchos niveles, a pesar de lo mucho que me gustó.
Todo esto es demasiado. Tengo tarea que hacer: un trabajo de historia, preguntas de
cálculo, páginas que leer. El Consejo Estudiantil necesita que se apruebe el presupuesto
del baile de graduación y el Club de Reciclaje quiere contenedores nuevos. El Club y
fiestas...
El entrenador dijo lo mismo que papá, necesito trabajar en mi sincronización. Estoy
decepcionando a todos. Estoy follando con Silas mientras todo a mi alrededor se hace
añicos y se rompe.
Todo se hará añicos y se romperá sin mí.
Salgo de mi camioneta y caigo de rodillas mientras el contenido de mi estómago
amenaza con volver a subir.
Uno…
Me besé con un chico.
Dos…
Él es mi enemigo.
Tres…
Decepcionaré a todos.
Cuatro…
¿Que está mal conmigo?
Me pongo boca arriba y trato de concentrarme en las nubes. Siento que las lágrimas
me pican en las comisuras de los ojos y mi respiración sale en ronchas bocanadas. Estoy
arruinando todo. No hay razón para mis acciones, y todo será mi culpa. Si la gente se
entera, se sentirán muy decepcionados. La imagen que he mantenido con tanto cuidado
quedará arruinada y papá tendrá que cargar con esa vergüenza.
Cinco…
¿Pero qué pasa si nadie lo sabe?
Seis…
Mi respiración comienza a disminuir y me llevo dos dedos al cuello, sintiendo mi
pulso para recordarme que todavía estoy vivo.
Siete…
¿Por qué me tiene que importar lo que piensen todos? A nadie aparte de Landon le
importo una mierda. Todos quieren lo que ven, no quién a soy. Al menos cuando estoy
con Silas, no tengo que esconderme. Lo odio y nuestro odio es lo más auténtico en mi
vida en este momento.
¿No merezco esto? Hago todo por todos. Soy amable, soy educado, me muerdo la
lengua cuando quiero decir una mierda y ayudo a los demás aunque lo único que
quiero es meterme en mi cueva y desaparecer. Soy perfecto cada puto segundo del día,
así que ¿por qué no puedo tener esto?
Ocho…
Nueve…
Finalmente, el pánico desaparece y puedo sentarme. Me limpio la boca con el dorso
de la mano y me levanto sobre mis piernas inestables. Luego presiono mi frente contra
la fría ventana, inspirando por la nariz y exhalando por la boca. Estoy tan cansado de
estos ataques de pánico. Últimamente están sucediendo con más frecuencia y no sé qué
hacer para que desaparezcan para siempre.
Lo que sí sé es que necesito sacar a Silas de mi sistema. Él estaba en lo correcto.
Podemos terminar con esto y follar o actuar como si no hubiera sucedido nada, y se
volvió obvio en el taller que no podemos estar juntos sin que uno de nosotros salte
sobre el otro. No sé por qué y cómo ocurrió este cambio, pero soy lo suficientemente
inteligente como para comprender que luchar contra él es la opción más difícil.
Y él me hace sentir bien. Necesito eso. Necesito el escape que él está dispuesto a
brindarme.
Vuelvo a subir a mi camioneta, la pongo en marcha y lentamente salgo a la carretera.
Sé lo que tengo que hacer. Sé lo que quiero hacer. Finalmente voy a tener algo para mí.
Así que doy media vuelta y me dirijo hacia la escuela.
Joder.
CATORCE
SILAS

¿Por qué carajo lo estoy trayendo a mi lugar?


Me maldigo durante todo el camino, con mis ojos deslizándose desde el camino
hasta el espejo retrovisor mientras veo a Blaine seguirme detrás como si tuviera miedo
de perderlo o algo así. Esto es tan estúpido. ¿Desde cuándo me preocupo tanto por
Blaine? Culpo a mi polla por esto. Solo quiere que la toquen, porque en un mundo
normal, esto no sucedería.
Tomo la última curva y sigo el camino de tierra hasta el final, como lo he hecho
innumerables veces antes. Después de correr aquí por primera vez cuando tenía ocho
años, Whaley me dio el visto bueno para visitar este lugar cuando quisiera. Dice que
casi nunca viene aquí y le creo porque nunca lo he visto. Tampoco veo a nadie más
aquí. Está lo suficientemente lejos del parque principal como para estar completamente
aislado. Además, Whaley ha reclamado este lugar para sí mismo, por lo que nadie se
atreve a venir aquí. Lo convierte en mi lugar perfecto para escapar.
Entonces, ¿por qué permito que Blaine Yates entre en mi lugar?
Detengo el coche, saco un cigarrillo y lo enciendo, cierro los ojos y dejo que la
sensación de la nicotina me atraviese. ¿Quizás esto me ayude a relajarme?
Normalmente es así, solo necesito salir de...
Toc, toc, toc.
Mis ojos se abren de golpe y giro la cabeza para mirar a Blaine. Luego abro la puerta,
golpeándolo con ella en el proceso.
Pone los ojos en blanco y luego se cruza de brazos mientras mira a su alrededor.
Saltando del coche, yo también miro y me pregunto qué ve él. Le preguntaría, pero creo
que me cabrearía oírle decir algo jodido sobre mi santuario. Puede que este lugar no
parezca gran cosa, pero es mío, una gran parte de mi hogar, y cualquiera que le tire
mierda me hará enojar. Me dirijo al remolque y le lanzo una mirada a Blaine por encima
del hombro cuando me doy cuenta de que no se ha movido.
—¿Vienes? —cuestiono, tomando unas cuantas caladas más de mi cigarrillo antes de
tirarlo al suelo y pisotearlo.
Él visiblemente traga saliva, moviéndose de un lado a otro antes de seguirme. ¿Está
nervioso otra vez? Eso es tan extraño. Nunca esperé que fuera del tipo que se preocupa.
¿De qué tiene que preocuparse alguien como él? Tiene la vida perfecta. Debe ser
agradable no tener que preocuparse nunca por el dinero o por una larga lista de
responsabilidades. No voy a mentir, lo envidio.
No digo que cambiaría mi vida por la suya, pero sería lindo poder comprar un
refresco en la gasolinera solo porque quiero y no pensar en que podría usar ese dinero
para otra cosa.
Subo tambaleante los escalones de concreto y uso mi llave para abrir la caravana
oxidada y destartalada. Ha visto mejores días por fuera, pero por dentro no está tan mal
desde que lo limpié un poco.
Es pequeño, con una pequeña cocina, un baño inútil y un sofá cama. Sin embargo, es
suficiente para mí y he estado pensando en mudarme aquí por completo, pero no hay
agua corriente y la idea de no poder ducharme cuando quiera me hace picar la piel.
Soy muchas cosas pero poco higiénico no es una de ellas.
Me quito la chaqueta y la tiro sobre el mostrador antes de dejarme caer en el sofá y
mirar a Blaine mientras está parado junto a la puerta. Ni siquiera la ha cerrado todavía,
solo mira nerviosamente a su alrededor como si algo fuera a salir y agarrarlo.
—Cierra la puerta y entra. Estás dejando salir todo el aire. —Hago un gesto hacia la
unidad de aire acondicionado portátil que apenas cabe en la ventana tapiada—. No
tienes que preocuparte. No muerdo. —Hago una pausa, apretando mis labios—. Bueno,
eso no es cierto. La idea de morderte suena bastante bien, sinceramente.
—Solo dices lo que quieres, ¿eh? —Resopla molesto y finalmente cierra la puerta—.
¿No tienes ninguna preocupación en el mundo? ¿Cómo estás tan tranquilo con esto?
—Es solo sexo. ¿Por qué lo vuelves algo que no es? —Se muerde el labio inferior,
evitando el contacto visual conmigo mientras leo entre líneas—. ¿Es porque soy un
chico? Si te hace sentir mejor, yo tampoco lo he hecho nunca con un chico. Sin embargo,
he visto porno de tríos, así que he visto algunas cosas.
¿Por qué diablos estoy tratando de tranquilizarlo? ¿A quién le importa? El sexo es
sexo. No es el fin del mundo. Dos pollas, dos coños, uno de cada uno, varios de cada
uno… El objetivo siempre será el mismo.
Correrse.
Su ceja se levanta y cruza los brazos sobre el pecho mientras me observa.
—¿Esa es la única parte de esto que te parece extraña?
—No encuentro nada de esto extraño, —digo honestamente. La idea se ha
apoderado de mí y ahora solo quiero liarme con él.
Sus ojos se abren con sorpresa.
—Pero no somos amigos.
—¿Y eso es un problema? —Realmente no veo ningún problema aquí.
—¿Eso no te está molestando ni un poquito? —pregunta, mirándome como si
estuviera loco.
—¿Por qué me molestaría? El sexo enfadado es caliente y el sexo con odio es aún
más caliente. —Su boca se cierra de golpe, claramente no esperaba que diga eso.
Entonces me acerco a él, enjaulándolo contra la puerta como hice antes en el taller— .
Deja de pensar demasiado. Relájate. Déjate llevar. Vive un poco.
Hay una chispa en sus ojos ante mis palabras, y mira mis labios justo antes de que su
garganta trague. Joder, ¿por qué es eso tan sexy? Se inclina hacia adelante pero no me
besa, solo acerca nuestros labios.
¿Se está burlando de mí? No creo que se dé cuenta de lo cerca que estoy de e stallar y
empujarlo contra la pared.
—Deberíamos tener límites, —susurra con voz ronca, su aliento a chicle abanica mi
boca.
Resoplé.
—Sí, no le digas a nadie que estamos follando, fin.
—Hablo en serio, —espeta mientras me empuja hacia atrás.
Suspiro, vuelvo al sofá y me dejo caer.
—No quiero sonar como un idiota... —Hago una pausa, sin importarme si es lo que
quiero o no porque, de hecho, soy un idiota—. Realmente no tengo límites en lo que
respecta al sexo. Quiero decir, no me va nada que tenga que ver con juegos de orina, de
sangre ni las quemaduras (sin ofender si eso es lo tuyo), pero todo lo demás me parece
bieb.
—¿Juego de sangre? —Me mira horrorizado—. ¿Qué mierda ves? No sabía que eso
existía.
—Me fascinaba el asunto del collar de sangre con Angelina Jolie cuando tenía trece
años. —Me encojo de hombros—. No hace falta decir que una espiral de Google me
llevó por un camino oscuro.
Él palidece y niega con la cabeza con incredulidad.
—¿A quién le gustaría algo así?
—Ni idea, pero cada cuál. No juzgo.
No decimos nada por varios momentos, él todavía apoyado contra la puerta y yo
mirándolo desde el sofá. estoy bastante Estoy seguro de que está contemplando esto, y
casi espero que se dé la vuelta y salga, pero me sorprende cuando avanza, colocando
una pierna sobre cada una de las mías y sentándose a horcajadas sobre mi regazo.
Joder, sí.
Estoy bastante seguro de que ya no respiro cuando mis manos se posan en sus
muslos. Solo lo estoy observando, esperando a que decida qué va a hacer a
continuación. Se inclina hacia adelante, apoyando sus manos en mis hombros, y
necesito todo lo que tengo para no reclamar su boca primero. Yo lo hice la última vez
así que ahora es su turno. Necesito saber si él realmente quiere esto tanto como yo.
Sus ojos están calientes, observando cada centímetro de mi cara antes de inclinarse
aún más y rozar sus labios contra los míos. Es un beso experimental, un ligero
movimiento de bocas que me hace apretar sus muslos. Quiero desesperadamente darle
la vuelta en este sofá. Me pregunto si pelearía conmigo como lo hizo en el bosque.
Joder, eso fue muy caliente.
Lucho con flexionar mis caderas hacia arriba, no quiero parecer demasiado ansioso,
pero él me está matando con esta mierda lenta.
Después de algunos roces, profundiza el beso y estoy listo, abriéndome para él con
el primer golpe de su lengua. Cuando sus manos comienzan a deslizarse por mi pecho,
muevo las mías, disfrutando la sensación del grosor bajo mis palmas. Nunca pensé que
me gustaría tener un cuerpo duro y sólido bajo mis manos, pero a estas alturas nada
debería sorprenderme.
Él gime mientras se mece ligeramente hacia mí y es entonces cuando siento su dura
polla presionando contra la mía. Sí, a la mierda esta mierda lenta. Necesito más, ahora.
Extendiendo la mano entre nosotros, me pongo a desabrocharme los pantalones.
—Tenemos que quitarnos esto, —murmuro contra sus labios, sin querer romper
nuestro contacto pero necesitando liberarnos a él y a mí.
Él asiente rápidamente, ya jadeando cuando aparta mis manos para desabrocharse
los pantalones. Una vez que nuestras dos pollas están fuera, prácticamente puedo ver
que se le hace la boca agua. Me río entre dientes, pasando un dedo a lo largo de su
longitud mientras me burlo de él.
—La estás mirando como si la quisieras en esa bonita boca.
—Yo... —se calla, sus ojos grises se dirigen a los míos con una mirada de
incertidumbre.
Nunca en mi más salvaje imaginación pensé que Blaine Yates querría chuparme la
polla, pero a juzgar por la forma en que estaba mirando mi polla, eso es exactamente lo
que quiere hacer.
Envuelvo mi mano alrededor de su nuca, juntando nuestras bocas. Él se derrite en el
beso, y no puedo creer el puto gemido que suelta cuando muerdo su labio inferior antes
de calmar el escozor con mi lengua. Mis manos recorren todo su cuerpo (su sólido
pecho, sus increíbles muslos, su jodidamente increíble culo) y todo el tiempo se retuerce
y gime como un perro en celo.
Cuando me alejo, lo primero que hace es mirar mi polla y sé que tengo que ser yo
quien ponga en marcha esta mierda.
—¿Vas a simplemente mirar o vas a hacer algo?
Esto lo saca de ahí. Entrecierra los ojos hacia mí, resoplando mientras empuja mi
pecho.
—No te voy a chupar la polla.
—¿Por qué? —lo provoco, deslizando mis manos debajo de su camisa y subiendo
por su espalda, acercándonos una vez más—. ¿Estas asustado?
—¿Por qué estaría asustado? No es tan impresionante, —dice.
Está bien, vive en la negación, Blaine.
Agarro un puñado de su cabello y tiro de su cabeza hacia atrás. Aprecio la marca
oscura que dejé en su cuello antes antes de inclinarme y besarlo, y luego hablar.
—Pruébalo.
Le toma un momento luchar contra mi agarre, pero una vez que está libre, me
sorprende una vez más cuando se desliza de mi regazo y cae de rodillas. Joder, esto es
muy caliente. El chico dorado perfecto está de rodillas ante mí y eso me llena con una
ráfaga de poder que va directo a mi polla.
Él va a quitarse su chaqueta letterman, pero niego con la cabeza.
—Déjatela puesta. —No querría arruinar la fantasía, ¿verdad? Me lanza una mirada
pero lentamente se la vuelve a poner. Extiendo la mano, hundiendo mis dedos en su
cabello, acercando su boca a donde necesita estar—. Adelante. Sabes que quieres.
—Jódete, —espeta, y me muerdo la lengua para detener mi sonrisa. Se lame los
labios antes de volver a mirar mi polla. Puedo decir que no está muy seguro de por
dónde empezar o qué hacer, pero mi polla está lista para ser chupada y me estoy
impacientando. Estoy tan cachondo y listo para estallar en cualquier segundo.
Blaine Yates luce perfecto. Tiene el cuerpo perfecto y la vida perfecta, pero
finalmente encontró algo en lo que no es bueno.
Y me encanta esa mierda.
—Ten, —digo, agarrando la base de mi polla e inclinándola hacia él—. Simplemente
chúpala.
—No me digas qué hacer, —gruñe, alejándose del agarre que tengo en su cabello y
alejando mi mano con un golpe—. Si quieres que te chupe la polla, te callarás.
—Entonces hazlo ya, —ladro—. Sigue o lárgate.
Me hace callar cuando se mueve y elige la primera opción, envolviendo sus labios
alrededor de mí, y Dios Santo, se siente tan jodidamente bien. Solo esa pequeña succión
húmeda ya hace que mi polla se sacuda, rogando por correrse. Sin embargo, me
contengo, negándome a ser un eyaculador precoz.
Le toma unas cuantas succiones antes de encontrar su confianza, tomando más con
los ojos cerrados, tarareando alrededor de mi longitud como si fuera su cosa favorita en
el mundo. En poco tiempo, alcanza un ritmo constante, moviendo su cabeza arriba y
abajo de mi longitud como algo natural.
Los ruidos que hace... Joder, me ponen demasiado cachondo. El hecho de que le
guste tanto también ayuda.
—Así, —gimo, con ganas de echar la cabeza hacia atrás pero sin querer perderme
nada—. Tan jodidamente bueno. Qué boca tan caliente.
Mis elogios lo iluminan, sus ojos se abren para mirar los míos. Se ve tan bien con los
labios estirados a mi alrededor, un poco de baba filtrándose por las comisuras de su
boca.
—No lo haces tan mal, —me burlo, sosteniendo su cabeza nuevamente y levantando
lentamente mis caderas—. Cinco de diez.
Esos mismos ojos grises se estrechan hacia mí y, un segundo después, se transforma.
Me ataca con una renovada sensación de determinación. Resulta que todo lo que
necesitaba era una pequeña patada en el ego, algo que despertara esa racha competitiva
en él porque ahora lo está dando todo, y joder, no hay forma de que vaya a durar.
—Joder, estoy cerca, —jadeo, colocando ambas manos en sus mejillas, jodiéndolo
completamente, disfrutando de sus arcadas—. ¿Te vas a tragar mi semen, Blaine? ¿Serás
un hombre y lo aceptarás?
Él resopla contra mi longitud y, en un movimiento para el que no estaba preparado,
me lleva hasta el fondo de su garganta y traga.
Él traga, y esa sensación caliente y abrasadora hace que me corra directamente por
su garganta.
—¡Joder! —Grito, cada centímetro de mí derritiéndose en el sofá mientras me subo
—. Joder, sí. —Lo miro justo cuando la saca de su boca, lamiendo el semen que adorna
la comisura de sus labios—. Me toca.
Niega con la cabeza y un intenso rubor cubre su cuello.
—No.
Arqueo una ceja confundido.
—¿Qué coño? ¿Por qué no?
Traga audiblemente y se niega a hacer contacto visual conmigo.
—Estoy... um... bien.
Me toma un segundo darme cuenta de a qué se refiere. Blaine se acaba... De ninguna
manera.
—¿Te corriste? —pregunto con incredulidad.
—¡Vete a la mierda! —grita, mirándome.
—¡Mierda, te corriste! Así que mi polla fue impresionante después de todo. —No
sabía que era posible sentirme tan satisfecho después de un orgasmo. Blaine es
realmente bueno para mi autoestima.
—Vete a la mierda, Silas. —Se levanta y se arregla la ropa, bajándose la camisa para
cubrirse—. Me voy.
Me encojo de hombros, sin importarme en absoluto. Hicimos lo que vinimos a hacer
y ahora él puede irse. Me levanto y me abrocho los jeans, señalando la puerta.
—Adelante.
Me lanza una última mirada antes de salir por la puerta, y lo sigo, convenciéndome
de que es porque quiero mis cigarrillos de mi coche y no porque quiero verlo irse.
Se detiene a mitad de camino hacia su camioneta cuando me escucha bajar las
escaleras pisando fuerte, luego se da vuelta para mirarme con una ceja levantada.
—¿Qué? —Lo despido, voy a mi coche y saco mis cigarrillos.
—Eso es malo para tu salud, —dice, deteniéndose cerca del capó de mi coche.
—No jodas.
Pone los ojos en blanco antes de continuar caminando hacia su camioneta.
—Solo una advertencia. Si quieres suicidarte con esa mierda, no te detendré.
Tiene la puerta abierta y está a punto de ponerse al volante cuando me doy cuenta
de algo.
—Dame tu número.
—¿Qué? ¿Por qué? —Su mirada vuela hacia la mía confundido.
—¿Por qué más? ¿Haremos esto de nuevo o fue algo de una vez? Bueno, de dos veces,
pero ¿quién cuenta?
—¿Por qué necesitas mi número para eso?
—¿Quieres hablar sobre esto en persona? Tal vez me presente en tu casillero cuando
estés hablando con todos tus deportistas...
—Dame tu teléfono, —me interrumpe, extendiendo una mano mientras camina de
regreso hacia mí.
No puedo evitar sonreír con picardía. No recuerdo la última vez que sonreí tanto.
Sinceramente, creo que nunca había sonreído tanto. Supongo que debería agradecerle
por algo más que el sexo. Saco mis contactos antes de entregarle mi teléfono para que
agregue su información.
Lo hace, y su teléfono suena un segundo después, haciéndome saber que se envió un
mensaje de texto.
—Listo, —murmura, devolviéndomelo.
—Úsalo solo para cosas como esta. —Hago un gesto hacia nuestro entorno—. No
quiero saber sobre tu día, qué cenaste o cómo te va en el fútbol. No somos amigos.
Él suelta un bufido poco divertido.
—Actúas como si fuera a enviarte un mensaje, pero serás tú quien me envíe uno
primero.
Oh, está tremendamente seguro de sí mismo para ser un tipo que acaba de correrse
en sus pantalones.
—Ya veremos.
No decimos nada por un segundo, y estoy a punto de decirle que se joda cuando me
da un beso en los labios antes de regresar a su camioneta. Me quedo atónito mientras lo
veo irse, incapaz de evitar que mis dedos recorran mis labios mientras mi mente vaga
hacia nuestro próximo encuentro.
Es bueno tener algo que esperar.
Negando con la cabeza para deshacerme de esos pensamientos, meto un cigarrillo
entre mis labios y lo enciendo. Al abrir mi teléfono, casi me muero por aspirar una
bocanada de humo de manera incorrecta... pero ¿en serio? Este cabrón se atrevió.
Mirándome fijamente está el contacto que decidió agregar en mi teléfono.

Deportista Engreído10

Tienes que estar de puta broma.

10
La palabra que usó Blaine aquí es “cocky” que se usa para referirse a alguien con una actitud altiva
pero con personalidad atrevida y está orgulloso de ello. Es una completa provocación a Silas.
QUINCE
BLAINE

Me quedo boquiabierto mientras miro el papel marcado en rojo frente a mí.


—Usualmente eres mejor que esto, —dice la Sra. Taylor, chasqueándome la lengua
mientras golpea con el dedo mi escritorio antes de dirigirse al siguiente estudiante—. La
próxima vez, deberías estudiar más.
Pero esa es la cuestión. Yo estudié. Yo siempre estudio. Mientras miro la gran C en
mi examen de inglés, recuerdo cada segundo agonizante que pasé bebiendo Red Bull y
leyendo sus irritantes notas específicas sobre Hamlet. Sé todo sobre el falso brote
psicótico del tipo y lo idiota que es.
Estoy sorprendido. Sé que, en retrospectiva, una C no es una calificación terrible,
pero no es propio de mí. No soy un estudiante promedio, soy el mejor estudiante. Tengo
éxito en todo lo que entrego y esta estúpida prueba no debería haber sido la excepción.
Puedo sentir mi corazón comenzar a latir rápidamente, mis palmas sudorosas
mientras yacen sobre mi escritorio. Mi pie golpea el suelo tan rápido que la chica a mi
lado me lanza una mirada molesta, lo que solo alimenta mi creciente nerviosismo.
No puedo hacer esto.
—S-Sra. Taylor, —tartamudeo, tratando de mantener la compostura mientras
levanto la mano. Necesito salir de aquí.
Se vuelve hacia mí, con preocupación en sus ojos mientras deja de devolver los
exámenes.
—¿Sí, Blaine?
—¿Puedo usar el baño, por favor?
—Por supuesto, —dice fácilmente. La señora Taylor normalmente no nos deja salir
durante la clase, algo así como que su tiempo es tan valioso como el nuestro, pero sabía
que haría una excepción conmigo.
Rápidamente salgo corriendo de mi asiento y me dirijo directamente al baño al final
del pasillo. Afortunadamente, no hay nadie aquí, así que me dejo caer contra el
fregadero. Lo enciendo, tratando de ver si salpicarme un poco de agua fría en la cara me
ayuda, pero no hace nada. Todavía siento la lengua espesa y seca, y tragar se está
convirtiendo en un problema.
Me arrastro hasta el suelo, apoyándome las manos en la cabeza mientras me
balanceo de un lado a otro, tratando de calmar mis pensamientos y mi corazón
acelerados. Necesito algo para distraerme de esto. Necesito... ¡No lo sé! Solo necesito
dejar de sentirme así por un segundo.
Sin siquiera pensarlo, tomo mi teléfono con dedos torpes. No tengo control sobre lo
que estoy haciendo mientras abro mis contactos y le envío un mensaje de texto a la
última persona a la que me gustaría que me viera así.

Yo: Veámonos en el baño del pasillo inglés.


Silas solo tarda dos segundos en responder.

Imbécil: Vete a la mierda.

No, eso no va a funcionar. No sé por qué, pero lo necesito ahora mismo. No de la


manera romántica estúpida de ven y sálvame. Necesito una liberación. Necesito que me
saquen toda esta tensión reprimida, ansiedad y pánico abrumador.
Necesito ser otra persona por un segundo. Alguien que no esté agobiado por lo que
una C significará para su cuadro de honor, ni preocupado por lo que los comités de
becas pensarán de algo que no sea un índice académico perfecto.

Yo: No seas idiota. Ven aquí.

Cuando no responde, maldigo y guardo mi teléfono. Por supuesto que no vendrá.


Fui un idiota al enviarle un mensaje en primer lugar, especialmente cuando dije que él
sería el primero en contactarme. Afortunadamente, me he distraído lo suficiente como
para no sentirme a punto de desmayarme, así que eso es una ventaja. Me levanto con
las piernas temblorosas, miro mi rostro pálido en el espejo y me preparo para regresar a
clase hasta que la puerta del baño se abre de golpe.
—Será mejor que esto sea jodidamente bueno o te patearé el culo.
Parpadeo hacia Silas en estado de shock. ¿De verdad vino? Pensé con seguridad que
simplemente me ignoraría y haría lo que sea que haga durante el día escolar, si es que
asiste a clase.
Ahora que está aquí, no lo dudo.
Es casi patética la forma en que me acerco a él y chocamos nuestros labios. Él gruñe
contra mi boca, casi cayendo sobre su culo, pero estoy allí para sostenerlo por sus
caderas. Aparto mis labios y lo arrastro hacia atrás conmigo, empujándonos a ambos a
uno de los estrechos cubículos y cerrándolo detrás de nosotros.
—No te ves muy bien, —dice, con los labios hinchados y los ojos entrecerrados con
sospecha—. ¿Estás drogado?
Lo obligo a sentarse en el asiento del inodoro cerrado, sentándome a horcajadas
sobre él mientras alcanzo la hebilla de su cinturón.
—Cállate, necesito correrme.
Arquea una ceja ante mi desesperación, pero todo lo que estaba a punto de decir se
interrumpe cuando le saco la polla y empiezo a masturbarlo. Él echa la cabeza hacia
atrás mientras yo saco la mía. Escupo sobre nuestras pollas, poniéndonos resbaladizos
antes de tomarnos a ambos en mi puño.
—Joder, —gime, follando mi mano—. Preferiría hacer esto que dormir en la clase del
Sr. Herald.
—Dije. Que. Te. Calles, —ladro, pronunciando cada palabra mientras nos masturbo
con más fuerza, mi único objetivo es correrme.
Cuando escuchamos que se abre la puerta del baño, se calla y abre la boca para decir
algo, pero pongo mi mano contra sus labios. No me importaron los pasos que se
escuchaban. No me inmuté cuando alguien intentó abrir el cubículo en el que estamos,
maldiciendo mientras golpeó la puerta antes de pasar al siguiente. No me importó que
Silas tenga ese brillo triunfante en sus ojos, como si de alguna manera me estuviera
superando.
No me importa una mierda nada más que olvidar como se siente el peso de mi vida
sobre mis hombros.
Pero necesito algo más. Estoy muy cerca de correrme pero algo me detiene. Todas
estas sensaciones no son suficientes. Necesito algo que me conecte a la realidad, que me
haga sentir como si estuviera vivo.
—Muérdeme, —le susurro al oído de Silas, dejando caer mi mano de su boca antes
de estrellar su cara contra la curva de mi cuello—. Joder, muérdeme.
Silas ni siquiera duda mientras hunde sus dientes en mi piel. Es muy difícil contener
el gemido que quiero dejar salir mientras las estrellas explotan detrás de mis ojos y me
corro. Todo dentro de mí vibra mientras me desmayo por un segundo, todas las cosas
que me arrastraban hacia abajo desaparecen. Sé que debo tener una sonrisa aturdida en
mi rostro, pero me importa una mierda.
Esto es exactamente lo que necesitaba.
Me levanto, agarro un poco de papel higiénico para limpiarme y luego me retiro.
Escucho por un momento y quien estaba aquí con nosotros debe haberse ido porque ya
no escucho nada. Me doy la vuelta para irme cuando un fuerte agarre en mi brazo me
detiene.
—¿Qué cojones, Blaine? —Silas pregunta desagradablemente con una expresión de
ira en su rostro. Todavía está sentado en el inodoro, con su dura polla goteando y
enojado—. ¿Y yo?
—¿Tú qué? —Le muerdo, apartando mi brazo de él.
—¿No vas a terminar?
Resoplé. Mala elección de palabras, Silas.
—Sí, terminé.
Sus ojos se abren cuando se da cuenta de que no voy a ayudarlo a correrse.
—Tú, put-
—Hasta luego, imbécil, —digo, encogiéndome de hombros mientras salgo del
cubículo y regreso a clase, sintiéndome diez veces mejor que antes.
DIECISÉIS
BLAINE

Las semanas pasan en un parpadeo de secretos y sexo.


Ya no puedo seguir el ritmo del tiempo. Solo sé que Silas me hace sentir como si
fuera otra persona y ese es mi escape perfecto de la realidad.
Después de ese momento en el baño, empezó la guerra. Silas ha encontrado formas
constantes de hacerme pagar por lo que hice, ya sea negándome los orgasmos cuando
estoy tan cerca de correrme o haciéndome chuparle la polla en los lugares más
inapropiados como el estacionamiento del súper, o el callejón detrás del local de comida
rápida. Todo lo que mi pequeño truco realmente logró hacer es tenernos
constantemente en la garganta del otro, pero no como solíamos anteriormente.
Ahora, cada vez que tenemos una oportunidad, follamos. Como yo era virgen antes
de que todo esto comenzara, soy tan insaciable como él. Él todavía no sabe que las
primeras veces con él son mis primeras veces en general, pero me niego a decírselo.
Solo alimentará su ya sobreinflado ego y no necesito eso.
De cualquier manera, él no se quejó de mis habilidades cuando estuve de rodillas
anoche, chupando su polla tan bien que se corrió en menos de dos minutos.
Sí, me siento bastante bien conmigo mismo por eso, no voy a mentir. Disfruto poder
excitarlo tanto con el deseo y hacer que alguien como Silas se doblegue.
Es como una adicción, una droga del peor tipo que me está consumiendo, y lo único
que quiero es mi próxima dosis. Soy como un alcohólico que se muere por un sorbo,
diciéndome que será el último, pero siempre con ganas de más.
Silas Richards es mi vicio favorito.
Hablando del Rey de Roma.
Mientras camino por el pasillo lleno de gente, veo a Silas delante de mí, flanqueado
por Bunky y Raid. No actuamos de manera diferente a como lo hacemos normalmente,
y hay un placer enfermizo que siento al saber que sus manos ásperas han estado sobre
mi piel y sus labios regordetes sobre los míos, cuando nos vemos en público.
Tenemos un pequeño y sucio secreto que nadie conoce. Al principio, me preocupaba
que todos supieran de alguna manera lo que Silas y yo habíamos estado haciendo, pero
solo era paranoia. Nadie sabe que nos besamos y nos tocamos, y que tuve su polla en mi
boca, y es la cosa más loca de la que he sido parte.
Silas y yo nos miramos a los ojos y vuelve a suceder. Ese intercambio de energía
chisporroteante, ese rayo directo a mi polla y esa necesidad abrumadora de caer de
rodillas ante la vista de su mirada salpicada de estrellas.
Él empuja mi hombro y resopla.
—Mira por dónde vas.
—Vete a la mierda, —le respondo con sarcasmo, pero mi sangre late ardiendo
cuando él rueda su labio inferior entre sus dientes y sonríe.
Dios, ¿por qué está tan bueno?
Esos pensamientos aleatorios sobre Silas ya no me toman por sorpresa, pero todavía
los encuentro extraños. Nunca en un millón de años pensé que estaría atrapado en una
aventura sexual con mi enemigo, pero lo estoy disfrutando muchísimo, así que al
diablo. Dejemos que las cartas caigan sobre la mesa.
Participar y prestar atención en clase siguen siendo un problema. Por suerte, solo
tuve esa nota baja, pero si no dejo de perder la concentración, me preocupa que haya
más. Silas simplemente no sale de mi cabeza. No importa cuánto intente no pensar en
él, él siempre se las arregla para entrar en mi mente, cambiando mi atención de las
tareas a follar. Lo mismo ocurre con las prácticas también... Estoy ahí, pero en realidad
no estoy.
Puedo notar que el entrenador se da cuenta cuando actualmente lanzo mi tercer
incompleto, y me maldigo por estar tan distraído… otra vez.
Joder, Silas Richards.
Después de terminar, me dirijo hacia el vestuario cuando Landon me detiene, con el
rostro lleno de preocupación.
—Hombre, ¿qué te pasa?
—¿Qué quieres decir? —Pregunto, ladeando la cabeza hacia un lado mientras mi
pecho se aprieta con energía nerviosa—. Estoy bien.
—¿Bien? —repite, negando con la cabeza—. Estás desconcentrado. ¿Qué pasa?
Supongo que el entrenador no es el único que se ha dado cuenta. Por una fracción de
segundo, pienso en contarle todo a Landon. No solo estoy follando con Silas, sino
también todo lo demás que me he estado guardando para mí: Yale, mis becas, mis
ataques de ansiedad y pánico.
¿No debería saber mi amigo más cercano que finalmente encontré consuelo para mi
miserable vida en el único lugar que nunca esperé? ¿No merece saber por qué apesté
hoy, especialmente cuando mi concentración afecta a todos?
Pero reprimo ese pensamiento. Lo que Silas y yo estamos haciendo es solo temporal.
No hay razón para incluir a nadie en lo que tenemos. Joder. No tenemos nada, eso no es
lo que quise decir. Simplemente no creo que sea necesario contarle algo tan casual e
incorrecto, ni siquiera a la única persona en la que sé que puedo confiar.
Y es mío. Solo mío.
Es una manera de dejar ir toda esa mierda pretenciosa y ser yo mismo. Es mi alivio
de mi brillante vida de plástico y quiero que siga siendo así.
—No he estado durmiendo bien. —Es mayormente cierto porque me he estado
reuniendo a todas horas de la noche con Silas para liarnos—. Creo que simplemente
estoy cansado.
—Lo pareces, —confirma, y le doy una palmada en un lado de la cabeza, lo que le
hace reír—. Oye, vete a la mierda. Solo estoy cuidándote, hombre. Estoy preocupado.
No puedo evitar preguntarme si en realidad está preocupado por mí o por mi
desempeño. Tenemos otro partido la semana que viene, la final del campeonato, y
necesito estar en mi mejor forma o todos pareceremos idiotas. Puede que Landon no
esté preparado para ir a la NFL, pero sí sé que está buscando jugar en un equipo
universitario. No estoy tratando de ser un idiota, pero hay pocas posibilidades de que
una escuela lo seleccione si no ganamos el juego. ¿Realmente está cuidando de mí o de
su propio futuro?
Trago audiblemente porque eso fue duro. No estoy muy seguro de qué me pasó,
pero la preocupación persistente de que mi amistad con él de alguna manera no sea tan
auténtica como yo pensaba solo consolida mi decisión de guardarme mis pensamientos
para mí.
Realmente no estoy en mi mejor momento.
—Estoy bien, —le digo, dándole una palmada suave en la hombrera y dándole una
sonrisa forzada—. Pero gracias por preocuparte.
Él sonríe alegremente, sus ojos azules vibran mientras asiente.
—Por supuesto. Para eso están los amigos, ¿verdad?
Asiento, la culpa comienza a aumentar. Sacudo ese pensamiento de mi cabeza, ya
con ganas de ver a Silas otra vez y dejar de pensar en toda esta mierda, y porque el
universo realmente está dispuesto a ayudarme, aparece Maybelline. Con pompones en
mano y flanqueada por su escuadrón, salta hacia nosotros. Sus ojos verdes brillan con
falta de sinceridad mientras hace pucheros.
—Blaine, ¿te sientes bien? Me di cuenta de que tuviste problemas con el balón.
Lucho contra el impulso de poner los ojos en blanco. ¿Os podéis ir todos a la mierda?
En serio, es como si fuera solo un espécimen en un laboratorio por el que a todos les
pagan por examinar. No sucede a menudo y, sin embargo, esta práctica de mierda tiene
a todos saltándome a la garganta. Dadme un puto respiro.
—Estoy bien, —digo de nuevo, sin siquiera corregirme cuando sale más duro de lo
que debería.
Ella parpadea un par de veces, sorprendida por mi tono, pero sonríe.
—Está bien, solo estoy comprobando. Me preguntaba… Las chicas y yo íbamos a por
unas malteadas después de la práctica. ¿Quieres unirte a nosotros?
Se necesita todo lo que hay en mí para no resoplar. No, no tengo ningún puto interés
en tomar malteadas con ella o sus amigas. En realidad, prefiero cortarme el brazo antes
que pasar más tiempo del necesario con ella. Estoy cansado de sus constantes intentos
de invitarme a salir. No la quiero.
Yo solo quiero…
—Me apunto, —interviene Landon, interrumpiendo mis pensamientos descarriados,
con una sonrisa maliciosa en su rostro mientras le pasa el brazo por los hombros—.
¿Nos veremos en Kelly's Diner?
Maybelline entrecierra los ojos ante el brazo que la rodea y se encoge de hombros,
frunciendo los labios mientras nos mira a los dos.
—Lo siento, Landon. Tal vez en otro momento.
Estoy bastante seguro de que se liaron en esa hoguera hace un par de semanas y
ahora ella actúa así. No me malinterpretes, una chica tiene todo el derecho a cambiar de
opinión sobre un chico cuando quiera, pero esto es simplemente cruel. No soy un idiota,
ni mucho menos, y estoy bastante seguro de que lo que hizo con Landon fue solo una
manera de llegar a mí. Como si yo me pusiera celoso por ella.
El rostro pecoso de Landon se ensombrece, pero solo por un segundo antes de que
regrese su brillante sonrisa.
—Está bien. No hay problema. Me olvidé que Blaine y yo teníamos planes de todos
modos.
Inspiro bruscamente, devanándome el cerebro mientras trato de recordar dichos
planes.
—¿Sí?
—Sí, ¿no te acuerdas? —pregunta, frunciendo el ceño mientras inclina la cabeza
hacia un lado—. Se supone que debes ayudarme con mi trabajo de historia.
Yo dije eso, ¿no? ¿Cómo fue hice dos planes para esta noche? Nunca hago eso.
Normalmente siempre estoy muy consciente de mi agenda. Esto solo demuestra lo bajo
que estoy cayendo.
Pienso en mi teléfono en el casillero del gimnasio, bastante seguro de que recibiré un
mensaje perdido de Silas sobre vernos esta noche. Me olvidé por completo de Landon.
Una vez más me siento como un idiota. Mi amigo me necesita y prefiero follar antes que
asegurarme de que apruebe historia.
Estoy tan nervioso. Esta práctica de mierda, Landon encima de mí, incluso
Maybelline, hace que la necesidad de lo que Silas puede ofrecerme sea insoportable.
Tratar de equilibrarlo todo se está volviendo un poco abrumador, más de lo que
normalmente experimento. Estoy muy cerca de perder la calma y explotar frente a
todos los que me rodean, pero logro mantenerme bajo control.
Maybelline gime de la manera menos atractiva posible antes de marcharse con su
grupo, dejándonos a Landon y a mí solos.
—Oye, sobre eso, hombre...
—¿Qué? —él pregunta—. ¿Quieres que sea en mi casa?
—En realidad no puedo hacerlo esta noche, —salgo corriendo—. Olvidé que tengo...
um... algo que tengo que hacer.
Súper sutil, Yates.
—¿Qué cosa? —pregunta, y no tiene la intención de ser acusatorio, pero así es como
lo interpreto porque mi mente está llena de mierdas.
—No es asunto tuyo, —espeto. Landon da un paso atrás, con la mandíbula floja
mientras me mira como si no supiera quién soy. Mierda. ¿Qué estoy haciendo? Levanto
la mano y me pellizco el puente de la nariz rápidamente antes de negar con la cabeza—.
Mierda, hombre. Lo siento. Yo solo… tengo mucho con lo que lidiar.
Le toma un momento reagruparse, aclarándose la garganta mientras asiente, pero no
es genuino.
—Sí, entiendo. Lamento agregar algo más.
Soy el peor. No puedo dejar tirado a mi amigo, no cuando él más me necesita. Mi
terrible estado de ánimo y mi falta de concentración no son culpa suya, y no debería ser
penalizado por mi incapacidad para mantener la calma.
—En realidad, olvidé que mi papá canceló eso esta noche, —espeto, tratando de
salvar las apariencias.
Él levanta una ceja.
—¿Qué cosa?
—No importa. —Agito mi mano con desdén mientras le sonrío—. Seguimos con el
plan. ¿Nos vemos en tu casa después de que vayamos a las duchas?
Por una fracción de segundo, parece reacio, pero luego se relaja. Sus ojos se iluminan
mientras mueve la cabeza y aprieta mi hombro.
—Eres el mejor, hombre. Gracias.
Claro, el puto perfecto Blaine Yates. El chico de todo lo bueno y maravilloso en
Brookshire. Con el que todos pueden contar. Aquel a quien recurres cuando necesitas
ayuda.
Siempre soy yo...
Mientras caminamos hacia el vestuario, Landon continúa hablando de lo estresado
que está por su trabajo, lo agradecido que está de que le ayude y qué debería ponerse
para Halloween la próxima semana, y me doy cuenta de todo de una vez.
Es estúpido pensar que algún día podré tener algo que sea solo mío. Solo estoy aquí
para que todos tomen y tomen y tomen.
Y tengo miedo de lo que sucederá cuando ya no me quede nada para dar.
DIECISIETE
BLAINE

—Llegas tarde.
El gruñido de Silas no es nada inesperado cuando entro a la caravana, y aunque
debería sentirme mal por haberlo obligado a esperarme durante más de una hora, no
puedo evitar irritarme.
Después de una práctica insoportablemente brutal, pasé dos horas hablando con
Landon sobre la insatisfacción de los colonos estadounidenses con los impuestos
británicos. No me molestó ayudarlo, pero fue doloroso. Y para colmo, me pinché un
neumático de camino hacia aquí.
—Podrías haberte ido, joder, —espeto, quitándome ya mi letterman y tirándola al
suelo.
Él gruñe, dando una profunda calada a su cigarrillo mientras se quita el flequillo de
la frente.
—Da igual. ¿Hacemos esto o qué?
Ya jodí esta noche. Claro, Silas y yo hemos estado muy lejos de ser amistosos
durante nuestros encuentros, pero no hemos tenido este aire de hostilidad últimamente.
—Solo dame un segundo, —grité, sintiendo que mi frustración aumenta—. Dios,
simplemente relájate.
—¿Qué te pasa? —Pregunta, ladeando la cabeza hacia un lado mientras me mira,
esos ojos marrones entrecerrándose, pero no con enojo. No, está buscando algo.
Intentando leerme.
Eso me enoja.
Después de toda la mierda de hoy, lo último que necesito es que Silas convierta esto
en algo que no es.
Camino hacia él, tomo su cigarrillo y lo apago antes de agarrar su nuca y aplastar
nuestros labios. Inhalo su gruñido de sorpresa y luego lo golpeo contra la pared.
—¿Vamos a hablar o vamos a follar?
Agarra mi camiseta con un puño, tirando y empujando al mismo tiempo, antes de
morderme el labio inferior. Silbo de placer cuando el sabor metálico golpea mis papilas
gustativas. Esto. Esto es lo que necesito. Para ser libre de toda esa mierda y simplemente
tomar lo que quiero sin dar nada a cambio.
—Ponte de rodillas, —gruñe contra mis labios, ya tratando de empujar mis hombros.
No. Hoy no.
Las últimas veces cedí y le dejé dirigir el espectáculo, pero eso no es lo que quiero
ahora. Si bien disfruto tomando la polla de Silas, no estoy de humor para eso esta
noche. Lo que quiero es recuperar la apariencia de control que he perdido hoy. Quiero
estar a cargo. Quiero convertirlo en mi perra.
Antes de que esté preparado para ello, lo levanto de la pared y lo arrojo al suelo.
Silas no es un tipo pequeño, pero yo soy más grande que él. Hay algo peligroso que
brilla en sus ojos mientras me cierro sobre su figura, como si estuviera enojado pero
demasiado excitado para que le importe. Cuando intenta levantarse, me siento a
horcajadas sobre su pecho y empujo su cara hacia mi entrepierna cubierta por jeans,
echando la cabeza hacia atrás cuando su nariz frota mi polla a través de la tela.
—¿Qué cojones? —Dice sin aliento, con los ojos vidriosos cuando lo solté. Me golpea
el muslo con fuerza y trata de salir de debajo de mí. Pero no lo dejo, en lugar de eso,
aprieto mis muslos para mantenerlo en su lugar.
—Vas a chuparme la polla, —afirmo, buscando frenéticamente desabrocharme los
jeans y enganchando mi dedo en la cremallera con mi prisa—. Te quedarás ahí y dejarás
que te folle la boca. —Sus ojos se abren y creo que lo tomé con la guardia baja. Joder, sí.
Amo esa mirada desconcertada como si no pudiera comprender lo que está pasando—.
¿Qué? —Bromeo mientras saco mi polla, usándola para darle un golpecito en la mejilla
por si acaso—. ¿Tienes miedo?
Como Silas es Silas no deja que la burla se prolongue por mucho tiempo, su
característica sonrisa lenta se curva en la comisura de sus labios.
—Si tú puedes hacerlo, no puede ser muy duro.
—Oh, pero dura sí está, —me burlo, sin poder evitarlo mientras aplasto sus mejillas
con mi mano libre, frunciendo sus labios para poder deslizar mi polla contra ellos.
Después de eso, detiene todos los intentos de escapar de mi control, su cuerpo se relaja
mientras me deja a cargo—. Dura y dolorosa y está a punto de estar en el fondo de esa
puta boca. ¿Puedes soportarlo, Silas?
Y solo para ser un mierdecilla, su lengua sale disparada para lamer la gota de
líquido preseminal en mi coronilla.
—Adelante.
Gimo por lo bien que se siente.
—Si se pone demasiado difícil, simplemente golpea el suelo.
—Vete a la mierda. No voy a rajarme.
Me río entre dientes. No tiene idea de la cantidad de tensión en mi abdomen, el
dolor en mi pecho y la forma en que estoy tratando de contenerme incluso ahora con
cada pizca de razón que poseo.
Pero si él quiere jugar de esa manera, podemos hacerlo.
No me lo pone fácil. Bien. No quiero nada fácil en este momento. Puede sentir que
quiero el desafío, quiero dominarlo, quiero usarlo como nada más que una boca caliente
porque junta sus labios de golpe y prácticamente me obliga a empujarme hacia adentro.
El suave deslizamiento de su lengua golpeando la parte inferior de mi polla hace
que mis ojos se cierren con fuerza y deje escapar un fuerte gemido. Joder, eso se siente
bien. Hostia puta. Está haciendo algo con su boca que ni siquiera puedo comprender,
casi como si me estuviera acariciando con su lengua y girándola alrededor de mi cabeza
mientras lentamente retrocede. Varias porristas se han ofrecido a chupármela en el
pasado, pero no sabía que me sentiría así.
Sin embargo, lo que hace que haya valido la pena esperar por mi primera mamada
es que es la puta boca de Silas Richards la que estoy destrozando. Mi enemigo. La única
persona a la que se supone que no debo desear.
—Joder, cuidado con los dientes, —siseo cuando me golpea un fuerte pinchazo—.
Eres una mierda en esto.
Entrecierra los ojos y frunce el ceño con la boca llena de polla, mostrándome el dedo
de en medio de una mano mientras con la otra golpea el suelo. Salgo inmediatamente,
listo para burlarme de él por rajarse antes de que hable.
—No usé mis putos dient-
—¿En serio? ¿Tocaste el suelo para discutir conmigo? —Pregunto, exasperado y
demasiado caliente mientras miro entre sus labios brillantes y mi polla cubierta de
saliva. Va a decir algo más, pero lo hago callar rápidamente—. Olvídalo. Solo abre tu
puta boca y déjame hacer el trabajo. Dios, lo haces todo tan difícil.
Una vez más, abre la boca para discutir y aprovecho la oportunidad para volver a
meter mi polla. Disfruto la forma en que sus manos aprietan bruscamente mis muslos
cuando golpeo la parte posterior de su garganta, mirándolo con ojos cuidadosos para
ver si tocará el suelo, pero no lo hace. Tiene una mirada enojada y determinada
mientras mantiene la boca abierta. Me salgo, dándole la oportunidad de recuperar el
aliento.
—Joder, —dice con voz ronca mientras jadea en busca de aire—. Puta mierda. Tú...
Vuelvo a entrar en él, cortando sus palabras. No más comentarios inteligentes. No
más discusiones. Clavo mis dedos en su cabello, sosteniendo su cabeza en alto mientras
lo uso como mi propia manga de polla personal. Disfruto la vista de la baba saliendo de
su boca y las lágrimas nublando esos ojos de los que no me canso.
—Saca tu polla, —le ordeno, inclinándome un poco más para que sus manos puedan
serpentear debajo de mí—. Tócate, porque una vez que me corra, termino.
Puedo sentir sus manos descendiendo y abriéndose camino hasta sus pantalones.
No me detengo, pero sigo con mi ritmo brutal. Le va a doler la garganta después de
esto.
Puedo imaginarlo. Sus amigos le preguntarán qué le pasa a su voz y se verá
obligado a recordar este momento en el que estaba a mi merced. El solo pensamiento
hace que mis pelotas se aprieten, obligándome a apretar los dientes. A pesar de decirle
que haga el trabajo él mismo, todavía quiero que se corra. Quiero la satisfacción de
saber que se ha deshecho por mi culpa.
—Sí, —gemí, pasando mis dedos por su cabello—. No me había dado cuenta de que
tenía la boca perfecta esperando para chuparme la polla. Joder, justo así.
Le doy otro momento para respirar. Todavía no golpea el suelo, no con las manos
ocupadas.
—Sigue, —gruñe, sus ojos llenos de nada más que lujuria ardiente mientras se lame
los labios hinchados—. Joder. Sigue hablando.
Sonrío, burlándome de él mientras me deslizo de nuevo en su boca expectante.
—Oh, ¿entonces te gusta que te traten así? Si hubiera sabido que esto era todo lo que
se necesitaba para callarte, te habría puesto en tu lugar hace años. —Él gime alrededor
de mi polla, cerrando los ojos cuando lo siento tratando furiosamente de correrse—.
¿Qué pasa, Silas? ¿Tienes problemas? ¿No quieres admitir que te estás ahogando con la
polla del chico dorado?
Esto se siente demasiado bien. Estoy demasiado cerca de correrme. Mi visión se
vuelve borrosa, todo maravillosamente confuso mientras la succión húmeda de su boca
me lleva al nirvana. Cuando traga a mi alrededor, gruño, agarrando ambas mejillas
para ayudar a guiar sus movimientos.
—Dios, Si, —gruño, tan jodidamente cerca, pero no es suficiente, pero sé
exactamente lo que necesito para llegar allí—. Abre tus putos ojos. Mira quién te hace
sentir así.
En el momento en que esos ojos marrones se abren de golpe, todo está perdido. No
le doy ninguna advertencia mientras exploto en su garganta, todo mi cuerpo se contrae
con la pura fuerza de mi orgasmo. Cuando lo siento sacudirse y temblar debajo de mí,
sé que él también se ha corrido, y la satisfacción de ser la causa de eso hace que salga
otro débil chorro.
Finalmente me salgo del todo y me desplomo en el suelo junto a él mientras intento
recuperar el aliento. Dios, joder. Siento como si acabara de correr un maratón. Me vuelvo
para mirar a Silas, que está pasando por un momento tan difícil como yo tratando de
recuperar el aliento.
—¿Estás bien? —digo, disfrutando aún del fuerte resplandor—. ¿Fue demasiado?
Está jadeando, sus ojos todavía aparentemente desenfocados cuando se limpia la
boca con el dorso de su mano cubierta de semen.
—Vete a la mierda, Blaine. ¿Desde cuándo tienes la boca tan sucia?
—¿Qué? ¿No te gustó? —Me burlo, sabiendo muy bien que sí.
—Yo no dije eso.
Exactamente.
Me río, juntando las manos detrás de la nuca y cerrando los ojos mientras me relajo.
Cada preocupación, cada ansiedad, cada cosa trivial de mi día ha desaparecido. Todo lo
que queda soy yo, disfrutando muchísimo de lo que acaba de pasar.
Abro un ojo para mirarlo de nuevo, y el imbécil sonríe junto a mí, negando con la
cabeza con una risa silenciosa. Cuando gira la cabeza y se da cuenta de que lo estoy
mirando, la sonrisa no desaparece. Nos quedamos ahí tumbados, grises y marrones
chocando, pensando en todo y en nada en absoluto.
—No sabía que tenías eso dentro de ti, —admite, buscando en su bolsillo un
cigarrillo y un encendedor.
—Hay muchas cosas que no sabes de mí. —Me encojo de hombro mientras lo veo
encender el cigarrillo, arrugando la nariz cuando el olor me golpea. Ésa es la única
desventaja de todo este asunto. Odio el hecho de que fume. Aunque hay algo sexy en su
sabor, ese veneno podría matarlo algún día.
¿Por qué carajos me importa eso?
Tararea, mordiéndose la comisura del labio mientras piensa en sus palabras.
—¿Vas a decirme qué pasó para que te pusieras como el Increíble Hulk conmigo?
Digo, no me quejo, pero me tomó por sorpresa.
Me pongo rígido ante eso. Esto no es algo que hagamos. Incluso si no tuviera ningún
problema en confiarle a mi enemigo mis putos problemas, todo lo que quería era
escapar de ellos. Voy a abrir la boca para decirle que no es nada, pero el timbre de su
teléfono me interrumpe.
No rompe el contacto visual conmigo mientras lo agarra y responde, con el cigarrillo
colgando precariamente entre sus labios.
—¿Qué?
Cualquier cosa que diga la persona de la otra línea hace que Silas se estremezca. Él
gime, cerrando los ojos antes de ponerse de pie. Sostiene el teléfono entre su mejilla y su
hombro y se mete el cigarrillo en la comisura de la boca mientras se sube los pantalones.
—¿Qué coño, Raid? Yo no hago esa mierda. Ve a buscar a Bunky... espera, ¿él qué?
Silas se pellizca el puente de la nariz, agarra su teléfono y me mira antes de darme la
espalda, como si eso hiciera que su conversación fuera más privada.
—No importa lo que esté haciendo. No voy a... —Hace una pausa, maldiciendo en
voz baja mientras comienza a dar una calada a su cigarrillo—. Bien. Envíame los putos
detalles. La próxima vez, no te salvaré el culo. ¿Dónde recojo el paquete?
Raid habla un poco más antes de que Silas cuelgue. Espero que se gire hacia mí y se
disculpe o algo así, pero en cambio, me sorprende cuando se acerca a mí y me agarra
por mi garganta. Luego me acerca a su cara, el olor a humo persiste en su aliento.
—No escuchaste nada. ¿Entendido?
Asiento en silencio, demasiado consternado por el destello de preocupación en sus
ojos como para retarlo.
—Entendido.
Él resopla, mordiéndose el interior de su mejilla por un momento, buscando la
verdad en mis palabras antes de asentir brevemente.
—Bien. —Me sorprende de nuevo cuando me besa en los labios antes de alejarse—.
Tengo que irme.
—¿Todo bien? —Pregunto, preguntándome tardíamente por qué me importa y
deseando no haber preguntado nunca en absoluto.
Me lanza una mirada, arqueando una ceja mientras da la última calada a su
cigarrillo antes de apagarlo.
—Todo está bien. Solo tengo que encargarme de algo.
Le doy otro asentimiento. No esperaba que nos acurrucáramos ni nada, pero tengo
que admitir que estoy molesto. No, no molesto, sino decepcionado. No es porque me
esté encariñando este idiota, simplemente no quiero volver a casa todavía y enfrentar la
realidad.
Papá y sus críticas, mamá y su apatía, Landon y sus intromisiones, tareas y fechas de
entrega, cintas de fútbol y jugadas.
Puedo sentir mi pecho comenzar a apretarse. Está sucediendo. Ya puedo sentir las
puntas de mis dedos entumecerse. En un minuto no podré respirar. Me estaré
ahogando, incapaz de salir a la superficie, atrapado en…
—¿Vienes o qué?
Me doy cuenta de que ha estado mirándome, lo que hace que mi ansiedad aumente
aún más. Joder, espero que no se haya dado cuenta. Cuando busco su rostro, parece tan
impasible como siempre, si acaso un poco impaciente.
—¿Qué?
—¿Vienes conmigo o no? —Suspira, poniendo los ojos en blanco mientras mira su
teléfono.
Estoy sorprendido y aturdido al mismo tiempo que incluso preguntó. No sé
exactamente qué es lo que Silas necesita hacer, pero no puede ser bueno. No soy ajeno
al hecho de que los Ases se meten en asuntos criminales. Tampoco hace falta ser un
genio para adivinar qué es un recado.
Aunque la idea me emociona. El peligro que Silas me ha presentado pende como
una zanahoria delante de mi cara. No debería sentir esta fuerte emoción ante la idea de
hacer algo oscuro. No soy así. Soy el perfecto Blaine Yates. Debería simplemente
resoplar e irme a casa, abrir mi libro de cálculo y prepararme para pasar la noche
estudiando. El nerviosismo que sentía ya hace tiempo que desapareció, reemplazado
por la necesidad de ser imprudente.
¿Quiero correr el riesgo de lo que Silas me ofrece tan abiertamente?
Joder, sí.
DIECIOCHO
SILAS

Después de pasar por el taller para conseguir algo de dinero, me dirijo a una ciudad
para cerrar el trato. Afortunadamente, Whaley y los miembros mayores se habían ido, o
me habría metido en un lío tratando de explicar por qué Blaine Yates estaba en el
asiento del pasajero de mi coche.
Todavía no puedo creer que lo traje a un recado. Tiene que ser que su boca me ha
puesto bajo algún hechizo extraño porque todas las demás razones no tienen sentido.
Había algo en la forma patética en que mantuvo la cabeza gacha antes que hizo que mi
estómago se apretara incómodamente. Era como un cachorro pateado y no pude evitar
sentirme mal.
Nadie más podría hacer este recado. Whaley normalmente no los hace y todos los
miembros mayores y con más experiencia salieron de la ciudad con él anoche. A veces
sucede y cuando sucede, Bunky generalmente hace el trabajo. Sin embargo, se ausentó
sin permiso, como ocurre a veces, y Raid fue a buscarlo, por lo que el único que queda
soy yo.
Miro a Blaine que está mirando por la ventana los campos que pasan y me pregunto
de nuevo por qué lo traje. Todas las razones por las que lo odio siguen en pie. Sigo
pensando que parece demasiado perfecto, que su vida engreída y pretenciosa lo ha
convertido en una especie de robot. Solo me está usando para follar, y una vez que
hayamos terminado, recordará el tiempo que pasamos juntos y se sentirá mortificado
por haber follado conmigo. Estoy bien con eso. A mí me pasa lo mismo, simplemente es
un poco de diversión para pasar el tiempo.
Lo haré esperar en el coche durante el trato. No debería llevarme mucho tiempo
entrar corriendo, coger el producto y salir de allí.
Estoy rasgueando mi pulgar en el volante, la letra de alguna canción de Five Finger
Death Punch flotando a través de los parlantes, tratando y fallando de no estresarme
por el recado o porque Blaine esté conmigo.
Sacando otro cigarrillo, estoy a punto de encenderlo cuando la voz de Blaine me
detiene.
—¿Otro? ¿En serio? Acabas de fumar en la caravana.
Esta es otra cosa que hace y que me irrita. No sé por qué me dice qué hacer. Es mi
vida, son mis pulmones, y si quiero fumar, lo haré. Mi mamá ya me molesta bastante
por eso. Honestamente, no creo que lo haga tanto. Es más por aburrimiento que por otra
cosa. Podría dejarlo si realmente quisiera.
Le lanzo una mirada rápida con un movimiento de ceja antes de volver a mirar a la
carretera, preguntándome quién se cree que es para decirme eso.
—¿Qué te molesta?
Deja escapar un pequeño ruido antes de que lo vea encogerse de hombros por el
rabillo del ojo y luego mira sus jeans.
—Es repugnante.
—No parece importarte cuando mi lengua está en tu garganta, —le respondo,
agradecido de que eso lo haga callar.
Miro a Blaine y noto la forma en que aprieta y abre los puños. ¿Lo cabreé? No era mi
intención y... Espera, ¿por qué diablos me importa? Molestarlo solía ser mi dosis de
satisfacción diaria y eso no debería cambiar porque me ha hecho un par de mamadas.
Mamadas realmente buenas, pero eso no viene al caso.
Me aclaro la garganta y no sé qué decir, pero me quedo en blanco. ¿Por qué es tan
difícil? No es que estemos saliendo. Joder, no. Puedo decir lo que quiera y no importará,
como siempre.
—Entonces, nunca me respondiste antes, —empiezo, con curiosidad—. ¿Qué te puso
de tan mal humor?
—Solo mierdas de las que preferiría no hablar. —Suspira, inclinándose hacia
adelante y presionando un botón de la radio.
Me quedo boquiabierto con horror cuando comienza a alterar mis estaciones
preestablecidas cuidadosamente seleccionadas.
—¡Ey! ¿No tienes nada mejor que hacer que meterte con mi música? Esa es la regla
número uno para ser pasajero en el coche de alguien.
—Toda ese metal de mierda me está dando dolor de cabeza, —se queja, cambiando
las estaciones—. No sé cómo lo soportas.
—No es mierda. Tu falta de gusto musical lo es —espeto antes de prácticamente
poner los ojos en blanco cuando se detiene en alguna estación de música country—. ¿En
serio? ¿Country?
—Es Luke Bryan y mucho mejor que tus cosas. —Él resopla y le sube el volumen.
Luego, en voz muy alta y muy desafinada, comienza a cantar la letra de una canción
de camión. No sé si reírme o estremecerme de lo horrible que es. Después de que
termina la canción, presiono el botón de silencio y me paso el dedo por las orejas.
—Me sorprende que no haya sangre. Estaba seguro de que mi tímpano se había roto.
—Me desvío y casi choco cuando me golpea en el costado con el puño, pero logro
corregir el coche antes de que eso suceda—. ¡Mierda! ¡Cuidado! ¡Casi nos sacas de la
carretera!
Ignora el hecho de que casi morimos y entrecierra los ojos mientras me mira.
—No seas idiota y tal vez no reaccione así.
—Pero yo soy un idiota —señalo amablemente, en caso de que de alguna manera lo
haya olvidado.
Le toma un segundo, pero baja su mirada. Puedo ver que está luchando contra una
sonrisa por la forma en que su labio superior se mueve.
—No voy a discutir eso.
Niego con la cabeza y me concentro nuevamente en la carretera. El coche se llena de
un silencio incómodo, así que dejo escapar el primer pensamiento en mi cabeza.
—¿Estás nervioso?
Lo escucho moverse pero no miro, relajándome más en mi asiento para demostrar
que realmente no me importa.
Porque no me importa.
—¿Por qué me importaría?
Ahora lo miro con incredulidad.
—Sabes en lo que nos estamos metiendo, ¿verdad? ¿No me seguiste simplemente
ciegamente?
Blaine y yo nunca antes habíamos hablado directamente sobre mierda de pandillas,
pero él tiene que saber qué es ser un As. Él ve a todos los miembros mayores
merodeando por la ciudad y conoce la reputación detrás de ellos, ¿verdad? Vender
drogas a estudiantes de instituto es solo la guinda del puto helado en esta ciudad.
—¿Y? —Se encoge de hombros, todavía parece que no le importa.
Tengo que reconocerlo: o tiene las pelotas del tamaño de Texas o es un buen
mentiroso. Me quedo con esto último, considerando que he visto sus pelotas en la vida
real y son de tamaño promedio.
—Y, la mierda de pandillas puede ser un poco intensa... —Me detengo, sin estar
seguro de qué decir. Hay reglas y limitaciones para las cosas que puedo decirle sin
romper el código de la hermandad.
—Bueno, dudo que pase algo. ¿Solo estás recogiendo cosas? No es como si
estuvieras peleando o luchando... ¿teniendo un enfrentamiento? Como diablos lo llames
normalmente11, —dice con tal indiferencia que ni siquiera sé cómo responder.
¿Realmente esto no es gran cosa para él? Odio no poder leerlo, que siempre esté tan
encerrado en sus emociones. Desearía que mostrara su mano y dejara que el verdadero
Blaine brillara como lo hace cuando está de rodillas ante mí.
Ajusto mi polla, alejando esos pensamientos. Este no es el momento de ponerse
cachondo. Necesito concentrarme. Whaley ya estaría suficiente enojado si supiera que
me llevo a un extraño, pero ¿cagarla también?
Sí, mejor cavo mi propia tumba si eso pasa.
—Entonces, ¿qué recogerás? —pregunta, todo puto feliz y tranquilo, haciéndome
preguntar si ha perdido la cabeza.
—Drogas, —digo inexpresivamente, sonriendo cuando veo que sus ojos se abren
ligeramente.
—Oh…
—¿Oh? ¿Pensé que no estabas preocupado por eso? ¿Qué pasó? ¿Cambiaste de
opinión, Blaine? ¿No puedes soportarlo? —Lo provoco, aunque no lo culparía por
echarse atrás. Esto no es algo simple. Es algo muy grande que podría arruinar su futuro
si alguien se enterara.
—Puedo soportar cualquier cosa, —murmura, cruzando los brazos sobre el pecho.
Maldito sea él y su capacidad para hacer que mi mente piense en guarradas.
—Cualquier cosa, ¿eh? —Me arriesgo a mirar en su dirección y disfruto del rubor
rosado en sus mejillas. Es otra cosa suya que estoy odiando un poquito menos. Todavía
lo desprecio, pero no su cara. Sí, eso es posible. Intento convencerme de ello el resto del
viaje.
No pasa mucho tiempo antes de que llegue al estacionamiento del club, gire la llave
y apague el motor. Voy a decirle a Blaine que se quede quieto y casi me cago cuando
agarra la manija y empuja la puerta para abrirla.

11
Menciona varios términos generalmente usados en la jerga de pandillas estadounidenses.
Retiro mi declaración anterior. El cabrón tiene las pelotas del tamaño de Canadá.
Me acerco a él y cierro la puerta, sin importarme golpearle el brazo en el proceso.
—¿Qué coño? —Hace una mueca y se frota el codo—. Eso duele.
—No puedes ir, —espeto, con los ojos muy abiertos mientras presiono el seguro de
la puerta como si mágicamente lo mantuviera adentro.
—Oh. —Tal vez sea mi tono, pero su irritación se convierte en comprensión cuando
mira alrededor del estacionamiento. Parpadea, como si se diera cuenta por primera vez
de lo grave que es toda esta situación—. No pensé en eso.
No jodas.
Gruñendo, meto la mano en el asiento trasero, agarro mi chaqueta y me la pongo.
—Espera aquí. No me llevará mucho tiempo.
Su expresión no cambia, pero puedo ver un pequeño cambio en ella. Es casi como si
estuviera preocupado por mí, pero eso no es posible porque ese no es nuestro modus
operandi.
—¿Cuánto tiempo? —Pregunta, agarrando sus pantalones como si estuviera
nervioso.
Me encojo de hombros, abro la puerta y salgo del coche.
—No mucho. —Haciendo una pausa, señalo con un dedo en su dirección, dándole
una mirada seria—. Y lo digo en serio, Blaine. Mantén tu culo en el puto coche.
Cierro la puerta, interrumpiendo todo lo que estaba diciendo, y luego entro. Esto es
algo serio. Una parte de mí está preocupada de que él vaya a arruinar esto por mí, pero
la otra parte está preocupada... por él. Es como si un extraño tipo de posesividad me
invadiera y me enviara directamente al modo protector. Es jodidamente inquietante, y
no tengo tiempo para entender por qué la idea de que Blaine esté en medio en esto me
asusta muchísimo.
Definitivamente un extraño hechizo de polla.
Mis ojos recorren el estacionamiento, tratando de ver si reconozco alguna de las
motos o los coches. Por supuesto que no, ya que no estoy familiarizado con todas las
personas que hacen recorridos. Claro, hago cosas muy raramente, pero generalmente es
con mis amigos, no solo.
Hay un portero en la puerta que me hace señas para que entre sin siquiera
saludarme: mi chaqueta habla por sí sola. Saco mi teléfono, leo las instrucciones de Raid
y me dirijo a la barra. Pido una cocaína líquida con un giro del camarero cubierto de
tatuajes y que parece que preferiría estar en cualquier otro lugar que no sea aquí.
Él asiente y coloca una servilleta frente a mí.
—¿Simple o doble?
—Simple.
—¿Sola o fría?
—Fría, —le digo fácilmente, sabiendo que es parte del código.
—Un segundo, —me dice, rodeando la barra y dirigiéndose hacia atrás.
Espero, mirando a mi alrededor con expresión aburrida a pesar de que mis entrañas
gritan que me largue de aquí. No es que tenga miedo de que me atrapen y cumplir
condena. Eso no me desanima en lo más mínimo. Es estar aquí en general lo que me da
asco.
Las drogas, las prostitutas, los yonquis y las demás pandillas. Esto en general no es
mi escena y prefiero hacer cualquier otra cosa por Whaley.
El tipo regresa un momento después, entregándome una bolsa de papel y una
bebida para llevar, de esa manera cualquiera pensaría que entré solo para tomar mi
pedido de comida para llevar. Le doy las gracias al chico, deslizándole el dinero antes
de tomar mis cosas.
Recta final.
Levantándome de mi taburete, estoy a punto de dirigirme a la puerta cuando
alguien me rodea, lo que me hace detenerme. Se necesita todo lo que hay en mí para
contener el gemido que quiero liberar.
—Pero mira lo que tenemos aquí. —Gunnar está frente a mí, flanqueado por otros
Víboras, y es mi suerte toparme con ellos sin que mis amigos estén aquí para
respaldarme.
—¿Dónde está el loco? —pregunta como si leyera mi mente. Mira a la izquierda y
luego a la derecha mientras busca a Bunky.
Puto Bunk. ¿En serio tuvo que acostarse con la hermana de este tipo la última vez
que estuvimos aquí?
—Está ocupado, —digo, manteniendo la voz firme.
No estoy preocupado por este tipo. He pasado años entrenando con Whaley y
podría derribarlo en segundos, pero no quiero pelear y llamar mucho la atención sobre
mí. Especialmente con la bolsa de coca que estoy tratando de sacar por la puerta.
No te olvides de Blaine.
Niego con la cabeza. No puedo permitir que Blaine interfiera con mi concentración
en este momento. Está en el coche. Él está bien. Debería preocuparme por mí,
especialmente ahora que los amigos de Gunnar parecen estar ansiosos por pelear.
—Bien. —Gunnar suspira antes de darme una pequeña sonrisa—. ¿Quizás debería
transmitirle el mensaje a través de ti? ¿Crees que puedes decirle algo de mi parte?
El gemido que estoy luchando por soltar casi se escapa. No quiero hacer esto. Meto
la bolsa dentro de mi chaqueta y dejo la bebida innecesaria en la barra, preparándome
para lo inevitable. Gunnar está buscando ajustar cuentas y, lamentablemente para él,
está eligiendo al hombre equivocado para hacerlo. Él aprenderá hoy.
Me pongo más erguido, completamente preparado para golpear a este cabrón en la
garganta cuando sus ojos se abren y una amplia sonrisa cubre sus labios.
—¿Qué coño hace alguien como tú en un lugar como este?
Lo juro por Dios, será mejor que Gunnar no hable de quien creo que está hablando.
Me giro y se me hiela la sangre cuando veo a Blaine.
Hijo de puta, no escucha una mierda.
—¿Te perdiste? —Suelto con irritación, esperando que Blaine pueda sentir lo
enojado que estoy. Bajo un poco la voz para que solo él pueda oírme—. ¿Qué cojones te
pasa? Te dije que esperaras en el puto coche.
Niega con la cabeza, enfrentándose a mí, sin darse cuenta ni preocuparse por
Gunnar y sus amigos.
—No soy un puto cachorro. No puedes simplemente dejarme en el coche mientras
haces recados. Dijiste que esto no tomaría mucho tiempo.
Gunnar suspira con impaciencia detrás de nosotros.
—¿Espera? ¿Sois amigos o algo así?
—No, —espetamos Blaine y yo al mismo tiempo. Nos volvemos el uno hacia el otro,
sin apartarnos de nuestras miradas.
—Vuelve al puto coche, Blaine, —siseo, empujando su pecho con ambas manos.
Las aleja con brusquedad.
—Vete a la mierda.
—¿Qué diablos es esto? ¿Una pelea de amantes? ¿Eres gay, Silas?
—Oh, vete a la mierda, —finalmente le ladra Blaine a Gunnar—. ¿Quién cojones
eres?
—Nadie importante. —Lo agarro del brazo y lo atraigo hacia la puerta—. Vamos.—
—Aún no hemos terminado, —gruñe Gunnar, y estoy a punto de noquearlo. Sin
embargo, Blaine tirando de mi agarre me distrajo momentáneamente. Me giro,
preparado para levantarlo y arrojarlo sobre mi hombro para largarme de aquí cuando al
siguiente segundo, el dolor explota en mi mejilla derecha, haciéndome tambalear hacia
atrás y caer al suelo.
—Dile a ese imbécil de Bunky, que la próxima vez que toque a mi hermana estará
pidiendo la guerra.
Estoy demasiado aturdido para hablar y levanto la mano para frotarme el punto
dolorido de la cara. Joder, el imbécil me dio un puñetazo. Me pongo de pie,
sintiéndome completamente enojado. Estoy listo para quemar este puto lugar hasta los
cimientos cuando una voz familiar teñida de rabia llega a mis oídos.
—¡¿Cómo te atreves a golpearlo?!
Blaine. Mierda. Necesito sacarlo de aquí. Me niego a pensar que en realidad me
preocupa que salga lastimado. No. Solo está arruinando todo esto. Voy a tener un gran
lío que explicarle a Whaley cuando regrese, y no puedo permitirlo.
Mi mirada se abre de golpe, observando al deportista enojado que mira a Gunnar
como si estuviera a punto de arrancarle miembro por miembro. No me malinterpretes,
es lo más sexy que he visto en mi vida, pero no estoy para nada preparado para ello.
Al igual que no estoy para nada preparado cuando Blaine pierde la cabeza.
DIECINUEVE
BLAINE

No estoy muy seguro de lo que sucedió después. Ni siquiera estoy seguro de que mi
mente desempeñe un papel en ninguna decisión consciente actualmente. Lo único que
sé es que cuando ese imbécil golpea a Silas, pierdo el puto control.
La rabia que estaba sintiendo se multiplica por diez dentro de mí. Veo sus bocas
moverse, intercambiar palabras, y sé que este es el momento en que Silas y yo debemos
irnos, pero algo dentro de mí se rompe, como una banda elástica que estiraron
demasiado.
—¡¿Cómo te atreves a golpearlo?!
En un momento estoy parado allí y al siguiente estoy derribando al bastardo al
suelo. Levanto el puño y lo bajo con fuerza, oyendo los huesos crujir bajo la fuerza del
puñetazo. Aunque no me detengo ahí. Sigo y sigo hasta que unas manos me tiran hacia
atrás y me alejo del hombre. Lucho por controlarme, no estoy listo para que esto
termine. Siento como si se hubiera desatado un monstruo y no quedará satisfecho hasta
que este hijo de puta se desangre en el suelo de este bar.
Estoy aturdido, completamente perdido en la ira desenfrenada y la furia ciega
mientras miro al hombre al que acabo de joderle la cara. Su nariz está rota, eso es
seguro, con sangre manando y acumulándose en la parte superior de su camisa. Uno de
sus ojos ya se está cerrando y…
¿Eso es un diente?
—Mierda, —dice Silas, todavía reteniéndome mientras gira su cabeza hacia todas las
personas que nos rodean—. Tenemos que irnos.
Asiento en silencio, incapaz de decir o hacer nada más que dejar que nos saque del
club. Nos siguen amenazas y nos lanzan botellas, pero logramos evadir a todos los que
intentan atraparnos.
Una vez que estamos afuera, corremos hacia el coche, y Silas maldice cuando intenta
abrir la puerta, solo para que no ceda.
—¡Joder, Blaine! ¿Lo cerraste?
—¿Qué? —Pregunto, mirando por encima del hombro a los motociclistas que salen
de la entrada—. ¿Vamos a discutir sobre esto ahora mismo?
Maldice de nuevo, busca sus llaves y finalmente abre la puta puerta.
—¡Nadie lo habría jodido tanto!
—¿En serio? —Grito, saltando dentro y cerrando la puerta de golpe justo cuando
una chica con aspecto loco revisa la ventana—. ¡Arranca ya!
—¡Joder! —Arranca el coche y sale del estacionamiento.
No dejo escapar un suspiro de alivio hasta que estamos lo suficientemente lejos
como para poder relajarme, e incluso entonces siento que mi sangre sigue bombeando
llena de adrenalina. Hostia puta.
No sé en qué estaba pensando al entrar allí. Debería haber mantenido mi culo en el
coche como dijo Silas, pero me estaba poniendo inquieto sentado allí solo. También me
estaba enojando un poco que lo que fuera que estuviera haciendo estuviera tardando
tanto. Sin mencionar que mi ansiedad estaba por las nubes pensando en todos los qué
pasaría si, preocupado de que de alguna manera estuviera herido. Así que no lo pensé
bien. Punto. Y eso es muy preocupantemente inusual en mí.
Acabo de darle una paliza a ese tipo. Todavía no puedo creer que ese fuera yo. Dejo
caer la cabeza contra el asiento, cierro los ojos y espero lo inevitable.
Silas se va a enojar.
Aunque me siento mal por haberle estropeado algo. Dijo que esto era algo
importante... ¿Qué pasa si se mete en problemas por esto?
¿Pero por qué cojones me importa eso? Puedo sentir remordimiento por lo que hice
pero no importarme lo que le pase a él.
Sacudo la cabeza, tratando de aclarar el desastre dentro de mi cabeza. Quizás
debería simplemente romper el hielo. Dejarlo enfurecerse y eso será todo.
Sí, eso debería funcionar. Abro la boca para hablar pero él me interrumpe después
de la primera palabra.
—Pues…
—Cállate, joder, —dice, sin molestarse en mirarme mientras continúa conduciendo.
—Silas, no quise...
Golpea el volante con la mano y me lanza una mirada asesina.
—Cállate, Blaine. No hables.
Mi orgullo me dice que no debería, pero me hundo en mi asiento. Algo parecido al
miedo se apodera de mí, pero eso es ridículo porque no le tengo miedo a Silas. A pesar
de cómo somos, no creo que nos lastimemos nunca más. Bueno, sexualmente tal vez,
pero eso no viene al caso. Él no me asusta, pero... tal vez la idea de terminar lo que sea
que tengamos lo que sí lo haga. Se ve tan lívido, esa vena furiosa en su cuello palpita, y
me doy cuenta de que podría ser eso. ¿Fue esta noche la última vez que lo tendría?
Se siente como una pérdida.
¿Qué coño? Una vez más, mi mente arroja pensamientos locos. No debería importar
si Silas quiere dejarlo todo. Esto solo tenía como objetivo sacarnos el uno al otro de
nuestros sistemas, nada más.
Entonces ¿por qué me importa tanto?
Después de eso, nos quedamos en silencio durante un largo rato. Estoy tan perdido
en mis pensamientos que no me doy cuenta de que Silas se ha estacionado a un lado de
la carretera hasta que se inclina sobre mí para meter una bolsa con algo en la guantera.
Frunzo el ceño mientras miro hacia la noche. No puedo ver una mierda. Estamos en
medio de la nada, rodeados por nada más que vastas llanuras y...
¿Esas son unas putas vacas?
—¿Dónde estamos? —Pregunto, lanzando una mirada nerviosa a Silas. Aquí no es
donde me matará, ¿verdad? Soy demasiado joven para morir, especialmente con las
vacas como testigo.
—Sal del coche.
Mis ojos se abren.
—No creo…
Me interrumpe el portazo de su puerta en mi cara. Una vez más, mi mente se niega a
temblar ante Silas Richards, pero su gélida hostilidad es algo que no había visto antes.
Silas no se irrita. Él explota.
Trago con dificultad mientras salgo del coche, echando un vistazo furtivo a las
vacas, preguntándome si esta es la primera vez que presenciarán un homicidio
involuntario o si ya son veteranas experimentadas. Me dirijo a la parte delantera del
coche para encontrarme con Silas allí, con los puños cerrados a mis costados en un
intento de ocultar mis nervios. Independientemente de lo que vaya a decir y de lo que
vaya a hacer, puedo...
Se abalanza, su boca está sobre la mía con un hambre que nunca antes había
experimentado en él. Gimo cuando mete su lengua en mi boca, disfrutando de lo
desesperado y descuidado que es esto. Sus dientes chocan contra mis dientes y solo
recupero el sentido cuando me da una nalgada.
—Hostia puta, Blaine, —gime, manoseándome por todos lados y tirando de nuestros
cuerpos calientes, presionando su evidente erección contra la mía—. ¿Qué fue eso?
—Lo-lo siento, —tartamudeo, todavía un poco sorprendido de que ya no sea comida
para vacas—. No lo sé…
Me silencia con otro beso y luego se retira, mordiéndose el labio inferior con una
sonrisa mientras esos grandes ojos marrones brillan con lujuria.
—No te disculpes. Fue muy caliente. —Estoy demasiado aturdido para hablar. No
ayuda cuando Silas se agacha un poco y me levanta del suelo, obligándome a rodear su
cintura con mis piernas mientras me sube al capó de su coche—. La forma en que
golpeaste a ese cabrón, —ronronea, dejándome ahí sentado mientras sus labios recorren
mi cuello y sus manos suben por mi camisa—. ¿Cómo se siente tener sangre en las
manos?
No es hasta que él lo señala que me miro los nudillos. La piel está rota, roja y fea.
Pero a Silas no le importa. A Silas... le gusta, si tenemos en cuenta la forma en que se
arrastra por mi cuerpo y besa cada centímetro expuesto de mí. Me vio perder la calma y
me está recompensando. La oscuridad, la violencia, la sed de sangre, nada le asusta. Me
dan ganas de volver a perder la cabeza si esta es la recompensa que obtendré.
—Se siente... —Me estremezco cuando toca mi pubis, el deseo recorre a través de mí
cuando deja besos húmedos y descuidados en mi piel—. Se siente jodidamente bien.
Incluso revitalizador. Como si ahora fuera una persona completamente nueva.
Él me liberó.
—Te volviste loco, —afirma, desabotonando mis jeans y lentamente bajando mi
cremallera, luego volviendo a subir para que su rostro se cierna sobre el mío—. ¿Qué lo
logró, Blaine? ¿No te gustan los idiotas homofóbicos?
Mi pecho está agitado, la respiración pasa por mis labios con dureza mientras él me
toca.
—Te golpeó y eso me enojó. Nadie se mete contigo excepto yo.
No debería haberlo admitido, pero ya es demasiado tarde para retractarme.
Las manos de Silas todavía están alrededor de mi polla mientras me mira, con la
boca entreabierta por la sorpresa. Su mirada inquisitiva está llena de algo que no puedo
ubicar pero que luego es reemplazado por fuego humeante y una sonrisa arrogante.
—Bueno, —arrastra las palabras, agarrando mi polla por completo antes de darle
una larga caricia—. Recuéstate y déjame hacerte sentir bien.
Entonces su boca envuelve mi polla y hace que deje caer mi cabeza contra el capó
del coche. No me atrevo a tomar el control esta vez, dejándolo liderar el camino
mientras mueve su cabeza hacia arriba y hacia abajo, su lengua se enrolla alrededor de
mi cabeza, sus mejillas se hunden para poder chuparme lo más que pueda.
—Joder, Silas, —gimo, bajando mis manos para clavar mis dedos en su cabello
desordenado, mis dedos de los pies se curvan cuando una mano va a jugar con mis
pelotas—. Eso se siente tan bien.
Él sube la cabeza, mirándome con una sonrisa malvada. Luego se levanta,
desabotonándose lentamente los pantalones, y yo me quedo mirando el striptease con
baba en la boca. La forma en que se lame los labios húmedos, cómo su flequillo cae
sobre su frente y oscurece sus ojos hambrientos, y esa peca que adorna la parte superior
de su garganta. Joder, es tan hermoso…
Espera, ¿qué?
—Quiero probar algo, —dice, caminando hacia mí—. Siéntate, Blaine.
Asiento, listo y ansioso por seguir adelante con lo que sea que haya planeado.
Cuando junta nuestras pollas en sus manos callosas, gimo. Sí. Esto. Escupe sobre
nuestras longitudes combinadas para facilitar el deslizamiento.
—Te voy a follar, —susurra mientras levanta su mano libre y agarra mi garganta,
pero no se parece a nada que haya hecho antes. No me presiona ni me estrangula, sino
que me sostiene suavemente, frotando su pulgar por la parte inferior de mi oreja. Es
muy extraño, pero no me importa—. ¿Lo quieres?
La idea de tener la polla de Silas cerca de mi culo me pone nervioso, pero algo
dentro de mí burbujea ante la idea de estar en cuatro para él. No creo estar listo para
eso, a pesar de lo mucho que estoy disfrutando lo que estamos haciendo ahora.
Pero si sigue follándonos a este ritmo tortuosamente lento, no creo que mi orgullo
sea tan fuerte para no rogarle que me dejara correrme.
—Silas, joder. Más rápido. —Cuando nos suelta, odio la forma en que me quejo por
la pérdida. Voy a hacerlo yo, pero él me aparta las manos—. Quiero…
—Solo relájate, —dice—. Mírame.
Asiento, atrapado por sus ojos y la forma en que todavía sostiene mi garganta.
Todavía estoy maravillado por el hecho de que no está circuncidado, lo que hace que su
polla parezca un regalo listo para ser desenvuelto.
Me pregunto si solo está tratando de torturarme un poco más, pero entonces da un
paso adelante, junta nuestras cabezas y estoy a punto de preguntarle qué va a hacer
hasta que, con un movimiento rápido de su pulgar, arrastra su prepucio sobre la cabeza
de mi polla.
Hostia puta, joder, Santo Dios.
—¡Si! —Grito, arqueando la espalda cuando él comienza a follarme en serio. La piel
se extiende sobre la punta de mi polla y la envuelve en un calor delicioso. Estoy
engullido por Silas, una parte de él, y eso amenaza con llevarme al límite.
—¿A que te gusta? —pregunta, pero su voz es tensa como si esto le estuviera
afectando tanto como a mí—. Dime, ¿te gusta?
—Me encanta, —gemí, agarrando sus hombros para agarrarme, lo que termina
acercándolo a mí. Rozo mis labios contra su cuello, sacando mi lengua para provocar la
peca oscura en su garganta—. ¿Dónde... Joder... dónde aprendiste esto?
—Porno, —murmura, apretando su agarre antes de follarme más rápido—. No
puedo esperar a que me llenes de semen. Hazlo, Blaine. Hazlo por mí.
Joder, Dios Santo, su boca sucia va a ser mi perdición... bueno, más de mi perdición.
Asiento, todavía chupando su piel, seguro de dejar una marca. A una parte malvada
de mí le importa una mierda si se enfada con el chupetón que le dejaré, a la mierda con
eso, porque sé que me excitaré al verlo allí cada vez que lo mire.
Nuestro sucio secreto. Nuestro tiempo pasado en la oscuridad. Nuestra mentira lujuriosa.
—Estoy cerca, —gruñe, y puedo sentir su respiración entrecortada contra la parte
superior de mi cabeza—. ¡Dios, sí, joder!
Es la sensación de su semen caliente cubriéndome lo que me envía a una espiral.
Estallo, dejando escapar un grito tan fuerte que estoy seguro de que las vacas ya habrán
huido.
Cuando termina, Silas tira suavemente su polla hacia atrás y miramos juntos cómo
nuestro semen gotea de él y cae sobre el capó del coche. Es tan jodidamente erótico, tan
increíblemente caliente, que lo beso. Toma sus dedos cubiertos de semen y los frota
contra mis labios hasta que los abro y los chupo en mi boca. Mis ojos se ponen en blanco
mientras los pruebo a ambos, nuestra liberación combinada es dulce pero tan
pecaminosa.
—Lo haremos de nuevo, —dice con voz áspera, sonriendo mientras le chupo los
dedos.
—Mhm, —tarareo, soltando sus dedos con un fuerte pop. Nos limpia a los dos y, con
una sorpresa que no esperaba, me arrastra hasta el borde del coche para que quede
acunado entre mis piernas y se mueve para que mis muslos queden alrededor de su
cintura. Arqueo una ceja confundida cuando observo su rostro repentinamente serio—.
¿Qué?
—¿Qué pasó allí? —pregunta, inclinando la cabeza hacia un lado—. Quiero saber.
Palidezco ante la pregunta. Voy a mantener la boca cerrada como lo haría
normalmente, pero Silas acaba de verme golpear a un hombre. Basta decir que ahora no
se lo puede ocultar.
—A veces…
Sus cejas se fruncen mientras me mira.
—A veces, ¿qué?
Espera pacientemente mientras me muerdo el labio inferior y me pregunto cuánto
debería decirle. Después de un momento, me conformo con la verdad. A pesar de ser la
última persona ante la que pensé que admitiría esto, algo en mí dice que él lo entenderá.
—A veces me… enojo tanto. No sé. Es como si todo dentro de mí comenzara a
retorcerse hasta volverse feo y odioso. Sé que eso me convierte en una mala persona...
—No es así, —interviene rápidamente, colocando ambas manos a cada lado de mis
caderas, enjaulándome—. Te hace humano.
Cierro los ojos, dejo que sus palabras se apoderen de mí y siento una oleada de
calidez en mis entrañas al ser validado.
—¿No crees que eso está mal? —Pregunto, mirándolo de nuevo, con muchas ganas
de saber—. Se supone que no debo ser así.
—Ningún bueno es verdaderamente bueno, —susurra con una mirada pensativa en
sus ojos.
—¿Dónde escuchaste eso?
—Algo que alguien me dijo hace mucho tiempo, —responde, encogiéndose de
hombros—. Tampoco ningún malo es realmente malo.
Supongo que puedo verlo. Soy un idiota por pensar que es muy reflexivo viniendo
de Silas, y soy un idiota aún mayor por pensar que no poseía suficiente conciencia para
ser perspicaz. Sin embargo, sus palabras me sorprenden porque cuanto más tiempo
paso con él, más ciertas suenan.
Él es malo. Sé que lo es. No importa cuánto me guste cuando me excite, las razones
por las que no me agrada siguen en pie.
¿Pero eso significa que no es redimible?
—Vamos, —dice, apretando ligeramente mi cadera mientras da un paso atrás—.
Tenemos que irnos. Tengo que hablar con los chicos y contarles lo que pasó.
Asiento, saltando del capó. Sin embargo, antes de que pueda llegar al lado del
pasajero, me agarra la mano, me acerca a él y me sorprende con un último beso
prolongado en los labios.
—Lo que hiciste allí... gracias.
Su tono suena vulnerable, muy propio de él. No puedo evitar sonreír ampliamente,
sonriéndole mientras me sonrojo, sabiendo muy bien que lo haría de nuevo.
—Por nada.
Un último beso se convierte en múltiples besos, lo que nos lleva a frotar nuestras
pollas en el asiento trasero de su coche, donde me pierdo en él nuevamente. Hoy vi otro
lado de él, uno que nunca esperé ver, y es impactante.
Pero no del todo desagradable.
VEINTE
SILAS

—Tierra llamando a Silas, —grita Bunky, agitando su mano frente a mi cara para
llamar mi atención, y salgo de mi aturdimiento.
Bunky, Raid y yo estamos escondidos detrás de la escuela teniendo nuestra versión
de 'almuerzo', fumando mientras esperamos que suene la siguiente campana para
poder terminar el día.
—Tío, —el rostro de Bunky se contrae por la confusión mientras me evalúa— ¿por
qué coño estás perdido para el mundo últimamente? Has estado actuando raro.
—Desde hace un tiempo. Te dije esa mierda pero no me creíste, —añade Raid
burlonamente, haciendo que mi atención se desvíe hacia él.
—¿Habéis estado hablando de mí? —Suelto un poco demasiado agresivamente. Sé
que no está diciendo que estuvieran hablando mierda, pero así es como lo tomé.
Raid levanta las manos en señal de rendición.
—Solo dije que has estado distante es todo. Nada malo.
—Sí, relájate. No fue nada serio —interviene Bunky, golpeando su hombro con el
mío.
Los miro, observo sus expresiones sinceras y luego me relajo contra el edificio de
ladrillo.
—Disculpad. Es que tengo muchas cosas pasando por mi cabeza. No hay nada por
qué preocuparse. Estoy seguro de que lo superaré pronto.
Es Blaine, por supuesto, pero estoy dudando seriamente de la última parte de mi
declaración.
No siento que haya siquiera rascado la superficie de mi picazón, y realmente no veo
que eso suceda por mucho tiempo. Me ha hecho algo, se ha deslizado bajo la superficie
de mi piel y me parece imposible sacarlo.
Me sorprenderé pensando en Blaine en el peor de los momentos. Estaré en el taller
tratando de terminar el trabajo y esos putos ojos grises aparecerán en mi cabeza,
provocándome con las pequeñas motas azules en ellos. Estaré con Bunky y Raid y
recordaré la forma en que Blaine gime cuando lo hago correrse. Es muy inconveniente.
Después de lo que pasó en el club la semana pasada, mi actitud hacia él ha
empezado a cambiar. No mucho, pero lo suficiente como para empezar a preguntarme
si las razones por las que lo odio son válidas. Quiero decir, le dio una paliza a Gunnar
por mí. No solo eso, sino que no puedo dejar de pensar en toda esa mierda que dijo
después de que lo hice correrse. Es obvio que tiene algunos demonios internos y me
encuentro con ganas de explorarlos. No solo por mis propios motivos retorcidos.
Suspiro, saco un cigarrillo y lo enciendo mientras me concentro en Raid y Bunky.
Bueno, o al menos lo intento. No es mi culpa que el producto de mi obsesión me envíe
un mensaje de texto un momento después, alejándome mentalmente de mis amigos
nuevamente.
Deportista Engreído: Qué haces?

Esa es otra cosa nueva: chatear cuando no tenemos una razón para hacerlo. Al
principio me molestó, pero ahora una parte estúpida de mí lo espera con ansias.
Coloco el cigarrillo entre mis labios y lanzo una rápida mirada a Bunky y Raid, que
están demasiado ocupados discutiendo sobre la última serie de BMW como para prestar
atención a lo que estoy haciendo.

Yo: Almuerzo en la parte trasera de la escuela, y tú?

Deportista Engreído: Tratando de no apuñalarle el ojo a Kent con mi tenedor. El


tipo me vuelve loco.

Dejé escapar una risa, cubriéndolo rápidamente con una tos, esperando que mis
amigos no se dieran cuenta.

Yo: Bueno, eso no es agradable. Pensé que era tu amigo.

Deportista Engreído: Amigo? Difícil. Tú me gustas más que él y eso es decir


bastante.

Auch.

Yo: Oh, labios dulces, no te gusto? Estoy devastado.

Deportista Engreído: Ahora tendremos apodos? Debería proponerte uno también?

Pongo los ojos en blanco, queriendo señalar que él me llama 'Si' al menos una vez al
día. Otra cosa que sorprendentemente no me irrita. Nadie excepto mi mamá me llama
así, y cada vez que alguien lo hace, siempre lo corrijo. No preguntes por qué, pero
siento que hay algo muy íntimo en acortar mi nombre. Como si realmente tuvieras que
conocerme para llamarme así, y no creo que nadie realmente me conozca… pero tal vez
Blaine esté empezando a hacerlo.
No sé. Ni yo le veo sentido.

Yo: Si dijera que sí, cuál elegirías?

Deportista Engreído: Mmmm… eso es difícil. No tienes cara de “amor” ni “cariño”.

Yo: Gracias, joder.

Deportista Engreído: Jajajaja


Deportista Engreído: Aunque pareces un fanboy. Qué tal si te llamo el chico de
Blaine? Suena bien. Incluso podría ponerlo en una camiseta.

Deportista Engreído: Oh, en realidad no es una mala idea.

Deportista Engreído: Debería darte mi jersey de repuesto, eso es básicamente lo


mismo.

Deportista Engreído: Oh, te verías tan lindo.

Miro fijamente la pantalla, observando cómo su nombre aparece una y otra vez, sus
mensajes se vuelven más vergonzosos cuanto más continúa.

Yo: Para, por favor, duele. No más.

Deportista Engreído: Me disculparía pero estaría mintiendo.

Deportista Engreído: Ojalá no tuviera un juego más tarde. Quiero verte.

Yo también.
¿Ves? Todo es demasiado extraño.
—Tenemos mucho producto para vender. No sé qué hacer con eso. Esos putos
Víboras están empezando a llevarse a algunos de nuestros clientes habituales. Whaley
dijo que está bien con eso, pero estoy notando que el producto está empezando a
acumularse, —dice Bunky, devolviéndome a la conversación.
—Lo sé. —Raid asiente y apaga el humo—. Lo he notado también. No mucho se está
moviendo.
—¿Qué pasaría si lo intentarais en el juego de esta noche? —Les digo, ganándome
miradas curiosas de ellos. Sí, no los culpo. No sé qué carajo estoy haciendo para ser
honesto—. Pensadlo. Todos esos niños ricos vendrán a ver el partido de ambas escuelas.
Apuesto a que fácilmente podríais obtener ganancias esta noche.
Se siente como una situación en la que todos ganan. Puedo hacer algunas ventas
para Whaley y ver furtivamente a Blaine también. Sí, eso es muy extraño, pero creo que
necesito dejar de cuestionar mi proceso de pensamiento y simplemente dejarme llevar.
Quiero decir, ¿qué es lo peor que podría pasar?
—Eso podría funcionar, —reflexiona Bunky, pensándolo mientras mira a Raid—.
¿Qué crees?
Raid nos mira, un brillo curioso se esconde detrás de sus gafas con montura
metálica.
—Me parece bien. Solo hay que tener cuidado de que no nos pillen.
—Hecho, —Bunky y yo estamos de acuerdo.
Miro mi teléfono, dándome cuenta de que aún no le he respondido a Blaine, y luego
escribo algo rápido, presionando enviar antes de cambiar de opinión.
Yo: Estaré en tu juego más tarde.

Deportista Engreído: ...

Deportista Engreído: Hablas en serio?

Deportista Engreído: Hostia puta! Necesitas mi jersey!

Deportista Engreído: Lo usarás por mí?

Deportista Engreído: Joder, esa imagen mental es caliente. Te verás muy sexy con
solo mi ropa.

Deportista Engreído: Sí, necesito que eso suceda en algún momento.

Leo los mensajes, con los ojos casi saliéndose de mi cabeza cuanto más se adentra en
la madriguera del conejo. No sabía que era posible estar tan cachondo todo el tiempo,
pero Blaine es como un adicto al sexo encubierto.

Yo: Joder, el jersey no.

Presiono enviar justo cuando suena la campana.

Yo: Me tengo que ir. Hasta luego.

Guardo mi teléfono y capto la expresión inquisitiva de Raid. Solo entonces me doy


cuenta de que estoy sonriendo como un tonto. Me aclaro la garganta antes de obligarme
a alejarme para que no haga ninguna pregunta.
—¿Listos para irnos?
—Sí, —dice Bunky, parándose en toda su altura y estirando los brazos por encima
de la cabeza—. Acabemos con esta mierda de una vez.
Raid todavía me mira raro pero asiente de todos modos.
—Sí, vamos.
Suspiro, deseando poder contarles a mis amigos lo que está pasando. No me gusta
ocultarles cosas, pero no sé si entenderían esta nueva adicción que tengo por Blaine.
Dudo que les importe si me estoy acostando con un chico, pero tampoco estoy muy
seguro y eso me hace dudar. No quiero perder a mis amigos por algo que es solo
temporal. Independientemente de todos estos sentimientos aleatorios que estoy
teniendo, todo esto eventualmente llegará a su fin.
Sin embargo, ¿los Ases? ¿Mi hermandad? Eso es para siempre y no quiero
estropearlo, así que por ahora me quedaré con Blaine para mí.
Es más fácil así.
Horas más tarde, todavía estoy tratando de descubrir por qué pensé que sería una
buena idea. Odio el fútbol (todos los deportes, en realidad), pero hay algo extra idiota
en este. Tal vez sean los años de odio acumulado hacia Blaine los que hacen que mi
disgusto sea tan fuerte. No estoy muy seguro, pero lo único que sé es que verlo caminar
por el campo con su uniforme me hace sentir todo tipo de cosas entre las piernas.
Maldigo a los putos pantalones de fútbol por hacer que su culo se vea tan bien.
Reprimo un gemido, pensando en cómo dejó su jersey en mi coche para que lo
encontrara después de la escuela. Estuve a punto de sufrir un infarto allí mismo, en el
estacionamiento, cuando lo vi en el asiento del conductor. No creo que nunca me haya
movido tan rápido en mi vida como cuando lo escondí debajo de mi asiento antes de
que alguien pudiera verlo. Joder, pensé que Blaine estaba bromeando sobre todo el
asunto del jersey. Nunca esperé que él realmente lo hiciera.
Pero que me condenen si alguna vez lo uso. Eso es demasiado tonto. Me niego a
tener parte en esta mierda del espíritu escolar.
Negando con la cabeza, trato de concentrarme en el juego, resistiendo la tentación de
seguir cada movimiento de Blaine en el campo. Debo tener cuidado con cuánto lo
observo. Además, estoy soportando cada golpe, empujón y placaje que la defensa del
otro equipo le hace a mi chico. Me importa una mierda si es un juego, no me gusta que
la gente toque lo que es mío.
¿Qué coño? Blaine no es mío. Él no es mi nada.
En algún momento, el imbécil me lanza un beso con una pistola de dedos, y es la
cosa más cursi que he visto hacer a alguien. Es un idiota, pero la multitud está salvaje,
aplaudiendo como si él se lo hubiera hecho a ellos. Hace que me ardan las entrañas. Si
supieran que eso fue solo para mí. Dudo que estuvieran aplaudiendo tan fuerte.
—¿En serio estás viendo esta mierda? —pregunta Bunky, agarrándose a la cerca de
cadena y saltando como un lunático. Cruje con fuerza y me sorprende un poco que la
puta cosa no se estrelle contra el suelo bajo su peso.
—Bájate antes de que derribes esa mierda y nos pongan una multa, —le digo,
agarrando la parte de atrás de su chaqueta y tirando de él hacia abajo.
—Santurrón, siempre arruinando mi diversión, —gruñe, dándome esa sonrisa loca
suya.
—Se supone que debemos pasar desapercibidos, —interviene Raid, derribando a
Bunky a un lado—. Y eso no es desapercibido.
Bunky inhala profundamente antes de soltarlo lentamente.
—Estoy aburrido. ¿Podemos ir a caminar o algo así? ¿Vender algo? Me estoy
poniendo inquieto.
Miro el campo, tratando de descubrir qué está pasando. Están en medio de un
down, o como coño se llame, así que Blaine ni siquiera notará que me he ido.
Asintiendo, le hago un gesto a Bunky para que empiece a caminar.
—Tú primero.
Resulta que fue un gran error cuando ni siquiera cinco minutos después, estoy
rodando por el suelo con un miembro de los Víboras mientras intercambiamos golpes,
luchando por ganar ventaja. Este imbécil es enorme, probablemente tenga unos buenos
treinta kilos más que yo, pero me estoy defendiendo. Estos cabrones tuvieron el descaro
de aparecer en nuestro territorio para robar más clientes. Whaley realmente tendrá que
hacer algo al respecto. Están cruzando demasiados límites ahora.
Lucho con el tipo debajo de mí y retrocedo, a punto de golpearle la cara con el puño
nuevamente cuando al segundo siguiente me arrancan y me arrojan a un lado. Me
levanto bruscamente y me giro en modo de defensa, esperando que haya alguien
cargando hacia mí, pero me quedo paralizado cuando veo al alcalde Yates flanqueado
por tres guardias de seguridad.
Joder. Definitivamente esta no es la atención que necesitábamos esta noche y del
padre del chico con el que me estoy tirando, nada menos.
—¿Tenéis modales siquiera? —Ladra el alcalde Yates, y los ojos saltan entre nosotros
tres. Supongo que la otra pandilla se dispersó como cucarachas. Qué movimiento tan
cagón, pero no puedo decir que me sorprenda.
Mis ojos se posan sobre las personas entrometidas que se agolpaban a nuestro
alrededor, haciéndome saber cuánta atención recibimos con este altercado. Mierda,
espero que no hagan un registro, porque si lo hacen, Bunky realmente está jodido con la
cantidad de producto que tiene encima en este momento.
—Fue mi culpa, —digo, queriendo toda la atención sobre mí. No me importa pasar
la noche en el calabozo si eso es lo que se necesita para sacar a mis chicos de aquí ilesos
—. Yo aceptaré el castigo. Podéis dejarlos irse. Yo comencé todo.
Escucho a Raid y Bunky protestar, pero los interrumpo con un gesto de la mano,
necesitando que se queden callados y me dejen manejar esto.
El alcalde Yates me mira con los ojos llenos de tanta emoción que ni siquiera estoy
seguro de cuál destaca más. Hay una capa de disgusto, molestia e ira, pero también hay
lástima. De todas las miradas, esa es la que más me cabrea. No necesito la compasión de
nadie. No hay nada malo en la forma en que vivo mi vida, incluso si no está a la altura
de sus estándares.
—¿Qué estáis haciendo aquí? —pregunta, sus ojos se mueven hacia mis amigos—.
Nada bueno por lo que veo. Este es un evento escolar. Es realmente importante para
varios jugadores del equipo. Que estéis aquí no solo hace que ellos sino también nuestra
escuela queden mal.
—Creo que este es un país libre, —gruñe Bunky—. Podemos ir a donde queramos.
Joder, ¿por qué no puede simplemente mantener la boca cerrada por una vez? A este
paso, terminará en prisión por posesión y venta en terrenos escolares. Eso es como cinco
años o algo así.
Alzando la mano, me quito el pelo de la frente, intentando parecer tranquilo, pero
mi interior grita. Juro que este cabrón va a ser mi muerte. Whaley necesita intervenir
pronto o estará acabado. Terminaremos muertos o pudriéndonos en poco tiempo.
El alcalde Yates da un paso amenazador hacia él, con los ojos llenos de rabia
desatada mientras clava un dedo en el pecho de Bunky.
—País libre o no, esta es mi ciudad y yo tengo la última palabra sobre quién puede
estar en ella.
No sé si es una amenaza o qué, pero no necesitamos ningún motivo para tener al
alcalde husmeando en nuestras cosas.
Observo el peligroso interruptor en los ojos de Bunky. Es como uno de esos gremlins
a los que se supone que no debes alimentar después de medianoche o se volverán locos
y te matarán. Ya sé que si no lo saco de aquí en el próximo segundo, lo llevarán en un
coche de policía por asesinar al alcalde. Genial, será divertido explicárselo a Blaine.
Lo siento, Bunky mató a tu padre... Sí, eso irá muy bien.
Dando un paso entre ellos, extiendo mis brazos detrás de mí y agarro las muñecas
de Bunky, tratando de mantenerlas a sus costados para que retroceda.
—Señor, tiene razón, —cedo, dándole lo que espero sea una sonrisa sincera y no
amenazante—. Nos iremos.
El alcalde Yates me mira fijamente y todo lo que puedo hacer es devolverle la
mirada, dándome cuenta de que así es exactamente como se verá Blaine dentro de más
de veinte años. Joder, el alcalde está un poco bueno. Lástima que sea un imbécil de
primera. Me pregunto cómo la mamá de Blaine lo soporta.
Después de la mirada fija más larga e incómoda de la historia, da un paso atrás y nos
despide.
—Tenéis suerte de que esta noche sea importante para mi hijo y no puedo seguir con
vosotros, o estaríamos teniendo una conversación muy diferente. —Se vuelve hacia los
guardias de seguridad y les dice que nos escolten fuera antes de mirarnos una vez más
—. No quiero volver a veros en uno de estos eventos, ¿entendéis? De ahora en adelante,
tenéis prohibido participar en actividades relacionadas con la escuela.
Puedo sentir que Bunky quiere decir algo, pero no lo dejo, y lo arrastro lejos del
alcalde con Raid a cuestas. Nos libramos muy fácil y aunque él dijo muchas cosas que
me irritaron, se las dejaré pasar. No hay razón para pelear con él por pensar que somos
basura y, sinceramente, Bunky no debería estar tan enojado. Esta no es la primera vez
que se nos prohíbe algo por nuestra apariencia o quiénes somos.
No hablamos de camino a mi coche. El silencio entre nosotros está lleno de tensión y
frustración mientras regresamos al parque de casas rodantes. Intento no perderme en
mi cabeza, pero eso es imposible porque ella piensa en Blaine. Esta noche solo cimentó
todas las razones por las que debemos seguir siendo enemigos, lo cual es bueno porque
estaba empezando a perder eso de vista.
Aquí estaba yo, confundiendo sexo con sentimientos y mierda.
No es propio de mí en absoluto, pero Blaine me hace olvidar mi lugar en la sociedad.
Con él, puedo ser simplemente Silas y no el matón por el que todos me conocen. Es
bonito, pero también es solo una fantasía, porque pase lo que pase, soy un matón.
No importa cuánto me guste fingir que mientras estoy en la oscuridad las cosas son
diferentes, en el fondo sé que no lo son. Nunca lo serán.
VEINTIUNO
BLAINE

No puedo creer que haya venido.


Después de todo lo que pasó la semana pasada, noto un lento cambio en nuestra
dinámica. No me malinterpretes, todavía tenemos nuestros momentos y nos follamos
constantemente, pero ahora es diferente. El odio que él solía exudar por mí y la aversión
que yo sentía por él han comenzado a cambiar.
Miro hacia las gradas, e incluso en un mar de azul y blanco, puedo distinguir a Silas,
luciendo como si preferiría estar en cualquier otro lugar mientras él y sus amigos están
parados junto a la cerca metálica que separa las gradas del campo.
Parece irritado, como si odiara el hecho de haber venido, pero todavía está aquí.
No quiero admitir que le hace cosas estúpidas a mi corazón, mi pecho se llena de
calidez y mi estómago se llena de... No quiero decir mariposas, pero eso es lo que se
siente.
Todo esto es tan inesperado.
Me pregunto si vio el jersey que metí en su coche. Hoy me escapé durante el
almuerzo y, como Silas está loco y no cierra con llave sus puertas, logré meterlo allí.
Tampoco fui sutil al respecto y lo puse justo en el asiento del conductor.
Tal vez incluso lo esté usando.
No. Bromeé con él por eso, pero conozco a Silas. Heriría demasiado su ego y diría
algo de que no es un cleat chaser 12. Él también frunciría el ceño mientras lo hacía, tal vez
incluso amenazaría con patearme el culo.
Debería estar preocupado o incluso un poco disgustado por el hecho de que lo
conozco tan bien. Debería horrorizarme al pensar en él mientras nuestro equipo entra al
campo, pero no logro que me importe.
Él vino.
También es un partido importante, el partido por el campeonato, y aunque ya estoy
harto del fútbol, todavía quiero ganar porque sé lo que significará para el equipo.
También puedo admitir que, dado que Silas está aquí, voy a jugar muy duro y tal
vez presumir un poco.
—Oye, —susurra Landon, mirándome de lado mientras nos apiñamos alrededor del
entrenador que se está preparando para nuestra charla previa al juego—. ¿Te
encuentras bien, Capitán?
—Sí, —digo fácilmente, mi voz es un poco demasiado entusiasta, así que bajo un
poco el tono antes de continuar—. ¿Por qué no lo estaría? Estamos en el campeonato.
Él levanta una ceja y resopla con incredulidad.
—Llegamos al campeonato el año pasado y no estabas tan emocionado.

12
Así se les conoce a los fanáticos de cualquier deporte que buscan seducir a algún deportista para
tener sexo con ellos.
—¿Qué puedo decir? —Me encojo de hombros, todavía dándole una sonrisa de
megavatio—. Tengo un buen presentimiento sobre este.
—Si tú lo dices, —dice.
Después de eso, el entrenador comienza su charla y todos nos concentramos en él.
Luego hacemos un descanso antes de salir corriendo al campo y lanzo una última
mirada hacia donde está Silas. Raid y Bunky están mirando en la otra dirección, pero la
mirada de Silas está fija en mí. Solo para joderlo, sonrío, besando las puntas de mis
dedos antes de señalar en su dirección con forma de pistola. Sé que todos los demás
pensarán que es para la multitud (solo un movimiento de atleta engreído), pero sé que
Silas entenderá que es para él.
Prácticamente puedo verlo poner los ojos en blanco mientras me da la espalda, pero
no puede ocultar la sonrisa en su rostro mientras niega con la cabeza.
Sí, voy a ganar esto por algo más que el equipo.

Ya es el entretiempo y no puedo creer que llevemos veinte puntos de ventaja. Mis


compañeros de equipo me dan palmaditas en la espalda porque lo estoy haciendo
genial. Creo que puedo decir con seguridad que es lo mejor que he jugado.
—¡Estás que ardes esta noche! —Landon aplaude, salta sobre mi espalda y casi me
tira al suelo—. Quieres salir con fuerza, ¿eh?
—Quítate de encima, —bromeo, alejándolo de él—. Algo así.
Me arrastra hacia un lado, acercándome a la mesa de refrigerios, y luego me mira
con curiosidad.
—En serio, hombre. Quiero decir, no estoy enojado. Luces genial, pero es raro. De
repente estás tan metido en esto. ¿Qué pasa?
Contengo la respiración, tratando de decidir si debería decírselo. ¿Debo explicar que
estoy jugando mi mejor partido porque Silas está en las gradas mirando? Que quiero
presumir ante él porque… Bueno, joder, no lo sé. No puedo explicarlo por mí mismo.
Solo quiero que Silas vea lo bueno que soy.
La necesidad de decirle a Landon que soy más feliz que nunca es muy fuerte. Sería
fácil contarle todo y me haría sentir mejor finalmente ceder y contarle a mi amigo más
cercano toda la mierda que me ha estado pesando durante tanto tiempo, pero algo me
detiene.
No sé si es cobardía u orgullo, pero me hace mentir, lo que solo aumenta mi
creciente culpa en lo que respecta a Landon. Soy un amigo de mierda.
—Solo intento terminar la temporada con un buen recuerdo.
Frunce los labios y luego abre la boca como para decir algo, pero el entrenador nos
llama dos segundos después, por lo que no puede expresarlo. Mientras el entrenador
nos da consejos, sobre todo felicitándonos por nuestro desempeño, busco a Silas. Sin
embargo, frunzo el ceño cuando no lo veo, mi pecho se mueve un poco cuando me doy
cuenta de que se ha ido.
Joder, ¿por qué estoy tan decepcionado?
Intento ocultar mis sentimientos, pero Landon lo ve. No dice nada porque ahora no
es el momento, pero sé que quiere hacerlo. Supongo que Silas simplemente se aburrió.
Lo entiendo. El fútbol no es para todos y de todos modos estamos ganando, pero pensé
que tal vez él hubiera querido...
No, eso es ridículo. Él no es mi novio que me apoya. Es mi follamigo y necesito
recordarlo.
Cuadro los hombros y mantengo la cabeza en alto, decidido a no dejar que esto me
moleste y arruine mi juego. Pero cuando volvemos al campo, odio el hecho de mirar las
gradas una vez más, esperando que los resultados sean diferentes esta vez.
Solo que no. Él todavía no está allí.

Ganamos.
Eso no es sorprendente considerando lo lejos que estábamos, pero aun así es genial.
La multitud está enloquecida, los aficionados llegan desde las gradas para felicitar al
equipo, pero yo no estoy realmente con espíritu de fiesta.
—¡Lo hicimos! —Landon aplaude y golpea el costado de mi casco antes de que me
lo quite—. ¡Fiesta esta noche, perras! —llama a todos los jugadores.
Niego con la cabeza, tratando de mantener una sonrisa en mi rostro.
—Yo no, no esta noche.
—Oh vamos. —Hace un puchero mientras me sacude el brazo—. ¡Hombre, acabamos
de ganar los putos campeonatos! ¡Necesitamos celebrar!
—No, —digo de nuevo, un poco más fuerte esta vez. Sé que estará decepcionado y
sé que se espera que yo aparezca durante la celebración, pero me importa una mierda.
No estoy de humor para fiesta.
—¿Hablamos? —pregunta, repentinamente serio y, si no me equivoco, un poco
enojado—. ¿Qué pasa con tu estado de ánimo?
Su tono solo alimenta mi creciente irritación. ¿Por qué tiene que estar enojado?
Ganamos el puto juego, ¿a quién le importa si me quedo fuera de una fiesta por una
vez?
—No está pasando nada, —respondo—. Ve a emborracharte esta noche y ve si
puedes volver a anotar con Maybelline. Haz lo que quieras pero déjame fuera de esto.
El dolor aparece en el rostro de Landon antes de reprimirlo, dando un paso atrás y
cruzando los brazos sobre el pecho mientras me mira fijamente.
—Bien. Sabes dónde encontrarme cuando decidas que vale la pena decirme
cualquier mierda que te esté pasando.
Cuando él se marcha, me siento como un idiota. ¿Qué hay de malo en no querer salir
y emborracharse? Amo a Landon, pero a veces desearía que respetara el hecho de que
no siempre quiero salir de fiesta.
Los fans ya se han reducido, pero todavía hay un par de personas que se acercan a
felicitarme. Intento buscar a Landon, sabiendo que debería intentar arreglar esto, pero la
multitud me traga.
Una vez más recuerdo que todos quieren algo de mí. Quieren tomar y tomar y tomar
hasta que no quede nada. No les importo. Solo les importa que haya ganado otro
campeonato en Brookshire. Ya estoy harto de esto.
Quiero a Silas.
Puede que a Silas no le importe, pero al menos puedo ser más yo mismo cuando
estoy cerca de él.
Me pongo mi fachada (sonriendo, riendo, estrechando manos) cuando lo único que
quiero es desaparecer.
Finalmente, se me concede un respiro cuando la gente empieza a perder el interés y
todos se dirigen a la fiesta de la que Landon habló antes. Me dirijo al vestuario para
cambiarme, sin entablar ninguna conversación, y luego salgo. El plan es ir directamente
a mi camioneta y enviarle un mensaje a Silas, sin importar lo patético que eso me haga,
hasta que me dé cuenta de que papá me espera en la salida.
Genial, esto es lo último con lo que quiero lidiar ahora.
Tiene una amplia sonrisa en su rostro, luciendo tan orgulloso que casi podría
confundirla con una genuina. Me abraza sin palabras, me estrecha la mano y puedo
sentirlo vibrar de emoción.
—Eso fue excelente, hijo, —dice mientras se aleja—. Definitivamente llamaste la
atención de un par de reclutadores. ¿Los viste?
Niego con la cabeza. No eran a ellos a quienes les estaba prestando atención, no es
que le fuera a decir eso a mi padre.
—Estaba demasiado concentrado en jugar.
—Muy bien. Por suerte llegaron aquí después de que estalló esa pelea. —Suspira
exasperado mientras niega con la cabeza—. Esos niños estúpidos...
Arqueo una ceja ante esto.
—¿Pelea?
—Sí. Algún tipo de pelea de pandillas. No sé por qué la trajeron aquí, precisamente
de todos los lugares.
Mi corazón se detiene al pensar en la última vez que Silas estuvo involucrado en una
'pelea de pandillas'.
—¿Qué pasó? ¿Quién estaba?
Me mira sorprendido pero responde de todos modos.
—¿Cómo se supone que voy a saberlo? Lo único que vi fue al chico Richards
dándole una paliza a alguien.
—¿Alguno de los dos resultó herido? —Pregunto tragando saliva, incapaz de ocultar
la preocupación en mi tono.
Sé que Silas puede defenderse en una pelea, pero no puedo evitar preguntarme si
está bien.
—No lo creo. Hice que se fueran. No quería que causaran una escena más grande.
Lo juro, deberían encerrarlo ya y terminar con esto de una vez.
—No digas eso, —espeto, y me doy cuenta de mi error después de que las palabras
salen de mi boca.
Papá me mira con curiosidad, inclinando un poco la cabeza.
—¿Y por qué esto te importa?
Busco una respuesta. Definitivamente no voy a decirle que me importa porque Silas
y yo hemos estado follándonos durante un tiempo. Además, sinceramente no tengo
idea de por qué me importa, pero sí me importa. Me importa mucho.
—No es una mala persona, —le digo, a la defensiva y sin molestarme en ocultarlo.
—Bien. —Papá resopla antes de poner los ojos en blanco—. Ves lo bueno en todos,
¿no?
Su actitud me irrita.
—Ningún malo es verdaderamente malo, —afirmo, recordando las palabras de Silas
y preguntándome si causarán el mismo tipo de revelación en mi padre que la que causó
en mí. Por su reacción, apuesto a que fallaron por completo. ¿Cómo podemos
parecernos tanto y al mismo tiempo ser tan diferentes?
—Si tú lo dices, —dice, luego me lanza otra larga mirada, tratando de evaluarme
como si fuera simplemente uno más de sus electores—. ¿Estás listo para ir a casa?
No, para nada. No quiero estar rodeado de gente, pero tampoco quiero estar solo.
Por segunda vez esta noche, el mismo pensamiento flota en mi mente.
Quiero a Silas.
—Hay una hoguera, —espeto—. Iba a ir allí.
Él asiente, con una pequeña sonrisa en su rostro.
—Bien. Deberías estar celebrando. Recuerda, nada de alcohol ni drogas.
—Sí, señor. —Asiento fácilmente.
Me da una palmadita en la espalda y dejo escapar un suspiro de alivio una vez que
se va. Luego me dirijo a mi camioneta, tiro mi bolsa de equipo en el maletero y entro
rápidamente. Saco mi teléfono de mi bolsillo y voy a mis mensajes antes de arrancarla.

Deportista Engreído: Ey. En nuestro lugar?

Sonrío cuando recibo una respuesta inmediata después de enviarla.

Yo: Ahí me dirigía.

Todavía siento una opresión en el pecho, una sensación de incomodidad y agitación


por la forma en que mi padre hablaba de Silas. También hay una culpa persistente por
cómo traté a Landon, por cómo todo parece volver a acumularse sobre mis hombros.
Pero soy capaz de alejar esos pensamientos, sabiendo que el alivio está a solo veinte
minutos de distancia.
VEINTIDÓS
SILAS

Estoy caminando a lo largo de la caravana, esperando a que Blaine llegue aquí,


sintiéndome un poco nervioso. Estoy molesto conmigo mismo por ir al juego pero
también frustrado por haber caído bajo algún tipo de ilusión de que Blaine y yo somos
más de lo que realmente somos.
Ni siquiera me gusta el chico... o al menos, eso es lo que me estoy diciendo a mí
mismo para que todo esto tenga sentido en mi cabeza. Me siento en conflicto, anudad o
y todo es simplemente estúpido. Tan jodidamente estúpido. Me gusta saber cuál es mi
posición respecto de la gente y, hasta hace poco, comprendía muy bien la realidad, o eso
creía.
Ahora me quedo aturdido, preguntándome cuánto tiempo llevo engañándome.
¿Podría ser que en algún momento durante las últimas semanas haya llegado a mí? ¿Se
abrió camino a través de una pequeña grieta de mi duro exterior y ahora nunca podré
deshacerme de él?
Ese no soy yo. Soy el puto Silas Richards. Nadie me va a convertir en un novio
dulce. Que me condenen antes de que eso suceda.
No sé cuánto tiempo pensé que esto con Blaine continuaría, pero ya es suficiente.
Tendremos un último polvo, nos diremos nuestro adiós y fingiremos que esto nunca
sucedió. Aunque la idea me provoca náuseas en el estómago, sé que es lo que hay que
hacer.
Una docena de pasos de ida y vuelta después, Blaine finalmente se abre paso hacia
la caravana, con los ojos muy abiertos mientras se arrastran sobre mí un poco
frenéticamente. Arqueo una ceja, sin estar seguro de qué es lo que le tiene tanto pánico.
Deja escapar un suspiro, se acerca a mí y me agarra suavemente la barbilla antes de
inclinar mi cara de un lado a otro para mirarme. Hace una mueca de simpatía cuando
ve el corte en mi frente y la división en mi labio.
—Necesitas limpiar esto.
Me encojo de hombros, tratando de ignorar la sensación extraña que acaba de
estallar en mi estómago, y mis pensamientos anteriores de terminar con esto pasan a un
segundo plano por ahora. Lo haré, pero esperaré hasta que termine la noche.
—He recibido peores.
—¿Tienes un botiquín de primeros auxilios? —Pregunta, pasando suavemente sus
dedos por el hematoma en mi mandíbula, confundiéndome aún más con su suave
toque.
—En el baño, —digo, mi respiración está un poco entrecortada por la forma en que
me mira—. Debajo del fregadero.
Él asiente y va a buscarlo rápidamente. Cuando regresa, me empuja sobre el sofá y
se deja caer a mi lado. No parece ser él mismo, sus manos tiemblan un poco mientras
abre el kit y lo revisa. ¿Qué pasa con él?
—¿Está todo bien? —Me encuentro preguntando, aunque no debería importarme.
Se limpia las manos con una toallita con alcohol antes de abrir otra para mi cara.
—Estoy bien. —Me dice mientras me seca la frente con la toallita, lo que me hace
hacer una mueca de dolor.
Aunque no suena bien. Su tono es tembloroso y no actúa como él mismo.
—¿Qué pasa? ¿La sangre te da miedo? —Bromeo, queriendo hacer el momento
menos tenso.
Pone los ojos en blanco, presionando la toallita en mi cara con demasiada
brusquedad, y no puedo evitar hacer una mueca por el escozor.
—Sería extraño que un futuro médico le tuviera miedo a la sangre, ¿no?
Mis cejas se fruncen por la sorpresa ante eso.
—¿Quieres ser médico?
¿Cómo no lo sabía? Quiero decir, supongo que no lo sabría. No hablamos mucho,
por lo que no entiendo todos estos sentimientos jodidos que he estado teniendo por él
últimamente.
—Sí, mi papá no lo sabe, pero iré a Yale en otoño. A la mierda el fútbol y a la mierda
el sueño en el que me ha estado insistiendo toda mi vida, —dice enojado antes de
darme una sonrisa falsa—. Lo siento.
—No lo sientas, suena como si hubieras estado guardándote eso por un tiempo.
Déjalo salir. —No mentiré, ahora me siento mal por él. Parece que tiene mucho con lo
que lidiar.
Él asiente, abre otra toallita y continúa con su limpieza en mi cara.
—Si comenzara a soltarte todo lo que me atormenta, estaríamos aquí toda la noche.
—Tengo tiempo. —No debería decir esto, especialmente cuando hace unos
momentos decía que necesitaba que volviéramos al sexo puro, pero ahora mismo, creo
que necesita que alguien lo escuche. Por alguna razón, quiero ser ese alguien para él.
Hace una pausa, sus ojos yendo y viniendo entre los míos. No sé qué ve, pero debe
ser lo que está buscando, porque al segundo siguiente está dejando salir todas las cosas
dentro de su cabeza.
—Estoy harto de la larga lista de expectativas de mi padre. Desde que tengo uso de
razón, siempre he tenido que ir por la línea. Incluso cuando era niño, había cosas que no
me permitían hacer solo por quién era mi padre. Era agotador. Sigue siendo agotador.
Siempre se espera que sea perfecto, que sea todo lo que todos quieren que sea. —
Suspira y niega con la cabeza. Está tratando de forzar una sonrisa, poner esa fachada
que dice que todos los demás quieren de él.
A la mierda eso.
—No tienes que hacer eso conmigo, —le susurro, alcanzando su muñeca y frotando
mi pulgar contra su pulso—. Nada de mentiras de mierda, Blaine.
Sus ojos se abren un poco y se muerde el labio inferior.
—Estoy tan cansado, Si. Cansado de tener que hacer siempre lo correcto, cansado de
ser el chico modelo y tan jodidamente cansado del fútbol. Sé que soy muy bueno en eso
y sé que el plan de mi papá probablemente funcionaría, pero no lo quiero.
—Entiendo, —murmuro, dándome cuenta de cuánto lleva sobre sus hombros—. Eso
es una mierda.
—¿Verdad? —Se ríe y vuelve a su tarea mientras se concentra en mi labio roto—.
Siempre solía cuestionar las probabilidades. Me pregunto cuáles eran las posibilidades
de cada deporte que podría haber elegido, ¿elegiría ese? El destino tiene una manera
divertida de aparecer y torcer nuestros planes, ¿eh?
Termina de limpiarme y luego guarda el botiquín de primeros auxilios en el baño
antes de tirar la basura. No sé qué es lo que estoy sintiendo, pero es casi como si
quisiera darle la seguridad de que no está solo. Que las cosas nunca salen como las
planeamos.
Debería saberlo, considerando que se suponía que él nunca sería parte del mío.
—El destino puede irse a la mierda. Lo sé bien —digo mientras él entra de nuevo a
la habitación.
—¿De verdad? —Su frente se levanta y ladea la cabeza hacia un lado—. ¿A ti
también te jodió?
—No diría que me jodió, pero me ha hecho preguntarme por qué las cosas son como
son. —Respiro profundamente mientras me miro las manos—. Yo tenía ocho años
cuando encerraron a mi padre.
—Oh, mierda. Lo siento...
Agito una mano desdeñosa, interrumpiéndolo, no quiero que me tenga lástima. Ese
no es el punto de esto.
—No, fue hace mucho tiempo. Yo simplemente... No me malinterpretes, amo a mis
amigos, mi hogar, mi mamá. Puede que estas personas no parezcan gran cosa, pero
cada uno tiene su propia historia. Hay más en ellos de lo que la gente piensa. Este
simplemente no era mi plan para siempre. —Hago una pausa, tratando de descubrir
cómo abrirme a él sin revelar demasiado—. Sabes que tengo un hermano mayor,
¿verdad?
—Sí. Ryker, ¿verdad? —pregunta, viniendo a sentarse a mi lado otra vez.
—Bueno, en cierto sentido se convirtió en el hombre de la casa. Dejó la escuela
temprano, comenzó a trabajar para Whaley, haciendo muchas de las mismas cosas que
yo, pero él hizo... otras cosas también. —Joder, esto es difícil. No puedo romper la
confianza de Whaley diciéndole a Blaine demasiado sobre mi familia, pero sí quiero que
me comprenda más.
—Si creciste en esto, tienes la opción de ser iniciado en la pandilla una vez que
tengas dieciocho años. Si entras en la categoría como yo, Bunky y Raid, obtendrás un
pase gratuito hasta la graduación para decidirte. De todos modos, Ryker se unió y
básicamente tomó el lugar de nuestro padre, involucrándose más en el lado comercial
de las cosas.
Me muerdo el labio, sintiéndome vulnerable porque nunca antes había hablado de
esto. Bunky y Raid saben lo que es, ya que los verdaderos padres de Bunk están fuera de
escena y los padres de Raid siempre están demasiado jodidos para prestarle atención.
Los tres no tenemos que hablar sobre nuestras complicadas situaciones familiares. Todo
es simplemente tácito.
Sigo adelante, mi mente piensa en qué decir. Distraídamente jugueteo con las
cadenas de oro alrededor de mi cuello, la mía y la que solía pertenecer a Ryker.
—De todos modos, así fue durante un tiempo. Mi hermano terminó siendo estúpido,
pensando que el parche de los Ases lo hacía invencible. Lo arrestaron por hurto mayor,
nada que ver con Whaley. Fue un estúpido por su cuenta y ahora cumple quince años
en el penitenciario de Lancaster. Su esposa y su hija tuvieron que mudarse con mamá y
conmigo.
—Joder, eso es una mierda, —dice Blaine, mirándome con preocupación—.
Entonces, ¿dónde te deja eso?
—Esa es la pregunta del millón, ¿no? —Fuerzo una risa—. Me siento obligado a
unirme. Como si fuera parte de mi destino. Quiero decir, he estado usando la chaqueta
de mi papá durante años como si ya fuera miembro de todos modos… —Me detengo,
tratando de ordenar mis pensamientos—. Entonces, supongo que ahí es donde me deja.
Pegado a cuidar de mi familia, cumplir el rol que me ha quedado. Nunca seré más que
Silas Richards, el matón, el pandillero, y nadie puede hacer nada al respecto.
—Sin embargo, eres más que eso, ¿sabes? —Blaine susurra, sus manos haciendo esa
cosa de agarrar los pantalones que siempre hace.
Resoplo y niego con la cabeza.
—Gracias, pero no tienes que mentir. Ambos sabemos que es verdad.
—Tú eres... —Se interrumpe mientras se moja los labios, casi como si estuviera
tratando de descubrir qué decir a continuación. Lo contempla por un momento antes de
tragar con dificultad y tomar mi mano—. Eres más que eso para mí.
Joder, ahí va, diciendo todas las cosas correctas. De ahí vienen todos estos
sentimientos. A veces la mierda que dice... simplemente tiene sentido. ¿No soy yo quien
se supone que debe hacerlo sentir mejor?
Joder, sus ojos. Esas profundidades gris azuladas me absorben y me ahogan como
una tormenta. Me inclino y le doy un suave beso en los labios, algo que nunca antes
había hecho. Si bien él es quien baila claqué en la línea de la intimidad, yo nunca lo
hago, así que esto es realmente importante. Tal vez no esté listo para dejarlo ir después
de todo.
Muevo mis labios lentamente, tratando de transmitir lo que siento solo con mi boca,
rezando para que de alguna manera, de alguna manera, él me entienda. Que se dé
cuenta de lo mucho que esas palabras significan para mi. Que él entienda, a pesar de
que nunca se suponía que esto fuera más que simplemente follar, en algún momento me
llegó y no quiero que esto termine. No precisamente.
Da miedo todas estas cosas que siento. Es tan extraño y sé que existe la posibilidad
de que todo esto me estalle en la cara, pero ya no puedo luchar contra ello.
No puedo luchar contra él.
Y cuando finalmente acepto ese hecho y lo dejo ir, realmente siento como si
estuviera viviendo.
VEINTITRÉS
BLAINE

Desde nuestra conversación sincera la otra noche, Silas y yo hemos caído en una
nueva normalidad. Ahora lo veo bajo una luz completamente nueva.
Siempre pensé en Silas como basura de remolque, desperdiciando su vida porque le
importaba una mierda, pero eso está lejos de la verdad. Mientras que los adolescentes
normales andan por ahí y se divierten todo el tiempo, Silas tiene la carga de cuidar de
su familia sobre sus hombros. Es una locura cómo puedes conocer a alguien desde hace
tanto tiempo pero no conocerlo realmente.
Ahora, si pudiera entender la obsesión que Silas parece tener con las motocicletas,
sería genial.
—No lo entiendo, —murmuro, mirando la pantalla.
—¿Qué es lo que no entiendes? —él pregunta—. Es una moto jodidamente genial.
Ladeo la cabeza hacia un lado.
—¿Pero qué se supone que debo pensar al respecto?
—Se supone que debes apreciarla.
Miro a Silas y miro entre él y el vídeo que se reproduce, sin ver realmente a qué se
debe tanto alboroto. Es una motocicleta. Claro, es... ¿bonita? Roja y rápida. ¿Pero hay
algo en esto que sea especial?
Estamos en nuestro lugar en la caravana, sentados en el destartalado sofá cama
escondido en la parte trasera del espacio. Estamos cadera con cadera, el brazo de Silas
me rodea, atrapado entre el sofá y mi espalda, con sus dedos enganchados alrededor de
la presilla de mi cinturón. Mi cabeza descansa sobre su hombro, y de vez en cuando mis
labios vagan para mordisquear las pecas en su garganta, pero él me ha estado
ignorando.
Todavía está fanatizado con esa puta moto.
Necesita prestar atención a mi polla. Está toda triste y solitaria. Necesita un abrazo.
Preferiblemente con la boca.
—Si, —me quejo, frotando una mano de arriba a abajo por su muslo, sin importarme
lo desesperado que sueno.
—Es una Ducati Panigale V4 R, —dice asombrado. ¿De verdad está babeando—.
Tiene una transmisión de seis velocidades y un V4 refrigerado por líquido con un
cigüeñal contrarrotativo.
Resoplo.
—Maravilloso. Tal vez debería regalarte una para tu cumpleaños para que puedas
callarte.
—Incluso si pudieras permitirte una moto de cuarenta mil dólares, ya es demasiado
tarde. —Él se ríe, todavía manteniendo sus ojos en su teléfono—. Mi cumpleaños fue
hace un par de meses.
Joder, toda la mierda que pasa entre nosotros y nunca pensé en preguntarle cuándo
era su cumpleaños. Me siento como un idiota.
—¿Cuando fue tu cumpleaños?
—El mismo que el tuyo, —dice distraídamente, sin dejar de mirar la pantalla.
—Espera. —Me congelo y me siento más erguido para poder mirarlo mejor—.
¿Sabes cuándo es mi cumpleaños?
Silas se pone rígido al darse cuenta de su desliz. Puedo decir que ya no está mirando
el video, aunque sus ojos todavía están en la pantalla.
—Sabes cuándo es mi cumpleaños. Te gusto, ¿no? —Me burlo, tocando su pecho,
provocando que me dé una palmada en la mano—. Admítelo. He sido tú crush desde
siempre, ¿verdad? —Bromeo, sabiendo que ese no es el caso, pero disfrutando de la
facilidad con la que puedo irritarlo.
—Cállate, Blaine, —gruñe como advertencia, pero no hace nada para detenerme.
—¿Cuándo empezó? ¿Fue cuando te hice tropezar? ¿Te diste cuenta de que el
verdadero imbécil eras tú?
—Te lo advierto. —Está tratando de intimidarme, pero está teniendo el efecto
contrario.
Sí, joder, por favor. Amenázame, Si. Me encanta cuando gruñes.
—¿Escribes poesía sobre mí? ¿Tienes fotos mías de acosadores raros en tu pared?
¿Tú... humph!
Me callo rápidamente cuando Silas me tira de espaldas y su elegante moto
finalmente queda en el olvido. Se cierne sobre mí, con una mano al lado de mi cabeza y
la otra envuelta alrededor de mi garganta de la forma con la que me he obsesionado.
—Retira eso. —Su tono nervioso y su lenguaje corporal relajado no coinciden en lo
más mínimo. Especialmente cuando siento el movimiento de su pulgar contra mi punto
de pulso.
—¿Qué vas a hacer si no lo hago? —Lo desafío con mis ojos—. ¿Me vas a dar una
lección?
Mueve su mano hacia mi mandíbula, empujando mi cara hacia un lado para poder
morderme el cuello, el agudo ardor de sus dientes me atraviesa.
—Joder, sí. Has estado quejándote toda la noche. ¿Hambriento de atención? Dime
como lo quieres. ¿O qué tal si elijo lo que quiero?
—En realidad... —Respiro profundamente, pensando en lo que había planeado para
esta noche.
Silas y yo realmente no hemos hablado de eso, pero he estado pensando en esto.
Especialmente considerando cómo han sido las cosas recientemente y cuánto más
cercanos nos hemos vuelto.
Me encanta lo drásticamente que están empezando a cambiar las cosas. Nos
enviamos mensajes de texto constantemente, hablamos entre nosotros cada vez que
podemos. Silas es divertido y sarcástico, y todas las cosas que solía odiar de él están
empezando a gustarme. Una vez terminada la temporada de fútbol, también tenemos
mucho más tiempo para pasar juntos.
Ni siquiera estamos teniendo sexo nada más. Esa es la parte loca. Bueno, todavía
queda mucho de eso, no me malinterpretes, pero simplemente hemos estado hablando,
pasando el rato o viendo Netflix en mi tablet. A veces juega con su teléfono mientras yo
hago mi tarea. Es por todo esto que creo que estoy listo para lo que viene.
—Quiero que me folles, —susurro, incapaz de luchar contra el temblor nervioso en
mi voz.
Se retira un poco, con los ojos muy abiertos mientras deja caer la mandíbula.
—¿De verdad? Pensé que iba a tener que luchar contigo para estar arriba.
Me río ansiosamente, rascándome el cuello, repentinamente tímido.
—Yo... um... quiero ser primero el pasivo. Yo no... quiero decir, ¿quieres que lo sea?
¿Quieres follarme? Si no quieres podemos...
Su beso firme me calla mientras deja caer todo su peso sobre mí, y jadeo cuando
frota nuestras mitades inferiores, sintiendo su dura longitud clavándose en mi cadera.
—Blaine, —dice con voz ronca con incredulidad—. ¿Sientes que no quiero?
Niego con la cabeza, perdido en las sensaciones.
—N-No.
—Es solo...
—¿Qué?
—¿Estás seguro de que quieres hacer esto… —se detiene y traga saliva, rompiendo
nuestra mirada para mirar justo al lado de mi cabeza—. ¿Conmigo?
Joder, es que... No, no puede ser, pero se parece mucho a la inseguridad.
Realmente no sé qué decir. Todo esto es tan nuevo para nosotros. Sé que nos hemos
estado acercando, así que pensé que mencionar el sexo estaría bien. Sin embargo, por la
forma en que me mira, tan inseguro, me hace sentir como si estuviéramos juntos en
esto, como si él estuviera tan nervioso como yo.
Levanto la mano para agarrar sus mejillas y lo jalo hacia mí para poder asentir
contra su frente.
—Sí, estoy seguro.
Su aliento estremecedor aviva mis labios. Luego me besa suavemente antes de
levantarse, con los ojos llenos de lujuria.
—¿Tienes lubricante?
Oh Dios, esto de verdad va a pasar. La emoción burbujea en mis venas y me
esfuerzo por sacar el paquete que compré y guardé en mi billetera.
—Um, aquí.
—¿Condones? —pregunta mientras se quita la camisa por la cabeza, exponiendo
cada centímetro gloriosamente. Estoy obsesionado con sus pecas oscuras y lunares que
decoran su piel, tentado a trazarlos todos con mi lengua—. Blaine, soy negativo. Nunca
he follado sin uno. ¿Y tú?
Me doy cuenta de que olvidé por completo responderle mientras me lo comía con
los ojos y ahora ni siquiera quiero hacerlo mientras me sonrojo furiosamente.
—Yo... tú en realidad...
Me mira confundido.
—¿Qué?
—Tú fuiste mi primero, en todo, —espeto rápidamente, mis mejillas arden pero
estoy listo para terminar esta conversación de una vez—. No besar, obviamente. No eres
mi primer beso, pero todo lo demás… Bueno… sí. Entonces, eso es. Es lo que no te
había dicho. Lo siento si...
Agarra mi cara y estrella sus labios contra los míos, jadeando contra mi boca.
—Blaine, joder, me vas a matar. Necesitas desnudarte. Ahora, —dice con voz ronca, y
hace que escalofríos recorran mi columna. Dios, me encanta su tono gutural.
Se baja de mí y rápidamente me desnudo, observando cómo él también lo hace. Solo
nos toma unos segundos a ambos estar completamente desnudos, con los ojos
comiéndose el cuerpo del otro. Silas es la perfección. No es musculoso ni voluminoso,
sino delgado y tonificado. Su piel pálida se ve tan jodidamente suave, un gran contraste
para el tipo de hombre que es. Las dos finas cadenas doradas que lleva alrededor del
cuello lo hacen casi parecer un miembro de la realeza grunge, decorado como la obra de
arte que es.
Me golpea un ataque de timidez y me pregunto qué piensa cuando me ve. Creo que
soy guapo. El fútbol me ha mantenido en forma y me enorgullezco de mi apariencia,
pero soy promedio en comparación con él.
Sin embargo, debe gustarle lo que ve cuando me mira porque se muerde el labio
inferior y su polla se sacude. Muy lentamente, se acerca a mí, pasando un dedo por mi
abdomen tembloroso, jugando con mi pubis y gimiendo cuando toca mis caderas.
—En tus manos y rodillas, —exige, con voz áspera mientras da un paso atrás y
acaricia su polla—. Ahora, joder.
Niego con la cabeza y me muerdo el labio inferior en broma.
—¿Quién me va a obligar?
Simplemente nos miramos el uno al otro, con el pecho agitado, hasta que de repente
nos atacamos el uno al otro.
Es caliente, un poco violento, mientras nos tiramos al suelo. Es muy similar a cuando
estábamos en el bosque, rodando mientras lo obligo a tumbarse de espaldas, solo para
que me dé un rodillazo en el estómago para tomar ventaja.
Ambos sabemos que él es quien va a ganar esto, pero lo que anhelamos es la
emoción de la pelea. Me toma por sorpresa y caigo boca abajo. Con toda la fuerza que
puede reunir, tira mis caderas hacia atrás, obligando a mi culo a levantarse en el aire.
Luego separa mis nalgas y puedo escuchar el gruñido de agradecimiento que deja
escapar, pero estoy nervioso por estar expuesto de esta manera. Quiero decir, no todos
los días alguien te mira el culo.
—Nunca pensé que esto me pondría tan cachondo, —admite, pasando suavemente
un dedo por mi raja—. Joder, ese es un pequeño agujero caliente.
Asiento, la ansiedad me abandona con sus sucios elogios. Luego presiono mi frente
contra la alfombra, moviendo mis caderas con anticipación.
—Haz algo.
—Hay que prepararte primero, —afirma, masajeando una de mis nalgas—. Tengo
que hacerlo. No quiero que mi polla te parta por la mitad.
Resoplé, no dispuesto a perder la oportunidad de joderlo.
—Te dije que no es tan impresionante. ¡Oye!
Me tambaleo hacia adelante ante el repentino dedo resbaladizo en mi culo. Dios,
podría haberme advertido, pero siendo Silas, no lo hizo. Simplemente empujó ese dedo
hacia adentro con un movimiento fluido. Muevo mis caderas, ajustándome al ligero
escozor, pero descubro que no se siente tan extraño como pensaba.
—¿Otro? —pregunta después de un minuto de entrar y salir suavemente.
—Sí, —digo, haciendo una mueca cuando agrega un segundo dígito. Vale, me siento
un poco más incómodo, pero no es nada que no pueda soportar.
—¿Cómo se siente? —pregunta con curiosidad, frotando mi espalda baja mientras
intenta abrirme haciendo tijeras con ellos.
—Como si tuviera dedos en el culo, idiota… ¡Ay! ¿Qué cojones? —Escupo,
lanzándole una rápida mirada.
—Eso es lo que obtienes por bocazas, —responde, dándome otra nalgada—. Nunca
paras.
Pongo los ojos en blanco y empujo hacia atrás sus dedos.
—Métela ya.
—Vete a la mierda. Un dedo más.
—Silas... ¡Ay! ¡Deja de pegarme! —Gimo, aunque en secreto lo amo.
Amo nuestras peleas y nuestras folladas.
Él se ríe, inserta un tercer dedo y dejo escapar un fuerte grito ahogado. Hostia puta.
Vale, sigue siendo extraño, pero increíble al mismo tiempo.
Después de unos minutos de esta tortura en la que empiezo a sentirme lo
suficientemente cómodo como para disfrutarla, saca los dedos y suena un poco sin
aliento cuando habla.
—Bueno. Estás listo.
—Joder, al fin, —gimo, sosteniéndome por los codos mientras me preparo para lo
que está a punto de suceder—. Vamos. Hazlo.
—Blaine, —dice, con un tono vulnerable en sus palabras mientras roza sus pulgares
contra mis caderas con dulzura—. Podemos parar.
—No me voy a rajar, —espeto, ya no nervioso, pero listo para que se ponga en
marcha. Empujo mi culo hacia atrás y él silba cuando su polla se desliza entre mi raja—.
Estoy listo.
—Está bien. —Frota su cabeza contra mi agujero antes de empujar.
Vale, tal vez no estaba preparado. Siseo, lanzándome hacia delante para escapar de
él, porque, hijo de puta, eso duele.
—Joder... Ay... ¿Puedes ir más lento?
—Deja de quejarte y relájate, —gruñe mientras asoma la cabeza—. Dijiste que
estabas listo.
—Intenta meterte un bate de béisbol en el culo y ver cómo te va. —Mi tono sale un
poco ronco y puedo sentir las gotas de sudor floreciendo en la base de mi cuello
mientras trato de hacer lo que dice.
Se ríe entre dientes y, aunque todavía está entrando, es más lento de lo que era
inicialmente.
—Con mucho gusto. —Se detiene y se mantiene quieto antes de inclinarse hacia
adelante para colocar su pecho contra mi espalda. Luego besa justo detrás de mi oreja,
un brazo rodea mi pecho y me abraza—. ¿Así está bien, bebé?
Bebé. El apodo me hace relajar. El dolor que estaba sintiendo, la presión, no
desaparece mágicamente, pero sí disminuye. No creo que Silas se diera cuenta de cómo
me llamó, pero yo sí.
Y me encanta. Quiero que me llame así todo el tiempo. Quiero ser su bebé todos los
putos días y de ahora en adelante, si me deja.
—Sí, —digo, dejando escapar un profundo suspiro mientras me acostumbro a lo
grueso que es—. Sí, puedes moverte.
—Gracias, joder, —gime, saliéndose justo hasta la punta antes de volver a entrar—.
Dios, Blaine. Te sientes jodidamente bien.
Asiento cuando el dolor se transforma en placer a medida que me doy cuenta de que
Silas está dentro de mí. Comienza a un ritmo constante, suave pero firme, y mis ojos se
ponen en blanco cuando roza ese lugar secreto dentro de mí.
—S-Silas...
—Lo sé, —gruñe, palmeándome el culo mientras acelera el paso—. ¿Te gusta ser mi
juguetito, bebé? ¿Te gusta mi polla en tu estrecho agujero?
—Mhm, —tarareo, incapaz de formar palabras inteligibles.
Todo lo que está alrededor de nosotros desaparece. Todas mis preocupaciones, todo
mi estrés, todo se desvanece ante el rostro de Silas y la forma en que me hace sentir.
¿Cómo puedo sentirme tan visto cuando ni siquiera puedo ver su cara? ¿Cómo
puedo sentirme tan aceptado cuando nuestro sexo es más duro que amoroso? No
importa cuál sea la razón, todavía lo siento. Crece dentro de mí, envolviendo
agradablemente mis entrañas, enviándome a una nueva altura y haciendo que mis bolas
se tensen.
—Yo... me corro, —jadeo, interrumpiéndome con un fuerte gemido cuando él
envuelve una mano alrededor de mi polla—. ¡Si!
Maldita sea, es tan intenso. No creo haberme sentido así antes.
—Dámelo, bebé, —gruñe, follándome más fuerte, más profundo y más rápido—.
Estoy ahí contigo.
Solo se necesitan unas cuantas caricias más de su mano antes de que la cubra con mi
semen. Dejé ir todo lo que me había estado frenando, todos los pensamientos además
de él y el calor de su semen llenando mi culo se desvanecieron.
Nos desplomamos en el suelo con Silas todavía encima de mí, y me sorprende
depositando besos húmedos en mi nuca sudorosa.
—Tan jodidamente bueno.
Espero un momento, tratando de recuperar el aliento antes de hablar, incapaz de
evitar sonreír tan ampliamente.
—Así que, ¿bebé?
Me río cuando se tensa encima de mí y me da una fuerte nalgada.
—Locura momentánea.
—No puedes retractarte, —bromeo, todavía riéndome mientras él se aleja de mí para
recostarse boca arriba a mi lado—. Me llamaste bebé.
Observo cómo gira la cabeza y me mira con los ojos entrecerrados, con una amplia
sonrisa en su rostro.
—Cierra la boca.
—Oh, no seas así, —susurro, alcanzando su rostro mientras me acurruco más cerca
de él—. Seré tu bebé, Silas. Todo lo que tenias que hacer era preguntar.
Algo brilla en sus ojos y observo cómo una serie de emociones pasan por su rostro
mientras me evalúa.
—¿Sí, Blaine? ¿Quieres?
Mi respiración se entrecorta ante su tono serio. Supongo que, después de todo, no lo
dijo en el calor del momento. Sus palabras no son burlonas, son sinceras. No puedo
creer que vaya a decir esto, pero...
—Esto es más, ¿no? —Susurro, aterrorizado más de lo creíble por lo que podría
responder—. Nosotros... somos más ahora.
Sé que lo he estado sintiendo, y creo que él también, pero no me di cuenta de lo
mucho que necesitaba esa confirmación hasta ahora.
Contengo la respiración porque la idea de que seamos más que enemigos odiosos es
muy atractiva.
Porque me gusta Silas. Quiero estar con él y no solo para follar. Sea lo que sea, quiero
ver adónde va.
Pero eso solo importa si él siente lo mismo.
Se lame los labios y dejo escapar un suspiro de alivio cuando asiente.
—Sí. Somos más.
No creo que ninguno de nosotros entienda lo que eso implica. ¿Cómo nos vemos
ahora que estamos saliendo? ¿Estamos saliendo siquiera? No hay manera de que lo
hagamos público, ni con los Ases ni con mi padre, entonces, ¿dónde nos deja eso?
Sin embargo, encuentro que no me importa nada de eso, porque cuando Silas me
toma en sus brazos y me besa dulcemente antes de recostarme sobre su pecho, todas
esas preocupaciones molestas desaparecen.
VEINTICUATRO
SILAS

Abro la puerta del restaurante con demasiada brusquedad y el timbre suena fuerte,
lo que hace que varias personas se giren y me miren. Los ignoro, hago un escaneo
rápido de la habitación y veo a mi familia en la parte de atrás.
—Llegas tarde, —dice Bunky cuando me dejo caer junto a mi madre en la cabina.
—Cierra la boca. —Le hago caso antes de volverme hacia mi mamá y darle un beso
en la mejilla—. Lo siento mamá. Perdí la noción del tiempo.
Ella agita la mano, su brillante sonrisa de lápiz labial rojo a la vista.
—Está bien, Silas. No llevamos mucho tiempo aquí.
—¿Dónde estabas? —Pregunta Raid, subiéndose las gafas de montura metálica hasta
la nariz y un brillo curioso en los ojos.
Joder, ¿qué digo? No puedo decirles que llegué tarde porque me vi con Blaine para
un polvo rápido en la parte trasera de su camioneta, ¿verdad?
Con una sonrisa, me encojo de hombros y descarto el primer pensamiento que me
viene a la cabeza.
—Ya sabes, tuve que pasar por el taller y hacer algo por Whaley.
No está completamente fuera del ámbito de las posibilidades. Es algo que he hecho
innumerables veces, por lo que debería ser una excusa sólida. Solo que no tomo en
cuenta que mis amigos usualmente están conmigo cuando hago eso, y por la expresión
en el rostro de Raid, él no se cree lo que dije.
—Es curioso, —dice, inclinando la cabeza hacia un lado—. Bunk y yo acabamos de
llegar de allí y no te vimos.
Miro a Raid, relajándome en mi asiento, tratando de parecer imperturbable. Tal vez
si actúo como si no estuviera pasando nada, lo dejará pasar.
—Debo haberos pasado, —le digo, agradecido cuando una camarera se acerca a
tomar nuestro pedido y cambia de tema.
Raid me mira todo el tiempo, pero lo ignoro, prácticamente perforando un agujero
en el menú con mis ojos. Podría recitar ese tablero de memoria, esa es la cantidad de
veces que he comido aquí, pero uno pensaría que nunca había estado aquí antes por la
intensidad con la que lo miro.
Sí, vaya manera de ser sutil, Si...
Si, fóllame.
Joder, Si, eso se siente tan bien. No pares.
Si, por favor.
—¿Silas?
Giro la cabeza hacia la derecha, mirando la expresión preocupada de mi mamá, y
mis mejillas se sonrojan de vergüenza. Es como si pudiera leer mi mente y supiera
exactamente lo que estaba pasando en mi cabeza.
—¿Señora? —Grito, mi garganta se siente muy seca.
—¿Estás listo para ordenar? —Pregunta mamá, y dejo escapar un suspiro de alivio
por lo ajena que parece—. Es tu turno.
Asiento, lanzando la primera combinación de comida que me viene a la mente: un
perro caliente con queso y chile y aros de cebolla. Ahora, eso estaría bien si cada
persona en esta mesa no me conociera y no conociera mi fuerte aversión no solo por el
chile sino también por las cebollas.
Sí, es oficial, he arruinado mi capacidad para salvar las apariencias. Todos sabrán
que algo pasa.
Mierda.
Blaine, bebé, necesito que salgas de mi cabeza, estás jodiendo mi capacidad para vivir la vida
correctamente.
Hago lo mejor que puedo para parecer indiferente, mirando a mis amigos antes de
mirar a mi mamá.
—¿Qué? —digo con brusquedad, no me gusta la sensación que emiten.
—'¿Qué?' —dice mamá burlándose de mí. Hay algo en sus ojos que no me gusta. Es
como si fuera un gato que está a punto de saltar y devorar a su presa—. ¿Tienes algo
que necesites decirme?
Negando con la cabeza, estoy a punto de decirle que no pasa nada cuando Bunky
interviene, incitando a mi madre.
—¿Eso es un chupetón?
Joder, tienes que estar bromeando.
Levanto la mano, cubriendo el lugar de mi cuello que Blaine chupó una hora antes, y
casi me doy una palmada en la cara ante mi propia estupidez. ¿Cómo no me había dado
cuenta de que me estaba marcando? Debí haber estado demasiado distraído en su culo
tragándose mi polla para darme cuenta.
Aunque no es que lo odie. Normalmente, deja rastros de sí mismo donde son fáciles
de ocultar, pero esa mierdecilla territorial atacó mi cuello justo en ese punto sensible
que sabe que me vuelve loco.
Elegí el momento equivocado para dejar de fumar, solo porque Blaine no dejaba de
quejarse de ello. Me vendría muy bien un cigarrillo ahora mismo.
Ni siquiera tengo tiempo de defenderme antes de que mamá se incline y me agarre
de la barbilla, moviendo mi cabeza hacia un lado para examinar mi cuello.
—¡Silas! —Ella prácticamente grita, y aparto su mano, ajustando el cuello de mi
chaqueta mientras miro a Bunky.
—No es nada, —digo rápidamente.
—Mmmhmm, —agrega Raid, y lo miro confundido, pero no puedo preguntar qué
quiere decir con eso antes de que mi mamá me interrumpa.
—¿Quién es ella? —Mamá salta a mi lado y aplaude, lo que la hace parecer mucho
más joven de lo que es—. Cuéntamelo todo.
Y aquí vamos.
Mi corazón late con fuerza dentro de mi pecho mientras busco qué decir. Lo siento,
mamá, ¿es un hombre con una polla con la que estoy bastante obsesionado?
Sí, eso iría de maravilla.
—Realmente no es importante, —es todo lo que digo y las palabras me hacen sentir
como una mierda.
Porque Blaine es muy importante para mí ahora, y desearía poder contarle a mi
familia sobre él, pero la idea de que no me acepten es demasiado desalentadora.
Por no decir aterradora.
Lo que Blaine y yo tenemos… ¿puedo llamarlo especial? No lo sé, pero somos algo
que espero con ansias y no quiero que nada ni nadie lo manche.
—Entonces, ¿quién te ha chupado las marcas en tu cuello? —El tono de Raid es
burlón, como si estuviera leyendo entre líneas, y me inquieta que sepa algo.
—Vamos, Si. —Mamá me da un codazo y se cuelga de mi brazo—. Dime. ¿Es
bonita? ¿Es agradable? ¿La conociste en la escuela?
—Sí, sí. ¿Tiene una cara bonita? ¿Actitud simpática? ¿Le conociste en la escuela? —
Raid repite como un bocazas, pero cuando no se refiere a una chica como sí lo hace mi
madre, siento el sonrojo de mi piel al mismo tiempo que me invade el pánico.
Lo miro fijamente, deseando con todas mis fuerzas tener la capacidad de leer su
mente. Está insinuando que sabe que quienquiera que haya estado chupando mi cuello
es...
No hay forma de que sepa quién es. No puede.
—¿No dije que no es importante? —Le digo bruscamente, haciendo que mamá
frunca el ceño confundida, mientras Bunky intenta hacer una torre con las cremas de
café, completamente ajeno a cualquier mierda tensa que esté sucediendo entre Raid y yo
en este momento.
Al menos no tengo que preocuparme por él.
—Si no es importante, ¿por qué no nos lo dices? —Raid presiona, subiéndose las
gafas a la nariz nuevamente—. Vamos, Silas. Todos nos morimos de ganas de saberlo.
Estoy a punto de decirle que se vaya a la mierda cuando siento una presencia
cerniéndose sobre nosotros. Mi mirada se levanta bruscamente y veo al Sheriff
Masterson prácticamente inclinado sobre mí con esa sonrisa espeluznante en sus labios.
Incluso después de todos estos años, este tipo todavía me da un vuelco en el estómago.
No lo soporto.
—¿Necesita algo, sheriff? —Mamá pregunta casualmente, pero su voz corta como
una serpiente.
—Oh, no seas así, Donna. —Él le da la sonrisa más amplia que puede, aunque
todavía se muestra depredador. Hace un gesto alrededor de la mesa.—. Aquí todos
somos amigos.
¿Qué dice que somos? Me parece que no, joder.
Todo mi cuerpo está tenso y quiero saltar y arrancarle la cabeza a este hombre. Miro
a Bunky y Raid y veo que lucen iguales miradas de irritación.
Mamá niega con la cabeza y baja la mano para agarrarme el muslo y mantenerme en
el lugar, como si pudiera sentir que estoy a punto de saltar de esta mesa y golpearle la
cara. Imbécil de mierda con tamaño de Hobbit y cuerpo de barril.
—Tenemos definiciones muy diferentes de esa palabra, Sheriff, —dice mamá,
sosteniéndome firmemente—. Estamos en medio de la cena aquí. ¿Había algo que
necesitabas?
Deja escapar un pequeño resoplido antes de negar con la cabeza divertido.
—Acabo de verte sentada aquí, luciendo tan hermosa como siempre. Pensé en venir
a saludar.
Mi puño golpea la mesa antes de que me dé cuenta y las palabras salen de mis labios
sin pensar.
—¿Qué coño dices? —No puedo evitar estallar, soltándome del agarre de mamá
mientras me levanto para ponerme de pie.
Este tipo ha perdido la cabeza si cree que voy a dejarlo estar aquí y hablarle así a mi
mamá. Sin mencionar toda la mierda que le hizo a mi viejo... Sí, se puede ir a la mierda.
Preferiría encargarme de él aquí mismo.
Sus ojos se oscurecen y veo esa sonrisa cuidadosamente construida flaquear
mientras me evalúa. Sin duda las próximas palabras que salgan de su boca me van a
enojar.
—Cuidado, Silas. No querrías terminar como tu padre ahora, ¿verdad? —Entonces
el imbécil me da una verdadera sonrisa. Probablemente sea una de las más sinceras que
le he visto jamás y me hace hervir la sangre. Me está mostrando lo feliz que estaría si me
diera el mismo trato que le dio a mi viejo y a mi hermano.
¿Quién cojones se cree que es?
Me siento salvaje, mi lado protector quiere liberarse.
—Cariño, no te preocupes. Este hombre no tiene nada que yo quiera, —dice mamá,
recorriendo con la mirada al sheriff mientras tira de mí hacia abajo—. Si es que
podemos llamarlo así.
—¡Oh, auch! —Grita Bunky, extendiendo los nudillos hacia mamá. Cuando ella los
golpea con los suyos, Raid se ríe y mira al sheriff como el idiota que mi mamá acaba de
hacer que sea.
—¿Y qué sabrías tú de un hombre? Ha pasado tanto tiempo desde que tuviste uno.
Creo que necesitas un repaso, —responde el sheriff, obviamente nervioso si se tiene en
cuenta su cuello sudoroso.
A la mierda esto.
Estoy apartando su mano de mí, a punto de levantarme de nuevo y mostrarle qué
clase de hombre soy cuando sus palabras me detienen.
—Oh, sheriff. Un hombre de verdad puede satisfacer a una mujer sin estar allí en el
sentido físico, —dice, mientras se le escapa una risa gutural mientras examina
rápidamente su cuerpo antes de guiñarle un ojo—. Si sabe a lo que me refiero.
—Ew, mamá, —murmuro, pero se pierde en la mezcla de la risa de Raid y Bunky.
Juro por Dios que fue lo más asqueroso que he escuchado en mi vida pero también lo
más genial. Me encanta cómo ella no acepta la mierda de nadie.
La cara del sheriff se pone roja y su mandíbula se mueve, claramente enojado.
—Perra…
Será mejor que se alegre de que su declaración sea interrumpida porque la camarera
viene a dejarnos la comida.
—Disculpe, Sheriff, —interrumpe nuestra camarera, y él se hace a un lado, con los
ojos todavía pegados a mi mamá, y me doy cuenta de que quiere decir más.
Prácticamente se muere por hacerlo, pero al final, simplemente se da vuelta y se va.
Honestamente, es la mejor decisión que pudo haber tomado, porque no había mucho
más que yo pudiera aguantar.
Una vez que recibimos nuestra comida, todos nos quedamos sentados aturdidos
cuando la voz de Bunky atraviesa la niebla.
—Eso fue muy genial, Donna. Necesito que regañes a la gente más a menudo, —le
dice Bunky, agarrando el ketchup y vertiendo una cantidad ridícula en su plato—.
Jodidamente legendario.
—He estado tratando con hombres así toda mi vida. Dejan de molestarme después
de un tiempo. —Ella se ríe pero se pone un poco seria cuando se vuelve hacia mí y me
lanza una mirada preocupada—. ¿Estás bien?
—Estoy bien. —Aunque no me siento bien. Quiero asesinar al sheriff, pero me
conformaré con apuñalar con enojo el molesto aro de cebolla que sé que no voy a comer
—. Solo me enoja.
—Lo sé, lamento que haya dicho toda esa mierda delante de ti, —me dice, apretando
mi mano.—. No estuvo bien.
Niego con la cabeza antes de golpear mi hombro con el de ella.
—No, pero Bunk tiene razón. Lo destruiste con solo unas pocas palabras.
Palabras asquerosas que no quiero volver a oír nunca más, pero ese no es el punto,
porque mi mamá es genial.
—Sí, lo siento. Tuve que bajarle un par de grados. —Su cara parece arrepentida,
luego su mirada baja a mi plato antes de que reaparezca su sonrisa malvada—. Pero no
creas que me olvidé de ti. Quiero saber todo sobre esta chica.
Debería haber sabido que no iba a ser tan fácil.
—Mamá...
—Bien, bien, —dice, levantando las manos en señal de rendición—. Lo dejaré por
ahora, pero ella está en mi radar. No creas que te la guardarás para ti.
Se necesita todo lo que hay en mí para contener el suspiro, especialmente cuando
veo la mirada cómplice de Raid un segundo después.
Es solo cuestión de tiempo que el secreto salga a la luz.
VEINTICINCO
BLAINE

—Blaine Yates, ¿estamos involucrándonos en una actividad criminal?


—Hago esto todo el tiempo. Estamos bien. —Pongo los ojos en blanco y aprieto la
mano de Silas mientras lo arrastro detrás de mí. Incluso si no fuera así, son las
vacaciones de Acción de Gracias, así que definitivamente no hay razón para que alguien
esté aquí.
Él resopla, tira de mi mano y me hace girar para que corra frente a su pecho, las
mantas en mi otra mano casi se caen. Me mira con una mirada sensual, sus labios
forman una sonrisa mientras niega con la cabeza.
—Oh, bebé. No me preocupa ningún pequeño problema. De hecho, el allanamiento
me pone muy cachondo.
Presiono mis labios justo debajo de su oreja, arrastrando mi lengua por su cuello
para chupar la peca oscura que decora su garganta. Joder, estoy obsesionado con sus
marcas y lunares.
—Entonces debería haberte traído aquí hace mucho tiempo.
Él va a palmearme el culo, pero salto lejos de él, lo que hace que frunca el ceño en mi
dirección. No tengo idea de por qué no lo he traído aquí antes. Supongo que siempre ha
sido mi lugar, pero tal vez pueda ser nuestro ahora, al igual que la caravana destartalada
de Whaley también lo es ahora.
Encuentro el agujero en la valla que es casi invisible desde la carretera e insto a Silas
a que me siga a través de él. Ni siquiera está nervioso cuando entramos, paseando
casualmente mientras yo me aferro a las sombras como un ladrón en la noche.
—Ta-chán, —digo, agitando una mano frente a mí—. ¿Qué opinas?
Él levanta una ceja y ladea la cabeza hacia un lado.
—Creo que he estado en nuestro campo de fútbol antes.
Pongo los ojos en blanco. Claro, supongo que mi lugar secreto no es necesariamente
un secreto ni tan imaginativo, pero aún no ha tenido la experiencia completa. Tomo su
mano nuevamente, llevándolo al centro del campo antes de colocar una de las mantas.
Luego conecto mi altavoz portátil a mi teléfono y pongo “Heaven” de Kane Brown.
Sentándome en la manta, doy unas palmaditas en el lugar a mi lado, sonriéndole a Silas
hasta que él acepta a regañadientes.
—¿Qué coño es esto? —pregunta, tomando mi teléfono y mirando la canción que he
elegido—. ¿Kane Brown? Otra vez tu mierda de country. Necesitamos darte una lección
de buena música.
—¿No conoces a Kane Brown? —digo, tirando la otra manta encima para
protegernos del aire frío—. Esta es buena música, imbécil.
—¿Por qué coño lo conocería? Escucho rock. —Hace una pausa y niega con la cabeza
—. Y podemos aceptar estar en desacuerdo. Esta música es terrible.
—Qué chico tan malo, —bromeo, besando su mejilla—. Solo siéntate y escucha, ¿de
acuerdo?
Me mira duramente pero asiente. Luego mira alrededor del campo oscuro. Solo
entra un poco de luz desde la calle, por lo que es básicamente oscuridad total. No sé si
se ha dado cuenta, pero a pesar de ser un gruñón agarró mis caderas y me movió hasta
dejarme a mitad de camino en su regazo.
—Entonces, ¿te sientas aquí? —pregunta, metiendo su pulgar debajo de mi camisa
—. Eso es muy aburrido.
Siempre tan gruñón, lo juro.
Beso su cuello y luego levanto su barbilla hacia el cielo.
—Mira.
Cuando ve lo claras y hermosas que son las estrellas aquí (constelaciones brillantes
solo para nosotros), finalmente lo entiende. Sus labios se inclinan en una amplia sonrisa,
una pequeña risa lo abandona mientras aprieta mis caderas.
—Bien, bien. Eso es muy bonito.
—¿Quieres acostarte conmigo?
Se vuelve hacia mí y asiente de nuevo antes de besarme la punta de la nariz.
—Sí, bebé. Suena bien.
Nos acostamos boca arriba, uno al lado del otro, con los meñiques enganchados
mientras ambos miramos las estrellas. Siempre es tan pacífico cuando vengo aquí.
Desde que Silas y yo empezamos a vernos, no he tenido mucho tiempo para venir aquí.
Así que esta noche era perfecta. Él no tenía ningún plan con Bunky y Raid, y yo le dije a
mi papá que estaba liderando un grupo de estudio. Todavía es lo suficientemente
temprano como para que podamos pasar horas aquí juntos simplemente estando...
—¿Qué te hizo venir aquí en primer lugar? —pregunta después de un rato.
Pienso en ello.
—Bueno, me quedé hasta tarde el año pasado para practicar algunos ejercicios por
mi cuenta. Sé que se suponía que no debía hacerlo, pero papá estaba encima de mí para
trabajar en mis lanzamientos. Me quedé hasta tarde para que oscureciera y ver las
estrellas, entonces me enganché.
—¿Simplemente miras las estrellas y piensas?
—No, miro las estrellas y no pienso activamente. —Suspiro, giro la cabeza para
poder mirar las gradas, las luces e imaginar cómo se ve este lugar en una típica noche
de viernes cuando todos los ojos están puestos en mí. Luego solté una risita—. Sabes, es
una locura cómo algo puede relajarte y castigarte al mismo tiempo. No sé si eso tiene
sentido.
Tararea y entrelaza nuestros dedos.
—Hay algo que quería preguntarte. No sabía cuándo sería el momento adecuado.
Me giro para mirarlo, frunciendo el ceño.
—¿Qué?
—¿Prometes que no te pondrás a la defensiva?
Resoplé, tratando de descubrir qué podría preguntar si merece una etiqueta de
advertencia como esa.
—No te prometo nada.
—Noto que a veces pareces fuera de lugar. Como cuando me enviaste un mensaje
para que nos viéramos en el baño o después del partido de campeonato. Es como si
fueras otra persona, —dice lentamente, casi como si le preocupara que le grite—. ¿Qué
es eso?
Trago, apretando su mano con fuerza para apoyarme porque sé exactamente a qué
se refiere.
Silas no sabe nada de mis ataques de pánico. Él no sabe que a veces me abrumo
tanto que me asusto físicamente. No he querido sacar el tema porque hace tiempo que no
tengo uno, pero ahora que me pregunta, no veo por qué no. Los novios deberían saber-
Espera, ¿acabo de referirme a Silas Richards como mi novio?
Oh, mierda.
—No es necesario que respondas la pregunta. Quiero saber si puedo ayudar.
Mi corazón se calienta ante eso. Sí, tal vez novios sea la forma correcta de describir lo
que somos. Ya no me está juzgando como solía hacerlo. Si no fuera por el hecho de que
yo soy demasiado cobarde, le preguntaría si quería tener una cita oficial. Ya me siento
demasiado vulnerable, especialmente con lo que estoy a punto de decirle, pero con lo
serios que nos hemos vuelto, creo que él tiene derecho a saberlo.
—Quiero decírtelo, —empiezo, mirándolo completamente y distrayéndome con el
parche de Ases en su chaqueta—. Pero no quiero que pienses que soy un bicho raro.
—Demasiado tarde... ¡Ay! No me pegues, —murmura enojado.
—No seas idiota entonces, —respondo, riendo mientras él se frota el hombro—. Oh,
vamos. Fue un golpecito de amor. Esto es serio, Si.
—Bebé. —Suspira, agarra mi mano y se la lleva a los labios, besándome los dedos—.
Nada de lo que puedas decir cambiará nada.
Trago secamente, esperando que sea verdad.
—¿Sí?
—Sí, —confirma, su rostro más serio de lo que jamás había visto.
—Tengo ataques de pánico, —dejo escapar—. Los ataques de pánico son…
—Estamos en 2024. Sé lo que son los ataques de pánico, —dice, con sus ojos
marrones suaves mientras besa el interior de mi muñeca—. ¿Es por eso que haces eso
con las manos?
Mis cejas se fruncen en confusión.
—¿Qué?
Demuestra lo que quiere decir, apretando y abriendo los puños alrededor de sus
jeans.
—Eso.
—Supongo... no creo que me dé cuenta de que lo hago, —murmuro—. A veces estoy
demasiado abrumado para darme cuenta.
Él asiente, su rostro de repente serio.
—Háblame de ellos.
—Me siento abrumado. A veces es demasiado. Entre el fútbol y el consejo estudiantil
y conseguir mis becas y ser el puto Blaine Yates... yo... no puedo...
Y sucede. Solo pensar en todo lo que hago, todas las expectativas que tienen puestas
para mí y todas las cosas que mi papá aún no sabe me pone en una espiral. Mi
respiración es corta y entrecortada, y puedo sentir el sudor cubriendo mi nuca a pesar
del frío que hace. Jadeo, agarrando la chaqueta de Silas mientras mi visión comienza a
nublarse.
—¿Blaine? —La voz de Silas es apagada, casi como si estuviera bajo el agua
buscando la superficie—. Blaine, bebé, respira. —Obliga a mis manos a aflojarse
alrededor de su chaqueta y las mueve hacia su pecho—. Siente mi corazón. Cuenta
conmigo.
Me toma en sus brazos y me atrae hacia su pecho, y dejo caer mi frente contra su
clavícula mientras cuento sus latidos del corazón. Son constantes, vibran de manera
confiable, fuertes y firmes. Silas coloca una mano detrás de mi cabeza y pasa sus dedos
por mi cabello mientras murmura que todo está bien, que estoy aquí con él, que estaré
bien.
Me toma un momento, pero finalmente vuelvo a mis sentidos, y Silas me mira
fijamente con nada más que preocupación en sus ojos, con los labios fruncidos.
—¿Estás conmigo?
—S-Sí, —tartamudeo, dejando escapar un suspiro tembloroso mientras me derrito
aún más en él—. Estoy... estoy bien.
—¿Siempre es tan malo? —susurra, echándome el pelo hacia atrás.
Niego con la cabeza antes de retroceder para mirarlo.
—A veces vomito. Quizás no puedas creerlo, pero es difícil. Es difícil tener que estar
a la altura de lo que todos piensan de mí. Todos quieren algo que no puedo darles y
cada vez que lo toman no lo reemplazan con nada. Solo soy un juguete de plástico con
el que pueden jugar y luego tirarlo.
—No digas mierdas así, —espeta, cada vez más enojado, pero sé que no está
dirigido a mí—. Se pueden ir a la mierda. ¿A quien le importa lo que ellos piensan?
—Yo… —Me quedo sin palabras. ¿Es realmente tan fácil que simplemente no te
importe?— Pero…
—Eres más de lo que ven, —continúa, agarrándose de mis mejillas para ampliar su
punto—. Blaine Yates, eres increíblemente inteligente, amable y paciente. Dios, a veces
me pregunto qué haces con alguien como yo.
—¿Qué quieres decir? —Pregunto confundido—. Si, eres genial.
—Solo a veces. —Él resopla sin humor y se encoge de hombros—. No soy nada.
Tienes planes de salir de aquí y yo estoy estancado. Tengo que vivir una vida como la
de mi papá. Terminaré justo donde está él.
Ahora es mi turno de enojarme. Encierro sus muñecas entre mis manos,
apretándolas con tanta fuerza que sisea.
—Eso no es cierto.
—¿Qué tengo para ofrecer? —pregunta seriamente—. Nada. Soy escoria y me parece
bien. Mientras cuide de las personas que importan, ¿a quién le importa lo que me pase a
mí?
—Si, —digo con firmeza, luego lo beso rápidamente, una, dos, tres veces, porque
odio el hecho de que piense así—. Si, eres importante para mí. No quiero oírte decir esas
cosas otra vez.
—Entonces lo mismo se aplica a ti, —responde—. Tú eres importante para mí. A la
mierda, estoy obsesionado contigo, Blaine Yates. Como un veneno para el que no hay
cura. Me has envenenado, bebé, pero felizmente sufriré por ti.
Respiro un grito ahogado, sus palabras me sorprenden. ¿Es así realmente como se
siente? Sabía que le gustaba, pero no me di cuenta de cuán profundos eran esos
sentimientos.
Me hace sentir tonto no haberlo visto antes porque también estoy obsesionado con
él.
Silas Richards es en todo lo que pienso ahora. Primero que la escuela, que el fútbol,
que mi futuro… todo se trata de él.
—Eres mi novio, —escupo sin gracia. Hago una mueca de dolor ante lo que dije, y
solo empeora cuando él se ríe, haciéndome desear poder agarrar las palabras del aire y
volver a meterlas en mi boca. Intento sentarme, preparado para dejarlo aquí, pero él
extiende la mano y me agarra, manteniéndome como rehén—. Vete a la mierda, Si.
—Novio, ¿eh? —pregunta, con una sonrisa arrogante en su lugar mientras nos da la
vuelta para quedar flotando sobre mí, la manta cayéndose cuando me inmoviliza debajo
de él—. ¿Me vas a dar tu anillo de graduación, Blaine? ¿Somos tortolitos?
—Ya tienes mi jersey, —bromeo—. ¿Ahora quieres un anillo?
Él mira mi anillo de graduación, su labio inferior atrapado entre sus dientes
mientras asiente.
—Levántate.
Se mueve para que pueda hacer lo que dice. Luego busca debajo de su camisa y me
muestra las dos sencillas cadenas doradas que siempre usa. Se las quita y las cuelga
entre nosotros. Sin decir palabra, se quita su propio anillo, el negro con la calavera de
metal, y le pasa una cadena. No peleo cuando toma mi anillo de graduación y lo pone
en la otra cadena.
Mis mejillas se sonrojan cuando se inclina hacia adelante, tomando la cadena con su
anillo y poniéndola en mí antes de hacer lo mismo con la otra en él.
—Ya está, —dice finalmente, sonriendo ampliamente mientras mira lo que ha hecho
—. ¿Te parece bien?
—¿Qué? —Me río, negando con la cabeza—. ¿Lo que acaba de suceder?
—Los novios no hacen este tipo de mierda. Lo vi en una película o algo así, —
explica, poniendo los ojos en blanco cuando no estoy de acuerdo inmediatamente con él
—. Oh, vete a la mierda. Tú tienes mi anillo, yo tengo el tuyo, somos putos novios.
Listo. Ya está dicho.
—Silas Richards, —me burlo mientras envuelvo mis dedos alrededor de su anillo—.
Eres un romántico, ¿no? ¡Lo sabía! Bien, ¿dónde está la poesía? Yo...
Me tira sobre la manta, su mano envuelve mi garganta mientras se sienta a
horcajadas sobre mis caderas.
—Cuidado. Solo porque seamos novios no significa que no te daré una paliza.
—¿Eso es una amenaza o una promesa? —Susurro, mi voz sale ronca mientras la
sangre corre hacia mi polla.
Su lenta sonrisa está llena de maldad y promesas pecaminosas antes de inclinarse,
meter las manos debajo de mi camisa y levantar lentamente el dobladillo.
—¿Mi bebé necesita atención? ¿Te sientes solito, Blaine?
—Muy solito, —murmuro, cerrando los ojos cuando él se inclina para pasar su
lengua contra mi pezón—. Te quiero otra vez.
—No he dejado de pensar en tu culo, —gruñe contra mi pecho, chupando mi pezón
entre sus labios, lamándolo con atención antes de soltarlo con un pop—. Déjame hacerlo.
—¿Me vas a follar? —Pregunto, siendo un completo calientapollas mientras agito
mis pestañas.
Se burla y ya me baja los pantalones cortos deportivos.
—Date la vuelta. Ahora.
Es casi cómico lo rápido que me doy la vuelta, lo que hace reír a mi novio. Dios, me
llevará un tiempo acostumbrarme a eso. Silas no pierde el tiempo agachándose y
besando cada nalga, dejando que sus labios se demoren en caricias húmedas y
descuidadas.
—¿Tienes lubricante? —Pregunto, ya retorciéndose de necesidad cuando él separa
mis nalgas. Él no responde y me giro para mirarlo por encima del hombro—. ¿Si?
—Dame un segundo, —susurra, casi aturdido mientras mira mi agujero. Sería más
cohibido si no fuera por el hecho de que él lo mira con tanta hambre—. Quiero adorar
este culo primero.
Frunzo el ceño.
—¿Tú qué... ¡Joder!
Es el primer golpe de su lengua lo que me afecta. Me tambaleo hacia adelante, no
para escapar, sino simplemente por pura sorpresa. Sin embargo, Silas no lo acepta. Él
agarra mis caderas con fuerza mientras devora mi agujero, su lengua provocando y
sondeando, tarareando con satisfacción como si fuera su comida favorita.
—Joder, —gime, acariciándome con su mejilla—. Me encanta esto. Lo quiero todos
los días.
—Hazlo de nuevo, —le ruego, tratando de volver a su boca.
—Mm, me encanta cuando suplicas. —Él se ríe y me da una ligera nalgada—.
Adelante, monta mi cara, bebé.
No sé lo que estoy haciendo, pero antes de darme cuenta, pierdo el control y empujo
hacia atrás contra su cara. Soy un desastre que gime y se desmorona mientras muevo
mis caderas. Me muevo contra su boca, forzando su lengua hacia arriba y hacia abajo, y
“mierda” cuando comienza a chupar mi agujero casi me corro.
Me maneja como si nada, volteándome para que quede boca arriba, con mi dura
polla esforzándose hacia las estrellas mientras él tira de mi pantalones cortos por
completo. Cuando me quejo, él simplemente se ríe mientras acaricia tiernamente mi
cadera.
—No te preocupes. Voy a encargarme de ti.
Debo ponerme quince tonos diferentes de rojo cuando él agarra la parte posterior de
mis muslos y los empuja contra mi pecho. Estoy completamente expuesto a él, a cada
centímetro pecaminoso de mí, pero es muy liberador al mismo tiempo. A Silas le debe
gustar lo que ve porque gruñe en voz baja antes de indicarme que mantenga mis
piernas allí.
—Por favor, —me quejo, abriéndome aún más. Cualquier cosa para que vuelva a
poner su boca sobre mí—. Si…
Busca su billetera en su bolsillo trasero, el contenido se derrama mientras lucha por
conseguir un paquete de lubricante.
—¿No escuchaste lo que dije? Yo me encargo. Relájate.
Asiento con la cabeza. Normalmente, me encanta cuando peleamos entre nosotros
por nuestro placer, aumentando la tensión pegajosa hasta que ambos explotamos, pero
esto es diferente. Que él se encargue suena como lo mejor del mundo. Estar bajo las
tiernas manos de Silas, su mirada inquebrantable, su dulce misericordia lo es todo para
mí.
—Ya está suelto para mí, —murmura mientras desliza un dedo resbaladizo—.
Mírate tragándome. —Inserta otro, sin encontrar resistencia, y un pensamiento oscuro
cruza su rostro—. ¿Cuántos crees que puedes tomar?
—¡Quiero tu polla! —Grito, arqueando la espalda cuando roza con sus dedos mi
próstata—. Ahí, oh, joder, ¡ahí!
—Eso no es lo que pregunté, —se burla, con destellos de calor en sus ojos—. Te voy
a arruinar, bebé. Te voy a follar hasta que no pienses en nada. No quiero que te corras
hasta que estés llorando por mí.
—¡Date prisa entonces! —Grito, apretando la manta con fuerza cuando él inserta un
tercer dedo—. ¡Listo! ¡Ya van tres! ¡Métete en mí!
Se ríe, inclinándose hacia adelante y pellizcando mis mejillas entre sus dedos.
—Todavía no me escuchas. Bien. Ya verás.
Lloriqueo, jodidamente lloriqueo, cuando él no me da su polla. Tengo una sola
neurona activa en este momento. Necesito su polla en mi culo más de lo que necesito
respirar. Quiero que estemos juntos así una y otra vez hasta que no podamos distinguir
uno del otro.
Pero luego añade un cuarto dedo y veo un tipo de estrellas completamente
diferente.
—¡Silas! —Gimo, sintiendo la presión creciendo dentro de mí—. ¡Oh! ¡Sí!
—Se lo dije, terco, —se burla, metiendo y sacando los dedos de mí—. Quiero ver
cuánto puedes soportar. ¿Te gusta?
—¡Sí! ¡Joder, sí! —Grito, asintiendo furiosamente mientras alcanzo mi polla—. Yo
puedo.
Me mira con adoración.
—Sé que puedes. Estás siendo tan bueno para mí ahora mismo. Déjame ayudarte a
llegar allí.
Reprimo un gemido cuando se inclina y se traga mi polla. Entre los cuatro dedos en
mi culo y la succión de su boca caliente, me corro por su garganta sin previo aviso.
Tiene una sonrisa de satisfacción en su rostro con semen goteando de las comisuras de
sus labios mientras saca sus dedos.
—Me encantan esos sonidos que haces, —gime, acariciando mi muslo y
ayudándome a bajar mis piernas temblorosas.
—Yo... —Estoy sin aliento y un poco mareado, pero listo para hacerlo correr también
—. ¿Vas a follarme ahora?
—No, demasiado cerca. —Niega con la cabeza, jugueteando con su cremallera
mientras sube de rodillas por mi cuerpo—. Abre la boca, —rechina con los dientes
apretados, y me encanta afectarlo así.
Hago lo que me indica, hipnotizada mientras acaricia su polla sin circuncidar, con
sus ojos fijos en los míos mientras se masturba. Solo se necesitan un par de tirones antes
de que coloque su polla contra mi boca y se corra en mi cara. El sabor ligeramente
salado hace que mi polla se sacuda débilmente, pero estoy demasiado débil para la
segunda ronda.
—Tengo que hacer que tengas mi semen encima más a menudo, —bromea,
lamiendo un poco de mi mejilla antes de acostarse a mi lado—. ¿Estás bien?
—Mmm, —murmuro, volteándome y acurrucándome a su costado—. Somnoliento.
Se ríe entre dientes contra la parte superior de mi cabeza, sus dedos callosos se
entrelazan a través de mi cabello mientras nos cubre con la manta desechada.
—Duerme entonces. Escucharé a este maldito farsante country y te despertaré en un
momento.
Asiento adormilado, cediendo y cerrando los ojos. Envuelto en el aroma y el calor de
Silas, sé que será un sueño reparador.
VEINTISEIS
BLAINE

A lo largo del año, Brookshire ofrece sus equipos deportivos como voluntarios para
organizar varios días diferentes de servicio comunitario. Se terminó de recolectar
juguetes para niños desfavorecidos la semana pasada, por lo que ahora el fútbol está
organizando una colecta de alimentos en el campo.
Mientras empaco un recipiente de comida, asegurándome de que la familia reciba
dos de cada producto, finalmente siento que estoy haciendo algo significativo.
Si bien esto es otra cosa que agrego a mi plato, encuentro que la sensación de
satisfacción que obtengo hace que el trabajo valga la pena. Hacer algo importante y al
mismo tiempo ayudar a los demás es todo lo que siempre quise hacer. Es una de las
razones por las que quiero tanto ser médico.
—¿Es esto todo, hombre? —pregunta uno de mis compañeros de equipo, señalando
las cestas reunidas—. Puedo hacer un poco más si quieres dirigirte a la línea de
recogida.
—Eso sería genial. La sábana de allí tiene todo lo que hay en ellas. ¿Tal vez unos
siete más?
Él asiente y rápidamente se pone a trabajar mientras tomo el par de canastas que
hice y las llevo a la línea de recogida en el centro del campo. Fue extraño venir esta
mañana para instalarlo, considerando lo que pasó anoche en este mismo lugar.
Me sonrojo ante el recuerdo. Claro, el sexo fue apasionante y todavía me duele el
culo por lo que hicimos, pero es más que eso. Llevo mi mano libre a mi pecho, sintiendo
el anillo de Silas debajo de mi camisa, haciendo que mi corazón acelere mientras una
sonrisa cruza mis labios. Estamos juntos ahora y nunca pensé que desearía algo tanto
como deseo eso.
Aunque no podemos ser como los demás y tomarnos de la mano en público o ir al
autocine a ver una película de terror cursi, eso no quita lo especial que se siente.
Aunque, no puedo negar lo lindo que sería poder reclamarlo públicamente.
Tal vez algún día.
Sí, ese chico malo tan sexy es mío. Estoy jodidamente orgulloso de ello.
Me conformaré con dejarle más chupetones en el cuello por ahora. Jura que los odia
pero en secreto los ama.
—¿Necesitas ayuda con eso?
Me sobresalto de mi ensueño de chupar marcas en el cuello de mi novio por Landon.
Siento que mis mejillas se calientan de vergüenza mientras me aclaro la garganta.
—Eh, sí. Sería bueno.
Landon me quita torpemente algunas de las cestas y comenzamos a dirigirnos hacia
la mesa de recogida. Hemos estado distantes desde nuestra mini pelea después del
juego de campeonato. No es que nos hayamos ignorado mutuamente (todavía nos
vemos todos los días), pero las cosas ya no han sido iguales.
Sé que todo es culpa mía. Landon solo estaba tratando de ser un buen amigo y
estallé. No es su problema que le haya ocultado cosas. He querido decir algo desde que
sucedió, pero no he podido reunir el coraje. Sé que lo entendería (hemos sido amigos
desde siempre), pero todavía tengo miedo de que eso cambie las cosas entre nosotros.
Necesito contarle sobre Silas. Quiero que sepa lo loco que estoy por este chico.
También quiero contarle mis planes futuros, sabiendo lo orgulloso que estará de mí.
Quiero que las cosas sean como antes pero mejores.
Un pequeño paso a la vez.
—Oye, —digo mientras dejamos las cestas—. Um, ¿quieres venir esta noche y jugar
algo de la NCAA13?
Él levanta una ceja con curiosidad. Solíamos tener noches de juego semanales
mientras crecíamos, pero no es algo que hayamos hecho en mucho tiempo.
—¿Quieres jugar videojuegos esta noche? —pregunta, un poco escéptico. Maldita
sea, debe estar más molesto de lo que pensaba.
—Sí. Quiero decir, acaba de salir el nuevo y pensé que sería divertido. —Mi lengua
se siente pesada mientras asiento, tratando de actuar casualmente. Para obtener una
pequeña reacción de él, lo empujo—. A menos que tengas miedo de que te gane.
Esto obtiene la reacción que quería. Sus ojos se abren de par en par, su palma golpea
contra su pecho mientras jadea.
—¿Que me ganes? ¡Solo ganas porque haces trampa!
—¡Y yo sigo diciéndote que no puedes hacer trampa en la NCAA! —Levanto las
manos en el aire con exasperación.
—¡Y yo sigo diciéndote que tú eres un puto cabrón de mierda! —él responde.
Ambos nos reímos, rompiendo la extraña tensión entre nosotros. Luego trago
bruscamente, extendiendo la mano para tocarle el hombro.
—Entonces, ¿esta noche?
—¿Finalmente vamos a hablar de cualquier mierda con la que has estado lidiando?
—pregunta, y puedo agradecer a Landon por ser comunicativo.
Estoy de acuerdo porque creo que es el momento.
—Sí. Después de que te patee el culo, claro.
Él suelta otra carcajada antes de darme un abrazo de hermano.
—Te extrañé, hombre.
—Lo mismo digo, —susurro, sin darme cuenta hasta entonces de lo ciertas que son
mis palabras.
—Oye, —dice otro de nuestros compañeros de equipo, rompiendo nuestro momento
de bros—. ¿Blaine?
—¿Sí? —cuestiono, girándome hacia él.
—Nos quedan pocas cosas de atún enlatado. ¿El entrenador dijo que tenías más en
tu camioneta?
Saco las llaves de mi bolsillo.

13
Por sus siglas en inglés “National Collegiate Athletic Association”. Es la organización de básquetbol
universitario en Estados Unidos. Que tiene videojuego, como el FIFA, pero de básquetbol.
—Sí, ahí tengo. —Luego me dirijo a Landon—. Voy a cogerlos. Creo que tenemos
suficientes cestas hechas para poder abrir y dejar entrar a la gente. ¿Te importaría
hacerlo?
Él niega con la cabeza.
—Para nada.
Les agradezco a ambos y luego me dirijo a mi camioneta. Aparqué detrás del campo
de fútbol, donde normalmente solo pueden hacerlo los profesores, porque tuve que
descargar todo esta mañana. Mi teléfono suena y busco en mi letterman para agarrarlo.
Sonrío instantáneamente cuando veo que es Silas.

Imbécil: Nos vemos esta noche?

Mierda. Olvidé que hicimos planes para reunirnos en nuestro lugar y ver la película
de zombies más nueva que acaban de poner en Netflix. Rápidamente tecleo una
respuesta.

Yo: Lo siento! Puede ser mañana? Hice planes con Landon.

Silas sabe un poco sobre la mini pelea que tuve con mi amigo más cercano cuando
sin querer me preguntó por qué no estaba saliendo con el otro deportista tonto. Parecía
bastante comprensivo, así que estoy seguro de que lo entenderá.

Imbécil: Me estás dejando plantado para salir con otro chico? Cuidado, bebé. Soy
posesivo con lo que es mío.

Sí, y amo eso de él. Me sonrojo cuando pienso en el chupetón en mi cuello.

Yo: No seas tonto. Sabes que no es nada.

Imbécil: Mañana?

Yo: Ten cuidado. Podría pensar que te gusto o algo así.

Imbécil: Vete a la mierda. Mañana te llenaré.

Yo: Quieres decir “veré”?

Imbécil: Sabes bien lo que dije.

Joder, me encanta cuando él está dentro de mí. Es como si se convirtiera en una


especie de bestia. No hemos hablado de que me lo folle todavía, pero estoy más que
satisfecho con cómo han sido las cosas.
Doy la vuelta a la esquina hacia mi camioneta y contengo un gemido cuando veo a
Kent sentado en la parte de atrás. Lo juro, es un vago, debería estar haciendo algo. Le
mostraré cómo es el trabajo real.
—¿Qué estás haciendo? —Pregunto, indicándole que se mueva para poder coger la
caja de atrás—. Se suponía que debías presentarte a las nueve para ayudarnos a
prepararnos.
Él se encoge de hombros.
—Me dormí tarde.
Resoplo. Estoy seguro de que su noche consistió en encontrarse entre las piernas de
cualquier animadora que tenga estándares lo suficientemente bajos como para dejar que
se la folle. Agarro la caja y ladeo la cabeza hacia el campo.
—Vamos. Abriremos las puertas y necesitamos ayuda para repartir las cestas.
—¿Dónde os instalasteis? —pregunta, y me sorprende que realmente le importe.
—En el centro del campo, —digo, mirándolo con curiosidad—. ¿Por qué?
—Nada. —Sus ojos brillan mientras me evalúa—. Solo supongo que te gusta mucho
ese lugar.
Me congelo y casi dejo caer la caja. ¿Qué coño? Él no puede saber eso. Quiero decir...
Kent es un idiota. No hay forma de que sepa lo que pasó anoche.
—¿De qué estás hablando? —cuestiono, tratando de ocultar el creciente pánico en mi
tono.
Su rostro se divide en una sonrisa de imbécil de mierda que hace que mi estómago
se revuelva.
—Creo que sabes exactamente de lo que estoy hablando.
—¿Por qué no lo dices entonces? —Ladro, dejo caer la caja y me enfrento a él. Me
niego a dejarme dominar por el inseguro, celoso y mezquino Kent Masterson,
precisamente—. Dilo.
Él niega con la cabeza, para nada disuadido por mi tono.
—Buena suerte volviendo a casa esta noche, Capitán.
Él me rodea y se aleja, y no puedo hacer nada más que mirarlo mientras se aleja.
¿Qué carajo significa eso? ¿Qué pasará en casa? No entiendo. Desearía que mis
piernas no se sintieran como pesas de plomo de cien libras que me mantuvieran en el
lugar, o de lo contrario me apresuraría y le exigiría saber qué coño quiere decir.
Mi corazón late con fuerza dentro de mi pecho y siento el sudor resbalando por mi
espalda mientras los nervios me invaden. ¿Y si él realmente lo sabe? Aunque eso es
imposible. Nadie viene nunca al campo por la noche. Lo sabría ahora con tantas veces
que lo he hecho. Tiene que estar hablando locuras.
El mundo da vueltas a mi alrededor y parece que no puedo convencerme de que
todo está bien. Me desplomo en el suelo, agarrándome el pecho mientras una oleada de
pánico se apodera de mí. Mi visión se vuelve borrosa y siento que voy a vomitar.
Mantengo mi cabeza entre mis muslos, tratando de contar desde diez, para igualar mis
respiraciones, pero mi corazón late tan fuerte que puedo oírlo en mis oídos.
Mi teléfono celular vuelve a sonar y lo alcanzo. Por alguna razón, contengo la
respiración, pero es solo una selfie de Silas en el taller. Está cubierto de manchas de
grasa y aceite, pero joder, se ve tan sexy.
Imbécil: Quiero follarte tanto en uno de estos coches elegantes. Te extraño, bebé.

Mi pánico disminuye ligeramente al ver la cara de mi chico, pero eso no hace que mi
ataque desaparezca por completo. Intento prestar toda mi atención a la imagen,
deseando que mi respiración retroceda y que mi cerebro detenga su espiral
descendente.
Concéntrate en Silas, Blaine. Solo concéntrate en Si.
Lleva uno de esos monos que usan los mecánicos. Está medio quitado y colgando
alrededor de su cintura, dejando al descubierto su pecho delgado y desnudo. Tiene un
coche elegante al fondo, y trato de imaginarlo follándome en el asiento trasero, cubierto
de grasa, luciendo como una película porno ambulante. Su cabello está peinado hacia
atrás como una especie de chico malo de los años cincuenta, pero tiene esa hermosa
sonrisa en su rostro que me encanta.
Mi novio. Odiaría admitirlo, pero es muy dulce. Una vez que puedo volver a
respirar correctamente, niego con la cabeza, le envío una foto a cambio y le digo que yo
también lo extraño.
El pánico sigue ahí, persistiendo en el fondo, pero de alguna manera logro
levantarme a mí y a la caja del suelo y regresar al campo. Este no es el momento ni el
lugar para enloquecer. Tengo un papel que desempeñar y que me condenen si dejo que
Kent me joda la cabeza. Tendré que lidiar con él más tarde.
A pesar de mis extremidades temblorosas y mi estómago revuelto, sigo adelante.
Como siempre hago.
Como sé que tengo que hacer.
VEINTISIETE
BLAINE

Entro por la puerta de mi casa, exhausto pero satisfecho con cómo ha ido el día. Una
gran multitud se presentó para la colecta de alimentos y un par de estudiantes que no
están en el equipo también se ofrecieron como voluntarios. Le envío un mensaje de
texto rápido a Landon mientras entro a la cocina, diciéndole que voy a comer algo y a
ducharme y que le avisaré cuándo venir.
No vi el coche de mamá en el camino de entrada, así que puedo suponer que estará
fuera a pasar la noche. El coche de papá está aquí, pero probablemente esté en su
oficina. Agarro un sándwich prefabricado que Cindy preparó y subo las escaleras.
Luego entro a mi habitación y me toma por sorpresa ver a mi papá sentado en mi cama.
—Hola, —empiezo, muy confundido mientras lo observo. ¿Por qué está en mi
habitación? Él nunca viene aquí. Tiene la cabeza gacha y la espalda agitada mientras
mira lo que sea que tiene en sus manos. Soy cauteloso cuando observo su forma,
tratando de descubrir qué pasó—. ¿Papá? ¿Está todo bien?
Él levanta la cabeza y no puedo creer el odio que veo en sus ojos. La mirada dura
que me lanza me hace encogerme. atrás. Se pone de pie, arrojándome unos papeles,
frunciendo el labio mientras me mira con disgusto, lo que me hace estremecerme.
—Dímelo tú.
Lentamente me agacho y agarro los papeles, preguntándome qué carajo está
pasando, y mi corazón se detiene cuando veo qué son.
Son fotografías mías y de Silas, en el campo.
Dejo caer mi sándwich y mis rodillas se doblan por la necesidad de desplomarme en
el suelo.
No, no, no…
Hay docenas de imágenes impresas en páginas separadas: Silas y yo atravesando la
cerca, yo en el regazo de Silas mientras miramos las estrellas, nosotros acostados uno al
lado del otro, pero las que me hacen querer que el mundo me trague por completo son
mucho peores.
Son de Silas y yo en posiciones muy comprometedoras. No son de la mejor calidad,
pero eso no quita la mortificación de que mi papá los vea.
El puto Kent.
De esto es de lo que estaba hablando antes. ¿Por qué coño estaba allí en primer
lugar? Nunca va tan tarde al campo. ¿Realmente me odia tanto? ¿Qué diablos gana con
esto? Sabía que estaba celoso de mí, pero esto es bajo incluso para él. Supongo que no
debería sorprenderme, pero en cierto modo lo estoy.
Aunque no puedo quedarme estancado en eso. No cuando mi papá parece tan cerca
de explotar, no con la forma en que mi corazón late con fuerza en mi pecho, y no con
cómo mi respiración sale rápidamente de mis labios. Joder, no puedo tener un ataque
de pánico ahora mismo. Hago mi cuenta mental, agarrando con más fuerza los papeles
que tengo en la mano mientras intento conectarme.
Le diría que no es lo que parece, pero obviamente lo es. No se puede ocultar el hecho
de que somos Silas y yo en esas fotos, y sería estúpido negarlo ahora. Entonces, aunque
estoy aterrorizado, supongo que es hora de admitir la verdad y esperar lo mejor. Silas y
yo ya no estamos simplemente follando y no hay ninguna razón por la que debamos
mantener esto en secreto para siempre.
—Silas y yo estamos juntos, —digo rotundamente, cuadrando mi pecho, listo para
su respuesta—. Lamento que hayas tenido que enterarte de esta manera, pero estamos
saliendo. Realmente me gusta y si vas a decir alguno homofóbico...
—¿Homofóbico? —pregunta mi papá, mirándome con asombro—. ¿Crees que me
importa que sea un chico?
Me congelo, sus palabras me sorprenden muchísimo.
—¿No te importa?
—No, —dice exasperado, con todo el cuerpo rígido por la tensión—. Lo que me
importa es que sea Silas Richards.
—Silas es genial, —le digo, sabiendo que la reputación de mi novio le precede, pero
es más de lo que todos piensan—. Si llegas a conocerlo...
Resopla, interrumpiéndome, con los ojos prácticamente desorbitados. Luego
extiende los brazos, con un tono lleno de rabia mientras me mira con disgusto.
—¿Si llegara a conocerlo? ¿Qué llegaría a saber? ¿El hecho de que sea un futuro
criminal en ciernes? ¿Que está desperdiciando su vida? ¿Que simplemente te arrastrará
con él?
Se me erizan los pelos con cada palabra que pronuncia. Silas no es ninguna de esas
cosas. Es jodidamente perfecto. Bueno, no, no lo es. Tiene muchos defectos y puede ser
un idiota, pero es mío. Mi novio perfectamente imperfecto y yo no dejaré que mi papá
tire mierda sobre él.
—¡Él no es así! —Argumento, cruzando los brazos sobre el pecho mientras papá
empieza a caminar de un lado a otro—. Silas es mejor que la mitad de las personas con
las que me has rodeado toda mi vida. Es real y genuino y me hace sentir yo mismo.
—¡Él va a arruinar tu futuro! —Grita, con el rostro rojo de furia—. ¡Es basura de
remolque, Blaine! ¿Por qué no puedes ver eso? Claro, ahora te divertirás, pero él
terminará jodiéndote. ¡Todos esos putos Ases solo se preocupan unos por otros!
No, Silas no haría eso. Quizás antes habría cedido, pero ahora no, sobre todo porque
conozco a Silas. Sé cuáles son sus esperanzas y sueños y sé las cosas que lo mantienen
despierto por la noche. Él se preocupa por los Ases, pero también se preocupa por mí, y
me niego a creer que sea necesario elegir.
—Realmente me gusta, —digo, necesitando que mi papá me comprenda por una
vez. No voy a dar marcha atrás como siempre lo hago. Lo digo en serio y él necesita
respetar eso—. No ha sido más que bueno para mí. ¿No has notado lo feliz que he sido?
—Quiero decir, tal vez no lo haya notado, considerando que siempre está demasiado
ocupado todo el tiempo, pero todavía tengo esperanzas de que tal vez me entienda por
una vez.
Sin embargo, esa ilusión se rompe rápidamente cuando abre la boca un segundo
después.
—¿Eso es lo que te importa? ¿Lo feliz que eres? —Resopla de nuevo, deteniendo su
incesante paseo para mirarme con incredulidad—. Tú siempre estás feliz.
—Eso que demuestra lo poco que sabes acerca de tu propio hijo, —respondo, el
enfado y la molestia me invaden.
—Aparentemente, no te conozco en absoluto. —Me mira fijamente y se acerca a mi
escritorio. Agarra un montón de papeles y me los pone en las manos—. También
encontré estos—.
Miro lo que tengo en las manos y recién ahora me doy cuenta de que las
escandalosas fotografías están esparcidas a mi alrededor en el suelo boca arriba desde
donde las dejé caer. Es como una pancarta de precaución a mi alrededor en forma de
desnudos. Genial, y también joder, porque veo las copias de mis solicitudes para las
becas académicas. Las tiré a la basura una vez que envié las originales, y me arde la
sangre por lo que esto significa.
—¿Estabas husmeando en mi habitación?
—¡Tenía que hacerlo! —responde, para nada arrepentido—. Primero, ¿estás saliendo
con un matón y ahora estás postulando a esto? ¿Por qué estás presentando más
solicitudes cuando sabemos que obtendrás una beca para Georgia?
Tiene que ser ahora. He estado esperando y esperando mi momento, pero
aparentemente esta noche es la noche para todo tipo de revelaciones, así que a la
mierda.
—No voy a ir a Georgia, —afirmo con firmeza, tratando de no sentir la culpa
condicionada cuando él deja escapar un grito ahogado—. Papá, no es gran cosa.
Levanta la mano brevemente y cierra los ojos, apretando los dientes mientras intenta
calmarse, pero su tono aún sale entrecortado.
—¿Dónde has aplicado?
—Yale, Princeton, Harvar…
Sus ojos se abren de golpe con confusión y molestia.
—Esas universidades no tienen el tipo de programa de fútbol que tiene Georgia.
—Eso es porque no voy a jugar al fútbol. —También puedo decirlo todo. Dejemos
que todo salga a la luz.
Sin embargo, esa fue la gota que colmó el vaso para él, porque lo siguiente que sé es
que grita y arroja la silla de mi escritorio al otro lado de mi habitación antes de girarse
para avanzar hacia mí, lo que me hace estremecerme.
—¿Qué quieres decir con que no vas a jugar al fútbol? —Su tono es mortalmente
tranquilo y es suficiente para hacer que se me ponga la piel de gallina.
Nunca lo había visto así antes. Sus palabras lentas y deliberadamente frías tienen el
efecto deseado, y toda la preocupación y el pánico dentro de mí ha estallado una vez
más. Estaba tratando de ser fuerte, pero él está haciendo todo lo posible por
impedírmelo. Odio admitir que realmente tiemblo. Sin embargo, necesito mantenerme
firme y recordar que todo estará bien. Tiene que estarlo. Esta es mi vida, mi futuro, y
merezco tener la última palabra sobre lo que pase en ello.
—Quiero ser médico. No quiero ir a la NFL14. —Sueno tan esperanzado, deseando
que me entienda.
—Pero con todo por lo que has trabajad...
—¡Esto fue todo por lo que tú me hiciste trabajar! ¡Todo lo que siempre tú has
querido! ¡Nunca te molestaste en preguntarme si yo quería! —No puedo evitar sentirme
más frustrado cuanto más hablamos, porque él no me escucha y sé que debo
mantenerme firme.
—Eres un deportista estrella, Blaine, muy prometedor. ¡Todo lo que hice fue darte
una hoja de ruta perfecta hacia el éxito que estás arruinando! —Su mandíbula está
apretada, su tono es defensivo, como si el hecho de que yo eligiera no seguir su plan lo
lastimara físicamente.
—¡Es Yale, papá! —Casi grito, necesitando que él lo entienda—. No es que esté
abandonando los estudios. Solo estoy eligiendo una carrera diferente. Una muy buena
también. ¿Por qué no puedes estar orgulloso de eso?
¿Por qué nunca soy suficiente?
—Pasa unos meses más con ese chico Richards y veremos hasta dónde llegas.
—¡Suficiente! —Grito, levantando las manos en el aire, a pesar de que las solicitudes
universitarias todavía están en mis manos—. ¡Silas no tiene nada que ver con esto!
¡Todo lo que siempre quisiste era un pony de exhibición que trotara detrás de ti y te
hiciera sentir bien contigo mismo! ¡Esta es mi vida y yo voy a elegir lo que haré con ella!
Ambos nos quedamos sin aliento, uno frente al otro, y ninguno de nosotros dice
nada. No soy el puto perfecto Blaine Yates que él cree que soy, y necesitaba escuchar la
verdad. Voy a buscar la vida que quiero, incluido Silas, y él tiene que estar de acuerdo
con eso.
Después de un minuto, suspiro, sabiendo que hoy no lograré nada. Quería verme
Landon, pero lo que realmente quiero ahora es ver a Silas y contarle lo que pasó.
Probablemente también sea mejor darle algo de espacio a papá. Mañana por la mañana
podremos hablar de esto como adultos razonables.
Tomo las fotografías y las tiro a la basura, junto con las solicitudes, antes de mirar a
papá a los ojos.
—Voy a salir un rato.
La mandíbula de papá está apretada mientras me mira como nunca antes me había
visto. Es casi como si él no me conociera, y no me conoce, pero ¿de quién es la puta
culpa?
—¿Vas a ver a Silas?
—Sí, —lo admito, porque ya no tiene sentido mentir—. Volveré temprano.
Niega con la cabeza, con los ojos llenos de algo que no puedo leer.
—Si vas a arruinar tu vida, hazlo en tus propios términos. No te molestes en volver
hasta que hayas solucionado tu mierda.
Me congelo a medio camino de recoger mi sándwich cuando las palabras de mi
padre me atraviesan. ¿Él... me está echando? Si voy a ver a Silas, ¿eso significa que
tendré que elegir entre los dos?

14
Liga Nacional de Fútbol por sus siglas en inglés.
De repente me lleno de rabia porque no tiene por qué ser así. Es solo porque papá no
puede soportarlo que yo podría querer algo que él no planeó para mí. Por un breve
segundo pienso en quedarme. Sé que potencialmente podría convencerlo y de esa
manera tampoco tendría que lidiar con las consecuencias.
Aunque no voy a hacer eso. Esta es mi elección. Este soy yo poniendo mi pie firme y
haciéndole saber que él ya no va a dictar mi vida. Ya estoy harto de desempeñar el
papel que me había impuesto.
Entonces, con una última mirada a mi papá, me doy la vuelta y me voy. Dejo atrás
su mierda, dejo atrás la fachada, y aunque estoy aterrorizado, dejo atrás todo lo que he
conocido. Luego le envío un mensaje a Landon para que no venga, dándole alguna
excusa de mierda y esperando que no se enoje, pero no puedo pensar en eso ahora.
Solo necesito a Silas.
VEINTIOCHO
SILAS

Reviso mi teléfono por décima vez en un lapso de treinta minutos, incapaz de


detener el incesante rebote de mi pierna cuando veo que todavía no tengo ningún
mensaje nuevo de Blaine. Desde que empezamos a hablar todo el tiempo, nunca ha
pasado tanto tiempo sin enviarme al menos algo por mensaje de texto. Sé que tenía
planes pero no he sabido nada de él desde hace horas. A estas alturas siempre me envía
un mensaje. Así que el hecho de que no lo haya hecho me pone nervioso.
Al hacer clic en el botón de mi teléfono nuevamente, casi tiro la puta cosa cuando
veo que todavía no hay ningún mensaje. Joder, me estoy volviendo loco. Nunca en un
millón de años hubiera pensado que estaría aquí, listo para perder el control por
alguien, pero lo estoy.
Dejo mi teléfono sobre el mostrador y aprieto una tecla del teclado, dándole vida a la
computadora. Tengo algunas facturas de las que tengo que ocuparme para Whaley,
pero no tengo la cabeza en ello. Después de mi décimo intento y no poder realizar un
pedido parcial, me rindo.
Gimo, dejando caer mi cabeza hacia adelante y golpeándola contra la encimera con
un ruido sordo. Sí, eso fue estúpido, y me arrepiento instantáneamente cuando el dolor
brota en mi cabeza, pero estoy dispuesto a hacerlo. Acepto cualquier cosa que distraiga
mi mente inquieta de mi novio, quien claramente está tratando de estresarme.
—¿Estás bien? —Pregunta Whaley, y yo me levanto sorprendido de mi posición de
descanso. Todos están aquí trabajando pero no esperaba que nadie viniera al frente.
—Sí, lo siento, yo solo... —Honestamente, ni siquiera sé qué decir. Estoy perdido.
—Tú solo... —Ladea la cabeza hacia un lado, indicándome que continúe.
Me encojo de hombros y hago un gesto hacia la computadora.
—Me sentí frustrado con la tecnología por un momento. Estoy bien.
—¿En serio?
—Sí. —Estoy tratando de sonar tranquilizador pero no puedo decir si me cree o no
con su tono neutral. Me alegro cuando deja el tema, dándome algunas facturas más
antes de regresar a la parte de atrás una vez más.
Intento ponerme a trabajar entonces, pero es muy difícil, especialmente cuando
pasan otros quince minutos y todavía no sé nada de Blaine. Estoy empezando a
enojarme y a preocuparme a estas alturas. Dos cosas que me hacen sentir jodidamente
irracional. ¿Es este el comportamiento típico de un novio? ¿Así será a partir de ahora?
Joder.
—¿Qué te pasa? —pregunta Bunky, saltando para sentarse en el mostrador y encima
de la pila de facturas terminadas que aún no había archivado.
—¿Qué quieres decir? —Pregunto distraídamente, mirando mi teléfono como si esas
tres burbujas mágicas fueran a aparecer de repente y mirando hacia otro lado cuando
no lo hacen—. Estoy bien.
—Whaley dijo que hoy parecías fuera de lugar, como si tuvieras algo en mente. Me
envió aquí para ver cómo estás, —me dice, inclinándose para mirarme mejor a la cara
antes de tocar mi mejilla—. No sé, te ves bien para mí.
Aparto su mano y señalo la pila de facturas sobre la que está sentado.
—Porque estoy bien. Ahora mueve el culo, estás arruinando mi trabajo.
—Aún no nos lo vas a decir, ¿eh? —Dice Raid, acercándose al mostrador opuesto a
donde estoy, y taladrándome con los ojos.
No retrocedo y sostengo su mirada a pesar de sentirme cautelosa. Inspiro
profundamente, lo dejo salir lentamente y hago lo mejor que puedo para mantener el
tono incluso la próxima vez que hable.
—¿Qué quieres decir?
—Sí, ¿qué quieres decir? —Miro a Bunky y noto la forma en que sus ojos van y
vienen entre nosotros—. ¿Me estoy perdiendo algo?
Raid suspira, ignorando la expresión confusa y ligeramente molesta de Bunky.
—Somos hermanos, Silas. Una familia. Pase lo que pase, debes saber que puedes
decírnoslo. No importa lo que sea.
Mi corazón late con fuerza dentro de mi pecho y me muerdo el interior de la mejilla
mientras trato de descubrir qué debo hacer. Me siento como una mierda que todavía no
sepan, pero ¿qué se supone que debo decir? Siento que no me entenderán, y con lo
preocupado que me siento ahora, no creo que sea el mejor momento para hablarles de
Blaine.
Esbozo una sonrisa antes de responder:
—No os preocupéis, estoy bien.
Sin embargo, Raid no lo acepta. Parece enojado… ¿y tal vez incluso decepcionado?
—Realmente vas a seguir jugando a este juego, ¿eh?
La forma en que me mira, combinada con sus palabras, me hace sentir como de
veinten centímetros de alto y me inunda de culpa.
Los amo a ambos y odio ocultarles cosas, pero simplemente se siente necesario,
especialmente cuando se suponía que Blaine no era más que mi pequeño y sucio
secreto. Ahora somos más, así que debería poder contarles a mis amigos lo que ha
estado pasando. Debería poder compartir toda la mierda jodida, loca, demente y de
buenos sentimientos entre Blaine y yo.
Y quiero presumir. Blaine es mi novio y estoy orgulloso de eso. Tengo al chico más
atractivo de mi brazo que además es inteligente y amable. Todo el mundo debería tener
celos de nosotros.
¡A la mierda!
Dejo escapar un largo suspiro antes de estirar la mano y frotarme la nuca, a punto de
confesar cuando la puerta del taller se abre de golpe un segundo después. Entra mi
chico, luciendo jodidamente frenético, con lágrimas secas corriendo por su rostro y el
cabello revuelto como si hubiera arrastrado sus dedos a través de él una docena de
veces.
¡Joder, no!
Me levanto y rodeo el mostrador muy rápido, el asesinato brillando detrás de mis
ojos. Ni siquiera sé qué pasó, pero sé que estoy a punto de convertirme en Christian
Bale en Psicópata Americano en contra de alguien.
—¿Qué pasó? —Pregunto, incapaz de contener la furia en mi tono. Solo dime un
puto nombre y haré que se arrepienta de haber nacido.
—S-Si, —tartamudea, con lágrimas bailando en sus ojos mientras intenta controlar
su respiración entrecortada. No sé si está en medio de un ataque de pánico o qué, pero
sé que necesita calmarse.
Sin importarme quién está cerca, simplemente actúo, sabiendo que Blaine me
necesita y que él es más importante que salvar las apariencias en este momento. Le
rodeo la espalda con un brazo y lo atraigo hacia mí mientras con la otra mano acuno su
cabeza. Luego presiono mis labios en el lugar al lado de su oreja, arrastrando mis dedos
por su cabello, tratando de calmarlo. Sus brazos también me rodean y aprieta la tela de
mi camisa, como si estuviera tratando de anclarse a mí.
—Estás bien. Sé que da miedo, pero prometo que todo está bien. Relájate.
Concéntrate en mí —susurro, dejando que mis labios rocen su piel con cada palabra. Lo
acuno suavemente cuando los sollozos se liberan, y cada llanto devastador que suelta
me destruye—. Bebé, estás a salvo. Lo prometo, estás a salvo.
Repito esas palabras una y otra vez, besando su cara, oreja, cuello, cualquier lugar
donde mis labios aterricen mientras trato de ofrecerle todo el consuelo que puedo. No
sé cuánto tiempo nos quedamos ahí delante del taller, meciéndolo, besándolo,
abrazándolo mientras se recupera de su histeria, pero no lo dejo ir, ni una sola vez.
Ni cuando puedo sentir la mirada ardiente de mis amigos mientras nos miran ni
cuando alguien entra por la puerta principal necesitando ayuda. Simplemente no me
importa.
Que se vayan todos a la mierda ahora mismo. La única persona que importa es
Blaine.
Le toma varios minutos pero finalmente se calma, se retira y se limpia la cara para
eliminar las lágrimas, pero no lo suelto. Mantengo mis manos a sus costados, con la
esperanza de agarrarlo.
—Joder, —se queja, bajando los ojos al suelo y negándose a mirarme—. Lo lamento.
No voy a dejar que se avergüence ahora. Esa mierda me dio muchísimo miedo y ni
siquiera fui yo quien tuvo el ataque de pánico. Sé que para él tuvo que ser lo mismo, si
no peor.
—Ey. —Le inclino la barbilla, obligándolo a mirarme—. No te disculpes. No hiciste
nada malo.
Intento transmitir con mis ojos lo mucho que significa para mí y cómo lo que acaba
de pasar no cambia nada entre nosotros. Me inclino, presionando un beso en sus labios,
amando el pequeño suspiro que suelta y también tratando de ignorar los jadeos
colectivos que escucho de fondo. Definitivamente hemos ganado la atención de todos en
el taller, no solo de Raid y Bunky. Sin embargo, me concentro en mi chico, necesito
sacarlo de aquí y llevarlo a nuestro espacio seguro lo antes posible.
—¿Condujiste? —Le pregunto suavemente, todavía pasando mis dedos por su
cabello.
—Sí. —Solloza y se limpia la nariz con el dorso de la mano. Joder, quiero gritarle por
conducir estando así porque podría haberse lastimado. Pero no lo haré, porque él ya
está muy sensible en este momento y no quiero empeorarlo.
—Ven conmigo, —murmuro, agarrando su brazo y continuando ignorando a la
gente en el taller mientras lo llevo a mi coche antes de abrir la puerta del pasajero—.
Entra.
—¿A dónde vamos? —Pregunta, sus ojos rojos e hinchados se llenaron de confusión
cuando finalmente me mira.
—Voy a preguntarle a Whaley si puedo tomarme el resto del día libre y tú te
quedarás aquí sentado hasta que yo regrese. Luego nos dirigiremos a nuestro lugar y
me contarás qué pasó, —le digo, ganándome un asentimiento de su parte. Cuando no se
mueve, lo tomo por las caderas y lo ayudo a subir al coche, luego le abrocho el cinturón.
Se muerde el labio inferior mientras me mira y no puedo evitar besarlo una vez más.
Le hago saber que volveré enseguida antes de cerrar la puerta y regresar a el taller.
Todavía me quedan horas de trabajo antes de que deba irme, pero no me importa.
Nada podría retenerme aquí ni un segundo más de lo necesario. No cuando Blaine me
necesita.
Al abrir la puerta, me encuentro con tres miradas curiosas y casi entro en pánico
cuando me doy cuenta de que una de ellas es Whaley.
Joder, joder, joder.
Veo a varios otros chicos que están trabajando en la parte de atrás mirándome desde
la vuelta de la esquina, y sería gracioso si no estuviera a punto de cagarme en los
pantalones por todos los nervios. Agradezco que ninguno de ellos parezca enojado,
crítico o francamente disgustado.
—Whaley... —empiezo, sintiendo mis mejillas calientes y mi estómago un poco
enfermo, sin saber qué esperar—. Tengo que irme.
Él asiente y mira hacia la puerta detrás de mí.
—¿Quién era ese?
Contemplo mentir por un momento antes de darme cuenta de que sería inútil y
estúpido. Literalmente me vieron consolar, abrazar y besar a Blaine. Creo que es justo
decir que es importante para mí.
Cuadrando mis hombros, hago lo mejor que puedo para parecer imperturbable
mientras sostengo su mirada de frente.
—Mi novio.
Tan pronto como las palabras salen de mi boca, siento como si me hubiera quitado el
mayor peso de encima. No me di cuenta de cuánto me estaba afectando guardar este
secreto.
Whaley me deja en el limbo durante diez segundos y siento un sudor frío brotando
de mi piel antes de que él sonría.
—Espero conocerlo apropiadamente pronto.
Oh, gracias, joder.
—Por supuesto.
Me relajo visiblemente. Mis rodillas tiemblan y casi me desplomo en el suelo de
puro alivio. Tampoco sabía cuánto necesitaba la aprobación de mi familia.
Me siento tan libre, como si pudiera respirar fácilmente después de años de vivir
solo a medias. No puedo evitar el hecho de que sonrío como un idiota. Cuando Bunky
arquea una ceja ante mi expresión y Raid resopla divertido, les muestro el dedo medio
por ser tan entrometidos.
Bunky me envuelve en un abrazo al segundo siguiente antes de retirarse y darme
esa sonrisa traviesa suya.
—No puedo creer que hayas estado escondiendo esta mierda. Deberías haberlo
sabido cuando ya no querías salir de fiesta conmigo.
—Te dije que estaba escondiendo algo, —dice Raid, subiéndose las gafas a la cara
mientras cruza los brazos sobre el pecho—. No me creíste.
—¿Estás enojado porque lo escondí? —Yo le pregunto. Él niega con la cabeza pero
no dice nada más, así que insisto—. ¿Pero lo sabías?
—No eres sutil y eres una mierda escondiéndote. Me di cuenta hace semanas, pero
la gota que colmó el vaso fue que llevabas su anillo alrededor del cuello. ¿De verdad
pensaste que nadie se daría cuenta?
Bunky frunce el ceño.
—Espera, yo no me di cuenta.
—Eso es porque eres un puto loco, Bunk. Tu cabeza está demasiado loca para
prestar mucha atención al mundo que te rodea, —bromea Raid, golpeándolo
suavemente en la parte posterior de la cabeza.
—¡Raid! —grita Whaley, haciendo que toda nuestra atención se dirija hacia él. ¿Qué
cojones? Los ojos de Raid se abren cuando ve a Whaley con sorpresa, y veo cómo la
nuez de Adán de Whaley se balancea, como si estuviera tratando de recuperar la
compostura. Abre la boca para decir algo antes de negar con la cabeza, como para
aclarar sus pensamientos—. No es su culpa... Simplemente deja de ser tan bocazas.
—Sí, cuida tu boca, —se burla Bunky, devolviendo el golpe a Raid en broma.
Haciendo una leve mueca, Raid le lanza a Whaley una última mirada nerviosa,
claramente sin entender lo que acaba de suceder. Bueno, eso nos convierte en dos.
Luego me mira antes de forzar una sonrisa y señalar la puerta.
—Está bien… hablaremos de eso más tarde. Tu chico probablemente esté
enloqueciendo en el coche pensando que te estamos regañando aquí. Ve a ver cómo
está.
La forma en que le dice mi chico me hace cosas raras por dentro, y ni siquiera puedo
empezar a explicar lo mucho que amo eso. Joder, realmente soy un tonto endulzado por
la polla.
Pero lo acepto.
Sonrío, amando la facilidad con la que aceptaron esto, me aceptaron. Debería haberlo
sabido, pero el miedo es algo poderoso y no tengo miedo de admitir que estaba
aterrorizado de perderlos.
—¿Qué estás esperando? —Pregunta Whaley, señalando la puerta con la barbilla—.
Ve a cuidarlo. Te contactaré cuando te necesite.
Me habría ido sin la aprobación de Whaley, pero ahora que la tengo, prácticamente
corro hasta el coche. Cuando veo el rostro lleno de lágrimas de Blaine y la forma en que
sus dedos tiemblan contra sus jeans, pienso en asesinato de nuevo.
VEINTINUEVE
SILAS

—¿Mi camioneta estará bien en el taller de Whaley? —Blaine pregunta cuando


subimos las escaleras hacia la caravana.
—Sí, el taller es seguro, —respondo, abriendo la puerta y haciéndole un gesto para
que entre primero—. Además, ahora todo el mundo sabe que eres mío, así que nadie te
va a joder.
—¿Por qué importa eso? —Levanta la mano para secarse los ojos todavía tristes
mientras se apoya en el mostrador.
Me acerco a él, envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y acerco su cuerpo al
mío.
—Porque cuando te volviste mío, también te volviste de ellos. Protegemos lo que es
nuestro.
Se le corta el aliento y su labio tiembla mientras me mira con esos ojos devastadores
que tiene.
—Necesitaba escuchar eso. No sabes cuánto. —Su tono es hueco, muy triste, y odio a
quien lo haya hecho sentir así. Inclinándose hacia adelante, apoya su barbilla en mi
hombro y sus manos se acercan para agarrar mi espalda mientras se aferra a mí. Siento
el movimiento de sus labios rozar mi cuello y escucho su inhalación profunda mientras
huele—. Me encanta cómo hueles ahora.
—¿Qué tenía mi antiguo olor? —Murmuro, volviendo la cara para besar su mejilla,
tratando de consolarlo.
Él retrocede y sonríe con picardía.
—Ese olor a cigarrillo era terrible.
—Oh, vete a la mierda, lo disfrutabas. Incluso una vez me dijiste que te gustaba mi
sabor.
—Creo que fue tu aire de chico malo. —Sus ojos me recorren, sus manos se mueven
para deslizarse por mi abdomen, y puedo decir por el creciente deseo en sus ojos lo que
quiere—. Eso solo me prende.
No importa lo tentador que sea Blaine, evito que sus manos vayan más lejos. Luego
llevo sus dedos a mis labios y beso sus nudillos antes de guiarlo hacia el sofá.
—Tenemos que hablar primero.
Suspira, cerrando los ojos y recostándose contra el cojín.
—Lo sé.
Paso mi brazo alrededor del respaldo del sofá y de él, mirándolo con una mirada
que no es para él, pero jodee, estoy enojado.
—Solo dime a quién tengo que matar.
—Oh, ¿matarías por mí? —Pregunta, sus ojos parpadean y se abren lentamente.
Luego me lanza un guiño burlón mientras frota una mano de arriba a abajo por mi
brazo—. Avergüenzas a todos los demás novios, ¿sabes? Tuve suerte.
—Deberías haberlo sabido ya, —resoplo—. Te dije que soy posesivo.
—Lo sé, —susurra, inclinándose para darme un beso rápido en mis labios antes de
sentarse de nuevo—. Amo que lo seas…
—Bien, —respondo, interrumpiéndolo, porque necesito dejar una cosa clara—. No
me importaría si no lo amaras, yo seguiría siendo así.
—No me sorprende. —Él sonríe, tratando de ocultar la tristeza que se apodera de él.
Me acerco y tomo sus manos en su regazo, necesitando que continúe porque no
puedo soportar la espera por mucho más tiempo.
—Bebé, estás tardando.
Odio el hecho de que tengamos que hablar sobre lo que pasó porque en el momento
en que lo menciono, su cara se desmorona. Toda esa diversión y bromas alegres se han
ido, y puedo ver al Blaine que entró corriendo al taller hace menos de una hora.
Sus ojos se llenan de lágrimas de nuevo y hago lo mejor que puedo para atrapar las
gotas que caen mientras intenta ordenar sus palabras.
—Joder, lo siento. Es solo un montón de mierda. Todavía estoy tratando de entender
todo esto.
—Solo dime qué pasó, —le digo en voz baja, tratando de convencerlo—. Podemos
manejarlo.
—Kent-le-envió-a-mi-papá-fotos-nuestras-en-el-campo-de-fútbol-la-otra-noche, —
dice en un suspiro, con ojos de búho mirándome mientras espera mi reacción.
Me quedo atónito, las palabras no se registran por un momento.
Pero luego lo hacen.
¿Qué cojones?
—¡Voy a matarlo! —Gruño, sin sonar como yo mismo.
Voy a romperle el puto cráneo y darle de comer sus propias tripas antes de
enterrarlo vivo a dos metros bajo tierra.
—¡Si, cálmate! —Blaine grita, y solo ahora me doy cuenta de que me levanté y
caminé hacia la puerta cuando él me jaló hacia atrás.
—Explícate. —Mi voz es temblorosa, llena de ira que estoy tratando con todas mis
fuerzas de reprimir para no desquitarme con mi chico.
—Supongo que nos vio, —dice mientras me lleva de regreso al sofá—. Lo vi hoy y el
gilipollas se estaba burlando de mí. Básicamente insinuó que sabía lo que pasó, pero no
lo dijo abiertamente.
—Blaine... —Todavía estoy temblando de rabia mientras trato de soltarme de su
agarre, listo para salir de aquí y cazar a ese imbécil—. Suéltame.
—Detente, —suplica, todavía tratando de hacerme retroceder—. Si, nada bueno
saldrá si enloqueces.
Inspiro y exhalo lentamente, tratando de calmar mi corazón acelerado. Si no fuera
por el agarre de Blaine, ya estaría volando por ese camino de tierra y dirigiéndome
hacia la casa de ese imbécil ahora mismo. Blaine finalmente logra llevarme de vuelta al
sofá, pero mi cuerpo todavía vibra, listo para pelear. Pero ya no peleo con él porque sé
que tiene razón. Si no me calmo, terminaré matando a Kent.
—Cuando llegué a casa, mi papá estaba en mi habitación y me mostró las
fotografías. Se había vuelto loco por el hecho de que estoy contigo.
—Sabía que se volvería loco por mí. —Aparto mi mano para pasar mis dedos por mi
cabello, tratando de apagar el infierno ardiente de emociones que me pululan.
—Ni siquiera se trataba de que fueras un chico tampoco. Fue por los Ases. —Niega
con la cabeza con disgusto—. Lamento que sea así. Yo te defendí. Intenté hacerle entrar
en razón, pero no me escuchaba.
Sus palabras hacen que mi estómago se caliente y mi pecho se sienta apretado.
Nadie fuera de la pandilla y de mi familia me había defendido antes. La necesidad de
patear los dientes de Kent todavía está ahí, pero el cariño de Blaine por mí me está
calmando un poco.
—Pasó por mi habitación. Vio mis solicitudes para otras becas y enloqueció. Estaba
más enojado porque su estúpido sueño futbolístico se iba a esfumar que por lo que yo
quiero en la vida. —Blaine niega con la cabeza, su labio inferior temblando mientras
intenta mantenerse fuerte—. No debería sorprenderme, pero en el fondo realmente
pensé que me dejaría tener esto. Que si veía lo mucho que significaba para mí, lo
aceptaría. ¿Por qué no puedo ser lo suficientemente bueno para él?
Agrego mentalmente al alcalde Yates a mi lista de asesinatos. Supongo que
empezaré a coleccionar nombres como Aria Stark 15. Tengo el presentimiento de que con
esta mierda de novios agregaré gente semanalmente a la pila de matanza.
Joder, esto es peligroso y el psicópata que llevo dentro lo está deseando. Debería
invertir en un arma. Me pregunto si Whaley me daría una...
—¿Qué pasó después? —Pregunto después de unos tensos momentos de silencio—.
¿Os peleasteis y te fuiste?
—Nos peleamos, sí, —murmura, apretando y abriendo los puños alrededor de sus
jeans—. Y me echó.
Sacudo la cabeza porque no puede ser que haya escuchado eso bien.
Quiero enloquecer por lo que hizo su padre, pero sé que eso no es lo que necesita en
este momento. Así que trato de mantener la calma porque eso es lo mejor para él.
Es solo que la familia lo es todo, me han enseñado eso toda mi vida, así que el hecho
de que mi novio fuera abandonado como si fuera un trapo viejo por su propio padre...
No, olvídate del asesinato simple, voy a arrancarle miembro por miembro al padre de
Blaine, y luego personalmente lo entregaré por piezas al infierno yo mismo.
—Sí, me dijo que si me iba no volviera, —susurra, su voz sale temblorosa y áspera
—. Supongo que puedo quedarme en casa de Landon o lo que sea...
Entrecierro un poco la mirada. Está muy equivocado si piensa que lo dejaré
quedarse en cualquier lugar excepto conmigo.
—A la mierda eso. Te quedarás conmigo.
Las palabras salen de mi boca antes de que pueda siquiera pensar en ello. Tal vez
debería estar más asustado por el hecho de que básicamente le pedí a Blaine que se
mudara conmigo, pero no me importa. Mi bebé me necesita y eso es lo único que
importa.
Sus ojos vuelan hacia los míos mientras abre y cierra la boca, casi como si no supiera
qué decir.
—Yo... No sabes lo que estás diciendo. Eso es algo grande.

15
Personaje de Juego de Tronos.
—Sé lo que digo y eres mío. Que me condenen si te dejo quedarte en cualquier lugar
que no sea conmigo. —Extiendo la mano y tomo sus mejillas, pasando mi pulgar por su
tembloroso labio inferior—. Tu papá es un idiota, y lamento mucho que te haya hecho
eso, pero debes saber que estás a salvo conmigo. Que siempre tendrás un lugar aquí.
—No sé qué decir.
Hago una pausa y le empujo el pelo hacia atrás para poder presionar mi frente
contra la suya.
—Me duele que te haya lastimado. No tomo nuestra relación a la ligera. Cuando dije
que eras mío, lo dije en serio.
—Silas, —susurra entrecortadamente, desmoronándose contra mí—. Gracias.
Lo acerco más, sosteniéndolo mientras vibra de nervios. Solo quiero ayudar, solo
quiero quitarle todo su dolor y mostrarle lo mucho que significa para mí.
Le doy un beso en la nuca y le froto círculos tranquilizadores en los brazos.
—Estarás bien.
Puede que no lo parezca, pero lo estará. No dejaré que nadie trate a Blaine de esta
manera. Pase lo que pase, haré todo lo que esté en mi poder para asegurarme de que
salga de esto lo más ileso posible.
Intenté consolarlo con mis palabras, pero nunca había sido tan bueno con ellas. Sin
embargo, si mi declaración no puede demostrarlo adecuadamente, sé qué lo hará.
Le doy otro beso, esta vez arrastrando mis dientes contra el lóbulo de su oreja
mientras mi mano se desplaza para frotar su polla a través de sus jeans.
—¿Cómo puedo mejorar esto para ti? ¿Qué necesitas?
—Te necesito, —dice, con la respiración entrecortada mientras gira la cabeza para
atrapar mis labios—. Hazme olvidar.
Asiento, juntando lentamente nuestros labios. Si quiere olvidar, lo ayudaré. Puedo
hacerlo sentir bien, sentir cualquier cosa además del dolor que está experimentando. Le
quitaré todo porque quiero que Blaine simplemente se relaje, se olvide de todo y sepa
exactamente qué hacer.
—Es mi turno. Quiero que me folles esta vez —murmuro contra sus labios antes de
arquear una ceja, esperando su reacción—. A menos que no quieras, sin presión ni nada.
—Yo... Por supuesto que sí, —tartamudea, girándose completamente para mirarme.
Sus grandes ojos grises buscan los míos mientras sus manos cubren mi rostro—. ¿Estás
seguro?
Me encojo de hombros, tratando de parecer relajado cuando en realidad estoy
jodidamente nervioso. No quiero que Blaine vea mi preocupación. Hace tiempo que
quiero esto. He estado pensando en cómo sería tener todas sus primeras veces y darle
una de las mías, y este parece el momento adecuado.
—Quiero probarlo contigo.
Él traga saliva, temblando levemente mientras asimila mis palabras. Caemos el uno
en el otro después de eso, nuestras manos desesperadamente deshaciéndose de cada
capa entre nosotros. Todo es muy rápido, la necesidad y el deseo crecen entre nosotros
con cada segundo que pasa.
Una vez que estamos desnudos, me acuesta en el sofá, su gran cuerpo flotando y
enjaulándome contra el cuero. La posición hace que nuestros anillos tintineen y me
inundan sentimientos de comodidad, seguridad y también pura posesividad porque es
un recordatorio de que él es mío tanto como yo soy suyo. Coge el lubricante de la mesa
auxiliar y puedo ver sus dedos temblar mientras los cubre. Me hace sentir mejor saber
que él está tan nervioso por esto como yo.
Siempre he tratado de poner una fachada, nunca queriendo que nadie vea ningún
tipo de debilidad. Necesitaba ser fuerte por mi mamá, por mis amigos y por los Ases,
pero no tengo que fingir cuando estoy con Blaine. Entre nosotros nunca ha habido
ninguna tontería. He visto cada lado de él, me ha hablado de sus ataques de pánico y le
he consolado cuando no tenía idea de lo que estaba haciendo.
Habló de lo mucho que la gente le quita y de lo codiciosos que son a la hora de dar
algo a cambio, y no me va a añadir a esa lista.
Cuando siento sus dedos fríos deslizándose entre mis nalgas, acariciando
suavemente mi agujero, me estremezco.
—¿Va a doler? —No puedo evitar preguntar.
Sus ojos brillan con sorpresa pero se suavizan rápidamente. Puedo ver que la
confianza va creciendo en él lentamente y es exactamente lo que quiero. Él niega con la
cabeza.
—Se sentirá incómodo por un tiempo, pero luego se sentirá bien.
—Solo... —Me aclaro la garganta, abriendo más las piernas para él mientras me
muevo para sentirme más cómodo—. Joder, ve despacio.
—Por supuesto, Si, —dice con dulzura, tan tierno que hace cosas raras en mi
corazón. Alguna vez habría rechazado esas emociones, habría jurado que no las sentía,
incluso habría maldecido su existencia, pero ahora no las siento.
Mientras uno de los dedos de Blaine entra lentamente en mí y mi respiración se
entrecorta, acepto todos esos pensamientos que solía dejar de lado. Lo fuerte que es
tanto física como mentalmente, lo compasivo que es, lo generoso que es con aquellos
que no lo merecen. Mientras me abre, dejándome adaptarme al breve ardor antes de
añadir otro dedo, me permito sentir cuánto me ha cambiado. Me ha hecho querer más
de mi vida, más de lo que jamás creí posible, y estoy agradecido por ello.
Cuando reclama mis labios en un suave beso, envuelvo mis brazos alrededor de su
cuello y lo arrastro contra mí. Puedo sentir su polla goteando contra mi abdomen y
arqueo la espalda para darnos la fricción que tanto necesitamos.
—Fóllame, —jadeo, echando la cabeza hacia atrás cuando él agrega otro dedo—. Por
favor, estoy listo.
Se sienta, sus ojos trazan un camino desde mi desesperada polla hasta mi pecho, mis
labios y finalmente aterrizan en mis ojos. Joder, me encantan sus ojos. Me encanta caer
en el abismo gris helado con esos pequeños redondeles azules.
—¿Podemos hacerlo así? —Pregunta, sus manos deslizándose por mis muslos—.
Yo... quiero verte.
Mi pobre bebé, tan jodidamente vulnerable para mí. Normalmente follamos con él
sobre manos y rodillas, pero no quiero eso ahora. Quiero poder mirar esos ojos
fascinantes, besar esos labios carnosos, verlo desmoronarse. Antes de que pueda
discutir o decir algo, lo aparto de mí. Parece sorprendido hasta que me subo a su
regazo.
—Si…
—Así, —susurro, mirándolo a los ojos mientras me inclino hacia atrás y agarro su
polla—. No me quites los ojos de encima.
Él asiente, lamiéndose los labios con anticipación mientras me levanto. Luego
presiono la cabeza de su polla contra mi agujero, conteniendo la respiración mientras
tomo el primer centímetro. Joder, tiene razón, se siente raro. Se siente tan jodidamente
extraño, pero mantengo mi atención en su rostro, en la forma en que su respiración se
entrecorta cuando me deslizo un poco más hacia abajo, y en la forma en que me mira
con tanta ternura que me hace olvidar el ardor.
Cuando mi culo se encuentra con sus muslos y él está completamente dentro, me
desplomo encima de él. Dejo caer mi cara sobre su cuello, lamiendo y chupando su piel
mientras él frota sus manos por mi espalda.
—Te sientes tan apretado. —Se ríe entre dientes, casi como si estuviera sin aliento—.
Te sientes tan perfecto.
Libero un resoplido molesto. Perfecto nunca ha sido una palabra utilizada para
describirme, pero cuando Blaine la dice con tanta reverencia, casi suena cierto.
—Dame un segundo.
Él asiente y continúa diciéndome lo genial que soy, lo caliente que me siento y lo
feliz que está. Todas esas palabras que nunca supe que necesitaba pasan por sus labios y
caigo más profundamente en nosotros. Luego me siento, apoyo mis manos sobre sus
hombros y beso sus labios antes de comenzar a mover mis caderas. No tengo idea de
qué diablos estoy haciendo, solo intento encontrar el ritmo adecuado para que esto sea
bueno para los dos. Al principio estoy experimentando, acostumbrándome a cómo se
siente dentro de mí, pero después de un segundo, empiezo a sentirme bien.
Realmente jodidamente bien.
—Sí, monta mi polla, Si, —jadea, agarrándose de mis caderas—. Dios, mírate. Me
estás tomando tan bien. ¿Te gusta mi polla en tu culo?
Gimo, mis pelotas se aprietan mientras le doy una palmada en el hombro.
—Si sigues hablando así, me correré demasiado rápido.
Maldita sea su boca, siempre logra volverme loco tan rápido cuando comienza a
hablar, me calienta tanto.
—Te gusta mi boca sucia, —bromea, pasando sus manos por mi pecho para jugar
con mis pezones—. Te pone cachondo.
—Vete a la mierda, —gruño, recuperando el poder cuando salgo por completo
dejando dentro solo su cabeza y me siento de nuevo. Él jadea y gime cuando lo hago de
nuevo, y yo simplemente me río.
Se muerde el labio inferior y sostiene su mano sobre mi corazón con nervios en los
ojos.
—Eres increíble, Si.
Joder, siempre encuentra una manera de hacer que me corra en pocos minutos. Mi
respiración se entrecorta porque es tan jodidamente genuino. Tan jodidamente mío.
Y yo soy tan jodidamente suyo.
Y algo en ese pensamiento me tiene a punto de explotar.
Capturé sus labios, cayendo completamente sobre él, aplastándolo con mi peso. Sin
embargo, a él no le importa, simplemente me abraza contra su pecho mientras nuestra
respiración se sincroniza cuando desacelero el movimiento de mis caderas. Esto es más
que solo follar. Esto es más que sexo caliente y sucio solo para correrse.
—Todo va a estar bien, —le susurro al oído, interrumpiéndome con un gemido
mientras mi polla se arrastra contra sus abdominales duros como una roca—. Joder,
bebé, estoy cerca.
—Yo... joder, sí, me corro, Si, —brama, agarrando mi culo mientras me embiste—.
Córrete conmigo. Joder, córrete.
Ni siquiera sé cómo es posible, pero lo sé. La áspera fricción de su piel contra mi
polla, el calor llenando mi culo, la forma en que Blaine me besa a través de él, todo me
hace desmoronarme y gimo, derramándose entre nosotros y marcando su piel con mi
semen.
Ambos estamos jadeando, pero eso no me impide besar sus labios, deseando que el
tiempo se detuviera aquí. Me inclino un poco, tomándome mi tiempo para frotar mi
semen en sus abdominales, ganándome una suave risa.
—Realmente eres un hijo de puta posesivo, —murmura, empujándome hacia arriba
para que me deslice fuera de su polla. Luego sus dedos se deslizan a través del desastre
que se derrama de mi culo—. Pero yo también.
Lo beso de nuevo, disfrutando de los suaves sonidos de satisfacción que salen de sus
labios. No sé cuánto tiempo permanecimos así, pero cuando siento que su respiración
comienza a cambiar, me doy cuenta de que está empezando a quedarse dormido.
—Descansa, bebé. —Beso su cabello empapado de sudor—. Estoy aquí.
—Silas, —murmura, con los ojos entreabiertos para mirarme—. Tengo miedo.
Niego con la cabeza, tratando de tranquilizarlo lo mejor que puedo.
—No lo tengas. Aquí estoy. Lo prometo. Me aseguraré de cuidarte. No importa qué.
Él asiente y vuelve a cerrar los ojos.
—¿Lo prometes?
—Sí, Blaine. Lo prometo. —Y hablo en serio.
Pase lo que pase, él estará a salvo conmigo y no tengo miedo de quemar el mundo
para que esto suceda.
TREINTA
SILAS

Llevo a Blaine a escondidas al remolque de mi mamá a la mañana siguiente antes de


la escuela para que pueda ducharse.
Empujando a Blaine hacia la parte trasera, trato de estar en silencio para no
despertar a mi familia. Sería divertido intentar explicárselo a todo el mundo si nos
pillan. Realmente necesito hablar con Whaley para instalar agua en la caravana.
Tomo algo de ropa de mi antigua habitación, consciente de que Liza y June están
durmiendo allí, luego regreso al baño justo cuando Blaine se pone bajo la ducha.
Apoyándome en la puerta cerrada, me muerdo el labio para apreciar lo bien que se ve
desnudo con el agua corriendo sobre él.
Me gusta el hecho de que pronto quedará cubierto por el olor de mi gel de baño.
Estoy reclamando, marcando y siendo dueño absoluto de mi territorio.
Me despojo de la ropa y me pongo detrás de él, casi alineando nuestros cuerpos con
lo pequeño que es el espacio. Se da vuelta, poniéndonos cara a cara antes de darme una
sonrisa con los dientes.
—¿No comiste suficiente anoche... y esta mañana? —susurra divertido.
—Nunca tendré suficiente de ti, —murmuro, dándole un beso húmedo en los labios,
provocando que se sonroje.
—A veces dices las cosas más dulces.
—Sí, bueno, no te acostumbres. Sigo siendo un imbécil. —bromeo, sin querer
admitir que me tiene besando sus pies, aunque sé que estoy completamente perdido.
Pone los ojos en blanco y me observa enjabonar un paño con mi jabón—. Ahora, date la
vuelta y déjame lavarte la espalda.
Él hace lo que le digo y disfruto la forma en que sus músculos se flexionan bajo mi
toque. Me pongo a trabajar, enjabonándolo y deseando con todas mis fuerzas tener más
tiempo para poder apreciar la forma en que su piel se ve toda enjabonada. Tendré que
hacer que eso suceda pronto.
Lo hago girar, prestando especial atención a su pecho y abdomen antes de
deslizarme hacia su...
—No, —gruñe, apartando mi mano antes de que pueda tocar su polla.
—Pero necesitas lavarte. —Finjo inocencia, pero él no se lo cree. Él sabe dónde está
mi mente. ¿Cómo podría no saberlo?
—Si empiezas con eso, no nos detendremos, y ahora no es el momento para eso. —
Niega con la cabeza, me quita el paño y se limpia a fondo antes de enjuagarse.
—Arruina mi diversión, —hago puchero, aunque sé que tiene razón. No puedo
controlarme en lo que a él respecta.
Me lavo rápidamente, tratando de no gemir cuando Blaine sale para secarse antes de
vestirme con la ropa que le compré. Lleva mis boxers y mi camiseta negra lisa,
consolidando el hecho de que es mío.
Dios, ¿por qué es tan jodidamente sexy?
Cuando se pone sus jeans de ayer, tomo nota mental de preguntarle a Bunky o Raid
si tienen algún jeans sencillo que Blaine pueda prestar. Solo tengo unos negros y él
llamaría mucho la atención con esos. Afortunadamente, su chaqueta letterman puede
ocultar su camisa.
—Te traeré un cepillo de dientes y un poco de desodorante, —le digo mientras
salimos del baño.
—No te preocupes por eso, —susurra, manteniendo la voz baja para no despertar a
nadie—. Guardo esas cosas en mi casillero para después de la práctica. De ahora en
adelante lo tendré en mi camioneta.
—Me parece bien. —Le damos un beso más en los labios, nos dirigimos a la cocina y
rebusco entre los armarios en busca de comida—. ¿Te gusta el sándwich de mantequilla
de maní con mermelada? —Le pregunto, sintiéndome mal por no tener más opciones
que darle. Él asiente y se apoya en la estufa mientras saco los ingredientes—. Lo siento,
no tenemos una gran selección, —le digo, untando el pan con una cantidad generosa de
mantequilla de maní—. Sé que no es mucho, pero...
Su mano se extiende para cubrir la mía y miro hacia arriba para encontrarlo
mirándome. Joder, ¿lo hice enojar?
—Tienes que dejar de menospreciarte, —dice con severidad, sus ojos sosteniendo los
míos con tanta intensidad—. No me gusta cuando haces eso. No me importa la comida,
ni tu casa, ni tu ropa, Si. Solo me importas tú.
Joder, me hace sentir... un montón de mierda confusa, burbujeante y profunda.
—No me avergüenzo de quién soy, solo desearía poder hacer más, eso es todo.
Mereces más. —Es la verdad, sin importar cuánto quiera endulzarla.
—Podría decir lo mismo de ti, ¿sabes? —me dice, dándome un último apretón antes
de retroceder.
—Pero ambos sabemos que eres mejor que yo.
—Silas, —advierte, y levanto las manos, sin querer pelear. Tiene que ver que puede
hacerlo mucho mejor que yo.
Suspira, agarra el sándwich y aplasta el pan con fuerza antes de darle un gran
mordisco, mientras me mira con el ceño fruncido.
—Aún no hemos terminado de hablar de esto, —murmura con la boca llena—. Mi
novio es el mejor y tiene que empezar a darse cuenta de eso.
—Buena suerte, cariño. Llevo años intentando decirle eso, pero no me escucha.
Me sobresalto, los ojos vuelan hacia donde mi mamá está apoyada en la entrada de
la cocina, con el cabello arrugado por el sueño y vestida con una bata de baño morada.
Los ojos de Blaine están muy abiertos por el horror, las mejillas ligeramente hinchadas y
todavía llenas de comida.
—Oh, Dios mío, —dice, tragando el bocado con tanta fuerza que sé que ella tiene
que oírlo—. Señora… yo… Nosotros…
—Blaine, —lo interrumpí, agarrando su mano y tratando de que se concentrara en
mí antes de que su pánico se apoderara de él—. Está bien.
Me mira y veo una docena de expresiones cruzar su rostro mientras intenta relajarse.
—Lo siento. Acabo de sacarte del armario frente a tu mamá. Arruiné tu oportunidad
de hablar con ella. Yo solo...
—Ey. —Levanto la mano y presiono un dedo contra sus labios para detener sus
divagaciones—. Está bien y no es tu culpa. Todo está bien.
Todavía parece preocupado, pero finalmente asiente, con las manos apretadas en el
frente de mi camisa. Sus ojos se cierran y niega con la cabeza.
—Lo siento, estos estúpidos ataques siguen empeorando.
—No te disculpes. Tu mente está jugando contigo, tratando de retorcerte —digo,
arrastrando mis dedos por su cabello ligeramente húmedo—. Sin embargo, lo prometo,
todo está bien.
Respira profundamente, abriendo los ojos lentamente mientras intenta hacer lo
mejor que puede para sonreír.
—Gracias.
Beso su sien, abrazándolo hacia mí mientras miro a mi mamá por encima de su
hombro.
Ella parece preocupada y le doy un sutil movimiento de cabeza, haciéndole saber
que se lo explicaré más tarde. Ella capta la indirecta y señala con el pulgar detrás de
ella.
—Si, me voy a duchar. Hablaré contigo en un momento, ¿sí?
—Sí, mamá.
Una vez que ella se fue, me alejo de Blaine, tirando su sándwich caído y
preparándole uno nuevo. Luego le tomo un refresco del refrigerador y lo acompaño
hasta su camioneta. Pasamos por Whaley está antes de venir aquí y me alegro porque
necesito volver a entrar y hablar con mi mamá lo antes posible.
—Estoy tan avergonzado, —gime, dejando caer su rostro entre sus manos—. No
puedo creer que haya actuado así delante de ella. Ella te dirá que huyas de mí.
Me río, abro la puerta y lo ayudo a entrar.
—No, ella ha visto cosas peores. Confía en mí.
—Lo siento mucho, —dice, pero lo hago callar con un beso.
—Para. Está bien. Lo prometo. —Le hago un gesto con la mano y le doy una mirada
para verificar que está realmente bien—. ¿Estarás bien yendo a la escuela?
Él asiente y deja el refresco y el sándwich en los portavasos.
—No te preocupes por mí.
—Imposible. —Lo beso una vez más antes de dar un paso atrás y cerrar la puerta.
Baja la ventanilla y ladea la cabeza hacia un lado.
—Espera, ¿no vienes conmigo?
—Estaré allí más tarde. Primero tengo que arreglar algunas cosas.
Arranca su camioneta, con el rostro contraído mientras se mordisquea el labio
inferior.
—Pídele disculpas a tu mamá de mi parte. Realmente me siento como un idiota.
Tendré que presentarme correctamente la próxima vez. Llevarle un regalo. ¿Le gustan
las flores? Siento que a todas las mamás les gustan las flores. Ya sabes, el súper hace...
—Bebé, estás divagando, —le digo, presionando brevemente un dedo en sus labios.
Sus mejillas se sonrojan ante mis palabras.
—Me voy. No puedo soportar mucha más vergüenza en un período de veinticuatro
horas.
Está bromeando, pero las palabras me duelen profundamente. Así que me acerco a
su ventana, apoyando mis codos en la cornisa mientras me inclino.
—Bromas aparte, no necesitas sentirte así conmigo. La mierda está jodida ahora y tu
cabeza está llena de basura, pero te prometí que todo estaría bien. Anoche no estaba
mintiendo. Eres mío y estás a salvo conmigo.
Su rostro se transforma en una sonrisa y deja escapar un pequeño suspiro.
—Es muy cursi, pero nunca me cansaré de oírte decir eso.
Pongo los ojos en blanco y luego me alejo de su camioneta.
—Sí, sí. Ahora ve a la escuela para no llegar tarde. No puede permitir que el chico
dorado llegue tarde a clases, ¿qué pensaría la gente? —Me burlo y él se ríe mientras se
pone el cinturón de seguridad.
—Tal vez es hora de que el chico dorado se rebele.
—Oh, de eso me puedo encargar. ¿Deberíamos perforarte las orejas? ¿Quizás hacerte
algunos tatuajes?
Él frunce los labios, no parece gustarle la idea.
—No sé si llegaría tan lejos. —Sus ojos caen hacia mis orejas un momento después
—. Aunque tus piercings en las orejas son calientes.
Joder. El tono ronco de su voz combinado con el recuerdo de él chupando mi oreja
entre sus labios es demasiado.
—No me mires así o nunca te irás, —me quejo, odiando que no estemos en un
ambiente más privado.
—Tendrás que esperar hasta más tarde, —dice, dándome un guiño de despedida
antes de alejarse y no dejarme más opción que quedarme mirándolo.
El imbécil lo hizo a propósito.
Suspiro, miro al cielo y hago un círculo lento mientras trato de calmar mi polla.
Resulta que en realidad no es una tarea difícil cuando recuerdo que mamá está adentro
esperándome. La conozco y no creo que se vuelva loca, pero nunca he hecho esto antes,
así que no sé qué esperar.
Decidiendo que no puedo posponerlo más, entro, veo a mamá de inmediato y
reprimo un gemido ante la mirada brillante en sus ojos. No digo nada y me dejo caer a
su lado en el sofá mientras espero su interrogatorio.
—Entonces… —comienza, girándose para mirarme mejor—. ¿Él fue quien te dejó
ese chupetón en el cuello que vi en el restaurante? —Joder, me olvidé de eso.
Asintiendo, muerdo el interior de mi mejilla mientras espero a ver qué pasa después.
Ella me golpea el brazo y me regaña—. Podrías haberme corregido, ¿sabes? Me siento
mal ahora.
—Ay, joder, mamá, —me quejo, frotándome el lugar.
—¿Qué? Te lo merecías, —me dice, dándome un fuerte golpe en el pecho por si
acaso.
Me muerdo el labio inferior, sorprendida por su reacción.
—Entonces, ¿no te importa que sea un chico?
Ella exhala lentamente antes de tomar mis manos y apretarlas firmemente.
—Nunca, Si. Sé lo que es estar con alguien con quien la sociedad dice que no debes
estar. Después de todo lo que pasé con mis padres, nunca te haría eso.
No pensé en eso pero tiene razón. Su historia se parece mucho a la de Blaine, menos
la familia adinerada. Mi mamá provenía de una educación religiosa y en el momento en
que sus padres se enteraron de mi papá, reaccionaron igual que el alcalde Yates.
Al final eligió a mi papá y no ha hablado con su familia en años. La miro, pensando
en lo fuerte que es. Cómo logró superar toda la mierda difícil y estar bien. Pero no
puedo evitar preguntarme si se arrepiente de su elección. ¿Y si desearía haber elegido
diferente, especialmente después de tantos años sin mi padre?
Reflexiono sobre dónde estaremos Blaine y yo en los próximos cinco años.
¿Terminaré como mi papá, un criminal encerrado? No estaba bromeando cuando dije
que Blaine podría tener a alguien mejor. Realmente podría y también se lo merece. No
debería encadenarlo a mí, pero la idea de dejarlo ir me hace querer apuñalar a alguien.
—¿Silas?
—¿Te arrepientes? —dejo escapar, necesitando las respuestas a las preguntas dentro
de mi cabeza antes de que me consuman.
Su rostro se contrae por la confusión.
—¿Arrepentirme de qué?
—¿De dejar a tu familia? —pregunto con curiosidad—. ¿De elegir a papá?
—Ni una sola vez, —dice rápidamente, sin siquiera tener que pensar en ello.
—¿De verdad? —Sé que ella no mentiría, pero soy escéptico.
—¿De dónde viene esto? —pregunta mientras pasa su pulgar por la parte superior
de mi mano.
Mordiéndome el labio inferior, pienso en qué decirle. Blaine no quería que nadie lo
supiera, pero siento que a él no le importaría si se lo dijera a ella.
—El papá de Blaine se enteró de nosotros anoche. Se volvió loco y lo echó.
Claro, hay más en la historia, las becas de Blaine y el hecho de que no quiere jugar al
fútbol, pero no puedo evitar sentir que todo es culpa mía. Pensando que si no me
hubiera juntado con él, nada de esto estaría pasando en primer lugar.
Sus ojos parpadean con comprensión.
—¿Y te preocupa que se arrepienta de ti?
No hay razón para ocultar los sentimientos jodidos dentro de mí. No de mamá.
—Algo así.
—No lo sé, —dice arrastrando las palabras, chasqueando la lengua hacia mí—. Por
lo que he oí, parece bastante interesado.
Eso me hace sonreír, a pesar de la guerra que se libra dentro de mí.
—Sí, él es intenso.
—Eso no es malo, —insiste, con una pequeña sonrisa en sus labios mientras me
evalúa—. Parece que necesitas una patada rápida en el culo.
—Bueno. Se supone que debes estar de mi lado, —respondo aunque me alegro de
que no esté desconcertada por esta cosa enorme que dejé caer en su regazo.
—Tenía algunos puntos válidos. Eres muy negativo contigo mismo y no deberías
serlo porque eres un buen chico.
Pongo los ojos en blanco, sabiendo que es mentira.
—¿No todas las mamás tienen que decirles eso a sus hijos? Es algo mundial.
Ella entrecierra la mirada antes de negar con la cabeza rápidamente.
—Eso es mentira. Creo que nunca he llamado a Ryker un buen chico.
—Eso es cierto. —Resoplo, no hay lugar para discutir ahora.
Amo a mi hermano, pero Ryker es un desastre ambulante que no puedes evitar
mirar incluso cuando deberías mirar hacia otro lado.
—Él se parece mucho a tu papá, —murmura, con esa mirada lejana en sus ojos que
tiene cuando piensa en ellos.
—Lo sé, —digo con remordimiento. Realmente lo es, es por eso que siempre estaba
en problemas.
—¿Qué puedo hacer? —Ella me da una sonrisa triste—. Los amo a ambos, incluso
cuando se equivocan.
—Porque eres la mejor… —Después de unos momentos, siento la necesidad de
aclarar una vez más mientras trato de ocultar la preocupación en mi tono. No sé por qué
estoy tan nervioso, pero la idea de su rechazo me mataría—. Entonces, ¿estás realmente
bien con Blaine y conmigo?
—Por supuesto, Silas. —Ella se ríe y me pellizca las mejillas—. Solo espero que él te
haga feliz.
—Basta, mamá. —No puedo creer que me estoy sonrojando mientras le aparto las
manos ligeramente—. Bueno, él me hace feliz.
—Oh, mira a mi pequeño bebé, ya crecido y enamorado, —bromea, tapándose la
boca con las manos—. Nunca pensé que este día llegaría.
Me congelo, mi corazón late con fuerza mientras sus palabras me inundan. ¿Acaba
de decir enamorado?
No, no puede ser. Yo no estoy enamorado. ¿O sí?
—Wow, mamá, —empiezo, negando con la cabeza—. No estoy…
—No lo pienses demasiado, —dice, dándole una palmadita tranquilizadora a mi
pierna—. Que suceda, Si. Las cosas que están destinadas a ser, serán. Déjalo en manos
del destino.
La tensión que llevaba en mi pecho desaparece ante la facilidad con la que ella me
acepta. Le doy un gran abrazo, acercándola hacia mí mientras trato de transmitirle mi
gratitud por haberlo aceptado. Necesitaba esto más de lo que pensaba y estoy muy
agradecido por contar con su apoyo.
Nos abrazamos y finalmente me aparto, a punto de levantarme e ir a la escuela
cuando ella me detiene.
—Ahora... —Ella se recuesta de nuevo, con los ojos llenos de alegría—. Quiero saber
dónde se conocieron y cuándo empezó esto. Cuéntamelo todo.
Joder. Supongo que a ella no le importa la escuela cuando se trata de chismes.
Será una mañana larga.
TREINTA Y UNO
SILAS

—¡Cabrones, soltadme!
Los gritos de Kent no hacen nada para disuadir a Raid y Bunky mientras lo arrastran
a la parte trasera de la escuela.
Estoy apoyado contra la pared de ladrillos, tocando casualmente mi teléfono
mientras Kent lucha por liberarse del agarre de mis amigos. Siento una sonrisa en mis
labios mientras leo el mensaje de Blaine.

Deportista Engreído: Si, no puedo dejar de pensar en lo que pasó con tu mamá.
Estoy tan avergonzado!

Yo: Cálmate, bebé. Está bien, tal como te dije.

Deportista Engreído: Dónde estás? Podemos correr a la tienda y comprarle algo?

Miro hacia arriba y veo que Raid logró presionar a Kent contra la pared junto a mí
con Bunky abriendo y cerrando su navaja de bolsillo en el rostro ceniciento de Kent.
Aunque odio mentirle a Blaine, él no necesita el estrés adicional de saber lo que
estoy haciendo.
Ahora mismo, necesito darle una lección a este cabrón.

Yo: Estoy resolviendo una cosa con Raid y Bunky. Te veré en nuestro lugar en un
momento. Después tal vez te lleve a comprarle algo.

Deportista Engreído: Okey :)

Joder, él es especial. Mi novio es la persona más genuina del planeta y eso hace que
lo que estoy a punto de hacer sea mucho más importante. Lo hace absolutamente
necesario.
Después de hablar con mamá, llegué a la escuela durante el almuerzo y rápidamente
les informé a los chicos sobre la situación de Kent. Estaban enojados, por decir lo
menos, y aceptaron ayudarme a dejarlo a solas después de la última campana.
Kent grita y trata de liberarse de su control, pero no sucede. Cuando Bunky presiona
la parte roma de su cuchillo contra la mejilla de Kent, saboreo el miedo que veo en sus
ojos. Quiero más de eso. Lo necesito. No solo para Blaine sino también para mí.
—¿Qué te pasa, Kent? —Me burlo, guardando mi teléfono en el bolsillo mientras me
pongo delante de él—. ¿Puedes decir un montón de mierdas pero no soportar las
consecuencias?
Su mandíbula se aprieta y sus ojos pasan del miedo a la ira en un segundo.
—No hice nada.
—Debo decir que los mentirosos nunca me han agradado, —le digo, crujiendo mis
nudillos con una sonrisa en mi rostro.
Luego retrocedo y le doy un puñetazo en el estómago, disfrutando del fuerte
gruñido que suelta.
—Vete a la mierda, —tose mientras intenta proteger su estómago, pero Bunky y
Raid lo sujetan con fuerza por los brazos, dejándolo indefenso contra mi ataque—. ¿De
qué se trata esto?
—¿De qué se trata esto? —Raid resopla, torciendo el brazo de Kent hasta que gime
antes de mirarme—. ¿Este tipo es un idiota, Silas?
Bunky sonríe maliciosamente mientras me anima.
—¡Golpéalo de nuevo!
—La cagaste, Kent, —digo, cada palabra sale con veneno. Agarro un puñado de su
cabello y le tiro la cabeza hacia atrás para que quedemos cara a cara. Su pecho está
agitado, sus ojos entrecerrados, pero le daré algo de crédito porque no deja de mirarnos
a pesar de que su cuerpo tiembla de miedo.
Podemos arreglarlo.
Niego con la cabeza y luego envuelvo mi mano alrededor de su cuello, apretando
con fuerza hasta que su cara se pone roja.
—Blaine.
Eso es todo lo que necesito decir antes de que se dé cuenta. Puedo ver un destello de
incertidumbre en sus ojos, pero no deja que eso lo detenga. En todo caso, lo vuelve
estúpidamente audaz.
—¿En serio? ¿Esto es por él? No pensé que te importarían las fotos o esa pequeña
perra...
Mi puño se conecta con su estómago nuevamente antes de que me dé cuenta de lo
que está sucediendo. Mi sangre late con la necesidad de masacrar. Este pedazo de
mierda no puede creer que voy a dejar pasar esto. Después de todos los problemas que
ha causado, debería rogarme que no destroce su mundo.
—No sé si eres realmente valiente o simplemente muy estúpido. De cualquier
manera, la cagaste y necesito todo mi autocontrol que pueda reunir para no destrozarte,
pieza por pieza. —Hiervo de ira, apretando su garganta con fuerza mientras lo obligo a
sostener mi mirada—. Debería dejarte magullado y roto en el porche de tu papá.
Estoy seguro de que parezco desquiciado, pero eso es exactamente lo que siento
ahora. Estoy agradecido de que mis amigos estén aquí porque si no lo estuvieran, no
tengo ninguna duda de que Kent ya estaría desangrado en la acera por joder no solo
conmigo sino también con mi chico.
—Escucha, —jadea como si de repente se diera cuenta de la posición en la que se
encuentra—. Podemos hablar de esto.
Niego con la cabeza lentamente mientras dejo caer la mano.
—No quiero hablar. Quiero hacerte sangrar.
—¿Todo por él? —pregunta, riendo con falsa confianza—. Ese marica merecía...
No logra terminar esa frase antes de que lo golpee en la cara. La puta audacia.
¿Quién cojones le dio el derecho a hablar así de Blaine? Lo golpeé de nuevo, pero antes
de que pudiera darle una paliza, me arrastraron hacia atrás.
Lucho contra el agarre de Raid sobre mí, pero él niega con la cabeza, casi tirando las
gafas en el proceso.
—Silas, detente.
—¡Te mataré! —Le grito a Kent, casi golpeando la nariz de Raid mientras balanceo
mis brazos en el aire—. ¡No vuelvas a hablar así de él!
—Silas, ¿podrías parar? —Raid sisea, suena sin aliento mientras lucha por
mantenerme alejado—. Piensa.
Es demasiado tarde para eso. Entre la falta de remordimiento de Kent por destruir
todo el maldito mundo de mi chico y su boca engreída, estoy acabado.
—¡Suéltame! —Grito, casi libre de Raid cuando Bunky bloquea mi camino.
—Lo tengo, —me dice, y el brillo calculador en sus ojos me asusta un poco. Sin
embargo, no espera a que responda, porque cuando Kent intenta correr, Bunky lo
agarra por la espalda de su letterman y tira de él hacia atrás—. ¿Adónde crees que vas?
Los ojos de Kent se abren como platos. Si bien todos los Ases tenemos una
reputación, la de Bunky es, con diferencia, una de las peores. Todos sabemos lo que
todos en la escuela piensan de él. Fenómeno. Psicópata. Maníaco. Es mucho más, pero está
a la altura de todo lo que la gente describe.
—Esto es lo que va a pasar, —comienza Bunky, presionando a Kent contra la pared
nuevamente con una mano en su pecho, mientras con la otra hace girar su cuchillo entre
sus dedos—. Vas a dejar a Blaine en paz.
El pecho de Kent está agitado, pero el idiota intenta mantenerse firme, a pesar del
miedo todavía en sus ojos.
—O qué... ¡Joder!
—O esto, —responde Bunky entre risas mientras mira su obra, un fino hilo de
sangre cae de la mejilla de Kent donde lo cortó—. Esto, Kent. Si no fuera por Raid,
estarías camino al hospital ahora mismo, porque nuestro chico quiere acabar contigo.
Así que vas a ignorar a Blaine, te puto comportarás, y nada como esto tiene que volver a
suceder.
—¡A la mierda eso! —Rugí, negando con la cabeza, una vez más luchando contra el
agarre de Raid sobre mí—. Voy a darle una paliza…
Bunky me interrumpe cuando me mira por encima del hombro. Si bien no aprecio
que me menosprecien de esta manera, especialmente cuando se trata de mi propio
novio, puedo decir que él tiene esto bajo control. Es la única razón por la que no lo hago
a un lado y termino el trabajo.
—¿No lo entiendes, Kent? —Pregunta Bunky, con un tono loco antes de manchar la
cara de Kent con sangre—. Estoy aquí para ayudarte. ¿No puedes verlo?
Él se estremece, claramente no disfruta del Loco Bunky.
—Tú…
—¡No he terminado! —Bunky grita, agudo y desquiciado. Niega con la cabeza y deja
escapar un fuerte suspiro antes de volver a reír—. Ups, lo siento. Casi me pierdo allí por
un segundo. ¿Qué estaba diciendo?
—Lo estamos ayudando. —Obviamente, Raid odia esas palabras tanto como yo,
pero es lo suficientemente inteligente como para seguir a Bunky.
—¡Bien! —Bunky dice, chasqueando los dedos. Hace este pequeño y extraño baile
feliz mientras gira el cuello de Kent para empujar su cara contra la pared de ladrillos.
Luego se acerca para susurrar en su oreja—. Porque la próxima vez que mires a Blaine
de manera incorrecta, no estaremos aquí para protegerte de Silas. ¿Me entiendes?
A Kent le toma un momento, pero asiente, ya sin esa bravuconería confiada de antes.
No, tiene miedo. Miedo de Bunky y su cuchillo, miedo de Raid y su mirada
amenazadora y, lo más importante, miedo de mí y de lo que él sabe que haré.
—Vete. —Bunky cierra su cuchillo y da un paso atrás. Luego nos mira a Raid y a mí
antes de gemir dramáticamente y volver a su estado normal—. Estoy aburrido ahora.
¿Podemos irnos? —Debería asustarme lo drásticamente que cambia su personalidad,
pero es solo una parte de quién es, y me he acostumbrado a ello con los años.
No es así como pensé que sería, pero aun así estoy contento. Sin ningún tipo de
tortura física extrema, Bunk logró hacer que nuestro mensaje fuera alto y claro, y
aunque todavía estoy furioso, puedo dejarlo pasar por ahora.
Nuestro mensaje, eso es exactamente lo que es. El hecho de que estén a mi lado, listos
para defender el honor de mi bebé, significa más para mí que hacer el trabajo yo mismo.
Kent se apresura después de eso, mirando por encima del hombro para asegurarse
de que no lo estamos siguiendo. Bien. Quiero que duerma con un ojo abierto por el resto
de su vida, siempre temiendo que yo esté detrás de él.
Cuando estamos solos, Raid finalmente me deja ir antes de darme una palmada en
los hombros mientras me mira.
—¿Estás bien?
—Bien. —Asiento con la cabeza antes de volverme hacia Bunky—. Gracias por eso.
Golpea mi hombro con el suyo, una ligera caída en sus labios mientras me mira.
—Estabas a punto de acabar con ese hijo de puta. ¿Qué le pasaría a Blaine si te
encerraran?
Blaine era todo en lo que podía pensar, pero Bunky tiene un buen punto. Debido a
mi ira, no tuve la previsión de pensar claramente en mis acciones. Me alegro de que
estuvieran aquí porque Blaine me necesita.
—Realmente te gusta, ¿eh? —Raid dice asombrado—. Juro que nunca antes te había
visto actuar así por alguien.
—No, no es solo eso. Nuestro chico se enamoró, —bromea Bunky, golpeándome el
hombro.
—¿Por qué carajo todo el mundo sigue diciendo que estoy enamorado? —cuestiono,
deseando no haber dejado de fumar para poder fumar.
Joder, Blaine. Me vuelve loco.
—¿Quién más lo dijo? —Pregunta Raid mientras caminamos hacia mi coche.
—Mi mamá, —digo con un gemido.
Bunky se ríe.
—Entonces debes saber que esa mierda es verdad.
Hago una breve pausa antes de que mi mirada se dispare hacia ellos, con expresión
desconcertada.
—¿Pero cómo? Nunca antes me he enamorado. ¿Cómo puedo saberlo?
—Ni puta idea. Yo tampoco he estado nunca enamorado, —reflexiona Raid
encogiéndose de hombros.
—Bueno, gracias por nada, —murmuro, subiendo a mi coche con ellos a cuestas.
Echo la cabeza hacia atrás contra el asiento y me tapo los ojos con los brazos. Mi mente
está acelerada, un millón de pensamientos pululan por mi cabeza mientras pienso en los
últimos meses con Blaine.
¿Estamos enamorados? ¿Es por eso que estoy actuando así? Hay una diferencia
entre amar a alguien y estar enamorado de él. Amo a Bunky y amo a Raid, pero ¿habría
estado dispuesto a llegar tan lejos por ellos?
—Enamorarse es como hacer puenting, —comienza Bunky. El tono de su voz hace
que mi cabeza se gire para leer su expresión.
¿Qué coño? Nunca lo había oído sonar así antes. Hay una mirada lejana en sus ojos
mientras mira por la ventana. Miro a Raid en el asiento del pasajero para asegurarme de
que él también está viendo esto. Sí, Raid parece tan asustado como yo.
—Bunk, —dice Raid, extendiendo la mano hacia atrás para sostener su brazo—.
¿Estás bien?
—Tienes esa sensación de ingravidez cuando se te cae el estómago mientras estás
flotando en el aire, —susurra Bunky, sin siquiera reconocernos—. Hay un momento en
el que estás tan lleno de adrenalina, tan listo para la caída libre, pero también estás tan
nublado por el miedo porque, ya sabes, en el fondo, hay un cincuenta por ciento de
posibilidades de que te estrelles contra el suelo y termines en un desastre roto y
destruido.
¿Qué carajo?
—Bunky, ¿qué…
—Es lo más emocionante y aterrador que hayas hecho jamás, y aunque sabes que
podría terminar en un desastre, eso no te impide dar el paso y lanzarte desde el borde,
porque incluso si termina en devastación total, al menos tienes que experimentarlo.
Miro fijamente a Bunky, tratando de descubrir qué se supone que debo decir ante
algo así. En primer lugar, eso fue muy profundo y nada parecido al chico que conozco,
pero también…
—¿Cuándo cojones hiciste puenting? —Raid suelta, con el ceño fruncido por la
confusión—. Y espera, joder, ¿te has enamorado? ¿De quién? Necesito saber todos los
detalles sobre esto. Realmente me estás arruinando ahora mismo.
—Ese no es el punto, —espeta, apartando la mano de Raid. Se gira para mirarme y
me clava la mirada más seria que jamás haya visto. Hace que mi estómago se revuelva
—. ¿Sientes eso por Blaine? ¿Sientes que lo arriesgarías todo, arriesgarías la caída, solo
para asegurarte de que él esté bien? ¿Saltarías sin mirar, Silas?
Trago bruscamente. ¿Yo lo haría…?
Blaine lo es todo para mí. De alguna manera, llegamos aquí. Cuando pienso en mi
vida, ya no puedo imaginar cómo sería sin él. Estoy obsesionado con el chico.
Obsesionado con la forma en que huele, la forma en que se ríe y la forma en que me
hace sentir. Si eso no es amor… no sé qué es.
TREINTA Y DOS
BLAINE

Parece que ha pasado toda una vida desde que me echaron, aunque solo han pasado
unas dos semanas. Miro mi teléfono y veo que mi padre me ha enviado un mensaje de
texto, una vez más, preguntándome si estoy listo para dejar atrás mi pequeño
experimento con Silas y volver a casa.
A la mierda eso.
Papá dice que está bien que me gusten los chicos, pero el hecho de que sea Silas es lo
que le afecta. Además de eso, básicamente me cagué en sus sueños al elegir no ir a
Georgia, lo cual de alguna manera cree que es culpa de Silas. Él espera que ceda como
siempre lo hago, pero no voy a dar marcha atrás ante esto.
Después de la noche que dejé a mi familia y el momento en que Silas me dejó entrar
en él… me di cuenta de que lo que tenemos es especial. Silas es mi novio y los
sentimientos que tengo por él se han convertido en algo abrumador, pero de la mejor
manera.

Imbécil: Cuándo vendrás a casa?

Sonrío ante las palabras. Casa. Así es como él llama nuestro lugar. Ahí es donde nos
hemos alojado ya que su tráiler actual es demasiado estrecho para que quepan más
personas. Aunque no nos quedaremos con ella, Silas dice que a su mamá le parece bien.
Todavía no he tenido la oportunidad adecuada de conocerla como debería hacerlo un
buen novio, pero Silas me aseguró que lo haría realidad.
Tengo que admitir que, a pesar de la mierda de situación, ha sido agradable
compartir espacio con Silas. Claro, sus ronquidos a veces me despiertan en medio de la
noche, pero la forma en que me atrae para acurrucarme después lo compensa. El agua
que Whaley conectó está helada, pero desde que Silas y yo intentamos conservarla (sus
palabras no las mías), no ha estado tan mal. Veo todas sus pequeñas peculiaridades y
hábitos diarios, y no hacen más que hacerme caer aún más fuerte. Básicamente, estoy
perdidamente obsesionado con ese tipo.
Creo que incluso puedo estar...
Wow, más despacio, Blaine.
Suspiro, sin saber si Silas siente lo mismo. No empezamos esto con el propósito de
enamorarnos el uno del otro, pero joder, eso es lo que se siente.
Apartando los pensamientos, leo una respuesta.

Yo: Esto podría tomar un tiempo. Deberías cenar sin mí.

Otra razón más para amar a Silas. Desde que papá me cortó, Silas ha estado
pagando toda mi comida. Se ríe cada vez que le agradezco, como si no fuera nada
gastar en mí el dinero que tanto le costó ganar, pero lo es todo para mí. Me aseguré de
agradecerle con mucho sexo sucio. Tanto es así que todavía me duele el culo por cómo
me folló esta mañana antes de ir a la escuela.

Imbécil: Déjame saber cómo te fue.

Puede leerme incluso cuando no estoy a su lado. Estoy nervioso mientras estoy
frente a la casa de Landon, sabiendo que esto tiene que suceder de una forma u otra. No
sé por qué le he ocultado esto durante tanto tiempo, pero él necesita saberlo. Lo que
siento por Silas no va a desaparecer pronto, si es que alguna vez desaparece, y quiero
compartir esa noticia con Landon.
Le dije a Landon que iría antes de tiempo, así que se reunió conmigo afuera antes de
que pudiera llamar.
—Hola, hombre, —dice, sonriendo mientras me da un abrazo de bro. Luego
retrocede y señala con el pulgar hacia el interior de su casa—. Mis padres no están.
¿Quieres tomar una cerveza y jugar NCCA?
No soy muy aficionado al alcohol, pero, sinceramente, el coraje líquido parece una
gran idea en este momento. Con una sonrisa, asiento con la cabeza en señal de acuerdo.
—Hagámoslo.
Me lleva por su casa y una vez más me maravillo de lo hogareña que es. Los padres
de Landon son ricos, pero no se nota. Todo en su casa, desde el sofá ligeramente
desgastado hasta las pequeñas chucherías por todas partes, la hace parecer habitada,
como si a alguien realmente le importara lo suficiente como para participar en la
decoración. Es una gran diferencia con mi casa, que parece sacada de una revista.
Se dirige a la cocina y nos trae dos cervezas antes de subir las escaleras. Él ya tiene el
juego configurado y nuestros viejos pufs colocados frente al televisor, y me invade tanta
nostalgia del pasado. Realmente ha pasado demasiado tiempo desde que hicimos esto.
—Esta vez nada de trampas, —resopla mientras abre su cerveza.
Me burlo, abriendo la mía antes de tomar un largo sorbo.
—Te lo dije un millón de veces, no puedes hacer trampa en este juego.
Me entrega un control y continúa.
—Estoy seguro de que de alguna manera has encontrado una manera de hacerlo.
Pongo los ojos en blanco y dejo mi cerveza para que podamos empezar a jugar.
Como se predijo, le pateo el culo y él se queja todo el tiempo acerca de cómo debo haber
descubierto algún truco secreto que no he compartido con él. Bebemos nuestras
cervezas y, como soy un peso ligero, estoy un poco achispado cuando terminamos la
primera ronda de nuestro juego.
—¿Otra vez? —pregunta, señalando el juego.
Sostengo el control con fuerza en mi mano, sabiendo que este es el momento que
estaba esperando.
—En realidad, esperaba que pudiéramos hablar.
—Hablar, ¿eh? —Dice, mirándome mientras señala mi ropa—. ¿Finalmente vas a
explicar toda la mierda que te ha estado pasando? —Hace una pausa y sus ojos me
recorren—. ¿Y por qué te has estado vistiendo como una estrella de rock?
Echo un vistazo a mi ropa. Sí… no es mi mejor look, pero no he vuelto a mi casa
desde el incidente con mi papá, así que tuve que usar la ropa de Silas. Aunque somos
similares en tamaño, sigo siendo más grande que él. Después de romper
accidentalmente las últimas camisetas negras lisas, tuve que usar algunas de sus viejas
camisetas de banda. Son todas demasiado ajustadas y parezco un poco loco cuando los
combino con mi letterman y mis Nike.
—Sí, —murmuro, tomando otro sorbo de cerveza para sentir confianza. Ya mejor ir
al grano—. En realidad tiene mucho que ver con eso. Mi papá me echó.
Sus ojos se abren cuando tira su cerveza y maldice cuando salpica su control, pero
no se molesta en limpiarlo.
—¿Qué coño? Estás bromeando.
—Lo digo en serio, —le digo, apretando y aflojando los dedos de mi mano libre—.
Me echó.
—¿Por qué? —pregunta, negando con la cabeza un poco confundido mientras
intenta comprender.
—Bueno… —Aquí va—. Estoy-saliendo-con-Silas-Richards.
Uno, dos, tres-
—¿Qué? —grita, saltando y mirándome como si tuviera dos cabezas—. Wow, no.
No, no, no. Odias a ese tipo. Odiamos a ese tipo. ¿Qué quieres decir con que estás
saliendo con él?
—Exactamente como suena. —Me pongo un poco nervioso cuando él no dice nada
en respuesta—. Estamos saliendo. Nos besamos y cosas así... No lo sé, Landon. Salimos
como la gente normal, pero no públicamente.
—¿Folláis? —pregunta, con los ojos todavía llenos de sorpresa.
La cerveza que estaba bebiendo sale de mi boca y mi mandíbula cae mientras mis
mejillas se sonrojan.
—Yo... No puedes preguntar eso, —tartamudeo, limpiándome la boca rápidamente
y colocando la botella en el suelo.
—Puedo saber que eras virgen, ¿pero no puedo saber que has follado? —Niega con
la cabeza con asombro—. Las reglas de los mejores amigos dictan que me cuentes todos
los detalles jugosos.
Me muerdo el labio inferior y me doy cuenta de que tiene un buen punto. Si se
invirtieran los papeles, yo también sentiría curiosidad.
—Sí, follamos.
—¿Quién hace qué? —pregunta, golpeando sus dedos como para mostrar lo que
quiere decir. Oh diablos, no. Es demasiada información, incluso para él.
Agitando mi mano, no puedo evitar poner los ojos en blanco ante su franqueza.
—Está bien, definitivamente no puedes preguntar eso.
—Bieeeen. —Se deja caer de nuevo en su puf antes de inclinarse hacia mí, con los
codos apoyados en las rodillas y un brillo en los ojos. Súper genial—. ¿Cómo comenzó?
—¿Recuerdas la hoguera después del partido de Linton? —Cuando él asiente,
continúo, feliz de poder finalmente sacar todo esto a la luz—. Bueno, terminamos
tonteando. Después de eso decidimos seguir adelante. Una cosa llevó a la otra y ahora
estamos saliendo.
—Bueno, joder. No me esperaba esto. —Hace una pausa para tomar un sorbo de su
bebida—. ¿Lo amas?
Mis ojos se abren cuando abro y cierro la boca. Bueno, realmente está sacando la
carta del mejor amigo haciéndome todas estas preguntas personales.
—Yo…
—Por eso tu papá te echó, ¿verdad? ¿Porque estás saliendo con Silas? —lanza la
siguiente pregunta rápidamente, interrumpiéndome.
—No, —empiezo, sabiendo que la siguiente parte también será un shock para él—.
Quiero decir, sí, pero hay más. Descubrió que no voy a aceptar una beca de fútbol para
Georgia y, en cambio, presentaré una solicitud para Yale.
—Mierda, —jadea, levantando las manos en el aire, con la voz llena de irritación—.
¿Algún otro secreto que quieras contarme de paso? ¿Por qué no sabía estas cosas?
Puedo ver que se está enojando y tiene todo el derecho a estarlo. Le he ocultado
mucho estos últimos meses, más de lo que le ocultarías a tu mejor amigo. Siempre ha
sido tan leal, tan grandioso, tan inquebrantable en nuestra amistad. Sé que la he cagado,
pero como ya estamos aquí, bien podría abrirme del todo y contarle todo.
—Tengo ataques de pánico, —dejo escapar, con ganas de sacarlo todo a la luz—.
Realmente malos. A veces me siento tan abrumado con todo lo que se espera de mí. A
veces arremeto porque no puedo soportarlo. A veces solo quiero gritar a todo pulmón
para que todos se vayan a la mierda y me dejen en paz.
Su cara cae y suena herido.
—¿Y sentiste eso conmigo?
—Nunca, —digo, negando con la cabeza rápidamente y tratando de tranquilizarlo
con la verdad—. Es solo que estabas en el lado equivocado. Eso no es tu culpa. Debería
haber sido honesto contigo desde el principio.
—Sí, deberías haberlo sido, —afirma, cruzando los brazos sobre el pecho—. Soy tu
mejor amigo. ¿Por qué no pensaste que te apoyaría con todo esto? ¿Asumiste que no lo
haría? Porque eso me molesta un poco.
—Supongo que sí, pero mucho de esto se debe a la mierda con mi papá, —murmuro,
retorciendo mis dedos alrededor de la tela de mis jeans—. Simplemente no quería que
me vieras de manera diferente. No quería que arruinara nuestra amistad, pero parece
que lo logré por mi cuenta. Lo siento mucho, Landon. No era mi intención que
sucediera nada de esto.
Juguetea con sus manos durante un minuto antes de mirarme, con el labio
ligeramente levantado.
—Disculpa aceptada. Simplemente no me ocultes cosas así otra vez. Me estabas
preocupando.
Me inclino hacia delante y le doy una palmada en el hombro, esperando que pueda
ver lo sinceramente que me disculpo. Nunca quise que las cosas llegaran tan lejos, pero
tener su apoyo significa mucho para mí.
—Te lo prometo, no te ocultaré nada más nunca más.
Él asiente antes de apretarme la muñeca, con los ojos llenos de alegría una vez más.
—Entonces, nunca respondiste mi pregunta.
Arrugo la nariz y me siento confundida.
—¿Cuál?
—¿Amas a Silas?
Mi respiración realmente se entrecorta. Realmente no sé qué decirle. ¿Estoy
empezando a hacerlo? ¿Eso está bien? Nunca antes me he enamorado, así que no estoy
muy seguro de cómo se supone que se debe sentir.
¿Se siente como si estuvieras constantemente drogado cuando esa persona está
cerca? ¿Es cuando todos tus pensamientos giran en torno a ella? ¿Será que es la persona
con la que quieres compartir todo? ¿Qué pasa si es solo la persona la que te hace sentir
más como tú mismo?
Si las respuestas son sí, entonces estoy enamorado de Silas Richards.
—Creo que sí, —susurro, sintiendo el peso de esas palabras sobre mis hombros, pero
no es asfixiante. Más bien, es casi reconfortante.
—¿Se lo vas a decir? —él pregunta.
Niego con la cabeza.
—No sé si él siente lo mismo. No quiero decirlo demasiado pronto y asustarlo.
Lo piensa por un momento antes de reírse.
—¿Quieres que le dé una paliza si eso pasa?
Me sonrojo y le doy la espalda.
—No. Ahora, ¿alguna otra pregunta?
—¿Le has chupado la polla? ¿Cómo se siente? ¿Es como chupar una paleta de carne?
Le tiro una almohada cercana a la cabeza, deseando que se calle, pero agradeciendo
que esté siendo tan bueno con todo esto.
—No te diré eso, y puaj. Asqueroso. Nunca vuelvas a describirlo así.
Mi teléfono suena y él lo mira con mirada cómplice.
—¿Es él?
Lo reviso y veo que efectivamente es Silas. Está sentado en el remolque, con la mano
en la entrepierna y un puchero en la cara.

Imbécil: Ya terminaste? Estoy cachondo y quiero follar.

Dos segundos después, envía otro mensaje.

Imbécil: Bien, también te extraño. Date prisa y ven aquí para que podamos
acurrucarnos o alguna otra mierda.

El gran malote Silas Richards es mucho más pegajoso de lo que piensas. Landon
mira por encima de mi hombro y resopla.
—Sí, está totalmente enamorado.
Me río y hago a un lado su comentario, pero algo en mi corazón se llena de
esperanza, porque si Silas realmente está enamorado de mí… Bueno, seríamos dos
tontos enamorados.
Y nada suena mejor que eso.
TREINTA Y TRES
BLAINE

—¿Por qué estás temblando?


Le lanzo a Silas una mirada molesta antes de quitar mi mano de la suya para
golpearle el hombro.
—Oh, vete a la mierda. No estoy temblando.
Mi novio pone los ojos en blanco, haciendo eso de buscar en su bolsillo, casi
olvidando que dejó de fumar hace semanas. Cuando retira su mano vacía, cierra los ojos
y se pellizca el puente de la nariz.
—Vamos, bebé. Es demasiado temprano para esto. ¿Qué pasa?
Me mastico el interior de la mejilla con nerviosismo. Estamos parados frente a la
escuela, listos para entrar, pero no puedo explicar por qué me siento tan incómodo. No
es que la escuela haya sido peor de lo normal. Todavía hay clases aburridas a las que
voy, clubes y actividades extraescolares a los que acudo, y personas con las que
preferiría no interactuar todos los días.
La única diferencia es que Landon ahora sabe sobre Silas y yo.
No es gran cosa que nadie más lo sepa.
Si no es gran cosa, ¿por qué he estado tan enojado esta mañana? Silas básicamente
tuvo que arrastrarme fuera de la cama, y me quejé de él todo el camino hasta aquí hasta
que me amenazó con detenerme y hacerme caminar el resto del camino si no me
callaba.
—Blaine, —dice Silas, su voz firme mientras se gira hacia mí por completo,
agarrando mi brazo e inclinándose para nivelarme con una mirada dura—. Has estado
actuando como un mierdecilla y ya me harté. Habla. Ahora.
—¿Te avergüenzas de mí? —dejo escapar, sorprendiéndome a mí mismo.
—¿Qué dices? —Silas da un paso atrás, con los ojos muy abiertos y ligeramente
enojado mientras me mira—. ¿Por qué piensas eso?
—Porque nadie sabe de nosotros.
—¿Qué quieres decir? Los chicos y Whaley lo saben. Mi mamá lo sabe. Landon
sabe...
—Sí y nadie más, —digo entre dientes, escuchando lo malcriado que sueno.
Quiero sacar estos pensamientos de mi cabeza, porque ¿a quién le importa si
mantenemos un secreto en la escuela? A Silas y a mí ni siquiera nos agrada la mayoría
de esta gente. Si están al tanto de nuestra relación o no, debería ser irrelevante.
Y, sin embargo, estoy molesto.
Silas tira de mi mano, acercándome a él mientras levanta mi barbilla con su dedo
índice, con los ojos llenos de determinación.
—Necesito dejarte una cosa muy clara.
Trago saliva ante su dureza. Me va a decir que estoy siendo estúpido, ¿no? O tal vez
diga que le importa una mierda si alguien lo sabe. Incluso podría decirme que estoy
siendo irracionalmente necesitado, y tendría razón.
Pero lo que dice a continuación sacude mi mundo y me hace derretirme contra él.
—Te dije que soy posesivo, pero es posible que no sepas exactamente lo que eso
significa, así que déjame explicarte. —Su mano sube para enjaular mi garganta, con
furia cruda en sus ojos cuando habla—. Eres mío, Blaine. Mi chico. Te adoro. Cada vez
que hablas, me pones en apuros. Cada vez que haces esa risa extraña, quiero ser tu
dueño. Y cada vez que te sientes mal, quiero derribar el mundo para arreglarlo. ¿Por
qué crees que estoy avergonzado de ti? No lo sé, pero tienes que sacar ese pensamiento
de tu cabeza antes de que te lo saque con mi polla.
Debe haber corazones en mis ojos cuando lo miro, porque eso es todo lo que puedo
ver ahora.
—Silas…
—Todos los que están ahí deberían saber que estás tomado si eso es lo que quieres,
—continúa. Luego atrapa mi labio inferior entre sus dientes, mordiéndolo hasta que me
pica, haciéndome sangrar. Pasando su lengua por mis labios, tararea de satisfacción
antes de acariciarme la mejilla—. Pero si alguien muestra el más mínimo interés en ti,
les arrancaré los ojos por siquiera pensar que podrían mirarte así. ¿Me entiendes?
Estoy sin aliento, no solo por el control de mi garganta, sino también por sus
palabras. Me encanta cuando se pone así (posesivo, primitivo, protector) porque me
muestra lo obsesionado que está. Eso es bueno, porque si las cosas cambiaran y él fuera
el inseguro, le haría una de esas pancartas cursis y la colgaría de la pared de la cafetería.
—Sí, —exhalo con voz ronca, persiguiendo sus labios cuando intenta alejarse—. Si,
bésame.
Niega con la cabeza, y luego engancha su mano alrededor de mi codo mientras me
arrastra por los escalones de concreto.
—Vamos, bebé. No queremos que llegues tarde.
Hago pucheros durante todo el camino a la escuela. Esto tiene que ser algún tipo de
castigo pervertido, ¿verdad? ¿No recibo mis besos hasta que haya sido un buen chico?
Dios, Blaine. Deja de pensar cosas sucias.
—No puedo creer que hayas pensado esa mierda, —dice, todavía pareciendo
enojado.
No puedo evitar fruncir el ceño ante sus palabras mientras me arrastra tras él.
—Bueno, no lo sabía.
—Estaba tratando de ser un buen novio y dejarte contarle al tonto sobre nosotros
primero. —Luego me empuja a través de las puertas abiertas de la escuela. Es un poco
duro y termino estampado contra los casilleros. Cuando me vuelvo para mirarlo, tiene
una neblina depredadora en sus ojos mientras se lame los labios—. ¿Pero ahora? Se
acabó.
Luego ataca.
Me empuja más contra el casillero, la cerradura de metal se clava en mi espalda,
antes de unir nuestras bocas. No pierde el tiempo separando mis labios y follando mi
lengua con la suya, y tiene sus manos en mi culo, acercándome.
Un momento después, aparta los labios y yo echo la cabeza hacia atrás, con los ojos
muy abiertos mientras miro a las personas sorprendidas que nos rodean.
—Silas…
—Cállate, —espeta, inclinándose para morder donde mi cuello se encuentra con mis
hombros—. ¿Querías que lo supieran? Bueno, ahora les espera un puto espectáculo.
Hostia puta, amo este lado de él.
No diría que soy tímido, pero definitivamente soy reservado. Nunca he tenido un
novio o una novia con quien hacer demostraciones públicas de afecto. Siempre pensé
que lo odiaría, que sería demasiado vergonzoso para disfrutarlo, pero cuando Silas me
muerde la oreja antes de forzar mi barbilla hacia un lado para poder besarme, me doy
cuenta de que me encanta.
Porque él no solo me reclama a mí, yo también lo reclamo a él.
Ese pensamiento hace que mis manos se disparen para clavarse en su cabello,
profundizando nuestro beso mientras gimo contra su boca. Soy plenamente consciente
de que nos estamos follando con ropa donde todos pueden vernos, pero me importa
una mierda. La prisa que siento por el hecho de que la gente finalmente pueda saber que
este chico malo me pertenece lo es todo.
—Si no fueras a llegar tarde, te llevaría al baño y te dejaría follarme, —raspa contra
mi oreja, lo suficientemente bajo como para que yo sea el único que puede oírlo—. Me
conformaré con volverte loco antes de llevarte a química y darte un beso de despedida
como debería hacerlo un buen novio.
—¿Llevarás mis libros? —Me río entre dientes, besando el espacio justo debajo de su
oreja que sé que lo vuelve loco—. ¿Quieres sujetar mi mochila?
Él resopla.
—Aún mejor, te sujetaré el culo durante todo el camino.
Voy a abrir la boca y le digo que suena como una idea perfecta cuando una voz nos
interrumpe.
—¡Buscaros una habitación! —Bunky grita, lo suficientemente fuerte como para que
resuene por los pasillos. Sin embargo, no parece asqueado, solo divertido mientras sus
manos se lleva las manos a la cara—. ¡Mis ojos!
—Qué dramático, Bunk. —Raid se ríe y le da una palmada en la nuca antes de que
se gire para mirarnos—. ¿Pero en serio? ¿No folláis lo suficiente?
—Cuando encuentres a la persona adecuada, te darás cuenta de que nunca es
suficiente, —dice Silas, besándome los labios antes de alejarse, llevándose mi corazón
derretido con él. Mira a su alrededor a todas las personas boquiabiertas que
simplemente nos miran y luego pone los ojos en blanco antes de volverse hacia mí—.
Puto pueblo pequeño. ¿Estás feliz, bebé?
—Soy el hombre más feliz. —Asiento, enderezando mi letterman mientras él da un
paso atrás—. Tal vez fue un poco excesivo, pero aprecio el sentimiento.
—A la mierda. —Suspira exasperado y señala el pasillo—. ¿Podemos ir a clase
ahora?
—Primero tenemos que parar en mi casillero, —digo, ajustando mi mochila antes de
tomar su mano—. ¿Está bien?
Bunky finalmente se descubre los ojos y luego se ríe cuando ve lo que estamos
haciendo.
—¿Eso? Comparado con la porno que le acabáis de enseñar a toda la escuela, creo
que está bien.
—Déjalos en paz, Bunk, —dice Raid mientras engancha la parte trasera de la
chaqueta de Bunky. Luego señala con la barbilla hacia Silas—. ¿Seguiremos almorzando
juntos o ya están ocupados todos los lugares futuros?
Silas me mira con la ceja levantada.
—¿Quieres almorzar con los chicos hoy?
Es dulce que pregunte, pero no estoy tan seguro de ello. No es que no me agraden
Raid o Bunky, simplemente no quiero que Silas y yo nos convirtamos en esa pareja que
abandona a sus amigos en el momento en que empiezan una relación. Parece que eso es
lo que hemos estado haciendo y quiero arreglarlo.
—No, tú ve con ellos y yo almorzaré con Landon, —le digo, sonriendo cuando hace
pucheros. Es algo lindo pero innecesario. Me inclino y lo provoco, mordisqueando su
oreja perforada y me deleito cuando deja escapar un gemido ahogado.
Cuando doy un paso atrás, me frunce el ceño.
—Me estás matando.
—Hasta luego, —le digo—. Vamos, tengo que llegar a clase.
—Hasta luego, —dice Silas, asintiendo con la cabeza a sus amigos antes de seguirme
por el pasillo.
Nos dirigimos a mi casillero y no me sorprende que todos sigan mirándonos. Quiero
decir, después de ese espectáculo, ¿por qué no nos mirarían? Estoy bien con las miradas
boquiabiertas, las mandíbulas flojas y las cejas levantadas porque, aunque siempre he
odiado la atención, la entiendo, pero lo que me molesta son las reacciones de desagrado.
Hay algunas personas que se burlan de nosotros, ya sea porque somos dos chicos o
porque es Silas, no lo sé, pero me hace sentir incómodo.
Cuando finalmente llegamos a mi casillero, empiezo a sentirme asfixiado por parte
del odio que nos rodea. Mi respiración se entrecorta cuando abro el casillero y puedo
sentir los ojos de pánico de Silas sobre mí mientras mi piel comienza a picar. ¿Por qué
pensé que salir del armario era una buena idea? No puedo respirar. No puedo…
—Bebé-
—¡Oye! ¿Qué coño miras?
Levanto la cabeza, todavía sintiendo que voy a vomitar, pero hago pasar la alarma
cuando veo a Landon enfrentándose a uno de nuestros linebackers.
El chico es Trent, el mejor amigo de Kent, igual de imbécil como él, así que no
debería sorprenderme que tenga algo que decir sobre el hecho de que estoy con Silas.
Landon está frente a él, alejándolo de mí.
—¿Me has oído? —Landon espeta, golpeando a Trent en un lado de la cabeza—.
Dije, ¿qué coño miras?
Trent todavía está mirando los dedos entrelazados de Silas y los míos, pero aparta la
mirada para mirar a Landon, y recién ahora está reaccionando al ser golpeado. Sus fosas
nasales se dilatan y puedo decir que quiere decir algo, pero en lugar de eso, resopla y
niega con la cabeza antes de retroceder.
—Nada.
No quiero ser ese tipo, pero Landon y yo somos muy importantes en esta escuela.
Entre todas las diferentes actividades que hacemos y el hecho de que somos los mejores
jugadores del equipo, la gente se siente atraída por nosotros. Landon tiene mucha
influencia sobre nuestros compañeros de equipo, así que cuando Trent se retira, no es
una sorpresa total.
—Exactamente… —Landon mira al resto de nuestros compañeros de equipo que
están reunidos alrededor de Trent—. ¿Alguien más?
Lentamente, cada uno de ellos niega con la cabeza antes de murmurar disculpas en
voz baja. Puedo decir que a varios chicos no les importa por las expresiones de sus
caras, y agradezco que no todos sean idiotas.
Se van escurriendo y hago una mueca de dolor cuando oigo sonar la primera
campana. Joder.
—Blaine, —Silas pasa una mano tranquilizadora por mi espalda—. ¿Estás bien?
—S-Sí, —tartamudeo, solo necesito un segundo—. Sí, estoy bien.
Besa mi mejilla y luego toma mi mano con fuerza mientras mira a Landon.
—Oye. Tú.
—Tengo nombre. —Landon cruza los brazos sobre su pecho mientras le lanza una
mirada asesina a Silas.
—Da igual, —dice Silas, acercándome a él para que pueda pasar su brazo sobre mi
hombro—. Gracias.
Landon levanta las cejas sorprendido, como si esperara una reacción diferente.
Luego nos mira a los dos antes de que se ilumine su sonrisa característica.
—Por nada.
Es un poco incómodo. Si Silas solía pensar que era extraño que yo siempre pareciera
demasiado feliz, probablemente se sentía asqueado ahora porque Landon realmente es
tan feliz como parece. Mi mejor amigo es la definición de un golden retriever y lo amo
por eso.
—¿Estas bien? —Me pregunta Landon, bajando la voz mientras sus ojos buscan a
alguien a nuestro alrededor—. ¿Eso fue un… ya sabes? ¿Ataque de pánico?
Susurra las palabras como si fuera un gran secreto y me obliga a reír. Antes de Silas,
creo que nunca aprecié la suerte que tenía de tener a Landon. Solía odiar mucho mi
vida, pero realmente gané el premio gordo del universo al tener un novio increíble y un
mejor amigo increíble.
Le doy una palmada en el hombro y una pequeña sacudida.
—Casi lo fue, pero ya está bien. Solo pasará un minuto antes de que los nervios
desaparezcan.
—¿Puedes ir a clase? —Pregunta Silas, y me quedo boquiabierto cuando abre mi
casillero con tanta facilidad y saca mi libro de Química. Cuando ve mi cara, frunce el
ceño—. ¿Qué?
—Está bien, no me gustan los hombres, pero incluso yo puedo admitir que fue sexy,
—dice Landon—. ¿Puedes enseñarme cómo hacer eso?
—¿Por qué quieres saber cómo abrir un casillero? —pregunto confundido.
—Por nada, —murmura Landon, de repente rojo brillante, y tomo nota para
preguntarle al respecto cuando no llegue tarde a clase. Niega con la cabeza, respirando
un poco mientras toca la correa de su mochila—. ¿Te veré más tarde, Blaine?
—¿Almuerzo en nuestro lugar?
—Claro.
Sonrío mientras se aleja y se queda en el pasillo vacío solo con Silas, quien me quita
la mochila y se la echa al hombro. Con mi libro en una mano y mi mano en la otra, me
acompaña a mi clase.
—Él es raro, —dice—. ¿Por qué alguien necesita sonreír tanto?
Pongo los ojos en blanco y lo golpeo con la cadera.
—No seas idiota. Viste lo que hizo. Es un buen tipo.
Él gime dramáticamente.
—Tengo que ser amigo de ese tipo ahora, ¿no?
—Absolutamente. —Sonrío y beso sus labios una vez que estamos frente a mi clase.
Luego le quito mis cosas y me balanceo sobre mis talones—. ¿Te veré en casa más tarde?
Él baja la cabeza para besarme de nuevo.
—Iré a recogerte de tu última clase. Historia, ¿verdad?
—Sí, pero después tengo una reunión del Consejo Estudiantil y luego el Club de
Reciclaje.
Su frente se levanta y su boca se inclina hacia abajo mientras asimila mis palabras.
—¿Qué cojones es el Club del Reciclaje?
Me río, sabiendo que realmente necesito llegar a clase, pero no quiero que este
momento termine.
—Olvídalo. Te enviaré un mensaje cuando termine con todo, ¿vale?
—Bien, —murmura molesto—. Tengo que trabajar hoy. ¿Algo que quieras para
cenar?
Joder, esto es tan doméstico. Aquí estamos, charlando sobre nuestros horarios y qué
vamos a comer esta noche. Sé que nos saltamos un par de pasos antes de mudarnos
juntos (por necesidad, por supuesto), pero ya no puedo imaginarme que no seamos así.
—Lo que quieras, —digo, dando un paso atrás antes de que pueda besarme de
nuevo. De lo contrario, estaríamos en esto durante horas—. Vete. Tú también llegas
tarde, ¿sabes?
—¿Crees que me importa una mierda? —Cuando lo miro, levanta las manos—. Bien,
bien. Eres tan malo como mi mamá.
—Tenemos que mantenerte en la línea, —bromeo, lanzándole un beso antes de
entrar a mi clase.
Y una vez que estoy sentado me doy cuenta de que, por primera vez, no me importa
mi asistencia perfecta.
TREINTA Y CUATRO
BLAINE

Bueno, esto es incómodo.


Nunca en un millón de años hubiera pensado que este grupo de personas estarían
juntas y realmente tratarían de ser civilizadas.
Silas, Raid, Bunky, Landon y yo estamos detrás del parque de casas rodantes,
sentados alrededor de un barril de fuego, disfrutando de una reunión de los Ases.
Cuando Bunky sugirió la idea de que nos reuniéramos todos, Silas y yo pensamos que
estaba loco, pero en realidad hizo algunos buenos comentarios. Silas y yo hemos pasado
mucho tiempo escondidos en la oscuridad y ahora que estamos fuera del armario,
deberíamos poder fusionar nuestros círculos sociales.
Pensé que eso fue muy considerado por parte de Bunky.
Aunque no estoy tan seguro de haberme equivocado en primer lugar.
Hemos estado sentados aquí escuchando a Bunky, borracho, divagar una y otra vez
durante veinte minutos sobre un artículo de Buzzfeed que leyó sobre los milagros del
Tai Chi. No tengo ni idea de qué es eso, ni quiero unirme a él en su rutina matutina
como me sugiere.
—Lo juro, realmente ha mejorado mi flexibilidad, —afirma, y lo demuestra
levantando su pierna en el aire lo más alto posible. En realidad no es tan alto, pero nadie
se atreve a decírselo—. Soy todo flexible y esa mierda.
Raid gime y saca un porro de su bolsillo.
—A nadie le importa, Bunk. —Se enciende y luego mira alrededor del círculo—.
¿Alguien quiere uno?
Niego con la cabeza y saco una cerveza de la nevera para Silas.
—No, estoy bien, pero gracias.
Landon lo mira con recelo.
—¿Eso es marihuana?
—Puedes llamarlo hierba, idiota, —gruñe Bunky, riendo mientras le arrebata el
porro a Raid y le da una calada—. ¿Nunca has fumado antes?
—Soy un atleta, —dice Landon inexpresivo antes de alisar su letterman por si acaso.
—Bunky, déjalo en paz, —dice Silas, quitándome la cerveza. Cuando voy a sentarme
a su lado, me agarra la muñeca—. Ven aquí, bebé.
No lucho cuando me sienta en su regazo y me rodea la cintura con sus brazos. Me
vuelvo hacia los chicos, tratando de ver si puedo encontrar algo en común.
—Entonces... Um... ¿Alguno practica deportes?
—¿El beer pong cuenta? —Pregunta Bunky, con el porro entre los labios mientras
intenta tocarse los dedos de los pies. Spoiler: no puede.
—Eso no es un deporte, —gruñe Landon, aparentemente sin poder darse cuenta de
que Bunky estaba bromeando.
Pero, ¿estaba bromeando?
Miro a Landon suplicante, esperando que pueda ver en mis ojos cuánto deseo que
esto funcione. Después de un momento, suspira, agitando su propia cerveza mientras
dirige su siguiente pregunta a Raid.
—¿Qué tipo de películas te gustan?
—De terror, —afirma Raid demasiado rápido, con el cuerpo tenso mientras su
mirada pasa de una persona a otra.
Bunky deja escapar un bufido divertido.
—Es un puto mentiroso. ¡Le gustan las comedias románticas! ¿No es eso solo…
¡Mierda, Raid!
Raid sonríe después de arrojarle una lata de cerveza vacía a Bunky.
—Te lo mereces por decir mentiras.
—No es mentira. —Silas se ríe, la cerveza lo relaja mientras frota su mano arriba y
abajo por mi muslo. Luego mira a Landon—. La película favorita de Raid es Love
Actually.
Raid entrecierra los ojos.
—No es…
—¡Amo esa película! —Landon grita, poniéndose rosado y retrocediendo una vez
que se da cuenta de lo que acaba de admitir—. Digo, es bonita.
—¿También crees que fue una mierda que el tipo besara a la esposa de su mejor
amigo? —Raid pregunta, ojos taladrando a mi amigo con tanta sinceridad.
Los ojos de Landon se abren como platos.
—¡Totalmente jodido!
—Vaya panda de perdedores. —Bunky ahora está tratando de mantener el
equilibrio sobre una pierna y falla estrepitosamente—. Mira mi forma. ¿No es mortal?
—Claro. —Me río y dejo caer mi cabeza sobre el hombro de Silas antes de mirarlo—.
¿Qué opinas?
—Creo que deberíamos empezar a hacer esa mierda del Tai Chi si eso nos va a hacer
así de flexibles, —bromea, presionando un beso en mi cuello—. ¿Seguro que no quieres
una cerveza?
Niego con la cabeza. La verdad es que bebo de vez en cuando, pero no es lo mío.
Después de años de estar condicionado a no beber y mantener mi imagen perfecta,
ahora está atrapado en mi cabeza. De cualquier manera, no quiero hacer nada que
perjudique mis sentidos, especialmente esta noche.
No cuando voy a conocer oficialmente a la madre de Silas por primera vez y no
tener un ataque de pánico frente a ella cuando descubra que a su hijo le gustan los
chicos.
Casi como si pudiera leer mis pensamientos, se inclina y roza sus labios contra mi
oreja.
—Mamá ya te ama. Relájate.
—Qué dulce, —se burla Bunky, apartando la mano de Raid cuando intenta
recuperar su porro—. Estás nervioso.
—Cállate, —espeto, encogiéndome más hacia Silas—. No estoy nervioso.
—Está bien, pero la mamá de Silas es genial, —añade una voz diferente.
—Hola, Whaley. ¿Qué tal? —Dice Raid, haciendo que mi columna se enderece.
Me congelo al oír el nombre y giro la cabeza lentamente, encontrándome cara a cara
con Whaley.
Silas no me ha contado mucho sobre él, aparte del hecho de que lidera la pandilla,
pero incluso yo sé que su reputación le precede. No puedes llegar a ser el jefe de una
pandilla a los veintitrés años si te portas bien. En realidad, nunca he conocido a Whaley
y me sorprende su apariencia.
Esperaba a un anciano con muchos tatuajes y aspecto mugriento. Solo una de esas
cosas es correcta. Whaley tiene tatuajes que cubren ambos brazos y algunos que
sobresalen del cuello de su camisa y se envuelven alrededor de su cuello. Sin embargo,
no es viejo, probablemente rondará los treinta y tantos, y en realidad es bastante
atractivo.
A pesar de no verse del todo como creía, hay algo en sus ojos que me dice que ha
visto cosas. Hay una oscuridad persistente en ellos, arrastrándose por los bordes, algo
peligroso y mortal. Me pregunto qué piensa cuando me mira. El completo deportista,
cabello rubio y ojos azul grisáceo, alguien que no debería estar sentado en el regazo de
Silas.
—¿Este es tu chico? —Pregunta Whaley, señalándome con el pulgar.
Quiero saltar del regazo de Silas y estrecharle la mano, pero Silas tiene mis caderas
agarradas con fuerza.
—Sí. Whaley, este es Blaine. Blaine, este es Whaley.
—Hola, señor, —digo entrecortadamente, nervioso cuando esos ojos marrones me
escanean.
Whaley me mira por un momento pero luego me sorprende riéndose.
—No tienes que llamarme señor. Solo dime Whaley.
—Correcto, Whales, —tartamudeo y resisto la tentación de abofetearme—. Mierda,
no, Whaley. Lo sabía.
Silas debe pensar que mi tartamudeo es hilarante porque puedo sentir el subir y
bajar de su pecho mientras se ríe, luego su encogimiento de hombros antes de hablar
con Whaley.
—Mi chico está un poco nervioso por conocerte.
Whaley agita una mano en mi dirección.
—No te haré daño. No mientras mantengas la boca cerrada y trates bien a Silas.
—¡Whaley! —Grita Bunky, prácticamente saltando al fuego para acercarse a él—.—
¿Quieres verme doblado? Puedo hacer un gran estilo perrito.
Landon se echa a reír.
—Creo que se llama perro boca abajo.
Miro nerviosamente a Whaley. No parece del tipo que se toma las burlas a la ligera.
No si lo que he oído sobre él a través de los rumores es cierto. Aunque me sorprende
cuando reacciona con absoluta indiferencia.
Niega con la cabeza antes de suspirar y se vuelve hacia Raid.
—¿Qué se ha metido hasta ahora?
Raid coloca su dedo índice en su barbilla mientras piensa en ello.
—Un Red Bull, tres tragos de vodka, todo mi porro, vete mucho a la mierda, Bunk, y
alguna otra mierda que esnifó.
—Está bien, —dice Whaley, haciéndole un gesto a Bunky para que se acerque—.
Hora de irse.
—No quiero irme, —se queja Bunky, casi como si quisiera patear el suelo—. Estoy
bien.
—No lo pareces, —interviene Silas—. Escúchalo por una vez.
Bunky entrecierra los ojos y mira fijamente a Whaley.
—No.
La tensión en el aire se puede cortar con un cuchillo. Incluso Landon traga saliva, y
no creo que realmente sepa cuán importante es esto. Mierda, ni siquiera yo lo sé
realmente, pero por la forma en que Silas se pone rígido puedo decir que no es bueno.
Whaley espera un momento antes de asentir.
—Bien. Veo que tendremos que hacer esto de la manera más difícil.
—¿La manera difícil? —pregunta Bunky—. ¿Qué estás… ¡Oye! ¡Bájame! —En un
instante, Whaley tiene a Bunky sobre su hombro, sujetándole las piernas firmemente
para que no pueda patearlo—. ¡Suéltame!
—Es por tu propio bien, chico, —dice Whaley antes de inclinar la cabeza hacia
nosotros—. Blaine, encantado de conocerte. Recuerda lo que dije sobre mantener la boca
cerrada.
—Sí, señor... quiero decir, Whaley, señor. Sí, Whaley. —Dios, soy tan tonto.
Con ese comentario tan elocuente, Whaley se marcha con Bunky pateando y
gritando.
Silas niega con la cabeza.
—Bunky se meterá en más problemas si no se controla.
—Y que lo digas, —murmura Raid, recogiendo el porro que Bunky dejó caer—.
Whaley no será paciente para siempre.
—Odiaría estar en sus zapatos, —murmura Landon, temblando ante la idea.
Silas está de acuerdo, deja su cerveza y mira hacia atrás. Luego me toca la cadera
para indicarme que debería levantarme.
—Vamos. Vamos a buscar a mi mamá—-
—Está bien, —susurro, con la voz temblando un poco mientras toma mi mano. Miro
a Landon—. ¿Estarás bien?
Mira a Raid y asiente.
—¿Por qué no lo estaría? Tenemos que discutir sobre Keira Knightley 16.
Bien, entonces. Dicho esto, Silas y yo salimos a buscar a su mamá. No tardamos
mucho en encontrarla. Ella baila al ritmo de una canción de rock, sus botas de
motociclista golpean el suelo mientras las mujeres a su alrededor bailan con ella.
Cuando nos ve, una amplia sonrisa se dibuja en sus labios.
—¡Silas! ¡Blaine!
—Hola, mamá, —dice Silas, soltando mi mano para poder besar su mejilla—. ¿Te lo
estás pasando bien?
—Oh, de lo mejor ahora que estáis aquí, —me dice, echándose el cabello por encima
del hombro mientras me mira—. Blaine, es bueno verte de nuevo. ¿Te sientes mejor,
cariño?

16
La actriz de una de las personajes femeninas de la película antes mencionada.
—Sí, señora. —Le extiendo mi mano—. Lo siento por…
Ella niega con la cabeza.
—No, no. Nosotros nos abrazamos en esta familia.
Luego ella da un paso adelante y su diminuto cuerpo me envuelve con fuerza. Por
un segundo, no sé cómo reaccionar. Lo último que pensé que pasaría serían lágrimas
corriendo por mis mejillas por un gesto tan simple. Esto no es a lo que estoy
acostumbrado. Mis padres son exactamente lo opuesto a ella. Mientras que ella se
muestra cálida y cariñosa, mis padres son fríos e indiferentes. No recuerdo la última vez
que alguno de ellos me abrazó así.
Cuando me alejo, su sonrisa flaquea ligeramente cuando ve las lágrimas en mis ojos.
—Oh, cariño. Apuesto a que no te abrazan mucho.
—No te preocupes, mamá. —Silas me acerca a su lado—. Estamos recuperando el
tiempo perdido.
—¡Genial! —prácticamente grita mientras agarra mi mano y me arrastra lejos de
Silas hacia el campo abierto—. ¿Bailas, Blaine? Silas puede, pero lo odia. Siempre me
deja sin pareja.
Sonrío y mi confianza se renueva mientras ella gira bajo mi brazo.
—Sí, señora. Soy un gran bailarín.
—No lo escuches, probablemente sea una mierda en eso. —Silas se ríe.
Ella entrecierra los ojos hacia su hijo.
—Sé amable con tu novio, Silas, o encontrará a alguien menos gruñón.
—Nunca, me he encariñado con él, —digo, dándole a Silas un rápido beso al aire
que él simplemente pone los ojos en blanco. Me vuelvo hacia su madre y le tiendo la
mano—. ¿Me concede esta pieza?
—Qué caballero, —susurra, colocando su delicada mano en la mía—. Sería un
placer.
Bailamos un rato y Silas observa divertido cómo su madre y yo pasamos el mejor
momento de nuestras vidas mientras las otras mujeres se unieron y turnaban para bailar
conmigo, y cuando terminamos, estoy todo asqueroso y sudoroso, muriendo por un
poco de agua.
—Ella te ama, —me dice Silas más tarde, cuando finalmente logramos encontrar algo
para beber que no contenga alcohol—. Te lo dije.
—Lo sé. —Tomo un sorbo de agua fría y él se encoge de hombros—. Simplemente
no quería dar una mala primera impresión, ¿sabes? Especialmente con lo importante
que es para ti.
—Y lo aprecio, —dice, acercándose sigilosamente a mí mientras me rodea con sus
brazos para acariciarme el culo—. Creo que mi maravilloso novio merece una
recompensa después de todo eso.
Me arqueo hacia atrás cuando comienza a besar mi cuello, provocándome con
pequeños mordiscos y chupadas que me vuelven loca.
—¿Una recompensa?
—Sí, ¿quieres salir de aquí? —pregunta, finalmente alcanzando mis labios y
envolviéndome en un beso lento y sucio—. Estoy un poco cansado de esto.
Asiento rápidamente, hundiendo mis manos en su cabello para mantenerlo cerca de
mí.
—¿A nuestro lugar?
—Duh. —Él se ríe, dándome un último beso antes de darme una nalgada y dar un
paso atrás—. Vamos, bebé. Te quiero desnudo y gritando mi nombre en menos de
veinte minutos.
No tiene que decírmelo dos veces.
TREINTA Y CINCO
SILAS

Caemos dentro de la caravana, ambos arañando y rasgando la ropa del otro. El sabor
de Blaine es embriagador, instándome a lamer su boca para perseguirlo.
—¿Estás seguro de que nadie va a entrar aquí? —pregunta, jadeando contra mi boca
mientras le bajo los jeans y la ropa interior.
Asiento mientras me quito mis jeans, gruñendo ante el hecho de que necesito
separarme de él para hacerlo.
—Absolutamente no, joder. Incluso si alguien supiera dónde está esto, están
demasiado borrachos para venir a buscarnos.
El lugar de reunión está en pleno apogeo al otro lado del parque de casas rodantes.
Blaine y yo hemos estado viniendo aquí durante meses, pero puedo apreciar que mi
bebé todavía está nervioso por eso. Sin embargo, silencio sus miedos atacando su boca,
gimiendo contra sus labios mientras caemos en el sofá.
—Eres tan sexy, —gemí, rasgando su camisa sobre su cabeza mientras observo su
amplio cuerpo—. Joder, nunca pensé que esto me pondría tan cachondo.
Se retuerce debajo de mí, sus dedos tiran desesperadamente de mi chaqueta.
—Quítatela. Ahora. Por favor.
—Eres tan dulce cuando suplicas, —le digo, mostrándole misericordia mientras me
desnudo de lo que queda de mi ropa. Luego inclino la cabeza para tomar su polla en mi
boca, saboreando su sabor, gimiendo por todos esos preciosos ruidos que un tipo fuerte
como él hace para mí.
—Si…
—Lo sé, —le digo, dándole a su cabeza una última lamida antes de posar sobre sus
labios para darle un beso—. Es hora de que reclames tu recompensa.
—Tengo una idea, —dice, apartando sus los labios. Gruño y persigo su boca, pero él
coloca su mano sobre mi pecho para mantenerme alejado.
—¿A dónde vas? —Cuestiono cuando sale de debajo de mí y se dirige a la puerta—.
Si tu polla no está en mi culo en los próximos dos minutos, entonces odio esta idea.
—Relájate, —me dice, pareciendo demasiado travieso para su propio bien cuando
llega a la puerta—. Solo dame un segundo. Te encantará.
Él sale del remolque desnudo, y mi lado territorial quiere perseguirlo y arrojarle mi
chaqueta a su alrededor para mostrarle al mundo que es mío. Será mejor que se alegre
de que nadie venga aquí, porque la idea de que alguien vea a mi chico desnudo me hace
perder la cabeza.
Me dirijo a la cama, acariciando mi polla y listo para lo que sea que haya planeado.
Cuando regresa, sonrío, pero rápidamente desaparece cuando lo veo.
—Oh, joder, no.
Blaine se ríe y miro con horror el jersey en sus manos. Es el mismo jersey que metió
en mi coche el día del gran partido. Pensé que lo había ocultado, pero aparentemente no
lo suficientemente bien. Lo cuelga frente a su cara, meneando las cejas hacia mí.
—Sí.
—No usaré eso cuando me folles, —ladro mientras me deslizo hacia arriba para
alejarme de él.
—Vamos, —bromea, subiendo a la cama, con el jersey todavía en la mano—. ¿Me
estás diciendo que nunca pensaste en eso?
—Pensé en follarte a ti con eso, —le digo, recordando lo musculoso que se ve cuando
lo tiene puesto, pero luego niego con la cabeza—. No soy un cleat chaser.
Él resopla, arrodillándose en el sofá mientras deja el jersey y envuelve su mano
alrededor de su polla.
—Piénsalo. ¿Acabo de ganar el gran juego y mi novio quiere felicitarme? ¡Oh! ¿O tal
vez eres un gran admirador y solo te daré un autógrafo si me dejas follarte?
Mis ojos se abren con sorpresa.
—¿Quieres un juego de roles?
—Sí, —dice encogiéndose de hombros con facilidad—. ¿Quieres probarlo?
Miro fijamente el jersey ofensivo y luego miro fijamente su polla. Le resulta difícil la
idea, le duele y se esfuerza ante la idea de follarme con su uniforme. Estoy a punto de
decir que no, porque como dije, no soy un cleat chaser, pero la mirada en sus ojos me
detiene.
Esos grandes ojos grises están llenos de una increíble cantidad de emoción. Casi
salta de entusiasmo al pensar en su fantasía.
Y como aparentemente estoy endulzado, accedo.
—Será mejor que esto sea bueno, —le digo, quitándole el jersey de la mano y
poniéndomelo. Huele a hierba y a Blaine, una combinación embriagadora que hace que
mi polla se sacuda.
Se mueve rápido, luchando por el lubricante en la mesa auxiliar antes de volver a
sentarse sobre mí. Su entusiasmo hace que se chorree demasiado en los dedos, haciendo
un desastre, pero al menos están bien cubiertos.
—¿Entusiasmado? —Me burlo, ganándome un fuerte golpe en el muslo—. ¡Ay,
joder!
—Solo dame un segundo para admirar la vista, imbécil, —gruñe mientras se toma
un segundo para mirarme.
Saco un poco el pecho porque me mira como si fuera la cosa más sexy que jamás
haya visto. Probablemente le guste el hecho de que el “chico malo” esté vestido con
espíritu escolar. Frunzo el ceño mientras me miro a mí mismo.
—¿Necesitamos una palabra de seguridad? —Pregunta, colocándose entre mis
piernas y separándolas.
—No sé, —digo, tratando de pensar en el porno que he visto. No es como si fuera a
atarme y amordazarme. Esa es una idea—. ¿Qué tal 'Me siento como un idiota'?
Siseo cuando me golpea el muslo de nuevo.
—Esto es serio.
—Bien, —gruñí, poniendo los ojos en blanco—. Marinara.
—¿Marinara? —pregunta entre una carcajada—. ¿En serio?
—¿No se supone que una palabra segura es algo que nunca dirías? —Pregunto, cada
vez más irritado con esta conversación. Solo quiero follar—. Bueno, nunca pediría a
gritos una salsa italiana mientras me estás metiendo la polla en el culo. Aunque jugar
con la comida puede ser algo que valga la pena considerar. —Pienso, mi mente de
repente da vueltas entre todas las posibilidades.
—¡Silas!
—Joder, lo siento. Marinara.
—Bueno. —Deja escapar un suspiro excitado, jugando con el oscuro mechón de pelo
alrededor de la base de mi polla—. Marinara será. ¿Deberíamos hablar sexy entre
nosotros?
Joder, no me di cuenta de cuánto trabajo requeriría esta fantasía. Estoy listo para
seguir adelante, pero a la mierda. Ya me estoy tragando mi orgullo al aceptar esto.
También podría ser el mejor fan falso posible, especialmente porque él parece realmente
querer esto, y aparentemente haré cualquier cosa por él.
—Si vamos a hacer esto, lo haremos bien, —digo, apoyando mis manos entrelazadas
detrás de mi cabeza—. Este es tu espectáculo. Haz que valga la pena.
—Qué irritante, —murmura, poniendo los ojos en blanco ante mi tono. Luego frota
mi muslo e inclina la cabeza hacia un lado—. ¿Estás listo?
—Sí. Hagámoslo.
Se lame los labios mientras separa mis nalgas, pasando un dedo lubricado
suavemente alrededor de mi agujero, haciéndome apretar con anticipación.
—Así que eres un gran fan, ¿eh?
—El más grande, —murmuro, entrecerrando los ojos hacia él—. Quiero un puto
autógrafo.
Suspira y retrocede, frunciendo el ceño con los ojos bajos mientras niega con la
cabeza. Ahora me siento como un idiota por no intentarlo.
—Si no te vas a tomarte esto en serio, no tenemos que hacerlo. —Me mastico el
interior de la mejilla y me doy cuenta de que es algo sexy. Quiero decir, el fan está
desesperado por la polla de Blaine, ¿verdad? Yo también puedo estarlo. Quizás si me
dejo llevar un poco, podría divertirme un poco.
Pero sobre todo, sé que me va a gustar por lo mucho que a él le gusta.
—Eres mi jugador favorito, —digo, tratando de poner algo de entusiasmo y alegría
en mi voz—. Amo verte cuando estás en el campo.
Él levanta sus ojos hacia los míos y estalla en una amplia sonrisa. Luego hace este
extraño movimiento de caderas antes de hablar.
—Así que eres un gran fan, ¿eh?
—El más grande, —digo suavemente, manteniendo una brillante sonrisa en mi
rostro mientras él presiona un dedo contra mí nuevamente, y me esfuerzo por pensar en
algo que decir—. Lamento haberme colado en el vestuario, pero realmente quería un
autógrafo.
—¿Qué harías por uno? —pregunta con maldad, girando su dedo y metiéndolo
dentro de mí.
Me muerdo el labio inferior, atrapando un gemido cuando él llega a mi lugar.
—Cualquier cosa.
Arquea una ceja y lentamente añade un segundo dedo.
—¿Me dejarías follar este agujerito perfecto?
Si bien disfruto de su charla sucia, él tiene suerte de que ahora seamos novios
porque si me hubiera hablado de esta manera al principio, le habría arrancado los
dientes. Pero ahora…
Dios Santo, que folle mi agujerito perfecto.
Pero no puedo decir eso, así que niego con la cabeza, fingiendo no estar seguro.
—No sé. Nunca he hecho esto antes.
Se ríe y continúa abriéndome con los dedos mientras deja pequeños besos en mi
abdomen antes de flotar sobre mí.
—¿No quieres saber cómo es follar con el mejor atleta de la NFL?
Bueno. Eso me gana.
—Espera. En esta fantasía, ¿eres el número uno? —Ladeo la cabeza hacia un lado y
resoplo—. Tienes un ego enorme, bebé.
—¡Ey! ¡No rompas el personaje! —dice, haciendo pucheros. Niega con la cabeza
nuevamente y respira profundamente—. Bien, bien. Intentemos esto de nuevo. ¿No
quieres hacer feliz a tu jugador favorito?
Esto tiene que ser lo más ridículo que he hecho jamás por él, pero me obligo a
mantener el personaje.
—¿Realmente te hará feliz follarme?
—Muy feliz, —dice metiendo otro dedo. Echo la cabeza hacia atrás y él aprovecha,
chupando esa peca oscura en mi cuello con la que está obsesionado—. Incluso te
conseguiré boletos de temporada.
Bueno. A un fan le gustaría eso, ¿verdad?
—¿Por favor? Sí. Dejaré que me folles. ¿Pueden ser courtside17?
¿Eso es un término? ¿Cómo coño lo llamas, sideline18?
Esta vez le toca a él romper el personaje. Por supuesto que no dejará pasar eso. Sus
dedos todavía están dentro de mí mientras deja caer su cabeza sobre mi pecho, riendo.
—¿Courtside? Realmente necesitamos enseñarte más sobre fútbol.
—Cállate, joder, —le espeto, empujando su pecho—. Mira, estoy haciendo lo mejor
que puedo. ¿Podemos simplemente follar ahora?
—Siempre quise follarme a un fan con mi jersey, —continúa, devolviéndonos a la
escena—. Dime que puedo follarte. Dime que puedo meter mi polla en este dulce culito
y tomar lo que quiera.
No estoy muy seguro de por qué esas palabras me retuercen por dentro. Tomo sus
mejillas, asegurándome de fijar esos ojos grises que han comenzado a convertirse en mi
perdición, y ni siquiera me avergüenzo cuando mi voz sale sin aliento.
—Te daré todo lo que quieras, Blaine.
Esto ya no es parte de la fantasía. Lo digo en serio. Lo miro fijamente, esperando que
mi mirada muestre cuán cierto es. De alguna manera, nos encontramos aquí, conmigo

17
Así se le conoce al área inmediata que bordea la cancha en tenis o básquetbol.
18
Así se le conoce a la misma área pero en el fútbol americano y otros deportes xD.
dispuesto a hacer casi cualquier cosa por él. Quiero protegerlo, hacerlo feliz y
asegurarme de que nunca se arrepienta de haberme elegido.
Ese corazón que he escondido bajo capas de sarcasmo y apatía se ha abierto de par
en par para él.
Blaine, siendo tan perfecto como es, nota el cambio en mí. Me mira con adoración,
casi como si estuviera apreciando este momento, y luego me besa profundamente.
Y con sus labios sobre los míos, sé que eso significa que él también hará cualquier
cosa por mí.
Una vez que estoy listo para él, cubre su polla con lubricante y la alinea con mi
agujero. Clavo mis dedos en su suave cabello mientras él besa mis labios.
—Voy a tomarme mi tiempo. Mi mayor fan debería saber lo mucho que significa
para mí.
—Por favor, —le ruego en voz baja, sorprendiéndome por lo necesitado que sueno, y
jadeo cuando él entra—. Muéstrame que soy más importante que nadie.
Blaine siempre me hace decir tonterías. Nunca antes había hablado con nadie de esta
manera, nunca había sido tan abierto y vulnerable con nadie, ni siquiera con las más
cercanas a mí.
Ahora también quiero ser más importante para él que nadie.
Se desliza dentro de mí dolorosamente lento y aprieto los dientes cuando siento su
polla dentro de mí. Luego echo la cabeza hacia atrás con un jadeo silencioso cuando
toca fondo y va directo a mi garganta. Ya tengo dos chupetones de él: uno descolorido y
otro rojo brillante, pero sé que le encanta marcarme como suyo. Es la misma razón por
la que lo condecoré con mis marcas.
Porque nos pertenecemos el uno al otro.
—¿Se siente bien? —Pregunta, su voz áspera y ronca mientras envuelve mis piernas
alrededor de su cintura—. ¿Cómo se siente que tu mayor obsesión te folle?
Joder, eso me encanta. Estoy obsesionado con él. Desde la forma en que se sonroja
cuando está nervioso hasta su boca afilada cuando está enojado, todo en él me pone a
mil, y quiero que él también esté obsesionado conmigo. Quiero que él esté tan
arruinado por mí como yo para él.
—No pares, —le suplico, agarrando sus hombros con tanta fuerza que lo hace silbar.
Ni siquiera me importa estar rogando. Solo quiero más de esto—. Fóllame más fuerte,
Yates. Quiero que tus compañeros de equipo me escuchen gritar por ti.
Sus ojos se ponen en blanco mientras disfruta de mi charla sucia, dejando que le
alimenten mientras me folla con más fuerza. Levanta mis piernas y apoya mis pies
sobre sus hombros mientras me da todo lo que tiene. Gotas de sudor en su frente y su
respiración se entrecorta, pero de alguna manera, encuentra la fuerza para seguir
adelante.
Podría ser el hecho de que estoy lleno de su polla con nada más que su jersey.
Él se retira y no puedo creer que suelte un quejido por la pérdida. Supongo que
estoy interpretando perfectamente al fan adorador.
—Regresa aquí.
Niega con la cabeza, se deja caer sobre su espalda y mi polla se sacude mientras me
coloca en su regazo.
—No. Si quieres ese autógrafo, te lo vas a ganar. Monta mi polla.
Me lamo los labios mientras lo agarro, alineándome antes de bajar de un rápido
sentón.
¿Quiere que lo monte? Le daré la monta de su vida.
—¡Joder! —grita, sacudiendo la cabeza de un lado a otro mientras yo reboto en su
polla—. Dios, justo así, Si. Muéstrame cuánto amas mi polla.
—Rompiste el personaje, —gruñí, pasando mis manos arriba y abajo por su jersey,
dándole el espectáculo que tanto estaba desesperado.
—¡No me importa! —Él gime mientras agarra mis caderas para poder embestirme—.
Te ves tan caliente. Tan jodidamente caliente. Dios mío, no puedo... Voy a...
Sí. Me encanta cuando empieza a balbucear. Eso significa que se está acercando.
Saco una de sus manos de mi cadera y la coloco alrededor de mi polla.
—Haz que me corra, bebé. Muéstrale a tu mayor fan el Dios del sexo que eres.
Vale, tal vez eso sea llevar todo esto demasiado lejos, pero a la mierda, estoy metido
en esto.
—Dios del sexo, ¿eh? —Él resopla, sus ojos brillan de lujuria mientras me mira.
—Me estás follando tan bien, —gimo, haciendo esa cosa con mis caderas que lo
vuelve loco. Follo su puño simultáneamente, dejando caer mis manos sobre su pecho
mientras empiezo a temblar—. ¡Sí, sí, sí!
Luego me corro sobre su pecho y él lo mira fijamente, asombrado, arrastrando sus
dedos a través de mi semen antes de meter un dedo en mi boca. Lo chupo, probándome
mientras sigo montándolo a pesar de lo sensible que estoy.
—Quiero correrme sobre mi jersey, —me dice, embistiéndome rápida y
frenéticamente sobre mi espalda. Saca su polla, se masturba con un movimiento brusco
y se corre cuando le masajeo las pelotas—. ¡Si!
Chorro a chorro cubre su camiseta, y un poco aterriza en mi cuello, que él limpia con
su lengua. Luego se desploma encima de mí, sudoroso y sin aliento.
—¿El juego de roles fue todo lo que pensaste que sería? —Pregunto, frotando la
parte posterior de su cabeza con dedos tranquilizadores. Cuando no responde de
inmediato, le doy una suave nalgada—. ¿Bebé?
Reclama mi boca en un beso brutal antes de empujar su lengua por mi garganta.
Pasa sus manos por todo mi cuerpo, todavía tan caliente por mí, y sé que si le doy unos
minutos, estará listo para otra ronda. Blaine es un puto maníaco sexual y estoy aquí
para ello.
—Joder, Si, —susurra cuando se retira, frotando su nariz contra la mía—. Eres
perfecto. Gracias por hacer eso.
—Estuvo bien. —Me encojo de hombros con indiferencia, pero ambos sabemos que
no lo digo en serio—. La próxima vez haremos el deportista tonto y el rebelde.
Él resopla mientras se mueve para que podamos recostarnos uno al lado del otro.
—Entonces, ¿nuestra vida entonces?
—Estaba pensando que estarías buscando anotar y estarías dispuesto a renunciar a
ese culo por ello, —sugiero, mi polla volviendo a la vida al pensar en ello—. ¿Quieres
que te folle como si te odiara?
Lo interrumpe el sonido del timbre de su teléfono y se levanta tambaleándose para
agarrarlo de sus jeans. Deja escapar un gemido y lo arroja sobre la mesa auxiliar antes
de ponerse los calzoncillos y reunirse conmigo en la cama plegable.
Mi ceja se levanta ante su expresión enojada.
—¿Qué pasa?
—Solo es mi papá, —murmura, pasándose una mano frustrada por el cabello antes
de rodar hacia mi costado—. No es gran cosa.
Quiero presionar y preguntarle sobre lo que dijo su papá, pero no lo hago. Está muy
feliz y relajado en este momento y no quiero hacer nada que arruine eso. Aunque tomo
nota mental de hablar con él sobre eso más tarde.
Ahora, voy a abrazar a mi novio y agradecerle a mi estrella de la suerte que encontré
mi pareja perfecta.
TREINTA Y SEIS
SILAS

Nunca pensé que me interesaría toda esta mierda de las citas cursis, pero me gusta.
—¿Te gusta? —Pregunta Blaine, como si leyera mis pensamientos, señalando
nuestro batido de Oreo que descansa frente a nosotros. Tiene un poco de migajas en el
labio inferior, así que me inclino hacia él y las lamo, disfrutando la forma en que su
respiración se entrecorta.
—Si… —susurra, persiguiendo mis labios.
—No, —digo, tomando un sorbo de mi pajita antes de señalarle—. Querías pedir
esta mierda, te la vas a beber.
Se acurruca a mi lado, apoyando su cabeza en mi hombro.
—Te dije que podíamos pedir pastel de queso con fresas.
—Pero no te gusta el pastel de queso con fresas.
—Lo habría bebido por ti, —murmura con cansancio.
Joder, Blaine. Este tipo me va a matar por cómo hace que mi corazón quiera salirse de
mi pecho. Sé que dije que quería que terminara su batido, pero no puedo soportarlo. Lo
arrastro sobre mi regazo, sofocando sus labios helados con los míos y saboreando el
chocolate en su lengua.
—¿Por qué fue eso? —pregunta cuando nos separamos, con las mejillas sonrojadas y
jadeando ligeramente mientras aprieta mi chaqueta.
—Jódete, por eso, —me quejo, entregándole su batido para que pueda seguir
bebiendo. No admitiré que a él también le da buen sabor. Para evitar atacarlo en público
como realmente quiero, me inclino hacia atrás y rodeo la cabina con mis brazos—.
¿Cómo fue el Consejo Estudiantil hoy?
Él gime, toda la lujuria desaparece de sus ojos mientras se hunde en mí.
—Ugh, ni siquiera me hagas hablar de eso. Olvidé que las pruebas de béisbol son la
próxima semana, así que tuve que rehacer toda mi agenda.
—¿Por qué te importan las pruebas de béisbol? —Pregunto, arqueando una ceja.
—Porque lo estoy intentando, —dice, sorbiendo mientras llega al fondo de su
batido.
—Bebé, —le digo inexpresivamente, dándole una mirada—. Nunca te he escuchado
hablar sobre béisbol ni una vez. ¿Por qué lo intentas?
Su nariz se arruga en confusión.
—¿Por qué no lo haría?
Intento tener paciencia. Es como si no recordara que sus circunstancias han
cambiado. Bajo mi tono, tratando de no ser condescendiente, pero estoy seguro de que
mis palabras aún salen de esa manera.
—¿Estás probando porque tú quieres o porque tu papá quiere que lo hagas?
Sé que no debería mencionar a su padre, no después de todo lo que ha pasado, pero
tiene que darse cuenta de que el alcalde sigue moviendo todos los hilos. Blaine no es un
idiota. Tiene que ver cuánto le está matando hacer toda esta mierda extra.
—¡Vete a la mierda, Silas! —espeta, bajándose de mi regazo—. ¿Qué pasa si me
gusta el béisbol?
—Bueno, ¿te gusta? —Le ladro en respuesta, manteniéndome firme—. ¿De verdad te
gusta toda la mierda que haces?
—¡Por supuesto que sí! —argumenta, con el rostro rojo de irritación—. ¿Cuál es tu
puto problema esta noche?
Me pellizco el puente de la nariz y lucho contra el impulso de golpear a mi novio
perfecto en la mandíbula. ¿Quiere saber cuál es mi problema? Él lo es.
Cuando finalmente llegó a la caravana después de la escuela, eran alrededor de las
seis en punto. Había estado esperándole para poder cenar, pero se durmió tan pronto
como cruzó la puerta. El cabrón ni siquiera me besó primero. Una vez que finalmente lo
levanté, llegamos a Kelly's Diner donde se negó a comer nada más que un puto batido.
Está exhausto, fuera de sí, y no me gusta nada.
Demándame si quiero que mi chico sea feliz y saludable.
—Simplemente no entiendo por qué haces todas estas cosas random, —digo
mientras empiezo a enumerar todas sus actividades extracurriculares con mis dedos—.
Consejo Estudiantil, Club de Reciclaje, Equipo de Debate, Club Key (lo que sea eso) ¿y
ahora béisbol? ¿Qué pasa contigo?
—¡Me gusta participar!
—¡No, no te gusta!
Ambos bajamos la voz cuando nos damos cuenta de que hemos atraído a una
audiencia. Le resoplo al anciano en la cabina de al lado cuando nos da una mirada de
advertencia, y Blaine me golpea el pecho.
—No seas idiota, Silas.
—Solo admite que no te gusta esa mierda, —gruñí, volviéndome hacia él—. Admite
que lo odias, porque sé que lo odias.
Él se burla.
—No lo sabes.
Controlo toda la calma que puedo lograr. Bien. ¿Quiere ser un pequeño idiota
testarudo? Supongo que tengo que sacar las armas grandes.
Se ha presionado hasta el otro lado de la cabina, así que me acerco y lo encierro
contra la pared. Luego paso mi brazo sobre su hombro, acercándolo a mi pecho,
poniendo los ojos en blanco cuando intenta pelear conmigo.
—No me toques, —sisea, apartando mis manos de una palmada—. No quiero hablar
contigo ahora.
Suspiro, sin dejar que se libere de mi agarre y agarro su barbilla.
—Blaine, mírame. Lo siento mucho, ¿de acuerdo?
—No, no lo sientes, —dice furioso, con la mandíbula apretada mientras me mira
fijamente—. Solo quieres que deje de quejarme.
—Eso no es cierto, —digo lentamente, exhalando profundamente mientras trato de
encontrar las palabras correctas—. Solo estoy… Joder. Me preocupo por ti.
Me preocupo mucho.
Nunca pensé que fuera posible sentirme así de preocupado todo el tiempo. He
conseguido un asiento en primera fila para ver cómo Blaine vive su vida, y no es bueno.
Cuando no está bebiendo Red Bulls y estudiando a todas horas de la noche, corre por
ahí haciendo las cosas más random para la gente. Y no me hagas hablar de los putos
ataques de pánico.
Está agotado y cansado cuando llega a casa, siempre tratando de ponerse la fachada
de 'Blaine', pero ahora lo conozco. Se involucra en todo para intentar estar a la altura de
esas ridículas expectativas que su padre le puso. Si sigue así, se va a destruir. Joder,
prácticamente ya lo está.
La idea de que la gente le haga daño me pone violento, pero la idea de que él se
haga daño a sí mismo me enferma.
Su rostro se suaviza y deja escapar un pequeño gemido, su cabeza cae hacia adelante
para descansar sobre la mesa.
—Lo siento, no debería haber reaccionado así. Sé que tienes buenas intenciones, pero
no puedo simplemente dejarlo. Tengo obligaciones y no quiero decepcionar a nadie.
—¿Por qué crees que vas a decepcionar a la gente? —Pregunto, tomando su frente y
ayudándolo a sentarse.
—Porque estos son mis compromisos, si no me presento y hago las cosas que dije
que iba a hacer, ¿quién más lo hará? Sí, puede que no siempre me guste, pero ese no es el
punto. —Cierra los ojos, cerrando los puños en sus jeans mientras niega con la cabeza
—. No puedo ponerlos en esa posición. Abrumado o no, no es lo correcto.
Está bien, lo entiendo. Yo sería igual si fueran los chicos. La diferencia es que ellos
nunca querrían que me esforzara al punto del agotamiento.
—No tienes que añadirte más problemas. El béisbol no es algo que tengas que hacer.
Lo contempla por un momento antes de aceptar.
—Sí, tienes razón.
—Aunque, si quieres jugar a pitcher y entrenador, me apunto, —bromeo, queriendo
aligerar su estado de ánimo.
—No eres gracioso, —gruñe, pero puedo ver el humor llenando sus ojos. Respira
profundamente e inclina la cabeza en señal de acuerdo—. No creo que quiera jugar
béisbol este año.
Ahí está mi bebé razonable. Estaba esperando que regresara.
—Eso es todo lo que pido, solo que bajes un poco la velocidad. No tienes que estar
tan alegre todo el tiempo. Incluso podría hacer que los ataques de pánico disminuyan.
—¿Eso crees? —pregunta, un poco esperanzado—. Realmente los odio, Si. Ojalá no
sucedieran tan a menudo.
Deseo eso también.
Lo llevo a mis brazos una vez más, sonrío cuando esta vez no pelea conmigo y le
doy un beso en la frente.
—No sé si ayudará, no soy médico, pero ¿tal vez deberías ver uno?
—¿En serio? —Sus cejas se fruncen y ladea la cabeza mientras me mira.
—Tú eres el que quiere convertirse en uno. —No puedo evitar negar con la cabeza
—. Debes saber que es normal que la gente busque ayuda cuando la necesita.
Se muerde la comisura del labio mientras piensa en mis palabras.
—Mira, sé que es súper saludable ver a alguien cuando estás pasando apuros. Lo
entiendo. Simplemente nunca pensé…
¿Nunca pensó que era una opción para él? ¿Su padre lo vio peleando con todos esos
demonios y no hizo nada, entonces Blaine supo que tenía que manejarlo solo? Bueno,
ahora no está solo. Es su elección si quiere ver a alguien, pero siempre lo alentaré a
hacer lo mejor para su salud.
—Solo piénsalo, —susurro, pasando mis dedos por su suave cabello.
Me mira, con una pequeña sonrisa en su rostro antes de besarme la barbilla.
—Gracias, Si.
Resistí la tentación de poner los ojos en blanco y sentir arcadas por lo que estoy a
punto de decir.
—Cualquier cosa por ti. —Sostengo el batido ahora vacío—. ¿Otro?
—¿Qué tal una hamburguesa? —él pregunta—. Estoy hambriento.
Por supuesto que lo está.
Sin embargo, no digo eso, simplemente le hago señas a nuestra camarera y ordeno.
No hablamos de nada especial mientras esperamos nuestra cena. Le hablo de cómo a
Bunky casi le muerden el dedo cuando intentó acariciar el chihuahua de un cliente, y él
me cuenta sobre la conversación “muy emocionante” que tuvo el Club de Reciclaje
sobre cómo pedir contenedores nuevos.
Pero es lo que dice a mitad de la comida lo que me hace querer romper con él en ese
mismo segundo. En realidad no, porque está atrapado conmigo, pero estoy pensando
en los azotes que recibirá después.
—Joder, no, —digo rotundamente, listo para huir de la cabina.
Su labio inferior sobresale en un puchero mientras intenta y no logra que yo esté de
acuerdo.
—Silas…
—Dije que no. —No va a pasar. De ninguna puta manera.
—¡Oh, vamos!
—¡No voy a ir al puto baile de graduación contigo! —Mi tono está lleno de molestia
y horror porque… sí. El puto baile de graduación. No, gracias.
Blaine intenta ponerme los ojos de cachorrito más grandes que jamás haya visto,
pero no cedo. No hay manera de que me ponga un esmoquin y camine feliz hacia la
cafetería decorada con mal gusto de nuestra escuela. No me importa cuántas mamadas
me ofrezca, no lo haré.
—Te verías tan lindo, —susurra, ya en su teléfono y buscando alquiler de esmoquin
—. ¿Crees que te verías mejor en azul o negro? También deberíamos conseguirte un
boutonniere19.
No sé qué es eso, pero de ninguna manera me pondré uno.
Le arrebato el teléfono de la mano y lo meto en mi bolsillo trasero antes de que
pueda alcanzarlo. Me lanza una mirada amenazadora y yo le devuelvo una mirada
lobuna.

19
Así se conoce al adorno floral en la solapa de los esmóquines.
—¿En serio? —Él resopla, levantando las cejas—. ¿Crees que tengo problemas para
agarrarte el culo para coger mi teléfono?
Joder.
Pero antes de que pueda llevar a cabo su 'amenaza', mi propio teléfono suena en la
mesa, llamando nuestra atención.
—¿Quién es? —pregunta, masticando una fritura mientras mira mi teléfono—.
¿Raid? ¿Qué es lo que quiere?

Raid: Dónde estáis chicos?

—Quiere saber dónde estamos—. Paso mi brazo alrededor de su hombro para que
pueda ver mi respuesta.

Yo: Comiendo. Qué quieres?

Raid: Quieres que nos veamos?

Miro a Blaine en cuestión.


—¿Quieres compañía esta noche?—
—Depende de lo que quieran hacer, —dice mientras come otra fritura.

Yo: Para qué?

Raid: Una fiesta.

Blaine y yo soltamos gemidos mutuos. Claramente, ninguno de nosotros quiere ir,


pero, siguiendo la corriente de Raid, le respondo de todos modos.

Yo: Qué fiesta?

Raid: Fiesta en casa. Tengo que vender algo de mierda.

Raid: Vamos. Podéis follar en otro momento.

Blaine se ríe.
—Oye, ¿te ha preguntado cuál de nosotros…
—Sí. —Sonrío al recordar lo que pasó después de que Raid intentara entrometerse
en mi vida sexual—. Le golpeé en la cara.

Raid: Bunky dice que usará La Fuerza contigo. Lo que sea que eso signifique.

—¿Qué carajo es eso? —Pregunto confundido.


—Star Wars, Si, —explica como si fuera un idiota. Cuando sigo dándole una mirada
en blanco, él pone los ojos en blanco—. Realmente necesitamos tener un televisor en la
caravana.
Estoy a punto de decirle que probablemente podamos conseguir uno del depósito de
chatarra cuando suena su teléfono. Dándome una sonrisa, mete la mano en mi bolsillo
trasero y lo saca. Pongo los ojos en blanco pero frunzo el ceño cuando su sonrisa
desaparece.
—¿Quién es?
—Mi papá otra vez, —gruñe, pasándose una mano por el cabello, frustrado—. Él no
me dejará en paz. Lo juro, es como si pensara que voy a regresar arrastrándose como si
nuestra pelea nunca hubiera sucedido. Tengo más orgullo que eso y necesito que se dé
cuenta de que la cagó. Tal vez si se disculpara, estaría más dispuesto a hablar, pero él
solo está tratando de disimular todo. Es exasperante.
Arqueo una ceja y le froto el hombro.
—¿Crees que se disculpará?
—Lo dudo. —Él resopla antes de suspirar dramáticamente y dejar caer su cabeza
contra la cabina—. Supongo que hay que esperar y ver.
Ojalá fuera mejor en esta mierda de novios. Quiero consolarlo, hacerlo sentir mejor
con respecto a lo que pasó con su papá, pero realmente no sé cómo. No sin que suene a
disco rayado.

Bunky: Ni siquiera Han Solo puede protegerte si te rajas.

No tengo idea de quién es, pero eso no es mi preocupación en este momento.


Miro a Blaine de nuevo y puedo decir que está leyendo algo del alcalde en su
teléfono. Su rostro está lleno de ira, pero hay una tristeza persistente en sus ojos que me
afecta. Ir a esta fiesta podría ser una buena manera de dejar de pensar en la situación
con su padre. Le vendría bien pasar un buen rato.
—¿Por qué no vamos? —Pregunto, sabiendo ya cuál será su reacción.
—Iugh, no, —murmura, y veo un poco de disgusto en sus rasgos.
—Sin embargo, puede que te haga sentir mejor. Dejar de pensar en esas cosas —
digo, luchando contra mis instintos y tratando de convencerlo. Frunce los labios
mientras lo piensa y puedo decir que todavía no quiere ir—. Oh, vamos. Podemos pasar
unas horas, simplemente relajarnos con amigos.
—No lo sé, Si…
—Oye, Bunky dijo que me echaría encima a un tipo si no aparecía.
Ladea la cabeza hacia un lado y mira mi teléfono. Después de un segundo, se echa a
reír.
—¿Tienes miedo de Han Solo?
—Ni siquiera sé quién coño es.
Se ríe de nuevo, como si todo esto fuera lo más divertido que jamás haya visto.
—Realmente necesitamos ese televisor para poder mostrarte lo que te estás
perdiendo. Star Wars es algo básico de la infancia. Te lo estás perdiendo.
—Se trata de extraterrestres o algo así, ¿verdad? Ese no es lo mío.
—No exactamente. —Él niega con la cabeza—. Tendrías que verlo para entenderlo.
—Tengo mis dudas, —digo con aprensión. Cuando mi teléfono vuelve a vibrar, me
doy cuenta de que nos salimos del tema y no quiero escuchar más mierda de mis
amigos, así que le doy un codazo a Blaine—. Entonces, ¿fiesta?
Él mira su teléfono y luego vuelve a mirarme. Le toma un segundo, pero finalmente
acepta.
—Bien, vamos.
Terminamos nuestra comida y pagamos la cuenta rápidamente, y le envío a Raid un
mensaje rápido pidiéndole la dirección. No me molesto en responderle un mensaje de
texto a Bunky, quien (y cito) invocará el poder de los Sith para sacarme del restaurante.
—¿Estás listo? —Le pregunto a Blaine mientras salimos de la cabina.
Él asiente antes de darme un feliz beso en los labios.
—Sí.
Mantengo su mano mientras nos vamos, realmente emocionado por el hecho de que
puedo cuidar de mi chico.
Va a ser una buena noche.
TREINTA Y SIETE
BLAINE

Cuando Silas y yo entramos a la casa, la fiesta está en auge.


Ninguno de nosotros sabe realmente quién organizó esta fiesta, pero dudo que la
mitad de los borrachos de aquí lo sepan. Es un lugar bonito y elegante, decorado con
luces de neón en todas las paredes, grandes parlantes en la esquina y una mesa de
bebidas llena.
Está lleno de gente, así que Silas me toma la mano con fuerza mientras nos abrimos
paso entre la multitud para encontrar a Raid y Bunky. Alguien choca contra mí, lo que
hace que Silas me suelte y me lance contra la pared.
—¡Oye, idiota! —Grita Silas, agarrando al tipo por el cuello y arrastrándolo hacia
nosotros—. ¿Vas a disculparte por chocar con él?
Bueno. Eso es sexy, pero definitivamente no es el momento.
—Fue solo un accidente, Si, —digo, quitando suavemente su mano de la camisa del
chico—. Déjalo.
El tipo parece horrorizado, presa del pánico y huye en cuanto queda libre. Sin
embargo, eso no impide que Silas lo mire fijamente mientras desaparece entre la
multitud de personas. Cuando Silas se vuelve hacia mí, con el rostro lleno de irritación,
no puedo evitar reírme.
—¿Qué? —espeta, cruzando los brazos sobre el pecho.
—Nada. —Me encojo de hombros y le planto un rápido beso en los labios—. Eres
tan lindo.
Resopla pero pasa su brazo alrededor de mi cintura y me acerca a su lado.
—Cierra la puta boca.
—¿Vas a defender mi honor? —cuestiono, burlándome de él mientras juego con el
parche de Ases en su chaqueta—. ¿Me traerás su cabeza como premio?
—Suficiente de eso. —Me da una rápida nalgada antes de señalar con la barbilla en
dirección a la cocina—. Vamos a buscar a los chicos.
—Y trata de no cometer un homicidio en el camino.
—Oye, —dice, deteniéndome y acunando mi cara con sus manos, frotando mi labio
inferior con su pulgar—. Nadie se mete contigo. ¿Entiendes?
Sus palabras me hacen sentir orgulloso y no puedo creer lo afortunado que soy de
tener un novio que le daría una paliza a alguien por siquiera tocarme. Me inclino una
vez más, reclamando sus labios en un beso que sé que podría durar para siempre si lo
permitimos. Soy el primero en retroceder, lo que me valió un gruñido por parte de él.
—Bunky y Raid, ¿recuerdas?
—Que se jodan. —Me agarra el culo—. Vámonos de aquí.
—¡De ninguna manera! —Argumento, apartándole las manos de una palmada—. El
objetivo era divertirse. No nos iremos luego de que al menos bailemos.
Él entrecierra los ojos hacia mí.
—No voy a bailar.
—Por favor, —le ruego, haciendo todo lo posible con mis ojos de cachorro y mis
labios carnosos—. Me haría muy feliz.
—Vete a la mierda, Blaine, —gime, levantando la mano para pellizcar el puente de
su nariz antes de lanzarme una mirada furiosa—. Bien. Un puto baile, pero luego harás
eso con tu lengua.
—Trato hecho. —Entrelazo nuestros dedos mientras miro a mi alrededor y veo a los
chicos—. Creo que los veo.
Caminamos entre la densa multitud y llegamos a la cocina donde están Bunky y
Raid. Me pongo un poco nervioso cuando nos ven, especialmente cuando nos ven a
Silas y a mí tomados de la mano. Sé que saben de nosotros desde hace un tiempo y que
ya hemos salido juntos alguna vez, pero todavía me pongo ansioso con ellos.
Silas debe sentir mis nervios porque me aprieta la mano cuando nos acercamos a
ellos. Luego se inclina para susurrarme al oído.
—Vamos, son solo Bunky y Raid. Sé tú mismo.
—Está bien. —Dejo escapar un profundo suspiro y pongo la sonrisa más grande que
puedo lograr.
—Menos como tú entonces... ¡Ay!
—Gilipollas, —siseo, sin molestarme en disculparme por golpearle un lado de la
cabeza. Cuando llegamos a sus amigos, les saludo con la mano con torpeza—. Hola,
chicos.
Bunky y Raid simplemente asienten con la cabeza a modo de saludo, y me quedo
preguntándome si debería decir algo para llenar el silencio. Afortunadamente, Bunky
interviene con algo para romper la tensión que siento.
—Tienes unos dientes muy bonitos, —grita por encima de la ruidosa habitación,
acercándose para verlos mejor—. Mierda. Los mejores dientes que he visto en mi vida.
¿Quién es tu chico?
Sí, okey. Eso es raro.
—Um, ¿el dentista? —digo, dando un paso atrás cuando Bunky intenta levantarme
el labio.
—Deja de hablar, Bunk, —espeta Silas, alejándolo—. Deja de mirarle los dientes y no
lo toques.
Las cejas de Bunky se disparan hasta la línea del cabello, una sonrisa maníaca en sus
labios mientras se frota las manos.
—Ooo, ya estamos posesivos. Joder, esto va a ser divertido.
—Deja de conspirar, bicho raro. —Raid niega con la cabeza antes de mirarme—.
¿Estás bien, Blaine?
—Sí, —digo, todavía apretando la mano de Silas con tanta fuerza que hace una
mueca de dolor—. Gracias por invitarnos.
—Razones egoístas. —Bunky salta sobre la encimera de la cocina mientras mira
todas las botellas a su lado—. ¿Vodka o ron, Blaine?
—Ninguno de los dos, por favor.
—Tan cortés. —Él resopla, agarrando un vaso como para llenarla—. ¡Ambos
entonces!
—Sabes que no bebe, —lo regaña Silas, poniendo los ojos en blanco mientras Bunky
comienza a preparar un brebaje extraño. Se vuelve hacia mí, ignorando a su amigo—.
¿Qué deseas? Yo te lo traigo.
—Solo una Coca-Cola, —le digo.
—Marchando, —dice, dirigiéndose al otro lado de la cocina para tomar mi bebida y
dejándome solo con Bunky y Raid.
—¡Ta-chán! —Bunky grita, el alcohol se derrama por los lados del vaso individual
mientras intenta entregármelo—. ¡Yo lo llamo bikini mojado!
—Él no va a beber esa mierda. —Raid arruga la nariz cuando el olor lo golpea—.
¿Por qué es rosa?
Bunky lo mira entrecerrando los ojos.
—Si te lo dijera, tendría que matarte.
Bunky es... interesante. Bueno, más bien un psicópata en toda regla, pero no le voy a
decir eso. Ya mencionó que le gustan mis dientes y yo prefiero mantenerlos en mi boca.
—Entonces... Um... ¿Cómo supisteis de esta fiesta?
—Sabemos de todas las fiestas, —afirma con ligereza, probando la bebida que
preparó cuando no la acepto—. Te lo pierdes, esto está delicioso. —Chasquea los labios
antes de terminar su declaración anterior—. Tengo que mover productos esta noche.
—Cierto… —digo arrastrando las palabras, balanceándome sobre mis talones,
preguntándome por qué Silas está tardando tanto. No estoy muy seguro de cómo
entablar una conversación. Lo único que tenemos en común los tres es Silas, y él no está
aquí para actuar como una especie de amortiguador—. ¿Buena noche para el negocio?
Raid resopla mientras toma un sorbo de su propia bebida.
—Son drogas, Blaine. Cada noche es una buena noche.
—Claro, —murmuro, asintiendo como si supiera lo que quiere decir—. ¿Genial?
Bunky se ríe antes de ladear la cabeza, con una sonrisa en el rostro.
—Eres adorable. Como un cachorrito. ¿No te recuerda a un cachorro, Raid?
—Me recuerda a alguien que no sabe en qué se está metiendo, —dice Raid sin
rodeos. Luego mira por encima de mi hombro antes de volver a mirarme—. Mira, todos
estamos a favor de que tú y Silas salgan. Eres bueno para él, pero ¿sabes lo que estás
haciendo?
Arrugo la frente.
—No sé a qué te refieres.
—Él quiere decir que tu novio es bien retorcido y se mete en cosas en las que no
debería estar, igual que nosotros, —interviene Bunky, sin ocultar nada—. ¿Estás seguro
de que estás preparado para eso, Blainey?
Intento no hacerlo, pero se me ponen los pelos de punta. Lo entiendo. Soy el
deportista 'tonto' y eso es todo lo que ven cuando me miran, pero no soy un idiota
ingenuo. Sé de qué forma parte Silas y todavía lo quiero de todos modos.
—No me llames, Blainey.
Ambos abren los ojos como platos. Raid todavía parece vacilante, pero una amplia
sonrisa cruza el rostro de Bunky.
—¡Mi hombre! —grita, acercándose a mí y ahogándome en un abrazo de oso. Mi
cuerpo se pone rígido y le doy unas palmaditas torpes en la espalda. ¿Qué demonios?
—. Mírate, mostrando huevos. Joder, eso es caliente.
—¿No te dije ya que dejaras de tocar a mi novio? Te apuñalaré con tu propia navaja
si lo vuelves a hacer, —gruñe Silas cuando se reúne con nosotros.
—Oh, pervertido. Me gusta, —dice Bunky con la misma expresión inquietante en su
rostro. Realmente es un puto lunático.
Silas tiene dos vasos en la mano, uno de los cuales es mío y el otro huele a cerveza
barata. Me da mi coca cola y empuja Bunky se aleja y pasa su brazo sobre mis hombros
una vez que estoy libre. Luego me mira y arquea una ceja.
—¿Estás bien, bebé?
—¡Bebé! —Bunky grita tan fuerte que Raid hace una mueca—. ¡Se estremece mi
corazón!
—Eres un dolor en el culo, Bunk, —se queja Raid, sacando su paquete y ofreciéndole
a Silas un cigarrillo—. ¿Quieres uno, Silas?
Silas niega con la cabeza.
—Lo dejé.
Raid le lanza una mirada curiosa y luego me mira.
—¿No me digas que vais a empezar a usar colores de pareja? No creo que pueda
soportarlo.
—Que te jodan. —Silas se ríe y bebe un poco de cerveza—. Eventualmente
encontrarás a alguien por quien valga la pena dejarlo.
—Lo dudo. —Bunky resopla y toma un cigarrillo del paquete de Raid—. Tendría
que ser la persona más paciente del mundo para tratar con él. Es demasiado obstinado y
testarudo para mi gusto.
Raid le lanza una mirada antes de beber su bebida. Luego coloca su cigarrillo entre
sus labios y agarra la parte trasera de la chaqueta de Bunky.
—Vamos. Tengo que empezar a vender.
—Os alcanzaremos en un momento, —dice Silas, despidiéndolos mientras avanzan.
Se vuelve hacia mí y señala hacia donde estaban sus amigos—. No te molestaron,
¿verdad?
Niego con la cabeza.
—Nada que no pudiera manejar.
—Ese es mi chico, —me elogia antes de besar la parte superior de mi cabeza—. Muy
bien, hagamos tu único baile y luego nos vamos de aquí.
Me lleva a la sala de estar, que ha sido convertida en una pista de baile improvisada.
Hay gente tocando al ritmo de la música, las luces hacen que parezca que estamos
dentro de un club. Dejé mi bebida en una mesa auxiliar antes de llevar a Silas al centro.
Parece muy reacio, pero cede cuando le rodeo el cuello con mis brazos. Luego agarra
mis caderas y comenzamos a balancearnos fácilmente con la música.
Hace tanto calor aquí que el sudor comienza a brotar rápidamente en mi cuello, pero
Silas lo lame un segundo después, lo que hace que incline la cabeza hacia atrás. Cuando
empieza a chuparme la piel, ya sé lo que está haciendo.
—¿Otro chupetón?
Él asiente, todavía deleitándose con mi cuello.
—Que todos sepan que se pueden ir a la mierda.
Me encanta su posesividad. Me pone muy duro. ¿Por qué acepté venir a esta fiesta?
Podríamos estar follando ahora mismo.
—No me gustaría estar con nadie más, —le digo, levantando su barbilla para poder
rozar mis labios contra los suyos—. Estás atrapado conmigo. Espero que estés de
acuerdo con eso.
Hay un momento en el que esos ojos marrones parpadean con algo que no puedo
describir, como las estrellas formando una constelación perfecta pero breve, antes de
que desaparezca. Él sonríe, moviendo sus manos hacia abajo para acariciar mi culo,
alineando nuestras pollas para que pueda sentir su erección arrastrándose contra la mía.
—Más que bien, —susurra contra mis labios, moviéndonos al ritmo—. Lastimaré a
cualquiera que intente llevarte.
Yo emito.
—Y dices que no eres lindo.
—No lo soy, lindo y posesivo son dos cosas separadas. —Va a besarme de nuevo
pero algo en su mirada se endurece cuando mira por encima de mi hombro. Su
mandíbula se aprieta, la vena furiosa de su cuello palpita cuando me suelta—. Hijo de
puta.
Me giro para ver qué es lo que enoja tanto a Silas y veo a Kent caminando hacia
nosotros con una amplia sonrisa en los labios. Le pido a Dios que en realidad no venga
a nosotros, pero el universo tiene una forma curiosa de joderte cuando quiere.
—¡Hola, chicos! —Kent canta como si todos fuéramos un grupo de viejos amigos—.
¿Cómo estáis?
—¿Qué estás haciendo aquí, Kent? —Suelto, parándome frente a mi novio porque
estoy seguro de que está a segundos de estallar. ¿Qué está haciendo él aquí? ¿Cómo
sabría él sobre esta fiesta?
—Simplemente pasando el rato, —comenta inocentemente—. Mira, quería aclarar
las cosas sobre lo que pasó con tu papá.
—¿En serio? —Arqueo una ceja, sin estar convencido en lo más mínimo de lo que
está diciendo.
—Traje una ofrenda de paz. —Señala el vaso extra que tiene en la mano—. Sé que no
bebes, así que es solo Sprite.
—¿Una ofrenda de paz? —Silas resopla—. ¿Eso es lo que crees que solucionará este
desastre? ¿Un refresco de mierda?
—Después de lo que dijiste, me hizo darme cuenta de que estaba siendo un idiota
celoso, —le dice a Silas, y casi puedo escuchar la sinceridad en su voz—. Lo siento,
¿vale?
Giro mi cabeza hacia Silas confundido.
—¿Qué hiciste?
—Nada. Simplemente lo puse en su lugar, —dice, y sé que tiene que ser un código
para otra cosa—. Te diré después.
Probablemente debería enojarme porque me ocultó algo, pero no lo estoy. Sé que
Silas nunca haría nada que me lastimara, ni emocional ni físicamente. Si no me contó lo
que pasó con Kent, debe tener una buena razón.
Estúpidamente tomo el vaso, bebo el Sprite y me estremezco cuando trago lo que sea
que Kent haya puesto en él.
—Iugh, ¿qué coño hay en esto?
Deja escapar una pequeña risa, levantando una mano en lo que supongo es falsa
sinceridad.
—Mierda, ese es el mío. Lo lamento.
—¿Quieres una oferta de paz? —Pregunta Silas, tomando la bebida y empujándola
contra el pecho de Kent, haciendo que esa asquerosa bebida se desborde por los lados
de la taza—. Déjanos en paz de ahora en adelante.
Kent frunce el ceño pero asiente, suspirando mientras gira sobre sus talones.
—Bien. Yo solo intentaba ser un buen tipo, y así es como me tratan.
Mientras se va, me pregunto por qué tomé su 'ofrenda de paz' para empezar, porque
no hay nada bueno en Kent. Siempre ha sido un cabrón celoso, inseguro de ser el
segundo en todo. Sinceramente, probablemente debería sentirme mal por lo patético
que es. Quizás lo haría si él no fuera un completo idiota.
—Vámonos, —le digo a Silas, cerrando sus manos con las de él.
Me detiene cuando intento tirar de él hacia la puerta, con el rostro lleno de
preocupación.
—¿De verdad quieres volver a casa? No tenemos por qué hacerlo por ese imbécil.
No dejes que arruine tu noche.
—Siento que arruinó el ambiente. —Me encojo de hombros. Había sido una noche
tan buena. Silas había logrado la tarea de hacerme olvidar por completo a mi padre,
pero Kent tuvo que arruinarlo todo.
—No tiene por qué arruinarse. —Me da una sonrisa, atrayéndome hacia él por las
trabillas de mi cinturón y pasando su lengua por la comisura de mis labios—. ¿Quieres
que nos liemos en el sofá?
Me río entre dientes, sintiendo que pierdo un poco de tensión mientras él me
arrastra con él.
—¿Podrás controlarte a ti mismo?
—No prometo nada, —me dice, dejándose caer en el sofá detrás de él y tirando de
mí hacia su regazo—. Vamos bebé. Démosle un espectáculo a esta gente. Sé cuánto te
gusta eso.
Pongo los ojos en blanco. Ninguno de nosotros tiene un gusto exhibicionista, pero
hay algo atractivo en poder ser tan público con Silas. Después de pasar tanto tiempo
escondido en la oscuridad, es mejor de lo esperado sentarse a horcajadas sobre su
regazo y reclamar su boca. Gemimos el uno contra el otro, lamiendo, mordisqueando y
chupando, mientras él no puede mantener las manos en un solo lugar.
—Deberíamos encontrar un dormitorio para follar, —sugiere, apretándome contra
su erección—. No creo que pueda esperar hasta llegar a casa.
Estoy a punto de aceptar, desesperado por follar con él cuando me inundan unas
náuseas. Me enderezo, agarrándome el estómago mientras la cabeza empieza a dar
vueltas. Silas inmediatamente siente el cambio en mí y frota sus manos arriba y abajo
por mis muslos.
—¿Estás bien?
—No-no-me-siento-bien. —Mis palabras se confunden mientras niego con la cabeza,
el movimiento me hace ver estrellas—. Lo que sea que Kent estuviera bebiendo, me
jodió.
—Probablemente todo el vodka que le puso. Te afectó mucho porque no bebes. —
Me ayuda a levantarme y me sostiene cuando casi me caigo—. Mierda. No te ves muy
bien.
—¿Podemos irnos a casa?
—Por supuesto, bebé. —Él me ayuda a salir de la sala de estar.
Una vez que estamos afuera, el aire fresco es agradable, pero todavía siento que voy
a colapsar en cualquier momento. Silas me sube a su coche y se asegura de que esté
acomodado antes de retirarse.
—Iré a buscar a Bunky y Raid y les haré saber que nos vamos. ¿Estarás bien aquí?
Asiento lo mejor que puedo, cierro los ojos y dejo caer la cabeza contra el
reposacabezas.
—Estoy bien.
—No dejes el coche, —dice, y lo oigo buscar algo en el asiento trasero antes de
ponerlo en mi regazo—. Toma. En caso de que necesites vomitar, usa esta bolsa.
Besa mi frente y lo escucho dudar antes de finalmente irse. Cuanto más me siento
aquí, peor me siento. Es como uno de mis ataques de pánico pero un poco diferente. Se
me hace un nudo en el estómago y el mundo se ralentiza a mi alrededor. Me agarro el
pecho y me pregunto por qué los latidos de mi corazón son tan lentos.
No estoy muy seguro de lo que me está pasando, solo que escucho que abren la
puerta un momento después. Intento abrir los ojos, pero no puedo. Me siento fatal.
—Si, realmente-no-me-siento-bien.
Silas no responde y siento que algo cae sobre mi regazo, pero no puedo abrir los ojos
para ver qué es. Quiero que este sentimiento desaparezca. Todo es como una mancha.
Como si el tiempo fuera demasiado rápido y demasiado lento al mismo tiempo.
El mundo parpadea detrás de mis párpados, una mezcla de rojo y azul... Solo que,
¿están mis ojos abiertos en este momento? No entiendo lo que está pasando. Extiendo la
mano, queriendo agarrar la puerta para sentir algo, pero se abre de golpe un segundo
después, causando que mi pesado brazo caiga bruscamente a mi costado. Realmente
solo quiero a Silas.
Luego me mueven y me sacan del coche de Silas unas manos ásperas y
desconocidas. Intento mantener los ojos abiertos para descubrir quién es, pero no
puedo. Todo da vueltas y está a punto de hacerme vomitar.
—¿Qué tenemos aquí?
La voz me suena familiar y la curiosidad me hace luchar contra la oscuridad para
abrir los ojos. Veo al sheriff frente a mí y trato de preguntarle qué está pasando, pero en
su lugar sale un sinsentido.
—Ah, ya veo. Que me condenen. Nunca te tomé por un drogadicto. Él se ríe
maniáticamente.
¿De qué diablos está hablando? Al abrir la boca para discutir, termino vomitando
sobre los zapatos del sheriff. Aunque no me hace sentir mejor.
Yo…
¿Qué está pasando…?
Algo metálico se envuelve alrededor de mis muñecas y me tiran una vez más.
Algo está mal.
Despierta, Blaine.
Lo último que recuerdo es que me dejaron caer en un asiento y las sirenas sonaron
tan fuerte que creo que se me van a romper los tímpanos.
Y luego nada.
TREINTA Y OCHO
SILAS

¿Dónde coño están?


Me empujo entre grupos de personas y no veo a mis amigos por ningún lado. Estoy
cabreado y si no los encuentro pronto, los dejaré aquí. Sacando mi teléfono, intento por
quinta vez llamar a Raid, pero una vez más salta el correo de voz.
Continuando con mi búsqueda, finalmente los encuentro en una habitación trasera
vendiendo coca, y ambos me miran con sorpresa, saltando cuando notan mi expresión.
—¿Qué ocurre? —Raid mira detrás de mí con preocupación en su rostro—. ¿Dónde
está Blaine?
Aprieto los dientes y aprieto los puños a los costados mientras intento recordar que
Raid es mi amigo.
—Cuenta con tus bendiciones que él esté enfermo en el coche ahora mismo, o te
estaría arrancando los dientes por no contestar tu puto teléfono.
Hace una mueca y saca su teléfono.
—Lo siento, tengo un servicio de mierda aquí en el quinto infierno.
—¿Está enfermo? —pregunta Bunky, frunciendo el ceño mientras se guarda el
dinero en efectivo que el tipo le acaba de dar—. No nos importa, hombre. Solo ve a
cuidarlo.
—Iba a hacerlo, pero necesitaba avisaros de que el imbécil de Kent está aquí, —digo,
entrecerrando los ojos hacia el tipo con el que están tratando cuando me da una mirada
curiosa—. ¿No tienes que estar en otro lugar?
El tipo asiente frenéticamente, llevándose una bolsita de cocaína antes de huir de la
escena. Bunky y Raid me miran confundidos.
—¿Qué cojones? ¿Por qué está Kent aquí?
—No sé, pero no tengo un buen presentimiento, así que cuidaros las espaldas. —
Miro mi teléfono rápidamente para asegurarme de que Blaine no me haya enviado
ningún mensaje—. Me tengo que ir.
—No te preocupes por nosotros, —afirma Raid, dándome una palmada en el
hombro y haciéndome girar—. Ve con tu chico, podemos encargarnos de lo que sea que
Kent quiera.
—Gracias.
Aprecio el hecho de que no me están molestando por ser un endulzado ahora.
Antes, creo que simplemente habría dejado a Blaine en un taxi y listo, pero esa veta
ardiente y posesiva dentro de mí necesita ser la que cuide de él. No estoy muy seguro
de qué le pasa, pero gastaré todo mi último sueldo comprándole cualquier mierda que
necesite para sentirse mejor.
Me dispongo a marcharme cuando de repente se desata puro caos.
—¡La policía!
Mi espalda se pone rígida. Todos en la fiesta se dispersan como cucarachas, todos
corren y gritan mientras tiran sus bebidas y se dirigen hacia las puertas.
—Joder, tenemos que escondernos, tengo mucha mierda encima ahora mismo. —El
tono de Bunky es tan indiferente, nada parecido a lo que esperaría de alguien con
suficiente coca como para llenar una jarra de leche.
—Vamos, —dice Raid, indicándonos que lo sigamos—. Conozco un lugar.
—No, a la mierda eso. Tengo que llegar a Blaine.
No se sentía bien y su ansiedad probablemente ya se haya triplicado. No tengo nada
encima, así que debería estar bien. Dejaré que Raid y Bunky se escondan y les enviaré
mensajes más tarde para asegurarme de que salieron bien. Doy un paso atrás, pero
Bunky me arrastra inmediatamente hacia atrás.
—¡Suéltame! —espeto, tratando de liberarme de su agarre sorprendentemente fuerte
—. Bunk, te patearé el culo si no te vas a la mierda.
No estoy bromeando. Sé que está loco pero no debería subestimarme cuando se trata
de Blaine. No me va bien con la gente que me impide acceder a lo que es mío, y no
tengo ningún problema en golpear a Bunky en la cara para llegar hasta mi chico.
—Ellos saben que no vamos solos, Silas. Si pasas a un policía, no pararán hasta
encontrarnos a todos, —argumenta Raid, agarrando mi otro brazo cuando ve que el
agarre de Bunky no es suficiente.
—Entonces tíralo por la ventana. —Mi desesperación y enojo aumentan cuanto más
tiempo estoy lejos de Blaine. No me importa si Whaley me reprende por la pérdida de
ingresos. Con mucho gusto asumiré la culpa—. Solo necesito saber que Blaine está a
salvo.
—Joder, no, —dice Raid, empujándome hacia atrás—. No estás pensando
racionalmente. Te encerrarán de todos modos y lo sabes. ¿Qué diablos crees que le
pasará a Blaine si te encierran?
Joder. Tiene razón y realmente odio que así sea.
Todo porque estos cabrones no contestaron sus putos teléfonos cuando los llamé.
—Vamos, joder, tenemos que movernos, —gruñe Raid, y él y Bunky trabajan en
conjunto para arrastrarme por un pasillo, luego otro y otro antes de empujarme a una
habitación elegante llena solo de toallas. ¿Qué clase de mierda de gente rica es esta?
—Hay una puerta oculta por allí, justo después del estante, —dice Bunky, pasando
las manos por el estante incorporado, buscando el lugar secreto para abrir la pared.
Arqueo una ceja mientras los veo intentar abrirla.
—¿Cómo sabes eso?
—Actúas como si fuera la primera vez que me traen aquí. —Él se ríe maniáticamente
—. Aprendes un par de cosas cuando distribuyes para Whaley. La más importante es no
dejarte atrapar.
—Y no tirar las putas drogas, —dice Raid, negando con la cabeza como si fuera un
idiota—. Mira, aquí está.
Finalmente abren la pared y me empujan hacia adentro y me encierran. Está oscuro,
y saco mi teléfono para llamar a Blaine, pero Bunky me lo arrebata.
—¡Joder! —Grito, luego una mano cubre mi boca.
—Cállate o nos atraparán, —sisea.
Bueno, amigos o no, definitivamente les patearé el culo una vez que esto acabe.
Estoy a punto de salir de mi puta piel y ni siquiera puedo llamar para ver cómo está mi
chico.
Cuando suelta su mano, estoy a punto de deshacerme.
—Bunky, déjame llamarlo. No diré una mierda, solo necesito escucharlo. Necesito
saber que está bien.
Cuando hablo, mi voz no coincide con mi creciente ira; en todo caso, está al borde
del pánico. Mi tono debe indicar cuán serio hablo porque al segundo siguiente me
devuelven el teléfono y estoy tratando frenéticamente de ingresar mi código para
desbloquearlo. Me toma cuatro intentos, pero finalmente lo consigo, levantando el
contacto de Blaine y presionando el botón de llamada.
Me tiemblan las manos, la adrenalina y el miedo se mezclan con la frustración y el
resentimiento. Le dije que me aseguraría de que estuviera a salvo y que todo estaría
bien, y mira lo que pasó. Ni siquiera puedo cuidar de él cuando más me necesita. ¿Qué
clase de novio soy?
Cuando su teléfono salta al correo de voz, inmediatamente lo intento de nuevo,
pensando lo peor cuando no responde.
Esto no se siente bien. Lo conozco y nunca está lejos de su teléfono. Si hubiera visto
que estaba llamando, habría contestado.
Después de que salte el correo de voz por cuarta vez, me harté. Policías o no, no
puedo seguir esta mierda. A la mierda las consecuencias. Inclino mi teléfono, usando la
luz para poder ver la pared, y presiono el pestillo para abrir la puerta antes de que mis
amigos puedan protestar, apretando el espacio tan pronto como sea lo suficientemente
ancho para caber mi cuerpo y saltar del espacio. Puedo escuchar a los chicos
siguiéndome detrás de mí, pero no me detengo.
—Por aquí. —Raid me agarra del brazo y juro por Dios que si intenta arrastrarme de
vuelta a ese maldito armario, puedo matarlo.
—Raid… —le advierto, pero él me ignora, empujándome a través de la casa
laberíntica hasta llegar a la puerta trasera.
—Vayamos todos en diferentes direcciones, de esa manera, si nos atrapan, solo será
a uno de nosotros, —dice mientras mira los alrededores en busca de policías.
Asiento, realmente me importa una mierda. Pelearé con cualquiera ahora mismo si
es necesario.
Me muevo antes de que digan algo más, corriendo por el patio trasero y atravesando
el jardín de alguien. Mis cejas se elevan hacia mi frente cuando doy la vuelta al frente y
no veo ni un solo coche de policía a la vista. ¿Qué coño? Sé que no estuvimos mucho
tiempo en ese armario.
Apartando ese pensamiento, me dirijo a mi coche, esperando ver a mi chico
desmayado en el asiento delantero, y casi pierdo el control cuando no lo veo.
Como si no creyera lo que mis ojos están viendo, abro la puerta del pasajero y luego
la puerta trasera solo para asegurarme de que no está allí. Me agarro el pelo y giro
lentamente mientras miro a mi alrededor, tratando de no asustarme por completo
cuando no veo a nadie a la vista. ¿Quizás fue a algún lugar a vomitar? Pero él no habría
salido del coche, especialmente cuando le dije que no lo hiciera y le di una bolsa para
vomitar.
—¿Qué cojones? —Bunky dice, y escucho sus fuertes resoplidos de aire y sus pies
arrastrando cuando se detiene a mi lado—. ¿Dónde diablos está la policía?
—No jodas, —asiente Raid, también tratando de recuperar el aliento mientras se
mete las gafas en la nariz.
—¿Dónde cojones está Blaine? —Grito, volviéndome hacia ambos, incapaz de
ocultar la ira en mi voz.
—¿Quizás fue a mi coche? —Bunky pregunta, pero niego con la cabeza.
—¡Él no sabe qué tipo de coche tienes, idiota! ¡Lo puse aquí antes de ir a buscaros! —
Mi tono es mortal y doy otro giro lento, esperando que aparezca mágicamente. Cuando
no lo hace, miro a mis amigos, como si de alguna manera tuvieran la respuesta a mi
pregunta—. ¿Dónde cojones está él?
—¿Buscas a alguien?
Mi mirada se desvía hacia la izquierda y juro por Dios que el universo entero se
detiene cuando veo a Kent, apostado contra un coche. Tiene un aire casual a su
alrededor, con los labios levantados en una sonrisa de satisfacción mientras inclina la
cabeza hacia mí.
Ni siquiera pienso, me muevo antes de que mi cerebro lo registre, luego agarro su
camisa y lo acerco hacia mí.
—¿Dónde está Blaine?
—Oh, ¿estás molesto? —pregunta, riéndose para sí mismo—. ¿Le perdiste la pista a
tu novio?
Aprieto los dientes, agarro el cuello de su camisa y lo aprieto con fuerza contra su
garganta.
—Te juro, joder, que si no me dices dónde está…
—¿Qué harás?
—Te mataré.
Y no estoy bromeando. Estoy rodeado de mucha mierda y he visto cosas que serían
la peor pesadilla de Kent. Podría pensar que estoy exagerando, pero no es así.
Literalmente le romperé el cerebro. La única razón por la que no lo he hecho ya es
porque creo que él sabe dónde está Blaine.
Es su moneda de cambio y él lo sabe.
—¿Que me darás? —El tono de Kent es confiado y tengo muchas ganas de quitarle el
aliento de los pulmones.
—Dímelo y no lo haré, —grité, tirándolo con tanta fuerza que siento la tela de su
camisa rasgarse bajo mi asalto.
—Eso es lamentable, —dice arrastrando las palabras, y noto la mirada ligeramente
vidriosa en sus ojos. Está borracho, por eso le han crecido un par. De ninguna manera
sería tan arrogante estando sobrio.
—¿Eres realmente así de estúpido? —Bunky gruñe—. Te dije que la próxima vez que
hicieras algo no estaríamos aquí para protegerte.
—Estúpido y tiene deseos de morir, —lanza Raid, haciendo crujir sus nudillos—.
¿Quieres llamar a tu papi? ¿Decir tu último adiós?
El cuerpo de Kent se tensa ante la mención del sheriff, y mis ojos se abren cuando
sumo dos y dos.
La falta de policías, la falta de miedo y la falta de Blaine.
—¿No me digas que llamaste a tu papi para que viniera a joder con lo que es mío? —
Mi tono es letal, nada parecido a lo que había escuchado antes—. Te arrepentirás de esa
mierda.
Kent realmente no debe entender la gravedad de la situación, especialmente cuando
se ríe un segundo después, su aliento lleno de licor flotando en mi cara.
—¡Ding, ding, ding! —Se burla mientras hace algún extraño movimiento con la
mano estilo jazz—. ¡No eres tan estúpido después de todo! ¡Lo adivinaste!
—Mierda, —maldice Raid. Luego mete la mano en la chaqueta de Kent, saca su
teléfono y lo sostiene frente a su cara hasta que se desbloquea. Le lanzo una mirada
inquisitiva, pero él me ignora—. Tengo que ver lo que hizo.
—Kent, —digo, la sangre corriendo de mi cara mientras empiezo a reconstruir todo,
esperando con todas mis fuerzas estar equivocado—. ¿Qué hiciste?
—Le mostramos a esta ciudad que el Sr. Perfecto Blaine Yates no es tan bueno como
parece, —dice, sonriendo mientras mueve la cabeza de un lado a otro.
—Eso no es todo lo que hizo, —murmura Raid después de varios minutos
insoportables, su rostro decae y palidece mientras continúa mirando el teléfono de Kent
—. Mira esta mierda.
No suelto a Kent mientras miro el teléfono que Raid me tiende. Es un hilo de
mensajes de texto, pero no reconozco el número.
—¿Quién es ese?
—Un Víbora, —dice rápidamente. Si este fuera un momento diferente, me
preguntaría cómo lo sabe, pero ahora mismo simplemente no me importa—. Léelo. —
Entrecierro los ojos mientras asimilo los mensajes. Kent estaba buscando drogas y, por
la cantidad de dinero que estaba dispuesto a pagar, tenía suficiente para arruinar toda
la fiesta. Estoy a punto de volverme hacia Kent y preguntarle qué iba a hacer con todo
eso cuando Raid me detiene—. Esa no es la peor parte. —Raid cambia a un hilo
diferente entre Kent y el sheriff Masterson—. Mira.

Kent: Necesito que vengas a arruinar esta fiesta. Encontré algo que podría
sorprenderte.

Adjunta hay una foto de Blaine desmayado en mi coche con una gruesa bolsa de
coca en su regazo.
—¿Un drogadicto y un traficante? —Kent se ríe—. ¿Qué pensarán el alcalde Yates y
los reclutadores?
La cuestión es que eso no es lo que me llama la atención. La imagen de Blaine
combinada con el conocimiento de que Kent de alguna manera le tendió una trampa a
mi novio no es lo que causa que mi piel arda. Lo que descubro es mucho, mucho peor.
Kent tenía drogas encima. Kent le dio de beber a Blaine. Blaine no se sentía bien.
No me digas que él...
—¡Lo drogaste! —Rugí, sacudiéndolo con una ferocidad que no sabía que tenía—.
¡Le pusiste mierda a esa bebida!
Mi ira es extrema, algo dentro de mí se rompe como una banda elástica. No pienso
en Blaine, no pienso en mi mamá, y no pienso en las cosas habituales que haría para
evitar perder la cabeza por completo. Estoy demasiado consumido por la furia candente
que arde dentro de mí.
Retrocedo y le golpeo la cara con el puño con tanta fuerza que puedo sentir el
crujido del hueso bajo mi mano. Sí, definitivamente le rompí la puta nariz, pero por si
acaso lo hago de nuevo, clavando ese mismo lugar y disfrutando el doloroso gemido
que sale de su boca.
Este hijo de puta drogó a mi novio. Podría haberlo matado añadiendo mierda tóxica
a su cuerpo, y tiene el descaro de reírse de ello. De hecho, me miró a la cara en broma,
como si fuera una puta broma mientras lo hacía.
No, a la mierda esto y a la mierda él. Se metió con la puta persona equivocada.
—¿Por qué carajo hiciste eso? —Grito, golpeándolo en la mandíbula a continuación
—. ¿Pensaste que podrías joder lo que es mío y salirte con la tuya?
—¡Silas!
Ignoro a Bunky y Raid. A la mierda ellos también. Aunque me piden que pare, no se
atreven a sacarme de encima de este bastardo. Si lo hicieran, también les arrancaría los
dientes.
Un diente sale volando de la boca de Kent, la sangre gorgotea en su boca y se
acumula en sus labios, pero no estoy satisfecho.
—¡Esto te enseñará una lección!
Su cuerpo cae al suelo y le doy dos patadas en el costado, disfrutando de sus
gruñidos de dolor. Luego me dejo caer sobre su pecho para darle golpe tras golpe en la
cara. Él gime un poco más, tratando de alejarse de mí, pero no cedo.
—¡Eres un imbécil estúpido, celoso y egoísta! —Grito, sintiendo la piel de mis
nudillos romperse, y aunque sé que mis manos se están hinchando, no me detengo. Lo
golpearé hasta que me rompa la mano—. ¡Podrías haberlo matado!
Podría haber matado lo único bueno de mi vida, lo único que realmente me ha
importado, lo único que me dio esperanza en mi miserable existencia.
Algún tiempo después, mi visión se nubla y lo siguiente que sé es que me están
estrellando contra mi coche con Bunky y Raid tomándome de los brazos, hablándome
con calma mientras intentan calmarme.
Miro fijamente el cuerpo ensangrentado de Kent y me pregunto si siquiera está
respirando hasta que escucho el gorgoteo de un gemido que sale de sus labios.
Me muevo para terminar el trabajo, pero la voz de Raid atraviesa la niebla y detiene
mi movimiento hacia adelante.
—Detente. Tienes que detenerte antes de matarlo.
—¡Ese es el objetivo! —Grito, golpeando a Raid en la mandíbula cuando libero mi
brazo de su agarre.
—¡Joder! —Raid maldice, tratando de aferrarse a mí.
—¡No, ahora mismo tenemos que centrarnos en Blaine! —Bunky gruñe cuando mi
puño conecta con su estómago, pero ninguno de los dos se rinde—. ¡Necesitamos
concentrarnos en llamar al sheriff y descubrir dónde lo llevaron!
Tiene razón, pero joder, no puedo pensar con claridad. Apretando los dientes, dejo
de luchar contra su agarre y levanto la mano para agarrarme el pelo mientras respiro
unas cuantas veces. Después de un momento, extiendo mi mano jodida, sin importarme
la sangre que se seca.
—Dame su teléfono.
Raid me lo entrega mientras yo llamo rápidamente a 'Papá', tratando de contener la
bilis en mi boca cuando el sonido de la voz del sheriff Masterson suena a través de la
línea.
Responde después de dos timbres, en voz baja como si estuviera dormido.
—¿Sí, hijo?
—No es tu hijo, —digo con enojo, caminando frente a Bunky y Raid mientras trato
de mantener mi mierda en orden.
Escucho el cambio rápido cuando el sheriff ladra a través de la línea.
—¿Quién es?
—Si no quieres que tu hijo muera esta noche, lo mejor para ti sería encontrarte
conmigo.
TREINTA Y NUEVE
SILAS

Golpeo la puerta con los puños y mis nudillos rotos me pican con cada golpe.
Tengo una mano golpeando para llamar la atención del sheriff mientras la otra
intenta sostener a Kent apenas consciente. Uno pensaría que después de la llamada, nos
estaría esperando afuera. Resulta que el sheriff es tan idiota como su hijo.
Finalmente, después de lo que parece una eternidad, el sheriff abre la puerta. Está
vestido con su puto pijama como si fuera una pijamada informal a altas horas de la
noche. Luego se fija en el estado de su hijo. En mi opinión, el hijo de puta salió bien
librado. Kent está inconsciente y no puede sentir todo el dolor que le infligí en este
momento. Ojalá hubiera cogido algunas sales para oler en el taller de Whaley antes de
venir aquí, porque Kent merece sentirlo todo.
—¿Qué hiciste? —grita el sheriff, corriendo hacia adelante y cayendo de rodillas, y
comienza a tocar con cautela a su hijo mientras intenta despertarlo—. ¿Kent? ¡Kent!
—No puede oírte, —gruñí irritado—. Ahora hablaremos.
El sheriff entrecierra los ojos, probablemente deseando haber sacado su arma. Es un
idiota por dejarla adentro en primer lugar. Soy una bala perdida en este momento,
capaz de romperle el cuello a su hijo por lo que le hizo a mi chico.
Pero mi plan es más seguro, más limpio y mejor para Blaine.
Él es todo lo que importa.
—¿Qué deseas? —pregunta, poniéndose de pie una vez más, con los puños cerrados
a los costados mientras su cara regordeta se pone roja—. ¿Qué pasó?
—No eres quien hace hoy las preguntas, —me enojo—. Tú y tu hijo la cagaron esta
noche, y la única forma de mantenerlo con vida es si haces exactamente lo que te digo.
—¿Esto es por Blaine? —pregunta, con una mezcla de sorpresa y disgusto en su
rostro—. No me importa lo que vosotros dos…
Le doy una patada rápida al estómago de Kent. Es tan duro que el hijo de puta
inconsciente gime en su sueño involuntario. Cuando el sheriff abre la boca para hablar,
lo hago una y otra vez hasta que sale más sangre de los labios rotos de Kent. El sheriff
protesta pero no hace ningún movimiento para detenerme. Qué puto cagón que es. Ni
siquiera puede proteger su propia sangre. Sí, Whaley tenía razón hace tantos años. Hay
una diferencia muy grande entre gente como ellos y gente como nosotros.
—¿Ves? —cuestiono, ladeando la cabeza hacia un lado cuando finalmente dejo a su
hijo en paz—. Así es como esto va a funcionar. Voy a hablar y tú escucharás. Si al final
de esto llegamos a un acuerdo, te dejaré llevar a tu hijo imbécil al hospital.
El sheriff quiere discutir, como lo haría cualquier macho alfa del planeta, pero
mantiene la boca cerrada. Bien. Aunque una parte de mí está molesta porque para que
este plan funcione, no puedo matar a Kent.
El recuerdo del rostro drogado de Blaine pasa por mi mente. Mi corazón se rompe al
ver cómo arrastraba las palabras y cómo se sujetaba el estómago cuando lo conduje
hacia el coche.
Kent merece morir.
Niego con la cabeza, alejando mis pensamientos asesinos. No. Sé lo que tengo que
hacer.
—Blaine va a salir de allí y vas a encontrar una manera de hacer que eso suceda. —
El sheriff se limita a mirarme, con la mandíbula apretada hasta que pongo los ojos en
blanco—. Ya puedes hablar, joder.
—Incluso si alguna vez considerara hacer eso, no puedo simplemente soltarlo, —
argumenta, mirándome como si fuera un idiota, pero será mejor que tenga cuidado
porque tengo la vida de su hijo en mis manos—. Los otros oficiales también vieron las
drogas en él. Tenía suficiente para ser acusado de posesión e intención de venta. No
saldrá de allí pronto.
Lo sabía. Había planeado esta respuesta, así que hago lo que sé que se debe hacer.
—Yo se las di.
Es la única manera.
Whaley me dijo una vez que protegemos a nuestra familia y Blaine es mi familia. Mi
chico tiene grandes planes para el futuro. Irá a una escuela elegante y se convertirá en
médico. Es brillante y amable y todo lo que yo no soy. Si alguien merece pudrirse detrás
de una celda de prisión, ese soy yo. Todo el mundo piensa que no soy bueno y que no
valgo nada, pero Blaine no. Blaine es compasivo, inteligente, motivado, él cree que
valgo más.
Blaine está en una celda por mi culpa. Es mi culpa que lo hayan drogado. No pude
protegerlo y esta es la única manera de cumplir mi promesa.
El sheriff ladea la cabeza, pero veo la alegría en sus ojos brillantes.
—¿Tú lo hiciste?
—Sí, —digo, sin siquiera una pizca de vacilación en mi voz—. Cuando escuché que
venía la policía, se las puse encima.
—¿Por qué?
—¿Importa?
No importa y yo lo sé. El sheriff siempre quiso agregarme a su colección de Richards
que pone tras las rejas, primero mi papá, luego Ryker y ahora yo. Al sheriff Masterson
le importa una mierda si lo que digo es verdad, y tampoco le importa una mierda por
qué estoy haciendo esto.
No necesito explicarle nada.
—Él saldrá, ¿verdad? ¿Sin cargos? Yo voy contigo y Blaine sale.
La mirada del Sheriff se dirige a su hijo en el suelo antes de asentir rápidamente.
—No hay ninguna razón por la que un hombre inocente deba estar tras las rejas.
Palabras graciosas dichas por un policía corrupto.
—Le di el producto y golpeé a su hijo hasta casi matarlo, —repito antes de darme la
vuelta y colocar mis manos detrás de mi cabeza.
A partir de ahí todo sucede rápidamente.
Una ambulancia viene a llevar a Kent al hospital mientras unas esposas de metal me
muerden las muñecas. Me empujan con tanta fuerza hacia la parte trasera de un coche
de policía que sé que me dolerán las costillas. Sigo todo el proceso que siguió mi papá y
mi hermano, sabiendo que los veré pronto, pero así debe ser.
Siempre iba a terminar aquí, ¿no? Al menos así iré por una razón honorable. No
puede haber mejor manera de proteger a las personas que amo que entregándome por
ellas.
Y yo amo a Blaine Yates.
No puedo creer que intenté luchar contra ello. Todos tenían razón, mamá y mis
amigos lo sabían antes que yo. No tengo ninguna duda de que Blaine es el amor de mi
vida. La forma en que me besa hace que mi corazón cante, como en un puto cuento de
hadas o algo así. Cada vez que sonríe muero un poco, pero su risa me devuelve la vida.
Cuando me toca con manos dulces y tiernas que no merezco, todo en el mundo se
paraliza.
Puede que Blaine no crea que lo es, y otras personas podrían decirme que estoy
equivocado, pero es perfecto en todos los sentidos de la palabra. Él entró en mi vida
cuando más lo necesitaba y me hizo sentir como una persona real. Él me dio el valor
que no creía que tenía.
Entonces, mientras me empujan a una celda de detención, rodeado de criminales
que parecen querer desgarrarme miembro por miembro, sonrío con toda la calma del
mundo.
Finalmente encontré mi propósito en la vida y ese es proteger a Blaine Yates.
CUARENTA
BLAINE

Gimo y me froto los ojos para aliviar el dolor de cabeza. Luego busco mi teléfono,
preguntándome qué hora es, pero me detengo cuando no puedo sentirlo en la mesa
auxiliar. Al abrir los ojos, me quedo atónito al descubrir que estoy en lo que parece ser...
Espera...
¿Por qué estoy en una celda?
Me levanto de golpe, mi corazón se acelera mientras miro a mi alrededor. Hay un
retrete de metal en un rincón, la cama áspera en la que estoy acostado y nada más. Miro
a través de los barrotes frente a mí y me doy cuenta de que esto no es una especie de
sueño jodido. De hecho estoy en la cárcel.
¿Qué cojones pasó?
Empiezo a entrar en pánico, no recuerdo nada más que Silas metiéndome en su
coche para poder ir a buscar a Raid y Bunky. Tal vez recuerde algo de las luces rojas y
azules pero eso es todo. Me pregunto cuántas horas han pasado desde entonces.
Estoy a punto de caer en una espiral de preocupación por Silas y preguntarme qué
pasó, hasta que aparece el sheriff. Él me sonríe, como si supiera algo que yo no sé, y se
apoya en los barrotes.
—Rayito de sol. ¿Tuviste un buen sueño de belleza?
—¿Qué estoy haciendo aquí? —digo bruscamente, mi cabeza todavía un poco
confusa mientras trato de reconstruir su expresión—. ¿Qué pasó? ¿Dónde está Silas?
—Cálmate, —dice, buscando las llaves en su bolsillo—. Es todo un gran
malentendido. Te dejaremos ir.
Todavía no entiendo cuál es el malentendido. Sin embargo, no discuto con el sheriff
mientras abre la celda y me hace un gesto para que salga. Me levanto, con las piernas
temblorosas y débiles, y salgo rápidamente.
—¿Qué pasó?
—Estabas desmayado, —explica, sacándome del área del pabellón—. Te pusimos
solo en una habitación para que pudieras dormir lo que sea que te hayas metido antes
de irte a casa.
Tengo la sensación de que eso no es todo, que hay más cosas que el sheriff se está
guardando para sí mismo. No puedo hacerle más preguntas, aunque su expresión deja
claro que no está dispuesto a responder nada, mientras me lleva al vestíbulo. Bunky y
Raid se levantan de sus asientos cuando me ven.
—¿Dónde coño está? —Bunky le ladra al sheriff mientras Raid lo detiene, quien
parece igualmente enojado. ¿Dónde está quién?
—Bunky, relájate, —le sisea Raid.
Miro entre el sheriff y Bunky, todavía sin entender nada. Sin embargo, el sheriff no
se enoja con Bunky y simplemente sonríe como si hubiera ganado la lotería.
—Vosotros, chicos, aseguraos de que llegue sano y salvo a casa. No quiero que el
alcalde Yates se preocupe por nada.
Se da vuelta para irse y miro a Bunky y Raid confundida, sintiéndome un poco
mejor ahora que no estoy encerrado en una jaula.
—Alguien necesita explicarme qué coño está pasando. —Hago una pausa para mirar
a mi alrededor—. ¿Dónde está Silas?
—¿Quieres decir que no lo viste? —Pregunta Raid, frunciendo el ceño.
—¿Por qué habría de verlo?
Bunky maldice y empuja a Raid antes de caminar mientras comienza a tirar de su
cabello.
—Está en una de las celdas de detención, pero el sheriff no nos deja verlo.
Jadeo, mi corazón se desgarra y mi estómago se contrae ante la noticia. Mis mejillas
comienzan a calentarse mientras trato de encontrar mis palabras, pero cuando me
quedo vacío, camino hacia Bunky y lo tiro hacia mí por su chaqueta mientras lo sacudo,
sin nada más que puro pánico.
—Espera, ¿qué? ¿Por qué está ahí? ¡Dime, joder!
Bunky ni siquiera se inmuta. En lugar de eso, suavemente me quita las manos y me
mira con simpatía.
—Él asumió la culpa por ti.
—No tiene sentido lo que dices. —Doy un paso atrás y me froto las sienes mientras
trato de entender sus palabras. ¿Por qué necesitaría hacer eso?
—El sheriff te encontró drogado en el coche de Silas con suficiente producto como
para acusarte de posesión e intención de vender, —explica Raid, dejándose caer en su
asiento mientras cuelga la cabeza entre las piernas—. Joder, Silas. Siempre el puto
mártir.
Esto todavía no tiene ningún sentido. ¿Yo estaba drogado y tenía drogas encima?
Me congelo, las manos caen a mis costados, mi cerebro no entiende esto.
—¿Por qué me drogué? ¿Y quién me drogó?
—Kent, —dice Bunky con los dientes apretados—. Ese cabrón te tendió una trampa.
Lo descubrimos cuando Silas le estaba dando una paliza.
—¿Cuáles son los cargos? —Pregunto en un susurro tranquilo, mirando detrás de mí
hacia donde creo que debe estar Silas. Conociéndolo, probablemente esté nervioso y
demasiado orgulloso para admitirlo. ¿Por qué asumiría la culpa por mí? ¿Por qué se
pondría en esa posición?— ¿Por qué lo tienen?
—Lo tienen por posesión e intención de vender coca, y agresión por lo que le hizo a
Kent, —dice Raid. Él se quita las gafas y nerviosamente las limpia con la camisa—.
Mierda, Blaine. Él realmente lo jodió.
Por supuesto que lo haría. Es Silas. Siempre está cuidando de las personas que
considera su familia. En algún momento de nuestro viaje, me convertí en parte de eso.
Apuesto a que ni siquiera dudó antes de inculparse.
Necesito verlo. Necesito asegurarme de que esté bien. Necesito encontrar una
manera de sacarlo de aquí.
—Voy a buscarlo, —afirmo, con un renovado sentido de determinación llenándome.
Bunky niega con la cabeza con ligera irritación.
—Te acabo de decir que el sheriff no permitirá que nadie entre allí.
—Dices eso como si significara algo para mí, —respondo bruscamente—. Nadie me
va a detener.
Quemaré toda esta estación si es necesario. Solo el mismo Jesucristo podría
impedirme ver a mi novio, e incluso él puede que no lo consiga.
Camino de regreso a la parte principal de la estación, yendo directamente hacia el
sheriff que está sentado en su escritorio. Luego golpeo la madera con las manos, hago
sonar sus pertenencias y lo miro fijamente con esos ojos brillantes.
—Quiero ver a Silas.
El sheriff parece molesto pero me importa una mierda. No me iré.
—Ya les dije a tus amigos que no puede recibir visitas.
—Si no quieres que mi padre se involucre en esto, será mejor que me dejes verlo, —
lo amenazo. Claro, no me gusta jugar la carta de “mi papá es el alcalde”, pero diré lo que
tenga que decir ahora mismo para ver a Silas.
Me mira por un momento, probablemente considerando si realmente lo haré, antes
de obedecer.
—Bien. Tienes cinco minutos. Eso es todo.
No me molesto en agradecerle. Señala dónde están las celdas de detención temporal
y yo corro por ese pasillo. Cuando doy la vuelta a la esquina, veo a Silas sentado en la
celda con otras personas a su alrededor. No parece en absoluto intimidado por los
chicos aficionados que le rodean. En todo caso, parece aburrido. Cuando me ve, sus ojos
se iluminan de alivio y corre hacia los barrotes.
—Blaine. —Me alcanza a través de la abertura—. ¿Estás bien? El cabrón te drogó.
Lo observo por completo, jadeando ante los moretones que decoran su barbilla y su
labio roto.
—¿Qué pasó?
—Me quitaron el collar, —es todo lo que dice—. No quería renunciar a él.
Agarro sus manos con cautela y noto lo rotas que parecen. Le reñiría por eso, pero
ahora no es el momento. No con todo lo que ha hecho por mí. Me aferro a él y lucho
contra las lágrimas en mis ojos.
—Sí, lo siento mucho.
—¿Por qué lo sientes? —pregunta con el ceño fruncido—. No es culpa tuya que Kent
te tenga celos. Lo único que me importa es que estés bien.
—¿Por qué asumiste la culpa? —Quiero entender y necesito saber qué podría
poseerlo para hacer eso.
Silas cierra los ojos y apoya la frente contra los barrotes.
—Resulta que no te odio tanto como pensaba.
—Esto es serio, —espeto, sintiendo todo tipo de molestia, las aparentes drogas
todavía me molestan en la cabeza—. ¿Te das cuenta de a cuántos años te podrían
condenar por todos estos cargos?
—Vale la pena si eso significa que estás bien. —Sus ojos marrones me suplican que
lo entienda—. Tienes que estar bien. Bebé, tienes planes. Grandes planes que se
arruinarían si estuvieras aquí.
Esa no es una razón suficientemente buena para mí. Beso las puntas de sus dedos
mientras la primera lágrima se desliza.
—¿Por qué?
—Porque te amo, idiota, joder. —Sus ojos se estrechan y su voz es rígida, su
confesión de amor es jodidamente violenta.
Pero es tan perfecta, tan de nosotros.
De repente, somos solo nosotros dos. Nadie más. Los otros hombres en la celda
desaparecen hasta que Silas es todo lo que puedo ver. Lo miro a los ojos, oscuros como
la noche con destellos de estrellas, y puedo ver cuánto quiere decir esas palabras.
—Yo también te amo, —lloriqueo, las lágrimas caen a un ritmo rápido, y odio el
hecho de no poder tocarlo de la manera que quiero.
Me imaginé diciéndole que lo amo, me imaginé cómo sería y no fue así. Sé que es
estúpido, pero quería que fuera romántico. Quería poder abrazarlo y hacerle el amor y
pasar la noche bajo la luna porque él también me amaba.
Pero Kent, el sheriff y toda la mierda que nos rodea lo han arruinado.
—No llores, —susurra antes de sacar la mano lo más lejos que puede y sacar la
cadena dorada de debajo de mi camisa. Voy a hacer lo mismo y algo se rompe dentro de
mí al recordar que él no tiene la suya.
Así que en lugar de eso, golpeo el punto sobre su corazón.
—Te sacaré de aquí. Encontraré una manera, Si. Lo prometo.
Me mira y no hay lástima en sus ojos, sino algo parecido a la derrota.
—Es inútil.
—No digas eso, —gruñí, sabiendo que tiene que haber algo que pueda hacer para
sacarlo—. Lo resolveré. Tú me cuidaste, ahora me toca a mí cuidarte.
Silas va a abrir la boca para decir algo más, pero la voz del sheriff lo detiene.
—Se acabó el tiempo, —dice, sonriendo como un tonto mientras señala con el pulgar
detrás de él—. Tienes que irte, Yates.
Me vuelvo hacia Silas, ignorando al sheriff, y me inclino hacia adelante, presionando
torpemente la nariz entre los barrotes para besarlo lo mejor que puedo. Intento
saborearlo, recordar su sabor, porque no sé la próxima vez que podré hacer esto.
—Te amo, —repito contra sus labios—. Joder, te amo muchísimo, Si.
Se retira, dejando caer mi collar, y juro que puedo ver sus ojos llorosos, pero Silas
nunca dejaría que esas lágrimas caigan frente a otras personas.
—Yo también te amo, bebé. Te tienes que irte.
Soy tan reacio a quitarle las manos de encima.
Sin embargo, no estará aquí por mucho tiempo porque estoy dispuesto a hacer lo
que sea necesario para recuperar a Silas.
CUARENTA Y UNO
BLAINE

—Entonces, ¿quién se lo va a decir?


Bunky, Raid y yo estamos parados frente al remolque de Silas, tratando de reunir el
coraje para entrar. Vinimos directamente aquí después de salir de la estación, así que ya
son alrededor de las cinco de la mañana. Todos estamos cansados, pero queríamos ser
los primeros en contarle a la mamá de Silas lo que pasó. Dudo que el sheriff le haya
dejado llamarla.
—Lo haré. —Siento que es mi responsabilidad. Si bien Raid y Bunky conocen a la
madre de Silas desde hace más tiempo, soy yo quien está enamorado de él. También es
mi culpa que él esté ahí.
Tengo que ser yo y tiene que ser ahora.
—Creo que debería decirle a Whaley, —dice Raid, balanceándose sobre sus talones
—. Él debería saber lo que pasó.
Asiento en señal de acuerdo.
—Buena idea. ¿Crees que se enojará si lo despertamos?
Raid niega con la cabeza mientras saca un cigarrillo.
—No, no con esto.
—Déjame hacerlo, —murmura Bunky rápidamente—. Créeme, será mejor que venga
de mí.
Raid y yo compartimos una mirada pero al final estamos de acuerdo. Bunky se va
para ir con Whaley, y ahora solo quedamos Raid y yo para darle la noticia.
Respiro profundamente mientras llamo a la puerta, lo suficientemente fuerte y
durante el tiempo suficiente para que la gente que está dentro tenga que oírme. Pasan
unos minutos, pero finalmente escuchamos pasos.
—¡Bien, bien! —Escucho desde el otro lado de la puerta—. ¡Ya voy!
Raid me mira con una pequeña sonrisa, como si sintiera mis nervios.
—Estará bien.
Lo dudo mucho. ¿Cómo se le dice a una mujer que su hijo está en un calabozo por
algo que no hizo y que probablemente será sentenciado a más de cinco años de prisión?
La respuesta es que es imposible, pero tenemos que hacerlo si queremos descubrir cómo
sacarlo.
La madre de Silas abre la puerta con un pellizco enojado en los labios. Tiene la bata
bien atada alrededor de su pequeño cuerpo y el cabello recogido en un moño
desordenado. Cuando se da cuenta de que somos nosotros, su rostro se suaviza.
—¿Blaine? ¿Raid? ¿Qué pasa? Casi despertáis a June.
Raid señala detrás de ella.
—¿Podemos entrar, Donna?
Nos mira a los dos, confundida por un segundo antes de que se dé cuenta de algo.
Luego deja caer la cabeza hacia atrás, maldiciendo en voz baja.
—¿Qué hizo?
—¿Podemos entrar? —Repito, la ansiedad burbujea en mis entrañas—. Podría ser lo
mejor.
Ella nos hace entrar rápidamente. A pesar de que el exterior del remolque parece
deteriorado, Donna ha hecho un buen trabajo manteniendo el lugar bonito por dentro,
especialmente considerando cuánta gente vive aquí.
Raid y yo nos sentamos en el desgastado sofá mientras ella se sienta en el sillón
frente a nosotros. Se quita algunos pelos sueltos de la cara y parece un poco asustada.
—Cariño, ¿dónde está Silas? ¿Qué pasó?
Raid me aprieta el brazo en busca de apoyo y no puedo expresar cuánto lo aprecio.
Mis manos aprietan mis jeans, alisándolos antes de pellizcarlos nuevamente. Silas
siempre decía que tengo este hábito nervioso. Resulta que tiene razón.
Decido que lo mejor es simplemente ir al grano. Ir por las ramas no servirá de nada.
Solo necesito decirlo, no importa lo difícil que sea pronunciar las palabras.
—Silas está en la cárcel.
Por un minuto, ella no reacciona, solo nos mira fijamente sin comprender. No puedo
decir qué está pasando por su cabeza, pero esperaba una reacción diferente a esta. Raid
y yo compartimos una mirada, preguntándonos si tal vez ella no me escuchó, pero
luego maldice un segundo después.
—¡Ese niño! —grita, levantando las manos en el aire mientras se pone de pie—.
¡Toda su vida le he dicho que necesitaba no meterse en problemas! ¡Silas es bueno! ¿Qué
diablos estaba pensando?
—Él no hizo nada, —respondo apresuradamente, con la cara sonrojada cuando la
verdad se ve obligada a salir a la luz—. Es mi culpa que esté ahí.
Ella gira su cabeza en mi dirección, con furia en sus ojos mientras da un paso hacia
mí.
—Necesitas explicarte, Blaine. ¿Qué pudiste haber hecho para llevarlo allí? No tiene
sentido.
—Blaine fue drogado, —dice Raid rápidamente, saliendo en mi defensa, aunque no
siento que lo merezca—. Alguien lo drogó y le plantó mierda. La policía lo arrestó y
Silas terminó cargando con la culpa.
—Prometo que no lo hice hacerlo. —Las lágrimas brotan de mis ojos mientras lucho
por mantener quieto mi labio tembloroso—. Nunca quisiera que él hiciera eso. Me
desperté y ya lo había hecho. Desearía poder cambiar de lugar con él, pero no puedo.
Lo siento mucho.
—Blaine Yates. —Su voz es dura y fría, y me preparo para que pierda el control. Me
lo merezco. Él no estaría ahí si no fuera por mí—. Esto no es por tu culpa.
—Yo... Espera, ¿qué? —Tartamudeo, sin esperar esa reacción.
—Cariño... —Ella suspira, acercándose para sentarse a mi lado y alcanzando mis
manos—. Si alguien te incriminó, ¿cómo podría ser culpa tuya?
—Debería haberle dicho al sheriff que era mía, —grito, con la voz quebrada cuando
el peso de mi fracaso cae sobre mí—. No lo hice. Debería haber dicho algo y sacarlo de
allí.
—El sheriff no habría hecho una mierda, —responde Raid, apretando mi hombro—.
Vamos, hombre. Eres inteligente. Lleva años deseando acusar a Silas de algo. No había
manera de que lo dejara ir.
—Tiene razón, —coincide Donna—. Desde que se llevó a su padre y a su hermano,
el sheriff ha estado persiguiéndonos, intentando atrapar a tantos Ases como pueda.
—Debería haberlo intentado, —argumento, apretando sus manos con fuerza—.
Cambiaría mi lugar con él en un abrir y cerrar de ojos.
Me quita el pelo de los ojos y me seca las lágrimas de las mejillas con la otra mano.
—Cariño, lo sé, pero Silas siempre ha cuidado a sus seres queridos. Puede que no
me lo haya dicho, pero sé que te ama mucho.
—Yo también lo amo, más de lo que jamás pensé que podría amar a alguien, —digo,
aceptando su abrazo cuando me estrecha entre sus brazos—. ¿Qué vamos a hacer?
—Vamos a sacarlo de allí.
Todos volvemos la cabeza cuando Whaley entra al tráiler, con el cigarrillo entre los
labios y nada más que tranquilidad en el rostro. Por extraño que parezca, Bunky no está
con él. Da un paso hacia nosotros y se sienta donde estaba Donna, cruzando las manos
sobre su regazo.
Raid frunce el ceño.
—¿Cómo? Lo atraparon, Whaley. Llevaba consigo suficientes drogas para abastecer
a toda la escuela. No hay manera de que podamos lograr que retiren esos cargos.
—Eso no es cierto, —dice Whaley mientras da una calada a su cigarrillo y saca su
teléfono. Lo juguetea por un momento antes de entregárnoslo—. Mira esto.
Tomo el teléfono y lo giro para que todos puedan verlo. Me toma un minuto darme
cuenta de lo que estoy mirando, la imagen está demasiado borrosa y oscura para ver
algo. Una vez que mis ojos se enfocan, jadeo.
Es una foto del sheriff dándole la mano a un Víbora con una bolsa con algo bajo el
brazo.
—Espera, ¿crees que el sheriff está trabajando con los Víboras? —Pregunto,
increíblemente atónito mientras Whaley toma el teléfono. Sé que el sheriff es un idiota,
pero no pensé que fuera sucio.
Donna resopla.
—Siempre supe que no tramaba nada bueno. Esto no me sorprende en lo más
mínimo.
—Raid, todavía tienes contacto con los Víboras, ¿verdad? —Él asiente y Whaley
continúa—. Bunky me dijo que el hijo del sheriff fue quien plantó las drogas. Supuse
que uno de ellos debe tener algo contra él. Llama a tu chico y mira lo que dice.
—Adelante, —le dice Raid, apagando su cigarrillo en el cenicero antes de salir.
—¿Crees que esto es suficiente para arrestar al sheriff? —Pregunto, refiriéndome a la
imagen—. No muestra lo que compró. Todo es circunstancial.
Whaley se encoge de hombros.
—Puedo trabajar con eso. Podemos pensar en algo. Nadie dijo que tuviéramos que
hacer esto de forma legal.
No debería sorprenderme que Whaley esté dispuesto a hacer algo turbio para sacar
a Silas. Los Ases se ocupan de los suyos y sé que se dedican a cosas ilegales, pero una
parte de mí se siente inquieta.
El perfecto Blaine Yates nunca recurriría a nada torcido para conseguir lo que
quería. Insistiría en que podría haber otra manera sin tener que violar la ley, pero ya no
soy el perfecto Blaine Yates. Está muerto y enterrado, a dos metros bajo tierra. Ahora
pertenezco a Silas. Sé que soy joven, pero lo sé con certeza que él es el amor de mi vida.
Él me completa, me colma y me libera. Prometí que lo sacaría de allí.
No importa qué.
—Me apunto, —digo asintiendo firmemente—. ¿Qué hacemos?
Whaley niega con la cabeza mientras da otra calada a su cigarrillo.
—No, chico. No puedo involucrarte en esto.
Me levanto rápidamente y casi tiro a Donna del sofá. Luego aprieto los puños y
aprieto los dientes mientras miro a Whaley directamente a los ojos.
—Voy a ayudar te guste o no. Silas es mío y yo lo protejo. Si alguien va a ser parte
de esto, seré yo y no hay nada que puedas hacer para detenerme.
Aunque estoy decidido, tiemblo. Nunca pensé que me enfrentaría precisamente a
Whaley, conociendo su reputación, pero Silas me vuelve valiente.
Whaley me mira fijamente por un momento, entrecerrando los ojos, y cuando se
levanta, por un momento temo que me vaya a golpear por mi tono, pero suspiro de
alivio cuando sonríe.
—Bien. —Me da una palmada en el hombro, llenándome de orgullo—. La lealtad es
importante para mí. Si estás dispuesto a arriesgarlo todo por Silas, ahora eres uno de
nosotros.
Donna toma mi brazo.
—Blaine, cariño, tienes que estar absolutamente seguro. Silas mencionó que tienes
planes. Si todo lo que vamos a hacer no funciona, arruinará tu futuro.
—No tengo futuro si no es con él, —afirmo, sabiendo en mi corazón que mis
palabras son ciertas—. Nos pertenecemos el uno al otro.
—Entonces ya está, —dice Whaley, sentándose de nuevo y haciéndome un gesto
para que haga lo mismo—. Tengo un plan. Va a ser complicado. Es un juego de azar,
pero si funciona, sacaremos a Silas.
—¿Qué vamos a hacer? —Pregunto, frotando los hombros de Donna cuando llora.
La mamá de Silas es dura, se lo concedo. Igual que su hijo—. ¿Cómo puedo ayudar?
—Bueno, —comienza Whaley, dándome una sonrisa torcida que significa que no
trama nada bueno—. Parece que es hora de visitar a tu papá.
No he hablado con él desde que me echó. Ha intentado contactarme, pero nunca ha
sido para disculparse. Dudo que escuche algo de lo que yo diga ahora mismo. Ha
dejado muy claras sus opiniones sobre Silas y no puedo imaginar un mundo en el que él
ayudaría.
Pero mi novio me necesita y una promesa es una promesa.
Lo que sea necesario.
CUARENTA Y DOS
BLAINE

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? —Pregunta Whaley, dándome una
mirada escéptica mientras estamos frente a mi casa.
Donna me toma del brazo.
—No te ves muy bien, cariño.
Bueno, tampoco me siento bien. Sinceramente, me siento un poco traumatizado por
estar aquí. Aquí crecí, en un ambiente frío, atrapado y lleno de una ansiedad
abrumadora. Aquí fue donde se reveló mi momento íntimo con Silas, invadiendo
nuestra privacidad. Aquí es donde papá eligió el futuro que él planeó en lugar del
futuro que yo quería.
Sin embargo, el plan de Whaley podría funcionar. Incluso si las posibilidades son
escasas o nulas, Silas merece que lo intentemos.
Tuvimos que esperar un poco antes de venir aquí, porque Whaley necesitaba
solidificar lo que íbamos a hacer y decir, y Raid necesitaba ponerse en contacto con su
contacto de los Víboras. Se acerca la noche y sé que papá está en casa. Odio que
hayamos tenido que perder casi un día completo, pero es lo mejor.
Porque si esto funciona, pronto tendré a Silas de nuevo en mis brazos, donde
pertenece.
—¿Harás los honores? —Whaley hace un gesto hacia la puerta.
—No lo necesito, —digo, sacando mi llave—. Él no me quitó esto cuando me echó.
—Entonces vamos, —dice Donna, haciendo crujir sus nudillos como si estuviera a
punto de pelear. Sé que ella quiere terminar con esto tanto como yo.
Whaley asiente antes de echar un último vistazo a la carpeta que tiene en las manos.
—Tu viejo se llevará una sorpresa.
No tengo idea de cómo logra romper la tensión, pero lo hace. Sí, papá va a
enloquecer cuando vea al jefe de los Ases y a una mamá motera ruda en su casa.
Pues que se joda. Él se lo merece.
Nos hice entrar, tratando de ignorar el tirón en mi estómago mientras nos guiaba
por la casa. No me demoro en ningún lado y nos llevo directamente a la oficina de papá,
donde puedo escucharlo al otro lado de la puerta, probablemente hablando por
teléfono, pero no me molesto en esperar. Con una última mirada a Whaley, abro la
puerta.
Papá no nos nota al principio porque está de espaldas. Voy a abrir la boca, pero
Donna tiene un enfoque mucho más interesante. Se dirige directamente al escritorio de
papá, golpea la madera con los puños antes de pasar las manos y derribar todo de una
sola vez.
—¡Oye, idiota! —ella grita—. ¡Tienes visita!
Papá se da vuelta rápidamente, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. No sé si
está más sorprendido de que haya Ases en su casa o porque nunca nadie se ha atrevido
a hablarle de esa manera.
—¿Qué…? —Entonces me ve, frunciendo el ceño con disgusto mientras se burla y
cuelga el teléfono—. ¿En serio, hijo? ¿Me has estado ignorando y así es como eliges
volver a casa?
Trago el nudo en mi garganta. He sido un cobarde toda mi vida y nunca me he
atrevido a liberarme de mis expectativas, pero me niego a volver a serlo.
—Silas está encarcelado, —afirmo, cuadrando los hombros y manteniéndome firme.
Papá tararea poniendo los ojos en blanco.
—No sorprende en lo más mínimo. Ese niño estaba destinado a terminar como el
resto de su familia.
—Cuida tu boca, —sisea Donna—. Puede que parezca pequeña, pero te patearé el
culo si sigues hablando de mi familia de esa manera.
Joder, la mamá de Silas es una bestia. Ahora sé de dónde lo sacó.
Quizás ese no sea el camino que queremos seguir.
—Donna… —advierte Whaley, pareciendo estar de acuerdo conmigo.
Ella cuadra los hombros y levanta las manos en señal de rendición.
—Bien. Solo dame el visto bueno y lo haré.
—¿Qué es lo que queréis? —Pregunta papá, levantando el teléfono—. Será mejor
que os expliquéis en dos minutos antes de que llame al sheriff.
—Es gracioso que lo menciones. —Whaley se ríe y deja la carpeta sobre el escritorio
de papá—. Quizás quieras echarle un vistazo a esto.
Entrecierra los ojos mientras mira la carpeta antes de negar con la cabeza.
—¿Y por qué querría hacer eso?
—Hazlo, —espeto, con intención mortal en mi voz.
Me mira con curiosidad, pero cede y toma la carpeta, hojeándola rápidamente, cada
papel hace que sus cejas se levanten y sus labios se frunzan más profundamente.
—¿Qué… qué estoy mirando?
—Es tu precioso Sheriff Masterson involucrado en actividades ilegales, —dice
Whaley, parándose frente a mi padre y arreglando las fotografías para él—. Y ese es su
hijo, comprando drogas a la misma pandilla.
Sí, Raid realmente lo logró. Resulta que su contacto tenía algunas fotografías
antiguas de Kent comprando una tonelada de drogas. Es una genialidad de verdad.
¿Quién no tendría pruebas fotográficas del hijo del sheriff participando en actividades
ilegales? No tengo idea de cómo Raid logró convencer a su contacto para que se lo
diera, ya que los Ases y los Víboras son enemigos jurados, pero no voy a cuestionarlo.
—¿Qué queréis que haga con esta información? —Deja escapar un gruñido
exasperado, deja los papeles mientras nos mira con dureza.
—¿No se supone que debes ser inteligente? —Donna ladra irritada—. ¿Qué crees
que queremos?
—A Silas fuera, —afirmo, sin dejar que quede la menor duda sobre nuestras
intenciones—. Kent le plantó drogas y necesitamos que lo demuestres.
—Y te deshagas del sheriff, —añade Whaley—. Que lo acusen de posesión e
intención de vender.
Los ojos de papá se abren como platos.
—¿Con esto? Todo esto es circunstancial. Quizás la foto de Kent sea suficiente, pero
no hay forma de saber qué estaba haciendo el sheriff. El tribunal nunca lo condenaría.
—Tal vez no, —dice Whaley encogiéndose de hombros. Luego le da el visto bueno a
Donna y ella busca en su bolso—. Pero creo que esto sería suficiente.
Papá jadea cuando Donna golpea un paquete grueso envuelto en color marrón sobre
su escritorio. Papá no es un idiota. Sabe exactamente qué es cuando lo ve.
—Esto no puede ser…
—Es exactamente lo que es, —espeto, señalando el producto—. Vas a encontrar una
manera de lograr que la policía encuentre estas drogas en manos del sheriff. Vas a
testificar que viste a Kent comprando drogas y de alguna manera se te ocurrirá una idea
sobre cómo sacar a Silas.
Whaley, Donna y yo sabemos que no es un plan perfecto. Hay demasiados cabos
sueltos y demasiados hilos, pero estamos desesperados. Este fue el único plan que se
nos ocurrió para deshacernos de la gente que se nos cruzó y sacar a Silas.
Aunque Donna se ofreció a matarlos, pero no estoy seguro de si hablaba en serio o
no. De cualquier manera, Whaley la convenció. Al menos eso pienso. Parece a punto de
perder el control en este momento.
—¿Y por qué haría eso? —Pregunta papá, negando con la cabeza con incredulidad
ante nuestro plan—. ¿Sabéis qué me pasaría si alguien se enterara? Plantar pruebas
falsas, corrupción de la justicia, podría perder mi puesto. Podría ir a prisión. ¿Por qué
me arriesgaría a eso?
—Porque el sheriff está sucio, —le digo, plantando mis manos sobre su escritorio—.
Porque Kent compró esas drogas. Porque Kent me drogó.
—¿Él… Kent te drogó? —dice, con la boca abierta. Me mira con una preocupación en
sus ojos que no estoy acostumbrado a ver. Como si realmente le importara—. ¿Estás
bien? Blaine, lo siento. No lo sabía.
—Estoy bien, y está bien, —le digo con sinceridad, sorprendido incluso de que haya
preguntado pero sin poder pensar en eso en este momento—. Kent intentó
incriminarme primero, pero Silas cargó con la culpa.
Sus ojos se abren.
—¿Él lo hizo?
—Sí, —digo, y a la mierda las lágrimas traidoras en mis ojos—. Se arriesgó a ir a
prisión por mí. ¿Eso no significa nada para ti?
Él no responde, así que Donna interviene.
—No puedo creer que haya llegado a esto, nosotros tratando de llegar a tu puto
pecho sin corazón, pero aquí estamos. Amo a mi hijo, pero lo más importante es que él
ama al tuyo. No merece estar ahí y lo sabes.
—Los Ases te deberían una, —añade Whaley—. Todo lo que quieras, lo haremos por
ti. Saca a Silas de allí y considéralo un trato.
Puedo verlo en sus ojos. Está tan cerca. Muy cerca de aceptar esto. Todo lo que haría
falta es un poco más.
Silas es lo más importante para mí. Por encima de cualquier otra cosa.
—Iré a Georgia, —le espeto, suplicándole. En el fondo, sabía que tenía que llegar a
esto. Todavía me duele, pero no dejo de rogarle cuando se trata de Silas—. Iré a
Georgia, apuntaré a la NFL y haré todo lo que quieras. Por favor, papá.
La respiración de papá se entrecorta, luego se aclara la garganta y toma su whisky
antes de mirar a Whaley y Donna.
—¿Puedo tener un minuto a solas con mi hijo?
Ambos se giran para mirarme.
—¿Estás bien? —Pregunta Whaley, genuinamente preocupado.
—Sí, —digo—. Estoy bien.
Donna parece vacilante pero me agarra del brazo antes de irse.
—Estaremos justo afuera, cariño. Solo grita si tu papá necesita que le den una paliza.
A pesar de nuestra situación actual, me río. Dios, amo a la mamá de Silas. Ambos se
van y papá señala el asiento frente a él. Me siento y nos miramos fijamente durante un
largo momento, ninguno de los dos sabe qué decir, cuando finalmente él rompe el
silencio.
—¿Realmente cambiarías tus planes? —pregunta, inclinando la cabeza hacia un lado
—. Fuiste tan inflexible al decirme que no querías la vida que te propuse.
—Haría cualquier cosa por Silas, —repito por centésima vez—. Quizá creas que no
vale mucho, pero para mí sí lo vale. Quizás creas que no tiene futuro, pero él quiere
mucho más que esta vida. Es leal, protector y un buen hombre.
—¿Y lo amas?
—Sí. —Me río entre dientes, alcanzando la cadena alrededor de mi cuello—.
Realmente lo amo.
Se muerde el interior de la mejilla antes de mirar una vez más los papeles.
—Si tuviera que hacer esto, sería complicado.
Mi corazón se acelera, la esperanza y el optimismo llenan mi pecho.
—Haríamos cualquier cosa para ayudarte. Incluso asumiríamos la culpa si te
atrapan.
—Yo... creo que no lo haría, —dice, suspirando profundamente—. Quiero decir,
después de todo, sospechaba que el sheriff Masterson no era tan honrado como dice. Si
realmente es un criminal, y dado que su hijo te drogó, merecen ser penalizados por sus
acciones.
—Exactamente. Piénsalo. Estamos haciendo lo correcto, solo que de una manera
diferente. —Intento razonar con él, rezando a quien esté escuchando para que ceda.
Necesito que lo haga.
Papá me mira fijamente durante un largo momento y hay algo de disculpa en sus
ojos. Él niega con la cabeza.
—No tienes que ir a Georgia.
—¿Qué? —Mis ojos se entrecierran en confusión—. Pero...
—Tenías razón. —Su voz suena dolorida, su mandíbula tensa, y puedo decir que le
está costando admitir que estaba equivocado—. Es tu vida. Lo he pensado. Puede que
no esté de acuerdo con tu elección de novio y de universidad, pero has sido un buen
hijo. Te amo y tienes derecho a tu propia vida.
Me reiría de la forma en que dijo que me amaba si no estuviera tan conmocionado.
No sé si le creo del todo, pero papá nunca me ha mentido antes.
—Gracias. Prometo que no te decepcionaré.
—Sé que no lo harás. —Él se ríe—. Mira, esto podría tardar unos días. Todavía no
estoy seguro de este plan vuestro. Puede que no funcione.
—Por favor, inténtalo, —le ruego, odiando que tenga que tomar algo de tiempo
porque no quiero nada más que tener a Silas ahora—. Eso es todo lo que queremos.
—Déjame pensarlo un poco, —dice mientras hojea las imágenes nuevamente—. Te
llamaré mañana cuando haya tomado mi decisión. —Asiento y me pongo de pie, pero él
me detiene—. Y, Blaine, por favor vuelve a casa.
Lo pienso por un minuto. Silas diría que soy demasiado indulgente, pero papá ha
dado grandes pasos esta noche. Aunque no sé si podría vivir en esta casa si él no acepta
ayudar a Silas, pero tampoco quiero cerrar la posibilidad. Ha sido más abierto y honesto
que nunca y si hace lo correcto, quiero conocer mejor este lado de él.
—Déjame pensarlo un poco, —bromeo, imitando sus palabras.
Él simplemente me sonríe y asiente.
—Está bien. ¿Has estado bien?
—Sí, —digo fácilmente—. Todo ha estado bien.
—Bien, —repite, aclarándose la garganta como si no supiera qué hacer ahora—.
Estate atento a mi llamada mañana.
Me voy con una sonrisa de despedida y les cuento a Donna y Whaley al salir, pero
no tienen tantas esperanzas como yo. Sin embargo, en el fondo, ese optimismo sigue
ahí. Tengo que dejarlo ahí. Si lo eliminara, me desmoronaría, y no puedo hacerlo porque
necesito ser fuerte por Silas.
Lo único que puedo esperar es que papá haga lo correcto.
CUARENTA Y TRES
SILAS

Los días pasan uno detrás del otro.


Sé que ya pasó la Navidad porque cuando me trasladaron de la celda a una normal,
ya no vi adornos, lo que significa que llevo más de una semana aquí. ¿Me pregunto
cuánto tiempo me retendrán? ¿Hasta mi juicio cuando me envíen a prisión?
Lamo mis labios secos y agrietados y deseo con todas mis fuerzas recibir un poco de
agua. Estoy bastante seguro de que mi estómago empezará a comerse solo si no consigo
una buena comida pronto.
Este sería el castigo perfecto por parte del Sheriff Masterson después de lo que le
hice al mierdas de su hijo. Sea como sea, no me arrepiento de nada. El idiota se lo
merecía por lo que le hizo a Blaine, y lo haría de nuevo si tuviera la oportunidad.
Suspiro, estiro las piernas sobre el catre y trato de ignorar el creciente dolor en la
parte baja de mi espalda. Esta cama de metal y este colchón endeble son una mierda. No
es que el viejo sofá cama sea mucho mejor, pero al menos tiene algo de cojín.
Al menos tenía a Blaine.
Levanto la mano para juguetear con el pendiente en mi oreja y casi gimo cuando me
encuentro con la piel desnuda. Me obligaron a quitármelos cuando me registraron, no
permitiéndome ninguna joya. El pensamiento hace que mi mano baje por mi cuello
hasta donde debería estar el anillo de Blaine. Intenté luchar contra ellos y me negué a
entregárselo, incluso cuando me golpearon con una porra. Después de que dos policías
me inmovilizaron, lograron quitármelo. Los cabrones casi me rompen la barbilla.
Esto de estar encerrado apesta. Me pregunto cómo lo estarán llevando mi viejo y
Ryker. No puedo imaginarme haciendo esta mierda todos los días, pero supongo que si
Blaine no es capaz de pensar en algo, estoy jodido de cualquier manera. De todos
modos, no retiraría nada de eso, no desde que eso lo sacó de aquí y quedó libre.
Blaine… ugh, mi dulce bebé.
Lo juro, es muy optimista, pero no creo que eso vaya a suceder. Estoy tratando de
mantener una actitud positiva como él quisiera que lo hiciera, tratando de imaginar una
vida que no esté envuelta en esto (las drogas, las pandillas, la posibilidad de una vida
tras las rejas) pero parece tan fuera de mi alcance.
Tal vez debería hacer lo de Blaine y tener algo de esperanza.
—Buen día. ¿Disfrutando de la vista previa del resto de tu vida?
Eh, tal vez no. A la esperanza no parece gustarle mucho en este momento.
—¿Ya amaneció? —cuestiono, mirando alrededor de la sombría celda mientras el
sheriff se apoya contra las barras de metal—. No podría decirlo por la falta de luz en
este lugar. Ya sabes, incluso las cárceles permiten pasar tiempo en el patio.
Él se ríe, el sonido es tan jodidamente presumido.
—No te preocupes, Silas. No tengo ninguna duda de que pronto disfrutarás de tu
tiempo en el patio. Asegúrate de saludar a tu familia de mi parte.
—Estás disfrutando esto, ¿eh? —Pregunto mientras examino casualmente mis uñas,
porque, joder, no voy a dejar que este tipo piense que me está afectando—. ¿Te encanta
el hecho de que estás eliminando los Ases uno por uno?
—Estoy muy orgulloso de ese hecho, no voy a mentir, —me dice, cruzando los
brazos sobre el pecho—. Una forma más de darle un puñetazo a Whaley.
Arqueo una ceja ante eso, luego me levanto y me enfrento al sheriff mientras apoyo
mis manos en las barras de metal que nos separan.
—¿Cuál es tu problema? Si tienes un problema con Whaley, ¿por qué no lo comentas
con él? Golpear por lo bajo encerrando a otras personas parece algo infantil.
De repente, las alegres burlas del sheriff son reemplazadas por una mirada de ira
dura, como un interruptor en su cerebro.
—Eres muy leal a ese hombre, pero no tienes idea del tipo de persona que es en
realidad.
—Por favor, ilumíname, —digo, aunque odio admitir que tengo curiosidad por
escuchar lo que tiene que decir.
—Digamos que los esqueletos en su armario no podrán ocultarse para siempre, —
responde, con una determinación decidida en su rostro.
No mentiré, tengo ganas de preguntar más, pero no voy a dejar que piense que me
está afectando. En pocas palabras, sé dónde reside mi lealtad, y no está aquí, en esta
celda de mierda con el sheriff corrupto.
—Bueno, no puedo hablar de eso, pero de lo que sí puedo hablar es del carácter de
Whaley, y él es un mejor hombre de lo que tú jamás serás, —escupo. No me importa lo
que haya hecho Whaley. Ningún malo es jamás verdaderamente malo y yo vivo según
ese lema. Whaley cuida de aquellos que le son leales, y dudo que el sheriff tenga un
ápice de lealtad en su cuerpo.
—¿Un mejor hombre? —Él resopla—. Un mejor hombre no habría...
Sus palabras son cortadas por el sonido de metal chocando cuando la puerta exterior
choca contra la pared. Mis ojos se mueven hacia la derecha y casi pierdo la capacidad de
respirar cuando veo al amor de mi vida cargando hacia mí.
Blaine parece enojado, con los ojos pegados al sheriff mientras avanza hacia él.
Entonces su mano sale disparada, agarrando el anillo de llaves en su cinturón antes de
que pueda reaccionar, y mi estómago da un vuelco mientras mil pensamientos pasan
por mi cabeza.
Hostia puta, ¿esto es una fuga de la cárcel? Joder, eso es muy sexy.
—Blaine, ¿qué coño? —Gruño con preocupación mezclada con emoción, porque este
es mi chico y no lo he visto en días, y ahora aquí está interpretando al superhéroe.
Oh, ese sería un buen juego de roles para más tarde.
No, concéntrate, Silas. No es el momento.
—Está bien, Si, —me asegura, sin dejar de mirar al sheriff—. Yo me encargaré de él.
¿Mencioné que el superhéroe Blaine era jodidamente sexy? Porque joder...
—¿Te encargarás de mí? —El sheriff se ríe como un loco antes de coger las llaves—.
Lo único que estás a punto de hacer es terminar de nuevo tras las rejas.
—Alguien volverá allí, pero no seré yo. —Blaine hace una pausa, dando otro paso
hacia mí, evitando la mano del sheriff—. Y tampoco será Silas.
Entonces el rudo y sexy superhéroe Blaine desbloquea mi celda y soy libre, pero
¿cómo? Esto parece demasiado fácil. ¿No se supone que las fugas son difíciles o algo
así?
—¿Qué diablos crees que estás haciendo? —grita el sheriff, cada vez más furioso
mientras intenta cerrar las puertas de la celda, casi rompiendo mis dedos aún sanando
en el proceso. Señala a Blaine y luego a mí—. Podría arrestarte por complicidad y a ti
por fuga de prisión.
—Teniendo en cuenta que ya no eres el sheriff aquí, no creo que tengas los medios
para que eso suceda, —dice un policía al que nunca había visto antes mientras camina
hacia nosotros. Tiene el logo del condado vecino en su camisa y mira al sheriff como la
escoria que es—. Jeffery Masterson, estás arrestado por tráfico de drogas y contribución
a la delincuencia de menores.
El mismo policía comienza a leerle sus derechos mientras su compañero esposa al
sheriff, quien lucha contra su control gritando que todo lo que dicen es una tontería.
¿Qué cojones me perdí?
—¿Cómo? —es todo lo que logro decir, completamente sin palabras mientras Blaine
me arrastra fuera de mi celda—. Blaine…
—Te lo explicaré más tarde. Ahora mismo, hay algo más que necesito hacer.
Él aplasta sus labios contra los míos para darme un beso feroz. Me siento asqueroso,
por no haberme duchado ni cepillado los dientes desde que estoy aquí, pero a Blaine no
parece importarle, solo profundiza el beso como si hubieran pasado años en lugar de
días.
—Te amo, —susurra, echándose hacia atrás para mirarme mientras acuna mi cara
entre sus manos—. Te extrañé mucho.
—También te amo, —exhalo, agarrando su camisa con el puño para agarrarme a él
—. Te extrañé más.
Frunce el ceño cuando sus ojos bajan a mi cuello.
—¡Oye, idiota! —Blaine llama, captando la atención del ex sheriff antes de que se lo
lleven—. ¿Dónde está el collar de mi novio?
Escúchame, algunas personas quedan embelesados con chocolates y flores, pero yo
lo hago con palabrotas y deportistas posesivos. No sabía que eso era posible, pero estoy
aprendiendo que nada sobre Blaine es lo que esperaba, y amo cada puto segundo.
—Está todo aquí, —dice mamá, saliendo de la nada y sosteniendo un pequeño sobre
para que lo vea. Ella me lo entrega, sus ojos se dirigen hacia donde ahora están
arrastrando al Sheriff Masterson, y le muestra el dedo medio—. Buen viaje.
—¿Estuviste involucrada en esto? —Sea lo que sea esto Mis ojos rebotan entre ella y
Blaine—. ¿Estabas confabulado con mi mamá?
Aunque todavía estoy jodidamente confundido, algo en eso me llena de calidez. Es
como si vinieran todas mis personas favoritas juntas. Cualquier cosa que esté
sucediendo actualmente pasa a un segundo plano.
—No solo tu mamá, —dice mientras nos dirigimos al frente.
Arqueo una ceja, sin entender al principio lo que quiere decir, pero rápidamente me
doy cuenta de la gravedad de la situación cuando asimilo...
—¿Alcalde Yates?
Lo último que supe fue que el imbécil echó a mi novio, así que todavía está en mi
lista de mierda. No tengo mucho respeto por alguien que le da la espalda a su propia
familia.
—¿Por qué está él aquí? —Le pregunto a Blaine, tratando de mantener la ira fuera de
mi voz.
No quiero parecer desagradecido, pero tampoco quiero deberle nada a ese hombre.
Si cree que mover los hilos me hará hacerme a un lado para poder llevarse a Blaine, está
jodidamente equivocado. Este hombre es mío y que me condenen si dejo que algo se
interponga en el camino.
—¡Silas! —Mamá espeta, claramente no le gusta mi tono—. ¡Cuida tu lenguaje!
—Okey, alguien necesita explicar lo que está pasando, —afirmo, finalmente teniendo
suficiente. Tengo mil pensamientos dando vueltas por mi cabeza en este momento y no
logro darles sentido.
—Ahora eres un hombre libre, —dice el alcalde Yates, sin responder completamente
a mi pregunta.
—¿Cómo? —Pregunto, arrugando la nariz. No puede ser porque finalmente haya
encontrado algo de decencia común, ¿verdad? Dudo que haya venido de la bondad de
su pequeño corazón.
—Ningún malo es jamás verdaderamente malo. —El alcalde Yates mira a Blaine,
quien le sonríe ampliamente a su padre. ¿Qué cojones?
Niego con la cabeza. Mi pobre bebé debe estar bajo la influencia de su papá porque
no hay razón para que esté contento con el imbécil.
—No, no me lo creo. No necesito ningún favor tuyo, especialmente después de lo
que le hiciste a Blaine.
—¿Estás enojado? —Pregunta Blaine, frunciendo el ceño mientras alcanza mi brazo.
—El enojo apenas es la superficie de como estoy, —me enojo, pero está dirigido solo
a su padre.
El alcalde Yates me mira y observa mi ropa andrajosa, mis botas de segunda mano y
mis cortes y magulladuras que no han sanado adecuadamente. Mira a Blaine una vez
más, casi con una mirada inquisitiva antes de volverse hacia mí.
—¿Entonces le tienes cariño?
—Más que cariño, —afirmo, tomando la mano de Blaine, mis ojos sin dejar de mirar
al alcalde Yates—. Lo amo.
Nos quedamos ahí, en medio de esta intensa mirada fija, y no sé qué pensar. Lo
único que sé es que no voy a dar marcha atrás. No tengo miedo de él ni de lo que pueda
hacer. Necesito dejar eso muy claro. Lo que sea que haya hecho para sacarme de aquí
no borra lo que le ha hecho a Blaine.
—Silas, —dice Blaine, apretando mi mano—. Fui yo quien le pidió ayuda. Él está de
nuestro lado.
—¿Por qué?
El alcalde Yates suspira.
—Me equivoqué por lo que hice y no espero que me perdonéis (ninguno de los dos)
fácilmente, pero haré todo lo posible para demostrar cuánto lo siento.
—Escúchalo, cariño, —me dice mamá—. Ven a casa y lo hablaremos todo.
Miro entre Blaine y mi mamá. No tengo idea de lo que está pasando, pero la calma
en los grandes ojos azul grisáceo de Blaine me tranquiliza un poco. Puede que no sepa
qué está pasando ahora mismo, pero confío en que me contarán toda la historia. Si dicen
que todo está bien, no tengo motivos para no creerles.
Le doy al alcalde una última mirada escéptica, pero siento que algo se asienta dentro
de mí cuando todo lo que veo es paciencia y aceptación.
—Solo cuídalo, —dice, sonriendo con un poco de tristeza en los labios.
Puede que no tengamos mucho en común, pero puedo ver que, a pesar de lo que
hizo, todavía ama a su hijo. Está escrito en su rostro. Él no me agrada, pero asiento con
la cabeza.
—Con mi vida.
Con eso, Blaine, mamá y yo salimos de la estación, nadie nos detiene, y nos
dirigimos a la camioneta de Blaine.
CUARENTA Y CUATRO
BLAINE

Suspiro mientras miro las estrellas.


Las cosas han ido genial las últimas semanas. Con el sheriff y Kent fuera de escena,
los Ases, Silas y yo hemos podido respirar con tranquilidad.
Resulta que el sheriff Masterson terminó teniendo algunas de sus propias drogas en
su casa cuando mi padre avisó al sheriff del condado vecino. Eso, combinado con lo que
posimos ahí, es suficiente para darle una condena seria una vez que comience su
sentencia. Kent, como era de esperar, habló en el momento en que le preguntaron sobre
drogarme. Resulta que ese bastardo celoso quería arruinar mi futuro. Puede que solo le
den uno o dos años, pero siento que se hace justicia si se consideran las multas que
tendrá que pagar y la libertad condicional que enfrentará después de salir.
Papá y yo estamos... Bueno, estamos bien. Las cosas no son perfectas. No nos
convertimos de repente en el mejor equipo de padre e hijo cuando ayudó a sacar a Silas
de la cárcel, pero estamos llegando a ese punto. He dado el pequeño paso de regresar a
mi casa, para mi gran el disgusto de mi novio, y papá y yo hemos estado tratando de
unirnos más. Mamá sigue ausente pero no todo puede cambiar de golpe.
Entonces, con todo eso, ¿por qué todavía siento que mi mundo podría hacerse añicos
en cualquier segundo?
Saco mi teléfono y abro el correo electrónico que recibí esta mañana.
¡Felicidades! ¡Has sido aceptado en la promoción 2028 de la Universidad de Yale!
Se supone que debo ser feliz, ¿verdad? Es lo que siempre he querido. Ahora que
papá está de acuerdo con Yale, no necesito la mayoría de las becas que solicité. Puedo
salir de esta ciudad, convertirme en médico y ayudar a la gente como siempre quise.
Solo… ¿qué pasa con Silas?
Gimo y tiro mi teléfono a un lado con frustración. ¿Por qué las cosas en la vida no
pueden ser ni un poquito fáciles?
—¡Ahí estás! ¿Por qué coño no contestas el teléfono?
Me levanto, girando mi cabeza hacia un lado para ver a un Silas furioso acechando
hacia mí. Me muerdo el labio inferior, sabiendo que me corresponde la paliza de mi
vida por dejar todos sus mensajes en visto, pero ahora que está aquí, estoy realmente
feliz de que lo esté.
—Lo siento, Si. Solo necesitaba alejarme un rato.
—¿Y elegiste aquí?
Miro a mi alrededor, hacia el campo vacío en el que estamos, compartido
únicamente por fardos de heno y vacas. Me he aislado bastante, así que me pregunto
cómo logró encontrarme tirado en la parte trasera de mi camioneta en primer lugar.
—¿Cómo supiste dónde estaba? —Pregunto.
La furia todavía está en su rostro, sus manos enojadas en sus caderas mientras me
mira entrecerrando los ojos.
—Pasé por tu casa pero tu papá dijo que no estabas. Fui a la caravana y al campo de
fútbol, pero tampoco estabas. Finalmente fui a casa de Landon.
Arrugo la nariz confundido.
—¿Y cómo lo sabía Landon?
Levanta el teléfono de Landon y lo agita en el aire. ¿Realmente robó su teléfono?
—Find My Friends20, aparentemente. ¿Entonces tu mejor amigo sabe dónde estás
pero tu novio no? ¿Y si te hubiera pasado algo?
La culpa se revuelve en mis entrañas. Mierda, no había pensado en eso. Desde todo
el asunto de Kent, Silas ha sido muy protector conmigo. Hemos pasado juntos casi cada
minuto desde que salió, incluso metiéndolo a escondidas en mi habitación por la noche
para no tener que dormir separados. Mientras está en el trabajo, me envía mensajes de
texto constantemente. Aunque no lo culpo. Todavía estoy un poco conmocionado por
toda esa experiencia y voluntariamente me he pegado a su lado tanto como sea posible.
Sin embargo, cuando pienso en lo que me trajo aquí en primer lugar, sé que tomé la
decisión correcta de tomarme un tiempo para mí.
Aun así, podría haber dicho algo.
—Lo siento, Si. No quise preocuparte. Solo necesitaba estar solo por un tiempo.
—Y eso está más que bien, —dice, suavizándose mientras camina el resto del camino
hasta mi camioneta—. No soy un idiota, Blaine. Podrías haber dicho algo. Me preocupé.
Me muerdo el interior de la mejilla mientras lo observo.
—¿Aún estás enojado conmigo?
Él resopla.
—Joder, sí, todavía estoy enojado. Casi me da un puto infarto. —Señala dónde estoy
acostado y luego regresa al camino por donde vino—. Mi coche está allí. ¿Todavía
necesitas tiempo para ti mismo?
Niego con la cabeza mientras levanto las manos en su dirección abriendo y cerrando
mis manos. Ahora que está aquí, no quiero que se vaya a ninguna parte. Él se ríe de mi
movimiento y salta a la plataforma de la camioneta.
—Levántate.
Hago lo que dice y se coloca detrás de mí, atrapando mi cuerpo entre sus piernas
abiertas. Me derrito en su pecho, suspirando de satisfacción cuando envuelve sus
brazos alrededor de mi cintura y besa el espacio detrás de mi oreja.
Todo siempre es mejor cuando él está cerca.
—¿Qué has estado haciendo aquí? —él pregunta.
—Tratando activamente de no pensar.
—¿Y no podrías hacer eso en el campo? Ahí es donde te gusta ir, ¿no?
Niego con la cabeza.
—Desde las fotos...
Simplemente ya no lo siento como mi espacio seguro. El campo de fútbol después
del anochecer solía ser el lugar al que podía escapar, pero ahora hay demasiados
recuerdos negativos asociados con él. No creo que alguna vez supere la forma en que
unas simples imágenes casi arruinaron todo.
—Lo entiendo, —dice, apretándome con fuerza—. Entonces, ¿viniste aquí?

20
Es una aplicación que te informa de la ubicación de quienes añadas como tus amigos.
—¿No recuerdas este lugar? —Pregunto, mirándolo por encima del hombro y luego
señalo hacia el norte—. El camino sobre esa colina es donde nos llevaste después de esa
pelea del club.
Lo piensa antes de sonreír.
—Oh, sí. E hice que gritaras mi nombre delante de las vacas. —Miro furtivamente a
las vacas antes mencionadas y noto que mantienen la distancia. Las pobres deben estar
traumatizadas—. ¿De qué necesitas escapar, bebé? —pregunta, levantando una mano
para frotar mi labio inferior—. No tienes que decírmelo, pero no puedo ayudarte si no
lo sé. ¿Te sientes abrumado?
Las lágrimas amenazan con brotar de mis ojos por lo bien que me conoce. Asiento,
metiéndome debajo de su barbilla mientras me armo de valor para decirle lo que está
pasando.
—Recibí un correo electrónico esta mañana.
—¿Sí? —pregunta, frotando su mano arriba y abajo por mi brazo—. ¿Qué decía?
—Es... —Dejo escapar un profundo suspiro y me acurruco aún más cerca, como si
eso evitara que desapareciera mágicamente—. Entré en Yale.
—¿Qué? —grita, empujándome hacia arriba para poder girarme y mirarlo. Tiene
una amplia sonrisa en su rostro, sus ojos brillan de emoción mientras deja caer un fuerte
beso en mis labios—. ¡Genial! Espera, pero es solo enero.
—Solicité una decisión temprana, —le digo, con el estómago revuelto ante el orgullo
en sus ojos—. ¿Estás realmente feliz?
—Por supuesto, —dice, besándome de nuevo—. ¿Por qué esperaste tanto para
decirme cuándo podríamos celebrar?
—Porque Yale está en Connecticut, —le digo con tristeza, incapaz de evitar que el
ceño se profundice en mi rostro—. Y tú estás aquí.
La realidad lo golpea y puedo ver el destello de dolor en sus grandes ojos marrones,
pero hace un gran trabajo enmascarándolo tan pronto como aparece. Él niega con la
cabeza, sonriendo, pero ya no está tan feliz como antes.
—Eso no importa.
—¡Por supuesto que importa! —Argumento, dejando caer mi cara entre mis manos
—. ¿Qué se supone que debemos hacer, Si?
—¿Quieres romper?
Mi cabeza se levanta tan rápido que me sorprende no romperme el cuello. Lo miro
con horror, tratando de leer su expresión estoica.
—¿Qué? No, joder, no. No vamos a romper. No digas tonterías como esa.
—Sé que no, —dice simplemente, poniendo los ojos en blanco—. Creo que solo
necesitabas recordar eso.
—¿Cómo va a funcionar? —Pregunto, cuando de repente se me ocurre un
pensamiento—. Podrías venir conmigo.
Él resopla, negando con la cabeza mientras empuja mi pecho.
—Eso no es posible. Sabes que me iniciarán una vez que me gradúe. Tengo los Ases,
Liza, June, mi mamá. Tengo gente de la que necesito cuidar aquí.
En el fondo, sabía que diría eso. Silas es muy leal. Nunca dejaría a las personas que
le importan sin protección y seguridad, especialmente mientras su padre y su hermano
están encerrados. Fue algo estúpido siquiera mencionarlo, incluso egoísta, pero tenía
que intentarlo.
—Vamos a estar bien, —susurra en un tono tan tranquilizador que me hace querer
creerle.
Presiono mi frente contra la suya, inhalando y exhalando profundamente, tratando
de entrar lo más que pueda de él.
—¿Cómo?
—Porque somos nosotros, —responde, levantando mi barbilla con su dedo índice
para que nuestros ojos se encuentren—. Porque te amo, Blaine Yates. No planeo ser solo
tu primer amor. Estoy planeando ser el último también.
—Papá piensa que soy ingenuo, —admito, recordando la conversación que tuve con
él el otro día sobre Silas y yo. No está totalmente en contra de nosotros, pero sí trató de
darme un poco de amor duro—. Él dice que esto es solo una fase de la adolescencia por
la que todo el mundo pasa. Dijo que las personas de las que nos enamoramos a los
dieciocho años no siempre serán con las que acabaremos.
—Bueno, tu papá es un idiota, —espeta, con un brillo furioso en sus ojos—. Él no
sabe una mierda sobre nosotros. ¿La gente pensará que estamos locos? Claro, pero al
diablo con lo que todos piensan.
—Sé que estás ahí para mí, Si, —le susurro contra sus labios, frotando mi nariz con
la suya—. Pero no puedo soportar la idea de estar tan lejos de ti. No quiero que
peleemos y rompamos.
Él se ríe sombríamente.
—¿Crees que voy a dejar que rompas conmigo? No, bebé, estás atrapado. Conduciré
hasta New Haven y te follaré hasta que lo recuerdes.
—Podría ir a Georgia, —sugiero, mientras el pensamiento crece en mi cabeza y, por
primera vez, no suena tan mal—. De esa manera, solo estaría a una hora de distancia.
Podría volver a casa los fines de semana o incluso viajar todos los días.
Niega con la cabeza de nuevo mientras me quita el pelo de la frente y la besa.
—A la mierda eso. Tienes que hacer lo que sea mejor para ti.
— Tú eres lo mejor para mí.
—Lo sé, así que será mejor que escuches lo que digo. —Acuna mi cara entre sus
manos, sonriendo tan dulcemente, recordándome lo mucho que significo para él—. Irás
a Yale, seguiremos juntos y todo estará bien. Lo prometo
La esperanza que se desvaneció hoy vuelve a la vida. Silas nunca ha incumplido una
promesa y no las hace a la ligera. Tengo que creer que si él dice que todo saldrá bien,
entonces así será.
—¿Sabes en qué estaba pensando hoy? —Me empuja suavemente y me acuesta boca
arriba.
—¿Qué? —Pregunto, inclinando la cabeza hacia él.
Se muerde el labio inferior, luciendo desgarrado por un segundo antes de maldecir
en voz baja.
—Mierda, Blaine. No vas a reprocharme esto. Estoy a punto de ponerme todo
blando y esa mierda, y no quiero volver a oír hablar de eso después de esto,
¿entendido?
Asiento, mi corazón comienza a acelerarse ante lo que podría decir. Comienza a
quitarme lentamente los zapatos y los calcetines, sus ojos evitando los míos mientras
comienza a hablar.
—Pues, te amo. Te amo aunque no te merezco. —Abro la boca para hablar pero él
me calla con una mirada—. Ni siquiera intentes discutir. Comparado conmigo, Blaine,
lo eres todo.
Una vez que me quitó los zapatos, se toma su tiempo para desabrocharme el
cinturón y golpea suavemente mi cadera para que pueda levantar mi culo y ayudarlo a
quitarme los jeans.
—Entonces, me hizo pensar, ¿cómo carajo se supone que debo mostrarle a mi chico
lo mucho que significa para mí? —Besa mis dos tobillos, pasando su lengua hasta llegar
al interior de mi muslo antes de alcanzar mi camisa—. Siento muchísimo por ti, mucho
más de lo que un 'te amo' podría decir alguna vez.
Las lágrimas brotan de mis ojos y esta vez las dejo caer. Todo lo que dice me está
retorciendo el corazón de la mejor manera posible.
—Continúa.
Él sonríe y pasa su mano por mi abdomen desnudo antes de que me siente y lo
ayude a quitarme la camisa.
—Aunque mi futuro aquí está escrito en piedra, me has hecho creer que valgo más.
Has pasado por alto todas mis mierdas y has sacado a mi verdadero yo. No puedo
imaginar cómo podría pagarte eso.
—Solo siendo tú, —respondo suavemente, cerrando los ojos brevemente con un
gemido cuando él se inclina y toma uno de mis pezones con su boca—. Si…
Él lo suelta, manteniendo sus ojos conectados con los míos mientras se arrastra hacia
abajo por mi cuerpo. Luego muerde el dobladillo de mi ropa interior y verlo quitármela
con los dientes es la cosa más erótica que he visto en mi vida. Cuando me la quita, la
arroja detrás de él. Saca un paquete de lubricante de su bolsillo antes de trabajar en su
propia ropa, mientras continúa hablando.
—Entonces pensé, si las palabras no pueden decirte cómo has cambiado mi vida, tal
vez haya otra manera de hacerlo. —Se quita la última prenda de vestir y luego se echa
sobre mí—. Entonces, Blaine Yates, no voy a follarte. Estoy a punto de hacerte el amor.
Joder, llorar tanto no es sexy. Necesito recuperarme. Levanto la mano para frotarme
los ojos, pero el agarre mortal de Silas en mi muñeca me detiene.
—No, —susurra, inclinándose para besar mis lágrimas—. Nunca ha habido mentiras
ni mierdas entre nosotros. Va a seguir así. Quiero saber todo lo que sientes. Si vas a
llorar por mí, quiero verlo.
—Está bien, —me atraganto, atrapando sus labios cuando va a pasar a mi otra
mejilla. Rompo su agarre y le rodeo el cuello con las manos, aferrándome
desesperadamente a él—. Muéstrame.
Con un último beso de despedida en mis labios, Silas comienza su recorrido por mi
cuerpo. Se detiene en todas partes (mis pezones, mis costados, mi ombligo, mis caderas)
todo el tiempo, mordiendo, chupando y calmando el escozor con su lengua. Cuando me
toma en su boca, las motas doradas en sus ojos marrones brillan cuando su mirada se
conecta con la mía. Lame toda la longitud de mi polla, masturbándome suavemente con
una mano mientras la otra masajea mis pelotas. Una vez que está satisfecho, empuja mis
muslos hacia atrás y me abro para él inmediatamente. Pasa su nariz arriba y abajo por
mi raja antes de presionar un ligero beso en mi agujero.
Cuando comienza a abrirme con su lengua y sus dedos, es todo lo que nunca supe
que necesitaba. Todo es lento, todo es amoroso y todo es cuidadoso.
—Mírame, —susurra mientras se desliza dentro de mí, acunando mi cara con una
mano mientras la otra frota la parte superior de mi cabeza—. ¿Puedes sentirlo?
Sus lentos deslizamientos me dicen todo lo que las palabras nunca podrían expresar.
Cada suave empujón, cada beso en los dedos de los pies, cada tierno toque me muestra
que soy lo que más ama en este mundo.
Nunca imaginé que el amor pudiera sentirse así.
—Te amo, —susurro, cerrando los ojos por un momento mientras dejo que lo que le
está haciendo a mi cuerpo me alcance—. Si, nunca voy a amar a nadie tanto como te
amo a ti.
—Joder, —dice, sonriendo mientras agarra mi polla y le da el mismo tratamiento
lánguido—. ¿Puedes correrte así, bebé? ¿Agradable y lento?
Puedo y lo hago, estallando en sus manos con un grito silencioso. El calor me llena
mientras él gruñe antes de besarme apasionadamente mientras se corre en mí. Estamos
sin aliento, ligeramente sudorosos por el aire frío de Georgia, y él se ríe contra mis
labios.
—Nunca hablaremos de esto, —repite, depositando el más cursi de los besos en mi
mejilla y frente—. Pero ahora lo sabes.
Asiento, pasando mis manos por su suave cabello, atándolo a mí para que no pueda
retirarse.
—Sí.
—Déjame echar un vistazo, —dice, desenredándose a pesar de mis protestas. Se
desliza lentamente antes de levantar mis piernas en el aire y mirar mi agujero. Se lame
los labios y me mira a través de las pestañas—. Tengo que tomar una foto de esto.
Material de paja para cuando te hayas ido.
No puedo evitarlo. Empiezo a llorar de nuevo. Lo que acaba de suceder fue muy
intenso y mi corazón se rompe al saber que solo me quedan una cantidad limitada de
estos momentos. Silas sabe lo que estoy pensando y apoya su cabeza en mi pecho,
enredando nuestras piernas.
—No será para siempre, —me promete, jugando con la mata de pelo oscuro en la
base de mi polla—. Todo estará bien.
Pero no estoy muy seguro de cómo se supone que debo seguir viviendo mi vida sin
mi otra mitad. En un momento de claridad, me doy cuenta de que solíamos ser nada
más que amigos con derechos a follarse con odio. Ni siquiera puedo imaginar un
momento en el que ya no estuviera perdidamente enamorado de Silas Richards.
Y siempre lo estaré, pase lo que pase.
CUARENTA Y CINCO
SILAS

Los días pasan rápido, demasiado rápido, y estoy empezando a preocuparme por la
distancia que pronto habrá entre Blaine y yo.
Creo en nosotros y sé que podemos hacer que funcione con la distancia, pero odio
que tengamos que hacerlo. Debería poder ir con él, pero mis obligaciones están aquí y
no hay nada que pueda hacer para cambiar eso.
Tiro el portapapeles y me levanto del taburete porque necesito un poco de aire. Casi
nunca extraño fumar, pero en momentos como estos desearía fumar un cigarrillo. No
puedo explicarlo, pero me siento irracionalmente enojado. Tal vez es porque sé que mi
tiempo con Blaine está disminuyendo y soy incapaz de detenerlo.
Me alejo del frente del taller y me dirijo hacia la parte de atrás. Hay una caja llena de
contenedores vacíos de aceite de motor y retrocedo, pateando la caja con todas mis
fuerzas, satisfecho por la forma en que se esparce por el garaje.
¿Por qué no puedo ser otra persona? ¿Por qué tengo que sentirme abrumado por la
culpa por querer algo que se me debería permitirme tener?
—¡Joder! —Gruño, levanto la mano y agarro mi cabello mientras hago un giro lento.
Siento que me han arrinconado. No Blaine, sino mis putas circunstancias de mierda.
—¿Tienes algo en mente?
Giro mi mirada hacia un lado y noto a Whaley, Badge y algunos otros miembros
parados alrededor de un coche en el que están trabajando, todos mirándome como si
me hubieran crecido tres cabezas.
Mierda, ¿cuándo regresaron y cómo diablos no los noté cuando volví aquí? Mi
cabeza debe estar más desordenada de lo que pensaba.
—Nada, —digo con un suspiro, sintiendo una oleada de derrota. No es que hablar
de ello vaya a servir de nada—. Lo siento, estoy bien.
Whaley entrecierra los ojos, escanea mi cuerpo y probablemente busca una razón
para despedirme por mi comportamiento de mal humor. Después de un momento, se
vuelve hacia los hombres que lo rodean y les hace señas para que se vayan.
—Dejadnos solos por un momento.
Cuando Whaley da una orden, todos escuchan. Sin decir una palabra, los miembros
mayores salen del taller hasta que quedamos solo nosotros dos.
Mis hombros se tensan cuando voltea un balde de cinco galones y se sienta a mi
lado. Whaley se acomoda pero no dice nada, saca su paquete de cigarrillos y lo
enciende. Luego me lo ofrece, pero lo rechazo, sabiendo que mi chico se enojaría si lo
hiciera.
—¿Ya no fumas? —pregunta, dando una profunda calada, el humo huele
increíblemente bien.
Niego con la cabeza.
—A Blaine no le gusta.
Hace un sonido pensativo, lanzando su humo mientras mira a lo lejos.
—¿Qué te tiene tan destrozado? ¿Se trata de Blaine?
Suelto otro suspiro, sentándome en una mesa de metal a su lado, sin saber qué decir.
¿Cómo le digo al hombre que ha sido como un segundo padre para mí toda mi vida que
quiero irme? ¿Que ya no quiero ser parte de su familia? ¿Que quiero abandonar este
lugar y mudarme en algún lugar nuevo con Blaine?
Parece egoísta, como si estuviera eligiendo el amor antes que la familia o escupiendo
todo lo que Whaley ha hecho por mí, pero tampoco es eso. Incluso antes de Blaine,
quería una vida diferente, y tenerlo simplemente me hace quererla más.
—No sé qué decirte, —murmuro, tratando de examinar mis pensamientos.
—Quizás puedas empezar con la parte más simple, —ofrece, pero yo solo resoplo,
porque nada de lo que estoy sintiendo ahora es simple. Todo parece catastrófico y tiene
el potencial de arruinar todas mis otras relaciones—. Estoy seguro de que no es tan
complicado como lo estás haciendo ver. —Me da un codazo en la pierna con el hombro
—. Solo habla. Déjalo salir. Empieza con lo que quieras. No tiene por qué tener sentido.
Incluso puedes ir desde el medio y avanzar hacia atrás. O, diablos, hasta el final. Lo
analizaremos juntos.
Niego con la cabeza.
—Haces que parezca muy fácil.
—No todo en la vida tiene por qué ser complicado.
Dejé escapar un profundo suspiro. Si quiere la verdad honesta, tengo que dársela.
Nunca me consideré un cobarde, pero tal vez lo he sido al mantener en secreto mis
deseos personales.
—Si tuvieras la oportunidad de irte y establecerte en otro lugar, donde nadie te
conociera, donde pudieras ser cualquiera, alguien que realmente quisieras ser… ¿La
tomarías?
—Así que esto es sobre Blaine. —Apaga el cigarrillo y enciende otro, con una mirada
lejana en sus ojos mientras piensa en mis palabras—. En algún momento de mi vida,
probablemente habría dicho que sí a tus preguntas, pero ¿ahora? No tengo nada por lo
que valga la pena dejarlo. Mi vida está aquí, mi hogar, el camino que me he marcado.
Aquí es donde pertenezco. Estoy con la gente con la que debo estar.
Mi estómago se hunde porque sabía que no lo entendería.
—Sí…
—Pero no es así para ti, Silas.
Mis cejas se fruncen y le doy una mirada inquisitiva.
—¿Qué quieres decir?
—Esta vida, las cosas que hacemos, las cosas que sacrificamos, no son para todos, —
dice, sonriendo con simpatía—. Sabía desde que eras joven, que estabas destinado a ser
algo más que un As. Siempre has tenido mucho más potencial del que crees.
Joder, me estoy sonrojando.
—Realmente no soy tan bueno.
—Y una mierda, literalmente configuraste todo mi sistema de facturación para el
taller. Manejas todos mis pedidos, contactos y básicamente mis libros. Tú haces
presupuestos mensuales y administras el dinero por mí… —Se ríe para sí mismo antes
de que sus ojos vuelvan a los míos—. Haces mucho más de lo que crees, sin mencionar
que aprendes rápidamente.
—Pero eso es todo lo básico, —argumento—. Cualquiera podría hacerlo.
—Entonces, ¿por qué nadie antes que tú lo hizo? —Me encojo de hombros, sin tener
una respuesta—. Exactamente.
Levanto mis manos en el aire con frustración.
—¿Pero qué tipo de trabajo podría tener con eso? Tengo suerte de graduarme con
mis calificaciones.
—¿Y Blaine? —pregunta, inclinando la cabeza hacia un lado, sonando legítimamente
curioso—. ¿Cuáles son sus planes?
—Es muy inteligente. Lo aceptaron en Yale. Será médico, ¿sabes? —Sonrío porque
estoy muy orgulloso de él. Me encanta el hecho de poder presumir de mi chico. Sin
embargo, enumerar todos sus logros me recuerda lo diferentes que somos al final—. Él
tiene todos esos sueños y aspiraciones. Es increíble y aquí estoy yo, sin metas, sin
futuro, sin nada que esperar.
¿Por qué carajo estoy diciendo todas estas cosas? Sueno patético, quejándome de
esta mierda con Whaley. Debería aguantar y ser un hombre como diría mi papá.
—¿Yale? Joder, eso es impresionante. —Whaley parece desconcertado brevemente
antes de continuar—. Entonces, ¿Connecticut?
Asiento, tratando de alejar mi tristeza.
—Tan lejos de mí.
—¿Es esto lo que te tiene tan molesto? ¿La idea de un futuro sin Blaine?
Estamos hablando de que el amor de mi vida está a miles de kilómetros de mí, claro
que lo es.
—Sí.
Contempla algo, hace una pausa e inhala una bocanada de humo antes de volver a
hablar.
—Tengo un amigo que tiene un garaje. Normalmente contrata aprendices y les
ayuda a montar una escuela de oficios. No estoy seguro de qué tan cerca está de Yale,
pero me debe un favor. Puedo llamarlo y concertar algo para ti.
Mi corazón late con tanta fuerza que casi espero que explote en mi pecho. No puede
ser que esté diciendo lo que creo que está diciendo.
—¿Q-qué? —Tartamudeo, tratando de entender sus palabras—. ¿Hablas en serio?
Él asiente antes de apagar el cigarrillo.
—No mentiría. Si es algo que deseas, algo que te ayude a aliviar tu carga, estaré
encantado de ayudarte.
—Whaley, —empiezo, todavía tambaleándose por la oferta—. Ni siquiera sé qué
decir.
—Solo di gracias. Di: “Sería tonto si no aceptara esto”. Di: “Whaley, eres el mejor
tipo que he conocido y estoy muy contento de que me ayudes ahora cuando soy tonto y
triste”, —se burla, sonriendo como si fuera el hombre más divertido del mundo.
—Vete a la mierda, —espeto, y casi me ahogo con mi propia saliva, porque acabo de
decirle eso a Whaley.
Se echa a reír y parece años más joven que sus treinta y cinco años. Es una locura
cómo algo tan simple puede transformar tu rostro. Whaley siempre es tan serio, tan
estoico, y es agradable verlo así para variar.
—Vas a estar bien, niño, —me dice, apretándome afectuosamente el hombro cuando
se levanta. Su boca se abre como si estuviera a punto de decir algo más cuando somos
interrumpidos por la perorata de Bunky mientras irrumpe en el garaje.
—¡Me estoy poniendo furioso! —Bunky ladra, levanta las manos en el aire y no
habla con nadie más que consigo mismo. Ni siquiera creo que se dé cuenta de que
estamos aquí—. ¿Qué tan difícil es encontrar una puta pieza para esta moto? ¡Moriré
antes de terminarla, joder! ¡La vida apesta!
Estoy a punto de ir tras él cuando Whaley se acerca para agarrarme del brazo.
—No, yo me encargo. Ve y cuéntale las buenas noticias a tu novio.
Luego se fue, detrás de un Bunk cabreado, y me quedé solo con mis pensamientos
acelerados.
Me quedo congelado, las palabras de Whaley no parecen reales. ¿Puedo realmente
tener la vida que quiero? ¿Es tan fácil?
Mi teléfono suena y lo saco, sonriendo cuando veo que es un mensaje de texto de
Blaine.

Deportista Engreído: Oye, usaste mi desodorante esta mañana? Sabes lo asqueroso


que es eso?

Niego con la cabeza riendo y escribo una respuesta rápida antes de apartar mi
teléfono.
Es tan doméstico, tan cursi, tan diferente a todo lo que pensé que tendría.
Sí, tal vez las cosas puedan ser así de fáciles después de todo.
CUARENTA Y SEIS
SILAS

—Um, ¿dónde estamos?


Miro a mi alrededor con una ceja levantada. ¿No es obvio?
—Estamos en una carrera.
La mandíbula de Blaine cae, viendo como los corredores hacen rodar sus
motocicletas a su alrededor, encogiéndose cuando una chica borracha casi lo atropella.
—Silas... Um... ¿Es esta tu definición de una cita romántica?
Bueno, cuando lo dice así, quizá no lo sea.
Cuando le pedí ayuda a mamá sobre dónde llevar a Blaine a una cita, no me ayudó
mucho. Intenté devanarme el cerebro buscando un lugar al que pudiera llevar a Blaine
y que a él le encantara, así que pensé que tal vez le gustaría el lugar que más atesoro.
Con mi agenda, hace mucho que no asisto a una carrera, así que como ambos
estábamos libres esta noche, conseguí algunas entradas. No fueron baratas, pero no me
importó. Realmente pensé que Blaine vería qué tenía de especial esto.
—¿Te gusta? —cuestiono lentamente, calibrando su reacción.
Mi dulce bebé traga saliva antes de fingir una sonrisa.
—¿Me encanta?
Joder, la cagué. Me estoy castigando por eso. ¿Por qué no organicé una cena
romántica a la luz de las velas? Tal vez podría haberlo llevado a las montañas o algo así
y montar una tienda de amor. Eso es algo, ¿verdad? Creo que incluso preferiría volver
al campo con esas vacas que tanto adora.
Pero no, mi mente genial eligió aquí.
—No tenemos que quedarnos, —salgo rápidamente, pero mi mirada se dirige a un
Venom 250cc que nos pasa. Cuando Blaine chasquea los dedos frente a mi cara, me doy
cuenta de que quizás he estado mirando por mucho tiempo—. Lo siento.
—No, no lo sientes, —dice con un suspiro antes de echar otro vistazo a su alrededor
y encogerse de hombros—. Quiero decir, podría ser divertido, ¿verdad?
Dios, realmente quiero quedarme y ver una carrera, pero si a Blaine no le gusta
entonces nos iremos. Se suponía que esta noche sería sobre nosotros y las noticias que
necesito compartir con él.
—¿Qué tal si vamos a otro lado? —Le digo, tirando de su mano en dirección al
estacionamiento—. Podemos venir aquí en otro momento.
Clava los talones y niega con la cabeza.
—Al menos compremos algo de comida. ¿No tenías algo que quisieras decirme?
—Sí. —Asiento, sintiendo que tal vez ahora no sea el momento adecuado—. Pero
podemos hablar más tarde.
—No, quiero saberlo, —insiste con otro movimiento de cabeza—. Parecías tan
emocionado antes y no me lo dijiste. El suspenso me está matando, Si.
—Blaine, más tarde.
—No. Dímelo ahora.
Gruño en señal de advertencia.
—Bebé…
—¡Oh, vamos! —grita, levantando las manos en el aire—. Dímelo.
—¡Bien! ¡Me mudo a Connecticut contigo! ¿Puedes cerrar la puta boca ahora?
Que se vaya a la mierda por hacerme decirlo así.
Blaine parpadea repetidamente, con la boca abierta mientras me mira tontamente.
—Espera, ¿qué?
—Me escuchaste, —espeto, cruzando los brazos sobre el pecho—. Voy contigo.
Ahora, ¿podemos mirar algunas motos?
Doy un paso atrás, avergonzado conmigo mismo, pero Blaine me arrastra de regreso
a él.
—Esta conversación no ha terminado, —bromea, agarrándome de las caderas—.
¿Qué estás diciendo? ¿De verdad vienes conmigo?
Suspiro, mi irritación se desvanece cuanto más miro sus ojos esperanzados.
—Sí. Whaley tiene un contacto en la costa este. Voy a ser aprendiz en su taller. Está
todo arreglado.
Niega con la cabeza lentamente.
—¿Y los Ases?
—¿Qué pasa con ellos? —digo, e incluso ahora las palabras todavía me resultan
extrañas en la lengua—. Ellos no son mi futuro. Tú lo eres. Dondequiera que vayas, yo
también voy. Salgamos de esta ciudad y hagamos una vida propia.
—¿Y tu mamá? ¿Qué dijo?
—Ella está completamente de acuerdo. —De hecho, estaba eufórica. Me abrazó
durante lo que parecieron horas mientras me decía lo orgullosa que estaba de mí—.
Incluso me compré mi primera maleta. ¿Sabías que eran tan caras?
—No puedo creer que hicieras eso por mí, —me dice, casi horrorizado e ignorando
mi última pregunta—. No quiero que te arrepientas.
¿Arrepentirme? ¿Arrepentirme de él? Nunca. Pero es más que solo eso.
No solo haré esto por Blaine sino también por mí. Estoy aceptando todo lo
prometedor que él y mamá ven en mí y realmente estoy intentando enfocarme en ello.
Él me mostró que yo valía la pena y supongo que finalmente lo creo.
—No lo haré. Es lo mejor para mí también, —digo rápidamente—. ¿Qué dices?
¿Quieres un compañero de cuarto en otoño?
Estalla en la sonrisa más grande que he visto jamás y se arroja a mis brazos
desprevenidos. Tropezamos un poco mientras envuelve sus piernas alrededor de mi
cintura, pero nunca lo dejaría caer. Me aferro a él, aplastándolo contra mi pecho,
sabiendo que la vida que vamos a construir juntos valdrá la pena por toda la mierda por
la que pasamos.
El calor se acumula en mis entrañas mientras se frota contra mí. Se suponía que este
sería un viaje romántico, pero sé que mi bebé tiene otros pensamientos.
—Si sigues haciendo eso, nos perderemos la carrera.
—¿Y? —bromea, alejándose para poder lamer la comisura de mis labios—. Te quiero
ahora.
¿Quién soy yo para negarlo?
Lo atraigo para darle un beso, sin importarme una mierda cuando la gente camina a
nuestro alrededor. En medio de una carrera de aceleración que huele a petróleo y humo
de cigarrillo, es lo más romántico que me ha pasado jamás.
—Quiero hacer algo diferente esta vez, —dice Blaine, pasando su pulgar por su labio
inferior mientras baja nuevamente al suelo.
—¿Qué es? —Pregunto, dispuesto a darle todo lo que quiera. ¿Quiere jugar al policía
y al ladrón? Me apunto. ¿Atarme y azotarme? Así puedo decir que lo he probado una
vez.
Pero lo que dice me sorprende muchísimo.
—Quiero que me folles como si me odiaras.
Mis ojos se abren y casi me ahogo con la lengua.
—¿Tú qué?
—Me escuchaste, —exhala contra mi boca, y deja caer las manos para acariciar mi
entrepierna a través de mis jeans—. Te amo y me encanta cómo me haces el amor, pero
no quiero eso ahora. Quiero que me folles como si no pudieras soportar verme. Quiero
que me domines como si fuera solo tu puta. ¿Puedes hacer eso por mí?
Cuando él lo dice de esa manera, joder, claro que sí.
—¿Marinara? —Pregunto, envolviendo mi mano alrededor de su garganta.
Traga saliva y asiente mientras cierra los ojos.
—Marinara.
Sin previo aviso, uso el agarre que tengo en su garganta para arrastrarlo detrás de
mí. Él me sigue, pero lucha contra mi agarre todo el tiempo. Miro alrededor de nuestro
entorno. Si bien no me importa que la gente sepa que Blaine es mío, soy un hijo de puta
posesivo y no quiero que nadie vea a mi chico desnudo.
La carrera aún continúa, así que todos están en la pista prestando atención a eso.
Cuando veo uno de esos remolques que usan para cargar las motos, me doy cuenta.
Nadie los vigilará mientras dure el espectáculo.
Sonrío maliciosamente mientras arrastro a Blaine frente a mí, empujándolo de cara
dentro del remolque antes de cerrar la puerta de golpe detrás de nosotros. Por si acaso,
me aseguro de cerrarlo con llave.
Se gira, con los codos apoyados en el suelo y parece disgustado.
—¿Cuál es tu puto problema?
—¿Quieres saber cuál es mi puto problema? —Gruño, sentándome a horcajadas
sobre sus caderas mientras levanto las manos por encima de su cabeza—. Eres tú. Me
das asco. Caminas como si fueras tan genial y poderoso. Eso me enoja.
Y no es mentira. Realmente solía molestarme que Blaine nunca se rompería. Resulta
que este juego de roles es más fácil de lo que fue la fantasía de ser su fan. Ya no me
siento así, en absoluto, pero actuar así el uno con el otro es como un recuerdo jodido.
—¿Y tú? —escupe, tratando de luchar contra mí, empujando sus caderas para
alejarme de él, lo que solo sirve para aumentar mi creciente erección—. No eres más que
basura de remolque. Nada bueno. ¿Por qué no te vas a la mierda y me dejas en paz?
Me agacho para lamer una raya húmeda en su mejilla. Muerdo su mandíbula,
disfrutando la forma en que silba de placer.
—Porque alguien tiene que darte una lección. Te voy a ensuciar, Blaine Yates. Cada
vez que te mires al espejo, recordarás lo patético que eres.
Su respiración se entrecorta y su lucha aumenta. Sin embargo, no le doy la
oportunidad de liberarse mientras me bajo los pantalones y la ropa interior y me
arrastro por su cuerpo. Abre la boca, probablemente para decirme que me vaya a la
mierda otra vez, pero fuerzo mi camino hacia su garganta de una sola vez, haciéndolo
callar efectivamente. Echo la cabeza hacia atrás, gimiendo en medio de su gruñido de
sorpresa.
Vuelvo a mirarlo, frotando mi pulgar tiernamente contra su labio inferior, y él me
mira entrecerrando los ojos. Golpea mi muslo, así que salgo, esperando tener que
disculparme, pero en lugar de eso simplemente me grita.
—No te pongas tan cariñoso conmigo, imbécil.
Alzo una ceja ante eso. Joder, esto es caliente. Asiento, tirando de su cabeza hacia
atrás desde las raíces y entrando en él de nuevo. Justo como él quiere, le follo la boca
fuerte y rápido, sin mostrarle piedad a mi bebé perfecto. Las lágrimas se acumulan en
sus ojos, mocos y saliva cubren sus mejillas y barbilla, y me vuelvo salvaje por eso.
—Mírate. Qué puta eres, —gruño, jugando con su fantasía—. ¿Qué pasaría si el gran
alcalde Yates se enterara de esto? ¿Qué pensaría si su hijo fuera mancillado por un
matón?
Salgo rápidamente pero no le doy a Blaine la oportunidad de respirar mientras le
doy la vuelta. Sin desabrocharle el cinturón, le paso la ropa interior y los pantalones por
el culo, sabiendo que la cremallera contra su polla debe sentirse incómoda.
—Eres un puto idiota, —espeta, pero se empuja contra mí mientras habla—. ¿Por
qué querría follar con alguien como tú?
Saco el lubricante de mi billetera para prepararlo. Sé que quiere sexo sucio y lleno de
odio, pero me niego a lastimarlo. Lo que hago, sin embargo, es provocar su agujero
antes de entrar en él con dos dedos a la vez. Su grito se convierte en un gemido y sé que
le encanta.
—Porque soy el único que alguna vez te va a follar bien, —escupo, dándole una
fuerte nalgada—. Sentirás ese dolor y sabrás que yo fui tu perdición.
Y en cierto modo lo fui. Lo ayudé a deshacerse de las cadenas que lo mantenían en
ese puto pedestal perfecto. Pudo haber comenzado por despecho y odio, pero se
convirtió en amor. Ya no es el perfecto Blaine Yates y lo amo aún más por eso.
Me inclino sobre él, presionando mi pecho contra su espalda mientras le muerdo la
oreja.
—¿Marinara?
—Nunca, —murmura, negando con la cabeza.
Me río entre dientes ante eso, y una vez que siento que se ha estirado lo suficiente,
alineo mi polla con su agujero y entro de una vez. Grita, pero es por placer y nada más.
Empiezo un ritmo brutal, golpeando su culo con cada embestida, deleitándome con la
forma en que sus nalgas regordetas se ponen rojas.
Joder, me encanta marcarlo.
—¿Cómo se siente? —Me burlo, usándolo como mi funda de polla personal—. Dime
qué tan sucio estás.
—¡Vete a la mierda! —Es un desastre jadeante y me encanta destrozarlo de esta
manera.
—¡Dilo! —Grito, dándole una nalgada más.
Él tiembla debajo de mí mientras fuerzo su rostro hacia abajo por la parte posterior
de su cuello, su agarre en las crestas metálicas del piso hace que sus nudillos se vuelvan
blancos. Gira la cabeza para poder mirarme, el placer transforma su rostro en algo tan
hermoso.
—Yo…
—¡Dímelo! —Ordeno, follándolo más fuerte y más rápido—. ¡Bebé!
—Joder, Silas. Rompiste tu personaje, —gime, alcanzando su polla que está bien
escondida detrás de sus jeans—. ¡Si, tócame!
No lo corrijo por el hecho de que se supone que debo odiarlo ahora mismo. Suena
tan perdido, como si yo fuera su única gracia salvadora. Sé que está cerca de correrse,
así que coloco mi mano debajo de él pero no lo libero.
—Quiero que te corras en tus jeans, —le digo, acariciándolo a través de la tela—. Te
correrás y luego saldrás de aquí sintiéndote tan enfermo y sucio como eres.
Echa la cabeza hacia atrás, luchando contra mi agarre y gritando mi nombre cuando
una repentina humedad golpea la palma de mi mano.
¡Sí!
Sabiendo que solo mis palabras lo hicieron correrse, solo necesito unas cuantas
embestidas más hasta llenarlo con mi semen, viéndolo gotear por el costado de su
agujero. Apoyo mi cabeza en su espalda sudorosa, haciendo rodar mi frente contra él.
Le muerdo el lóbulo de la oreja antes de lamer y calmar el lugar.
—Ahora tendrás semen en tus jeans y semen goteando por tu culo. ¿Ves que no eres
tan perfecto después de todo?
Se ríe y se da vuelta para poder mirarme. Besa mis labios dulcemente, todavía sin
aliento.
—Aparentemente, estoy muy sucio.
Resoplo, apartándole el pelo de los ojos mientras le beso la nariz.
—Te amo, bebé.
—Te amo aún más, —responde, sonriendo como un tonto enamorado mientras nos
ayudamos mutuamente a ponernos de pie. Se retuerce de incomodidad mientras se
sube los pantalones—. Esto se siente raro.
Le doy una nalgada y tarareo.
—No sé. Creo que es bastante sexy.
—Por supuesto que sí, —murmura poniendo los ojos en blanco. Une su mano con la
mía y tira de mí hacia la puerta—. Vamos. ¿Crees que todavía podemos ver parte de la
carrera?
Honestamente, no me importa en este momento. Aprieto su garganta suavemente
entre mis manos y froto mi nariz contra la suya.
—Te tendré para siempre, ¿no?
—Sí, —susurra, con lágrimas en los ojos mientras asiente—. Para siempre.
Y cuando salimos del tráiler, uno de los asistentes de motos nos mira raro, lo que
nos hace perder la cabeza. Nos reímos a carcajadas mientras huimos del hombre que
nos grita.
Huyendo hacia nuestro futuro.
CUARENTA Y SIETE
SILAS

Parezco estúpido.
Paso mi mano por el frente de mi camisa blanca planchada, luchando contra cada
instinto que tengo de arrancarme esa puta cosa y quemarla. ¿A quién diablos realmente
le gusta vestirse así? Parece que estoy preparado para servir como jurado o, joder, para
mi funeral.
—Aw, Si, —dice mamá, arreglando la corbata alrededor de mi cuello—. Te ves tan
guapo, muy parecido a tu padre.
—Parezco una versión tonta de James Bond, —murmuro, deseando poder quitarme
esta chaqueta. Joder, ya estoy sudando.
—No, te ves genial, —me asegura, aplaudiendo con emoción—. A Blaine le va a
encantar.
Blaine. Será mejor que se alegre de que lo amo porque ahora mismo quiero
estrangularlo por obligarme a hacer esto.
Una luz brillante parpadea un segundo después y me giro para ver a mamá
haciendo una foto con su teléfono.
—Joder, mamá, fotos no.
—Deja de quejarte y déjame tomar algunas. Esta será probablemente la única vez
que te vea vestido así. —Luego procede a tomar una docena más.
Sí, ella tiene razón en eso. Ni siquiera me vestiré así para mi propia boda. Blaine
tendrá que aguantarse. Se casará conmigo con mi chaqueta de cuero y mis Doc Martens.
Mi teléfono suena y lo saco, rodando los ojos cuando veo que es Blaine. El
mierdecilla ni siquiera está aquí conmigo pero sigue siento jodidamente molesto.

Deportista Engreído: Si no te apuras, llegaremos tarde.

No me molesto en responder y guardo mi teléfono.


—Me tengo que ir, mamá, mi bola y cadenas se está poniendo inquieto.
—Espera, no te olvides del boutonniere. —Corre hacia el refrigerador y regresa con
la caja pequeña un momento después.
—Gracias, —me quejo, tomándolo de mala gana. A quien se le haya ocurrido la idea
del baile de graduación hay que darle un puñetazo en la cara.
Me dirijo a mi coche y me detengo en seco cuando veo la pintura de tiza con las
palabras “toca la bocina, que voy al baile de graduación” escritas en mi ventana trasera
con serpentinas de espíritu escolar atadas a mi antena. Esto tiene los nombres de Bunky
y Raid por todas partes.
Estoy dividido entre limpiarlo o ir a buscar a Blaine y termino eligiendo lo último.
Esos cabrones tendrán lo suyo otro día y será mejor que se alegren de que no tengo
tiempo para esta mierda ahora porque los localizaría y les golpearía el culo.
El viaje a casa de Blaine es rápido pero me estremezco cada vez que escucho el
sonido de una bocina. Sí, será mejor que Raid y Bunky cuenten sus días.
Salgo del coche, me ajusto el traje y trato de controlar mi vergüenza cuando un niño
pasa en su moto y toca la bocina de su juguete. ¿Qué cojones? El universo puede irse a
la mierda ahora mismo.
Subo las escaleras hacia la casa de Blaine y golpeo demasiado fuerte la puerta,
incapaz de contener mi irritación. Cuando su padre responde luciendo como un padre
preocupado en la noche del baile de graduación, me dan ganas de poner los ojos en
blanco.
—Silas, —dice secamente, mirándome de arriba abajo, aparentemente satisfecho con
lo que ve—. Me sorprende que te hayas arreglado.
Sí, ya somos dos, idiota.
—¿Blaine está listo? —Grito antes de darme cuenta de que probablemente necesito
ser más amable con el padre de mi novio. Me aclaro la garganta—. Quiero decir, ¿puedo
entrar, señor?
Él levanta la ceja pero se hace a un lado para que pueda pasar. Estar en la casa de
Blaine siempre me da vergüenza. Es demasiado plástica, brillante y pulida, como una
casa modelo.
—¡Blaine! —Su papá llama desde las escaleras—. ¡Silas está aquí!
Intento no tomarlo como algo personal cuando se queja de algo en voz baja al final.
Igualmente, estimadísimo papá, igualmente.
—¡Ya bajo, papá! —Blaine le grita.
Nos quedamos en un silencio incómodo mientras esperamos que baje las escaleras.
Me balanceo sobre mis talones, jugueteo con mis pulgares, sintiéndome como un
completo idiota, pero me niego a entablar conversación trivial.
Claramente, el padre de Blaine no siente lo mismo cuando comienza a hablar un
segundo después.
—Así que la noche de graduación...
—Sí. —Suspiro, tratando de mirar a cualquier parte menos a él—. Es la noche del
baile de graduación.
Chasquea la lengua.
—Su toque de queda son las once.
Apenas contengo mi risa. De todos modos, no es como si no fuera a colarme por la
ventana más tarde esta noche.
—Por supuesto, señor, —digo, todavía extrañado de que estemos teniendo una
conversación algo educada. Golpeo mi pie con impaciencia, incapaz de soportarlo más.
Toda esta mierda incómoda es demasiado, y camino hacia las escaleras, necesitando
llamar la atención de mi chico—. ¡Blaine! ¡Baja aquí antes de que cambie de opinión!
Su padre jadea en shock ante mi arrebato, pero apenas puedo escucharlo porque un
segundo después, Blaine baja las escaleras.
—Bien, bien. Dios, ¿te mataría esperar un poco? —él responde.
Sus palabras se pierden en el viento porque por muy cursi que sea decirlo, me deja
sin aliento. Sí, eso es asqueroso, pero eso es exactamente lo que pasa.
Blaine se ve increíble, jodidamente sexy con su esmoquin negro ajustado y su cabello
rubio peinado hacia atrás mientras baja furioso las escaleras. La rabia en sus ojos
simplemente lo hace verse aún mejor, todo agitado y activo, tal como a mí me gusta.
No me doy cuenta de que lo estoy mirando hasta que chasquea los dedos frente a mi
cara.
—¿Qué? —él gruñe—. Tenías mucho que decir hace un segundo.
—Yo… —Dios Santo, ¿por qué no puedo hablar?— Bebé, estás hermoso.
No puedo estar seguro, pero juro que escucho al alcalde Yates hacer un sonido
ahogado antes de irse pisando fuerte.
Blaine sonríe, esa gran sonrisa suya aparece en sus labios.
—Sí, tú tampoco te ves tan mal. Me alegra que no hayas elegido el azul. El negro te
sienta mejor.
Como si me hubiera pillado vestido de cualquier otra cosa que no fuera negro. Es mi
color característico… tal como mi corazón.
Bueno, como solía serlo. Ahora estoy endulzado por la polla y soy un malvavisco
total por este idiota.
—Ten. —Empujo hacia sus manos la caja de plástico con el boutonniere que insistió
en tener—. Hace juego con tus ojos.
—Oh, mírate, qué dulce, —bromea, abriendo la caja y ofreciéndomela—. Se supone
que debes ponérmelo, ¿sabes?
—Vete a la mierda, —murmuro, agradeciendo que el alcalde Yates se haya ido
después del ahogo o probablemente me echaría de su propiedad por hablarle así a
Blaine. Él no lo sabe, pero es cosa nuestra, nuestros juegos previos, y no veo que eso
cambie nunca. Suspiro, tomándolo de él antes de apuñalarlo en su solapa. Me lleva tres
veces asegurarlo correctamente pero finalmente lo hago.
—¿Dónde está el tuyo? —pregunta mientras lo ajusta—. Tú también tienes uno,
¿verdad?
—En. El. Auto. —Enfatizo cada palabra, queriendo terminar esta noche de una vez
—. Vamos.
Salgo de la casa, sin molestarme en comprobar si me está siguiendo. Pero sé que lo
hará porque está muy emocionado de ir a esta tonta mierda. Le abro la puerta del
pasajero, ignorando su risa cuando ve lo que Raid y Bunky le hicieron a mi coche.
—¡Silas! Es...
—Cierra la puta boca, —le digo bruscamente, cerrando de golpe la puerta del coche
una vez que está dentro antes de dirigirme a mi puerta. No le dejo decir una sola
palabra mientras enciendo el motor y acelero.
Por supuesto, no funciona. Tengo que escucharlo hablar una y otra vez sobre las
decoraciones, el presupuesto y si una chica llamada Marcy terminó arreglando las urnas
o no.
Finalmente llegamos a la escuela y le doy el mismo trato que antes. Me alejo después
de apagar el motor, pero él me alcanza rápidamente.
—Oye, —dice, obligándome a detenerme cuando toma mi mano. Me gira para poder
tomar mis mejillas y depositar un suave beso en mis labios—. Gracias por hacer esto. Sé
que lo odias.
—Sí, —bromeo, pero dejo que me bese de nuevo de todos modos y trato de
relajarme un poco—. ¿Seguro que no podemos simplemente volver a la caravana y
hacer más cosas divertidas?
Niega con la cabeza mientras se muerde el labio inferior.
—No. Soy el vicepresidente. Al menos tenemos que hacer una aparición, pero luego
prometo que haré que la espera valga la pena.
—Más te vale.
Prácticamente gimo cuando une su codo con el mío y entramos juntos. El lugar
parece bonito, supongo. Blaine mencionó el tema era Bajo el mar, que es la cosa más
estúpida que he escuchado en mi vida, pero él está orgulloso de ello, así que trato de no
cagarme demasiado en su entusiasmo.
—Resultó fantástico, —dice, con los ojos brillantes mientras señala el arco del globo
—. Me tomó años hacer esto. Landon perdió la puta bomba de aire, así que tuve que
soplarlos todos con la boca uno por uno.
No puedo evitar apretarle el culo y susurrarle al oído.
—Sé algo más que puedes hacer con la boca.
—Para. —Aparta mi mano de un golpe—. Más tarde.
Lo miro fijamente mientras se aleja para hacer su mezcla presidencial, pero termina
arrastrándome con él, y trato de no asustar a todos los asistentes al baile con mi ceño
fruncido, pero no funciona. Mientras Blaine les habla animadamente y les pregunta si se
lo están pasando bien, miro en su dirección, probablemente luciendo como si quisiera
matarlos. Realmente necesito dejar de ser tan idiota antes de que mi novio me niegue
los orgasmos más tarde.
Cuando finalmente veo a Raid y Bunky, estoy tratando de decidir si debo golpearlos
ahora o más tarde por lo que le hicieron a mi coche. Opto por lo último, sabiendo que
Blaine me mataría si arruinaba su noche. Puede que me guste cuando está enojado, pero
prefiero disfrutarlo en lugar del trato silencioso por el resto de la noche.
—Me alegro de que finalmente hayáis venido, —les digo.
—No puedo creer que nos hayas hecho venir a esta mierda, —se queja Raid,
jugueteando con su corbata como si lo estuviera estrangulando—. Me siento tan
jodidamente estúpido.
—Bienvenido al club, —murmuro. Cuando veo el atuendo de Bunky, casi me
enloquezco—. ¿Por qué coño no tuve esa opción?
Bunky sonríe triunfalmente mientras se pasa la mano por su camiseta que imita un
esmoquin.
—Escapé. Badge lo encontró en Goodwill. Solo le costó diez dólares.
—Te ves tan bien, Si, —me tranquiliza Blaine, con una mirada ardiente en sus ojos.
Luego me muerde la oreja y chupa mi lóbulo antes de bajar su voz para que solo yo
pueda escucharlo—. Muy follable. ¿Hacemos espías sexys más tarde?
Dios, no con el juego de roles otra vez. Mi novio es un maníaco sexual en el armario.
Acabamos de hacer el del repartidor de pizzas hace unas noches.
—¿Alguna vez paráis? Lo juro, lo único que hacéis es follar, —dice Raid con una
mueca, metiendo la mano en el bolsillo y sacando su paquete de cigarrillos antes de
guardarlos.
—¿Qué te pasa, Raid? ¿Celoso? —Blaine pregunta, lanzando un beso en mis labios
—. Regresaré enseguida, necesito ir a revisar las boletas del baile de graduación.
Raid mira fijamente la forma de Blaine que se aleja antes de girarse hacia mí.
—No estoy celoso, joder, y odio a tu novio.
—Cuida tu boca antes de que te corte con la navaja de Bunky.
—Lástima para ti, Whaley me la quitó antes de que me fuera. Supongo que pensó
que me iba a volver loco o algo así. —Él se encoge de hombros—. Quiero decir, ¿os
parezco un tipo loco?
—Sí, —decimos Raid y yo simultáneamente.
—Oye, realmente estoy emocionado de estar aquí, —se defiende, señalando a
nuestro alrededor—. Esto es asombroso.
Niego con la cabeza.
—Realmente estás loco.
Blaine regresa con dos ponches de frutas en la mano. Me da uno, pero simplemente
arrugo la nariz.
—No beberé eso.
—Yo sí, —dice Bunky, agarrando el vaso y bebiéndolo de una vez—. Joder, sí. Le
echaron algo.
—¿Qué? —Blaine pregunta, horrorizado. Se lo acerca a la nariz para olerlo antes de
pasárselo a Bunky—. Ten, también puedes quedarte con este.
Su rostro está contraído y veo la forma en que se muerde el interior de la mejilla
mientras su mente corre. Levantando la barbilla, lo obligo a mirarme.
—Oye, no es como la última vez, —le susurro, apartando un poco de pelo de sus
ojos, sabiendo que está pensando en el cabrón de Kent. Ha estado bien desde el
incidente, pero de vez en cuando tiene estos momentos que lo hacen retroceder. Creo
que realmente necesita hablar con alguien y espero que lo haga cuando esté listo.
Él asiente una vez, exhala por la nariz y exhala los pensamientos antes de volverse
hacia Raid, necesitando cambiar de tema.
—Entonces... Um... ¿Sin cita?
—No, —responde, pero es demasiado rápido y hace que mis cejas se arqueen. Esto
le parecería normal a cualquier otra persona, pero conozco a este cabrón y esa reacción
significa que está guardando un secreto.
—¿Tienes algo que quieras decirnos? —Presiono, lo que solo lo hace estallar, y
Bunky nos mira confundido. Juro que nunca sabe lo que está pasando.
—No, no es nada, —dice, pero no le creo. Luego se queja en voz baja—. Voy a ir a
fumar.
Se aleja de nosotros, llevándose a Bunky que protesta con él. Blaine frunce el ceño
mientras me mira.
—¿Dije algo malo?
—No sé, —respondo con sinceridad mientras aprieto su mano con fuerza para
tranquilizarlo—. Seguro que lo descubriremos tarde o temprano.
—Si tú lo dices, —murmura, a punto de decir algo más cuando el chirrido del
micrófono nos interrumpe—. Vamos, están a punto de anunciar al Rey y la Reina del
baile de graduación.
—Me pregunto quién será el Rey del Baile, —digo sarcásticamente, sabiendo ya que
será Blaine. ¿Quién no elegiría al chico dorado? Probablemente por eso, un momento
después, me sorprende cuando dicen el nombre de Landon.
De hecho, estoy un poco ofendido por Blaine hasta que lo veo gritando y animando
por su mejor amigo. Da igual, mi chico sigue siendo el mejor.
—Se ven muy bien juntos, —dice, aplaudiendo con la misma fuerza cuando
anuncian a Maybelline como reina del baile—. Estoy feliz de que con ella resultara bien.
Sí, el deportista tonto fue implacable y utilizó las habilidades para abrir casilleros
que le enseñé, dejándole algunas notas cursis hasta que finalmente ella se rindió y tuvo
una cita con él. Estar con él aparentemente la ha relajado y, en realidad, funcionan de
una manera extraña. Bueno para mí también, porque no apreciaba que ella persiguiera a
mi chico.
Una vez que toda la emoción se calma, una canción lenta suena por los parlantes y
ya sé lo que Blaine va a decir.
—Baila conmigo, Si. —Intenta tirar de mí hacia la pista de baile. Lo juro, él y mi
mamá me van a matar.
—Cuántas veces tengo que decirte que no bailo, —gruñí—. Ve a bailar con Pompón
dos si tanto quieres.
Él pone los ojos en blanco.
—Como si alguna vez fueras a dejar que eso sucediera. —Vale, tiene razón—. Por
favor, —ruega, con los ojos de cachorrito a la vista—. ¿Recuerdas eso que hago con la
lengua? Baila conmigo y te daré un premio.
Eso me hace caer al suelo a la velocidad del rayo. Nos rodeamos la cintura con las
manos y tengo que admitir que es agradable cuando Blaine deja caer su cabeza sobre mi
hombro y suspira felizmente.
—Es perfecto, ¿no? —Él exhala contra mi cuello.
Por alguna jodida razón, sonrío mientras beso la parte superior de su cabeza.
—Quizá solo un poco.
Nos balanceamos juntos por un momento, y me siento sorprendentemente
decepcionado cuando la canción se transforma en un pop basura de ritmo rápido.
Quería disfrutar un poco más de tenerlo en mis brazos.
—Absolutamente no tienen gusto, —me quejo, girando a Blaine para que su espalda
quede presionada contra mi pecho—. Necesitamos traer algo de Lynyrd Skynyrd aquí.
Él se ríe y se gira para rozar mi barbilla con sus labios.
—Intenta convencer a Marcy.
—¡Oye! ¡Lo hicimos! —Dice Landon, interrumpiendo nuestra conversación y
apareciendo de la nada con una neblina brillante sobre sus ojos. Supongo que bebió un
poco del ponche. Coloca su corona sobre la cabeza de Blaine mientras lo sacude—.
¡Vamos!
Debe haber algo por ahí porque me río junto con ellos. La música debe estar
subiéndose a mi cabeza o algo así. Veo a Bunky y Raid que regresan de su humo y los
miro fijamente, llamándolos con un dedo. Al principio niegan con la cabeza, pero algo
en mi expresión debe hacerles darse cuenta de que no estoy jugando porque se unen a
nosotros poco después.
Muy pronto, todos nosotros bailamos al ritmo de esta terrible música. Finalmente
decido soltarme y disfrutar de este recuerdo estereotipado del instituto. ¿Por qué coño
no? Es una de las últimas veces que tendré esto con mis amigos, así que mejor lo
disfruto. Como dice mamá, es importante apreciar las pequeñas cosas de la vida. Por
muy estúpidos que parezcan.
Cuando suena una canción diferente, Blaine gira en mis brazos y reconocería esa
mirada en sus ojos en cualquier lugar. Sus dedos juegan con los botones de mi camisa y
se muerde el labio mientras su mirada gris azulada me asfixia.
—¿Una mamada detrás del escenario?
Finalmente, algo que puedo secundar.
—Solo si usas esa corona.
—Pero no se lo digas a Landon. —Él se ríe, agarra mi mano y me aleja de nuestros
amigos.
—Entonces será mejor que hagas que sea realmente, realmente buena.
Él se ríe de nuevo, el sonido hace que mis entrañas se revuelvan y mi corazón
acelere. Todos estos estúpidos sentimientos que dije que nunca tendría, y sin embargo,
aquí estoy, ahogándome en ellos y dando la bienvenida a cada segundo.
¿Por qué?
Porque es el puto Blaine Yates y nadie más.
EPÍLOGO
BLAINE
Un Año Después

—¿Vas a ir a esa fiesta esta noche, Blaine?


Todos mis compañeros de clase me miran expectantes. A estas alturas ya deberían
saber que no voy a fiestas. No lo he hecho desde el incidente con Kent. Algunos
recuerdos persisten y no se desvanecen, y no quiero volver a ponerme en esa situación
nunca más. Afortunadamente, con el ex sheriff y Kent encarcelados durante un par de
años, puedo dormir más tranquilo sabiendo que se hizo justicia.
—No, —les digo, subiendo mi mochila más arriba de mi hombro—. Pero gracias por
pensar en mí.
Amanda me mira con curiosidad, con los labios curvados en una sonrisa mientras
mueve las cejas.
—¿Es porque prefieres pasar tu tiempo con ese novio tuyo tan sexy?
Yo también sonrío. Todos lo conocieron y se enamoraron de sus encantos de chico
malo. Miro mi reloj mientras salimos del edificio.
—Debería estar aquí pronto si queréis saludarlo.
—No, estamos bien. Tenemos que recoger los barriles para la fiesta, —dice Troy,
señalando con el pulgar en la dirección opuesta—. Pero envíanos un mensaje si cambias
de opinión. Trae a Silas también, ¿vale?
Asiento con la cabeza.
—Vale. Nos vemos el lunes.
Después de eso nos separamos y tomo el camino familiar a través del patio, hacia la
salida del campus. Miro hacia un lado y veo que están abriendo ese nuevo café que han
estado anunciando, tomando nota mental de llevar a mi papá allí la próxima vez que los
visite.
Papá no ha sido más que un gran apoyo este año. Su ayuda financiera además de la
beca ha hecho que no tenga que trabajar mientras estoy en la escuela. Sé que no todos
tienen tanta suerte, así que aprecio todo lo que ha hecho por mí.
Realmente ha cambiado del tipo de persona que era cuando me echó. Sé que nunca
será el mayor admirador de Silas, pero al menos ahora le agrada. Claro, despreció el
pequeño estudio en el que vivimos Silas y yo, y se quedó sin aliento cuando vio que
Silas cambió su coche por una motocicleta, pero ha venido mucho. Él y Silas incluso
hablan por teléfono en algunas ocasiones, sobre todo sobre mí, cuando estoy demasiado
ocupado estudiando para llamar a papá yo mismo, pero una victoria es una victoria.
Mientras salgo por las puertas del campus principal, sonrío cuando veo a Silas
esperando al costado de la carretera. Lleva su chaqueta de cuero normal que tiene
ahora, la de Ases guardada de forma segura en el fondo de nuestro armario, y está
apoyado en su motocicleta, con los brazos cruzados sobre el pecho, luciendo
absolutamente aburrido. Pongo los ojos en blanco ante su comportamiento. Él es quien
siempre insiste en recogerme siempre que puede.
Cuando me ve, es como un cambio completo. No es que esboce una amplia sonrisa y
corra hacia mí, pero las motas doradas en sus ojos se iluminan. Le rodeo el cuello con
los brazos cuando lo alcanzo, sin esperar ni un segundo antes de besarlo y follar su boca
con mi lengua.
Sí, somos totalmente promotores de las demostraciones públicas de afecto excesivas,
pero ¿quién no lo sería cuando su novio es tan atractivo?
Él es quien retrocede primero, metiendo sus manos en mis bolsillos traseros.
—¿Buen día?
—El mejor, —digo, sonriendo alegremente—. Tuve excelentes calificaciones en mi
examen de química.
No parece sorprendido mientras me aprieta el culo a modo de felicitación.
—Sabía que lo harías. Has pasado varias noches estudiando para ello.
—¿Mi novio se siente solo? —Bromeo, jugando con los bordes de su chaqueta—.
¿Me extrañas, Si?
—Cierra la puta boca, —espeta, negando con la cabeza—. No me obligues a
golpearte.
Me río. Todavía tenemos esas bromas juguetonas y odiosas con las que empezamos,
la única diferencia ahora es que están envueltas en amor y aceptación. Todavía nos
follamos con odio, pero después siempre terminamos diciéndonos cuánto nos amamos.
—¿Cómo te fue en el trabajo? —Pregunto, frotando mi pulgar contra la mancha de
grasa justo debajo de su mandíbula—. ¿Reparaste esa Harley?
Silas ha sido aprendiz en el taller del amigo de Whaley. Poco a poco está
ascendiendo en la escalera y acercándose a convertirse en uno de los empleados
favoritos de Huxley. Una de las razones por las que vivimos con tanta modestia es
porque estamos ahorrando para ver si dentro de unos años puede abrir su propio taller
de restauración de vehículos clásicos.
—No, esa cosa sigue siendo una perra, —murmura, luego mira por encima del
hombro para poder consultar mi reloj—. ¿No tienes una cita con el Dr. Howard en una
hora?
Cuando comencé en Yale, encontré un terapeuta que trabaja específicamente con
trastornos de pánico. No me siento tan abrumado como antes, pero estudiar para
eventualmente obtener una licenciatura en una universidad de la Ivy League es muy
estresante. Silas está orgulloso de mí por pedir ayuda y, a pesar de que mi condición
nunca se irá del todo, me alegra poder decir que ya hace algunos meses que no tengo
ataques de pánico.
—Tuvo que reprogramar, —le digo, pasando mis manos por sus costados para
agarrar sus caderas—. Creo que como aprobé el examen más difícil que haré este
semestre, debería recibir una recompensa.
Se muerde el labio inferior y me hace girar para que quede apoyado contra su moto.
—Veo que mi bebé es el que realmente necesita atención.
—Mucha atención, —digo arrastrando las palabras, apretándome contra él—.
Llévame a casa, Si.
Muerde mi mandíbula antes de reírse contra mi piel.
—¿Qué tal si montamos un rato?
—¿En ese bate de béisbol gigante tuyo? Absolutamente.
—Quizás más tarde.
Y más tarde es algo real.
Recuerdo haberme asustado mucho cuando pensé que perdería a Silas por Yale.
Cuando me dijo que vendría conmigo… No creo haber sido tan feliz en toda mi vida.
Ahora estamos aquí, viviendo nuestras vidas juntos lejos de toda la mierda de
Brookshire. Sé que extraña a su madre, a Liza, a June y a los Ases, pero planeamos
visitarlos durante el verano.
Él está aquí conmigo. No porque me eligió a mí antes que a ellos sino porque se
eligió a sí mismo primero. Puede que nuestra vida juntos no sea perfecta (pelear por la
compra, angustiarnos por el seguro del alquiler, equilibrar nuestros horarios locos),
pero no la cambiaría porque lo es todo para mí.
Nos separamos para poder subirnos a su moto. Me entrega mi casco y me lo pongo
mientras me siento detrás de él, rodeándolo con mis brazos una vez que termino. Luego
presiono mi cabeza contra su espalda, froto mis manos en su estómago y sonrío.
—Te amo, Si.
Él mira por encima del hombro, choca su casco con el mío y puedo ver su sonrisa
oculta.
—Yo también te amo, beb. Ahora, busquemos algo de mierda que podamos
arruinar.
Echo la cabeza hacia atrás con risa mientras él arranca la moto y sale calle abajo. La
vida con él nunca será aburrida y es hora de buscar nuestra próxima aventura.
Juntos.

EL FIN

“Sea lo que sea de lo que estén hechas nuestras almas, la suya y la mía son iguales.”
Emily Brontë
AGRADECIMIENTOS
Nos gustaría agradecer enormemente a todas las personas maravillosas que hicieron
posible este libro.
Para Ari de Chaotic Creative y Mads de Breathless Lit: ustedes dos son maravillosos
asistentes personales y gracias por todas las cosas que hacen por nosotros.
A nuestros betas, Spicy, Mads y Monique: gracias por todos sus fantásticos comentarios
y por cuánto cariño tuvieron por Silas y Blaine.
A Polly: gracias por las increíbles ediciones y por mostrarnos todo lo que nunca
supimos que necesitábamos.
A Melissa: gracias por aprovechar nuestras absolutamente terribles habilidades con las
comas y mostrarnos la luz gramatical.
¿QUÉ SIGUE PARA ADDISON Y T
ASHLEIGH?
Serie Kings of Aces

Esto nunca tuvo la intención de ser una colaboración o una serie, pero cuando
comenzamos a escribir la historia de Silas y Blaine, nos enamoramos de su mundo de
inmediato.
Tenemos planes para un libro más de esta serie, incluida la historia de Bunky.
Ya veremos adónde nos llevan estos chicos.
Gracias de nuevo por leer, ¡estamos muy emocionados por lo que está por venir!

Si bien la historia de Blaine y Silas tenía algunos elementos oscuros, Painful Love será un
romance psicópata con diferencia de edad que muestra una relación algo tóxica. Por
favor lea y reserve a su propia discreción.

¡Reserva la historia de Bunky ahora!


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